Gronardo
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Gronardo
Es la capital más austral de América, como puerta del Río de la Plata y acceso
a los ríos interiores Uruguay, Paraná y Paraguay, se consolidó como bastión
militar en la frontera en disputa entre España y Portugal.
Antecedentes.
Luego de descubierto el Río de la Plata por el navegante español Juan Díaz de Solís, la
colonización española se orientó inicialmente a los territorios aledaños a la ciudad de
Santa María del Buen Ayre, actual Buenos Aires; quedando despoblado por los
colonizadores el territorio situado al este del Río Uruguay, donde habitaban unos
pocos indígenas nómades.
La explotación de esa riqueza ganadera que vagaba libremente por las praderas de la
que se llamó “Banda oriental”, atrajo el interés. En las condiciones de la época, el
principal producto que podía obtenerse de ese ganado, era el cuero. De tal manera,
inicialmente se explotaba mediante incursiones en el territorio, en las que se procuraba
rodear los rebaños para “cuerear” los animales luego de matarlos. Los cueros podían
salarse y secarse al sol, para luego transportarlos en carretas y en barco hacia los lugares
en que pudieran procesarse.
Esta actividad, a la que se designó como “la corambre”, requería emplear hábiles jinetes
pertrechados con elementos adecuados para atrapar los animales, que criados en total
libertad eran sumamente ariscos; en tanto se carecía de cualquier clase de instalaciones
para encerrarlos. De ese modo, se usaron dos instrumentos fundamentales: la garrocha,
consiste en una larga vara con un filoso gancho en su extremo para cortar el tendón de
Aquiles de la pata de los animales y hacerlos caer; y las boleadoras, originalmente
utilizadas por los indígenas para cazar avestruces, que eran lanzadas para enredar las
patas de los animales e impedirles huir.
Estas actividades eran prácticamente nómades; ya que las tareas de atrapar los
animales y extraerles los cueros se hacían en cualquier lugar apropiado; cercano a donde
abundaran los rebaños. Pero luego, a la utilización del cuero, fue posible agregar la
utilización de la carne; mediante un procedimiento similar de salado y secado,
elaborando el producto conocido como tasajo, que se utilizaba como alimento previo su
remojo, cocinándolo con frijoles, papas u otros vegetales.
De ese modo, en 1781, en las costas del arroyo Colla, situado en el actual Depto. de
Colonia, un emprendedor vecino de Buenos Aires, Vicente de Medina, instaló un
establecimiento dotado de instalaciones para reunir el ganado, proceder a su matanza y
luego salar cueros y carnes. Este fue el primero de varios que ulteriormente surgieron en
las costas del Río de la Plata cerca de sus zonas accesibles por barco, que se
denominaron “saladeros”. Esta industria llegó a alcanzar importancia, al punto de que se
dice que en el saladero del Colla podían albergarse varias decenas de miles de cabezas de
ganado vacuno, haciéndose matanzas del orden de 1.000 cabezas por día.
En una época en que la piratería abundaba en todos en los mares - antes de que el
dominio naval inglés se empeñara en combatirla - navegantes piratas de todo origen,
especialmente franceses, ingleses, holandeses y dinamarqueses solían desembarcar en las
costas del Río de la Plata y sus ríos tributarios, para acopiar en sus barcos cueros que
adquirían a bajo precio a los faeneros y luego vendían en los mercados europeos con
grandes beneficios.
Entre los patrones de los campamentos o asentamientos faeneros, hubo nombres que
quedaron ligados a la geografía lugareña del Uruguay, designando diversas poblaciones
actuales, tales como Maldonado, Rocha, Pando, Toledo, etc. Entre los piratas que
frecuentaban estas costas, se destacó el francés Esteban Moreau (pronunciar: Moró), el
cual estableció gran cantidad de barracones donde depositaba los cueros, y que llegó a
instalar artillería para combatir las partidas enviadas por las autoridades españolas;
aunque fue muerto por los soldados al mando de Zavala en las costas de Rocha, en 1720.
Desde el norte del territorio de la Banda Oriental, la misma riqueza ganadera atrajo la
penetración de buscadores de ganado provenientes del sur del Brasil, bajo dominio
portugués. Esos territorios funcionaban, de tal manera, como un vasto criadero de
ganado, al cual ingresaban los troperos para reunir el ganado y trasladarlo hacia el norte.
España y Portugal sostenían, desde mucho antes, un conflicto para delimitar la frontera
de sus respectivos dominios en la costa atlántica de América del Sur. ElTratado de
Tordesillas, que había pretendido ponerle término, solamente ocasionó toda clase de
maniobras - sobre todo del lado portugués - para colocar la línea demarcatoria lo más al
oeste posible. De tal manera, las ambiciones portuguesas sobre el Río de la Plata y la
riqueza ganadera del territorio oriental del Río Uruguay, llevó a que en Portugal se
tomara la decisión de intentar ocupar ese territorio, que hasta entonces España mantenía
descuidado.
El Rey de Portugal impartió órdenes específicas al Gobernador del Brasil, por entonces
Manuel Lobo, para que fundara un establecimiento militar fortificado en el nacimiento
del Río de la Plata. Fue así que el 1º de enero de 1680, expedicionarios portugueses
desembarcaron en las costas del Río de la Plata, prácticamente enfrente de la ciudad de
Buenos Aires, y fundaron la que denominaron Colonia del Sacramento; actual ciudad de
Colonia, que aún conserva construcciones de la época colonial.
La fundación de la Colonia del Sacramento dio inicio a una serie de episodios que
pautaron la rivalidad luso-hispana sobre la Banda Oriental; y que de alguna manera se ha
proyectado históricamente a lo largo del tiempo.
Sin embargo, la diplomacia portuguesa - célebre por su habilidad luego heredada por la
brasileña - con amenazas de graves represalias logró imponer al débil Rey Carlos II, que
por entonces reinaba en España, una negociación por la cual aceptó devolver
pacíficamente la Colonia del Sacramento a los portugueses, lo que tuvo lugar en 1681.
La Colonia permaneció en poder de los portugueses durante 24 años; hasta que en 1704,
ascendido al trono el primero de los Borbones de España, Felipe V, ordenó emprender
una acción militar para desalojarlos. Eso fue llevado a cabo por una fuerza proveniente
de Buenos Ayres, comandada por Baltasar García Ross, que sitió la Colonia por tierra, lo
que habilitó a que la dotación portuguesa fuera evacuada por una flotilla que acudió en su
auxilio.
La noticia de tal invasión produjo una reacción inmediata del entonces gobernador
español de Buenos Ayres, Bruno Mauricio de Zavala, quien intimó a los portugueses a
retirarse. Visto que no lo hacían, Zavala comenzó a organizar un contingente militar;
pero ante ello, los portugueses, en inferioridad de condiciones, optaron por retirarse.
Las incursiones portuguesas fuera de los límites fijados respecto de la Colonia del
Sacramento en el Tratado de Utrech continuaron; por lo cual en 1777 el entonces Virrey
del Río de la Plata, Ceballos, envió un ejército que sitió el fuerte, construyendo
importantes instalaciones militares en el lugar. Los portugueses que ocupaban la Colonia
optaron por capitular, a condición de permitirseles su retirada; realizado lo cual los
españoles procedieron a arrasar totalmente el emplazamiento.
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Fundación de Montevideo.
El lugar donde se habían establecido los portugueses en 1723, resultó ser el más
adecuado desde varios puntos de vista. Por una parte, poseía un excelente puerto natural,
al formar una pequeña bahía bastante cerrada, con playas accesibles. Por otro lado, en
uno de los cierres de la bahía, justamente el del lado oeste, existía un cerro bastante
elevado como para avistar cualquier barco que se aproximara desde el Este y
eventualmente colocar en él algunas piezas de artillería.
De tal manera, en 1724 Zavala llevó desde Buenos Ayres a la zona del Monte VI de
E.a O., un grupo de 110 soldados y 1.000 indígenas, con una batería de 10 cañones, para
construir el que decidieron llamar Fuerte de San José.
Una vez emplazado el Fuerte, Zavala volvió al lugar, haciéndose acompañar por un
grupo de familias originarias de las Islas Canarias afincadas en Buenos Ayres, con un
total de 37 personas, que fueron los primeros pobladores civiles de la nueva colonia. Para
entonces, se había reclutado otro contingente de colonos en las Islas Canarias y en
Galicia, por lo que poco tiempo después arribó una treintena de familias más.
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Más allá del Ejido, se extendían las “tierras propias“ o “de propios“, que pertenecían a la
autoridad de la ciudad, el Cabildo, y que éste podía alquilar o vender a los particulares,
como medio de obtener recursos económicos para las obras públicas de la ciudad. Sin
embargo, los límites de los “propios” - aunque llegaban hasta la avenida del mismo
nombre, Propios, actualmente Brd. Batlle y Ordóñez - no fueron claramente
determinados en el libro del Padrón fundacional de Montevideo; por lo cual con los años
algunos de esos terrenos fueron ocupados en forma irregular, de modo que en 1753 el
Cabildo tuvo que adoptar la decisión de “amojonarlos”, es decir, marcar su ubicación
precisa en el terreno mismo.
Se asignó a la ciudad una jurisdicción que abarcó desde las costas del arroyo Cufré hasta
las sierras de Maldonado, delimitada al norte por las nacientes de los Ríos Santa Lucía y
San José; permaneciendo el resto de la Banda Oriental bajo la autoridad de Buenos Aires.
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El grupo de alrededor 30 familias provenientes de las Islas Canarias y de Galicia, llegó
a Montevideo el 19 de noviembre de 1728, juntamente con un contingente militar de 400
hombres de tropa; quienes llegaron en el barco “Nuestra señora de la Encina”, fletado
por el vizcaíno Francisco de Alzáibar. Alzáibar retornó a España, volviendo el 27 de
marzo de 1729 con otro grupo de inmigrantes que venían a poblar Montevideo, donde el
mismo Alzáibar resolvió radicarse definitivamente.
Aquí construyó una importante fortuna en tierras ganaderas; y fue quien principalmente
financió la construcción de la Iglesia Matriz de Montevideo. Sus destacados servicios a la
Corona y a la ciudad, determinaron que el Rey de España lo destacara designándolo
Caballero de la Orden de Santiago, Capitán de Navío de la Real Armada, Marqués de San
Felipe y Santiago de Montevideo, y Alguacil Mayor de Su Majestad en la ciudad.