Edith Södergran

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EDITH SÖDERGRAN

LA DIOSA JAMÁS INVOCADA


Selección de poesía
Edith Södergran

Nació el 4 de abril de 1892, en San Petersburgo, Rusia. Fue una poeta políglota
(alemán, inglés, francés, ruso y sueco) que trascendió en la década de los años veinte,
gracias a que liberó al verso de la rima y de la imaginería tradicional.

Estudió en el centro alemán Petro-Schule de Corelia. Su poesía era visionaria y


profética. Entre sus publicaciones se encuentran Poemas (1916), Lira de setiembre
(1918), El altar de las rosas (1919) y La sombra del futuro (1920), que abrirían senda a
la poesía modernista en Finlandia; además de Las Cartas de Edith (1955), publicación
epistolar póstuma entre ella y Hagar Olsson, amiga suya, crítica y escritora.

Falleció el 24 de junio, en Raivola, Rusia.


La diosa jamás invocada. Selección de poemas
Edith Södergran

Juan Pablo de la Guerra de Urioste


Gerente de Educación y Deportes
Christopher Zecevich Arriaga
Subgerente de Educación
Doris Renata Teodori de la Puente
Asesora de Educación
María Celeste del Rocío Asurza Matos
Jefa del programa Lima Lee
Editor del programa Lima Lee: José Miguel Juárez Zevallos
Selección de textos: Yesabeth Kelina Muriel Guerrero
Corrección de estilo: Manuel Alexander Suyo Martínez
Diagramación: Ambar Lizbeth Sánchez García
Concepto de portada: Melissa Pérez García
Editado por la Municipalidad de Lima
Jirón de la Unión 300, Lima
www.munlima.gob.pe
Lima, 2020
Presentación

La Municipalidad de Lima, a través del programa


Lima Lee, apunta a generar múltiples puentes para que
el ciudadano acceda al libro y establezca, a partir de
ello, una fructífera relación con el conocimiento, con
la creatividad, con los valores y con el saber en general,
que lo haga aún más sensible al rol que tiene con su
entorno y con la sociedad.

La democratización del libro y lectura son temas


primordiales de esta gestión municipal; con ello
buscamos, en principio, confrontar las conocidas
brechas que separan al potencial lector de la biblioteca
física o virtual. Los tiempos actuales nos plantean
nuevos retos, que estamos enfrentando hoy mismo
como país, pero también oportunidades para lograr
ese acercamiento anhelado con el libro que nos lleve
a desterrar los bajísimos niveles de lectura que tiene
nuestro país.

La pandemia del denominado COVID-19 nos plantea


una reformulación de nuestros hábitos, pero, también,
una revaloración de la vida misma como espacio de
interacción social y desarrollo personal; y la cultura
de la mano con el libro y la lectura deben estar en esa
agenda que tenemos todos en el futuro más cercano.

En ese sentido, en la línea editorial del programa, se


elaboró la colección Lima Lee, títulos con contenido
amigable y cálido que permiten el encuentro con el
conocimiento. Estos libros reúnen la literatura de
autores peruanos y escritores universales.

El programa Lima Lee de la Municipalidad de Lima


tiene el agrado de entregar estas publicaciones a los
vecinos de la ciudad con la finalidad de fomentar ese
maravilloso y gratificante encuentro con el libro y
la buena lectura que nos hemos propuesto impulsar
firmemente en el marco del Bicentenario de la
Independencia del Perú.

Jorge Muñoz Wells


Alcalde de Lima
LA DIOSA JAMÁS INVOCADA
Tú, que jamás has salido de tu jardín

Tú, que jamás has salido de tu jardín,


¿alguna vez te has quedado anhelante ante la verja
mirando cómo por senderos soñadores
la tarde se desteñía azulada?
¿No era el sabor incipiente de lágrimas contenidas
el que te abrasaba la lengua como si fuera fuego,
cuando por caminos que jamás habías andado
se ponía un sol rojo como la sangre?

8
Yo

Soy forastera en esta tierra que yace


bajo las profundidades del mar apremiante,
el sol se asoma con rayos rizados
y el aire flota entre mis manos.
Me dijeron que nací en cautividad
que ninguna cara aquí me sería conocida.
¿Soy una piedra que lanzaron hasta el fondo?
¿Soy un fruto demasiado pesado para su rama?
Merodeo a los pies del árbol murmurante,
¿cómo he de trepar por su tronco escurridizo?
En la cima donde tambaleando las copas se unen
quisiera sentarme y otear el humo
que expulsan las chimeneas de mi tierra…

9
Dios

Dios es un lecho en el que descansar y estirarnos hacia el universo


puros como ángeles, los ojos de un azul sagrado y respondiendo
al saludo de las estrellas;
Dios es una almohada en la que apoyar la cabeza,
Dios es un soporte para nuestros pies;
Dios es un suministro de fuerza y una oscuridad virginal;
Dios es el alma inmaculada de lo inadvertido y el cuerpo ya
decrépito de lo inimaginado;
Dios es el agua estancada de la eternidad;
Dios es la semilla fértil de la nada y el puñado de cenizas de los
mundos calcinados;
Dios es las miríadas de insectos y el éxtasis de las rosas;
Dios es un columpio vacío entre la nada y el todo;
Dios es una cárcel para todas las almas libres;
Dios es un arpa para la mano más colérica;
¡Dios es lo que el deseo puede hacer bajar a la tierra!

10
Vierge Moderne

No soy una mujer. Soy un neutro.


Soy un niño, un paje y una decisión valiente,
soy un rayo risueño de un sol escarlata…
Soy una red para todos los peces voraces,
soy un brindis en honor de todas las mujeres,
soy un paso hacia el azar y la ruina,
soy un salto hacia la libertad y el yo…
Soy el susurro de la sangre al oído del hombre,
soy la fiebre del alma, el deseo y la negación de la carne,
soy una señal de entrada a nuevos paraísos.
Soy una llama, buscadora e insolente,
soy agua profunda pero atrevida hasta las rodillas,
soy fuego y agua en comunión libre y leal…

11
La última flor del otoño

Soy la última flor del otoño.


Me mecieron en la cuna del verano,
me ordenaron vigilar el viento del norte,
me brotaron llamas rojas
en mi pálida mejilla.
Soy la última flor del otoño.
Soy la semilla más joven de la difunta primavera,
qué fácil es morir la última:
he visto el lago tan azul y de ensueño,
he oído latir el corazón del difunto verano,
mi cáliz no lleva otra semilla que la de la muerte.
Soy la última flor del otoño.
He visto los universos profundos y estrellados del otoño,
he visto la luz desde hogares cálidos y lejanos,
qué fácil es seguir el mismo camino,
cerraré las puertas de la muerte.
Soy la última flor del otoño.

12
Dos poemas de playa

Mi vida estaba tan desnuda


como las grises rocas,
mi vida era tan fría
como las blancas alturas,
pero mi juventud estaba sentada
con las mejillas calientes
y con júbilo exclamaba: ¡Viene el sol!
Vino el sol y yo estaba tumbada y desnuda,
todo el largo día sobre las grises rocas
desde el rojo mar vino una fría brisa,
¡se pone el sol!

II

Entre piedras grises


tu cuerpo está tumbado y afligido
por los días que vienen y van.

13
Los cuentos que de niño escuchaste
lloran en tu corazón.
Silencio sin eco,
soledad sin espejo,
el aire azulea a través de cada grieta.

14
Radiante hija del bosque

¿Acaso no fue ayer


cuando la radiante hija del bosque celebró su boda
y todos estaban felices?
Ella era el pájaro ligero y la fuente radiante,
el camino secreto y el arbusto risueño,
la noche estival ebria y sin miedo.
Era descarada y reía sin mesura,
como radiante hija del bosque que era;
caminando de un lago a otro iba tocando
el instrumento de cuco que tenía prestado.
Cuando la radiante hija del bosque celebró su boda,
no hubo desdicha en la tierra:
la radiante hija del bosque está libre de anhelo,
es rubia y aquieta todos los sueños,
es pálida y despierta todos los deseos.
Cuando la radiante hija del bosque celebró su boda,
qué satisfechos estaban los abetos en la colina arenosa,
qué orgullosos los pinos en la punta abrupta,
qué contentos los enebros en la ladera soleada
y todas las florecillas lucían blancas corolas.

15
Lanzaron entonces los bosques sus semillas al corazón de los hombres,
nadaron en sus ojos humanos los resplandecientes lagos
y por allí revolotearon mariposas blancas sin cesar.

16
Nosotras las mujeres

Nosotras las mujeres, tan cercanas a la tierra parda.


Preguntamos al cuco qué espera de la primavera,
nos lanzamos en brazos del pino desnudo,
rebuscamos al caer el sol señales y consejos.
Una vez amé a un hombre que no creía en nada…
Vino un día frío con los ojos vacíos,
se fue un día espeso con el olvido en la frente.
Si mi hijo no vive, entonces es suyo…

17
Primavera nórdica

Todos mis castillos de arena se han derretido como la nieve,


todos mis sueños se han derramado como el agua,
de todo cuanto he amado apenas me queda
un cielo azul y algunas pálidas estrellas.
El viento se mueve despacio entre los árboles.
El vacío descansa. El agua está callada.
El viejo abeto se mantiene despierto y piensa
en la nube blanca que besó en sueños.

18
Dos diosas

Cuando viste el rostro de la felicidad te sentiste decepcionado:


Esa mujer durmiente de rasgos vagos,
la más adorada y la más nombrada,
la menos conocida de todas las diosas,
que reina sobre los mares en calma,
los jardines en flor, los interminables días de sol
y te decidiste a no servirla jamás.
De nuevo se te acercó el dolor con el abismo en los ojos,
la diosa jamás invocada,
la más conocida y menos comprendida de todas,
que reina sobre los mares tempestuosos y los navíos echados a
pique, sobre los presos con cadena perpetua
y sobre las onerosas maldiciones que con los niños descansan en
el vientre de sus madres.

19
Mi alma

Mi alma no puede contar ni saber una verdad,


mi alma solo puede llorar y reír y frotarse las manos;
mi alma no puede recordar y conservar,
mi alma no puede ponderar y confirmar.
De niña vi el mar: era azul,
de joven conocí una flor: era roja,
ahora se sienta a mi lado un extraño: incoloro,
pero no le temo más de lo que la doncella temía al dragón.
Cuando llegó el caballero la doncella era roja y blanca,
pero yo tengo ojeras negras bajo los ojos.

20
El espejo del pozo

El destino dijo: «¡Blanca habrás de vivir o roja habrás de morir!».


Pero mi corazón resolvió: roja habré de vivir.
Ahora vivo en la tierra donde todo es tuyo,
la muerte no se adentra jamás en este reino.
Paso el día sentada junto al pozo con el brazo apoyado
en el borde de mármol, cuando me preguntan si la felicidad
estuvo por aquí, sacudo la cabeza y sonrío:
la felicidad está muy lejos, allá donde una mujer joven cose
sentada una manta de niño,
la felicidad está muy lejos, allá donde un hombre
se construye una cabaña en el bosque.
Aquí crecen rosas rojas alrededor de pozos sin fondo,
aquí reflejan los días bellos sus rasgos sonrientes
y las grandes flores pierden sus pétalos más bellos…

21
Pululan las estrellas

¡Suben las estrellas! Pululan las estrellas. Extraño atardecer.


Mil manos levantan el velo al rostro de los nuevos tiempos.
Los nuevos tiempos bajan la mirada hasta la Tierra:
Miradas que derriten con su calor.
Despacio fluye el delirio en los corazones humanos.
Dorado abraza el disparate el umbral humano
con la pasión de las viñas jóvenes.
Las personas abren sus ventanas a un nuevo deseo.
Las personas olvidan todo sobre la Tierra para escuchar
una voz que canta desde arriba:
cada estrella lanza con mano audaz su calderilla
hasta la Tierra: monedas sonoras.
Toda estrella contagiará a la creación:
la nueva enfermedad, la gran felicidad.

22
El misterio de la resurrección

Poema de la casualidad
Los ángeles celestiales cantan hacia la tierra:
¡Rasga el dosel de la muerte, rásgalo!
Una mujer yace tapada en el negro velatorio.
En torno a su camilla alumbran grandes velas.
En su cara están las ganas de Vivir
como si sus manos en una oración quisieran entrelazarse.
Reina el silencio, tan solo la noche pasea vigilante.
De pronto arde un fuego rojo sobre los muertos: ¿Qué es esto?
Silencio en la habitación.
Los ángeles cantan: Muros negros, ¡ábranse!
A la luz azul del cielo el ataúd está bendito.
El ataúd está en el cuarto de la eternidad.
Los ángeles cantan: hija de Dios, te llama el Señor.
Reina el silencio, jamás la pena se irá de esta casa.
Pero la muerta oye la llamada:
Sí, Señor, ya voy,
su voz resuena como un eco a través de todos los cielos.

23
Belleza

¿Qué es la belleza? Pregunta a todas las almas.


La belleza es todo exceso, toda brasa, todo desbordamiento y toda gran miseria;
la belleza es ser fiel al verano y estar desnudo hasta el otoño;
la belleza es el plumaje del loro o la puesta de sol que anuncia tormenta;
la belleza es un rasgo afilado y un tono propio: es yo,
la belleza es una gran pérdida y un silencioso acompañamiento fúnebre,
la belleza es el leve golpe del abanico que aviva el viento del destino;
la belleza es ser voluptuoso como la rosa
o perdonar todo porque brilla el sol;
la belleza es la cruz que el monje eligió o el collar de perlas
que la dama recibió de su amado,
la belleza no es la fina salsa en que los poetas se sirven a sí mismos,
la belleza es hacer la guerra y buscar la felicidad,
la belleza es servir a poderes superiores.

24
Instinto

Mi cuerpo es un misterio.
Mientras esta cosa frágil viva
habréis de conocer su poder.
Habré de salvar el mundo.
Por eso la sangre de Eros corre por mis labios
y el oro de Eros, por mis rizos cansados.
Me basta con mirar
cansada o desganada: la tierra es mía.
Cuando cansada me tumbo en la cama,
lo sé: en esta mano agotada se encuentra el destino del mundo.
Es el poder lo que tiembla en mi zapato,
es el poder lo que mueve los pliegues de mi vestido,
es el poder, para el que no existe abismo, lo que tienen ante ustedes.

25
Creo en mi hermana

Camino en el desierto
y me siento sola en la montaña,
en la piedra del demonio,
donde las penas llevan
mil años esperando.
Tengo una hermana.
Las elfas tejieron sus ropas de seda,
la doncella lunar esparció rocío sobre su pecho…
Era hermosa, codiciada por dioses.
Oh, esta hermana…
No íbamos a contarnos cuentos la una a la otra,
cuentos interminables durante miles de años,
hasta que un día irrumpiera el amanecer,
nuestro nuevo amanecer.
Mi hermana…
¿Me habrá traicionado?
¿Llevará la daga junto al pecho —la de pies ligeros?
Respóndeme —mirada risueña.
No, no, ¡mil veces no! No lo creo,
ni aunque los ángeles con un grafito impecable
en las hojas de los tiempos lo hubieran escrito…

26
¿Por qué me atacó la debilidad humana?
No creo en el mundo a nadie más que a mi hermana…
Lo que ella dice es verdad,
ya puede desgajarse el mundo,
mi hermana no miente jamás.

27
Scherzo

Las estrellas allá arriba inequívocamente claras,


mi corazón en la tierra inequívocamente claro.
Espléndida noche estrellada, tú y yo somos una.
Me siento sin temblar en una franja de estrellas…
¿Como si pudiera romperse?
¿Eres tú, tiempo, el abismo somnoliento que entre
bostezos se burla de mí?
Un peligro para los pies cansados de la bailarina,
un peligro para los brazos flácidos de la alpinista,
un peligro para el collar de perlas estirado e intrépido.
Tiempo, ¡muere!
Toda estrella me mira a la cara: ¡Yo soy tú!
Toda estrella me besa en la boca: ¡Demórate conmigo!
Las estrellas me encierran en un círculo, más y más
cerca, todo mi torso dentro de polvo de estrellas.
¿Qué hago ahí dentro? ¿Lloro?
El anochecer sueña. El rey del mar brinda y bebe de un mejillón.
Nadie habrá de moverse. Pero que la bailarina
se ponga de puntillas en los dedos de la medianoche
y de rodillas caiga y extienda el brazo
y bese al hombre hermoso.

28
El misterio

Todas las personas son juguetes.


Yo misma fui un juguete ayer.
Hoy soy quien resuelve el misterio.
Quiero que todos vengan a mí,
quiero que todos oigan cómo me late el corazón.
Fuego y sangre y el bálsamo del futuro recibiréis de mis manos.
Quiero consagrar toda la humanidad al futuro.
Mis líneas ardientes habrá de leer cada niño.
Convertiré a todos a la fe de un dios más sagrado.
Barreré toda superstición con una escoba insonora,
mataré toda minucia con sorna.
Quiero subirme a vuestra gran serpiente;
clavarle mi espada en la cabeza.
Te beso, oh, espada mía que recibí del cielo.
No descansarás
hasta que la tierra sea un jardín
donde los dioses sueñen
junto a cálices gloriosos.

29
El sol

Estoy como en una nube con una alegría inigualable.


Los bordes de las nubes arden rojos. Es el sol.
Me ha besado el sol. Nada en la Tierra besa de esa manera.
¿Habré de vivir eternamente como testigo de este instante?
No, subiré por los rayos verticales
para estar más cerca del sol.
Algún día
girando entraré en el sol como una mosca en el ámbar,
no será una joya para la posteridad,
pero habré estado en el horno incandescente de la alegría.
Ay de ti, corona, que brillas sobre mi frente,
¿qué habrán de saber cuando te miren?

30
La estrella

¿Qué sabes tú? ¿Qué sabes? Es peligroso decirlo.


Siento la fortuna en mi mano, la fortuna en sí,
tengo la suerte, la gran suerte, en mis dedos.
¡Oh, maravillosa suerte!
Soy de esos que creen en su estrella
y agarran los poderes secretos del destino.
¿Qué pueden hacer los poderes secretos del destino cuando uno
con las manos fuertes de la verdad los agarra?
Las palabras son dañinas.
Pero mi estrella no se niega a sí misma.
Ante mi estrella, que se yergue amenazante,
me siento insuficiente.
¿Dónde habré de encontrar la pesada mano que sujeta la espada?
A mí que no me pregunten, dice mi estrella,
niño, cúbrete la cara ante lo inaprehensible,
lo tuyo, será lo tuyo lo que te dé fuerza.

31
Mi futuro

Un instante caprichoso
me robó mi futuro,
que con prisas armé.
Lo erigiré mucho más bello,
como lo imaginé desde el principio.
Lo erigiré en la tierra firme
llamada mi voluntad.
Lo erigiré sobre los altos pilares
llamados mis ideales.
Lo erigiré con una entrada secreta
llamada mi alma.
Lo erigiré con una alta torre
llamada soledad.

32
La cíngara

Soy una cíngara venida de una tierra extraña,


en mis manos morenas y llenas de secretos sostengo las cartas.
Los días se suceden unos a otros, monótonos y variopintos.
Desafiante miro a la gente a la cara:
¿Cómo van a saber que las cartas queman?
¿Cómo van a saber que las imágenes están vivas?
¿Cómo van a saber que cada carta es un destino?
¿Cómo van a saber que cada carta que cae de mi mano
encierra mil significados?
Nadie sabe que estas manos buscan algo.
Nadie sabe que las mandaron hace mucho.
Que estas manos conocen bien todas las cosas
y, sin embargo, rozan todas en un sueño.
Solo hay un par de manos como estas en el mundo.
Estas maravillosas manos ladronas
oculto bajo el paño rojo,
con desafío y desconsuelo, fuertes y adornadas con sortijas.
Estos ojos castaños miran con un deseo infinito.
Estos labios rojos arden en un fuego que no se apaga,
estas manos despreocupadas habrán de hacer su trabajo en la noche,
del lúgubre color con que brilla el fuego.

33
Los árboles de mi infancia

Los árboles de mi infancia se yerguen altos sobre la hierba


y sacuden la cabeza: ¿Qué ha sido de ti?
Se alzan columnatas como reproches: ¡caminas indigna a nuestros pies!
Tú eres niña y deberías poder con todo,
¿por qué estás aprisionada por los lazos de la enfermedad?
Te has hecho persona, extraña y abominable.
Cuando eras niña conversabas largo y tendido con nosotros,
tu mirada era sabia.
Ahora queríamos contarte el secreto de tu vida:
la llave de todos los secretos está en la hierba, junto a las frambuesas.
Queríamos pegarte en la frente a ti, que dormías,
queríamos despertarte, muerta, de tu sueño.

34
La luna

Todo lo que está muerto es maravilloso


e inefable:
una hoja muerta y una persona muerta
y la esfera lunar.
Y todas las flores conocen un secreto
que el bosque guarda:
el giro de la luna alrededor de nuestro planeta
es la ruta de la muerte.
Y la luna teje su maravillosa tela
que las flores aman,
y la luna teje su red de fábula
en torno a todo lo vivo.
Y la hoz de la luna siega las flores
en las noches de otoño tardío,
y todas las flores aguardan el beso de la luna
con un ansia infinita.

35
La tierra que no es

Ansío la tierra que no es,


pues todo cuanto es estoy cansada de desear.
La luna me habla en runas plateadas
sobre la tierra que no es.
La tierra donde todo nuestro deseo es maravillosamente satisfecho,
la tierra donde todas nuestras cadenas caen,
la tierra donde nuestra frente rasgada se refresca
con el rocío de la luna.
Mi vida fue una ilusión ardiente.
Pero algo he encontrado y algo he ganado de verdad:
el camino hacia la tierra que no es.
En la tierra que no es
camina mi amado con una corona centelleante.
¿Quién es mi amado? La noche es oscura
y las estrellas tiemblan en respuesta.
¿Quién es mi amado? ¿Cómo se llama?
Los cielos se arquean más y más alto,
y un niño se ahoga en brumas infinitas
y no conoce la respuesta.

36
Pero un niño no es otra cosa que una certeza,
y extiende sus brazos más alto que todos los cielos.
Y entonces llega una respuesta:
Soy yo a quien amas y siempre habrás de amar.

37
La canción de la nube

Arriba en las nubes vive todo lo que necesito:


mis ideas seguras como la luz del día, mis certezas veloces
como la luz del rayo,
y en las nubes vivo yo
blanca, en el sol que deslumbra,
inalcanzablemente feliz y diciendo adiós.
Adiós, bosques verdes de mi juventud.
Allí habitan bestias,
ya no volveré a poner un pie en la tierra.
Un águila me subió a sus alas,
lejos del mundo estoy en paz.
Arriba en las nubes me siento y canto,
abajo en la tierra gotea,
una burlona risa de mercurio
y de ella crecen dientes de león y hierba que cosquillea.

38
La lira de los dioses

¿Dónde estará la lira


de plata y marfil
que los dioses prestaron
a la tribu de los mortales?
Perdida no está,
pues los obsequios eternos
con el tiempo no se desgastan,
ni en el fuego se consumen.
Pero llega un cantor.
marcado por el destino,
y rescata la lira
de bóvedas olvidadas.
Y al tocar sus cuerdas
todo el mundo comprende
que los dioses están vivos
en alturas impensables.

39
No coleccionen oro y piedras preciosas

Gente,
no colecciones oro y piedras preciosas:
llenen sus corazones con un anhelo
que arda como carbón incandescente.
Roben rubíes de la mirada de los ángeles,
beban agua fresca del charco del demonio.
Gente, no coleccionen tesoros
que los conviertan en mendigos;
coleccionen reinos
que los den poder de reyes.
Regalen a sus hijos una belleza
que el ojo humano no haya visto,
regalen a sus hijos una fuerza
que vuele las puertas del paraíso.

40
¿Por qué se me dio la vida?

¿Por qué se me dio la vida?


¿Para adelantar como un rayo
a todos en el carro del triunfo
inalcanzable y veloz como el destino,
sin razón ni voluntad,
y tener ansias de más?
¿Por qué se me dio la vida?
¿Para asir con las manos enjoyadas
el cuenco reluciente,
evocado con conjuros,
y tener sed de más?
¿Por qué se me dio la vida?
¿Para ir de mano en mano
como un libro mágico
ardiendo por todas las almas,
flotando como un fuego en la ceniza,
y tener sed de más?

41
En la hamaca de las hadas

Noches y días
tumbada en la hamaca de las hadas
sueño cosas extrañas.
Este corazón no nació para quererme:
no traspasa jamás el umbral de la realidad.
El farol de Diana
brilla a través de mis noches desde finos tules de fábula.
No puedo amar, no puedo renunciar a mi gran corazón…
Pero una vez habré de tumbarme junto al hijo más sublime de la tierra…
Un niño pequeño beberá
de mi pecho de piedra
la leche más fuerte de la tierra.
Lo llamaré: «El regalo de Diana».

42

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