La Figura Del Padre

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¿Qué significa la figura del padre en la sociedad actual?

¿qué
ventajas y qué desventajas trae esa figura?
¿Conoce que es una sociedad patriarcal y las críticas a tal
sociedad?
¿Qué alternativas propondría usted para hablar de Dios teniendo
en cuenta las dificultades actuales para llamarlo padre? Justifique
su respuesta.

La figura del padre, un rol en


continua evolución
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Cuando recordamos nuestra infancia, solemos hacerlo con añoranza y nostalgia.


Recordamos a los amigos, el colegio, pero sobre todo, a nuestros padres  y abuelos,
y nos damos cuenta de lo mucho o poco que nos parecemos a ellos ahora que nos
toca asumir a nosotros ese papel. Lejos ha quedado la imagen autoritaria del
mismo, poco permisiva y poco cariñosa, a la que temíamos y respetábamos, no
siempre a partes iguales.
Los padres de hoy en día en casi nada se parecen a ellos y reparten las tareas con las
madres en un 50%, o al menos, esa es la tendencia. Los del siglo XXI ponen
pañales, se ocupan de la alimentación, llevan y traen a los niños a extraescolares,
cumpleaños y demás eventos sociales. Pero, ¿es cierto que ambos comparten las
tareas por igual? ¿En qué momento se ha producido esa transformación y a qué se ha
debido?
«En general lo que se está observando es que los padres actuales tienen menos
autoridad que los nuestros. Podemos decir que a día de hoy se espera de uno, que se
aleje lo más posible de una persona autoritaria, que no tenga una actitud directriz,
que a veces anteponga los derechos del niño a sus propios deseos, que sea amigo de
su hijo, borrando las diferencias generacionales y que delegue precozmente en otros
la educación del niño», nos explica Yolanda Carballeira, Psiquiatra
Psicoterapeuta de Orientación Psicoanalítica y Humanista.
«En general lo que se está observando es que los padres actuales tienen menos autoridad que
los nuestros»

Uno de los motivos que han llevado a esta evolución en el rol de los mismos es la
llamada procreación reflexiva. En la actualidad, en la mayoría de los casos, la
decisión de tener niños es ampliamente discutida, consensuada y reflexionada, lo
que «implica una relación más afectiva, menos autoritaria».
La figura del padre «ha ido evolucionando a través de la historia así como el de
familia. Hasta la Edad Moderna tenía autoridad sobre la mujer y los hijos, y es a
partir del siglo XIX cuando empieza a tener ciertas limitaciones», en gran medida
por el comienzo de las reivindicaciones, de las mujeres. «Esto supone un
debilitamiento de su status».

«Los padres están más ausentes por motivos de trabajo y es la madre quien
desempeña más esas funciones»

Pero cuando verdaderamente comienza la crítica más virulenta hacia la posición


patriarcal del hombre en la familia es en los años 60 y 70, según nos cuenta
Yolanda Carballeira. Además, «con la llegada de los 80, la mujer tiene
responsabilidades profesionales, lo que implica la separación cada vez más precoz
del niño con su madre. Al mismo tiempo el niño se convierte en el centro de la vida
familiar y de las preocupaciones públicas, encontrándose la conciencia de
la infancia exacerbada».

Aunque, según afirma Carballeira, su experiencia le lleva a creer que la madre sigue


tomando un papel más relevante en el cuidado de los mismos, sobre todo cuando son
bebés. «En la población que yo veo, los padres están más ausentes por motivos de
trabajo y es la madre quien desempeña más esas funciones», aunque las madres
«desean que los ellos participen más en la formación de sus hijos y en ponerles
límites».

«Es muy importante que los padres y las madres actuales podamos contribuir a que
los niños se conviertan en personas implicadas, con una educación en la igualdad
y la responsabilidad»

Algo fundamental para que nuestros hijos en el futuro asuman su papel de padre en igualdad de
condiciones con la madre es «educarlos en ese valor, y en la responsabilidad, formarlos para
que asuman sus comportamientos y para que adquieran límites claros. Enseñarles a tolerar las
frustraciones, a que sepan esperar, a que sean respetuosos con los demás, con las diferencias,
para que vivan en una sociedad y en un mundo mejor «.
Según asegura Yolanda Carballeira, es cierto que aún sigue habiendo diferencias a la hora de
educar a nuestros hijos e hijas. «Se tiende a que ambos ayuden en las tareas domésticas y a
hacer menos diferencias debido a la diferencia de sexo. Pero esto es muy general, todavía se
suele ser más protectores con ellas que con ellos».
Además, para la psiquiatra, «es muy importante que los padres y las madres actuales podamos
contribuir a que los niños se conviertan en personas implicadas, con una educación en la
igualdad y la responsabilidad, proporcionándoles los límites adecuados en un clima afectivo
donde predomine el diálogo. Para guiarlos en estas tareas, no siempre fáciles, estamos todos los
profesionales que nos ocupamos de la infancia y de la adolescencia».

onsecuencias de crecer con padres ausentes emocionalmente

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La falta de implicación emocional de los padres deja una enorme huella en los hijos | Fuente:
Canva
Si una persona no recibe la atención y el amor necesarios durante su infancia, es muy probable
que acabe teniendo problemas emocionales y de personalidad que le impidan disfrutar de una
vida plena. Por esa razón, cuando un niño tiene padres ausentes emocionalmente, puede crecer
con dificultades para cultivar relaciones duraderas, padecer ciertos trastornos psicológicos y
desencadenar estados anímicos volátiles.

Consecuencias de tener padres ausentes emocionalmente

Veamos de qué forma perjudica a los menores el hecho de tener unos progenitores distantes
desde el punto de vista de los afectos:

1. Problemas con las relaciones interpersonales

Las experiencias de la infancia determinan en gran parte la forma en que interactuamos con los
demás a lo largo de nuestra existencia. Si fuimos queridos y cuidados de manera apropiada, lo más
seguro es que exhibamos esos mismos rasgos como adultos.

Pero si un niño se siente desprotegido y poco querido, es bastante posible que desarrolle
aptitudes defensivas para salvaguardar sus sentimientos, como ser demasiado desconfiado. 

Es muy posible, asimismo, que cuando crezca tienda a tener relaciones de corto plazo e inestables.
Sin embargo, hay que decir que muchos son capaces de superar estas situaciones y se convierten
en mejores personas que sus progenitores.

Cada situación es diferente y las variables en la vida de los hijos de padres emocionalmente
inaccesibles también son muy distintas. 

La psicóloga Marian Carrero, licenciada por la Universidad de Jaén, asegura que este estilo de
crianza suele generar un desapego afectivo que produce inseguridad cuando el niño comienza a
establecer relaciones interpersonales.

“Hay desconfianza y, por ello, la idea de proyectar una gran carga afectiva en alguien genera
miedo a ser traicionado, a no ser reconocido o, lo que es peor, a sentirse ignorado”, menciona
Carrero.

2. Miedo al apego y al amor

Aquellos que han crecido con padres ausentes emocionalmente se convertirán, con una elevada
probabilidad, en individuos con dificultades para vincularse con los demás y recibir o demostrar
amor.

Tamara Hill, especialista en traumas infantiles, cuenta en un artículo que mientras trabajaba en


una fundación con víctimas de abuso, psicológico, físico y sexual, notó que a muchos les costaba
mantener interacciones adecuadas con sus compañeros y con el personal del centro.

“La confianza es un componente importante del vínculo emocional positivo. Cuando el niño no ha
experimentado el amor, el afecto y la protección de un adulto cariñoso, es más probable que
desarrolle defensas o mecanismos de protección que lo mantengan separado de otras personas
de alguna manera”, explica Hill.
El desinterés y la falta de cariño paternos hace crecer la desconfianza hacia los demás | Fuente:
Canva

3. Trastorno límite de la personalidad y narcisismo

El trastorno de personalidad narcisista (NPD, por sus siglas en inglés) y el trastorno límite de la
personalidad (TLP) son dos alteraciones que a menudo surgen en el carácter de un menor que ha
tenido este tipo de progenitores desafectos.

Los estados de ánimo inestables y emocionalmente frágiles, a menudo característicos del TLP,
pueden provocar discusiones frecuentes, paranoia, culpas y agresión física o verbal.

Por su parte, los comportamientos egocéntricos y arrogantes del NPD suelen hacer que los niños
se sientan distanciados de ese padre. Sin el tratamiento o la terapia adecuados, estos dos
trastornos son fuente de desestabilización en el hogar y en muchas relaciones.

4. Egoísmo

Otra consecuencia frecuente de la falta de apego es que quien lo padece desarrolle un


comportamiento egoísta. Hill cuenta que tuvo un paciente de 10 años que disfrutaba jugando en
el iPad después del colegio. Sin embargo, dijo que su madre, quien sufrió abusos en su infancia,
no le permitía jugar en su iPad con frecuencia.

Sabemos que es normal que los padres no quieran que sus hijos jueguen hasta que terminen los
deberes o las tareas del hogar que tengan asignadas. Pero esta no era la razón que esta madre
tenía para restringir el acceso a la tablet.
Finalmente admitió que no le gustaba que el niño tocara su dispositivo porque le había costado
mucho dinero y le gustaba el hecho de que todavía parecía nuevo. Argumentó que cuando ella era
pequeña rara vez tenía algo propio y sentía la necesidad de ‘proteger’ su inversión. Este tipo de
egoísmo resultó ser una fuente de conflictos durante muchos años.

En fondo de un niño egocéntrico y egoísta a menudo está la falta de cariño en su hogar | Fuente:
Canva

5. Dependencia de sustancias nocivas

Para hacer frente al dolor y la tristeza, es bastante común recurrir a las sustancias adictivas como
el alcohol y los estupefacientes. Por desgracia, el uso recreativo o prescrito de drogas se convierte
en un hábito y el impulso de automedicarse puede llevar a la adicción.

Una vez que la persona se hace dependiente, todo se vuelve aún más complicado, ya que las
relaciones, el empleo y otras áreas importantes de la vida ya no parecen tan relevantes.

6. Falta de identidad y dirección

Quienes crecieron con padres ausentes emocionalmente carecen de una base moral sólida y
suelen tener conflictos de identidad. Sin entender quién eres realmente, es más fácil que te dejes
influenciar por los demás y que permitas que cualquiera que tenga el más mínimo interés se
acerque a ti.

Por el contrario, cuando el niño conoce su valor —porque sus progenitores se lo han enseñado—,


es probable que tenga más cuidado al elegir a sus amistades. La falta de identidad suele llevar a
una serie de relaciones inestables y superficiales de poca duración.
El sentimiento de abandono y un ambiente falto de cariño son fuente de tristeza | Fuente: Canva

7. Pérdida de esperanza y alegría

Otro sentimiento común en quienes fueron criados por progenitores afectivamente indiferentes
es el de pérdida y dolor. La incapacidad de conectarse con ellos puede generar un sentimiento
devastador en los hijos y llega a ser una experiencia muy trágica.

Es muy posible que estos sentimientos se interioricen, que empiecen a sentir falta de esperanza y
de alegría, que pasen por estados depresivos y que lleguen a tener pensamientos suicidas. Estas
tendencias se agravan si son consumidores de sustancias estupefacientes.

Es realmente triste que la vida de un menor se vuelva complicada por la inestabilidad emocional y
la falta de disponibilidad de un padre. Irónicamente, esta carencia parece otorgar a este tipo de
progenitores más ‘poder’ del que les corresponde y merecen.

Los niños necesitan que les brinden un


ambiente cálido y afectuoso para crecer
felices, y poder contar siempre con su
atención y su respaldo. Solo así estarán en
disposición de desarrollar las habilidades
imprescindibles para disfrutar de una vida
plena y preservar unas relaciones «En la
sociedad actual, el padre está perdido,
en tierra de nadie»

ENRIQUE CLEMENTE
ACTUALIDAD

C. A. L.
El sociólogo y psicoanalista Luigi Zoja critica que los padres se
quieran convertir en una segunda madre y no asuman su
responsabilidad
19 mar 2018 . Actualizado a las 08:09 h.
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Sociólogo, psicoanalista y uno de los ensayistas más prestigiosos


de Italia, Luigi Zoja (Varese, 1943) publica en una versión revisada y
actualizada El gesto de Héctor. Prehistoria, historia y actualidad
de la figura del padre (Taurus), que aborda desde un punto de vista
histórico, antropológico y psicológico. Está considerada la obra de
referencia internacional sobre la paternidad. Su tesis es que la figura
del padre, que encontró su expresión en la familia monógama y
patriarcal, se ha desmoronado y aún no ha sido sustituida por otra que
cumpla su función. Una lectura adecuada en el Día del Padre, que
«desafortunadamente es una celebración comercial».

-Habla de la ausencia del padre, tanto material, como simbólica y


psicológica.

-Se puede trazar una genealogía del declive del patriarcado, que es
fruto de un proceso histórico que se acelera en el siglo XX. En la
primera mitad con las dos guerras mundiales, donde hay una
ausencia material del padre; y en la segunda mitad con el aumento de
los divorcios a partir de los años setenta. La descomposición de la
figura paterna tiene dos caras. Una simbólica y cultural relacionada
con la secularización de la sociedad, que hace que desaparezca la
jerarquización vertical en la que en la cúspide estaban el rey en la
sociedad, el padre en la familia y Dios sobre todos, como símbolos de
los símbolos. La otra es estadística: el siglo XX es el de los divorcios,
que en Estados Unidos aumentaron el 700 %.

-Ese debilitamiento de la figura paterna ¿qué consecuencias


tiene en los hijos?

-Influye sobre todo en los varones jóvenes. La desaparición de la


figura del padre, que era quien establecía los límites, está asociada
con el desorden, la inseguridad, el abuso de drogas y la dificultad de
enseñar reglas a los jóvenes, que se vuelven más violentos e
hipersexualizados. Hace un par de generaciones, cuando un profesor
enviaba una nota a los padres diciendo que quería hablar con ellos
sobre su hijo, este iba acompañado por su padre. El padre escuchaba
al profesor y al final levantaba el dedo y miraba al hijo en señal de
advertencia. Ahora, levanta el dedo, pero no mira al hijo, sino al
profesor, y le dice que no se atreva a tratarle más así. Ya no fija las
reglas, sino que colabora con el hijo díscolo.

-Asocia la proliferación de bandas de jóvenes a la ausencia del


padre.

-Las pandillas son típicas de América Latina, pero también existen en


Europa. Hay estudios sociológicos que muestran que entre los
jóvenes de bajo estrato sociocultural hay mucha diferencia entre los
que tienen padre y los que no. Entre los que no lo tienen hay un
porcentaje mucho mayor de jóvenes que se vuelven componentes de
bandas criminales.

-¿Qué papel juega entonces el padre en la sociedad actual?

-Está perdido, en tierra de nadie. La solución no es volver al


patriarcado, porque restablecería una primacía masculina rica en
abusos y pobre en derechos democráticos. Pero la figura del padre
nuevo no me acaba de convencer, porque es como una vicemadre
que no cubre la mayoría de las tareas psicológicas relacionadas con
los padres desde la noche de los tiempos. En Italia hay una palabra
para referirse a estos nuevos padres, mammo, lo que indica que es un
mero ayudante de la madre. Ahora el padre interviene más en el
cuidado de los niños, pero la madre sigue asumiendo la gran mayoría
de las tareas de la casa. El padre juega más con sus hijos y a veces
se comporta como si fuera su hermano y no su padre. De esta forma,
ni cumple su función de referencia y autoridad moral ni contribuye a
una mayor igualdad social. Es como si fuera una segunda mamá.

-Sostiene que la figura del padre es una construcción cultural, un


artificio, frente a la de la madre, que es auténtica.

-No solo lo digo yo, sino la etología humana y la antropología,


particularmente Margaret Mead. El padre como principio psicológico
nace de una autodomesticación, tiene que aprender a controlar sus
instintos, es una construcción cultural. La madre tiene un fundamento
biológico.

-¿Esa parte primitiva es la que está detrás de los casos de


violencia contra las mujeres?

-Es la parte no civilizada que a veces reaparece.


-A usted no le gusta dar consejos sobre cómo debe ser un padre.

-Ofrecer demasiados consejos no es bueno. No se aprende a ser


padre con un manual. Pero sí puedo decir que el padre debe tener
conciencia de su responsabilidad. Cuando empecé a dar conferencias
sobre la ausencia del padre, que es como se titulaban, miraba al
público y había más mujeres que hombres. Ahora hay algo más de
interés y menos pudor, miedo o inseguridad entre los hombres a
involucrarse.

-Resta importancia al complejo de Edipo.

-Edipo mata a su padre no porque lo odie, sino porque no lo reconoce,


no sabe que es su padre. No representa tanto como se ha dicho la
relación padre-hijo, aunque pueda existir esa rivalidad entre ambos en
la adolescencia.

-En el libro asegura que ser padre no está al alcance de


cualquiera.

-Cierto. No se necesita una licencia para procrear, nos la da nuestro


cuerpo, y eso es bastante peligroso.

-Habla de los padres terribles, los dictadores del siglo XX, como
Stalin y Hitler. ¿Por qué surgen?

-El ciudadano medio, el padre medio, que veía que la sociedad no


funcionaba acepta el fascismo y al dictador para tener orden otra vez.
En teoría. Pero en la práctica no acepta a un verdadero padre
proveedor que mira al futuro sino al macho alfa de la manada. Ni
Stalin ni Mussolini eran buenos padres y Hitler no tenía hijos. Donald
Trump tampoco es un buen padre, es un macho alfa. Barack
Obama sí es un ejemplo de buen padre.

-¿Estamos en una sociedad patriarcal?

-Ya no. Después de las reivindicaciones del feminismo y de los


avances democráticos, estamos en una sociedad pospatriarcal,
confusa, masculinocéntrica, en la que quien está en el centro es más
el macho que el padre.

personales duraderas.

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