Analisis
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DOCTRINA COMPARADA
Análisis crítico
Por esta razón Galo Edgard Revilla Bustios seguido en el proceso del delito
contra el patrimonio, hurto simple y daños en su forma agravada alegando que
se le había notificado en un domicilio en el que no vive y que le resulta
desconocido, por lo que no le ha permitido ejercer su derecho de defensa, por
tal razón presentó el recurso de habeas corpus y que el día que la interpuso
recién se le notificó válidamente al domicilio procesal de su nuevo abogado
defensor; sin embargo de las copias certificadas del proceso penal que obran
en autos se advierte que el beneficiario sí conocía de la instrucción que se le
seguía, y que ejerciendo su derecho de defensa acudió al local del juzgado
junto con su abogado defensor a fin de prestar su declaración de instructiva, el
17 de agosto de 2008, y así ejercer su derecho de defensa (fojas 79),
evidenciándose, por lo tanto, que en el proceso penal que se sigue contra el
recurrente se ha respetado su derecho de defensa. En consecuencia, no se
acredita la alegada vulneración de los derechos invocados resultando de
aplicación contrario sensu, del artículo 2.°, del Código Procesal Constitucional.
Y como bien sabemos cuándo una resolución o decisión lesione un derecho
constitucional; ya sea por el irregular procedimiento seguido ante él o la falsa o
errónea interpretación y aplicación de la Constitución, el Tribunal Constitucional
puede controlar dichas resoluciones y decisiones mediante una acción de
amparo o hábeas corpus en cualquier etapa del proceso, siempre que se hayan
restringido todos los recursos utilizables dentro del mismo proceso y que la
autoridad se haya negado a admitir el recurso. Es por esta razón que estoy
de acuerdo con la decisión tomada por los jueces al declarar
improcedente e infundada esta demanda porque no se ha acreditado la
vulneración de los derechos a la tutela procesal efectiva, al debido
proceso, a la defensa, a los principios de igualdad entre las partes y al
contradictorio, ya que el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva consagrado
en el inciso tercero del artículo 139° de la Constitución Política y artículo I del
Título Preliminar del Código Procesal Civil, y cuya cualidad de “efectividad” se
desprende de su interpretación, de conformidad con los tratados
internacionales sobre derechos humanos, como es el caso del artículo 8° de la
Declaración Universal de Derechos Humanos y el artículo 25.1 de la
Convención Americana de Derechos Humanos, es un atributo subjetivo que
responde a la necesidad de que el proceso cumpla realmente con sus fines a
los que está llamado a cumplir, en la medida que el proceso supone el ejercicio
de la función jurisdiccional del Estado. La efectividad de la tutela jurisdiccional
sin duda constituye el rasgo esencial de este derecho, de forma tal que una
tutela que no fuera efectiva, por definición, no sería tutela.
El Tribunal Constitucional peruano ha venido perfilando su significado y
alcances, a partir de la doctrina y jurisprudencia española, señalando que el
derecho a la tutela jurisdiccional efectiva no sólo implica el derecho de acceso
a la justicia y el derecho al debido proceso, sino también el derecho a la
“efectividad” de las resoluciones judiciales; busca garantizar que lo decidido por
la autoridad jurisdiccional tenga un alcance práctico y se cumpla, de manera
que no se convierta en una simple declaración de intenciones.
El Tribunal Constitucional como intérprete supremo de la Constitución tiene la
responsabilidad en última instancia, por vía directa del hábeas corpus o del
amparo, de ir abriendo el arco de protección de los justiciables que demanden
la protección extraordinaria de sus derechos fundamentales, cuando se violen
el debido proceso y la tutela jurisdiccional de cualquier persona.