Infraestructura Inca

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Espacio, Tiempo y Forma. Serie I, Nueva época. Prehistoria y Arqueología, t. 1, 2008. pp. 321-336

INFRAESTRUCTURA Y SIGNIFICADO EN LA DOMINACIÓN INKA DEL


CENTRO OESTE ARGENTINO (COA), EXTREMO AUSTRAL ORIENTAL
DEL TAWANTINSUYU
Infrastructure and meaning in the Inka domination at the
Argentine central west (COA), oriental austral extreme of the
Tawantinsuyu
J. Roberto Bárcena*
Recibido el 12 de noviembre de 2007. Aceptado el 7 de enero de 2008.

En homenaje a mi muy querido amigo y maestro,


Prof. Dr. Eduardo Ripoll Perelló

Resumen. Con el apoyo de la ANPCyT (SECYT) y del CONICET mediante subsidios, desarrollamos investigaciones
arqueológicas y etnohistóricas sobre la dominación inka en el Centro oeste argentino, extremo austral orien-
tal del Tawantinsuyu.
En la actualidad trabajamos en las provincias de La Rioja (Famatina, Laguna Brava, Guandacol, entre
otras áreas), San Juan (Reserva de la Biosfera de San Guillermo, Valle Fértil, Paso del Lámar —Jáchal—, en-
tre otros sectores) y Mendoza (Valle de Uspallata, Valle de Uco, entre otras zonas), estudiando la vialidad y
los sitios relacionados, excavando varios de éstos.
Un abordaje de tal envergadura implica, entre otras, la posibilidad de contrastar semejanzas y dife-
rencias en la implantación territorial, diversidad en las relaciones con las poblaciones locales y su manifes-
tación en los indicadores arqueológicos y etnohistóricos y permite contrastar los modelos de dominación
regional.
En este contexto nos referimos, desde la perspectiva del significado, al registro de bienes inka como ser,
entre otros, la propia arquitectura o los relacionados con los sitios ceremoniales de altura.

Abstract. With the support of the ANPCyT (SECYT) and of the CONICET we have undertaken archaeological and eth-
nohistorical research on the Inka domination in the Argentine central west, at the oriental austral extreme of the
Tawantinsuyu.
Our team is presently working in the provinces of: La Rioja (at Famatina, Laguna Brava, Guandacol, among
other areas), San Juan (at the Reserva de la Biosfera de San Guillermo, Valle Fértil and Paso del Lámar -Jáchal-,
among other sectors) and, Mendoza (at the Valle de Uspallata, Valle de Uco, among other zones), studying the net
of roads and other related sites, excavating several of the later ones.
Such an approach implies, between others, the possibility of contrasting similarities and differences in the
territorial implantation, the diversity in relations with the local inhabitants and its manifestation in the archae-
ological and ethnohistorical indicators, thus allowing for the contrast with the regional domination models.
From the perspective of the significance and within such a context, we refer to Inka goods such us the ar-
chitecture in itself or those goods related to the high ceremonial sites.

(*) INCIHUSA-CONICET (Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales-Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas; se-
de CRICYT-Mendoza).
UNCuyo (Facultad de Filosofía y Letras). E- mail: rbarcena@lab.cricyt.edu.ar.
Dirección: Casilla de correo 131, 5500 Mendoza, Argentina. Tel: 54-261-5244307.
(Dirijo los proyectos institucionales indicados, participando de los mismos: P. A. Cahiza, O. Di Giuseppe, J. García Ll., N. B. Gorriz, S. E. Martín,
L. A. Müller, M. Pannunzio de Mulle, M. J. Ots).

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J. Roberto Bárcena

1. INTRODUCCIÓN Mientras que Raffino, en su aporte sobre «El Shincal de


Quimivil» (2004) y refiriéndose al NO argentino expresa que
El registro arqueológico de artefactos y arquitectónico «Las discrepancias en los registros arquitectónicos y artefac-
del período Inka en el noroeste argentino (NOA) y en el cen- tuales indican que no puede hablarse de un modelo de domi-
tro oeste argentino (COA), como así el registro etnohistóri- nio rígidamente extendido a todo el horizonte NOA. Existen
co, refieren a un modelo de dominación que atiende significativas diversificaciones regionales en la apropiación
variabilidades: hay diversidad regional significativa en la del espacio por los Inka. Las que debieron depender de los re-
apropiación del espacio, según los recursos naturales, las cursos naturales, las condiciones ecológicas y el sustractum
condiciones ecológicas y demográficas, entre otros. demográfico de cada territorio» (:221), agregando, entre otros
La imposición del modelo implica transformaciones en conceptos, que «Ciertos rasgos arquitectónicos en los sitios
las etnias asimiladas, incluso ideológicas. inkas están alternativamente sugiriendo prestigios o alterna-
Asimismo, la copia de artefactos —cerámica, metalur- tivas funcionales. Estos son las aukaipatas, collcas, ushnos,
gia, entre otros— de los modelos inka, entraña que adquie- hornacinas, vanos (puertas y ventanas) trapezoidales; los al-
ran nueva significación. tares con escalinatas de piedra; muros de piedras canteada,
En algunos casos, como en los de la parafernalia rela- las jambas y dinteles» (: 224-225), como asimismo que «Los
cionada con el culto solar y la fertilidad de la tierra en los Inka no construyeron grandes poblaciones en el Kollasuyu, si-
santuarios de altura, que conlleva arquitectura, sacrificios ri- no que se instalaron en sitios preexistentes», aunque, por otra
tuales y artefactos escogidos, la condensación significativa parte, «construyeron sus centros administrativos en lugares
alcanzó su máxima expresión. donde no existían instalaciones locales» (: 223).
Claramente regulados, según los datos del propio regis- Opiniones que interesa aquí corroborar con las de Be-
tro arqueológico y del etnohistórico, los sitios y las ceremo- renguer (et al) sobre la variabilidad provincial del Tawantin-
nias de altura son producto de un conjunto de usos estatales suyu (2003) o bien de Williams (2000 —y D’ Altroy y Williams,
habituales y ofrecen con los objetos que en ellas se emple- 1998—) sugiriendo esta última que el gobierno inka de los
an, como el caso de los tejidos, de las estatuillas votivas y de sectores australes en la práctica unió «control militar, recla-
los adornos corporales, no sólo un característico icono inka mo ideológico, hospitalidad ceremonial, reubicación demo-
sino también un contexto significativo, cuya decodificación gráfica, tratamiento preferencial de algunos grupos étnicos
implicaría reconocer mejor todo un lenguaje gráfico (Gua- e intensificación minera y agropastoril» (: 72), refirmando
man Poma, 1936 —1613—; Blas Valera, 2007 —1618—). asimismo que algunas veces se tuvieron «en cuenta las va-
Las apreciaciones precedentes se sostienen con la realidad riaciones locales en la organización social, los recursos y la
de los registros dichos, como así por los planteamientos cada historia de las relaciones políticas preexistentes.», conclu-
vez más concordantes de los especialistas de la temática inka, yendo que «como toda dominación, la inka trajo cambios en
en general y del Kollasuyu en especial, particularmente de los el uso y el significado de los espacios públicos, domésticos y
colegas que han trabajado y trabajan en las vertientes orien- ceremoniales de las sociedades locales» (: 73), volviendo fi-
tal y occidental andina, en Argentina y en Chile. nalmente sobre el hecho de que las «ocupaciones diferen-
Por refirmar con opiniones más conocidas y por ejem- ciales» buscaban igualmente «la creación de paisajes
plo, Hyslop planteaba en su momento la variabilidad del re- inkaizados separados de las ocupaciones locales», haciéndo-
gistro arquitectónico inka (1990), expresando que «No two lo como «un mecanismo de dominación planeado», persi-
Inka State settlements are identical.» para proseguir dicien- guiendo «imponer la visión del mundo inka sobre las
do que «There were no universal principles followed in se- poblaciones dominadas, justificando su poder y autoridad e
lecting a location and planning the layout of major inka intentando reestructurar prácticas sociales» (: 74).
settlements. Rather, a complex set of concepts was used, ba- La diversidad en la unidad sobre la que venimos tratan-
sed on the major activities to be carried out in the settle- do admite otras hipótesis y corroboraciones más recientes,
ments, its topography, the distance and amount of local precisamente sobre el NOA, donde el estudio de un poblado
labor, and local cultural influences.» (:306), concluyendo que del período prehispánico tardío (Tarragó y González, 2005)
«Major Inka settlements might be compared with fine Ande- demuestra un prolongado «desarrollo local» y que fue «par-
an textiles, which served practical ends, but had much cialmente ocupado y remodelado a partir de la dominación
symbolism woven into them. As in weaving, the planning and imperial en la región», apreciándose en este caso «variabili-
layout of Inka settlements must have been a major intellec- dad en los modos arquitectónicos incaicos» (: 129) habida
tual, religious, and possibly aesthetic endeavor. It is clear that cuenta que en el poblado se aprecian «técnicas constructivas
before designing a settlement, Inka architects had to be awa- incaicas limitadas a sectores seleccionados del asentamien-
re of a multitude of religious, political, economic, and ethnic to, manteniendo la estructura arquitectónica previa del sitio
factors before they could weave these influences into a co- de génesis local.», agregándose que «El proceso de selección
herent architectural layout.» (:309). de los sectores, tanto aquellos de índole pública como pro-

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INFRAESTRUCTURA Y SIGNIFICADO EN LA DOMINACIÓN INKA DEL CENTRO OESTE ARGENTINO (COA), EXTREMO AUSTRAL ORIENTAL DEL TAWANTINSUYU

ductiva (agrícola y artesanal), no se basó únicamente en blemente representada por indígenas capayanes y yacampis,
cuestiones prácticas sino que también tuvo en cuenta los del Período tardío de la Etapa agroalfarera, sin descartar otros
contenidos simbólicos derivados de la circunscripción de de- grupos étnicos de similares o disímiles características cultu-
terminados espacios» (: 141) para concluir que «tan impor- rales. A la vez, relacionamos a los huarpes por el sur con et-
tantes como las obras de infraestructura, las estrategias de nias como la Puelche, de grupos de cazadores y recolectores,
dominación incluyeron la transformación imperial de los sis- con alta movilidad territorial (Ibíd.).
temas simbólicos, entre los cuales la concepción del espacio Según este bosquejo elemental los indígenas de mo-
figuró entre los más trascendentes» (: 142). mentos prehispánicos tardíos del NOA, principalmente de las
En cuanto a la otra vertiente del abordaje de nuestro actuales provincias argentinas de Catamarca y La Rioja, si-
trabajo, referida a los sitios y ceremonias de altura, que re- tas al norte de las nombradas del COA, son en sentido lato los
mitimos prácticamente a la consideración de sólo uno de los diaguitas protohistóricos que ocupan con sus poblados, se-
casos de evidencias en altos cerros andinos del COA, implica menteras y sitios defensivos, entre otros, las áreas de valles
asimismo variabilidad pero siempre en un contexto de «im- y quebradas, que soportan una población relativamente nu-
portancia en el registro arqueológico dada la concentración merosa, con medios de producción y uso espacial significa-
de rasgos y su significado en el marco institucional estatal tivo, abarcando desde el manejo agropastoril al minero que
incaico, sobre todo cuando se trata del hallazgo, como es el les permitía sumar a sus artesanías de cerámica y de texti-
caso que abordamos, de un fardo funerario en uno de los les, entre otras, la de metales preciosos y del bronce. Su or-
contrafuertes del Cerro Aconcagua, y de las estatuillas án- ganización sociopolítica, relativamente compleja según el
tropo y zoomorfas asociadas» (Bárcena, 2001: 158; 1989). área a que nos refiramos, alcanza la categoría de Jefaturas
El hecho de abordar nuestra presentación en el marco o Señoríos, notándose la existencia de grupos especializados
del merecido homenaje a la memoria de don Eduardo Ripoll en diversas tecnologías.
Perelló, implica que, luego de agradecer a sus organizadores Entre esos grupos se aprecia, en lo que a su infraestruc-
por aceptar nuestra participación, nos orientemos principal- tura arquitectónica se refiere, avances técnicos hacia el ur-
mente al ámbito de nuestro propio registro arqueológico re- banismo, destacando sus conglomerados de instalaciones
gional y al de las representaciones, con lo que entrañan de pircadas, como así de paredes de barro y las mixtas de barro
interpretación, pues esto es lo que conlleva el acto comuni- y piedra, propios de sus asentamientos en terrazas fluviales de
cacional, vinculando el objeto con el signo (semeion), y esto fondos de valles y en las quebradas, coronados éstos, o no,
según los códigos que estructuran las relaciones signo-refe- por construcciones defensivas que dificultan la progresión en
rente y emisor-receptor. altura hacia los cerros próximos, baluartes, pucaras, funcio-
Sin pretender entonces con nuestro abordaje más que nales a sus aparentemente recurrentes luchas por la fronte-
tener en cuenta nuestro registro y algunas consideraciones ra regional y también al interior de sus límites de expansión.
básicas sobre los signos, y sin afrontar un enfoque desde la A su vez, los indígenas regionales Huarpes parecen ser
teoría semiótica, nos abocaremos sólo a establecer algunos relativamente menos numerosos, a la llegada de los inka (c.
datos de las evidencias registradas relacionándolos con íco- 1470 d. C.), que sus coetáneos del NOA, situación que se
nos y símbolos inka. mantiene en la época prácticamente inmediata, cuando arri-
ban los españoles (1551 d. C. en los valles de Caria y de
Güentota). Esta etnia se encontraba en situación de aprove-
2. ALGUNOS DATOS DE LOS REGISTROS
char los valles irrigables principales de la región, como los
ETNOHISTÓRICO Y ARQUEOLÓGICO DEL COA
del citado Caria o Tucuma, bañado por el río San Juan y sus
Conceptualmente ceñimos la Subárea arqueológica COA afluentes, y el mencionado de Güentota o Cuyo, servido por
a determinados límites geográficos, que la realidad del pro- el río Mendoza y sus tributarios.
ceso prehistórico regional nos obliga a traspasar una y otra Sin embargo, la principal etnia regional del COA partici-
vez. (Bárcena, 2002b —200—: 7 ss.) (fig. 1). paba más bien de un patrón de instalación aldeano, con re-
En rigor, sin embargo, la circunscribimos por el norte y lativamente reducida concentración de viviendas de
el sur, respectivamente, con los ríos Jáchal-Zanjón (Prov. de materiales perecederos, con toda probabilidad del tipo quin-
San Juan) y Diamante (Prov. de Mendoza), haciéndola llegar cha, según grupos dispersos en el espacio, relacionados con
por el oeste (Cordillera de los Andes) y el este (ríos Jáchal, cursos de agua, sean naturales, sean artificiales según tomas
Bermejo, Bajada de Ampacama, Desaguadero) casi hasta los de vertientes, arroyos y ríos, y canalizaciones en acequias,
límites actuales de las mencionadas provincias. Mientras que, con campos de cultivos próximos y todavía con una relati-
también con ciertos grados de libertad en el planteamiento, vamente importante actividad de caza (camélidos, entre
relacionamos con el área circunscripta una determinada et- otros) y de recolección vegetal (de cierta enjundia ésta, ha-
nia protohistórica, la Huarpe, en conexión por el norte con la bida cuenta del hecho de la existencia de algarrobales apro-
ampliamente denominada Diaguita, de habla cacana, proba- vechados de determinada manera por la etnia).

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J. Roberto Bárcena

▲ FIGURA 1. En el mapa están registrados los principales topónimos referidos en el texto.

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INFRAESTRUCTURA Y SIGNIFICADO EN LA DOMINACIÓN INKA DEL CENTRO OESTE ARGENTINO (COA), EXTREMO AUSTRAL ORIENTAL DEL TAWANTINSUYU

Si bien está claro que los huarpes tenían una gama de rresponder a alguna de las varias que conocemos para el sec-
divinidades tutelares, aparentemente sobresalía una, relacio- tor en lengua local (Ibídem.).
nada con los altos cerros, con la cordillera nevada, llamada La fuerza representativa, el código que alude al referen-
Hunuc Huar. Sin embargo, no habría evidencias de ceremonias te material de esos paisajes culturales de los valles de Caria
llevadas a cabo por huarpes en las alturas, aunque sí hay y Güentota y más australes, adquiere el simbolismo buscado
menciones a su pensamiento sobre que los muertos moraban por la fuerza de la palabra introducida, de la lengua franca
finalmente en esas sierras nevadas. (Canals Frau, 1942: 67 de entonces, el quechua, cuyo poder no desconocerán los
ss.; Michieli, 1983; Parisii, 2003). Por otra parte, sí hay datos nuevos conquistadores, hispánicos.
etnohistóricos y arqueológicos sobre características de los en- Éstos en sus primeros tiempos de dominio harán valer,
tierros huarpes, que conllevan ajuares funerarios. asimismo según un juego simbólico, esas denominaciones
En cuanto a la organización sociopolítica huarpe se dis- precedentes de las áreas de sus conquistas y fundaciones de
cute sobre si le corresponde asumirla en la categoría de las ciudades, de acuerdo con los intereses del momento, que
sociedades segmentarias, por referirnos a términos de una buscan en parte la convalidación de su propio dominio, re-
de las clasificaciones todavía en uso, o de las jefaturas, in- mitiendo a la toponimia estatal inka o a la local según con-
cluso señoríos. Aparentemente, a la llegada de los españoles veniencia. Por último, primará en lo institucional hispánico
se estaría transitando la etapa final del proceso que da paso colonial la denominación quechua Cuyo para lo regional y
a las jefaturas, existiendo numerosas referencias a «caciques» las hispánicas Mendoza y San Juan para lo local (Ibíd.).
huarpes, e incluso, por lo menos a uno de ellos se lo consi- Por otra parte, las denominaciones quechua regionales
deró en época colonial hispana temprana, «Señor» del Valle no se limitan a lo esbozado, sino que abarcan numerosos ico-
de Güentota (Bárcena, 1994). nos del paisaje, permaneciendo como topónimos clave de
Tratándose de zonas áridas, en el COA es impensable el una época, como el nombre del majestuoso y más alto cerro
cultivo dependiente de las precipitaciones, obedeciendo la andino, macizo del Aconcagua (alguna propuesta indica al
producción de alimentos vegetales a la irrigación, derivando origen del vocablo como aymara, lo que no invalida nuestro
para ella agua por canales y acequias, desde cursos o aflora- contraste), o el correspondiente a un arroyo desagüe, sito
mientos hídricos naturales. más allá del límite norte del conurbano de la ciudad de Men-
Esto implica desarrollo tecnológico local, que probable- doza, cuyo sugestivo nombre es Tulumaya, apelativo nota-
mente fue mejorado con la llegada inka. Tal hecho parece es- ble, muy propio del centro cuzqueño. (No sabemos cuándo se
tar indicado, además de otro tipo de posibles inferencias sobre instaló esta denominación que, con la de chimba que está
el dato, por la recurrente mención en los documentos hispá- presente en Mendoza y San Juan, pudo también introducir-
nicos coloniales a las acequias del valle de Güentota, con nom- se con los denominados yanaconas por los españoles de la
bres de «caciques» huarpes por ejemplo («de Goaimaye»), y fundación de Mendoza —1.561 d. C.—. «Yanaconas» que en
también las alusiones a la «toma del Inca» en el mismo valle o algunos casos sumaban a su nombre castizo el apelativo «In-
a «la acequia del Inga» en el valle de Caria. De igual modo, en ga»—Ibídem).
varios casos las fuentes se refieren en el valle de Cuyo a la Centrándonos en lo propiamente inka, con toda proba-
acequia o canal «Goazap Mayu», que parece reunir en la men- bilidad los citados sean casos más que icónicos, simbólicos de
ción la referencia en quechua al curso hídrico, en este caso de alta relevancia, pues no sólo la re-significación alcanza el
traza artificial, junto con el nombre propio de un personaje, habla y al área, sino que revaloriza el ambiente, los paisajes,
quizás en quechua, quizás en lengua local (Bárcena, 1994). y los integra en el mapa estatal.
El sólo hecho de la doble denominación, como las cita- Por supuesto que el habla, que no abordamos más que
das de Caria-Tucuma, Güentota-Cuyo, para esas áreas regio- de pasada aquí, registra también la nueva relación con el es-
nales, muestra claramente la resignificación toponímica, tado cuzqueño, como se aprecia en los vocabularios de la len-
característica de la dinámica de la dominación inka regional. gua huarpe. Éstos, en sus variantes allentiac —área de San
Esta dupla nominativa, de lo local con lo quechua, in- Juan— y millcayac —área de Mendoza— (Valdivia, 1607, en
troducido, no es única y se aprecia en sectores geográficos Medina, 1894 y en Márquez Miranda, 1943), suman al pa-
más restringidos, como es el caso Mauelturata-Uspallata, do- drón de lo local términos de origen quechua y aymara, que
ble denominación indígena e inka de un valle de montaña parecen haber estado en uso por los huarpes. (Aunque debe-
del noroeste mendocino. mos reconocer que el Padre Luys de Valdivia escribe sobre los
Ocurre lo propio más al sur de Güentota, área del Valle vocablos entre fines del siglo XVI y comienzos del XVII, ha-
de Uco, cuyos pobladores, principalmente huarpes, sufrieron ciendo el correspondiente relevamiento del habla entre los
asimismo la dominación, que revistió características parti- huarpes de la vertiente occidental de los Andes —llevados allí
culares a juzgar por su registro arqueológico y etnohistórico. desde Cuyo/Tucuma por el servicio de encomiendas—). Este
Como se aprecia, la denominación Uco refiere a un término registro indica, por ejemplo, que los numerales por encima de
quechua, mientras que la denominación huarpe debió co- la centena (tanto en el millcayac como en el allentiac) esta-

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J. Roberto Bárcena

blecen «pataca», palabra de origen aymara, para nombrar cien Si bien en el caso de las instalaciones del NOA puede
(Medina, 1894; Márquez Miranda, 1943; Bárcena, 1994). decirse que los conglomerados edilicios del Período de los
La propia acepción «paredones del Ynga» o «paredones Desarrollos Regionales (referido a los momentos prehispáni-
de izpallaja» (en este último caso y según nuestra opinión, en cos tardíos, que por otra denominación se consideran propios
alusión al término Uspallata, que pudo ser a su vez el nom- del Período Prehispánico Tardío o Período tardío de la Etapa
bre de un funcionario inka), utilizada muchas veces en los agroalfarera) no respondieron en general a una planificación
documentos españoles tempranos de la ciudad de Mendoza, urbana y que incluso su crecimiento no la siguió —salvo con-
refiere sin duda a una construcción paradigmática inka, so- tadas excepciones—, puede hablarse a la vez y por ejemplo
bresaliente con respecto a las seguramente elementales sobre la existencia en esos establecimientos, conformados
construcciones aldeanas huarpes, a juzgar por lo que sabe- por estructuras pircadas o construidas con otras materias
mos de éstas por los registros etnohistórico y arqueológico primas diferentes a la piedra, de edificaciones habitaciona-
con que contamos en Mendoza (Bárcena, 1994). les con patio, de espacios abiertos como plazas, de calzadas,
Esta mención a un sitio inka del valle de Güentota, con de escalinatas y rampas, de basurales, de cementerios, entre
su particular alusión de lo arquitectónico, la hemos tratado, otros, que son preexistentes a la llegada inka y que implican
entre otras, en nuestra citada publicación de 1994, y ahora claramente elementos urbanísticos.
nos facilita introducirnos en las evidencias de tal índole re- Mientras que, hasta donde sabemos y salvadas en cierta
gistradas en el COA. medida las conspicuas instalaciones de Guandacol (La Rioja)
y de Angualasto (San Juan), conformadas principalmente por
materiales arcillosos, puede decirse que desde el extremo sur
Datos sobre el registro arquitectónico
y norte, respectivamente, de esas provincias hasta el río Dia-
regional inka
mante en Mendoza, que es prácticamente la extensión del
En efecto, el registro arqueológico de la presencia inka COA, no se han registrado instalaciones de enjundia, sea en
regional incluye, junto con otras categorías de infraestruc- materiales pétreos, arcillosos o mixtos, que admitan parale-
tura, los tambos —con diverso grado de jerarquía en la orga- los con las coetáneas, conspicuas del referido período del
nización estatal de la región y por tanto con funcionalidades NOA, con excepción, precisamente, de varias de las instala-
específicas—, al menos un pucara y varios sitios ceremonia- ciones propias de la subsiguiente dominación estatal inka.
les de altura (que involucran o no capacochas). Se trata de De manera tal que lo arquitectónico inka del NOA signifi-
tipos de instalaciones que en su mayoría están vinculadas ca la implantación planificada y según un patrón distintivo de
con trazas visibles de la red vial. los establecimientos, que suman a estas nuevas condiciones de
Al analizar estas instalaciones, especialmente la in- la arquitectura regional, su fuerza de la representación simbó-
fraestructura de los genéricamente denominados tambos, lica del dominio estatal sobre el de jefaturas preexistente.
hallamos que si los comparamos en su conjunto, conside- Sin duda el característico patrón de instalaciones inka,
rándolos desde el centro de la actual provincia argentina de con su red vial, más allá de la funcionalidad y de los símbo-
Catamarca (NOA), pasando por las de La Rioja y San Juan, los arquitectónicos del poder, implica nuevos códigos para
hasta alcanzar la de Mendoza —límite austral oriental de la las poblaciones locales: reelaboración de los propios con los
organización estatal— (COA), ofrecen diferencias apreciables, implantados, según una neta influencia, en parte incentiva-
como por ejemplo en la superficie abarcada por las cons- da por los lenguajes visuales de los dominadores.
trucciones delimitadas por muros —sean de piedra, de otros No sólo la planificación urbana, al estilo de los «nuevos
materiales, o mixtos— y en los tipos de las edificaciones pre- Cuzco», denota la novedosa situación, sino que hacen lo pro-
sentes —además de su calidad, envergadura y detalles cons- pio componentes característicos, como las aukaipatas, ka-
tructivos—. llankas, ushnus, cerros ceremoniales con escalinatas, collcas,
Sin embargo, y en general, cualquier tambo suma a la entre otros, como así, particularidades de las construcciones
evidencia de los artefactos característicos del período, sean como los hastiales, las hornacinas y los vanos trapezoidales,
obtenidos por prospecciones superficiales o en profundidad entre otros. Y esas formas, componentes arquitectónicos, que
por excavaciones, su relación de proximidad con la vía inka en general no tenían tradición regional, a diferencia de lo
y, corrientemente, al menos una estructura del tipo «kancha», que ocurría en los Andes «nucleares», también dieron su im-
«Rectángulo Perimetral Compuesto» («RPC»), denominada así pronta a las «protociudades» preexistentes, cuya modifica-
según una de las clasificaciones en uso (Madrazo y Otonello, ción y sobre imposición de un nuevo planeamiento bajo
1966; Raffino, 1982, 1991:112 ss.). dominio inka, han sido señalados por Raffino con respecto a
Sólo este hecho introduce una impronta en la planifica- las del NOA de los Desarrollos Regionales (1991: 204).
ción arquitectónica de los asentamientos que, con distinto No arroja dudas el carácter pragmático de la sobre impo-
grado de certeza, marca una diferencia constructiva con las sición por los inka de la traza de «su clásico planeamiento en
instalaciones autóctonas coetáneas. damero regularizado de la Kancha» en las «protociudades exis-

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INFRAESTRUCTURA Y SIGNIFICADO EN LA DOMINACIÓN INKA DEL CENTRO OESTE ARGENTINO (COA), EXTREMO AUSTRAL ORIENTAL DEL TAWANTINSUYU

tentes» del NOA, al decir de Raffino (Ibídem), como asimismo cal, cuya densidad demográfica debió ser apreciable a juzgar
no podemos abrigarlas sobre su significación y claro simbolis- por las evidencias derivadas de nuestras investigaciones del
mo, como así sobre su expresión de un lenguaje visual propio. extenso yacimiento aledaño, que denominamos Las Juntas
Por contraste, podemos volver sobre las ya aludidas su- y corresponde al Período de los Desarrollos Regionales.
perficies construidas de buena parte de los tambos del COA, El establecimiento inka de Paso del Lámar, que según
comparándolas entre sí y con dos de las más conspicuas ins- nuestros estudios fue abandonado antes de completarse su
talaciones inka del NOA de Catamarca y La Rioja, estableci- construcción, probablemente a causa del arribo hispánico,
mientos de El Shincal de Quimivil (74.180 m²; «Nuevo Cuzco” consiste en el característico planeamiento de un tambo de
del área de Belén, próxima al pueblo de Londres, en el sector envergadura, con sus RPC, plaza intramuros, planta de una
valliserrano de Catamarca; Raffino, 2004) y de la Tambería del kallanka, entre otros. A lo dicho se suma un cerro bajo con
Inca (12.812,49 m², instalación de envergadura, circunscripta escalinata —con toda probabilidad ceremonial— y un sector
por un muro, propia del área de Chilecito, junto a la ciudad en terraza, a mayor altura, que alberga construcciones es-
riojana homónima; Greslebin, 1940), para constatar cómo es- cogidas, alrededor de otra aukaipata. Estas construcciones
tas implantaciones inka «puras” reflejan, por su envergadura y parecen culminar en un ushnu, estando delimitado el con-
tipos de componentes arquitectónicos, claramente los secto- junto por muros bajos y coronado por un alto cerro conexo,
res geográficos de mayor interés para la organización estatal, cuyo ascenso dificultan estructuras defensivas pircadas, con-
los que, además de sus posibilidades económicas, implicarían formándose un típico pucara, inka desde su origen, a juzgar
áreas con relativamente apreciable densidad de población, su- por nuestras excavaciones junto a muretes, en recintos y en
mándose por lo tanto a la estrategia del aprovechamiento es- parapetos del mismo (Bárcena, 2002a, 2005).
pacial según determinados fines, la de establecer íconos El camino inka, con dirección norte-sur, atraviesa el
referenciales del poder estatal, principalmente en los sectores tambo, haciéndolo por el lado oeste de la aukaipata de su
más conspicuos de presencia de las poblaciones locales. sector más bajo (Ibídem).
Según los guarismos de la Tabla I, que presentamos en El conjunto edilicio, al que se suma una relativamente
escala logarítmica, las dos instalaciones mencionadas des- extensa área próxima, con vertientes e indicios de prácticas
tacan del resto, y no sólo por las cifras de superficie cons- agrícolas, es hasta la actualidad el de mayor envergadura co-
truida, sino asimismo por los tipos y calidad constructiva de nocido en el COA (ubica prácticamente en el límite noreste
sus componentes arquitectónicos, siguiéndoles la de Paso extremo de la Subárea arqueológica) y está constituido co-
del Lámar (9.328,12 m²), sita en el sector noreste extremo mo adelantamos por tipos arquitectónicos característicos de
de la provincia de San Juan, junto al río Bermejo, en una po- los establecimientos relevantes inka (salvando la escala, por
sición próxima a la de los asentamientos de la población lo- ejemplo El Shincal tiene asimismo aukaipatas, ushnu, ka-

▲ FIGURA 2. a) Croquis del relieve del área de la Tamberia de Paso del Lámar y de la arquitectura (estructuras de paredes de pitas: recintos,
escalinatas y muros ( b. página siguiente) del sitio. Los números 1, 2 y 3 de ambos croquis indican lo mismo: el cerrito con escalinata en el
sector de la terraza de la margen izquierda del río Bermejo, la zona de otro nivel en terraza por encima del anterior y el área del pucará.

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J. Roberto Bárcena

▲ FIGURA 2b

llankas, cerro ceremonial con escalinata, entre otros ele- leznables, diseminadas en áreas de cultivo, propias de la po-
mentos relevantes —Raffino, 2004—). Asimismo, a diferen- blación local de Las Juntas y próximas2.
cia de la mayoría de los sitios inka, Paso del Lámar cuenta Más al sur, en el corazón del COA, como se aprecia en la
con un pucara, que es el más austral conocido, implantado citada Tabla I, las instalaciones inka son ya de menor enver-
por la organización estatal en su progresión al COA, área és- gadura, excepción hecha de la más austral y oriental cono-
ta que será finalmente el extremo austral oriental del Ta- cida, la de Ranchillos, en el valle de Uspallata del noroeste
wantinsuyu, límite que alcanzan y se hallan consolidando mendocino. Se trata de un conspicuo tambo, «Tambo real de
muy poco antes del arribo hispánico (fig. 2). Ranchillos», con las características «kanchas» y plaza intra-
El caso de Paso del Lámar es paradigmático de la orga- muros, cuya superficie construida alcanza los 6.648 m² y que
nización estatal, pues a la habilidad de establecer un impor- por comparación con los relevantes casos tratados, sólo de-
tante asentamiento en tierras bajas (c. 1.000 m.s.m), con tenta algunos atributos salientes, como por ejemplo los re-
probables fines de avanzar por el río Bermejo hacia las to- voques de barro, muros y vanos característicos, y un posible
davía más bajas (c. 500 m.s.m) y estratégicas tierras de la hastial en su «RPC» más notable (Aparicio, 1940; Rusconi,
confluencia con los ríos Mendoza y San Juan, área lagunera 1956; Bárcena, 1998b) (Tabla I).
de ecología y poblaciones particulares, suman consolidar el Justamente, la relativa excepcionalidad de Ranchillos de-
foco de la población autóctona en la propia posición de la viene en absoluta cuando analizamos la infraestructura de ins-
convergencia de los ríos Bermejo y Guandacol, en Paso del talaciones inka del COA —tambos, sitios ceremoniales de altura,
Lámar, previniéndose con un pucara, a la vez que re-signifi- red vial—, en contraste con la propia de las poblaciones loca-
cando el paisaje cultural con sus íconos arquitectónicos re- les, encontrándonos con que lo arquitectónico inka regional
presentativos del poder político y religioso estatal, en deviene por si en icono, en significativa representación de la
marcado contraste con las instalaciones de materiales de- dominación local y regional por la organización estatal.

(2) Nuestra campaña arqueológica de 2006 en Paso del Lámar permitió determinar que algunas estructuras pircadas, ubicadas fuera del espa-
cio del característico planeamiento inka, en el sector sur oriental del sitio, ofrecen materiales cerámicos de una ocupación anterior a la inka
y a la época de los Desarrollos Regionales. Éstos los hemos datado en el siglo VII d.C.: en forma relativa por su tipología y en forma absolu-
ta (14C) merced al carbón de los fogones de las correspondientes asociaciones y contextos.

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INFRAESTRUCTURA Y SIGNIFICADO EN LA DOMINACIÓN INKA DEL CENTRO OESTE ARGENTINO (COA), EXTREMO AUSTRAL ORIENTAL DEL TAWANTINSUYU

Datos de los registros arqueológico y etnohistórico dinistas y estudiosos, es decir de la necesaria convergencia de la
de los sitios ceremoniales inka de altura práctica montañista con la investigación científica y que en gran
medida tuvo lugar en nuestras regiones; es por otra parte inne-
En este orden de representaciones simbólicas deseamos re- gable que se debe a su vez a la realidad de un uso ritual siste-
ferirnos también, aunque en forma escueta, a los sitios ceremo- mático de los Andes meridionales por los inka. (Ver entre otros:
niales inka de altura, particularmente al que concierne al Cerro Schobinger, 1966, 1986; Beorchia Nigris, 1987-1984-; 2001 -
Aconcagua, del noroeste extremo de la Provincia de Mendoza. dirección y coordinación; Vitry, 1996, 2000; Schobinger y Ceru-
Como sabemos, es notable el número de elevados cerros ti, 2001; Ceruti, 1999, 2003; Bárcena, 1989, 2001).
andinos que presentan vestigios que refieren a la presencia Esta re-significación simbólica de las alturas andinas, a
inka y que han llevado a inferir que se trata de sitios cere- su vez cargadas de connotaciones religiosas para las pobla-
moniales, santuarios de altura. ciones regionales, ofrece otro claro caso de reorientación sig-
Éstos están situados en las propias cumbres o en lugares nificativa hacia el ordenamiento estatal, según nítidos
próximos, por ambas vertientes de la divisoria de aguas inter- lenguajes visuales del inka, sea por el hecho mismo del sitio ce-
nacional, en los casos que se trate de cerros limítrofes entre Ar- remonial, los dones y fuerzas sobrenaturales allí invocadas, sea
gentina y Chile, o bien están ubicados en cordones al interior de por las señales emergentes del lugar, como la posible visibili-
ambos países, por referirnos al sector del Área Meridional An- dad de combustiones en la cima, sobre las que se ha inferido
dina donde se ha reconocido la mayor cantidad de sitios. muchas veces y sobre las que podemos al menos contrastar
Si bien el aserto precedente puede deberse, entre otros, a la los vestigios que dejarían, de los cuales tenemos evidencias
prolongada por décadas y prácticamente continua acción de an- por los carbones que tapizan determinadas estructuras.3
(3) V.g.: Cerro Penitentes de la Cordillera Frontal del NO de Mendoza; cuya densidad de carbones en el relleno de la principal estructura, sita a 4.300
msm, en la cima del cerro, nos permitió datar la asociación, por C14, en el siglo XV d.C., comprobando a la vez la excelente visibilidad del lugar: ha-
cia el distante Cº Tupungato, hacia la más próxima quebrada del río de Las Cuevas-Mendoza, lugar del paso del camino inka a la vertiente occi-
dental andina y de los sitios asociados, tambos conexos al camino; mientras que, asimismo a la distancia, se aprecia desde esa altura y con nitidez
la posición de los sitios de Confluencia -3.300 msm, tambillo en la aproximación al sitio ceremonial de La Pirámide del Aconcagua- y la del citado
contrafuerte del Cº Aconcagua, lugar del santuario aludido -5.300 msm-. Asimismo, comprobamos que la trilogía de sitios, Cerro Penitentes-Con-
fluencia-Pirámide, pueden además ser unidos por una línea virtual, lo que agrega una condición particular del manejo espacial inka.

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J. Roberto Bárcena

▲ FIGURA 3a. Se advierten las estatuillas antropomorfas del sitio ceremonial de altura del Cº Aconcagua. Son masculinas y se aprecian
vestidas. La confeccionada en oro laminado, sita a la izquierda, muestra la plaquita, también de oro laminado, colgando en la
posición que tenía en la estatuilla, al ser hallada ésta junto al fardo funerario. Asimismo, en las restantes imágenes se
observan por una parte la referida pequeña lámina, recortada según la característica forma trapezoidal y horadada para fungir
colgante, y por la otra el dibujo atribuido a Guaman Poma sobre el “Consejo Real ...”, donde se aprecia un elemento similar a
la referida placa, como atributo de las máximas autoridades de la organización estatal inka. (Fotografías J.R. Bárcena).

Semejante fuerza ideológica e inversión de recursos, tec-


nológicos y económicos, implica alcanzar objetivos rituales
de una religión estructurada, doctrina del Tawantinsuyu in-
separable del avance político estatal, que se apropia asimis-
mo de los espacios sagrados y los re-significa a su uso, con
la parafernalia, esta sí seguramente más visible para muchos,
de las comitivas y procesiones en pos de los santuarios.
No fue poca cosa seguramente, integrar al sistema el ce-
rro más alto de los Andes (el Aconcagua tiene una altura de
6962 msm), aunque se lo hiciera ritualmente por uno de sus
contrafuertes, como no pasó desapercibida tampoco su más
nítida percepción desde la vertiente occidental andina, área
del Valle de Aconcagua en sentido lato.
A poco que indaguemos no sólo la evidencia arqueoló-
▲ FIGURA 3b. La estatuilla S-17 del santuario del Cº Llullaillaco, gica inka del actual lado chileno de los Andes, sino mejor la
con el manto o yacolla desplegado. Se aprecia el de la documentación etnohistórica del área, hallamos una
penacho de plumas amarillas, el uncu o camiseta
andina, la bolsa o chuspa y, según interesa destacar rica relación de la época colonial temprana, que parece alu-
aquí, el llautu y la pequeña placa trapezoidal dir a lo que planteamos, incorporando específicamente con-
incorporada al mismo, tal como se los apreciaba en
ceptos religiosos del centro peruano, como las referencias a
la exposición del Museo de Arqueología de Alta
Montaña (Salta), en octubre de 2007. (Fotografía Pachacamac, entre otras (Bárcena, 1989; Stehberg y Soto-
J.R. Bárcena). mayor, 2005).

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INFRAESTRUCTURA Y SIGNIFICADO EN LA DOMINACIÓN INKA DEL CENTRO OESTE ARGENTINO (COA), EXTREMO AUSTRAL ORIENTAL DEL TAWANTINSUYU

No pueden abrigarse dudas por lo tanto sobre los nuevos parecidos o de distintos colores, mientras que las camisetas
significados, contenidos simbólicos del paisaje, producto de la andinas y las bolsas coqueras, también de lanas de colores,
incidencia, con la perspectiva de la organización estatal, sobre albergaban tocapus.
entidades de por sí sacras para las poblaciones locales. Las otras tres estatuillas representaban camélidos ma-
Sin embargo, la conexión simbólica iría más allá, como chos, confeccionados en láminas de oro, en un caso, y en la
una vez sugerimos, pues la posición geográfica de los cerros valva Spondylus en los restantes.
elegidos para las capacocha del extremo sur andino, como Entre las estatuillas antropomorfas de metal —son dos,
el Aconcagua argentino y El Plomo chileno (Mostny, 1957; maciza de plata una, en láminas de oro la otra (la tercera es-
Cabeza, 1986), refieren entierros de niños vestidos a la usan- tá confeccionada en la concha del molusco marino)—, des-
za y con objetos simbólicos, del Chinchaysuyu (Aconcagua) taca la de oro laminado, con penacho de plumas amarillas y
y del Kollasuyu (El Plomo), que parecen reeditar en los con- sobre cuyas vestimentas pendía de un cordón una pequeña
fines los aspectos del fraccionamiento cuatripartito y bipar- lámina, también de oro, trapezoidal y horadada para dejar
tito (Hanan, Hurin). (Bárcena, 1989; 2001). pasar ese cordón de sujeción (Bárcena, 1989; 2001; 2004).
En este sentido, es útil contrastar asimismo los sitios ce- Elementos como bolsas con contenidos de origen vege-
remoniales y hallazgos conspicuos en dos sectores alejados tal y sandalias, entre otros, acompañaban el fardo o estaban
entre sí y característicos de los Andes: el mencionado de la en él —incluso se reconoció una pequeña lámina de oro en-
capacocha del Aconcagua (Provincia de Mendoza, Argentina) rollada sobre sí misma—. Justamente, el desenfardado mos-
y el de las capacochas del Volcán Llullaillaco (Provincia de tró una estructuración compleja del mismo, con múltiples
Salta, Argentina). telas, incluso alguna de ellas con decoraciones conspicuas,
Con esto nos encontramos con que sobre similares bases hasta alcanzar el cuerpo de un niño de siete u ocho años al
doctrinales estatales, y según los casos, se ha incrementado que cubrían. Éste, vestía uncus, colocados de una determi-
diferencialmente la inversión. Apreciamos una mayor inci- nada manera, al igual que calzaba ushutas y portaba en su
dencia sobre el paisaje cultural y mucha mayor abundancia y lugar un collar de piedras semi-preciosas. (Para una visión
calidad de los dones sacros, en el más tempranamente domi- amplia de todo el conjunto y sus interpretaciones, ver Scho-
nado y más central sector andino, representación significa- binger, 2001 —compilador—, o bien nuestros trabajos recién
tiva del Volcán Llullaillaco; mientras que, con respecto al citados, entre otros).
sector al que se accede más tardíamente, sito ya en la peri- Además de lo someramente descrito, nos llamó la aten-
feria de un dominio no sólo a punto de fenecer, sino que se va ción un pigmento de color rojo, que había manchado las en-
agostando en su modelo con los límites poblacionales y am- volturas y vestimentas y que, lo más notable, correspondía al
bientales, comprobamos asimismo una fuerte representación unto, de apariencia oleosa, del cuerpo.
simbólica, aunque relativamente menguada en la paraferna- Asimismo, apreciamos una sustancia del mismo color
lia de altura, como es el caso de la propia del Cerro Aconca- que embadurnaba los dientes y que la autopsia controlada
gua y en general de los sitios de los altos cerros del COA. del cuerpo demostró que también se hallaba en el primer tra-
Sin extender más estas consideraciones, que para el caso mo del aparato digestivo y en el último.
del Llullaillaco pueden seguirse, entre otros, en los trabajos de Lo dicho señala otra notable característica de esta ca-
Ceruti (2003), y para el del Aconcagua, entre otros, en los pro- pacocha, que es la de cubrir el cuerpo con una sustancia y,
pios de Schobinger y su compilación de un esfuerzo colectivo según nuestras investigaciones, usar la misma para su in-
al respecto (2001), ofrecemos a continuación una semblanza gestión por el niño.
de este último sitio y de los hallazgos en el mismo, siguiendo Determinamos el pigmento como proveniente del urucu
nuestra propia contribución al tema e interpretaciones que es- o achiote (Bixa orellana), con el que se había realizado el un-
timamos adecuadas al fin perseguido en nuestro artículo, su- to y, también según nuestra opinión, las ingestiones con fi-
mando algunas nuevas consideraciones, a partir de registros nes del ayuno ritual (Bárcena, 1989).
más recientes (Bárcena, 1989, 2001, 2007 a y b). La cantidad de atributos y la complejidad simbólica de
En efecto, decíamos oportunamente que el hallazgo en esta capacocha es tal que además, y entre otros, habíamos
uno de los flancos del Cerro Aconcagua, sitio señalado con señalado que la estatuilla de su ajuar, antropomorfa mascu-
pirca prehistórica, correspondió a un fardo funerario acom- lina de oro, que portaba una plaquita trapezoidal del mismo
pañado de seis estatuillas, confeccionadas en metales pre- metal (Bárcena, 2001: 285-286, 296; 2004: 160-162), lo ha-
ciosos -oro, plata- y en «mullu», las que eran antropomorfas cía al estilo de la similar ostentada en el llautu por los más
masculinas —tres— y estaban vestidas con «uncu», «yacolla» altos funcionarios que rodeaban al inka, como se aprecia en
sujeta por un cordón y «chuspa», que en un par de casos te- dibujos atribuidos a Guaman Poma de Ayala, como es el ca-
nían fragmentos de hojas de coca en su interior. Estas esta- so del titulado “Consejo Real de estos reinos...” (1936 —
tuillas estaban coronadas por un penacho de plumas —en 1613—: 364; ver para otra opinión sobre la autoría de estas
cada caso de distinto color— y las referidas mantas eran de ilustraciones, entre otros, Laurencich Minelli, 2006) (fig. 3a).

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J. Roberto Bárcena

▲ FIGURA 4. Ímágenes del fardo funerario y del cuerpo “embijado”, luego del desenfardado, de la capacocha del santuario del Cº
Aconcagua. Las ilustraciones corresponden a las tareas de laboratorio, apreciándose la complejidad de los textiles que cubrían
al niño y la propia preparación de éste, con el unto rojo y conservando todavía el calzado y un significativo collar (la banda
en la cabeza fue colocada por nosotros para preservar la integridad de sus cabellos). (Fotografías J.R. Bárcena).

Atributos del tipo de la placa trapezoidal, son señalados o bien naranjas y las respectivas plaquitas elaboradas en
también, para seguir con el ejemplo elegido, como propios plata (fig. 3b).
de algunas de las estatuillas de las ofrendas del Cº Llullailla- Como se aprecia, tanto en la única capacocha del Acon-
co, como puede verse en Ceruti (2003). cagua, infantil masculina, como en la infantil masculina de
En efecto, y hasta donde pudimos discernirlo en el cita- la múltiple capacocha del Llullaillaco, el ajuar de estatuillas,
do trabajo, hay tres estatuillas antropomorfas masculinas, que son antropomorfas masculinas, cuenta con atributos de
confeccionadas en la valva Spondylus (“mullu”), que suman penachos amarillos con placas de oro, o bien para el segun-
el “adorno” trapezoidal de oro o de plata, tienen penacho de do caso citado, de plumas rosas o naranjas en correspon-
plumas amarillas o rosas, y que se corresponden con la ca- dencia con placas de plata, demostrando las comparaciones
pacocha representada por la momia infantil masculina, ha- un estándar de representación, pero sobre todo una inciden-
llada en la llamada Tumba Sur (Ibíd.: 73). En rigor, dos de las cia significativa de atributos de poder de la máxima jerar-
estatuillas combinan penacho amarillo con placa de oro, quía inka en los dos sitios: en relación proporcional con la
mientras la tercera lo hace con penacho rosa y placa de pla- inversión ceremonial invertida en cada uno.
ta (Ibíd.: 221-222, Lámina 5: S-25, S-18, S-40). Estas no son coincidencias que puedan establecerse en-
En otros tres casos, de los seis registrados que portan tre todos los sitios inka de altos cerros andinos, con capaco-
estas placas, se trata también de estatuillas antropomor- cha o sin ella, con lo que la representatividad ceremonial
fas masculinas, que están confeccionadas en oro y provie- religiosa o bien la jerarquía en la escala de la organización
nen de entierros de ofrendas denominados SB, SA y NE estatal podría estar indicada, además de la inversión econó-
(Ibíd.: 228-229, Láminas: 3 –S-17- y 5 –S-10, NE-7-), te- mica y según la representatividad ceremonial, por atributos
niendo dos de ellas el penacho trabajado con plumas rosas conspicuos como los señalados.

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INFRAESTRUCTURA Y SIGNIFICADO EN LA DOMINACIÓN INKA DEL CENTRO OESTE ARGENTINO (COA), EXTREMO AUSTRAL ORIENTAL DEL TAWANTINSUYU

▲ FIGURAS 5 a) Zona con grabados rupestres, sita al suroeste de la tambería de Paso del Lámar. Los grabados se han relacionado con
diferentes periodos prehispánicos, incluso el inkaico; b) Algunos de los motivos podrían corresponderse con otros que se
aprecian en la decoración pintada de la cerámica propia de la etapa tardía local de la etapa agroalfarera prehispánica (cultura
arqueológica de Sanagasta/Angualasto). (Fotografías R. Bárcena).

Sobre bases como las esbozadas someramente hasta mo también la preeminencia del culto de Pachacamac y su
aquí, habíamos concluido hace años con respecto al simbo- asociación con el estatal, propia del sincretismo religioso im-
lismo de la capacocha del Aconcagua, resumiéndolo en tér- perante.
minos como los que siguen. Agua, tierra, peces y aves, multiplicación humana, piscí-
Decíamos entonces, que los lugares ceremoniales encla- cola, agrícola y ganadera, parecen ser los componentes cúl-
vados en altos cerros, por encima de los 4.300 m en nues- ticos de esta especie de importante sincretismo en un no
tra área, adquieren importancia en el registro arqueológico menos majestuoso Cerro Aconcagua.
dada la concentración de rasgos y su significado en el mar- El culto de Pachacamac —dios de los sismos, entre otros
co institucional estatal incaico, sobre todo cuando se trata atributos— y asociados, y el impuesto por el Estado, parecen
del hallazgo de un fardo funerario en uno de los contrafuer- reunidos en un único acto del Aconcagua, bajo la regulación
tes del Cerro Aconcagua, y de las estatuillas antropo y zoo- de la más alta jerarquía del Tawantinsuyu.
morfas asociadas. El repaso muestra también la importancia del color rojo
La peculiaridad del mismo, un sacrificio ritual humano en los rituales prehistóricos, su persistencia y cómo puede
en una “huaca” de altura —“santuario de altura”—, y de la relacionárselo con ceremonias principales, de máxima jerar-
ceremonia cuyos vestigios reputamos relevantes para la in- quía, en el incario. Además, se suma el hecho de que un se-
terpretación contextual, nos permiten avanzar explicaciones ñorío costeño derivaría su nombre del color rojo y que este
más allá de las concernientes a la época y marco global cul- pigmento, cualquiera fuera la sustancia de origen, revestía un
tural de la ofrenda —incaicos—, y de la apreciación del sig- carácter sagrado, asociado al culto de Pachacamac.
nificado general de ésta. Datos del «embalsamamiento» de los Incas o sobre el
Es así como inscribimos los trabajos en una línea con- «embijamiento» en ceremonias que los tienen por protago-
cordante con nuestra hipótesis sobre la procedencia —o “re- nistas, implicarían el unto rojo (Fig. 4).
presentatividad”— del sacrificio y respecto del marco Una parte de las ceremonias, en especial las relaciona-
socio-político-religioso de la ceremonia en la organización das con «penitencias» y «rogativas», conllevan «ayunos ritua-
estatal incaica. les» y la práctica de «purgas» con determinadas sustancias,
Fundamos nuestro estudio entonces en que estábamos en administradas por la boca y el ano.
presencia de una capacocha con fuertes indicios de su proce- Se advierte una intencionalidad de preservación de una
dencia costeña peruana —etnías de la costa central o sur de parte de las ofrendas, en particular de las capacocha.
ese país—, o que por lo menos la intencionalidad de la misma Entendemos que está presente aquí la idea de conser-
fue dicha representación, que la misma aludía a la máxima je- vación, básica en la momificación, por lo que interpretamos
rarquía de la organización estatal, o a situaciones conexas con la conjunción «limpieza» del conducto digestivo preservación
ella, y que en relación con la ideología política y religiosa im- por un unto-congelamiento como una técnica particular de
plícita, debíamos considerarla en términos Chinchaysuyo-Ha- la misma, en este específico marco ritual.
nan Cuzco, si se desea, «derecha», «arriba» y «masculino», y, Con esta perspectiva, entonces, sugerimos que para es-
también, con alguna relación con el ritual de Pachacamac. te tipo de capacocha de altura sería suficiente alcanzar los
Surge así con fuerza la importancia de algunos señoríos niveles de montaña con congelamiento perpetuo, para de-
costeños y su persistencia durante la dominación incaica, co- positar la ofrenda (Bárcena, 1989: 104-105; 2001: 158-160).

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J. Roberto Bárcena

▲ FIGURAS 6. Grabado rupestre del


Cª Tunduqueral, Valle
de Uspallata, NO de
Mendoza. Representa
prácticamente la
única escena del sitio
y, a diferencia de la
mayoría de los
petroglifos del mismo,
pudo corresponder a
momentos
prehispánicos tardíos,
probablemente en
relación con escenas
de la época, propias,
entre otros, del
tránsito por el
cercano camino inka.
(Relevamiento
rupestre nuestro).

Datos del registro de las representaciones podía apreciar el tránsito por el no tan lejano camino inka,
rupestres una representación naturalista, que constituye práctica-
mente la única «escena» del lugar y que reúne a un caméli-
En orden al simbolismo imperante, y aunque sea some- do, aparentemente con dogal, con un personaje ataviado
ramente, no deseamos dejar de mencionar aquí otro de los con camiseta andina cruzada en diagonal por dos líneas que
temas significativos, como es el que concierne a las repre- parten de cada lado de la prenda, en representación carac-
sentaciones rupestres, que en ciertos sitios y en alguna me- terística del tránsito observable, propio del Período de los
dida se han considerado como improntas inka sobre rocas Desarrollos Regionales, y en este caso, bajo dominio inka
que a la vez acusan grabados preexistentes, del Período de los (Bárcena, 2002b: 54) (fig. 6).
Desarrollos Regionales, entre otros. Es decir que es probable que esta diferente representa-
Por ejemplo, parece ser el caso de los grabados existen- ción no sólo implique un tiempo más tardío de las poblacio-
tes en un sector de una formación rocosa muy próxima al nes prehispánicas del área indicada, sino la visión de las
mencionado sitio de Paso del Lámar —NE de San Juan—, que mismas en su ambiente netamente simbólico sobre la parti-
representan motivos propios de las poblaciones de momentos cular injerencia territorial que soportan por el avance inka.
tardíos prehispánicos, y anteriores, con los que se relacionan
otros, que han sido interpretados como inka. (Schobinger,
1966; Bárcena, 2002a, 2005), con lo que parece sumarse tam- 3. A MODO DE CONCLUSIONES
bién en las representaciones rupestres la re-significación de
las mismas por los dominadores (fig. 5). De la exposición precedente nos parece que al menos
Sin embargo, más relevante nos parecen algunos casos podemos concluir que:
donde apreciamos el registro rupestre de aspectos de la do- — La dominación inka atiende variabilidades regiona-
minación inka, según la interpretación de los mismos por las les, acusadas en los registros arquitectónicos y de los
poblaciones locales que acusan el impacto dominador. artefactos.
Es el caso particular, notable, de las representaciones — La variabilidad regional depende, entre otros, de los
rupestres que alberga el Cerro Tunduqueral (Schobinger, recursos naturales a disposición, de las condiciones
1982), en el sector central del Valle de Uspallata o Mauel- ecológicas y de la base demográfica.
turata (NO de Mendoza) (Bárcena, 1994), que a los graba- — Parece incidir asimismo la distancia del centro y la
dos geométricos, zoomorfos y antropomorfos, entre otros, cronología del avance.
propios de poblaciones del Formativo local de hace unos mil — La variabilidad implica adaptabilidad que les hace re-
años, suman, en la parte más alta del cerro, desde donde se funcionalizar áreas y establecimientos preexistentes.

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INFRAESTRUCTURA Y SIGNIFICADO EN LA DOMINACIÓN INKA DEL CENTRO OESTE ARGENTINO (COA), EXTREMO AUSTRAL ORIENTAL DEL TAWANTINSUYU

— De esto queda un claro registro, con representaciones alta relevancia, los propios de la re-significación del ha-
de prestigio, jerárquicas y funcionales, que incluso bla y toponímica de los territorios, que revaloriza el am-
perduran en tiempos coloniales (el propio registro do- biente, los paisajes, y los integra en el mapa estatal.
cumental da cuenta de esto). — Qhapaq Ñan y tambos son claros signos regionales
— Sin embargo, en el COA, con excepción quizás de del dominio, cuya representatividad y significación es
Guandacol, no se han registrado establecimientos más notable en el COA, especialmente en la parte
preexistentes que fueran modificados por los inka. más austral del mismo.
— De igual modo, no se registran instalaciones defensi- — El propio Qhapaq Ñan adquiere mayor significación
vas como pucara, con excepción de Paso del Lámar : en contextos ceremoniales.
ubicado en un sitio uni-componente inka, parece es-
tar relacionado con una frontera de riesgo. Aparen- En este sentido, los tipos y los atributos arquitectónicos
temente es el pucara más austral del sistema. inka de jerarquía-prestigio decrecen cuanto más al sur avan-
— En este contexto son altamente significativas las re- zamos: desde el centro de San Juan al NO de Mendoza, por
presentaciones simbólicas de los santuarios de altu- ejemplo, no se registran kallankas, ushnos, cerritos ceremo-
ra, con sus asociaciones espaciales y la parafernalia niales con escalinatas, collcas, hallándose, con reparos en al-
de los sitios, donde destaca con los dones icónicos la gunos casos, hastiales, vanos trapezoidales —jambas y
figuración ceremonial de las jerarquías estatales. dinteles—, hornacinas y enlucidos de barro.
— De igual modo, son significativas las representaciones Si bien el modelo de planeamiento de los estableci-
rupestres de la época de los desarrollos regionales o mientos inka reconoce la estandarización de un patrón ur-
bien del período Tardío de la etapa agro-alfarera, que bano imperial y determinada geometría de la distribución y
involucran más directamente a las poblaciones loca- plantas, acusa diferencias regionales, aunque éstas a su vez,
les de las áreas incididas por el dominio inka. como al menos en el caso de las instalaciones del NO de
— Asimismo, son casos más que icónicos, simbólicos de Mendoza, representan un patrón homogéneo. ●

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J. Roberto Bárcena

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