L 1-WALSH Cap 2
L 1-WALSH Cap 2
L 1-WALSH Cap 2
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CAPÍTULO 2
Froma Walsh
Tales madres culpígenas han persistido, a menudo formadas sin ningún contacto directo
con sus familias, pero derivadas de las teorías de la patogenia de la familia. Las
“parectomias” (de sus padres) han sido frecuentemente recomendadas, procurando
mantener a raya a las familias, sin "intromisión" en el tratamiento u ofreciendo una
influencia correctiva (Walsh & Anderson, 1988). La evaluación de la familia, ha sesgado la
identificación de los déficits y los conflictos, ha tendido a ser ciega a los puntos fuertes de
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la familia y a los recursos hasta el punto de que sólo puede definirse a una familia como
normal a aquella que aún no ha sido clínicamente evaluada
1. Los procesos de familia: ¿Cuáles son los supuestos implícitos y explícitos acerca del
funcionamiento normal, óptimo y típico a nivel familiar y cuáles son los puntos de vista de
la disfunción?
2. De los objetivos terapéuticos y los procesos de cambio: ¿Cómo estas creencias influyen
en los objetivos terapéuticos y en los procesos de intervención?
Como se puede ver en el breve resumen y actualización que sigue, varios aspectos de la
familia y el funcionamiento de pareja reciben atención selectiva cuando se ajustan a
diferentes puntos de vista de la formación de problema, los objetivos terapéuticos, y los
procesos de cambio (véase la Tabla 2,1, p. 42)
Modelo Estructural
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Minuchin (1974) desafió directamente el mito de la normalidad "plácida”, la visión
idealizada de la familia normal, sin estrés, viviendo en constante armonía y cooperación.
Tal imagen se desmorona, argumentó, al mirar cualquier familia con problemas comunes.
A través de entrevistas con algunas familias de diferentes culturas con un funcionamiento
efectivo, Minuchin ilustró las dificultades normales (es decir típicas) de la vida familiar
que trascienden las diferencias culturales. En una familia normal, la pareja tiene
problemas relacionados con su relación, con la educación de los niños, con el trato de los
suegros, y con hacer frente al mundo exterior. Minuchin señaló: "Como todas las familias
normales, los esposos están constantemente luchando con estos problemas y con la
negociación de los compromisos que hacen posible la vida en común" (p. 16).
Por lo tanto, Minuchin advirtió a los terapeutas que no expresaran juicios en base a la
normalidad o anormalidad de la familia por la presencia o ausencia de problemas. En su
lugar, propuso un esquema conceptual del funcionamiento de la familia para orientar la
evaluación y la terapia familiar. Este modelo estructural considera a la familia como un
sistema social en transformación, que opera dentro de contextos sociales específicos y el
desarrollo a través del tiempo, con la reorganización que requiere cada etapa. Cada
sistema mantiene patrones preferidos, sin embargo, una familia funcional debe ser capaz
de adaptarse a las nuevas circunstancias, al equilibrio de la continuidad y al cambio para
promover el crecimiento psicosocial de los miembros (véase también Falicov, 1988): Los
síntomas son más comúnmente un signo de una reacción de mala adaptación a las
cambiantes demandas ambientales o de desarrollo. Las conductas normales (es decir,
comunes, esperables) pueden ser incorrectamente etiquetadas como patológicas.
Minuchin aconsejó:
Con esta orientación, muchas más familias que ingresan a terapia serían vistas y tratadas
como familias promedio en situaciones de transición, sufriendo los dolores de
acomodación a las nuevas circunstancias. La etiqueta de la patología se reservaría para las
familias que en un momento de estrés aumentan la rigidez de sus pautas transaccionales y
sus fronteras, y evitan o resisten cualquier exploración de alternativas. (1974, P: 60)
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Los terapeutas estructurales de la familia han hecho hincapié en la importancia de la
jerarquía generacional, la claridad de las reglas familiares y las fronteras para proteger la
diferenciación del sistema y la autoridad paterna (Wood, 1985). Los padres estresados,
especialmente los padres solteros, a menudo tienen que delegar algunas
responsabilidades a un niño mayor o un abuelo, lo que puede funcionar bien, siempre y
cuando las líneas de autoridad estén claramente dibujadas y que un niño no tenga la
necesidad de sacrificar sus propias necesidades. Un subsistema parental fuerte que puede
estar formado por ambos padres o uno solo, es requerido para las tareas de crianza de los
hijos. La incuestionable autoridad del modelo patriarcal tradicional ha sido sustituida
recientemente por un concepto de paternidad flexible, no-autoritaria (Avenoli, Sessa, y
Steinberg, 1999). Minuchin (1974) señala que si bien el ideal de la familia es a menudo
descrito como una democracia, esto no quiere decir que una familia funciona sin un líder
o una sociedad de iguales. Por el contrario, el funcionamiento familiar eficaz requiere el
poder para llevar a cabo funciones esenciales. Por lo tanto, un objetivo primario
estructural en la terapia familiar es fortalecer el subsistema parental.
En familias más saludables, los esposos son vistos como el apoyo de sus parejas para
mejorar algunas características. A veces, las parejas promedio pueden socavar al otro en
un intento de mejorar o rescatarlos, pero esos patrones no implican necesariamente una
motivación malévola o una patología grave. Minuchin señaló que el subsistema conyugal
exige la complementariedad y la adaptación mutua. Sin embargo, en la práctica, los
primeros terapeutas familiares estructurales apoyaron la jerarquía de género en el poder
y el estatus patriarcal enraizado en los valores culturales (Goldner, 1988; Walsh &
Scheinkman, 1989). El tratamiento se dirige generalmente a "reequilibrar" a la familia por
la disminución de la influencia de la madre, al tiempo que mejora la posición de la
autoridad del padre.
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límites claros pero flexibles y de los subsistemas con la capacidad de cambiar los patrones
de organización para adaptarse a los cambios necesarios.
El enfoque estratégico del Instituto de Investigación Mental en Palo Alto (MRI por sus
siglas en inglés), el modelo de resolución de problemas de Haley y Madanes, y el enfoque
sistémico de Milán estaban más preocupados por el desarrollo de una teoría del cambio
terapéutico que por un modelo de funcionamiento familiar. Haley (1976) hizo una
cuidadosa distinción entre los dos, en la creencia de que los médicos se han visto
obstaculizados por la teoría que trata de explicar la patología, pero no conduce a la
solución del problema.
Los síntomas son vistos como un acto comunicativo, que aparece cuando un individuo
está encerrado en un patrón interactivo y no puede ver la forma de cambiar. Suponiendo
que todas las familias confrontan los problemas, el modelo MRI (Weakland, Fisch,
Watzlawick, y Bodin, 1974) se centra en la forma en que las familias tratan de manejar o
resolver los problemas normales de la vida. Las familias pueden mantener un problema
por los medios equivocados que estén utilizando para manejar la situación. Un intento de
solución puede empeorar el problema, o podrá ella misma convertirse en un problema
que requiere un cambio. La terapia se centra en la resolución del problema mediante la
alteración de los circuitos de retroalimentación que mantienen los síntomas. La tarea
terapéutica consiste en reformular o reestructurar el problema en términos de solución.
La responsabilidad del terapeuta se limita a iniciar el cambio que hará que una familia se
"despegue" de los patrones de interacción que no funcionan.
Los terapeutas estratégicos y sistémicos ven a las familias sanas como altamente flexibles;
las familias se basan en un amplio repertorio de comportamientos para hacer frente a los
problemas en contraste con la rigidez y la escasez de alternativas en una familia
disfuncional. Más allá de esta generalización, los terapeutas evitan deliberadamente las
definiciones de normalidad (Jackson, 1977), con tolerancia a las diferencias e idiosincrasias
de las familias (Madanes, 1991), y con la creencia de que cada familia tiene que definir lo
que es normal o saludable para sí misma en su situación.
Cómo criar a los hijos correctamente, cómo debe ser una familia normal, sigue siendo un
misterio que espera a estudios observacionales longitudinales con muestras más grandes.
Pensar en la organización de una familia para planear la terapia es otro tema. Como una
analogía, si un niño se rompe una pierna, se le puede enderezar y ponerle un yeso. Pero
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uno no debe concluir a partir de este tipo de tratamiento que el camino para lograr el
desarrollo normal de las piernas de los niños es ponerlos en moldes de yeso. (P. 108)
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reconocimiento y la amplificación de los puntos fuertes de los clientes y los recursos
potenciales (De Shazer, 1988; Berg, 1997).
Los terapeutas posmodernos no creen que haya ninguna manera "correcta" o "válida"
para vivir la vida (O'Hanlon y Weiner-Davis, 1989). Lo que es inaceptable para algunos
puede ser deseable o necesario para los demás. Así, los terapeutas no deben imponer a
los clientes lo que ellos piensan que es normal. En lugar de buscar defectos estructurales o
psíquicos en las familias en dificultades, ellos se centran en las formas en que se describen
a sí mismos, sus problemas y sus objetivos.
Muy a menudo en la historia humana, las sentencias dictadas por la gente en el poder han
sido impuestas a los que no tienen voz. Las familias fueron juzgadas como saludables o
enfermas en función de su adecuación a los estándares normativos ideales. Con sus
prejuicios ocultos bajo el manto de la ciencia o la religión, estas concepciones se
convirtieron en cosas y se internalizaron. Una sola forma de ver las cosas ha enfermado a
las diferencias debidas al género, al origen cultural y étnico, a la orientación sexual y la
condición socioeconómica. (P. 294)
Los terapeutas posmodernos han sido especialmente cuidadosos con los reclamos de
objetividad, que consideran imposibles de obtener. Evitan las categorías diagnósticas
psiquiátricas, así como las tipologías familiares y los esquemas de evaluación, por
encontrar que se enfocan a las diferencias reduccionistas, deshumanizadas y marginales
de las normas (Laird, 1998). Los terapeutas narrativos se "sitúan" a sí mismos con los
clientes, y asumen una postura no experta, de colaboración (Freedman y Combs, 1996).
Los clientes son alentados a informar a sus terapeutas acerca de sus dificultades y a
corregir a los terapeutas cuando hacen falsas interpretaciones que no se ajustan a su
experiencia (Anderson, 1997; Anderson & Goolishian, 1988). Debido a que los médicos y
las familias están a la vez inmersos en el discurso cultural más amplio, Michael White
(1995) desafía a los terapeutas para que sean transparentes, para dar a conocer las
creencias que forman la terapia y para hacerlos completamente dueños de sus ideas
desde una perspectiva subjetiva, sesgada por la raza, la cultura, el género y la clase. En
resumen, los terapeutas tratan de no hacer suposiciones o juicios de los clientes, de tal
manera que ellos lleguen a estos objetivamente, a fin de cumplir con sus historias únicas y
la herencia cultural.
La terapia narrativa es guiada por algunas hipótesis básicas: que la gente tiene buenas
intenciones y ni quiere ni necesita problemas, y que puede desarrollar historias de
empoderamiento cuando se separa de sus problemas y se limitan las creencias culturales.
No se cree que los problemas sean causados por la interacción de la familia o su
psicodinamia; en su lugar, el enfoque terapéutico de la patología se desplaza desde las
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personas o familias hacia una apreciación de los efectos tóxicos de muchos discursos
dominantes en el mundo social. Por ejemplo, la anorexia nerviosa puede ser vista no
como una enfermedad, ni como un trastorno de la personalidad, ni como una disfunción
familiar, sino más bien como un producto de la internalización de la obsesión cultural por
la delgadez y la belleza de las mujeres. La técnica de la externalización (White & Epston,
1990) separa a los clientes de sus problemas, de modo que puedan unirse para superarlos.
En contraste con una postura de neutralidad, a los terapeutas se les anima a desafiar las
injusticias basadas en la cultura, como el poder de los hombres sobre las mujeres, el de los
ricos sobre los pobres y el de los blancos sobre la gente de color.
ENFOQUES COGNITIVO-CONDUCTUALES
Las familias son vistas como contextos críticos de aprendizaje creado y resueltos por los
miembros. En las familias que funcionan bien, el intercambio de beneficios es muy
superior a los costos. Gottman (1994; Driver y otros, Capítulo 18, esta obra) encontró que
las relaciones de pareja felices tienen cinco intercambios positivos de interacción para
contrarrestar un intercambio negativo. Dado que las relaciones implican transacciones a
través de una amplia gama de posibilidades, hay muchas oportunidades para los
intercambios gratificantes que pueden mantener la relación. En las familias que funcionan
bien, la conducta adaptativa se ve recompensada por la atención, el reconocimiento y la
aprobación, mientras que la conducta desadaptativa no se refuerza. El fracaso de la
relación se explica por el intercambio de recompensas deficientes, con dependencia de
control coercitivo y castigo (Patterson, Reid, Jones y Conger, 1975). Las familias pueden
recibir ayuda para cambiar las consecuencias de la conducta interpersonal (contingencias
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de reforzamiento) por reconocimiento más positivo y aprobación del comportamiento
deseado.
ENFOQUES PSICOEDUCATIVOS
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crónica. Las familias reciben ayuda para desarrollar habilidades de enfrentamiento y para
planificar cómo manejar el estrés y las crisis futuras. El formato del grupo proporciona el
apoyo social, el intercambio de experiencias de resolución de problemas, y la reducción
del estigma y el aislamiento de las familias.
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hermanos, por lo que las percepciones pueden madurar sin llegar a ser congeladas o
distorsionadas.
En las familias disfuncionales, los conflictos no resueltos o las pérdidas interfieren con la
valoración realista y la respuesta de los miembros de la familia. Framo (1970) vio a los
síntomas como consecuencia principal de los intentos inconscientes de los esposos /
padres para recrear, exteriorizar o dominar a través de sus relaciones actuales los
problemas de la familia de origen. Un miembro sintomático puede servir de chivo
expiatorio (Ackerman, 1958), o expresar una asignación de funciones irracionales o una
transferencia distorsionada proyectiva, reforzada por los mitos familiares y los patrones
estructurales. Una pérdida significativa puede interrumpir todo el sistema familiar, con
agitación emocional y el dolor no resuelto expresado en síntomas de un miembro de la
familia o en el malestar en otras relaciones (Paul & Paul, 1975). Los problemas de
separación de los adolescentes pueden ser resultado de las intensas presiones familiares
para unir o separar a los miembros (Stierlin, 1974).
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partir de la teoría clínica basada en casos disfuncionales. Poco se habla de las familias
promedio, de las influencias extrafamiliares, o de la diversidad familiar y cultural. La
inclinación patológica es fuerte: La consideración de la dinámica intergeneracional se
centra en las influencias negativas que deben contenerse o ser resueltas, con escasa
atención a las experiencias positivas y a las relaciones en la familia de origen que podrían
contribuir con los procesos familiares saludables.
MODELO DE BOWEN
Bowen (1978) desarrolló tanto una teoría del sistema familiar emocional como un método
de terapia derivada de la observación de una amplia gama de familias, para visualizarlas
en un continuo, desde la más afectada, a la normal (es decir, promedio), para lograr el
funcionamiento óptimo. En su opinión, la psiquiatría nunca define adecuadamente a la
normalidad simplemente en términos de ausencia de síntomas emocionales o de
comportamiento en el rango normal. En su lugar, él explicó la variabilidad en función del
grado de ansiedad y de diferenciación en una familia. Cuando la ansiedad es baja, la
mayoría de los sistemas de relaciones parecen normales, o asintomáticos. Cuando
aumenta la ansiedad, las tensiones se desarrollan en el sistema, bloqueando la
diferenciación y produciendo síntomas. Las personas capaces de diferenciar
correctamente pueden estar estresadas con la disfunción, pero utilizan una variedad de
mecanismos de adaptación para recuperarse rápidamente. En el extremo más bajo o de
fusión, las vidas están dominadas por los procesos emocionales automáticos y la
reactividad, que deterioran el funcionamiento y las relaciones. La mayoría de las personas
funciona en el rango moderado, con un equilibrio cognitivo y emocional variable, y alguna
reactividad hacia los demás fuera de las necesidades de cercanía y aprobación. Se cree
que los problemas humanos y los síntomas de nivel neurótico surgen cuando el sistema
emocional está desequilibrado.
En su perfil de "moderada a buena diferenciación del yo", Bowen describió (1978) cómo
los cónyuges podrían disfrutar de una amplia gama de intimidad emocional, sin perder su
autonomía. Los padres pueden permitir que sus hijos se diferencien sin la indebida
ansiedad o intenten moldearla creando sus propias imágenes. Los miembros de la familia
asumen la responsabilidad por sí mismos y no culpan a los demás. Como la situación lo
requiera, ellos pueden funcionar bien juntos o por separado. Sus vidas son más
ordenadas, y pueden hacer frente a una amplia gama de situaciones.
(2) Triángulos formados cuando dos miembros (por ejemplo, los padres), sobrecargan y
crean demasiada ansiedad al estar sometidos a estrés, afectando a una tercera persona
vulnerable (por ejemplo, un niño).
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(3) El proceso familiar de proyección centrado en la ansiedad de los padres sobre el niño.
(4) Los cortes emocionales en las relaciones altamente cargadas y que se manifiestan con
excesivo distanciamiento o negación de su importancia. El estrés en el sistema familiar,
especialmente causado por la muerte, por una baja diferenciación o por excesiva
reactividad comúnmente resultan en la triangulación o en puntos de quiebre. El bajo
funcionamiento puede ser reforzado por un sobre funcionamiento en otras partes del
sistema en un ciclo compensatorio.
Bowen ha sido criticado por un sesgo de género implícito en la valoración de los atributos
masculinos tradicionales como criterio para definir el funcionamiento saludable – la
autonomía, el actuar por sí mismo, el predominio del área intelectual y la obtención de
metas, mientras que patologiza los rasgos tradicionalmente femeninos como la
dependencia, la búsqueda del amor y la aprobación de los otros - (Luepnitz, 2002). Para
Carter y McGoldrick (2001), el objetivo principal de la terapia de Bowen es la
diferenciación del yo en relación con los demás para lograr relaciones más ricas,
profundas y no bloqueadas por la reactividad emocional, la fusión, o el distanciamiento.
Enfoques experimentales
Los enfoques orientados al crecimiento experiencial fueron desarrollados por Virginia Satir
y Carl Whitaker. Aunque son muy intuitivos y relativamente ateóricos, ambos tenían
opiniones fuertes sobre los elementos esenciales del funcionamiento familiar saludable.
Satir (1988) mezcló un enfoque de comunicación con una orientación humanista. Ella
observó un patrón consistente en su experiencia con el funcionamiento óptimo de las
familias, definidas como no problemáticas, vitales y enriquecedoras. Los miembros de la
familia tienen alta autoestima. La comunicación es directa, c1ara, específica y honesta. Las
reglas familiares son flexibles, humanas, y apropiadas. Los vínculos familiares para la
sociedad son abiertos y esperanzadores. En cambio, en las familias con problemas, la
autoestima es baja, la comunicación es indirecta, vaga y deshonesta; las reglas son rígidas
y no negociables, y las interacciones sociales generan miedo, aplacan, y culpan.
Independientemente del problema específico que llevó a una familia a la terapia, Satir
creyó que el cambio de los procesos clave aliviaba el dolor y mejoraba la vitalidad de la
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familia. Ella se refirió a estos cuatro aspectos de la vida familiar como fuerzas básicas que
operan en todas las familias, ya sea que se trate de una familia completa, con un solo
padre, mezclada o una familia institucional, y aún más importante, dentro de la variedad y
la complejidad crecientes de las familias. Ella se adelantó a su tiempo en la atención a la
dimensión espiritual para la curación y el crecimiento.
Whitaker creyó que todas las familias son esencialmente normales, pero pueden llegar a
ser anormales en el proceso de dolor causado por tratar de ser normal. Él distinguió a las
familias sanas por los atributos similares a los señalados por otros terapeutas de sistemas
(Napier y Whitaker, 1978; Whitaker y Keith, 1981). Hizo hincapié en el valor del humor
para disminuir las tensiones, y el juego de la fantasía creativa y experimental para resolver
problemas. Whitaker también vio a las familias saludables como poseedoras de un sentido
evolutivo del tiempo y del devenir: un proceso continuo de crecimiento y cambio de todo
el ciclo de vida y de las generaciones, facilitado por los rituales familiares y por una
mitología guía o sistema de creencias.
Los enfoques experimentales ven los síntomas como el resultado de viejos dolores que,
independientemente de la intención, se despiertan en la interacción actual. Para cambiar
el comportamiento, se identifican a los elementos clave en el proceso evolutivo de las
familia y se cree que todos son modificables. Los terapeutas fomentan la concientización
y la apreciación mutua a través de una experiencia intensa, compartida y afectiva, con
comunicación abierta de los sentimientos y las diferencias. En una aproximación
fenomenológica a la evaluación y el cambio, los terapeutas siguen y reflejan la experiencia
inmediata y catalizan la exploración y la espontaneidad de estimular genuinamente y no
relacionarse defensivamente. Los enfoques de enriquecimiento marital se han basado en
estas ideas y métodos (Guerney, 1991).
Este breve estudio de los modelos de terapia familiar revela variadas perspectivas sobre la
normalidad, la salud y la disfunción de la familia. La Tabla 2.1 resume estos puntos de vista
y los objetivos relacionados con metas terapéuticas. Todos los enfoques, basados en una
orientación sistémica, ven la normalidad en términos de constantes procesos
transaccionales. Sus diferencias reflejan más un énfasis selectivo en aspectos particulares
de funcionamiento: patrones estructurales, la comunicación y los procesos de resolución
de problemas, la dinámica relacional, o los sistemas significativos (Sluzki, 1983). Los
componentes del funcionamiento familiar planteados en un dominio tienen correlatos en
otros dominios. Por ejemplo, la diferenciación apoya y es apoyada por límites firmes y
comunicación clara. Todos los modelos ven a la flexibilidad como esencial para el
funcionamiento familiar saludable.
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alteración de los patrones actuales inviables en el contexto de la interacción más próxima.
Los terapeutas estructurales y narrativos tienden a prestar más atención a las influencias
socioculturales más amplias en materia de salud y de disfunción. El modelo psicoeducativo
se ocupa de la interacción de las influencias biológicas y ambientales en los trastornos
graves. El creciente campo de estrategias que apoyan a la familia (Kagan y Weissbourd,
1994) tiene mucho en común con estos enfoques basados en las fortalezas.
Debido a las presiones de dar atención médica buscando una solución rápida, los médicos
pueden equivocarse al suponer que los miembros de la familia, una vez desbloqueados
desde un patrón disfuncional, serán capaces por sí mismos de construir y mantener
modelos saludables. En el otro extremo, los acercamientos orientados hacia el
crecimiento arriesgan a las familias empujándolas hacia los ideales no realistas de
funcionamiento. La terapia puede convertirse en una búsqueda sin fin por ideas
vagamente definidas y cargada de valores de la salud familiar que reflejan los ideales del
clínico o de la sociedad.
Como consultor que observaba una sesión de terapia de pareja, se me ocurrió que
después de un año de terapia, los objetivos parecían oscuros y los familiares y sus
terapeutas estaban atrapados viéndose a sí mismos y a su relación como deficientes.
Sugerí que se vieran de nuevo al comienzo de la terapia y dieran un rango del 1 al 10 de
qué tan satisfechos se sentían acerca de su relación en ese momento. Ambos
respondieron "3 ó 4". Les pregunté por su valoración actual, la esposa lo calificó con 8 y el
marido con un 9. Ella lo miró, sorprendida, diciendo: "¡No tenía ni idea de que estuvieras
tan satisfecho!, yo di sólo un 8 porque pensé que no estaba cumpliendo suficientemente
con tus necesidades. Sólo por curiosidad, ¿qué lo haría un 10 perfecto para ti? El marido
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respondió: "Sólo que te gustara ir a pescar." Los dos se rieron, acordando que no se
habían dado cuenta de lo lejos que habían llegado. Una animada conversación siguió
sobre los supuestos tácitos que todavía no se habían "alcanzados" para lograr cierta
fantasía de felicidad conyugal.
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demandas cambiantes
Estratégico / sistémico Flexibilidad Los síntomas se dan en Resolver el problema que se
Gran repertorio el acto comunicativo. presenta de manera objetiva,
conductual para Se mantienen por los pragmática, específica.
la resolución de equivocados intentos de Interrumpir el ciclo de
problemas resolver los problemas, retroalimentación rígida: el
Fluye el ciclo de vida la rigidez, la falta de síntoma que mantiene la
alternativas. Hay un secuencia.
funcionamiento de una Cambio de perspectiva
porción de la familia
Postmoderno centrado La normalidad es una Están saturados de La búsqueda de excepciones a
en soluciones narrativas construcción social, problemas narrativos un problema.
existen que limitan las opciones. La visión de nuevas posibilidades
muchas opciones, hay El discurso dominante La re autoría de las historias de
flexibilidad estigmatiza las vida.
diferencias de la El empoderar a los clientes.
"norma"
Cognitivo-conductual El comportamiento Comportamiento des Objetivos concretos de
adaptativo es adaptativo, comportamiento.
recompensado; sintomatología Recompensa adaptativa, no
los Intercambios son reforzada por: desadaptativa del
más positivos que la atención de la familia comportamiento.
negativos (costos); y la recompensa Más beneficios que costos:
existe la reciprocidad. El intercambio comunicación, resolución de
La buena comunicación, deficiente (por ejemplo, problemas, habilidades
la resolución de coercitivo, asimétrico)
problemas, el manejo EL déficit de la
de los conflictos, la comunicación
flexibilidad
Psicoeducativa El éxito del El estrés causado por los Información, habilidades
afrontamiento y el trastornos de base
dominio de los biológica de afrontamiento y el apoyo
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Los eventos Bajo estrés y estigma.
estresantes, las
transiciones.
Psicodinámica Las relaciones basadas Proceso de proyección Insight, la resolución de los
en la realidad actual, no compartida. conflictos de la familia de origen y
en proyecciones Los conflictos no las pérdidas.
anteriores resueltos, las pérdidas, Procesos de baja proyección.
Proporcionar una base las cuestiones de lealtad Reconstrucción de la
segura en la familia de origen. empatía mutua.
Confía en la crianza para Los chivos expiatorios
la unión y la La asignación
individuación. inconsciente de
funciones.
Modelo de Bowen La diferenciación de sí Deterioro del Diferenciación.
mismo en relación con funcionamiento de las Alto funcionamiento cognitivo
otros. relaciones de la familia d Reactividad emocional baja.
El equilibrio Intelectual/ de origen: Cambiar uno mismo en las
emocional. Una pobre relaciones:
diferenciación (fusión). - Reparación de los conflictos.
Ansiedad (reactividad.)
Triangulación.
Corte emocional.
Experimental Alta autoestima. Los síntomas son La comunicación directa y clara en
Una comunicación clara mensajes no verbales la experiencia inmediata.
y honesta. provocados por la Relacionarse genuinamente.
Reglas y roles flexibles. disfunción de la Catalizar la exploración, la
Abrir vínculos sociales, comunicación actual. experimentación, la
esperanzadores. Los viejos dolores se espontaneidad.
Crecimiento evolutivo, reactivan
el cambio de humor, la
interacción.
En una encuesta de terapeutas familiares (Walsh, 1993), los juicios de los criterios de
funcionamiento familiar saludable variaron ampliamente, en relación con el modelo
clínico favorito del terapeuta Los terapeuta psicodinámicamente orientados valoran las
cualidades como la empatía y la ausencia de procesos de proyección de distorsión; los
terapeutas Bowenianos hacen hincapié en la diferenciación; los terapeutas estructurales
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de la familia citan al fuerte liderazgo parental y a las fronteras generacionales, los
terapeutas orientados conductualmente destacan las habilidades de comunicación. En
particular, la flexibilidad es un valor consistente a través de todos los modelos.
Las entrevistas con las familias no clínicas sintonizan a los estudiantes en la diversidad de
perspectivas y cuestiones relevantes de la familia en relación con su ciclo de vida, la fase
que vive, la forma de la familia, el género, los valores culturales / religiosas y las
influencias socioeconómicas (Walsh. 1993). La discusión de la gran variedad de familias
"normales" encuentra una oportunidad para deconstruir los estereotipos, mitos y
suposiciones erróneas. Las tendencias patológicas inherentes en el enfoque del problema
hacen que la formación clínica se ponga en entredicho. Guiados para evaluar las fortalezas
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y recursos, así como las vulnerabilidades, los estudiantes adquieren conciencia de las
competencias de la familia y de su potencial. También se hace evidente que las familias
enfrentan retos de una manera o de otra a través del curso de la vida y todos tienen
algunas áreas problemáticas de funcionamiento junto a las fortalezas. Los observadores
de perspectivas múltiples gozan haciendo que los alumnos trabajen en equipo para llevar
a cabo la entrevista y después discutan sus observaciones y evaluaciones, destacando
similitudes y diferencias en relación con su propio género, el origen étnico / religioso y la
etapa de desarrollo actual. La conciencia se acrecienta acerca de que cada médico forma
parte de todas las evaluaciones y las influencias que se observan, de la información
emergente y de los juicios funcionales o disfuncionales atribuidos a los individuos y a los
patrones relacionales. Al ampliar las perspectivas de la normalidad, la experiencia
despatologiza de manera importante los puntos de vista de las familias en dificultades
clínicas y humaniza el proceso de la terapia.
Las familias comunes en nuestra sociedad se preocupan mucho por su propia normalidad.
En una cultura que fácilmente patologiza a las familias por cualquier problema y
promociona la virtud de la confianza en sí mismo, los miembros de la familia
probablemente se aproximan a la terapia sintiendo culpa por tener un problema y
deficientes por ser incapaces de resolverlo por su cuenta. Los sentimientos de
inadecuación se ven agravados por los cambios sociales profundos y confusos en la vida
familiar contemporánea, junto con la falta de recursos y modelos pertinentes para el
funcionamiento eficaz.
Por otra parte, las referencias para la terapia familiar a menudo se basan en la presunción
errónea de que si una persona, especialmente un niño es sintomático, la familia debe ser
el problema "real" y la causa, o deben necesitar de los síntomas para servir a una función.
Mucho de lo que se etiqueta como la “resistencia” de la familia a sujetarse a la terapia es
el temor a ser juzgado anormal o deficiente y culpable de los problemas. Esta "resistencia"
con demasiada frecuencia se toma como una prueba más de la patología.
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El objetivo de desestresar a los familiares es el de despatologizar y contextualizar sus
sentimientos y experiencias. No tiene la intención de reducir todos los problemas y a
todas las familias a un denominador común y no debe trivializar el sufrimiento individual
o la situación familiar. Hay que tener cuidado de no simplificar demasiado la complejidad
de la vida familiar contemporánea o errar en la normalización de los patrones familiares
verdaderamente destructivos.
En la práctica, dos tipos de errores pueden ser cometidos en relación con las preguntas de
la normalidad. El primero es sobrepatologizar a las familias al identificar erróneamente un
patrón normal como disfuncional o una diferencia que destruye una desviación, como
anormal o patológica. Ciertos patrones de la familia pueden ser típicos y esperables en
condiciones de estrés. Por ejemplo, la angustia familiar generada por las secuelas
asociadas con la enfermedad crónica de un miembro de la familia puede ser mal
diagnosticada como patología familiar y se puede presumir que ha desempeñado un papel
causal en el desarrollo de la enfermedad. La respuesta de la familia puede ser muy
semejante a la típica de las familias en esa situación, y los miembros podrían estar
haciéndole frente tan bien como podría esperarse de forma razonable ante tales desafíos
(Rolland, 1994; véase Rolland, el capítulo 17 de este libro).
Los médicos también pueden errar al confundir la variedad de estilos familiares con
patología cuando las preferencias personales y las diferencias culturales no son tomadas
en cuenta. Un patrón que difiere de las normas dominantes de América del Norte no es
necesariamente disfuncional. Por ejemplo, la etiqueta "enredo" usada en exceso puede
patologizar familias en las que la cohesión alta es culturalmente normativa, como las
familias de inmigrantes latinos y de otros (Falicov, 1998; véase Falicov, Capítulo 11, esta
obra). En muchos casos, la alta conectividad y el sobrecuidado pueden ser funcionales y
deseables, sin ser intrusivos (Green y Werner, 1996). Un estudio encontró que las parejas
de lesbianas, a menudo etiquetadas como patológicamente "fusionadas", caían en la
etiqueta de "enredo extremo " de la escala de cohesión del modelo Circumplejo, sin
embargo, ambas partes se declararon satisfechas con su alta cercanía (Zacks, Green, &
Marrow, 1988). Visto en contexto, también podría reflejar la alta orientación relacional en
la socialización femenina y puede servir para amortiguar las tensiones en un entorno
social homofóbico "(véase Laird, el capítulo 7 de este libro).
Los médicos también deben tener cuidado de no etiquetar a una familia por un único
rasgo o característica de estilo, reduciendo la riqueza de la interacción de la familia con un
sello de una sola dimensión (por ejemplo, "Esta es una familia caótica"). Como Lewis,
Beavers, Gosset y Phillips (1974) observaron en su estudio pionero, no hay un solo hilo
que distinga a las familias sanas de las disfuncionales. Por el contrario, muchos hilos se
entrelazan en el funcionamiento familiar (ver Beavers y Hampson Capítulo 20; Epstein y
otros, Capítulo 21. Y el volumen de Olson y Gorall, capítulo 19 de éste).
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Errores al normalizar la disfunción
Hace una década, el ideal cultural de la familia nuclear intacta de los blancos de clase
media, seguía siendo un estándar implícito en la mayoría de las prácticas clínicas, de los
entrenamientos, de las investigaciones y de las políticas sociales, dejando atrás los
cambios en las estructuras familiares y los retos de la mayoría de los estadounidenses. La
generación de terapeutas familiares que han pasado a primer plano han aumentado la
atención a la diversidad familiar y han dado un mayor reconocimiento a los efectos de los
sistemas más grandes y a las influencias socioculturales en el bienestar y disfunción
familiar (por ejemplo, Boyd-Franklin, 1989; Boyd-Franklin & Bry, 2000; Breunlin, Schwartz,
y MacKune-Karrer, 1992; Falicov, 1995; Hardy & Laszloffy, 1995; Imber-Negro, 1988; Mc-
Goldrick, 1998).
Una creciente literatura clínica ha abordado los desafíos comunes adaptativos asociados
con diferentes formas de familia (por ejemplo, Laird & Green, 1996, con las familias de
gays y lesbianas; Visher y Visher de 1996, con familias reconstituidas). La investigación con
las familias no clínicas, especialmente los estudios longitudinales, pueden informar de los
esfuerzos clínicos para identificar aspectos predecibles y cooperar con los procesos
clínicos de la familia. Por ejemplo, los estudios de Hethrington de las variables
significativas en el postdivorcio y en la adaptación de las familias adoptivas (véase Greene
et al Capítulo-4, en este volumen) iluminan los procesos clave que los médicos y
educadores de la vida familiar pueden buscar para ayudar a las familias a amortiguar y
facilitar el ajuste óptimo para los niños y para los padres.
Debemos ir más allá del mito del círculo de la familia nuclear y ampliar nuestra atención a
las relaciones múltiples y a las poderosas conexiones entre la vida familiar extendida e
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informal que vive por separado e incluso a gran distancia. Los genogramas y las líneas de
tiempo o cronogramas (McGoldrick, Gerson, y Shelenberger, 1998) son herramientas
valiosas para los diagramas de las familias con estructuras complejas y marcan la
concurrencia de situaciones de estrés con síntomas de angustia. El postdivorcio, la
segunda familia, y las familias adoptivas pueden necesitar ayuda para hacer frente a los
desafíos normales (es decir, común y esperable en su situación), equilibrando las
necesidades de una unidad familiar coherente con las necesidades de los niños para
mantener conexiones vitales con los padres sin custodia y demás familiares. "Las familias
de elección" en las comunidades gay proporcionan enlaces fuertes para hacer frente al
estigma social o al rompimiento con la familia de origen. El tener amistades cercanas, las
redes sociales, las congregaciones religiosas, y los apoyos de la comunidad son recursos
muy valiosos así como las nuevas tecnologías, como los teléfonos celulares y el Internet,
que ofrecen oportunidades inimaginables para la conexión y la información de las familias
al navegar a través de una miríada de desafíos en el complejo mundo de hoy.
Género y Sexismo
Los terapeutas familiares son cada vez más sensibles a la diversidad cultural y más
prudentes para no patologizar las diferencias que se pueden valorar y son funcionales, o
incluso necesarias para la supervivencia. Sin embargo, los efectos de la clase social y el
racismo se confunden a menudo con las diferencias étnicas (ver McGoldrick, capítulo 9, y
Boyd-Franklin, Capítulo 10, esta obra). El impacto debilitante de la pobreza y la
discriminación exige mucha más atención en las estrategias prácticas. Los enfoques
multisistémicos comunitarios con niños y familias vulnerables son un avance significativo
en el campo (por ejemplo, Henggeler, Schoenwald, Borduin, Rowland, y Cunningham,
1998).
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pasarse por alto en la práctica clínica. Si bien se debe ser cauto para no imponer nuestras
creencias, tenemos que entender que las fuentes espirituales de nuestros clientes son
fuentes de estrés y son recursos de sanación y crecimiento (Griffith y Griffith, 2002;
Walsh, 1999b; ver Walsh & Pryce, el capítulo 13 de este libro).
Efectos interactivos
Una mayor atención se debe dar a las interacciones derivadas del sexismo, el racismo, el
heterosexismo, la discriminación por edad, el clasismo, las condiciones de discapacidad, y
las formas institucionalizadas de discriminación. Goldner (1985) advierte que el énfasis de
la terapia pragmática acerca de "lo que mejor funciona" puede cegar a los terapeutas
hacia nocivas influencias sociales y culturales. Los terapeutas orientados a los sistemas
están asumiendo cada vez más una responsabilidad afirmativa de abogar por la justicia
social y los cambios en los sistemas más grandes -el lugar de trabajo, la educación, la
salud, los niños y el cuidado de ancianos- , para apoyar a las familias fuertes y al bienestar
de todos los miembros (ver Hartman, Capítulo 23 de este volumen).
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propusieron una variedad de sistemas basados en esquemas conceptuales para mapear
los componentes del funcionamiento familiar saludable (Fleck, 1980; Kantor & Lehr, 1975;
Moos, 1976; Schumm, 1985; Skinner , Santa Barbara, y Steinhauer, 1983; Stinnett y
DeFrain, 1985). Al delinear las variables pensaron que era crucial, que todos los
investigadores, al igual que los médicos, tuvieran su propio enfoque selectivo. La base
empírica, del Modelo multidimensional de sistemas Beavers (Beavers y Hampson, 1990),
el modelo Circumplejo de Olson, los inventarios relacionales (Olson, Russell, y Sprenkle,
1989), y el modelo de McMaster desarrollado por Epstein, Bishop, y Levin (1978) han
encontrado amplia aplicación en la evaluación de la familia. Originalmente utilizada en la
clase media de los blancos, con familias intactas, estos equipos de investigación han
ampliado su base de datos a una diversidad más amplia de las familias (véanse los
capítulos 19-21, en este volumen). Los estudios de laboratorio de Gottman han informado
de los procesos de interacción de la pareja para nuestra comprensión de lo que fortalece
al matrimonio o lleva al divorcio (Véase Driver et al., Capítulo 18 de este libro). El
desarrollo e investigación de la teoría del estrés, la adaptación familiar, y la resiliencia
ofrecen marcos valiosos para la comprensión de los procesos clave de la familia en la
superación de la adversidad (Boss, 2001, véase Cowan & Cowan, capítulo 16, este
volumen; Walsh, 1996, 1998, véase Walsh El capítulo 15 de este libro).
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Durante la última década, las terapias familiares han reequilibrado la perspectiva sesgada
que dominó durante mucho tiempo el campo clínico. En muchos de los variados
acercamientos, el enfoque se ha desplazado de los déficits, las limitaciones, y la patología
a un paradigma basado en la competencia y en la salud, reconociendo y ampliando los
puntos fuertes de la familia y los recursos (Nichols y Schwartz, 2001; Walsh & Crosser,
2000). Esta postura positiva, orientada hacia el futuro, cambia el énfasis de la terapia de
cómo las familias han fallado para alcanzar el éxito, buscando metas positivas y opciones
que se ajusten a los valores de cada familia y de cada situación, y han sido accesibles a
través de esfuerzos de colaboración.
Los acercamientos de la terapia familiar se han vuelto más respetuosos con la conciencia
de que el lenguaje de la terapia puede patologizar a la familia. Nos hemos vuelto más
sensibles a culpar, avergonzar y a la culpa implícita en las etiquetas peyorativas con las
atribuciones de causalidad en la familia (Anderson, 1986).
Nos hemos alejado de los modelos anteriores que hacía hincapié en una estructura
jerárquica del terapeuta como experto con una postura estratégica para reducir la
patología familiar. La relación terapéutica se ha vuelto más colaborativa y ha dado más
poder a los clientes, reconociendo que las intervenciones eficaces dependen más de los
recursos de la familia para el cambio que de las técnicas del terapeuta (Karpel, 1986). Las
intervenciones tienen por objeto reducir el estrés, mejorar las interacciones positivas,
apoyar los esfuerzos de afrontamiento, y movilizar los recursos familiares y comunitarios
para fomentar las relaciones amorosas y el funcionamiento familiar eficaz.
1. A diferencia del modelo ideal, poco realista de familia saludable, sin problemas, por
definición, la resiliencia se centra en las fortalezas forjadas bajo tensión, en el contexto de
la adversidad. La mayoría de las familias que buscan ayuda están luchando en medio de la
crisis. Un marco de resiliencia familiar es útil para identificar y facilitar los procesos de
familia y otras variables mediadoras (por ejemplo, los recursos de la comunidad) que
reducen el riesgo y fomentan la eficacia del afrontamiento y de la adaptación.
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3. El marco puede ser útil para establecer los esfuerzos de intervención y prevención
claves en el proceso, sin embargo, es flexible en relación a los valores familiares diversos,
las estructuras y los recursos.
4. Aunque algunas familias son más vulnerables o se enfrentan a más dificultades que
otras, todas se considera que tienen potencial para una mayor capacidad de recuperación
en el dominio de los desafíos de la vida. Mediante el fortalecimiento de la resiliencia
familiar cuando se presentan los problemas, estos se resuelven y la familia es más capaz
de hacer frente a los retos del futuro.
CONCLUSIÓN
Los levantamientos sociales de las últimas décadas han aumentado la cautela sobre la
definición de un patrón familiar como normal, ya sea típico u óptimo, para que las familias
lo emulen, o para que las terapias y las políticas sociales las promuevan. La creciente
diversidad y complejidad de las familias hace imprescindible examinar las construcciones
sociales de la normalidad que influyen poderosamente en toda la teoría y la práctica
clínica, la investigación de la familia, y la política social. Así como la neutralidad
terapéutica es imposible, porque nunca puede estar libre de valores, es ingenuo y
éticamente cuestionable el adoptar una posición neutral hacia la normalidad,
descartándola de la consideración y del mantenimiento de una actitud de "todo se vale" o
una de "la misma talla se adapta a todos los modelos "de intervención. Un silencio bien
intencionado en cuestiones de normalidad puede ser confundido como un juicio de las
familias como anormal o deficiente por tener problemas o por no encajar en un ideal
cultural de la familia normal. El silencio puede ser tomado como un apoyo tácito de las
normas y prácticas que perjudican a los miembros de las familias o de privarlos de
derechos porque no cumplen con las normas. Debemos desafiar la estigmatización de las
diferencias como patológicas y del trabajo hacia políticas y actitudes más incluyentes.
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