L3. Cap 5 La Microeconomía Bernard Guerrien

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LA MICROECONOMIA

Bernard Guerrien*
Email: Bgurrien@aol.com

Este libro está alojado


En formato electrónico y
se ofrece gratuitamente en
www.eumed.net/cursecon/

*
Doctor en Matemáticas y Economía, Profesor de Matemáticas y Microeconomía en la Universidad de Paris I
(Sorbona).
Traductor Carlos Guillermo Álvarez, Profesor Honorario, Universidad Nacional de Colombia, Escuela de
Economía. Primera edición en castellano por Departamento de Economía, Universidad Nacional de
Colombia, Sede Medellín, 1998.
1

INTRODUCCIÓN A LA EDICIÓN ESPAÑOLA

La microeconomía es una de las materias esenciales en los programas


universitarios en ciencias económicas, tanto en Europa como en Estados
Unidos. Es generalmente rechazada por los estudiantes porque otorga un
lugar importante a las matemáticas; con frecuencia estudiantes y docentes
se concentran en los aspectos puramente técnicos, sin dar un lugar
adecuado a reflexiones de fondo sobre las soci
edades consideradas en los
modelos y sobre la significación exacta de los “resultados” logrados.
Incluso se puede afirmar que las matemáticas se han convertido en
obstáculo a la reflexión sobre los problemas de la economía.

Este libro busca presentar, de la manera más simple posible, los


principales modelos y conclusiones de la microeconomía. Evita emplear las
matemáticas, se prueba de cierta manera que éstas no son esenciales para
entender la naturaleza de los modelos considerados. Presentar una teoría
no quiere decir que se aprueba; por el contrario, el objetivo buscado es
en este caso, permitir al lector ejercer su espíritu crítico, con
conocimiento de causa.

Se podrá constatar así que el principal problema al que se enfrenta la


microeconomía, desde el punto de vista de la coherencia interna, es el de
la representación de las relaciones sociales. Efectivamente, para el
microeconomista, la representación de los fenómenos económicos y sociales
se debe deducir de los comportamientos individuales; ahora bie
n, estos
sólo tienen sentido -y acá se incluye el tratamiento matemático- si se
precisa el cuadro en el cual se ejercen, es decir, si se presupone que la
sociedad antecede al individuo. En consecuencia, el individuo no se puede
considerar como si fuera el origen del marco en el que actúa.
En esta obra, y al contrario de lo que hacen habitualmente los tratados
de microeconomía, insistiremos muy particularmente en el marco
institucional que suponen los modelos estudiados. Por lo demás tal marco
es generalmente bien extraño, e incluso muy sorprendente, en el caso de
la competencia perfecta, un modelo privilegiado en microeconomía que nada
tiene que ver con la idea que se tiene usualmente de la “competencia”
incluso “perfecta”. No se está pues lejos de la utop
ía. Ahora, será que
la vocación de la economía política es proponer utopías?
París, marzo 25, 1998
141

CAPITULO 5
LA TEORÍA DE JUEGOS

La teoría microeconómica tradicional toma como punto de


partida los individuos aislados cuyo proceder no tiene en
cuenta, evidentemente, a “los otros”. Este tipo de
comportamiento se mantiene en el modelo de competencia
perfecta, que supone la existencia de un “gran coordinador
-
organizador”, el subastador.

Sin embargo, cuando se sale del cuadro muy particular de este


modelo, se está obligado a considerar comportamientos de tipo
“estratégico”, es decir, una situación en la cual los
individuos o la menos algunos de ellos son conscientes de la
existencia de otros y tienen en cuenta el establecimiento de
sus planes. Nos hemos encontrado por lo demás con tales
comportamientos en el capítulo anterior donde pasamos del
caso simple del monopolio el único “consciente “ frente a
demandantes “pasivos” a uno de mucho mas complejo, de
relación bilateral sin intermediario, pasando por el caso
intermedio del duopolio en donde se presenta también la
intermediación.

Ahora, desde la década del cuarenta, bajo el impulso de un


cierto número de matemáticos, con John von Neumann (1903
-
1957) a la cabeza, y economistas, entre los cuales se
encontraba Oskar Morgenstern (1909-1977), se constituyó una
nueva teoría cuya ambición es modelar las interacciones entre
las elecciones de los individuos, que eran conscientes de
tales interacciones, al contrario de lo que sucede con la
competencia perfecta, que es pues un caso muy particular.
142

Los juegos de sociedad constituyen un ejemplo tipo y depurado


de las elecciones conscientes interactivas; tal teoría se
denominó teoría de juegos , nombre que se ha mantenido a pesar
de que se aborda todo tipo de situaciones, a tal punto que
para algunos, la teoría de juegos tiene por meta dar cuenta
del conjunto de temas tratados por las ciencias humanas, o al
menos los que tienen que ver con comportamientos racionales.
En este capítulo vamos a dar un vistazo a esta teoría, los
problemas que examina y la forma como la microeconomía la
emplea.

1. LAS SITUACIONES DE JUEGO.

Existe una situación de juego cuando dos o más individuos


buscan relacionarse. Evidentemente tal situación puede tomar
las formas más diversas, y para avanzar en la reflexión es
necesario ser más precisos, especialmente en lo referido al
marco en el cual los individuos interactúan las reglas del
juego, la información disponible por los jugadores y sus
tipos de comportamiento, que puede ser mas o menos
cooperativo.

a)Juegos y cooperación.

Todo juego supone reglas y, evidentemente, su ac


eptación por
los participantes situación postulada y no verdaderamente
explicada lo que impone una restricción a priori a la
elección hecha por los jugadores. Dicho de otra manera, todo
juego supone un consenso mínimo de los participantes. Esta
observación es particularmente cierta en el caso de los
143

modelos microeconómicos donde el énfasis se coloca sobre las


relaciones de intercambio, con beneficio mínimo, excluyendo
todo tipo de violencia. De esta manera, en competencia
perfecta, existe un consenso de los agentes para aceptar la
mediación del subastador.

Todo juego, y todo modelo microeconómico, supone pues un


nivel mínimo de cooperación, necesario para la vida en
sociedad. Evidentemente la cooperación puede perderse y no
estar presente al momento de tomar decisiones l
os individuos.
Es así como estos pueden procurar entenderse o buscar la
conformación de coaliciones, de manera que se impongan las
soluciones que se consideren preferidas para todos sí se
compara con el resultado de la ausencia de entendimiento.

Sin embargo, las soluciones de tipo cooperativo presentan


problemas esenciales al microeconomista:
? Son generalmente indeterminadas es decir, no únicas ya que
se deja abierta la cuestión del reparto de los frutos de
la cooperación entre los jugadores;
? Con frecuencia no son “estables” en la medida en que
ciertos jugadores si no todos tienen interés en apartarse
de la solución.

Por lo demás ya hemos mencionado estos problemas en el


capítulo anterior cuando tratamos el duopolio de Cournot;
ahora, lo volveremos a encontrar mas adelante cuando se
mencione el “dilema del prisionero” y el asunto de los
juegos repetidos.

Frente a tales dificultades, el microeconomista privilegia


las soluciones no cooperativas , que resultan de la aplicación
144

estricta del principio de cada uno para sí mismo. Tal


principio corresponde, después de todo, a su procedimiento
usual según el cual supone que cada hogar maximiza su
utilidad y cada empresa buscar obtener el mayor beneficio
posible.
En consecuencia en este capítulo vamos a tratar
exclusivamente el caso no cooperativo; ahora, de todos modos
tendremos con frecuencia la ocasión de constar que el
problema de la cooperación es de alguna manera inevitable; el
microeconomista, y más generalmente el teórico de juegos no
puede economizar pues una reflexión sobre el asunto.

b) Juegos e información.

Como el estudio de los modelos en competencia perfecta e


imperfecta nos lo ha mostrado, la información disponible por
los individuos juega un papel esencial en el momento de tomar
sus decisiones. En la medida en que se suponga que cada uno
es consciente de la existencia de los otros, esta información
puede referirse no sólo sobre las diversas salidas del
“juego” y de sus ganancias asociadas sino también sobre el
comportamiento con sus funciones de utilidad del conjunto de
participantes. Si este es el caso, se dice que se está en
presencia de un juego con información completa . En tal juego,
en donde cada participante se puede colocar en lugar del
modelador, siempre sabiendo que los otros harán lo mismo, se
dice que las salidas, las ganancias y las características de
los jugadores son conocimiento común . Hemos ya mencionado una
situación similar en el capítulo anterior, cuando tratamos
las conjeturas racionales.
145

Al contrario, en los modelos de competencia perfecta o del


duopolio de Cournot, los individuos no procuran saber mas los
unos sobre los otros; existe entonces, mas que una
información incompleta, una restricción al nivel de su
racionalidad, que se traduce en una especie de pasividad de
su parte.

Sea lo que sea, la hipótesis sobre información completa


representa un papel esencial en teoría de juegos; Veremos,
además, al final del capítulo, los delicados problemas que
surgen cuando esta hipótesis es subestimada así sea
ligeramente.

c) Sobre la importancia del orden de los golpes.

Entre las reglas del juego existe la del número y la del


orden de los “golpes”. Estos pueden ser anuncios del precio,
ofertas o demandas de cantidades, decisiones de producción,
etc. y darse simultáneamente en el tiempo o sucesivamente.
Todo depende del problema estudiado, pero también de la
decisión que tome el modelador; la decisión es importante ya
que tiene una gran influencia en el “resultado” del juego. Un
ejemplo simple permite comprender porqué.

Consideremos el caso de dos compañías A y B que se lanzan en


la producción de televisores con imagen de alta definición,
después de haber diseñado normas técnicas diferentes; los dos
tienen interés en que exista sólo una norma, y cada uno
prefiere evidentemente la suya, aún si pudiera producir
aparatos de acuerdo con las normas del competidor. En tales
condiciones si se supone que A “juega primero”, pues su
146

producción tomó la delantera sobre la de B, entonces B só


lo
puede adoptar la norma de A las ventas y los programas
disponibles no son suficientes para que coexistan con
utilidades aparatos con las normas A y B. La “solución” del
juego es que las dos empresas producen según la norma
desarrollada por A.

Esta solución es, evidentemente, muy sensible a la hipótesis


sobre el orden de los golpes; si se hubiera adoptado el
supuesto de que B tomaba la delantera, entonces nos
enfrentaríamos a una solución diametralmente opuesta en donde
es B quien impone la norma y A tiene que adoptarla también.
Notemos que este modelo, bastante simple, describe una
solución “a la Steckelberg” (cf. 4.2) en la cual la empresa
que produce primero juega el papel de director y el otro
tiene que seguirlo.

Queda por examinar el caso de los golpes simultáneos en el


cual ninguna empresa logra una ventaja sobre la otra; no hay
acá “solución” que se imponga de manera evidente ya que si A
y B deciden producir según su propia norma, las dos van a la
quiebra por ventas insuficientes; por que una habría de
plegarse a las condiciones de la otra? Se podría vislumbrar
que las dos empresas lleguen a un acuerdo del siguiente tipo:
A acepta producir según la norma de B, si esta se compromete
a entregarle una parte de los beneficios que resulten de la
existencia de una norma común. Ahora, si esta fuera la
determinación aparece un problema de credibilidad: ¿por qué B
cumpliría su compromiso si no hay nada que la obligue?
Sabiendo esto A no puede aceptar el acuerdo. Evidentemente
siempre es posible apelar a un sistema de sanciones , pero en
tal caso la naturaleza del juego cambia porque no puede
147

mantener esta solución sin un tercer agente encargado de


vigilar la ejecución de los contratos y de aplicar sanciones
si fuera necesario. Cuáles serían las motivaciones de este
nuevo “jugador”? Cómo evitar que no sea corrompido por una u
otra empresa, con todas las posibilidades de sobre
-ofertas
que ello supone? Frente a tales cuestiones, insolubles en el
marco fijado, los teóricos de juegos adoptan por lo general
una posición prudente vislumbrando apenas acuerdos que sea
n
“auto-ejecutorios”, es decir, tales que ningún participante
tenga interés en no respetar, bajo el peligro de ver
disminuir sus ganancias.
Esta forma de mirar el asunto presenta la ventaja de la
simplicidad; ahora, tiene el inconveniente de dejar sin
“solución” evidente juegos como el que mencionamos antes, en
donde dos empresas deben decidir simultáneamente sobre la
norma a emplear.

d) Acciones y estrategias.

Todo modelo de juego necesita que se precise el dominio de


elección de cada uno de los participantes, es decir, del
conjunto de acciones a su disposición, pues la solución de un
juego puede cambiar radicalmente según el tipo de acción
vislumbrada, como lo prueba el caso del duopolio en su
versión Cournot donde las acciones se toman sobre las
cantidades y en su versión Bertrand donde las acciones se
toman por los precios.

En tanto conozcan las acciones que se les “permite”, lo mismo


que las reglas del juego y el orden de los golpes, los
jugadores pueden establecer planes de acción, denominados
148

estrategias, que consideran todas las eventualidades


posibles. Evidentemente, si el juego tiene un solo golpe, con
decisiones simultáneas, las acciones y las estrategias se
confunden.
Por fuera de tal caso, las estrategias son condicionales, en
tanto deben considerar todas las acciones posibles en
diversas oportunidades. Así, en nuestro ejemplo sobre la
producción con la selección de una norma, donde la empresa A
actúe primero y B sea la segunda, las estrategias de esta
última son:

? Si A adopta su norma, adopto también esta norma


? Si A adopta su norma, adopto mi propia norma
? Si A adopta mi norma, adopto también mi norma
? Si A adopta mi norma, adopto su norma.

Las estrategias de B son pues 22 = 4; de manera más general,


se puede mostrar que el número de estrategias aumenta de
manera exponencial con el número de golpes , la base del
exponencial está dada por el número de acciones a disposición
de los jugadores. Ahora, como en el caso de información
completa, la racionalidad exige que cada jugador establezca
la lista de todas las estrategias a su disposición, con el
fin de escoger la “mejor” de ellas; si el número de golpes o
de jugadores o de estrategias supera algunas unidades, las
situaciones se tornan extremamente complejas, en razón de la
diversidad de interacciones posibles, sobre todo si los
participantes son conscientes del asunto. Es una de las
limitaciones de la teoría de juegos, lo que explica por que
esta se reduce en la mayoría de las ocasiones, al estudio de
modelos con uno o dos golpes, con un número restringido de
149

estrategias incluso si los tipos de situaciones posibles lo


mismos que las “soluciones” que se les puede asociar son muy
diversos.

2. EL EQUILIBRIO DE NASH.

A cada conjunto de estrategias denominado con frecuencia


combinación de estrategias , que es una por jugador, se le
asocia una salida del juego, caracterizada por las ganancias
expresadas en forma de números que le toca a cada uno. Entre
estas salidas puede haber unas más “interesantes” que otras,
por ejemplo las que “reportan más”. Sin embargo, cono regla
general, la mayoría de las salidas, si no la totalidad, no
son comparables entre ellas en el sentido que el paso de una
a otra se traduce en un aumento de ganancias para unos y una
baja para otros. No se puede pues aplicar el criterio de
Pareto y, con mayor razón, no se puede decir que una de ellas
es “superior” a todas las otras, según este criterio, salvo
un caso muy particular.

Frente a la ausencia de una clasificación de las salidas que


logre la unanimidad de los participantes, los teóricos de
juegos adoptan un punto de vista mas limitado, que se puede
calificar de “local” en el sentido de estudiar separadamente
cada una de las salidas y las combinaciones de estrategias de
las cuales ellas son el resultado; se le acuerda un estatuto
privilegiado a las que son de “equilibrio”, esto es a las que
los individuos, tomados uno a uno no tienen interés en
desechar -es típico de una situación en la cual “nada se
mueve”-. Porque el matemático John Nash estableció un
importante resultado en 1950 sobre la existencia de
150

situaciones de este tipo, se habla entonces de la existencia


de equilibrios de Nash.
Así, por definición, se dice de una combinación de
estrategias (una por jugador) que está en equilibrio de Nash
si ningún jugador puede aumentar sus ganancias por un cambio
unilateral de estrategia . Con frecuencia se identifica, por
abuso del lenguaje y sin que ello tenga consecuencias, un
equilibrio de Nash con la salida que le corresponde.
En la definición del equilibrio de Nash el adje
tivo
“unilateral” ocupa un lugar esencial, en tanto ello traduce
el carácter no cooperativo de las elecciones individuales (el
“cada cual para sí mismo”). Así es bastante posible que en un
equilibrio de Nash la situación se puede mejorar para todos
por medio de un cambio simultáneo de estrategia por parte de
varios jugadores. Volveremos sobre este importante punto
cuando nos referimos a la eficiencia del equilibrio de Nash.

a) Importancia y límites del equilibrio de Nash.

El equilibrio de Nash ocupa un lugar central en la teoría de


juegos; constituye de alguna manera una condición mínima de
racionalidad individual ya que, si una combinación de
estrategias no es un equilibrio de Nash, existe al menos un
jugador que puede aumentar sus ganancias cambiando de
estrategia, y en consecuencia, ésta se puede considerar
difícilmente como una “solución” del modelo en la medida en
que el jugador interesado en cambiar descarta su elección,
después de conocer la de los otros.

Ahora, el recíproco de esta proposición no es generalmente


verdad: si un juego admite un equilibrio de Nash no existe
151

una razón a priori para que éste aparezca como la “solución”


evidente, que se impone a los ojos de todos los jugadores.
Ello al menos por una razón: con frecuencia los juegos
admiten varios equilibrios de Nash, como se constata en el
ejemplo de dos que han diseñado normas diferentes de emisión
para la televisión. En efecto, la pareja de estrategias:

(A adopta la norma A, B adopta la norma A)

es un equilibrio de Nash del modelo en tanto A evidentemente


no tiene interés de cambiar de estrategia habida cuenta la
elección de B; este tampoco ya que la coexistencia de dos
normas diferentes es el caso más desfavorable para las dos
empresas.

Ahora, la pareja de estrategias:

(A adopta la norma B, B adopta la norma B)

es de igual manera un equilibrio de Nash, como se puede


verificar de manera inmediata. Ninguno de estos dos
equilibrios aparece como una solución evidente porque A
prefiere la primera ya que impone su norma y B la segunda,
por iguala motivo. Se deduce la posibilidad de que cada uno
escoja producir según su propia norma, pensando que el otro
lo seguirá, con el resultado de una salida que no es de
equilibrio, pues es mala para todos. Se encuentra la cuestión
central para el microeconomista, la coordinación, propuesta
en el marco de juegos, pero igualmente no resuelta por éste
mismo marco.
152

b) Equilibrios de Nash ante condiciones mas restrictivas.

El problema de la multiplicidad de equilibrios de Nash, en un


juego dado, es indudablemente la principal fuente de
preocupación para los teóricos de los juegos, que han buscado
su solución considerando, por ejemplo, que ciertas elecciones
no son completamente “razonables” o “creíbles”. De tal
manera, si retomamos nuestro ejemplo, pero con un orden
preestablecido en los golpes (digamos, A “juega” primero y B
después), entonces nos encontramos en presencia de los dos
mismos equilibrios, pero ahora uno de ellos es poco
“creíble”, el que A y B adopten la norma de B. En efecto, no
se ve por que A tomaría tal decisión ya que tomó la
delantera; es cierto que B puede esgrimir una amenaza: “pase
lo que pase, produciré con mi propia norma” y que, si tal es
el caso A tendría interés en producir según la norma B por
ello hay un equilibrio. Pero, será que A tomará en serio la
amenaza de B?
Se puede dudar porque, si A decide producir según su propia
norma sería suicida por parte de B poner en ejecución su
amenaza, lo que provocaría la ruina de A, pero también la
suya. Sabiendo eso, A actuará de distinta manera. En
consecuencia, existen un de los equilibrios de Nash que se
impone como solución:

(A produce según la norma A, B según la norma A).

Se dice de tal solución, en donde el orden de los golpes


estipulado con antelación juega un papel importante, que es
un equilibrio perfecto; esta solución comporta elementos de
los equilibrios de Nash, haciendo intervenir elementos
suplementarios.
153

Notemos, además, que la hipótesis de información completa


juega un papel esencial; A debe estar “seguro” que B actuará
como se previó ya que, si existe el más mínimo riesgo de que
no fuera así y que B cumple con su amenaza, entonces la
decisión no es tan evidente. Por ello el interés de B de
forjarse una reputación del tipo que “no cede jamás”; no
obstante, hay que entrever por ello opciones sucesivas y, en
consecuencia, juegos repetidos , como lo veremos mas adelante.
En el caso donde se presenten varios equilibrios con
decisiones simultáneas, donde ninguna de ellas sea superior a
la otra según el criterio de Pareto, ciertos teóricos de los
juegos han propuesto la siguiente solución: los participantes
se ponen de acuerdo para la selección a la suerte de uno de
los equilibrios, lo cual se evita la indeterminación y se
elude también la realización de salidas “peores”, como
aquella de cada uno producir según su propia norma.
Esta solución, que es todavía un equilibrio de Nash, se
denomina un equilibrio correlacionado . Notemos que esta
solución supone una cierta forma de colaboración, que es el
acuerdo previo sobre el principio de tirar a la suerte los
equilibrios y sobre el procedimiento de azar empleado hay que
darle la misma probabilidad a todos los equilibrios o hay que
atribuirles probabilidades diferentes?.
A pesar de existir un cierto acuerdo sobre el procedimiento a
emplear, de todas maneras se está en presencia de una
solución no cooperativa, en el sentido en que nadie tiene
interés en apartarse unilateralmente, porque la salida
retenida es un equilibrio de Nash.

c) Equilibrio de Nash y optimalidad.


154

Otro de los límites esenciales del equilibrio de Nash en


tanto “solución” de un juego, reside en el hecho que tal
equilibrio es con frecuencia subóptimo, en el sentido de
Pareto. Ya hemos constatado con el equilibrio de Cournot -
denominado de Cournot-Nash por los microeconomistas-, donde
la filosofía del “cada uno para sí mismo” conduce a una
salida en la cual los beneficios son menores que si hubiera
acuerdo entre los duopolistas. Sin embargo, tal acuerdo no es
de equilibrio en la medida en que cada cual tiene interés de
no respetarlo si el otro lo respeta. Este tipo de situación
es muy corriente: pensemos en el agricultor que enfrenta
cuotas de producción que le son impuestas a él y a todos los
agricultores con el fin de evitar el desplome de precios y
que, además, busca sobrepasarlas para beneficiarse de los
precios favorables originados en la existencia misma de estas
cuotas; pensemos también en los bienes colectivos
infraestructuras, ambiente y condiciones de vida que todo el
mundo desea aprovechar, pero escapando a su financiación, en
el caso de existir una cotización voluntaria. Es el mismo
caso de las barreras proteccionistas con las cuales cada país
desea rodearse, pero buscando exportar el máximo. Existen
tantos ejemplos de este tipo, que se podría decir que
ocultarían la mayoría de las relaciones sociales si estas se
redujeran a la filosofía de “cada uno para sí mismo”.

Se ha tomado la costumbre por parte de los teóricos de


juegos, lo mismo que por parte de sociólogos, economistas
etc. de ilustrar este tipo de situación empleando una
“pequeña historia” propuesta por A.W. Tucker y que llamó el
dilema del prisionero que se puede resumir de la siguiente
manera.
155

Dos individuos sospechosos de haber cometido un robo son


detenidos por al policía que los lleva ante el juez, el cual
los interroga separadamente. Cada uno puede callar o
denunciar a su cómplice; los dos se encuentran ante las
siguientes posibilidades:

? Callar y salir libre si el otro hace lo mismo;


? Callar y ser condenado si el otro escoge denunciarlo;
? Denunciar al otro y salir libre, ganándose una recompensa
si el otro se calla;
? Denunciar al otro y quedarse en prisión por un tiempo si
el otro decide de la misma manera la delación.

Se constata fácilmente que el único equilibrio de Nash


consiste en una denuncia mutua, lo que evidentemente es
subóptimo ya que los dos sufren una condena, en tanto que si
se hubieran callado habrían sido liberados. No obstante este
equilibrio es “robusto” en el sentido en que la estrategia de
acusar al otro es dominante cualquiera que sea la elección
del otro, la denuncia le procura una ganancia superior.
Notemos que acá hay un dilema porque cada cual toma su
decisión sólo considerando sus propios intereses y sabiendo
que el otro actúa de la misma manera. Incluso, aceptando que
los dos individuos se puedan comunicar previamente, no cambia
nada la cosa, ya que al momento de escoger la estrategia
dominante, “denunciar al otro” se impone. El problema no está
pues en la posibilidad de comunicarse o no antes de tomar
una decisión, sino más bien en la existencia de acuerdos
obligatorios cuyo incumplimiento implica sanciones y de
instituciones que velen por su aplicación, las cuales son
difíciles de introducir en el ejemplo que nos ocupa.
156

El dilema del prisionero, o más exactamente las situaciones


que representa, crean un problema fundamental al
microeconomista, porque queda claro el hecho de las
decisiones racionales por parte de individuos puede conducir
a una “solución” -equilibrio- poco satisfactoria, es decir,
subóptima por tanto “colectivamente irracional”. De ahí las
numerosas tentativas de los teóricos de los juegos para salir
de este “dilema”, pero siempre preservando el principio según
el cual cada cual sólo busca su propio beneficio, es decir,
maximizar sus ganancias. Entre estas tentativas, el recurso a
los juegos repetidos , ocupa un lugar importante.

3. JUEGOS REPETIDOS

Los juegos empleados hasta ahora son “resueltos” de la


siguiente manera: cada uno anuncia la estrategia que ha
seleccionado, de tal manera que se impone una de las salidas,
con la correspondiente distribución de ganancias; acá termina
el asunto. Si ninguno de los jugadores rechaza su elección,
después de constatar la de los otros , entonces existe un
equilibrio de Nash.
El hecho de que “todo se arregla en una sola oportunidad” es
evidente incómodo, sobre todo si la salida retenida es sub
-
óptima. De acá se desprende la idea de juegos repetidos, que
permitiría evitar semejantes salidas, para el bien de todos.
Cómo no pensar en un proceso de ajuste, con una corrección
progresiva de los errores, hasta lograr una salida “óptima”?
En efecto, y como es frecuente cuando se desea traducir a una
forma matemática lo que parece tener un “buen sentido”, la
modelación de tal proceso no es evidente, particularmente en
157

el marco de la teoría de juegos. Efectivamente, para que la


modelación pueda determinar cuales son las preferencias
racionales, debe precisar la información que tiene cada uno
sobre las salidas del juego y también sobre el compor
tamiento
de los otros y las reglas del juego por ejemplo, orden y
número de los golpes.

Ahora, puede no existir problemas de aprendizaje en el marco


de una información completa empleado hasta el presente, en
tanto los jugadores tienen una “visión de conjunto” del juego
repetido y de todas sus etapas posibles y se encuentra, por
tanto, en una situación parecida a la del juego simple en el
cual éstos sólo tienen que determinar su estrategia “óptima”.
De la misma manera existe un equilibrio de Nash si e
s cierto
que las estrategias retenidas para un juego repetido, en
ocasiones denominado superjuego, no hacen arrepentir a ningún
jugador de la decisión tomada.

Sin embargo, incluso si en una situación con información


completa, ningún juego repetido difiere fundamentalmente de
juego normal, conviene subrayar que presenta ciertas
características propias: de un lado, su número de estrategias
aumenta exponencialmente con el número de veces que se repita
el juego y permite vislumbrar una gran diversidad de
situaciones; por otro lado tal salida conduce a la situación
de introducir el concepto de amenaza, que de hecho resalta
muy bien el carácter condicional de las estrategias “si él
hace esto, yo respondo con aquello”, pero también condiciona
la idea básica del equilibrio de Nash: toda desviación
unilateral por parte de un jugador implica una sanción por
parte de los otros, o de algunos de ellos, sin que se tenga
que recurrir a una instancia externa.

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