La Solidaridad Cristiana

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Solidaridad vs.

individualismo
Predicaciones

“Quien se confía en Dios, prestará también servicio a sus semejantes


para que ellos, cada uno por su camino, lleguen a su destino divino.
No se confunda, por tanto, con el individualismo la acentuación
cristiana de la persona individual.”

-Wolfhart Pannenberg

Introducción

El escritor Hans Tendam resume lo que piensan las personas sobre el


mundo. Dice: “sólo algunos están satisfechos con el mundo tal como
es. Sólo algunos pocos creen que ellos puedan transformar este
mundo. El primer grupo es feliz, pero debe ser medio loco. El
segundo sólo puede ser realmente loco.” Si vemos nuestro mundo,
nuestra sociedad, con suficiente objetividad –aunque esto es
imposible en términos absolutos- debemos reconocer que muchas cosas
en nuestro mundo no están bien. Nuestra sociedad, en gran manera,
está construída sobre la economía y, sobre todo hoy, en una economía
de mercado y competitividad, que privilegia la individualidad y el
éxito personal en detrimento del prójimo. Se trata de actuar sin dar
importancia a los otros como otros. Esta cultura individualista, de
alguna maera se puede ver también en los escenarios religiosos.
Queremos reflexionar sobre la solidariedad cristiana en una sociedad
individualista. En qué consiste la solidaridad cristiana? Cuáles son
sus características? A que nos desafía Jesús en el Evangelio? Veamos
Marcos 10.35-45.

Contexto

El escenario en que suceden estos hechos es el camino hacia


Jerusalén. Jesús anuncia por tercera vez su muerte en la cruz y su
resurrección. Este contexto y esos hechos, contrastan con la
petición que Santiago y Juan hacen a Jesús. El pasaje es importante
no solamente por la enseñanza de Jesús, sino porque en ella Jesús
destaca en qué consiste su misión.

Efectivamente, en el v. 45 –texto que muchos consideran el eje de


todo el libro de Marcos-Jesús define su misión. Queremos aplicar
estos contenidos al tema de la solidaridad cristiana. En qué
consiste la solidaridad cristiana?

1. La solidaridad cristiana es opuesta al individualismo (vv. 35-37)

1.1. La búsqueda del privilegio individualista está ilustrada en la


petición de Santiago y Juan.

Los protagonistas de la primera escena deste relato son Santiago,


Juan y Jesús. “Maestro –le dijeron-, queremos que nos concedas lo
que te vamos a pedir. Qué quieren que haga por ustedes? Concédenos
que en tu glorioso reino uno de nosotros se siente a tu derecha y el
otro a tu izquierda. (vv. 35-37 NVI). En un lenguaje automovilístico
podríamos decir que “los discípulos querían la pole position en el
reino de Dios.”

Es interesante comparar este relato de Marcos com el paralelo de


Mateo. En este último, es la madre de Santiago y Juan que hace la
petición (cf. Mt. 20.20). Aquí son directamente los propios
interesados. Tal vez este detalle muestre una vez más la
autenticidad y fidelidad de Marcos, quien no tiene problemas de
criticar a los discípulos en forma directa, abierta. Barclay, en un
lenguaje siempre atractivo, comenta que esta petición de Santiago y
de Juan “nos señala que eran muy ambiciosos. Cuando, según su
opinión, se ganara la batalla y el triunfo fuera total, querían
convertirse en los principales ministros de Estado de Jesús. Tal vez
su ambición hubiera crecido porque en más de una oportunidad Jesús
los había incluído en su círculo más íntimo, los tres escogidos.
Quizá gozaban de una posición algo más holgada que los demás. Su
padre tenía dinero suficiente como para emplear jornaleros (Marcos
1.20). Puede ser que, con cierto esnobismo, pensaran que su
superioridad social les daba derecho a ocupar un lugar privilegiado.
Sea como fuera, se presentaban como hombres qser yo sntaban en sus
corazones la ambición de ocupar el primer lugar en el reino
terrenal.”

Independientemente de cuál sería lo que pensaban esos discípulos, la


idea parece ser que se trataba de procurar los primeros lugares, los
lugares de privilegio en el Reino de Dios o en una futura
organización eclesiástica. En vez de pensar en el servicio, pensaban
en jerarquías, lo que precisamente iba a suceder en el futuro de la
institucionalización de la Iglesia.

1.2. El individualismo es lo opuesto a la solidaridad: una


explicación filosófica Trasladando esa situación del relato a
nuestros tiempos, existe una tendencia a procurar los lugares de
privilegio, los lugares principales, los lugares destacados dentro
del cristianismo. La sociedad marcada por el neoliberalismo que
privilegia el individualismo, tiene que ver con esa tendencia. La
sociedad parece estar erigida siguiendo ciertos patrones hegelianos.
Precisamente, en un estudio reciente sobre el tema, se sintetizan
esas ideas del siguiente modo:

“Según Hegel, todo reconocimiento significa un juzgamiento


valorativo que termina fatalmente en una apreciación de que el otro
vale o no vale para mí. Para que alguien obtenga reconocimiento, es
el otro que debe perder su reconocimiento. O, para llegar luego a la
metáfora central del pensamiento hegeliano, la demanda de
reconocimiento implica necesariamente una lucha de confrontación.

El individualismo es lo opuesto a la solidaridad. Para el


individualismo lo que interesa es el individuo, quien debe gozar de
todas sus libertades, incluyendo libertad comercial, libertad de
oferta y demanda, libertad de mercado, etc. Todo esto, en la mayoría
de los casos termina por hacer que los ricos sean cada vez más ricos
y los pobres cada vez más pobres. La publicidad, los cursos de
formación en ventas y actividades similares, todos ellos se
construyen a partir de la idea de que “Usted es un ganador y para
eso debe derrotar al otro, a su contrario, a su adversario. “El otro
sólo emerge como mi potencial anulador, dándome una chance de ser yo
su anulador. Si el otro fuera perdedor, mi identidad surgirá, y él
si no fuese muerto, se transformará en mi dependiente o mi esclavo.”

Santiago y Juan parece que sabían algo de esto y entonces se


anticipaban para pedir los primeros lugares junto a Jesús, lugares
de privilegio, lugares en los cuales lo principal era su posición y
no la situación y condición de todo el grupo de discípulos.

La solidaridad cristiana es, en primer lugar, lo opuesto al


individualismo.

2. La solidaridad cristiana significa tomar la cruz (vv. 38-40)

2.1. La reacción de Jesús Jesús reacciona a la petición de Santiago


y Juan con una negativa rotunda: “No saben lo que están pidiendo.”
(v. 38). Por qué no sabían lo que pedían? Porque no relacionaban el
reino futuro con la cruz, la gloria futura con los padecimientos y
la muerte en la cruz. Como explica Gnilka: “Jesús responde a los
hermanos ambiciosos haciéndoles ver que no perciben todo el alcance
de su petición. El cumplimiento de ésta exige que ellos beban
previamente la misma copa que él y ser bautizados con el mismo
bautismo que él.”

Interpreto con otros comentaristas que, aunque la imagen de “copa”


puede aplicarse a la alegría, como cuando en la Biblia se habla de
“tomar la copa de salvación”, aquí más bien es una indicación de la
muerte de Jesús en la cruz. “Jesús tomará esta imagen, aplicándola a
sí mismo al referirse a la propia pasión inminente durante la agonía
en Getsemaní, quizá sobreentendiendo el pensamiento de que ‘él toma
sobre sí el juicio de Dios y quiere padecer un tormento extremo por
amor a los hombres’ (R. Schnackenburg).”

2.2. La respuesta de los discípulos

“Sí podemos” (v. 39). Comentando esta respuesta, dice Myers: “La
pregunta [de Jesús] es evidentemente retórica, pero Marcos no
consigue resistir la ironía. Oh! Sí, dicen Santiago y Juan: no
tenemos el menor problema.”

2.3.Aclaración de Jesús (v. 39). Jesús habla del bautismo en sentido


metafórico. Su propio bautismo en agua ya había sucedido. “Ahora la
expresión de Jesús precisa que aquello era sólo un símbolo. El
auténtico bautismo se coloca al término de su misión: ‘es muerte con
los pecadores y por los pecadores’ (R. Fabris).” Santiago y Juan
hablaron en forma apresurada, tal vez sin tener en cuenta lo que
significa ser bautizado con el bautismo de Jesús y beber de su copa.
Los discípulos deben tenr en claro que seguir a Jesús es seguirle en
su muerte, tomar la cruz. En este sentido, podemos hablar de una
solidaridad de los discípulos con Jesús, de nuestra solidaridad con
El en la cruz. Bonhoeffer comenta: “La cruz no es desventura ni
pesado destino: es el sufrimiento que adviene como resultado de la
unión con Cristo. La cruz no es sufrimiento ocasional, sino
sufrimiento necesario. La cruz no es sufrimiento relacionado con la
existencia natural, sino sufrimiento relacionado con el hecho de que
pertenecemos a Cristo. La cruz no es esencialmente apenas
sufrimiento, pero sí sufrimiento y rechazo –rechazo en el sentido
riguroso, rechazo por amor de Jesucristo, y no como consecuencia de
cualquier otra actitud o confesión.”

Debemos estar dispuestos a tomar la cruz. Debemos estar dispuestos a


ser crucificados por seguir a Jesús. Sólo así se aquilatará nuestro
discipulado y nuestra fidelidad a El. La solidaridad cristiana es,
en primer lugar, lo opuesto al individualismo. La solidaridad
cristiana significa tomar la cruz. Finalmente,

3. La solidaridad cristiana se concreta en el servicio (vv. 42-45)

Llegamos al desenlace de esta narrativa de Marcos. En la primera


parte, como vimos, Santiago y Juan solicitan a Jesús lugares de
privilegio. En la segunda, Jesús pregunta a ellos si están
dispuestos a participar de su bautismo y de su copa, lo cual muestra
que la solidaridad cristiana significa asociarnos a Jesús en su
cruz. Ahora, Jesús muestra a todos los discípulos que la solidaridad
significa servicio.

3.2. Una crítica al poder “Como ustedes saben, los que se consideran
jefes de las naciones oprimen a los súditos, y los altos oficiales
abusan de su autoridad. Pero entre ustedes no debe ser así. Al
contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su
servidor y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de
todos.” (vv. 41-44). Las palabras clave: “jefes”, “naciones”,
“súbditos”, “altos oficiales” y “autoridad”, denotan claramente que
se trata de un lenguaje político. El comentario de Myers está
estructurado en esta perspectiva:

“Aquí Jesús ataca frontalmente los mismos poderes políticos (ton


etchnon; los administradores coloniales romanos 10.34) que al fin lo
ejecutarán. Esos “llamados” (hoi dokountes) jefes, practican la
propia filosfía del liderazgo-como-dominación contra el cual Jesús
se había cuidadosamente esforzado por luchar en sus enseñanzas:
ellos ejercen su “señorío sobre” (katakurieuousin) sus súbditos.
Repitiéndose por cuestión de énfasis, Marcos habla de los “grandes”
(hoi megaloi) que tiranizan (katexuosiazousin) a las personas (al
intentar el lenguaje más fuerte posible, él bien puede haber
inventado esta forma verbal intensiva).” Esta fuerte declaración de
Jesús tiene por lo menos dos aplicacie superaa nuestro presente. La
primera, para el mismo escenario de la política en la cual, de
maneras diversas los jefes de las eo de co muchas veces ejercen una
autoridad despótica y no tratan a los ciudadanos como tales, sino
como simples súbditos. Todos somos testigos de cómo, en nuestros
propios países, muchos entran al mundo de la política no para servir
al pueblo, sino para servirse de él. Dice Pannenberg: “La luz del
amor de Dios que incide sobre cada uno de los hombres niega a las
autoridades políticas de cualquier clase el derecho a proceder a
capricho con la vida de los individuos.”

La segunda aplicación tiene que ver con el mundo religioso. Siempre


sucedió, pero a partir de los años 80 a esta parte, se instalaron en
los escenarios cristianos nuevos actores religiosos que adquieren
nuevas figuras o nomenclaturas como las de “obispo”, “apóstol”, etc.
Tanto sus discursos como sus acciones, demuestran que no usan su
autoridad según el modelo de Jesús, sino según el modelo de la
sociedad neo-liberal y que ofrece culto al “dios Mercado”. En esse
sentido es oportuno tener en cuenta que, independientemente de que
Dios pueda traer alguna bendición en las personas que asisten a esos
ámbitos, de ninguna manera podemos aceptar como cristiano ese uso de
la autoridad. Por eso, a esa crítica que Jesús hace de aquellos que
dominan a la personas, debe seguir el lado positivo.

3.2. La solidaridad se concreta en el servicio (vv. 43-45) Jesús


contrasta el modelo de los que dominan com el modelo del Reino de
Dios. “Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que
quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, y el que
quiera ser el primero deberá ser esclavo de todos.” (vv. 42, 43). La
solidaridad debe concretarse en el servicio a las personas y no en
el dominio que ejercemos sobre ellas. Jesús nos convida a ser
diáconos y doulos, siervos y esclavos, respectivamente, según el
texto griego de Marcos (diakonos y douloi). Debemos pasar de un
deseo individualista a un deseo solidario.

“La única forma de superar una concepción trágica del deseo humano
es el reconocimiento del/a otro/a en cuanto outro/a en el deseo
solidario, deseo de cooperación y de inclusión de los/as
excluidos/as, de los/as ‘perdedores/as’. Sólo así la persona puede
ser reconocida por alguien que ella misma reconoce. Cuando todos se
ven solamente como consumidores, la solidaridad es imposible.” Estar
al servicio del hermano y del prójimo no significa anular nuestra
individualidad. Como explica Pannenberg, “Quien se confía en Dios,
prestará también servicio a sus semejantes para que ellos, cada uno
por su camino, lleguen a su destino divino. No se confunda, por
tanto, con el individualismo la acentuación cristiana de la persona
individual.”

Servir a nuestro prójimo y a nuestros hermanos, significa ser


siervos y esclavos. Estamos obligados a hacerlo. Y, además, no es
imposible porque Jesús es el gran modelo de esa solidaridad total.
Nuestra solidaridad cristiana no es un puro idealismo impracticable.
Porque Jesús es un fundamento histórico concreto. Dice Jesús:
“Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para
servir y dar su vida en rescate por muchos.” (v. 45). Este es el
modelo real, histórico y concreto de solidaridad. En él tenemos el
ejemplo válido y supremo de entrega por los otros, de esa
solidaridad, de esa pasión por las personas. Como acto supremo,
Jesús ofrece su vida en la cruz como precio por la liberación de
muchos.

Hemos visto que la solidaridad cristiana es opuesta al


individualismo, significa tomar la cruz y se concreta en el
servicio. Este es nuestro gran desafío en la sociedad dominada por
el individualismo. Es claro y hasta lógico que, bombardeados por los
medios que nos inducen a vivir una cultura individualismo que se
fundamenta en el “sálvese quien pueda”, también los cristianos nos
cansemos de ayudar al prójimo. Por eso san Pablo nos alienta: “Y
vosotros, hermanos, no os canséis de hacer el bien” (2 Ts. 3.13).
Porque hacer el bien es, precisamente, lo que caracterizó a Jesús y
lo que indiscutiblemente debe caracterizarnos a todos los que
pretendemos ser sus discípulos en medio de una sociedad dominada por
la ambición y el individualismo.
Padre celestial. Te doy gracias por Jesús Tu Hijo amado, Aquel que
anduvo haciendo bienes Porque tú estabas con él. Ayudame por tu
Espíritu Santo A imitar a Jesús, A superar mi individualismo, Mi
egoísmo Y empezar a pensar en el prójimo, Siendo solidario con él,
En amor, En palabras Y en servicio. En el nombre de Jesucristo,
Amén.

Autores: Alberto Fernando Roldán


Fuente: Sitio www.cristianet.com
Aportado por: Equipo De Selah
Temas: Solidaridad

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