Programa PH
Programa PH
Programa PH
Se ha dicho que la política es un asunto demasiado serio para dejárselo a los políticos.
Por eso, faltando pocos días para la segunda vuelta de las presidenciales, queremos hacer una
lectura crítica del programa de gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez, llamado “Colombia,
potencia mundial de la vida”.
¿Qué proponen Petro y Márquez? ¿Los objetivos propuestos pueden alcanzarse? y ¿Qué tendría
cambiar para que sus metas ambiciosas no se traduzcan en una nueva frustración para el
electorado?
Para convertir a Colombia en una “potencia mundial de la vida”, el plan de gobierno plantea una
serie de objetivos generales y ambiciosos:
Este nuevo modelo sería la base de una era de paz que, en un círculo virtuoso, impulsaría la
inversión, el crecimiento, el empleo, la reducción de la pobreza, la inequidad y la exclusión, y
garantizaría la estabilidad económica y social.
Queremos señalar que los objetivos y los medios para alcanzarlos están desarrollados con rigor
analítico y con una visión amplia. Sin embargo, estas propuestas exigirían un nivel de inversión y
gasto público sin precedentes. Pero no solo eso: para que nuestro Estado pequeño, ineficiente, y
muchas veces ausente pueda alcanzar estas metas, se necesitarían otros ajustes en nuestro modelo
administrativo.
Las mujeres representan un poco más de la mitad de la población y contribuyen más que
proporcionalmente en las actividades de cuidado que sustentan la vida y la productividad, pero
tienen una participación limitada en la economía monetaria y muy precarias condiciones en temas
vitales como la seguridad social.
Partiendo de estas premisas, el programa señala la necesidad de un sistema nacional de cuidado
que asuma una parte de la carga de las cuidadoras, que haga posible su acceso a educación y
formación, y que les permita participar en todos los órdenes de la vida social.
Este es, sin duda, uno de los aspectos más transformadores del programa, que iría mucho más allá
de las leyes de cuotas, no siempre cumplidas. Junto con la propuesta de paridad en todos los
cargos públicos, esto tendría el potencial de hacer que el Estado adquiera, por primera vez, un
rostro de mujer.
Si esta propuesta gana el próximo domingo, podríamos esperar que la gestión de los bienes
comunes no sea tarea exclusiva del Estado, sino que en buena medida esté confiada a la sociedad
civil.
Para poner un ejemplo: en materia ambiental, el programa propone “[construir] un gran pacto
nacional de trascendencia regional y global para la defensa ambiental de la Amazonía, la
Orinoquía, y el corredor bio-geográfico del Pacífico”. Ese pacto consistiría en “acuerdos
comunitarios para la regeneración, restauración ecológica, protección y preservación de estos
ecosistemas con base en procesos organizativos, propendiendo por la ampliación de territorios
colectivos, titulación de predios y fortaleciendo las autoridades tradicionales y ancestrales”.
Como muestra en detalle el cuadro adjunto, el Estado ampliaría sus competencias en materia de
energía eléctrica (hoy preponderantemente en manos del mercado). Habría un banco de primer
piso que reúna y aproveche los activos de las entidades financieras del Estado que a través de un
modelo multibanca, canalice recursos para los pequeños y medianos empresarios. En esta misma
línea, se propone:
Se propone aumentar las transferencias desde el nivel central y fortalecer la capacidad fiscal de los
entes territoriales. En particular, se plantea “[avanzar] hacia la construcción de una
descentralización del modelo económico territorial, de tal manera que contribuya a la transición
energética, combata el cambio climático, asegure la soberanía alimentaria, garantice el derecho a
la participación social en la construcción de las políticas públicas, promueva la equidad social y el
cambio estructural, mediante la vivencia de la autonomía socio-comunitaria territorial.”