Aprendiz Masón - Tomo - 2 Venezuela
Aprendiz Masón - Tomo - 2 Venezuela
Aprendiz Masón - Tomo - 2 Venezuela
TOMO 2
1 1. Para comprender la importancia de un año sacro puede que sea necesario tener presente las
2.1. EL FANATISMO.
10
Etimológicamente significa”: Celo excesivo de los fanát icos ”El fanatismo, es la
pasión condenada por la doctrina de la Orden. Es un celo ignorante y ciego llevado
hasta el frenesí. Excitado y dirigidos por manos expertas, es el instrumento más
terrible y desastrosos de las pasiones polít icas y religiosas. El f anatismo procede en
primer lugar de la ignorancia: Nada más propio para excitarlo que la f e religiosa,
cuando rechaza de plano el libre albedrí o y el razonamient o. La historia nos enseña
ejemplos que conf unden la razón. El espíritu moderno ha obligado por f in al fanatismo
a ocult arse ant es nuest ras leyes y costumbres y la masonerí a t rabaja sin tregua ni
descanso para que la luz de la razón y de la verdad disipe para siempre las tinieblas
que aun la rodean. Por eso, es combatido por la masonerí a, por que envenena a la
conciencia y no permite el libre razonamient o entre los hombres.
2.2. LA SUPERSTICIÓN.
2.3. LA MORAL.
Es un conjunto de normas de conductas admitidas en una época o por un grupo
de hombres
Es un conjunto de normas de conduct a tenidas como incondicionalment e validas
por obligatoria en absoluto para todos los hombres. Desde el punto filosófico, la moran
es considerada como el cómo el conjunto de facult ades espirituales, en contraposición
a lo físico. La moral es aut ónoma por excelencia, en el sentido, que es una ley dictada
por la propia conciencia de la persona y no por una instancia ajena a ést a. Sin
embargo, para determinar lo que es Moral, los filósofos le han dado diversas
interpretaciones, por su complejidad y aceptación de la sociedad; por cuanto no
concierne al mundo jurídico, sino que pertenece al fuero interno y el respeto humano,
he allí su gran complejidad.
3
B.Braileys. Santo Tomas de Aquino.pag 345.
4
Obra.Citada,pag 348
12
Las implicaciones del fanatismo, la superstición y la Moral, a lo largo del
progreso de la humanidad y la barbarie de la especie humanas, esta llena de ejemplos
de las grandes implicaciones, que las mismas han t enido a lo largo de la evolución
social del hombre.
Hay autores que tratan a la moral, como una disciplina práctica, que t rata de
erigir o justificar normas del sent imient o. Los que sust entan que la moral se basa en el
sentimiento (en el sentido de conjunt o de emociones e inclinaciones altruistas y
simpáticas) y que existe un sentido moral o conocimient o intuitivo de lo bueno y de lo
malo. Esta doct rina ética es defendida por Shaf tesbury, Hutcheson, Rousseau, Adán
Smith, ent re otros.
¿ Hay dif erencia entre la moral masónica y la Moral profana?
profana, es una moral del miedo, por que no dan opción de escogencia, no existe un
menú de posibilidades y por eso no es una moral de conciencia, sino de castigo
impuestas por cost umbres y por leyes, las mayorías de las veces atentatorias de la
nat uraleza humana, por ser imperfecta e irracionales.
En cambio la moral masónica, se conoce, para que se practique desde el mismo
momento de la iniciación, mas cuando el Venerable Maestro requiere del profano, el
concepto de moral que él tenga y cualquiera que sea su repuesta, el Venerable
Maest ro le rispota: “ La moral, es el ceñimiento de las reglas del buen vivir y una
constant e practica del bien, merced a la cual, largándose la exist encia del hombre y el
radio de su acción, puede acrecentar el acervo de la sociedad en que vives,
correspondiendo de ese modo al esfuerzo de quienes le han precedido en la vida, en
beneficio de los que tras él se sucedan”.
En Nuestra Constitución Masónica, en su articulo 1, esta concentrada la doctrina
social de la masonería, con sus principios y preceptos, que partir de la liturgia y la
tradición masónica, sobre la realidad política y económica pat a iluminar e inspirar la
acción de los masones, para que estos puedan diseñar y construir esa sociedad
fraternal y solidaria, progresista y justa que aspiramos.
La moral masónica, es el amor a la verdad, la francmasonería se ha
comprometido a construir una nueva sociedad, part iendo de las relaciones
interpersonales, en donde la justicia, la libertad y la paz, el bienest ar y la fraternidad,
sean sus columnas f undamentales.
Habiendo visto como la Suggestive Enquiry int erpreta las lustraciones de los
Mist erios y las experiencias trascendent ales que se supone que seguí an a
continuación, hemos de explicar que los Candidatos a los Misterios Menores eran
requeridos para bañarse en el río Iliso, tras lo cual el Dadouchos, oficiant e de la
ceremonia, hacía que colocasen sus pies sobre las pieles de las víctimas que habían
sido sacrificadas a Júpiter. Se trataba, pues, de una observancia simbólica sin una
eficacia inherente. La lustración est aba precedida de un ayuno y cont inuaba con una
promesa solemne de secreto. El Candidato a los Misterios Mayores también se
preparaba con un ayuno, con un Rito de Ablución en el agua salada del mar, y
finalment e, con el fuego; se supone que las llamas de ciertas antorchas –que eran
pasadas de mano en mano– purificaban al grupo o cohorte de Postulant es. Éste era
nuevamente un procedimiento convencional, al igual que la continencia sexual
impuesta en ambos casos antes de la participación en los Ritos. No había nada ex
opere operato, aunque hay que entender que la impresión que produjo en los espírit us
de Plat ón o Proclo debió dif erir genéricament e de lo que experimentó Alcibíades.
Mientras que este últ imo compuso una burla vergonzosa de los secretos
procedimientos en estado de embriaguez durante una orgí a, Platón afirma que las
ceremonias de purif icación liberaban a quienes pasaban por ellas de la culpa y las
consecuencias de los crímenes, no sólo en la vida terrenal sino también tras la muerte.
Por tanto, Platón las comprendió sacramentalmente, como el signo ext erior de una
gracia interior, o del mismo modo en que se entiende el sacramento de la conf esión en
la I glesia Latina –supeditado a la adecuada disposición del penit ente y a que haya
vuelto su corazón hacia Dios–. Decir otra cosa es desvariar.
18
Los Misterios Menores tenían lugar en Agra, en las orillas del Iliso, y los
Mayores, en Eleusis mismo, al lado del mar. Un coment ario curioso acerca de las
especulaciones de Ouvaroff es que en los recuerdos del pasado, en términos
comparativos, hay bastantes menciones a aquellos Ritos que su hipótesis supone
haber estado protegidos por un muro de doble doctrina y una ley estricta de selección,
mientras que no hay prácticamente nada sobre el proceder de los Ritos int roductorios.
Obviamente, ést os eran de una modalidad preparatoria en relación con aquellos que
venían a continuación, y de ahí que se los haya descrito en términos que sugieren que
sólo implicaban ceremonias de purificación. Hemos visto, no obstante, que los
Mist erios Mayores estaban precedidos por purificaciones de un t ipo mucho más
elaborado. Cualesquiera que fuesen las distinciones ent re unas y ot ras, todas estaban
ligadas por el nexo de la Leyenda Eleusina, la cual estaba distribuida de manera t al
que los Mist erios Menores representaban el retorno de Perséfone a la tierra mientras
que los Misterios Mayores reflejaban su descenso a las regiones infernales y su
experiencia en ellas. Según Clemente de Alejandría, los primeros constituyeron los
cimient os de las doctrinas ocult as y su superestructura fue erigida mediante los
segundos. Se ha supuesto que la base de los Misterios tenía que ver con la necesidad
de la virtud frente a una Providencia Divina vista como algo situado por encima de la
especie de ‘esquema de provisión’ que podría connot ar el mito general del Panteón
griego. También se ha dicho que las representaciones de los Misterios Menores
estaban diseñadas con el fin de exhibir la condición de un alma impura investida de un
cuerpo terrestre “e inmersa en una naturaleza material”. Hasta aquí, en t al caso, eran
una instrucción moral, una recomendación de la vida de la razón en oposición a la vida
de los simples sentidos y sus apetit os. De acuerdo con Warburton, “no se pret endía
exigir al iniciado nada difícil que no se le ayudase a realizar”. Había sacrificios a
Deméter y Perséf one, y parece que los neófit os recibían inst rucciones que estaban
destinadas a ser desarrolladas más completamente en el estadio siguiente. Pueden
haber tenido que ver con esa “renovación de vida y nuevo nacimient o en el hombre”
que –según Müller– estaba implícita en la leyenda de Perséfone, quien personificaba
originalmente “la desaparición y el retorno de la vida vegetal en la sucesión de las
estaciones” pero se convirtió en la reina de los muertos o de aquellos que eran
introducidos en la tierra y regresaban de su interior. Las representaciones de Agra
concluí an con la entronización de los Candidatos y la celebración de una danza ritual a
su alrededor, según el Barón de Sainte-Croix –aunque la autoridad es Dion Crisóstomo,
cuya ref erencia directa eran, no obstante, los Misterios de Samotracia, y en particular,
su escena f inal.
Los Misterios Menores y los Mayores eran precedidos y sucedidos por una
tregua por parte de aquellos que est aban en guerra: se dice que era proclamada en
todas las ciudades y que era aceptada y observada por todos. En una palabra, la
Hélade externa era puesta en un estado de reposo simbólico que podía dar lugar a las
actividades sacramentales de la Hélade mística escondidas en el corazón de su
religión. Los Fest ivales de los Mist erios Mayores comprendían un periodo de nueve
días sin incluir los Juegos Eleusinos, que nat uralmente no f ormaban parte de los Ritos
y se celebraban a intervalos est ablecidos –aparentemente, cada tercero y quinto año–.
Sólo puedo hablar del proceder ceremonial sucint amente
.1) El Primer Dí a estaba dedicado a las Purificaciones Rituales, y los Candidat os
eran reunidos fuera del Templo.
2) El Segundo Dí a era el de la inmersión en las aguas limpiadoras del mar, en
el periodo de luna llena o cerca de él. Era cont emplado como un Rito de Regeneración,
y deduzco que es por ello que los participant es en los Misterios de Eleusis eran
llamados Hijos Regenerados de la Luna.
3) El Tercer Día era el del Ayuno Negro del Rito, y –según Plutarco– era
también un día de luto y de observancia ceremonial triste. Proclo dice que esta
observancia conmemoraba las lágrimas de Ceres y Proserpina. Además est aba
consagrado a la cont inencia, y encont ramos vagas alusiones a un ceremonial los
pastos o lecho míst ico que presumiblemente involucraba alguna prueba de mérit o a t al
respecto: simbolizaba la resistencia de Proserpina en su noche de bodas en el Hades.
Finalmente, cada Candidato sacrif icaba un cerdo joven que habí a sido purificado el día
ant erior en las aguas del océano.
4) El Cuarto Día era de procesiones, y se infiere de los coment aristas de
Arist ófanes que también se realizaban danzas místicas en un prado cubierto de flores.
5) El Quinto Día est aba marcado por la ceremonia de las antorchas que ha sido
mencionada en relación con el simbolismo de la purif icación por el fuego. Los
portadores de las antorchas eran, de manera más especial, los Candidat os, quienes
ent raban en el Templo de Ceres de dos en dos, y se dice que las llamas difundían un
aroma inefable. Durante la ceremonia prevalecía un silencio de veneración puesto que
se conmemoraba la búsqueda de Deméter, quien encendió una antorcha en la
oscuridad sobre los fuegos del Et na y así buscó a Proserpina.
6) Parece que la procesión de antorchas del Quinto Día era una observancia
que se cumplía con luz de día; el Sexto Día, no obstante, est aba consagrado a Yaco y
se portaban antorchas en la oscuridad al traer su estatua de At enas. Yaco forma parte
de los Ritos de Eleusis siendo hijo de Zeus y Perséfone y habiendo asistido a Demét er
en su búsqueda. Éste era el festival más popular de todos los que jalonaban el
progreso del Rito. De Atenas a Eleusis, la multit ud acudí a de t odas partes para tomar
parte en los sacrificios, las libaciones y las danzas que se celebraban en los
santuarios del camino. Todo el mundo llevaba coronas de mirto y los diferent es tipos
20
de instrumentos musicales cont ribuí an con su clamor a la procesión. Se advertirá que,
pese a la reserva que caracterizaba a los Misterios en sí, no había ninguna con
respecto a sus aspectos exteriores; del mismo modo que los Candidatos procedían de
las cuatro part es del mundo conocido, resultaba que todo Atenas t omaba parte en la
observancia, saludaba a aquéllos cuyas iniciaciones y elevaciones mant enían la
conmemoración nacional y combinaba su bienvenida con burlas. No sé a qué hora salía
la procesión de la ciudad –probablement e al despunt ar el alba–, pero la media noche
ya había caí do sobre Eleusis antes de que la comitiva llegase allí, de modo que ésta
se había convertido horas antes en una gran procesión de ant orchas.
7) La Celebración de los Misterios comenzaba durante la sexta noche. Se
ordenaba a los profanos e impuros apartarse del recint o, se abría el Templo de
Deméter y los Candidatos ent raban con la vista cubierta. También eran desnudados y
revest idos con prendas de piel. Habiendo la mayor de las oscuridades, en medio de
una furia sonora terrorífica, se mostraba a los Myst ae la visión del Tártaro y de sus
tormentos por medio de una representación; a continuación venía la visión del Elíseo.
Se habla de (a) melodías celest es, (b) un cielo despejado, (c) perfumes fragantes y (d)
prados floridos poblados por los Elegidos, quienes –como un escritor moderno se han
atrevido a decir “danzaban y se divertían con juegos inocentes y pasatiempos”. Tal era
la vida bendita por venir que ofrecía la iniciación en Eleusis –la Better Land de la Sra.
Hemans establecida con menor intensidad.
8) No está claro en los registros, pero es probable que la estatua de Yaco fuese
transportada de vuelta a Atenas en el Séptimo Día con las mismas observancias. En
cualquier caso, los Candidatos –o al menos, los que eran llamados a participar en el
último Grado de los Misterios, el de los Epopt ae– se quedaban alrededor del recinto
del Templo. Entre esta elevación y la anterior pasaban doce meses completos. Tenía
lugar en la Sépt ima Noche, y ha sido descrita por Hipólito –nuest ra única y muy tardía
aut oridad– como el “Sagrado Matrimonio de Zeus y Deméter”. Est as divinidades eran
personificadas por el Hierofante y la Alta Sacerdotisa –también llamada
Hierophantide–, quienes se dice que se ret iraban a la oscuridad durant e un periodo
que simbolizaba la noche de bodas y retornaban radiantes con esplendor, llevando el
Hierofant e una espiga de trigo, “el más perfecto misterio de los Epoptae” según
Hipólito. Aquél proclamaba al presentarla el nacimiento de un niño sagrado. En una
lect ura espiritual de ello –de acuerdo con la ciencia de la mística–, no cabe duda de
que se trata de una simbólica muy alta y plena, pero queda como una cuestión abierta
saber en qué modo era comprendida por el común de los Adeptos.
9) Los Misterios Menores se repet ían en el Octavo Día, según nos informa
Filóstrato, en beneficio de los Candidatos retrasados. Ello se justif icaba por la leyenda
de Asclepios, quien llegó de Epidauro después de la primera celebración siendo ést a
repet ida en f avor suyo.
10) En el Día Noveno no habí a más observancia ceremonial que las libaciones
de vino, el cual era vertido con dos aguamaniles, uno hacia el sol levant e y otro hacia
21
el sol poniente; el sacerdote que oficiaba miraba sucesivamente hacia el cielo y la
tierra, el padre y la madre de todas las cosas.
Permanecen por encima de todas los cuest iones trat adas aquellas cosas que
necesariament e se nos escapan porque los memoriales guardan silencio acerca de
ellas, recordando las plegarias de los Misterios. ¿Qué eran aquellas frases inscrit as en
el Petroma o tabla de piedra que son descritas como una lección terrible? ¿Se
enseñaba en Eleusis la doctrina de la unidad en Dios más allá de todas las máscaras e
imágenes de la mitologí a griega, tal como Warburton y otros han creído? ¿Era la
doctrina secret a, por el contrario, un invento tardío y vago acerca de aquélla, que
trataba de leyes y legisladores, del descubrimient o de la agricult ura y de la
preparación de la siembra y de la cosecha, tal como el Barón de Sainte-Croix
concluye? La veneración por los Misterios que muest ran los grandes f ilósofos
espirituales impide esta segunda visión, y a partir de las consideraciones hechas
ant eriormente, es más razonable inferir que la gran representación no estaba
desprovista de un gran significado en su contexto de lugar y periodo. Warburton parece
estar más próximo de la verdad que otros que han expresado dudas acerca de sus
hallazgos; o bien la Doctrina de la Unidad Divina ent ró en la filosofía procedent e de los
Mist erios, o bien la filosofía interpret ó los Misterios en el sent ido de su propia doctrina.
La vía del medio indicada por Lenormant, donde nadie puede hablar con
certeza, es quizás la más sabia. “En la iniciación mayor”, dice, “lo que era present ado
a la contemplación de los epoptai debía consistir en mitos más complicados y ajenos a
la religión pública, mitos a los cuales se atribuía un significado más profundo y que
proporcionaban un mayor conocimient o de la naturaleza interior de los dioses. De aquí
deriva su nombre, epopteia y, sobre todo el término más signif icante de autopsia, el
cual indica muy claramente que los epopt ai tení an fama de contemplar a los dioses
cara a cara en su misma esencia”. Naturalmente, es obvio que , entia y
essentiae no se ven cara a cara, pero tiene un significado simbólico que al dios del
inframundo se le represente por medio de una gran oscuridad y a Zeus como un fuego
sin forma. Así, también el héroe de Apuleyo, testif icando acerca de sí mismo, dice: “Vi
al sol brillar en las alt as horas de la noche con un esplendor luminoso”. Debemos
recordar, no obst ante, que en un momento avanzado de los Misterios, los Candidatos
contemplaban una imagen de Deméter vestida gloriosamente y manifestada en una luz
deslumbrante, y que esto es ver “cara a cara” simbólicamente.
5
Ritual del Aprendiz Masón. G: .L:.de la República de Venezuela.
25
c. EL BRAZO.
Por últ imo, el brazo que ha sido desnudado o más concretamente el antebrazo y
el codo, una art iculación important e por los movimientos que permite al brazo.
El brazo simboliza por supuesto la posibilidad de hacer, crear, de actuar.
Simboliza la act ividad, la fuerza, el poder, la capacidad. El brazo, más aun, el
ant ebrazo, es la prolongación del espírit u; el codo es pues, es la fuente de la que nace
la acción. El iniciado trabajará con el brazo, realizará un trabajo de construcción. Con
el brazo trasmitirá, lo que aprenda a su cent ro de conocimiento. Relación mano-
cerebro. Así se explica que se descubra el futuro constructor.
Para los demás ritos esta explicación no es válida. Hay que reconocer que si
algún día hemos manejado las herramientas es el brazo derecho, por medio de su
prolongación, la mano, el que generalmente t raza, dibuja, hace planos, sost iene el
compás. Por el contrario es el brazo y la mano izquierda la que sost iene la regla y la
escuadra, el que esculpe, perfila y convierte en formas la fuerza brut a que el brazo
derecho envía a través del mazo y el cincel. En nuest ro rito se dan vueltas
rit ualisticamente alrededor del pavimento del mosaico por la izquierda, es decir la
mano izquierda esta en el exterior de la circulación, del circulo y el interior a mano
derecha.
El brazo izquierdo designa la vida contemplativa y la sabiduría, permit e la
realización en la paz y en el silencio, es el lado del principio pasivo, así como el de la
def ensa y de la prot ección. La mano y el brazo derecho son el símbolo de la actividad
y de la fuerza.
Hay que hacer notar, aún cuando así no lo dispones nuestros rit uales, la
desnudez del brazo izquierdo, hace que se descubra la t etilla izquierda, indicando con
esto, que el simbolismo del corazón, de una manera indirecta lo indica, porque el
corazón es la sede la int eligencia directa, intuitiva, de la contemplación. Podemos
afirmar que todos os ritos masónicos descubre el corazón. El hecho de descubrirlo
permite al candidato recibir en directo las inf luencias espirituales que el rit o va poner
26
en marcha. Además, debemos subrayar aquí un gran principio de los ritos espirituales
y de la transmisión que realizan. Est os ritos se centran, en efecto en el contacto por
eso el masón no debe estar separado del resto de sus hermanos, bajo ninguna
restricción egoísta.
También tiene otro significado, el cual represent a el despojo de todo
convencionalismo, que impide la sincera manif est ación de sus sentimientos y de sus
aspiraciones más profundas (desnudez de la tet illa izquierda)
6
Éxodo.
7
J.Clarke. Comentarios. Pág. 456
8
J.Patrick. Dogma, pág. 45
9
Pitágoras. Versos Áureos
10
Mártir. Religión. Pág.342
27
Maimones afirma: “ no se permitía a los hombres entrar en la montaña de la
casa de Dios con los zapatos puestos, ni con el cayado y vest idura de trabajo o con los
pies cubiert o de polvo” 1 1
El Dr. Oliver dice”: El act o de ir con los pies descalzos se considera siempre
como una señal de humildad y de reverencia; los sacerdotes oficiaban siempre con los
pies
En la leyenda de Jasón(Jef e de los argonautas) en el navío Argos se
transportaron a la Colquide y conquist aron el Vellocino de oro- Maestros del cent auro
Quino, protegido de Juno, hija de Saturno y Rea, hermana y esposa de Júpiter, celebre
por su odio a los Troyanos) y es la siguiente:
Jasón encontró en la margen de un río, a una anciana deseosa de pasar y sin
titubear el tomo sobre sus hombros, hasta dejarla en rivera opuest a. Cual no seria la
sorpresa de Jasón, al ver que la pobre vieja tomaba el rost ro majestuoso de Juno,
diosa del cielo, y en pago de su buena acción, le promet ió protegerlo en todas sus
empresas. Jasón había perdió una sandalia en el lecho del río, pero estaba tan
contento, que esto no le importo y entro con el pie la vecina ciudad. Bebas, rey de ese
país, había sido advertido por un oráculo, que debía desconfiar de un hombre que
llevara un solo pie calado Inquieto el rey a la vist a de Jasón, le pregunto: ¿Qué harías
tu con un ciudadano, al que una predicción t e la hubiera denunciado como que debería
atentar en cont ra de tu vida?. - Lo enviaría a buscar el Vellocino de Oro, contesto
Jasón, pronunciando así su propia sentencia. La perdida de un zapato, vino a ser la
causa de la expedición de los argonautas. Corresponde a loes espí ritus reflexivos
buscar el sentido prof undamente iniciatico de este mito. descalzos en sus templos,
aunque a menudo est o perjudicaba su salud” 1 2
Haciendo un análisis, de las af irmaciones y criterios anteriores, los mismos se
centran normalmente en explicaciones morales, como la humildad ante Dios, la
confianza en aquellos a los que se confía el candidat o, un testimonio de buena fe, el
símbolo de la sinceridad del próximo juramento, a la ent rada en el suelo sagrado, por
que así se realiza en muchas religiones o en las citas bíblicas como en el Libro de
Ruth, como quitarse una sandalia y dársela a otro, era una manera de testif icar en
Israel.
El rito de descalzarse, es por lo tanto un sí mbolo de reverencia y significa,
según el lenguaje del simbolismo, que el lugar a que uno se aproxima tan humilde y
reverentemente esta consagrado a un santo propósito.
Hay que destacar también que nos encontramos ante dos element os: El pie y su
preparación. El pie es considerado simbólicamente como la toma de posesión de algo;
poner el pie sobre una tierra es reivindicar su posesión. La huella que sobre ella se
deja es esta marca de la posesión y el sí mbolo del que la ha dejado, por medio de la
presión que ejerce su peso. Sin embargo, el acto de ponerle al pie una chinela o
11
Maimones. La Cabala. Pág.324
12
J. Oliver. Comentarios a la fe. Pág.345
28
ent endida en la forma general de la preparación del pie, provoca he aquí, lo
importante, un desequilibrio en la marcha del candidato, el cual por el mismo hecho
renquea y claudica. Así, el plano personal, interno y personal del desplazamient o del
candidat o se ve afectado. Anda de algún modo en zigzag, con un pie más bajo que
otro, con la línea de las caderas desequilibradas. Así pues, ya no hay equilibrio, por
consiguiente ya no hay paridad o paralelismo. Hay f ractura, rupt ura de un equilibrio, el
del prof ano, del equilibrio del profano. Hay una ruptura entre lo profano y lo sagrado;
esta ruptura de continuidad se produce en el interior del profano convertido en
candidat o. Es por lo tanto un signo de la herida espiritual, es decir de ruptura, de un
desequilibrio producido por el contacto con el Conocimient o visto desde el mundo
profano. El mundo prof ano no reconoce al que acaba de escapar de su influjo
13
Mircea Eliades. Herreros y Alquimistas.1959...p.98.
34
categorí a socio-profesional más o menos f avorecida. Est á allí como hombre. Est o es
muy import ante por la ceremonia que v vivir y durante el resto de su vida masónica.
Todos los masones son iniciados y viven su Masonería en pie de igualdad.
Suprimir ese carácter igualitario equivale a eliminar el principio básico de la
Masonería.
Los met ales, depositados por el impetrante en la bandeja del Oficial que le
acompaña, no son más que los signos de, fortuna material. Simbolizan todo lo que le
retiene al mundo profano: la notoriedad, la celebridad o el prestigio, los privilegios por
nacimiento o profesión, los defectos, las inclinaciones negativas...
Los ocultistas establecen una correspondencia entre met ales y los pecados
capitales:
Oro…. Orgullo
Plata.. Pereza
Hierro……. Ira
Mercurio…..Envidia
Estaño……. Gula
Cobre……. . Lujuria
Plomo…… Avaricia
El abandono de los metales, que sólo ocurre durant e la Iniciación, es válido para
toda la vida masónica.
En cada Tenida, todos y cada uno de los masones de metales en la puerta del
Templo y trabajan sobre su piedra o Lámina de Dibujo, sin importar su grado o su
puest o en Logia.
En otro plano, la presencia de los metales en los metales en los diferentes
grados de la Iniciación amenaza con entorpecer el paso de los “fluidos”, ya que actúan
como recept ores, como amplificadores, o como emisores de energía. El simbolismo de
los metales está ilustrado en estos extractos del Graham (1726) y de los Tres int entos
dist int os (1760):
¿Por qué?
Porque nuestro Salvador se hizo pobre para nuestra Redención. Del mismo
modo yo también me hice pobre, para llegar al conocimiento de Dios, resumido en la
Escuadra.
Como era pobre y estaba sin blanca cuando me hice masón, eso me enseñó que
debía ayudar a todos los Hermanos pobres y sin dinero, siempre y cuando esté a mi
alcance.
14
Constitución de la Gran Logia de la República de Venezuela
36
manera: Es una escuela inciática que tiene por objeto, la perfección del hombre, el
estudio de las ciencias en todos sus ámbitos y sentido filosófico, la practicas de todas
las virt udes y la fraternidad ent re los hombres.
15
Constitución del Gran Oriente de Francia.
37
existe. 4. Principios básicos constitutivos de la Francmasonería Universal aprobados
en la asamblea general de los Francmasones que se reunió en París en el año de
1523.
13. Por el int ercambio de los conocimientos y de las práct icas ent re los hombres
para el bien propio y de la humanidad.
16. Por la prohibición de emplear a los esclavos en los oficios de los hombres
libres.
17. Por los derechos de los pueblos de gobernarse libremente, según sus leyes
y costumbres.
18. Por la abolición de los Tribunales especiales de justicia del clero y de las
cast as de la nobleza, y el establecimiento de los Tribunales comunes, de acuerdo con
las costumbres y leyes de los pueblos.
Todos nosot ros añoramos al cielo, lo difícil es encont rar el camino de regreso.
Los ant iguos representaban el nombre de Ser Superior por medio de jeroglíficos,
prefiriendo ést os, a las palabras, debido a la gran reverencia, o mejor dicho a la
supersticiosa veneración que le infundí a.
La masonerí a ha adoptado el mismo sist ema. El Gran arquitecto del Universo, a
quien por costumbre se designa en los escrit os, con la iniciales G.A.D. U, se trat a sin
embargo de un concept o eminentemente iniciát ico, es decir en el cual ingresamos
progresiva y gradualmente a medida, que nuestros ojos espirituales se abran a la Luz
masónica. De allí que estas iniciales se tenga como un nombre técnico aplicado a la
Deidad. Esto es just ificable, por que una escuela iniciática, como lo es la Masonerí a,
en donde los principios de la arquitectura simbolizan esa ciencia a fines morales y
que sus adeptos profesan ser arquit ect os de un gran templo espirit ual, se debe
considerar, pues al Ser Divino como un Gran Arquitect o, que nos ayudará a
comprender el plano que nos tiene asignado.
a. LA.LETRA G:
Esta letra como componente del alf abeto español, no puede aceptarse como un
símbolo apropiado para una inst itución cuyos orígenes datan, desde el mismo
comienzo del lenguaje humano, pues le faltarían los elementos de antigüedad y
universalidad, que deben caract erizar a t odo símbolo masónico.
Si, la t omamos, como una degradación del sí mbolo hebreo contenido en la letra
Yod, con el que, se acostumbraba a expresar el nombre del sagrado.
Esta letra es la inicial de la palabra de Jehová o Yo, cuya palabra nunca se
escribía en forma entera. Pero como la letra G, es la inicial de la palabra inglesa God
(Dios) equivalente a Jehová y teniendo, pues la letra G la significación y fuerza de la
palabra hebrea Yod, puede considerarse, que es como un prot otipo, un símbolo de la
energía vivificante y conservadora de Dios, expresada en la palabra Jehová o IOA,
sinónima de energía generativa y prolíf ica del creador.
Es quizás el sí mbolo más import ante del gran Ser. Los hebreos y los egipcios lo
emplearon, debido a que las almas imaginat ivas, tienden a señalar alguna parte del
cuerpo humano, para simbolizar alguna función especifica.
Eligieron el ojo abiert o como símbolo de vigilancia y el ojo de Dios para
represent ar la vigilancia y custodia del universo. El ojo que todo lo ve puede
considerarse como símbolo de Dios omnipotent e, su aspecto conservador y guardián,
al que alude Salomón en el Libro de lo Proverbios, cuando dice: ” Los ojos de Jehová
están en todo lugar, vigilando a los buenos y a los malos”(cap. XV, 3)(24)
d. Dios en el límite.
Según el consenso occident al, la humanidad ha dado sus primeros pasos en el
siglo XXI; tiempo crucial, aún no muy dif erente de nuest ro ant erior siglo. Época de
búsquedas, incertidumbres, aciertos y desconciertos; para unos, marcado por los
logros y avances de una humanidad cient ífica y tecnológica, donde el hombre,
finalment e, es dueño y señor de la tierra; otros, en cambio, experimentan un horizonte
teñido por el sin sent ido nihilist a y la desesperanza valórica. En este jardí n, a veces
desolado, habita una creat ura semejante a un Ser que, para muchos, ha caído en el
olvido.
Entonces, podemos pregunt arnos qué hace Dios en el límite, y en qué límite se
encuentra Dios; es que acaso abandonó Él, por decisión propia, su morada en el cent ro
del universo, desde donde reina. Si no f ue Él, ent onces, quién tuvo la osadía de
trasladar a Dios del lugar que se merece y que le corresponde. La encrucijada nos deja
frent e a dos alternativas, o todo ha sido una farsa, y ese Dios solo ha sido un sueño,
que por momentos se convirt ió en pesadilla, o si es capaz de llegar al lí mit e es más
Dios que nunca, porque se at revió a sentir lo que nunca antes había sentido, y sin
perder nada de lo suyo, se arriesgó a cruzar la frontera por donde el Trascendente
nunca habí a pisado con pies propios y humanos.
54
Dios acot ado en la periferia de nuestra existencia, tal vez el lugar donde mejor
prefiere ser Dios; donde aceptarlo puede ayudar a descubrir al verdadero Dios. Él ya
no ocupa el centro absolut ista de un mundo que creyó que ya tenía asegurada su cuota
divina por el mero hecho de nombrarlo; Él no se conforma con lo accesorio, sino solo
con lo fundamental; y lo fundamental no siempre es lo más evidente. Entonces, emigró
con los hombres y mujeres a quienes se les desvaneció el anhelo de alcanzar la ciudad
eterna; sin que por ello hubieran perdido los sueños de construir las promesas eternas
en la ciudad terrena, donde quizá Dios, o el nombre de Dios, no tendría cabida.
Algunos decidieron sepult arlo, otros solo comenzaron a marchar sin siquiera
volver el rostro atrás; Dios a lo lejos los despedía, mientras avanzaba en la esperanza
de cada uno. Acostumbrado a caminar por el desierto, tenía pies ligeros, sabía de sed
y de penas, de confianzas y decepciones, de grandes sueños, de traiciones.
Dios sigue siendo el Nazareno, que viene de una tierra de la que nada bueno
puede salir, profeta herido, varón de dolores. Si el límite es la lejanía, Él se atrevió a
descender a ella en el infierno de la realidad humana. Tan lejos de Dios como puede
ser una cruz puesta en la periferia de la ciudad santa, y sin embargo, era Dios el que
estaba allí.
Dios quedó, entonces, clavado para siempre en el sufrimient o de cada varón y
mujer, en la desesperanza que agobia, en la injust icia lacerante que humilla, en la
miseria cot idiana que arrastramos anhelando una vida digna. En ese anhelo también se
quedó Dios, en los sueños, en la añoranza por una mañana nueva, como aquella en la
que él venció las fronteras de la muerte. Si el suf rimiento es la marca de la finitud
humana, la esperanza es el sello indeleble de la realidad eterna.
A lo largo de los siglos, los hombres, hemos intent ado conocer al que nos
conoció primero, al que nos dio int eligencia y corazón para amarlo y conocerlo; pero en
ese válido intento, muchas veces, lo hemos encerrado en una imagen o un concepto. Y,
así como nadie puede at rapar al amor, sino es amando, Dios escapaba siempre, y
reaparecí a en los corazones de buena voluntad, recreando siempre la inteligencia
humana; triunfaba en la entrega generosa de los que const ruían con esperanza, de los
que venciéndose a sí mismos, superaban límites y abrían caminos para otros. Por ser
carpintero conocí a del trabajo creador del artesano, y como el alfarero, era capaz de
deshacer la obra mal hecha y de volver a realizarla, una y mil veces más.
Durante mucho tiempo, Dios ocupó la atención de la sociedad, y así, cada época
hist órica dijo algo de Dios, y lo dijo a su manera; en ese caminar, Cristo fue
represent ado y proclamado, tant o de modo severo y t rascendente, como cercano y
humano. Pero lentament e, Dios dejó de ser nombrado en la academia, en la tribuna, ya
no est uvo en el taller del art ista, y sobre todo fue dejando de ocupar el corazón de
mucha gente. Y como ya no había deseo de ese Dios, ent onces, no fue necesario
expresar simbólicamente aquel deseo.
55
Sin embargo, los hombres y mujeres, preocupados por las cosas de est e mundo,
no perdieron la inquietud por ese algo más, esa medida desbordada que alienta cada
paso, esa rebelde nostalgia que impide aceptar lo mísero de est a realidad. Cuántas
veces el crepúsculo los encontró insatisfechos, pues, lo que soñaban nunca era todo lo
que podí an realizar, y todo lo que anhelaba su pasión no alcanzaba a ser aquello que
podían configurar en un sueño.
Muchos, t al vez, se decepcionaron del modo como era presentado Dios, otros se
escandalizaron de cómo se vivían sus enseñanzas, algunos vieron en Él la proyección
de una frustración humana, o la contradicción absurda de su propia libertad.
Finalmente, ante la imposibilidad de demostrar su existencia abandonaron el asunto,
persuadidos de cada conciencia se harí a cargo del problema. Dios, mientras tanto,
seguí a preocupado por lo más import ante, la vida del hombre, que era su gloria,
porque el que ama más se preocupa de amar, que de contar cuantos lo aman. Y Él
sabía que tenía asegurada su presencia en el amor que cada hombre sintiera por su
prójimo; un día se lo habí a contado a dos de sus discípulos amigos, es el otro la puerta
de encuentro con Dios, porque Él mismo había hecho de t odos su prójimo y había
decidido quedarse en cada uno, cada día, hasta la et ernidad.
Y quedarse es algo más que un simple estar, por ser Creador seguiría recreando
esperanzas, despertando inquietudes. Allí donde la belleza proclame la vida estará el
Resucitado transfigurando la cot idiana exist encia, como adelanto luminoso de una
realidad nueva, y cuando se plasme el horror que de cuenta de un mundo herido, será
el Crucificado quien acompañe el suf rimiento inocente.
Si los artistas aún sueñan, no les faltarán herramientas para describir lo
innombrable, para recrear lo increado, para acot ar en ciertos límites lo
inconmensurable. El mundo sigue siendo tierra de hombres y creatura de Dios.
e. Dios en el lìmite
La centuria que se inauguró en 1900 despertó, al momento de su llegada,
enormes expectat ivas. Como pocas veces en la historia de la humanidad se tení a t anta
conciencia de lo que significaba este umbral simbólico, quizás debido a la mayor
importancia de la opinión publica, de la presencia más numerosa de una población más
o menos informada y dadas las conquistas que, en el plano del conocimiento y su
proyección a la vida ordinaria, se habían dado en el siglo anterior. En la imaginación
de los europeos, en un mundo dominado por el viejo continente, el f uturo se
present aba como una prometedora marcha hacia un progreso sin contrastes. Incluso la
sombra de la guerra, siempre present e, parecía domesticable por el progreso de
manera que se imaginó que el conflicto futuro y que llegó en1914- sería el últ imo de
su género, esencialment e técnico, moderno, rápido y limpio.
El sentido del limite para el ser humano se había perdido paulatinamente
durante el siglo XIX, dándose un opt imismo frente al futuro en el que se mezcla una
cierta cuota de ingenuidad y una buena dosis de arrogancia. Es la actit ud dominante en
56
lo se ha llamado “la ciudadela del orgullo” que se afirma a sí misma en el racismo, el
imperialismo y, de allí a poco en el tot alitarismo. El amanecer del siglo era pues
prometedor para quienes se habían convencido de que la ciencia, el desarrollo
industrial y el modelo de civilización europeo eran irresist ibles. De hecho en el cuarto
año del nuevo siglo se habí a conseguido un sueño tan antiguo como la humanidad
misma: el vuelo dirigido era posible gracias a la ciencia y la técnica y se proyect aban
nuevas conquistas y nuevas metas cada vez más audaces. Ya las distancias parecían
rendirse frente al progreso, las enfermedades paulatinamente se ret iraban, la velocidad
trataba de dominarlo todo y se podía soñar que el mundo del f uturo se acercaría
progresivamente a la felicidad y a la plenitud. Ya no habría limites para la razón
humana y su inventiva y no habrí a motivos para ser pesimist as desechándose visiones
de la historia que consideraban la Providencia, que confiaban en un Dios que escapaba
a la razón y que se planteaban la felicidad en la et ernidad como la más importante
conquista humana.
El siglo XX mantendrá esta línea confiará alternativamente en el progresismo, en
el positivismo, en el marxismo, el psicoanálisis, el comunismo, el fascismo o el
nazismo, movimient os que cumplirán una f unción de sucedáneos de la religión. En
todos est os casos existe, en la base la de las corrientes enunciadas, una actitud
caract erizada por el descontento con el present e y el convencimiento de que el mundo
esta mal organizado y, mas important e aún, la creencia en la posibilidad de la
liberación del mal del mundo, a través de un proceso histórico. Aquí esta el nudo de la
cuestión por que estos movimientos creen que está en el poder humano el producir un
cambio que tenga carácter liberador en el orden de la existencia. Se trata pues de
encontrar las formulas para la liberación propia y de la del mundo. En est e proceso
importantes sectores confiaron esencialmente en la razón humana y en la ciencia,
pero también, y paradojalmente, en el rechazo de la razón afirmando un vitalismo
voluntarista. Otra opción fue creer en la capacidad de establecer organizaciones
sociales eficientes con visos de perf ección, cuestionando las ideas de trascendencia
divina como escapist as o superf luas. La confianza en la perfectibilidad del mundo a
través de un orden nuevo basado en principios utópicos y voluntaristas alcanzó con
la emergencia de las masas una forma de vulgarización y se pasó en numerosos caso
a vivir lo que ya Goya había anticipado en su famoso capricho N° 43, “el sueño de la
razón produce monstruos”. Del sueño de progreso, felicidad y dominio de la naturaleza
pasamos a la pesadilla del hombre contemporáneo desbordado por situaciones
activadas por él, pero, que ya no puede controlar. El siglo fue en varios momentos
una macabra escenificación de la fábula del aprendiz de brujo. Las más influyentes
utopías dadas por est e siglo, que amanecía tan prometedorament e, son distopías que
hablan del lenguaje moderno de la técnica, pero, no como liberación sino como nuevas
formas de dominación: en Zamiatín, y Orwell por el terror; en Huxley y Burgess por la
aliención.
57
Estas obras presentan mundos en que la libertad del hombre esta muy lejos de
haberse logrado y donde la felicidad es completamente extraña a las realidades
descritas. Son obras de la desmesura, de la perdida del sent ido del limit e del ser
humano, que repite una vez más la idea de la tentación original. En el afán correct ivo
se llega al Lager o al Gulag, palabras que no hubiésemos querido aprender, se
present an figuras como Stalin y Pol Pot, y experiencias como las del experimento nazi
de volver a crear la humanidad. Son las expresiones mas brutales y evidentes de la
perdida de limites y del situar a
Dios en el limit e que vivió el siglo XX. A estas se suman otras menos evidentes
o en algún modo justificadas por diversos sect ores: las dos grandes guerras mundiales
y los numerosas conflictos de los años de Guerra Fría así como la insultante opulencia
frent e a la miseria. Pero también innumerables manif est aciones de falt a de humanidad
en pro de “principios”, de postergación de valores para alcanzar progreso, llegándose a
situaciones inédit as para la especie: nunca antes habíamos tenido la posibilidad de
comet er un suicidio colectivo de tal medida como el que alcanzo a través de la energía
atómica y nunca se había pagado un tribut o tan caro como el del patrimonio del planeta
a los dioses del progreso. Quizá si la emergencia de las fantasías de Mary Shelley
como una realidad concreta con clonaciones e ingeniería genética y los debates de la
bioética dimensionen con mayor claridad el t ema del haber alcanzado una situación
limite para la especie y la ilusión de creer en el “seréis como dioses”. El arte del siglo
XX ha sido f iel a este ilusionarse y desilusionarse, a estos sueños y pesadillas y junto
con la ilusión ha conocido notables formas de desazón, que con todo son
manifest aciones de reacción a un mundo que interpela e incomoda, que se presenta
angustiante y pesadillesco.
Es fácil criticar a un siglo que es particularment e culpable dado el alto grado de
conciencia teórica del sentido de humanidad con que llegaba el siglo XX. Al finalizar
éste el tono dominante en muchos es el de haber hecho un terrible aprendizaje que nos
ha situado dentro de nuestros limites naturales, con nuest ras incertidumbres e
inconst ancias y nuestra incapacidad de dominar el futuro. Uno de los fenómenos más
sorprendentes de este siglo es que, ya sea en la brutalidad de los genocidios o en la
molicie del hedonismo, se quiso poner a Dios en el limite, tomar distancia y prescindir
de su presencia en nuest ra existencia, reemplazándolo por nuevas formas de fe en el
progreso, en la ciencia, en la humanidad, en el partido, en el pueblo, en el caos, en la
riqueza, en el placer, o en nada. Sin embargo con asombrosa persistencia la necesidad
de trascendencia a llevado a una vuelta a est e Dios que, desde el limit e, no ha
planteado el rechazo resentido de la humanidad sino, por el contrario, ha abierto su
imagen a las diversas manifestaciones de amor y comprensión por el prójimo. En un
siglo de ext remos, la imagen de Dios se hace multiforme para acoger las experiencias
del ser humano que busca incansablemente superarse y conocer llegando a descubrir
sus propias limitaciones. La experiencia del siglo XX, un siglo de ext remos, es en mi
opinión una ocasión formidable que Dios nos ha dado presentándose en el prójimo
58
sufriente, en el caut ivo de su pobreza y de su riqueza, de su poder o su dependencia.
Dios desde el lí mite se nos present a fragmentado y bondadoso como opción siempre
valida cuando todo parece caer y más que recriminar nos ayuda resit uar los desafíos
de la capacidad creativa e imaginativa de la humanidad.
¿Por qué cambian los estilos en el arte? ¿Por qué tiene que exist ir el cambio y
por qué los arcos de tiempo se han precipitado? La est ética del Barroco duró 150 años.
El siglo XX, en sólo cien años vio desfilar una veintena de propuest as diferentes,
algunas imbricadas entre ellas; otras, irreconciliables. Hoy, casi cada autor es un estilo
para sí mismo y rechazando la idea de un colectivo, se recluye, en un Yo ensimismado.
Hay un arte que ha perdido el centro. El dolor de la pérdida, la decadencia, puede
producir objetos de arte, pero son tristes.
Imaginando una vasta circunferencia, puede concebirse en el centro a un motor
inmóvil, Dios, e irradiando desde él, las parcelas del tiempo humano, esas cuotas
temporales que a cada uno le corresponden. Dios observa desde ese punto sin tiempo
cómo transcurre el devenir humano y cómo los hombres se af anan y prodigan sus
propuestas con maneras particulares que se llaman estilos, individuales o colectivos.
Todo, pues, converge hacia Dios y Él es la suma de los estilos, pues recoge todos los
esfuerzos de los hombres que, más que creación, descubren y conquistan lo que ya
estuvo hecho desde antes del principio de los tiempos. El amor de Dios los ha hecho
partí cipes de su propia condición creadora y, de vuelt a, Dios recibe todas las ofrendas,
las soberbias y las humildes. La obra de arte, que nació por un act o de caridad divina,
por un don hacia el hombre creador, vuelve a su origen. Dios es la suma de todos los
procesos creativos y de t odos los objetos de arte.
Pareciera que en la sección de tiempo que constituye esta época - mi t iempo -
ya no hay claridad para avizorar el cent ro. Si la niebla cubre la mirada, puede
hablarse de una pérdida del centro. Cuando ello ocurre, surge el grito, pues perdido
Dios, el art ista tiene la int uición de que su cuota de tiempo pasará breve y rauda. El
artist a inicia la búsqueda sin la rosa de los vientos, pero no renuncia a buscar una
verdad y un significado, es decir, t odo aquello que hará que la obra quede inscrita en
su cuota temporal y la represente. La empresa de vida se ha hecho difícil y nada
parece ayudar al hombre que crea. ( El grito de Munch, est á aprisionado en el pavor
del gest o y sólo el cielo arrebatado parece oírlo. El arrogante papa de don Diego de
Velázquez, ahora en la mirada de Francis Bacon, grit a, pero nadie lo escucha pues su
clamor queda prisionero de una jaula de vidrio).
Dios nunca puede estar en el límite. Pero el hombre, que en su oscuridad busca
la luz donde no puede hallarla, lo coloca allí, y desde ese moment o, se sitúa él mismo
en el límite de la nada. Nihilismo cínico o nihilismo angustioso, sensación indiferent e
de la nada o una tragedia cotidiana que aplasta.
59
Cuando de la pura angustia germina una conmoción estét ica y un t raspaso
percept ible de mi circunstancia aut obiográfica hacia un observador o receptor, caemos
en la tentación de pensar que aunque Dios no esté presente, nos podemos valer de las
vicisit udes de nuestro propio Yo para intentar la experiencia artí stica y comunicarla en
un formato estético. En la evolución de los estilos en la música occidental, esto se vio
muy claro. Cuando la oración se hizo canto, el Gregoriano, fuent e de toda nuestra
música, no existía el autor reconocible. Con el comienzo de la invención polifónica, se
inició la aventura individual y el centro paulatinamente se alejó, hasta quedar oculto.
Los elementos que empezaron a perturbar la visión fueron, justamente, todos aquellos
ingredientes puramente humanos que alimentaron la arrogancia. Por una part e, han
constit uido el muestrario de toda la riqueza que Dios puso en el hombre creador; por
otra, el frenesí de la vanidad y la tent ación del dominio. Desde que el humanista Pico
de la Mirándola hizo dialogar a Dios con el hombre y lo declaró cent ro del mundo, el
mensaje fue mal int erpretado y los siglos presenciaron el avance del error. Sí , es cierto
que Pico de la Mirándola así lo imaginó, pero esa declaración f ue una concesión de
Dios y el hombre olvidó al Dadivoso que le otorgó ese privilegio en un act o de suprema
caridad. No fue entendido de la única manera certera: eres el centro del mundo, pero
Yo soy el cent ro de tu centro.
El hombre se encantó con sus posibilidades y jugó a ser al creador. Introdujo la
expresión emocional en las derivaciones del Gregoriano, la sensualidad en el
contrapunto, la gestualidad teatral en la música sacra, la razón en las estructuras. Se
proclamó un demiurgo y convocó a la humanidad entera al abrazo universal, trastocó
f undamentos normat ivos; hizo tabla rasa, empezó de nuevo y de pronto, ya no supo
qué hacer. El arte musical se crispó, agredió y también gritó, pero pocos se
interrogaron por la razón de ese alarido. Algunos sólo lo atribuyeron a la necesidad de
las transformaciones internas e inevitables del lenguaje y olvidaron que el hombre
había introducido en sus juegos estéticos y en el mundo, una muerte sin esperanza.
En el t ranscurso histórico, los intent os no fueron estériles pero el terreno comenzó a
hacerse yermo cuando esas tent ativas no fueron devueltas, conscientemente, a su
punto de origen, al centro. El arte sin centro ha buscado afanosamente. Han caído
viejos conceptos. Sin poder dirigir la mirada al cent ro, el hombre ha caminado en todas
las direcciones, sin querer o atreverse a mirar hacia el único punt o seguro. El hombre,
con mirada oblicua y no rect a, invade las parcelas temporales que no son las suyas: la
presencia postmoderna de la cita, el buscar procedimientos de tiempos pretéritos para
sust entar el ahora, el hurgar compulsivamente en el pasado huyendo de la agresión del
present e, sólo revela que el centro ha sido escondido.
La rebelión hizo que se negaran las realidades del mundo para hacer nacer
nuevas realidades en la voz profunda del Yo. Cuando el Yo no refiere a nada más que
a sí mismo, el artista creador se embriaga en lo que supone es la libertad plena. Ahí
están muchos objetos de arte para demostrarlo: surge un Bello interior, que pret ende
legitimar todas las búsquedas, que valida t oda experiencia y sus resultados, que
60
reclama su lugar al lado de cánones que se estigmatizan por envejecidos y gastados.
Pero el ojo que nunca mira hacia lo alto y que sólo se dirige hacia el interior del ser,
encuentra, a veces, que él es sólo una gran pregunt a. (Ives, prof eta, la plasmó como la
pregunta sin respuesta: un desolado solo de trompeta, errante, asincrónico, que vuela
por encima de un halo de cuerdas). Hemos colocado a Dios en el lí mit e, o, tal vez, ya
lo hemos sacado f uera de él. No est á en el centro ni está en ninguna parte. ¿Ha sido
expulsado pues no podemos resistir que nos vuelva a abandonar? ¿O tendremos que
decir, con Jean Rostand que “lo divino, quizás, es aquella cualidad del hombre que le
permite soportar la falta de Dios”?
In soli Deo gloria; Ad majorem Dei gloriam; In nomine Jesu; Jesu juva. Eran
invocaciones que encomendaban el comienzo del trabajo o expresiones de gracias al
concluirlo. Inscripciones que encabezaban o rubricaban una part itura, sin importar si
eran obras sacras o seculares. ¡Si empezáramos a verlas nuevamente!
Creo firmemente en Dios Padre que es el Hijo y el Espíritu Santo, pues aunque a
veces lo sienta ausente, aunque crea que se ha escondido, todo lo que hago pierde su
sentido si al menos no lo presiento, allá, en alguna part e.
Si no lo adivino, a través de la densa bruma que cubre este pedazo de tiempo
que me ha sido otorgado, nada me queda definido sin su luz.
g. Arquit ect ura: promesas de la materia.
Una discusión nunca saldada en la arquitectura del siglo XX, fue la referida
a saber si puede hablarse con propiedad de Arquitectura, con A mayúscula, en relación
con las const rucciones de uso cotidiano, aquellas que se hayan inextricablemente
ligadas a la vida diaria y a las actividades mundanas, como casas, bancos, escuelas y
casi todo lo edificado. Es bien conocida la posición del arquit ect o Adolf Loos al
respecto: sólo el Monument o o el túmulo funerario merecerían recibir la letra capital, la
A mayúscula que emparenta a la Arquitectura con el Arte. El rest o, lo que tiene
vinculación con la vida, serí a arquitectura con “a” minúscula, edilicia, construcción
utilitaria para la que no hace falt a Arte sino oficio. Evident ement e, para Loos,
Arquitectura sólo sería aquella construcción que tiene que ver con lo Trascendente,
que aspira a reflejar o a hacer presente, de una u ot ra forma, una realidad que no es
mundana, que supera a la simple presencia de lo que está, de lo que veo. Pero no se
trata de generar ninguna ilusión, en el sent ido, quizás, de la escenografía, sino todo lo
contrario, se trata de dar cuerpo y materia a algo que por definición no lo tiene, como
la Muert e o la idea de lo Sagrado, pero que no por ello es menos real.
En la afirmación de Loos está contenido, como puede verse, un problema
central de la arquitectura occident al, particularment e de la religiosa pero no sólo de
ella. De todas las artes, la arquit ect ura es probablemente la más comprometida con la
mat eria, pero no trabaja con la materia en sí, como puede ocurrir (aunque no
61
necesariament e) con la escultura, sino que se vale de materiales. Estos materiales
son, justamente, la materia manipulada y transformada de manera t al que pueda ser
apt a para la construcción, que pueda ser utilizable para crear espacios habitables, en
el sent ido de alojar acciones humanas, cualquiera sean estas. La ley que guía,
ent onces el orden y la combinación de est os materiales, es la de la elevación: las
construcciones se levant an del suelo afirmándose en él contra las fuerzas nat urales.
Por su relación, entonces, con la mat eria y por el rigor de la ley que la guí a, la
arquitectura tiende naturalmente a remitir a sí misma. En tal sentido, conf orma una
realidad concreta, material, que quiere seguir siéndolo. La arquitectura insiste sobre sí
misma, sobre su propia realidad. Por eso, hacerla portadora de un sent ido de
Trascendencia, de vinculación con una realidad que está más allá de mis sentidos, y
quizás también de mi comprensión, es una operación compleja y quizás riesgosa, que
hace de este tipo de construcciones una familia particular.
Nuestra arquitectura religiosa, desde la Edad Media hasta el siglo XIX, hizo
de este problema su principal recurso. El espacio sagrado por excelencia, el del
interior de las iglesias, fue pensado en los términos de esta insondable dif icult ad:
¿cómo hacer para que la arquit ect ura, con sus part es y sus materiales concretos pueda
remitir hacia lo más trascendente? ¿cómo hacer para que su promesa del Paraíso sea
tan viva y real, tan luminosa y llena de dicha como la que nos presenta Dante?
Evident ement e, los recursos puestos en juego fueron innumerables, y seria imposible
compendiarlos aquí. De todas formas, es claro que el espacio sagrado se convirtió en
el banco de pruebas formal y t ecnológico que alimentó a toda la arquitectura
occidental. Hacia él convergieron, de innunerables maneras, las art es y los oficios, y
allí se experimentó, en pos de esta superación de lo material, la unidad entre el
conocimiento cientí fico y el arte. Hast a qué punto est a armonía y est e conciert o de
trabajos que aparece en una cat edral gótica, por ejemplo, es ref lejo de una comunidad
humana igualmente armoniosa, es algo que cada vez aparece más en duda. Sin
embargo, su imagen no dejó de pulsar. Aún en el siglo XX, una de las principales
escuelas de la arquitectura moderna, como fue la Bauhaus, tomó, en el moment o de su
fundación en 1919, la representación de un int erior de una catedral gót ica (un grabado
moderno de corte expresionista) como la imagen que mejor sintet izaba las
aspiraciones de su nuevo programa. Este tení a como objetivo, just amente, hacer
posible una Nueva construcción, que devolviera a la arquitectura su unidad perdida, y
con ella a la propia sociedad. El grabado también se esforzaba en mostrar esa
particular manera, que se desarrolló en las catedrales góticas, de disolver lo material
por medio de la luz. Pero esa superación de lo material está puesta aquí en f unción de
una clara t rascendencia histórica y una difusa, aunque cierta, trascendencia religiosa.
Este ejemplo es representativo de una cierta act itud de la arquitectura
moderna, en el siglo XX. Muchos de los principios desarrollados por la arquitectura
religiosa de siglos anteriores son reformulados por ésta y aplicados a múltiples
programas y tipos de edificio, muy pocos de ellos de carácter religioso. La int ención de
62
llevar los materiales a un lí mit e, de tensarlos hasta el extremo, que puede verse en
tanta arquitectura del siglo XX, no deja de tener vinculación con las experiencias de
los siglos anteriores. Igualmente, la insistencia (a veces casi obsesiva) de la
arquitectura moderna en relación con la riqueza de los espacios interiores, guarda
correspondencia con la larga tradición de la arquitectura religiosa en t al sentido, como
ha sido señalado en múltiples trabajos.
Evidentemente, algo se ha trasvasado del estupor ante lo construido que fue
fundant e de ésta última y que puede verse, sin esf uerzo, en los interiores de Le
Corbusier o de tantos arquitectos del siglo XX.
Que este estupor obedezca a otras intenciones, en nada disminuye su pulsión
hacia una realidad más perfecta y superadora de la condición presente del hombre.
Nápoles o la metamorf osis del cotidiano, en espacio sagrado.
Para el trabajo que aquí nos convoca, Ernest Pignon-Ernest, ha elegido una
ciudad compendio de la memoria occidental, verdadero laberinto de hist orias, fábulas,
mitos y épocas visibles en la arquitectura. “La de trama más cerrada en esplendores y
ultrajes. De altas leyendas. De bajos instintos (...). Él allí, restit uyó lo eterno a lo
precario, lo religioso a lo prof ano, lo inest imable a lo indigente (y) Nápoles se encontró
frent e al espejo de sus huellas, de sus creencias sin edades, de sus alegorías”. (André
Valter, Lavori in corso (cat), Lyon, Le Rect angle, 1999)
El proyecto est á compuesto, como podremos ver en nuestro encuentro, por
treinta y un dibujos originales (realizados a la piedra negra en diferentes format os) y
diez murales-seriados (serigrafiados sobre papel períodico), que aluden a la muerte y
a la resurrección, dialogando algunos de ellos con la ciudad, durante Semana Santa. El
conjunto, fue desplegado diferidamente en la ciudad a lo largo de siet e años (1988 -
1995) y se ofrece como la int ervención más compleja que ha realizado el artist a.
Para iniciarlo, el pint or comenzó por recorrer detenidamente la ciudad, sacando
fot os, croquis, t omando apuntes de edificios y leyendo sobre sus hist orias.
Del total de la información, “la muerte” apareció como una constante simbólica.
En aquella geografía dominada por dos volcanes, sus manifestaciones y sus rituales se
encontraban por todas partes: al oriente el Vesubio - responsable de todos las difuntos
63
de Pompeya -; al occident e el volcán Soflamara, en perpetua ebullición y cuyos
temblores han hecho que los napolitanos tengan una relación especial con la muerte:
intensa, cot idiana trágica e irónica.
Recordemos que en sus calles negras (construidas con lava volcánica) es que
Agripina será apuñalada y Masaniello decapit ado; que allí es donde Eneas, guiado por
la sibila de Cumes, entrará al reino de Hades. Virgilio sitúa en ella las puertas del
infierno, y el siglo XX aporta sus muertos, con las numerosas víctimas de la camorra.
Sin embargo, como contrapartida a la cultura mortuoria que late en la atmósfera
de la ciudad, la mujer result a fundamental para los napolitanos: en sus rituales,
muchas “madonnas” reemplazan a las figuras sagradas masculinas, imprimiendo un
sello de esperanza y dulzura que el artista que nos convoca sabrá recuperar.
Dicha evidencia lleva al pint or a est udiar a los art istas napolitanos en general,
aunque paulat inament e se va cent rando en Mattia Pretti y sobre todo en Caravaggio,
decidiendo emprender el trabajo en etapas que hasta ahora conf orman cuatro períodos
de intervención: Conjunto Nápoles I (1988). Conjunto Nápoles II (1990). Conjunto
Nápoles I II (1993). Conjunt o Nápoles I V (1995).
El aut or af irma, que concentradas sobre la lava negra con que pavimentaron sus
calles (los napolitanos) est án todas las esperanzas míticas, históricas, geológicas y
racionales, mezcladas, confundidas para montar en cualquier momento desde el vientre
de la tierra”
A nuest ro juicio, la obra de Pignon Ernest en dicho escenario es una aleada de
aquella luz fuent e de vida, que logra a duras penas salir de la oscuridad que la
absorbe, en las calles de la mítica Nápoles (met áfora certera de occidente).
h. Lo Sagrado en la Música
Me parece que hablar de Dios en el límite sólo tiene sentido si se lo hace desde
el hombre, desde la percepción del hombre que está en el límite. No parece posible o
67
razonable pensar que Dios pueda estar circunscrito a límites de ninguna especie, ni
mucho menos est ar en un límite.
Al pensar en el hombre que est á en el límite, lo primero que se viene a la mente
son las múltiples formas del dolor. El sufrimiento, el abandono, la miseria, la
enf ermedad, la incomprensión, la injusticia, en fin, todo aquello que lleva al ser
humano a experimentar que sus fuerzas y su capacidad de resist encia están a punto de
abandonarlo, que "ya no da más". Su vida, ent onces, le parece absurda y ni siquiera
sabe cómo es que puede aún seguir viviendo, ni qué sent ido tiene aferrarse a una
existencia miserable.
Los artistas contemporáneos, con cuyas obras hemos tenido ocasión de tomar
contacto, nos muest ran precisamente a este hombre desgarrado. Su sensible mirada
penetra en las profundidades del dolor humano y lo saca a la superficie, poniéndolo de
manifiesto de una manera tal que ya no podemos ignorarlo. No podemos volver la vista
hacia otro lado y quedar indif erentes ante los niños destrozados por la guerra, en la
obra de Michel Azama, o ante los enf ermos de sida de Ernest Pignon-Ernest, quien,
más encima, nos los pone en las calles, en el espacio público, donde no podemos dejar
de verlos y convivir con ellos.
Los artistas nos muest ran lo que t odos los dí as t ratamos de no ver. Ponemos a
los viejos y a los enfermos mentales en asilos, escondemos a los niños con síndrome
de Down o con cáncer, mantenemos a los más pobres lo más lejos posible del lugar
donde juegan nuestros hijos. Cuando en los noticieros de televisión nos muestran
imágenes de guerras y desastres, o las miserias de nuest ra propia sociedad, las vemos
como algo ajeno y tratamos de pasar rápidament e a ot ro tema y olvidarlas cuanto
ant es.
En contraste con est o, la mirada del artista nos obliga a forzar nuestra propia
mirada, exigiéndonos plantearnos la pregunta por el sent ido del dolor y por el sentido
de la experiencia humana. Y, a la vez que nos hace patente la precariedad y limitación
de lo humano, nos sugiere una ciert a dirección en la cual interpretar ese sentido. Nos
ent rega un dolor humanizado, recogido, por así decirlo, con infinito amor. Su particular
mirada nos devuelve una humanidad dignificada por el dolor. Por paradójico que
parezca, en el absurdo del dolor, en la experiencia de los propios límites y en la
capacidad de compasión ante el dolor del otro, el ser humano puede descubrir su vida
como algo valioso y digno.
Las más variadas mitologías y religiones han int entado explicar el misterio del
dolor. De entre ellas, la mirada de los griegos de la antigüedad me parece
particularmente interesante para resaltar este punto. En los poemas de Homero se
encuentra con frecuencia expresado el contraste entre los dioses y los hombres en
términos de lo fácil y lo difícil, lo feliz y lo penoso. Los dioses son los "rhéia zoóntes",
los que viven con facilidad, en tant o que para lo mortales la vida resulta llena de
fat igas y dolores.
68
Los mortales debemos soportar, aunque nos sean dolorosos, los regalos de los
dioses, tant o los más difíciles como los mejores.
"Los dioses destinaron a los míseros mort ales a vivir en la tristeza, mientras
sólo ellos están libres de cuidados. En los umbrales del palacio de Zeus, hay dos
toneles de dones que el dios reparte: en el uno están los males y en el otro los
bienes." (Il. 24. 525)
"De los dioses los dones, aunque estemos sufriendo, por necesidad,
soportamos los hombres. Pues el yugo descansa sobre nuestro cuello. "
(Himno Homérico a Démet er, 216-217)
Sin embargo, la misma inmortalidad y la facilidad de sus exist encias parece
hacer de las vidas de los dioses homéricos algo poco serio, se lo pasan en fest ines,
comiendo y bebiendo néctar y ambrosí a, mientras "una risa inext inguible se ext iende
por el Olimpo". En contrast e, la vida de los seres humanos cobra seriedad e
importancia, precisamente por su brevedad, por estar limitada por la muerte y estar
somet ida al dolor y al suf rimiento. Mientras los dioses se disputan por cuál ciudad
humana destruir primero o a qué héroe favorecer en un combate singular --pero luego
olvidan rápidamente la disputa, y el dest ino final de los hombres los tiene sin
cuidado--, los seres humanos son capaces de llegar a la sublimidad de la compasión.
Vemos cómo, en la escena final de la Ilí ada, Aquileo, después de haberse dejado llevar
por la cólera y el rencor, llegando al punto de arrastrar por el campo de bat alla e
intent ar mutilar el cadáver de Héctor, es vencido por la compasión y, llorando junto al
anciano Príamo, accede a entregarle los despojos de su hijo.
Contrasta con esa visión nuestra concepción cristiana de un Dios que nos creó
por amor, por la superabundancia de su amor.
Sin embargo, esta visión nuestra es más difícil de reconciliar con el misterio del
dolor. Es mucho más fácil pensar que los dioses, o no exist en, o no se cuidan de los
asunt os humanos, o aún peor, son envidiosos y quieren hacernos la vida difícil de
sobrellevar. Así, el dolor y el mal en el mundo son simplemente datos de la realidad.
En cambio, nuestra concepción de un Dios que es amor, y que es a la vez omnipot ente
69
e infinitamente bondadoso, parece entrar en contradicción a cada moment o con el
sufrimiento patent e de las criaturas humanas y con su tremenda capacidad de causar
daño y dolor.
En este cont ext o, la figura de Jesucristo como un Dios que quiso hacerse
hombre y compartir nuestro dolor hasta la muerte, le devuelve el sentido al dolor,
dignificándolo y dignificando la existencia humana.
j. El teatro: en la frontera de dos mundos.
a. LOS VIAJES.
del desplazamiento. Comenzará este viaje partiendo desde las columnas del
Occidente.
Un Ritual explica, de f orma pedagógica e indudablemente en beneficio de los
Masones que lo lean y pongan en práctica, que est e viaje simbolizará”la incapacidad
para conocer las profundas leyes del universo y adecuarse a ellas”, pasará”primero por
una plancha de bolas dispuestas a lo largo de la Columna del Norte, siempre sostenido
por el Expert o y el Maestro de Ceremonia” Durant e este viaje, “se oirá un gran ruido
hecho con los pies y las espadas. Después del ruido, cesará cuando el V: .M:. De un
golpe de mazo” y se la ingeniarí an para crear una corriente de aire delante del rostro.
Le detendrán ante la bandeja del S:. V:. colocado en el Sur”( 1 6 )
Este primer viaje esta, lleno de dificult ades y peligros y se cumplen en medio de
los ruidos más fuertes y variados, que representan el desencadenamiento de las
tempestades y de los vientos, sí mbolos de las falsas creencias, opiniones y corrientes
contrarias del mundo, con la que hay que enfrent arse. Es la prueba del aire, empleada
en las antiguas iniciaciones, como lo demuestra la purificación por el aire, que es la
culminación de este viaje. La dirección es de Occidente a Oriente por el lado Norte.
Aquí , se representa una de las fases más profunda de la iniciación.
Int erpretando la doctrina míst ica, que ella esconde y su revelación a través del
simbolismo, debe hacerse, de la siguiente manera:
16
Gran Logia de Francia. Ritual del Primer Grado Simbólico.1992
74
El candidato que partió del Occidente (el dominio de los hechos, la realidad
objetiva, el mundo sensible) se avent ura a t ravés de las tinieblas de la región
Norte. Emprende la marcha por ese oscuro bosques pint ado por el Dant e y citado por
Virgilio, donde se escondí a el ramo de oro, que procuro a Eneas el acceso a los
infiernos.
Este ramo, consagrado a Proserpina, es la f acultad de inducción, que lleva al
espíritu a generalizar los hechos observados.
Esta operación mental puede conducir a falsas hipótesis. El pensamient o
humano comienza a caer de un error en otro. Son tantas las tretas, celadas y lazos, de
los que la inteligencia, debe lograrse zafarse.
Esa lucha conduce al candidat o hacia el Oriente ( el dominio de la abstracción,
la realidad subjet iva, el mundo inteligible) Fluyen deducciones, es decir un retorno
hacia el Occidente (los fenómenos sensibles) por la vía del mediodía.
Es la purificación por el aire. El soplo impetuoso de la opinión general,
quebranta el andamiaje falso de las teorí as personales.
El Tarot, libro hieroglí fico que nos ha sido conservado bajo la forma de juego de
cartas nos recuerda est a prueba. Se ve a un hombre proyectado desde lo alto, de unas
torres que el fuego del cielo la decapita.
Bajo el punto de vista de la moral, el primer viaje es el emblema de la vida
humana.
El tumult o de las pasiones, el choque de los diversos interese, la dif icultad de la
empresa, los obstáculos que se multiplican a nuestro paso, los competidores
empeñados en dañarnos y siempre dispuestos a molestarnos, t odo eso esta figurado en
la irregularidad del camino, que el candidato ha recorrido, por el ruido que se hace
alrededor de él.
También simboliza este viaje, las pruebas de la vida, conque la persona t iene
que enfrentarse const antemente en sus primeros esfuerzos, desde lo mat erial, hasta lo
ideal, dominando sus inst int os, pasiones y deseos, así como las circunstancias
contrarias, que la conf rontan, por medio del discernimiento de la realidad profunda de
la vida y del intimo propósito, de todas sus experiencias, buscando la verdad y
sirviéndose de la misma, como remedio para sus males, según enseña Pit ágoras en
sus Versos Áureos.
c. EL SEGUNDO VIAJE.
75
Tras su primer viaje por la Logia, el candidato será llevado al punto de partida,
es decir al Occidente, ent re las columnas, ant e la puerta de la Logia, todavía sostenido
y guiado. Este viaje se realiza “dext rorsum” es decir, nos encontramos ahora con el
sentido de circulación habitual de este Rito de Oeste a Este, saliendo del Norte y
volviendo por el Sur.
El pensador resuelt o se esfuerza en discernir las causas de sus f racasos, para
después volver sobre sus pasos.
Este segundo viaje, es más fácil que el Primero. Se just ifica, por que es la
consecuencia direct a de los esfuerzos hechos en el Primer viaje.
En la medida en que aprendemos a superar los obstáculos, est os
progresivamente desaparecerán, la experiencia nos vuelve desconf iado. En est e viaje
una gran certidumbre, pesa en nuestro espíritu, todo pensamient o debe ser rect ificada,
todo error resuelto.
Al ruido atorment ador del primer viaje, el de las armas que chocan, emblema de
los combates, que el hombre debe sostener constantemente para rechazar las
influencias corruptoras que lo rodean y que pret ende dominarlo tiende a desaparecer.
Para devolverle la conf ianza en sí mismo, se le somete a la purificación por el
agua. Es una especie de bautismo f ilosófico, que lo lava de toda impureza y libra al
Alma de sus errores, vicios e imperfecciones que const ituyen la raíz o causa interior de
todo mal o dif icultad ext erior.
El segundo viaje es la perseverancia en esta obra metódica de purificación del
alma.
Este descenso del espíritu const ituye, la prueba y la purificación por el fuego,
que elimina por medio de una plena conciencia de la Verdad, t odo residuo de impureza,
toda traza de los errores e ilusiones, que dominaron precedentemente su alma.
El iniciado se prepara y aprende animar por el fuego, es decir en el más
profundo y sutil elemento de las cosas, del cual t odo nace y en el cual se disuelven,
donde cesa por completo el poder de la ilusión y la Realidad se manif iesta tal como es.
Esta marcha se realiza sin dif icultad, sin tropezar con ningún obstáculo, sin oír
ruido alguno.
La facilidad de este viaje, se debe más a la perseverancia del candidat o, que a
la fogosidad de las pasiones (llamas)
Ha sabido oponer la calma de la serenidad. Se ha hecho apto para juzgar
serenamente: Es lo que le ha permitido penetrar hasta el foco cent ral del conocimiento
abstracto, simbolizado por el Palacio de Plutón (Columna J) donde el aprendiz recibe
su salario.
Por un lado las llamas, representan la esencia espiritual o Principio Universal
del Ser, que entra en cont act o con él, por medio del discernimiento y por el otro lado
represent an la energía primordial, que constit uye el poder de la Suprema esencia.
El iniciado se mantiene en medio de las llamas (las pasiones) sin quemarse,
pero se deja penetrar por el calor, que de ellas se desprenden.
El entusiasmo bien orientado es una fuerza, de la que es preciso sacar
provecho, porque ella comunica la energía necesaria para realizar grandes cosas.
Habiendo realizado, en las prof undidades de su propio ser, este int imo contacto,
con la esencia fundamental que es al mismo tiempo Verdad, Poder y Virt ud, el iniciado
anda ahora firme y seguro, sin que nada tenga el poder de modificar su actividad o
hacerlo desviar.
Un ardor vivo, pero sabiamente gobernado, debe elevar al iniciado, hacia todo lo
que es noble y generoso. Est a serenidad imperturbable, que tiene en si misma, su
77
razón de ser y su raíz, y en la cual el alma descansa para siempre al abrigo de todas
las influencias, t empest ades y luchas exteriores, permaneciendo absolutamente firme
en su esfuerzo y en sus propósitos, hace patente que la prueba simbolizada por el
tercer viaje ha sido superada, por llevar el iniciado encendido dentro del mismo, algo
que es como una llama que nunca se apaga, aquel ent usiasmo vehement e y
persistente, que brot a de la misma raíz del ser y es la base de toda realización
exterior.
El escrit or masón Jean-Francois Blondel dice: Las fuentes de est os viajes “en
los rit uales y en especial inglesas no aparecen los viajes, tal y como se conocen en
Francia” y se mencionan a partir de 1740.
Una opinión bastante aceptada entre los aut ores masónicos, es que los viajes
serian típicament e franceses y que en los Rit os anglosajones no habría “viajes”
Los cuatro elementos que aparecen en el REA. son por supuesto abstracciones.
Son los principios constitut ivos de la materia. Parecen haber sido escritas, por primera
vez, por Pitágoras de acuerdo con sus enseñanzas recibida en Egipt o. Con
posterioridad la encont ramos en Emplédocles (La purificación) luego en Platón y
Arist óteles, que permit e la unión con la Edad Media y el conocimient o que impregnó a
los constructores. El element o aparece mucho antes de los Griegos, tal como se
observan en las enseñanzas tradiciones de Egipto.
Citando a R. Scwaller de Lubiez, quien dice”: De ahí, que los antiguos resuman
toda la ciencia en estas palabras: Todo proviene del Uno y vuelve a él por los Tres
Principios y los Cuatro Elementos. El fuego es la causa del todo. Cuando se manifiesta
se convierte en tres = agua. Así el fuego est a contenido t res veces en el agua, dos
78
veces en el aire; dos veces el aire es la Tierra. Pero en el agua hay, sobre todo por
gestación direct a Aire y Fuego. En esta genealogía de los elementos se contiene t oda
la ciencia del Génesis”
El elemento más alejado del fuego es la t ierra y después sucesivamente el agua
y el aire. Son claramente los element os de la manifestación. Aquí tenemos, no una
terna, como a muchos en los ritos masónicos les gust a decir, sino un principio
cuaternario con t odas las correspondencias ligada a él en los diversos órdenes..
Vemos también en ellos, el simbolismo de los números, ya que est os element os
remiten a Entidades, que son las unidades Uno, Dos, Tres y Cuat ro. (abst racción de
toda cost umbre aritmética)
Entramos también en las relaciones con la Geometría, en la utilización de los
números y aquello ligado al simbolismo de las herramientas de construcción. Vemos
además aparecer los vínculos que unen las diversas f ormas tradicionales,
reconociendo en ellas los principios sobre las cuales se funda la alquimia, ent re ot ras.
Por ot ra parte, para algunos autores es indudable que el simbolismo de los cuatro
elementos designa en los ritos masónicos, la presencia de operaciones alquímicas, que
no parecen necesarias. Esto es muy posible, pero nos parece una reducción del
significado y de lo que pueda ser necesario. Ya que los elementos, sin bien pertenecen
a la alquimia, sólo están presente por parentesco tradicional, el cual nunca utiliza más
que una ví a para manifestarse. Además esta t écnica tomada del Hermet ismo, sólo
pueden utilizar los mismo símbolos, por la propia naturaleza de las cosas y en
particular tratándose de los elementos básicos de la Creación.
En nuest ros rituales estos elementos son cuat ro. El candidato en la Logia,
durante los tres viajes, sufre t res purificaciones. Ya ha sufrido una primera, antes de
ent rar en la Logia, mediant e la prueba de la tierra, represent ada por el cuarto de
reflexión.
La presencia de elementos o principios elementales est á de todos modos, esta
estrechamente relacionada con la propia noción de purificación. No es necesario decir
que las purificaciones que estamos estudiando están relacionada con la que t uvo lugar
ant es de entrar en el t emplo, con los elementos alquímicos presente en el cuarto de
reflexión.
Hay que reseñar que la alquimia evoca un quinto element o, que permite la
realización de la Gran Obra.
Es posible establecer correspondencias ent re los elementos, el hombre, el
conocimiento y determinados valores.
El Dios puso el agua y el aire entre el fuego y la Tierra y los has hecho
prporcionados uno con respecto a los otros.
En t anto en cuant o era posible, de manera de lo que el fuego es el aire,
El aire lo fue al agua y lo que el aire es al agua, el agua. Lo fue a la tierra; así
es como reunió y compuso un cielo visible y tangible. De este modo y con estos
elementos, en número de cuatro, fue formado el mundo. .. Cada uno de los cuatro
elementos ha ent rado en su t otalidad en la composición del mundo, pues su aut or lo ha
compuest o con todo el f uego, con toda el agua, con todo el aire y con t oda la t ierra, sin
dejar fuera ninguna porción ni poder de estos element os.
80
En casi t odos los lugares donde se considera que hay cuatro element os, se
det ect a una cost umbre que consiste en crear dos parejas de contrarios: Fuego-
Agua y Aire-Tierra.
En el Rito Escocés Rectificado se considera que el neóf ito debe pasar la prueba
del aire durante sus peregrinaciones en el Templo. En los demás rit os, que presentan
los elementos aire, agua y fuego, ocurre a la inversa, pues se piensa que la prueba de
la tierra se vive única y exclusivamente en el gabinete de reflexión.
Si pensamos ahora en los tres primeros días de la Creación, nos damos cuenta
que el primer día tuvo lugar la separación de la luz (fuego) y las tinieblas; el segundo
día t uvo lugar la separación de las aguas (Agua) y el tercer día aparecieron los
continent es (Tierra).
Es posible que el Rito Escocés Rect ificado se haya inspirado en estos hechos a
la hora de elegir los element os y su orden en sus viajes.
1. LA TIERRA.
No es nuestra int ención est udiar las diversas cosmogonías, pero si podemos
destacar que existen similitudes entre muchas de ellas. La tierra se concibe como un
crisol del que emerge el reino vegetal, y después las restantes formas de vida.
En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era caos y confusión y
oscuridad por encima del abismo, y un vient o de Dios aleteaba por encima de la aguas.
[... j Dijo Dios: "Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semillas y
árboles que den fruto, de su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra". Y así fue.
La tierra present a otra simbologí a, que se asienta sobre tres niveles diferent es.
El hombre vulgar solo conoce y comprende del mundo la línea AC, a lo que se
aleja un poco de ella. El ser evolucionado capta el espacio ACED. El iniciado, que ha
llegado hasta F, hasta sus raíces, y que por lo tant o se conoce, puede alcanzar la cima
B, desde la que podrá brillar.
El Templo es caverna y montaña al mismo tiempo. Es el crisol donde tiene lugar
el viaje interior.
83
Para el Rito Escocés Rectificado el candidato no es del todo prof ano, ya que ha
atravesado la puerta del Templo. En cuanto que el neófito toca la tierra con su mano,
el Hermano Preparador dice:
2. EL AGUA.
El simbolismo del agua se evoca repetidas veces en la Biblia, bien en el Ant iguo
o en el Nuevo Testamento. En el Libro del Génesis (1, 6-10) se habla del principio del
mundo.
Dijo Dios: "Haya un f irmamento por en medio de las aguas, que las aparte unas
de ot ras". E hizo Dios el firmamento; y apartó las aguas de por debajo del firmamento,
84
de las aguas de por encima del firmamento. Y así fue. Y llamó Dios al firmament o
"cielos ". Y atardeció y amaneció: dí a segundo.
Dijo Dios: "Acumúlense las aguas de por debajo del firmament o en un solo
conjunto, y déjese ver lo seco; v así fue. Y llamó Dios a lo seco "tierra ", y al conjunto
de las aguas lo llamó "mares"; y vio Dios que estaba bien.
... Yahvé Dios no había hecho llover sobre la tierra, no había hombre que
labrara el suelo.. . De Edén salí a un río que regaba el jardí n, y desde allí se repartía en
cuatro brazos. El uno se llama Pisón.. . El segundo rí o se llama Guijón... El tercero se
llama Tigris... Y el cuarto río es el Eúf rat es.
La Biblia nos presenta el agua bajo formas diversas: rocí o, lluvia, diluvio,
manantial, torrente, pozo, fuent e, río, mar. A cada una de est as formas corresponde un
simbolismo.
El agua acude varias veces para socorrer a Moisés. Tras salir de Egipto, el
pueblo de Israel, al que el Faraón perseguía, llegó hasta el límite del mar Muerto y se
encontró bloqueado.
Moisés extendió su mano sobre el mar, y Yahvé hizo soplar durante toda la
noche un fuerte vient o del Este que secó el mar, v se dividieron las aguas. Los
israelit as entraron en medio del pie enjuto, mientras que las aguas formaban murallas
a derecha e izquierdo... Así precipitó Yahvé a los egipcios en medio del mar, pues al
retroceder las aguas cubrieron los carros y a su gente, a todo el ejércit o del Faraón,
que había entrado en el mar para perseguirlos.
85
Más adelant e, cuando el pueblo se queja de hambre y sed, "hay una capa de
rocío alrededor del campament o".
El agua, bajo la forma de rocí o, es uno de los signos que Gedeón solicita de
Yahvé antes de aceptar ser el guía del pueblo de Israel. Es la prueba del vellón
(Jueces 6, 36-40):
Gedeón dijo a Dios: "Si verdaderamente vas a salvar por mi mano a Israel, como
has dicho, yo voy a tender un vellón sobre la era; si hay rocío solant ente sobre el
vellón y todo el suelo queda seco, sabré que salvarás a Israel por mi mano, como has
prometido.
Que mi palabra cale como la lluvia, que mi palabra caiga como el rocío, como
los chaparrones sobre la verde hierba.
El nomadismo sólo puede acabar cuando hay agua en gran cantidad. De ahí la
aparición de las ciudades cerca de lagos, rí os, afluentes. Cuando no existe agua en
estado natural, se realizan canalizaciones para domest icarla, representando entonces
una victoria del hombre sobre la naturaleza.
• Libación
• Aspersión
• Contacto
• Ablución
• La inmersión
3. El AIRE.
Entonces Yahvé Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus
narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente.
Ícaro consigue salir del laberinto gracias a las alas que fabricó su padre Dédalo.
Pero se acercó demasiado al sol y la cera de las alas se derritió y cayó. Algunos han
visto en el mit o de (caro la huida de la realidad; ot ros ven el símbolo de la
megalomaní a, de la locura de la grandeza, de la ambición desmesurada. Y aún para
otros, el vuelo de Ícaro simboliza la libertad. El aire representa en efecto la evasión de
carro. Pero no sabe dominar sus pulsiones ni administrar la libertad recién adquirida, y
muere a causa de su ignorancia y su desmesura.
Para algunos simbolistas, cuando Dios sopla en la nariz del hombre, le comunica
no sólo la vida, sino también la f acultad, el poder de soñar, la posibilidad de abandonar
el ámbito de lo real.
4. EL FUEGO.
En casi todos los relatos mit ológicos, el fuego es a la vez uno de los bienes más
preciados del hombre y una verdadera calamidad.
Cuando Prometeo roba el fuego a Zeus (de una rueda del carro Solar, o de la
forja de Hefestos), ^lo hace por buenas y nobles razones? Para Hesíodo, Prometeo no
es más que un ladrón, un bribón, que ha abusado de los Dioses. Para Esquilo es todo
lo cont rario: es el que ha sacrif icado su quietud para regalar a la humanidad "el
maest ro de t odas las artes, un tesoro de valor incalculable".
Al tercer día, al rayar el alba, hubo truenos v relámpagos... Todo el monte Sinaí
humeaba, porque Yahvé había descendido sobre él en el fuego.
Entonces voló hacia mi uno de los seraf ines con una brasa en la mano. .. y t ocó
mi boca .y dijo:
"He aquí que esto ha tocado tus labios; se ha ret irado tu culpa,
tu pecado está expiado ".
Por otra part e, Dios separa a los just os de los pecadores, mediante el fuego, del
mismo modo que el metalúrgico separa el plomo de la plata contenidos en la galena
(Jeremías 6. 29-30):
El fuego es por supuest o el instrumento del cast igo, de los infiernos, con t odo el
peligro que eso conlleva. Por eso mismo se quemaron, con ent usiasmo o locura, brujas
y brujos, libros que no expresaban la verdad de aquel tiempo, hombres que osaban
enunciar teorías contrarias a las ideas recibidas.
Quien dice que est á en la luz )' aborrece a su hermano, está aún en las
tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza.
Esta frase pone de manifiest o la dualidad del fuego. El que no sabe controlarlo,
o cont rolarse, se convierte en un peligro para él mismo y para los demás.
Establecen nuestros rit uales, que inmediatamente de haber efectuado los viajes,
el candidato debe prestar un jurament o. Los momentos importantes de la vida
masónica están marcados por juramentos.
El juramento es un elemento que muchos consideran verdaderamente esencial
en el rit o.. Efectivament e esto parece indiscut ible. Gracia a él el recipiendario
manifieste su voluntad de vincularse a la organización iniciática en la que está
integrándose y marca en él la ruptura entre profano e iniciado. Según JUL. Schnetzler,
es el juramento “ el que permite al prof ano entrar en la cadena espiritual” Para Jean
Saulnies “ es la piedra angular de la agregación de un hombre a una Logia”
El se haya ahora dispuesto a prestar su jurament e, lo cual lo hará frent e al Ara,
en la posición exigida de acuerdo con los nuevos rituales. No se trat a pues, de un
jurament o vulgar, como los que hacen en el mundo profano, sino de uno antiguo y
sagrado, que se pronuncia sin violencia. Sus expresiones son enérgicas, por que quien
lo prest a. Es cierto que el Juramento no es solamente un elemento anodino del rito,
sino que es de realmente de vit al import ancia.
Teniendo los ojos tapados todaví a con una venda, esta a punto de pasar de la
barbarie a la civilización. Si todo Rito prepara en efecto, al profano para su unión con
el mundo espiritual y le lleva a las condiciones f avorables para prestar su juramento,
es éste último el que cont ribuye a integrar al candidato en el seno de la cadena
espiritual.
El juramento es sin duda el “corazón” del rit o de iniciación masónica” En la
opinión de Jean Saulnier “en el juramento masónico se observan element os
variables(Dios o el G.A.D.U., la Biblia o Las Const ituciones) y elementos invariables” A
su juicio, esos son tres: el hecho de poner a los present es por testigos, la obligación
de guardar secreto y la aceptación de las penalidades.
92
Cuando hablamos del juramento masónico, estamos hablando del primer
jurament o que presta un candidato que es admitido en el Orden. Los juramentos de los
demás grados lo remuevan y lo actualizan, ya que al pasar de un grado a ot ro, el
candidat o se encuentra desde el punto de vista espirit ual, en una situación análoga a
la que fue la suya en el momento de su admisión.
17
Laureen. L. Historia Masónica, Pág.345
93
Esta es una de las características más resultantes de la masonerí a. Sus
elevados principios, la lealt ad y fidelidad a los mismos que se pide a sus iniciados. A
los que quieren hacer hombres libres, en el sent ido más amplio de la palabra, los pone
para siempre por encima de las criticas interesadas y malévolas que se le han hecho,
bajo el pretexto del secreto en el cual se desarrollan sus actividades.
El Juramento se hace en presencia del Gran Arquitecto del Universo y de los
hermanos reunidos en la Logia”.
El reconocimiento de la presencia del G.A.D.U, es pues la primera condición.
Los hermanos reunidos, son el símbolo de aquellas presencias inteligentes que haya
constant ement e al lado de nosotros. La obligación se cont are libre y espont áneamente”
con pleno y profundo convencimiento del alma”.
El masón contrae la obligación que lo liga a la Orden, con las más elevadas
aspiraciones de su alma, con la más plena, libre y espontánea voluntad, y hasta el
último momento se le Toma, esto es resumido en la celebre sentencia de Luciano:
¿Quién habrí a de guardar el secreto mejor que yo, que soy un iniciado?
En otras palabras el juramento está condicionado por diversos element os, pero
para nuestro razonamiento los consideraremos como “objetivos” es decir, exteriores.
Otros elementos intervendrán simultáneament e, pero lo separaremos de los primeros.
Serán elementos más interiores, por estar más relacionado con el propio candidato.
Definiremos los element os objetivos según los siguientes crit erios:
1.-Condiciones temporales. El juramento se presta en un momento preciso. En
nuest ro rito, a diferencia de otros ritos parece haber varios momentos en los que se
presta juramento. En realidad sólo hay dos: el primero tiene lugar al principio del rito,
ant es de los viajes, en el moment o en que el candidato bebe de la copa de las
libaciones. El segundo se presta tras los viajes, con los ojos vendados ant es de la
escena llamada “del perjuro”. Este juramento debe ser renovado al pie de la letra t ras
el don de la luz, pero antes de la comunicación complet a de los secret os (la
inst rucción)
2.-Condiciones medioambientales: Esta relacionado con actitudes y objet os. Se
trata de un juramento de silencio, de las pruebas que va a realizar que son los viajes.
3.- Condiciones de lugar: Se pronuncia en lugares concretos.
10. EL NEÓFITO.
El signo, constituye ese lenguaje universal, del cual Leland dice” es una cosa
que debe desearse, más bien que esperarse”
a. LA VESTIMENTA.
En la convocat oria que recibe cada masón, antes de cada Tenida a menudo se
precisa: “t raje oscuro, camisa blanca, corbata negra” es decir lo conoce traje de rigor.
Algunos piensan que es por esnobismo, deseo de aparentar, elitismo, et c. Sin
embargo es precisamente por todo lo contrario: las ropas que se prescriben son un
“uniforme” es decir, que todos los Hermanos, están en un pié de igualdad. La noción de
moda ya no existe. La Masonería femenina lo ha comprendido muy bien, hay
numerosos logias donde se impone el traje negro. Se consigue así una idea de
uniformidad y por consiguiente de unidad.
Además, el Templo es un lugar sagrado: Allí no se va mal vestido o por el
contrario, para parecer elegante. Conviene comportarse con calma, dignidad, mesura y
rigor. Este rigor debe siempre comenzar con uno mismo.
Cuando se consult an los grabados masónicos del siglo XVI II, se ve que los
masones no llevan unos hábito particulares. No obstante tampoco se aprecian signo de
descuido. Parecí a más bien que las normas establecidas por numerosas Logias(traje
oscuro, camisa blanca..) son reciente. Datan probablemente de principio del siglo XIX.
96
c. El MANDI L DE PIEL DE CORDERO.
El mandil es, sin duda, herencia de la Masonerí a operativa. Para las gentes de
Oficio, el mandil no es un accesorio cualquiera de la vestiment a, sino que responde a
criterios muy precisos, dictados por la comodidad y la seguridad.
Los hay que los llevan lisos, es decir, sin ornamentos. hay que los decoran con
un lazo azul. He visto a algunos que llevaban, sobre eso que denominan peto, los
atributos de la Orden: la escuadra y el compás.
Según un grabado del s. XVI II, los Maestros masones llevan un mandil blanco,
con el peto recogido y con el bajo redondeado. Actualmente ya no es así . Los mandiles
varían en tamaño, forma, colores y decoración según los ritos y los grados.
Es por esto, también que las logias tienen forma rectangular, en ves de
cuadrada. La inclusividad es fundamental en el sistema masónico, pues est e consiste
de int egraciones. El sentido de separación, es, por tanto, cont rario al mismo.
La forma rectangular que vemos en la Logia, cada vez que entramo en ella y que
vemos en el mandil cada vez que no los ceñimos, debe recordarnos est e hecho e
inducirnos a dejar fuera todo sentido de separación. Al ceñirnos el mandil indicamos
que aceptamos la ley del amor impersonal, en nuestra actuación en logia. Esto se
manifiesta en actos de hermandad, compresión y ayuda mutua.
El hombre esta representado también como un cuadrángulo, por que el reino
humano, es la síntesis de los otros tres(mineral, vegetal y animal) formado un cuarto
reino.
Vemos así que el G.A.D.U representado por un triángulo, se expresa a través del
número cuatro.
Cabe señalar que la ciencia alquímica, dest aca asombrosas coordinaciones con
el símbolo del mandil, Por ejemplo: Los tres lados del triángulo equilátero, más los
cuatros lados del rectángulo del mandil, forman siete lados, que constituyen los sietes
funcionarios, para que la logia sea perfecta.
101
.Los guantes:
Es cierto que los canteros y los albañiles no llevaban todo el tiempo guantes
para trabajar. Todaví a en nuestros días es raro ver obreros enguantados en una obra.
Volont é de Vouvray, Honrado Compañero Cantero de la piedra del Deber,
escribe:
la macet a golpeaba más veces la mano que la herramienta... Mi ruano izquierda
comenzaba a ponerse azul... Mi mano estaba completamente manchada de sangre seca
y agrietada.
Cuando los obreros llevaban guant es, éstos eran de cuero grueso. No tienen
nada que ver con los de los masones especulativos del s. XVII I o los masones
actuales, en fino algodón blanco. Llevar guantes estaba sin duda reservado a los
Maest ros, que marcaban así su supremacía sobre los ejecutantes. Nicolás de Briard
describe así a un obrero:
Los Maestros de los masones, con la vara v los guantes en la mano, dicen a los
otros: “por aquí me lo t allo”, v dejan de trabajar.
La dif erencia entre los dist intos tipos de guantes est á muy clara en la obra de
Pierre du Colombier, Los obreros de las catedrales, (Pág. 17 y 103). En las vidrieras
de Chartres, el Cantero cuya cabeza se encuent ra bajo el compás lleva guantes
gruesos, mientras que el Maestro de los albañiles, está delicadamente enguantado.
Los guantes del masón no son mero accesorios de modo o elegancia, sino que
encierran un verdadero contenido simbólico. Los libros de rituales dicen que Los
compañeros”lleven guantes blancos para indicar que eran inocente del crimen” El
102
masón debe guardarlo continuamente mientras est é en la Logia, except o durant e los
jurament os y la cadena de unión.
En el Rito Francés, así como en Rit o Escocés Rect ificado, el Venerable da dos
pares de guantes al neófit o.
La blancura de los guant es debe siempre recordaros
El candor que siempre debe reinar en el alma
De un hombre honrado y la pureza de nuest ras acciones.
No admit imos a las mujeres en nuest ros misterios
Pero al rendir homenaje a sus virtudes, nos
Gusta revivir sus recuerdos en su t rabajos.
Toma mi querido hermano, unos guantes, que daréis a la mujer que más
estiméis.
Al día siguiente a su Iniciación, el Hermano Goethe, regalo el segundo par de
guante a la Sra.von Stein, explicándole que ese regalo sólo se podía hacer una vez en
la vida de un masón.
El mandil y los guantes forman parte de la vest imenta del masón, más que de los
decorados masónicos. No obstante, en el Rito Escocés Rectif icado, el Venerable dice:
La investidura de los guantes, tiene int ima relación con del mandil, de tal modo
que el estudio del simbolismo de este ultimo debe seguir innecesariamente el de los
primeros.
En algunos tratados que datan de edad media, se puede determinar, que el
iniciado debía regalarles a todos los miembros de su Logia un par de guante. En la
masonería moderna, al contrario él recibe dos pares de guantes, de los que uno le esta
destinado. Al entregar los guantes al candidato se le quiere enseñar que los actos de
todo masón deben ser tan puros e inmaculados, como los guant es que se regalan. El
otro par lo ofrecerá el iniciado a la mujer que más est ime.
Muchos autores, están de acuerdo que el simbolismo de los guant es, no es en
realidad, más que una modificación del simbolismo del mandil. Los dos significan igual,
puest o que aluden a la purif icación de la vida, purificación que se simbolizo siempre
con la oblación que precedía a las ant iguas iniciaciones en los misterios sagrados.
Pero a pesar de que los masones americanos e ingleses acept an tan solo el
mandil y rechazan los guantes como sí mbolo masónico, parece ser que estos últ imos
son muchos más important es en la ciencia simbólica, pues en todos los antiguos
escrituras se encuentran abundantes alusiones las manos limpias o puras.
103
Hemos visto que los guantes y el mandil proceden de una misma fuente
simbólica. Veamos si tiene t ambién su mismo origen hist órico.
La adopción del mandil en la masonería, se debe indudablemente a que los
albañiles empleaban en la edad media esta prenda necesaria. Esta es una de tan
pruebas que nuestra ciencia especulat iva se deriva del arte operat ivo.
18
Esta magnifica obra de arte es del escultor Juan de Arfe que labró en 1590.
19
Al que los adeptos prefieren como pnuema. En griego mucho más cercana a la verdad científica y a la realidad
experimental, en que puede advertirse una relación muy sugestiva sinónimo entre la vara de Aarón y el dardo de
Ares.
20
El adepto entiende que habla aquí de los metales alquímicos producidos por reincrudación, o sea el regreso al
estado simple de los cuerpos metálicos vulgares.
21
Tratado reimpreso en Le Triomphe hermétique de Limojon de Sain-Didier.1699.p.18
104
También hay un documento que precisa que en el Colegio Canterbury en Oxford,
el Mayordomo anotó en sus cuentas que “se dieron veinte peniques como glove money
(dinero de guante) a todos los masones ocupados en la reconst rucción del Colegio”.
En 1423 en York (Inglaterra) diez pares de guant es fueron suminist rados a los
albañiles (“setters”) con un costo total de dieciocho peniques.
En Inglaterra, en las épocas isabelina y jacobina (1558-1625) los guantes tenían
un prestigio que es difícil comprender en la actualidad. Se trataba de un artículo de
lujo, poseedor de mucho simbolismo, y constituí an un regalo apreciado. El guante
significaba entonces un profundo y recíproco vínculo entre quien lo daba y quien lo
recibí a.
Los guantes eran un regalo acostumbrado en el Año Nuevo, que a veces era
sust ituido por el “dinero de guante”. Asimismo, los guantes constit uían un obsequio
tradicional de los enamorados a sus prometidas. En la obra de Shakespeare (quien era
hijo de un guantero) Much Ado about Nothing (Mucho trají n por nada), el personaje
femenino Hero declara “estos guantes, que el conde me envía, son un excelente
perfume” (Acto III, escena 4). El payaso en The Winter’s Tale (Hist oria de Invierno)
declara: “si no estuviera enamorado de Mopsa, no debieras tomar mi dinero, pero
estando encantado como estoy, estaré t ambién esclavizado con ciert as cintas y
guantes (Acto IV, escena 4). En Enrique V el rey intercambia guantes con el soldado
raso William (Acto IV, escena 1).
f. LA ESPADA.
106
Hay una gran diferencia entre la espada del caballero en la Edad Media, la del
noble del siglo XVIII y la del masón act ual.
Cuando el Venerable dice al nuevo Aprendiz: "Os ent rego vuestra espada", hay
que considerarla como objet o del mundo profano y no como elemento del ritual
masónico, a diferencia de las espadas de los Hermanos sobre las columnas, la del
Techador, la del Experto o la del Venerable.
La espada también entra en juego durant e el segundo viaje. Un ritual antiguo del
Rito Francés (AGO.), da esta explicación:
Se oye el chocar de espadas. Simboliza las luchas que el hombre está obligado
a mantener para defenderse, para asegurar su exist encia y la de su familia.
Las espadas que veis os anuncian que los Masones os defenderán de ahora en
adelante, si vuestra vida o vuest ro honor pudieran estar amenazados. También os
anuncian que encontraréis en nosotros vengadores de la Masonería si faltáis a
vuestras promesas o si faltarais al Deber.
La idea de protección que dan las espadas apuntadas hacia el neófit o tiene un
sentido más rico. En el momento en que el nuevo Hermano recibe la Luz, todas las
energías convergen en él, para confortarlo, dinamizarlo en la búsqueda que acaba de
comenzar.
Y tras de esta, entregaré al rey de Tulá, a sus siervos y al pueblo que en esta
ciudad quedare de la pest e, de la espada y del hambre. ..
La espada es entre otros el símbolo de la palabra.
... Y de su boca salía una espada aguda de dos filos... (Apocalipsis 1, 16)
Los dos f ilos podrían representar el bien y el mal, el cielo y la tierra, la muerte y
la resurrección...
La espada es también luz, en el sent ido de que su hoja brilla con mil fuegos. Es
rayo, iluminación, conocimiento del bien y del mal. Después del ordenarle, el caballero
ponía su espada al servicio de Dios, para defender su religión y los valores
relacionados con su fe.
Si bien la espada simboliza el combate, a menudo se trata de una lucha interior
contra ciertos aspectos negativos de la personalidad. Esta es la idea que recoge este
pasaje de Mat eo (10, 34):
No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino
espada.
En las leyendas del rey Arturo, la espada aparece como un elemento de unión
ent re el cielo y la tierra, ent re el mundo de la Idea y el de la Realidad.
En este sentido, esta espada debería ser utilizada única-mente para las
Iniciaciones y los aumentos de salario. Una espada normal debería bastar para el resto
de los actos masónicos.
Los Rit os Francés y Escocés Rectificado, como hemos referido anteriormente,
no utilizan la espada sino un compás, poniendo una de sus puntas sobre el corazón del
neófit o. El simbolismo del compás está próximo al de la espada: conocimiento,
ent endimiento...
Hay que reseñar que sólo el Rito Escocés Antiguo Aceptado, con su empleo de
la espada llameante, crea al Aprendiz, al Compañero y al Maestro, mientras que en los
demás ritos el Venerable recibe y constituye, lo que traduce perf ect amente el
significado de la espada llameante.•
g. EL SOMBRERO.
La manera de vestir del s. XVIII imponía que los hombres fueran con sombrero.
No obst ante se sabe por numerosos grabados que los masones asistí an a las Tenidas
con sus ropas diarias. El llevar sombrero, aunque varía según el rito, se remonta sin
duda a est a época.
En el Rit o Emulación las cabezas están desnudas. Algunos text os antiguos
precisan que el Venerable debe llevar la cabeza cubiert a, aunque esta costumbre ha
caído en desuso.
En el Rito Escocés Ant iguo Aceptado y en el Rito Francés los Maest ros llevan
sombrero, aunque únicamente en la Cámara del Medio.
111
En el Rito Escocés Rectificado los Maestros llevan sombrero, sin importar el
grado de la Tenida.
En el Rito Nova Scotia el Venerable lleva un sombrero alto.
En todos los ritos los masones se quitan los sombreros cuando se dirigen al
Gran Arquit ect o del Universo.
El sombrero es posiblemente inf luencia de las cost umbres de las gent es de los
Oficios, que pegaban sus colores distintivos a los bordes de los mismos.
En el Rit o Escocés Rectificado, el Venerable, al final de la ceremonia de
Iniciación, dice al nuevo Aprendiz:
Os hago entrega de vuestro sombrero, pero no debéis cubriros con él sin el
permiso del Venerable Maestro.
h. El TAHALÍ.
Es una banda de cuero o de tela a la que está colgada la espada. El tahalí part e
del hombro derecho y llega hasta el flanco izquierdo, donde se encuentra la vaina.
En determinadas Logias del Rito Francés y Escocés Antiguo Aceptado, los
Maest ros que no tienen puesto de Oficial llevan un tahalí azul cielo adornado con una
escuadra y un compás.
• El collarí n.
En las Logias Azules los Oficiales llevan un collar decorado con el emblema de
su cargo. El collar es generalmente azul cielo. En el Rit o Escocés Ant iguo Aceptado
está decorado con una orla roja.
I. EL BASTÓN O VARA.
Dignidades y Oficiales
.Los Vigilantes
Los Vigilantes son el segundo y tercer mazo de la Logia. El Primer Vigilante, que
supervisa los trabajos de los Compañeros, es además el responsable de la disciplina
en la Logia. El Segundo Vigilante se ocupa de la instrucción de los Aprendices sobre la
columna del norte.
El papel de los Vigilant es está claramente definido en el ritual de Instalación del
Rito Escocés Ant iguo Aceptado:
115
Hermanos Primer y Segundo Vigilantes, estáis llamados a secundarme de la
manera más directa. Mientras yo me ocupo de la dirección general de la Logia, cuento
con vosotros para mant ener la disciplina entre los obreros.
Hermano Primer Vigilant e, os sentaréis al Occident e y observaréis si son
puntuales y aplicados. Deberéis llamarlos al orden si se relajan en su afán. Vuestra
vigilancia debe ser est rict a, ya que seréis responsables de sus fállos.
Hermano Segundo Vigilante, os sent aréis al Mediodía, a plena luz, y tendréis por
misión vigilar la instrucción masónica de los miembros de la Logia.
El collar del Primer Vigilante lleva un nivel, y el del Segundo Vigilante una
perpendicular.
.El Orador
.El Secretario
.El Tesorero
.El Hospitalario
El Experto
.El Tejador
Maestro.
Ecónomo
Maestro de
Ceremonias
/2-
120
Vigilant e \u Vigilante
Pórtico
N
Secretario
Intendent e
121
Maestra de
Ceremonias Techador
Vigilant e
Pórtico
Tejadur
Techador
20 Experto
Organista
Pórtico- Antiguo Maestro. Trat aremos este punto no desde el punt o de vista
inst itucional, por cuant o el mismo se haya det erminado en nuestros Estatutos
Generales y Constitución Masónica.
Mi interés es desarrollarlo desde el punto esot érico, por considerarlo de sumo
interés.
En est e sent ido los Dignatario y Oficiales de la Logia personifican dist intos
aspectos, facultades y act ividades de nuestro ser o del Universo.
Tiene cada uno un significado psicológico. A través de sus act uaciones podemos
ver, cómo funciona el mecanismo de la conciencia en el ser.
De acuerdo con la afirmación, de que “como es arriba, es también abajo”, este
“ser” personificado en la Logia, puede ser desde él, hasta el átomo, el cual es una
logia en miniat ura.
Vemos f uncionando en ésta la Trilogía: Protón, neut rón y electrón. En el
G.A.D. U., vemos asimismo, la Trilogía: Padre, Hijo y Materia.
Entre estos dos extremos esta el ser humano, con la trilogía: Espíritu, alma y
cuerpo. Aun en nuestro cuerpo o personalidad, vemos actuando también la Trilogía,
compuest as por los cuerpos: Mental, emocional y físico.
Esta Trilogía se haya representada t ambién en la Logia por las tres dignidades,
es decir el V: .M:. El 1º:. V y el 2º:.. Por lo tanto, podemos darle a la actuación de cada
uno de estas tres dignidades, la interpretación que corresponde al “ser” que deseamos
considera.
Por cuanto está considerando aquí al hombre y el drama de su descendencia y
ascendencia, debemos confiar a tomar a la Logia, como una representación suya y a
las tres dignidades principales como la personif icación de la actividad de su espíritu
(que denominamos el ser supremo en él) su alma mediadora (su ser superior) y su
122
cuerpo, es decir su personalidad (que denominaremos su ser inferior) sin olvidar por
un momento que él es una imagen del G.A.D.U con todos sus detalles.
A través del drama que se desarrolla en cada Tenida, en el grado de aprendiz,
observaremos el comportamiento del espíritu, el alma y la personalidad en acción.
El V:.M:. En el “Oriente”, personifica la Divinidad, el espíritu, es decir la fuerza
y el poder divino. Se halla situado en el lugar más elevado de la Logia, representando
así, nuestro Ser Supremo. Su imagen debe conf undirse por lo tanto, con la luz de las
estrellas de cinco puntas que se halla det rás de él.
Es, principalmente la expresión de la Volunt ad espiritual.
Se manif iesta a través de la ment e superior. Es el G:. A:. Entre nosotros y el
dador de la vida.
Así, como el mundo mat erial, la personalidad es también, una imagen del mundo
espiritual. Como se ha mencionado, la personalidad es triple, a semejanza de la Tríada
espiritual.
Es por este motivo que nos manifestamos con una doble personalidad, la
superior y la inf erior.
Se dice que tres rigen una Logia, cinco la forman y siete la hacen perfecta,
requiriendo esto últ imo, tres dignidades y cuat ro oficiales. Est os tres principales son el
Ven:.M: : el 1ºV:. y el 2º V:., Es decir el espíritu, al alma y el cuerpo.
Pero para comunicarse entre sí, est os tres punt os del triángulo, se requiere dos
líneas intermedias.
Estos int ermediarios están personif icados, por los Diáconos. Con estos dos
forman cinco.
El Guarda Templo int erno, represent a el sentido interno y los sentimientos del
cuerpo emocional. Se ocupa de nuestra vida interior y de cerrar la puerta de nuestro
Templo para excluir la perturbación de prof anos cuando realizamos nuestros trabajos.
El Guarda Templo Externo, representa los cinco sent idos del cuerpo físico.
Estos const ituyen los medios de contacto con el mundo exterior, es decir el medio
exterior del Templo y el medio que nos va a permitir adquirir el conocimient o del
mismo.
Hast a aquí hemos considerado a la logia en función del ser; pero ella es
asimismo, un instrumento de Luz o de energía.
Así como la Luz, al pasar por el prisma se divide en siete rayos o colores, la
fuente de Luz del Orient e simbólico, al pasar por el Ser, representado por la Logia, se
expresa a través de siete rayos o canales de luz. Los mismos se manifiest an como los
siguientes fenómenos:
1. La voluntad.
2. El amor.
3. La inteligencia.
4. La tendencia hacia la armoní a a través del conf lict o de opuestos;
5. Cierta leyes Universales, en las cuales se funda la ciencia concreta.
6. La devoción.
7. El Orden.
Así como hay tres colores primarios y cuatro secundarios, también hay tres
agentes primarios y cuat ro secundarios, para la manifestación de estas energías en
nuest ro ser. Los primeros tres, como quedo señalado, son los fenómenos de la
voluntad, el amor y la int eligencia. El mismo se expresan a través de esas facultades
de nuestro ser, que lo personifican, respectivamente el Venerable Maest ro, en 1ºV, el
2º V en la Logia.
Las cuat ros energías secundarias, se expresan a través de las siguientes
facultades, personificadas en la Logia.
La tendencia hacia la armonía a través del conf lict o de opuestos, se manif iesta
en nuestra naturaleza física y est a personificado por nuestro Guarda Templo Externo.
Es muy significativo que se halle fuera del templo.
Representado las Leyes que rigen el ser y det erminando las consecuencias de
sus act os, esta el Orador Fiscal, para cuidar que se cumplan.
a. libertad:
c. La frat ernidad.
128
El triangulo de la L. . . I. . . F. .. descansa sobre el lado de la Fraternidad. Sin
ella, la Masonería no puede cobrar su sent ido pleno, sin ella la construcción es débil.
Como uno de sus componentes, la Logia debe cult i var la cohesión de sus miembros,
sin la cual será muy difícil alcanzar el nivel adecuado de funcionamiento y rendimiento.
Son f undamentos de cohesión las labores de equipo: compartir el ágape en la sala
húmeda (aunque sea f rió), organizar salidas familiares, promover conferencias, Llevar
a cabo Tenidas blancas, edit ar boletines, revistas, etc. Hay que marcarse metas y
proyectos colectivos. Hay que realizar en t oda su profundidad la clave “unir lo que esta
disperso”.
FRATERNIDAD
IGUALDAD
En Masonería, fraternidad quiere decir”hermandad” esto esta claro. Pero en la
Masonería la hermandad está ligada por lazos espirit uales, ya que no se t rat a de una
simple organización profana, sino que tiene un carácter eminent emente iniciát ico y por
lo tanto sagrado.
Es el fin de la libert ad y la igualdad. Es la meta de ambos. En relación con los
ant eriores peldaños, es tolerancia en relación con la libert ad y comprensión con la
igualdad. La frat ernidad entendida como una sólida unión, de afecto o de buena
correspondencia ent re hermanos o entre las personas que nos trat an como tales, debe
ser ent endida en una forma generalizada, en el sentido, que su esencia sirva para unir
a todos los individuos de la especie humana.
En el proceso social conocido como la Revolución Francesa, esta palabra
confusa(fraternidad) no se podía adquirir ni conservar en apenas una semana. Parece
ser, que durante la revolución francesa, quien la demandaba, la ut ilizaba y se
identificaba con el bíblico encuentro de Caín y Abel: ”sé mi hermano o te mato”.
Muchos intelectuales se preguntaban, si tal recurso no sirvió para suscit ar la
violencia, especialmente durante la época del Terror.
Muchos reflexionaban:
¿Qué relación tiene ella, con la libertad, la igualdad y la unidad indivisible de la
República?
¿Es un sentimiento que revela una virtud, un deber, un principio político, una
visión jurídica?
¿Qué significa” fraternidad” en los principios fundamentales de la act ual
República democrática Venezolana?
Los ideales de Libertad, Igualdad y Frat ernidad, deben esparcirse como el aire,
para que llegue a todos los seres sin distingo de raza, color, cultura, religión o
creencia, con regocijo.
129
La fraternidad, debe considerarse, como la suma y el complemento de la libertad
individual y de la igualdad espiritual, de las que constituyen la adaptación practica,
siendo como la base del triángulo, formada por esas dos lí neas divergentes.
La frat ernidad, es pues, tolerancia con relación a la libertad y comprensión con
relación a la igualdad, manif iesta en desigualdad. Es además, la relación que la
Masonería establece, entre sus miembros, como núcleo y ejemplo de la que debería
existir entre todos los hombres.
Comencemos a hacerlo contando, como en los buenos cuentos, que había una
vez... en el Londres de 1717, cuatro Logias de entre las muchas existent es, o mejor
dicho subsistent es, que como t odas, estaban ya integradas por muy pocos
construct ores y muchos Hermanos aceptados 2 2 .
En estos ‘’talleres’’ encontraban refugio lícit o para comer bien, brindar mejor y
protegidos por un manto de reserva, - intercambiar sus ideas liberales. 2 3
Se unieron pues y formaron una altisonante Gran Logia cuyo primer Gran Maestro fue
Antonio Sayer que en su único año de Venera turra solamente logró int egrar otras dos
Logias al incipiente cuerpo. Lo sucedió Jorge Payne( 2 4 ) , activo y emprendedor
ant icuario, que dio a los trabajos un ritmo ext raordinario, amplió las Columnas, se
dedicó a reunir y compilar documentos y manuscritos referidos a la hist oria, usos y
reglamentos de la ant igua masonería Operativa 2 5 y redact ó las treint a y nueve
22 “aceptado” en el sentido de admitido o adepto/dentro de las logias de masones operativos) sin ser del oficio.
23 Estas ideas liberales estaban de acuerdo a lo que podemos llamar la “Evolución” inglesa por oposición a la
“revolución” francesa. John Locke/1632-1704) con su “ensayo sobre el entendimiento humano”, publicado unos
50 años ante de la fundación de la Gran Logia de Inglaterra, abre sus puertas a una nueva forma de considerar
al hombre, ya no como un elemento del régimen patriarcal de la Edad Media, ya no como un integrante de las
Guildas que le eran necesarios para ser más fuerte. Son las labores de la ilustración y comienza a imponerse
una concepción antropocéntrica. El hombre vale como individuo y no como integrante de una familia o gremio.El
ingles Francis Bacón/1561-1629) proclamo la preeminencia de la investigación científica. René Descarte(1596-
1650) LANZA SU REVOLUCIONARIO”PIENSO, LUEGO EXISTO” La ilustración a pesar de sus ideas liberales, no
logro abstraerse del “machismo” medieval. La muerte siguió teniendo una función principal dentro de la
sociedad, la de ser madre. La exhortación de ampliar conocimientos era dirigido solamente a los hombres,
mientras que las mujeres continuaron sometidas a una educación llena de prejuicios. He aquí la causa por la
cual se estableció que las logias debían estar solamente integrados por hombres.
24 Lo sucedieron:1719 Teófilo Desaguliers, 1720 reelección de Jorge Payne,1721,22, Duque de Montagú
Europa(Italia, Francia, Alemania, Escocia, Inglaterra) que llegaron a manos de Payne.(como el Poema Regio de
1399 y el manuscrito de Coocke de 1430) Pero no todos, pues muchos masones aprensivos, temiendo por las
consecuencias que podría acarrear la difusión de sus secretos, destruyeron parte de documentos de valor
131
Ordenanzas Generales. El fue quien le encomendó a Jaime Anderson la revisión de sus
trabajos con el fin de que aquellas Antiguas Ordenanzas se adecuaran a la nueva
organización.( 2 6 ) Corría el año 1721. El pastor Anderson, con inigualable ent usiasmo,
terminó su trabajo en el increíble plazo de tres meses, present ándolo a una Comisión
que lo sometió a exhaustivos exámenes, siendo finalmente aprobado e impreso en el
año 1723 bajo el t ítulo de
Doctor en Filosofía, sino también su calidad de predicador presbiteriano, que le permitía un dialogo adecuado
con los masones católicos irlandeses, los anglicanos ingleses y los presbiterianos escoceses, temeroso de las
reformas que se proponían.
27 En la edición de 1738 muchas de esas inexactitudes fueron corregidas.
28 Creó una cronología poco científica, para ubicar una historia del arte de la construcción, que comienza con la
presentación de Adán como primer masón y partiendo de Caín recorre toda la descendencia de éste. Paso por
Noé y llega a Abraham. Asiría, los israelitas invadiendo la tierra de Canaán, Egipto y sus pirámides, Moisés,
Salomón, el templo, la mención de Hiram. Jesús, Grecia y sus ricas construcciones, Pitágoras, el Imperio
Romano, las invasiones bárbaras y Britania.
29 Las antiguas leyes Fundamentales/Leyes Generales de la Sociedad) o Reglas para los Francmasonería de los
antiguos documentos de la Logias de ultramar, de Inglaterra, de Escocia y de Irlanda, para uso de las Logias de
Londres, las que deben leerse siempre en la ceremonia de recepción de un nuevo hermano y siempre que el
maestro lo crea oportuno”
132
La cuarta parte y final contiene las Aprobaciones y cuatro cant os masónicos.
Hagamos una síntesis muy apretada, obligada por el carácter de est e trabajo.
Siglo III, los Bárbaros comienzan a invadir el Imperio Romano. Para defenderse de
ellos, los nativos más poderosos construyen las primeras vallas protectoras de madera,
tiempo después reforzadas por obras de albañilería.- que se convertirían en
verdaderas ciudades medievales, cuyos habitant es estaban razonablemente prot egidos
de las hordas invasoras, aunque se obligaran con ello a aceptar una situación de
servidumbre en favor del señor f eudal y a pagarle impuestos a cambio de su seguridad.
Año 1000, siglo XI. Recuperado el cristianismo, exhumadas las reliquias que se
escondieron para que los Bárbaros no las destruyeran, ya los oratorios de madera no
cumplían con las condiciones de seguridad y beato ambicionadas por los monjes. Y así
comienzan a construirse gran cantidad de abadías y monast erios por toda Europa.
En el siglo XII florecen los artesanos dedicados a const ruir palacios y edificios
sagrados. Destacada actividad se atribuye en esta etapa a los monjes benedict inos de
la Abadí a de Cluny( 3 1 ) que poseí an una impresionante biblioteca, cent ro cult ural al que
acudí an nobles y religiosos para ampliar sus conocimientos. Junto a los monjes
dedicados a la filosof ía y a la ciencia, nos encontramos allí con el grupo llamado de
‘’monjes operari’’ que eran excelentes arquitectos y se dedicaban a la construcción de
edificios. Lo mismo puede decirse de los cistercienses de la Abadía de Citeaux. ( 3 2 )
33 “Cofradías Legas”
133
No podrí a decirse de muchos de estos operarios que fueran totalmente libres,
sino que en general estaban somet idos al poder de los propios monjes o en otros casos
dependí an de reyes y clérigos.( 3 4 )
Es fácil aceptar la tesis de que elementos bíblicos propios del Antiguo y del
Nuevo Test ament o f ueron int roducidos en el bagaje ideológico de la Masonería
operativa por los monjes benedictinos (Ver llamada 11), así como los anglicanos
contribuyeron posteriormente al esquema doctrinario de la Masonería especulativa.
Pero la demanda de servicios permitió que los artesanos laicos aumentaran poco
a poco su independencia y ampliaran sus conocimientos 3 5 , constituyendo las primeras
Corporaciones de Constructores, de Masons en inglés o de Maçons en francés( 3 6 ).
34 Es lícito suponer que estos monjes no limitaron su actividad a Francia, sino que Alemania, Inglaterra y otros
países europeos también gozaron de su dirección de obras, con lo que podría ser acertado considerar que este
es un verdadero puente que une los diversos puntos geográficos en lo que se desarrollaron las asociaciones de
constructores.
35 Importante fue la contribución de los conocimientos adquiridos por los cruzados (siglos al XIII (de los
fue en el año 1356, en Londres. Esta se puede considerar la fecha del nacimiento de la masonería
documentada.
37 En 1350 el Parlamento inglés usó esta expresión en un laudo de salario de obreros.
38 Guilda, palabra de origen sajón: gild, guiad o geld una de cuyas acepciones era la de contribución común a un
tributo.
39 De discutida vinculación con el Orden de los Templarios, creada en 1118.
40 La francmasonería era el único oficio itinerante y los continuos viajes permitían a los obreros un intenso
comienza a nombrarse ya en el siglo X pero en el año de 1070 su existencia es indudable, cuando comienza a
construirse la catedral de CORK.
134
formas de ayuda mutua en caso de que uno de ellos sufriera una crisis pecuniaria o
familiar. ( 4 2 )
A comienzos del siglo XVIII, año 1700, culminó el proceso que llevó a las Logias
de artesanos a una situación crítica: la I glesia había ido perdiendo poder económico.
Las ideas iluministas se imponí an entre la elite intelectual y la nobleza. La instrucción
de las masas se increment ó con el desarrollo de la imprenta que Gut emberg había
descubierto en el siglo XV. El art e retomó su riqueza clásica. Los reyes propiciaban
revolucionarias técnicas de construcción más acordes con los nuevos tiempos. ¿Cómo
podrí an estas asociaciones profesionales mantener la situación privilegiada que habían
tenido hast a entonces? Comenzaron a admitir en sus columnas a filósofos, alquimist as
y cabalistas mí sticos, ( 4 3 ) junto a miembros no profesionales pero influyentes en la
corte, en la Iglesia, en la ciencia, en los grupos de profesionales libres, en el comercio
o en círculos intelectuales( 4 4 ). Est os miembros simbólicos fueron convirtiéndose en
mayoría, dándose así el fenómeno de transformación de la Masonería Operativa en
Especulativa. Pero debemos aceptar la evidencia de que los construct ores medievales
son parient es muy lejanos de los modernos masones nacidos en 1717. Incluso los
términos ‘’Masonerí a Operativa’’ y ‘’Masonería Especulativa’’ pertenecen a una
terminologí a propia de los masones ‘’acept ados’’. Las piedras dejaron su lugar a las
ideas y el objetivo ya no fue el de elevar catedrales en honor a Dios, sino el de
propender al bien de la Humanidad.
Tales son las recreadas y sublimadas por aquellos autores que tratan de
explicar los orígenes de la Orden con af irmaciones que aunque improbables no son
imposibles y cuya legitimidad está dada en parte por el propio Anderson en la
introducción a sus Const ituciones. Así es como nos encontramos con desarrollos
pseudo históricos que nos llegan a hablar de los principios masónicos present es en las
teogoní as unitaristas de la India o en el trideísmo de Manu que daría lugar siglos
después al sistema de castas de los brahmanes. I gualment e se han llenado infinidad
de textos con las elucubraciones de aquellos que ven a Zoroastro (Zarat rusta, VI I
A. C.), -el creador de los primigenios Mist erios enseñados a los Magos Persas,- como el
maest ro de los Maestros Masones. No menos fabulosas son las exquisit as
“aceptado” John Boswell, en Edimburgo. Con ello comienza un proceso que permite afirmar que en el año 1700
casi no existían, tanto en el continente como en Inglaterra, masones operativos.
135
proyecciones míst icas de quienes encuentran que nuest ros antecesores directos son
los sacerdot es egipcios que practicaban los Misterios de Isis y Osiris. O los
Dionisíacos (VIII A.C.). O los cretenses ( I I A.C.). O Pitágoras (VI A:C:). O los obreros
de los Colegia Fabrorum.( 4 5 )
e. Ret rogradación
f. Conclusiones.
45 A Numa Pompilio/siglo VII a.c.) uno de los fabulosos reyes de la roma primitiva, se le atribuye la
organización de los oficios y profesiones bajo este nombre.
46 En el libro 1 de Reyes y en Crónicas II de la Biblia se encuentran los elementos constitutivos de la leyenda de
Hiram, tan importante en Grados superiores. Pero solamente sus componentes básicos, ya que la leyenda, tal
como hoy la conocemos, recién apareció posteriormente, posiblemente a mediados del siglo XVIII. Recordemos
que el Grado de Maestro es introducido en 1738 y que recién en 1760 se aprueba el uso de la Biblia en los
trabaos masónicos.
47 “Antología Masónica” de Ambrosio Peters
136
Muchas de las normas que rigen el funcionamient o de esta Institución, encuentran su
paralelo en los rituales masónicos.( 4 8 )
Qué cabe decir entonces de todos los símbolos, las leyendas y los intent os de
asimilación histórica que hoy conocemos? Vimos ya que muchos de los sí mbolos
provienen de la etapa operativa, y se les dio un signif icado ‘’especulativo’’
ejemplarizante. Las leyendas con base bí blica fueron recreadas para que cont uvieran
una enseñanza moralizadora. Pero su núcleo puede t ambién ser encontrado por el
investigador a lo largo de toda la historia del mundo, en todas las civilizaciones.
Porque las ideas tienen vida propia y por lo tant o se desarrollan y multiplican sin
ninguna relación temporal: desde el momento en que el hombre consolidó su dominio
sobre la naturaleza y creó mét odos para saciar más cómodament e sus apetitos, pudo
elevar sus ojos hacia las est rellas y comenzar a soñar con una vida mejor. Pan y
fantasía.
Por qué los masones debieran ser entonces una excepción? China, India,
Persia, Judea, Egipto, Grecia, Roma, pudieron muy bien haber formado un sist ema
cult ural donde construcciones cosmogónicas, altas reglas morales y principios
altruistas t raducidos a estructuras religiosas, hayan contenido elementos coincident es
con los que sost ienen el edificio masónico. Su identidad casual o su adopción por la
Masonería les otorgan nueva vida y los adaptan al mundo de hoy. Est o es válido a
pesar de la fragilidad de los vínculos y aún de las contradicciones que se presentan en
muchos de los eslabones que forman esta hipotét ica cadena. Y su aceptación
condicional es constructiva, aunque sea ajena a la realidad hist órica.
En definitiva, la Masonería no vino de, sino que f ue a las f uentes, para incluir en
su doctrina principios de valor universal e int emporal. Míticos o reales, brindan una
armoniosa base para construir un firme camino ideológico. Recordemos que también la
Masonería ha sido calificada de utópica por querer superar las condiciones del mundo
profano, tratando de volar como ICARO. 4 9 Quizá la pretensión de acercarse a la verdad
constit uya una aventura igualmente peligrosa.
Enfrentémosla practicando con la imaginación abierta nuestra ciencia de la
moral, buscando respuestas tras los ricos velos de nuestras alegorí as y respondiendo
calurosamente al incentivo intelect ual que nos brinda la luz de nuest ros símbolos.
Liberemos nuestras alas y dejemos que nos remonten para superar los vicios
mundanos, perfeccionarnos, luchar por el bien y const ituir un ejemplo para los
profanos en un mundo que parece haber perdido el rumbo y avanzar inexorablemente
hacia su aut odestrucción.
Este autor agrupa en varias escuelas las tendencias que tratan de explicar el
Origen de la Masonería de la siguiente manera:
a. LA ESCUELA AUTENTICA.
50
C.W. Leadbearter. Historia de la Masonería.31( 1987)
51
R.F.Gould. Historia de la Masonería.345(1967)
138
Algunos antropólogos se han dado a la t area de recolect ar ent re los grandes
descubrimientos arqueológicos, considerables cantidades de material iniciáticos de los
pueblos ant iguos y modernos que estén o tengan relación directa con la Institución
Masónica.
Se han encontrado muchos de nuestros símbolos en las pinturas nat urales, en
tallados, esculturas y en las edificaciones de las principales razas y civilizaciones del
mundo.
Esto ha traído como consecuencia que el origen de nuest ra inst itución, corre
paralelo al de los inicios de las grandes civilizaciones conocidas en la antigüedad.
Podemos resumir que esta escuela nos permite tener una clara revelación de la
inmensa antigüedad que tiene nuestra simbologí a masónica.
Sin embargo a esta escuela le podemos criticar, que no todos los ritos y
símbolos enseñados y pract icados en la antigüedad tengan o puedan imputársele
alguna influencia a la institución masónica y menos aun t ener base para establecer un
campo de investigación sobre los orígenes de la inst itución.
Esta escuela ha tenido el avance de la antropologí a y las investigaciones que en
ella se han hechos ponen a las claras que cualquiera que sean los eslabones precisos
para explicar nuestro origen los masones, somos los guardas y custodios de antiguos y
grandes secretos muy antiguos, que han sido puestos en nosotros con una gran
devoción.
Esta escuela nos indica que la masonería es un plan para el desarrollo espiritual
del hombre y su desenvolvimiento.
Los autores de est a escuela basándose en su propia experiencia espirit ual
declaran “que los grados de la Orden son sí mbolos de ciertos estado de conciencia que
se pueden despertar en el Iniciado, si aspira a ganar los tesoros del espí ritu“ 5 2
La meta del místico es la unión consciente con Dios, en cambio la masonería
sirve para delinear una senda hacia la meta e indicarnos un plan, valga la expresión,
para elevar nuestros pasos hacia Dios.
Los místicos muchas veces están más interesados en la interpretación, que en la
investigación histórica.
No exist e interés en ellos en la búsqueda de nuestros orígenes, sino más bien
vivir de acuerdo con los símbolos de la Orden para obtener la realidad espiritual de la
cual estos sí mbolos son sus sombras.
Pero sostienen que la masonería est a relacionada con los antiguos misterios,
que t enían precisament e el mismo propósito: “El de ofrecer al hombre un camino, para
poder encont rar a Dios. ” ( 5 3 )
52
Jung. El Misticismo.321.( 1978)
53
Jung. Obra citada, Pág. 234
139
Critican además que el masón moderno ha olvidado tales enseñanzas y hacen
de nuestros ritos en la actualidad puras formas vanas.
d. LA ESCUELA OCULTISTA.
Desde el inicio de los tiempos, una de las caract eríst icas del ser humano ha sido el
afán de conocer, comprender e identificarse con su realidad objet iva y t rascendente.
Esta sed et erna de espiritualidad y saber se ve acentuada hoy en día, dado el
creciente mat erialismo que vive y suf re el mundo, con particular énfasis en occidente.
En la actualidad es frecuente el redescubrimiento o resurgimiento de ant iguas
escuelas de pensamiento, junto a la búsqueda de nuevas formas de ent ender y aplicar
los ideales que éstas post ulan.
No obstante el aparente avance de la civilización occidental, cabe decir que en
el fondo, los problemas a los que se enfrenta la Humanidad hoy, son los mismos de
siempre, aunque puedan tal vez ser dist int os las condiciones y los aspectos inmediat os
del entorno, según el tiempo y el lugar. Así también las soluciones.
De ahí que la propuesta profunda de la Francmasonería tenga una vigencia
permanent e, aunque en su expresión externa siempre haya tenido que adaptarse a su
circunstancia espacial y t emporal, a fin de mantenerse acorde a las condiciones que le
ha marcado su entorno histórico.
Ahondar sobre el origen y la evolución histórica de la Masonería es algo
complejo, sobre todo por la tradición oral pract icada por la Orden hasta comienzos del
siglo XVIII. No obstant e, es importante resaltar que para poder tener una visión amplia
y completa de su verdadera esencia es necesario y hasta imprescindible distinguir muy
bien entre sus dos aspectos inseparables:
En su misión positivamente transf ormadora del ser profundo del individuo, est o
es, en su esencia interior, vinculada con su entorno trascendent e; y
Es decir, en su acción objetiva al exterior, donde ha act uado como promotora del
mejoramient o integral del ser humano, requisito sine qua non para el progreso de sí
mismo, de su familia, de su comunidad, de su país y del mundo.
En cuanto al primer aspect o, hay quienes afirman que los orígenes de la
Francmasonería se remont an a la época adámica, pasando por los const ructores del
ant iguo Egipto, los del Templo de Salomón en Jerusalén, etc.. Lo ciert o en cualquier
caso, es que la enseñanza de la Tradición Universal, dif undida por las sociedades
iniciáticas desde la más remota antigüedad, preparó y ha sido el motor, la razón de
ser, de todo aquello que se denomina “doct rina masónica”, comunicada por el
simbolismo, en particular a través de los emblemas y alegorí as del Arte de la
Construcción.
Desde las épocas más ant iguas, toda construcción tiene a un lado un lugar
que hoy todavía se denomina “Logia” (del sánscrito LOKA), equivalente a la actual
“residencia de obra”. Ahí se reuní an los obreros, divididos jerárquicament e según su
destreza, talento y antigüedad en el oficio, en tres grados: Aprendices, Oficiales y
Maestros. La Logia era dirigida por el colegio de Maestros, encabezado por el
Maestro de la Obra.
En la Logia, los Maest ros perf eccionaban los oficios, planeaban el trabajo,
dividían y organizaban las tareas de la Obra, de acuerdo a la especialidad, aptit udes y
experiencia de cada uno de los miembros del grupo. El t rabajo no tenía solo un sentido
mat erial, también poseía un fondo religioso, místico.
Y es que el obrero sabía que con su trabajo no solo contribuía a la
edificación material de un inmueble, sino también al establecimiento y permanencia
de la Tradición, representada y expresada en la doctrina religiosa (recordemos por
ejemplo, que la Guerra Santa en Europa duró muchos siglos). En la época
medieval, los obreros de la construcción (civil, religiosa, milit ar) se agruparon en
Ghyldas o corporaciones gremiales, de acuerdo a las distintas especialidades que
intervienen en el Arte de la Const rucción: canteros, albañiles, carpinteros,
vidrieros, herreros, etc.
Tiempo después, durant e las cruzadas, los Templarios necesitaron de artesanos
de la construcción para edificar los inmuebles (hospitales, albergues, t emplos, etc. )
que fueron disponiendo a lo largo de todo el trayecto a Jerusalén, de tal modo que
muchos construct ores t uvieron que separarse de sus Logias originales y partir
individualmente a los lugares del camino a Tierra Santa donde se requería de sus
servicios. Fue así que nacieron los Masones Libres o Masones Francos
(Freemason, Francmacon).
El valor del trabajo del constructor libre en un mundo dominado por el criterio
feudal del vasallaje iba más allá de lo material, implicaba t ambién el compromiso que
cada partícipe de la obra asumía por propia convicción personal. De esta manera,
143
mientras los Iniciados en el Arte eran conscientes del significado profundo de palabras
y símbolos, de la luz y la oscuridad, del volumen y vacío de cada espacio, de la forma
de cada piedra y su lugar preciso, el vulgo se quedaba sólo con el aspecto externo o
profano de la construcción.
Ese era el mismo tiempo en que los alquimistas dedicaban su
cuerpo y alma a la búsqueda de la Piedra Filosofal, indispensable para
convertir el Plomo en Oro; al encuentro de la Fuent e de la Et erna
Juvent ud, de obsequios inagot ables. Mientras los profanos los tildaban de
locos, diablos o hechiceros, los Iniciados en el Arte Alquímico extendían
la primera, como emblema de la Sabiduría, capaz de t ransf ormar la
energía humana en fuerza const ructiva, tanto en lo espiritual como en lo
material, y la segunda, como representat iva de la Iniciación, único
sendero que conduce hacia la Fuente perenne de la Tradición Universal,
cuyo fluir inf inito trasciende la fútil exist encia física del ser humano.
Los Masones, convencidos de que tanto la material de la
edif icación, como la tarea espiritual del perfeccionamiento humano, solo
puede ser viables posible y realizables mediante la Unión, la Solidaridad
y la colaboración entre individuos libres, honrados responsables,
transmitan de boca a oí do en sus reuniones privadas en las logias
conocimientos científicos, art íst icos y filosóf ico, a efecto de hacer el
trabajo acorde con la Gran Obra, t al como ha sido tradicional en las
escuelas iniciáticas desde la más remot a antigüedad.
Para hacer nuestra historia todavía más int eligible nosotros debemos llevar la
dist inción entre los Francmasones eche ramas de la dest reza del edificio temprana y
otras ramas a un punt o más lejano. En los Decimocuarto Siglo varios Francmasones
(aunque no t odos ellos) empezó a organizar las Casas permanentes. Después de esa
fecha cualquier poderío del Francmasón dado o no podría pertenecer a uno de esas
Casas. Un paso extenso vino cuando entre las dos o trescientas Casas en Bretaña
unos de ellos en Londres prepare una Gran Casa en 1717 D.C. ; cada uno y cada Casa
regular o Gran Casa ahora en los rastros mundiales su hist oria a esa Gran Casa.
La línea de nuestra historia puede dibujarse por consiguiente simplemente: de la
Destreza general de Albañilería (o construyendo) a través de la rama de él la
Francmasonería, a través de las Casas permanent es primero preparadas entre los
Francmasones en el Decimocuarto Siglo, llamó al f inal de las Edades Oscuras, a través
de la Gran Casa preparada en 1717 D. C., por unos de esas Casas permanentes.
Nosotros vinimos de la Albañilerí a Operat iva Medieval, pero nosotros vinimos de él con
ese camino del part icular; en cada año desde el principio, las áreas grandes de la
destreza del edificio han permanecido fuera del área que ese camino ha cruzado. Se
llamaron arquitectos los Francmasones en lugar de Albañiles en parte porque ellos
estaban en una fraternidad y libre para mover sobre, en parte porque ellos trabajaron
en el libre-piedra, y en parte por varios ot ras y menores razones - la palabra en sí
mismo puede decirnos pequeño sobre nuestra historia.
Los Francmasones estaban en una clase aparte de ot ros Albañiles porque sus
edificios estaban en una clase apart e de los ot ros edif icios.
146
Pero no era esta superioridad del arte de arquitectura a otra construcción del
edificio que exclusivament e les dio su gran superioridad a los Francmasones en las
Edad media. En el período largo ent re el fin de las Edades Oscuras y la Ref orma en
que había un analfabetismo general y las ciencias fueron prohibidas, la arquitectura
era el único art e para alcanzar la grandeza, y al lado de la propia iglesia logró más
para f ormar el mundo de las Edad media que cualquier ot ra agencia - aun ahora las
Edad media se represent an a menudo o est aban por un cuadro de una catedral.
Los francmasones eran entonces qué especialistas en las puras ciencias es
ahora, los hombres escogidos, de habilidad nativa extraordinaria y talentos; ellos se
dieron un entrenamiento largo y severo y educación en un sistema de aprendizaje, y
ellos cada uno tenía que ser igualmente adepto diseñando, geometrí a, const ruyendo el
plan, la ornament ación, la entalladura, la escultura - ellos tení an que ser los amos
pasados en el uso de piedra que más gran y más difícil de todos los materiales con que
los hombres han tenido que trabajar alguna vez.
Y desde las estruct uras que ellos diseñaron y const ruyeron no sólo era para el
uso público pero también en su plan y la ornament ación t enía que expresar el espíritu
e ideas de religión, gobierno, educación, y sociedad los Francmasones const ruidos al
centro de esos reinos de cultura porque su trabajo los llevó allí ; para más de dos siglos
ellos eran los hombres supremos en Bretaña y Europa para su inteligencia,
conocimiento, habilidad, y carácter.
Ninguna otra sociedad en el mundo puede parecer atrás a un linaje más noble
que nuestro propio.
Nuestro orgullo en ese linaje casi podría ser tan grande como se tiene los
Francmasones Operativos no hechos nada más de cont inuar a un nivel normal de
excelencia la arquitectura romana vieja, Romanesque llamado que ellos habían
recuperado del resto de las Edades Oscuras; pero pasa eso en el duodécimo Siglo
ellos hicieron un gran nuevo descubrimient o de su propio qué est aba época-haciendo
eso así en la historia entera de la arquitectura del mundo sólo un otro descubrimiento
(el griego) puede compararse con él.
Ésta era su invención del Est ilo del Gótico extraordinario, sumamente nuevo.
Era est e estilo que hizo las catedrales posible (1500 de ellos), y qué después de que
había colado abajo a cosas así detalla como el plan de bot ones y la forma de cart as
escrito del alfabeto dio a Europa que la forma, formulario, y color que en las materias
todo cult urales se significan por” Medieval.” Sacó a un Francmasón que era un nuevo
tipo de hombre que dominó art es y ciencias no conocido a otros en el moment o, un
hombre como grande en la mente como en la habilidad.
Ese desarrollo del part icular dentro de la extensión ancha de la Destreza del
edificio que finalmente llevó a nuestra propia Fraternidad podría haber ocurrido si
todos los arquitectos para muchas generaciones no hubieran estado exclusivamente
especializados en el Estilo gótico, pero probablemente no habría hecho para que; por
147
consiguiente 1140 D. C., la fecha del primer edificio gót ico, es importante en la historia
de Francmasonería.
El trabajo de usar un martillo y cincela en un bloque de piedra era único entre
muchos elementos en la Fraternidad de Francmasones. Un Francmasón tenía su familia
con él; si él tuviera un aprendiz que aprendiz era tanto una part e de su propia f amilia
como un hijo adoptivo; se agruparon las familias de los Francmasones al trabajo en el
mismo lugar en un cuarto separado, o barrio; los Artesanos al trabajo, su Casa, y su
barrio, junto con todo perteneciendo a cada uno de ellos, comprendió a la Comunidad
Masónica; y las reglas y regulaciones, con las responsabilidades de los Funcionarios,
incluido su Comunidad y sólo no se rest ringió a la Casa. Aprendices tení an el
ent renamient o, mientras adiest rando, la educación. Los Artesanos adultos tení an que
dar tanto de su tiempo a pensar, estudiar, y a diseñar acerca del trabajo con sus
manos, para sin la geomet rí a, ingeniería, y entalladura ellos no podrían hacer nada.
Ellos eran una Comunidad organizada, habí a Funcionarios, reuniones y
conferencias por consiguiente. La Comunidad tení a sus propios fondos, sus propias
observancias religiosas, sus entret enimientos, las fiestas, los deport es, su vida social,
y quiso su propio herido, lisiado, el muerto, las viudas, y huérf anos. En el entret anto el
Estado y la Iglesia nunca esté lejos, y los derechos civiles y las ordenanzas religiosas
ent raron profundamente en la vida diaria del Francmasón para formarlo de muchas
maneras. Mucho (y el escritor presente diría” la mayorí a”) de lo que nosot ros llamamos
la Francmasonería Especulativa ahora estaba hace ocho siglos en la práctica de la
Fraternidad.
Cuando un obispo decidió const ruir una cat edral que él preparó una tabla,
normalmente, con él a la cabeza de él que se llamó una Administración o una
Fundación. Esta Fundación empleó a Amo de Albañiles que eran un Francmasón de
reput ación alta y después de que ellos habían est ado de acuerdo con él en el plan
general del edificio y en los costos ellos y él hicieron un contrat o juntos. Él mandó la
palabra ent onces para los Artesanos. Cuando un Art esano aplicó que él se identificó,
se examinó, y si satisfactorio se firmó adelante, ” su familia para seguir. Cuando un
número suf iciente se firmó al Amo los llamó junt os, y ellos se formaron en una Casa
que cont inuó exist iendo con tal de que el trabajo f uera en marcha y se disolvió cuando
el trabajo fue completado. El primer acto de la Casa era afianzar el albergue para sus
miembros y sus f amilias; su próximo paso era erigir un edificio para su propio uso (a
veces dos), qué también se llamó la Casa.
Este edificio era la oficina principal para el trabajo diario, una sede, y t ambién
se usó a veces como un cuarto de trabajo. Por” la Casa” un cuerpo de hombres
organizado para el solo propósito de trabajar juntos como una unidad se significó, por
consiguiente cuando el Amo tenía las instrucciones en conjunto para est e cuerpo que
él lo llamó en la Comunicación.
Los Francmasones trabajaron según un juego de reglas y regulaciones de su
propio, siglos viejo, entre ellos siendo varios Hit os, y cosas así cuestiona de
148
organización o de trabajo como se levantó en cualquier Casa dada era fijo según esas
reglas; y desde que las mismas reglas est aban dondequiera que en la fuerza que los
Francmasones trabajaron, y cada Aprendiz y Compañero eran bajo juramento nunca
violarlos, era este cuerpo de reglas que dieron su unidad y consistencia a una
Fraternidad que tenía ninguna organización nacional o los funcionarios nacionales, y
hasta que el Decimocuarto Siglo no tuviera las organizaciones locales permanent es ni
siquiera, y qué al mismo tiempo conservó sus reglas y secretos industriales en la
memoria de sus miembros y los enseñó a Aprendices por la palabra de boca.
En un período cuando los Francmasones t enían el uso de ningún libro,
manuales, tratados, o azul-impresión algo que ellos pensaron, o sabio, o puso en
práctica que parecí a o tener el valor permanente tuvo que ser promulgado en el suelo
de la Casa, o el resto tení a que tomar un formulario oral.
Para conservar las tales cosas en su pureza, y para guardar contra la alt eración,
estos formularios tuvieron necesariament e que ser repetidos encima de y encima de;
cosas así forma, así repitió en exact amente la misma generación de det alle después de
la generación, es qué historiadores quieren decir por los formularios, ceremonias, y
símbolos.
Si la palabra” simbólico” se usa como un nombre general para el cuerpo entero
de cosas así arreglado forma ent onces no es una exageración para decir que había
tanto de esta” Francmasonería Simbólica” en los períodos más tempranos de la
Francmasonería Operat iva como allí está ahora en la Francmasonería Especulativa; y
si nosot ros estamos deseosos arriesgarse una encima de-simplificación que nosotros
también podemos decir que si nosotros asimos los ocho o diez siglos de la hist oria de
Francmasonería en conjunto, la única dif erencia fundament al entre la Francmasonería
Operativa en un siglo temprano y la Francmasonería Especulativa ahora, es que un
Francmasón Especulativo no usa la Francmasonerí a como un medios de sust ento, pero
para otro propósito.
Si nosotros tomamos el duodécimo Siglo como el gran período f ormativo de la
Fraternidad, y si nosotros devolvemos a él para ver lo de que era eso ent re los miles
dora y las f rat ernidades en el moment o dieron a la una Fraternidad de Francmasonerí a
que el secreto de sobrevivir después otro dora había perecido, y de desarrollo en una
Fraternidad mundial, los hechos como dado en el párraf o sobre muéstrenos qué
buscar. Cualquier cosa que era que esos Francmasones aprendieron qué sería
conservado a través de los siglos fut uros ellos aprendieron en y de su trabajo; y una
vez ellos lo aprendieron ellos no lo pusieron en el formulario de ideas abstractas, o
doctrinas, o libros (cuando nosotros hacemos) pero lo incorporó en sus prácticas y
cost umbres; en lugar de volverse un libro, o una conferencia, o un credo, se volvió una
ceremonia, o rit o, o símbolo. Los Francmasones como los hombres de ment e de pie
lejos sobre los teólogos, filósof os, y est udiosos de Bretaña para más de dos siglos, y
bajo” teólogos” los tales hombres incluido son como Thomas Aquinas, Abelard, el
Roger Bacón, etc., qué los teólogos pensaron, ellos podrían apuntar en los tratados; lo
149
que los Francmasones pensaron, ellos incluyeron en sus prácticas, costumbres, y
símbolos.
El asunt o de teología los Francmasones dejaron a los t eólogos; ellos
consagraron a sus propias grandes ment es al gran asunto de trabajo, y como se
explicará en detalle en los capít ulos más t arde ellos fueron los primeros hombres en el
mundo hast a que ese tiempo para descubrir la verdad sobre ese asunt o.
Nosotros los Albañiles Especulativos modernos tienen una razón doble por
consiguiente por haber parecido atrás a los padres y fundadores de nuestra
Fraternidad: nosotros les damos la veneración que los hombres dan por todas partes a
los padres y fundadores; y nosotros los admiramos, como también haga a historiadores
de filosofí a y de t eología, como haber sido grandes hombres de pensamient o cuyo el
logro como los pensadores est aba época-haciendo más aun que su descubrimiento del
Estilo gótico en la arquitectura.
Si ellos no apuntaran en un libro las nuevas verdades sobre trabajo que ellos lo
descubrieron no importe; cualquier Masón especializado puede leer el Ritual tan
fácilmente como un libro abierto.
El Período Operativo de Francmasonería se trajo a un cierre y dio el lugar al
Perí odo de la Transición por una serie de event os históricos que, por una de las
coincidencias más extraordinarias conocido en la historia, ocurrió dentro de unos años
de nosotros. Henry el lazo de VIII Gran Bretaña pelado con el Papa y preparó la
manera para la Reforma. ¡El mismo Rey también abolió el dore el sistema - qué se
siguió por el Sistema Mercant il, un período en el negocio y finanzas que el presente -
teórico del dí a en el hallazgo de economía él conveniente olvidarse!
El Renacimiento irrumpió en la flor final, en el formulario de la prensa de la
impresión, los libros impresos, y generalmente cambió el clima mental en Bretaña tanto
como en Europa.
El descubrimient o de América por Colón abrió los acequia-verja a la Edad de
Exploración, un t iempo salvaje y aventurero en que Europa se explot ó encima de todo
el mundo.
La arquitectura gótica dio la manera con una rapidez casi abrupta a un nuevo
estilo en arquitectura que originó en Italia y ha pasado subsecuentemente bajo muchos
nombres, como Clásico, Neo Classical, italiano, Palladian y Reyezuelo. Podrían
guardarse los secretos industriales viejos de los Francmasones Operativos confidencial
ningún más largo después de que la Geometría de Euclide se publicó impreso, junto
con muchos otros secret os menores, viejos en las artes y ciencias.
a. De sus Orígenes:
Hoy hacer una referencia parcial a una Hist oria de la Masonería, es una
empresa casi imposible, como hemos visto en lo expuesto anteriormente . Porque en la
investigación misma, precisament e allí, encontramos razón suf iciente para abandonar
el proyecto al convencernos de que ningún documento histórico podrí a probar
fehacient emente t odas las hipót esis idealistas y las ilusiones románticas que hasta ese
momento nos hacían soñar con una Masonería casi tan vieja como el comienzo de los
tiempos.
Por el cont rario: a medida que t amizamos el mat erial seleccionado para la
investigación nos convencemos de que un cúmulo de hechos históricos verdaderos, se
había mezclado con la expresión de los desvelos que en casi tres siglos dif undieron
especuladores románticos, improvisados narradores, místicos inspirados, filósofos de
la utopí a y aún dirigent es interesados. Todos estos element os cont ribuyeron a
construir una estructura donde las crónicas fidedignas y las quiméricas aunque bellas
leyendas estaban tan íntimamente unidas, que su separación sólo podría ocasionar una
tot al y gratuit a destrucción.
Estamos por lo tanto limitados a la difícil tarea de extraer de esa est ructura los
elementos de la historia que sean comprobables, para poder distinguir el núcleo que
estos forman, de aquellas leyendas que tienen el mérito de aportar un alentador
sentido lírico y un significativo sentido didáctico a nuestro quehacer.
Estas not as int entan resumir las circunstancias hist óricas en que, durant e los
siglos XVI y XVII, se agitaba el nuevo movimient o cient ífico europeo, aún
estrechamente vinculado a la especulación filosófica t radicional de un cristianismo
mimetí zat e.
Recordemos tan sólo que la naciente Astronomía aparecía como retoño de la
ancestral Ast rología, que la Matemática rebrot aba de ent re la flora cabalística y que la
Filosofía reivindicaba su vitalidad impregnada del perf ume de una Teología
omnipresente. Aún erraba Galileo.. .
En el hervidero de inquiet udes en que se produjo la aparición de la nueva
Francmasonería, que era por sí misma una Aventura del Espíritu, surgieron
“aventureros” de los más variados perfiles.
El siglo XVIII fue una magnífica criba de turbulencias en el camino hacia nuevas
met as. Por él deambularon, en torno a la Masonerí a y aun dentro de ella, personajes
inusitados. La apariencia de alineamiento con la tradición masónica era buscada por
muchos que deseaban presentar su “producto” filosóf ico o científico con el marchamo
de los nuevos tiempos.
Hubo “espontáneos” que crearon supuestos ritos masónicos con el deliberado
propósito de embaucar a incautos de similar estirpe mediante pretendidas
“iniciaciones” arropadas de extravagantes t ítulos. Con ello se trataba de satisf acer la
codicia de honores de la acomodada burguesí a emergente.
Aparecieron por doquier, en aquel Siglo de la Luces, detent adores de grandes
“secretos” trascendent ales, antiguos misterios redescubiertos por personajes ilust res,
como el conde de Saint Germain; militares iluminados, como el barón von Hund;
universitarios clarividentes como el profesor Weishaupt, de Ingolstadt, o como el doct or
Messmer, creador del Rit o de la Armonía Universal
Sociedades secretas de ocultistas, de magos, de conspiradores, de erot ómanos,
de gastrónomos o de simples bon vivants. Todos pretendí an estar vinculados, aunque
sólo fuera por la estructura aparente que adoptaban sus fraternidades, o con alguna
tradición paramasónica.
Y no se quedaron atrás ni siquiera los jesuit as, tan int eresados siempre en
recuperar para la Iglesia una Masonería católica (advocación bajo la que antaño había
estado acogida la masonería operativa de const ructores). Se lo “exigió” la defensa de
los intereses de Roma a lo largo de su odisea estuardista en Inglaterra, Escocia y
Francia. Su proverbial tenacidad y su nada desdeñable imaginación, tan hermanas, por
qué negarlo, de la tenacidad e imaginación masónicas, les llevaron a alentar la
aparición de varios de los llamados “grados caballerescos” específicament e ligados al
escocismo estuardista y a la Orden de San Andrés de Escocia. Los ritos críst icos
“templarios” llevan, para muchos investigadores especializados, la marca indeleble de
los “compañeros de Jesús” 5 7 . Recordemos, en fin, las actividades del famoso Caballero
57
En relación con este aspecto de la actividad de los jesuitas durante el siglo XVIII, comenta el maestro
159
Ramsey, precept or de los hijos del pretendiente Est uardo ref ugiado en Roma, a la
cabeza de los primeros escarceos masónico-escocistas en Francia durant e los
primeros lustros del siglo XVIII.
Es verdad que, durante todo aquel siglo, la propia Masonería fue un vivero de
tanteos espirituales al que int entaron adherirse especuladores intelect uales de
diversos niveles. El movimiento masónico era, en sí mismo, uno de los últimos
aldabonazos de la Tradición occidental clásica en el umbral de la nueva andadura que
estaba emprendiendo Europa por la senda de un positivismo racionalista y pragmático
que iba a caracterizar su desarrollo durant e los siglos XIX y XX, Era necesario que en
el mismo crisol masónico apareciesen juntos componentes correspondientes a ambas
concepciones bajo un denominador común de fraternidad que modera, tanto las
euf orias centrífugas de un “progresismo” desvinculante de los principios trascendentes
en los que la Orden ancla su esencia, como los posibles devaneos pseudo espirituales
a los que puede conducir la ausencia de “escuadra” y “compás” en las rutas del
Conocimiento.
En esa dualidad radica la ambivalencia de la personalidad y del quehacer social
de los masones y es, también, causa de la incomprensión y conf usión de muchos
profanos al intentar enjuiciar nuestra historia y nuestros actos puntuales sin considerar
la dimensión iniciática que debe alentarlos.
d. El desarrollo de la alfabetización.
e. La masonería monumental.
Por 3,000BC los egipcios habí an desarrollado un calendario con 365 días al año
de que tiempo sus archivos históricos son exactos. El desarrollo de escribir y la
literat ura cont inuó rápidament e en Sumeria, pero Egipto era supremo en las artes
visuales y arquitectura. Civilización empezó a florezca y la albañilería monument al
desarrolló en una inmensa balanza y con la complejidad inaudit a. Las tres Granes
Pirámides de Giza en Egipto y el Zigura grande de Urnammu en Mesopotamia son
típicos de est e período. Aunque la balanza de arquitectura en Mesopot amia no era tan
grande como en Egipto, era el Mesopotamia de que era más innovador en su uso el
arco que ellos usaron extensivamente en las tumbas.
f. La Masonerí a clásica.
El declive y se cae del imperio romano anunciado el principio del la f ase final en
la evolución especulativa que el período de casi continuo el edificio catedralicio en
Bret aña y Europa que duran por lo menos de 500 hasta 1, 700. Operatorio o Albañiles
del Gremio eran organizados en Inglat erra con real aprobación que fecha por lo menos
de la Asamblea Anual de 926 que eran autorizado y animó por el Rey Athelstan. Las
casas de operatorio Grat uit ament e Albañiles eran organizados bajo la protección de
gremios de destreza, originalment e en el formulario de f raternidades religiosas,
continuando de esta manera hasta Henry, VII I disdotaron t odo las fraternidades
religiosas por el Acto de 1547. Amos de las casas eran responsables para el bienest ar
moral y religioso de su los aprendices ligados por contrato, así como para su
ent renamient o práctico en la dest reza de albañilerí a. Los cargos antiguos testifican a
esto. Está claro del los catecismos viejos y otros archivos de que se han reducido a
nosot ros el las casas operat ivas, sobre todo en Escocia dónde la Reforma era menos,
drástico en su ef ect o, que la instrucción moral era una parte íntegra del las
ceremonias. Las herramientas activas eran claramente vehículos de instrucción moral
de una fecha muy t emprana, como también era varios aspect os del trabajo de un
albañil que se convirtió a las obras simples para comunicar un mensaje.
Éstos fueron adaptados por Dr. James Anderson y otro ritualist a especulativo
temprano en el la preparación de los rituales en el uso hoy. Comencemos a hacerlo
contando, como en los buenos cuentos, que había una vez... en el Londres del año de
1717, cuatro Logias de ent re las muchas exist entes, o mejor dicho subsistentes, que
como todas, estaban ya integradas por muy pocos constructores y muchos Hermanos
acept ados. En estos ‘’talleres’’ encontraban refugio lícito para comer bien, brindar
mejor y, - protegidos por un mant o de reserva,- intercambiar sus ideas liberales. Se
unieron pues y formaron una altisonant e Gran Logia cuyo primer Gran Maestro fue
Antonio Sayer que en su único año de Veneratura solament e logró integrar otras dos
Logias al incipiente cuerpo. Lo sucedió Jorge Payne , activo y emprendedor anticuario,
que dio a los trabajos un ritmo ext raordinario, amplió las Columnas, se dedicó a reunir
y compilar documentos y manuscrit os ref eridos a la historia, usos y reglamentos de la
ant igua masonería Operat iva y redactó las treinta y nueve Ordenanzas Generales.
El fue quien le encomendó a Jaime Anderson la revisión de sus trabajos con el
fin de que aquellas Antiguas Ordenanzas se adecuaran a la nueva organización. Corrí a
el año 1721. El pastor Anderson, con inigualable entusiasmo, terminó su trabajo en el
increí ble plazo de tres meses, presentándolo a una Comisión que lo somet ió a
exhaustivos exámenes, siendo finalment e aprobado e impreso en el año 1723 bajo el
tít ulo de LA
Al recién Iniciado, difícil es hacerle creer a estas alturas que la I nst itución
Masónica, es contemplativa, mística y estát ica, cuando la historia le ha enseñado que
la acción, los movimientos de masas que liberaron a los pueblos del mundo de las
cadenas físicas y mentales, estuvieron encabezados por masones.
Esta obra aclara todas esas dudas y revela el verdadero origen de la I nst itución,
que por varios siglos fue "EL GRAN SECRETO MASÓNI CO"
El masón invest igador podrá darse cuenta, desde la lectura del primer capít ulo,
que la presente obra es una investigación seria, basada en hechos históricos reales, y
no en elucubraciones fantasiosas y descabelladas, por lo que esperamos que esta
nueva edición t enga tant o o mayor éxito que las anteriores, en benef icio de la cultura
masónica.
Saber es Poder
Ahora bien, el actual masón, que vive en un país y en una época, cuyos
intereses no son los de Inglaterra, donde nació el movimiento de Anderson, debe
decidir, con conocimiento de todas las tendencias de la Instit ución, y cual es la que
está en consonancia con su ideología progresist a y con los intereses de su Patria.
Procediendo así cumplirá la doct rina que se le ensaña en la Liturgia de Aprendiz y que
proclama "el derecho de pensar y discurrir, de creer o no creer, fundado en el
conocimiento de causa, y obrar según dicta la razón, y, no conforme a la astucia o
impulso de nuest ros primeros directores", es decir, de Anderson y demás
colaboradores de la monarquía constitucional inglesa. En este sentido nos parece que
el presente punto de vista, tiene el valor de poner al alcance del estudioso un aspecto
poco conocido del inicio de la masonería.
Si el masón lee con detenimient o el cont enido de este trabajo, puede llegar a
una ligera conclusión: que ha caído en un lazo tendido por un hábil teólogo, que t iene
por fin desviar las aspiraciones emancipadoras de los pueblos por un camino cont rario
a sus intereses vitales. En efecto, el ciudadano masón revolucionario, liberal,
republicano y ant iclerical, es calificado por su ideología de "libertino", dentro de la
Masonería andersoniana, que lo obliga a ser "humilde" y "pacifico súbdito del Poder
Civil" y, por lo tanto, enemigo de la Revolución. Si Simón Bolívar digno masón
progresista, hubiera sido un "pacifico súbdito", los Venezolanos no seríamos, hoy
ciudadano, sino súbdito de la monarquía de los descendient es de los Reyes Españoles.
Sí a esta conclusión llegara el masón universal, considerarí amos que nuestro
propósito había sido plenamente alcanzado, pues lo que pretendemos con la
174
publicación de este punt o de vista, que procede de la Francmasonería Progresista
Francesa, es despertar en él una inquietud, que lo lleve a adoptar una postura fecunda
por la Inst itución y por su Patria.
Entre los primitivos los Mist erios o los Alt os Secretos representaban la
sabiduría, o sea, la Ciencia de aquellos tiempos. Los Templos no fueron otra cosa que
los recintos de las escuelas, donde se practicaba la enseñanza por los procedimientos
que se denominaban Iniciaciones. También allí se verificaba el cult o profano, es decir,
ceremonias mí sticas en honor a la Divinidad adorada por el pueblo ignorante; pero esto
se hacía en épocas remot as con el propósit o de acost umbrar a los pueblos a respetar,
tanto los recintos de los t emplos como la personalidad de los sacerdot es. La
enseñanza, muchas veces, se conf undí a con el culto y las Divinidades solí an
represent ar las materias que deseaban descubrir por medio de la Ciencia.
La Iniciación no fue otra cosa que la capacitación de los individuos escogidos
para desempeñar los cargos de sacerdotes y se practicaba gradualment e, sometiendo
al candidat o a pruebas de resistencia física, valor y capacidad int electual,
enseñándole, a la vez, los conocimientos cientí ficos de aquellos t iempos y
desarrollando en el iniciado el interés por la investigación de lo desconocido.
Los Sacerdot es, o sea, los sabios ant iguos, fueron los profesores de las
escuelas de los misterios. Ellos, según expresión antigua, "transmitían" o "confiaban"
los "Altos secretos" de la sabiduría de sus t iempos a los escogidos, en quiénes se
reconocía la capacidad necesaria para comprenderlos.
Debido a que los idiomas primitivos se componían de muy pocas palabras y a
que sus expresiones carecían de la exact itud y precisión que demanda la ciencia y no
se conocían los alf abet os, los profesores (sabios antiguos) estaban obligados a
enseñar por medio de instrumentos, símbolos, alegorías, jeroglíficos, f iguras, etc.
El tema principal de la sabiduría ant igua se concret aba al estudio de los
mist erioso y de los divino, que influía bien o mal en la vida humana, es decir, al
estudio de los desconocido que en alguna forma se relacionaba con el bienestar de los
hombres, Los astros y sus agrupaciones, los planetas, los movimientos de éstos, los
fenómenos f ísicos y su inf luencia en la vida humana, etc., fueron objeto de estudio de
las ciencias antiguas que, gradualmente, se convirtieron en las ciencias nat urales de
hoy. La Ast ronomía, la Física, la Química, la Geometría, la Aritmét ica t iene su origen
en los misterios antiguos.
175
La fantasía de los sabios antiguos, el deseo de penet rar más allá del límite a
donde las ciencias naturales llegaban, el impulso de los hombres investigadores que
ambicionaban ver coronadas por medio del método lógico deductivo sus obras o
estudios, el utilitarismo de los que seseaban aprovechar su situación privilegiada, etc.,
etc., dieron origen a filosofí as diversas y numerosas, más o menos cientí fica o más o
menos fant ást icas, más o menos lógicas, o más o menos utilitarias, según los
conocimientos, el carácter, el impulso o el interés del que f ilosofaba.
Para transmitir de generación en generación los mist erios antiguos, o sea, las
ciencias primitivas, los sabios de aquellos tiempos personificaban los fenómenos
físicos, los astros, los planet as y sus movimientos, presentándolos como héroes en sus
Cuentos Alegóricos y simbolizándolos con jeroglíficos, const rucciones arquitectónicas,
monumentos, esculturas, grabados sobre paredes, pint uras, etc. Son test imonios de lo
dicho las ruinas arqueológicas, de las pirámides, esfinges, sepulcros y objet os
ant iguos y las escrituras jeroglíficas. Los signif icados de los cuentos alegóricos y de
los símbolos se enseñaban a los iniciados capacit ados y éstos los transmitían a las
generaciones f uturas. Esta forma de transmisión de los conocimientos dio origen a las
Artes, Música, Gramática, Lógica, Ret órica, etc.
Los sabios antiguos, por razones nat urales, fueron, a la vez, patriarcas,
sacerdotes, gobernadores o dominadores de sus pueblos. Como es natural, ellos
creaban las leyes, la moral, las religiones, los cultos y las doctrinas, de acuerdo con
las costumbres y necesidades de estos pueblos o con sus intereses de casta superior.
El origen de las leyes antiguas está en las costumbres de los primit ivos, que
llevaban una vida familiar basada en los instintos de defensa mutua, t anto de la
nat uraleza y de las fieras, como de las familias vecinas que, con frecuencia, se
atacaban una a ot ras. A medida que crecían numéricament e las familias, se
generalizaban sus costumbres y se convertí an en leyes de los pueblos que resultaban
de la unión de aquellas. Las leyes entre los primitivos, tenían la forma de
prescripciones morales y se amoldaban a los intereses de los distintos pueblos. Así se
explica por qué el Decálogo de Moisés, de origen egipcio, sirvió como ley al pueblo
hebreo. Por lo visto, Moisés estaba educado en Egipto y había sido iniciado en los
mist erios, o sea, en la sabidurí a egipcia, que estaba muy adelant ada en aquellos
tiempos, tanto en las ciencias fí sicas, como en los preceptos morales que regían como
leyes.
A medida que los pueblos crecían, sus relaciones y sus intereses se
complicaban con el int ercambio comercial, social y científico. Las gentes más
avanzadas emigraban por distintos razones y llevaban sus conocimientos y sus
civilización a los lugares nuevos que poblaban. Por est o los misterios egipcios y su
arte arquitectónico fueron conocidos por los tirios, t ransmitidos a los hebreos, y
posteriorment e a Grecia, Roma y a toda Europa. La prueba de que los tirios
transmitieron sus conocimientos a los hebreos, se encuentra en la leyenda bí blica
sobre la construcción del templo de Salomón. Esta leyenda dice, ent re otras cosas, que
176
cuando el rey de los hebreos quiso const ruir un templo en honor de la divinidad
adorada por su pueblo, no encontró entre sus súbditos, muy atrasados, gentes apt as
en el ramo de construcción, y por tanto, tuvo que valerse para realizar la obra, de la
amistad con Hiram, rey del pueblo de los t irios, que consideraban más civilizado.
Salomón solicitó de dicho rey un arquitecto, obreros especializados y materiales de
construcción. El rey de los t irios accedió a la petición de Salomón; el arquit ect o y los
obreros que le envió construyeron con materiales apropiados y en lugar indicado por
Salomón, un templo que simbolizaba artísticament e el Universo y revelaba las
convicciones y la sabiduría de los tirios, que fueron adoradores del Sol y tenían una
civilización de origen egipcio, considerada como la civilización universal de aquellos
tiempos.
Los misterios son del mismo origen, como lo prueban los hechos de que los
cult os públicos, los monumentos arqueológicos y las ciencias primitivas de los distint os
pueblos y razas que habitaban partes opuestas del globo terrestre, tienen absoluta
similitud. El culto del Sol de los aztecas, de los arios, de los mongoles, de los hindúes,
de los eslavos y de los egipcios, es similar en todos sus aspect os fundamentales. Las
pirámides de los egipcios y las de los aztecas son del mismo origen. La iniciación de
los profanos en los misterios egipcios, se parecía en todo a la iniciación que se
practicaba en China por la gran Logia de Hung y la que se practicaba en América por
los incas del Perú, et c.
En la ant igüedad la sabiduría se consideraba como un privilegio de la cast a
sacerdotal y, generalmente, const ituía una herencia de las familias de los sacerdotes.
Posteriormente, los militares reclamaron sus derechos, apoyándose en la fuerza
armada, dirigida en Egipto por el caudillo militar Menes. Entonces se consiguió la
limitación de los derechos de una cast a en favor de la ot ra, formándose un poder
mixt o, donde el gobierno civil estaba encabezado por los militares con Menes como
rey; los sacerdot es quedaron replegados a los asuntos religiosos y de enseñanza.
Los conocimientos y el arte de construir tenían mayor import ancia que las demás
ramas de la ciencia antigua, porque las construcciones de aquellos tiempos fueron la
mejor manifestación del poderí o y de la civilización de los pueblos y, por ende, de sus
gobiernos. Los egipcios llegaron a separar el arte de la construcción de las otras
ciencias, como más important e, y, según, los concept os emitidos por Mark Saunier en
su trabajo "La Légende des Symboles", crearon los misterios en honor a Hiram, a quien
consideraban como la divinidad de los constructores. Esto significaba, que el arte de
construir se enseñaba separadamente de otras ciencias, para preparar a especialist as,
dedicados exclusivament e a este ramo, que formaban una cast a apart e.
Aunque la casta de los constructores tenía una importancia muy grande por sus
conocimientos, su arte y su habilidad para el trabajo, no participaban en el gobierno de
177
los pueblos y dependía económicamente de las cast as sacerdot al y militar, que se
consideraban como los patrones de las obras en const rucción. Por estas rezones los
componentes de la casta de los const ructores, se sentían en situación de asalariados,
lo que influía poderosamente sobre su mentalidad, que se revelaban en el carácter de
sus organizaciones y en t odas las leyendas que simbolizaban su ideología, como lo
veremos más adelante.
d. Colegios Romanos.
Por el año 714 antes de la era cristiana, Numa estableció en Roma varios
Colegios de Artesanos a cuya cabeza est aban los Colegios de Arquit ect os compuestos
por griegos traídos de Áf rica. Así nacieron los Colegios Romanos, que se
178
establecieron, como en Grecia, de acuerdo con la legislación de Solón, sabio y
legislador griego. Sus organizaciones tení an derecho de asociarse según sus propios
estatutos y concluir contratos; se sometían a una jurisdicción especial, disfrutaban de
la exención de cont ribuciones, etc. Celebraban sus asambleas (Logias) a puerta
cerrada en locales situados cerca del lugar donde trabajaban: en ellas tomaban
decisiones por mayorí a de votos y trabajaban sobre la distribución y ejecución del
trabajo. Estaban divididos en tres grupos: aprendices, compañeros y maestros, y, se
obligaban por juramento ante las herramientas y los útiles de su oficio y profesiones a
ayudarse mutuamente y a no revelar los secretos de sus agrupaciones a los extraños.
Tenían costumbre de admitir como miembros de honor a personas que no pertenecían a
sus oficios pero se consideraban út iles para las agrupaciones y se reconocían entre sí,
por medio de signos y palabras secret as. Sus asambleas est aban presididas por
maest ros elegidos para perí odos de cinco años, asesorados por dos inspectores o
vigilantes. Se dedicaban a la arquitectura religiosa, civil, naval e hidráulica y t ambién
dirigí an las const rucciones militares, ejecutadas por soldados.
Los Colegios subsistieron hasta la caí da del Imperio; sufrieron un colapso
durante la invasión de los bárbaros y resurgieron de nuevo con la aparición del
cristianismo, conservando su organización y sus privilegios. A medida que el
cristianismo se propagaba por t oda Europa, las agrupaciones de constructores
marchaban a ejercer sus oficios y profesiones a otro lado de los Alpes, apoyados por el
papado romano que se interesaba en la construcción de edif icios majest uosos para dar
esplendor al culto.
Los miembros de los Colegios de Constructores, al salir fuera de It alia, admitían
en sus filas a los artist as de todos los países donde t rabajaban. Así, el Arte de los
Colegios Romanos fue conocido en Francia, España, Port ugal, Bélgica, Inglaterra y
Alemania.
Ya en aquella época, aparecieron varias agrupaciones que imit aban a las de
construct ores, dedicándose a diferent es trabajos especiales. Surgieron los llamados
"Hermanos Pontí fices", que se dedicaban a la construcción de los puent es, y los
"Templarios" que construí an caminos, puentes y hospicios, y no faltaban las
agrupaciones que se dedicaban exclusivamente al mist icismo, cubriéndose con la
forma de organización de los Colegios, como lo fue la "Compañía de la Trulla". Pero
todas est as agrupaciones no tenían prestigio y desaparecieron poco a poco.
Cuando Mart ín Lutero y Juan Calvino, siguiendo el ejemplo de Juan Hus, célebre
Heresiarca checo, destruyeron por su base el poder papal en diferentes Estados de
Europa, a principios del siglo XVI , se suspendieron por algún tiempo las
construcciones religiosas católicas. Ent onces, los Colegios Romanos de const ructores,
que alcanzaron a sobrevivir la época de la Edad Media, fueron af ect ados, unos por
falta de trabajo, otros por part icipar en la lucha religiosa por uno u ot ro bando, y otros
porque, influidos por el clero católico, fueron perseguidos por los protestantes.
Además, la forma de organización de los Colegios y algunos de sus principios y
179
privilegios estaban en contraposición con la ideología del régimen capit alist a naciente
en Europa. A medida que los Colegios Romanos entraban en descomposición, nacían
los Gremios de los Constructores asalariados, segregándose de la lucha religiosa y
política que les perjudicaba. A la vez aparecí an las asociaciones francmasónicas que
agrupaban a los elementos progresistas que figuraban antes en calidad de” aceptados".
Estas últimas tomaban a su cargo la capacitación int electual y técnica a los masones
operativos, preparándolos para el desempeño de sus oficios y prof esiones bajo el
régimen capit alist a naciente.
g. El Crist ianismo.
i. Leyenda
a. Formas y caract eríst icas de las agrupaciones en general al principio del Siglo
XVI.
Analizando las formas y las caract eríst icas de las agrupaciones en general, al
principio del siglo XVI, llamadas Corporaciones por su carácter específico,
encontramos dos grupos fundamentales: Órdenes y Gremios. Las primeras se
constit uían por el clero y la nobleza y las segundas estaban formadas por la gente de
det erminados oficios o profesiones. También existían las agrupaciones mixt as o para
186
un fin det erminado, pero éstas cambian en uno otro grupo, según los individuos que las
componían o los fines que perseguían.
Entre las Órdenes se distinguí an las religiosas, las caballerescas, las
hermandades y las frat ernidades místicas. Entre los Gremios se conocían los de
profesiones y los de of icios. Todas estas agrupaciones eran clasificadas comúnmente
con el nombre de Corporaciones, y eran algunas de ellas de carácter autocrático en
sus gobiernos internos, a diferencia de las Asociaciones más democrát icas, que se
gobernaban por la voluntad de sus asociados. Las ordenes religiosas o mí sticas
estaban al servicio del papado romano; las caballerescas o milit aristas al de los
déspotas (prí ncipes o reyezuelos) que gobernaban los pueblos, y los gremios se
formaban para la defensa de los int ereses de los hombres de trabajo, ciencia y artes.
Las características principales de las agrupaciones de aquella época est aban en
relación con las condiciones políticas, económicas y sociales reinant es. Las
corporaciones y las asociaciones gremiales estaban int egradas únicamente por
Hombres Libres, no esclavos, porque los esclavos se consideraban propiedad privada
de sus patronos y carecían de los derechos inherent es a los hombres libres. Los
agrupados prestaban jurament os obligándose a obedecer las Const ituciones de las
Corporaciones y los mandat os de sus superiores y a no revelar los secretos de ést os,
no para preservar la pureza de principio ideológicos, sino para no poner en peligro los
privilegios de los jef es, con los cuales est aban ligados por intereses de tipo familiar,
religioso, económico, de trabajo, etc. La t oma del juramento se acompañaba de
ceremonias y fiestas y se prest aba en los altares o aras, que para unos significaban el
lugar de residencia divina, para ot ros la tumba de sus antepasados y para otros,
simplemente, un lugar de respeto. El juramento se hacía ante diferentes objet os que se
colocaban sobre los altares o aras. Unos juraban ante la Biblia y la cruz, ot ros sobre
las armas militares y los escudos familiares o de los Est ados y otros sobre las
herramient as de t rabajo y los símbolos de la Ciencia y de la Nat uraleza.
Las Corporaciones ant iguas tení an carácter de Comunidades, cuando los
agrupados vivían sometidos a constituciones y reglas de vida en común (frailes o
monjes), de Fraternidad o Hermandades, cuando las agrupaciones se debí a al
parentesco, amistad, interés común o trato fraternal; y de Compañerismo, cuando se
trataba de asociaciones gremiales, científ icas o art íst icas. Sin temor a error, la
mayoría de las Corporaciones de la Edad Media pueden catalogarse como
agrupaciones Secretas, porque sus propósitos y fines principales no se revelaban
públicament e. Ante el pueblo estas agrupaciones aparecían con sus fines secundarios
como moralist as, filant rópicos, piadosos, santos o, simplemente, como gente inocente.
Las reuniones de las Corporaciones se verif icaban en secreto, precedidas de
ceremonias y juramentos de no revelar lo que se t rataba en ellas. Había también
reuniones o ceremonias públicas con carácter de fiesta y de agasajo a algún protector,
en las civiles, o de adoración a la divinidades, cuando los reunidos eran religiosos.
Una de las características importantes de las Corporaciones, consistía en que ést as
187
perseguían a la vez diferent es fines que interesaban a los agrupados. Se les podí a
calificar al mismo tiempo, como agrupaciones ideológicas, polí ticas, moralist as,
mut ualistas, piadosas, gremiales, sociales, educacionales, etc.; tenían que perseguir
todos estos f ines para proteger a sus miembros, ya que los gobiernos despót icos
reinantes no se interesaban más que por recaudar impuestos y vivir a costa del pueblo,
sin preocuparse lo más mí nimo por el progreso y el bienestar de éste. Los individuos
que integraban las Corporaciones no se t rat aban en plan de Igualdad, debido a los
principios que regí an entonces. Ya f uera por la ant igüedad, el grado de nobleza, la
preparación, la capacidad intelect ual, la influencia social o política, las pruebas de
fidelidad, la habilidad para el trabajo, etc.; se establecían grados, reglas y condiciones
para el ascenso a cada uno. Esto se prestaba naturalmente para el sostén de los
regimenes de los déspotas, para cubrir de legalidad sus pret ensiones de perdurar
eternamente en el Poder público, rodeados de los individuos de sus castas, y
conservando los privilegios que permití an el dominio económico de las masas
populares.
Como ejemplo de Corporación fundadas en base de los principios de
desigualdad citaremos las más import antes. La funesta orden jesuítica que tiene cinco
grados; los admitidos, los escolares, los legos, los coadjutores y los profesos. Los
admitidos son aprendices; los escolares ya hacen votos aunque no perpetuos de
obediencia, de pobreza y de castidad y son ayudantes de los legos o de los
coadjutores; est os últimos y los legos hacen los tres votos perpetuos citados; los
profesos hacen un cuart o vot o de estricta e incondicional obediencia al Papa de Roma
y representan la flor y nata del dogmatismo católico y el sostén más firme del papado.
Entre los grados de la nobleza medieval se conocen los siguient es: duques,
príncipes, marqueses, condes, vizcondes, barones, barones, lords y señores. Cada
grado de éstos comprendía ciert os privilegios y, en conjunto, est aban encabezados por
los duques o príncipes de sangre real y representaban las castas despót icas de
aquellos tiempos. Además, exist ían un sin fin de órdenes caballerescas y militaristas,
ent re ellas los caballeros de Malt a, los caballeros Teutónicos, los Templarios, etc.,
todas divididas en grados de desigualdad, como principio básico. Los dirigentes de las
órdenes, tanto de las monást icas como de las militaristas y de la nobleza, ocupaban
estos puest os con caráct er vitalicio y en muchas de ellas los heredaban o nombraban
sus sucesores. Tenían prerrogativas dictat oriales para resolver los asuntos de las
Corporaciones y el voto de sus componentes estaba sumamente limitado, pues tenía
caráct er consultivo únicamente. El principio monárquico y absolut ista estaba en boga.
Los Gremios y en general las asociaciones prof esionales no tení an grados
propiamente dichos, Hacían dist inción entre aprendiz, compañero y maestro, maestro
perfecto, inspector, etc., pero a base de la mayor o menor capacidad para desempeñar
el trabajo del oficio o de la prof esión. En su organización interior, como asociaciones
libres, eran democrát icos. Sus component es tenían voz y voto en las discusiones y
resoluciones de los asuntos del gremio y elegí an a sus dirigentes por un período
188
det erminado. Las relaciones entre los asociados se basaban en el trato fraternal y de
compañerismo, y se foment aban los principios de Unión, Solidaridad y Cooperación,
tanto entre los componentes como entre los Gremios de dif erentes oficios y
profesiones.
Ahora bien; educado el constructor dentro de esta disciplina científica, t enía una
constant e act itud ante la vida, que le hacía juzgar todos los problemas que le
afectaban, como masón y como hombre, desde el mismo punto de vista de crítica
racional, de invest igación de la verdad, que lo enfrent aba a todo lo que fuera
ignorancia y falsedad, sobre todo si ésta era maliciosamente aprovechada para
explotar al trabajador por el privilegiado. Nace, por tant o, el lado de la actitud
científica, una act itud netamente polít ica, dent ro del seno de la Masonería operat iva;
pero, de acuerdo con la f ormación teórico-práct ica del constructor, tal actitud se
transformaba en luchas dirigidas cont ra los enemigos de aquello a lo que
necesariament e el masón aspiraba: a la libre investigación, al triunf o de la verdad por
oposición al oscurantismo, al derecho al t rabajo y a una remuneración decorosa, etc.
Hemos visto ant eriormente, como el masón operat ivo se consideraba
tradicionalmente con mayor capacidad de conocimient os que los amos a quiénes
estaba obligado a servir, y de los que era, sin embargo, un asalariado. Consideraba a
la casta de los ricos constit uida por la nobleza, como la casta de los ambiciosos; y a la
sacerdotal, aliada de la ant erior para explotar la ignorancia del pueblo, como la casta
de los hipócrit as.
193
Es perfectamente clara, por lo tanto, la act itud de la Masonería operativa y la
formación de su ideología a través de los tiempos: una actitud práctica, que const ituye
la sanción suprema del conocimient o adquirido; una actitud científica, racionalist a e
investigadora, derivada de la anterior y dirigida precisamente a resolver de la mejor
manera los problemas que la vida presenta, por medio del conocimiento del ambiente y
de las leyes de la Nat uraleza. Por último, una actitud política, que le obligaba a
enf rentarse con aquellas castas que se oponían tradicionalmente a sus aspiraciones e
ideología.
e. Causas que acent uaron la lucha polí tica de los masones operativos en la edad
media.
En el capítulo ant erior hemos examinado una serie de factores que privaban
durante la Edad Media; su evolución dio lugar a una época de crisis, de negación de
los valores vigent es entonces y de fe en ot ros nuevos, constituyéndose así el llamado
Renacimiento, etapa histórica de límites algo imprecisos, que comenzó a fines del siglo
XI V y llegó a los comienzos del XVI I, y cuyas características fundamentales
examinaremos en los párrafos siguientes.
a) La Ciudad.
b) El Humanismo.
c) El Espíritu Religioso.
e.CONCLUSI ONES:
Al lado de los antiguos Mist erios y religiones exist ieron unos grupos de personas
que por su característica muy especial, cual era la necesidad de agruparse en una
forma espiritual de acuerdo con los ideales e í ntimas aspiraciones de sus
componentes.
Las características de estas comunidades que constit uyen un tratado de unión
con la masonería, participaban de la dualidad: operativa y especulativa.
Por que se dedicaban al trabajo manual y al estudio de la filosofa y la
contemplación. Al mismo tiempo exigían un cumplimiento iniciatico para poder
pertenecer a ellas y empleaban para su reconocimiento, palabras, signos y tocamientos
y a sus afiliado lo trataban como hermanos, cualquiera que fuere su procedencia.
El célebre historiador griego Filóstrato habla mucho de estas comunidades
místicas, de sus hermosos t emplos y sus sabias enseñanzas.
Entre estas asociaciones las más conocidas f ueron las de los Esenios, ent re los
Hebreos, la de los Terapeutas del alto Egipcio, de los Gimnósofos en la India
a. LOS ESENIOS.
Los Esenios fueron una asociación que est uvo muy extendida por Judea y Egipto
y se cree que provenía de otra más ant igua denominada de los hasideo o hasideano y
enseñaban y practicaban el amor a Dios, a la virtud y a la humanidad. Se cree que
Juan Baut ista y Jesucrist o pertenecieron a esta sociedad.
Sus prácticas doctrinales consistían en:
No jurar jamás, pues era inútil hacerlo; no causar daño a nadie; Huir de los
embusteros; Ayudar a la gente de bien, comunicar a los iniciados fielmente y sin
consentir la menor alteración, los misterios de la iniciación y no revelarlo a ningún
extraño, aunque fuesen sometido a violencia.
Los Esenios se dedicaban a profesiones út iles a la sociedad y se repartían
equitativamente todos los beneficios obtenidos en sus trabajos.
Para otros autores los esenios, era una secta judía celebre en la antigüedad,
celebre por su ascetismo, estilo de vida comunitario y habilidad para predecir el futuro.
Los f amosos manuscritos del mar Muerto se cree que pertenecieron a una comunidad
local esenia.
Por ser un punto por demás controvertido y extenso, trat aremos de desarrollarlo
siguiendo un orden, en donde enumeraremos solamente las principales escuelas
filosóf icas antiguas que guarden relación, con el origen de la masonerí a.
a. LA VEDANTI NA EN LA INDIA.
58
M Buncen. La Ciencia Antigua.123(1965)
59
Taylor. Los Primeros Pensamiento Escritos.456(1973).
211
Las escuelas establecidas por Pit ágoras en Crotona y en otras ciudades han
sido consideradas por varios escritores masónicos, como los verdaderos modelos
donde posteriormente se construyeron las Logias Masónicas. Indudablemente sirvieron
a los Crist ianos ascético del primer siglo como modelos, para sus instit uciones
monásticas y con cuyas inst ituciones la masonería de la edad media se relaciono
ínt imamente con un carácter muy activo.
Dentro de concepción filosófica.-educativa a los discí pulos de esta escuela se le
sometí a a grandes pruebas, sus vestiduras eran sencillas, hacían entrega a un fondo
común de todas sus pertenencias, t enían tres años de pobreza volunt aria, así como
durante ese tiempo se le sometían a un silencio riguroso.
e. LA ESCUELA GNÓSTICA.
Este punto, deberá desarrollarlo el aprendiz en la medida que cumpla con sus
tareas logiales.
Han sido tanto y serán los hombres y mujeres que se han iniciado y se seguirán
iniciando en nuestros augustos misterios que tendríamos que escribir varios tomos, a
fin de dedicárselo a ellos. Por eso me remit o a la pequeña lista de que ellos hacen el
aut or Masónico Schures, en su libro los Grandes Iniciados los cuales compila, y
establece prototipos que pueden generalizarse y extrapolarse, por ello solamente
214
citaremos: Rama, Krishna, Hermes, Moisés, Orfeo, Pitágoras, Platón, Jesús, Zoroastro,
Buda, Jesús y los Esenios.
RAMA.
Rama el más grande de los poetas Vedicos cant aba donde flameaba un f uego de
hierva seca “ EL Cielo es mi padre, él me ha engendrado. Tengo como familia todo
este acompañamiento celeste. Mi madre es la gran tierra. La parte más alt a de su
superficie es su mat riz; allí el padre fecunda el seno de aquella, que es su esposa y su
hija.” 6 0
Por su f uerza, por su genio, por su bondad, dicen los libros sagrados del Orient e
Rama había llegado a ser dueño de la India y el Rey espiritual de la tierra.
Los sacerdot es, los reyes y los pueblos se inclinaban ant e el cómo un
bienhechor celeste. Bajo el signo del carnero sus emisarios divulgaron a lo lejos la Luz
Aria, que proclamaba la igualdad de vencedores y vencidos, la abolición de los
sacrificios humanos y de la esclavit ud, el respeto a la mujer en el hogar, el culto de los
ant epasados y la instit ución del fuego sagrado, símbolo visible del Dios innominado.
KRISHNA.
60
El Giba.
215
HERMES.
¿ Que hacen los astros? ¿ Que dicen los números? ¿ Que ruedan las esferas? !
OH almas perdidas o salvadas! : ! Ellos dicen, ellos cantan, ellas ruedan, vuestros
destinos.
61
L.Taylos. Las Civilizaciones Antiguas.
217
62
La Ciencia Hermética. Jung
218
MOI SÉS.
El más oscuro y difícil de los Libros que int egran a la Biblia, es el Génesis, por
que cont iene tantos secretos, como palabras y cada palabra esconden varios enigmas.
La revelación es tan vieja, como la humanidad consciente” 6 3
Moisés, fue un iniciado egipcio y sacerdot e de Osiris, fue incontestablemente el
organizador del monoteísmo.
A él se le debe la audacia de hacer del más alto principio de la iniciación, el
dogma único de una religión universal y la prudencia de no revelar su consecuencia,
más que a un pequeño grupo de iniciados, luego imponiéndolo a las masas por medio
del temor.
Moisés al igual que algunos iniciados tratan de imponer una religión Universal a
la humanidad, siendo esta la verdadera misión de Israel que poco judíos han
comprendidos, salvo sus profetas.
La nación Judía ha sido dispersada, aniquilada, y resurgida, mientras que la
idea de Moisés y la de sus profetas, ha vivido y se ha ensanchado. Hemos visto como
la religión cristiana la hace suya reavivada por el Islam. Moisés
63
San Jerónimo.
219
Todos los reyes nómadas fueron precursores monoteístas, tales fueron las
figuras de Abraham, I saac y de Jacob. Largo tiempo después de Moisés, la leyenda
israelit a lo agrupa en una sola familia. Isaac, pasa a ser hijo de Abraham, y Jacob hijo
de Isaac.
De esa genealogía legendaria se deduce un hecho concreto, capital: la Figura
de un cult o y un Dios Monoteísta que se estableció a t ravés de los patriarcas iniciados
en el desierto.
Para ellos el orden sublime que Aelohim reina en el Universo, y se t raduce en el
orden social represent ado por el culto a la familia, en el respeto a sus mujeres, en el
amor a sus hijos, en la prot ección a toda la tribu y en la hospitalidad para el
extranjero. Esos altos padres son los árbitros naturales entre las familias y las tribus.
Su bastón patriarcal es el cetro de la equidad.
Así cuando en Batel, Jacob ve en sueño una escala con Aelohim en la parte más
alta y los ángeles que suben y bajan, se reconoce una forma descendente y
ascendente del alma.
Estos principios monoteíst as solo esperaban un organizador, que la providencia
reservó a Moisés, iniciado en los antiguo misterios egipcios.
ORFEO
! Euridicis!
!OH luz divina! Dijo Orf eo al morir. ! Euridices! Gimieron al romperse las siet es
cuerdas de su lira.- Y su cabeza que rueda para siempre, por el río de los tiempos,
clama aun. ¡Euridices ¡ ¡Euridices!
La leyenda de Orfeo.
Orfeo es la base esencial de los misterios conocidos como Dionisos Zagreus.
Conf undida ya con la doct rina de los mist erios, la teología órfica comunica a manera
220
de iniciación; muchos de los poemas que empieza con una suplica en demanda, en que
se cierren las puertas a los profanos.
Estos comenzaban de la siguiente manera”: Escuchad, pues, las verdades que
es preciso callar a las mult itudes y que constituyen las fuerzas de los santuarios”.
“Dios es uno y siempre semejante a sí mismo”. El reina en todas las parte. Pero los
dioses son innumerables y diversos, por que la divinidad es eterna e infinita”. 6 4
Los más grandes, son las almas de los astros, soles, estrellas, tierras y lunas,
cada astro tiene la suya y todas han salido del fuego celeste de Zeus y de la luz
primit iva semiconscientes, inaccesibles, incambiables, ellas rigen el gran todo de sus
movimientos regulares 6 5 .
Más cada ast ro arrastra en su esf era etérea falanges de semidioses, que fueron
en ot ros tiempos hombres que después de haber descendido a la escala de los reinos,
han remontado gloriosamente los cielos para salir por fin del círculo de las
generaciones.
Por medio de estos divinos espírit us” Dios respira, obra, y aparece.” “Ellos son
el soplo del alma viviente, los rayos de su conciencia eterna” 6 6 .
“Ellos gobiernan a los ejércitos de los espí ritus inferiores, que vigorizan a los
elementos; ellos dirigen a los mundos. De lejos, de cerca ellos nos rodean y aunque de
esencia inmortal, revisten forma siempre cambiantes, según los pueblos, tiempos y
regiones. “. 6 7
“El impío que lo niega les teme; el hombre piadoso los adora sin conocerlo, si he
desaf iado a la muerte, como se dice, he descendido a los infiernos, fue para dominar a
los demonios del abismo, para traer a los Dioses de las alturas sobre mi Grecia amada,
para que, el cielo profundo se una con la tierra y la tierra encantada escuche las voces
divinas.” 6 8
La belleza celeste se encarnara en la carne de las mujeres el fuego de Zeus
circulara a través de la sangre de los héroes; y mucho antes de remontarse a los
astros, los hijos de los Dioses resplandecerán como inmortales” 6 9
La tradición de Orfeo, su ciencia, sus misterios se perpet uaron en Grecia y se
difundieron por todos los templos de Júpiter y Apolo.
Los poetas Griegos decían que Apolo estaba celoso de Orfeo, por ést e era
invocado con más frecuencia que él. Más tarde los Tracios convertido a la religión de
Orf eo cont aron que aquel había bajado a los inf iernos, para buscar allí al alma de su
esposa y que las bacantes, celosas de su amor eterno, le habían despedazado, su
64
Léxico Esotérico de la Obra de Trigueirinho(1995).p.427.
65
En lo antiguo, la poesía o por mejor decirlo, la forma poética era la expresión de las creencias religiosas y
la teogonía oriental, son verdaderos poemas. El arte y la religión se compenetraban tan íntimamente, que
sacerdote y poeta, eran la misma cosa, y el pueblo vivía en la fuente de la poesía la inspiración religiosa, sus
mitos y sus leyendas.
66
Poema Órfico. Wilson
67
Dollinger.J. Símbolo y Mitología.
68
Obra.Citada.pag. 231
69
J.Pierce. El Mito de Orfeo.
221
cabeza fue lanzada al Hebras y llevada por sus ondas tempest uosas, llamando aun!
Eurydices! !Eurydices!
De est e modo los Tracios cant aron como profet a a quien habían matado como
criminal y que por su muerte hubo de convertirle.
Así, el verbo órfico se infilt ro misteriosamente en las venas de la Helenia, por
las vías secretas de los sant uarios y de las iniciaciones.
Los dioses se armonizaron a su voz, en los t emplos, como un coro de iniciados,
a los sones de una lira invisible y el alma de Orf eo se convirt ió en el alma de Grecia.
PITÁGORAS.
Pit ágoras llamaba matemáticos a sus discí pulos, por que su enseñanza superior
comenzaba con la doct rina de los números.
Pero esta matemática sagrada o ciencia de los principios, era a la vez más
trascendente y más viva que las matemáticas profanas única conocida por nuest ros
sabios y f ilósofos.
El Número no se consideraba solo como una cantidad abstract a sino como la
virtud intrí nseca y act iva del Uno Supremo, de un Dios fuente de la armoní a universal.
La ciencia de los números era la de las fuerzas vivas, la de las facultades
divinas en acción en los mundos y en el hombre, en, el macrocosmo y el microcosmo
penetrándolos distinguiéndolos y explicando su juego formando nada menos que una
teogoní a o teología nacional.
Una teología verdadera debe ser los principios de todas las ciencias. No será
ella una la ciencia de Dios, sino que señala la Unidad y el encadenamiento de las
ciencias de la naturaleza.
222
Sólo merece ese nombre, si tiene la condición de constit uir, el Órgano y la
síntesis de t odo lo demás. Est e era precisamente, el papel que jugaba en los Templos
Egipcios, “la formula” y precisada por Pitágoras bajo el nombre: “ de las ciencias de
los números”.
Ella, tení a la pretensión de ser la clave del ser, de la ciencia y de la vida.
El adepto guiado por el Maestro debía de comenzar los principios de su propia
inteligencia, ant es de seguir sus múltiples aplicaciones, en la inmensidad concént rica
de la esf era de la evolución.
Pit ágoras, admitía que el espíritu del hombre o el intelecto, tienen de Dios, su
nat uraleza inmortal, invisible y absolutamente act ivo. Por que es el espí ritu lo que se
mueve por sí mismo.
Llama al Cuerpo su part e mortal, divisible y pasiva.
Pensaba él lo que hoy llamamos alma, esta estrechamente unido al espíritu pero
formado por un tercer element o intermedio, que proviene del fluido cósmico.
El se asemeja pues a un cuerpo etéreo donde el espí ritu se t eje y se construye
asimismo. Sin ese cuerpo etéreo, el cuerpo material no podrí a ser animado y sólo seria
una masa inerte sin vida.
El alma t iene la forma, semejant e del cuerpo que vivifica, y le sobrevive después
de la disolución o muerte.
Ella se vuelve entonces, expresión de Pitágoras, “el sutil vehí culo que lleva al
espíritu hacia las esferas divinas o le deje caer, en las tenebrosas regiones de la
mat eria, según sea ella buena o mala.” 7 0
Según esta síntesis, se concibe la capital importancia, que Pit ágoras concedía a
la Ley del Ternario.
Se puede afirmar que ella forma la piedra angular de la Ciencia esotérica. Todas
las grandes religiones han tenido conciencia de ella.
Un Oráculo de Zoroastro dice”: El número tres reina en el universo y la monada
es su principio.” 7 1
Hablar de la gran postura de Pitágoras, harí a a este pequeño
manual insuficiente, sus f ormaciones con la claridad del pensamiento
griego, hizo de ella el centro de la teogonía y el fundamento de la ciencia.
Hizo ent rar a la religión, a la moral y a las ciencias en una gran síntesis.
Si lo deseamos podemos dudar de que Pitágoras tuviera un muslo de oro y
podí a oír la música de las esferas. Pero contrariament e a nuest ros temas
anteriores, Hermes Trismegisto, Zoroastro y Orfeo, no podemos cuestionar
su existencia. Nació a principios del siglo sext o a. C. en la isla Egea de
Samos; pasó años en Egipto y Caldea, y la última parte de su vida en
Crotona en la costa del sur de Italia. Aquí tenía su familia y fundó una
escuela de filosofía, muriendo a una edad avanzada.
70
Pitágoras. Versos Áureos
71
Zoroastro.L.Lewuis. Pág. 234
223
Con la llegada de Pitágoras, aquello que es místico y misterioso en
Orfeo se acerca más a la realidad concreta, y el Colegio Invisible
comienza a tomar forma. La lira de Orfeo, que encant aba todo desde las
piedras hasta los dioses, se convirt ió en las manos de Pitágoras en un
instrumento científ ico ut ilizado para act uar sobre las emociones humanas.
PLATÓN.
La Escuela de Atenas, Rafael. 1510-11. Vaticano
PLATÓN.
233
Nada más fácil que al encontrar las diferentes partes de la doct rina esotérica de
Platón, la doctrina de las ideas tipos de las cosas, tal como han sido expuesta en el
dialogo de Fedón, se puede llegar a afirmar que es un corolario de la doctrina de los
números sagrados de Pitágoras. En el dialogo de Timo da una exposición muy confusa
y embrollada de la cosmogonía esot érica.
En cuanto a la doct rina del alma, de sus emigraciones y de su evolución, se
encuentra a través de toda la obra de Platón, pero en ninguna parte aparece tan
claramente como en los diálogos El banquete, en Fedón y en la leyenda de Re,
colocada al fin de este dialogo.
Platón reemplaza la doctrina de los tres mundos por tres conceptos, que a falta
de la iniciación organizada fueron durante dos mil años, como tres caminos abiert os
sobre el supremo objet ivo.
Persiguiendo el bien, es decir lo justo el alma se purif ica; se prepara a conocer
la verdad, primera e indispensable condición para su progreso.
Ensanchando la idea de lo bello, el alma alcanza la belleza intelectual, esa luz
intangible, madre de todas las cosas, animadora de las f ormas, sustancia y órgano de
Dios.
Sumergiéndose el alma en el mundo comienza a dar sus primeros pasos,
persiguiendo la idea de lo verdadero, alcanza la pura esencia, los principios cont enidos
en el espíritu puro, y reconoce la inmort alidad por la identidad de sus principios, con
los principios divinos.
Abriendo esas vías al espírit u humano, Platón ha def inido y creado, fuera de los
sistemas est rechos y de las religiones particulares, la “ categoría del ideal”
Desembarazo las tres vías sagradas que conducen a Dios. El reconocimiento de
la iniciación nos justifica y nos da la razón de ser del idealismo.
234
JESÚS
ZOROASTRO.
El verbo solar es el Logos, la divina palabra que anima nuestro mundo
planet ario. Al glorificar al Sol no debe entenderse, como el sol físico, sino que
presencia tras de él, el espíritu animador del astro Rey.
Nuestro sistema solar y la tierra es el crisol más denso, donde el espíritu y la
mat eria alcanzan su tensión máxima, han sido creado jerárquicament e por potestades
cósmicas, bajo la inspiración de un Dios, inf inito e insondable.
La Biblia Hebraica lo expresa muy bien, con la palabra Elohim( Dios de los
Dioses). Tal es, el Verbo solar, el Cristo cósmico centro y eje de la evolución
terrestre.
Este genio sublime, este Verbo Solar, no debe confundirse, como dijimos ant es
con el Sol físico (por ser la quint aesencia de ese astro) no puede ser revelada en
forma súbita y de una vez a la débil humanidad. Sólo puede aproximarse a los
hombres, por etapas sucesivas. Así paulatinamente el reflejo se conviert e en rayo, el
rayo en estrella y la estrella en un fulgente Sol. Estos tres puntos indican la revelación
de Zoroastro en el Irán primitivo: El encuentro de la Magos de Babilonia, con la
imponente figura del Prof eta Daniel, la visión t erroríf ica del Sol de Osiris en las criptas
237
de Egipt o, anunciando el fin de las monarquías en t odo el Oriente y la extensión de los
mist erios ant iguos anunciando el advenimiento del Cristo Cósmico. Estos tres
acont ecimientos caract erizan las tres etapas del Verbo Solar, y simultáneament e t res
paso gigantesco para la conquista del mundo, por que permite entrever por una parte
el descenso gradual del Cristo Cósmico en la humanidad y por la otra, el
afianzamiento de las t res potencias civilizadoras: Persa, Egipt o y Caldea.
BUDA
En toda la obra de este iniciado, en toda la predicación del budismo, en t oda su
literat ura sacra y profana se pude resumir que es el eterno comentario del sermón de
Benares.
La doctrina budista tiene su característica esencial en la moral. Es una
imperiosa dulzura y de una bienavent urada desesperanza. Cultiva el fanatismo del
reposo. Es una conjunción pacif ista para la conducción del mundo. Ni metafí sica, ni
cosmogonía, ni mitología, ni plegaria, ni culto. Nada más que la meditación moral.
Su esencia es poner f in al dolor y alcanzar el Nirvana. Buda se desliga del todo
y de todos. Desconfía de los Dioses por que estos han creado la desgracia en el
mundo, desconfía de la vida terrestre, por ser esta la matriz de la reencarnación,
desconfí a del más allá, por que a pesar de todo aun impera la vida y por lo tant o el
sufrimiento, desconfía del alma, por que esta es devorada por la sed inextinguible de la
238
inmortalidad. La otra vida es a sus ojos una nueva forma de seducción, una
voluptuosidad espiritual.
No es difícil, hacer la critica al Budismo desde un punto de vista filosóf ico. Es
una religión sin Dios, una moral sin metafísica, en donde no existe posibilidad de
unión, ent re lo finito e infinito, entre el tiempo y la eternidad, entre el hombre y el
universo. Hallar esta unión es el supremo anhelo del hombre, la razón de ser de toda
religión y de la filosof ía.
Buda hace emerger al mundo, de un deseo de vida, ciego y nocivo
¿ Cómo explicar, la armoní a del Cosmos y la sed de perfección del espíritu?
He allí su contradicción metafísica.
Buda reconoce las reencarnaciones sucesivas, y en las victorias que estas
represent an, porque de est a manera el Ser labora su propio perf eccionamient o. Pero a
esto, no le otorga ninguna realidad trascendental ¿Cómo explicar tanto trabajo? Ha allí
su contradicción psicológica.
El fin del budismo como ideal y único fin del hombre de la humanidad es el
Nirvana, concepto puramente negat ivo, es la cesación del mal, por la cesación de la
conciencia. Este” Salto Mortal” en el vacío de la negación ¿ equivale acaso, a lo
grande del esfuerzo?
He aquí la contradicción Moral. Estas t res contradicciones que emanan una de la
otra encajándose rigurosamente, indican suficientemente lo débil del budismo, como
un sist ema cósmico.
239
EL BUDA
El príncipe ario Sidarta Gautama, de la tribu de los sakias, el que después fue
llamado Buda, vivió y predicó en el siglo VI antes de J.C. No sabemos con exactitud la
fecha de su nacimiento, pero tendría ya casi ochenta años cuando murió en 543, según
los cómput os de los monjes de Ceilán. Hoy se tiende a dudar de esa fecha y a creer
que hay que poner la predicación de Buda en el siglo V en lugar del VI; así es que el
Buda sería contemporáneo de Sócrates y de Nahemías.
La juventud de Gautama se deslizó sin contrat iempo en el palacio de
Kapilavastu, al norte de la India. Los sakias est aban entonces en paz con sus vecinos
y Sidarta casó con una prima suya también aria, princesa de la tribu del “otro lado del
río”. Aunque la leyenda lo haya decorado con poéticos detalles, es casi seguro que su
conversión de afect o así; un dí a, Guatama, paseando en su carro con su escudero
Chan, se encontró con el espectáculo de la vejez, la enfermedad y la muerte, que de
súbito lo abrieron los ojos para comprender la pobre trama de la vida.
Primero distinguió a un hombre viejo, al lado del camino” ¿Quién es ese cabello
blanco, ojos apagados y cuerpo tembloroso?”, preguntó a su escudero, Chana
contesto: “Es un viejo; antes fue un niño de pecho, y después un joven lleno de vida,
pero ahora su lozanía se ha marchitado y ha perdido su fuerza..” Guat ama replico: “¿ Y
240
como puede nadie regocijarse cuando sabe que pront o envejecerá y se extinguirá su
vigor?”.
Y he aquí que, mient ras hablaba todavía, vio a otro hombre que se quejaba,
respirando febrilmente: “¿Qué tiene ese hombre?”, pregunto Gautama. “Está enfermo-
contesto el escudero-; los órganos de su cuerpo se hallan descompuestos; todos los
humanos estamos sujet os a tales desórdenes.”
El escudero picó los caballos para escapar de aquella visión, pero pronto se
encontraron con un entierro. “¿Qué llevan esos hombres t an tristes, entre coronas y
flores?” El escudero respondió: “Acompañan un cadáver. Sus miembros están rí gidos,
sus pensamientos le han dejado, no tiene vida, sus placeres y suf rimientos han
terminado. Todo tiene que morir; no es posible eludir la muerte”.
Desde aquel día, Gautama fue otro hombre. Al preguntarle su esposa la causa
de sus preocupaciones, contestaba: “El hombre envejece, enferma y muere; ¿qué
incentivo puede tener para el la vida?”.
Por f in, al nacer su único hijo, cuando ya tenía Gautama veintinueve años,
decidió abandonar Kapilavast u para hacer vida de mendigo. Marcho primero a una
ciudad llena Rajada, donde habí a maestros de la ant igua sabiduría de los Vedas.
Vivían en las cuevas de las colinas que rodeaban la ciudad; más seguros allí que en
despoblado, y lo bastante solo para contemplar sin distraerse los contrafuertes del
Himalaya, que empiezan a distinguirse desde aquél lugar.
El propósito de Gaut ama es evidente quise aprender ant es de empezar a
enseñar. Pero lo que aprendió no le satisf izo. He aquí, poco más o menos, las
enseñanzas que recibió de los brahmanes el fut uro Buda y sus objeciones: el alma-
decían los maestros de la vieja sabiduría hindú - es distinta de las sanciones. Cuando
tú tocas una cosa, tu cuerpo es el que t oca pero tu alma es la que percibe. Tu alma es
la que resuelve. y piensa, pero también es ella la que siente el olor, la que nota el
sabor, que tu nariz o tu paladar perciben. Dudar de la existencia del alma es un error
que t e aparta del camino de la salvación. La verdadera vía es purificar esta alma,
separándose de las gentes, viviendo de limosna, sin apetencia ni responsabilidad.
Sobre todo, reconociendo que el mundo material es un puro sueño, llegamos a una vida
espiritual. Como un pájaro se escapa de la jaula, así vuela el alma cuando se siente
libre de las sensaciones.
Estas eran las doctrinas de ciertas escuelas brahmánicas por aquella época;
hasta aquí había llegado en los días del Buda. Las objeciones del prí ncipe Gautama,
convertidos ya en Sakia-Muni, o el sabio de su tribu, creemos que van a sorprender al
lect or. Por de pronto, el punto capital de todo el budismo es negar la existencia del
alma. Este pequeño ser vivo, espiritual pero humano, que, como un invisible
homúnculo, los filósofos griegos y romanos y todos los doctores cristianos insistieron
siempre en afirmar que llevamos encerrado en nuestro cuerpo ( el nous, la psyche, el
espíritu, la umbra, el alma), fue el enemigo capit al del Buda y de su escuela.
241
“ Nuestra miseria-replicaba el futuro Buda a los sabios hindúes- no proviene de
la esclavitud del alma, sierva, como decí s, de las pasiones, sino de que no nos hemos
liberado de la personalidad, del yo. Decí s que podéis separar el yo de sus actos, pero
os equivocáis; el hombre es un compuesto de sus facult ades; no existe ese entre
extraño que, oculto por un telón, percibe lo que pasa delante . No existen cosas sin
cualidades: son las cualidades las que forman las cosas. No existe el alma sin las
facultades, son las facultades las que forman el yo..¡ Cuánta conf usión viene del
interés en uno mismo y en su propia perfección! El mero hecho de pensar que uno
piensa, y que piensa bien, le despiert a su vanidad. Además, si exist e est a alma, como
decís, debe persistir después de la vida, ya en el cielo, ya en la tierra, ya en el
infierno..¿Estaremos eternamente condenados a egoí smo y limitación?”
Los brahmanes repetí an; “ No ves por doquier los efectos de esta
caract erización de cada cosa? El conjunt o de cualidades personales hace a los
hombres diferentes en temperamento, fortuna y destino. El Karma, o personalidad,
merece premio o castigo; por esto precisa la trasmigración del alma a otro cuerpo,
heredando de nuestra existencia anterior los efectos de nuest ras malas acciones y el
galardón de nuestra bondad”.
Gautama les contradecí a en est os términos “La existencia del Karma, . que
caract eriza cada persona y cosa, es innegable: pero el yo no exist e. Mi persona es una
combinación, así mental como material”. De las primeras discusiones de Sakia-Muni
con los brahmanes ya se desprende que en aquella época habría gran tolerancia en las
escuelas indias hasta para las opiniones más arriesgadas. Esto debí a f acilitar después
la predicación del budismo, pero, en realidad, Sakia-Muni no tení a nada que predicar
todaví a. Sus objeciones tenían sólo el carácter de una duda metafísica.
Desengañado de la escuela de Rejaga, el futuro Buda pasó al bosque para ver
si, con la penitencia y el ayuno, podía liberarse de la personalidad que le atormentaba.
Fijo su morada en la selva de Uruvela, en el lugar donde ahora se levanta el templo de
Buda y allí por espacio de seis años mort ificó su cuerpo ásperamente, hasta quedar
reducido a un esqueleto. Probó a subsistir, dice la leyenda, con un solo grano de mijo
al día. Tan dura penitencia la atrajo la admiración de las gentes, que acudían de muy
lejos para implorar con respeto sus bendiciones.
Empero, Gaut ama no est aba satisfecho, su cuerpo se debilit aba sin lograr
aumento de luz espiritual por medio de repetidos éxt asis. Buscando la verdad, no podía
experiment ar los raptos de amor que han content ado a los mí sticos de ot ras razas
comprendió que necesitaba reforzar su cuerpo quería obtener la claridad del
ent endimiento. Para esto fue primero a bañarse en el río y, al trat ar de salir del agua,
se desmayó pero haciendo un gran esfuerzo consiguió llegar a la orilla. Al verle allí,
tendido y ext enuado, la hija de un pastor le ofreció un plat o de arroz, que Sakia-Muni
comió sin escrúpulo. Est o escandalizo mucho a los que les serví an reverentes por su
vida de penitencia y austeridad.
242
Abandonado por los que le admiraban y perseguido, añade la leyenda, por los
espíritus malignos, que le tentaban de continuo, fue a sentarse al pie de un árbol que
crece en la India, una higuera silvestre (ficus religiosa) llamada Bo. Era temprano, por
la mañana, cuando comenzó a meditar a la sombra de la higuera, y antes de caer el día
recibió la gran iniciación. Desde aquel momento sería el Buda, que quiere decir “El
iluminado” Había comprendido, no la naturaleza de Dios, no la causa del universo, sino
la naturaleza del dolor, sus causas y su remedio. Est o es lo que descubrió el Muni de
los sakias, por esto fue llamado Buda; todo el budismo dimana de la gran iniciación
del Buda en ese día memorable para la historia del Oriente. Casi la mitad de la raza
humana sigue, o cree seguir, la doct rina del iluminado bajo la sombra de la higuera.
Lo que pasó por la mente del príncipe Gautama el día de su transformación en
Buda no lo sobremos nuca; él no quiso decírnoslo y la leyenda lo ha forjado a su
sabor, cont ando fant ást icas visiones.
Por de pront o, el Buda resolvió hacer lo que se llama la Gran Renunciación, est o
es, no vivir para él, sino predicar a los hombres la buena nueva. Ante todo, quiso el
nuevo Buda ir a convencer a sus maestros los brahmanes de Rajaga, y se encontró con
que ya habían muert o. Después creyó que era deber suyo convertir a los cinco
ermitaños que le habías servido en la selva de Uruvela y que al dejarle se marcharon a
Benares. Viví an entonces como penitentes en un paraje de las afueras de la ciudad,
llamado Parque de los ciervos. Al ver llegar a Buda, se confabularon para rechazarle
como a un apóst ata, pero impedidos luego por una fuerza misteriosa, le reconocieron
como iluminado y le sirvieron como a un ser superior. El Buda, lleno de bondad,
predicó a los cinco ermitaños en sermón famoso, conocido con el nombre de Sermón
de Benarés o de la Fundación del Reino de la Verdad.
Por lo demás, la disciplina moral, que hoy llamamos filosófica, propuesta como
el Buda como vehículo para obtener la suprema libertad no era una gran novedad en el
siglo VI a.J. C. sobre todo en la India; sin embargo la oposición de est e tratamient o de
Just o Medio a las prácticas ascét icas de los brahmanes se ve reflejada en todos los
discursos del Buda “Mortif icación no procura conocimiento, cuanto menos procurará el
triunfo sobre la sensualidad. Aquel que llena su lámpara con agua una vez de aceite,
no obtendrá luz; el que f rot a dos maderos podridos, no encenderá fuego .”Comed y
bebed según las necesidades del cuerpo, el agua rodea la flor del loto sin penetrar en
los poros de sus pétalos”.
Había ciert as escuelas brahmánicas que insistían en lo mismo; una vida santa
en pensamiento y en acción. Sin embargo, es original el mét odo propuest o , Hay que
romper las diez cadenas que nos at an y que, el Buda, son como sigue: la primera.
nat uralmente, es la ilusión del yo soy, Nunca somos, pues estamos cambiando a cada
momento. La segunda cadena es duda que pueda nadie liberarnos de este error del yo,
y que pueda uno mismo salvarse. La t ercera, la confianza excesiva en las buenas
obras, principalmente en la eficacia de la mortificación. La cuarta, la sensualidad; los
que pretenden conseguir la completa liberación deben practicar la abst inencia y el
243
celibat o, Para los que no hayan llegado a este grado, bastarán templanza y
moderación. La quinta cadena es la de la pasión; la sexta, el deseo de una vida
celestial, literalmente de un mundo sin f orma. La oct ava cadena es la vanidad en la
perfección ya obtenida. La novena, la excesiva seguridad en uno mismo. La décima la
ignorancia
Con algunas variantes, el Buda coincide en su camino de perfección con lo que
llamamos quietismo en Europa. Por est o conviene prestar más at ención a la psicología
budista, hasta dando a la palabra psicología el mismo valor que t iene entre nosotros, o
sea, ciencia del alma. A pesar de que niega la existencia del alma, sorprende la
extraordinaria agudeza del Buda para explicarse la formación y f uncionamiento de la
personalidad. Se ha llegado a pensar, por los primeros escritores budistas, que la
famosa solución que se llama la Rueda de la Verdad fue lo que descubrió el Buda el
día de su iluminación debajo de la higuera. La Rueda de la Verdad podría también
llamarse el árbol del Error, porque de un error nace otro, y de éste, otro, pero la
palabra rueda nos da la idea de una sucesión de errores que no tienen principio ni fin.
He aquí la serie de ellos:
La ignorancia produce la impresión de unidad de lo que está separado; cada uno
de nosotros es un compuest o, una mezcla. De est a idea falsa de unidad nace la
conciencia individual, La conciencia nos da la idea de formas, de colores y de
crecimiento, que acaso hoy podríamos interpret ar por tiempo. Las formas y colores, al
pasar por delant e de nosotros, despiertan los sent idos. Los sentidos nos incit an al
contacto . Del cont act o viene la sensación. El deseo de posesión crea el afecto. El
afecto, o amor, origina la existencia. La existencia impulsa a nacer, y del nacimiento
viene la vejez, la enfermedad y la muerte.
Esto parecerá a los occidentales el mundo al revés. No es el “ pienso, luego
existo”, de que se valió Descartes, sino el “existo porque pienso”, tengo conciencia
porque pienso, y pienso mal.
Claro está que decir que de la ignorancia venga la conciencia, y que de ésta,
paso a paso, se consiga nacer, sonará, el oído de las gentes de cultura grecolatina, no
solo como una herejí a, sino como un absurdo. Para nosotros es la vida la que, con su
plenitud, produce amor, posesión y conciencia. Pero si admit imos que el alma no
existe, la Rueda de la Verdad gira con mucho más lógica de lo que a primera vista
parece, ¿ Qué puede producir individualidad sino la ignorancia? Y este estado de
ignorancia es lo que nos forja la ilusión de la conciencia individual. Los demás punt os
de la rueda casi coinciden con los resultados de algunas escuelas modernas de
psicología. Lo que ya no parece tan claro es que del deseo de ser, vengamos a la vida;
aunque esto encaja muy bien en los pueblos de la India, de una trasmigración a otro
cuerpo después de la muerte, para recibir el premio o el castigo.
Pero obsérvese bien que, según el Buda, cuando renacemos, ya no somos lo
que habíamos sido antes. Si nuestra personalidad cambia a cada inst ante, no es
posible que subsista igual después de la muerte. El Buda se vale de comparaciones
244
para explicar la trasmigración: como de una luz se enciende de otra, como de una
semilla, como el discípulo repit e los versos o las enseñanzas del maestro, así uno nace
de lo que ha sido ant es él mismo, en otra vida.
En realidad, el por qué y el común nacemos otra vez no lo dilucidó Buda. Todas
las religiones tienen sus misterios, que hay que creer con fe sencilla, y la idea de la
reencarnación es el misterio del budismo. Todo lo demás resulta comprensible, como
basado en un proceso intelectual.
Es interesant e observar que hasta un pensador como Gautama parece at ascarse
en la idea tradicional en la India, de la trasmigración. Recordemos las palabras
triunfales del Buda al acabar el sermón de Banarés: “¡ Esta es mi última existencia!
¡ No hay reencarnación para mi! ”. Ya allí declara t ambién que el objetivo final es la
paz, la extinción, el Nirvana. Esta última palabra, casi lo único que del Buda se conoce
en Occidente, quiere decir apagar, extinguir, pero no la vida, sino la personalidad. En
los textos búdicos se menciona a menudo el Nirvana acompañado de epítet os que lo
aclaran glorifican. Nirvana es la isla del Refugio, el final del Deseo, donde no hay
cambios ni destrucción. Concretando, Nirvana es la extinción de los t res f uegos:
deseo, odio e ignorancia. Pero ya se comprenderá lo que deseo, odio e ignorancia
significan para el Buda.
Todo, el Buda y sus discípulos t uvieron que explicar a menudo el signif icado de
la palabra Nirvana a los no iniciados. “El Nirvana no es pasado ni presente ni futuro no
se produce ni se puede producir.. existe, es”. El Nirvana es casi como el Tao.
245
Tal fue, en sustancia, la doctrina del Buda. Con variedad de estilo, según
hablase al pueblo o a los brahmanes, con parábolas o dialogando con los que le
manifest aban sus dudas, Gautama insistió en estos mismos preceptos toda su vida.
Cada año, el Buda y sus discí pulos se reunían durante la estación de las lluvias en
Magadha, o Benarés, y en cuanto llegaba en buen tiempo se despedían y separaban
para seguir predicando a las gentes el Camino Medio de los ocho precept os, la Rueda
de la Vida, el Nirvana, etc. Así la actuación del Buda se prolongó durante los cuarenta
y cuatro años que median desde su iluminación debajo de la higuera hasta la muerte,
que le sorprendió ya oct ogenario, pero todaví a recorriendo tierras. En este largo
de gentes que le pedían milagros. Y a todos supo contestar siempre con nobleza
y elevación.