Bulimia y Anorexia
Bulimia y Anorexia
Bulimia y Anorexia
ANAHI REBAGLIATI
Las alteraciones de la alimentación ponen en evidencia una clínica en donde la experiencia del
análisis, sufre un problema de bordes. La clínica se encuentra frente a cuestiones que trascienden
las historias sexuales infantiles edípicas que deben ser pensadas más allá de las problemáticas
clásicas vinculadas al principio de placer.
Bulimia (boulimós, bous-buey y limós –hambre: hambre de buey): sensación de hambre insaciable
e intensa.
La denominación anorexia nerviosa y bulimia nerviosa se debe a que las primeras descripciones de
la enfermedad provinieron del campo médico, considerando que su etiología no era orgánica.
Descripción clínica
Anorexia nerviosa s/ DSM-IV: Rechazo a mantener el peso corporal igual o por encima del valor
mínimo normal, miedo intenso a convertirse en obeso, alteración de la percepción del peso o la
silueta. En las mujeres prepuberales, presencia de amenorrea (al menos tres ciclos consecutivos)”.
Si la anorexia es acompañada de atracones, purgas y vómitos provocados se denomina entonces
como anorexia de tipo compulsivo/purgatorio.
Conductas patológicas
Conducta alimentaria restrictiva/dietas severas
Rituales con la comida: contar calorías, descuartizar la comida en trozos pequeños,
preparar comida para otros y no comer
Miedo intenso a engordar
Temor a verse obligado a comer en sociedad (fiestas, reuniones familiares)
Hiperactividad (exceso de gimnasia u otros deportes)
Esconder el cuerpo debajo de ropa holgada
Negarse a usar ropa de baño y que vean su cuerpo
Atracones y uso de laxantes o diuréticos
Abuso de edulcorantes artificiales
Terror a ser “devorado” por la comida (transformación en lo contrario-vuelta contra sí)
que termina ocasionando un atracón irrefrenable que termina en vómito.
Los trastornos de esta clase se hallan determinados por la compulsión a la repetición, en donde el
trauma insiste a través de la escenificación de experiencias sufrientes. Estas últimas posicionan al
sujeto en la inercia del padecimiento y en un perpetuo retorno de lo idéntico, manteniéndose con
fijeza y actualidad.
Son patologías con una marcada intensidad pulsional, con severas alteraciones en la
estructuración del yo, no psicóticas, y con una marcada incapacidad por parte del aparato psíquico
para dar respuesta al excesivo montante de excitación del que ha sido objeto. De forma tal, que el
sujeto se ve imposibilitado para encontrar vías de salida al apresamiento del que ha sido receptivo
pasivamente en tiempos inaugurales y estructurantes de su psiquismo.
Se trata de manifestaciones patológicas que vienen a llenar un vacío producido por un déficit en la
simbolización, en la figurabilidad, en donde el cuerpo no es tanto expresión del lenguaje en el
discurrir deseante, sino más bien un depósito de sustancias: comida. No es el cuerpo enlazado a
representaciones, sino el cuerpo ofrecido al juego automático y reflejo de la pulsión que busca
satisfacerse más allá de su integridad, más allá de la integración del yo, más allá de la vida.
En estas dolencias derivadas de una marcada presencia pulsional mortífera el cuerpo se constituye
en el escenario donde el trauma ejerce su despliegue, siendo objeto de maltrato, atentando
contra la vida, imponiéndose moldeamientos corporales que transitan entre lo lleno y lo vacío, el
exceso y la nada, manifestando una cristalización narcisista que da cuenta del déficit en su
constitución.
Son muchos los autores psicoanalíticos que incluyen en una misma serie a los fenómenos
psicosomáticos, las adicciones y los trastornos de la alimentación como manifestaciones de lo
irrepresentable, constituyendo estas manifestaciones patológicas la derivación de esas primeras
huellas no ligadas de carácter traumático.
Freud dirá en 1920 en “Más allá del principio de placer”, que las huellas mnémicas reprimidas
relativas al tiempo primordial, no permanecen en el interior del psiquismo en estado de ligadura y
se encuentran en un más allá del principio de placer produciendo una compulsión a la repetición.
Zukerfeld, sostiene que para entender el dinamismo presente en estas dolencias es importante
tener en cuenta la heterogeneidad del inconsciente, con diferentes modalidades de
funcionamiento psíquico de estructura representacional y no representacional. La no
homogeneidad del inconsciente está expresada por Freud cuando sostiene la diferencia entre las
primeras inscripciones caídas bajo la represión originaria, con las representaciones reprimidas
secundariamente, que constituyen el inconciente propiamente dicho o dinámico. Sostiene
Zukerfeld, que la heterogeneidad del inconsciente y la coexistencia de los distintos
funcionamientos torna necesario pensar la complejidad del psiquismo, donde se cuestionan las
secuencias lineales causa-efecto. Y para abordar la anorexia y la bulimia, deben ser considerados
dos ejes:
a) La relación con el objeto alimentario: Se presenta una vivencia de descontrol propia del
fenómeno bulímico y el terror de la condición anoréxica. El descontrol se atribuye a la activación
de lo nunca representado sin valor comunicacional, que se manifiesta en acto, en tanto descarga
motriz sin actividad fantasmática subyacente y que suele tener un valor regulador de las
magnitudes de carga. El descontrol bulímico se presenta en ese repetido raptus que intenta llenar
un vacío imposible que los pacientes denominan “atracones”. En la anorexia el terror al descontrol
lleva a una abstinencia alimentaria a veces severa acompañada del cierre de todos los agujeros
corporales: se cierra la boca para comer y hablar, aparecen amenorreas y constipación. Es
mantener el control absoluto de lo que entra o sale del cuerpo.
Trabajo clínico
El analista es incluido en las series psíquicas compuestas por las figuras significativas para el
paciente, y es desde esa inclusión que podrá maniobrar con sus respuestas inaugurando en
muchas ocasiones una modalidad inédita de vínculo a partir de la impronta que se construye en la
relación transferencial misma. El analista responde a la manera de una madre con capacidad de
reverie, transforma la experiencia pulsional entre ambos, en elementos pensables, simbólicos y
opera como vehículo en la construcción de una historia, enhebra escisiones, significa escenas,
propone un guión simbólico que historiza las experiencias traumáticas que fueron
desorganizantes.