Marcos 12,28-34 (2021) Taylor

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Hola Saludos desde La Pedregosa.

El pasaje
evangélico de hoy relata el encuentro de un letrado con
Jesús. El legista pregunta al Maestro qué mandamiento
es el primero de todos. Se trata nada menos que de
saber cuál es el principio fundamental de la religión.
Este diálogo se inicia y desarrolla en tono amistoso,
sin ánimo de polémica y sin intención capciosa. Al
final, el Señor, viendo que había respondido
sensatamente, le abre una puerta: "No estás lejos del
reino de Dios" porque ha captado que el amor a Dios y
al hermano es lo constitutivo de ese Reino, la piedra de
toque de una religiosidad auténtica, pues "vale más
que todos los holocaustos y sacrificios". Lo novedoso
de la respuesta de Jesús es la unión sin fisura ni
dualismo que establece entre el primer mandamiento:
amor a Dios, y el segundo: amor al prójimo.
Preguntado por el primer mandamiento, Cristo señala
también el segundo y concluye "No hay mandamiento
mayor que éstos". San Juan se planteó las mismas
preguntas, y su respuesta fue: "Nosotros amemos a
Dios, porque él nos amó primero. Si uno dice: 'Amo a
Dios', y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues
quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar
a Dios, a quien no ve. Y hemos recibido de él este
mandamiento: Quien ama a Dios, ame también a su
hermano". No puede ser negativa una religión fundada
en el amor y abierta a Dios, al hombre, al mundo y a la
vida. Si la vida es lo más grande que tenemos, el
cristianismo, no puede menos de ser una religión del sí
a la vida. Es lo que debemos testimoniar los creyentes,
amando a Dios y a los hermanos. El cristiano debe ser
un especialista en amar y ayudar a los demás, como lo
fue Jesús. Bueno que pases un feliz día Habló para
ustedes el Padre Gustavo, desde la Comunidad
Salvatoriana en La Pedregosa Alta. Chao. Nos vemos
en el espejo.
Evangelio de Marcos 12,28-34
Vamos ahora a estudiar EL PRIMER
MANDAMIENTO (Marcos 12,28-34: 28 Καὶ
προσελθὼν εἷς τῶν γραμματέων ἀκούσας αὐτῶν
συζητούντων, ἰδὼν ὅτι καλῶς ἀπεκρίθη αὐτοῖς
ἐπηρώτησεν αὐτόν· ποία ἐστὶν ἐντολὴ πρώτη πάντων;
29 ἀπεκρίθη ὁ Ἰησοῦς ὅτι πρώτη ἐστίν· ἄκουε,
Ἰσραήλ, κύριος ὁ θεὸς ἡμῶν κύριος εἷς ἐστιν, 30 καὶ
ἀγαπήσεις κύριον τὸν θεόν σου ἐξ ὅλης τῆς καρδίας
σου καὶ ἐξ ὅλης τῆς ψυχῆς σου καὶ ἐξ ὅλης τῆς
διανοίας σου καὶ ἐξ ὅλης τῆς ἰσχύος σου. 31 δευτέρα
αὕτη· ἀγαπήσεις τὸν πλησίον σου ὡς σεαυτόν. μείζων
τούτων ἄλλη ἐντολὴ οὐκ ἔστιν. 32 Καὶ εἶπεν αὐτῷ ὁ
γραμματεύς· καλῶς, διδάσκαλε, ἐπ’ ἀληθείας εἶπες ὅτι
εἷς ἐστιν καὶ οὐκ ἔστιν ἄλλος πλὴν αὐτοῦ· 33 καὶ τὸ
ἀγαπᾶν αὐτὸν ἐξ ὅλης τῆς καρδίας καὶ ἐξ ὅλης τῆς
συνέσεως καὶ ἐξ ὅλης τῆς ἰσχύος καὶ τὸ ἀγαπᾶν τὸν
πλησίον ὡς ἑαυτὸν περισσότερόν ἐστιν πάντων τῶν
ὁλοκαυτωμάτων καὶ θυσιῶν. 34 καὶ ὁ Ἰησοῦς ἰδὼν
[αὐτὸν] ὅτι νουνεχῶς ἀπεκρίθη εἶπεν αὐτῷ· οὐ μακρὰν
εἶ ἀπὸ τῆς βασιλείας τοῦ θεοῦ. Καὶ οὐδεὶς οὐκέτι
ἐτόλμα αὐτὸν ἐπερωτῆσαι = 28 Un letrado, que había
oído la discusión y había notado lo bien que respondía,
se acercó y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el
primero de todos?» 29 Respondió Jesús: «El primero
es: «Escucha, Israel, el Señor Dios nuestro es el único
Señor, 30 y amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con
todas tus fuerzas». 31 El segundo es éste: «Amarás a
tu prójimo como a ti mismo». No hay otro
mandamiento mayor que éstos». 32 El letrado replicó:
«Muy bien, Maestro, tienes razón en decir que el
Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; 33 y que
amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento
y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno
mismo vale más que todos los holocaustos y
sacrificios». 34 Jesús, viendo que había respondido
inteligentemente, le dijo: «No estás lejos del Reino de
Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Véase Mateo 22,34-40 (“Mas los fariseos, al
enterarse de que había tapado la boca a los saduceos,
se reunieron en grupo, y uno de ellos le preguntó con
ánimo de ponerle a prueba: «Maestro, ¿cuál es el
mandamiento mayor de la Ley?» Él le dijo: «Amarás
al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu
alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer
mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás
a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos
mandamientos penden toda la Ley y los Profetas»”;
Lucas 10,25-28: “Se levantó un legista, y dijo para
ponerle a prueba: «Maestro, ¿que he de hacer para
tener en herencia vida eterna?» Él le dijo: «¿Qué está
escrito en la Ley? ¿Cómo lees?» Respondió: «Amarás
al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu
alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu
prójimo como a ti mismo.» Díjole entonces: «Bien has
respondido. Haz eso y vivirás»”). El cuarto relato
declaratorio expone la respuesta de Jesús a esta
pregunta: «¿Qué mandamiento es el primero de
todos?». Tiene la forma de una «disputa escolar»
(Bultmann): es una narración que refiere la discusión
entre maestro y discípulo, y no un relato de
controversia (Albertz). Es interesante observar que la
narración paralela de Q, conservada en Lucas 10,25-28
(“Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba:
«Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia
vida eterna?» Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley?
¿Cómo lees?» Respondió: «Amarás al Señor tu Dios
con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus
fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti
mismo.» Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz
eso y vivirás»”), y que influyó en Mateo 22,34-40
(“Mas los fariseos, al enterarse de que había tapado
la boca a los saduceos, se reunieron en grupo, y uno
de ellos le preguntó con ánimo de ponerle a prueba:
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la
Ley?» Él le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo
tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este
es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es
semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo. De estos dos mandamientos penden toda la
Ley y los Profetas»”), es un relato de controversia: un
escriba, a quien Lucas llama νομικός (doctor de la
Ley), quiere poner a prueba a Jesús; el escriba es quien
da la respuesta que Marcos pone en boca de Jesús. El
relato que estudiamos, pudo fácilmente cambiar de
forma durante el período oral, aunque dicho cambio no
tiene gran importancia, porque incluso en el evangelio
de Lucas Jesús aprueba la respuesta del escriba (10,28:
“Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y
vivirás»”). Bultmann y Albertz opinan con razón que
la forma del relato de Marcos es más primitiva. Easton
y Branscomb defienden la opinión contraria,
basándose en el argumento de que es natural que la
tradición tendiese a convertir una aprobación de Jesús
en una verdadera declaración. Esta opinión no nos
convence por dos razones: porque es posible que el
doctor de la ley adapte en el evangelio de Lucas la cita
de Levítico 19,18 (“No te vengarás, ni guardarás
rencor a los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu
prójimo como a ti mismo; yo soy Yahveh”) con el fin
de preparar la parábola del buen samaritano
(Lagrange), y porque un relato de controversia es más
convencional que otro que refleje la actitud amistosa
del escriba. Confirma esta opinión la multitud de
detalles que ofrece Marcos y, en especial, la sentencia
«no estás lejos del reino de Dios», que se aparta de la
concepción escatológica del reino que predomina en su
evangelio. El evangelista ordenó el contexto actual del
relato siguiendo un criterio temático; el recopilador
creyó conveniente poner primero un relato sobre los
fariseos, luego otro sobre los saduceos, y por último un
tercero sobre un escriba, no sin cierta artificialidad,
porque los escribas no constituían ningún partido, a
diferencia de los dos primeros. El contenido del relato
parece indicar que el episodio tuvo lugar en Galilea. Si
la escena se desarrolló en los atrios del templo,
encajaría muy bien la alusión a los «holocaustos y
sacrificios», pero, por otra parte, no hay por qué
relacionar el relato con Jerusalén. Lohmeyer opina que
la tradición que subyace a este relato debe atribuirse a
la comunidad que se formó en un principio en Galilea,
y defiende que es más difícil comprender la pregunta
directa del doctor de la ley y la respuesta, también
directa, de Jesús, si las situamos en el trasfondo del
judaísmo farisaico. Luego de esta introducción,
pasamos al estudio exegético, Marcos 12,28-34: “Un
letrado, que había oído la discusión y había notado lo
bien que respondía, se acercó y le preguntó: «¿Qué
mandamiento es el primero de todos?» Respondió
Jesús: «El primero es: «Escucha, Israel, el Señor Dios
nuestro es el único Señor, y amarás al Señor tu Dios
con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu
mente, con todas tus fuerzas». El segundo es éste:
«Amarás a tu prójimo como a ti mismo». No hay otro
mandamiento mayor que éstos». El letrado replicó:
«Muy bien, Maestro, tienes razón en decir que el
Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que
amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento
y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno
mismo vale más que todos los holocaustos y
sacrificios». Jesús, viendo que había respondido
inteligentemente, le dijo: «No estás lejos del Reino de
Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas”)
Καὶ προσελθὼν εἷς τῶν γραμματέων ἀκούσας
αὐτῶν συζητούντων, ἰδὼν ὅτι καλῶς ἀπεκρίθη
αὐτοῖς ἐπηρώτησεν αὐτόν• ποία ἐστὶν ἐντολὴ
πρώτη πάντων; = UN LETRADO, QUE HABÍA
OÍDO LA DISCUSIÓN Y HABÍA NOTADO LO
BIEN QUE RESPONDÍA, SE ACERCÓ Y LE
PREGUNTÓ: «¿QUÉ MANDAMIENTO ES EL
PRIMERO DE TODOS?» (Una frase que contiene
tres participios, προσελθὼν (se acercó); ἀκούσας
(oyendo); ἰδὼν (viendo), sirve de introducción al
relato, lo une con las narraciones precedentes y
anticipa el versículo 32 (“El letrado replicó: «Muy
bien, Maestro, tienes razón en decir que el Señor es
uno solo y no hay otro fuera de él»”). La
multiplicación de participios es una de las
características del estilo del evangelista (Swete); el
versículo 28a (“Un letrado, que había oído la
discusión y había notado lo bien que respondía, se
acercó y le preguntó”) es probablemente una
adaptación redaccional de un relato que comenzaba
así: Καὶ προσελθὼν εἷς (y acercándose)... ἐπηρώτησεν
αὐτόν (le preguntó). Para οἱ γραμματεῖς (los escribas),
véase 1,22: “Y quedaban asombrados de su doctrina,
porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no
como los escribas”; συζητέω (examinar
conjuntamente, disputar, altercar), 1,27: “Todos
quedaron pasmados de tal manera que se
preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una
doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta
a los espíritus inmundos y le obedecen»”; καλῶς (muy
bien, bellamente), 7,6: “Él les dijo: «Bien profetizó
Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: Este
pueblo me honra con los labios, pero su corazón está
lejos de mí»”. La actitud amistosa del escriba, más
visible aún en el versículo 32 (“El letrado replicó:
«Muy bien, Maestro, tienes razón en decir que el
Señor es uno solo y no hay otro fuera de él»”), es
característica del relato de Marcos. La actitud del
νομικός (doctor de la Ley), en la versión paralela de Q
(Lucas 10,25-28: “Se levantó un legista, y dijo para
ponerle a prueba: «Maestro, ¿que he de hacer para
tener en herencia vida eterna?» Él le dijo: «¿Qué está
escrito en la Ley? ¿Cómo lees?» Respondió: «Amarás
al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu
alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu
prójimo como a ti mismo.» Díjole entonces: «Bien has
respondido. Haz eso y vivirás»”) es hostil: quiere
poner a prueba a Jesús: ἐκπειράζων αὐτὸν; véase
Mateo 22,35: “y uno de ellos le preguntó con ánimo
de ponerle a prueba”. Esta actitud cuadraría bien en el
contexto de Marcos, por lo que cabe suponer que el
evangelista sigue otra tradición. ἰδὼν (viendo), leído
por ‫ *א‬C D L W Θ et al. fam. 1 fam. 13 (excepto 124)
28 543 565 700 1342 et al. a c ff sype hl geo1 et arm,
debe preferirse, probablemente, a εἰδὼς (Vio), porque,
como indica Turner, está bien atestiguado y tiene más
sentido. Lo mismo opinan AV y RSV. En el evangelio
de Marcos la pregunta (ἐπερωτάω, 5,9: “Y le
preguntó: «¿Cuál es tu nombre?» Le contesta: «Mi
nombre es Legión, porque somos muchos»”) se
formula así: Ποία ἐστὶν ἐντολὴ πρώτη πάντων; (¿Cuál
es el primero de todos los mandamientos?) y en Q así:
τί ποιήσας ζωὴν αἰώνιον κληρονομήσω; (¿Qué haré
para heredar la vida eterna?, Lucas 10,25: “Se levantó
un legista, y dijo para ponerle a prueba: «Maestro,
¿que he de hacer para tener en herencia vida
eterna?»”). Nuevamente debe preferirse el relato de
Marcos, porque la versión de Lucas sufrió, al parecer,
el influjo del relato del rico y la vida eterna (Marcos
10,17-22: “Se ponía ya en camino cuando uno corrió
a su encuentro y arrodillándose ante él, le preguntó:
«Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en
herencia vida eterna?» Jesús le dijo: «¿Por qué me
llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya
sabes los mandamientos: No mates, no cometas
adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no
seas injusto, honra a tu padre y a tu madre.» Él,
entonces, le dijo: «Maestro, todo eso lo he guardado
desde mi juventud.» Jesús, fijando en él su mirada, le
amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, cuanto tienes
véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el
cielo; luego, ven y sígueme.» Pero él, abatido por
estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía
muchos bienes”). Ποία (11,28: “y le decían: «¿Con
qué autoridad haces esto?, o ¿quién te ha dado tal
autoridad para hacerlo?»”) puede significar «¿qué
clase de?», pero, como indica Swete, es difícil creer
que el escriba pidiese a Jesús que especificara una
clase de mandamientos o que dijese cuál era el más
representativo; es más probable que en este pasaje
Ποία equivalga a τίς (¿Cuál?, VGT; Moulton; Blass).
Para ἐντολὴ (mandamiento) véase 7,8: “Dejando el
precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los
hombres»”. La lectura πρώτη πάντων (primero de
todos, Mateo: μεγάλη, más grande), en la que cabría
esperar la forma πασῶν, es sin duda alguna original
[La omisión de πάντων en D W Θ 565 et al. it sys sa
arm geo, y la lectura πασῶν (M* 1278 al. pauc.) del
TR son correcciones gramaticales (Lagrange;
Lohmeyer). Blass señala que en el versículo 29
(“Respondió Jesús: «El primero es: Escucha, Israel,
el Señor Dios nuestro es el único Señor»”), Eusebio y
algunos manuscritos minúsculos atestiguan la lectura
πάντων πρώτον Ἄκουε, Ἰσραήλ (De todos, el primero
es: Escucha Israel)]. Alford la explica como expresión
compuesta que significa «el primero de todos»
(Swete), y Blass como uso estereotipado del neutro
para intensificar el superlativo. En Tucídides hallamos
un paralelo de esta expresión. Es posible que la frase
sea un ejemplo de griego de traducción, que represente
el uso semítico del positivo en lugar del superlativo,
traducido en Mateo más a la letra por μεγάλη (más
grande, Wellhausen; Black; Howard). Los rabinos
discutían con relativa frecuencia sobre cuál era el
primer mandamiento o cuál era más suave y fácil de
cumplir; sus respuestas eran diversas. La respuesta
más famosa es la que dio Hillel a un prosélito que
quería instruirse en la ley y ser independiente: «Lo que
no quieras para ti, no lo hagas para los demás: en
esto se resume la ley, el resto sólo es un comentario;
ve y aprende» (Sabbat,31a) ἀπεκρίθη ὁ Ἰησοῦς ὅτι
πρώτη ἐστίν• ἄκουε, Ἰσραήλ, κύριος ὁ θεὸς ἡμῶν
κύριος εἷς ἐστιν, καὶ ἀγαπήσεις κύριον τὸν θεόν σου
ἐξ ὅλης τῆς καρδίας σου καὶ ἐξ ὅλης τῆς ψυχῆς σου
καὶ ἐξ ὅλης τῆς διανοίας σου καὶ ἐξ ὅλης τῆς ἰσχύος
σου. RESPONDIÓ JESÚS: «EL PRIMERO ES:
ESCUCHA, ISRAEL, EL SEÑOR DIOS
NUESTRO ES EL ÚNICO SEÑOR, Y AMARÁS
AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU
CORAZÓN, CON TODA TU ALMA, CON TODA
TU MENTE, CON TODAS TUS FUERZAS» (Jesús
responde citando la primera parte del ‫( שְׁמַע‬Shemá) en
Deuteronomio 6,4-5 (“Escucha, Israel: Yahveh
nuestro Dios es el único Yahveh. Amarás a Yahveh tu
Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda
tu fuerza”), que todo judío piadoso debía recitar todos
los días y que, como observa Kittel, desempeñó un
gran papel en la piedad judía y en la exégesis y
teología rabínicas posteriores. Marcos es el único que
cita las palabras iniciales: Ἄκουε, Ἰσραήλ, Κύριος ὁ
Θεὸς ἡμῶν Κύριος εἷς ἐστιν (Escucha Israel, el Señor
nuestro Dios, es el Único Señor). La conexión de estas
palabras con las siguientes reviste capital importancia,
porque el precepto de amar a Dios no es sólo un deber,
sino una obligación que surge de que Dios es Uno, de
que comparados con él los dioses paganos son ídolos y
de que eligió a Israel para pactar con él una alianza de
amor (Κύριος ὁ Θεὸς ἡμῶν, El Señor es Nuestro
Dios). La cita concuerda con el texto de los LXX, si
leemos καρδίας (corazón, con A; Ba: διανοίας, mente)
y ψυχῆς (alma), pero el evangelista sustituye
δυνάμεώς (poder) por διανοίας (mente), y añade καὶ ἐξ
ὅλης τῆς ἰσχύος σου (y con todas tus fuerzas). Lucas
emplea también los mismos cuatro nombres que
Marcos, pero invierte el orden de los dos últimos; en
cambio, Mateo sólo cita tres: καρδίᾳ (corazón), ψυχῇ
(alma), διανοίᾳ (mente). Mateo emplea la construcción
ἐν (con) con dativo, que representa la preposición
hebrea ‫( ְּב‬ki, con); Marcos y Lucas, por su parte,
siguen el texto de los LXX y usan ἐκ (con) con
genitivo, que es una construcción más griega. El texto
hebreo dice así: ֖‫אֱֹלהיָך ְּבכָל־ ְל ָבבְָך֥ ּו ְבכָל־נַפְשְָׁך‬
֑ ֶ ‫ְהו֣ה‬
ָ ‫ו ָ ְ֣א ַהבְתָּ֔ ֵ ֖את י‬
‫« ּו ְבכָל־מְ א ֶֹדָֽך׃‬con todo tu corazón (‫ ֵלבָב‬lebab), con toda
tu alma (‫ ָ֫נפֶׁש‬nephesh) y con todo tu poder (‫מְא ֹד‬
meod)». En cierto modo, pues, el texto de Marcos es
una combinación y refleja el deseo de dar plena
expresión a la respuesta. El amor nace del centro de la
personalidad, del corazón y del alma, pero también, y
no en menor grado, de la inteligencia y de las fuerzas
del ser humano. Sin embargo, no es preciso distinguir
claramente, como hicieron algunos autores posteriores,
entre estos aspectos de la personalidad humana; véase
Santo Tomás de Aquino, Summa II, II c. 44 artículo 5
[“¿Es congruente que a las palabras «amarás al
Señor, tu Dios, con todo el corazón» se añadan estas
otras: «y con toda el alma y con todas tus fuerzas»?
Objeciones por las que parece que no es congruente
añadir a las palabras amarás al Señor, tu Dios, con
todo el corazón estas otras: y con toda el alma y con
todas tus fuerzas. 1. La palabra corazón no se toma
aquí en el sentido físico de órgano corporal, ya que
amar a Dios no es acto del cuerpo. Se le debe, pues,
tomar, en sentido espiritual. Ahora bien, en sentido
espiritual, el corazón es el alma o algo del alma. Fue,
pues, superfluo poner ambas cosas (corazón y alma).
2. La fortaleza del hombre depende principalmente del
corazón, sea en sentido espiritual, sea en sentido
corporal. Por lo tanto, después de decir amarás al
Señor, tu Dios, con todo tu corazón, sobraba añadir
con todas tus fuerzas. 3. El texto de San Mateo dice
también con toda tu mente, lo cual no está expresado
aquí. No parece, pues, que ese precepto esté
debidamente expresado en el Deuteronomio
(Deuteronomio 6,5: “Amarás a Yahveh tu Dios con
todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu
fuerza”). Contra esto: está el testimonio de la
autoridad de la Escritura. Respondo: Este precepto se
encuentra transmitido de diversas maneras y en
lugares diferentes. Así, como hemos indicado
(argumento 1), en el Deuteronomio encontramos estas
tres expresiones: con todo el corazón, con toda el
alma, con todas tus fuerzas. San Mateo pone dos: con
todo el corazón y con toda el alma, y omite con todas
tus fuerzas, añadiendo, en cambio, con toda tu mente.
San Marcos, por su parte, ofrece las cuatro
expresiones: con todo tu corazón, con toda tu alma,
con toda tu mente y con todo tu poder (Marcos 12,30:
“y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con
toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus
fuerzas”), que es lo mismo que fuerzas. Estas cuatro
expresiones las vemos también en San Lucas (Lucas
10,27: “Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con
todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus
fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti
mismo»”), aunque en lugar de la palabra fortaleza o
poder, pone con todas tus fuerzas. Resulta, por lo
mismo, necesario asignar una razón a esas cuatro
expresiones, pues si en algún lugar se omite una de
ellas es por entenderse en las otras. En realidad, hay
que tener presente que el amor es acto de la voluntad,
designada aquí con la palabra corazón. En efecto, lo
mismo que el corazón, órgano corporal, es principio
de todos los movimientos del cuerpo, lo es la voluntad
de todos los movimientos espirituales, y, sobre todo,
de la intención del último fin, objeto de la caridad.
Ahora bien, hay tres principios de acción sometidos a
la moción de la voluntad: el entendimiento, expresado
por la mente; la potencia apetitiva inferior, expresada
por el alma, y la potencia ejecutiva exterior,
expresada por la fortaleza, poder o energías. En
consecuencia, se nos manda que toda nuestra
intención vaya orientada hacia Dios, y esto lo
expresan las palabras con todo el corazón; que toda
nuestra inteligencia esté sometida a Dios lo recogen
las palabras con toda tu mente; que todo nuestro
apetito esté regulado según Dios es el sentido de con
toda tu alma; y que nuestra acción exterior le
obedezca a Dios lo indican las expresiones con todas
las fuerzas, o con todo poder, o con todas las
energías. Sin embargo, San Juan Crisóstomo, en su
comentario a San Mateo, entiende corazón y alma en
sentido inverso al que acabamos de exponer. San
Agustín, en cambio, relaciona corazón con los
pensamientos; alma, con la vida; mente, con el
entendimiento. Otros, a su vez, entienden por corazón
la inteligencia; por alma, la voluntad; por mente, la
memoria. San Gregorio Niseno, por su parte, entiende
también por corazón el alma vegetativa; por alma, la
sensitiva, y por mente, la intelectiva: porque debemos
referir a Dios el hecho de nutrirnos, el sentir y el
entender”]. La intención del evangelista no es
distinguir entre facultades y potencias, sino insistir en
la plenitud de la respuesta. Para Πρώτη (primera)
véase el versículo 28 (“Un letrado, que había oído la
discusión y había notado lo bien que respondía, se
acercó y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el
primero de todos?»”); Κύριος (Señor), 1,3: “Voz del
que clama en el desierto: Preparad el camino del
Señor, enderezad sus sendas”; ἀγαπάω (amar), 10,21:
“Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: «Una
cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a
los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven
y sígueme»”; καρδίᾳ (corazón), 2,6: “Estaban allí
sentados algunos escribas que pensaban en sus
corazones”; ψυχῇ (alma), 3,4: “Y les dice: «¿Es lícito
en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una
vida en vez de destruirla?» Pero ellos callaban”;
Ἰσραήλ, 15,32: “¡El Cristo, el Rey de Israel!, que baje
ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.»
También le injuriaban los que con él estaban
crucificados”. Διανοίᾳ (mente), que significa
«inteligencia» o «mente», es una palabra usada en
griego clásico, en los LXX y en los papiros. VGT
afirma que es «un buen equivalente del término latino
animus». ἰσχύς, usado en 12,33 (“y amarle con todo el
corazón, con toda la inteligencia y con todas las
fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale más
que todos los holocaustos y sacrificios”), en griego
clásico, en los LXX y en los papiros, significa
«fuerza», «vigor» «poder». Marcos 12,30 (“y amarás
al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu
alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”) y
Lucas 11,42 (“Pero, ¡ay de vosotros, los fariseos, que
pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda
hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a
Dios! Esto es lo que había que practicar, aunque sin
omitir aquello”) son los únicos pasajes sinópticos que
hablan del amor del hombre a Dios. De igual modo
Pablo sólo toca este tema en cinco pasajes, Romanos
8,28: “Por lo demás, sabemos que en todas las cosas
interviene Dios para bien de los que le aman; de
aquellos que han sido llamados según su designio”; 1
Corintios 2,9: “Más bien, como dice la Escritura,
anunciamos: lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al
corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para
los que le aman”; 8,3: “Mas si uno ama a Dios, ése es
conocido por él”; 16,22: “El que no quiera al Señor,
¡sea anatema! «Maranatha»”; Efesios 6,24: “La
gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor
Jesucristo en la vida incorruptible”. Moffatt atribuye
esta moderación a la reserva con la que los escritores
neotestamentarios emplean el vocabulario del amor
refiriéndolo a Dios. El NT insiste con razón en el amor
de Dios hacia los hombres, porque este amor es la
fuente del amor del hombre hacia Dios y lo
caracteriza. El amor del hombre hacia Dios es, como
tal, ἀγάπη (amor), pura entrega de sí mismo, y no
busca recompensa ni satisfacción. Pero sería un error
creer que no se puede cumplir el precepto de amar a
Dios hasta que el amor no cumpla a la perfección estas
condiciones. El amor del hombre hacia Dios quizá no
sea en un principio sino φιλία, «amistad», o algo
semejante al Ἔρως (amor); platónico, que necesite
purificarse de los motivos de recompensa propia y que
la fe deba transformar en ἀγάπη (amor) mediante la
ἀγάπη (amor) de Dios, en la que se funda (J. Burnaby
y P. S. Watson) δευτέρα αὕτη• ἀγαπήσεις τὸν
πλησίον σου ὡς σεαυτόν. μείζων τούτων ἄλλη
ἐντολὴ οὐκ ἔστιν = EL SEGUNDO ES: AMARÁS
A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO. NO
EXISTE OTRO MANDAMIENTO MAYOR QUE
ÉSTOS (Aunque el escriba pregunta sobre el
mandamiento πρώτη πάντων (primero de todos), Jesús
añade otro (δευτέρα αὕτη, el segundo es; véase 12,21:
“también el segundo la tomó y murió sin dejar
descendencia; y el tercero lo mismo”). Mateo
reconoce que la expresión de Marcos es brusca y por
ello añade a la cita tomada del Deuteronomio αὕτη
ἐστὶν ἡ μεγάλη καὶ πρώτη ἐντολή (este es el más
grande y el primer mandamiento), y afirma después
que el segundo es semejante (ὁμοία) al primero
(22,38-39: “Este es el mayor y el primer
mandamiento. El segundo es semejante a éste:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo”). Lucas no
hace sino unir los dos mandamientos con la
conjunción καί. La cita concuerda literalmente con el
texto griego de Levítico 19,18 (“No te vengarás, ni
guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino que
amarás a tu prójimo como a ti mismo; yo soy
Yahveh”): Ἀγαπήσεις τὸν πλησίον σου ὡς σεαυτόν
(amarás a tu prójimo como a ti mismo). Para ἀγαπάω
(amar) véase 10,21 (“Jesús, fijando en él su mirada, le
amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, cuanto tienes
véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el
cielo; luego, ven y sígueme»”) y 12,30 (“y amarás al
Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma,
con toda tu mente y con todas tus fuerzas”). El
adverbio πλησίον (prójimo, 12,33: “y amarle con todo
el corazón, con toda la inteligencia y con todas las
fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale más
que todos los holocaustos y sacrificios”), precedido
del artículo (como en griego clásico y en los LXX),
traduce el hebreo ‫( ֵ֫ר ַע‬rea, «amigo», «compatriota»,
«prójimo») y a la luz de la cláusula que le precede en
Levítico 19,18 (“No te vengarás, ni guardarás rencor
a los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo
como a ti mismo; yo soy Yahveh”): «No te vengues y
no guardes rencor contra los hijos de tu pueblo», se
refiere, en sentido estricto, a los compatriotas judíos.
Pero sería erróneo pensar que en épocas posteriores el
mandamiento se entendió en un sentido tan
restringido. La misma traducción de los LXX debió de
alentar un sentido más amplio del precepto, como lo
pone de manifiesto el entusiasmo con que lo citan los
rabinos y otros autores judíos. Véase el famoso dicho
de Akiba: «'Amarás a tu prójimo como a ti mismo';
éste es el principio general más grande de la Torá»
(Sifra, Levítico 19,18: “No te vengarás, ni guardarás
rencor a los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu
prójimo como a ti mismo; yo soy Yahveh”), y las
palabras de Simón el Justo: «El mundo se apoya en
tres cosas: en la ley, en el culto y en las obras de
amor» (Aboth, I, 2). Los judíos debieron de pensar que
el mandamiento abarcaba por lo menos a «los
extranjeros que vivían en el país», pero naturalmente
no podemos saber si pensaron en su amplitud
universal. Véase, sin embargo, que, según Ben Azzai,
la creación del hombre es un principio más amplio que
el que citaba Akiba: «'Este es el libro de las
generaciones del hombre' es un principio más grande
que aquél». Clemente de Alejandría, Agustín, Tomás
de Aquino, Lutero y otros grandes escritores cristianos
estudiaron ampliamente el problema del amor al
prójimo como a uno mismo y propusieron
explicaciones diversas. Se creyó a veces que el amor al
prójimo no era sino otra forma de amar a Dios, o una
forma más elevada de amor a sí mismo o el amor de
Dios hacia el hombre, que éste recibe y dirige a su vez
hacia el prójimo. Es inevitable que surjan problemas
como éstos, pero, al estudiarlos, es preciso comenzar
por la exégesis histórica. El paralelismo de 19,18 (“No
te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu
pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti
mismo; yo soy Yahveh”) determina en el Levítico el
significado del precepto. El amor al prójimo contrasta
(en el Levítico) con vengarse del prójimo, guardarle
rencor u odiarle; por tanto, el amor al prójimo debe
consistir en verle con buenos ojos y en promover
activamente todo lo que contribuye a su bien, como
haríamos si se tratase de nosotros (Butler).
Probablemente Jesús interpretó el precepto en este
sentido, aunque introdujo en él un cambio importante:
según Jesús, el samaritano era también prójimo (Lucas
10,29-37: “Pero él, queriendo justificarse, dijo a
Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?» Jesús respondió:
«Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en
manos de salteadores, que, después de despojarle y
golpearle, se fueron dejándole medio muerto.
Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote
y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que
pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un
samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al
verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus
heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole
sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y
cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se
los dio al posadero y dijo: “Cuida de él y, si gastas
algo más, te lo pagaré cuando vuelva.” ¿Quién de
estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en
manos de los salteadores?» Él dijo: «El que practicó
la misericordia con él.» Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo
mismo»”). Como enseña la parábola, amar al prójimo
significa desinterés, compasión y ayuda. La enseñanza
de Jesús sobre este tema dejó su impronta en la mente
de los cristianos primitivos, como indica Gálatas 5,14
(“Porque toda la ley en una palabra se cumple en el
precepto: amarás a tu prójimo como a ti mismo”),
donde se afirma que Levítico 19,18 (“No te vengarás,
ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino que
amarás a tu prójimo como a ti mismo; yo soy
Yahveh”) resume «toda la ley»; véase Romanos 13,9
(“Porque esto: no cometerás adulterio, no matarás,
no hurtarás, no codiciarás, y cualquier otro
mandamiento, en estas palabras se resume: amarás a
tu prójimo como a ti mismo”), que recapitula en este
precepto la segunda parte del Decálogo, y Santiago 2,8
(“Si en verdad cumplís la ley real conforme a la
Escritura: amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien
hacéis”), que califica el amor al prójimo de «ley
regia», νόμον βασιλικὸν. No menos profundo fue el
influjo creador que ejerció el precepto de amar al
prójimo en la conciencia social de la Iglesia a lo largo
de los siglos. Es característico de este relato el modo
en que Jesús une dos mandamientos independientes:
μείζων τούτων ἄλλη ἐντολὴ οὐκ ἔστιν (no hay otro
mandamiento mayor que estos). Los rabinos
admitieron ardientemente cada uno de estos
mandamientos; pero, por lo que nosotros sabemos,
Jesús fue la única persona que los convirtió en
principios reguladores que recapitulan las obligaciones
humanas. Incluso en las cartas a los Gálatas, a los
Romanos y en la de Santiago el segundo mandamiento
es independiente, pero Jesús los presentó como unidad
indisoluble: el amor al prójimo nace del amor a Dios.
Véase Abrahams: «No creemos que exista ningún
texto rabínico, a excepción del Testamento de los
Doce Patriarcas, que asocie el ‫( שְׁמַע‬Shemá) y el amor
al prójimo». Véase Testamento de Dan, V, 3: “Amad
al Señor durante toda vuestra vida, y unos a otros con
un corazón verdadero”; Testamento de Isacar, V, 2:
“Amad, por el contrario, al Señor y al prójimo y tened
compasión del pobre y del débil”; VII, 6: “Amé al
Señor con todas mis fuerzas, e igualmente a los
hombres como a mis hijos”; Montefiore, señala la
presencia de tal combinación en la Didajé (1,2: “El
camino de la vida, pues, es éste: Primero, amarás a
Dios que te creó; y segundo, a tu prójimo como a ti
mismo. Y todo lo que no quieras que te suceda a ti, tú
tampoco lo hagas a otro”) y opina que tiene bastante
fuerza el argumento que propone Kohler para
demostrar que se conocía dicha combinación desde la
época de Jesús, y que en un manual judío para la
instrucción de los prosélitos, que se ha perdido,
aparece la misma combinación que en la Didajé) Καὶ
εἶπεν αὐτῷ ὁ γραμματεύς• καλῶς, διδάσκαλε, ἐπ’
ἀληθείας εἶπες ὅτι εἷς ἐστιν καὶ οὐκ ἔστιν ἄλλος
πλὴν αὐτοῦ• καὶ τὸ ἀγαπᾶν αὐτὸν ἐξ ὅλης τῆς
καρδίας καὶ ἐξ ὅλης τῆς συνέσεως καὶ ἐξ ὅλης τῆς
ἰσχύος καὶ τὸ ἀγαπᾶν τὸν πλησίον ὡς ἑαυτὸν
περισσότερόν ἐστιν πάντων τῶν ὁλοκαυτωμάτων
καὶ θυσιῶν = EL LETRADO REPLICÓ: «MUY
BIEN, MAESTRO, TIENES RAZÓN EN DECIR
QUE EL SEÑOR ES UNO SOLO Y NO HAY
OTRO FUERA DE ÉL; Y QUE AMARLO CON
TODO EL CORAZÓN, CON TODO EL
ENTENDIMIENTO Y CON TODAS LAS
FUERZAS, Y AMAR AL PRÓJIMO COMO A
UNO MISMO VALE MÁS QUE TODOS LOS
HOLOCAUSTOS Y SACRIFICIOS» (En los
versículos 32-34 (“El letrado replicó: «Muy bien,
Maestro, tienes razón en decir que el Señor es uno
solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo
el corazón, con todo el entendimiento y con todas las
fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo vale
más que todos los holocaustos y sacrificios». Jesús,
viendo que había respondido inteligentemente, le dijo:
«No estás lejos del Reino de Dios». Y nadie se atrevió
a hacerle más preguntas”), característicos de Marcos,
interviene el escriba para aprobar la respuesta de Jesús
y para ampliarla, afirmando la superioridad del amor a
Dios y al prójimo sobre los holocaustos y sacrificios.
Para γραμματεύς (escriba) véase 1,22: “Y quedaban
asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como
quien tiene autoridad, y no como los escribas”; Καλῶς
(bueno, bello), 7,6: “Él les dijo: «Bien profetizó Isaías
de vosotros, hipócritas, según está escrito: Este
pueblo me honra con los labios, pero su corazón está
lejos de mí»”; Διδάσκαλε (maestro), 4,38: “Él estaba
en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y
le dicen: «Maestro, ¿no te importa que
perezcamos?»”; ἐπ’ ἀληθείας (tienes razón), 12,14:
“Vienen y le dicen: «Maestro, sabemos que eres veraz
y que no te importa por nadie, porque no miras la
condición de las personas, sino que enseñas con
franqueza el camino de Dios: ¿Es lícito pagar tributo
al César o no? ¿Pagamos o dejamos de pagar?»”; y
para el vocabulario del versículo 33 (“y amarle con
todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas
las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale
más que todos los holocaustos y sacrificios”) véase el
30-31: “y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con
todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo
como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor
que éstos”. πλὴν (más). La Reina Valera une Καλῶς
(bueno) con εἶπες (dijo), como en el versículo 28
(“Acercóse uno de los escribas que les había oído y,
viendo que les había respondido muy bien, le
preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los
mandamientos?»”), y considera la expresión ἐπ’
ἀληθείας (tienes razón) como confirmación ulterior:
«Muy bien, Maestro, tienes razón...» (Swete;
Plummer; Klostermann; Lohmeyer), pero como la
posición de Καλῶς (bueno, bello) hace difícil esta
interpretación, es preferible considerarlo como
exclamación: «Bien, Maestro, con razón dices...»;
Wellhausen («Es cierto, Maestro...»). La omisión del
nombre divino en εἷς ἐστιν (Él es uno) concuerda con
la costumbre semítica. E F H W 1071 al leen Θεος
(Dios); y D G Θ fam. 13 28 565 700 it vg sys sa bo
geo2 arm Eus Hil, ὁ Θεος, pero estas lecturas son
secundarias. El escriba repite, según la costumbre
semítica, lo que Jesús acaba de decir, pero no al pie de
la letra, pues sustituye διάνοία (mente) por σύνεσις
(inteligencia), y omite ψυχέ (alma). σύνεσις
(inteligencia), palabra usada en Lucas 2,47: “todos los
que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y
sus respuestas”; Pablo (4 veces); 2 Timoteo 2,7:
“Entiende lo que quiero decirte, pues el Señor te dará
la inteligencia de todo”, en griego clásico, en los LXX
y en los papiros, significa «inteligencia», «sagacidad».
El uso de esta palabra concuerda con lo que sabemos
de la disposición del escriba. Para περισσότερόν (más
importante) véase 7,36: “Jesús les mandó que a nadie
se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto
más ellos lo publicaban”. ὁλοκαύτωμα, Hebreos 10,6:
“Holocaustos y sacrificios por el pecado no te
agradaron”; 10,8: “Dice primero: Sacrificios y
oblaciones y holocaustos y sacrificios por el pecado
no los quisiste ni te agradaron - cosas todas ofrecidas
conforme a la Ley -”, es un término tomado de los
LXX, que significa «ofrenda quemada totalmente» (
‫ עֹלָה‬olah); Bengel: «nobilissima species sacrificiorum
(la más alta forma de sacrificio)». θυσία (usado en los
LXX; en hebreo ‫ ֶ֫זבַח‬, zebach) son los sacrificios
veterotestamentarios en general. Sería erróneo suponer
que el escriba quiere repudiar el sistema sacrificial,
pues no dice sino lo que se afirmó en 1 Samuel 15,22
(“Pero Samuel dijo: ¿Acaso se complace Yahveh en
los holocaustos y sacrificios como en la obediencia a
la palabra de Yahveh? Mejor es obedecer que
sacrificar, mejor la docilidad que la grasa de los
carneros”): ἰδοὺ ἀκοὴ ὑπὲρ θυσίαν ἀγαθὴ (mejor es
amar que sacrificar), y Oseas 6,6 (“Porque yo quiero
amor, no sacrificio, conocimiento de Dios, más que
holocaustos”): διότι ἔλεος θέλω καὶ οὐ θυσίαν καὶ
ἐπίγνωσιν θεοῦ ἢ ὁλοκαυτώματα (Porque yo quiero
amor, no sacrificio, conocimiento de Dios, más que
holocaustos), pasajes que tal vez viniesen a su mente.
Es difícil aceptar la opinión de Lohmeyer, que cree
que el punto de vista del escriba es ajeno al
pensamiento judío: «Un verdadero rabino no
distingue normas esenciales y normas secundarias».
El escriba tampoco hace distinciones, sino que afirma
la supremacía del amor a Dios y al prójimo sobre el
culto. Sin duda alguna, el significado de las palabras
del escriba depende del tono con que se pronunciaron,
difícil de apreciar en un relato escrito; pero conviene
afirmar que la respuesta de Jesús: «no estás lejos del
reino de Dios» implica que el escriba dijo algo muy
atrevido. ¿Trascienden, pues, los versículos 32-33
(“El letrado replicó: «Muy bien, Maestro, tienes
razón en decir que el Señor es uno solo y no hay otro
fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con
todo el entendimiento y con todas las fuerzas, y amar
al prójimo como a uno mismo vale más que todos los
holocaustos y sacrificios»”) la doctrina judía?
Montefiore afirma que los evangelios no enseñan nada
sobre el amor a Dios a quien estudie la literatura
rabínica. Nos parece exagerada la opinión de
Montefiore, a pesar de los pasajes que cita [Lohmeyer
cita Aboth R. Nathan, 4: «Desde el principio el mundo
fue creado sólo mediante el amor: 'Yo afirmo: el amor
hizo el mundo', Salmo 89,3»]. Las palabras del escriba
serían mucho más judías si hubiese colocado el amor
junto a la Torá y a los sacrificios. Véase Aboth, I, 2:
«El mundo se apoya en tres cosas: en la ley, en el
culto y en las obras de amor») καὶ ὁ Ἰησοῦς ἰδὼν
[αὐτὸν] ὅτι νουνεχῶς ἀπεκρίθη εἶπεν αὐτῷ· οὐ
μακρὰν εἶ ἀπὸ τῆς βασιλείας τοῦ θεοῦ. Καὶ οὐδεὶς
οὐκέτι ἐτόλμα αὐτὸν ἐπερωτῆσαι = JESÚS,
VIENDO QUE HABÍA RESPONDIDO
INTELIGENTEMENTE, LE DIJO: «NO ESTÁS
LEJOS DEL REINO DE DIOS». Y NADIE SE
ATREVIÓ A HACERLE MÁS PREGUNTAS (La
observación ἰδὼν αὐτὸν ὅτι νουνεχῶς ἀπεκρίθη
(viendo que le había contestado inteligentemente)
precede a la respuesta de Jesús. Véase el versículo 28
(“Acercóse uno de los escribas que les había oído y,
viendo que les había respondido muy bien, le
preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los
mandamientos?»”). νουνεχῶς, que significa «con
sensatez», «con discreción», es un término usado en
griego clásico (Aristóteles; Polibio, etc.), pero no en
los LXX. Para el uso de αὐτὸν, que anticipa el sujeto
de la oración subordinada, véase 7,2: “Y al ver que
algunos de sus discípulos comían con manos impuras,
es decir no lavadas”; 11,32: “Pero ¿vamos a decir:
“De los hombres?”» Tenían miedo a la gente; pues
todos tenían a Juan por un verdadero profeta”; Lucas
9,31: “los cuales aparecían en gloria, y hablaban de
su partida, que iba a cumplir en Jerusalén”; 24,7: “Es
necesario que el Hijo del hombre sea entregado en
manos de los pecadores y sea crucificado, y al tercer
día resucite”, y también 8,24: “Entonces,
acercándose, le despertaron, diciendo: «¡Maestro,
Maestro, que perecemos!» Él, habiéndose despertado,
increpó al viento y al oleaje, que amainaron, y
sobrevino la bonanza”. La lengua aramea emplea
también esta construcción (Wellhausen; Black), pero
no es necesariamente un «semitismo». No es extraño
que algunos manuscritos, entre los que cabe citar ‫ א‬D
L W Θ Δ fam. 1 28 33 565 579 892 it (excepto a) vg
Sys hl geo et arm) omitan el pronombre, que sin duda
alguna ha de leerse, como hacen A B et al. fam. 13 543
700 al pler. a sype bo. La respuesta de Jesús, por
sencilla que pueda parecer, crea problemas difíciles.
μακρὰν (lejos), que aparece en griego clásico, en los
LXX y en los papiros, es el acusativo femenino de
μακρός, que se usa como adverbio, «lejos»; véase τοῖς
μακρὰν (los lejanos), aplicado a los judíos del exilio en
Isaías 57,19 (“poniendo alabanza en los labios: ¡Paz,
paz al de lejos y al de cerca! - dice Yahveh -. Yo le
curaré»”), y a los gentiles en Efesios 2,13 (“Mas
ahora, en Cristo Jesús, vosotros, los que en otro
tiempo estabais lejos, habéis llegado a estar cerca por
la sangre de Cristo”). Para ἡ βασιλεία τοῦ Θεοῦ (El
Reino de Dios) véase 1,15: “El tiempo se ha cumplido
y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la
Buena Nueva”. ¿Se concibe el reino de Dios como
realidad presente o futura? La imagen es espacial y
expresa la idea de un lugar en el que se cumple la
voluntad de Dios y su mandamiento supremo. Algunos
comentaristas se inclinan a pensar, aunque con clara
reserva, que la idea es escatológica (Rawlinson;
Montefiore; Blunt); pero pensar que este pasaje
significa que, cuando llegue el reino, el escriba estará
preparado, es hacerle violencia o considerarlo de una
forma artificial (Schniewind); es más probable que la
βασιλεία esté «al alcance» (Dodd). Es posible acceder
al reino: el escriba está a sus puertas (Bartlet), está
cerca de él, en el sentido de que reconoce la soberanía
de Dios y de que tiene la disposición moral y espiritual
que exige el Sermón de la Montaña; véase Mateo 5,7:
“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos
alcanzarán misericordia”; 5,23-24: “Si, pues, al
presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces
de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu
ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a
reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y
presentas tu ofrenda”; 5,41: “y al que te obligue a
andar una milla vete con él dos”; 5,48: “Vosotros,
pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre
celestial”; 7,12: “Por tanto, todo cuanto queráis que
os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a
ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas”. Reviste
especial importancia el hecho de que Jesús pronuncie
estas palabras con autoridad. El que habla no es sólo el
maestro, sino el Señor; véase Lohmeyer: «Estas son
palabras de uno que sabe perfectamente quién está
cerca y quién lejos del reino de Dios». Véase también
Schniewind: «No estar lejos del reino de Dios
significa no estar lejos del mismo Dios». Schniewind
ve en el trasfondo del relato la idea del secreto
mesiánico. En la conclusión del relato (versículo 34b:
“Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas”)
puede verse, como en el versículo 28 (“Acercóse uno
de los escribas que les había oído y, viendo que les
había respondido muy bien, le preguntó: «¿Cuál es el
primero de todos los mandamientos?»”), la mano del
evangelista: καὶ οὐδεὶς οὐκέτι ἐτόλμα αὐτὸν
ἐπερωτῆσαι (Y nadie más se atrevía ya a hacerle
preguntas). Para la doble negación véase 1,44: “Mira,
no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al
sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que
prescribió Moisés para que les sirva de testimonio”;
ἐπερωτάω, 5,9: “Y le preguntó: «¿Cuál es tu
nombre?» Le contesta: «Mi nombre es Legión, porque
somos muchos»”; τολμάω (atrever, osar), 15,43: “vino
José de Arimatea, miembro respetable del Consejo,
que esperaba también el Reino de Dios, y tuvo la
valentía de entrar donde Pilato y pedirle el cuerpo de
Jesús”. Esta conclusión une los cuatro relatos
precedentes y hace una pausa antes de pasar al último
miembro del grupo, en el que Jesús toma la iniciativa.
Mateo traslada esta conclusión al final del relato sobre
el Hijo de David (22,46: “Nadie era capaz de
contestarle nada; y desde ese día ninguno se atrevió
ya a hacerle más preguntas”); por el contrario, Lucas
la pone, como ya indicamos, después del relato sobre
la pregunta de los saduceos (20,40: “Pues ya no se
atrevían a preguntarle nada”).

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