003 - Equipados para La Batalla

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EQUIPADOS PARA LA BATALLA

I. INTRODUCCIÓN

Al haber creído en Jesucristo como nuestro Señor y Salvador Dios ha producido en nosotros el Nacimiento
Espiritual, hemos sido hechos Nuevas Criaturas y ahora estamos en Comunión con Dios y con
nuestros hermanos en la fe.
Son muchos los beneficios que hemos recibido que debemos entender y creer cada vez mejor para poder
disfrutar la bendición de poder vivir haciendo la voluntad de Dios. Al hacer su voluntad, como vimos
en el tema anterior, nuestra alma será sanada y además obtendremos coronas y galardones que nos
servirán para seguir sirviendo a Dios en el milenio y luego por toda la eternidad.
Sin embargo el mundo sigue estando presente y nuestra alma todavía está enferma, y estas dos
realidades pueden producir en nosotros el engaño de no querer vivir haciendo la voluntad de Dios,
para buscar satisfacer nuestros deseos de acuerdo a esos viejos sueños y valores del mundo.
Pero como ya hemos comenzado una nueva vida, el apóstol Pablo en su carta a los Romanos nos exhorta
a continuar y nos dice:
Romanos 6:19
“Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros
miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros
miembros para servir a la justicia.”
Identificándose con nosotros el apóstol Pablo explica que por nuestra humana debilidad, servíamos
(pasado) a la inmundicia y a la iniquidad. Estos términos pueden parecernos fuertes si nos medimos
con la justicia relativa que el mundo acepta, que muestra a los hombres como buenos. Pero si
aceptamos la justa medida de Dios tendremos que reconocer que somos inmensamente pecadores,
pues la vida en la carne de todo ser humano por bueno que haya sido, al no conocer a Dios no tenía otra
opción sino que vivir para la injusticia.
Pero ahora como hijos de Dios se nos exhorta a que, “así como” vivíamos en otro tiempo para la
injusticia... “así ahora” lo hagamos para servir a la justicia. Con la misma intensidad, con la misma
dedicación, con las mismas ganas, con todo lo que esté a nuestro alcance debemos buscar vivir la nueva
vida que Dios nos ofrece.
Luego nos muestra la diferencia entre el pasado que vivimos y el presente que podemos vivir:
Romanos 6:20-23
“20 Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. 21 ¿Pero qué fruto teníais
de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. 22 Mas ahora
que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la
santificación, y como fin, la vida eterna. 23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de
Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”
Sin Cristo, esclavos del pecado, éramos libres de la justicia. Eso quiere decir que era tal nuestra
incapacidad de hacer el bien (de acuerdo los parámetros de Dios) que no teníamos la responsabilidad
de vivir con justicia. Es más, ni siquiera sabíamos que era justicia (de acuerdo los parámetros de Dios)
¿cómo podíamos ser responsables de vivirla?
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Luego el apóstol pregunta: ¿cuál fue el fruto de actuar fuera de la voluntad de Dios?
Y la respuesta es que cada uno de nosotros enfermamos nuestra alma de diferente manera, para lo
cual otros nos colaboraron así como nosotros lo hicimos con ellos, cosechando como resultado muchas
cosas negativas de las cuales sólo seremos verdaderamente conscientes en la medida en que siendo
sanados por Dios aprendamos a vivir esta nueva vida.
Tengamos en cuenta que lo que muchos hombres ahora están viviendo sin tener en cuenta a Dios,
aunque ellos crean que es “buena vida” y que tendrán “un buen final”, el apóstol dice que el fin de todas
aquellas cosas es muerte. Y no se refiere a la muerte física pues para esa hay solución, se refiere a la
muerte espiritual o condenación eterna.
Pero ahora libres del pecado hemos sido hechos "siervos de Dios" y tenemos como objetivo la
santificación y como fin la vida eterna. Ser Santo es ser apartado para Dios, ser santificado es ser
trasformado para vivir de acuerdo a esa realidad. La vida eterna en las Escrituras significa varias cosas,
una de ellas, el conocimiento de Dios.
Juan 17:3
“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has
enviado.”
Y del conocimiento de Dios, dependerá prácticamente toda nuestra vida y eternidad, pues la vida
cristiana se vive colocando siempre nuestra fe en Dios. ¿Pero cómo colocar nuestra fe en un Dios que
no conocemos? Por esta razón el conocimiento de Dios, de sus propósitos y sus promesas es lo que
realmente producirá enormes cambios en nuestra manera de vivir. Pero…

¿PODEMOS TODOS LOS CRISTIANOS VIVIR (TODO EL TIEMPO) HACIÉNDO LA VOLUNTAD DE


DIOS?
Ya vimos que una de las promesas del Nuevo Pacto a través del cual nos estamos relacionados con Dios,
es que Dios se encargara de que nosotros andemos por sus caminos. Eso no sólo quiere decir que
Dios ha hecho y hará los cambios necesarios para que le podamos obedecer, también Dios en su
soberanía “controlara” todas aquellas cosas que nosotros no podemos controlar, para que estas no
nos impidan hacer su voluntad. La promesa a la que me refiero es la siguiente:
1 Corintios 10:13
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser
tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida,
para que podáis soportar.”
No importa el poco tiempo que lleve una persona en la vida cristiana, la promesa de Dios es que no
permitirá en ningún momento una tentación que el cristiano no sea capaz de pasar victorioso.
Podemos entonces afirmar que Dios conociendo nuestra realidad espiritual, no va a permitir una
situación que no seamos capaces de resistir, pero sólo será posible salir victoriosos si nos apropiamos
y aprovechamos las promesas y herramientas que Dios nos da para poder soportar la tentación y
no caer en pecado.
Esta promesa nos asegura que ahora tenemos victoria sobre todos aquellos pecados y debilidades en
los que antes de Nacer de Nuevo no había opción de poder derrotar. Igualmente quiere decir que ahora
no tenemos disculpa que sea válida para vivir en pecado.

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Sin embargo, a veces los cristianos no aprovechamos el recurso que Dios nos da y por esa razón el
pecado toma ventaja sobre nosotros. Pero la Escritura dice:
Hebreos 4:15-16
“15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino
uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 16 Acerquémonos, pues,
confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno
socorro.”
Por esto contestando la pregunta, podemos decir, que los cristianos si podemos vivir todo el tiempo
haciendo la voluntad de Dios.
Son muchas las cosas que Dios ha hecho en nuestra vida a través del Nuevo Nacimiento, vamos a
revisar algunas de ellas que de manera especial debemos tener en cuenta para que podamos vivir
haciendo su perfecta voluntad.
Estas son: presencia, perdón, poder, propósito y vida eterna. Y tienen las siguientes características:
A. Se reciben por gracia.
No hay que trabajar por ellas, o merecerlas pues se reciben gratuitamente.
B. Son realidad en todo auténtico cristiano.
No hay privilegios, no hay escogidos especiales, pues son realidad en todo auténtico cristiano. Y
aún si no las conocemos, o no creemos que sean realidad... Seguirán siendo una realidad.
C. Son realidad desde el momento del nacimiento espiritual.
Estas cosas son realidad desde el momento en que creemos en Jesucristo y Nacemos de Nuevo.
D. Estas realidades sólo se disfrutan por fe.
Por eso es tan importante conocerlas y llegar a creerlas, pues sin ellas será imposible vivir la vida
cristiana.

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II. LA PRESENCIA DE DIOS EN NUESTRA VIDA

2 Corintios 4:6
“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros
corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.”
El mismo Dios que creó los cielos y la tierra es el que está en nuestro corazón para darnos el
conocimiento de Dios.
¿Pero somos conscientes de esta tremenda realidad? Es decir… ¿Estamos viviendo conscientes de la
presencia continua de Dios en nuestra vida?
Trate de imaginarse como sería su vida si el mismo Señor Jesucristo caminara físicamente visible con
usted paso a paso durante todo el tiempo... ¿Viviría igual que lo está haciendo ahora? ¿Sentiría
temor ante alguna circunstancia? ¿Tendría temor de sus enemigos? ¿Se preocuparía por su sustento?
¿Se enojaría o diría malas palabras?
El hecho de que no lo veamos no quiere decir que no está a nuestro lado en todo momento, por eso
necesitamos ser conscientes de la realidad de la presencia de Dios en nuestra vida.

A. LA PRESENCIA DE DIOS EN NUESTRA VIDA ES PERMANENTE.


Muchos que aceptan la presencia de Dios en sus vidas, creen que la pierden cada vez que cometen
algún pecado. Siendo la presencia de Dios la garantía de nuestra salvación, al pensar que su presencia
se pierde con el pecado, llegan a pensar que la salvación también se puede perder.
¿Es permanente la presencia de Dios en nuestra vida o hay algún tipo de pecado que por su
gravedad haga que Dios salga de nuestra vida? (¿Algo así como pecado mortal y venial?)
Veamos este ejemplo del apóstol Pablo que está exhortando a los Corintios pues por ciertas prácticas
religiosas estaban teniendo relaciones con prostitutas. Esta enseñanza acerca del pecado sexual y
la prostitución fue importante especialmente para la iglesia en Corinto porque el templo de la diosa Afrodita
estaba en su ciudad. Este templo empleaba a más de mil prostitutas como sacerdotisas y el sexo formaba
parte del ritual de adoración. Pablo es claro al decir que los cristianos deben apartarse del pecado sexual,
aunque sea aceptable y popular en nuestra cultura. Por lo cual les dice:
1 Corintios 6:13-16
“13 Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá
Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. 14 Y Dios,
que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder. 15 ¿No sabéis que vuestros
cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de
una ramera? De ningún modo. 16 ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con
ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne.”
El apóstol muestra la gravedad del pecado al decir que al tener relaciones sexuales es tomar los
miembros de Cristo que somos nosotros y hacerlos una sola carne con una ramera. Sin embargo a
pesar de lo grave del asunto, lejos de decir que la presencia de Jesucristo los ha abandonado, los
exhorta para que no cometan semejante pecado ya que “tienen a Cristo en su vida”. Y luego les
aclara y les insiste:

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1 Corintios 6:17-20
“17 Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. 18 Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado
que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. 19 ¿O
ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de
Dios, y que no sois vuestros? 20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en
vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.”
Esto nos confirma con claridad que a pesar de cometer pecados graves, el Espíritu Santo sigue
habitando en el creyente. Esta verdad no debe ser ignorada y debe servirnos como motivación para
vivir de manera diferente, glorificando a Dios, quien es nuestro dueño.
El Señor Jesús nos dio la siguiente promesa:
Juan 14:16-17
“16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: 17 el
Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le
conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.”

B. LA PRESENCIA DE DIOS EN NUESTRA VIDA ASEGURA QUE SOMOS DE SU PROPIEDAD.


Este mismo pasaje en el versículo 20 nos enseña que nosotros y nuestra vida no son de nuestra
propiedad. (En realidad nunca ha sido nuestra, pues antes éramos esclavos de Satanás)
1 Corintios 6:20
“Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro
espíritu, los cuales son de Dios.”
Debemos tener conciencia clara que administramos algo que no es de nuestra propiedad, por esta
razón no podemos hacer lo que nosotros queramos con nuestra vida, pues a Dios, quien es nuestro
dueño, tendremos que dar cuentas.
Lo correcto es que en todo momento estemos buscando cumplir con los deseos de aquel que ahora es
nuestro dueño, no sólo porque él es quien tiene autoridad sobre nuestra vida, sino porque sus deseos
para nosotros son tan buenos que no pueden ser superados por ningún plan personal.
Mateo 25:21
“Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en
el gozo de tu señor.”

C. LA PRESENCIA DE DIOS EN NUESTRA VIDA ASEGURA NUESTRA PROTECCIÓN


Desde las Escrituras del Antiguo Testamento se habla de la protección de Dios para su pueblo. Hay
muchas promesas al respecto, por ejemplo:
Deuteronomio 28:7-8
“7 Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por
siete caminos huirán de delante de ti. 8 Jehová te enviará su bendición sobre tus graneros, y sobre todo
aquello en que pusieres tu mano; y te bendecirá en la tierra que Jehová tu Dios te da.”
Esta hermosa promesa de protección fue hecha para el pueblo de Israel bajo el Viejo Pacto. Sin
embargo, bajo el Nuevo Pacto la protección que tenemos de Dios es muy superior a la ofrecida a
su pueblo Israel. Pues dice la Escritura:
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1 Juan 5:18
“Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue
engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.”
No se trata entonces de una protección material sino de algo mucho más valioso, impedir que Satanás
toque la vida del cristiano obligándolo a pecar.
La protección ofrecida en el Nuevo Pacto no sólo es mucho más valiosa, también es mucho más
segura, es decir, el cumplimiento de la promesa de protección del viejo pacto dependía de la obediencia
del hombre, mientras que la promesa de protección de nuestra vida espiritual es incondicional, por
lo tanto se cumplirá en todo auténtico hijo de Dios. No solo la presencia de Dios en nuestra vida
nos protege sino que Él también actúa para que vivamos una vida en santidad.
Ezequiel 36:27
“Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos,
y los pongáis por obra.”
Cuando no se ha comprendido el verdadero valor de la vida espiritual, esta promesa de protección
espiritual no es apreciada como debiera serlo. Muchos cristianos la ignoran mientras se aferran a
promesas del viejo pacto que no son para ellos, sin embargo, la protección de la vida espiritual es
de tal importancia que Jesús dijo:
Mateo 10:28
“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que
puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.”
Esto nos confirma que si hay algo realmente grave en nuestra vida… es el pecado, el cual puede
destruir el alma y el cuerpo en el infierno. Una persona que no ha nacido de nuevo por la fe en
Jesucristo, aún sigue siendo “esclava del pecado”, esclavitud que lo lleva a “practicar el pecado”
constantemente y estos pecados, cuando esta persona muera, lo llevarán al infierno por la eternidad.
Si bien los cristianos nacidos de nuevo no podemos perder la salvación que Dios nos ha dado,
debemos buscar la santidad.
2 Corintios 7:1
“Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne
y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.”
Es por esta razón que la Escritura nos manda a combatir el pecado, pues estamos en guerra contra él.
Hebreos 12:4
“Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado;”
La presencia de Dios no solo nos protege para vivir una vida en santidad, también nos asegura que todo
lo que nos suceda será para nuestro bien.
Mateo 10:29-31
“29 ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre.
30 Pues aun vuestros cabellos están todos contados. 31 Así que, no temáis; más valéis vosotros que

muchos pajarillos.”
Al decir esto está afirmando que cualquier cosa que ocurra en nuestra vida, no depende del poder de
nuestros enemigos o amigos, sino de la soberanía de Dios. Quien para bendecir nuestra vida espiritual
solo permitirá que suceda lo que nos convenga. Gracias a estas promesas podemos leer lo que el

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apóstol Pablo nos asegura, que cualquier cosa que suceda a nuestro alrededor tiene como objetivo
que el maravilloso propósito de Dios se cumpla en nosotros.
Romanos 8:28
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme
a su propósito son llamados.”
Pero para entender y disfrutar de esta especial protección hay que cumplir con el requisito de querer
hacer de corazón la voluntad de Dios. Si ese no es nuestro deseo, lo que Dios permita a nuestro
alrededor será recibido como algo malo para nuestra vida y propósitos personales.

D. LA PRESENCIA DE DIOS EN NUESTRA VIDA ASEGURA LA DIRECCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO.


Otra de las características que confirma que un creyente es un verdadero hijo de Dios, es que vive su vida
dirigido por Dios.
Romanos 8:14
“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.”
Para hacer posible esta realidad, la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida asegura que recibiremos
de manera permanente el conocimiento de la verdad acerca de todas las cosas.
1 Juan 2:26-27
“26 Os he escrito esto sobre los que os engañan. 27 Pero la unción que vosotros recibisteis de él
permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os
enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.”
Esta dirección es indispensable aun para librarnos del error de aquellos que malinterpretan las Escrituras
para enseñar como voluntad de Dios lo que no es su voluntad. En la medida en que el cristiano
crezca en el conocimiento de Dios y su palabra, se hará más fácil para él, percibir y entender la
dirección del Espíritu Santo en su vida.
Hebreos 5:14
“pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los
sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.”
Pero si el cristiano no obedece en aquellas cosas que Dios le está enseñando, ocurrirá lo contrario.
Hebreos 5:12
“Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a
enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que
tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido.”
Como resultado de la desobediencia, la comprensión de la palabra de Dios será cada vez más difícil,
igualmente pasara con la capacidad de discernir la voz del Espíritu Santo en su vida, hasta llegar a
ser prácticamente imposible reconocerla. Esta incapacidad producida por la desobediencia lo llevara a
ser una víctima fácil de las malas doctrinas, pero no por la falta de la dirección y protección de Dios,
sino por la necedad de no obedecerle en aquellas cosas que ya Dios ha dado claridad en su vida.

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E. LA PRESENCIA DE DIOS DEBE CAMBIAR NUESTRA ACTITUD AL VIVIR LA VIDA.
La Escritura nos habla de dos clases de hijos sobre la tierra:
1 Juan 3:10
“En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y
que no ama a su hermano, no es de Dios.”
Al manifestar que hay dos clases de hijos sobre la tierra, se hace evidente que hay dos clases de
paternidad. Esta realidad ignorada era la que hacía que antes de conocer a Dios fuéramos esclavos
del mundo (en realidad de Satanás) y viviéramos con objetivos equivocados, llenos de temor y de
falsas esperanzas.
Al recibir el Espíritu de Dios en nuestra vida, nuestra paternidad ha sido cambiada. Al respecto la
Escritura nos enseña:
Romanos 8:15 - Biblia Reina Valera 1960
“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis
recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”
En otra versión bíblica dice:
Romanos 8:15 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual
“Porque el Espíritu que Dios les ha dado no los esclaviza ni les hace tener miedo. Por el contrario,
el Espíritu nos convierte en hijos de Dios y nos permite llamar a Dios: «¡Papá!»”
La certeza de tener a Dios como Padre debe cambiar por completo nuestra actitud ante la vida,
sabiendo que tenemos un Padre no solamente todopoderoso, omnisciente u omnipresente, sino en
especial un Padre que nos ama. Esta paternidad y certeza de su amor cambia nuestros objetivos y
nuestra esperanza llega a ser muy diferente de la que teníamos antes de conocerle. Por eso dice la
Escritura:
Romanos 5:5
“y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones
por el Espíritu Santo que nos fue dado.”
Ya no debemos sentirnos como quienes luchan contra el mundo para obtener las cosas que necesitamos,
pues sabemos que nuestro Padre que nos ama nos dará absolutamente todo lo que realmente
necesitemos para vivir la vida. Además tenemos el testimonio de que:
Romanos 8:32
“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará
también con él todas las cosas?”
Entender esta verdad y creerla nos hace completamente libres de la esclavitud que el mundo produce
en quienes no conocen a Dios. Entender y creer esta verdad nos permite tener una actitud diferente
que nos lleva a dedicarnos a asuntos más importantes, como dijo Jesús:
Mateo 6:33-34
“33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
34 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada

día su propio mal.”

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III. EL PERDÓN
Para hacer posible la Salvación, el Nuevo Nacimiento, la Comunión con Dios y muchas otras cosas
más, era necesario ponernos en paz con Dios respecto de la deuda que nuestros pecados habían
originado. Pero como esa era una deuda que ninguno de nosotros podía pagar, Dios se encargó de
ponernos en paz con Él, al perdonarnos absolutamente todos nuestros pecados. Sin embargo:

A. EL PERDÓN DE DIOS TUVO UN COSTO.


Aunque el perdón de Dios es total y completamente gratis para nosotros, debemos saber que
conseguirlo tuvo un altísimo costo; la muerte de Jesucristo en la cruz.
Isaías 53:5
“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz
fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.”
Juan el bautista posiblemente recordando esta profecía al ver a Jesús dijo:
Juan 1:29
“El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado
del mundo.”
Y efectivamente así como en la antigüedad eran sacrificados los corderos para cubrir el pecado del
pueblo, Jesucristo fue crucificado para quitar el pecado del mundo. Este sacrificio que satisface la
justicia de Dios, le permite a Dios perdonar nuestros pecados.
2 Corintios 5:21
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos
justicia de Dios en él.”
Su sacrificio en la cruz es tan completo que no hay nada que se pueda añadir. Y hace que nosotros
seamos vistos como justos ante los ojos de Dios. Con una justificación que además no se puede
perder por que dice:
Hebreos 10:14
“porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.”
Por eso al recibir el perdón de Dios estamos recibiendo una total y nueva oportunidad para
comenzar una nueva vida.

B. ESTE PERDÓN ES RECIBIDO AL MOMENTO DEL NACIMIENTO ESPIRITUAL.


Jesucristo muere por los pecados del mundo, lo cual quiere decir que hay una provisión o solución de
Dios para el pecador. Pero esto no quiere decir que todo el mundo ha sido perdonado, pues para hacer
efectivo este perdón es necesario creer en Jesucristo como Señor y Salvador.
De esta verdad dan testimonio todos los profetas, como dice la Escritura:
Hechos 10:43
“De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de
pecados por su nombre.”

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Sabemos por otros pasajes de la Escritura que la fe a la que se refiere es aquella que produce el
Nacimiento Espiritual. No toda clase de fe produce el nacimiento espiritual, ni la salvación.
Todos los que creen en Jesucristo reciben el perdón de pecados. Los que no creen en Jesucristo están
desperdiciando la oportunidad de recibir este perdón y si llegan a morir sin recibirlo tendrán que pagar
por sus pecados, lo cual implica la condenación eterna.
Por esto mismo, por la gravedad de este asunto es que Dios está dando tiempo. La Escritura dice
respecto de la venida del Día del Señor que da fin a esta oportunidad:
2 Pedro 3:9-10a
“9 El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con
nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. 10 Pero
el día del Señor vendrá como ladrón en la noche;...”

C. EL PERDÓN RECIBIDO ES TOTAL


Esto quiere decir que incluye todos los pecados, pasados, presentes y aun aquellos que
cometeremos en el futuro. A algunos esta clase de perdón puede parecerles un ofrecimiento para
animar a los hombres a cometer pecados ignorando la gravedad de ellos. Esto ciertamente pueden
entender y hacer los que no son hijos de Dios, pero el auténtico hijo de Dios no hará eso, pues como
ya vimos el Espíritu de Dios que lo habita no le permite practicar el pecado.
Además, la realidad es que cuando Jesucristo murió por nuestros pecados, nosotros no los habíamos
cometido por la sencilla razón de que no habíamos nacido. Esto quiere decir que Jesucristo murió
por los pecados que íbamos a cometer... y en los que vivieron antes de Jesús, por los que ya habían
cometido.
Hebreos 10:16-18
“16 Este es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus
corazones, Y en sus mentes las escribiré, 17 añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y
transgresiones. 18 Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.”
Es tan completo este perdón, que Dios, dice su palabra, se olvida de los pecados y de las
transgresiones que hemos cometido, pues de otra manera no podíamos haber sido aceptados y
salvados. Dios se olvida porque los pecados ya fueron pagados por Cristo en la cruz.
Por esta razón es equivocado pensar que somos castigados por Dios (eso piensan algunos) cuando
hacemos algo malo siendo ya hijos de Dios. Si eso fuera cierto, si Dios nos castigara por nuestros
pecados, lo justo sería enviarnos al infierno, y es evidente que eso no ha sucedido. Además, si Dios
nos castigara con el objetivo de cobrarnos nuestros pecados sería injusto no solo con nosotros, también
con su Hijo quien murió para pagar por todos ellos.
Igualmente es equivocado pensar que la mala vida que vivimos (si eso es lo que está sucediendo) es un
castigo de Dios por los pecados cometidos en el pasado. Pensar de esa manera también es negar el
perdón que hemos recibido. Y nos impide entender la razón de los tratos de Dios llevándonos a
sufrir innecesariamente. (Más adelante se aclararé más este asunto).

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D. PERDÓN PARA HACER POSIBLE LAS RELACIONES.
El perdón que hemos recibido de parte de Dios nos permite relacionarnos con Él para que Él pueda
bendecirnos…
Hebreos 10:19-22
“19 Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de
Jesucristo, 20 por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, 21 y
teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, 22 acerquémonos con corazón sincero, en plena
certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.”
La razón por la cual podemos acercarnos confiadamente a Dios, no es nuestro comportamiento, sino el
sacrificio de Jesucristo en la cruz. Por esta razón aun cuando hayamos pecado podemos acercarnos
a Dios precisamente para que nos ayude a tener victoria sobre el pecado.
Ese mismo perdón de Dios es el que nos permite relacionarnos con los demás, en especial con los
hermanos en la fe.
Colosenses 3:13
“soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la
manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.”
La falta de perdón para los demás daña nuestra relación con ellos. Pero más grave que eso, es que
daña nuestra relación con Dios, enferma más nuestra alma, y entre más enferma esté, más dificultad
habrá para disfrutar la nueva vida y la bendición de Dios para nosotros.
Por eso como dice la Escritura, debemos estar dispuestos a perdonar de la misma manera en que
hemos sido perdonados por Dios. En el mundo, no perdonar a otro es en cierto modo una herramienta
para agredir y/o defenderse de los demás. En el reino de Dios la herramienta para agredir y/o
defenderse del pecado es el perdón. El Señor Jesús nos enseñó:
Mateo 18:21-22
“21 Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque
contra mí? ¿Hasta siete? 22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.”
Lucas 17:3-4
“3 Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere,
perdónale. 4 Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me
arrepiento; perdónale.”
El número siete en la Escritura es el número de la perfección por lo cual debemos entender que no debe
haber límites respecto del perdón cuando la persona se arrepiente. Si no se arrepiente de todos
modos debemos perdonar delante de Dios toda ofensa. En la persona que no se arrepiente, lo más
seguro es que la relación no mejorará hasta que reconozca y pida perdón, restituyendo si es
posible.
Cuando otorgamos el perdón sin que la persona haya reconocido su pecado, aunque a veces este acto
de misericordia puede favorecer la relación y la persona que ha pecado, también es posible que esta
persona no entendiendo la misericordia peque mucho más al ver que no es confrontado ni
reprendido. (Esto puede dar inicio a las relaciones donde hay un maltratador y una víctima.)

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E. EL PERDÓN NO ES UNA LICENCIA PARA PECAR.
Cuando en la Escritura se nos enseña acerca del perdón de Dios, la intención en ningún momento es
darnos libertad para pecar. Todo lo contrario, darnos libertad para no pecar:
1 Juan 2:1-2
“1 Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado
tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. 2 Y él es la propiciación por nuestros pecados; y
no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.”
Cuando Dios nos perdona quita la barrera de su justicia que impedía que nos pudiésemos relacionar
con él. Cuando aceptamos el perdón, la justicia de Dios ya no es una barrera que impida nuestro
acercamiento. Además al ser perdonados también es quitada la barrera que los hombres colocamos
cuando sentimos que estamos en deuda con él.
¿Cómo se siente una persona que le debe a usted algo, cuando usted se acerca a ella? Algunos de
ellos responden aun con agresión por causa de la culpa que hay en su corazón. (Si usted menciona
algo que tiene que ver con el dinero delante de alguien que le debe dinero, lo más seguro es que lo
tomara como una indirecta muy directa. Y si no tiene con qué pagar se alejara de usted.)
Cuando el hombre cree estar condenado por Dios sin ningún remedio, no ve ninguna razón para
dejar de pecar. (Si inevitablemente me van a castigar por llegar a las tres de la mañana, que me castiguen
por llegar a las cuatro. Ese es el argumento.)
También Satanás puede usar esa culpa para desanimar al hijo de Dios, haciéndole creer que porque
ha pecado no tiene capacidad para vivir haciendo la voluntad de Dios, o que ya no hay más
oportunidad de parte de Dios. Algo así como Dios te perdona pero no tanto.
Esta culpa resultado de no aceptar el perdón de Dios, daña nuestra relación con EL y con los demás,
mientras que el perdón de Dios quita la culpa y permite restaurar la relación.
Ya mencione que puede ocurrir que algunos hombres malinterpreten la misericordia de Dios como
un permiso para pecar, como si las cosas no fueran tan graves o malas o como si Dios no diera
importancia a este asunto. Pero si algún creyente no toma la decisión, con la ayuda de Dios de dejar de
practicar el pecado, lo que en realidad está evidenciando es que no es un verdadero hijo de Dios, no
ha Nacido de Nuevo y por supuesto no han sido perdonados ni uno de sus pecados. Va rumbo al
infierno.
1 Juan 3:8-9
“8 El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció
el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. 9 Todo aquel que es nacido de Dios, no practica
el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de
Dios.”

F. EL PERDÓN DE DIOS NO EXCLUYE SU TRATAMIENTO DE AMOR.


No necesitamos dejar de pecar porque hemos sido perdonados por Dios, debemos dejar de pecar porque
desagrada y ofende a Dios y porque el pecado destruye nuestra vida y los planes de Dios para ella.
Dios nos ayuda en este proceso de varias maneras, una de esas, son las difíciles situaciones que
permite en nuestra vida, que algunos como dije antes malinterpretan como un cobro por los pecados
pasados, en lugar de entender que vienen con el propósito de cambiar nuestras malas actitudes

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presentes, esas actitudes son las que producen los pecados que nos impiden disfrutar del amor de
Dios.
El verdadero amor tiene un costo que muchos no están dispuestos a pagar. El verdadero amor
incluye el compromiso ineludible de hacer todo lo posible para el beneficio de la persona amada.
Siendo el pecado lo que más daña la vida de una persona, el verdadero amor tiene dentro de sus
objetivos el propósito de erradicar el pecado de la vida de aquel que ama.
No pagar el costo de amar tiene relación con una actitud egoísta que evita comprometerse en la tarea
de ayudar al otro, o que busca el camino fácil en esa relación y entonces para evitar conflictos termina
malcriando, o no corrigiendo el pecado. La Escritura a este respecto dice:
Proverbios 27:6 - Biblia Reina Valera 1960
“Fieles son las heridas del que ama; Pero importunos los besos del que aborrece.”
Proverbios 27:6 - Biblia Nueva Traducción Viviente
“Las heridas de un amigo sincero son mejores que muchos besos de un enemigo.”
Por esta razón el amor de Dios para nosotros incluye la disciplina con el propósito de corregir el pecado.
Hebreos 12:6
“Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo.”
Ya mencione que es equivocado pensar que las situaciones difíciles vienen porque Dios nos está
cobrando nuestros pecados pasados. Lo correcto ante estas situaciones difíciles es entender que Dios
está corrigiendo nuestras malas actitudes presentes que nos impiden recibir la bendición de Dios.
Si reconocemos nuestro pecado (malas actitudes, escala de valores inadecuada, desobediencia, etc.) y la
necesidad de ser corregidos por Dios, esto hará mucho más fácil recibir y entender las disciplinas
que tienen como objetivo bendecirnos. La Escritura dice:
1 Juan 1:8-9
“8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.
9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos

de toda maldad.”
Es importante tener en cuenta que este proceso es doloroso. Por evitar el dolor fue que caímos en
muchos pecados que luego deformaron nuestra alma, la sanidad vendrá como consecuencia de
aceptar el dolor que produce obedecer a Dios. El dolor no viene como consecuencia de que los
mandatos de Dios hagan daño, el dolor viene como consecuencia de estar acostumbrados al mal. El
profeta entendiendo aquel doloroso trato de Dios para traer sanidad a su vida, expresó:
Jeremías 10:19
“¡Ay de mí, por mi quebrantamiento! mi llaga es muy dolorosa. Pero dije: Ciertamente enfermedad
mía es esta, y debo sufrirla.”
Si hemos sido indisciplinados cuesta trabajo aprender disciplina, si hemos sido desordenados cuesta
trabajo aprender a ser ordenado, si hemos sido rebeldes cuesta trabajo aprender a ser obedientes, si
tenemos ídolos cuesta trabajo dejarlos, y todo esto produce dolor, por supuesto un dolor muy inferior
a lo que sufriríamos si el pecado no fuera corregido en nuestra vida.
Hebreos 12:11
“Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero
después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.”

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G. EL PERDÓN LO DISFRUTAMOS TANTO COMO LO DAMOS.
La forma en que perdonamos a los demás muestra la forma en que hemos aprendido a recibir el
perdón de Dios. (Lea la parábola de “Los dos deudores” en Mateo 18: 23 al 35) Esta enseñanza se repite
varias veces en la Escritura. Cómo queremos ser tratados debemos tratar a otros; seremos medidos
con la misma medida que midamos; seremos perdonados al igual que nosotros perdonamos.
Marcos 11:25-26
“25 Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre
que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. 26 Porque si vosotros no perdonáis,
tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.”
Si todos los que hemos Nacido de Nuevo ya hemos sido perdonados por Dios, entonces esto quiere
decir que todo el que ha nacido de Dios toma la decisión de perdonar a los demás. Y si no toma esta
decisión, como no podemos decir que Dios le quitara el perdón que ya le ha otorgado, tendríamos que
decir que no es un auténtico hijo de Dios, que no ha sido perdonado y por eso tampoco perdona.

IV. PODER

Junto con la presencia de Dios y el perdón de todos nuestros pecados hemos recibido también el
poder para hacer su voluntad. Antes de creer en Jesucristo y de que ocurriera en nosotros el Nuevo
Nacimiento no teníamos poder para hacer la voluntad de Dios, pues:

A. HERAMOS ESCLAVOS DEL PODER DE LAS TINIEBLAS.


El apóstol Pablo, que es considerado uno de los hombres más importantes e influyentes en el cristianismo,
reconocía que antes de conocer a Dios, su comportamiento (y el de todo ser humano) a pesar de ser
una persona muy religiosa, era un comportamiento dirigido por el poder de las tinieblas.
Por lo cual escribe:
Efesios 2:1-3
“1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2 en los cuales
anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad
del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, 3 entre los cuales también todos
nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de
los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.”
Es importante reconocer que la corriente de este mundo es conforme a los deseos de Satanás, igual
ocurre con los deseos de nuestra carne. No reconocer el origen de todo lo que el mundo quiere es
ignorar la esclavitud a la que todo ser humano está sujeto. Al ignorar esa esclavitud actuamos de
forma natural de acuerdo a los deseos de Satanás, pensando que son nuestros legítimos deseos,
y continuando en el engaño de pensar que son normales y por lo tanto buenos.

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B. FUIMOS TOTALMENTE LIBERADOS DEL PODER DE LAS TINIEBLAS.
Por eso era necesario que Dios nos librara de ese poder engañoso que nos mantenía practicando
el pecado sin siquiera entenderlo. La Escritura hablando de la obra de Dios en nosotros dice así:
Colosenses 1:13-14
“13 el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, 14 en
quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.”
¿Que son las tinieblas? La palabra tinieblas en la Biblia, denota ignorancia, maldad, malas actitudes,
malas acciones, injusticia, etc. Que son los ingredientes usados para destruir la vida del ser
humano.
En muchas culturas, el poder de la maldad se maneja sólo como algo interno, algo que está dentro del
hombre, y que plantea una lucha interna entre el bien y el mal.
Es cierto que a pesar de haber sido trasformados en nuevas criaturas, todavía la concupiscencia que
está en nosotros al momento de la prueba o tentación ofrece resistencia para no someterse a la
voluntad de Dios. Pero además del conflicto interno que puede presentar esta situación también, existe
Satanás, y muchos otros demonios que tienen como objetivo destruir la vida del hombre y en especial
atacar al creyente para quitarle su efectividad de salvar a otros del mundo.
La Escritura dice que hemos sido liberados del poder de las tinieblas. Y lo declara como algo
completo, que ya fue hecho, no como un proceso de liberación donde Dios poco a poco va sacando el
demonio de nuestra vida.
Por esta razón debemos creer que hemos sido completamente liberados del poder de las tinieblas,
y además de esa libertad ya obtenida, tenemos también la promesa de ser protegidos por Dios para
que el maligno no pueda tocar nuestra vida llevándonos a practicar el pecado.
1 Juan 5:18
“Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado
por Dios le guarda, y el maligno no le toca.”
Esa libertad obtenida, y la promesa de protección nos dan completa libertad para poder vivir haciendo
la voluntad de Dios.
Algunos no teniendo en cuenta la obra realizada y la promesa de protección del Nuevo Pacto,
cuando ven a una persona que dice ser cristiana practicando el pecado, dicen que es producto de algún
tipo de influencia satánica que algunos llaman “demonizado” por lo cual enseñan que se hace
necesaria una “ liberación”.
Sin embargo creer que un cristiano tenga un demonio, o que necesite ser liberado de un poder del
maligno que lo obligue a pecar, niega las enseñanzas de la Escritura. Lo correcto cuando alguien dice
ser cristiano y continúa practicando el pecado es hacerlo consciente de su falso cristianismo, que se
evidencia precisamente en la práctica del pecado.
Puede haber también algunos cristianos auténticos que tengan serios problemas con el pecado,
pero no por causa de la esclavitud de Satanás, sino por falta de renovar su mente y entender que en
Cristo Jesús, bajo el Nuevo Pacto, tienen toda la libertad y el poder necesario para vivir haciendo
la voluntad de Dios.

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C. HEMOS RECIBIDO EL PODER DE DIOS PARA ACTUAR.
No sólo hemos sido completamente liberados del poder de las tinieblas, también hemos recibido junto con
la libertad, el Espíritu de Dios, quien nos da el poder necesario para vivir en la voluntad de Dios. La promesa
de Jesús antes de su partida fue:
Hechos 1:8
“pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en
Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.”
Producto del cumplimiento de esta promesa encontramos a los apóstoles y discípulos del Señor
reconociendo el poder que hay en ellos para vivir haciendo la voluntad de Dios. Por ejemplo:
Filipenses 4:13
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”
Colosenses 1:29
“para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí.”
Hebreos 13:20-21
“20 Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las
ovejas, por la sangre del pacto eterno, 21 os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su
voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria
por los siglos de los siglos. Amén.”

D. ESE PODER SE DISFRUTA POR FE.


Estar convencidos de no poder hacer algo, logra que no lo hagamos, así tengamos la capacidad o el
poder necesario para hacerlo. Sin embargo no se trata de ser positivos, eso no es cristianismo, sino
de ser realistas respecto de lo que Dios nos ha dado. El apóstol después de compartir el evangelio y
ver los diferentes resultados que este producía en él, escribió:
Romanos 1:16
“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que
cree; al judío primeramente, y también al griego.”
Los judíos pedían pruebas, los griegos explicaciones. El apóstol dice que el evangelio funciona si crees
en Él. Si ya has nacido de nuevo, tienes al Espíritu de Dios habitando en ti y ese Espíritu te da poder
para salvación. Ese poder implica varias cosas por ejemplo:
1. La capacidad para entender las Escrituras y como consecuencia a Dios.
2. La capacidad para resistir el pecado y pasar de manera victoriosa la tentación.
3. La capacidad de comunicar de manera efectiva el evangelio.
4. La capacidad de hacer discípulos edificados en el Señor.
5. La capacidad de usar los dones espirituales para la obra de Dios.
En otras palabras ese poder se disfruta solamente andando espiritual, y andar espiritual es andar
viviendo en la perfecta voluntad de Dios. (Acciones y actitudes)

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V. PROPÓSITO
Hemos visto como al comenzar la vida cristiana, Dios entre otras muchas cosas nos ha dado su
presencia, su perdón, y su poder. Es apenas razonable entender que Dios no desea que sigamos
viviendo de la misma manera en que lo veníamos haciendo, este cambio de vida implica que tiene
que haber un cambio en las creencias, valores, y objetivos, como también en la forma de
alcanzarlos. Este cambio de vida que hemos llamado un “nuevo propósito” tiene algunas características
muy especiales que podemos encontrar en las Escrituras, por ejemplo:

A. VIVIR PARA DIOS


2 Corintios 5:15
“y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó
por ellos.”
Debe haber un cambio radical respecto de ¿Para quién vivimos? Antes vivíamos para nosotros mismos
y para los propósitos que teníamos, pero ahora debemos vivir para Dios. Definimos la vida de todo
hombre que no conoce a Dios como una vida egocéntrica, y el cambio en el cristiano es que su vida
debe volverse Cristo céntrica. Donde ya no priman nuestros deseos si no los deseos de Dios.
Gálatas 2:19-20
“19 Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios. 20 Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe
del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”
Y por eso aunque la vida del cristiano es una vida de libertad, teniendo claro un nuevo propósito, nos
es fácil seleccionar lo que conviene o no a nuestra nueva vida. El apóstol dice:
1 Corintios 10:23-24
“23 Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. 24 Ninguno busque
su propio bien, sino el del otro.”

B. CAMBIAR LOS VALORES Y OBJETIVOS


El apóstol Pablo entendiendo que parte del nuevo propósito es conocer a Dios, nos explica que todas
las cosas que antes eran importantes para él, ahora no lo son:
Filipenses 3:7-8
“7 Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. 8 Y
ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo
Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo,”
Es apenas lógico entender que si antes vivíamos de acuerdo a los valores y objetivos de un mundo
gobernado por Satanás, al haber sido salvados, todo eso debe cambiar. Nuestros objetivos tienen
que ser completamente diferentes. Más aún, el cambio de objetivos se convierte en una evidencia
de la veracidad del Nuevo Nacimiento, por eso el apóstol cuestiona a los cristianos diciéndoles:
Colosenses 3:1-4
“1 Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a
la diestra de Dios. 2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. 3 Porque habéis
muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. 4 Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste,
entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.”

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C. LLEGAR A SER COMO JESUCRISTO
Uno de esos principales objetivos, como ya mencioné, es conocer a Dios y ese conocimiento de Dios
transformará nuestro ser para llegar como dice la Escritura a conformarnos a la imagen de su hijo
Jesús. Para lograr este nuevo propósito tenemos la promesa de Dios, de que todo lo que él permita
a nuestro alrededor nos ayudará en el cumplimiento de este objetivo.
Romanos 8:28-29
“28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que
conforme a su propósito son llamados. 29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para
que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos.”
Efesios 1:11-12
“11 En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace
todas las cosas según el designio de su voluntad, 12 a fin de que seamos para alabanza de su gloria,
nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.”
Efesios 4:13
“hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón
perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;”
2 Corintios 3:18
“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos
transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.”
Lograr este objetivo además de la inmensa riqueza que implica tener un carácter como el de Jesús,
traerá también otros beneficios, premios, coronas y galardones que nos serán útiles ahora y en la
resurrección. Por todo esto parte de nuestro nuevo propósito es poder decir como el apóstol:
2 Timoteo 4:7-8
“7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. 8 Por lo demás, me está
guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí,
sino también a todos los que aman su venida.”

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VI. LA VIDA ETERNA

Cuando se habla de la vida eterna la mayoría de la gente piensa que se está hablando de una vida
eterna en términos de tiempo. Muchos creen que ese es el ofrecimiento de Dios.
Romanos 2:6-7
“6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: 7 vida eterna a los que, perseverando en bien hacer,
buscan gloria y honra e inmortalidad,”
Pero esa no es realmente la descripción que las Escrituras hacen de la vida eterna. Por eso lo primero que
vamos a aclarar es que todo ser humano tiene vida eterna en términos de tiempo.
Es por esto que los hombres, aún los no cristianos tienen en lo profundo la creencia de una vida
después de la vida. (Algunos pocos lo niegan) Esta creencia ha sido inculcada por Dios en todo ser
humano. Dice la Escritura:
Eclesiastés 3:11
“Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el
hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.”
Todo ser humano tiene vida eterna en términos de tiempo, y dependiendo de si cree o no en Jesucristo
unos recibirán la vida eterna y otros confusión perpetua o castigo eterno.
Daniel 12:2
“Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y
otros para vergüenza y confusión perpetua.”
El Señor Jesús hablando del juicio final, terminó diciendo:
Mateo 25:46
“E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.”
Por lo cual podemos decir que la vida eterna es el regalo o el premio de Dios para aquel que cree en
Jesucristo y ha nacido de nuevo.
Juan 3:36
“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que
la ira de Dios está sobre él.”
Pero de acuerdo a las Escrituras, la vida eterna es más que un premio, la Escritura nos hace varias
descripciones de lo que la vida eterna es, por ejemplo:

A. LA VIDA ETERNA ES JESUCRISTO (DIOS)


1 Juan 1:2
“1 Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos
contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida 2 (porque la vida fue manifestada,
y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se
nos manifestó);”

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Cuando los apóstoles predicaban a Jesucristo el “Verbo de vida”, estaban anunciando “la vida eterna”
la cual estaba con el Padre, y se les manifestó. Por lo tanto la vida eterna es Jesucristo pues
quien tiene a Jesucristo en su vida tiene la vida eterna.

B. LA VIDA ETERNA ES EL CONOCIMIENTO DE JESUCRISTO


Juan 17:3
“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien
has enviado.”

C. LA VIDA ETERNA ES LA HERRAMIENTA


1 Timoteo 6:19
“atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna.”

D. LA VIDA ETERNA ES LA COSECHA


Gálatas 6:8
“Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el
Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.”

E. LA VIDA ETERNA ES LA EVIDENCIA


1 Juan 3:15
“Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna
permanente en él.”

F. LA VIDA ETERNA ES LA PALABRA DE DIOS Y SUS MANDAMIENTOS


Juan 6:68
“Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.”
Juan 12:50
“49 Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de
lo que he de decir, y de lo que he de hablar. 50 Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues,
lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.”

G. LA VIDA ETERNA ES LA PROMESA


Mateo 19:29
“Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o
tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.”
1 Juan 2:25
“Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna.”

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H. LA VIDA ETERNA ES LA ESPERANZA
Tito 1:2
“en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio
de los siglos,”

I. LA VIDA ETERNA ES EL PREMIO


Romanos 2:5-8
“5 Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira
y de la revelación del justo juicio de Dios, 6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras:
7 vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, 8 pero

ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia;”

J. LA VIDA ETERNA ES EL REGALO


Romanos 6:23
“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor
nuestro.”

K. LA VIDA ETERNA ES EL FIN


Romanos 6:22
“Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto
la santificación, y como fin, la vida eterna.”

Como podemos ver según todas estas descripciones sobre la vida eterna, la vida eterna no es sólo para
el futuro, la vida eterna es una realidad presente en cada auténtico hijo de Dios, sin la cual sería
imposible vivir la vida cristiana. Por eso el Señor Jesucristo dijo:
Juan 10:10b
“…; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”

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