Control de Lectura 12
Control de Lectura 12
Control de Lectura 12
Una de las características más criticadas de la macroeconomía moderna tiene que ver con el
comportamiento que el sujeto desempeña en la economía. Esta eleva su racionalidad al punto
de volverse distópica y absurda, ya que busca de alguna manera que el mismo se muestre
siempre tomando las decisiones más óptimas que pueda, contando con una información y una
capacidad de procesarla privilegiada.
De esta forma la macroeconomía neoclásica moderna logra obtener el equilibrio que tanto
busca. Sin embargo, este efecto forzado, provoca una subversión de la relación natural entre
medios y fines desplazando lo que es el fin de la economía (conseguir el equilibrio) colocando
al sujeto “hommo economicus” como un medio para ello. Esto desnaturaliza abiertamente el
estudio de los asuntos macroeconómicos, cuyo objetivo no puede ser otro que el análisis
cuidadoso de los medios necesarios para lograr una vida humana buena.
La macro micro-fundadada está construida sobre una firme base lógica regida por fundamentos
matemáticos, donde no se tienen en cuenta los problemas sociales de gran envergadura. Esto se
debe a que a partir de ella se construyó una versión ideal de los individuos, para que estos encajen
como piezas de un rompecabezas en el modelo de equilibrio general. Debido a este exceso de
simplicidad e individualismo desmedido, es que esta corriente económica, no puede estudiar de
manera adecuada los problemas de coordinación entre agentes económicos y se dejan de lado
cuestiones de vital importancia como los problemas ambientales y otros tantos que afectan a la
sociedad en su conjunto, ya que, para estos modelos, el mercado ya determinó lo que es mejor
para la sociedad.
Para ello, el pensamiento económico exige que los mercados sean analizados desde una
perspectiva humanista, esto significa poner a los mercados al servicio de la gente y no a la
gente a merced de la “verdad”, es decir, del mercado quien procesa toda la información y
donde se encuentra la absoluta verdad. Al hablar de una macroeconomía humanista, cabe
destacar, que no significa en absoluto, desconectar la potencialidad enorme que ofrecen los
avances científicos y tecnológicos para progresar en los conocimientos de la disciplina.
La política fiscal tiene que adaptarse al imperativo de los derechos humanos como un
medio se adapta a un fin. Esto no significa que la política económica tiene que ser
diseñada por los especialistas del derecho; lo que la consideración explícita de los
derechos humanos ayuda a definir, son los límites que la autoridad tiene que respetar en
el campo discrecional del uso de políticas macroeconómicas. El nivel de desigualdad de
riqueza y de ingresos aceptable en una sociedad es parte esencial de este debate sobre los
derechos humanos, que la economía está llamada a reconocer como marco normativo del
estudio de políticas macroeconómicas alternativas.
Los derechos humanos, por ejemplo, definen un parámetro normativo que la teoría
macroeconómica debería tener particularmente en cuenta en el tratamiento de la política
fiscal. Sin embargo, las medidas fiscales de "austeridad", surgidas del pensamiento
macroeconómico moderno, muestran la absoluta desconexión entre estos dos campos
íntimamente ligados. Esta situación de desprecio por parte de la macroeconomía de una
cuestión intrínsecamente normativa, no puede tomar a nadie por sorpresa habida cuenta
de la ilusión positivista que acompaña a la disciplina desde, por lo menos, la entronización
del ensayo de Lionel Robbins en la década de 1930, donde se proclama que la economía
"positiva" debe permanecer siempre libre de todo juicio de valor, con la sola excepción del
valor de la eficiencia.
La macroeconomía que subraya un equilibrio general que subraya las ventajas definitivas, a largo
plazo, de la libertad poco menos que absoluta de los mercados locales y globales con respecto a
cualquier nivel de planificación económica, mostró de manera trágica su categórica inutilidad a la
hora de enfrentar con decisión una crisis humanitaria: el combate con el covid19 mostró
rápidamente ser de naturaleza colectiva y de corto plazo. De esta manera resulta evidenciable que
el equilibrio categórico del que la macroeconomía neoclásica moderna se jacta, puede ser
altamente eludido por no considerar eventos extraordinarios (es decir de naturaleza aleatoria) los
cuales pueden cambiar las reglas del juego y romper con el equilibrio antes mencionado.
Lo que cabe destacar de ello es que pensar en que el equilibrio es en si mismo un fin, el cual no
siempre debe darse sino más bien ir sorteando las adversidades que la perplejidad acontece.