Ricardo Antunes
Ricardo Antunes
Ricardo Antunes
1 R. Antunes: Classe operária, sindicatos e partidos no Brasil, Cortez, San Pablo, 1982 y A rebeldía do trabalho. O confronto operário no ABC paulista: as greves de
1978/80, 2a ed., Unicamp, Campinas, 1992.
2 El método «justo a tiempo» o «método Toyota» se basa en la utilización de trabajadores polivalentes y maquinarias multiuso; busca reducir, entre otros,
los costos de almacenaje, al producir lo que se necesita, en las cantidades que se necesitan, en el momento en que se necesitan.
3 Giovanni Alves: O novo (e precario) mundo do trabalho. Reestruturaçào produtiva e crise do sindicalismo, Boitempo, San Pablo, 2000.
4 Región tradicionalmente industrial, cuyo nombre deriva de las tres principales ciudades industrializadas: Santo André, Sào Bernardo do Campo y Sao
Caetano do Sul.
5 «Liofilización» alude aquí al proceso por el cual el trabajo vivo es progresivamente sustituido por la maquinaria tecnoinformacional (trabajo muerto). En
las empresas «liofilizadas», es necesario un «nuevo tipo de trabajo», que los capitales denominan, de modo engañoso, como «colaborador».
de protección aduanera que implicaron la reducción de las tarifas de importación de vehículos. Desde entonces, las empresas de montaje intensificaron
el proceso de reestructuración productiva mediante innovaciones tecnológicas, con la introducción de robots y sistemas CAD/CAM -lo que acarreó
transformaciones en el layout (organización espacial) de las empresas- o por medio de cambios en la organización. Esto derivó en una relativa
desverticalización, una fuerte subcontratación y tercerización de la fuerza laboral, la reducción de niveles jerárquicos y la implantación de nuevas
fábricas de tamaño reducido, organizadas sobre la base de células productivas; además, se amplió la red de empresas de suministro 6.
Las unidades productivas más antiguas y tradicionales situadas en el ABC paulista, como Volkswagen, Ford y Mercedes Benz, también desarrollaron
un fuerte programa de reestructuración con miras a adaptarse a los nuevos imperativos del capital, especialmente en lo que respecta a los niveles pro -
ductivos y tecnológicos y a las formas de «involucrar» a la fuerza de trabajo. Volkswagen y Mercedes Benz fueron objeto de investigación en nuestro
estudio. En la primera de ellas, el experimento tendiente al control, la manipulación y la captación de los trabajadores denominado «Corazón Valiente»
es un ejemplo de cómo la empresa pretende capturar la subjetividad del trabajo en beneficio del aumento de la productividad. Por su parte, la
denominación del manual distribuido por Toyota entre sus trabajadores, Manual de integración, habla por sí misma7.
Luego de un primer ensayo, bajo el mandato del presidente Fernando Collor de Mello (1990-1992), que fue significativo pero luego se estancó por la
crisis política que se abatió sobre el gobierno, el proceso de reestructuración productiva cobró nuevamente impulso a partir del Plan Real, iniciado en
1994 durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1995-2003). Ya sea mediante programas de calidad total, sistemas just-in-time y kanban, o
mediante la introducción de formas de vinculación de las ganancias salariales a la rentabilidad y la productividad (de las cuales es un ejemplo el
Programa de Participación en las Ganancias y Resultados), o bajo una pragmática fuertemente adecuada a los designios neoliberales (o social-liberales),
finalmente el mundo productivo encontró un contexto propicio para un vigoroso inicio de su reestructuración, del denominado «recorte empresarial» y
de la imple- mentación de mecanismos estructurados en moldes más flexibles. Si el proceso brasileño de reestructuración productiva de los años 80 tuvo
una tendencia limitada y selectiva, a partir de la década de 1990 se amplió en exceso.
Los nuevos trabajadores «multifuncionales»
La reestructuración también alcanzó al sector financiero: los trabajadores ban- carios fueron afectados por los cambios en los procesos y rutinas de
trabajo, principalmente fundamentados e impulsados por las tecnologías de base microelectrónica y las mutaciones en las organizaciones. Los bancos
instituyeron nuevas políticas gerenciales, fundamentalmente mediante programas de «calidad total» y «remuneración variable».
Los bancos instituyeron nuevas políticas gerenciales, fundamentalmente mediante programas de «calidad total» y «remuneración variable». Las
políticas de premios por productividad a los bancarios que superaran las metas establecidas de producción, sumadas al desarrollo de un eficiente y
sofisticado sistema de comunicación empresa- trabajador a través de diarios, revistas o videos de amplia circulación en los ambientes de trabajo, así
como la ampliación de la labor en equipo, derivaron en un significativo aumento de la productividad del capital financiero, además de avanzar en la
«adhesión» de los bancarios a las estrategias de autovaloración del capital reproducidas en las instituciones bancarias.
Como consecuencia de las prácticas flexibles de contratación de fuerza de tra bajo en los bancos (es decir, de la ampliación significativa de la
tercerización, la contratación de trabajadores para tareas determinadas o por tiempo parcial, la introducción de call centers, etc.) se observa una mayor
precariedad de los empleos y una reducción en los salarios. De esta forma, se profundiza el proceso de desregulación del trabajo y de reducción de los
derechos sociales para los empleados en general y, de un modo todavía más intenso, para los tercerizados 8.
Desde el punto de vista del capital financiero, esas formas de contratación permitieron (y todavía permiten) enormes ganancias de rentabilidad, al
tiempo que buscan obnubilar los lazos de pertenencia de clase y disminuir la capacidad de resistencia sindical de los bancarios, al dificultar su
organización en el espacio de trabajo. La liofilización organizativa de los bancos, apoyada en el incremento tecnoinformativo y la implementación de
programas de ajuste de organización en las sucursales, reduce la estructura administrativa y el personal de las instituciones financieras y aumenta los
mecanismos de individualización de las relaciones de trabajo y de remuneración.
En consecuencia, se desactivaron o se redujeron grandes centros de computación, servicios y compensación de cheques, y se extinguieron sectores
enteros en las sucursales bancarias y centrales administrativas. Mientras los grandes conglomerados financieros privados crecían en poderío econó mico
-con enormes tasas de utilidad-, el número de trabajadores bancarios se redujo en el país de aproximadamente 800.000 a fines de los años 80 a poco más
de 400.000 en 2005. Los planes de retiro voluntario se tornaron una regla en los bancos públicos, según pudimos analizar en nuestra investigación en el
Banco do Brasil. Paralelamente, proliferaron los tercerizados en el labor bancario9.
En relación con la división del trabajo por sexos, se observó, a medida que se desarrollaban los procesos de automatización y flexibilización del
trabajo, un movimiento de feminización que, no obstante, no fue seguido por una ecuanimidad en la carrera y el salario entre hombres y mujeres. Una
serie de mecanismos sociales de discriminación -reproducidos e intensificados en los ambientes de trabajo- estructuró relaciones de dominio y
explotación más duras sobre el trabajo femenino, que se tradujeron en desigualdades y segmentaciones entre géneros10.
Por lo tanto, los cambios apuntados en las características personales y profesionales de los bancarios son expresiones de adaptación a las exigencias
de la reestructuración productiva en curso y de sus movimientos de tecni- ficación y racionalización del trabajo. Con el objetivo de adecuar su fuerza
laboral a las actuales modalidades del proceso productivo, las instituciones financieras exigieron una aparente «nueva calificación» a los trabajadores
del sector, pero esta parece tener un significado más ideológico que tec- nofuncional efectivo11.
En un contexto de creciente desempleo y de aumento de las formas de contratación precarias, los asalariados bancarios fueron obligados a desarrollar
una formación general y polivalente en un intento por mantener sus vínculos de trabajo, y quedaron así sometidos a la sobrecarga de tareas o a jornadas
extenuantes. Durante las últimas décadas se evidenció un agravamiento de los problemas de salud en el espacio laboral, además de un aumento sin
precedentes en las lesiones por esfuerzo repetitivo (LER), que reducen la fuerza muscular y comprometen los movimientos. Las LER se han configurado
como enfermedades típicas de la era de la informatización del trabajo, algo que también constatamos en la investigación realizada en el sector bancario.
Los programas de calidad total y remuneración variable, ampliamente difundidos en el sector, recrearon estrategias de dominación que buscan en-
sombrecer y difuminar la relación entre capital y trabajo. Los trabajadores bancarios fueron forzados a transformarse en «compañeros», «socios» o «co -
laboradores» de los bancos y de las instituciones financieras, en un ideario y una práctica que envilecen aún más la condición laboral. En ese contexto,
la huelga de los bancarios desencadenada en septiembre y octubre de 2004 constituyó un acontecimiento muy importante, ya que se trató de la primera
acción de gran magnitud realizada por los trabajadores después del vastísimo proceso de reestructuración del sector.
Al ritmo del movimiento rápido y ágil de las máquinas informatizadas, hombres y mujeres realizan un conjunto interminable de operaciones de
registro y transferencia de valores. Transforman esa mercancía-dinero en más dinero, verdadera fuente misteriosa, según la sugestiva referencia de
Marx. Así, cuanto más «producen», en tiempos cada vez más virtuales, más bancarios ven cómo disminuyen sus puestos de trabajo a través de los
denominados «planes de retiro voluntario» (PDV)12. En ese contexto, la huelga de los bancarios desencadenada en septiembre y octubre de 2004
constituyó un acontecimiento muy importante, ya que se trató de la primera acción de gran magnitud realizada por los trabajadores después del
vastísimo proceso de reestructuración del sector. Cuando varios analistas hablaban de la pérdida de la capacidad de resistencia y acción, presenciamos
un movimiento que paralizó a más de 200.000 trabajadores en varias partes del país, tanto en bancos públicos como privados.
Fue contra ese cuadro de penalización del trabajo que los trabajadores ban- carios iniciaron el paro, al reivindicar un 17% de aumento real. Un mes
después, la huelga se suspendió sin que los trabajadores lograran un beneficio real, pero habiendo demostrado que algo nuevo pasaba en el espacio de
trabajo de los bancos. Si la derrota material de la medida de fuerza parece evidente, no se puede decir lo mismo de lo sucedido en el plano de la polí tica
y la acción. Allí existió una respuesta colectiva y en forma de huelga, luego de la monumental reestructuración vivida en el interior del espacio
bancario.
El reino de la tercerización
Otro sector que experimentó cambios significativos fue el del calzado, localizado en Franca (en el estado de San Pablo), donde se implementaron
técnicas de gestión de la fuerza laboral en varias empresas, con el objetivo de «involucrar» a los trabajadores en el proceso de reestructuración de la
6 R. Antunes y Maria Moraes Silva (eds.): O avesso do trabalho, Expressäo Popular, San Pablo, 2004; G. Alves: ob. cit.; y Maria da Graga Druck: Terceirizaqáo.
(Des)Fordizando a fábrica: um estudo crítico do complexo petroquímico, Boitempo, San Pablo, 1999.
7 Eurenice Lima: Toyotismo no Brasil. O desencantamento da fábrica, envolvimento e resistencia, 1a ed., Expressäo Popular, San Pablo, 2004.
8 Nise Jinkings: Trabalho e resistencia na «fonte misteriosa». Os bancários no mundo da eletronica e do dinheiro, Editora da Unicamp, Campinas e Imprensa Oficial do
Estado, San Pablo, 2002; y Selma Venco: Telemarketing nos bancos. O emprego que desemprega, Editora da Unicamp, Campinas, 2003.
9 N. Jinkings: ob. cit.
10 Liliana Segnini: Mulheres no trabalho bancário. Difusao tecnológica, qualificaqao e relaqoes de género, Edusp, San Pablo, 1998.
11 N. Jinkings: ob. cit.
12 N. Jinkings: ob. cit.
producción y aumentar la productividad del trabajo 13. Como consecuencia de este proceso, se redujeron los puestos de trabajo al ritmo de las
oscilaciones del mercado, al tiempo que se llevaba a cabo una reorganización mediante la implantación de células de producción y la introducción del
denominado «trabajo polivalente» o «multifuncional».
Además de los cambios en la organización productiva, el sector del calzado sufrió un intenso proceso de tercerización, que se tradujo en la ampliación
del trabajo a domicilio y en pequeñas unidades productivas, lo que contribuyó a un empeoramiento de las condiciones laborales. Buena parte de ese
trabajo se realiza en locales precarios e improvisados dentro y fuera de las viviendas, lo que modifica el espacio familiar y sus condiciones de vida.
Nuestra investigación también constató, respecto a la industria del calzado de Franca, que se profundizó la degradación de los derechos sociales del
trabajo como consecuencia de la externalización y tercerización de la producción. Algunos derechos adquiridos, como el descanso semanal remunerado,
las vacaciones, el aguinaldo o la jubilación, se volvieron fácilmente vulnerables. Además, creció el trabajo infantil, una consecuencia directa de la
transferencia de la actividad productiva del espacio fabril al ámbito doméstico, donde el control se hace más difícil 14. En el sector textil, el proceso de
reestructuración productiva fue muy intenso a lo largo de los años 90. Disminuyó en más de 50% el nivel de empleo en la primera mitad de la década,
además de registrarse un alto nivel de tercerización de la fuerza de trabajo
Los ejemplos anteriores evidencian cómo el universo del trabajo ha resultado fuertemente afectado como consecuencia de los mecanismos
introducidos por la liofilización de las organizaciones. Si bien las formas de la reestructuración productiva han sido diferentes, un rasgo prácticamente
constante, cuando se observa la realidad cotidiana del trabajo, fue la tendencia a un aumento de los mecanismos de desregulación y a la propia
precarización de la fuerza laboral. En el sector textil, el proceso de reestructuración productiva fue muy intenso a lo largo de los años 90, como
consecuencia de la política de apertura económica y de la liberalización comercial, que desorganizó fuertemente las industrias de ese sector. Así, dis-
minuyó en más de 50% el nivel de empleo en la primera mitad de la década, además de registrarse un alto nivel de tercerización de la fuerza de trabajo.
Aunque haya existido en la región estudiada un crecimiento en el número de empresas a lo largo de la misma década, ese aumento trajo aparejado el
enorme proceso de reestructuración de las grandes firmas y la transferencia de amplios espacios productivos al universo de las micro y pequeñas
empresas que proliferaron en el sector.
El incremento de la mecanización, las nuevas formas de organización de la producción y la introducción extendida de la tercerización acarrearon altos
niveles de desempleo y subempleo en el sector textil, apenas parcialmente compensados por el crecimiento de las micro y pequeñas empresas. En la
industria de la confección, además de los bajos niveles de remuneración de la fuerza laboral, la tercerización se transformó en un elemento estratégico
central implementado por las firmas para reducir costos y aumentar la productividad. Pero tampoco hay que descuidar el importante significado político
de esa medida, que es mayor cuanto más combativos son los sindicatos. El proceso de tercerización amplió el trabajo a domicilio, además de las
denominadas «cooperativas de trabajo», responsables de formas acentuadas de subcontratación y precarización de la fuerza laboral, en virtud de la
reducción significativa de las remuneraciones y el no respeto de los derechos laborales.
Si bien preservando la marca en la era del capitalismo de los signos, los envases, el embalaje y lo superfluo, las empresas recurrieron aún más a la ter-
cerización para reducir los costos de producción, lo que derivó en un enorme desempleo y en el debilitamiento de la cohesión y la solidaridad entre los
trabajadores. En la década de 1990, la empresa Hering, por ejemplo, con sede en el estado de Santa Catarina, tercerizó más de 50% de su producción, lo
que ocasionó el despido de cerca de 70% de su fuerza de trabajo, según datos ofrecidos por nuestro estudio. Un proceso similar tuvo lugar en Levi
Strauss de Brasil que, en la misma década, creó una «cooperativa» que eliminó prácticamente todos sus puestos laborales directos.
El «mfoproletariado»
En las empresas de telecomunicaciones, las modificaciones en el universo del trabajo también tuvieron gran importancia. La necesidad de innovar en
procesos, productos y servicios amplió en gran medida la importancia de la esfera comunicacional para la agilización del ciclo productivo, que ahora
opera en tiempo virtual. Ese proceso de mercantilización de la información posibilitó así la directa y rápida incorporación de nuevos datos e
informaciones al mundo de la producción, un instrumento decisivo en la continuidad de las denominadas «innovaciones productivas».
Un caso de estudio fue Sercomtel, empresa estatal con sede en la ciudad de Londrina (en el estado de Paraná). Dada su condición de empresa pública
que brindaba una cierta estabilidad a sus trabajadores, la alternativa encontrada por la nueva lógica gerencial, bajo el influjo privatista, fue reducir la
planta de asalariados mediante planes de jubilación y retiro voluntario. El ritmo alucinante de la tercerización y la automatización -asociada al fetiche de
la tecnología- terminó también contribuyendo a la reestructuración, al obstaculizar los lazos de solidaridad de clase, lo que reforzó aún más la
flexibilización y la consecuente precarización del trabajo en el sector de telecomunicaciones. También la tercerización fue recurrente dentro del flujo de
las tendencias antes analizadas, fundamentalmente mediante la introducción de los call centers, que se responsabilizaron por todo el servicio de
intermediación entre los clientes y las empresas.
En efecto, la expansión de ese nuevo universo de empresas de call centers nos llevó a investigar el sector del telemarketing, donde pudimos constatar
que el enorme incremento de la cantidad de empleos se articula con jornadas parciales de seis horas, en las que las actividades están marca das por la
acentuada intensificación de los ritmos y por el aumento de la explotación de la fuerza laboral. Cabe recordar también que en ese sector (como se puede
verificar en el Grupo Atento-Brasil) el contingente laboral es predominantemente femenino, con más de 70% de mujeres, lo que confirma la fuerte
tendencia a la feminización del mundo del trabajo en diversos sectores y segmentos. En muchas empresas de call center y telemarketing existen boxes
que separan a las trabajadoras, con el propósito de evitar las conversaciones y la disminución de los ritmos extenuantes de trabajo rigurosamente
cronometrados.
Su principal «producto» es la prestación de servicios mediante la atención telefónica, con miras a la solución de dudas de los clientes; el ofrecimiento
de información, como direcciones y teléfonos; la orientación en la compra o utilización de productos, entre tantas posibilidades abiertas por el
telemarketing15. Las operadoras, para cumplir su jornada diaria, pasan la mayor parte del tiempo sentadas y pegadas a la pantalla de la micro-
computadora y al teclado, siempre con su headset (teléfono de auriculares), bajo la rígida vigilancia de las supervisoras que exigen mayor productividad
y controlan el tiempo promedio de atención. Aquí también pudimos constatar el creciente aumento de enfermedades laborales, una cuestión que ha sido
constante en el sector de telemarketing.
En lo que respecta a las condiciones de trabajo, se puede certificar que en muchas empresas de call center y telemarketing existen boxes que separan a
las trabajadoras, con el propósito de evitar las conversaciones y la disminución de los ritmos extenuantes de trabajo rigurosamente cronometrados. Otro
caso contemplado en el estudio fue el de los trabajadores del arte, en el teatro lírico, en el que las relaciones de trabajo demuestran cada vez más una
ausencia de reglamentación específica. Los cantantes líricos, así como los músicos de orquesta, dada la índole de «prestación de servicios» que tiene su
trabajo, viven bajo la marca de la inestabilidad que permite la desafectación de los artistas por parte de la dirección de los teatros. Como se los renueva
periódicamente (cada dos o tres meses), no se configura el reconocimiento de un vínculo laboral.
Este contexto de flexibilización de los cantantes y miembros de coros, que anteriormente tenían una mayor estabilidad, explica la búsqueda de
sustento en otras actividades, además de revelar una doble fragilidad en la organización de los artistas. Esta se origina, por un lado, en la fuerte
individualización del trabajo y, por otro, en la alta competencia que alienta la profesión, que aumenta aún más el riesgo de desempleo.
El breve retrato que aquí ofrecemos nos permite observar un nítido crecimiento de relaciones de trabajo más desreguladas, distantes de la legislación
laboral, que generan una masa de trabajadores que pasan de la condición de asalariados «en blanco» a la de trabajadores «en negro», en especial durante
la década de 1990. Si en 1980 era relativamente pequeño el número de empre sas tercerizadas, como locadoras de fuerza de trabajo de perfil temporal,
ese número aumentó de manera significativa en la década siguiente para cumplir con la gran demanda de trabajadores temporales, sin vínculo laboral y
sin registro formal. Por lo tanto, estas mutaciones, ya insertas en la lógica de la racionalidad instrumental del mundo empresarial, están íntimamente
relacionadas con el proceso de reestructuración productiva del capital, en el marco del cual las grandes empresas, mediante la flexibilización de los
regímenes de trabajo, la subcontratación y la tercerización, buscan aumentar su competiti- vidad fracturando y fragmentando aún más a la clase que vive
del trabajo.
La proliferación de los empleados de call centers y de empresas de telemarketing como trabajadores de servicios cada vez más insertados en la lógica
productiva, de valor agregado, creó un nuevo contingente de trabajadores denominados por Ursula Huws cybertariat («ciberproletariado»). Se trata del
nuevo proletariado de la era cibernética, integrado por trabajadores que buscan una especie de trabajo cada vez más virtual en un mundo profundamente
real, según el sugestivo título del libro de Huws 16, que trata de comprender los elementos que configuran el mundo del trabajo en la era de la informá -
POLÍTICA
y gobierno
Primer semestre de 2011 México Volumen XVIII No 1
ARTÍCULOS: Diego Reynoso, Aprendiendo a competir: Alianzas electorales y margen de victoria en los estados mexicanos, 1988-2006. Rodrigo
Cordero Vega y Roberto L. Funk, La política como profesión: Cambio partidario y transformación social de la élite política en Chile, 1961-2006.
Mauricio Rivera y Rodrigo Salazar-Elena, Un estado de la ciencia política en México: Un retrato empírico. Mauricio Olavarría Gambi,
Bernardo Navarrete Yáñez y Verónica Figueroa Huencho, ¿Cómo se formulan las políticas públicas en Chile? Evidencia desde un estudio de
caso. RESEÑAS.
Política y Gobierno es una publicación semestral de la División de Estudios Políticos del Centro de Investigación y Docencia Económicas ( CIDE),
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17 R. Antunes y R. Braga: Infoproletários. Degradagäo real do trabalho virtual, Boitempo, San Pablo, 2009.