Litera Latina

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I BieiilOTECl POPULAR I

= Estante .
| Tabla . ¿/ |
1 Número I
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C U R S O

L I T E R A T U R A LATINA,
D. FÉLIX PEREZ MARTIN,
CATEDRÁTICO QUE FUÉ DE LA ASIGNATURA EN LA UNIVERSIDAD
DE VAl_L.AOOL.ID.

CORREGIDA POR

D. J U A N O R T E G A Y RUBIO,

HIJO POLÍTICO DEL AUTOR Y CATEDRÁTICO DE HISTORIA UNIVERSAL


EN L A MISMA UNIVERSIDAD.

ffiUDTECAPOPÜUfl

V A L L A D O L I D .
Imprenta, L i b r e r í a Nacional y Extranjera de H i j o s de HodrigueZ,
LIBREROS DE LA UNIVERSIDAD Y DEL INSTITUTO.

1882.
Exercenda est etiam memoria ediscendis ad verbum quam
plurimis et nostris scriptis et alienis. C i c . de orat, l i b . 1, c. x x x i v .
Sed omnis loquendi elegantia, quamquam expolitur scientia
lifcterarum; tamea augetur legendis oratoribus ac poetis. C i c . de
orat, l i b . 3, c. 10.
Habet tamen omnis eloquentiaaliquid commune: i d imitemur;
quod commune est. Quint. l i b . x , c. II.
Á LOS SEÑORES CATEDRÁTICOS

LITERATURA LATINA
E s propiedad, y está hecho
el depósito con arreglo á las
disposiciones vigentes.
fRÓIGGfl OE IA PRIMERA EBfGfBN.

Dos años hacia al principiar el presente curso, que habia desis-


tido del proyecto de escribir u n tratado de literatura latina, cuando
el deseo de complacer á u n amigo y c o m p a ñ e r o me hizo tomar la
pluma para formar algunos apuntes sobre una obrita escrita por
aquel y que yo habia adoptado de texto.
E m p e c é por ensayar las lecciones que me parecía debian prece-
der á todo: c o n t i n u é otras, para facilitar mis explicaciones en la
cátedra, y combinados en ñ n todos mis materiales al medio ya del
curso, me hallé con un trabajo, que á pesar del esmero, bien sé que
debería guardarse i n annum nonum. A s i lo tenia resuelto, y asi lo
hubiera verificado, si algunos amigos no me hubiesen disuadido,
haciéndome ver l a notoria necesidad de un texto completo metódico
y exacto.
B i e n conozco que es una publicación precipitada; que adolecerá
de dureza y desaliño en el estilo; que serán largas algunas lecciones;
y otras no muy bien tratadas etc. etc.
Pero la precipitación y l a falta de lima, debo esperar, que serán
disimuladas, en obsequio al deseo de proporcionar u n texto acomo-
dado á l a necesidad de la enseñanza.
En varias lecciones, es verdad que me he estendido, y á veces
demasiado, olvidando aquello de Scauro, non minorem esse v i r t u k m
scire desinere, quam scire dicei'e; pero siendo poco lo que en caste-
llano se ha escrito determinadamente sobre literatura latina, y no
VIII
teniendo todos facilidad de leer libros extranjeros, he preferido ser
largo, aun con peligro de difuso, á privar á los estudiosos de ciertas
noticias, á m i juicio, interesantes.
A d e m á s de que, con la dirección de los maestros, será fácil á los
discípulos entresacar lo de mas importancia; asi como en otras lec-
ciones, si se echa algo de menos, p o d r á n los profesores suplirlo;
puesto que á veces se indican solamente ciertas ideas, cuya esplica-
cion es mas propia de otra asignatura. A s i por ejemplo, se omiten
las varias acepciones de las palabras literatura y arte, ya se las con-
sidere de una manera general, ya de otra especial; ya como estudio,
y a como objeto de ese mismo estudio, ya como su resultado; y a en
fin en otro cualquiera sentido, todo lo cual se esplica en l a litera-
tura general.
T o d a l a materia va distribuida en el n ú m e r o de lecciones á
que he podido arribar en los cinco cursos que he esplicado esta
asignatura.
E n lo demás, he procurado ajustar la historia literaria á l a po-
lítica, mostrando su m ú t u a influencia en toda l a d u r a c i ó n de la an-
tigua E o m a y su imperio: t a m b i é n he tocado, aunque ligeramente,
la edad media y los siglos siguientes hasta el ú l t i m o pasado.
S i m i trabajo es bien recibido, cuidaré de mejorarlo; si no, me
q u e d a r á la satisfacción de haber escitado á otros á que publiquen
alguno mejor, con aquellos tan conocidos versos de Horacio al final
de la epíst. 6.a del libro 1.°:

V i v e , vale: si q u i d novisti rectius istis,


Oandidus i m p e r t í ; si non, bis utere mecum.
PRELIMINARES,

LECCION PRIMERA.

I.0 l i t e r a t u r a en g e n e r a l . — 3 . ° l i t e r a t u r a latina.—
3.° Olyeto de esta asigrnatura.—I.0 S u r e l a c i ó n con
las d e m á s . — 5 . ° Utilidad de su e s t u d i o . — 6 . ° Conoci-
mientos q u e delben precederle.

PRIMERO. Literatura es el arte de espresar l o bello por medio


de l a palabra. Otros la definen; l a ciencia que enseña los principios
teóricos de las composiciones literarias, asi en prosa, como en verso.
Pero l a literatura será ciencia en la parte filosófica, arte en l a pre-
ceptiva, y ciencia y arte en l a histórica, es decir: que abraza tres
partes. L a 1.a esplica l a i n t e r v e n c i ó n é influencia que tienen las fa-
cultades del alma en l a formación y r e p r o d u c c i ó n del bello ideal;
la 2.a enseña las reglas que deben seguirse en esta r e p r o d u c c i ó n por
medio de l a palabra; y l a 3.a examina y estudia lo bello reprodu-
cido ó realizado y a por los escritores, para rectificar y mejorar
el gasto con l a imitación de los buenos modelos, recorriendo los d i -
versos grados de progreso, perfección y decadencia, y las varias v i -
cisitudes que l a civilización y las letras sufren m ú t u a m e n t e según
los tiempos y circunstancias. L a s dos primeras partes pertenecen á
— 2 —
la asignatura de literatura general, y l a 3.a ú n i c a m e n t e h a b r á de ser
objeto de nuestras tareas (1).
2. ° L a literatura latina será la espresion de lo bello por me-
dio de las palabras propias de la lengua del L a c i o . L o s escritos lati-
nos de todos los tiempos y en especial los del siglo de Cicerón y A u -
gusto están llenos de belleza de todo género, ya los consideremos en
su conjunto, ya entremos en el exámen minucioso de sus partes. E n
ellos encontramos t a m b i é n reproducido con ventajas, cuanto bue-
no contienen las composiciones literarias de los griegos. L o s latinos
supieron imitarlos tan felizmente, que aun cuando en gran parte su
literatura sea una éopia de la griega, es sin embargo una copia aca-
bada, en donde sobresalen el arte y regularidad, y se descubren
aquella grandeza y majestad que constituyen el c a r á c t e r de R o m a .
N o obstante, las dos literaturas reflejando perfectamente el génio,
carácter y civilización de su respectivo pueblo, forman reunidas un
solo cuerpo: la una completa y esplica la otra; de manera que sien-
do l a latina una c o n t i n u a c i ó n de la griega, si esta es superior en l a
poesía d r a m á t i c a y en las ciencias, l a latina lo es en la elegía y en
la sátira, en el género epistolar en verso y en prosa, y en la juris-
prudencia. (2)
3. ° E l objeto de esta asignatura es conocer y apreciar las be-
llezas de los escritores latinos, y la influencia que sus obras han
tenido en el desarrollo del ingenio humano y en la civilización de
los pueblos. P a r a esto se divide en dos ramas principales: la una
esterior ó sea historia literaria, y l a otra interior ó sea historia de
la literatura. L a interior examina la faz i n t r í n s e c a de las ciencias y

(1) Suelen usarse también las espresíones de buenas ó bellas letras, letras Immanas
y humanidades. Se dicen buenas letras, porque su estudio debe ir basado en la virtud,
para que produzca frutos saludables: bellas, porque cultivan el ingenio y embellecen el
alma; humanas ó humanidades, ya para distinguirlas de las divinas, ya porque perfec-
cionan lo que es propio de la naturaleza humana, á saber: la razón y la palabra. Bellas
artes son todas las que tienen por objeto producir el sentimiento de la belleza, y se lla-
man liberales, porque no se sujetan al yugo de los objetos estraños, que dan solo una uti-
lidad práctica y material, cual es la de las artes mecánicas.
(2) L a literatura griega, dice Mr. Gharpentier, es la literatura d é l a democracia,
sencilla, atrevida, brillante, variada. La latina es la de ta aristocracia, elegante, castiga-
da, llena de dignidad y de fuerza; su período menos brillante, menos flexible, menog va-
riado se desarrolla con una majestuosa regularidad.
de las letras, asiste á su nacimiento y nos hace ver las diversas v i -
cisitudes porque han pasado, ya elevándose al mas alto grado de
esplendor, ya decayendo hasta sumirse en la barbarie. L a esterior
trata de las obras escritas, de sus autores y de la v i d a de estos, del
argumento, plan, estilo, lenguaje, bellezas de moral, sistema político
y religioso de'la época, y aun de las ediciones, comentarios y tra-
ducciones etc.
4. ° Toda la i n s t r u c c i ó n del hombre es real ó verbal: es decir, ó
consiste en las cosas y pensamientos, ó en las palabras con que los
espresamos. De consiguiente, la literatura latina considerada como
la espresion de lo bello por medio de la palabra será u n ramo de
instrucción, no principal, sino instrumental, y g u a r d a r á con las
demás asignaturas la relación de la forma con el fondo, de la espre-
sion con la idea. Mas si la consideramos según que estudia las belle-
zas de los autores, las circunstancias que han influido en su espre-
sion y las facultades del alma que presidieron á su formación y orí-
gen, hallaremos que está ligada, como parte propia, con varias cien-
cias filosóficas, á saber: la psicología, la lógica, l a moral; y aun tal
vez con las ciencias naturales y las sociales.
5. ° E l estudio de la literatura latina es de l a mayor utilidad,
porque nos hace conocer l a v i d ^ í n t i m a de ese gran pueblo de R o -
ma, que sucesor en la civilización del Oriente'y de l a Grecia, forma
escala en la historia de la humanidad, para llegar al origen de los
pueblos modernos, (entre ellos el nuestro) que se fueron formando de
los despojos de aquel imperio. E n l a historia del ingenio humano
no puede comprenderse bien un siglo, sino por el que le precede; n i
se p o d r í a conocer un pueblo en su vida interior, sin saber su origen
y todo lo que en él haya podido tener influencia. De poco serviría
el conocimiento de sus guerras, de su prosperidad, de su grandeza,
sin el de sus sentimientos, de sus opiniones, de su actividad intelec-
tual, cuyo conjunto forma la verdadera fisonomía de u n pueblo.
Nuestra lengua es hija l e g í t i m a de la latina, y la literatura de nuestro
siglo de oro, es decir, de los escritores españoles de los siglos X V I y
X V I I , está cimentada sobre la de R o m a . E n esta se hallan t a m b i é n
los modelos mas acabados, y los mas conformes á l a instrucción de
nuestras escuelas en casi todos los géneros de literatura; y los que
son t a m b i é n por otra parte fuentes inagotables para el gusto literario
de todas las naciones cultas.
6.° E l que ha de conocer el alma humana en el uso de sus mas
nobles facultades, el que ha de manejar el don de la palabra con
perfección y ha de ejercer la crítica sobre las obras de los mas eleva-
dos ingenios, debe haberse preparado con u n estudio, nada ligero, de
la g r a m á t i c a y retórica, de la historia y de la filosofía en sus m u l t i -
plicadas ramificaciones, puesto que todas ellas c o n t r i b u i r á n á poner-
le en estado de comprender, de juzgar, de crear y reproducir
lo bello.

IÍECCION 3.A

1.° Origen de l a lengua l a t i n a . — 3 . ° Su desarrollo con


el engrandecimiento de R o m a . — 3 . ° Su mayor cultu-
r a y esplendor en el siglo de Augusto.—4.° Su corrup-
ción.—5.° Su r e s t a u r a c i ó n . — 6 . ° Su decadencia.—T.0 Su
estado a c t u a l . — 8 . ° Utilidad de su estudio.

I.0 Antes de entrar de lleno en la literatura latina, es necesa-


rio prepararse á su estudio con una breve reseña del origen y varias
vicisitudes de su instrumento, que es la lengua del L a c i o .
Todo cuanto se dice de l a antigua Italia, de los varios pueblos
que la habitaron, ya viniesen de l a parte de Oriente por tierra, ya
llegasen por mar; asi como lo que se refiere de la f u n d aci ó n de
Roma y de sus primeros tiempos, todo se halla envuelto en tan
profunda oscuridad, que no es fácil, entre opiniones tan encontra-
das de los escritores, acertar con la verdadera. Mommsen afirma
que las razas primitivas de la Italia son: los yapigas, los etruscos y
los italiotas. Estos se dividen en dos ramas, la de los latinos y la de
los u m b r í o s , con sus ramales los marsos y los s a m n í t a s . F u n d a d a
Roma, ademas d é l a s razas conocidas, habitaban en Italia los galos,
los fenicios y los griegos. Acerca del origen de la lengua l a t i n a dire-
mos con el docto eclesiástico, P a u l i n o de San B a r t o l o m é , que aque-
lla como todas las de Europa, se deriva del sánscrito, lengua sagrada
de los brahmanes de la I n d i a ,
— 5 —
2. ° Elevándose R o m a por la guerra y por l a política Sobre todos
los pueblos sus vecinos, y llegando á estender su dominio por toda
la Italia, y después de vencidos los cartagineses basta mas allá de
los mares, era consiguiente que su lenguaje adquiriese, sobre los de
todos los pueblos subyugados, la misma preponderancia que en lo
político un conquistador fiero y orgulloso. D o m e ñ a d a sin embargo
esta fiereza con el contacto y con el trato de los cultos griegos, la
lengua latina se fué despojando de su aspereza, y a d a p t á n d o s e m u -
cbas espresiones y formas griegas, llegó á unir l a suavidad y armo-
niosa elegancia á la varonil majestad que la caracteriza. Ilustrados
ya los romanos con las luces de la Grecia y dirigida la juventud por
maestros griegos, se esmeraron sobre todo en adquirir facilidad,
precisión y pureza en el lenguaje, para poder aspirar á l a gloria de
oradores, ú n i c o medio de elevarse á. los primeros destinos de la re-
pública. E n el mismo regazo de las madres, como los G-racos en el
de Cornelia, se acostumbraban á bablar con propiedad y corrección.
Y para que su lengua fuese mas apreciada, bacian que no se usase
otra alguna en todos los actos públicos, como en la a d m i n i s t r a c i ó n
de justicia, en los contratos de importancia, en l a división de las
berencias, en las embajadas y comunicaciones públicas, concediendo
á veces como u n privilegio á ciertos pueblos, por ejemplo á Cumas,
el poder emplear el latin en sus actos y en las almonedas.
3. ° Mas cuando l a lengua latina llegó á toda su perfección,
siendo aplicada no solo á l a elocuencia de las juntas y del foro, sinó
t a m b i é n á la enseñanza, á l a bistoria y á l a poesía, fué desde l a
muerte de Sila basta el imperio de N e r ó n ; cuyo tiempo se llama
siglo de Augusto. Entonces llegó el idioma latino á u n grado de
esplendor y de elegancia, cual no volvió á tener j a m á s : entonces
florecieron, César, Nepote, Salustio, Cicerón, L i v i o , T i b u l o , V i r g i -
lio, Horacio y Ovidio con otros mucbos.
4. ° Corrompidas las costumbres de R o m a y oprimidos t a m b i é n
los ciudadanos por Tiberio y demás Césares, basta perder la libertad
de pensar; afluyendo mucbos extranjeros á la ciudad, y faltando
buena dirección en las escuelas, y lo que es mas el estímulo y la oca-
sión de bablar bien, la lengua latina empezó á decaer de su pureza;
y aunque basta Adriano no faltaron algunos buenos escritores, con
la protección que este y sus sucesores dieron á los griegos, con los
continuos trastornos y guerras del siglo I I I , y con la mezcla de los
romanos con todos los pueblos del imperio, el idioma latino se fué
desfigurando, ya con palabras y construcciones estrañas y b á r b a r a s ,
ya cambiando sus variaciones y formas. N o faltaron sin embargo
quienes al finalizar el siglo I I I y por todo el I V , hacian todavía
esfuerzos por conservar en lo posible la pureza del lenguaje; mas
echándose de lleno en el siglo V por todo el imperio romano los
pueblos del Norte, se acabó de adulterar la lengua; y solo de vez en
cuando se presentaba a l g ú n talento privilegiado, como Boecio, ó
a l g ú n otro poeta que procurase conservar pureza y propiedad en las
palabras. Y a no existia la bella y .armoniosa lengua de Cicerón; l a
que se usaba estaba llena de aspereza y barbarie, y como hija espú-
rea, solo en ciertos rasgos estemos se asemejaba á su madre. N o obs-
tante, algunos monges en el centro de sus claustros cultivaban las
reglas del buen lenguaje, y gracias á sus esfuerzos empezaron á bus-
carse con ahinco los buenos modelos de exacta y pura locución.
5. ° E l Petrarca en el siglo X I V fué uno de los que mas contri-
buyeron á dar buena dirección al amor á las letras, que hacia a l g ú n
tiempo se iba estendiendo por todo el Occidente. Sacando pergami-
nos y manuscritos de los monasterios y bibliotecas, se fueron res-
taurando los buenos modelos, y con l a protección que algunos p r í n -
cipes daban á los eruditos, salieron á luz brillantes talentos deseosos
de gloria. L a lengua l a t i n a era la ú n i c a que se creia capaz de inmor-
talizar á los ingenios, de manera que m u l t i p l i c á n d o s e a d e m á s las
ediciones de los clásicos latinos, con l a invención de la imprenta en
el siglo X V , llegó á rayar en furor l a m a n í a de hablar como Cice-
r ó n . Testigos son Bembo, Longolio, Bonamico, Erasmo, Moreto, los
Estófanos, los Scalígeros, Heinsio y otros m i l . A s i la lengua latina
se estudiaba con tesón, se usaba entre los doctos como si fuera v u l -
gar; y en nuestra E s p a ñ a seguia en boga su estudio en todo el
siglo X V I y parte del X V I I . L e b r i j a , Vives, P e r p i ñ á , Mariana,
Antonio A g u s t í n , Sepúlveda, M a n u e l M a r t í y otros muchos' serán
siempre admirados por su elegancia y facilidad en el l a t í n .
6. a L a m a n í a de aparecer doctos, mezclando el l a t í n con e 1 ro-
mance, y formando con esta mezcla una gerigonza ininteligible, d i ó
— ? —

origen á la decadencia de la lengua l a t i n a en el siglo X V I l . H a c í a


tiempo que estaba ocupando el trono de las ciencias, y era adorada
de los sábios; pero profanada t a m b i é n por los doctos de escuela, se
vio invadida de m u l t i t u d de vocablos de mal gusto forjados en las
cabezas de los escolásticos disputadores y de locuaces leguleyos. A s i
c o n t i n u ó muy mal parada, porque los encargados de su enseñanza
creian t a m b i é n presentarla mas galana á sus discípulos por medio
de agudezas insulsas, frases violentas y acertijos insufribles.
7. ° Llegó por fin en E s p a ñ a el mejoramiento de las letras en el
ú l t i m o tercio del siglo pasado, y maestros instruidos como Heredero
y otros empezaron á enseñar el l a t í n con buen gusto, baciendo ma-
nejar los mejores autores. Algunos sábios, como Mayans, Ortega y
otros varios, poseídos de su utilidad, l a escribieron con elegancia,
recomendándola de este modo á los j ó v e n e s estudiosos. M a s los mu-
caos trastornos ocurridos en nuestro siglo» y el baber visto elevados
ea poco tiempo á los altos destinos á bombres atrevidos, en quienes
la fortuna suplió el saber, b a inoculado "en los españoles el deseo de
llegar á sábios, como en vapor, y se les bace insufrible el estudio del
latin, y mas al tener que emplear en él algunos años. Se baila, pues,
en el mayor abandono en E s p a ñ a la lengua latina, y solo alguno
que otro inteligente aparece en el borizonte literario, tamquam
r a r i nantes i n gurgite vasto. E n otras naciones, especialmente en
Alemania, uno de los ramos de la enseñanza p ú b l i c a , á que mas se
atiende, es el de las lenguas sábias, y en particular el de l a latina.
8. ° Mucbas son las utilidades que resultan del estudio de esta
lengua; y las dividiremos en directas é indirectas. L a s directas son:
1. ° L a perfeccionen l a lengua castellana, que á escepcion de
una p e q u e ñ a parte de sus palabras que proceden del teutónico, del
árabe y de otras lenguas, ba sido formada de la latina y conserva
casi siempre la misma ortografía.
2. ° L a facilidad con que después de su estudio se adquieren las
lenguas modernas, en especial la italiana y la francesa.
8.° E l poder estudiar fundamentalmente las ciencias y conocer
su bistoria, por baber sido el latin su lengua usual por cerca de dos
m i l años.
á.0 E l conocer el origen de nuestra literatura y la influencia
que ha recibido de la de Roma, juntamente con los modelos clásicos
en casi todos los géneros.
5. ° E l poder leer los orígenes de nuestra legislación, muchas le-
yes, tratados é historias de nuestra p á t r i a .
6. ° E l poseer la lengua adoptada por la Santa Iglesia romana,
en l a que están a u t é n t i c a m e n t e los libros sagrados, las leyes y toda
clase de documentos pertenecientes á la religión.
Utilidades indirectas:
1. ° E l a p r é n d e r insensiblemente con la lectura de los autores
latinos las mas sanas m á x i m a s y las sentencias mas á propósito,
para formar el corazón de los niños, y cimentar su educación sobre
principios sólidos é indelebles.
2. ° E l beber en los mismos originales la magnanimidad y ele-
vación de sentimientos, que no pueden menos de inspirar los gran-
des ejemplos y las ínclitas virtudes que nos presentan los héroes
romanos.
3. ° L a perfección del gusto que es consiguiente al estudio de los
insignes modelos que nos ofrece la literatura del L a c i o .
4. ° E l mas pronto y provechoso desarrollo de las facultades del
alma, á que necesariamente contribuye l a misma dificultad del estu-
dio, y el tener que fijar l a atención para comprender la fuerza y
riqueza de las espresiones.
6.° E l hábito de luchar desde luego con ciertas escabrosidades,
cuya fácil victoria acostumbra l a mente de los n i ñ o s á la laboriosi-
dad y al deseo de investigar y vencer otras análogas.
6.° L a facultad de analizar y discurrir, que promueve el h i p é r -
baton, y que elevada después á otras investigaciones, acelera el ra-
ciocinio y hace penetrar con prontitud en las vastísimas regiones de
la especulación.
E n vista de las utilidades espuestas, y mas que todo por l a per-
fección de la lengua en sí misma, que se presta á la precisión, ener-
gía, riqueza y elegancia, mucho mas que ninguna de las modernas;
y por l a i n t i m a conexión y afinidad que tiene con la nuestra, cuyo
estudio no puede menos de fundarse sobre ella, deberemos concluir
que para los españoles no solo es útil, sinó necesario el estudio sério
y profundo del idioma latino.
9 —

L E C C I O N 3.a

1.° Secciones en «une conviene dividir l a literatura


latina.—3." Sus diversas edades y é p o c a s —3.° D i v i s i ó n
de San I s i d o r o . — 4 . ° I>el Cax'denal Adriano y J u a n
Clerc —5." I>e J u a n N i c o l á s Funcio, y otros c r í t i c o s . —
6.° D u r a c i ó n de estas edades.—7.° C a r á c t e r general de
cada una, especialmente en l a p o e s í a .

1. " Dividiremos la literatura latina en tres secciones: poesía, elo-


cuencia é historia. E n la 1.a comprendemos todas las composiciones
en verso, en los varios g é n e r o s : lírico, épico, d r a m á t i c o , didáctico,
pastoril, elegiaco y las poesías corta". E n la 2.a trataremos de todos
los escritos en prosa, en los géneros oratorio, didáctico y epistolar;
y en l a 3.a de la historia ó género histórico en prosa.
Aunque todas las producciones del ingenio humano son objeto
de la literatura, porque en todas hay ideas especiales y diversa
manera de espresarlas, se hacen estas tres secciones tan solamente en
atención á que son muy pocos los autores de escritos puramente d i -
dácticos y epistolares, de quien no haya que hacer mención al tratar
do la elocuencia, y el separar los géneros de poesía, tratándoles
aparte, ocasionarla confusión por las frecuentes repeticiones. L a
historia, sin embargo, por sus caractéres especiales merece ser estu-
diada como un género particular.
2. ° Para clasificar los escritores latinos, se han inventado varios
periodos mas ó menos largos, según que se notaban diferencias muy
marcadas, ya por el estilo y lenguaje, ya t a m b i é n por la estcnsion é
importancia de las ideas. Se ha creído ver en la existencia de una
nación y de su literatura, l a ley constante de la naturaleza, que se
observa en los individuos, á saber: que imperfectos en su origen,
crecen y se perfeccionan con un desarrollo progresivo, decayendo
luego del mismo modo hasta llegar á desaparecer. Unos atienden á
los varios estados (pie se notan en lo físico de todas las cosas, otros
á las diversas edades de la vida del hombre, y otros en fin á las de
oro, piala, cobre y hierro, que íiug.e Ovidio en sus Metamorfosis,
hablando del principio del mundo.
2
— 10 —
3. ° San Isidoro (1) dice, que s e g ú n algunos, son cuatro las len-
guas latinas: la prisca, l a latina, la romana y la mixta. L a prisca
es l a que usaron los pueblos mas antiguos de Italia en los reinados
de Jano y Saturno, tosca y grosera, como los versos de los Salios. L a
latina, l a que hablaron en el L a c i o en los reinados de L a t i n o y de-
m á s reyes, hasta que fueron espulsados de R o m a , desaliñada é i n -
culta, como la de sus leyes antiguas. L a romana l a que h a b l ó el
pueblo romano, y usaron Nevio, Planto, V i r g i l i o y los oradores
G-raco y Cicerón. Y por ú l t i m o , la m i x t a es l a que después de dila-
tado el imperio se introdujo en la ciudad de R o m a y se vio alterada
con barbarismos y solecismos.
4. ° E l Cardenal A d r i a n o en su Comentario sobre la lengua latina
que antecede á su libro de modis latine loquendi, distribuye los
tiempos de la lengua latina, en a n t i q u í s i m o , antiguo, perfecto é i m -
perfecto. E l primero desde l a fundación de R o m a hasta L i v i o A n -
d r ó n i c o ; el antiguo hasta Cicerón; el perfecto durante el siglo de
este, y por ú l t i m o llama imperfecto todo lo demás. J u a n Clero viene
á coincidir con este, aunque solo distingue tres estados en l a lengua
latina: principio, perfección y corrupción,
5. ° L a mayor parte de los críticos, entre ellos J u l i o Scalígero y
Vosio, al señalar las edades de la lengua latina, tomando l a metáfora
de las del hombre, distinguen cuatro edades: puericia, juventud, v i -
rilidad y vejez. Scioppio, Borriquio, Celarlo y otros, empezando
desde Cicerón, señalan cuatro edades: la de oro, la de plata, l a de
cobre y la, de hierro; pero Scioppio comprende en l a de oro muchos
autores anteriores á Cicerón. De Colonia, considerando los mismos
grados en el progreso que en la decadencia, encuentra edad de hier-
ro, de cobre y de plata antes de la de oro, ó sea de Cicerón, y las
mismas después en orden inverso. M a s el que ha tratado con ma-
yor estension de estos diferentes grados de desarrollo en la lengua
latina, es J o h . N i c o l . F u n k , que en el siglo pasado publicó siete
tratados: el 1,° de origine linguce. latinee: el 2.° depueritia, hasta
la primera guerra p ú n i c a : el 3.° de adolescent'ia, hasta Cicerón:
el 4.° de virilicetate, hasta la muerte de Augusto: el 5.° d á miminenti

(1) Etym, lib. 9, cap. 1.


— 11— ^
senectute, hasta A d r i a n o : el 6." de vegeta senectufe, hasta Honorio r ^ ^ 1
y el 7.° de inerti ac decrepita senectute, hasta Carlomagno.
6.° Todas estas denominaciones convienen en que l a lengua l a -
tina, imperfecta en su origen y formación se perfeccionó con el
cultivo y con las ciencias, y después se corrompió con la ignorancia
y con la mezcla con otras. Así pues, nosotros señalaremos en la lite-
ratura latina cinco épocas, que llamaremos, l a 1.a infancia ó pueri-
cia, l a 2.a adolescencia, la 3.a juventud, la 4.a virilidad provecta ó
vejez inminente, y l a 5.a vejez. Podemos t a m b i é n llamarlas edad
b á r b a r a , media entre la b á r b a r a y la de oro, edad de oro, edad de
plata y edad de cobre. S u duración es: l a 1.a desde la fundación de
R o m a hasta el fin de la primera guerra p ú n i c a en 513 de E o m a ,
ó 241 antes de J . C . L a 2.a es de 164 años hasta la muerte de Sila
en 676 de E o m a , ó 78 antes de J . O. L a 3.a de 92 hasta l a muerte
de Augusto en 14 después de J . O. L a 4ia de 103 años hasta l a
muerte de Trajano en 117 después de J . G. L a 5.a es de 359 años
hasta la destrucción del imperio de Occidente en 476. Desde este
tiempo hasta Carlomagno, por los pocos escritores de m é r i t o que hubo
y porque ya casi no era vulgar l a lengua latina, llamaremos decre-
p i t u d ó edad de hierro. Desde entonces hasta el siglo X I I I ó mas
bien el X I V , puede decirse que estuvo como muerto el buen gusto, y
ofrece poco m é r i t o la literatura por lo embrollada y corrompida que
se hallaba en todas partes. Pero en el siglo X I V empieza l a restau-
r a c i ó n de las letras, y como que revive el idioma latino en su pureza
y elegancia: y aunque sin espontaneidad, cómo' producto de pura
imitación, florece vigoroso en los siglos siguientes, hasta tenerse por
b á r b a r o cuanto no era latino.

7.° E l carácter que manifiesta en general l a literatura latina, es


el de un acendrado patriotismo y de una majestad propia del pueblo
rey. E l de cada una de sus edades es el siguiente. L a puericia pre*
senta el de naturalidad, rudeza y barbarie: la adolescencia, el de una
pura y esclusiva i m i t a c i ó n del griego: la tercera el de madurez y
perfección en todos los géneros, nacida de l a feliz imitación de los
buenos escritores griegos. E l de la cuarta es el de l a exageración y
mal gusto, por el deseo de novedad y de no seguir los mejores mo-
delos. L a quinta, de completa decadencia, lleva el carácter de i n -
— 12 —
consbanciay falta de génio en l a confusión de todos los géneros. Mas
no se crea tan exacta l a demarcación de las edades, n i tan general
el carácter de cada una, que sirva para clasificar á cada escritor de
por s i : los hay tal vez en l a edad de oro inferiores en mérito á los de
otras edades, y algunos de estos bien mereccrian un lugar entre los
de aquella, por cuya razón varian mucho las opiniones de los críti-
cos sobre la ostensión que á cada edad debe darse.

4.a

1.° P r i m e r a edad de l a l i t e r a t u r a l a t i n a y fragrmentos


que de ella nos r e s t a n . — 3 . ° Cantos arvales y sallares.
•—3.° Cantos fescenninos.—I.0 Leyes regias, tribunicias
y d e c e m v i r a l e s . — 5 . ° Comedias atelanas. —6.° I n s c r i p -
ciones.—1?.0 E x á m e l t de estos frag-mentos ycotejo de su
lenguaje con el p u r o l a t i n o . — 8 . ° — L a elocuencia y l a
historia.

] .0 L o s doce siglos de l a literatura latina, desde l a fundación de


R o m a hasta l a destrucción de su imperio, se dividen en cinco edades.
L a primera ruda y grosera, tanto en el fondo, como en l a lengua y
en e l metro, retrata bien aquel pueblo tosco, formado de diversas
razas, que solo piensa en conservarse y aumentar su dominación por
medio de las armas, tomando de cada nación conquistada, lo que
creía mas conveniente. Cantaba y celebraba en sus banquetes las
heroicas h a z a ñ a s de sus guerreros: se divertía en las fiestas popula-
res después de las vendimias, alternando versos obscenos é injurio-
sos; y oía á sus sacerdotes eutouar himnos á sus divinidades, en
especial á Marte su protector. Gustaban t a m b i é n los romanos de las
representacioues importadas de la E t r u r i a y del país de los Oseos;
y desde niños, como dice Cicerón, a p r e n d í a n y cantaban sus leyes,
como una poesía necesaria. De todo este tiempo solo nos quedan
algunos pequeños restos con tres inscripciones.
2.° De los cantos ó himnos religiosos de la antigua Roma, te-
nemos solamente parte de una canción que los fratres A r r a l e s (co-
legio de doce sacerdotes) cantaban todos los años, llevando u n a
—13 —
cerda preñadii por los campos, para que los dioses se los fertilizasen.
Sus palabras son casi ininteligibles. Asimismo algunos versos y
palabras sueltas de los sacerdotes Salios, instituidos por N u m a para
guardar el ancile caido del ciclo, los cuales en el mes do Marzo iban
armados de cota por las calles, cantando y danzando, y formaban
una especie de música dando con u n asta ó vara en el ancile que
llevaban en l a mano izquierda. Se llamaban estos versos axamenta
del verbo antiguo axare (nominare) cuando so d i r i g í a n á satirizar
á ciertos sujetos, llamándoles por su propio nombre; así como se
llamaban junonios, januarios ó minervios, etc., los que iban dirigi-
dos á las divinidades de J u n o , Jano ó M i n e r v a . H a y quien dice, que
axamenta viene de axis-is, porque solian enrollarse en unos ejes ó
cilindros» Y a en tiempo de Horacio no se c o m p r e n d í a n estos versos.

flinmus fratrum Arvalium.

Enos lases iuvatc iVos, Lares, juvate:


Nove luorvc Marmar sins Nevé luem, Mamers, sinas
Incurrere in pleores satur Incurrere in plures. Satur
Fusere mars lumen salí Fuevis, Mars: limen sali
Sta berber semunes alternei Sta, vervex. Semones, alterni
Advocapit conotos. Advócate cunetas.
Enes, Marmar, juvato Nos, Mars,juvato.
Triumpe! trlumpe! Triumphe! etc.
Triumpe! triumpe!

(VERSOS SALIARES.)

D i v u m exta cante, D i v u m Deo supplice cante.


D i v u m exta canite, Deum J a n u m suppliciter canite.
Omnia
Dapatilia comisse J a n i cusiones.
Duonus cernses deivos Janosque venit.
Omnia
D a p a l i a comedisse J a n i curiones
Bonus creator, D i v u s Janusque venit.
Pilumnoe poploe (populi romani) pescia (capitia ex pellibus)
— .14 —

3. ° L o s cantos fescenninos, llamados así de Fesccnnia, ciudad de


Efcruria, eran unos versos cómico-satíricos, groseros y punzantes que
los campesinos se d i r i g í a n mutuamente en las fiestas que celebra-
ban después de la cosecha. A s i se llamaban t a m b i é n ciertos versos ó
espresiones libres é indecentes, que en las bodas decian los mucha-
chos á las novias; como t a m b i é n los versos jocosos y satíricos que
mezclaban los soldados en los triunfos, con los elogios del vencedor.
E n todo, pues, se vó que fescennino lleva en sí la idea de obsceno
y satírico.
4. ° E ó m u l o , primer rey de Roma, organizó u n gobierno m o n á r -
quico, moderado por un senado que discutía las leyes y por el pueblo
que las aprobaba en sus comicios. Sexto ó Publio Papirio compiló
las leyes promulgadas en tiempo de los siete reyes de Roma, de cuya
colección existen solo algunos fragmentos en u n lenguaje tosco,
pero preciso. Todas ellas fueron abolidas por las tribunicias, hasta
que en el año 302 de la fundación de R o m a se nombraron los de-
cemviros; los cuales promulgaron las leyes de las doce tablas. Estas
solo han llegado á nosotros en cortos fragmentos, de cuya autenti-
cidad se duda mucho. E n tiempo de Cicerón se estudiaban y canta-
ban por los niños. Discelamus enim p u e r i x n tabulas, u t carmen
necessarium, quasjam nemo discü, L i b . 2, de leg, o. 23.

(LEYES REGLAS.)

(Festo hace mención de una sola ley de R ó m u l o . )


Sei parentem puer verberit,, ast oloe plorassint, puer diveis
parentom sacer estod. sei nurus sacra diveis parentom estod.

(LEYES D E NUMA.)

Sei hemonem fulmen J o v i s occisit, eum supera cenua ne tol-


litod. hemo sei fulmine occisus escit, oloe justa fieri nula oporteto.
Sei cuips hemonem loebesom (1) dolo sciens mortei duit,
paricidad estod. sei i m . (2) imprudena se,(3) dolo.malo occisit, pro
capited occisi et nateis eiius, endo concioned arietem subicitod.
Quei t é r m i n o s exarasisit, ipsus et bovis sacrei sunto.
(1) hominem liberum (2) eum (3) sine.
— 15 —

( L E Y T R I B U N I C I A E N 261 D E R O M A , S E G U N F E S T O . )

Sei. cuips. aliuta. faxit. cum. pequnia. familiaque, sacer estod.


sei. cuips. i m . occisit. paricida nec egtod,
Q u i aliter fecerit, cum pecunia et f a m i l i a sua sit sacer; s i quis
eum occiderit, p a r r i c i d a ne sit.

(LEYES D E L A S DOCE TABLAS.)

Sei i n jous vocat nei eat statim encapito antestarier. Sei calvitor,
pedemve struifc, manom endo jacito. Sei i n jous vocato morbos
sevitasve vifciom escit, quei i n jous vocasit, jumentom dato, sei nolet,
arcerem nei sternito.
Encapito antestarier, i d est, encipito testem apellare. Calvitor,
pedemve struit, i d est, moratur vel pedem refert. Arcerem, i d est,
lecticam.
Si nox furtum faxit, si i m aliquis occisit, jure cassas esto. S i
luci furtum faxit, si i m aliquis endo ipso capsit, verberator, illique
cui furtum factum escit, addicitor. ( E n d o ipso, i d est, i n ipso facto.)
Qui membrum rupsit, n i qum eo pascit, talio esto.
5.° Dos especies de poesías d r a m á t i c a s se conocían en E o m a , se-
g ú n T . L í v i o , en este período, L a una fué t r a í d a de E t r u r i a , para
calmar la i r a de los dioses $n medio de una peste, por los años
de 389 de R o m a . L o s actores llamados ludiones ó histriones, de una
palabra de su país, danzaban solamente en u n principio al son de
una flauta: después ya los jóvenes decían versos arreglados á l a m ú -
sica y al baile, y conservaban el t í t u l o de histriones, que les decla-
raba infames. L a otra especie de drama no podía ser representado
sino por los j ó v e n e s nobles de R o m a y t o m ó su nombre de Atela,
ciudad de los Oseos, donde se estilaba; y acercándose m a s á l a come-
día verdadera, observaba alguna regularidad y mas respecto á la
buena moral. Estaban llenos de agudezas ingeniosas y alegres, y se
parecían mucho, (excepto que no t e n í a n coros) á los sátiros de los
griegos, poesía d r a m á t i c a cuyos personajes, así llamados, figuraban
mitad hombres y mitad animales, y con su procacidad y agudezas
— Ifi —
conseguían neutralizar el cícclo triste do las composiciones serias.
Recibían el nombre de isodes, nnholos y exodios, según que se repre-
sentaban al principio, al medio ó al fin de las otras piezas. N a d a
nos qneda de estas composiciones, á pesar de haberlas querido reno-
var Q. Novio y L . Pomponio, de quienes hablaremos en otro lugar.
Se dice que en ellas se conservó por mucho tiempo l a lengua de los
Oseos, que era entendida de los romanos.
6.° Tres inscripciones son las que tenemos de l a ú l t i m a mitad
del siglo Y de Roma. L a 1.a estaba grabada sobre l a tumba de
L . Cornelio Scipion Barbato, cónsul el a ñ o 456 de Roma, y fué
hallada en 1780. E s posterior al a ñ o i M de Roma, puesto que en
este año declaró R o m a l a guerra á los Lucanios, cuyo país se dice
conquistado por Barbato.
L a 2.a inscripción, es l a que se puso en el pedestal de la columna
rostrata erigida en memoria de la batalla ganada contra los cartagi-
neses en 494 por el cónsul C . D u i l i o . L a columna fué destruida;
y se r e s t a u r ó en el imperio de Claudio, en cuyo tiempo se cree que
fué retocada l a inscripción del pedestal. L a que se conserva tiene
muchos claros, que han sido llenados por Pedro Chacón, natural
de Toledo.
L a 3.a es l a inscripción del sepulcro de L . Cornelio Scipion
Barbato, el hijo, que fué cónsul en 495, y censor el año siguiente.
F u é hallada con l a tumba del padre en la sepultura de los Scipiones.

(Inscripción de JL. Corn. Scip. Barbato, padre.)

Cornelius. L u c i u s . Scipio. Barbatus. gnaiuod


Patre. prognatus. fortis. v i r . sapiensque.
Quoius. forma, virtutei. p a r i s u m á fuit.
Consol. Censor. A i d i l i s . quei. fuit. apud. vos.
Taurasia. Cisauua. Samnio cepit.
Subicit. omne Loucana opsidesque abdoucit.

(Parte de la inscripción de la columna ros-


— 17 —

trata, de la que solo resta lo que va eu mayús-


culas: lo «lemas lia sido suplido por nuestro
Cliacon y otros.)

C. B I L I O S (1) M . F . M . N . COE. advorsura cartacinieuBes i n


siceliad. rem cerens. ecestANOS. cocgnatos. popli. romaui. arti-
sumad obsedeoneD e X E M I i l T . L E C l O n e i s cartacinieñseís. omneis.
mAXIMOSQUE. (2) M A C I S T R A T O S . Lucaes bovebos. (3)
relicteis. n o V E M . CASTREIS. EXFOCIONT. (4) M A C E L a m .
moenitam. urbem. p U C N A N D O D . CEPET. ENQUE EODEM.
MACestratod. prospere. r E M , N A YEBOS. MAEJD. CONSOL
P R I M O S Oeset. (5)
(1) Duilius. (2) maximusque magisfcratus. (3) Lucas boves,
elephantos. (4) effagiunt. (5) gessifc. (Véanse las a n t i g ü e d a d e s de
G-revio, tomo 4.°)

(InscripcioM de I J . Corn. Scip. llar Ib ato, hijo.)

Honcoino. ploirume. consentiont. R .


H u m unum p l u r i m i consentiunt RomcB
Duonoro. optumo fuisse viro.
'bonorum optimtim fuisse virum
L u c i o m . Scipione. Filios. B a r b a t i
L u c i u m Scipiomm filius B a r l a t i
Consol. Censor. A i d i l i s . h i c fuet A .
Cónsul Censor cedilis Me f u i t apmd vos.
Hec cepit Corsica. Aleriaque. Urbe.
Me cepit Corsicam Aleriamque urhem
Dedet teropestatebus aide mereto
dedit tempestatilus mdem mérito.

(Parte del Senado-consulto sobre las Bacanales en 568 de Roma.)

Marcius L . F . (1), S. Posthumius, L . F . coss. (2) senatum


— 18 —
oonsoluerunt. N . Ocfcob. apud aedem Duelonas, (3) se, arf. M ,
Olaudi (4) M . F . , L . V a l e r i , (5) P . F . , Q. M i n u c i , (6) C. F . de
Bacanalibus quei íbideratei esent; ita exdeiccndum censuere.
N e i . quis. eorum. bacanal, babuise. velet; sei ques. esent. quei,
sibei deicerent, necesus. eso. bacanal babere, eeis. utei. ad pr, (7)
urbanmn Romam venirent, deque eeis. rebus ubei eorum utra (8)
audita esent. utei senatus decerneret, dum ne minus seuatoribus
C. adesent etc.
(1) L u c i i F i l i u s . (2) cónsules. (3) Bellonae. scribendo adfuc-
runt. (4) Claudius. (5) Valerias. (6) Minucius. (7) praetorem. (8)
se cree falta del escultor que debió grabar v e r l a .
7.° Si queremos examinar el estado de la lengua en esta primera
edad, notaremos por los referidos fragmentos lo poco que cuidaron
los romanos de suavizarla. A l cabo de 500 años, vemos la misma
aspereza, sin que se advierta mejora alguna; antes al contrario, ha-
llamos mas arcaísmos en l a inscripción de Barbato el bijo, que en
la del padre. L a causa, á m i juicio, sin desconfiar como algunos de
la autenticidad, pudo consistir en el diferente gusto de los que gra-
baron la inscripción, y en que aun no se babia fijado la lengua.
Notaremos desde luego que son ininteligible^ 1 s palabras en los
restos de l a lengua tusca, osea y volsea, y en Los cantos religio-
sos. E n las leyes, algunas palabras como árcerem son difíciles de
entender: usan del diptongo ei por i , de la o por la u ; suelen llevar
al fin una d, las palabras terminadas en vocal: otras palabras están
desfiguradas, v. g. oloe por ü l i , hemonem por bomiuem, se por sijie.
E n las inscripciones se ven terminar constantemente los ablativos
en d, el genitivo en a i , l a c por la g, l a e por l a i , l a ,o por l a u , y al
fin de cada palabra un punto. Observamos casi los mismos arcaís-
mos en el Senado-consulto sobre las Bacanales, aun cuando sea
del ano 568 de Roma, cuando escribian E n n i o y Planto. Esto es
una prueba de cuanto cuesta perfeccionar una lengua; á no ser que
quiera decirse, que siempre hubo en los documentos públicos cierto
lenguaje sacramental.
8.° L a elocuencia tiene en esta edad el carácter de la improvi-
sación y naturalidad; y la bistoria, según dice Cicerón, en l a infan-
cia w ¿ M a l i u d eraty n i s i a n n u l i u m confectio. S i n embargo, habla
— 19 —
los comentarios de los Pontífices, que con otros monumentos p ú b l i -
cos y privados, nos dice T . L i v i o (lib. 6. cap. 1.) que perecieron en
la toma de Roma por los galos (366). Cicerón (2 de orat. cap, 12)
nos dice, que los Pontífices fijaban al público en su misma casa una
tabla, en la que p o n í a n por años los cónsules, los principales hechos
que o c u r r í a n , y los nombres de las personas, tiempos y lugares. Se
llamaban A ú n a l e s máximos y eran los mismos comentarios. T . L i v i o
(lib. 4, cap. 4.) dice, ñeque i n annalibus priscis, ñeque i n Ubris ma-
gistratuum inveniuntur, y poco después, i n Untéis libris a d Monetce
inventa. Estos libros escritos en tela c o n t e n í a n las ceremonias de los
sacrificios; pero nada existe de tales escritos. Pudieran t a m b i é n
designarse, como monumentos históricos, las imagines cerece y los
stemmata que en sus atrios guardaban los patricios: las leyes é ins-
cripciones de que ya hemos hablado, l a descriptio centuriarum
classiumque de Servio Tulio, y los tratados y alianzas, entre los cua-
les, según Polibío historiador griego, es el mas antiguo, del a ñ o 246
de P o m a (508 antes de J . C ) , celebrado con los cartagineses poco
después de la expulsión de los reyes. Tampoco existe mas que en la
traducción que hace Polibío, .

I^ECCION 5.a

1.° Segrnnda edad de l a literatura l a t i n a . — 3 . ° Poetas


y g é n e r o s que c u l t i v a r o n . — 3 . ° O v i o A n d r ó n l c o . — 4 . °
Euuio. el p r í n c i p e de los poetas a n t l g n o s . — 5 . ° BreTe
noticia y examen de los fragruientos de estos autores.—
6.° Se resienten de l a p r i m i t i v a rudeza de l a lengrua.

I,0 Concluida la primera guerra p ú n i c a , reposaron los romanos


algún tanto del áspero ejercicio y de los cuidados de l a guerra. E n t r e el
dulce sosiego de Roma, vieron por primera vez, desde los tiempos de
Numa, cerrarse el templo de J a n o ; y aunque esto d u r ó muy poco
tiempo, l a ninguna importancia de Jas nuevas guerras fué causa de
que se arraígase en Roma l a afición á la cultura y á las costumbres
de los griegos, de manera que en medio de la segunda guerra p ú n i -
ca, cuando R o m a tuvo que pelear por su conservación mas bien que
— 20 —
por su aumento, continuaban con placer las representaciones dra-
máticas, que imitadas de los griegos, hablan empezado en el 514.
N a r r á b a n s e ó mas bien se cantaban las heroicas acciones y gloriosos
triunfos de los valientes; y las costumbres de R o m a corrompidas
con los usos estraños y con los excesos del lujo, importados de otras
gentes, después de la d e s t r u c c i ó n de Cartago y conquistas de Gre-
cia, Macedonia y A s i a menor, dieron pábulo t a m b i é n á ciertos rasgos
de ingenio, que si no corregían la corrupción, procuraban al menos
contenerla.
2. ° E l drama, la epopeya, la sátira y el epigrama se cultivaron
en este período por L i v i o A n d r ó n i c o , Nevio, E n n i o , Cecilio, Planto,
Afranio, Terencio, Pacuvio, L . Accio, Turpilio, A t t a , L . Pomponio,
Q. N o v i o , L u c i l l o , L i c i n i o , E d i t u o y otros. Todos si esceptuamos los
tres últimos, se ejercitaron en el género d r a m á t i c o ; siendo notables
en la tragedia L i v i o , E n n i o , Pacuvio y A c c i o ; los demás en l a co-
media; L i v i o , Nevio y E n n i o escribieron poemas épicos; E n n i o y
Lúcilio manejaron la sátira, y L i c i n i o , Valerio, E d i t u o y otros el
epigrama.
3. ° L i v i o Andrónico, griego de origen, recibió el nombre de M .
L i v i o Salinator, que en la toma de Tarento en 482 de Roma, le hizo
su esclavo. Suetonio dice, que enseñó en R o m a con mucho crédito
griego y latin. Tradujo del griego varias tragedias, de las que se
conservan diez y nueve titules y algunos versos. Tradujo t a m b i é n
la Odisea en versos latinos y compuso himnos,- de todo lo cual queda
muy poco. Algunos le atribuyen t a m b i é n u n poema histórico de las
h a z a ñ a s de los romanos. L a dicción de L i v i o es ruda, cual puede
esperarse del primer poeta latino, que dio á luz obras de alguna es-
tension. E l fué el primero que, viendo las diversiones escénicas redu-
cidas todavía á lo que fueron desde su i n t r o d u c c i ó n en Roma, á
saber, á algunos versos satíricos recitados ó cantados al son de la
flauta y a c o m p a ñ a d o s de baile, hizo representar piezas regulares,
como entre los griegos. E l pueblo le concedió la gracia de que le
acompañase otro actor, que cantase, para que él pudiera así danzar
mejor en los intermedios, con que suplía el coro de los griegos. E n
el a ñ o 514 de Roma, representó su primera pieza; y hay quien dice
que m u r i ó en 534.
— 21 —

4.° Quinto E n n i o , el príncipe de los poetas antiguos de Roma,


por la estension y por el m ó r i t o de sus obras, nació en E u d i a en la
Calabria, en 515 de R o m a ; y bailándose de c e n t u r i ó n en Cerdeña,
al volver á e Africa M . Catón, se fué con este á Roma, donde enseñó
la lengua y literatura griegas. Militó t a m b i é n con Scipion el A f r i -
cano, y contra los Etolos con Q. F u l v i o Nobilior, cuyo hijo M . le dió
el derecho de ciua; daño. B u n i o se decia á sí mismo descendiente de
Mesapo, bijo de Keptuno; y hay quien le atribuye que creía haberle
cabido en suerte el alma de Homero, dando crédito á la falsa doctrina
de P i t á g o r a s , Conocía las lenguas griega, osea y latina, por lo cual
se jactaba de tener tres corazones. L e tachan de muy aficionado al
vino, por lo que Horacio dice: nec umquara n i s i potus p r o s i l u ü ad
arma dicenda. Dotado de un ingenio muy vivo y pronto, era vehe-
mente en los pensamientos, aunque rudo y áspero en la dicción según
el estado en que aun se hallaba la lengua latina. Cicerón le llama
escaso de bienes, pero lleno de crédito, y V i r g i l i o dice que solía sacar
oro del estiércol de E n n i o . M u r i ó á los 70 años. L o s ciudadanos mas
distinguidos le honraron con su amistad, especialmente el Africano,
que m a n d ó le enterrasen en su sepulcro á una milla de Roma, itaque
ctiain i n sepulcro Scipionum puiatur is esse constihdus é marmore,
dice Cicerón; y Ovidio, l i b . 3, de Arte
E n n i u s emeruit calabris i n montihus ortus
Gontiguus poni, Scipio magne, tihi.
E n n i o fué de los que mas hicieron adelantar l a lengua latina,
perfeccionando su prosodia. Lleno de u n vivo entusiasmo por la poe-
sía, se ensayó en casi todos los g é n e r o s : cu la tragedia, de que hay
23 títulos con fragmentos: en la comedia, traduciendo tres del grie-
go: en el poema didáctico con la t r a d u c c i ó n de Euhemero de D i i s ,
quem nester ct interpretatus et secutas estpreder ccetsros E n n i u s , dice
Cicerón: cu la sátira, y en el epigrama; pero mas principalmente en
la epopeya. A d e m á s de u u poema épico en versos trocaicos, con el
título de Scipion, compuso cu hexámetros, cuya forma perfeccionó,
los Anales romanos, divididos después por el g r a m á t i c o Q. V a r g u n -
teyo en 18 libros. Para hacerlos mas poéticos, ó tal vez para dar mas
brillo á las cosas de Roma, introdujo en sus anales multitud de
cuentos. E n lo demás solo le faltó, como á todos los de su siglo, tener
— 22 —
formado el gusto y mas corrección, cuyos defectos le atrajeron la
animadversión de Horacio. Tradujo t a m b i é n otros poemas griegos,
como la Phagesia, ó g a s t r o n o m í a de Archestrato Siciliano; un poe-
ma moral con el titulo de Protreptico, y otro sobre la naturaleza de
las cosas de Epicbarmo pitagórico. D e j ó escrito su epitafio. Pacuvio
y Accio, poetas trágicos, alcanzaron t a m b i é n mucha fama.
5. ° M u y pocos son los versos que tenemos de las obras de L i v i o ,
y aunque se desconoce l a medida de los mas, vemos ya sin embargo
algunos hexámetros en su Odisea; y en u n fragmento de himno á
Diana, del que hace m e n c i ó n Terenciano Mauro, usa de versos he-
x á m e t r o s seguidos de miuros, que solo se diferencian en terminar
en u n yambo; Cicerón dice: nam et Odissea latina est sic tamquafn
opus aliquod JDmáali, et L i v i a n a , fdbúlm non satis dignm, q i m iteríim
legantur.
De Ennio' se conserva mucho mas, pero nada completo. E n él se
nota ya el progreso del arte, sus versos están llenos de fuerza y fue-
go poético: el lenguaje es enérgico y bastante regular para su tiempo,
y los hexámetros bien formados, aunque con l a frecuente supresión
de l a s , como en este ejemplo: versibu' quos olim &. Virgilió copió
t a m b i é n é i m i t ó á E n n i o , y alguna vez sin ventaja, como en estos
versos:

Oscitat i n campis caput á cervice revulsum,


Semianimesque micant oculi, lucemque requirunt.

Que V i r g i l i o i m i t ó así en el l i b . X de l a E n e i d a , v. 395.

Te decisa suum, Laride, dextera qucerit,


Semianimesque micant digiti, ferrumque retractant.

6. ° E l lenguaje de estos poetas, aunque está lleno de arcaísmos


como imitaio, Icdavisti, Latonas genitivo y f u e r a en L í v i o : y en
E n n i o sanguem, induforo, eloqueretj otros: no obstante se acerca mas
á la pureza y corrección del siglo de oro, que el lenguaje usado en
el senado-consulto sobre las Bacanales publicado por entonces. T a l
vez los que redactaban estos decretos usaban las f ó r m u l a s de cos-
tumbre y conservaban por la misma razón las palabras y locuciones
tales como se h a b í a n usado en otros documentos iguales.
— 23 —

IíECCIOM 6.a

1.° Nevio, Planto, Cecilio y A f r a n i o . — 3 . ° IToticia de sus


obras.—3.° P l a n y enredo de las comedias de Planto.
—4.° JE1 A m p l i i t r i o n , l a A n l n l a r i a . — 5 . ° C a r á c t e r de
P l a n t o . — 6 . ° M é r i t o de sn d i c c i ó n y e s t i l o . — 7 . ° P i n t n r a
de los c a r a c t e r e s . — 8 . ° inferencias de las comedias
grriegra y latina.
i

1.° Oneo N e v i o era de l a Campania y de educación griega. M i -


litó en la primera guerra p ú n i c a y florecía ya en R o m a por sus co-
medias el a ñ o 51fl de su fundación.
Instruido en l a literatura griega, creyó agradar al pueblo de R o -
ma, zahiriendo, directamente á los nobles, imitando l a antigua co-
media de los griegos. M a s si los d e m ó c r a t a s le recibieron al principio
con placer, no asi los aristócratas romanos que bien pronto le hicie-
ron poner en prisión. Se l i b r ó de l a cárcel con l a promesa de l a en-
mienda, mas al fin m u r i ó desterrado en U t i c a el 550 de R o m a . Se
conservan once t í t u l o s y algunos versos de tragedias, con varios
fragmentos de comedias. Compuso t a m b i é n , a d e m á s de u n poema
que i n t i t u l ó Ilias C i p r i a ó Erotopcegnia, otro sobre l a primera guerra
p ú n i c a en u n libro, que después dividió en siete el g r a m á t i c o C . Oc-
tavio L a m p a d i o n .
M . A c c i o Planto, cuyo sobrenombre le vino de l a anchura de los
pies, n a c i ó el 527 de R o m a en Sarsinia, ciudad de U m b r í a , en una
condición oscura, si no fué en l a esclavitud. Dotado de talento y afi-
ción a l teatro, fué á R o m a en c o m p a ñ í a de unos cómicos, y después
de haber reunido algunas ganancias como poeta y como actor, las
derrochó en adornos del teatro. Disgustado de su profesión, tomó
luego parte en algunas especulaciones mercantiles, y arruinado en
ellas, debió ser entregado como esclavo á sus acreedores; y se cuenta
que por a l g ú n tiempo se vió precisado á mover una tahona. A u n en
tal estado, compuso como dice A . Gelio, tres comedias, y mejorando
de fortuna, c o n t i n u ó componiendo y representando. N a d a se sabe del
resto de su vida, sino que fué el ú n i c o poeta cómico que floreció en
— 24 —
R o m a sin patrono alguno con solo los aplausos del pueblo; y m u r i ó
en 570 el año en que Catón fué Ceusor.
Cecilio Stacio, de la nación de los lusubrcs, en la (Jalla Cisalpi-
na, esclavo t a m b i é n de nacimiento, es citado con elogio por los anti-
guos. Florecía en R o m a por los años de 570: Vulcacio Sedigito lo
d á el primer lugar entre los cómicos latiuos, y Horacio y Veleyo le
nombran al lado de Terencio. I m i t ó aunque muy superficialmente á
los griegos. M u r i ó en 58G, u n año después que B u n i o .
L . Afranio floreciapor el mismo tiempo que Cecilio, aun(]ue otros
le hacen mas moderno. A d q u i r i ó mucho crédito con sus comedias
togatas ó de asuntos romanos; y Quiutiliano que dice: Togatis ex-
cellit A f r a n i u s , añade, que ó jala no hubiese afeado sus argumentos
con la pintura de sus propias costumbres. Dicitur A f r a n i i toga con-
venisse Menandro, dice H o r a c i o ; y Afranio confiesa esta i m i t aci ó n
de Menandro:

Fateor siimpsi non a Menandro modo.


Sed ut quisque haiicit, quod conveniret m i h i ;
Quodme nonposse melius faceré credidi.

N a d a se sabe de su muerte.

2. ° Planto es para nosotros el verdadero padre de la comedia


latina, tanto por su m é r i t o , como porque es el primero do quien te-
nemos piezas enteras. L a s que se le atribulan en tiempo de V a r r o u ,
eran 130; pero muchas d e b í a n ser de A c c i o y otras de u n tal Plaucio,
sujeto enteramente desconocido. L c l i o reconocia solo 25, y V a r r o n
23 como de Planto: en el d í a no tenemos mas que 20 con los títulos
siguientes: AmpMtrion, A s i n a r i a , A u l u l a r i a , Bachides, Captivei,
Casina, Ciatellaria, Gurculio, Epidicus, Menechmi, Mercalor. M i l e s
Qloriosus, Mostellaria, Persa, P c m u l u s , Pseudolus, Rudens, S l i -
chus, Trinummus y Truculentas. Todas llevan al frente un argumento
en versos acrósticos, que unos atribuyen al mismo Planto y otros á
Prisciano.
De Cecilio y de Afranio no existen mas que los títulos y algunos
fragmentos de 45 comedias del primero, y 44 del segundo.
3. ° E n sus comedias. Planto no solo ha pintado costumbres grie-
— 25 —

gas, sino t a m b i é n las que eran propias de Roma, procurando imitar


á Dífilo, Demófilo, r i l e m o n , E p i c a n n o y Menandro, sin que poda-
mos decir hasta donde era llevada l a imitación, por haber perecido
los originales griegos. A todas sus piezas precede un prólogo que con-
tiene casi por entero la esposicioti. Esta por lo regular es poco feliz:
el enredo es bien conducido por l a fecunda i m a g i n a c i ó n del poeta.
L a acción marcha con rapidez aunque á veces se encuentran m o n ó -
logos supérñuos, y los actores hablan con el p ú b l i c o : el diálogo está
hábilmente d e s e m p e ñ a d o , pero el desenlace suele ser traido con vio-
lencia. Escarmentado con el ejemplo de Nevio, se abstiene de dirigir
el ridiculo á los nobles, y para divertir al populacho, usa mucho de
lances imprevistos, de sorpresas, juegos de palabras y equívocos; y
pinta las costumbres de las clases bajas, pasando muchas veces con
su espíritu satírico los límites de l a decencia.
4.° Mientras A m p h ü r i o n , príncipe de Tebas, está haciendo l a
guerra á los teleboas, J ú p i t e r toma su figura y Mercurio l a del sier-
vo Sosia, con cuyo disfraz logran e n g a ñ a r i Alcmena, mujer á e A m -
phitrion. Cuando este viene de la guerra, manda delante á Sosia,
que rechazado y aun abofeteado por el falso Sosia ó Mercurio, vuelve
á contar á su amo lo que pasa. Cerciorado este del hecho y teniendo
que habérselas con otro él, que se ha apoderado de su casa y mujer,
ocupa una posición bien ridicula, de la que no acierta á salir á pesar
de haber apelado al arbitrio de- Blepharon, porque este indeciso, no
sabe resolver quien es el verdadero Amphitrion, hasta que d a n d o ' á
l u z A l c m m a dos gemelos, u ñ ó de ellos hijo de J ú p i t e r llamado des-
pués Hércules, mata ya en l a cuna dos serpientes. J ú p i t e r , queriendo
tranquilizar á Amjphitrion, se descubre entre truenos y r e l á m p a g o s
y dice que Hércules se i n m o r t a l i z a r á con sus hechos. A n i p h i t r m i se
dá por muy contento y dirige una plegaria á J ú p i t e r . E l ridículo
nace de la posición apurada, en que se ven A m p M t r i o n j su siervo.
Este llega á verse precisado aun á negarse á sí mismo. Planto llama
á esta pieza tragicomedia por razón de las personas.
E l viejo Euclion encuentra una olla llena de oro, y poseído de
la avaricia, no descansa, n i sabe donde guardarla. Megadoro, otro
viejo, le pide en matrimonio su hija única, que h a b í a estado y esta-
ba en relaciones con el j ó v e u Licónides. H a c i a n ya los preparativos
3 -
— S S -
de boda, cuando Licónides manda al siervo SiróMlo que vaya á ob-
servar lo que pasa. Este ve al avaro esconder y volver á sacar su
olla, basta que por fin logra vérsela ocultar en un bosque: se la coge
y.se la lleta á su amo Licónides, cuando este habla ya descubierto á
E u c l i o n la relación con su bija. Se la pide por mujer, y la consigue
según parece, porque la pieza queda incompleta, no conservándose
mas que la primera escena del acto quinto. A q u í nace el ridículo de
la avaricia de Euclion, que no cree seguro su oro en ninguna parte,
y por ú l t i m o es burlado por Strohilo.
b." E l carácter de Planto es la facilidad de los chistes y agude-
zas satíricas, pero de un género bajo y grosero. Dotado de u n g é n i o
inventor y de humor alegre y caústico poseo la cualidad de presen-
tar siempre el lado ridículo de las cosas, y sabe sacar partido de to-
do para hacer reir á los espectadores. L e ayuda t a m b i é n el nervioso
lenguaje que usa y aquella fuerza cómica que consiste en la expre-
sión; mas como siempre toma los personajes de l a clase baja de E o -
ma, recarga demasiado el ridículo, y degenera en bufonadas insulsas
y aun obscenas, manifestando en todo una constante predilección
por el bajo cómico y por las caricaturas. E s verdad que la sociedad
antigua le proporcionaba u n corto n ú m e r o de c a r a c t é r e s : l a vida de
los romanos era toda p ú b l i c a : su vida interior se pasaba silenciosa
y oculta; y tampoco se p e r m i t í a presentar en l a escena personajes
nobles.
6.° L a dicción de Planto es en general pura y elegante, aunque
poco armoniosa. Varron, según Quintiliano, siguiendo el parecer de
E l i o Stilon, dice, que si las musas hubiesen querido hablar en latín,
hubieran usado el lenguaje de Plauto. N o obstante debemos notar
ciertas palabras nuevas que forja para hacer reir al populacho, otras
obscenas, y algunas muy antiguas, que no deben tolerarse en una
composición latina. E l estilo lleno de gracia y de fuerza es t a m b i é n
muy desigual; pero en medio de la uniformidad de los caractéres,
sabe darles un colorido diferente y nuevo. Cicerón cita las comediad
de Plauto, como modelos de chistes finos y elegantes: Horacio se bur-
la de la paciencia, por no decir necedad de sus antepasados, que gus-
taban de los chistes y de la a r m o n í a de Plauto. E s lo cierto que los
versos no tienen nada de arreglados, y se les nota mucho descuido
— 27 —
Con respecto á la prosodia y al metro. L a grande habilidad del actor
Roscio haria formar á Cicerón y á V a r r o n un juicio diferente del de
Horacio.
7.° L o s caractóres en Planto están en general bien» desempe-
ñados, annqne suele recargarlos basta el punto de esceder los justos
términos de la naturalidad y verdad, con tal que esciten la risa. N o
se puede menos ele notar la exageración en el carácter del avaro,
cuando después de baber pedido al criado que le enseñase las ma-
nos y de baberlaseste presentado, le dice, osiende etiam tertíam: como
también cuando bace decir á los esclavos, que ata el cuello del fuelle
para que no se le vaya el aire, mientras se v á á dormir, y que receje
las cortaduras de las u ñ a s , y que fué á demandar ante el Pretor á
un milano que le a r r e b a t ó una porción de comida. L o que d á m u -
cho m é r i t o á Planto y le hace de todos los tiempos, es el haber retra-
tado caractéres generales y comunes á todos los pueblos. E n él
vemos ya t a m b i é n el drama sentimental, especialmente en el Budens
y en los Gaptivei. E s t a pieza ha sido representada én 1844 .ante el
rey de Prusia y muchos nobles y doctos de Alemania, por los estu-
diantes de Berlín.
8.° L a comedia latina difiere de la griega, en que carece de co-
ros, y que empieza por un p r ó l o g o ; pues si en alguna tragedia griega;
se encuentra una especie de prólogo, este es necesario á la esposi-
cion, y está puesto en boca de u n actor, mientras que en Planto y
Terencio es pronunciado en nombre del poeta. E n los intermedios
ocupaba el lugar de coros l a m ú s i c a sola, ó los cantores, danzantes
y músicos que se llamaban grex ó caterva y solían salir al fin de la
pieza para hacer u n elogio de ella, como en los Gaptivei, donde este
grex dice que el poeta a t e n d i ó muy particularmente á la honestidad
y á la sana moral, para que los buenos se bagan mejores, evitando
todo lo que habla servido de asunto á las otras comedias.
— 28

1.° I». Terenelo Arricauo. -rí." Moliciay plan <le SII« «'(>-
m e í l i a s . —3.° J^i A u í l r i a y el H1 e a IB 1 o is 11 m or « un' n o s.—
-I.» C a r á c t e r tic Tcrcsicio.—S.'-1 M;crlio ele su d i c c i ó n y
estilo,—6." Defectos <iue notan los críticos.—'*.'1 C o ra-
pa racloit de este poeta con IManto.

I.0 P . Terencio Afer nació, según se croe, de buena familia en


Cartago e l 562 de Roma, ocho años antes de la muerte de Plauto.
Se dice que fué robado de n i ñ o por unos piratas que le vendieron á
un romano. E s lo cierto que fué esclavo del senador Terencio L u -
cano, quien le hizo instruir, y que por su feliz disposición intelec-
tual y las buenas cualidades de su corazón, le dió l a libertad y el
nombre. E j e r c i t ó su talento en la composición de comedias; imitando
á los poetas griegos, con lo que logró l a amistad de los principales
de Roma, en especial de Scipion Africano y de Lelio, á quienes atri-
bulan algunos las composiciones de Terencio por la finura y elegan-
cia de su estilo. E l poeta no parece que puso grande e m p e ñ o en
destruir esta opinión que no era desagradable á aquellos ilustres
romanos. S i n embargo, dicen que disgustado de ver atribuido á otro
lo que era suyo, ó mas bien de l a envidia y persecución de otros
poetas ó acaso movido del deseo de conocer las costumbres de l a
Grecia, se e m b a r c ó para Atenas á l a edad de ^5 años. Después de
haber estado allí algunos meses, traducidas, según cuentan, 108 co-
medias de Menandro, se disponía volver á Italia, y llegado á Patras
para embarcarse, tuvo.noticia del naufragio del buque en que tenia
su equipaje. Esto le causó tal sentimiento, que enfermó y m u r i ó en
Stimphalia ó Leucadia en la Arcadia. F u é de estatura mediana,
delicado de cuerpo y de color moreno: dejó una hija que casó con
un caballero romano, llevando en dote veinte yugadas de tierra.
2.° Seis son las comedias que tenemos de Terencio. E l argumento
que las precede es de Sulpicio Apolinar, g r a m á t i c o del segundo siglo.
Cuando presentó á los ediles la primora llamada A n d r i a , porque el
— 29 —
principal papel es el de una joven venida de la isla de A n d r ó , dicen
que se la mandaron leer al poeta Cecilio. Este al ver su tez oscura
j sus trazas que p r e v e n í a n poco en su favor, le m a n d ó sentar al pié
del lecho donde estaba comiendo. L e i d a la primera escena, ya le
m a n d ó que comiese con él y después se la leyese entera. Mereció
grandes elogios de Cecilio, logrando t a m b i é n aplausos del pueblo
con esta y con las otras cinco. Estas llevan el titulo de Eunuco, pieza
que se representó dos veces en un dia y le produjo ocho m i l sester-
cios: el H e a u t o n t i m o r ú m e n o s , ó atormentador de si mismo: los
Adslphos ó los hermanos: el Phormion, nombro de u n parásito que
interviene en los amores de dos j ó v e n e s ; y la H e c y r a , ó la suegra,
que hace t a m b i é n u n papel principal. E l P h o r m i o n y la Hecyra son
•imitadas de Apolodoro, y las otras cuatro de Menandro. Todas em-
piezan por un prólogo, que se dirige á prevenir en su favor al pue-
blo, y á quejarse y defenderse del envidioso poeta L a v i n i o , que le
echaba en cara, que era u n plagiario, que nada de cuanto presen-
taba era suyo. E n la Hecyra se lamenta de que no hubiese sido
acogida por dos veces, h u y é n d o s e el pueblo la primera vez á la voz
de que habla atletas y u n funámbulo, y la segunda por correr el r u -
mor de que iba á darse u n espectáculo de gladiadores. L a esposi-
cion en las comedias de Terencio empieza, no en el prólogo, sino en
el primer acto, y se c o n t i n ú a en los demás con mucha regularidad
y sin grande complicación de incidentes, terminando el desenlace
con naturalidad y sin violencia en el quinto acto. Para nada se pre-
senta el grex. E n Terencio como en Planto, el desenlace suele veri-
ficarse, ó haciendo aparecer en la escena un personaje que se creia
muerto, ó por medio de reconocimientos entre padres é hijos perdi-
dos. Esto era muy verosímil en aquellos tiempos, en que n i habla
facilidad de hacer averiguaciones, n i de recibir noticias; pululaban
los ladrones y traficantes en n i ñ o s ; y las leyes por otra parte permi-
tían exponerlos libremente. T a m b i é n son de notar las dobles esce-
nas, de que eran muy capaces los teatros antiguos, porque solían
presentar una plaza y varias calles que desembocaban en ella.

3.° P á m p M l o , joven ateniense, quiere casarse con una doncella


llamada Gliceria. Su padre Simón lo sospecha, y finge que quiere
casarle con Philomena, hija de su amigo Cremes. Avisado P á m p M l o
— 30 —
del ardid de su padre, accede á su insinuación por consejo del es-
clavo Davo. Simón en vista de l a docilidad del hijo, piensa ya de
veras en casarle y habla sobre ello á su amigo Cromes, que aunque
con alguna dificultad, accede á dar á su hija. P á m p h i l o se v é apura-
do, y hubiera tenido que dejar á su Gliceria, sino se hubiese presen-
tado un tal Gritón de la isla de A n d r ó , y amigo de Simón y Grcmes,
el cual les asegura que Gliceria, criada en A n d r ó , era P a s i h u l a , hija
de Gremes, que de n i ñ a se habia perdido. Convienen los dos ancia-
nos en casarla con P á m p h i l o , y á P l á l o m e n a l a dan á Garino, amigo
de Pámjphilo, que anhelaba su enlace.
Glinia, hijo de Menedemo, ateniense, disgustado del tratamiento
de su padre, que no q u e r í a verle casado con A n t i p M l a , se fué á m i -
litar al A s i a . Su partida desazonó de tal modo al padre, que este no
hacia otra cosa sino llorar y maltratarse de m i l maneras, de lo que
viene el titulo de l a comedia. Gremes su vecino trata de consolarle;
y sabedor que habia vuelto G l i n i a y se habia hospedado con su hijo
GUtipJion avisa á Menedemo, y le persuade á que tolere á su hijo el
matrimonio. Entonces hace traer á su casa á G l i n i a y su consorte,
por medio del siervo Siró. Pero este queriendo complacer á su amo
Glitiplion y sacar dinero á Gremes, dispone que l a querida de GUti-
pJion, Bachis, se finja A n t i p M l a , y esta, su esclava. Poco después se
descubre que A n t i p M l a es hija de Gremes, el cual lleno de alegría,
aprueba su boda con G l i n i a ; pero se incomoda al saber l a relación
de Glitiphon con B a c M s , y solo se aplaca por mediación de Mene-
demo con l a promesa de Glitiplion de casarse con otra.
4.° L a finura y delicadeza, l a elegancia y naturalidad, l a gra-
vedad y verdad en la pasión y las costumbres, la regularidad en la
conducta de la acción y l a pureza en el lenguaje, constituyen el
carácter de Terencio. Su educación esmerada y el trato con los mas
nobles ciudadanos, le infundieron un gusto esquisito y una perfec-
ción en el estilo y en las reglas del drama, que mereció el elogio
de Cicerón. N o se complace en las escenas de esclavos y en el
bajo cómico, sino que propone siempre caractéres nobles y tiernos:
l a pasión de los amantes, la aflicción de los padres, l a inocencia de
las doncellas, lo sério en fin y lo patético, es lo que brilla en todas
sus piezas.
— 31 —
5. " Reconocida es de todos la propiedad y elegancia de la dic-
.cion de Terencio, por cuya causa á pesar de la edad en que escribió,
es contado por algunos entre los escritores del siglo de oro. S i n
embargo no está exento de arcaísmos: v. g. siet, eccum, eccam, etc.
Pero lo que mas encanta en su lectura, es lo culto de las espresiones,
la claridad en la n a r r a c i ó n , la urbanidad en el diálogo, la grave
amenidad y gracejo de sus rasgos, y la exactitud y energía en l a
espresion de las pasiones. Su estilo, pues, es igual, delicado, grave y
patético.
6. ° L o s defectos que suelen notarse en Terencio, se reducen á
la falta de vis cómica, como decia César, es decir; á no presentar el
ridículo por su parte risible, á no hacer uso de gracias y cbistes que
esciten vivamente la risa. Otros ven en esto el m é r i t o principal de
Terencio, que conoció ya lo que valia u n drama sentimental, en que
se desarrolla una pasión, y se la conduce por todos los grados con
naturalidad, produciendo así u n placer propio de corazones nobles
y sensibles. Se le critica con mas razón por l a mala elección de ma-
terias, reducidas á amores de jóvenes y engaños de esclavos, sin com-
batir de lleno el vicio, n i buscar una sana moralidad, y porque sos-
tiene muchas veces el enredo, haciendo que u n interlocutor oiga lo
que otro dice á solas: y finalmente se nota cierta languidez y frialdad
en la acción, por no sugerirle su i m a g i n a c i ó n recursos abundantes.
7. ° Comparando, por lo que bemos dicho, los dos cómicos lati-
nos, vemos que, si Planto tiene una i m a g i n a c i ó n mas fecunda, y su-
ingenio le suministra medios de dar mas variedad á sus composi-
ciones, Terencio está dotado de mas juicio y sabe d e s e m p e ñ a r sus
planes con mas arte. A q u e l es mas exagerado en sus pinturas; este
mas natural y exacto. E n el uno se v é á los actores dirigirse al
pueblo y en el otro hay mas regularidad y no se corta la acción; en
los prólogos de aquel se empieza ya la exposición y los de este son.
independientes de la pieza; el primero tiene mas libertad en los pen-;
samientos y en el lenguaje, y el otro es mas puro asi en la moral,,
como en la dicción. Planto se propone con su buen humor y sus:
chistes escitar la ri^a y divertir en especial á la plebe, y este otro sin
carecer de amenidad y de chanzas graciosas, procura mas bien con-
mover con situaciones p a t é t i c a s . E n aquel se encuentran con fre-.
cuencia grosería y mal gusto y en Tercncio todo es escogido y ele-
gante; Planto es el poeta de la plebe y Tercncio el de l a gente culta ^
Plauto se cuida poco de la a r m o n í a y del metro, y Tercncio es como
en todo mas diligente y arreglado.

IJECCION 8.a

1.° Pacuvlo y Accio.—3.° T n r p i l i o j Atta.—3.° JJ. Poin-


pouio y Q . Tíovio.—4.° liiicilio y sus s á t i r a s . — 5 . ° Histo-
r i a de l a s á t i r a . S á t i r a s üBicnipcas, ó Varronianas, di-
chas a s í de M . Terenclo V a r r o u . — 6 . ° Noticia de otros
escritores de este tiempo.

I.0 Pacuvio y A c c i o , griego de origen el primero, y natural de


B r i n d i s ; romano el segundo, hijo de u n liberto, fueron famosos por
sus tragedias, de las que se conservan algunos fragmentos con 19 t í -
tulos de Pacuvio y 57 de A c c i o . Pacuvio, nieto de E n n i o , floreció en
R o m a por los años de 600 y m u r i ó de edad muy avanzada en T á -
rente el 624. P l i n i o dice que poseía cierta habilidad en la pintura,
con cuyo arte logró hacer mas brillante l a escena. Según Varron, si-
g u i ó Pacuvio un estilo noble y armonioso; pero en sus fragmentos
reina mucha oscuridad y no se percibe la a r m o n í a . Se dice que es-
cribió t a m b i é n sátiras. D e su tragedia el juicio de las armas, fué
el verso que, según Suetonio, se c a n t ó en los funerales de César para
escitar al pueblo contra sus matadores, á saber: m e r í servasse, nt essent,
qui me perdsrentf F u é Pacuvio 50 años mas anciano que A c c i o , el cual
n a c i ó el 584 de E o m a ; aunque según Cicerón, se representaron sus
tragedias bajo unos mismos ediles. Accio mereció elogios de Pacuvio
en vista de su tragedia Aireo,- y fué el primero, sinó el único, que
se atrevió á componer una tragedia sobre u n asunto nacional, i n t i -
tulada B r u t u s . D ú d a s e si fué este mismo el A c c i o á quien oyó Cice-
rón, y que celebró las h a z a ñ a s de D . Bruto, y el que según Yalerio
M á x i m o no se levantaba al llegar J . César á una r e u n i ó n de poetas,
y el que según Macrobio, escribió unos anales. Quintiliano hace el
juicio de Pacuvio y A c c i o diciendo que eran muy ilustres por la
— 33 —
profundidad do k s sentencias, la fuerza del estilo y la verdad de los
caracteres. Horacio d á á Pacuvio el epíteto de docto y á Accio el de
sublime.
2. " Turpilio y A t t a fueron poetas cómicos; el primero amigo de
Terencio, m u r i ó muy anciano en 649. Sus comedias eran muy apre-
ciadas cu Roma, y solo se conservan 15 títulos con algunos frag-
mentos. E l segundo algo mas moderno, se sabe que compuso come-
dias togatm, de las que Horacio hace poco aprecio. N o existen mas
que estos versos:
Vertamus vomerem i n ceram,
Mucromque aremus osseo.
3. " L . Pomponio y Q. N o v i o se dice que gustaron mucho de
componer at'elanas, ya casi olvidadas en E o m a y que merecieron
ser muy alabados de los antiguos. Cicerón, Séneca, Grelio y Prisciano
hacen mención de Pomponio á quien se llama el Bononiense, de su
patria Bolonia. N o n i o Marcelo nombra m á s de treinta de las come-
dias de Pomponio y ocho de Novio, de las que existen fragmentos.
Los de este suelen atribuirse á Nevio y vice-versa.
4. ° C. L u c i l i o nació eu Suesa y según otros en A u r u n c a , el
año 606 de Roma, de una familia del orden de caballeros. Militó eu
la guerra de N u m a n c i a y fué amigo de Scipion y de L e l i o . M u r i ó
á la edad de 45 anos. Estuvo dotado de un ingenio muy agudo y
sus costumbres eran bastante austeras. L a grande corrupción de su
tiempo le movió á esgrimir la sátira, dándola una forma regular é
introduciendo l a costumbre de escribirla en h e x á m e t r o s solamente.
Esto di ó motivo á que le llamasen algunos inventor de la sátira,
que h a b í a ya sido cultivada por E n n i o y Pacuvio; sí bien el objeto
de estos era solo mover la risa y para ello se valieron de todo género
de versos. L u c i l i o se propuso castigar y corregir el vicio, y lo hace
con tanta libertad como la comedía antigua de los griegos. E n los
fragmentos que restan de los 30 libros en que fueron divididas sus
sátiras por Q. Filocomo y Lelío Arquelas, se notan los nombres de
diez y seis individuos, que son atacados, y algunos de los mas ilus-
tres. L o s críticos v a r í a n mucho eu el juicio de sus obras, y sí todos
convienen en que L u c i l l o díó una forma regular á l a sátira, usando
del h e x á m e t r o y aproximándole á la prosa, no v a r í a n menos sobre
el m é r i t o de sus inveetivas y de su espresiou. Horacio tacha á L u -
cillo de incorrecto y duro: dice que fluye como un rio lleno de lodo;
y le reprende t a m b i é n de haber mezclado griego con latin. Cicerom
Quintiliano y el diálogo de los oradores son de distinto d i c t á m e n ;
sin embargo los modernos en vista de los fragmentos de L u c i l l o , se
adhieren al parecer de Horacio, y dicen, que Quintiliano pertenece
ya á una época de mal gusto, en que se daba preferencia á todo lo
antiguo, y que Cicerón hubiera sido de otro parecer, si hubiese al-
canzado á los tiempos de Horacio y V i r g i l i o , en que la poesía llegó
á. su perfección.
5.° L a sátira entre los romanos, muy distinta de los sátiros
griegos que, como ya hemos dicho, eran composiciones d r a m á t i c a s ,
fué muy antigua en R o m a . Su objeto principal no era escitar la
risa, n i zaherir á clases determinadas, como los Silos de los griegos
que se dirigían contra los sábios solamente, n i como sus mimos, que
destinados á ser leidos, eran una pintura fiel con arte y delicadeza de
los caractéres de la vida c o m ú n . E l objeto de l a sátira romana era
castigar y corregir los vicios y defectos de los hombres. Y a hemos
dicho que los versos fescenninos tenian el carácter de satíricos: lo
eran t a m b i é n los primeros versos de los histriones, que v e n í a n á ser
una mezcla de prosa y verso en diálogo, cuyo ú n i c o m é r i t o era l a
fuerza de las agudezas y dichos picantes. Se les dió el nombre de
s á t i r a por esa misma mezcla, á semejanza del canastillo ó bandeja
que llena de varias clases de fruta solían ofrecer á los dioses. E n
tiempo de L i v i o se representó en el teatro; mas E n n i o l a destinó
solamente á l a lectura, mezclando toda clase de versos sin cuidar
de la simetría. L o mismo hizo Pacuvio, pero L u c i l l o t o m ó nueva
forma usando solamente del verso h e x á m e t r o didáctico, que suele
llamarse mghcfo por cierto desaliño que le hace asemejar á la prosa.
L o mismo practicaron después todos los satíricos, menos M . Teren-
cio Varron, c o n t e m p o r á n e o de Cicerón. Este á quien se le llamaba
el m á s docto de los romanos, y que escribió mas de quinientas obras
de todas materias, hizo entrar en la sátira, no solo variedad de me-
tros, sinó t a m b i é n prosa mezclada de versos; y por su mordacidad
que imitaba á Menipo, cínico griego, las llamó menipeas. Se cita
una con el título de T r íceps contra el primer triunvirato.
— 35 —
6.° E n este tiempo florecieron t a m b i é n otros poetas, como V u l -
cacio Sedigito, de quien nos L a conservado A . G-elio unos versos
sobre los cómicos latinos. Q. Trabeas, de quien cita Cicerón algu-
nos versos, P . L i c i n i o Tmbrex ó Tegula, autor de algunas comedias
y de un poema que se c a n t ó en una procesión por unas doncellas.
Furio Antiates, que compuso unos anales, j es contado por Macro-
bio entre aquellos de quien tomó algunas cosas V i r g i l i o . Valerio
Catón i n t i t u l ó d i r á s unas imprecaciones contra Battaro, que pueden
llamarse s á t i r a s ; y además, según Suetonio, compuso otras dos poe-
sías y una obra en prosa con el título de indignatio; las cuales no
existen. H u b o t a m b i é n en este tiempo varios poetas epigramáticos.
E n este género, al parecer fácil, se distinguieron por su agudeza y
rasgos picantes, M . Eurio Bibaculo; Porcio L i c i n i o , que se cree íué
cónsul en 570 de P o m a ; Q. Lutacio Catulo; C. T i c i d a ; L . Valerio
Edituo, y C. H e l v i o Cinna. Prisciano cita t a m b i é n un epigrama de
L . Pomponio que se ignora si es el Bononiense.

L E C C I O N 9.a

1.° Tito Lucrecio Caro.—3.° Noticia y asunto de su obra.


—3.° 1*1 au y su d e s e m p e ñ o . — 4 0 Trozos y descripciones
mas n o t a b l e s . — 5 . ° ILengruaje y m e t r i f i c a c i ó n de este
poeta.

3.0 T . Lucrecio Caro, nacido el 659 de K o m a , se cree que per-


tenecía á la noble familia romana de los Lucrecios. M u y pocas no-
ticias bay de su vida. Se dice que estudió en Atenas la ñlosofia epi-
cúrea bajo la dirección de un tal Zenon, y que en ciertos i n t é r v a l o s
sentía su ánimo poseído de furor, y entonces escribía; de donde
viene aquello del poeta P a p í n i o Stacio: et docti f u r o r arduus Lucre-
tii. Otros dicen, que á consecuencia de un filtro que su mujer ú otra
le dió á beber, h a b í a perdido el juicio, y que componía en algunos
momentos lucidos, basta que por efecto de su enfermedad, ó disgus-
tado de l a vida en medio de la gran corrupción de Roma, se suicidó
á la ed^d de 44 anos,
Ot) —

2. " X o se sabe que Lucrecio publicase mas obras que un poema


didáctico, titulado de r.erupi natura, es decir: del origen y forma-
cion de las cosas. L o s antiguos citan muchos versos de Lucrecio que
no se hallan en este poema: y como no se advierten claros, es de
creer que solo nos haya llegado una segunda edición hecha con al-
gunas alteraciones, lo cual espirea mucho mejor la causa de varias
repeticiones y de tener algunos trozos la elegancia del siglo de Augus-
to, mientras otros muestran una rudera propia de la a n t i g ü e d a d . E l
asunto de esta obra es la filosofía de Epicuro, que el poeta quiere
presentar á Memmio, á quien la dedica, como superior á todos los
d e m á s sistemas, con el fin de hacerle renunciar á los negocios públi-
cos. Pone á los dioses muy distantes de las cosas humanas, gozando
en suma paz de su eternidad sin cuidarse de nada. Establece la crea-
ción del mundo por el concurso de los átomos de Demócrito, sentando
el p r i n c i p i o : N u l l a m rem e nihilo g i g n i divinitus unqimm, y l a con-
secuencia: H a u d igitur possunt a d n i h i l u m qimque revertí. Sostiene
el vacio: Esse i n reius inane tamen fatoare necesse est; y así va de-
senvolviendo con razones y pruebas, como u n filósofo, otros p r i n c i -
pios, según el estado en que se hallaba la filosofía, destituida de la
revelación y de los grandes recursos de la esperiencia, con que después
se ha enriquecido; de manera que al iado de una verdad, suele esta-
blecer nna porción de absurdos, como la corporeidad del alma etc.
Dotado de gran talento, conocía la falsedad de la religión de los
romanos; y de a h í el atribuir á esta religión todos los males, y querer
libertar á los hombres del temor de unos dioses á todas luces ridí-
culos. De disculpar es por lo tanto la irreligiosidad que se le atribuye,
efecto de las circunstancias de su tiempo.
3. ° Lucrecio divide su obra en seis libros: empieza por una
invocación á Venus, madre de la generación, para que le ayude á
declarar á Memmio la naturaleza de las cosas; y para ello la ruega
que divierta á su querido Marte, á f i n de que l a guerra no impida á
M e m m i o conocer el principio de los séres y la alta disposición del
cielo y de los dioses, que le va á esponer en sus versos.
Dice que se propone hablar de los cielos, de los movimientos,
del sol y de la luna, y de la razón y fuerza que gobierna las cosas en
la tierra; del origen y naturaleza de la vida y del alma; de las cosas
— 37 —
que se presentan á l a i m a g i n a c i ó n de los enfermos y de los que
duermen, j de como nos parece que vemos aun á los muertos. E x -
presa luego la dificultad que encuentra en la pobreza de la lengua
por la novedad de la materia; y alentado por la amistad de M e m m i o
y el deseo de ilustrar su mente, empieza á desenvolver su asunto
por el principio que de nada, nada se hace; c o n t i n ú a después la ex-
posición y razones con que apoya su doctrina, sin apartarse nunca
de su asunto, sino muy ligeramente con alguna descripción y con
la i n t r o d u c c i ó n que pone al principio de cada libro, hasta que vuelve
á anudar el hilo de su sistema.
E l desempeño del plan no puede menos de ser poco feliz. Como
filósofo, se estrella luego Lucrecio con la dificultad de sostener unas
doctrinas muy opuestas á la r a z ó n ; porque esta nos hace conocer al
instante la existencia del espíritu y su diferencia de la materia, que
no pudo ocultarse á la mayor parte de los filósofos de la a n t i g ü e d a d .
Gomo poeta, aun cuando estuviese dotado de la i m a g i n a c i ó n mas
rica, imposible era que se sintiese inspirado, n i aun por un mo-
mento, al tratar unas doctrinas materialistas, las mas propias
para matar la i m a g i n a c i ó n y amortiguar el génio. S i n embargo, en
algunos trozos y en el principio de los libros, sabe elevarse en alas
de su i m a g i n a c i ó n y espresar en tono poético pensamientos nobles,
hasta que al llegar otra vez á su asunto, se le ve decaer y atender
solamente á la verdad y excelencia, que él cree hallar en su doctrina.
Fijando todo su i n t e r é s en convencer á su lector, no se acuerda de
los adornos, con que el poeta didáctico debe engalanar su obra, para
deleitar e n s e ñ a n d o . Interesa no obstante por el calor é í n t i m a con-
vicción, con que quiere demostrar sus paradojas.
4.° L o s trozos mas notables de Lucrecio son, ademas de los
principios de cada libro, los que contienen algunas imágenes, com-
paraciones y descripciones. E n el l i b r o primero, verso 715 con mo-
tivo de hablar de Empedocles, hace una descripción de su p á t r i a ,
Sicilia: en el verso 922 principia un trozo muy poético, que contiene
la comparación del vaso, cuyos bordes endulzados hacen que el n i ñ o
tome l a bebida amarga, que le d á la salud. Con este mismo trozo
comienza el libro 4.° A l verso G00 del libro 2.° describe las fiestas
de la diosa Cibeles, y refuta esta superstición. Muchos son los pasa-
— 38 —
jes que merecen leerse en los demás libros; pero sobresalen entre
todos, las descripciones del amor al fin del libro 4.", y de la peste al
ñn-del 6.° E s verdad que en aquella el poeta trata el amor según
las ideas do su tiempo, en que solo dominaba la materialidad, y se
desconocía la elevación y pureza que le ha dado el cristianismo, ha-
ciendo á la mujer igual al hombre. L a de la peste ha servido de ori-
ginal á V i r g i l i o , para describir la mortandad de los animales, con
que termina el libro 3." de las G-eórgicas.
5.° E l lenguaje de Lucrecio es ya de bastante pureza, enérgico
y fuerte, aunque algo rudo todavía. Tiene muchos arcaísmos, v. gra-
cia: agendum multa, insinucmdum pericula, sanguem mdopedita, i n -
dup&rator, genetrix, m n u , polesse. L a versificación tiene mucho pro-
saísmo y bastante uniformidad en lá cadencia final. H a y quien dice
que el poema de Lucrecio mereció ser corregido por Cicerón; pero
no está justificado.

L E C C I O N 10.

I.0 Elocuencia y su c a r á c t e r en l a segunda é p o c a de


l a literatura l a t i n a . — 3 . ° H i s t o r i a . — 3 . ° F i l o s o l í a . — 4 . °
Gramática.

I.0 L a elocuencia se distingue por su vigoroso y progresivo


adelantamiento, por la estension de sus ideas, y mas que todo por la
i m i t a c i ó n de los modelos griegos. Entre otros oradores citaremos á
los Gracos, los cuales ejercieron una poderosa influencia en los des-
tinos de E o m a . E n esta época haremos t a m b i é n notar que algunos
griegos abrieron escuelas de R e t ó r i c a en la ciudad del l í b e r .
2.° E n l a adolescencia comenzaron á escribir la historia en
griego A . A l b i n o , L . Cincio Alimento (de quien se conservan los tí-
tulos de varias obras de antigüedades) y C . A c i l i o que lufego fué
traducido por u n tal Claudio. Pero el primero que escribió la histo-
ria en prosa latina, fué Q. Fabio Pictor, á quien siguieron Catón,
L i b ó n , Pisón, C . Fannio, Vennonio, L . Celio A n t i p a t c r mas elevado,
aunque inculto y áspero; Sexto y Cneo Celios, Clodio y Sempronio
— 39 —
Aselion, lánguidos aun é ignorantes; el locuaz y agudo Macer, L ,
Sisenna superior á todos, pero no exento de puerilidad, y que pare-
" cía haber leído solo al griego Clitarco. (Cic. lib. 1 de legibus, cap. 2).
T a m b i é n L . Casio H e m i n a escribió anales en cuatro libros, de los
que el ú l t i m o se titulaba hellum punicum posterior, (esta termina-
ción era c o m ú n en lo antiguo); y son citados Pabio M á x i m o Servi-
liano, Sempronio Tuditano, Clodio L i c i n i o , J u n i o Gracano, Luctacio
Catulo, C . Otacilio P i l i t o , primero de los libertos que escribió histo-
rias, y algunos autobiógrafos, como E m i l i o Scauro, P u t i l i o Rufo y
el mismo Sila, cuyo libro 21 cita Prisciano. M a s nada de todos estos,
nos queda, fuera de algunos fragmentos de Pabio y de Catón, y las,
citas que hacen A . Celio y otros. De todos puede decirse lo que
afirma Cicerón de Pabio, C a t ó n y P i s ó n (2 de orat. c. 12), que solo
cuidaban de no faltar á la verdad: satis est. non esse mendacem: y
aunque no se limitaban ya á un simple registro de los hechos en
orden cronológico, como eran los anales, todos sin embargo tenian
la misma aridez y sequedad de estilo; y con tal que fuesen entendi-
dos, imam diceiidi laudem p u t a i a n t esse irqvitatem. Pues si A n t i p a -
ter se elevó y dió mayor e n t o n a c i ó n á la historia, los d e m á s cuidaron
poco de adornar sus relaciones y fueron unos meros narradores; y
aun á este mismo le d á Cicerón solamente un vigor rústico, sin cul-
tura y sin brillo (de leg. 1. 2.), y en otra parte (de el. orat. 64) dice
que aunque Sisenna excede á todos los anteriores, está distante de
la perfección, y que aun no se habia ilustrado este g é n e r o de compo-
sición en la literatura latina.
Q. Pabio Pictor, nieto del primero que, por su habilidad en la
pintura, mereció ese renombre, fué cuestor provincial en 585; y
después de la batalla de Cannas, en 538, fué enviado á consultar el
oráculo de Belfos. Escribió anales en griego y latin, de los que ha-
cen mención varios autores, y en especial sobre a n t i g ü e d a d e s de Ita-
lia, origen de sus ciudades y hechos del pueblo romano. P u é poco
imparcial, según Polibio, l i b . 1., puesto que, n i elogiaba á los carta-
gineses, cuando lo merecían, n i se contenia en los límites de l a ver-
dad, cuando los vituperaba: y en el l i b . 3.° le tacha sobre las causas
de la 2.a guerra p ú n i c a , para que no, por la circunstancia de Senador
romano, se le d é crédito en todo. N o se le debe confundir con Servio
— 40 —
Pabio Pictor, que escribió á.Q jure Pontificio, n i cou Numerio Pabio
Pictor, cuyos anales griegos cita Cicerón.
M . Porcio Prisco, llamado después Catón por su gran prudencia,
Censor por la severidad en este cargo, y el mayor ó el anciano, para
distinguirle del que se suicidó en U t i c a , por no caer en manos de
César, nació en 520 en T ú s e n l o de una familia plebeya,- pero con su
valor, con su integridad y con su elocuencia se elevó á los mayores
honores. Así dice P l i n i o (lib. 7, c. 27) tres summas i n horitim res
prcestitisse existimatur, optimus orator, optimus imperator, optimus
senator, y podemos a ñ a d i r con Corn. Nepote: agrícola solers, etjuris-
consultus, et cupidissimus literarum. Militó en la 2.il guerra p ú n i c a :
fué cuestor del grande Scipion en 550 y cónsul nueve años después.
P u é luego gobernador, y triunfó de E s p a ñ a y ejerció el cargo de
Censor en 570. P l i n i o dice que j a m á s ninguno fué mas veces acu-
sado, n i mas veces absuelto, habiendo tenido que defenderse hasta 44
y l a ú l t i m a á los 85 años, en 605, en cuyo a ñ o , después de acusar á
Serv. G-alba por su crueldad en Lusitania, m u r i ó empezada ya la
tercera guerra p ú n i c a , que tanto deseaba. S u firmeza de carácter se
manifiesta persiguiendo el lujo y cuanto creia contrario á las buenas
costumbres y al engrandecimiento de P o m a ; como la existencia de
Cartago que motivaba su continuo clamor, delenda Garthago; y el
pronto despacho de Carneades y la expulsión de los filósofos. S i n
embargo, en la vejez a p r e n d i ó la lengua griega; como repetidas ve-
ces lo asegura Cicerón.
3.° L o s romanos, n i aun el nombre de filosofía hablan oido,
hasta que entraron en relación con los griegos; n i tampoco después
hicieron u n estudio profundo, porque su c a r á c t e r militar y en-
teramente práctico, y su vida agitada y política, no les dejaba
tiempo n i descanso para estudios é investigaciones filosóficas. Hasta
miraban con desprecio la filosofía, y a porque veian en decadencia la
Grecia tan apasionada de este estudio, ya porque de él t e m í a n que
viniese la ruina de su religión y por consiguiente la de sus institu-
ciones políticas. A pesar de esto y de haber sido los filósofos dester-
rados de R o m a á fines de su siglo G.0, fué tan grande el entusiasmo
por la filosofía que despertaron en la juventud de Roma, los tres
embajadores de Atenas, Carneades académico, Diógenes estoico y
— 41 —
Oratilao peripatético, quo las mismas proliibicioaes sirvierou de es-
tímulo, así á los griegos para acudir á R o m a á enseñar, como á los
romanos para buscar su i n s t r u c c i ó n . B i e n pronto sobresalieron A f r i -
cano el menor, L e l i o y P a r i ó ; y la mayor parte de los jurisconsultos
se decidieron por la filosofía estoica, como la mas conforme á la gra-
vedad romana, y mas adecuada para promover las ideas de justicia
y de obediencia á las leyes.
Pero los que mas contribuyeron á los progresos de la filosofía
en Roma, fueron E m i l i o Paulo, Slla y Luculo, que trajeron de Gre-
cia inmensidad de libros y los pusieron á disposición de los estudio-
sos. Así los romanos conociendo las diversas escuelas de la Grecia, ya
que no p o d í a n hacer un estudio profundo, escogían las ideas filosófi-
cas mas análogas con sus sentimientos é inclinaciones, mirando este
estudio, ó como auxiliar de l a elocuencia, ó como u n desahogo ó una
recreación propia de hombres de talento. N i n g ú n trabajo sin em-
bargo tenemos de los varios romanos, que se distinguieron en cada
una de las escuelas filosóficas, si exceptuamos las obras de Cicerón.
4.° Orates, natural de l a Cilicia, enviado á R o m a por Atalo,
rey de P é r g a m o , después de la primera guerra p ú n i c a , se dedicó á
enseñar las bellezas de los escritores griegos. Sus lecciones desperta-
ron la afición de los romanos á estos estudios, d i s t i n g u i é n d o s e luego
L u c i o E l l o , Stilo, Servio Clodio, S. Nicator, Aurelio Opilio y Vale-
rio C a t ó n .

I . E € C I O X 11.

1.° Ojeada solbre l a adolescencia de l a literatura l a -


tina.—3.° Su v i r i l i d a d ó edad de oro.—3.° Cansas del
r á p i d o desarrollo de l a literatura á l a muerte de 8ila.
—4.° E l teatro en R o m a durante el siglo de oro.—5.°
Pantomimas y m i m o s . — 6 . ° P o e s í a d r a m á t i c a : l a trar
grediay l a comedia.

I.0 Hemos visto que desde el fin de la primera guerra p ú n i c a


los acentos aun rudos y groseros de las musas romanas empiezan á
suavizarse en boca de algunos esclavos ó de la clase mas baja que
4
— 42 —
rccibeu la inspiración de las musas griegas. Y si, como refiere Catón,
los poetas en Roma eran despreciados y llamados vulgarmente gras-
satores, es muy de admirar que L i v i o , Eunio, Planto y demás, lo-
grasen atraer la atención y el aprecio de un pueblo tan tosco que
solo tiene placer en las guerras y en los espectáculos materiales. Este
carácter del pueblo romano es t a m b i é n causa de que no se oiga el
sublime acento de la musa lírica; que el de la épica cause solo una i m -
presión ligera y superficial; que l a trágica sea un poco atendida y
eso por lo material del espectáculo; y que solo, en fin, l a cómica y
la satírica reciban algunos aplausos.
Vemos, pues, que la literatura romana sale de su infancia, y aun-
que con lentitud, v á desarrollándose con la favorable inspiración de
l a griega. L a historia- de E o m a tan fecunda en bechos heroicos, con
la forma poética manifiesta ya a l g ú n g é r m e n de la elevación y dig-
nidad que ha de adquirir en otro tiempo. L o s esfuerzos sin embargo
de L i v i o , Nevio y E n n i o no son imitados en esta parte, y solamente
en la poesía d r a m á t i c a es donde lo^ grandes talentos encuentran u n
medio de hacerse oír y de ganar l a estimación de los romanos, sien-
do Planto y Terencio los únicos que llevan l a palma en este género ,
y aunque l a mayor parte de los poetas son favorecidos con la pro-
tección de a l g ú n patricio, no se ve sin embargo que hasta L u c i l i o se
dedique ninguno de esta clase á l a literatura noble y desinteresada.
L a elocuencia si era atendida, lo era por la utilidad material; la
historia y l a filosofía tienen principio, y solo y a cuando las grandes
ambiciones se h a b í a n satisfecho, y eran pocos los que p o d í a n aspi-
rar á la dominación de todo, entonces es cuando algunos hombres
de ingenio prestan su corazón y su entendimiento al dulce y encan-
tador lenguaje de la poesía. Por lo tocante á la lengua, si v á per-
diendo aquella aspereza antigua, al menos en boca de los doctos, ya
veremos que aun se quejan de su pobreza los primeros que quieren
expresarse en ella,
2,° Muerto Sila en 676 de E o m a , cuando después de subyuga-
dos casi todos los pueblos, l a corrupción y el lujo h a b í a n despertado
miles de ambiciones, y desarrolladas las pasiones políticas y anegado
en sangre el suelo de E o m a , h a b í a quedado victorioso y dominante
el partido de l a aristocracia; l a l e n n g a y literatura romanas llegaron
— 4^ —
á perfeccionarBe con tanta rapidez, que en poco mas de medio siglo
vemos cultivados casi todos los géneros con el gusto mas depurado,
y en una lengua tan suave, rica y elegante, que obtiene en poco
tiempo u n dominio universal y cuya duración habia 'de ser eterna.
N o así en cuanto á su perfección, porque herida de muerte la repú-
blica, y abierto el camino al ansia de dominar, muy en breve los que
han visto la dominación de Sila, d e s t r u i r á n la libertad, y v e n d r á n á
aniquilar el buen gusto y á contribuir á la depravación de todo. Así
es qUe después del ambicioso Pompeyo, del insaciable César y del
político Augusto, vienen los tiempos de opresión y de t i r a n í a que
envilecieron el g é n e r o humano. Corta por lo tanto fué la dura-
ción del siglo del buen gusto y del vigor y lozanía de los talentos en
Eoma, y de la pureza y rica elegancia de su lengua, que suele lla-
marse v i r i l i d a d y siglo de oro. L o s escritores ᧠este tiempo, lo mismo
' los poetas que los prosistas, nos han dejado ricos y brillantes mode-
los á los que debemos aplicar aquello de Horacio:
N o c t u r n a vérsate manu, vérsate d i u r n a . 1
3.° Muchas son las causas que concurrieron á que por loá
tiempos de Sila empezase á sentirse una grande afición á la b e l l a l i -
teratura y al cultivo del talento y al estudio de las ciencias. H a c í a
mucho tiempo que se h a b í a inoculado en el corazón de los romanos
el amor á todo lo griego, y las prohibiciones de algunos austeros
ciudadanos solo h a b í a n producido que fuese ya u n vivo entusiasmo
lo que no fuera sino una ligera pasión. H é aquí, pues, las principa-
les causas: 1.a L a educación romana, dirigida casi esclusivamente
por maestros griegos, comó se v é ya en los Gracos y otros nobles,'
2.a L o s viajes á Grecia, que los romanos h a c í a n ó p a r a concluir su
instrucción, ó comisionados p o r la república, y que solían aprove-
char, oyendo á los principales maestros de Atenas, Apolonia, Eodas
y Mitilene. 3.íl E l estudio de las obras clásicas de los griegos, que
los romanos miraban como ú n i c o s modelos de la belleza. 4.a E l es-
tablecimiento de las bibliotecas, que empezó en E m i l i o , Paulo y
Luculo con los libros que trageron de l a Crecía, y se generalizó des-
pués, llegando á ser Asinio P o l i o n el primero que en tiempo de
Augusto estableció una p ú b l i c a . 5.!l E l m ú t u o estímulo y recíproca
protección de todos los que so dedicaban á las letras, p r e s t á n d o s e
— 44 —
libros y cuantos recursos p o d í a n . 6.a L a segura recompensa que los
estudiosos encontraban, ó en la república, ó en los primeros c i u -
dadanos.
S i n t 3ícecenates, non deerunt, Flacce, Marones, decia M a r c i a l .
7.a L a altura de civilización y de poder, á que se habia elevado E o -
ma, y que no podia menos de ofrecer circunstancias y medios, para
que los grandes talentos recibiesen un comjíleto desarrollo. Otras mu-
chas causas podian aducirse, pero no son de tanta influencia.
4.° E l teatro en E o m a , como i m p o r t a c i ó n e x t r a ñ a , no pudo
hacer progresos, porque nunca Se acomodó al carácter y á las cos-
tumbres de los romanos. H e aquí las causas: 1.a L a nobleza por su
ambición j a m á s pensó en otra cosa que en sus intereses, estudiando
las inclinaciones del pueblo, para conciliarse sus votos j y este, rudo
y grosero, solo sacaba placer del sentido de la vista, en el circo, ó
en el teatro con la pompa y riqueza de los trajes y decoraciones.
M e d i a inter carmina poscunt, aut ursum, aut p ú g i l e s . H o r . , líb. 2.°,
ep. 1. 2.a L o s poetas no podian con libertad valerse de asuntos na-
cionales, por no herir l a gravedad y circunspección romana; y t o m á n -
dolos de l a Grecia, interesaban muy poco. 3.a L o s teatros eran i n -
mensos por su capacidad de cuarenta ü ochenta m i l personas, y no
era fácil oir siempre l a declamación. 4.íl L o s hombres h a c í a n de
mujeres, y estas solo salían en los bailes. 5.!l L a vida de los romanos
toda p ú b l i c a en el foro y campo M a r c í o , reducía las mujeres al aisla-
miento d o m é s t i c o ; lo cual junto con la distinción de las clases sos-
tenida con empeño, no daba lugar á l a variedad de caractéres, n i al
desarrollo de las pasiones y contrastes combinados que pudiesen
prestarse a l ridículo y presentar con interés las escenas particula-
res de l a vida.
o.0 Verum equitis quoquejam migravit ah aure voluptas
Omnis a d incerfos oculos et gaudia vana. Horacio, l i b . 2.°,
epist. 1.a De a q u í es que á la comedia regular de Terencio y aun á
las atelanas sucedieron los mimos y pantomimas. Estas se r e d u c í a n
á gestos y baile, y fueron perfeccionadas por Pílades y Batilo, libertos
de Mecenas. L o s mimos eran uuas piezas d r a m á t i c a s compuestas de
escenas sueltas, en que tenia una parte principal el ademan y el
gesto. Solían ser un monólogo, y sí eran muebos los interlocutores,
— 45 —
sobresalía siempre el actor principal, que presentaba un carácter
ridículo, tomado de las clases bajas y pintado con rasgos mordaces
y aun indecentes que escitasen l a risa. Se diferenciaban de los mimos
griegos, en que estos se r e d u c í a n á imitaciones de l a vida c o m ú n , y
se destinaban á la lectura, no al teatro. E n los mimos romanos el
poeta, que solía ser el primer papel, presentaba los principales pensa-
mientos, y dejaba á los actores subalternos, que improvisasenlo demás.
E n el prólogo bacía ya conocer al auditorio su asunto, y si luego en
la pieza no en con traba u n buen desenlace, salía del paso buyendo pre-
cipitadamente y haciendo levantar el telón (1). E l lenguaje solía
ser bajo y lleno de solecismos, que contrastase con el de personas
cultas que p o n í a n t a m b i é n en la escena. Estas farsas se regulariza-
ron algo en tiempo de César, y los actores usaban, entre sus locuras,
de verdades útiles y de sanas m á x i m a s , y á veces lanzaban i n v e c t i -
vas contra los mandarines, lo que con el tiempo las hizo desaparecer
bajo las emperadores.
L o s principales autores de mimos fueron: Décimo Laberio, caba-
llero romano, nacido el 645 de E o m a , que por afición á las letras se
dedicó á esta clase de poesía. E r a mordaz y satírico, y gustaba de
retruécanos y juegos de palabras.
A la edad de 60 años, César le c o m p r o m e t i ó á que concurriese á
un c e r t á m e n teatral y representase él mismo. Laberio d i r i g i ó al
pueblo, l a m e n t á n d o s e de su deshonra, u n prólogo muy sentido que
se conserva con algún otro fragmento. Macrobio cita como uno de
sus versos: necesse est inultos timeat, quem m u l t i iiment; el cual
hizo fijar en César l a vista de todos. N o se sabe si incomodado con
esto ó movido de justicia, a d j u d i c ó el premio á P . S i r ó ; y para que
Laberio no perdiese su dignidad de caballero, le envió después un
anillo de oro y 500 sestercios.
P . Siró era un esclavo que por sus buenas prendas mereció de su
dueño una buena educación y la libertad. E r a chistoso en el decir,
y sus mimos se d i s t i n g u í a n además por las excelentes sentencias que
entremezclaba. Solo se conserva de Síro una colección de 270 de

(1) L o s antiguos bajaban el telón a l empezar, y le levantaban a l concluir.


— 46 —
estas sentencias. Cuco Macio fué autor de mimiamboB, así llama-
dos por los versos yambos, en los que se p e r m i t i ó algunas palabras
nuevas y chistosas. Solo restan catorce versos.
P h i l i s t i o n de Nicea fué nombrado por sus mimos; pero no se sabe
si los escribió en griego ó en l a t i n .
6.° M u y poco ó casi nada nos ofrece que examinar la poesía
d r a m á t i c a de R o m a en el periodo mas brillante de su literatura, sea
que se hayan perdido las composiciones de esto tiempo, sea que con-
tinuaran representándose las de Planto, Tercncio, Accio, Pacuvio y
otros, de quienes ya hemos hablado. E s lo cierto que eii tiempo de
Sila y de César habla en R o m a actores muy acreditados. Esopo con
su habilidad en declamar tragedias, llegó á pesar de su disipación á
dejar á su hijo veinte millones de sestercios. Roscio, célebre como
actor cómico y trágico, por los elogios que de él hace Cicerón, reci-
bió de Sila un anillo de oro, símbolo de la dignidad de caballero; y
según P l i n i o gozaba de una renta anual de medio millón de sester-
cios. Según Macrobio se desafió con Cicerón, sobre quien h a b í a de
expresar mejor un pensamiento, uno por los gestos y otro por las
palabras, y publicó una obra, en que compara su arte con la elo-
cuencia. A pesar de esta perfección á que debió llegar el arte de la
declamación en Roma, preciso es reconocer con Quintiliano la infe-
rioridad de los d r a m á t i c o s romanos con respecto á los griegos;
aunque según él bien puede Varío entrar en competencia.
Pocos son los escritores trágicos de este tiempo, y sus tragedias
las compusieron mas bien para la lectura que para el teatro. Cicerón
en su libro de claris oratoriius, cap. 48, dice de C. J u l i o César
Strabon: sunt ejus aliquot oraitones, ex quihus, sicut ex ejusdem
.'Iragediis, lenitas ejus s i m n e r v i s perspicipotest,, Su pariente César el
Dictador compuso una, titulada E ü i f o , que Augusto no p e r m i t i ó pu-
blicar. E l mismo Augusto empezó con calor, según Suetouio, una
con el título de A y a x , y saliéndole mal, la b o r r ó ; y a ñ a d e : q u i c r m í l -
i u s amicis, q u i d n á m A j a x ageret, respondit, Ájacem suum i n spon-
giam incuhuisse; aludiendo á la muerte que se dió A y a x , arrojándose
sobre la espada.
De P . Asinio Polion dice H o r a c i o : P a u l u m severce musa tragm-
dice desit featris. De L u c i o Vario y Ovidio dice el diálogo de los ora"
— 47 —
dores: N e c ulitis A s i n i i aut Mesalke líber tam illustris est, quam
Medca Ovidii, aut V a r i i Thyestes.
, De Mecenas se citan los títulos de dos, Prometeo y Octavia. Alá-
base t a m b i é n este verso suyo: Nec tumulum curo; sepelit n a t w a re-
lictos. De comedias, solo se citan algunos títulos de u n tal T i t i n n i o ,
liberto de M . T i t i n n i o , amigo de Cicerón; y según Suetonio, C . M e -
lis?o, liberto de Mecenas, i n v e n t ó la comedia traieata cuyos perso-
najes serian sin duda nobles: mas no sabemos en que se diferenciaba
de la prcetestata.

JLECCIOIV 13.

I.0 Cay© Valerio Catulo —a.0 Moticia y c l a r i f i c a c i ó n


de sus obras.—3.° Cualidades que sobresalen en sus
c o m p o s i c i o n e s . - — 4 . ° I^enguaje y v e r s i f i c a c i ó n .

I.0 C . Valerio Catulo, nació cerca de Verona, en la p e n í n s u l a


de Sirmio, que se forma en el lago Benaco, boy de G a r d a , el año
667 de E o m a . E r a de familia ilustre, puesto que su padre tuvo rela-
ciones de bospitalidad con J . César. F u é llevado á E o m a por O. M a n -
lio, siendo aun de tierna edad, y allí se g r a n g e ó la aceptación y
aprecio de los ciudadanos mas ilustres, mereciendo tener por patrono
á Cicerón, como lo dice él mismo, en uno de sus epigramas. Se tie-
nen pocos pormenores de su vida, y se dice que debió morir como
á los 30 años de edad.
2,° Catulo sobresalió en varios géneros de poesía. De las com-
posiciones que nos quedan en n ú m e r o de 110 á 115, dedicadas á
Cornelio Nepote, cuatro ó cinco son líricas, á saber: l a 11 á F u r i o y
Aurelio;, la 32 á D i a n a ; la 49 á Lesbia, (estas son odas sáficas) y la
58, el epitalamio de J u l i a y Manlio, imitación del griego. T a m b i é n
las bodas de Peleo y Tetis pertenecen en parte al género lírico; aun-
que lo mas es del épico. Otras cuatro son propiamente elegías, una
á Ortalo, otra al cabello de Berenice, otra á l a puerta de una cor-
tesana, y otra á M a u l l o . Casi 50 pueden considerarse como epigra-
mas, y las demás, son unas improvisaciones en yámbicos, faleucios,
— 48— -
y coliámbicos, muy graciosas, y por lo regular obscenas, ocasionadas
por circunstancias reales, pero difíciles ya de conocer; por cuya causa
no se penetra muchas veces l a fuerza y la gracia que pudieron tener.
3. " L a s composiciones épicas y elegiacas son imitaciones ó tra-
ducciones del griego, en especialidad de Calimaco y de otros poetas
de Alejandría. N o obstante, se nota en todas las obras de Catulo,
que son una expresión fiel de las costumbres y de las ideas de su
tiempo y del tono que reinaba entonces en la sociedad. N o se disimu-
laba en las palabras, sino que abiertamente se d i r i g í a n á otro las
mas duras y punzantes. E l grande lujo y la corrupción de costumbres
h a b í a n desarreglado l a sociedad; y así sobresalen en Catulo la liber-
tad en el decir, la chanza picante y la obscenidad, que no siem-
pre indica una i m a g i n a c i ó n estraviada, sino que sirve al poeta
para dar mayor fuerza á sus sátiras. Estas iban dirigidas á per-
sonas ciertas y aun el mismo César sirvió á veces de blanco. E n
los endecasílabos reina una ternura y una delicadeza admirables. Son
muy graciosas la 2.a y 3.a de sus composiciones al p á j a r o de Lesbia.
4. ° E l lenguaje de Catulo tiene bastante pureza, y su versifica-
ción indica u n progreso muy notable. E n este poeta se halla ya va-
riedad de m é t r o s , lo que unido á ser el primero que cultivó en R o m a
la oda y la elegía, le d á un mérito particular.

IÍECCIOW 13.

1.° E l e g í a y poetas elegiacos l a t i n o s . — 3 . ° Tilmlo.—3.°


Sus olbras.—4.° P r o p e r c i o . — 5 . ° Sus ol»ras —6.° J u i c i o
comparativo de Tilmlo y P r o p e r c i o .

I.0 Elegía, del griego e legein (decir ay) es un poema lírico que
tiene por objeto la expresión de los sentimientos dulces del corazón,
por lo regular tristes, aunque pueden t a m b i é n ser alegres. Suele d i -
vidirse la elegía en apasionada, graciosa y tierna, según que domina
el sentimiento, la i m a g i n a c i ó n ó l a dulce conmoción de afectos. L o s
romanos por su carácter primitivo, rudo y varonil, no cultivaron
éste género, hasta que se introdujeron en R o m a las costumbres afe-
— 49 —
minadas de la G-recia. Mas aunque le imitaron de los griegos, en es-
pecial de los de Alejandría, le dieron el carácter de erótico y lasti-
mero, y le elevaron á mayor perfección, modificando el m é t r o , de
manera que el h e x á m e t r o y p e n t á m e t r o encierren sentido completo.
Católo no escribió mas que cuatro elegías y éstas traducidas del grie-
go, principalmente de Calimaco; por lo que bien puede asegurarse
que los elegiacos latinos son Tibulo, Propercio y Ovidio.
2.° A l b i o T i b u l o nació en Roma, de una familia ecuestre y rica,
aunque perdió parte de su patrimonio en las proscripciones do los
triunviros. Estaba dotado de un gran talento, de una bella figura
y de u n corazón tierno y amoroso. Se cuestiona sobre l a época de su
nacimiento; porque si en l a elegía 5.a de su libro 8.° dice:

N a t a l e m p r i m o nostrum videre p a r entes,


Quum cecidü fato cónsul uierque p a r i ;

y la muerte de los dos cónsules ocurrió en 711 de Roma, hay sin


embargo varias razones para creer que no nació T i b u l o en tal a ñ o .
L a circunstancia de usar Ovidio del mismo p e n t á m e t r o en l a elegía
10 del libro 4.° de los Tristes:

E d i t u s hic ego s m i ; necnon ut témpora noris,


Cum cecidit fato cónsul uterque p a r i ;

y no decir nada Ovidio de tal ocurrencia de natalicios, siendo tan


minucioso en todo, hace creer que a l g ú n g r a m á t i c o i n t e r c a l a r í a aquel
dístico en l a elegía de T i b u l o . A d e m á s se sabe que T i b u l o en 724
a c o m p a ñ ó á su amigo y protector Mésala á la A q u i t a n i a , y al año
siguiente al A s i a cuando, acometido de una fiebre en l a isla de Cor-
fú, se vió p r ó x i m o á morir; de lo que se lamenta él mismo en la
elegía 3.a del l i b . 1.°, dirigida á Mésala, cuyo dístico 28 contiene el
epitafio que creia convenirle:

Hicjacet i m m i t i consumptus morte Tibullus,


Messalam t é r r a dum sequiturque m a r i .

A poco tiempo, convalecido ya, volvió á Roma, donde m u r i ó el 735,


poco después de l a muerte de V i r g i l i o , según el epigrama de D o m i -
— S o -
cio Mareo, poeta de aquel tiempo, que además de epigramas publicó
un poema sobre la guerra de H é r c u l e s con las Amazonas, que se ha
perdido. Dice así;

Te quogiie Virgilio comitem non mqua, T i l u l l e ,


M o r s j u v e m m campos misit ad E l y s i o s :
N e foret aut elegis mollcs quifleret amores,
A u t caneret f o r t i regia bella pede.

A h o r a bien, ¿podría creerse que á los 13 ó 14 años, saliese ya un j o -


ven romano á espediciones largas y molestas? A u n hay mas. H o r a -
cio dirigió á T i b u l o la oda 33 del libro 1.°, y en la epístola 4.a del
libro 1.° le llama juez imparcial ó sincero de sus s á t i r a s ; y una y
otra circunstancia suponen una edad superior á la de 22 ó 23 años,
que es lo mas que podría tener, si hubiese nacido el 711. Por esto
señalan otros el año 690, y algunos el 705 como el del nacimiento
de T i b u l o .
3.° L a s obras de T i b u l o e s t á n divididas en cuatro libros, de
los cuales, el 1." contiene 11 elegías; el 2.° 7; el 3.° 6, y el 4.° u n
elogio de Mésala en h e x á m e t r o s ; y algunas elegías cortas, de las que
solo las dos ú l t i m a s , prescindiendo de los dos epitafios que suelen
terminar la colección de sus obras, son conocidamente de T i b u l o :
las otras once, notables por su finura y dulce so- 'bilidad, son atri-
buidas á una tal Sulpicia, que se cree c o n t e m p o r á n e a de T i b u l o ;
aunque otros dicen, las compuso este bajo el nombre de Sulpicia ó
Cerintho. T a m b i é n ha habido quien ha negado á Tibulo el tercer
libro, atribuyéndole á Ligdamo, sujeto desconocido, bajo cuyo n o m -
bre es mas probable que se ocultó Tibulo. Debe notarse en la elegía
4.a el retrato de Apolo que se presenta en sueños.
E l carácter d é l a s elegías,de T i b u l o es la ternura, la gracia y sen-
cillez. L a naturalidad, la verdad de los sentimientos y su expresión
brillan en todas sus obras. E l desorden de la pasión se v é ingeniosa-
mente retratado en sus estravíos y digresiones ligeras, no meditadas
n i estudiadas, sino hijeas de la situación de su alma. E l amor en T i -
bulo, tiene una nobleza y una emoción dulce y tranquila, que le acer-
can á nuestros tiempos algo mas que el de los otros elegiacos lati-
nos. Corresponden, pues, sus elegías al género tierno, j Í-G advierte
en ellas mucha predilección por la soledad y la vida del campo. O v i -
dio estimaba mucho á este poeta y dice de él en l a elegia 15 del libro
1.° de los Amores:

Doñee erunt ignos, arcusgue Giqñdinis arma,


Diseentur numeri, eulte mhulle, tui.

Lloró t a m b i é n su muerte en la elegía 8.;' del libro 3.° qne empieza:


Memnona s i matar, cuya ternura hace derramar l á g r i m a s .
4. ° Sexto Aurelio Propercio, fué natural de U m b r í a , como él
mismo lo dice en l a . ú l t i m a elegía del libro 1.° y en la 1.a del 4 . ° :

P r ó x i m a supposüo contingens U m l r i a campo


M e genuit, terris f e r t ü i s uberibus.
U t nostris tumefacía superliat Umhria lihris,
U m l r i a r o m a n i p a t r i a CallimacM.

Pero se disputa por muchas ciudades el honor de ser su patria. Se


cree que fuese Bevagna. Tampoco se sabe cuando nació, aunque
parece fué el 702 de Roma. E n su juventud, durante el 2.° t r i u n v i -
rato perdió el padre, que era del orden de caballeros, y la hacienda.
Estaba destinado al foro; pero así que tomó la toga v i r i l se dejó
arrebatar de su afición á los versos, y r e n u n c i ó á toda ocupación
agena de l a poesía. Se tienen pocos pormenores de su vida y se dice
que m u r i ó á los 41 años.
Ovidio dice de él en la elegía 10 del libro 4.° de los Tristes:

Scvpe suos solitus recitare Propertius ignes,


J u r e soclaUtii q u i m i h i junctus erat.

5. ° Propercio compuso cuatro libros de elegías, en que por lo


regular canta sus amores y las alabanzas de Hostia, á quien llama
Cinthia. E l 4.° libro contiene varias elegías narrativas y mitológicas
sobre asuntos de la historia romana: la tercera y l a ú l t i m a son H e -
roidas, ó elegías en forma epistolar, género nuevo que luego perfec-
cionó Ovidio, L a una es de Arethusa á Licotas, y l a otra de Corne-
lia difunta á su esposo Paulo, en la que se leen pensamientos mas
nobles y tiernos, propios de una esposa y de una madre. Después que
le encarga que cuide de sus hijos, dice:

Osada cum dederis lúa flentibus, adjice malris,


Tota domus ccupit nunc onus esse tuum.
E t s i quid doliturus eris, s i m testihus i l l i s ,
Q m m venient, siccis osada falle genis.

Mas por desgracia Propercio se olvida con mucha frecuencia en otras


elegías de la decencia y del pudor que son propios de la verdadera
ternura. Son demasiado obscenas algunas, lo que solo puede tener
disculpa en l a corrupción ele su siglo. E l carácter de Propercio es la
pasión, la exactitud y l a erudición. I m i t ó á los griegos Philetas,
Minermo, y en especial á Calimaco, cuyo nombre se d á á si mismo,
y lo mereció por el giro de sus expresiones, por el arte y trabajo que
se notan en sus obras, y t a m b i é n por la cadencia. A u n cuando
quiere recomendar á C i n t h i a l a sencillez, Propercio no acierta á sa-
car símiles ó i m á g e n e s mas que de la m i t o l o g í a : ya la compara
á Niobe, ya á la hija de Minos, á l a de Cefeo, ó nos habla de Cás-
tor y Polux, de H i p o d a m í a , etc. Por esta e r u d i c i ó n ha merecido los
elogios de algunos sábios, á quienes solo les parece bueno lo que es
superior á l a s inteligencias comunes, aun cuando ellos mismos ten-
gan necesidad de comentarios. Propercio se distingue t a m b i é n de los
otros elegiacos, en que suele terminar sus p e n t á m e t r o s con polisíla-
bos, cuando los demás lo hacen regularmente por yambos ó pir-
riquios.
6.° Si queremos comparar á T i b u l o y Propercio, hallaremos que
el primero es mas natural: el segundo tiene mas artificio. T i b u l o es,
como romano, puro en el lenguaje y en los sentimientos: Propercio,
imitador de los griegos, sigue sus giros y locuciones y adopta sus
pensamientos elevados y doctos. Por esto se ve mas elegancia, mas
claridad y propiedad en el primero, y mas erudición y mas adornos
en el segundo. E l uno dice lo que,siente; el otro piensa lo que ha
de decir. E l amor en Tibulo es mas sosegado y tierno: en Proper-
cio es mas sensual y desarreglado: en aquel se ve cierta languidez
— 5?. —
y una grave melancolía: en este todo es arrebato y exaltación, no
conoce los suspiros, no recuerda las ideas de muerte y de sepulcro,
solo piensa en vengarse y desahogar su vigorosa i n d i g n a c i ó n . E n
una palabra, T i b u l o expresa con mas verdad las penas y placeres del
corazón de un amante: Propercio ios presenta a c o m p a ñ a d o s de re-
cuerdos mitológicos, que á l a par que excitan i n t e r é s , divierten l a
imaginaciou y aumentan el placer, al menos, á los doctos.

i;K€€IOX 11.

I.0 Q. Horacio.—^.0 Sus p o e s í a s l í r i c a s . — 3 . ° Sus varias


clases. - 1.' Sus diversos n o m b r e s . — 5 . ° Sublimidad y
bellezas de alb inias.—6.' ILeuguaje j versiflcaclon.

I.0 Quinto Horacio nació en Yenusia, boy Venosa, en los con-


fines de l a A p u l i a y la Lucania, el 8 de Diciembre del a ñ o G89 de
Roma. Su padre era u n liberto, y alguacil ó exactor de tributos,
como dice el mismo en l a s á t i r a 6.'a del libro 1.° Quem rodunt omnes
libertino patre natum. S i preveo parvas, aut, u t f u i t ipse, coactor mer-
cedes sequerer; ñeque ego essem questus. Dice t a m b i é n que aunque
macro pauper agello noluit i n F l a v i ludum mittere; sed puerum est
ausus Romamportare docendum artes. E n efecto, queriendo el padre
de Horacio no malograr las bellas disposiciones de su hijo, á los
siete ú ocho años de edad le llevó á Roma, á fin de que estudiase
con los mas acreditados profesores, procurando que no careciese de
cuantos recursos t e n í a n los bijos de los nobles. Puso t a m b i é n el
mayor cuidado en preservarle de la corrupción de su tiempo; y para
que nada le faltase de la educación esmerada que entonces recibían
los mas ricos, le envió á Atenas á completar su i n s t r u c c i ó n . Allí
asistía á las escuelas de filosofía, cuando B r u t o y Casio alistaban
gente para resistir á los triunviros. B r u t o se h a b í a prendado del
talento y buenos modales de Horacio, y en medio del entusiasmo
de los jóvenes estudiantes, que se ofrecían voluntarios á defender
la república, dió á Horacio el mando de una legión á la edad de 23
años. E n l a batalla de Filipos, cuando todo lo vió perdido, H o r a c i o
— S i -
h u y ó con otros muchos, y se acogió luego á l a a m n i s t í a que pu-
blicaron los triunviros. E n este tiempo, muerto su padre, le habian
sido confiscados sus bienes, y la necesidad le obligó á volver á liorna
para dedicarse á ocupacionesliterarias. Sn aficióná la poesía, y algumiK
composiciones, especialmente satíricas, le hicieron conocer de V i r g i -
lio y Vario, quienes le presentaron á Mccenasj y aunque este al prin-
cipio le recibió con frialdad, después le p r o t e g i ó hasta tenerle por
su mayor amigo. L e proporcionó una rica hacienda en el país de los
sabinos, con cayos rendimientos y los de otras posesiones en T í b o -
l i y Tarento, vivió tranquilamente entregado á las musas, ageno de
toda ambición, sin querer admitir el empleo de secretario particular
que Augusto le ofrecía. Contento con el título de caballero, como
su protector, respetado de todos por la elevación de su ingenio y
por l a finura de su trato, m u r i ó Horacio á l a edad de 57 años, el
746 de Roma, un mes después que su apasionado Mecenas, dejando
por heredero á Augusto. Do talla mediana y grueso de cuerpo, era
habitualmente sobrio en l a mesa, y bastante inclinado á otros pla-
ceres, aunque se le v é con frecuencia exhortar á la alegría de los
banquetes, y reprender l a vanidad y la frivola felicidad del amor.
V i v i r tranquilo y contento en l a medianía, tolerar las debilidades
de los demás y procurarse goces presentes sin cuidar de lo futuro,
era todo el objeto de su filosofía. Este dulce abandono reina en m u -
chas de sus obras. De estas unas son del g é n e r o lírico y otras del
didáctico; cuatro libros de odas, uno de epodos, y el carmen smcula-
re, pertenecen al primer g é n e r o ; y dos libros de sátiras y dos de e p í s - .
tolas con el arte poética, al segundo.
~ 2.° A t h / r i c o n m idsm H o r a t i u s fere solus legi dignus, dice
Quintilialio. Y ciertamente, antes de él solo tenemos cuatro odas de
Oatulo, en que no sabe desprenderse de la chanza y de l a ironía, que
forman el fondo de su c a r á c t e r ; y después, ninguno se a t r e v i ó á'
medir su vuelo con el de Horacio; pues á Cesio Baso, de quien nada
tenemos, Quintiliano le hace muy inferior, y Estacio no merece
nombrarse como lírico por sus dos odas; sin embargo que la sálica
á M á x i m o J u n i o es bastante buena. Horacio, pues, quiso hacer sen-
tir á los romanos, á pesar de su vida toda política, militar y posi-
tiva, los encantos de la musa lírica, que tantos y tan grandes efec-
— s a -
tos habia producido en los sensibles y entusiastas griegos. Entro
estos la poesía lírica se entonaba en los sacrificios, en los juegos so-
lemnes, en las reuniones p ú b l i c a s y privadas: en todas partes se oian
los saQtiinientos vivos y profandos, ya de admiración, ya de alegría,
ya de placer, ya de dolor. L o s romanos, al contrario, por sn c a r á c t e r
y por su coustitacion política" no podían entregarse á la calma y tran-
quilidad de espíritu, que tanto se necesita para abandonarse á los
trasportes y entusiasmo de la musa lírica. Solo en tiempo de A u g u s -
to, cambiada la faz de R o m a y deseansando todos en su gobierno,
podia Horacio dejarse arrebatar del r á p i d o vuelo de hn i m a g i n a c i ó n
y entusiasmar á los romanos con los recuerdos de las victorias, ó
adormecerlos nuevamente con sus delicados y festivos versos, para
no- sentir la p é r d i d a de la libertad. Horacio, pues, poeta de fino
gusto, cortés, j o v i a l y gracioso; y dotado de una rica i m a g i n á c i o n ,
bien embebida en las bellezas y en los giros de los líricos griegos;
ya celebra las glorias de Augusto y de su familia, exhalando en v a -
riados m é t r o s su ardiente patriotismo; ya canta los dogmas de su
religión y de la moral, invocando á los dioses; ya en fin d á el mas
brillante colorido á los placeres de la amistad, de la mesa, del amor
ó tal vez de la tranquila y amable v i r t u d . Así, pues, Horacio es el
poeta que mejor representa las costumbres y sentimientos de su
tiempo. L o s romanos se creían felices, admirando el poder y la re-
finada política de Augusto, y á la par que lamentaban su distancia
'de la libertad y virtudes antiguas, gozaban de lo presente en medio
de una completa indiferencia por el porvenir. Quintiliano dice,
'Horatium i n q u i i u s d a m nolim interpretan; en lo cual d á á entender
la grande obscenidad que algunas veces usa, pagando tributo á l a
corrupción de su siglo.

3.° T a n elevado, dice el Sr. Burgos, pero mas m e t ó d i c o é i g u a l


que P í n d a r o ; tan vehemente, pero mas profundo y correcto que
Alceo; tan voluptuoso, pero mas variado y rico en sus pinturas que
Anacreonte; tan tierno, pero mas moral y filosófico que Safo, H o r a -
cio ensayó con igual éxito todos los tonos de la l i r a . H a y entre las
123 odas que tenemos de Horacio, algunas sagradas, como Q\ carmen
maulare; otras heróicas, como la Quahm ministrum f u í m m u alitem;
otras morales, como la Aequam memento rehus i n arduis; otras ana-
— 5G —
crcónticas, como Quid bellicosus Gantaher et Scythos; otras eróticas,
como Quid fles, Asterie, quem Ubi candidi; otras sentimentales, como
Quis desiderio sit pudor, aut modus. M a s para apreciarlas debida-
mente, según el m é r i t o de la i n v e n c i ó n y disposición, conviene d i v i -
dirlas en tres clases: 1.a de las que son propiedad de Horacio; cuyo
asunto es la situación del Estado, ó son dirigidas en circuntancias
determinadas á Augusto, Mecenas ú otras personas. 2.a De las que
i m i t ó libremente de poesías griegas, tratando de asuntos romanos;
y 3.a de las que son puras traducciones del griego con muy ligeras
modificaciones. Pero aun en estas bizo Horacio un gran servicio á
la literatura, porque suplen la falta de los originales que se ban per-
dido, y además tienen cierto carácter romano que bace desaparecer
el aire de copia. (1)
i.0 L a s odas de Horacio reciben el nombre ó del asunto, y
se llaman epinicios, epicedios, propenticos etc., según que el asun-
to es una victoria, una muerte, u n viaje; ó del n ú m e r o de versos
que entran en cada estrofa, ó de l a diversidad de estos, ó de sus
autores. Así se llama la oda momeólos, monóstrofos, cuando todos
los versos son iguales: dicolos distrofos cuando tiene dos versos des-
iguales que juntos forman una estrofa; dicolos tristrofos, cuando
forman l a estrofa tres versos, de los que dos son iguales: dicolos
tetrástrofos, cuando de los cuatro versos que forman la estrofa son
tres iguales: tricólos tristrofos, cuando la estrofa se compone de tres
versos diferentes: y finalmente ¿Wcofes tetrástrofos, cuando l a estro-
fa se compone de cuatro versos, siendo dos iguales. P o r los autores
de los versos se llaman sáficas de Safo, alcaicas de Alceo, asclepia-
deas de Asclepiades, y asi otras.
5.° L a sublimidad de las odas de Horacio se manifiesta en la
viveza de los sentimientos y en el brillo de las i m á g e n e s . L a s be-
llezas se encuentran en todo, en cada pensamiento, en cada palabra,
en l a espresion de los sentimientos, en la disposición, y en los estra-

(1) Jul. Cés. Scaligero (lib. 6.° poet.) tiene por las mejores odas, la 12, 14,1G, 24, 31
y 35 del lib. 1.°: la 1.", 15, 19 y 20 del 2.°: las sois primeras, la 9.' la 16, la 29 y la tíltima
del 3.•: y la 3.", 4.", 5." 6.'. 9.", 14 y 15 del 4." Dice que la 9." del lib. 3.» y la 3." del 4."
son mas dulces que la ambrosía y el néctar; y que mas querría ser su autor que rey de
l a provincia Tarraconense ó de Aragón.
- Í37 -
vios y digresiones. E n la ocla 3.f del libro 3.° J u s l u m et lenaceni
p r o p o s ü i v i r u m , tenemos imágcues grandiosas y sublimes; después
de la gritería de la plebe y el ceño de un tirano, bastantes píffa i n -
timidar á los débiles, nos presenta el poeta el bellísimo cuadro
dux inquieti herbidus Adricti; la terrible imagen: JSÍcc f u l m i n a n i i s
magna Jovis manus, y por ú l t i m o , el pasmoso espectáculo que tanta
sublimidad encierríí: S i f r a d u s illabatur o r l i s , impavidum ferient
ruinen, donde con la aterradora i m á g e n del orbe que se desploma en
trozos, contrasta admirablemente la serenidad del justo. Leamos el
vaticinio de Xereo, y hallaremos en cada verso, rasgos tan bellos y
pensamientos tan enérgicos, que resaltarán mucho mas, si hacemos
comparación con la Profecía del Tajo, en que nuestro F r . L u i s de
León i m i t ó tan diestramente á Horacio.
E l 5.° libro se titula de los Epodos, ó por los versos cortos é i n -
tercalares, que siguen á los largos, ó bien por ser a ñ a d i d o á las odas,
de epi odon; porque fué publicado después de su muerte. E s una
colección de diez y siete odas, que Horacio no pudo, ó mejor dicho,
no quiso publicar, porque l a mayor parte, aunque tienen algunos
cuadros y pinturas de buen gusto, están generalmente llenas de du-
reza y oscuridad; y por lo regular mal arregladas, son t a m b i é n inde-
centes é indignas de leerse. L a 2,a que contiene las alabanzas de la
vida del campo es muy recomendable. E l carmen sceculare es u n
himno que, por encargo de Augusto, compuso Horacio para unas
fiestas solemnes que cada siglo, poco mas ó menos, solían celebrarse
en Roma por tres días. E n el dia 1.° se cantaron las siete primeres
estrofas de la oda 6.a del libro 4.° Dive quem p r o l e ^ en el 2.° la oda
21 del libro 1.° D i a n a m tenerce, y en el 3.° el carmen scecidare, y por
epílogo las ú l t i m a s cuatro estrofas de JDive quem proles.
G.0 E l lenguaje de Horacio es puro, elegante y modelo de urba-
nidad. U s a sin embargo con frecuencia de grecismos. L a dificultad
que para su inteligencia ofrece muchas veces, mas que al lenguaje,
es debida ó á los estravíos y arrebatos de su viva i m a g i n a c i ó n , ó á las
alusiones sabias y rasgos mitológicos, que en su tiempo serian fácil-
mente comprendidos.
L a versificación es tan armoniosa en el ritmo lírico, como puede
serlo la de V i r g i l i o en el heróico. E s verdad que nuestros oidos no
5
— 58 —
perciben y a su música, como no sea en las odas sáficas, cuya caden-
cia imita perfectamente nuestra lengua. L o s versos que usa Hora-
cio, ?oustan desde dos pies, como el adónico, progresivamente hasta
siete, como el grande arquilóquico.

LECCION 15.

l . o S á t i r a s de i l o r í u io.—"i. E p í s t o l a s . — 3 . ° IMferencias
entre las s á t i r a s y las epístolas.—1.° Estilo y versifl-
cacion.—5.° E p í s t o l a á los luisones, llamada Arte p o é -
tica.—6.° C a r á c t e r de H o r a c i o .

I.0 Horacio cuando se r e t i r ó á E o m a , después de l a batalla de


Filipos, obligado por l a necesidad á dedicarse á la poesía, se hizo
pronto notable por su habilidad y gracia en manejar la sátira. Habia
muerto u n famoso cantor, llamado Tigelio, muy aplaudido de los
romanos; y contra él Horacio lanzó sus primeras invectivas; con lo
que logró hacerse conocer y adquirir luego una posición ventajosa.
. P u b l i c ó desde l a edad de 29 años hasta la de 33, diez y ocho sátiras
que están distribuidas en dos libros. Horacio las llamó sermones, en
cuyo titulo c o m p r e n d í a t a m b i é n las epístolas, porque propiamente
no son mas que conversaciones en u n tono sencillo y familiar muy
poco superior a l de l a prosa. E n las sátiras sin embargo nos d á lec-
ciones de sabiduría p r á c t i c a , p r e s e n t á n d o n o s , con rasgos irónicos y
con una sonrisa^oculta y de buen tono, el contraste de las costum-
bres de su tiempo con las ideas de l a verdadera virtud, impresas en
el corazón de todos los hombres. P o r lo c o m ú n encuentra en sí
mismo defectos que presentar á la mofa de otros, sin que se aperci-
ban que son ellos el verdadero blanco de sus sarcasmos. E n esta
habilidad de zaherir á los demás, sin que puedan querellarse, y en la
delicadeza y facilidad de los rasgos, y en la finura y nobleza de los
sentimientos, consiste el verdadero carácter de las sátiras de H o r a -
cio, que no son objetivas, como las de L u c i l i o , sinó subjetivas y
que representan otra sociedad mas civilizada.
L u c i l i o usa de mas libertad y de aquel severo patriotismo que
— 5'9 —
ataca de frente todo cuanto es contrario al bienestar de l a r e p ú b l i c a :
Horacio v i v i a en una sociedad de simulación y de indiferencia, en
que se aparenta satisfacción y contento, y se censura con reserva, y
sin mas interós que el egoísta. Son las mas notables para l a literatura,
la 4.a y l a 10.a del libro 1.°, y para l a biografía del poeta l a 6.a
2.° L a s epístolas de Horacio son t a m b i é n conversaciones'; pero
en forma de cartas que hablan con personas determinadas y que
presentan con urbanidad y gracia verdades generales, que aplicadas
al carácter de las personas á quien se dirigen, suministran lecciones
de filosofía p r á c t i c a . Escritas por Horacio en sus ú l t i m o s años, llevan
el sello de l a reflexión, y de mas juicio y madurez que las sátiras.
E s t á n divididas t a m b i é n en dos libros, teniendo el primero veinte, y
el segundo dos, á las que sigue l a d i r i g i d a á los Pisones que vulgar-
mente se llama A r t e poética. L a mas notable es l a 1.a del libro segundo,
dirigida á Augusto; l a cual viene á ser u n compendio h i s t ó r i c o crí-
tico de l a literatura latina, en que a d e m á s de censurar á los q u é
prefieren todo lo antiguo á lo nuevo, expone l a utilidad de l a poe-
sía, y después de reprender á los que despreciaban l a d r a m á t i c a ' y
retraían á muchos del cultivo de las musas, exhorta á César á que
estimule á los poetas con premios, como lo ha hecho con V i r g i l i o
y Vario.
3.° Algunos han q u e r i d ó incluir en u n mismo g é n e r o las sá-
tiras y las epístolas; pero a d e m á s de que las unas parece que tienen
por objeto extirpar errores y desarraigar el vicio, y las otras enseflat
y hacer amable la v i r t u d , t o d a v í a son m u y notables las diferencias
que presentan. E n las epístolas influye mucho el carácter de l a p e í -
sona á quien se dirigen, y su objeto no está circunscrito, como el dé
la sátira, á combatir vicios y ridículos. De aquí es que las s á t i r a s y
epístolas de Horacio se diferencian: 1.° por el asunto, que en l a s á t i r a
tiende casi siempre á corregir el vicio en otros, y pocas veces el de
la epístola, que por lo c o m ú n se ciñe á lo que interesa al poeta.
2.u por el tono, que en las sátiras siempre es b u r l ó n y cómico, y en
las epístolas sério y filosófico. 3.° por la forma, que en l a s á t i r a
puede hasta ser d r a m á t i c a , como l a 5.a del libro 2.°, cuando l a e p í s -
tola tiene una forma determinada. 4.° por l a versificación, que en las
epístolas, como compuestas en edad madura, es mas esmerada. F i n a l -
— 60 —
mente, las sátiras son mas picantes, y las epístolas mas dulces y
agradables; aquellas alegran y divierten, estas instruyen y mejoran.
4. ° E l estilo, tanto en las sátiras como en las epístolas, es senci-
llo y natural, aunque en estas varía según las personas. E n todas se
advierte cierta negligencia que parece estudiada, por aproximarse al
estilo d é l a conversación; lo cual es mas palpable en l a versificación
de las sátiras, en las que el h e x á m e t r o es mas descuidado, y á cada
paso se le vé terminar en monosílabo y carecer de armonía.
5. ° Tres son las principales opiniones sobre el A r t e poética. Los
antiguos g r a m á t i c o s y algunos críticos modernos han sentado que
Horacio no se propuso dar u n arte perfecto, binó algunas reglas
sobre varias partes de la poesía, atribuyendo á los cojustas la con-
fusión que encuentran. Ciertos comentadores sostienen que este
poema comprende una teoría completa del arte poética, y arreglan
sus partes de una manera bastante ingeniosa. Otros, en fin, no ven
en este poema u n p l a n seguido: suponen una i n t e n c i ó n particular
en Horacio, y creen que su objeto fué censurar á los malos poetas,
en especial á los d r a m á t i c o s ; f>orque en efecto se encuentran en él
solamente preceptos de buen gusto sobre poesía en general y sobre-
la d r a m á t i c a en particular. M a s "VYieland en el siglo pasado, le cree
una simple epístola en que el poeta, por consejo tal vez de Pisón el
padre, que veia con disgusto á su hijo distraerse de su carrera por l a '
poesía, se propone, sin someterse á u n m é t o d o severo, sino pasando
r á p i d a m e n t e de u n objeto á otro, hacer ver al joven Pisón las graves
dificultades de la poesía y los peligros de entregarse á ella sin una
vocación manifiesta. L o cierto es que todos reconocen un gran méri-
to en este poema y le consideran como el código del buen gusto. Sus
preceptos, á escepcion de alguno que otro, como el del n ú m e r o de
actos, son de todos los tiempos, porque están fundados en la misma
naturaleza. Por esta razón debe saberse de memoria.
6. ° S i queremos caracterizar á Horacio por sus obras, veremos
que dotado de un gran talento y de la mas vi va i m a g i n a c i ó n , con
u n génio jovial y placentero, ya por su educación bien dirigida, ya
por el desengaño de l a fortuna, procuró adquirirse la benevolencia de
todos, y sin cuidarse de lo futuro, como que no llegó á conocer la
revelación, se propuso gozar de la vida presente, guardando la ma-
— 61 —
yor indiferencia por todo lo que no fuera de sus amigos y protectores,
y riéndose con gracia y delicadeza de los defectos ó vicios de los
demás, que solo miraba por el lado ridiculo. Vemos, pues, en él un
filosofo indulgente para l a v i d a privada, y severo para la pública»
que está siempre recomendando la tranquilidad de á n i m o que solo
se encuentra en la m e d i a n í a . Su profunda sabiduría y sus sentimien-
tos de humanidad le hacen el poeta de los ancianos.

IÍECCIOSÍ 16.

1.° Nacimiento y padres de V i f g l l i o . — 3 . ° Estadios de


su n i ñ e z . — 3 . ° Ingreuio y dotes poéticas.—4.° Composi-
ciones de sn j u v e n t u d . — 5 . ° Edad en que compuso las
Eglog-as.—6.° Motivo de las Geórgicas.—Tf.0 Tiempo y
lugar en que se compuso l a E n e i d a . — 8 . ° Muerte de
Virgilio.

I.0 P . V i r g i l i o M a r ó n n a c i ó el 15 de Octubre de 684 de R o -


ma, en Andes, p e q u e ñ a aldea cerca de M á n t u a , (hoy Petula según
Mayans) por lo cual se le llama el poeta A n d i n o , ó M a n t u a n o ; y
Juvenco le llama Minciades del rio M i n c i o que b a ñ a á M á n t u a . Su
padre, dicen, era alfarero; y según otros, encargado de los montes
y heredades de un tal Mayo ó Mago, casó con l a hija de este l l a -
mada M a y a . E s cuento que esta soñase que p a r í a una vara de lau-
rel, y que esta vara y otra de álamo que p l a n t ó después de parir,
se hiciesen en poco tiempo árboles perfectos. Siempre los primeros
años de los hombres grandes están llenos de portentos.
2.° Celosos los padres de V i r g i l i o de la i n s t r u c c i ó n de su hijo,
le llevaron á Cremoua, donde así que t o m ó la toga v i r i l á los 17
años, pasó á M i l á n y de alli á Roma, ó según Donato á N á p o l e s .
Se cree que fué á Atenas á completar sus estudios. Partenio fué su
maestro en la literatura griega y latina; y Siron, e p i c ú r e o , en los
sistemas de filosofía. Algunos cuentan que llegado á Roma, se dió
á conocer á Augusto, por su instrucción en m a t e m á t i c a s y medici-
na por medio de su caballerizo. Otros dicen que celebrándose unas
— 02 —
fiestas en íioraa, puso á la puerta de Augusto con motivo de haber
llovido de noche y serenado de dia, este d í s t i c o :

Nocte p l u i t tota, redeunt spectácuta m a m ,


Devisum imperium cum Jove Ocasar habet.

Augusto deseando conocer al autor, p r o m e t i ó u n premio; y en-


tonces se presentó u n tal Batilo á reclamarle. Sabido esto por Y i r -
gilio, fijó este h e x á m e t r o y medio p e n t á m e t r o :

H o s ego versículos feci; tulit alter honores,


Sic vos non v o l i s : : : :

Manifestó Augusto vivos deseos de que se acabase el dístico; y


no presentándose nadie á completarle, lo hizo V i r g i l i o de estas cua-
tro maneras.

Sic vos non vohis Nidificatis aves.


» Vellera fertis oves.
Melliflcatis apes.
F e r t i s a r a t r a ioves.

L o cual, si es poco verosímil, no deja de ser ingenioso, porque


niugun indicio hay de haber conocido Augusto á V i r g i l i o , hasta
que este por las recomendaciones de Varo, Polion y Mecenas, obtu-
vo á l a edad de 29 años'' la órden de que se le devolviesen sus he-
redades, incluidas en el repartimiento que por los triunviros se hizo
del territorio de M á n t u a entre sus veteranos.
3.° Todos reconocen en V i r g i l i o u n talento extraordinario, que
cultivado con el estudio de cuanto interesante se conoció hasta sus
días, en filosofía y en historia, en lo sagrado y en lo profano, y co-
locado en circunstancias las mas poderosas para comprender y ex-
presar l a civilización y grandeza de la R o m a de Augusto, supo idear
y desempeñar las obras de ingenio mas notables de l a literatura la-
tina en los géneros pastoril, didáctico y épico. P o r esto se le reconoce
como el príncipe de los poetas de E o m a , S u ingenio agudo y pene-
trante se manifiesta, si no en l a creación y novedad de las ideas, en
— (!3 —

el modo de eombluarlas y hacer aplicaciou á las circunstancias de


su tiempo.
E n todo cuanto creyó que debia tomar de los poetas griegos y
latinos, se v é dominar una i m a g i n a c i ó n viva, u n discernimiento
profundo, u n gusto perfecto y una sensibilidad sin igual. L a ternu-
ra y la honestidad, la majestad y sencillez, la regularidad y el de-
coro, l a elegancia y armonía, y finalmente cuantas dotes deben ador-
nar á u n poeta, se hallan todas en V i r g i l i o en u n grado eminente.
4.° A V i r g i l i o se atribuyen varias composiciones que, se dice,
dió á luz en sus primeros años. U n dístico para epitafio de u n l a d r ó n
apedreado:

Monte sub hoc lapidum tegitur BalUstd sepultus,


Nocte, üie, tutum carpe, viator, iter.

U n poema en 541 hexámetros, titulado Giris, cuyo asunto es l a


fábula de Scila, h i j a de M í o , convertida en esta ave m a r í t i m a . E s t á
dedicado á Mésala, y es lo mas probable que fué su autor C . Cor-
nelio Galo.
Otro poema, titulado Gulcx, ó cínife, en 413 h e x á m e t r o s , cuyo
argumento es, que estando durmiendo u n pastor, salió de una lagu-
na inmediata una serpiente y se dirigía hacia él, cuando despertado
por la picadura de u n cínife, m a t ó á éste y á l a serpiente; y avisado
el pastor después en sueños por la i m á g e n del mosquito, le erigió u n
sepulcro con este epitafio que termina el poema:

P a r v e Guhx, f e c u d i m cusios U b i tale merenti


F u n e r i s officium vitm p r o muñere reddit.

Gopa ó l a tabernera es el título de otro poema en 19 dísticos, en


los cuales el poeta convida al lector á divertirse en una tienda ó ta-
berna, terminando con este d í s t i c o :

Pone merum et talos:pereant quicrastina curant:


Mors aurem vellens: vivite, ait, venio.

M o r e k m lleva por título otro poema en 128 h e x á m e t r o s , en que


— C4 —
se descnbc un áltriuerzo de un lattadorj o su ocupauion desde que
sale de la cama hasta que va al campo.
Calaleda V i r g i l i s llaman á una colección de 14 pequeños poe-
mas, entro los cuales se halla una elegía dirigida á M . Valerio M é -
sala: los demás vienen á ser epigramas. So le atribuye t a m b i é n la
letra de P i t á g o r a s moralizada. N i n g u n a de estas composiciones es
reconocida por todos como de V i r g i l i o ; mucho menos la P r i a p e i a ,
que es una colección de 84 epigramas á una estatua del dios que
guardaba los jardines, y conocidamente es obra de muchos ingenios.
5. ° L a s églogas de V i r g i l i o fueron compuestas desde la edad
de 28 á la de 33 años, aunque se halla mucha variedad sobre esto.
Unos hacen la primera la que va al frente de la colección, compues-
ta en acción de gracias por haber recobrado sus heredades. Otros
creen que si obtuvo esta gracia, fué en atención al m é r i t o de alguna
de sus églogas, con que logróla amistad de Alfeno Varo y Asinio F o -
lión; y señalan como la primera la titulada Alexis, segunda de la
colección, compuesta el G i l de Roma. E n el a ñ o siguiente la p u b l i -
có con las tituladas P a l e m ó n y Daphnis. E n 713, la T i ü r o : en 714,
la Meris y la F o l i ó n : en 715, la Sileno y \a Pharmaceutrict: en 716,
la Melibeo, y en 717 l a titulada Galo.
6. ° Conocido ya el taleuto de V i r g i l i o por Mecenas, creyó este
muy conveniente que le emplease en recomendar á los romanos la
agricultura, á fin de que se fuesen aficionando á ocupaciones pací-
ficas y olvidasen los trastornos y los rencores de las guerras civiles.
N o pudo negarse á esta insinuación V i r g i l i o , y en siete años acabó
las Geórgicas, poema didáctico, que solo b a s t a r í a para inmortalizar
á su autor. Se dice, le compuso en Nápoles.
7. ° E l año 724 de E o m a empezó V i r g i l i o su principal obra, la
Eneida, y en ellaempleó once años, parte en l a Campania y parte en
Sicilia. H a y quien cree que primero la compuso en prosa, y otros
aseguran que si hubiese vivido, l a hubiera continuado en 24 libros
hasta los tiempos de Augusto; pero n i uno n i otro puede sostenerse
por la mayor dificultad dé reducir la prosa á verso, y porque ya
como en profecía i n t e r c a l ó muchos sucesos posteriores, y algunos
referentes á Augusto.
8. ° Cuando V i r g i l i o iba ya, á cumplir 62 años, deseoso, según
— 65 —
dicen, de recorrer la Grecia y el Asia, para poder dar la ú l t i m a mano
á su Eneida, se e m b a r c ó b á c i a el Oriente; y b a b i é n d o s e encontrado
en Grecia con Augusto que volvia de A s i a , le e m p e ñ ó este en
retroceder con él á R o m a . M a s queriendo ver á Megara, en-
fermó allí; y aumentado el m a l con l a embarcación, m u r i ó á
los pocos dias de haber desambarcado en B r i n d i s ó en Tarcnto,
el 22 de Setiembre de 735 de Roma. Poco antes de morir se cuenta
que quiso destruir l a Eneida, por creerla imperfecta, y que en el
testamento encargó á sus amigos Vario y Tuca, que l a quemasen;
mas n i estos n i Augusto quisieron acceder á tales deseos, y l a p u -
blicaron tal como la dejó su autor. T a m b i é n dicen que m a n d ó tras-
ladar sus restos á su querida mansión de Nápolcs, y que se compuso
á si mismo este epitafio:

3 I á n t u a me genuit: Galabri rapuerc: ienet nunc


Parthencpe: cecinipasma, r u r a , dtices.

I Í E C C I O N IT.

1.° Kglogras <lc V i r g i l i o . — 3 . ° Objeto de las égrlogras.—3.°


F o r m a s bajo las enales pueden presentarse.— 1.° A s u n -
tos de las <3gl»sras.—5.° Campai-acion de T e ó c r l t o y V i r -
g i l i o . — 6 . ° C a r á c t e r de las é g l o g a s de V i r g i l i o . — 7 . ° Su
d i c c i ó n , estilo j Y e r s i n c a c i o n . — 8 . ° Algunos pensa-
mientos imitados p o r casi todos los poetas b u c ó l i c o s .

I.0 L a palabra égloga, del griego ecloge, significa elección, ó


selección; y V i r g i l i o d i ó el título de églogas á los diez idilios ó
poemas pastoriles, que entresacó para publicarlos, de los varios que
compuso imitando á T e ó c r i t o , E s t a palabra después h a venido á
tomar l a misma significación que el idilio, aunque en rigor los i d i -
lios son unos pequeños cuadros poéticos sobre diferentes asuntos.
Algunos han querido distinguirlos, diciendo que será idilio cuando
esprese sentimientos, y égloga cuando haya en ella mas acción.
2.° E l objeto de las églogas es presentarnos la vida del campo
con todas sus delicias, hacernos ver y desear l a felicidad de los pag-
— 66 ~
toree, cuando en el principio de la sociedad no tenia el hombre otras
riquezas n i otras ocupaciones que las que consistían en el cuidado
de los ganados, lo cual les proporcionaba descanso y comodidad. [ 4
inocencia., la sencillez, la franqueza y la libertad de los habitantes
del campo se nos presentan en la égloga con el colorido conveniente
para escitar en nosotros un afecto simpático y un vivo deseo de
participar de sus comodidades, de l a paz y del dulce sosiego que
disfrutan en las llanuras, en las colinas, en los valles espaciosos y en
las frondosas montanas. ¿Quién no recuerda con placer los días de
la iufaneia que pasó en el campo, solazándose en la verdura y cre-
yéndose d u e ñ o de la naturaleza, que tan deliciosa se le ofrecía?
¿Quiéu no volverla con güéto á aquellos felices momentos en que
solo se pensaba en lo presente, y si tal vez l a i m a g i n a c i ó n vislum- .
braba el porvenir, le encontraba ataviado de los mayores encantos?
Pues he aquí lo que la égloga debe presentarnos: las escenas cam-
pestres, con cuanto delicioso y variado pueda imaginar el poeta. Su
carácter general debe consistir en una perfecta a r m o n í a entre el
asunto, el lenguaje, las costumbres y maneras de un pueblo de pas-
tores que, libre de las trabas de la sociedad actual, goza de una
tranquilidad envidiable, con sus inocentes amores y con sus deli-
ciosas competencias. T a m b i é n hay églogas alegóricas en que, bajo
el disfraz de pastores, se introducen con los mismos sentimientos
personas de otra clase.

3. ° Bajo tres formas puede el poeta representarnos las delicias


pastoriles: porque ó el poeta expresa solo sus sentimientos y nos
describe las escenas del campo, como hace V i r g i l i o en l a égloga 4.a
llamada P o l i o n , ó nos presenta á los pastores tratando y conversando
entre sí de lo que hace relación á su vida, como en las églogas 1.a,
3.a 5.a y 0.a de V i r g i l i o , ó finalmente hablan el poeta y los pastores,
como en la 2.a, 6.a, 7.a, 8.a y 10.a Estas tres formas se llaman épica,
d r a m á t i c a y mixta.
4. ° E l asunto de la 1.a égloga titulada T ü i r o , que es l a 4,a que
compuso V i r g i l i o ya en el otoño de 713, versa sobre la restitución
de su patrimonio, que habia caído en poder de los soldados. E l pa-
dre de V i r g i l i o tenia sus heredades á tres millas de Cremona, una
de las ciudades prometidas por los triunviros á sus veteranos, N o
— 67 —
satisfechos estos con el territorio que Octavio les habia asignado, se;
estendieron hasta el campo de V i r g i l i o , que ya por medio de sus -
versos se habia dado á conocer á Asinio Polion.
Recomendado por este á Mecenas obtuvo por su medio la orden
de Augusto de que se le devolviesen sus heredades; y fué ejecutada
por A l f e n o Y a r o y Cornelio Gralo, cuya amistad se habia ya t a m b i é n
ganado, Melibeo representa á los mantuanos, y T i t i r o á V i r g i l i o .
L a 2.'a égloga, llamada A l e x i s , que se cree fué la primera que
compuso antes de conocer á Polion para lamentarse de u n amor
desgraciado, imitando el 3.° y el 11 idilio de Teocrito, fué retocada
después y publicada el 712, para complacer á su protector P o l i o n , i
que, s e g ú n Donato, le habia regalado el n i ñ o esclavo Alexis, de cu- •
yos desdenes se queja el poeta bajo el nombre de Coridon. Algunos, •
que atribuyen el poema C i r i s á Cornelio Galo, dicen que V i r g i l i o
quiso granjearse mas su amistad y l a de Polion, introduciendo •
algunos versos de aquel poema., que entonces acababa de p u b l i - •
carse: . '

Inventes alium, s i te Me fastidit Alexis,


L a 3,a égloga, llamada P a l e m ó n , que es la 2.''1 que compuso V i r g i -
lio, tiene por objeto celebrar la paz que gozaban los pastores con el
buen gobierno de Polion, que en 712 habia sido nombrado por
M . A n t o n i o , gobernador de aquella provincia. Dos pastores de A n -
des, Dametas y Menalcas, después de dirigirse- m ú t u o s denuestos,
según el-gusto de Teocrito, se convienen en cantar á competencia,
nombrando por á r b i t r o al amigo P a l e m ó n ; el cual declara m u y h á -
biles á entrambos.

N o n nosfrum, í n t e r vos tantas componere lites.

L a 4.a égloga, titulada P o l i o n , que fué la 6.a de V i r g i l i o , ha


dado margen á los comentadores para deshacerse en conjeturas. L o
mas probable es que la compuso V i r g i l i o para celebrar el nacimiento
cu 714 de un n i ñ o de Polion, en ocasión de haber este negociado
entre, los triunviros un nuevo arreglo que hacia esperar una larga
— 68 —
paz. V i r g i l i o acomoda á este n i ñ o muclios versos de la Sibila de
Cumas, que se cree profetizaban el nacimiento de Jesucristo:

Ultima Cumcei venit j a m carminis cetas.

Puede, pues, decirse, que esta égloga es un gemthtiaco, y su estilo


algo mas elevado que el que conviene á pastores:

S i canimus Silvas, Silvas sint consule dignee.

L a 5.'1 égloga con el titulo de Daphnis, 3.a en el orden del tiem-


po, contiene el llanto de Menalcas y Mopso por la muerte de su
amigo Daplmis: el uno canta su epitafio y el otro su apoteosis. M e -
nalcas representa á V i r g i l i o , y Mopso á E m i l i o Macer, poeta natural
de Verona, los cuales lloran la muerte, según unos, de J . César,
según otros, de Quintilio Varo, muerto en Cermania con tres legio-
nes, y según otros la de Flaco M a r ó n , hermano de V i r g i l i o , lo quo
indican dos versos muy,antiguos de autor incierto:

Tristia fata fui dum fies i n Daphnide Flacci,


Docte M a r o , fratyem diis immortalihus cequas.

Pero la mayor parte de los i n t é r p r e t e s creen que el poeta ha que-


rido celebrar la apoteosis de J . César. V i r g i l i o ha tenido presente el
primer idilio de Teocrito:

Daphnim a d astra feremus: amavit nos queque D a p n i s ;


Semper liónos, nomenque tuum, laudesque manehunt.

L a G.a égloga de la colección y T.'"1 de V i r g i l i o lleva el titulo de


Sileno, porque el poeta introduce á este pedagogo del dios Baco,
cantando, a pesar de su embriaguez, versos elegantes sobre el origen
del mundo, según el sistema de Epicuro, y varias fábulas m i t o l ó g i -
cas, ó intercalando con arte las alabanzas de Cornelio Galo. E s t á
dedicada á Varo, á quien V i r g i l i o habia prometido un poema, si
salvaba á M á n t u a .
L a 7.a de la colección y 9.a de V i r g i l i o , se llama Melibeo, com-
puesta á imitación del octavo idilio de Teocrito, E l poeta bajo la
— 69 —
persona de Melibeo refiere u n certamen de los pastores Ooricton y
Tirsis, al que h a b í a asistido con motivo de i r en busca de una res
perdida, y haberle convidado Dapnis, juez designado para presen-
ciar el certamen, el cual decide en favor de Coridon, según dice
Melibeo por estos versos:

Hmc memini, et victnm f r u s t r a contendere Thyrsim


E x illo, Corydon, Corydon est temjjore n o l i s .

L a 8.a se i n t i t u l a Pharmaceutria, ó m á g i c a : es i m i t aci ó n del 2.°


y 3.° idilio de Teocrito: tiene dos partes: en la l,a el pastor Damon
enamorado de N i s a , se deshace en quejas, porque le pospone á
Mopso:

Mopso N i s a datur: quid non spcremus amantes?

E n la 2.a parte Alfcsibeo expone los encantos y remedios con


que una hechicera procura ganar l a voluntad de Daplmis que l a
despreciaba:

Ducite a l u r l e domum, mea carmina, ducite D a p h n i m .

L a 9.", quinta en el orden del tiempo, se t i t u l a M e r i s . V i r g i l i o


después de recobrado su patrimonio, que en l a distribución habia
sido ocupado por los soldados, estuvo á pique de ser v í c t i m a del
furor de A r r i o , á quien t a l vez habria cabido parte de su hacienda.
Tuvo, pues, que volver á E o m a , y entretanto e n c a r g ó á su colono
Meris que procurase entretener á A r r i o . Iba M e r i s á llevar á este
unos cabritos, cuando alcanzado por Licidas en el camino de M á n -
tua, y preguntado acerca de la causa de su viaje, prorumpe en
amargas quejas sobre la calamidad de los tiempos, y después entre-
tienen ambos el camino con varias cantinelas. P o r Menalcas se en-
tiende V i r g i l i o .
L a 10.a y ú l t i m a tiene el nombre de Galo. Cornelio Galo, poeta
excelente y amigo de V i r g i l i o , amaba á Citeris, liberta de V o l u m n i o ,
á quien V i r g i l i o llama L i c o r i s ; pero ella despreciándole, se fué á
las Gallas, siguiendo á Antonio. V i r g i l i o procura consolarle, porque
Licoris no es digtia de su amor, é introduce á Apolo, P a n y otros
—'70 —
dioses silvestres, á quienes Galo contesta que t e n d r á un consuelo en
que ellos canten sus amores, y que seria dichoso en su compafúa y
la de Licoris á la que no puede olvidar: •

Oniíiia v i n c ü amor, ct nos cedamus amori.

5. ° Teocrito fuó un poeta griego de Sicilia, que floreció 270 años


antes de J . C . Escribió varios idilios ó pequeños cuadros, tomados
y a de l a vida real, ya de la mitológica, y por lo regular eróticos.
(Virgilio le tomó por modelo en la poesía pastoril, y muchas veces
ñ o hizo mas que traducirle. Pero en general se nota, que en Teocrito
reina la realidad y naturalidad, siendo sus pastores bajos y groseros.
V i r g i l i o , sin olvidar enteramente l a naturalidad y sencillez, les d á
por lo regular ideas algo mas finas, propias de pastores, no como son
realmente, sinó como pudieron ser en otro tiempo. S i n embargo, uo
sabe dar á la escena aquel c a r á c t e r propio, que en Teocrito nos
ilusiona hasta el punto de creernos en la misma realidad: n i tiene
tanta verdad, n i sencillez, n i da tanta variedad á los caractéres de
las personas.
6. °' L a mayor parte, de las églogas de V i r g i l i o , lo son solamente
por l a forma y porque las personas se nombran pastores; pero se
'conoce luego la alegoría, y bajo él disfraz de pastores vemos tal
vez personas de mas noble condición, que no siempre se sugetan n i
en las ideas, n i en el lenguaje y estilo, á lo que exgie la poesía pas-
toril. L a s églogas 4.a y 6.a son buen ejemplo. S i n embargo, la 8.a
tiene algo de lo contrario, porque los pastores se entregan á grose-
rías, echándose en cara accionés reprensibles. Vemos t a m b i é n que
casi siempre es la expresión de sus propios sentimientos lo que pone
el poeta en boca de los pastores, y describe las mismas situaciones
en que él se halla. M a s á pesar de estos leves reparos, es incontesta-
ble el mérito de V i r g i l i o , como poeta bucólico, aun sobre el de Teo-
crito: todas sus églogas están llenas de imágenes y de situaciones
felizmente descritas y de otro sin n ú m e r o de bellezas, que sería difícil
enumerar. L a gracia, l a suavidad y dulzura brillan en todos sus
versos:
, M o l h atque facetum
Virgilio annnerunf gmalcntes rure Gamcvme. H o r .
— 71 —
7. ° L a dicción de las églogas, así como dé todas las obras de
V i r g i l i o , es pura, correcta, poética y armoniosa. E l es el primer poeta
latino que domina la aspereza y poca flexibilidad del idioma, reu-
niendo la energía, l a concisión y la claridad. E l estilo do las églogas
es, cual corresponde, sencillo y natural, aunque á veces se eleva,
como en la 4.a, Q.'1 y 10.a, cuando se propone ensalzar á alguno.
L a versificación tiene ya en las églogas una melodía y' una regu-
laridad, cual no se babia conocido antes de V i r g i l i o . E l verso hexá-
metro es y a fluido, natural y armonioso, lo que demuestra' l a rica
imaginación y el buen oido del poeta que dentro de poco se h a r á
admirar por la perfección de las Geórgicas.
8. " V i r g i l i o dice en la égloga 2.a:

M i l l e mea, siculis errant i n montibus agnce,


L a c m i h i non cestate novum, non frigore defit.
Teocrito: Oves, mille pasco, et lac oplimum quod ex i l l i s
mulgetur bibo: neo caseus m i h i defit i n cestate,
naque i n automno.

Nuestro Garcilaso: Siempre de nueva leche en el verano,


V en el invierno abundo: en m i majada
L a manteca y el queso está sobrado.

Virgilio: Mee sum adeo informis: miper me i n litore v i d i ,


Quum placidum ventis staret mare.
Teocrito habia dicho: Ñ e q u e enim deformis sum, ut de me
dicunt; nam nuper i n mare insjjexi, cum esset tranqui-
llitas,

Garcilaso lo expresa así: , .

N o soy pues, bien mirado,


Tan disforme n i feo.
Que aun agora me veo
E n esta agua que corre clara y pura (1).

(1) Foulenelle usa del mismo pensamiento, ya mas estudiado:


On avait pris conseil des ondes les plus claires.
— —

V i r g i l i o , égl. 3.a Necdum i l l i s J a i r a admovi, sed condita


servo.
Teocrito: Necdum labra mea attiyif, sed jacet intactum.
Valbuena: P o r ser m i vaso como ves pulido,
A l labio hasta ahora uo ha llegado,
Que en m i zurrou guardado le he tenido.
V i r g i l i o : M a l o me Galaica petit, lasciva puella,
E t f a i j i t a d salices, et se cvpit ante videri.
Teocrito habia dicho: F e t i t et malis Cajjrarium Claris ta.
Valbuena dice: Galatea conmigo está jugando:
L l á m a m e , vuelvo, y luego se me esconde,
Y huélgase de verme audar buscando.
V i r g i l i o : Quod jpotui, puero silvestri ex arbore lee ta
A u r e a mala decem misi, eras altera miltam.
Teocrito: Ucee mala decem ajfexo U b i : eras altera mittam.
Valbuena: U n a m i n a de miel me dio una planta.
Saqué una hortera para T i r r e n a ,
T a m b i é n m a ñ a n a l a enviaró otra tanta.

UECCIOM 18.

I." C í c ó r g i c a s dú Y l r g l l l o . — 3 . ° Su p l a n . — 3 . ° Su estilo
y versifleacion.—4.° A u á l i s i s d e l l i l í r o 1.°—5.° A n á l i s i s
del l i b r o ».0—6.° L i b r o s 3.° y 4.°, llamados p o r algu-
nos pastoriles.—"?.' A n á l i s i s de estos l i b r o s . — 8 . ° l i e -
flexiones sobre algunas descripciones 6 i m á g r i n e s del
p o e m a . — 9 . ° Naturalidad de los episodios.

I.0 Geórgicas, palabra formada de los griegos, ge, tierra, y er-


gon, obra ó labor, equivale á libros de agricultura. V i r g i l i o , asi co-
mo en las églogas i m i t ó á Teocrito, en las g e ó r g i c a s se propuso por
modelo á Hesiodo c u su obra erga cai emerai, las obras y los dias;
pero de tal modo, que lo que este t r a t ó breve y suciutarneute, Vir-
gilio lo explana cou mas ostensión en cuatro libros ó partes, á saber:
de las tierras, de los árboles, de los gauados y de las abejas. L a s
- f 3 -
geórgicas, pues, son un poema didáctico, cuyo objeto es dar preceptos
sobre la agricultura, hermoseados con los adornos y colores de la poesía.
2. ° Presenta primeramente el poeta, en cuatro versos su
asunto, dividiéndole en cuatro partes y hablando con Mecenas, á
quien dirige la obra. Invoca luego á los astros mas brillantes del
mundo, el sol y l a luna bajo el nombre de L i b e r y Oeres; á los F a u .
nos y á las D r í a d e s , á Neptuno que hizo salir de l a tierra el caballo,
á Aristeo de Cea; á P a n de A r c a d i a ; á M i n e r v a , inventora del olivo;
al autor del arado, Triptolemo, hijo de Oeres; á Silvano, á todos los
dioses y diosas, protectoras de los campos y de los frutos, y fináis-
mente á César, á quien adula, dejándole en libertad de ser dios de
la parte del jnuncU) que quiera. Despueg dg implorar s,u auxilio, d á
principio el poeta al asunto y le c o n t i n ú a sin mas i n t e r r u p c i ó n que
alguna digresión ligera, una corta invocación al principio de cada
libro, y los episodios, con que los termina.
3. ° E l estilo de las geórgicas, variado, según el asunto, natural
y sin afectación, es noble, florido y elegante así en las ideas, como
en las expresiones. E n l a parte expositiva van unidas á la' brevedad
y claridad las flores y adornos poéticos, que á l a i n s t r u c c i ó n a ñ a d e n
el placer. E l poeta hace mas interesantes sus cuadros y descripcio-
nes, a n i m á n d o l a s con la presencia del hombre; y a c o m p a ñ a sus re-
flexiones cpn i m á g e n e s , que excitan u n vivo sentimientib y contri-
buyen á la mayor ilustración del asunto. L a versificación es la mas
fluida y armoniosa que se conoce, pudiendo servir sus h e x á m e t r o s
de modelo: todo lo cual hace este poema perfecto en su género, y la
obra mas acabada de la literatura latina.
4. ° Después de la proposición y de lá invocación) está dividido
este libro en cinco partes, á saber: cultivo del campo, origen de l a
agricultura, instrumentos de la labranza, estaciones propias para
cada labor, y pronósticos de las tempestades con el episodio de la
muerte de César. Empieza el asunto por aquellos bellísimos versos,
que describen el tiempo de arar:
Veré novo, gelidus canis quum montibils humot
L i q u i t u r , et Zephyro putris se gleba resolvit:
Depresso incipiat j a m íum m i h i taur us aratro
Ingemere, et sidco attritus splendescere vomer.
6
— 74 —
Después de varías preparaciones del terreno y de la diversidad de
semillas, para recomendar el riego, dice:

E t quum exushcs ayer morientilus rcshiat herbis,


Ucee, supercilio clivosi tramitis undam
E l i c i t : i l l a cadens raucum per Icevia murmur
Saxa cist, scalebrisque arentia teniperat a r v a .

Antes del origen de las artes y de la agricultura fué la edad de oro


que describe:

Ante Jovem n u l l i suMgelant a r v a coloni:

T u m v a r m venere artes. Labor omnia vincit


Improbus, et duris urgens i n rebus egestas.

H é aquí las amenazas al que no trabaje:

¡ H e u ! m a g m m alterius frustra spedabis acervum,


Goncussaque famen i n sylvis solabere quercu.

Después de enumerar y describir los instrumentos de los labradores,

Vomis et inflexi p r í m u m grave robur aratri,

y varios males que deben evitarse en las eras, y el cuidado de pre-


parar las semillas, porque todo degenera, dice:

8ic omnia fatis,


I n jjej'US mere, ac retro sublapsa referri.

Manifiesta el tiempo de sembrar, l a posición de la tierra y sus zonas,


la variedad de estaciones y de labores, y de los di as; y alude al na-
cimiento y guerra de los gitantes:

Ter sunt conati imponere Pelio Ossam:


Terpater extructos disjecit fulmine montes.

D.^oriba las labores d é l a s noches de invierno:


— 75 —
Arguto conjnx percurrit pcctine telas,
A u t dulcís musti Vulcano dccoquit humorem, (1)
E t foliis undam tspidi despumat aheni,
N u d u s ara, scre nudiis: hyems ignava coIo?to.

Machos males amenazan al labrador coa las tempestades,

Omnia ventonm concurrere prcelia v i d i ,


Ipse pater, media nimhorum i n nocte, coi'uscct
F u l m i n a molitur dextra.
Hoc metuens, cceli menses et sidera serva.
I n p r i m i s venerare Déos: y describe las fiestas que deben haceísé
á Geres, y laego los sígaos para conocer las tempestades, p r e s e a t á n -
dolo Lodo en acción, y dando pronósticos á. las j ó v e n e s labra-
doras hasta en sn caadil, cuaado ven,

Scintillare oleum, et putres concrescere fungos.

Por la l a n a se puede conjeturar el temporal:

Ventus erit; vento s m p e r rubet á u r e a Phcebe;

pero mucho mejor por el sol:

Sol tihi signa d a i i t : solem qtiis dicere f a l s u m


Audeatf y describe en seguida los portentos que a c o m p a ñ a r o n
á la muerte de César.

5.° Hactenus a r v o n i m cultus et sidera cceli:


Nicnc te, Bacche, canam, necnon sglvestria tectim
Virgnlía, et prolem tarde crescentis olivce,

H é aqui el asuuto del 2.° libro, que distribuye en siete partes; modoá
naturales y artificiales de multiplicar los árboles, sus especies, el país

O) Verso hipermetro, cuya última sílaba se elide por la primera del siguiente.
— 76—
propio de cada uno, l a calidad del terreno, las vinas, los demás ár-
boles, y la felicidad de 1$ vida del campo.

Invoca á Baco y alude así á la costumbre de los lagares:

H u c pater, ó Lencue, veni: nudataque musto


Tinge novo mecum Mreptis crura cothurnis.

H é aquí como hermosea la lentitud en crecer de los árboles nacidos


y l a utilidad de los ingertos.

J a m qum, seminibus jactis se sutstulit arbos.


Tarda v e n ü , seris factura nepotihus umbram.
. ' Inseritur vero ex fmtu nucís arbufus hórrida, (1)
r i M steriles p l a t a n i malos gessere valentes.

H a b l a de las especies de uvas, y dice de sus efectos:

'Tentatura pedes olim v i n c t u r á q u e linguam.


Nec vero terree, f e r r é omnes omniapossunt, dice; y después de ha-
blar de varios países, describe l a I t a l i a y hace su elogio:

l É i t ver 'assiduum, atque alienis mehsibus cestas:


B i s gravidez pecudes, bis pomis utilis arbos.
E x t u l i t hcec Decios, M a r i o s , fiiagnosqm Gamillos,
Scipiadas duros bello, et te, m á x i m e Ccesar.

-Trata de los terrenos propios para el pasto y dice:

N o n liquidigregibusfontes, 'non gramina desunt,

donde algunos censuran con poco fundamento el epíteto liquidi,


porque hay fuentes que no corren mas que entre cieno y hierbas, y
estas quiso escluír el poeta. Recomienda el orden en las plantaciones,
y hace l a comparación con un e j é r c i t o :

Omnia sint paribus numeris dimensa v i a r u m .

(4) Hipermetro. • . • . . ' ,


— 77 —
Después de varias precauciones que encarga, hace una bellísima des-
cripción de la primavera:

Ver adeó f r o n d i nemorum, ver utile sylvis:


A v i a tum resonant avihus virguita canoris.

Trata de las vides y dice de l a poda:

Parcendum teneris, et dum se Imlus a d auras


Palmes agit laxis per p u r u m immissus hahenis.
Ante reformidant f e r r u m : tune deniqiie dura
Exerce imperia, et ramos compesce fluentes.

A l hablar del d a ñ o que hacen los animales, recuerda el cabrito, orí-


gen de l a tragedia, diciendo de l a A u s o n i a :

V e r s i i u s incomptis ludunt risuque soluto:


Draque corticibus sumunt horrenda cavatis.

Por alcanzarse los trabajos unos á otros, dice:

D u r u s uterque labor. Laudato ingentia r u r a ,


E x i g u u m colito.

Los demás árboles no necesitan cuidado y dan grandes utilidades: .

O f o r t ú n a l o s nimium, sua s i l o n a norint.


Agrícolas! y hace una m u y bella descripción de la felicidad de
la vida del campo, exenta de todas las incómodas exigencias de las
ciudades:

F é l i x q u i p ó t u i t r e r u m cognoscere causas.
I l l v M non 'populi fasces, non p u r p u r a regum
F l e x i l , et infidos agitans discordia fratres.
Interea dulcespendent circum oscula nati.

6." E l g r a m á t i c o Servio refiere y desecha la o p i n i ó n de algunos,


de que los libros de las geórgicas- fueron solamente dos, porque tra-
— 78 —
taudo el 3-0 y 4.° de los ganados y de las abejas, debían ser mas
bien, que geórgicos, pastoriles. Pero teniendo la agricultura nece-
sidad de ganados para sus labores, y siendo tan propio del labrador
el cuidado de las abejas, es preciso reconocer que estos libros forman
parte de las geórgicas.
7.° V i r g i l i o en el libro 3." invoca á Pales y Apolo, dejándose de
fábulas. C u i non diefus H y l a s fuer, et L a t o n i a Délos? Promete cele-
brar á su patria y á César, erigiéndole un templo con juegos Cir-
censes, dones y sacrificios, y esculpiendo en las puertas sus trofeos,
victorias y las i m á g e n e s de sus ascendientes. Implora el favor de
Mecenas.

Te sine n i l a U u m mens inchoat: en age, segnes


Rumpe moras: vocat ingenti clamare Cgíheron: y empieza

el asunto, dividido en despartes: ganado mayor, vacuno y caballar,


y ganado menor, ovejas y cabras.
Descrita l a figura de la buena vaca, recomienda que se aprove-
che el tiempo de la fecundidad:

Optima qumque Mes miseris mortalihus cevi


P r i m a f u g i t : suleunt morhi, tristisque senecius,
E t lalor, et durce rapit inchmentia mortis.

Hace luego la descripción de u n hermoso potro:

Stare loco nescit, micat auribus, et tremit a r i u s ,


Collectumquepremens volvit s u l naribus ignem.

Queda debilitado con las enfermedades ó con la vejez:

U t quondam i n stipulis magmis sine v i r i h u s ignis


Incassum f u r i t .

Alaba su vigor en los juegos piíblicos y exclama:

Tantus amor laudum, tantee est victoria curm.


— 79 —
Habla de las crías y del cuidado de educarlas:

J a m vítulos hartare, viamqim insiste domandi:


D u m f m i l e s a n i m i juvenum, dum mohilis calas.

Si es escogido para la guerra:

P r i m u s equi lahor est, ánimos alque arma videre


Bellantum, lituosquepati, tractuque gemetitem
F e r r é rotam, etstaiido frceños audire sonantes.

Le compara con el viento:

U l e volat, simul a r v a fuga, simul cequora verrens.

Sepáresele de las yeguas:

Carpit enim vires p a u l a t i m , uritque videndo


F e m i n a , nec nemorum patitur meminisse, nec herice,
I n f u r i a s ignemque r u u n t : amor ómnibus idem.

Describe la fuerza del amor, y pasa luego á tratar del ganado


menor:

H i c labor, hinc laudem fortes sperate coloni.

Quiere que los pastores madruguen, y dice;

F t ros i n teñera p e c w i gratissimus herba est.

Trata de la variedad de paisas, y a l hablar de Escitia, describe el


frió del i n v i e r n o :

Terra gelu late, septemque assurgit i n ulnas.


Goncrescunt s ú b i t o currenti flumine crustm.
H i c noctem ludo ducunt etpocula leeti,
Fermento atque acidis imitantur vitea sorbis.

Habla de los perros:

E t canibus leporem, canibus venabere damas.


— 80 —

Describe las culebras y en especial una de Calabria:

A r d u u s a d solení, et línguis mical ore irisulcis,

Expone las enfermedades y los remedios:

Gonlinuo ferro culpam compesce, priusquam


D i r á per i n c a u í u m serpant contagia vulgus,

y termina el libro con l a descripción de una peste en los Alpes.

N e c v i a mortis erat simphx: it tristis aralor


Mcerentem ahjungens fraterna marte juvencum,
Atqne opere i n medio defixa relinquit aratra.

Pasamos á considerar el cuarto libro.

P r o t i n u s a e r i i meltis celestia dona


Exeqnar. H a n c etiam, Maicenas, asjríce jwrtem.

Así empieza el poeta su cuarto libro, llamando t a m b i é n l a atención


á Mecenas: i n tenui labor; at tennis non gloria; y dividiéndole en
dos partes principales: conservación y r e s t a u r a c i ó n de las abejas.
Describe el sitio del colmenar, y la materia y fábrica de la
colmena.

I p s a autem, seu corUcihus t i l i suta cavatis,


Seu lento f u e r i n t alvearia vimine texta,
Angustos hadeant aditus.

Operaciones de las abejas, sus salidas:

Hice continuo salius sylvasque peragrant,


E x c u d ü n t ceras, et mella tenada Jingunt.

P i n t a sus discordias y refriegas:

M a r t i u s Ule mris rauci canor increpat, et vox


A u d i t u r fractos sonitus imitata tubarum.
— 81 —
T u m trepida} ínter se coeunt, pennisque coruscant:
Sficulaqiie exacuunt rostris, aptantque lacertos.
F i t sonitus: magnum mistec glomerantur i n orhem,
Prcccipiiesque cadunt: non densior aere grando,
Nec de concussa tantum p l u i t Hice glandis.

Trataría, dice el poeta, de los jardines y su cultivo;

Verum Jmc ipse equidem, spatiis exclusus miquis,


Pra'Aereo, atque a l ü s post me memoranda relinquo.

Describe l a naturaleza de las abejas, su gobierno, leyes, alianzas,


previsión, diligencia, edad, respeto á sus reyes y como cierto deste-
llo de razón.
Después de pintar la actividad de las abejas en tres versos, los
mismos que repite en la E n e i d a sobre la construcción de Cartago,
las compara con los Ciclopes:

l i l i inter sese magna v i I r achia tollunt


I n numerum, versantque tenaci forcipe f e r r u m .

Si son acometidas las abejas de alguna enfermedad:

T u m sonus auditur g r a v í o r , tractimque susurranf


F r i g í d u s ut quondam sylvis i m m u r m w a t Auster,
U t mare sollicitum stridet reftnenWbus undis,
JEstuat ut clausis rapidus fornacibus ignis.

Para manifestar el modo de restaurar las abejas, como se practicaba


en Egipto, bace una descripción del N i l o , y luego cuenta la fábula
de Aristeo y enlaza con ella l a de Proteo, y en seguida la de Orfeo
y Euridice:

Seis, Proteu, seis ipse; ñeque est te faltere cuiquam:


Sed tu desine velle. Deúm praicepta secuti
Venimus Jiuc, lapsis queesitum oracula rehus.

He aquí el desconsuelo de Orfeo:


— 82 —
Jpsc cava solans a y r n m tsstudim amomn,
Te, dulcís conjuX) te solo i n Ubre secum,
Te veniente die, te decedcnte caneiat.
Euridicem tolo referehant flumine ripcv.

8. ° E l arte de V i r g i l i o en las geórgicas es admirable: cada cosa


e^tá donde conviene, y expresada con n n lenguaje verdaderamente
poético, lleno de expresiones pintorescas, que presentan los objetos
con tal propiedad, que parece están á la vista. L a s cosas inanima-
das y aun las abstractas, todas están de bulto y con v i d a : los p a í -
ses, las estaciones, los animales, las batallas, todo está descrito con
una extraordinaria exactitud. P o r cualquier parte que se abra el
poema, encontraremos imágenes, con que se nos presentan los ob-
jetos, siempre variados, aunque sean los mismos, Dice en el pri-
mer libro, de l a primavera:

Veré novo, gelidus canis quum montihus humor


Liquifur, et Zefliyro p u t r i s se gleba resolvü.
E n el libro 2.°

Optima vinetis satio est, quum veré r u l e n t i ,


Gandida venit avis longis invisa colulris.

E n el libro 3.°
A t vero Zephyris cum leda vocantibus cestas,
Tn saltus utrumque gregem atque i n pascua mittes:
E n el libro 4.°

Quod superest, u b i pulsam hyemem sol aureus e g ü


Sub térras, ccelumque (estiva luce reclusit:
Taigete s i m u l os terris ostendit honestum
P l e i a s et Oceani spretos pede repulit amnes.

Son notables las descripciones de la tempestad en el libro 1.": la


de la primavera en el 2.°: la de la vaca y del caballo en el 3.°, y la
de l a batalla de las abejas en el 4.°, y otras muebas.
9. ° L a naturalidad de los episodios es tan clara, que parecen
parte del mismo asunto. Así vemos que después de hablar délos
— 8;? —
signos que presenta el sol para pronosticar, nos expone el poeta los
que en él se vieron á l a muerte de César, y otros que l a anuncia-
ron ó la siguieron, en el libro 1.°
Después de los árboles y sus utilidades, nada mas propio que
describir l a felicidad de l a v i d a del campo, en el libro 2.°.
Después de las enfermedades de los ganados, m u y natural es
hablar de los estragos de la peste, en el libro 3.°, y finalmente, en el
4.° libro está intimamente unida á l a r e s t a u r a c i ó n de las abejas
muertas, l a historia de Aristeo, y á esta l a fábula de Orfeo y E u -
ridice.

IJECCION 19.

1.° E n e i d a de Virgrilio.—a.0 Su plan.—3 ° Argrumento de


los seis p r i m e r o s lil>ros.—1.° C o m p a r a e i o u con l a Odi-
sea de H o m e r o . — 5 . ° Argumento de los seis ú l t i m o s l i -
bros de l a JEneida.—6.° C o m p a r a c i ó n con l a Blinda.—?.<>
Episodios y sn enlace con l a a c c i ó n p r i n c i p a l . — 8 . ° P a -
sajes mas nota liles.—9.o Caracteres.—10. E s t i l o y ver-
sifleacion.—11. Razonamientos y d i á l o g r o s . — 1 3 . A r t i -
ficio y m á q u i n a . — 1 3 . I>efectcs p r i n c i p a l e s .

I.0 L a E n e i d a es una epopeya en que se narra l a venida de


Eneas, de Troya á Italia, y su establecimiento en ella hasta fundar
una ciudad, que según l a disposición del hado, h a de ser origen de
Roma. S u acción es grande, memorable, y muy interesante para los
romanos y en especial para Augusto, á quien se da u n origen d i v i -
no, por ser hijo de Venus, Eneas, padre de J u l o que se decía el tronco
de l a familia J u l i a . E s u n poema que abraza l a civilización entera
de E o m a , y nos presenta sus creencias religiosas por l a i n t e r v e n c i ó n
de l a divinidad, que dirige en todo a l piadoso Eneas.
2.° E l plan del poema está dispuesto con m a e s t r í a , aunque se
dice que carece de unidad y rapidez en l a acción. Proposición, i n v o -
cación y n a r r a c i ó n son las partes principales. Después de cuatro
versos que se creen e x t r a ñ o s al poema, y son como su prólogo, l a
— 84 —
proposición divide la acción en dos partes, venida de Eneas á íl,alia:
A r m a vinmigiie; y fundación de ana ciudad: M u l l a quoqim et iello
passus. L a invocación, M u s a , m i h i causas memora, va seguida de
las causas que hacian á Juno oponerse á la llegada de los troyanos
á Italia, porque según los hados hablan de destruir u n día su favo-
recida ciudad de Cartago. Esto contribuye t a m b i é n á que sea mayor
el interés de la acción para los romanos. Empieza después l a narra-
c i ó n : V i x é conspedu S i c u M telluris i n altum, por la salida de Eneas
de Sicilia en el estío ya del sétimo año, desde que salió de Troya, y
termina antes de espirar el año con la victoria de Eneas y muerte de
T u r n o , que se oponía á su enlace con L a v i n i a , hija del rey Latino.
8.° L i b r o 1.° Saliendo Eneas de Sicilia, J u n o después de echarse
en cara su poco poder en un soliloquio, se dirige á Eolo, rey de los
vientos, quien accediendo á los ruegos de la diosa, levanta una fu-
riosa tempestad, que dispersando las naves de Eneas le arroja con
parte de su gente á las costas del Africa. Entretanto Venus habla
rogado por su hijo á J ú p i t e r , y este la consuela declarando lo dis-
puesto por el hado. Venus se aparece á Eneas en trage de cazadora:
le hace saber que se halla en Africa, donde una reina cuya historia
le cuenta, está construyendo una nueva ciudad. L e cubre de una
nube, desde la cual Eneas en el templo, observa como recibe l)ido á
otros da sus compañeros, que hablan sido t a m b i é n arrojados por los
vientos al A f r i c a ; y por fin descubierto á la reina, esta le acoje y
hospeda con la mayor amabilidad, y manda que traigan al n i ñ o A s -
canio. Venus hace que Cupido tome la figura de Ascanio y apasio-
n á n d o s e Dido de Eneas, á quien obsequia con un banquete, le
pide que cuente sus trabajos de T r o y a y rodeos de siete años. J E m a s
p r i m o L y M e s appellitur oris.
L i b r o 2.° Eneas complaciente, cuenta á Dido la destrucción de
Troya. L o s griegos, al décimo a ñ o de la guerra, desconfiando de sus
fuerzas, acuden á la astucia de fingirse fugitivos, dejando u n gran
caballo de madera que Sinon, imbuido en los fraudes de los griegos,
hace creer á los troyanos que era dedicado á M i n e r v a en vez del
P a l a d i ó n . L o s troyanos, ya por el e n g a ñ o de Sinon, ya por el terror
de la muerte de Laocoonte, destruyen parte de la muralla, para i n -
troducir en l a ciudad el caballo. A media noche, saliendo del caballo,
— 85 —
con la ayuda de Sinon, los griegos encerrados en él y acudiendo los
que hablan fingido huir, entran en la ciudad á sangre y fuego. Eneas
avisado eu sueños por Héctor, después de grandes esfuerzos de valor,
visto el incendio de la ciudad y la destrucción del palacio de Priamo,
cuando ya ño quedaba esperanza, por consejo de su madre Venus,
.que se aparece en toda su majestad, toma la huida con su padre
Anquises en los hombros, y su hijo de la mano y su esposa d e t r á s :
Longe servet vestigio, conjux. Sígnenle los griegos, y en el desorden
pierde á Greusa; y cuando vuelve á buscarla, se le aparece su som-
bra, y le aconseja la fuga, pronosticándole u n feliz reinado en l a
Hesperia. Vuelve Eneas á donde le esperaban su padre é hijo, acom-
pañados ya de hombres y mujeres dispuestos á seguirle, y se enca-
mina con ellos á u n monte:

F u ñ e r a Dardanice narrat, fletusque secundo.

L i b r o 3.° Eeunidos á Eneas los que hablan podido salvarse de


la destrucción de T r o y a y embarcados en Antandro, puerto de F r i g i a ,
en veinte naves, dirige Eneas el rumbo á Tracia, de donde, aterrado
rpor los prodigios de Polidoro, muerto por el avaro Polimnestor, se
encamina a l oráculo de Apolo en Délos, que le encarga que vaya en
busca de la antigua madre de su gente. Eneas, siguiendo la inter-
p r e t a c i ó n de su padre, llegó á Creta, de donde obligado á huir por
una peste, después de sentados los cimientos de una ciudad, se hace
á la vela para Italia, avisado en sueños por sus Penates. Mas una
tempestad le hace arribar á las islas Sfropliades, donde se ve infes-
tado por las H a r p í a s , y Celeno, una de ellas, f u r i a r u m m á x i m a , le
pronostica una- grande hambre en I t a l i a . Llegado después á Accio,
celebra juegos en honor de Apolo. Desde allí, costeando á Corfú,
llega á E p i r o , donde es hospedado por Heleno y Andromaca. Cos-
teando después Eneas á T á r e n t e y aquella parte de Italia, arriba á
Sicilia, cerca del E t n a , y allí acoge á Aquemenides, uno de los com-
pañeros de Ulises, que le avisa de la fiereza de los Cíclopes. Nave-
gando luego según los consejos de Heleno, evitando los escollos,
Seila y Caribdis, llega por fin á Deprano en Sicilia, donde fallece
Anquises, anciano ya y fatigado de la navegación. Desde allí d i r i -
- 8 d -
gíéndose á Italia, obligado por la deshecha tempestad que levantaroíl
los vientos de Eolo, es arrojado al África, como se ha dicho eu el
libro 1.":

Tertius errores canit, amissumque parentem.

L i b r o 4,° Enardecida Dido en el amor de Eneas, so declara á


su hermana A n n a , y por su consejo se inclina á desposarse con
Eneas. T a m b i é n J u n o por alejarle de Italia, lo arregla con Venus, y
promete Una ocasión para ese enlace. Salen Eneas y Dido á una ca-
cería, cuando Juno levanta de repente u n nublado, que dispersa
toda la comitiva y hace que Eneas y D i d o se guarezcan en una
cueva, donde contraen su enlace con los mas infaustos agüeros.
Entretanto J ú p i t e r movido de las súplicas de Yarbas, rey de los
Getulos, que no podia tolerar verse pospuesto á Eneas, envia á Mer-
curio para que mande á Eneas salir hacia Italia. Eneas, obediente,
prepara las naves; mas Dido, conocida su i n t e n c i ó n , se queja amar-
gamente, y ya con lágrimas, ya con ruegos, ya por medio de su her-
mana, procura disuadirle. Avisado Eneas segunda vez en sueños por
Mercurio, se embarca á media noche; y Dido desesperada, constru-
yendo con pretesto de un sacrificio una pira en lo interior del pala-
cio, colocándose encima, se atraviesa con una espada de Eneas:

Quartus item miseree dúo vulnera narrat Elisce,

L i b r o 5.° Navegando Eneas desde Cartago á I t a l i a , una tem-


pestad le lleva á Sicilia, donde acogido favorablemente por Acestes,
celebra el aniversario de la muerte de Anquises con juegos públicos
en que promete grandes premios á los vencedores. Vence en las
naves Cloanto, en la carrera Eurialo por u n ardid de Niso, el anciano
Entello vence á Dares con el cesto, y en el tiro de saeta sobresale
E u r i c i o n ; mas en atención á la edad y dignidad, se d á el primer
premio á Acestes, cuya saeta se encendió en el aire. Ascanio celebra
t a m b i é n en honor de su abuelo, con los j ó v e n e s nobles, juegos ecues-
tres y un simulacro de pelea. Entretanto las mujeres troyanas, por
consejo de Iris, causadas de la navegaciou, ponen fuego á las naves;
quémause cuatro y las demás se salvan á beneficio de una lluvia
que envia J ú p i t e r . L a noche siguiente es avisado Eneas en sueños
por su padre, que deje en Sicilia las mujeres y los ancianos, y que
navegue cou los jóvenes hacia Italia y se d i r i j a á la cueva de la
Sibila de Cumas para que le guie á los campos Elíseos. Así lo hace
Eneas, fundando una ciudad en Sicilia con las mujeres y ancianos.
Neptuno entretanto, á ruego de Venus, conserva el mar en bonan-
za, lo que ocasiona la muerte al confiado Palinuro, y Eneas tiene
que hacer de piloto:

Quintus habet íudos, ei classem c o r r i p ü ignis.

L i b r o G." Arribando Eneas á Cumas, se encamina á l a cueva


de la Sibila; y después de u n sacrificio, oye del oráculo los peligros
y la guerra que le amenazaban. Hace las exequias á Miseno, y luego
guiado por unas palomas, encuentra el ramo de oro, con el que des-
pués de sacrificar, penetra en c o m p a ñ í a de la Sibila en los infier-
nos. Allí ve a Palinuro y le promete un cenotafio. Pasa l a laguna
Stujia, y adormecido el cerbero, atravesando los lugares de los n i -
ños y de los condenados á muerte injustamente, llega donde esta-
ban los que por amor se suicidaron. V e allí á D i d o , que indignada
huye silenciosa. M a s adelante ve á Deiphobo, entre los guereros,
lleno de heridas. Dejando luego á la izquierda el T á r t a r o é infor-
mado por la Sibila de las penas de los malvados, se dirige al pala-
cio de P i n t ó n , y fija en el umbral el ramo de oro. Enseguida v a
á las mansiones de los bienaventurados, donde Museo le presenta
á su padre Anquises, que le refiere el catálogo de los reyes de A l b a
y de P o m a , y recorriendo los nombres de muchos ilustres romanos,
llega á las alabanzas de César y de Augusto, y ensalza hasta el
cielo á Marcelo, hijo de Octavia, muerto en l a flor de su juventud.
Sale después Eneas del infierno por la puerta de los sueños, vuelve
á unirse con sus compañeros, y desde Cumas se dirige á Caeta:
Aeneam memorat visentem T á r t a r a Sextus.
4.° E n los seis primeros libros de la Eneida, V i r g i l i o sigue co-
nocidamente por modelo l a Odisea de H o m e r o ; en l a que este poeta
después de hablar del congreso de los dioses, de la ida de Telémaco
á Pilo, y de allí á Esparta, donde Menelao le da noticia de su pa-
dre, cuéixtá cü. el quinto libro, como por orden de J ú p i t e r , Callpgo
deja salir de su isla á Ulises, el cual, destrozada la nave por ÍJep-
tuno, se ve arrojado y desnudo en el país de los Feaccs. Vestido
por Nausicac, hija del rey de los Feaces, l a sigue á la ciudad, donde
reconocido el traje por la reina, la cuenta todo lo que le h a b í a pa-
sado desde la isla de Calipso. Preparada ya una nave por los Feaces
para Ulises, el rey Alcinoo celebra un convite, en el que después
de otras cosas, canta Demodoco la i n t r o d u c c i ó n en T r o y a del caba-
llo de madera, y al ver llorar á Ulises, todos le preguntau, quién
es, y de donde: y empieza entonces Ulises su n a r r a c i ó n en el libro
noveno, y la c o n t i n ú a en los siguientes hasta el trece; desde el cual
puesto Ulises por los Feaces en tierra de Itaca su reino, cuenta el
poeta, hasta el veinte y cuatro, lo que le pasó hasta verse unido á
Penélope, muertos sus importunos amantes.
5.° L i b r o 7.° Eneas después de sepultar á su nodriza Cayeta,
que dió el nombre á Gaeta, costeando la isla de Circe, es llevado
por u n viento favorable á la embocadura del T í b e r . I n v o c a el poe-
ta á Eratb, y propone el asunto de la segunda parte del poema,
que pasa en el país latino. Refiere la noble ascendencia del rey L a -
tino, y los oráculos sobre su h i j a ú n i c a L a v i n i a . Desembarcados los
troyanos, y recobradas sus fuerzas, por las palabras de J u n o : Héiis!
etiam mensas consumimus, conoció Eneas que habla llegado al tér-
mino de sus viajes. E n v i a á la ciudad de Laurento cien oradores
con varios dones, á pedir al rey L a t i n o sitio para una ciudad. L a -
tino ademas de conceder lo que piden, ofrece á Eneas l a mano de
su hija L a v i n i a , que según el oráculo de Fauno, h a b í a de casar con
u n extranjero. E n t r e tanto J u n o llama de los infiernos á la furia
Alecto, y la manda enfurecer primero á la reina A m a t a y después
á T u r n o , rey de los K ú t u l o s , á quien estaba prometida L a v i n i a . E n -
seguida hace que los troyanos, en una cacería, encuentren un cier-
vo manso, muy querido de los hijos de u i i pastor del rey, y que los
labriegos, al verle herido por Ascanio, acometan armados á los tro-
yanos. Mueren en el tumulto A l m o n , hijo mayor de Tirreo, y Gale-
so, el labrador mas rico del país, y sus cadavéres, conducidos á la
ciudad, son causa de que T u r n o y A m a t a inciten á L a t i n o á tomar
Venganza con las armas. M a s resistiéndose por respeto á los hados
— 89 —
y á la alianza c o n t r a í d a , J u n o misma abre las puertas de la guerra.
Vienen al auxilio de T u r n o , Mecencio con su hijo Lauso, y otros
muchos, cuyo catálogo se refiere al fin del libro, terminando con
Camila, h e r o í n a muy valiente del pais de los Volscos:

Septimus Aeneam reddit fatalihus arvis.

L i b r o 8.° T u r n o da l a señal de guerra desde Laurento y hace


auxiliares suyos todos los pueblos inmediatos, y envia comisionados
á otros; en cuya vista, desconfiando Eneas de sus fuerzas, por con-
sejo del dios Tiberino, se dirige rio arriba á pedir auxilio á B v a n -
dro, que habia fundado á Palanteo en el monte Palatino. Evandro
acoje bien á Eneas, y admitido á los sacrificios de H é r c u l e s que
está haciendo, le manifiesta la causa y ritos del sacrificio en la
muerte del famoso l a d r ó n Caco y le enumera los principales luga-
res del pais. A l dia siguiente da á Eneas cuatrocientos ginetes a l
mando de su hijo Palante; y Eneas enviando l a m i t a d de las tropas
rio abajo, se encamina con el resto á A g i l a , ciudad que habia des-
tronado á Mecencio por su t i r a n í a y desprecio de los dioses. Entre-
tanto Yulcano, movido de las caricias de su esposa Venus,' fabrica
unas armas á Eneas, que por su hermosura le llenan de placer y
admiración, en especial el escudo que tenia pintadas las h a z a ñ a s de
su posteridad:

D a t simul Aenece, socios o d a m s et arma.

L i b r o 9.° Mientras Eneas está ocupado en buscar auxiliares,


Juno avisa por medio de I r i s á T u r n o para que no pierda l a oca-
sión de atacar á los troyanos sin jefe, y ya que se están encerrados
en su campamento, ponga fuego á las naves. E r a n estas fabricadas
de madera de u n bosque consagrado á Cibeles, madre de J ú p i t e r , y
conforme á lo que este le habia prometido, se convierten en n i n -
fas. A l acercarse l a noche. T u r n o bloquea con sus tropas, al mando
de Mesapo, á los troyanos; los cuales consultando sobre el modo
de avisar á Eneas, convienen en dar este encargo á N i s o y Eurialo,
que así lo piden. Salen, y encontrando ébrios y dormidos á los ene-
migos, degüellan á Kamnes y otros muchos, y se adornan con sus
7
— 90 —
despojos. M á s acercándose el din y vistos por la caballería de Vols-
cente, huyen á u n monte, donde embarazado E n r í a l o con las ar-
mas, cae en manos de Volscente, qué sin dar oídos á las súplicas
de Niso, le quita l a vida. Niso mata á Volscente. y bien vengado1
su amigo, cae por fin sobre ól, cargado de heridas, y sus cabezas
son puestas sobre unas picas á la vista de los troyanos. T u r n o ata-
ca con todas sus fuerzas á los enemigos, y después de una grande
mortandad de unos y otros, Ascanio mata con una saeta al sober-
bio N ü m a n o ; con lo que engreídos Pandare y Bicias abren las
puertas y rechazan con mucha p é r d i d a á los sitiadores. Entonces
Turno arremete por l a puerta y pone en fuga á los troyanos; pero
rodeado por un gran n ú m e r o va cediendo poco á poco hasta la
parte del campo b a ñ a d a por el río, y nadando, armado como esta-
ba, llega salvo á los suyos:

N o n u s haiet pugnas, me adest dux ipse tumultu.

L i b r o 10.° J ú p i t e r r e ú n e en congreso los dioses, y los exhorta


á la concordia. V e n u s se queja del implacable odio de Juno, y pide
u n descanso para los troyanos. J u n o lo rechaza y echa toda la cul-
pa sobre los troyanos y sobre l a misma V e n u s ; de manera que des-
confiando J ú p i t e r de l a reconciliación, por no disgustar a su esposa
ó á su hija, declara que todo lo d e j a r á al arbitrio de los hados, man-'
teniéndose neutral. Entretanto los R ú t u l o s vuelven con mas brio
al combate, y los sitiados se disponen á la defensa. Eneas, arreglado
todo como deseaba en la E t r u r i a , y con el auxilio de muchos pue-
blos, vuelve á los suyos con treinta naves. Entonces las ninfas, en
que se h a b í a n convertido las suyas, le dan noticia del peligro de su
gente. Desembarca en seguida, á pesar de que los E ú t u l o s , levan-
tado el sitio, procuran impedírselo. T r á b a s e el combate, y después
de gloriosos hechos, muere Talante, hijo de Evandro, á manos de
T u r n o . Eneas irritado hace una horrible carnicería, y Ascanio sale
del campamento y se une á su padre. E n esto J u n o solícita por
Turno, con permiso de J ú p i t e r , le libra del peligro, poniéndole de-
lante la falsa i m á g e n de Eneas. T u r n o la persigue furioso hasta en-
trar en una nave, que desatada por Juno, le lleva con la violencia
— 91 —

¿el temporal á las costas de Ardea; y Mecencio entretanto, póí


aviso de J ú p i t e r , entra en l a refriega, y mata un gran n ú m e r o de
troyanos y hefcruscos, hasta qne herido por Eneas y protegido por
su hijo Lauso, se retira á curar la herida. Entonces Lauso querien-
do vengar á su padre, muere á manos de Eneas; con cuya noticia
Mecencio monta á caballo y ansioso de veugauza recibe t a m b i é n l a
muerte de Eneas:

Occidit Aenece, décimo Mccenthis i r a .

L i b r o 11.° Muerto Mecencio, Eueas erige un trofeo á Marte, y


remite con gran pompa á E v a n d r o el cadáver de su hijo Palante.
Entretanto los latinos enviau doce oradores á pedir treguas, para
recoger y sepultar los muertos; y con este objeto se suspenden las
hostilidades. V é n u l o vuelve desairado por Diomedes en la petición
de auxilios, y desanimado el rey Latino, convoca á j u n t a y propone
su d i c t á m e n de mandar á Eneas comisionados para tratar de paz.
Allí Drances y T u r n o se insultan mutuamente. Pero Eneas, d i v i -
didas sus tropas, manda una parte á l a ciudad por lo llano, y con el
resto se dirige él mismo por los montes á lo mas alto de la ciudad.
Con esta noticia se disuelve l a junta de los latinos, y se disponen á
la defensa. T u r n o divide t a m b i é n sus tropas y da el mando á M e -
sapo y á Camila. E l con l a infantería, se coloca en emboscada para
salir al encuentro á Eneas. T r á b a s e l a batalla entre la caballería, y
Camila, después de haber muerto u n gran n ú m e r o de enemigos,
mientras va sigieudo á Cloreo, sacerdote de Cibeles, prendada de
sus armas, es atravesada á traición por A r u n t e ; el cual poco después
lo es por Opis, ninfa de D i a n a . Consternados los E ú t u l o s , toman la
fuga, y los troyanos se disponen á atacar la ciudad; de lo cual
avisado T u r n o por A c á , c o m p a ñ e r a de Camila, dejando la embosca-
da, corre á socorrer á los suyos: sigúele t a m b i é n Eueas, y acercán-
dose l a noche, sienta sus campamentos delante de la ciudad:

Undécimo vicia est non cequo marte Camilla.

L i b r o 12.° Debilitados en dos batallas los K ú t u l o s , y abatidos


sus ánimos. T u r n o resuelve entrar en singular combate con Eneas,
aunque le disuaden L a t i n o y A m a t a . E n v í a á Idmon á retar á '
— 92 —
Eneas, el cual acepta el partido, y se obligan ambos con juraineti*
to. L a ninfa J u t u r n a , hermana de Turno, á impulso de Juno, per-
turba el concierto, tomando la falsa imagen de Camerte. E l agorero
Tolumnio, prometiendo una segura victoria á los suyos, atraviesa
con la lanza á uno de los nueve hijos de Grilipo. Eneas, que no sa-
biendo la causa del alboroto, quiere retraer á los suyos, es herido
de saeta y se ve precisado á retirarse. Aprovechando T u r n o la oca-
sión, hace un gran destrozo en los enemigos. Venus toma una hier-
ba del monte Ida de Creta y cura á Eneas; el cual exhortando con
su ejemplo á Ascanio, vuela en busca de T u r n o . Este no se presen-
taba, porque J u t u r n a tomando el puesto del que d i r i g í a su carro,
procuraba alejarle, hasta que aproximando Eneas sus tropas para
atacar l a ciudad, l a pone fuego. Entonces l a reina A m a t a creyendo
muerto á Turno, desesperada se ahorca; y T u r n o así que lo sabe,
no viendo mas recurso que pelear con Eneas, le propone de nuevo
el singular combate. Sale vencedor Eneas, y cuando estaba casi mo-
vido á clemencia por los ruegos, al ver en los hombros de T u r n o la
banda que habia quitado á Palante, encolerizado le atraviesa el
pecho con la espada:

Ultimus iniponit helio T u m i nece finem.

6.° V i r g i l i o , que en su E n e i d a tuvo siempre á la vista los poe-


mas de Homero, de Apolonio de Eodas y de otros griegos y latinos,
sigue por principal modelo en los ú l t i m o s seis libros l a Iliada. E n
esta todo se reduce á combates, e n u m e r a c i ó n de tropas, descripcio-
nes de batallas, ardides, heridas, muertes etc., y esto mismo tene-
mos en l a ú l t i m a parte de la E n e i d a . E l catálogo de jefes y tropas,
las armas y escudo de Eneas, la reconciliación que intenta J ú p i t e r
entre los dioses, las batallas y combates, todo en fin descubre una
imitación constante, pero hecha con m a e s t r í a . L o mismo podemos
decir sobre los pormenores de comparaciones, de alusiones y otros
adornos. V i r g i l i o , pues, no nos presenta gran fecundidad de inge-
nio; pero sí una regularidad y u u gusto esquisitos, y sobre todo
una ternura y una sensibilidad sin igual, conservando siempre la
- grandeza y magestad romana.
— 93 —
7. ° L o s episodios que mas llaman laafceuciou en la Eneida, son:
la destrucción de T r o y a en el 2.° libro; la historia de Aquemenides
y el Ciclope en el 3.°; los amores de D i d o en el 4..°; los juegos fúne-
bres eu el 5.°; la bajada de Eneas á los infiernos en el 6.°; l a enume-
ración de tropas en el 7.°; la historia de Evandro y de Caco en el 8.°;
la empresa desgraciada de E i s o y E u r i a l o e n el 9.°; el noble sacrificio
deLauso y muerte de Mecencio en el 10; l a historia y muerte de Ca-
mila en el 1 1 ; y finalmente el combate de T u r n o y E n c a s e n el ú l t i -
mo. N o puede ser mas natural la colocación de estos episodios,
porque nada mas justo que acceder á l a curiosidad de Dido, recor-
dar la fábula de los Cíclopes a l llegar á Sicilia, dar variedad al poe-
ma con incidentes tan interesantes, como el origen del odio entre
Roma y Cartago, l a piedad acendrada de Eneas celebrando l a memo-
ria de su padre, las ideas dominantes en E o m a sobre l a otra vida, y
así de todos los demás, cuya lectura ofrece tanto placer como i n t e r é s .
8. ° L o s trozos mas notables de la E n e i d a son: l a arenga de J u n o
á Eolo y el discurso de Eneas á los troyanos en el libro 1.°; el cua-
dro de Laocoonte y la d e s t r u c c i ó n del palacio de P r i a m o en el
2.°; la entrevista de Eneas y Andromaca en el 3.°; l a descripción é
imprecaciones de D i d o en el 4 . ° ; los campos Elíseos en el 6.°; la his-
toria de Caco y las armas de Eneas en el 8.°; l a muerte de M s o y
Eurialo en el 9.°; l a de Lause en el 10.°, y l a historia de Camila
en el 11.°
9. ° Se nota como u n defecto l a poca variedad de caracteres:
Gías, Cloanto y otros troyanos no presentan rasgos y cualidades
especiales. J ú p i t e r es una deidad sin a c c i ó n : Venus y Mercurio en
el primer libro, ó lloran ó nada dicen. N o obstante, J u n o , Y r í s y
Alecto presentan u n carácter especial, y los de Eneas, Dido y T u r n o
están perfectamente desempeñados. E l poeta, con sus ragos y vivos
colores, nos hace sentir y ver en todas partes el respeto ciego á los
dioses y el amor apasionado de Eneas á los suyos, l a mas acendrada
ternura y la exagerada pasión de D i d o , y el vigor y lozanía, y el
valiente patriotismo de T u r n o , que es el representante de la I t a l i a .
Aquí es de advertir la diferencia de los héroes de Homero, en quie-
nes sobresale la fuerza física, de los de V i r g i l i o , que se hacen nota-
bles por la supremacía moral y por una civilización mas adelantada.
— 04 —

10. E l estilo de la Eneida es en general noble, elegante y ma-


jestuoso; pero varía según el asunto y las personas, y tal vez según
las circunstancias, como se ve en los discursos de Ilioneo á Bido
en el libro 1." y á L a t i n o en el 7." L a dicción es correcta, pura y
armoniosa, á pesar de la dificultad que aun debia ofrecer una len-
gua hasta entonces poco flexible y no muy acomodada á la poesía;
por lo que es mas de admirar, en el lenguaje de V i r g i l i o , la riqueza
y elegancia que le distinguen.
L a versificación tiene facilidad, y una cadencia y una entona-
ción majestuosa en el h e x á m e t r o heroico, que V i r g i l i o perfeccionó
el primero. Su a r m o n í a es inimitable, variando los dáctilos y los es-
pondeos, según la celeridad ó la lentitud, y terminando de una ma-
nera que hace sensible muchas veces la idea, v. g.
S t e r n ü u r , exanimisque tremens p r o c u m h ü h u m i l o s ;
l i b . 5.° y en estos hipermetros ó sobrantes, que indican grandeza y
elevación:
E t magnos memhrorum artus, magna ossa, lacertosque; libro 5.°
Jamque iter emensi turres ac teda latinonim; libro 7.°
11. Grande es el m é r i t o de V i r g i l i o en los discursos y palabras
que pone en boca de sus personajes, ya sean dioses, ya hombres.
Distinto es el modo de hablar de J ú p i t e r , de Juno, de Venus, de
Neptuno, de Eolo, y d e m á s dioses; así como lo es el de Eneas, el de
su padre, el de Heleno y Andromaca, el de D i do. T u r n o y Mecen-
cio: distinto t a m b i é n el de los oráculos; y en una palabra, Virgilio
tiene l a facilidad de trasformarse en l a persona que hace hablar, y
adopta en todo sus maneras. E s t a grande flexibilidad se hace mas
notable en los razonamientos de los que toman parte en los juegos del
libro 5,°, y en todos los diálogos.
12. E l artificio de la E n e i d a se descubre, ya en l a elección que
hace el poeta, de episodios y pormenores para adornar y ennoblecer
su asunto, combinando las ideas y las circunstancias; y a en el orden
de l a narración, empezándola cerca del fin y poniendo lo anterior
como episodio; y a en el modo y estilo de esta n a r r a c i ó n , usando de
d é l a forma d r a m á t i c a y dando al lenguaje la a r m o n í a y la rica con-
cisión, que en cada palabra ó verso encierra un discurso. ¡Cuánto
no comprende en si este verso de D i d o !
— 95 —

JSÍon ignara m a l i miseris sicecurrere disco.

J)c tres maneras hace V i r g i l i o intervenir en el poema las d i v i n i -


dades, lo que suele llamarse m á q u i n a : porque, ó los dioses obran se-
parados de los hombres y sin que estos lo perciban, como Juno, B o -
lo, J ú p i t e r y N e p t u n o en el libro 1.°; ó conversan y obran con los
hombres tomando figura humana, como Yenus y Cupido, en el mis-
mo libro; ó finalmente, se aparecen ó hablan en sueños como lo hacen
á Eneas los Penates en el libro 3.°; Mercurio en el 4.° y repetidas
veces Anquises, H é c t o r , etc.
13. E l primer defecto es la falta de unidad, aunque bien puede
disculparse; porque habiendo de espresar V i r g i l i o toda la civilización
y conocimientos de su época, y siendo ya para los romanos la tra-
dición de l a venida de Eneas, mas bien que una realidad, u n bello
ideal, y habiendo de adular por otra parte á Augusto, presentándole
su origen divino, el poeta por necesidad tenia que explanar con es-
tension la piedad y l a sufrida constancia de Eneas, para complacer
á su protector, asi como para manifestar su patriotismo y despertar
el de los romanos, le era preciso hacer ver el carácter, valor y loza-
nía de los habitantes de l a antigua Ausonia, contra quienes solo tie-
ne Eneas que oponer la protección de los hados; sin embargo, el
poeta no pierde nunca de vista el fin de la acción, que es lo que la
hace ser una. M a s bien se nota la falta de i n t e r é s en la conducta del
plan, puesto que algunas veces no quedan deseos de seguir á Eneas,
como sucede al fin del libro 4.° E s verdad, que para los romanos
era muy interesante llegar á saber el origen de su n a c i ó n ; y esto hace
t a m b i é n que el poeta nos presente á T u r n o con cualidades mas re-
levantes que á Eneas, porque los habitantes de Italia debian ser
siempre superiores á los de Troya. Y a antes hemos indicado la poca
variedad en los caracteres; algunos ven t a m b i é n mas arte que sen-
cillez, "lo cual es propio de su época, y un estilo no siempre bien sos-
tenido; lo que hubiera de seguro corregido V i r g i l i o , si hubiese dado
la ú l t i m a mano á su obra. Se encuentran muchos sucesos que no es-
tán motivados, y otros que solamente lo están en la necesidad del
poeta, por ejemplo, la p é r d i d a de Creusa: F o n e s u b ü conjux: el paso
— 96 —

por Accio y celebración de juegos; la vuelta á Sicilia con este mismo


objeto, y los oráculos de Fauno y Tiberino que favorecen á un ex-
tranjero. Todos estos y otros defectos que encuentran algunos des-
contentadizos, desaparecen al contemplar las innumerables bellezas
de todo género que contiene la Eneida, y en especial leyendo los pa-
téticos y afectuosos pasajes que en cada p á g i n a conmueven é inte-
resan vivamente el á n i m o . L o s mejores libros son el 2.°, 4.° y 6.°
Existen muchos argumentos en verso de las obras de V i r g i l i o
compuestos por antiguos g r a m á t i c o s . Mafeo Veggio Italiano del
siglo X V , compuso t a m b i é n u n libro 13 que no tuvo aceptación. Las
obras de V i r g i l i o han sido objeto de los trabajos de muchos sábios,
y nosotros tenemos en E s p a ñ a una colección de las mejores traduc-
ciones castellanas, publicadas por D . Gregorio Mayans, erudito del si-
glo pasado; y aun en el presente se han visto t a m b i é n algunas ver-
diones en prosa y en verso.

I.KCCIOX 30.

1.° Ovidio —3 ° Clasiflcacion de sus olbras —3 ° Poemas


narrativos: M e t a m ó r f o s i s . — 4 ° Líos Fastos.

1.° Publio Ovidio Nason, de una familia ilustre de caballeros


romanos, nació en Sulmona, ciudad de los Pelignos, en el Abruzo
citerior, el a ñ o 711 de E o m a . Educado con esmero en esta ciudad y
destinado juntamente con otro hermano á la carrera del foro, ma-
nifestó ya desde muy n i ñ o una añeion á l a poesía, que no pudo
quitarle su padre, y acabó por distraerle completamente de toda
ocupación séria. Se ejercitó sin embargo en las escuelas de los de-
clamadores, Arelio Fusco y Porcio Latron, como nos dice Séneca.
E l célebre orador Mésala dirigió sus estudios, y para completarlos
fué á los 17 años á Atenas, y luego hizo u n viaje al A s i a , donde,
s e g ú n algunos, militó á las órdenes de Varrou. A su vuelta á Roma,
se detuvo u n año en Siracusa con su amigo el poeta E m i l i o Macer.
Desempeñó en E o m a varias magistraturas inferiores, y cuando ya
estaba próximo á entrar en el Senado, r e n u n c i ó á toda ambición
— 07 —
por consagrarse ú n i c a m e n t e á la poesía. P r o c u r ó hacerse amigo de
todos los poetas de su tiempo, y desde muy joven publicó algunas
composiciones, en que celebraba á una dama llamada con nombre
supuesto Corinna. Se casó tres veces, como dice él mismo en l a ele-
gía 10 del libro 4.° de los Tristes. M a s solo la ú l t i m a esposa de la
noble familia de los Fabios consiguió hacerse amar de Ovidio, y se
le conservó fiel aun durante el destierro. H a y quien dice que se
llamaba Perila, lo mismo que una hija que de ella tuvo. H a b í a v i -
vido en E o m a Ovidio entregado á su pasión y á sus versos, y con
la facilidad que tenia en hacerlos como él dice:

E t quod tentaham scribere ver sus erat,

había dado á luz varías obras, que le h a b í a n hecho conocer y apre-


ciar aun del mismo Augusto. A la edad de 41 años publicó su A r t e
amandi, causa aparente de su destierro; porque no es de creer fuese
la verdadera, cuando hasta nueve años después no fué desterrado
por Augusto á Tomos, en las costas del Ponto E u x i n o ó M a r Negro.
Augusto pretestó l a inmoralidad de esta obra; pero el poeta mani-
fiesta que hubo otra causa que no puede decir:

L i n g u a silet, non est ultra narrabile quidquam.

Por este enfático silencio del poeta, cada cual presenta una causa,
y todas mas fáciles de refutar que de sostener. Pues mal pudo ser
una relación con J u l i a , hija de Augusto, desterrada ya, á la publica-
ción del A r t e amandi; como tampoco acción alguna vergonzosa;
porque repetidas veces Ovidio asegura que le perdieron los ojos; que
vió algo; que en él no hubo malicia, sino necedad ó error. Mucho
menos debió ser el haber visto alguna torpeza en Augusto ó su fami-
lia, (como no fuese en su nieta J u l i a , sin querer, a c o m p a ñ a n d o á
algún amigo) porque cuando implora su clemencia en el libro 2,° de
los Tristes, no es natural que se lo recordase. Otros acuden á la po-
lítica, y dicen que Ovidio hubo de ver algo que tuviese relación con
Agripa, cuyo secreto, s e g ú n T á c i t o , ocasionó á M á x i m o la muerte;
cuando según el mismo Ovidio, en la epístola 6.a del libro 4.° del
Ponto, parece que fué él quien dió causa á esta muerte. M a s esto lo
— 98 —
dice, no porque hubiese oculto algún motivo político, siuo por su
mala estrella,, que hizo que muriese Máximo, para que no consiguiese
su perdón, cuando estaba seguro de alcanzarle; lo cual es tan cierto,
que luego habla de l a muerte de Augusto, y al ocurrir todo esto ya
hacia seis años que Ovidio estaba desterrado. Pero todo ello importa
poco. Ovidio pasó nueve años en Tomos, tributando por la esperanza
del p e r d ó n bajas adulaciones á Augusto, hasta el punto de erigirle
altares, y entreteniendo el tiempo, como él dice, con las musas. Aba-
tido por su desgracia dejó de existir á los 60 años de edad, el 17 des-
pués de J . C. E n la elegía 3."- del libro 3.° de los Tristes se h a b í a cora-
puesto este epitafio:

ffic ego quijaceo temrorum lusor amorum,


Ingenio p e r i i N a s o poeta meo,
A t tibí, q u i t r a n s í s , ne sít grave, quisquís a m a s t í ,
Dícere: ÍSÍasónís mollíter ossa cuben!.

2. ° L a s numerosas obras de Ovidio que han llegado á nosotros


pueden reducirse á poemas narrativos, didácticos, elegías, epístolas
elegiacas, heroidas, y otras que se le atribuyen. H a y también no-
ticias de muchas que se han perdido.
3. ° L a s Metamórfosis y los Fastos son poemas narrativos.

C a r m i n a mutatas hominum dicentia formas.


Inféííx domini quodfuga rujpít opus:
Hmc ego discedens, sicut lona multa meorum,
Ipse mea p o s u i mcestus i n ignemanu.
Elegía 6,'' del libro 1.° de los Tristes. Ovidio desesperado al saber su
destierro, echó al fuego varias obras, y entre.ellas las Metamórfosis;
pero se h a b í a n dado á luz algunas copias, sin que Ovidio las cor-
rigiese:

Quídquíd i n his igíiur vítii rude carmen habebit;


Emendaturvs, s i í i m i s s e t , eral.

E s t a obra se halla d i v i d i d a eu 15 libros, y es un poema en hexá-


— 99 —
metros, en que después de la proposición é invocación en cuatro ver-
sos, cuenta el poeta, desde el Chaos j la creación, hasta la muerte y
conversión de César en astro, todas las tabulas de l a mitología dis-
tribuidas en 133 principales, según unos, ó en 239 ó mas, según
otros. B u este poema es donde mas b r i l l a la i m a g i n a c i ó n de Ovidio,
siendo admirable su fecundidad en inventar transiciones y enlaces,
para continuar sin i n t e r r u p c i ó n su poema y hacer u n todo a r m ó n i c o
de partes tan h e t e r o g é n e a s . Unas veces su ingenio descubre alguna
semejanza entre dos fábulas, otras, un dios ó h é r o e que ha sido ob-
jeto de l a recitación, ha tenido parte en otro suceso que da lugar á
una relación nueva; y otras, l a identidad del lugar es el hilo que sir-
ve para u n i r las que son enteramente desemejantes. Varias fábulas
se refieren por amigos, reunidos en conversación, que han sido tes-
tigos, ó preparan con sus relaciones el paso á otra; y algunas tam-
bién tienen lugar de episodios, pero siempre oportunos y bien moti-
vados. C o n l a forma d r a m á t i c a da grande a n i m a c i ó n á todo, y nos
presenta cuadros tan bien pintados, que en medio de una ficción co-
nocida y que el mismo poeta suele indicar por a l g ú n rasgo irónico,
no obstante ilusionan é interesan. Casi todas las fábulas terminan
por una trasformacion; pero siempre variada, cuanto es posible. N ó -
tase sin embargo cierto lujo de espresiones y adornos, y una profu-
sión de formas para cada idea, que pone en claro la falta de natu-
ralidad y la agudeza de ingenio. N o se sabe de que fuentes b e b i ó
Ovidio para esta composición, aunque se dice que i m i t ó á N i c a n d r o
y Partenio, griegos.
4." Doce libros de Fastos dice Ovidio que compuso:
Sex effo fasforum scripsi, ioiidemqm Ubellos,
Gumque s v flnhn mmse volumen habd. L i b r o 2.° de los
Tristes.
Pero solo existen los pertenecientes á los primeros seis meses, sin
que haya podido saberse de ciento, si en efecto habia compuesto los
otros seis, ó si no tuvo tiempo de concluirlos. H a b i a pensado dedi-
carlos á Augusto; pero sin duda, por causa de su muerte, los publicó
dedicados á César G e r m á n i c o , sobrino de Tiberio. Este poema es
una n a r r a c i ó n cronológica en h e x á m e t r o s y p e n t á m e t r o s de todas las
fiestas, sacrificios y sucesos notables, asi de los dioses, como de la
— 100 —

R e p ú b l i c a , que correspondían á cada uno de los días del mes, notan-


do la salida y ocaso de varios astros y constelaciones. A q u i también
se v é el grande ingenio de Ovidio, que á u n asunto tampoco favo-
rable á la poesía, sabe darle i n t e r é s por medio de cuadros variados,
que presenta con a n i m a c i ó n en u n estilo elegante, con una versifi-
cacion armoniosa, y con mas naturalidad y sencillez que en las Meta-
morfosis. Intercala con frecuencia algunas narraciones mitológicas ó
históricas, v. g. de H é r c u l e s , de Caco, de Roma, etc. E n la parte as-
t r o n ó m i c a tiene alguna inexactitud, efecto de no haber adquirido la
ciencia mucha perfección entre los romanos. Se dice que y a otros (1)
hablan compuesto fastos, que sirvieron de estimulo á Ovidio, y que
tuvo t a m b i é n presente una obra del griego Calimaco, de quien adoptó
l a versificación.
N o deben confundirse los fastos, especie de Calendario, en que
se notan los dias, fiestas y sacrificios, con otras noticias referentes á
l a diferencia de dias fastos y nefastos, aniversarios, etc., como estos
de Ovidio; con otros fastos que hubo en R o m a llamados consulares.
Estos eran históricos; y en los primeros siglos de la R e p ú b l i c a con-
tenían los sucesos de cada año, con el nombre de los cónsules, si-
guiendo el órden de los dias observado en los calendarios. N o exis-
t í a n antes de l a expulsión de los reyes de R o m a .

L E C C I O N 31.

1 ° Poemas d i d á c t i c o s . — » . 0 E l e g í a s . — 3 . » lie r o í d a s y
otras obras de Ovidio.—I.0 notes y defectos grenerales
de este poeta —5 ° lilgrera comparacioit de los elegria-
cos latinos.

1.° L o s poemas didácticos de Ovidio todos versan sobre su pa-


sión dominante, el amor; pero un amor sensual, como ú n i c a m e n t e le
conocían los antiguos, que nada tenia de noble n i de interesante. E l
1.° es el A r s amandi, que mejor pudiera llamarse arte de seducir y

(1) De Aulo Sabino habla el mismo Ovidio en la elegía 16 del libro 4.* del Ponto,
como autor de una obra sobre los dias.
— 101 —
de agradar, y está dividido en tres libros en versos elegiacos. E n el
1.° da reglas sobre la elección del objeto del amor y medios de agra-
dar: en el 2.°, sobre el modo de conservar ese amor; y en el 3.°, cómo
las mujeres ban de servirse de sus atractivos y de su talento. E s un
cuadro fiel de las costumbres corrompidas de su tiempo, y su lectura
es tanto mas perjudicial, cuanto que encubre su veneno bajo un velo
ligero y seductor. E l talento del poeta se muestra en el conocimien-
to profundo del corazón y de la debilidad del hombre, y en l a gracia
algún tanto satirica con que embellece aun las cosas insignificantes.
Esta obra está en h e x á m e t r o s y p e n t á m e t r o s .
E n el primer a ñ o de J . C . publicó los Remedios del amor, que sue-
len andar en u n libro ó en dos, en versos elegiacos. E s obra algo
inferior al arte, porque tiene en ella mas parte la r a z ó n que la i m a g i -
nación. Contiene observaciones m u y ingeniosas sobre el corazón
humano.
P u b l i c ó t a m b i é n en versos elegiacos el Medicamina faciei ó me^
dios de embellecer el rostro, de cuya obra solo resta u n fragmento y
aun se duda si es de Ovidio.
Halieuticon ó poema sobre la pesca, es el t í t u l o de otra obra que
publicó en el Ponto, de la cual queda un corto fragmento en hexá-
metros, que trata de algunos peces de mar y de su naturaleza é
instinto.
2.° Ovidio entregado á su i m a g i n a c i ó n voluptuosa y á la fecun-
didad de su génio, pinta sentimientos que tal vez no ha esperimen-
fcado su corazón, en sus libros de amores á Oorinna, que de cinco
redujo á tres, con 13 elegías el i . p ; 19 el 2.°, y 15 el 3.° Son sin em-
bargo el cuadro mas fiel de su vida, de sus esperanzas y temores, de
los escesos de su pasión, descritos con originalidad, pero con una
difusión que cansa, y muchas veces con una obscenidad muy re-
prensible y que los hace indignos de leerse.
Cinco libros, que contienen 49 ó 50 elegías, compuso durante
su viaje y en los tres primeros años de su destierro. Les dió el t í t u l o
de Tristium, porque en ellos se muestra inconsolable y se queja
amargamente de los males que pasa. Se advierte en sus lamentos una
cansada m o n o t o n í a y una exageración y una falta de dignidad, que
no solo excluyen todo género de belleza ideal, sino que en lo mis-
— 102 —

mo que. paveco real, dan á conocer la ficción, por las pequeneces á


que desciende con bastante frecuencia. S i n embargo son muchos
los pasajes donde el dolor habla en un lenguaje, el mas natural,
noble y elegante, respirando u n aire de tristeza majestuosa.
L l e v a n el título de Ponto cuatro libros con 47 epístolas, ó ele-
gías, que solo se diferencian de las anteriores, en que las dirigió
Ovidio á personas determinadas con sus propios nombres, lo que no
se habia atrevido á hacer antes, por no comprometer á sus amigos.
A q u í t a m b i é n vemos quejas sin dignidad, y un decaimiento de áni-
mo exagerado, ponderando sus padecimientos, para mover á sus
amigos á que interpongan su influencia con Augusto.
3.° L a s Heroidas son epístolas ó monólogos cu forma de elegías,
en que personajes mitológicos desahogan los sentimieutos de amor
de que se hallan poseídos en ciertas situaciones do la vida,, hacia
las personas que son objeto de su pasión. De las 21 que figuran en
las colecciones, solas tres son de varones: las demás son de heroinas
á sus esposos. E l asunto es siempre el dolor de una ausencia ó las'
penas de u n amor desgraciado: en ellas se ve t a m b i é n el ingenio del
poeta en vez de sentimientos naturales. N o obstante tienen esceleu-
tes trozos, y el tono de la elegía se eleva algunas veces hasta la gra-
vedad y fuego de la musa trágica, lo que hace mirar estas composi-
ciones como-un género nuevo, de que ya hemos visto un ensayo en
Propercio. L o s caractéres suelen estar bien sostenidos y las situacio-
nes variadas; lo que junto con la verdad de los sentimientos y el
tono apasionado, hace estas epístolas mas interesantes. L a mejor es
la de Sappho á P h a o n . L a s seis ú l t i m a s , se duda que sean de Ovidio,
y algunos las atribuyen á A u l o Sabino, su amigo, el cual dió á l u z
algunas contestaciones á estas Heroidas, y aun en el dia se ven tres
como suyas en las colecciones de las obras de Ovidio.

Existe t a m b i é n de Ovidio u n poema satírico en 322 dísticos con-


tra u n amigo infiel, que hubo de tratar mal á su esposa, y le dió el
título de Ibis, ave de Egipto, á imitación de Calimaco. Encierra uu
s i n n ú m e r o de imprecaciones, sacadas la mayor parte de la mitología'
Se atribuye á Ovidio una elegía, con el título de Gonsolatio ad
L i o i a m de morte D n t s i ; pero otros dicen que es de C . Pedon A l b i n o -
vano, amigo de Ovidio, á quien igualmente hacen autor de otras dos
— 103 —
elegías, sobre l a ú l t i m a enfermedad y sobre l a muerte de Mecenas,
y de 22 versos de u n poema sobre las h a z a ñ a s de Druso. H a y tam-
bién otra elegúj titulada el nogal;, que se cree de Ovidio. Otras que
se le atribuyen, como nn sueño, la p u l g a y Philomela se tienen por
apócrifas; asimismo un panegírico de Calpurnio Pisón, y con mas
razón tres libros de Votula.
Otras obras de Ovidio se han perdido, como l a tragedia Meted,
ele l a que hay dos solos versos; una t r a d u c c i ó n de los fenómenos de
Arato; un libro contra los malos poetas; otro de vaticinios; otro de
epigramas; otro sobre el triunfo de T i b e r i o ; otro sobre l a guerra de
Accio, y otro en l a lengua de los Getas sobre los hechos de Augusto.
4. ° Ovidio se hallaba adornado de grandes dotes que sin em-
bargo no supo aprovechar debidamente: talento, i m a g i n a c i ó n fecun-
da, sensibilidad y erudición. L a pureza, l a elegancia y una facilidad
asombrosa en versificar se presentan á primer golpe de vista. M a s es-
tas mismas dotes le hacen caer en graves defectos: apasionado de
todo lo que es suyo y enemigo del trabajo de l a l i m a ; propenso á
dejarse arrebatar de su i m a g i n a c i ó n , sin saberse contener; difuso en
el estilo, sin dejar nada que adivinar; supérfluo en adornos y ejem-
plos, amigo de jugar con las palabras, no respetando algunas veces
la lengua; es para nosotros el primer escritor del siglo de oro, en
quien decae el buen gusto, y que da ocasión con su mal ejemplo á l a
grave, cuanto r á p i d a , alteración que sufrió en poco tiempo.
5. ° S i queremos, pues, caracterizar ahora con breves rasgos á
los elegiacos latinos: diremos, que Catulo sin originalidad es erudi-
to, ñ-io y difuso: T i b u l o tierno y amable por l a verdad de los senti-
mientos, entra t a m b i é n en el mundo ideal: Propercio docto, arreba-
tado y sin naturalidad, penetra en el mundo m i t o l ó g i c o ; y Ovidio
menos casto que Propercio, ligero, florido, abundante y gracioso, no
sale de l a realidad.
— 104 —

OECJCIOi »»•

1.° Historiadores del slfflo de oro — . l u l l o cesar.—


3.° Sus obras perdidas—4 ° Sus C o m e n t a r i o s . — 5 . ° A.
H i r e l o y Oppio.—6.° M é r i t o de los Comentarios.—'?,0
« e f e c t o s «une notan los c r í t i c o s .

I.0 L o s trastornos causados por las guerras civiles y la gran re-


volución, que sufrió el gobierno de Roma, desde los tiempos de Sila
hasta Augusto, proporcionaban ancho campo para escribir la histo-
ria. Interesaban demasiado aquellas grandes escenas, para que no
se despertase el entusiasmo de los ingenios por reproducir con sus
escritos las vivas sensaciones que percibían al meditar los hechos.
Así es que al lado de algunos analistas, como los de la edad ante-
rior, se presentan verdaderos historiadores que, ó presenciaron los
hechos que narran, como César y Salustio, ó abrazan como T , L i v i o
toda la historia de Roma, la ú n i c a que es interesante para un ro-
mano, ó se estienden, como Trogo Pompeyo, á la historia unÍTer-
sal. P o r los tiempos de Sila florecían ya Q. Claudio Cuadrigario y
Q. Valerio Anclas con sus A ú n a l e s : así como C. L i c i n i o Macer y
el maestro de Cicerón M . Pompilio A n d r ó n i c o con sus historias ro-
manas, que solo existen en las citas de T . L i v i o , P l i n i o , A . Gelio y
otros. Tampoco tenemos los Anuales de Hortensio, n i los de T . Pom-
ponió A t i c o , el amigo de Cicerón, n i sus otros escritos sobre el orí-
gen de las familias, n i los elogios de los ciudadanos ilustres con sus
principales hechos y honores, de los que habla Corn. Nepote. L . L u -
ceyo escribió la guerra de los aliados y la c i v i l , obra muy apreciada
de Cicerón. E n este tiempo florecieron t a m b i é n E l i o Tuberon, Ta-
nusio G é m i n o , Volusio y Procilio.
2.° C . J u l i o César nació en Roma 100 años antes de J . C , de
una de las familias mas antiguas, que se gloriaba descender de Julo,
hijo de Eneas. Sus excelentes cualidades naturales se desarrollaron
desde la infancia de una manera admirable, con el cuidado de su
madre Aurelia y de sus maestros. Las circunstancias enlazaron des-
— ion —
pues su vida con la de la república. A los 18 años fué nombrado
Flamen D i a l i s y manifestó la firmeza de su carácter, no accediendo
á la exigencia de Sila sobre el repudio de su esposa Cornelia, hi ja
de C i n n a ; lo que m o t i v ó su persecución basta qne, rogado por sus
amigos, le p e r d o n ó , diciéndoles: Gcesari multos M a r i o s inesse. A loa
21 años bizo la acusación contra Dolabela y dió ya pruebas de
grande elocuencia.
Dirigiéndose luego á Rodas, estuvo 40 dias en poder de unos
piratas, á quienes después del rescate bizo sufrir su merecido. Oidas
en R o m a las lecciones de Apolonio Molón, pasó al A s i a y militó
contra M i t r í d a t e s . A la muerte de Sila volvió á R o m a y lleno de
aquella ambición que nunca logró satisfacer, se engolfó en las re-
vueltas civiles. F u é tribuno militar, cuestor, edil, pretor y pontífice
máximo. A los 89 años, estando de pretor y pontífice en E s p a ñ a ,
al ver en Cádiz una estatua de Alejandro, dicen que lloró exclaman-
do: N o n n e idónea dolendi causa est, quod nihildum memorahile gesse- •
rim, earn cdatem adeptus, qua Alexander j a m terranmi orhem su-
l e g e r a ú Con las grandes riquezas que reunió en E s p a ñ a , satisfizo
las enormes deudas que h a b í a contraído por su prodigalidad, á true-
que de concillarse el favor del pueblo. U n i d o en G94 á Craso y P o m -
peyo, dando á este su hija, se elevó al consulado; y haciendo que
su colega Bíbulo viviese retirado, m a n e j ó á su arbitrio la r e p ú b l i c a .
Encargado luego del gobierno de la Calía, la s u j e t ó en ocho años
al imperio con parte de la Germania y B r e t a ñ a ; por lo que celoso
Pompeyo, después de muerta su esposa y t a m b i é n Craso en la guer-
ra de los Partos, hizo que el Senado diese un decreto para que Cé-
sar licenciase su ejército. César, conocida la i n t e n c i ó n de Pompeyo,
pretestando la defensa de los'tribunos, se dirige á Roma, diciendo
al paso del R u b i c o n : jacta alea est. Pronto se apoderó de Italia,
abandonada por Pompeyo y los cónsules: paga á s u s tropas, apode-
rándose del tesoro reservado de Roma, y dirigiéndose luego á Espa-
ña, al ejército sin jefe, como él decia; después de sometido sin pe-
lear junto á L é r i d a , vuelve contra el Jefe sin e j é r c i t o ; y aunque
en Durazo llevó la peor parte, rehecho luego, venció completamen-
te en 70G de R o m a en los campos de Farsalia. Pompeyo, acogiéndo-
se á Egipto, fué muerto de órden de Tolomeo. Venciendo después
César en Alejandría, y dando parte al Senado con el veni, vidi, v i d ,
de haber subyugado el Ponto en cuatro d í a s ; derrotados los restos
de Porapeyo en A f r i c a y luego sus hijos en E s p a ñ a , celebró en Uoma
los cinco triunfos de las dalias, de Alejandría, del Ponto, de Afriea
y de E s p a ñ a . D u e ñ o asi de la república, y nombrado dictador perpe-
tuo, la gobernaba con acierto, ejerciendo su gran clemencia y dic-
tando sabias reformas, como la del Calendario y otras, cuando en 710,
el 15 de Marzo, fue muerto eu el senado de 2;-] p u ñ a l a d a s , que le
dieron los ciudadanos mas principales. Fueron de los primeros
M . Bruto y C . Casio; los cuales murieron después en 712, vencidos
por Augusto y A n t o n i o en la batalla de Filipos.
3. ° César no solo fué grande por su política, por su actividad,
y por su espada, sino t a m b i é n por su elocuencia y su pluma. Tenia,
según P l i n i o (lib. 7, cap. 25) l a facilidad de escribir y leer, dictar y
oír á la vez; y solía dictar á los escribientes cuatro cartas á un tiem-
po, y aun hasta siete, si no hacia otra cosa. Escribió varios libros de
cartas, de las que se hallan cinco entre las de Cicerón, y hay frag-
mentos de otras. P r o n u n c i ó las oraciones fúnebres de su tía J u l i a y
de su esposa Cornelia; otras, eu favor de los Eitinos, de la ley Plans
cía, contra Dolabela, por Ssxtilio, por D e c i o S a m n í t e , sobre los con-
jurados (1) y varias á los soldados. P u b l i c ó dos Anticaiones, contra
el elogio que Cicerón hizo de C a t ó n : dos libros de a n a l o g í a : apo-
íhegmata, dicta collectama, ephsmerides, A u y u r a l i a , de ausjnciis, de
divinatione, de astronomia, y en verso de sideribm, el poema Her,
que compuso en su viaje de K o m a á E s p a ñ a en veinticuatro días,
según Suetonio, cap. 56: epigmmmata, laudes Hsrculis y la tragedia
Edipo, que Augusto no p e r m i t i ó publicar. Son tan cortos los frag-
mentos que tenemos de todas estas obras, que no merecería César
u n lugar entre los primeros escritores latinos, sí no fuese por sus
Comentarios.
4. ° L o s Comentarios d3 César son siete libros de lello gallico y
tres de b M o civili. T o J o s son memorias de hechos ocurridos en las
guerras que él mismo hizo en las 0alias, y en la que sostuvo con

(1) Sala3tio en la guerra C-UiUa-u-ia p j n i LUÍ disjurso en boca de César, que no hay
inconveniente en reconocérselo corno propio.
— 107 —
Pompeyo hasta el sitio de Alejandría. L o s de bello gallico están
continuados con un libro 8.° por A . H i r c i o ; y los de helio c i r i l i con
nn libro ífo helio A l c x a n d r í n o y otro de helio Africo, que son mas
probablemente de H i r c i o que de Oppio, y con otro de bello Hispa-
niensi, que mas bien debe ser de Oppio,
5.° A . H i r c i o fué lugarteniente de César y m u r i ó en el año
711, en l a célebre batalla de Módena, siendo cónsul con V i b i o P a n -
ga, que m u r i ó t a m b i é n de las heridas á los pocos di as. E l mismo
Hircio dice en el prefacio del libro 8.°, que compuso un comentario
de los hechos de César en la Galla, aun cuando no mereciese su obra
compararse con los escritos anteriores y posteriores de César; y
añade, que ú l t i m a m e n t e c o n t i n u ó y concluyó desde los sucesos de
Alejandría, hasta el fin, no de la guerra c i v i l , de la que no veia
t é r m i n o , sino ele la vida de César. Dice después que por no haber-
se hallado en A l e j a n d r í a n i en Africa, aunque oyó de César parte
de los sucesos, hay siempre diferencia entre lo que se oye, como
nuevo y admirable, y lo que olmos para expresarlo como testigos.
No hace mención de la guerra de E s p a ñ a ; cuyo estilo es algo duro
y desaliñado, como obra de a l g ú n militar. S i n embargo, J o s é Scalí-
gero la atribuye á H i r c i o , quien, dice, la escribió precipitadamen-
te; y que para la composición de las otras, tuvo mas sosiego; pol-
lo' que las dió una dicción mas limpia, mas igual y mas culta. N o
obstante, debemos tener presente lo que dice Y i v e s (lib. 4, de tra-
dendis disciplinis) Gommentarii ab H i r t i o additi, vel Oppio, p l a ñ e
simt a l i i , quam Ccasaris: minus et puritatis habent et majestalis, tet
C'cvsariajios á principe scriptos a d p a r é a t ; alteros á privato.
C. Oppio fué amigo de César y uno de sus subalternos. Sueto-
nio (cap. 41) duda ya entre este ó H i r c i o , sobre los libros de las
guerras de Alejandría, Africa y E s p a ñ a .
C." N a d a se puede a ñ a d i r á lo que todos copian de Cicerón so-
bre los Comentarios de César, llamándolos sencillos, claros y elegan-
tes, sin que los cubra n i n g ú n adorno; de modo que ha dejado ma-
teriales solo para los necios que quisiesen rizar y adornar sus nar-
raciones; mas no á los hombres de juicio, á quienes, como dice tam-
bién H i r c i o , les ha quitado l a facultad de escribir. E n efecto, César
cuenta sus propias cosas con naturalidad, como si se hallase mas ele-
— 108 —

Vado qilc los mismos sucesos, y con una precisión y una claridad
admirables; porque solo dice lo que debe decir, y como debe decirlo
para que se comprenda. Realzan t a m b i é n su m é r i t o las profundas
observaciones políticas. Ja gravedad en las sentencias, la sagacidad
de sus resoluciones en los peligros y la exactitud de las descripcio-
nes, asi de costumbres, como de lugares, útiles aun hoy cu dia para
l a geografía, l a política y el arte militar. E l estilo es también ad-
mirable por l a a r m o n í a que guarda siempre con el asunto, y por
l a igualdad constante que observa, espresando así perfectamente
el carácter de César, que mientras encerraba en su interior las pa-
siones mas violentas, aparecía exteriorineutc sereno é incapaz de
alterarse, n i aun por las cosas mas grandes.
7.° Aunque Cicerón (de el. orat. c, 72) hace decir á Atico con
referencia á él mismo, Gcesarem omnium fere oratorum latine logui
ehgantissime: nec i d solum domestica consuetudine, sedmultis Uteris,
et iis quidem recondüis et exquisitis, summoque studio et diligmtia
est consecutus: y aunque, según Celio, decía el mismo César en sus
libros de analogía: tamquam scopulum, sic fiujiainus i n a u d i k m
atque imolens verhum; no por eso han faltado rigurosos latinistas
que le han tachado alguna otra palabra v . g. amiactus por
servus, usada entre los galos y germanos: ancharan funes: ante-
mittere ipoYprcemittere: comiiatus y aspernari, como pasivos: collale-
fieret: dolalratis cacuminibus: detrimentosum; equitatus magnos:
insuefactos por assuefactos: explicitius y alguna otra. Curiosos hay
t a m b i é n q u é , como dice Oteo Borrichio, le notan tres defectos: 1.°
que sus arengas no corresponden á la fama de su elocuencia; lo que
puede atribuirse á l a precipitación con que escribía ó á la forma
narrativa que suele darlas: 2.° que omite algunas cosas que no le
favorecen v. g. el incendio de l a famosa biblioteca de los Tolomeos,
ocasionada por el fuego que puso á sus naves, y la violencia con que
r o m p i ó las puertas del tesoro reservado de Roma, despreciando la
oposición del tribuno M é t e l o ; siendo asi que él dice habérsela dejado
abierta el cónsul Lentulo, por la priesa con que h u y ó de miedo á
su caballería; y 3.° que se atribuye á sí mismo algunas acciones
propias de sus subalternos. Asinío Folión que se complace en criticar
ú todos; dice t a m b i é n de César, que creyó sin reflexión muchas cosas
— 109 —
Je otros; y en las propias, de iufcenfco ó por olvido, falta á la verdad,
y le parece qnc el mismo César lo hubiera revisado y corregido.
Mas todos estos limares nada significan en obras de tanto m é r i t o :
mucho menos, cuando el mismo candor con que están hechas las
narraciones, convencen desde luego de su verdad é i m p a r c i a l i d a d .
E l haber publicado J . Celso en el siglo V I I una vida de César
con la edición de sus obrase fué causa de que algunos sé las atribu-
yesen como propias.

I.0 Cornclio iYcpole.—3.° Sus obras peí-día as.—3.° Sus


escritos que e x i s t e n . — 1 . ° Su u i é r i t o . — 5 . ° Sus defectos.
6.° Sus errores h i s t ó r i c o s .

] C o r n e l i o Nepote, ilustre ciudadano de R o m a , es mas cono-


cido por sus amistades y sus escritos, que perlas noticias de su v i d a .
Nada se sabe de su d u r a c i ó n ; solo sí, que sobrevivió á su amigo
T. Pomponio A t i c o , muerto en 722 de R o m a . E s probable que des-
cendiese de la noble familia Cornelia, y se dice que era natural de
Hostilia, población corta junto á Verona, por lo que todos le llaman
Yeronés; y Ausonio le apellida Galo, en atención á que el territorio de
Yerona estaba comprendido en la Galia Cisalpina. T u v o í n t i m a amis-
tad con el poeta Catulo, con Cicerón, y otros de los mas ilustres de
Roma. Catulo le dedicó sus poesías, lo cual prueba que debia tener
en Roma gran crédito, como hombre de letras. N i n g ú n autor habla
de su género de v i d a : solo P l i n i o el joven (lib. 5, ep. 3.) le nombra
entre losescritores que no llegaron al rango de Senadores. S i n duda la
probidad y la honradez, así como el verdadero amor á la patria, que
se deduce claramente de sus escritos, le retrajeron de mezclarse en
los negocios públicos, en un tiempo de continuos trastornos, en que
la apariencia de patriotismo e n c u b r í a una profunda ambición, y en
que la mas escandalosa corrupción se disfrazaba con el traje de la
austeridad y de l a sana moral. Buen ejemplo son César, Clodio, Sa-
lustio, y otros de los que entonces mas se distinguieron. Corn. N e -
— no —
pote debió tener nua vida muy conforme á los sentimientos quG
muestra, de horror al vicio y afición á todo lo bueno y á todo lo
bello, y por eso pasa desapercibido en una sociedad, donde se des-
a t e n d í a la conducta privada y se cuidaba solamente de darse cada
uno á conocer en el foro ó en el ejército, en los comicios ó en el
Senado.
2,° Así encabeza Catufo sus poesías:
Quoi dono lepidum novum libcllum.
A r i d a modo pumice expolitum?
Corneli, t i b í : ñámeme tu solebas
Meas esse aliquid putare nugas
J a m t u m ; cum ausus es tmus I l a l o r u m
Omne ccviim t r i l u s explicare chartis,
Doctis, J ú p i t e r , et laboriosis.
A q u í tenemos y a noticia de una obra histórica en tres libros,
que A . Gelio llama Crónica, y Jornandes A ú n a l e s : parece, según
Vosio, que en estos tres libros trataba de los tiempos inciertos, fa-
bulosos é históricos. P u b l i c ó así mismo una obra de ejemplos, de
cuyo 5.° libro cita un pasaje A u l o Gelio. E n otra parte este,
mismo autor, después de referir el dicho de Catón á Albino, que se
escusaba de los defectos que pudi'ese cometer, escribiendo su historia
en griego: na¡ tu, A u l e , n i m m m migator es, cum m a l u i s l i culpam
deprecar i , quam culpa car ere etc., a ñ a d e : scriptum est hoc i n libro
Cornelii Nepotis de ilhistrihus viris. E l g r a m á t i c o Carisio cita tam-
bién los libros 15 y 16 de esta obra, á la que se duda si pertenece-
r í a n l a vida de Cicerón, de cuyo libro primero hace mención Gelio
( l í b . 15, c. 28): la de Catón, á cuyo libro remite el mismo Nepote á
sus apasionados al fin de la corta biografía que tenemos; y la que
existe de T . Pomponio A t i c o ; ó si tal vez estas vidas serian de otra
obra que cita él mismo en l a vida de D i o n (cap. 3) con el título de
Msloricis. Lactancio y otros hacén citas de la correspondencia epis-
tolar de Cicerón y ISTepote. A l fin de la vida de Aníbal promete Ne-
pote dar á conocer t a m b i é n las vidas y hechos de los generales ro-
manos.
3.° L o s únicos escritos que tenemos de Cornelio-Nepote, fuera
de algunos fragmentos de otras obras, son veinte vidas dé •ilustres
—m —
generales griegos, uua nomenelatura ó catálogo de los mas célebres
reyes, persas y griegos, las vidas de dos cartagineses A m i l c a r y
Aníbal y las de dos romanos, Catón y Atico. L o s generales griegos
son: M ü c i a d e s , Themistocles, Artstídes, Pausanias, Cimon, L i s a n -
dro, Alcibiades, T h r a s i l u l o , Conon, D i o n , Iphicrates, C h a l r i a s , T i -
motheo, Datames, Epaminondas, Pelopidas, Agesilao, Eumenes, P h o -
cion y Timoleon. Nepote las dedica por un prefacio á su amigo A t i c o ;
cuya circunstancia unida á la pureza del lenguaje, á la elegancia del
estilo y á la noble libertad de las ideas, es muy bastante para que se
descebe completamente l a opinión de los que a l g ú n tiempo ban creido
que estas vidas eran de E m i l i o Probo, del siglo de Teodosio. Son
muchos los pasajes, escogidos por Lambino, que, según Yosio, están
clamando que esta colección de vidas se escribió cuando Pompeyo y
César tenian mas poder del que convenia en una r e p ú b l i c a libre.
E m i l i o Probo las revisó y dedicó al emperador Teodosio por unos
versos, en que dice tomaron parte en el trabajo su padre, ó según
otros, su madre y su abuelo (1). L o que parece muy probable, por
ciertos giros y varias formas que se encuentran, es que Probo al ha-
cer su revisión, cambiarla, a ñ a d i r l a ó mas bien cortarla á su placer
de las vidas de Nepote, segnn el plan que se babia propuesto. A l g u -
nos atribuyen á Nepote el libro de viris illustrihus de Aurelio V í c -
tor, y una historia de la destrucción de Troya, que es conocida-
mente de u n autor de la edad medía,
4.° E l m é r i t o de Nepote es conocido basta de los niños, que
al manejarle en las aulas perciben la claridad, a r m o n í a y suavidad
de su estilo. Su lenguaje tan castizo como el de Cicerón y de César,
y la concisión y energía de la frase hacen muy agradable su lectura.
Sencillo en la exposición, candoroso en las narraciones, y fiel y exacto
en los retratos, parece u n hombre de bien, que disculpando siempre
lo malo, nunca ve sinó lo bueno de otros, y que ansioso de comu-
jarlo á los demás, lo cuenta á sus amigos del modo que lo ha

S i rogat auctorom, paulathn deteye nostrum


Tune domino nomen: me sciat esse Probum,
Corpove in hoc manus est yenitoris avique meiuiue:
•Uces dominum quoi meruere manus.
is ponen genitrices en vez de yenitoris.
— 112 —

apreudido. Su miama facilidad y la sencillez eu la dicción, d á cierta


gravedad á sus pensamientos, siempre nobles, sólidos y de la mag
sana moral; todo lo cual recomienda á Nepote para que se le ponga
en manos de los que aprenden el latin. E s t a m b i é n de un gran mé-
rito la habilidad y acierto con que elige de la historia los rasgos mas
á propósito para pintar el carácter de sus héroes y el tiempo en que
vivieron, lo que hace su lectura muy instructiva,
5. ° Por lo mismo que Nepote goza de un gran crédito como
latino y como biógrafo, conviene que indiquemos los defectos que
le notan los críticos. H a y en él arcaísmos, como face por fac eu
Pausanias, cap. 2.°; palabras nuevas, como capitulatim en Catón;
construcciones raras, v. g. Datames militare munus fungens; locu-
ciones poéticas, como en Cimon, cap. 2, Insulas lene a n í m a l a s con-
firmavit por mane7it.es i n obsequio; giros griegos, como m n t c o n s ü i a
reges Lamdemoniorum tollere en Lisandro, c. 3., y aun el Neocll
de Temístocles deberla ser por analogía JSfeoclis, puesto que el padre
se llamaba Neocles. Pero todo esto, así como el mal uso del pro-
( nombre personal, de que se le tacha, bien puede atribuirse á la re-
visión de Probo. Erasmo le moteja de Cándido elogiador, mas allá
de los límites de l a historia; y otros advierten, que no nos d á á co-
nocer toda la vida, de sus héroes, n i como hombres públicos y capi-
tanes, n i como ciudadanos, y se l i m i t a ú n i c a m e n t e á lo que cuadra
bien al intento de ensalzar á sus héroes. S i n embargo, en los que son
conocidos por otros escritores, como en A t i c o , se ve su veracidad,'
á pesar de las í n t i m a s relaciones que con él tenia.
6. ° E s muy notable que Nepote, citando á cada paso historia-
dores griegos, no haga m e n c i ó n nunca de Herodoto; y aun cuando
Gelio le califica de rerum memoricc- non indiligens (lib. l o , c. 28),
sin embargo se le han encontrado varios errores que apuntaremos,
conforme á una nota de P . Schoél, (hist. de la l i t . rom.) I.0 Confunde
á Milciades, hijo de Cimon, con el hermano de este, Milciades, hijo
de Cipselo, quien fué el que capitaneó la colonia del Ghersoneso. 2.°
E n la v i d a de Pausanias confunde á D a r í o y á Jerjes, puesto que
Mardonio no era yerno de Jerjes, sino de Darío. 3.° Trastorna el
órden de los tiempos al fin del cap. 2.° y principio del 8.° de Pausa-
nias. 4,° E n Cimon confunde la historia de Jantipo y L c n t í q u i d e s eu
— 113 —

Micale 479 autes de J . C , con la que g>nó C i m o n nueve años des-


pués sobre el Eurimedou. 5.° E n Lisaudro confunde sus dos viajes
á Sicilia; y no fué Dionisio el padre, sino el hijo quien le llamó con
grande aparato {magna a n i b i t i o n e ) . ! E n C h a b r i a s , cap. 2, está todo
trastornado. Cuando pone la expedición de Agesilao en Egipto, se
hallaba este en otra á Beocia, de' la cual nada dice Nepote en la vida
de Agesilao. E l rey de Egipto, auxiliado por Chabrias, era Tacho, no
Nectanebo. 8.° A n í b a l no m a r c h ó hacia Roma inmediatamente des-
pués de l a batalla de Cannas, sino cuando habia ya dejado enervar
su ejército en la Oampauia. 9.° Conon, dice, que no asistió á la ba-
talla de Egos Potamos, y Jenofonte prueba lo contrario. 10. A t r i -
buye á Agesilao, en el cap. 5.", la victoria de Corinto, que fué de-
bida á Aristodemo, según Jenofonte.

LKCX IOX 31.

1.° Salustio.—3. Noticia de sus olbras.—3." Su m é r i t o .


—4.° Sus dcfectof .—5.0 Breve r e s ú m e u sobre Salustio,
Asiuio P o l i o u .

I.0 O. Salustio Crispo nació el año 668 en Amiterno, en el


país de los Sabinos, hoy S. Victorino, de una familia, aunque
plebeya, bien acomodada, que p r o c u r ó darle una esmerada educación
en E o m a . H i z o grandes progresos en las letras bajo la dirección de
Ateyo Pretestato, pero su carácter r á p i d o y enérgico le inclinaba
mas á l a elocuencia h i s t ó r i c a que á la del foro. L a corrupción de
costumbres que en aquel tiempo habia llegado á su colmo, le arras-
tró como á otros muchos en su corriente, aunque con desigual éxito
para l a posteridad, porque su memoria ha quedado manchada por
la exageración que de su injusticia é inmoralidad hicieron sus ene-
migos, ó tal vez por haberle confundido el vulgo con Catilina, cuyas
maldades habia descrito. A los 27 anos obtuvo el cargo de cuestor,
y seis años después desempeñó el de tribuno de la plebe, en 702, en
cuyo año p r o c u r ó vengarse d e M i l o u , después d é l a muerte de Clodio,
por el mal tratamiento que según Y a r r o n (Celio, l i b . 17, cap. 18) le
— 114 —
h a b í a liccho por su libertinaje. Lns revueltas políticas y sus rivali-
dadcs le atrajeron el ódío de muchos ciudadanos, y en 704 el Cen-
sor A p p i o Claudio Pulchcr, mas por espíritu de partido, que por la
inmoralidad tan c o m ú n entonces, le excluyó, con otros varios adic-
tos, á César del Senado. Infamado asi, se dirigió á las dalias en busca
de César, quien al a ñ o siguiente le devolvió su dignidad nombráu-
dolé cuestor, y en 706 le hizo pretor/Designado para ir al ejército
del A f r i c a , estuvo á punto de morir por l a resistencia de los solda-
dos al embarcarse; mas apaciguados luego por el mismo César, y
trasportados al Africa, Salustio á l a conclusión de la guerra fué
nombrado propretor de N u m i d i a . Enriquecido en este gobierno,
como solían los mas, fué después, al quererle acusar los Numidas,
protegido por César, y retirándose enteramente de los negocios, pasó
el resto de sus días hasta el 719 en ocupaciones literarias, gozando
tranquilamente de las ricas haciendas que habia comprado y her-
moseado en R o m a y en T í b o l i . Fueron muy nombrados los delicio-
sos acueductos, jardines y espléndidos adornos que acumuló en su
casa de Roma, y aun boy conserva el sitio el nombre de horti Sa-
Uusfimii. Parece que en 707 ó 709, tal vez por satisfacer su ven-
ganza con Cicerón, casó con Terencía, de quien este se habia divor-
ciado, según T i r ó n , por sus muchas deudas.
2.° Salustio, probablemente después de su tribunado, resuelto,
como dice en el cap. 4 de l a guerra Catilinaria, á v i v i r separado de
los negocios, no en l a ociosidad, n i en el trabajo material, sino en
su primera ocupación de las letras, se propuso escribir las hazañas
del pueblo romano, por partes (carptim), esto es, tomando de aquí
ó allí, según que le pareciesen dignas de memoria. Escribió primero
la c o n j u r a c i ó n de Catilina, ocurrida cuando solo tenia 23 años. Des-
p u é s de su gobierno de N u m i d i a , aprovechando los datos que allí
habia recogido, escribió la guerra del rey Y u g u r t a , en la que no
solo tiene brillantes descripciones topográficas y noticias inte-
resantes sobre el Africa, sinó que presenta retratos bellísimos y pin-
turas escelentes de l a disolución y escesiva codicia de los romanos.
Enseguida e m p r e n d i ó un trabajo mayor y le dio el título de
historia rerum i n república romana i/esfarum; estaba dividida en
seis libros y abrazaba los sucesos desde l a abdicación de S ü a (675),
— 115 —
hasta el gran poder de Pompeyo en Oriente (691); á saber, la guerra
de Lópido, la de Sertorio en E s p a ñ a , la espedicion de L u c i d o con-
tra Mitridates, el sitio de Oícico, la rebelión de Spartaco, la inva-
sión de M . Antonio el padre en Creta, l a de Curion en l a Mesia, la
guerra de los piratas, y la publicación de la ley M a n i l l a . Acompa-
ñ a b a n á esta obra dos discursos, que contenían, el uno u n cuadro
del gobierno y de las costumbres de Roma, desde su origen basta
las guerras civiles, y el otro una breve relación de las revoluciones
de M a r i o y Sila. Pero solo restan de todo esto algunos fragmentos,
y entre ellos cuatro discursos y dos cartas, una de Pompeyo al Se-
nado y otra de Mitridates al rey Arsaces. H a y t a m b i é n otras dos
cartas de república ordinanda, que se suponen escritas por Salustio
á César, cuando se bailaba combatiendo en E s p a ñ a á Petreyo y
Afranio: otros no creen que sean de Salustio, porque ninguno de
los g r a m á t i c o s posteriores toma citas de ellas, como de las otras
obras, pero se las reconoce generalmente, como del tiempo de César
ó Augusto. T a m b i é n citan varios gramáticos una obra geográfica
de Salustio sobre el ponto EUXÍDO.
3.° M a r c i a l , l i b . 14, epígr. 191, dice de Salustio:
H i c erit, ut p'erhibent doctorum corda v i r o n m ,
F r i n m s romana Grispus i n historia.
Veleyo P a t é r c u l o le llama, mmdus Thucididis, y T á c i t o , reruríi ro-
manarum flúretitissimus auctor: S. J e r ó n i m o , auctor certissimus; y
S. A g u s t í n , nolilitate veritatis históricus, y nohilissimus Mstóricus.
Muchísimos son los elogios que p u d i é r a m o s citar de antiguos y m o -
dernos; pero es preciso examinar su m é r i t o y luego sus defectos. C o -
mo historiador tiene el m é r i t o de dar unidad á sus historias, colo-
cando cada parte en su lugar, enlazándolas de modo que se den nue-
va luz unas á otras, refiriendo, á imitación de T u c í d i d e s , no solamente
los sucesos, sino t a m b i é n sus causas y consecuencias y dando á su
narración la forma d r a m á t i c a que la hace mas animada é i n s t r u c t i -
va. Sobresale por la verdad é imparcialidad, por la destreza en los
retratos de los personajes, por l a riqueza en las ideas y en los pen-
samientos, y mas que todo por su estilo conciso, rápido y enérgico.
Es proverbial l a brevedad y el estilo cortado de Salustio, que si, se-
g ú n Quintiliano (lib, 4, c. 2) debe evitarse m las narraciones del
—11fi—
foro y cu la elocueucia, asegura también allí mismo y en el cap. i ¿ y
libro 10, que en Salnstio, es decir, en l a Iiistoria, tiene un gran mé-
rito; y llama además inmortal su rapidez (velooitatem), y no teme
contraponerle á Tucidides. L a gravedad y fuerza de su expresión y
lo ingenioso de sus observaciones hacen ver en su carácter la gran-
d e z a y l a majestad romana.
4.° L o s principales defectos que los críticos notan en Salustio
son falta de profundidad y buena fé, como historiador, y falta de
pureza y propiedad, como hablista, á pesar de lo esmerado que fué
en este punto. Así es que en sus cuadros, aunque muy interesantes,
porque nos presentan las costumbres y la civilización de la época,
casi se desentiende de l a parte política, es decir, de manifestarnos
las causas ocultas y los resortes secretos que han influido en los
acontecimientos, por cuidar solo de la elegancia en la narración y la
pintura de los caracteres. E n l a conjuración de Catilina, no describo
la posición de los varios partidos, n i las circunstancias particulares
que á u n ciudadano tan criminal le dieron ocasión de hacerse te-
mible al gobierno y á todos los buenos; se contenta con declamar
en general contra el lujo y las costumbres corrompidas de su tiempo,
tan opuestas á la sencillez de los antiguos. Se conoce que Salustio
siente los remordimientos y recuerda l a buena educación que reci-
b i ó ; y mas conocedor del vicio que de la verdadera virtud, según el
estado de las costumbres, se complace en describir y pintar los efec-
tos perniciosos del ocio y de la disolución, mas bien que en elogiar
la belleza de la v i r t u d , que tal vez no c o m p r e n d í a , sino por la defor-
midad del vicio.
L a buena fé se echa de menos en el modo superficial de tratar la
gloria del consulado de Cicerón, diciendo de él ú n i c a m e n t e , optumo
comuli, y de su discurso, lucuUntam atqm utilem reipuNicw, sin
hablar del entusiasmo de toda R o m a por la habilidad con que se
condujo para oprimir á Catilina, n i de los honores (pie el Senado lo
hizo, ya llamándole padre de la patria, ya decretándole un testimo-
nio de haber salvado á Roma, y preces p ú b l i c a s en los "templos. No
hay tampoco en Salustio aquella natural y constante pasión por la
v i r t u d que se encuentra en T á c i t o , y ú n i c a m e n t e se vé un deseo
estudiado de moralizar, encubierto con la viveza de su narración y
— 117 —
cou una elocuencia declamatoria. Trogo Pompeyo tacha sus arengas
por directas, pero Séneca juzga que merecen leerse en honor de sus
historias; y así el principal defecto en esta parte, es el atribuirlas á
los rudos africanos, llenas de sentencias y adornos, como dice Olao
Borriquio. Este crítico encuentra t a m b i é n poco oportunas algunas
digresiones; así como todos reprenden lo largo de los p r e á m b u l o s
de ambas guerras, Catilinaria y Y u g u r t i n a , que ocupan 13 capítulos
en aquella y 4 en esta.
E n cuanto a l lenguaje, Asinio Polion le criticaba por afectado,
por el uso de palabras anticuadas y por la audacia en las metáforas.
A . Grelio le llama novador en las palabras, esto es, en darlas nueva
significación, y dice que, aunque muy observador de l a propiedad,
cedió á la costumbre, dando el nombre de ley al privilegio sobre la
vuelta de P o m p e y o : N a m S y l l a m Cos. de rediht, ejus legemferentem
ex comjwsito í r i b u n i p l e h i s G. Herenniiis p r o M i m m t . (libro X . c. 20.)
L o cierto es que Salustio tiene placer en usar arcaísmos v. g. tumul-
ti, senati, que sacaba, como dice Suetonio, de los Origines de C a t ó n .
Sin duda el amor que aparentaba por lo antiguo, le quería manífes»
tar hasta en l a forma de las palabras. Tiene t a m b i é n algunos gre-
cismos, y locuciones algo poéticas, v. g. natura CRVÍ trevis, modicus
animi, vulgus amat fieri, y es muy notable el uso frecuente del infi-
nitivo sin verbo principal para mayor rapidez.
5.° Tenemos, pues, que Salustio es un romano, como los mas de
su tiempo, bien educado, corrompido en su v i d a privada, audaz é
inquieto en l a pública, que de vez en cuando reconoce sus extravíos
y declama contra la corrupción. L o g r a por fin lo necesario para v i -
vir, por los medios que entonces se reputaban políticos y aun lega-
les, á saber, debilitar las provincias para tenerlas sujetas; y retirado
al descanso, se emplea en trabajos literarios. N i se le v é perseguido
en las proscripciones, n i molestado durante las competencias de los
triunviros; lo que prueba t a m b i é n , que no debía ser tan notable su
mala conducta, como se ha repetido hasta nuestros días, desde que
el g r a m á t i c o Leneo, liberto de Pompeyo, se propuso vengar á su
patrono con una invectiva contra Salustio. Sus obras, llenas de vigor
y de elegancia serán, á pesar de sus defectos, miradas como modelos
de la brevedad, energía y veracidad de la n a r r a c i ó n h i s t ó r i c a .
—118—
6.° C. Asinio Folión fué uno de los mus ilustres ciudadanos de
Roma y tenido por grande orador, poeta ó historiador. Siguió el
partido de César, y muerto este se unió á Antonio. Cónsul en T U
filé encargado de distribuir á los veteranos el territorio de Veronn.
T r i u n f ó d é l o s Dalinatas: se habla declarado contra Octavio; pero
luego concilló u n arreglo entre los triunviros. Mas adelante se man-
tuvo neutral, pero al fin se adhirió definitivamente al vencedor
Augusto. Se retiró de los negocios y vivió hasta 80 años, sobre el g
de J . C . A d e m á s de sus discursos y tragedias, compuso una historia
de l a Grecia en 17 libros; y Horacio le d i r i g e la oda 1.a del libro 2."
cuando estaba escribiendo la historia de la guerra c i v i l . N o exis-
tiendo de sus escritos m á s que algunas citas de los gramáticos, y
tres epístolas 31, 82 y 33 del libro X de Cicerón a d familiares, di-
remos de él ú n i c a m e n t e , que fundó el primero en R o m a una biblio-
teca pública, poniendo en ella una e s t á t u a de Varron; y que en sus
fragmentos se muestra tan descontentadizo, que en todos, hasta en
Cicerón, se complace en hallar defectos; en lo cual t a m b i é n le siguió
.su hijo Asinio Galo, que se e m p e ñ a b a en que debia darse la prefe-
rencia á su padre, sobre Cicerón, en la elocuencia y el mérito lite
rario.

1.° T . IJvio. S.o Sus obras. 3.° Su m é r i t o . S<


.> Sus defec-
tos. 5.° Su Pataviuidad. 6." Trogro JPompeyo y Verrio
Flaco. "í.0 M é s a l a Corvluo y otros historiadores. 8.°
IMarios ó acta urbana.

I.0 T i t o L i v i o Patavino, reconocido por el principal historia,


dor de E o m a , al menos por haber sido el ú n i c o que ha abarcado cou
alguna ostensión la historia general del pueblo romano, pasó casi
toda su vida registrando libros y monumentos, persuadido que esto
era el mejor medio de preservarse de la c o r r u p c i ó n de su tiempo,
gozar de l a inocencia y libertad de los antiguos. Así, son tan pocas
las noticias de su vida, que aun de su patria de origen se duda. lio-
rna era la patria de todo ciudadano, y por eso este y otros autores no
cuidaron de decirnos el lugar donde nacieron. Marcial (lib. 1'. epig.
— 110 —
(52.) dice, Censeiur Apona L i v i o suo fellus, por lo que algunos le
creen natural de Abano, cerca de P á d a a ; pero la opinión mas ge-
neral es que nació en esta ciudad y por eso se le llama Patavino.
Vivió 76 años, desde 005 de liorna hasta 17 de J . C . Se dice que
era de familia consular, y no se sabe que tuviese cargo alguno p ú -
blico, como no sea el de maestro del emperador Claudio, según
puede colegirse de Suetonio (cap. 41.) L o que consta es que prote-
gido por Augusto, tuvo á su disposición toda clase de recursos para
su historia, en la que empleó 20 años, desde el 725, cerrado por
Augusto la 1.a vez el templo de J a u o después del triunfo por l a
victoria de A c c i o , hasta el 745, después de la muerte de Druso en l a
Germania. Se creyó por a l g ú n tiempo que su sepulcro y sus restos
se conservaban en P á d u a , donde dicen que m u r i ó ; pero se ha aclara-
do después que tal monumento es de u n liberto de su hija.
2.° Séneca en su epístola 100 hace m e n c i ó n de los diálogos
de T . L i v i o , que igualmente, dice, pueden agregarse á la filosofía
que á l a historia, y t a m b i é n de sus libros, en que de intento trata
de filosofía. Quintiliano (lib. 10, c. 1.) habla de una carta de L i v i o
á su hijo, en que le dice, legendas Bemosfhenem atque Giceromni;
htm Ha ut quisque esset Demostheni et Ciceroni s i m ü l i m u s . Pero l a
única obra de que algo ha quedado y que ha merecido á L i v i o la
inmortalidad, es su historia general de Roma, eu 142 libros, desde
su fundación hasta que en 744 m u r i ó Druso junto a l P i n , á los 30
dias de haberle roto una pierna el caballo, de una caída. L a división
que hicieron de esta obra los copistas en décadas ó partes de á diez
años, para repartir y facilitar su trabajo, pudo contribuir mucho á
que se fuesen perdiendo algunas de esas partes; pero la causa p r i n -
cipal es preciso hallarla en la falta de libertad y en lo poco que de-
bió circular una obra tan lata, durante el despotismo de los empera-
dores. Cuenta T á c i t o ( A u n . 4.) que Crernucio Cordo en tiempo de
Tiberio se vió precisado á dejarse morir de hambre, porque en su
historia sobre la guerra c i v i l habia alabado á B r u t o y llamado á
Casio el ú l t i m o de los romanos; y que los senadores decretaron que
sus libros fuesen quemados por los ediles (1). E n el imperio de D o -

1. ilarcia hija del autor pudo ocultar un ejemplar y salvarla memoria de su padre,
como dice Séneca, pero no ha llegado á nosotros.
— 120 —
miciano u n tal Meció Pomposiauo fué muerto, entre otras causas
por haber circulado arengas que sacaba de T . L i v i o (Suet. Domic,
10.) Así es que falta todo lo referente á las guerras civiles. Existe'
un compendio de todos los libros, menosdel 13G y 137, que algunos
creen de Floro; y aun cuando es bastante sucinto y escaso, su pu-
blicacion sin embargo acabó de hacer menos apreciable en aquellos
tiempos de decadencia la obra entera, de modo que después ele
muchos esfuerzos y continuas investigaciones, solo tenemos la l . "
década que alcanza hasta el a ñ o 460; la 3.a, la 4.a, y la mitad de la
5.a, que comprenden desde el 536, ó de las causas y principio de la
2.a guerra p ú n i c a , hasta el 587, época de la sumisión de Macedonia.
Faltan por lo tanto 233 años y lo que mas podía interesarnos, que
es lo perteneciente á las guerras civiles. A u n de los libros que exis-
ten están algunos mutilados. E l célebre a l e m á n J u a n Frensheim,
publicó en el siglo X V I I los suplementos de esta historia, imitando en
lo posible el estilo de T . L i v i o ; pero á pesar de su esmero y de su
mucho m é r i t o , no puede ocultarse que es una imitación.
3.° Quintiliano (lib. 10, c. 1.) compara á L i v i o con el griego
H e r ó d o t o , por la admirable suavidad, la claridad y candor de sus
narraciones y por l a indecible elocuencia de sus arengas, usando
siempre de u n estilo acomodado en todo á las cosas y personas, y
excediendo á todos los historiadores en l a expresión de los afectos,
en especial los que tienen mas dulzura. E n el mismo capítulo le ca-
racteriza con la bellísima e x p r e s i ó n , ladea libertas, abundancia co-
mo de leche, pura y candorosa, que es propia, dice, para la hermo-
sura de la n a r r a c i ó n , pero no para los que buscan en el foro la con-
vicción de la verdad. L i v i o , pues, candido é inocente en sus cos-
tumbres que, como dice en su prefacio, tiene por un gran premio
de su laboriosidad apartarse de los males de su tiempo, tantisper
certe, dum p r i s c a i l l a tota mente repeto, se propone presentar á los
romanos documentos y ejemplos, unde U b i tumque reipíMíccc, quod
imitere, capias; undefebdumincepta^fcedum exitu, quod vites. Sin la
i n d i g n a c i ó n y suspicacia de T á c i t o , porque no ha pasado por una
dura opresión; y sin la violencia y desengaños de Salustio, por no
haber dejado sus sencillas y honestas costumbres, desea encontrar
á los hombres mejores de lo que son, enseñarlos á respetar el gobier-
— 121 —

iio establecido, y cómo deben llevar los bienes' y los inalefi, que i w
puede menos de haber en toda clase de gobiernos. Así es que no
hace grandes elogios de B r u t o por la expulsión de los reyes, como
los hace de Camilo, que libró á su patria de los galos, y de los ú l t i -
mos romanos que defendieron la libertad, por cuya razón Augusto
le llamaba Pompeyano. E s t a imparcialidad y veracidad, hijas de su
carácter moral, á lo menos cuando habla de Roma, de cuya idea se
halla dominado; la sencillez y magestad de la n a r r a c i ó n , la ciegan--
cia y naturalidad de las descripciones, y la variada elocuencia, de
sus arengas, guardando siempre el estilo conveniente y una dicción
pura, rica, afluente y armoniosa, r e c o m e n d a r á n la lectura d e T . L i -
vio á todo el que desee conocer la antigua E o m a y estudiar u n b r i -
llante modelo de historia.
4.° llomano T . L i v i o , no solo lleva en sus palabras la grave-
dad y grandeza del pueblo rey, sino que poseído de ese exagerado
patriotismo, se olvida algo de su imparcialidad característica, cuan-
do habla de otros pueblos, en especial de los galos. Se le ha notado
poca crítica sobre los primeros tiempos de Roma, dejándose arreba-
tar de su fecunda i m a g i n a c i ó n y de las tradiciones del vulgo, al
describirnos casi p o é t i c a m e n t e su origen y rápido eugrandecimientov
Se le tacha de muy crédulo por los portentos que refiere, de lluvias
de sangre, p a r i r ínulas, hablar animales, etc., y algunos hechos,
como abrir paso en los xilpes cortando á hierro una peña, después
de calcinada á fuerza de fuego y vinagre; pero, sobre que tales su-
cesos eran conformes á las ideas de aquel tiempo, l a influencia de íá
religión y de las creencias es siempre de mucho peso para u n histo-
riador, que debe atender á las causas que han motivado lo que
narra. Otros le censuran, por demasiado verboso, y de alabar con
exceso á los buenos y no vituperar así á los malos; pero n i l a verbo-
sidad es tanta como se afirma, n i el otro defecto es tan nota-
ble, por mas que su carácter bondadoso le inclinase á ello. H a y quien
encuentra omisiones de cosas dignas de memoria: v. g. entre otras,
el tratado con los cartagineses después de expulsados los reyes, el
cual traduce Polibio de un latín, que dice ser casi í n i n t i l i g i b l e .
Otros, como Trogo Pompeyo, tienen por defecto el mucho uso de
arengas directas, sobre lo cual debe tenerse presente que esa forma

9
— 122—•

d r a m á t i c a dá, mas ammacion y poae t a m b i é n muchas voces con mas


clarida l los sentimientos y ofctlaa circanstancias de loa personajes que
influyen de una manera decisiva en las resoluciones. Quiutiliano,
aunque dice que deben leerle los niños mejor que á Salustio, añade,
también que para entenderle, es menester estar algo adelantado.
Suele ofrecer alguna dificultad lo largo de sus períodos.
5. ° E n el l i b . 8, c. 1. dice Quintiliano: et i n T. L i v i o m i m f a -
cundice viro putat imsse P o l l i o A s i n i u s quamdam p a t a v i a i i a i m i .
Creyendo los críticos que este debía ser un defecto en el lenguaje, y
no encontrándole ninguno, se echaron á discurrir q u é podría ser esa
paiavinidad. Unos dijeron que era la ortografía, porque escribía
sibe quase por sibi q m s i ; otros, que la repetición de las palabras en
los mismos períodos; otros, la adhesión al partido de Pompeyo;
otros, el elogio que hacia de su patria y sus paisanos en los libros
que se han perdido; otros, cierta frialdad en el estilo, efecto de su
redundancia y asiatícismo; otros, una severidad y un estudio exce-
sivo por usar u n lenguaje puro y castizo; y otros, en fin, como Fac-
ciolati, l a falta de aquella urbanidad que Cicerón (de el. orat, 46.)
niega á los oradores forasteros. Quid est, inquit B n d u s , iste iandem
urhanitutis color? Nescio, inquam, tantum esse quemdam seto. Así
podremos decir de l a patavinidad de L i v i o . Q u i s i nescio; t a n h m
ex A s i / i i o esse quamdam scio.
6. ° Trogo Pompeyo descendía de una familia gala, á quien el
gran Pompeyo dió el derecho de ciudadanía. Su padre fué secretario
de César y él floreció bajo Augusto. E s c r i b i ó una historia universal
en 44 libros con el título de historias filípicas, imitando al griego
Teopompo, porque desde el 7.° libro hasta el 41 trataba de Mace-
donia, cuyo reino e n g r a n d e c i ó E i l i p o . Y a no existe mas que en el
compendio que formó J ustino, por cuya razón trataremos de ella
mas adelante. Carisío cita sus libros de animalibus; los que tuvo
t a m b i é n presentes P l i n i o .
Marco Verrio Flaco es autor de los Fastos Gapitolinos, descu-
biertos en 1770. Son muy útiles para descifrar algunos pasajes os-
curos de Ovidio. A estos fastos se asocian comunmente los escritos
por el emperador Augusto; y que por haber sido descubiertos en
A n c i r a se les llama Monumentum Ancijranum.
— 123 —

í." M . Valerio Mésala Corviuo nació en Roma en 69G de u n á


¿ m i l l a ilustre. Y a ele joven mereció un gran concepto de Cicerón
por su elocuencia, y Augusto le apreció como á uno de los principa-
les ciudadanos y oradores de su tiempo. E n 724 hizo una expedición
contra los aquitanos y s u b y u g ó esta provincia; al año siguiente
hizo otra al Asia. F u é el primer prefecto de R o m a ; pero lo renun-
ció á los pocos dias por creerlo incompatible con los sentimientos
de ciudadano. T i b u l o compuso su elogio. E s c r i b i ó varias obras,
una de ellas de las familias romanas, y en su vejez llegó á perder
completamente la memoria. Existe un libro dirigido á Augusto de
progenie sua, que viene á ser un breve compendio de la historia de
Roma: lleva comunmente el nombre de Mésala, pero es composi-
ción de un autor de la edad inedia.
Florecieron en tiempo de Augusto, Arrancio, ciego imitador de
Salustio en una historia de la 1.a guerra p ú n i c a ; L . Fenestella, de
cuyos Annales hay algunos fragmentos; T . Labieno, tan libre en
sus historias, que fueron quemadas de orden del senado; C n . A u f i -
dio Basso escribió sobre la guerra c i v i l y sobre las guerras de G-er-
mania; u n tal V i t e l i o una genealogía de l a familia V i t e l i a ; el mis-
mo Augusto compuso 13 libros de su propia vida, y su amigo V i p -
sauio A g r i p p a escribió varios sobre la suya y t a m b i é n una obra
geográfica.
8.° César en su consulado en 7(34, i n s t i t u y ó u n diario de las
actas del senado y otro de las del pueblo: suprimidos después, fue -
ron restablecidos en su 2.° consulado (706). Cambiado luego el go-
bierno, Augusto no p e r m i t i ó que se publicasen las actas del senado,
cuya redacción estaba á cargo de un senador. De lo que se hacia en
las reuniones del pueblo, se llevaba un registro con el titulo de
acia publica diurna, u r i a n a , ó solamente acte diurna, y contenia
una noticia de las causas públicas, de los magistrados, de matrimo-
nios, de nacimientos, construcción de edificios, y otras variedades
no muy importantes, según aquello de T á c i t o ( A n . , l i b . 13, c. 31)
C u n ¿ di/jnitats pojrnli r o m a n i sit res ilustres annalibus, l a l i a d i u r -
nis urhis aclis mandare.
—m—
' ' ' ' . » »

LK< <:io\ m .

t.e M . Verendo Tttrron: Su v ida.—•i. Su rvcundidad 11-


terarla. —• 3." V a r r o u como lilstoriador. — I. Otras
obras d i d á c t i c a s .

I,0 Marco Terencio Y a r r o n nació cu Reata, pueblo de la Sa-


biuia, el a ñ o 629. E s el gran enciclopedista de la literatura roma-
na. E s t u d i ó en Grecia l a filosofía y después se estableció eu Roma.
A q u í contrajo amistad con Pompcyo, por el cual t o m ó parte en la
guerra c i v i l de este y de César, pero después de la batalla de Farsa-
l i a se r e t i r ó á su q u i n t a de T u s c u l u m áfinde consagrarse al estudio
de las letras. Mas tarde le persiguió M a r c o A n t o n i o , muriendo por
fin tranquilamente pocos meses antes de su nonagésimo aniversa-
rio. San A g u s t i n dice de V a r r o n que « t a n t o leyó, que no es fácil
explicarse como tuvo tiempo para escribir, y sin embargo dejó es-
crito tanto, que no es llana tarea la de leer todas sus obras».
2° E n la lección 8.a ya nos ocupamos de Y a r r o n como satíri-
co. Como filósofo ensayó sus fuerzas con los Logistorici, y luégo es-
cribió los libros De forma philosophice y de philosophia. Como gra-
m á t i c o su tratado principales el D i lingua latina, dividido en 24
libros, y del cual solamente conservamos de l a 1.a parte, el libro 4.°
sobre los nombres de lugares, el 5." sobre el tiempo y lo que en él
se hace,y el 6.° deluso que los poetas han hecho de las palabras; de
la 2.a parte el 7.°, el 8.° y 9.° sobre la variación de los nombres y
verbos por terminaciones; y nada de la 3.a parte que debía tratar
d é l a sintaxis. Y a r r o n como didáctico escribió tres libros De re rus-
tica que contienen el tratado mejor y mas metódico de los antiguos
sobre agricultura, en u n estilo sencillo, algunas veces en diálogo,
con un lenguaje muy puro, y con frecuentes reflexiones morales y
noticias de la a n t i g ü e d a d y de l a mitología romana. E l prefacio
está dirigido á su esposa Fundania, y muestra gran foudo de eru-
dición.
3.a Como historiador, M . Terencio Varron ocupa un puesto
— 125 —

elevado en la literatura romana; mejor dicho, no es i m historiador,


es un erudito que narra todo lo que sabe de los tiempos anteriores á
él, sea cualquiera su verosimilitud y su importancia. E s t a cualidad
aparece a ú n mas de relieve cuando se consagra á celebrar los o r í -
genes de R o m a y á glorificar la memoria de los fundadores de la
ciudad, en los libros de Gente ^ m l i r o m a n i y de V i t a p o p u l i romani.
Pero la obra histórica mas importante de todas- las que escribió ca
sin duda sus Antiquitatum rerum humanarum U l r i . E s t a verdadera
enciclopedia se publicó al mismo tiempo que las A n ü g ü e á a d e s d i v i -
nas,j ambas merecieron de los romanos grande a d m i r a c i ó n . «Antes
de publicarse tu libro, decia Marco T u l i o , viviamos como extranje-
ros en nuestra misma p á t r i a ; tu nos has enseñado quienes somos y
donde vivimos; tu has logrado fijar las fechas memorables de la his-
toria; por tí conocemos las reglas de las ceremonias sagradas, las
costumbres de la paz y de l a guerra, la situación de las comarcas y
los pueblos, en una palabra, todas las cosas divinas y humanas con
sus nombres y caracteres, con las obligaciones que imponen y con las
causas que les han dado origen.»
De esta i m p o r t a n t í s i m a obra, Antigüedades humanas, solo con-
servamos algunos fragmentos, pero que bastan á justificar el entu-
siasmo con que fué recibida. Algunos críticos opinan que las A n t i -
güedades divinas constituyen la segunda parte de aquella produc-
ción histórica. L a s A n t i g ü e d a d e s humanas están divididas en cua-
tro partes: la 1.a se ocupa de los orígenes de los pueblos y las evo-
luciones de las razas; la 2.a de la geografía y en particular de l a de
Roma; la 8.a de l a cronología romana en relación con la general, y
la 4.a de las instituciones, leyes, usos y costumbres del pueblo ro-
mano. Las A n t i g ü e d a d e s divinas se hallan ordenadas en 15 libros:
tres sobre los ministros del culto, tres sobre los lugares cuque estese
celebraba, tres sobre el tiempo' en que debía verificarse, tres sobre
las ceremonias litúrgicas, y otros tres sobre la genealogía de los
dioses.
4o Ademas de las obras ya expuestas, el docto publicista roma-
no escribió otras didácticas acerca de la astrología, las m a t e m á t i c a s ,
la n á u t i c a , etc,
— 1 2G —

L E C C I O N 37.

1.° JElocnencia y sn c a r á c t e r en l a tercera é p o c a de la


l l t e r a t n r a l a t i n a —».0 I.a oratoria segrnn el libro De
claris oraloribus de C i c e r ó n . — 3 . ° Ifortensio.—1." cesar
como o r a d o r . — 5 . ° M é t o d o d é l o s romanos en sus esta,
« l í o s . - 6 . ° I^a elocuencia.

I-0 E l c a r á c t e r de la elocuencia en esta tercera época es el de


la perfección, por haber sido bien dirigida por los grandes talentos,
en circunstancias las mas á propósito para desarrollarse por las
cuestiones tan interesadas como se ventilaban en el senado y en el
foro, y las luchas continuas á qae daba ocasión el gobierno libre de
Roma.
2.° Cicerón en su libro De claris oraforibus, después de mani-
festar su grande sentimiento por l a muerte de Horteusio, con quien
le ligaban las m á s í n t i m a s relaciones, ya por deberle su entrada en
el colegio de los Augures, y a porque, mas bien que u n adversario,
era u n c o m p a ñ e r o y partícipe de sus fatigas; y después de mostrarse
algo consolado, siquiera por l a oportunidad de su muerte, que le
l i b r ó de ver l a opresión de l a república y el abandono del foro ro-
mano, teatro de su elocuencia, se explaya en otras reflexiones análo-
gas y alusivas á l a situación de l a república, cuando se le presentan
B r u t o y Pomponio A t i c o . D e s p u é s de saludarse, se declaran mutua-
mente los consuelos que han recibido de sus cartas y de sus escritos;
se prometen otros, y A t i c o pide á Cicerón que e x p ó n g a l o que princi-
p i ó en l a granja Tusculana sobre los oradores, en q u é tiempo empe,
zaron á existir, q u i é n e s y cuáles hablan sido.
Accede Cicerón á l a voluntad de sus amigos, y después de la-
mentarse con B r u t o sobre las circunstancias que hablan hecho en-
mudecer á l a elocuencia, y sobre l a dificultad de conseguir esta, po-
niendo por testigo l a (kecia, donde puede decirse que no la hubo
antes de los tiempos de Feríeles y T u c í d i d e s , aunque se haga alguna
m e n c i ó n de Solón y Pisistrato, que florecieron muchos siglos des-
pues de la existencia de Atenas, hace nua ligera reseña de algunos
oradores griegos, como Temístocles, Pericles, Cleon, Alcibiades, C r i -
das, Teramenes, Gorgias, P r o t á g o r a s , Isócrates, Lisias, y a casi per-
fecto, Dcmóstenes enteramente perfecto y los que se le aproximaron
Hipérides, Esquines, L i c u r g o , D é m a d e s y otros muchos.
Demetrio Phalereo, que deleitaba mas bien que inflamaba, es el
primero que con su molicie y exceso de suavidad dio un giro torcido
á la elocuencia. H a b l a después de Oorax y Ticias, inventores de las
reglas, según Aristóteles; do los tratados y escritos de P r o t á g o r a s ,
(rorgias, A n t i p h o n Raranusio, Lisias é I s ó c r a t e s ; y d á principio á
la historia de los oradores latinos por L . J u n i o Bruto.
Cicerón reconoce en B r u t o uu i n g é n i o pronto y sagaz, por haber
interpretado, con el beso de l a tierra madre c o m ú n de todos, el
oráculo de Apolo, que p r o m e t í a el supremo mando al j ó v e n que be-
sase á su madre; y ademas una grande prudencia, ya en fingirse
tonto, ya en expulsar á los reyes, establecer cónsules, y hacer abdicar
á su colega, para borrar toda memoria del nombre real; de lo cual
nada hubiera podido conseguir sin elocuencia.
' E ü el año 261, M . Valerio, Dictador, aplacó l a ira de l a plebe,
y mereció el primero ser llamado M á x i m o (1). L o mismo hizo
L . "Valerio Potito, después de los decenviros en 305. Appio Claudio,
el Ciego disuadió al Senado de la paz de P i r r o ; C . Fabricio fué en-
viado de embajador á este rey sobre el cange de los prisioneros en
473; y Tiberio Coruncauio, cónsul el mismo a ñ o y pontífice m á -
ximo en 498, fué u n sugeto de gran talento, según los comentarios
de los Pontífices.
M . Curio, siendo tribuno, consiguió, á pesar del interrex A p p i o
el Ciego, que el mismo Senado propusiese admitir cónsules de l a
plebe; y M . Popilio en su consulado, estando sacrificando, así que
supo la alteración del pueblo contra los senadores, vestido como es-
taba, se presentó en la junta, y calmó la sedición con su autoridad
y con su elocuencia. Sobre todos estos, no h a b í a leído Cicerón que

(O A q u í debemos hacer m e n c i ó n con T. L i v i o , do A g r i p a Menenio, que retirada lá


plebe a l monte Sacro, fuá enviado por e l Senado y l a redujo por medio de la fábula del
estómago, p r i s c o Ulo dicendiet hórrido modo. L i b r o 2.% cap. 17.
— 128 —
hubiesen sido tenidos por oradores, n i tampoco (pie tuviese en aquel
tiempo premio alguno la elocuencia; pero se inclinaba, según dice,
á sospecharlo por conjeturns.
0. F i n mi ni o que m u r i ó en la batalla de Trasimeuo en 537;
Q, F á b i o M áximo Cnnctator, y Q. Mételo, fueron tenidospor orado-
res en tiempo de l a segunda guerra p ú n i c a . M a s de quien consta,
según Cicerón, y hay testimonios de que fué elocuente, es M . Cor-
nelio Gctego, del cual dice E n n i o :

A d d i t u r orator Gorneliu'' suaveloqmnti


Ore Cethegus M a r cu' T u d ü a n o Gollega;

como t a m b i é n que fué l l a m a d o / i o s delihaius jiojndi Stuiáceqm me-


d i d l a . P r o b é vero, dice Cicerón, tlt enim hominis decus, ingeniuni;
síc i n g e n ü ipsius lumen est cloquenUa: y a ñ a d e que Cetego era el
m á s antiguo, de quien habia escritos en su tiempo, esceptuando uu
discurso de Appio el Ciego sobre P i r r o , y algunos elogios fúnebres
.'que conservaron las familias y estaban llenos de falsedades (1). Ce-
tego era cónsul en 550, cuando fué cuestor M . P . Catón, el cual
obtuvo el consulado nueve años después, y egerció la censura
en 570.
Cicerón compara á C a t ó n con el griego Lisias, y se lamenta de
que en su tiempo no se lean sus discursos, que aun existían en nú-
mero cié 150, llenos de pensamientos y expresiones brillantes. Quts
illo gravior i n laudando^ aceriior i n vituperando? m senteníns ar-
gutior? i n docendo edisserendoque s u l t i l i o r ? Su estilo es ático y ador-
nado de tropos y figuras; pero antiquior est hu/us sermo et qimdam
horridiora v e r l a . l i a enim tum loquebantur. N i h i l est enim simul
et i n v e n h m etperfectum-, lo cual se vé t a m b i é n en la pintura, y en
la poesía; pues antes de Homero hubo ya poetas, y L i v i o fué antes
de E u u i o , y este t o m ó t a m b i é n de N e v i o . Se distinguieron con Ca-
tón, varios ancianos: entre ellos P . L i c i n i o Craso, cónsul en 549,
con Africano el Mayor, el cual y su hijo tampoco carecieron del don
de l a palabra, y Sexto E l i o Oatojmns qiddem civüis omnium perití-
ssimys: y de los jóvenes, entre otros C , 'Sulpicio Galo, muy ins-

(1) Asi lo dice también-T. Livio, lib. 8, cap, 31.


— 129 —

trniáo eu las letras griegas, pretor eu 585, en cuyo afio m u r i ó


Bunio (1).
Tainbiexl fueron clocnerates T i b . Gracó, que p r o n u n c i ó u n dis-
curso en griego ante los Ilodios, Scipion Nasica Corculum, cónsul
en 599, L . Paulo, padre natural de Africano el menor; y aun en v i -
da de Catón, que el año mismo que m u r i ó de 85 de edad, en 605,
habia perorado con fuerte empeño, ante el pueblo, contra Serv. G a l -
ba, florecieron A n l o A l b i n o que escribió una historia eu griego.
Servio F a l v i o , Servio Fabio Pictor, ef j u r i s , et l ü k r a r u m , et an-
iiguiiaUs hene peritus, y Q. Fabio Labeon que mereció los mismos
elogios.
Q. Mételo tuvo cuatro hijos consulares y defendió á Cota
acusado por el Africano, y h a b l ó contra T i b . Graco: ademas el
mismo L . Cota, C . L e l i o y P . Africano dejaron elocuentes discur-
sos; pero entre ellos sobresalió Serv. Galba, cónsul en 610, y el
primero de los latinos en hacer digresiones, en deleitar, mover,
amplificar y usar del p a t é t i c o y de lugares comunes. Sus discursos
sin embargo son mas áridos y huelen mas á a n t i g ü e d a d que los del
mismo Catón, y los de Scipion y L e l i o , á pesar de que este se com-
placía en todo lo antiguo, aun en las palabras. Pero si L e l i o era
mas elegante, Galba tenia mas energía y sabia mejor inflamar y
mover á los jueces, como se vió en la defensa de unos publícanos,
que habiendo por dos veces pronunciado los cónsules que se am-
pliase la causa, aconsejados por el mismo L e l i o , se dirigieron á
Galba, y lograron la absolución, no obstante que este tuvo solo tres
dias para prepararse."Esa vigorosa elocueucia-se vió aun mas clara-
mente en su propia causa, cuando acusado por Catón y por T . L i -
bón; con sus l á g r i m a s y presentaudo al pueblo sus hijos y el de
C. Galo logró excitar la compasión y ser absuelto. M a s en los es-
critos de Galba no se hallaba esta elocuencia, porque dejaba pasar

(1) Como en la poesía asi también en la elocuencia, los romanos se hablan dedicado
al estudio ó imitación de los modelos griegos; sobre todo cuando en 599, vieron hacer
alarde de su filosofía y elocuencia, á los embajadores de Atenas Carnéades, Diógenes y
Oatilao, pues aunque el rígido Catón consiguió que fuesen pronto despachados y en
.")93 habían sido espulsados los filósofos, no por eso calmó el entusiasnio de los roma-
nos por las doctrinas griegas, y aun el mismo Catón en su ancianidad se dedicó ya al
estudio del griego,
— no -
el momento de calor ú iuterés, y no escribía los discursos hasta des-
pues de pronunciados, sin tener presente que nullct res tantum ad
dicendum proficit, quantum scriptio, H a n c igitur ah causam videlur
L f d i i mens spirare etiam i n scriptis, Galbw autem vis occidisso.
Otros oradores medianos hubo en aquellos tiempos, entre los
cuales sobresale M . E m i l i o Lepido Porcina, cónsul en 617, en quien
brilla la suavidad de Iqs griegos, la riqueza en la expresión y el ar-
tificio del estilo. A este oyeron con aplicación C. Carbón y T i b . Graco.
Florecieron entonces t a m b i é n P . Craso, hermano de P . Scevola y
cónsul en 623, y los dos Fannios.
Utinam i n T i b . Oraccho, Gajoque Garhone M i s mens ad rempu.
hlicam hene gerendam fuissef, quale ingenium ad bene dicendum f u i l !
Profecto nenio his v i r i s gloria prcesiitisset. E l uno fué muerto de 30
años en 621, y el otro se m a t ó pocos años después: sed f u i l uterque
summus oralor, atque hoc memoria palrum tesle dicimus. N a m el Gar-
bonis el Gracchi habemus orationes, nondum salís splendidas verbis,
sed aculas, prudenlioeque plenissimas. F u i l Gracchus diligenlia Cor-
n e l m matris á puero doclus el grmeis lilteris erudilus. N a m semper
habuil exquÁsilos é Grcvcia magistros: i n eis j a m adolescens Diopha-
nem Milglenamm, Grce-cice lemporibus i l l i s disserlissimum. Sed el
breve lempus ingenii augendi el declarandi f u i l . Garbo, quoad vita
suppeditavil, esl i n multis j u d i c ü s causisque cognilus. E r a copioso,
sonoro, enérgico, vehemente, muy dulce y chistoso, y solia emplear
mucho trabajo en ejercicios y meditaciones.
L . Calpurnio P i s ó n , tribuno de la plebe, defendió causas, pro-
movió leyes, escribió discursos y anales sencillos y sin adorno.
D . Bruto, según oyó Cicerón al poeta L . Accio, conocía la litera-
tura griega y latina y se expresaba en un estilo» nada inculto, lo
mismo que Q. M á x i m o . Se distinguieron t a m b i é n entre otros, Sci-
pion, el matador de T i b . Graco, por su vehemencia y energía; F u -
rio P h i l o por la propiedad con que hablaba; P . Scevola por su pru-
dencia y agudeza; A p p í o Claudio, cu/us volubilis, sed paulo fervidior
eral oralio; M . Druso cónsul en 642, por la gravedad en el decir, y
Scauro y R u t i l i o , los cuales aunque dotados de talento, no poseían
el de oradores. Ñ e q u e enim referí videre, quid dicendum s i l , n i s i i d
quéas solule el smviter dicere, N e i d quidtm satis est, n i s i i d quod
—m —
dicüur, sit voce, vultu, motuque conditius. Quid dicam opus esse doc-
trina? sine qua etiam s i q u ü heno, d i c ü u r adjuvanie natura, tamcn
id qnia fortuito fit, serñper p a r a t u m esse non potesf.
Q, E l i o T u b e r o n / m Y mediocris i n dicendo, doctissimus i n dispu-
tando; lo cual dice Bruto, se advierte en todos los estoicos, menos
en Catón, y proviene de que emplean todo su cuidado en l a dialéc-
tica, usan de un estilo mas conciso y contraído que el de los peri-
patéticos y el de los académicos, que suave y afluente, suele t a m b i é n
ser mas- libre y dilatado de lo que permiten los juicios y el foro.
Siguiendo con los oradores, fué ilustre por este tiempo Curion,
autor de varios escritos; pero el mejor, que era el discurso de Ser.
Fulvio, pueril en muchos pasages, solo podia ser tolerable, cuando
aun no h a b í a llegado á E o m a á su mayor erudición. M a s he aquí
ya á las manos á C. Graco, dotado de u n excelente talento y de una
ardiente aplicación. N o l i enimputare, quemquam, Bruto, plsniorem
et uieriorem ad dicendum fuisse. B r u t o dice que era el ú n i c o casi
que leia, y Cicerón se lo aprueba. D a m n u m enim illius immaturo
iñterítu res romanai latinceque fecerunt (1). Eloquentia quidem nes-
cio an haiuisset parem neminem. G r a n á i s est v e r t í s , sapiens sen-
tentiis, generi tolo gravis: manus extrema non accessit operibus ejus:
p r m l a r e inchoata multa, perfecta non p l a ñ e . Sucedieron otros ora-
dores menos notables al tiempo de C . Graco, (muerto en 633) como
P. Scipion, hijo del que m a t ó á su hermano y cónsul en 049, C . F i m -
bria, C . Sextio Calvino y M . B r u t o que se dedicó particularmente
á acusaciones.
J a m Q. Gafulus, non antiquo illo more, sed hoc nostro, n i s i quid
fieripotestperfectius, eruditus. Catulo fué cónsul con M a r i o en 652
y aunque considerado por sí solo, parecía no poder mejorar por su
erudición, elocuencia, y propiedad en el lenguaje, sí se le compara-
ba con otros, aparecía inferior. Q. Mételo N u m í d í c o , su colega, y
M . Silano t e n í a n l a elocuencia suficiente á la dignidad del consu-
lado, y M . Aurelio Scauro y A . A l b i n o hablaron con mucha elegan-
cia el l a t í n ; pero C. y L . Memmios, acusadores acerbos y enérgicos,
fueron sin embargo tenidos por oradores medianos. Mas entre estos

(1) Faceré damnum es casi siempre sufrir un daño, no hacerla.


— 182 —
y otros muchos descuellan A u t o n i o y Craso. Todo lo tenia Antonio
en l a memoria y sabia disponerlo como u n h á b i l general, hasta el
punto de que los jueces no se creían nunca bastante precavidos. Su
lenguaje no era muy elegante, pero tampoco incorrecto. N o n enim
iam prceclarum est scire M i n e , qnam tarpe madre, ncqiie tam i d
m i h i omtoris honi, g m m civis romani p r o p r i u m videfur. Sin em-
bargo sabia colocar y enlazar bien las palabras, aunque cuidaba
mucho mas de los pensamientos y de las formas ó figuras. Tenia
t a m b i é n A n t o n i o una acción singular: el gesto no expresaba la pa-
labra, sino el pensamiento; y las manos y compostura del cuerpo
c o n v e n í a n con las palabras y sentencias: su voz, algo ronca, por na-
turaleza, le hacia mucha gracia. E n las cuestiones t e n í a algo de sen-
timental, á propósito para convencer y mover á compasión, de modo
que en él se verificaba aquello de Demóstenes, ^/nmiwn esae i n di-
cendo adionem, secundum idem, et idem fertimi. N i d i a res magia pe-
netrat i n á n i m o s , eosqiie fingit, f o r m a l , fledit; tabaque oralores vi*
deri fácil, quales i p s i se videri volunl. L . Craso para unos era igual
y para otros superior, y lo cierto es que teniéndolos por patronos,
nadie echaba de menos á otro; sin embargo no podía darse cosa mas
perfecta que Craso. E r a l summa gravilas, e r a l cum gravitate j u n -
clus faceliarum et urbanilatis oralorius, non scurrilis lepos. Latine
loquendi aecurata, el aine molestia diligens elegantia; i n disserendo
m i r a explicatio.

Si A n t o n i o era mas enérgico para mover y calmar las pasiones,


Craso era mas copioso en argumentos y ejemplos para interpretar y
explicar. A s í lo hizo ver hablando contra Scévola, á pesar de que,
sí él era eloquentium jurisperitissimus, este jurisperitorum eloquen-
Ussimus putarelur; aunque no tenia tanta fuerza para amplificar,
refutar y adornar. Crassus eral, elegantium pardssimus, Scaivolá
parcorum elegantissimus. Eruto compara estos dos al mismo Cicerón
y á Ser. Sulpicio, famoso jurisconsulto de su tiempo, á lo que C i -
cerón no se opone, porque siguieron los mismos estudios, aunque
luego se separaron en las profesiones, cousiguíendo cada uno por la
suya el consulado.
B r u t o se lamenta de que no puedan por las circunstancias ser
útiles á la r e p ú b l i c a , el uno con el consejo y el otro con la elocuen-
cía; y Atico le recuerda el propósito de no hablar de política.
Vuelve al asunto Cicerón y refiere varias maneras de Craso en la
elocuencia esterior, su vehemencia y á veces i r a ; su lenguaje sentido
y chistoso con gravedad; y lo que es difícil, muy adornado y muy
breve. N o tenia igual en la disputa: acusó de muy j ó v e n (1) á C. Car-
bón, sugeto muy elocuente, y defendió á los 27 años á l a vestal
L i c i n i a , en cuya causa estuvo elocuentísimo. Apoyó la ley Servilla,
cuando tenia 34 años, tres menos que Antonio, en el mismo a ñ o
en que nació Cicerón, lo que este indica, para que SQ sepa, c u á n d o
la elocuencia en Roma llegó á su madurez, de modo que no podía
recibir mejora, sino del que estuviese mas instruido en la filosofía,
en el derecho y en la historia. Craso gustaba mas del estilo cortado
que del periódico, y con venia mas á la elocuencia popular; así como
Antonio á la de los juicios.
De otros muchos hace en seguida mención, como de C . Domicio,
Celio, M . Herennio, cónsul en 671, C . Tício, que sin conocer el
griego y sin mucha p r á c t i c a llegó á donde se podía esperar; pues
sus escritos, parecía que t e n í a n el estilo ático, y cierta urbanidad y
agudeza, que trasladó á sus tragedias, aunque con poca propiedad.
Fueron t a m b i é n , en los tiempos de M a r i o , Q. R u b r í o V a r r o n y
M . Gratidío acusadores vehementes y enérgicos.
E n t r e los aliados y latinos hubo t a m b i é n buenos oradores, como
Q. VettioA^ettiano y otros varios; pero los mas elocuentes fueron
T . Betucio Barro Asculano y L . Papirio Fregelano. T u m B r u t u s :
qicid he igitur, inquit, tribuís istis externis quasi oratoribus? Quid
censes, inquam, n i s i idem, quod urbanis, prnter unum, quod non
est eorum urbahitate quadam quasi colórala oratiof E l B r u l u s : q u i
est, inquit, isle tándem urbanitatis color? JSíescio, inquam: tantum
esse quendam scio. Omni?io sic, ut opinor, i n nostris est q u í d a m u r -
banorum, sicut Ule Afficorum sotius.
A Craso y Antonio deben agregarse muy de cerca L . P h i l i p o y
algunos otros, en especial C. J u l i o César Strabon, y Cota y P . S u l -
picio y otros. Vola enim sciri i n tanta et tam vetere república, m a -
ximis p m m i i s eloguentia •prqposiiü, omnes capisse dicere, non p l u r i -
mos ausos esse, potuisse paucos.
(1) A los 19 años, según el Diálogo do los oradores.
— 134 —
Promueve A t i c o l a cuestión, si conviene siempre el juicio del
vulgo con el de los inteligentes, y Cicerón la resuelve diciendo:
P l a ñ e d i s p u t a í i o m m hanc de oralore probando aut improbando multo
m a l i m tibe el B r u t o placeré: eloquentiam aulem meam populo probar i
velim. Itaque numquam de bono oralore, aut non bono, doclis homi-
nibíis cum populo dissensio f u i t . I d enim ipsum esl s u m m i oraloris,
summum oralorem populo videri. S i el auditorio es movido y llevado
á donde quiere el orador, Q u i d esl epuod exspectelur docli alicujus
sentenlia? Quod enim p>robat muUitudo, hoc Ídem doclis probandum
est. Así se dudaba á quien se habia de buscar, á Craso ó á Antonio;
mas no, que debia de ser á uno de los dos, como sucedía, siendo él
aun joven, entre Cota y Hortensio, y como dice Bruto, entre Hor-
tensío y Cicerón; que cuando p a r t í a n las causas, le cedía siempre
aquel á este el epílogo.
Se desentiende Cicerón de hablar de sí, y repite que los que son
elocuentes en opinión del vulgo, lo son t a m b i é n á juicio de los que
lo entienden. Pues, sí en l a poesía le b a s t ó á A n t í m a c o tener de
oyente á solo P l a t ó n ; no b a b í e n d o auditorio, el mismo Demóstenes
hubiera enmudecido, lo que confirma B r u t o , comparando al orador
sin oyentes con una flauta que no suena. Vuelve á hablar de Scé-
vola y Craso, y de l a conformidad de juicios del sábio y del vulgo
sobre el buen orador, que se conoce aun por el que v a de paso, sí
ve que están atentos los jueces y suspensos de la palabra.
Vuelve á Cota y á Sulpicío, habla de dos clases de oradores, uno
t é u u e y conciso, otro elevado y afluente, debiendo aquel huir de la
esterilidad y pobreza, y este de la h i n c h a z ó n é incorrección. Cota,
agudo para inventar, decía con pureza y soltura; y como mas débil
de cuerpo, acomodaba su elocuencia á la delicadeza de su com-
plexión, y lograba de los jueces con la suavidad, lo que Sulpicío cou
su vehemencia y agitación y con su estilo grandioso y trágico y sus
ademanes elegantes. Este q u e r í a imitar á Craso, pero le faltaba la
gracia; Cota imitaba á Antonio, mas quedaba distante de su fuerza.
Otros trataban las causas de poca importancia; porque las princi-
pales se encargaban á estos.
E r a t a m b i é n para algunos el tercero. C u r i e n por lo brillante y
puro del lenguaje, ú n i c a cualidad que tenía para orador y que se
— mi**
había adquirido por el uso entre su familia, como sucedió á Corué-
Ha, L e l i a , las dos Mucias v otras mujeres. Curion nada habia estu-
diado y carecía de memoria, hasta el punto de no acordarse de lo
que poco antes h a b í a escrito. Por entonces hubo t a m b i é n muchos
como Carbón, Q. Vario, M . Drnso, M . Octavio y otros, entre quie-
nes se d i s t i n g u í a n por su facilidad P . A n t i s t í o , y aunque de menos
edad, L . Siscnna, en cuya historia se ve cuan distante estaba de su
perfección esta parte de la literatura latina.
De H o r t e u s í o dice Cicerón: nam Q. Hortensii admodum adohs-
'centis ingenium, ut FhidicB signum, s i m u l adspedum etprohatum est.
Is L . Crasso, Q. Sctvvola consulibus, (659) p r i m u m i n foro dixit.
Undevigenti annos natus erat eo tempore. Alcanzó á Craso, Antonio,
Philipo y Sulpicio, y defendió causas con Bruto y Cicerón. Este se
escusa de hablar de sí; pero A t i c o le insta y Cicerón condesciende,
interponiendo antes á otros. M . Craso, medianamente instruido, era
puro en el lenguaje y esmerado en l a composición, pero sin brillo n i
adornos; con mucho brío, pero sin v o z ; todo lo decia del mismo
modo. Su enemigo, C . F i m b r i a era mas acalorado y casi furioso.
Cn. L é n t u l o solo tenia, como Curion, alguna afluencia de lenguaje,
pero sobresalía en la acción.
Hace mención después de otros varios menos notables, y á instan-
cía de Bruto, habla de Marcelo, cónsul en 703, y de César; de aquel,
diciendo, que poseía todas las cualidades de buen orador, elección
y afluencia de palabras, buena voz y dignidad en los ademanes. De
César, dice A t i c o , que usó el l a t í n con mas elegancia que ninguno,
y que en el primero de los libros de analogía que dedicó á Cicerón,
decia: verborum deledum origimm esse eloquentim, y que hacia gran-
des elogios de l a afluencia de Cicerun lo que este aprecia mas que
muchos triunfos. Dice t a m b i é n A t i c o : solum quidem et quasifunda-
ineatum oratoris vides locutionem emendatam et latinam, cvjus penes
quos laus adhuc f u ü , non f u i t rationis, aut scientke, sed quasi botm
consuehidinis. Confliuerunt enim Alhenas et i n hanc urbem m u l t í
inquínate lóquentes ex diversis locis. Quo magis expurgandus est
tormo, et adhibonda, lanquam obrussa, ratio, quea m u t a r i non polest,
nec utendum praviSismia consueludinis regula.
C i t a algunos que por uso adquirieron un buen lenguaje, pero
— 136--
César une al uso la razou, y añade todos los adornos oratorios:
Bruto dice: oratioms qiddeni fijus m í M vehsmenler prohanlur, rom.
plures autcm legi; y enseguida Cicerón elogia sus Oomeutariós y
vuelve á enumerar los oradores, entre otros á su primo C . Viselio
Varron, L . Torcnato y C . Triarlo, Appio Claudio, suegro de Bruto,
y á C . Pisón, yerno del mismo Cicerou, del cual alaba las sentencias
elegantes y agudas, y la elección y armoniosa construcción de las
palabras, y l a gracia en el gesto. De M . Calidio dice, que enseñaba
y deleitaba, pero no lograba inflamar á los jueces.
Vuelve luego á Hortensio; mas antes dice de 0. Curien y L . Lir
cinio Calvo, g m s i diutius vixissent, magnam essent eloquentice Jau-
dem consecuti. A q u e l debia mucho á la naturaleza; este era mas eru-
dito, muy mirado, y según Bruto, q u e r í a ser ático en el estilo y bus-
caba de intento la sequedad, en lo que, dice Cicerón, erraba y hacia
e r r a r á otros. E x p l i c a después la variedad del aticismo, y hace men-
ción de varios griegos diferentes entre sí en este estilo, y recomienda
sobre todos á Demóstenes, y vuelve otra vez á Hortensio.
Entonces A t i c o echa en cara á Cicerón la ironía poco oportuna
en una historia, pues á ironía atribuye haber comparado con Lisias
á Catón, cuyas oraciones solo para su tiempo serian aceptables;
significant enim quamdam formam ingonii, sed admodum impolitam,
et p l a ñ e rudem: lo mismo dice de Galba, Lépido, Carbón y de los
Cracos, aunque en estos, dice A t i c o , que asiente á lo que de ellos ha
dicho; y en cuanto á Craso y Antonio, en quienes ya es perfecta la
elocuencia, aprueba sus alabanzas, pero halla una pura ironía en la
r e c o m e n d a c i ó n de l a oración suasoria de la ley Servilla. Omite ha-
blar de Cota, Sulpicio, Celio y dice que hubieran deseado muchos
haber muerto, para que Cicerón los contase entre ios oradores. Con-
testa Cicerón, dilatando para otro tiempo una esplicacion mas larga,
que á Catón solo le falta el colorido y ciertas flores; que en su ju-
ventud nada t e n í a n mejor que el discurso de Craso, y que si habló
de muchos, fué para que se viese que entre tantos, pocos llegaron á
l a perfección; y vuelve al asunto.
Hortensio, pues, de muy joven empezó á encargarse do causas
de importancia. Su memoria era tan gránele, que cnanto había me-
ditado, lo decía después del mismo modo, sin haber escrito nada.
—137-.
No dejaba dia, en que no hablase ó mcditasej y muGhbs'diaS hacia
ambas cosas: sobresalía entre todos por las divisiones y por las re-
capitulaciones, acordándose de lo que tanto él como loa¡ contrarios
hablan dicho. Brillaba por la elegancia de las palabras, por la buena
composición y por la grande afluencia que h a b í a conseguido con su
talento y mucho ejercicio. Su voz era sonora y grave: el ademan y
el gesto demasiado artificiosos. E n su tiempo m u r i ó Craso, Cota fué
desterrado, se interrumpieron los juicios por la guerra, y yo, dice
Cicerou, me p r e s e n t é en el foro.
Eefiere varios sucesos de su tiempo, y sus ocupaciones, conti-
nuando su vida, hasta que volvió de Grecia mas robusto y ejerci-
tado, cuando Cota y Hortensio, el uno suave y sosegado, el otro
florido y enérgico, le sirvieron de estímulo. Hortensio, después que
llegó al consulado, se h a b í a entibiado algo en sus estudios y traba-
jos; mas así que vio cónsul á Cicerón, volvió con ahínco á sus ejer-'
cícios, por no quedar inferior; y en medio de esta competencia^
siempre vivieron muy unidos.
Averigua luego las causas, porque Hortensio floreció mas de j ó -
ven que de anciano; y sienta, que c o n v e n í a n mas á la juventud que
á la vejez, su estilo florido y asiático, ya fuese sentencioso y agudo,
ya copioso y animado, y sus sentencias mas dulces y elegantes que
útiles y necesarias; y por otra parte el estilo culto, agitado é impe-
tuoso y que no cuidó de modificar, por haber aflojado en el estudio,
desdecía ya en su vejez. B r u t o elogia t a m b i é n á Hortensio, y cita
su discurso por Mésala, -lo que confirma Cicerón; y diciendo que le
acompañó en su carrera, desde el dictador Sila hasta el consulado
de Paulo y Marcelo (704), acaba l a m e n t á n d o s e : s i d Q. Hortensii vox
extincta fato suo est, nostra publico. B r u t o le anima: y Cicerón cele-
brando la oportunidad de la muerte de Hortensio, exhorta y con-
suela á Bruto, deseándole tiempos mas felices para lucir su elocuen-
cia; le aconseja que c o n t i n ú e en sus estudios, para ser el primero en
ella; puesto que v i x singulis celatibus M n i oratores laudahiles cons*
tiürunf; y concluye por fin, recordando ligeramente á C a t ó n , Galba,
Impido, Carbón, los Uracos, Antonio, Craso, Cota y Sulpício.
X o está completo este libro, si bien parece que le falta po-
co. E l diálogo y su estilo presentan la mayor sencillez y na-
10
— 188 —
t ü r a t i d a d , como se ve en las varias repeticiones,'y también.rogte*
siones.
3. ° A los datos que da Giceron sobre Ltortensio añadiremos que
nació el a ñ o G40. Sabemos por Asconio que fué caballero romano;
y que por su talento y elocuencia se elevó á todos los honores, des.
de simple soldado, y luego tribuno, cuestor, edil, pretor, basta el con-
sulado e u 685. E u é t a m b i é n augur y se u n i ó á Pompeyo para uom.
brar á Cicerón. Poseyó muchas baciendas, y dicen que su heredero
halló basta diez m i l cados ó vasijas,de vino. Se le acusa de moli-
cie y deque recibía regalos de sus dientes y sobornaba á los jae-
ces. T u v o un hijo que m u r i ó en la guerra de Bruto, y una hija
heredera de su elocuencia. De su m é r i t o como orador solo se sabe
lo que dice Cicerón.
4. " Ademas de los elogios que hace Cicerón de la elocuencia de
César, Quintiliano dice que él solo hubiera competido con Cicerón,
si se hubiese consagrado al foro. T a n t a es, dice, su energía, tanta su
agudeza y su viveza tal, que se conoce escribió con el mismo espiri-
t a con que peleaba. E x o r n a t tamen hmc omnia m i r a sermonist cujus
proprie studiosns f u ü , elegantia. Pero de todas sus obras, los Go*
m e n t a r í o s solamente existen enteros, y ya nos ocupamos de ellos eu
la sección de la historia.
, 5.° E n E o m a aun antes que floreciesen las letras, se cuidaba
mucho de la educación de los hijos. Según el Diálogo de los orado-
res, se elegía alguna anciana de la familia, de buenas costumbres,
para cuidar d é l o s n i ñ o s ; y no se p e r m i t í a decir, n i hacer nada Ter-
gonzoso, n i deshonesto en su presencia. L a s mismas madres, como
Cornelia de los Gracos, A u r e l i a de César y A t t i a de Augusto, aten-
d í a n t a m b i é n á l a buena dirección de sus hijos. A d e m á s de esta edu-
cación doméstica, asistían los jóvenes á las escuelas mas acredita-
das, donde a p r e n d í a n los autores griegos, empezando por los poetas
y leían t a m b i é n los latinos. Estudiaban asimismo A r i t m é t i c a , Geo-
m e t r í a , A s t r o n o m í a , pintura, música, y aun el gesto y ademan de
a l g ú n cómico.
Con estos estudios se. p o n í a n en manos de un filósofo y retórico
para aprender, á disputar y raciocinar, y declamaban en griego y en
latín, ejercitándose mucho eu la versión de ambas lenguas, y en la
— iñt» —^

imifcaciou de los autores, por medio de narraciones, elogios, vitupe-


raciones, ó tal vez materias judiciales y suasorias.
Tomada á los 17 años la toga v i r i l , solían ir al ejército, y á los
dos ó tres años volvían á Roma, y agregados á un orador ilustre
ú otra persona respetable, para aprender el derecho c i v i l y la prác-
tica del foro, se presentaban con él á los juicios públicos, y luego se
ensayaban en alguna acusación ó defensa. Para completar su ins-
trucción, antes ó después de entrar en el foro, hacian un viage á
Atenas, á Rodas, á Mitilene ó Apolonia, donde bajo la dirección de
los filósofos y de los retóricos griegos, se perfeccionaban en la
oratoria. A u n después de hallarse constituidos en dignidad, conti-
uuaban sus ejercicios, y leian sus composiciones á alguno para cor-
regirlas, y no se d e s d e ñ a b a n de asistir á las escuelas, como lo hizo
Cicerón, siendo ya pretor, á la del g r a m á t i c o Antonio Gniphon.
6.° L a elocuencia se e n s e ñ a b a en R o m a por los griegos solamen-
te; pero por los años de 6(36, L . Plocio y Otacilio P i l i t o establecie-
ron esta enseñanza en lengua latina, á pesar de que cuatro años
antes,.los censores C n . Domicio y L . Craso h a b í a n cerrado las es?
cuelas á ciertos retóricos latinos, que embotaban el talento de los
jóvenes, cuidando solo de la colocación de las palabras; al contrario
de los griegos que a t e n d í a n principalmente á las ideas. E l mismo
Cicerón, sin embargo, ( m de orat., c. 24) hace decir á Craso que no
desconfiaba que esta e n s e ñ a n z a pudiera darse en lengua latina,
cuando hubiese maestros instruidos, porque la lengua y la natura-
leza de las cosas así lo p e r m i t í a n . Sed hominibus opus cst eruditis,
qui adhudinhocgenere n o s t i - i m d l í fuerimt- s i n guando exstiferinf,
etiam grcecis erunt anlejwnendi.

I.0 L a d r a m á t i c a é i i é l siglo de oro.—3. ' JLa J u r i s p r u -


a e u c i a . — 3 . ° JLas m a t e m á t i c a s y la arquitectura.

I.0 L a G r a m á t i c a que ya había sido cultivada en R o m a en la


época anterior, mereció al presente un estudio detenido, escribién-
dóse tftmbienálg-imoslibrcls. A d e m á s de M . T'erelíoio VÍUTOIÍ secuen*
tan á Cayo J u l i o •Hygino y á Arcrrio Flaco, ya citado como autor
de los Pastos.
E l derecho adquirió una gran importancia. L e ensoñaron
entre otros, los dos Q. Mncios, maestros de Cicerón. Fueron ilus-
tres jurisconsultos L . Celio Antipater, J u r i s valde pqrtfus, P. Rutilio
Jlufo, y los amigos de Cicerón C . ^.quilio, Si. Sulpicio, Trebacio,
Testa, etc., pero en tiempos de Augusto fué cuando dieron origen á
dos escuelas, con sus principios opuestos, los celebres jurisconsultos
Q. Antistio Laveou, adicto á las doctrinas antiguas y á la severii
dad republicana, y C. Ateyo Capitón, apasionado de las nuevas
ideas, consecuencia de la varí&cion introducida cu el gobierno. Sus
discípulos tomaron después de los jurisconsultos P r ó c u l o ó Pegaso,
y Sabino ó Casio L o n g i n o , los nombres de proculeyanos ó pegacianos,
y sabinianos ó Casianos. L o s primeros ejercían el derecho en todo
su vigor, y los otros a t e n d í a n mas á la razón y á l a equidad.
3.° Se dice que N i g i d i o P i g n l o conocía la ciencia matemática,
pero el mas notable es Marco Y i t r u v i o P o l l i o n , el ú n i c o escritor de
•la a n t i g ü e d a d sobre arquitectura. Augusto le tuvo de ingeniero eü
la guerra c i v i l y de arquitecto después. Se dice que era de Verona^
y qué se r e t i r ó con una pensión que le a s i g n ó Augusto, al territorio
dé Ancona, donde por los años de 740 le dedicó diez libros de ar-
quitectura, obra docta y de m é r i t o , aunque debió influir en su estilo
el continuo trato con los obreros, porque es bajo, plebeyo y á veces
oscuro por su concisión. U s a palabras griegas y aun algunas n m '
yas, como m l l U M j)OV nusgtuam. Suya es esta sontenda: doctus iti
ómnibus civüatibus civis esf.
141 —

LECCION 39.

I.0 c i c e r ó n en sn ninex y adoleseencia.—S.o Su ingenio


y ejercicios l i t e r a r i o s —3." Sus dotes o r a t o r i a s . - 1 . "
Su .juventud .ycarsros púlblicos.—5 ° IJltimo tercio de
su vida.—6.° Elementos que concurrieron á formar es-
te orador, y su c o m p a r a c i ó n con D e m ó s t e n e s .

1." M . T u l i o Cicerón nació el 3 de Enero de 648 de R o m a ,


106 antes de J . C , en A r p i ñ o , p e q u e ñ a ciudad de Ñapóles. Sus
padres M . 'Pulió Cicerón y H e l v i a , aunque no eran de familia que
hubiese obtenido los altos empleos de l a república, pertenecian por
sus riquezas al orden ecuestre: y deseando dar una esmerada edu-
dacion á sus hijos M . y Q., les mandaron á E o m a , donde asistieron
á las escuelas mas acreditadas, en c o m p a ñ í a de sus primos, hijos
de 0. Aculeon, célebre jurisconsulto y hermano de su madre. E l
orador L i c i n i o Craso dirigió en los primeros años la instrucción de
los Cicerones; y A . L i c i n i o Arquias les enseñó la lengua y literatu-
ra griegas. E r a n tales los progresos de M . T u l i o , que divulgados
por sus condiscípulos, a t r a í a n á sus padres y á otros muchos á ver
aquel prodigio. Dotado de un gran talento, de una memoria ex-
traordinaria y de ama feliz i m a g i n a c i ó n , dió ya pruebas de su ade-
Jantamicnto, componiendo á los 16 años u n poema, en versos t e t r á -
metros sobre P o n d o Glauco, una d é l a s divinidades litorales, en
que se h a b í a convertido u n famoso nadador ó pescador, que con su
destreza desaparecía en las aguas, ó que, según otros, comiendo
una hierba, se había arrojado al mar y era tenido por Dios.
A los 17 años t o m ó Cicerón la toga v i r i l , y según costumbre
fue presentado en el foro por Q. Muelo Scévola el A u g u r , á quien
se uñió constantemente, así como después de su muerte, á los tres
años, al otro Scévola llamado el pontífice, para aprender el derecho
civil y la práctica del tribunal. Aficionado á la poesía, tradujo del
griego en h e x á m e t r o s los fenómenos y los pronósticos de A r a t o :
compuso u n poema heróico, á los 18 años, en elogio de su compa-
— U2 —
fcriota O. Mario, y p u b l i c ó oti'os titulados Alciones, Limón (prado ó
floresta); de los cuales solo existen fragmentos que m a n i ñ e s t a n , por
el fuego poético y l a elegancia de los versos, cuanto hubiera per-
feccionado Cicerón la poesía latina si la hubiese cultivado con el
mismo e m p e ñ o que l a elocuencia.
A los 19 años fué t a m b i é n Cicerón al ejército, que en la guerra
contra los Marsos mandaban C n . Pompeyo el padre y L . Coruelio
Sila, cuyas operaciones militares presenció, hasta que al año poco
mas ó menos, concluida la guerra, volvió á Roma. Anhelando en-
tonces estudiar á fondo la filosofía, aprovechaba todas las ocasiones,
y oyendo primero kPhedro, epicúreo, y luego á P h i l o n , académico,
y á Molón de Eodas, que h a b í a n llegado á R o m a huyendo de la
guerra de M i t r í d a t e s , y asimismo al ciego Diodoto, estoico, que
vivía en su misma casa, a d q u i r i ó un gran c ú m u l o de ideas, que
sirvieron como de fundamento á l a solidez de su elocuencia. Sus
pocos años le libraron de verse complicado en los trastornos de M a -
rio y Sila,
2.° E l ingenio de Cicerón, manifestado ya en las composicio-
nes poéticas, era tan vasto y perspicaz, que abarcó cuantos conoci-
mientos en las artes y ciencias h a b í a n poseído hasta su tiempo los
sabios de G-recia y R o m a . Su constante aplicación al estudio de los
escritores griegos le dió la mayor facilidad para espresarse, asi eu
prosa, como en verso; y conociendo que l a elocuencia era el mas
seguro y casi ú n i c o medio de elevarse á los honores, se ejercitaba
continuamente: 1.° en leer algunos versos escogidos, ó la parte de
un discurso que pudiese conservar de memoria, y pronunciarlo con
palabras diferentes, si bien confíesa que esto ofrecía la dificultad de
mejorar la elocución del autor leido; 2.° en explicar ó traducir los
discursos de los mejores oradores griegos, consiguiendo asi, ya que
no el m é r i t o d é l a originalidad en el fondo, al menos el de la elec-
ción ó i n v e n c i ó n de las palabras; 3.° en meditar y declamar con sus
amigos, ya en latin, ya con mas frecuencia en griego; porque esta
lengua proporcionaba mas adornos, y mas facilidad para espresarse
después eu l a t i n , ó tal vez porque los maestros eran griegos y no
conocían muy bien aquel idioma. Cicerón c o n t i n u ó , según Suetonio,
esta costumbre de declamar en griego hasta el tiempo en que fué
— 143 —
pretor, á lo8 40 aííori; 4." escribía ó estractaba las esplicacioaes de
sus maestros de elocuencia como lo hizo publicando á los 21 años
los libros de inventione rethorica, ó traducia obras griegas, como ñ\
Económico de Jenofonte, que dividió en tres libros, y algunas.,obra,s,
de Platón, aunque según otros las tradujo en su vejez.
3, ° Cicerón á su gran talento y á su inmensa erudición reunia
todas las cualidades morales y esteriores que deben adornar á u n
orador. Amante de la v i r t u d , y celoso patriota, j a m á s se dejó llevar
de la avaricia, n i se e n t r e g ó á los desórdenes tan comunes en su
tiempo. Ansioso de gloria y de merecer el aprecio de sus conciuda-
s, se encargaba de las eausas y desempeñaba los cargos sin mas
interés que el del bien publico.
Acreditado así de probo y desinteresado, con su buena presen-,
cia, con su voz sonora y suave, con sus maneras elegantes, en las
que puso el mayor esmero, recibiendo lecciones del cómico Roscio.,
y con la facilidad que tenia de insinuarse en el corazón de los oyen- ,
tes excitando los afectos, consiguió los mas gloriosos y repetidos
triunfos. Solo se le tachaba de algo jactancioso, y apasionado de sus
cosas, de muy confiado en la prosperidad, y de poco fuerte en la
desgracia.
E n lo demás la solidez en los pensamientos, la fuerza del racio-
cinio, la rica afluencia, la pureza y claridad, la variedad en el esti-
lo, la florida belleza y melodiosa a r m o n í a de sus períodos, y sobre
todo la destreza en conciliarse y manejar á su arbitrio los á n i m o s ,
son cualidades que resaltan en todas las obras de Cicerón, en espe-
cial en las oratorias, y las hacen mirar con justicia como modelos
acabados, cada una en su género. E n la peroración es donde dice el
mismo que sobresalía entre todos, por lo que solian cederle esta par-
te los oradores que le a c o m p a ñ a b a n en alguna causa.
4. ° E l estado poco tranquilo de la r e p ú b l i c a no p e r m i t i ó á C i -
cerón defender causas en el foro hasta los 25 ó 26 años, siendo ya
dictador Sila. Entonces defendió ante el j u e z C . A q u i l i o á P . Q u i n -
tio en un negocio de intereses con Sex. N e v i o . Por entonces t a m b i é n
habia llegado á Roma Molón, comisionado por los Rodios, y Cicerón
volvió á recibir sus lecciones. A l año siguiente defendió la primera
causa pública, ó sea criminal, haciendo absolver á Sex. Roscio A m e -
— im —
r í n o , que por reclanuir las Jiaciendas de m difuuto padre, se vió
acusado de parricida por E r n c i o y otros dos Roscios, Magno y Ca-
p i t ó n , á instigación de Crisógono, liberto y favorito de Sila, que por
m u y bajo precio se las habia hecho adjudicar. E l valor con que hi-
zo esta defensa, acreditó mucho el carácter de Cicerón, y le propor-
cionó otras ocasiones de hacer ver l a fuerza de su elocuencia, como
en la libertad de una mujer de Arrezo, que defendió contra Cota,
orador muy distinguido.
M a s ya fuese por completar su i n s t r u c c i ó n , ya por temor al ódio
de Sila y Crisógono, ó ya, como él dice, por consejo de los médicos
y amigos, á causa de su salud quebrantada con los esfuerzos que
hacia perorando, y la débil coutestura de su cuerpo, con un cuello
largo y delgado, hizo un viage á Grecia á los 28 años. Seis meses
estuvo en Atenas, asistiendo á las escuelas del filósofo académico
A n t i o c o ; y sabida l a muerte de Sila y recordando la utilidad de la
elocuencia volvió á sus ejercicios con el retórico Demetrio Siró.
R e c o r r i ó después el A s i a , ejercitándose con los grandes oradores
Menipo Cares, Dionisio Magnes y otros, y no contento cou estos,
llegó á Rodas y asistió á la escuela de Molón, quien con su destreza
en corregir los defectos, logró contenerle en el lujo de adornos á
que le llevaba su fogosa i m a g i n a c i ó n , como se v é en los discursos
citados. Así corregido, y después de oir t a m b i é n al filósofo Posido-
hio, robustecida ya su salud, y moderada su voz y su manera de
perorar, volvió á R o m a á los 30 años. Casó luego con T e renda,
hermana de una Vestal, y dedicado continuamente al foro, logró
darse á conocer, de manera que al a ñ o siguiente fué nombrado Cues-
tor por todos los sufragios.
E j e r c i ó la cuestura en Sicilia en la provincia de Lilibeo, de la
(jue concluido su a ñ o , se despidió con un elegante discurso, dejando
grabado en los á n i m o s de los sicilianos m buen comportamiento.
V u e l t o á R o m a c o n t i n u ó sus ejercicios del foro, m o s t r ó su agrade-
cimiento á los sicilianos con la célebre acusación de Verres, y asi
que llegó á la edad legítima de 37 años, consiguió ser designado el
primero entre los ediles, t a m b i é n por todos los votos.
D a s e m p e ñ a d o este cargo á satisfacción del pueblo, á los 40 años
obtuvo la pretura, y á los 43 llegó por fin^al cousulado, en cuyo em-
— 145 —
pleo tenia siempre fija su atención. E n este año, 691 de Roma, fué
cuando mayores servicios prestó á su patria, y mayor gloria consi-
guió, destruyendo con su política y elocuencia los proyectos de Oa.
tilina y salvando la r e p ú b l i c a . Así mereció ser proclamado en el
Senado, padre de la patria, según aquello de P l i n i o : Salve p r i m u s
omnium parens p a l m a appdlate.
5.° Cicerón después del consulado c o n t i n u ó ejerciendo su elo-
cuencia en el Sena/to y en el foro, y en 094 compuso u n comenta-
rio en griego y después tres libros en verso latino de consulaiu suq.
Pero si en esta dignidad se llenó efectivamente de gloria, no por eso
dejó de atraerse enemigos; y uno de ellos, tribuno de l a plebef ya
no le permitió arengar al pueblo, al salir del consulado. E l mas cruel
y perverso de todos fué P . Clodio, que en 696 hizo pasar una ley,
que desterraba al ciudadano que bubiese becho morir á otro, sin
haber sido sentenciado por un tribunal. Cicerón se vió comprendi-
do en ella por las muertes impuestas, aunque con aprobación del Se-
nado, en la cárcel á los c o m p a ñ e r o s de Catilina, y se fué desterrado
á Tesalónica, de donde revocada l a ley de Clodio, volvió á los diez
y seis meses, lleno de aplausos y de la admiración de toda la Italia.
Se consagró de nuevo Cicerón á los negocios y á la defensa de
sus clientes: á los 52 a ñ o s compuso los tres libros de oratore, y á l o s
54, con la muerte de Craso en la guerra de los partos, fué nombra-
do augur. Poco después muerto Clodio por M i l o n , se e n car g ó de l a
defensa de este; pero no pudo librarle del destierro. Se aprobó luego
una ley para que los consulares que no hubiesen ido al gobierno de
las provincias, se encargasen del mando de alguna; y Cicerón tuvo
que i r á C i l i c i a á los 56 años. Allí manifestó de nuevo su desinterés,
así como su prudencia y sus conocimientos militares, venciendo á
los partos, junto al monte Amano, lo que le valió ser proclamado
imperalor.
A poco de volver á Roma, estalló la guerra c i v i l de Pompeyo y
César en 705; y aunque al principio p r o c u r ó con su neutralidad
contener en paz á los dos competidores, por ú l t i m o se decidió por
Pompeyo y le siguió hasta Durazo, por creer era este el partido de
la república. M a s vencido en' Earsalia, en donde no estuvo Cicerón
-por su mala salud, se inclinó á la paz y se reconcilió con César.
— 140 —

Vuelto á Roma, se abstuvo ele los negocios públicos dcdicánclose á,


escribir algunas de sus obras retóricas; y solo r o m p i ó su silencio,
para dar gracias á César por baber perdonado á Marcelo, y para de-
fender luego á L i g a r i o y á D e y ó t a r o . A los G l años, divorciado ya
de Terencia que le babia dado á luz á T u l i a y Cicerón, se casó
con la joven P u b l i l i a , movido, según dijo su liberto T i r ó n , de sus
muchas riquezas, para pagar las deudas; pero muerta luego Tulia,
incomodado con P u b l i l i a por haber mostrado alguna alegría, l a re-,
p u d i ó t a m b i é n en el mismo a ñ o . Con la muerte de T u l i a , que habia
estado casada con C . Pisón, con F u r i o Crasipes y con Dolabela, se
llenó Cicerón de sentimiento; y después de su libro de consolatione,
entregado á meditaciones filosóficas, se propuso espresar en latin la
filosofía griega.
P u b l i c ó primero el Hortensio ó defensa de la filosofía y después
las Guestiones académicas, las Tuscxüanas, de finibusy demás libros
filosóficos. Por entonces envió- á su hijo á estudiar en Atenas, á
donde le dirigió los libros de officiis. E n los idus de Marzo de 710,
es muerto César en el senado, vuelve Cicerón á tomar parte en los
negocios públicos, y viendo l a falsa conducta de Antonio, abandona
á R o m a y se decide á pasar á Grecia, Desde el camino retrocede á
instancias de sus amigos, y oponiéndose de lleno á los proyectos de
Antonio, se pone de parte de Octavio, y pronuncia desde Setiembre
hasta A b r i l de 711, las catorce filípicas ó discursos contra M . A n -
tonio. Unidos luego Antonio, Lépido y Augusto, Cicerón es com-
prendido en la proscripción y desistiendo de l a fuga que habia inten-
tado, y diciendo: M o r i a r i n patria smpe serrata, es degollado el 7 de
Diciembre, cerca de los 64 años de edad, por el c e n t u r i ó n Herennio
y Popilio Lenas, á quien habia defendido en una causa de parricidio.
Su cabeza fué colocada entre las dos manos, por orden de Antonio eu
los Rostros, ó tribuna pública de Roma.

6.° Adornado Cicerón de las dotes y talento de orador, tuvo la


suerte de recibir una instrucción bien dirigida, y de v i v i r eu una
ciudad, donde se ventilaban los intereses de todo el mundo, y en
circunstancias aunque difíciles, las mas á propósito, para que brillase
su elocuencia. A s i es que concurrieron á formar este orador, no solo
el talento natural y su erudición, sino tambieu las circunstanciag;
_ U 7 ~
que 1c ofrecieron un teatro brillautísimo y ocasiones las mas propias
para desarrollar sus facultades oratorias.
A l a diferencia de tiempos, lugares y oyentes debe atribuirse, l a
que se nota entre los dos mas célebres oradores de l a a n t i g ü e d a d ,
Demóstenes y Cicerón; s i n que pueda por tanto decirse á quien se
ha de dar l a preferencia. S i , como dice Quintiliano, fueron iguales
en l a invención, y solo se diferencian en el modo de espresarse,
siendo el uno mas conciso y el otro mas afluente; concluyendo aquel
con mas estrechez y este con mas amplitud; sin que a l uno se le
pueda quitar, n i al otro a ñ a d i r ; esto proviene de que el uno hablaba
á los griegos, ligeros y fáciles, para dejarse llevar de cualquier fá-
bula, y cuya pronta i m a g i n a c i ó n exigia giros vivos y r á p i d o s ; y el
otro se dirigia á u n pueblo grave y majestuoso, á quien convenia
preparar con movimientos calmados, con largos giros y diestras pre-
cauciones y con períodos armoniosos. Sobresale t a m b i é n Cicerón en
el arte de adornar y de conmover. E s mas variado en el estilo, y
aunque no iguala á D e m ó s t e n e s en l a fuerza de demostrar, le lleva
ventaja en l a de sondear todos los repliegues del corazón humano,
y sus máximas, sus digresiones morales y l a u n i ó n de l a filosofía
con l a elocuencia, tienen mas s i m p a t í a s con nuestra civilización y
costumbres.

LECCION 30.

I,0 C l a s i f i c a c i ó n de las obras de Ciceroit.—S.o Sus frag:-


meutos p o é t i c o s . — 3 . ° Sus obras r e t ó r i c a s . — 1 ° R e t ó -
rica dedicada á H e r e n n i o . — 5 . ° I>os libros de inventione
reihorka.—G.'> T r e s l i b r o s de oratore.—'í'0. Bruius ó de claris
o r a t o r i b u s . S . 0 Orator ó de óptimo genere dicendi.~9.0 Partitiones
oratorice.—íO.0 IÍOS T ó p i c o s . — í í . 0 De óptimo genere oraíorum,

1.° L a s obras que nos restan de Cicerón, que son l a menor par-
te, se clasifican comunmente en retóricas, oratorias, filosóficas y epis-
tolares.
•2.° Los fragmentos poéticos que tenemos de Cicerón, están re-
ducidos á l a mayor parte de l a traducción de los f e n ó m e n o s de A r a -
— 148 —
to; unos 80 versos de \o8proy/iáislicos: dos del Alciones: cuatro del
L i m ó n : quince del M a r i o : ochenta y uno del l i b . 2." de suo consu-
lafu y tres del 8.° E l verso: Cedant arma togx, concedat laurea
linguaí, y el tan criticado, «O fortunatam uatam, me consule, Ro-
j n a m » , unos creen que son de los libros do consulalu; y otros que
son de otros tres libros, que él mismo cita (lib. 1, epist. 9 ad fami-
liares) con el título dp. temporibus meis, y que quieren hacerlos
diferentes. Servio cita u n verso de una elegía de Cicerón con el tí-
tulo desconocido de TameJasiis. E n estos fragmentos, aun cuando
se nota mucha fuerza y se vislumbra el genio de Cicerón, sin em-
bargo estaba aun l a poesía muy distante de la perfección que ad-
quirió en los tiempos de V i r g i l i o y H o r a c i o ; sin que por eso deje-
mos de conocer su m é r i t o superior al de los poetas que le antece-
den. T a m b i é n se dice que corrigió el poema de Lucrecio.
3. ° L a s obras retóricas de Cicerón son pruebas muy eficaces de
que conocía la teoría de la elocuencia, así como tan felizmente la
practicaba. Se cuentan hasta ocho. Son lecciones sacadas de los me-
jores retóricos griegos, ó de la lectura de sus modelos y de la prác-
tica misma de la oratoria.
4. ° Rethoricornm ad Herennium U b r i I V , es una retórica sen-
cilla y clara con ejemplos muy bien apropiados, en un lenguaje
puro y en estilo natural y elegante. E s la retórica latina mas anti-
gua, y la que primero dió nombres latinos á las figuras. Se ha dis-
putado mucho sobre su autor, sin que sea fácil averiguar el verda-
dero. E n t r e diez ó doce, á quienes se atribuye, tienen mas probabi-
lidades J / . Antonio Gniphon y Q. Cornificio; pero aun s o b r e e s t é
se disputa, quien fué.
E l primer período y el fin de la obra prueban bastante, que no
es de Cicerón, puesto que en sus primeros años, cuando todos su-
ponen que la escribió, no es exacto que le ocupasen los negocios de
familia, y que dedicase el tiempo restante á la filosofía, de la que
sabemos no escribió hasta sus ú l t i m o s a ñ o s ; además de que nunca
entre los amigos, con quienes se ejercitaba, ni entre sus parientes,
nombra al tal H e r e n n i o ; y sin embargo, al fin de la obra se hace
m é r i t o de ambas relaciones de amistad y parentesco.
5. ° De moentiom rethorica U b r i dtio, es un bosquejo rudo é iu-
asiléis
Completo fonnado por Oicei-on en la juventud, en vista de los ciut-
denios escritos sobre las esplicaciones de sus maestros. Debió tener
presentes los libros á Herennio, ó el autor de estos las mismas espli-
caciones que Cicerón, por las semejanzas que entre ellos se notan;
aunque á veces en estos libros Cicerón amplifica y corrige, y otras
modifica con sus propias ideas las doctrinas de aquella obra. Estos
primeros escritos de Cicerón son, como la i n t r o d u c c i ó n á sus otras
obras sobre la elocuencia. E l mismo dice (lib. t i de orat., c. 2.) pue-
ris aut adolescentíbus nohis ex commenfariolis nostris inchoata ac r u -
dia exciderunt, vix hac ectate digna-, sin embargo tienen su utilidad
porque nos manifiestan las primeras ideas de Cicerón, que después
elevó á tan alta perfección, y contienen ademas ciertos pormenores
instructivos que no se hallan en las otras obras. Su estilo es mas bri-
llante y armonioso que el de los libros á Herennio, y ameniza la
aridez de los preceptos con rasgos de i m a g i n a c i ó n .
E n el primer libro se trata de la utilidad de la elocuencia^ de
sus progresos, abuso y estudio; del arte, de su oficio, fin y materia;
de la invención en cada uno de los géneros de cansas, y de las seis
partes del discurso, y de sus varios géneros, bellezas y defectos. E n
el segundo después de la introducción, en que refiere la elección
que hizo Tespis de cinco doncellas de los Crotoniatas para pintar
una bella Elena, se propone ampliar la doctrina de l a confirmación
y refutación, y trata del género judicial, de los varios estados de
las causas, de las controversias por escrito, y por iiltimo, del género
deliberativo y demostrativo.
6.° Los tres libros de oratore á su hermano Quinto, después de
una i n t r o d u c c i ó n cada uno, contienen un diálogo sobre el modo de
formarse el orador y sobre todas las partes de la oratoria. L o s 30
años que mediaron de l a obra anterior á esta, y los triunfos q u é
habia conseguido Cicerón con la elocuencia, bastan para que rece-
conozcamos l a inmensa superioridad de este diálogo.
Cicerón adopta esta forma, imitando mas bien la narrativa de
Aristóteles que la d r a m á t i c a de P l a t ó n , para destruir en cierto
modo la prevención que suele haber contra el que habla en tono de
maestro. Introduce á los ancianos L . L i c i n o Craso y M . Antonio, al
suegro de aquel Q. M u c i o Scévola el augur, y á los dos j ó v e n e s
0 . Cota y P . Sulpicío, que durante unos juegos públicos se retiran á
T ú s e n l o ; y después de haber tratado largameute de política, se pro-
ponen imitar á Hócrates, sentándose al pié de un p l á t a n o . Craso,
en cuya persona habla Cicerón, tomando por fundamento, no las
reglas de la retórica, sino los principios de la razón y el conoci-
miento del hombre, diseña el retrato del orador y la instrnecioa
que debe tener en todas las materias, en especial, en la filosofía y el
derecho. Antonio cuyas doctrinas representan las de Q. Tulio, com-
bate l a opinión de Craso, separa la elocuencia de las d e m á s artes, y
recorriendo las razones de éste, aduce débiles argumentos para pro-
bar que al orador le bastan conocimientos ligeros y la destreza en
bien decir. Scévola, que habia intervenido en esta parte, porque se
h a b í a tratado del derecho c i v i l , y que ya por su ancianidad, no es-
taba bien que se hallase presente á los chistes, se despide, con el
pretesto de la salud, para su hacienda de T ú s e n l o .
E n el segundo libro, después de la i n t r o d u c c i ó n y de fingir que
llegan Q . Catulo y J . César su hermano, A n t o n i o se encarga de ex-
poner l a doctrina de l a invención, los medios de mover y conciliar
los ánimos, los g é n e r o s de cansas, y el modo de aplicar á cada una,
lo que se dice en general. César manifiesta lo que habia observado y
aprendido sobre los chistes y sus diversos g é n e r o s ; y Antonio des-
p u é s habla de la memoria artificial y de sus r t f !as.
E n el libro tercero, después de lamentarse en la i n t r o d u c c i ó n de
la muerte de Craso; y en seguida de las de Catulo y de M . Antonio,
proscriptos por M a r i o , pone en boca de Craso la materia de la elo-
cución. Este, recomendando la u n i ó n de la filosofía y l a elocuencia,
puesto que no puede hallarse ornato en las palabras sin los pensa-
mientos, n i estos ilustrarse sin l a luz de las palabras, trata del modo
de decir en general, y de las virtudes de la elocución, pureza, clari-
dad, adorno y conveniencia, principalmente del adorno. E n s e ñ a , qué
palabras, figuras y tropos se han de usar, y aun los piés y medidas
que exigen el n ú m e r o y armonía, y por fin habla de la acción, del
ademan, del semblante y de la voz.
E s admirable el arte y la elegancia con que están escritos estos
tres libros, y la propiedad de carácter con que se distingue cada i n -
terlocutor. Tiene digresiones agradables, y la discusión es variada
cou citas de autores latinos y griegos, y con alusiones á los sucosos
del tiempo y á discursos de los mismos interlocutores. Algunas pro-
ligidadusy ciertos pormenores han perdido para nosotros su interés,
como la digresión de los chistes en el segundo libro; pero sorí
muy leves estos defectos en comparación de las innumerables be-
llezas. De U b r ü o r a t o r ü s facAum est a me diligenter: din multumqite
in manibus f u e r u n í , describas licet. ( A d . A t t . epist. 12, l i b . I V . )
7. " B r u h i s , SWB de claris oraforibus, del que ya hemos hecho un
rápido análisis, es un diálogo que tiene Cicerón con B r u t o y Atico,
sentados en una pradera junto á una estátua de P l a t ó n , sobre l a
historia de la elocuencia hasta su tiempo. E s un cuadro histórico en
que presenta la dificultad de la elocuencia, sus progresos y triunfos
con los principales oradores de la Grecia, y luego describe con ras-
gos particulares los de E o m a , desde L . J u n i o B r u t o hasta él mismo.
Su narración, aunque interrumpida algunas veces con regresiones y
réplicas, es animada y elegante y variada con algunos chistes y d i -
gresiones agradables, como de la p r o n u n c i a c i ó n propia de E o m a
(oap. 4G) del juicio del pueblo sobre el orador (cap. 49 y siguientes)
y del estilo ático (cap. 82). E l colorido es propio del asunto, y el
tono variado, de manera que se verifica que la elocuencia se describe
á sí misma. Este libro fué compuesto sobre el año 708.
8. ° Orator a d M . B r u t u m , sive de óptimo (jenere, dicendi, es otra
obra, compuesta por el mismo tiempo que el B r u t u s , en la que ex-
plica Cicerón el modelo ideal de u n orador consumado y perfecto,
cual acaso no existió nunca. S i en el segundo libro de inventione
rethorica, Cicerón, aprendiz de elocuencia, busca la belleza como
Zeuxis, tomando ejemplos de muchos escritores; aquí, cual maestro
ilustrado, propone la idea de lo bello en la oratoria, como u n mo-
delo al que debe conformarse el orador perfecto: I s e r ü i g ü u r elo-
quens, dice repetidas veces, q u e p o t e r ü p a r v a summisse, módica tem-
pérate, magna graviter dicere. Sienta inimevo: sene ¡ M o s o p h i a non
posse effici, quem qíuerimus eloquentem: trata de los tres principales
caractéres del estilo, y esplica cuál es el verdadero aticismo, presen-
tando á Demóstenes por modelo.
Tres cosas ha de mirar el orador, quid dicat, el que quidqtie loco,
el qiwmodo: la principal de estas partes es la elocuencia, que ha de
éto» i f)2 —«
aet acomodada para e n s e ñ a r , deleitar y mover; y debe ir acóiuptu
fiada de la acción, qttcé est q m s i corporis qwedam eloqtcentia, non
conslet e voce etique mola. Diversa es la elocuencia del filósofo, del
poeta, del historiador: hace varias observaciones sobre el decoro, las
figuras, los chistes y diversos estilos; y citando varios de sus dis-
cursos, encuentra poco meditados alg-unos pensamientos del de Ros-
cio Amerino. Debe el orador conocer la dialéctica, que viene á ser
una elocuencia cerrada: debe saber definir y estar instruido en las
d e m á s partes de la filosofía, y t a m b i é n en la historia. Trata luego
de las costumbres y pasiones, y de las figuras de palabras y de pen-
samiento. Pasa después á la composición ó colocación de las pala-
bras, y explica minuciosamente, aunque con elegancia, varias locu-
ciones y formas de las palabras, su buen sonido, el ritmo y la armo-
n í a del periodo. Busca el origen, la causa, la naturaleza, y el uso
del n ú m e r o oratorio, cuya discusión resume y completa este trata-
do, el mejor de Cicerón sobre la elocuencia.
9. ° Oratorimpartitiones es u n compendio de los demás libros
retóricos, en preguntas y respuestas entre el padre y el hijo. Hace
tres divisiones de su doctrina: l a facultad del orador, que compren-
de las partes de la retórica: el discurso, con su exordio, narración,
confirmación y conclusión; y l a cuestión finita é infinita con los
géneros de causas. Gomo carece de ejemplos, este tratado es algo
árido y oscuro para los que no han leído las d e m á s obras retóricas
de Cicerón. F u é compuesto en 708.
10. L o s Tópicos son u n compendio ó comentario de una obra
de Aristóteles sobre los lugares ó manantiales, de donde se sacan
los argumentos y pruebas. F u é compuesto por Cicerón en 710 en
eu navegación de Sicilia sin auxilio de libros; y como le dedica al
jurisconsulto Trebacio Testa, los ejemplos son tomados del derecho
civil.
11. De óptimo genere oratorum, es un tratadito incompleto, para
servir de prefacio á l a t r a d u c c i ó n , que hizo Cicerón, de los discur-
sos de Demóstenes y Esquines sobre la corona, y que se ha perdido.
Hace ver, que en la poesía caben diversos g é n e r o s ; mas no en la
elocuencia, que si admite mas y menos, t e n d r á diversos grados, pero
siempre en un mismo género. Su objeto en esta composición era
— 153 —
hacer ver, cuál es el verdadero estilo ático, y defenderse dé los qué
le motejaban de redundante y asiático.

1.° julseurso!* de Clcerou hasta el consulado.—«.o « i s -


cursos d e s p u é s del c o n s u l a d o . — 3 . ° IMIVrenda* por el
asunto y por el e s t i l o . — 4 . ° Cuales son los mas no-
tables.

I.0 L o s discursos ú oraciones de Cicerón son el resultado p r á c -


tico de las doctrinas que él mismo expone en sus obras retóricas.
Son la prueba mas incontestable de la perfección á que elevó la elo-
cuencia, por la que con razón, como dice Quintiliano, los hombres
de su tiempo dijeron que reinaba en los tribunales; y la posteridad
ha mirado el nombre de Cicerón, como el de la elocuencia ^nisma.
Délos muchos discursos que pronunció, han llegado á nosotros 5tí:
23 hasta el consulado inclusive, y 33 después; los que recorreremos
ligeramente.
I.0 E l discurso de P . Quintío contra S'ex. Nevío, versa sobre la
posesión de los bienes del primero, que Nevio alegaba haber obte-
nido por el edicto del pretor, á causa de una deuda, y no haberse;
Quintio presentado en juicio al tiempo señalado. Cicerón g a n ó esta?
defensa contra Hortensio ante el juez O. A q u i l i o . E l estilo es senci-
llo y muchas veces florido, lleno de figuras, amplificaciones y otros
adornos, producto de la imaginación juvenil de Cicerón, A ñ o 6 7 3 ,
2. ° L a primera causa criminal fué en defensa de Sex. Eoscio
Amerino, probando que no tuvo motivo n i p r o p o r c i ó n para matar
á su padre, haciendo recaer todas las sospechas sobre los acusadores,
y presentando por fin con los caractéres mas odiosos el poder y l a
avaricia de Crisógono. E l estilo es sencillo, pero son frecuentes las
sentencias, y abundan t a m b i é n los adornos por la vigorosa y fe-
cunda imaginación del orador.
3, ° E l año 678 defendió á Q. Eoscio el cómico, sobre intereses,
de resultas de haber sido muerto, por un tal F u l v i o , un esclavo que
C. Fannio Ckerea habia hecho c o m ú n con Eoscio, para que 1c ense-
U
— 154 —
áase sil arte, y mesen de los dos las ganancias. E l estilo os senciltd
Falta el exordio, el primer argumento y la peromcion'.
4.° Los siete siguientes son los discursos contra C. Conidio
Yerres, que después de pretor de liorna, liabia sido pretor de Sicilia
y era acusado por los de esta provincia de los muchos y enormes
crimenes con que les habia oprimido. Yerres trataba tic rehuir ¡a
acusación-: 1.° haciendo que aparentase ser enemigo suyo Q. Cecilio
Niger-que liabia sido su cuestor, y pretendiese entablar .la-acusa-
ción; 2.° dando largas al negocio hasta el año siguiente, para el
cual estaban designados cónsules sus amigos Q. Horteusio y C. Ce-
cilio Mételo, con. cuyo patrocinio esperaba salir á salvo. Mas Cice-
rón destruya sus planes, logrando con el primer discurso, titulado:
Divinatio, porque versaba sobre q u i é n habia de ser acusador, que
los jueces declarasen que le pertenecia á él y no á Cecilio; y con el
segundo, que Yerres: perdiese toda esperanza y se fuese al destierro.
D e s p u é s de haber recorrido Cicerón en 50 dias la Sioilia;y recor.
gido toda clase de: documentos y pruebas, vuelve á R o m a y conocida
la i n t e n c i ó n de Yerres,, en vez de exponer y amplificar sus crímenes
por el discurso, lo que necesariamente habia de durar mucho, tomó.,
el partido de: presentar y probar cada hecho de por sí, citandb. los
testigos, para que los examinase su adversario Hortensio. Este, des-
e n g a ñ a d o , aconsejó el destierro á su defendido; pero Cicerón, sin
embargo, compuso en su gabinete, como si continuase la acusación,
otros cinco discursos, que suelen llamarse libros, y 2.a acción. EL
1.° titulado de prcatura urbana, describe la vida pública^y privada
de Yerres antes de i r a l gobierno de S i c i l i a : el 2 " Siciliensis, eX'>
pone los crímenes de Yerres en el desempeño de la magistratura, en
S i c i l i a : el 3.° con el título de Frumentaria, contiene las dilapida-
ciones y l o s robos de Yerres en los granos y provisiones: el 4.° de:
>S%ws, trata de los muchos objetos artísticos, de pintura y escul-
tura, que se h a b í a apropiado, y es interesante para la historia del-
arte:, el 7.° de Suppicns, explica la avaricia^ degradación, liviandad
y crueldad de Yerres, contra la suposición que tal vez hacia Hor-
tensio, de que era u n buen general.
E h e s t i l o de estos discursos, es el templado en los primeros; el
sencillo e n los cuatro siguientes, aunque á veces se eleva en el
— 155 —

exordio y en algunos afectos del n." y en ciertas amplificaciones


del 5.° y Q ° ; y finalmente el copioso y vehemente en el 7.", donde
Cicerón despliega toda la fuerza de su elocuencia. A ñ o 684 .
11. E l 11.° es el discurso en favor de Fonteyo, acusado de co^
hecho después del gobierno de la d a l i a . N o existe mas que la refu-
tación y peroración. E l estilo es en parte sencillo y en parte me-
diano. A ñ o ()85.
12. E l discurso en favor de A . Cecina, es sobre una finca de la
herencia de su esposa Cesenia, que no quería entregarle Sex. E b u - '
ció. E l estilo es mediano en el exordio y sencillo en lo demás. A ñ o
685.
13. Cicerón era pretor cuando defendió en el a ñ o 688, contra
Hortensio y Catulo, la ley, M a n i l l a , que disponía se diese á P o m -
peyo el mando de la guerra contra M i t r í d a t e s , A pesar de repetir
que solo le mueve el bien de la república, se hace sospechoso de
querer ganarse el favor de Pompeyo por los exagerados elogios. E l
estilo es templado. E s uno de los mejores discursos. •, / :
14. P o r A . Cluentío A v í t o , p r o n u n c i ó Cicerón la defensa contra
su madre, mujer desalmada, que acusaba al hijo de haber envene-
nado á su tercer marido Opianico, hombre t a m b i é n muy perverso.
E l estilo es sencillo y florido en el exordio, en algunas narraciones;
y en l a peroración. A ñ o 688.
15. Cónsul ya Cicerón, p r o n u n c i ó los tres discursos contra l l u l o , .
que p r o p o n í a l a ley agraria, para que se distribuyesen los campos i
conquistados por el pueblo romano, entre los ciudadanos. E l 1.° que
existe, muy imperfecto, fué pronunciado en el Senado contra la>
venta de las rentas públicas, compra de territorio y establecimiento
de colonias. E l 2.° fué ante el pueblo, haciéndole ver l a injusticia é
i n u t i l i d a d de l a ley. E s muy notable el exordio, en que desvanece ,
las prevenciones del pueblo. Existe solo uno de otros dos discursos i
contra P u l o ante el pueblo: en él se defiende Cicerón de los t r i b u - .
nos, que le acusaban de favorecer l a posesión de las fincas vendidas
por Sila. E l estilo es sencillo en el 1.° y parte del 2.°; templado en
el exordio y peroración de este, y mixto en el 3."
18. P o r C . Rabirio, que fué acusado de haber muerto, 37 a ñ o s •
antes, á L . Saturnino, y condenado por los decenviros, apeló Cioe-
—m —
ron al pueblo; y el acusador Labieno disuelta l a primera junta, de-
sistió de la acusación. E l estilo es sencillo.
19. Cuatro discursos contra C a t i l i n a : el 1." en el Sonado, cuan-
do al i r á dar cuenta Cicerón del peligro y c o n j u r a c i ó n de Catilina
ve á este presentarse con descaro en el mismo Senado. Su estilo es
vehemente y copioso, y el objeto aconsejar á Catilina que salga de
R o m a . U n a vez fugado Catilina, mientras al dia siguiente se reúne
el Senado, arenga Cicerón al pueblo, c o n g r a t u l á n d o s e de tal suceso.
E l estilo es templado. Presentados y convencidos en el Senado va-
rios cómplices de Catilina, manifiesta Cicerón al pueblo, en el mis-
mo dia por la tarde, cómo se ha descubierto la conspiración, y le
exhorta á celebrar este dia con rogativas á los dioses. E l estilo es
templado. E n el 4.° discurso, da su dictamen al Senado, de que de-
ben ser muertos los conjurados que estaban presos. E l estilo es
templado. Estos discursos, y su efecto la destrucción de Catilina
constituyen l a principal gloria de Cicerón, quien el 5 de Diciembre
se v i ó obsequiado por todo el pueblo, con muchas aclamaciones y l u -
minarias, saliendo hasta las mujeres á los terrados para verle.
23. P r o L . MurcB7ia p e r o r ó Cicerón en c o m p a ñ í a de Hortensio
y M . Craso. Fué. tanto lo que t r a b a j ó Cicerón por esceder á H o r -
tensio, que debilitado con el cuidado y las muchas vigilias, aunque
logró la absolución, pareció algo inferior en l a defensa. E l estilo es
templado. E s notable l a gracia y destreza con que zahiere el rigo-
rismo de Catón, su adversario en la causa.
2.° • 24. P r o L . Placeo, á quien defendió en una acusación de
cohecho en el gobierno de A s i a . Vehemente en el exordio y la pe-
roración, es sencillo en lo d e m á s . A ñ o de 695.
25. P . Gorn. S i l l a , pariente del dictador, defendido, ya en otra
acusación por Hortensio, lo fué en la 2.a por Cicerón, de no haber
tenido parte en la conjuración de Catilina. E l estilo es sencillo.
A ñ o (592.
26. E n 693, defendió á su maestro Arquias, acusado por un tal
Craco, de que, no siendo ciudadano, se portaba como t a l ; y hace
ver, que aun cuando no lo fuese, debiera ser tenido por ciudadano-
en atención á su m é r i t o . E l estilo es templado.
27. Cuatro discursos que p r o n u n c i ó después de su destierro;
— ] 57 —
Pont redikim i n senalu; a d Quirites post redituni; pro domo sua a d
Pontífices; de H a r u s p i c u m responsis, han sido puestos en tela de
juicio, sobre su autenticidad, desde mediados del siglo pasado, pero
no son convincentes las razones de los que se los niegan á Cicerón.
E l estilo es á veces frió y oscuro; en general templado en los dos
primeros, y sencillo en los otros dos, escepto cuando se dirige contra
Clodio, que es vehemente.
81. C n . Plancio acusado de haber comprado los votos en la pre-
tensión del empleo de edil, fué defendido por Cicerón en el a ñ o
700. E l estilo es sencillo.
32. P . Sextio que t r a b a j ó contra Clodio, oponiéndose á las v i o -
lencias contra Cicerón, fué defendido en 698 de la acusación de pro-
mover alborotos. Sencillo en general su estilo, es vehemente cuando
se dirige contra sus adversarios.
33. Consecuencia de la oración precedente, es otra contra V a -
tinio, que habla sido testigo en ella. Cicerón ataca su conducta en
la cuestura y tribunado, por medio de interrogaciones continuadas,
por cuya causa lleva el titulo de interrogatio. E l estilo es elevado y
vehemente.
34. M . Celio, acusado de conato de envenenamiento á Clodio,
fué defendido en estilo sencillo y á veces festivo, pero l a peroración
procura con vehemencia mover á compasión. E s del mismo a ñ o .
35. E n este año defendió t a m b i é n Cicerón el derecho de ciuda-
dano de L . Cornclio Balbo, gaditano. E l estilo es sencillo, e l e v á n -
dose algo en el exordio y peroración.
36. E n el mismo a ñ o p r o n u n c i ó en el Senado el discurso de p r o -
vinciis consularibus, para que César continuase en l a Galia, y P i s ó n
y Gabinio sus contrarios cesasen en los gobiernos de Macedonia y
Siria, E l estilo es templado.
37. Vuelto Pisón á Roma, habia proferido varias injurias con-
tra Cicerón; y este p r o n u n c i ó después contra él una invectiva acre
y vehemente en estilo copioso y elevado. A ñ o 699.
38. Uno de los mas célebres discursos de Cicerón, es el que pu-
blicó pro T. A n n i o Milone. L e habia defendido en el tribunal, y
ahogada su voz por la gritería de los Clodianos y el aparato militar
que habia desplegado Pompeyo, no consiguió salvarle; y luego d i ó
— 10« —

á luz su discurso reformado, cuya lectura hizo decir al misino M i -


Ion: s i sic dixisses, non ederet m m Masñlúc- ptsces harhalos Milo,
E l estilo es noble y elevado.
39. R a b i r i o Postumo fué comprendido en l a " acusación de
A . Gabinio, que á pesar de ser defendido por Cicerón, fué condena-
do á volver cien m i l sestercios que habia recibido de Ptolomeo A u -
letes; y no alcanzando sus bienes á esta suma, C . M e m m i o acusó á
Rabirio de haber participado de ellos. E l estilo es en parte sencillo,
y en parte elevado. A ñ o 700.
40. E l discurso P r o M . Marcelo, en acción de gracias á César
por haberle indultado, es uno de los mas notables. E l estilo es ele-
gante y templado. A n o 708.
41. P r o Q. L i g a r i o a r e n g ó Cicerón en el mismo año, y consi-
guió que César lejmdultase de haber seguido á Pompeyo, á pesar
de lo muy prevenido que estaba contra él. E l estilo es sencillo,
aunque tiene pasages vehementes y p a t é t i c o s .
42. Deyótaro, tetrarca de Galacia y rey de la A r m e n i a menor,
acusado por un nieto y su m é d i c o , de haber querido atentar á k
vida de César, fué absuelto por éste, movido de la defensa que hizo
Cicerón en la casa del mismo César en 709. E l estilo es sencillo.
43. Catorce discursos políticos con el título de F i l í p i c a s i m i -
tando á Demóstenes, p r o n u n c i ó Cicerón desde el 2 de Setiembre de
710, hasta el 21 de A b r i l de 711. L o s mas notables por su estilo
elevado y vehemente, son el 2.°, el 10.° y el 11.°: los demás están
en estilo templado, menos el 1.°, en que domina el sencillo.
3.° L o s discursos de Cicerón, como se puede ver en la enume-
ración que hemos hecho, unos son de i n t e r é s público, políticos ó ad-
ministrativos, y otros de interés privado, civiles ó criminales. A u n -
que en todos ó casi todos hace uso Cicerón de los tres estilos, sen-
cillo, mediano ó templado, y~elevado ó - v e h e m e n t e ; sin embargo, el
ú l t i m o ó sublime domina en los discursos 7.° contra Yerres, 1.° con-
tra Catilina, contra V a t i n i o , contra P i s ó n , M i l o n e y en las Eilí-
picas 2.a, 10.a y 11.a, y en los exordios y peroraciones de Flaco y
Sextio, y en general siempre que se dirige contra alguno. E l estilo
templado domina en los dos primeros contra Yerres, f r o lege M a n i -
lia, en mucha parte del 2.° y 3.° contra R u l o , en los- tres últimos
— ] 59 —
contnt Catilina, pro Murcena,pro A r c k i a , posl rediium a d Quiriies,
d i n senatu, de provinciis considarihus, 2^ro Marcodlo y en la mayor
parte de las Filípicas. Pero en la 1.a de estas y en todos los demás
discursos, soliresale en general el estilo sencillo.
4.° L a s mejores oraciones de Cicerón son: ^ r o Milone, que A s -
conio Pediano llama la primera, y Qnintiliano l a mas bella y ele-
g a n t e ; ^ Marcello, p r o L i g a r l o , pro A r c h i a , p r o lege 3 I a n ü i a , \a 6.,
y 7." contra Yerres, la 2.n contra P u l o , las Catilinarias, y las F i l í -
picas, en especial l a 2.a que J u v e n a l llama divina. Son notables las
peroraciones de Pouteyo, Flaco, P i a n d o y Sextio.

LECCIOX 33.

1 ° F i l o s o f í a entre los r o m a n o s . — 3 . ° Clasillcacion de


las olbras flloséflcas de C i c e r ó n —a." Sus obras j n r i -
dicas y p o l í t i c a s —4.° Cuestiones a c a d é m i c a s , — 5 . ° 11-
l»ros de fínibus.—6.0 Cuestiones t n s c u l a n a s . — 7 . ° l>e na-
tura Deorum, de diviniiale, de f a t o . S . 0 De officiis, de senectute, de
amiciiia, p a r a d o j a s . — 9 . ° Fragmentos de otras oltras.

1. " L a ciencia filosófica en P o m a , aun en el siglo de oro, no


tiene importancia alguna. N i un sistema propio, n i una escuela mas
ó menos numerosa, encontramos en l a ciudad del Tibor. L o s jóvenes
romanos acudían algunas veces á Grecia, no á estudiar la filosofía,
sino á buscar en esta; ciencia fórmulas que les sirvieran para el estu-
dio de la elocuencia y del derecho.
2. " Cicerón en su juventud se aplicó al estudio de la filosofía,
porque la veia necesaria para sobresalir en la elocuencia. De aquí el
que se apasionase por la escuela académica. Pero cuando vio aho-
gada la libertad de la tribuna en manos de César, y retirado de los
negocios se dedicó á latinizar, digámoslo así, la filosofía griega, sus
opiniones se hallaban ya modificadas por, las doctrinas de las div.^r-,
sas escuelas, á escepcion de la epicúrea, que detestó siempre. Sus,
obras, pues, son traducciones libres, ó extractos é imitaciones, he-
chas con gusto y discernimiento, aunque no siempre con profundi-
dad, de libros griegos que la mayor parte se han perdido.,
— 100 -
A tres clases pueden reducirse estas obras, casi todas en diálogo-
unas en que es interlocutor el mismo Cicerón y trata magistralmeutc
las materias; otras en que introduce varios amigos que expongan las
opiniones de las diferentes escuelas; y otras en fin, que no presentan
especulaciones profundas, sinó un ligei'o desahogo sobre a l g ú n punto
particular de moral. A la primera clase pertenecen los tres libros de
officiis, los dos de divinatione, los cinco de f m i i u s , los tres de kffibus
y t a m b i é n los de república, aunque en ellos no habla Cicerón: á la
segunda, las cuestiones académicas, los tres libros de natura dcorvm,
el de fato y el primero y quinto d é l a s Tusculanas: á la tercera, los
otros tres libros de las Tusculanas, las paradojas, y los tratados de
senectute y de amicitia.
3.° L a primera obra filosófica de Cicerón es el tratado de repú-
blica, en seis libros. Conocida hasta el siglo X I , habia llegado á per-
derse, á escepcion de algunos fragmentos y de un episodio del sexto
libro que contenia el sueño de Scipion. Pero en 1822 Angelo M a i ,
bibliotecario del Vaticano, descubrió casi por entero, en un palimp-
sesto, los tres primeros libros y a l g ú n otro fragmento. E s un diá-
logo entre Africano el menor, Lelio, F u r t o , P h i l o , M . M a n i l i o , Spu-
rio Mummio y los j ó v e n e s Tuberon, P . Rutilio, y O. F a n n i o y Scé-
vola, yernos de L e l i o . Estos libros tratan: el 1.° de los principales
elementos de la constitución de los pueblos, estableciendo en el ca-
pítulo 45, como el mejor gobierno, el m i x t o de regio, aristocrático
y democrático; el 2.° describe la r e p ú b l i c a romana, y enlaza sus re-
cuerdos con digresiones sobre algunas ciudades de la Grecia; el 3.°
prueba l a utilidad de la justicia para gobernar bien, refutando las
razones contrarias alegadas por P h i l o . E l sueño en que Scipion, la
noche que llegó á la córte de Masinisa en Africa, cree ver á Africa-
no el mayor, que le revela su destino, parte de las leyes que gobier-
nan los cuerpos celestes y la eterna felicidad reservada á los justos
después de la muerte, es un trozo que descubre el idealismo que
dominaba la i m a g i n a c i ó n de los romanos y sus creencias sobre la
otra vida. A ñ o 700.
De los libros de legibus que t a m b i é n eran seis, existen tres: el
1.0 trata de las leyes en general; el 2.° sobre el derecho divino y la
r e l i g i ó n ; el 3.° sobre los magistrados; los otros tres trataban del
— mi —
poder ejecutivo, del derecho público y del derecho c i v i l . Oiceron ge
propuso introducir el principio filosófico en las leyes, y fundar es-
tas en l a divinidad y en l a naturaleza í n t i m a del hombre. Son i n -
terlocutores Oiceron, A t i c o y Bruto. Compuesto este diálogo en 702,
es de creer que no recibió la ú l t i m a mano; y a ú n que no se publicó
hasta después de muerto Cicerón.
4. ° Cicerón en 710 Labia hecho el elogio de l a filosofía en u n
libro titulado H o r l m s i u s , que no ha llegado á nosotros, (obra pre-
ciosa, cuya lectura, dice Si A g u s t í n , que le infiamó en l a contem-
plación de la verdadera filosofía), cuando escribió dos libros acadé-
micos con el título de los principales interlocutores Catulus y L u -
cuUus, para manifestar lo que él aprobaba de las diversas escuelas
filosóficas. Mudando después de parecer, y por complacer á V a r r o n ,
dedicó á este la misma materia tratada con mas estension en cuatro
libros, de los que solo existe el primero con a l g ú n fragmento de los
otros, así como el 2.° de l a 1.a edición, titulado L u c u l l u s . E n aquel,
Varron en una de sus granjas, explica á Cicerón y á Atico la anti-
gua filosofía griega desde su origen hasta P l a t ó n y la Academia: y
luego Cicerón expone loi? principios de la Academia nueva hasta el
fin del libro. E n el Lucullus, son t a m b i é n interlocutores Hortensio
y Catulo. Luculo combate la doctrina de los académicos, probando
la certidumbre; y en el cap. 20 Cicerón, movido de las palabras de
Catulo, contesta á las observaciones de L ü c u l o , y por fin en tan
grande divergencia de los filósofos, concluye desechando la eviden-
cia y certidumbre, y aprobando con Catulo y Hortensio l a probabi-
lidad y l a duda de la nueva Academia.
5. ° Cinco son los libros titulados de finihus lonorum et malorum
ad M . B r u t u m , es decir, del sumo bien y del sumo mal. E l diálogo
es en la granja de Cumas de Cicerón entre L . M a n i l o Torcuato, y
C. Triarlo. Torcuato defiende en el primer libro el sistema de E p i -
curo, que dice, consistir el sumo bien en el placer y el sumo mal en
el dolor: en el 2 ° Cicerón refuta toda la doctrina de E p í c u r o . L o s
libros 3.° y 4.° contienen un diálogo entre Cicerón y Catón en la b i -
blioteca de Luculo, donde rodeado Catón de libros estoicos, expo-
ne en el 3.° su sistema, que hace consistir el sumo bien en la v i r t u d
y honestidad; y Oiceron en el 4.° le refuta y expone los principios
—1(52 —

de los peripatéticos, que solo se difei'euciiilmn d é l o s estoicos enlag


palabras. E n el 5." libro la escena es en Atenas, donde Cicerón, su
hermano y su primo L u c i o y su amigo A t i c o enenentran á M . P a .
pió Pisón Calpurniano, el cual desenvuelve la doctrina de los perb
patéticos, que colocan el sumo bien en v i v i r conforme á la natura-
leza, siguiendo sin embargo la virtud. E n el cap. 8.°, Cicerón eu
boca de Pisón se refiere á los libros anteriores, sin acordarse que
P i s ó n no se habia hallado presente.
6. ° Qumstíones Tusculamv escritas en la granja de Túsculo de
Cicerón, están divididas en cinco libros, y tratan: en el primero de
contemmnda mortfi; en el segundo de tolerando dolorc; en el tercero
de mgritudim lenienda; en el cuarto de reliquis animiperlurlal/ioni-
bus; y en el quinto virtutem ab léate vivendum se ipsa esse conten*
tam. E l diálogo es entre M . y A . (magister y auditor, ó Marcus y
A t i c u s ) y contiene el resultado de las investigaciones de los griegos
sobre estos puntos de filosofía p r á c t i c a . E l primero y ú l t i m o libro
son los mejores, sin embargo que en toda la obra se ve un plan bien
imaginado, para buscar los medios de conseguir la felicidad, con
unidad en el fin, justicia en la división y variedad en las materias.
7. ° De natura Deorum es u n diálogo en tres libros: en el pri-
mero, C. Veleyo expone la doctrina de los epiciíreos sobre los dio-
ses, y Cota le refuta,- en el segundo, Q. L u c i l i o Balbo explica las
ideas de los estoicos sobre la d i v i n i d a d y l a providencia; y en el ter-
cero, Cota las refuta, y Cicerón concluye diciendo, que á Yeleyo le
pareciau mas verosímiles las opiniones escépticas de Cota y á él las
de Balbo. . . -
De divinatione, en dos libros, es una c o n t i n u a c i ó n de la obra
anterior: en el libro primero, se halla l a defensa de todo género d é
adivinación, así natural como artificial, según la doctrina de los
estoicos, y de otros filósofos, y en el segundo, Cicerón muestra lo
absurdo de toda esta doctrina, con una libertad que hace creer ó
que eran tales las ideas de la m u l t i t u d en Roma, ó que leian muy
pocos estos escritos.
Complemento de las dos obras anteriores es el libro de f a l o : en
él, Cicerón á petición de Hortensio expone su opinión, refutando las
doctrinas de los estoicos, que en toda la naturaleza veían una cons-.
— 168 —

tante y p e r p é t u a BÓVÍC de causaB, ligadas entre sí con una í n t i m a é


indisoluble nnion. Este libro, sin principio n i fin, con algunos cla-
ros en el medio, es de las obras de Cicerón que mas han sufrido de
la impericia de los copistas, lo que le hace frecuentemente oscuro y
poco arreglado.
S." De officüs U h r i tres, es un tratado de moral política y social
en el que se exponen m á x i m a s y preceptos comunes á todos los hom-
bres, pero con relación siempre á la vida pública, mas que á i a v i d a
doméstica. Cicerón le dedica á su hijo, cuando se hallaba estudian-
do en Atenas, en 710, y está compuesto según las doctrinas de au-
tores griegos, en especial, Panecio. E n el libro 1.° trata de lo ho-
nesto y de l a comparación de una cosa honesta con otra, prefiriendo
la que provenga de la j u s t i c i a ; en el 2.", de lo ú t i l y de l a compara-
ción de una utilidad con otra, dando preferencia á la mayor, siem-
pre que sea honesta; y en el 3.°, de la c o m p a r a c i ó n de lo ú t i l con lo
honesto, anteponiendo siempre lo honesto, conforme á la m á x i m a de
los estoicos, de trahere a l i q u i d alteri, et hominis incommodo smmi
augere commodum, magis est contra naturam, qiiam mors, quam do-
kr, quam ccetera generis ejusdem: est vero secundum naturam p r o óm-
nibus gentihus, s i fieripossit, conseiwandis aut juvandis máximos la-
bores molestias .que suscipere.
Gato major seu de senectute, es un diálogo dirigido á Pomponio
Atico, en el que introduce á Catón enseñando á Scipion y á L e l i o á
llevar con resignación las incomodidades de l a vejez, y haciendo
ver que no son verdaderos males los que se achacan á esta edad, so-
bre todo, cuando ha sido precedida de una juventud bien arreglada.
Lcelius sive de emiieitia, es otro diálogo dirigido t a m b i é n á A t i -
co, en que refiere la conversación que Q. M u c i o Scévola decia haber
tenido C. L e l i o con él y con el otro yerno Eanuio, sobre la amis-
tad. Lelio, pues, hace ver que el origen de la amistad no ha
sido l a necesidad, sino el amor á la v i r t u d , ú n i c o fundamento
de la amistad verdadera, la cual nunca puede hallarse sino en-
tre los buenos, que se conforman en el génio y otras prendas natu-
rales. E n esta obra, como en la de los deberes, se atiende mas á las re-
laciones políticas, propias de hombres de Estado, que á las i n d i v i -
duales y que forman la amistad en un sentido moral.
— 1G4 —

P a r a d o x a , son seis proposiciones de l a ñlosofia estoica dirigi(las


á M . Bruto, qvie annque académico en la teoría, era estoico en la mo-
ral. Son ejercicios oratorios mas bien qne disertaciones filosóficas;
ó mejor dicho, una mezcla de filosofía y de oratoria. Versan sobre
puntos qne parecen e x t r a ñ o s y contrarios á la opinión general v. gi
Quod honestwn sif, i d solnm honum esse; i n quo virtus sil, ei nihil
deesse a d heate vivendum.; (vqualia esse peccata el recle facía-, omneni
slullum insanitc; solum sapienlcm esse libenmi el omnem slidlum ser-
vam: solum sajñenlem esse divilem.
9.° Existen fragmentos y los títulos de otras varias obras de
Cicerón: de g l o r i a l i h r i dúo, que existia aun en tiempo del Petrarca.
Oeconomicorum l i b r i Ires. Prolagoras ex Flalone. De jure cipüi in
arlem redigendo. De auguriis. A i . Calo seu laus M . Calonis. De con-
solalione. De suis consiUis, De virlulibus. Chorographía. Timceus ex
Plalone,

LECCION 33.

1.° E p í s t o l a s de Clreron, — 3.° Claslflcacion por el


asunto y por el estilo.—3.° M é r i t o de estas eartas.—4.°
Sus c o l e c e l o u e s . — 5 . ° Romanos, cuyas cartas se hallan
entre las de C i c e r ó n . — 6 . ° Imitadores de C i c e r ó n .

I,0 L a s epístolas de Cicerón son el retrato mas fiel de su carácter


y de sus sentimientos, porque no solo nos presentan el ciudadano,
sino t a m b i é n el hombre privado en la í n t i m a confidencia de la amis-
tad. Bajo este punto de vista son sus cartas de un interés inmenso,
así para conocer las costumbres é ideas de los romanos en la vida
privada, como para estudiar las causas de los principales sucesos de
aquel tiempo. Nepote dice de las cartas dirigidas á A t i c o : qurc qui
legal, non mullum desideret hisloriam conlexlam illortim lemponm.
Cicerón siguió con sus amigos, y aun con el senado una larga cor-
respondencia, que después de su muerte recogió y publicó su liberto
T i r ó n . Como no pensaba que p o d r í a n ver a l g ú n dia la luz pública,
descubre Cicerón sus debilidades y sus virtudes, sin género alguno
¿e recelo, y con aquella corrección y pureza de lenguaje que carac-
teriza todo sus escritos.
2. " Son muchas las cartas de Cicerón y versan sobre variedad
de asuntos. Su mejor clasificación es, por razón de las personas: en
cartas públicas, ó sean de oficio al Senado ó á los cónsules, y en car-
tas de amistad: y por el asunto en políticas, sobre negocios de la
república, y familiares, ó sean gratulatorias, comendaticias, de peti-
ción, consolatorias, de aviso y de acción de gracias, según el objeto
de cada una. E l estilo en general conciso, fácil y elegante, varía
también según las personas y el asunto. Unas son festivas, en que
se chancea con gracia y agudeza; otras graves y sérias, en que trata
cuestiones importantes: unas llevan sencillez en estilo y lenguaje, y
otras manifiestan mas estudio y están mezcladas de griego; unas
tieuen el carácter de meras conversaciones, y otras dan cuenta de
los negocios públicos con todo el órden, precisión y nobleza que
exige l a dignidad de los cónsules ó del Senado, y el interés del
asunto.
3. ° L a s cartas de Cicerón tienen todos los caractéres de este g é -
nero de escritos: decentes con los amigos, corteses con los inferiores
ó estrafios, y respetuosas con los superiores, observan siempre el de-
coro conveniente, y pueden servir de modelo por su naturalidad y
por la delicadeza de la espresion. Son rocomendables por la clari-
dad y elegancia, aunque á veces el estilo demasiado ático y ciertos
giros y locuciones familiares suelen ofrecer dificultad á los que no
conocen bien el l a t í n , prescindiendo del uso frecuente del griego, en
especial, en las cartas á A t i c o . E s célebre la epístola 12 del libro 5.ü
ad familiares, en la que rogando á Luceyo, que escriba la historia
de su consulado, manifiesta su vanidad á la par que su elocuencia;
como t a m b i é n la 5.a del libro 4.°, que le escribe Serv. Sulpicio Rufo,
para consolarle de la muerte de su hija.
4. ° Cuatro son las colecciones en que están distribuidas las
cartas de Cicerón y las de otros sugetos, que u n i ó á ellas T i r ó n . L a
primera, titulada epistoke a d familiares ó ad diversos, contiene
421 cartas, colocadas en diez y seis libros, sin mas órden que el de
las personas ó del asunto, sin cuidar de las fechas. Todas son pos-
teriores al consulado: cinco antes del destierrOj otras cinco durante
—16(? —

e l destierro, y las demás después de su vuelta á Roma. Algunas son


dirigidas á Cicerón por sus contemporáneos. Todas las del libro 8"
son de Celio á Cicerón: las del 13 son de r e c o m e n d a c i ó n ; las del 14
son para su esposa Terencia, y las del Ifi para T i r ó n , escepto una
que está dirigida á su hermano Quinto.
L a segunda colección contiene 396 cartas ad Atticum, divididas
t a m b i é n en 16 libros, pero dispuestas con mas orden cronológico.
Nueve son anteriores al consulado; las d e m á s son desde el año 693
hasta fin de 710. N o todas tampoco son de Cicerón, n i todas van
dirigidas á A t i c o .
L a tercera colección es de 29 cartas á su hermano Quinto, dis-
tribuidas en tres libros. Algunos sábios han procurado restablecer el
orden cronológico en estas tres colecciones para hacer mas intere-
sante su lectura, y en 1808 salió á luz en H a l a una edición hecha
por M . Schtüz, profesor de Jena, en seis tomos en 8.°
L a cuarta colección, en u n solo libro, se titiúaojiisfo'la' ad B n d w n ,
y tiene 18 cartas, entre las cuales seis son de Bruto á Cicerón, y una
del mismo á A t i c o . Todas son posteriores á la muerte de César. Hay
t a m b i é n un apéndice con cuatro cartas á B r u t o y una de este á Cicerón.
5.° Los corresponsales de Cicerón, de quienes se hallan cartas
entre las suyas, son su hijo M . T u l i o , de quien dice M . Séneca, que
solo tenia del padre l a urbanidad, y que habia perdido la memoria
por los escesos del v i n o : su hermano Q. Cicerón, de quien tenemos
t a m b i é n una memoria con el titulo de petitione consulatus, dirigida
á su hermano, cuando p r e t e n d í a esta dignidad, y un poemita en
v e i n t i ú n versos sobre los signos del Zodiaco: M . Antonio, L . Corne-
lio Balbo, de Cádiz, que fué cónsul en 714: C. Oppio; A . Pompeyo
B i t h í n i c o : D . J u n i o Bruto, M . Bruto y C, Casio; A . Cecina; J . Cé-.
sar; M . C a t ó n ; M a n i ó C u r i o ; Dolabela; Ser. Sulpicio Galba; A , Hir-
ció; P . Lentulo Spinther; M . E m i l i o L e p i d o ; L . Luceyo; C n . Pom-
peyo M a g n o ; M . Marcelo; C n . M a c i o ; Q. Mételo Celer; Q. Mételo
Nepos; Ser. Sulpicio Rufo; C. Asinio P o l i o n ; C. Trebonio; P . Vati-
nio; Trebacio y L . Munacio Planeo, á quien va dirigido casi todo
el libro 10, sobre cosas de l a república. De todos estos puede decirse
lo que el Diálogo de los oradores juzga de los contemporáneos de
Cicerón: que aunque todos tienen su c a r á c t e r : ó m m s tetmen eamdew.
sanitatem eloquentiw ferunt; ut s i omnium pariter libros i n manum
sumpsma, q m m v i s i n diverms i n g e n ü s , seias esse quamdam j u d i e n
ac voluntatis sifnilitudimm el cognatiomm.
6." Cuando, después de la restauración de las letras, había tanto
empeño en los siglos X V y siguientes, en cultivar la lengua latina,
hubo algunos sabios que dieron en l a m a n í a de imitar tan ciega-
mente á Cicerón, que no t e m í a n á trueque de conseguirlo, apa-
recer gentiles y aun herejes en el lenguaje, despreciando las sagradas
escrituras. Usaban de las frases: Déos mperos manesque placare por
peccata remitiere; aqua et i g n i interdicere por excommunicare: y otras
por este estilo. Distinguiéronse entre otros imitadores de Cicerón,
Pedro Bembo, llamado simia Ciceroñis, Cristóbal Longolio, M a r i o
Nizolío, Paulo Mauucio, A n t o n i o Agustín y L á z a r o Bonamico, quien
decía: se magis veili loqui, ut Cicero, quaríi essepontificem romanum.
Nosotros, sin embargo, teniendo presente lo que el mismo Cicerón
dice de Craso y Scévola; (de el. orat. 40) Gum omnis v i r t m - s i i me--
cliocritas, médium quiddam volelant sequi, imitemos en lo posible eP
estilo de Cicerón, pero sin olvidar, que n i este escribió de todo, ni1
pudo eximirse tampoco de defectos 'en estilo y lenguaje. Sus mis-'"
mos contemporáneos, unos le hallaban débil y flaco, otros iibíC y
enervado, y algunos demasiado hueco, pomposo y poco ático,-
y no pueden dejar de notarse los muchos períodos que terminan por
el esse videatur; así como los descuidos que algunos bautizan con éP
nombre de sínquisis ú otras figuras, y en realidad son verdaderos
solecismos. De esta clase son el i i s temporihus, qum tu criminaris, m
ipsius quidem judicio i n civinm romanorum jure esse versatum, del
discurso pro A r c h i a , donde el quee, debe ser queis ó ha de suplirse'
dicens; y el ñeque M solum que principia un período del discurso
primero contra Catilina, en el cual despueá de varias oraciones i n -
cidentes, dice, eosdem facile adducam, etc. Algunos- para remediar
esto, inventan una p u n t u a c i ó n á su gusto, y al h i le suplen el verbo
anterior c l a m a n t , í o que es bastante violento. E n la epíst. 9 del l i -
bro 1, ad familiares dice: itaque ejus omnietgratia, qum summa ééif
ei opihus, quas intelUgis esse m á x i m a s , sic fruor, i d meis, donde el;
omni seguido del et lo mismo se refiere A grafia que á opibus, y n o '
concierta con este ú l t i m o .
— 1(5B —

1.° Cuarta ©dad de la l i t e r a t u r a l a t i n a — 3 . ° C*éneros


p o é t i c o s que c o m p r e n d e . — 3 . ° Causas de l a decadencia
de la poesía.—4.u Pliedro y sus f á b u l a s . — 5 . ° Su c a r á c -
t e r . - 6 . ° Su estilo y terslflcaclon.—Tf.0 Moralidad y
utilidad de sus f á b u l a s .

1.° Hemos recorrido el brillante p e r í o d o de la virilidad de la


literatura latina, que forma su siglo de oro. Hemos visto como la
poesía y la lengua, pobres aun, ásperas y materiales en Catulo, han ,
llegado á ser ricas, melodiosas é inspiradas en V i r g i l i o , Horacio y
en los elegiacos. Augusto protegiendo á los hombres de talento, y
procurando atraer por su medio á los romanos al tranquilo y dulce
sosiego de las musas, no pudo sin embargo lograr que l a poesía, ele-
vada á su mayor perfección con el estimulo de su liberalidad, se con-
servase mucho tiempo en la línea del buen gusto. E l esceso de refi-
namiento y delicadeza que dicen motejaba en su favorito Mecenas,
y l a agudeza de ingenio y la pueril abundancia de adornos y porme-
nores de Ovidio, nos presentan ya el g é r m e n de la decadencia que
hace inclinar la poesía, a p r o x i m á n d o l a á su vejez. P o r otra parte con
l a opresión y t i r a n í a del suspicaz Tiberio (14-37), la brutalidad de
Calígula (37-41), la imbecilidad de Claudio (41-54), y la bárbara
crueldad de N e r ó n (54-68), cambia enterameate la faz de Roma,
degeneran las costumbres, y las letras enmudecen. N o obstante, en
el imperio de N e r ó n que se precia de hombre de talento y de artis-
ta, la literatura respira; y protegida después del r á p i d o reinado de
Galba, O t ó n y V i t e l i o (69), por Yespasiano (69-79) y T i t o (79-81),
presenta, aunque alterada ya y caida, u n aspecto varonil todavía y
de fuerza, que contrasta con la corrupción y despotismo de Domicia-
no (81-96); pero que no puede ya sostenerse á pesar de la justicia y
erudición de N e r v a (96-98) y de Trajano (98-117). C o n razón, pue^
se ha dado á esta edad el nombre de v i r i l i d a d provecta ó vejez i a -
minente.
i— 1(59 —

L a lengua au.nent.x i i % palubms; poro pierde macho cíe pureza


y elegancia. H a b i a n afluido á Roma muchos íbrapteros, y aun ha-
bían entrado algunos cu el Senado; y la adulación, único medio de
medrar, abusó de muchas palabras, v. g. ccéíebtis, d i v i n m : usó de
muchos abstractos, v. g. par rilas mea, mediocriias n v a : se introdu-
geron en la prosa palabras y frases poéticas, y en la poesía se adop-
taron otras. (1)
2.° Son cultivados en esta edad los géneros didáctico, épico y
epigramático.
8.° L a s causas de la decadencia de la poesía se ven: I.0 en la
falta de libertad bajo emperadores, que solo gustaban de oir lison-
jas y bajas adulaciones: 2.° en la completa corrupción de las cos-
tumbres, hasta el punto de ser objeto del odio del príncipe, el que
se d i s t i n g u í a por su honradez: 3.° en la indiferencia y el escepticis-
mo que se apoderaron de todos y que tanto se oponen á la inspira-
ción p o é t i c a : 4.° en la depravación de la lengua por l a afluencia de
extranjeros á R o m a : 5.° en la mala dirección de los talentos en las
escuelas de los declamadores, donde se buscaba el falso sublime y
se a d q u i r í a u n entilo afectado y redundante: 6.°^ en el poco estudio
de los buenos modelos, dejándose llevar de la pueril afectación de
novedad, y de l a empalagosa difusión en tocar los mas p e q u e ñ o s
pormenores: 7.° en las lecturas públicas, adonde se asistía por c o m -
promiso, y solo se iba á dar aplausos, aunque no se mereciesen;
lecturas que empezaron con Asinio Polion en tiempo de Augusto y
pudieron ser útiles bien dirigidas, pero que solo sirvieron para ace-
lerar l a corrupción, l a cual llegó á su colmo en tiempo de Domicia-
no: y 8.° en l a instabilidad y sucesiva mudanza de las cosas h u m a -
na^, que no pueden descansar mucho tiempo en la-cumbre d é l a
perfección. N o obstante, algunas veces los emperadores aparentaron
proteger las letras; y algunos, como Vespasiano y Trajano, quisie-
ron oponerse á la decadencia con escuelas y bibliotecas p ú b l i c a s ;

(1) v. g. prcemia por spoli.i; limen belli: cíaudw naves: opas haber'é; se cambió el
tigniílcadú: v. g.: cegrittido aplicáncluUi al cuerpo; funwsns, tomándola, enbuena parle:
se mudó la terminaciom.v. g.: corporulis, por corpóreas, piror por viriditas, orienlaUs
P^r orieiis; se varió el régimen; v. g.: oersari ciroa rom por í n re, egredi arbem, por
urbe, benodicere qaetvquam por cuiqaam,

n
— 170 —
pero estando ya muy avanzado el gusto eu la pendiente de la cor-
rupción, todo era i n ú t i l para sostenerle y evitar una depravación
completa.
4. " Phedro, nacido según dice en el p r ó l o g o del libro 3."
qmm P i e r i o mater enixa est jugo, en el monte Pierio, entre Macedo-
uia y Tesalia, aunque otros quieren hacerle de Tracia, fué liberto
de Augusto; sin que se sepa como vino á ser esclavo, ni como con-
siguió la libertad. E s de creer que la mereciese por su talento y cos-
tumbres; como t a m b i é n , que pasando por muchos padecimientos y
persecuciones, como él dice, llegase hasta los primeros años de Ne-
r ó n . Habiendo alcanzado á los poetas del siglo de oro, viene á ser
Phedro el poeta que enlaza las dos edades de oro y de plata. Deseoso
de alcanzar gloria y eternizar su nombre, se dedicó al género de
poesía que halló intacto, y siguiendo las huellas de Esopo, compuso
noventa y tantas fábulas distribuidas en cinco libros, dedicando el
tercero á Particulon y Phileto, libertos y favoritos de Claudio. Des-
pués de los cinco libros suele hallarse u n apéndice con otras cinco
fábulas.
5. ° Phedro, llevado del cálculo mas que de su genio, con no mu-
cha i m a g i n a c i ó n , nos presenta un c a r á c t e r i n g é n u o , pero lleno de
vanidad, que á l a envidia y persecución de sus enemigos políticos
y literarios, opone á cada paso su m é r i t o y su escesiva confianza en
eternizar su fama. Conociendo mejor á los hombres que á los ani-
males, aplica á estos, lo que ha pensado ó mas bien ha visto pasar á
sus ojos. De aquí es que muchas veces no es exacto en los instintos
de los animales, y que suple l a falta de i m a g i n a c i ó n y de originali-
dad con su ingenio y buen gusto en la disposición. Se aprovecha de
las a n é c d o t a s de su tiempo, ó de lo que ha leido ó visto, y por esta
razón es á veces mas bien un narrador que u n fabulista,
6. ° E l estilo de Phedro es variado, por lo c o m ú n sencillo, ele-
gante, gracioso y algo estudiado. L a forma d r a m á t i c a y la exactitud
de los diálogos le dan mucha a n i m a c i ó n , y la riqueza y concisión
le hacen agradable, pero t a m b i é n oscuro. Sobrio en el uso de imá-
genes, metáforas y epítetos, elegante y armonioso en la dicción y en
l a estructura de sus yámbicos, manifiesta por el gusto de la eleccioü
que pertenece aun al siglo de Augusto, pero uo por eso pudo pre-
— 171 —
gei'varse d e l deseo de novedad, de la violencia de algunas palabras,
de giros singulares, de cierta afición á dicciones antiguas ó poco
usadas; todo lo cual era de moda y propio ya de la decadencia. De
este género son rdiqui-a-orum, a r a m u m , imputare, por pedir que se
nos agradezca una cosa, vescor con acusativo, longitudo colli por
colwn longum, sola improMtas, calamitas tua y otros abstractos, ne-
nioricultrix, potrix y otras.

7.° ExémpUs continetur JEsójñfféñús,


JSÍec a l i u d quidquaiJiiwrfa'bellas gimritur,
Quan corrigatur erro?- ut morfalium,
Acuatque sese d ü i g e n s industria. Prolog, libro 2.°
Contener á los hombres por medio de ejemplos disfrazados, cor-
regir sus errores y estimular su diligencia é industria; he aquí el
objeto de Phedro. P a r a conseguirlo combate los vicios c o n t e m p o r á -
neos, haciendo alusiones aun á los poderosos y ricos, como á Seya-
no, favorito de Tiberio y aun á este mismo, por ejemplo en las r a -
nas a l Sol, y en las ranas que piden u n rey, y en el hombre y el
asno. Otras veces da lecciones interesantes, recomendando la v i r t u d
ó censurando los vicios de todos los tiempos, como se puede ver en
casi todas sus fábulas.
Reconocido el m é r i t o de Phedro es mas de e s t r a ñ a r que solo ha-
gan mención de él entre los antiguos M a r c i a l y Aviano. Sus fábulas
desconocidas hasta el siglo X V I fueron salvadas por casualidad del
saqueo de una biblioteca, y vinieron á manos de Pedro P h i t o u que
las publicó en 1596, verificándose asi los vaticinios de Phedro sobre
su inmortalidad.

IÍECCIOÜV 35.

1 0 Lucio Auneo S é n e c a . — 3 « Su moralidad.—3 ° T r a -


srediasi aue se le atrilbujeM.—4." A n á l i s i s del Edipo.

I.0 L . Anneo Séneca el filósofo, hijo de Séneca el retórico, na-


ció en Córdoba el año segundo de J . C , y fué llevado de muy j ó v e n
á Roma por su padre, á quien tuvo t a m b i é n por maestro, junta-
— 172 —

üiente con los filósofos estóicos Atalo, Socion y Pnpirio l^abiauo v


el cinico Demetrio. Aficionado mas á la filosofía que al ¡ule óralo
ria, por consejo sin embargo de su padre, se dedicó t a m b i é n á esta
y la ejerció en los tribunales, hasta que el furioso Oallgula, que
aspiraba á la gloria de primer orador, quiso privarle de la vida. L ¡ .
bráronle sus amigos, haciendo creer al Emperador, que por su coa-
testura y mala salud morirla muy pronto; y Séneca p r o c u r ó evitar
toda ocasión de darle celos. E j e r c i ó no obstante la cuestura, peroea
el primer año del imperio de Claudio fué complicado por Mesalina
en la acusación de J u l i a , hija de G e r m á n i c o , y desterrado á Córce-
ga, donde pasó ocho años.
A g r i p i n a , segunda esposa de Claudio, le hizo llamar para confiarle
l a instrucción de su hijo N e r ó n . Desem p eñ ó el cargo de pretor y ob-
tuvo los honores de cónsul. Mientras N e r ó n siguió sus consejos, se
m o s t r ó virtuoso y prudente; mas separado de ellos, así como quitó
la vida á su propia madre, asi t a m b i é n hizo morir á su maestro, sin
que le valiese la precaución de ofrecerle sus inmensas riquezas, n i el
evitar la sociedad con el retiro. Complicado por N e r ó n en la cons-
p i r a c i ó n de P i s ó n y recibida la órden de morir, h a b l ó á sus amigos
con un valor heróico y se m a n d ó abrir las venas; mas corriendo la
sangre con mucha lentitud, y no obrando con actividad un veneno
que le p r o p i n ó su módico, á cansa de su debilidad y de la modera-
ción que siempre habia observado en el alimento, se hizo conducir
á un b a ñ o donde m u r i ó ahogado del vapor, á los G3 años de edad.
S u esposa Paulina, disuadida primero y después animada en vista de
su firmeza, se hizo t a m b i é n cortar las venas; pero N e r ó n dió órden
que se las vendasen y vivió algunos años.

2.° L a moralidad de Séneca ha sido puesta en tela de juicio cu


a t e n c i ó n á su lujo y grandes riquezas, á las pocas pruebas que dió de
haber detestado el parricidio de su alumno, y á otras debilidades
mas ó menos ciertas. Pero manifestándonos él mismo (epist. 108) la
moderación de su vida, y llamándole nuestro, es decir cristiano,
Turtnliauo, San J e r ó n i m o y otros, por la pureza de sus costumbres^
deberemos mirarle como uno de los filósofos gentiles m á s virtuosos
y dignos de a d m i r a c i ó n , siquiera por las pruebas de valor y traa-
(¿nilidad de á n i m o que dió en su muerte. E s verdad que en su
— 173 —

tiempo la v i r t u d era como un bello ideal, sobre el que se discutia


coa facilidad, á la vez que se reconocía la casi imposibilidad de
practicarla. De aquí la m e d i t a c i ó n de la muerte en medio de las
pompas de la vida, y el elogio de la pobreza en medio do la opulen-
cia, en todo lo cual, unido á la abundancia estudiada de m á x i m a s ,
á las frases cortadas, á esos bruscos contrastes é inesperadas a n t í t e -
sis de Séneca, se nos presenta la degradación y fatigosa inquietud
de Eoma, que fluctúa entre los recuerdos de la libertad y el abati-
miento de la esclavitud. Y a veremos esto al tratar de su filosofía.
0,0 Diez tragedias con los títulos de Medea, Eippóliio, A y a -
memnon, las T r o y m a s , Hércules furioso, TMestes, las Phenicias ó la
Thehaida, incompleta, el Edipo, Hércules en el monte Oela y Octavia,
se atribuyen generalmente á Séneca el filósofo; aunque algunos
quieren que sean de cuatro, ó cinco manos. Otros las hacen de la
familia de los Sénecas, á escepciou de la Octavia, distribuyéndolas
entre sus individuos, M . A n n é o Séneca el retórico, padre, L . A n -
néo Séneca, el filósofo, y M . Anneo Mela, hijos, y M . Anneo L u c a -
no hijo de este. D é l o s dos primeros trataremos mas adelante; aho-
ra bástenos saber que P l i n i o , Quintiliano, y T á c i t o hacen mención
de los poemas del filósofo, y si no le tratan de poeta, es sin duda por
el poco m é r i t o que tiene relativamente á sus numerosas obras de
prosa. Por otra parte vemos en estas tragedias el mismo estoicis-
mo, las mismas sentencias en boca de sus personages que en los
libros filosóficos.
Estas tragedias 110 se compusieron para ser representadas, sino
para ejercitarse en el arte oratorio, como lo aconsejaban los retóri-
cos; ó tal vez se destinaban á las lecturas p ú b l i c a s . A s i se nota la
falta de plan y de i n t e r é s : no hay ligazón entre las escenas, n i pre-
paración en los acontecimientos: la intriga se desenlaza á veces en
el primer acto, á Aceces en el segundo, y sin embargo se prolonga la
pieza hasta los cinco actos. Carecen de acción y abundan de des-
cripciones y declamaciones: á cada paso se encuentran pensamien-
toe atrevidos y sentencias profundas; pero llenas de énfasis y de
exageración. L o s personages todos piensan, obran y se suicidan,
como filósofos estóicos. E n vez de caractéres, nos presentan situa-
ciones violentas y escepciouales, según el gusto de los declamado-
— 171 -

res: y describen ciertos estados del alma, en que sin graduar el in-
terés, solo se procura causar fuertes emociones, que esciten el terror
ó la compasión.
E l estilo de estas tragedias es por lo regular pomposo é inchado.
E n las sentencias hay laconismo, y á veces, sublimidad; pero los
discursos y disputas filosóficas, de que tanto abundan, llevan el ca-
r á c t e r de l a declamaciou, y el esceso de adornos y de exageración
las hace frias y cansadas. L o s caracteres son uniformes y no hay di-
ferencia de hombres á mujeres, sino en ser aquellos algo mas fuer-
tes. Se encuentran sin embargo sentimientos bien espresados y ras-
gos verdaderamente trágicos. E s muy notable el final del coro del
2.° acto de la Medea, el cual predice el descubrimiento del nuevo
mundo. Venient etc.
4.° E m p i e z a E d i p o por unadeclamacion sobre los iuconvenientes de
la dignidad real, y por una descripción de l a peste, en l a que des-
ciende á los mas minuciosos incidentes. Yocasta hace otra declama-
ción sobre l a firmeza que deben tener los reyes, y E d i p o otra des-
cripción sobre l a Esfinge, de quien, dice, viene la peste. Sigue el
coro y describe t a m b i é n l a peste. Acto 2." L l e g a Creon de Delfos,
y después de un breve diálogo con E d i p o sobre el oráculo, hace una
descripción del'templo, de l a fuente Castalia, y de su propia agita-
ción. E l oráculo, como todo, es ambiguo: E d i p o invoca á los dio-
ses y hace largas imprecaciones contra el matador de L a y o ; y pre-
guntado Creon por el sitio de l a muerte, hace otra descripciou, y
llegan Tiresias y su hija M a n t o . A instancias luego de Edipo, T i -
resias hace traer u n toro blanco y quemar incienso, sobre cuya lla-
ma, entre él y su h i j a hacen una descripción por preguntas y res-
puestas, y después otra sobre el toro y u n a becerra, de cuyas cir-
cunstancias se sacan noticias confusas. Tiresias evoca los muertos,
y encarga al coro que cante l a historia y alabanzas de Baco. Acto
3.° Viene Creon á dar cuenta del resultado de las operaciones de
Tiresias, y embarazado en el diálogo con E d i p o para decirle la
verdad, acaba por hacer una descripción muy larga de 130 versos,
terminando por un amargo discurso de L a y o contra E d i p o sin
nombrarle. E d i p o no cree ser el designado por el oráculo, y sospe-
chando de Creon, cambia con él varias sentencias y acaba por ha-
cerle encerrar en una cueva de piedra, y el coro atribuyendo á la
ira de los dioses las desgracias, bace otra descripción de las que ha
sufrido Tebas. Acto 4." E d i p o que se cree inocente, recuerda haber
muerto á un anciano en una encrucijada de l a Focida- pregunta á
Yocasta sobre las circunstancias de Layo, protestando antes, como
buen estoico, de su inocencia. L l e g a u n anciano de Corinto con la
noticia de la muerte de Polibo, y le i n v i t a á i r á tomar posesión de
su reino: se resiste E d i p o , y el anciano le declara que no es hijo de
Polibo y M é r o p e , pues que él mismo le recibió de n i ñ o de P h o r l a s ,
pastor de L a y o ; el cual después de las amenazas de E d i p o , le dice:
Conjuga es genitus tua. E d i p o prorumpe en imprecaciones, y el coro
c á n t a l a s ventajas de la mediania con la muerte de Icaro. Este acto
es el mejor de la tragedia, imitado en su mayor parte del griego.
Acto 5.° L l e g a un mensagero con la noticia de haberse sacado los
ojos Edipo, empleando en describir esta horrorosa operación hasta
quince versos; y el coro canta l a ley inevitable del destino. Viene
Yocasta y se detiene al aspecto del ciego E d i p o , sin saber que nom-
bre darle. E d i p o quiere separarse de ella; mas Yocasta se disculpa
con el hado: f a t i culpa est, nemo fit fato nocens:y después de esta
sentencia estoica, no sabiendo donde herirse, por ú l t i m o lo hace en'
el vientre, y se mata. Canta dos versos el coro, y E d i p o acusando
á Apolo de su desgracia, se exhorta á sí mismo á salir de Tebas, lle-
vándose consigo todos los males.
Se citan como t r á g i c o s de este tiempo, E m i l i o Scauro, Pompo-
nio Segundo, Curiacio Materno y otros; y P l i n i o habla de V i r g i n i o
Romano, como poeta c ó m i c o ; m á s nada nos ha quedado de ellos.
— 170 —

I>líl€ION

1 0 51. Anneo I^ncauo. r í a n d« l a PharsaMa, 3.o cu.


r a c t é r e s . 4 . ° E p i s o d i o s j pasajes) mas noialrics. 5.» Su
m é r i t o y estilo. 6.° Sus p r i n c i p a l e s «lerectos. ¿Fue-
ron los e s p a ñ o l e s los corruptores del buen grusto?

1." Marco Anneo Lucano, hijo de M , A n n e o Mela, hermano de


Séneca el filósofo é hijo del retórico, nació en Córdoba el año 38 de
J . C. Su padre era caballero romano, j su abuelo materno Anicio
Lucano, de quien recibió el nombre, estaba acreditado por su elo-
cuencia. Lucano de muy niño fué llevado á R o m a al lado de su tio
Séneca, donde tuvo por maestros los mismos que lo fueron de Persio:
E h e m n i o P a l e m ó n , F l a v i o V i r g i n i o y Anneo Cornuto. L a mala di-
rección de su gran talento tuvo ya principio en los maestros y en su
tio, que se llenaban de placer al verle componer poesías griegas y
latinas á l a edad de catorce años, antes que hubiese tenido tiempo
de enriquecer su entendimiento é ilustrar su i m a g i n a c i ó n . Después
de haber ido á terminar su educación á Atenas, Séneca, maestro
entonces de N e r ó n , le colocó en palacio y h a c i é n d o l e conocer de los
cortesanos, le puso en situación de manifestar su brillante y precoz
ingenio. N e r ó n que tenia t a m b i é n pretetisioiies de gran poeta, 1;
cobró mucha afición, y juntos continuaban sus estudios de filosofía
y ejercicios poéticos. Antes de tener la edad, fué nombrado cuestor
y dió al pueblo un magnifico espectáculo de gladiadores: después fué
t a m b i é n nombrado augur; mas esta buena relación de N e r ó n coa
Lucano, se resfrió bien pronto y acabó por la ruina del mas débil.
Ofendido el presuntuoso N e r ó n de la mayor sinceridad con que en
las lecturas públicas eran aplaudidas las composiciones de Lucano,
un dia en que este declamaba con aplausos y se p e r m i t i ó algunas
alusiones á la antigua libertad romana. N e r ó n furioso se levantó
bruscamente de su silla de marfil y salió del salón. Este rompimiento
llegó á un odio declarado, cuando en los juegos literarios institui-
dos por el mismo N e r ó n , habiendo Lucano presentado el descenso
de Orfco á los infiernos, y N e r ó n las m e t a m ó r í o s i s de Niobe, los
— 177 —

jaeces proclamaron vencedor á Lucano. Se le prohibió leer sug


obras en público, y a p r o ^ d l i ó este tiempo para dedicarse de lleno
i B u P h a r s a l i a . M a s irritado por tan injusto tratamiento, t o m ó
parteen l a conspiración de Pisón, y descubierta se le i n t i m ó la
órden de morir. Dicon qnc con la esperanza de salvar la vida, des-
cubrió cobardemente á sus amigos y aun á su madre; lo cual aunque
lo diga Tácito, no parece creíble. M a s fácil es que N e r ó n quisiese
hacer odioso el nombre de Lucano, si se atiende á que el mismo
historiador dice que la madre fué puesta en libertad á pesar de l a
crueldad de K e r o n , y que Lucano m o s t r ó el mayor valor muriendo
con dignidad, recitando unos versos de su Pharsalia (1). T e n i a en-
tonces 27 años y estaba designado cónsul. Su esposa Pola Argenta-
ría dicen que le ayudaba en sus poesías y tuvo parte en l a correc-
ción de los tres primeros libros de su poema. E l combate de H é c t o r
y Aquiles, la descripción del incendio de E o m a , los saturnales, las
silvas, la tragedia Medea no acabada, y otros poemas se han perdi-
do. Algunos le atribuyen el elogio de Calpurnio P i s ó n ; pero es mas
verosímil que sea de su amigo Saleyo Baso, aunque hay también
quien le cree de Ovidio.
2.° L a P h a r s á l i a es un poema épióo-historico, ó mas bien una
historia poética, porque después de l a proposición en que dice va á
cantar la guerra civil entre César y Pompcyo, después de exclamar
contra el furor de los ciudadanos, teniendo aun enemigos exteriores
que vencer, y después de conformarse con los estragos de l a guerra
civil, si es que fueron necesarios, para que imperase N e r ó n á quien
anuncia un puesto entre los dioses y una paz universal, después que
le dice que para él ya es un dios, y si siente su inspiración, no tiene
necesidad de la de Apolo, n i Baco, empieza á narrar las causas
dé la guerra y c o n t i n ú a todos los sucesos en su órden cronológico,
desde que César pasó los Alpes para i r sobre Roma, hasta l a guerra
de Alejandría. E s t á el poema dividido en diez libros, y como no está
acabado es difícil conocer cual os el fin del poeta. De consiguiente
lo primero que se nota, es hv falta de unidad de acción. Esto y la

(1) Hay opiniones sobre cuales fueron estos versos: unos dicen que fueron del libro
•egundo, y otros que del noveno.
— ITS —

poca invención poética con lo odioso y terrible del asunto, que por'
ser muy reciente uo a d m i t í a tampoco el maravilloso, es bastante
para que la F i i a r s a l i a no sea una epopeya; además de que ni pre.
senta un resumen de la vida humana, n i de una época social y p0.
lítica, n i de pasiones universales n i particulares, n i aun tiene la
verdad histórica en los personages y en los sucesos. X o obstante es
una.obra que merece la atención de los estudiosos por el fuego poé-
tico y la fuerza de imaginación con que razona y describe. Excluye
los dioses de la mitología y en su lugar usa de la superstición, é in-
troduce á la fortuna, divinidad fría y poco interesante.
3. ° Los principales caractéres de la P h a r s a l i a son los de Pom-
peyo, César, Catón, Bruto, Cornelia y M a r c i a . E s t á n espresados con
fuerza, pero sin interés, porque no son verdaderos, n i conforme á la
intención del poeta. Pompeyo, su héroe principal, es un hombre de
apariencia y de vanidad, grande solo por el favor del pueblo y del
Senado: y su falta de acción y su impotencia le oscurecen, á pesar
del poeta, al lado de César. Este, aunque rebajado constantemente
por Lucano, aparece grande y mas interesante que Pompeyo, y su
actividad y fuerza de á n i m o son siempre admirables. E l carácter
mas interesante en Lucano es el de C a t ó n , en cuya pintura se retra-
tan el fogoso patriotismo y las doctrinas estoicas que dominaban al
' poeta; pero es poco profundo, aunque á veces exagerado. Bruto es
débil, sin dignidad n i importancia; Cornelia es á veces ridicula por
su severidad, y violenta en sus dolores y ternuras. M a r c i a volviendo
á buscar á su antiguo marido, solo por llevar su nombre, uo sirve
al poeta sino para elogiar á su querido C a t ó n .
4. ° L o s episodios mas notables son las guerras de Mario y de
jSila en el segundo libro: la fábula de Anteo en el cuarto,- la consulta
del oráculo de Delfospor A p i o en el 5.°: la de la mágica Ericto por
Sexto Pompeyo, y l a reanimación del cadáver, para dar los oráculos
en el tí.0 Muchos son los pasages del poema dignos de llamar la
atención, pues aunque en su coujuuto sea desgraciado, está sin em-
bargo lleno de m é r i t o y de bellezas en los pormenores. L o s mas im-
portantes son los retratos de Pompeyo y César, y l a imágen de la
patria que se presenta á este al paso de B u b i c o n en el libro primero;
los razonamientos de Catón con B r u t o en el segundo, y con Labieno
— 170 —
en el noveno; el sueno de Pompeyo que ve á s u difunta esposa J u l i a
en el tercero; el peligro de César al pasar el A d r i á t i c o y la tempestad
en el quinto: el valor y proezas del soldado Scava eu el sesto: la ba-
talla de P h a r s a l i a en el s é p t i m o : la descripciou del Africa y de las
serpientes en el noveno: y l a del origen del N i l o en el décimo.
5,° E l mérito de L u c a n o reconocido por todos, á pesar de sus
grandes defectos, está principalmente en los rasgos brillantes y r á - ,
pidos con que espresa los sentimientos nobles y profundos, hijos del
grande inferés que toma por el asunto. Su espíritu elevado y ardien-.
te, su imaginación fogosa y su erudición se manifiestan t a m b i é n con
alguna originalidad y con grande m é r i t o en las digresiones y com-
paraciones, aun cuando muchas veces sean inoportunas. E l gusto
por las descripciones, en especial de objetos materiales, forma el
carácter de Lucano y de los poetas de su tiempo, imitadores de l a
escuela griega de A l e j a n d r í a ; mas estas descripciones no son filosó-
ficas y hechas á grandes rasgos, como las de Y i r g i l i o , sino físicas y
dirigidas á los ojos mas bien que al sentimiento, fijándose en por-
menores, que podemos decir anatómicos. Esto y el empeño en no
aparecer servil imitador de otros poetas, hace qne Lucano necesite,
para espresar sus ideas, aumentar las palabras y sus combinacio-
nes, (1) en lo que b r i l l a t a m b i é n su ingenio, si bien desaparecen la
pureza y grave dignidad de la lengua de Y i r g i l i o .
E l estilo de L u c a n o es ampuloso, ardiente y precipitado. E n me-
dio de un grande lujo de palabras y de giros carece de variedad; y
como formado en las escuelas de los declamadores es afectado y pue-
ril, sin saber decir nada con naturalidad y sencillez: y violentándose
por aparecer sublime, es por lo c o m ú n hinchado y oscuro. E s difuso
con esceso, dejándose llevar de las mas minuciosas circunstancias,
sin conocer nunca, que como dice Horacio, hay ciertos l í m i t e s :

Quos ultra cñraqtíe nequit consistere redum.

L a versificación es forzada y causa de muchos apóstrofes, por

(1) Adsuesco, por adsuefaoio: pati por vivare: stimulis negare, por resistere: durare
con infinitivo: sponte ducum, non sponte Dei: arenivagus, epíteto de Calón: bellax por
bHiator: fastibus por fastis, pueden servir de ejemplo.
— 180 —

Víiriar la cuantidad; y por lo regular se ve terminar la frase en la


cesura del tercer p i é ; lo que la hace poco variada y armoniosa. E n
los discursos que pone en boca de los personajes, es frió, afectado y
monótono. Quintiliano dice de L u c a n o : Lucanus ardens, concita tus,
s m f e n t ü s clarissimua, et, u i dicam quod sentid, oraforihis mag-k
gvam poefis aminmerandus: lo cual no quiere decir que sea Lucano
orador y no poeta; sino que conserva en los muchos discursos f
razonamientos que atribuye á sus personages, los hábitos que ad-
quirió en las escuelas: usa de cierta colocación estudiada, de lugares
comunes, de rasgos enfáticos y que tienden á producir un efecto
oratorio, mas bien que á recrear la i m a g i n a c i ó n . Sus personages pa-
rece que hablan siempre en la tribuna.
6.° Lucano, formado ya en la escuela de su abuelo y su tio el
filósofo Séneca, es acusado con ellos de haber corrompido el buen
gusto literario en R o m a . Esto es muy poco exacto; pues antes do
lijarse su abuelo en Roma, que fué en los ú l t i m o s años de Augusto,
ya hemos visto que habia empezado la decadencia; y en las escuelas
de los declamadores, y en su Mecenas y Ovidio, teníamos ya bastan-
tes pruebas para ello, sino hubiese otras muchas causas, que ya se
han mencionado. A s i , pues,los españoles que llegaron á Roma, cuando
ya estaba bien inclinada y resbaladiza l a línea del buen gusto, á la
par que merecieron sobresalir por sus talentos y composiciones, na-
tural es que fuesen arrebatados en la pendiente, sin que tuviesen
mas culpa que la de no haber trastornado las ideas, y la situación
literaria y politica de su tiempo, que conocían muy bien, y que am-
bos Sénecas censuran en sus obras,

LK€€IO\ m .

I.0 Valerio Flaco.—S.o So a r g o n a u t i c o n , — 1 Sillo Itá-


l i c o . — 4 . ° Sn poema de bello púnico.—S.0 S t a c i o — 6 . ° Sus
o1»ras. Pasages mas notables —7." M é r i t o compara-
tivo de estos poetas.

I.0 C , Valerio Flaco, á quien se dan t a m b i é n los nombres de


Setino Balbo, era natural de P á d u a , y según otros de Setia (Sezza)
- 1 8 Í -
en Campauia, de doude viene el nombre de Setino. Pero se cree^
que Setino Balbo haya sido algún gramático, que tomó parte en la
publicación de su obra. Floreció bajo Vespasiano y m u r i ó el 88 de
J . C. bajo Domiciauo. N o parece que sus contemporáneos hayan
hecho mucho aprecio de este poeta, á juzgar por el epigrama GG del
libro 1.° de M a r c i a l , que le aconseja se dedique a l foro, ( i l l i c cera
sonanf) mejor que á l a poesía: as dahit ex 'istia m i l l a camama U b i .
Mas Qaintiliano dice: M u l t u m i n Valerio Flacco nuper amisimus.
Solo tenemos de él u n poema cu ocho libros, (incompleto el último)
con el titulo de Argonauticon.
2. " E l Argonauticon, cuyo objeto es la empresa de los Argonau-
tas, tratada ya por V a r r o n el Ataciuo, es un poema épico histórico)
imitación de Apolonio de Eodas, hecho con bastante servilismo;
siendo de notar que es mucho mas elegante y fácil cuando no i m i -
ta. Su estilo es conciso y enérgico, y á veces oscuro y afectado, sa-
crificando siempre lo natural al arte, y haciendo alarde de erudición.
Algunos, por l a belleza de su dicción, le prefieren á los poetas de su
tiempo; pero los mas, por su falta de originalidad, le posponen á
Lucano, Silio y Stacio. S u principal defecto, procedente de su i n -
genio y grande erudición, consiste en l a m u l t i t u d de aventuras y
episodios que hacen olvidar el fin de la empresa; por lo que su
narración resulta fria y sin interés, aunque tiene comparaciones y
descripciones muy p o é t i c a s .
J u a n Bautista P i ó de Bolonia d i ó á luz en 1519 una edición de
este poema, completando el libro 8.° y a ñ a d i e n d o otros dos.
3. ° C . Silio I t á l i c o nació el a ñ o 25 después de J . C , sin que
se haya averiguado en donde. U n o s dicen, que en I t á l i c a junto á
Sevilla; y otros, que en Corfinio en Italia, que se llamó I t á l i c a en
la guerra de los aliados; mas en todo caso se h a b r í a llamado I t a l i -
cense; por lo que otros creen que I t á l i c o debe ser nombre de familia
ó indicar .vagamente su procedencia de Italia. E s t u d i ó cou fruto l a
elocuencia y l a poesía, y se adquirió grande reputación, tomando por
modelos á Cicerón en la elocuencia y á V i r g i l i o en la poesía. T a n
apasionado era de sus modelos, que compró la granja Tusculana do
Cicerón; y celebraba el nacimiento de V i r g i l i o con mas solemnidad
que el propio, y c o m p r ó t a m b i é n el campo donde estaba su sepulcro
— 182 —

cerca de Ñapóles, e iba con frecuencia á visitarle, cómo aun templo


Silio desempeñó todos los empleos, y aun bajo N e r ó n , dicen, que hi-
zo el v i l oficio de delator, hasta cpie obtuvo el consulado el año de
su muerte; pero después reparó su c r é d i t o y a d q u i r i ó grande esti-
mación con V i t e l i o y Vespasiano, quien le hizo procónsul en Asia.
T a m b i é n se dice, que fué cónsul hasta l a tercera vez; y así, lleno de
honores y de riquezas ganadas con probidad, se r e t i r ó en su vejez á
Campania, y entregado á las musas mas por afecto, que por profe-
sión, compuso su poema de helio p ú n i c o , ó sea de la guerra de Aní-
bal con los romanos; y á la edad de 75 años, se dejó morir de
hambre,
4. ° E l poema de Silio Itálico está dividido en 17 libros. Imita-
dor ciego de V i r g i l i o , hace uso de la m á q u i n a , y por otra parte si-
gue estrictamente el órden cronológico. Después de la proposición
y la invocación, y de las causas de la guerra, desde la fundación de
Cartago por D i d o y el furor que J u n o infunde á los cartagineses,
empieza su n a r r a c i ó n por el sacrificio de A m i l c a r y juramento de
A n í b a l , y l a c o n t i n ú a hasta el triunfo de Scipion. E s t a mezcla del
género épico y del histórico, junto con l a falta de originalidad, hace
poco interesante l a n a r r a c i ó n poética. Pues tomado el asunto de las
historias de Polibio y T i t o L i v i o , la expresión es toda imitada, prin-
cipalmente de "Virgilio y t a m b i é n de otros poetas griegos y latinos;
de lo cual resulta u n estilo bastante desigual y frió con un tono
siempre igual, porque no tiene entusiasmo n i fuego poético. Sola-
mente su mucha memoria y buen juicio pueden hacer tolerable su
lectura por la inmensa erudición que despliega, y por los diversos
hechos que narra, omitidos ó perdidos en l a historia de T . Livio.
Presenta caractéres verdaderos y sentimientos nobles; pero sin aque-
lla elevación é i n t e r é s que debe darles l a poesía. E n t r e las muchas
descripciones sobresalen las de las batallas. P l i n i o , dice: majore cura,
quam ingenio scripsit. Tiene t a m b i é n los defectos de su tiempo, el
lujo de erudición, los adornos retóricos, las expresiones neológicas
y cierta afectación.

5. ° Publio P a p i n i o Stacio nació en Ñ á p e l e s el a ñ o 61 de J . G.


Su padre que enseñó la literatura griega y latina, y se preciaba tam-
bién de poetji, se t r a s l a d ó con su hijo á Roma, y fué uno de los
— .183 —

maestros de J)omiciauo. E l joven Stacio habia vendido una trage-


dia titulada Agave, á P á r i s , célebre cómico favorito del emperador;
el cual la publicó como propia, y en recompensa le recomendó á Do-
miciauo, y le convidó á un gran banquete imperial. Su gran faci-
lidad en componer, le hizo admirar en Roma, y mas cuando hasta
tres veces llevó el premio en los juegos Albanos, si bien q u e d ó ven-
eido en los Capitoliuos. Disgustado, como él dice, del lujo de los
romanos, se r e t i r ó un a ñ o antes de su muerte con su esposa Clau-
dia, que habia estado casada con un músico, y con una hija de esta,
á una posesión que tenia cerca de Nápoles, donde m u r i ó el a ñ o 96,
de 35 de edad.
6.° Dotado Stacio del talento de improvisar, era el poeta de las
lecturas públicas, y en ellas hacia alarde de su facilidad en compo-
ner sobre toda clase de asuntos que se le diesen; y publicó en una
colección que t i t u l ó Silvas, dividida en cinco libros, 26 pequeños
poemas en h e x á m e t r o s , cuatro en faleucios, una oda sáfica y otra
alcaica. Cada libro va precedido de u n prólogo en prosa, dirigido á
alguno de sus amigos. Antes de esta publicación, como él dice, ha-
bia dado á luz su Tebaida, poema histórico en 12 libros, dedicado
á Domiciano. E n él sigue al griego Antimaco, cuya Tebaida se ha
perdido; aunque su p r i n c i p a l modelo es V i r g i l i o , á quien profesa el
mayor respeto. D e s p u é s de manifestarse inspirado por las musas en
la proposición, y tomando principio de la confusa familia de E d i p o ,
AecUpodce confusa domus, se dirige á D o m i c i a n o : introduce luego
á Edipo invocando á los dioses infernales y á la furia Tisifone, que
infunde el furor en los hijos de E d i p o , Eteocles y Polinices: narra
sus odios y guerras hasta l a muerte de ambos en singular combate
(lib. 11) y la de Creon por Teseo, que es recibido en Tebas, y con-
cluye por una apóstrofe á su poema:

D u r a l i s n e prócu%'dbMfioqm leyere siipersfes,


? 0 m i h i Mésenos mulfum vigilata per annos
Thelai!
Yiveprecor, nec tu divinam Aeneida tenia.
Sed loncje sequere, et vesügia seniper adora.
E m p e z ó t a m b i é n Stacio la Aquiíeida, ó sea una descripción de
-184-
la vida de Aquiles; de la cual solo escribió un libro completo y par.
te del segundo.
Stacio hace la misma mezcla que Bilio de la m á q u i n a y de la
l'orma histórica; y aunque tiene i m a g i n a c i ó n viva, sentimientos y
rasgos poéticos y comparaciones exactas é interesantes, no sabe in-
dividualizar los caracteres: amontona erudición, como sus contem-
poráneos, y falto de naturalidad, queriendo ser elevado y sublime
se hace afectado y enfático poj.' la sutileza y exageración.
7.° S i comparamos ahora los poetas épicos de este tiempo, vere-
mos que Lucano es mas original, mas grandioso y aun mas desigual-
se eleva sobre todos por la fuerza de sn imaginación, por la gran-
deza romana y por la nobleza de los sentimientos morales y patrió-
ticos; y son mucho mas de bulto sus bellezas y sus defectos. Valerio
Flaco es ingenioso, bastante recargado y oscuro: Silio Itálico es mas
prosáico, mas claro y mas esmerado. Stacio es mas elevado, mas
nuevo en los pormenores, y mas afectado y afluante. Queriendo,
como Lucano, evitar la imitación, violenta t a m b i é n , como él, la len-
gua; y ambos con su atrevimiento traspasan toda medida. Sin em*
bargo Lucano es mas grave y se parece mas á V i r g i l i o : Stacio es
mas ingenioso y se asemeja mas á Ovidio por el frecuente uso áe
la mitología y l a facilidad en versificar. E s verdad que en Stacio
domina mas la cualidad de escritor, que la de hombre, y qué atien-
de mas á las palabras que al sentido, y carece de aquella naturalidad
noble de la época de Augusto.

IÍEC€IOJV 38.

1 « Perslo.—3." Sus s á t i r a s . — 3 . ' Su estilo y c a r á c t e r .


—*.0 M a r c i a l . — 5 . ° Sus c p i s r a i u a s . — 6 . ° J u i e n a l . - ' í . 0
Sus s á t i r a s . — 8 . ° S u l p l c l a s a t í r i c a .

1.° A u l o Persio Placo nació en Volterra, antigua ciudad de Tos-


cana, el a ñ o 34 de J . 0. de una familia ilustre de caballeros roma-
nos. A los seis anos de edad, perdió á su padre Placo, y á los pocos
años á Pusio, segundo esposo de su madre F u l v i a Sisenna. A los
~18$ —
doce, í a é éJtiViudp á Roma á confciiuuiiv suH esUidios cou et giaaiúti-'
co Rhemnto P a l e m ó n y el retorico F l a v i o Virginio. Uno y otro.con
su vicioso m é t o d o , reducieudo la enseñanza ú reglas, y la poesía y
oratoria al mecanismo de coordinar piés para la formación del verso,
y ligaras y argumentos para la del discurso, pervirtieron las buenas
disposiciones de su joven alumno. Asistió después á los diez y seis
años á las lecciones del estoico Anueo Cornuto, el cual de tal modo
le hizo apasionar por la filosofía estoica, que vivió con él eu: la ma-
yor intimidad, hasta dejarle parte de la herencia. Entregado: eu su
gabinete á las ideas de amor á la virtud y de horror al vicio, que de
giis maestros habia recibido, se abstuvo completamente de mezclarse
en la sociedad. E r a de un carácter escelente; de buena figura, aun-
que de constitución d é b i h de una modestia y de un pudor virginal,
y muy amante de su madre y de una hermana. F u é amigo del poeta:
lírico Cesio Baso, de quien nada nos ha quedado, de L u c a n o y de.
Peto Trasca, á quien llama T á c i t o la niisma v i r t u d , y con cuya es-
posa A r r i a tenia parentesco. M u r i ó á la edad de 28, años, de una
enfermedad del e s t ó m a g o , dejando una fortuna considerable, y una
biblioteca da 700 volúmenes. Cornuto, de. su legado, solo, a c e p t ó l o s
libros, y aconsejó á la madre que destruyese todas las composiciones
de.Persio, á esoepcion del libro de sátiras, que fué publicado por,
Gesio Baso, y dividido por los g r a m á t i c o s después en seis. #
2.° L a s sátiras de Persio, eu h e x á m e t r o s , están precedidas de un.
prólogo en quince versos escazontes. L a segunda, quinta y sesta
van dirigidas; como epístolas á Macrino, Cornuto y Baso; mas todas
vienen á ser disertaciones sobre objetos morales, combatiendo po.r l o
regular, no los vicios de su tiempo que no conocía por falta de espe-
riencia y trato del mundo, sino los que el mismo se forja conformes
á la instrucción que h a b í a recibido. L a primera versa sobre la ma-
ma de hacer versos y recitarlos en público, y sobre el mal gusto cíe
los que los juzgaban. L a segunda sobre la vanidad y ligereza de los
hombres en los votos que hacen á los dioses. L a tercera • sobre l a
molicie de los j ó v e n e s romanos entregados á l a ociosidad. L a cuarta
es una especie de diálogo entre Sócrates y Alcibiades sobre la. pre-
sunción de los hombres, que se creen capaces de todo, a ú n de go-
bernar el Estado. L a quinta trata de la verdadera libertad que solo.,
xa
*• 166 —
l a poaee ol sabio. L a seata es contra los avaros, que dejan jag T'u
quezas á los herederos para sus disoluciones.
3. u Dotado Persio de uu alma noble y gensroia, de un carácter se
vero por principios y sobrio por e d u c a c i ó n , se expresa indignado v
con furor, pero de una manera muy vaga, contra la corrupción que
le han dicho que domina su siglo. S i alguna vez echa mano de la
ironía, l a deja pronto por l a austeridad y gravedad, que convienen
mas á su c a r á c t e r . N o sabe reir; siempre sério Ó indignado, quisiera
infundir l a misma i n d i g n a c i ó n cu sus c o n t e m p o r á n e o s ; muy al con-
trario de Horacio, á quien conocía muy bien y á quien imita eu
muchos pansumlento^i. Horacio, hombre demando y de imaginación,
teme espantar á sus lectores, si usa de un tono fuerte; quiere rúas
bien instruir zahiriendo con finura y agrado, y toma por blanco
e s t r á v a g a u c i a s y ridiculeces, no vicios graves. E s verdad que bajo
Augusto se ocultaba el vicio con la mascara de la decencia, y bajo
N e r ó n se hacia alarde de l a c o r r u p c i ó n , y por su medio se granjeaba
el favor de los poderosos. E l estilo, pues, de Persio, es fuerte y enér-
gico, estudiado las mas veces, y oscuro por l a concisión de las pala-
bras, aunque aparece difuso en las cosas: es el estilo de un joven que
carece de i m a g i n a c i ó n y frecuentemente de ideas, y que hace gran-
des esfuerzos por llegar á donde solo l a edad y l a reflexión le hu-
bieran llevado. E s t a violencia que él mismo se hace, es causa de los
giros intrincados y de que su diálogo sea tan embrollado, que solo á
fuerza de trabajo se conjetura quien es el interlocutor. Pero si esto
hace sus primeras lecturas mas pesadas, después de comprendido,
indemniza al lector por el placer de haber vencido l a dificultad de
percibir las muchas bellezas que contiene. Algunos atribuyen su os-
curidad al cuidado de ocultar sus alusiones á N e r ó n ; t a m b i é n á la
distancia del tiempo en qne escribió, ó á l a ignorancia de los copis.
tas. L o s h e x á m e t r o s son mas trabajados y armoniosos que los de
Horacio. Q u i u t i l i a n o dice: multum et ver ce, g l o r i h , quamvis mo
Kbro, Persius ememit;-pQvo San J e r ó n i m o , cuentan que echó al fuego
las tinieblas de Persio, diciendo: S i non vis intelligi; non debes %«.
A s i están divididos los críticos sobre su m é r i t o .

4. " M . Valerio M a r c i a l n a c i ó el 41 después d j J . C . en Bílbilis,


en Aragón, donde ahora está Cblat m i l ó eu saa maudiaoioaas. Sus
— 187 —
jpadres, auuqye pobres, le dieron alguna instrucciou, con la que se
decidió, á los 21 años poco mas ó menos, á ir a Roma, para perfec-
cionar y esplotar su talento y agudeza. Aficionado al ocio y á la vida
epicúrea, se dedicó á la composición de poesías cortas, graciosas y
punzantes sobre asuntos del momento, con las que se hizo famoso
en R o m a y en todo el imperio; mas no pudo conseguir lo necesario
para la vida. E s t a s i t u a c i ó n apremiante le hizo dirigir hasta con b a -
jeza á sus amigos, á la vez que su celebridad le precisaba á repetir
adulaciones á Domiciauo, sopeña de que su silencio fuese mal inter-
pretado. Pero su diligencia solo le produjo los honores de caballe-
ro, de tribuno y e l j u s t r i u m liberorum que eximía de ciertas cargas.
A los 57 años, poco atendido t a m b i é n de Trajano y deseoso de v o l -
ver á su patria, hizo el viaje con la ayuda de P l i n í o ; y casado con
la rica Marcela, gozó de alguna comodidad, aunque echando siem-
pre de menos á R o m a . N o se sabe el a ñ o fijo de su muerte. P l i n i o
escribe á Cornelio P r i s c o : audio Valerium Martialem decessisse et
moleste fero. E r a l homo ingeniosus, acutus, acer, et qxii p l u r i t m m i n
seribendo et salís haber et fellis, ñeque candoris minas. Prosemtus
eram viatico secedentem. L i b r o 3.° epist. 21.
ó,0 E p i g r a m a , que en lo antiguo valió tanto como inscripción,
ha venido después á significar t a m b i é n el monumento, representa-
do p o é t i c a m e n t e , junto con la inscripción. E s decir, que el epigra-
ma tiene exposición y desenlace: v. g. epigr, 92, l i b . 1.°
Cum tua non edas, carpís mea carmina, L c e l i :
Cárpet e vel n o l i nostra, vel ede tua.
Algunas veces se omite una de las dos partes y aunque el epi-
grama es por lo c o m ú n satírico; puede muy bien contener un elo-
gio. M a r c i a l p u b l i c ó 12 libros de epigramas, otro con el título de
X e n í a ó regalos de huéspedes, y otro con el de Apophoreta, ó regalos
para llevar á casa, con los cuales M a r c i a l suple para con sus amigos,
los que en realidad no podía hacer por su pobreza. H a y otro l i b r o
de spectaculis, que se cree t a m b i é n suyo. E l 1.°, 2.°, 8.°, 9.° y 12.°,
llevan un breve prólogo en prosa. Contienen todos cerca de 1500 epi-
gramas, do los cuales dice el 17 del libro 1.°:
S u n t b o n a : sunt qtmdmn mediocría: sunt mala p i a r a ;
Quce legis: hic alíter nonfit, AVÜP, líber.
<—188 —
fin efecto, muchos son obscenos; otros r a no (¿encu gracia
porque uo 'se conoce el asunto ó sus circunstancias, pero la mavor
parte revelan la agudeza y acrimonia, ó tal vez el candor y des-
gracia del poeta.
1 fi.0 1). J i m i o J u v e n a l , hijo no se sabe, si natural o adoptivo de
un liberto, nació el año 42 de 3". C . en A q u í no, en el reino de K á -
poles. Recibió su educación en las escuelas de los retóricos, y desti-
nado al foro, se ejercitó en declamaciones; cu lo cual pasó gran parte
de su vida, sin presentarse en el tribunal, n i dedicarse á la ense-
ñanza. M a s en vista de la grande c o r r u p c i ó n de su siglo, á pesar de
su propia indiferencia, se dejó arrebatar de i n d i g n a c i ó n , y compuso
sátiras muy mordaces, que no publicó hasta el imperio de Adriano
F u é grande el entusiasmo que causaron; pero interpretada su sátira
s i t i i n a contra el h i s t r i ó n P á r i s favorecido de Domiciano, como alu-
siva á otro muy querido de Adriano, este con pretesto de honrarle y
eh realidad por burlarse y castigarle, le n o m b r ó , siendo ya de cerca-
de 80 años, prefecto de una legión que estaba destacada en lo iateN
rior del Egipto, donde á poco tiempo m u r i ó . Otros dicen, que des-
terrado por Domiciano, volvió bajo A d r i a n o á R o m a .
. 7.° Sus sátiras, que en algunas colecciones están distribuidas en
cinco libros, son diez y seis, aunque la ú l t i m a sobre la milicia, que
parece no estar completa, no todos la reconocen como a u t é n t i c a . J u -
venal se muestra fuertemente indignado contra los grandes crímenes
y vergonzosos vicios á e su tiempo, sin que por eso deje de traslucirse
s a indiferencia filosófica por lo presente y por el porvenir. Su indig-
n a c i ó n es mas de cabeza que de corazón, como de u n hombre que
conoce l a sociedad, y sabe sacar partido, despreciándola y haciéndola
aparecer con los colores mas horrorosos, por medio de continuados
hipérboles. R a r a vez rie, por lo regular truena contra los filósofos
hipócritas, contra l a venalidad de los j ueces, el poco aprecio de los
literatos, la disipación de los ricos, la disolución de las mujeres, el
orgullo dé los nobles, los vanos deseos, la superstición y la bajeza de
los que andan tras ricas herencias. N o ataca vicios imaginarios;
entregado á una escuela filosófica, como Persio, que uo conoció la
sociedad , de su tiempo; y en su gabinete se esfuerza por parecer in-
dignado y se espresa lleno de oscuridad. Tampoco ataca vicios lige-
—189 —

roá, riéndose cou finura y delicadeza de sí propio, para burlarse,


con sagacidad de las ridiculeces de sus amigos, entreteniéndose con
graciosos diálogos é intercalando incidentes amenos que contienen
lecciones de moral sacadas de la v i d a política, como hizo Horacio,
.lavenal, vehemente y lleno de cólera, aunque sin convicción, prosi-
gue su designio sin estraviarse, p&sando con mucho arte de un cua-
dro á otro, y declamando, como desde una cátedra, en u n estilo
muy conciso, exagerado y lleno de fuerza; pero á veces desigual, pol-
la lucha continua entre su natural nervioso y sobrio, y el estilo re-
dundante y periódico que aprendió en las escuelas. Dice mucho e ü :
pocas palabras y usa con frecuencia de sentencias y m á x i m a s de
moral estoica, expresándose en u n tono de elevación y dignidad, y
aunque tiene alguna metáfora bastante dura y t é r m i n o s técnicos y .
palabras griegas, sus versos son sonoros y hacen muy agradable su
lectura. S i n embargo, es mas ú t i l l a de Horacio, porque presenta
vicios y escenas de la vida, mas análogas con nuestra civilización,:
8.° Sulpicia, dama romana, esposa de un tal Galeno, al saber que;
Domiciano en el a ñ o 95 habia desterrado de I t a l i a á todos los filó-
sofos, no pudo contener su indignación y compuso una sátira ele-
gante, aunque fria, en 70 versos, con el titulo de corrupto reipúbliae-
statu temporibus D o m i t i a n i . Existe t a m b i é n un trozo de 30 versos
de l i n a sátira contra N e r ó n , que se atribuye á un tal Turno, de
quien M a r c i a l y otros hablan, como de un poeta satírico del tiempo
de aquel Emperador y de Vespasiano. :.
A q u i t a m b i é n p u d i é r a m o s hacer mención de los trozos satíricos
en verso del Satiricon de Petronio, de los cuales el mas largo, de 295
versos, ha sido publicado separadamente cou el título de luxu roma-
norum, ó de pessimis Romee m o r i h m , ó de mutatione reipublkcc.

IÍECCION 3».

1° 1.a h i s t o r i a . — 3 . ° V c l c y » l » a t é r c u l o . — 3 « Valerio
Máximo.

1.° Después de Augusto la opresión y Ja suspicacia ahogan l a


voz de la historia, siempre que no sea para dirigir alabanzas á los
— 190 —

<jUti jiiaudaii, como hace A c l u j t). Sin embargo, cuando llega el tieni-
po de respirar con libertad, y la literatura y el poder de R o m a van
acercándose á la vejez, la historia entonces, ilustrada con las luces
de la experiencia, robustecida con la m e d i t a c i ó n profunda de las
cosas humanas y libre ya con la edad de las ilusiones de una ima.
ginacion juvenil, penetra hasta el interior del hombre; y con una
filosofía admirable, nos da las mas útiles lecciones para la vida, ha-
ciéndonos ver, como T á c i t o , l a s miserias de lahumanidad bajo el mas
horrendo despotismo, ó como Snetonio, los estravíos del hombre cons-
tituido en el poder. N o faltarán tampoco, quienes mas favorecidos
ncaso de la fortuna, manifiesten, como Curcio, Floro y Justino, la
satisfacción y tranquilidad que gozan, con la descripción ó admi-
ración de la grandeza y del poder, ya de Tioma, ya de otras na-
ciones.
2." C . Veleyo P a t é r c u l o nació en Ñ a p ó l e s hacia el 19 antes de
J , 0. A c o m p a ñ ó á O. Agrippa César en su viaje por el Oriente; fué
tribuno m i l i t a r y prefecto de caballería. C o n este empleo y después
con el de cuestor y legado siguió á T i b e r i o cu la Germauia, Panuo-
nia y Dalmacia, y fué c o m p a ñ e r o y testigo de sus empresas. F u é tam-
bién pretor el año que m u r i ó | Augusto. Diez y seis años después dedi-
có al cónsul Y i n i c i o una historiaen dos libros, de los que falta el prin-
cipio del l . 0 y otra gran parte, después que ha tratado de Grecia,
Asiría y Macedonia, que comprendia los 582 primeros años de Ro-
ma, E l resto y el libro 2.° abrazan desde este año hasta el 30 des-
ignes de J . C. Este compendio; cuyo plan i n d i c a que mas bien que
de R o m a , es de la historia universal, en cuanto interesaba á los ro-
manos, presenta un cuadro r á p i d o de los tiempos y circunstancias
con los sucesos principales, sin entrar en pormenores. E n un estilo
conciso y enérgico, imitado de Salustio, y con una dicción pura,
clara y elegante, aunque algo afectada por el uso frecuente de ar-
caísmos y sentencias morales, se muestra Veleyo agudo, ingenioso
y amante de la v i r t u d y de su patria. Imparcial h á c i a sus enemi-
gos y en todo aquello que no fué testigo, se manifiesta en lo demás
demasiado adicto á l a casa de César, adulando bajamente á L i v i a ,
Tiberio y Seyano. L o s que han querido disculparle, porque Tiberio
supo ocultar sus vicios y no se e n t r e g ó á los escesos del despotismo,
— 191 —

hasta después de l a muerte de Veleyo, no pueden negar su poca pe-


netración y su falta de perspicacia, para no conocer la doblez é hU
pocresía de su Jete. M a s en lo que tiene un gran m é r i t o Veleyo, y
lleva acaso ventaja al mismo Salustio, es en los retratos. L a fuerza
y valentía de su pincel dibuja en muy pocas lineas los personagea
con un primor admirable. E l lib. 2." promete otra obra mas lata;
pero se la debió impedir l a muerte, que se cree fué en 31 de J . O.
por complicación en l a causa de Seyano.
3.° P . ó M . Valerio M á x i m o , natural de R o m a , de una familia
patricia, pasó su juventud en las letras y en la milicia, y a c o m p a ñ ó
aí Asia á Sexto Pompeyo, cónsul á la muerte de Augusto. Vivió
hasta después de la caida de Seyano, retirado de los negocios y de-
dicado á las letras. Compuso una obra en 10 libros, de los que exis-
ten 9 con el titulo: d i d o r u m faciorumqm memoradilium Uhri, en la
cual refiere las acciones y palabras de sugetos de todos tiempos y
naciones, que á su juicio merecían pasar á la posteridad; y las clasi-
fica por los títulos de las v i r t u d e s ó v i c i o s , d e que quiere dar ejemplos.
Los títulos de los capítulos fueron a ñ a d i d o s posteriormente. Aficio-
nado á lo maravilloso, mezcla muchas fábulas en sus relaciones, que
suele colocar sin crítica n i elección, en un lenguaje desaliñado y
lleno de neologismos y en u n estilo desigual, frió y afectado. A d u l a
y deprime con l a mayor bajeza, como se puede ver en el prólogo
dirigido á T i b e r i o : si excelUntissimi vates a numme a l i q u o p r i n c i p ü t
traxerunt, mea parvitas eojustms ad favorem tuum decurrerit, qitod
ccetera divinitas opinione colligitur, tua p r m e n t i fide, paterno avito-
que siderepar videtur; y en el lib. 9 cap. 11 dice de Seyano después
de caído: cum stirpe sua populiromampedibus obtritum etiam apud
inferos, s i tamen illue receptm esl, quee meretur, supplma penderé.
Por lo defectuoso del lenguaje y por su mal gusto, ban creído algu-
nos que la obra que existe es nn compendio de la de Valerio, y le
atribuyen ó á J u l i o P a r í s , ó á J a n u a r í o Nepociano, ó á O. T i t o Pro-
bo, de quien es un e p í t o m e el libro 10, en que trata de los nombres
de los romanos.
— 192 —

LECCION lO.

|." C. Cornelio Tácito.-»." HUH obras.—3.° Vida de


Agrkola. — t.0 Su obra sotore Germaniá. —.5.° Sus. historias
y anales.—Q.0 BrcTC .inicio de Tácito.—Tí.0 Su estilo.-
8." %immas faltas que se le achacan.

•J C . Comelio T á c i t o nació sobre los años 59, GO ó G l de J . 0.


en Interamna, hoy Terni, en la U m b r í a , de una familia ecuestre,
menos ilustre que l a patricia de los Cornelios de Roma. Solo se sabe
d(j su vida lo que él mismo y su amigo Plinio el joven nos dicen.
Juntos .estudiaron la elocuencia y se ejercitaron en el foro, aunque
T á c i t o tenia algo mas edad. E n t r ó en la carrera de los honores pú- •
blicos en tiempo de Vespasiano. E l a ñ o 78 casó con una hija del
cónsul 0 . J u l i o Agrícola: fué ascendido después por Tito á la cues-
tura ó tal vez á l a edilidad, y habiéndole hecho Domiciano pretor
en 88, á k muerte de su suegro en 94, cansado de la corrupción y
peligros de la v i d a pública, se h a b í a retirado de la ciudad para gozar ;
de algún descanso. Muerto Domiciano, volvió á Roma, y en 97 Ner-
va le n o m b r ó sucesor del cónsul V i r g i n i o Rufo que acababa de mo-
rir. Cónsul T á c i t o , p r o n u n c i ó el elogio fúnebre de V i r g i n i o , que
había rehusado tres Veces el imperio. Laudatus est, (dice Plinio
libv 2.°, ep. 1) « cowsw/e T á c i t o : nam Me supremus felicitate ejus
ciimulus accessü, ¡(iiidator vloquentissimus. A l año siguiente, impe-
rando ya Trajano, publicó l a vida de su suegro y el cuadro de las
costumbres de los germanos. Retirado de nuevo de los negoeios
públicos, vivió hasta una'edad avanzada, dedicado á la composición
de'sus obras históricas, que abrazaban los tiempos trascurridos desde
Augusto híi.sta Domiciano; en treinta v o l ú m e n e s s e g ú n S. Jeróni-
mo, y a ú n se h a b í a propuesto a ñ a d i r los de K e r v a y Traj ano, como
dice en el principio de sus historias. Qtcod s i vita suppeditet, prind-
patum clivi N e r v w et impermm T r a j a n i iileriorem seciirioremque ma-
teriatn seneckdi seposui, r a r a temporum felicitate, u b i s e n t i r i q m W *
lis, et fpim sentías dicere licet-, cuyas palabras indican bien á las cía-
— 193 —

ras cuanto debió sufrir en los tiempos anteriores su alma noble, é,


impregnada en l a grandeza de los antiguos romanos.
Sus escritos se han perdido en la mayor parte, á pesar de que
el emperador T á c i t o en 275 dispuso que en todas las bibliotecas se
colocase su i m á g e n , y que cada a ñ o se hiciesen diez copias de sus
obras á expensas del Tesoro y se pusiesen en los archivos públicos.
Su corto imperio hizo sin duda olvidar sus disposiciones.
2. ° T á c i t o compuso varios discursos que se han perdido, y del
libro de facetiis nadie hace m e n c i ó n fuera de Fulgencio Planciades. i
Sus obras existentes son: la vida de Agrícola; el libro de situ, m o r i '
bus et populis Germanice.; los cuatros primeros libros y parte del
quinto de sus historias, que debiendo comprender los hechos, desde
la muerte de N e r ó n hasta l a de Domiciano, contienen solamente poco
mas de u n a ñ o ; y de los diez y seis libros de anales, que abrazan
desde la muerte de Augusto hasta la de N e r ó n , no quedan mas que
los seis primeros y los seis últimos, faltando además del séptimo, oc-
tavo, noveno y décimo, mucha parte del quinto y diez y seis. Y a
hablaremos después del Diálogo de los oradores que se le atribuye*:
3. ° Su primera publicación, prescindiendo de los discursos, fué
la vida de su suegro Agrícola, obra maestra, como todas las de T á -
cito, y que j u s t i ñ e a lo que de él se ha dicho, que su Dios era el.arfe,
y hace ver que sobre su pasión de pintar se vislumbra l a i n d i g n a c i ó n
contra el crimen y el amor á la verdad y á l a belleza. E n esta vida
vemos al orador, al historiador y al filósofo, desplegar todos los ras-
gos de uu gran c a r á c t e r , de una manera muy elocuente y llena de
animación, con los pensamientos profundos de quien conoce perfec-
tamente el corazón humano y con la calma y tranquila sensibilidad,
de quien solo desea hacer públicos los hechos y virtudes de un ami-
go, en medio de haber sido sirviente del déspota Domiciano. E m -
pieza por una i n t r o d u c c i ó n , que puede tenerse por general á todas
sus obras, en la que nos interesa y conmueve, p i n t á n d o n o s la cala-
midad de los tiempos que habia atravesado, cuando memoriwn quo-
que ipsam cmn voce perdidissemus, s i tam i n nostra pofestate esset
ohlwisci, qiiam faceré, y la satisfacción mezclada de melancolía de
haber llegado á otros mas felices, e-xmptis é media vita fot cmnis,
quibus jiwenes a d seneckitem, senes prope a d ipsos emctcn cetatis fe?-
— 194 —

minos per silentium, v m i m u s : non lamen, p ú / e b ü vcl imomUia ü radi


voce m m i o r i a m p r i o r i s servüulis, ac testimoniumprmenlmm honorum
composuisse. C o n t i n ú a después con el elogio de su héroe, h a c i é n d o
nosle amar y venerar por l a convicción con que refiero y por el airo
de veracidad con que manifiesta la i n d i g n a c i ó n que le causa la po-
litica del gobierno á quien servia Agrícola; y concluye con un trozo
magnífico en el que describe r á p i d a m e n t e la t i r a n í a de Domiciano,
prwcApua mi) Domiciano miseriarum p a r s eral, videra H asp-ici, y
expresa los sentimientos de amor, de ternura, y de consuelo que
solamente puede producir un alma pura y sublime.
4.° De situ, m o r i l u s , populisqm Germanice, libellus es una des-
cripción geográfica y política del país de Alemania que conocieron
los romanos basta el E l b a . Cluiado T á c i t o por noticias agenas, tiene
algunos defectos en la parte geográfica; pero en las costumbres é
instituciones políticas, aun cuando se deje llevar de la manía común
á todos los romanos de bailar en todas partes sus mismos dioses,
tiene pinturas muy preciosas sobre los sentimientos, usos y relacio-
nes mutuas de los germanos. E s t á dividido en tres partes: en la pri-
mera trata de la situación, población y naturaleza del terreno; en la
segunda de las costumbres en general, de la manera de hacer la
guerra y de otros usos públicos y privados; en la tercera de los di-
versos pueblos de Oíermania y de sus caracteres y costumbres parti-
culares. T á c i t o ha debido de adquirir sus noticias, durante el empleo
de su padre en la Galia, ó por medio de los militares, ó por los es-
critos de Plinio el anciano. E l fin que se propuso, fué según algunos,
hacer de una manera indirecta, y como suelen hablar los que viven
ó han vivido en esclavitud, una sátira ingeniosa y sagaz de las cos-
tumbres de los romanos, presentando en contrasto las de un pueblo
b á r b a r o y grosero, pero cuya sencillez y virtudes hacian esperar su
poder y engrandecimiento, y presentir tal vez el peligro que amena-
zaba á los romanos corrompidos en la molicie.
o.0 E s c r i b i ó primeramente T á c i t o sus historias de los sucesos
contemporáneos desde Galbá hasta Domiciano, protestando su im-
parcialidad: m i h i Galba, Otho, Vitellius nec beneficio, nec injuria
cogniti: imorrivplamfidem professis, nec amore quisquam, et sine odio
dicendus es i . Emprende una obra, dice, p l e m m variis casibus, atrox*
—m—
p n e l m , discors seditionibus, i p m etiam pace scuvum. L á s t i m a es qttc-
no tengamos mas que l a parte de Galba, Otón, Vitelio y primer año
de Vespasiano. Escribió después los anales desde Augusto, refiriendo
por años, hasta la. muerte de N e r ó n , sucesos de que no habia sido
testigo, como en los de las historias. De aquí l a diferencia del plan
de estas dos obras, uarrando con mas esteusion en la una y mas bre-
vemente en la otra, y observando además diverso estilo. E n las his-
torias es mas ñorido y afluente, porque procede en ellas con mas l i -
bertad; en los anales, mas árido y conciso, ya porque tiene que aco-
modarse á los años y cónsules, ya t a m b i é n porque á proporción que
Tácito tenia mas edad, aumentaba el h á b i t o de l a concisión que
le caracteriza. Tres años nos faltan de Tiberio, todo el imperio de
Calígula, l a mitad del de Claudio y l o último de N e r ó n . L o s cuadros
mas notables son: en el primer libro'de las historias l a caida y muerte
de Galba; en el segundo Vitelio visitando el campo de batalla de
Bedriaco; en el tercero l a batalla y saco de Cremona; en el cuarto el
discurso de V ó c u l a ; y en el quinto el sitio de Jerusalen. E n los ana-
les. Germánico y sus combates, el campo de batalla de V a r o y los
honores hechos á sus legiones en el libro primero; la muerte de Ger-
mánico y el inmenso dolor de Roma en el segundo; A g r i p i n a en el
tercero; la guerra contra los tracios en el cuarto; la caida de Seya-
no en el quinto; los desórdenes de Tiberio en el sesto; Mesalina y
sus disoluciones cu el once; la imbecilidad de Claudio en el doce;
los buenos principios de N e r ó n en el trece; la muerte de A g r i p i u a
en el catorce, y los horrores del reinado de su hijo que llenan casi
tres libros. Su espíritu filosófico no se contenta con referir los suce-
sos: se eleva á las causas y desciende á los ú l t i m o s resultados. Se
desentiende de toda digresión i n ú t i l , llevando al lector con rapidez
á los acontecimientos i m b u y é n d o l e insensiblemente la mas sana
moral por medio de reflexiones, no aisladas, sino unidas á l a misma
relación, y absteniéndose lo posible de las arengas directas y de
adornos extraños, que perjudican por lo regular á la precisión y á
la energía de la n a r r a c i ó n ,
6.° Dotado T á c i t o de un gran talento y de una i m a g i n a c i ó n
poética: perfeccionado su juicio con la lectura y meditación de los
buenos modelos, en especial Tucídides y Salustio: acostumbrado á
— 196 —

buscar en ellos u n desahogo á los males presentes: instruido prác.


ticamente en la política, y en la naturaleza y condiciones del cora,
zon del hombre: habituado en fin en la falta de libertad á medir lag
palabras, y hablar solamente lo preciso y siempre con recelo, tiene,
la felicidad de penetrar á fondo el alma de sus actores, y en el secreto
de sus pensamientos lee l a parte directa ó indirecta que han tomado
cu los acontecimientos, determinando con u n tacto lino y esquisitro;
el m ú t u o enlace de los hechos y sus consecuencias: todo con un leu-
guaje rico y pintoresco, con una precisión y una profundidad de
pensamientos, que aumenta el interés, á proporción que se le medita
y entiende. L o s principales rasgos que le distinguen, son: un respeto
profundo á la v i r t u d y al saber, una grave severidad producida por
la i n d i g n a c i ó n , una melancolía habitual y una especie de claro og-
curo, que hace u n efecto admirable en sus pinturas, por la elección
de los t é r m i n o s , que sin faltar á la precisión, a ñ a d e n á la idea prin-
cipal una m u l t i t u d de accesorias. Así es que su lectura es sumamente
gustosa á los que conocen el mundo, y e s t á n prácticos en la política
y en los palacios.
7. ° E l estilo de T á c i t o , aunque mas conciso que el de Salustio,
su modelo, tiene mas brillo, mas adornos y á veces toda la pompa y
el lujo de la poesía. H e r i d a fuertemente su imaginación, reproduce
sus ideas con la mayor viveza, valiéndose de espresiones animadas,
de imágenes atrevidas que hacen nacer en los demás los mismos
sentimientos que esperimenta. Admirador de la a n t i g ü e d a d y de la
grandeza romana, lleva t a m b i é n su estilo aquel carácter de dignidad
y energía, propio de los romanos, y que cuadra perfectamente á la
gravedad de l a historia. Sério siempre y arreglado, rico y profundo,
escasea muchas veces las palabras, tal vez por dejar á la sagacidad
del lector el m é r i t o de penetrar los pensamientos. Su lenguaje en"
general muy latino, elegante y suave en las construcciones, tiene
algunos giros forzados é irregulares, y espresiones desconocidas al
siglo de Augusto rpero no es esto bastante para que se le coloque
en línea inferior á los mejores autores, si bien debe preceder alguna
i n s t r u c c i ó n á su lectura.
8. ° Scioppio, Strada y otros varios tachan á T á c i t o de suspicaz
y malicioso en l a interpretagion de los hechos é intenciones, lo cual
eirá consíguícute á la depravaciou y d e g r a d a m i é u t o á que líabia lle-
gado en su tiempo la lunnauidad. Otros encuentran escesiva su afi-
ción á presentar sus ideas y pensamientos por rasgos atrevidos y
estudiados, lo que es propio de una literatura en decadencia, y poco
conforme con la natural y magestuosa facundia de T . L i r i o y con la
grandeza y sencillez de César. Otros le creen poco puro y armonioso,
testante oscuro y algo p o é t i c o ; pero esto mismo es en parte propio
de su siglo, y en parte deja de ser defecto por la grande a r m o n í a
entre los sentimientos y l a espresion y la profundidad de miras, que
es lo que le hace menos claro; y porque como dice Quintiliano (libro
10, cap. 1.°) historia est jiróximapoetis, et quodammodo carmen solur
ium. Otros dicen que tan enérgico y mas adornado que Salustio, tan
elocuente y mas pro fundo que L i v i o , es T á c i t o superior como filó-
sofo; pero que esa misma filosofía l a pone en todas partes a ú n en
boca de los b á r b a r o s , y que sigue siempre ese tono sostenido y esa
uniformidad de perfección, que tanto á veces perjudica por el esceso.
Mas ninguno de estos lunares será bastante para ofuscar su m é r i t o
de fuerza, de movimiento d r a m á t i c o , de concisión, de colorido, de
elocuencia y de profundidad. Solamente en la parte religiosa es donde
por demasiado romano, es decir, ciego adorador de sus dioses, no
ejerce su crítica filosófica, y se deja llevar de fábulas al tratar de los
judíos y de los cristianos en el libro quinto de las historias y en el
quince de los anales. S i n embargo confiesa que, miseratio oriebakcry
tamquam non u t i l ü a t e publica, sed i n scevitiam unius absumerentur
(Christiani.)

LECCIOX 41.

1.° C ú r e l o . — 3 o Su h i s t o r i a . — 3 . ° Su m é r i t o . — 1 ° Su
estilo—5." Sus errores y defectos-—e-0 Sus areugas.—
7.° Suetouio —8.° Sus o b r a s . — ' Su m é r i t o . — l O . Su
estilo y leuguaje.—11. Auueo Floro.—13. Estilo de su
historia —13. Otras obras que se le a t r i b u y e n . - 1 4 .
Jnstiuo.—15. M é r i t o de su ohra.

I.0 Q. Ourcio Rufo es el escritor de quien menos noticias h a y /


y sobre quien mas se estienden los que desean saber su época y c i r -
(ninatancías, porque hasta el siglo X T I nadie hace meücion de Curciq
t;oiuo esci-itor. Se conjetura que pertenece á los buenos tiempos de
la literatura de Roma, ya por su lenguaje y estilo, ya por un paga-
ge del libro 4.° de su historia, en que habla de T i r o y su engraucleci-
miento por la paz y la protección de los romanos, y otro del libro
10, en que después de hablar de Macedonia, que se a r r u i n ó por la
discordia y mando de muchos, daw. proinde jure nwrHoque poptdus
rumamts salutem se p r i n c í p i suo dehere projitetur: m i metía, qmm
pene supremetm habtiimus, novum sidus i l l u x i l . Qaot Ule tum extinxit
faces? quot condidü yladios! quantam tempieslatem súbita serenitak
discussit, X o n ergo revirescit solum, sed etiam j a m Jtoret imperkm.
A h s i t modo i n v i d i a , excipiet hujus aeculi ejusdem domus, idinamper'
petua, certe diuturnaposteritaa.
E n vista de este pasage unos creen que ese nuevo astro debe
entenderse del que se v i o después de la muerte de César; otros, que
ose príncipe, á quien el pueblo romano debe su bienestar, es Tiberio;
otros que Claudio; otros que Yespasiano; otros que Trajano; otros
que Constantino, y otros, en fin, que Teodosio. Pero la mayor parte
son de opinión que ese pasage se refiere á Yespasiano, cuyo general
A n t o n i o P r i m o g a n ó la batalla de Cremona al amanecer, con la sa-
lida de l a luna, que d e s l u m h r ó á los Yitelianos, como dice Tácito.
Buscando después la familia y el nombre de Curcio, encuentran uu
Q. Curcio E u í b , j ó v e n de probidad é i n s t r u c c i ó n , en la epíst, 2 del
libro 3.° de Cicerón a d Q./rairem,- otro r e t ó r i c o , de quien habla Sue-
tonio: otro en P l i n i o (lib. 7, ep. 27) y otro en T á c i t o (anu, l i b . 11);
pero todos, menos el do Cicerón, pueden ser el mismo de quien tra-
tamos, si bien nada hay que lo pruebe. T á c i t o y P l i n i o refieren que,
hijo de un gladiador, habia a c o m p a ñ a d o al cuestor de Africa en
tiempo de Tiberio, y que paseando un dia en un soportal, se le apa-
reció una mujer de forma sobrehumana y le a n u n c i ó que algún dia
seria el procónsul de la provincia. A n i m a d o con tal presagio, obtuvo
la cuestura, y luego l a pretura de Tiberio, quien decia: C u r t í a s vi-
detur ex se ndtus. Llegando á una larga vejez alcanzó en Germauia
el imperio consular, las insignias del triunfo y por fin murió de pro-
cónsul en A f r i c a .

2.° L a ú n i c a obra que tenemos de Q. Curcio, es su historia de


— 19ÍÍ —
Aíojandró Maguo, que compuso aegunlo que halló escrito óü varios
historiadores griegos. De los 10 libros, en que la dividió, se han per-
dido los dos primeros, el fiü del 5.°, el principio del 6.° y parte del
último, cuya falta han suplido, primero Cristóbal B r u n o , y después
con mayor m é r i t o el a l e m á n Freinsheim, el mismo que suplió á
T. L i v i o . L a historia de Q. Carcio tiene bastante de novela, por lo
brillante del estilo y por la afición á lo maravilloso que manifiesta,
poméudonos á su héroe, siempre admirable, y poseído mas del deseo
de gloria que de aumentar y esteuder sus dominios.
o.0 L a historia de Curcio, considerada como hemos dicho, y pres-
cindiendo de todo lo que pertcuece á la ambición, al valor y á l a
heroicidad de Alejandro cu sus empresas, que es el fin principal,
tiene el m é r i t o de divertir é interesar por medio de una n a r r a c i ó n
fácil y agradable, por sus bellas descripciones y por la elegancia con
que hace hablar á sus personajes, aunque tal vez no sea muy apro-
piada. Tiene t a m b i é n Curcio mucho juicio y discernimiento, porque
no refiere, como los autores griegos, prodigios increíbles; y a ú n sobre
algunas cosas, bastante extraordinarias y exageradas, como los per-
ros de presa del reino de Sophües en la I n d i a , que se dejaban cortar
los miembros antes que soltar, dice (llb. 9, cap. 3): Equidem p l u r a
transcriho, qu%(n credo. N a m me afirmare sustineo de quibus duhito,
me suMucere, qxm accejpi. E s asi mismo recomendable la sinceridad
con que cu medio de su pasión por Alejandro, refiere sus vicios á l a
par que sus virtudes, á pesar de que da por evidente, l o n a natura:
ejus J ü i s s e ; vitia vel fortuna, vel cetatis. T a m b i é n merece elogio por
la manera natural y agradable con que describe las costumbres de
los pueblos y el carácter peculiar de aquel tiempo.
4.° E l estilo de Q. C u r d o es muy elegante y en general una
imitación de T . L i v i o : esmerado y vario, se eleva y desciende según
las circunstancias, pero por demasiado tiorldo y á veces declamato-
rio, se aleja bastante de aquel aire magestuoso y de aquella dignidad
que distingue á los grandes historiadores de Roma. E l principio del
libro tercero donde describe el rio Marslas; la elevación de A b d a l o -
mlno de jardinero á rey, y el sitio de T i r o cu el cuarto, l a licenciosa
vida de Alejandro y su olvido de las costumbres p á t r i a s por las de
Persla en el sesto, y los sentimientos de Slsigambis por la muerte de
* » 200 - *

•Alejíiuciro en el déciiúo; llevan l a elegancia y el QSlueró Uasta vatk


atectacioti iinprópia de la gravedad h i s t ó r i c a . E l lenguaje es mut
escogido en general y propio del primer siglo, pero abunda en fra.
ses y locuciones poéticas, y usa de grecismos y algunas palabras
nuevas; v . g . : admovere dism M í , clemenlíor alveus; spargere vesti-
g i a fugcv; J ú p i t e r vítor aperuit oculos; i m l i M e cmres p r o i n m i s ; cap*
tivm feminar um; iiiequitabílís; gasa, acínaces, s á t r a p a .
5. ° Atento Ourcio á realzar siempre á su héroe, se cuida poco de
ejercer la crítica sobre los historiadores, de quien traslada. N o procu-
i-a conciliar sus contradicciones, n i muchas veces averiguar la verdad.
Es poco exacto en l a geografía y a s t r o n o m í a , por ejemplo en la di-
rección del Ganges (lib. 8.°): no habla con seguridad del mar Cas-
pio (lib. 6.° y 7.°): confunde el Tauro y el Cáncaso (lib. 7.°): no ob-
serva n i n g ú n orden cronológico, n i indica los años n i estaciones eu
que han ocurrido los sucesos. Manifiesta pocos conocimientos mili*
tares y es difícil comprender l a descripción de las batallas y de los
sitios. E n l a moral traspasa t a m b i é n los límites, alabando algunas
acciones de su héroe tan innobles y vergonzosas, que hasta el refe-
í i r l a s es contra el decoro de l a historia, cuanto mas el mirarlas como
permitidas.
6. ° L a s arengas de Curcio, por lo general muy trabajadas, des-
cubren el retórico mas bien que el historiador. E l artificio es tan
notorio, que parecen casi todas vaciadas en la turquesa de quien se
ejercita en l a escuela, para comprobar las reglas generales de la retó-
rica; y á pesar de todo tienen el defecto de no convenir muchas ve-
ces á las personas ó á las circunstancias. L a de D a r í o en el libró
cuarto antes de l a batalla de Arbela, sobre ser larguísima, está muy
estudiada y tan bien dispuesta, que se descubre por sí solo el artifi-
cio. L a de Philotas en el libro sesto, defendiéndose de la conspira-
ción contra Alejandro, manifiesta una dulzura y una tranquilidad-
que mas parece de quien se halla divertido en una fiesta que de m
acusado. L a s tiene sin embargo muy buenas, como la de los emba-
jadores de Darío á Alejandro y la respuesta de este (lib. 4.°) y la de
^os Scitas (lib. 7.°) llena de alegorías y sentencias propias de un
pueblo a ú n grosero é inculto: aunque algunos han creído poco pro'
pías en salvajes tantas y tales sentencias.
— 201 —^
: 7.* C . Suetonid Tranquilo, hijo de Saetonio Leuis, caballero
romano y tribuno de una legión en la batalla de Bedriaco, se hallaba
aún en la adolescencia á los veinte años de la muerta de Nerón,
como él mismo dice en el ú l t i m o capítulo de l a vida de este empe-
rador. Ejerció después la profesión de g r a m á t i c o y de retórico, y por
la intima amistad de P l i n i o el joven logró ser conocido de Trajano,
obteniendo el empleo de t r i buno militar y el derecho trium Uberorum,
aun cuando no tenia hijos. Adriano le hizo su secretario particular
ó magister epistolarum; pero cayó luego en desgracia, según parece,
por falta de respeto á la emperatriz Sabina, y vivió retirado en sus
estudios, sin que se sepa otra cosa, n i a ú n el a ñ o de su muerte,
8. ° De las muchas obras de Suetonio, como tres libros de regibus,
varios de la historia de los juegos (ludicrte historiae), de romcmorum'
spectaeuUs et certaminibus, de illustribus f a m i l i i s romanorvm, de
Eoma y de sus instituciones y costumbres, y un libro de poetas, al
que según algunos pertenecen las vidas de Horacio, de Lucano y de
Persio, porque las de P l i n i o el mayor y Juvenal es bien notorio que
no son suyas, solamente tenemos además de estas vidas, l a de T e - :
reacio, que sin r a z ó n se ha atribuido á Donato; un libro ó mas bien
un cuadro histórico del estudio de l a . g r a m á t i c a con el t i t u l ó le.
illustribus grammaticis, y la obra principal, que le ha dado nombre
y que comprende las vidas de los doce primeros Césares, ó sea, desde-:
Julio César hasta Domiciano. Algunos manuscritos d i v i d í a n esta
obra en ocho libros: ahora está en doce.
9. ° E l p r i n c i p a l m é r i t o de Suetonio consiste en la candidez y
naturalidad con que narra cuanto ha leido ó visto, y en el cuidado
que pone en averiguar y seguir la verdad, menos cuando habla de los
cristianos. L l e v a tan adelante su diligencia, que se engolfa hasta en
la vida interior, y da noticia con la mayor escrupulosidad de lo ;
que el decoro exigía que callase. P o r esto se ha dicho que Suetonio. s
escribe de los Césares con tanta libertad como ellos obraron, K o
siendo su objeto componer una historia m i l i t a r y política, y sí solo •
dar á conocer el carácter de cada César con sus vicios y v i r t u d e s ;
públicas y privadas, no sigue el ó r d e n cronológico: divide las vidas
en capítulos por materias, v. g.: de los hechos, de los decretos, del-
modo de v i v i r , ó de vestirse, de las ocupaciones, de l a estatura 'y
14
— '20'i —

porte del emperador, etc., etc. Refiere todos los pormenores con la
mayor indiferencia, sin reflexiones n i juicios de n i n g ú n género, de
manera que nos da ciertos rasgos característicos, mas bien que el
carácter completo de cada emperador, lo que ha hecho decir, que
Suetonio es un narrador mejor que un historiador. E s también inte-
resante su lectura por las noticias y preciosas reseñas de arqueolo-
gía y de a n t i g ü e d a d e s romanas, en especial sobre la constitución y
leyes de Roma.y varios ritos públicos y privados.
10. Suetonio usa de un estilo dulce y agradable: sencillo y fácil,
es conciso, sin adornos y con cierta energía y dignidad, que en me-
dio de tratar de muchas frivolidades, nunca pierde su naturalidad
ni degenera en ridicula afectación, n i cu pomposa gravedad. Su
lenguaje, aunque de una época algo distante ya de la de Augusto
y T . L i v i o , es generalmente puro, correcto y nervioso. L u i s Vives
que suplió con tres breves capítulos el principio de la vida de César,
que él cree faltar, porque empieza desde los 16 años, dice (epist. 2."
de ratione studii pu3riMsJ: Sustonii m i r a b i l i s dicendiproprietas, as-
tricta i l l a , et qux p l u s haheat m n ' o r u m , quam corporis.
11. L . Anneo Floro, español de nacimiento y según algunos de
la familia de los Sénecas, floreció en R o m a en los tiempos de Tra-
jauo y de Adriano. E l historiador Sparciano refiere unos versos jo-
viales y picantes de J u l i o Floro á A d r i a n o , y de este á J . Floro, el
cual se cree que sea este mismo historiador. Carisio cita también de
una epístola de Anneo Floro á Adriano, estas palabras: poemalis de-
lector; lo que prueba, que si no era poeta, gustaba de leer poesías,
cayo estilo i m i t a en su historia. U n sábio (1) al principio de este
siglo ha querido probar que Floro es del tiempo de Augusto; pero
en tal caso h a b r í a que suponer interpolado u n trozo en el prólogo,
para lo cual no hay una r a z ó n plausible. E n este pasage dice que en
su siglo, bajo Trajano, el imperio mueve con vigor sus brazos, y
contra l a esperanza de todos reverdece en l a vejez, como si hubiese
vuelto á su juventud. Se cree que en vez de una L pusieron los co-
pistas una O, cuando un poco antes dice, que desde Augusto iban
corridos cerca de 0 0 años. T a m b i é n so ha querido atribuir la obra

1. M. Titze.
— 203 —
de Floro á Séneca, ya porque en algunos manuscritos se llama así
el autor, ya porque Lactancio se refiere á Séneca en la división que
hace de las edades del imperio romano, y esta no se halla mas que
eu el prólogo de Floro. M a s no siendo igual la duración de las eda-
des en los dos, pudo L a c t a n c i o tomarla tal vez de alguna de las
obras perdidas de Séneca, que acaso imitase t a m b i é n Ploro; y este
pudo ser llamado Séneca, si pertenecía á esta familia. Vosio, en aten-
ción á esto, dice que acaso será de Floro la tragedia Octavia que
corre entre las que se dicen de Séneca.
12. E n los ú l t i m o s años de Trajano, publicó Anneo Floro su
epítome de gestis r orna ñ o rw n en 4 libros; que no es otra cosa mas
que un compendio de los sucesos ocurridos desde R ó m u l o hasta que
Augusto cerró la primera vez el templo de Jano, extractado, no solo de
T. L i v i o , de quien á veces disiente, sino t a m b i é n de otros varios
escritores. Persuadido como buen romano que Roma lo era todo,
compuso mas bien que una historia, un elogio del pueblo romano
en un estilo oratorio y a ú n poético, lleno de i m á g e n e s y espresiones
atrevidas, valiéndose hasta de hemistiquios de V i r g i l i o y cuidando
mas del brillo del lenguaje que de l a verdad. Toca ligeramente los
sucesos, narrando las victorias y los hechos de una manera r á p i d a ,
brillante y animada; pero con una concisión afectada y con unos
adornos estudiados, procurando terminar las claüsulas con alguna
agudeza. Casi no deja el tono del énfasis y de la a d m i r a c i ó n , em-
pleando con mucha frecuencia toda clase de figuras retóricas y fra-
ses cortadas y sentenciosas, con las que se esfuerza por elevarse a l
sublime y suele decaer en la monotonía y frialdad. Comete varios
errores geográficos y cronológicos, que pueden e n g a ñ a r al qüe no
le lea con alguna p r e v e n c i ó n . E l texto ha llegado á nosotros bas-
tante alterado y con muchas interpolaciones.
13. S i como creen algunos críticos, fuese nuestro historiador,
el mismo que el poeta Julio Ploro ó Florido del tiempo de
Adriano, en lo que n i n g ú n inconveniente se presenta, deberíamos
tenerle por autor de los poemas que allí se le atribuyen y de otro
de qmlitate vita}, publicado por primera vez por Pedro P i t h o u con
el titulo de Floridas. E l epítome do T . L i v i o se le atribuye tam-
bién, aunque sin fuertes razones para ello. .
— 204 —

14. M . Juuiano Justino ó M . J u s t i n o Frontino, que como di-


jimos, en laleccion 25, compendió la historia universal de Trogp Pon,,
peyó,, es conocido solamente por su obra. De aquí el que unos le
hacen discípulo, otros hijo de T r a g o ; unos quieren que floreciese
después de trasladada la corte á Gonstantinopla; otros le hacen crig.
tiano, confundiéndole con S. Justino M á r t i r , que dedicó á Antoni-
no P i ó , el a ñ o 150, una apología en griego de la religión cristiana,
Del p e n ú l t i m o período del prólogo se ha querido deducir una prue-
ba, de que vivió en tiempo de los A n t ó n iuos, porque en un manus-
crito antiguo se leía: quad a d te, imperator Antoninc, non tam con.
noscendi, quam emendandi causa t r a n s m i s i : aimul ut et otii mei, cu-
jus et Cato rcddendam ojjeram ^¿¿/«i, apttd te rabio constar et. Pero
Jacobo Bongarsio y otros niegan que las palabras, imperator Anto-
nine, se hallen en los códices antiguos; y creen que fueron interpo-
ladas por a l g ú n ignorante de los que confundieron al historiador y
gentil con el griego y m á r t i r . Ahora vemos unas ediciones que llevan
esas palabras, como, entre las que he visto, la de L i o n en 1562, de
l i a r b o u en 1770, y otra de Venecia de 1786; y otras en que se omi*
ten, como la de L i o n en 1670 y la de Leipsic de 1757 y la Bipou'-
tina de 1784.
P o r otra parte, las palabras citadas son mas propias para diri-
gidas á un amigo de confianza, en especial emendandi causa, que
á,un emperador, por lo cual i g n o r á n d o s e l a éppca en que verdadera-
mente floreció, y siendo la obra extractada de otra del tiempo de
Augusto, hemos procurado darla un lugar, antes de poner fin á la
cuarta edad de l a historia l a t i n a ; y con mas razón, cuando su estilo la
hace preferible á l a de Ploro, y su m é r i t o es muy superior al de
los biógrafos y compendiadores de l a edad siguiente,
15. H i s t o r i a r u m p h ü i p i ñ c a r u m et totius m u n d i originum et terree-
situs, ex Trogo Pompejo excerptanm l i h r i X L J V á N i ñ o ad Ckesa-
rem Augustum. Así se titula el compendio de J u s t i n o . Trogo Pom-
peyo, como dijimos en la lección 25, habia imitado á Teopompo,
intitulando Filípica su historia por ser, en la mayor parte, de Filipo,
padre de Alejandro Magno y de los estados que llegó á tener su
reino; pero a ñ a d i ó t a m b i é n l a historia de otros pueblos, ya como
i n t r o d u c c i ó n , ya en forma do episodio, de manera que formó una
— 205 «•

historia universal de 2155 años, desde N i ñ o , primer rey de los asi-


rios, hasta el a ñ o 748 de Roma. Se acrimina á Justino, así como á
otros compendiadores, el haber sido causa de que se perdiesen las
obras latas. Esto bien mirado tiene poco fundamento, puesto que
no nos ha arrebatado el tiempo solamente las obras reducidas á com-
pendio, sino otras m i l ; y por otra parte se les debe agradecer el que
hayan al menos salvado con su trabajo una parte de los buenos au-
tores, pues de otra manera es casi segairo que hubiesen enteramente
desaparecido. M a s bien merece censura Justino por haber suprimi-
do las reseñas geográficas que hacia Trogo, así como por la poca
crítica con que ha d e s e m p e ñ a d o lo que promete en el p r ó l o g o : omi-
ssis Ms, q i m neo cognoscmdi voluptate jucunda, necexemplo erant ne,'
cessaria, hreve velutiflorum corpusculum feci. Con su n i m i a credu-
lidad suele detenerse con prolijidad en hechos de poca importancia,
y pasar r á p i d a m e n t e por otros que l a tienen mayor. Sus reflexiones
indican poca sagacidad: usa de algunas expresiones indecentes y
descuida completamente la parte de cronología. E n el libro 36, al
hablar de los j u d í o s , le sucede lo que á los d e m á s historiadores ro-
manos: dice m i l despropósitos. Con todo, es m u y interesante esta
obra por sus noticias acerca de los asirlos, medos, persas,, grie-
gos, macedonios y romanos. E s notable el retrato .de F i l i p o y el
paralelo con su h i j o : ( l i b . 9, c, 8). E l ú l t i m o libro contiene la histo-
ria de E s p a ñ a .
E l lenguaje es en general puro y elegante, y el estilo sencillo,
correcto y r á p i d o ; pero algo desigual, porque unas veces hace uso del
original y otras escribe de suyo. E n el libro 88 hay u n discurso de
Mitrídates, tomado de Trogo al pie de la letra. Existen t a m b i é n
unos sumarios de cada libro con el título de prólogos, obra de a l g ú n
g r a m á t i c o muy antiguo, que los debió formar sobre el mismo T r o -
go, porque hablan de algunas cosas que no se ven en Justino.
— 206 —

1.0 i>a cloonencla.—».0 Causas de l a c o r r u p c i ó n de la


elocucMCla —3.° TU. Aunco S<'íiteca—l.0 dstilo y mérito
de sus ol»ras,—5.° [Wí. P o r c i o I j a l r o n . — « R n t i l i o I^npo
y oíros retóricos.

J.0 L a elocuencia latina, que h a b í a llegado á su perfeccionen


los ú l t i m o s tiempos de la república, queda como amortiguada, du-
rante el imperio de Augusto, cuando, según dice el Diálogo de log
oradores, la larga y continuada quietud y ociosidad del pueblo, la
constante tranquilidad del Senado y l a grande politica de aquel
principe, rpsam queque eloquentiam, sicui omnia alia, pacaverat. Las
juntas del pueblo, que con Augusto conservan cierta sombra de l i -
bertad, desaparecen con los sucesores; y en el Senado no se oyen
mas que elogios y serviles adulaciones á los príncipes y á sus favo-
ritos. Solamente en las escuelas de los retóricos, l a elocuencia quiere
dar algunas señales de v i d a ; pero respirando en una atmósfera arti-
ficialmente preparada, no puede menos de i r descayendo, hasta
perder completamente, con l a opresión t i r á n i c a de los emperadores,
todo su vigor y verdadera fisonomía. Asuntos imaginarios v. g,
delibera Alejandro, s i lia de pasar el Océano, y el escesivo estudio de
las exterioridades en l a voz, en el ademan, en el modo de presentarse,
esto era todo lo que servia de objeto á l a elocuencia. Esta falta de
interés se procuraba suplir con los adornos del estilo, para deleitar
la imaginación, ya que no era fácil conmover el á n i m o . De aquilas
frases pomposas y enfáticas, las figuras exageradas y la novedad en
los giros y construcciones. A esta época en que el arte quería suplir
la falta de genio y de asuntos interesantes, se la ha dado por algunos
el nombre de Quintiliano, porque entre todos los retóricos de aquel
tiempo es el que sobreponiéndose á la corrupción general del buen
gusto, sabe dar reglas juiciosas y bien meditadas, que renuevan y
sostienen por a l g ú n tiempo el brillo de la verdadera elocuencia, auu-
— 207 —

que semejante á aquellas ráfagas cío luz que suelen preceder á una
completa oscuridad.
2. ° Varias causas de la corrupción de la elocuencia en R o m a se
reconocen ya por los c o n t e m p o r á n e o s M . Séneca y V e l e y o P a t é r c u l o .
E l lujo y corrupción de los tiempos, la falta de premio al m é r i t o y
á la aplicación, la desidia y mala dirección de los jóvenes, la afemi-
nación de sus costumbres, aquella ley constante del destino, que de-
rriba lo que llegó á l a cumbre y lo abate hasta lo ínfimo con mas ve-
locidad que habia subido, y el empeño de buscar la perfección por
nuevas sendas, despreciando los buenos modelos y desconfiando de
poder alcanzarla por las que otros hablan seguido; he aquí las causas
principales que señalan. Pero sobre todas ellas debe ponerse, como
la primera y l a fuente de las demás, la p é r d i d a de l a libertad y la
degradación consiguiente á la t i r a n í a de los emperadores. F a l t a el
teatro de la elocuencia, el foro; falta el estímulo del premio y l a ver-,
güenza del d e s c r é d i t o ; faltan los interesantes negocios que antes se
ventilaban; falta la sólida y bien d i r i g i d a instrucción de los jóve-
nes; y de nada sirven los ridículos esfuerzos de los retóricos, n i el
establecimiento de bibliotecas públicas, que empezado por Polion y
por Augusto, que fundó dos, fué continuado por Tiberio, Vespasiano
y Trajano. E l contagio del mal gusto había cundido demasiado, y
la loca estravagancia de los sucesores de Augusto, habia inoculado
en los talentos cierta m a n í a de énfasis y de exageración, que solo
gustaba de lo grandioso y abultado, aun cuando fuese frió y pueril
á los ojos de l a sana crítica. N o faltaron sin embargo grandes inge-
nios que aunque tocados del contagio, pudieron en parte preservar-
se, y nos dejaron tesoros de doctrina, ya que no de buen gusto y
de elocuencia.
3. ° M . Anneo Séneca, natural de Córdoba, de una familia de
caballeros romanos, v i v i ó desde el año 58 antes de J . C. hasta el 82
después. Se trasladó á R o m a en tiempo de Augusto, y entrando en
í n t i m a s relaciones con el célebre declamador Porcio Latron, se de-
dicó también á la e n s e ñ a n z a de la retórica. A los 52 años, vuelto á
Córdoba, se casó con H e l v i a , de quien tuvo tres hijos, M . Anneo
Séneca Novato, que adoptado por J u n i o Galíon, tomó los nombres
de J u n i o Anneo Galion, L . Anneo Séneca el filósofo, y L . Anneo
— 208 —
MeTaj padre del poeta L u c a n o ; con los cuales se trasladó segun^
vez á R o m a . Dotado de una memoria asombrosa, pues, como él dice;
repetía sin equivocarse dos m i l nombres por el orden con que los
habia oido, y basta doscientos versos al contrario de como los ha-
bían diebo otros tantos oyentes'de su preceptor, se propuso en la
vejez, por complacer á sus bijos, compendiar ó extractar las decla-
máciones ó discursos de mas de cien autores griegos y latinos, que
en su juventud babia oido pronunciar en las escuelas de los retóri-
cos mas célebres, baciendo un juicio crítico al fin de cada uno. De
todas sus obras nü resta mas que un libro de suasorias ó discursos,
para é x b o r t a r , y cinco de los diez de controversias ó causas judicia-
les ficticias, á saber, el 1.°, 2.°, 7.°, 9.° y décimo, y u n epítome ó ex-
tracto dé todos diez. N i a ú n los que existen están completos, porque
se ba perdido todo lo que estaba en griego, y en lo demás se bailan
mancos, confusos y perturbados, de manera que no los conocería su
mismo autor. H e i n s í o le atribuye las tragedias Hercules furens,
Thi/estes y Gldipus.
I 4." Séneca el retórico, aunque por la edad, como él dice, pudo
alcanzar á Cicerón, no escribió basta sus ú l t i m o s años, cuando ya el
buen gusto se babia alterado. Entonces ejerce su juiciosa crítica
sobre los retóricos de su tiempo, y á l a par que se lamenta de la
decadencia de l a elocuencia latina, su estilo cortado y frecuente-
mente poco armonioso, nos presenta, al lado de bellos pensamientos
y rasgos elocuentes, sutilezas y frías declamaciones. E s sin embargo
el que ba escrito con mas pureza y elegancia después de Cicerón, y
se recomienda su lectura por la afluencia, y variedad y buen uso, así
de las palabras propias, como de las m e t a f ó r i c a s : todo lo cual, unido
á l a viveza y concisión de su estilo, le baca mirar como un autor de
transición bacía l a decadencia de la literatura de R o m a .
Y a hemos indicado antes la futilidad de los temas que se propo-
nían, tanto para las suasorias, como para las controversias, (1) los
cuales ó eran imaginarios, ó causas defendidas por los antiguos, ó

(i) Había también declamaciones tractalw et oolomtai: en aquellas, el [profesor se-


ñalaba la materia y lo principal de la disposición: en las coloradas, materia y plan todo
era de la invención de los alumnos, y en estas tenían su principal lugar lasfigurasy todos
lo^demus. adornos oratorios.
— 209 —
rasgos históricos que se prestasen á estos ejercicios oratorios. H é
aquí otros ejemplos: si deberia Cicerón escusarse con M . Antonio: si
deberia quemar sus obras, caso que M . Antonio se lo exigiese por
concederle la v i d a : al ser d e s p e ñ a d a de la roca Tarpeya una Ves-
tal, invoca á su diosa y queda con vida, ¿se la deberá arrojar otra vez
y hacerla morir? U n padre defiende á su hija, que ha sido declarada
cómplice por la madre en l a muerte de un andado de esta é hijo de
aquel etc.
L a s suasorias son ocho, contando con los elogios y n a r r a c i ó n que
varios historiadores hacen de la muerte de Cicerón, y que ocupan el
lugar dé la s é t i m a ; y las controversias de los cinco libros son treinta
y cinco. Estas obras suelen hallarse á c o n t i n u a c i ó n de las de Séneca
el filósofo. E s muy notable entre los prefacios de cada libro, el del
primero, por las noticias que da y por la critica que hace de su
tiempo. . . ,;
5. ° E u el prefacio que acabamos de citar, hace M . Séneca á sus
hijos u n grande elogio de M . Porcio Latron, español, y uno de los
mas célebres declamadores de aquellos tiempos y amigo de Ovidio.
Plinio el anciano le llama, darus ínter dicendi magistros; y Q u i n t i -
liano i n primis clari nominis professor: y añacTe que gozaba de gran-
de opinión en la e n s e ñ a n z a ; pero que se quedó cortado, cuando tuvo
que defender un pleito en el foro, al airé libre, por la impresión que
le hizo, estando acostumbrado á las paredes de la escuela. S. J e r ó n i -
mo asegura que se q u i t ó la vida en 750 de E o m a , fastidiado de unas
cuartanas dobles. Se le atribuye una declamación contra Catilina, y
por algunos t a m b i é n otra mas corta contra Cicerón, que otros hacen
de Salustio, y suele estar á c o n t i n u a c i ó n de sus obras, juntamente
con otra contra Salustio, que es obra de un g r a m á t i c o desconocido.
6. ° R u t i l i o L u p o , c o n t e m p o r á n e o probablemente de Augusto ó
de Tiberio, hizo un estracto de u n libro del griego Gorgias, que flo-
reció por entonces, con el título i e M g u r i s sententianm et elocutimis;
y está dividido en dos libros, aunque Quintiliano le cita como uno
solo. E l i n t e r é s de esta obra consiste ú n i c a m e n t e en los ejemplos;
los cuales están tomados de oradores griegos que no existen, y tradu-
cidos al latin con una elegancia que iguala á l a de Cicerón.
Después de R u t i l i o L u p o , se hallan en la colección de retóricos.
— 210 —

menores, otros tratados de las figuras, de A q u i l a Romano y do Juli0


Rufiniano; tres libros de Curio Fortunaciano artis rcthoricm scholic®-,
exposiciones sobro Cicerón de M a r i o V i c t o r i n o ; con los libros de
retórica de Sulpicio Victor, Emporio y otros, todos del siglo 1TI en
adelante y de poco m é r i t o ,

LECCION 13.

I.0 Q u i n t l l i a n o . — » . 0 Sus o b r a s . — 3 . ° P l a n y m é r i t o a©
sus insíüuciones oratorias.—4.° Su dlcciOH y estilo.—5 0 Diá-
logo de los oradores.—6-" F l i i i i o el j ó v e i i . — ? . 0 Sus carias,
su paneyirico,

1. ° M . Fabio Quintiliano nació en Calahorra el año 42 de J . 0.,


y el 69 fué llevado á Roma por el emperador Galba. Se dice que su
abuelo y su padre enseñaron retórica. Dedicado al foro, mereció
grandes elogios en este ejercicio; y habiendo señalado Vespasiano,
sobre el año 72 de J . C. cien rail sextercios anuales para los retóri-
cos griegos y latinos, Quintiliano mereció la gloria de ser el primer
profesor de retórica, sostenido á espensas del estado. Tuvo discípu-
los muy aventajados é ilustres, entre otros á P l i n i o el joven y á los
sobrinos de Domiciano, nietos de una hermana. Obtuvo los honores
de la banda laticlavia y los del consulado; y retirado después de
veinte años de magisterio, se propuso, á instancias de los amigos,
consignar por escrito los principios de buen gusto que habia seguido
en la abogacía y en la enseñanza. Sintió l a p é r d i d a de su primera
esposa y de dos hijos, en quienes habia fundado muy lisongeras es-
peranzas; y casado de nuevo, tuvo una h i j a que fué dotada por Pli-
nio, y esposa de N o n i o Celer, gobernador de E s p a ñ a . Cargado en fin
de años, m u r i ó en tiempo de A d r i a n o .
2. ° Quintiliano por los años de 92 á 94, expuso en una obra
titulada Insltíuciones oratorias, la idea que tenia de u n perfecto ora-'
dor, y de como podría formarse, dirigiendo su educación y su ense-
ñ a n z a desde la cuna hasta la edad robusta. Como dice al librero
Triphon en una carta que precede á su obra, no habia pensado pu-
— 211 —
blicarla tan pronto, teniendo presente los muchos libros que habia
tenido que revolver en dos años, en medio de grandes ocupaciones,
y mas que todo el prematur i n annum nonum de Horacio; pero ac-
cede por fin á las instancias del librero, moviéndole t a m b i é n á ello
el que corrían ya en su nombre dos libros de retórica, formados
sobre sus esplicacioncs.
T a m b i é n se atribuyen á Quintiliano 19 declamaciones grandes
y 145 mas cortas, que son restos de una colección de 388; pero si
bien en las cortas se encuentran algunos rasgos que en nada desdi-
cen del estilo de Quintiliano, todas ellas son conocidamente de va-
rias manos y de un siglo posterior. H a y quien las atribuye á su
abuelo ó á su padre. Gerardo Yosio cree que son algunas de Postu-
mio, uno de los treinta tiranos ó aspirantes al imperio en el siglo
I I I , y algunos manuscritos las hacen de M . Floro, sugeto des-
conocido.
3.° E l plan de las Instituciones oratorias abraza todo cuanto
debe aprender y saber u n orador, desde los brazos de l a nodriza
hasta que llega á la perfección, tal como lo concebía el autor. M a s
bien que como u n arte retórica, que supone otros conocimientos y
da la ú l t i m a i n s t r u c c i ó n , debe esta obra considerarse como un m é -
todo de educación completa; y es ú t i l no solo para el que aspira á
orador, sino para el que le dirige y para todo literato. Dedícala su
autor á Marcelo Y i c t o r i o , y en el proemio expone el plan que ha de
seguir, distríbuyéudoici en doce libros: trata en el primero de los
estudios que deben preceder al de l a oratoria: en el segundo de los
elementos y cuestiones propias de la r e t ó r i c a : en los cinco siguien-
tes, de la invención, á la que une la disposición: en otros cuatro, de
la elocución, á la que agrega la pronunciación y la memoria; y en el
último habla del mismo orador, cuales han de ser sus costumbres y
sus conocimientos, que regla ha de seguir al tomar y hacer la defensa
de las causas, cual debe ser su estilo, cual el t é r m i n o de su carrera, y
cuales los estudios posteriores. Perfectamente concebido el plan, el
autor no descuida nada de cuanto puede contribuir á embellecer su
obra, fruto de tantos años de observación y de práctica. Vemos en
ella una sana critica, un gusto fino y delicado, y un conocimiento
profundo de' las literaturas griega y latina. Sienta como f u n d a m e n t p ^
— ¿12 —

del arte oratoria, la unión de la elocuencia con la filosofía; y en me.


dio de la corrupción literaria de su tiempo, sabe presentar con ari
juicio esquisito la mas perfecta a r m o n í a entre la v i r t u d y la verda-
déra elocuencia. De modoquesuslcccioncs,sino reaniman aquel fuego
sagrado, propio de los grandes ingenios, hacen ver al menos, que el
estudio de los buenos modelos puede conservar la pureza del gusto
en medio de la corrupción, así como l a a d m i r a c i ó n de las grandes
virtudes, y la pureza del alma en medio de l a esclavitud. Su método,
constantemente regular, enlaza con ingenio las ideas, estableciendo
los principios para deducir las consecuencias. Este método,, y el arti-
ficio y ostensión con que ha expuesto toda la materia del arte, hace
preferir las Instituciones oratorias á las obras retóricas de Cicerón,
que por tener mas desunida y esparcida l a doctrina, no son tan aco-
modadas á l a capacidad de los jóvenes.
4.° L a dicción de Quiutiliano, á pesar de que i m i t a la de Cicerón
y se presenta luminosa, correcta, elegante y armoniosa, no tiene sin
embargo aquella pureza y sencillez propias del siglo de Augusto. Se
descubre en sus giros alguna oscuridad y cierto refinamiento que
caracteriza su época. Conoce que para despertar el gusto de sus con-
temporáneos, necesita picar su curiosidad y divertir su imaginación
con espresiones atrevidas y giros nuevos y rápidos, aunque sean algo
forzados; lo que es muy propio de una literatura en decadencia, por
mas esfuerzos que haga para sostenerse.
E n lo demás el estilo es elegante y variado, pasando fácilmente
y con naturalidad de uno á otro según l a materia; pero siempre do-
mina el sencillo y didáctico. Así como en el foro, se dice que sobre-
salía por el m é t o d o y claridad con que presentaba las pruebas, y por
la sensibilidad con que lograba conmover, asi en su obra, al lado de
una doctrina expuesta con claridad y solidez, vemos pasajes pafcéfci •
eos, con que conmueve é interesa, aunque siempre deja entrever re-
cuerdos y hábitos de su educación defectuosa. E n el principio del
libro sesto, se lamenta de la p é r d i d a de su esposa y sus lujos con ta1
ternura, que hace derramar l á g r i m a s . Pero de vez en cuando se
advierte algo de un refinamiento involuntario; v. g . : cuando, des-
pués de haberse quejado y a ú n blasfemado de la providencia y ha-
ber asegurado, que no quería aumentar sus males, non sum arntitio'
— SIS —

su». i n maUs, atribuye á un lazo que le teudia la fortuna; el que


tierno Quiutiliano le amase á él sobre todos: y cuando después, eu,
medio de su grave sentimiento y casi desesperación, dice: E t s i non
cupido lucis, ceríe patienlia vindieet te religua mea míate; nam frustra
mala omnia a d fortuna', crimen rclegamus: nenio n i s i sua culpa d i u
dolet.
E l libro diez es uno de los mejores, por la historia crítico-lite-
raria de G recia y R o m a que contiene el cap. 1.°; en el que se hallan
perfectamente caracterizados los escritores de ambos pueblos. A l -
gunos tachan las adulaciones que dirigió á Domiciano; pero se le
debe disculpar, porque de otra suerte tal vez no hubiera visto la luz
pública esta obra tan apreciable.
5.° E l diálogo de oratoribus, titulado por Lipsio de causis cor-
rupta eloquentice, y s e g ú n los manuscritos, a n s u i seculi oratores an-
tiqtiis et qtiare conccdant? es una obra de mucho mérito, asi por la
doctrina, como por el lenguaje. Compuesta como en ella misma se
dice, el año 6.° de Yespasiano (75 de J . C.) por u n j ó v e n , culmodum
juvenis, ó que lo era cuando oyó tratar esta materia, está dedicada
á. Justo Eabio y contiene tres partes. E n la primera, después de u n a .
breve i n t r o d u c c i ó n , se presentan M . Aper y J u l i o Secundo en casa
de Curiacio M a t e r n o ; y M . Aper hace el elogio de la elocuencia,
queriendo atraer á su ejercicio á Materno, que se aficionaba á la ;
poesía. Este por el contrario hace l a defeusa de la poesía, prefiriénr ,
d o l a á l a elocuencia, cuando llega Yipsanio Mésala; y en la segunda •
parte, M . Aper defiende á los oradores de su tiempo, elevándoles so-
bre todos los antiguos por su elegancia y adornos, hasta quo M a ^ ,
terno, diciendo á Yipsanio Mésala, que Aper no siente lo que ha
dicho, le pide que manifieste las causas de la corrupción de la elo-
cuencia que todos reconocen; y Mésala en esta tercera parte se en-
carga de exponer las causas y dice: quis enim ignorat et ehqiien-
tiam et esteras artes descivisse ab ista vetere gloria, non inopia homi-
num, sed desidia juventutis et negligentia parentum et inscitia
pnecipientium et oblwione moris antiqui'i A d e m á s de la historia de
la elocuencia latina y las causas de su decadencia, este diálogo nos
presenta el carácter de los principales oradores, y varias observaciones
pertenecientes á la teoría de la oratoria, considerada especialmente con
— 214 —
telacion á la política; lo cual unido á ciertas semejanzas de estilo y
de dicción, (1) ha hecho que los mas le atribuyan á Tácito.
6.° C. P l i n i o Cecilio Secundo, conocido por P l i u i o el joven, na-
ció el año 62 de .1. C , en Como, ciudad de I talia, ahora de Loiü-
bardía; y habiendo perdido en sus primeros años á su padre L . Ce-
cilio, fué educado por su tutor V i r g i l i o Linio, y por Pliuio el
naturalista, hermano de su madre P l i u i a , que le adopto y le dio su
nombre. T u v o por maestros en elocuencia y filosofía á Quintiliano
y al sacerdote Nicetas. Se dedicó t a m b i é n á la poesía, y á los 14 años
compuso una tragedia en griego: escribió ademas varios versos, do
los que solo existen dos trozos en sus epístolas cuarta y novena del
libro séptimo. P e r d i ó á su tío á los 18 años, y al siguiente se pre-
sentó ya en el tribunal, cuya profesión ejerció toda su vida. Á los
veinte años fué tribuno militar en Siria, dondo recibió lecciones del
estóico Eufrates. De vuelta á P o m a á los diez y ocho meses, fué
nombrado cuestor del César, luego tribuno de la plebe y á l o s 31 años
pretor. L a tiranía de Domiciano le hizo retirar de los negocios, pero
á pesar de eso se halló en su cartera, cuando fué muerto, una de-
nuncia contra él. N e r v a y Trajano le hicieron volver á los cargos
públicos, y el ú l t i m o le dió entre otros la prefectura del erario; y eú
el a ñ o 100 le hizo cónsul sufecto ú honorario en c o m p a ñ í a de Tér-
tulo, por los meses de Setiembre y Octubre. E l a ñ o 108 fué enviado
de procónsul á B i t i n i a y a l Ponto, cuyas provincias gobernó dos
años. E n este tiempo habiendo observado l a conducta pacífica é ir-
reprensible de los cristianos, dirigió á Trajano la célebre consulta
sobre el comportamiento que debía observar con ellos. P l i n i o , siguiendo
el objeto de su tío, empleaba todo el tiempo posible en los estudios,
y mereció ser llamado el Cicerón de su siglo. Su segunda esposa
Calpurnia le ayudaba en sus tareas literarias; escribió ó ál menos
pensó escribir una historia, y compuso varios discursos, pero uada
ha llegado á nosotros, mas que una colección de cartas y el panegí-
rico de Trajano. Algunos le han atribuido las vidas de varones ilus-

(1) Es de notar la unión de dos palabras que tienen Casi la misma signílcaoion, v.
memoria ac recordatione, valares at senas, vetara at antiqua, no «a et recent ia, con-
jungare el copulara; así como Tácito dice: noua et racatitiajura; veteraet antiqua no-
mina; incensus ac flagrans animus.
"-2l5 —

tres de Aurelio V í c t o r . E j e r c i ó su liberalidad, dotando en cincuenta


mil Bextercios á l a h i j a de Quintiliano, dando á M a r c i a l para su
viaje á E s p a ñ a , enriqueciendo á otros amigos, y fundando en Como
una biblioteca y pensiones para los estudiantes necesitados y para un
profesor. Dulce y amable con los esclavos, jovial con los amigos,
apasionado de los estudiosos, y pronto siempre á defender l a inocen-
cia, sin esperanza de don n i recompensa, se a d q u i r i ó l a r e p u t a c i ó n
de un hombre de bien, de un amigo generoso y de un protector de
las letras. Solamente se le tacha de vano; su deseo de imitar á Cice-
rón, de ser celebrado y de merecer l a inmortalidad, influía en todos
sus pensamientos. Sucedió á F r o n t i n o en l a dignidad de augur y por
fia m u r i ó sobre el a ñ o 113.
7.° P i i n i o el j ó v e n p u b l i c ó una colección de 369 cartas en diez
libros, de los cuales el ultimo, que según algunos salió á luz después
de su muerte, contiene las oficiales, es decir, las que dirigió á T r a -
jano, y algunas contestaciones de este.
Son interesantes estas cartas por las noticias históricas, políticas
y literarias que contienen, por algunas a n é c d o t a s , y mucho mas por-
que son los únicos documentos históricos sobre Trajano. S u dicción
es en general pura, pero latiniza muchas palabras griegas: v . g.: tule
y btdeulcB por el Senado y los senadores; a2)ophragisma por l a imagen
del sello, archetypus y algunas otras: las usa t a m b i é n nuevas, como
a u d e n t í a , avocame>itum, senisteritas ]}o\: malevolentia, c u s t o d ü i u s , ser-
vatio por observantia, dimensus pasivo; y algunas espresiones p o é -
ticas, y. g . : canum mare, comee a r l o r w n . E l estilo es mas á t i c o que
lacónico; elegante, gracioso y correcto; pero no tiene aquella facili-
dad y dulce abandono que tanto recomienda esta clase de escritos.
Se conoce el deseo de agradar y el cuidado en l a composición, como
que al escribirlas P l i n í o , pensaba y a en publicarlas, y a ú n algunas
no tuvieron otro objeto que aumentar la colección.
Así es que en las epístolas de Cicerón vemos mas naturalidad,
mas sucesos, mas política, mas espansion de á n i m o en el seno de l a
amistad; y en las de P i i n i o hay mas arte y mas estudio, aunque
t a m b i é n mas moral y mas i n s t r u c c i ó n para los hombres de todos
los tiempos. S e g ú n L a Harpe son pequeños billetes escritos para l a
posteridad. L a s mas notables son las que hablan de la vida y de l a
— 216 —
muerte de su tío, y la dirigida á Trajano sobre los cristianos, que soii-
la S.11 del libro tercero, la 16 del séptimo y la 97 del diez. •
Encargado Plinio de dar en los primeros días de su consu-
lado las gracias al emperador, p r o n u n c i ó en él Senado un discurso
según las circunstancias de lugar y tiempo, que mereció grandes
aplausos. E m p e ñ a d o s los amigos en que le publicase, le retocó y
amplió, leyéndosele en tres dias consecutivos, como dice el mismo
(lib, 3.°, epístola 18). Este discurso es uno de los mas bellos monu-
mentos de la a n t i g ü e d a d , y una obra maestra de corrección y de
elocuencia. Su asunto son las alabanzas de Trajano, y está dividido
en dos partes: la vida pública y la v i d a privada. E n aquella, princi-
piando por la adopción de Nerva, elogia á su béroe como adminis-
trador y como príncipe, amante de las ciencias y de la justicia: en
la vida privada, celebra sus virtudes, el arreglo de su casa, la com-
postura y la concordia admirable de su esposa P l o t i n a y de su her-
mana Marciana. E n este discurso es m u y notable el artificio y ele-
gancia de las transiciones, y la belleza y novedad de los pen«
samientos: abundan las imágenes ingeniosas, las descripciones
interesantes y las sentencias profundas. E l lenguaje es escogido,
y el estilo noble, elevado y á veces florido y poético cual con-
viene á estas composiciones, pero carece con frecuencia de natu-
ralidad y prodiga demasiado en sus elogios los adornos oratorios.
L a s muchas antitesis y juegos de palabras, los t é r m i n o s algo rebus-
cádos y las cláusulas cortas y poco periódicas, son señales de haberse
dejado llevar P l i n i o de la decadencia de su siglo. H e aquí algu-
nós ejemplos: Imperaturus ómnibus eligí debet ex ómnibus. Excidisti
intestinum malum et provida severitate cavisti, ne fundata legibus ci-
vitas, eversa legibus videretur: Prodest bonos esse, quum sit satis
abundeque, sinonnocet. N o n adire quisquam ( D o m i t i a n u m ) , non
alloqui audebat, tenebras semper secretumque captantem; nec unqtiam
ex solitudine suaprodeuntem, n i s i ut solitudinem facerei. N i d i a magis
ómnibus displicent, quam quee sic flunt, tamquam ómnibus placeant.
21?.

LECCION I I.

I.0 Obras f i l o s ó f i c a s de LiUcio Aimco S é n e c a . — 3 . ° Su


m é r i t o y estilo.

1 /' L a s obras que restan de Séneca, además de las tragedias son:


i.0 tres libros de i r a noscenda et fugienda, escritos desde el destier-
ro á su hermano Novato, según los principios de los estoicos.
2. ° U n libro de consolatione a d H e l v i a m matrem, escrito en el des-,
tierro j lleno de sentencias verdaderas y profundas, que e n s e ñ a n á
oponer á los golpes de l a fortuna la constancia de u n alma inocente.
3. ° Otro libro de consolatione a d F o l i b i u m , liberto de Claudio,
con motivo de la muerte de un hermano. L a s adulaciones que pro-
diga al imbécil Claudio, hacen sospechar de la autenticidad de esta
• obra. L a falta t a m b i é n el principio.
4. ° Otro libro de consolatione a d M a r t i a m , h i j a de Cremucio Cor-
do, con ocasión de la muerte de u n hijo. F u é escrito en el destierro
y está lleno de pasages p a t é t i c o s .
5. ° U n libro á e p r o v i d e n t i a , sive guare i o n i s v i r i s mala accidajit,
cum s i t p r o v i d e n t i a . E n esta obra dirigida á L u c i l l o J ú n i o r , procura-
dor de Sicilia, se nota que después de defender la providencia, ter-
mina por aconsejar el suicidio.
6. ° B e a n i m i tranquillitate: empieza por una carta de Anneo Se-
reno, que le pide consejo en su inquietud y tristeza, y Séneca le en-
seña como ha de buscar l a tranquilidad, y le aconseja que se dedi-
que á los negocios.
7. ° .De constantia sapietitis, sive q u o d i n sajoientem non cadit i n -
juria, es una paradoja de los estoicos, en la que prueba que el sabio
lleva con serenidad los reveses de l a fortuna y tolera las injurias de
los otros.
•8.° De clementia, u n libro con parte de otro, y falta el 8.° E s
dirigido á N e r ó n , á quien recomienda la clemencia en medio de su
poder sin límites, poniénd o l e por ejemplo á A u g u s t o ; con cuyo ob-
jeto refiere la a n é c d o t a de Cinna. E n esta obra sobresale la nobleza
y naturalidad de la dicción.
15
S.6 De hrevttate vitce, á Paulino, su suegro ó c u ñ a d o , sobre eí buen
empleo del tiempo: le aconseja que se retire de los negocios, al coa-
trario que á Sereno en el libro de a n i m i iranqnilUtate.
10. " De vita beata á su hermano G a l i o n : defiende los principios
del P ó r t i c o sobre la felicidad, que consiste en la v i r t u d .
11. " De otio seu secessu sapientis: falta el principio de la obra:
recomienda tanto la vida activa, como l a contemplativa; pero reco-
noce en esta algo de mas noble y mas puro.
12. ° Siete libros de heneficiis dedicados á E b u c i o Liberal, en
que trata del modo de hacer y recibir los favores, del reconocimien-
to y de l a ingratitud.
13. ° Ciento veinte y cuatro cartas á L u c i l l o J ú n i o r , en que trata
de diversos puntos de moral p r á c t i c a ; por cuya razón son mas bien
p e q u e ñ o s tratados filosóficos, compuestos, cuando ya se habia reti-
rado de los negocios.
14. ° Siete libros de cuestiones naturales, sobre el fuego y metéo-
ros celestes, sobre los r e l á m p a g o s y truenos, sobre el agua, sobre el
N i l o y la nieve y el hielo, sobre el viento, los terremotos y finalmen-
te los cometas. E n estos libros hay algunas digresiones sobre el lujo
y l a excesiva c o r r u p c i ó n de los romanos.
15. ° Apocolocintosis, ó trasformacion en calabaza, es una sátira
menipea contra el emperador Claudio, en l a que se busca el ridícu-
lo mas por las palabras y bufonadas, que por las situaciones, lo cual
la hace indigna de u n hombre de talento. T a m b i é n se le ha atribui-
do á Séneca una correspondencia con S. P a b l o ; pero si pudo muy
bien tener con él comunicación, y en las obras de Séneca se hallan
ideas muy semejantes á las de los cristianos, y ciertas palabras yes-
presiones en el mismo sentido v. g.: caro, ángelus, v i r lonus proge-
nies Dei, lonus v i r sine Dea nenio est etc., sin embargo, estas cator-
ce cartas, se cree que deben de haber sido forjadas, al menos en su
mayor parte, en tiempos posteriores.
2.° L o s romanos, que en filosofía, como hemos visto, no se sepa-
raron de las escuelas de los griegos, tomando de cada una, no por
sistema, sino por comodidad, lo que mas se conformaba con sus sen-
timientos y costumbres, creyeron hallar, en medio del envilecimien-
to á que los condujo el despotismo, u n remedio y un consuelo de
— 219-^

güs males en las doctrinas de la filosofía estoica. Séneca, d o t a d ó


de un talento profundo y de nna v i v a imaginación, y con una eru-
dición vastísima, era ecléctico en teoría y seguía en la p r á c t i c a la
moral estoica, dejando consignadas en sus numerosos escritos las
ideas y sentencias de esta escuela, así como cuadros bien trazados
de las varias situaciones de la vida. H a b í a profundizado todos los
repliegues del corazón humano, aprovechándose de las muchas v i -
cisitudes que le hizo probar la fortuna; y son por lo mismo sus
obras el recurso de todos los hombres de mundo, que buscan un
consuelo en sus desgracias, ó se preparan para soportarlas.
Su estilo es con frecuencia declamatorio, sentencioso y cortado,
lleno de antítesis, conceptos agudos, alusiones sabías y giros nuevos
y forzados. Así es que Q u í n t i l i a n o le recomienda por la moral; pero le
nota muchos defectos en l a elocución, tanto mas perjudiciales, cuan-
to que abunda de vicios dulces y h a l a g ü e ñ o s . S i á su ingenio hubiese
acompañado el juicio, hubiera merecido la aprobación de los eru-'
ditos, como se llevó en su tiempo l a a d m i r a c i ó n de los j ó v e n e s .
Multa enim f r o l a n d a i n eo, mulla etiam admiranda sunt; eligere
modo curen s i l , quod utinam ipse fecisset. E n cuanto a l plan de sus
obras, se notan repeticiones, contradicciones, y suele volver con fre-
cuencia al mismo asunto, aunque presentándole bajo nuevos aspec-
tos. Todo lo refiere á l a m o r a l : hasta en sus obras de física, procura
hacer ver que el estudio de la naturaleza nos conduce al conocimien-
to de u n orden moral sumamente superior. E n lo d e m á s , nos pre-
senta el estado de la ciencia entre los romanos; así como en las
otras obras, el de los e s p í r i t u s .
220

f.ECCIOIV 45.

iri? €5. P l l n l o ol naturalista ó el m a y o r . — 9 . ° Sus oibras


—3.° M é r i t o de su historia n a t u r a l . — 1 . ° Su complladoi.
J u l i o Solluo —5.° Columela. Sus libros de re rustica.*
6.° JPompouio Mela.—'7.0 Kstilo de su obra.—8.° ju.
lio F r o n t i n o y sus obras.—9 ° « t r o s eseritores.-
10. t a medicina: Cox-nelio Celso y Scribonio.-
11. Apiolo Cello y J u l i o Obsequcns.

I.0 P l i n i o Secundo, natural de Verona, vivió desde el 23


el 79 de J . C . Desde joven se d i s t i n g u i ó ya en e l ejército: defendió
t a m b i é n causas en el foro; perteneció a l colegio de los augures y des-
e m p e ñ ó cargos elevados y honoríficos, como el de administrador ó
recaudador de tributos de E s p a ñ a . Mereció la estimaqion y con-
fianza de Yespasiano y de T i t o para comisiones importantes y ei>
cargos de grande i n t e r é s . Se bailaba de comandante de la armada
estacionada en Miseno, cuando en el a ñ o 79, en l a primera erupción
del Vesubio, llevado del deseo de examinar de cerca este fenómeno,
m u r i ó abogado del humo, como refiere su sobrino P l i n i o el joven, en
la epístola 16 del libro 6.° S u v i d a fué l a mas laboriosa y aplicada,
su talento perspicaz, su estudio increíble, su vigilancia suma; pero
de sus muebas obras, solo nos queda l a historia natural, por la que
se le llama el naturalista.
2.° Compuso P l i n i o , siendo comandante de caballería, un trata-
do ingenioso y elegante, de j a c u l a t i o m equestri; dos libros de vita
P o m p o n i i Secundi; veinte bellorum Germanice; tres studiosi, que di-
vidió en seis, por ser m u y abultados, y abrazaban la instrucción del
orador desde l a cuna basta su perfección; ocho d u b i i ser monis, cora'
puestos en los ú l t i m o s a ñ o s de N e r ó n , cuando era peligroso todo es-
tudio mas libre y elevado; treinta y u n libros de historias a
A u f i d i i B a s s i ; treinta y siete de historia natural, obra vasta, erudi-
ta y no menos variada que l a misma naturaleza. Dice el sobrino,
que le dejó ciento sesenta comentarios ó libros de cosas escogidas o
extractos de varios escritores; por los cuales decía él mismo, que
— 221 —

hallándose en E s p a ñ a , le daba Larcio L i c i n i o cuatrocientos m i l sex-


tercios, á pesar de que entonces no eran tantos.
3." Su historia natural contiene algunas observaciones propias i
pero en casi todo, es extractada de mas de dos m i l escritores, la ma-
yor parte griegos. E n el primer libro la dedica á Yespasiano, en el
año 76, y cita las materias y libros ó autores, de quienes ba tomado;
en el 2.° hasta el 5.°, trata de cosmografía y geografía, y expone
sobre el Norte de E u r o p a y sobre las Indias, lo que averiguó por si
mismo: el 6.° hasta el 10, contienen l a historia de los animales: el
H hasta el 19, l a de las plantas: el 20 hasta el 32, los animales y
plantas de que se hace uso en l a medicina: los cinco restantes tra-
tan del reino mineral, de l a escultura y pintura, con la historia de'
los principales artistas y de las obras artísticas mas notables.
Es muy interesante esta obra por lo vasto del plan, por los infi-
nitos hechos y fenómenos que refiere, y mas que todo por el entu-
siasmo del autor en contemplar la sublime autoridad de l a natura-
leza. Muchos usos y costumbres, muchos procedimientos artísticos,
muchos hechos históricos y pormenores geográficos, q u e d a r í a n i g -
norados sin la lectura de esta obra. Pero la falta de observación pro-
pia, el poco estudio filosófico de las leyes de la naturaleza y la de-
masiada credulidad, hacen á P l i n i o cometer muchos errores y adop-
tar opiniones extravagantes y hechos ridículos, como l a eternidad
del mundo, la mortalidad de las almas, la existencia de hombres sin
algunos miembros y de animales fabulosos, y algunas maravillas, á
las que se muestra muy inclinado, y mas, si se prestan á invectivas
contra l a Providencia. Tiene buena i m a g i n a c i ó n y pinta de una ma-
nera sensible los objetos; pero sus descripciones son i n ú t i l e s ü oscu-
ras por lo regular, porque la palabra latina no. corresponde exacta-
mente á l a griega, y por l a variedad con que los antiguos naturalis-
tas usaban de su nomenclatura. E n lo demás es grande la abundan-
cia de voces y locuciones que nos ha trasmitido; contiene pensa-
mientos nuevos, graves y enérgicos, y reflexiones juiciosas y morales
contra el vicio, l a crueldad y el lujo desenfrenado. Pero el estilo no
siempre es correcto: es por lo común desigual, declamatorio, enfá-
tico, oscuro por demasiado conciso, y abunda en antítesis: por cuya ra-
zón el m é r i t o de la obra de P l i n i o consiste principalmente en lamateria.
— 222 —

4. " C . J u l i o Holino, en una obra que t i t u l ó primero, CoUecta


rerum memorahilmm, y en otra edición Polyhistor, es un compila(ior
de varios autores, principalmente de P l i n i o . Sin embargo, á veces
t a m b i é n se separa, como en el año de los egipcios, que hace de cua-
tro meses, cuando P l i n i o dice, que terminaba en el menguante de
la luna. Contiene varias fábulas; y por el estilo y lenguaje parece
haber florecido siglo y medio después de P l i n i o , aunque algunos le
hacen c o n t e m p o r á n e o ó poco posterior. Existen t a m b i é n de Solino
veinte y dos versos de un poema titulado Pontica ó P o n t i a sobre el
Ponto y sus peces.
5. ° L . J u n i o M o d é r a t e Columela, n a c i ó en Cádiz, en el imperio
de Augusto ó de Tiberio. De muy j ó v e n fué á Roma, donde pasó
toda su v i d a , á escepcion de algunos viajes á Siria y Cilicia. Aficio-
nado á la agricultura, p u b l i c ó además de u n libro sobre los árboles,
que se cree parte de una obra en cuatro libros de ra rustica, otra en
doce, que tal vez sea una segunda edición de aquella. E l libro diez,
escrito en h e x á m e t r o s , es un poema d i d á c t i c o sobre el cultivo de los
huertos, con el cual Columela quiso llenar el vacío que Virgilio ha-
bla dejado indicado por aquellos versos del cuarto de las Geórgicas:

Verum hcec ipse eqtiidem, spatus exchsus iniquis,

Prcdereo, atque alus p>ost me memoranda relinquo.

A s i lo expresa en el principio del poema:

Hortorum queque te cultus, Silvine, docebo,

Atque ea, quev quondam spatus exclusus iniquis

. V i r g i l i u s n o l i s post se memoranda reliquit.

Su estilo es natural, florido y elegante, y el lenguaje castizo, en


cuanto el asunto lo permite, como dice Olao B o r r i q u i o .
6. ° Pora ponió M e l a era natural de E s p a ñ a , de un pueblo de An-
dalucía, que s e g ú n Chacón y el Brócense era Tartesso, hoy Algeciras.
Otros explican de diferente modo el pasaje del l i b . 2.°, cap, 6.°, en
que el mismo M e l a da noticia de su p á t r i a . Algunos creen que
— 223 ~
pef tenecia á la familia de los Sénecas, y dicen que floreció en tiempo
de Claudio, aunque hay quien, como su traductor al castellano
p . Jusepe Antonio González de Salas, quiere probar que escribió en
tiempo de César, ó cuando mas de Augusto. Su obra es la primera
geografía general de los romanos: lleva el t í t u l o de Orhis situ, y
está dividida en tres libros: en el primero, después de algunas gene-
ralidades, describe el África, el E g i p t o , la Arabia, l a Fenicia, l a S i -
ria y el A s i a menor; en el segundo l a Scitia, l a G r e c i a , i a Iliria, la
Italia, las Calías, la E s p a ñ a y las islas del M e d i t e r r á n e o ; en el ter-
cero las costas de E s p a ñ a y las de Calía sobre el Océano, l a Cerma-
nía, la Sarmacía, lo liltímo de la Scitia, las islas de E s p a ñ a y las del
Septentrión, la I n d i a , los golfos pérsico y arábigo, la E t i o p í a y lag
islas del A t l á n t i c o . M a s de la mitad de la obra, comprenden las
narraciones históricas y discusiones cíentíñcas, de manera que en
la parte geográfica es m u y breve y tiene omisiones muy importantes,
como Farsa!ia, Oannas, Leuctra, M a n t í n e a , Ecbatana, Persépolís y
Jerusalen. E n lo d e m á s es muy exacto, aun cuando no ha recorrido
por sí mismo los p a í s e s : son muy pocas las fábulas á que ha dado
cabida; y los errores en los nombres son por lo regular de los co-

7. ° E l estilo de M e l a es rápido y preciso, elegante y variado


con descripciones agradables, y con la relación de los hechos ocurrí-
dos en los lagares. Su lenguaje es puro y correcto; se espresa gene-
ralmente con ó r d e u y claridad, y las faltas que en esta p á r t e s e advier-
ten son debidas á lo mucho que sufrió el texto, y a en manos de los
copistas, ya por l a i n j u r i a de los tiempos.
8. ° Sexto J u l i o F r o n t i n o , romano, de una familia plebeya, se ele-
vó á los mas altos honores por su instrucción, por su integridad y
por su valor. E n el a ñ o 70 fué pretor urbano, cuyo cargo d i m i t i ó
por complacer á Domiciano, que quería unirle á su dignidad de
cónsul. E n 74 debió ser cónsul sufecto, porque se le llama después
varón consular, y no se halla tal nombre en los fastos, A l a ñ o s i -
guiente obtuvo el mando de B r e t a ñ a y habiendo sometido á los S i -
lures á pesar de su valor y de lo quebrado del terreno, volvió á R o -
ma, siendo reemplazado por Agrícola, como dice T á c i t o en l a vida
de éste. N e r v a le e n c a r g ó después la dirección suprema de las aguas
— 224 —

y acueductos de l a ciudad. F n ó t a m b i é n augur, en cuyo cargo le


sucedió P l i n i o , y parece que m u r i ó h á c i a el ano 108, retirado en
Tcrraciua. Se le tuvo por un gran m i l i t a r y buen jurisconsulto y
gozó de la amistad de todos los sabios de su tiempo. Se le han atri-
buido algunas obras, que son posteriores á su siglo, como de agrorum
qualifate, de l i m ü i b u s , de coloniis, que no deben confundirse con las
de su c o n t e m p o r á n e o Siculo Placeo, de conditionihus agrorum, no-
mina agrorum et limitum-, pero son verdaderamente suyos cuatro
libros de estratagemas ó ardides de guerra, y dos de los acueductos
de Roma. E s t a es una obra escrita con facilidad, pero sin elegancia
cu el estilo, y ú t i l solamente para l a arqueología por la historia de
los acueductos.
L o s estratagemas, obra en parte militar y en parte histórica, de-
dicada á Trajano, es u n a compilación de los dichos y hechos de
guerra de los principales capitanes griegos y romanos, hecha con
bastante negligencia, sobre todo en la parte histórica. Compuso pri-
meramente tres libros, incluyendo en el primero los ejemplos pro-
pios para antes de la batalla; en el segundo los que pertenecen á la
batalla y á la pacificación, y en el tercero los referentes á poner ó
levantar un sitio. A ñ a d i ó luego el cuarto, mas bien de ejemplos de
generales, que de estratagemas. Antes de estos libros habia escrito
otro sobre el arte militar, que se ha perdido. E l estilo es sencillo y
didáctico y poco esmerado; el lenguaje descuidado t a m b i é n y lleva
los defectos de su tiempo.
- 9." A d e m á s de P l i n i o el naturalista y de Solino, de Columela,
Pomponio M e l a y F r o n t i n o , cuenta laliteratura latina con otros escri-
tores que se ocuparon de cuestiones muy importantes de agricultura,
si bien no merecen colocarse al lado de aquellos, porque su mérito
es escaso, lo mismo en el fondo que en l a forma. Algunos que trata-
ron de asuntos ó materias, m á s ó m é n o s relacionados con l a historia
natural, no deben llamar tampoco nuestra atención, esceptuando a
los distinguidos y laboriosos Cornelio Celso, Bcribonio Largo y Julio
Obsequens, de quienes nos vamos á hacer cargo enseguida; así como
t a m b i é n de A p i c i o Celio, autor de un libro curiosísimo sobre el arte
de cocina, bien escrito en l a forma y bastante apreciado por los
wjifijmos. . • . •:- •... -• • • - v i
— 225 —
]0. A . Aurelio Oornelio Celso, de quien dice Quintiliano ( l i -
bro 12, cap. 11) al hablar de sus variados escritos: mediocri v i r
inf/mio, dignus vel ipso ijroposito, n i eum a c m é omnia i l l a credamus,
vivió en tiempo de T i b e r i o y le a c o m p a ñ ó en su viaje á Oriente.
X o se sabe si ejerció l a medicina ó si por afición solamente escribió
de ella en su obra titulada de artibus. E r a una obra enciclopédica,
en veinte libros, y trataba de filosofía, jurisprudencia, retórica, arte
militar, agricultura y medicina; pero solo existen los ocho desde el
seis hasta el catorce, en los que siguiendo á H i p ó c r a t e s y Alcibiades,
expone con claridad y método, en un lenguaje puro y castizo, y en
un estilo conciso, fácil y elegante, las doctrinas y p r á c t i c a s de los
antiguos sobre medicina y cirujía. Por su dicción ha merecido el
nombre de T u l i o de los médicos, y por su doctrina el de H i p ó c r a t e s
latino.
Scribonio L a r g o , nacido en R o m a ó en Sicilia, médico ecléctico,
acompañó en el a ñ o 43 al emperador Claudio en su espedicion á
B r e t a ñ a . E s c r i b i ó de compositione medicamenlorum, 104 capítu-
los, tomando de M e a n d r o y otros escritores, remedios demasiado
absurdos y supersticiosos algunos, en un latin defectuoso, á escep-
cion del prefacio, donde usa u n estilo bastante puro y elegante. A l -
gunos, por lo defectuoso del lenguaje, quieren que escribiese en
griego y que fuese d e s p u é s traducido.
1 ]. A p i c i o Celio, escritor de xin arte coquinaria ó de cocina, no
se sabe si vivió en tiempo de l a república, bajo Augusto y Tiberio,
ó bajo Trajano, porque de tres Apicios de estos tiempos se hace
mención. Este nombre habia llegado á ser sinónimo de glotón, desde
que el segundo c o n s u m i ó cien millones de sextercios, quitándose la
vida, cuando solo le restaban diez, porque no los creia suficientes
para v i v i r con decencia. Por lo que es muy posible que sea Celio el
nombre del autor de este arte, y que se le diese el t í t u l o de A p i c i o ,
por dirigirse especialmente á satisfacer la gula. L e dividió en diez
libros, dando á cada uno un titulo en griego, según la materia que
trata. Su lectura no da una idea muy favorable de la cocina de los
romanos; y aunque su dicción es escogida, concisa y sin afectación,
solo puede ser útil para los que quieran conocer los t é r m i n o s a n t i -
guos del arte, que. en n i n g ú n otro escritor se hallan.
— 226—

J u l i o Olsequens, á quien unos hacen del principio del pri-


mer siglo, mientras otros le relegan a l fin del cuarto, publicó una
obra deprodigiis, en la que refiere los hecbos portentosos y presagios
notados en E o m a , desde el a ñ o 563 hasta el 743 (11 antes de J . C.)
habiéndose perdido lo que contenia los tiempos anteriores. Se co-
noce que ha sacado lo mas de T . L i v i o ; pero añade también algunos
pormenores históricos de i n t e r é s que no se hallan en otra parte.
Desde luego se conoce lo absurdo de su doctrina; mas el estilo tiene
la pureza y elegancias suficientes, para que le creamos del primer
siglo,

I.Kf €IO\ IO.



1.° Q u i n t a cdacl de l a l i t e r a t u r a l a t i n a —3.° Causas de
l a e x t i n c i ó n del Ibuen grusto y c o n f u s i ó n de los gréne-
ros —3.° Poetas grentiles: el emperador A d r i a n o y Flo-
ro: D i o n i s i o C a t ó n —4.° Claudiano.—5 ° Terenciano
M a u r o . — 6 . ° Sereno S i n t ó n i c o —l.0 H í e m e s i a n o y Cal-
p u r n i o Siculo.—8 0 Aviene y A v i a n o . — 9 . ° R u t i l i o 3Vu-
niaciano.—10. I>ecinio Magrno Ausonlo.

I.0 S i desde Augusto hasta Adriano, hemos visto á los talentos


poéticos extraviarse de la verdadera belleza, por seguir una nueva
senda, y arrojarse sin miramiento á los í m p e t u s de una imaginación
arrebatada ó que t a l vez hace esfuerzos i n ú t i l e s por suplir la falta
de inspiración, conservando sin embargo u n vigor y lozanía, propios
de una edad robusta, desde Adriano en adelante veremos que con-
tinuando el mismo extravio, l a demasiada tranquilidad en un prin-
cipio, y l a t i r a n í a y trastornos continuos, que siguieron al imperio
de Commodo, debilitaron casi hasta su esterminio el génio y la
inspiración poética. N o obstante, al finalizar el siglo I I I , cuando se
iba reformando l a sociedad con la religión cristiana, los secuaces dé
la antigua quisieron hacer u n esfuerzo y atrincherarse en los ba-
luartes de la literatura, cultivando l a elocuencia y l a poesía, para
hacer frente á los que ya t a m b i é n se v a l í a n de una y otra para es-
tender sus doctrinas. Entonces y en los siglos siguientes se oyen
— 227 —
alguuog acentos melodiosos, que recuerdan los buenos tiempos de la
musa del L a c i o , y se desarrollan algunos talentos dignos de mejor
época. Esta, pues, se l l a m a r á vejez d é l a poesía latina; pero vejez que
a ú n se manifiesta fuerte y con vigor, cuando cambiada desde Cons-
tantino la faz política y social de E o m a , se bizo pública y se fué en-
señoreando de todo l a divina religión de J . C , y la antigua ya des-
acreditada, hacia sin embargo cuanto podía por conservarse. P o r
otra parte la imprescindible necesidad de elogiar á los poderosos,
consecuencia de un largo despotismo, avivaba y estimulaba á ciertos
ingenios, que estaban dotados de las mejores cualidades, pero que no
conocían la d i s t i n c i ó n de lo bello y lo deforme, y no podían, á pesar
de sus esfuerzos, sostenerse mucho tiempo sobre un objeto, pasando
así r á p i d a m e n t e de u n género á otro. L a lengua que tanto h a b í a ya
sufrido, se alteró cada vez mas con el escesivo aprecio que se hacia
de la griega: con haberse dado el derecho de ciudadano á todos los
libres que habitaban en el imperio: con haber ascendido al trono
militares que n i a ú n eran romanos: con l a nueva forma de admi-
nistración del E s t a d o : con la traslación de l a corte hecha por Cons-
tantino; y ú l t i m a m e n t e con l a irrupción de los b á r b a r o s .
2. ° L a s causas de la confusión de los géneros y falta de buen
gusto e s t á n : 1." en l a poca fé de los hombres de talento, que n i con-
fiaban en lo presente, ni esperaban nada del porvenir, por la inacción
en que cayeron los romanos con la t i r á n i c a opresión del siglo I y la
paz del siguiente. 2.° en la falta de protección que Adriano y sus
sucesores prestaron á las letras, violentando á los ingenios con pe-
queneces y dificultades indisolubles, y despreciando l a lengua p á t r i a
por la griega. 3.° en la imposibilidad de desarrollarse los ingenios
por el despotismo militar, que todo lo concentraba en el palacio del
emperador, ocupado por los soldados y b á r b a r o s ; y 4.° en l a arro-
gancia de los que descollaban que se creían capaces de inmortali-
zarse en muchos géneros, por lo mismo que tan fácil veían esceder
á sus c o n t e m p o r á n e o s .
3. ° E l emperador Adriano, según Esparciano su historiador,
escribió varios versos, y quedan de él, dos ó tres epigramas. Espar-
ciano dice, que al morir compuso estos versos, que indican bastante
serenidad;
—•228 —

A n i m u l a vagula, blandula,
Uospes, coniesque corporis,
Q i m mine abibis i n loca?
P a l l i d v l a , rigida, nudula,
Nec, ut soles, dahis jocos?

Adriano t a m b i é n contestó con u n epigrama muy mordáz y pun-


zante á un poeta de este tiempo llamado F l o r o ó Florido, ó Julio
F l o r o , que tal vez seria el mismo historiador Floro, de quien trata-
mos en otro lugar. A este poeta se le atribuyen otros dos ó tres epi-,
gramas y el poema P e r v i g i l i u m Veneris, que debió seguramente com-
ponerse en este tiempo, aunque son muchas las opiniones sobre su
autor, todas con leves fundamentos. Suele andar en las ediciones de
las obras de Catulo. E s un himno en 95 versos, en honor de Venus,
madre del Universo y de todos los vivientes, y protectora del im-
perio romano. E s notable la descripción de l a primavera, imitación
de V i r g i l i o , en cuya estación Venus da sus leyes á los amores que
hacen renovar los animales y plantas.
A la mitad del segundo siglo, colocan á Dionisio Catón, poeta
desconocido, á quien se atribuye un librito de prcM&ptis vitce com-
munis, ó disticha de morihus a d filium, con un prólogo recomen-
dando su lectura, leyere enim, el non intelligere, negligere est; y 306 he-
x á m e t r o s en cuatro libros, que contienen preceptos de moral según
los principios de los estóicos. De dos en dos encierran sentido, y por
eso se llaman dísticos. E n la edad media fueron muy apreciados y
sufrieron algunas alteraciones: he aquí uno:

Mulforum disce exemplo, q i m f a d o sequaris,


Qxm fugias: vita esf novis aliena magistra.

4.° Claudio Claudiano, nacido en A l e j a n d r í a en 365, recibió una


educación esmerada, y compuso en griego sus primeras obras. Pro-
tegido en R o m a y luego en M i l á n por el ministro de Honorio, S H -
licon y su esposa Serena, fué recompensado por sus elogios con los
mayores honores. H á c i a el 398, volvió á E g i p t o , donde casó, y luego
con su esposa se d i r i g i ó otra vez á la corte imperial, en la que ele-
vado á los primeros empleos, mereció t a m b i é n que Arcadio y Hono-
— 229-^

tio, á petición del Senado le erigiesen una estatua, como á su H o -


mero y V i r g i l i o . M a s envuelto en la desgracia de su protector
en 408, perdió parte de su fortuna, y no se sabe cuando m u r i ó .
Son muchas y de diversos géneros las obras de Claudiano: epo-
peyas, panegíricos, sátiras, idilios, epístolas y epigramas. 1." Dos
poemas épicos: Da raptu Proserpinm, en tres libros, y una Qiganto-
machia empezada. E n el primero sigue el orden histórico, y los per-
sonages, todos dioses, no inspiran interés. E l tono siempre sostenido,
y su estilo elevado, con fuertes imágenes y brillantes descripciones,
le hacen m o n ó t o n o y molesto. E l segundo empezado solamente,
abunda de h i n c h a z ó n y frialdad.
2. ° Dos poemas históricos: de helio Gildonico y de lello Oetico,
Gildon, hijo de u n rey de Mauritania, vencido en tiempo de H o n o -
rio, y Alarico rey de los visigodos, derrotado por Stilicon, son el
asunto.
3. ° U n p a n e g í r i c o sobre el consulado de Probino y Olibrio: tres
sobre los consulados tercero, cuarto y sesto de H o n o r i o ; otro sobre
el de M a l l i o Teodoreto; tres libros de los elogios de Stilicon; el elo-
gio de Serena, esposa de este y dos epitalamios, el de Honorio y
María, y el de P a l a d í o y Celerina. A l de Honorio a c o m p a ñ a n cuatro
odas con el t í t u l o de fescenninas.
4. ° Dos libros contra Rufino y otros dos contra Eutropio, que
son las mejores obras de Claudiano; y si bien parecen sátiras, su
principal objeto es complacer á Stilicon. E s muy poético el p r i n c i -
pio de la p r i m e r a :

Swjoe m i h i dubiam traxit sententia mentem.


Curarent Superi térras, an nullus inesset
. Rector, et incertofluerent mortalia casu.
A l s t u l i t kicnc tándem Rufinipcena tumultum, etc.

5. ° Siete poemas descriptivos con el título de idilios.


6. ° Cinco epístolas en verso, todas de poco m é r i t o , y 41 epigra-
mas, tres de los cuales son de a l g ú n poeta cristiano. H a y t a m b i é n
seis griegos.
Claudiano estaba dotado de un génio poético que h a b r í a eclip-
sado ciertamente á muchos poetas latinos, si hubiese alcanzado me-
— ^30 —
Jores tiempos. Pero l a poca iuvención, la falta de verdad y natura-
lidad en los caractéres y situaciones, y la h i n c h a z ó n enfática que le
domina, no se compensan con la variedad y nobleza que da á su
estilo, n i con las brillantes descripciones, n i con la pureza ele dicción
y l a versificación armoniosa y abundante.
5. ° Terenciano M a u r o , de quien no se tienen noticias seguras,
se cree que fuese africano, y floreciese al fin del primer siglo ó á
principios del segundo; Su poema De Utteris, sijllabis, pedilus et
metris es ú t i l para el conocimiento de l a prosodia latina, porque une
siempre el ejemplo | i l precepto. Empieza el poema por u n prólogo
en glicónicos, en el cual por medio de un cuento se escusa de un
trabajo tan frivolo al parecer, aunque en realidad importante.
6. ° Q. Sereno S a m m ó n i c o , fué muerto por el emperador Caraca-
l i a , por haber sido acusado de pertenecer al partido de su hermano
Geta, por los años de 212. E j e r c i ó la medicina y dejó á su hijo, que
después fué maestro de Gordiano I I I , una biblioteca de G200 volú-
menes. Solo nos ha quedado una de sus obras, de morhis et de mor-
borum remediis, interesante solamente para l a historia de la medi-
cina. Contiene 65 recetas, precedidas de u n prólogo, muchas dema-
siado absurdas. Se cree que los 78 versos, que terminan la obra de
medicina de Marcelo E m p í r i c o , m é d i c o de Teodosio, deben ser su
epilogo.
N a d a nos ha llegado del poema A n t o n i a s sobre Antonino y
M . Aurelio, que J u l i o Capitolino dice que compuso Gordiano el
padre.
Trebelio Poli on refiere una corta c a n c i ó n de G alieno, á quien
p i n t a como un p r í n c i p e instruido y que c u l t i v ó l a elocuencia y poe-
sía, habiendo sido una composición suya l a mejor entre las de cien
poetas griegos y latinos, que compusieron epitalamios para el dia
de l a boda de sus sobrinos.
7. ° M . Aurelio Olimpio Nemesiano, nacido en Cartago, floreció
por los años 484, y se cree que fué pariente del emperador Nume-
riano, á quien según Vopisco, venció en u n c e r t á m e n poético. Dice
t a m b i é n , que consiguió toda clase de coronas con sus poemas H a l i *
euticon, Ginegeticon y N a u t k o n , de los cuales solo tenemos ^el Cine*
geticon incompleto y fragmentos de los otros. K b trata en los 325 ver-
Sos que existen, de toda clase de cazas, como Gxacio Falisco, sino ¿Q
los preparativos, de l a educación de los perros y caballos y de los
útiles necesarios al cazador. E s bastante correcto y elegante, aunque
no está exento de los defectos de su siglo. Se le atribuyen t a m b i é n ,
un poema de 137 versos en honor de Hércules, que se baila entre
las obras de Olaudiano, y cuatro églogas, que son mas bien de
Calpurnio, y e s t á n después de las siete que todos reconocen como
de este.
T i t o J u l i o Calpurnio Sículo, fué c o n t e m p o r á n e o de Nemesiano,
á quien algunos hacen el protector de que habla el mismo Calpur-
nio bajo el nombre de Coridon. Otros creen que fué J u n i o Tiberia-
no, dos veces cónsul, y que su protegido Calpurnio fué secretario
del emperador Caro. Tenemos de él siete églogas, que todos le con-
ceden, y otras cuatro, que ya hemos dicho, hacen algunos de Neme-
siano; pero el estilo es el mismo en todas, y en la novena se repiten
varios versos de la tercera; y en todas a d e m á s se ve una i m i t a c i ó n
de Y i r g i l i o y de diez ú once idilios de Teócrito, ú n i c o s que según
los antiguos g r a m á t i c o s podian ser objeto de poesías pastoriles. C a l -
purnio es inferior á V i r g i l i o : sus pastores se parecen mas en la sen-
cillez y grosería á los de T e ó c r i t o ; y aunque manifiesta talento, no
supo hacerse superior á los defectos de su tiempo incurriendo en
pensamientos mas brillantes que sólidos, y en una énfasis desarre-
glada y en espresiones duras y a ú n b á r b a r a s . E s de mucho m é r i t o
la t r a d u c c i ó n que de este poeta ha hecho D . J u a n Gualberto
González.
8.° Eufo Festo A v i e n o , á quien algunos hacen originario de
E s p a ñ a , floreció bajo Teodosio por los años 380. F u é dos veces
procónsul; l a primera en Grecia, y la segunda, se dice que en Africa.
Tradujo ó mas bien i m i t ó l a Feriegesis de Dionisio, con el t í t u l o
d.e Descriptio o r l i s terree, en h e x á m e t r o s . Escribió en yambos otra
obra titulada ora m a r í t i m a ; hizo una t r a d u c c i ó n de los Phenomenos
y Prognosticos de Arato, y publicó otros tres pequeños poemas. E l
gramático Servio dice que puso en yámbicos las fábulas de Y i r g i l i o
y la historia de T . L i v i o ; querría decir que entresacó algunos pasa-
jes para versificarlos. Wernsdorf le atribuye el Epitome Iliados H o -
meri, obra de m é r i t o por su elegancia y naturalidad, aunque tiene
~ - 232 —

algunos solecismos. Con menos razón se le atribuyen 42 fábulas en.,


versos elegiacos de bastante m é r i t o , aunque muy inferiores á las de
Fhedro: porque son mas bien de.Flavio A v i a n o , á quien algunos
hacen del segundo siglo; pero por su estilo debe colocarse en el
cuarto.
9. ° Claudio R u t i l i o Numaciano, galo de nación, fué prefecto de
Roma, y describió en versos elegiacos el viaje de Roma á las Galias,
que hizo el a ñ o 416, y t i t u l ó I t i n e r a r i u m su obra en dos libros no
completos. Su dicción elegante, la sensibilidad, la variedad de imá-
genes, las bellas descripciones, con el elogio de R o m a , hacen este'
poema recomendable.
10. Décimo M a g n o Ausonio, nació en Burdeos hacia el año 309.
Allí recibió su primera i n s t r u c c i ó n y d e s p u é s fué á Tolosa, donde
acabó sus estudios. Y u e l t o á su patria, se dedicó al foro y luego se
e n c a r g ó de una c á t e d r a de elocuencia, en l a que tuvo por discípulo
á S, Paulino. L l e v a b a 30 a ñ o s de e n s e ñ a n z a , cuando en 367, V a -
lentiniano le llamó á T r é v e r i s , para encomendarle la instrucción de
su hijo Graciano, quien después le p r e m i ó con la dignidad de Conde
y Cuestor, le confió el gobierno de Italia, el del Africa, el d é l a s
Galias, y finalmente le elevó al consulado. A l dejar esta dignidad pro-
n u n c i ó el discurso en prosa, que tenemos, en acción de gracias. F u é
en seguida p r o c ó n s u l de Asia, y después de la muerte de su discí-
pulo, se propuso retirarse á l a v i d a privada, y pasó el resto de sus
dias en una hacienda cerca de Burdeos. Allí compuso la mayor parte
de sus obras, y m u r i ó en 394. A l g u n o s con poco fundamento dudan
si: fué cristiano, por l a libertad de sus obras y el uso de la mitolo-
gía, sin reparar que en uno y otro seguía l a costumbre del tiempo.
U n o de sus hijos fué t a m b i é n , viviendo el padre, prefecto del Pre-
torio. Sus obras son una mezcla de todos los géneros. Tees prefacios
en verso, sin saberse para que obra: una colección de 141 epigra-
mas, algunos en griego. L a Ephemeris, mezcla de versos de varias
medidas, sobre el modo de pasar el día. P a m i i a l i a en versos elegia-
cos, ó sean 29 elogios, precedidos de u n prólogo, de sus parientes
difuntos. Otros 26 con un prólogo en honor de los profesores de
Burdeos. T r e i n t a y ocho epitafios, de los cuales 26 son de héroes
troyanos. E l 30 es el tan conocido de D i d o :
,• : h i f e l i x Dido, n u l l i hene nupfa i m r ü o i , ki
Hoc permute fu-gis: I m fwjimte peris.

Una colección de mouósticos sobre los doce primeÉ-os Césares, y de


tefcrásticos sobre los veinte y cuatro. Una descripción poética de las
17 ciudades principales del imperio. Las sentencias de los siete sa-
bios de Grecia. Veinte idilios, que mas bien son poemas descripti-
vos y de circunstancias, de los cuales los mas agradables son él 6."
de la crucifixión de C u p i d o ; y el 10, sobre el rio Mosela. Otra co -
lección con el título de eclogarium sobre los signos del Zodiaco, días,
meses, años y fiestas. Otra de 2G epístolas en verso.
Ausonio carecía de i m a g i n a c i ó n y de e n e r g í a ; pero su extremada
facilidad en versificar, le bace uno de los principales escritores de
su tiempo, sin embargo que respeta menos que otros posteriores la
pureza y propiedad de l a dicción.

IÍECCIOX i r .

1,° Poetas cristianos.—S.0 C o m o d i a n o . — 3 . ° J u v e n é o y


P r u d e n c i o . — 4 . ° S. P a u l i n o . — 5 . ° F a l c o U i a y Mario V i c -
tor.—6.° S. P r ó s p e r o y Sedulio.—Tf.0 ¡Sidonio A p o l i n a r ;
—8.° Otros poetas cristianos menos notables.

I.0 L o s cristianos en los tres primeros siglos miraron la poesía


como contraria, por sus mitos y ficciones, á l a pureza de la religión
y á l a verdad y sinceridad que debían dominar, así en sus obras, co-
mo en la predicación. M a s á principio del siglo I V (porque los cinco
libros contra M a r c i o n de Tertuliano y algunas poesías atribuidas á
S. Cipriano son supuestas), algunos conociendo que las bellezas
poéticas, cautivando l a imaginación, son t a m b i é n muy propias para
Insinuarse en el corazón del hombre, se propusieron presentar en
verso l a doctrina evángelica, y a para hacerla mas interesante por
medio de imágenes y de los encantos de la a r m o n í a , y a para fijarla
mas así en el á n i m o de los nuevos prosélitos. Otros, llenos de grati-
tud, quisieron expresar los sentimientos de respeto y a d m i r a c i ó n á
10
* - 234 —

la D i v i n i d a d , oelebraudo sus mai-avillas, ó tributando acciones de


gracias por los beneficios hechos al g é n e r o humano.
2. " Comodiauo de Africa, al principiar el siglo I V , instruido eu
las letras profanas, cuando se adhirió al cristianismo, sencillo, cari-
tativo y sin ambición, compuso con alguna rusticidad 80 instrnctio'
nes a d paganos, ZÍ\ m d o s versos h e x á m e t r o s ; porque cuidaba mas
del acróstico, es decir, de que las letras iniciales de cada verso con-
tuviesen el titulo de la instrucción, que de guardar las leyes del me-
tro y del lenguaje. Su doctrina mas bien destruye el dogma de los
gentiles, que defiende el de los cristianos.
Existen en 250 versos un Carmen advcrsus gentes atribuido á
u n tal Antonio, de quien nada se sabe.
3. ° C . Vettio A q u i l i n o Juvenco era oriundo de E s p a ñ a . F u é sa-
cerdote y vivió en tiempo de Constantino. P u b l i c ó en cuatro libros
en h e x á m e t r o s una historia evangélica, siguiendo en especial á San
Mateo. S u p r i n c i p a l m é r i t o está en l a sencillez y verdad, por la cual
desprecia todo adorno poético. E n el prefacio se ve una imitación
del fin de las metamórfosis de Ovidio.
Aurelio Prudencio Clemente, suele llamarse el primer poeta cris-
tiano. N a c i ó en el a ñ o 348 en Calahorra, aunque otros dicen que en
Zaragoza. E n su juventud se ejercitó en el foro, y luego fué prefecto
de dos ciudades y por líltimo obtuvo u n alto empleo en la corte de
H o n o r i o . T e n d r í a 57 años, cuando retirado del mundo se entregó
á obras de devoción, y se dedicó á componer en verso, por lo regu-
lar lírico, para cantar en las reuniones de los cristianos. Cultivó tam-
b i é n el género d i d á c t i c o .
L a s obras d i d á c t i c a s son: 1.a L a Psichomachia, que describe los
combates q u é se dan los vicios y virtudes en el corazón del hombre.
2.a L a Apotheosis ó de divinitate, contra varios hereges. 3.a L a H a -
martigenia, ü origen del pecado, contra los que defendían el princi-
pio del m a l . 4.a Dos libros contra Simmaco, que habia solicitado de
Teodosio la r e s t a u r a c i ó n del altar de l a V i c t o r i a á la entrada del
Senado: expone el origen é historia escandalosa de los Dioses de los
gentiles.
L a s poesías líricas de Prudencio se encierran en el Galhsimnncii;
que contiene doce himuos para varias horas del dia y para algunas
fiestas; y ea el Peristep/umon ó de coronis, que tiene catorce h i m u ^
de mái-tires. Se le atribuye t a m b i é n el Enchiridion ó manual bíbli-
co, que en 49 secciones de á cuatro versos, comprende u n resúraea
de la historia sagrada, Prudencio estaba dotado de. ingenio y de
imaginación, y conocía los buenos escritores; mas á pesar de que
tiene pasages patéticos y agradables, y expresa con energía sua sen *
timientos cristianos, es un poeta, por su estilo incorrecto y por laa
faltas de prosodia, muy inferior á Claudiano y a ú n á Ausonio.
4. ° S. Paulino de K o l a , llamado Meropio Poncio A n i c i o P a u l i -
no, nació el 353 en E b r ó m a g o en las Gallas; y se educó en Burdeos,
donde fué discípulo de Ausonio. Siguió l a carrera del foro, y obtu-
vo, según algunos, el consulado y el gobierno de Campania. M a s
después, á instancias de su esposa Terasia, española, r e n n i p i ó a l
mundo en 390: recibió el bautismo según l a costumbre del tiempo, y
se retiró á E s p a ñ a , donde fué ordenado de sacerdote. Llevado de Ij^,
devoción á S. Félix de Ñ o l a en Campania, se fué á esta ciudad,
donde nombrado obispo en 409, m u r i ó el 431. Quedan 38 poemas
suyos sobre asuntos sagrados, entre los cuales hay dos contestacio-
nes á Ausonio. A b u n d a en sentimientos tiernos y cristianos, aunque
á veces sus versos e s t á n faltos de sentido.
5. ° Proba Falconia, esposa del procónsul Adelfio, era natural de
Horta, en Italia. César Baronio l a defiende de la i m p u t a c i ó n de ha-
ber entregado l a ciudad de K o m a á A l a r i c o . H a c i a el a ñ o 400, com-
puso un c e n t ó n , con hemistiquios de V i r g i l i o , sobre varios pasages
del antiguo y nuevo testamento. Algunos dicen que era esposa de A n i -
cio Probo, prefecto del pretorio, y que escribió en tiempo de G r a -
ciano sobre el a ñ o 3 7 1 ; y otros l a hacen florecer por el a ñ o 430.
Claudio M a r i o V í c t o r , retórico de Marsella, m u r i ó antes del 450.
Aficionado á l a historia sagrada, compuso u n poema en h e x á m e t r o s ,
en tres libros, sobre el Génesis, con el título de aktheias ó l a verdad,
y una epístola en los mismos versos sobre las malas costumbres de
su siglo.
6. ° S. Próspero de Aquitania, por su celo contra loa errores de
los Pelagianos, obtuvo el empleo de secretario del papa S, León,,
sin embargo de que era casado, y m u r i ó en 463. Dejó algunos poe-
mas; uno de Providentia Dei, y otro de Lic/ratis ó de los enemigos
de lá gracia divina, dividido en partes y capítulos; amibos eu liexá-
ineti-oá;-y los prólogos en elegiacos; y una oolecoion de 106 epigra.
tóás '^' réflexiónésilíórales y cristianas, sacadas de las obras de San
•Agüstin. IVata las'materias con verdád, sencillez y elegancia, y eu
itli estilo hastante limpio, pél'o sin los adornos de los autores pro-
fallos^ ¿«F41'1" • : , .;;
M Celio Sedulioi 'Jóresbítero, de éuya vida no se tienen noticias, üo-
reció en tiempo de Teodosio el joven, y escribió m i ¡mema paschah
o é t C h r i s t i Jesu miramlis, eu h e x á m e t r o s , eu cinco libros: el bri-
.Mero refiere algunas historias del antiguo testamento, y los demás,
otras del nuevo. H a y de él t a m b i é n dos himnos, uno én elegiacos
'BerpentiuóB/'éfe decir, que las primeras palabras del hexámetro son
las ú l t i m a s del p e n t á m e t r o . Sedulio carece de imaginación, pero su
verso es fácil y l a dicción p u r a . '
7." C. Solio Apolinar Modesto Sidonio, llamado comunmente
Sidonio Apolinar, nació en L i o n el a ñ o 438. Su padre y su abuelo
ftieron prefectos del pretorio.'Su suegro A v i t o fué nombrado erape-
rador en 455, y le recompensó el penegírico enverso^ haciéndole .se-
tíadór y prefecto de Roma, y erigiéndole una e s t á t u a en erforo dé.
Trajano. Destituido y muerto el suegro, se r e t i r ó Sidonio á Lion, y
habiendo pronunciado al a ñ o siguiente el elogió dé Máyor.iano',.este
le hizo Conde. Retirado después á l a A u v e r n i a , fué otra vez á Ronia
y p r o n u n c i ó el panegírico de Antemio, que le hizo de nuevo prefec-
to,- patricio y gehador. Sus compatriotas, aunque no era sacerdote,
le eligieron obispo de Clermont, y m u r i ó en 484. Existe una colec-
ción de 9 libros de cartas en prosa, y 24 poemas: los principales son
los panegíricos de A v i t o , Mayoriano y Antemio, y algunos epitala-
mios en el g é n e r o h e r ó i c o . E r a hombre de talento y de buena ima-
gi-nacion; su estilo es conciso y enérgico, aunque puro y lleno de-stí-
tilézas y metáforas exageradas según el gusto de su siglo. E n las car-
tas quiere imitar á P l i n i o ; pero se queda muy inferior. Son útiles
para l a historia. ' '• : '
£ •8.'°" Otros muchos poetas, aunque menos notables, pudiéramos
citár, eomo á S; D á m a s o , Eabio M a r i o Victorino, y otros;, pefo to
haremos solamente de D r á c ó n c i o , que compuso un poema poco ctii-
íó, en h e x á m e t r o s , con el t í t u l o de Exaemeron ó de opere sex- ih'irnni,
— 287 —
al onal .S. Eugenio arzobispo do Toledo le a ñ a d i ó en ol siglo VIT e]
sétimo d i a k y de A l c i m o Ecdicio A y i t o arzobispo-de V i e u a en 490,,
que dejó ^n; .poema en,;hexám?fcros en cinco libros,; de Mosaipce, Ms*
torice gestiSf en el c u a l se ven pruebas de que conocia los modelos ,
clásicos, y.•otro' de consolatoria castitatis laude a d F-uscinam-somr^m,'
y algunos epigramas y otros escritos sobre materias religiosas. E n .
el siglo V I , Arator, subdiácono de E o m a , puso en dos libros en ver-.;
go los hechos de los Apóstoles: y Venancio H o n o r i o Fortunato, i t u - .
liano y obispo de Poitiers, mas erudito que poetaj escribió además .
de vidas de Santos en prosa, varios libros de poesías: cuatro esté©
en hexámetros, sobre l a vida de S. M a r t i n ; y los d e m á s contienen
himnos y otras composiciones sobre asuntos cristianos,
h San Columbtíno, monge irlandés, muerto e n 615/iiescribió varias ,
obras en prosa y en verso. Estas son notables, porque en ellas se v é ?
yá la r i m a . , . . . - jídt. j
Sisebuto, rey de E s p a ñ a , compuso con bastante pureza 61 h e x á -
metros sobre los eclipses. M u r i ó ein 621, • ¡Oíffíi'ní
Cuando ya los pueblos b á r b a r o s se hablan ido apoderando de las ;
provincias del imperio, y a ú n de l a misma ciudad de E o m a , en 410, :
los godos, al mando de Alarico, y en 455 los vándalos, al de Qeur
sérico: nada es de e x t r a ñ a r , que se introdugesen en l a poesía pala-.
bras y construcciones b á r b a r a s , y se descuidasen las reglas de la pro-
sodia, cuya infracción es tan c o m ú n en los poetas cristianos. A ú n
en los profanos, la falta de interés y de i m a g i n a c i ó n , juntamente
con la poca pureza é incorrección del idioma, hace t a m b i é n insípida
y moleeta su lectura. S i n embargo^ sea que para versificar tuviesen
n e c e d d M -dte h a b é r leido con mas cuidado los buenos modeles, sea
qué la poesía exija una vocación especial y casi divina, y que're-'
quiera un talento superior la misma naturaleza del ritmo y lenguaje
poético y no permita mezclar con él las expresiones vulgares que
corrompen la lengua, es lo cierto que la poesía en este tiempo fué
mucho mas rica, mas pura y elegante que l a prosa, lo que se nota
aún en aquellos que escribieron en prosa y verso, como S, Paulino,
S, P r ó s p e r o y Sidonio. M a s destruido completamente el imperio de
E o m a en 476, raros y de poco ó n i n g ú n m é r i t o fueron los que, ha-
ciéndose superiores á las circunstancias, pudieron á fuerza de :
— 238 —

estudio, hablar cotí alguna corrección el lenguaje de las mugas lati-


ñas. Solecismos y faltas de prosodia se encuentran á cada paso: y
los que conocían l a dificultad é inutilidad de la cuantidad prosódica
porque no se percibía y a su armonía, se acogían al uso de l a rima.
Además de que nada es de e x t r a ñ a r que n i genio, n i imaginación,
n i gusto puedan encontrarse en u n tiempo de degradación, cuando
fti alguna dignidad y nobleza había, era solo en los pechos de los
cristianos, que poseídos de u n a fé ardiente, se esforzaban por en-
grandecer á Dios y sus obras. L o s paganos, sin creencias, vagando
con su espíritu entre l a í n c e r t í d u m b r e y l a í n d i f e r e n m , estaban
muy distantes del entusiasmo y de l a inspiración. E n los cristianos,
por otra parto, que solían poner grande e m p e ñ o en evitar todo lo
que fuese profano, las inquietudes y combates de l a carne con el
espíritu, y l a poca libertad que podían los timoratos dar á su ima-
ginación, hicieron que l a poesía apareciese fria, muy subordinada á
la razón, y sin aquel frescor y lozanía que presenta en sus buenos
tiempos. Como á una matrona rica, pero débil y cargada de años,
solo l a queda en el verso, para cubrir sus formas estenuadas, uu
trage vistoso que a ú n conserva gracia y algo de gusto, pero 'qm
indica y a haber perdido casi del todo su primitivo esplendor y ele-
gancia.

I^ECCIOIV 48.

1.° JJ& elocuencia —a o C a l p n r n l o F l a c o y F r o n t ó n . —


8.° Claudio Mamcrtlno.—4 0 F n m c n i o . — 5 . ° l í a í a r i o —
6.° M a m c r t l n o J ú n i o r . — t . 0 L a t i n o Pacato.—8 ° Aure-
l i o Slmmaco.—9.° C a r á c t e r j d i c c i ó n de los panegiris-
tas latinos.—lO. I^a novela: A p u l e y o y sus olbras — l l -
Petronio A r M t e r y su Sattíicon.—1». .Jurisconsultos de
esta ^poca*—X». P o r q u é no d e c a y ó en ellos tan pronto
la elocuencia, n i l a p u r e z a del idioma.

I.0 Desde Trajano, la elocuencia latina puede decirse que en-


mudeció, ya por l a degeneración y envilecimiento de los romano»,
— 230 ~
ya por la poca p r o t e c c i ó n de las letrañ, y ya por los trastornos y con-
tinuas guerras que se sucedieron desde Commodo hasta Diocleciano,
De cerca de treinta emperadores, mas de l a m i t a d murieron violen-
tamente; y si alguno q u e r í a poner coto á la indisciplina militar ó
reformar los abusos, era victima de los soldados ó se estrellaba con-
tra l a c o r r u p c i ó n general. Nadie pensaba en el bien público, n i en
el interés de l a humanidad, porque todo estaba concentrado en el
palacio del emperador, ó mejor dicho, en su linica persona. Las cien-
cias y las letras huian de R o m a á las provincias, y si se cultivaban en
la misma Roma, en A l e j a n d r í a , Bizancio, Berito y otras ciudades
de l a Grecia, después tuvieron sus principales escuelas en M i l á n y
en las ciudades de las Galias, A u t u n , Burdeos, Marsella y otras, á
donde los mismos romanos mandaban sus hijos. L o s estudios tam-
bién h a b í a n llegado á reducirse á l a g r a m á t i c a y retórica, y sus
profesores recibían raciones (annonte) ó sueldo del público. Pero
Diocleciano á ú l t i m o s del siglo I I I , asociándose á Maximiano, logró
dar prestigio al gobierno; y entonces empezaron algunas ciudades á
enviar comisionados á felicitar á los principes ó á darles votos de
gracias, eligiendo para ello á l o s sujetos mas aptos y elocuentes. Doce
discursos nos quedan de estos oradores con el titulo de panegíricos
antiguos, ú l t i m o monumento de la decadencia y completa abyección
de los romanos.
P a r a salir de tal abatimiento, no bastaban esfuerzos parciales;
era necesario una revolución y una completa mudanza en las ideas
y sentimientos, y esta se verifica por la divina religión de J . C . E s
muy notable, que mientras los gentiles se humillaban bajamente y
adulaban á sus señores, los cristianos respiraban nobleza y elevación
en sus ideas, y e n s e ñ a b a n á conocer la dignidad del hombre y de l a
mujer, inspirando sentimientos de amor y de verdadera felicidad.
Tenemos pues en este tiempo dos géneros dn elocuencia, tan distin-
tos como lo son los sentimientos que la inspiran, como lo son la
palidez y debilidad del gentilismo que perece, y la dulce sávia y fres-
ca lozanía del cristianismo que reanima la humanidad y la dá nueva
fisonomía.
2.° Existen 51 declamaciones ó ejercicios oratorios del retórico
Calpurnío Flaco, del tiempo de Antoniuo, con el título exc&yke, rhe-
— 240 —

b r i m i m i t i o r u m d r c l a m a t i o t i c s . n \ las que n i hay elegancia ni arte


sino solfirnente refinamiento y sutilezas. Son diez estos retóricos nie-
ncres en contraposición de otros diez, de quienes extractó M . Auneo
Séneca.
• P o r entonces floreció M . Oornelio F r o n t ó n que fué cónsul sobre
el a ñ o 142, y se hizo tan célebre en la enseñanza de la retórica
que M . Aurelio y L . Vero recibieron sus lecciones, y se tenia á honor
llamarse Fronfomano. De sus numerosas obras solo existia una de
áifferentüs vocahulorum-, pero Angelo M a i ha descubierto en 1815 y
en 1823 fragmentos y títulos de varias ob^-as y de seis ó siete libros
de cartas. Se sabe que p r o n u n c i ó varias oraciones, y entre ellas dos
panegíricos á A n t o n i n o P i ó , uno por l a guerra á los bretones y el otro
por haberle elevado al consulado. E n el ano 275, Meció Falconio, se-
nador, al ser nombrado emperador T á c i t o , improvisó u n discurso (del
que hay muy pocos ejemplares) exhortándole á que imitase, no á Ca-
ligula, Nerón, C ó m m o d o y Eliogábalo, sino á N e r v a , Trajano, Adria-
no y A n t o n i n o , que prefirieron el bien p ú b l i c o al de sus familias.
3.° Claudio Mamertiuo, galo de n a c i ó n , p r o n u n c i ó dos discursos,
el uno i\'í\úfiá.o genetMiacus M a x i m i a n i en el día del nacimiento de
este emperador, en el cual hace referencia á otro discurso prometido
y^á otro pronunciado; y el segundo poco tiempo después, en el año
292, en el aniversario de la fundación de E o m a , el 20 de A b r i l . E n
las colecciones suele estar antes del genetliaco, y ambos después del
de P l i n i ó . U n o y otro contienen no solólas alabanzas de Maximiano,
sino t a m b i é n las de Diocleciano, su colega en el imperio. E l gene-
tliaco abunda mas en lisonjas é impertinencias; por ejemplo: quiere
exponer la causa de la actividad de los emperadores, y después de
hablar de .Júpiter y de Hércules, de quienes tomaron los nombres
de J o v i o y Hercúleo, dice: adeo, sacer imperator, utragm vestrá m -
mina semper a l i q u i d agunf, agerid/umve curant, ut j a m n o l i s Uta,
q ü a m pro vohis suscéperamus, cura ponenda s i l , quum non laborare
vos, sed p á r e n l e s Déos videamus imitari.
E K q\io profecía manifeslum esl, caderorum hominum animas esse
humilcs et caducas, veslras vero mlestes et sempiternas.
j t d q ü é i l l i i d , quod de Jove veslro cecinil poeta romanus, plena Jo-
vis m i n i a esse; i d nunc ego de ulroque vestrum audeo prczdicare, n h '
— 241 —

r.umque s ü i s , m i m u m Ucetpalatmm concesserüis, divinitalem vestram


ubique ver sari, omnes térras, omniaque. maria plena esse vestri.
H a y otro panegírico á Maximiano y Constantino, con motivo de
]a boda de este con F a u s t a , hija de aquel. E s muy notable el modo
de presentar la a b d i c a c i ó n de M a x i m i a n o y su vuelta al imperio. L o s
terremotos, las tempestades, todas las desgracias nos vienen de l a
distracción de los dioses. Tale esf, imperator, quod ómnibus noMs
incliiso gemitu mwrmtibtis faceré vokíisti.
Sed profecía exigit hoc ipsa varíelas et natura fortmim, cuip,iliü
mulare licuerat, dum vos imperium ieneretis, ut i l l a X X annortim
continua felicitas intervallo aliquo distingueretur. Este discurso es
el o.0 en las colecciones, y fué pronunciado en el a ñ o 307 en.
T r é veris.
4.° E l 3.°, 4.°, 6.° y 7.° son de Eumenio, natural de Aufcun, en
Francia, donde su abuelo, oriundo de Atenas, fué profesor de r e t ó -
rica. E l nieto ejercía el mismo empleo, cuando Constancio Cloro le
hizo su secretario. Retirado después, y vacando l a misma c á t e d r a ,
se encargó otra vez de ella, por complacer á Constancio, conservan-
do sus honores y percibiendo el sueldo de 600.000 sextercios. M u r i ó
en 311. Su primer discurso pro instaurandis scholis Augustodtmen-
s i b u s , i \ í \ o lugar en 297 en Aufcun, ante Ricciovaro, gobernador de
!a provincia Lugdunense. Celebra la munificencia de Constancio, y
se propone probar l a necesidad de reparar l a escuela y ceder para
ello la mitad de su sueldo. Introduce en el discurso una carta origi-
nal de Constancio.
E l 3.° fué pronunciado en 810 en la misma ciudad, el dia del
aniversario de su fundación, delante de Constantino, á quien ruega
se digne i r á su patria. Accedió á sus deseos Constantino, y p e r d o n ó
á los de A u t u n parte de los tributos que pagaban; y y a que no p u -
dieron darle allí las gracias, comisionaron á Eumenio, quien pro- .
n u n c i ó en T r é v e r i s en 311 el 4.° discurso en acción de gracias á Cons-
tantino, F l a v i e n s i u m nomine. L o s de A u t u n , por lisongearle, como
de la femilia de los Fiavios, dieron á su ciudad el nombre de F l a v i a
Heduorum.
.. E l 8.° panegírico no tiene autor conocido. F u é pronunciado en
313 en T r é v e r i s ante Constantino, después de haber vencido a M a -
— 242 —

xeiicio. L l e v a la bajeza hasta el punto de quejarse de que Constan-


tino pelease: Gur ipse pugnasti? cur te dmsissimis hosfium glolis
miscuisii? y a ú n le aconseja l a cobardía con el ejemplo de Jerjes, de
Augusto y de un p r í n c i p e que estuvo viendo desde lejos la batalla,
puesto sobre dos escaleras unidas. Ignava, inquies, sunt hmc exempla
sé(l luto, graviorque mehis est periculi tui, qucm Icditia victorm.
5. ° Nazario, profesor de Burdeos, fué enviado á R o m a en 321 á
felicitar á Constantino; y aunque se hallaba ausente, pronunció en
su elogio el 9.° discurso, el 1« de Marzo, d i a del nacimiento de sus
hijos Crispo y Constantino. Describe tan claramente la victoria so-
bre Maxencio, que parece que la pone á l a vista. N o es tan exage-
rado en las alabanzas como los anteriores.
6. ° E l autor del 10.° panegírico es Mamertino J ú n i o r , que tal
vez fué hijo del otro Mamertino. H a b i a sido prefecto del erario, y
en seguida de I l i r i a , y absuelto de una acusación de peculado,
cuando fué nombrado cónsul y p r o n u n c i ó este discurso, en acción
de gracias al emperador J u l i a n o en 362.
7. ° L a t i n o Pacato Drepanio, natural de Drepaua, pueblo de la
Calía, profesor en Burdeos y amigo de Ausonio, es el autor del 11,°
discurso, que fué pronunciado en Roma en 391, para felicitar á Teo-
dosio por su victoria sobre Máximo. E s el panegírico en que hay mas
moderación en los elogios, y mas pureza y elegancia en la dicción;
E l 12.° discurso de l a colección es el de F l a v i o Crescouío Corip-
po, en verso, en honor de Justino el joven, sobre el año 570. Mo-
numento d é l a mas baja lisonja, solo sirve para conocer ciertas cere.
monías de las solemnidades públicas, los adornos imperiales y otros
usos de aquellos tiempos. H a y otros dos panegíricos en prosa: nuo
de Ausonio á Graciano, su discípulo, en 380, del que hicimos mención
en la lección 46, y otro de M a g n o Félix E n n o d í o , diácono do Pádna
y después obispo, pronunciado en 507 en M i l á n ó R á v c n a en honor
de Teodoríco.
8. ° Q. Aurelio Símmaco, hijo de un prefecto de Roma, había na-
cido en las Calías, y se propuso en todo i m i t a r á P l i n í o el joven.
F u é gran pontífice, cuestor y pretor, gobernador de Campania, del
Abruzo y de Africa, y en 384 prefecto de R o m a . Quiso restablecer
- e l altar de la victoria á la entrada del Senado; pero S. Ambrosio lo-
— 248—
gró impedírgelo y hacerle echar á u n destierro. Reconciliado después
con Teodosio, y a ú n perdonado luego de haber seguido á M á x i m o ,
fué cónsul en 391. Se ignora el a ñ o de su muerte. Siramaco era e l
orador mas célebre de su tiempo, y se dice que hizo el panegírico de
Máximo y a ú n después el de Teodosio. Se hablan perdido comple-
tamente sus discursos, pero Angelo M a i en 1815 ha descubierto
fragmentos de ocho: uno dirigido á Yalentiniano, dos á Graciano,
uno al Senado, y los d e m á s á particulares.
Existe una colección de cartas que, después de su muerte, p u -
blicó su hijo Q . F l a v i o M e m m i o Simmaco, d i v i d i d a en diez libros»
imitando á P l i n i o , é incluyendo t a m b i é n en el 10 las que d i r i g i ó á
los emperadores. É s t a s cartas contienen muchas noticias útiles para
la historia, y en ellas se vé un hombre de honor, muy p r á c t i c o en
los negocios; pero el estilo, aunque es esmerado y mas sencillo que
el de otros c o n t e m p o r á n e o s , tiene algunas incorrecciones. L a carta
mas notable es l a 54 del libro 10, sobre el altar de l a V i c t o r i a ; l a
cual fué refutada por S. Ambrosio y Prudencio.
O." A pesar de que las ciudades de las Gallas se valieron de los
mas acreditados profesores de elocuencia para felicitar ó dar gracias
á los emperadores; como que en las mismas escuelas reinaba el mal
gusto, y se creia que l a elocuencia solo consistía en acumular figuras,
y usar de pensamientos ingeniosos y rebuscados, espresándolos con
énfasis y juegos de palabras, de a h í que a d e m á s de l a v i l lisonja,
hija del envilecimiento de los ánimos, domine en estos panegíricos
la fria declamación y l a sutileza, sin verdad, n i imaginación, n i sen-
sibilidad alguna. L o s pensamientos mas fútiles, las mas minuciosas
circunstancias en u n estilo sofístico, relumbrante é hinchado, ocu-
pan el lugar de la nobleza, de la solidez y de la importancia de las
ideas. L a dicción bastante culta, pero con giros y construcciones
nuevas ó forzadas, descubren el siglo y el pueblo á que pertenecen
sus autores. Y a en l a poesía indicamos las causas de la grave alte-
ración de la lengua con haber estendido el derecho de ciudadano á
todo el imperio; con l a mudanza de costumbres, forma y capital
del gobierno, y finalmente con l a dificultad insuperable de conser-
var la pureza del lenguaje, que nadie y a observaba. E n lo d e m á s ,
imitaciones de P l i n i o estos panegíricos, llevan la exajeracion al es-
— 244 —

ti-cmo, y solo pueden ser titiles para el conocimiento de miJChos: he-;;:


chos liisióricos. ,„
10. ' L . Apnlcyo, nacido en Madaura, en Africa, donde HU padre ;
Cra dnunviró,: floreció én l a ú l t i m a mitad del siglo I I . Heredó de
sus padres Théseo y Xalvia, en u n i ó n con u n hermano, dos millonfig
de sextercios. Instruido en T á r t a g o , acabó sus eistúdios, especial*;;
mente de filosofía platónica, en Atenas; H i z o varios tiájes- a Greoia-
y se inició en todos los misterios. F u é después á Roma, cuando j m
por su vida aventurera y sus viajes se vi ó reducido á vender sus
Vestidos, para que le iniciasen en los misterios de Osiris. Vuelto al
Africa, a d q u i r i ó tal crédito con su elocuencia, que en su patria He-;
gó á la dignidad que habia tenido Su padre, y en Carüágo-fué pro-:
movido al sacerdocio pagano, y le erigieron en sil ausencia una es-
tatua. Viajando después hacia Alejandría, se detuvo en Trípolis, y :
casó-con E m i l i a Pudentila, viuda muy r i c a ; lo qué le motivó uua
acusación de magia ante el procónsul Claudio Máximo,^ p é r ^ fácil-
mente consiguió ser absuelto, porque sus buenas prendas no tenian
necesidad de otra magia, para atraerse el aprecio de Pudentila,.No
se sáBe cuando m u r i ó .
De las varias obras de Apuleyo, existen dos apologías de magia.
6 la defensa que hizo ante Claudio M á x i m o , en la que se ven ras-
gos de verdadera elocuencia, sin los defectos dé los oradores de esta
época:-cwaíro libros de \&ñ floridas ó colección de Ib iháfe escogido
de sus varios discursos: tres libros de JiaMtudine doctrinarüm et
nfttivitais P l a t o n i s pMlosopld, en donde trata de filosofía nat ural y
m o r a l y dél silogismo: un libro de mundo; oixo de Deo Socratis: otro -
de virtídiMis I m r l a r u m r y ^^ücoitíriQñ del Asclepio ó diálogo de '
Mercurio Trfáiegisto y de algunos versos yámbicos de Menandró- "
Pero la obra mas notable y por l a que goza de renombre, es él
asno de oro ó metamorfosis de él mismo en asno, en once libros; Es
propiamente una novela satírica, cuya idea tomó de L u c i o de T a *
tras, y en la que después de manifestar, que va á referir varios-
cuentos Milesios; y de pedir l a véniá por sil lenguaje incorrecto y
b á r b a r o , puesto que, s M d i o r i m q ü i r i t m m indigenam sermonem,1
m ú m n a M U ¡aberre, nidio prweimte magistro, aggressus excoluifi'
cuenta sus encuentros y aventuras: como, usando dé ciertas untu-
tas toagieas,; creyendo convertirse eu ave, lo. fué en asao, y pasando
á.dominio de varios dueñoSj oyó y observó;, muchas anécdotas j va-
rios sucesos, basta que por.fiu en unas fiestas de- ^sis, euyos,jnistf;-
rios describe, logró recobrar: su: primitiva, íbrraa,:. comiendo unas
llores. Entre los varios episodios y ,fábulas que: introduce es Ift'-inas
notable la de P¿iche. y Cupickb.-Qny»: alegoría :esplica Eulgencio ¡ m
su mitológico, de esta manera. L a ciudad es el mundo:; el rey y, la
reina. Dios y la materia; las tres hermanas, l a carue, la libertad y el
alma, en griego Fstche. Venus ó l a lujuria se vale de Cupido ó IÍVli-
viandad, para que el alma pierda su purera, etc., ( l i h . 8.°) . • ^ . ^ « i
• • L a lectura,del «sno de oro interesa por el enlace de lasJi|'§]Laicj%-
nesy por la originalidad con que se burla de dos vicios, ^ l e ^ ^ á q ^ -
nación á lo maravilloso, de las costumbres de ladrones y malheuhores,
y dfe l a superchería de los misterios, de los dioses y de los -iSacerdotes
que describe;: pero el estilo es muchas,; veces bajo, las aventuras algo
licenciosas y el lenguaje b á r b a r o é hinchado, y necesita,de .coi^ent^-
xios para su inteligencia. L a descripción tanjibr^lante-q^e bace
los. misterios de Tsis y Osiris, en-el librp. l l j - h f t h e ^ Q i ^ e f i y j s ^ W - ^ l
objeto de su obra fué: restituir .al gentilismo el brillo que había per-
dido con los progresos dé l a religión, cristiana, de la . que ,ora en^iuir
go. Este libro;puede, servir para la inteligencia de las. elegías ;3,a,y 7.a
•del libro I.0 de T i b u l o , y de, la de ;5;;> del ,2.° de Proporcio.. :. / ; m
• , 1 1 . A l a clase de novela satírica pertenece: t a m b i é n el S a t i r k o . ^
db T . ó C . Petronio Arbiter, escritor de época incierta. Unos, le
suponen el Arbiter elegantiaru.m, ó sea encargado de los placeres de
N e r ó n ; el cual, como cuenta T á c i t o , al moyir de, orden de aquel
príncipe por una acusación del envidioso. Tigelino, le envió en sus
tablas de memorias,, ó codicilos, cerrados y sellados, una descripción
de sus licenciosos desórdenes bajo nombres de j ó v e n e s y de mujeres
perdidas..Estos le hacen nacer de una familia ilustre de .Marsella
y dicen que u n i ó k m pasión por los placeres, mucha afición á las
letras,, y que .según T á c i t o , supo dar á su disolución oierto; aire de
gracia y de í r a n q u e z a agradable, .y que fué procónsul de Bitinia-;y
después cónsul, manifestando grande energía y capacidad para los
negocio^. .Otros, que no tienen por autor del SaUricon^ a l PetroHio,
amigo y compañero de las liviandades de X e r o n , no convienen tam-r
pboo entre si sobre el tiempo on que vivió, porque hay quien le hac«
del reino de Augusto; quien como E n r i q u e Valoia, le cree de Marao-
11a y otros de Kápoles, del tiempo de los Antoninos y do Apuleyo;
quien como Statilio, le pone en el imperio de Constantino, y cpüeii,
en fin, dice que el autor de esta obra no se llamaba Petronio, sino
que t o m ó este nombre para representar perfectamente la licenciosa
obscenidad de sus descripciones. Efectivamente, la obra es una sá-
tira varroniana ó menipea, en forma de diálogo, cuyos personages
llevan nombres fingidos, y contiene las aventuras amorosas y nove»
leseas de un tal Encolpio, que con su libertinaje ocasiona lances,
ya cómicos, y a trágicos, á propósito para derramar l a hiél de la sá-
tira sobre las costumbres y las ridiculeces de su siglo. Pero si aten-
demos á lo bien que describe el carácter de sus actores, dándoles el
lenguaje y estilo que les conviene, á los cuadros perfectamente dise-
ñados, llenos de ironía y de aguda festividad; al estilo enérgico y
pintoresco, aunque á veces oscuro y difícil, por las palabras de los
esclavos, ó propias de l a disolución, deberemos inclinarnos á la
opinión de los que tienen esta obra por del tiempo de Nerón, ó si
la hacemos posterior, habremos de reconocer en su autor un estudio
esmerado de los buenos escritores del siglo de oro.
E s t a obra se perdió casi del todo en l a edad media, viniendo á
ser ahora una colección de trozos, en l a que algunas cosas buenas
«e hallan oscurecidas por escenas ó episodios escandalosos é inde-
centes. L o s trozos mas notables son el cuento de una matrona de
Efeso, el banquete de T r i m a l c i o n y su esposa Fortunata, en el que
unos quieren ver retratado y puesto en ridículo á Claudio y otros á
N e r ó n ; y el que citamos en l a lección 38 de 29o versos sobre la
guerra c i v i l , y suele llevar el título de mutatione )-eipnMicce romana,
ó como digimos de luxu r o m a n o n m . Douza prefiéreoste trozo á toda»
las obras de L u c a n o . H e a q u í su argumento: cansado P i n t ó n de los
vicios de los romanos, e m p e ñ a á l a F o r t u n a , que hasta entonces les
h a b í a sido favorable, á que los estermine por medio de una guerra
c i v i l . L a F o r t u n a corresponde á sus deseos, y l a Discordia sopla su
fuego en el corazón de los jefes de partido.
12. L o s jurisconsultos, que'desde los tiempos de Augusto, se
dividieron en las dos escuelas que digimos en la lección 28, tomando
-~ m —
después los nombres d é Proculeyanos ó Pegasíanos y Sabiníanoa ó
Casianos, vinieron a unirse cuando el emperador A d r i a n o publicó
el edicto perpétuo, que por su orden habia redactado Salvio J u l i a -
no. De este edicto, á pesar de baber sido seguido en sus obras por
todos los juriconsultos, no existe mas que lo que se i n s e r t ó en las
Pandectas. Encargados Tribouiauo y otros quince jurisconsultos
por Justiniano, en 530, de hacer el extracto de toda l a literatura
jurídica, reunieron en u n solo código las decisiones de los antiguos
jurisconsultos, sacadas de mas de dos m i l volúmenes, y las clasifica-
' ron y ordenaron s e g ú n el edicto perpetuo. Llamaron esta obra P a n -
dectas, de 2m)i> todo, y dechesthai, contener ó abarcar, y digesto, porque
pusieron en ó r d e n toda la materia del derecho. R e u n i d a así toda l a
jurisprudencia clásica, se fueron perdiendo las obras originales, y
solo quedan los títulos y algunos fragmentos. De esta manera, en
tiempo de Justiniano, y especialmente desde 529, en que se formó
el código J u s t i n i á n e o , basta 534 en que y a r e g í a n las Pandectas, e l
codex repetitcs prcelectionis y l a Instituta, q u e d ó arreglado, con l a
adición de las Novelas, lo que se llama corpas j u r i s civilis. L o s p r i n -
cipales jurisconsultos que extractaron Triboniano y sus colegas
florecieron á fines del segundo siglo y principios del tercero. E n t o n -
ces, concedida la c i u d a d a n í a á todos los hombres libres del imperio,
unido el estudio de l a filosofía a l de la jurisprudencia, libertada esta
con el descrédito del politeísmo, de los ritos religiosos y de las trabas
mitológicas, y establecida su e n s e ñ a n z a en las escuelas, recibió u n
desarrollo extraordinario y llegó con la protección de los Severos á
un grado de esplendor, que ha hecho llamar á esta época la edad de
oro d é l a jurisprudencia romana. Sobresalieron entre otros muchos
Gayo, Papiniano, U l p i a n o , Paulo, y Modestino.

De T i t o Cayo, ó Gayo, en tiempo de los Antoninos, se citan en


h s Pandectas muchas obras; pero la principal fué la Instituta, que
sirvió de modelo á l a de Justiniano, y ha sido descubierta en gran
parte por K i e b u h r en 1816.
E m i l i o Papiniano, nacido en Fenicia, fué muy amigo y ministro
del emperador Septimio Severo, que á su muerte, en 211, le e n c a r g ó
la dirección de sus hijos Caracalla y Geta, y al a ñ o siguiente fué
muerto por Caracalla, por no acceder á justificar el asesinato de su
— 24^--

Keruiatio. t m mas notables de sus obras son tas euesfcibhes, f é á


puestas y déftniciones.
Domicio U l p i a n o , natural de T i r o y discípulo de Papiniáno, fué
ininístro y prefecto del pretorio de Alejandro Severo que subió al
trono en 222. M u r i ó en los mismos brazos del e m p e r a d o i v á manos
dé'lá:soldadesca indisciplinada, que le c r e í a l a causa de• habérselos
derogado varios privilegios. H a y mas de treinta títulos de sus obras,
pero solo existen 29 capítulos de los siete libros singtdariwm reyn-
larum.
J u l i o Paulo, de P á d u a , discípulo t a m b i é n de Papiniano, y pre-"
fecto del pretorio de Alejandro Severo, es el jurisconsulto que es-
crÍDio mas obras. Se citan hasta 90. Solo restan incompletos sus
cinco libros senteniiarium feceptanm.
Modestino, el ú l t i m o de los jurisconsultos de esta época, fué dis-
cípulo de Ulpiano, y consejero de Alejandro Severo y Maximino, y
cónsul en 228, con r e p u t a c i ó n de justo y sabio. .De sus varias obras
solo existe una parte de las Regulce.
É n t r e todos estos sobresalió Papiniano, asi por su autoridad y
reputación, como por l a pureza del estilo y lenguaje, Lorenzo Valla
a'ségüra, que solo de las obras de los jurisconsultos hubiera podido
restaurarse l a lengua latina.
13. Cuando todas las escuelas de filosofía estaban inficionadas por
la superstición, y cuando los poetas y oradores usaban de un estilo
desaliñado, los jurisconsultos conservaban l a pureza del lenguaje y
manifestaban Un juicio recto en sus razonamientos y decisiones. L a
causa es, qUe los jurisconsultos, perteneciendo á l a clase mas ins-
truida, t e n í a n mucho e m p e ñ o en conservar las instituciones antiguas,
y como su ciencia era i n d í g e n a de R o m a , se mantuvo libre de toda
infección e s t r a ñ a y g u a r d ó por mas tiempo la pureza del idioma.
Péi-o és preciso no confundir el lenguaje de estos juriconsultos con
él del siglo de Justiniano, rudo ya é incorrecto, y mezclado de voces
estrañas, cual es el de Triboniano, cuando habla de suyo.
249

IxECCIOlV 19.

I.0 Escritores de l a h i s t o r i a augusta. — o M é r i t o de sus


Ujiogral'ías.—3.' l í l l o Sparciano.—4.° jrulio Capltollno.
5." E l l o l^ampridio —6 ° Vulcaeio Ualicano. —7.) T r e -
bello l'olioit.—8.° B-"lai ¡o Vopisco.—9.° Obras y estilo
«le A u r e l i o V i c t o r . — l O . i¿. S e p t i m i o . - 11. Eutropio.—
13. M é r i t o de su liistoria.—13. Sexto Rufo y P u b l l o
Víctor.— I I . A m m i a u o Marcelino.—15. Resto de sus
obras.—16. Su m é r i t o y estilo.—1?. Sus digresiones y
areneras.—18. E s c r i t o r e s cristianos. Sulpicio Severo y
sus obras.—l!í. Su m é r i t o y estilo. - "iO, P a u l o Orosio
y sus obras — S i l . S u m é r i t o y estilo.—33. F l a v i o l í e x t e r
y J u l i o E x s u p e r a n c i o . F x ' ó s p e i ' o é Idacio. — 3 3 . Casio-
doro y sus obras.—3 t. Jornandus y sus obras.—35.
Otros historiadores de los siglos sig-uientes.

I.0 L l e v a n el t í t u l o de escritores de l a historia augusta, E l i o


Sparciano, J u l i o Capitolino, E l i o Lampridio, Vulcaeio Galicano,
Trebelio Polion y F l a v i o Vopisco, porque escribieron ó se propusie*
ron escribir las vidas de los Augustos, Emperadores ó Césares. M a a
no fueron estos los ú n i c o s que compusieron historias ó biografías
por ese tiempo. Estos mismos nombran otros muchos, cuyas obras
se han perdido; y si se conservan sus biografías, debido es á que en
tiempo de Constantino fueron escogidas entre las varias que enton-
ces existían, y se formó una colección, que se ha salvado, aunque
bastante maltratada. Tampoco tenemos todas las de estos escritores^
sino solamente 40, contando por una sola las de M á x i m o y Balbino>
porque están mezcladas, y por otra las 32 que forman l a que se llama
de los 30 tiranos. M se puede discernir exactamente, cuales son de
cada uno, porque no siempre convienen los títulos, n i se puede j u z -
gar por el estilo, tan vario y desigual como es en todos.
2.° Estos escritores son apreciables solamente, porque refieren
hechos y pormenores que no se hallan en otros. P o r lo regular co-
piaron de sus anteriores, y muchas veces se sirvieron de u n mismo
original; algunos, después de extractado u n autor, pasan á otro y
17
— 250 —

toman las mismas noticias, refiriendo a s í algunas cosas hasta tres


veces; á la vez que embrollan otras, ó las omiten enteramente: tal
es la falta de crítica que en todos se nota. Vopisco es el que observa
mas orden y m é t o d o ; porque ó ha sido testigo de los sucesos, ó Sl¡
ha tomado el trabajo de hacer averiguaciones: los demás, ciñénclose
á lo que en otros han leido, se propusieron solamente formar una
colección de vidas á imitación do Suctonio. Pero como dice Erasmo
en e l prefacio sobre estos escritores, si merecen casi el mismo elogio
que Suctonio por su fidelidad, le son m u y inferiores en el vigor de
la elocuencia y en l a cultura del lenguaje. Dice t a m b i é n en el Cice-
roniano: i n his v i x esl, quodjorobesp'cetsr historial fidem. N a m cegre
tuentnr sermonis latini castimoniam. N o obstante, sus narraciones
deben sujetarse á una sana crítica.
Estas biografías qne, si tuviésemos las de N e r v a y Trajano,
p o d r í a n considerarse, como c o n t i n u a c i ó n de las de Suctonio, abra-
z a r í a n de 166 á 168 años, desde A d r i a n o hasta l a muerte de Caro y
BUS hijos (284), sino faltasen t a m b i é n nueve ó diez años (244-253)
desde los Gordianos, M á x i m o y Balbino hasta los Valerianos.
8.° E l i o Sparcíano, primero en l a colección de estos escritores,
después de haber publicado las vidas de lus príncipes hasta Adriano,
como él dice en el principio y en el fin de la de E l i o Vero, se pro-
puso dar á l u z t a m b i é n las de los Césares y de todos los que de
cualquiera manera lograron fama ó esperanza de príncipes. Pero
solo tenemos suyas, las vidas de A d r i a n o (117-188); E l i o Vero
(161-169); D i d i o J u l i a n o (193); S é p t i m o Severo (193-211); Pes-
cennío N i g e r (193-196). Estas cinco e s t á n dedicadas á Diocleciano,
en cuyo tiempo florecía el autor. L a de Oaracalla (211-217) no está
dedicada á nadie, y l a de Geta (211-212) lo está á Constantino, por
lo que algunos ñ o l a creen de Sparciano. Otros le atribuyen algunas
de Capitolíno, L a m p r í d i o , y a ú n l a de Galicano de A v i d i o Casio
(175). L a primera parte de l a vida d'j A d r i a n o es lo mejor de este
historiador.
4.° .Julio Capítolino vivió bajo Diocleciano y Constantino, a
quienes dirigió las nueve ó doce biografías, que se le atribuyen, a
saber; las de A u t o n i n o P í o (138-161); M . Aurelio ó sea Antonino el
ñlósofo (161-180); L . ó E'.io V e r o ; P e r t i n a x (i93)j Clodio Albino
^251

( Í 9 3 - 1 9 7 ) ; Macrino (217-218); los dos Maximinos, en un libro,


aunque por separado (235-238); los tres Gordianos, de la misma ma-
nera en uu libro (238-244); y las de M á x i m o , ó como dicen otros
Pupieno y Balbino mezcladas (238). L a s de A l b i n o , los dos M a x i -
minos y los Gordianos están dedicadas á Constantino.
5. ° E l i o L a m p r i d i o , á quien Vopisco nombra como uno de los
que se propuso por modelos, es confundido por algunos con E l i o
Sparciano. Se le atribuyen cuatro biografías, á saber: la de C ó m m o d o
(180-193), dirigida á Diocleciano, y las de Diadumeno (217-218),
Eliogábalo (218-222), y Alejandro Severo (222-235) á Constantino.
6. ° Vulcacio Galicano, lleva el título de v i r clarissimus, propio
de los senadores ó de las primeras dignidades. Floreció en tiempo de
Diocleciano, y como dice á este emperador en el cap. 3.° de la v i d a
de A v i d i o Casio, se h a b í a propuesto publicar las de todos los que
justa é injustamente obtuvieron l a p ú r p u r a ; pero ú n i c a m e n t e tene-
mos esta, y a ú n algunos manuscritos la atribuyen á Sparciano, como
y a hemos dicho.
7. ° Trebelio ó T r e b i o Polion, que v i v i a en tiempo de Dioclecia-
no, escribió según Vopisco, las vidas de los emperadores desde E i l i p o
hasta Claudio (244-268); pero solo nos quedan, la ú l t i m a parte de
Valeriano el padre y l a de Valeriano el hijo (253-25i>) en u n solo
libro, aunque separados; igualmente las de los Gállenos (253-268),
la de Claudio I I (268-270) y las de los 30 tiranos (259-273) que se
rebelaron en tiempo de Galieuo. P a r a completar este n ú m e r o i g u a l
al de los tiranos de Atenas impuestos por Lisandro, P o l i o n tuvo que
a ñ a d i r á Valente, del tiempo de Decio (249); y como le censurasen
que habia incluido en ese n ú m e r o dos mujeres Zenobia y V i c t o r i a ,
quiso remediarlo en otra edición, añadiendo las vidas de T i t o y C e n -
sorino que se h a b í a n sublevado, aquel en tiempo de M a x i m i n o y
este en el de Claudio. H i z o t a m b i é n segunda edición de la v i d a de
Claudio, y en ella se defiende de la acriminación que se le hacia de
bastante adulador. X a d a consiguió con esto; y por otra parte aunque
su estilo no es tan descuidado, como el de los otros c o n t e m p o r á n e o s ,
no por eso merece mayor aprecio.
8.° Flavio Vopisco de Siracusa, publicó en tiempo de Constan-
tinosas vidas de Aureliano (270 275), de T á c i t o y Fioriano (275-276)
— 252 —

en ü n Volúmeü, aunque por separado; l a de Probo (276-282);


las de F i r m o , Saturnino, P r ó c u l o y Houoso en los tiempos de Aure-
liano, t a m b i é n en un v o l ú m e n , pero separados, y finalmente cu k
misma f ó r m a l a s de Caro, Numei'iauo, y Carino (282-284). Vopisco,
cuyo padre y abuelo tuvieron familiaridad con Diocleciauo, se halló
en posición de poder consultar la biblioteca U l p i a ; y tanto por este
como por los datos que le proporcionó J u n i o Tiberiano, prefecto de
E o m a , y varios documentos oficiales que intercala en sus obras, me-
rece en verdad mas crédito y aprecio que los demás escritores de la
historia augusta; pero en lo tocante al estilo se encuentra muy poca
diferencia.
9." Sexto Aurelio Víctor, africano y de bajo linaje, se elevó por
su m é r i t o á las primeras dignidades. E n 360 le conoció en Sirmio
el emperador Juliano, le n o m b r ó gobernador de la segunda Panno-
nia, y le hizo erigir una estatua de bronce, como refiere Ammiano
Marcelino, quien le llama v i r u m sobrietatisgratia multUaudum. Fué
después cónsul en 369 con Valentiniano I I ; y Teodosio el grande le
hizo mas adelante prefecto de E o m a . P o r el modo de referir la apo-
teósis de A n t i n o o , favorito de Adriano, se conoce que fué gentil. Se
le atribuyen tres obras: 1.a Origo gentis romanee, de l a que solo se
conserva desde Jano hasta el primer a ñ o de Eoma, y es una compi-
lación formada de obras que se han perdido. Esta circunstancia la
haoe interesante, porque tenemos por ella noticias que habrían de
otro modo perecido con las obras originales. N i n g ú n hecho histórico
confirma que sea de Aurelio Víctor, n i hay razones fundadas para
atribuirla á Asconio Pediano; lo mas probable es, que la compon-
d r í a a l g ú n g r a m á t i c o , para i n t r o d u c c i ó n á las dos obras siguientes,
suprimiendo el primer capítulo.
2.a JDe viris illustribus u r i i s Romee es una colección de vidas de
varios romanos desde los reyes hasta el gran Pompeyo. Comprende
algunos extranjeros como Aníbal, A n t i o c o y Mitridates; y una adi-
ción de otros nueve que sigue á la obra, termina por M . Antonio y
Cleopatra. A l g u n o s la han atribuido á Suetonio, otros á Pliuio el
j ó v e n y otros á Nepote: posible es que sea un compendio de la que
con el mismo t í t u l o se ha perdido del ú l t i m o . Su estilo es algo mas
igual que el de la siguiente.
— 2r.?,—
3.;1 De Gaisarihus, ó historím abbi evtalce. pars altera ab Auguslo
usque ad consulatum clecimum Constantii A n g u s t í e t J u l i a n i Ccesan's
tertíum (360). E s t a obra es reconocida como de Aurelio Y i c t o r , y
está escrita en un estilo bastante correcto, nervioso, conciso y fácil;
pero desigual y á veces duro. A b u n d a en sentencias que manifiestan
el juicio del escritor, y la imparcialidad y el discernimiento en la
elección de los autores, de quienes extracta. Se nota alguna contra-
dicción con l a obra anterior, v. g . : en el título de Augusto, que Octa-
viano tomó, ob res gestas, se dice en la de v i r i s illustribus, y en l a
de Gcesaribus, ob victoriam partium placide exercitam.
H u b o otro A u r e l i o Victor, á quien se refiere J u l i o Capitolino,
y otro de los tiempos de Arcadio y Honorio, del cual existe un
epitome de Gcesaribus, desde Augusto hasta Teodosio, que m u r i ó
en 895, dejando el imperio á sus hijos Arcadio y Honorio. E s u n
extracto del otro A u r e l i o V i c t o r , aunque en algunas cosas se sepa-
ra, por ejemplo en los Gordianos, que solamente pone dosel primer
Aurelio V i c t o r , y el segundo habla de los tres; y á J u l i o César éste
le llama majar avuncuhis de Augusto, y el otro le hace magmis
avunlus, como fué en verdad, tio de su madre, no de su abuela.
10. Q. Septimio floreció, según unos en tiempo de Diocleciano y
Constantino, y s e g ú n otros en los de Teodosio. Tradujo al l a t i n la
guerra de T r o y a , que habia escrito en griego un tal Praxis ó E u p r a -
xidas bajo el nombre de Dictis Cretense. Se ha perdido el original
y existe la t r a d u c c i ó n , apreciable por las noticias de a n t i g ü e d a d e s
y de las tradiciones primitivas de Homero á quien i m i t a ; aunque á
veces se separa de él, y abraza u n plan mas vasto, esto es, desde e l
robo de Helena hasta la muerte de Ulises. Su dicción es áspera y
ptoco pura.
11, E l a v i o Eutropio, italiano y sofista, según Suidas, galo y
amigo de Simmaco, según otros, y mas probablemente el griego, de
quien A m m i a n o Marcelino dice que fué procónsul de Asia en 371 y
prefecto del pretorio en 380, floreció bajo Constantino (307-837),
de quien algunos le hacen secretario, bajo sus hijos (337-355) bajo
Juliano, (355-863), Joviano (363-364) y Valeute (364-378). E l mis-
mo dice (lib. 10): E m e J u l i a n u s rerumpotitus est; ingentique apjm-
r a t u P a r t h i s i n t u l i t bellum; c u i expeditíone ego queque interfui. E s -
- B6I —

cribió un i r e v í a n m i romana' hisioritr en diez libros, desde el origen


de R o m a hasta el a ñ o l i l i ) ; ó sea 868 de J . C , dedicándole al
emperador Valcnte. L o s manuscritos dan á Eutropio el titulo de
v i r cJarissimus. H a y quien le cree cristiano, porque dice de Juliano
religionis ehristianes mseclalor, perinfle í a t m n i¿f cruoré alstinerei-
pero estas palabras solo p r o b a r á n que E u t r o p i o podia ser de los in-
diferentes en materia de religión, que en aquellos tiempos eran
muchos.
12. E l compendio de historia romana de Eutropio, compuesto
para uso de Valente, es un cuadro bastante reducido de los sucesos
principales de R o m a , muy recomendable por la verdad, el orden y
la concisión, auuque tiene poca critica. Su lenguaje es puro, claro y
natural, siendo m u y raras las palabras que usa propias de su siglo:
v. g.: aliquanta por aliquot, duhieías por dtibitatio, y algunos trata-
mientos, como mansuetudo tita y t r a n q u ü l i f a s iua á A'alenté. Los
períodos guardan u n medio entre cortos y largos: el estilo es senci-
llo y fácil sin adornos de n i n g ú n g é n e r o ; lo cual hace su narración,
aunque natural, bastante árida. Esta obra mereció mucha estima-
ción y fué traducida al griego por Capitón L u c i o y por Peanio en el
siglo V I . Paulo W i n f r i d , diácono de A q u i l e a en el siglo Y I I I , por
orden de Adelberga hija de Desiderio rey de los longobardos la
insertó con alguna amplificación en los diez primeros libros de la
compilación, que a ñ a d i d a después desde el libro 18 hasta el 24 por
Landulfo Sagax, es conocida con el título de historia miscella.
18. Sexto Rufo, llamado v i r consuJaris, florecia hacia el año 370,
y se cree que fué consular de Siria y procónsul de Asia. Publicó
por orden de Valentiniauo u n breviarium rerum gestarum pajnúi
romani, ó de victqriis etprovinciis, ó de consnlari ef imperiali digni-
tate atque accesione romani imperii. L l e g a hasta el emperador Jovia-
no y es una i m i t a c i ó n pálida y descarnada de Floro y de Eutropio.
Sexto Rufo dejó t a m b i é n una obra con el t í t u l o de regionihus u r l i s
Romee,, que viene á ser un catálogo de los edificios y monumentos de
los 14 cuarteles de R o m a . Paitan la r e g i ó n 10, las tres últimas y
alguna parte de otras.
P u b l i o V í c t o r , de quien no se tienen noticias, p u b l i c ó también
una obrita, de regionihus u r l i s Romee, que algunos han confundido
— ?.r.f) —

con la de S t ó t o Rufo; pero eg muy diferente, aunque lleva el mismo


titulo y tiene igual objeto de describir las catorce regiones en que
estaba dividida Roma. E n cada obra se encuentran varias cosas,
que no tiene la otra; y l a de P . V í c t o r no está tan maltratada,
14. A m m i a n o Mai-celino, el ú l t i m o de los escritores latinos que
merece llamarse historiador, era griego, natural de Antioquía, y flo-
reció por los tiempos de J u l i a n o , Joviano, Valentiniano y Valente
(3'34) y Graciano (367) y a ú n Valentiniano (375) y Teodosio (379-
395). Pasó una gran parte de su v i d a en los ejércitos romanos, m i -
litando en Gcrmania, en las Gallas, en Mesopotamia y a c o m p a ñ ó á
Juliano en su expedición de Persia. L a grave modestia de Marcelino
ha hecho que no sepamos de cierto q u é cargos d e s e m p e ñ ó ; mas en
el código Teodosiano hay un rescripta de Graciano, Valentiniano y
Teodosio dirigido á A m m i a n o Marcelino, dándole el título de Comes
reíprivatec; y es probable que sea este mismo. M u r i ó en 390 en R o -
ma. N o se sabe sí era cristiano, por l a indiferencia con que habla de
la religión.
15. A la. edad de 50 años, compuso en R o m a Marcelino una
historia de los emperadores romanos, con el título de rerum gesta-
ruin líbri X X X I á p r i n c i p a t u C'cemris Nérvea adusque Valentís i n -
teritum. N o se sabe sí se propuso continuar á Tácito, porque n i le
menciona, n i 1c imita en nada. M a s probable es que quisiese conti-
nuar á Suetonio, porque abraza su historia desde el a ñ o 9tí hasta
el 378 de J . O.; pero el período de 256 años, es decir, hasta el 352,
que se contenia en los trece primeros libros, se ha perdido, y nos
quedan solamente los diez y ocho últimos que empiezan desde Galo
y Constancio, y terminan con Valente. Son la parte mas interesante,
porque tratan de los sucesos en que el mismo Ammiano tuvo una
parte activa, cuando en los libros perdidos h a b í a tenido que extraer
de otros escritores. T a l vez por esta razón los copistas trasladando
solamente esta parte, dejaron perder la otra.
16. Marcelino era instruido y estaba dotado de talento y de un
sano juicio. Refiere los sucesos de que ha sido testigo, ó de que ha
podido informarse por los que lo fueron, y pasa en silencio todos
aquellos -sobre los que no ha encontrado datos n i documentos posi-
tivos. Así es que p o d r í a m o s llamar á su obra memorias mas bien que
— 250 —

historia. E n este supuesto, íiunquc manifiesta mucho talento histó-


rico, presentando el enlace de los acontecimientos, y pintando con
perfección el c a r á c t e r de los personajes, no puede comparársele con
los grandes historiadores, por los defectos qne necesariamente habría
de contraer en n n siglo, en qne tan depravado se hallaba el buen
gusto. E n primer lugar carece de aquella naturalidad que acompaña
á la verdadera belleza: está recargado de adornos estudiados, que
le hacen hinchado y frió: hace alarde de erudición con las muchas
digresiones físicas y geográficas: es duro y verboso, usando de celo-
caciones e x t r a ñ a s , que cansan oscuridad; y al fin de la obra se dis-
culpa de su lenguaje tosco y b á r b a r o á veces, diciendo que ha-
blaba como militar y griego. Sin embargo, le recomiendan mucho
la verdad y buena fé con que refiere: la propiedad y energía en la
descripción de las batallas y sitios de las ciudades, y la exactitud
con que nos hace ver los países que ha recorrido, las costumbres de
los pueblos que ha examinado, y a ú n el lujo y los vicios dominantes
en la corte de los emperadores.
17. L a s digresiones con que suele interrumpir su narración son
interesantes, si no en la parte física por el estado de la ciencia, al
menos en la geográfica, sobre todo en lo que toca á la Gerraauia,
donde pasó muchos años. Son notables entre las físicas: las de la
causa de los temblores de tierra (libro 17), de las causas de la peste
(19), de los eclipses de sol y del arco iris (20), sobre el sexo de los
árboles (24) y sobre los cometas (25). D e las históricas y geográfi-
cas citaremos: l a de los Arabes N ó m a d a s (14), sobre la historia an-
tigua de las Gallas (15), sobre los S á r m a t a s (17), sobre los Hunnos
(31), la descripción del Ponto E u x i n o y l a del E g i p t o (22), la de la
Persia (28) y la de Tracia (27).
Son muchas las arengas que pone como pronunciadas al frente
de las tropas; y á juzgar por cierta negligencia que se advierte, pu-
dieran creerse, no obra del historiador, sino tales como en verdad
se pronunciaron. E s de advertir, que poniéndolas en boca de Cons-
tancio, J u l i a n o y Valentiniano, nunca lo hace en boca de Graciano,
n i a ú n después de la batalla de Strasburgo, á pesar de que su edu-
cación h a b í a sido muy esmerada.
18. S. Sulpicio Severo y según otros S, Severo Sulpicio, tiene
— 257 —
gu fiesta en el martirologio á 29 de Enero. N a c i ó en l a Aquitania
de una familia muy ilustre y rica, hácia el ano 353. Se dedicó al
tribunal y se d i s t i n g u i ó por su elocuencia. Su esposa era t a m b i é n
muy rica y de familia consular; pero la perdió pronto, como t a m b i é n
los hijos que le babia dado. Desengañado del mundo y despreciando
las riquezas, por el a ñ o 892 las r e n u n c i ó todas en favor de la Igle-
sia, reservándose solamente el usufrato de sus heredades; y en una
de ellas consagró su v i d a al retiro y á la penitencia, á pesar de las
burlas y persecuciones del mundo y a ú n de su mismo padre. E n su
casa todos, amigos, sirvientes y discípulos, practicaban las virtudes
cristianas; por lo que S. Paulino, su intimo amigo, la llamaba Igle-
sia doméstica. Continuando sus ayunos y maceraciones, recibió luego
las órdenes sagradas, y desempeñó el cargo de párroco de dos igle-
sias que h a b í a hecho construir. T u v o t a m b i é n estrechas relaciones
con San M a r t i n , Obispo de Tours, cuya vida historió á instancia
de sus amigos. E s c r i b i ó algunas cartas y tres diálogos entre
Postumiano y Galo: aquel habla de las virtudes y milagros de los
monges orientales, y hace u n elogio de S. J e r ó n i m o en el 1.°; y
Galo expone los de S. M a r t i n en los otros dos. Pero la obra mas
notable de S. Sulpício es la historia sagrada, en dos libros, en l a
cual cuenta los sucesos ocurridos de siglo en siglo en todos los pue-
blos, desde el principio del mundo hasta la cautividad de Babilonia,
ó toma de Jerusalen bajo Sedecias en el 1.°; y desde entonces hasta
el 400 de J . C. en el 2.° E l fin que se propuso fué dar un compen-
dio, para recordar en ico tiempo lo leído en los libros sagrados, y
no para que estos dejasen de leerse; porque no se ha de beber
en los p e q u e ñ o s arroyos, sino en las grandes fuentes, í s a d a se sabe
de su muerte, que debió ser por los años 420.
19. Muchos elogios ha merecido Sulpício, tanto por sus v i r t u -
des, como por sus escritos. S i se dejó sorprender por los Pelagianos,
reparó su falta, guardando en penitencia u n perpetuo silencio hasta
su muerte. E l error de los milenarios, que S. J e r ó n i m o hallaba en
sus diálogos, no se encuentra en otros ejemplares. San A g u s t í n le
llama v i r doctrina et seqoientia yollens: G e n n a d í o , (/enere et Uteris
n o U l i s : Idacío, v i r summus: J o s é Scalígero, ecclesiasticorum p u r i s -
simus scriptor, y todos le conocen por el Salustio cristiano. E n efecto,
- - 258 —
i m i t a á este historiador en su estilo r á p i d o , conciso, puro y elo-
cuente: aunque su escesivo esmero le hace á veces mas culto y flori-
do, que enérgico y nervioso, segnn Erasmo. Breve, sencillo y pre-
ciso en su n a r r a c i ó n , es siempre fácil y claro, sin omitir nada que
sea importante. Se le nota cierta inclinación á referir milagros, y
algunas opiniones particulares sobre la historia y cronología. Los
latinistas le encuentran, á pesar de la pureza superior á su siglo, al-
gunos hebraísmos, grecismos y voces eclesiásticas; v. g. etnichus,
prqphefa, sancfiffmre, y de Enoch dice: objustitiam translatus áDeo.
E n los diálogos se muestra mas puro y elegante que en las demás
obras.
20. Paulo Orosio, español, probablemente de Tarragona, aun-
que otros dicen de Braga en Portugal, vivía al principio del siglo
Y ; y tomada su patria por los Vándalos, y turbadas t a m b i é n las con-
ciencias por las heregías de los P r i s c i l í a n i t a s y Origenisfcas, se fue
á buscar un refugio en Africa al lado de S. A g u s t í n . Y a entonces,
sobre el año 415 era sacerdote. Llegado al Africa, dirigió á aquel
Santo una memoria ó commonüoriwn sobre las citadas heregías, á
Ja que contestó en parte S. A g u s t í n ; y sobre Orígenes, le envió al
Oriente, donde era mas conocida su doctrina, para que consultase á
S, J e r ó n i m o , E n Jerusalen publicó una apología contra Pelagium
de a r M t r i i liheríate, en la que se defiende de las calumnias y refuta
á los Pelagianos. Yuelto al Africa, S. A g u s t í n le empeñó en que com-
pusiese una historia universal, para rebatir, como él lo hace en su
obra de civiiaie D e i , á los gentiles, que a t r i b u í a n la toma de Poma
por los godos y todas las calamidades del imperio, á la introducción
d e r c r i s t í a n í s m o y al olvido del culto de los dioses. Orosio, pues, com-
puso su historia en siete libros. E l 1.° comprende desde el principio
del mundo hasta la fundación de P o m a ; el 2.° hasta l a toma de Po-
m a por los galos (866); el 3.° hasta el fin d é l a guerra de Macedonia
(587); el 4,° hasta la ruina de Cartago que pone en 605; el 5.° el en-
grandecimiento de P o m a á expensas de los demás pueblos; el 6.° las
varias guerras que tuvo hasta J . C ; y el 7.° hasta el 417. Esta his-
toria lleva en los manuscritos el título de Hormesfa, que nadie ex-
plica satisfactoriamente. Parece probable que los copistas formaron
esta voz de otras que leyeron mal, por ejemplo, P a u l i Or. incesta
— 259 —
m m d i , ó tal vez de hominum miseria, (1) porque el fin de la obra
era manifestar las muchas miserias que habia sufrido el género h u -
mano en todos tiempos y m á s antes del cristianismo.
21. Orosio mereció l a aprobación de sus contemporáneos, en es-
pecial de san A g u s t í n y de un concilio tenido en R o m a por san Ge-
lasio, que j u z g ó su obra apreciablc por la brevedad, y necesaria para
responder á las calumnias de los paganos. Orosio escribe con clari-
dad y sencillez: dice mucho en pocas palabras: á veces t a m b i é n se
muestra elocuente contra las ideas de los paganos, pero es poco
exacto en l a cronología, demasiado crédulo y se deja llevar de opi-
niones vulgares que desecha una sana crítica: v . g. dice que Druso
murió envenenado por Tiberio, lo que rechaza T á c i t o (4 A n n . ) como
creencia del vulgo. Se conoce que no sabia el griego; y de c o n s i -
guiente no pudo leer sus escritores. Tampoco está muy acorde con-
sigo mismo sobre el modo de contar los años de R o m a . L a dicción
es bastante pura y correcta:, tiene facilidad y a r m o n í a , pero t a m b i é n
locuciones propias de los Padres de la Iglesia.
22. F l a v i o L u c i o Dexter, hijo de Paciano, obispo de Barcelona,
fué en 392 prefecto del Pretorio. San J e r ó n i m o le d i r i g i ó el catálo-
go de escritores eclesiásticos, como en reconocimiento de que le
hubiese dedicado á él u n a crónica titulada historia omnimoda, desde
el nacimiento de J . C . hasta el 480. Perdida esta obra, J e r ó n i m o
R o m á n de la H i g u e r a , j e s u í t a de Toledo, diciendo que otro j e s u í t a .
Tomas Torralba, l a habia encontrado en el monasterio de Worms,
quiso ocultar con ese t í t u l o su propia obra, y l a c o n t i n u ó hasta 544
bajo el nombre de M á x i m o , obispo de Zaragoza, y hasta 668 bajo
el de Eutrando, diácono de P a v í a . Después de su muerte en 1619,
publicó el franciscano J u a n Calderón en Zaragoza su manuscrito,
que no carece de m é r i t o .
J u l i o Exsuperancio, parece que vivió á principios del siglo V y

[i) E n la edad media se hizo muy común escribir por abreviatura, lo que fué causa de
muchos errores. E l obispo OUon recomienda á uno por estas palabras: Otto Dei rjratia
rogat vestram clementiam,. nt velitis, istum elvicum conducere ad vestrum diaco-
num. Y el clérigo encargado de leerlo á su obispo lo pronuncia asi: Ottho Dei gratia
rogat vestram clam MÍ velit istum clincum convertere in vivum diabolum.
— 2(50 —

dejó una obrita, de M a r ü L e p i d i et Sertorii bel lis civilibus, que ge


cree u n extracto de la historia perdida de Salustio.
Próspero de A q u i t a n i a , de quien ya hemos hablado, escribió una
crónica en dos partes: l a 1.a desde l a creación del mundo hasta el
379 de J . C , y viene á ser un extracto de Ensebio y S. Jerónimo.
L a 2." llega hasta l a toma de Roma por Genserico en 455. N o tiene la
propiedad n i pureza en el lenguaje de sus obras poéticas.
Idacio, obispo de una ciudad de Galicia, escribió en el V siglo
una crónica desde l a muerte de T á l e n t e (378) hasta el 4G7, que fué
continuada hasta el 490 por un a n ó n i m o ; y unos fastos consulares
desde 265 de R o m a hasta 468 de J . C. Observa con exactitud la
cronología, s e g ú n las Olimpiadas y por los años de cada emperador.
Signe además dos eras, l a de Abrahan y la de Augusto, 38 años antes
de J . C ; y contiene noticias sobre E s p a ñ a , sobre los Godos y los
Suevos, que no se hallan en otros escritores.
23. Magno Aurelio Casiodoro, nació Inicia el 470 en Squillace, en
Nápoles, de una familia muy distinguida. N a d a se sabe de su juven-
t u d ; pero sus muchos escritos, sobre todas las artes liberales, sobre
el alma, y de historia y de a d m i n i s t r a c i ó n , demuestran que debió
recibir una i n s t r u c c i ó n vasta y esmerada. E n 491 Odoacro rey de
los erulos, que depuso al emperador romano A u g ú s t u l o en 476,
le n o m b r ó comes r e r u m p r i v a t a r u m et s a c r a m m Jargitiomm, es de-
cir, conde ó ministro de sus rentas particulares y de l a distribución
de l a hacienda p ú b l i c a . E n 494 Teodorico rey de los ostrogodos
depositó en él toda su confianza y en 508 le hizo gobernador del
Abruzo, y de allí á poco queestor sacri p a l a t i i y magister officiorum.
E n 514 fué cónsul, y por fin llegó t a m b i é n á l a mayor dignidad de
prefecto del pretorio.
Muerto Teodorico en 525, el sucesor Atalarico, puso también su
confianza en Casiodoro, y á instancia suya dotó escuelas públicas,
E n 534 le n o m b r ó prefecto del pretorio. P o r último, su edad
avanzada y el deseo de reposo le movieron á retirarse en 539 al
monasterio de Viviers, cerca de su patria, donde pasó, como un
monge el resto de sus días, e n s e ñ a n d o á los religiosos, y escribiendo
varios tratados, y m u r i ó en 563. Sus posteriores le calificaron de
Bienaventurado y Confesor.
Oasiodoro dejó 12 libros de cartas que t i t u l ó varias, ó por l a
variedad del objeto y de la materia, ó por l a del estilo, en atención
á las personas á quien las enviaba, y eu nombre de quien las escri-
bía. L o s cinco primeros libros compreuden las cartas escritas en
nombre de Teodorico: el 6.° y 7.a, las fórmulas de los diplomas de
los difereutes cargos del Estado: el 8.°, 0.° y 10, las cartas de los
sucesores de Teodorico, y los dos últimos, las que él escribió, como
prefecto del pretorio. Son útiles para la bistoria, así política, como
eclesiástica. Casiodoro bizo traducir por su amigo Epifanio la bisto-
ria llamada tripartita, en 12 libros, de los griegos Sócrates, Sozome-
no y Teodoreto. S u estilo se resiente de la barbarie del siglo. C o m -
puso por órden de Teodorico una crónica breve desde el principio
del mundo basta el a ñ o 519 de J . C , en la cual, fuera del ú l t i m o s i -
glo, nada hay nuevo. E s c r i b i ó t a m b i é n la bistoria de los godos en
12 libros, que no existe mas que en el compendio de Jornandes.
P u b l i c ó comentarios sobre los salmos y tratados de anima, de sche-
matihus et trapis S. Scripturm: de divinis lectionibus en dos libros;
de g r a m á t i c a , de r e t ó r i c a , de dialéctica, de m a t e m á t i c a s , de a r i t m é -
tica, de música, de geometría, de a s t r o n o m í a , de amicitia, u n
computas paschalis y á los 93 a ñ o s , de ortografía. E l estilo de C a -
siodoro tiene cierta nobleza y giros finos y graciosos; pero gusta
mucho de l a cadencia y de las rimas, y su lenguage es áspero é i n -
correcto, cual se usaba en su tiempo.
24. Jornandes ó Jordano, godo de origen y notario ó secreta-
rio de u n rey de los Alanos, fué después obispo de R á v e n a . E n 552
escribió una historia de los godos de rebus Oeticis, en 60 capítulos,
compendiando la de Casiodoro, por lo que se le llama su abreviador,
Jornandes carece de crítica y de imparcialidad, porque atribuye á
sus godos todos los hechos de los scitas, y omite lo que puede per-
judicar á la gloria de su gente, como l a batalla ganada por Claudio
I I que refiere Trebelio Pollón. Compuso otra obra de regnorwq
et temponm succesione ó de origini mundi, et actibus romanorum
ceterarumque gentium, en la cual desde P ó m u l o hasta Augusto copia
casi enteramente á F l o r o , sin hacer mención, n i de él n i de otros de
quienes t a m b i é n toma; pero su estilo y lenguaje gótico, que se v é ,
cuando narra los sucosos de su tiempo, descubren claramente lo que
es de los escritores romanos.
25. Marcelino, Gomes IlLinjcianus, publico una crónica desde
Valento hasta el 534: y Gildas, llamado el sábio, en 5-1:8, una histo-
ria de su pais, Inglaterra, y de su tiempo, titulada: líber querulus
de excidio B r H a ? m ü c . Paulo el diácono, de quien hablamos ante-
riormente dejó otra historia, de gestis Longohardorum Uhri sez
obra muy ú t i l ó instructiva, aunque en estilo b á r b a r o .
• Mas adelante haremos mención de las crónicas de S. Isidoro y
del venerable Beda, y p o d r í a m o s hacerla ahora de los muchísimos
que en su siglo y en los siguientes escribieron crónicas y vidas, si
no temiésemos ser tan pesados y fastidiosos, como sus composicio-
nes. S u falta de critica y su barbarie cansan y espantan al lector de
mas paciencia. Nombraremos solamente, además de los que se citen
después, á A d o n arzobispo de Viena, y á A i m o n i o en el siglo 9.°, al
inglés Odón Severo y á Guillermo de M a g u n c i a en el 10; á Rodulfo
Glaber y á Lamberto en el 11.°, á Sigeberto y á Otón Frisiugense
en el 12.°, y en el 13.° á Felipe Gualtero, autor de una Alexandrei-
da ó poema sobre Alejandro el Magno, en í) libros, y á D , Rodrigo
arzobispo de Toledo y á D . Lucas obispo de T u y que además de
otras obras escribieron: aquel, una historia de E s p a ñ a en 9 libros,
y éste una crónica desde el principio del mundo hasta l a era 1274
(1236), de los cuales dice nuestro Matamoros. N a r n Lucas Tuden-
sis, Rodericus Toíetanus, et alius hujus nominis P a l l a n t i n u s (1),
(p.mm non a d vohiptatem aurium, sed a d memoriam et judicium pos-
teriiatis sdripsisseni, cum á deliciis longissime, tum ab i m p t ü s et
mendacio p r o c u l abfuerunt.
A principios del siglo V I floreóla Dionisio el Exiguo, de Scitía,
pero monje romano; y r e d a c t ó un ciclo pascual de 95 años que co -
mienza en 531. E s el primero que hace uso de la era cristiana; y el
mismo t a m b i é n , que formó la primera colección de los cánones eu
dos partes, con el título de codsx canonwn eclesiasticorum y l^er

1. F l o r e c i ó en el siglo X V , y fué familiar J e Alfonso de Santa María ó de Cartagena,


obispo de Burgos, e l cual escribió en un latin regular una historia ó anaccphaleosis de la
historia de E s p a ñ a , de los emperadores y P o n t i ü c e s romanos y do los reyes de F r a n c i a . '
—.268 —
áecretorum. Fulgencio Ferrando, á mitad de aquel siglo, hizo uti
cstracto de esta colección con el título de hreviarium cationum. E s -
tas obras son mas apreciables por la doctrina que por l a dicción, la
cual en general es la de los escritores eclesiásticos.

L E C C I O N SO.

I." -La Círaiiiaílca: Aulo Cnclio y IVouio Marcelo.—a.0


Censorino y JL. Ampeiio.—3.° Flavlo Caper y otros.—
•1.° Marciano «Capola.--5.0 MacroMo.—6.° Otros srramá-
ticos.—í." í^a medicina: Marcelo E m p í r i c o y Teodoro
I»risciano.—H." JLa íiariculliira: l»eladio Itutilio.—9.°
151 arte militar: Fladio Vesecio Renato.

1,° Por lecciones anteriores conocemos algunos trabajos de bas-


tante estimación llevados á cabo por los g r a m á t i c o s (1),
A u l o Gelio ó A g e l i o nació y floreció en Roma en tiempo de los
Antoninos y fué instruido por los g r a m á t i c o s Cornelio Frontón y
Sulpicio Apolinar, el autor de los argumentos de las comedias do
Terencio. E s t u d i ó l a filosofía en Atenas, y fué después en Roma
nno de los Centunviros. N o se sabe cuando m u r i ó . Compuso una
obra en 20 libros para instrucción de sus hijos, y la dió el título de
noetmm atticarum commentarii, porque supone haberla compues-
to en una casa de campo junto á Atenas, durante las largas noches
del invierno. D e l libro 8." solo hay los sumarios de los capítulos.
A u l i o Gelio estractó en un lenguaje á veces defectuoso y en u n es-
tilo descuidado y desigual, siu orden, n i m é t o d o , lo que h a b í a leído
en varios autores griegos y latinos sobre historia, g r a m á t i c a , anti-
güedades y otros ramos de erudición. Su m é r i t o principal está en
habernos conservado trozos de obras antiguas que se han perdido.

1. Los gramáticos en lo antiguo no eran como los del dia, á quienes se llamaba litera'
tures ó (j7-amatistas, sino eruditos que poseían conocimieatos universales, y se les daba
también el nombre de literatos, filólogos, críticos y polyhislores.
— §64 —
N o n i o Marcelo, de Tíboli, probablemente del siglo 11, escribió
una óhva de proprieiate sermonis en 19 capítulos, que encierra mu-
cbos pasages de obras de autores antiguos que uo bau llegado á
nosotros.
2. ° Censorino escribió por el a ñ o 238 una obra en 25 capítulos,
sobre el origen y formación del bombre, de cronología, de astrono-
mía, de música y de otras materias, con el título de die natali, por-
que la dedicó á su amigo Q. Ceselio para el aniversario de su naci-
miento. E s obra muy útil, por su claridad y exactitud, aunque no
exenta de barbarismos, para el conocimiento de las antigüedades
clásicas, en especial los cap. I.0, 2.°, 18 y 22, que tratan del Genio,
de los juegos seculares y d é l o s años de los egipcios. 8e ha perdido
su libro de los acentos, y otro sobre las divinidades que influyen so-
bre l a vida humana, titulado i/idífjifamenice.
L . Ampelio escribió en el I V siglo una obra titulada ¡iher memo-
rialis, y la dedicó á Macriuo que seria probablcmeute un hijo suyo.
Contiene 50 capítulos en los que d á ' nociones muy breves sobre el
mundo, los elementos, la tierra y especialmente sobre asuntos his-
tóricos.
3. ° Flavio Caper dejó u n c o m p e n d i ó de ortografía y un tratado
de v e r l i s dúbiis¡ y Calcidio una t r a d u c c i ó n del Timeo de Platón, y
un comentario sobre su primera parte. E l i o Donato en el siglo IV^
maestro de S. J e r ó n i m o , escribió 1.°: de literis, si/llabisque, pediitis
e¿ totiis ars sive editío p r i i n a : 2.° de octo p a r i i b i i s oraiionis ars sive
editiosecunda: 3.° de l a r l a r i s m o , sokecismo ettrapis. 4." Comentarios
soire Terencio. L a s dos primeras obras forman una gramática, que
estuvo muy en uso en l a edad inedia. N o se le debe confundir con
Tiberio Donato, expositor de V i r g i l i o y algo mas moderno.
Otros varios g r a m á t i c o s florecieron por este tiempo: entre ellos
Fabio Mario V i c t o r i n o que escribió cuatro libros de ortograjohiá el
ralione metrorum; t a m b i é n sobre la Sma. T r i n i d a d y contra los Ma-
niqueos, y u n poema sobre los Macabeos y tres himnos de poco
m é r i t o á la T r i n i d a d .
4. ° Marciano Mineo Félix Capella, natural de M a d a m a , en Afri-
ca, escribió h á c i a l a mitad del siglo V , una obra con el título de
Satiricen, especie de enciclopedia, en prosa y verso, dividida en
— 265 —
üueve libros. Los dos primeros contienen la apotheosis de la P h i l o -
logia y su boda con M e r c u r i o : los otros siete tratan de las artes l i -
berales, que entonces formaban l a carrera de los estudios, á saber:
gramática, dialéctica, retórica, geometría, astrología, a r i t m é t i c a y
música. E l estilo es b á r b a r o , y las muchas copias que se hicieron en
la edad media, le alteraron cada vez mas.
5.° Macrobio A u r e l i o Teodosio, v a r ó n consular é ilustre, de orí-
gen, según se cree, griego, florecía á principios del siglo V . Nos
dejó tres obras: una exposición en dos libros del sueño de Scipion,
por Cicerón, dirigida á su hijo Enstathio; l a cual debía formar en
opinión de algunos l a 2.a parte de los Saturnales. Saturnaliorum con-
viviorum l i h r i V I I , dirigidos t a m b i é n á su hijo en forma de diálo-
go, tratan como las Noches áticas de G-elio, de varios puntos de an-
tigüedades, de g r a m á t i c a , de historia, anécdotas y cuestiones filosó-
ficas y literarias. F i n g e que varios amigos eruditos se convinieron
en pasar las fiestas saturnales en estas discusiones útiles, mientras
otros se entregaban á los escesos de la gula. L a 3.a obra de Macro-
bio es de differentiis et societatihus grcBci latinique verhi; de l a cual
solo existe u n extracto que hizo J u a n Scoto. E r í g e n e s en el siglo
I X . Macrobio manifiesta mucha erudición gramatical é h i s t ó r i c a ; pe.
ro en la mayor parte no ha hecho mas que extractar á A . Gelío y á
Plutarco, de quien es casi todo el ú l t i m o libro de los saturnales. L o s
libros 5.° y 6.° versan sobre V i r g i l i o , haciendo ver lo que t o m ó para
la Eneida de griegos y latinos, en especial, de Homero, con quien
forma un cotejo desde el cap. 2.° hasta el 16 del libro 5.°
6.° Muchos g r a m á t i c o s escribieron por los siglos V I y siguientes:
entre ellos F l a v i o Mallío Teodoro y J u l i o Severo trataron de los me-
tros y de los pies: M a r i o Servio ó Servio M a u r o Honorato dejó un
comentario sobre V i r g i l i o y otras obras gramáticales, que no mere-
cen mucho l a a t e n c i ó n . F l a v i o Sosipater Oarísio de C a m p a n í a , cris-
tiano y g r a m á t i c o en E o m a , e x t r a c t ó con mucho esmero de los me-
jores autores unas iñsíitütiones gramaticce en 5 libros de los que se
han perdido el 1.° y el 5.° Diómedes publicó otra obra g r a m á t i c a ! en
tres libros; mas entre todos estos g r a m á t i c o s sobresale Prisciano de
Cesárea del siglo V I , que enseñó en Constantinopla y p u b l i c ó l a gra-
m á t i c a mas completa que tenemos de l a a n t i g ü e d a d . De sus 18 libros
18
— 266 —

los 16 primeros se titulan el G r a n Prisciano, y tratan de las partes


de l a oración: los otros dos titulados el P e q u e ñ o Prisciano versan
sobre la sintáxis. Prisciano escribió t a m b i é n de los acentos, de las
declinaciones, de los versos cómicos, de retórica, y de los números,
medidas y pesos. Se tienen por suyos los poemas de ponderibus et
mensuris y de siderihus, y el de situ o r l i s terree, imitación de la
perkgesis de Dionisio.
Fabio F u r i o Planciades Fulgencio, titulado vir darissimiis, era
cristiano y probablemente de África, en el siglo V I . Dejó tres obras:
un Mithologkum en tres libros, ú t i l para el estudio de l a mitología
clásica, aunque en un estilo tosco: las otras dos, vocum antiquarum i n -
terpretatio,yde expositione VirgiliancB contimntm, son de poco mérito.
7. ° M . Empírico, médico de Teodosio el Grande, recogió toda clase
de recetas en u n libro poco apreciable. T . Prisciano r e d a c t ó en grie-
go y tradujo al latin una obra de medicina, y publicó otra de dimta.
8. ° P . R u t i l i o (siglo I V ) escribió una obra de re rústica, en la
cual extracta de los escritores antiguos, en especial de Columela.
9. ° F . Vegecio Renato dedicó á Valentiniano I I u n epítome i m -
titutionum r e i m i l i t a r i s , titulado'¿'¿Wfrísím. E s ú t i l para la milicia.

1 . E C C I O I V 51.

1.° Epoca de los Padres de l a Islesia.—a.0 Apologistas


y d o g m á t i c o s , griegos y l a t i n o s . — 3 . ° T e r t u l i a n o . — 4 . °
Sus obras y estilo —5.° H . F é l i x —6.o Arnobio —7.» San
C i p r i a n o . — 8 . ° Ensobras — 9 . ° Su doctrina j estilo.—10.
L a c l a n d o . — 11 Sus obras.—13 Instituciones.—X^. Su doc-
trina y estilo—14. C a r á c t e r de los escritores africanos.

1.° Cuando se hallaba l a humanidad sumergida en l a mas com-


pleta corrupción moral, la religión de J . C . se presenta como áncora
de salvación; y predicando l a caridad^entre los hombres, l a emanci-
pación de l a mujer, y el premio de la gloria, como recompensa de las
virtudes y de los padecimientos de esta vida, llega á hacer proséli-
tos en l a misma casa de los Césares. Mas no tarda en desatarse contra
ella toda l a furia del despotismo y de l a ignorancia; y los que ha-
blan creído en l a palabra divina, son arrojados á las fieras, ó ator-
— 267 —
mentados dé m i l modos diferentes. L o s romanos en la preocupáciou
de que la existencia de su imperio pendia de sus dioses y sacrificios,
persiguen como política l a predicación cristiana. Apegados por otra
parte á la licencia de su culto y confundiendo t a m b i é n los cristianos
con los judíos, miraban como una secta fanática y supersticiosa la
doctrina mas santa. Inventaban para hacerla odiosa las mas atroces
calumnias, y el nombre de cristiano era de vileza y de oprobio para
los que no le conocían. De aquí la necesidad de defenderse de laa
inculpaciones de los gentiles, y de hacer ver lo ridículo de sus creen-
cias antes de exponer y demostrar las doctrinas de J . C ; y de aquí
también l a división de los escritores cristianos en apologistas y dog-
máticos.
2.° Llamamos Padres de l a Iglesia á aquellos sabios de sus pri*
raeros tiempos que por l a a n t i g ü e d a d , por la instrucción, por la
virtud y constancia en la fé merecen este nombre. S i n embargo m u -
chas veces llamamos así, á todos los que en los primeros siglos es-
cribieron obras ó tratados sobre l a religión, aun cuando no hayan
tenido esa constancia. Son apologistas los que se propusieron defen-
der la religión y sus prácticas de las calumnias y acusaciones de los
gentiles; y dogmáticos los que explicaron las «rcencias ó doctrinas
reveladas y l a moral del evangelio, ó las defendieron de los heregea.
Algunos llaman á estos controversistas.
L o s apologistas principales son Tertuliano, M i n u c i o Félix,
Arnobio, Lactancio y S. Cipriano; y los dogmáticos, S. H i l a r i o , San
Ambrosio, S. J e r ó n i m o , S. A g u s t í n , Salviano, S. L e ó n y S. Grego-
rio el grande.
Aunque los cristianos predicaron siempre á cada pueblo en su
propio idioma, el griego y el latín fueron sin embargo los que
usaban los sabios en sus escritos; y de a h í la división de Padrea
griegos y latinos, que acordes en l a doctrina, se diferencian sin
embargo por su propio carácter y por el de los pueblos para quienes
escribían. L o s Padrea griegos con su i m a g i n a c i ó n oriental, viva y
poética, se impresionaban mas fácilmente de un piadoso entusiasmo,
y recibiendo su educación en las escuelas de filosofía, cuando adopta-
ban el cristianismo, procuraban amalgamar la doctrina filosófica
ton la fé cristiana. Los Padrea latinos, mas enérgicos y vehementes
que risueños y poéticos, eran educados en las escuelas del derecho
y de la retórica, y puede decirse que no conocían la filosofía, hasta
que la a p r e n d í a n con el cristianismo. P o r otra parte tenían que l u .
char contra la poca flexibilidad del idioma para espresar en una
forma filosófica las verdades de la religión; y escribían y predicaban
á pueblos menos civilizados que los del Oriente. L a opinión tam-
bién de cada proposición debía apoyarse con nua autoridad de la
Sagrada Escritura, y el deseo de no perder ocasión de atacar á los
hereges, nacido tal vez del h á b i t o producido por las continuas per-
secuciones, fueron l a causa de la falta de orden y método que algu-
nas veces se observa. Pero siempre encontraremos en ellos la natu-
ralidad, atendido su carácter y su educación, y ana convicción
profunda, y u n vivo deseo de la justicia y del triunfo de la verdad,
como fuentes de su victoriosa elocuencia. Sus escritos son, la mayor
parte, apologías, polémicas contra los hereges, tratados sobre puntos
de moral, exposición de las escrituras, homilías y cartas.
3. ° N i n g ú n escritor latino hay de los dos primeros siglog de la
Iglesia. Pero al fin del I I florece ya Q. Septimio Florente Tertuliano,
natural de Cartago é hijo de un c e n t u r i ó n proconsular. Se sabe
poco de cierto sobre su vida, antes de convertirse al cristianismo :-
es probable que enseñó retórica y ejerció l a abogacía en su patria.
Cristiano ya, y convenido con l a mujer en separarse, para vivir
enteramente en l a oración, fué ordenado de sacerdote. E l rigor que
practicaba en su conducta, ó como dice S. J e r ó n i m o , la envidia y
las calumnias del clero de Roma, le hicieron arrojarse en los errores
de los M o n t a ñ i s t a s , que miraban como pecado todo placer inocente,
toda comunicación con los idólatras y el estudio de las ciencias
profanas. Disgustado todavía de los M o n t a ñ i s t a s por su poco rigor,
creó una nueva secta que d u r ó hasta los tiempos de S. Agustín.
Parece que m u r i ó muy anciano sobre el a ñ o de 245. N o se le debe
confundir con Tertuliano el jurisconsulto, que fué algo anterior.
4. ° Las obras de Tertuliano ascienden á 32, y debemos distin-
guir las que compuso antes de la caída en el m o n t a ñ i s m o , y las que
dió á la luz después. L a s primeras son cuatro: el Apologético, de
baptismo, depc&mtentia, de oratione que fué su primera obra, y algu-
nos añaden varios libros, como los dos a su, esposa, sobre, la coa-j
— 269 —
ducta que debería observar en caso de quedar viuda y otros. L a s
obras posteriores á su caida, son de cuatro clases: apologías del
cristianismo contra los paganos, v. g. a d Scapulam, de testimonio
animce, a d nationes I I , de idolatria, de corona; tratados sobre las
costumbres y la disciplina eclesiástica, v. g . contra los j'udios, de
F a l l i ó , de spedaculis, á e p a t i e n t i a , admartyres, de virginibus velan"
dis, á e c u l t u feminarum, de hahitumuliebri, de exhortatione castitatis,
de a n i m a ; polémicas contra los bereges, y, g. adversus Marcionem,
adversus Hermogenem, Valentinum, P r a x e a m , de prcescriptionihus,
Scorpiacum, de carne J . C , de 7-esurrectione carnis; y finalmente
polémicas con los cristianos, Y. g. de pudicitia, de f u g a i n perse-
cutione, áejejunio, de monogamia. T a m b i é n se le atribuyen, aunque
sin fundamento, algunas obras en verso de poco m é r i t o . U n tratado
de trinitate y una epístola de cihis judaicis son de Novaciano que en
251 fué cismático. L a principal obra de Tertuliano, es su A p o l o g é -
tico, publicado en 198 ó 199, y dirigido á los gobernadores de las
provincias del imperio: bace ver l a falsedad de las acusaciones con-
tra los cristianos, y l a fidelidad y sumisión de estos, á las ó r d e n e s
del gobierno. Contiene pasages bistóricos y noticias curiosas sobre
las ceremonias de l a Iglesia, como la descripción de las á g a p a s .
Rebizo después esta obra con mas método, aunque con menos calor,
dándola el titulo a d nationes l i b r i dúo. Después del Apologético, su
mejor obra es el l i b r o de prcescriptionibus, y la mas sublime el tra-
tado de patientia.

. E n las obras de Tertuliano se descubre su grande ingenio, su fo-


gosa imaginación, su carácter ardiente y apasionado, una erudición
inmensa y cierta fuerza en la expresión, llena de imágenes y de una
ironía que deleita y conmueve. Pero son natables sus errores; l a
impureza para él es tan grave, como la idolatria, y n i n g ú n sacerdo-
te puede absolver de ella; el mado de ayunar de los católicos equi-
vale á la l u j u r i a ; y el alma, l a considera como corpórea, al menos
en el modo de explicar su naturaleza y propiedad. S u elocución es
por lo c o m ú n bincbada, poco correcta y necesita de i n t é r p r e t e por
su obscuridad. D i c e diminoro por diminuo, libidinosus glorice, l i n -
guatus, nolentia, visualitas, viriosus, nascibilis d : Lactancio dice:
(instit. div. l i b . 6, cap. 1). TertuUiams f u i i omni genere literarum
— 270 —

pertlus; s e d i n eloquendo parum facilis, m i n m comptus, et muliUm


oiscums fuif.
5. ° M . M i n u c i o Félix, africano, so d i s t i n g u i ó en E o m a en la
abogacía. Se cree qne floreció en el siglo I I I . Después que se hizo
cristiano, demostró la verdad de la religión publicando un diálago
titulado Octavius. Supone que al ver su amigo Octavio Januario
á Cecilio N a t a l , amigo de ambos, adorar una efigie de Serapis, le
hechó en cara su ceguedad en creer tales divinidades. Esto pro.
duce una disputa, en la que Cecilio hace l a defensa del gentilismo,
Octavio la de l a religión cristiana y M , M i n u c i o hace de juez, re-
sultando de todo la conversión de Cecilio. M i n u c i o debia conocer
mejor las creencias de los gentiles, que las de los cristianos, puesto
que su obra es mas bien una r e p u t a c i ó n de las fábulas gentílicas,
que una defensa del cristianismo. Su estilo es sencillo, conciso, mas
puro y elegante que el de Tertuliano, de cuya apología se conoce que
hizo uso; y comunmente se le tiene por el escritor cristiano mas
latino y mas elegante después de Lactancio, aunque no carece de
neologismo v. g.: adstrangulatus, runcinafur, inrotare etc. Su obra
fué considerada mucho tiempo como el libro octavo d é l a de Arnobio.
6. ° Arnobio de Sica, en Africa, e n s e ñ a b a en su patria retórica
en tiempo de Diocleciano á fines del siglo I I I , hasta que un suefto,
dicen que le hizo dejar el culto de los dioses. E l obispo, á quien se
presentó, sabiendo que habia atacado la religión cristiana, descon-
fiaba de su conversión y le exigió alguna prueba de que era verda-
dera. Entonces Arnobio compuso una obra en siete libros titulada,
Disputatioms adversus gentes; en la cual con mucha erudición griega
y latina, como poco instruido en la religión cristiana, mas bien
combate y ridiculiza las creencias de los gentiles que defiende las de
los cristianos. Su estilo es desigual, hinchado y vehemente, y el
lenguaje duro, áspero y á veces oscuro. A r n o h i u s inmgualis *est, et
aisque operis s u i p a r t ü i o n e confusus, dice S. J e r ó n i m o en la epístola
trece á P a u l . A veces se extravia de l a verdad cristiana,
7. ° Tascio Cecilio Cipriano, conocido por S. Cipriano, nació en
Africa, de una familia ilustre, probablemente en Cartago, Allí ense-
ñ a b a retórica por el año 246, cuando le convenció de la verdad de
l a religión cristiana un sacerdote llamado Cecilio, cuyo nombre en
— 271 —
reconocimiento a ñ a d i ó después á los suyos. P o r seguir la perfección
cristiana, dio sus bienes á los pobres, y se dedicó al estudio de las
divinas letras y á la lectura de los autores eclesiásticos, en especial
de Tertuliano, cuyas obras leia todos los dias, diciendo al pedirlas;
da m i h i magistrum. P o r su grande erudición fué elevado al sacerdo-
cio y al año siguiente, 248, al obispado de Oartago. E n 249 estalló
la persecución del emperador Decio y pidiendo el populacho de Car-
tago que S. Cipriano fuese echado á los leones, se ocultó hasta
el 251, sin dejar de exhortar desde el retiro á su r e b a ñ o . Suscitóse
luego en la Iglesia l a disputa, si deberian ser admitidos en su seno
los lapsos, es decir, los que por falta de constancia en el martirio,
ejecutaban alguno de los actos que exigían los gentiles. S. Cipriano
era de parecer que se debia tratar con benignidad á estos desgra-
ciados; así como escomulgó á ISTovato, Felicísimo y otros que ha-
blan promovido u n cisma en la iglesia de Cartago. Pero en esta,
como en la cuestión de los rebautizantes, si defendió con firmeza su
dictamen, siempre estuvo pronto á reconocer la superioridad de la
Iglesia romana. E n 257 empezó la persecución de Valeriano y el
procónsul Paterno le desterró á Curubis. E l sucesor Galerio M á x i m o
le p e r m i t i ó h a b i t a r e n sus jardines cerca de Cartago, hasta que no
pudiendo reducirle á sacrificar á l o s ídolos, le m a n d ó decapitar el 14
de Setiembre de 258.
8.° N o s restan de S. Cipriano doce obras y 83 cartas, fuera de
otros varios escritos que con poco ó n i n g ú n fundamento se le a t r i -
buyen. Tres son apologías del cristianismo, á saber: de vanitate ido-
lorum, en que prueba, 1.° que los ídolos no son dioses, 2.° que D i o s
es uno y 3." que J . C . es D i o s ; Uber ad Demetrianum, en el que hace
ver que no son los cristianos l a causa de las grandes calamidades
que sufría el imperio, sinó los mismos paganos que en su culto i n -
sultaban al Dios verdadero: l i b r i tres tesimoniorum a d Q u i r i n u m ,
de los cuales los dos primeros contienen los pasajes del antiguo tes-
tamento que prueban la divinidad de J . C , ; y el ú l t i m o , preceptos
de moral. Las d e m á s obras versan sobre diferentes asuntos: de dis-
ciplina et habita v i r g i n u m ; de unifafe Ecleske, de tapéis, de orationn
dominica, de mor tal date, de exhortatione marti/rii, de opere et eleemo-
sinis, de bono fatietitice, de seto et livore.
— 272 —

L a s 83 cartas son interesantes para el estudio de la historia


eclesiástica, y se refieren en su mayor parte á la persecución, en cuyo
tiempo las escribió: la segunda suele citarse con el titulo de liher de
g r a t i a D e i ad Donatum. E n todas reina l a mas ardiente caridad y
el celo mas heroico.
9. ° S. Cipriano ha sido muy alabado de todos los escritores cris-
tianos, por su piedad, por su celo, por su firmeza y por su sana
doctrina. N o solo se reconoce su mucho m é r i t o en l a interpretación,
de las Santas Escrituras y en l a exposición del dogma, sino también
como escritor moralista. Sus obras a d e m á s fijaron la latinidad ecle-
siástica por el cuidado que puso en l a claridad y precisión del len-
guaje. Así es que Lactancio (inst. div., l i b , 5, cap. 1) dice: unus igi-
tur prmcipuus et clarus Cyprianus exsUtit: erat enim ingenio facili,
copioso; suavi et, quce sermonis m á x i m a est virtus, aperto, ut discer-
nere nequeas, utrum ornatior i n eloquendo, a n facilior i n explicando,
an potentior inpersuadendo fuerit. S . J e r ó n i m o (epíst. 49 ad Paul):
Beatus Giprianus instar fontis p n r i s s i m i dulcis incedit et placidus.
Pero es preciso reconocer que algunas veces t a m b i é n , como africano,
es áspero y le falta sencillez, defecto inevitable con l a continua lec-
tura de su maestro Tertuliano. Fenelon le compara á Demóstenes
en la magnanimidad y vehemencia.
10. F i r m i a n o Lactancio, ó L . Celio ó Cecilio Lactancio, fué
natural de África, aunque algunos le hacen de F i r m o , en Italia. Se
ignora el año de su nacimiento. H i z o los primeros estudios bajo la
dirección de A r n o b i o de Sica, y ya de j ó v e n compuso varias obras
que se han perdido, como el Simposium ó banquete. Se cree que era
gentil y se convirtió al cristianismo, pero n i se sabe como, n i aún
quienes eran sus padres. Se dedicó á l a e n s e ñ a n z a de retórica y su
mucho crédito hizo que Diocleciano le llamase para enseñar en N i -
comedia. Siendo esta una ciudad griega, tenia pocos discípulos, y
empleó el tiempo en escribir. Llamado d e s p u é s á las Gallas en 317
por Constantino para maestro de su p r i m o g é n i t o Crispo, continúo
viviendo en la moderación y pobreza, hasta que en 325 m u r i ó en
Tréveris. Ensebio le llama el mas docto de su siglo, y ha sido siem-
pre tenido por el Cicerón cristiano.
11. Las obras que tenemos de L a c t a n c i o son; 1.° de opiflcio De%,
— 273 —
en la que como u n filósofo cristiano prueba contra los epicúreos,
por la hermosura del cuerpo humano y por la perfecta a r m o n í a de
sus miembros, que es l a obra de Dios y que existe la providencia;
como t a m b i é n que el alma es inmortal é independiente de la influen-
cia del destino y de los astros; 2.° las instituciones divinas en 7 l i -
bros; el 1.° á e f a l s a religiom, 2.° de origine erroris, el 3.° de sapien-
tiafalsa, el 4.° de vera sapientia, el 5.° á e j u s t i t i a , el 6.° de vero culto
y el 7.° de vita heata. 3.° de i r a dei, en cuya obra prueba contra los
epicúreos y estoicos, que Dios es tan justo como paciente, y que tiene
su i r a como su justicia, en un lenguaje muy docto'y elocuente, á juicio
de S. J e r ó n i m o ( i n epíst. ad Ephes, c. 4). 4.° Epitome institutio-
num, en que trata los puntos principales de la doctrina que expuso
en las instituciones divinas; pero sin repetir las mismas frases, n i los
mismos t é r m i n o s y a ñ a d e algunas explicaciones, donde eran conve-
nientes. 5.° de mortepersecutorum, que casi todos reconocen por de L a c -
tancio, es como u n discurso en que con toda la pompa de las formas
oratorias, se hace ver l a justicia de Dios y la verdad de su religión por
la muerte desastrosa y los castigos que ya en esta vida padecieron
todos los perseguidores de la Iglesia desde N e r ó n hasta Diocleciano.
6.° algunos atribuyen á Lactancio un poema en 170 versos elegia-
cos sobre el ave f é n i x ; en los que n i hay i n v e n c i ó n n i fuerza poé-
tica, y á juzgar por algunos pensamientos, deben ser obra de u n
poeta gentil. Otros dos poemas, sobre la Pascua y sobre la P a s i ó n ,
son de Venancio Fortunato, poeta del siglo V I . L a colección dé
cien epigramas e n i g m á t i c o s , que quieren algunos que sea el Sympó-
sium, es mas bien obra de un Celio F i r m i a n o Simposio, poeta desco-
nocido y autor t a m b i é n de dos poemas líricos, sobre l a envidia y
sobre la fortuna.

12. L a obra maestra de Lactancio, las Instituciones, contiene


la exposición mas justa y mas completa del cristianismo, que hasta
entonces se h a b í a visto. B i e n disenado el plan, es desarrollado con
gusto, en u n órden sencillo y metódico, y empezando por despejar y
allanar el terreno y continuando la obra hasta terminarla en u n be-
llo y sólido edificio. Probando que existe la providencia, y es falsa y
vana la creencia del politeísmo y de sus oráculos (1.°), manifiesta
Juego el origen de l a aberración de los hombres en punto de religión
— 274 —

por haber olvidado las tradiciones de los primeros padres, que recí-
bieron la verdad del mismo Dios (2.°), y no pudicndo recobrar esta
verdad por la filosofía n i por l a razón, porque en sus investigaciones
se ban estraviado del recto camino (3.°), hace ver que no bay otra
senda mas que e l evangelio y la religión cristiana, confirmada coa
profecías y milagros; { i " ) que por su medio, J . C. ba establecido el
imperio de la verdadera justicia, desterrada por los enormes críme-
nes, encubiertos basta con el culto de los Dioses,- ( o " ) que el ver-
dadero culto consiste en el sacrificio interior y espiritual, en laprác-
tica de los deberes, en el temor de Dios, en la mortificación de los
sentidos y pureza de corazón, (G.0), por cuyo medio se consigue la
felicidad de la vida, que el alma inmortal recibirá como premio, des-
pués de baber sufrido un juicio riguroso ante el tribunal divi-
no. (7.°).
13. L a d a n c i u s , qunsi quídam fku'ius ehquentm Tulliance, uti-
nam tam nostra affirmare potuisset, quam fucile aliena destruxit,
dice S. J e r ó n i m o (epist. 49 ad Paul). S i n embargo, aunque su in-
mensa erudición brilla mas en la refutación de l a doctrina pagana,
conoce muy bien la de los cristianos y la espone con claridad en los
pensamientos, con vigor en el raciocinio, con sumo juicio en la po-
lémica y con una pureza y elegancia clásicas en el lenguaje, en lo
que iguala, sino escede, según algunos, al mismo Cicerón. Sus doc-
trinas al menos son mas sublimes é interesantes, y sus máximas mas
puras y excelentes. N i n g u n o ba combatido la idolatría con mas fuer-
za, n i ba expuesto la buena moral con mas nobleza, n i con un fistilo
mas bello y elocuente. N o obstante, conviene notar algunos errores
que, ó corrían en su tiempo, ó son bijos de la flaqueza humana,
no haber profundizado en el estudio de las Santas Escrituras. Lai
tancio no creia que hubiese antípodas, n i que la tierra fuese redonda
(inst. div. l i b . 3, c. 23); dice que el mundo debe acabar á los seis mil
a ñ o s ; que los justos después del juicio r e i n a r á n con J . 0. en la tier-
ra por espacio de m i l años, cuyo error se llama de los Milenanosi
que los ángeles enviados para que guardasen álo§ hombres, procrea-
ron de mujeres, demonios terrestres; y según S. J e r ó n i m o , su doc-
trina sobre el E s p í r i t u Santo no es ortodoxa, aunque sobro esto na-
da se lee en las obras que nos han quedado.
— 275 —
14. E l carácter de los escritores africanos, como se ve en casi
todos los apologistas, lleva el sello del ardor y fogosidad del suelo
en que nacieron. Exagerados y vehementes, son desiguales y á veces,
incultos. E s proverbial el tumor africanus. L a lengua latina sufre
en ellos muchas alteraciones por l a introducción de palabras, por l a
nueva forma que d á n á otras y por sus giros atrevidos y ásperos,
v. g . : postumo por sum posterior, dominantur vestri, dominahitur
sui, sor descere mente, nuMiflcamen, ohntia, carnalis, pigrissimus, etc.

L E C C I O N 53.

1 ° S H i l a r l o —3.° Sus o b r a s — 3 . ° S u aiccloit y estilo.—


4.0S. A m b r o s i o . — 5 . ° C l a s i f i c a c i ó n de sus o liras.—O.0 Co-
mentarios soltre las E s c r i t u r a s . — 7 . ° Obras morales
y t e o l ó g i c a s . — 8 . ° Oraciones r ú u e b r e s — 9 . ° Cartas.—
l O . P o e s í a s — 1 1 . Su d i c c i ó n y estilo.—13. S. J e r ó n i -
mo.—13. Sus obras de c r í t i c a sagrada,—11. Sus obras
t e o l ó g i c a s . — 1 5 . Sus c a r t a s — 1 6 . S u t r a d u c c i ó n y con-
t i n u a c i ó n de Ensebio y sus vidas.—l1?. J u i c i o sobre
el m é r i t o y estilo.—18 S. A g u s t í n . — 1 9 . C l a s i f i c a c i ó n de
sus obras.—SO. Sus retractaciones.—31. l a s confesio-
nes.—33. Obras de l a p r i m e r a clase —33. Obras de l a
segunda —31. T e r c e r a clase. —35. Cuarta y quinta
clase.—36. Sesta clase—3^. J u i c i o general de sus
obras —38. Salviano.

I.0 S. H i l a r i o de P o ü i e r s , nació en esta ciudad de Francia, de


una familia noble é ilustre, pero sumergida en las tinieblas del pa-
ganismo. Se ignora e l a ñ o de su nacimiento, aunque debió de ser á
fines del siglo I I I . E s t u d i ó en su juventud con la mayor aplicación
las ciencias profanas, particularmente la elocuencia, en la que siguió
por modelo á Q u i n t i ü a n o . Su gran talento le hizo conocer lo absurdo
de la religión gentlMca, y después de muchas reflexiones, abrazó lleno
de convicción el cristianismo con su esposa y su hija A p r a ó A b r a .
Después del bautismo, puso tanto cuidado en arreglar sus costum-
bres-á las p r á c t i c a s cristianas, y en estudiar á fondo las Santas E s c r i -
— 276 —
turas, que á pesar de ser casado, el pueblo de Poitiers, según las eos.
tumbres del tiempo, le pidió por Obispo sobre el año 353. Su gran celo
y la pureza de su fé le hicieron el mas constante defensor de la San-
tísima Trinidad contra los hereges sabelianos y a r r í a n o s ; lo que le
ocasionó muchas y crueles persecuciones de parte de algunos obig-
pos y del emperador Constancio, que después del concilio de Besie-
res en 356 le desterró á F r i g i a . Allí escribió la mayor parte de sus
obras. Después de mas de tres años, se le p e r m i t i ó i r en 359 al con-
cilio de Seleucia, desde donde, visto el gran partido de los amoneos
y semiarrianos, se dirigió á Constantinopla. Constancio, temiendo
su presencia en las provincias de Oriente, le m a n d ó volver á las
Calías, donde, después de haber conseguido con su celo estirpar el
arrianismo, y haberlo intentado en Italia, vuelto de órden de Valen-
tiniano á su diócesis, m u r i ó en paz de cerca de 80 años, en 13 de
Enero de 368.
2. ° Defensor celoso y constante S. H i l a r i o de la fé de J . C. es-
cribió varias obras. De las que existen y todos le conceden, la prin-
cipal es la de T r i n ü a t e , en 12 libros, tratado el mas metódico y com-
pleto; á cuya demostración nada han podido a ñ a d i r los escritores
que le han sucedido. E n su división y estilo imitó, según S, Jeróni-
mo, á Quintiliano.
Existe t a m b i é n su tratado de los sínodos ó de fide orientalkm,
en el que manifiesta á los obispos de las Calías, q u é doctrina seguían
los obispos de Oriente entre las diversas profesiones de fé, y cual era
la suya: pero habiéndole murmurado algunos de que favorecía álos
arríanos, respondió con sus Apologética a d reprehensores l i b r i de sy*
nodis responso,. Dirigió dos peticiones ó libros al emperador Cons-
tancio; y después, vista su debilidad ó indiferencia, publicó contra
él una invectiva muy enérgica, en la que manifiesta su deseo del
martirio. T a m b i é n escribió un libro contra Auxencio, obispo de
Milán, quien quería ocultar su adhesión al arrianismo. H a y también
de S. H i l a r i o comentarios sobre los salmos y eobre el evangelio de
S. Mateo: una carta y un himno matutino para su hija, y fragmeu-
tos de su historia de los concilios de R i m i n i y Seleucia, y de otras
obras.
3. ° H i l a r i u s latinee eloguentm Rhodanus, Oallus ipse et Ficta-
— 277 —
vis editus i n hymnorum carmine Gallos indóciles vocal, dice S. J e r ó -
nimo f l i b . 2, corament, ad Gralatas) y en otra parte (epist. 49, ad
Paul.) Sanctus H i l a r i u s Gallicano cothurno attollitur; et cum Qrce-
eimflorihus adornetur, longis interdum periodis involvitur, et á lec-
tionefratrum simpliciorum p r o c u l est. Su dicción es algo descuidada
y dura, y abunda en locuciones nuevas; su estilo es á veces florido é
hinchado y con frecuencia oscuro, ya por lo largo de los periodos, y a
por la demasiada concisión, ya en ñ u por querer unir con un mismo
t é r m i n o frases que necesitaban de dos. L a materia contribuye t a m -
bién por su elevación misteriosa, á que no sea comprendido fácil-
mente, sino por los y a instruidos; pero al desenvolverla, aparece
siempre lleno de majestad, de convicción y de a r m o n í a .
4.° S. Ambrosio nació en 340 en T r é v e r i s , donde residía su pa-
dre Ambrosio, como prefecto de las G-alias con jurisdicción sobre
casi todo el Occidente. P e r d i ó á su padre m u y pronto y fué llevado
con Sátiro y M a r c e l i n a , sus hermanos, á E o m a , por su madre; l a
cual haciendo voto de viudez perpétua, se consagró á ejercicios
ascéticos, cuidando de la educación de sus hijos. S. Ambrosio, es-
tudiadas las ciencias humanas y l a lengua griega, fué con su hermano,
á Milán, donde dedicados al foro, se adquirieron mucho crédito con
sus defensas. Probo, prefecto de Italia, le n o m b r ó de su consejo
en 368, y en 374 gobernador de l a provincia E m i l i a ó L i g u r i a . E n
este empleo se concilió de tal manera los á n i m o s de sus gobernados
que hallándose divididos los católicos y los arríanos de M i l á n en l a
elección de arzobispo, creyendo que debia presentarse para prevenir
u n alboroto, al dirigirles la palabra aconsejando la u n i ó n , se oyó l a
voz de u n n i ñ o : Ambrosio obispo. A esta voz se unieron todos y á
pesar de l a obstinada resistencia y a ú n fuga de Ambrosio; mediando
el mismo emperador Valentiniano, se resignó á recibir el bautismo y
á los ocho dias las sagradas órdenes. R e n u n c i ó su fortuna á favor de
la Iglesia y los pobres, y ejerció el obispado con u n celo apostólico
y con una actividad infatigable, de manera que en poco tiempo des-
aparecieron de su diócesis los arríanos. Empleando todas las horas
que podia en las ciencias sagradas y en la lectura de los libros san-
tos, instruia á su pueblo con l a pura doctrina á la vez que le euse-
sefiaba con sus brillantes virtudes.
— 278 —
Su nobleza, su santidad y su elocuencia le dieron ínucha tíonsi-
deracion en la corte de los emperadores; donde tuvo frecuentes oca-
siones de probar su virtuoso celo y extraordinaria firmeza de carác-
ter. E n 383 logró en calidad de embajador ajustar una paz entre
Máximo, que se habia declarado emperador de las G allas, y Valenti-
niano I I , n i ñ o de 12 años. Se opuso á l a emperatriz Justina, cuantas
veces quiso servir á los arríanos con perjuicio de l a Iglesia, aun á
costa de fuertes persecuciones; se d i s t i n g u i ó en varios concilios, y
si no tuvo tan feliz éxito su segunda m i s i ó n á M á x i m o , siempre le
b a r á inmortal la constancia con que resistió el restablecimiento del
altar de la V i c t o r i a ; y mas que todo l a dignidad con que negó la
entrada en la iglesia al emperador Teodosio, basta que bizo peni-
tencia del terrible degüello que de su ó r d e n se babia becbo en Te-
s a l ó n i c a y dió una ley para que no se ejecutase la ú l t i m a pena sin
baber trascurrido 80 dias después de la sentencia. U n a de las pri-
meras ocupaciones de S. Ambrosio era l a predicación, en la que con
su dulzura, con su grande r e p u t a c i ó n , y con su elocuencia conseguía
los mas copiosos frutos. A s i logró en 387 l a conversión de S. Agus-
t í n y en 390 recibió una visita de dos p r í n c i p e s de Persia, y en 395
embajadores de F r i g i t i l a , reina de los marcomanos, que llevada
de su fama, se resolvió á bacerse cristiana y á venir á Milán á ver
al santo. Mas cuando llegó babia ya muerto S. Ambrosio en 4 de
A b r i l de 397.
5. ° L a s obras de S. Ambrosio se d i v i d e n en cinco clases: expo-
siciones de la Escritura; obras morales y teológicas; oraciones fúne-
bres; cartas y poesías.
6. ° Pertenecen á la primera clase, seis libros del Hexaemeron ó
los seis dias de la creación; el libro sobre el Paraíso, en que dá avi-
sos á los sencillos, para que no se dejen e n g a ñ a r de los hereges con
falsas interpretaciones de l a escritura; dos sobre C a i n y A b e l ; uno
de N o é y del A r c a ; dos de A b r a b a n ; uno de Isaac y del alma; dos
de Jacob y de la v i d a feliz, en los que se hallo, la bella narración
del martirio de Eleázaro y de los macabeos; uno del patriarca J o s é ,
otro de las bendiciones de los patriarcas; otro de E l i a s y del ayuno;
otro de Nabot de Jezrael; otro de T o b í a s ; cuatro de la interpelación
ó quejas sobre la suerte del bombre, de J o b y de D a v i d ; dos íipolo-
gías de D a v i d ; las exposiciones de trece salmos, eutre las que sobresale
la del 11.8; diez libros ó comentarios sobre el evangelio de S. Lucas.
7. " Son de l a 2.a clase: 1.° los tres libros de officiis ministrorum,
que compuso á i m i t a c i ó n del griego Panecio y de Cicerón, con un
plan metódico y luminoso; pero descubriendo y refutando las falsas
m á x i m a s del paganismo, sentando el principio de que esta v i d a es
solo un camino para l a inmortalidad, y que nuestras palabras y ac-
ciones deben tener por fin l a gloria de Dios; destruye los errores de
Cicerón sobre l a venganza y el deseo de gloria. Aunque el título pa-
rece indicar que trata de los deberes de precepto ú obligatorios, y
deberes de consejo ó de perfección. E l primer libro trata de la provi-
dencia y de los deberes en particular; el 2.° de los medios de llegar
á l a felicidad, y el 3.° de l a comparación entre lo honesto y lo ú t i l ,
y l a preferencia que debe darse á lo honesto.
2. ° U n libro, del bien de l a muerte y otro de l a huida del siglo.
3. ° Tres libros de las vírgenes, en los que brillan todos los encan-
tos de l a elocuencia, y en el ú l t i m o l a n a r r a c i ó n de l a muerte del
Bautista: u n libro de las viudas, otro de l a virginidad y otro de l a
exhortación á l a v i r g i n i d a d y otro sobre l a caída de una virgen con-
sagrada á Dios.
4.° U n libro de los misterios, seis de los sacramentos, dos de l a
penitencia, cinco de l a fé, tres del Spiritu Santo, y uno de l a E n c a r -
nación.
8. ° Existen 91 cartas de S. Ambrosio, muy interesantes para l a
historia de su tiempo, y se dividen en dos clases: 1.a de 63, cuya cro-
nología se conoce; y 2.a de otras 28, cuya fecha se ignora. Unas son
dirigidas á los emperadores y otras á varios obispos y amigos. Son
de las notables, l a 17 y 18 á Valentiniano sobre el altar de l a Y i c t o r i a ,
9. ° Tenemos cuatro oraciones fúnebres de S. Ambrosio. H a b í a
visto morir en sus brazos y en los de su hermana, en 379, á su her-
mano Sátiro, y de cuerpo presente a ú n , hizo S. Ambrosio su elogio
lleno de sentimiento y de ternura. A los siete días p r o n u n c i ó junto al
sepulcro otro discurso, no ya de dolor, sino de consuelo con el t í t u -
lo de U f é en Ja resurrección. Muerto Yalentiniano I I por Argobas-
to, S. Ambrosio dijo su oración fúnebre en la traslación de sus
restos á M i l á n en 392, y en 395 p r o n u n c i ó l a de Teodosioel grande.
— 280 —
10. Se atribuyen á S. Ambrosio varios himnos, pero doce son los
que se reconocen por suyos. E n ellos hay sentimientos é imágenes, y
con su canto consiguió aliviar á su pueblo del cansancio y fastidio
en la persecución de Justina. Algunos le atribuyen el Te D m m lau-
damus, pero no hallándose mención de él hasta el siglo V I , se cree
por otros obra de un monge benedictino llamado Sisebuto,
11. E n las obras de S. Ambrosio hallamos una dicción correcta y
clara, elegante y melodiosa; pero tal como se usaba ya en su tiempo
la lengua latina, no solo con las nuevas ideas del cristianismo que
exigían nuevas palabras, sino con la alteración que habia sufrido aún
en los escritores gentiles. E l estilo tan suave y florido, como lleno
de majestad y de fuerza, instruye á la vez que agrada, y se distingue
por la concisión, por la claridad, por los adornos y por cierta delica-
deza y jovialidad, que t a m b i é n le hace usar de algunos rasgos sin
solidez y de una verdad aparente. S i n duda por haberse dedicado
tarde al estudio de las ciencias sagradas, no pudo profundizar en ellas
y por eso aparece mas moralista que teólogo.
S. Paciano, obispo de Barcelona, m u r i ó hacia el 890, y dejó en
u n l a t i n elegante y puro y con razonamientos justos y metódicos una
exhortación á l a penitencia, un discurso sobre el bautismo y tres
cartas al donatista Semproniano.
12. Ensebio J e r ó n i m o nació el a ñ o 331 en Stridonia, en los con-
fines de la Dalmacia, de padres cristianos, ricos y de linage distin-
guido. Su padre Ensebio, después de la primera instrucción, le envió
á Roma, donde sin descuidar los ejercicios de piedad y devoción
cristiana, estudió l a elocuencia y filosofía bajo la dirección de Elio
Donato y Victorino. Llevado del aliciente de las pasiones, cayó en
alguna distracción; pero bien pronto l a corrigió, recibiendo el bau-
tismo y haciendo penitencia. Tenia ya cerca de 30 años y continua-
ba embebido en aumentar su librería y en la lectura de los libros sa-
grados y profanos, especialmente de Cicerón y Planto, que formaban
sus delicias, hasta que u n sueño le retrajo de su estudio, como refie-
re en su carta 22. Por instruirse mas, habia hecho varios viajes de
E o m a á Aquilea, de allí á Stridonia; y en seguida, pasando por Poma
para recojer sus libros, se dirigió al Oriente con i n t e n c i ó n de vivir
el resto de sus dias en un retiro.
-281 —
fíu A u t i o q u í a se velacionó con Apoliuar de Laódicea y oyó suá
lecciones sobre la Escritura. Retirado á la soledad en 374, se ejerci-
tó en penitencias y ayunos y en la lectura y meditación de las Santas
Escrituras, y para resistir á los recuerdos del mundo, se dedicó al
estudio de la lengua hebrea. Inquietado en la soledad por los mon-
ges, con motivo de los disturbios de la iglesia de A n t i o q u í a , volvió
en 377 á esta ciudad, donde fué ordenado de sacerdote por el obispo
Paulino, pero á condición de no obligarse á ninguna iglesia. Visitó
luego los santos lugares de Palestina, y en Belén se aplicó de nuevo
al hebreo: de allí fué á Constantinopla en 380 y oyó las lecciones de
S. Gregorio Nacianceno sobre la i n t e r p r e t a c i ó n de la Escritura, E n
381, habiendo asistido al concilio convocado en R o m a por S. D á m a -
so, le dió este el encargo de contestar á varias consultas, y de r e v i - '
sar los libros sagrados.
E n R o m a con su r e p u t a c i ó n y santidad, á la vez que se veia apre-
ciado por varias mujeres piadosas, en especial de Marcela y de Santa
Paula con sus hijas Blesila y Santa Eustoquio, se atrajo el odio de
los clérigos desarreglados que con calumnias obligaron al Santo á
á huir de R o m a en 385 á su querida soledad, publicando antes u n a -
applogia de su conducta. Y a en A n t i o q u í a fué alcanzado por Santa
P a u l a y otras señoras, con las cuales pasó á los santos lugares y luego •:,
á Egipto, desde donde visitados los monasterios de M t r i a y oidas en
Al eja ndría las lecciones de D í d i m o , volvió á Jerusalen; y por ú l t i -
mo, haciendo construir Santa P a u l a en Belén unas celdas separadas •
para hombres y mujeres, vivieron allí el resto de sus dias, al frente '
cada uno de su respectiva comunidad. S. J e r ó n i m o dividió el tiem- 5
po entre la devoción y las Santas Escrituras, escribió muchas obras,
dictando algunas veces m i l líneas por d í a : explicaba l a B i b l i a á los
monges, y enseñaba g r a m á t i c a á los niños, volviendo con placer al
encanto de los autores clásicos. Las muchas y fuertes disputas que.
sostuvo con los hereges, le ocasionaron el disgusto de verse acorné^
tido en su retiro por una tropa de furiosos, de cuyo destrozo é incen-
dio se salvó en una torre; mas á los pocos años m u r i ó el 30 de Se- 1
tiembre de 420.

13. Nec Santuin Hieroninmm, quia Preshiter f u ü , contemnen-


dum arUtreris, q x á g r m o et M m o insujper et hebmo eruditas eloquia
19
— 282 —

ct occuíeíitali a ' í orientahm transiens ecchslam, m locis sanclís afgtig


i n Uteris sacris usque ad decrejnlam vixit mlaism. (S, Augasfc. contra
.luí. c.ip. 7). Con esta orudiciou griega, latina y hebrea, sagrada y
profana, S. J e r ó n i m o hizo á instancia do S. Dámaso la revisión de
los cuatro evangelios, que en aquel tiempo hablan sufrido alteracio-
nes con las notas qnc se h a b í a n ido interpolando en el texto; y se
cree que revisó t a m b i é n los demás libros del nuovo testamento, por
lo que él mismo dice en su catálogo de varones ilustres. Esta revi-
sión hecha con-presencia de varias versiones, en especial la de los 70
intérpretes, se fué con el tiempo amalgamando con la antigua vul-
gata, y retocada en el siglo V I I I por A l c n i n o , sirvió de base á la que
hoy se llama vulgata latina. E m p r e n d i ó después la misma obra con
e l antiguo testamento, y revisados los salmos, los volvió á retocar
de nuevo, como hoy se hallan. De la revisión que hizo de los demás
libros, solo existe l a del libro de J o b . A c o m o t i ó en seguida otra tarea
mas difioil, traduciendo el antiguo testamento del original hebreo,
ea lo que empleó quince años, si bien trabajaba á la par otras obras.
Su veneración por el texto sagrado le hizo sujetar casi siempre á la
letra, lo cual fué causa de los varios hebraismos que introdujo en el
latin, y mas por la precipitación con que dice el mismo que tradujo
algunos libros. Adoptada esta t r a d u c c i ó n por casi toda la iglesia, á
pesar de alguna oposición, obtenía la misma autoridad que la antigua
vulgata; pero á ú l t i m o s del siglo Y I prevaleció esta de S. Jerónimo,
y corregidas algunas alteraciones en tiempo de Oarlomagno, sirvió
después de base á l a actual vulgata, que en unos libros tiene algo del
antiguo y en otros sigue, no los traducidos, sino los revisados antes •
por el mismo S. J e r ó n i m o .
14. Las obras teológicas de S. J e r ó n i m o "son de dos clases: in-
terpretaciones de l a E s c r i t u r a y polémicas. E s c r i b i ó comentarios so-1
b.-e el Eclesiástico, dos tratados sobre los Cantares, traducidos de
Orígenes, sobre Isaías, J e r e m í a s , E^equiel, Daniel, sobre los 12 pro-
fetas menores, sobre S. Mateo y las epístolas a d G á l a l a s , ad E p h é '
sios, ad Titum, a d Philemonem; tres libros de n o m w i b m heirains,.
uno de sita ct nonvinihus locorum h i l r a i c o r u m , queestioms helraicít.
i n Gimesim. L a s obras polémicas son tratados ó libros contra los he-
rejos. Su ardiente celo so mauiflosta contra ellos con demasiada encr-
— 283
gía; ijei-o t a m b i é n eou magos iróuicos y cou alguna» sutilezas. Ü n l i -
bro contra Helvidio, dos coutra Joviniano y una apología de ellos;
otro con Vigilaucio, dos de apologías contra Rufino, otra apología
contra este mismo, un diálogo contra los Luciferianos y otro c o n -
tra los Pelagianos.
15. L a s cartas de San J e r ó n i m o , muy conocidas por su buena
latinidad, son 147, é importantes ya por su doctrina, ya por la rela-
ción á la historia eclesiástica. Se han clasificado de varias maneras,
pero las reduciremos á tres clases: 1.a de las que tratan de diferentes
asuntos de religión y moral, en las que se ve el mas vivo entusiasmo
por la virtud y por llevar las almas á la perfección. C o n la muerte
y la vanidad de nuestra vida siempre á la vista, proclama la felici-
dad del desierto, prevee la caida del imperio y con su elocuencia des-
pide rayos que ilustran y abrasan. Las de la 2.a clase contienen elogios
fúnebres. E n estas y a no se ve la acerbidad n i aquel estremado r i -
gor de otros escritos: todo es ternura, todo sentimiento y consuelos
para personas afligidas, como la 39 (1) dirigida á Santa Paula sobre
la maerte de su h i j a Blesila. L a s de la 3.a clase versan sobre educa-
ción y van dirigidas á ilustres señoras de R o m a .
16. Durante l a permanencia de S. J e r ó n i m o en Constantinopla,
tradujo varias obras griegas, y entre ellas la Crónica de Eusebio, obra
muy importante por la u n i ó n que hace de la cronología á la historia.
Desde Abrahan y N i ñ o hasta l a toma de Troya, sigue el o r i g i n a l ;
hasta el año 20 de Constantino (325) en que termina Eusebio, su-
ple el texto, valiéndose de Suetonio y otros historiadores: y desde
alli la c o n t i n ú a hasta el año 378. Esta obra ha sufrido bastantes inter-
polaciones. E s c r i b i ó t a m b i é n S. J e r ó n i m o las vidas de S. Pablo p r i -
mer e r m i t a ñ o , de S. H i l a r i ó n y de S. Maleo, y u n catálogo de escri-
tores cristianos ilustres, para demostrar que entre los adictos á l a
nueva religión, se hablan distinguido muchos por su erudición y
talento. D a noticia y hace una crítica de sus obras y coloca las pro-
pias en el ú l t i m o c a p í t u l o .
17. V i r prmter fidei mcriturn dotemque virttdu/n, non sohun
latinis atgue g r m i s , sed et hebreeis etiam ü a literis institutm est, ut

(1) Edición de Verona.


se i t l i t n ómni scienHa neríio audeaí comparare, Oderunt eum hceriti*
c e q u i a eos inqnignare non desinit; oderunt clerici, qnia vitam i l l o n m
iksec fatur ei crimina. Sed p l a ñ e eum ho?ii omnes admiran her ei düi-
g ú n ' t (Sulp. SeV. i n dial.) Su gran talento brilla cu todas sus obras
juntando lo ú t i l á lo agradable: elocuencia natural, erudición pro-
funda, l a moral mas pura, l a variedad y delicadeza de los giros»
acomodándose á todas las personas y sus circunstancias, son cuali-
dades que sobresalen en sus escritos. Se le censura por su acrimonia
contra los que le atacaban; mas él mismo manifiesta, con ejemplos
de la Escritura, que debe tomarse con calor la causa de Dios, sin
que esto pueda decirse crueldad. Se dice que bace gala de citar
autores profanos, pero esto es efecto de su mueba erudición, asi
como cita á cada paso l a Escritura y la bistoria eclesiástica. Con
mas razón se le podria tacbar de repeticiones y falta de método en
sus cartas, si aquellas no provinieran de tratar muebas veces una
misma Inateria, y si este género de escritos no permitiese cierta ne-
gligencia y por otra parte no bubiesen sido muebas de éus obras
sumamente precipitadas. Pero en lo que lleva ventaja á todos los
escritores cristianos, es en la inteligencia de las lenguas, en la pro-'
piedad de la espresion y en baber presentado mejor el sentido literal
de la Sagrada E s c r i t u r a . Su estilo siempre es noble, puro y elegante;
vebemente y enérgico en las polémicas, tierno y sencillo en muebás
cartas y florido en algunas narraciones. N o puede sin embargo com-
parársele en l a elocuencia con Cicerón, su modelo; la misma viveza
é imparcialidad de su carácter y la p r e c i p i t a c i ó n de sus trabajos,
bacen sus producciones menos correctas y acabadas que las del
orador romano.
18. Aurelio Augustino nació el a ñ o 354 en Tagaste, pequeña
ciudad de África, donde su padre Patricio, que sé bizo cristiano al
morir, y su madre Sta. M é n i c a gozaban de una mediana fortuna.
Recibió de su madre una educación cristiana, y babiendo maniíes-
tado desde luego sus grandes talentos, fué enviado á estudiar á M a -
dama, de donde volvió á los quince años. Interin sus padres dispo-
n í a n l o necesario para enviarle á Cartago, pasó u n año en la ocio-
sidad y dió entrada en su corazón á los vanos placeres del vicio,
basta el punto de vanagloriarse de i r en la corrupción delante de sus
— 285 —
compañeros. C o n t i n u ó en Oarfcago sus estudios, asistido después de
la muerte de su padre por u n tal Romaniano de Tagaste. L a lectura
del Sgrtensius de Cicerón le movió á buscar la verdadera s a b i d u r í a ;
pero le fastidiaban las Santas Escrituras, porque no las e n t e n d í a .
Creyó hallar la verdad en los libros de los filósofos y cayó en el
error de los maniqueos, del cual no se l e v a n t ó á pesar de los esfuer-
zos de su madre, hasta después de nueve años. Se dedicó á e n s e ñ a r
retórica en Tagaste, luego en Cartago hasta los 29 años, y después
en Roma, de donde fué enviado por Simmaco á regentar la c á t e d r a
de M i l á n .
Movido de la fama de S. Ambrosio por su elocuencia, asistía ^pr
curiosidad á sus predicaciones; pero la gracia de Dios, por su medio,
le sacó de l a duda é indiferentismo en que se hallaba, y le hizo re-
solver á recibir el bautismo y renunciar á todas las cosas del mundo.
E n 387 fué bautizado por S. Ambrosio; mas antes se h a b í a retirado
al campo con algunos amigos, y su madre que le habla venido bus-
cando. Allí compuso sus libros contra los A c a d é m i c o s , de l a vida
feliz, del órden y de los soliloquios, y después del bautismo,, se deci-
dió á volver al A f r i c a . Detenido en el puerto de Ostia, tuvo el sen-
timiento de perder á su madre, lo que le movió á volver á R o m a
donde compuso t a m b i é n algunos libros sobre las costumbres de la
Iglesia y de los Maniqueos, sobre el alma y el libre albedrío. P a s ó
luego á Cartago, de donde fué á Tagaste y vivió en una hacienda
propia tres años, dado á l a penitencia y al estudio y e n s e ñ a n d o de
palabra y por escrito. V e n d i ó sus bienes y los dió á los pobres, y
habiendo ido á H i p o n a , fué elegido y presentado por el pueblo á
Valerio, su obispo, para que, hecho sacerdote, le ayudase en su m i -
nisterio. S. A g u s t í n sorprendido, á pesar de su resistencia, recibió
las sagradas órdenes en 391 y fué encargado de predicar al pueblo.
F u n d ó un monasterio de hombres y otro de mujeres: consiguió con
su elocuencia abolir la costumbre y los escesos de las Agapas ó fes-
tines religiosos, y hacia el año 395 fué consagrado obispo auxiliar
de Valerio.
E n su casa episcopal á nadie a d m i t í a que no se sujetase á la vida
c o m ú n : su trato módico, sus ayiuios y penitencia, la continua predi-
cación, l a f u n d a c i ó n de hospitales é iglesias con las limosnas, los
— 28?; —

vestidos á los pobres, la reprensión de los pecadores públicos IQB


consejos 6 insinuaciones á los secretos y mucho mas el buen ejem-
pío, eran los medios de hacerse venerar y convertir asi á los paga-
nos, como á los hereges. R a r a vez salió de su diócesis, y solo á C a r -
tago ó Madaura para alguna cosa del servicio de Dios, pero atendía
á todo el mundo con sus escritos sobre los libros santos, con sus tra-
tados morales y t a m b i é n con la correspondencia que tenia con el Papa,
con los obispos y personas principales del orbe, A. la edad de 73 años
aliviado del peso de sus ocupaciones con la designación de su sucesor
Heraclio, hizo una revisión de todas sus obras con el título de retrac-
iacioms; y c o n t i n u ó trabajando otras en especial sobre la predesti-
nación y la gracia. T e n i a 76 años cuando después de haber visto
asolada el Africa por los vándalos y sitiada su misma ciudad de H i -
pona, cayó á los tres meses con una fiebre, durante la cual continuó
sus oraciones, haciéndose escribir en la pared los salmos penitencia-
les, hasta que por fin descansó en el Señor á 28 de Agosto de 430,
19. Posidio, que escribió la vida de su maestro S, Agustín, aña-
dió un índice de sus libros, cartas y sermones, y aunque dice no es
completo, llegan á 1,080 sus escritos. Pero los que enumera el Santo
en sus retractaciones son Ü3 obras divididas en 232 libros, sin com-
prender las cartas y sermones. Todas pueden dividirse en siete clases:
l,a obras de filosofía y de erudición. 2.a libros sobre la Escritura. 3.a
Obras dogmáticas. 4,a Escritos de controversias con los herejes, 5.a
Tratados ascéticos y otros particulares. 6.a Discursos oratorios y ho-
milías. 7.a Cartas sobre asuntos de religión, filosofía y crítica.
20, L a lectura de las obras de S, A g u s t í n debe empezarse por
sus dos libros de retractaciones, porque en ellos explica el sentido de
sus expresiones, modifica ó corrige algunos pasages, índica en que
obra ha hecho mejor la exposición de sus doctrinas, y en fin son
para el lector u n guia seguro en el estudio de sus obras. E n el pri-
mer libro recorre los escritos anteriores al Obispado, y en el 2,° los
restantes hasta el de correpiiom ef gratia compuesto en 427, Expresa
con toda exactitud la ocasión con que los publicó, el título, la ma-
teria, los libros, las palabras con que empiezan, y muchas veces el
lugar donde los escribió, y si antes del bautismo, ó después, ó cuan-
do era sacerdote ú Obispo,
— 287 —
21. Después de haber visto en las retractaciones la modestia y la
ingonnidad de S. A g u s t í n , conviene leer sus trece libros de las con-
fesiones, para ver sus tiernos sentimientos, la declaración de su de-
bilidad y el dolor de haber estado tanto tiempo extraviado dél ca-
mino de la salvación. N i n g u n a obra es mas á propósito para purifi-
car los corazones, inflamarlos en el fuego divino de que rebosa el
suyo, é infundir el desprecio de las vanidades y e n g a ñ o s del mundo.
Manifiesta sus flaquezas con la mayor naturalidacl, no á los hombres
para burlarse de su buena fe, n i para revelar vergonzosas torpezas,
disculpándose y queriendo pasar por virtuoso, como han hecho
algunos modernos; sino á Dios, descubriendo sus faltas y recono-
ciendo su auxilio para detestarlas, á fin do patentizar los maravillo-
sos efectos que en él produjo la gracia divina. Así escribe en su
carta 231 al conde D a r i o : sume, mquam, libros, quos desideras con-
fessionum.mearxim: i l i me insirice, ne me laudes, ultra quam. sujm;
í b i non aliis de me crede, sed m i h i ; i l i me adtende et v-ide, quidfue-
r i m i n me ipso per me ipsum; et s i quid i n me H M placuerit, lauda
i h i mecum, quem l a u d a r i v o l u i de me; ñeque enim me.
22. L a s obras de la primera clase son los tres libros contra los
A c a d é m i c o s ; el tratado de beata vita-, dos libros de ordine, ó de la
providencia; cuatro sobre el alma y su origen; los de quantitate ó
grandeza del alma y de su inmortalidad, y tres de libero arbitrio.
Las tres obras primeras y la de quantitate animee están en forma de
diálogo, imitando á Cicerón, entre S. A g u s t í n , su madre, A l i p i o y
los dos jóvenes L i c e n c i o y Trigecio. Licencio defiende la doctrina
de los Académicos, que la felicidad consiste en buscar la verdad, y
Trigecio la combate, haciendo ver que es necesario conocer la mis-
ma verdad; vuelve Licencio á apoyar sus razones y A l i p i o le rebate,
y S. A g u s t í n por ú l t i m o refuta á los Académicos, porque con el
auxilio de Dios se puede conocer la verdad, por medio de la a u t o r i -
dad de J . C. y del uso de la razou, procurando conformarla con la
doctrina sagrada.
E n estos diálogos hay muchos pormenores agradables; ya el
lugar ó el tiempo en que empieza la conversación, ya el recuerdo y
lectura de V i r g i l i o , ya el carácter de los interlocutores, ya la grave-
dad de S. A g u s t í n con otros varios incidentes. E n el tratado de la
— —
vida feliz son los interlocutores los mismos, menos A l i p i o ; y hace
consistir la felicidad en el conocimiento perfecto de Dios. E l de la
grandeza del alma es un diálogo entre S. A g u s t í n y E v o d i o : este
propone las dificultades y aquel las resuelve, ya sobre el origen del
alma, y a sobre su naturaleza, explicando sus perfecciones, como he-
cha á semejanza de Dios y dotada de libre albedrío.
23. L a s obras de la segunda clase son: liher imperfectus de Ge-
nesi a d literam; otros doce de Genesi a d l i U r a m ; siete de locuciones
y otros siete de cuestiones sobre el Pentateuco, J o s u é y los Jueces;
notas sobre J o b ; de consensu evangelistarum U h r i 4; comentarios
sobre el evangelio de S. J u a n con el titulo de 124 tratados, y sobre
la epístola de S. J u a n y las de S. Pablo á los romanos y á los Gala-
tas, y u n libro de 83 cuestiones sobre puntos de dogma, moral y
metafísica, y el comentario sobre los salmos en dos partes.
. 24. L a 3.a clase comprende el libro de divinatione dc&monñm y
la obra mas erudita y mas vasta, titulada de cwitate Dei, cuyo plan
diseña el mismo Santo en el libro 2.° de las retractaciones. Tomada
y saqueada E o m a por los godos al mando de Alarico, en 410, los
paganos blasfemaban contra el verdadero Dios, echando l a culpa de
este desastre á la religión cristiana. Lleno de celo San A g u s t í n , re-
solvió combatir esta idea, dividiendo su obra en 22 libros. L o s cinco
primeros refutan á los que creen que el politeísmo es necesario para
la felicidad del mundo, y atribuyen las desgracias al culto de un
solo Dios; otros cinco rebaten á los que, reconociendo que en todos
tiempos han ocurrido calamidades, creen que el culto de los Dioses
es necesario para l a otra vida. De esta manera los diez libros están
destinados á responder á las opiniones contrarias á la religión cris-
tiana. M a s el que combate los sentimientos de otro, preciso es que
defienda los suyos; y h é aquí que otros 12 libros explican: cuatro el
nacimiento de dos ciudades, l a de Dios y l a del mundo; otros cuatro
su progreso; el de la ciudad de Dios desde l a creación hasta el d i -
luvio, en el 15; desde allí hasta los reyes de Israel en el 16; el resto
en el 17, y el progreso de la ciudad del mundo en el 18. E n los últi-
mos cuatro se explica: el fin de las dos ciudades en el 19, el último
juicio y la resurrección en el 20, el castigo de los malos en el 21 y
•la bienaventuranza eterna en el 22. E s t a obra ha sido mirada en to-
— 280 —
dos tiempos como u n tesoro de doctrina, de filosofía,. de historia y
de elocuencia, á donde han acudido á tomar armas cuantos han
querido defender l a religión cristiana.
.,. A esta clase pertenecen t a m b i é n varios tratados, como los seis
libros de la m ú s i c a y el del Maestro, los cuales en diálogo nos ense-
ñ a n á elevar nuestro espíritu al conocimiento y amor de Dios, como
principio esencial del orden, de l a verdad y de la armonía. Cuatro
libros de la doctrina cristiana, de los cuales el cuarto contiene una
retórica, de donde h a n bebido casi todos los que han escrito de elo-
cuencia sagrada: los soliloquios, el libro de catechizandis rudihus, los
de la fé, de l a verdadera religión, de fide rerum quce non videntur,
y el E n c h i r i d i o n ó manual de la fé, esperanza y caridad, á cuyas
virtudes refiere toda l a doctrina cristiana; de manera que es u n tra-
tado metódico de teología familiar, en el que se discuten y resuelven
las mas profundas cuestiones de fé y de moral.
25. L a cuarta clase comprende varias obras contra la heregía en
general, contra los j u d í o s , los arríanos, los priscilianistas y origenis-
tas, y en especial contra los maniqueos, los pelagianos y los dona-
tistas. L a quinta clase abraza varios tratados especiales sobre l a
penitencia, el ayuno, la fé y las buenas obras, ebmatrimonio, l a con-
tinencia, la paciencia, de agone chrisfiano, la mentira, de urhis exci*
dio, l a obra de los monges, la regla de S. A g a s t i u , de sancta v i r g i m -
iate, de. bono viduitatis, de cura gerendapro mortuis y algunos otros.
26, A l a sesta clase pertenecen 364 sermones sobre varios pasa-
jes de la escritura, sobre las principales fiestas del año, de algu-
nos m á r t i r e s y otros santos, y sobre diversos objetos de dogma y
de moral; de los cuales recogía el mas copioso fruto, porque a c u d í a n
á oírle hasta los hereges, procurando escribir por medio de notas
cuanto le oían. E l pueblo le prestaba tanta atención, que muchas
veces no podía contenerse y le i n t e r r u m p í a con aplausos.
L a s cartas que forman la 7.a clase, son 273 y suelen dividirse
en 4 clases: una de las anteriores al obispado, es decir, desde el 386
hasta el 395; otra de las anteriores al a ñ o 411; otra de las que es-
cribió hasta su muerte, y otra de las que no tienen época cierta.
Casi todas versan sobre puntos doctrinales y sobre las h e r e g í a s , y
algunas hacen relación á los sucesos políticos. L a 228 puede dar una
— 2í)0 —
idea de los males que el Africa padeció con la irrupción de los ván-
'dalos.
27. E l m é r i t o de S. A g u s t í n , prescindiendo de su-incansable
actividad por el servicio de Dios y por la salvación de las almas, y
por la conversión de los herejes, es estraordinario y asombroso. E n
sus muchos escritos aparece una erudición vastísima, que fecundada
por su vigorosa i m a g i n a c i ó n , presenta una doctrina luminosa y me-
tódica con rasgos de elocuencia y sensibilidad que conmueven y ar-
rebatan.No solo el dogma y la moral, sino l a metafísica, la historia,
las ciencias y las artes, las relaciones sociales, todo bajo el dominio
de su pluma, se manifiesta claro por l a seiicillez y naturalidad con
que sabe acomodarse á la capacidad de cada uno. Pero esta misma
circunstancia que tanto m é r i t o tiene, es y a en el d í a un motivo de
censura; porque siguiendo el gusto de su tiempo y el de los pueblos
y personas á quienes se dirigía, usa de varias locuciones que l a criti-
ca no reconoce como puras y elegantes. Se vale con frecuencia de
antítesis, agudezas, consonantes y otros juegos de palabras. E s ver-
dad que puede disculparle de tales defectos, además del gusto del si-
glo, l a mucha estension de sus obras, en las que nunca se propuso
mas fin que la gloria de Dios, sin cuidar de lo que en a l g ú n tiempo pu-
tlieran decir los hombres. Con todo, vemos en sus Confesiones, pasa-
jes los mas tiernos y sencillos; así como los mas nobles y elevados,
hijos de una verdadera elocuencia, en la Ciudad de Dios y en otros
libros contra los herejes.
. Su ingenio penetrante y la profundidad con que trata las cues-
tiones de la gracia y la predestinación, le han merecido los renombres
de A g u i l a de Ja Iglesia y Doctor de Ja g r a d a .
28. Salviano, sacerdote de Marsella, n a c i ó en Colonia ó en T r é -
veris sobre el a ñ o 390 y estuvo casado con Paladia, hija de H i p a d o
y Quieta, que eran paganos y se convirtieron después al cristianis-
mo. Tuvieron de su matrimonio á Auspicióla; y se convinieron lue-
go en v i v i r como hermanos, para mejor adquirir la perfección cris-
tiana, lo que le indispuso con H i p a d o y m o t i v ó una carta, muy
sentida y elocuente. Por los años 480 era ya sacerdote; y el haber
compuesto homilías y sermones para los obispos, según dice Gen-
nadio (lib. de viris illust.) composuit homilías episcopis factas multas.
— 291 —

hizo creer á algunos que fué obispo, porque leyeron episcopusfactus.


Se cree que vivió hasta el 485. Existen de sus obras, 8 libros de ¿m-
lernatiom D e i et de justo Deiprmsentique judicio, en l a que prueba
la providencia, y que no era l a religión cristiana l a causa de las
calamidades públicas, sino el mismo culto de los paganos. U n a co-
lección de nueve cartas, entre las que son notables l a 4.a para h a -
cer su apología y reconciliarse con su suegro, y l a 5.a en que d á el
p a r a b i é n de haber recobrado l a salud á su hermana Cathura; y otra
obra titulada Timoteo, en cuatro libros, á la Iglesia Católica, contra
los desórdenes de toda clase de personas, para retraerlas hacia el
amor de Dios.
Salviano escribe con demasiada pureza para su siglo; y claro y
sólido en los raciocinios, se espresa con vehemencia, en u n estilo
adornado y elegante, valiéndose de giros ingeniosos que dan varie-
dad y agrado á su lectura; aunque suele ser á veces algo difuso.

L E C C I O N 53.

1* San Lieoit e l Grande y sus obras.—3 ° San Fnlgren-


cio de R a s p a y sns olbras.—3.° San Crregrorlo el G r a n -
de —4.° Sns olbras.-—5 ° S u m é r l t o . — f í . " Otros escritores
cristianos.—7.0 S a n Isidoro y sus o b r a s . — 8 . ° San Il-
defonso y San J u l i á n . — 9 . ° E l veneraMc Beda y F l a c o
Alcuino Albino.

1.° S. León, llamado el grande por sus cualidades personales é


importantes servicios, nació en Roma, donde a d q u i r i ó una vasta
erudición sagrada y profana. F u é primeramente acólito y después
diácono, y ejerció las funciones de Arcediano. Enviado en 440 por
la emperatriz P l a c i d i a , y su hijo Valentiniano I I I , j ó v e n de 21
años, á las Gallas á negociar u n acomodamiento entre Aecio y A l -
bino, generales romanos, recibió una d i p u t a c i ó n p ú b l i c a que le ro-
gaba volviese á R o m a á encargarse del Pontificado. Todos los años
hasta que m u r i ó el 10 de aSToviembre de 461, celebraba con u n ser-
m ó n el aniversario de su elección de Pontífice. Arregló l a fiesta de
— 202 —

la pascua, arrojó de Roma á los maniqueos, combatió á los Pela-


gianog, y con su firmeza logró oousolidar l a supremacía de Rotna,
oponiéndose al clero galipano, en especial á S. Hilario, obispo de A r -
lés. Con su elocuencia consiguió en 452 que A t i l a , que se llamaba á
sí mismo el azote de Dios, retrocediese desistiendo de su intento de
asolar á Roma, y en 455, que Genserico, rey de los vándalos, dejase
de entrar en R o m a á sangre y fuego, y a que no pudo impedir el sa-
queo de 15 dias.
S. León como escritor es tenido por uno de los de mas m é r i t o
del siglo V . E n sus 96 sermones y 141 cartas, se ve unido el agrado
á la instrucción. Sus pensamientos son nobles y el mejor indicio de
la elevación de su espíritu y de su g é n i o , que se remonta con faci-
lidad á lo sublime. E l misterio de la e n c a r n a c i ó n es explicado con
la posible claridad en varios sermones y particularmente en la
c&rta 24. Todas sus cartas contienen puntos de doctrina ó disci-
plina, útiles para l a bistoria eclesiástica; y la 15 es dirigida á nues-
tro Santo Toribio, obispo de Astorga, sobre la heregía de los prisci-
lianistas. E l estilo de S. L e o n , magestuoso y ¿ir pasiones, es á ve-
ces afectado y algo embarazoso, pero tiene elegancia, y agrada por
la oportuna variedad de figuras, y por el n ú m e r o y a r m o l í a de sus
períodos.
2." S. Fulgencio, obispo de Ruspa, n a c i ó en Talepta, en Africa,
en 468. Se cree que fué bijo ó nieto de F a b i o Claudio Gordiano F u l -
gencio, que escribió una obra en 23 libros de cetaiibus mundi et
hominis, opus mirificum sine literis, y notable solamente por la pue-
rilidad de carecer cada libro de una de las letras del alfabeto.
S. Fulgencio, educado por su madre, llegó á poseer el griego eon
perfección y a p r e n d i ó de memoria á Homero y parte de Menandro.
Vivió retirado en varios monasterios, basta que en 508 fué nom-
brado obispo de Ruspa, en Africa. Continuaba su vida, como si
fuera u n mongé, en oración y penitencia; y desterrado dos veces por
Trasimundo, rey de los vándalos, á l a muerte de este volvió á su
diócesis, y por fin descansó en el Señor el 1.° de Enero del año 533.
S. Fulgencio imitador de S. A g u s t í n en su celo y en sus virtu-
des, lo fué t a m b i é n en sus escritos, casi todos polémicos. Escribió
tres libros sobre l a predestinación; diez respuestas á objeciones de
íos atnanos; tres libros de respuestas á las cuestiones de Trasimundo;
nueve cartas; un libro de la fé á Donato; u n tratado contra u n ar-
, riano; otro de la e n c a r n a c i ó n ; otro contestando á cinco cuestiones
del diácono Fulgencio Ferrando; otro de l a T r i n i d a d á F é l i x ; dos
de l a remisión d é l o s pecados; tres de la verdad de la predestinación
y de la gracia; otro de la regla de la verdadera f é ; diez sermones.
De los diez libros contra Fabiano y otros escritos solo hay frag-'
mentos.
E l estilo de S. Fulgencio no es tan correcto como el de S. Agus-*
tin, pero tiene vigor y solidez en los raciocinios; se explica con cla-
ridad, basta el punto de ser bastante difuso por sus repeticiones y
varios modos de espresarse. Disputa con sutileza y se apoya siempre
en l a Escritura y en los Santos Padres, cuyas definiciones, dice,
deben seguirse siempre en los casos oscuros. H é aquí como se queja
de su tiempo, y manifiesta el gusto por las antítesis y juegos de pa-
labras: nostri temporis cerumndsa miseria non discendipetit shidium,
sed vivendiflet ergastulum: nec famm adsistendum poética, sed f á m i .
consulendum domesticce.
8.0 S. G-regorio el Grande es el que, con los santos Ambrosio,
J e r ó n i m o y A g u s t í n , completa el n ú m e r o de los Padres principales
dé l a Iglesia llamados por lo mismo Cardinales. H i j o del senador
Gordiano y de su esposa Silvia, nació en E o m a en 540, y recibió l a
mas esmerada educación, aunque él mismo confiesa que no sabia
el griego. Dotado de talento y de un juicio maduro y a en l a n i ñ e z ,
oia con la mayor a t e n c i ó n á los ancianos y gravaba sus m á x i m a s en
la memoria. H á c i a el año 574, fué nombrado pretor de E o m a .
Muerto luego su padre y resuelto á dedicarse enteramente al servi-
cio de Dios, fundó con sus propios bienes seis monasterios en SiciKa
y otro en R o m a en su casa, donde t o m ó el b á b i t o monástico y vivió
en la penitencia y en el estudio de los libros santos. F u é ordenado
de diácono, y en 578 enviado de nuncio á Constantinopla, donde
rebatió varios errores. Vuelto á R o m a en 585, se le v é gobernar.su
monasterio, ayuda en los negocios eclesiásticos al papa Pelagio Í I r
y á su muerte, en 590, es promovido á la silla pontifical y consa-
grado á pesar de su resistencia. M u d ó la servidumbre de su casa,
haciéndose a c o m p a ñ a r de solo monges y clérigos, y guardando con
— 294 —

ellos l a vida m o n á s t i c a ; predicaba con frecuencia, convidaba a loa


pobres; ordenó estaciones y procesiones y el canto eclesiástico, y es-
tendiendo sus miras á toda l a Iglesia, sostuvo sus derechos con el
emperador, con el patriarca de Coustantinopla y en los concilios;
envió misioneros á Inglaterra; promovió l a conversión de Córcega y
la pacificación y unidad religiosa de otras provincias, y por último
agravadas sus dolencias, m u r i ó en el Señor el 12 de Marzo de G04.
4-0 I t a enirn cundorum meritonim claruit perfedione subUmts
ut exdusis ómnibus i l l m t r i u m virorum rationibus, n i h i l i l U simile
demonstret antiquiias. Vicit enim sanditate Antonium, elof[uent¿a
Cyprianum, sapientia Avgustinum, dice S. Ildefonso (lib. de scrip.
eCcles., cap. 1). Sus escritos son: l i b r i moralium, ó sean 35 libros
sobre J o b , distribuidos en seis partes: obra histórica, alegórica y
moral, que gozó de mucho crédito en la edad media. L a escribió á
instancia de S. Leandro, arzobispo de Sevilla, á quien se la envió
a c o m p a ñ a d a de una carta. 2." Veinte y dos homilías sobre Ecequiel;
dos libros con 49 homilías sobre los evangelios, y un discurso sobre
la mortalidad. 3.° regula pastoraUs,Q\x que trata de ios deberes de
los. obispos y de l a importancia y elevación de su cargo, obra muy
recomendable y m u y célebre en las iglesias de Oriente y de Occi-
dente: t a m b i é n se l a envió á S. Leandro, quien la besó al recibirla y
la publicó por toda E s p a ñ a . E s t á dividida en cuatro partes: sobre la
vocación al episcopado, sobre los deberes de un pastor, sobre la ins-
trucción del pueblo y sobre las reflexiones que el obispo debe hacer
acerca de su propia conducta. 4.° Cuatro libros de diálogos, entre el
autor y Pedro, sobre la vida y los milagros de los santos de Italia, y
de la eternidad de las almas. E l objeto de esta obra es confirmar á los
débiles en la inmortalidad del alma y resurrección de los cuerpos.
5.° ü n gran n ú m e r o de cartas en 14 libros.
Reformó y a u m e n t ó en su sacramentarlo y antifonario las ora-
ciones y antífonas para la a d m i n i s t r a c i ó n de sacramentos, para la
misa y para el canto de la Iglesia; y se le atribuyen otros escritos
sobre l a Escritura que no deben tenerse por suyos. E n vista de sú
grande erudición, es inverosímil, que mandase quemar los libros de
los autores profanos, como algunos han asegurado.
5.° E l nombre de grande lo ha sido reconocido á S. Gregorio
— 595 —
poí' todas las Iglesias cristiauas, eu atención á su profundo saber, á
la excelencia de sus escritos y á l a solidez y elevación de sus v i r t u -
des. Su humildad en medio de su poder le hizo adoptar el título de
ssrvus servorum D e i . Sus obras fueron traducidas á porfía, y se for-
inarou coleccioues de sus pensamientos y sentencias. Pocas verdades
hay que no haya ilustrado, combatiendo con fuerza coutra todos
los hereges y exponiendo los sentidos de l a Escritura, en especial el,
místico, porque el literal habia sido ya expuesto por S. J e r ó n i m o y .
otros. E n sus cartas es enérgico con los que quiere corregir; á todos
habla con libertad, con cierto aire de candor, con delicadeza y cor-
tesía. Sus reflexiones y sentimientos sou siempre nobles y dignos de
su nacimiento, pero cuida poco del estilo: es muy difuso en sus M o -
rales; y persuadido que la Sagrada E s c r i t u r a encierra muchos mis-
terios ocultos bajo el esterior de l a letra, usa de alegorías muy estu-
diadas. Despreciaba el arte de hablar y lo crcia una esclavitud i n d i g -
na de la palabra de Dios, así es que su lenguaje es poco correctoy me-
nos puro, c o n t é r m i n o s y locuciones que noconocehoy lalengua; pero
que fueron usadas y entendidas en su tiempo, ú n i c o objeto que se
p r o p o n í a , sin cuidar de la vanidad de la fama postuma. E s sin em-
bargo por su doctrina considerado como l a ú l t i m a antorcha que
i l u m i n a con claridad l a atmósfera literaria de E o m a . L o s paganos
h a b í a n casi desaparecido, y los cristianos pensaban m á s e n l a s p r á c -
ticas de l a vida m o n á s t i c a , que en guardar las formas del estilo.
G.0 Anteriores ó c o n t e m p o r á n e o s á S. Gregorio florecieron m u -
chos escritores que c o n su saber y santidad sostenían la dignidad
de la Iglesia, pero haremos solo m e n c i ó n de algunos. S. Pedro Crisó-
logo, arzobispo de R á v e n a , que m u r i ó en 449, dejó 176 sermones cor-
rectos, sencillos y claros, sobre los pasajes de la Escritura que se aca-
baban de leer en l a Iglesia, aunque t a m b i é n á veces trata de los
misterios y declama contra los vicios. S. M a g n o Félix Ennodio, obis-
po de Pavía, que v i v i ó desde 470 hasta 591, dejó además del pane-
gírico de que hablamos en la lección 48, una defensa del sínodo de
P o m a , ensalzando l a autoridad del P a p a ; las vidas de S. Epifanio
obispo de Pavía, y del monge de Lerins, S. A n t o n i o , u n E u c h a r i s l i -
cum, declamaciones tituladas rí&íi'ottes y nueve libros de cartas. .
A n i d o M a u l l o Torcuato Severíno Boecio, nació en la ú l t i m a
mitad del siglo V en Roma de padres m u y ilustres, que eü 480 le
enviaron á estudiar á Atenas. Allí se "ejercitó en varias traduccio-
nes, y vuelto á R o m a fué declarado Patricio. Su talento y servicios
le grangearon el aprecio y la confianza del rey Teodorico, que le cu-
cargó las mas importantes comisiones, y en 510 le hizo cónsul, asi
como después en 522 á dos hijos muy j ó v e n e s que tuvo de su segun-
da esposa Eusticiana. Mas la defensa de su suegro Simmaco, acusado
de infidencia, dió ocasión á sus enemigos para forjarle una corres-
pondencia con el emperador de Constantinopla, por la que Teodo-
rico, sin oir sus descargos, le m a n d ó decapitar en el año 524. Escri-
bió muchas obras de teología y filosofía, pero la principal es la de
consolatione philosophice. en diálogo, en cinco libros, en prosa y verso,
siendo de notar que es mas puro y elegante en el verso. L a compuso •
én la prisión y l a t i t u l ó consolación natural, porque procede confor-
me á l a naturaleza, de lo imperfecto y obvio á todos, á lo perfecto
y sobrenatural que pocos comprenden. Introduce á la filosofía en-
figura de una virgen, consolándole en el primer libro, porque Dios
es el que todo lo gobierna: en el 2.° le hace ver lo variable de la
fortuna: en el 3.° trata en q u é consiste el verdadero bien, y el ver-
dadero m a l : en el 4.° que sola la v i r t u d hace felices, y en el 5.° ha-
bla del destino, de l a libertad y de l a providencia. Sus versos son
fáciles y armoniosos y están llenos de i m á g e n e s . •
L a s demás obras que existen, son: de las dos naturalezas y una-
persona en J . G . ; de la unidad de D i o s ; si todo lo que existe, es
bueno; una profesión de fé; diálogos y comentarios sobre la intro-
ducción á la filosofía de Porfirio; varios libros sobre A r i s t ó t e l e s ; Va-
rios sobre el silogismo, definición y d i v i s i ó n ; y seis sobre los tópicos
de Cicerón; de lo uno y de la unidad, de a r i t m é t i c a , m ú s i c a y geo-
m e t r í a . Boecio se distingue entre sus c o n t e m p o r á n e o s por su correc-
ción y elegancia, por la nobleza de sus pensamientos y la suavidad
en la expresión; aunque usa de algunos t é r m i n o s de la escuela y
otros tomados de Aristóteles que son poco claros.
S. Leandro, arzobispo de Sevilla, por los .años 582, nació en Car-
tagena, de Severiano y T ú r t u r a , emparentados con los reyes godos.
T u v o por hermanos á los Santos Isidoro de Sevilla, Fulgencio de
E c i j a , Florentina y Teodora. F u é embajador de S. Hermenegildo
— 297 —
en Constantmopla, donde conoció á S. Q-fegorio el grande. Vuelto á
E s p a ñ a , fué desterrado, pero tuvo luego el consuelo d é ver á su
patria libre de la heregía de A r r i o con la conversión de Recaredo.
M u r i ó en G01. E s c r i b i ó varias cartas y S. Isidoro habla de dos libros-
contra los hereges; pero solo tenemos uua regla para religiosas con
el título de instiiutione virginum et milemjitu mimdi, dedicada á BU
hermana Santa Florentina, y u n sermón sobre la conversión de los
godos, en un estilo puro, sencillo y sentencioso.
S. Leandro, con la instrucción de su hermano Isidoro y con su
prestigio y erudición, hizo que en E s p a ñ a floreciesen por a l g ú n
tiempo las letras, con los Braulios, Ildefonsos, Redentos, y el mismo
rey Sisebuto, de quien tenemos un poema en 61 hexámetros sobre
los eclipses, y varias cartas sobre materias eclesiásticas.
7.° S. Isidoro, discípulo y sucesor de su hermano S. Leandro en
el arzobispado de Sevilla, hizo profundos estudios de los autores sa-
grados y profanos, como se ve por los cánones del concilio de Sevi-
l l a de 619, que se creen obra suya, y por los demás escritos. Su sa-
ber y su v i r t u d le merecieron l a presidencia del 4.° concilio de T o -
ledo en 633, y venerado de todos m u r i ó el 4 de abril de 636. C o m -
puso los orígenes y etimologias, que su amigo Si Braulio, obispo de
Zaragoza, acabó y dividió en 20 libros. E s una especie de encielo-.-
pedia, que nos d á á conocer la esteusion de las artes y ciencias entre
los antiguos: el primer libro trata de la g r a m á t i c a ; el 2.° de l a r e t ó -
rica y dialéctica; el 3.° de la a r i t m é t i c a , m ú s i c a y g e o m e t r í a ; el 4.Q
de medicina; el 5.° de jurisprudencia y cronología; el 6.° de la B i -
blia, de manuscritos, de libros, de concilios y de las fiestas de la
Iglesia; el 7.° y 8." de Dio-^, de los ángeles, de los hombres, de los
hereges, de los filósofos, de los magos; el 9.° de varias lenguas, n o m -
bres, pueblos y dignidades y parentescos; los once ú l t i m o s explican
una m u l t i t u d de nombres de origen desconocido, del hombre, • del
mundo, de la tierra, de las guerras, de los teatros, de los juegos, de
las naves, de las mesas, y de instrumentos de labranza. E s c r i b i ó
t a m b i é n tres libros de clifferentiis sive proprwtate v e r h o n m ; los soli-
loquios; u n libro de natura ver uní; varias cartas, algunas obras
morales; una c r ó n i c a desde el principio del mundo hasta el a ñ o 615,
titulada de sex n n m d i eclalibus; otras dos crónicas de los godos, y un
20
— 298 —

libro de scriptoribilseóclesiasUcis, coutiuuaciou de los de S. J e r ó n i m o


y Gennadio. (Las dos ú l t i m a s obras faerou continuadas por S. Ilde-
fonso y S. J u l i á n , arzobispos de Toledo cu el mismo siglo). Comenta-
rios y alegorías sobre el antiguo y nuevo Testamento; u n libro de la
vida y muerte de los feantos Padres; dos contra los j u d í o s ; otros dos
de los oficios eclesiásticos y tres sacados de los Morales de S. Grego-
rio, y una regla para monges.Es notoria la mucha erudición de S. Isi-
doro; pero su estilo claro y fácil, es descuidado y sin elegancia. S i
sus obras morales contienen sentimientos de piedad que enternecen,
en las demás solo vemos el m é r i t o de la variedad de conocimientos.
8. ° S. Ildefonso nació en Toledo á principios del siglo V I L Dis-
cípulo de S. Isidoro, abrazó la vida m o n á s t i c a , fué nombrado abad,
y en 657 arzobispo de Toledo, y m u r i ó en 667. De sus obras nos res-
tan tres: un libro sobre la p e r p é t u a v i r g i n i d a d de María, en el es-
tilo de los controversistas, razonando sobre varios pasages de la
E s c r i t u r a ; otro del conocimiento del bautismo, y otro del desierto
espiritual. E l estilo de S. Ildefonso es conciso y sentencioso.
Desde 680 hasta 690, ocupó la silla arzobispal de Toledo, S. J u -
lián, natural de la misma ciudad. H a y tres obras suyas, en un estilo
claro y en un latin mas puro que el de otros c o n t e m p o r á n e o s ; tres
libros de pronósticos, ó de las postrimerías del hombre, de la muerte,
de las almas antes y después de la resurrección y del estado de los
bienaventurados; otros tres de la sesta edad del mundo, probando
haber venido ya el Mesías; y una historia de l a guerra del rey W a m -
ba con el conde P a u l o .
9. ° E l venerable Beda nació en 673 en J a r u , en Inglaterra.
Puesto por sus padres bajo l a dirección de los monges, estudió las
Santas Escrituras y las ciencias profanas, recibió las órdenes sagra-
das, enseñó p ú b l i c a m e n t e á los monges, y escribió hasta su muerte,
en 735, u n gran n ú m e r o de obras que llenan ocho tomos en folio.
Su v i r t u d y su saber le han merecido el t í t u l o de venerable. Sus es-
critos, unos son esposiciones de la B i b l i a , otros filosóficos, como de
la naturaleza de las cosas; otros de cronología, de g r a m á t i c a , vidas
de m á r t i r e s y santos; homilías, una c r ó n i c a de sex m u n d i edalihus
hasta el a ñ o 726, en la que hace ya uso de l a era de J . C ; y cinco
libros de la historia eclesiástica de Inglaterra.
— 299 —
: Beda eu sus escritos se manifiesta candoroso, modesto y a m a n t ó
de la verdad; y aunque g r a m á t i c o y retórico, procurando instruir-
mas que agradar, hace poco aprecio de la pureza y elegancia, á true-
que de aparecer claro y sencillo.
Flaco A l c u i n o A l b i n o , de una familia ilustre de luglaterra, vivió
desde el 725 hasta el 804, A b r a z ó la vida monástica y estuvo en-
cargado de la e n s e ñ a n z a . Comisionado á Roma, fué después maestro
de Garlomagnoy escribió varias obras expositorias, d o g m á t i c a s , his-
tóricas, morales, cartas y poesías, con muchos defectos de estilo y
lenguaje. Oarlomagno quiso por su medio restablecer las letras 'en
sus estados.

IÍECCION 54.

1.° JLa literaturu latina d e s p u é s de € a r l o i i i a s ° n o . - ~ ,


3.° Pedro Mamlauo.—3 ° S. A n s e l m o . — 4 . ° S. B e r n a r d o .
5.° S. B u e n a v e n t u r a . — 6 . ° Santo T o m á s y otros eseri-.
tores e s c o l á s t i c o s .

I.0 E l mal gusto, l a viciosa dirección de la e n s e ñ a n z a y l a mu-,,


cha barbarie malograron las rectas intenciones de Oarlomagno,
hasta el punto que en el siglo I X solo se exigía en algunos países ,
para ser elesiástico, saber leer el evangelio en latin, y a ú n llegó e l . '
caso, en l a A l t a I t a l i a de bautizar i n nomine patria et filia et spiritus '
santa. A tal estremo habla llegado la ignorancia. E n nuestra E s p a ñ a
asegura A l v a r o Cordobés que apenas h a b í a uno entre m i l que' su-,,
píese escribir en l a t í n una carta. Algunos cronicones indigestos, ¥
algunas vidas llenas de fábulas, ó algunas versiones del griego en u n ,
lenguaje b á r b a r o , eran las producciones de los que sobresalían, como ,.
Anastasio, romano, bibliotecario de Gregorio I V , en el siglo I X ;
Luitprando italiano, en el X ; Hermanno Contracto, alemán, y Sa-
xou, g r a m á t i c o , d a n é s en el X I y X I I .
2.u Tenemos sin embargo entre otros en el siglo X I , á S. Pedro
Damiano y S. Anselmo. A q u e l natural de E á v e n a , monge y obispo,
de Ostia y Cardenal, que vivió desde 1007 hasta 1072, y escribió
muchas cartas, y sermones y opúsculos d o g m á t i c o s y morales, y a l -
— 300 —

gunas poesías, en u n estilo fácil y agradable, con delicadeza en las


cartas, precisión, claridad y elegancia en los discursos, nobleza y arte
en los versos, y siempre con circunspección y cultura.
3. " S. Anselmo, natural de Aosta en el Piamonte, vivió desde
1033 hasta 1119; fué t a m b i é n monge, abad y arzobispo de Cantor-
bery en 1093. Doctor ilustre en su tiempo, fué el primero que usó en
la teología el m é t o d o dialéctico y escolástico, confirmando con racio-
cinios las verdades reveladas; pero sin los barbarismos y sutilezas
que después se introdujeron. Sus obras son d o g m á t i c a s y ascéticas;
diez y seis homilías, 21 meditaciones, 74 oraciones, 426 cartas y
algunas poesías. E n todas aparece como filósofo ingenioso y teólogo
profundo; agudo y sutil en sus raciocinios, modesto y sencillo en la,
exposición, es siempre noble y elevado en los pensamientos, y rara
vez alega autoridades de los Santos Padres, porque se propone hacer
creíbles y sostener con la r a z ó n las doctrinas reveladas. Hermanan-
do la v i r t u d con l a ciencia, es benigno a ú n en las reprensiones, y
promueve la devoción y la caridad con sus m á x i m a s saludables. E n
sus versos hay nobleza de pensamientos, y no falta fluidez y armonía.
4. ° S. Bernardo nació en 1090 en FontaÍ7ies, cerca de Dijón, en
Francia, de una familia ilustre, que c u i d ó de imbuirle desde la n i -
ñez en la v i r t u d y en las letrae. Dotado de gran talento y bella figu-
ra, se granjeaba a d e m á s la estimación de todos por sus costumbres
y trato apacible; pero receloso de los e n g a ñ o s del mundo, se consa-
gró á l a vida m o n á s t i c a en el órden del Cister, con mas de treinta, á
quienes habia persuadido á seguirle. T a l era la eficacia de sus pala-
bras y el don de l a elocuencia que ya de j ó ven poseía. Su virtud y
BUS mortificaciones le distinguieron entre los demás, y á los dos años
fué enviado de abad al monasterio de Claraval que acababa de fun-
darse. Allí con l a fama de su santidad, y sus milagros, afluían jóve-
nes ansiosos de imitarle en tanta multitud, que le fué preciso fundar
otros monasterios. L a necesidad le llevó á P a r í s , donde en 1122 pre-
dicó el sermón de conversiom a d clericos. C o n su elocuencia y con
sus escritos deshacía los cismas, conciliaba l a paz, y rebatía victorio-
samente las heregías. Venció al célebre dialéctico Abelardo, refutó y
persiguió con su doctrina á varios heresiarcas, dió reglas á los T e m -
plarios, predicó l a cruzada por encargo del papa G-regorio ITT, y
— 801 —
por fin, lleno de virtudes dió su espíritu al Señor á 20 de Agosto
de 1153.
Los escritos de S. Bernardo, fuera de algunos que con poca
razón se le atribuyen, son 455 cartas, y u n gran n ú m e r o de sermones
de las fiestas de Tempore, de Santos y de diversos asuntos: cinco
libros de considerationo al papa Eugenio, exhortándole á que vuelva
sobre sí mismo, y reflexione lo que ha sido y lo que es, y sobre sus
deberes: varios tratados de honoribus P r m l a t o m m , de prcecejpfo et
disjpensatiom, de laude noven milüioe, de l a humildad, de diligendo
Leo, de la gracia y el libre albedrío, y del bautismo y de los errores
de Abelardo. L l e v a n el título de epístolas, así como otra, con el tra-
tado de ratiom cantus. A d e m á s u n libro de la vida de S. M a l a q u í a s
y una apología a l abad Guillermo y algunos himnos.
E l estilo de S. Bernardo es vigoroso, noble y conciso: su admi-
rable suavidad y la dulzura de sus correcciones y amonestaciones le
han dado el epíteto de melifico. Se le compara sin embargo con la
abeja, que además de l a miel, tiene su a g u i j ó n , porque usa t a m b i é n
á veces de alguna acrimonia y vehemencia, aunque mas bien agrada
que irrita. Su e r u d i c i ó n sin vanidad presenta la verdad desnuda,
confirmándola á cada paso con frases de la E s c r i t u r a y haciéndola
comprender por medio de alegorías, á las que se muestra bastante
aficionado. N o sigue el m é t o d o de los escolásticos, sino que i m i t a á
los antiguos Padres, cuyas doctrinas adopta, si bien de una manera
que las presenta como propias; todo lo cual le ha hecho llamar el
ú l t i m o de los Padres de l a Iglesia. S u principal obra es la de conside-
ratione, ya por la sublimidad de los pensamientos, ya t a m b i é n por
la pureza de las palabras y por la majestad y nobleza del estilo. Sus
sermones son t a m b i é n recomendables por la elegancia y facilidad, de
manera que, á la vez que parece salir de su boca u n rio de miel y
leche, brota de su corazón un torrente de sentimientos inspirados
por l a moral mas pura.
5.° Dos ilustres doctores de la Iglesia, S. Buenaventura y Santo
T o m á s florecieron en el siglo X I I I . S. Buenaventura nació en B a g -
narea, en los Estados Pontificios, el 1221, de padres nobles y pia-
dosos. A los 22 años, e n t r ó en la órden de S. Francisco y hechos
sus estudios en París, obtuvo una c á t e d r a de teología en l a U n i v e r -
— 'M)2 —

sidad á los 33 años. E n 1256 fué nombrado General de su orden, y


al afio siguiente recibió l a borla de Doctor, en nnion con Santo T o -
m á s de A q u i n o . Sus virtudes le adquirieron tanta celebridad, como
su ciencia, siendo honrado así por los grandes del siglo, como por los
Sumos Pontífices. E n 1272 Gregorio X le p r o m o v i ó al obispado de
Albano, y á l a dignidad de Cardenal, y en 1274 le encargó confe-
renciar, durante el concilio de L i o n , con los diputados griegos, que
convencidos por l a afluencia y dulzura de su discurso, convinieron
en unirse á la Iglesia romana. Poco después cayó enfermo, y des-
cansó en el Señor , el 15 de J u l i o del mismo a ñ o . L o s escritos de
S. Buenaventura, en siete tomos, unos son teológicos; los mas, ex-
p o n i é n d o l o s cuatro libros de Pedro Lombardo, obispo de París,
que en el mismo siglo X I I le merecieron el titulo de Maestro de las
sentencias, por haberlos formado de las que entresacó de los Santos
Padres, arreglándolas al m é t o d o escolástico; otros son ascéticos, otros
exposiciones de la Escritura, otros morales, sermones y tratados re-
ferentes á la orden de S. Erancisco. E n todas estas obras, sobresalen
la solidez en l a doctrina, la claridad en l a exposición, la mas tierna
y ardiente caridad en los sentimientos, de manera que su lectura, á
la vez que ilustra, inflama el corazón en el amor divino, en que él
mismo se abrasaba. Conciso en el estilo, sigue ya el método escolás-
tico; y su lenguaje es el usual de su tiempo; pero si esto disminuye
su m é r i t o con referencia á la literatura en general y á nuestro siglo,
no así con respecto al tiempo en que escribió; y mucho menos, cuan-
do a ú n se conserva exento d é l a s sutilezas y ridiculas cuestiones que
se apoderaron de las escuelas en los siglos siguientes.

6.° Santo T o m á s , apellidado por su profunda erudición y por la


solidez y elevación de su doctrina el doctor angélico, nació el 1226
en Belcastro,, en Xápoles, y era hijo de los Condes de xVquino, L a n -
dulfo y Teodora. Educado en el monasterio del monte Casino, estu-
dió después en Ñápeles, donde hacia grandes progresos en las cien-
cias y en la v i r t u d ; pero ansioso de la perfección, t o m ó el hábito de
Santo Domingo, sin que pudiese su familia retraerle con los halagos
dQ.l siglo. F u é después á Roma, á P a r í s y á Colonia; de donde vuelto
á P a r í s con su maestro Alberto M a g n o , que habia sido nombrado
catedrático de esta Universidad en 1245; mereció ser elegido tres
— tos—
años después, para a c o m p a ñ a r l e en la enseñanza, siendo a ú n solo de
veinte y dos años. P o r entonces publicó ya sus primeras obras; y su
acendrada virtud, l a profundidad de su cicucia, y la afabilidad de su
trato, le bicieron admirar de grandes y pequeños, de los Papas y de
los Reyes. Llamado á Roma por Urbano I V , predicaba y e n s e ñ a b a
en todas las ciudades de Italia á donde iba el Pontífice, rehusando
siempre la dignidad episcopal que se le ofrecía. Gregorio X le en-
cargó que asistiese a l concilio de L i o n de 1274; pero m u r i ó en el
camino en el monasterio de Fossanova el 7 de Marzo del mis-
mo a ñ o .
L a s numerosas obras de Santo T o m á s que llenan diez y siete
grandes tomos, pueden clasificarse en exposiciones de la Escritura,
obras teológicas, filosóficas, comentarios de Aristóteles, sermones y
tratados especiales de piedad cristiana. E s admirable la profundidad
de Su saber, el ingenio y sutileza con que resuelve las cuestiones mas
abstrusas, y propone y deshace dificultades a l parecer indisolubles.
Siempre será su principal m é r i t o la universalidad de sus conoci-
mientos, el acierto con que los explica y l a maravillosa armonía con
que los desenvuelve en sus multiplicados escritos. L a filosofía de
Aristóteles, hecha casi universal por la influencia de los árabes, h a -
b í a servido para algunos de arma de ataque contra l a doctrina c a t ó -
lica. Santo T o m á s no solo descubre y refuta sus errores, sino que en
ella misma encuentra una nueva y clarísima luz, con que ilustra las
verdades de la religión.
Pero su estilo, d i r á n , es demasiado conciso y descarnado, y sú
lenguaje poco esmerado y lleno de locuciones no muy latinas; mas
esto mismo, que seria u n defecto en quien lo imitase., es un m é r i t o
mayor para Santo T o m á s , que c o m p r e n d í a muy bien el deber de aco-
modarse á la capacidad de aquellos para quienes escribía. N o se le
hubiera leído ni entendido, si hubiese imitado á Cicerón, L a c t a n c í o ,
S, J e r ó n i m o y otros autores sagrados y profanos, cuyo estilo y m é -
todo conocía. Así, pues, los daños que el método escolástico (1)

(I) La teología escolástica, se llamó así por contraposición a la positiva, que habían
usado los Padres de la Iglesia: y aunque se apoyaba como esta en los verdaderos lugares
teológicos, se propuso defender además por medio déla razón las verdades reveladas. So
llamó su método escolástico ó porque se usaba en las escuelas, ó porque con el se discutía
— 804 —

Acarreó con sus fórmulas desabridas y disputas inútiles, imputarse


deben, no á Santo T o m á s , n i á S. Buenaventura, sino á los que no
supieron, como ellos contenerse dentro -de los justos límites. L o s que
después siguieron l a escuela de Santo T o m á s , y sus antagonistas los
secuaces del sútil J u a n U u n s Scoto, franciscano, c a t e d r á t i c o de Ox-
ford y de P a r í s en el siglo X I V , descuidaron las bellezas del lenguaje
y del estilo, por defender sus doctrinas y rebatir las de sus adversa-
rios. Sin embargo, mientras las escuelas usaban el lenguaje que
para discutir sus cuestiones se h a b í a n creado: en las córtes de los
principes, y entre otros sabios, se hablaba y a el latín con bastante
pureza desde principios del siglo X I V y mas, después, con el buen
ejemplo de Dante, Petrarca y Bocaccío.
L a s obras mas conocidas de Santo T o m á s son la Suma teológica,
dividida en tres partes, y la segunda en otras dos, primera y segunda:
]acatena á u r e a , que es una compilación de los Santos Padres sobre
los cuatro evangelios; y la Suma contra los gentiles. Compuso tam-
bién el rezo del día del Corpus, donde vemos los sentimientos mas
nobles y sublimes, especialmente en los himnos; aunque también,
según el gusto del siglo, suple la cadencia y a r m o n í a con la rima y
el n ú m e r o de sílabas.

á manera de escolares, sobre cuestiones que no solian tener aplicación alguna. Kste méto-
do,, que en los principios era útil, y lo puede ser para probar una verdad abstracta, ó muy
profunda, y deshacer un sofisma, llevado á todas las materias, dió origen á una infinidad
de divisiones y subdivisiones y cuestiones abstrusas, que necesitaron para su esplicacion
palabras nuevas é ininteligibles, sin otro resultado que ofuscar el entendimiento y fomen-
tar el espíritu de partido, haciendo seguir aún en materias físicas la autoridad de la es-
cuela ó de algún filósofo antiguo. He aquí algunas voces de las menos bárbaras: siopposi-
talitates, passionabüitates, futuritiones, perseitates, coessentiationea, proportionabi-
litates, femineitates, besteitates, etc.
— 305 —

I^ECCIOIV 55.

i.0 R e s u m e n greneral <le l a l i t e r a t u r a l a t i n a y su re-


liar i m i ó ii( o en E s p a ñ a . — 3 . o Antonio <le I^eldrija —3.°
I^uis V i v e s . - 4 . ° I ' e r p i ñ a n —5. ««arela Matamoros —
6.° F e r n a n d o \ u n e ¡ í . el P i n c i a n o . — 7 . ° Melchor Cano.
•—8.° S e p ú l v e d a . — 9.o P e d r o Cliacon. — l O . Antonio
Afirustiu.—11. A r i a s Montano —13. S á n c h e z el B r ó c e n -
se.—13. E l P . M a r i a n a . - I I . M i ñ a n a . — 1 5 . Manuel
M a r t í y otros.

1." Echando u n a rápida ojeada por l a historia, tanto interna


como externa, de la actividad intelectual de Roma,, veremos que
originaria su lengua de varios dialectos, en especial del griego eolio
y del celta, c o n t i n u ó en su áspera dureza, mientras los romanos,
atentos exclusivamente á sus conquistas é intereses materiales, no
tuvieron otras producciones literarias, que poesías populares, grose-
ras y satíricas, c á n t i c a nacionales é himnos religiosos. Desarrollado
luego este germen poético y perfeccionado el oratorio por l a comu-
nicación con l a Grecia, el patriotismo y l a majestad y grandeza
de E o m a , toman, sí, el carácter de la expresión griega; pero conser-
van siempre el de l a dominación esclusiva, que E o m a consiguió, así
por las armas como por l a lengua y las leyes. De esta manera el pue-
blo rey i m p o n í a l a paz á los d e m á s , reduciéndolos a l silencio y á l a
esclavitud, que á su turno vino él después á sufrir, cuando vueltas
sus armas contra sí mismo, solo conservó una apariencia de libertad
en medio de la d e g r a d a c i ó n de los emperadores.
Así l a literatura, ó muda, ó exagerada y aduladora, llega por ú l -
timo á terminar en l a debilidad, l a inacción y la bajeza. Despierta
luego con el cristianismo, y llena de vigor y de vida, aparece no
obstante con una espresion algo innovada; pero que variada por fin
con los matices de muchos pueblos y climas, produce los idiomas ro-
manos del mediodía de Europa.
—m —
L o s sabios renuevan el gusto de la a n t i g ü e d a d ; mas el tiempo y
las necesidades p ú b l i c a s , los progresos de l a civilización y el desar-
rollo de las lenguas modernas hacen mirar á las antiguas, sino como
medios de comunicación ordinaria y c o m ú n , al menos como madres
de nuestra cultura y origen fecundo de perfección y de buen gusto.
Si atendemos á cada uno de los géneros literarios, encontrare-
mos, á pesar de la injuria de los tiempos, en los escritores latinos,
modelos escogidos que seguir é imitar. S i en el género dramático
hallamos solo á Planto y Terencio que oponer á las muchísimas
producciones griegas, el épico, el lírico, el elegiaco, el didáctico y el
satírico nos ofrecen honrosas indemnizaciones en V i r g i l i o , Horacio,
Ovidio, Tibulo, Propercio, Persio y J u v e n a l .
E n la elocuencia, a ú n solo Cicerón equivale á todos los griegos
tanto en la oratoria, como en la filosófica y género epistolar. L a
historia, aunque pocos, nos presenta t a m b i é n los suficientes mo-
delos en la luminosa sencillez de César, en el ingenio y finura de
Salustio, en el candor y afluencia de T . L i v i o y en la filosofía y pro-
fundidad de T á c i t o . L a poética infancia de Poma, su corrupción
con las riquezas del orbe, las violentas é internas sacudidas de las
revueltas civiles y por fin la disolución lenta y degradante del gran
coloso romano y el presentimiento de l a nueva civilización por las
costumbres de u n pueblo virgen: todos estos interesantes y grandio-
sos cuadros tienen su pincel perfectamente apropiado.
Mas si toda esa grandeza de R o m a se desmorona y cae al leve
soplo de los pueblos del Norte, sobrevive sin embargo la perpétua
supremacía que su instrucción y actividad le adquirieran. Peconocida
como capital de la religión universal y divina, y adoptada necesa-
riamente su legislación, como que es la misma r a z ó n escrita, P o m a con-
serva y conservará por su literatura el glorioso renombre « t e c i u d a d
eterna, que por su poder se h a b í a apropiado.
Digamos, pues, con M , Charpentierda literatura latina, religiosa
y popular en su origen, d r a m á t i c a en su primer desarrollo, política
con la república, poética bajo Augusto, filosófica en los primeros s i -
glos del imperio, cristiana en los siguientes, reproduce las fases
diferentes del génio romano, y los diversos cambios de su constitu-
ción moral y política. A ñ a d a m o s t a m b i é n con el mismo: aquí ter-
_ p.oT —
mina la historia de la literatura latina considerada cómó es-
presion de nna srcicdad v i v a y como representante del impe-
rio romano. Pero dsspues de esta existencia, l a lengua latina
tuvo una segunda, que sobrevivió á Roma, y por largo tiempo sirvió
de i n t é r p r e t e á l a edad media que reemplazó al mundo romano.
Estendida por todas partes y mezclándose con los idiomas b á r b a r o s
de los pueblos del Norte se conservó en las Gallas y sobre todo en
Italia. (1) E s t a segunda historia del lenguaje romano, que es la de
la mayor parte de las lenguas modernas, no puede menos de ser muy
interesante.
Mas por ahora dejando esto para otros, terminaremos recorriendo
muy por encima los principales escritores latinos de nuestra patria,
desde el siglo X V en adelante, cuando con la invención d é l a i m -
prenta, y la venida de los griegos á occidente, tomada Coustanti*
nopla, c u n d i ó t a m b i é n en E s p a ñ a , a ú n entre las mujeres, el deseo
de conocer la a n t i g ü e d a d y de poseer sus lenguas. Muchos son los
españoles que se hicieron célebres por su i n s t r u c c i ó n y elocuencia, y
por l a facilidad y elegancia con que se espresan en el idioma latino;
muchos p o d r í a m o s oponer al catálogo que los estrangeros suelen
presentar de los suyos; pero los reducidos límites de esta obra no nos
permiten mas que hablar ligeramente de las obras latinas de los mas
conocidos, asi dentro como fuera de E s p a ñ a . Alfonso García M a t a -
moros, Nicolás Antonio, A n d r é s Scoto, Mayans, Francisco Cerda y
otros, pueden dar pormenores exactos á quienes deseen conocer esta
parte de nuestras glorias nacionales.
2.° E l i o A n t o n i o Nebrissense, natural de L e b r i j a en A n d a l u c í a ,
vivió desde 1444 hasta 1 5 2 2 / L l e v a d o del deseo de aprender, fué á
Italia á los 19 años, y después de haber recorrido casi todas las es-
cuelas p ú b l i c a s , se fijó en el colegio de españoles de S. Clemente,
que en el siglo X I V había fundado en Bolonia el cardenal G i l Carrillo
de Albornoz, y en el cual adquirió grandes conocimientos' en latin,
griego, hebreo y en todo género de estudios. Vuelto á E s p a ñ a cuan-
do se hallaban casi todos poseídos de la afición á libros y al estudio
del latín, ejerció la enseñanza en Salamanca y en Alcalá, con tanta

1. También en España, aunque sufrió la influencia djsl árabe.


— S08 —

aceptación, que nacionales y estrangeros le han colmado de elogios,


atribuyéndole la gloria de haber promovido el primero el buen gusto
en E s p a ñ a . Se admira no solamente la pureza y propiedad de su len-
guaje y la corrección y elegancia de su estilo, sino t a m b i é n la vasta
erudición de sus muchas obras gramaticales, poéticas, históricas,
jurídicas, médicas y sagradas. Son las principales dos décadas, rerum
d Fei-dinando ef Elisaheth gestarumj dos libros de bello N a v a r i e n s i ,
introductiones in linguam latinam, un diccionario y una retórica
compendiada de Aristóteles, Cicerón y Quintiliano; y en español una
g r a m á t i c a de esta lengua dedicada á la reina Isabel, y otra gramática
latina.
3. ° J u a n L u i s Vives, nació en Valencia sobre el a ñ o 14:92 y
m u r i ó en 1541. Desde muy j ó v e n era ya conocido en toda Europa
por su talento, por su erudición, por la capacidad de su juicio y la
facilidad con que manejaba la lengua latina, así en sus obras, como
en sus comunicaciones con los príucipes y los sabios. Sus escritos
son numerosos; pasan de 60 libros, no solamente gramaticales, retó-
ricos y filosóficos, sino t a m b i é n teológicos, morales y ascéticos. Su
crítica es tan fina, su penetración tan profunda y su espíritu filosó-
fico tan acendrado, que aiín hoy son estudiadas sus obras y respeta-
das sus opiniones. Sus siete libros de causis corrupfarum a r t ü a n , los
cinco de tradendis disciplinis, y los ocho de artibus, le grangearon
una gloria inmortal, porque él fué el primero que conoció y comba-
tió con vigor el mal m é t o d o en los estudios, que se hallaba adoptado
en todas las naciones. Son t a m b i é n muy recomendables sus libros
de conscribendis epistolis; los tres de raiione dicendi; los cinco de ve-
rítate fidei christiancB; así como sus comentarios sobre S. A g u s t í n
de civitate Dei, y sus dos epístolas de rattone studiipuerilis dirigidas
á Catalina, reina de Inglaterra, para la i n s t r u c c i ó n de su hija María.
Tanto en estas como en las demás obras, aunque Erasrao, Matamo-
ros y el Brócense, le achacan falta de suavidad, y el uso de algunas
palabras greco-latinas y otras que no se hallan en los buenos auto-
res, sin embargo el mismo Erasmo le concede afluencia y facilidad,
y asegura que si se quitase el título, se creerían sus escritos de los
tiempos de Cicerón y de Séneca.

4. ° Pedro J u a n P e r p i ñ a n , presbítero jesuíta, nació en 1530 en


— 309 —
Elche, en el reino de Valencia, por lo que algunos le llaman V a l e n -
tino, y m u r i ó á los 36 años de edad. Se g r a n g e ó tanta admiración
en Portugal, en F r a n c i a y en Italia por su instrucción y su elocuen-
cia, que se le dieron los mayores elogios; y el francés M . A n t o n i o
Mureto dice: nunquam enim quemqiiam audisti ac ne audies quidem,
ut opinar, i n q m m i l l u d de Nestwe dogium melius cotiveniret- cvjus
ex ore melle dulcior fluehat oratio. "Walchio le llama maximus elo-
quentice jjriscm, cultce latinitatis autor et vindex; pero su mayor m é -
rito está en haber aplicado tan felizmente la elocuencia de Cicerón
á las doctrinas cristianas. A d e m á s de algunas cartas, y la v i d a de
Sta. Isabel, reina de Portugal, escribió diez y ocho discursos que
p r o n u n c i ó en Coimbra, P o m a , L i o n y P a r í s . Los principales son:
de rethorica discenda, de avila dicendi laude recuperanda, de Deo uno
et trino y los cinco de retmenda veteri religione que dijo en P a r í s ;
en los cuales, como dice Cerdá, preciso es que [confiesen los que le
lean, que, cual otro Pericles, r e l a m p a g u e ó , t r o n ó y c o n m o v i ó toda
la ciudad.
5.° Alfonso G-arcía Matamoros, nació en Villarosa, diez leguas
de Sevilla, en los primeros a ñ o s del siglo X V I . E n 1519 fué á con-
tinuar sus estudios á Valencia, y concluida la filosofía y teología,
recibió de los de J á t i v a el encargo de e n s e ñ a r g r a m á t i c a y retórica.
E n 1540 t o m ó en V a l e n c i a los grados de bachiller y de maestro en
artes, y dos años después obtuvo una c á t e d r a de r e t ó r i c a en Alcalá,
en cuya Universidad enseñó hasta el año 1572 que m u r i ó . A d e m á s
de algunos discursos, que se han perdido, y uno que p r o n u n c i ó en
el doctorado de D . Diego Sobaños, en Alcalá, compuso una A p o l o -
gía de adserenda hispanorum eruditione, en l a que expone brevemen-
te los elogios y h a z a ñ a s de los españoles en paz y en guerra, que se
hallan en los antiguos escritores, y pasa después á vindicar de las
injurias de los extrangeros á nuestros hombres de letras. P u b l i c ó
t a m b i é n escolios sobre el libro á.0 de L e b r i j a , un methodus cons-
tructwnis, uua r e t ó r i c a titulada de ralione dicendi l i b r i dúo, u n tra-
tado de recle i n f o r m a n d i stili ratione, y uu libro de methodo cotuno*
na?idi, en el que recomienda no solo el estudio de los Santos Padres
sino t a m b i é n el de D e m ó s t e n e s y Cicerón y otros oradores profa-
nos. Matamoros por su afluencia, por su elegancia y majestad, ha
— 310 —
sido siempre considerado, como uno de los mejores imitadores." ele
Oiceron. Natural, noble y armonioso habla siempre con esmero'V
oportunidad.
6.° Fernando N u ñ e z , llamado el P i n c i a n o , por ser natural de
Yalladolid, era de la ilustre familia de los G-uzmanes, y floreció eti
la primera mitad del siglo X V I . Desde joven se aficionó al estudio del
griego, y fué á Bolonia, donde hizo grandes progresos, tanto en
aquella lengua, como en la latina. De vuelta á E s p a ñ a c o n t i n u ó sus
estudios, comprando cuantos libros griegos ge v e n d í a n ; lo que mo»
vio al cardenal J i m é n e z á encargarle que trabajase en la B i b l i a po-
liglota. H i z o en l a mayor parte la versión latina de los 70 intérpre-
tes. Condecorado ya con l a cruz de Santiago, sucedió en la ense-
ñ a n z a del griego á Demetrio Lucas Cretense; y trasladándose luego
á Salamanca, obtuvo la c á t e d r a de r e t ó r i c a y lengua griega, y la
desempeñó, enseñando griego por la m a ñ a n a y latín por la tarde.
L u c i o Marineo Sículo le tenia por mas docto que al mismo Lebrija
y Justo L i p s i o se lamenta de que no fuese mas conocido, atribu-
yéndolo á sus ocupaciones propias para dar mas fruto que fama.
A pesar de tan penoso trabajo, hizo en los ratos de descanso varias
esposiciones sobre Pomponio M e l a , Séneca el filósofo y C . P l i n i o , en
donde se vé la facilidad y pureza en el lenguaje, y la claridad y senci-
llez en el estilo. Escribió t a m b i é n en castéllano. M u r i ó de mas de 90
años en 1553, y fué llevado al sepulcro en hombros d e s ú s discípulos.
7.° Melchor Cano, religioso del orden de Sto. Domingo y obispo
de Canarias, asistió al concilio de Trento. A sus grandes conocimien-
tos en a n t i g ü e d a d e s sagradas y profanas, y á su cultura y sana crí-
tica, u n í a una piedad cristiana y una inocencia admirables. Enseñó
teología en Salamanca; y m u r i ó en Toledo en 1560, dejando además
de otros escritos, su obra p ó s t u m a de locis ilmlogicis, incompleta,
en doce libros, que le g r a n g e ó una fama universal, con elogios hasta
de sus antagonistas,- escepto en la censura que hace de los diálogos
de S. Gregorio, y de la historia de Inglaterra de Beda, en que le
tachan algunos de bastante rígido. M a s por la pureza y propiedad
de su dicción, y por l a naturalidad y elegancia con que se expresa,
merece á juicio de todos, que se le propongan por modelo los escri-
tores de teología y materias eclesiásticas.
^ ^ ¿ ^ J T O I Q-iués Saplilveda, natural de Pozo Blanco, provincia
loba, fué uno de los mas doctos eu griego y latin, y de los
*^>fíms elocuentes del siglo X V I . Vivió desde 1490 hasta 1573. E s t u -
dió filosofía y teología en Alcalá, y después fué á Bolonia, donde
perfeccionó sus conocimientos, así en las ciencias sagradas y profa-
nas, como en las lenguas griega y latina, adquiriéndose mucha
gloria y celebridad por su elocuencia culta y vigorosa. E n R o m a
contrajo luego relaciones con muchos sabios y mantuvo correspon-
dencia epistolar con Erasmo, que en su Ciceroniano le reconoce,
como uno de los primeros imitadores de Cicerón. Nombrado por
Cárlos V su cronógrafo, siguió la córte, y vuelto á E s p a ñ a , tuvo
parte en varios negocios públicos. Sus obras son filosóficas, políticas,
morales, históricas y cartas. E n 1780 fueron publicadas en cuatro
tomos en 4.°, bajo la dirección de la Academia de la historia. L a s mas
notables son: dsjustis h e l l i m u s í s contra Indos suscejjti; tres libros
de fatoet Ulero arbitrio, QVL los que s e g ú n Medina, se hallan la
elocuencia de Cicerón, l a filosofía de Aristóteles y l a pureza de u n '
corazón cristiano. T r e i n t a libros de rebus Coroli V y siete de novo
orbe, en los cuales i m i t a la pura y c á u d i d a afluencia de T , L i v i o .
Su estilo en general es claro, suave, fluido y armonioso, cual es
propio de l a elocuencia dulce y tranquila de la historia.
9.° Pedro Chacón nació en Toledo en 1527, y después de los
primeros estudios, p a s ó á Salamanca, donde fué admirado de todos
por sus rápidos progresos en las ciencias. F u é luego á E o m a , y
su fama le hizo conocer del papa Gregorio X I I I quien le a g r e g ó á
los sabios, encargados de revisar y publicar los libros sagrados, y
le confirió u n beneficio en Sevilla. Se dedicó luego á ilustrar los
autores antiguos sagrados y profanos, como S, Isidoro, S. Casiano,
Arnobio, M i n u c i o F é l i x , Tertuliano, V a r r o n , César, Salustio, P l i n i o ,
M e l a y otros, en cuyos trabajos m a n i f e s t ó l a mas sana crítica y la
rara facilidad de ponerse en el lugar del escritor y penetrar su pensa-
miento. Así es que se le dieron los dictados de eruditísimo y doctí-
simo,- y J u a n N i c i o Erythreo le llama tesoro lleno y rio perenne de
todo género de doctrina. M u y inteligente en a n t i g ü e d a d e s , explicó
un calendario romano grabado en m á r m o l eu tiempo de Augusto, y
la inscripción, de la columna rostrata de C . Duilio, y escribió u n
312 —

tratado de ponderibus, mensuris et nummis j otro de romano tri-


dinio. Conocido y apreciado de todos por l a noble afabilidad con
que comunicaba sus profundos trabajos y vigilias, sin vanidad ni
esperanza de recompensa, m u r i ó en R o m a en 1581. Escribió también
en castellano,
10. Antonio A g u s t í n , de Zaragoza, dotado de un profundo in-
genio, de sano juicio y de una singular erudición, se adquirió mucho
crédito por su conocimiento de la a n t i g ü e d a d , y por su vasta ins-
trucción en el derecho y en las leyes romanas. E s t u d i ó en Alcalá,
en Salamanca y en Bolonia. Según A n d r é s Scoto, parecía que ha-
blan resucitado Paulo, Ulpiano y Papiniano. Conocía perfectamente
á Grecia y E o m a , é ilustró el derecho c i v i l y pontificio con tal
acierto, que en su tiempo le tenían por el primero de los juriscon-
sultos. Su pureza y elegancia en el lenguaje eran propiamente de
un romano, mas bien que de un español. Sus obras son numerosas
y llenan ocho volúmenes. Obtuvo cargos m u y honoríficos: magistra-
do en Roma, fué luego nombrado obispo de A l i f a en Italia, después
de L é r i d a y por ú l t i m o arzobispo de Tarragona, donde m u r i ó de 70
años en 1586.
11, Benedicto Arias Montano nació en Pregenal d é l a Sierra,
provincia de Badajoz, y se crió en Sevilla, donde hizo los primeros
estudios. Cursó después en Alcalá las ciencias sagradas, y conocien-
do l a necesidad de las lenguas orientales, se dedicó de lleno al grie-
go, hebreo, siriaco, caldeo y arábigo. De esta suerte se concilió el
favor de M a r t i n Pérez de Ayala, á la sazón obispo de Segovia, quien
le llevó en su c o m p a ñ í a en el tercer viage al concilio de Treuto,
siendo ya sacerdote de la órden de Santiago. Allí Montano se atrajo
la admiración de todos, por su inmensa erudición, por su pericia en
la» lenguas, por su grande elocuencia y por la facilidad y majestad
de sus versos. Vuelto á su patria, se propuso v i v i r retirado de los
negocios, leyendo y meditando los sagrados libros. C o n este fin se
hallaba en Aracena, 14 leguas de Sevilla, cuando Felipe I I le llamó
para enviarle á Plandes, á revisar y d i r i g i r la edición de la Biblia
en la impreuta Plantiniana. Concluida esta comisión, fué á Roma
y ofreció su obra al papa Gregorio X I I I con un elegante discurso.
Honrado después en E s p a ñ a por el rey, recibió el encargo de en-
— 313 —
señar á los inouges del Escorial. Mas como nuuca faltan, envidiosos
á los hombres grandes, Montano tuvo que ir á defenderse á Roma
sobre ciertos pasages de la B i b l i a , y por fin consolado con el testi-
monio de su conciencia y con la lectura de los libros santos, pasó el
resto de sus dias en Sevilla, donde falleció en 1598 ó en 1(500. Pe-
q u e ñ o de cuerpo, pero bien formado, hacia una sola comida por la
noche, tomando u n a especie de colación á mediodía. Se abstuvo
siempre del vino, y empleaba todas las horas del dia en ejercicios
de piedad y en los estudios. E n los dias de ñesta solia sustituir la
explicación de los libros sagrados con alguna poesía t a m b i é n sagra-
da, ú otra composición amena. F u é uno de los primeros poetas de su
tiempo, y a ú n tenemos sus cuatro libros de retórica en verso. L a s
demás obras son casi todas sobre la E s c r i t u r a ó sobre a n t i g ü e d a d e s
hebreas, y varios himnos y poemas sagrados con algunos escritos
en castellano.
12. Francisco Sánchez, llamado el Brócense, por haber nacido
en L a s Brozas, en Estremadura, vivió desde 1525 hasta 1601. E s -
t u d i ó filosofía y teología en Salamanca; pero toda su atención se la
llevaron las bellas letras, y desde 1554 enseñó en aquella ciudad
retórica, latin y griego, empleando el tiempo que le quedaba en l a
composición de varias obras. E n 1776 fueron impresas en G-inebra en
cuatro tomos en 8.°, y puede considerarse, como el 5.° su M i n e r v a ,
de la que se han hecho muchas ediciones. Justo L i p s i o llama á
Sánchez el Mercurio y el A p o l o de E s p a ñ a ; Scioppio dice que fué
u n v a r ó n admirable por su i n s t r u c c i ó n en todas las ciencias divinas
y humanas; y otros muchos hacen t a m b i é n su elogio. E s c r i b i ó ins-
tituciones de g r a m á t i c a latina y griega, de arte dicendi, interpreta-
ciones de varios autores antiguos y modernos, y el Pentecontharco ó
quinqxmginta m i l í t u m ductor. Pero entre estas y sus d e m á s obras,
tanto latinas como castellanas, sobresale por su m é r i t o y por su
fama la M i n e r v a , ó de causis l i n g i m latinee, que ha sido anotada por
Scioppio y Jacobo Perizonio. Con ella hizó u n importante servicio
ú las letras humanas, abriendo el primero una nueva senda para la
enseñanza de la g r a m á t i c a por un m é t o d o filosófico. Destierra una
gran porción de errores, y persigue hasta con encarnizamiento á los
g r a m á t i c o s rutinarios, que r e d u c í a n su arte á miles de reglas em-
21
— 314 —

brolladas é innecesarias. E s una obra admirable por la pureza de su


lenguaje y por l a fuerza y sagacidad de su raciocinio; pero á veces
t a m b i é n se deja llevar demasiado de su riguroso filosofismo, y se
necesita bastante instrucción, para sacar fruto de su lectura.
18. J u a n de Mariana, sacerdote de la c o m p a ñ í a de J e s ú s , nació
en 1535 ó 3G en Talavera de la Reina. Estudiaba á los 17 años en
Alcalá, cuando se retiró del siglo á la nueva fundación de S. Ignacio
de Loyola. E n breve estudió latin, griego y bebreo é bizo muy no-
tables progresos en filosofía y teología. E n 1561, fué enviado á Ru-
ma donde enseñó las sagradas letras por espacio de cuatro años;
luego por otros dos eu Sicilia, y desde 1569 cinco en París con
grande celebridad, esplicando á Santo T o m á s . Su salud quebrantada
le obligó á volver á E s p a ñ a , y se r e t i r ó á Toledo basta el 1623 en
que m u r i ó . Son mucbas las obras de Mariana, y así como unas le
merecieron grandes elogios, otras le ocasionaron fuertes persecució-
«nes. Son las mas notables tres libros de mor te et inmortalitate; de mu-
íátione monetce, de cuyas obras provinieron sus mayores disgustos;
otras tres de rege et regis institutione; de ponderibus et mensuris,
siete tratados, y a teológicos, ya bistóricos, y su historia de relus H i s -
panice en treinta libros, que después p u b l i c ó t a m b i é n en castellano-
Su estilo grave y elegante es una i m i t a c i ó n de César, Salustio y T á -
, cito. Sigue del primero l a naturalidad y la elección de las palabras,
del segundo adopta perfectamente l a rapidez y l a concisión, y final-
mente toma del tercero l a profundidad de las sentencias y l a abun-
dancia de pensamientos políticos. S u imparcialidad es estremada,
basta el punto de que á veces se creería que no era español. S i se le
nota que narra mucbos portentos, que omite bechos de importancia
y que no tiene su historia todo el carácter filosófico que debe; ya
dice el mismo que refiere lo que eucuentra y mas de lo que cree, y
que su intento mas que escribir una historia, era recoger y poner
en buen orden los materiales necesarios para ella; además de que la
historia en su tiempo, cómo todos los géneros de literatura, eran i m i -
taciones de los antiguos.

14. J o s é M a n u e l M i ñ a n a , nació en Yalencia en 1671. E n t r ó de


joven en la órden de religiosos trinitarios, y después de los estudios
de humanidades, fué enviado á Nápoles, donde se perfeccionó en el
— 315 —
l a t i n . E j e r c i ó la e n s e ñ a n z a de esta lengua por espacio de ouatfo
años en L i r i a , otros cuatro en Sagunto, y finalmente la de retórica
en la Universidad de Valencia. E e n u n c i ó este cargo para darse de
lleno á l a composición de la historia, en l a cual estuvo ocupado has-
ta 1730, ú l t i m o a ñ o de su v i d a . Escribió varias cartas, un poema
de Sagunti excidio, un diálogo de theatro Saguntino, otro de G i r c i an-
tiquüate et ejus e x t r u d u r a ; tres libros de iello rústico Valentino, en
los que se hace notar su imparcialidad y su estilo Salustiano; pero
el trabajo mas importante fué la continuación de l a historia de M a -
riana, desde l a muerte de Fernando el Católico hasta el a ñ o 1600,
S u estilo tiene la elegancia y gravedad de Mariana á quien procura
asemejarse;.pero t a l vez le esceda en l a propiedad y suavidad de la
dicción, que supo adquirirse con la continua lectura de los clásicos
latinos; en especial de Planto, de cuyas comedias recitaba una todas
las noches antes de acostarse.
15. Manuel M a r t i , deán de Alicante, nació en Oropesa en 1663,
E s t u d i ó en Caslona los primeros rudimentos del latin^ y en V a l e n -
cia l a filosofía y teología, dedicándose á l a vez á las bellezas de l a
poesía. A los 28 a ñ o s fué á E o m a , donde aprendió el griego y el he-
breo, y publicó algunas poesías que llamaron l a atención del carde-
n a l J o s é Saenz Aguirre, el cual le e n c a r g ó el cuidado de su biblió-
.teca. Entonces le a y u d ó en su colección de los concilios de E s p a ñ a ,
y t r a b a j ó en la Mbliotheca vetus de Nicolás A n t o n i o . Así empleaba
el tiempo en ocupaciones literarias y en el exámen de la a n t i g ü e d a d ,
hasta que á los diez años de ^ u permanencia en E o m a , obtuvo el
deanato de A l i c a n t e . S u salud le obligó á dejar esta ciudad y d i r i -
girse á Valencia y luego á M a d r i d , donde pasó siete años entre l i -
bros y a n t i g ü e d a d e s . H i z o t o d a v í a otros viajes á Sevilla, á M a d r i d ,
á Alicante, á E o m a , haciéndose en todas partes apreciar por su eru-
dición. Eetirado por fin á Alicante, agobiado de los años, poseído
de melancolía, y a por causa de sus males, ya porque no podia bus-
car consuelo en las letras, por su poca vista y un humor ardiente qiie
le finia de los ojos, vendió á u n inglés su librería, con cuyo motivo
compuso unos endecasílabos muy sentidos y tiernos. Por esté tiempo
i n t e r r u m p i ó su correspondencia con muchos sábios españoles y ex-
tranjeros, dejando'finahnente de existir en 1737. Manuel M a r t í te-
— 816 —
nia u n ingenio fecundo y agudísimo, una memoria feliz, y u n juicro
penetrante y recto. Manejaba mucho á Cicerón, Terencio y Plauto,
cuyos chistes solía imitar con mucha gracia. Quemó casi todas sus
composiciones de l a juventud, y solo nos quedan de sus obras doce
libros de cartas, muy apreciables, tanto por la variedad de materias,
como por su estilo gracioso y natural. Suele intercalar algunos epi-
gramas en que i m i t a á M a r c i a l , endecasílabos por el estilo de los de
Catulo, y' elegías siguiendo á Propercio. A sus cartas suele acompa-
ñ a r u n tratado de anirni affedionihus y u n discurso agudísimo y
lleno de chistes, de crepitu ventris a d P . P . crepitantes, en el cual es
admirable la erudición, el donaire y la elegancia. E s muy notable
la elegía al cofre ó baúl que le a c o m p a ñ ó en sus viajes.
Hemos llegado al t é r m i n o de nuestras tareas, y ú n i c a m e n t e aña-
diremos que en el siglo pasado florecieron muchos literatos que usa-
ban el l a t í n con elegancia en prosa y verso, como D . Gregorio Mayans
. y Sisear, D , Francisco Pérez Bayer, D . Mateo A i m e r i c h , D . Casimiro
Gómez Ortega, D . A n t o n i o Barrio, D . Francisco Cerdá y otros. A ú u
en nuestros días p u d i é r a m o s citar algunos, que escriben no solo en
prosa, sino poesías de varios géneros con facilidad y pureza, fluidez
• y a r m o n í a . Solo se necesita que el gobierno de S. M . proteja los es-
tudios de las lenguas sabias, para que los ingenios españoles ocupen
el lugar que a l g ú n tiempo han tenido en l a república de las letras.

mam mmi FIN.


• WA.M.jL»«»r;).o

ADVERTENCIA.

Debo manifestar á mis lectores que he procurado conformar


este libro con el plan y método que en su programa de Literatura
latina sigue m í querido maestro, el sabio c a t e d r á t i c o de l a U n i -
versidad de M a d r i d , Sr. C a m ú s .
P R O L O G O , páginas VII y VIII.
LECCIÓN i.a—1,0 Literatura en general, página 1.—2•0 Literatura latina,
2.—3.0 Objeto de esta asignatura, 2 . — S u relación con las demás, 3.-^—
5.0 Utilidad de su estudio, 3.—6.° Conocimientos que deben precederle, 4.
LECCIÓN 2.a—1.0 Origen de la lengua latina, 4 . — 2 ' ° Su desarrollo con el
engrandecimiento de Roma, 5-—3.0. Su mayor cultura y esplendor en el siglo
de Augusto/5.—4.0 Su corrupción, 5.—5.0 Su restauración, 6,— 6.* Sude-
cadencia, 6. — 7.0 Su estado actual, 7. — 8.° Utilidad de su estudio, 7.
LECCIÓN 3.a—r.' Secciones en que conviene dividir la literatura latina, g.—
2 0 Sus diversas edades y épocas, g.—3.« División de S. Isidoro, 10,—4.0
Del cardenal Adriano y Juan Clerc, 10.—5.0 De Juan Nicolás Fundió y otros
críticos, 10.—6.° Duración de estas edades, 11.—7'0 Carácter general de
cada una, especialmente en la poesía, II.
LECCION 4.a. — i.0 Primera edad de la literatura latina y fragmentos que de
• ella nos restan, 12.—2.0 Cantos arvales y sallares, I2.r—J.0. Capto»fescen-
ninos, 14.—4.' Leyes regias, tribunicias y descemvirales,: 14..-»-5.".Comedias
atelanas, 15.—6.° Inscripciones, 16,— 7.0 Examen de e^tos fragmentos y co-
tejo de su lenguaje con el puro latino, 18. — 8.° La elocuencia y la histo-
- ria-, i'8 , .; i .
LECCIÓN 5.8—r.' Segunda edad de la literatura latina, 19.—-2.° Poetas y g é -
neros que cultivaron, 20.—3.0 Livio Andrónico, 20 —4,0 Ennio, el príncipe
de los poetas antiguos, 21. — 5.0 Breve noticia y examen de los fragmentos de
estos autores, 22. — 6.° Se resienten de la primitiva rudeza de la lengua, 22.
LECCIÓN 6.a—i.0 Nevio, Planto, Cecilio y Afranio, 23.—2.0 Noticia de sus
obras, 24.—3.0 Plan y enredo de las comedias de Plauto, 24. — 4.0 E l Am-
phitrion, la Aululalia, 25.—5.0 Carácter de Plauto, 2 6 . - 6 , ' Mérito de su
— 818 —

dicción y estilo, 26. — 7-0 Pintura de los caracteres, 27.—8.° Diferencias de


las comedias griega y latina, 27.
LECCIÓN 7.a—i.0P. Terencio Africano, 28.—2.0 Noticia y plan de sus come-
dias, 28,—3.0 L a Andria y el Heautontimorúmenos, 29.—4." Carácter de
Terencio, 30.—5'0 Mérito de su dicción y estilo, 31.—6.° Defectos que
notan los críticos, 31.—I,0 Comparación de este poeta con Plauto, 31.
LECCIÓN 8 . a — 1 ° Pacuvio y Accio, 32.—2.n Turpilio y Atta, 33.—3.0 L .
Pomponio y Q. Novio, 33,—4.0 Lucillo y sus sátiras, 33.—5.0 Historia de
de la sátira; sátiras menipeas ó varronianas, dichas así de M . Terencio Var-
ron, 34.—6.° Noticia de otros escritores de este tiempo, 35.
LECCIÓN 9.a—I."Tito Lucrecio Caro, 35.—2.° Noticia y asunto de su obra,
36.—3.0 Plan y su desempeño, 36.—4.0 Trozos y descripciones mas nota-
bles, 37.~5'0 Lenguaje y metrificación de este poeta, 38,
LECCIÓN 10,—i.0 L a elocuencia y su carácter en la segunda época de la li- •
teratura latina, 38.—2.0 Historia, 38.—3.0 Filosofía, 40.—4.0 Gramáti-
ca, 41,
LECCIÓN I I.—1.0 Ojeada sobre la adolescencia de la literatura latina, 41.—
2 . ° Su virilidad ó edad de oro, 42.—3.0 Causas del rápido desarrollo de la;
literatura á la muerte de Sila, 43.—4.0 E l teatro en Roma durante el siglo de
oro, 44. — S-0 Pantomimas y mimos, 44.—6.° Poesía dramática: la tragedia y
la comedia, 46.
LECCIÓN 12.—1.« Cayo Valerio Catulo, 47.—2.0 Noticia y clasificación de sus
obras, 47.—3.0 Cualidades que sobresalen en sus composiciones, 48.—4.0
Lenguaje y versificación, 48.
LECCIÓN 13.—I.0 Elegía y poetas elegiacos latinos, 48,—2.0 Tibulo, 49.'—
3.0 Sus obras^ 50.—4,0 Propercio, 51.—5.0 Sus obras, 5 1 ,•—6.0 Juicio com-
parativo de Tibulo y Propercio, 52. •
LECCIÓN 14.—i.0 Q. Horacio, 53.—2.0 Sus poesías líricas, 54.—3.0 Sus va-
: rías clases, 55.—4.0 Sus diversos nombres, 56.-T-5 o Sublimidad y bellezas
de algunas, 56.—6 0 Lenguaje y versificación, 57.
LECCIÓN 15.—1.0 Sátiras de Horacio, 58.—2.0 Epístolas, 59.—3.» Diferen-
cias entre las sátiras y las epístolas, 59-—4.° Estilo y versificación, 60;—
5.0 Epístola á los Pisones, llamada Arte poética, 60*—6.° Carácter de Ho--
racio, 60.
LECCIÓN 16.—-I." Nacimiento y padres de Virgilio, 6r,—2.0 Estudios de su
niñez, 61.—3.0 Ingenio y dotes poéticos, 62.—4.0 Composiciones de su ju-
ventud, 63.—5-0 Edad en que compuso las églogas, 64.—6,° Motivo de
las Geórgicas, 64.—7,0 Tiempo y lugar en que se compuso la Eneida, 64,—
&.0 Muerte de Virgilio, 64.
— 319 —

LECCION 17. — 1.0 Eglogas de Virgilio, 6 5 . — 2 , " Objeto de las églogas, 65.—
3.0 Formas bajo las cuales pueden presentarse, 66.—4. «Asuntos de las églo-
gas, 66.—5.0 Comparación de Teócrito y Virgilio, y o - - ? . 0 Su dicción, es-
tilo y versificación, 71.—8.° Algunos pensamientos imitados por casi todos
los poetas bucólicos , 7 1 .
LECCIÓN 18. — j . ° Geórgicas de Virgilio, 72.—2.0 Su plan, 73.—3.0 Su estilo
y versificación, 73.—4.0 Análisis del libro I, 73. — Análisis del libro II,
75.—6.° Libros III y IV, llamados por algunos pastoriles, 77.—7.0 Análi-
sis de estos libros, 78•—8^0'Reflexiones sobre algunas descripciones ó imáge-
nes del poema, 82.—9.0 Naturalidad de los episodios, 82.
LECCIÓN 19,—i.0 Eneida de Virgilio, 83.—2.0 Su plan, 83.—3.0 Argumento
de los seis primeros libros, 84.—4.0 Comparación con l a Odisea de Home-
ro, 87.—5.0 Argumento de los seis últimos libros de la Eneida, 88.—6.°
Comparación con la Iliada, 92. — 7,0 Episodios y su enlace con la acción
principal, 93.—8.° Pasajes mas notables. 93.—9.0 Caractéres, 93.—10.
Estilo y versificion, 9 4 . — i r . Razonamientos y diálogos, 94,—12, Artificio
y máquina, 94.—13. Defectos principales, 95.
LECCIÓN 20.— i.0 Ovidio, 96.—2.0 Clasificación de sus obras, 98.—3.0 Poe-
mas narrativos. — Metamorfosis, 98.—4.0 Los Fastos, 99.
LECCIÓN 21. — i.0 Poemas didácticos, 100.—2.0 Elegías, 101.—3.0 Heroidas
y otras obras de Ovidio, 102.—4.0 Dotes y defectos generales de este poe-
ta, 103.—5.0 Ligera comparación de los elegiacos latinos, 103.
LECCIÓN 22.—i.0 Plistoriadores del siglo de oro, 104.—2.0 Julio César, 104.
—3.0 Sus obras perdidas, 106.—4.0 Sus comentarios, 106. — 5,0 A . Hircio
y Oppio, 107.—6.° Mérito de los comentarios, 107.—7.0 Defectos que no-
tan los críticos, 108.
LECCIÓN 23.—I," Cornelio Nepote, 109.—2,° .Sus obras perdidas, l i o . — 3 . 0
Sus escritos que existen, lio.—4.0 Su mérito, 111 —5." Sus defectos, 112.
—6.° Sus errores históricos, 112.
LECCIÓN 24.— i.0 Salustio, 113.—2.0 Noticia de sus obras, 114—3.0 S u m é -
rito, 115.—4.0 Sus defectos, 116.—5.» Breve resumen sobre Salustio,, 117.
—6.° Asinio Polion, 118.
LECCIÓN 25.—1.° T . T.ivio, 118. — 2.0 Sus obras, 119.—3.0 Su mérito, 120.
—4.0 Sus defectos, 121.—5.0 Su Patavinidad, 122.—6.° Trogo Pompeyo
y Verrio Flaco, 122.—7.0 Mésala Corvino y otros historiadores, 123.—
8.a Diarios ó acta urbana, 123.
LECCIÓN 26.—i.0 M . Terencio Varron. Su vida, 124. — 2. Su fecundidad li-
teraria, 124.—3.0 Varron como historiador, 124.—4.0 Otras obras d i d á c -
ticas, 125.
— 320 —

T/ECCION 27.—i." Elocuencia y su carácter eu la tercera época d é l a literatura


latina, 126.—2.0 I>a oratoria según el libro do clarls oratoribus de Cicerón,
126.—3.0 Hortensio, 138.—4.0 César como orador, 138.—5.0 Método de
los romanos en sus estudios, 138.—6.° L a elocuencia, 139,
LECCIÓN 28. — i.0 Lagramática en el siglo de oro, 139.—2.0 La Jurisprudencia,
140.—3.0 I-as matemáticas y la arquitectura, 140.
LECCIÓN 29. — i.0 Cicerón en su niñez y adolescencia, 141'—2.0 Su ingenio y
ejercicios literarios, 142. —3.0 Sus dotes oratorias, 143. — 4.0 Su juventud y
' cargos públicos^ 143.—5.0 Ultimo tercio de su vida, 145.—6.° Elementos
que concurrieron á formar este orador, y su comparación con Demóste-
nes, 146.
LECCIÓN 30.— i.0 Clasificación de las obras de Cicerón, 147.—2.0 Sus frag-
mentos poéticos, 147.—3.0 Sus obras retóricas, 148. — 4.0 Retórica dedica-
da á Herennio, 148.—5.° Los libros de inventione rethorica, 148.—
6.° Tres libros de oratore, 149.—7.0 Brutas ó de claris oratoribus, 151.—
8.0Orator óde óptimo dicendi, 151.—9.0 Parütiones oratoria;, 152,—lo. Los
Tópicos, 152. —11. L e óptimo genere oratorum, 152,
LECCION 31.—i.0 Discursos de Cicerón hasta el consulado, 153.—2.0 Discur-
sos después del consulado, 156.—3.0 Diferencias por el asunto y por el
estilo, 158.—4.0 Cuales son los mas notables, 159.
LECCION 32.— i.0 Filosofía entre los romanos, 159.—2.0 Clasificación de las
obras filosóficas de Cicerón, 159.—3.0 Sus obras jurídicas y políticas, 160,
—4,0 Cuestiones académicas, 161. — 5.0 Libros de finibus, 161.—6.° Cues-
tiones tusculanas, 162.—7.0 De natura Deorum, de divinitate, de fato, 162.
8.° De officiis, de senectute, de amicitia, paradojas, 163.—9.0 Fragmentos
de otras obras, 164.
LECCION 33.—i.0 Epístolas de Cicerón, 164.—2.0 Clasificación por el asunto
y por el estilo, 165.—3.0 Mérito de estas cartas, 165,—4.0 Sus colecciones,
165.—5.0 Romanos cuyas cartas se hallan entre las de Cicerón, 166.—
6.° Imitadores de Cicerón, 167,
LECCIÓN 34,—i:6 Cuarta edad de la literatura latina, 168.—2.0 Géneros poé-
ticos que comprende, 169.—3.0 Causas de la decadencia de la poesía, 169.
—4.0 Phedro y sus fábulas, 170.—5.0 Su carácter, 170.—6.° Su estilo y
versificación, 170. — J.0 Moralidad y utilidad de sus fábulas, 171.
LECCIÓN 35.—i.0 Lucio Arinéo Séneca, 171.—2." Su moralidad, 172.:—

3.0 Tragedias que se le atribuyen, 173.—4.0 Análisis del Edipo, /74-


LECCIÓN 36. — i . 0 M . Anneo Lucano, 176.—2." Plan de la Pharsalia. 177'—
3.0 Caractéres, 178.—4.0 Episodios y pasajes mas notables, 178.—5i0
mérito y estilo: Sus principales defectos, 179.—6.° ¿Fueron los españoles los
corruptores del buen gusto?, 180
— 321 —

LECCIÓN 3 7 . - 1 . 0 Valerio Flaco, 180.—2.0 Su argonauticon, 181.—3.0 Silio


Itálico, 181.—4.0 Su poema de bello púnico, 182. —5.0 Stacio, 182.—
6.0 Sus obras. Pasajes mas notables, 183 —7.0 Mérito comparativo de estos
poetas, 184.
LECCIÓN 38.—1.0 Persio, 184—2.0 Sus sátiras, 185.—3.0 Su estilo y carác-
ter, 186.—4.0 Marcial, 186. —5.0 Sus epigramas, 1S7.—6.0 Juvenal, 188.
7.0 Sus sátiras, 188.—8.» Sirlpicia satírica, 189.
LECCIÓN 39.—1.0 L a historia, 189.—2." Veleyo Patérculo, 190.—3.0 Vale-
rió Máximo, 191.
LECCIÓN 40.—i.oCornelio Tácito, 192.—2.0 Sus obras, 193.—3.0 Vida de
Agrícola, 193.—4.0 Su obra sobre Germania, 194.—5.0 Sus historias y ana-
les, 194.—6.0 Breve juicio de Tácito, 195. —7.0 Su estilo, 196.—8.° Algu-
nas faltas que se le achacan, 196.
LECCIÓN 4 1 , - 1 . 0 Q. Cürcío, 197.—2.0 Su historia, 19S.—3.0 Su mérito,
199. —4,0 Su estilo, 199.—5.o Sus errores y defectos, 200.—Sus arengas,
200. —7.0 Suetonio, 201.—8.° Sus obras, 201,— 9.0 Su mérito, 201.—
10. Su estilo y lenguaje, 202.—11. Anneo Floro, 202.—12. Estilo de su
historia, 203.—13. Otras obras que se le atribuyen, 203.—14. Justino, 204
— 15. Mérito de sus obras, 204.
LECCIÓN 42, — i.0 L a elocuencia, 206.—2,0 Causas de la corrupción de la
elocuencia, 207. —3.0 M . Anneo Séneca, 207.—4.0 Estilo y mérito de sus
obras, 208.— 5.° M . Porcio Latron, 209. — 6 0 Rutilio Lupo y otros retó-
ricos, 209.
LECCIÓN 43. —1.0 Quintilíano, 210.—2.0 Sus obras, 210. — 3.0 Plan y mérito
de sus Instituciones oratorias, 211.—4.0 Su dicción y estilo, 212.—5.0 Diálo-
go de los oradores, 213.—6.° Plinio el joven, 214.— 7.0 Sus cartas, su pa-
negírico, 215.
LECCIÓN 44, —i.0 Obras filosóficas de Luccio Anneo Séneca, 217.—2.0 Su
mérito y estilo, 318.
LECCIÓN 45.—1.0 C . Plinio el naturalista ó el mayor, 220. — 2,° Sus obras,
220.—3.0 Mérito de su historia natural, 222,—4.0 Su compilador Julio
Solino, 222.—5 0 Columela. Sus libros de re rustica, 222.—6.0 Pomponio
Mela, 222.—7.0 Estilo de la obra, 223. — 8." Julio Frontino y sus
obras, 223.—9.0 Otros escritores, 224.—10. L a medicina: Cornelio Celso y
Scribonio, 225.—II. Apicio Celio y Julio Obsequens, 225.
LECCIÓN 46.—I-P Quinta edad de la literatura latina, 226.—2.° Causas de la
extinción del buen gusto y confusión de los géneros, 227.— 3.0 Poetas gen-
tiles: el emperador Adriano y Floro: Dionisio Catón, 227.—4.0 Claudiano,
228, 5.0 Terenciano Mauro, 230. —6,° Sereno Simónico, 230.—7.0 Ne-
— 322 —

mesiano y Calpurni» Sícnlo, 230.—8.° Avieno y Aviano, 231.—9.« Rutilio


Numaciano, 232.— 10. Décimo Magno Ausonio, 232.
LECCIÓN 47.— I.0 Poetas cristianos, 233.—2." Comodiano, 234.—3,0 Juven-
co y Prudencio, 234.—4,° S. Paulino, 235.—5.° Falconia y Mario Víc-
tor, 235.— 6.° S. Próspero y Sedulio, 235. — 7.° Sidonio Apolinar, 236.—
8.° Otros poetas cristianos menos notables, 236.
LECCIÓN 48.—1,0 La elocuencia, 238.—2.0 Calpurnio Flaco y Frontón, 239.
3.0 Claudio Mamertino, 240.—4.0 Eumenio, 241.—5.0 Nazario, 242.—
6.° Mamertino Funior, 242.— 7.0 Latino Pacato, 2 4 2 . - 8 . ° Aurelio Sim-
maco, 242.—9.0 Carácter y dicción de los panegiristas latinos, 243.— 10. La
novela: Apuleyo y sus obras, 244.— I I . Petronio Arbiter y su Satiricon,
245.—12. Jurisconsultos de esta época, 246 —13. Porque no decayó en
ellos tan pronto la elocuencia, ni la pureza del idioma, 248.
LECCIÓN 49.—1.0 Escritores de la Historia augusta, 249.— 2 ° Mérito de sus
biografías, 249.—3.0 Elio Sparciano, 250.—4.0 Julio Capitolino, 250 —
5.0 Elio Lampridio, 251. — 6.° Vulcacío Galicano, 251.—7.0 Trebelio Po-
llón, 251.—8.° Flavio Vopisco, 251.—9.0 Obras y estilo de Aurelio Víctor,
252.— 10. Q. Septimio, 253.— I I . Eutropio, 253.—12. Mérito de su his-
toria, 254.—13. Sext» Rufo y Publio Víctor, 254. —14 Ammíano Marceli-
no, 255. —15. Resto de sus obras, 255 —16. Su mérito y estilo, 255. —17.
Sus digresiones y arengas, 256.—18. Escritores cristianos: Sulpicio Severo
y sus obras, 256.—19. Su mérito y estilo, 257,—20. Paulo Orosio y sus
obras, 258.—21. |Su mérito y estilo, 259.— 22. Flavio ¡Dexter y Julio
Exsuperancio, Próspero é Idacío, 259.—23. Casiodoro y sus obras, 260.—
24. Jornandes y sus obras, 261.—25 Otros historiadores de los siglos si-
guientes, 262.
LECCIÓN 50. — i . 0 L a Gramática: Aulo Gelio y Nonio Marcelo, 263.—2.0 Cen-
sorino y L . Ampelio, 264. — 3.0 Flavio Caper y otros, 264 .—4.0 Marciano
Cápela, 264.—5 0 Macrobio, 265.—6.° Otros gramáticos, 265.—7.0 La
medicina: Marcelo Empírico y TeodoroPrísciano, 265.—8.° L a agricultura:
Peladlo Rutilio, 265.—9 0 E l arte militar: Eladio Vegecio Renato, 266.
LECCIÓN 51.—1.0 Epoca de los Padres de la Iglesia, 266 —2.0 Apologistas y
dogmáticos, griegos y latinos, 267.— 3.0 Tertuliano, 268.—4.0 Sus obras y
estilo, 268.—5.0 Minucio Félix, 270.—6.° Arnobio. 270 —7.0 San Cipria-
no, 270.—8.° Sus obras, 271. — 9.0 Su doctrina y estilo, 272.—ID. Lac-
tancio, 272.—11. Sus obras, 272.— 12, Instituciones, 273. —13. Su doctrina
y estilo, 274.—14. Carácter de los escritores africanos, 27^.
LECCIÓN 52.—1. o San Hilario, 275.—2.0 Sus obras, 276.—3.0Su dicción yes-
tilo, 276,—4.o San Ambrosio, 277,—5.0 Clasificación de sus obras, 278.—
— 323 —

6.o Comentarios sobre las Escrituras, 278.—7.0 Obras morales y teológicas,


279.—8.° Oraciones ñínebres, 279,—9.0 Cartas, 279.—10. Poesías, 280.
11. Su dicción y estilo, 280 —12. S. Jerónimo, 280.— 13. Sus obras de
crítica sagrada, 281 —14. Sus obras teológicas, 282 —15. Sus cartas, 283.
—16. Su traducción y continuación de Ensebio y sus vidas, 283. —17. Jui-
cio sobre el mérito y estilo, 283.—18. San Agustín, ^84.—19. Clasifica-
ción de sus obras, 2SC — 2 0 . Las retractaciones, 286.—21. Las confesio-
nes, 287,— 22. Obras de la primera clase, 287. 23. Obras de la segunda,
288—24. Tercera clase, 288.—25. Cuarta y quinta clase, 259.—26. Sesta
clase, 289.—27. Juicio general de sus obras, 290.—28. Salviano, 290.
LECCION 53.— I.0 S. León el Grande y sus obras,"291.—2,0 San Fulgencio
de Ruspa y sus obras, 292.—3.0 San Gregorio el Grande, 293.—4.0 Sus
obras, 294.—5 0 Su mérito, 294. — 6.' Otros escritores cristianos, 295.—.
7.0San Isidoro y sus obras, 2 9 7 . - 8 . * San Ildefonso y San Julián, 298.—
g." E l venerable Beda y Flaco Alcuino Albino, 298.
LECCIÓN 54. — i . 0 L a literatura latina después de Carlomagno, 299.—2.0 San
Pedro Damiano, 299.—3.0 San Anselmo, 300.—4.0 San Bernardo, 300.
—5.0 San Buenaventura, 301.— 6.° Santo Tomás y los escritores escolásti-
cos, 302.
LECCIÓN 55.—1.0 Resúmen general de la literatura latina y su restauración en
España, 305.—2.0 Antonio de Lebrija, 307.—3.0 Luis Vives, 308.—4.*
Perpiñan, 308.—5.0 García Matamoros, 309.—6.0 Fernando Nufiez el Pin-
ciano, 310,— 7.0 Melchor Cano, 310.—8.* Sepúlveda, 311 —9.0 Pedro Cha-
cón, 311.—10. Antonio Agustín, 312.— I I . Arias Montano, 312.—12. Sán-
chez el Brócense, 315.—13. E l P. Mariana, 314,— 14. Miñana, 314.—
15. Manuel Martí y otros muchos, 315.
Avertencia, 316.
3 a

II
15
OBRAS DEL SEÑOR ORTEGA.

Sumario de Psicología, Lógica y Filosofía minz/.—Valladolid, 1878,—


Dos pesetas, 5 0 céntimos, :
Estudios de Filosofía de la I/is¿e/riq.—M.¡ídúd, 1880.—Cuatro pesetas.
Ensayos de Historia y de i'V/^^za.^Valladolid, 1880.—Una peseta.
Historia de Valladolid (dos tomos).-^Valladolid, 1881.—Catorce pesetas.
Programa de Historia í^íWrja/.—V,£llMolid, 1882.—Una peseta, 5 0 cén-
timos, f
Compendio de Historia Universal (dos tomos),—Valladolid, 1882.-—Quince
pesetas.
?l¡
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