Actos Del Habla 3
Actos Del Habla 3
Actos Del Habla 3
Los Juicios
En este escrito realizaremos una mirada en profundidad a los Juicios, aquél tipo de
declaraciones que tanto influyen en nuestra vida. Comenzaremos haciendo una relación
entre Juicios y Afirmaciones.
Bajo la concepción generativa del lenguaje hemos postulado que ningún acto del
habla es independiente del observador, que vivimos en mundos interpretativos, que el
lenguaje es acción y que al hablar asumimos un compromiso o responsabilidad ante nuestra
comunidad.
Afirmaciones: Básicamente hemos sostenido que las afirmaciones son un acto lingüístico a
través del cual “describimos la manera en que observamos las cosas”. Ante las afirmaciones
asumimos el compromiso social de proporcionar una evidencia o testigo válido para nuestra
comunidad que permita probar el valor de “verdad” o “falsedad” de lo afirmado.
Juicios: Por el contrario, los juicios son apreciaciones o interpretaciones nuestras sobre
algo. No pueden ser consideradas como las afirmaciones pues un juicio siempre deja abierta
la posibilidad de discrepancia. Afirmar que Manuel es arquitecto puede ser probado en su
valor de verdad a través de su título profesional; en cambio siempre existirá la posibilidad
que alguien discrepe de mi juicio “Manuel es responsable”.
Además genera la posibilidad de que Inés sea ascendida, estamos declarando que
da gusto trabajar con ella, que es posible esperar de ella el cumplimiento de sus promesas,
etc.
Por último, el juicio afecta la identidad y vida privada de Inés: es de esperar que viva
un período de felicidad por el reconocimiento, que sus hijos y su esposo le organicen una
celebración. En fin, sólo queremos señalar que todo este nuevo mundo no hubiese
acontecido si el juicio no hubiese sido formulado.
Como declaraciones los juicios son un acto enteramente lingüístico, generan una
nueva realidad en los sujetos u objetos afectados por el juicio.
Los juicios son sólo eso... juicios. Pero sin embargo.... ¡¡Qué impacto e importancia le
otorgamos en las relaciones!!!.
Sostenemos que el principal motivo por el cual los seres humanos emitimos juicios es por
nuestra preocupación por el futuro. Desde esta perspectiva podemos entender los juicios
como una apreciación o interpretación de probabilidad de que ciertas observaciones realizadas
en el pasado se repitan en el futuro.
Parte importante del poder de los juicios está en que operan como formas de
“predecir” lo que es posible esperar en el futuro.
Como es posible observar, todo juicio siempre es emitido en el presente, tiene como
inquietud predecir o hacernos cargo del futuro, y se basa en observaciones realizadas en el
pasado. Por esa razón es que decimos que los juicios son “sentencias” que hacemos sobre
alguien o algo, y que tienen carácter de generalidad en el tiempo: fue, es y será así.
Los juicios son una gran herramienta para el diseño del futuro pues nos permiten
apreciar la probabilidad de ciertos acontecimientos. Sin embargo, el problema surge
cuando nos olvidamos que los juicios son sólo probables y no necesarios en su ocurrencia,
en otras palabras, cuando operamos bajo la interpretación que lo que ha ocurrido en el
pasado necesariamente tendrá que seguir ocurriendo en el futuro.
Cuando operamos con los juicios como leyes absolutas se nos cierra toda posibilidad
de cambio, pues asumimos a priori que estamos condenados o atrapados a seguir siendo y
haciendo lo que siempre hemos sido o realizado. Esto es confundir juicios con afirmaciones.
Sostenemos que no existe vínculo de necesidad que haga que lo que sucedió en el
pasado se repita o mantenga inexorablemente en el futuro. Es más, declaramos que a
través del desaprender, el aprendizaje y la innovación podemos realizar nuevas acciones
que no nos eran posible de llevar a cabo en el pasado, y por lo tanto, podemos variar el
juicio que tenemos de nosotros mismos y de los otros.
Vivir bajo la concepción de los juicios como afirmaciones o leyes absolutas “mata” la
posibilidad de transformación personal y organizacional.
Sostenemos que los juicios son uno de los elementos que intervienen en el diseño
del futuro y que nos permiten observar la probabilidad de recurrencia de acciones pasadas.
Sin embargo, junto a ellos el aprendizaje y la innovación nos permiten desafiar esa misma
recurrencia. Por eso es que decimos que los juicios son sólo eso: “juicios”.
“Cuando Juan habla de Pedro, habla más de Juan que de Pedro”. Con esto queremos
recalcar que los juicios siempre hablan más del observador que de lo observado.
Se nos hace difícil encontrar palabras para señalar el poder que tienen los juicios
para generar realidad y afectar la identidad de las personas y organizaciones. Creemos que
a estas alturas es posible escuchar el peso que adquieren las frases de pasillo en las
organizaciones que condenan a Pedro por ser de tal o cual manera, el poder que tienen
sobre el futuro las frases como “su hijo es...”, “yo soy así”, “los demás son...”, “el mundo es
de esta forma”, “usted tiene x meses de vida”, etc.
Sostenemos que dada nuestra inquietud por el futuro, siempre estaremos haciendo
juicios sobre nosotros, los demás y el mundo.
Pero junto a ello proponemos mantener siempre la visión que los juicios son
probables y asumir con seriedad el compromiso social que adquirimos al emitir un juicio:
que sean Válidos y estén Fundados.
Como todas las declaraciones, los juicios son válidos o inválidos dependiendo de la
autoridad que nosotros o la comunidad otorguemos a otros para emitirlos.
Así, por ejemplo, entendemos que dentro de una organización el gerente tiene la
autoridad para emitir un juicio sobre el desempeño profesional de los miembros de su
equipo, que hemos conferido autoridad a los maestros para que emitan un juicio sobre el
desempeño académico de nuestros hijos o al juez hacer el juicio que una persona
representa “un peligro para la sociedad y es declarada culpable”.
Asimismo, muchos problemas surgen en nuestras vidas por el hecho de creer que
tenemos autoridad para enjuiciarlo todo.
Todo juicio implica hacer una comparación de lo juzgado con ciertos estándares o
expectativas de comportamiento. Al señalar que “Inés es una buena secretaria” estamos
comparándola con aquello que nosotros consideramos ser una buena secretaria: atención
al público, buen trato, dominio de computación, manejo administrativo, inglés, etc.
3) El dominio de observación:
Creemos que uno de los factores principales que generan confianza es la capacidad
que tenemos de fundar nuestros juicios en afirmaciones.
Por esa razón, si bien podemos concluir que un juicio está “fundado” para una
persona, puede no estarlo para otra.
Cuando en un grupo nos encontramos con potentes juicios para explicar por qué no
les es posible cambiar, nos delata su resignación. Cuando ante un determinado proyecto,
una persona o equipo emite sus juicios sobre lo interesante que es, las posibilidades que se
abren y los desafíos que se imponen nos delatan sus ganas y compromiso.
En definitiva, los juicios nos enseñan más sobre las personas que los emiten que
sobre los objetos a los que se refieren. Los juicios nos permiten dar sentido a la existencia.
Sostenemos que una de las características principales de los seres humanos es que tenemos
que darle sentido a nuestra existencia: es decir, no sólo actuamos sino que le damos sentido y
valor a lo que hacemos.
La Madre Teresa de Calcuta daba sentido a su trabajo con los niños de la India a
Tanto el valor y el sentido de la vida son juicios o cadenas de juicios (narrativas) que
tenemos sobre nosotros mismos, sobre los demás y sobre el mundo.
Sostenemos, asimismo, que parte importante del grado de bienestar y efectividad que
poseemos se juega en el tipo de interpretación que tenemos de la vida y de lo que hacemos en
ella.
Juicios e Identidad
1) La Inautenticidad:
Se caracteriza por vivir para y de los juicios ajenos. Lo que hacemos es para agradar
a nuestro equipo de trabajo, pareja, padres o para satisfacer las expectativas que otros
tienen sobre nosotros. Nuestra auto-imagen la hacemos depender de las apreciaciones de
los demás.
Bajo este modo de ser la conducción de nuestra vida está depositada en los otros,
nuestro futuro está determinado por fuerzas ajenas a nosotros y, como es imposible
agradar a todo el mundo, vivimos en el sufrimiento, la angustia o el cinismo.
2) La Intolerancia:
3) La Volubilidad:
4) La Autenticidad:
Su reconstrucción lingüística sería algo así: “Aprecio lo que he sido en mis fortalezas y
debilidades y reconozco la posibilidad de aprender e innovar para cambiar. Acepto que mis
juicios son interpretaciones sobre los otros y el mundo”.
Vivir del juicio propio no implica dejar de escuchar la opinión de los otros, pero
supone que una vez que aceptamos un juicio ajeno por considerarlo fundado, lo asumimos
“como si fuese nuestro juicio” y estamos dispuestos a fundarlo.
En muchas ocasiones los juicios que tenemos de nosotros mismos, de los demás o el
mundo son “dichos por nosotros” pero en forma automática o espontánea, es decir, sin
que hayan sido aceptados fundadamente.
“La fea”, “el tonto”, “el gordito”, “el inteligente”, “los hombres no lloran”, “el
desconfiar de todo el mundo”, “el amable”, “el que siempre tiene mala suerte”, etc., son
juicios que probablemente no hemos elegido tener, pero sin embargo vivimos desde ellos.
Juicios y Bienestar.
Siguiendo a Humberto Maturana, postulamos que todo acto humano esta enraizado
en su estructura biológica. Así, decimos que el caminar es posible dada nuestra contextura
corporal, que el ver está enraizado en la biología de la vista, el hablar en la existencia de las
cuerdas vocales y la estructura torácica, entre otras.
El vínculo entre biología y lenguaje nos abre un interesante terreno respecto al tema
Por un lado podemos observar que el dolor es un fenómeno biológico; nos duele el
estómago, el codo cuando nos golpeamos, las muelas, oídos o la cabeza. Por otra parte,
podemos sostener que el sufrimiento es un fenómeno lingüístico; es decir, está vinculado a
las interpretaciones, juicios o conversaciones que mantenemos con nosotros mismos sobre
lo que nos acontece en la vida.
Los padres que sufren porque su hijo estudió teatro, se sostiene en la interpretación
que ellos tienen sobre el mundo artístico, el futuro de su hijo, sus expectativas, el qué dirán,
etc.
El profesional que sufre en su trabajo se sostiene por la expectativa que éste tiene
incumplida, por su sobredimensionada interpretación de la responsabilidad o por
considerar que el mundo laboral es un campo de batalla donde, a fin de cuentas, “pocos
sobreviven”.
Por último, el vínculo entre biología y lenguaje nos permite ver la interrelación que
hay entre conversaciones y salud. Creemos que las conversaciones o interpretaciones que
tenemos sobre lo que nos sucede, impactan en nuestra biología. Para decirlo de una forma
simple, hay interpretaciones y conversaciones que nos enferman.
Esa parte de nuestro ser está en cualquier otro lugar y tiempo, menos “AQUI Y
AHORA”.
Por esta razón es que les insistimos tanto en las prácticas de meditación (en sus
distintas formas). Podemos hacerla con el Centrado que hemos aprendido o cualquier otra
forma que cada uno ya traiga previa al programa. Este es un camino que nos permite
reencontrarnos con el silencio y con la posibilidad de estar plenamente presentes en lo que
estamos haciendo.