2.tarea2, Etica Profesional
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UAPA
ESCUELA DE NEGOCIOS
MATERIA:
ETICA PROFECIONAL
NOMBRE Y APELLIDO:
ELVIS TURBI TAVAREZ
MATRICULA:
14-7712
ASIGNACION:
TAREA ll
FACILITADORA:
JOVANNY RODRIGUEZ
3. ¿Cuáles son los principales síntomas de la gran crisis moral por la que
atraviesa la humanidad?
Uno de los mayores problemas de la sociedad actual, es que carece o no quiere
respetar los valores morales, que representan la guía o el código de reglas que son
necesarias para la mejor convivencia colectiva. En consecuencia, si no tratamos de
conducirnos en nuestra vida cotidiana, tomando como referencia estas reglas
morales o de conducta, estaremos viviendo en iguales condiciones que en aquellas
etapas de la historia humana, donde prevalecía la violencia, la inmoralidad, y el
libertinaje como forma de vida, sin medir los resultados de tales acciones.
En los últimos años se ha hecho frente a una gran disminución de valores sociales y
morales. Estas conductas son antisociales y deshumanizadas, pero
desafortunadamente cada día que pasa se están instalando más dentro de la
sociedad actual.
Conductas llenas de odio, egoísmo, violencia e indiferencia ante el prójimo, son de
los principales síntomas que atraviesa la humanidad día a día. La razón de esto,
quizás sea responsabilidad de nosotros mismos, ya que poco a poco el ser humano
se ha deshumanizado, convirtiéndose en una maquina presa del stress diario y
aupado por la tecnología dejando de lado el convivir cara a cara con sus
semejantes.
4. ¿Cuáles son las principales consecuencias que arrastra consigo la crisis
moral?
Unas de las principales consecuencias que arrastra la crisis moral es la pérdida de
valores y la ética de las personas.
La influencia de algunos factores sobre la educación de la moral social en nuestro
país en los últimos treinta años, a dando como consecuencia, una degradación de
los valores morales, lo que se evidencia a través de la situación alarmante de
corrupción y desconfianza que impera en nuestra sociedad actual.
La crisis moral y la falta de ética ya es problema de todos, nos atañe a la familia,
comunidad y escuela es común ver y oír a mujeres, hombres, jóvenes y niños en las
calles, tiendas, medios de transportes y nuestros alumnos en el aula, con
vocabularios obscenos, conversaciones, canciones y gestos que van en contra de
los principios morales y las buenas costumbres.
En la actualidad es común escuchar de los alumnos y hasta de Representantes
comentarios como estos:
Ahora para los profesores todo es Valores.
Ya el tema de los valores aburre.
Y siguen con los valores.
Desde Preescolar escuchando de los Valores.
Para la mayoría, este es un tema de poca importancia, sin ningún conocimiento
sobre lo que es ética, valores y dignidad humana, mucho menos la relación que
existe entre los valores, familia, comunidad, escuela y las dificultades o problemas
que alteran la sociedad a nivel mundial.
5. ¿Qué debemos hacer para mejorar la crisis moral en que se encuentra
sumergida la humanidad?
Creo que es importante tomar conciencia de que debemos poner algo de nuestra
parte; cada uno lo que tenga a su alcance. Puede contribuir a ello asumir y difundir
buenos valores; ya sean valores contrarios a aquello que está en el origen moral de
la crisis, ya sean valores refrescantes y animosos que puedan ayudar a superar la
situación actual. Una reflexión sobre esta base me lleva a recomendar siete valores.
Puede haber más, pero me parece que los que siguen no deberían faltar.
1. Ver el mundo con objetividad y no dejarse hundir por las dificultades. En la crisis
faltó objetividad en las posibilidades de endeudarse y un optimismo ilusorio. Ahora
se trata de no quedarse con ver el vaso medio vacío, ni tampoco medio lleno,
aunque esto último es preferible. Más bien ver lo que hay dentro del vaso y tomar
conciencia de su valor. Se puede haber perdido el trabajo, los ahorros, la casa… o
quizá no tanto, pero puede seguir habiendo familia, amigos de verdad, sentido de la
vida e incluso de eternidad. Valorar lo que se tiene es capital. Los recursos
materiales son necesarios, pero insuficientes para una vida buena.
2. Aprender a vivir con austeridad y laboriosidad. Hay gran consenso en que, por lo
general, hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, influidos por una
sociedad consumista en la que se incita a disfrutar de todo tipo de bienes aun
cayendo en el despilfarro. Al mismo tiempo, se ha fomentado poco una cultura del
esfuerzo y del trabajo o se ha visto únicamente como un medio para el consumo y
no en su valor personal y social.
3. Compartir deberes más que reivindicar derechos. Muchos tienen plena conciencia
de sus derechos subjetivos y quizá no tanto de sus deberes. El estado del bienestar,
junto a grandes logros, puede haber contribuido a crearla. Durante la crisis, nadie se
quejó ni se preocupó demasiado de que los políticos se endeudaran hasta extremos
insospechados. Derecho a recibir, sí, pero también deber de contribuir y controlar.
También ahora, cada grupo se queja de los recortes que le afectan; cada quien
busca su interés, sin reconocer el deber de todos de asumir la situación y ayudar a
superarla.
4. Actuar con magnanimidad y espíritu emprendedor. Lo contrario a esperar
pasivamente o resignarse a situaciones insostenibles es tener “grandeza de ánimo”,
proporcionado por la virtud de la magnanimidad, y espíritu emprendedor. La
magnanimidad no es soñadora sino realista, pero con sentido positivo, altura de
miras y creatividad. No se queda en la queja, sino que mira cómo afrontar la
situación y, si puede, mejorar su entorno y el de otros. Una persona magnánima
reacciona así: si no encuentro trabajo en mi oficio, voy a ir pensando en otro; si me
falta preparación, me dispongo a conseguirla; si no hay trabajo aquí, trato de crearlo
o me voy a otro país.
5. Ser solidarios con los más necesitados. Mientras salimos de la crisis, existe el
riesgo que muchos se queden en la cuneta. Probablemente, todos saldremos
económicamente más empobrecidos de la crisis, pero estas pérdidas pueden llevar
a necesidades extremadamente básicas. Es necesario considerar que otros pueden
estar peor que nosotros y necesitar nuestra generosidad. Las necesidades pueden
ser perentorias: alimentación, servicios básicos, vivienda… pero no es sólo eso:
también hay personas pobres en afecto, en bienes culturales, en esperanza, en
confianza y otros valores espirituales que llenen sus vidas.
6. Fomentar una cultura de cooperación. Entre las causas morales de la crisis,
subyacía un marcado individualismo egoísta y una despreocupación por las
consecuencias sociales de la búsqueda desenfrenada del propio interés. Ahora se
trata de superar esta visión fomentando una cultura de cooperación, generadora de
capital social. Estamos en el mismo barco y las acciones de uno repercuten en
otros. Nadie es independiente de los demás; de algún modo, todos somos
interdependientes. En la crisis, hubo “contagio” de uno sector a otro y entre países.
La voluntad de cooperación ha de ser también contagiosa; y todo es empezar.
7. Gobernar con sabiduría y coraje y contribuir a conseguirlo. No se ha hecho
durante la crisis. Ha habido irresponsabilidad por parte de la banca, de los
supervisores y reguladores y de los gobiernos. Ha faltado prudencia y han sobrado
deseos de ganar dinero o votos, y de no complicarse la vida buscando lo más ético.
Ahora, más que nunca, se requiere sabiduría práctica para acertar en las medidas
oportunas y coraje para aplicarlas. Esto parece que sólo afecta a quienes gobiernan
instituciones, públicas y privadas, pero no es así. También los gobernados deben
participar y contribuir al buen gobierno. Con su voz, su voto y otras acciones pueden
influir en gran manera sobre los que están al frente de las instituciones.