Responsabilidad Penal en Adolescentes

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UNIVERSIDAD LA GRAN COLOMBIA

FACULTAD DE DERECHO

INEFICACIA DEL SISTEMA DE RESPONSABILIDAD PENAL PARA


ADOLESCENTES

PROYECTO INTEGRADOR

ELABORADO POR:
GRUPO

TUTOR

BOGOTA, COLOMBIA
2013
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1. RESUMEN
Con el presente trabajo de investigación se pretende analizar, porque el sistema de

responsabilidad penal para adolescentes en Colombia ha sido ineficaz, el objetivo principal es

acercarnos a la realidad de esta problemática, en cuanto a la aplicación de este sistema por parte

de los entes y autoridades competentes como los señala la ley.

La finalidad de este trabajo es determinar mediante argumentos verídicos porque el nuevo

sistema de responsabilidad penal para adolescentes que nació con la ley 1098 de 2006, no ha

tenido la eficacia que se esperaba respecto a la regulación de la conducta delictiva de los

menores, para lo cual se analiza en el presente trabajo, si este sistema en la práctica ha cumplido

con los fines para los que se creó.

Tanto el derecho internacional como el mismo derecho Colombia ya ha reconocido que los

adolescentes si tienen responsabilidad penal, por lo tanto no se debe justificar su conducta

delictiva en la inimputabilidad del menor, ni aludir que es producto de su inmadurez mental, así

como el estado debe garantizar la protección de los derechos de los menores, también está en la

obligación de velar por los derechos de todos los habitantes del territorio y tener medidas

coercitivas y sancionatorias para todo aquel que los vulnere.


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2. INTRODUCCION

Analizar porque el sistema de responsabilidad penal para adolescentes en Colombia ha sido

ineficaz no es tarea fácil, por cuanto ello implica inmiscuirnos en la realidad del sistema, en

cuanto a su aplicación por parte de los entes y autoridades competentes como los señala la ley,

sin dejar de un lado el tratamiento preferente que se le debe dar a los adolescentes por tratarse de

menores de edad, la legislación nacional y los tratados internacional velan principalmente por la

protección del menor, manifestando que no se puede hacer juicios de valor al mismo nivel de un

adulto, así lo define el código penal colombiano en su artículo 33 No. 3 “Los menores de

dieciocho (18) años estarán sometidos al Sistema de Responsabilidad Penal Juvenil” (Ley

599/2000). Por poseer características especiales y tener un sistema de mayor garantías, los

menores infractores se encuentran sometidos a un régimen particular de responsabilidad penal

que enmarca las pautas diferenciadoras, en el tratamiento que se le da a los mayores de 18 años

cuando cometen conductas punibles.

La convención internacional sobre los derechos humanos del niño celebrada en año 1989,

resalta los derechos específicos de la población mundial menor de 18 años, en ese mismo año

Colombia definió una legislación especial para los menores de edad en busca de garantizar sus

derechos, denominada Código del menor según decreto 2737 de 1989, en el cual se reconoció que

los menores que estuvieran en situación irregular, es decir, cuando se les vulneraban derechos y

se veían afectados por diversas situaciones, gozarían de especial protección por parte del estado,

pero desafortunadamente este estatuto no fue lo suficientemente amplio para normatizar temas

tan importantes como la garantía de derechos, políticas sociales y de prevención. Razones

suficientes que dieron origen a la implementación del código de la infancia y la adolescencia, ley

1098 de 2006, dando paso a un nuevo sistema de responsabilidad penal para adolescentes, con el
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propósito de equilibrar las normas nacionales con los postulados internacionales de derechos

humanos.

Por virtud de la adopción de los postulados de la esfera internacional, en respuesta a la problemática de


los adolescentes en conflicto con la ley penal, el Código de la Infancia y la Adolescencia formula un
conjunto de acciones, procedimientos y medidas, que desde la perspectiva del interés superior y la
prevalencia de sus derechos están orientadas a su protección y bienestar. Por supuesto, tal cometido no
podría estar asegurado sin el reconocimiento y positivización de los principios y de las garantías
procesales que deben rodear los procesos de investigación y juzgamiento que se adelanten contra los
adolescentes acusados de violar la ley penal y, que por fortuna, plasma acertadamente el legislador en
el nuevo Estatuto. (Sarmiento G.L, 2008, Pág. 53)

El código de la infancia y la adolescencia fue implementado en desarrollo a lo dispuesto por

la ley, estableciendo el denominado Sistema de Responsabilidad Penal para Adolescentes,

definido como: “El conjunto de principios, normas, procedimientos, autoridades judiciales

especializadas y entes administrativos que rigen o intervienen en la investigación y juzgamiento

de delitos cometidos por personas que tengan entre catorce (14) y dieciocho (18) años” (Art. 139

Ley 1098/2006).

El código de infancia y la adolescencia también define su finalidad de la siguiente forma:

En materia de responsabilidad penal para adolescentes tanto el proceso como las medidas que se tomen
son de carácter pedagógico, específico y diferenciado respecto del sistema de adultos, conforme a la
protección integral. El proceso deberá garantizar la justicia restaurativa, la verdad y la reparación del
daño. En caso de conflictos normativos entre las disposiciones de esta ley y otras leyes, así como para
todo efecto hermenéutico, las autoridades judiciales deberán siempre privilegiar el interés superior del
niño y orientarse por los principios de la protección integral, así como los pedagógicos, específicos y
diferenciados que rigen este sistema. (Art. 140 Ley 1098/2006)

Para la consecución de cumplir con los objetivos de este trabajo de investigación,

utilizaremos un método cualitativo, a través de una exploración bibliográfica tanto de

normatividad, como jurisprudencia y doctrina.


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3. HIPOTESIS

El preguntarnos acerca de la ineficacia del nuevo sistema de responsabilidad penal para

adolescentes gira en torno a la agravante problemática que se vive actualmente en la sociedad,

debido a que en los últimos años ha incrementado considerablemente el número de adolescentes

involucrados en un conjunto de conductas que atentan contra los más esenciales derechos

reconocidos por el ordenamiento jurídico, viéndose afectada la protección integral de la sociedad

en general.

Este sistema se caracteriza por prestarle mayor importancia a las conductas de los

adolescentes, porque se ha visto reprochada por la sociedad los hechos violentos y demás delitos

cometidos por estos menores en edades entre los 14 y los 18 años, los cuales tiene una habilidad

más desarrollada para tomar decisiones y tener autocontrol en diferencia con los niños y niñas de

menor edad.

Pero lo preocupante del sistema de responsabilidad penal vigente en Colombia es su ineficaz

a la hora de sancionar a los adolescentes que comenten delitos graves, ya que estas sanciones

impuestas tienen características mínimas de castigo, son esencialmente de carácter pedagógico y

extremadamente protectoras y garantistas en beneficio de estos menores, generando que

delincuentes adultos utilicen menores de edad para llevar a cabo una serie de conductas punibles

y estos menores aceptan participar, porque tienen el conocimiento que la ley no los castiga con

severidad.
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4. MARCO HISTÓRICO

La legislación colombiana respecto a normatividad dirigida a lo concerniente con los

menores de edad, tiene su surgimiento en el año 1920 con la finalidad de regular los problemas

de los menores pobres, abandonados o con conductas desviadas y como solución a esta

problemática se crean instituciones de internamiento juvenil con propósitos pedagógicos.

En un primer plano se tenía el concepto de que eran niños y niñas desamparados, vulnerados

y victimas de conflictos sociales, pero este concepto fue cambiando con el transcurso del tiempo

y se le fue brindando más atención a esta población juvenil en las legislaciones posteriores, sin

embargo no hay indicios que indiquen sanciones para los menores que cometieran conductas

punibles puesto que los delitos cometidos no tenían características agravantes.

El Código Penal de 1980 (decreto 100 de 1980) establece que es inimputable “quien en el momento
de ejecutar el hecho legalmente descrito, no tuviere la capacidad de comprender su ilicitud o de
determinarse de acuerdo con esa comprensión, por inmadurez psicológica o trastorno mental…”. Si
bien adiciona el elemento de la falta de capacidad de comprender la ilicitud cometida o la falta de
poder determinarse de acuerdo a la misma, retira a los menores de dicha discusión, pues,
inmediatamente después, adiciona “…para todos los efectos, se considera penalmente inimputable al
menor de dieciocho (18) años…”

De este modo, no es necesario entrar a analizar la capacidad del menor que comete un delito, sino que
la misma ley determina que ellos están en una situación especial, como inimputables, y les da el trato
respectivo. El tratamiento de los menores se reguló en el decreto 2737 de 1989, el Código del Menor,
donde se partía de la inimputabilidad legal de los mismos. Para ellos se destina un acompañamiento
especial de la Defensoría del Pueblo por medio del cual se busca la rehabilitación de las conductas
ilícitas en que él haya incurrido. En este sentido, el menor sólo es responsable civilmente, y para ello
el juez Civil debe conocer también de la infracción penal. Este decreto pretendió ser muy
proteccionista y garantizar los derechos fundamentales del menor en aras de no causar ningún daño
físico ni mental. (Arboleda, Baquero & Dominguez, 2010).
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En 1989 hubo un cambio significativo para esta temática donde se reconoce a nivel

internacional que los menores de edad son personas autónomas con derechos y responsabilidades.

Sin embargo en Colombia se seguía teniendo el concepto que los menores de edad que cometían

conductas desviadas o delincuenciales los convertía en pobres y abandonados, y las conductas

delictivas eran categorizadas como parte de una situación irregular y por lo tanto estaría sujeto a

las medidas de protección especiales para el menor consagradas en el código del menor (decreto

2737 de 1989).

La Constitución Política no se refiere expresamente al tema de la responsabilidad penal de los


menores de edad. Sin embargo, tanto el derecho internacional de los derechos humanos y el
derecho comparado, como la ley colombiana, la jurisprudencia constitucional y la jurisprudencia
penal de la Corte Suprema de Justicia, junto con la doctrina especializada en la materia, coinciden
en una premisa básica: los menores de edad que han cometido conductas constitutivas de
violaciones de la ley penal son responsables frente al Estado y frente a la sociedad por sus
acciones, y dicha responsabilidad se ha de traducir en la adopción de medidas de tipo judicial y
administrativo que sean apropiadas en su naturaleza, características y objetivos a la condición de
los menores en tanto sujetos de especial protección, que se orienten a promover su interés superior
y prevaleciente y el respeto pleno de sus derechos fundamentales, que no obedezcan a un enfoque
punitivo sino a una aproximación protectora, educativa y resocializadora, y que sean compatibles
con las múltiples garantías reforzadas de las que los menores de edad son titulares a todo nivel por
motivo de su especial vulnerabilidad. (Sentencia C-203/05).
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5. DISCUSIÓN

La ley que regía para los menores de edad antes de implementarse el código de la infancia y

la adolescencia (ley 1098 de 2006), era el código del menor (decreto 2737 de 1989) el cual define

en su artículo 3 Nº. 4 que estos menores se hallan en situación irregular cuando “Haya sido autor

o partícipe de una infracción penal”. El artículo 29 del mismo código manifiesta que el menor

que se encuentre en algunas de las situaciones irregulares definidas en este Título, estará sujeto a

las medidas de protección tanto preventivas como especiales, consagradas en el presente Código.

La pena y la medida de seguridad son dos figuras que, si bien son objeto del derecho penal, responden
a necesidades diferentes. A lo largo de los compendios penales, se ha mantenido la distinción entre la
pena y la medida de seguridad, imponiéndose ellas en situaciones diferentes dependiendo del sujeto
que realiza la conducta punible así como las circunstancias en las que se encontraba al momento de
llevarla a cabo. En esta regulación se hace palpable la influencia del sistema dualista, que surge como
consecuencia de la confrontación entre los partidarios de la pena retributiva y los partidarios de la
pena o medida de contenido preventivo-especial. El objeto principal de dicho sistema es la
diferenciación entre la pena y la medida de seguridad. (Arboleda, et al, 2010).

La pena se determina conforme a la importancia del bien lesionado, la gravedad de la lesión y la


culpabilidad del autor y, dentro de los términos que la ley establece, el juez fija la duración de la
misma. En cambio, las medidas de seguridad se determinan en la ley conforme a su fin y su duración
puede ser indefinida, ya que ésta depende del resultado obtenido con respecto al fin perseguido: la
medida cesa cuando se logra la resocialización, la enmienda o la inocuización del delincuente…”
(Sotomayor, a, 1996)

Pero en el sistema de responsabilidad penal para adolescentes se han detectado muchas

falencias como por ejemplo la amplia variabilidad de las sanciones ante situaciones

aparentemente similares, puesto que en la práctica o realidad fáctica las autoridades competentes

para la aplicación de estas medidas implementadas para los adolecentes que delinquen, no se

están aplicando de una manera rígida y definitiva, sino que estas tienden a ser cambiantes en

beneficio al menor infractor.


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A los adolescentes se les asigna un defensor público quien es el encargado de ejercer la

función garantista de la protección de sus derechos, en cuanto a un debido proceso y todas las

demás garantías del sistema, sin embargo lo preocupante en este tema es que estos funcionarios

tratan de que se le aplique las medidas mas suaves al menor infractor, dejando de lado la

finalidad resocializadora y rehabilitadora, ya que si un adolescente después de cometer un delito

continua con su vida normal, el sistema no estaría cumpliendo con sus objetivos y se corre el

riesgo que recaigan en conductas delictivas.

En las teorías sociológicas tradicionales la familia aparece como una variable que incide

sobre la conducta desviada ya que el grupo familiar es el que situación al niño en la comunidad,

proporcionándole un status y una posición en la estructura de clases sociales y actúa como el

primer grupo de referencia que transmite al hijo un conjunto de normas y valores seleccionados.

Asumimos que las actitudes y conductas de los padres juegan un rol crucial en el desarrollo

afectivo, cognitivo y conductual de los hijos.

En cuanto a las teorías psicosociales se considera a la familia como el primer entorno social

en el que se desenvuelve la vida del individuo por lo tanto es el primer órgano de modelado,

aprendizaje y socialización.

Una de las primeras conclusiones de los estudios acerca de la relación familia delincuencia ha

sido la confirmación de que los delincuentes proceden de familias con un mayor número de hijos

que los no delincuentes.

Una segunda conclusión puede estar muy relacionada con el fenómeno llamado “orden de

nacimiento” en la que se considera la influencia de unos hermanos a otros, en cuanto a la

delincuencia; esto nos lleva a deducir que cuanto mayor sea el número de hermanos (varones)
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mayor será la probabilidad de que uno de ellos desarrolle conductas desadaptadas y contagie su

conducta a sus demás hermanos. Con respecto a lo dicho anteriormente se plantea que en las

familias numerosas es prácticamente imposible para los padres proporcionar el mismo grado de

supervisión a cada hijo que en las familias pequeñas.

Otro factor de suprema importancia consiste en que para un adecuado desarrollo del hijo es

necesario que ambos padres estén presentes en el hogar, ya que en hogares en los cuales uno de

los padres está ausente se consideran antecedentes directos de problemas emocionales y

conductuales en el hijo para su buen desarrollo y formación en un futuro.

La inexistencia de una adecuada relación entre el padre y la madre se considera importante no

solo porque la ausencia de afecto entre ellos genera conflicto, sino que este conflicto incrementa

la probabilidad de delincuencia juvenil; existe un notable consenso tanto en la investigación

como en los relatos de los adolescentes, en cuanto un clima familiar tenso y conflictivo, una

comunicación escasa e inexistente caracteriza a la familia de los adolescentes con una conducta

desviada. (Miron & Lourdes, 2005)

Existen claras diferencias entre los sistemas del derecho colombiano y el derecho americano.

Por ésta razón, exploraremos fugazmente el sistema penal, en lo pertinente a esta investigación,

de Estados Unidos.

Inicialmente en el derecho estadounidense es preciso entender que los menores de edad tienen

un sistema de responsabilidad juvenil. Sin embargo, en el país norteamericano, muchos de sus

estados aún conservan la posibilidad de juzgar a los menores de edad como adultos en ciertas

circunstancias. Por ejemplo, el estado de Pennsylvania no tiene, en cuanto a homicidio, un límite

de edad desde el cual una persona pueda ser llevada a la justicia ordinaria.
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CONCLUSIONES

El sistema el sistema de responsabilidad para adolescentes presenta fallas a la hora de

sancionar debido a su protección por parte del estado y esto crea una problemática social donde

estos actos quedan impunes.

La normatividad vigente que sanciona a los menores que son infractores carecen de solides a

la hora de su aplicación, ya que estas sanciones son muy débiles o frágiles ,no son muy efectivas

y no garantizan una resocialización y reincidencia del menor esto llevando otra vez a la

delincuencia juvenil.

Es importante y aún más urgente, que se hagan modificaciones en el sistema de

responsabilidad penal para adolescentes, con el fin de que estas sanciones sean de más peso y

efectivas al momento de corregir a los adolescentes y que tengan un efecto positivo;

garantizando así un buen futuro para los menores y no se conviertan más adelante en delincuentes

potencialmente peligrosos.

Razones que han dado lugar a importantes reformas por parte del Congreso Nacional de la

República al código de la infancia y la adolescencia e incluso en la actualidad está en estudio un

nuevo proyecto de que propone reformar las disposiciones respecto a las sanciones que se les

debe imponer a los adolescentes infractores que vulneran la ley penal, lo cual se puede ver que si

ha sido ineficaz este sistema en lo que concierne a el proceso de garantizar la justicia

restaurativa, la verdad y la reparación del daño.


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REFERENCIAS

- Arboleda C, vaquero M & domínguez M, la inimputabilidad del menor en el sistema penal


colombiano, 2010, Bogotá D.C.

-Miron, R., & Lourdes. (2005). Jóvenes delincuentes. España: Ariel.

-Sarmiento, G (2008) Sistema de responsabilidad penal para adolescentes, fiscalía general de la


nación, escuela de estudios e investigaciones criminalísticas y ciencias forenses, primera
edición- Bogotá D.C.

-Sotomayor J, inimputabilidad y sistema penal. ed. temis. 1996, pág. 97.

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