003 - Equipados para La Batalla
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I. INTRODUCCIÓN
Al haber creído en Jesucristo como nuestro Señor y Salvador Dios ha producido en nosotros el Nacimiento
Espiritual, hemos sido hechos Nuevas Criaturas y ahora estamos en Comunión con Dios y con
nuestros hermanos en la fe.
Son muchos los beneficios que hemos recibido que debemos entender y creer cada vez mejor para poder
disfrutar la bendición de poder vivir haciendo la voluntad de Dios. Al hacer su voluntad, como vimos
en el tema anterior, nuestra alma será sanada y además obtendremos coronas y galardones que nos
servirán para seguir sirviendo a Dios en el milenio y luego por toda la eternidad.
Sin embargo el mundo sigue estando presente y nuestra alma todavía está enferma, y estas dos
realidades pueden producir en nosotros el engaño de no querer vivir haciendo la voluntad de Dios,
para buscar satisfacer nuestros deseos de acuerdo a esos viejos sueños y valores del mundo.
Pero como ya hemos comenzado una nueva vida, el apóstol Pablo en su carta a los Romanos nos exhorta
a continuar y nos dice:
Romanos 6:19
“Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros
miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros
miembros para servir a la justicia.”
Identificándose con nosotros el apóstol Pablo explica que por nuestra humana debilidad, servíamos
(pasado) a la inmundicia y a la iniquidad. Estos términos pueden parecernos fuertes si nos medimos
con la justicia relativa que el mundo acepta, que muestra a los hombres como buenos. Pero si
aceptamos la justa medida de Dios tendremos que reconocer que somos inmensamente pecadores,
pues la vida en la carne de todo ser humano por bueno que haya sido, al no conocer a Dios no tenía otra
opción sino que vivir para la injusticia.
Pero ahora como hijos de Dios se nos exhorta a que, “así como” vivíamos en otro tiempo para la
injusticia... “así ahora” lo hagamos para servir a la justicia. Con la misma intensidad, con la misma
dedicación, con las mismas ganas, con todo lo que esté a nuestro alcance debemos buscar vivir la nueva
vida que Dios nos ofrece.
Luego nos muestra la diferencia entre el pasado que vivimos y el presente que podemos vivir:
Romanos 6:20-23
“20 Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. 21 ¿Pero qué fruto teníais
de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. 22 Mas ahora
que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la
santificación, y como fin, la vida eterna. 23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de
Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”
Sin Cristo, esclavos del pecado, éramos libres de la justicia. Eso quiere decir que era tal nuestra
incapacidad de hacer el bien (de acuerdo los parámetros de Dios) que no teníamos la responsabilidad
de vivir con justicia. Es más, ni siquiera sabíamos que era justicia (de acuerdo los parámetros de Dios)
¿cómo podíamos ser responsables de vivirla?
EQUIPADOS PARA LA BATALLA Página 1 de 21
Luego el apóstol pregunta: ¿cuál fue el fruto de actuar fuera de la voluntad de Dios?
Y la respuesta es que cada uno de nosotros enfermamos nuestra alma de diferente manera, para lo
cual otros nos colaboraron así como nosotros lo hicimos con ellos, cosechando como resultado muchas
cosas negativas de las cuales sólo seremos verdaderamente conscientes en la medida en que siendo
sanados por Dios aprendamos a vivir esta nueva vida.
Tengamos en cuenta que lo que muchos hombres ahora están viviendo sin tener en cuenta a Dios,
aunque ellos crean que es “buena vida” y que tendrán “un buen final”, el apóstol dice que el fin de todas
aquellas cosas es muerte. Y no se refiere a la muerte física pues para esa hay solución, se refiere a la
muerte espiritual o condenación eterna.
Pero ahora libres del pecado hemos sido hechos "siervos de Dios" y tenemos como objetivo la
santificación y como fin la vida eterna. Ser Santo es ser apartado para Dios, ser santificado es ser
trasformado para vivir de acuerdo a esa realidad. La vida eterna en las Escrituras significa varias cosas,
una de ellas, el conocimiento de Dios.
Juan 17:3
“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has
enviado.”
Y del conocimiento de Dios, dependerá prácticamente toda nuestra vida y eternidad, pues la vida
cristiana se vive colocando siempre nuestra fe en Dios. ¿Pero cómo colocar nuestra fe en un Dios que
no conocemos? Por esta razón el conocimiento de Dios, de sus propósitos y sus promesas es lo que
realmente producirá enormes cambios en nuestra manera de vivir. Pero…
2 Corintios 4:6
“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros
corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.”
El mismo Dios que creó los cielos y la tierra es el que está en nuestro corazón para darnos el
conocimiento de Dios.
¿Pero somos conscientes de esta tremenda realidad? Es decir… ¿Estamos viviendo conscientes de la
presencia continua de Dios en nuestra vida?
Trate de imaginarse como sería su vida si el mismo Señor Jesucristo caminara físicamente visible con
usted paso a paso durante todo el tiempo... ¿Viviría igual que lo está haciendo ahora? ¿Sentiría
temor ante alguna circunstancia? ¿Tendría temor de sus enemigos? ¿Se preocuparía por su sustento?
¿Se enojaría o diría malas palabras?
El hecho de que no lo veamos no quiere decir que no está a nuestro lado en todo momento, por eso
necesitamos ser conscientes de la realidad de la presencia de Dios en nuestra vida.
muchos pajarillos.”
Al decir esto está afirmando que cualquier cosa que ocurra en nuestra vida, no depende del poder de
nuestros enemigos o amigos, sino de la soberanía de Dios. Quien para bendecir nuestra vida espiritual
solo permitirá que suceda lo que nos convenga. Gracias a estas promesas podemos leer lo que el
de toda maldad.”
Es importante tener en cuenta que este proceso es doloroso. Por evitar el dolor fue que caímos en
muchos pecados que luego deformaron nuestra alma, la sanidad vendrá como consecuencia de
aceptar el dolor que produce obedecer a Dios. El dolor no viene como consecuencia de que los
mandatos de Dios hagan daño, el dolor viene como consecuencia de estar acostumbrados al mal. El
profeta entendiendo aquel doloroso trato de Dios para traer sanidad a su vida, expresó:
Jeremías 10:19
“¡Ay de mí, por mi quebrantamiento! mi llaga es muy dolorosa. Pero dije: Ciertamente enfermedad
mía es esta, y debo sufrirla.”
Si hemos sido indisciplinados cuesta trabajo aprender disciplina, si hemos sido desordenados cuesta
trabajo aprender a ser ordenado, si hemos sido rebeldes cuesta trabajo aprender a ser obedientes, si
tenemos ídolos cuesta trabajo dejarlos, y todo esto produce dolor, por supuesto un dolor muy inferior
a lo que sufriríamos si el pecado no fuera corregido en nuestra vida.
Hebreos 12:11
“Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero
después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.”
IV. PODER
Junto con la presencia de Dios y el perdón de todos nuestros pecados hemos recibido también el
poder para hacer su voluntad. Antes de creer en Jesucristo y de que ocurriera en nosotros el Nuevo
Nacimiento no teníamos poder para hacer la voluntad de Dios, pues:
Cuando se habla de la vida eterna la mayoría de la gente piensa que se está hablando de una vida
eterna en términos de tiempo. Muchos creen que ese es el ofrecimiento de Dios.
Romanos 2:6-7
“6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: 7 vida eterna a los que, perseverando en bien hacer,
buscan gloria y honra e inmortalidad,”
Pero esa no es realmente la descripción que las Escrituras hacen de la vida eterna. Por eso lo primero que
vamos a aclarar es que todo ser humano tiene vida eterna en términos de tiempo.
Es por esto que los hombres, aún los no cristianos tienen en lo profundo la creencia de una vida
después de la vida. (Algunos pocos lo niegan) Esta creencia ha sido inculcada por Dios en todo ser
humano. Dice la Escritura:
Eclesiastés 3:11
“Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el
hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.”
Todo ser humano tiene vida eterna en términos de tiempo, y dependiendo de si cree o no en Jesucristo
unos recibirán la vida eterna y otros confusión perpetua o castigo eterno.
Daniel 12:2
“Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y
otros para vergüenza y confusión perpetua.”
El Señor Jesús hablando del juicio final, terminó diciendo:
Mateo 25:46
“E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.”
Por lo cual podemos decir que la vida eterna es el regalo o el premio de Dios para aquel que cree en
Jesucristo y ha nacido de nuevo.
Juan 3:36
“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que
la ira de Dios está sobre él.”
Pero de acuerdo a las Escrituras, la vida eterna es más que un premio, la Escritura nos hace varias
descripciones de lo que la vida eterna es, por ejemplo:
ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia;”
Como podemos ver según todas estas descripciones sobre la vida eterna, la vida eterna no es sólo para
el futuro, la vida eterna es una realidad presente en cada auténtico hijo de Dios, sin la cual sería
imposible vivir la vida cristiana. Por eso el Señor Jesucristo dijo:
Juan 10:10b
“…; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”