Amparo Contra Laudos Arbitrales

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AMPARO CONTRA LAUDOS ARBITRALES

El arbitraje es un mecanismo alternativo de resolución de conflictos, en virtud del cual


las partes acuerdan (convenio arbitral) someter la solución de determinados conflictos
que hayan surgido o puedan surgir entre ellas respecto de una determinada relación
jurídica a la decisión (laudo arbitral) de uno o varios terceros, llamados árbitros.

En la actualidad los procesos arbitrales se han incrementado en el Perú, ya sea por la


desconfianza que existe en el Poder Judicial o porque su especialidad, rapidez y
eficiencia, se ajustan a las necesidades económicas de las partes. Es por ello que el
arbitraje a adquirido bastante importancia en nuestro país. En tal sentido, el arbitraje
no puede desenvolverse al margen de la Constitución y del respeto por los derechos
fundamentales de la persona, a riesgo que sea declarado inconstitucional; puesto que
no se trata de un fin en sí mismo, sino de un medio o un instrumento para la
resolución pacífica de controversias que versen sobre materias de carácter disponible
por las partes de conformidad con la Carta Magna.

En nuestro país, la institución del arbitraje ha sido reconocida constitucionalmente


como una jurisdicción de excepción, a partir de la vigencia de la Constitución de 1979.
Esta disposición constitucional se ha reproducido, a su vez, en el artículo 139 inciso 1
de la Constitución vigente.

El proceso constitucional de amparo, reconocido por primera vez en la Constitución de


1979 y mantenido en la Constitución de 1993, es un proceso autónomo que tiene por
finalidad la protección de derechos fundamentales —distintos a la libertad personal o
derechos conexos a ella, a la información pública, a la autodeterminación informativa y
al derecho constitucional a asegurar y exigir la eficacia de las normas legales y de los
actos administrativos— frente a violaciones actuales o amenazas ciertas y de inminente
realización. Así, el artículo 200, inciso 1, de la Constitución establece que el
proceso constitucional de amparo:
«[...] procede contra el hecho u omisión, por parte de cualquier autoridad,
funcionario o persona, que vulnera o amenaza los demás derechos reconocidos
por la Constitución [...]. No procede contra normas legales ni contra resoluciones
judiciales emanadas de procedimientoregular».
De acuerdo a lo expresado en este artículo, la Constitución no ha excluido la posibilidad
de realizar un razonable control constitucional de los actos de los árbitros, pues ha
previsto la procedencia del amparo contra cualquier autoridad, funcionario o persona
que amenaza o vulnera los derechos tutelados por este proceso constitucional.

Del mismo modo, el extremo del artículo en que se establece que no procede el amparo
para cuestionar resoluciones judiciales emanadas de un procedimiento regular es
aplicable, por extensión, al arbitraje puesto que la labor que realiza el árbitro o tribunal
arbitral para la resolución de una determinada controversia, es manifestación del
ejercicio de la función jurisdiccional que —de manera excepcional— les ha atribuido la
Constitución. Al respecto, es importante precisar que la intangibilidad de las
resoluciones judiciales y —por extensión— de las resoluciones arbitrales, está
condicionada a que se trate de un proceso «regular»; en caso contrario, queda habilitada
la vía del proceso de amparo.1
Por su parte, el artículo 4 del Código Procesal Constitucional regula la procedencia del
proceso de amparo contra resoluciones judiciales en los siguientes términos:
Artículo 4.- Procedencia respecto de resoluciones judiciales
«El amparo procede respecto de resoluciones judiciales firmes dictadas con
manifiesto agravio a la tutela procesal efectiva, que comprende el acceso a la
justicia y el debido proceso. Es improcedente cuando el agraviado dejó
consentirla resolución que dice afectarlo. [...]».
En consecuencia, es perfectamente posible cuestionar una resolución arbitral en sede
constitucional, a través del proceso de amparo; siempre que se observen los
presupuestos de procedibilidad establecidos por el Código Procesal Constitucional y los
criterios establecidos por el Tribunal Constitucional, tanto en la sentencia recaída en el
Caso Cantuarias Salaverry como en el Caso Algamarca, tal como veremos a
continuación.

Presupuestos de procedibilidad

1
Vid. Sentencia del Tribunal Constitucional recaída en el expediente n.° 3179- 2004-AA/TC, donde el
Tribunal Constitucional establece el canon interpretativo bajo el cual realizará el control constitucional
de las resoluciones judiciales, el cual estará compuesto, en primer lugar, por un examen de
razonabilidad; en segundo lugar, por un examen de coherencia; y, finalmente, por un examen de
suficiencia.
Los presupuestos de procedibilidad para la tramitación de un proceso constitucional de
amparo han sido recogidos, entre otros, en los artículos 2, 3, 4, 5 y 45 del Código
Procesal Constitucional y son aplicables —en cuanto sea pertinente— al proceso de
amparo contra resoluciones arbitrales. No obstante, el Tribunal Constitucional ha
incidido de manera especial en el momento en el cual quedaría habilitada la vía del
amparo, a fin de compatibilizar este proceso de tutela de derechos fundamentales con el
reconocimiento de los principios de no interferencia y kompetenz-kompetenz de la
jurisdicción arbitral.

En efecto, en el Caso Cantuarias Salaverry se precisó que el control constitucional de


las resoluciones arbitrales procede luego de agotados los mecanismos que la Ley
General de Arbitraje2 prevée para impugnar las decisiones de los árbitros, señalando
que, en caso contrario, la demanda devendría en improcedente, de conformidad con el
artículo 5, numeral 4 del Código Procesal Constitucional, que establece que:
«No proceden los procesos constitucionales cuando: 4. No se hayan agotado
las vías previas, salvo en los casos previstos por este Código y en el proceso de
habeas corpus».

Amparo contra laudos arbitrales


Por su parte, en la sentencia recaída en el expediente n.1567-2006-PA/TC (Caso
Algamarca), se precisa la procedencia del amparo frente a laudos arbitrales, para lo cual
se recurre al capítulo quinto del texto de la Ley General de Arbitraje, titulado
«Recursos», en cuyo artículo 59 establece:
«Los laudos arbitrales son definitivos y contra ellos no procede recurso alguno,
salvo los previstos en los artículos 60 y 61. El laudo tiene valor de cosa juzgada
y se ejecutará con arreglo a las normas contenidas en el Capítulo Sexto de esta
Sección».
Los recursos a los que hace referencia el citado artículo de la Ley General de Arbitraje
son los recursos de apelación y anulación de laudo arbitral. Actualmente, a partir de la
entrada en vigencia del Decreto Legislativo Nº 1071, únicamente cabe a partir el recurso
de anulación de laudo arbitral, ex post de la actuación arbitral.
El primero de ellos procede ante el Poder Judicial o ante una segunda instancia arbitral,
cuando haya sido pactado en el convenio arbitral o esté previsto en el reglamento
2
Actualmente, Decreto Legislativo Nº 1071.
arbitral de la institución a la que las partes sometieron su controversia. A efectos de
determinar el momento en el cual resulta pertinente interponer una demanda de amparo
en este supuesto, el Tribunal Constitucional ha señalado lo siguiente:
«Si el recurso de apelación fue interpuesto ante el Poder Judicial, ya no cabe la
interposición del recurso de anulación, puesto que [ambos recursos] no son
compatibles; en consecuencia, el presunto agraviado estará habilitado para
recurrir al juez constitucional. De otro lado, si el recurso de apelación fue
interpuesto ante una segunda instancia arbitral, deberá interponerse el recurso de
anulación de laudo arbitral, previsto en el artículo 61 de la Ley General de
Arbitraje, ante el Poder Judicial». (fs. 17 de la sentencia recaída en el expediente
n.1567-2006-PA/TC, Caso Algamarca).

El segundo recurso al que alude el artículo 59 de la Ley General de Arbitraje es el


recurso de anulación de laudo arbitral, el mismo que sólo procede contra laudos
arbitrales dictados en una sola instancia o contra laudos arbitrales de segunda instancia.
Una vez resuelto el recurso de anulación de laudo arbitral, será posible recurrir al juez
constitucional vía proceso de amparo. En la actualidad este segundo recurso se
encuentra regulado en el artículo 62 del Decredto Legislativo Nº 1071.

Derechos fundamentales susceptibles de ser invocados


En cuanto a los derechos fundamentales susceptibles de ser invocados en una demanda
de amparo contra resoluciones emitidas en un proceso arbitral, tanto en el Caso
Cantuarias Salaverry como en el Caso Algamarca, el Tribunal Constitucional ha
señalado lo siguiente:
«Será posible cuestionar la actuación arbitral por infracción de la tutela procesal
efectiva [...] y por inobservancia del cumplimiento de la jurisprudencia
constitucional o los precedentes de observancia obligatoria, emitidos por este
Colegiado, en atención a los artículos VI, in fine, y VII del Título Preliminar del
Código Procesal Constitucional, respectivamente». (fs. 28 de la sentencia
recaída en el expediente 1567-2006-PA/TC, Caso Algamarca).

En tal medida, será posible interponer un proceso constitucional de amparo cuando el


proceso arbitral se haya realizado incumpliendo los principios constitucionales de tutela
judicial y debido proceso, que sean aplicables en la jurisdicción arbitral. Sobre este
punto, consideramos que las resoluciones emitidas por los árbitros son revisables en
sede constitucional no sólo cuando se haya vulnerado el debido proceso adjetivo o
formal, sino también, cuando el proceso arbitral no se haya llevado de acuerdo con el
debido proceso material o sustantivo.
De otro lado, cabe mencionar que la posibilidad de efectuar un control constitucional
sobre el fondo y la forma de las resoluciones arbitrales no ha sido abordada por el
Tribunal Constitucional; no obstante, en materia de amparo contra resoluciones
judiciales existe un pronunciamiento reciente sobre el tema. En efecto, en la sentencia
recaída en el expediente n.3179-2004-AA/TC (Caso Apolonia Ccollcca) dicho
Colegiado ha reconocido que le corresponde:

«[...] resolver, ponderadamente, sobre el fondo y la forma de los procesos


judiciales ordinarios cuando estos hayan violado los derechos fundamentales
tutelados por el proceso constitucional de amparo. [...] El canon interpretativo
que le permite al Tribunal Constitucional realizar, legítimamente, el control
constitucional de las resoluciones judiciales ordinarias, está compuesto, en
primer lugar, por un examen de razonabilidad; en segundo lugar, por el examen
de coherencia; y, finalmente, por el examen de suficiencia». (fs. 23)

Si bien —como hemos señalado— este criterio ha sido desarrollado en el marco de un


proceso de amparo incoado contra una resolución judicial, consideramos que nada
impide que a la hora de evaluar si una resolución arbitral es regular o irregular, el juez
constitucional verifique si ésta se encuentra en armonía con el contenido
constitucionalmente protegido de todos los derechos fundamentales. Tarea que debe ser
llevada a cabo modulando la intensidad del control constitucional sobre las resoluciones
arbitrales, bajo el canon interpretativo desarrollado por el Tribunal Constitucional en la
citada sentencia; vale decir, siguiendo los exámenes de razonabilidad, coherencia y
suficiencia.
Recientemente, el Tribunal Constitucional ha emitido una Sentencia el 21 de
Septiembre de 2011, en el Expediente No. 00142-2011-PA/TC, en la que ha establecido
Precedentes Vinculantes relacionados con la procedencia de Procesos de Amparo contra
Laudos Arbitrales. Dichos Precedentes Vinculantes han establecido, entre otras cosas, lo
siguiente3:

1.- El Recurso de Anulación de Laudo Arbitral es una vía procedimental, igualmente


satisfactoria, para proteger los derechos fundamentales en caso éstos hubieran sido
vulnerados por un Laudo Arbitral.

2.- Es improcedente interponer una Demanda de Amparo para cuestionar la falta de un


convenio arbitral.  La vía idónea para hacerlo es el Recurso de Anulación de Laudo
Arbitral.

3.- En caso un Laudo Arbitral hubiera resuelto materia relacionada con derechos
indisponibles, ello deberá cuestionarse a través del Recurso de Anulación y no a través
de un Amparo.

4.- Contra lo resuelto por el Poder Judicial desestimando el pedido de Anulación de


Laudo Arbitral sólo cabe el proceso de amparo contra resoluciones judiciales (siempre
que se hubiera vulnerado el acceso a la justicia o el debido proceso en el proceso de
anulación de laudo arbitral).

5.- Sólo procede la demanda de amparo contra de Laudos Arbitrales en los siguientes
casos:

-  Cuando el Laudo Arbitral vulnere directa o frontalmente algún precedente vinculante


establecido por el Tribunal Constitucional.

-  Cuando el Laudo Arbitral hubiera inaplicado una norma -vía control difuso- que el
TC o el Poder Judicial declaró constitucional   (en un proceso de inconstitucionalidad o
un proceso de acción popular).

 En cualesquiera de los casos es necesario que el afectado hubiera reclamado,


previamente, dicha vulneración ante el Tribunal Arbitral y que éste lo hubiera
desestimado.

3
http://www.garciasayan.com/blog-legal/2011/10/27/tribunal-constitucional-establece-nuevo
precedente-sobre-la-procedencia-de-acciones-de-amparo-contra-laudos-arbitrales/ “García Sayán
Abogados”
-  Cuando la demanda de amparo hubiera sido interpuesta por un tercero que no forma
parte del convenio arbitral y se sustente en la afectación directa y manifiesta de sus
derechos constitucionales (salvo caso de extensión de convenio arbitral).

6.- Los árbitros podrán aplicar control difuso sobre una norma aplicable al caso
concreto, sólo en caso dicha norma sea de tal importancia, que dependa la validez del
Laudo. Asimismo, el Tribunal Arbitral podrá aplicar control difuso siempre que no sea
posible encontrar una interpretación conforme a la Constitución

AMPARO CONTRA RESOLUCIONES ELECTORALES

En la actualidad, la democracia representativa, basada en la designación de


representantes por medio de unas elecciones libres y en el respeto de los derechos
humanos, constituye el principio básico que identitica a un Estado Constitucional de
Derecho4.

Uno de los casos paradigmáticos en el tema de la interpretación constitucional es el de


la posibilidad de control de las Resoluciones del Jurado Nacional de Elecciones (JNE)
en materia electoral. Este tema ha sido materia de diversos pronunciamientos del TC
peruano. Desde el caso Espino Espino, pasando por los casos Ramírez García Lizana
Puelles, Castillo Chirinos, algunas defecciones como la del Caso Ramírez Díaz hasta
llegar a la sentencia que declaró la inconstitucionalidad de la Ley 28462 que prohibía el
amparo electoral.

El TC, partiendo de una interpretación conforme a los principios constitucionales y a la


jurisprudencia internacional en materia de derechos humanos ha establecido la
procedencia del amparo contra las resoluciones del JNE en materia electoral cuando se
vulnere los derechos constitucionales a la tutela judicial efectiva y al debido proceso, en
un primer momento y en la actualidad contra cualquier derecho fundamental.

LAS ZONAS EXENTAS DE CONTROL CONSTITUCIONAL

1.1.- Los intérpretes vinculantes de la Constitución peruana

4
ABAD YUPANQUI, Samuel. “EL PROCESO DE AMPARO EN MATERIA ELECTORAL: UN INSTRUMENTO
PARA LA TUTELA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES”. Lima – Perú
En un sentido restringido, podemos decir que son intérpretes vinculantes de la
Constitución el Congreso, el Poder Judicial (PJ),  el TC y el JNE5. El  JNE  es un
tribunal electoral autónomo que puede interpretar la Constitución. Sobre es este punto
debemos señalar que el citado jurado ejerce dos actividades: una administrativa y otra
jurisdiccional, de lo cual se deriva que la naturaleza jurídica de sus resoluciones
presenta, al mismo tiempo, esa doble connotación6.

Una resolución del JNE tendrá naturaleza jurisdiccional cuando resuelva conflictos
jurídicos surgidos en el marco de un proceso electoral, de referéndum u otras consultas
populares y solo en este caso dicha resolución podrá ser cuestionada vía el proceso de
amparo7.

El JNE es también un intérprete de la Constitución. Lamentablemente, el JNE, al igual


que el Congreso, ha recurrido a una interpretación literal, histórica y teleológica de la
Constitución, llegando a defender la absurda tesis de las zonas exentas de control
jurisdiccional, sin advertir que la interpretación constitucional tiene sus propios
cánones.

El artículo 13 del Decreto Ley 14250 de fecha 5 de diciembre de 1962 estableció que
“El Jurado Nacional de elecciones es la autoridad suprema en materia electoral, y contra
sus decisiones no procede recurso alguno. No podrá el mismo Jurado reconsiderar,
revisar o modificar su fallos”.

La Constitución de 1979 no estableció la irrevisabilidad de las resoluciones del JNE.


Durante su vigencia, el artículo 2 de la Ley 24069 del 11 de enero de 1985 estableció
que “No procede ninguna acción judicial respecto de las resoluciones del Jurado
Nacional de Elecciones”.

5
GARCÍA BELAUNDE, Domingo. La interpretación constitucional como problema. En: FERRER MAC-
GREGOR, Eduardo (Coordinador). Interpretación Constitucional. México, Porrúa-UNAM, 2005. Tomo I, p.
618.
6
PALMA ENCALADA, Leny. El control constitucional de las resoluciones del Jurado Nacional de
Elecciones. Comentarios a partir de una reciente sentencia del Tribunal Constitucional (Caso: Pedro
Andrés Lizana Puelles). p. 64. En: Revista Peruana de Jurisprudencia. Año 7, Nº 58. Diciembre 2005.
7
PALMA ENCALADA, Leny. Op. cit., p. 64.
La jurisprudencia del Tribunal de Garantías Constitucionales reconoció la
irreversibilidad de las resoluciones del JNE, basándose en la preconstitucional Ley
14250 y la Ley 24079 dictada durante la vigencia de la Constitución derogada8.

Es evidente que la doctrina del Tribunal veda al PJ el conocimiento del amparo cuando
se discuten cuestiones electorales pues entiende que se trata de una materia que es
atribución exclusiva del JNE y que, en consecuencia, no puede judicializarse 9. Esta tesis
del Tribunal de Garantías Constitucionales fue adoptada en la Constitución de 1993.

1.2.-  La irrevisabilidad de las resoluciones del JNE en el texto de la Constitución


de 1993

El artículo 142 de la Constitución prescribe:

“Artículo  142.- No son revisables en sede judicial las resoluciones del


Jurado Nacional de Elecciones en materia electoral, ni las del Consejo
Nacional de la Magistratura en materia de evaluación y ratificación de
jueces”.

Comentando dicha norma, ABAD10 señalaba con preocupación que en la Constitución


de 1993 “se establecen zonas exentas de control judicial, asumiendo en el plano
constitucional que determinados actos constituyen “causas no justiciables”, doctrina
que en la actualidad se encuentra en franco retroceso.”

Por su parte, el artículo 181 de la Constitución establece que:

“Artículo  181.- El Pleno del Jurado Nacional de Elecciones aprecia los


hechos con criterio de conciencia. Resuelve con arreglo a ley y a los
principios generales de derecho. En  materias electorales, de referéndum o
de otro tipo de consultas populares, sus resoluciones son dictadas en
instancia final, definitiva, y no son revisables. Contra ellas no procede
recurso alguno”.

8
ABAD YUPANQUI, Samuel. El proceso de amparo en materia electoral: Un instrumento para la tutela de
los derechos fundamentales. En http://www.justiciaviva.org.pe/tc_aldia.htm, p. 212-213.
9
ABAD YUPANQUI, Samuel. Ibídem, p. 215.
10
ABAD YUPANQUI, Samuel. El nuevo modelo de Jurisdicción Constitucional en el Perú: Antecedentes,
Balance y Perspectivas. En http://www.bibliojurídica.org/libros/1/11312.pdf, p. 22
La intención de dichos dispositivos fue impedir el empleo de la acción de amparo contra
las resoluciones del JNE.

Esta tendencia es preocupante. CASTAÑEDA OTSU11, señala que al igual que el


artículo 142 de la constitución de 1993, el anteproyecto y el proyecto de constitución
retoman las zonas exentas de control tratándose de las resoluciones del JNE en materia
electoral (artículos 236 y 265).

Pues bien, una interpretación literal de la constitución nos llevará a la inevitable


conclusión de que las resoluciones del JNE en materia electoral no son revisables en
sede judicial, ordinaria ni constitucional.

A la misma conclusión llegamos con una interpretación histórica. ROSPIGLIOSI


VEGA12 anota que la intención de los constituyentes de 1979 y 1993 fue la de
garantizar la autonomía del JNE y brindar seguridad jurídica al país mediante la
irrevisabilidad de sus resoluciones, expedidas con criterio de conciencia y conforme al
Derecho Electoral. En el mismo sentido, CAIRO 13  señala que es muy probable que la
voluntad de la mayoría que aprobó la Constitución en el Congreso Constituyente
Democrático haya sido impedir que el TC defienda los derechos de las personas
afectadas por actos del JNE.

Según TUESTA SOLDEVILLA, un criterio teleológico, además, implicaría que el


constituyente impidió la intervención de los otros poderes del Estado durante la
elección, a fin de salvaguardar su transparencia y neutralidad, convirtiéndola en una
cuestión política14.

En esa línea, algunos autores extranjeros consideran al Perú como uno de los países en
los cuales existen tribunales electorales autónomos que por tener un carácter supremo
sus resoluciones no son impugnables, ni siquiera por motivo de inconstitucionalidad.

11
CASTAÑEDA OTSU, Susana Ynés. El Poder Judicial del Perú y el Proceso de Reforma Constitucional. En
La Constitución y su Defensa. GARCIA BELAUNDE, Domingo. Lima, Grijley, 2003, p.296-297.
12
ROSPIGLIOSI VEGA, Alejandro José. La irrevisabilidad de las resoluciones del JNE en el sistema legal
peruano. Jurado Nacional de Elecciones. Gerencia de Educación. Lima. 2005. En
http://www.jne.gob.pe/archivos/Exp_Irrevisabilidad.pdf.  
13
CAIRO ROLDAN, Omar. La amenaza de los amparos. En
http://www.justiciaviva.org.pe/jnextc/amenaza_amparo.doc.
14
TUESTA SOLDEVILLA, Fernando. El desamparo electoral. En
http://www.optimusproducciones.com/politika/desamparo.htm.
Asumiendo la hipótesis de que el constituyente no quiso que procediera el amparo
contra las resoluciones del JNE tal como fluye del texto de  los artículos 142 y 181 de
la Constitución  ¿Dicha interpretación es sostenible constitucionalmente? 

Admitir dicha tesis implica admitir también la existencia de “zonas exentas de control
jurisdiccional” o de “causas no justiciables”. Al respecto, BIDART CAMPOS15 señala:

“Conviene hacer una acotación sobre la ausencia de control en


determinadas materias (normas o actos). Cuando tales materias escapan al
control de constitucionalidad, no se las exime porque deje de admitirse con
respecto a ellas la supremacía de la constitución, sino porque, aceptada
esta supremacía, las materias se consideran “no judiciables” (“cuestiones
políticas”). Nadie diría, en el caso, que en tal o cual materia la constitución
declina su supremacía, sino únicamente que es suprema, pero que por
tratase de materia no judiciables la eventual infracción a la constitución
suprema queda exenta de control y de remedio”.

Dicha tesis es insostenible. Como si se dijera que la Constitución es la norma suprema


en todos los casos excepto cuando se trate de cuestiones políticas. Como si la
Constitución no tuviera por objeto limitar el poder. Partiendo de la hipótesis de la
supremacía constitucional, no puede admitirse que ésta no sea suprema solo en
determinados supuestos, pues entonces la Constitución dejaría de ser la norma 
fundamental.

Comentando el artículo 181 de la Constitución, RUBIO CORREA, refiriéndose al


impedimento de revisar las resoluciones del JNE en materia electoral señala:

“Debemos entender que tampoco se puede interponer contra ellas acción de


naturaleza constitucional, salvo cuando se haya violado el procedimiento
regular, caso en el cual por la supremacía constitucional y por la
importancia de sus derechos, ella debería proceder de igual manera que
sucedería con las acciones interpuestas contra resoluciones similares del
Poder Judicial (hay que recordar que la parte final del inciso 2 del artículo
200 de la Constitución establece que la acción de Amparo : “No procede

15
BIDART CAMPOS, Germán. Derecho Constitucional Argentino. Buenos Aires, Ediar, 1986, p. 82.
contra normas legales ni contra resoluciones judiciales emanadas de
procedimiento regular”, regla que está fuera de sitio porque debe aplicarse
también a las otras acciones constitucionales y, por lo tanto, debiera estar
en artículo o, cuando menos, en párrafo aparte. En todo caso, es muy fácil
hacer la analogía y aplicarla a las otras cuando fuera pertinente. Por lo
demás, ello queda autorizado en la Ley 23506 y en la Constitución no está
prohibido, por lo que consideramos que es perfectamente lícito hacer la
aplicación propuesta16” 

En el mismo sentido,  ABAD17 considera “que los dispositivos constitucionales y


legales antes citados no pueden ser interpretados privilegiando la intención del
constituyente o un criterio literal que impida al justiciable acudir al proceso de
amparo en circunstancias excepcionales. Entendemos que una interpretación
respetuosa del principio de unidad de la Constitución y que efectúe una
“concordancia práctica” entre las normas constitucionales debería tomar en cuenta
otras consideraciones”.

En la misma línea, RAMÍREZ SANCHEZ18 opina que

 “de una simple interpretación literal de estas normas en forma aislada,


podría pensarse que ninguna resolución en materia electoral expedida por
el Tribunal Electoral es inatacable (sic) jurisdiccionalmente, aunque se
afecten derechos fundamentales de la persona, trayendo como
consecuencia un supuesto blindaje constitucional a cualquier decisión que
pudiera tener el máximo organismo electoral y por tanto ningún otro
organismo estatal pude pretender revisarlo”.

1.3.- La jurisprudencia del TC. De la existencia de zonas exentas de control


constitucional a su inexistencia

16
RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política de 1993., t. V,  Lima, Fondo Editorial de la
Pontificia Universidad Católica del Perú, 1999, p. 408.
17
ABAD YUPANQUI, Samuel. El proceso constitucional de amparo. Lima, Gaceta Jurídica, 2004, p. 442.
18
RAMÍREZ SÁNCHEZ, Félix Enrique. La irrevisabilidad de los fallos del Jurado Nacional de Elecciones vs.
Control Constitucional: Una polémica que no cesa. En Revista Jurídica del Perú Año LVI Nº 66. Trujillo,
Editorial Normas Legales,  Enero- Febrero 2006, p. 243-244.
Retomando la doctrina del Tribunal de Garantías Constitucionales, el propio TC
reconoce la existencia de las zonas exentas de control constitucional al señalar que “En
un Estado Constitucional de Derecho no existen (ni pueden auspiciarse) zonas exentas
de control constitucional, más allá de aquellas que la propia Constitución pueda
haber establecido con carácter excepcional”19

En dicha sentencia se admite la hipótesis de que la Constitución excepcionalmente,


puede establecer zonas exentas de control. Sin duda, se alude a las resoluciones del JNE
en materia electoral y a las del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) en materia
de evaluación y ratificación de magistrados.  Sin embargo, poco tiempo después, el TC
cambia su posición al rechazar la existencia de las zonas exentas de control al
considerar que:

“A mayor abundamiento, es evidente que una lectura sistemática de la


Constitución y una aplicación integral de las normas relativas a los
derechos fundamentales de la persona no admiten "zonas de indefensión",
menos aún de los denominados estados de excepción previstos en el artículo
137.° de la Constitución, y que siempre es permisible a un justiciable la
utilización de las acciones de garantía en defensa de sus derechos básicos,
así como la actuación contralora y tuitiva del Tribunal Constitucional sobre
dicho material” 20.

En la misma línea  el TC consideró que:

 “En consecuencia, la limitación contenida en el artículo 142.° de la


Constitución no puede entenderse como exención de inmunidad frente al
ejercicio de una competencia ejercida de manera inconstitucional, ya que
ello supondría tanto como que se proclamase que, en el Estado
Constitucional de Derecho, el texto supremo puede ser rebasado o afectado
y que, contra ello, no exista control jurídico alguno (Caso Expediente N.°
2409-2002-AA/TC). La Constitución es la norma suprema del ordenamiento

19
STC 1230-2002-HC/TC. Caso Tineo Cabrera. Enhttp://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2002/01230-
2002-HC.html.
20
STC 2409-2002-AA/TC. Caso Gonzales Ríos. En  http://tc.gob.pe/jurisprudencia/2002/02409-2002-
AA.html.
jurídico-estatal y, como tal, la validez de todos los actos y normas expedidos
por los poderes públicos depende de su conformidad con ella21”.

En los casos Gonzáles Ríos y Almenara Bryson el TC recusa una interpretación literal
de la Constitución y cambia su línea jurisprudencial proclamando la inexistencia de
zonas exentas de control.

Como anota RAMIREZ SANCHEZ22, no cabe duda  que

(en) “un Estado Constitucional de Derecho, la existencia de un campo de


invulnerabilidad absoluta al control constitucional de las resoluciones
emitidas por el JNE (ya sean éstas de naturaleza administrativa), y por
tanto son revisables en forma excepcional mediante el proceso de amparo
cuando obviamente se vulnere los derechos fundamentales de las
personas”.
En el mismo sentido, PALMA ENCALADA23 señala que:

 “… no se puede invocar zonas exentas de control constitucional cuando se


traten de preservar los derechos fundamentales o hacer efectivo el
principio de supremacía constitucional; por lo que, el JNE, como cualquier
otro poder público, se encuentra obligado a respetar tales postulados, y
como en cualquier proceso o procedimiento, a respetar la tutela procesal
efectiva”

- Recomendaciones de La Comisión Interamericana de Derecho Humanos

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos recomendó al Estado peruano


adoptar las medidas tendientes a modificar las disposiciones de los artículos 181 de la
Constitución de 1993 y 13 de la Ley Orgánica Electoral, posibilitando un recurso
efectivo y sencillo, en los términos del artículo 25(1) de la Convención, contra las

21
STC 1941-2002-AA/TC. Caso Almenara Bryson. Enhttp://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2003/01941-
2002-AA.html.
22
RAMÍREZ SÁNCHEZ, Félix Enrique. Ibídem,  p. 247.
23
PALMA ENCALADA, Leny. El control constitucional de las resoluciones del Jurado Nacional de
Elecciones. En Revista Peruana de Jurisprudencia Año 7 Nº 58, Trujillo, Editorial Normas Legales,
Diciembre  2005, p. 67.
decisiones de JNE que vulneren la garantía a la participación política por parte de los
ciudadanos24.

La Comisión concluyó que las disposiciones del ordenamiento jurídico peruano que
establecen, respectivamente, que las resoluciones del JNE "son dictadas en instancia
final, definitiva y no son revisables. Contra ellas no procede recurso alguno" (artículo
181 constitucional), violan el derecho a un recurso sencillo y rápido" que la ampare
contra actos que violan sus derechos fundamentales, tal como lo prevé el artículo 25 de
la misma Convención.

Si bien la obligatoriedad de las recomendaciones de la Comisión Interamericana de


Derechos Humanos puede ser discutible, no lo es el carácter vinculante de las sentencias
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. 

La Corte Interamericana estableció que  Nicaragua  violó el derecho a la protección


judicial consagrado en el artículo 25.1 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, en relación con los artículos 1.1 y 2 de la misma, en perjuicio de los
candidatos propuestos por Yatama para participar en las elecciones municipales de
2000. La Corte consideró que:

“174.         Si bien la Constitución de Nicaragua ha establecido que las


resoluciones del Consejo Supremo Electoral en materia electoral no son
susceptibles de recursos ordinarios o extraordinarios, esto no significa
que dicho Consejo no deba estar sometido a controles judiciales, como lo
están los otros poderes del Estado.   Las exigencias derivadas del principio
de independencia de los poderes del Estado no son incompatibles con la
necesidad de consagrar recursos o mecanismos para proteger los derechos
humanos.
175.            Independientemente de la regulación que cada Estado haga
respecto del órgano supremo electoral, éste debe estar sujeto a algún
control jurisdiccional que permita determinar si sus actos han sido
adoptados al amparo de los derechos y garantías mínimas previstos en la
Convención Americana, así como las establecidos en su propia
legislación, lo cual no es incompatible con el respeto a las funciones que

24
ABAD YUPANQUI, Samuel. El proceso constitucional de amparo. Op. cit,  p. 463.
son propias de dicho órgano en materia electoral.  Ese control es
indispensable cuando los órganos supremos electorales, como el Consejo
Supremo Electoral en Nicaragua, tienen amplias atribuciones, que exceden
las facultades administrativas, y que podrían ser utilizados, sin un
adecuado control, para favorecer determinados fines partidistas. En este
ámbito, dicho recurso debe ser sencillo y rápido, tomando en cuenta las
particularidades del procedimiento electoral (supra párr. 150).
176.                     Por todo lo expuesto, la Corte concluye que el Estado
violó el derecho a la protección judicial consagrado en el artículo 25.1 de
la Convención Americana, en perjuicio de los candidatos propuestos por
YATAMA para participar en las elecciones municipales de 2000, en
relación con los artículos 1.1 y 2 de la misma”.

La Corte consideró que la prohibición de recursos ordinarios o extraordinarios contra


las resoluciones del Consejo Supremo Electoral en materia electoral no implica que no
existan controles judiciales. La independencia de un órgano estatal no es incompatible
con la existencia de mecanismos de protección de los derechos fundamentales.

Al respecto MONTOYA CHÁVEZ25 señala que en dicha sentencia “se ha hecho una


crítica sumamente fuerte cuando se ha tratado de desproteger derechos fundamentales
en pos de instituciones electorales, situación con características sumamente parecidas
a las existentes en el caso nacional”,   concluyendo que“no ha de permitirse en un
Estado que se jacte de democrático y social, que los derechos de las personas puedan
ser impunemente vulnerados”.

l Caso Espino Espino. El nacimiento del amparo electoral

En dicho caso, el TC consagra la existencia del amparo electoral. ABAD resalta a


importancia de dicha sentencia “que abrió la puerta al control constitucional de las
resoluciones de los organismos electorales26”.

El demandante pretendía  su inscripción como candidato a la Alcaldía Distrital de San


Juan Bautista, Provincia y Departamento de Ica, en la Lista del Partido de

25
MONTOYA CHÁVEZ, Víctor Hugo ¿Puede el TC revisar las resoluciones del JNE? En Actualidad Jurídica,
N° 144, Lima, Editorial Gaceta Jurídica, Noviembre 2005, p. 136.
26
ABAD YUPANQUI, Samuel. Ibídem, p. 458.
Reconstrucción Democrática, a fin de participar en el proceso electoral municipal de
noviembre de  2002,  que se deje sin efecto la Resolución del Jurado Electoral Especial
de Ica del 28 de agosto de 2002,  que declaró fundada la tacha interpuesta contra su
candidatura y  lo excluyó de la lista en la que participaba  y que se ordenara que el
Jurado Electoral Especial de Ica autorice su habilitación en la lista del Partido de
Reconstrucción Democrática y su condición de candidato en el ya referido proceso
electoral. Posteriormente y en vía de ampliación, solicita también que, al haber salido
ganadora la lista a la cual pertenecía durante los comicios del 17 de noviembre de 2002,
se le incorpore como Alcalde Electo del citado Concejo Distrital.

El TC declaró improcedente la demanda por considerar que se había producido la


sustracción de la materia 1) del artículo 6° de la Ley N° 23506,  porque la violación a
los derechos invocados como vulnerados se había tornado irreparable. Empero, el
Tribunal deja muy en claro que:

“4.      Este Tribunal, por consiguiente, debe enfatizar, al igual como lo


hiciera respecto de las resoluciones emitidas por el Consejo Nacional de la
Magistratura en el Exp. N.° 2409-2002-AA/TC (Caso Gonzales Ríos) y la
posibilidad de un control jurisdiccional sobre ellas, que no cabe invocar la
existencia de campos de invulnerabilidad absoluta al control constitucional,
so pretexto de que la Constitución confiere una suerte de protección
especial a determinadas resoluciones emitidas por parte de determinados
organismos electorales. En efecto, aun cuando de los artículos 142° y 181°
de la Norma Fundamental, se desprende que en materia electoral no cabe
revisión judicial de las resoluciones emitidas por el Jurado Nacional de
Elecciones, y que tal organismo representa la última instancia en tal asunto,
dicho criterio sólo puede considerarse como válido en tanto y en cuanto se
trate de funciones ejercidas en forma debida o, lo que es lo mismo,
compatibles con el cuadro de valores materiales reconocido por la misma
Constitución. Como es evidente, si la función electoral se ejerce de una
forma que resulte intolerable para la vigencia de los derechos
fundamentales o quebrante los principios esenciales que informan el
ordenamiento constitucional, no sólo resulta legítimo sino plenamente
necesario el control constitucional, especialmente cuando éste resulta viable
en mecanismos como el amparo.

5.       En un contexto como el anteriormente descrito queda absolutamente


claro que, cuando resoluciones como las emitidas en sede judicial,
pretenden apoyarse en un criterio consistente en una ausencia de
mecanismos de control o fiscalización jurisdiccional, se incurre en una
lectura no sólo sesgada sino unilateral de la Constitución, porque se
pretende adscribir los organismos electorales a una concepción de
autarquía funcional opuesta a la finalidad de respeto a la persona que,
desde una perspectiva integral, postula la misma Norma Fundamental.
Como ya se ha enfatizando en otro momento, no pueden admitirse como
razonables o coherentes interpretaciones tendientes a convalidar ejercicios
irregulares o arbitrarios de las funciones conferidas a los órganos públicos,
puesto que un Estado sólo puede predicarse como de Derecho cuando los
poderes constituidos no sólo se desenvuelvan con autonomía en el ejercicio
de sus competencias, sino que, sobre todo, respeten plenamente y en toda
circunstancia los límites y restricciones funcionales que la misma Carta
establece, sea reconociendo derechos elementales, sea observando los
principios esenciales que, desde el Texto Fundamental, informan la
totalidad del ordenamiento jurídico”27.

En primer lugar, como anota ABAD, la sentencia señaló con claridad que no existen
zonas exentas al control constitucional. Recordemos que en el caso GONZALES RÍOS
el TC había establecido la procedencia del amparo contra las resoluciones del CNM,
tras considerar una lectura sistemática de la Constitución y una aplicación integral de las
normas relativas a los derechos fundamentales, descartando la existencia de “zonas de
indefensión”.

En segundo lugar, se establece que las resoluciones del JNE serán irrevisables siempre y
cuando sean compatibles con el cuadro de valores de la Constitución. En tal caso,
estaríamos ante un ejercicio regular de las competencias constitucionales del JNE en
materia electoral, materia que es ajena a la competencia del TC.

27
STC Nº 2366-2003-AA/TC. Caso Espino Espino. Enhttp://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2004/02366-
2003-AA.html.
En tercer lugar, se precisa que las resoluciones del JNE serán pasibles de control si
vulneran los derechos fundamentales.   En tal supuesto, al incurrir el JNE en un
ejercicio abusivo de sus facultades al expedir la resolución, vulnerando derechos
fundamentales, el asunto puede ser  materia del control jurisdiccional por parte de los
jueces ordinarios en primera instancia y en definitiva por el TC, competencia que es
ajena a la materia electoral y privativa de los órganos de la justicia constitucional.  

El TC recusa la interpretación literal de la Constitución y resalta la prevalencia de la


protección a la persona frente a los órganos estatales, proscribiendo los ejercicios
arbitrarios o irregulares   de sus funciones.

2.3.- El caso Laguerre Gallardo

En otro caso el TC declaró improcedente la demanda por sustracción de la materia


porque  la violación a los derechos invocados como vulnerados se había tornado
irreparable. Sin embargo, retomando lo expuesto en la sentencia del Caso Espino Espino
consideró:

“2.      Que los artículos 142° y 181° de la Constitución, así como el


artículo 36° de la Ley N.° 26859, Orgánica de Elecciones, establecen que
contra las resoluciones del Jurado Nacional de Elecciones, en materia
electoral, no procede entablar recursos ni acción de garantía ante el
Tribunal Constitucional. Al respecto, mediante STC 2366-2003-AA/TC
(Caso Juan Espino Espino), este Colegiado ha señalado que no cabe
invocar la existencia de campos de invulnerabilidad absoluta al control
constitucional, y en ese sentido, el criterio que se desprende de dichos
artículos resulta válido, solo en tanto y en cuanto la función electoral sea
ejercida en forma debida y en armonía con el cuadro de valores materiales
reconocidos por la Constitución.

(…)

6.       Que, finalmente, el Tribunal Constitucional, a  propósito del caso


sub exámine y de la próxima entrada en vigencia del Código Procesal
Constitucional, aprobado mediante Ley 28237, alerta que, en aplicación del
artículo 1° de la referida norma, aun cuando la agresión devenga en
irreparable, las demandas serán estimadas, con la finalidad de que el
agresor no vuelva a incurrir en las acciones u omisiones que motivaron su
interposición; en este caso, para que no vuelvan a cometerse los
lamentables y sancionables actos de corrupción que golpearon la
estabilidad democrática de nuestro país durante la década pasada”28.

Ante la inminente entrada en vigor del CPC, el Tribunal dejó entrever que en lo
sucesivo las demandas serían amparadas de conformidad con lo prescrito por su 
artículo 129.

 El amparo electoral en el texto original del CPC

El texto original del artículo 5 inciso 8 del CPC, aprobado por Ley 28237,  vigente
desde el 1° de diciembre de 2004  prescribía: 

“Artículo 5.- Causales de improcedencia

No proceden los procesos constitucionales cuando:

8) Se cuestionen las resoluciones del Jurado Nacional de Elecciones en


materia electoral, salvo cuando no sean de naturaleza jurisdiccional o
cuando siendo jurisdiccionales violen la tutela procesal efectiva”.

Dicha norma  “autoriza el amparo cuando se viola la tutela procesal efectiva que a
tenor del propio Código comprende el derecho de acceso a la justicia y el debido
proceso. La citada propuesta innova el ordenamiento vigente, interpretando
creativamente el artículo 142 de la Constitución, pues parte de asumir que en materia
28
STC N° 0252-2004-AA/TC. Caso Laguerre Gallardo. En
http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2004/00252-2004-AA%20Resolucion.html.
29
Código Procesal Constitucional. Artículo 1.- Finalidad de los Procesos
(…)
Si luego de presentada la demanda cesa la agresión o amenaza por decisión voluntaria del agresor, o si
ella deviene en irreparable, el Juez, atendiendo al agravio producido, declarará fundada la demanda
precisando los alcances de su decisión, disponiendo que el emplazado no vuelva a incurrir en las acciones
u omisiones que motivaron la interposición de la demanda, y que si procediere de modo contrario se le
aplicarán las medidas coercitivas previstas en el artículo 22 del presente Código, sin perjuicio de la
responsabilidad penal que corresponda.
electoral no pueden existir zonas exentas de control, y por tanto, permite que en
ciertas  circunstancias proceda el proceso de amparo” .

La norma glosada consagra un amparo electoral restringido contra las resoluciones del
JNE que no sean de naturaleza jurisdiccional, y a las resoluciones jurisdiccionales que
violen la tutela procesal efectiva30.

De los fundamentos de la sentencia del Caso Espino Espino no se advierte que la


protección del amparo se limite únicamente a la defensa de los derechos a la tutela
procesal efectiva o al debido proceso. Empero, los legisladores del CPC fueron muy
conservadores en el diseño del amparo electoral.

Otro derecho constitucional que podría ser afectado por las resoluciones del JNE es el
derecho de participación política. Sin embargo el legislador del CPC no hizo mención
de dicho derecho en la norma bajo comento, que pasó inadvertidamente por el tamiz del
Congreso. El legislador peruano jamás tuvo la intención de hacer sus mejores esfuerzos
para implementar las recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos

El mismo Congreso que aprobó el CPC, con la procedencia del amparo electoral,
recibió varias iniciativas legislativas para establecer la irrevisabilidad de las
resoluciones del JNE mediante el proceso de amparo constitucional. El pretexto fue la
posibilidad de que un ex presidente pudiera inscribir su candidatura por imperio de una
resolución judicial recaída en un proceso de amparo promovido contra la Resolución del
JNE que rechazara la inscripción de su candidatura. Paralelamente algunos Juzgados
comenzaron a conceder medidas cautelares a los demandantes, que invadían las
competencias  del JNE. Así, un Juez ordenó la reposición de un Presidente de un
Gobierno Regional que había sido vacado. Una sentencia estimatoria por violación al
debido proceso no puede generar otro efecto que el de anular el proceso y reponerlo al
30
Código Procesal Constitucional. Artículo 4 in fine.- (…)
Se entiende por tutela procesal efectiva aquella situación jurídica de una persona en la que se respetan, de
modo enunciativo, sus derechos de libre acceso al órgano jurisdiccional, a probar, de defensa, al
contradictorio e igualdad sustancial en el proceso, a no ser desviado de la jurisdicción predeterminada ni
sometido a procedimientos distintos de los previstos por la ley, a la obtención de una resolución fundada
en derecho, a acceder a los medios impugnatorios regulados, a la imposibilidad de revivir procesos
fenecidos, a la actuación adecuada y temporalmente oportuna de las resoluciones judiciales y a la
observancia del principio de legalidad procesal penal.
 
estado correspondiente. Si la afectación al debido proceso se produjo cuando el
funcionario se encontraba vacado, no es posible que mediante resolución cautelar se
ordene su reposición.   

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