La Mejor Amiga de Mi Hermana Cap 4
La Mejor Amiga de Mi Hermana Cap 4
La Mejor Amiga de Mi Hermana Cap 4
Por Mauuge
Capitulo cuatro
¡¿Por qué demonios le tenía que pasar todo eso a ella?! ¡¿Qué había hecho
para merecer que una niñita de 12 años, endemoniadamente sexy y encima
hermana menor de la chica que amaba estuviera enamorada de ella?! ¡¿Por
qué a mí?! Fue el pensamiento que pasó por la mente de Michelle en aquel
momento tan crítico para su integridad moral y física.
Sacando una fuerza interior que realmente no supo de dónde carajo sacó,
apartó de un empujón a la niña, quien por el impacto cayó de culo al piso.
Mirando a la adolescente con sus orbes bien abiertos por la sorpresa.
-Escucha Naiara, entiendo perfectamente que sólo tengas 12 años y que por lo
tanto hay cosas que no entiendes aún, por lo tanto yo me esforzaré para
hacértelas entender, primero que nada: sí, soy lesbiana y me gustan las
mujeres, pero tú no eres una mujer, eres una niña y yo pronto cumpliré mis 18
años y el estar contigo pasaría a llamarse pedofilia. Segundo: mis padres e
incluso Anna saben que yo soy lesbiana y lo aceptan, sin embargo los tuyos no
y dudo que acepten que a su “princesita” le gusten las mujeres, lo primero que
se les vendrá a la mente será pensar que yo te pervertí cosa que no es cierta.
Y tercero: a mí ya me gusta otra mujer, que no eres tú. Lo siento mucho Nai.-
Terminó de decirle y se sintió la peor escoria del mundo al ver a la pequeña
castaña aun tirada en el piso con sus hermosos ojos azules cristalinos y
mordiéndose el labio para no sollozar de la tristeza que sentía.
-¿Quién rayos te crees que eres? “Reaccionaría igual con cualquiera mujer”
“Así empiezas y luego te convertirás en una…” ¿Una qué, Michelle? ¡¿Una
puta igual que la arpía con la cual estás saliendo?! ¡¡Jamás me vuelvas a
comparar con una zorra como ésa!!-Le gritó completamente enojada, ardiendo
de los celos, realmente la azabache estaba sorprendida, no parecía ella misma
en esos momentos.
-¿Q-qué? ¿La arpía con la cual estoy? ¿D-de qué diablos estás hablando
Naiara?-Le cuestionó confundida y con el ceño fruncido, su mano derecha
estaba apoyada sobre su adolorida mejilla, aunque no se quejó, porque en el
fondo sabía que se la merecía por haberle dicho aquello a la niña.
-¡De esa tal Lara! ¿De quién más estaría hablando?-Automáticamente los ojos
cafés de la adolescente se abrieron impresionados.
-¿Yo andar con Lara? Terminé hace semanas con ella.-Le respondió
sobándose la mejilla y levantándose del suelo, la niña la imitó confundida.
-¡Mientes! Ayer tú y esa arpía se fueron juntas y solas del campus deportivo,
seguro que la aceptaste nuevamente, por eso me has estado ignorando todo el
día.-Ni bien terminó la oración sintió cómo la mano de la azabache se posaba
sobre su cabeza y le revolvía los cabellos con una sonrisa, la pequeña castaña
de ruborizó, cómo extrañaba eso.
-Tonta, como siempre estás suponiendo y dando por hecho cosas que no
pasaron. Yo ayer me fui con Lara para aclararle que no quería volver con ella.
Nada más.-Los ojos azules de la menor se iluminaron nuevamente.
-Pero entonces… ¿por qué me ignoras de esa forma, no vez que duele
mucho?-Le preguntó dolida, tomando con sus pequeñas manitos la mano de
Michelle que tenía en su cabeza y apretándola contra su mejilla derecha,
demostrándole lo mal que la había hecho sentir, Michelle se sintió a morir
cuando su mano tuvo contacto con las lágrimas de la niña. Realmente se
notaba que la estaba pasando fatal.
-Sí, quiero que todo vuelva a ser como antes, Michelle.-“Aunque creo que
jamás podré deshacerme de esto que siento por ti, nunca jamás”
-Ya, ahora será mejor que vuelvas a tu casa ¿qué le inventaste a Emilia para
que venir aquí?-Le preguntó y la niña se rascó la nuca apenada.
-Le dije a mamá que iría a la casa de mi mejor amiga para hacer un trabajo
práctico del colegio, por eso es que traje mi mochila, para aparentar.-Le reveló
y la más alta negó levemente con la cabeza.
-Sí, lo mejor será que vuelva a casa sola. ¿Desde mañana todo será como
antes, no?-Le cuestionó y la azabache asintió. La pequeña se sentía feliz por
un lado pero triste por otro. Feliz porque Michelle volvería a revolverle el
cabello, a pelearle por cualquier cosa y a sonreírle. A ella eso le encantaba.
Pero triste porque la trigueña estaba enamorada de otra mujer y no de ella.
Qué dichosa aquella chica que se haya ganado del corazón de la azabache,
enserio que la envidiaba. Qué no daría ella por enamorarla.
Luego de ese día todo volvió a ser como antes, la misma rutina los siete días
de la semana. Naiara se sentía a gusto pero a la vez no quería darse por
vencida tan fácilmente y lo que más la tenía ansiosa era saber quién era
aquella persona a la que Michelle amaba. ¿Sería acaso una alumna de
secundaria al igual que la trigueña? ¿O quizás sea una chica que nada tenga
que ver con el colegio? ¿Y si se trataba acaso de una adulta? ¿Casada tal
vez? No, no creía a Michelle capaz de meterse con una mujer en matrimonio.
Entonces… ¿quién sería la chica que la azabache amaba? Ni siquiera se la
podía imaginar puesto que no tenía idea de los gustos de Michelle en cuanto a
eso.
-Lo que sí el Dr. Rodolfo ya está viejo así que se retiró, por lo tanto a partir de
ahora te atenderá una Dra.-Le comentó la madre y la niña simplemente asintió
nuevamente desinteresada.
-Hoy mismo, quiero que a las 16:00 pm estés preparada.-Le avisó y la niña
suspiró resignada, a ella no le gustaba ir al médico, mierda. Pero no había
opción.
-Te acompañaría Nai, pero hoy le prometí a Michelle que iría a verla jugar un
partido de vóleibol amistoso.-La niña hizo un puchero, tendría que ir al médico
cuando perfectamente podría haberse ido con Anna a ver a la trigueña,
maldición, su día apestaba.
-Por cierto mamá, hoy es viernes así que iré con Michelle y otros amigos a un
antro. ¿Está bien?-Enseguida el padre trató de replicar pero su esposa le
pinchó la pierna por debajo de la mesa para que cerrara la boca y él así lo hizo.
-Claro que puedes mi vida. ¿Michelle te traerá, cierto?-Le preguntó con una voz
dulce su madre.
-Sí mamá, ella me traerá de vuelta a casa.-Le respondió con una sonrisa, la
pequeña castaña se mordió la mejilla por dentro, era injusto, ella al ser una
niñita no podía ir a ese tipo de lugares de adolescentes. Seguramente Michelle
la pasaría genial y coquetearía con esa chica de la cual estaba enamorada.
Inconscientemente apretó con sus puños la tela de su falda colegial, estaba
enojadísima.
…
-La Dra. Evans la espera, adelante por favor.-Les dijo amablemente una chica.
Ambas le hicieron caso e ingresaron a la habitación donde se encontraba la
doctora que le realizaría el chequeo a la niña.
Al entrar se encontraron con una bella mujer que no debía superar los 25 años
para la pequeña castaña, estaba sentada tecleando rápidamente en un portátil,
su cabello era negro azabache, su piel la tenía increíblemente pálida, de
contextura delgada y poseía unos hermosos ojos negros como una noche sin
estrellas. Al percatarse de la presencia de las dos dejó de teclear y les sonrió a
las dos.
-El placer es mío.-La niña estaba fascinada, era educada, hermosa y para nada
amargada, es que así se imaginaba la pequeña castaña a los adultos en su
mente.
De la nada el celular de Emilia comenzó a sonar, ésta se disculpó y leyó el
mensaje de texto que le enviaron. Enseguida se agarró la cabeza algo
estresada y, suspirando, lo contestó. Luego de guarda su teléfono móvil en su
bolso de mano, miró a su pequeña hija angustiada.
-Mi niña, surgió una urgencia en mi trabajo, Dra. ¿podría realizarle el chequeo
en mi ausencia? Yo regresaré enseguida, lo siento mucho.-Se disculpó
apenada, la azabache negó levemente con la cabeza.
Una vez que amabas estuvieron solas, Raphaela se levantó del asiento de su
escritorio y se paró enfrente de la niña, allí recién la pequeña se percató de que
también era muy alta.
-Bueno… como todavía no tengo pacientes que hayan llegado y aún tu madre
no regresa, ¿te gustaría charlar un ratito mientras comes ésta paleta?-Le
preguntó mientras sacaba un dulce del cajón de su escritorio y se lo entregaba
a una alegre castaña.
-Bueno Naiara, ¿supongo que vas a la escuela no?-Le preguntó sacándose los
lentes que tenía puesto y dejándolos en su escritorio.
-Vaya, te felicito. Por lo que puedo suponer que has de tener entre 11 y 12
años. ¿Cierto?-La niña asintió.
-Qué lindo que me llames señorita, me haces sentir menos vieja.-Le comentó
divertida, la niña frunció el ceño confundida.
-Te lo diré, pero antes dime… ¿de cuántos años me vez, pequeña?-La niña
observó detenidamente a la adulta y se llevó un dedo a su mentón, pensando
muy bien su respuesta antes de darla.
-¡Genial! ¡¿Desde hace cuánto tiempo están casadas?! ¡¿Se aman mucho?!
¡¿Cuándo comenzaron a ser novias?! ¡¿Al principio se llevaban bien o mal?!
¡¿Cómo supieron que era amor y que valía la pena seguir adelante?!-Tantas
preguntas hechas a la misma vez sorprendieron a ambas mujeres.
-La verdad es que no soy adivina, pero por la emoción que demostrarte cuando
Raphaela te dijo que estábamos casadas… puedo suponer que te gusta una
persona, ¿cierto?-Le preguntó Daphne y la niña se ruborizó hasta la oreja,
enseguida la rubia comenzó a reírse divertida.
-No importa qué sexo tenga esa persona especial, ni la distancia, ni la edad. Si
tú amas de verdad, por más que esa persona no lo haga, sigue esforzándote
cada día más para enamorarle, si quieres algo, esfuérzate al máximo para
obtenerlo. ¿De acuerdo, niña?-La pequeña abrió sus orbes sorprendida, esa
mujer rubia, que se notaba a leguas tenía un carácter lanzado e impulsivo, le
había regresado todos los ánimos y las ganas de seguir adelante para así
conquistar a Michelle. De la nada comenzó a llorar de la emoción y asintió con
la cabeza.
-Hola de nuevo, mi niña. Muchas gracias por cuidar de ella Dra. Evans.-Le
agradeció y la otra simplemente negó.
-No hay de qué, Naiara se portó muy bien y todo su metabolismo funciona
excelente.-Le comentó mientras agarraba unos papeles y se lo entregaba a la
madre de Nai, quien los tomó en mano y los examinó rápidamente.
Al llegar a su hogar, se percató de que estaban allí tanto Anna como Michelle,
ésta última se bañó ya que estaba sumamente sudada luego del partido de
vóleibol que tuvo esa tarde al cual, lamentablemente, Nai no puedo asistir
porque tuvo que ir al consultorio médico, sin embargo no se arrepentía, puesto
que gracias a eso conoció a Daphne y Raphaela, las dos doctoras que le
devolvieron los ánimos a la pequeña. Las ganas para seguir tratando de
conquistar a la azabache.
Naiara prácticamente no pudo acercarse a Michelle ése día puesto que tuvo
que hacer un montón de tarea atrasada que tenía y además la de ojos cafés se
la pasó en la habitación de su hermana mayor, estuvieron haciendo trabajo
prácticos del colegio y luego arreglándose porque esa noche iban a un antro
con amigos. Nai cada vez que pensaba en ese hecho arrugaba su frente y un
travieso puchero adornaba su rostro, era injusto, ella también quería ir pero
obviamente no le dejarían. Maldición, ser una niña no tenía nada de bueno, ya
quería crecer de una buena vez.
Cuando el reloj marcaba las 23:00 pm, ambas adolescentes estaban en la
puerta despidiéndose de los padres de las dos castañas.
-Cuídense mucho ¿De acuerdo, chicas?-Les recordó por décima vez Robert,
ambas asintieron bastante cansadas de lo insistente que podría llegar a ser
aquel hombre.
-Claro que la cuidaré, enana. Nos vemos después, buenas noches a todos.-
Dijo al final dándose la vuelta y Anna la imitó.
Vio una cartuchera, varios libros, apuntes, exámenes en los cuales había
sacado puntajes muy altos pero lo que más llamó su atención fue un cuaderno
rosa con toques violáceos. “¿Podría ser…?” Fue el pensamiento fugaz que
pasó por la mente de la niña mientras lo tomaba en mano y lo abría
lentamente, corroborando que, efectivamente, sí era lo que ella se imaginaba.
…Continuará…