Huid de La Idolatría
Huid de La Idolatría
Huid de La Idolatría
HUID DE LA IDOLATRÍA
1 Corintios 10:14-22
Sin embargo, debemos mencionar que hay individuos que han rebasado los
límites de lo común y han abrazado obsesiones muy raras. Por ejemplo, hace
una par de semanas, se publicó en los medios la apertura de la “Iglesia
Maradoniana” en Puebla, México. Conozco acá en Tegucigalpa una casa
decorada con el águila y banderas del Motagua. Hay personas que se tatúan
rostros de futbolistas; también hay jovencitos llorando por artistas de otros
continentes.
Es interesante notar, que los casos anteriores solo son un ejemplo del estado de
nuestro corazón. Aquello en lo que ocupamos nuestra en nuestra mente, a lo
que le damos tiempo y recurso es un síntoma de lo que realmente gobierna
nuestra vida. Los casos mencionados pueden ser insignificantes, pero sabemos
que muchos caen en una vida gobernada por la codicia, por la apariencia física,
por alcanzar la fama, entre otras cosas más. Algunos definen lo anterior como
“proyectos de vida”, “obsesiones”, “metas”, pero aquello que domina nuestro ser
la Escritura lo denomina “idolatría”.
El apóstol Pablo corrigió a los corintios que se creían fuertes; ellos estaban
abusando de su libertad cristiana llegando a los límites de lo correctos,
coqueteaban con el pecado, jugaban con fuego. El mandamiento era claro: “Así
que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (10:12). Continuando con esa
línea de pensamiento, Pablo se centra en un pecado particular al que habían
llegado los “fuertes” por su excesiva confianza: la idolatría. El apóstol está dando
respuesta a lo solicitado por los corintios en el 8:1. Veamos juntos qué nos dice
Dios con respecto a lo que gobierna los corazones.
I. HUID DE LA IDOLATRÍA: v.14
a. Para iniciar con este estudio es importante definir qué es idolatría. La RAE
dice: “Amor excesivo y vehemente a alguien o algo”, en otras palabras, es
cuando nuestros afectos se centran en algo. Sin embargo, este concepto no es
completo porque no lo nota como algo negativo. Un diccionario bíblico dice:
“Todo lo que en nuestro corazón tome el lugar debido a Dios, sean personas o
cosas, son ídolos. El amor al dinero, la avaricia, la codicia, la glotonería, todo
ellos son formas de idolatría.” Simplificando de nuestra parte diremos: La
idolatría es aquello que quita a Dios del trono de nuestro corazón para poner
nuestros afectos y devoción en algo o alguien.
La Palabra nos enseña que solo existe un ser quien es merecedor de toda la
alabanza y gloria, y ese es Dios: “Grande es Jehová, y digno de suprema
alabanza.” (Sal. 145:3). Es por tal razón que el testimonio bíblico apunta a que
todo lo que reciba adoración que no sea Dios es un acto de idolatría. Los dos
primeros mandamientos del decálogo son claros en cuanto a esto: “No tendrás
dioses ajenos delante de mí” y “No te harás imágenes…no te inclinarás a ellas,
ni las honrarás”.
Es así que, podemos hacer ídolos de cualquier cosa, incluso aquellas que son
buenas en sí mismas: un empleo, la familia, nuestro intelecto, nuestra salud,
nuestra casa, un pastor, un ministerio, etc.
a. Podemos entender que una persona que no tenga temor de Dios no se sienta
afectado de culpa a consecuencia de las prioridades de su corazón, pero en el
caso de un creyente parece incongruente que diga someter su vida al Señor y
que al mismo tiempo intente tener dos tronos en el corazón. La Biblia dice:
“Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al
otro, o estimará al uno y menospreciará al otro.” (Mt. 6:24).
La idolatría es una ofensa a Dios, por lo tanto le dijo a Israel: “y no vayáis en pos
de dioses ajenos, sirviéndoles y adorándoles, ni me provoquéis a ira con la obra
de vuestras manos; y no os haré mal. Pero no me habéis oído, dice Jehová,
para provocarme a ira con la obra de vuestras manos para mal vuestro. Por
tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos: Por cuanto no habéis oído mis
palabras, he aquí enviaré y tomaré a todas las tribus del norte, dice Jehová, y a
Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y los traeré contra esta tierra y
contra sus moradores, y contra todas estas naciones en derredor; y los destruiré,
y los pondré por escarnio y por burla y en desolación perpetua.” Jer. 25:6-9.
De la misma manera Juan declara en Ap. 21:8 “Pero los cobardes e incrédulos,
los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos
los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la
muerte segunda.”
b. Sin embargo, ese Dios hoy está presto para perdonar nuestra idolatría. Dios
es ira justa, pero también perdón oportuno. Hoy usted puede venir y confesar su
pecado delante de Dios y encontrará suficiente gracia para ser lavado de todas
sus culpas. Confiese delante de su trono de gracia que hay ídolos en su
corazón, pídale a Él la fuerza para destruirlos como hizo Josías en la nación de
Israel.
CONCLUSIÓN
Los invito a buscar 1 R. 18: 20-21. El profeta Elías convocó a los israelitas que
tenían un corazón dividido les hizo una pregunta pertinente para nosotros hoy:
“Hasta cuándo claudicaréis entre dos pensamientos”. Hay decisiones que
pueden esperar, pero no las decisiones de consagración a Dios. Mi hermano y
amigo, no dude por un momento, es hoy que Dios lo llama a derribar los ídolos,
a huir de este pecado. J.C. Ryle lo dijo así: “Mañana es el día de Satanás, pero
el día de hoy es de Dios. A Satanás no le importa lo espiritual que sean tus
intenciones, siempre y cuando lo dejes para mañana."
1 de agosto de 2021
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