Librito LA VIRGEN MARÍA

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La Mujer Bendita
La Vida de la Virgen María

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Introducción

Hola amiguitos. Nosotros los católicos


amamos mucho a la Virgen María. ¡No
hubiéramos tenido a Jesús si no fuera por ella!
Dios eligió a María para ser la Madre de
Jesús, cuidarlo y educarlo, para sufrir con Él
durante la Pasión y acompañar a los apóstoles
en los primeros años de la Iglesia.

En este folleto compartimos la vida de la


Virgen María, para que la conozcan mejor y
aprecien más sus hermosas virtudes. Así
podremos amarla e imitarla.

Agradecemos mucho a Andrew Borg


quien hizo los dibujos originales
para este libro.

Tus amigos,
los miembros de la
Sociedad de la Doctrina Cristiana

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1. El Nacimiento de María

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María nació en un pequeño pueblito llamado Nazaret en
Israel, hace más de dos mil años. Sus padres eran San
Joaquín y Santa Ana. No sabemos mucho sobre los papás
de María porque la Biblia no nos dice nada sobre ellos,
pero podemos reconocer que eran personas muy buenas y
generosas, pues normalmente los hijos son un reflejo de
sus padres.

En esa época, el nacimiento de una niña no era causa de


mucha alegría para las familias judías, porque todas
querían hijos varones. Sin embargo, para esta pareja
santa, el nacimiento de su hija fue un acontecimiento muy
importante. Ellos sabían bien que fuera niño o niña, era un
maravilloso regalo de Dios.

Cuando nació la pequeña, ni siquiera los papás sabían que


esa niña había recibido un regalo super especial de parte
de Dios. Ella había sido concebida sin pecado original. ¿Qué
significa esto? Significa que mientras todos los seres
humanos vienen al mundo con el pecado original, Dios
decidió hacer una excepción con la Virgen María. Es por
eso que la llamamos “La Inmaculada Concepción”. Pero,
pobrecitos, ¡los padres de María no sabían nada de esto! Y
tampoco sabían que esa bebita, que parecía ser como
cualquier otra, ¡iba a ser la Madre de Dios!
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2. La Niñez de María

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María creció como cualquier otra niña judía.


Seguramente, sus padres le dieron una crianza muy
religiosa, enseñándole cómo orar, contándole hermosos
relatos del Antiguo Testamento y llevándola a la sinagoga.
Seguramente le hablaron también sobre la esperanza que
tenía el pueblo judío de que Dios enviara un Mesías, un
Salvador, así como habían prometido los profetas.

María también apoyaba en los quehaceres de la casa. Eso


era de mucha ayuda para sus padres y a la vez ella iba
aprendiendo las habilidades para ser, más adelante, una
buena ama de casa y una excelente madre. Como todas las
niñas, María aprendió a coser, lavar la ropa, preparar la
masa del pan, cocinar y muchas otras cosas útiles.

Joaquín y Ana estaban muy orgullosos de su hija por ser


una muchacha tan dócil y obediente.

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3. Boda con San José

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En la época de María, los jóvenes se casaban a una
temprana edad. Y no eran ellos quienes escogían a su
pareja; ¡eran los padres de familia!
¡Qué costumbre tan extraña!

Afortunadamente para María, sus padres eran personas


muy sabias. Ellos no buscaron un esposo que tenía mucho
dinero, poder o fama y que, quizás, fuera una mala
persona y un pésimo marido. ¡Fue todo lo contrario!
Joaquín y Ana se fijaron en un joven llamado José por ser
un hombre justo, trabajador, honrado y respetuoso.

A María, que tenía alrededor de 14 años, le agradó


mucho el muchacho escogido por sus padres. Fue así
que se realizó la boda de José y María, con la participación
de todo el pueblo. Según las costumbres judías, los jóvenes
seguían viviendo con sus padres durante un año más y
después podían ir a vivir juntos.

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4. La Anunciación del Ángel

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Fue durante ese año, cuando María todavía vivía con sus
padres, que algo increíble le sucedió en su vida.

Un día, cuando estaba María a solas, se le apareció el ángel


Gabriel. ¡María se asustó! ¡Nunca antes había visto un
ángel! El ángel la tranquilizó y le comunicó la noticia de que
Dios la había escogido para ser la madre de su hijo.

María no pudo entender. ¿Cómo era eso posible? ¿Y por


qué, entre todas las mujeres, Dios la había escogido
precisamente a ella? Sin embargo, ella aceptó diciendo
unas hermosas palabras: “Aquí está la servidora del Señor,
hágase en mí según tu palabra”.

Y desde ese momento, Jesús empezó a formarse en el


vientre bendito de María.

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5. María visita a Isabel

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El ángel Gabriel también le comunicó a María que su


prima Isabel, ya anciana, iba a tener milagrosamente
un hijo. Fue así que María pidió el permiso de sus padres
para ir a ayudarla. ¡Qué humilde y servicial era María!

Al llegar a la casa de Zacarías e Isabel, después de un viaje


bastante largo, María se dio cuenta de que efectivamente,
Isabel tenía alrededor de seis meses de embarazo. Pero lo
más sorprendente era que a pesar de que el embarazo de
María todavía no se notaba, Isabel, con la ayuda del
Espíritu Santo, también se percató que María estaba
embarazada y llevaba en su vientre al hijo de Dios. Al verla,
Isabel exclamó: “Bendita tú eres entre todas las mujeres, y
bendito es el fruto de tu vientre”. María expresó toda su
alegría y agradecimiento a Dios por medio de un hermoso
himno que llamamos “Magnificat”.

María se quedó con Isabel tres meses. Cuando nació el


bebé lo llamaron Juan. Más adelante se le conocería como
Juan el Bautista. Entonces, María decidió regresar a
Nazaret. Ahora ya se notaba que ella estaba embarazada
y tenía que explicar a José cómo sucedió.

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6. El Nacimiento de Jesús

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José se asustó cuando vio que su esposa iba a tener un


hijo. ¡Pensó que María le había sido infiel! ¿Pero cómo era
posible eso, siendo María una muchacha tan pura y
honrada?

Fue así que Dios envió al ángel Gabriel cuando José estaba
durmiendo y este le explicó toda la situación. Al despertar,
José comunicó a María que ahora ya entendía todo y que
iba a apoyarla de la mejor forma posible.

Pasaron los meses y a María le quedaba poco para traer al


mundo a Jesús. Desafortunadamente, fue en ese momento
que el emperador romano decidió hacer un censo; José y
María tenían que ir a inscribirse en el pueblo de Belén. Era
un camino muy largo y peligroso. Al llegar a Belén buscaron
un lugar donde María pudiera dar a luz pero solo
encontraron una cueva que albergaba animales.

Fue en ese lugar sucio y oscuro que nació Jesús, la luz del
mundo. ¡Qué alegría para María y José al ver al bebito en
sus brazos! ¡Y cuánto se asombraron cuando vinieron los
pastores para verlo y, más adelante, también unos reyes
magos del Oriente para rendirle homenaje!

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7. Presentación del niño


Jesús en el Templo

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Cuarenta días después de su nacimiento, María y José
fueron a presentar al bebito Jesús en el templo. Cada
pareja judía que presentaba a su hijo, compraba algún
animal para ofrecerlo como sacrificio al Señor. Los ricos
ofrecían un buey o un cordero. José y María compraron lo
que ofrecían los pobres: un par de palomas.

En el templo se encontraron con el anciano Simeón, que se


alegró mucho al ver a Jesús. Se percató que ese bebé era el
Mesías, el Salvador prometido, a quien él tanto había
esperado. Pero le dijo a María que iba a sufrir mucho
porque ese hijo iba a ser rechazado por los hombres
malvados. “Una espada de dolor te atravesará el alma”, le
dijo. Fue así que un acontecimiento bonito como la
presentación de un hijo, se convirtió en motivo de mucha
preocupación para José y María.

También estuvo en el templo una anciana llamada Ana. Al


ver a Jesús, ella empezó a alabar a Dios por haber
cumplido su promesa de enviar a un Salvador.

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8. Jesús perdido y hallado


en el Templo

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Cuando Jesús todavía era pequeño, el rey Herodes quiso
matarlo y para que eso no sucediera, un ángel indicó a
José, junto a María y el niño Jesús, huir a Egipto. Cuando el
rey murió, José y María pudieron regresar a Nazaret.
Fue allí donde Jesús creció. María lo cuidaba mucho y
también le enseñaba muchas cosas. José lo adiestraba en el
arte de la carpintería para que, de adulto, pudiera ganarse
el pan de cada día con ese trabajo.

Cuando Jesús tenía 12 años, José y María lo llevaron a


Jerusalén. Al estar ya de regreso, se percataron de que
Jesús no había viajado con ellos y tuvieron que volver a
Jerusalén para buscarlo. Finalmente, después de tres días,
lo encontraron conversando con los sabios en el templo.

María le dijo decepcionada: “Hijo, ¿por qué nos has hecho


esto? José y yo te estuvimos buscando
desesperadamente”. Jesús les hizo entender que el templo
era la casa de su Padre y que él tenía la tarea de enseñar.

Algunos años más tarde, María sufrió por un


acontecimiento muy triste: la muerte de su esposo José.
José había sido muy buen marido, un hombre justo y
honrado. Dios lo premió porque en el lecho de su muerte,
tuvo la compañía de las dos personas más importantes de
todo el mundo: María y Jesús.
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9. La boda de Caná

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Cuando Jesús cumplió treinta años, le dijo a María que ya
le había llegado la hora de salir de casa para dedicarse a
enseñar. María se entristeció porque sin Jesús, su casa iba
a estar vacía, pero a la vez, ella sabía bien que su hijo tenía
una misión muy importante que cumplir.

Afortunadamente, pudo disfrutar de la presencia de Jesús


durante una boda en Caná de Galilea. Durante esta boda,
sucedió algo muy desagradable para los novios: se acabó el
vino. En esa época, el vino era muy importante para las
fiestas de boda; ¡era la bebida principal!

María, que siempre estaba atenta a las necesidades de los


demás, se percató de lo sucedido e invitó a su hijo para que
ayudara a los novios. Jesús todavía no había hecho ningún
milagro. Pero decidió complacer a su madre María y
obedecer su palabra. Así que se acercó a los criados, les
mandó llenar los cántaros con agua y después convirtió el
agua en vino.

María estuvo muy feliz de ver la alegría de los esposos y


de todos los invitados. A ella le encanta ver a la gente
contenta y llena de felicidad.

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10. María escucha a Jesús

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Jesús empezó a recorrer los caminos de un lugar a otro


para enseñar sobre Dios. Con él siempre iba un grupo de
hombres que los había escogido para ser sus apóstoles.
Jesús predicaba en las sinagogas, en las plazas, en la orilla
del mar, en las casas y en cada lugar donde estuviera.

A veces María iba a escuchar a Jesús. Se sentía muy


orgullosa de él y se quedaba maravillada por las hermosas
palabras que salían de su boca. Ella sabía bien que Jesús no
había aprendido esa enseñanza de ella y tampoco la había
leído en los libros. Sabía que él era el Hijo de Dios. Fue por
eso que Jesús enseñaba de manera muy diferente a la de
los maestros judíos.

Se alegraba al ver a la gente que escuchaba con mucho


interés a su hijo. Pero se preocupó al notar que algunos
hombres poderosos no les gustaba lo que Jesús predicaba.
Tenía miedo de que estos hombres pudieran hacer daño a
Jesús. Y de hecho, así sucedió. Cuando en una oportunidad
Jesús fue a Jerusalén, lo capturaron y empezaron a
acusarlo de muchas cosas injustas.

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11. La pasión y muerte de Jesús

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María sufrió mucho a lo largo de la pasión de su hijo Jesús.


Sufrió cuando lo acusaron injustamente, cuando lo
azotaron, cuando le colocaron la corona de espinas y
cuando le obligaron a cargar la cruz.

Sin embargo, lo peor fue verlo crucificado y escuchar a


los malvados insultarlo. Es muy probable que también la
ofendieran, llamándola “la madre del criminal”, pero ella,
acompañada por María Magdalena y el apóstol Juan, llegó
hasta los pies de la cruz.

Allí María recibió una gran sorpresa, cuando Jesús, que


apenas tenía fuerzas para hablar, señaló a Juan y le dijo:
“Ahí tienes a tu hijo” y a Juan “Ahí tienes a tu madre”. En
otras palabras, Jesús le estaba dando la misión de ser la
madre de todos los seres humanos, que el apóstol Juan
estaba representando en ese momento.

¡Es por eso que nosotros los católicos amamos tanto


a la Virgen María!

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12. El cuerpo de Jesús colocado


en el regazo de María

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Jesús estuvo crucificado durante tres horas. María


escuchó cada una de sus siete palabras y después lo vio
inclinar su cabeza y dar su último respiro. Todo fue muy
doloroso para ella, pero se quedó firme, de pie, sabiendo
muy bien que al sacrificar su vida, Jesús estaba trayendo
la salvación para la humanidad.

Cuando murió vio a un soldado traspasando con una lanza


el corazón de Jesús para confirmar que estuviera muerto.
Jesús no sintió nada pero María experimentó como si esa
lanza estuviera traspasando su corazón.

Luego, Nicodemo y José de Arimatea bajaron el cuerpo de


Jesús y lo colocaron en el regazo de María, para abrazarlo
por última vez. ¡Cuánto había sido maltratado el cuerpo de
su hijo! ¡Qué crueles pueden ser los seres humanos!

Después lo llevaron a la tumba que muy generosamente


José de Arimatea decidió donar para la sepultura de Jesús.
Era como una cueva escavada en las rocas. Limpiaron bien
el cuerpo y lo prepararon para el entierro al estilo judío.
Luego movieron una roca redonda que servía para
tapar la entrada de la tumba.

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13. La Resurrección
de Jesús

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El domingo después de la crucifixión de Jesús, María
escuchó la gran noticia: su hijo había resucitado. Primero
fue María Magdalena que contó haber visto a Jesús,
después Pedro y Juan relataron haber encontrado la
tumba vacía. En la tarde todos los apóstoles, con la
excepción de Tomás, lo vieron resucitado. Incluso en la
noche llegaron dos discípulos que mencionaron haberlo visto
camino a Emaús!

No sabemos si Jesús resucitado se apareció a María. Los


cuatro evangelios no lo mencionan, pero podemos asumir
que Jesús dio esa alegría a su Madre, que tanto había
sufrido por y con Él.

María se alegró mucho con la resurrección de su hijo. Su


resurrección muestra que la obra y el mensaje de Jesús
iban a continuar, esta vez por medio de los apóstoles.

Cuarenta días después de su resurrección, Jesús regresó


al cielo, pero antes aseguró que iba a quedarse por siempre
con nosotros “hasta el fin del mundo”.

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14. Pentecostés

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Antes de volver al cielo, en repetidas ocasiones, Jesús


prometió a los apóstoles el envío del Espíritu Santo. Jesús
sabía muy bien que los apóstoles todavía sentían miedo y
tenían las mentes confundidas. Supo que necesitaban el
Espíritu Santo para poder cumplir bien su misión.

Cincuenta días después de su resurrección, en la fiesta


de Pentecostés, Jesús cumplió su palabra. Ese día
estuvieron presentes también junto a los apóstoles,
María y muchos discípulos.

Impulsados por el Espíritu Santo, que quitó el miedo


de sus corazones, los apóstoles comenzaron a predicar la
Buena Noticia de Jesús y empezaron a viajar por
diferentes lugares para que todo el mundo conociera
de él y de la salvación que nos trajo.

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15. La Asunción de María

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Durante muchos años, María acompañó a los apóstoles y a
las primeras comunidades cristianas. Era una presencia
maternal entre ellos, y todos le tenían gran respeto y
devoción por ser la madre de Jesús.

María siempre trataba de animarlos y de estar muy


cerca de aquellos que eran más pobres y débiles. Muchas
veces también les contaba sobre el nacimiento y la niñez de
Jesús porque, por supuesto, nadie conocía estos detalles.

Finalmente, llegó también para María el momento de


despedirse de este mundo. Fue un día muy triste para
todos los cristianos cuando se enteraron que la Virgen
María había fallecido.

Sin embargo, la Iglesia Católica nos enseña que Jesús había


preparado algo muy especial para su madre. Él decidió
enviar a sus ángeles para llevar a María al cielo, en cuerpo
y alma. Fue así que, al contrario de los cuerpos de todos los
seres humanos, el cuerpo de María nunca conoció la
corrupción. Recordamos que ese cuerpo, además de haber
dado a luz al hijo de Dios, había sido completamente puro y
nunca había conocido el pecado.

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16. María coronada como


Reina del Cielo

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Pero eso no es todo. Al llegar al Cielo, la Virgen María fue


recibida por la Santísima Trinidad y coronada Reina del
Cielo. En ese momento hubo gran alegría en la corte
celestial. Todos se alegraron mucho por María.

Aquí en la tierra, nosotros los católicos oramos


mucho a María. No la adoramos y tampoco exigimos
que realice milagros, porque ella no es Dios. Pero al ser
la servidora obediente de Dios Padre, la madre de Dios
Hijo y la esposa del Espíritu Santo, ella puede interceder
por todos sus hijos necesitados.

Hay una oración muy hermosa que nos recuerda que


María es también nuestra Reina:

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,


vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

¡Oh, clementísima, oh piadosa,


oh dulce Virgen María!

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17. Apariciones de la
Virgen María

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A lo largo de los siglos, María estuvo siempre pendiente de


las necesidades del ser humano. Mira con mucha alegría las
obras de solidaridad que se realizan y los triunfos que
enriquecen su vida. Sin embargo, su corazón de madre se
estremece cuando ve odio, violencia y guerras.

En varias oportunidades, María decidió visitar la


tierra para llevarnos mensajes de paz y de amor.
Estas apariciones marianas son muy queridas por
nosotros los católicos. Una de las apariciones más
importantes se realizó en México, cuando ella se
apareció al indio Juan Diego.

También hay dos apariciones muy importantes que


sucedieron en Europa: a santa Bernardita, una niña sencilla
que ni siquiera sabía leer y escribir, en Lourdes (Francia),
y a los tres pastorcitos en Fátima (Portugal).

En Cuba tenemos mucha devoción a la Virgen de la


Caridad. Creemos que de manera misteriosa, María envió
una pequeña imagen suya a nuestra isla como señal de su
amor maternal. Esta imagen se encuentra en el poblado de
El Cobre, en Santiago de Cuba.

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Conclusión

Ahora que has aprendido mucho sobre la vida


y el amor de la Virgen María, ¿no te animas a
amarla más? Ella es tu madre celestial, que te
ama mucho y que siempre te cuida. Para
expresar tu amor a María, hay muchas cosas que
puedes hacer. Aquí te mencionamos algunas:

1. Aprender siempre más de ella y leer esos


relatos de la Biblia que hablan sobre su persona.

2. Imitar sus virtudes. La Virgen María


siempre fue pura, servicial, generosa y
solidaria. Si la amas, deberías tratar de
practicar estas virtudes.

3. Rezar mucho a María. Tenemos muchas


hermosas oraciones a la Virgen como el “Ave
María” y la “Salve”. Sin embargo, la mejor de
todas es la oración del Santo Rosario. ¡Pídele a
tu catequista que te enseñe cómo se reza!

¡Qué Dios te bendiga y que la paz de nuestro


Señor Jesucristo habite siempre en tu corazón!

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Nosotros los católicos amamos


mucho a la Virgen María. ¡No
hubiéramos tenido a Jesús si no
fuera por ella! Dios eligió a María
para ser la Madre de Jesús, criarlo,
sufrir con Él durante la Pasión, y
acompañar a los apóstoles en los
primeros años de la Iglesia.

En este folleto deseamos compartir


contigo la vida de la Virgen María,
para conocerla mejor y apreciar más
sus hermosas virtudes. Así podremos
amarla e imitarla.

PREC@

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