Litera Latina
Litera Latina
Litera Latina
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I BieiilOTECl POPULAR I
= Estante .
| Tabla . ¿/ |
1 Número I
^liiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiF
C U R S O
L I T E R A T U R A LATINA,
D. FÉLIX PEREZ MARTIN,
CATEDRÁTICO QUE FUÉ DE LA ASIGNATURA EN LA UNIVERSIDAD
DE VAl_L.AOOL.ID.
CORREGIDA POR
D. J U A N O R T E G A Y RUBIO,
ffiUDTECAPOPÜUfl
V A L L A D O L I D .
Imprenta, L i b r e r í a Nacional y Extranjera de H i j o s de HodrigueZ,
LIBREROS DE LA UNIVERSIDAD Y DEL INSTITUTO.
1882.
Exercenda est etiam memoria ediscendis ad verbum quam
plurimis et nostris scriptis et alienis. C i c . de orat, l i b . 1, c. x x x i v .
Sed omnis loquendi elegantia, quamquam expolitur scientia
lifcterarum; tamea augetur legendis oratoribus ac poetis. C i c . de
orat, l i b . 3, c. 10.
Habet tamen omnis eloquentiaaliquid commune: i d imitemur;
quod commune est. Quint. l i b . x , c. II.
Á LOS SEÑORES CATEDRÁTICOS
LITERATURA LATINA
E s propiedad, y está hecho
el depósito con arreglo á las
disposiciones vigentes.
fRÓIGGfl OE IA PRIMERA EBfGfBN.
LECCION PRIMERA.
I.0 l i t e r a t u r a en g e n e r a l . — 3 . ° l i t e r a t u r a latina.—
3.° Olyeto de esta asigrnatura.—I.0 S u r e l a c i ó n con
las d e m á s . — 5 . ° Utilidad de su e s t u d i o . — 6 . ° Conoci-
mientos q u e delben precederle.
(1) Suelen usarse también las espresíones de buenas ó bellas letras, letras Immanas
y humanidades. Se dicen buenas letras, porque su estudio debe ir basado en la virtud,
para que produzca frutos saludables: bellas, porque cultivan el ingenio y embellecen el
alma; humanas ó humanidades, ya para distinguirlas de las divinas, ya porque perfec-
cionan lo que es propio de la naturaleza humana, á saber: la razón y la palabra. Bellas
artes son todas las que tienen por objeto producir el sentimiento de la belleza, y se lla-
man liberales, porque no se sujetan al yugo de los objetos estraños, que dan solo una uti-
lidad práctica y material, cual es la de las artes mecánicas.
(2) L a literatura griega, dice Mr. Gharpentier, es la literatura d é l a democracia,
sencilla, atrevida, brillante, variada. La latina es la de ta aristocracia, elegante, castiga-
da, llena de dignidad y de fuerza; su período menos brillante, menos flexible, menog va-
riado se desarrolla con una majestuosa regularidad.
de las letras, asiste á su nacimiento y nos hace ver las diversas v i -
cisitudes porque han pasado, ya elevándose al mas alto grado de
esplendor, ya decayendo hasta sumirse en la barbarie. L a esterior
trata de las obras escritas, de sus autores y de la v i d a de estos, del
argumento, plan, estilo, lenguaje, bellezas de moral, sistema político
y religioso de'la época, y aun de las ediciones, comentarios y tra-
ducciones etc.
4. ° Toda la i n s t r u c c i ó n del hombre es real ó verbal: es decir, ó
consiste en las cosas y pensamientos, ó en las palabras con que los
espresamos. De consiguiente, la literatura latina considerada como
la espresion de lo bello por medio de la palabra será u n ramo de
instrucción, no principal, sino instrumental, y g u a r d a r á con las
demás asignaturas la relación de la forma con el fondo, de la espre-
sion con la idea. Mas si la consideramos según que estudia las belle-
zas de los autores, las circunstancias que han influido en su espre-
sion y las facultades del alma que presidieron á su formación y orí-
gen, hallaremos que está ligada, como parte propia, con varias cien-
cias filosóficas, á saber: la psicología, la lógica, l a moral; y aun tal
vez con las ciencias naturales y las sociales.
5. ° E l estudio de la literatura latina es de l a mayor utilidad,
porque nos hace conocer l a v i d ^ í n t i m a de ese gran pueblo de R o -
ma, que sucesor en la civilización del Oriente'y de l a Grecia, forma
escala en la historia de la humanidad, para llegar al origen de los
pueblos modernos, (entre ellos el nuestro) que se fueron formando de
los despojos de aquel imperio. E n l a historia del ingenio humano
no puede comprenderse bien un siglo, sino por el que le precede; n i
se p o d r í a conocer un pueblo en su vida interior, sin saber su origen
y todo lo que en él haya podido tener influencia. De poco serviría
el conocimiento de sus guerras, de su prosperidad, de su grandeza,
sin el de sus sentimientos, de sus opiniones, de su actividad intelec-
tual, cuyo conjunto forma la verdadera fisonomía de u n pueblo.
Nuestra lengua es hija l e g í t i m a de la latina, y la literatura de nuestro
siglo de oro, es decir, de los escritores españoles de los siglos X V I y
X V I I , está cimentada sobre la de R o m a . E n esta se hallan t a m b i é n
los modelos mas acabados, y los mas conformes á l a instrucción de
nuestras escuelas en casi todos los géneros de literatura; y los que
son t a m b i é n por otra parte fuentes inagotables para el gusto literario
de todas las naciones cultas.
6.° E l que ha de conocer el alma humana en el uso de sus mas
nobles facultades, el que ha de manejar el don de la palabra con
perfección y ha de ejercer la crítica sobre las obras de los mas eleva-
dos ingenios, debe haberse preparado con u n estudio, nada ligero, de
la g r a m á t i c a y retórica, de la historia y de la filosofía en sus m u l t i -
plicadas ramificaciones, puesto que todas ellas c o n t r i b u i r á n á poner-
le en estado de comprender, de juzgar, de crear y reproducir
lo bello.
IÍECCION 3.A
L E C C I O N 3.a
4.a
(VERSOS SALIARES.)
(LEYES REGLAS.)
(LEYES D E NUMA.)
( L E Y T R I B U N I C I A E N 261 D E R O M A , S E G U N F E S T O . )
Sei i n jous vocat nei eat statim encapito antestarier. Sei calvitor,
pedemve struifc, manom endo jacito. Sei i n jous vocato morbos
sevitasve vifciom escit, quei i n jous vocasit, jumentom dato, sei nolet,
arcerem nei sternito.
Encapito antestarier, i d est, encipito testem apellare. Calvitor,
pedemve struit, i d est, moratur vel pedem refert. Arcerem, i d est,
lecticam.
Si nox furtum faxit, si i m aliquis occisit, jure cassas esto. S i
luci furtum faxit, si i m aliquis endo ipso capsit, verberator, illique
cui furtum factum escit, addicitor. ( E n d o ipso, i d est, i n ipso facto.)
Qui membrum rupsit, n i qum eo pascit, talio esto.
5.° Dos especies de poesías d r a m á t i c a s se conocían en E o m a , se-
g ú n T . L í v i o , en este período, L a una fué t r a í d a de E t r u r i a , para
calmar la i r a de los dioses $n medio de una peste, por los años
de 389 de R o m a . L o s actores llamados ludiones ó histriones, de una
palabra de su país, danzaban solamente en u n principio al son de
una flauta: después ya los jóvenes decían versos arreglados á l a m ú -
sica y al baile, y conservaban el t í t u l o de histriones, que les decla-
raba infames. L a otra especie de drama no podía ser representado
sino por los j ó v e n e s nobles de R o m a y t o m ó su nombre de Atela,
ciudad de los Oseos, donde se estilaba; y acercándose m a s á l a come-
día verdadera, observaba alguna regularidad y mas respecto á la
buena moral. Estaban llenos de agudezas ingeniosas y alegres, y se
parecían mucho, (excepto que no t e n í a n coros) á los sátiros de los
griegos, poesía d r a m á t i c a cuyos personajes, así llamados, figuraban
mitad hombres y mitad animales, y con su procacidad y agudezas
— Ifi —
conseguían neutralizar el cícclo triste do las composiciones serias.
Recibían el nombre de isodes, nnholos y exodios, según que se repre-
sentaban al principio, al medio ó al fin de las otras piezas. N a d a
nos qneda de estas composiciones, á pesar de haberlas querido reno-
var Q. Novio y L . Pomponio, de quienes hablaremos en otro lugar.
Se dice que en ellas se conservó por mucho tiempo l a lengua de los
Oseos, que era entendida de los romanos.
6.° Tres inscripciones son las que tenemos de l a ú l t i m a mitad
del siglo Y de Roma. L a 1.a estaba grabada sobre l a tumba de
L . Cornelio Scipion Barbato, cónsul el a ñ o 456 de Roma, y fué
hallada en 1780. E s posterior al a ñ o i M de Roma, puesto que en
este año declaró R o m a l a guerra á los Lucanios, cuyo país se dice
conquistado por Barbato.
L a 2.a inscripción, es l a que se puso en el pedestal de la columna
rostrata erigida en memoria de la batalla ganada contra los cartagi-
neses en 494 por el cónsul C . D u i l i o . L a columna fué destruida;
y se r e s t a u r ó en el imperio de Claudio, en cuyo tiempo se cree que
fué retocada l a inscripción del pedestal. L a que se conserva tiene
muchos claros, que han sido llenados por Pedro Chacón, natural
de Toledo.
L a 3.a es l a inscripción del sepulcro de L . Cornelio Scipion
Barbato, el hijo, que fué cónsul en 495, y censor el año siguiente.
F u é hallada con l a tumba del padre en la sepultura de los Scipiones.
I^ECCION 5.a
IíECCIOM 6.a
N a d a se sabe de su muerte.
1.° I». Terenelo Arricauo. -rí." Moliciay plan <le SII« «'(>-
m e í l i a s . —3.° J^i A u í l r i a y el H1 e a IB 1 o is 11 m or « un' n o s.—
-I.» C a r á c t e r tic Tcrcsicio.—S.'-1 M;crlio ele su d i c c i ó n y
estilo,—6." Defectos <iue notan los críticos.—'*.'1 C o ra-
pa racloit de este poeta con IManto.
IJECCION 8.a
L E C C I O N 9.a
L E C C I O N 10.
I . E € C I O X 11.
JLECCIOIV 13.
IÍECCIOW 13.
I.0 Elegía, del griego e legein (decir ay) es un poema lírico que
tiene por objeto la expresión de los sentimientos dulces del corazón,
por lo regular tristes, aunque pueden t a m b i é n ser alegres. Suele d i -
vidirse la elegía en apasionada, graciosa y tierna, según que domina
el sentimiento, la i m a g i n a c i ó n ó l a dulce conmoción de afectos. L o s
romanos por su carácter primitivo, rudo y varonil, no cultivaron
éste género, hasta que se introdujeron en R o m a las costumbres afe-
— 49 —
minadas de la G-recia. Mas aunque le imitaron de los griegos, en es-
pecial de los de Alejandría, le dieron el carácter de erótico y lasti-
mero, y le elevaron á mayor perfección, modificando el m é t r o , de
manera que el h e x á m e t r o y p e n t á m e t r o encierren sentido completo.
Católo no escribió mas que cuatro elegías y éstas traducidas del grie-
go, principalmente de Calimaco; por lo que bien puede asegurarse
que los elegiacos latinos son Tibulo, Propercio y Ovidio.
2.° A l b i o T i b u l o nació en Roma, de una familia ecuestre y rica,
aunque perdió parte de su patrimonio en las proscripciones do los
triunviros. Estaba dotado de un gran talento, de una bella figura
y de u n corazón tierno y amoroso. Se cuestiona sobre l a época de su
nacimiento; porque si en l a elegía 5.a de su libro 8.° dice:
i;K€€IOX 11.
(1) Jul. Cés. Scaligero (lib. 6.° poet.) tiene por las mejores odas, la 12, 14,1G, 24, 31
y 35 del lib. 1.°: la 1.", 15, 19 y 20 del 2.°: las sois primeras, la 9.' la 16, la 29 y la tíltima
del 3.•: y la 3.", 4.", 5." 6.'. 9.", 14 y 15 del 4." Dice que la 9." del lib. 3.» y la 3." del 4."
son mas dulces que la ambrosía y el néctar; y que mas querría ser su autor que rey de
l a provincia Tarraconense ó de Aragón.
- Í37 -
vios y digresiones. E n la ocla 3.f del libro 3.° J u s l u m et lenaceni
p r o p o s ü i v i r u m , tenemos imágcues grandiosas y sublimes; después
de la gritería de la plebe y el ceño de un tirano, bastantes píffa i n -
timidar á los débiles, nos presenta el poeta el bellísimo cuadro
dux inquieti herbidus Adricti; la terrible imagen: JSÍcc f u l m i n a n i i s
magna Jovis manus, y por ú l t i m o , el pasmoso espectáculo que tanta
sublimidad encierríí: S i f r a d u s illabatur o r l i s , impavidum ferient
ruinen, donde con la aterradora i m á g e n del orbe que se desploma en
trozos, contrasta admirablemente la serenidad del justo. Leamos el
vaticinio de Xereo, y hallaremos en cada verso, rasgos tan bellos y
pensamientos tan enérgicos, que resaltarán mucho mas, si hacemos
comparación con la Profecía del Tajo, en que nuestro F r . L u i s de
León i m i t ó tan diestramente á Horacio.
E l 5.° libro se titula de los Epodos, ó por los versos cortos é i n -
tercalares, que siguen á los largos, ó bien por ser a ñ a d i d o á las odas,
de epi odon; porque fué publicado después de su muerte. E s una
colección de diez y siete odas, que Horacio no pudo, ó mejor dicho,
no quiso publicar, porque l a mayor parte, aunque tienen algunos
cuadros y pinturas de buen gusto, están generalmente llenas de du-
reza y oscuridad; y por lo regular mal arregladas, son t a m b i é n inde-
centes é indignas de leerse. L a 2,a que contiene las alabanzas de la
vida del campo es muy recomendable. E l carmen sceculare es u n
himno que, por encargo de Augusto, compuso Horacio para unas
fiestas solemnes que cada siglo, poco mas ó menos, solían celebrarse
en Roma por tres días. E n el dia 1.° se cantaron las siete primeres
estrofas de la oda 6.a del libro 4.° Dive quem p r o l e ^ en el 2.° la oda
21 del libro 1.° D i a n a m tenerce, y en el 3.° el carmen scecidare, y por
epílogo las ú l t i m a s cuatro estrofas de JDive quem proles.
G.0 E l lenguaje de Horacio es puro, elegante y modelo de urba-
nidad. U s a sin embargo con frecuencia de grecismos. L a dificultad
que para su inteligencia ofrece muchas veces, mas que al lenguaje,
es debida ó á los estravíos y arrebatos de su viva i m a g i n a c i ó n , ó á las
alusiones sabias y rasgos mitológicos, que en su tiempo serian fácil-
mente comprendidos.
L a versificación es tan armoniosa en el ritmo lírico, como puede
serlo la de V i r g i l i o en el heróico. E s verdad que nuestros oidos no
5
— 58 —
perciben y a su música, como no sea en las odas sáficas, cuya caden-
cia imita perfectamente nuestra lengua. L o s versos que usa Hora-
cio, ?oustan desde dos pies, como el adónico, progresivamente hasta
siete, como el grande arquilóquico.
LECCION 15.
l . o S á t i r a s de i l o r í u io.—"i. E p í s t o l a s . — 3 . ° IMferencias
entre las s á t i r a s y las epístolas.—1.° Estilo y versifl-
cacion.—5.° E p í s t o l a á los luisones, llamada Arte p o é -
tica.—6.° C a r á c t e r de H o r a c i o .
IÍECCIOSÍ 16.
I Í E C C I O N IT.
•
L a 3,a égloga, llamada P a l e m ó n , que es la 2.''1 que compuso V i r g i -
lio, tiene por objeto celebrar la paz que gozaban los pastores con el
buen gobierno de Polion, que en 712 habia sido nombrado por
M . A n t o n i o , gobernador de aquella provincia. Dos pastores de A n -
des, Dametas y Menalcas, después de dirigirse- m ú t u o s denuestos,
según el-gusto de Teocrito, se convienen en cantar á competencia,
nombrando por á r b i t r o al amigo P a l e m ó n ; el cual declara m u y h á -
biles á entrambos.
UECCIOM 18.
I." C í c ó r g i c a s dú Y l r g l l l o . — 3 . ° Su p l a n . — 3 . ° Su estilo
y versifleacion.—4.° A u á l i s i s d e l l i l í r o 1.°—5.° A n á l i s i s
del l i b r o ».0—6.° L i b r o s 3.° y 4.°, llamados p o r algu-
nos pastoriles.—"?.' A n á l i s i s de estos l i b r o s . — 8 . ° l i e -
flexiones sobre algunas descripciones 6 i m á g r i n e s del
p o e m a . — 9 . ° Naturalidad de los episodios.
H é aqui el asuuto del 2.° libro, que distribuye en siete partes; modoá
naturales y artificiales de multiplicar los árboles, sus especies, el país
O) Verso hipermetro, cuya última sílaba se elide por la primera del siguiente.
— 76—
propio de cada uno, l a calidad del terreno, las vinas, los demás ár-
boles, y la felicidad de 1$ vida del campo.
F é l i x q u i p ó t u i t r e r u m cognoscere causas.
I l l v M non 'populi fasces, non p u r p u r a regum
F l e x i l , et infidos agitans discordia fratres.
Interea dulcespendent circum oscula nati.
E n el libro 3.°
A t vero Zephyris cum leda vocantibus cestas,
Tn saltus utrumque gregem atque i n pascua mittes:
E n el libro 4.°
IJECCION 19.
I.KCCIOX 30.
Por este enfático silencio del poeta, cada cual presenta una causa,
y todas mas fáciles de refutar que de sostener. Pues mal pudo ser
una relación con J u l i a , hija de Augusto, desterrada ya, á la publica-
ción del A r t e amandi; como tampoco acción alguna vergonzosa;
porque repetidas veces Ovidio asegura que le perdieron los ojos; que
vió algo; que en él no hubo malicia, sino necedad ó error. Mucho
menos debió ser el haber visto alguna torpeza en Augusto ó su fami-
lia, (como no fuese en su nieta J u l i a , sin querer, a c o m p a ñ a n d o á
algún amigo) porque cuando implora su clemencia en el libro 2,° de
los Tristes, no es natural que se lo recordase. Otros acuden á la po-
lítica, y dicen que Ovidio hubo de ver algo que tuviese relación con
Agripa, cuyo secreto, s e g ú n T á c i t o , ocasionó á M á x i m o la muerte;
cuando según el mismo Ovidio, en la epístola 6.a del libro 4.° del
Ponto, parece que fué él quien dió causa á esta muerte. M a s esto lo
— 98 —
dice, no porque hubiese oculto algún motivo político, siuo por su
mala estrella,, que hizo que muriese Máximo, para que no consiguiese
su perdón, cuando estaba seguro de alcanzarle; lo cual es tan cierto,
que luego habla de l a muerte de Augusto, y al ocurrir todo esto ya
hacia seis años que Ovidio estaba desterrado. Pero todo ello importa
poco. Ovidio pasó nueve años en Tomos, tributando por la esperanza
del p e r d ó n bajas adulaciones á Augusto, hasta el punto de erigirle
altares, y entreteniendo el tiempo, como él dice, con las musas. Aba-
tido por su desgracia dejó de existir á los 60 años de edad, el 17 des-
pués de J . C. E n la elegía 3."- del libro 3.° de los Tristes se h a b í a cora-
puesto este epitafio:
L E C C I O N 31.
1 ° Poemas d i d á c t i c o s . — » . 0 E l e g í a s . — 3 . » lie r o í d a s y
otras obras de Ovidio.—I.0 notes y defectos grenerales
de este poeta —5 ° lilgrera comparacioit de los elegria-
cos latinos.
(1) De Aulo Sabino habla el mismo Ovidio en la elegía 16 del libro 4.* del Ponto,
como autor de una obra sobre los dias.
— 101 —
de agradar, y está dividido en tres libros en versos elegiacos. E n el
1.° da reglas sobre la elección del objeto del amor y medios de agra-
dar: en el 2.°, sobre el modo de conservar ese amor; y en el 3.°, cómo
las mujeres ban de servirse de sus atractivos y de su talento. E s un
cuadro fiel de las costumbres corrompidas de su tiempo, y su lectura
es tanto mas perjudicial, cuanto que encubre su veneno bajo un velo
ligero y seductor. E l talento del poeta se muestra en el conocimien-
to profundo del corazón y de la debilidad del hombre, y en l a gracia
algún tanto satirica con que embellece aun las cosas insignificantes.
Esta obra está en h e x á m e t r o s y p e n t á m e t r o s .
E n el primer a ñ o de J . C . publicó los Remedios del amor, que sue-
len andar en u n libro ó en dos, en versos elegiacos. E s obra algo
inferior al arte, porque tiene en ella mas parte la r a z ó n que la i m a g i -
nación. Contiene observaciones m u y ingeniosas sobre el corazón
humano.
P u b l i c ó t a m b i é n en versos elegiacos el Medicamina faciei ó me^
dios de embellecer el rostro, de cuya obra solo resta u n fragmento y
aun se duda si es de Ovidio.
Halieuticon ó poema sobre la pesca, es el t í t u l o de otra obra que
publicó en el Ponto, de la cual queda un corto fragmento en hexá-
metros, que trata de algunos peces de mar y de su naturaleza é
instinto.
2.° Ovidio entregado á su i m a g i n a c i ó n voluptuosa y á la fecun-
didad de su génio, pinta sentimientos que tal vez no ha esperimen-
fcado su corazón, en sus libros de amores á Oorinna, que de cinco
redujo á tres, con 13 elegías el i . p ; 19 el 2.°, y 15 el 3.° Son sin em-
bargo el cuadro mas fiel de su vida, de sus esperanzas y temores, de
los escesos de su pasión, descritos con originalidad, pero con una
difusión que cansa, y muchas veces con una obscenidad muy re-
prensible y que los hace indignos de leerse.
Cinco libros, que contienen 49 ó 50 elegías, compuso durante
su viaje y en los tres primeros años de su destierro. Les dió el t í t u l o
de Tristium, porque en ellos se muestra inconsolable y se queja
amargamente de los males que pasa. Se advierte en sus lamentos una
cansada m o n o t o n í a y una exageración y una falta de dignidad, que
no solo excluyen todo género de belleza ideal, sino que en lo mis-
— 102 —
OECJCIOi »»•
(1) Sala3tio en la guerra C-UiUa-u-ia p j n i LUÍ disjurso en boca de César, que no hay
inconveniente en reconocérselo corno propio.
— 107 —
Pompeyo hasta el sitio de Alejandría. L o s de bello gallico están
continuados con un libro 8.° por A . H i r c i o ; y los de helio c i r i l i con
nn libro ífo helio A l c x a n d r í n o y otro de helio Africo, que son mas
probablemente de H i r c i o que de Oppio, y con otro de bello Hispa-
niensi, que mas bien debe ser de Oppio,
5.° A . H i r c i o fué lugarteniente de César y m u r i ó en el año
711, en l a célebre batalla de Módena, siendo cónsul con V i b i o P a n -
ga, que m u r i ó t a m b i é n de las heridas á los pocos di as. E l mismo
Hircio dice en el prefacio del libro 8.°, que compuso un comentario
de los hechos de César en la Galla, aun cuando no mereciese su obra
compararse con los escritos anteriores y posteriores de César; y
añade, que ú l t i m a m e n t e c o n t i n u ó y concluyó desde los sucesos de
Alejandría, hasta el fin, no de la guerra c i v i l , de la que no veia
t é r m i n o , sino ele la vida de César. Dice después que por no haber-
se hallado en A l e j a n d r í a n i en Africa, aunque oyó de César parte
de los sucesos, hay siempre diferencia entre lo que se oye, como
nuevo y admirable, y lo que olmos para expresarlo como testigos.
No hace mención de la guerra de E s p a ñ a ; cuyo estilo es algo duro
y desaliñado, como obra de a l g ú n militar. S i n embargo, J o s é Scalí-
gero la atribuye á H i r c i o , quien, dice, la escribió precipitadamen-
te; y que para la composición de las otras, tuvo mas sosiego; pol-
lo' que las dió una dicción mas limpia, mas igual y mas culta. N o
obstante, debemos tener presente lo que dice Y i v e s (lib. 4, de tra-
dendis disciplinis) Gommentarii ab H i r t i o additi, vel Oppio, p l a ñ e
simt a l i i , quam Ccasaris: minus et puritatis habent et majestalis, tet
C'cvsariajios á principe scriptos a d p a r é a t ; alteros á privato.
C. Oppio fué amigo de César y uno de sus subalternos. Sueto-
nio (cap. 41) duda ya entre este ó H i r c i o , sobre los libros de las
guerras de Alejandría, Africa y E s p a ñ a .
C." N a d a se puede a ñ a d i r á lo que todos copian de Cicerón so-
bre los Comentarios de César, llamándolos sencillos, claros y elegan-
tes, sin que los cubra n i n g ú n adorno; de modo que ha dejado ma-
teriales solo para los necios que quisiesen rizar y adornar sus nar-
raciones; mas no á los hombres de juicio, á quienes, como dice tam-
bién H i r c i o , les ha quitado l a facultad de escribir. E n efecto, César
cuenta sus propias cosas con naturalidad, como si se hallase mas ele-
— 108 —
Vado qilc los mismos sucesos, y con una precisión y una claridad
admirables; porque solo dice lo que debe decir, y como debe decirlo
para que se comprenda. Realzan t a m b i é n su m é r i t o las profundas
observaciones políticas. Ja gravedad en las sentencias, la sagacidad
de sus resoluciones en los peligros y la exactitud de las descripcio-
nes, asi de costumbres, como de lugares, útiles aun hoy cu dia para
l a geografía, l a política y el arte militar. E l estilo es también ad-
mirable por l a a r m o n í a que guarda siempre con el asunto, y por
l a igualdad constante que observa, espresando así perfectamente
el carácter de César, que mientras encerraba en su interior las pa-
siones mas violentas, aparecía exteriorineutc sereno é incapaz de
alterarse, n i aun por las cosas mas grandes.
7.° Aunque Cicerón (de el. orat. c, 72) hace decir á Atico con
referencia á él mismo, Gcesarem omnium fere oratorum latine logui
ehgantissime: nec i d solum domestica consuetudine, sedmultis Uteris,
et iis quidem recondüis et exquisitis, summoque studio et diligmtia
est consecutus: y aunque, según Celio, decía el mismo César en sus
libros de analogía: tamquam scopulum, sic fiujiainus i n a u d i k m
atque imolens verhum; no por eso han faltado rigurosos latinistas
que le han tachado alguna otra palabra v . g. amiactus por
servus, usada entre los galos y germanos: ancharan funes: ante-
mittere ipoYprcemittere: comiiatus y aspernari, como pasivos: collale-
fieret: dolalratis cacuminibus: detrimentosum; equitatus magnos:
insuefactos por assuefactos: explicitius y alguna otra. Curiosos hay
t a m b i é n q u é , como dice Oteo Borrichio, le notan tres defectos: 1.°
que sus arengas no corresponden á la fama de su elocuencia; lo que
puede atribuirse á l a precipitación con que escribía ó á la forma
narrativa que suele darlas: 2.° que omite algunas cosas que no le
favorecen v. g. el incendio de l a famosa biblioteca de los Tolomeos,
ocasionada por el fuego que puso á sus naves, y la violencia con que
r o m p i ó las puertas del tesoro reservado de Roma, despreciando la
oposición del tribuno M é t e l o ; siendo asi que él dice habérsela dejado
abierta el cónsul Lentulo, por la priesa con que h u y ó de miedo á
su caballería; y 3.° que se atribuye á sí mismo algunas acciones
propias de sus subalternos. Asinío Folión que se complace en criticar
ú todos; dice t a m b i é n de César, que creyó sin reflexión muchas cosas
— 109 —
Je otros; y en las propias, de iufcenfco ó por olvido, falta á la verdad,
y le parece qnc el mismo César lo hubiera revisado y corregido.
Mas todos estos limares nada significan en obras de tanto m é r i t o :
mucho menos, cuando el mismo candor con que están hechas las
narraciones, convencen desde luego de su verdad é i m p a r c i a l i d a d .
E l haber publicado J . Celso en el siglo V I I una vida de César
con la edición de sus obrase fué causa de que algunos sé las atribu-
yesen como propias.
1. ilarcia hija del autor pudo ocultar un ejemplar y salvarla memoria de su padre,
como dice Séneca, pero no ha llegado á nosotros.
— 120 —
miciano u n tal Meció Pomposiauo fué muerto, entre otras causas
por haber circulado arengas que sacaba de T . L i v i o (Suet. Domic,
10.) Así es que falta todo lo referente á las guerras civiles. Existe'
un compendio de todos los libros, menosdel 13G y 137, que algunos
creen de Floro; y aun cuando es bastante sucinto y escaso, su pu-
blicacion sin embargo acabó de hacer menos apreciable en aquellos
tiempos de decadencia la obra entera, de modo que después ele
muchos esfuerzos y continuas investigaciones, solo tenemos la l . "
década que alcanza hasta el a ñ o 460; la 3.a, la 4.a, y la mitad de la
5.a, que comprenden desde el 536, ó de las causas y principio de la
2.a guerra p ú n i c a , hasta el 587, época de la sumisión de Macedonia.
Faltan por lo tanto 233 años y lo que mas podía interesarnos, que
es lo perteneciente á las guerras civiles. A u n de los libros que exis-
ten están algunos mutilados. E l célebre a l e m á n J u a n Frensheim,
publicó en el siglo X V I I los suplementos de esta historia, imitando en
lo posible el estilo de T . L i v i o ; pero á pesar de su esmero y de su
mucho m é r i t o , no puede ocultarse que es una imitación.
3.° Quintiliano (lib. 10, c. 1.) compara á L i v i o con el griego
H e r ó d o t o , por la admirable suavidad, la claridad y candor de sus
narraciones y por l a indecible elocuencia de sus arengas, usando
siempre de u n estilo acomodado en todo á las cosas y personas, y
excediendo á todos los historiadores en l a expresión de los afectos,
en especial los que tienen mas dulzura. E n el mismo capítulo le ca-
racteriza con la bellísima e x p r e s i ó n , ladea libertas, abundancia co-
mo de leche, pura y candorosa, que es propia, dice, para la hermo-
sura de la n a r r a c i ó n , pero no para los que buscan en el foro la con-
vicción de la verdad. L i v i o , pues, candido é inocente en sus cos-
tumbres que, como dice en su prefacio, tiene por un gran premio
de su laboriosidad apartarse de los males de su tiempo, tantisper
certe, dum p r i s c a i l l a tota mente repeto, se propone presentar á los
romanos documentos y ejemplos, unde U b i tumque reipíMíccc, quod
imitere, capias; undefebdumincepta^fcedum exitu, quod vites. Sin la
i n d i g n a c i ó n y suspicacia de T á c i t o , porque no ha pasado por una
dura opresión; y sin la violencia y desengaños de Salustio, por no
haber dejado sus sencillas y honestas costumbres, desea encontrar
á los hombres mejores de lo que son, enseñarlos á respetar el gobier-
— 121 —
iio establecido, y cómo deben llevar los bienes' y los inalefi, que i w
puede menos de haber en toda clase de gobiernos. Así es que no
hace grandes elogios de B r u t o por la expulsión de los reyes, como
los hace de Camilo, que libró á su patria de los galos, y de los ú l t i -
mos romanos que defendieron la libertad, por cuya razón Augusto
le llamaba Pompeyano. E s t a imparcialidad y veracidad, hijas de su
carácter moral, á lo menos cuando habla de Roma, de cuya idea se
halla dominado; la sencillez y magestad de la n a r r a c i ó n , la ciegan--
cia y naturalidad de las descripciones, y la variada elocuencia, de
sus arengas, guardando siempre el estilo conveniente y una dicción
pura, rica, afluente y armoniosa, r e c o m e n d a r á n la lectura d e T . L i -
vio á todo el que desee conocer la antigua E o m a y estudiar u n b r i -
llante modelo de historia.
4.° llomano T . L i v i o , no solo lleva en sus palabras la grave-
dad y grandeza del pueblo rey, sino que poseído de ese exagerado
patriotismo, se olvida algo de su imparcialidad característica, cuan-
do habla de otros pueblos, en especial de los galos. Se le ha notado
poca crítica sobre los primeros tiempos de Roma, dejándose arreba-
tar de su fecunda i m a g i n a c i ó n y de las tradiciones del vulgo, al
describirnos casi p o é t i c a m e n t e su origen y rápido eugrandecimientov
Se le tacha de muy crédulo por los portentos que refiere, de lluvias
de sangre, p a r i r ínulas, hablar animales, etc., y algunos hechos,
como abrir paso en los xilpes cortando á hierro una peña, después
de calcinada á fuerza de fuego y vinagre; pero, sobre que tales su-
cesos eran conformes á las ideas de aquel tiempo, l a influencia de íá
religión y de las creencias es siempre de mucho peso para u n histo-
riador, que debe atender á las causas que han motivado lo que
narra. Otros le censuran, por demasiado verboso, y de alabar con
exceso á los buenos y no vituperar así á los malos; pero n i l a verbo-
sidad es tanta como se afirma, n i el otro defecto es tan nota-
ble, por mas que su carácter bondadoso le inclinase á ello. H a y quien
encuentra omisiones de cosas dignas de memoria: v. g. entre otras,
el tratado con los cartagineses después de expulsados los reyes, el
cual traduce Polibio de un latín, que dice ser casi í n i n t i l i g i b l e .
Otros, como Trogo Pompeyo, tienen por defecto el mucho uso de
arengas directas, sobre lo cual debe tenerse presente que esa forma
9
— 122—•
LK< <:io\ m .
L E C C I O N 37.
(1) Como en la poesía asi también en la elocuencia, los romanos se hablan dedicado
al estudio ó imitación de los modelos griegos; sobre todo cuando en 599, vieron hacer
alarde de su filosofía y elocuencia, á los embajadores de Atenas Carnéades, Diógenes y
Oatilao, pues aunque el rígido Catón consiguió que fuesen pronto despachados y en
.")93 habían sido espulsados los filósofos, no por eso calmó el entusiasnio de los roma-
nos por las doctrinas griegas, y aun el mismo Catón en su ancianidad se dedicó ya al
estudio del griego,
— no -
el momento de calor ú iuterés, y no escribía los discursos hasta des-
pues de pronunciados, sin tener presente que nullct res tantum ad
dicendum proficit, quantum scriptio, H a n c igitur ah causam videlur
L f d i i mens spirare etiam i n scriptis, Galbw autem vis occidisso.
Otros oradores medianos hubo en aquellos tiempos, entre los
cuales sobresale M . E m i l i o Lepido Porcina, cónsul en 617, en quien
brilla la suavidad de Iqs griegos, la riqueza en la expresión y el ar-
tificio del estilo. A este oyeron con aplicación C. Carbón y T i b . Graco.
Florecieron entonces t a m b i é n P . Craso, hermano de P . Scevola y
cónsul en 623, y los dos Fannios.
Utinam i n T i b . Oraccho, Gajoque Garhone M i s mens ad rempu.
hlicam hene gerendam fuissef, quale ingenium ad bene dicendum f u i l !
Profecto nenio his v i r i s gloria prcesiitisset. E l uno fué muerto de 30
años en 621, y el otro se m a t ó pocos años después: sed f u i l uterque
summus oralor, atque hoc memoria palrum tesle dicimus. N a m el Gar-
bonis el Gracchi habemus orationes, nondum salís splendidas verbis,
sed aculas, prudenlioeque plenissimas. F u i l Gracchus diligenlia Cor-
n e l m matris á puero doclus el grmeis lilteris erudilus. N a m semper
habuil exquÁsilos é Grcvcia magistros: i n eis j a m adolescens Diopha-
nem Milglenamm, Grce-cice lemporibus i l l i s disserlissimum. Sed el
breve lempus ingenii augendi el declarandi f u i l . Garbo, quoad vita
suppeditavil, esl i n multis j u d i c ü s causisque cognilus. E r a copioso,
sonoro, enérgico, vehemente, muy dulce y chistoso, y solia emplear
mucho trabajo en ejercicios y meditaciones.
L . Calpurnio P i s ó n , tribuno de la plebe, defendió causas, pro-
movió leyes, escribió discursos y anales sencillos y sin adorno.
D . Bruto, según oyó Cicerón al poeta L . Accio, conocía la litera-
tura griega y latina y se expresaba en un estilo» nada inculto, lo
mismo que Q. M á x i m o . Se distinguieron t a m b i é n entre otros, Sci-
pion, el matador de T i b . Graco, por su vehemencia y energía; F u -
rio P h i l o por la propiedad con que hablaba; P . Scevola por su pru-
dencia y agudeza; A p p í o Claudio, cu/us volubilis, sed paulo fervidior
eral oralio; M . Druso cónsul en 642, por la gravedad en el decir, y
Scauro y R u t i l i o , los cuales aunque dotados de talento, no poseían
el de oradores. Ñ e q u e enim referí videre, quid dicendum s i l , n i s i i d
quéas solule el smviter dicere, N e i d quidtm satis est, n i s i i d quod
—m —
dicüur, sit voce, vultu, motuque conditius. Quid dicam opus esse doc-
trina? sine qua etiam s i q u ü heno, d i c ü u r adjuvanie natura, tamcn
id qnia fortuito fit, serñper p a r a t u m esse non potesf.
Q, E l i o T u b e r o n / m Y mediocris i n dicendo, doctissimus i n dispu-
tando; lo cual dice Bruto, se advierte en todos los estoicos, menos
en Catón, y proviene de que emplean todo su cuidado en l a dialéc-
tica, usan de un estilo mas conciso y contraído que el de los peri-
patéticos y el de los académicos, que suave y afluente, suele t a m b i é n
ser mas- libre y dilatado de lo que permiten los juicios y el foro.
Siguiendo con los oradores, fué ilustre por este tiempo Curion,
autor de varios escritos; pero el mejor, que era el discurso de Ser.
Fulvio, pueril en muchos pasages, solo podia ser tolerable, cuando
aun no h a b í a llegado á E o m a á su mayor erudición. M a s he aquí
ya á las manos á C. Graco, dotado de u n excelente talento y de una
ardiente aplicación. N o l i enimputare, quemquam, Bruto, plsniorem
et uieriorem ad dicendum fuisse. B r u t o dice que era el ú n i c o casi
que leia, y Cicerón se lo aprueba. D a m n u m enim illius immaturo
iñterítu res romanai latinceque fecerunt (1). Eloquentia quidem nes-
cio an haiuisset parem neminem. G r a n á i s est v e r t í s , sapiens sen-
tentiis, generi tolo gravis: manus extrema non accessit operibus ejus:
p r m l a r e inchoata multa, perfecta non p l a ñ e . Sucedieron otros ora-
dores menos notables al tiempo de C . Graco, (muerto en 633) como
P. Scipion, hijo del que m a t ó á su hermano y cónsul en 049, C . F i m -
bria, C . Sextio Calvino y M . B r u t o que se dedicó particularmente
á acusaciones.
J a m Q. Gafulus, non antiquo illo more, sed hoc nostro, n i s i quid
fieripotestperfectius, eruditus. Catulo fué cónsul con M a r i o en 652
y aunque considerado por sí solo, parecía no poder mejorar por su
erudición, elocuencia, y propiedad en el lenguaje, sí se le compara-
ba con otros, aparecía inferior. Q. Mételo N u m í d í c o , su colega, y
M . Silano t e n í a n l a elocuencia suficiente á la dignidad del consu-
lado, y M . Aurelio Scauro y A . A l b i n o hablaron con mucha elegan-
cia el l a t í n ; pero C. y L . Memmios, acusadores acerbos y enérgicos,
fueron sin embargo tenidos por oradores medianos. Mas entre estos
LECCION 39.
LECCION 30.
1.° L a s obras que nos restan de Cicerón, que son l a menor par-
te, se clasifican comunmente en retóricas, oratorias, filosóficas y epis-
tolares.
•2.° Los fragmentos poéticos que tenemos de Cicerón, están re-
ducidos á l a mayor parte de l a traducción de los f e n ó m e n o s de A r a -
— 148 —
to; unos 80 versos de \o8proy/iáislicos: dos del Alciones: cuatro del
L i m ó n : quince del M a r i o : ochenta y uno del l i b . 2." de suo consu-
lafu y tres del 8.° E l verso: Cedant arma togx, concedat laurea
linguaí, y el tan criticado, «O fortunatam uatam, me consule, Ro-
j n a m » , unos creen que son de los libros do consulalu; y otros que
son de otros tres libros, que él mismo cita (lib. 1, epist. 9 ad fami-
liares) con el título dp. temporibus meis, y que quieren hacerlos
diferentes. Servio cita u n verso de una elegía de Cicerón con el tí-
tulo desconocido de TameJasiis. E n estos fragmentos, aun cuando
se nota mucha fuerza y se vislumbra el genio de Cicerón, sin em-
bargo estaba aun l a poesía muy distante de la perfección que ad-
quirió en los tiempos de V i r g i l i o y H o r a c i o ; sin que por eso deje-
mos de conocer su m é r i t o superior al de los poetas que le antece-
den. T a m b i é n se dice que corrigió el poema de Lucrecio.
3. ° L a s obras retóricas de Cicerón son pruebas muy eficaces de
que conocía la teoría de la elocuencia, así como tan felizmente la
practicaba. Se cuentan hasta ocho. Son lecciones sacadas de los me-
jores retóricos griegos, ó de la lectura de sus modelos y de la prác-
tica misma de la oratoria.
4. ° Rethoricornm ad Herennium U b r i I V , es una retórica sen-
cilla y clara con ejemplos muy bien apropiados, en un lenguaje
puro y en estilo natural y elegante. E s la retórica latina mas anti-
gua, y la que primero dió nombres latinos á las figuras. Se ha dis-
putado mucho sobre su autor, sin que sea fácil averiguar el verda-
dero. E n t r e diez ó doce, á quienes se atribuye, tienen mas probabi-
lidades J / . Antonio Gniphon y Q. Cornificio; pero aun s o b r e e s t é
se disputa, quien fué.
E l primer período y el fin de la obra prueban bastante, que no
es de Cicerón, puesto que en sus primeros años, cuando todos su-
ponen que la escribió, no es exacto que le ocupasen los negocios de
familia, y que dedicase el tiempo restante á la filosofía, de la que
sabemos no escribió hasta sus ú l t i m o s a ñ o s ; además de que nunca
entre los amigos, con quienes se ejercitaba, ni entre sus parientes,
nombra al tal H e r e n n i o ; y sin embargo, al fin de la obra se hace
m é r i t o de ambas relaciones de amistad y parentesco.
5. ° De moentiom rethorica U b r i dtio, es un bosquejo rudo é iu-
asiléis
Completo fonnado por Oicei-on en la juventud, en vista de los ciut-
denios escritos sobre las esplicaciones de sus maestros. Debió tener
presentes los libros á Herennio, ó el autor de estos las mismas espli-
caciones que Cicerón, por las semejanzas que entre ellos se notan;
aunque á veces en estos libros Cicerón amplifica y corrige, y otras
modifica con sus propias ideas las doctrinas de aquella obra. Estos
primeros escritos de Cicerón son, como la i n t r o d u c c i ó n á sus otras
obras sobre la elocuencia. E l mismo dice (lib. t i de orat., c. 2.) pue-
ris aut adolescentíbus nohis ex commenfariolis nostris inchoata ac r u -
dia exciderunt, vix hac ectate digna-, sin embargo tienen su utilidad
porque nos manifiestan las primeras ideas de Cicerón, que después
elevó á tan alta perfección, y contienen ademas ciertos pormenores
instructivos que no se hallan en las otras obras. Su estilo es mas bri-
llante y armonioso que el de los libros á Herennio, y ameniza la
aridez de los preceptos con rasgos de i m a g i n a c i ó n .
E n el primer libro se trata de la utilidad de la elocuencia^ de
sus progresos, abuso y estudio; del arte, de su oficio, fin y materia;
de la invención en cada uno de los géneros de cansas, y de las seis
partes del discurso, y de sus varios géneros, bellezas y defectos. E n
el segundo después de la introducción, en que refiere la elección
que hizo Tespis de cinco doncellas de los Crotoniatas para pintar
una bella Elena, se propone ampliar la doctrina de l a confirmación
y refutación, y trata del género judicial, de los varios estados de
las causas, de las controversias por escrito, y por iiltimo, del género
deliberativo y demostrativo.
6.° Los tres libros de oratore á su hermano Quinto, después de
una i n t r o d u c c i ó n cada uno, contienen un diálogo sobre el modo de
formarse el orador y sobre todas las partes de la oratoria. L o s 30
años que mediaron de l a obra anterior á esta, y los triunfos q u é
habia conseguido Cicerón con la elocuencia, bastan para que rece-
conozcamos l a inmensa superioridad de este diálogo.
Cicerón adopta esta forma, imitando mas bien la narrativa de
Aristóteles que la d r a m á t i c a de P l a t ó n , para destruir en cierto
modo la prevención que suele haber contra el que habla en tono de
maestro. Introduce á los ancianos L . L i c i n o Craso y M . Antonio, al
suegro de aquel Q. M u c i o Scévola el augur, y á los dos j ó v e n e s
0 . Cota y P . Sulpicío, que durante unos juegos públicos se retiran á
T ú s e n l o ; y después de haber tratado largameute de política, se pro-
ponen imitar á Hócrates, sentándose al pié de un p l á t a n o . Craso,
en cuya persona habla Cicerón, tomando por fundamento, no las
reglas de la retórica, sino los principios de la razón y el conoci-
miento del hombre, diseña el retrato del orador y la instrnecioa
que debe tener en todas las materias, en especial, en la filosofía y el
derecho. Antonio cuyas doctrinas representan las de Q. Tulio, com-
bate l a opinión de Craso, separa la elocuencia de las d e m á s artes, y
recorriendo las razones de éste, aduce débiles argumentos para pro-
bar que al orador le bastan conocimientos ligeros y la destreza en
bien decir. Scévola, que habia intervenido en esta parte, porque se
h a b í a tratado del derecho c i v i l , y que ya por su ancianidad, no es-
taba bien que se hallase presente á los chistes, se despide, con el
pretesto de la salud, para su hacienda de T ú s e n l o .
E n el segundo libro, después de la i n t r o d u c c i ó n y de fingir que
llegan Q . Catulo y J . César su hermano, A n t o n i o se encarga de ex-
poner l a doctrina de l a invención, los medios de mover y conciliar
los ánimos, los g é n e r o s de cansas, y el modo de aplicar á cada una,
lo que se dice en general. César manifiesta lo que habia observado y
aprendido sobre los chistes y sus diversos g é n e r o s ; y Antonio des-
p u é s habla de la memoria artificial y de sus r t f !as.
E n el libro tercero, después de lamentarse en la i n t r o d u c c i ó n de
la muerte de Craso; y en seguida de las de Catulo y de M . Antonio,
proscriptos por M a r i o , pone en boca de Craso la materia de la elo-
cución. Este, recomendando la u n i ó n de la filosofía y l a elocuencia,
puesto que no puede hallarse ornato en las palabras sin los pensa-
mientos, n i estos ilustrarse sin l a luz de las palabras, trata del modo
de decir en general, y de las virtudes de la elocución, pureza, clari-
dad, adorno y conveniencia, principalmente del adorno. E n s e ñ a , qué
palabras, figuras y tropos se han de usar, y aun los piés y medidas
que exigen el n ú m e r o y armonía, y por fin habla de la acción, del
ademan, del semblante y de la voz.
E s admirable el arte y la elegancia con que están escritos estos
tres libros, y la propiedad de carácter con que se distingue cada i n -
terlocutor. Tiene digresiones agradables, y la discusión es variada
cou citas de autores latinos y griegos, y con alusiones á los sucosos
del tiempo y á discursos de los mismos interlocutores. Algunas pro-
ligidadusy ciertos pormenores han perdido para nosotros su interés,
como la digresión de los chistes en el segundo libro; pero sorí
muy leves estos defectos en comparación de las innumerables be-
llezas. De U b r ü o r a t o r ü s facAum est a me diligenter: din multumqite
in manibus f u e r u n í , describas licet. ( A d . A t t . epist. 12, l i b . I V . )
7. " B r u h i s , SWB de claris oraforibus, del que ya hemos hecho un
rápido análisis, es un diálogo que tiene Cicerón con B r u t o y Atico,
sentados en una pradera junto á una estátua de P l a t ó n , sobre l a
historia de la elocuencia hasta su tiempo. E s un cuadro histórico en
que presenta la dificultad de la elocuencia, sus progresos y triunfos
con los principales oradores de la Grecia, y luego describe con ras-
gos particulares los de E o m a , desde L . J u n i o B r u t o hasta él mismo.
Su narración, aunque interrumpida algunas veces con regresiones y
réplicas, es animada y elegante y variada con algunos chistes y d i -
gresiones agradables, como de la p r o n u n c i a c i ó n propia de E o m a
(oap. 4G) del juicio del pueblo sobre el orador (cap. 49 y siguientes)
y del estilo ático (cap. 82). E l colorido es propio del asunto, y el
tono variado, de manera que se verifica que la elocuencia se describe
á sí misma. Este libro fué compuesto sobre el año 708.
8. ° Orator a d M . B r u t u m , sive de óptimo (jenere, dicendi, es otra
obra, compuesta por el mismo tiempo que el B r u t u s , en la que ex-
plica Cicerón el modelo ideal de u n orador consumado y perfecto,
cual acaso no existió nunca. S i en el segundo libro de inventione
rethorica, Cicerón, aprendiz de elocuencia, busca la belleza como
Zeuxis, tomando ejemplos de muchos escritores; aquí, cual maestro
ilustrado, propone la idea de lo bello en la oratoria, como u n mo-
delo al que debe conformarse el orador perfecto: I s e r ü i g ü u r elo-
quens, dice repetidas veces, q u e p o t e r ü p a r v a summisse, módica tem-
pérate, magna graviter dicere. Sienta inimevo: sene ¡ M o s o p h i a non
posse effici, quem qíuerimus eloquentem: trata de los tres principales
caractéres del estilo, y esplica cuál es el verdadero aticismo, presen-
tando á Demóstenes por modelo.
Tres cosas ha de mirar el orador, quid dicat, el que quidqtie loco,
el qiwmodo: la principal de estas partes es la elocuencia, que ha de
éto» i f)2 —«
aet acomodada para e n s e ñ a r , deleitar y mover; y debe ir acóiuptu
fiada de la acción, qttcé est q m s i corporis qwedam eloqtcentia, non
conslet e voce etique mola. Diversa es la elocuencia del filósofo, del
poeta, del historiador: hace varias observaciones sobre el decoro, las
figuras, los chistes y diversos estilos; y citando varios de sus dis-
cursos, encuentra poco meditados alg-unos pensamientos del de Ros-
cio Amerino. Debe el orador conocer la dialéctica, que viene á ser
una elocuencia cerrada: debe saber definir y estar instruido en las
d e m á s partes de la filosofía, y t a m b i é n en la historia. Trata luego
de las costumbres y pasiones, y de las figuras de palabras y de pen-
samiento. Pasa después á la composición ó colocación de las pala-
bras, y explica minuciosamente, aunque con elegancia, varias locu-
ciones y formas de las palabras, su buen sonido, el ritmo y la armo-
n í a del periodo. Busca el origen, la causa, la naturaleza, y el uso
del n ú m e r o oratorio, cuya discusión resume y completa este trata-
do, el mejor de Cicerón sobre la elocuencia.
9. ° Oratorimpartitiones es u n compendio de los demás libros
retóricos, en preguntas y respuestas entre el padre y el hijo. Hace
tres divisiones de su doctrina: l a facultad del orador, que compren-
de las partes de la retórica: el discurso, con su exordio, narración,
confirmación y conclusión; y l a cuestión finita é infinita con los
géneros de causas. Gomo carece de ejemplos, este tratado es algo
árido y oscuro para los que no han leído las d e m á s obras retóricas
de Cicerón. F u é compuesto en 708.
10. L o s Tópicos son u n compendio ó comentario de una obra
de Aristóteles sobre los lugares ó manantiales, de donde se sacan
los argumentos y pruebas. F u é compuesto por Cicerón en 710 en
eu navegación de Sicilia sin auxilio de libros; y como le dedica al
jurisconsulto Trebacio Testa, los ejemplos son tomados del derecho
civil.
11. De óptimo genere oratorum, es un tratadito incompleto, para
servir de prefacio á l a t r a d u c c i ó n , que hizo Cicerón, de los discur-
sos de Demóstenes y Esquines sobre la corona, y que se ha perdido.
Hace ver, que en la poesía caben diversos g é n e r o s ; mas no en la
elocuencia, que si admite mas y menos, t e n d r á diversos grados, pero
siempre en un mismo género. Su objeto en esta composición era
— 153 —
hacer ver, cuál es el verdadero estilo ático, y defenderse dé los qué
le motejaban de redundante y asiático.
LECCIOX 33.
LECCION 33.
(1) v. g. prcemia por spoli.i; limen belli: cíaudw naves: opas haber'é; se cambió el
tigniílcadú: v. g.: cegrittido aplicáncluUi al cuerpo; funwsns, tomándola, enbuena parle:
se mudó la terminaciom.v. g.: corporulis, por corpóreas, piror por viriditas, orienlaUs
P^r orieiis; se varió el régimen; v. g.: oersari ciroa rom por í n re, egredi arbem, por
urbe, benodicere qaetvquam por cuiqaam,
n
— 170 —
pero estando ya muy avanzado el gusto eu la pendiente de la cor-
rupción, todo era i n ú t i l para sostenerle y evitar una depravación
completa.
4. " Phedro, nacido según dice en el p r ó l o g o del libro 3."
qmm P i e r i o mater enixa est jugo, en el monte Pierio, entre Macedo-
uia y Tesalia, aunque otros quieren hacerle de Tracia, fué liberto
de Augusto; sin que se sepa como vino á ser esclavo, ni como con-
siguió la libertad. E s de creer que la mereciese por su talento y cos-
tumbres; como t a m b i é n , que pasando por muchos padecimientos y
persecuciones, como él dice, llegase hasta los primeros años de Ne-
r ó n . Habiendo alcanzado á los poetas del siglo de oro, viene á ser
Phedro el poeta que enlaza las dos edades de oro y de plata. Deseoso
de alcanzar gloria y eternizar su nombre, se dedicó al género de
poesía que halló intacto, y siguiendo las huellas de Esopo, compuso
noventa y tantas fábulas distribuidas en cinco libros, dedicando el
tercero á Particulon y Phileto, libertos y favoritos de Claudio. Des-
pués de los cinco libros suele hallarse u n apéndice con otras cinco
fábulas.
5. ° Phedro, llevado del cálculo mas que de su genio, con no mu-
cha i m a g i n a c i ó n , nos presenta un c a r á c t e r i n g é n u o , pero lleno de
vanidad, que á l a envidia y persecución de sus enemigos políticos
y literarios, opone á cada paso su m é r i t o y su escesiva confianza en
eternizar su fama. Conociendo mejor á los hombres que á los ani-
males, aplica á estos, lo que ha pensado ó mas bien ha visto pasar á
sus ojos. De aquí es que muchas veces no es exacto en los instintos
de los animales, y que suple l a falta de i m a g i n a c i ó n y de originali-
dad con su ingenio y buen gusto en la disposición. Se aprovecha de
las a n é c d o t a s de su tiempo, ó de lo que ha leido ó visto, y por esta
razón es á veces mas bien un narrador que u n fabulista,
6. ° E l estilo de Phedro es variado, por lo c o m ú n sencillo, ele-
gante, gracioso y algo estudiado. L a forma d r a m á t i c a y la exactitud
de los diálogos le dan mucha a n i m a c i ó n , y la riqueza y concisión
le hacen agradable, pero t a m b i é n oscuro. Sobrio en el uso de imá-
genes, metáforas y epítetos, elegante y armonioso en la dicción y en
l a estructura de sus yámbicos, manifiesta por el gusto de la eleccioü
que pertenece aun al siglo de Augusto, pero uo por eso pudo pre-
— 171 —
gei'varse d e l deseo de novedad, de la violencia de algunas palabras,
de giros singulares, de cierta afición á dicciones antiguas ó poco
usadas; todo lo cual era de moda y propio ya de la decadencia. De
este género son rdiqui-a-orum, a r a m u m , imputare, por pedir que se
nos agradezca una cosa, vescor con acusativo, longitudo colli por
colwn longum, sola improMtas, calamitas tua y otros abstractos, ne-
nioricultrix, potrix y otras.
IÍECCIOÜV 35.
res: y describen ciertos estados del alma, en que sin graduar el in-
terés, solo se procura causar fuertes emociones, que esciten el terror
ó la compasión.
E l estilo de estas tragedias es por lo regular pomposo é inchado.
E n las sentencias hay laconismo, y á veces, sublimidad; pero los
discursos y disputas filosóficas, de que tanto abundan, llevan el ca-
r á c t e r de l a declamaciou, y el esceso de adornos y de exageración
las hace frias y cansadas. L o s caracteres son uniformes y no hay di-
ferencia de hombres á mujeres, sino en ser aquellos algo mas fuer-
tes. Se encuentran sin embargo sentimientos bien espresados y ras-
gos verdaderamente trágicos. E s muy notable el final del coro del
2.° acto de la Medea, el cual predice el descubrimiento del nuevo
mundo. Venient etc.
4.° E m p i e z a E d i p o por unadeclamacion sobre los iuconvenientes de
la dignidad real, y por una descripción de l a peste, en l a que des-
ciende á los mas minuciosos incidentes. Yocasta hace otra declama-
ción sobre l a firmeza que deben tener los reyes, y E d i p o otra des-
cripción sobre l a Esfinge, de quien, dice, viene la peste. Sigue el
coro y describe t a m b i é n l a peste. Acto 2." L l e g a Creon de Delfos,
y después de un breve diálogo con E d i p o sobre el oráculo, hace una
descripción del'templo, de l a fuente Castalia, y de su propia agita-
ción. E l oráculo, como todo, es ambiguo: E d i p o invoca á los dio-
ses y hace largas imprecaciones contra el matador de L a y o ; y pre-
guntado Creon por el sitio de l a muerte, hace otra descripciou, y
llegan Tiresias y su hija M a n t o . A instancias luego de Edipo, T i -
resias hace traer u n toro blanco y quemar incienso, sobre cuya lla-
ma, entre él y su h i j a hacen una descripción por preguntas y res-
puestas, y después otra sobre el toro y u n a becerra, de cuyas cir-
cunstancias se sacan noticias confusas. Tiresias evoca los muertos,
y encarga al coro que cante l a historia y alabanzas de Baco. Acto
3.° Viene Creon á dar cuenta del resultado de las operaciones de
Tiresias, y embarazado en el diálogo con E d i p o para decirle la
verdad, acaba por hacer una descripción muy larga de 130 versos,
terminando por un amargo discurso de L a y o contra E d i p o sin
nombrarle. E d i p o no cree ser el designado por el oráculo, y sospe-
chando de Creon, cambia con él varias sentencias y acaba por ha-
cerle encerrar en una cueva de piedra, y el coro atribuyendo á la
ira de los dioses las desgracias, bace otra descripción de las que ha
sufrido Tebas. Acto 4." E d i p o que se cree inocente, recuerda haber
muerto á un anciano en una encrucijada de l a Focida- pregunta á
Yocasta sobre las circunstancias de Layo, protestando antes, como
buen estoico, de su inocencia. L l e g a u n anciano de Corinto con la
noticia de la muerte de Polibo, y le i n v i t a á i r á tomar posesión de
su reino: se resiste E d i p o , y el anciano le declara que no es hijo de
Polibo y M é r o p e , pues que él mismo le recibió de n i ñ o de P h o r l a s ,
pastor de L a y o ; el cual después de las amenazas de E d i p o , le dice:
Conjuga es genitus tua. E d i p o prorumpe en imprecaciones, y el coro
c á n t a l a s ventajas de la mediania con la muerte de Icaro. Este acto
es el mejor de la tragedia, imitado en su mayor parte del griego.
Acto 5.° L l e g a un mensagero con la noticia de haberse sacado los
ojos Edipo, empleando en describir esta horrorosa operación hasta
quince versos; y el coro canta l a ley inevitable del destino. Viene
Yocasta y se detiene al aspecto del ciego E d i p o , sin saber que nom-
bre darle. E d i p o quiere separarse de ella; mas Yocasta se disculpa
con el hado: f a t i culpa est, nemo fit fato nocens:y después de esta
sentencia estoica, no sabiendo donde herirse, por ú l t i m o lo hace en'
el vientre, y se mata. Canta dos versos el coro, y E d i p o acusando
á Apolo de su desgracia, se exhorta á sí mismo á salir de Tebas, lle-
vándose consigo todos los males.
Se citan como t r á g i c o s de este tiempo, E m i l i o Scauro, Pompo-
nio Segundo, Curiacio Materno y otros; y P l i n i o habla de V i r g i n i o
Romano, como poeta c ó m i c o ; m á s nada nos ha quedado de ellos.
— 170 —
I>líl€ION
(1) Hay opiniones sobre cuales fueron estos versos: unos dicen que fueron del libro
•egundo, y otros que del noveno.
— ITS —
poca invención poética con lo odioso y terrible del asunto, que por'
ser muy reciente uo a d m i t í a tampoco el maravilloso, es bastante
para que la F i i a r s a l i a no sea una epopeya; además de que ni pre.
senta un resumen de la vida humana, n i de una época social y p0.
lítica, n i de pasiones universales n i particulares, n i aun tiene la
verdad histórica en los personages y en los sucesos. X o obstante es
una.obra que merece la atención de los estudiosos por el fuego poé-
tico y la fuerza de imaginación con que razona y describe. Excluye
los dioses de la mitología y en su lugar usa de la superstición, é in-
troduce á la fortuna, divinidad fría y poco interesante.
3. ° Los principales caractéres de la P h a r s a l i a son los de Pom-
peyo, César, Catón, Bruto, Cornelia y M a r c i a . E s t á n espresados con
fuerza, pero sin interés, porque no son verdaderos, n i conforme á la
intención del poeta. Pompeyo, su héroe principal, es un hombre de
apariencia y de vanidad, grande solo por el favor del pueblo y del
Senado: y su falta de acción y su impotencia le oscurecen, á pesar
del poeta, al lado de César. Este, aunque rebajado constantemente
por Lucano, aparece grande y mas interesante que Pompeyo, y su
actividad y fuerza de á n i m o son siempre admirables. E l carácter
mas interesante en Lucano es el de C a t ó n , en cuya pintura se retra-
tan el fogoso patriotismo y las doctrinas estoicas que dominaban al
' poeta; pero es poco profundo, aunque á veces exagerado. Bruto es
débil, sin dignidad n i importancia; Cornelia es á veces ridicula por
su severidad, y violenta en sus dolores y ternuras. M a r c i a volviendo
á buscar á su antiguo marido, solo por llevar su nombre, uo sirve
al poeta sino para elogiar á su querido C a t ó n .
4. ° L o s episodios mas notables son las guerras de Mario y de
jSila en el segundo libro: la fábula de Anteo en el cuarto,- la consulta
del oráculo de Delfospor A p i o en el 5.°: la de la mágica Ericto por
Sexto Pompeyo, y l a reanimación del cadáver, para dar los oráculos
en el tí.0 Muchos son los pasages del poema dignos de llamar la
atención, pues aunque en su coujuuto sea desgraciado, está sin em-
bargo lleno de m é r i t o y de bellezas en los pormenores. L o s mas im-
portantes son los retratos de Pompeyo y César, y l a imágen de la
patria que se presenta á este al paso de B u b i c o n en el libro primero;
los razonamientos de Catón con B r u t o en el segundo, y con Labieno
— 170 —
en el noveno; el sueno de Pompeyo que ve á s u difunta esposa J u l i a
en el tercero; el peligro de César al pasar el A d r i á t i c o y la tempestad
en el quinto: el valor y proezas del soldado Scava eu el sesto: la ba-
talla de P h a r s a l i a en el s é p t i m o : la descripciou del Africa y de las
serpientes en el noveno: y l a del origen del N i l o en el décimo.
5,° E l mérito de L u c a n o reconocido por todos, á pesar de sus
grandes defectos, está principalmente en los rasgos brillantes y r á - ,
pidos con que espresa los sentimientos nobles y profundos, hijos del
grande inferés que toma por el asunto. Su espíritu elevado y ardien-.
te, su imaginación fogosa y su erudición se manifiestan t a m b i é n con
alguna originalidad y con grande m é r i t o en las digresiones y com-
paraciones, aun cuando muchas veces sean inoportunas. E l gusto
por las descripciones, en especial de objetos materiales, forma el
carácter de Lucano y de los poetas de su tiempo, imitadores de l a
escuela griega de A l e j a n d r í a ; mas estas descripciones no son filosó-
ficas y hechas á grandes rasgos, como las de Y i r g i l i o , sino físicas y
dirigidas á los ojos mas bien que al sentimiento, fijándose en por-
menores, que podemos decir anatómicos. Esto y el empeño en no
aparecer servil imitador de otros poetas, hace qne Lucano necesite,
para espresar sus ideas, aumentar las palabras y sus combinacio-
nes, (1) en lo que b r i l l a t a m b i é n su ingenio, si bien desaparecen la
pureza y grave dignidad de la lengua de Y i r g i l i o .
E l estilo de L u c a n o es ampuloso, ardiente y precipitado. E n me-
dio de un grande lujo de palabras y de giros carece de variedad; y
como formado en las escuelas de los declamadores es afectado y pue-
ril, sin saber decir nada con naturalidad y sencillez: y violentándose
por aparecer sublime, es por lo c o m ú n hinchado y oscuro. E s difuso
con esceso, dejándose llevar de las mas minuciosas circunstancias,
sin conocer nunca, que como dice Horacio, hay ciertos l í m i t e s :
(1) Adsuesco, por adsuefaoio: pati por vivare: stimulis negare, por resistere: durare
con infinitivo: sponte ducum, non sponte Dei: arenivagus, epíteto de Calón: bellax por
bHiator: fastibus por fastis, pueden servir de ejemplo.
— 180 —
LK€€IO\ m .
IÍEC€IOJV 38.
IÍECCION 3».
1° 1.a h i s t o r i a . — 3 . ° V c l c y » l » a t é r c u l o . — 3 « Valerio
Máximo.
<jUti jiiaudaii, como hace A c l u j t). Sin embargo, cuando llega el tieni-
po de respirar con libertad, y la literatura y el poder de R o m a van
acercándose á la vejez, la historia entonces, ilustrada con las luces
de la experiencia, robustecida con la m e d i t a c i ó n profunda de las
cosas humanas y libre ya con la edad de las ilusiones de una ima.
ginacion juvenil, penetra hasta el interior del hombre; y con una
filosofía admirable, nos da las mas útiles lecciones para la vida, ha-
ciéndonos ver, como T á c i t o , l a s miserias de lahumanidad bajo el mas
horrendo despotismo, ó como Snetonio, los estravíos del hombre cons-
tituido en el poder. N o faltarán tampoco, quienes mas favorecidos
ncaso de la fortuna, manifiesten, como Curcio, Floro y Justino, la
satisfacción y tranquilidad que gozan, con la descripción ó admi-
ración de la grandeza y del poder, ya de Tioma, ya de otras na-
ciones.
2." C . Veleyo P a t é r c u l o nació en Ñ a p ó l e s hacia el 19 antes de
J , 0. A c o m p a ñ ó á O. Agrippa César en su viaje por el Oriente; fué
tribuno m i l i t a r y prefecto de caballería. C o n este empleo y después
con el de cuestor y legado siguió á T i b e r i o cu la Germauia, Panuo-
nia y Dalmacia, y fué c o m p a ñ e r o y testigo de sus empresas. F u é tam-
bién pretor el año que m u r i ó | Augusto. Diez y seis años después dedi-
có al cónsul Y i n i c i o una historiaen dos libros, de los que falta el prin-
cipio del l . 0 y otra gran parte, después que ha tratado de Grecia,
Asiría y Macedonia, que comprendia los 582 primeros años de Ro-
ma, E l resto y el libro 2.° abrazan desde este año hasta el 30 des-
ignes de J . C. Este compendio; cuyo plan i n d i c a que mas bien que
de R o m a , es de la historia universal, en cuanto interesaba á los ro-
manos, presenta un cuadro r á p i d o de los tiempos y circunstancias
con los sucesos principales, sin entrar en pormenores. E n un estilo
conciso y enérgico, imitado de Salustio, y con una dicción pura,
clara y elegante, aunque algo afectada por el uso frecuente de ar-
caísmos y sentencias morales, se muestra Veleyo agudo, ingenioso
y amante de la v i r t u d y de su patria. Imparcial h á c i a sus enemi-
gos y en todo aquello que no fué testigo, se manifiesta en lo demás
demasiado adicto á l a casa de César, adulando bajamente á L i v i a ,
Tiberio y Seyano. L o s que han querido disculparle, porque Tiberio
supo ocultar sus vicios y no se e n t r e g ó á los escesos del despotismo,
— 191 —
LECCION lO.
LECCIOX 41.
1.° C ú r e l o . — 3 o Su h i s t o r i a . — 3 . ° Su m é r i t o . — 1 ° Su
estilo—5." Sus errores y defectos-—e-0 Sus areugas.—
7.° Suetouio —8.° Sus o b r a s . — ' Su m é r i t o . — l O . Su
estilo y leuguaje.—11. Auueo Floro.—13. Estilo de su
historia —13. Otras obras que se le a t r i b u y e n . - 1 4 .
Jnstiuo.—15. M é r i t o de su ohra.
porte del emperador, etc., etc. Refiere todos los pormenores con la
mayor indiferencia, sin reflexiones n i juicios de n i n g ú n género, de
manera que nos da ciertos rasgos característicos, mas bien que el
carácter completo de cada emperador, lo que ha hecho decir, que
Suetonio es un narrador mejor que un historiador. E s también inte-
resante su lectura por las noticias y preciosas reseñas de arqueolo-
gía y de a n t i g ü e d a d e s romanas, en especial sobre la constitución y
leyes de Roma.y varios ritos públicos y privados.
10. Suetonio usa de un estilo dulce y agradable: sencillo y fácil,
es conciso, sin adornos y con cierta energía y dignidad, que en me-
dio de tratar de muchas frivolidades, nunca pierde su naturalidad
ni degenera en ridicula afectación, n i cu pomposa gravedad. Su
lenguaje, aunque de una época algo distante ya de la de Augusto
y T . L i v i o , es generalmente puro, correcto y nervioso. L u i s Vives
que suplió con tres breves capítulos el principio de la vida de César,
que él cree faltar, porque empieza desde los 16 años, dice (epist. 2."
de ratione studii pu3riMsJ: Sustonii m i r a b i l i s dicendiproprietas, as-
tricta i l l a , et qux p l u s haheat m n ' o r u m , quam corporis.
11. L . Anneo Floro, español de nacimiento y según algunos de
la familia de los Sénecas, floreció en R o m a en los tiempos de Tra-
jauo y de Adriano. E l historiador Sparciano refiere unos versos jo-
viales y picantes de J u l i o Floro á A d r i a n o , y de este á J . Floro, el
cual se cree que sea este mismo historiador. Carisio cita también de
una epístola de Anneo Floro á Adriano, estas palabras: poemalis de-
lector; lo que prueba, que si no era poeta, gustaba de leer poesías,
cayo estilo i m i t a en su historia. U n sábio (1) al principio de este
siglo ha querido probar que Floro es del tiempo de Augusto; pero
en tal caso h a b r í a que suponer interpolado u n trozo en el prólogo,
para lo cual no hay una r a z ó n plausible. E n este pasage dice que en
su siglo, bajo Trajano, el imperio mueve con vigor sus brazos, y
contra l a esperanza de todos reverdece en l a vejez, como si hubiese
vuelto á su juventud. Se cree que en vez de una L pusieron los co-
pistas una O, cuando un poco antes dice, que desde Augusto iban
corridos cerca de 0 0 años. T a m b i é n so ha querido atribuir la obra
1. M. Titze.
— 203 —
de Floro á Séneca, ya porque en algunos manuscritos se llama así
el autor, ya porque Lactancio se refiere á Séneca en la división que
hace de las edades del imperio romano, y esta no se halla mas que
eu el prólogo de Floro. M a s no siendo igual la duración de las eda-
des en los dos, pudo L a c t a n c i o tomarla tal vez de alguna de las
obras perdidas de Séneca, que acaso imitase t a m b i é n Ploro; y este
pudo ser llamado Séneca, si pertenecía á esta familia. Vosio, en aten-
ción á esto, dice que acaso será de Floro la tragedia Octavia que
corre entre las que se dicen de Séneca.
12. E n los ú l t i m o s años de Trajano, publicó Anneo Floro su
epítome de gestis r orna ñ o rw n en 4 libros; que no es otra cosa mas
que un compendio de los sucesos ocurridos desde R ó m u l o hasta que
Augusto cerró la primera vez el templo de Jano, extractado, no solo de
T. L i v i o , de quien á veces disiente, sino t a m b i é n de otros varios
escritores. Persuadido como buen romano que Roma lo era todo,
compuso mas bien que una historia, un elogio del pueblo romano
en un estilo oratorio y a ú n poético, lleno de i m á g e n e s y espresiones
atrevidas, valiéndose hasta de hemistiquios de V i r g i l i o y cuidando
mas del brillo del lenguaje que de l a verdad. Toca ligeramente los
sucesos, narrando las victorias y los hechos de una manera r á p i d a ,
brillante y animada; pero con una concisión afectada y con unos
adornos estudiados, procurando terminar las claüsulas con alguna
agudeza. Casi no deja el tono del énfasis y de la a d m i r a c i ó n , em-
pleando con mucha frecuencia toda clase de figuras retóricas y fra-
ses cortadas y sentenciosas, con las que se esfuerza por elevarse a l
sublime y suele decaer en la monotonía y frialdad. Comete varios
errores geográficos y cronológicos, que pueden e n g a ñ a r al qüe no
le lea con alguna p r e v e n c i ó n . E l texto ha llegado á nosotros bas-
tante alterado y con muchas interpolaciones.
13. S i como creen algunos críticos, fuese nuestro historiador,
el mismo que el poeta Julio Ploro ó Florido del tiempo de
Adriano, en lo que n i n g ú n inconveniente se presenta, deberíamos
tenerle por autor de los poemas que allí se le atribuyen y de otro
de qmlitate vita}, publicado por primera vez por Pedro P i t h o u con
el titulo de Floridas. E l epítome do T . L i v i o se le atribuye tam-
bién, aunque sin fuertes razones para ello. .
— 204 —
que semejante á aquellas ráfagas cío luz que suelen preceder á una
completa oscuridad.
2. ° Varias causas de la corrupción de la elocuencia en R o m a se
reconocen ya por los c o n t e m p o r á n e o s M . Séneca y V e l e y o P a t é r c u l o .
E l lujo y corrupción de los tiempos, la falta de premio al m é r i t o y
á la aplicación, la desidia y mala dirección de los jóvenes, la afemi-
nación de sus costumbres, aquella ley constante del destino, que de-
rriba lo que llegó á l a cumbre y lo abate hasta lo ínfimo con mas ve-
locidad que habia subido, y el empeño de buscar la perfección por
nuevas sendas, despreciando los buenos modelos y desconfiando de
poder alcanzarla por las que otros hablan seguido; he aquí las causas
principales que señalan. Pero sobre todas ellas debe ponerse, como
la primera y l a fuente de las demás, la p é r d i d a de l a libertad y la
degradación consiguiente á la t i r a n í a de los emperadores. F a l t a el
teatro de la elocuencia, el foro; falta el estímulo del premio y l a ver-,
güenza del d e s c r é d i t o ; faltan los interesantes negocios que antes se
ventilaban; falta la sólida y bien d i r i g i d a instrucción de los jóve-
nes; y de nada sirven los ridículos esfuerzos de los retóricos, n i el
establecimiento de bibliotecas públicas, que empezado por Polion y
por Augusto, que fundó dos, fué continuado por Tiberio, Vespasiano
y Trajano. E l contagio del mal gusto había cundido demasiado, y
la loca estravagancia de los sucesores de Augusto, habia inoculado
en los talentos cierta m a n í a de énfasis y de exageración, que solo
gustaba de lo grandioso y abultado, aun cuando fuese frió y pueril
á los ojos de l a sana crítica. N o faltaron sin embargo grandes inge-
nios que aunque tocados del contagio, pudieron en parte preservar-
se, y nos dejaron tesoros de doctrina, ya que no de buen gusto y
de elocuencia.
3. ° M . Anneo Séneca, natural de Córdoba, de una familia de
caballeros romanos, v i v i ó desde el año 58 antes de J . C. hasta el 82
después. Se trasladó á R o m a en tiempo de Augusto, y entrando en
í n t i m a s relaciones con el célebre declamador Porcio Latron, se de-
dicó también á la e n s e ñ a n z a de la retórica. A los 52 años, vuelto á
Córdoba, se casó con H e l v i a , de quien tuvo tres hijos, M . Anneo
Séneca Novato, que adoptado por J u n i o Galíon, tomó los nombres
de J u n i o Anneo Galion, L . Anneo Séneca el filósofo, y L . Anneo
— 208 —
MeTaj padre del poeta L u c a n o ; con los cuales se trasladó segun^
vez á R o m a . Dotado de una memoria asombrosa, pues, como él dice;
repetía sin equivocarse dos m i l nombres por el orden con que los
habia oido, y basta doscientos versos al contrario de como los ha-
bían diebo otros tantos oyentes'de su preceptor, se propuso en la
vejez, por complacer á sus bijos, compendiar ó extractar las decla-
máciones ó discursos de mas de cien autores griegos y latinos, que
en su juventud babia oido pronunciar en las escuelas de los retóri-
cos mas célebres, baciendo un juicio crítico al fin de cada uno. De
todas sus obras nü resta mas que un libro de suasorias ó discursos,
para é x b o r t a r , y cinco de los diez de controversias ó causas judicia-
les ficticias, á saber, el 1.°, 2.°, 7.°, 9.° y décimo, y u n epítome ó ex-
tracto dé todos diez. N i a ú n los que existen están completos, porque
se ba perdido todo lo que estaba en griego, y en lo demás se bailan
mancos, confusos y perturbados, de manera que no los conocería su
mismo autor. H e i n s í o le atribuye las tragedias Hercules furens,
Thi/estes y Gldipus.
I 4." Séneca el retórico, aunque por la edad, como él dice, pudo
alcanzar á Cicerón, no escribió basta sus ú l t i m o s años, cuando ya el
buen gusto se babia alterado. Entonces ejerce su juiciosa crítica
sobre los retóricos de su tiempo, y á l a par que se lamenta de la
decadencia de l a elocuencia latina, su estilo cortado y frecuente-
mente poco armonioso, nos presenta, al lado de bellos pensamientos
y rasgos elocuentes, sutilezas y frías declamaciones. E s sin embargo
el que ba escrito con mas pureza y elegancia después de Cicerón, y
se recomienda su lectura por la afluencia, y variedad y buen uso, así
de las palabras propias, como de las m e t a f ó r i c a s : todo lo cual, unido
á l a viveza y concisión de su estilo, le baca mirar como un autor de
transición bacía l a decadencia de la literatura de R o m a .
Y a hemos indicado antes la futilidad de los temas que se propo-
nían, tanto para las suasorias, como para las controversias, (1) los
cuales ó eran imaginarios, ó causas defendidas por los antiguos, ó
LECCION 13.
I.0 Q u i n t l l i a n o . — » . 0 Sus o b r a s . — 3 . ° P l a n y m é r i t o a©
sus insíüuciones oratorias.—4.° Su dlcciOH y estilo.—5 0 Diá-
logo de los oradores.—6-" F l i i i i o el j ó v e i i . — ? . 0 Sus carias,
su paneyirico,
(1) Es de notar la unión de dos palabras que tienen Casi la misma signílcaoion, v.
memoria ac recordatione, valares at senas, vetara at antiqua, no «a et recent ia, con-
jungare el copulara; así como Tácito dice: noua et racatitiajura; veteraet antiqua no-
mina; incensus ac flagrans animus.
"-2l5 —
LECCION I I.
f.ECCIOIV 45.
A n i m u l a vagula, blandula,
Uospes, coniesque corporis,
Q i m mine abibis i n loca?
P a l l i d v l a , rigida, nudula,
Nec, ut soles, dahis jocos?
IÍECCIOX i r .
I^ECCIOIV 48.
IxECCIOlV 19.
[i) E n la edad media se hizo muy común escribir por abreviatura, lo que fué causa de
muchos errores. E l obispo OUon recomienda á uno por estas palabras: Otto Dei rjratia
rogat vestram clementiam,. nt velitis, istum elvicum conducere ad vestrum diaco-
num. Y el clérigo encargado de leerlo á su obispo lo pronuncia asi: Ottho Dei gratia
rogat vestram clam MÍ velit istum clincum convertere in vivum diabolum.
— 2(50 —
L E C C I O N SO.
1. Los gramáticos en lo antiguo no eran como los del dia, á quienes se llamaba litera'
tures ó (j7-amatistas, sino eruditos que poseían conocimieatos universales, y se les daba
también el nombre de literatos, filólogos, críticos y polyhislores.
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N o n i o Marcelo, de Tíboli, probablemente del siglo 11, escribió
una óhva de proprieiate sermonis en 19 capítulos, que encierra mu-
cbos pasages de obras de autores antiguos que uo bau llegado á
nosotros.
2. ° Censorino escribió por el a ñ o 238 una obra en 25 capítulos,
sobre el origen y formación del bombre, de cronología, de astrono-
mía, de música y de otras materias, con el título de die natali, por-
que la dedicó á su amigo Q. Ceselio para el aniversario de su naci-
miento. E s obra muy útil, por su claridad y exactitud, aunque no
exenta de barbarismos, para el conocimiento de las antigüedades
clásicas, en especial los cap. I.0, 2.°, 18 y 22, que tratan del Genio,
de los juegos seculares y d é l o s años de los egipcios. 8e ha perdido
su libro de los acentos, y otro sobre las divinidades que influyen so-
bre l a vida humana, titulado i/idífjifamenice.
L . Ampelio escribió en el I V siglo una obra titulada ¡iher memo-
rialis, y la dedicó á Macriuo que seria probablcmeute un hijo suyo.
Contiene 50 capítulos en los que d á ' nociones muy breves sobre el
mundo, los elementos, la tierra y especialmente sobre asuntos his-
tóricos.
3. ° Flavio Caper dejó u n c o m p e n d i ó de ortografía y un tratado
de v e r l i s dúbiis¡ y Calcidio una t r a d u c c i ó n del Timeo de Platón, y
un comentario sobre su primera parte. E l i o Donato en el siglo IV^
maestro de S. J e r ó n i m o , escribió 1.°: de literis, si/llabisque, pediitis
e¿ totiis ars sive editío p r i i n a : 2.° de octo p a r i i b i i s oraiionis ars sive
editiosecunda: 3.° de l a r l a r i s m o , sokecismo ettrapis. 4." Comentarios
soire Terencio. L a s dos primeras obras forman una gramática, que
estuvo muy en uso en l a edad inedia. N o se le debe confundir con
Tiberio Donato, expositor de V i r g i l i o y algo mas moderno.
Otros varios g r a m á t i c o s florecieron por este tiempo: entre ellos
Fabio Mario V i c t o r i n o que escribió cuatro libros de ortograjohiá el
ralione metrorum; t a m b i é n sobre la Sma. T r i n i d a d y contra los Ma-
niqueos, y u n poema sobre los Macabeos y tres himnos de poco
m é r i t o á la T r i n i d a d .
4. ° Marciano Mineo Félix Capella, natural de M a d a m a , en Afri-
ca, escribió h á c i a l a mitad del siglo V , una obra con el título de
Satiricen, especie de enciclopedia, en prosa y verso, dividida en
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üueve libros. Los dos primeros contienen la apotheosis de la P h i l o -
logia y su boda con M e r c u r i o : los otros siete tratan de las artes l i -
berales, que entonces formaban l a carrera de los estudios, á saber:
gramática, dialéctica, retórica, geometría, astrología, a r i t m é t i c a y
música. E l estilo es b á r b a r o , y las muchas copias que se hicieron en
la edad media, le alteraron cada vez mas.
5.° Macrobio A u r e l i o Teodosio, v a r ó n consular é ilustre, de orí-
gen, según se cree, griego, florecía á principios del siglo V . Nos
dejó tres obras: una exposición en dos libros del sueño de Scipion,
por Cicerón, dirigida á su hijo Enstathio; l a cual debía formar en
opinión de algunos l a 2.a parte de los Saturnales. Saturnaliorum con-
viviorum l i h r i V I I , dirigidos t a m b i é n á su hijo en forma de diálo-
go, tratan como las Noches áticas de G-elio, de varios puntos de an-
tigüedades, de g r a m á t i c a , de historia, anécdotas y cuestiones filosó-
ficas y literarias. F i n g e que varios amigos eruditos se convinieron
en pasar las fiestas saturnales en estas discusiones útiles, mientras
otros se entregaban á los escesos de la gula. L a 3.a obra de Macro-
bio es de differentiis et societatihus grcBci latinique verhi; de l a cual
solo existe u n extracto que hizo J u a n Scoto. E r í g e n e s en el siglo
I X . Macrobio manifiesta mucha erudición gramatical é h i s t ó r i c a ; pe.
ro en la mayor parte no ha hecho mas que extractar á A . Gelío y á
Plutarco, de quien es casi todo el ú l t i m o libro de los saturnales. L o s
libros 5.° y 6.° versan sobre V i r g i l i o , haciendo ver lo que t o m ó para
la Eneida de griegos y latinos, en especial, de Homero, con quien
forma un cotejo desde el cap. 2.° hasta el 16 del libro 5.°
6.° Muchos g r a m á t i c o s escribieron por los siglos V I y siguientes:
entre ellos F l a v i o Mallío Teodoro y J u l i o Severo trataron de los me-
tros y de los pies: M a r i o Servio ó Servio M a u r o Honorato dejó un
comentario sobre V i r g i l i o y otras obras gramáticales, que no mere-
cen mucho l a a t e n c i ó n . F l a v i o Sosipater Oarísio de C a m p a n í a , cris-
tiano y g r a m á t i c o en E o m a , e x t r a c t ó con mucho esmero de los me-
jores autores unas iñsíitütiones gramaticce en 5 libros de los que se
han perdido el 1.° y el 5.° Diómedes publicó otra obra g r a m á t i c a ! en
tres libros; mas entre todos estos g r a m á t i c o s sobresale Prisciano de
Cesárea del siglo V I , que enseñó en Constantinopla y p u b l i c ó l a gra-
m á t i c a mas completa que tenemos de l a a n t i g ü e d a d . De sus 18 libros
18
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1 . E C C I O I V 51.
por haber olvidado las tradiciones de los primeros padres, que recí-
bieron la verdad del mismo Dios (2.°), y no pudicndo recobrar esta
verdad por la filosofía n i por l a razón, porque en sus investigaciones
se ban estraviado del recto camino (3.°), hace ver que no bay otra
senda mas que e l evangelio y la religión cristiana, confirmada coa
profecías y milagros; { i " ) que por su medio, J . C. ba establecido el
imperio de la verdadera justicia, desterrada por los enormes críme-
nes, encubiertos basta con el culto de los Dioses,- ( o " ) que el ver-
dadero culto consiste en el sacrificio interior y espiritual, en laprác-
tica de los deberes, en el temor de Dios, en la mortificación de los
sentidos y pureza de corazón, (G.0), por cuyo medio se consigue la
felicidad de la vida, que el alma inmortal recibirá como premio, des-
pués de baber sufrido un juicio riguroso ante el tribunal divi-
no. (7.°).
13. L a d a n c i u s , qunsi quídam fku'ius ehquentm Tulliance, uti-
nam tam nostra affirmare potuisset, quam fucile aliena destruxit,
dice S. J e r ó n i m o (epist. 49 ad Paul). S i n embargo, aunque su in-
mensa erudición brilla mas en la refutación de l a doctrina pagana,
conoce muy bien la de los cristianos y la espone con claridad en los
pensamientos, con vigor en el raciocinio, con sumo juicio en la po-
lémica y con una pureza y elegancia clásicas en el lenguaje, en lo
que iguala, sino escede, según algunos, al mismo Cicerón. Sus doc-
trinas al menos son mas sublimes é interesantes, y sus máximas mas
puras y excelentes. N i n g u n o ba combatido la idolatría con mas fuer-
za, n i ba expuesto la buena moral con mas nobleza, n i con un fistilo
mas bello y elocuente. N o obstante, conviene notar algunos errores
que, ó corrían en su tiempo, ó son bijos de la flaqueza humana,
no haber profundizado en el estudio de las Santas Escrituras. Lai
tancio no creia que hubiese antípodas, n i que la tierra fuese redonda
(inst. div. l i b . 3, c. 23); dice que el mundo debe acabar á los seis mil
a ñ o s ; que los justos después del juicio r e i n a r á n con J . 0. en la tier-
ra por espacio de m i l años, cuyo error se llama de los Milenanosi
que los ángeles enviados para que guardasen álo§ hombres, procrea-
ron de mujeres, demonios terrestres; y según S. J e r ó n i m o , su doc-
trina sobre el E s p í r i t u Santo no es ortodoxa, aunque sobro esto na-
da se lee en las obras que nos han quedado.
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14. E l carácter de los escritores africanos, como se ve en casi
todos los apologistas, lleva el sello del ardor y fogosidad del suelo
en que nacieron. Exagerados y vehementes, son desiguales y á veces,
incultos. E s proverbial el tumor africanus. L a lengua latina sufre
en ellos muchas alteraciones por l a introducción de palabras, por l a
nueva forma que d á n á otras y por sus giros atrevidos y ásperos,
v. g . : postumo por sum posterior, dominantur vestri, dominahitur
sui, sor descere mente, nuMiflcamen, ohntia, carnalis, pigrissimus, etc.
L E C C I O N 53.
L E C C I O N 53.
IÍECCION 54.
(I) La teología escolástica, se llamó así por contraposición a la positiva, que habían
usado los Padres de la Iglesia: y aunque se apoyaba como esta en los verdaderos lugares
teológicos, se propuso defender además por medio déla razón las verdades reveladas. So
llamó su método escolástico ó porque se usaba en las escuelas, ó porque con el se discutía
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á manera de escolares, sobre cuestiones que no solian tener aplicación alguna. Kste méto-
do,, que en los principios era útil, y lo puede ser para probar una verdad abstracta, ó muy
profunda, y deshacer un sofisma, llevado á todas las materias, dió origen á una infinidad
de divisiones y subdivisiones y cuestiones abstrusas, que necesitaron para su esplicacion
palabras nuevas é ininteligibles, sin otro resultado que ofuscar el entendimiento y fomen-
tar el espíritu de partido, haciendo seguir aún en materias físicas la autoridad de la es-
cuela ó de algún filósofo antiguo. He aquí algunas voces de las menos bárbaras: siopposi-
talitates, passionabüitates, futuritiones, perseitates, coessentiationea, proportionabi-
litates, femineitates, besteitates, etc.
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I^ECCIOIV 55.
ADVERTENCIA.
LECCION 17. — 1.0 Eglogas de Virgilio, 6 5 . — 2 , " Objeto de las églogas, 65.—
3.0 Formas bajo las cuales pueden presentarse, 66.—4. «Asuntos de las églo-
gas, 66.—5.0 Comparación de Teócrito y Virgilio, y o - - ? . 0 Su dicción, es-
tilo y versificación, 71.—8.° Algunos pensamientos imitados por casi todos
los poetas bucólicos , 7 1 .
LECCIÓN 18. — j . ° Geórgicas de Virgilio, 72.—2.0 Su plan, 73.—3.0 Su estilo
y versificación, 73.—4.0 Análisis del libro I, 73. — Análisis del libro II,
75.—6.° Libros III y IV, llamados por algunos pastoriles, 77.—7.0 Análi-
sis de estos libros, 78•—8^0'Reflexiones sobre algunas descripciones ó imáge-
nes del poema, 82.—9.0 Naturalidad de los episodios, 82.
LECCIÓN 19,—i.0 Eneida de Virgilio, 83.—2.0 Su plan, 83.—3.0 Argumento
de los seis primeros libros, 84.—4.0 Comparación con l a Odisea de Home-
ro, 87.—5.0 Argumento de los seis últimos libros de la Eneida, 88.—6.°
Comparación con la Iliada, 92. — 7,0 Episodios y su enlace con la acción
principal, 93.—8.° Pasajes mas notables. 93.—9.0 Caractéres, 93.—10.
Estilo y versificion, 9 4 . — i r . Razonamientos y diálogos, 94,—12, Artificio
y máquina, 94.—13. Defectos principales, 95.
LECCIÓN 20.— i.0 Ovidio, 96.—2.0 Clasificación de sus obras, 98.—3.0 Poe-
mas narrativos. — Metamorfosis, 98.—4.0 Los Fastos, 99.
LECCIÓN 21. — i.0 Poemas didácticos, 100.—2.0 Elegías, 101.—3.0 Heroidas
y otras obras de Ovidio, 102.—4.0 Dotes y defectos generales de este poe-
ta, 103.—5.0 Ligera comparación de los elegiacos latinos, 103.
LECCIÓN 22.—i.0 Plistoriadores del siglo de oro, 104.—2.0 Julio César, 104.
—3.0 Sus obras perdidas, 106.—4.0 Sus comentarios, 106. — 5,0 A . Hircio
y Oppio, 107.—6.° Mérito de los comentarios, 107.—7.0 Defectos que no-
tan los críticos, 108.
LECCIÓN 23.—I," Cornelio Nepote, 109.—2,° .Sus obras perdidas, l i o . — 3 . 0
Sus escritos que existen, lio.—4.0 Su mérito, 111 —5." Sus defectos, 112.
—6.° Sus errores históricos, 112.
LECCIÓN 24.— i.0 Salustio, 113.—2.0 Noticia de sus obras, 114—3.0 S u m é -
rito, 115.—4.0 Sus defectos, 116.—5.» Breve resumen sobre Salustio,, 117.
—6.° Asinio Polion, 118.
LECCIÓN 25.—1.° T . T.ivio, 118. — 2.0 Sus obras, 119.—3.0 Su mérito, 120.
—4.0 Sus defectos, 121.—5.0 Su Patavinidad, 122.—6.° Trogo Pompeyo
y Verrio Flaco, 122.—7.0 Mésala Corvino y otros historiadores, 123.—
8.a Diarios ó acta urbana, 123.
LECCIÓN 26.—i.0 M . Terencio Varron. Su vida, 124. — 2. Su fecundidad li-
teraria, 124.—3.0 Varron como historiador, 124.—4.0 Otras obras d i d á c -
ticas, 125.
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II
15
OBRAS DEL SEÑOR ORTEGA.