Anales Universidad A13 t17 Entrega 2 n81 1906

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AMLES DE LA DMIVERSIDAD

AÑO XIII Montevldeo-1906 TOMO XVII—N.» 81


- . T

E s t u d i o s o b r e lo c o n t e n c i o s o a d m i n i s t r a t i v o
POE EL DOCTOS LUIS VABELA

(Conclusión)

TITULO TERCERO

I>cl recurso de revisión

ARTÍCULO 4G5

En los casos de cesación ó renuncia de uno ó más Minis-


tros, el Presidente si no nombrase de inmediato al titular
que ha de reemplazarlo, encargará de la Secretaría ó Secre-
tarías vacantes á uno ó más de los otros Ministros, pu-
diendo también encargar interinamente del despacho de
aquéllos á los Oficiales Mayores respectivos. Pero estos
expedientes transitorios no relevan al Presidente de la obli-
gación en que se halla de nombrar á la brevedad posible el
nuevo titular.
El interinato autorizado por el apartado anterior es tam-
bién aplicable á ios casos de ausencia transitoria del Mi-
nistro en propiedad.

I.—Por regla general, el funcionario dimiteote debe per-


manecer en su puesto hasta que la renuncia le sea acep-
442 ' Anales de ¡a Universidad

tada, ó más bien dicho, hasta que se le ha3'a nombrado


reemplazante, á menos que esa designación demorase más
de lo razonable. Pero esa regla no es aplicable á los Mi-
nistros. Desde .luego no puede serlo cuando aquéllos se re-
tiran por su desacuerdo con los actos del iPresidente. Y no
tiene por qué serlo en los demás casos, porque no es presu-
mible que un Ministro que está en buena relación con el
Jefe del Ejecutivo y tiene la intención de renunciar, se la reserve
para sorprenderlo en un momento dado con su salida ex abrup-
ta y la consiguiente interrupción de las funciones del Minis-
terio, Seguramente el propósito de renunciar habrá sido co-
municado con anterioridad, de manera que cuando la renun-
cia se presenta, el Presidente estará habilitado para resolver
y hasta para proveer la vacante; y si no lo estuviese para
esto último, tendrá siempre á mano el expediente del interi-
nato que el artículo establece.
2.—Pero es preciso que ese interinato no pierda sii ca-
rácter de tal, de manera que aun cuando no sea posible
fijarle un plazo determinado, es necesario que conste la obli-
gación de hacerlo cesar á la brevedad posible, pues sólo mo-
mentáneamente puede tolerarse esa situación que acumulando
dos Ministerios en un solo Ministro y reduciendo el número
reglamentario de los Consejeros de Gobierno y por consiguien-
te las garantías del Consejo, evidentemente contraría los
propósitos de la Constitución y de ía ley al fijar el número
de los Ministros de Estado.
3.—Según el articulo que anotamos, los Ministerios vacan-
tes, mientras no se nombre el nuevo titular, pueden estar á
cargo de Ministros interinos, que lo serán los titulares de los
otros Ministerios, ó pueden confiarse á los Oficiales Mayores
respectivos, que serán entonces simples encargados del des-
pacho. Quiere decir, pues, que los Oficiales Mayores no pue.
den continuar siendo tales y á la vez Ministros titulares ni
interinos, lo que se explica porque el primero de aquellos
cargos es incompatible, con el segUrudo; la condición de Ofi-
cial Mayor y la del Ministro, ante el Presidente de la Re-
pública son muy distintas y opuestas para que puedan ser
Anales de Ja Universidad 443

desempeñadas por la misma persona. Para que el nombra-


miento de Ministros pudiera efectuarse, sería necesario que
el Oficial Mayor renunciase en absoluto el empleo de tal, lo
que difícilmente haría, ó lo abandonase temporalmente con
retención del cargo mientras desempeñase el Ministerio, lo
que no podría hacerse con arreglo á la ley de 17 de Junio
de 1869 que prohibe la retención de los empleos, ley que
tampoco habría interés en derogar para . este caso especial
de que tratamos, porque siendo el empleo amovible, el Mi-
nistro estará siempre dependiendo de aquél, lo qué lo colo-
caría en una condición legal que no corresponde al Ministro.

ARTÍCULO 4 6 6

Cuando un Ministro se considerase inhabilitado para in-


tervenir eo uij asunto sobre que deba resolver él Poder
Ejecutivo, sea ó no en Acuerdo Gejneral, deberá manifes-
tarlo al Presidente de la República, quien accederá ó no á la
excusación solicitada. Si ésta fuese concedida;, el Presidente
designará á la vez el Ministro que haya dé subrogar al ira-
. pedido, permaneciendo no obstante él asunto en el Minis-
terio á que por su naturaleza cori'esponda.
L'd subrogación se hará constar en el expediente ó en la
misma resolución de que se trata, si ésta fuese de
autorizándola en ambos casos el Presidente con el Ministro
subrogante. '"- -

i.—La renuncia'es un acto libre del funcionario, puesto


que fuera de los casos de servicio militar y alguno que otra
muy contildo, nadie está obligado' á desempeñar un ?-ervicio
público ni menos á permanecer en él. Pero la excusación
no está en igualdad de condiciones, puesto que nadie tiene
el derecho de exonerarse de los deberes impuestos por las
funciones de su cargo. Ea tal caso, pues, corresponde al _
Presidente examinar si los motivos de excusación son- fuu-
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dados, tanto más cuanto que aquélla lo obliga á cambiar de


Consejero en el caso y ocasiona cierta alteración, por más
que sea accidental, en la competencia que por la ley co
rresponde normalmente á cada Ministro.
2, - Pero se comprende que aun cuando la excusación sea
atendida, existe siempre una razón de orden interno para que-
los asuntos no sean sacados del Ministerio á que por su na-
turaleza corresponden. Sucede aquí algo semejante á lo que
ocurre con la subrogación judicial: se cambia el Juez pero
no el Juzgado; análogamente en el otro caso se cambia el
Ministro pero no el Ministerio.
3.—El decreto del 91 establece que la resolución que dis-
ponga la subrogación " será.autorizada por el Oficial Mayor
del Ministerio á que corresponda originariamente el asunto".
Desde luego eso no puede hacerse sino cuando se trata
de expediente iniciado por parte interesada; en las resolu-
ciones de oficio la subrogación no puede hacerse por sepa-
rado de la resolución para la cual el Ministro titular se con-
siderase impedido, sino que tiene que hacerse en ella misma,
y en tal caso no puede menos que ser autorizada por el
miismo Ministro subrogante. Y si tiene que hacerse así en
ese caso, no hay razón para que no se haga también en el
otro, tanto más cuanto que no es propio por razón de
jerarquía que el Oficial Mayor de un Ministerio aparezca
aceptando excusaciones de su Ministro.
4—En oíros países en los casos de ausencia ó impedimento
del Ministro es suplido por el Subsecretario de Estado. Tal suce-
de en Inglaterra, en donde esa institución ha tenido origen, en
Italia, v e n Francia por lo menos en algunas de las organiza-
ciones que ha tenido esa institución al través de las diver-
sas vicisitudes porque allí ha pasado. Pero eso puede ha-
cerse en aquellos países porque allí el Subsecretario es un
funcionario de la exclusiva confianza del Ministro, que entra
al Ministerio con él y sigue su propia suerte después de ha-
berle representado y desempeñado sus funciones hasta en el
propio Parlamento.
Pero entre nosotros no existe ni tiene por qué existir esa
Anales de la Universidad 445

institución, imposible en lo político é inconveniente en lo ad-


ministrativo.
Nuestro régimen constitucional no admite la permanencia
en el Parlamento de los representantes de los diversos de-
partamentos del Gobierno, permanencia que es lo que ha
hecho necesaria la institución en Inglaterra, en donde ha te-
nido origen, aunque sin haber llenado el objeto deseado,
pues dice á ese respecto Todd: "Los Subsecretarios de Esta-
do por capaces que sean no están en situación de exponer
ó de defender la política del Gobierno con la libertad, la
inteligencia y la responsabilidad necesarias" para responder á
las exigencias de la Cámara de los Comunes. En el hecho
son simplemente mandatarios que deben justificar un sistema
político á cuya edificación no han contribuido'\
Y en el orden administrativo la inconveniencia de la insti-
tución es aun mucho mayor, porque los continuos cambios de
su personal, ocasionados por la renovación periódica de los
cargos ó por las exigencias transitorias de la política, perju
dicarían la buena gestión de los negocios confiados á cada
Departamento Ministerial' Es esto tan cierto, que Ftalia por
el decreto de 9 de Febrero de 1891 tuvo que volver á las
Secretarías generales para atender á la tradición y á la uni-
dad administrativa del servicio; y en forma más ó menos
análoga han tenido que evitar el inconveniente apuntado los
demás países en que existe la istitución á que nos refe
rimos.
Nosotros no tenemos al lado de los Ministros sino los Ofi-
ciales Mayores, que son y no pueden ser sino lo que dice el
Reglamento de 3 de Febrero de 1879 relativo al Ministerio
de Gobierno, jefes de la Secretaría, y como tales encargados
de la dirección de sus trabajos, y por consecuencia sin nin-
gún derecho propio para representar ó suplir á los Ministros,
á cuya acción sólo pueden cooperar en el orden interno en
la forma y en la medida en que állos Ministros les" sea
dado disponer.

32
446 Anales de la ÜidversidaÁ

CAPÍTULO CUARTO

De la decisión del recurso

ARTÍCULO 4 6 7

Recibido el expediente de conformidad con lo dispuesto


en el artículo anterior, se dictará la resolución del caso den-
tro de diez días, devolviéndose el expediente si hubiese lu-
gar á la Administración de origen, como en el caso del ar-
tículo 447.

ARTÍCULO 4 6 8

Respecto del cumplimiento y efectos de la resolución á


que se refiere el artículo anterior, regirá lo dispuesto en el
Capítulo Cuarto del Título anterior en cuanto le fuese
aplicable.
Ánaies dé la Universidad 44?

TITULO CUARTO

Disposiciones qeaei'alfis

CAPÍTULO PRIMERO

D.} las horas y días hábiles

ARTÍCULO 4 6 9

Son horas hábiles para las diligencias y actuaciones ad-


ministrativas, las señaladas para el despacho diario de cada
oficina. Estas cuidarán de anunciarlas por medio de un
aviso que se hallará expuesto constantemente al público en
el local de las mismas.
Ningún horario podrá modificarse sino con aviso previo
(le ocho días de anticipación, el que se publicará en la mis-
ma forma antedicha y en el «Diario Oficial».

ARTÍCULO 4 7 0

Son días hábiles todos los del año menos los domingos
y fiestas religiosas ó cívicas que la ley ó el uso hubiesen
consagrado, y cualquier otro en que se disponga por ley que
vaquen las oficinas públicas. La inhabilidad del feriado no
es aplicable á los servicios de carácter continuo.
*-k!'

448 Anales de la Universidad

ARTÍCULO 4 7 1

La presentación de instancias ó peticiones y fes diligen-


cias administrativas así como la tramitación de los expe-
dientes, deben tener lugar en las horas y días hííbiles. No
obstante, los jefes de las oficinas podráu habilitar los de-
mas días y horas cuando en su concepto hubiese causa
urgente que lo exija.
Anales de la Universidad 449

CAPITULO SEGUNDO

Del domicilio

ARTÍCULO 4 7 2

Toda primera reclamación expresará el domicilio del in-


teresado ó del mandatario que lo representase, para las no-
tificaciones y demás diligencias que con él hubieran de en-
tenderse.

ARTÍCULO 4 7 8

Se considerará como domicilio legal del reclamante ó


apoderado, el que aparezca en el respectivo escrito inicial
ó se hubiese denunciado posteriormente y mientras su cam-
bio no se hubiese hecho saber en nuevo escrito.

ARTÍCULO 4 7 4

No se dará curso á ningún escrito inicial en que no se


designe domicilio; pero se llamará la atención del recla-
mante para que subsane su omisión, sin perjuicio de obser-
varse lo dispuesto en el artículo 320, siempre que se tra-
tase de escrito que deba ser presentado dentro de término
perentorio.
450 Anales de la Universidad

ARTÍCULO 4 7 5

El domiciho de los empleados públicos para todos los


efectos del empleo que desempeñen será en la misma ofi-
cina, aún cuando hubiese hecho abandono del cargo, sin
perjuicio del que también deberá fijar para los casos de
falta, licencia y en general para todos los casos en que haya
de ser habido fuera de la oficina para los fines de ésta.
Anales de la Universidad 451

CAPÍTULO TERCERO

Del Registro y formación de los expedientes

SECCIÓN PRIMERA

Del Regristro

ARTÍCULO 4 7 6

En toda dependencia administrativa se llevará un Re-


gistro general anual, para la anotación de los asuntos que
entraren ó se iniciaren durante el ano; dicho Registro ten-
drá sus hojas encuadernadas, foliadas y rubricadas por el
jefe que corresponda, quien además hará constar en la pri-
mera de ellas por nota que suscribirá, el número de hojas
que contiene.

ARTÍCULO 4 7 7

El Registro tendrá las disposiciones convenientes para


que conste en él:

1." La fecha de iniciación ó entrada de cada asunto.


2.° El número de orden en esa misma fecha.
3.'* La autoridad ó persona de que proceda.
4.*^ La indicación sumaria del asunto. Esta indicación
no se hará en los asuntos de carácter reservado,
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en cayo caso se pondrá solamente el número de la


comunicación si lo tuviese exteriormente, y la nota
de «reservado».
5.° La indicación y fecha de cada trámite, escritos ó
comunicaciones recibidas durante su tramitación
así como la de '<resuelto» cuando lo hubiese sido
definitivamente. Cuando el asunto hubiese en-
trado solo para informar ó en simple trámite,
bastará la indicación de «despachado».

ARTÍCULO 4 7 8

Los asientos de entrada serán correlativos según la fecha


y número de orden de la presentación de la solicitud, co-
municación ó mandato á que se refieran, y se harán constar
con la nota de «registrado», que con la indicación del folio,
fecha y número del registro será puesta y firmada por el
empleado respectivo á continuación de la nota de entrada,
que se pondrá en todos los casos con la fecha y media firma
del empleado que corresponda.

ARTÍCULO 4 7 9

Además de observar su orden correlativo, los asientos


se harán sin dejar renglones en claro ni entrerrenglonadu-
ras, prohibiéndose también las raspaduras y enmiendas, sal-
vándose las equivocaciones con una nota á la que se hará
referencia en el asiento equivocado.

ARTÍCULO 4 8 0

Los asuntos de que hablan los artículos anteriores se


pasarán el mismo día de recibido el escrito, comunicación ó
Anales de la Universidad 453

expediente de que se trate, y cuando no fuese posible por


lo avanzado de la hora, se harán necesariamente al día si-
guiente, poniéndose en esa misma fecha el asunto al despa-
cho con nota fechada y autorizada con la media firma del
empleado respectivo. Ese plazo sólo podrá ser ampliado,
cuando lo justificase la extensión de las dihgencias que hu-
biesen de extractarse en las carpetas de los expedientes.

ARTÍCULO 4 8 1

Además del Registro general, llevarán las oficinas los


libros auxiliares necesarios según la índole de aquéllas y
la de los servicios que tuviesen á su cargo, y para poder
con»probar en todo momento el paradero de cada expediente,
siendo responsable de su extravío ó de cualquier falta que
en él se notase, el empleado en cuyo poder deba encontrarse
según la constancia del libro respectivo á menos que se
comprobase ser otro el autor de la falta observada.

ARTÍCULO 4 8 2

De todo escrito ó comunicación que se presente podrá


exigirse recibo en que se exprese el asunto, número de en-
trada y fecha de su presentación y documentos con que se
acompañase. Dicho recibo tendrá, además de la firma del
empleado, el sello de la dependencia.
454 Anales de la ümverstdad

SECCIÓN SEGUNDA

De 'a formación 'le 'o> expedientes

ARTÍCULO 4 8 3

Los expedientes administrativos pueden ser incoados:

1." Por comunicación oficial recibida.


2° Por mandato de la autoridad que resuelva su for-
mación.
3.** A instancia de parte interesada.

En los dos primeros casos se encabezará respectivamente


con el mandato ó comunicación que diera mérito á for-
marlo, y en el tercero con la primera petición del intere-
sado precedida de los documentos con que la acompañase.

ARTÍCULO 4 8 4

Las peticiones particulares se presentarán en el sellado


correspondiente, rigiendo siempre á su respecto lo dispuesto
en los capítulos Segundo y Cuarto, Sección Primera del Tí-
tulo Primero del Libro Tercero de este Código en cuanto les
sean aplicables. En las tercerías excluyentes se acompañará
además copia de cada escrito, firmada por la parte que la
presenta y la'.que será entregada á la contraria al ser noti-
ficada.
Anales de la Universidad 455

ARTÍCULO 4 8 5

Los escritos, además de presentarse en los días y horas


que indica el artículo 471, deberán estar hechos con letra
clara, de manera que puedan leerse fácil y correctamente,
sin cuya condición no serán recibidos como tampoco si tu-
viesen enmendaturas, entrerrenglonaduras ó textaduras, no
salvadas con la firma del solicitante.

ARTÍCULO 4 8 6

Además de las condiciones antedichas deberá en los es-


critos darse á las autoridades á quienes se dirijan, el trata-
miento acostumbrado y guardarse siempre un estilo respe-
tuoso, sin el cual no serán admitidos, pudiendo aplicarse por
la infracción de ese deber penas de apercibimiento y mul-
ta hasta 50 pesos, la que se hará efectiva administrativa-
mente, pudiendo también, según la gravedad de los casos,
prohibirse la admisión de más escritos del postulante. Todo,
sin perjuicio délas responsabilidades en que éste pudiera in-
currir con arreglo al Código Penal.

ARTÍCULO 4 8 7

Todas las peticiones que se presentasen ante las autori-


dades públicas deberán ser arregladas á la ley, pudiendo
prohibirse la presentación de nuevos escritos en los asuntos
á que se refiriesen, á los reclamantes que después de aper-
cibidos insistiesen en formular peticiones notoriamente des-
arregladas,
456 Anales de la Universidad

ARTICULO 4 8 8

La instrucción de los expedientes, en los casos á que se


refiere el artículo 483, se regirá por lo dispuesto en la Sec-
ción Segunda del Capítulo Cuarto del Libro Tercero de
este Código.

AETÍCULO 4 8 9

Los interesados están obligados á proporcionar el sella-


do, estampillas y demás gastos que fueran de su cargo
para las diligencias decretadas. Podrá, no obstante, hacer-
se la reposición después de extendidas las diligencias del
caso, pero no se comunicarán ni se tendrán por evacuadas
para el interesado mientras aquella reposición no se efectúe,
á menos que lo contrario se dispusiese expresamente, ha-
ciéndose efectivo entonces el pago de lo adeudado por aque-
llos conceptos en la forma dispuesta por los artículos 383 y
siguientes. En todo caso el papel simple que supliese ó uti-
lizase de oficio toda Administración pública, será el adop-
tado oficialmente en la forma y condiciones del decreto 11
de octubre de 1905, ú otras que el Poder Ejecutivo cre-
yera del caso establecer.

ARTÍCULO 4 9 0

Encabezado el expediente como se dispone en el artículo


469, las actuaciones sucesivas se irán anotando ó agregan-
do á medida que se vayan produciendo, á continuación unas
de otras, sin más espacio entre ellas que el necesario para
su conveniente separación, y uniendo siempre el fin de ca-
da foja con el principio de la siguiente, sin perjuicio de que
Anales de la Universtdad 457

cuando la importancia del caso lo requiera, se haga constar


en cada foja la foliatura del papel oficial que la subsiga y
la preceda.

AiaícuLO 491

Se exceptúan de la continuidad á que se refiere el artículo


anterior las comunicaciones que se extiendan ó reciban en
pliego separado, los expedientes que se agregasen por vía
de instrucción, ó antecedente ilustrativo, los que se agregarán
por cordón poniéndosa la correspondiente nota de agrega-
ción en el principal, y las diligencias probatorias en las ter-
cerías, las cuales se agregarán reuniéndose las de cada parte
con el certificado respectivo.

ARTÍCULO 492

Todas las fojas de los expedientes estarán foliadas por su


orden correlativo. Dicha folintura no podrá ser alterada, á
cuyo efecto cuando hubiere de hacerse algún desglose se
sustituirán las hojas desglosadas por medio de otras que
llevarán la numeración de aquéllas, poniéndose en el expe-
diente la correspondiente nota explicativa firmada por el
empleado que hiciese la sustitución.

ARTfcui,o 493

Los expedientes originales no podrán ser entregados á


los particulares sino con firma de letrado y bajo la res-
ponsabilidad de éste y sólo eii los casos del artículo 335 de
este Código ó cuando la importancia de la diligencia á
evacuarse exigiese un examen detenido de lo obrado y con
tal de que no se trate de un término común.
458 Anales de la Universidad

ARTÍCULO 4 9 4

Terminado un expediente, el interesado podrá pedir la


devolución de los documentos que haya presentado, los que
en tal caso le serán entregados, dejándose en autos simple
constancia ó testimonio en forma, según se creyese conve-
niente á los intereses de la Administración.
Los poderes, no siendo especiales, podrán desglosarse en
cualquier tiempo, dejando en el expediente el debido testi-
monio certificado por el jefe de la repartición de que se
tratfi^ los demás documentos sólo podrán desglosarse antes
dé la oportunidad indicada en el apartado anterior, cuando
no hubiese inconveniente á juicio de la autoridad prove-
yente, debiendo dejarse testimonio si se acordase el desglose.

ARTÍCULO 4 9 5

Los expedientes terminados ó dados por tales conforme


al artículo 515, se pasarán al Archivo, poniéndose en el Re-
gistro y en la carpeta del asunto la anotación correspon-
diente, con indicación del número de fojas que contengan.
No podrá sacarse del Archivo ningún expediente ni do-
cumento sin autorización superior, debiendo en tal caso po-
nerse la debida constancia en el legajo respectivo. Se- ex-
ceptúan los casos de simple vista, que podrá concederse en
la misma oficina.
En los testimonios que se expidieren de los documentos
ó actuaciones archivados, podrá la Administración poner las
anotaciones que creyese convenientes según las resultan-
cias del mismo expediente, que modificasen ó influyesen
sobre el valor del testimonio solicitado.
Anales de ta Universidad 459

CAPITULO CUARTO

De los términos en los expedientes

ARTÍCULO 4 9 6

Cuando no existiesen otros plazos expresamente fijados


las providencias de mero trámite se dictarán dentro de se-
gundo día; las incidentales dentro de los doce y en el de
treinta las definitivas. Estos términos se refieren á la auto-
ridad aute la cual se siguiese el expediente en primera ó
ulterior instancia (artículo 501).
Cuando la autoridad fuese colegiada se podrá pasar el
expediente á estudio de cada uno de sus mieiiibros siem-
pre que se trate de definitiva y por un término no mayor
de ocho días, debiendo dictarse dicha resolución dentro de
segundo día de puesto el expediente al despacho, inmedia-
tamente de estudiado por la Corporación.

ARTÍCULO 4 9 7

Toda providencia se pondrá en ejecución á más tardar


al día siguiente de dictada, ó de notificada cuando fuese del
caso.
Para la intehgencia de este artículo se reputará puesta
en ejecución desde el momento en que el expediente fuese
remitido á la oficina ó repartición que deba dar cumplí-
460 Anales de la universidad

miento á la providencia dictada, ó desde que se comuni-


quen las órdenes para el cumplimiento de la misma.
Si la orden se refiriese á un pago que deba hacerse por
la misma repartición u otra que la proveyente, se tendrán
presente las reglas de contabilidad pública que estuviesen
establecidas,

ARTÍCULO 4 9 8

Cuando se ordenase informe ú otra diligencia á una de-


pendencia de las autoridades que conociesen del asunto se-
gún el artículo 496 y no estuviese indicado el término
dentro del cual debe expedirse, se le fijará el que ha de
utilizar, el cual no será menor de tres días ni mayor de
quince.
Si la oficina que hubiese de producir el informe ó llenar
la diligencia decretada no dependiese de la autoridad pro-
veyente, tendrá para expedirse el término máximo que in-
dica el apartado anterior, pero en tal caso al disponerse el
trámite de que se trate, podrá dicha autoridad indicar la
urgencia que tuviese ó hacer recomendación de pronto des-
pacho, á fin de que sea atendido á la mayor brevedad.

ARTÍCULO 4 9 9

En caso de urgencia y siempre que la naturaleza del


trámite decretado lo permita, podrá acortarse el término
mínimo fijado por el primer apartado del artículo anterior.
En cuanto al término máximo que el mismo artículo
señala, no será aplicable á los casos extraordinarios que por
su dificultad excepcional ó la especial complicación de la
diligencia ordenada requieran términos mayores, que se fi-
jarán en cada caso en atención á aquellas circunstancias.
Anales dt la Universidad 4(J1

ARTÍCULO 500

En los términos señalados con arreglo á los artículos


anteriores están comprendidos los trámites internos de las
reparticiones ó dependencias que hubiesen de llenar la dili-
gencia decretada, á menos que esos trámites tuviesen por la
ley un término especial. En cumplimiento de lo que pre-
cede, el jefe de la referida repartición será responsable de
la observancia del plazo que tenga su oficina para expedir-
se, sin perjuicio de la responsabilidad que también corres-
ponderá á los empleados causantes directos ó copartícipes
de la omisión cometida.

ARTÍCULO 5 0 1

Cuando la dependencia que debiese producir el informe


ó diligencia ordenada no pudiese hacerlo dentro del tér-
mino fijado en el artículo anterior, podrá ella prorrogarlo
sin resolución especial por un plazo no mayor que la mi-
tad del concedido, consignando las causas justificativas de
la prórroga.
L.i expresión de esas causas se hará concisamente por
medio de nota especial, ó en el mismo informe que haya
de producirse, autorizando una ú otro con su firma el jefe
responsable de la ampHación del término.

ARTÍCULO 5 0 2

En el caso del segundo apartado del artículo 498, si no


se produjera el despacho en el término que allí se fija, se
dirigirá oficio recordatorio sin necesidad de nuevo decreto,
y si aun así no se tuviese resultado en un plazo igual á la
83
462 Anales de la Universidad

mitad del anterior, se dará cuenta para que la autoridad


que C3a3z3i dal asunto resuelva lo que corresponda con el
objeto de remover la paralización. La ampliación correrá
desde que hubiese vencido el término fijado, sin que el ofi-
cio recordatorio cause interrupción alguna.

ARTÍCULO 503

Los órganos consultivos tendrán para expedirse el plazo


de ocho días, que puede prorrogarse hasta treinta cuando
las dificultades ó la gravedad del asunto lo justifiquen.
Si vencidos dichos términos no se hubiesen expedido, se
les dirigirá oficio recordatorio, y si á pesar de eso no se ex-
pidiesen en un plazo igual á la mitad del vencido y á con-
tar desde la recepción del oficio, se resolverá lo que corres,
ponda hacer en vista de la omisión producida, pudiendo
desde luego presciudirse de su intervención, ordenándose
en consecuencia la saca del expediente.

AETICULO 504

A los efectos de los términos que se establecen por este


Código, en cada petición ó escrito que se presente ante
cualquiera oficina publica se pondrá constancia de la fecha
de su presentación, así como también se hará constar la
fecha en que se reciba un expediente para una dihgencia
dispuesta, ó se devuelva después de estar el expediente en
estado, devolución que se hará inmediatamente.
También se hará constar cada vez que el expediente se
ponga al despacho de la autoridad ante la cual se tramite,
sea aquélla la de origen ó conozca del asunto en vía de
apelación.
Anales de la Universidad 468

Esas constancias se pondrán con nota fechada .y autori-


zada con la media firma del empleado que corresponda.

ARTÍCULO 5 0 5

No se contará en los plazos fijados para la Administra-


ción el tiempo que estuviese demorado el despacho por
culpa del interesado. No obstante, si la paralización durase
más de tres meses, se estará á lo que dispone el artículo
5 i o, devolviéndose á ese efecto el expediente, si fuese del
caso, y con expresión de la causa.
Tampoco correrán los referidos plazos cuando los inte-
resados los hubiesen renunciado expresamente en aten-
ción á la gravedad ó dificultades del asunto de que se tra-
tase.

ARTÍCULO 506

Los términos fijados para la Administración á sus agen-


tes, quedarán interrumpidos si durante su transcurso se
operase algún cambio de personal en los funcionarios á
quienes dichos términos se refieran y volverán á correr
desde que los asuntos fuesen puestos nuevamente al des-
pacho, inmediatamente de efectuada aquella sustitución.

ARTÍCULO 5 0 7

También se fijará término á los particulares cuando no


lo tengan expresamente fijado. En el primer caso, así como
cuando el término concedido hubiese sido menor que el
máximo fijado por la ley, podrá concederse prórroga hasta
ese límite, y si no lo hubiese, por un plazo igual al conce-
dido, si no fuese mayor de tres días, ó en el caso contra-
464 Anales de la Universidad

rio igual á la mitad del acordado, debiendo cuando fuese


impar, aumentarse un día más para el cómputo de dicha
mitad.

AETÍCUIO 5 0 8

A menos de mediar prescripción expi'esa en contrario,


los términos acordados á los particulares son improrroga-
bles, de manera que transcurridos éstos ó la prórroga en su
caso, se tendrá por consentida la diligencia en vista ó por
caducado y perdido el trámite ó recurso que no se hubiese
utilizado en tiempo, salvo los casos en que la demora fuese
imputable á la Administración.
No obstante, podrá el término suspenderse cuando se so-
litase aclaración previa de la providencia dictada, siempre
que aquélla se pidiese en el mismo día ó al siguiente de
notificada, debiendo en ese caso la aclaración pronunciarse
dentro del tercero día y volviendo el término á correr desde
que fuese notificada.

ARTÍCULO 5 0 9

También quedarán en suspenso los términos de los ex-


pedientes en los casos de fallecimiento de los interesados,
cuando no proceda cursarlos sin su instancia. Los demás
continuarán tramitándose de oficio y la resolución que se
dicte producirá todos los efectos legales á los herederos.

ARTÍCULO 510

La suspensión á que se refiere el artículo anterior será


por el término de tres meses, durante los cuales deberán
presentarse á la Administración ios que hayan sucedido en
Anales de la Universidad 465

los derechos del causante, acompañando los justificativos de


su personalidad, bajo apercibimiento de darse por caducada
la reclamación y procederse como lo dispone el artículo 495.

ARTÍCULO 5 1 1

La suspensión de que habla el artículo 505, no se apli-


cará á los casos en que el reclamo se siguiese por apode-
rado ó figurase en el expediente un coadyuvante ó copartí-
cipe de aquél, en cuyo caso continuará la tramitación sin
perjuicio de que puedan presentarse á proseguirlo los cau-
sahabientes del fallecido.

ARTÍCULO 5 1 2

Cuando falleciere otro interesado en el expediente, que


co":traríe las pretensiones del iniciador del mismo, la sus-
pensión será de un mes, dentro de cuyo término deberán
presentarse en forma los sucesores del tercerista, bajo aper-
cibimiento de tenerse por caducada su tercería.

ARTÍCULO 513

En el procedimiento administrativo los términos empe-


zarán á correr para los funcionarios de aquel orden desde
el día siguiente de recibida la petición ó el expediente para
el trámite ó diligencia que corresponda, ó de puesto el expe-
diente al despacho de la autoridad ante la cual se tramita
el asunto, ó desde que el expediente estuviese en estado.
Para los particulares el término se contará desde el día
siguiente inclusive al de la notificación, salvo lo que en
contrario estableciesen disposiciones especiales.
466 Anales de la Universidad

Siempre que los términos sean de días, sólo se contarán


los hábiles, contándose todos los días naturales en los que
sean de meses.
Cualquier plazo que termine en día inhábil se considera-
rá prorrogado al primer día hábil siguiente.

ARTÍCULO 5 1 4

En los expedientes que se siguen á instancia de parte


interesada, corresponde á ésta exigir que se observen
los plazos reglamentarios y reclamar de la autoridad ante
la cual gestione las medidas á que diese lugar la omisión del
despacho.
Sin perjuicio de esa obligación impuesta á los particula-
res, la Administración podrá proceder de oficio cuando lo
crea conveniente, debiendo hacerlo así cuando estuviese ex-
presamente dispuesto.

ARTÍCULO 515

Procederá decretar la caducidad del expediente y remi-


tirlo al Archivo si debiendo sustanciarse á instancia de par-
te, ésta lo hubiese paralizado durante tres meses. En tal
caso, si el abandono se produjese en primera instancia, se
tendrá por renunciada la acción deducida, en los demás se
tendrá por consentida la resolución que hubiese sido recla-
mada, devolviéndose el expediente á sus efectos.

ARTÍCULO 5 1 6

Sin perjuicio de la brevedad de los procedimientos que


resulten de la exacta observancia de los términos estableci-
dos, será siempre un deber fqndamental c]e los funcionarios
Án»les de la universidad 467

que tengan ásu cargo la instrucción y resolución de los ex-


pedientes administrativos, evitar toda tramitación inútil, y
simplificar los procedimientos todo lo que sea compatible
con el acierto de las decisiones á adoptarse, debiendo, al
efecto, hacer un uso discreto de las audiencias verbales en
cuanto sea este un medio eficaz para la consecución de
aquel fin.

^ iñ
408 Anales de la ühviersidad

CAPITULO QUINTO

í)e las providencias administrativas y su comunicación

ARTÍCULO 5 1 7

Las Administraciones públicas procederán por vía de


autoridad ó de gestión. En este segundo caso actuarán como
personas jurídicas públicas, lo que no impedirá que cuando
sus actos sean análogos por su objeto á los de las personas
privadas, sean regidas por el derecho común en lo que no
estuviese expresamente dispuesto y no contrariase sus de-
rechos de autoridad ó Poder público.

I.—Puede discutirse si existen ó no contratos de derecho


público, ó si los que la generalidad de los autores conside-
ran tales no son, como lo pretenden otros, sino actos admi-
nistrativos unilaterales condicionalmente eficaces, en cuimto
para su aplicación requieren el consentimiento expreso de
la parte á que se refieren, aunque la voluntad de ésta no
sea en todo caso más que una condición de hecho para la
aplicación práctica del acto, pero jamás una cláusula esen
cial para la validez jurídica del mismo, ni por consiguiente
de la relación por él creada ó regulada; puede adoptarse,
decimos, cualquiera de las dos soluciones, pero con cual-
quiera de ellas resultará igualmente cierto que en muchos
casos la Administración no ejerce sus facultades impositivas,
sino que cuenta para la ejecución de sus propósitos ó de
sus decisiones con el concurso de la voluntad particular li-
bremente manifestada.

- ti
Anales de la Universidad 469

2.—Es á esos casos que se refiere el articulo al hablar


de actos de gestión Resulta, no obstante, bien claro de su
misma redacción, que al adoptar tal clasificación no enten-
demos seguir la vieja y ya desacreditada doctrina que con-
sideraba los actos de gestión como de persona privada, pues
á este respecto insistimos, como lo hemos hecho en varias
notas del Libro Primero, en que tanto el Estado como la
Administración que lo representa, en el caso de ser persona
jurídica, por la manera como son organizados, por el fin úl-
timo que se proponen, en cuanto no subsisten sino por vir-
tud del derecho público y no operan sino en el interés pú-
blico, son y no pueden ser jamás sino personas jurídicas de
derecho también público, regidas, como dice Francone, por
un estatuto personal propio, que si admite algunas veces las
reglas del derecho común, no es porque el Estado ó el Fisco
sean una persona privada como entienden algunos que re-
sulta del artículo 21 del Código Civil, sino sencillamente por-
que como lo expresa Mayer "es natural y lógico que lo que
es igual por naturaleza sea también igualmente reglado.'^
3.— Esa es, en realidad, la única razón por la cual, aún
cuando la ley civil no mira directamente sino las relaciones
de los particulares entre si, puede ser aplicada á la Admi-
nistración cuand) ésta entre en una relación idéntica á las
que se establecen entre las personas privadas, siendo por
consecuencia completamente innecesaria y además antijurí-
dica y anacrónica la ficción de la personalidad privada del
Estado, ideada cuando por no concebirse que éste se hallase
sometido al derecho, se creyó necesario inventar una per-
sona privada que cumpliese sus obligaciones, explicándose
así que, por ejemplo, cuando el Estado expropiaba, haciendo
uso de su poder soberano, obligase al mismo tiempo al
Fisco á pagar la indemnización adeudada. Hoy el Fisco no
es ninguna entidad real ni ficticia distinta del Estado; es
tan solo una palabra con que se expresa el Estado mismo,
mirado por una de sus fases, ó sea, como sujeto de la for-
tuna pública.
4.—Pero no todos los actos que hemos llamado de ges-
470 Anales de la U?iiversidad

tión están en condiciones absolutamente iguales. Algunos re


caen sobre facultades ó derechos exclusivos del Estado ó
del Poder público que le representa, como cuando cede sus
derechos sobre una porción del dominio público, y aún el de
gravar su aprovechamiento (concesiones de vías férreas), el
derecho de fabricar moneda y también el de emitir billetes de
Banco en los países en que esa emisión constituye —como la
acuñación de la moneda —un derecho señorial, ó majestáticOj
como dicen los italianos, etc., etc; y en otros casos el acto
ó contrato se refiere á objetos que están en el comercio de
los hombres y son, en ese concepto, análogos á los efec-
tuados entre simples particulares, como cuando el Estado
compra, arrienda, etc. En el primer caso, el acto ó contrato
debe ser regido por las reglas del derecho público, no pu-
diendo aplicarse las del derecho civil sino en carácter su
pletorio y con las reservas del artículo 863; en el segundo
es el derecho civil el que corresponde aplicar, porque es
el que regula esa clase de relaciones. Pero aún en ese caso
la intervención de la persona jurídica pública obliga á te-
ner en cuenta los principios del derecho público, en todos
los casos, para ciertas cuestiones, como por ejemplo, para
apreciar la capacidad jurídica de la Administración inter-
viniente, capacidad que no puede apreciarse sin el examen de
las leyes orgánicas respectivas, y además en casos especiales
en que rigen expresamente disposiciones especiales también,
como sucedería entre nosotros si para el arrendamiento de
los bienes del Estado se hubiesen dictado los reglamentos á
que se refiere el artículo 1769 del Código Civil, ó para apreciar
el ejercicio de las facultades de Poder público de que la
Administración está asistida y de que no puede abdicar jamás
y cuyo ejercicio le corresponde siempre, sin perjuicio de los
contratos celebrados; por todo lo cual, aun los autores que
todavía hablan de la personalidad civil del Estado, se ven
obligados á declarar, como lo hace Ducrocq, que aquella
personalidad "es sin cesar impregnada del carácter de Po-
der público, que le es inseparable, por lo cual ella no se
parece á ninguna otra y forma entre las personas civiles
na clase aparte, distinta y superior".
Anales de la Universidad 471

AKTÍCULO 5 1 8

E n cuanto á la forma, los actos de autoridad estarán re-


gidos por lo que disponen los artículos siguientes. Los de
gestión podrán extenderse en la que se considere más con-
veniente, no siendo necesario en la contractual el empleo
de la escritura notarial para los actos que las Administra-
ciones efectuasen en cumplimiento directo de sus fines, bas-
tando en ese caso la actuación firmada por los funcionarios
é interesados respectivos.
Dicha actuación se podrá extender por duplicado á fin de
entregar una á cada parte, lo que se hará constar en ella,
ó en un solo ejemplar que quedará en poder de la A d m i -
nistración otorgante, y del que se dará al interesado un tes-
timonio autorizado en la forma que en la misma escritura
se indicará y que hará prueba plena en favor de aquél.

I. —Guando se requiere la aceptación expresa de la parte


interesada, esa aceptación ó compromiso puede manifestarse
de distintos modos, que algunas legislaciones enumeran ex-
presamente. Así por ejemplo, el artículo 108 del Reglamento
de la ley italiana de 17 de Febrero de 1884, sobre la con-
tabilidad del Estado, establece que los contratos directa
mente celebrados pueden hacerse: " 1 . " por medio de com
promiso expreso extendido al pie del pliego de condiciones;
2.° por manifestación separada firmada por el mismo que se
obliga; 3 . ' por medio de correspondencia, según el uso del
comercio, cuando se trate de casas comerciales; y 4." por es-
critura privada firmada por el interesado y el funcionario
representante de la Administración'. Nuestro artículo deja
también á ese respecto libradas las cosas al arbitrio de la
AdiiiiQÍstraciÓD, para que sus reglamentos ó sus usos decidan
el temperamento que haya de adoptarse en cada caso.
472 Anales de la Universidad

2.- No obstante, nos ha parecido oportuno decir algo so-


bre el uso de la escritura notarial cuando se adopta la
forma de contrato Nosotros no diremos que cuando las tra-
tativas se han llevado en forma escrita ó se ha seguido en
esa misma forma el proceso de la licitación pública ó pri-
vada, de manera que hay una constancia expresa de las
obligaciones contraídas por cada parte, sea absoluta ó in-
variablemente necesario formalizar todavía un contrato en
donde nuevamente se repitan aquellos mismos compromisos.
Hay casos, en verdad, en que ese requisito uo se llena. So
sabe, por ejemplo, que en los contratos de obras públicas ce-
lebrados con arreglo al pliego de la Administración de
Puentes y Calzadas, el compromiso se establece por la sim-
ple propuesta y el acta de adjudicación; hemos visto tam-
bién como la legislación italiana para los contratos que se
celebran sin licitación pública, admite la formación del com-
promiso por diversas formas distintas de la contractual, y
ahora agregaremos que el artículo 106 del mismo Regla-
mento, concordante con el 11 de la ley ya citada, establece
que el acto de adjudicación definitfva subsiguiente á la lici
tación pública ó privada, equivale para todos los efectos le
gales á la estipulación contractual. Pero eso puede hacerse
sin mayor inconveniente en los casos en que todo ha sido
muy bien estudiado y anunciado de antemano, y la licita-
ción recae sobre un solo punto, por ejemplo el precio; de ma-
nera que ni puede discutirse cuál es la propuesta más barata
ni hay tampoco nada que agregar á lo que cada parte ha
dicho ó expuesto previamente á la licitación. Pero ya porque
muchas veces pueda haber algunos detalles que precisar, ó por
razones de mayor claridad, ó porque la licitación ó las trata-
tivas directas no se consideren sino como preliminares de la
estipulación y tiendan tan sólo á establecer cuál scrá la
persona que el Estado acepte para celebrar con ella un
contrato dado, como dice Rostagno, el hecho es que la
misma ley italiana, á pesar del valor de autenticidad que he-
mos visto que le atribuye al acta de adjudicación, establece
además en su articulo 11 el requisito de la estipulación ex-
Anales de la Universidad 473

presa del contrato con el interesado á quien se le hubiese


adjudicado en el concurso.
3.—Nosotros por las razones que acabamos de exponer
no rechazamos en absoluto el requisito de la estipulación
contractual, pero si nos ha parecido que convenía llamar
la atención sobre la inutilidad de la escritura pública que
en nuestras prácticas parece considerarse absolutamente in
dispensable. Todos los que han tenido ocasión de observar
las prácticas administrativas de este país, habrán visto que se
dicta un decreto por el cual se acepta la propuesta y se
adjudica la concesión disponiéndose en el mismo decreto
que se escriture por la Escribanía de Gobierno y Hacienda
ú otra si no se trata de actos del Ejecutivo ó de autori-
dades de la Capital, lo mismo que ya se ha adjudicado por
medio del expresado decreto.
Nos parece que, por lo menos en todos los casos en que
hay el ejercicio de una función pública, la forma notarial es
inadecuada, inútilmente onerosa y hasta contraria á los prin-
cipios generales que rigen la validez de los instrumentos
públicos. ¿No dice el Código Civil que son instrumentos pú-
blicos los emanados de los funcionarios públicos en el ejer-
cicio de sus funciones? Y el Presidente de la República y
su Ministro respectivo cuando, por ejemplo, otorgan una
concesión, ¿son ó no funcionarios públicos que obran dentro
de sus cometidos oficiales? ¿Por qué vale menos la firma
del Presidente y del Ministro puesta al pie del contrato
mismo, que suscribiendo el decreto por el que se adjudica
lo mismo que luego se repite en el contrato? ¿Qué razón
hay entonces para que el Presidente y Ministro que han au-
torizado el decreto de adjudicación tengan que comparecer
ante un escribano público, que dé valor á sus firmas puestas
en el contrato? Y esto que- observamos respecto del caso
más culminante que pueda presentarse, se puede decir igual-
mente de todos los actos efectuados por las Administrado
nes inferiores en el desempeño directo de sus cometidos.
Algo de esto ha debido tener en cuenta la legislación
francesa, cuando como lo observa Aucoc, ha establecido que
•^i^y".'^''-^ -a^

4*74 • Anales de la Universidad

los contratos relativos á la gestión de los bienes del Es-


tado y á la ejecución de obras públicas, son pasados sin
intervención de notarios, dándoles suficiente autenticidad la
firma del Prefecto. Y de un modo más general, dice M. Block:
"En materia de contratos administrativos, estos oficiales
públicos (los notarios) pueden ser lo más á menudo supli-
dos por funcionarios ó agentes administrativos, Ministros,
Prefectos, Subprefectos, maires, á los cuales ciertos textos
legislativos les han conferido los misiuos poderes".
4.—De acuerdo con estas ideas hemos creído oportuno
consignar la posibilidad -de la escrituración sin necesidad de
la intervención notarial, limitándonos, por tratarse de una
disposición general, á los casos en que aquella posibilidad
se funda en una razón general también, que no puede ser
otra que la que da autenticidad á los instrumentos emana-
dos de los funcionarios públicos en el desempeño de sus
funciones.
Por eso el artículo se limita á los actos que las Admi-
nistraciones públicas efectúan en el cumplimiento directo de
sus fines, dejando las formas del derecho común para los
actos que no tuviesen sino una razón de medio para reali-
zar aquellos otros; en el primer caso estaría, por ejemplo,
una concesión de alumbrado público otorgada por una Junta,
y en el segundo, la compra ó arrendamiento de un terreno
para construir un galpón destinado á guardar los útiles ó
maquinarias que la misma Junta tuviera para el desempeño
de los servicios á su cargo.

ARTÍCULO 5 1 9

Se dictarán por medio de decretos las providencias que


el Poder Ejecutivo adoptase de oficio; las que recayesen en
expedientes incoados al efecto ó tuviesen por objeto iniciar-
lo se dictarán por medio de resoluciones, pudiendo dictarse
por simples órdenes los mandatos que dictados fuera ó
dentro de expedientes, por su sencillez, ó la urgencia de su
Ánatea de la Universidtuí 4*75

cumplimiento, no admitan las solemnidades que para las re-


soluciones y decretos disponen los artículos siguientes.

ARTÍCULO 520

Los decretos se extenderán en el decretero que llevará


cada Ministerio; se redactarán en la forma que es actual-
mente de uso, debiendo no obstante, emplearse siempre en
el preámbulo la siguiente fórmula: <-El Presidente de la
República acuerda y decreta», con excepción de los casos
en que se trata de nombramientos de miembros ú otros ac-
tos que sean por la Constitución personalísimos al Presi-
dente de la República, en los cuales no se pondrá el
«acuerda».
El preámbulo podrá ser precedido ó no de los funda-
mentos de la disposición dictada, según corresponda por la
índole ó la gravedad de aquélla á juicio del Ejecutivo; y
cuando esté dispuesto que se haga constar la intervención
de otras autoridades ó el cumplimiento de algún requi-
sito previo, se hará en el preámbulo ó antes de éste.
El Presidente suscribirá los decretos con media firma y
los Ministros con firma entera.
El decretero tendrá sus hojas encuadernadas, foliadas y
rubricadas por el Oficial Mayor respectivo, no teniendo va-
lor alguno las entrerrenglonaduras ó testaduras que se no-
tasen en él si no estuviesen salvadas con las mismas firmas
que autoricen el decreto á que se refieran.

ARTÍCULO 521

Las resoluciones se dictarán en la forma dispuesta por el


artículo 350 en loque les fuese aplicable, debiendo también
476 Anales de la Universidad

ser insertas en el decretero cuando se les diese aplicación


general y pudiendo serlo cuando á pesar de ser individuales
revistiesen excepcional importancia.
Esos requisitos no serán aplicables á las simples órde-
nes que se podrán expedir con sólo las firmas respectivas
cuando así lo permitiera la sencillez del mandato ó lo exi-
giera la urgencia del caso.
La agregación del sello indicador de la autoridad ó re-
partición pública proveyente no será esencial para la vali-
dez del acto sino cuando así estuviera expresamente esta-
blecido. Esta disposición es aplicable á las actuaciones ad-
ministrativas en general.
Lo estatuido en este artículo y en el anterior uo impedi-
rá que en los asuntos de carácter internacional se síganlas
prácticas de aquel mismo orden.

I.—En los autores y en las legislaciones positivas se en


cuentran distintas denominaciones para expresar las respec-
tivas clases de providencias adoptadas por las Administra-
ciones públicas; pero ni en ios unos ni en las otras hay pre-
cisión ni uniformidad en cuanto á lo que debe entenderse
por cada una de aquellas denominaciones, ni en cuanto á
las formas que corresponden á las providencias definidas, ni
á sus casos de aplicación.
2.—Algo enteramente análogo ocurre entre nosotros. La
ley ha definido lo que se entiende por ordenanzas y regla-
mentos municipales. Pero fuera de esos casos, encontramos en
nuestro lenguaje oficial las denominaciones de decretos, acuer-
dos, resoluciones, ordenanzas, órdenes, reglamentos, sin que
ningún texto haya definido lo que debe entenderse por cada
una de esas denominaciones, ni la forma que corresponde á
cada una de ellas, ni la oportunidad de su aplicación res-
pectiva.
Así, por ejemplo, la palabra decreto suele tomarse en una
Anales de la Universidad 477

acepción geoérica en la cual entran todas las providencias


administrativas, cualquiera que sea la autoridad de que
emanen; pero más restrictivamente se aplica á las disposi-
ciones que el Poder Ejecutivo dicta de oficio y que se ex-
tienden en lo que esas mismas disposiciones llaman el Li-
bro Competente. El acuerdo es una denominación que tam-
bién se usa, aplicándola á disposiciones que tienen la misma
forma que los decretos á que acabamos de referirnos y que
tampoco difieren de éstos por su contenido. Asi, por ejem-
plo, acuerdo se ha llamado á la disposición de 23 de mayo
de 1900 suscrita por el Presidente y todos los Ministros,
limitando la aplicación del recurso de revisión; acuerdo se
llamó á la disposición de 2 de octubre de 1895 suscrita
también por el Presidente y todo el Ministerio ordenando la
formación del catastro geométrico y parcelario de toda la
República; lo mismo se llamó á la resolución de 25 de
Abril de 1894, suscrita por el Presidente y un solo Minis
tro, disponiendo la creación de redes telefónicas en los de-
partamentos de campaña; á la resolución de 4 de Septiem-
bre de 1891 mandando sacar una copia testimoniada de
los libros padrones de tierras; en la de 19 de Octubre de
1885 creando una nueva sección policial en la villa del Ce-
rro; á la disposición de 26 de Agosto de 1897 poniendo en
vigencia las disposiciones anteriormente dictadas sobre lici-
tación, etc., etc., pudiendo observarse que disposiciones de
más ó menos importancia se han dictado en otros casos por
medio de decretos y también por simples resoluciones.
En el orden municipal las disposiciones de carácter ge
neral se llamaban indistintamente reglamentos ú ordenanzas,
hasta que la nueva ley de Juntas vino á definir los unos y
las otras, estableciendo que se entiende por los primeros,
las disposiciones aplicables á los funcicnarios y estableci-
mientos propios de las Juntas, y por ordenanzas las relati-
vas "á la percepción de impuestos departamentales, á las
cosas de uso público y á las propiedades privadas", por cu-
yas definiciones se ve que los reglamentos se refieren más
bien á las disposiciones administrativas internas, y las orde-
34
478 Anales de la Universidad

nanzas á las que tienen relación con el público, criterio que


no parece el más exacto, pues las disposiciones de esa cla-
se pueden reglamentar sin que por eso contengan la orden
mandando ó prohibiendo, que por la misma palabra parece
propio de la ordenanza: No hay, sin embargo, ideas fijas
sobre estos conceptos. "Las ordenanzas, aunque revisten ge-
neralidad parecida á los reglamentos, dice Abella, difieren
de ellos en que su objeto principal suele ser establecer pro
bibiciones, conceder permisos y señalar á sus contravento-
res penas". "Las ordenanzas, dice el señor Amunátegui refi-
riéndose á la legislación chilena, sólo se distinguen de las de
más disposiciones municipales por la pena impuesta á las in
fracciones, hasta cuarenta pesos los reglamentos y decretos y
desde cuarenta y uno á sesenta las ordenanzas. Los reglaraen
tos se refieren generalmente á determinar el régimen interno
de los servicios municipales; los acuerdos se limitan á puntos
más restringidos, por ejemplo, creación de empleos".
3.—Como se ve, pues, la confusión no es exclusivamente
nuestra; en todas partes ocurre más ó menos otro tanto, lo
que expresa Abella en los siguientes términos: "Pero todos
estos caracteres deducidos de lo que en la práctica se ob-
serva, sin que haya precepto alguno que los fije, no siempre se
encuentran perfectamente marcados en las disposiciones ad-
ministrativas según su respectiva clase, como que el nom-
bre ó calificación que seles da depende del arbitrio de los centros
y funcionarios de que proceden". No obstante, sin desconocer
la imposibilidad de establecer en la ley general una clasi-
ficación minuciosa y que comprenda en todas sus fases las
distintas clases de providencias que la Administración puede
dictar; reconociendo también todo lo que es necesario dejar
librado á las reglas especiales, á los usos y aún al arbi-
trio de las Administraciones proveyentes, algo puede preci-
sarse aqui y conviene hacerlo, señalando ciertas reglas ge-
nerales que deben observarse siempre, como que importan no
tanto al nombre como á las garantías que deben ofrecer las
providencias dictadas.
Tal es el objeto de los tres artículos que preceden y aún
de los que subsiguen.
Anales de la Universidad 479

4.—En ese concepto, y por lo que respecta á las provi-


dencias del Ejecutivo, creemos, desde luego, que no hay co -
rrección ni interés práctico alguno en conservar las denomi-
naciones de acuerdo y de decreto para aplicarlas á provi-
dencias que hasta la fecha no se han distinguido, como se
ha visto, ni por la forma ni por el contenido. Por otra parte,
tampoco vemos objeto práctico en hacer esa distinción, fun-
dándola, como suele hacerse en otros países, ya en el he-
cho de que las providencias dictadas sean ó no de conte-
nido jurídico ó puramente administrativo -separación impo-
sible en la mayor parte de los casos -ó según sean de ca-
rácter general y duración permanente, ó de carácter general
y duración limitada en cuanto su efecto se consuma con
ellas mismas, como ocurre con los decretos sobre nombra-
mientos de funcionarios, convocación de la Asamblea, etc.,
decretos que en algunos países se distinguen con el nombre
de ordenanzas, mientras que á los permanentes se les deno-
mina reglamentos ó decretos reglamentarios.
Mantenemos, pues, la denominación áe'ldecretOf como la
más general, y decimos que se dictarán en forma de tales
las providencias de oficio, porque las otras recaerán en ex-
pedientes y tendrán por lo general un fin particular, no re-
quiriendo entonces las formalidades del decreto.
5.—La forma que el artículo indica para los decretos, es
la que se halla establecida por el uso, no teniendo más no-
vedad á ese respecto que la de hacer obligatorio en el
preámbulo la constancia expresa del acuerdo del Ministro
respectivo, constancia que por lo general no se pone, dicién-
dose tan sólo: "El Presidente de la República decreta"^ fór-
mula más autoritaria y que en realidad poco se aviene con
la Constitución que nos rige, según la cual el Presidente no
puede dictar decreto alguno sin la conformidad del Ministro
respectivo, que puede ser libremente prestada, excepción he-
cha de ciertos decretos que son personalisimos del Jefe del
Ejecutivo, como por ejemplo los relativos á nombramientos
de Secretarios de Estado, convocación de la Asamblea, etc.,
decretos en que no tiene aplicación el acuerdo del Ministro
aún euaudo éstos los suscriban.
480 Anales de la Universidad

6.—La inserción en el decretero no es tampoco una nove-


dad. Es UQ requisito que se observa desde mucho tiempo atrás,
aún cuando no figura en las colecciones legislativas ninguna
disposición general en que aquella práctica se funde, como
no sea el decreto de 20 de Marzo de 1876 relativo á los
decretos y acuerdos del Gobierno Provisorio de aquella fe-
cha.
De todos modos, es una práctica que es conveniente lega-
lizar, debiéndose suprimir en los decretos la frase final in-
faltable hasta ahora "insértese en el Libro Competente^^,
mandato innecesario desde que exista una disposición gene
ral que haga aquella inserción obligatoria, y además de in-
necesario, impropio, como lo es hoy mismo, porqne los de-
cretos se extienden en el expresado libro, fuera del cual no
habrá sino un simple borrador, de manera que cuando se
dice "insértese, etc.^', se da una orden inútil, puesto que la
inserción ya está hecha y se incurre en una falsedad, por-
que se da á entender que el decreto ha sido dado fuera del
decretero, lo que es completamente incierto, dado que fuera
del decretero no hay nada. Es esa una fiase tomada tal vez
de la fórmula usada para la promulgación de las leyes, en la
cual se dice: "insértese en el Eegistro Nacional'^, mandato
que tiene perfecta aplicación en ese caso porque las leyes
se dictan y promulgan fuera de dicho Registro, no ocu-
rriendo nada semejante en el otro caso.
7.—En lo que se dispone respecto de las resoluciones y
órdenes emanadas del Ejecutivo, nada hay que modifique
sensiblemente los procedimientos más usados actualmente,
impuestos por las indicaciones de la experiencia ó la natu
raleza de las cosas.
8.—Se observará que tratando de los actos del Poder
Ejecutivo, no hablamos sino déla forma escrita, excluyendo,
por consecuencia, la verbal que admitimos en el artículo
siguiente, para las resoluciones simplemente ministeriales y
de las administraciones inferiores. La exclusión se explica
porque según los artículos 79 y 83 déla Constitución el Presi-
dente de la República, aún cuando es el Jefe superior de la Ad-
Anales de la universidad 481

ministración, está obligado á actuar con los requisitos que la


misma Constitución indica, entre los cuales está el de la
firma del Ministro respectivo, sin la cual nadie está obli
gado á obedecerle, requisito qne forzosamente supone la
forma escrita. Claro está que el verdadero precepto constitu-
cional no puede entenderse tan al pie de la letra y tan
fuera de su objeto que se llegue á suponer que el Presidente
de la República no puede ni ordenar á sus edecanes si no
es con la firma de su Ministro; es indudable que las órde-
nes de carácter interno déla Presidencia —de las cuales por
otra parte no tenemos por qué ocuparnos—están fuera de
aquel precepto constitucional; pero es también evidente que
en todos los casos en que el Presidente de la República ac-
túa en el ejercicio directo de las facultades ó cometidos que
la Constitución le asigna, no puede proceder sino con la firma
del Ministro respectivo j , por lo tanto, en forma escrita.
9, - Otra cuestión seguramente menos importante del pun-
to de vista institucional, pero que también hemos creído con
veniente tratar por haber ocurrido en la práctica, y que el
artículo resuelve de un modo general para todas las actua-
ciones administrativas, es la relativa al valor del sello, en-
tendiendo por tal no que el que suele usarse para suplir la
escritura, sino el que se aplica para autenticar más el do-
cumento á que se aplica.
No hay entre nosotros ninguna disposición general que
imponga el empleo del sello en los casos á que el articulo
se refiere, ni tampoco la práctica ha establecido su uso de
un modo general. Algo análogo ocurre en las legislaciones
extranjeras. "En general, dice Laband, un decreto tiene por
condición esencial de autenticidad la firma de la autoridad
ó del funcionario que la representa: pero la imposición del
sello de la Administración no es necesaria ni usual". En
sentido opuesto dice Hauriou: "La obra personal del aHtor ó
autores de la decisión se reduce á la firma: actas ó reso-
luciones, pueden ser escritas por secretarios y aún impresas,
pero deben ser firmadas. Muy á menudo la firma es acom-
pañada de un sello, es decir, por la impresión obtenida por
482 Anales dé la Universidad

medio de una placa de metal sobre la cual están grabados


ciertos signos conocidos. El sello es indispensable para au-
tenticar la firma en todas las decisiones que contienen ór
denes ó intimaciones á los particulares".
Sin duda alguna que el sello puede ser una garantía más
de autenticidad del documento, máxime desde que el Códi-
go Penal ha hecho de su falsificación un delito especial;
pero para que esa garantía sea esencial es menester que así
se haya expresamente establecido por una disposición que
exija para el caso el doble requisito de la firma y del sello,
no teniendo valor ninguno de los dos por sí solo. No exis-
tiendo esa exigencia expresa, no vemos cómo la falta de un
requisito como el del sello, aun cuando fuese de aplicación
acostumbrada en casos análogos al de que se trate, pero,
que es siempre secundario por naturaleza, al punto de no ser
de uso general, podría ser un motivo suficiente para desco-
nocer la autenticidad de un documento ó una actuación que
lleva la firma respectiva, que es siempre racionalmente la
primera de todas las pruebas de aquella autenticidad.

ARTÍCULO 522

Las providencias puramente ministeriales que se dieta-


sen ya en cumplimiento de las indicadas en el artículo an-
terior ó en la instrucción de los asuntos que tramiten por los
respectivos Ministerios ó en los demás casos en que pro-
cedan con arreglo á derecho, y las que correspondan á las
demás autoridades públicas, se dictarán en la forma que
fuese de uso ó en la que estuviese expresamente dispuesta,
debiendo, no obstante, ajustarse á las reglas del artículo an-
terior en cuanto pudiesen serles aplicables.
Lo dispuesto en el apartado precedente no impedirá la
eraíisión de órdenes verbales para el funcionamiento in-
terno de las Administraciones respectivas, siempre que no
modifiquen situaciones de derecho y sin perjuicio de lo es-
tablecido en el artículo 537.
Anales de la Universidad 488

I.—No es posible indicar aquí de un modo completo cuá-


les son las resoluciones de carácter puramente ministerial^
pues fuera de las que tengan por objeto la instrucción de
un asunto ó dar cumplimiento á las resoluciones del Ejecu-
tivo ya dictadas en el asunto de que se trate, las demás
dependerán de lo que establezcan las leyes respectivas y
aún de las tendencias más ó menos centralizadoras ó ab-
sorbentes del ciudadano que desempeñe la Presiuencia de la
República. De ahí que el artículo no pueda hacer al res-
pecto otra cosa que emplear la expresión general que adop-
ta, única que puede comprender todos los casos.
2. -En cuanto á las disposiciones de las demás autorida-
des, tampoco puede hacer otra cosa que remitirse al uso ó
á lo que establezcan las disposiciones especiales que rijan
cada caso. Lo único que de un modo general puede indi
carse es la obligación de seguir en lo que sea aplicable lo dis
puesto para las resoluciones superiores.
3. - Resultando de esa indicación el empleo de la forma
escrita, puede ser oportuno como regla general el apartado
final que excluye la necesidad de ese requisito en el funcio-
namiento interno y permite en ese caso las órdenes pura-
mente verbales, con- tal de que no sean de contenido jurídi-
co, ó lo que es lo mismo, no modifiquen situaciones de de-
recho; así, por ejemplo, la suspensión de un empleado sería
de orden interno pero no podría ordenarse verbalmente. El
contenido de las disposiciones puede ser un criterio difícil y
por lo mismo inadecuado para distinguir aquellas y regla-
mentarlas diferentemente cuando se trata de decretos que
contienen diversas reglas entre las cuales unas son de ca-
rácter jurídiiBo y otras puramente administrativas; y por eso
dijimos antes que no nos parecía un criterio apropiado pa-
ra clasificar con precisión las resoluciones superiores. Pero
tratándose de simples órdenes y, por consiguiente, de dis-
posiciones únicas, tal dificultad no se presenta, pudiendo en
tonces aplicarse la clasificación. Por lo demás, la necesidad
de la forma escrita se justifica en el caso que el artículo
indica por la gravedad de la misma disposición.
484 Anales de la Universidad

ARTÍCULO 5 2 3

Cualquiera que sea la forma ó la naturaleza de la provi-


dencia dictada, siempre que ésta imponga una obligación,
origine ó modifique algún derecho ó pueda perjudicar un
interés, será indispensable para que produzca cualquiera de
esos efectos, que haya sido previamente puesta en conoci-
miento de las personas á quienes concierne.

ARTÍCULO 5 2 4

El conociiniento de que habla el artículo anterior puede


ser real ó presunto.
Conocimiento real es el que se da al obligado por medio
de notificación personal hecha con arreglo á los artículos
siguientes.
Conocimiento presunto es el que se produce después de
transcurridos diez días de publicada la providencia de que
se trata en el «Boletín Oficial» si la resolución emanase de las
autoridades residentes en la Capital, ó en la prensa local si
emanase de las autoridades departamentales ó locales. El
plazo de diez días puede ser aumentado ó disminuido cuan-
do las circuntancias lo exijan y así se haga constar en la
disposición de que se trate.
La publicidad dada en la forma indicada por el apartado
anterior puede ser completada por otros medios, pero sólo
aquélla tendrá efecto jurídico, á menos que lo contrario se
hubiese dispuesto, especial y expresamente, en el caso dado.
Se exceptúa la publicidad por medio de señales, que podrá
hacerse cuando éstas sean suficientemente explicativas de
la orden comunicada y se haga constar la autoridad de que
emanan. Dichas órdenes tendrán efecto obligatorio desde la
colocación de las señales respectivas.
Anales de la Universidad 485

I.—Los actos imperativos de la Administración pueden re~


ferirse de muchos modos á las personas á quienes concier-
nan. Pueden, en primer lugar, ser individuales y referirse á
personas determinadas, ó pueden referirse á determinada ca-
tegoría de personas que se encuentran ó pueden encontrarse
en condiciones dadas, ó pueden referirse impersonalraente al
público en general, etc., etc. Todas esas formas son ó pue-
den ser igualmente obligatorias, á condición de que sean lle-
vadas á conocimiento de aquellos á quienes obligan. La ob-
servación de Abella y la de Cammeo al decir ei primero que
los actos reglamentarios no obligan directamente á nadie en
razón de su propia impersonalidad, y al afirmar el segundo
que la aplicación de los reglamentos es potencial é incierta
desde que no se efectúa actualmente sino en tiempo sucesi-
vo con la producción de actos concretos dictados en virtud
de dicho reglamento (nota del artículo 299), serán ó no exac-
tas, según los términos de la disposición; pero entretanto es
lo cierto que el carácter general de ésta no puede ser un
obstáculo para que por sí misma y sin necesidad de más
acto especial imponga obligación á los sujetos á quienes se
refiere. Como comprobación de lo que acabamos de decir
bastaría coa citar los decretos reglamentarios de las leyes
de impuestos directos. Si no se paga la contribución ó la pa-
tente en los términos fijados, se incurre en falta, sin necesi-
dad de ningún acto especial de aplicación del reglamento
respectivo para que la falta se haya producido.
2.—El conocimiento de las órdenes ó mandatos puede ser
dado en distintas formas, como distinto es también, según
acabamos de verlo, el modo en que aquéllos pueden aludir
á los obligados.
A este respecto hay que distinguir si la resolución dicta-
da se refiere á un número indeterminado de personas, des-
conocidas por lo mismo en su mayor parte. En esos casos,
no siendo posible la notificación personal, el conocimiento se
daba antiguamente escribiendo la orden en tableros especia-
les colocados en parajes públicos, ó haciéndolos leer en esos
mismos parajes en las horas más frecuentadas, por medio de
486 Anales de la Universidad

pregoneros que convocaban previamente al pueblo con to


ques de trompeta ó de tambor. Pero á medida que el uso
de la imprenta se fué desarrollando, aquellos procedimientos
fueron también abandonados, más especialmente el segundo,
usándose hoy el procedimiento de la publicación por la pren-
sa, y más aún, en órganos destinados especialmente á la pu-
blicación de todos los actos oficiales, órganos que con el
nombre de "Gaceta" ó "Diario OficiaP', "Boletín délas Leyes',
etc., etc , existen en todas partes, como han existido tam-
bién entre nosotros antes de ahora, y lo restablece el articulo
que anotamos.
La publicidad en esa forma resuelve la dificultad en el
caso á que nos referimos, por cuanto constituye un medio
eficiente y uniforme de divulgación que permite dar á aqué-
lla el efecto jurídico necesario, como punto de partida para
determinar el momento en que la providencia ó mandato pu-
blicado ha de empezar á regir, es decir, ha de reputarse
conocido y por consecuencia ha de tener fuerza obligatoria.
Puede suceder acaso que el "Boletín Oficial'' no tenga gran
circulación, pero siempre los demás diarios completan su
obra publicando íntegras las disposiciones dictadas, ó dan-
do noticia de ellas en condiciones muy suficientes para lia
mar la atención de los interesados, de modo que puedan
enterarse en tiempo hábil de las resoluciones que les con-
ciernan, y sea así la presunción de la ley perfectamente
fundada.
3—La publicidad en órganos oficiales ofrece sus dificultades
tratándose de providencias dictadas por las autoridades de
los departamentos en los cuales aquellos órganos no se edi-
tan. No es práctico disponer que dichas autoridades man-
den copia de sus resoluciones á la capital para publicarlas en
el "Boletín", á fin de que luego éste lleve á los departa
mentos la comunicación pendiente. En tal situación, algunas
legislaciones europeas optan por la publicidad en tableros
que con ese objeto deben tener las autoridades respectivas,
colocados en sus oficinas en parajes visibles y accesibles al
público. (Artículos 113 de la ley comunal y provisional ita-
Anales de la Universidad 487

liana y 37 de su decreto reglamentario). Por nuestra parte,


creemos que difundida como está la prensa local en todos,
los departamentos de nuestro país, la publicidad por medio
de ella resultará siempre más eficaz que el anteriormente
indicado, y por eso lo hemos preferido.
Nuestro Código Civil establece que las leyes se reputan
sabidas á los diez días de promulgadas en la capital. Debe
entenderse que es á los diez días de publicadas, porque á
nada conduciría el plazo de la promulgación si la ley pro-
mulgada se hubiese mantenido reservada. Otros códigos per-
miten que ese plazo fijado como regla general sea ampliado
ó restringido en leyes especiales; el nuestro no ha tenido
esa previsión, pero en la práctica ha ocurrido muchas ve-
ces que las leyes han empezado á regir no á los diez sino
al primer día siguiente de promulgadas, como ha sucedido
con las leyes anuales.
Como una previsión análoga á la que acabamos de mencio-
nar hemos creído que no habría inconveniente en adoptar,
para el orden administrativo, el mismo principio que ya rige
respecto de las leyes.
4.—El conocimiento que la Administración da de sus manda-
tos por el medio que acabamos de indicar, puede en cier-
tos casos ser completado por ella misma con otros medios
de publicidad, á los cuales puede dar ó no efectos obliga
torios con ó sin exclusión de aquél. Así, por ejemplo, entre
nosotros y aunque e?ta materia no ha sido reglamentada
hasta el presente, ha podido observarse que algunas dispo-
siciones municipales además de publicarse por la prensa se
publican también en carteles transitorios fijados en las fa-
chadas, ó en cuadros permanentes puestos á la vista del pú-
blico, como ocurre por ejemplo con la ordenanza de Teatros
que en su artículo 73 manda que se coloquen en sitÍDs visi-
bles, en las salas de descanso, corredores, etc , y el artículo
272 de la Ley General de Aduanas, de 20 de noviembre de
1860, el cual establece que habrá en las oficinas principales
de esa repartición "tableros puestos en puntos accesibles al
público, en los que se colocarán los anuncios y avisos de la
488 Anales de la Universidad

Dirección, sin perjuicio de las publicaciones que en algún


caso se hiciesen por los diarios. Los avisos que tengan re-
lación con la Administración de Aduana, publicados por el
medio indicado, surtirán todos los efectos legales de cual
quier otra vía de publicación oficial".
5.—Observa todavía Laband que "aÚQlas órdenes que las
autoridades pueden dar por signos, pueden ser válidas, toda
vez que los signos adoptados sean igualmente comprensibles
para todos; así la policía puede declarar una calle cerrada,
es decir, prohibir el pasaje y anunciar la prohibición por
medio de una barrera ó un poste indicador, etc., etc.". Y
para citar un ejemplo nuestro recordaremos las flechas colo-
cadas por la Junta de la capital para indicar las calles de
entrada y las de salida para los carruajes que circulasen
por la ciudad vieja.
Efectivamente, hay casos en que el muy reducido ó nin-
gún interés jurídico de la orden dada, la simplicidad de la
obligación impuesta, la claridad del signo adoptado para co-
municarla y la circunstancia de estar localizado el lugar del
cumplimiento de la obligación, pueden hacer inútil la publi-
cación previa por medio de la prensa, bastando con el co-
nocimiento que el interesado adquiera en presencia de la se-
ñal adoptada y que hasta puede resultar un medio más efi-
caz de comunicación y por lo tanto asegurará más la ob-
servancia de la orden dada. En tales casos podrá hasta ha-
ber ventaja en la sustitución, pero esos casos son, como se
ve, muy raros, y en los más en que pueden emplearse otros
medios de publicidad, aquellos serán siempre complementa-
rios y no sustitutivos.

ARTÍCULO 525

No obstante las dos formas de comunicación autoriza-


das por el artículo anterior, la comunicación personal es
indispensable siempre que se trate de una orden ó mandato
individual 6 referente á personas determinadas que tuvie-
sen su representación en autos.
Anales de la Universidad 489

En los demás casos bastará la comunicación dada en la


forma que indica el artículo anterior, sin perjuicio de lo dis-
puesto en el artículo 82 de este Código.

ARTÍCULO 526

La comunicación personal se hará en la forma escrita


que disponen los artículos siguientes; no siendo admisible
la comunicación verbal, individual ó colectiva sino tratán-
dose de órdenes perentorias que sólo pueden ser comunica-
das en el mismo momento de su cumplimiento.

I.—La comunicación escrita debe ser la regla general, por


ser también la forma que ofrece mayores garantías. Hay,
sin embargO; casos, si bien muy excepcionales, en que sólo es
posible la comunicación verbal porque la falta de tiempo
por un lado y por otro la circunstancia de ignorarse las
personas á quienes la orden se ha de aplicar, obligan á ha-
cer la comunicación en el mismo momento en que la orden
debe ser cumplido,, no pudiendo hacerse aquélla en tal caso
sino en forma puramente verbal. Es lo que ocurre, por ejem-
plo, con ciertas órdenes de la policía, como cuando distri-
buye ó fija la colocación do la concurrencia en una fiesta ó
acto público determinado.
Laband cita también en apoyo del mismo principio
que fija nuestro artículo, el caso del empleado aduanero que
ordena al viajero la exhibición de su valija para revisarla,
ó del comisario de Policía que ordena la disolución de un
grupo ó al vecino la limpieza de la calzada al frente de su
casa. Sin embargo, estos casos son algo distintos, porque se
trata de una intimación personal, como la que dispone nues-
tro artículo 378 para el cumplimiento de disposiciones ge-
nerales preexistentes y por lo mismo conocidas, más bien que
de la comunicación de órdenes ignoradas hasta ese momento
y de las cuales no se conoce de antemano sino la facultad
de dictarlas, que es en realidad el verdadero caso de la
comuuicacióu verbal.
490 Anales de la Universidad

ARTÍCULO 527

La notificación se hará por el empleado que corres-


ponda, en la oficina ó en el domicilio del interesado; se hará
constar en el expediente por diligencia que expresará la
fecha y lugar en que la notificación se hace y será suscripta
por el empleado notificador y la persona ó representante
de la corporación notificada.
Si el interesado no quisiese, no pudiese ó no supiese fir-
mar, lo harán dos testigos presenciales.
Sin estos requisitos no se tendrá por bien hecha la noti-
ficación ni producirá efectos, sin perjuicio de lo que se dis-
pone en el artículo 531.

ARTÍCULO 5 2 8

Cuando la persona que haya de ser notificada no fuese


hallada en su domiciho en la primera dihgencia en su busca,
se le hará la notificación por cédula en que se transcribirá
íntegra la proyidencia ó resolución que se haya de notificar
y en la que además se hará constar:
1.° El expediente de que se trata.
2.° El nombre de la persona á quien debe hacerse la
notificación y los motivos por los cuales se hace en esta
forma.
3.° La hora en que ha sido buscada y no hallada en su
domicilio dicha persona, la fecha y la firma del empleado
notificante.

ARTÍCULO 5 2 9

La cédula se entregará al pariente más cercano ó en su


defecto á cualquier otro habitante ó criado de la casa del
Anales dé la Universidad 491

que hubiese de ser notificado y que sean mayores de ca-


torce años. Si no se encontrase á ninguna de las personas
que quedan indicadas, se entregará al vecino más próximo
que fuese habido.

ARTÍCULO 530

De la entrega de la cédula se pondrá en el expediente


nota en que constará el nombre, estado y ocupación de la
persona que la reciba, su relación con la que debe ser noti-
ficada y la obligación que contrae de entregar á ésta la cé-
dula recibida así que regresase á su domicilio ó de darle
aviso si sabe su paradero.
Esta diligencia será firmada por el funcionario actuante
y por la persona que reciba la cédula; pero si no supiese ó
no pudiese, lo hará á su ruego un testigo, y si no quisiese
fir iiar ni presentar dos testigo que lo hagan á su ruego,
firmarán otros dos que serán requeridos al efecto, pudiendo
el notificante solicitar á ese fin el auxilio de la fuerza pú-
blica.

ARTÍCULO 531

Cuando no fuese posible la notificación personal por ig-


norarse el domiciho de la persona en la República, se hará
aquélla por medio de avisos publicados en el «Diario Ofi-
cial»;, durante el mes que se fijará para el emplazamiento
del interesado. Vencido dicho término se pondrá constan-
cia del emplazamiento con la agregación de la primera y
última publicación, y si el emplazado no compareciese se
le nombrará defensor, que será á su costa.
El honorario del defensor será fijado por la autoridad
que lo hubiese nombrado, y su cobro se hará efectivo con
arreglo á lo dispuesto en los artículos 383 y siguientes.
v • "'ti -

492 Anales de la universidad

I,—En materia administrativa como en el orden judicial,


puede ser necesaria la comparecencia de alguna persona
que debe ser oída; si eso no ocurrirá tan fácilmente en los
expedientes iniciados por parte interesada, puede ocurrir con
más facilidad en los que inicia de oficio la Administración.
Por ejemplo, el articulo 428 del Código Rural, dispone que
para explicar la voluntad de los propietarios que deben con-
tribuir á las obras de desecación de las lagunas ó terrenos
pantanosos, se convocará á todos los propietarios para que
comparezcan ante la Municipalidad, etc,,—pero no dice cómo
se hace la citación y mucho menos cuandq se ignorase el
domicilio, lo que muy fácilmente puede suceder.
Fues bien: el artículo dispone el emplazamiento, y para el
caso de no comparecencia, el nombramiento de defensor. El
emplazamiento es una medida indispensable en todos los
casos en que la ley no hace innecesaria la cotificacióii per
sonal del obligado por suponer que el temperamento sustitu-
tivo adoptado será fácilmente conocido por aquél y suponer
también acaso que el obligado ha debido tener persona que
lo represente en el lugar de su obligación. Algo de eso
ocurre, por ejemplo, en las ejeuciones para pago de la
contribución inmobiliaria.
2.—Para el caso de no comparecencia establecemos el
nombramiento de defensor; es un temperamento análogo al
que rige en materia judicial y ana garautia de la cual no
nos parece que sea posible prescindir. No es tampoco una
novedad en materia administrativa, pudiendo afirmar á este
respecto que algunas legislaciones llegan hasta indicar el
nombramiento de defensor para casos en que el interesado
ha sido citado •personalmente, en cuyo supuesto es sabido
que nuestra ley procesal común admite el procedimiento en
rebeldía sin necesidad de defensor de oficio. En cambio, por
ejemplo, el articulo 59 del pliego de condiciones generales
de 1884, vigente en España, para la contratación de obras
públicas, establece textualmente lo siguiente: "Al terminarse
las obras se procederá inmediatamente á su recepción pro-
TÍsional con precisa asistencia del contratista ó de su re
Anales de la Universidad 493

presentante debidamente autorizado. Si expresamente reque


rido no asistiese ó renuQciase por escrito á este derecho,
conformándose de antemano con el resultado de la opera
ción, el Ingeniero jefe de la provincia acudirá al goberna-
dor para que de nuevo lo requiera, y si tampoco asistiese,
dicha autoridad le nombrará á su costa un representante de
oficio^'. Cierto que ese temperamento no es de regla general
en la misma legislación citada, pues la ley de 1889, á que
otras veces nos hemos referido, sólo establece en el número
11 del articulo 2.\ que cuando no tenga domicilio conocido
ó se ignore el paradero de la persona que haya de ser no
tificada, se publicará la providencia en la "Gaceta de Madrid"
y en el "Boletín Oficial" de la provincia y se remitirá ade-
más al Alcalde del pueblo de la última residencia de aqué
Ha para que la publique por medio de edictos que fijará
en las puertas de la Casa Consistorial.
Nuestro artículo, como se habrá visto, se coloca en un
justo medio, pues ni autoriza á proceder en rebeldía cuando
no ha mediado citación personal, ni requiere el nombra-
miento de oficio cuando la citación personal ha existido y
sí tan sólo cuando ésta no ha podido hacerse.

ARTÍCULO 5 3 2

La notificación se hará directamente al interesado ó al


apoderado cuyo mandato constase en el expediente, ó le
constase a la Administración de una manera innegable, aún
cuando no figure en autos por no haberse presentado to-
davía el apoderado.
Las notificaciones hechas al apoderado tendrán igual
fuerza que si hubiesen sido hechas al poderdante, sin que le
sea dado pedir que se entiendan con éste, á no ser que aquél
hubiese cesado en su cargo y así constase ó se hiciese cons-
tar en el expediente.
Sin embargo, no se podrá obligar al apoderado á satis-
36
494 Anales de kt Universidad

facer cantidad de que sea declarado responsable el man-


dante; pero la obligación nace para éste, desde la fecha en
que se notifique la resolución al mandatario.
Si el apoderado se hallase autorizado especialmente, po-
drá también dirigirse contra él la Administración.

ARTÍCULO 5 3 3

Cuando hubiese de hacerse notificación personal y uo se


conociese al interesado domicilio dentro del radio fijado
por la Administración pro véjente para que las notificaciones
se hagan directamente, se librará oficio al Juez de Paz de
la sección del citado, con inserción de la providencia que
debe serle notificada; fijándole á la vez un día á lo menos
de aumento en el término por cada veinticinco kilómetros
para evacuar la diligencia pendiente é imponiéndole á la
vez la obligación de constituir en el mismo término, domi-
cilio dentro del radio, bajo apercibimiento de tenérsele por
notificado en lo sucesivo por simple nota, que se pondrá en
el expediente.
Se pondrá constancia del libramiento del oficio, el que
se agregará al expediente una vez que sea devuelto dili-
genciado, agregándose entretanto la cubierta con la nota de
recibido.
Si el interesado no residiese á más de veinticinco kiló-
metros, no se aumentará el plazo, pero se le impondrá la
misma obligación de constituir domicilio dentro del radio
ó de comparecer cada tres días, bajo el apercibimiento antes
indicado.
El Poder Ejecutivo formulará la planilla de distancias
con aiTeglo á las cuales se computarán los términos de este
Código.
Anales de la Universidad 495

ARTÍCULO 5 3 4

Las providencias que no tengan el alcance que indica el


artículo 523 y mesen dictadas en expediente seguido por
parte interesada, no serán notificadas, pero se liarán saber
verbalmente al interesado, si concurriese al efecto á la ofi-
cina respectiva.

ARTÍCULO 5 3 5

Los que sean parte en un expediente, podrán enterarse


de su tramitación, pero no del contenido de las diligencias
de instrucción producidas, salvo el caso de ordenarse vista
ó disponerse su comunicación de acuerdo con el artículo
335, desde cuyo momento serán públicas para la parte ó
quien la represente.

ARTÍCULO 5 3 6

Cuando baya de notificarse á alguna Administración Pú-


blica, que fuese parte en el expediente, la notificación, se
hará á quienes en él la representen. Si no figurase en
el asunto, la notificación se hará por medio de oficio
que se dirigirá dentro del mismo plazo señalado para las no-
tificaciones por diligencia, exigiéndose acuse de recibo que
se unirá al expediente. Se pondrá constancia en éste y en
la carpeta, del oficio ú oficios que se libren.

ARTÍCULO 537

Tratándose de órdenes que deben ser cumplidas por fun-


cionarios ó agentes administrativos, bastará la comunicación
directa que de aquéllas se les deberá hacer. En tales casos
496 A*í(iks de. la Uhviersi^a4

y mediante razones de urgencia, podrán hacerse las comu-


nicaciones ó transmitirse la orden telegráficamente, pero las
comunicaciones telefónicas no tendrán carácter obligatorio.

I.—"Toda orden del Poder público debe ser llevada al co-


nocimiento de las personas á quienes conciernen; su obe-
diencia no puede ser razonablemente exigida sino á aquella
condición. La orden es llevada á conocimiento de los inte-
resados por medios oficiales á los cuales la ley da el efec-
to de esta doble presunción: su empleo regular hace presu-
mir la orden conocida por todos, sin prueba contraria posi-
ble; y su omisión es causa de que la orden aun publicada
de otro modo no se repute conocida.
Sin embargo, la inserción en las publicaciones oficiales
no es necesaria sino para los reglamentos aplicables direc-
tamente al público, es decir, á los particulares ó á una ca-
tegoría de éstos. Es para los particulares que ha sido esta-
blecida la doble presunción antes indicada; es para ellos
por consiguiente que es exigida la inserción en que se funda
la presunción. Un reglamento que tiene por objeto exclu-
sivo ó principal el funcionamiento interino de un servicio
público, que reclama solamente el concurso de los funcio-
narios, no tiene necesidad de ser inserto ni en el "Journal
Officiel" ni en el "Bulletin des lois". Basta que sea puesto en
conocimiento de los funcionarios, y no importa que la co-
municación sea hecha en una forma ó en otra. (Moreau).
2.—La comunicación directa puede hacerse verbalmente ó
por escrito, pero debe darse en esa segunda forma cuando
la importancia de la comunicación lo requiera ó lo exija el
empleado para salvar su responsabilidad.
El telegrama cuyo original contiene la firma del superior
que da la orden, es asimilado á la forma escrita, pero el te-
léfono no está en igual caso; las comunicaciones hechas en
esa forma no dejan rastro, de ahí que pued,e ofrecer inse-
§;uridades que le quitan toda fuerza obligatoria,.
Anales de la Universidad 497

ARTÍCULO 538

N o obstante lo dispuesto por los artículos anteriores,


cuando el interesado no haya sido notificado ó no lo haya
sido en forma, pero se diese en el expediente ó en el escrito
que presente, por suficientemente enterado de la diligencia
ó providencia de que se trate y reclamase de ésta como ha-
bría podido hacerlo si le hubiese sido notificada, surtirá
aquélla todos sus efectos legales.

I. —Según este articulo, la providencia que perjudica, surte


sus efectos, aún cuando no haya sido notificada, siempre que
el interesado se encuentre enterado; pero resulta de este mis
mo artículo y del 527, que no estando notificada la providencia
que beneficia, no surte efecto alguno sin la notificación en
forma. El caso es más difícil que ocurra con la reglamen-
tación que dejamos hecha sobre las notificaciones, pero aun
así, no es imposible y puede ocurrir nuevamente como ha
sucedido otras veces.
Por ejemplo, puede dictarse una resolución acordándose
una concesión, y por tal ó cual motivo no notificarse al
agraciado. Entretanto, la Administración proveyente vuelve
sobre sus pasos, ordena nuevas diligencias y hasta concluye
por darle la concesión á otro, en vista de lo cual el pri-
mer agraciado, antes ó después de la nueva adjudicación
se presenta alegando derechos á la primera, de la cual ha
tenido conocimiento sin notificación en forma.
Pues bien, de los dos artículos citados, resulta que la
providencia que beneficia, no surte efecto alguno mientras
no se notifique, aún cuando el interesado se muestre ente-
rado, mientras que lo contrario pasa con las que perju
dican.
La diferencia se explica perfectamente porque en ese úl-
timo caso, el objeto de la notificación está llenado, de ma-
nera que la falta de aquélla uo podría impedir que recia-
498 Anales de la universidad

mase el que habría podido hacerlo si la comunicación se le


hubiese hecho en forma, máxime desde que tampoco se im-
pediría por eso que la Administración mantuviese ó revo
case su resolución, como si aquel requisito hubiese sido de-
bidamente cumplido. Pero puede no ocurrir lo mismo en eJ
otro caso, pues entonces la falta de notificación, ó responde
á una omisión indebida, fácilmente subsanable, no presen-
tándose entonces el caso supuesto, de haber vuelto la Admi
nistración sobre sus pasos, ó se debe á una reserva de la
autoridad proveyente que demuestra el deseo de algún nuevo
estudio ó algún nuevo examen, antes de dar por definitiva-
mente resuelto el punto, por lo cual es lógico establecer que
la resolución aun no comunicada, debe tenerse por no dic-
tada todavía.
Anales de la Universidad 499

CAPÍTULO SEXTO

De la responsabilidad disciplinaria

ARTÍCULO 5 3 9

Los funcionarios ó empleados que demorasen injustifi-


cadamente el despacho de los asuntos, acordasen tramites
manifiestamente innecesarios ó de cualquier otro modo in-
fringiesen las reglas de procedimiento establecidas, faltasen
al buen desempeño de los deberes que ellas les imponen, ó
á sabiendas ó por ignorancia inexcusable propongan ó acuer-
den una resolución manifiestamente injusta, estarán some-
tidos á las sanciones disciplinarias que á continuación se
expresan.

I—El ejercicio de toda función pública impone un con


junto de deberes para con la Administración y las personas
con quienes el funcionario tiene que tratar en razón del car
go que desempeña, deberes que como todos los que son ta
les, requieren una sanción apropiada contra sus posibles in-
fracciones. Esas sanciones no pueden estar ni en los me-
dios ordinarios de la responsabilidad civil por los daños que
la falta ha ocasionado, ni tampoco en la aplicación de
las medidas represivas que impone la penalidad común; está,
no puede estar sino en el mismo orden administrativo,
dando así origen en cuanto á la Administración, á lo que
se llama el ejercicio de sus facultades disciplinarias, y en
cuanto á los funcionarios, á lo que se llama su responsabi-
500 Ánalea de la Dniveraidad

lidad disciplinaria también, ó administrativa. Por eso dice


Camraeo que poderes disciplinarios son los que se aplican:
a) en las relaciones entre la Administración y sus funciona-
rios, burocráticos ó no; y b) en las relaciones entre la Ad-
ministración estadual ó autárquica con los ciudadanos que
voluntaria ó coactivamente tienen con ella un vínculo espe-
cial que les impone deberes y derechos mayores y diversos
que los que tienen los demás ciudadanos, creándoles así un
estado de sujeción especial.
2.—Hay quienes con Seydel han pretendido que la sanción
de esos deberes es de orden puramente contractual, en cuyo
concepto las penas disciplinarias en su forma más leve (cen-
sura, multa, etc.), se asemejarían á las posnas conventionalisy
y en la forma más grave (destitución), á la resolución del
contrato.
Esta es, con toda razón, la teoría más desacreditada de
las que al respecto existen, pues es fuera de duda, que la
acción disciplinaria no es ni puede ser contractual, ni por
su naturaleza ni por su objeto. No lo es por su naturaleza,
porque el acto del nombramiento que da origen al vínculo
contractual y consiguientemente á las obligaciones que éste
impone, no es un contrato, es un acto de autoridad, un acto
unilateral, que aún cuando sea de aplicación condicional,
por cuanto requiere el consentimiento del nombrado, es por
sí solo un acto jurídicamente perfecto y extraño^ por consi
guíente, á toda formación contractual.
y así como la sanción á que nos referimos no es contrac-
tual por su naturaleza, tampoco lo es por su fin, porque
aparte de que en ciertos casos las faltas cometidas pueden
haber causado un daño apreciable en dinero, el buen fun-
cionamiento de la Administración, que es lo que tiende á
asegurarse por medio de las sanciones disciplinarias, no es
un fin que pueda reemplazarse por la entrega de una canti-
dad de pesos.
3.—Y por eso mismo, así como dichas sanciones no pue-
den ser contractuales, tampoco pueden serlo extracontractua-
les, como lo ha pretendido una variante de esta teoría que
Anales de la Universidad 601

refierfi las faltas disciplinarias al derecho privado. Por eso


dice muy bien Nezard: "Así como no hay contrato, no pue-
de haber cuasi delito entre el miembro de un cuerpo y el
cuerpo mismo, y la acción disciplinaria no podría ser una
acción en reparación del perjuicio causado por la falta á los
deberes profesionales. En efecto, el perjuicio causado por
una parte es inestimable en dinero cuando existe, y por otra,
puede no resultar de la falta cometida, sin que por esto
la falta deje de ser punible".
4 -El derecho disciplinario no es tampoco una manifes-
tación del derecho penal ordinario. Desde luego, no es exac-
to decir que es el derecho penal de las faltas leves. Ese es
un error que ha podido ser ocasionado por el hecho de que
las faltas disciplinarias de carácter grave, suelen también
estar castigadas en el Código Penal, lo que sucede cuando
la ley ha supuesto que el hecho no importa solamente al buen
orden de la Administración, sino que por su gravedad ha
creído que también debía considerarse como un atentado á
la sociedad. Pero la misma doble penalidad que entonces se
establece, demuestra que son de un orden distinto y que por
lo mismo hay error en confundirlas.
Hay, pues, infracciones que pueden ser sometidas á los dos
procedimientos y, lo que es más, sin que, como lo veremos
más adelante, lo resuelto en el judicial tenga efecto decisi-
vo sobre el disciplinario, Por otra parte, si este fuera el
derecho penal de las faltas leves, sería también el de las
penas leves, lo que estaría muy lejos de ser absolutamen-
te cierto, pues es indudable que muchas penas de orden pu-
ramente disciplinario pueden resultar para el inculpado más
gravosas que no pocas de las indicadas en el Código Penal.
Pero para convencerse más aún de la independencia de
las dos acciones, basta tener presente que hay hechos que
la ley penal castiga y que disciplinariamente no tienen
importancia alguna, y á la inversa hay faltas disciplinarias
graves que nada significan para la ley penal ordinaria.
5 . - E l derecho disciplinario, diceCammeo, se distingue del
penal: ^a) por la naturaleza de la transgresión, que en el se-
502 Anales de la Universidad

gundo se refiere á los deberes jurídicos generales, mientras


que en el primero se refiere á los deberes especiales resul-
tantes de la sujeción especial en que el individuo se encuen
tra; b) por la naturaleza de la pena que sobre casos excep-
cionales (servicio militar) tiene carácter puramente moral ó
material conexo á las ventajas especiales que la misma su
jeción especial acuerda al individuo; c) por la apreciación
discrecional de la autoridad primitiva sobre la existencia de
la transgresión ó sobre la medida de la pena, mientras que
en el derecho penal rige el principio nulla pcena sine legge;
d) por el modo de aplicación de la pena qne es hecha por
la misma autoridad administrativa, á veces con apelación
judicial, mientras que en el derecho penal es indispensable el
juicio preventivo para la aplicación de la pena.'
De ahí que el derecho disciplinario tenga un objeto dis-
tinto y medios distintos de aplicación que el penal, y como
consecuencia de esa condición sea más restringido en cuan
to á las personas, y más extenso en cuanto á las transgre
siones, que el segundo. En el primer sentido alcanza sólo á
los que tienen una vinaulación especial con la Administra-
ción; en el segundo, es extensivo á todos los actos que per-
judican el buen andamiento de aquélla, aún cuando no cau-
sen directamente un daño pecuniario, ni importen un peligro
ó un daño social ó contrario á la seguridad general.
6.—La responsabilidad disciplinaria podrá, pues, coexistir
con la civil y la penal, pero es completamente independiente
de una y otra por sus fines y por sus medios de aplicación,
como tendremos ocasión de verlo más ampliamente en el
desarrollo de este capítulo; y es. por consecuencia, una ins-
titución jurídico administrativa de carácter autónomo, desti-
nada exclusivamente á garantirlos intereses de la Administra-
ción y de los servicios que le están confiados, y el cumpli-
miento de los deberes impuestos á los que han contraído con
ella una relación especial de dependencia, fundándose como
lo dice Romano, en los poderes que corresponden á la Ad-
ministración pública para su conveniente organización y el
buen ordenamiento de los servicios que le están confiados.
j4««íes de la universidad 503

De ahí, pues, la necesidad de reglamentar separadamente


esa responsabilidad especial. No obstante, no es esta la opor-
tunidad para hacerlo de un modo completo, desde que no
tratamos aquí de los deberes generales de los funcionarios
públicos; por eso nos limitamos á proyectar las disposiciones
que se relacionan con la materia del presente libro.
7. Entrando ahora á explicar la relativa imprecisión que
se observa en el artículo en cuanto á la determinación de las
infracciones, observaremos, desde luego, que según se sabe»
á ese respecto existen en materia disciplinaria dos teorías:
la de los que como Romano niegan la necesidad de la exis-
tencia del elemento legal en la infracción, admitiendo, por
el contrario, que el poder disciplinario es por su índole
propia de orden administrativo, y que, por consecuencia, no
puede haber dificultad en reconocérsele á la Administración
misma la facultad de regularlo como crea más conveniente
á sus intereses, y otra, la de los que, como Nezard, dando
más importancia á las garantías del inculpado, sostienen la
existencia de aquel mismo elemento y siguen, por conse
cuencia, el mismo principio del derecho criminal, según el
cual, todo delito debe estar declarado previa y expresamen-
te en la ley.
8. - Nosotros que no nos proponemos establecer en este
capítulo una reglamentación general de la responsabilidad
disciplinaria, sino tan sólo en cuanto se relaciona con el
procedimiento, no tenemos para qué detenernos en el exa-
men de aquellas dos teorías, tanto menos cuanto que nos
colocamos en un justo término que puede ser aceptado tanto
por los partidarios de la una como de la otra.
Los primeros, en efecto, si bien niegan la necesidad
del elemento legal en la infracción, no desconocen la impo-
sibilidad de la intervención legislativa; "que la autoridad
administrativa, dice Romano, deba uniformarse á las dispo-
siciones legales cuando existan, es tan obvio que debe so-
brentenderse''. Los que tal piensan no objetarán el artículo
en cuanto hace expresamente la incriminación, diremos así, to-
mando el término al derecho penal, de los actos que pue
504 Anales de la Universidad

den obligar la responsabilidad disciplinaria de los em


picados, y menos aún desde que la hace de un modo bas-
tante amplio para que estén comprendidos en ella to-
áós los actos que no es posible individualizar y que sin
éntibargo puede haber interés en reprimir disciplinariamente.
En cuanto á los segundos, convencidos de la imposi-
bilidad de individualizar todas las faltas de aquel orden y
de la necesidad de reservar á la autoridad que debe re-
primirlas una amplia apreciación discrecional, aceptan, por
su parte, que la incriminación legal se haga también en tér-
minos suficientemente amplios, con lo cual creen evitada toda
iucriminación arbitraria y aplicada al caso la misma garantía
qtre el derecho común acuerda al impedir que se considere
delito el que no ha sido previamente declarado tal por la
ley. '*f*or otra parte, dice Nezard, la incriminación es legal
cuando la ley, aunque no especifica los hechos incriminados,
los engloba en una fórmula más general, es cierto, que la
del derecho penal, pero que basta para justificar el ejercí
cío del poder disciplinario en los casos en ella compren-
didos^'. Esos tampoco tendrán nada que objetar á nuestro
artiéulo.
Después de todo, esta incriminación general y amplia no
es tampoco extraña al propio derecho penal, á tal punto que
es realmente interesante ver como coinciden en ese punto el
derecho penal y el derecho disciplinario correspondientes
respectivamente á países de instituciones políticas de índole
bien opuesta, "El derecho penal de Inglaterra y de Estados
Unidos, dice Goodnow, declara delito toda desobediencia de
los deberes oficiales por acción ú omisión en cosas que in-
teresan al público". Y la ley alemana de 31 de Mayo de
1873, reglamentando la situación de los funcionarios del Im-
perio, establece en su artículo 72 lo siguiente: "Un funcio-
nario del Imperio que falte á sus deberes profesionales, co-
mete una falta profesional é incurre en una pena discipli-
naria".
Andes de la Universidad 505

ARTICULO 540

Las sanciones que podrán imponerse en los casos.á que


se refiere el artículo anterior, serán por orden de gravedad
las siguientes: advertencia, apercibimiento simple, apercibi-
miento con privación de sueldo por uno ó cinco días, sus-
pensión del cargo con privación de sueldo por uno ó quin-
ce días, y destitución.
Fuera de la advertencia, quesera siempre privada y ver-
bal, y de la destitución, que será siempre pública, las demás
sanciones podrán darse ó no á la publicidad según la im-
portancia del caso, debiendo imponerse siempre por escrito.

I. -Las sanciones que este artículo establece son las que


adoptan generalmente las leyes disciplinarias, con excliisión
de la de arresto que como medida puramente de aquel gé-
nero, sólo tiene aplicación en el régimen militar.
Las penas están indicadas por su orden de gravedad, de
manera que cada una representa un grado de penalidad ma-
yor que la anterior. Es menester que así sea, porque con re-
lación al inculpado pueden ellas tener un efecto variable se-
gún la condición personal de aquél, condición que no siem-
pre es generalmente conocida, de manera que el efecto pú-
blico de la sanción aplicada desaparecería por completo si
el orden de aplicación de las sanciones pudiese variarse para
buscar en cada caso lo que resultase más grave, no por la
clasificación de la ley, sino por circunstancias de carácter
subjetivo.
No importa, pues, que por tener el empleado ciertos me-
dios de fortuna, la privación de tres ó cuatro t días de sueldo
no le signifique nada pecuniariamente; cualquiera que sea.el
efecto personal, la pena disciplinaria tendrá siempre su sig-
nificaeión morid propia en relación con la gravedad de la,
falta, y se ajustará así al concepto de las p.enas de ese orden
506 Anales de la Universidad

expresado con toda verdad por la Corte de Casación frau


cesa, en un fallo recordado por Nezard: "Las medidas dis-
ciplinarias, decía, son medios instituidos para mantener por
razones de orden y de interés público la autoridad moral y
el respeto de los cuerpos á que pertenecen los funcionarios
perseguidos disciplinariamente; por eso ellas se refieren me
nos á los hechos en si mismos que á las consecuencias de
esos hechos sobre la consideración del funcionario y la dig-
nidad del cuerpo á que pertenece".

ARTÍCULO 541

La elección entre las penas indicadas en el artículo pre-


cedente se hará á juicio de la autoridad encargada de apli-
carlas, teniendo en cuenta la importancia del caso y
secundariamente la conducta anterior del inculpado.
A los efectos de esta última circunstancia, el precedente
de una falta anterior, haya sido ó no penada, agrava la cul-
pabilidad de la ulteriormente cometida, y será causa bas-
tante para la destitución, el haber sido apercibido por tres
veces en el mismo año á contar de la fecha del primer
apercibimiento.

X.—Asi como la ley no puede especificar los hechos sus-


ceptibles de la penalidad disciplinaria, tampoco puede indi-
car la sanción que á cada uno corresponde. A este respecto
ella no puede sino establecer las penas que se podrán impo-
ner, dejando librada la aplicación al buen criterio de la au
toridad respectiva, y dar á lo sumo alguna guía para la
buena dirección de ese criterio.
2.—La ley española sobre bases para el procedimiento ad-
ministrativo, se limita á establecer en su artículo 16, que
las infracciones de los reglamentos de procedimiento admi-
nistrativo, se castigarán imponiendo á los funcionarios que
Anales de la Universidad 507

las cometan la correspondiente corrección disciplinaria, y en


caso de reiterada reincidencia, darán lugar á su separación
del servicio con expresión de la causa que la haya moti-
vado, agregando el artículo 17, que en igual responsabilidad
incurrirá el funcionario que proponga ó acuerde un trá-
mite á todas luces innecesario, que se encamine á ganar
tiempo, eludiendo las prescripciones reglamentarias.
Por la aplicación de ese precepto legal, algunos de los
reglamentos posteriormente dictados, han tratado de ser más
explícitos en la determinación de las faltas y la fijación de
las penas, distinguiendo al efecto, como lo hace por ejem-
plo el de 23 de Abril de 1890, las faltas leves, las menos
graves y las graves, entendiendo por las primeras las de-
moras en el servicio, ó alguna omisión en el procedimiento»
de las que no se infiera perjuicio á la Administración ni á
los interesados, ni produzcan nulidad de las actuaciones; por
faltas menos graves, todas aquellas de mayor importancia
que las anteriores, y por faltas graves, las que sin llegar á
constituir delito acusan una tendencia ó falta de moralidad;
las infracciones de importancia que produzcan la nulidad de
lo actuado, perjuicio á la Administración ó á los reclaman-
tes, y extravío de expedientes ó documentos importantes, que
puedan ser imputables á los funcionarios en cuyo poder de-
bieran encontrarse; agregando luego que las faltas leves se
penarán con privación de haber de uno á diez días, y en caso
de reincidencia con la misma multa y reprensión ante todo
el personal de la dependencia, anotándose en el expediente
personal del empleado; las menos graves, con suspensión de
empleo y sueldo de diez días á un mes, y las graves con la
separación del servicio.
3.—No nos ha parecido que esa clasificación fundada en la
existencia ó no de perjuicios y los demás detalles expresados,
pero en la que en definitiva, bien puede decirse que todo
queda librado á la apreciación discrecional de la importancia
de la falta cometida, ofrezca un criterio más apropiado á la
diversidad de casos que puedan presentarse, más justiciero
y más preciso que el adoptado por el artículo que anota-
508 Anahs de la ühiv&rsidad

mos, j quQ e^ también el que signe la ley general alemana


en su articulo 76; por eso la, hemos preferido completándola
con las dos reglas directivas que el mismo articulo esta-
blece, la primera de las cuales se funda en la importancia
de la falta con respecto á los fines disciplinarios que no
son otros que asegurar el buen funcionamiento de los servi-
cios de la Administración. La conducta general del incul-
pado, y consiguientemente su reincidencia, es indudable que
deben también influir en la apreciación de los hechos. Dice
á este respecto Laband, que así como la observación del de-
ber profesional no se compone de un número definido de
actos considerados aisladamente, sino que abraza toda la
existencia de un funcionario, así también el acto por el cual
efii contravenido ese deber, no puede ser considerado aisla
damente sino en relación con la conducta general tenida en
el servicio por el empleado. Nos parece, sin embargo, que
la verdadera razón no es tanto esa como esta otra, á saber:
que la conducta general del empleado ó la reincidencia en
la infracción de sus deberes, representan una causa siem
pre mayor de desorganización del servicio, un agravio siem
pre mayor para la Administración, que es lo que se trata
de prevenir; la conducta como elemento subjetivo de la pena-
lidad, no puede ser sino un elemento muy secundario, tra-
tándose de penas que no tienen ningún fin personal. Por
eso dice muy bien Nezard: ''Las circunstancias que modifican
la culpabilidad, no son apreciadas de la misma manera en
derecho penal y en derecho disciplinario, principalmente en
lo que se refiere á la intención. Aun cuando en derecho
penal, la intención criminal es necesaria en general para
castigar los crímenes y los delitos, en derecho disciplinario
como en materia de contravención penal, no es exigida como
condición general de culpabilidad. Basta como para esta
última^ que el hecho material sea contrario á la ley".
Como una prueba más del carácter secundario de la inten-
ción del agente, podemos citar el hecho de darse á las pe-
nas disciplinarias efecto retroactivo, aunque no lo hay en
ma.teria penal común: "La nueva ley, dice Hervy, impo-
Anales de la ünicersidad 509

niendo una sanción nueva, penará aunque con posterioridad


el hecho de que es culpable el oficial público, porque las
consecuencias de su acto son perjudiciales en cuanto al pre-
sente y lo serán en cuanto al futuro, al buen renombre de
la corporación de que él es miembro".
4. - El articulo hace también constar la diferencia que
existe entre la reincidencia en materia penal y la discipli-
naria. En el primer caso es de precepto universal que, como
lo establece el articulo 19 del Código respectivo de nuestro
país, para que haya reincidencia se requieren dos condi
clones, primera un delito anteriormente cometido, y segunda
que haya sido debidamente penado. Pues bien, como lo hace
constar Nezard, en materia penal no hay necesidad de una
nueva condenación, porque el inculpado conoce y debe co •
nocer perfectamente las reglas de su profesión y no tiene
necesidad de una advertencia tan seria como la de una pri-
mera condenación, para andar por el camino derecho.
5. -En cuanto á la causa de destitución que expresamente
se consigna en el articulo, la establecen también casi todos
los reglamentos españoles dictados en cumplimiento de la
ley del 89 ya citada. Nos ha parecido muy útil consignarla
muy especialmente entre nosotros, en donde con tanto
preocuparnos de garantir á los buenos empleados contra las
destituciones arbitrarias, hemos dejado á la Administración
sin medios suficientemente eficaces de garantirse contra la
permanencia de los empleados malos.

ARTÍCULO 542

Las penas disciplinarias serán aplicadas por el Jefe de la


repartición á que el empleado pertenezca 6 la Corporación
respectiva si formase parte de una autoridad colegiada.
No obstante, las penas que consistiesen en la suspensión
ó privación del cargo, sólo podrán ser aplicadas por la au-
toridad que hubiese hecho el nombramiento del inculpado.
Si ese nombramiento fuese de origen electivo se aplica-
se
••'•^é'- ' •• ^- •:l<-ü^^^.

CIO Annlc.o ríe la Universidad

rán por la Corporación de que el funcionario forma parte,


y si esto no fuera posible, por el Poder Ejecutivo, sin per-
juicio de observarse también lo que para tales casos esta-
blece la Constitución del Estado.
Tanto unas sanciones como otras podrán imponerse de
oficio, por denuncia de parte interesada ó á petición del
mismo inculpado y con arreglo á los artículos siguientes.

I. —Puesto que la responsabilidad disciplinaria tiene por


objeto asegurar el cumplimiento exacto de los deberes que
tienen para con la Administración los que han contraído con
ella un vínculo especial de sujeción; como además esa res-
ponsabilidad se hace efectiva por la privación más ó menos
parcial ó aún completa de los beneficios que la Administra-
ción concede por la contracción del mismo vínculo, y como
también la aplicación de esas sanciones tiene por fin asegurar
el buen funcionamiento de los servicios públicos interesados
en el caso, se sigue que dicha aplicación es un cometido de
carácter esencialmente admioistrativo, y debe ser ejercida por
la Administración misma por intermedio de los superiores res-
pectivos. Por eso dice Romano que "los poderes disciplinarios
son el conjunto de las facultades que corresponden á la Ad-
ministración Pública para el conveniente ordenannento de los
servicios que tiene á su cargo", en cuyo concepto coincide tam-
bién Meucci cuando afirma que la disciplina "es el conjunto
de las prescripciones y sanciones administrativas para el buen
andamiento de las funciones públicas".
2.—La opinión á este respecto es unánime, á tal punto que
aún los que como Hefter califican el derecho disciplinario de
derecho penal especial, no temen oponer las consecuencias
disciplinarias á las consecuencias penales de la infracción,
reconociendo asi que ambos dominios jurídicos son entera-
mente independientes. La única discrepancia que sobre el par-
ticular puede observarse en el derecho disciplinario general^
es en cuanto á las autoridades que hau de hacer su aplica-
ción según los casos, habiendo estal)lecido algunas legislacio-
«í ••

Anales de la Universidad 511

nes may especialmente para las sanciones más graves á apli -


carse á los funcionarios inamovibles, la intervención de Conse-
jos disciplinarios, con cuyo dictamen ó conformidad deben pro
ceder los superiores del inculpado, ó que son los facultados
para la aplicación de la pena. No obstante, como nosotros no
tratamos aquí de la disciplina general sino de las faltas rela-
cionadas con la observancia de los procedimientos, y como
por otra parte los empleados inamovibles no pueden ser se-
parados sin la venia requerida por el artículo 81 de la Cons-
titución, y como además las penas más graves tienen por los
artículos siguientes distintos recursos, tanto administrativos
como judiciales, no hemos creído del caso establecer la ga-
rantía de los Consejos á que hemos hecho referencia.
3.—En cuanto á la manera de distribuir el ejercicio de las
facultades disciplinarias, es perfectamente lógica la distinción
que hace el artículo fundada en la gravedad de las penas á
aplicarse.
Es natural que las menos graves se apliquen por el Jefe
de la repartición que tiene á su cargo la dirección y res-
ponsabilidad inmediata del servicio, y consiguientemente la
vigilancia directa de sus subordinados en el mismo.
La dificultad que á este respecto puede presentarse es en
el caso en que el funcionario forme parte de una autoridad
colegiada, aunque de nombramiento administrativo, en cuyo
caso establecemos que la pena será aplicada por la Corpora
ción á que el inculpado pertenezca. Es innegable, dice Ro-
mano, que entre el miembro de un Colegio y el Colegio mis-
mo hay siempre un vínculo de subordinación, ciertamente no
jerárquico, pero que basta á justificar una potestad discipli-
naria, máxime cuando los casos en que haya de ejercitarse
estén taxativamente determinados en la ley.
Natural es también que tratándose de penas que alteran
el ejercicio del cargo, como la suspensión ó la destitución,
sean aplicadas por quien ha confiado ese mismo ejercicio, lo
que puede además representar para el inculpado alguna
garantía mayor que se justificaría siempre por la mayor gra-
vedad de la pena.
612 Anales de la Unirerftidad

Puede en ese caso ocurrir que quien ha hecho el nombra


miento no esté en condiciones de actuar, como sucedería
tratándose de cargos de origen electivo, cual sería el de un
municipal. La aplicación de la pena corresponde entonces á
la Corporación que es la facultada para adoptar las medidas
que interesan á los servicios que el voto popular les ha con-
fiado. Si eso no fuera posible por estar la mayoría compro
metida ó por cualquier otra causa, seria forzosamente el Poder
Ejecutivo el facultado para intervenir como Jefe superior de
la Administración.
Esta solución concuerda con la adoptada por la ley de 30
de Junio de 1905 para los casos de inasistencia de los miem-
bros de la Junta. Establece en efecto esa ley que en el caso
de inasistencia de un miembro, la Junta le instará para que
concurra, y si no lo consigue decretará el cese del inasis-
tente, y cuando eso no sea posible porque es la mayoría la
omisa, el Poder Ejecutivo será el que decretará la cesación
de los inasistentes ó remisos.
4.—La otra cuestión que el artículo resuelve es la relativa
á los modos de iniciarse la acción disciplinaria.
A este respecto los Reglamentos españoles dictados en
cumplimiento de la ley del 89 otras veces citada, establecen
que el Jefe de cada dependencia tendrá á disposición del
público un libro en el que todos podrán exponer^ fundándo-
las, las quejas que tengan contra los funcionarios por las
faltas que éstos cometiesen en el cumplimiento de sus debe-
res. La denuncia de la parte interesada la admite también
la jurisprudencia francesa, como lo hace constar Nezard, y es
por otra parte lógico que así sea, por cuanto puede el su-
perior no estar al corriente de ciertas faltas; y lo es más
aún desde que hemos establecido en el artículo 514 que
el mismo interesado debe ejercer las diligencias necesarias
para obtecer el puntual despacho de los asuntos que estu-
viese gestionando.
En cuanto al derecho del inculpado para iniciar los pro-
cedimientos contra si mismo, como interesado en el esclareci-
miento de la vevdad, respecto de los hechos qiie contra él
Anafes de la ünicersidud •"'•^

se hubiesen denunciado, lo consagra también la misma ju-


risprudencia. En una ley general, sería de mayor aplicación;
en una de alcance restringido como la que proyectamos, su
aplicación será quizás más escasa.

ARTÍCULO 543

El interesado que se considere perjudicado por alguna


de las infracciones á que se refiere el artículo 539, podrá
acudir á cualquiera de las autoridades que indica el pre-
cedente, haciendo la denuncia respectiva por medio de escri-
to, en que establecerá claramente la infracción cometida, Jos
medios de comprobarla y la disposición que considere in-
fringida.
El denunciante podrá ser oído, pero no será parte en el
expediente, ni contrae responsabilidad por la denuncia, á
menos de ser ésta declarada expresamente calumniosa por
la resolución que se dicte, la que en ese caso se le notifi-
cará para que pueda deducir los recursos legales, en los
cuales será admitido á justificar la verdad de los hechos
denunciados.

ARTÍCULO 5 4 4

Presentada la denuncia á que se refiere el artículo ante-


rior, el mismo día ó el segundo á más tardar, se dictará
providencia, disponiendo que el denunciante comparezca á
presentar sus descargos, los cuales se harán constar poi
acta, ó que informe dentro de segundo día.
Llenadas esas dihgencias, si el caso se considerase sufi-
cientemente instruido, se dictará la resolución definitiva
que corresponda. De lo contrario, se procederá á llenar la
correspondiente información disciplinaria, para lo cual se
514 AnaUa de la universidad

observará lo dispuesto en los artículos 328 a 330 de este


Código.
En caso de delegarse el cumplimiento de esas diligen-
cias, no se cometerá nunca á un subordinado del de-
nunciado.
El inculpado no será notificado de la instrucción pro-
ducida, hasta que se le ponga de manifiesto, conforme al
artículo 335. pudiendo al evacuar la vista, solicitar nueva-
mente los diligenciamientos que hubiese indicado en su pri-
mera declaración, ó las que le sugiriese el examen de lo
instruido. En ese caso, las nuevas actuaciones se le notifi-
carán como en los casos generales.

ARTÍCULO 5 4 5

Se procederá de oficio, en todos las casos en que cual-


quiera de las autoridades facultadas para la aplicación de
la pena, conforme al artículo 5 12, tenga conocimiento de
la infracción cometida.
En esos casos, si no se tratase de una simple adverten-
cia, que podrá hacerse verbalmente, se decretará la forma-
ción del expediente disciplinario, como lo dispone el ar-
tículo 544.
Lo mismo se hará cuando la información disciplinaria
se solicite por el propio inculpado.

ARTÍCULO 5 4 9

La limitación que á los medios probatorios establece el


artículo 32.') de este Código,no es aplicable en materia d i s -
ciplinaría, en la cual la prueba es libre, quedando su sufi-
ciencia confiada á la convicción íntima de la autoridad fa-
cultada para la aplicación de la pena.
Anales de la Universidad 515

I.—Tal vez la limitación que el artículo 523 de este Có-


digo impone al uso de las pruebas en materia administra-
tiva tenga escasas oportunidades de aplicarse al orden dis-
ciplinario, en los casos limitados para los cuales aquí lo re-
glamentamos, de manera que posiblemente no habría sido
de necesidad indispensable establecer la salvedad que hace
este artículo, ni tiene ella aquí la importancia que tendría
en una ley de disciplina general. De todos modos hemos
creído oportuno consignarla á fin de dejar establecido el ver-
dadero principio que rige la apreciación de las pruebas en
el expresado orden.
2.—Ese principio es el de la libertad en la elección de
las pruebas y la apreciación de su valor. Ya en materia pe-
nal judicial á la cual se aproxima la disciplinaria, es uni-
versal el principio de que la prueba es moral en su fuerza
probatoria, y legal sólo en cuanto á sus medios y su dili-
genciamiento. "Pero en materia disciplinaria, dice Nezard,
la teoría de las pruebas no hace tal distinción: la prueba
es moral en su fuerza probatoria, en sus medios y en su
diligenciamiento, dans sa recherche ou sou administrafion.
Esta libertad absoluta de la prueba no es limitada sino por
el principio general ya establecido, del respeto debido á los
derechos de la defensa. . El Juez tiene aquí una misión
más amplia y más difícil que la de buscar si el hecho es
incriminado por un texto preciso y expreso; él debe averi-
guar si el hecho entra ó no en una de esas grandes catego
rías que la ley define "causas graves", "inconducta notoria",
''ataque á la dignidad de la profesión". Y para eso tiene
necesidad de derechos más extensos, de una libertad de
acción más grande, en una palabra, del poder discrecional
para la administración y la apreciación de las pruebas".

ARTÍCULO 5 4 7

Llegado el momento de dictar resolución definitiva, si se


considerase que la pena que corresponde imponer, es de la
516 Analea de la universidad

competencia de la autoridad superior, se solicitará de ésta


su aplicación, á cuyo efecto se le remitirá la información
levantada.
El superior procederá como en el caso del artículo 1)64,
debiendo antes de resolver, dar vista al inculpado de las di-
ligencias ampliatorias por el término de tres días.

ARTÍCULO 5 4 8

En todos los casos en que por la gravedad de los hechos


inculpados ó para el mejor diligencia miento de la informa-
ción decretada, se considerase conveniente parala Adminis-
tración la suspensión previa del autor de la supuesta in-
fracción, se la podrá decretar provisionalmente.
Si la autoridad que adoptase ese pedido no fuese la fa-
cultada para resolver el caso conforme al artículo 542, dará
cuenta á esta ultima de haber adoptado aquella medida,
inmediatamente de dictada.
La providencia de suspensión puede ser reclamada de
conformidad con el artículo 550 de este Código.

I.—La suspensión previa, dice Kammerer, en sus comenta-


rios á la legislación alemana, es una medida provisoria y
complementaria que interviene cuando hay lugar á prever
un fin próximo del servicio público y cuando el interés de
la Administración la exige. Ella no constituye una pena y
deja subsistir la cualidad del funcionario, interrumpiendo tan
sólo el deber del ejercicio efectivo del cargo y la autoridad
que le sea inherente, por el tiempo que ella dure.
Según la ley del Imperio de 81 de Marzo de 1873 modi
ficada por las de 21 de Abril de 1886 y 25 de Mayo de
1887, la suspensión puede decretarse por simple efecto de
la ley ó por decreto de la Administración. En la primera de
esas formas cuando en un juicio criminal se ha decretado el
Anales dfí la Uiñi^rsidad 517

arresto del funcionario, cuando se ha dictado sentencia no


ejecutoria todavia pero que entraña, en virtud de la ley, pér-
dida de la función, ó cuando se ha decretado la destitución
por vía disciplinaria aún cuando ese decreto sea aún suscep-
tible de reclamo. La suspensión puede ser decretada admi-
nistrativamente por la autoridad central desde que se inicia
un procedimiento judicial penal ó disciplinario contra el fun-
cionario ó en el curso de cualquiera de esos dos procedi-
mientos. Habiendo peligro en la demora, el ejercicio del cargo
puede ser provisoriamente prohibido aún por los superiores
que no tengan autoridad para decretar la suspensión, debiendo
en tal caso dar cuenta únicamente á la autoridad central.
Esta interdicción no entraña ninguna reducción del sueldo
(artículos 125 y siguientes).

ARTÍCULO 549

La suspensión provisoria podrá ser acompañada de la


privación de una parte del sueldo no mayor que su mitad
según se considere necesario, para atender á los gastos del
sustituto que fuese menestei* nombrar, ú otros que pudieran
ocasionarse con motivo de la instrucción.
Si el empleado fuese absuelto se le devolverán las cuotas
retenidas; si fuese condenado sólo se le devolverá lo que
restase después de cubiertos los gastos indicados en el apar-
tado anterior.
La privación de la parte del sueldo que corresponda no
se hará en el caso del segundo apartado del artículo prece-
dente mientras la suspensión no sea confirmada por el su-
perior, pero se retrotraerá á la fecha en que hubiese sido
decretada.

I.—El Código Penal establece en su artículo 44 que la


suspensión decretada durante el juicio, trae como consecuen-
cia inmediata la privación de la mitad del sueldo del pre-
* • * ' .

518 Anales de la Universidad

sunto reo, la cual se devolverá en el caso de pronunciarse


sentencia absolutoria.
Hasta ahora, sin que ninguna ley lo disponga expresa*
mente, se ha aplicado también aquella disposición á las sus-
pensiones del orden administrativo.
Creemos, no obstante, que la medida es objetable en am-
bos casos, y en el segundo mucho más aún que en el pri-
mero.
La privación de todo el sueldo ó de parte de él durante
la suspensión no es una medida inherente á esta última ni
podría tampoco aceptarse como una agravación de ésta por-
que, como antes hemos visto, dicha suspensión ni tiene ca-
rácter de pena, ni tiene más objeto que librar á la Admi-
nistración de los inconvenientes ó peligros que pudiera oca-
sionarle la permanencia del empleado en el ejercicio del
cargo durante la instrucción disciplinaria. Es, por lo tanto,
una medida que no puede ir más allá de su propio objeto,
de manera que no quita al empleado su carácter de tal ni
el goce délos demás derechos que no perjudican á aquellos
fines, y asi por ejemplo, la suspensión no se cuenta para los
efectos de la antigüedad, del ascenso ó de la jubilación, ni
hace por consiguiente perder el goce de la dotación del
cargo.
2.—Lo que hay es que los procedimientos contra el era
picado pueden ocasionar gastos que aquél debe abonar y
cuyo pago puede ser preciso garantir. Esos gastos se produ-
cen siempre en materia judicial, y de ahí la retención obli-
gada de la mitad del sueldo; pero aun así las cantidades re-
tenidas deberían devolverse en cuanto se hubiesen cubierto
con ellas las prestaciones á que están afectadas.
Pero en materia administrativa es raro que la instrucción
ocasione gastos especiales, como no sea el pago del sueldo
del reemplazante, que puede ser necesario nombrar, como ha
ocurrido algunas veces y cuya remuneración se atiende con
las sumas retenidas al suspenso. No hay, pues, motivo para
imponer incondicíonalmente la retención de parte alguna del
sueldo, siendo este un punto que debe quedar librado á las
ircanstancias del oaso.
Anales de la Universidad 519

Esta misma doctrina es sostenida por Kammeser en sus


comentarios á la ley alemana. Dice así este autor-
"Con relación á los derechos del empleado, la suspensión
previa no ejerce influencia sino sobre su sueldo. Este último
le es debido íntegramente hasta el fin de la suspensión, pero
no le es pagado sino por partes La mitad le es retenida des-
de la fecha en que la suspensión es decretada-, pudiendo
esa retención ser reducida al cuarto si eí funcionario estu-
viese necesitado . . El fin de la retención es cubrir al Estado
de los gastos del procedimiento en caso de condenación, sin
necesidad de emplear contra él medios ejecutivos que podrían
resultar ineficaces. Por eso las retenciones co son adquiridas
definitivamente por el Estado.. ; una vez cubiertos los gasto»
deben ser devueltas al funcionario, aún cuando hubiese sido
destituido".

ARTÍCULO 550

I^a imposición de las penas disciplinarias es obligatoria


siempre que proceda con arreglo á la ley, y cuando se obser-
vase una falta en im expediente y no constase haberse apli-
cado la debida corrección por el Jefe que corresponda, será
éste responsable de ella y podrá serle aplicada la pena co-
rrespondiente conjuntamente con el autor directo de la
falta.
A los efectos de este artículo cualquiera de las autori-
dades á que se refiere el 542, tendrá la facultad de revisar
los expedientes en trámite ó ya terminados que obren en
las oficinas respectivas é imponer las correcciones que pro-
cedan por las faltas que notasen.

I.—La primera parte de este artículo tiene su explicación


por la doctrina contraria seguida por algunos tratadistas de
mérito.
Asi por ejemplo. Romano señala como una de las diferen-
520 Anales! da Ja Universidad

cias que existen entre el derecho penal y el disciplinario, el


que la aplicación del primero es obligatoria, mientras que es
facultativa la aplicación del segundo, "en el sentido de que
á la violación de un deber á la cual corresponde una pena
disciplinaria, no debe necesariamente seguir el castigo de la
misma, pudiendo quedar impune cuando la Administración la
considere conveniente".
Nrizard después de recordar la distinción que ha hecho
Laistner entre el derecho y la obligación de castigar, dice
que esa distinción es más aplicable aún en el derecho dis
ciplinario que en el penal, porque en el primero más que
en el segundo "castigar no es una obligación, es una fa-
cultad''. Y queriendo dar la razón de este principio se ex-
presa en los siguientes términos:
"Binding, declara que el deber de castigar no se impone
sino cuando el mal causado por la impunidad sería mayor que
el que resultase de la represión. Ahora bien: en derecho penal
la persecución será casi siempre necesaria porque el fin esen-
cial del Estado es procurar la seguridad que turba el menor
delito, siendo por eso que los órganos de la represión penal
tienen la obligación jurídica de perseguir los delitos consta-
tados. En derecho disciplinario al contrario, la persecución
no es una obligación para el Estado ó para el grupo social,
y sucederá muy á menudo que en lugar de hacer pública
una falta profesional por un castigo disciplinario, la autori-
dad juzgará más oportuno no aplicar ninguna pena".
2.—Declaramos que no nos han convencido esos razona-
mientos, insuficientes á nuestro juicio para demostrar que la
aplicación de la penalidad disciplinaria lejos de ser nece-
saria en su orden como lo es la criminal en el suyo, es
una cuestión de apreciación, pudiendo en muchos casos ser
más conveniente en materia administrativa hacer caso omiso
de las infracciones, que penarlas. Acaso será una cuestión
de medio, pero en nuestro concepto para la discrecionalidad
que se pretende es bastante con la relativa á la elección
de las penas, ])udieudo resultar completamente inútil el es-
tablecimiento de éstas en la ley, si la represión de \ák fal-
tas no ha de ser imperativa.
Anales de ¡a Universidad 521

3. -A fin de hacer efectiva esa obligación hasta donde es


posible, hemos proyectado la segunda parto del artlcalo, en
cuyo favor podemos citar los precedentes que nos ofrecen
los reglamentos españoles dictados en cumplimiento de la
ley del 89 tantas veces citada Así, por ejemplOj el de 15
de Abril de 1890 relativo al ramo de Hacienda, establece
en su artículo 166 lo siguiente:
"Corresponde al Ministro la facultad de revisar los expe-
dientes ya terminados qne obren en cualquiera de las otici
ñas de su dependencia, para el efecto de imponer las co-
rrecciones gubernativas que se señalan en este capitulo y
promover el castigo do los delitos que hayan podido come-
terse por los empleados".

ARTÍCULO 551

La resolución que fuese condenatoria ó la absolutoria en


el caso del último apartado del artículo 543 sólo serán re-
clamables judicialmente por razón de ilegalidad de forma
cuando se hubiese privado al inculpado de la defensa ó al
acusador de la justiticación que hubiese ofrecido y á que
respectivamente tuviesen derecho con arreglo á los artículos
anteriores.
Pero el recurso puramente administrativo procederá en
todos los casos en la forma y condiciones de las demás
providencias de ese orden, y las providencias que se dicten
en estos casos serán siempre ejecutorias por provisión, care-
ciendo siempre de efecto suspensivo los recursos que con-
tra ellas se interpongan.
En el orden judicial, el inculpado ó denunciante cuyas
pretensiones fuesen desestimadas, pagará todos los gastos del
juicio.
En el orden administrativo la decisión de segunda ins-
tancia no será susceptible de más recurso.
1 >**• , \

522 Anales de la Universidad

I. —Es decir que las providencias á que el articulo se re


fiere son reclamables judicialmente por razones de forma
pero no por razones de fondo. Esto se explica porque los
requisitos formales que la ley ha establecido para la aplica-
ción de las penas son otras tantas garantías que ha ins
tituído en beneficio directo de los inculpados y á las cua-
les tienen por consecuencia éstos un verdadero derecho.
Pero no pasa lo mismo en cuanto al fondo En este casóse
debe tener presente, desde luego, que las faltas en él des-
empeño de las funciones administrativas son infinitamente
variables, de manera que la ley no puede preverlas fija
mente, como lo hace con los delitos, y aún cuando hiciera de
ellas alguna clasificación, ésta no podría ser sino muy ge-
neral, de manera que dejarfa siempre un ancho margen de
discrecionalidad para su aplicación á los casos concretos
que pudieran presentarse A eso se agrega que las medidas
que se pueden dictar en tales casos, como el apercibimiento,
la suspensión, etc., en las múltiples circunstancias en que ta-
les penas pueden aplicarse, pertenecen al funcionamiento in-
temo de la Administración. De manera, pues, que tanto por
eso como por la discrecionalidad con que tiene que ser
apreciada la existencia é importancia de la falta cometida.
para la aplicación de la pena respectiva, esa aplicación no
puede ser sino de orden puramente administrativo también,
á menos de darse á los Jueces una intervención en el fun-
cionamiento interno de la Administración que no se justifica
ría del punto de vista de las conveniencias del buen servi-
cio ni sería compatible con la división de los Poderes.
Por eso dice Romano: "Los Tribunales ordinarios no pue-
den revisar las providencias disciplinarias de la autori-
dad administrativa, á menos que estén viciados de incompe-
tencia ó de inobservancia de las formas ó garantías necesa-
rias, en cuyo caso pueden declarar su ilegalidad y además
el resarcimiento de los daños que de ésta se hayan origi-
nado".
2.—En cuanto á los recursos del orden puramente admi
nistrativo, seguimos la regla de los casos generales en cuanto á
Anales de Ja Universidad 523

sü objeto y á la competencia de las autoridades superiores,


de manera que cuando el régimen es estrictamente jerárquico
el superior podrá apreciar la penalidad impuesta, así en cuanto
á la observancia de sus formas como á la justicia ó nece-
sidad de su fondo; en los demás casos, ó sea cuando el su-
perior ejerce tan sólo una función de tutela ó vigilancia y no
tiene por consiguiente sino una competencia de legalidad
para los casos generales, lo mismo debe ser para los de
que ahora tratamos, que después de todo no son más gra-
ves ni más importantes que los demás intereses públicos
c^>nfiados á la gestión de las entidades autárquicas

ARTÍCULO 552

Cuaudo de las diligencias instruidas resulte fundada-


mente que se ha cometido alguno de los delitos castigados
por el Código Penal, se comunicará á la autoridad judicial
que corresponde, pero sin que la acción criminal interrum-r
pa en ningún caso los procedimientos disciplinarios.
También serán éstos independientes de toda acción que
por reparación de los daños causados pudieran motivar los
mismos hechos que hubiesen originado aquellos procedi-
mientos.
Siem.pre que se hiciese la comunicación á que se refiere el
apartado primero, se ordenará la suspensión del empleado
comprometido, dándose cuenta al superior en su caso.

I.—La independencia de la acción disciplinaria de los


demás á que puedan dar lugar los mismos hechos que hu-
biesen originado la primera, no es materia de discusión,
aceptándose unánimemente que el viejo non bis in idem de
los romanos nada tiene que ver aquí, ni puede oponerse en
una vía lo que se hubiese juzgado ó estuviese pendiente en
otra, todo lo cual se explica perfectamente por ser acciones
completamente distintas por su fin y por sus medios.
524 Anales de la Universidad

2.-- La discrepancia parcial que al respecto se observa es


tan sólo sobre la precedencia que algunas legislaciones dan
á la vía penal, reconociendo, sin embargo, que los fallos de
ésta en cualquier sentido que fuesen, no impiden que una
vez dictados se ejercite la acción disciplinaria por los mis
mos hechos.
Dice Laband comentando el articulo 77 de la ley ale-
mana ya citada:
"Respecto de la relación que se establece entre el proce
dimiento disciplinario y el procedimiento penal público, se
adoptan los principios siguientes: del punto de vista abs-
tracto no hay ninguna relación entre ellos; son enteramente
independientes el uno del otro en las circunstancias que im
pilcan, en su objeto y en sus efectos, de donde resulta per-
fectamente posible que se siga el uno sin el otro ó que
los dos intervengan por el mismo hecho. Sin embargo, por
razones de oportunidad no se admite que ambos sean pues-
tos en juego al mismo tiempo. '
"Es igualmente de interés del empleado y de la justicia
que el mismo acto no sea objeto de una doble enquete, sin
contar que la decisión del juicio criminal puede hacer inne-
cesario todo procedimiento disciplinario. Por eso es que el
artículo 77 de la ley del Imperio establece que ningún pro
cedimiento disciplinario puede iniciarse en el curso de una
enquete judicial contra el mismo funcionario con ocasión de
los mismos hechos, y que todo procedimiento disciplinario
ya iniciado debe ser interrumpido desde que se iniciase el
judicial por los mismos actos, sin perjuicio de continuarlo
una vez que el segundo estuviese terminado.
"Si el procedimiento judicial produce la condenación del
acusado, no habrá lugar á iniciar ó continuar el disciplina-
rio si aquél da por resultado la destitución del prevenido;
en los demás casos corresponderá á las autoridades compe-
tentes apreciar si el procedimiento disciplinario debe ser
iniciado ó reanudado. No hay ningún impedimento en que
el funcionario, además de la pena criminal, sufra por el pri-
mer acto ó la misma omisión una pena disciplinaria.
Armles de la Universidad 525

"Si el proceidimiento termina con la absolución del incul-


pado, nada impide tampoco que el procedimiento discipli-
nario sea puesto en juego. Esto no sería contradictorio con
su principio sino cuando tuviese por objeto obtener aprescoup
ó reemplazar una pena criminal que el Juez de este orden se
hubiese negado á pronunciar. Se sigue de ahí que el pro-
cedimiento disciplioario no puede proponerse establecer ó
exaniinar de nuevo si el acto del funcionario interesado es
de naturaleza criminal ó delictuosa y consiguientemente pu-
nible. El no puede tener otro objeto que examinar, abstrac-
ción hecha del punto de vista penal, si hay una violación
del deber profesional. En estas condiciones, bien que el Juez
criminal haya pronunciado una absolución, el funcionario
puede ser castigado por el mismo hecho, con la más grave
de las penas diBciplioarias, á saber, la exclusión'^
3. —Sin embargo, á pesar de toda la autoridad del autor
á quien pertenecen los párrafos transcriptos, forzoso es re-
coQocer que desde que se admite la independencia de las
dos acciones, no hay razón jurídica alguna para sostener
que una de ellas ha de tener á la otra en suspenso; las ra-
zones que se aduzcan en favor de ese temperamento no pueden
ser sino de más ó menos conveniencia como son las indica
das en los párrafos transcriptos. Colocada la cuestión en ese
terreno, no vemos que haya ventaja alguna en que la ac-
ción penal pase primero; ésta nada gana con esa pre-
cedencia, desde que la disciplinaria en nada traba la liber-
tad de sus fallos, mientras que la disciplinaria se debilita
siempre con la demora que le impondrá la lentitud de los
procedimientos iudiciales y puede perjudicarse también por
el efecto moral de la absolución judicial dictada en esos
mismos proc/Odiwientos. A esc respecto es indudable que es
siempre mayor la influencia moral que una sentencia abso*
lutoria puede tener sobre |a acción disciplinaria, que la que
una corrección 'de ese género puede ejercer sobre la acción
criminal.
Por eso nosotros hemos creído más acertado , ser conse-
caeates con el principio de la independencia de las dos ac-
37
526 Anales de la Universidad

clones, manteniéndola en todos los estados del procedi-


miento

ARTICULO 558

La acción discipliaarirt se extingue por prescripción ó


por la renuncia aceptada del cargo que se desempeña.
La prescripción se consuma por el lapso de dos años á
contar desde la fecha en que s e hubiesen cometido los he-
chos que dieron lugar á la referida acción.

I.—Es general en los autores la opinión de que la ac-


ción disciplinaria no se prescribe, siendo ese uno de los ca-
racteres que á su juicio la distinguen de la penal; no obs
tante en los que hemos tenido á la vista no hemos encon-
trado un motivo que á nuestro juicio justifique suficiente
mente aquella especialidad que, por otra parte, tendría en
la práctica por lo meaos algunas excepciones, pues el mismo
Nezard, que la sostiene, recuerda que la ley bávara, de 26
de Marzo de 1881, adopta la prescripción de cinco años y
cita además un anteproyecto belga sobre la disciplina judi-
cial que fija la de dos años, á lo cual podemos agregar que
también Camraeo observa que la jurisprudencia administra-
tiva italiana admite por equidad la prescripción en los ca-
sos á que nos referimos.
El autor que hemos encontrado más explícito al respecto
es M Nezard, quien se expresa en los siguientes térmiuos:
"La prescripción siendo establecida no en favor del in-
dividuo sino en un interés social, no se puede admitirla ó
rechazarla basándose en la culpabilidad subjetiva del de-
lincuente. Ahora, del punto de vista social la represión es
más importante en materia disciplinaria: se puede uno guar-
dar de tener relaciones con un delincuente penal, pero puede
uno verse obligado á tenerlas con un funcionario indigno,
cuya indignidad le ha hecho perder toda la confianza del
público. Esta no se readquiere con el transcurso del tiempo.^
Anales de 'a Univeri^idad 527

Por otra parte, la corporación lesionada en su honor que-


dará siempre dañada por las faltas individuales no repri-
midas; no se prescribe contra el honor".
2. —Es preciso reconocer, no obstante, que el olvido es
una ley humana; y que no escapan á la acción nulifica-
dora del tiempo ni los clamores más implacables contra los
actos más criminosos que se pierden en las lejanías siempre
crecientes de un pasado cada vez más remoto. Y si por
eso carece de interés y de eficacia toda pena peual apli-
cada á un delito de cierta antigüedad, ¿qué interés y qué
eficacia tendría la pena disciplinaria aplicada en esas mis-
mas condiciones? ¿No perdería toda su justicia una tal pena
aplicada á un empleado que con la corrección de su con-
ducta ulterior ha borrado el recuerdo de la falta que hu-
biese cometido anteriormente?
Tan es esto cierto, que el mismo Nezard dice después lo
siguiente:
"Sin duda hay el temor de que se vaya contra el deseo
del legislador que estableciendo la prescripción penal ha
querido imponer el olvido de los hechos lejanos. Se harían
revivir esos hechos si se persiguiesen disciplinariamente de-
litos que el Código de Instrucción Criminal no quiere re-
primir. Pero este inconveniente teórico desaparece en la
práctica porque la autoridad disciplinaria no persigue sino
cuando el hecho ilícito causa un escándalo público. Ahora
bien: un hecho penal prescrito no tiene en general tal efecto,
y por consecuencia no puede provocar una acción discipli-
naria inoportuna. Pero si ésta fuese puesta en juego, el Tri-
bunal aplicaría la pena más ligera ó prescindiría de ella".
Quiere decir, pues, que por distintos caminos llegamos
siempre á ia misma conclusión: que la prescripción ó la in-
oportunidad de la acción extinguen su ejercicio. Conformes
nosotros con ese principio no hemos vacilado en adoptarlo
consignando su causa inmediata, que es la prescripción, como
resultado de esa inoportunidad que unánimemente se reco-
noce.
Y agregaremos también que la ley imperial alemana otras
528 Anales de la Universidad

veces mencionada, establece en su artículo 99, que la re


anudación del procedimiento disciplinai-io, respecto de las
mismas acusaciones, no es posible sino en razón de pruebas
nuevas y durante un plazo de cinco años á contar desde la
feeha de la decisión que hubiese detenido el procedimiento
anterior; lo que como se ve es también un caso especial de
preseripciÓB.
3.—Merece algunas palabras el otro caso á que el artículo
se refiere.
Establecimos allí que la simple renuncia no basta para
impedir la acción disciplinaria; es preciso que aquélla haya
sido aceptada.
Que esa aceptación produzca el efecto indicado, es claro,
porque extinguido el vínculo funcional desaparecen sus efec-
tos, uno de los cuales es la responsabilidad disciplinaria. Pe-
ro lo que podría no verse tan claro es que aquella acepta-
ción sea indispensable. No obstante, se comprenderá fácil-
mente que así debe ser, si se recuerda que como otras veces
lo hemos dicho, el vinculo funcional no se extingue hasta el
momento de la aceptación de la renuncia, á lo cual se agre-
ga que el ejercicio del derecho disciplinario no puede estar
librado á la voluntad del funcionario omiso que pretenda,
por ejemplo, librarse de una destitución apurándose á pre-
sentar su renuncia. "Todos los hechos", dice la Corte de Ca-
sación francesa en una sentencia citada por Nezard, que
comprometen la consideración, son punibles, y estando las
penas disciplinarias establecidas en el interés del orden ge-
neral, el que ha incurrido en ellas no puede librarse de su
aplicación presentando su renuncia, simple acto de su volun-
tad privada".
Y en el mismo sentido dice Romano: "^En general, puede
decifse que la resolución del vinculo de sujeción consensual
BO se'produce sólo porque el interesado haya manifestado
insplioita ó'explícitamente la voluntad de substraerse á ella,
si la Administración no se ha conformado á tal voluntad.
Hasta entonces es posible el ejercicio del poder disciplinario.
Así, nada impide que aun cuando se-baya presentado la re-
Anales de la Universidad 529

nuncia, se decrete la destitución ó la expulsión del empleado,


ó del estudiante".

ARTÍCUIO 554

Toda advertencia ó acción disciplinaria que se iniciase


con motivo de faltas cometidas en el despacho ó tramita-
ción de un asunto, se hará constar por nota que se pondrá
en el expediente respectivo.

ARTÍCULO 555

El importe de las multas que se aplicasen disciplinaria-


mente, se destinarán á la repartición á que pertenece el
empleado ó funcionario al cual le hubiesen sido impuestas

Disposición transitoria

ARTÍCULO 556

El Poder Ejecutivo procurará que dentro del término de


un año, á contar desde la fecha de la vigencia de este Códi-
go, se dicten los reglamentos especiales que. de acuerdo con
él, han de completar la ordenación de los procedimientos,
según la organización ó la índole propia de cada oficina.

Los detalles del procedimiento varian forzosamente con


la organización y la Índole propia de cada Oficina. De ahí
que la ley deba limitarse á los lincamientos generales y
muy especialmente á los que más interesan para las garan-
tías de los particulares; completar los detalles de esos li-
ncamientos es y no puede ser obra sino de los reglamentos
especiales de cada caso.

LUIS VÁRELA.
530 Anales de la Universidad

El D e r e c h o C o n s t i t u c i o n a l en la U n i v e r s i d a d '^

CAPÍTUT.O I

El antiguo y el n u e v o p r o g r a m a

E l programa de clase que someto al juicio del tribunal dft concur-


so modifica fundamentalmente la enseñanza del Derecho Constitu-
cional, como ha sido realizada hasta hoy en el país.
Instituida en época en que, por no contar la Facultad de Derecho
más que con unas cuantas aulas, las diferentes disciplinas jurídicas
tenían que distribuirse en ellas, concentrándose varias bajo un solo
catedrático, el aula de Derecho Constitucional abarcó la materia de
diversas ramas de la ciencia. Lo fué de Filosofía del Derecho, de
Ciencia Política, de Derecho Político, de Economía Política, de Dere-
cho Administrativo, y necesariamente sufrió, con esto, aquella que
daba nombre á la cátedra. Más tarde, cuando esas disciplinas empe-
zaron á diferenciarse y á separarse, conquistando cada una su verda-
dero puesto, ó, al menos, buscando, las ciencias afines, casilleros pró-
ximos, se hubiera podido hacer entrar la enseñanza del Derecho
Constitucional dentro de los límites de su esfera propia, pero fueron un
obstáculo á ello la orientación filosófica y el carácter absorbente del
maestro. Aréchaga, espiritualista convencido y apasionado, hizo de su
clase el baluarte del espiritualismo, en días en que las doctrinas posi-
tivistas, impuestas por el talento de sus propagandistas y en parte
quizá, también, por el afán de novedad que bullía en el joven y vi-
goroso intelecto nacional, imperaban en el mundo universitario. No
se resignaba, él, á ver la enseñanza de la Filosofía del derecho en ma-
nos de maestros positivistas, y enseñó Filosofía del derecho en su
clase, tanto ó más que Derecho Constitucional.
No era esto sólo. Aréchaga fué siempre tan vehemente y absoluto
como en sus convicciones filosóficas, en sus principios políticos,—em-

^1) Exposición de motivos del programa de la asignatura presentada al tribunal del con-
curso para proveer la cátedra de Derecho Constitucional, vacante por muerte del doctor Jus-
tino X. de Aríchaga.
Anales de la Universidad Síil

pleando el término en el sentido más amplio y más elevado. Su in-


dividualismo, como su espiritualismo, necesitaba expansión en el seno
de una Universidad en la que el socialismo de Estado disíputaba su
cetro al positivismo, ó, más bien, lo compartía buenamente con él. Hi-
zo, pues, en el aula de Derecho Constitucional, Derecho Político,
Economía Política, Derecho Administrativo. Su temperamento con-
troversista y la conciencia de su propia r.utoridad, lo llevaban á em-
plear la cátedra como instrumento de conibiite contra otros profesores.
Era un bien? Era un mal? Yo creo que lo primero; y tal creencia tie-
ne por base la experiencia propia. Recibiendo, en el primer año de
los estudios de Derecho, la enseñanza individualista y espiritualista
del doctor Aréchaga, al entrar en clases positivistas y, bajo ciertos
aspectos, socialistas, la juveni-ud no corría el peligro, de otro modo
inevitable, de ser dominada sin defensa alguna por la autoridad in-
telectual de estos últimos. Eran un contrapeso aquellas primeras
lecciones, sirviendo de apoyo á los jóvenes para formarse un criterio
independiente y reflexivo.
Se creerá que exagero al hablar como lo hago, de la extensión que
á sus lecciones daba el malogrado constitucionalista. Sobran testigos
para confirmar mis palabras, ó, más bien, para declararlas tímidas y
restringidas al lado de la realidad. E n plena clase de Derecho Cons-
titucional y con la intervención del maestro, yo discutí con
Carlos Vaz Ferreira el origen de las especies, tomé parte en largos
debates sobre protección y libre cambio y oí discutir los problemas
relativos al libre albedrío y á la responsabilidad. Naturalmente, con
tal absorción de elementos extraños sufría el Derecho Constitucional.
El estudio histórico del mismo, no se hacía; tampoco el de las princi-
pales constituciones,—al menos en la forma en que, como se verá más
adelante, lo proyecto. Por lo que toca á nuestra vida constitucio-
nal, era reducido el campo que se le asignaba. Dos omisiones y una
deficiencia lamentables!
E n cuanto á la parte histórica de la ciencia que motiva esta diser-
tación y al estudio de las instituciones de aquellos pueblos que ma-
yor influencia han tenido sobre la organización actual de la Humani-
dad ó que ocupan en ella un puesto culminante, no creo que nadie
pueda negar su capital importancia. H a dicho Pierantoni que los pue-
blos que hoy se rigen con formas representativas de gobierno pue-
den dividirse en dos clases: en primer lugar, la de aquellos que en-
cuentran en su propia historia el de¿-arrollo gradual de las institucio-
nes patrias, formadas por la acción coniinua de los siglos y por la
conciencia de la libertad nacional. E n segundo término, la de aque-
llos que conquistaron una constitución por el esfuerzo repentino de
las revoluciones ó por oportunas concesiones de principios. De aquí
se deduce, agrega, que éstos deben corregir su breve experiencia, más
532 Anales de la Universidad

bien jurídica que política, con la tradici<ín de los pueblos que gozan
de una serie no interrumpida de libertad. Nuestro país, como Italia,
se halla en este caso. Podemos y debemos, pues, estudiar sus institu-
ciones como lo ha indicado el ilustre maestro de la Universidad de
Nápolep; y la condición primordial para dar entrada en un programa
de la materia á esa parte importantísima é interesantísima de la mis-
ma, es sacrificar lo que en el programa vigente no le corresponde,
empeznndo por los capítulos de Derecho Político.
Sé que, para muchos, mis palabra* carecerán de sentido. Derecho
Político y Derecho Constitucional son sinónimos, no sólo para los
espíritus superficiales sino p^ra distinguidos tratadistas. Orlnndo,
partiendo de la división romana en Derecho Público y Privado, lle-
ga de ahí á la división del primero en público, interno é internacio-
nal, sin diferenciar claramente, dentro de aquél, el constitucional del
político. Stein y Blunschli no parecen hacerlo con mayor acierto, y
Combes de Lestrade, en una obra de reciente data, afirma que am-
bas palabras son denominaciones varias de una sola y misma cosa.
Estrada, López y Del Valle no se han preocupado, en sus cursos de
la materia, de disipar esa obscuridad. Aréchaga veía la diferencia y
la enseñaba, pero ya se ha visto que no la respetaba, llevado por mó-
viles ajenos á la ciencia-confiada á sus aptitudes.
Posada es uno de los que mejor se orienta, según mi modesta
opinión, en la tarea de diferenciar las diversas disciplinas jurídicas-
Menos abstruso, en la ¡dea y en el concepto, en su Derecho Político
que en su Derecho Administrativo, define con lucidez las diferentes
ramas de esa parte de la ciencia. Política es la ciencia toda del Estado;
Derecho Político, el Estado en su aspecto jurídico; Derecho Constitu-
cional la rama del derecho político que se refiere al derecho político
de los Estados contemporáneos, de los que se dice, por antonomasia,
que son constitucionales.
A la luz de estas definiciones acláranse las obscuridades que dejé
señaladas; y, sin embargo, la última definición, precisamente la de
nuestra ciencia, está lejos de ser exacta. E l Derecho Constitucional
no es sólo limitación del político en el tiempo y en el espacio; lo limita
en la extensión y la profundidad de la materia que comprende este
último. No es verdad que sea todo el derecho político de los Estados
contemporáneos, sino una parte restringida del mismo. Creo que pue-
do ser más preciso todavía, y más inteligible, recordando las pala-
bras con que el ya citado Combes de Lestrade inicia su Droit Poli-
hque Contem23orain: Sociedad es la colectividad de los habitantes
en un territorio determinado; Estado, la síntesis de todos los intere-
ses colectivos, activos y pasivos, diferentes de, ya que no opuestos, á
los intereses individuales. Gobierno, en fin, es la persona ó cuerpo
que administra esos intereses colectivos y garantiza la seguridad de
Anales de la Universidad 533

esos derechos individuales. A esos tres objetos distintos, corresponden


disciplinas jurídicas distintas. L a sociedad es materia de la Ciencia
Social; el Estado, del Derecho político, siendo difícil establecer
límites fijos y definidos entre ambas ciencias, en lo relativo á muchas
cuestiones. Al Derecho Constitucional corresponde el estudio del Go-
bierno, es decir, no de una entidad abstracta, sino de una entidad con-
creta, que está ante nuestros ojos con imperfecciones y vicios que to-
do hombre palpa, dice Leroy Beaulieu, en tanto que el Estado cada
uno se lo forja con todas las cualidades que anhela ó lo carga con
todos los vicios que detesta. Sentados estos principios, tal vez ningu-
na fórmula definiría nuestra ciencia, como la sencilla y concisa de
aquel gran espíritu que ^^e llamó Aristóbulo Del Valle: E l Derecho
Constitucional estudia la organización del gobierno y las relaciones
de éste con los individuos sometidos é. su autoridad.»
Con arreglo á las precedentes consideraciones, elimino del progra-
ma la parte relativa al origen del estado de Sociedad, á las diferentes
doctrinas sobre el fundamento del Derecho, al estudio de los fines del
Estado, á la explicación filosófica de los diferentes derechos indivi-
duales. Como Filosofía del derecho ó como Derecho político, tienen ca-
bida en otro programa y actualmente se enseñan en nuestra Univer-
sidad por un profesor tan inteligente como ilustrado, que hace honor
al claustro de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Y creo
que, procediendo así, limitando á su esfera legítima el Derecho Cons-
titucional, será posible realizar, con arreglo á un plan sistemático y
racional, el estudio de las ciencias comprendidas en el plan de la refe-
ridad Facultad.
Se estudiaría en l.ei" año la Filosofía del Derecho, base indispen-
sable de las otras disciplinas jurídicas, abarcando la Sociología y los
principios fundamentales del Derecho Político. Entre el 2.» y el 4 °
año se distribuirían el Derecho Constitucional y la Economía Políti-
ca, viniendo luego, en el 5." y último, el Derecho Administrativo, com-
plemento de todos los anteriores, porque no es tan sólo, como lo insi-
núa De Grioannis y lo afirma resueltamente Goodnaw, el que desarro-
lla, en sus últimos detalles, el plan que á grandes rasgos traza el Dere-
cho Constitucional^ sino que desempeña esa misión respecto de todas
las demás ramas de la ciencia jurídica. Considero que este plan, ade-
más de respetar la índole propia de las diversas asignaturas del plan
de estudios, facilita su enseñanza y la asimilación de los conocimien-
tos, por la encadenación lógica y metódica que entre las mismas es-
tablece.
Debo, sin embargo, hacer una salvedad. E l convencimiento de que
hay que suprimir en el programa de la materia una buena parte con-
sagrada á Filosofía del Derecho y á Derecho Político, no quiere de-
cir que yo me desentienda por completo de todo lo relativo á esas
534 Anales de la Universidad

cuestiones. Deben ser, ellas, una base, un punto de arranque para el


estudio del Derecho Constitucional, de modo que la enseñanza de
éste, debe ir precedida de nociones generales sobre la Sociedad, el De-
recho, el Estado y la Soberanía. Algo de eso han hecho todos los tra-
tadistas de nuestra ciencia. Así, Estrada y López abren sus cursos
con lecciones destinadas á tal objeto, pero reducidas, sobre todo en el
segundo, á casi una serie de definiciones- Del Valle consagra tam-
bién algunas páginas, aunque bien pronto lo abandona por el estudio
de la organización colonial. Esmein le da mayor desarrollo, empezan-
do su tratado por un capítulo cuyos temas son los siguientes: el Es-
tado y la forma del Estado; el Gobierno y la forma del Gobierno; lí-
mite de los derechos del Estado. Sansonetti condensa en varios pá-
rrafos iniciales el estudio de la Sociedad, del Estado y del Derecho.
No prosigo la enumeración, pero quiero, sí, recordar á Pierantoni
como el que, según mi criterio, ha llenado mejor las exigencias de la
enseñanza en su lección inaugural del curso en la Universidad de
Ñapóles, Asimismo, entiendo que todavía será conveniente dar ma-
yor desarrollo á esa parte del programa, condensándola en tres ó cua-
tro conferencias iniciales.
Anales de ¡a Universidad 535

CAPITULO II

Los t e x t o s y la vida de los pueblos

Restringido en esta forma el antiguo programa de la materia, que-


da ancho campo para sustituir con ventaja las cuestiones cuya eli-
minación he sostenido, por el estudio de la historia del Derecho Cons-
titucional y del Derecho Constitucional comparado, entendido éste—
lo hago constar expresamente—no como la confrontación árida é inútil
de la letra de las instituciones, sino como el examen comparativo de la
vida institucional de los pueblos, con sus pasiones, sus defectos, sus
cualidades, con la apreciación de todas las fuerzas morales que á ella
concurren. Llenará, esta parte, un vasto espacio en la labor de clase,
mayor que el que ha tenido en los diversos programas extranjeros
que conozco—y mayor también—ya se ha dicho—que el que le consa-
gra el programa vigente. No ignoro que habrá quien critique tal mo-
do de encarar la enseñanza, sobre todo en lo que á la parte histórica
se refiere, atribuyéndolo al carácter unilateral que le dan los que
han dedicado con preferencia su atención á una rama de los conoci-
mientos humanos; y diciendo que sustituyo el Derecho Constitucional
con una verdadera historia política. Será, ese, un juicio equivocado é
injusto. No haré yo, como Laveleye, tan finamente satirizado por
Anatole France, cuando dominado por sus estudios económicos, expli-
•caba por causas económicas la siniestra melancolía de Hamlet. E n
idénticas circunstancias, yo no atribuiría al infortunado príncipe
una tristeza de historiador, como le atribuyera Laveleye una tristeza
de economista. Del mismo modo, no diré tampoco, que la historia sea
todo el Derecho Constitucional, sino que me limito á sostener que no
domina tal ciencia quien no conozca la historia constitucional de los
pueblos. Presentar al estudiante las instituciones políticas de una
nación cualquiera, en la última etapa de su desarrollo, y no hacerle
conocer, siquiera sea en una rápida ojeada, el trayecto recorrido para
llegar á ese punto, es privarlo de todo lo que puede ayudarle á com-
prender el cuadro que aquéllas le presentan. Peor todavía: es incli-
narlo á pensar que las instituciones surgen un buen día, inventa-
das por un hombre, por una asamblea ó por un pueblo; que otras
536 Anales de la Universidid

surgirán mañana, por idéntico sistema, si las de hoy no satisfacen, ar-


tificiosamente creadas por la inteligencia humana; concepción absur-
da y todavía más funesta que absurda, que ha costado al mundo tanta
sangre como los más terribles extravíos del despotismo.
El Derecho Constitucional no estudia modelos acabados, perfectos,
en los que un golpe más de la mano del artista destruiría la armonía
de las líneas y arruinaría la obra realizada merced á esfuerzos admi-
rables de labor y de genio. El constitucionalista no encuentra en sus
investigaciones esos arquetipos, forjados en el mármol ó en el bronce,
que presentan en la materia inanimada, la perfección impecable de
una belleza eterna. Ante sus ojos desfilan pueblos en marcha, socie-
dades que van desarrollando paulatinamente sus fuerzas, organismos
en constante proceso evolutivo. Sorprenderlos en el momento actual,
estudiarlos en las formas que en vano tratarían de dar á ese proceso
una fórmula concreta, es condenarse á no conocer sino vanas exte-
rioridades, quenada valen y que nada enseñan- E l Derecho Constitu-
cional es ciencia 'de movimiento y de vida/ de aquí su íntima rela-
ción con la historia, toda vida, toda acción; de aquí la necesidad, aún
en el momento actual, de penetrar hasta lo más íntimo de las socie-
dades, para conocer su verdadera estructura, de la que los textos
constitucionales son apenas un pálido reflejo, cuando no una síntesis
desfigurada, contrahecha, que da origen á los errores más lamentables.
No pretendo inventar nada al proceder en esta forma, pues no
hago más que ponerme á la altura del sentimiento universal. Recién
hoy trasciende hasta nosotros el movimiento que hace diez años agi-
tó profundamente á la Europa intelectual, transformando la ense-
ñanza superior, de profesional en social, y elevándola de la explica-
ción estéril de los textos á la investigación de los principios fun-
damentales y á las grandes concepciones históricas. L a misión so-
cial de las Facultades de Derecho, su importancia como in.stitución
nacional son hoy reconocidas en los grandes centros del pensamien-
to y proclamadas por las más altas autoridades científicas. E s para
nosotros un axioma que las Facultades de Derecho no deben formar
abogados sino jurisconsultos, y no sólo jurisconsultos sino también
hombres de gobierno. Y si esto es verdad en tesis general, más debe
serlo en nuestro país, donde, siendo escasos los centros de cultura
política, de la Universidad han salido y saldrán todavía, durante lar-
go tiempo, los primeros hombres públicos, los tribunos más prestigio-
sos, los más altos funcionarios de la administración y Iris más dignos
representantes del pueblo. Los doctores—según el término corriente
—al que el público quita ia c—llenan, desde tiempo atrás, las pági-
nas de nuestra historia política y han de llenarlas todavía, contra las
resistencias implacables de la mediocridad y de la ignorancia. Nece-
sario es, pues, que las Universidades tengan en cuenta esas condicio-
Anales de la Universidad 537

nes de su destino social y político, abriendo sus planes de estudio á


las fecundas concepciones de la filosofía política y á las grandes sín-
tesis históricas. .
L a tendencia contraria ha imperado durante mucho tiempo en el
país. Se puede afirmar que recién tratamos de salir del período en
que las Facultades de Derecho sólo forman abogados. «Los textos
ante todo», escribió Demolombe en el prefacio de su obra monumen-
tal, y Beugnot repetía constantemente á sus discípulos: «No conozco
el Derecho Civil; sólo conozco el Código Napoleón». Salvo raras
excepciones, por tales principios han estado constantemente domina-
das nuestras aulas. Se tomaba la ley, forma concreta y precisa del
pensamiento jurídico de una sociedad, considerándola como etapa
definitiva, no como uno de tantos momentos del largo proceso evolu-
tivo. Se estudiaba cada una de las prescripciones del derecho codifi-
cado, y luego, espíritus avezados á la gimnasia del razonamiento de-
ductivo estiraban y torturaban esas prescripciones para abarcar el
mayor número de casos. De aquí el predominio de un espíritu legis-
ta, estérd y raquítico, desarrollando facultades inferiores de la in-
teligencia á expensas de las facultades más nobles, petrificando los
espiritasen un molde estrecho que les impide, á la vez,elevarse y expan-
dirse. De aquí la aparición en escena de una casta híbrida de aboga-
dos procuradores, de leguleyos más ó menos hábiles, pero sin eleva-
ción moral y sin amplitud de miras, denunciada y anatematizada, no
hace muchos días, por un distinguido profesor de la Facultad de Bue-
nos Aires como un argumento contra los que allí desean operar una
evolución á rebours, separando el doctorado de la abogacía y supri-
miendo en ésta todo lo relativo á ciencias sociales y políticas. Funes-
ta, esa tendencia, en el derecho privado, fácil es comprender hasta qué
punto lo será en las ciencias que acabo de mencionar, hasta qué pun-
to lo será en la materia objeto del programa que presento. Siendo las
constituciones menos precisas que los códigos, por lo mismo que son
menos extensas y que sólo enuncian principios fundamentales ó re-
glas de gran generalidad, los esfuerzos del razonamiento deductivo
no bastan á llenar los vacíos que deja en la vida de un pueblo la
obra de sus constituyentes. Esos vacíos tienen que ser llenados por
el trabajo constante de las fuerzas de la sociedad, por una labor pa-
ciente y fecunda, casi insensible, por esa sabiduría práctica de que
habla Macaulay, que consiste en proveer á las necesidades de cada
día con expedientes de cada día. Esto es lo que no comprenden los
que quieren limitar el estudio del Derecho Constitucional á la explica-
ción de los textos y á su interprejtación cuasi silogística. De aquí, dos
consecuencias igualmente lamentables: como los anhelos y las nece-
sidades de un pueblo no desaparecen porque no hallen cabida en la
letra de los textos constitucionales, surgen la desconfianza, el escepti-
538 Anales de la Universidad

cismo, la falta de fe en una constitución ineficaz, sentimiento que


conduce al despotismo, ó bien el convencimiento de la necesidad de
reformas violentas, que conduce á la anarquía.
En realidad, los textos, por sí solos, poco ó nada ofrecen al espíritu.
Si fuera posible aplicar la radiografía para juzgar la capacidad inte-
lectual del estudiante, el maestro que procede con arreglo á las ideas
que combato quedaría espantado de la esterilidad de su acción. Puede
pasarse días y días detallando ante sus alumnos la exterioridad de la
armazón constitucional de una sociedad: suponiendo que aquéllos fue-
ran capaces de interesarse en asunto de suyo tan poco atrayente, y
atribuyéndole?, además, grandes facultades de asimilación, no por eso
dejaría de ser nulo el resultado de tan desatentado esfuerzo. Q,ue se-
pa un estudiante que la edad de 25 años es la generalmente exigida
para ocupar un puesto en la Cámara popular; que Inglaterra y Cos-
ta Rica reducen el número á 21; y Austria, Holanda, Italia, Suecia,
Noruega, etc., lo elevan á 30: ¿qué agrega esto á su capacidad inte-
lectual? ¿En qué forma y en qué grado se ha nutrido su espíritu? De
ningún modo: lo que hay que estudiar, lo que vale, lo que tiene signi-
ficación es la índole de esas corporaciones en cada país, su origen,
sus tendencias, la misión que desempeñan en la vida nacional.
Que se enseñe á un estudiante, y que éste lo aprenda, cómo se consti-
tuye la Mesa ó presidencia de los cuerpos legislativos en los Estados
más importantes: nada sabrá sin embargo; nada que valga el esfuer-
zo que se le exige si no profundiza la enorme diferencia que hay en-
tre esos presidentes; el abismo que media, para poner un ejemplo, en-
tre el speaker de la Cámara de los Comunes, arbitro imparcial entre
los partidos, y el personaje político que desempeña ese cargo en el
Congreso Americano explotándolo en provecho de la colectividad á
que pertenece.. Que un profesor describa á sus discípulos, con los de-
talles más minuciosos, la institución ministerial, las necesidades á
que responde, la forma en que se organiza, las condiciones que los di-
versos códigos constitucionales exigen á los ministros; y que sus
discípulos retengan admirablemente sus explicaciones: no habrá hecho
nada, nada quq impida lamentar el tiempo dedicado á esa labor si no
les hace conocer los caracteres originales que dicha institución pre-
senta en los diferentes pueblos, no ya sólo con arreglo á la clásica di-
visión entre gobierno presidencial y gobierno de gabinete, sino aún
dentro mismo de cualquiera de tales categorías. Es que hay que ir al
fondo de las cosas, estudiar las instituciones en su vida misma, no el
trazado que de ellas se,ha hecho. E n el inmenso mundo moral y so-
cial, en ese árbol humano de que habla Taine combatiendo la misma
tendencia que combato, árbol de raíces y ramas innumerables, quien
sólo conoce la corteza nada conoce, nada que no sean vanas exterio-
ridades, apariencias estériles y engañosas. Es necesario buscar bajo
Anales de la Universidad 539

esa envoltura los verdaderos agentes vitales, la savia rica y fuerte


que sostiene y alimenta al árbol, los conductos que traen y llevan esa
savia, distribuyendo así la fuerza y la vida.
Daré, más tarde, un desarrollo mayor á estas ideas, fundándolas con
alguna extensión y contestando las objeciones que podrían sugerir.
Por el momento, basta lo dicho para dejar l)ien definida la orientación
del programa que presento y explicadas sus radicales diferencias con
el programa Vigente. Entro, pues, á expresar la forma concreta en
que podrían aplicarse los principios que dejo sentados, la distribu-
ción de la materia en los dos años del curso, la ordenación que reci-
birán las diversas partes, los límites en que será necesario colocarlas
para que puedan ser estudiadas y dominadas en el período que el
plan de estudios ha consagrado á esta ciencia.
540 Atmles de la Universidad

C A P Í T U L O III

División del Curso

Dos años, consagrado el primero á los principios generales de orga-


nización social y política; el segundo, al derecho constitucional compa-
rado, entendiendo por éste, como ya lo he dicho, no la confrontación,
en cierto modo mecánica de los textos de las diferentes constitucio-
nes, sino el estudio de la vida institucional de los pueblos en sus an-
tecedentes, en los factores capitales de su evolución, en las fuerzas
morales que en el momento actual animan las instituciones: esto es
lo que propongo en mi programa. Un año en el que se refundirían y
condensarían los dos del programa vigente, notablemente reducidos
por la eliminación de elementos extraños y la supresión de detalles
inútiles ó al menos de poca importancia; y otro, en que la juventud
sería iniciada en los secretos de la vida constitucional de cierto nú-
mero de Estados, secretos cuya clave no se encuentra en la letra fría
y muerta de los Códigos. Un año, que sería más bien preparatorio,
exhibiendo á los jóvenes el armazón, el esqueleto de esos organismos
institucionales, para presentárselos, en el año siguiente, en posesión de
todos sus atributos y animados por la chispa divina de la vida. Tal
es mi plan, distinto por completo del que se ha seguido hasta el pre-
sente y que, por lo mismo, debo fundar con alguna extensión, no sólo
para convencer álos demás sino para robustecer mi propia convicción
de no estar en error frente á los maestros nacionales y extranjeros
que han adoptado y aún adoptan otra senda-
Ese primer curso parecerá muy extenso á los que, conociendo los dos
del programa vigente, piensen que ambos van á quedar concentrados
en uno solo. Breves observaciones bastarán para convencer de que
tal impresión es errónea, Huré notar, ante todo, que una gran parte
del actual programa de l.^'- curso—que absorbía buena extensión
del año escolar—queda reducida á una mínima expresión: me refiero
á los capítulos relativos al origen del Estado de sociedad, fundamento
del Derecho, nociones sobre el individuo y el Estado y explicación fi-
losófica de los derechos individuales. Agregaré, además, que como el
segundo curso del programa que presento ampliará y completará el
Anales de la Univet-sidad 541

primero, será posible restringir en éste el desarrollo de numerosas cues-


tiones. Tómese por ejemplo un tema cualquiera: Los Ministros de Esta-
do. Fácil es comprender que nolendrá en el l.er curso de mi programa
todo el desarrollo que tiene en el que se halla en vigencia. Podrá quedar
limitado á nociones generales sobre la institución, desde que en el 2."
curso asistiremos á su desarrollo y la veremos funcionando en las
naciones más interesantes. Ocurre lo mismo con casi todos los capítu-
los del 2.» año del programa actual. E n realidad, no se puede decir
que todo éste halle cabida en el primero del que presento, sino que se
distribuye entre el primero y el segundo, adquiriendo, en éste, carac-
teres diferentes por una orientación nueva de la enseñanza de la
materia.
Por lo demás, existen ejemplos que demuestran la posibilidad de
dominar en un año el primer curso del programa que presento, ó sea
la condensación de los dos del programa vigente. Así, en Buenos Ai-
res, los ilustres profesores que se han sucedido en el Aula de Derecho
Constitucional, no disponían de más tiempo para el desarrollo de toda
la asignatura, y hay que tener en cuenta que todos ellos,—especial-
mente los de más reciente data—consagraban varias de sus conferen-
cias al estudio de las instituciones coloniales, que según mi programa
tendiía cabida en el 2.° curso—y que la dualidad de autoridades, pro-
pia del sistema federal, requiere en el país hermano una atención que
entre nosotros sería excesiva, absorbiendo también algunas lecciones
— sin contar con que falta allí precisamente el 2.^ curso, en el que mi
programa completará muchas de las nociones adquiridas en el primero.
A mayor abundamiento, debo agregar que lo que podría recargar
un programa como el que propongo para el primer curso y sugerir
dudas respecto de la posibilidad de dominarlo en un año, sería el es-
tudio minucioso y detallado de los temas que abarca. Pero un pro-
grama de Derecho Constitucional, entendida esta ciencia como debe
serlo—al menos como yo creo debe entenderse—no puede tener ese
carácter. Insistiré aquí sobre la ya citada diferencia entre el Derecho
Constitucional y el Derecho Administrativo insinuada por De Gio-
vannis, sostenida por Goodnow y aceptada por no pocos tratadistas, co-
locando en el dominio del primero las normas fundamentales de ad-
ministración y de gobierno, y dejando para el segundo el detalle de
las mismas. Establecida esa diferencia, las proporciones del programa
de l.er curso que presento no pueden considerarse excesivas. Ni la
extensión de las materias que abarca puede superar el esfuerzo de
un año de tareas universitarias, ni su naturaleza es de aquellas cuya
aridez exige prodigios de voluntad ó cuyas complicaciones imponen
tortura á las inteligencias.
Tomo, para fijar mi pensamiento, uno cualquiera de los capítulos
del prograna de primer curso: las instituciones locales. Si al estudio
3S
'W.í. , y 'i , „ ^:>

542 Anales de la Universidad

de los principios generales que las rigen, de su situación frente


al Gobierno central según las tendencias y los antecedentes de cada
pueblo, de las reglas fundamentales que presiden su funcionamien-
to, se agrega la enumeración minuciosa de atribuciones y el detall©
igualmente minucioso de su actividad, es indudable que apenas bas-,
tara el curso de primer aSo para llenar tales exigencias. Pero esta
última parte no es del resorte del Derecho Constitucional. No es ma-
teria propia de esta ciencia, para concretar y fijar más el ejemplo, la
investigación de todas y cada una de las fuentes de recursos de que
disponen los centros de autoridad local. Basta al constitucionalista
saber si esos recursos existen, cómo se arbitran, cómo se les aplica se
gún la latitud de acción que aquéllas poseen. Lo demás podrá tener
cabida en el programa de Derecho Administrativo, pero no la tiene en
el de la Ciencia Constitucional.
Y no es sólo el Derecho Administrativo el que puede descargar al
programa y al profesor de nuestra ciencia, de muchos elementos extra-
nos. El programa de Economía Política y Finanzas tiene que sus-
traer al de Constitucional, buena parte de los temas relativos á las
facultades de los Podtires públicos en materia de presupuesto, de im-
puestos, etc. Siempre quedarán á cargo del profesor de Derecho Cons-
titucional las normas capitales que á tales materias se refieren, pero
sin entrar al examen detenido de los resortes de que los respectivos
mecanismos se compouen, ni de su funcionamiento. De] mismo modo
el Derecho Constitucional abarca los principios generales sobre Ad-
ministración de Justicia y organización de Tribunales, pero el detalle
del funcionamiento de los mismos es materia de la incumbencia de los
profesores de Procedimientos Judiciales. Por último—para no prolon-
gar domai-iado la enumeración - e l constitucionalista puede y debe
ocuparse on el estudio de las reglas más importantes á que se someten,
dentro del derecho público interno, las relaciones exteriores de los Es-
tados; pero, en cuanto á la organización del Cuerpo Diplomático, fa-
cultades, deberes, responsabilidades, prerrogativas, y al procedimiento
que debe regular esas relaciones, tiene que dejarlo al Derecho Inter-
nacional Público. Bajo rubros que sugieren la idea de materias muy
extensas, no comprenderá, pues, mi programa de primer curso, sino
principios generales, vistas de conjunto, apreciaciones sintéticas en la
que, naturalmente, todo lo que no sea rasgo esencial tiene que ser eli-
minado. Entiendo esa parte de la tarea del profesor como algo pre-
paratorio, como una verdadera introducción al estudio del Derecho
Constitucional según mi criterio concibe esta ciencia en nuestra Facul-
tad de Derecho.
En la idea que preside esa parte del programa—la que se refiere al
2.0 curso—he puesto todo lo que hay en mi alma de entusiasmo por
los altos ideales de la Humanidad, de amor á las instituciones libres,.
.. Í V f

Anales de la Universidad 543

de admiración por todas las bellezas que encierra el desarrollo armó-


nico de los principios liberales. Todo, en este curso, es movimiento,
es vida, y el espíritu acompaña ese movimiento y vive en cierto modo
esa vida, sintiéndose más bueno y más puro al contacto de las pode-
rosas fuerzas morales que dirigen el desarrollo de los pueblos. L a
historia, se ha dicho, es como una bóveda sonora en la que la muerte
de un rey produce un eco que apaga con sus vibraciones todos los
demás. Pensamiento evidentemente falso, error sólo explicable por un
estudio superficial! Bajo la bóveda inmensa de la historia, la voz de
los pueblos ahoga todas las otras. Siete siglos han pasado: nadie re-
cuerda, sino cuando alguna lectura lo impone, la desaparición de cier-
tos reyes, destronados ó ajusticiados, y entretanto, aún vibra el eco
del suceso que diera fórmula concreta á las aspiraciones de la nación
inglesa en la pradera de Runyraede. Sobre todos los reyes y sobre
todos los individuos, por alto que haya sido el destino que sus cuali-
dades ó su cuna les depararan, ha estado siempre y está el trabajo in-
cesante de las sociedades, en marcha, de una manera más ó menos
constante,hacia un ideal de justicia y de verdad; y es ese trabajo lo
que el profesor de Derecho Constitucional ha de presentar á sus discí-
pulos en el 2." año de enseñanza de la materia, si es capaz de darse
cuenta de todo lo que hay de grande en la misión que se le confía y
del alcance moral que tiene el titulo—superior para mí á todos los que
pueden honrar á un hombre,—de maestro de la juventud!
Tampoco esta materia puede resultar demasiado extensa para tener
cabida fácil y razonable en el segundo curso del programa. Lo sería,
si se tratara de estudiar hasta en sus últimos detalles todo el desarro-
llo de las instituciones políticas, en todos y cada uno de los Estados
Constitucionales, las fuerzas que han presidido ese desarrollo y las
que dominan su actividad en el momento actual. No lo es, desde el
punto de vista en que yo me coloco, limitando ese estudio á los puntos
capitales de los temas que abarca, y dentro ue cierto número de países,
señalados, los unos, á nuestra atención por constituir en, cierto modo,
tipos originales, modelos que se destacan en el conjunto por caracte-
res propios,—interesantes, los otros, por haberse formado bajo la in-
fluencia de factores análogos á los que se palpan en la vida nacional.
Me he separado, en esta parte de mi trabajo, de los tres libros de
derecho constitucional comparado, que podían ofrecerme modelos
para planear el 2.» curso de la materia tal como yo lo concibo: me re-
fiero á la Ciencia Política de Burguess, al Derecho Político de Posada,
y al brillante estudio de Dupriez, sobre los Ministros. El primero
escoge como tipos las Constituciones de Inglaterra, Alemania,
Francia y Estados Unidos, considerando que representan sustancial-
raente todas las formas de constitucionalismo desenvueltas hasta el
día. E l segundo considera necesario agregar España, como tipo espe-
544 Alíales de la Universidad

cial de monarquía doctrinaria. E l tercero prescinde de ésta para agre-


gar, en cambio, las Constituciones de. Bélgica, Suiza, Italia y Prusia,
aunque siempre restringiendo el estudio, como el título de su obra lo
indica, al Poder Ejecutivo y muy especialmente á la institución del
Ministerio. Yo no he podido seguir en absoluto ninguna de estas
sendas. Comprendo, en el programa de 2.» año, el estudio constitu-
cional de Inglaterra, Francia, Alemania y Suiza, en Europa, se-
guido de un capítulo breve y sintético sobre otros Estados; de la
Unión Americana, en América, seguido de un capítulo también breve
y sintético que abarca Chile, Brasil y la República Argentina, para
entrar después al estudio de las instituciones nacionales.
Inglaterra se impone á la atención de todos los que en estos temas
se ocupen, como la fuente de todas las libertadfes, como la cuna del
Derecho Constitucional. Nada tan rico en altas enseñanzas como la
formación de sus instituciones por el desarrollo natural y espontáneo
de poderosas energías morales que las barreras más imponentes no
han sido capaces de contener. En ellas se han inspirado todos los
apóstoles del Derecho; en esas aguas purísimas han bebido todos los
pueblos sedientos de libertad. Ofrecerlas á la juventud estudiosa es
abrirle una escuela de la más sana y más fecunda sabiduría práctica,
poner á su alcance un curso de moral cívica y de filosofía política,
igualmente indicado para tonificar la fibra del carácter y para enal-
tecer las facultades del espíritu
De Francia tampoco sería posible prescindir. La gran revolución
que, según la frase de Saint Beuve, dio al mundo una nueva ley, pro
ducida como la del Sinaí, entre los estampidos del trueno y las cla-
ridades del rayo, sigue siendo uno de los factores principales de la
civilización contemporánea y una de las fuentes más ricas de los prin-
cipios políticos imperantes. La reacción que en los últimos tiempos se
ha producido contra ella pretendiendo obscurecer la soberbia gran-
diosidad del edificio con el examen de sus detalles, considerados ais-
ladamente y no como partes del conjunto, no resiste á la crítica re-
flexiva y libre de prejuicios. L a obra monumental de Taine adolece
de tal defecto y su tesis falla por ese lado. Hombre de sistema en
los estudios filosóficos, continúa siéndolo al entrar en el terreno de la
historia. Crítico del espíritu clásico, ha dicho un publicista contempo-
ráneo, y clásico él mismo á pesar de todo, enemigo de Rousseau y
Rousseau invertido, considera al hombre malo como aquél lo juzgaba
bueno, y sus «Orígenes de la Francia Contemporánea» son el silogismo
de tal premisa aplicada al período más sorprendente de la vida na-
cional francesa. No hace honor siquiera, como Renán, bien poco in-
dulgente por otra parte, al carácter grandioso y fatal, de la revolu-
ción, y justo es reconocer que, por afán de novedad ó por espíritu de
partido, muchos espíritus han compartido su juicio. Sin embargo, los

ías!
Anales de la Universidad 545

principios que legó al mundo aquel gran estallido del espíritu hu-
mano brutalmente oprimido durante siglos por todo el peso de la
vieja organización, imperan todavía en las naciones más libres de la
tierra; y si no es posible hacer de la revolución aquel famoso bloc de
que hablara Clemenceau, si la historia tiene que reconocer en ella buena
parte á los peores instintos y á las pasiones más innobles de la natu-
raleza humana, no por eso dejará de señalarla como el comienzo de
una nueva era,—despertar ó resurrección, aurora de libertad y de vida,
espléndida florescencia de gérmenes paralizados en su desarrollo,
durante siglos, bajo la férrea capa de la superstición y de la servi-
dumbre.
A este solo título, pues, el estudio de las instituciones francesas
tendría en el aula de Derecho Constitucional singular atractivo.
Agregúese que la forma actual de su organización política significa
el primero y más consistente ensayo de aplicación del gobierno de
gabinete á la forma republicana, y se comprenderá que le haya dado
importante lugar en mi programa.
Alemania y Suiza ofrecen gran interés también por diferentes con-
ceptos: esta última, como tipo que tiende á aproximarse cada vez más
á la democracia primitiva, y aquélla porque preséntala originalidad del
Imperio Federativo, y el consorcio, aparentemente ilógico, de un poder
monárquico rigurosamente organizado, con la aplicación amplia del
sufragio universal.
E n cuanto á la Unión Americana, se podría considerar superfluo
decir algo respecto de la importancia de su estudio. Kama despren-
dida de un tronco sano y fuerte, aquella sociedad extraordinaria es
una lección viva de actividad republicana, una verdadera escuela
de libertad. Los principios constitucionales de la Inglaterra, trasplan-
tados a u n a tierra nueva y rica, virgen de toda vinculación feudal y
de todo estigma aristocrático, adquirieron vigor en las colonias pri-
mero y en la confederación después, para encontrar su fórmula definiti-
va en la organización federal de 1787. U n trabajo lento de adaptación
de las instituciones de la metrópoli á las peculiaridades de la colonia,
dio por resultado la constitución de una sociedad política que, ha-
biendo nacido bajo los más siniestros presagios y dado sus primeros
pasos bajo los más sombríos vaticinios, constituye hoy el asombro del
mundo entero. Las instituciones de la gran república comparten hoy
con las inglesas el prestigio universal, y la orientación de casi todas
las repúblicas del continente está dirigida por las primeras. Presen-
tan ellas, por lo demás, frente al tipo constitucional caracterizado por
la confusión de poderes, el tipo de la separación acentuada entre los
centros diferentes de autoridad, y á ese solo título, aún prescin-
diendo de los anteriores, merecerían el puesto que les asigno en el pro-
grama que proyecto.
546 Anales de la Universidad

Completado ese estudio por una ojeada general á las instituciones de


España, Italia y Bélgica en lo relativo á Europa, y de Chile, Brasil y la
República Argentina en lo relativo á nuestro continente, llegaremos,
en posesión ya de numerosos elementos cuya utilidad es indiscutible,
á los capítulos pertinentes á nuestro país, estudiando su organización
en sus antecedentes coloniales, en el punto inicial del acto constitu-
yente y en el desarrollo que ha dado á las instituciones el trabajo in-
cesante de setenta años de labor. Conoceremos, así, no la letra fría y
muerta del Código Fundamental y de las leyes que han completado
sus prescripciones, sino las fuerzas que han producido y sostenido la
existencia nacional, los factores que han intervenido en su evolución
política dándole la forma que ha alcanzado en el actual momento, y los
que hay que tener en cuenta para apreciar, siquiera sea de un modo
aproximado, loa rumbos de su evolución futura.
Será, ese, el térriaino del programa que presento. Sus rasgos carac-
terísticos, como habrá podido verse, quedan condensados en estas dos
ideas directrices: hay que estudiar el desarrollo constitucional de los
pueblos en las transformaciones sucesivas de la ley escrita, y en las
fuerzas que á esas transformaciones han concurrido; hay que estudiar
las Constituciones no sólo en los textos que les han dado expreaión
concreta en un momento fijo, sino en la vida misma de los pueblos,
en su actividad política, tan diferente por lo general de lo que aque-
lla fórmula indica. Insinué, al principio, estas ideas, para que al presen-
tar la división de las diversas materias de la asignatura en los dos
años del programa, fuera posible ver que obedece á un plan cientí-
ficamente trazado. Tócame, ahora, desarrollarlas y sostenerlas, para
demostrar que en ellas está la verdad, que la enseñanza del Derecho
Constitucional no debe obedecer á otras tendencias ni recibir otras
inspiraciones.
Anales de la Universtdad 547

CAPÍTULO IV

La Historia y el Derecho Co:::stitucional

Ambas ideas podrían resumirse en un solo propósito fundamental:


Traer el Derecho Constitucional del mundo de las ficciones al
mundo de las realidades; hacer que Ja juventud forme su espíritu al
contacto de los pueblos, no al contacto de los códigos. Es, hasta cierto
punto, aplicar lo que la crítica ha dejado intacto en aquel soberbio
edificio de la escuela histórica, despojado de su concepción panteista
del derecho y su interpretación demasiado estrecha del principio fun-
damental de la importancia del elemento histórico en la legislación.
Es, remontándose más lejos aún, y prescindiendo de Herder, señalado
<jomo el punto inicial de la referida escuela, colocar la ciencia jurídica
en el terreno en que ya la pusiera, reaccionando contra ciertos abusos
del espíritu filosófico, el sentido admirable de Montesquieu. Regla
aplicable á organismos en movimiento y en actividad perpetua, la
constitución política de un pueblo es movimiento, es actividad, es
vida, y como tal debe ser estudiada, no sólo en el momento actual,
sino en sus antecedentes históricos. L a Humanidad, se ha dicho, está
<5onstituída más por la obra de los muertos que por la obra de Jos vi-
vos. Por lo menos, es indudable que la labor de los vivos encierra
enigmas indescifrables si no se la interpreta buscando la clave en la
labor de los muertos. E l día de hoy no es más que uno de tantos es-
labones en la cadena eternamente repetida del ayer y del mañana.
Roto un eslabón, los demás aparecen como fragmentos dispersos, cuya
naturaleza escapa á la investigación. Por eso, el Derecho Constitucio-
nal, estudiado tan solo en un momento de su desarrollo, deja en el
espíritu vacíos que hacen su conocimiento inútil y hasta perjudicial.
Como los lectores de una novela de folletín que sólo conocen los úl-
timos números, pueden, los que así lo aborden, llegar á darse cuenta
del desenlace, pero formándole una idea generalmente equivocada
de los personajes, de la acción y de la tesis que campean en la obra.
U n escritor ruso, que las traducciones francesas han traído á nuestro
mundo intelectual, Korkounov, ha caracterizado así los tres elementos
que determinan la existencia y el carácter de una sociedad: primero,
548 Anales de la Universidad

condiciones naturales en que se mueve; segundo, su pasado; tercero,


el ideal constituido por la experiencia del pasado; de otro modo: la
vida histórica, las condiciones presentes, por último las aspiraciones
mediante las cuales el hombre, dotado de conciencia y de memoria,
se transporta del pasado al porvenir. E s evidente que no se podría
encarar de otro modo un curso de Derecho Constitucional. Es evi-
dente, que antes de estudiar la vida constitucional de los pueblos en
el momento en que nuestra mirada los sorprende, hay que apreciarla
en su desarrollo histórico, para remontarse después al futuro, en
cuanto pueden abarcarlo las previsiones humanas.
Prescindir de esa parte histórica es mutilar nuestra ciencia de un
modo imperdonable. La historia es el cuadro natural de los estudios
sociales y políticos. Lo es, ha dicho IBoutmy en un magnífico estudio
publicado en la «Revue de l'enseignement superieur», bajo todas
sus formas y las denominaciones más variadas: historia de la forma-
ción de los Estados, historia diplomática, historia legislativa y parla-
mentaria, historia financiera y fiscal, de las armas, de las institucio-
nes militares; todo ello aclarado por la etnografía, la geografía polí-
tica, las estadísticas comparadas, que son también historia como re-
presentación de objetos en movimiento. «-Toda solución en que no
figure, no es más que ciego empirismo ó vana ideología, extraños á
la ciencia en uno ú otro caso.> Como es natural, tan variados elemen-
tos se refieren al conjunto de las ciencias sociales y políticas. Cuan-
do, como en este caso, de una sola de sus ramas se trata, es posible
prescindir de la mayoría y limitarse á las menos. H a y que conceder
siempre, no obstante, buena parte á la historia, so pena de hacer de
una ciencia viva una ciencia muerta. No existe, en todo el proceso
evolutivo de la humanidad, una solución de continuidad, no hay ele-
mento despreciable, no hay revolución repentina. L a que más lo seft
para el observador superficial pierde, al examen atento, ese carácter
de prole sine matre creata, igualmente anticientífico en el mundo
moral y en el mundo material. Los días más sombríos y en aparien-
cia más estériles de la historia, encierran más ó menos oculta una
labor dolorosa pero fecunda. Así, estamos ya lejos de la época en
que Voltaire decía que la Edad Media no ofrecía más interés que el
que pudiera ofrecer la historia de los lobos ó de los osos; y pensa-
mos más bien, como lo ha sostenido Blondel, en un brillante y eru-
dito estudio sobre el desarrollo comparado de Francia y Alemania,
que cuando al salir de ese período se tropieza con una civilización ro-
busta y una organización social notable, no se debe creer en una ex-
pansión repentina y espontánea, sino que nos hallamos en presencia
de los resultados de una evolución regular.
Y ya que hablo de la Edad Media, séame permitido detenerme un
momento para dar forma precisa y concreta á la argumentación que
Anales de la Universidad 549

desarrollo. Permítaseme hacer alto en el momento en que Cario


Magno ha dejado su puesto á las rivalidades de aventureros feroces
y se disloca el imperio, guardando sólo rasgos tenues, casi desvane-
cidos, de la obra de aquel <• bárbaro enamorado de la civilización». Des-
aparece la unidad romana, el feudalismo la reemplaza. Sea, como
durante tanto tiempo se creyera, institución peculiar de la raza ger-
mana, explicada principalmente por caracteres étnicos, ó fenóme-
no universal que presentan todas las razas bajo la influencia de
factores determinados como lo dejara insinuado Fustel de Caularges
y lo sostiene resueltamente Seignobos, el hecho es que esa manifes-
tación especial de la vida social y política abarca la Europa entera.
Galo-romanos, eslavos, bávaros, sajones, húngaros, todos pasan por
ese régimen. Tomémoslo, pues, tal como se presenta, para buscar
las consecuencias que interesan al estudio en que estoy empeñado.
De un punto de partida idéntico, se llega á las conclusiones más
opuestas. Concreto la cuestión á los pueblos en que el fenómeno se
destaca con caracteres más definidos, tal vez porque les ha tocado
durante largo tiempo absorber casi exclusivamente la atención gene-
ral. E l feudalismo inglés conduce á la monarquía limitada; el feuda-
lismo francés es avasallado por la monarquía, y termina en el absolu-
tismo. Por uno de esos contrastes frecuentes en la historia, casi al
mismo tiempo que el parlamento inglés adquiría influencia poderosa
en el gobierno, con la revolución de 1688, todos los centros más ó
menos autónomos de autoridad desaparecían frente al poder absor-
bente del monarca francés, y el bilí de derechos de 1688 encuentra su
reverso en la célebre frase, tan profunda como inconscientemente
prodigada: E l Estado soy yo. H e aquí un fenómeno que no escapa á
la perspicacia de los estudiantes de Derecho Constitucional: les basta
la confrontación de fechas, al pasar, en cualquiera de los tratados que
llegan á sus manos, para percibirlo; y percibirlo es advertir que un
pueblo, el inglés, siete siglos antes que los demás, creaba, inventaba
—pues para quienes prescinden de la historia, las instituciones son
creación ó invento de los hombres—creaba, inventaba, digo, las ga-
rantías tutelares de la libertad y el esbozo del sistema represen-
tativo. ¡Qué cúmulo de errores, de extravagancias y de absurdos tiene
que salir de semejante laguna en la enseñanza! ¡Qué noción más ex-
traviada de las instituciones y de su funcionamiento! Y lo peor es
que, dado el carácter que, según ya dije, corresponde á las Facultades
de Derecho en nuestras sociedades, no quedan reducidos esos extra-
víos al campo de la teoría, á la región abstracta de las ideas, sino
que se transportan al terreno de la acción y resultan factores de
perturbación y de desorden.
Es necesario, pues, remontarse hasta esa edad remota, menos lejana
de nosotros de lo que las fechas dicen, y poner ante ios estudiantes
550 Analsé de la Universidad

las causas que determinan el indicado fenómeno: la existencia tem-


prana en Inglaterra, de una unidad nacional bastante fuerte que re-
siste con energía á las influencias extrañas, llegando hasta ligar los
altos dignatarios eclesiásticos contra el Papado, aliado, en un princi-
pio, del monarca, unidad que crea una fuerza invencible de resisten-
cia contra reyes que han perdido, por su ineptitud y su cobardía, una
parte considerable del patrimonio nacional; la institución del Comitatus
creando junto á la antigua nobleza de eorls una nobleza de ihanes
abierta á las demás clases, pronta á confundirse con ellas y á cons-
tituir, por esa unión, la energía que más tarde dará impulso en la Cá-
mara de Jos Comunes á las grandes inspiraciones liberales; la exis-
tencia de un número de hombres libres, mayor que el que pueden ex-
hibir en aquellos tiempos las demás naciones europeas y de cierto nú-
mero de burgos rurales importantes, vinculados estrechamente á los
propietarios de los campos, factores que proporcionan á la nobleza
menor, el auxiliar que necesita para no ser absorbida por las cla-
ses superiores; la escasa extensión y la relativa unidaO del territorio
de la Inglaterra de entonces, permitiendo á los señores formar ligas
de difícil constitución en Francia, • donde cada feudo es un Estado y
donde las distancias impiden á los señores una acción conjunta y so-
lidaria; la iastitución inglesa de la justicia real viajera, necesitando
buscar entre los caballeros y Jos propietarios libres, sus auxiliares in-
dispensables, lo que levanta más aún el nivel de aquellas clases, acer-
cándolas á las superiores,—todos esos factores deben ser conocidos y
estudiados, si no se quiere penetrar á ciegas en el examen del derecho
constitucional inglés, porque todos ellos concurrieron á dar á ese
gran pueblo la cohesión admirable, lo mismo frente al extranjero que
frente al enemigo interior, al déspota, al tirano, que hace de su histo-
ria el objeto de estudio más atrayente para los espíritus libres y el
más útil para los pueblos que aspiran á serlo!
H e aquí un ejemplo bien convincente en favor de la tesis que sos-
tengo. Cincuenta encontraría para demostrar que si se rechaza el con-
curso de la historia, las instituciones inglesas" encierran enigmas in-
solubles. Ahí está esa Carta Magna, considerada hoy todavía como
el monumento imperecedero de la libertad británica: todos los auto-
res la comentan, todos los pueblos la admiran; y, sin embargo, treinta
veces confirmada, es otras tantas violada, y desde su primera confir-
mación, Enrique I I I elimina de sus cláusulas la más importante: la re-
lativa á la participación del Consejo en el voto de los arbitrios. Sólo
la historia puede hacernos saber que no es misterio tal misterio; que
independientemente de sus resultados inmediatos, aquel documento
tuvo la virtud preciosa de ofrecer un punto de concentración á la an-
tigua ^sonomy de las clases inglesas, arrojando al espíritu nacional,
ha dicho Boutmy, un nombre y una fecha, símbolos de la lucha
Anales de la Universidad 551

épica en que una nobleza feudal, potentemente agrupada en cuerpo


aristocrático, hizo ver en plena edad media el espectáculo de una
sociedad política consciente, defendiendo las libertades de todos por
el órgano de sus jefes naturales. A veces, un acontecimiento lejano y
aparentemente aislado, encierra la explicación de todo un conjunto
de manifestaciones extrañas á él para el observador superficial, y así
se ha podido atribuir á Waterloo influencia poderosa, sino decisiva,
en la estructura político-social de la Inglaterra, hasta el último tercio
del siglo X I X . Cuando el cañón de Bulow, retumbando de repente
hacia el pie de las colinas de Planchenois, anunciaba al duque de
Wellington el término feliz de su heroica resistencia, y al mundo, el
derrumbe final de la prepotencia napoleónica, marcaba también, por la
repentina baja en el precio de los productos agrícolas á causa de la
paz y por la supresión del curso forzoso, determinantes de una pro-
funda cridis entre los pequeños propietarios rurales, un paso deci-
sivo hacia el régimen de los latifundios y hacia la sustitución, por una
oligarquía estrecha y despótica, de la oligarquía liberal, que cons-
tituyera durante siglos el nervio y la vida de la Inglaterra.
Pero, ¿serán estos ejemplos más bien que demostración de una te-
sis general, rasgos peculiares de la nación inglesa? Será menos nece-
sario el estudio histórico de las instituciones, para conocerlas y apre-
ciarlas cuando se trate de otros pueblos? Absolutamente no. Nadie
puede conocer la organización del Imperio Alemán sin conocer el
desarrollo de la unidad alemana. Por eso, el criterio exclusivamente
jurídico falla en la interpretación del acto constitutivo del Imperio, de
su naturaleza, de su acción presente y de su orientación futura. Bur-
guess se ha elevado con elocuencia contra ese criterio que pretende
resolver tales problemas, ateniéndose á los viejos moldes y á las an-
tiguas formas con prescindenciade las fuerzas que aprovecharon esos
moldes y esas formas, para llevar á cabo una revolución trascenden-
tal. No es posible, según él, explicar el suceso por reglas jurídicas-
Aquello, dice, no era ya rechsfrage sino macJiifrage, acto de fuerza,
no de derecho; y, en consecuencia, la formación del Imperio alemán no
es la simple fusión de soberanías aisladas con arreglo á los princi-
pios que rigieron á éstas, lo que colocaría la autoridad central en el
Bundesrath, sino la agrupación espontánea de fuerzas nuevas, según
los principios naturales de atracción y repulsión, y amoldada, hasta
donde era posible, á los antiguos moldes y á las viejas ficciones.
Y quien habla de Alemania puede hablar de Francia como
puede hablar de los Estados Unidos, como puede hablar de nues-
tro país. L a constitución francesa de 1875 no se concibe ni se
comprende sino como el producto de un momento histórico especia-
lísimo en el que los republicanos no eran capaces de fundar la
República y los monarquistas no eran capaces de encontrar la
552 Anales de la Universidad

fórmula práctica de la monarquía; y la adaptación á la Tercera re-


pública de un régimen que sofoca hasta los últimos gérmenes de la
independencia local, no se explica sino remontándose mas lejos aún,
para reconocer en esa organización centralista, el sello indeleble del
genio avasallador de Napoleón I. Del mismo modo, las instituciones
de la Unión Americana tienen caracteres originales que sólo se com-
ciben por antecedentes históricos. Así, el presidente de la Unión es,
en el papel, un personaje que refunde al monarca británico y al go-
bernador de Estado, un Jorge I I I , dice Bryce, con las limitaciones
que aconsejaba la experiencia, la dura experiencia de una autoridad
real excesiva que había hecho inevitable la guerra. Igualmente, nadie
puede conocer nuestro Derecho Constitucional sin estudiar los antece-
dentes históricos, las circunstancias en que surgió el país á la vida in-
dependiente, los factores que han acompañado y dirigido su desarro-
llo. Nadie podría, para citar un caso, explicarse el capítulo de la
Constitución relativo al gobierno y administración interior de los
departamentos sin remontarse á la época en que imperaban en el
Plata las ideas centralistas prestigiadas por el genio de Rivadavia, y,
más lejos aún, al descenso moral de los antiguos cabildos, legando á
nuestra historia una página de oprobio frente á los triunfos del inva-
sor brasileño. En todas partes encontramos, pues, comprobada hasta
la evidencia la necesidad de buscar en la historia constitucional de
los pueblos, la fuente de luz que puede disipar las obscuridades que
su organización política ofrece al juicio de los contemporáneos.
Anales de la Universidad 553

CAPÍTULO V

Los peligros de la Historia

Preveo la objeción y voy á contestarla. Para ciertos espíritus—no


ciertamente faltos de perspicacia ni de ilustración—la medalla que
he exhibido tiene su reverso. E l estudio del pasado da origen á erro-
res funestos y el conocimiento de la historia ha engendrado lastimo-
sos extravíos políticos. Al contacto de la antigüedad, que la distan-
cia nos presenta con facilidad idealizada, despiértase en el hombre
una aspiración mórbida que Zola llamara la lírica nostalgia de las an-
tiguas edades. Francia ha sentido, en más de una ocasión memorable,
dicho mal con todo un séquito de terribles consecuencias. Se ha se-
ñalado ya, por escritores eminentes, la influencia enojosa que tuvieron
esas tendencias sobre los hombres de la gran revolución, habituados,
dice Emile Bourgeois, por el espíritu clásico que desde la infancia los
dominara, á ver en Grecia y Roma loa focos primitivos de la libertad,
sus gobiernos como las únicas formas posibles de gobierno libre, el
mundo antiguo como la edad de oro cuya resurrección se deseaba
con pasión tanto más vehemente, cuanto que las doctrinas de Rous-
seau enseñaban que el hombre tenía que remontarse á sus orígenes
para reconquistar la felicidad y las buenas cualidades de su natura-
leza. E l mismo Bourgeois recuerda y cita las palabras con que Fus-
tel de Coulanges señala como una de las grandes dificultades que se
oponen á la marcha de la sociedad moderna, el hábito de tener siem-
pre ante los ojos la sociedad griega ó latina, y de ver siempre los
pueblos antiguos al través de las ideas y de los hechos de nuestros
tiempos, engañándonos así, sobre ellos como sobre nosotros mismos.
Sí: todo esto es cierto, pero no proviene del estudio de la historia,
sino de su ignorancia y del desconocimiento de las leyes. Para los
poetas, Grecia es la cuna de la libertad. L a historia enseña, sin em-
bargo, que la libertad griega fué una férrea esclavitud. No era I
.%ÍK i-S^^ •

554 Anales de la Universidad

hombre más libre en Esparta que en Persépolis, ha dicho Renán. E l


Estado, entidad superior y privilegiada, se encargaba de realizar todo
el destino humano, absorbiendo al individuo en sus pensamientos, en
sus actos, en sus tareas, en sus placeres, y siguiéndolo, desde la cuna,
en todos los instantes de su vida. Duguit, en su novedosa concep-
ción del Estado y del derecho objetivo, después de sentar como ver-
dad inconcusa que entre socialización é individualización no existe
antagonismo sino paralelismo—lo que desde cierto punto de vista
podría ser exacto—refuerza su doctrina con el ejemplo de las ciuda-
des griegas, donde según él, la socialización más vigorosa se armoni-
zaba con el concepto más desarrollado de la personalidad individual;
pero, fácil es ver en tal afirmación el producto del esfuerzo del espí-
ritu de sistema que pretende amoldar los hechos á reglas preconce-
bidas, en lugar de ajustar las reglas álos hechos. L a característica de
la ciudades griegas fué la concepción del Estado soberano, sin límite
ni restricción alguna, la sumisión absoluta del individuo á sus man-
datos, no sólo en la vida pública sino en la privada, hasta en lo
más íntimo de sus sentimientos, hasta en lo más recóndito de sus
ideas. Diferencia de inclinaciones y de tendencias harán el sistema
más ó menos suave; más rígido, más severo entre los dorios, más
atemperado bajo la influencia del carácter jónico, dulce, delicado,
enamorado del arte, con su ideal de la vida tranquila y apacible, que
hace del amor, con Platón, la virtud que serena el espíritu, y del
pensamiento, con Aristóteles, un estado de reposo. Pero el cisne de
Platón no es un ave de libertad y Aristóteles está lejos de la concep-
ción del derecho individual. E l régimen, en sus fundamentos, es siem-
pre el mismo, y el mismo en su conclusión, ó sea en el despotismo.
Así también es Roma. Dentro de los muros de la ciudad y bajo el
rigor estricto del derecho quiritario, esa concepción es tanto ó más
estrecha que en las ciudades griegas. Después, al ensancharse las fron-
teras con la conquista, en la inmensidad del imperio relajáronse un
tanto los principios del derecho público, mientras el derecho pri-
vado adquiría flexibilidad por la penetración del jus gentium, sur-
giendo así el verdadero derecho romano, aquel que ha merecido la
denominación brillante de razón escrita. No hay que forjarse ilusio-
nes, sin embargo: subsiste, á pesar de todo, la misma teoría de la au-
toridad, el mismo concepto del Estado, y cada vez que se ponga en
cuestión ese concepto, se le verá reaparecer con toda su severidad y
su ciego absolutismo. Que sobrevengan las guerras civiles, que la
sociedad fatigada, despedazada, se entregue al triunfador en ellas ó
en las guerras nacionales, y surgirá una máquina formidable de
opresión: el cesarismo, la absorción absoluta de toda voluntad y de
toda personalidad por la personalidad y la voluntad de un amo todo-
poderoso.
Anales de la Universidad 555

El error que combato, fuente de los extravíos y de los desastres á


que me he referido, ha llegado á perturbar los espíritus más sólidos.
Abramos, por ejemplo, las páginas encantadoras en que Freeman,
con un vigor de análisis difícilmente superado, estudia el desarrollo
de la Constitución inglesa, y encontraremos la afirmación de que las
instituciones que podrían ser miradas como el ideal de la democracia,
son las instituciones primitivas, las que por determinación instintiva
adoptara la Humanidad desde los primeros pasos. Describe, el autor,
el funcionamiento de un gobierno popular en un país en que in-
memorial la libertad «sólo menos eterna que las nieves que la
guardan», ha conservado intactas las más antiguas instituciones de
nuestra raza: en el seno de la libre Suiza, sea bajo las pompas ma-
jestuosas del católico Uri ó bajo el estilo severo del protestante
Apenzell. Ahí están, dice, las instituciones de nuestros antepasados,
que fueron comunes á toda la raza teutónica y cuya forma exterior ha
desaparecido, pero que encierran los gérmenes de que ha salido en el
mundo toda Constitución libre. Freeman no se detiene ahí; esas ins-
tituciones tipo no se han limitado, según él, á la raza teutónica; son
el patrimonio común de la raza indo-europea. Hasta álos poemas de
Homero va el poderoso investigador en busca del modelo, y lo en-
cuentra en el campo Aqueo, delante de Ilion, en el reino insular de
Itaca y hasta entre los dioses del Olimpo. Mas esto, que debió abrir-
le los ojos, sólo sirve para ofuscarle más, impidiéndole ver que si la
organización de los antiguos germanos puede ser la de todos los pue-
blos Arios, no es la de la Suiza libre de nuestros tiempos: le
falta el sello propio de las instituciones libres, la afirmación categó-
rica del derecho individual, que no es tampoco el rasgo característico
de la organización germana, como lo ha probado Brunn, destru-
yendo así otra de las grandes supersticiones históricas, porque falta
en todos esos pueblos el reconocimiento de las prerrogativas de la
personalidad humana,.fundamenio esencial de las instituciones mo-
dernas.
Pero, la historia—ya lo he dicho—no es responsable de tales ex-
travíos ni de su consecuencia inevitable ó sea de los anhelos regresi-
vos que provocan. Por el contrario, todas sus enseñanzas pugnan
contra ellos, restableciendo, en primer término, la verdad de los he-
chos y demostrando la relatividad del valor de las instituciones, que
no deben ser juzgadas en abstracto sino con relación á los pueblos á
que serán aplicadas y á las circunstancias todas que rodearán su
funcionamiento. L a historia es el mayor enemigo de la tendencia fu-
nesta á confundir bajo la misma ley sociedades y épocas diferentes,
con absoluta prescindencia de los caracteres propios de cada pueblo y
de los elementos que pueden influir en cada ciclo de la vida de la Hu-
manidad. Por lo tanto, el modo de combatir esa tendencia no es su-
5C6 Anales de la Universidad

primir la enseñanza de la historia sino enseñarla bien, creando un


curso superior de la materia en el último año de la enseñanza secun-
daria, y dándole, además, cabida importante en los programas de cien-
cias sociales y políticas.
Anales de la Universidad 557

CAPITULO V I

Transformación incesante de las Constituciones

Esta última parte de mi trabajo es, tal vez, la que podrá encontrar
más resistencias, porque choca con las tendencias, que han predomi-
nado hasta el día, en la enseñanza de la materia en nuestra Universi-
dad y choca también con el carácter predominantemente escrito—
según dijera Borgeaud—de las constituciones modernas.
Aréchaga, estudiando las prescripciones constitucionales con un
criterio poco amplio y poco flexible, pero con claridad y energía difí-
cilmente superables, ha dejado impreso el sello de su espíritu en toda
una generación universitaria. E l malogrado profesor ha enmudecido,
pero su pensamiento vive todavía en el pensamiento de los que fueron
sus discípulos, haciendo sentir su influencia dentro y fuera de las
aulas.
En la Universidad, raro es el profesor que no tiene ocasión de pal-
par esa influencia, día á día, en la mayoría de la juventud, y yo mis-
mo he podido apreciarla, no hace mucho tiempo, asistiendo al curso
del Derecho Administrativo que dicta el doctor Carlos María de
Pena, en el cual un joven estudiante hacía el análisis de la ley orgá-
nica de Juntas, para demostrar su oposición con los textos constitu-
•cionales, con el mismo criterio lapidario bajo cuya advocación, hace
diez años, recibí las primereas lecciones de la ciencia que motiva este
trabajo.
La característica de ese criterio, de ese modo de encarar la ense-
ñanza del Derecho Constitucional, está en hacer de los textos y, lo que
es peor, de la letra de los textos constitucionales, moldes inaltera-
bles dentro de los cuales ha de entrar fatalmente toda la vida polí-
tica de un país; en atribuirles la virtud de inmovilizar la sociedad á
que se aplican, en el momento preciso en que fueron dictados, sin de-
jar el más limitado campo de acción al desarrollo espontáneo de las
fuerzas sociales. Se estudia así la ley, no se estudia la vida; y, siendo
la ley inmóvil, y la vida movimiento y actividad, ese trabajo da por
resaltado el conocimiento de una organización política que, si existió
€n algún momento determinado, ya no existe, y el desconocimiento

39
558 Anales de la Universidad

absoluto de la realidad viviente. Se adquiere, así, una noción falsa de


las cosas, resolviendo los problemas de mayor trascendencia con
arreglo á principios que sólo imperan en un mundo ficticio, tanto más
lejano de la verdad cuanto más grande sea el rigor con que se apli-
que el sistema.
No ignoro que existen autoridades imponentes que han sostenida
las excelencias §del mismo—Dicey, en su Introducción al Derecha
Constitucional, libro de un mérito incuestionable, sienta la afirma-
ción de que el profesor de derecho inglés, debe limitar su enseñanza
á la legislación estatutaria y á las prescripciones del eommon law,
prescindiendo en absoluto de ese conjunto de prácticas vigentes, á
las que el mismo Dicey aplica la denominación intraducibie de un-
dersiandings y que constituyen el nervio, la trama íntima de la vida
institucional del pueblo inglés. Pero el eminente autor parte del con-
cepto —ya rebatido en páginas anteriores,—que limita la enseñanza del
derecho a l a s reglas que tienen aplicación práctica diaria ante los tri-
bunales, concepto que aún cuando fuera aceptable en otras universi-
dades, no lo es en las que, como la nuestra, concentran en una misma
Facultad, el derecho y las ciencias sociales; y además, quien tal doc-
trina sostiene se encarga de rebatirla, ó al menos de poner en evi-
dencia sus inconvenientes y los vacíos que dejaría en la enseñanza,
cuando en uno de los últimos capítulos de su obra demuestra que las
convenciones constitucionales imperan con tanta fuerza como las
prescripciones estatutarias y como el eommon /«ÍÍ;, trayendo su in-
fracción tan eficaces «anciones que la sola posibilidad de aplicarlas
ha hecho que nunca tengan que ser aplicadas.
Lo he dicho y vuelvo á decirlo con la convicción de que afirmo
algo que no puede ser discutido: las constituciones son apenas un pá-
lido reflejo de la vida institucional de un pueblo; uno de tantos mo-
mentos en el proceso no interrumpido de la transformación de las
sociedades. En la imposibilidad de abarcarlo y de preverlo todo, de-
ben abandonar un amplio campo al desarrollo de las fuerzas viva»
de la nación. Por eso se puede asegurar que no hay constitución que
permanezca estacionaria. Factores sociales y políticos van modifi-
cándolas paulatinamente, adaptando sus prescripciones á las dife-
rentes etapas de la vida nacional. No en vano ha dicho Del Valle que
la Constitución es la forma lapidaria del sentimiento y de la idea da
un pueblo sobre la organización de su gobierno en un momento dado,
pero que, detrás de esa fórmula, está la vida misma de las naciones.
No en vano ha dicho Mackinstosh que las constituciones crecen.
Crecen, sí;—dentro de las normas generales que la Carta Fundamen-
tal expresa, tiene cabidael trabajo incesante de las fuerzas de la so
ciédad, incorporando a l a s instituciones, á la vida de los pueblos, á
la Constitución misma, puede decirse, un sinnúmero de principios y
Anales de la Universidad 559

de prácticas que acaban por tener igual valor é igual eficacia que las
más expresas prescripciones contenidas en los textos constitucio-
nales.
Se dice que tal cosa puede ocurrir en algunos pueblos, pero no en
todos. Se invoca la célebre división ideada por Bryce; constituciones
flexibles y constituciones rígidas, agregándose que la tesis que sos-
tengo, sólo es aplicable á los países regidos por códigos de la pri-
mera categoría, no á los que, como nuestro país, están sometidos á
una Constitución rígida, Error, error profundo, que empieza por una
interpretación falsa de la clasificación de Bryce y saca de dicha fal-
sedad una serie de conclusiones igualmente erróneas!
El insigne constitucionalista inglés no ha entendido, al presentar
su división, hacer de las constituciones rígidas, constituciones inmu-
tables, y atribuir la capacidad para transformarse paulatinamente á
las constituciones flexibles, como rasgo exclusivo de las mismas. Esa
división nada tiene que ver con el asunto que estudio. Constitución
flexible es, para él,laque, como la inglesa, puede ser modificada por
los procedimientos de la legislación ordinaria, y constitución rígida la
que—como la de la Unión Americana y como la nuestra—sólo puede
ser reformada con arreglo á procedimientos diferentes de los que se
siguen para la sanción de las leyes. Eso es todo. E n cuanto á la in-
mutabilidad de las constituciones, Bryce no ha podido tomarla como
elemento de clasificación, por la razón muy sencilla de que niega esa
inmutabilidad. L a transformación incesante de las constituciones, se
presenta á sus ojos con los caracteres de un hecho fatal que no
puede ser impedido, porque es una consecuencia de las leyes de la
naturaleza. Según él, todo lo que los hombres pueden hacer frente á
ese fenómeno general es cerrar los ojos, ocultarse la realidad del
cambio bajo fórmulas antiguas y respetables, y tratar de persuadirse
de que esas fórmulas tienen hoy el mismo significado que. tuvieron
hace muchas generaciones.
E n la propia y en la ajena vida, dentro y fuera del país, encon-
tramos la comprobación repetida de la doctrina de Bryce, que no es
otra, como se habrá podido ver, que la que inspira el trabajo pre-
sente. 'No hay una soia Constitución inmutable; no hay una sola
Constitución que pueda ofrecer, por el solo estudio de sus textos, un
conocimiento exacto de la organización política del pueblo que la ha
adoptado; de la vida sentida y vivida por el pueblo á quien se
aplica. No existe una sola que pueda sugerir la idea de que una so-
ciedad política cristaliza en determinada forma y permanece absolu-
tamente invariable hasta la hora en que, por otro acto constitu-
yente, se produce una nueva cristalización. A ese respecto, las cons-
tituciones rígidas de Bryce no se distinguen de sus constituciones
flexibles. A ese respecto, Inglaterra presenta los mismos caracteres
que la Unión Americana, que Francia, que nuestro país.
560 Anales de la Universidad

Hay quien cree que citar la nación inglesa en apoyo de una tesis
como la que de.=arrollo, es buscar ejemplos que no responden á una
ley general, porque, no siendo la Constitución de Inglaterra predomi
nantemente escrita—para emplear la clasificación de Borgeaud,—
son explicables allá las transformaciones constantes que en otros
países explicaríanse con más dificultad. Yo creo lo contrario. En-
tiendo que el ejemplo del pueblo inglés tiene un valor y un signifi-
cado especiales, porque se trata de un pueblo esencialmente apegado
á las formas tradicionales. La ley del progreso se ha cumplido en su
seno respetando esas formas de un modo más estricto que han sido
respetadas en el resto del mundo las reglas escritas más categóricas.
Las revoluciones políticas más intensasy raás profundas se han rea-
lizado, en ese país excepcional, conservando el armazón institucional
de la época contra la cual se reaccionaba, y así Hallam ha podido
decir que la gran revolución de 1688 no alteró materialmente las le-
yes, sino que, transformando el espíritu y los sentimientos del pueblo,
modificó fundamentalmente la disposición con arreglo á la cual eran
aceptadas é interpretadas esas leyes. Macaulay recuerda que los au-
tores de ese movimiento destinado á conmover tan hondamente al
espíritu humano, no pidieron auxilio á los principios abstractos sino
que se inspiraron pura y simpleuiente en la tradición; que cuando se les
dijo que, según las leyes de Inglaterra, la corona, en el momento de
una renuncia, debía pasar al más próximo heredero, contestaron que,
según las mismas leyes, los vivos no pueden tener herederos; que cuan-
do se les dijo que no había precedente para declarar al trono vacante,
trajeron del archivo de la Torre un rollo de pergamino, cuya fecha se
remontaba á trescientos anos atrás, y donde, en caracteres góticos y
en latín bárbaro, se recordaba que los Estados del reino habían de-
clarado vacante el trono, separando del mismo á un execrable Plan-
genet; y que más tarde, solucionado el debate en favor de quienes
así hablaban, la proclamación de los nuevos soberanos se verificó en
medio de las pompas y con arreglo á la-i fórmulas tradicionales, des-
plegándose todo el aparato de la heráldica, las trompetas, las banderas,
las grotescas dalmáticas con sus bordados de leones y flores de lys. Y
bien, ese pueblo tan apegado á las antiguas formas, ese pueblo acostum-
brado á respetar las prácticas tradicionales hasta extremos que parecen
insensatos, suministra, en su3 instituciones, el ejemplo de la más com-
pleca y radical transformación. En apariencia, las instituciones ingle-
sas permanecen estacionarias, ideáticas á sí mismas á través de los
siglos. El rey es la fuente de toda autoridad; los ministros son sus
humildes servidores; la regia prerrogativa es la regia prerrogativa de
la E l a d Media. El Parlamento, simple consejero del rey, se divide
en dos Cámaras, cuya intlueaeia reápectiva en los destinos del país
está equilibrada, inclináiidoáe ml^ bien la balanza en favor de la
Anales de la Univerfíidnd 561

Cámara de los Lores. La realidad es otra: L a prerrogativa regia va


siendo por días más limitada. L a autoridad real, si no ha llegado á la
fórmula de Thiers está, por lómenos, en la fórmula de Helio:el rey in-
fluye sobre el gobierno pero no gobierna. Los ministros ejercen el Po-
der Ejecutivo; el Parlamento ejerce influencia decisiva en su desig-
nación, y en el seno del Parlamento, la evolución democrática de la
Inglaterra lleva rápidamente la dirección del país á la voluntad ex-
clusiva de los Comunes. E n ese pueblo eminentemente tradicionalis-
ta, las instituciones han experimentado, pues, conservando las anti-
guas formas, una transformación profunda, fundamental, no ya sola-
mente por la intervención del Common law sino también, y de un
modo principal, por la acción constante y creciente de las convencio-
nes constitucionales (understandings), semejantes, para Franqueville,
á las leyes del honor, no escritas en ningún código, y dominando, sin
embargo, prepotentes, á la humanidad civilizada.
Pero, en fin, á pesar de lo dicho, la constitución inglesa se presen-
ta con caracteres excepcionales, y el ejemplo podría considerarse poco
decisivo. Dirigiendo la vista á otras nac'ones ¿será posible hallar esas
constituciones inmutables, eternamente inmóviles, eternamente igua-
les á sí mismas, eternamente cristalizadas en la letra inflexible de
sus textos?
Absolutamente no! L a Constitución americana, presentada con
frecuencia como un tipo invariable, ha sufrido un trabajo incesante
de transformación, y está lejos, hoy, del modelo que Hamilton y Ma-
dison presentaron, en «El Federalisca», á sus contemporáneos y á la
posteridad E l sistema de elección presidencial, á dos grados, ha sido
sustituido, desde la tercera elección, por elección directa por el pueblo,
merced á inflexible mandato imperativo; la imposibilidad de segun-
da reelección ha pasado á ser principio inviolable por el ejemplo de
Washington, sin que bastaran á derogarlo todos los prestigios de la
personalidad de Grant; la guerra de Secesión ha tenido la virtud de
atribuir al Presidente, en situaciones extraordinarias, un poder
que no soñaron los autores de la Constitución; y después, en días
próximos al presente, la política imperialista tiende nuevamen-
te, á exagerar la situación del Presidente de la Unión frente
á los demás centros de autoridad. 8e ha acentuado la separación
entre los poderes Ejecutivo y Legislativo: el Congreso no ha oído la
voz del presidente de la República, desde que se apagaron los acen"
tos augustos de la palabra de Washington y la vigorosa dialéctica de
Adams, y con Hamilton concluyeron los ministros que tomaran par"
te en los debates del Congreso. En cambio, el régimen de los Comi-
tés, ideado para salvar ese abismo entre ambas órdenes, empieza á
producir males peores que los que se quisieron evitar, surgiendo junto
al gobierno presidencial, ese gobierno congresional que dio te-
VJ

562 Anales de la Universidad

ma á Woodrown Wilson para escribir un libro, exagerado en sus con-


clusiones, pero que revelaba tendencias mal conocidas aún en la vida
constitucional americana. Los ministros que, según la Constitución,
debían ser nombrados con acuerdo del Senado, lo son, en realidad, por
la autoridad exclusiva del presidente de la República. E l speaker de
la Cámara popular, personaje poco menos que ignorado por los cons-
tituyentes, ha llegado á adquirir influencia preponderante en la mar-
cha política de la nación. Las prescripciones que en apariencia menor
asidero pudieran ofrecer á discusiones y modificaciones han provoca-
do interpretaciones contradictorias: así, respecto de la facultad de ce •
lebrar tratados, no obstante el artículo constitucional que la confiere
al Poder Ejecutivo y al Senado, la Cámara de Representantes ha re-
clamado y reclama una participación activa, Jefferson la sostenía des-
de los primeros días de la Unión, y, sí bien es cierto que bajo Washing-
ton en 1796, bajo Monroe en 1828 y bajo Johnson en 1867, la juris-
pudencia le da un categórico desmentido, la doctrina indicada ha pre-
valecido después en varias ocasiones, y aún no es posible saber si pre-
dominará en definitiva, aún cuando es evidente que se inicia un pe-
ríodo en que la Cámara Popular va ganando terreno sobre el Senado
en materia de Relaciones Exteriores. Esa Constitución, que tan á
menudo se señala como ejemplo de solidez y de inmovilidad, es un ins-
trumento flexible y variable que se adapta á todas las transforma-
ciones de la nación á que se aplica y se amolda á la evolución constan-
te de las fuerzas sociales.
Francia es también modelo de instituciones predominantemente es-
critas, y entra en la serie de naciones regidas por constituciones rígi-
das según la clasificación de Bryce. Y bien, ¿dónde está esa consti-
tución francesa inflexible é inmutable? ¿Cuál es esa organización igual
á sí misma durante los últimos treinta años? ¿Acaso podría conocer la
verdadera organización actual quien se atuviera al texto de las leyes
constitucionales que en 1875 dieron forma concreta á la Tercera Re-
pública? ¿Reconocerían su obra, los autores de dichas leyes, en el fun-
cionamiento de las instituciones francesas al comenzar el siglo X X ?
Absolutamente no! La República conservadora de Thiers y de Mac-
Mahón no se reconocería en la República radical de Loubet, más exac-
tamente de Waldeck Rousseau y de Combes. A los mismos textos co-
rresponden prácticas cada vez más diferentes. República fundada por
una Asamblea monarquista, detenida en su obra por el feliz empeci-
namiento de un pretendiente que no se resignaba á adoptar la insig-
nia tricolor de la revolución, del imperio y de la monarquía liberal,
debió constituir un sistema conservador y autoritario. E l presidente
que de tal combinación surgiera no podía, no debía ser el monarca de
las monarquías constitucionales. Era Thiers, resolviendo las cuestio-
nes con sólo plantearlas, é imponiéndose, en último caso, con la ame-
Anales de la Universidad 563

naza de su dimisión. Era, más tarde, consolidada la República, Mac-


Mahón, amonestando á Jules Simón por sus condescendencias con la
Cámara y poniendo en peligro el régimen gracias al célebre programa
del gobierno de combate. Con Grevy la escena cambia: el recuerdo
<lel 16 de mayo ha transformado por completo la concepción de la au-
toridad presidencial: Grevy cavila, intriga, conspira, hace víctimas de
sus maniobras á varios de los ministros que tiene que aceptar; malo-
gra la tentativa del gran ministerio con que Gambetta hubo de dar una
base sólida al instable parlamentarismo francés; soporta luego difícil-
mente á Ferry, y aún tiene viarazas de resistencia contra la ola parla-
mentaria que lo envuelve en el momento de su tristísima caída; pe-
ro no llega ya hasta las manifestaciones autoritarias de sus antecesores.
Carnot, Faure y Loubet acentúan esa evolución. De Mac-Mahón á
Loubet hay una enorme diferencia, y, sin embargo, no ha variado la
ley constitucional en lo relativo á la presidencia de la República.
No ha variado, tampoco, en cuanto á la influencia del Senado en la
gestión política, y no obstante, el Senado de 1905 no es el Senado de
1875; su autoridad ha ido atenuándose, su poder frente á la Cámara
popular ha perdido mucho de su eficiencia y de su brillo. Anulado en
la práctica el derecho de disolución, ha perdido el Senado la influen-
cia que le daba su participación constitucional en un acto de tamaña
importancia. A pesar de la disposición expresa del artículo 6 de la ley
de 25 de febrero de 1875, que establece la responsabilidad política del
ministerio ante los dos altos cuerpos colegisladores, esa responsabili-
dad frente al Senado ha desaparecido por completo. Contados son los
casos en que el Gabinete cayera ante la oposición de aquél: Dufaure en
1876, pero estaba desautorizado anticipadamente por la actitud de la Cá-
mara popular; Tirard en 1888, pero quince días antes había querido re-
tirarse en presencia de las manifestaciones de la misma. Bourgeois en
1896, mas el hecho se explica por las condiciones especiales de la
cuestión que motivó la caída. Y ese retroceso de la Asam-
blea conservadora frente á la Asamblea popular y radical, al-
alcanza también las facultades financieras de aquélla. Con la misma
ley escrita, imperando los mismos textos, la Constitución francesa ha
sufrido una transformación profunda en provecho de la Cámara de
Diputados y en perjuicio del presidente de la República y del Senado,
es decir, de los factores que, para la mayoría monarquista de 1875, de-
bían imponer el predominio de las tendencias conservadoras que pre-
pararían, para día más ó menos próximo, la restauración del trono se-
cular de los Borbones ó de la dinastía plebiscitaria de los Bonaparte.
Idéntico antagonismo en Alemania, entre los textos constitucionales
y la verdadera organización del Imperio. Ante la letra de las leyes,
los poderes públicos se sitúan en una escala jerárquica cuya mayor
altura corresponde al Bundesrath, verdadero congreso diplomático en
564 • Anales de la Universidad

el que toman asiento los representantes de todos los soberanos alema-


nes. E l emperador aparece como un ejecutor de las voluntades de ese
congreso, existiendo, todavía, entre ambas autoridades, el Reitchstag^
con el prestigio imponente del sufragio universal. Pero la realidad de
las cosas es otra, distinta, radicalmente opuesta á las apariencias. E l
Bundesrath ocupa el último término en la escala jerárquica de los
poderes del Imperio, Sobre todos ellos está el Emperador, con facul-
tades casi despóticas, que el prestigio de la victoria y su carácter de
fundador del Imperio han dado al rey de Prusia; y si alguna fuerza
tiende á surgir prometiendo limitarlo en un futuro aún lejano,
esa fuerza no hay que buscarla en el Bundesrath, sino en la Cámara
de origen popular, que, aceptada como instrumento de combate, como
un medio de utilizar el sentimiento de los pueblos en la obra de la
unidad alemana, empieza á preocupar seriamente á la burocracia pru-
siana por el avance que operan en su seno los partidos de ideas demo-
cráticas radicales. Allí tampoco, pues, la vida institucional se refleja
con exactitud en los textos constitucionales.
Anales de ¡a Universidad 56 &

CAPITULO VII

Transformación de la Constitución Nacional

Así es, y así tiene que ser. Si recorriéramos, uno por uno, todos los
pueblos, encontraríamos los mismos hechos que acabo de señalar en
Inglaterra, en Estados Unidos, en Francia y en el Imperio Alemán,
ó sea la imposibilidad de contener, dentro de cierto número de fór-
mulas estrechas, la vida institucional de las sociedades políticas. Y
el fenómeno indicado tiene valor, no sólo porque revela con harta
claridad cuál ha de ser la verdadera materia de estudio en un curso
de Derecho Constitucional, sino porque suministra el criterio á, que
han de someterse las prescripciones constitucionales en el aula y en
la vida pública, diciéndonos que siempre que el Código Fundamen-
tal no lo impida con terminantes disposiciones preceptivas ó prohi-
bitivas, es lícito al legislador llenar sus vacíos, salvar sus omisiones
y hablar por el constituyente, dando satisfacción á los anhelos de los
pueblos y á las necesidades perentorias de la evolución social. E s
esto lo que Julio Ferry llamara, defendiéndolo con toda la energía
propia de su carácter, interpretación por retiscencia. Es el principio
que proclamó y sostuvo, durante su larga presidencia de la Corte Su-
prema de los Estados Unidos, aquel espíritu vigoroso y profundo que
se llamó John Marshall, cuando decía que una vez que el pueblo
confiere al gobierno nacional un poder, ese poder ha de ser interpre-
tado ampliamente; que tanto cuanto se debe ser exigente para reco-
nocer su existencia, se debe ser condescendiente y fácil para apli-
carlo; que hay que entender que cuando el pueblo confiere una fa-
cultad, confiere al mismo tiempo medios extensos para su aplicación;
que la sociedad puede ser bien avara en la concesión de derechos á
sus agentes, pero que una vez hecha la concesión, debe tener con-
fianza en la competencia y en la integridad de aquéllos, dejándoles
amplia libertad en los medios para llegar al objeto deseado, que es el
éxito. Es también lo que, por boca de Hamilton, enseñaran los fundado-
res de la Unión Americana, los mismos autores de la Constitución, ex-
presando que todo poder confiado á un gobierno, es por su natura-
leza soberano y encierra la facultad de emplear todos los medios ne-
i^6G Anales de la Univeraidad

cesarios y lealmente aplicables para llegar á los fines de ese poder,


con tal de que no sean prohibidos por restricciones y excepciones es-
pecificadas taxativamente en la ley constitucional. E s todavía más
que todo eso: es el único medio de suprimir la irreductible antinomia
de estos dos términos: Constitución inmóvil y sociedad en pleno des-
arrollo; la única forma de conciliar la deseable fijeza de los textos
constitucionales con la natural transformación de los pueblos á quienes
se aplican. Es la energía vital de las naciones animando las fór-
mulas muertas de los códigos, rompiendo los moldes estrechos que
en vano quisieran contenerla ó inmovilizarla.
¿Que ofrece peligros este criterio, que puede ser fuente de graví-
simos males? Eá posible; pero se trata de peligros y de males no ma'
yores que los que podrían derivarse del opuesto criterio. Los ex-
travíos de la pasión ó del interés encuentran un instrumento tan
cómodo en la inflexibilidad de los textos como en la más amplia
regla de interpretación. L a letra mata,' el espíritu vivifica:—en nin-
guna materia son tan exactas estas palabras tantas veces repeti-
das. Esas interpretaciones restrictivas son una barrera insalvable
para hacer el bien y un obstáculo irrisorio contra el mal. Con el
criterio que sositengo, ha podido el organismo nacional desarrollarse
y expandirse con arreglo á las principios que rigen al desarrollo y
á la expansión natural de toda sociedad; y, entretanto, con el crite-
rio que combato—aparentemente fiel, como ninguno, á la práctica
sincera y verdadera de los preceptos constitucionales, se han consu-
mado las más torpes infracciones á dichos preceptos, estableciéndose,
en más de una ocasión, la reelección presidencial malamente disimu-
lada, y desnaturalizando por completo el verdadero carácter de nues-
tro régimen de gobierno, hasta llegar á un presidencialismo avasa-
llador que, so pretexto de mantener la división de poderes, la suprime,
concentrando toda autoridad política en el Presidente de la Repú-
blica.
Todas las grandes reformas que el país ha conquistado y que, en
medio de las calamidades que sobre él han pesado, le han permi-
tido llegar á la altura en que se halla, se han llevado á término por
ese procediiniente amplio de interpretación. L a abolición del fuero
eclesiástico, la enseñanza laica, la absoluta libertad de cultos, la li-
bre discusión en materia religiosa, la extensión á todos los habitan-
tes del país, de los derechos individuales que la letra de la Cons-
titución sólo acuerda á los ciudadanos, incompatibilidades parla-
mentarias indispensables, matrimonio civil obligatorio, régimen auto-
nómico de las Juntas, la misma representación de las minorías, y
como estas, muchas otras conquistas del espíritu liberal de la época,
no hubieran podido alcanzarse interpretando con criterio formalista
los textos constituc'onales; y, entretanto, la aplicación rigurosa de
Anales de la Universidad 567

ese mismo criterio ha tenido la malhadada virtud de llevar á extre-


mos lamentables la omnipotencia presidencial, suprimiendo la cons-
tante vigilancia del Cuerpo Legislativo sobre el Poder Ejecutivo,
anulando la institución ministerial, colocando en la cima de la ad-
ministración ptiblica un ser monstruoso, dotado de diez y nueve
brazos en sus diez y nueve jefes políticos, el verdadero Leviathan de
la leyenda, que ya Hobbes tomara como símil perfecto de su Estado
omnipotente.
Tan cierto es que ese espíritu estrecho y depiimente, obra, según
se ha dicho, como esas anquilosis que privan al brazo de todo mo-
vimiento que requiera flexibilidad y sólo le permiten desplomarse
violentamente sobre los objetos en una acción casi mecánir^a! Tan
cierto es que la aplicación rígida de los preceptos legales, adhiriendo
al culto de su letra con despreciable fariseísmo, y cerrando todo res-
quicio á la influencia de los principios que deben animar esa letra y
á la intervención constante de las fuerzas vivas de la sociedad, es la
negación de esos mismos preceptos, en lo que pueden tener de útil,
de noble y de fecundo—encerrándola esterilidad desesperante para
el bien y las facilidades más lamentables para el mal!
Durante largos años—para concretarme al ejemplo que dejo enun-
ciado,—se ha operado en el país una evolución regresiva, en la que
los intereses políticos han tenido un auxiliar poderoso en los teóri"
eos afiliados á la escuela que combato. Partiendo de la idea de cla-
sificar las instituciones con arreglo á tipos fijos, inmutables, se ha
enseñado que existen dos formas de gobierno radicalmente opues-
tas: forma parlamentaria ó de gabinete, y forma presidencial; se ha
presentado como ejemplares clásicos de las mismas, respectivamente,
la Constitución inglesa y la Constitución americana, y se ha hecho
después, con arreglo á esos modelos, la clasificación de los gobiernos
constitucionales del mundo entero. Todo país en el que no estuviera
establecido el gobierno parlamentario según el tipo inglés, tendría
que ser colocado entre los de gobierno presidencial, con arreglo al
tipo americano—y, lo que es peor, no con arreglo al tipo real de las
instituciones americanas, tal como, según ya se ha visto, lo han de-
jado ciento y tantos años de existencia, sino con arreglo á un tipo
imaginario que no solamente no existe sino que no ha existido jamás.
De aquí ha surgido un sistema liberticida, que. so pretexto de ampa-
rar la independencia de los poderes públicos, establece el despotismo
ilimitado é irresponsable del Ejecutivo—sin ministros, porque según
la letra del artículo constitucional son simples encargados del despa-
cho; sin la conveniente vigdancia de la Asamblea, que, en el silencio
del mismo código, no tiene otra facultad, respecto del Ejecutivo,,que
la de acusarlo por medio de la Cámara de Representantes ante J a
Cámara de Senadores.
568 Anales de la Universidad

De aquí la completa irresponsabilidad del poder materialmente más


fuerte de la nación. E l juicio político es una institución muerta; no
está más que en la letra de la Constitución; falta en la realidad de
las cosas, en nuestros hábitos, eii nuestra educación política- Pensar
en él sería como pensar en los Estados Unidos en una tercera reelec-
ción presidencial. Cualquier atentado, el más grave, el más condena-
ble, parecería á la opinión pública menos grave que tan extremo re-
medio. Sólo encontraría eco en uno de esos casos en que un déspota,
salvando todas las barreras, hace ludibrio de todas las leyes divinas
y humanas, y ya esos casos no se resuelven por el juego de los re-
sortes legales sino por la suprema apelación á la fuerza, por la ulti-
ma raiio de los pueblos, por la resistencia armada contra la opre-
sión. Sentar, pues, que las Cámaras no tienen otro recurso que aquel
para contralorar y limitar la acción del Poder Ejecutivo, es suprimir
toda vigilancia y toda limitación. Así se explica que ese poder haya
sido generalmente el ardiente propagandista de la doctrina. Cuando
Avellaneda, ministro de Sarmiento, reclamaba su propio enjuicia-
miento, como más digno y más eficaz que el régimen de las interpe-
laciones, sólo reclamaba la impunidad y la irresponsabilidad, y la
impunidad y la irresponsabilidad serán siempre, en estos países,
resultante fatal del predominio de tal criterio sobre las relaciones de
los poderes públicos. Y lo peor del caso es que tales ideas, engen-
dradas por el extravío de la pasión ó del interé?, encuentran, así, es-
píritus selectos que suministran á esas pasiones y á esos intereses la
teoría científica requerida para imponerse con todo el prestigio de
una autoridad indiscutible, permitiéndoles ahogar el verdadero espí-
ritu y las verdaderas tendencias de nuestras instituciones, mediante
el cumplimiento aparente de sus preceptos, declarados inflexibles é
inmutables.
Es de ese modo, vuelvo á decirlo, que en la escala jerárquica de
los poderes públicos, el Ejecutivo, concentrado más y más en el Pre-
sidente, ha llegado á dominar con caracteres que no desdeñaría el
kaiser prusiano. Sic voló sic jubeo, tal es, bajo las apariencias de la
constitucionalidad más estricta, la característica de la autoridad pre-
sidencial. E l último desgraciado que, por obra d é l a casualidad, llega
á encaramarse aL sillón de Joaquín Suárez, resulta una entidad im-
ponente y dominante, peligrosa para todo germen de libertad. Que la
presidencia recaiga en un hombre, en un ciudadano de energía y de
carácter, y asumirá las proporciones de una verdadera autocracia. En
un país pequeño y políticamente centralizado, todo lo absorberá en
su esfera de acción, desde los más trascendentales problemas hasta
el nombramiento del último de los empleados. E n todos los momen-
tos, á propósito de cualquier asunto, del que por naturaleza sea más
extraño á la autoridad del Presidente, la pregunta de todos los que
Anales de la Universidad 569

algo sepan de la verdad de las cosas será: ¿qué opina el Presidente?


Frente á esa suma enorme de autoridad, las resistencias indivi-
duales ó colectivas serán infructuosas, no por culpa de los hombres
sino de las circunstancias, que todavía agregan á los factores indica-
dos, absorción y centralismo político, un socialismo de Estado que
proporciona al Ejecutivo, además del ejército de línea^ só lo utilizable
en situaciones extremas, el ejército formidable y eternamente activo
de los empleados públicos, que hace que raro sea el hombre que, por
sí, por sus padres, sus hermanos ó sus amigos íntimos, no tenga algo
que esperar ó que temer del Presidente de la República, lo mismo en
Montevideo que en el último rincón del territorio. Habrá, sin duda,
quienes resistan á esas influencias, quienes sean superiores á la es-
peranza de tales halagos como al temor de tales represalias; pero la
Humanidad no se compone de ángeles, y es principio de sana política
no colocar á los hombres en perpetuo conflicto entre su deber y sus
intereses. Entretanto, toda la institución de la presidencia implica
entre nosotros la violación de este principio, no contra lo que dispo-
nen los textos constitucionales sino, por el contrario, respondiendo á
la interpretación judaica de los mismos, autorizada por los errores
de la doctrina y explotada por pasiones extraviadas ó por ambicio-
nes inconfesables.
570 Anales de la Universidad

CAPÍTULO VIII

Resumen y conclusión

Hago alto aquí: Demasiado se prolonga ya mi trabajo, para ser lo


que debe ser: exposición de motivos del programa. Lo dicho basta
por lo demás, para demostrar la necesidad de sustituir el estudio de
las leyes constitucionales por el de la vida misma de los pueblos, con
sus cualidades, sus defectos, sus pasiones generosas y sus miserias,
que en los códigos no se reflejan. Es necesario educar á la juventud en
el contacto con otras sociedades, con otros mundos, y ese contacto sólo
se adquiere por dos medios: ó bien por los viajes 6 bien por la lectu-
ra, que puede reemplazar á los primeros. Nuestros compatriotas via-
jan poco y, desgraciadamente, leen menos, surgiendo así esos espíri-
tus estrechos, esas inteligencias unilaterales que absorbidas por una
sola idea llegan hasta caer en la neurosis, fanáticos de un principio,
de la revolución ó de la autoridad, del orden ó de la anarquía, tanto
más peligrosos cuanto más sinceros, tanto más funestos cuanto más
honrados, que no incendiarían el templo, como Erostrato, por inmor-
talizarse, pero que arruinarían el mundo sacrificándolo á la fría impa-
videz de un silogismo. Es necesario abrir á la juventud más amplios
horizontes: que sienta, que palpe la vida política universal en sus ma-
nifestaciones más importantes, que perciba el conflicto eterno entre el
ideal y la realidad no sólo próximo á ella, donde, por lo general, pare-
ce imponerse esta última, sino fuera del país, donde las apariencias
suelen presentar siempre triunfante al primero. Que vaya al fondo
de las cosas, que penetre hasta lo íntimo de la vida de esas socieda-
des, y es posible que sufra alguna decepción; pero, decepción saluda-
ble, que refrenará sus impaciencias, que atenuará sus amarguras, que
combatirá el incurable pesimismo nacional. De tÍ3mpo en tiempo,
defraudados en sus ilusiones, sienten los pueblos, como los individuos,
la voz de la madre naturaleza que los llama á descansar en su seno,
cerrando de ese modo su espíritu á la esperanza, visión que parece ale-
jarse á medida que avanzamos, claridad que anuncia una aurora que
no llega jamás. Preséntese á una sociedad más ó menos impresiona-
da en esa forma por antiguos ó recientes infortunios, el cuadro real de
Anales de la Universidad 571

la propia vida junto al cuadro ideal de las instituciones ajenas, y sur-


girá ese estado de espíritu que, según dijera Guyau, no conduce al
suicidio colectivo de que hablara Harcman, porque éste se hace in-
útil por la extinción lenta y continua de la vida. En cambio, póngase
frente á la realidad de la vida propia la realidad de la vida extraña,
no exenta de los defectos y de las miserias que la experiencia nos re-
vela á diario en aquélla, y el ánimo se sentirá retemplado por la con-
vicción de que no es oro todo lo que brilla como tal, á favor de la
distancia, ni es vil plomo todo lo que de cerca nos rodea; que aún te-
nemos mucho que luchar y mucho que aprender, pero que no es cor-
to el trayecto recorrido ni estamos en el caso de ocultarla frente ante
el juicio de la Humanidad.
Hace algún tiempo, desangrándose el país en una guerra impía, par-
tieron del seno de una tierra hermana voces que lanzaban la idea de
que los orientales no encontrarían el reposo mientras no dieran sa-
tisfacción, por el federalismo, á las tendencias locales, atribuyendo la
paz duradera de su propia patria á esa peculiaridad de sus institucio-
nes; y es posible que algunos compatriotas, angustiados por las pertur
baciones incesantes en que nos debatimos, hayan mirado con despe-
cho el cuadro idílico de la paz argentina, un tanto alterada sin em-
bargo, en los últimos tiempos. Un estudio superficial puede, en efecto,
robustecer ese pensamiento; pero, yendo al fondo délas cosas, salien-
do del mundo de las ficciones para entrar en el de la verdad, es for-
zoso reaccionar contra él, porque esa paz no es el producto de una or-
ganización federal que satisfaga las tendencias y las aspiraciones de
las diversas colectividades, sino de la degeneración del federalismo
que absorbe y mata las fuerzas cívicas, que anula y usurpa la sobera-
nía nacional, enfeudando las provincias á camarillas locales sin más
ley ni más freno que la sujeción á otra camarilla central, adueñada
del poder supremo, é imponiendo su voluntad, desde hace largos años,
á una sociedad cuyos partidos desorganizados, son incapaces de toda
reacción contra ese régimen. No: no debemos mirar con envid,a esa
clase de sistemas. E n los estremecimientos, á veces brutales, del or-
ganismo nacional, se revelan energías poderosas, manantiales fecun-
dos de fuerza, de luz y de vida, y la misión del hombre de Estado es
utdizar esas energías, gobernarlas, educarlas, dirigirlas hacia objetos
útiles, pero no sofocarlas por completo para reemplazar las inquietudes
y los azares de la libertad por el letargo embrutecedor de los pueblos
que llegan á sentirse felices en el seno d é l a servidumbre!
Bajo este y bajo otros aspectos, extensamente desarrollados en pá-
ginas anteriores, tendrá, la enseñanza del Derecho Constitucional, co-
mo la dejo planeada, un carácter profundamente moral. Encierra pa-
ra los déspotas lecciones t:an fecundas, que Napoleón III se creyó obli.
gado á proscribirla (como estudio comparado) de las Facultades Impe-
572 Anales de la Universidad

riales. En cambio, para los exaltados, para los impacientes, para los
fanáticos de la libertad, forma uua escuela de calma y de resignación.
Como historia y como estudio de la vida práctica de los pueblos, po-
see las virtudes preciosas de apaciguamiento y de templanza reconoci-
das á la primera y los estímulos poderosos que surgen del segundo.
Presentando las instituciones en plena actividad, en perpetua evolución,
está hecha, nuestra ciencia, para forjar esa hermosa cualidad del eapíri-
tu, tan útil para los pueblos como páralos individuos, que consisteensa-
ber esperar, en ver la derrota del día como un incidente nimio antdel in-
menso campo de acción que presenta el futuro, que nos espera, que es
nuestro, porque no hay solución de continuidad entre las generaciones
que se suceden, y así como viven en nosotros los que ya no existen-
viviremos nosotros en los que vengan después; solidaridad divina, ba-
sada en vínculos indestructibles, que elevándonos hasta el supremo
concepto de la inmortalidad terrena y positiva, ensancha la esfera de
nuestra influencia en el espacio y en el tiempo, abriendo al espíritu
un infinito de justicia, de amor, y de esperanza! Sus enseñanias tien-
den á suprimir el tipo inquieto del revolucionario por temperamento-
por sistema, por doctrina, con su reacción forzosa, tan admirablemen-
te caracterizada por Renán en aquel otro tipo, igualmente fatal, en-
gendrado por el cansancio.de las sociedades, «del hombre de orden co-
mo se le llama, pronto á tolerarlo todo, incluso lo que odia, el eterno
Fouché con sus perfidias honestas, mintiendo por conciencia, y venza
quien venciere, siempre vencedor». Ante sus lecciones se forma la con,
vicción saludable de que las instituciones no perduran sin la modera-
ción en las ideas y la temperancia en los actos; de que la libertad no
puede ser obrado un día, en tanto que la servidumbre puede ser obra
dé un instante; de que el culto de los principios liberales tiene dos
formas completamente distintas: la que busca los conflictos que con-
ducen á su ruina, provocando la manifestación de los defectos que á
menudo la entregaron á la voluntad de un soldado audaz ó de un
soldado valiente, y la que trata de atenuar esos defectos para que re-
salten y se impongan las virtudes que constituyen su gloria.
Tal es el fruto que se puede sacar de nuestra ciencia, como yo la
concibo. De que ahí está la verdadera senda, no tengo dudas. Las ten-
go, en cambio, respecto de mis fuerzas para mantener en ella á la ju-
ventud; aunque contaría, si me tocara hacer la experiencia, con una
voluntad firme y una adhesión ardiente á los altos ideales de la Hu-
manidad.

Ji/an Andrés Ramírez.


Anales de la Universidad 573

Método de e n s e ñ a n z a

Breves consideraciones q a e amplíaa la e x p o s i c i ó n d e


motivos del prog^rama

Grran parte de lo dicho en la exposición de motivos del programa


se relaciona con el método de enseñanza, porque es muy difícil sepa-
rar, á ese respecto, el fondo de la forma. Debo, sin embargo, agregar
algunas observaciones, refiriéndome para lo demás, á lo que en aquel
trabajo tiene atinencia con estas cuestiones.
Creo, sinceramente, que, fuera de lo expresado allí, el método, redu-
cido así á los detalles del procedimiento á seguir en clase, tiene una
importancia que decrece, á medida que nos alejamos del primer mo-
mento en que la instrucción toma al hombre—es decir, de la niñez—
y nos elevamos, en la vida del mismo, para encontrarlo ya formado
en su inteligencia y en su carácter. En este último período es más la'
materia misma de la enseñanza lo que importa—y á ese respecto bas-
tante me extiendo en la referida exposición de motivos. Serán, pues,
las presentes, observaciones complementarias de otro estudio y como
tales las condenso en las páginas que siguen.

Entiendo que el fin que debe perseguir el profesor de Derecho


Constitucional, fuera del alto fin moral á que yo dediqué aquella
parte de mi trabajo, es el de propender á que la capacidad intelec-
tual del estudiante se ensanche y se imponga, adquiriendo su des-
arrollo y destacándose por el desarrollo adquirido. H a y que huir de
todos los métodos niveladores, de todos los sistemas que encierran el
campo de acción de los estudiantes dentro de límites muy restringidos.
E s necesario estimularlo á que se haga sentir cori todas sus energías
intelectuales, y permitirle que cuanto más cuantioso sea el caudal de
dichas energías, más alto sea el puesto que ocupe entre sus cora-
pañeros. . -
A ese respecto, surge la necesidad de considerar tres elementos: los
programas, la labor de clase y, por último, los exámenes.
áo
574 Analeg de la Universidad

Programas

¿Deben ser analíticos ó sintéticos?—¿Han de trazar en todos sus de-


talles el trabajo á realizar por los estudiantes, ó deben, al contrario,
fijar rumbos generales, con gran amplitud y dejando libertad relativa
al profesor y al estudiante? Cualquiera respuesta que se dé á estas
preguntas puede ser abonada con sobra de argumentos. Considero,
sin embargo, que existen en favor de los programas sintéticos, dos
que prevalecen sobre todos los aducidos en contrario.
E n primer lugar, los programas analíticos son esencialmente nive-
ladores; tienden á colocar á una altura general á todos los estudiantes.
Enumerando una por una, todas las cuestiones que pueden surgir, surge
entre los estudiantes la tendencia á no salir de -ahí, á no buscar cues-
tiones nuevas, á no ensanchar el campo de sus investigaciones. Entre-
tanto, el programa sintético es un e:ran estimulante y una verdadera
piedra de toque para el mérito real. Dentro de cada una de sus enun-
ciaciones hay espacio para que la inteligencia del discípulo tra-
baje y se desarrolle, según sus inspiraciones y sus alcances. E l es-
píritu brillante y selecto llegará dentro de esos límites amplios,
mucho más lejos que el mediocre ó que el que no tenga cualida-
des especiales; descubrirá nuevas cuestiones, nuevos temas ó nuevos
aspectos del mismo tema, ejerciendo así benéfica influencia sobre el
profesor y sobre sus compañeros.
Se puede agregar, en segundo término, que los programas sintéticos
son los únicos conciliables con la incesante novación de ciertas
ciencias. E n ellas los programas analíticos resultan atrasados al poco
tiempo de entrar en vigencia. Y el Derecho Constitucional—sobre todo
con arreglo al plan que me he trazado, está en ese caso. Surgen á
diario nuevas fuerzas, nuevos conflictos, y, por lo mismo, nuevos te-
man, quedando sin mayor interés otros que ayer lo tenían. Conviene,
pues, formular con alguna elasticidad los tópicos que abarcará el
programa.

Labor de clase

Entre los dos grandes sistemas á escoger, explicación é interroga-


ción, no es posible decidirse. Prescindir del primero sería imposible;.
prescindir del segundo sería insensato.
Imposible prescindir del primero, parque cada materia requiere, en
sus puntos más importantes, la intervención del catedrático; explica-
ciones previas 6 explicaciones complementarias que preparan la ad-
quisición de los cemiocimíentoá ó ayudan á fijarlos.
Insensato prescindir del seguado porque las explicaciones del pro-
Júnales de la Universidad 575

fesor, como medio exclusivo é invariable de enseñanza, no incitan al es-


tudio sino que fomentan la indolencia y el abandono. E s indispensa-
ble que, con alguna frecuencia, se interrumpa el trabajo del profesor
dejando lugar al trabajo del estudiante: que sepa éste que también
ha de poner mucho de su parte; que no vea en las explicaciones
-de aquél una obligación á soportar, más ó menos penosa, sino un
auxiliar precioso para desempeñar otra obligación que le incumbe, ó
sea la de demostrar, contestando las preguntas que se le dirijan ó
•desarrollando los temas que se le marquen, que ha adquirido y asimi.
lado conocimientos, que no es un instrumento inerte, una materia
muerta sobre la cual resbalan la palabra del maestro y las doctrinas
de los autores.
Además, las explicaciones constantes y continuas son matadoras.
El profesor que explica durante una hora de clase, puede contar con
que durante el primer cuarto le escuchan todos; que entre el segundo
y el tercer cuarto dejan de escucharle dos terceras partes de sus dis-
cípulos, y en el último no le escucha nadie. Con profesores muy bri-
llantes y temas muy amenos surgirán excepciones, pero los primeros
son escasos y los segundos no están nunca en número bastante para
llenar todas las clases del año.
La explicación debe alternar, pues, con las interrogaciones, y
«n cuanto al tiempo á dedicar á una y otra se puede decir lo siguiente:
la explicación, sólo por excepción, ha de absorber toda la hora de
«lase; las interrogaciones, sí, pueden absorberla toda, si el tema lo
permite, porque los estudiantes se reemplazan unos á otros en la ta-
rea, descansando su atención con la variación en el sujeto, que su-
prisne la terrible monotonía de las latas profesorales, y con el diálogo
que se establece necesariamente entre profesor y discípulos.
Un gran elemento de estímulo para los estudiantes son las discu-
siones en clase. El peligro de ciertos apasionamientos y ciertos erro-
res no puede compensar las ventajas que el procedimiento encierra.
Los jóvenes toman así el más vivo interés por las cuestiones someti-
das á su juicio, se afanan y estudian buscando argumentos, no hacen
tan sólo su deber sino mucho más que su deber. Entretanto, aque-
llos mismos peligros pueden ser evitados si el profesor plantea pre.
viamente las cuestiones con claridad y señala después á los discípu-
los las fuentes á que han de recurrir para resolverlas, escogiendo las
más sanas, las menos peligrosas, aunque sin prejuicio alguno en la
elección, que dé por resultado la forzosa inclinación del estudiante
hacia una tesis determmada.
Un recuerdo personal, del primer año de mi vida de estudiante^
acentúa la idea que dejo expresada. Allá, por el año 188S, estudiaba
yo Gáografía General con un profesor que seguramente no era una
«minencia en la materia, pero que por su espíritu amplio y liberal, por
\ ^ >'-':;

576 Anales de la Universidad

su entusiasmo y la facilidad para trasmitirlo á sus discípulos, tuvo-


gran influencia sobre nuestro carácter y sobre nuestra inteligencia.
No creo que nos enseñara mucha Geografía—pero en cambio nos en-
señó á pensar y estudiar, despertó en nosotros un interés vivísimo por
todas las cuestiones que podían ofrecer dudas y motivar debates, y
así ocurría que nos pasábamos horas en las Bibliotecas revolviendo
catálogos y escudriñando libros para encontrar razones en favor de
nuestras ideas. Cuando íbamos á la clase, llevábamos toda clase d e
materiales, malos y buenos; solíamos decir disparates — no dudo-
— pero, en cambio, íbamos adquiriendo el hábito de la investiga-
ción, del estudio y del trabajo, cierto valor intelectual y el más
vivo entusiasmo por las cuestiones científicas. Ese profesor salió
de Montevideo para radicarse en un departamento de campaña;
pocos de nosotros han vuelto á hablar con él; yo no lo he hecho
á pesar de que ha regresado á la capital. Pero no dejamos de re-
cordarlo en nuestras conversaciones, y pocos de sus discípulos de-
jan de reconocer el bien que de él recibieron. Es el doctor Ri-
cardo Areco. Lo mismo que yo digo, lo ha dicho, sin nombrarlo, el
actual Decano de Enseñanza Secundaria. Yo lo he nombrado cum-
pliendo un acto de gratitud y de justicia.
Otra cuestión importante en lo relativo al trabajo de clase, es si debe
sujetarse á un texto, á un libro que se adopte como tal, ó si conviene
que la enseñanza se desarrolle con cierta amplitud, pidiendo coopera-
ción á diversos autores en la proporción que se crea necesaria.
Opto resueltamente por este último sistema. Soy adversario decla-
rado del libro de texto, considerándolo perjudicial para el estudiante
y para la enseñanza. Para el primero, porque lejos de facilitar el tra-
bajo, lo hace más difícil. Para la enseñanza, porque encierra todos los
espíritus dentro de ciertos moldes, dentro de ciertos límites estrechos,
igualando las capacidades y disminuyendo los alientos para el trabajo.
L a facilidad que da un texto de clase es más aparente que real.
H a y que leer menos páginas, pero, por lo general, páginas que es ne-
cesario saber letra por letra, desde que, siendo la condensación de un
vasto caudal de conocimientos y presentando á menudo el mínimum
exigible de los mismos, no permite apartarse en lo mínimo de sus
lecciones. Impone, pues, un trabajo matador, repetidas lecturas de
las mismas páginas con atención invariable. E n cambio, si se permite
al estudiante consultar diversos libros según los temas á estudio, aún
cuando sean esos libros más extensos que lo que puede ser un libro de
texto, se hace más fácil y más amena la tarea: no necesitará acumu-
lar todo lo que allí encuentre, y, por lo mismo, con una rápida lectura,
con un par de lecturas si se quiere, habrá nutrido su espíritu tan bien
ó mejor que metiéndose en la memoria, trabajosamente, el capítulo
respectivo del texto de clase. Agregúese la belleza del estilo que falta,
Anales de la Universidad 577

por lo general, en éstos y que es fácil encontrar en obras de más


vuelo, como es más fácil encontrar en ellas la elevación de ideas que
puede elevar en proporción el criterio del joven lector, y se compren-
<ierá si hay razón para rechazar, como rechazo, el texto de clase, que
€s, por otra parte, otro mutilador de las mayores capacidades, como
los programas analíticos.
Para concluir con esta parte de mi trabajo, relativa á la labor de
clase, formularé algunas observaciones respecto de los temas escritos.
Son útiles, forman en el estudiante el hábito de escribir y lo ayudan
á fijar sus conocimientos. Sin embargo, es necesario que sean breves
y que no se repitan con mucha frecuencia, porque, de lo contrario,
adoptándose el procedimiento simultáneamente en varias clases,
constituiría para el discípulo un trabajo abrumador. Trabajos escritos
mensuales, cuya lectura no pase de veinte minutos: ésta es, creo, la
fórmula preferible, agregando que si la clase es muy numerosa, se
evitará leerlos todos en ella, sorteándose al efecto dos ó tres, y exa-
minando los demás el catedrático.

Examen

Considero el examen de fin de año una prueba perjudicial para el


estudiante y poco eficaz para apreciar su preparación, prueba mata-
dora, aleatoria y falsa que no detiene en su carrera á nadie que esté
resuelto á terminarla, y puede detener, en cambio, al estudiante pun-
donoroso que sólo se someta á ella estando muy seguro de sus cono-
cimientos. Quince ó veinte días de chauffage bastan para dar al estu-
diante la apariencia del saber: á los dos ó tres meses nada guardará
su ment3 de elementos tan mal adquiridos; pero habrá llenado su
aspiración, ó sea pasar en el examen, como llenará, en definitiva, la de
adquirir un título.
Considero que el sistema hoy en vigencia en la Universidad es
cien veces preferible: atrae á los estudiantes á las clases, los hace asis-
tir á ellas con asiduidad, y es muy difícil, sobre todo en Facultades
superiores, que se atrevan á pasar por la vergüenza de confesar que
no han estudiado ante las preguntas del profesor. E n último caso,
aún cuando existieran ejemplares de esa naturaleza, mejorarán algo
respecto de los que ni estudian ni asisten á la clase, y por profunda
que fuera su enemistad con la ciencia, tendrían que sentirse, en grado
más ó menos alto, penetrados por ella, al contacto diario con el pro-
fesor y con jóvenes estudiosos. Por otra parte, dejando subsistente
el examen como ahora para esos ejemplares, á ese respecto no esta-
ríamos ni peor ni mejor que con el sistema exclusivo de las pruebas
anuales obligatorias.
Subsisten, pues, éstas para ellos y para los estudiantes libres en
general. ¿Cuál debe ser su forma?
578 Anales de la Universidad

En primer lugar, creo necesario volver al examen puramente oral


y suprimir el escrito, que aumenta los defectos generales del sistema^
porque es más mortificante para el examinando y más inseguro como
prueba. Veinte minutos de examen oral equivalen á hora y media áe
examen escrito, hora y media de violencia de espíritu, de tortura in-
telectual. Además, en el examen oral se pueden someter al estudiante
numerosas cuestiones, hacerle recorrer el programa, compensar los
errores que en un punto cometa con el buen desarrollo que dé á otro.
En el examen escrito—que tiene que limitarse á dos ó tres cuestiones
—la parte aleatoria de la prueba crece: que el examinando no domine
una de esas cuestiones y aún cuando todo el resto de la materia le
sea familiar, se encontrará en situación crítica. Y aunque las domine
todas: que en la ofuscación propia de aquel momento encare mal un
asunto, y seguirá hasta el final por extraviada senda, cuando, en una
prueba oral, la más simple advertencia del examinador lo habría
traído á la verdadera-
Contra esto, se dice que hay personas que no tienen facilidad de
expresión y cuya desventaja es grande en los exámenes. |E,idículo ar-
gumento! También hay personas que tienen dificultad para escribir^
de modo que la desigualdad subsiste. Y no es esto sólo: la dificultad
de expresión es menos general que la dificultad para escribir. Mal 6
bien, con ó sin elegancia, con ó sin propiedad, todos hablan, todos se
hacen entender, á no estar afectados por algún defecto orgánico; y
entretanto no todos escriben. Póngase á un estudiante que escriba
con gran dificultad, á solas con su pluma y su tintero, y, después de
hora y media, habrá escrito malamente dos ó tres carillas. En cambio,,
póngase á un estudiante apagado, vergonzoso y poco locuaz, frente á
sus examinadores, en una prueba oral, y lo que no diga espontá-
neamente lo dirá bajo el apremio de las interrogaciones.
En cuanto á la combinación de ambas formas, la encuentro peor
que cualquiera de ellas separadamente. Si se aplica á todos los exa-
minandos, resulta una doble prueba, doble fatiga, doble tortura para
el estudiante. Con el sistema escrito aislado, el examinando que se
sienta á escribir y conoce los temas que va á desarrollar en el tiempo
reglamentario, puede darse cuenta más ó menos exacta de su situa-
. ción, y, asimismo, trabaja con el espíritu oprimido y agitado. Si á
esto se agrega la perspectiva de interrogaciones, que todavía no co-
noce, que pueden serle fatales, y á las que llegará fatigado por la
primera parte de la prueba, es evidente que el mecanismo en cuestión
resulta una máquina de tortura. Y si sólo se aplica á los que puedan
ofrecer dudas al juicio de los examinadores, el mal se agrava, puea
fácil es comprender cuál será la situación de ánimo del examinando
á quien se llame á prueba oral en tales condiciones Las dudas del
tribunal serán resueltas siempre en perjuicio del que las haya provo-
Anales de la Universidad 579

cado, y resultará siempre más humano reprobarlo en la primera prueba


que después del ensañamiento de la segunda.
Me decido, pues, por el procedimiento oral, agregando, para con-
cluir, que sea cual sea el que se adopte, los temas de examen han de
ser amplios, generales, huyendo del detalle y de la limitación exce-
siva. Es necesario permitir al estudiante que dé toda la medida de su
capacidad y que se pueda establecer la comparación entre todos
ellos, lo que sólo se obtiene ofreciéndole campo suficiente. Dentro de
límites muy estrechos todos estarán á igual altura, como dentro de
una jaula tienen igual vuelo el ganso y el águila. Con amplitud de
acción cada cual quedará en la esfera que le corresporide. Llénase de
ese modo,pues, el objetivo quedaba al empezar, álos procedimientos
para la enseñanza en Facultades superiores: ofrecer al joven estímu-
los en el estudio, permitiéndole destacarse é imponerse según sus mé-
ritos verdaderos,
580 Anales de la Universidad

P r o g r a m a de Derecho Constitucional

Primer curso
TNTEODUCCtÓN

Sociedad.—Estado.—Gobierno.—El Derecho, su origen y funda-


mento.—Ciencia Política.—Derecho Político.—Derecho Constitucio-
nal.—Concepto del Derecho Constitucional.—Relaciones con las
otras ramas del Derecho.—Su utilidad é importancia.—Fuentes del
Derecho Constitucional.

LA SOBERANÍA

L a autoridad; el Gobierno; concepto de la soberanía.—Doctrinas más


importantes.—Soberanía ilimitada, soberanía limitada.—La soberanía
y el derecho individual; relaciones y limitaciones recíprocas.—La idea
de la libertad individual como base de organización social y política.
—Declaraciones de derechos; ventajas é inconvenientes de las mismas.

11

L a soberanía y el acto constituyente.—Las Constituciones.—Di-


ferencias éntrela Constitución y la ley ordinaria.—Limitaciones y for-
ma del acto constituyente.—Prescripciones constitucionales.

III

L a soberanía y la forma de gobierno.—Organización social y orga-


nización política.- Clasificación de las formas de gobierno.—Imposi-
bilidad de una clasificación perfecta.—Inutilidad práctica de las cla-
ficaciones.—Sus nconvenientes.
An ales de la Universidad 581

L a soberanía y el sufragio—Naturaleza del sufragio, ¿derecho na-


tural? ¿función pública? ¿derecho político?—Importancia de esta cues-
tión respecto del carácter obligatorio del sufragio, y de su extensión.—
Soluciones prácticas.—Evolución de las sociedades hacia el sufragio
universal.

Derechos políticos de los extranjeros: igualdad civil entre ciuda-


danos y extranjeros; igualdad política.—La ciudadanía obligatoria.

VI

Procedimiento para el sufragio.—Elección directa y elección indi-


recta.—Voto público y voto secreto.—El Registro Cívico.—Disposi-
ciones constitucionales y leyes vigentes.

VII

Sistemas electorales.—Representación exclusiva de las mayorías.—


Representación de las minorías: cualitativa y cuantitativa.—La re-
presentación de los intereses.—Representación proporcional de las
minorías: el cociente electoral.— Sistema de Borely: sus derivados,—
Sistema del doctor Hondt.—Importancia de la representación de las
minorías como correctivo de los peligros inherentes al régimen demo-
crático.

DERECHOS INDIVIDUALES

Libertad religiosa: concepto de esta libertad.—Reseña histórica:


confusión de la religión con la política.—Doctrina pagana; doctrina
del cristianismo.—Relaciones entre el Estado y las Iglesias.—Siste-
mas principales.—Evolución hacia la separación entre el Estado y las
Iglesias.—Nuestra Constitución; el Patronato.

II

Libertad de pensamiento: su importancia, su alcance político; la


prensa.—Limitación á la libertad de pensamiento: previsión y re-
presión. Disposiciones constitucionales y leyes vigentes.
582 Anales de la Universidad

III
Libertad de enseñanza.—Intervención del Estado en la Instrucción
pública.—La enseñanza obligatoria.—Leyes más importantes sobre
la materia.
IV
Libertad de trabajo.—Diferencia fundamental con el derecho ai
trabajo.—Importancia de la cuestión en las sociedades modernas.—
Constitución y leyes vigentes.

Derechos de reunión y asociación; derecho de petición; relaciones,


semejanzas y diferencias. Silencio de nuestra Constitución respecto
de los dos primeros: leyes- vigentes.—Disposiciones constitucionales
y leyes vigentes sobre el derecho de petición.
VI
Derecho de propiedad.—Prescripciones constitucionales.—Expro-
piación: criterio déla utilidad pública; criterio de la necesidad.—Cons-
titución y leyes vigentes.
VII
Libertad personal: definición, importancia; facultades que com-
prende.—Libertad de locomoción: limitaciones constitucionales y le-
gales.—La libertad personal en su relación con la organización so-
cial. Nuestra Constitución, leyes vigentes.—En su relación con la
defensa social: el ejército, el servicio obligatorio, la guardia nacional.
—La libertad personal en' su relación con la justicia.—Institución del
Habeas Corpus: origen y desarrollo.—Disposiciones constitucionales
y leyes sobre la materia.
VIII
Igualdad social, igualdad política.—Extravíos á que da origen la
interpretación falsa del principio de igualdad.—Disposiciones de
nuestra Constitución.

DIVISIÓN D E PODERES

Su objeto, su importancia.—Diferencia con la especialización de


funciones.—División clásica.—El poder moderador.—El poder cons-
tituyente.—Nuestra Constitución.
Anales de la Umversidad 58Í

PODER LEGISLATIVO

i
L a representación nacional: caracteres; mandato imperativo; el refe-
réndum.—Sistema bicameral.—Origen y desarrollo.—Prescripciones
constitucionales.

II

Senado y Cámara de Representantes: reglas generales de organi-


«ación. —Estudio comparativo: carácter de la representación, número
forma de elección, edad, duración, remuneración, modo de llenar las
vacantes.—Prescripciones constitucionales.

III

Incompatibilidades parlamentarias.—Incompatibilidad con las fun-


ciones ejecutivas de carácter civil y de carácter militar; con las funcio-
nes judiciales.—Nuestra Constitución.—Leyes interpretativas y prác-
ticas vigentes.

IV

Inmunidades parlamentarias.—Su fundamento y su alcance.- Pri-


vilegio de arresto.—Irresponsabilidad legal.—Disposiciones constitu-
cionales.—Breves nociones de derecho parlamentario.—Constitución
de las Cámaras: calificación de poderes, elección de Mesa, Comisio-
nes.—La discusión, la votación.—Poder disciplinario y penal de las
Cámaras.- Periodicidad de las sesiones.—La Comisión Permanente.
—Derecho positivo.

Formación de las leyes. Su iniciativa. Elaboración. Sanción y


promulgación.—El veto.—Disposiciones constitucionales.

VI
Principales atribuciones del Poder Legislativo.—Funciones pro-
pias (a) en materia de derecho interno (b) en materia de derecho
internacional.—Funciones de ingerencia en el ejercicio del Poder
Ejecutivo: la guerra y la paz.—Funciones de ingerencia en el Poder
Judicial: la amnistía y el indulto.—Funciones electorales.—Prescrip-
ciones constitucionales y legales.
584 Anales de la Universidad

VII

E l juicio político.—Caracteres originales de esta función de las


Cámaras.—Su origen.—Su verdadera naturaleza.—Acusador.—Reo.
—Tribunal.—Nuestra Constitución.

PODER EJECUTIVO

Poder Ejecutivo.—Su organización.—Dificultades que presenta.—


Unidad, pluralidad.—Duración, elección, sustitución.—Disposiciones
constitucionales.

II

Facultades ordinarias del Poder Ejecutivo: facultades propias; de


ingerencia en el Poder Legislativo; de ingerencia en el Poder Judi-
cial.—Facultades extraordinarias: ley marcial, estado de sitio, medi-
das prontas de seguridad.—Restricciones á las facultades ordinarias
y extraordinarias del Poder Ejecutivo.—Nuestra Constitución; leyes
interpretativas.

III

Los Ministros.—Carácter de la institución.—Su origen é importan-


cia.—Los Ministros en el régimen parlamentario y en el régimen
presidencial.—Imposibilidad de amoldar la institución ministerial á
estas dos formas exclusivas. -Número de Ministros, condiciones,
atribuciones.—Nuestra Constitución.

PODER JUDICIAL

E l Poder Judicial.—Su naturaleza. ¿Es, en efecto, un Poder inde-


pendiente, ó una rama del Poder Ejecutivo?—Facultades del Poder
Judicial. —Prescripciones constitucionales.

IL

Organización de los Tribunales.—Tribunales colegiados y Tribu-


nales unipersonales.—Cómo se asegura la independencia del Poder
Judicial: inamovilidad; remuneración.—Cómo deben ser nombrados
los jueces. Elección directa, elección indirecta.—El jurado.—Pres-
cripciones constitucionales.
Anales de la Universidad 585

GOBIEENO Y ADMINISTRACIÓN INTERIOR D E LOS DEPARTAMENT(»S

Jefes Políticos.—Juntas Económico-Administrativas. — Nuestra


Constitución, leyes vigentes.

II

Principios teóricos de administración local—Centralización y des-


centralización administrativa.—El «Poder Municipal»: cuerpos deli-
berantes; autoridad ejecutiva; autoridad judicial.—Condiciones de los
miembros de la autoridad local. Duración.—Elección.—Sustitución.

III

Carácter del Gobierno Municipal. ¿Es absolutamente indepen-


diente?—Intervención legislativa y ejecutiva en el Gobierno Muni
cipal.—Nuestra Constitución, leyes vigentes.

Segundo cnrso
INTRODUCCIÓN

L a antigüedad. Oriente. Grecia. Roma.— Organización social y


política.—El Estado y el Gobierno en el mundo antiguo.—Libertad
civil; libertad política. —La filosofía.—El cristianisriio.—Los bárbaros.
—Influencia de estos factores sobre la sociedad.

INGLATERRA

Los orígenes—Monarquía y feudalismo.—Las clases sociales.—El


Parlamento.—Evolución aristocrática.—La gentry.—Los yeomen.—
Los trabajadores rurales.—Las dos revoluciones.

II

Evolución oligárquica,—La gran industria. E l comercio. Los la-


tifundios.—Evolución democrática.—Reformas electorales.—Trans-
formación de la sociedad inglesa.
586 .^ftfü^ de la Universidad

III

Fuentes de la Constitución.—Los poderes constitucionale». E l


rey. E l Gabinete: origen y desarrollo. El Consejo privado. Las Cá-
maras: organización y facultades. La soberanía del Parlamento. Po-
der Judicial.—Organización local.

FBANCÍA

La antigua monarquía.—El rey y el feudalismo.—Diferencia en-


tre la situación recíproca de ambas entidades en Inglaterra y en
Francia.—Las clases sociales.—Loá Estados Generales.—Los Parla-
mentos.—Triunfo de la autoridad real.

II

L a Revolución, Antecedentes. Causas. Kesultados sociales y polí-


ticos.—Constituciones revolucionarias. - L a reacción: el Consulado. El
imperio.

in
L a Restauración.—Monarquía de Julio.—La Segunda República.—
El Segundo Impelió.—Evolución liberal del mismo.—Cuadro social
y político de la Francia á la caída del Imperio.—Lu Torcera Repú-
blica —Elaboi-ación de las leyes constitucionales de 1875.

IV
Poderes constitucionales. Poder Ejecutivo: el Presidente; el Ga-
binete. Poder Legislativo: organización y facultades. Los Minis-
tros y las Cámaras.—Los partidos.—El Poder Judicial.—Institucio-
nes locales. Evolución radical de las instituciones francesas. —La
reforma constitucional.

ESTADOS UNIDOS DE AlilÉBIUA DEL NORTE

Antecedentes.—La colonización.—Organización de las colonias:


instituciones sociales y políticas.—Las libertades inglesas en las co«
loniaa.—La independencia.—La Confederación.-^Los Estados u n i -
dos.
Anales de la Universidad 5^'

II

Origen de la Constitución americana.—Poderes constitucionales:


su separación.—Poder Ejecutivo. Presidente; Ministros.—Poder
Legislativo: facultades y organización.—Los Ministros y las Cáma-
ras.—El gobierno «congresional» y el gobierno «presidencial».

III

Poder Judicial: organización; atribuciones.—Importancia de este


Poder en la Constitución americana.—Administración local.—La re-
forma de la Constitución.

ALEMANIA

Los orígenes.—Las guerras de Napoleón y el espíritu revolucio-


nario.—Despertar del sentimiento nacional. - E l Parlamento de
Francfort.—Rivalidad entre Prusia y Austria.—La confederación
del Norte.—Formación definitiva de la unidad alemana bajo la he-
gemonía prusiana.—Carácter del Imperio alemán.

II

La Constitución.—Poderes constitucionales.—El Emperador; el


Canciller del Imperio. E l Reichstag. E l Bundesrath. Importancia
respectiva de estas autoridades—El sufragio universal.—Los parti-
dos.—Instituciones locales.—La reforma constitucional.

SUIZA

Los orígenes de la Constitución.—La Confederación y los Estados


—Poderes constitucionales.

II

El Consejo Federal.—Formación y composición; sus facultades.


Poder Legislativo; organización y facultades. E l referéndum.—Po-
der Judicial.—Autoridades cantonales.—La reforma de la Constitu-
ción.
i^'

588 Anales de la Universidad

ITALIA—BÉLGICA—ESPAÍÍ A

Nociones generales sobre la organización constitucional de estos


países.

REPtÍBLlCA ARGENTINA—CHILE—BRASIL

Nociones generales sobre la organización constitucional de estos


países.

NUESTRO PAÍS

Los orígenes.—La colonización española Comparación con la co-


lonización inglesa.—Instituciones coloniales.—Las razíis.—La vida
colonial.—Españoles y portugueses; las invasiones.—Independencia
de Sud América: antecedentes; factores que concurrieron á ella.—
Las Provincias Unidas; ensayos constitucionales.

II

L a Constitución. Antecedentes.—Situación del país al abordarse


la obra constituyente.—Composición de la Asamblea.—Elaboración
de la Constitución.

III

Rasgos generales de la vida nacional desde 1830.—Factores econó-


micos y políticos.—Las guerras civiles.—EJ caudillaje.—El milita-
rismo.—El Gobierno civil.

IV

Forma de gobierno.—Soberanía.—Sufragio: la representación de


las minorías.—Desarrollo de la idea de la representación de las mi-
norías en el país.—La ciudadanía.

Poderes constitucionales.—Las dos Cámaras; organización y facul-


t a d e s . - P o d e r Ejecutivo; Ministerio.—Poder Judicial.—Evolución de
las instituciones políticas en el país. —Predominio absoluto de la au-
toridad presidencial.
Anales de la Umversidad 589

VI
Administracióu y jíobierno de los departamento."!. Jefes i'olítico.s.
.íuntíis. Cotirititución y leyes vigente?.—Evolución favorable á la
descentralización administrativa.

Vil

La ret'oi'ma constitucional.—Procedimiento.—Tentativas de refor-


ma.—Puntos capitales que abarcaría.—Importancia práctica de la
reforma constitucional.

üicjpmbrf 23 de 1905

Consejo (le Enseñanza Secundaria y Superior.

Aprobado. Imprímase.

ÍÍDUARDO ACEVEDO,
Rector.
Francisco Pisano,
Prosecretario.

41
590 Anales de la universidad

P r o g r a m a de D e r e c h o Civil (S.*^"^ año)

De las oblig^aciones en general


INTRODUCCIÓN

Importancia del estudio de las obligaciones.—Los principios que


las rigen tienen aplicación directa en todo el curso del Derecho Civil.
—Sus relaciones con las demás ramas del Derecho (Derecho Constitu-
cional, Internacional, Penal y Administrativo).—Fijación de los límites
del curso de tercer año.—Teoría clásica y teoría moderna.—Derechos
personales, personalísimos y reales.—Crítica de esta clasificación.—
Derechos patrimoniales y no patrimoniales.—Ventajas que ofrece esta
clasificación sobre la anterior.—Criterio para distinguir el derecho
patrimonial del no patrimonial.—Subclasificación.—Derechos patri-
moniales que tienen por objeto los bienes ó cosas, y derechos patri-
moniales que tienen por objeto un hecho positivo ó negativo de las
personas.—Cuál de estas dos agrupaciones comprende el tercer año
del curso de Derecho Civil.—Cuestión de método.—Influencia de la
doctrina de Pothier y Savigni sobre los Códigos modernos.—Método
seguido por los Códigos francés, argentino y uruguayo.—Confusio-
nes en que incurren los primeros.—Modificaciones que deben hacerse
al método seguido por el Código uruguayo para que sea rigurosamente
lógico y científico.
Anales de la Universidad 591

L I B R O CUARTO

l>e l a s obligaciones

PARTE PRIMERA

TÍTULO I

I>e las causas eficientes de las obligaciones

De la obligación en sí.—Naturaleza de la obligación. ¿Ella importa


una restricción á la libertad individual ó, por el contrario, la confir-
ma?—Necesidad de tomar en cuenta en la definición general d% las
obligaciones las dos grandes categorías en que se divide la materia:
obligaciones en las relaciones de familia y obligaciones en las rela-
ciones puramente civiles-—Definición aceptada generalmente por los
civilistas modernos. Su crítica.—Necesidad de comprender en la de-
finición la calidad del hombre como ente social y la imperfección hu-
mana que hace indispensable el vínculo jurídico garantido por la ley
y hecho efectivo por la autoridad.—Fuentes de las obligaciones.—
Examen de la enumeración hecha por el Código Civil uruguayo.
Crítica.—Examen de la doctrina según la cual todas las obligaciones
nacen de la ley.—Examen de la doctrina según la cual todas las obli-
gaciones emergen de los hechos ó actos de las personas.—Razones
que justifican la enumeración de nuestro Código.
592 Anakft de la Ünwersidad

CAPÍTULO I

De los contratos en general

SECCIÓN I

Disposiciones preliminares

Del contrato. Definición del Código.—Crítica.—Distinción entre


contrato y convención.—Kazón histórica que la justifica con relación
al Derecho romano.—¿Por qué esa distinción no tiene hoy utilidad? —
Diferencia entre contrato y polieitación.—Enumeracwn de los con-
tratos.—Comentario de la que adoptó el Código.—Distinción entre
contratos sinalagmáticos ó bilateral y unilateral, gratuito y oneroso,
conmutativo y aleatorio.—¿El contrato unilateral es siempre gratuito?
—Según la definición que el Código da de contrato unilateral, ¿puede
realizarse ésta en la práctica?-Diferencia entre contratos que produ-
cen obligaciones recíprocas desde su nacimiento (bilaterales) y aque-
llos que sólo obligan desde luego á uno de los contratantes. - ¿Qué
interés hay en la distinción entre contrato bilateral y unilateral, gra-
tuito y oneroso?—Razón histórica de la división del contrato en con-
mutativo y aleatorio.—Bupr'imiúñ la lesión como causa de nulidad,
¿tiene fundamento la división?—Distinción entre contrato consensual,
solemne y real.—Por punto general ¿el contrato debe ser solemne ó
consensual?—Teoría del Derecho romano.—Teoría del Derecho mo-
derno.—Cuál sigue nuestro Código.—Su justificación.—¿En la forma-
ción del contrato es indispensable que intervengan directamente las
partes contratantes?—Efectos del contrato celebrado por un tercero.—
Diferentes casos supuestos por el Código.—Esa enumeración es in-
necesaria y adentras contraría el principio de codificación moderna, se-
gún el cual debe rehuirse el casuismo estableciéndose reglas genera-
les.-^Por qué el Código rechaza el juramento en los contratos.—De los
contratos innominados. ¿Qué se entiende por tales? ¿A qué princi-
pio están sujetos?

SECCIÓN II

Be los requisitos esenciales para la validen de los contratos

División de la materia en la formación de los contratos.—Teoría


admitida en Derecho romano.—Condiciones esenciales,* naturales
y accidentales. Crítica.—Teoría de Maynz. Sus ventajas.—Código
Anales de la üniversiéid ^93

Civil oriental. -Reducción de los elementos constitutivos del con-


trato.—Demostración de cómo todos ellos pueden reducirse al consen-
timiento.—Razones de método que hacen necesaria la enumeración
del Código.—Primer elemento. Conseniimienlo de partes.—Comen-
tario.—Determinación del Código Francés.—Crítica.—Inconsecuencia
del Código Civil Oriental.—¿Cuándo debe considerarse que existe el
consentimiento obligatorio?—¿Basta que la propuesta sea aceptada 6
es también necesario el conocimiento de la aceptación? Opinión de
Merlín, TouUier, Troplong y Maynz, y en contra Marcadé, Pegazzi y
otros.—Teoría media formulada por Aubry y Rau.—Código Civil
Oriental.—Observaciones.—Cuestión que se suscita cuando la pro-
puesta se hace á varios.—Imposibilidad de una determinación á
prior i.—Manera, de hacer constar el conocimiento.—Diferencia segün
se tiate de contratos consensúales ó solemnes.—Circunstancias que
impiden el consentimiento.—DEL ERROR, LA VIOLENCIA Y E L DOLO.—
Critica al Código Civil Oriental en cuanto considera estas circunstan-
cias como simples vicios del consentimiento. Inconsecuencias á que
conduce.—El contrato existiría aunque le faltara ese elemento á pesar
de considerársele esencial.—Cuando se ha contratado por error, si no
se reclama dentro de un término dado, ¿de dónde surge el consenti-
miento perfecto?—Del error.—Distinción entre el error y la ignoran-
cia,—Error de hecho y de derecho.—Cuest'ón: ¿es admisible el error
de derecho?—Obscuridad del Derecho romano en esta parte.—Inter-
pretaciones de Savigni y Van Wetter.—Código Francés, Italiano y
Oriental.—Solución conciliatoria aconsejada por algunos tratadistas.
—Falsedad del principio que le sirve de base.—Error de hecho.
Casos en que es admisible.—Comentarios.—Determinación del al-
cance jurídico de la palabra sustancia.—Opinión de Marcadé.—Am-
pliación de la determinación hecha por el Código Oriental.—Error
acerca de la persona.—Circunstancia característica que lo distingue
de los demás casos.—7)e la violencia.—Idea de la violencia.—Divi-
sión admitida por nuestro Código.—Violencia física y violencia mo-
ral.—Definición.—Teoría seguida por los Códigos Argentino y Fran-
cés.—Cuestión.—Fundamento del principio según el cual la violencia
anula el contrato.—Teoría atribuida al Derecho romano.—Opinión de
Marcadé, Maynz, Savigni y Galluppi.—Crítica.—La distinción entre
violencia física y moral no tiene razón de ser. - Condiciones que debe
reunir la violencia.—Explicación.—Temor reverencial.—Razones por
qué no debe admitirse como causa de nulidad.—Del dolo-—Defini-
ciones de nuestro Código.—CuBstión propuesta por Marcadé.—¿El dolo
por sí solo anula el contrato?—Examen de la cuestión.—El dolo co-
metido por un tercero, ¿anula el contrato?—Teoría del Código Fran-
cés. Su crítica.-Opiniones de Marcadé y Mourlón.—Observaciones.
—Nuestro Código.—Interpretación del artículo 1236.—Código Argén-
594 Anales de la Universidad

tinc—Condiciones que debe reunir el dolo para que sea causa de nu-
lidad.—Determinación hecha por el Código Argentino.—Análisis y
crítica.—Deficiencia notada en nuestro Código.- Justa determinación
de la ley romana y del Código de las Siete Partidas.—Z)e la lesión.—
División.—Reseña histórica.—La lesión como causa de nulidad de los
contratos no se justifica ante los principios jurídico-económicos.—Fal-
sedad de la doctrina que admite la acción por lesión como garantía
de los intereses de los menores é incapaces.—Cómo la ley, que rechaza
la lesión, garante, sin embargo, eficazmente esos intereses.—Responsa-
bilidad del tutor y del curador.—Intervención del Juez y del Minis-
terio Público.—El Fuero Juzgo ya establecía la buena doctrina.—
Exposición y resolución de casos prácticos.

De la capacidad de los contrayentes

División de la materia.—Incapacidad absoluta y relativa.—Necesi-


dad de la distinción entre la capacidad de derecho y la capacidad
p£>ra la comisión de actos jurídicos.—Fundamento de la división en-
tre capacidad absoluta y relativa.—Consideraciones generales.—Fal-
ta de edad.—Imposibilidad de una determinación precisa.—Necesi-
dad de recurrir á lo arbitrario. Medios establecidos para atemperar
las malas consecuencias de esa medida, por otra parte necesaria.—
Enajenación mental.—Fundamento de esta causa de incapacidad.—
Cuestión á que da lugar.—¿Es necesaria la previa declaración de in-
capacidad?—Explicación del artículo 12^3 que declara absolutamente
incapaces á los dementes, correlacionado con el artículo 391, según el
cual, los actos del demente no interdicto, podrán ser anulados.—¿El
Código admite la posibilidad, según este artículo, de que el acto de
un demente sea válido?—Indemnización de los dafíos causados por
el demente.—¿Quién responde en caso que no haya negligencia por
parte del curador?—Intervalos lúcidos. Su determinación. ¿Los ac-
tos cometidos durante ellos producen efectos jurídicos?—Estado pa-
tológico del agente.—Menor adulto.—Razón por que la ley no lo con-
sidera absolutamente incapaz.—De la mujer casada.—Cuestión á que
da lugar la prescripción legal que la declara incapaz.—Opinión del
Ministerio Pizannelli.—Refutación de la Comisión Revisora del Pro-
yecto de Código Civil italiano.—Nuestra opinión.—De otras causas
de incapacidad —El mandatario, tutor, curador, etcétera.—Funda-
mento de ellas—Exposición y solución de casos prácticos.

Del objeto de los contratos


¿Qué cosas y qué hechos pueden servir de objeto de los contratos?
'-Confusión en que se incurre al establecer que el objeto de los con-
Anales de la Universidad 595

tratos es el mismo que el de las obligaciones que de ellos surgen.—


Cuestión: ¿hay necesidad de distinguir entre cosas y hechos? —¿Cuá-
les pueden ser objeto de los contratos?—Opinión de Laurent, de
Larombiere y Borsari.—Examen y críticíi,—De las cosas. —Condicio-
nes —Límite á la indeterminación.—Del género —Relatividad de l a
palabra que tal idea expresa.—Espíritu de nuestro Código al r. speC
to.—Cosas futuras.—¿Cuándo pueden servir de objeto á los contra-
tos?—Distinta naturaleza del contrato según la manera como los con-
tratistas consideren la cosa futura.—Casos que están fuera del comer-
cio de los hombres.—Criterio que debe servir para juzgar si una cosa
está ó no fuera del comercio.—Determinación de Laurent al respecto.
—Crítica.—De los hechos.—Condiciones.—Hechos que son física-
mente imposibles.—Hechos moralmente imposibles.—Dificultad de
una determinación precisa en este último caso.—Solución propuesta
por Laurent—Exposición y solución de casos prácticos.

De la causa para obligarse en los contratos

Determinación de la causa para obligarse.—Opinión al respecto de


Demolombe, Toullier y Mourlón. Su crítica.—Opinión de Laurent.
— ¿Existiendo consentimiento, objeto y capacidad es necesario para la
validez del contrato ese cuarto elemento que se llama causa?—¿Lo
que se entiende por causa no se halla comprendido en el objeto del
contrato?—Examen de esta cuestión.—Opinión de Giorggi.—Efec-
tos de la ilicitud y de la falsedad de la causa-—Casos en que la
causa falsa no hace nulo el contrato.—Causa simulada—¿La expresión
de causa es necesaria para la validez de los contratos?—¿Cómo se
justifica la negativa?—Exposición y solución de «asos prácticos.

SECCIÓN III

De los efectos jurídicos de los contratos

Diferencia radical entre el efecto de los contratos y el efecto de las


obligaciones.—El efecto del contrato es crear, modificar, extinguir
obligaciones; también puede ser transferir la propiedad en aquellos
países que han suprimido la tradición como modo de adquirir.—El
efecto de las obligaciones, son las consecuencias que de ellos nacen,
como su ejecución voluntaria ó forzada -Alcance de la prescripción
legal según la que el contrato constituye ley para los contratantes.—
Diferencia, en cuanto á sus efectos, de esa ley que surge del contrato
y la ley general.—Alcance del efecto del contrato.—Examen del ar-
tículo 1254 del Código, que establece que los contratos no pueden
596 Ánalett de la Universidad

oponerse á terceros ni invocarse por ellos, salvo los casos de reposi-


ción y de ratificación.—¿Con qué limitaciones debe entenderse ese
artículo para no incurrir en lo absurdo?~Casos en que un tercero
puede utilizar las ventajas que favorecen á una de las partes contra-
tantes.-Con qué limitaciones pueden ejercer esa acción los acreedo-
res del que celebró el contrato.—De la revocación ó rescisión de los
contratos.—Diferencia notable entre revocación y anulación de un
contrato. —¿Quiénes pueden pedirla?—Fundamento de esta acción.—
Condiciones para que el acreedor pueda ejercerla.—Autorización ju-
dicial é incuria del deudor.—Qué papel desempeña el acreedor --¿Es
mandatario del deudor; mandatario en causa propia; gestor de nego-
cios ó defensor de oficio? —Ventajas d é l a teoría según la cual es un
defensor de oficio.—Los actos del acreedor obligan al deudor subro-
gado.—De la acción Pauliana. Su origen y fundamento.—En qué
caso puede ser ejercida.—¿El acreedor debe ser en virtud de título
ejecutivo?—¿El acreedora plazo puede ejercer la acción?—Discusión
de los civilistas sobre este punto.—Razones qne justifican la doctrina
segiin la cual sólo pueden ejercerla los acreedores de plazo vencido.
—El fraude ¿en qué consiste?—Diferencia según se trata de enajena-
ción á título oneroso ó á título gratuito.—Razón de la diferencia.—Di-
ferencia entre el fraude como condición para que prospere la acción
Pauliana, y el dolo como vicio de consentimiento.—Cuando un indi-
viduo renuncia á un derecho creditorio, ¿es necesario que haya fraude
para que proceda la acción Pauliana?—El tercero contra quien se
ejerce la acción ¿puede desinteresarla pagando al acreedor demandan-
te?—¿A quién aprovéchala revocación del contrato: al acreedor que la
obtuvo ó á todos los acreedores que tenga el contratante?—Un acreedor
posterior á la fecha del contrato ¿puede pedir su anulación?—Situación
del acreedor que obtiene la revocación, con relación á los demás
acreedores que se aprovechan de ella.—El acreedor demandante, ¿en
qué situación queda con relación á los demás acreedores? ¿Tiene un
derecho preferente á ellos en el bien de que se trate, por el importe
de los gastos hechos en la demanda?—Necesidad, para resolver esta
cuestión, de determinar cuál es el papel que desempeña el acreedor ac-
cionante.—¿Es un gestor de negocio:?, un mandatario, un procurador
en causa propia ó un defensor de oficio? —Discrepancia de opiniones.—
Soluciones aconsejadas por Laurent y por Giorggi.—Crítica —Venta-
jas que sobre las demás doctrinas ofrece la que considera al acreedor
demandante como un defensor de oficio. -Situación del tercero ven-
cido en el juicio con relación al acreedor con quien contrató. ¿Tiene
acción por daños y perjuicios ó solamente por devolución del precio?
—De la acción por simulación —En qué casos procede.—Fundamento
común de esta acción, de la Pauliana y de la subrogatoria.—Diferencias
en cuanto i, la fecha de los créditos. —¿Por qué, para ejercer la acción
Anales de la Universidad 597

Pauliana, es necesario que el crédito sea de fecha anterior al acto que


se trata de revocar, mientras que para ejercer las otras acciones, no
hay para qué tener en cuenta esa circunstancia?

SECCIÓN IV

De la interpretación de los contratos

Criterio general á que están subordinadas todas las reglas de inter-


pretación.—La validez del contrato es siempre la situación de los que
lo celebran.—Examen del principio según el cual en la duda debe
resolverse en favor del deudor.—Limitaciones con que debe enten-
derse.—Casos en que en la duda debe resolverse en contra del deu-
dor.—Si de una cláusula del contrato resulta la nulidad y de otra su
validez, ¿cuál de ellas prevalece?—Razón por la cual debe prevalecer
ésta última.—Efecto de los actos de los contratantes posteriores á la
celebración del contrato y que con él tengan relación.—Razón de su
importancia para la interpretación.- Casos en que la costumbre se
tiene en cuenta como elemento de interpretación,—Cómo debe limi-
tarse la generalidad en los términos'del contrato.

CAPÍTULO II

De los cuasi delitos y c u a s i c o n t r a t o s

SECCIÓN I

De los euasi-contratos

Idea del cuasi contrato.—Definición del Código Francés.—Su crí-


tica.—Definición de nuestro Código.—Comentario.—Enumeración.—
¿El Código al ocuparse de la gestión de negocios y del pago de lo
indebido es porque considera que éstos son los únicos casos de cuasi-
contrato?—¿En qué consiste la gestión de negocios? ¿Cuándo el
dueño del negocio queda obligado?—Diferencia entre gestión de ne-
gocios y mandato.—¿Por qué siendo la gestión gratuita el gestor res-
ponde hasta de la culpa leve?—¿Por qué el dueño del asunto queda
obligado aunque sea incapaz?—Obligaciones del gestor y del dueño.—
¿Contra quién pueden accionar los terceros que han contratado con
el gestor en calidad de tal?—Circunstancias que es necesario tener
en caenta.—Cuando alguien gestiona negocios de otro que tiene co-
598 Anales de la Universidad

nocimiento de la gestión, ¿hay cuasi-contrato de gestión de negocios


ó mandato?—Interés de esta cuestión.—¿Hay gestión de negocios
cuando el gestor ha procedido imprudentemente sin beneficio del
dueño?—En ese caso, ¿está privado de toda acción?—Diferencia en-
tre la acción por gestión de negocio y la ñcc\6n de in rem verso.—
Para que haya gestión de negocios, ¿es necesario que el gestor pro-
ceda en consideración á la persona?—Las gestiones de un comunero
que al obrar en provecho propio reporta provecho también á su con-
dómino. ¿pueden considerarse en esta parte como gestión de negocio?
—De la paga de lo indebido.—En qué consiste.—Lo pagado á un
acreedor por un tercero, es pago de lo indebido ó gestión de negocio?
—¿Tiene derecho á repetir el tercero en este caso?—Diferencia si ha
procedido conscientemente ó por error.—Si ha pagado por error, ¿en
qué tiempo se prescribe su acción para ordenar la devolución? —¿Qué
acción tiene el tercero que paga cuando en virtud de la paga el aeree •
dor inutiliza el documento de su crédito?—¿Puede repetirse lo pa-
gado en virtud de una obligación natural?—¿Qué hechos debe probar
el que reclama lo indebidamente pagado?—¿Puede producir prueba
de testigos tratándose de cantidad mayor de 200 pesos?—¿Tiene que
probar la no existencia de la deuda?—Situación de la persona que
recibe el pago.—Diferencia en sus responsabilidades según haya pro-
cedido de buena ó de mala fe.—¿En qué consiste la buena fe?—El que
ha pagado por un error una cosa, ¿puede reivindicarla cuando ha pa-
sado á poder de terceras personas?—En qué casos.—Los gastos he-
chos por quien ha recibido la cosa, ¿deben serle reembolsados?—¿Debe
esta persona devolver los frutos de la cosa?

SECCIÓN I I

De los delitos y cuasi-delitos

Diferencia entre delito y cuasi-delito.—Elemento constitutivo de


uno y de otro".—Inutilidad de la distinción, desde que el Derecho Ci-
vil no sefíalapenas, sino que consagra indemnizaciones, y desde que
tanto el autor de delito como el de cuasi-delito responden igualmente
del daño causado.—¿Quiénes son capaces de delito y de cuasi-delito?
—Para que nazca esta fuente de obligaciones, ¿basta que se produzca
el hecho culpable ó delictuoso? ¿Es necesario, además, que se haya
producido el dafío?—Estimación del daño.—Fórmula consagrada para
determinarlo.-Daño emergente y lucro cesante.—Su explicación. -
Trascendencia de la responsabilidad en los casos de dafío causado
por personas sujetas á la patria potestad, tutela y cúratela.—Casos
en que cesa la responsabilidad de los representantes legales, por los
daííos causados por sus representados, y la de los patrones y empre-
Anahs de la Universidad 599

sarios respecto al daño causado por sus subordinados.—¿Quién sufre


el daño que causa un incapaz cuando de él no es responsable su re-
presentante legal? -Diversidad de opiniones.—Su exposición y crí-
tica.—Derecho de repetición por parte de los representantes legales.
—Del dueño de edificios. Sus responsabilidades en caso de daño.—
Del dueño de animales. Sus responsabilidades. Distinción según
se trate de animal domesticado y útil ó de animal fiero que se tiene
por mero recreo. —Del caso fortuito ó de fuerza mayor.—En qué con-
siste.—A qué excepción da lugar.

TITULO I I

D e las diversas especies de obligaciones


División de la materia.—Obligaciones con relación á su objeto.—
Obligación de dar, de hacer ó de no hacer.—Daños y perjuicios.—
Razón por la cual se incluyen en esta categoría.—Alternativas. Fa-
cultativa. De género. Con cláusula penal. Divisibles. Indivisi-
bles.—Observaciones á esta clasificación.—Las obligaciones alterna-
tivas, facultativas, con cláusula penal, ¿se singularizan por su objeto
ó más bien por la manera de contraerse^—Obligaciones con relación á
las personas.— Obligaciones solidarias.— Obligaciones con respecto al
modo de contraerse.—Obligaciones condicionales y plazo.—Obliga-
ciones con relación á sus efectos.—Obligaciones civiles y natu-
rales.

CAPÍTULO I

De las obligaciones con relación á su objeto

' saccioN I

De la obligación de dar
En qué consiste la obligación de dar.—¿Esta obligación tiene por
objeto transferir la propiedad de la cosa?—Error en que incurre el
Código Francés.-La obligación de dar, puede ó no entrañar la de
transferir la propiedad de la cosa.—Ejemplos.—Obligación inherente
á la entrega de la cosa.—Teoría de la falta ó culpa.—Beseña históri-
600 Anales de la Universidad

ca.—Teoría consagrada por el Derecho romano.—Teoría seguida por


el Código Francés.—Cuál adopta nuestro Código.—¿Qué quiere sig-
nificar nuestro Código cuando dice que el deudor de cosa debe con-
servarla como mi buen jyadre de familia?--V'á.rsL quién aumenta, se
deteriora ó perece la cosa obligada.—Teoría del Código Francés.—Su
explicación.—Error de nuestro Código al seguirlo en esa parte, cuando
de él discrepa en cuanto á la manera de transmitirse la propiedad.—
Consecuencias de ese error.—Infracción del axioma de la co^a. perece,
se aumenta, ó se deteriora para su dueño,—Lógica teoría del Código
Argentino sobre esle punto.-Casos de excepción establecidos por el
Código, en los cuales la cosa perece para el que debe entregarla.—
Enumeración y comentarios.—¿Qué se entiende por wora.'?—¿Cuándo
incurre en ella el deudor?—Caso en que se promete á dos personas
sucesivamente una misma cosa.—¿Quién es el dueño?-Razón de la
solución admitida por nuestro Código.- Contradicción en que incurre.
—Para que sea preferido el segundo comprador, ¿basta que haya com-
prado de buena fe, ó es necesario que ésta exista hasta después de
inscripta la enajenación?

SKOOIÓN 11

De la obligación de hacer ó no hacer

En qué consiste una y otra.—Particularidad de esta clase de obli-


gaciones.—¿Ln obligación de hacer ó no hacer es siempre personalí-
sima?—¿Cuándo sucede esto?—Utilidad de la distinción para deter-
minar sus efectos.—Derecho del acreedor en caso de falta de cumpli-
miento por parte del obligado.—¿Por qué cuando el deudor se resiste
á cumplir la obligación ésta se resuelve en indemnización de perjui-
cios?—Falsedad de la doctrina según la cual esa solución tiene por
fundamento el respeto á la libertad individual.—La libertad no es
aceptable cuando se emplea para desconocer derechos.—¿Cuál es el
moderno fundamento de la solución? -Imposibilidad de hacer cumplir
la obligación tal como fué contraída.—Casos en que el acreedor pue-
de, según el Código, hacer ejecutar la obligación por un tercero á
costa de un deudor. —Crítica de esta disposición.

SECCIÓIT lll

De los daños y perjuicios

En qué consisten.—Distinción entre daños y perjuicios.—^e^úsis


fijadas por la ley para su apreciación en los casos concretos.—Qué
da origen á la obligación de indemnizar ^dafíos y perjuicios.—Qué
Anales de la Universidad 601

circunstancias hacen cesar esa obligación.—Qué se entiende por fuer-


za mayor ó caso fortuito.—Casos en que á pesar de haber perecido la
cosa por tal causa, es responsable el deudor.—Enumeración y exa-
men.—Tratándose de una cantidad de dinero, ¿en qué consiste la in-
demnización por mora en la entrega?—¿Desde cuándo corre el inte-
rés?—Razón de esa prescripción legal.

SECCIÓN IV

De las obligaciones alternativas

Excelencia de la definición del Código sobre casi todos los conoci-


dos.—Doctrina de Marcadé.—A quién pertenece la elección por mi-
nisterio de la ley.—Razón del favor.—Cuándo pertenece al acreedor.
—A quién pasa por 1H muerte del que la tiene en su favor.—Cómo
cumplen respectivamente deudor y acreedor.—Solución cuando una
de las cosas comprometidas no podía ser objeto de obligación.—Casos
en que se convierte en simple.—Cautela con que deben ser aceptados.
—Dificultad para distinguir una obligación de género limitado.—No
se puede hacer la distinción á priori.—Es necesario tener en cuenta
las circunstancias que caracterizan cada acto—Qué reglas deben
observarse cuando el acreedor tenga la elección.—Razón.—Cuándo
hay altarnativa en las personas acreedoras.—Solución cuando consis-
te en^ipstamo^í anuales.

SECCIÓN V

De las obligaciones facultativas

¿Cuándo es facultativa la obligación?—Diferencias características


con la alternativa.—La facultad no consiste en el monto sino en las
cosas.—¿Cómo se resuelve la duda sobre el carácter de la obligación?
—Contradicción en que incurre nuestro Código —Desde que la facul-
tativa es más favorable para el deudor que la alternativa, en caso de
duda, debía resolverse que fuera facultativa.

SECCIÓN VI

De tas obligaciones de género

Cuestión de método.—Crítica del Código.—Estas obligaciones de-


bieron ser tratadas bajo el rubro general de las obligaciones de dar
para después distinguir la obligación de dar cosa cierta de la de dar
60á Anales de la Universidad

cosa incierta.—¿En qué consiste la obligación de género?—Relaciones


que crea entre el acreedor y el deudor.—Reglas para determinar la
cosa.—Término medio indicado por el Código.—Aplicación de la
regla según la cual el género nunca perece.—Diferencia entre
género limitado y género absoluto.—IJxtensión de la obligación
según se trate de una ú otra clase de género.

SECCIÓN Vir

De las obligaciones con cláusula penal

Qué es y á qué violaciones alcanza.—Nulidad de la obligación


principal.—Efecto de la accesoria.—Si la cláusula es válida en obli-
gaciones naturales.—Excepción —Derecho de opción del acreedor.—
A qué responde la cláusula penal.—Derecho de variar la acción
cuando se frustra el intentado.—Cuándo se incurre en la pena.—Es
indiferente que la falta de cumplimiento provenga de hecho no impu-
table.—Caso en que la violación es parcial.—Responsabilidad de los
coreos en las obligaciones indivisibles de solo un acreedor.—ídem de
varios contra varios.—Del caso en que es divisible.—Excepción.—
Caso en que medie hipoteca, ¿quién responde?—Recurso subsidiario.
—En qué casos siendo nula la obligación principal puede exigirse el
cumplimiento de la cláusula penal.

SECCIÓN VIH

De las obligaciones divisibles é indivisibles

La doctrina seguida por nuestro Código, que es la de Dumoulín y


de Pothier tomada del Código Francés, es deficiente.—Según ella,
la obligación sólo es indivisible cuando su objeto no admite división
material ó intelectual, y entonces, no habría obligaciones indivisibles.
—Criterio para determinar cuándo una obligación es indivisible,—
Teoría de Savigni seguida por el Código Argentino.—Hay que dis-
tinguir en primer término la cosa ó hecho objeto de la obligación y el
hecho de la prestación necesaria para que la obligación se cumpla.—
Para evitar confusiones en el estudio de esta materia, en vez de am-
pliar la divisibilidad de las cosas admitiendo hasta la divisibilidad
intelectual, hay que restringir esta cualidad.—Una cosa puede ser
materialmente divisible y no serlo jurídicamente.—Determinación de
cuándo una cosa es jurídicamente divisible.—Criterio que debe se-
guirse.—Las partes divididas deben conservar unidad idéntica al todo,
conservando valor y utilidad proporcional al todo de que formaban
Anales de la Universidad 603

parte.—División de la materia.—Teoría de Pothier.—Su examen y crí-


tica.—La indivisibilidad proviene de la naturaleza de la cosa objeto
del contrato ó de la naturaleza que se le da á la cosa.—Examen de
la tercera clase de indivisibilidad, según la teoría de Pothier ó sea U
que se funda en la forma cómo debe hacerse la paga.

De los efectos de la obligación divisible

Cómo deben ejecutarse las obligaciones entre el deudor y el acree-


dor, aunque sean divisibles.—Cuándo tiene efecto la divisibilidad.—
Pluralidad de deudores ó acreedores.—De la insolvencia de uno de
los deudores por contrato. ídem por sucesión.—Casos en que esas
obligaciones importan forzosa indivisibilidad,—Error sobre el particu-
lar, del Código Francés.—Responsabilidad según el caso.~Del caso
y efectos de deuda hipotecaria ó prendaria.—Cómo y cuándo se fija
el carácter de la obligación cuando hay alternativa.

De los efectos de la obligación indivisible

Indivisibilidad material.—Efecto respecto de los herederos.—Facul-


tades de cada uno de los acreedores.—Puede hacer la exigencia, pero
no puede remitir ni cambiar el objeto de la obligación.—Derecho del
heredero, del deudor demandado por el todo.—Excepción.—Efectos
de la prescripción en esta materia.

CAPÍTULO II
De las obligaciones con relación á las personas
Como se llama la obligación cuando hay pluralidad de deudores y de
acreedores.—De cuántos modos puede ser la obligación conjunta.
SECCIÓN TÍNICA

De las obligaciones solidarias


I

Disposiciones generales

Cómo se define el vínculo de solidaridad.—Su doble manifestación


activa y pasiva.—Cuál es la ventaja de semejante división.—Rareza
604 Anales de la Universidad

de la solidaridad activa fuera del caso de las personas jurídicas.—


No 86 presume, por contrato, pero existe legalmente en ciertas rela-
ciones.—No necesita palabra sacramental, pero es indispensable que
se deduzca claramente.—Error de los que la ven en la;^ frase." liso y
llano pagador de las fianzas.—FjSUri frases carecen de sentido entre
nosotros donde no hay privilegios ni fueros de nobleza.—La modali-
dad condicional á plazo no la excluye. —No la excluye tampoco la
incapacidad parcial de deudores ó acreedores.—División y pérdida
del carácter, respecto de los herederos de alguno de los acreedores.—
Diferencias entre la obligación solidaria y la indivisible, fundadas en
la precedencia de una y otra.—El vínculo jurídico que liga á los deu-
dores de obligación indivisible emerge de la naturale¿a de la cosa
objeto de la obligación ó del contrato, mientras que tratándose de la
obligación solidaria ese vínculo tiene su fundamento en el contrato y
en la ley—Naturaleza do las relaciones de los deudores solidarios
entre sí.—Diferencia de las creadas entre los deudores de obligación
indivisible.—Criterio para determinarlas según el Derecho romano.—
Responáubilidad in iotum y responsabilidad m totnin el totabiter.

Efexiijos de In solidaridad activa

Cuáles son.—Responsabilidad del coacreedor que hubiese cobrado


el todo ó parte.—Cómo se dividen entre ellos. —Carácter del acreedor
de obligación solidaria.—Naturaleza del vínculo que liga á los coacree-
d o r e s . - E n qué se funda el derecho que tiene cada uno de cobrar
todo el crédito.—Examen de la teoría según la cual procede por sí y
como apoderado de los demás acreedores.—Crítica del Código en
cuanto autoriza á un acreedor solidario para hacer remisión de la
deuda.

De los efectos de la solidaridad pasiva

Cuáles son. Excepciones que pueden oponerse.—Sus distintas cla-


ses y efectos.—Teoría de Marcadé.—De la división consentida por el
acreedor respecto de un deudor.—Acción que conserva.—Si aunque
se reciba la parte de uno en el capital ó intereses, permanece la soli-
daridad y hasta dónde.—Diferentes casos.—Caso de confusión.—Error
del Código sobre ese particular.—Opinión de Marcadé.—División en
la responsabilidad.—Caso en que la solidaridad está contraída en
solo el provecho de uno.
Anales de la Universidad 605

C A P Í T U L O III

De las obligaciones con respecto al modo de contraerse

SECCIÓN I

De las obligaciones condicionales

Bisposieiones generales

Cuándo es pura la obligación.—Cuándo es condicional.—Qué es


condición.—Diferencia entre obligación condicional y entre obliga-
ción á plazo.—En qué sentido un hecho, ya pasado ó presente, pue-
de ser tenido como condición.—Condiciones físicas ó moralmente im-
posibles.—Su efecto.—Concepción obscura.—Condiciones prohibidas.
—Aplicación de estos principios á las disposiciones de última volun-
tad.—Condición negativa de cosa físicamente imposible.—Sus dife-
rentes efectos.—Condición potestativa.—Modo en que deben cum-
plirse las condiciones.—Del caso en que el cumplimiento depende de
la voluntad de tercero.—Indivisibilidad en el cumplimiento ?—De las
condiciones cuando son puestas disyuntiva ó copulativamente.—Cómo
deben cumplirse.-De la condición para día determinado.—Condi-
ción negativa de que no se verifique suceso para tiempo determina-
do.—En qué época debe cumplirse.—Cuándo se reputa cumplida.—
Del caso en que esa oposición ó imposibilidad resulta del uso legítimo
del derecho.—Efecto retroactivo de la condición cumplida en las
obligaciones de dar.—Del caso en que algunos de los contrayentes
fallezca.—Efectos distintos de los herederos de ambos, respecto de la
trasmisión.—Diferencia en los actos de última voluntad.—La razón.
—Medidas conservatorias por parte del acreedor pendiente la condi-
ción.

De la condición siíspmsiva

Cuándo se llama así la condición.—Si hay realmente razón para


la división de las condiciones en suspensivas y resolutorias ó si, por
el contrario, es la doble faz de un mismo derecho á exigir la devolu-
ción de lo pagado pendiente la condición.—Para quién perece la cosa
42
D06 Anales de la Universidad

antes de cumplida.—Distinción.—Cómo se reglan los efectos en ese


caso respecto de terceros.

De la condición resolutoria

Sus efectos.—Entre los contratantes.—Cómo se determina la res-


ponsabilidad en las pérdidas ó deterioros.—Denuncia forzosa de la
intención ó renuncia por parte del acreedor cuando está establecida
en su favor.—Razón.—Alcance de sus efectos á terceros acreedores.
—Distinción entre la buena y mala fe.—Generalidad actual de la,
condición que el derecho español limitaba á las ventas. —Observa-
ción de Goyena.—Dos clases de condición. Explícita é implícita.—
Si ambas tienen igual alcance respecto do terceros.—Resolución de
los actos.—Mayor latitud de los tribunales en el segundo caso. -
Aplicación de las disposiciones de última voluntad con la oportuna
diferencia.

SECCIÓN I I

De las obligaciones á plaxo

Cuándo la obligación es á plazo.—El plazo, como la condición, re-


viste dos formas: suspensivo y resolutorio.—Diferencia esencial entre
condición y plazo.—Cuatro fórmulas del plazo.—Resolución en caso
de obscuridad.—El plazo se supone siempre en favor del deudor y
acreedor.—Consecuencias.—Modificación.—Si puede exigirse lo paga
do pendiente el plazo.—De quién son los riesgos y peligros.—Cómo
se computa el plazo.—Del plazo legal.—Implicancia con lo dispuesto
en las obligaciones de dar.—De los aplazamientos indicados con las
frases cuando quiera, cuando pueda.—Opinión de Laurent.

CAPITULO IV

De las obligaciones con relación á sus efectos

SECCIÓN TÍNICA

De las obligaciones civiles y de las tneram§nte naturales

Distinción de unas y otnis.—Sus diferentes efectos.—¿Los Códigos


modernos deben ocuparse de las obligaciones naturales?—Doctrina
Anales de la Universidad (>07

de Marcadé, Aubry y Raut.—Tesis sustentada por el doctor Macha-


do al comentar el Código argentino.—Razón histórica de la clasifi-
cación.—De algunas obligaciones naturales especiales.—Efecto de la
sentencia que rechaza la demanda.--Efecto del cumplimiento parcial.
—Si puede repetirse lo pagado mediante una obligación de esa espe-
cie cuando haya obligación accesoria que la garanta.

TITULO III

I>e l o s m o d o s d e extinguirse las obligaciones

Enumeración hedía por el Código.—Exposición y críUea

CAPÍTULO I

De la paga en general

SECCIÓN I

De la paga

Latitud de la frase «paga» en el sentido jurídico.—¿Quién puede ha-


cer la paga?—¿Por qué dice el Código que el deudor puede, en vez de
decir debe hacer la paga? —Distintas relaciones de derecho cuando la
paga es hecha por un tercero.—Caso en que la verifica un tercero
contra la voluntad del deudor.-Solución de nuestro Código y del
Código Argentino.—Examen y crítica.—De la calidad necesaria en el
que hace el pago cuando éste transfiere la propiedad.—Implicancia
de esta disposición con la del artículo 1631 del Código Civil.—Obser-
vación.—Caso en que el pago consiste en dinero ó cosa fungible.—De
las relíciones jurídicas que fluyen del pago.—Pago de las obligacio-
nes de hacer.—Personas á quienes puede hacerse el pago.—Cláusula
necesaria en el mandato caso de pago hecho de buena fe al tenedor
del título—De la paga hecha al incapaz.—Caso excepcional en que
es válida.—Imposibilidad légale ineficacia cuando media embargo.—
Cuándo es legítima la paga para el objeto en que se verifica—Si pue-
de ser parcial. —Ninguna faculdad al Juez.—Casos en que hay diver-
sas deudas.—Casos de prestaciones periódicas.—Similitud con lo dis-
puesto para las obligaciones alternativas.—Concurrencia de deuda lí-
608 Anales de la Universidad

quida 6 ilíquida.—Prestaciones periódicas.—Suposición fluyente del


último pago. —Opinión de Pothier.—Cómo cumple el deudor de causa
determinada-—De la determinación en cuanto al género.—Lugar y
tiempo en que debe hacerse.—Implicancia con lo dispuesto en las
obligaciones de dar.—Efecto de la paga.—Es el medio característico
de la extinción.—Por cuenta de quién son los gastos de la documen-
tación.—Distinción.

SECCIÓN II

De la subrogación

Definición.—Distinción entre subrogación y cesión de derechos.—


De cuántas maneras puede ser—Cuándo tiene lugar la subrogación
legal.—Cuándo la convencional.—8u extinción.—Requisitos internos
y externos de una y otra.—La razón de ser.

SÍX3CÍÓN IIÍ^

De' la imputación de la paga

Cuántas especies de imputación • reconoce el Código. Cuándo tiene


lugar la legal. Cuándo la convencional.—Del derecho del deudor de
señalar esa imputación, cuando hay deudas que tienen un objeto se-
mejante.—Límite del derecho del deudor.—Si puede verificarse en
favor del capital devengándose intereses.—Cuándo hay error.—De
la imputación consignada en un recibo nceptado por el deudor.—Ca-
so en que puede rechazarse.—Orden de la legal.

SECCIÓN IV

De' la oblación y consignación

Cuándo tiene lugar respectivamente.—Sus efectos.—Condiciones


de validez de la oblación- —De la oblación.—Procedimiento ulterior.
Sus efectos.—Si puede retirarla el consignante.—Relaciones que de
este retiro surgen según el estado de las cosas—Si la oblación se-
guida de consignación surte los efectos de paga, ¿cómo se explica que
el dewdor pueda dejarla sin efecto?—Explicación del artículo 1459 de
nuestro Código.—Tres especies de consignación —De sumas de di-
nero.—De cosa determinada.—De cosa indeterminada.—Ventajas del
Cóáifo: en este pu»ta sobre todos los Códigos conocidos, y seflala-
Anales de la Universidad 609

SECCIÓN V

De la paga por entrega de bienes

Cuándo tiene l u g a r . - C u á l es la relación cuando se entrega u n


crédito.—Cuál, cuando se determina el precio de la cosa dada en pa-
go.—Cuál es la cosa externa indispensable.—Qué personas pueden
aceptar.estos pagos.—Qué situación sobreviene si el pagado es evic-
to en la cosa debida.

SECCIÓN VI

De la paga con beneficio de competencia

Definición del beneficio.—Qué personas gozan de él.—Si pueden


pedirse alimentos y optarse por otra parte del beneficio.—Razón his-
tórica de esta modalidad de la paga.—Fundamento actual.

CAPÍTULO II

De la compensación

E l Código define la compensación legal.—Si es necesario algún ac-


to previo y si se produce de pleno derecho.—Requisitos.—Entre qué
deudas procede.—Es indiferente la capacidad y la causa.—Si puede
renunciarse.—Opinión de Laurent. —Desde cuándo se supone líquido
el crédito.—Si puede oponerla el fiador por el deudor.—Si lo puede
el deudor solidario.—Opinión de Marcadé seguida por el Código ar-
gentino.—De las compensaciones cuando median cesiones y cambios
en las personas—La distancia de lugar á lugar es una causa que la
impide.—Excepción.—El orden de la imputación prevalece también
en este caso.—Casos en que no tiene lugar á pesar de resolverse en
pago de cantidades homogéneas-—Oposición del Código argentino.—
Su razón.—No es extensiva á las deudas de particulares con el Fis-
co.—Excepciones.—Su fundamento.—Derogación del derecho ante-
rior.—Caso en que hay derechos' ya adquiridos por terceros.—Efectos
de la compensación respecto de las garantías reales y personales.—
Caso en que á pesar de la compensación legal se pagase la deuda.—
^u efecto respecto de los garantes.
610 Anales de la Universidad

CAPÍTULO III

D é l a r e m i s ió n

Presunción legal de su existencia,—Opinión de Goyena sobre la


clase depresunción.—Quiénes pueden remitir.—No hay forma sacra-
mental para la remisión.—De cuántas maneras puede ser. —Expre-
sa y tácita.—Cuándo tiene lugar la primera.-Hechos que inducen
la segunda.—Excepciones. - P o r medio de qué prueba puede des-
truirse la presunción en el caso.—Diferente significación de la entre-
ga del documento según sea publico ó privado.—De la remisión he-
cha á un deudor solidario.—De la hecha al fiador.—De la hecha al
deudor afianzado.—Remisión de la cosa prendada.—El artículo final
es más propio del título de la imputación.—Es, por otra parte, injusto.
—Semejanza con la donación.

CAPÍTULO IV

De la novación

Qué es,—Distinción entre ella, la subrogación y la cesión de dere-


chos —Dos especies de novación según Mólitor.—El Código sólo tra-
ta de la novación necesaria.—Cuántas formas puede revestir,—La
novación puede existir respecto d é l a causa ú objeto.—Toda novación
supone obligación anterior válida.—De la capacidad para novar.—Es
indispensable que sean puras, salvo pacto contrario.—La novación
no se presume.—No requiere palabra sacramental; pero debe fluir
claramente del contexto del acto de voluntad.—La delegación no
siempre supone novación.—Distinción.—Anuladala novación, ¿en qué
situación quedan las cosas?—Derechos del acreedor contra el deudor
primitivo, no obstante la novación.—Efectos de la nulidad relativa
del nuevo título y de la pérdida ó evicción de la cosa dada en pago.—
Efecto general déla novación respecto de los intereses.—Efectos res-
pecto de los privilegios.—Efectos respecto de las prendas ó hipote-
cas.-Razón de esas disposiciones —Deuda solidaria. Casos en que
no tiene lugar la reserva.—De la novación entre el acreedor y deudo-
res solidarios,—Entre fiador y deudor,—Cuando la alteración consis-
te en añadiré quitar hasta deudor, pueden ser obligados los coreos.
—Si constituye novación la mutación de lugar, la ampliación ó reduc-
Anales de la Universidad 6ll

ción del plazo.—Opinión de Pothier rechazada por el Código.—Re-


quisitos de la novación por sustitución de acreedor.—En qué degene-
ra cuando falta el consentimiento.

CAPÍTULO V

De la confusión

L a definición del Código es la más exacta y completa de las cono-


cidas. Cuándo se verifica y sus efectos. Puede ser total y parcial.—
Error ya notado en las obligaciones solidarias.—Si tiene lugar res-
pecto del heredero beneficiario.—Casos de la revocación de la confu-
sión: a) por nulidad legal de la causa, b) por confesión de partes.—
Sus efectos distintos.

CAPÍTULO VI

De la imposibilidad del p a g o

Innovación del Código.—Casi todos los Códigos hablan de la pér-


dida de la cosa, lo que no da una idea clara del contenido.—Cuándo
existe la imposibilidad.—Cuándo se dice que la cosa cierta ha pere-
cido.—Distinción de la cosa.—A quién le incumbe la prueba del ca-
so fortuito.—A quién grava la pérdida.—Si puede alegarlo el que ro-
ba la cosa.—Destrucción por hecho voluntario.— Qué culpa viene com-
prendida en la del deudor.—A quién pasan los derechos y acciones
en caso de perecer la cosa.—Diferentes efectos de la extinción según
se trate de obligaciones de dar, de hacer ó de no hacer.—Hazón de
esa diferencia —Por qué no se aplican estas reglas á las obligaciones
d« género.

CAPÍTULO VII

De la anulación ó declaración de nulidad

Examen de la doctrina de nuestro Código sobre este punto.—Ori-


gen de la distinción entre nulidades absolutas y relativas.—Derecho
612 Anales de la ünioersidad

romano.—Derecho francés.—Doctrina seguida por el Código Argen-


tino.—Doctrina alemana sostenida por Pescattore. —Exposición de
esta doctrina y sus ventajas sobre las anteriores.—¡Sobre qué clase
de nulidades legisla nuestro Código. ¿Sólo la nulidad relativa es sus-
ceptible de declaratoria? E n la absoluta rige el principio que lo que
es nulo ningún efecto produce.—Tres, orígenes para las nulidades ab-
solutas.—¿Las que en ellas no se encuadran son nulidades relativas?
—Criterio según la doctrina del Código para distinguir la nulidad ab-
soluta de la relativa.—A quién le incumbe instarla.—Causas que ex-
cluyen el derecho.—Por qué la aserción de mayor edad forma excep-
ción.—Abolición más general del privilegio de sustitución.—^iectos,
de la nulidad declarada.—De las restituciones que proceden.—La nu-
lidad es un favor personal.— Plazos en que puede pedirse. Cómo se
computan.—La ratificación en la relativa, puede ser de dos modos.—
Casos en que tiene lugar.—Sus requisitos.—De quién debe proceder.
—Por qué no se extienden estos principios al contrato de matrimonio

TITULO IV

D e l modo d e probar las obligaciones y «Icliberaciones

Regla general.—Interpretación,—Doctrina de Marcadé y ele Bon-


nier.—Fuerza probatoria de los elementos de prueba indicados por el
Código —¿Alguno de ellos es capaz de producir la certidumbre, ó, por
el contrario, producen tan sólo presunciones más ó menos vehe-
mentes?

CAPÍTULO I

De la prueba instrumental

SECCIÓN I

De los instrumentos públicos

Qué es instrumento público.—De la escritura pública.—Tres re-


quisitos.^Intervención de escribanos.—Número de testigos.—Proto-
colización.—Fuerza probante.—Fuerza eficiente.—A quiénes alcanza.
—Su parte dispositiva—Sus enunciativas. —Qué efecto produce la
Anales de la Universidad 613

ialta del instrumento donde la ley lo requiere por esencia.—Del valor


•de los instrumentos defectuosos.—El error común no hace derecho.—
De los instrumentos procedentes del extranjero.—Excepción ya reco-
nocida al principio de que el lugar rige el acto.—De los contradocu-
mentos.—Opinión de Bonnier,

SECCIÓN I I

De los instrumentos privados

Cuándo y qué valor tienen.—Explicación de las enunciativas.—


¿Basta el reconocimiento de la firma?—Forma ó extremos del recono-
cimiento, según se pida al suscriptor ó á sus causados.--Razón de la
diferencia.—Recurso supletorio cuando se niega la firma.—Valor del
documento firmado á ruego.—Dos requisitos para que sirva de princi-
pio de prueba: a) dualidad en los testigos, b) presentación simultánea
al acto.—Indivisibilidad de la prueba que resulta del reconocimiento.
De la fecha legalmente cierta.—Si será taxativo el artículo ó simple-
mente demostrativo.—Si los terceros á q u e se refiere éste son los mis-
mos del artículo 1541.—Asientos, registros y papeles domésticos.—De
las notas á continuación délos instrumentos.—De las cartas misivas.
^ R a z ó n de la prohibición.

SECCIÓN I I I

De las copias de las escrituras públicas

De la fe de las copias.—En el caso de variación prevalece la ma-


triz.—Valor de las copias originales, testimonios ó coplas de copias.

CAPÍTULO II

De la prueba t e s t i m o n i a l

Tendencia de la referencia —La prueba es de orden público.—Casos


en que es indispensable la prueba testimonial, sea que se trate de
obligaciones ó liberaciones.—De la prueba contraria á los instrumen-
tos.—De la reducción posterior.—Cuando la obligación reconoce va-
rias causas.—Excepción á la prohibición.—Principio de prueba.—Dos
requisitos indispensables: a) Origen adverso.—Verosimilitud ó con-
gruencia con el hecho.—Casos en que es permitida la prueba testimo-
nial cualquiera que sea la cantidad ó importe.
43
614 Anales de la Universidad

CAPÍTULO III

De las p r e s u n c i o n e s

Qué son según la definición del Código.—Opinión de Marcadé.—


Cuál es la presunciónlegal.—Ejemplos.—La confesión no es una ver-
dadera presunción.—Error del Código F r a n c é s . - A qué prueba está
obligado aquél en cuyofavor existe-—División de la presunción legal.
Absoluta y simple.—Su definición en orden á la paternidad.—De
la presunción judicial.—áu fuerza y sus caracteres.

SECCIÓN IV

De la confesión de parte

Idea de la confesión. ¿Es un modo de prueba, ó más bien una cir-


cunstancia que la hace innecesaria?—Clasificación.—Confesión sim-
ple, calificada y compleja.—Principio de la indivisibilidad de la con-
fesión.—Restricciones con que debe aplicarse—¿Quiénes pueden hacer
la confesión?—¿A quiénes se puede exigir ese modo de prueba?—
¿Cómo puede verificarse?—Clasificación en cuanto al modo de hacer
la confesión.—Confesión exfcrajadicial, judicial y verbal.

SECCIÓN V

Del juramento judicial

¿En qué consiste el juramento judicial?—Clasificación.—Reseña


histórica.—¿Qué clase de juramento es la admitida por nuestro Có-
digo?—¿En qué casos?—¿Con qué restricciones?—¿Quiénes pueden
prestarlo y á quiénes se les puede exigir?

NOTA—Se harán por los alumnos durante todo el año ejercicios


de investigación y de aplicación de criterio y de doctrina, resolviendo,.
además, casos que ocurren en las relaciones de der ícho de la vida
diaria ó que caigan bajo el imperio de la legislación vigente. La ejer-
citación en ese aprendizaje puede ser oral ó escrita.
Anales de la Universidad 615

P r o g r a m a de D e r e c h o Penal

PRIMER CURSO

D e l o s delitos y d e las penas e n general

EVOLUCIÓN D E L DERECHO D E CASTIGAR: l.er período: a. L a ven-


ganza privada, el talión y el rescate pecuniario, h) Venganza divina:
expiación, c) Venganza pública: intimidación.—2." período: a) L a en-
mienda del culpable; escuela penitenciarista. b) Escuela positivista.
c) Escuela crítica (Terza scuola). d) Unión Internacional de Derecho
Penal.

FUNDAMENTO DEL DERECHO D E CASTIGAR: E l contrato social; sus


formas (Locke, Beccaria, Rousseau).—La justicia (Kant).—La utili-
dad social (Bentham). —La utilidad y la justicia (Rossi de Broglie).—
L a Defensa social: Frank, Escuela positiva.—La tutela jurídica (Ca-
rrara).—La protección tutelar (P. Dorado).

L A RESPONSABILIDAD PENAL: Inteligencia y libertad (Teoría clá-


sica).—Libertad ideal (Fouillée).—Volición del hecho.—Teoría del Có-
digo Español —Normalidad (Poletti).—Identidad individual y seme-
janza social (Tarde).—Intimidabilidad (Dubuisson). - Defensa social:
Escuela positiva.

CONCEPTO FILOSÓFICO D E L DELITO: Violación del deber social


(Rossi).—Violación del derecho (Frank].—Violación de la libertad
t.f.

616 Anales de la universidad

individual (Hamón).—Utilidad general (Bentham).— Violación del


sentimiento medio de piedad y probidad (Garófalo).—Violación del
sentimiento de piedad y probidad relativo (Tarde).—Ataque á esta-
dos fuertes de la conciencia colectiva (Durkeim).—Quebrantamiento
de las condiciones de existencia y de la moral relativa (Ferri).

ETIOLOGÍA DEL DELÍTO.—Factores endógenos.—EX crimen y el


atavismo; doctrinas de Lombroso, Sergi y^Ferrero-—El crimen y la
epilepsia (Lombroso).—El crimen y la locura (Maudsley, Wirchou).—
E l crimen y la degeneración (Morel, Feré).—Caracteres anatómicos»
biológicos y psíquicos del criminal.—Exposición y crítica.
Factores exógenos.—a) Influencias naturales ó físicas: E l clima y la
naturaleza del suelo.—6) Influencias sociales: la raza, el sexo, la edad,
la religión, la emigración, el estado civil, la educación moral y lite-
raria, la civilización, medio urbano y rural, las profesiones, la imita-
ción, la política, la organización del trabajo, la situación económica,
el alcoholismo. — La estadística: su importancia sociológica. — L a
marcha del delito según los datos que aquélla suministra.
Factor psicológico.—La libertad moral. Proc3so del delito según la
escuela espiritualista.

CLASIFICACIÓN DE CRIMINALES:—a) Por causas orgánicas y socia-


les (Ferri).—Unión Internacional de Derecho Penal.
h) Por causas psicológicas (Joly).
c) Por la naturaleza de las medidas defensivas.
Exposición y crítica de cada una de estas doctrinas.

CLASIFICACIÓN DE DELITOS: a) Del punto de vista de la calidad:


doctrina de Carrara, de Lucas y de Bentham.—5) Del punto de vista
de la moralidad del agente, de la naturaleza del acto delictuoso, del
modo de su ejecución material, de la época de su instalación, de la
mayor ó menor gravedad. (División tripartita del Código Francés y
bipartita del Código Italiano).—Impo-rtancia de cada una de estas
clasificaciones.—Tendencia de la escuela clásica á definir el delito y
de la escuela positiva á clasificar el delincuente. Su razón de ser.
¿Existe incompatibilidad entre ambos criterios?—Examen de la doc-
trina que opera su fusión.
Anales de la Universidad 617

MEDIDAS PREVENTIVAS DEL DELITO.—Teoría de los sustitutivos


penales (Ferri); exposición y juicio.—EXAMEN PARTICULAR D E AL-
GUNAS MEDIDAS —a) De carácter general: la vigilancia de la autori-
dad.—La caución de no ofender (Schrot). V . artículo 34 del Código
Penal.—La proliibición de presentarse en ciertos lugares (Interdic-
tion de Sejour).—Represión de la vagancia y mendicidad; v. artículo
405 del Código Penal y ley de 15 de Julio de 1882.—Medidas de la
Bélgica.—La colonia agrícola de Beneficencia.—La expulsión admi-
nistrativa de los extranjeros.—La represión de la embriaguez, v. in-
ciso 3." del artículo 406 del Código Penal.—Otros recursos preventi-
vos*—La prohibición de la venta del alcohol (Estados Unidos).—
Limitación del número de despachos de bebidas (Holanda).—El mo-
nopolio del alcohol (.Suiza).—La propaganda privada antialcoholista.
—Los asilos de bebedores (Cantón de Berna y Neuchátel).—La pro-
tección de la infancia: a) Niños moral y materialmente abandonados.
—Véase Código Civil, artículo 262 y ley francesa de 24 de Julio de
1889.—Organización de su amparo en Francia.—5) Jóvenes delin-
cuentes.—Colonias agrícolas y escuelas de reformas: principios de
una buena organización.—Las instituciones belgas.—El patronato
de los delincuentes.—La Relegación.—Véase ley francesa de 27 de
Mayo de 1885.—La amonestación judicial.—La condena condicional:
sus diversas formas, americana, inglesa, europea, continental.—La
rehabilitación: noticia de su organización en Francia.
b) De carácter especial: Preventivas de los delitos entre esposos: el
d\vorc\o.~Preventivas de infanticidio: la declaración obligatoria de
embarazo; la indagación de paternidad; la asistencia anónima (el
torno); la asistencia individual secreta (Sistema del Comité de Asis-
tencia de París).—Preventivas del duelo: Tribunales de honor; aso-
ciaciones libres.—Preventivas de bigamia: Casillero judicial civil, ley
francesa de 17 de Agosto de 1897.—Tendencia de la ciencia penal, á
hacerse cada vez más preventiva: signos que la revelan y juicio
acerca de ella.

CONDICIONES D E LA IMPUTACIÓN LEGAL.—-Artículo 1.° del Código


Penal: a) Acto externo.—Sus formas y caracteres.—Justificación de
tal criterio.—6) Violación de una ley penal.—Criterio relativo á la
determinación del delito y la pena: 1.° legal; 2 «judicial; 3.o legal
para el delito; legal y judicial para la pena.—Exposición y examen
de estos criterios.—Tendencia d é l a legislación y de la ciencia.—
618 Anales de la Universidad

c) Acto voluntario.—Determinación de la voluntad relativamente al


sujeto del delito.—El dolo: su clasificación objetiva: dolo determi-
nado, indeterminado, eventual.—Clasificación subjetiva: a) Dolo
simple, especial, muy especial, b) Repentinus y deliberatus: Opinión
de Holtzendorf y de la escuela positiva acerca de la premeditación.
—Teoría fusionista de Alimena. Importancia de estas clasificaciones.
La culpa. Teoría sobre su influencia en el delito: ct) Vicio de la in-
teligencia (Almendigen). b) Vicio de la voluntad (Carrara). c) Ido-
neidad del delincuente y responsabilidad social (escuela positiva).
División de la culpa de la escuela clásica. División de la culpa de la
escuela positiva: clasificación de Angiolini. Carácter é importancia
de una y otra.
Quién puede ser agente de delito.—Los animales: legislación an-
tigua y moderna.—Personas morales: irresponsabilidad penal: res-
ponsabilidad civil: sus fundamentos.—Evolución de esta idea.—
Quién puede ser paciente de delito.

lO

DE LA APLICACIÓN^ DE LA LEY PENAL RELATIVAMENTE Á LAS


PERSONAS, AL LUGAR Y AL TIEMPO.—La Uy penal y las perso-
nas.—Artículo 3.0 del Código Penal. —Excepciones: a) Inmunidad
diplomática, b) Inmunidad parlamentaria; examen de los artículos
49, 50 y 51 de la Constitución.—Límites y fundamentos de tales pre-
rrogativas .
La ley penal y el íerri¿or¿o.—Sistemas: a) Nacionalidad, b) Territo-
rialidad, c) Universalidad, rf ) Nacionalidad y territorialidad.—Re-
vista doctrinaria y legislativa.—Doctrinas que inspiran nuestro dere-
cho positivo.
a) Territorialidad: artículos 3, 4 y o del Código Penal: su examen;
artículos 1.° y 2.° del Tratado de Derecho Penal, Congreso de Mon-
tevideo: b) Nacionalidad: artículos 6.» y 7."; condiciones positivas y
negativas de su aplicación.—Véase el artículo 8 del Código Penal-
ice la extradición.—^VLS fundamentos y carácter.—Condiciones de
la extradición.—a) Calidad de extranjero del delincuente. Quid del
extranjero que se naturaliza posteriormente al delito. Doctrina ale-
mana y anglo-francesa (Convención de 1876). b) Delito de derecho
común.—Fundamentos.—Véase artículos 10 y 11 del Código Penal.
Procedimiento de la extradición.—Sistemas: a) Administrativo, b)
Judicial, c) Mixto.—Exposición, juicio y legislación.—Nuestro dere-
cho positivo.—Véase artículo 12 del Código Penal.
Concepto del territorio.—Situación de las personas, á bordo de bu-
ques mercantes y de guerra, en aguas territoriales.—Jurisdicción en
aguas neutrales.
Anales de la Universidad 619

La ley penal en cuanto al tiempo.—Confítelo de leyes antiguas y


modernas.—Principio general de la no retroactividad, inciso 1.° del
artículo 29 del Código Penal; sus fundamentos.—Limitaciones de ese
principio: a) Ley nueva de fondo, supresiya ó atenuante. Véase in-
cisos 2.0 y 3.0 del artículo 29 del Código Penal. Criterio para distin-
guir la ley más benigna. 6) Ley nueva de forma, c) Ley nueva de
prescripción.—Doctrinas diversas sobre la retroactividad ó no retro-
actividad de este género de leyes.—Justificación de tales excep-
ciones.

11

GENERACIÓN DEL DELITO.—a) Actos internos ó psicológicos: fun-


damentos de su impunidad: bj Actos externos. La voluntad criminal
exteriorizada.—Véase artículos 116, 117, 120, 136, 160 y 379 del Có-
digo Penal.—Actos preparatorios: Solución de las escuelas clásica y
positiva sobre su punibilidad.—Doctrina del Código.—Véase ar-
tículos 116,117, 120.—Fundamentos
Tentativa.—Caracteres de ella: a) Comienzo de ejecución. Fórmu-
las dadas para discernir los actos de ejecución de los simplemente
preparatorios, b) Desistimiento involuntario.—Clasificación del de-
sistimiento ideado por Carrara. Debe presumirse voluntario ó invo-
luntario el desistimiento, e) Intención criminal.—Los delitos culpa-
bles y los pasionales son susceptibles de tentativa.—Existen algunos
otros delitos que carecen de ella.—Véase artículos 16, 134,135, 136,
360 y 361 del Código Penal.—Sus fundamentos.—Teorías sobre la
penalidad de la tentativa: a) Clásica, b) Positiva, c) Mixta (Gallet) —
Nuestro derecho positivo.—Artículos 1 y 61 del Código Penal.
Delito frustrado.—Diferencia con la tentativa.—Qué delitos son
susceptibles de frustración: regla.—Frustración por imposibilidad
material: delito imposible-—Doctrina Clásica: a) Naturaleza de los
medios y del fin. b) Imposibilidad de hecho y de derecho (Garraud).
—Doctrina positivista.—Nuestra legislación: artículos 13 y 60 del
Código Penal.

12

D E LAS CIRCUNSTANCIAS EXIMENTES Ó ATENUANTES DE PENALI-


DAD.—Diferencia entre causa de no culpabilidad, causas justificati-
vas, y excepciones perentorias.—Consecuencia de esta distinción.—
-Clasificación de las circunstancias eximentes y atenuantes, de Man-
duca.
Causas patológicas y psicopatológicas.—La locura.—Consideracio-
nes generales sobre sus modos de manifestación. —Locwras idiopáti-
620 Anales de la Universidad

cas: parálisis general, monomanías.—¿La monomanía es una locura


parcial?—Importancia de esta cuestión: soluciones.—Locura circular:
intervalo lúcido. Estado de la doctrina relativamente al delito co-
metido en este período.
Locuras hereditarias. — Degenerados inferiores.— Consideraciones
sobre la locura moral.—Teoría de Lombroso según la cual el crimi-
nal es un loco moral: su discusión-—Locuras neuropáticas.—La. epi-
lepsia, la histeria.
Locura terminal.—La demencia.—Sonambulismo natural y artifi-
cial.—¿La acción del hipnotismo anula completamente la voluntad
del sujeto?—Teorías: Escuelas de París, de Lyon é Intermedia (Voi-
sin Berillon).—Auto-sugestión.—Neurastenia.—Determinación de la
responsabilidad en cada uno de estos casos.
Manicomios criminales; razones que justifican su creación. Países
en donde existen.—Quiénes deben declarar la locura:—Opiniones: a}
los jueces, b) el jurado, c) los peritos.—Discusión.—Nuestro derecho
positivo: inciso !.«> del artículo 17 y artículo 87 del Código Penal.
b) Alcoholismo y embriaguez. Relación con el delito, el suicidio y
la locura—Condiciones doctrinarias de la irresponsabilidad.—Grada
de embriaguez y causa ó móvil de la misma. Opinión de Garófalo.—
Examen de la doctrina que ve en la embriaguez una circunstancia -
agravante.—Fundamentos de la irresponsabilidad y de la atenua-
ción.—Caracteres de una y otra en nuestro derecho.—V. artículo 18^
del Código Penal.—Morfinismo y Cocainismo.
Sordo-Mudez.—Estado intelectual de los sordo-mudos. —Opinio-
nes.—Criterios adoptados por el derecho positivo: sistema alemán,
italiano, francés.—Juicio.—Nuestra legislación: artículo 17, incisos
4." y 5.0, y artículo 18, inciso 2.o.
Causas fisiológicas-—La edad: Datos estadísticos sobre la delin-
cuencia de los jóvenes.—La criminalidad del niño es un fenómeno
fisiológico (Lombroso)—ó social (Joly).—Fundamentos d é l a irres-
ponsabilidad y atenuación.—Criterios sobre discernimiento.—Ten-
dencia actual de la doctrina: Congreso penitenciario de París de 1893
y Patronato de Anvers de 1898.—Nuestro derecho positivo, artículos
17 y 18, inciso 2.°, y artículo 84, inciso 2.».
E l sexo: ¿La mujer debe ser penada menos severamente que el
hombre? D iscusión.—Influencia del sexo en la ejecución de la pena..
V . artículo 84, inciso I.".
L a pasión: Clasificaciones de las p;i-^iones, de Carrara y de la es-
cuela positiva: su importancia.—Criterio adoptado por nuestro Có-
digo. V . los artículos 18, incisos 3.", 4.", 5." y 10, y 17 inciso 14.—
Condiciones de la atenuación é irresponsabilidad establecida en
ellos.—Debe hacerse extensiva á la mujer la excusa de pena que la
ley acuerda al marido en el caso de adulterio (Garraud). Fundamen-
Anales de ¿a Universidad 621

tos de esta impunidad: discútase si es un derecho ó una excusa abso-


lutoria .
Ignorancia ó erroi: Deben ser causa de excusa ó atenuación: distin-
ciones y salvedades de la doctrina. V. el artículo 2.^ del Código Civil.
Omisas sociológicas.—'Esiado de necesidad: Diferencia entre ésta
y la legítima defensa.—Formas esenciales del estado de necesidad.
—Fundamentos de la irresponsabilidad. —Teorías subjetivas.—
Bentham, Fioretti.—Teoría objetiva: distinción según la naturaleza
de los derechos en conflicto: doctrina de Moriaud. Caracteres de la
irresponsabilidad cuando los derechos son desiguales, artículo 17, in-
ciso 9.0 del Código Penal; ídem cuando son iguales, artículo 17, inci-
sos 11 y 15.—¿Existe el derecho de defensa contra los actos inspira-
dos en el estado de necesidad? ¿Cesan ó subsisten las prerrogativas
de este estado cuando se ha dado lugar á él? ¿La irresponsabilidad
es también civil? Discusión.
Legítima defensa: Sus fundamentos: Teorías que ven en ella una
causa de impunidad: a) violencia moral, b) retribución del mal por el
mal (Puffendorf, Geyer).—Teorías que la conceptúan como el ejerci-
cio de un derecho: a) nulidad de la injusticia, b) carácter social del
acto, c) supresión del derecho de castigar (Hegel, Fioretti, Carrara).
—¿Qué derechos justifican el ejercicio de ésta? ¿se aplica también á
los bienes?—Caracteres de la legítima defensa: actos que importan
agresión y momento inicial de ésta.—¿La irresponsabilidad del agre-
sor ó la excusa legal de la agresión anulan el derecho de defensa?—
Determinación de la necesidad racional: consideraciones generales.—
Quid cuando se sobrepasan los límites de la necesidad racional por
efecto del miedo.—Carácter de la provocación excusable.—Nuestro
derecho: artículo 67, inciso 6.".
Casos asimilados á la legítima defensa: Escalamiento ó fractura
de casa habitada, durante la noche.—Condiciones de la exención.—
Quid del escalamiento con fines ajenos á la violencia conocidos del
morador.-Examen de los incisos 7.» y 8 o del artículo 17.
L a obediencia debida: Fundamentos de esta disposición: sus límites
en el orden civil y militar.—Criterio seguido por otros códigos en la
enumeración de esta exención: juicio comparativo (Código Italiano,
artículo 49; Francés, artículo'32).—V. artículo 17, incisos 12 y 13 de
nuestro Código.
13
DE LAS CIRCUNSTANCIAS QUE AGRAVAN LA RESPONSABILIDAD
CRIMINAL.—Examen y fundamentos de los incisos 1 al 13 del artículo
9.0 del Código Penal.—De la premeditación; concepto de ella.—Teo-
ría del Código Francés: su criterio.—De la reincidencia. ¿En qué
consiste?: su división.—Revelaciones de la estadística, acerca de este
622 Anales de la Universidad

fenómeno social.—Causas de la reincidencia.—Significación moral


del delito profesional.-¿La reincidencia debe determinar un aumento
de la pena?—Doctrinas: su discusión.—La agravación de la pena,
¿debe subordinarse al cumplimiento de la condena anterior, ó procede
en el caso de simple sentencia ejecutoriada?—Criterios positivos; sis-
tema de nuestro Código: su crítica.
Modos de agravat la pena.—Legislación comparada. Doctrina de
Prins.—Prescripción de la reincidencia: su examen.—Ley francesa de
27 de Mayo de 1885.—Nuestro derecho. V. el artículo 19 incisos 14 y
15 del Código Penal.—Medios de constatar la reincidencia: a) Prueba
de la condenación.—IJOS Casilleros judiciales: su organización y su re-
sultado en Franclsi.—Prueba de la identidad del criminal.—Método
antropométrico: el Bertillonage; el sistema dactiloscópico Provincia
Buenos Aires; otros procedimientos complementarios.—Fundamentos
de esta institución y operaciones de que consta.—Circunstancias agra-
vantes que no se cuentan á los efectos de aumentar la pena: reglas.
—V. artículo 67 del Código Penal.

14

DISPOSICIONES COMUNES A LAS CIRCUNSTANCIAS AGRAVANTES Y


ATENUANTES—Su división en objetiva y subjetiva (artículo 68), ge-
nerales y especiales: consecuencia de ellas.—Reglas para determinar
la pena, cuando concurren circunstancias agravantes ó atenuantes.—
V. artículos 36,57, 58, 73, 74, 75, 76, 69, 70, 71 del Código Penal.—Ra-
zón de la diferencia de criterio establecida en los artículos 74 y 75
del Código Penal.—Métodos adoptados por el derecho positivo sobre
circunstancias atenuantes: tres tipos: Código Español, Francés y Ho-
landés.

15

D E LA PLURALIDAD D E PERSONAS EN LA EJECUCIÓN L E LOS D E -


LITOS.—Evolución del delito colectivo.—Diferencia entre la compli-
cidad y la asociación de malhechores.—Caracteres de la participación
criminal: quiénes son autores; inciso 1.° del artículo 21: su examen,
inciso 2.".—Figuras jurídicas que comprende.—V. artículo 66 del Có-
digo Francés.—La orden ó el mandato revocados,—superados por el
mandatario,—no cumplidos y cumplidos parcialmente.—V- el artículo
175 del Código Penal.—El consejo: regla sobre su incriminación. V .
el artículo 134 del Código Penal, incisos 3.", 4.' y 5.», su examen y
fundamentos.—Principio general á que pueden reducirse las reglas
precedentes.
¿Quiénes son cómplices?—Véase artículo 22 del Código Penal.—La
Anales de la Universidad 623

complicidad por reticencia, connivencia, ignorancia, negligencia: su


examen.—¿Basta el conocimiento del hecho ó es necesaria la inten-
ción criminal, para penar los actos de complicidad?—Delitos que no
admiten complicidad.—Véase artículos 324 y 377 del Código Penal;
las faltas, artículo 400 del Código Penal.—La complicidad de compli-
cidad: examen.—Sistemas de penalidad; a) doctrina de la asimila-
ción relativa (Escuela Clásica); b) de la asimilación absoluta (Von
Buri, Escuela positiva); c) de la individualización de la responsabili-
dad y de la pena (Von Litz): d} la agravación de la participación
(Sigheli).—Exposición y juicio.—Doctrina que inspira nuestro Código.
Véase artículo 62 del Código Penal.
El delito áedos.—La muchedumbre criminal.—Principios generales
que deben regirlos.
Encubrimiento.—¿Es científico conceptuar este delito como un
acto de complicidad? Doctrina del Código Francés, artículo 61; Ita-
liano, artículo 225, y del nuestro, artículo 63.—Forma del encubri-
miento: a) de personas, inciso 1.» del artículo 23;—actos que consti-
tuyen el acogimiento y la protección.— Quiénes son malhechores:
doctrina del C'ódigo Francés.--¿El encubrimiento habitual no es un
acto de complicidad?
Encubrimiento de cosas: a) Efectos del delito.—El uso ó el título
de adquisición de las cosas, ¿anula las consecuencias penales del de-
lito?—Opinión de Carrara acerca de esta figura delictuosa; b) inciso
4.0 del artículo 63; su examen.

16

CoNSECUEfíCiAs CIVILES DE LA INFRACCIÓN.—Principio de la res-


ponsabilidad civil, artículo 25.—Las causas eximentes de responsa-
bilidad criminal ¿lo son también de irresponsabilidad civil? Análisis
de los incisos 1 al 15 inclusive del artículo 17. ¿Cómo se armonizan
los artículos 25 y 28 del Código Penal y 1294 del Código Civil?
Personas obligadas civilmente por el delito.—Examen del articulo 26.
—La responsabilidad de los terceros: condiciones á que se halla su-
jeta.—Véase los artículos 1293, 1295 y siguientes del Código Civil,
2251 y siguientes del Código Civil.
Personas que tienen derecho á la reparación.—¿Los herederos pue-
den hacer efectiva la responsabilidad civil, no exigida por la víctima
del delito? Situación jurídica de los terceros: condiciones mediante,
las cuales les es lícito ejercitar aquella acción.
Cosas que comprende la reparación—iéu. indicación.—Véase el ar-
tículo 1296 del Código Civil y 35, 51, 54 y 97 del Código P e n a l -
Doctrina de los Códigos Belga y Francés sobre el destino de la in-
demnización.—El daño moral es susceptible de indemnización.
624 Anales de la Universidad

Garantía de la reparación.—La indemnización acordada de oficio;


(Artículo 6.0 «Proyecto de Código Procesal», doctor Vásquez Ace-
vedo).—La hipoteca legal; la servidumbre penal.—La caja de multas.
—Lacontrainte par corps, artículo 51 del Código Penal Francés.—
(La sanción automática) (Spencer).—Conclusiones de los Congresos
penitenciarios de París (1885) y Bruselas (1900).

17

DK LAS PENAS.—Definición.—i<Vw de la pena: Eliminación y repa-


ración (Garófalo).—Intimidación (Frank, Carnevale). — Enmienda
(Roeder Lucas).—Eliminación, enmienda, intimidación (Garraud).—
Medida de la pena.—a) Criterios fundados en la naturaleza del delito:
el Talión (Kant).—Daño in mediato y mediato (Carrara).—Malde pri-
mero y segundo orden (Bentham).—Mal moral, mal material, mal so-
cial (Rossi).—h) Criterios fundados en las condiciones del delincuen-
te: Spinta crmmoífa(Romagnosi).—Temibilitá (Garófalo).—Criterio
mixto: antisocialidad del acto y del agente {Ferú).—Condiciones de
la pena: Determínese las que debe reunir científicamente.—Discusión
fcobre la eficacia de la pena: opinión de Ferri y de la escuela anav'
qaista.—División de la pena: a} del punto de vista de la competencia
judicial; b) de su naturaleza.
Penas corporales.—Muerte; problema filosófico: ¿es legítima esta
pena?—Discusión.—Problema político: ¿es necesaria esta pena?—Dis-
cusión. Países en que ha sido abolida y países en que subsiste.—De-
litos á que debe constreñirse su uso: revista histórica.—Medios de eje-
cución, antiguos y modernos.—El veneno, la electrocución.—La pena
de muerte debe ser pública ó privada: derecho positivo.
Otras penas corporales.—Azotes, Tread-Mills, sacudidas eléctricas,
su empleo como medida disciplinaria.—Nuestro derecho, arlículos 84,
88, 89 y 90 del Código Penal.
Privativas de libertad.—'Prisión: sus antecedentes históricos—Debe
ser perpetua ó temporaria: su relación con el problema de la pena ca-
pital.—Debe ser fija ó condicional.—Las sentencias indeterminadas.—
Sus diversas formas: a) Prisión en común; b) Prisión común, con
división en categorías (Panóptico de Bentham): c) Aislamiento absolu"
to: sistema de Filadelfia; d) Aislamiento y comunidad bajo la regla
del silencio. Sistema de Auburn; e) Sistema progresivo ó irlandés; /)
Aislamiento mitigado por la acción del patronato.—Juicio sobre cada
uno de estos sistemas.—La liberación condicional: antecedentes: sus
resultados y organización; examínese si entre nosotros es una institu-
ción constitucional.—Véase artículo 17, inciso 14 de la Constitución.
El trabajo en las prisiones.—Razones de disciplina, de educación y
economía con que se le defiende. Argumentos de orden económico y
Anales de la Universidad 625

social, con que se le combate.—Solución práctica de este problema.—


Forma de la organización del trabajo en la prisión. —Derecho positi-
vo; artículos 138 de la Constitución y 94 á 99 inclusive del Código
Penal.—Breve noticia del Reformatorio de Elmira.
La transportación.—Yent&isLS é inconvenientes de este régimen pe-
nal.—Sus resultados en Inglaterra, Ruaia, Francia, Chile,—El a b a n - ,
dono penal (Garófalo)—Juicio.
Examen del sistema único y del múltiple de penas privativas de li-
bertad: opinión de Tonnisen.—Código Holandés.
Destierro.—Argumentos con que se combate su empleo.—Delitos á
que puede aplicarse.—Legislación, artículo 40 del Código Penal.
Penas privativas de bienes.—Multas: Ventajase inconvenientes.—
Criterios ideados para establecer la proporcionalidad de esta pena:
juicio.—Principios de la multa racional.—Consecuencia de la multa
encarada como pena.—¿El delincuente que posee bienes puede optar
por la multa ó la prisión?—Se puede admitir el pago parcial d e la
multa.—Legislación, artículos 55, 56 y 72 del Código Penal.
Confiscación.—Sus formas.—Consideraciones generales acerca de
ella.—Nuestro derecho.—Véase artículos 55 y 144 del Código Penal.
Pena privativa de derechos.—La inhabilitación absoluta y especial:
duración, derechos que comprende y carácter general.—La degrada-
ción (artículo 21 del Código .Francés;.—Juicio.—Véase artículos 32 y
41 á 46 inclusives del Código Penal.
La interdicción legal.—Axúc\x\ob2. Su carácter y alcance en nuestro
país.—Juicio comparativo con la institución análoga francesa. Véase
artículos 29 y 31 del Código Penal y ley de 31 de Majo de 1854.—La
sentencia indeterminada.

18

D E LA PLURALIDAD D E INFRACCIONES—De/iío habitual.—Su con-


cepto.—Número de infracciones que constituye ese delito. Véase la
ley de vagancia y el artículo 23 inciso l-^ del Código Penal,
Delito continuado.—Caracteres y penalidad de este delito.—V. el
artículo 80.
Concurso formal de delitos.-CÚÍQÚO para distinguir esta figura cri-
minosa de otras.—Discusión de la pena de este delito.—Nuestro De-
recho.—V. el artículo 79 del Código Penal.
Concurso real; reiteración.—Su concepto.—Diferencia con el delito
habitual y la reincidencia.—Sistemas de penalidad: a) no acumula-
ción, b) acumulación real, c) acumulación jurídica, d) acumulación
intensiva.—Juicio.—Estado déla legislación.—Nuestro derecho.—Véa-
se artículos 78 y 81.
626 Anales de la Universidad

19

D E LAS CIRCUNSTANCIAS QUE PREVIENEN 6 HACEN CESAR LOS E F E C -


TOS DE LA PENA. —ilfweríe del inculpado ó condenado.— Cnrñctares de
^xeepción.—El proceso al cadáver y á la memoria del muerto.
Prescripción.—Sus formas.—Doctrinas sobre prescripción: a) nega
tivas: Bentham, Beccaria; b) restrictivas: escuela positiva: Carrara
Kaul de la Grasserie; c) afirmativas: fundamentos.' 1.» La expiación
por el remordimiento, Louvet. 2 ° Presunción de enmienda- 3.° Difi-
cultad de la prueba (Groizard). 4.° Anulación de la identidad (Tar-
de). 5.0 Presunción de olvido (Garraud).' Discusión.—Estado del
Derecho positivo.—^Criterio seguido por nuestro Código.—Diferencia
entre la prescripción civil y la penal.
Condiciones de la prescripción de la acción.—á) E l plazo: principio
yfin.—Véase artículos 102 del Código Penal y 1177 del Código Ci-
vil.—El plazo en los delitos continuos y en los habituales.—Duración.
—Revista legislativa.—Nuestro derecho, artículo 100,—El plazo se de-
termina de un mo(io abstracto ó concreto.—b) Interrupción: actos que
la constituyen: dos sistemas. —Véase artículo 637 del Código Francés,
Código Alemán, y 102 de nuestro Código: sus consecuencias.—c) Sus-
pensión; en qué consiste; sus formas.—¿Debe admitirse la suspensión
en materia penal?—Criterio de nuestro Código.—La prescripción civil
debe seguir las reglas de la pena. —Véase artículos 64:2 y siguientes
del Código de Instrucción Criminal Francés y 109 de nuestro Códiga
Penal.
Comlieiones de li prescripción de la pena,.—El plazo: consideración
sobre su comienzo y duración.—Véase los artículos 106 y 107 del Có-
digo Penal.
Actos que constituyen la interrupción: su examen.—La prescrip-
ción es una ley de forma ó de fondo.—Véase Código de Procedimien-
to, artículo 409, y el Código Penal.
La a)7inistia-'Ca,váctev y extensión—¿La amnistía anula las conse-
cuencias civiles del delito? ¿En quién reside la facultad de amnis-
tiar?
La gracia.—Sn carácter y extensión; sus diversas formas.—Quién
tiene la facultad de hacer gracia? Véase los artículos 17, inciso 14, y 84
de la Constitu:?ión, y ley 26 de Octubre de 1883.—¿Los jueces pueden
hacer gracia en nuestro país?—Opinión del doctor Laudelino Váz-
quez.—Consideraciones doctrinarias sobre la utilidad y la justicia de
la gracia.—Diferencia con la amnistía.

NOTA: Tanto el espíritu de la doctrina como el sentido de las dis-


posiciones legislativas, debe ser aclarado por la solución del mayor
Anales de la Universidad 627

número posible de ejercicios prácticos tomados de la jurisprudencia


nacional y extranjera. Forman parte de esta enseñanza las visitas á
las cárceles, oficinas antropométricas y otros establecimientos análo-
gos.

S E G U N D O CURSO

I>e los delitos e n particalar

D E LOS DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD E X T E R I O R D E L ESTADO.


—Diversa gravedad de estos delitos según se les mire del punto de
vista objetivo ó subjetivo.
Resultados del piimer sistema: exageración de la penalidad anti-
gua.—Consecuencias del segundo: negación del delito.—Garófalo.—
¿Cuál debe ser la sana doctrina?—¿Son políticos estos delitos en
nuestra legislación?—Importancia teórica y práctica de este problema.
—Véase artículo 11 Código Penal.—Carácter especial de los delitos
de este título respecto á su momento punitivo, artículos 14 y 116 de
Código Penal-
Artículo 110, inciso 1 «—¿Qué se entiende por actos directos?—In-
ciso 2.<^—¿Es necesario un acto hostil para incurrir en delito ó basta
el simple alistamiento? ¿Quid del que no se propone el fin especial de
este delito?—Inciso 3.° ¿Qué se entiende por inducir?—Excepción que
sienta este inciso á la doctrina del inciso 2.° del artículo 27: su fun-
damento.—Quid de los que solicitan el apoyo de un gobierno extran-
jero en favor de un partido político. Inciso 4.° ¿Qué actos comprende
la palabra facilitare?
Artículo 111, inciso l.o—Diferencia entre el delito de este inciso y el
del artículo 181 del Código.
¿El dolo es esencial en los delitos previstos por este artículo, ó bas-
ta la culpa?
Artículo 112.—Alcance jurídico déla palabra atentare.—¿Xadeno-
minación de ciudadanos en todos estos artículos comprende á los que
han perdido esa calidad, según el artículo 12 de la Constitución?
y,CirGunstanG¿as aieuwmtes de este delito.—Caliásiá de extranjero, ar-
tículo 114 — La residencia en el país del extranjero es condición sine
qua nom de este delito?: a) doctrina negativa; artículo 5.° del Código
Penal; h) doctrina afirmativa, basada en la ausencia de deberes del
extranjero; c) doctrina conciliativa, que distingue entre los actos par-
ticulares y los colectivos ó nación des.—¿Quid del extranjero por na-
turalización?
628 Anales de la Universidad

Artículo 115.— ^.taques contra una nación aliada.


Circunstancia agravante-—Calidad de empleados, artículo 113.—La
pena de muerte en materia política: examen filosófico.

D E L I T O S COJCÍTRA E L ORDEN PUBLICÓ.—i)e la rebelión.—De la muer-


te del Presidente de la República.—Proposición, conspiración, y cons-
piración seguida de actos preparatorios, artículo 117.—Definición de
aquellos actos, artículo 14 del Código Penal.—Condiciones que exi-
men de pena la proposición y la conspiración, artículo 15 del Código
Penal.—¿Por qué se castiga la proposición tratándose de un atentado
contra la vida del Presidente de la República y no se pena tratándo-
se de la rebelión propiamente dicha?—Véase artículo 120 del Código
Penal.—¿Debe castigarse la proposición y la conspiración en los de-
litos políticos?—Opinión de Rossi: su examen.
Del atentado, artículo 117. ¿Qué actos se comprenden bajo esta de-
nominación?—Quid si el atentado se cometiera con fines no políticos,
artículos 317 y 19, inciso 17 del Código Penal.—¿Quid de la proposi-
ción, la conspiración y los actos preparatorios en este caso?—Asimi-
lación del atentado contra la vida y contra la libertad personal.—
Juicio.
Se considera político este delito á los efectos de la extradición, ar-
tículo 11.—Tratado de 1856 de Francia con Bélgica.—Doctrina del
Instituto Internacional: sesión de Ginebra 1892.
De la rebelión, artículo 118-—Condiciones esenciales de este delito.
—¿Admite tentativa?—Artículo 119.—¿Quid cuando el atentado se
dirige solamente contra una de las Cámaras ó contra uno de los Tribu-
nales?—¿Quid cuando tiene por objeto un legislador ó un camarista?
— Ver artículos 146 y 19, inciso 11.—De la conspiración seguida ó no
de acto preparatorio, artículo 120. —Crítica que sugiere su penalidad.
Circuntancias agravantes de este delito: Artículo 127, incisos 1.° y
2.°; excepción de los principios generales d e l artículo 21, incisos I.» y
2.': su justificación.—Artículo 127, inciso 4.°.—Incongruencia con el
artículo 67, párrafo 2".—Artículo 132.—Penalidad accesoria de los
empleados públicos.
Circunstancia eximente de pena—Artículo 131-—Excepción al prin-
cipio general sobre la indiferencia en actos posteriores al momento
consumativo del delito.—Contradicción que implica la redacción de
este artículo; compáresele con el artículo 120 del mismo Código,—De
los delitos comunes ejecutados durante una rebelión, artículo 130.—
¿Qué pena corresponde aplicar?—Ver artículo 78, Código Argentino.—
Criterio que debe aplicarse en materia de extradición.—Doctrina del
Instituto Internacional, sesioaes de Ginebra de 1892.
Anales de la Universidad 629

Parte filosófica: ¿La rebelión es delito?—Opiniones: a) es un delito


grave; b) no es delito; c) es un delito leve, d) Distinción según sea ó
no legítima la rebelión.
Sedición.—Diierencia. con la rebelión.—Ver artículos 121, 128, 120
del Código Penal.
Circunstancias agravantes de este delito, artículos 127, 128, 182.—
Excusa absolutoria, artículo 131.
Motín y asonada.—Caracteres que distinguen á estos delitos.
De la instigación para delinquir.—Instigación directa, artículo 134-
—¿Este artículo no importa una excepción á la regla del inciso 2.°
del artículo 21?—Deficiencia en la redacción de este articulo. ¿Cuáles
son los medios de instigación comprendidos en la palabra pública-
mente?—¿Este artículo deroga los incisos 2.° y 4.o del artículo 406 de
Código de Procedimiento?—Instigación indirecta, artículo 135 —¿De-
roga este artículo el inciso 3.o del artículo 406?; importancia en cuanto
á la penalidad.—Este delito y el anterior, ¿son susceptibles de tenta-
tiva?
Asociaciones ^/¿Cí'ías.—Desaparición de las sociedades criminales y
aumento del espíritu de asociación criminal.—La vieja y la nueva
sociedad criminal: caracteres.—La Camorra; L a Maffia; L a Tierce;
los pick pokets.
Artículo 136. —Caracteres de este delito.—¿El artículo comprende
todas las clases de asociaciones ó sólo aquellas que tienen por objeto
vías de hecho?—Sentido legal de la palabra atentar. V- los artículos
112 y 117 incisos 2.° y 1." respectivamente.—Examen de la ley fran-
cesa del 14 de Marzo de 1872.—¿Puede conceptuarse el anarquismo
como una asociación á los efectos de esta ley?—Examen de la ley
francesa de 18 de Diciembre de 1893.—Dos personas pueden cons-
tituir una asociación.—¿Es susceptible de tentativa?—Algunas opi-
niones de autores.—Exposición de los artículos 137 y 138 del Código
Penal, justificación de este último.

D E LOS DELITOS CONTRA E L DERECHO D E GENTES.—Artículo 139,


—Diferencia entre este artículo y el 110 inciso S.» del mismo Código.
—¿LOS actos de un particular pueden dar lugar á una declaración de
guerra?—¿Para que exista el delito es preciso que las represalias ha-
yan sido autorizadas por el gobierno extranjero?—Opinión de Chau-
veau—Helie.—Crítica.
Artículo 140.—Sus fundamentos.—Artículo 241.—Compárese el in-
ciso 3.0 de este artículo con el 152 y siguientes y 162 del mismo Có-
digo.—¿Qué debe entenderse por inmunidad personal ?—¿La muerte
44
éso Anales de la Universidad

de un jefe de estado extranjero ó un ministro diplomático debe re-


girse por leyes especiales?—Código Español, artículo 153.
Pmitería.—Artículo 142.—Caracteres de este delito.—El apresa-
miento hecho por un buque de guerra extranjero en tiempo de paz,
¿es piratería? Ver el artículo 139.—Quid de la sublevación contra el
capitán ó patrón, para apoderarse del buque, con fines políticos.
Artículo 144.—Ver el artículo 51 del mismo Código.—Artículo 145.
—Alcance de la palabra traficar.—Jurídicamente, ¿los que trafican
son encubridores ó cómplices?—Ver los artículos 22 y 23, inciso 3.°.

D E LOS DELITOS CONTRA LA LIBERTAD.—i)e los delitos contra la H-


beríad política.—Garantías contra la violencia.—Artículo 146. Carac-
teres de este delito: a) Impedir el ejercicio de un derecho político —
¿Qué debe entenderse por tal derecho?—Ver artículo 46 del Código
Penal: b) Violencia ó amenaza.—¿Quid cuando concurre el alzamiento
público?—Ver artículo 121, inciso 3.°, Código Penal—Quid cuando
el alzamiento se dirige contra el Presidente de la República, las Cá-
maras ó los Tribunales de justicia.—Ver artículo 119 Código Penal.—
Examen de los artículos 63, 64, 65, 66, 70 y 73 de la ley electoral de
22 de Octubre de 1898.
Garantías contra el fraude: Ver artículos 71 y 75 de la ley preci-
tada.
Garantías contra la corrupción'. Ver artículo 67. Puede este delito
considerarse como político á los efectos de la extradición.
De los delitos contra la libertad de cultos.—Artículo 147. Sus fun-
damentos.—Caracteres de este delito: a) Hechos, violencias ó ame-
naza.—Quid de la orden, b) Impedir ó perturbar.—¿Qué actos consti-
tuyen perturbación?—¿Es justo equiparar la perturbación al impedi-
mento?—Quid del caso en que se obliga á una persona á practicar un
acto de un culto que no es el suyo.—V. artículo 159 del Código P e -
nal- c) Celebración de ceremonia religiosa.—¿Qué cultos son los ad-
mitidos en la República?- V- artículos 4, 130 y 134 de la Constitu-
ción.—¿Cuándo hay ceremonia religiosa?—¿Es necesario que ésta se
esté celebrando en el templo?
Artículo 148. Determínese el sentido preciso de este artículo y es-
tablézcase la diferencia con el anterior. Quid del que desde cátedra
propia e&carnece á los fieles de otro culto.
Artículo 149, Inciso I.": sus fundamentos.—¿Qué debe entenderse
por objetos de culto?—Inciso 2.^: su condición característica.
Artículo 150. D e la exhumación de cadáveres.—Sus fundamentos.
—Discusión acerca de la naturaleza de este delito: ¿es un delito con-
,í^

Anales de la Universidad 651

tra la salud pública? (Carrara); ¿es un delito contra la libertad de cul-


tos? (Código Italiano); ¿es un delito contra el honor?—Sentido jurí-
dico de la palabra exhumación.—Quid de los ultrajes hechos á un
cadáver sin inhumar; deficiencia de la ley.
Artículo 361. ¿EL ánimo de afrentar es esencial á este delito? - Con-
cepto antiguo y moderno de los delitos que comprende este capítulo.
De los delitos contra la libertad individual.—Artículo 152. Garan-
tías constitucionales. V. los artículos 130 y 131 de la Constitución.—
Sentido particular de las palabras arresto, detención y secuestro.—
Restricciones legales de la libertad individual: a) El derecho de co-
rrección.—¿El marido goza de este derecho respecto de la mujer?
h) El delito infraganti, artículos 380 y 150 del Código de Instrucción
Criminal, c) Los locos, artículo 400, Código Civil- d) Vagos y mendi-
gos. Reglamento policial de 1883 y edicto de 1860. é) Prerrogativas
constitucionales, artículos 81 y 143, 113 y 114 delaConstitución—¿El
dolo es condición esencial de este delito?—Su evolución histórica.
Circunstancias agravantes: incisos 1.°, 2.» y 3.» del artículo 152.—El
propósito de lucro, inciso 4.o, diferencia con el artículo 380 del mismo
Código.
Artículo 153. De la calidad de funcionario público en la víctima.—
Establézcanse las diferencias de este inciso con los artículos 121, in-
ciso 3.0, y 146 del mismo Código.—De la calidad de funcionario pú-
blico en el delincuente.—^9. acertado el método de los códigos que
reglamentan separadamente este delito cuando es cometido por un
funcionario: Código Argentino, Francés, etc.—Sus formas princi-
pales: a) Funcionario incompetente.—¿Quiénes son competentes? Ver
artículos 113 y 83 de la Constitución y 12 y 380 del Código de Instruc-
ción Criminal, b) Funcionario competente, en condiciones ilegales-—
¿Qué circunstancias forman la legalidad? Ver los artículos 114, 83,
139 de la Constitución, 60 y 392 del Código de Instrucción Criminal.
—Delitos especiales cometidos por funcionarios.—Articulo 155. Déla
orden ó ejecución de pesquisa.—¿En qué consiste la pesquisa?
Artículos 156 y 158. De los funcionarios encargados de la custodia
de una cárcel 6 de un preso.
Artículo 157. De los funcionarios omisos.—Excepción al principio
general sobre complicidad negativa.—¿Cuáles son los funcionarios
á que se refiere la ley? Ver los artículos 145 y 149 del Código de Ins-
trucción Criminal.
Artículo 159. De la violencia conminatoria. Caracteres esenciales
de este delito: su enumeración y análisis. Ver artículos 378 á 380 del
Código Penal.
Artículo 160. De la violencia simple.—Caracteres.—¿Qué diferencia
tiene con el anterior delito?—¿La violencia de este artículo no puede
ser en algún caso conminatoria?
632 ' Anales de la Universidad

De los delitos contra la inviolabilidad del domicilio.—Concepto an-


tiguo y moderno de este delito. —Caracteres de él: a) Introducción en
morada ajena,—¿El concepto de domicilio á los efectos de este ar-
tículo es idéntico al domicilio civil? V. artículos 24 y siguientes del
Código Civil.—Consideraciones acerca de los límites fijos del domi-
cilio.—Quid déla revisación de muebles contenidos en una morada.
—¿Este delito es posible en un domicilio sin habitantes?—¿El artículo
extiende su protección al domicilio ocupado por. establecimientos pú-
blicos? V . artículo 506 del Código Español, h) Contra la voluntad
del morador ó de un modo insidioso ó clandestino.—¿La falta de per-
miso equivale á la prohibición?—Forma d é l a prohibición.—¿Quid
del permiso dado por una hija contra la voluntad de su padre? c) ¿Quid
del que desoye la intimación de salir de una morada? V- los artículos
J23, 157 del Código Penal, Alemán é Italiano. rf).'Sin motivo legítimo.
- C a u s a s que pueden legitimar esta acción. V- artículo 505 del Có-
digo Español.
Circunstancia agravante de este delito.—Entrada de noche. V. in-
ciso último del artículo 17 del Código Penal.—Entrada violenta.
V. el artículo 159 del Código Penal; ¿cómo se concilian?
D é l a violación de morada cometida por un funcionario. V. artículo
135 déla Constitución, artículo 284 y siguientes del Código de I n s -
trucción Criminal, 779 del Códii^o Rural y 37 y siguientes del Regla-
mento de Policía del año 1883.
De los delitos contra la mviolahilidaddéla correspondencia.—Artículo
164. Casos en que se comete este delito.—¿La lectura de la carta ó pliego
cerrado es condición esencial de él?—Importancia de esta cuestión del
punto de vista de la entidad del delito.—¿Se cast'ga la culpa de este
delito?—¿A quién se considera propietario de una carta dada al correo?
¿alremitente ó al destinatario?—Doctrinas francesa é italiana: nues-
tra legislación. V. Decreto-ley de Correos de 1877 é informe fiscal de
29 de Octubre de 1880-—Importancia que tiene esta cuestión.—¿Cuál
de estos sujetos es parte en el juicio que corresponde al delito?—Li-
mitaciones al principio de la inviolabilidad de la correspondencia, ar-
tículo 165 del Código Penal. V. el artículo 140 de la Constitución y
los artículos 94 y siguientes del título X I de la ley orgánica de Co-
rreos.—Los jaeces, en caso de delito, ¿pueden interceptar la corres-
pondencia? -Solución doctrinaria y sus reglas.—Legislación nacional:
Ver artículo 92, título X I , de la ley citada y 292 del Código de Ins-
trucción Criminal.
Artículo 167. El delito de que trata este artículo, es un caso de
concurso formal ó real de delito. Y. los artículos 78 y 79 del Código
Penal,
Anales de la universidad 633

D E L O S D E L I T 0 8 CONTRA LA ADMINISTRACIÓN Y LA AUTORIDAD


PUBLICA.—De/pecM/aÉ?o.—Artículo 168. Condiciones de la incrimina-
ción —a) Funcionario público-—¿Los escribanos actuarios son fun-
cionarios?—5) Hurto, sustracción, disposición para sí ó para otro.—
¿Quid de la inversión ilegal en favor de otro servicio público?—La in-
tención de apropiarse lo sustraído es condición esencial del peculado:
examen de doctrinas.—c) Custodia, administración ó recaudación
personal.—Quid de la sustracción hecha por un empleado del depo-
sitario,—Diferencia entre el peculado y el fraude. V. artículos 177 y
178 del Código Penal.—Criterios penales del peculado,—a) Importan-
cia del daño; examen y crítica: b) arbitrio judicial entre un máximum
y mínimum legal.
De la concusión.— De la concusión; sus diversas formas.—Carac-
teres de la incriminación; a) Funcionario público.—¿Quid del escri-
bano actuario que exige, pide ó recibe un provecho indebido?—Dis-
tingo de la jurisprudencia francesa. V. el artículo 179.—Forma tri-
partita de la concusión.—Sentido de la palabra compeler: ¿la violen-
cia y amenaza se comprende bajo esa denominación?—Compárense los
artículos 171 y 379 del Código Penal—b) Percepción ilegal: forma
de la percepción. V- loá artículos 171 y 172.—¿La concusión implica
necesariamente que el sujeto pasivo de ella sea un particular? V. el
artículo 172 del Código Penal.—¿Quid cuando la concusión beneficia
al Estado?—Diversa solución de las legislaciones: Código Francés,
Alemán é Italiano.—Compárense los artículos 171 y 180 del Código
Penal —Cuándo debe considerarse consumado el delito de concusión.
—Diferencia entre la concu=íión, el cohecho y la exacción. V. los ar-
tículos 173 y 179 del Código Penal.
1.^ Criterio fundado en la importancia del daño; crítica. 2.» Cri-
terio y del arbitrio judicial entre un máximum y un mínimum legal.
Del cohecho y soborno.—Artículos 173 y 174.—Del cohecho y sus
diversas formas.—Condiciones déla incriminación: a) Funcionario pú-
blico.—<;,E1 nombramiento irregular del funcionario modifica el carác-
ter jurídico del acto? ¿Quid de la retribución aceptada por un funcio-
nario después de ejecutada la acción?—6) Ejecutar, retardar ú omitir
un acto de su empleo con y sin violación de los deberes de su cargo.
—Diferencia entre los actos del funcionario y los actos de la función.
—El tráfico (lela influencia puede considerarse como cohecho según
nuestra legislación. V. la ley francesa de 4 de Julio de 1889 y el ar-
tículo 204 del Código de Instrucción.—Quid de la retribución aceptada
por ün fuiícionario como precio de un acto que no figura entre sus fa-:
634 Anales de la Universidad

cultades. V. artículo 389 del Código Penal.—c) Aceptación de una


recompensa material.—¿Quid de la resolución tomada por un funcio-
nario por motivos pasionales? V. el artículo 188 del Código de Ins-
trucción, 180 y 207 de nuestro Código, ¿Es racional la previsión especial
de este delito?—¿La dádiva ofrecida á un funcionario en consideración
ú su oficio es cohecho?—Examínese la utilidad del artículo 401 del
Código Español.—¿Cuál es el momento consumativo de este delito: a)
opinión según la cual el delito se consuma por la realización del ob-
jeto; b) opinión según la cual aquél se consuma por la aceptación de
la dádiva ó su promesa.—Dualidad de criterio adoptada por nuestra
legislación: crítica V. los artículos 173 y 174.
Del soborno.—Artículo 175.—¿La disposición de este artículo es con-
cordante con los principios de legislación y de doctrina relativos al
delito de varios? V. artículo 21, inciso 2.<'.—^Fundamentos de la dispo-
sición.—Artículo 176.—El comiso en el Código Francés y Argentino.
Del fraude y la exacción.- Del fraude; Su doble forma. V. artículos
177 y 178 del Código Penal—Diferencia con el peculado, artículo
lC8.—La circunstanciado interesarse un funcionario en acto ó con-
trato relativo á su cargo ¿constituye por sí solo delito, ó se requiere la
intención fraudulenta? Opiniones.—¿Es acertada la ubicación de esté
delito en nuestro Código?—¿Puede haber complicidad en él? Doctri-
nas.—¿La participación del escribano en los actos que autoriza cons-
tituye este delito? Discusión.
De la exacción: artículo 179.—La exacción es un delito distinto de
la concusión, artículos 171 y 172. a) Opinión según la cual no hay di-
ferencia, siendo la exacción un caso de superfetación legal; b) Opi-
nión según la cual se presentan en ella actos diversos; fundamentos
de una y otra doctrina.—¿Cuál es el alcance jurídico de la palabra
exigir, empleada en este artículo? ¿Incurre en el delito de exacción
el que destina el beneficio al Estado? V. artículo 180,—¿Cuándo debe
considerarse que existe hábito formado?
Del abuso de autoridad y de la violación de los deberes inherentes a I
rarjyo.—Del abuso de autoridad, artículo 180.—Caracteres del delito.
—Sus fundamentos.
De la revelación de hechos y documentos, artículo 181.—Condicio-
nes de la incriminación.—¿Quid de la revelación de secretos de Esta-
do? Véase artículo 111, inciso 1.° del Código Penal —¿Qué delito co-
mete el Juez que revelare secretos del juicio? Véase el artículo 207
inciso 3-0 del Código Penal.—Caracteres de revelación hecha por mo-
tivos venales. Véase artículo 174 del Código Penal.—¿El dolo es con-
dición necesaria de este delito, ó basta la simple voluntad de la reve-
lación? De la revelación de secretos hecha por particulares: los
abogados y procuradores. Véase artículo 210 del Código Penal; los
médicos, escribanos, los confesores, etc. Véase artículo 265 Códigp
Ánades de la Ühwersiáad 636

Argentino y 378 del Código Francés y el 227 inciso 2.° del Código de
Instrucción Criminal y 405 inciso 3° del Código Penal .--Del acto de
omitir ó rehusar el cumplimiento de un acto previamente requerido,
artículo 182 Código Penal. Diversas formas de omisión: distíngase las
que constituyen delito de las que son simples faltas disciplinarias; im-
portancia constitucional de esta cuestión. Ver el artículo 81 de la
Constitución.—Conflicto de la ley procesal y el artículo del Código
Penal en cuestión. -¿Qué pena se aplica al juez omiso en el cumpli-
miento de una orden superior, la de este artículo ó la establecida eu
el Código de Procedimiento? Ver los artículos 1323, inciso 7.o, y 1348^
incisos 1.0 y 2.» del Código de Procedimiento.
De la usurpación de funciones públicas y ¿ím ios.—Artículo 183.
Concepto de la función pública—¿La emisión del voto electoral es
una función pública?—Este delito es simple ó colectivo: se pena en
él la simple atribución ó el ejercicio. V. artículo 310 Código Español
y 185 del Código de I. Criminal.—Importancia de esta cuestión.-
¿Comete usurpación de funciones el que las ejerce en virtud de un
nombramiento ilegal; y el que nombrado legalmente invade las fa-
cultades de otro funcionario?—¿La comunicación del cese ó la sus-
pensión es condición esencial de este delito?—Ver el artículo 384 del
Código Español.—¿Quid de los actos ejecutados, mediando una des-
titución ó suspensión ilegales?
Del arrogamiento de títulos, artículo 184—Este delito es simple ó
colectivo: se pena el arrogamiento ó el ejercicio de la profesión. Ver
artículo 591 inciso 1.° del Código Español y 188 del Código Italiano.
—¿Qué interés tiene este problema?—¿Qué pena se impone al- sujeto
que expende medicamentos sin ser boticario?—Ver los artículos 184
y 412 inciso 3.° del Código Penal.
De los que se hacen justicia por su mano.—Dehe incriminarse el
acto de hacerse justicia por su mano: discusión filosófica.—Carácter
de e.ste delito en las legislaciones belga é italiana.—Artículo 185; sus
caracteres fundamentales: a) Derecho real ó presunto.—¿Cambia el
carácter del delito cuando el derecho que se invócaos representativo?
—¿Quid de sustracción de otra cosa que la debida con objeto de
pago?—La sustracción de cosa de mayor valor de la debida; su exa-
men, b) intención de sustituir la fuerza propia á la autoridad de la jus-
ticia, c) Obligación de recurrirá la autoridad pública.—Examen com-
parativo del criterio legal italiano (artículo 235) y del nuestro para de-
terminar la existencia de este delito.—Concepto del momento consu-
mativo. Opiniones.—Crítica á que se presta la penalidad de este ar-
tículo.
De la violación de sellos y de la sustracción de cosas depositadas
por autoridades públicas.—De la violación de sellos, artículo
187.—Condiciones de su incriminación: a) Violación de sellos.—
Anales de^la^ Universidad

E n qué consiste ésta; doctrinas fl-ancesa é italiana. -¿Quid de la


apertura de papeles cerrados depositados por autoridad de la jus-
ticia?—Ver el artículo 377 del Código Español y 118 de nuestro Có-
digo Penal, tí) Disposición de la ley de orden de la autoridad.—¿La
remoción de sellos puestos por un agente del Poder Ejecutivo en los
bienes de una sucesión constituye delito?—¿El dolo es condición
esencial de este delito?—Concepto de Carrara acerca de la violación
de sellos: su discusión. .
Artículo 188; sus caracteres fundamentales: a) Sustracción de cuerpo
de delito ó documentos.—¿Qué se entiende por cuerpo de delito?—
Ver el inciso 4." del artículo 23, Código Penal—¿Quid de este delito
cometido con fines de robo ó encubrimiento?—Ver artículo 79 del
Código Penal.—h) Depósito en una oficina pública —¿Cómo debe juz-
garse la sustracción de un documento dado en guarda por un particu-
lar á un escribano público?—O) Calidad de simple particular en el de-
lincuente.—Examen de este delito cometido por un funcionario pú-
blico.—Ver el articulo 169.—Examen cuando la sustracción cometida
por éste fuese de cuerpo de delito, consistente en dinero.
Artículo 189; sus caracteres: a) Desaparición de la cosa ó su apro-
vechamiento directo ó indirecto.—Quid del que se rehusa ú hacer
entrega de la cosa depositada.—Ver el artículo 2ü3 del Código Ita-
liano.—¿La irregularidad del depósito cambia el carácter de este de-
lito? b] Calidad de depositario en el delincuente; discusión.—Deter-
mínese si la calidad de depositario es también necesaria, cuando el
contraventor es el mismo propietario, inciso 1 « del artículo 189.—
Opinión de comentaristas italianos. Doctrina según la cual el aprove-
chamiento de cosa propia hecho por un depositario es una contraven-
ción al artículo 185 del Código Penal; su exposición y examen.
Del atentado y desacato contra la autoridad-—Del atentado.—Ar-
tículo 190. Concepto de la palabra autoridad; diferencia entre autori-
dad y agentes de ella.—¿Comete el delito de atentado el que ataca á
un particular que le da la voz de preso, por haber sido sorprendido
en infraganti delito?—¿La resistencia pasiva constituye atentado?
V. inciso 4.0, artículo 192, Código Penal.—Cuándo debe entenderse
que un funcionario ejercita sus funciones: doctrinas.—Existe el dere-
cho de resistir un acto arbitrario de la autoridad; doctrina, legislación
y jurisprudencia sobre esta cuestión.—El conocimiento de la calidad
de funcionario, ¿es condición esencial de este delito?—Circunstancias
que gradúan la penalidad, artículo '191, Código Penal.—Sus funda-
mentos.—¿El hecho de llevar armas debe equipararse al uso de ellas?
—Criterios de otras legislaciones, artículos 187 del Código Italiano y
264 del Código Español.—Opinión basada en la jerarquía del funcio-
nario; su examen.
Del desacato.—Artículo 192, Código Penal.—Semejanza y diferen-
Anales de la Universidad 637

•cia con el atentado—Designación analítica de nuestro Código: sus


ventajas é inconvenientes. —¿La palabra injuriar comprende la difa-
mación?—Cómo se concillan el desacato y los artículos 360 y siguien-
tes del Código Penal.—Opinión de comentaristas italianos.
¿Es desacato la injuria hecha á un jurado?—La tentativa de so-
borno y la falta de denuncia ¿constituyen desacato?—Inciso 2.° ¿Los
gritos deben ser dirigidos contra los funcionarios?—Quid del desorden
introducido en las sesiones de otra autoridad que la que indica esta
ley.—Inciso 3.» ¿No sería justo tener en cuenta el móvil con que se
llevan las armas?
Artículo 194. Distinción entre las injurias dirigidas á los jueces,
que dan lugar á pena, y las que dan lugar á simple corrección dis-
ciplinaria. V . artículo 151 del Código de Procedimiento Civil.
De los funcionarios públicos.—Concepto del funcionario público:
u) Solución doctrinaria; algunas doctrinas. 6) Solución legislativa,
Código Toscano, artículo 165; Código Austríaco, artículo 68; Código
Español, artículo 416; Código Húngaro, artículo 451; Código Italiano,
artículo 257.—La definición de nuestro Código, artículo 195, ¿perte-
nece al concepto amplio ó restringido de la legislación y la doctrina?:
discusión.—Un argumento constitucional en favor de la interpreta-
ción restrictiva. V . artículo 49 de la Constitución.—Los arbitros y pe-
ritos deben considerarse funcionarios públicos. V . el artículo 178 de
nuestro Código y el 257 del Código Italiano.—Crítica.—Quid de los
jurados. V. artículos 293 y siguientes.

D E LOS DELITOS CONTRA LA JUSTICIA.—Denuncia y acusación fal-


sas.—Condiciones de la incriminación, artículo 197: a) Inculpación
de un delito público. Quid del que imputa un hecho de otro género,
sea ó no delito. V . artículo 360, Código Penal.—La denuncia de un
acto que apareja corrección disciplinaria; discusión.—La denuncia de
un delito proscripto, amnistiado ó juzgado; examen de doctrinas.—
¿Puede un fiscal incurrir en este delito? h) Contra persona determi-
nada.—Es necesario dar el Jiombre del acusado; distinción del Có-
digo Italiano, artículo 212, entre calumnia personal y real, c) Ino-
cencia del acusado-—Esta debe ser absoluta ó relativa: discusión
doctrinaria. V . los artículos 185, 186, 187 del Código de Instrucción
Criminal, d) Certidumbre de la inocencia del acusado.—Quid de la
denuncia ínespontánea ó por excepciones. Doctrinas, e) Ante funcio-
nario competente.—Quid de la denuncia presentada ante un juez de
lo civil. V . artículo 361 de Código Penal.—¿La imputación hecha por
medio de la prensa y dirigida á los funcionarios constituye el delito de

46
:^.

638 Anales de ia Universidad

calumnia?—Opinión de Garraud.—V. el artículo 182 del Código de


Listrucción Criminal.
Diferencia entre denuncia calumniosa, difamación y falso testi-
monio.
Del falso testimonio.—Elementofs constitutivos: a) Alteración de la
verdad.—¿La reticencia es una forma del falso testimonio? doctrina y
legislación. V. el arfcípu o 364 Código Sardo y 257 Código Italiano.—
¿La falsa deposición debe ser sobre circunstancias esenciales de la
interrogación? b) Dolo. ¿En qué consiste?—¿El estado de necesidad
es una circunstancia eximente de penalidad en este delito?—Examen
y crítica al artículo 203 del Código Penal. —¿Cómo deibe considerarse
la culpa en el falso testimonio? e) Perjuicio real ó potencial.—Exa-
men de la doctrina según la cual no es necesaria la posibilidad del
perjuicio (Luchini). ^cí) Legalidad de la declaración.—¿La declaración
nula por vicio de forma desnaturaliza el falso testimonio?; discusión-
V. los artículos 221 y siguientes del Código de Instrucción Criminal.
Atenuante del falso testimonio: V. artículo 201, Código Penal; su
fundamento; artículo 202: de la retractación, doctrina y criterio lega-
les sobre su influencia en el delito. V. artículo 216 Código de Ins-
trucción y los Códigos Argentino y Español. Artículo 204 del Código
Penal; su justificación.
Agravante del falso testimonio: Artículos 202 y 206, su funda-
mento.—Artículo 205: del soborno.—Compárese entre sí el criterio de
nuestro Código y el del Código Italiano, artículo 218, sobre soborno.
—Concepto sobre el momento consumativo de este delito.
Del prevaricato.—Prevaricación judicial: sus formas y caracteres de
incriminación.—Sentido jurídico del adverbio maliciosamente; justifi-
cación de su empleo.—¿Las penas de este artículo son aplicables al
juez que prevarica por espíritu de lucro? V. artículo 174 del Código
Penal.—¿Qué leyes se aplican al juez que presta auxilio á una de las
partes, las del Código de Procedimiento ó las del Código Penal? V.
inciso 3.° del artículo 207 y 5.» del 1323 del Código de Procedimiento;
259 y 417 del Código Penal.—Juicio comparativo entre la disposición
de nuestro Código relativa á este delito y la del Código Español. V.
los artículos 361 y siguientes.—¿Quid del juez que omite ó retarda la
administración de justicia? V. los artículos 185 del Código Francés,
272 del Código lEspañol il850), 159 del Código Brasileño é inciso
3.0 de nuestro Código de Procedimiento Civil.—Crítica de que es sus-
ceptible la penalidad impuesta á este delito.
Del prevaritato de los abogados y procuradores: Artículo 210; sus
formas y elementos constitutivos.
De la evasión y quebrantamiento de condena.—Debe castigarse la
evasión simple. Doctrinas. Legislación española, artículos 129 y 130, y
legislación italiana, artículo 14.
Anales de la Unw&rsidad 6S9

Evasión calificada.—Criterio punitivo.—¿Quid de la evasión por


astucia y de la que obedece á otro móvil que el del quebrantamiento
de condena?—¿La residencia en prisión es condición esencial de este
delito?
De la evasión facilitada por particulares.—Diferencia entre ella y
La Auto-evaaión.—Artículo 214 del Código Penal.
De la evasión facilitada por los funcionarios guardianes.—¿Cómo
debe castigarse al funcionario que emplea la violencia ó la efracción
para consumar la evasión?—Omisión de la ley.—Véase inciso 1." del
artículo 229 del Código Italiano.—¿El acto de permitir á un preso sa-
lir temporariamente de la cárcel, constituye el delito de evasión?
Véase el artículo 231 del Código Italiano.—¿Quid de la evasión por
imprudencia ó negligencia?—Véase el inciso 2.° del artículo 229 del
Código Italiano y 287 del Código Francés.
Del quebrantamiento de condena.—Examen y fundamentos de los
artículos 216, 217 y 218 del Código Penal.

D E L I T O S COKTRA LA F E PUBLICA.—De la falsificación y alteración


de moneda ó decumentos de crédito público.—Naturaleza jurídica de
la falsificación: ¿es un delito público ó privado?—Elementos consti-
tutivos de la falsificación, artículo 220, Código Penal: a) imitación de
la moneda.—¿Quid de la especie fiduciaria?—Véase artículo 225 del
Código Penal.—Examen de la doctrina que asimila á la moneda toda
título negociable.—¿La torpeza de la falsificación no puede llegar á
ser causa eximente de pena?, delito imposible; b) dolo: Su determina-
ción; c) Moneda de durso legal nacional ó extranjera.—En qué con-
siste el curso legal; especies desmonetizadas.—Nuestra legislación es
consecuente con el principio que asimila la moneda extranjera á la
nacional.—Véase artículo 5.° del Código Penal.
Alteración de la moneda, artículo 224 del Código Penal.—Diferen-
cias con la falsificación: sus distintas formas; razón de la penalidad.
—Omisión de este artículo: cómo puede subsanarse.—Véase incisa
4.'* del artículo 21, Código Penal, y artículo 258 del Código Italiano.
De la circulación, introducción y expendición.—Artículo 220, in-
ciso 2.0', 221 y 222 del Código Penal.—Circunstancias agravantes.—
Véase artículo 220, inciso 3.o del Código Penal.
Atenuantes: artículo 220, incisa 3.o del Código Penal.—Criterio de
otras legislaciones: el derecho inglés; el Código Francés, artículo 132;
su comparación, artículo 223; fundamentos.—Eximentes: artículo 227.
Falsificación de sellos, timbres y marcas.—Formas de la falsifica-
ción de sellos; artículos 228, 229 y 237 del Código Penal.—Criterio del
Código Argentino, artículo 277, acerca de este delito; forma única:
640 Anales de la Universidad

comparación con el criterio de nuestro Código-—Diferencia entre la


falsificación de un sello oficial y el de un particular.—¿El registro ea
condición esencial de la falsificación de sellos particulares?—Motí-
vese la doctrina de nuestro legislador, omitiendo la falsificación de
firmas, adoptada en otros Códigos.—Véase artículos 277 del Código
Argentino y 280, 281 y 282 del Código EpafloL—¿Existe falsificación
cuando se modifica la redacción de un documento sin alterar el sello?
—Del empleo del sello verdadero: falsificación de persona, artículo
235: sus formas.
Falsificación de timbres, marcas, artículo 230: su comparación con
el artículo 266 del Código Italiano.—Falsificación de marcas y con-
trasellas particulares: a) marcas de ganado; b) marcas de fábrica y
comercio: ¿es necesario su registro para darle forma de delito?—Véase
los artículos 35 y siguientes del Código Rural y decreto-ley de Marzo
de 1877. Uso de las marcas, artículo 239 del Código Penal.
Falsificación de papel sellado, timbres y estampillas.—Figura de
este delito, artículos 231, 232, 233, 234 y 236 del Código Penal.
Falsificación de boleta.—Artículo 218.—¿Quid del que pasa una
boleta inutilizada?
falsificación de documentos. —Acepción de la palabra documentos.
—Extremos del delito de falsificación: a) alteración de la verdad.—
Reglas para conocer la alteración punible (Garraud); b) Dolo: Doc-
trina francesa é italiana; principio general y consecuencias, c) Per-
juicio real ó posible.—Carácter del perjuicio según la doctrina: pri-
vado, colectivo, pecuniario y moral.—Ilustración con ejemplos.—
Examen de la falsificación en documento nulo y anulable: doctrinas
de Crivelari y Garraud.—Excepción legal á este principio.—Véase ar-
tículo 246 del Código Penal.—Opinión de Garraud: d) Imitación do-
losa de la v e r d a d . - E s t a condición es esencial: argumento en pro y
en contra.
Iialsificación material por funcionario público y por particulares
en documento público.—Modos de este delito: análisis de los artículos
240, 242, 243 y 248 del Código Penal—De la falsificación de docu-
mento público defectuoso, del roto ó cancelado en parte substancial,
de lo simplemente enunciativo.—Véase los artículos 1548 y siguientes
del Código Civil y 350 y siguientes del Código de Procedimientos.
íalsificaoión ideológica por funcionario J9M&/¿CO.—Análisis del ar-
tículo 241 del Código Penal.—Diferencia entre ambas falsificaciones:.
1.0 del punto de vista de su naturaleza; 2.° del momento ejecutivo;
3.0 del dolo.
íalsificación m,aterial privada.—Nueva condición: el uso, sus for-
mas.—Véase los artículos 365 y siguientes del Código de Procedi-
miento.—La presentación de un documento de esta naturaleza, ¿es
tentativa ó delito consumado?—Discusión.—Falsificación de la fecha
Anales de la Universidad 641

en documento privado, de cartas, misivas dirigidas á terceros, de pa-


peles domésticos, de asientos en libros de comercio.—Ver los artícu-
los 1555 y siguientes del Código Civil y 350 y siguientes del Có-
digo de Procedimientos.
Falsificación ideológica por particulares, en documento público.—
Artículo 244 del Código Penal.—Criterios ideados para distinguir este
delito del que previene el inciso 9.0 del artículo 404 del Código Penal.
Del uso de documento falsificado.—Artículo 247: su examen.
Falsificación de certificados y pa^'ies telegráficos —Examen de los
artículos 249 al 254 del Código Penal.

D E LOS DELITOS CONTRALLA SEGURIDAD ptÍBLicA.—Z>eí incendio


y otros esíra^fos.—Clasificación del delito de incendio: sistema de los
Códigos Francés é Italiano: opinión de Garraud. ¿Las figuras de in-
cendio, penadas por nuestro Código, armonizan todas con el espíritu
de la clasificación adoptada?—Concepto de la consumación de este
delito: divepsas doctrinas.—¿El incendio es susceptible de tentativa?
—Revelaciones de la estadística.—Razones de la severidad penal des-
arrollada contra este delito.
Comentario: Incendios que afectan la seguridad pública. Artículo
225.—Condiciones objetivas y subjetivas de este delito.—Examínese
si esa figura delictuosa es un caso de reiteración ó de simple concurso
intelectual- Ver artículos 78 y 79 del Código Penal.—Crítica de que
es susceptible la pena establecida para ella.
Artículos 256 y 257; examen y fundamentos.
Incendios que afectan el derecho de propiedad: Artículo 258.—
Determinación del corpus delicti: Regla general.
Condiciones para que el incendio afecte el derecho de propiedad:
negativas: a) que no haya muerte ni daño en las personas; b) que no
sea de edificio, tren del ferrocarril, buque, lugar habitado, destinado
á habitación ó en joo6/ac?o.—Puede comprender esas cosas cuando no
es ni habitado, ni destinado á habitación, ni en poblado (positivas); d)
que sea ajena la propiedad; 6) que siendo el incendio en poblado
tenga lugar sobre otras cosas que edificios, trenes de ferrocarril, etc.
De la propagación del incendio: Artículo 259. ¿Qué especie de dolo
es el que caracteriza esta figura delictuosa?
De los estragos: Artículo 260.—Caracteres de este delito.—Con-
cepto de este delito.—División de este delito á los efectos de deter-
minar el castigo.—El estrago se divide también en estrago que
afecta la seguridad pública y el derecho de propiedad.—La pena de
este último se determina por la importancia del daño según el crite-
rio del artículo 258; el otro se determina según las reglas de los ar-
tículos 255, 256. y 257.
:^" %r^.

642 Anales de la Universidad

De los actos preparatorios en los delitos de incendio y estrago: Ar-


tículo 261.—Juicio acerca de esta excepción á los principios gene-
rales.
De los estragos é incendios culpables: Omisión de nuestro Código,
previsión del Código Italiano, artículo 311: su comparación.
Delitos contra la seguridad de los ferrocarriles y telégrafos.—-Ar-
tículos 263, 264 y 265.—Su examen y fundamentos.—Artículo 266.—
Clasificación de nuestro Código: su examen.—Caracteres de este de-
lito.
Delitos contra la salud y alimentación pública. — Envenena-
miento ó corrupción de aguas y sustancias alimenticias de uso pú-
blico: Artículo 263; sus caracteres fundamentales.—Significado de
los términos corromper y envenenar.—¿Quid de la alteración nociva
de las aguas de uso privado; puede considerarse este hecho como una
tentativa de homicidio?—Concepto de la consumación de este delito.
Venta de sustancias nocivas: Artículo 264; sus caracteres.
Venta de sustancias adulteradas ó falsificadas, de carácter nocivo:
Artículo 265; sus caracteres.—Sentido de los términos falsificar y
adulterar.—Quid de la venta de sustancias sofisticadas, inofensivas.
Ver el artículo 382 del Código Penal y 322 del Código Italiano.—Este
delito y el precedente se consuman por la exposición ó por la venta.
Discusión.
¿La fabricación ó adulteración en sí, son actos preparatorios ó ac-
tos de ejecución?—tentativa:—Discusión.—Carácter de estos delitos
verificados con el fin de atentar contra la vida de las personas. Ver
el artículo 319 inciso 3.0 del Código Penal.—Examen de la culpa.—
Artículo 270.
De la trasgresión de medidas sanitarias.—Articulo 271.—Extremo
de este delito.
¿Qué pena debe aplicarse á los culpables de los delitos preceden-
tes cuando de ellos se derivase la muerte, enfermedad ó contagio de
las personas?
Silencio inconsecuente de la ley. Ver los artículos 255 y 263 del
Código Penal y 327 del Código Italiano: juicio.

DELITOS CONTRA LA ECONOMÍA TT6BI.ICÁ.—Quiebra: Condiciones


esenciales de este delito: a) Calidad de comerciante del sujeto' (v. ar-
tículos 1.0 y 1546 del Código de Comercio). La mujer casada 6 el me-
nor que se dedican al comercio sin hallarse habilitados para ello,
¿son personalmente responsables de una quiebra?¿Quid déla respon-
sabilidad del gerente de una sociedad anónima?; b) Cesación de
pagos. ¿La declaración de esta circunstancia es una cuestión preju-
Anales de la Universidad 643

dicial? L a declaración de quiebra hecha por los Tribunales de co-


mercio, ¿surte efecto obligatorio en la jurisdicción penal? (v. artículos
1546, 1556, 1564 y 1643 del Código de Comercio; c) Culpa 6 dolo (v. ar-
tículos 1634, 1635 y 16S6 del Código de Comercio). ¿La quiebra cul-
pable es susceptible de complicidad? Quiebra de corredores (artículo
1640 del Código de Comercio). ¿La presunción que establece este ar-
tículo es absoluta?
Insolvencia culpable—Axiícwlo 275 del Código Penal; su examen y
fundamentos.

lO

D E L I T O S CONTRA LAS BUENAS COSTUMBRES Y E L ORDEN D E LAB


FAMILIAS.—De la violencia y el ultraje a¿ jpwáor.—Doctrinas relati-
vas al momento consumativo de la violación.—¿Es susceptible de ten-
tativa?—Criterio del Código. —Caracteres de este delito: a) cópula
sexual.—Importancia que tiene la constatación de este extremo; h)
violencia: sus formas. 1.* Física: condiciones generales; 2." Moral:
sus condiciones; 3.o Presuntiva: la edad, la embriaguez, la locura, el
sueño; 4.<» Compulsiva: ¿en qué consiste?—¿Quid del que abusa de
una mujer haciéndose pasar por su marido? Ver el Código Belga, ar-
tículo 375.
Penalidad de la violación.—Cuestiones.—¿Es justo asimilar el es-
tado de casada al de minoría de edad?—Criterio para discernir la con-
dición de prostituta y doctrinas emitidas sobre la influencia de la
prostitución en el castigo.—Caracteres del abuso de autoridad; de la
confianza y de las relaciones familiares y domésticas.—Excusa pe-
rentoria de la violación: sus fundamentos.
Atentado violento al pudor.—Bna diferencias con la violación.—Ra-
zones que imponen su adopción en la ley penal.—Estado del derecho
positivo. Ver los Códigos Español, artículo 454; Italiano, artículo 333;
y Países Bajos, artículo 244.—Nuestro derecho. Crítica.
ASOÍÍOWWI.—Definiciones.-Doctrinas inglesa é italiana sobre este
delito. Ver bilí 14 de Agosto 1885 y artículo 331 del Código Italiano.
—Criterio de nuestro Código.
TJUrajerpublico al pudor.—AriicxAo 282. —Sus condiciones: a) pu-
blicidad del acto. —¿Cuándo tiene el delito este carácter? Principios
generales; 6) ultraje del pudor social.—¿Los atentados violentos al
pudor de una persona, verificados privadamente y sin testigos, tienen
cabida en este delito?
Ofensa pública al pudor.—QiQxsiQ\ñXQ% de este delito.—¿Cómo pue-
den conciliarse los artículos 283 y 406, inciso l.°> del Código Penal?
Del estupro y del mces/o—Caracteres del estupro, artículo 284: a)
mujer virgen.—Naturaleza de la virginidad legal: h) edad, sus límites
G44 Anales de la, Universidad

y fundamentos de la limitación. ¿El consentimiento de una mujer me


ñor de veintiún años y mayor de doce, debe considerarse válido?—
Discordancia legal.—Verlos artículos 290, inciso 2.». y 291 del Código
Penal.—Examen de la doctrina que suprime el estupro» prolongando
la edad, relativamente á la violación, hasta los diez y seis años.—
Teoría de la escuela positiva sobre el estupro: c) el engaño.—Caracte-
res que debe reunir.—Razones en pro y en contra de la doctrina que
acuerda la indemnización civil para todos los casos de estupro con
engaño.—Ver artículo 216 del Código Civil.—Excusa perentoria del
estupro, artículo 281 del Código Penal.
Incesto.—Sus caracteres generales.—Formas del incesto: a) antes de
los doce años: b) después de los doce hasta los diez y ocho mediando
engaño: c) después de esta edad; condiciones de la incriminación en
cada uno de estos casos.—Concepto legal del escándalo público.—
Del cuasi-incesto; doctrina y examen de ella.
X>e/rapio.—Clasificación de este delito; sistema del Código Italiano^
artículo 340 y de los códigos de los Países Bajos, artículo 281; juicio.
—Caracteres del rapto: a) Sustracción ó retención de mujer.—Quid
de la sustracción de un niño varón; doctrina romana.—Ver artículo
80 del Código Austríaco: b) falta ó vicio de consentimiento.—La vio-
lencia, la amenaza, el engaño.—Ver artículo 340, Código Italiano.—
La locura, ebriedad, hipnotismo.—La edad: ¿cuándo es válido el con-
sentimiento relativamente á ella? c) Fin de casamiento ó de volup-
tuosidad.—Ver los artículos 340 del Código Italiano y 80 del Código
Austriaco.—Quid de la sustracción por espíritu de lucro y de ven-
ganza.—Ver los artículos 380 y 152 del Código Penal.
Circunstancias que influyen en la penalidad.^lEjl estado civil, la
moralidad de la víctima, el fin del raptor, la edad, la libertad acorda-
da á la víctima,--Disposiciones relativas de nuestro Código; su exa-
men.—De la exención de pena, artículo 296.—Consecuencia del casa-
miento rehusado por la víctima.—¿El consentimiento prestado por
ésta hace innecesario el del padre ó tutor?
De la corrupción de menores.—Extremos del lenocinio.—Concepto
legal de las palabras excitar y favorecer, usadas respectivamente en
los artículos 297 y 298 del Código; regla que precisa su diferencia. ¿El
hábito es condición esencial de este delito? Dos doctrinas.—Ver los
códigos Italiano, artículo 345; Francés, artículo 334; Argentino, 132;
juicio acerca de ella y criterio de nuestro Código. ¿Cuándo debe con-
siderarse consumado el lenocinio? Opiniones opuestas de Crivelari y
Garraud; su discusión.—El sujeto paciente de este delito puede ser
un varón menor de edad: solución de nuestro Código y de los códi-
gos Italiano, artículo 348; Argentino, artículo 132, Francés, artículo
334; examen crítico.—Influencia de la edad en el lenocinio; examen,
su justificación.—Los actos de corrupción para satisfacer la propia las--
Anales de la Universidad 645

civia.—Criterios de nuestro Código y del Código Francés; juicio.-


Situación jurídica del usufructuario consciente del lenocinio.
Circunstancias agravantes de este delito.—Artículo 297.—Sus fun-
damentos.
Del adulterio.—¿El adulterio es delito? Estado de la doctrina y de
la legislación.—Ver Derecho Inglés, Código de Ginebra y de Nueva
York.—Caracteres de este delito: á) unión consumada de los sexos.—
Examínese si admite tentativa; opinión de Crivelari.—Quid de las
familiaridades licenciosas, y de los actos contra-natura del hombre ó
de la mujer: b) estado matrimonial de los culpables ó de uno de ellos.
—Efectos del contrato de esponsales, del matrimonio nulo ó anülable,
de la separación legal y del divorcio: e) dolo; su concepto legal.—
Examen de la violencia, de la ignorancia y del error.
Del adulterio del hombre. —Artículo 302. ¿Debe hacerse diferencia
entre el delito, según sea cometido por el hombre ó por la mujer?; dis-
cusión.—Noticia del derecho positivo.—Ver Código Austríaco, artícu-
lo 247; Holandés, Zurich, 117 y 119; Español, artículo 452; Francés,
articulo 339; Italiano, artículo 354.—Concepto jurídico del concubi-
nato y del domicilio conyugal. Existe domicilio conyugal durante la
separación provisoria y definitiva en el juicio de divorcio. ¿Debe cas-
tigarse la participación de la concubina?—Examen doctrinario y legal
de esta cuestión. ¿Cabe la complicidad en el delito de adulterio?
Condiciones del ejercicio de la acción penal: artículo 304.—Carác-
ter de ésta: Doctrinas Romana, Italiana y Francesa; discusión.—Efec-
tos del juicio de divorcio y del divorcio del tiempo transcurrido de la
noticia del adulterio, de la muerte é interdicción del querellante, de
la indignidad del querellante, del lenocinio del marido ó de la mujer,
de la muerte del culpable.—Estudio doctrinario y legal de estas
cuestiones.—Del perdón y su alcance; fundamentos.—De la remisión;
examínese si puede ser tácita.—Opinión de Crivelari.
Delabigamia y otros matrimonios t/efiraZes.—Caracteres de este de-
lito, artículo 306: a) matrimonio válido anterior. ¿La nulidad de este
acto tiene que haber sido declarada oficialmente? Solución doctrina-
ria y positiva.—Ver códigos Italiano, artículo 359; Francés, artículo
340; Español, artículo 486; Alemán, artículo 171.—¿Quid del matri-
monio religioso? b) Celebración de nuevo matrimonio.—Concepto de
la consumación de este delito.—Doctrinas antigua, Romana, Germá-
nica y moderna; juicio.—¿La validez del segundo matrimonio es con-
dición sine qua non de la bigamia? c) Dolo.—Examen de la igno-
rancia, del error, de la ausencia.—Juzgúese si el dolo debe ser con-
comitante ó posterior.
Doctrinas sobre la tentativa de bigamia: a) delito simple; b) delito
complejo; su discusión.—Doctrina sobre la complicidad en la biga-
mia. ¿La persona libre que contrae matrimonio con una casada, es
646 Anales de la Universidad

autor ó cómplice de bigamia? Compárese la doctrina del Código Ita-


liano, artículo 369, con la de nuestro derecho, artículo 307. ¿La parti-
cipación de los oficiales de estado civil en los matrimonios ilegales,
no cae bajo las reglas generales de la complicidad? Crítica al artículo
310 del Código Penal.
La bigamia es un delito instantáneo ó continuo; discusión: crítica
de nuestro Código-, artículo 309. ¿Qué jurisdicción es la competente
para determinar sobre la validez ó nulidad de los matrimonios cele-
brados, la civil 6 la criminal?: doctrina.
Otros matrimonios ilegales.—'Eix.maen y fundamentos del artículo
308.—Ver artículo 93 del Código Civil.
De los delitos contra el estado civil de las personas.—De la suposi-
ción de estado civil: sus formas, diferencia entre ellas y examen de su
diversa penalidad.—Ver los artículos 312 y 314 del Código Penal.—
¿La suposición de estado civil que no perjudica á tercero, ni benefi-
cia al autor de ella, reúne los caracteres de un acto delictuoso?: dis-
cusión .
De la supresión de estado civil: sus formas; diferencia entre ellas y
examen de las disposiciones legales.—Ver los artículos 313 y 315 del
Código Penal.—¿De cuántos modos puede ser el estado civil?—Ver el
artículo 44 y siguientes del Código Civil.—¿Quid de los hijos adulte-
rinos y de las otras personas que no tienen estado civil?—Figuras de-
lictuosas que comprende el artículo 315; su determinación y su crítica.
—Carácter penal de la suposición ó supresión, con otro objeto que el
de atentar contra el estado civil.

DELITOS CONTRA LAS PERSONAS.—DeZ homicidio.—CarsictereB d©


este delito: a) Vida humana preexistente.—Quid de la muerte de un
feto en el seno materno, y de la de un moribundo.—Consideraciones
sobre la preter-generación en el homicidio; b) Que la muerte se deba
á un hecho del hombre.—¿Los hechos morales pueden ser causa de
homicidio?; doctrinas francesa é italiana: discusión.—c) Dolo: su deter-
minación.—Consideraciones relativas á la constatación del animus
neeandi.—Yéase el artículo 317 del Código Penal.—Datos de la es-
tadística.
Formas del homicidio calificado.—a) Parricidio impropio; artículo
318 del Código Penal.—Fundamentos generales de esta disposición.—
Del homicidio de los hijos naturales, no reconocidos, de los hijos adul-
terinos é incestuosos; soluciones doctrinarias sobre esta cuestión y
sus fundamentos: salvedad de Garraud.—6) Parricidio propio, ar-
tículo 319.—Caracteres de este delito,—Examen del error sobre la
persona en el parricidio.—Véase el artículo 332.—Penalidad aplicable
Anales de la Univ&rsidad 647

al cómplice de un parricida: solución doctrinaria y legal.—Véase el


artículo 62 del Código Penal.—Las circunstancias atenuantes son
aplicables al parricidio: doctrina del Código Francés, artículo 223;
su examen.—c) Homisidio premeditado.—Condiciones de la premedi-
tación: teorías psicológica, cronológica, ideológica; su examen.—Doc-
trina positivista.—Consideraciones sobre la premeditación condicio-
nal: sus caracteres.—De la comunicabilidad ó incomunicabilidad de
la premeditación: juicio; d) Envenenamiento.—Concepto del veneno.
—La insidia y la premeditación.—Condiciones esenciales del envene-
namiento.—Momento consumativo de este delito:" doctrina francesa,
artículo 301: su crítica.—^Revelaciones de la estadística; e) Homicidio
por brutal ferocidad.—Caracteres de esta figura delictuosa.—Discu-
sión relativa á su admisibilidad legal: juicio.—/) Asesinato; artículo
120, inciso 2.°.—Fundamentos de la severidad penal, g) Homicidio
por medios estragadores, artículo 120, inciso 3.*'.—Su examen y justi-
ficación.
Homicidio por concurso de causas, artículo 322.—Caracteres de este
delito y fundamentos de su penalidad.
Homicidio ultra-intencional, artículo 324.—Sus caracteres.—Homi-
cidio culpable, artículo 325: diferencia entre este delito y el anterior.
— ¿Quid del homicidio en que la culpa de la víctima concurre con la
del victimario?
Suicidio.—¿El suicidio es delito?: examen doctrinario y positivo de
esta cuestión.—Véase Código Penal de Nueva York, 1881, artículos
174 y 178; Código Ruso, 1866, artículo 1472 y siguientes.—Derecho
Inglés.—Doctrina de Ferri.—El suicidio á través de la estadística.
—Examínese si existe alguna ley de relación entre el suicidio y el
homicidio y cuál es su sentido: opiniones de Morselli, Lacassagne y
Tarde: discusión.
La participación en el suicidio de otro. —Criterios relativos á su
penalidad: sistema Italiano, Francés é Inglés: examen.—Homicidio
con el consentimiento de la víctima.—Debe hacerse de él un delito
sui-géneris, ó penarlo como delito de homicidio. —Examen doctrinario
y positivo de esta cuestión.—Véase los Códigos Alemán, § 216, y
Holandés, § 219.—Quid del doble suicidio.
De las lesiones personales.—Lesión voluntaria: Caracteres; ü)
daño en el cuerpo, en la salud; su alcance y naturaleza; naturaleza
retrospectiva del dafío; 6) un medio adecuado.—El delito de lesiones
excluye los medios morales: discusión; c) el dolo.—Determínese su
extensión y naturaleza jurídica.—¿El consentimiento de la víctima
es compatible con el dolo?—Quid de la auto-lesión.—¿Es susceptible
de tentativa el delito en cuestión?: juicio.—Discusión relativa á la
pena que debe aplicarse en el caso de tentativa.
Lesiones voluntarias gravísimas: Artículo 326, inciso 3.°.-Crite-
648 Anales- de la Universidad

rios punitivos.—a) Condiciones que debe reunir la enfermedad para


merecer la calificación de este inciso.—La negativa del ofendido á
sufrir una operación aconsejada por los médicos, ¿puede ser alegada
como circunstancia atenuante por el ofensor?—6) Consideraciones so-
bre la pérdida, inutilización de sentidos ú órganos: la castración. —
Concepto antiguo y moderno de este delito.—c) D é l a s lesiones que
dan lugar á un aborto: condiciones de este delito.—¿Quid del aborto
cuando el embarazo es ignorado por el ofensor?
Lesiones voluntarias graves: Artículo 326, inciso 2.».—Criterios pu-
nitivos.—Debilitación de sentido ú órgano: carácter y alcance de esta
agravante.—Deformación del rostro: ¿cuándo se considera que ésta
existe.—Incapacidad para el trabajo.—¿Debe ser relativa ó absoluta?
—Discusión: criterio del Código.
Lesiones voluntarias leves: Carácter general de éstas.—Límites de
la corrección doméstica, artículo 239, Código Civil. —La bofetada, ¿es
una lesión ó una injuria?: discusión.
Agravantes de estos delitos: consultar el artículo 327 del Código.
Lesiones ultra-intencionales: artículo 328.—Consideraciones gene-
rales: lesiones incompatibles con el dolo eventual.
Lesiones culpables: artículo 329.—Examen.
Disposiciones comunes á los delitos de homicidio y lesiones perso-
nales.—Atenuantes especiales de estos delitos: Juicio comparativo
entre el artículo 331 y los incisos I.», 3.°, 4.° y 5.» del artículo 18:
¿existe armonía de criterio entre ellos?
De la complicidad correlativa: artículo 333.—Examínese si esta
disposición legal es conciliable con la regla establecida en el inciso
4° del artículo 28.
De la riña: artículos 334 y 335.—Elementos de esta figura delic-
tuosa, relativamente á las condiciones subjetivas de ella, al numera
de personas que han intervenido y á la forma de la ejecución.—Sus
fundamentos.
Disparo de arma de fuego en riña: artículo 337. —Juzgúese si lo es-
tablecido en el artículo 330, no hace innecesaria esta disposición.
Del infanticidio.—Evolución social y jurídica del infanticidio.—
Este delito debe ser penado más ó menos severamente que el homi-
cidio: estado de la doctrina y de la legislación: tres tipos: Código
Francés, artículos 300 y 302, Derecho Inglés, Código Español, ar-
tículo 424.T-Extremos del infanticidio: a) Voluntad de matar: sus
formas.—Quid del infanticidio cometido por terceros: solución de
nuestra legislación y de la francesa. Ver los artículos 340 del Có-
digo Penal y 300 del Código Francés: h) Que nazca vivo. ¿La respi-
ración es indispensable para determinar la existencia de la criatura?
Doctrinas: c) Que la criatura no haya cumplido tres días á contar del
nacimiento.—Cuál debe considerarse el momento del nacimiento: crí-
Anales de la Universidmd 649

tica de que es susceptible la redacción de la ley: d) Que el móvil sea


la honra. La muerte de un hijo legítimo, honoris-causa, ¿es infanti-
cidio?
Kevelaciones de la estadística: los infanticidios y el medio civil;
los infanticidios y el nacimiento de hijos naturales.
Medidas preventivas contra este delito; El torno; la investigación
de la paternidad; la declaración de embarazo.
Del aftorío.—Desenvolvimiento histórico de este delito.—Sus carac-
teres: a) expulsión del producto de la concepción.—La viabilidad del
feto es condición esencial del aborto: discusión.—Diferencia entre el
concepto legal y el médico del aborto.
De la tentativa: Doctrinas.—Criterio del Código.
h) Empleo de medios adecuados. Nociones sobre la naturaleza de
ellos.—¿Quid de los procedimientos absolutamente ineficaces?
c) Dolo.—Carácter de éste.
De la complicidad: consideraciones generales acerca de ella.—El
artículo 342 no establece una excepción á las reglas generales de la
participación criminal: sus fundamentos.—Véase el artículo 341 de
nuestro Código.
Exposición de los hechos que agravan, atenúan ó suprimen la pe-
nalidad de este delito, y sus fundamentos.—Véase artículos 348 á 345
inclusives del Código.—Información estadística del aborto.
Del abandono de niños y otras 'personas encapaces.—Controversia
sobre la clasificación de este delito: estado de la legislación.—Véase
Códigos Belga, Sardo, Español, Italiano y Holandés.—Sus caracte-
res: á) abandono de niños é incapaces.—Concepto legal del abando-
no: su diferencia con la exposición.—Concepto de la tentativa.—¿La
punibilidad debe extenderse el abandono de incapaces?; examen crí-
tico: tendencia del derecho positivo, fe) Que el niño ó el incapaz
estén bajo la guarda del autor del delito. Quid del que abandona
á un abandonado. Véase artículo 389 del Código Italiano.—¿El de-
pósito clandestino en la inclusa ó en una casa habitada reúne los
caracteres de este delito?: c) que el fin sea el de exonerarse de los
cuidados que impone la guarda.—¿Quid del que abandona un niño
con el objeto de privarlo de su estado civil? —Quid del que abandona
como medio de cometer un homicidio.—Del abandono necesario, y
del inspirado por sentimientos de honor.
Agravantes de este delito,—Lugar solitario.
Criterio para su determinación: a) judicial;fe)legal.—Véase Código
Austríaco, artículo 150; Ginebrino, artículo 296: discusión.—Calidad
de padre natural ó adoptivo. Examen y fundamentos.
DweZo.—Evolución del duelo.—¿El duelo debe penarse?: razones en
pro y en contra.—Entidad jurídica del duelo", su clasificación se-
gún el Código Italiano, según el Código Argentino, según el Códir
• j \ •!> ,. - " '

'i. """• '

<ISd i^afes de ih. ¡IMimrwdad

go de ios Países Bajos, segdn lá Jurisprudencia Francesa.—Opinión


de la escuela positiva y de De-Luca.—El simple desafío y el du^o
concertado, pero no realizado, ¿debe castigarse?—Examen comparati-
vo dedos artículos 348 y 349 de nuestro Código y 237 del Código Ita-
liano.—Un combate concertado ¡por las partes sin asistencia de padri-
nos, ¿es duelo?—¿Los padrinos deben ser objeto de pena?: salvedad
del Código Italiano, artículo 241, y del Español, artículo 445-
La inserción—sin comentarios—en la prensa de no haberse reali-
zado un duelo cae bajo la previsión del articulo 350 del Código Pe-
nal. Crítica del artículo 354 del Código Penal; opinión de Ellero.—
Examen de los artículos 353, 355, 356 y 357 del Código Penal: juicio
de las circunstancias tenidas en cuenta en los artículos 351 y 352 del
Código Español ^1850).
¿El duelo admite acción civil por daños?—Be velaciones de la esta-
dística á propósito de este delito.—Medidas ideadas para combatir el
duelo.
De los delitos contra el honor y la tranquilidad privada.-^Cara.ctereB
comunes y diferenciales entre la difamación y la injuria.
a) Comunes: animus injuriandi.—Qj\x\éin debe suministrarla prue-
ba de esa circunstancia; distingo entre la intención implícita y la
equívoca.—Quid del animus difendendi, artículo 363; del animus re-
torguendi, incisos 2.° y 3.° del artículo 361, del animus consulendi, jo-
candi, corrigendi y narrandi.
b) Las palabras, dibujos, escritos, etc.
Las ofensas al honor por medio de la prensa, ¿deben constituir un
delito especial? discusión; criterio de nuestro Código y su examen.—
Véase los artículos 404 y siguientes del Código de Instrucción Cri-
minal.—Las injurias por medio de la prensa ¿están ó no sometidas
á la ley común?: examen,—¿La difamación y la injuria pueden ser
implícitas?—Juzgúese si la indicación del nombre de la persona ofen-
dida es condición esencial de estos delitos.
c) Diferenciales: 1.» del punto de vista de la divulgación; 2.o de la
calidad de la ofensa.—Exposición precisa de estas ideas y consecuen-
cias que implican: de la tentativa y la omisión en estos delitos.—Mo
mentó consumativo de la difamación.—Otros caracteres ideados por
la doctrina: la presencia de la persona ofendida: juicio.
Circunstancias eximentes de penalidad: Debe permitirse la prueba
de los hechos ofensivos al honor.—Derecho positivo y doctrinas de
los códigos Español, artículo 378, y Argentino, artículo 178; negativa
de los códigos Francés, artículo 388, y Derecho Inglés, y mixta del
Código Italiano, artículo 394: exposición y juicio.-^Criterio de nuestro
Código, artículo 362; examen de sus disposiciones.—Quid de las ofen-
sas hechas á un ex funcionario, relativas al desempeño de sus fun-
ciones.—Controversia sobre la admisión de la prueba cuando la pide
el querellante.
Anaks déla Universidad 6&1

Be las ofensas en juicio: Artículo 363.—Fundamentos y condicio-


nes de esta excepción.
De las ofensas hechas con ánimo de retorsión: Artículo 361.—Fun-
damento y condiciones de esta excepción. ¿Las ofensas cambiadas
deben ser iguales?: ¿puede la excepción ser apreciada por el juez sin
que la haya alegado la parte?
La remisión: Sus formas; actos que la definen.—La remisión condi-
cional: cuestión que suscita.
La prescripción: Fundamentos de su brevedad.
La acción debe ser privada ó pública: razones en pro y en contra.
Criterio de nuestro Código, artículo 366.—La ofensa á la memoria de
un muerto: cómo se concilian el interés de la Historia y el de la re-
presión.
De la pena de estos delitos: Consideraciones históricas y filosóficas.
—Disposiciones legales.

12

DELITOS CONTRA LA PROPIEDAD.—Z)«/ fiítr/o.—Extremos de este


delito: a) Apoderamiento de cosa ajena mueble.—¿Quid de la sustrac-
ción de cosa propia dada en prenda ó tenida en depósito? Ver el ar-
tículo 400 del Código Francés y la ley francesa de 13 de Mayo de 1863.
—Examínese si constituye este delito el uso de cosa ajena.—¿El ca-
rácter mueble ó iamueble de la cosa se determina por las reglas del
Código Civil?—Situación jurídica de los que sustraen cosas inmuebles
por accesión ó por destiao y de los que hurtan bienes semovientes.
Ver la ley 19 de Septiembre de 1882.—¿Son susceptibles de este de-
lito las cosas incorpóreas? —¿La apropiación de fuerzas, electricidad,
calor, luz, es ó no un hurto?: discusión.—Doctrina sobre la apropia-
ción de cosas consideradas res nul lius, res dereclicta, productos de
naufragio ó echazón. Ver el artículo 682 del Código Civil.—Quid del
apoderamiento de cosas perdidas ó de tesoros. Ver el artículo 390 del
Código Penal.—Doctrina sobre la sustracción de cosas pertenecientes
á una herencia ó una sociedad, hechas por el heredero ó socio. Ver
el artículo 402 del Código Italiano.—¿El hurto puede recaer sobre co-
sa sin valor? b) Sustracción del lugar en que se encontrare.—Con-
cepto de la consumación de este delito: doctrina romana y francesa,
opinión de Molinier. La efracción y el escalamiento, constituyen una
tentativa ó un acto preparatorio, c) Móvil de lucro.—Exposición y
juicio respecto de las doctrinas romana y francesa. Ver el articulo
379 del Código Penal.—¿La intención criminal debe aer concomitante
al delito ó puede ser posterior á él?—¿Quid del que hurta para satis-
facer el hambre ó resguardarse del frío?—¿Quid del que se apodera
de cosa ajena, para cobrarse una deuda? d) Sin consentimiento del
652 Anales de la Universidad

dueño.—¿Este debe ser expreso, y conocido por el agente d^l delito?


—¿El hurto debe ser un delito instantáneo ó continuo?
Circunstancias agravantes del hurto: Artículo 370. a) Por razón del
lugar, incisos I.» y 9.0; exposición y fundamentos. ¿>)Por la calidad de
las cosas, incisos 3.o, 4." y 5.»; exposición y fundamentos.
Hurto califioado.—^Artículo 371. a) Por razón del tiempo, inciso 3.°;
exposicióny fundamentos.—Quid del hurto hecho á un sujeto en un
momento de inconciencia: el desmayo, la embriaguez, el sueño.—¿Es-
ta agravante se aplica también en los casos de epidemia?; inciso 3.";
exposición y fundamentos.—Concepto jurídico penal de la noche, h)
por la calidad de las cosas, incisos 5.'> y B.*'; exposición y fundamen-
tos; c) por la facilidad de los medios, inciso 2.°; su examen y funda-
mentos.
Deldbigeato.—Examen y crítica de-la ley de 19 de Septiembre de
1882.
Del robo.—Diferencia entre el robo y el hurto.—De la efracci'ón:
inciso l.o; en qué consiste y de cuántos modos puede ser.—Es nece-
sario que la efracción se verifique en el lugar mismo del delito. Ver el
Código Italiano, artículo 404, inciso 4.°.—¿La rotura del continente de
una cosa, puede considerarse efracción? Quid de la simple remo-
ción de la cosa destinada á defensa, y de su efracción por mero es-
fuerzo muscular.—Del escalamiento: inciso 3." —Concepto del escala-
miento en los Códigos Español, artículo 431, inciso 1."; Francés, ar-
tículo 497 é Italiano, artículo 404, inciso 6.°; su comparación.—¿La
introducción parcial en el recinto, se califica de robo?—Falsas llaves:
Cuándo se consideran tales; consideraciones generales. —Reunión
de personas: ¿La participación que caracteriza el robo según este in-
ciso se rige por los principios de los artículos 21 y 22 del Código Pe-
nal?—Incisos 4.° y 5.^; examen y fundamentos.
Roho con violencia en las personas.—Rapiña: Artículo 373.—Con-
cepto de la violencia.—El acto de arrebatar la cosa de las manos de
la víctima, ;,constituye violencia? Ver el inciso 3.° del artículo 406 del
Código Italiano. -Idea de la amenaza.—¿La violencia puede ser tá-
cita y presuntiva?—Diferencia entre una y otra.—¿Quid de la violen-
cia física ó moral desplegada después de consumado el robo?—¿La
violencia es una circunstancia agravante subjetiva ú objetiva?—Im-
portancia que tiene el saberlo.
De la extorsión.—1.» figura, artículo 378: ¿Este delito se consuma
por el uso del documento ó por la simple obtención?—¿El daño que
importa la suscripción ó la destrucción del documento tiene que ser pa-
trimonial?—Doctrina respecto del documento nulo.—Quid de la firma
en blanco obtenida coercitivaoiente.
2^ figura, artículo 37^:. Condiciones de la amenaza, para que
constituya extorsión.—¿Existirá este delito cuando la amenaza al ho-
Anales de la Universidad 6B$

ñor consista en la revelación de un hecho cierto? Discusión.—¿El Ijj-


cro 69 carácter esencial de la extorsión?--Idea de la consumación de
este delito,—¿Es justo igualar la pena de la rapiña y de la extorsión?:
juicio.
3 * figura, artículo 380: Su carácter y fundamentos, artículo 381.
La partición de que trata este artículo, ¿no está comprendida en ]»
regla general de los artículos 21 y 22 del Código Penal?
De la estafa.—Caracteres del engaño para que haya estafa.—¿La ido-
neidad de los manejos debe ser absoluta ó relativa?—¿El objeto de ]»
«stafa puede ser una cosa sin valor, una promesa, ó un bien que no sea
patrimonial? ¿puede ser la celebración de un contrato, la obtención de
un título, de un documento de prueba, de una sentencia?—La circuns-
tancia de fingirse propietario, acreedor, de simular un estado civil
íalso, de hacer trampas en el juego, constituyen los artificios de la es-
tafa.—¿Este delito es susceptible de tentativa?: juicio.—¿La buena
fe es compatible con la estafa?—Quid de los manejos fraudulentos
practicados con el fin de cobrar una deuda.
De la destriícción fraudulenta de h cosa propia; artículo 383.—Ca-
racteres y fundamentos de este delito.
Del abuso de las pasiones ó inexperiencia de un menor ó incapaz;
artículo 384.—Carácter del abuso; en qué consiste.—¿Es delito la ce-
lebración del contrato, quo aprovecha al menor, ó que se ha hecho
con idea de favorecerlo?—El documento suscrito por un menor
emancipado, ¿está regido por el principio general?—Véase el artículo
275 del Código Civil.—¿Quid del que incurre en este delito ignorando
la menor edad de la víctima? La nulidad del documento, por otras
causas que la incapacidad del menor, ¿suprime el delito?: juicio.
De la apropiación indebida.—Diferencia entre la apropiación y la
estafa.—Naturaleza jurídica de la apropiación con dolo ab-initio:
juicio.—¿El uso de la cosa constituye delito de apropiación?—Quid
de este delito cuando recae sobre cosas no susceptibles de acarrear
perjuicio material.—-La apropiación se consuma por la insolvencia del
deudor ó mandatario ó por la disposición que éstos han hecho de las
cosas: juicio.—¿Cabe la tentativa en este delito?—¿La apropiación es
un delito más grave que la c^itafa?
Abuso de firma en blanco, artículo 387. ¿Este delito es un caso
de apropiación indebida ó es una.falsedad?: discusión.—¿Qué es hoja
en blanco?—Quid si la hoja en blanco dada, lleva la firma solo á título
de autógrafo ó dé seña.—¿Este delito se consuma por la formación del
documento, ó por e|l uso del mismo?—Doctrinas.—El daíío que resulta
de la escritura, ¿puede ser moral, ó debe ser patrimonial?—¿La nulidad
del documento suprimo el delito?—¿Es admisible la prueba por tes-
tigos al efecto de revelar el abuso cometido?—Ver los artículos 1568
y siguientes del Código Civil.
46
,654 , Anales de la Universidad

Circunstancias agravantes de este delito.—Artículo 389.^Exposi-


ción y fundamentos.—Apropiación de cosas perdidas. —¿Cuándo una
cosa debe considerarse perdida?—¿El delito se consuma.por la dispo-
sición de la cosa, ó por la omisión de la denuncia judicial?—Ver ar-
tículo 700 del Código Civil.—Apropiación de tesoro.—Ver el artículo
695 y siguientes.—Diferencia entre la estafa y la apropiación in-
debida.
De los delitos contra la propiedad entre parientes y aliados,—Ar-
tículo 377.—Fundamentos de esta excepción: doctrinas de la comuni-
dad patrimonial de familia, y de la conveniencia social: su examen.—
Sistema de derecho positivo: 1." Código Español, artículo 580, y Fran-
cés, artículo 380; 2.o Código de Hungría, § 342; S.° Código Italiano, ar-
tículo 433: juicio comparativo.—¿La impunidad de este artículo e&
una causa justificativa, una causa de no culpabilidad ó una excusa
absolutoria?—¿Ejta excepción ampara también á los cómplices?—De-
litos contra lá propiedad, que excluyen la excepción: juicio compara-
tivo entre el artículo 223 del Código Argentino y la disposición rela-
tiva de nuestro Código.
De la usurpación y de los daños.—Consideraciones generales so-
bre la usurpación y los daños.—Diferencia entre'uno y otro.—Quid
de la usurpación con ánimo de recobrar un inmueble perteneciente al
sujeto.—El daño inferido á la propiedad, por simple culpa, ¿es delito?
—Nuestro derecho positivo, artículos 392 y siguientes.

13

D E LAS FALTAS.—Criterios ideados para distinguir el delito de la


falta: a) Teoría del Código.Fraacés éltalianQ de 1859: juicio.—6) E s -
cuela toscana: juicio.—c) Teoría moderna (LucMai); juicio.—¿Cuál e&
el criterio seguido por nuestro Código? —Exaniínese si laS circunstan-
cias eximentes del artículo 17 son aplicables á las faltas. ;
Existen otras faltas que las previstas «u el Código Pénál.—Ver
Guía Policial, decreto de -i de Septiembre de 1883. -Reglamento de
Policía Sanitaria, 8 de Agosto de! 1883.—Ordenanzas niunicipáles;
juicio relativamente á su legalidad. . ,
Fundamentos de la impunidad de lá tentativa en laá faltas.— Ver
artículo 399.—De la complicidad.—Doctrinas.délos Códigos Belga é
Italiano: juicio.—Razones de la impunidad,, .del encubrimiento en las
faltas.—Ver los artículos 400 y 23. • • . • ' - -
Disposiciones legales: examen y fuñdamentps.—Discútáse si lá em-
briaguez es un delito.—Estado del déretílio'positivo.—Ver los ar-
tículos 488 del Código, Italiano, 453 del 0ó,(lig6 dé ios Piáíses Bajos»
y loy francesa de 23 de Enero de 1873.—Del juego: extreníós dé esta

i-i"/*.
Anales de la Universidad 655

contravención.—Concepto de los juegos de azar.—Diferencia entre la


apuesta y el juego: ¿está sujeta aquélla á la regla de éiáte?

NOTA.—Tanto el espíritu de la doctrina, como el sentido de las dis-


posiciones legislativas, debe ser aclarado por la solución del mayor
número posible de casos prácticos, tomados de la jurisprudencia na-
cional y extranjera. Forman parte de esta enseñanza las visitas á las
cárceles, oíicinas antropométricas y otros establecimientos análogos.
r :t5'-"»í ' K , -„,''*•

656 Anales de la Universidad

P r o g r a m a de L i t e r a t u r a

PRIMER AÑO
Qué se entiende por Literatura.—Ramas diversas que comprende.
—Método para su estudio.—Definiciones breves de los términos más
usados en los textos literarios: arte poética, poesía, poema, estrofa,
versos, composiciones épicas y líricas, drama, tragedia, comedia, sub-
jetivismo y objetivismo, realismo, idealismo, romanticismo, etc., etc.
Origen de la lengua española.—Primeras manifestaciones litera-
rias: el Poema del Cid—Berceo y Segura.—Don Alfonso el Sabio.—
E l Arcipreste de Hita.—El Marqués de Villena y el Marqués de
Santillana.—Juan de Mena,—Jorge Manrique.—M Romancero.—
Distintos géneros que abarca.
E l Renacimiento en España.—Boscán y Garcilaso.—Fray Luis de
León.—Herrera.—Ercilla.—Novelas caballerescas, pastoriles y pica-
rescas.—Hurtado de Mendoza.—Cervantes: Don Quijote.—Guillen
de Castro.—Lope de Vega.—Calderón.—Tirso de Molina.—Alarcón.—
Moreto —Rioja.—Quevedo.—Góngora.
Influencia de la literatura francesa sobre la española en el siglo
XVII.—Moratín, Iriarte y Samaniego.—Meléndez Valdez, Jovella-
nos y Cienfuegos.—Isla.—Feijóo.—L. F . de Moratín.
Quintaría.—El Duque de Rivas.—Bretón de los Herreros.—Larra.
—José Zorrilla.—Espronceda.—Echegaray.—Campoamor.—Núñez de
Arce.—Bécquer.—Pérez Galdós.—Pereda.—Valera.—Literaturas re-
gionales.
Consideraciones generales sobre la Literatura Sudamericana.—
Heredia—Gertrudis G. de Avellaneda.—Andrés Bello.—Olmedo.
—Olegario Andrade.—Sarmiento-—Otros epcritores.
Consideraciones generales sobre la literatura uruguaya.—Orígenes.
—Figueroa.—Berro-Magariuos Cervantes.—J. C Gómez.—Otros
escritores.
L a literatura uruguaya en la actualidad.—Poetas —Novelistas.—
Teatro.—Críticos, etc. Este estudio se hará detalladamente, no ci-
tando autores el Programa, para dejar al Profesor la mayor libertad
en la clase y al estudiante en el examen.
Anales de la Universidad 657

Lectura obligatoria para el examen: los autores que van en bas-


tardilla, y diez más, á elección del estudiante.

SEGUÍS D O A Ñ O

Consideraciones generales sobre literaturas del Oriente:


Literatura Hindú: Los Vedas.— El Mahabarata.—El Ramayana.—
L a poesía lírica.—Kalida?a.—El teatro.
Literatura china.—Confucio; los Kings.—Literatura persa: Zo-
roaatro: el Zend Avesta.—Literatura japonesa.
Literatura hebrea: la Biblia.
Consideraciones generales sobre la literatura griega.—Primitiva
poesía de los griegos: los aedas.-Homero: lúa Ilíada; la Odisea.—
Poesía lírica: su origen y evolución.—Hesiodo.—Anacreonte.—Pin-
daro.—Origen del teatro griego.—í^sgMi/o.—Sófocles.—Eurípides.—
Origen de la comedia.—Aristófaites.—íja comedia media.—La co-
media nueva.
Consideraciones generales sobre la literatura romana.—Origen del
teatro.—Plauto.—Terencio.—Lucrecio.— César.— Cicerón. — Virgilio.
—Horacio.—Ovidio.—Lucano.—Juvenal.
El Evangelio.
Consideraciones generales sobre la literatura de la Edad Media.
Literatura árabe: el Corán.—Las Mil y U n a Noches.
Literatura persa: Ferduci.
L a imitación de Jesucristo.
Origen de la lengua francesa. —Cantos épicos.—El teatro francés
en la Edad Media.
Origen de la lengua italiana—Dante. L a Divina Comedia.—Pe-
trarca- —Bocaccio.
Consideraciones generales sobre el Renacimiento.
E l Renacimiento en Italia.—Ariosto—Tasso.—Goldoni.—Alfieri.
E l Renacimiento en Francia.—Ronsard.—Malherbe.—Rabelais.—
Montaigne.—Corneille,—Racine.—Laíontaine.—Boileau.—Moliere.—
Le Sage.—Voltaire.—Rousseau.—Diderot.
Origen de la lengua portuguesa. —Camoens.
E l Renacimiento en Inglaterra.—Shakespeare.—Milton.-Otros
escritores.
Klopstock.—Wieland,—Lessing.—G^oeí/ie.—Schiller.

Lectura obligatoria para el examen: los autores que van en bastar-


dilla y seis más á elección del estudiante.
658 Anales de la Universidad

TERCER ANO

Consideraciones sobre la literatura contemporánea en general y en


los diversos países de Europa.
Oradores y poetas de la Revolución Francesa.—Chateaubriand.—
Mad, de Staél.—Lamartine.—Beranger.—Lucha entre el clasicismo
y el romanticismo.—Fíc/or Hugo.—Vigny.—Musset.—Balzac.—Sand.
—Dumas (padre).—Flauberfc.—Stendhal.—Los Goncourt.—Daudet.
—Zola.—Maupassant.—Leconte de L'Isle.—Sully Prudhome.—Bau-
delaire.—Verlaine.—Idea d é l a escuela decadente y otras modernas.
—Renán.—Tairie.—Anatole France.—Méterlink.
Monti.—Foseólo.—Manxoni.—Leopardi.—Carducci.—D'Annunzio.
—D'Amicis.—Teatro italiano actual.—Otros escritores italianos.
Herculano.—Garret.—E?a de Queiroz.—Guerra Junqueiro.
Walter Scott.—^^/row—Shelley.—Dickens.—Tenysson.—J. Elliot.
—Ruskin.—Otros escritores.
Los hermanos Schegel.—Heine.—Otros escritores.
Bjornson.—Ibsen.
Pouchkine. — Dostiewsky. — Gogol. — Tolsioy- — Tourgueniew. —
Gorky.
Emerson.—Edgard Poe.—Whitman.
L a literatura brasileña actual.

Lectura obligatoria para el examen: los autores que van en bastar-


dilla y diez más á elección del estudiante.

CUARTO ANO

PRIMERA PARTE

A.—Sentimientos estéticos

I.—Enumeración, clasificación y estudio de los sentimientos esté-


ticos. Teoría de Spencer y los evolucionistas, según la cual todo sen-
timiento puede llegar á ser estético al dejar de servir directamente á
la vida. E l placer del arte y el placer del juego. Teoría de Guyau,
según la cual todo sentimiento agradable puede llegar á ser estético
al hacerse general y complejo. Contribuciones de los fisiólogos y los
físicos al estudio de los sentimientos estéticos: Wundt, Helmholtz,
etcétera.
Anales d&, la Universidad 659

B.—La belleza

II.—Las antiguas teorías: Estética de Platón: lo bello como prin-


-cipie superior y objetivo. 8us relaciones con el bien. La reminiscen-
cia. Teoría de Aristóteles: el orden y la proporción. Principios artís-
ticos derivados de esta teoría. Modificaciones introducidas en estas
doctrinas por Plotino, San Agustín, etc.
III.—Renacimiento de los estudios estéticos á principios del siglo
XVIII: el P. André y Baumgarten. Ideas de Hutchinson y Reid.
Otras teorías.
IV.—La belleza según Kant. Los cuatro caracteres de lo bello se^
gún este filósofo. Teorías de Schelling y Hegel,
V.—Teorías modernas. Carácter general de estas teorías. Estética
evolucionista. Relaciones de la belleza con la utilidad y con la rea-
lidad según Spencer. Doctrina de Guyau. Relaciones de lo bello
<íon lo útil y lo real según esta doctrina.

SEGUNDA PARTE

A.—El arte y la evolución artistiea

I.—Diversas artes, su génesis y su desarrollo. Génesis- Desarrollo;


teoría evolutiva de Spencer.
11—Escuelas artísticas. Realismo é idealismo. ¿Hay entre esas
escuelas oposición completa?
III.-Teoría general y objeto del arte. Principales teorías.

B.—El arte literario

I . - Correlación entre el escritor; la obra y el medio ambiente. In-


iluencia del medio ambiente sobre el escritor y la obra: teorías de
Buckle y Taine. Influencia del escritor sobre la obra: teoría de Saint-
Beuve La obra y el escritor como signos del medio: teoría de
Hennequin.
II.—El genio. Diversas teorías sobre su naturaleza. El genio como
producto y como factor del desarrollo de las sociedades. El gusto.
III.—La obra literaria y sus diversos géneros. Prosa y poesía; sus
condiciones y sus méritos relativos. Estudio especial de la poesía
^pica, lírica y dramática, de la novela, de la oratoria, de las composi-
ciones históricas y críticas, etc.
IV.—La forma. Teorías del estilo. Spencer y Guyau. La imagen.
Estudio y clasificación de las principales figuras. Estudio especial
del estilo y lenguaje poéticos. Versificación castellana.
6G0 Anales de la Universidad

V.—-Discútase el valor de las reglas en la composición de 1A obra


literaria y en el análisis crítico.

NOTA.—Eti el curso y en el examen deberán hacerse ejercicio»


prácticos.

InRtrncciones para la eui^eñanza d e la Literatura

Si la enseñanza de la Literatura tuviera por objeto único ó princ¡¿


pal la simple instrucción; si con ella sólo se persiguiera el fin de m->
formar á los estudiantes sobre nombres de autores y de obras, sumi-
nistrándoles al respecto datos y juicios hechos, sería innecesaria la
división del programa en cuatro afios y no se explicaría su brevedad
en cada uno de los cursos que comprende. Esta reforma ha sido in-
troducida para facilitar al profesor el cumplimiento del fin principal,
fundamentalísimo, de la enseñanza de la Literatura, que es el de poner
la mente de la juventud en contacto directo con los grandes espíritus,,
medio por el cual se ejerce una acción educativa de orden moral, in-
telectual y estético que no puede reemplazarse por ninguna otra. P a r a
más fácil comprensión del programa, se han formulado, pues, las si-
guientes instrucciones que, en general, no son más que el desarrollo
de esta regla capitalísima que el profesor tendrá presente continua
mente: la base de la enseñanza de la Literatura en los cuatro añosy
será la lectura de obras literarias, hecha en la misma clase.
Sabido es que muchos profesores creen enseñar útilmente Literatura
haciendo aprender nombres de autores, nombres de obras, juicios he-
chos, biografías, y, en la parte teórica, reglas, teorías relativas á los
diversos géneros, etc. Todo eso no es, precisamente, inútil, pero es
secundario, y tal carácter deberá darse por el profesor á esa clase de
enseñanza.
Otros recomiendan á los alumnos la lectura de obras determinadas.
Esto representa ya un método muy Superior, pero no es el mejor: la
lectura depende de la voluntad del alumno; á veces, sustituye éste la
lectura de las obras ó trozos originales, por resúmenes que le permi-
ten cumplir después en la clase; y, sobre Judo, aunque el estudiante
lea realmente, no tiene en el profesor, por esle sistema, un iniciador
que le haga comprender y sentir. En resumen: la indicación de lec-
turas al alumno, debe usarse, pero no como método único, sino como
complemento del que va á indicarse en seguida.
La tarea principal del profesor en esta materia, será la lectura en
clase, haciendo comprender y sentir en lo posible los^ trozos leídos.
Con respecto á los autores que deben leerse, debe tenerse presente
lo siguiente:
Anales de la Universidad 661

E l programa trae impresos en letra bastardilla ciertos autores cuyo


conocimiento por los alumnos es exigible en el examen; esos autores
deben, pues, ser leídos en clase; pero como la enseñanza de clase no
es simplemente una preparación para el examen, no debe entenderse
en manera alguna que son los únicos que deben ser leídos. Lejos de
eso, el profesor debe hacer todas las lecturas que pueda y Juzgue
convenientes, eligiéndolas, con la más absoluta libertad, entre las
que considere más adecuadas como estimulantes para los sentimien-
tos é inteligencias juveniles.
Dado el espíritu de este programa, es innecesario recomendar al
profesor evitar los exclusivismos de escuelas, así como ahorrar á los
alumnos el estudio de reglas y la lectura de «Tratados de Retórica y
Poética> y obras semejantes, salvo en los casos en que haya que re-
currir á esa clase de libros para estudiar la versificación ó algún punto
especial análogo. E n cambio se recomendará la lectura de obras teó-
ricas ó críticas de orden elevado y realmente artístico, como las de
Guyau, Taine, etc., que complementarán la acción de las lecturas lite-
rarias propiamente dichas.

OBSERVACIONES ESPECIALES SOBRE CADA UNO D E LOS AÍÍOS EN QUE


ESTÁ DIVIDIDO E L PROGRAMA

Primer año

Este primer año comprende la Literatura de idioma castellano. Las


lecturas, aquí, tienen, además del fin general, un fin especial: la en-
señanza del idioma, hecha en esta forma, como un sustitutivo muy
superior á la enseñanza de reglas que constituía el año de Gramática
suprimido en el actual plan de estudios. Téngase, pues, en cuenta
esta circunstancia, y háganse realizar además, por los alumnos, abun-
dantes trabajos de redacción.

Segundo y tercer año

Es en éstos donde tiene el profesor más ancho campo para hacer


de su enseñanza, por medio de lecturas, el más valioso estimulante
mental; para hacer sentir y pensar, y para abrir á las mentes amplios
horizontes, lo que es más necesario que en otros, en países como los
nuestros donde la cultura ambiente es menor, por lo cual la que de-
jan de dar los establecimientos especiales de enseñanza, difícilmente
se suple.
Nótese la brevedad de los programas, especialmente la del S.^r año,
calculada intencionalmente para que se consagre el mayor tiempo po-
sible á la lectura en clase.
662 Anales de la Universidad

E l profesor dispone de recursos infinitos..para variar las lecciones.


Supóngase una clase donde, ya se hace un análisis de una poesía
de Hugo por el estilo de los que traen Guyau ó Renouvier para la poe*
sía Ibo, ya una comparación entre una poesía lírica del mismo autor
y otra de Píndaro, que dará origen á un paralelo entre la lírica anti-
gua y la moderna; otro día se lee, haciéndola sentir, una poesía como
Aos simples de Guerra- Junqueiro; se consagran algunas clases á ha-
cer la anatomía del estilo de Flaubert, mostrando la concentración
de arte y de trabajo que hay en esos párrafos, que, sin examen, el es-
tudiante confundiría quizá con los del estilo más corriente y vulgar;
se analiza un drama de Shakespeare, cuyos párrafos culminantes se
leen en la misma clase, después quizá que los estudiantes hayan leído
la pieza entera; se leen algunos trozos bien elegidos de Verlaine. y,
con motivo de ellos, explica el profesor maner^^ de pensar y sentir
que caracterizan á una escuela, y parte,de aqi^í^p^ía explicar el valor
de ésta, su papel en el desarrollo ¿el arte contemporáneo, sus méritos
y sus defectos; se utiliza la lectura de párrafos de Zola para mostrar
la contradicción entre las teorías y el temperamento artístico de un
escritor, ó se analizan las últimas obras comparándolas con las mejo-
res, para dar una lección útilísima sobre la decadencia de un autor
por la mecanización de los procedimientos literarios originariamente
espontáneos; se compara, con pasajes apropiados, el realismo de Zola
con el de Tolstoy; se deja adquirida, por las lecturas en clase, la se-
guridad de que Cervantes, Goethe, Dante, serán para los futuros mé-
dicos ó abogados, algo más que simples nombres... Todo esto es in-
finito, y no habrá razón para detenerse en la vía de las indicaciones;
pero se ha querido sólo, con las anteriores, sugerir la abundante ri-
queza y la variedad de la enseñanza así comprendida, quedando li-
brada la aplicación á la competencia, y tacto del profesor, quien
obrará con la mayor libertad.
Ténganse presentes, para la enseñanza de estos años, las obser-
vaciones pertinentes que se relacionan con el cuarto año.

Cuarto año

E n los años anteriores, el profesor, á propósito de los autores y


escuelas, habrá ido sugiriendo cuestiones de doctrina; en este año,
se hace, trabajando sobre espíritus ya bien preparados, síntesis gene-
ral de la Estética y Teoría Literaria.
No se abandonarán en manera alguna las lecturas en clase; al con-
trario, se las empleará continuamente como ilustración de los puntos
teóricos. De manera, por ejemplo, que cuando el profesor enseñe los
diversos géneros de poesía, leerá y analizará, como ejemplos, trozos
de autores; para enseñar bien la versificación, leerá y analizará ver-
sos, etc., etc.
Anales de la Universidad 668

Nota general para todos los años: evítese por todos los medios al
alcance del profesor, que los estudiantes para prepararse hagan uso
de apuntes no hechos por ellos

Instrncciones para el e x a m e n

Lo que el estudiante debe demostrara?í¿e iodo, fundamental y nece-


sariamente en el examen, es que ha leído en el original, (1) trozos de
los autores cuyo conocimiento se exige como mínimum; autores que,
al efecto, aparecen escritos en el programa con letra bastardilla. Lo
que cada uno puede sacar de esas lecturas, dependerá de su inteli-
gencia y demás condiciones personales, pero es indispensable que
haya leído, y que haya leído en las fuentes originales. E l que no haya
leído, ó el que no haya leído en las fuentes originales, no puede en
ningún caso ser aprobado.
En cambio, no se demuestre rigor en la parte de memoria: nombres,
títulos, fechas y todos los demás datos análogos.
Cuando el programa dice «otros autores», «otros escritores» 6 indi-
caciones análogas, no se entenderá, en el examen, que el estudiante
está obligado á conocer el que le pregunte el examinador, sino, sim-
plemente, algunos otros escritores de cierta significación, de esa época
ó escuela, que el mismo estudiante elige.

(1) Se comprende que, si el original es ext)aniero, basta una traducción.


664 Anales de la Universidad

P r o g r a m a d© Latín

PRIMER ANO

Gramática y su división,—Pronunciación latina.—-áwaZoáffa.—Nom-


bre y su división.—Accidentes gramaticales del nombre.—Declina-
ciones latinas.—Conocimiento del género de los nombres.—Forma-
ción de los diminutivos latinos.
Adjetivo y accidentes gramaticales del mismo.—Declinaciones de
los adjetivos.—Comparativos y superlativos.—Su formación y su de-
clinación.—Adjetivos determinativos y su declinación.—Adjetivos
relativos é interrogativos y su declinación.—Adjetivos demostrativos
y su declinación.
Pronombre.'-Accidentes de los pronombres y declinación de los
mismos.—Adjetivos pronominales posesivos y su declinación.
Verbo y su división,—Accidentes gramaticales del verbo.—Conju-
gación del verbo esse y de los compuestos de esíe,—Conjugaciones
de los verbos regulares.—Raíces de formación y formación de los
tiempos del verbo.—Conocimiento de los tiempos de obligación, su
formación y su conjugación.—Conjugación de los verbos irregulares.
—Verbos unipersonales y su conjugación.—Formación de los preté-
ritos y supinos de los verbos (idea general).
Palabras invariables.—Preposición, su división y clases de prepo-
siciones.—Adverbio y división que hacemos de éste.—Adverbios mo-
dales, su formación y grados de comparación que admiten.—Conjun-
ción y su clasificación.—Interjección, su clasificación y principales
interjecciones en ambas lenguas.
Explicación sencilla de las oraciones más necesarias para empezar
á traducir.—Oraciones del verbo sustantivo esse.—Oraciones de verbo
en activa.—Oraciones de verbo en pasiva.—Oraciones impersonales.
—Conversión de las oraciones.—Oraciones con tiempo de obligación.
—Oraciones reflexivas.-Oraciones de relativo y sus resoluciones,—
Oraciones de infinitivo.
Anales de la Universidad 685

TEADUCCIÓN Y ANÁLISIS ANALÓGICO

Los diez y seis primeros capítulos de los Extractos de la Historia


de Boma, por Eutropio.
Cartas familiares de Cayo Julio Cesar.—«Cees. Imper. S. D. Gice-
roni Imper».—«Coesar Imper. Ciceroni Imper. S.»—«Coesar Opio et
Cornelio. S.»—«Coesar Q. Pedio S.».
Fábulas de Fedro.—*^l ciervo y la fuente».—«La zorra y el cuer-
vo».—«Un león viejo, un jabalí, un toro y un asno».

S E G U N D O AÑO

Sintaxis y su división.—Régimen.—Régimen del sustantivo.—Ré-


gimen del adjetivo.—Régimen del comparativo y del superlativo.—
Régimen de los partitivos y numerales.—Régimen del verbo esse y
de sus compuestos.—Verbos atributivos asimilados á «wm.—Régimen
directo é indirecto del verbo transitivo.—Régimen del verbo en pa-
siva.—Verbos deponentes pasivos.—Régimen del verbo intransitivo.
— Construcciones especiales de algunos verbos. — Observaciones
acerca de los gerundios, supinos y participios.—Régimen de las pre-
posiciones variables.
Complementos circunstanciales.—Relaciones de tiempo.—Relacio-
nes de causa, modo, instrumento, medio, igualdad, exceso, materia,
compañía.—Relación de precio.—Relaciones de lugar.—Construcción
del adverbio.-Casos de construcción común.
Concordancia.—Concordancia de dos sustantivos, del adjetivo con
el sustantivo, del verbo con el sujeto y del relativo con el antece-
dente.—Observaciones sobre la teoría del relativo.
Construcción.—Construcción directa.—Análisis de cada una de las
clases de oraciones principales.-^Observaciones sobre la colocación
directa.—Construcción inversa y principios en que se funda.—Figuras
de construcción.
Verbos concertados.—Gerundios.—Oraciones de gerundio y sus
transformaciones.—Oraciones condicionales, finales, causales.

TRADUCCIÓN Y ANÁLISIS SINTÁCTICO

Lecciones momíes.—Excelencia y dignidad del hombre.—No está


el sumo bien en los placeres.—Corta duración de la vida del hom-
bre.—La de los jóvenes está expuesta á mayores peligros que la de
los ancianos.
666 Ancdes de la Universidad

Extractos de Tito Livio.—Combate de los Horacios y Curiados.—


Betrato de Aníbal.—Sitio de Sagunto.—Toma de Sagunto.
Epigramas de Cayo Valerio Cátúlo.—A. la muerte del pájaro de
Lesbia.—A Calvo Licinio, quejándose de que le hubiese mandado
unos malísimos versos, y prometiéndole en despique otros peores.—
A Furio, elogiando irónicamente la pobreza.
Epigramas de Marcial.—A un tigre domesticado.—A un mal poeta.
—A sí mismo, sobre la felicidad de la vida.
Virgilio.—Égloga 3.^, Melibeo y Títiro.

TERCER AÑO

Composición latina.—Conversión de las proposiciones castellanas


en latín.—Reglas que deben tenerse presentes.—Idiotismos ó modis-
mos.—Modismos formados por un infinitivo castellano regido de pre-
posición.—Locuciones adverbiales y conjuntivas.—Modo de contar
por Calendas, Nonas é Idus.—Propiedad latina.—Construcción ge-
nial y propia del latín y colocncióa de las palabras según ésta.
Prosodia.—Ortografía.—Arte métrica.

TRADUCCIÓN

Cicerón.—Oratio pro Q. Ligario.


Virg%lio.—Amena, descripción de Italia.—Vida feliz del labrador.
íZoracio.—Odas.—Profecía de Nerón sobre la destrucción de
Troya.—A Quinto Delio, diciéndole que el hombre no debe abatirse
en la adversidad, ni engreírse en la prosperidad.—Arte poética.—
Medir versos.

NOTA.—La traducción deberá variarse todos los años.


Anales de la ühiverHdad 667

P r o g r a m a de P r o c e d i m i e n t o s Judiciales
(2.0 a ñ o )

PRIMERA PARTE

Procedimiento Civil

I
Juicio arbitral

Facultad de comprometer en arbitros.—Diversas especies de arbi-


traje—Casos en que es forzoso el compromiso en arbitros.—Inter-
vención de los Tribunales ordinarios en los casos de arbitraje for-
zoso.—Nombramiento de los arbitros; condiciones que deben reunir.
—Compromiso; forma en que debe otorgarse y cláusulas esenciales
del contrato.—Modo de celebrar el compromiso cuando se trata de
juicio pendiente.—Aceptación de los arbitros; efectos de la no acep-
tación del cargo.—¿Qué se hace cuando siendo forzoso el arbitraje,
alguna ó ambas partes no verifican el nombramiento?—Responsabi-
lidad de los arbitros —Límites de la facultad de comprometer; cues-
tiones (Jue no pueden ser sometidas á arbitraje, absolutaniente ó sin
llenar ciertas formalidades.—Procedimiento del juicio arbitral.—
Cuestiones incidentales qué no pueden resolver los arbitros.—Tér-
mino probatorio.—Quién puede practicar los actos de instrucción.—
Nombramiento de Escribano. —Procedimiento en el caso de presen-
tarse posiciones ó testigos; en el caso de negarse éstos á declarar y
cuando sea^necesario practicar diligetícias por funcionarios públicos.
—Término para laudar.—Formalidades para dictar el laudo.—Votos
necesarios para dar sentencia.—Firma de los discorde^.—Laudo
cuando se trate de cosas ú objetos diversos.—¿Cómo debe' fundarse
el laudo en los arbitrajes sobre actos ú obligaciones de comercio?—-
Recurso contra el laudó; por qué causas, en qué término y ante qué
668 Anales de la Universidad

juez.—Procedimiento ante los jueces ordinarios.—Cumplimiento del


laudo.—Regulación del honorario de los arbitros.—¿Ante quién se
pide?—¿Cuándo se paga?—¿Cómo se obliga al moroso?—Causas de
remoción de los arbitros.--¿Qué puede hacerse cuando caigan en
mora injustificada?—¿En qué casos pueden ser recusados?—Procedi-
miento para la recusación.—Caducidad del compromiso; cuándo tiene
lugar.
JEjercitíios >¿áé«fcico8.

II

Juicio ejecutivo

Objeto de este juicio.—Con qué clase de títulos se promueve.—


Cuáles títulos aparejan ejecución.—Condiciones que deben reunir.—
Preparación del juicio.—Qué debe hacerse cuando el deudor niega su
firma.—Interposición de la demanda ejecutiva.--¿Qué hará el juez
cuando considere improcedente la acción ejecutiva?—Mandamiento
de embargo.—Orden en que se traba--Embargos sobre buques mer-
cantes extranjeros.—Personería del ejecutante para los actos conser-
vatorios de los derechos del deudor.— ¿Quién designa los bienes para
la traba?—Presentación de los títulos; su anotación.—Inscripción del
embargo.—Depósito de los bienes embargados.—Bienes embarga-
bles; casos de excepción.—Mejora de embargo.—Citación de excep-
ciones.—Cuáles pueden oponerse y dentro de qué término.—Excep-
ciones admisibles tratándose de letras ú otros documentos mercanti-
les.—Procedimiento á observarse cuando no se oponen excepciones.—
Trámites en el caso de oposición del ejecutado.—Término probatorio;
sus peculiaridades.—Sentencia de remate—^Apelación de la senten-
cia de reraate.—¿Qué otros autos son apelables?—Admisión de ex-
cepciones y pruebas en segunda y tercera instancia.

II
Ejecución de hipoteca con renuncia de los trámites del juicio eje-
cutivo.—Caso en que se ha fijado el precio del inmueble.—Venta al
mejor postor.—Obligación del Juez respecto de las peticiones que
retardan el cumplimiento de lo pactado.—Preferencia del primer em-
bargante.—Efectos legales de la inscripción del embargo.—Ejecu.-
ción prendaria.—Procedimiento extrajudicial autorizado por los ar?
tículos 2281 y siguientes del Código Civil.-—Recurso único contra e^é
procedimiento.
Anales de la Universidad 669

III

Cumplimiento de la sentencia de remate —Vía de apremio.—Nom-


bramiento de tasadores.—Sus obligaciones—Término en que deben
expedirse.—¿Por qué causa pueden ser tachadas las tasaciones?—
Forma de resolver el incidente.—Exhibición de los títulos.—Subsa-
namiento de cualquier defecto que tengan.—Forma de venta según
la clase de bienes.—Bienes raíces.—Venta en almoneda.—Publica-
ción de anuncios.—Indicaciones que deben contener.—Límite para la
admisión de posturas; cómo se hace constar la mejor.—Responsabi-
lidad del postor que desiste antes ó después de firmar la escritura de
compromiso.—¿Cómo se asegura?—Aceptación tácita del título por el
<;omprador.—¿El ejecutante puede hacer postura?--Aprobación de la
almoneda y escrituración de la venta.—Forma de venta de bienes
muebles.—Título ó resguardo que puede pedir el comprador.—Li-
quidación del crédito del actor; formación de la planilla de costas y
distribución del precio de venta.—Procedimiento cuando no se ven-
den los bienes por falta de postor.—Retasa ó adjudicación á opción
del acreedor.—¿Cómo se procede á la retasa?—Adjudicación volun-
taria y necesaria.—¿En qué casos?—¿Por qué precio?—¿Cuándo puede
pedirse el embargo de otros bienes?—Si no se venden los nuevos bie-
nes, después de retasados, ¿cómo se procede?—¿Cuándo puede el
acreedor optar entre la adjudicación en pago y la anticresis?—Dere-
cho del acreedor anticrético para ser pago con el inmueble.—Ins-
<;ripción de la escritura de anticresis.—¿Cuándo termina la anticresis?
—Derecho del acreedor y deudor para promover juicio ordinario no
obstante lo resuelto en el ejecutivo.—¿En qué término debe ejerci-
tarse?—Procedimiento del juicio ejecutivo verbal.

IV

7(src6nas.—Definición.—Clases.—Procedimiento de las tercerías


de dominio sobre bienes poseídos por el tercerista—¿Cuándo se man-
tiene la prohibición de enajenar y el registro?—¿A quién compete la
administración, el uso y los frutos de los bienes á que se refiere la
tercería?—Procedimiento de las tercerías de dominio sobre bienes po-
seídos por el deudor.—Casos en que se siguen por cuerda separada.
—Suspensión de la vía de apremio.—Tercerías de mejor derecho.—
^iPuede proseguirse la vía de apremio?—Suspensión del pago del cré-
dito.—¿A qué condición puede hacer.-e, pendiente la tercería?—Em-
bargo de bienes en condominio; facultad acordada al copropietario,
—Limitación del derecho del tercerista cuando el deudor común
tiene otros bienes.—Modo de sustanciar las tercerías.—Responsabili-
Klad del que denuncia para la traba bienes que no son del deudor.
Ejercicios prácticos.
47
670 ^ Anules de la Universidad

III

Concurso de a c r e e d o r e s

Concurso voluntario.—'^n objeto.—Documentos con que debe pro-


moverse.—Depósito de los bienes y convocatoria de acreedores.—Ce-
lebración de la junta y modo de proceder en ella.—Mayoría necesa-
ria para acordar quitas, esperas ó ambas á la vez.—Oposición.—Cau-
sas en que puede fundarse.—Modo de sustanciarla.—Cesión de bie-
nes.—Casos en que no es obligatoria su aceptación.—Prueba de la
inculpabilidad del deudor.—¿Qué debe hacer la junta de acree-
dores cuando admite la cesión?—Verificación y clasificación de lo&
créditos.—Facultad de pactar arreglos con el deudor; mayoría nece-
saria en ese caso.—Actitud que deben conservar en las juntas los
acreedores de preferencia, para no perjudicar sus derechos.—Nombra-
miento de síndicos.—¿Quiénes pueden serio?—Publicación del nom-
bramiento.—Su reemplazo.—Honorarios.—Efectos de la cesión de
bienes aceptada.—Nulidad de los actos del deudor relativos á los
bienes cedidos.—Carta de pago.

II

Concurso necesario.—¿Cuándo tiene lugar?—¿Ante quién se pide?


—Providencias que debe dictar el Juez al declararlo.—Oposición del
deudor.—Modo de sustanciarla.—Revocación del auto declaratorio
del concurso.-Sus consecuencias.-¿Es admisible la oposición de
los acreedores?—Procedimiento á seguirse cuando .queda consentida
ó ejecutoriada la declaración.

III

Disposiciones comunes á los dos concursos.—Entrega de los bienes


á los síndicos—Tasación y venta de ellos.—Prohibición de comprar-
los por los síndicos —Depósito del importe de la venta.—Responsa-
bilidad de los síndicos á este respecto.—Estado de la administración.
—Obligaciones de los síndicos.—Su remoción.—¿Cuándo debe for-
marse el estado de graduación de créditos? —Procedimiento para su
aprobación.—Impugnación del estado; quiénes pueden forniularla y
cómo se sustancia.—Liquidación del concurso y adjudicación en pago
Anales de la Universicihi 671 "^4^

á los acreedores.—¿Cómo se procede para la aprobación de esas ope-


raciones por la junta de acreedores? —¿Cuándo tiene lugar la rehabi-
litación del concursado?—Carta de pago; número de votos necesario
para acordarla.—¿En qué casos queda sin efecto?—Responsabilidad
del deudor cuando no se le otorga carta de pago.—¿Goza el con-
cursado del beneficio de competencia?—Segundo concurso.—Inter-
vención en él de los acreedores de la primera insolvencia.—Dere-
chos respectivos de los acreedores dé ambos concursos.—Piezas de
autos que deben formarse en todo juicio de concurso.— Forma de las
votaciones en las juntas de acreedores.—Derechos de los acreedores
que no asistan á ellas.—Facultad del deudor para concurrir por sí ó
por apoderado; caso en que su asistencia es obligatoria.—Derechos
de los acreedores perjudicados por las resoluciones de la junta.—
Situación legal de los acreedores morosos.—¿Los acreedores hipote-
carios y prendarios pueden iniciar ó continuar sus acciones después
de la declaración de concurso?—¿Deben verificar sus créditos?—¿Tie-
nen la obligación de afianzaren algún caso?—Facultad de los síndi-
cos respecto á las ejecuciones hipotecarias con renuncia de los trá-
mites del juicio ejecutivo.—¿Es admisible en los concursos el recurso
extraordinario de nulidad notoria?
Ejercicios prácticos.

IV

De la sucesión testada é intestada

Apertura de la sucesión.—¿Cuándo se abre el juicio sucesorio?—


¿Debe el heredero pedir la misión en posesión de la herencia?—Ex-
cepción relativa al Estado.—Procedimiento á observarse en ese caso.
—¿A quiénes incumbe la obligación de noticiar la apertura de la su-
cesión?—¿En qué forma, dentro de qué término y bajo qué pena debe
llenarse esa obligación?—Disposiciones de la ley de 30 de Agosto
de 1893.

II

Colocación y remoción de sellos. —Q/Ulénes pueden pedirla.—Cuándo


debe ordenarse de oficio ó á requisición del Ministerio público.—So-
bre q u é d a s e de bienes tiene lugar.—Excepción relativa á los mue-
bles de uso cuotidiano.—Funcionarios que practicarán la diligencia.
—Qué constancias debe contener el acta respectiva. - Prohibición de
672 Anales de, la Üniversídaa

entrar en el lugar cerrado bajo sellos.—Procedencia de la colocación


de sellos durante el inventario.—Personas que pueden pedir la remo-
ción de sellos.—Oposición.—Formalidades para el levantamiento de
sellos.

III

Inventario.—Quiénes pueden pedirlo—De cuántas maneras puede


hacerse.—Cuándo puede pedirse el inventario extrajudicial.—Dispo-
siciones de la ley de 30 de Agosto de 1893.—Qué debe justificar el
que solicite inventario judicial.—Quiénes deben practicarlo.—Quiénes
tienen el derecho de presenciarlo.—Cómo se les cita.—Qué se hace
cuando hay herederos menores, incapaces ó ausentes.—¿Debe espe-
rarse que venza el aplazamiento de los ausentes para practicar la
diligencia?—Qué debe contener el inventario.—¿Los bienes dejados
en manda 6 legado deben inventariarse?—¿Puede hacerse el inven-
tario en diversos días?—Formalidades c[ue deben llenarse en ese
caso.—Inventario de los bienes que se encuentran fuera del lugar
del juicio.—Procedimiento para la aprobación del inventario según
los casos.—Reclamaciones contra el inventario; cómo se sustancian.—
Sus efectos sobre el procedimiento del juicio sucesorio.—Aceptación
de herencia á beneficio de inventario.—Cómo debe hacerse y dentro
de qué término.—Caso en que un tercero insta en juicio para que el
heredero manifieste si acepta ó no la herencia.—Término que debe
acordarse al heredero.—Pena del heredero moroso.

IV

Avalúo.—Bienes que deben comprenderse en él.—Nombramiento


de tasadores; disposiciones pertinentes de la ley de 30 de Agosto de
1893.—Procedimiento para la aprobación del avalúo, según los casos.
—¿Puede hacerse el avalúo conjuntamente con el inventario?—Opor-
tunidad de observar ambas operaciones.

Partición.—Caándo puede precederse á ella.—Quiénes pueden pe-


dirla.—Marido y mujer.—Tutores y curadores.—Cesionarios.—Here-
deros condicionales.—Herederos por estirpe.—¿Cómo concurrirán és-
los al juicio?—¿Cuántas formas de partición existen?—Casos en que
puede partirse la herencia extrajudicialmente.—Casos en que la par-
tición extrajudicial ha de ser aprobada judicialmente.—Partición j u -
dicial.—Derecho de abandonar el procedimiento para concluirla pri-
vadamente.—Bienes sobre que ha de recaer la partición.—¿Cuándo

MH
Anales de la Universidad 67¿

pueden venderse los bienes y en qué forma?—Nombramiento de con-


tadores.—Procedimiento para la elección.—¿Qué reglas deben tener en
cuenta para cumplir su encargo?—¿Qué deben hacer cuando surjan
dificultades durante las operaciones preliminares de la partición?—
Formación de la cuenta de partición.—En qué forma debe ser presen-
tada al Juez.—Reclamaciones contra ella; modo de sustanciarlas y
resolverlas.—Aprobación de la cuenta de partición.—Entrega de hi-
juelas.—Títulos comunes y de una propiedad adjudicada á varios;
cómo se procede.— Efectos de la partición.
Ejercicios prácticos.

Del j u i c i o d e «ab intestato» y h e r e n c i a yacente

Requisitos para que pueda iniciarse el juicio de ah infestato.— Q,ué


debe hacerse si existen herederos legítimos ausentes.—Cómo se pro-
cede cuando no se conocen éstos ni el causante hizo testamento.- Ci-
tación por edictos.—Declaración de herencia yacente.—Nombramiento
de curador.—Juez competente para hacerlo.—Fianza que debe pres-
tar.—Facultades del curador.—Prohibiciones que tiene.—Presenta-
ción de preteiidientes á la herencia-—Forma en que discuten sus de-
rechos.—Declaratoria de herederos.—Qué se hará cuando el Ministe-
rio público se oponga á ella.—Intervención del curador en esas re-
clamaciones,—Cesación de sus funciones y de la intervención en el
juicio del Ministerio público y del Ministerio fiscal.—Forma de regu-
lar los honorarios del curador.

II

Facultades acordadas al Juez del lugar del fallecimiento, y á cual-


quier otro en cuya jurisdicción existen bienes del ab intestato.—Com-
petencia de los Jueces de Paz en campaña.—Competencia del Juez
del ab intestato para entender en todas las demandas contra los bie-
nes de la herencia.—Cuándo puede pedir el Fisco la misión en pose-
sión de la herencia yacente.—Intervención de los Cónsules en el jui-
cio de ab intestato cuando el difunto es extranjero y existen tratados.
—Cuándo ha de comunicarse á los Cónsules el llamamiento de here-
deros en los casos de muerte intestada de extranjeros.—Pago de los
gastos del procedimiento.
Ejercicios prácticos.
674 Anales de la Universidad

VI
Beneficio de separación de bienes

Jín qué consiste.—Ante quién debe reclamarse y dentro de qué


plazo.—Qué acreedores pueden pedirlo —Formación del inventario
de los bienes —Su depósito,—Efectos de la separación de patrimo-
nios.—A qué clase de acreedores aprovecha el beneficio.

VII
A p e r t u r a del testamento

Presentación del testamento. - Forma en que debe hacerse —Acta


destinada á constatar su estado.—Petición para que lo exhiba el de-
positario.—Justificación del fallecimiento del testador.—Formalida-
des previas á la apertura del testamento.—Citación del escribano y
testigos firmados en la cubierta.—Objeto de la citación.—Declaracio-
nes que deben prestar.—Procedimiento en el caso de muerte, ausen-
cia ó enfermedad de alguno de los firmantes del pliego.—Cómo puede
procederse al abono de sus firmas.—Apertura del pliego; lectura y
protocolización del testamento.

VIII
Discernimiento del cargo de tutor y curador

Qué es discernimiento.—Ante quién se pide.—Formalidades pre-


vias que deben llenarse.—Kegiatro de discernimientos.—Su objeto.—
Medidas que deben adoptarse con los tutores y curadores.—Interven-
ción del Fiscal de Menores é Incapaces.

IX
De las acciones posesorias

Objeto de las acciones posesorias.—Cuál es el Juez competente para


conocer de ellas.—Derecho del poseedor para que se le ampare ó res-
'7^

Anales de la Universidad 675

tituya en su posesión cuando de ella se le priva injustamente.—Obli-


gación de probar la posesión en el momento de la perturbación ó des-
pojo.—Excepciones á esa regla.—Prescripción de las acciones poseso-
rias y de la acción especial acordada á los meros tenedo res.

II

Acción para conservar la posesión.--^eq\xmtos para su interposi-


ción.—Procedimiento.—Sobre qué extremos ha de recaerla prueba.—
Sentencia; qué debe limitarse á resolver.—Condenaciones que deben
imponerse según los casos.—Forma en que puede apelarse el fallo.—
Derecho del vencido para iniciar el juicio petitorio.

III

Acción para recobrar la posesión.—Caándo puede interponerse.—


Contra quiénes puede dirigirse.—Situación legal de terceros adqui-
rientes, cuando contra ellos se dirige la acción.—Procedimiento.—Qué
ae entiende por mera tenencia.—Derecho acordado á los meros tene-
dores y á los poseedores en su caso.—Prescripción de ese derecho.—
Prueba que deben producir para ejercitarlo.—Efectos de la sentencia.
—Pena del Juez que sin llenar las formas procesales priva á alguno
Ae su posesión.

IV

Denuncia de obra nueva.—Cuando tiene lugar la acción.—Objeto


del juicio.—Procedimiento; modo de intimarse la suspensión provisio-
nal de la obra y efectos de esa intimación. - Sentencia: forma en que
puede apelarse.—Derecho que tiene el vencido.—Caso en que se pro-
pone la denuncia como incidente.
Ejercicios prácticos.

Denuncia de obra vieja ó ruinosa

Quiénes pueden iniciar la acción.—Cuántos objetos puede tener.—


Procedimiento en el caso de pedirse medidas urgentes de precaución.
—Quiénes tienen la obligación de ejecutar éstas.—¿Puede apelarse el
fallo respectivo?—Procedimiento cuando se pide la demolición—Ape-
lación de la sentencia.—Procedimiento cuando se pide alternativa-
mente la adopción de medidas urgentes ó la demolición.—Derecho del
propietario del edificio ruinoso.—Procedimiento para obligar al arqui-
tecto ó empresario á su reparación.
676 Anales de la Universidad

XI
Del j u i c i o de mensura, deslinde y amojonamiento

I
Juez competente tratándose de terrenos de propiedad privada.—Re-
caudos con que debe iniciarse el juicio.—Nombramiento de agrimen-
sor.—Obligaciones deéste.—Citación de linderos; forma en que debe
hacerse.—Publicación de edictos, por qué tiempo y en qué parajes.—
Nombramiento de Juez comisionado.—Señalamiento de día para em-
pezar la mensura.—Derechos de los colindantes para concurrir acom-
pañados con peritos.—Obligación de presentar sus título?; pena en que
a;ft incurre en caso de negativa injustificada.—Acta que debe levan-
tarse en caso de conformidarl.—Duplicado del plano y diligencias.—
Remisión de los originales y del duplicado.—Informe del Departa-
mento Nacional de Ingenieros. —Pena del agrimensor que no envía el
duplicado.—Aprobación de la mensura.—Oposición de linderos.—
Forma en que debe deducirse.—¿Debe suspenderse la mensura y des-
linde?—Aceptación de la protesta por el promotor de la mensura.—
Obligación del agrimensor cuando no hay acuerdo.—Derecho del co-
lindante opositor.—Cuándo se le tiene por desistido de la oposición.—
Forma de resolver, en caso de duda, sobre la posesión alegada por
las partes.—Procedimiento cuando se solicita el deslinde á expensas
comunes.—Procedimiento para la remoción y reposición de mojones.

II
Mensura de terrenos fiscales.—Juez competente para decretarla.—
Prueba que debe producir previamente el mensurante.-^Formalida-
des con que ha de llevarse á efecto la operación.—Oposición con ex-
hibición de títulos: reglas á seguirse en esto caso.—Admisión de opo-
siciones sin presentación de títulos; obligaciones del opositor que no
exhibe título bastante. —Casos en que se desestimará su protesta.
Ejercicios prácticos.

XII
Juicio de desahucio ó desalojo

Mod-j de proceder cuando se demanda el desalojo y el pago de al-


quileres no habiendo contrato con señalamiento de término —Plazos^
Anales de la Universidad 677

que deben acordarse al inquilino según el destino de la cosa.—Inti-


mación.—Embargo.—Mejora.—Excepciones.—Apelación de la senten-
cia.—Derechos del arrendador cuando existe contrato con plazo fijo y
dejan de pagarse dos períodos del alquiler ó renta.—Forma de proce'
der según las acciones que ejercite.—Procedimiento cuando se pide el
desalojo por haber vencido el término del arriendo.—Prevención que
debe hacerse aireo en la citación respectiva-—Plazos que deben acor-
dársele.—Disposiciones especiales del Código Rural respecto del arren-
damiento de terrenos de labranza.—Procedimiento para el desalojo
cuando no hay contrato y está pago el alquiler.—Términos de que
goza el inquilino.—Cuándo se procede al lanzamiento.—Retención y
depósitos de muebles del inquilino.—Vía de apremio contra ellos.—
Procedimiento en el caso de reclamar el inquilino el pago de mejoras-
—Cuándo esa reclamación obsta á que se lleve adelante el desalojo.
—Juez competente para los juicios sobre cobro de alquileres.
Ejercicios prácticos.

XIII

Información «ad perpetuam»

Condiciones para su admisión—Procedimiento cuando media opo-


sición de tercero.—Qué funcionario debe ser oído antes de admitirla. —
Examen de los testigos.—Justificación de su identidad cuando el
escribano no los conoce.—Audiencia fiscal: su objete.—Auto aproba-
torio.—Protocolización —Expedición de testimonios.
Ejercicios prácticos.

XIV
Juicio de alimentos

Recaudos con que debe interponerse la demanda—Procedimiento.


—Pruebas que debe producir el actor.—Reglas para fijar la cuota ali-
menticia.—¿Hay apelación?—¿En qué forma se hace efectivo el cobro
de los alimentos?—Exoneración ó reducción de la cuota señalada;
procedimiento.
Ejercicios prácticos.
^t'-', ¡* • *' •••'••. s> . " L J , '•'

678 Anales de ía Universidad

XV

Juicios sumarios especiales

Entrega efectiva de la herencia.—¿Cnánáo tiene lugar este juicio?—


Prueba que debe producir el actor.—Si el Juez la tiene por bastante,
¿que decretará?—Si no fuese bastante ó mediase oposición de tercero,
¿qué procedimiento se sigue?—Término para formular la oposición.—
¿Qué se resuelve cuando resulta injustificada ó no se ha producido en
tiempo?—Recursos contra el fallo.

II

Entrega de la cosa.—¿Cuándo puede iniciarse este juicio?—Prueba


que debe adelantar el actor.—Procedimiento cuando no hay oposición,
6 habiéndola, no se alegue la falsedad ó nulidad del título.—Apela-
ción.—Forma de proceder en segunda y tercera instancia.—Caso en
que debe suspenderse el procedimiento sumario —Condenaciones que
se imponen al vencido.
Ejercicios prácticos.

XVI

Responsabilidad y corrección

Responsabilidad judicial.—Casos en que procede.—Condiciones


para el ejercicio de la acción.—Tribunales competentes para conocer
del juicio.—Quiénes pueden promoverlo; intervención necesaria del
Ministerio público.—Caso en que debe prestar fianza el actor.—Cuán-
do puede decretarse la suspensión del magistrado.—Regla general
para la instrucción de la causa; ercepciones.—Acusación.—Audien-
cia del acusado.—Término probatorio con calidad de todos cargos.—
Presentación recíproca de las listas de testigos.—Tachas.—Vista de la
causa.—Publicidad del acto.—Derecho de informar in vece—Apela-
Anales de la Universidad 679

<5ión del fallo.—¿Quiénes conocerán según los casos?—Término para


expresar agravios y contestarlos —Prueba en segunda instancia-—Se-
gunda apelación.—¿Quiénes entenderán en ella?—Penas que pueden
imponerse.—Responsabilidad civil del reo.—Condenaciones al acusa-
dor, cuando el fallo sea absolutorio.—Facultad del Juez de la causa
para sobreseer en ella.—Prescripción de la acción de responsabilidad.

II

Disciplina judicial.—¿A quién está atribuida la jurisdicción disci-


plinaria?—Casos en que puede ejercitarse.—Penas que pueden impo-
nerse.—Procedimiento para la averiguación de los hechos.—Recurso
<"ontra la resolución respectiva.—Destitución de los jueces de nom-
bramiento anual.—Facultades disciplinarias de la Alta Corte sobre
los Tribunales de Apelaciones.
680 Anales de la Universidad

SEGUNDA PARTE

Procedimiento penal

Objeto é importancia del procedimiento penal.—Acciones que na-


cen del delito.—Acción penal.—Acción civil.—División de la acción
V- penal en pública y privada.—Reglas para su ejercicio.

II

Jueces y Tribunales que ejercen jurisdicción en materia criminal


ordinaria.—Jueces de Paz.—Jueces de Instrucción.—Jueces Letrados
Departamentales.-Juez Letrado Correccional.—Jueces Letrados del
Crimen.—Tribunales de Apelaciones.—Jurisdicciones especiales.
Competencia de los Jueces de Paz.—Forma del procedimiento —
Casos en que proceden de oficio y por querella de parte.—Declara-
ción del procesado.—Su excarcelación.—Instrucción de la causa.—
Vista del proceso.—Apelación del fallo.—Modo de otorgar el re-
curso .
Competencia de los Jueces Letrados de Instrucción.—Disposiciones
pertinentes de la ley 27 de mayo de 1896.
Competencia del Juez Letrado Correccional y Jueces Letrados De-
partamentales.—Troceáimiento como jueces de apelación.—Modo de
conocer en las causas de su competencia.—Nombramiento de defen-
sor del preso,—Sumario.—Su ampliación.—Acusación.—Forma en
que puede hacerse.—Audiencia para la vista de la causa.—Apertura
de término probatorio durante el plenario.—Agregación de las prue-
bas.—Alegatos.—Sentencia.—A quiénes debe ser notificada.—Excar-
celación.—Apelación.—En qué forma y para ante qué Jueces se con-
cede el recurso.
Competencia de los Jueces Letrados del Crmew. —Procedimientos
como jueces de apelación.—Término para expresar agravios.—En-
trega de autos.—¿En qué casos interviene el Fiscal del Crimen y el
•1 .*

Anales de la Universidad 681

Defensor de Pobres?—Lugar en que deben custodiarse los presos


durante la alzada.—Términos probatorios.—Alegatos.—Sentencia.—
Segunda apelación.—¿En qué casos y en qué forma?
Procedimiento como jueces de primera msíancia.—Cuándo cono-
cen con Jurados.—Acusación y defensa.—En qué forma y dentro de
qué término deben hacerse.—Qué se hará cuando no se deduzca acu-
sación.—Prueba.—Sorteo de jurados.—Recusación.—Convocatoria de
lo» jurados por edictos.—Casos en que se hará sólo citación personal
por escrito.
Reunión del jurado.—Juramento—Lectura del proceso.—Ratifica-
ción y confesión del acusado.—Forma en que debe exigirse ésta.—
Reconocimiento de las armas y demás piezas de convicción.—Delibe-
ración del jurado.—¿En qué forma?—Veredicto.—Sentencia.—Mayo-
ría de jurado?, indispensable para imponer la pena capital.—¿Debe
siempre el Juez someterse á ella?—Faltando, ¿qué pena se aplica?—
¿A quién se notifica la sentencia?—¿Cuándo se notifica el procesado?
—Apelación.—¿En qué casos es forzosa?—Forma en que se otorga el
recurso.
Tribunales Superiores de JM.sí¿c¿a.—Procedimiento en la tercera
instancia de las causas de la competencia originaria de los Jueces de-
partamentales y correccional.—Pruebas admisibles. —Oportunidad de
ofrecerlas—Procedimiento cuando conocen en segunda instancia de
causas de competencia de los Jueces Letrados del Crimen.—Cuándo
deben convocar el jurado y en qué casos la resuelven sin su inter-
vención.
Procedimiento de la segunda apelación.—Calificación del recurso.
—Recurso de revisión.—Modo de sustanciarlo.—Número de votos
para dictar sentencias definitivas ó interlocutorias con fuerza de
tales.—Integración del Tribunal.

III

Sumario en las causas por delitos graves —Su objeto.—Jueces su-


mariantes.—Rol de la policía.—Infraganti delito.—Importancia de la
constatación del cuerpo del delito.—Forma en que debe hacerse
según los casos.—Secuestro de bienes.—Declaración indagatoria.—
¿Es obligatoria la asistencia del defensor?—Prohibición de ejercer
sobre el reo violencia ó coacción física ó moral.—Preguntas que de-
ben hacérsele.—Término de la incomunicación.—Declaración de los
testigos.—Solemnidades.—Forma del interrogatorio.—Evacuación de
citas.—Personas que no deben ser interrogadas; excepción.
Excepciones-—Recusación; casos en que procede y modo de sus-
tanciar y resolver sobre ella.—Excepciones referentes á la causa.—
Oportunidad de oponerlas en los casos de delito infraganti. —Proce-
682 Anales de la Universidad

dimiento, según se trate de juicio verbal ó escrito.—Excepciones mo-


tivadas por causas supervinientes —Procedimiento á observarse en
este caso.—Recurso contra el fallo.
Denuncia y querella voluntaria.—'DexQch.o de formular denuncias.
— Limitación de ese derecho.—Anónimos.—Forma en que deben ha-
cerse las denuncias.—Delito contra los cuales sólo puede procederse
mediante acusación privada—Quiénes se consideran parte agraviada^
aunque personalmente no lo sean.—Responsabilidad del denunciante
y del querellante de un delito.
Del Ministerio publico y del ejercicio de la acción privada.—Rol
del Ministerio público.—Causas en que interviene y acciones que le
corresponde ejercitar.—¿Qué debe hacer cuando no encuentre mérito
para acusar?—Resolución que debe dictar el Juez.—Elevación del
proceso en consulta; su objeto --Personería de los padres, tutores ó
encargados para acusar por acción privada delitos cometidos en las
personas á su cargo.—¿Cuándo procede en esos casos la acción pú-
blica?
Condiciones requeridas para pasar al estado de acusación.—Auto
de sobreseimiento y de excarcelación—Apelación de estos autos.
Fianzas.—QA.VL^BL'S, en que procede la excarcelación .bajo fianza.—
Obligación de decretar la excarcelación de oficio.—Recurso contra el
auto respectivo.—Obligaciones y responsabilidad del fiador.—Cau-
ción juratoria.—Forma en que se presta y obligaciones que impone.
—Responsabilidad de los excarcelados bajo fianza ó caución, cuando
no comparecen.

IV

P/-iíeZ)a.—Sus clases.—Auto de prueba.—En qué caso es apelable.


—Término probatorio.—¿A quién corresponde en todos los casos
apreciar la validez ó nulidad de las pruebas?—Medios de prueba.—
A quién incumbe producirla.
Testigos.—Quiénes pueden serlo. —Causas de inhabilidad.—Sus
efectos.-Obligación de declarar como testigo.—Personas exceptua-
das.—Modo de tomar las declaraciones.—Quiénes pueden tomarlas.
—Quiénes declararán por medio de informe.
Confesión.—Qué CH.—En qué actos puede prestarse.—Condiciones
requeridas para que pueda invocarse como prueba plena.—Confesión
simple y calificada,—¿Puede ser dividida?—Casos en que puede re-
tractarse.—Procedimiento del incidente sobre retractación.
Prueba instrumental.—\\\s,tx\xmQntos públicos y privados.—En qué
condiciones hacen plena prueba.—Forma en qué puede pedirse al
procesado el reconocimiento de documentos privados.—Reconoci-
miento ficto.—Medios de comprobación de documentos privados.
Anales de la Universidad 683

De las presunciones ó indicios.—Qué son indicios.—Cómo se divi-


den —Qué condiciones deben concurrir para que puedan invocarse
como plena prueba.
De los reconocimientos.—Qué son.—Formalidades con que deben
practicarse tratándose de objetos depositados.—Facultad de decretar
medidas precaucionales destinadas á asegurar el éxito del reconoci-
miento.—Obligación de los médicos de evacuar informes, y su res-
ponsabilidad en caso de negativa.—Cuántos peritos deben practicar
los reconocimientos—Facultad que les concede la ley para su mejor
ilustración.—Extremos sobre que deben informar los peritos según
se trate de heridas, infanticidio, envenenamiento ó muerte por he-
ridas.
Del careo.— Entre quiénes tiene lugar. - Modo de practicarlo.
De las tachas.—Q,né son.—Modo de proponerlas y justificarlas
ante los Jueces de Faz, Correccional y Departamentales.—Ante los
del Crimen.—Oportunidad de resolver sobre su mérito.—Carácter
previo del incidente en los juicios en que interviene el jurado.—Qué
se hará en tal caso, cuando el Juez declare probadas las tachas.
Acumulación de procesos. —En qué casos tiene lugar.—Con qué
objeto.—Ante qué juez.—Procedimiento para sustanciar las causas
acumuladas.—Acumulación de causas que se encuentran en segunda
y tercera instancia-—Efectos de la acumulación de causas termi-
nadas.
Inspección domiciliaria.—Juez competente para decretarla.—Horas
hábiles para practicar la diligencia.—Formalidades que deben obser-
varse.—Intervención personal del Juez.—Casas exceptuadas de la
inspección.—Qué se hará cuando la casa esté cerrada.—A qué debe
concretarse la visita.—Forma en que se ocupan documentos.

Del jurado.—Su nombramiento.—Quiénes pueden serlo —Excusa-


ciones.—Oportunidad en que deben hacerse valer.—Procedimiento
para resolver sobre ellas.—Número de jurados y suplentes en pri-
mera instancia.—Composición del jurado en segunda ó tercera ins-
tancia.—Criterio con que deben formar convicción sobre los hechos.
—¿Hay pruebas legales para el jurado?—Extremos sobre que deben
recaer las declaraciones del veredicto.—Caso en que el jurado de se-
gunda ó tercera instancia no puede hacer declaraciones agravantes.
—Mayoría necesaria para las decisiones del jurado.—Responsabili-
dad de los jurados inasistentes.—Indivisibilidad del acto deliberativo
del jurado.—Excepción.
^ ' ' ^ 1 * ' ^ '^%é''-^ •,' ^^. t:" * r • "• ^m ''*:

684 Anales de la Universidad

VI

De la vista de las causas y de las sentencias.—Facultad de los jue-


ces de dictar autos para mejor proveer.—Publicidad de la vista de
las causas.—Casos en que deben verse en audiencia privada.—Prue-
bas necesarias para aplicar la pena de muerte.—Facultad de los jue-
ces de derecho cuando resistan la aplicación de dicha pena á pesar
del veredicto del jurado.—¿Qué debe resolver la sentencia definitiva?
—En caso de duda, ¿puede declararse la absolución en la instancia?
—Procedimiento en los casos de apelación forzosa.—¿Cuándo hay-
cosa juzgada en lo criminal?
'"•MM

Juicios de imprenta.—Jueces competentes para entender en ellos,


á opción del ofendido.—Jurado de imprenta.—Manera de formar la
lista de jurados; condiciones para el ejercicio del cargo.—Duración
de sus funciones-—Ante quién y en qué forma se acusan los delitos
de imprenta-—Trámites para constituir el jurado de calificación.—
Quién conoce de los incidentes á que dé lugar-—Procedimiento que
debe observar el jurado de calificación.—Sorteo del jurado de ins
tancia.— Modo de proceder ante él.—Pruebas admisibles; oportunidad
de producirlas.—Pronunciamiento del veredicto.—Apelación; término
para interponerla.—Cómo se constituj-e el jurado de apelación»—
Cuántos ciudadanos lo integran.—Qué medios de prueba pueden uti-
lizarse.—¿Es apelable la sentencia?—En qué casos incurre en respon-
sabilidad el que denuncia crímenes ó delitos por la prensa-—Trámi-
tes especiales del juicio en caso de abuso contra la sociedad.
Becu:~so de casación.—'En qué casos se da.—Ante quién se inter-
pone. —En qué tiempo.—Quién puede deducirlos y qué recaudos debe
presentar. -Calificación del recurso.—Cuándo debe el jurado sus-
pender el proceííimiento —Causas que pueden motivar la declárate •
ria de nulidad por vía de casación.—¿Hay sustanciación obligatoria
para el recurso?—Qué debe resolver el Tribunal cuando lo declare
improcedente.—Efectos legales de la declaración de nulidad del pro-
cedimiento.

VIII

Cárceles.—Visitas de cárceles y de causas-—Cárceles de penados y


de encausados.—De quién dependen unas y otras —Qué cárceles
pueden ser objeto de la visita.—Cuándo debe decretarse y quiénes
Anales de la Universidad G85

están obligados á concurrir á ella.—Qué objeto tiene la visita.—Fa-


cultades del Tribunal Pleno en ese acto.—Visita de causas.

IX

Responsabilidad de los Jueces, Fiscales y Escribanos.—Casos de res-


ponsabilidad.—Tribunales que entienden en el juicio respectivo.—
Procedimiento que siguen y penas que aplican.—Causas especiales
de responsabilidad con relación á los Fiscales y Agentes Fiscales.—
Modo de hacerla efectiva.—Disciplina judicial en lo criminal,

Disposiciones generales—Acc\6n popular para la aprehensión de


delincuentes.—Obligaciones del aprehensor.—Obligación para los
Jueces de tomar por sí mismos las declaraciones de testigos.—Excep-
ción —Trámites para los casos de impedimento, recusación y subro-
gación de Jueces.—Recusación'de Actuarios; causas por qué procede.
--¿Es apelable el auto que resuelve el incidente?-Término para ape-
lar en las causas criminales. -Responsabilidad de los Actuarios que
no dan cuenta del vencimiento de términos, debiendo hacerlo.—Fa-
cultad de abreviar los procedimientos del juicio.—Contra la cosa juz-
gada, ¿hay recurso extraordinario?

48
P r o g r a m a del curso de 1/*"^ año de Economía
Política y Finanzas

PRIMERA PARTE

Preliminares
1.—La ciencia económica, su objeto. Fenómenos que se compren-
den en el campo de esta ciencia.
2.—Importancia de las cuestiones económicas en general.
3.—Necesidad del estudio de los fenómenos económicos nacionales;
su enlace con las cuestiones morales y políticas.
4.—Concurso de la Estadística en el estudio y solución de los pro-
blemas económicos.

SEGUNDA PARTE

Nociones ínndanientales

Naturaleza económica del h o m b r o

5.—Las necesidades del punto de vista económico; necesidades in-


dividuales y colectivas.
6.—Diversidad de las necesidades. Expansibilidad ó progresión de
las mismas.
7,—La saciabilidad de cada necesidad; noción de la ley de la uti-
lidad decreciente.
8. —La concurrencia ó conflicto entre las necesidades; noción de la
ley de substitución.
Anales de la Universidad 687

9.—El trabajo en relación con la satisfacción de las necesidades;


el mínimo esfuerzo y el máximo resultado; noción de la ley de la
economía del esfuerzo.
10.—Elementos diversos que influyen sobre la naturaleza econó-
mica del hombre.

II

La actividad económica y sus móviles

11.—Estudio de los diversos móviles de la actividad económica.—


Móviles egoístas y no egoístas; el interés personal y el interés colec-
tivo. La ventaja económica personal; las tendencias á la adquisición
y á la acumulación de la riqueza; el incentivo del lucro.
12.—Influencias de diversos móviles en diferentes estados y apli-
caciones de la riqueza. Aspiraciones de mejora y bienestar. La cos-
tumbre, el hábito y la herencia en las relaciones de la vida econó-
mica; la imitación. El riesgo en las relaciones de la vida económica
y el temor á l?.s sanciones; el sentimiento del pánico. Sentimientos
de consideración y supremacia. La necesidad de actividad; placer que
acompaña al trabajo considerado en sus resultados. Tendencia á con-
solidar el poder económico individual.
13.—Resumen sobre la influencia de varios móviles en la vida eco-
nómica individual y colectiva en sus diversas esferas. L a psicología
económica de las naciones; la influencia de los ideales y perspectiva»
económicas en la actividad de las naciones.

III

Resultados de la actividad económica. Los bienes: económicos,


la riqueza

14.—Condiciones en que se desarrolla la actividad económica. L a s


influencias del medio físico sobre la actividad económica; utilización
de materiales y fuerzas. Transformación del medio por el hombre; el
ambiente económico,
15.—Los bienes económicos; lo que comprende este concepto; dife-
rentes clases de bienes económicos; los derechos como bienes econó-
micos. Diferentes patrimonios del punto de vista individual, domés-
tico, colectivo, nacional; relaciones económicas y de derecho á que dan
lugar.
16.—El concepto de la riqueza. La riqueza en general, como resul-
tado de la actividad económica; la riqueza individual, la riqueza co-
lectiva. L a riqueza pública; la riqueza nacional. Poder económico in-
dividual; poder económico nacional.
688 Anales de la Universidad

IV

El principio de la población en la ciencia económica

17.—La población y su distribución geográfica. Las migraciones,


sus causas. Las naciones del punto de vista económico.
18.—El problema de la población en todo el orden de las relacio-
nes económicas. Indicaciones de influencias varias sobre fenómenos
económicos; influencias de número, aumento vegetativo y por agre-
gación. Influencias de densidad, de calidad, de aptitudes y hábitos;
espíritu de raza, el ambiente.
19.—Aumento y disminución de la población en un territorio de-
terminado. La población y el medio en que se desarrolla; la población
y las subsistencias, examen de estas relaciones; leyes que gobiernan
la producción de los alimentos. L a doctrina de Malthus, Diversos as-
pectos en la cuestión de la población; complejidad del problema.
20.—Causas que disminuyen la población; causas que la aumentan.
Comparación de los índices de natalidad, nupcialidad y mortalidad.
Observaciones de P. Leroy-Beaulieu sobre la influencia de la civili-
zación en la natalidad y nupcialidad.
21,—Los progresos técnicos y su importancia económica en rela-
ción con el aumento de población. ^

Consideraciones sobre la población de la R e p ú b l i c a '

23.—Aspecto y condiciones del territorio; crecimiento de la pobla-


ción; censos de la misma.
23.—Distribución de la población en el territorio. Población rural;
población urbana: la campaña, los pueblos, las ciudades; la Capital;
proporciones demográficas.
24.—El aumento vegetativo y el aumento por agregación. Demo-
grafía comparada; movimiento de la población. L a inmigración y la
colonización en la República; datos estadísticos. Causas que favore-
cen la inmigración y la colonización; causas que las detienen ó limi-
tan.
25.—La emigración; causas que la favorecen, causas que la limitan.
26.—Crecimiento de la población y de la riqueza en la República.
Períodos de descenso. Aumentos paralelos.
Anales de la Universidad 689

VI

El valor

27.—El valor; preliminares sóbrela importancia del tema. El valor


en uso y el valor en cambio.
28.—Exposición de algunas doctrinas para explicar por qué valen
las cosas.
El valor y los agentes naturales.
L a utilidad y el trabajo como fundamentos del valor. El trabajo
como substancia del valor; la teoría de Marx
29.—Exposición de doctrinas para explicar cuánto valen las cosas.
L a influencia del costo de producción; la duración del trabajo, según
Marx.
30. —Leyes del valor. El grado final de utilidad y el valor decre-
ciente; la ley de indiferencia según Stanley Jevons.
Clasificación de las necesidades según su grado de importancia y
su grado de satisfacción; escala de valores por orden de preferencia,
según Carlos Menger,
La ley de substitución de las necesidades y la de los valores, según
P . Leroy Beaulieu.
L a ley de la concurrencia; sus límites y condiciones de su influen-
cia; los monopolios.
31.—Las fluctuaciones del valor; diversas causas. Influencias de
cantidad en el cambio; objetos que no pueden ser indefinidamente
reproducidos. Los que pueden serlo; á gastos constantes ó decrecien-
tes; á gastos crecientes. La impresionabilidad del medio ambiente.
Causas varias en la determinación del valor por clases ó categorías de
objetos, ó por cada objeto. El Mercado; las influencias y los riesgos
de mercado, perspectivas de buenos ó de malos negocios. Aplicación
de la teoría de los móviles de la actividad económica.
32.—Aplicaciones de las doctrinas sobre el valor; el valor territo-
rial. Las doctrinas de GeOrge; su examen.
33.—Investigación sobre una medida del valor.
690 Anales de la Universidad

TERCERA PARTE

La producción

Preliminares

34.—Concepto de la producción; su carácter general; la producción


y el consumo directo; la producción y el cambio.
35.—Factores ó elementos de la producción: agentes naturales, tra-
bajo, capital.

II

Los a g e n t e s naturales

36.—La parte de la naturaleza ó de los agentes naturales en la


producción. E l clima y la configuración geográfica; la constitución
geológica, suelo y subsuelo; fuerzas ó agentes diversos.
37.—Desigualdad de distribución, sus consecuencias; influencias
en la producción y en el cambio.
38.—La naturaleza interna del hombre y los agentes naturales; la
desigualdad de aptitudes y condiciones en la producción. L a igual-
dad de derechos á los agentes naturales, según George.

III

El trabajo

39.—Caracteres generales del trabajo económico. Categorías de


trabajos; clasificaciones. Diferentes grados de productividad de las
diversas categorías de trabajos humanos. Los servicios; los trabajos
de las profesiones liberales y de los funcionarios públicos; profesiones
auxiliares, servicios domésticos.
40.—Libertad y reglamentación del trabajo en las industrias, ofi-
cios, profesiones y empleos.
41.—Condiciones en que se verifica el trabajo y que influyen en su
duración, onerosidad y resultados económicos.
E l empleo de las máquinas y la condición social de los trabajadores.
Anales de la Universidad 691

42.— L a indivisión y la división del trabajo; ventajas de la división


y sus limitaciones. División territorial del trabajo.
43.—Trabajos de dirección y de ejecución en las industrias, profe-
siones y empleos; jerarquías naturales en el trabajo. Rendimientos
del trabajo.
44.—La asociación en la producción. E l régimen cooperativo, ven-
tajas y límites.

IV

El capital

45.—Concepto del capital en la clasificación general de la riqueza


por Adam Smith.
E l capital como factor de reproducción; el tiempo como elemento
esencial del capital. E l trabajo en la formación del capital. L a fór-
mula general del capital, según Carlos Marx.
46.—Aspectos diversos bajo los cuales se presenta el capital. Cate-
gorías que pueden formarse. Aprovisionamientos, materias primas,
útiles é instrumentos, instalaciones y mejoras. E l dinero como capital.
L a transformación del dinero en capital, según Carlos Marx. E l cré-
dito como capital; el pago en el futuro como valor actual. Las máqui-
nas y los inventos como capital; las facultades ó aptitudes personales
como capital. E l espíritu de combinación y la técnica en el funciona-
miento del capital.
47,—Permanencia y reconstitución del capital.—La riqueza mue-
ble. La riqueza inmueble; relaciones é importancia. Los capitales fijos
y circulantes ó fungibles, sus relaciones, combinación y proporciones
en el funcionamiento de las industrias y de las empresas.
Amortización y renovación del capital; desigual convertibilidad de
los capitales.
48.—La productividad del capital. Aptitudes y condiciones perso-
nales para hacer valer el capital. E l capital y los rendimientos. Dife-
rentes estados y colocaciones del capital en relación con diferentes
tipos de los rendimientos- Capital inmovilizado en las empresas; capi-
tal de movimiento, disponible ó flotante; capital en reposo; stock mo-
netario; capital de especulación y de colocación. Instituciones para es-
timular el ahorro y la colocación de capitales.
49.—Causas principales que influyen sobre el aumento de capitales
ó que restringen su formación.—Mercados de capitales: nuestro mer-
cado.
50.—El capital extranjero en la República oriental del Uruguay.
Diversas formas que asume el concurso del capital extranjero en la
producción nacional; importancia de ese concurso. Rápida recons-
692 Anales de la universidad

titución del capital en los países nuevos. Países nuevos que trabajan
con capital ajeno. Eenta bruta y renta neta del punto de vista del ca-
pital nacional. Medios de atracción del capital extranjero, influencias
en los cambios internacionales. Cosmopolitismo del capital.

L a e s t r u c t u r a de la produceción en g e n e r a l

51.—Coordinación de los tres elementos de la producción, su di-


rección, sus formas. Grados de intensidad en la organización de l a
producción.
52.—La estructura económica. Desigual reparto de las materias
productivas en las diversas regiones. L a capacidad productiva de la
sociedad y los diferentes modos de coordinación y cooperación de los
factores de la producción en cada nación; combinaciones diversas del
trabajo y el capital que dan origen á diferentes ramos de industrias y
á distintas organizaciones de los mismos. Localización de industria»
por razón de la materia productiva.
53.—La dirección en la industria; las iniciativas individuales; la
empresa, el empresario, sus condiciones. Empresas individuales y em-
presas por asociación; diferentes formas. Las sociedades en general;
diferentes tipos; las sociedades anónimas. Los sindicatos; las coali-
ciones. Sociedades cooperativas de producción. Las concesiones pri-
vilegiadas y los monopolios de producción ó explotación.
54.—C'ausas que.influyen ea la organización económica en el sen-
tido de la concentración ó de la dispersión de las industrias; diverso»
grados de concentración ó dispersión. Influencias de la densidad de
población; proximidad y extensión del mercado. Influencias de la»
vías de comunicación y transportes. Influencias de la difusión de la
educación popular y de la enseñanza técnica. Los progresos de las
ciencias de aplicación y de las técnicas especiales en la organización
de las industrias; los inventos, las patentes de invención.
L a gran industria, la industria de tipo medio, la pequeña industria-
Ventajas é inconvenientes relativos. L a evolución de la gran indus-
tria. Extensa aplicación de los agentes naturales y de las máquina»
en todas las industrias; la industria á domicilio. E l industrialismo me-
cánico y la situación de los obreros en algunos ramos de producción.
Anales de la Universidad 69c

CUARTA PARTE

ItSíH industrias

1
Preliminares

55.—Diversos aspectos de la estructura económica en cada na-


ción; condiciones generales del desarrollo de esa estructura.
Diversos ramos de industrias; clasificaciones de diferentes puntos
de vista. L a clasificación de Dunoyer.

II

Las industrias extractivas

56.—Ramos que comprenden. Importancia de los mismos, en general.


Producción mineral é industrias metalúrgicas. Datos estadísticos; los
metales preciosos, otros metales.
57.—Exposición y apreciación de las condiciones en que se en-
cuentran las principales industrias estractivas en la República:—caza,
pesca, canteras y minas.
58.—Indicaciones sobre lo fundamental de nuestra legislación de
minas.
59.—Bosques, su importancia para la agricultura, la ganadería y
la industria fabril.
60. -Evolución de las industrias estractivas hacia la agricultura y
las industrias fabriles.

III

Industrias agrícolas y ganaderas

61.—Ramas que comprenden. Conexiones entre unas y otras. Su


importancia en general; datos estadísticos.
62.—La producción animal y vegetal y las teorías biológicas y agrí-
colas. Las razas ganaderas y las condiciones de su mejora. Química
agrícola y agricultura intensiva.
63.—Exposición y apreciación de las condiciones en que se encuen-
694 Anales de la Universidad

tran la ganadería y la agricultura en la República; países concurren-


tes y mercados de consumo. L a producción de lanas, carnes y cerea-
les; la de forrajes. Cremerías. L a producción bovina; la ovina; la
caballar. Cabanas de reproductores; harás. Campos de aclimatación.
64.—Diversos sistemas de explotación. Por el propietario; en arren-
damiento; por medianería. Sociedades de ganadería. Compañías ex-
tranjeras en la República.
65.—El régimen de la propiedad territorial en relación con la gana-
dería y agricultura. L a grande, media y pequeña propiedad, en rela-
ción con las empresas de explotación ganadera ó agrícola. Ganadería
y agricultura intensivas. Movimiento y valorización de la propiedad
rural; grandes extensiones, su fraccionamiento; su reconstitución; da-
tos estadísticos
Las transmisiones de la propiedad territorial y los registros; el sis-
tema Torren s.
66.—La colonización agrícola y la evolución de las colonias agrí-
colas del Rosario. Colonias agropecuarias. L a colonización; la coloni-
zación y las tierras fiscales; la ley del hogar.
67.—Instituciones varias para el fomento de la ganadería y la agri-
cultura. Subvenciones y premios.
68.—Indicaciones sobre la legislación protectora de la ganadería y
de la agricultura en la República.

IV

Industrias manufactureras y fabriles

69.—Ramas que comprenden. Conexiones con las industrias estu-


diadas anteriormente. Importancia de las industrias manufactureras
y fabriles en general. Ramos principales en la República.
70.—La industria en pequeña escala; la gran industria. Importan-
cia de las materias primas: su abundancia; la proximidad de grandes
mercados de consumo.
71.—Exposición y apreciación de las condiciones en que se encuen-
tran en la República los principales ramos de industrias manufactu-
reras y fabriles y sus productos. Los saladeros, la fábrica de Lie-
big; el tasajo, el extracto de carne, las carnes conservadas, los fri-
goríficos. Países concurrentes y mercados de consumo.
72.—Progresos de las industrias manufactureras y fabriles en la
República, y sus relaciones con la estadística del comercio exterior.
Fábricas de alcoholes, de cerveza, de tejidos; otras fábricas. Datos
estadísticos sobre los principales ramos de las industrias nacionales.
73.—Las marcas de fábrica y de comercio.
74.—Indicaciones sobre la legislación protectora de algunas indus-
trias y fábricas en la República.
Anales de la Universidad . 695

Industrias de comunicación y transportes

75.—Ramos que comprenden. Clasificaciones de las vías de comu-


nicación y de los transportes.
76.—Influencias de las vías y medios de comunicación y transpor-
tes sobre la producción en general y sobre determinados ramos de la
miema; causas principales de la revolución operada en las industiias
de comunicación y de transportes; efectos directos de los progresos
operados en esas industrias; efectos indirectos. L a rebaja en el pre-
cio de las comunicaciones y de los transportes; los fletes. Los progre-
sos científicos y los nuevos medios de comunicación y transporte.
77.—Importancia de vías de comunicación y de transportes en la
República. Datos sobre comunicaciones y tráfico: marítimos, fluviales,
terrestres.
78.—Régimen de construcción y explotación en las vías de comu-
nicación y transportes.
79.—Régimen en la República. Los caminos y puentes. Los cana-
les y los puertos. E l puerto de Montevideo. Los puertos francos.
Los ferrocarriles en la República; su régimen; las concesiones; la
explotación; las tarifas.
Los correos, los telégrafos, los teléfonos; régimen y estadística.

VI

La industria comercial y la de navegación

80.—El comercio como industria productiva. Diferentes clasifica-


ciones y ramos de comercio. Comercio interno. Comercio exterior, co-
mercio especial, comercio de tránsito.
. 8 1 —Los mercados comerciales. Bolsas, remates, ferias; los elevado-
res de granos; la Tablada. Operaciones y cotizaciones bursátiles, su
interpretación; reglamentación de las bolsas; mercados libres, merca-
dos cerrados ó limitados Revistas de precios. Usos y costumbres
comerciales; usos y costumbres de plazas.
82.—El comercio de importación y de exportación de la República.
Análisis de su estadística por quinquenios. Movimiento anual del
comercio exterior por países de procedencia y de destino; los países
de tránsito.
83.—Los principales mercados para nuestras exportaciones.
84.—Los países de donde proceden las importaciones.
696 Anales de la Universidad

85.—Apreciación de las condiciones en que se encuentran el comer-


cio interno, el especial y el de tránsito de la República Oriental. L a
importancia del comercio interno.
86.—Restricciones á la admisión de algunos productos de la Repú-
blica en los mercados del exterior. Tarifas aduaneras; tratados co-
merciales.
87.—La navegación y el comercio. La navegación marítima y las
construcciones navales modernas. Navegación de ultramar, navega-
ción postal. Navegación fluvial. L a libre navegación de los ríos in-
teriores y litorales. E l cabotaje, la marina mercante y las pesquerías.
88.—Movimiento de navegación en los puertos de la República; da-
tos estadísticos. La carga efectiva; aplicaciones en los servicios de fa-
ros y puertos. Dragados y canalizaciones en los ríos.
89.—Los fletes marítimos y fluviales. Las tarifas consulares y los
impuestos de faros; los riesgos en la navegación; los retornos.

VII

Las profesiones liberales y artísticas.-Los funcionarios; las


profesiones auxiliares

90.—Su utilidad del punto de vista de la producción general.


9J.—Reglamentación de algunas profesiones.
92.—Resultados de la estadística comparada sobre profesiones é
industrias; desequilibrios; excesof, sus causas.
9 3 —El funcionarismo.
94.—Los servicios personales en las profesiones auxiliares; servi-
cios domésticos.

QUINTA PARTE

lia circulaeión
I

Preliminares

95.—Importancia de esta función económica. Ventajas de la rapi-


dez de la circulación. La circulación y la distribución por medio del
cambio.
96.—El cambio. Las leyes del cambio; la oferta y la demanda, cau-
sas principales que pueden influenciarlas; mercados á plazo.
Anales de la Universidad 697

II

La concurrencia y los monopolios

97.—Ventajas de la concurrencia; críticas sobre estas ventajas. L a


concurrencia y los monopolios; las coaliciones y sindicatos.

III

La formación del precio

98.— Valor, precio y moneda. El precio, su importancia como


factor económico. E l precio y los gastos de producción; el precio de
costo; el precio de venta y el reparto de las remuneraciones al traba-
jo y al capital; beneficios y provechos netos. E l precio corriente;
el precio instantáneo; la ley del hábito en los precios. E l precio por
mayor, el precio al menudeo; influencia del comercio en grande es-
cala sobre los precios de venta; los grandes almacenes ó tiendas; los
precios de liquidación.
99.—La ley de Tooke en los precios; los sucedáneos, según Min-
ghetti; la ley de substitución.
100.—Influencias de la especulación y del agio en los mercados;
los mercados de crédito.

IV

Movimientos de alzas y bajas en los precios

101.—Causas generales y causas especiales que los producen. Enca-


recimiento local de algunos artículos alimenticios. Baja general de
precios en largos períodos.
102.—Aplicación de los números indicativos {índex numbers) para
determinar las variaciones de los precios en relación con la moneda.
103.—El valor y la cantidad de la moneda; su influencia sobre
los precios; relaciones con la materia del capítulo siguiente.

La moneda

104.—Funciones de la moneda.
105.—Los metales preciosos como moneda; el oro y la plata.
408.—Diferentes clases de monedas: monedas metálicas con valor
698 Anales de la Universidad

nominal; monedas metálicas de curso forzoso. E l vellón; metales en


uso. Monedas de crédito; el billete de banco, el papel moneda.
107.—La ley del hábito en la circulación de la moneda; ley de
Gresham.
108,—Diversos sistemas de moneda metálica: Elementos de un
sistema monetario. La circulación múltiple de monedas metálicas. E l
talón único, el doble talón; monometalismo y bimetalismo. Conven-
ciones monetarias.
109.—Sistema monetario de la República Oriental del Uruguay;
exposición y análisis del mismo; valor, peso, tipo y denominación de
las monedas. Monometalismo y bimetalismo en la República. P a -
trón adoptado para la moneda de oro; patrón para la moneda de pla-
ta. L a moneda de níquel. Acuñaciones de plata y níquel.
110.—Monedas metálicas y monedas fiduciarias; billetes conver-
tibles y no convertibles; el papel moneda de curso forzoso; importan-
cia del estudio. L a cantidad suficiente de moneda en un mercado.
Desigualdades en la cantidad circulante y en la rapidez de la cir-
culación, según los mercados. Aumento creciente de la moneda; in-
fluencias sobre los precios.

VI

El crédito y los Bancos

111.—Manifestación é influencia del crédito en la producción y


circulación de los valores. Instrumentos de crédito. Diferentes cla-
ses de crédito. El comercio de crédito, los bancos.
112.—Liquidaciones de deudas por medio del crédito; cámaras de
compensación; la de Nueva York; la de Londres Servicio de liqui-
dación en la plaza de Montevideo.

VII

Organización del c r é d i t o

113.—Agentes é instituciones de crédito. Clasificación de las dife-


rentes instituciones de crédito por la clase de crédito sobre que espe-
culan, por las operaciones á que principalmente se dedican, por sus
relaciones con el Estado.
114.—Operaciones bancarias. El papel de comercio y el descuen-
to; su naturaleza, condiciones y garantías; el comercio de letras, el
de conformes, el de títulos; los cheques. Otras operaciones bancarias;
los depósitos y los préstamos, diferentes clases y condiciones.
115.—La emisión de billetes; el billete al portador y a l a vista^
Anales de la Universidad 699

su naturaleza, sus funciones. L i moneda de papel ó de crédito; la


convertibilidad d é l a misma, la inconversión. L a emisión única, la
emisión múltiple. L a emisión mayor; la emisión menor.
116.—Métodos empleados para regular la emisión de los billetes.
L a ley de 1844 en Inglaterra, la relación del tercio del encaje. Ga-
rantías de la emisión; emisión mayor, emisión menor; la proporción
del encaje metálico. Limitación de la emisión por la tasa del des-
cuento sirviendo de regulador la tasa del cambio extranjero. Resulta-
dos que se atribuyen á estos procedimientos.
117.—Principios de la circulación metálica y fiduciaria: cantidad,
elasticidad de medio circulante; seguridad y fijeza de valor. L a car-
tera de descuentos: el número de firmas. L a emisión y los descuen-
tos; la emisión y los depósitos á la vista- Hábitos de mercado; el
mercado del crédito; el arte' del banquero.
118.—La circulación de las monedas fiduciarias.—Emisiones de pa-
pel moneda de curso forzoso. Garantías ensayadas para estas emisio-
nes. L a Caja de Conversión en la República Argentina. Circulación
de papel moneda y de certificados á oro ó plata en los Estados Uni-
dos. Circulación fiduciaria en Inglaterra, en Francia. Emisión mayor;
emisión menor; proporciones y garantías.
La circulación y las garantías de la emisión mayor y la emisión
menor en la República Oriental del Uruguay.

VII

Sistemas bancarios

119.—Diversos sistemas. Indicaciones sobre el sistema inglés,


francés, alemán, norteamericano. Bancos privados, bancos privilegia-
dos, bancos nacionales, bancos de Estado. Las funciones de la emi-
sión. Reglamentación y fiscalización de los bancos de emisión; emi-
sión única y múltiple.
120. —El régimen bancario de la República Oriental; antecedentes
históricos; régimen vigente. El Banco de la República: su carta orgá-
nica; su funcionamiento, casa central, sucursales, datos estadísticos.
Crédito de habilitación; crédito real. El Monte de Piedad: sus ope-
raciones.
El Banco Hipotecario Nacional; la cédula hipotecaria.
121.—Apreciaciones sobre el funcionamiento del crédito particular;
órganos del mismo en la capital, en las ciudades, en la campaña. E l
crédito vural.
122.—Relaciones entre el crédito privado y el crédito público; la
organización bancariayel régimen financiero de los Estados. E l
Banco de la República y los servicios financieros.
700 Anales de la Universidad

VIII

El com3rcio internacional —Librecambio y protección.—Los


cambios

123.—Preliminares.—Diferentes ramos del comercio.


La producción, el comercio interno; el comercio internacional.
124.—Las ventajas del comercio inteimacional.
125.—Las objeciones á la plena libertad comercial.
126.—Los argumentos proteccionistas.
127.—Examen délos argumentos en pro y en contra de la liber-
tad comercial internacional. E l librecambio según George.
128.—El sistema de la protección nacional, según el profesor
Cauwés. Teoría de la protección racional. Los riesgos de las empre-
sas en los países nuevos; la diversificación de las industrias; los im-
puestos sobre la importación y los precios de mercado se¿:ún la ley
del hábito. Si conviene que un país se imponga en favor de sus in-
dustrias de importancia, algunas restricciones en el comercio interna-
cional.
129.—Práctica d é l a protección racional.—Diversos procedimientos
para realizarla protección: las industrias nacionales: la garantía del
interés, las exenciones de impuestos. Jas concesiones privilegiadas,
los premios, las primas, las combinaciones de tarifas, etc.

IX

El librecambio y el proteccionismo en la R e p i b l i c a

130.—Viejas tendencias liberales; ley aduanera de 1861.


131.—Reacción general hacia el proteccionismo.
132-—Reformas en la República por las disposiciones del decreto-
ley de Octubre de 1875; sus consecuencias.
133.—Reformas posteriores; exageraciones del proteccionismo, sus
consecuencias.
134.—Las tarifas aduaneras en la República; derechos ad valoreríi
Y derechos específicos sobre la importación y la exportación.
135.—Las industrias protegidas, ante el impuesto. Impuestos in-
ternos de consumo é impuestos aduaneros. Encarecimiento de las
subsistencias.
138.—Situación especial do algunas industria; protegidas.
Anales de la Universidad 701

Los cambios internacionales

137.—Preliminares.—Circulación de los metales preciosos en el


comercio internacional; la moneda; el lingote,
138.—Circulación de los títulos en el comercio internacional; el co-
mercio internacional de títulos. Mercados libres; mercados cerrados.
139. —Si la exportación de numerario constituye peligro para un
país. El sistema d é l a balanza de comercio.
140.—Si el beneficio del comercio internacional consiste en la su-
perioridad de las exportaciones. E l sistema mercantil.

XI
La balanza económica y los pagos internacionales

141.—Análisis délas importaciones y de las exportaciones. Países


nuevos que trabajan con capital extranjero. Lo que se lleva el capi-
tal extranjero. Lo que queda del capital extranjero; doctrina del pro-
fesor Gonzalo Ramírez. Apreciación de estos fenómenos en la Re-
pública. L a importación y la exportación del punto de vista del
tránsito; las plazas intermedias,
142.—El cambio extranjero y la situación monetaria de un mer-
cado; las letras, los títulos y el numerario; importaciones y exporta-
ciones de productos.
143.—Las designaciones de las diferentes tasas del cambio. E l
cambio á la par, sobre la par, bajóla par. Cambios favora^bies y des-
favorables. Interpretaciones y hábitos de mercado, según la moneda
en que se expresa la tasa del cambio.
144. —Causas que influyen sobre la tasa del cambio.
Los sistemas monetarios y el cambio. E l cambio y el papel mo-
neda.
Los saldos del comercio exterior; el comercio de títulos; la oferta y
la demanda de letras; las letras á corto plazo y á largo plazo; la sa-
lida del metálico; el punto del ury. Los compromisos de plaza á
plaza.
La contratación de empréstitos en el exterior; movimiento de los
fondos del empréstito; movimiento de los títulos; servicio de deudas
en el exterior.
L a tasa del cambio y el movimiento de exportación.
145.—Mercados de cambios internacionales.—La especialidad del
mercado inglés. Montevideo, mercado de cambios. Especulaciones
sobre diferencias del cambio en varias plazas; arbitrajes,
49
702 Anales de la Universidad

SEXTA PARTE

La d i s t r i b u c i ó n

Preliminares

146,—Varios sistemas normales de distribución. Remuneración de


los agentes de la producción. Diversas categorías de copartícipes en
la elaboración de la riqueza. Los obreros, los empresarios, los capita-
listas ó rentistas, los propietarios territoriales. Diversidad de situa-
ciones de estos agentes económicos; la desigualdad natural de las
condiciones.
147.—La distribución en el régimen de libertad bajo el influjo de
la concurrencia y de las leyes de la oferta y de la demanda; la pro-
piedad individual; la propiedad colectiva.
148.—La distribución impuesta por la ley ó regulada por el im-
puesto; el socialismo, el comunismo, el colectivismo.
149.--Repartición normal de los rendimientos correspondientes á
los copartícipes en la actividad económica; la desigualdad de las con-
diciones y los diversos tipos de remuneraciones. L a duración del tra-
bajo, según Marx, como ley de repartición; la calificación del trabajo,
según Marx. Exposición crítica.

II

La parte del o b r e r o en la d i s t r i b u c i ó n . — E l salario

150.—Preliminares.—Naturaleza y generalidad del salario.


151.—Ventajas respectivas del salario para el obrero y el empre-
sario; la influencia del riesgo.
Diferentes combinaciones del salario. E l jornal y el destajo, E l
salario progresivo. El salario j^ la cooperación.
152.—La jornada de trabajo; límites y reglamentación.
153.—Causas que influyen sobre la tasa de los salarios:
Los gastos de producción del trabajo; el costo medio de la vida
del obrero. E l límite mínimo: la ley de bronce, de Lassalle.
Teoría del fondo de los salarios. Exposición ~ y examen de la
teoría de Stuart Mili.
Anales de la Universidad 708

L a determinación del salario por la productividad del trabajo.


154.—El antagonismo entre los provechos y los salarios; su exa-
men. E l dividendo del trabajo.
155,—Salarios en diferentes profesiones y localidades.—Causas que
influyen en la diversidad de los salarios en las diferentes industrias y
profesiones. L a teoría de los móviles en la actividad económica. Sa-
larios de las mujeres y de los niños. Los salarios de los trabajos pe-
nosos .
L a instabilidad de las ocupaciones lucrativas. Los grupos no con-
•currentes.
L a influencia de la costumbre sobre los salarios altos y sobre los
«alarios bajos. Influencias de localidad. L a peonada en nuestra cam-
paña; los obreros en nuestras ciudades; condiciones sociales de unos
y otros; tipos de salarios en algunas industrias nacionales.

III

Orgaaizacióa de los trabajadores.—La asociación.—Las h u e l g a s

156.—Los trabajadores aislados; los trabajadores organizados;


progresos de la cooperación y la asociación. Solidaridad de los tra-
bajadores. L a luternacional. L a mejora del sq¡|ario.
157.—Situación y actitud de los obreros. Situación y actitud de los
patrones. Debates y conflictos.
158.— Las huelgas: sus causas; el movimiento general; el movi-
miento en la República Oriental. Soluciones de las huelgas. Misión
del Estado ante las huelgas. Los paros generales. Ventajas obtenidas
por los obreros. Legislación del trabajo.
159.—El problema social del trabajo; los desocupados. Repercu-
sión de las huelgas en la economía general.

IV

La r e m u n e r a c i ó n del cap ital

160.—Naturaleza del interés; legitimidad y conveniencia del inte-


rés. E l interés y el alquiler según las formas y aplicaciones del capi-
tal. Causas que legitiman el interés del punto de vista económico.
161,—La tasa del interés.—Causas que influyen sobre la tasa del
interés. Préstamos á corto y á largo plazo; la perspectiva de los ne-
gocios; la segundad del préstamo, el riesgo; la facilidad de transfe-
rencia. L i productividad media del capital disponible.
1 6 3 . —Variaciones en la tasa del interés.—La baja del interés Fre-
704 Anales de la Universidad

cuentes variaciones en la tasa del interés. Dificultad de determinar


una tasa media. Leyes sobre la usura y la tasa del interés; el interés
legal.
163.—Causas que influyen sobre la baja y causas que tienden á
la suba en la tasa del interés. Apreciaciones sobre la importancia de
estos fenómenos en los países nuevos.

El alquiler, los a r r e n d a m i e n t o s

164.—Elementos que determinan la tasa.


165.—Causas que influyen sobre la suba y las que influyen para
la baja: en los terrenos urbanos, en los suburbanos, en las tierras
destinadas á la agricultura, en los campos de pastoreo.
Fluctuaciones en los alquileres y arrendamientos, sus causas.

VI

Los p r o v e c h o s y los beneficios

1 6 6 . —Misión del empresario en la producción.


167.—La plus valía según Marx. Elementos que entran en la de-
terminación del provecho. Los beneficios extraordinarios en algunas
empresas, sus causas.
168.—La dirección y los riesgos en las empresas; el espíritu de
combinación y de invención. Condiciones características de los em-
presarios; su influencia y condiciones personales en la producción.
Crítica del socialismo.

VII

La repartición de la riqueza y la p r o p i e d a d t e r r i t o r i a l

169.—Preliminares.—La parte de la naturaleza ó de los agentes


naturales en la elaboración de la riqueza. Dones naturales persona-
les que se hacen valer en la producción y en el cambio. Casos en
que pueden ser gratuitas las ventajas que se obtengan de la natura-
leza ó del medio social; casos en que se hacen pagar. La igualdad de
derecho sobre los agentes naturales, según George.
170.—La parte de los propietarios territoriales. L a renta del suelo
según la teoría de Ricardo. Exposición de los casos observados. Exa-
men de la teoría; el orden de los cultivos, la teoría de Carey. L a teo-
ría de los rendimientos decrecientes, sus consecuencias.
Anales de la universidad 705

171.—La teoría de la renta. Oscilaciones en los valores de la pro-


piedad territorial; la productividad de la tierra y la de los demás ca-
pitales; tendencia á la nivelación de provechos y rendimientos.
172.—Las influencias del medio social; los progresos de la agrono-
mía y de las ciencias aplicadas á la agricultura en todos sus ramos.

VIII

La propiedad territorial

173.—Evolución de la propiedad territorial; la propiedad colectiva,


la propiedad individual. Los latifundios. La división de la tierra por
las legítimas.
174.—Las doctrinas de George sobre la propiedad territorial y
la nacionalización del suelo.
175.—Las ventajas del régimen de la propiedad individual.
176,—El aumento incesante de la riqueza común indivisa. Impor-
tancia creciente del dominio público en las diversas esferas del Estado.
177.—Importancia económica de la propiedad urbana, de la rural;
sus relaciones con la riqueza mueble. Metamorfosis de la propiedad
rural: su distribución, sus fraccionamientos y reconstituciones. Datos
en la República.

SÉPTIMA PARTE

£1 consumo

Preliminares

- 178.—Aplicaciones principales que hace el nombre de la riqueza.


Renovación y aumento de fuerzas productivas ó de poder económico.
Aumento de los consumos en busca de mayores goces y de más am-
plio bienestar. Conservación y reproducción de la especie, mejora de
sus aptitudes y condiciones.
179.—Etica de la conducta humana en los diferentes empleos de
la riqueza; relaciones con los consumos.
706 Anales de la Universidad

II

Concepto del consumo

180.—Relaciones con la producción. Clasificación de los consumo^


de diversos puntos de vista. Consumos individuales y colectivos ó e-^
común. Los consumos á crédito. Consumo de ausentistas; fenómeno»
de ausentismo en la República, apreciación de los mismos. Recapitu-
lación sobre las diversas clasificaciones de los consumos.

III

Leyes de los consumos

181.—Relación entre los ingresos y los gastos. Tendencia normal


en los consumos. Límites en los consumos; el gasto mínimo; el costa
medio de la vida en diferentes estados y esferas sociales.
182.—Diversidad y progresión en los consumos; relaciones con eí
aumento en los ingresos.
183.—Estudios de Engel sobre algunas categorías de gastos en
relación con los ingresos.
184.—Las leyes de la utilidad final y de la substitución aplicadas
en los consumos. E l orden y la jerarquía en los consumos. Influen-
cias del hábito y de la imitación. Las influencias del espíritu de in-
vención, de refinamiento y de progreso en los consumos; la moda, el
lujo.

IV

La ley de economía en los consumos

185.—La conservación de los objetos. E l goce máximo con el gas-


to mínimo; el principio del orden en los gastos.
186.—La ley de indiferencia; la negligencia y los desperdicios en
los consumos. La destrucción caprichosa de la riqueza.
187.—Dirección y control en los consumos. L a misión económica
de la mujer en los consumos del hogar.
188.—Los consumos y las condiciones de la vida frugal. Los con-
sumos y las exigencias de la vida urbana.
Anales de la Universidad 101

V
El ahorro y los consumos
189—Relaciones, su importanci a.
190.—Instituciones y procedimientos para estimular la economía,,
el ahorro y la previsión; diferentes combinaciones; las cajas de aho-
rros.
191.—La institución de los seguros y la ley del riesgo en la con-
servación de la vida y de los bienes. La seguridad de sus usos ó
goces. Los seguros en general; los seguros de vida; la mutualidad.
VI
Los consumos y el lujo
192.—Punto de vista individual y punto de vista social en los em-
pleos de la riqueza.
193.—La mediana de los consumos en diferentes individuos, gru-
pos ó clases sociales. Consumos que exceden á la mediana. El refi-
namiento del gusto; elevación de la cultura, sentimientos estéticos y
progresos artísticos,
194,—El lujo y la desigualdad de las condiciones. Excesos del
lujo; su represión por medio de las leyes suntuarias.

OCTAVA PARTE

Perturbaciones y antagonismos en las fancia-


nos del organismo económico

I
Preliminares
195.—Perturbaciones generales; perturbaciones locales.
Desequilibrios y antagonismos.

II
Las crisis
196.—Fenómenos característicos de las crisis.
197.—Clasificaciones de las crisis. Crisis comerciales y financieras;
crisis económicas.
708 Anales de la Universidad

III

Las causas de las crisis

198.—Las causas generales de las crisis comerciales y financieras.


Las causas de.las crisis económicas.
199-—Examen de la doctrina que explica ciertas crisis por plétora
6 exceso de producción, general ó especial; la ley de las salidas y el
abarrotamiento de productos en algunos msrcados. Mercaderías de
salida rápida y extensible y mercaderías cuyo consumo no es exten-
sible ó es poco extensible.
200.—Examen de la doctrina que explica algunas crisis por défi-
cit en la cosecha de productos alimenticios de consumo general.
201.—Examen de la doctrina que atribuye las crisis á abusos de
«speculaciones y de crédito, á emisiones exageradas de billetes de
banco ó papel moneda.
202.—Examen de la doctrina que atribuye las crisis á excesos en
la circulación-monetaria; á desequilibrios en la balanza comercial y
contracción consiguiente de los medios de crédito.
203.—Examen de la doctrina que atribuye las crisis á un des-
equilibrio entre los capitales fijos y circulantes.
204.—Examen de la doctrina que atribuye las crisis á una despro-
porción entre el volumen de las transacciones y el stock monetario
que les sirve de vehículo ó medio chancelatorio.
205.—Examen de la doctrina que. atribuye las crisis á un des-
equilibrio entre la producción y el consumo.
206.—Recapitulaciones sobre las causas de las crisis. Patología del
organismo económico. Períodos de crecimiento en las naciones, épocas
de optimismo y de grandes perspectivas para los negocios. Errores
de cálculo y limitaciones del capital disponible; influencias moneta-
rias del crédito. Influencias sobre los precios. Espejismos que ofre-
cen los valores territoriales en los países nuevos.

IV

La liquidación de las crisis

207.—Los efectos de las crisis en la producción y en la distribu-


ción de la riqueza. La liquidación de las crisis comerciales y de las
crisis que provienen de grandes perturbaciones monetarias. La liqui-
dación de las crisis económicas.
Anales de la Universidad 7Ü9

208.—Terapéutica económica. Remedios de las crisis. Las einisio-


nes.de papel moneda y la necesidad de aumento del medio circulante.
L a s restricciones á la emisión y el régimen délas garantías. Los con-
cordatos, las moracorias. Otros remedios y soluciones. L a intervención
<iel Estado en las crisis.

Génesis de algunas crisis en la República

209.-Exposición de las crisis de 1867-68; de 1874-75; de 1839-90.


Algunos datos estadísticos sobre las mismas. Crítica.

VI

Desequilibrios y antagonismos.—Opulencia y miseria.—El pau-


perismo, sus causas.—Los remedios

210.--Los diversos resultados de la actividad económica en rela-


ción con la adquisición efectiva de medios para la satisfacción de las
necesidades.
211.—Las desigualdades de condiciones en la producción y distri-
bución de la riqueza; las desigualdades naturales; las que no lo son.
Conflictos y antagonismos.
212. —Las aspiraciones de mejora en desproporción con los medios
económicos. Desequilibrios y luchas.
213.—La opulencia y la miseria. La indigencia, la miseria, el pau-
perismo: causas naturales, causas sociales, causas individuales; cau-
sas permanentes; causas accidentales ó transitorias.
214.—Los remedios. La acción individual, la acción social; la in-
tervención del Estado.
L a misión de los afortunados. L a beneficencia privada; institucio-
nes varias. L a beneficajicia pública; su régimen. L a asistencia regla-
mentada y obligatoria.
Otros medios: difusión de la enseñanza; la educación; la disciplina
mental para la producción y adquisición de la riqueza. L a disciplina
moral en el consumo de la riqueza. Ideales y perspectivas en la so-
cociedad moderna. Ética de la conducta económica.
710 Anales de la Universidad

Resumen
D E LOS PUNTOS FUNDAMENTALES CONTENIDOS EN E L PROGRAMA

1.—Sobre la influencia de los principales móviles de la actividad


económica en relación con la diversidad y la expansibilidad de las
necesidades.
2,—Sobre la desigualdad en la existencia y distribución de los
agentes naturales.
3.—Sobre la desigualdad en la distribución geográfica délos hom-
bres, en sus condiciones, aptitudes y actividades en el ambiente en
que actúan.
4 . - Sobre los elementos y condiciones generales de la producción»
5.—Sobre las relaciones del trabajo y del capital en la producción,
el dividendo del trabajo y el dividendo del capital en industrias y en
países determinados.
6.—Sobre las ventajas de los cambios y el régimen que convenga
en las relaciones del comercio internacional.
7.—Sóbrelas oscilaciones délos precios, la concurrencia y los mo-
nopolios.
8.—Sobre un buen sistema de moneda y un buen régimen de cré-
dito y de bancos.
9.—Sobre las causas de las distintas remuneraciones del trabajo y
del capital en las diferentes industrias.
10.—Sobre las mejoras obtenidas en las condiciones generales de
las clases obreras.
11.—Sobre los diferentes empleos de la riqueza; las causas de las
crisis económicas y comerciales; las del pauperismo y la miseria y los
remedios que pueden indicarse,
12.—Sobre el carácter científico de la Economía Política, la expo-
sición de algunas de sus leyes y la posibilidad de prever las conse-
cuencias de su inobservancia en la vida de las naciones.

Reglas para la enseñanza


1.—El Programa contiene indicaciones de temas que se reputan
importantes en la asignatura para la observación de fenómenos, para
las investigaciones de principios y leyes.
2.—El profesor puede sugerir á sus alumnos el estudio de otros
temas que considere útiles ó de actualidad para extender las observa-
Anales de la Universidad 711

clones ó despertar interés por el estudio; para formar criterio y apli-


carlo sobre asuntos que afectan á la economía nacional, sin descui-
dar nunca los principios de carácter general.
3.—Sin perjuicio de las explicaciones que hará el profesor cuando
le parezca necesario para promover el examen detenido de temas fun-
damentales de doctrina, estimulará cuanto pueda la observación di-
recta por el estudiante, interrogándole constantemente sobre fenóme-
nos económicos, generales y de la vida nacional; indicará fuentes
para la busca de datos; tratará de que los estudiantes descubran las
relaciones entre los fenómenos económicos y hagan algunas inferen-
cias de principios ó leyes, ejercitándoles con frecuencia en estas ta-
reas, oralmente ó por escrito.
Deberá celebrar algunas conferencias sobre busca de datos en co-
mún. Visitará con los alumnos algunos establecimientos agrícolas,
industriales, comerciales, etc.
4.—Entre los libros que pueden ser consultados por los estudiantes
para el aprendizaje general de la Ciencia se indican los publicados
por el doctor Eduardo Acevedo, especialmente el Resumen; el Ma-
nual de Economía Política y el Tratado de Economía Política por P .
Leroy Beaulieu, y los Principios elementales de Ciencia Económica
por J. Piernas Hurtado, además de otras obras generales de consulta.
5.—El profesor indicará obras especiales en que la exposición de
hechos ó de doctrinas determinadas deba ser estudiada de una ma-
nera particular. Esas obras serán de las que se encuentren en la Bi-
blioteca de la Facultad y puedan ser fácilmente consultadas en el
tiempo de que el estudiante disponga racionalmente para su tarea.
E l objeto de estas consultas no es el de adquirir erudición, sino el
de ejercitar el criterio.
6.—Se observarán además las reglas sancionadas por el Consej®
sobre el nuevo régimen de clasificaciones en ensayo.

Marzo 5 de 1906.

CARLOS M A R Í A D E P E N A .

Montevideo, 21 de Mayo de 1906.

Aprobado por el Consejo Universitario en sesión de esta fecha.

E D U A R D O ACEVEDO,
Rector.
Juan A. Ramírez,
Secretario.
W'

P r o g r a m a de Filosofía del D e r e c h o

Sociedad y Sociología

I
Teorías propuestas para explicar el origen y estado de socie-
dad.—Las teorías del contrato.—La convención y sus cláusulas según
Rousseau.—El contrato en la sociología contemporánea.

II

El instinto de sociabilidad.—Los caracteres de universalidad y per-


manencia del estado de sociedad.—El hombre es sociable por natura-
leza.

III

Las teorías del patriarcado,—Exposición de los fundamentos de la


teoría, según Sumner Maine.—Las teorías del matriarcado.—Cómo na-
ce el grupo patriarcal y su influencia en las sociedades superiores.
IV
La sociedad es un producto natural y lento de la historia.—Fac-
tores de los fenómenos sociales y su división.—El hombre primitivo:
sus caracteres físicos, emocionales é intelectuales.—Móviles que han
impulsado á los hombres á asociarse.- Clasificación de las socie-
dades.
V
Necesidad y utilidad de la sociología: sus diversos conceptos.—La
sociología y las ciencias sociales.—La sociología de Comte.—^La so-
ciología económica de Marx.—Spencer: la sociedad es un organismo.
—Breve reseña de la sociología contemporánea: dificultades de una
clasificación de las diferentes tendencias.—La sociología en Francia,
Bélgica, Italia, Alemania, Austria, Norte América, etc.
Anales de la Universidad 713

El Derecho

Objeto, naturaleza y funciones de la Filosofía del Derecho.—Rela-


ciones de la Filosofía del Derecho con las ciencias afines: con la fi-
losofía general; con las ciencias antropológicas; con las ciencias
jurídicas; con la sociología y las ciencias sociales; con las ciencia»
políticas.—Métodos de la Filosofía del Derecho: el método histórico-
comparativo.
II

Definición del derecho.—El derecho en sentido objetivo y en sen-


tido subjetivo.—Fundamento intrínseco del derecho.—Clasificaciones
de las diversas teorías referentes al fundamento del derecho: la clasi-
ficación de Vanni.—La clasificación de Groppali.

III

E l derecho en la antigua filosofía ético-jurídica.—La teoría teoló-


gica. - P l a t ó n —San Agustín.—Santo Tomás.—La teoría política:
Hobbes.—La teoría intuicionista.—La teoría del derecho natural.—
Los jurisconsultos romanos.—El derecho natural en la Edad Media.
—Grocio.—La escuela del derecho racional.—Kant.

IV

E l derecho en la filosofía ético-jurídica positiva.—Las teorías po-


sitivas.—La teoría socio-biológica: Spencer.—La teoría sociopsicoló-
gica; Ardigó.—La teoría sociológica: Romagnosi, Vanni, Ihering.

Las teorías negativas.—La teoría utilitarista empírica: Bentham.—


L a teoría histórica: Savigny.-—La teoría histórico-comparativa: Post'
Kirchmann.—La teoría positiva: Comte.—La teoría económica:
Marx, Loria.—La escuela etnológica: Gumplowicz.—La escuela rea-
lista: Merkel.
VI
Caracteres diferenciales entre la moral y el derecho: el carácter ne-
gativo de las reglas jurídicas y el carácter positivo de las éticas;—las
714 Anales de la Universidad

reglas jurídicas son determinadas y las éticas no son precisas;—la bi-


lateralidad de las relaciones jurídicas y la unilateralidad de las éticas;
—el carácter exterior del derecho y el carácter interior de la morali-
dad;—el carácter obligatorio de las reglas éticas y jurídica^;—la es-
fera de acción de la moral y del derecho;—el grado de protección so-
cial de las reglas éticas y jurídicas.

Los derechos en particular

El derecho á la integridad física: su fundamento y sus formas-


—El derecho á la vida; sus fases en la evolución.—La venganza pri-
vada, la ley del talión, las compensaciones, la venganza pública, la de-
fensa social.—El derecho á la libe-tad de movinientos-' su fundimeato
y su desarrollo.—La esclavitud: su origen y su desaparición.—ií/cíere-
cho de usar de los agentes naturales: su incorporación á la legislación
positiva.
II

El derecho de propiedad.—Teorías para explicar este derecho.—


Formas primitivas de la propiedad de la tierra.—La propiedad colec-
tiva en Grecia y Roma.—Las comunidades de aldea: el mir ruso.
—Las comunidades de familia: la propiedad entre los eslavos me-
ridionales —Causas que llevaron de la propiedad colectiva á la in-
dividual.—Limitaciones del derecho de propiedad: la expropiación y el
impuesto.

III

El comunismo: sus representantes principales.—Proudhon.—El so-


cialismo científico: Marx y su concepción materialista de la historia.
—La lucha de clases.—Historia de la Internacional.—La anarquía:
Bakounine. Max Stirner, Kropotkin y Tolstoi.—Las diversas ten-
dencias del socialismo contemporáneo.—Socialismo de Estado.—Los
programas mínimos.—Crisis del socialismo marxista: Barnstein.—La
municipalización de los servicios públicos.—El socialismo y el trans-
formismo.

IV
El derecho de jnvpiedad incorporal.—Las producciones literarias y
artísticas y los inventos industriales.—La propiedad incorporal es un
monopolio; falsedad de esta afirmación.—Diversos sistemas para fijar
la duración de los derechos de autor.—La expropiación por el Esta-
do.—Duración razonable del privilegio de invención.
Anales de la Universidad 715

El derecho de dar y el derecho de testar son consecuencias del dere-


cho de propiedad.—La herencia: sus diferentes formas.- L a libertad
de testar y las legítimas.—Sustituciones y mayorazgos.—El Socia-
lismo y la herencia.—FA derecho de cambiar y el derecho de contratar.—
Las obligaciones.—La libertad de contratar y la esclavitud.—La li-
bertad de cambio y la defensa nacional.

VI

El derecho á la libertad de trabajo.—Alcance • de este derecho.—El


trabajo como derecho de reyes y señores.—Las corporaciones: sus ven-
tajas y sus inconvenientes.—Fourieryel Falansterio.—La industria
moderna en sus relaciones con la libertad del trabajo.—El salario y
la libre concurrencia.—El contrato de trabajo.—El derecho al traba-
jo: cómo se ha fundado este pretendido derecho.—Luis Blanc y los
talleres nacionales.—Sindicatos y federaciones de obreros.—Bolsas
del trabajo.—Las huelgas: conciliación y arbitraje.—Legislación del
trabajo.

VII

El derecho á la libertad de creencias y á la libertad de cultos,—Su


desconocimiento en las épocas pasadas; intolerancia civil é in-
tolerancia religiosa.—La fe, el culto y la propaganda.—La Iglesia
y el Estado: sistemas que establecen sus relaciones.—El derecho á la
libertad de la palabra y de la imprenta.—^xx evolución en las diversas
épocas.—Medidas preventivas contra la prensa: prohibitivas y regla-
mentarias.—La seguridad pública y el sentimiento de la seguridad
frente á este derecho.

La familia

Las primeras uniones irregulares.—La consanguinidad en los prime-


ros grupos.—Exogamia y endogamia.—La promiscuidad.—Causas del
paso de esta forma á otras superiores.—La poliandria y sus formas
superiores.—Sus efectos en la conservación social.—La poliginia y su
extensión.—Sus diversas modificaciones.—La monogamia: sus cau-
sas y sus ventajas para la sociedad, los hijos y los padres.—La fami-
lia en el porvenir.
716 Anales de la Universidad

II

La condición de la mujer en las diversas épocas.—Causas del


mejoramiento sucesivo de la situación de la mujer.—La condición
de los hijos.—Motivos particulares ó sociales que han contribuido á
mejorar el estado de los hijos.—Relaciones entre la forma de organi-
zación de la familia y la forma de organización de la sociedad.—De-
rechos delamujor.—Derechos de los hijos.

III

El matrimonio como contrato.—La intervención del Estado: casos


y razón de esta intervención.—Las circunstancias de la edad, del
consentimiento, del parentesco y del tiempo de duración.—La sepa-
ración de cuerpos.—El divorcio: sus ventajas é inconvenientes.—El
divorcio por mutuo consentimiento.—La patria potestad; su funda-
mento, y los derechos y obligaciones que comprende.

El Estado

Noción jurídica y definición del Estado.—Diversos conceptos del


Estado.—Distinción entre la Sociedad y el Estado: opinioneri de
Blunstchlf, Worms, Mohl, Ihering.—Origen de los Estados: su for-
mación histórica.—Elementos esenciales del Estado: elementos mate-
riales y formales.—El principio de autoridad.—Fines y misión del
Estado.

II

Teorías modernas y contemporáneas sobre el Estado.—La filosofía


reformista del siglo X V I I I y la teoría del despotismo iluminado.—El
movimiento individualista: Montesquieu y Rousseau.—El individua-
lismo y la Revolución Francesa.—La reacción política en Francia, Ale-
mania é Inglaterra contra el principio individualista.—La doctrina
teocrática: Bonald y De Maistre.—Haller.—Bentham.—Burke.—La
reacción económica y social contra el individualismo.—Saint Simón y
su escuela.—El socialismo de Luis Blanc.—Sisniondi.

III

El Estado según los doctrinarios franceses.—Royer Collard, Gui-


zot y Benjamín Constant.—La escuela democrática.—Tocqueville.—
Anales de la Universidad 717

La escuela liberal: Laboulaye y Jules Simón.—Humboldt.—Los eco-


nomistas: J. B. Say y Bastiat.—Fourier y Proudhon.—Bluntschli y
su teoría general del Estado.—Stuart Mili y Spencer.—El individuo
y el Estado en la sociología contemporánea y en el socialismo cien -
tífico.—El socialismo de Estado y su precursor francés Dupont Whi-
te.—Gumplowicz, Jellinek, Duguit.

IV
La soberanía. —Su definición y sus caracteres.—Teoría de la sobe-
ranía en los tiempos antiguos.—La escuela teocrática.—Hobbes.
—Rousseau.—Las principales teorías modernas: la soberanía del pue-
blo,—su evolución y efectos en Francia, Estados Unidos é Inglate-
rra;—la soberanía de la nación;—la soberanía de la virtud y de la ra-
zón;—la soberanía del Estado;—la soberanía del cuerpo electoral;—la
soberanía del rey; -la soberanía de la sociedad: Miceli y Balicki.

50
718 Anales de la Universidad

L o s P r o b l e m a s d e la Libertad

(.Véase ANALES DE LA UNIVERSIDAP, VOI. XIV, pág. 637)

Ahora, independiente de esos problemas sobre libertad de se-


res, cuya fórmula general es la misma, se plantea el de la determina-
ción de los hechos, que por ahora es un solo problema para nosotros,
pues no lo hemos analizado.

Aunque todavía no hemos hecho más que empezar á desbastar la


cuestión, resumamos en un cuadro los problemas ya distinguidos (con
prescindencia de éste último); y para poder, cuando convenga á la bre-
vedad, designarlos más fácilmente, vamos ya á ir estableciendo un
símbolo convencional para cada uno.
Problemas distintos:
(Si los actos del ^

L® (Si el hombre de-


pende total Qien-
te de lo que no
es él).
= L'(H)
hombre se ex-
plican total-
mente por lo
que no es el
hombre .

PROBLEMAS (Si los actos do PROBLEMAS L'


(Si la voluntad la voluntad se
'vi depende total- explican to-
o O V Jj mente de la no-
voluntad).
talmente por
lo que no es
Variantes equivalentes
de los problemas U.
a-
^ -. (Si tal ser depende la voluntad). (Si los actos de tal ser
• I totalmento de lo que Eniboités. se explican totalmente por

JS
J no es él).
(Si la personali-
d a d depende
(Si los actos de
la 'personali-
lo que no es ese ser).
?
'a totalmente de dad se expli-
E la no-persona- can totalmon-
por lo que no
lidad). es la perso-
na lidad) §.

dD
PROBLEMA ASIMILADO
Á LOS ANTERIORES (Si el espíritu agrega, ó nó, fuerza á la del cuerpo).

I—»
720 Anales de la Universidad

CAPITULO III

§ 20.—Nada m4s artificial, ó, en todo caso, nada más poco vital que
la antítesis entre no-libre y libre, establecida, como lo hemos hecho,
á propósito de una comparación entre un bote y un buque de vapor,
ó entre un vagón y la locomotora que lo arrastra. Sin duda, conside-
rados en el momento del neto, difieren; pero basta, como ya lo hemos
sugerido, remontarnos un poco hacia atrás siguiendo la serie de an-
tecedentes, para ver cómo entró de afuera, en el paquete ó en la loco-
motora, la energía activa; y, por consiguiente, si en vez de plantear
el problema L (ó su variante L') en el momento de la acción, lo
planteamos, para el vapor ó la locomotora, tomando en cuenta un es-
pacio de tiempo anterior determinado (mayor que el transcurrido
desde la época en que se introdujo el carbón y se lo encendió, y,
para evitar complicaciones, menor que el transcurrido desde la cons-
trucción de la locomotora ó del buque), esas máquinas nos aparecen
como no-libres. 'No sucedería lo mismo si el sujeto del problema fuera
un hombre ó un caballo; aunque tomáramos en cuenta, no sólo lo que
es exterior al hombre ó al caballo en el momento en que ejecutan un
acto, sino lo que ha sido exterior á él desde hace un ano, por ejem-
plo, no lograríamos explicar totalmente el acto en cuestión por los
antecedentes exteriores al ser que lo ejecuta (quedando abierta la cues-
tión de si lo lograríamos planteando el problema con una retroacción
mayor).
Así, todos los problemas de fórmula L pueden plantearse pura y
simplemente, ó sea para el momento mismo, sin retroacción,—ó bien
con retroacción. Esta última puede ser determinadamente mayor ó
menor, y puede ser indeterminada. Ejemplo de todos los casos: dado
el sujeto S, yo puedo preguntarme: si depende totalmente de lo que
actualmente no es él (problema L, sin retroacción); si depende total-
mente de lo que no ha sido él en ningún momento de un lapso de tiem-
po anterior (el mismo problema con retroacción: L r), lapso que puede
ser de un año, de dos, de cien (L r «« "-ño, \_vdos años, L r den años)^ y^
finalmente, si depende totalmente de lo que no ha sido él en cual-
quier momento de todo el pasado (L^'*).
Se comprende que. á medida que se va dando retroacción al pro-
blema, se va perdiendo la libertad de más y más seres; ó, para no
hablar impropiamente (pues no se pierde nada, y es sólo cuestión de
puntos de vista diferentes), el número de seres que realizan las condi-
ciones de cada nuevo problema (cada problema, con más retroacción
que los anteriores), va siendo menor. Van pasando, por ejemplo, el
buque de vapor y la loconiotora, que estaban clasificados como seres
Anales de la Universidad 721

libres, al grupo de los no-libres, (1) mientras la libertad de otros seré


sigue todavía irreductible con esa mayor retroacción.
Verdaderamente, siento deseos de pedir disculpa al lector por ha-
cer tantas distinciones y reíinar tanto el análisis; pero, aún sin espe-
rar al momento de discutir los problemas, podemos ya desde ahora,
aunque sólo se trate de plantearlos, dejar entrever hasta qué punto
era necesario proceder así. En efecto, esta cuestión tan capital:—si un
ser obra por sí mismo ó si lo hacen obrar,—se resuelve en muchos ca-
sos de una manera ó de otra, según como se la entienda. Si considero
el buque de vapor en el momento mismo de su movimiento, digo con
razón que se mueve por sí mismo; y, si considero que ayer el buque
no tenía carbón y que alguien se lo trajo de afuera, digo en otro sen-
tido que no se mueve por sí mismo, sino que es movido. Un hombre,
en este momento, ejecuta un acto cualquiera, por ejemplo, un crimen:
yo me puedo preguntar si obra por sí mismo, en el sentido de saber
si es él quien obra realmente; él, tal y como es ahora,—ó si lo hacen
obrar; y, en este caso, diré que es él quien obra si movió el brazo por
su voluntad; y diré que no es él quien obra si averiguo que otro hom-
bre le condujo el brazo por la fuerza; pero en otro sentido, aún en el
primer caso, diré que no es él quien obra si averiguo que, antes, han
introducido en él una causa de acción que ha determinado el acto ac-
tual; por ejemplo: que lo han hipnotizado ó que le han hecho beber
un licor. Preguntar, pues, si un ser obra por sí mismo, no expresando
si la cuestión se pone sin retroacción ó con ella, y con cuál, es plan-
tear un problema en términos ambiguos que engendrarán casi fatal-
mente confusiones.
§ 21.—El análisis del problema de la libertad con retroacción es
complicado, porque hace pensar en todo lo siguiente:
¿Qué se entiende por «un ser»? ¿En qué sentido se dice que la causa
de un acto está en un ser ó fuera de él; que éste obra, ó no, por sí
mismo? Cuestión poco embarazosa cuando sólo se plantea para un
momento dado, pero muy compleja cuando se tiene en cuenta la su-
cesión del tiempo. Sea nuestro ejemplo de un mecanismo de vapor:
nada parece más sencillo que decir en un momento dado, lo que es
una locomotora; pero supongamos que, teniendo en cuenta los ante-
cedentes anteriores, tratamos de averiguar si la locomotora se mueve
por sí misma ó si es movida. Yo sé que ayer introdujeron en ella el
carbón y el agua. Ahora bien: ese carbón y esa agua ¿fortnan parte
de la locomotora?: mejor aún: ¿son locomotora? Cuestión nominal ó
convencional en realidad, pues sólo se trata de saber á qué llamo lo-

(1) Entiéndase sipnipre: rlcsde el punto ríe vista de los hechos tomados como ejemplo.
Continúense evitando las complicaciones señaladas en el § 9, que interfieren con estas expli-
caciones.
722 Anales de la Universidad

comotora; pero, según la convención que adoptemos, tendremos que


hablar de una manera á otra, pues una misma proposición será ver-
dadera ó falsa según cuál sea esa convención. ¿Llamo locomotora al
mecanismo de hierro más el carbón y el agua? entonces hablo bien
diciendo que la locomotora se mueve por sí misma; pero entonces,
también, ayer no había locomotora. ¿Llamo locomotora sólo al meca-
nismo propiamente dicho, sin incluir en él el carbón y el agua? en-
tonces hablo mal si digo que la locomotora se mueve por sí misma, y
debo decir que es movida. Pero aquí surge una cuestión que sigue á
muchas cuestiones nominales, y que, ella, no lo es: ¿cuál de las con-
venciones es más natural? La primera pudo parecérmelo cuando sólo
pensaba en el momento presente; al pensar con retroacción, adop-
té la segunda, y dijeque la locomotora es movida. Probablemente,
pareciéndonos más natural este segundo punto de vista, acabaremos,
en el caso, por quedarnos con la convención que nos sugirió.
Pero continúese el análisis, y véase adonde vamos á parar. Pen-
sando con retroacción, y refiriéndome á ayer, cuando la locomotora
no tenía carbón y agua, continué concibiéndola y nombrándola como
«la locomotora», conservándole en mi mente y en mi lenguaje su iden-
tidad. Pero sigo retrotrayendo: retrocedo hasta la época en que no ha-
bían acabado de construirla y no tenía caldera; todavía, casi segura-
mente, seguiré diciendo que era la locomotora, sin caldera; pero en
otro momento anterior, no tenía bielas, ni manivelas; en otro ante-
rior, ya, propiamente, no había locomotora, sino piezas separadas; en
otro anterior todavía, no había más que una masa de hierro fundido;
y, antes, moléculas de hierro formando parte de trozos de mineral.
Ahora, pido al lector la mayor atención sobre lo que sigue: en el
caso de la locomotora, todo lo anterior no engendra dificultades se-
rias ni de pensamiento ni de expresión, porque el momento en que pe-
netró la energía en el objeto {locomotora) es jjosterior al momento en
que fué pensado ese objeto como locomotora y denominado así; pero si
la fuerza ó energía hubiera estado en los componentes, y hubiera sido
aportada con ellos ¡qué confusión para pensar y para hablar! Conce-
bimos á un animal como un agregado de células; estas células eran
depósitos ó continentes de energía (sin perjuicio de la que después
tome del exterior el ser total. Luego, desde que ese animal existe como
tal animal; desde el momento en que lo concebimos y nombramos
así, tiene energía por la cual obra. Si planteamos, pues, el problema
de la libertad con retroacción hasta el momento ó época en que el
animal vino á la existencia, diremos que obra por sí mismo; pero, si
damos al problema mayor retroacción, ¿cómo debemos pensar y expre
sarnos?
Nos sobreviene un estado de espíritu confuso; pensamos que, aun
cuando no se conciba ya nada claro, por lo menos queda adquirido
Anales de la Universidad 723

esto: que hay seres que sólo poseen energía que entró en ellos des-
pués que adquirieron su identidad, y otros cuyos elementes formado-
res ya se la aportaron al constituirlos; que estos últimos merecerían
bien el nombre de seres libres, porque lo son desde que existen; pero
en seguida recordamos lo que hay de convencional en esto de decir
que un ser existe, y que es un ser, pues en cierto sentido puede decirse,
que un hombre existió siempre, con una existencia dispersa, en los
átomos antes separados y hoy unidos que lo constituyen; por otro
lado, pensamos que, en la misma locomotora, desde cierto punto de
vista, pasa lo que en el animal, no ya con la fuerza del vapor,
que efectivamente entró de afuera después de existente el ser, pero
con la energía que ya existía en los átomos componentes (una de las
cuestiones del § 9, que nos ha venido al espíritu); y que, así, cualquier
cuerpo b r u t o . . . Dejemos por ahora la cuestión perderse en esta pe-
numbra: algo nos ha quedado, y es la sensación de la importancia
capital de esta cuestión de la retroacción en los problemas de la li-
bertad, y ya, con ella, la convicción clara de que, sin tener presente
continuamente esta cuestión, con las distinciones y cambios de
punto de vista que ella presupone, todo lo que se escriba sobre tales
problemas tiene, fatalmente, que ser impreciso.
§ 22.—Nuestro cuadro de la página 719, en cuanto á los problemas,
tendría, pues, que ser completado todavía con nuevos enunciados y
símbolos. Habría que poner, para cada problema, un enunciado sin
retroacción y otro con ella, acompañados de los símbolos respectivos,
lo que omitimos por tratarse de algo que el lector suplirá fácilmente.
724 Anales de la Universidad

CAPÍTULO IV

§ 23,—Los problemas que hemos aislado por nuestro análisis ante-


rior, son problemas distintos- Decir que son distintos no quiere decir
que tal de ellos no admita alguna solución que implique solución deter-
minada de otro li otros. Los problemas son los mismos si ias dos so-
luciones se confunden;—las dos: la positiva y la negativa,—como en
el caso de L y L', El otro caso, sólo significa que hay relación entre
los problemas. Por ejemplo: la solución afirmativa del Q D , hace nece-
saria la solución afirmativa del L; pero la negativa del Q[) puede con-
ciliarse, ya con la negativa, ya con la afirmativa del L (admitir que
la conciencia agrega al cuerpo fuerza ó causa de acción, obliga á ad-
mitir, a fortiori, que el ser consciente en que eso pasa, agrega fuerza
ó causa de acción á lo que no es él; pero no recíprocamente). Otro caso:
la solución negativa delQO , trae (á menos de admitir la contingencia
en lo material) la solución determinista del D; p^ro la solución afirma-
tiva del QJ"3 no obliga á admitir la indeterminista en el D, pues la
conciencia puede ser una causa de acción y sus actos estar sujetos á
determinismo; etc.
§ 24.—Aplicando el ant«rior criterio al problema D: ¿sería éste un
solo problema?
Al referirnos á él, lo hemos encarado de un modo bastante general:
—me]or todavía: bastante vago—, como «el problema de la relación de
los hechos con sus antecedentes». Basta empezar á pensar sobre esto,
para comprender la complejidad de la cuestión. H e aquí, por ejemplo,
una serie de reflexiones que parecen presentarse naturalmente:
Consideramos un hecho como determinado por la totalidad de sus
antecedentes. Esto nos sugiere que, en un momento dado y dados
ciertos antecedentes determinados, sólo un hecho es posible; nos pre-
guntamos si realmente será así, y sobreviene el enunciado de un pro-
blema. ¿Es el mismo?
Más bien nos parece que sí. Sin embargo, no nos atrevemos sin más
meditación, á afirmarlo decididamente: no sería completamente ab-
surdo sostener que las soluciones negativas no coinciden forzosa-
mente, y que podría, por ejemplo, no depender un hecho de sus ante-
cedentes, y, sin embargo, ser posible no más que en un sentido. Tam-
bién habría el deber de examinar si efectivamente la solución afir-
mativa de la primera cuestión impone la de la segunda; si realmente
y en rigor, no podría un hecho seguir siendo considerado como de-
pendiente de sus antecedentes aunque fuera posible en más de un
sentido. Cabe, pues, duda sobre si se trata de dos problemas ó de dos
enunciados alotrópicos del mismo.
Anales de la Universidad 725

Otra reflexión: si todo hecho depende totalmente de sus anteceden-


tes y se explica ó determina por ellos, parece que nunca hay comien-
zos absolutos. Parece que los habrá, al contrario, si hay hechos, algu-
nos por lo menos, que no dependan totalmente de sus antecedentes.
¿Es así en rigor? Si preguntamos si hay ó no comienzos absolutos,
¿hemos enunciado el mismo problema, ú otro que, por grandes que
sean sus relaciones con los dos anteriores, es distinto de ellos ó de
alguno de ellos? Cuestión á examinar: (en efecto: ya, á primera vista,
no parecen imposibles comienzos absolutos que no fueran, sin em-
bargo, posibles sino en un sentido).
Y, en cuanto se inicia el análisis de cualquiera de los tres proble-
mas, ó del problema en cualquiera de sus tres enunciados, empieza
nuestro pensamiento á remontar de consiguientes á antecedentes, lo
que, cuando'los hechos de que se trata son (ó se consideran como) los
actos de un ser cualquiera, equivale á plantear los problemas genési-
cos ó con retroacción á que ya nos hemos referido: los problemas
L', tan relacionados, según ya lo notamos, con los problemas D, y que
ya han sido enumerados. Prescindiendo, pues, de ellos, y deteniendo
aquí el análisis, tendríamos tres enunciados de equivalencia discuti-
ble (que de paso vamos á representar por símbolos, para el caso de
que la brevedad hiciera conveniente el uso de éstos):

Problema ó problemas D
(fl I A Si los hechos dependen totalmente de la totalidad de sus antecedentes.

^ Si los hechos son posibles en más de un sentido. Mejor: si los posibles


son ambiguos.
Si
o /
<n Esta cuestión podría limitarse al pasado (si el pasado pudo
ser de otra manera que como fué); al presente '?), y al futuro
(si el futuro es ambiguo); y aun variarse de otras muchas ma-
neras.

/S\ Si hay causas no causadas, ó comienzos absolutos.

A menudo hablaremos de estos problemas como de uno solo (D), sin


distinguirlos más que en los casos especiales en que convenga á la
discusión.
§ 25.—Va adjunto el cuadro de los problemas que hemos aislado
como problemas distintos ó que podrían serlo. Llevan respectivos sím-
bolos, que he creído conveniente adoptar para los casos en que la
brevedad pueda exigirlo (el lector agregará mentalmente los símbo-
los de los problemas con retroacción).
61
L0 (Sí el hombre de-
pende totalmen-
te de lo que no
es élj.
— l'Cñ
(Si los actos del
hcmbre se ex-
plican total-
mente por lo
que no es el
hombre).

PROBLEMAS (Si los actos do PROBLEMAS L'


(Si la voluntad la voluntad se
O depende total-
mente de la no-
voluntad), jail^
— L' explican to-
talmente por
lo que no es
Variantes equivalentes
de los problemas L .
CÓ (Si
•4-* (S[ tal
tal ser depende I
ser depende la voluntad) (Si los actos de tal ser
fnlmeiitp de lo one se explican totalmente por
totalmente de lo que I Eniboités. lo que no es ese ser).
.o (Si los actos de

I
no es él). I (Si la personali-
•rH d a d depende la personali-


totalmente de
la no-persona-
lidad).
— L' dad so expli-
can total men-
por lo que no
es la perso- Su
aalidad).
•d
PKOBLEMA ASIMILADO
(O
03

a
Á LOS A N T E R I O R E S
(ü) (Si el espíritu agrega, ó nó, fuerza íí la del cuerpo). S*

o
I
a<
O
PROBLEMA ó PRO-
A Relación de los hechos con la totalidad de sus antecedentes

BLEMAS

/í\. ¿Ambigüedad de posibles?


(Relación de los he-
chos con sus ante-
cedentes).

A ¿Comienzos absolutos?
Anales de la Universidad 727

El resultado de esteanál'sis preliminar ofrece un aspecto minucioso


y escolástico. Sin embargo, era indispensable. Después, la continuación
del mismo análisis matizará toda esa geometría, estableciendo las re-
laciones, las transiciones, las penumbras y hasta las confusiones, por-
que para pensar bien hay que hacer como el dibujante que traza pri
mero el contorno, y después, con el claro oscuro, completa, y atenúa
la rigidez falsamente precisa del esquema inicial.
Pero antes tenemos que detenernos para mostrar cómo y Hasta qué
punto se han confundido los problemas en la discusión, en todas las
épocas, y, parece osado afirmar esto, pero es exacto, por casi todos los
pensadores. Tal es el objeto del Libro I I de esta Primera Parte, en el
cual vamos á entrar ahora y cuyo resultado justificará abundante-
mente la prolija sutilidad de nuestras distinciones iniciales.
728 Anales de la Universidad

LIBRO II

(Para mostrar confusiones)

§ 26.—Los problemas que hemos distinguido por un análisis senci-


llo, han sido tratados de hecho en la Filosofía como si fueran uno solo»
lo que ha mantenido la confusión (Introducción, I). Cierto es que se
han intentado distinciones, pero incompletas ó inconsecuentes, sin que
el pensamiento de los escritores haya podido librarse nunca de la
polarización dilemática impuesta por las dos tesis primordiales: «liber-
tad» V. «determinismo».
Invitamos al lector á hojear con nosotros algunos libros, tomándolos
casi al azar é indistintamente entre los escritores del más diverso
valor. Encontraremos las confusiones en todos, desde los advenedizos
científicos hasta los más altos espíritus. Y este análisis, precioso para
aclarar nuestras ideas sobre los problemas de la libertad, nos prepa-
rará para abordar su discusión.
Las confusiones son de diversas clases ó aspectos. Algunas de ellas
son tradicionales, clásicas, hasta el punto de haberse organizado en
problemas: creaciones históricas y no lógicas; problemas espurios de
la libertad, cuyo enunciado ya encierra en sí mismo, ó sugiere, por
equívoco, la confusión. Las otras son las confusiones innominadas:
Unas veces, hay alternancia de dos ó más problemas: el autor pasa
de uno á otro, en el curso de la discusión, sin notarlo, y se pueden
señalar esos cambios con la mayor facilidad. Otras veces la confusión
es simultánea, por una mezcla grosera de sentidos. E n este caso, to-
davía, no es difícil descubrir y demostrar el equívoco. Más lo es
cuando, por ser el equívoco sutil y continuo, nuestra inteligencia per-
cibe como un tornasoleo de sentidos distintos, y, si bien puede con
relativa facilidad determinar cuáles son éstos, no puede delimitarlos
bien. Hasta hay casos en que el mismo autor, sea por las definiciones
que admite, ó por el método que resuelve seguir, crea la confusión,
ó la hace necesaria.
El Capítulo I, que sigue, trata de los problemas espurios de la li-
bertad; y después se entra en materia, examinando confusiones de
todo género sobre la materia viva de los textos.
Anales de la Universidad 729

CAPÍTULO I

§ 27,—Los verdaderos problemas de la libertad son, sin perjuicio


de sus relaciones, distintos entre sí. Es cierto que, como ya lo expli-
camos, la solución positiva ó la solución negativa de algunos de ellos,
implica, á veces, la solución de otros; así, por ejemplo: si el espíritu
agrega algo á las causas de acción puramente corporales (afirmativa
del ( 2 ) , claro es, a fortiori, que el hombre agrega algo á las causas
de acción del mundo exterior (afirmativa del L ® ); pero la recíproca no
sería verdadera, y sería perfectamente posible que, representando el
hombre una fuerza dentro del universo (afirmativa del L ® ), sin embar-
go, dentro del hombre, la conciencia fuera sólo algo pasivo (negativa
del (]|0 ). Con igual facilidad se distinguen otros problemas. E n resu-
men: se trata de problemas lógicamente aislables, que deben separarse
parala discusión, y que son, además, problemas reales,que admiten ser
planteados, resueltos, en su caso, y si no, por lo menos entendidos
y discutidos claramente. El mal ha estado, precisamente, en que no
se haya hecho así.
Pero los que yo llamo problemas espurios de la libertad, se en-
cuentran justamente en el caso opuesto: en vez de ser problemas
reales que no se han planteado clara é independientemente, son, al
contrario, problemas que se han planteado y discutido de hecho, sin
que hubiera debido hacerse así, porque se trata de problemas que no
son reales, que no tienen sentido, ó que implican confusión ó ambigüe-
dad en los términos, etc. De manera que, en cuanto uno de ellos se
plantea expresa ó tácitamente, ya la confusión es forzosa.
Como ejemplo de estos problemas espurios de la libertad, citaré los
dos más vulgarizados.
§ 28.—El primero de ellos es, empleando los términos en que habi-
tualraente se le presenta, el de saber «si el hombre se determina siem-
pre por motivos». Si la afirmativa fuera verdadera, tendrían razón
los partidarios del determinismo contra los de la libertad,—y al con-
trario. Otras fórmulas, más ó menos corrientes: «si dependemos de los
motivos»; «si somos esclavos de los motivos), ó si nuestra voluntad lo
es, etc., etc.
Este problema aparece, y su discusión se mantiene, debido á un
estado de espíritu confuso; en efecto: por motivos, puede entenderse,
y entienden los autores, ya el hecho exterior, objetivo, que es to
mado en consideración por el sujeto, ya las ideas, raciocinios, y
en general, estados subjetivos por los cuales éste toma en conside-
ración á aquél. Así, puede decirse, en un sentido, que el motivo de
mi feuída fué la aparicióu de una serpiente,—ó bien, en otro, que el
730 Anales de la Universidad

motivo fué mi percepción de la serpiente, 6 los razonamientos que


hice á consecuencia de dicha percepción, ó, en general, todo el es-
tado subjetivo. Ahora bien: en el primer sentido, el problema de si el
hombre obra por motivos, equivaldría á preguntarse, aunque en forma
confusa, indirecta y obscura, si el hombre depende en absoluto del
mundo exterior (L (K))- Y, en el segundo caso, hay que tener en cuenta
que los motivos en sentido subjetivo, ideas, raciocinios, etc. (1), for-
man parte del hombre: son el hombre (parte de él); lo que nos indica
que, en este caso, no se piensa realmente en el hombre, sino en su
voluntad, ó en su personalidad, ó, en general, en una parte ó aspecto
más 6 menos claramente delimitado del hombre, considerado en sus
relaciones con los actos intelectuales (2). Lo que se discute entonces
es uno de los problemas {g): uno de los abstractos, más bien: el «ew-
boité de la voluntad», obscuramente concebido.
Las mismas ambigüedades, acrecidas, se cometen cuando se dis-
cute «si el motivo mayor predomina siempre». En este caso, la ambi-
güedad no se produce sólo á propósito de la palabra motivo, sino
también de la palabra mayor, confundiéndose el punto de vista obje-
tivo y el subjetivo en la apreciación de la fuerza ó importancia de los
motivos.
Son, ya, varias confusiones; pero todavía hay la siguiente: cuando
nos preguntamos si el hombre obra por motivos, podría entenderse que
se trata: no ya de motivos exteriores al hombre (primero de los casos
referidos); no ya, tampoco, de motivos como ideas ó sentimientos con
relación á la voluntad (que era la segunda acepción); sino de todo mo-
tivo, en el cual caso ya nos pasamos á los problemas de actos, pre-
guntándonos si los actos del hombre tienen ó no motivos ó razón de
ser; si se explican por todos sus antecedentes; y estamos en el pro-
blema D.
El que plantea la cuestión en esa forma, discute pues, en globo,
tres cuestiones separables, por lo menos: (L @, un 0 y A).
No quiero decir que gracias á un esfuerzo sobrehumano de refinada
y constante distinción, no pudiera llevarse adelante una discusión
semejante, en lógica estricta; pero, en la práctica, en cuanto aparece
nuestro problema espurio, todo está perdido.
§ 29.—El segundo de los problemas espurios, es el de «si el hom-
bre depende de su carácter» («si es esclavo de su carácter», *si puede
independizarse de su carácter», etc., etc). U n a de las soluciones, como
en el problema anterior, sería la tesis de la libertad, y la solución
opuesta, la tesis determinista; siempre concebidas estas dos tesis como
las soluciones opuestas é inconciliables de un solo problema.

(1) Se sabe que algunos hacían entrar, entre los motivos, los estados afectivos; otros loa
distinguían con el nombre d« móviles, etc.
(3) O intelectuales j afectivos, en «1 negundo caso de la notii anterior.
Anales de la Universidad "731

Según el sentido que se dé á la palabra earáeter, este problema, 6


es absurdo, ó es el enunciado obscuro de alguno de los problemas
reales.
E l carácter de una persona, tal como es pensado ordinariamente,
es una simplificación, ó esquematización, para construir ó pensar la
cual se quita mucho á la realidad (los detalles particulares que no
entran en la sistematización) y se agrega también casi seguramente
algo (para simetría de la caracterización). Claro es que, en esta acep-
ción, el carácter es algo ficticio ó ideal, y el problema no tiene sen-
tido.
Otra veces, el carácter es pensado como una realidad, pero sólo
como una parte de la realidad psicológica. Sería un conjunto de fe-
nómenos psíquicos significativos, ó habituales, que conocemos de una
persona, ó que inducimos por sus actos, y que, á su vez, nos permi-
ten inducir sus actos futuros probables. E n este caso, el «carácter» es
una parte de la persona psicológica; y preguntarse si el hombre de -
pende de su carácter, es estudiar las relaciones de una parte del hom-
bre psíquico (el residuo, restado el carácter) con el resto de él, exac-
tamente como en los problemas® con la sola diferencia de que éste
se plantea invertido: no investigamos la dependencia ó independen-
cia de una parte ó manifestación del espíritu con respecto al resto del
espíritu, sino, al contrario, la del resto del espíritu con relación á la
manifestación mental que consideramos y á que damos un nombre:
diferencia puramente verbal, en el fondo.
En un tercer sentido, el carácter, si procuramos completar en el
caso dado el concepto que de él tenemos, para identificarlo con la
realidad, puede llegar á confundirse con el hombre mental mismo, y
entonces el problema es un truismo.
§ 30.—Hay que agregar que, con respectoá los dos pseudo-proble-
mas anteriores, se agrega á las confusiones señaladas la que resulta
de plantearlos y discutirlos, sin distinción, ya á propósito del hom-
bre, ya á propósito de los actos del hombre, (§ 4)
§ 31.—He aquí como plantea la cuestión de la libertad el autor de
una obrita (1) elogiada por Paulhan (2), y que, realmente, contiene
bastantes cosas buenas, pero en la cual están casi todas las confu-
siones como no podía menos de ser una vez enunciado el espurio de
los motivos.
«Somos, amigo lector, dos adversarios en presencia. Oye el tema de
« nuestro debate, y júzganos.—Yo me quedo hoy en mi casa, porque
« llueve; salí ayer, porque hacía buen tiempo; voy á comer, porque
« tengo hambre; y, entretanto, hago encender mi fuego, porque tengo

(1) Kenard: L'liomme est il libre? (Cito traduciendo de la segunda edición de Alean).
(2) Paulhan: La Volonté.
732 Anales de la Universidad

« frío! Son muchos porque ¿no es verdad? Y bien: yo pretendo que


« hay siempre uno antes de cada una de nuestras acciones; que no
« hacemos nada sin un motivo visible ó escondido; que ese motivo es
« el que nos determina á obrar; y me llamo, á causa de eso, determi-
« nisia.
«Mientras estoy escribiendo, vienen á llamar á mi puerta: me man-
* dan una carta. Es un amigo que me invita á comer para esta tarde.
« ¿Iré? Delibero; comparo el pro y el contra. La lluvia dura todavía;
« he empezado un trabajo que urge; estoy bien en mi pieza abrigada:
« otros tantos motivos para quedarme. Pero, por otra parte, mi amigo
« se disgustará con mi ausencia; en esa comida se beberá buen vino, se
« reirá, se divertirá uno; y además estoy fatigado de escribir, de per-
« manecer sentado delante de mi escritorio: otros tantos motivos para
« salir. Peso unos y otros como en una balanza. H a n sido más pesa-
« dos los últimos, y respondo que acepto la invitación.
«Yo sostengo ahora que en todo caso semejante, en qiie luchan
« unos con otros motivos contrarios, son los más fuertes los que triun-
« fany determinan nuestra conducta. Al hacerlo, sigo siendo deter-
gí- minista.
«Mi adversario dice á su vez: «Yo me he quedado en mi cuarto
« como usted, y hasta le confesaré que la lluvia no es extraña á mi
« resolución; no oculto que he tenido, como usted, un motivo para
« obrar como lo he hecho; pero diferimos sobre dos puntos. Ante todo,
« hay acciones á las que no veo ningún motivo. ¿Por qué, por ejem-
« pío, se muerde una uña en este momento? Usted no lo sabe. ¿Por
«,qué, de esas dos hojas de papel que tenía usted delante, igualmente
« blancas, igualmente grandes, tomó ésta más bien que aquélla?
« ¿Cuál ha sido su motivo determinante? Una vez más: usted no lo
sabe,
«Abre usted la boca para decirme que, de ordinario, sabe por qué
« obra. Estoy convencido de ello. Acaba de exponerme detallada-
« mente los motivos que lo deciden á salir; pero es aquí donde es-
« tamos todavía en desacuerdo. A su juicio, los motivos que lo impul-
« ?an son más fuertes que los que lo retienen. Según mi opinión, lo
« son porque usted quiere que lo sean. Usted puede cambiar de deci-
« sión y quedarse en su casa; los motivos en pro y en contra serán
« siempre los mismos; sólo su voluntad habrá cambiado. Usted com-
« para sus motivos á los pesos puestos en los platillos de una ba-
« lanza; consiento: pero hay alguien que los pesa y que con su mano
« hace inclinar el fiel del lado que le parece. Esa es la verdad. Entre
« dos partidos puede usted elegir indiferentemente el uno ó el otro,
« porque tiene el honor de ser libre. Es nuestra voluntad la que se
« determina ella misma.
«Tal es la cuestión sometida á tu juicio, amigo lector. Mi adversario
Anales de la Universidad 733

« se llama defensor del libre arbitrio; en cuanto á mí, sostengo el de-


« terminismo».
Se percibe el ondeo de la ambigüedad. En algunas frases se ex-
presa, ó se sugiere, un problema; en otras, otro diferente; y sobre to-
das flota como un vapor de asociaciones confusas. Por ejemplo: cuando
se dice «pretendo que hay siempre uno (un porque) antes de cada
una de nuestras acciones», se piensa predominantemente en la rela-
ción de nuestras acciones con todos sus antecedentes (D); y, proba-
blemente, un poco también en los problemas O ó @. Sigue la frase:
«que no hacemos nada sin un motivo visible ó escondido...» y todavía
predomina la cuestión de la relación de los actos con sus antecedentes,
si bien él nos sugiere también el problema de seres, porque, cuan-
do se dice que no hacemos nada sin un motivo, parece que se tratara
de motivos exteriores al nosotros ( i' ó un ©), Pero en la continua-
ción: «que ese motivo es lo que nos determina d obrara, el que se
enuncia claramente ea ya el problema de seres: si somos determina-
dos á obrar (se entiende: por causas de acción exteriores al nosotros);
y ahora, el que está en la inteligencia es un problema L (el @, si pen-
samos en todo el hombre, ó un ®, si, como es más probable, enten-
demos los motivos no como objetivos sino como pensados).
Cuando, en seguida, describe el «determinista» la lucha de los mo-
tivos, el autor y el lector conciben claramente un @, y aquél llama -
yo á una parte del espíritu, fuera de la cual están las ideas-motivos.
Ese @, parece que lo resolviera por la libertad, cuando emplea esta
frase: «yo peso los unos y los otros...»; pero en seguida, y esto es
conforme con la intención del autor^ lo resuelve contra la libertad
al expresarse así: «estos últimos han sido los más pesados...».
En cuanto al adversario, el «defensor del libre albedrío», empieza
por hablar de acciones sin motivo, lo que sugiere la solución inde-
terminista del D (aunque puede interpretarse todo eso en otro sen-
tido), y después, cuando dice á su contradictor que los motivos son
más fuertes «porque usted quiere que lo sean», que «su voluntad sólo
habrá cambiado», que hay alguien que pesa los motivos y después
inclina la balanza,—entonces plantea evidentemente el problema de la
dependencia de una manifestación ó parte del espíritu con relación á
lo que no es ella: un @, que, á estar á las expresiones del interlo-
cutor, sería el de la voluntad, y, á estar á su pensamiento, sería más
bien el de la personalidad.
Y como se parte del principio de que son dos adversarios, que sos-
tienen «dos partidos» en una cuestión (*la cuestión», entre «el libre
albedrío y el determinismo»), claro es que no pueden reconocer, ni po-
drán ya reconocer jamás, que discuten mal; que el primero de ellos
podría, por ejemplo, sostener que todo acto humano tiene un motivo,
52
•^34 Anales de la Universidad

en el sentido de que depende de la totalidad de sus antecedentes, y


aplicarse por eso el nombre de determinista, sin perjuicio de estar de
acuerdo con el segundo para admitir que la voluntad no está pasiva-
mente sometida a los motivos, entendiéndose, por tales, ideas, ó ideas
y sentimientos, con lo cual sería partidario del libre arbitrio en su
sentido más literal... y tantas otras distinciones. Fatalmente, ya es
imposible pensar claro.
§ 32. En cuanto al otro problema espurio de la libertad: el del ca-
rácter,—si se quiere, con la inspección de un solo libro, ver en acción
toda su virtud confusiva, repásense ciertos pasajes del «Ensayo
sobre el Libre Arbitrio», de Schopenhauer. El ejemplo es no-
table, porque, en esa obra, el autor, habitualrnente, piensa alto y
finne (salvo, siempre, las confusiones fatales), y por eso contrastan
más los paralogismos y errores que la palabra carácter parece evocar
por su sola presencia cada vez que aparece.
V., por ejemplo. Capítulo I I I , 3.° y 4.o. E l autor se cree obligado
á sostener, como consecuencia de su «determinismo», que «el carácter
del hombre es invariable»; que «permanece el mismo por toda la du-
ración de su vida»; y, en seguida, todavía, que «el carácter indivi-
dual es innato»; que «las virtudes y los vicios son cosas innatas»;
todo esto, con afirmaciones del más estrecho absolutismo: justifica-
ción de los proverbios exagerados vulgares: «ladrón un día, robará
siempre», «lo que entra con el capillo sale con la mortaja»; negación
de las influencias educativas, etc.
Pedimos al lector repase esos pasajes, así como otros posteriores en
que se trata del carácter (en el Capítulo V, en el Apéndice II, etc.),
pasajes que no transcribo aquí, por extensos. Se ve cómo las ambiguas
cuestiones sobre el carácter engendran la confusión, por el siguiente
proceso:
E l autor ha sostenido que los actos del hombre son consecuencia
necesaria del modo de ser de éste (operari sequitur esse), lo cual es
una aplicación del principio de causalidad. Todo eso sufriría excep-
ción si eí hombre, alguna vez, cometiera actos que no estuvieran de
acuerdo con su modo de ser; luego no los comete; luego ese modo de
ser ó carácter es invariable; luego nada puede modificarlo, etc. Se ve
cómo el paralogismo ha sido engendrado por la ambigüedad del tér-
mino carácter, que puede querer decir, ya la manera total de ser del
ser, ya uua simplificación, esqueniatización ó idealización de esa ma-
nera de ser. Para comprender mejor esto, pongamos un ejemplo:
Supongamos que yo parto del principio de que las manifestaciones
meteorológicas de una región son una consecuencia necesaria del
clima de esa región. Entendiendo la palabra clima en el sentido am-
plio, el principio es verdadero. Tan verdadero, por lo demás, que es
puramente verbal: una tautología.
Anales de la Universidad 7^5

Supongamos una región como Alejandría, donde las condiciones


climatéricas son tales, que sólo puede llover en rarísimos casos. Si
yo quisiera aplicar la anterior proposición al caso de la lluvia en
Alejandría, diría que, á consecuencia del clima de este lugar, sólo
puede llover allí por excepción: es una verdad.
Pero supongamos que yo razonara así: el clima de Alejandría es
seco por naturaleza; luego, si es un clima seco, allí no puede llover.
Mi absurda conclusión depende de que he sifnplificado ó esquemati-
%ado el clima de Alejandría. Pues bien: exactísimamente el mismo
paralogismo es el que se comete cuando se dice: el carácter de tal
hombre es bueno; luego, no puede cometer un acto malo; tal hombre
es ladrón, luego tiene que robar; es avaro, luego no hay que esperar
de él una limosna, etc- «Seco», «bueno», «ladrón», «avaro», son sim-
plificaciones. Seco, tomado con absolutismo, sería un clima ideal (ó,
mejor, ficticio, de Alejandría), y no el clima real; como bueno, ladrón,
avaro, entendidos á lo Schopenhauer, son caracteres ideales ó ficti-
cios, no reales, de individuos.
E n realidad, hay hombres que roban casi siempre; otros que á ve-
ces roban y á veces no; otros que no roban casi nunca, y también
otros que no roban nunca; como hay climas en que llueve casi siem-
pre; otros en que llueve unas veces y otras no; otros en que no llueve
casi nunca, y, también, otros, en que no llueve jamás. Pero la aser-
ción de que los fenómenos meteorológicos dependen del clima, y la
aserción de que los actos dependen del carácter, no es menos ver-
dadera en unos que en otros, de todos esos casos. Puede un hombre
ser bueno á veces y otras malo, ó mejor, obrar á veces bien y otras mal,
como hay países en que llueve á ratos y en otros sale el sol. sin que el
principio de causalidad, el «deterrainismo» (D) que Schopenhauer
sostiene en su libro, sufra excepción.
E l paralogismo podría continuar y agravarse, en esta forma: el
clima de Alejandría es naturalmente seco; sus manifestaciones tienen
que responder á su naturaleza, en virtud del determinismo; luego,
aunque se realicen obras, plantíos, etc., no se puede modificar el cli-
ma de Alejandría en el sentido de hacerlo más húmedo. Este para-
logismo es el de Schopenhauer, cuando niega, en nombre del operari
sequitur esse, la influencia de la educación. Excuso demostraciones.
Así es como «el espúreo del carácter» engendra estados del más
confuso ilogismo en las mejores inteligencias. E n nuestro caso, se
ve fácilmente cuáles problemas han sido confundidos. Por una
parte, es el o, el de la relación de los actos con sus antecedentes,
para el cual adopta Schopenhauer la solución determinista; esto?
cuando por carácter se entiende el modo de ser completo y real del
hombre, del cual (más el mundo exterior, naturalmente) dependen los
actos del hombre. Y, por otra parte, el problema que se confunde con
736 Anales de la Universidad

él, es, como lo explicamos antes (§ 29), un C& obscuramente concebido


é invertido: (si los actos del hombre dependen de una parte ó mani-
festación especial de él, que sería el carácter), y también, (todo mez-
clado en un estado mental indistinto) un problema ficticio (si los ac-
tos del hombre dependen de una ficción esquemática que llamamos
su carácter).
Terminamos citando, de los mismos pasajes, esta frase en que se ve
claramente el © : . . . « ^ s . . . en el carácter innato, ese núcleo verdade-
ro del hombre moral todo entero, donde residen los gérmenes de todas
sus virtudes y de todos sus vicios». L a concepción del núcleo mues-
tra claro el (g) que, en ese momento, está en el espíritu del autor, y
que interfiere con el D cada vez que se habla del carácter.
§ 33.—A veces, se trata en obras sociológicas, históricas ó de otra
índole, del carácter nacional, y á propósito de su naturaleza, d é l a po-
sibilidad ó imposibilidad de modificarlo y de otras cuestiones conexas,
se tratan, para los pueblos, problemas análogos á los de individuos,
con las mismas confusiones, alimentadas por los mismos equívocos, y,
todavía, por la vaguedad propia de esos asuntos.
§ 34.—Naturalmente', todo esto no quiere decir que la confusión
debo forzosamente producirse en cuanto se habla de motivos ó de
caracteres. Un escritor podría dar un sentido claro y preciso á
las palabras, sostenerlo consecuentemente, y, por consiguiente, dis-
cutir sin Confusión. Lo que queremos decir es: 1." que siempre sería
preferible evitar esas fórmulas, para no crearse dificultades artificia-
les; y, 2.0, que, en la práctica, esas fórmulas han engendrado confu-
siones pululantes.
§ 35.—Bouvard y Pecuchet, que, como se sabe, eran mucho más in-
teligentes de lo que Flaubert creía, debían,—naturalmente,—discutir
«la» cuestión de la libertad, y debían,—infaliblemente,—plantearla
con estas fórmulas. Así cometían todas las confusiones que habían
cometido los filósofos, y no cometían ninguna que éstos no hubieran
cometido. Es sorprendente: están los dos espúreos: el de los moti-
vos y el del carácter; el primero, con su inevitable complicación de
los motivos mayores y menores:
« Y Bouvard negó positivamente el libre arbitrio.
« —Sin embargo, dijo el capitán ¡yo puedo hacer lo que quiero! Soy
« libre, por ejemplo, de mover la pierna.
« —No, señor, porque tiene usted un motivo para moverla!

« Bouvard lo interpeló:
« —¿Cuál es la causa de que no dé usted su fortuna á los pobres?
« El especiero, con una mirada inquieta, recorrió toda su tienda.
« —¡Toma! ¡No soy tan imbécil! ¡La guardo para mí!
Anales de la universidad 737

< —Si fuera usted San Vicente de Paul, obraría de otra manera,
« porque tendría su carácter. Usted obedece, pues, al suvo. ¡Luego
* no es libre!
« —Es una chicana, respondió en coro la reunión.
« Bouvard se mantuvo firme, y, designando la balanza sobre el
« mostrador:
« —Se mantendrá inerte, mientras uno de los platillos esté vacío.
« Del mismo modo, la voluntad: y la oscilación de la balanza entre
<' dos pesos que parecen iguales, figura el trabajo de nuestro espíritu,
« cuando delibera sobre los motivos, hasta el momento en que el más
« fuerte lo empuja, lo determina ». (1)
Después de este planteamiento, si Kant, Leibnitz y Spinoza hubieran
entrado en la tienda é intervenido en la discusión de nuestros perso-
najes, no hubieran aumentado mucho las probabilidades de llegar á
una solución clara.

(1) Edición Charptntier, 1904. Píginas 292 y 293.


738 Anales de la Universidad

CAPÍTULO II

La confusión fundamental de las obras, generalmente, ya se re-


vela en el título, que es casi siempre la enunciación directa ó indirecta
de un problema. Después, no hay más que hojear casi al azar para
mostrar confusiones: groseras ó sutiles, nunca ó casi nunca faltan, y
no siempre son raras en los grandes pensadores.
Lo que sigue es un trabajo que no terminaría nunca. Yo procuraré
limitarlo á una extensión razonable: nada más que lo indispensable
para dejar bien preparada la discusión que se hará en el Libro I I I .

§ 33.—El título de la obra de G. L. Fonsegrive: Essai sur le Libre


Arhitre {\\ ya implica la confusión de los problemas, dado que el autor
se propone tratar, y trata, sin distinguirlas, de todas las cuestiones que
nosotros hemos separado. Este libro comprende dos partes: una
histórica y otra crítica. L a segunda, en la cual nos fijaremos especial-
mente aquí, se abre con una definición previa.
A este respecto, como veremos, la actitud de los diferentes autores
es distinta: muchos prescinden en absoluto de toda definición, y así
las confusiones se forman solas; otros adoptan una definición clara
que corresponde á un problema, pero después no guardan consecuen-
cia y discuten más de uno; otros definen por acumulación, haciendo
entrar varias cuestiones en el enunciado. La transcripción que sigue
(2) es un ejemplo de esto último.
«Antes de abordar la discusión del libre arbitrio (postula que es
una cuestión), es indispensable determinar la naturaleza y la exten-
sión del problema [del: ya da por sentado que es un problema)...
«Llamamos libre arbitrio al poder en virtud del cual el hombre
»puede elegir entre dos acciones contrarias sin ser determinado por
"ninguna necesidad (en esta frase, cuando se dice: el poder en virtud
del cual el hombre puede, se piensa fundamentalmente en el problema
L (E), y lo mismo cuando se áice sin ser determinado: es evidente que
se está pensando en la lelación del hombre con el mundo exterior, y se
entiende por libre arbitrio la independencia de aquél con respecto á
éste. Pero ciertas palabras de la frase traen asociaciones del proble
ma D: algunas (como necesidad, y la misma palabra determinada), en
la forma ^ , y otras (elegir... acciones contrarias) más bien en la
forma ^ . Y preguntar «si el hombre puede elegir sin ser determi-

(1) Cito por la segunda edición francesa de F. Alean, 189Q.


(2) Página 307 y siguientes.
Anales de la Universidad 739

nado por ninguna necesidad», ya es hablar de un modo que hace pen


sar confusamente, porque, si bien, en rigor, cuando se dice .ser deter-
minado por, debe entenderse que el sujeto agente que viene después
debe ser externo y no debe ser ni comprender el mismo sujeto reci-
piente que es determinado,-en cambióla palabra necesidad hace fa-
talmente pensar en la relación de un acto del hombre, eu ¿ii deter-
minación, con respecto á todos sus antecedentes. Sin continuar este
análisis se ve, pues, que esta primera frase enuncia el problema
L (H), con asociaciones de los problemas D). El hombre para ser
«libre, no debe, pues, ser constreñido por nada exterior (aquí es el
problema L, clara y precisamente expresado); su voluntad no debe
«tampoco ser la consecuencia de su naturaleza y de su carácter como
«el movimiento de una rueda es la consecuencia del movimiento de la
«máquina de que esa rueda forma parte, ó como una flor resulta del
«desenvolvimiento de su tallo. (Si esta frase tiene algún sentido, lo que
podría discutirse aún prescindiendo de las ambigüedades relacionadas
con el carácter, etc., ese sentido sería probablemente éste: que los
actos del hombre no dependen de sus antecedentes ó no pueden pre-
verse por ellos, aunque entre ellos se tome en cuenta al mismo hom-
bre, lo que daría una solución negativa del D ( ^ 5 A ) que no
es consecuencia forzosa de la solución afirmativa del L (íD que la de-
finición postulaba en la frase anterior. De manera que ya la tesis que
el autor llama libre arbitrio, comprende, por lo menos, dos creencias
de las cuales, ó podrían admitirse las dos, ó podría admitirse la pri-
mera sin admitir la segunda, ó podría no admitirse ninguna).
Sigue el autor: «En consecuencia, la acción producida por el libre
«arbitrio debe siempre quedar indeterminada hasta el momento de su
«producción; es decir, que la acción contraria debe siempre quedar po-
«sible; por consiguiente, ninguna inteligencia debe poder predecir infa-
«liblemente la acción libre en un tiempo distinto del de su realización;
«el libre arbitrio tiene, pues, por dominio la contingencia^.
Aquí se trata de acciones («la acción producida por el libre arbitrio»
la acción libre»), y se trata de su indeterminación absoluta; problema
D, claro.
Y sigue inmediatamente este otro párrafo: «La volición producida
por el libre arbitrio no debe poder explicarse sino por el ser que la
produce; debe ser, pues, espontánea».
Ahora es el problema L, clarísimo-
(Sigue otro párrafo que no nos interesa citar, por el cual se atribuye
á las «acciones libres» el carácter de inteligencia, además de los de
contingencia y espontaneidad que ya les han sido atribuidos).
Ahora bien: en rigor lógico, un escritor tendría derecho do dar, para el
libre arbitrio ó para cualquier noción, una definición acumulativa como
la de nuestro autor, incluyendo en la connotación de ella más de un
E^tributo de los que no deben estar forzosamente unidos: E n nuestro
740 Anales de la Universidad

caso, por ejemplo, sólo se llamaría acción libre á la que reuniera las
tres condiciones indicadas; y se discutiría sobre todo eso á la vez.
Pensar así sería embarazoso, expuesto á confusiones propias y ajenas,
pero, en suma, lógicamente legítimo. Tal no es, sin embargo, la actitud
mental del autor. El acumula la noción de imprevisibilidad ó contin-
gencia á la de espontaneidad, porque cree que son inseparables, por-
que cree que la primera deriva de la segunda, como, por lo demás, lo
dice expresamente algunas líneas más abajo, en este pasaje que nos
será útilísimo para mostrar un estado de espíritu que es muy común
á propósito de esta cuestión, pero que generalmente es inconsciente,
y raras veces consciente como aquí:
«Creemos al contrario (de Leibnitz) que si el hombre es libre, el
alma puede modificarse por sí misma y por consiguiente que el cono-
cimiento perfecto de su estado presente no bastará para predecir in-
faliblemente todas sus acciones futuras».
Expresamente se declara aquí que el indeterminismo (problema D),
es una consecuencia de la libertad (problema L). Ahora bien: esta es
confusión patente. Lo que se deduce de la libertad en el L, esto es,
de que el hombre obre por sí mismo, de que sea causa de sus actos, es
la imprevisibilidad de sus acciones si se prescinde de él, ó sea la im-
previsibilidad relativa á que se refieren los problemas L'. Pero
si en vez de tratarse de esa imprevisibilidad relativa, se trata de la
absoluta, el indeterminismo no es una consecuencia de la libertad;
el mismo autor, unas líneas antes, nos decía que la volición libre
se explica por el ser que la produce; y los deterministas dirían que
precisamente por eso, porque se explica, se puede ó se podría teórica-
mente predecir.
En la misma página (308), insiste el autor en su confusión expre-
sa: «Con la humanidad entera, hacemos de la expresión acción libre
el sinónimo de acción independiente (L\ Sólo que deducimos de la
independencia la imprevisibilidad (D).. .•», etc.
Estas últimas citas nos mostrarían, pues, si ya el lenguaje empleado
en la misma definición no nos lo hubiera revelado desde el principio,
.que la acumulación de más de un problema en la definición es con
fusión y no método. Entonces, después de una definición semejante,
podrá un libro traer muchas cosas valiosas: erudición, pasajes útiles
aquí y allá, buenos argumentos parciales; pero el todo será fatalmente,
necesariamente confuso, impreciso, falso.
Y así es: repasamos el libro, y los siguientes pasajes nos dan una
idea del estado mental del autor, que pasará á ser el del que lea un
libro de ese género.
Página 311 (planteando la tesis del determinismo): «Nada es dueño
de sí en el Universo, nada es libre, todo lo que sucede debe suceder».
La estructura de esta frase presenta como equivalentes las tres afir-
maciones que contiene, en la primera délas cuales, sin embargo, se
Anales de la Universidad 741

trata claramente del problema L (en la segunda, parece que del


mismo), y, en la tercera, evidentemente del problema D.
Pasajes como el anterior, como el que contiene la definición, y
otros más citados antes, se encuentran raramente, porque no es na-
tural en los escritores el estado de espíritu que presuponen estos
saltos bruscos de una cuestión pensada y expresada claramente á
otra cuestión distinta, también pensada y expresada claramente. Lo
común es que las cuestiones confundidas estén, no como distribuidas
por capas, sino más mezcladas. Véase lo que sigue (página 311):
«Fatalistas, deterministas, están, pues, de acuerdo sobre las conclu-
siones, cualesquiera que sean sus divergencias de doctrina; en efecto:
¿qué me importa que la necesidad que me encadena venga de aden-
tro ó de afuera, que yo sea ligado (attaché) por un fatalismo exterior
ó por un determinismo interior? ¿Estoy por ello menos ligado?»
Hay aquí una confusión inmensa; y el lector ya ha de estar prepa-
rado para verla: el espíritu del autor no se coloca bien, clara y per
manentemente, ni en el punto de vista de los seres, ni en el punto
de vista de los actos. Analicemos. Comparando lo que él llama fata-
lismo con lo que él llama determinismo, siente que hay algo que
queda igual en las dos doctrinas; y, en efecto, tiene razón: hay algo
que queda igual, y es el ser mi acto {mi acto; no yo) tan determinado
en el primer caso como en el segundo. Pero, como hemos explicado
en el§ 5, hay tendencia á hablar de actos libres y no-libres, y á lla-
mar actos no libres á los actos que se explican por todos sus antece-
dentes, ó sea á los actos determinados. E l autor pasa de este sentido,
al otro sentido en que se puede hablar de actos no-libres, esto es: al de
actos no ejecutados libremente; y por esto piensa y habla de un ser
no-libre, de un yo encadenado, ligado. Es claro que no tiene sentido
hablar de un ser, de un yo, encadenado por un determinismo interior;
lo que tiene sentido, es decir que los actos de ese yo (algunos de
ellos), obecedecen, (por lo menos en parte), á un determinismo inte-
rior al ser que los produce, y no puramente exterior á él. E n ese
caso, el ser, el yo, es libre, y el acto es determinado. Yo, no estoy
encadenado, ligado, forzado, ni nada semejante; y el autor ha sido
llevado á emplear estas expresiones por su estado mental confuso.
Hojeando, veo pasar por las páginas 409 y 410 uno de los @ (sería
infinito citarlo todo); por la página 411, el espúreo del carácter, y
subrayo esta frase característica: Hay, por consecuencia, en el carác-
ter de todo hombre, algo que viene verdaderamente de él (!) Por l a
página 423 desfila el de los motivos, con una distinción entre la he-
sitación y la deliberación, en que aparece la balanza, y que termina,
naturalmente, por la confusión de siempre: aVeamos ante todo si hay
en la decisión algo que sea verdaderamente nuestro, y que merezca
ser llamado voluntario y libre». Demuestra que sí, lo que es fácil, y
742 Anales de la Universidad

estas demostraciones le producen sensación de evidencia en favor del


indeterminismo, como si se tratara de la misma cuestión.
Página 430: « . . . las conclusiones posibles son más ó menos pro-
bables, pero ninguna es necesaria. El ser razonable se siente enton-
ces indeterminado: es en eso en lo que consiste la materia de su inde-
pendencia y de su libertad. Después siente que es él mismo el que
hace cesarla indeterminación, y siente entonces el acto de su liber-
tad». Párrafo en que es permanente la confusión de cuestiones L y
cuestiones D, en forma tal que todo análisis sería artificial, como si
se pretendiera localizar los matices de la tela tornasolada.
Página 434: « . . . E l hombre, pues, se siente libre y se cree libre.
Rompe por sí mismo indeterminaciones; nada fuera de él puede rom-
perlas, porque esas indeterminaciones tienen lugar en la parte inma-
terial de su ser...» Este pasaje es más interesante que los anteriores,
porque, en vez de dos fundamentales, son tres los problemas que se
mezclan y que en el espíritu del autor son «el problema» de la liber-
tad: el L, el D, y, como se ve por el fin de la cita, también elGO , ó sea el
de las relaciones de la conciencia con el cuerpo ó con el mundo material.
Este problema Q O , como he dicho, tiene relaciones con los otros,
pero es di stinto. Los autores, muy á menudo, no lo distinguen y lo
mezclan con las cuestiones sobre libertad y sobre determinismo. E l
párrafo citado es un ejemplo. Véase este otro (página 449) donde hay
evidente confusión entre el mismo ( j j ) y el L: «¿Cuál es, pues, la causa
de que ningún hombre sensato tenga á Víctor Hugo y á Newton por
puros autómatas (el autor ha estado discutiendo el (jO, y todavía pien-
sa en este problema), y de que, sobre todo, nadie consentiría en ser
tenido en concepto de tal por los otros hombres? Es que todos senti-
mos en nosotros algo de puramente nuestro (ahora se ha pasado al L),
el placer, el dolor, la sensación, la imagen, la idea, y, para nombrarlo
con una sola palabra, el pensamiento*.
Páginas 451-52: «Creemos, pues, poder concluir: nos creemos y so-
mos libres, nuestros actos dependen de nosotros ('-), nuestro carácter
entra como factor en la constitución de nuestros actos (espúreo), y
nosotros mismos, por la actividad racional que somos, entramos como
factores en la formación de nuestras ideas (?), en la resolución de las
indeterminaciones (el D, que predomina ahora) que sentimos en
nosotros, y por eso mismo también en la constitución de nuestro pro-
pio carácter (espúreo). Así, todo lo que en nosotros se eleva sobre las
pasividades (en oposición de las cuales piensa el autor en actividad:
L,) orgánicas y sensibles sin elevarse hasta la certeza absoluta y ne-
cesaria (cuestiones D, que pasan otra vez) del conocimiento racional,
es decir, como lo había visto Aristóteles, el medio en que se encuen-
tran y coinciden nuestras dos naturalezas (aquí parece que pasa algo
que tiene que ver con el GDX todo eso forma la materia indeterminada
y contingente (P) donde se ejerce nuestra libre voluntad (0 )»•
Anales de la Universidad 743

Una vez más: cuando, al analizar uno de estos párrafos, nos referi-
mos á los distintos problemas que el autor confunde, y lo hacemos sea
dando una explicación, sea limitándonos, por brevedad, á poner entre
paréntesis el símbolo del problema,—no queremos expresar que en esa
frase el autor piense clara y precisamente en ese problema exclu-
sivamente, y que en la frase siguiente pase á pensar en otro, y
así sucesivamente. Ya hemos dicho que este caso no es común.
Por lo general, sobre todo el pasaje flota una bruma hecha de
asociaciones de los distintos problemas, sin perjuicio de que, á
menudo, predomine en unas partes la concepción de uno y en otras
la de otro; es como si de un mismo lugar, por ejemplo, de un
jardín, se desprendiesen varios perfumes: á veces nos vendrían todos
mezclados; otras, diríamos que predomina el de las rosas ó el de las
violetas, sin perjuicio de sentirse los demás; en ciertos momentos po-
dríamos también decir que nos llega uno solo. . . Esta comparación,
bien impropia, puede sin embargo hacer comprender qué es lo que
pretendemos cuando, en un punto del pasaje, anotamos el símbolo
de un problema Entiéndase, pues, todo, con cierta vaguedad, como
es de buena psicología. Lo que queremos es> íinicamente, mostrar
cómo se tratan estas cuestiones; qué estado de confusión mental es el
habitual en los que creen resolverlas y en los que creen comprenderlas.
Continúo citando: «El determinismo (página 508) nos parece, pues,
deber, poco menos que fatalmente,inclinarse al pesimismo:... Un
hombre bueno es bueno como una buena máquina ó un buen útil, ó
si se quiere, como una planta benéfica ó un caballo excelente; pero
no es ya la causa de su bondad». Siempre á causa de la misma con-
fusión este L y D, el autor saca (al fin de su frase) la consecuencia
de la solución negativa del L (comparando al hombre á una máquina,
y diciendo que no es la causa de su bondad), y atribuirá, y hará que
el lector atribuya esas consecuencias, al determinismo, que en rigor
de términos sería una teoría relativa á otro problema; y así la con-
fusión se mantiene á sí misma, y se extiende.
Alsfo absolutamente igual ocurre con este pasaje (página .552): «Es
claro que un determinista convencido, pintor, escultor, poeta ó nove-
lista, no podrá representar más que hombres esclavizados».
§ 37.—La parte histórica del mismo libro, está, naturalmente, llena
de ejemplos de confusiones (á veces las del autor se complican con las
délos filósofos mismos á quienes cita ó juzga).
Página 22: «Acabamos de hacer presentir ya que Aristóteles acuer-
da al libre arbitrio una parte más grande que Sócrates y Platón. Ob-
serva los hechos de más cerca; está habituado á las más delicadas ob-
servaciones psicológicas no minos que á las especulaciones metafísi-
cas más elevadas Ahora bien: es muy difícil á un observador atento
de la conciencia humana no descubrir en ella la creencia en un po-
der ipouvoir) del hombre sobre sus acciones (problema L). Aristóteles
744 Anales de la Ihiiversidad

cree, pues, en un poder (puissance) del hombre ^sigue el L), en una


cierta indeterminación de los actos (el problema D, como si fuera el
mismo), en un libre arbitrio (expresión que designa á la vez la solu-
ción libertista del problema L y la indeterminista del problema D;
luego, confusión absoluta).
«Así, no se puede casi negar que Aristóteles haya creído en el poder
(puissance) del hombre sobre sus acciones (L), en una elección libre,
imposible de determinar y de prever (D) (Página 29).
NOTA.—Las confusiones del autor son, á menudo, mucho más gro-
seras que las de los filósofos que analiza. Esto se ve á propósito del
mismo Aristóteles, y mejor todavía, naturalmente, á propósito de los
filósofos modernos que han pensado con mucha claridad y profundi-
dad sobre estos problemas, como Leibnitz. Así, cuando el autor con-
funde el I con el D, es, generalmente, pensando el L sin retroacción,
ó con poca Este es el caso en que la confusión es grosera. No así
cuando se piensa el problema L con retroacción, porque, como ya lo
hemos sugerido en otro lugar, la retroacción plantea el D, ó, en todo
caso, cuestiones con él relacionadas. Además, cuando se piensa el L
con retroacción, decir que el hombre tiene «poder sobre sus actos»,
que es «el padre de sus actos» ó «la causa de ellos», puede implicar, en
el pensamiento del autor, la cuestión de los comienzos absolutos ( / ^ )
que es una de las formas ó variantes del D.
Página 57: «... el destino admitiría entonces (según Séneca) una
cierta ambigüedad (D); pero cambia {se ravissé) en seguida y nos mues-
tra la realización de la condición comprendida, también, en la orden
del destino, de manera que ninguna ambigüedad (sigue el D, en su
misma forma f. ) queda subsistente. No somos, pues, independientes».
(Ahora es el L! Nótese el pues, que muestra lo enorme de la confusión).
Pagina 70 (resumiendo á Alejandro de Afrodisia): «No se puede
negar también que haya contingencia en las cosas Sin duda el fuego
es necesariamente caliente y la nieve fría necesariamente; pero ¿es
necesariamente como el hombre está sentado ó de pie? Evidentemente
no. ¿Quién no ve que puede levantarse cuando está sentado, y que
puede sentarse cuando está de pie?» (Confusión inanalizable de las
cuestiones sobre contingencia, ya muy confusamente concebidos, con
la del poder del hombre para obrar sin causa de acción exterior en un
momento dado).
El siguiente pasaje de la página 209 es muy significativo. Lo cito
por eso, aun cuando es posible que el lector, para comprender bien
mi análisis, necesitara leer el capítulo dedicado á Leibnitz: «Es pues
verdadero decir que Leibnitz, queriendo solamente rechazar la liber-
tad de indiferencia, acabó por rehusar al hombre todo poder efectivo
sobre sus determinaciones». Clarees que lo que Leibnitz suprimió (al
analizar afondo la noción de contingencia), no fué el poder del hombre
Anales de la Universidad 745

sobre sus determinaciones, sino la ambigüedad de esta determinación,


ó sea su posibilidad en más de un sentido. El autor confunde siem-
pre las cuestiones D y las cuestiones L, por lo cual, cuando juzga
suprimido el indeterminismo (D) juzga suprimida la libertad (L),
Excuso más citas de esta obra, así como emplear el otro procedi-
miento para mostrar coiifusioues que consistiría en citar separadamen
te pasajes en que se toman los términos en un sentido y después otros
en que los mismos términos se toman en sentido distinto.
Voy á segregar, sin embargo, una cita que va á servirnos de ejem-
plo de una de las formas más comunes de confusión,
§ 38.—En el capítulo dedicado á Descartes, hay (páginas 151 y
152) unas citas de este filósofo. Entre esas citas están los siguientes
pasajes:
«Porque ella (la libertad), consiste solamente en que nosotros po-
demos hacer una misma cosa ó no hacerla, es decir: afirmar ó negar,
perseguir ó evitar una misma cosa».
«O más bien consiste solamente en que, para afirmar ó negar, per-
seguir ó evitar las cosas que el entendimiento nos propone, obramos de
tal manera que no sentimos que ninguna fuerza fuerce (constraigne)^.
Y sigue un tercer pasaje en que Descartes identifica la libertad
con el poder de obrar bien.
El autor del libro percibe fácilmente que hay en Descartes confu-
sión, porque el último de los tres pasajes (el que no transcribo) se re-
fiere á una cosa distinta de los otros. Llega también á hacer notar que
el segundo pasaje «restringe el libre arbitrio ó la ausencia de coerción
{contrainle»), y lo juzga por eso como no equivalente al primer pasaje,
y menos amplio que él. Pero lo que, naturalmente, no ha notado, es que
ese mismo primer pasaje ya es en sí ambiguo, y debe, si no tal vez en
rigor lógico (porque podría dársele un sentido unívoco estableciendo
convenciones expresas sobre el significado de los términos) por lo menos
psicológicamente, provocar y mantener una confusión. Tratemos de ha-
cer este análisis, que es sutil y difícil, pero muy importante, porque,
como lo iremos viendo, la frase en cuestión es típica; algo así como
una fórmula general de las confusiones más comunes.
Si "-nosotros podemos hacer una misma cosa, ó no hacerla-». Cues-
tión ambigua, por esto:
Al decir nosotros, ese nosotros, (ó cualquier otro sujeto que se tome
para la frase: yo, tú, él, el hombre, an hombre, etc), ese sujeto es un
ser que tiene ó es fuerza. Al considerarlo como sujeto, adoptamos
el punto de vista individualizante, que consiste en considerar los
actos del sujeto con relación, solamente, á los antecedentes exterio-
res al sujeto (L'). Si pensáramos así con pei'fecta claridad y pureza,
y si nos mantuviéramos consecuentes, esa cuestión sería simplemente
el problema I', equivalente al L, y entonces, el primer pasaje de Des-
cartes equivaldría justamente al segundo.
(^46 Anales de la Universidad

Pero hay dos causas para que el pensamiento del lector, al leer esa
frase, ni piense con claridad y pureza ese punto de vista solo, ni se
mantenga consecuente en un mismo punto de vista.
La primera resulta de la ambigüedad del verbo poder, que, en
cierto sentido, significa capacidad (grúa que puede levantar cien tone-
ladas; reverbero que puede hacer hervir un litro de agua); en otro
sentido, indica posibilidad ó contingencia; y este segundo sentido lo
tiene, ya exclusivamente, ya mezclado con el anterior (noviazgo que
puede romperse, navio que puede naufragar).
L a segunda causa viene de la forma disyuntiva, que provoca la
idea de contingencia ó ambigüedad de pasibles, y viene así á refor-
zar á la anterior. La presencia de esta idea de contingencia significa
que, además de la cuestión anterior, pensamos en una segunda distin-
ta; que al mismo tiempo que pensamos en si los actos del sujeto de-
penden ó no de los antecedentes que no son ese sujeto (cuestión de la
libertad de ese sujeto: L' Ló ), pensamos también en si los actos de
ese sujeto son ó no posibles en más de un sentido (D). -
A cada momento encontraremos on adelante esta fórmula ambigua.
No la incluí entre los problemas espúreos, porque, en ésta, la confu-
sión es menos fatal, y podría evitarse lógicamente; pero de hecho, es
todavía más común que la que engendran aquéllas.

II
§ 39.—Otra clase de libro: un «texto»: el de Rabier.
La cuestión se plantea en las páginas 537 y 538 (1) y se discute en
las siguientes. Veamos la entrada en materia:
Ya, en el título del capítulo (XXXEX), se ha sentado en principio,
que se trata de una cuestión. El título e? éste: L A L I B E R T A D — C R Í -
TICA DEL DETERMiNisMO. Y, en la tercera línea, se menciona «la
cuestión de la libertad». Ya queda, pues, convenido desde ese mo-
mento, que hay una cuestión que tiene dos soluciones: una que ad-
mitirá la libertad, y otra, el determinismo, que el autor va á criticar.
En ese estado de espíritu, el lector lee lo siguiente: «Pero ahora,
esa libertad (la de perfección), que es un fin, ¿el hombre tiene en sí el
medio de tender á ella? (2) Entre ella y su contrario ¿es él capaz de
elegir? (Bien pronto, como se ve, nos encontramos con la fórmula
que acabamos de analizar hace un momento. La confusión se va es-
tableciendo). ¿O bien no puede más que asistir, testigo inerte é impo .
tente; al conflicto de la razón y de las pasiones, y ceder dócilmente
al vencedor, sin jamás contribuir á la victoria? (Desde ese momento,

(1) Lefons de Phüosophie, par Elie Rabier. Pskhologic. Quatriéine edition, Paris, Hachette
1893.
(2) Traduzco conservándola construcción francesa de esta frase, que es un solecismo en nues-
tro idioua, para no alterar psicológicamente el pasaje.
Anales de la Universidad 747

desde que se ha leído esta frase, todo está perdido!! Y a el lector


queda entendiendo que, en la cuestión, hay una solución determinista
que, en oposición á la tesis de la libertad, sostiene que el hombre es
«inerte», pasivo, '•'•testigo impotente...* Ya la solución determinista del
problema D quedará irremisiblemente confundida en su mente con
la solución inertista, con la solución inertista extrema del proble-
ma L. Agregúese, todavía, que lacláusula tiene por sujeto á «el hom-
bre»; pero después habla de la razón y las pasiones como de cosas
exteriores á ese sujeto que asiste, cede y jamás contribuye á la victo-
ria, lo que muestra que el sujeto en cuestión, después de haber em-
pezado por ser el hombre, ha pasado á ser una parte del hombre;
seguramente la voluntad; de modo que también hay confusión entre
L >S) y L©"). bigue el autor: «He aquí el problema» (siempre uno).
«TESIS OPUESTAS D E L D E T E R M I N I S M O y D E L LIBEE ALBEDRÍO» (co-
mo título de un §: la confusión se confirma). «Precisemos en cuanto
sea posible el objeto del debate. A l preguntar si el hombre tiene la
libertad, queremos preguntar si el hombre «.tiene el poder de hacer lo
que no hace, y de no hacer lo que hace» (cita de Condillací vuelve
nuevamente aquella fórmula anbigua; la confusión aumenta). Pero,
paramas claridad, opongamos una á la ocra (la polarización histórica
del problema en fortna dileiiaática) la tesis determinista (negación de
la libertad) (el autor, con este paréntesis, cierra toda puerta para es-
capar á la confusión) y la tesis del libre arbitrio: 1.° en el orden psi-
cológico ó subjetivo, 2.'J en el orden objetivo, 3 o en el orden lógico.
1.° D E S D E E L PUNTO DE VISTA SUBJETIVO: Tesis determinista:
Dado un estado del alma (motivos y móviles), no hay para la volun-
tad más que una resolución posible». (Suprimo, por sencillez y breve-
dad, la enunciación de la tesis opuesta; la que he transcripto, que
pretende ser la determinista, parece ser la negativa ó inertista del
emboité de la voluntad planteado en su vanante equivalente L'II.V' (1)
pero confundido con el D, puesto que sé plantea líi cuestión sobre po-
sibilidades en uno ó más sentidos. Aquí hay una' cuestión muy sutil:
podría erhplearse la expresión del texto, en rigor, si ella quisiera de-
cir sólo-que, si-endo la voluntad inerte, no activa, los actos de la vo-
luntad son determinados por lo que no es la voluntad, y que, si fue-
ra al contrario, si la voluntad fuera activa, sus actos, como no serían
totalmente determinados por lo que no es la voluntad, quedarían,
aún dado un mismo estado exterior, posibles en más de un sentido;
y, al decir posibles en más de un sentido, entenderíamos referirnos
no a u n a posibilidad absoluta y real, sino á esa otra aparente posibi-
lidad en más de un sentido que resulta de la ignorancia ó falta de

(1) Pido que se lea el cuadro, página 72(); me es necesario referirme á él á menudo; de otro
modo tendría que complicar tanto cada explicación que casi me sería imposible escribir
inteligiblemente.
748 Anales de la Universidad

datos completos sobre los antecedentes, como cuando yo digo que es


posible que llueva hoy, que también es posible que no Hueva, con lo
cual no quiero decir que son realmente posibles en sí una cosa y otra,
sino que lo son relativamente, para mí, por falta de antecedentes...
Pero, aunque se pudiera, por convención, expresar así un problema L'
cualquiera, ese sentido convencional no se sostendría un momento;
sería psicológicamente inestable. Lo que digo, tan sutil y teórico, sería
para el caso de que el autor hubiera pensado conscientemente todo
eso; de hecho, está de más, pues el autor se expresa en la forma en
que lo hace, simplemente porque su pensamiento no es claro. Segui-
mos citando): 2.» « D E S D E EL PUNTO DE VISTA OBJETIVO: Tesis deter-
minista: «.Todos los acontecimientos futuros son, sin excepción, pre-
determinados por el estado presente del Universo. —7es^u'? del libre
arbitrio: el porvenir no es en su totalidad predeterminado por el
presente, y ciertos acontecimientos futuros, á saber; los que dependen
déla voluntad, son ambiguos ó posibles en diversos sentidos». Ahora,
el problema, «/a cuestión*, es exclusivamente el D (fórmula ^ ) ; y la
confusión queda establecida definitivamente, sin remisión. E l lector
queda pensando, pseudo-pensando, como el autor, que la primera de
estas tesis equivale á aquella otra anterior de que el hombre es pa-
sivo é inerte, simple testigo, etc., ó que, en el mejor de los casos,
esta última es consecuencia necesaria de la primera; y ya, sobre este
asunto, no podrá pensar con claridad, nevermore).
Sigue una nueva enunciación de las dos tesis desde el punto de
vista lógico, á propósito de la aplicación del principio de contradicción
á las proposiciones relativas á hechos futuros concernientes á la volun-
tad. Esta enunciación, tomada de Aristóteles, es, como la anterior,
un planteo claro del D ^ . L a confusión se consolida, si aun es posible.
Después, en los dos capítulos que dedica á «la cuestión» el autor no
hace más que pasar de un sentido á otro de los términos, confundirlos,
mezclarlos, y produce el más raro efecto el trabajo de su talento claro,
metódico y un poco esquemático, sobre esa materia confusa, toda
pa.stosa de confusión.
Así, hay momentos en que discute problemas de la fórmula L; por
ejemplo: en la página 579: «Cuando un hombre está en las tinieblas,
sin saber á dónde ir, permanece inmóvil. La luz se hace; él ve su des-
tino, su camino, marcha. Pero, ¿es la luz la que ha puesto en movi-
miento sus nervios y sus músculos? Así, el motivo hace al acto de la
yoluntSLd, posible, inteligible é inteligente; no lo produce». Está de-
fendiendo aquí la actividad de la voluntad; trata del L^. «Pero los
deterministas instan: olvidáis que alguna inclinación se mezcla siem-
pre á nuestras ideas, algún móvil á los motivos. Ahora bien; si la
idea es simplemente representativa, la inclinación, seguramente es
motriz: es ella la que fuerza {entrame á la voluntad». Sigue, pues dis-
cutiendo la cuestión de la actividad ó pasividad de la voluntad. Más
Anales de la Lniversidad 749

abajo: «los deterministas deberían probar que la voluntad cede siem-


pre á la inclinación más fuerte; en el cual caso se seguiría, en efecto,
que la voluntad es inerte y no posee ningún poder automotor». De
manera que, aquí, el problema es, para el autor, el L © • Lo mismo en
la nota de la página 550, que trae esta cita de W, James: «Cuando
fuerzas exteriores obran sobre un cuerpo, decimos que el movimiento
resultante sigue la línea de la menor resistencia ó de la más fuerte
tracción. Para simbolizar el drama mental en términos de mecánica
el determinista dirá que la voluntad sigue la línea de menor resisten-
cia ó de la mayor atracción. Pero es un hecho curioso que nuestro
lenguaje espontáneo no sea de ningún modo compatible con esa ley.
E n todos los casos difíciles, lo que parece al agente es que está en
presencia de una línea más fácil que otra, y que le ofrecía menos re-
sistencia, aun en el momento en que ha elegido esta otra E l hombre
que, bajo el bisturí del tíirujano, reprime gritos de dolor; el ciudadano
que se expone al ostracismo por deber, siente que sigue la línea de la
mayor resistencia en ese momento. Habla de vencer, de sobrepujar (sur-
monter), sus impulsiones y sus tribulaciones. Pero el perezoso, el ebrio,
el cobarde, no tienen costumbre de hablar de suconducta de esa ma-
nera; no dicen que resisten á su energía; que sobrepujan á su volun-
tad; que dominan su valor; y así en los demás casos». Siguen más con-
sideracioneá en el mismo sentido, que no transcribo por no hacer más
extensa la cita, y é^ta termina así: «La única definición de la acción
moral conforme con las apariencias es, pues, esta: la acción en la lí-
nea de la mayor resistencia». Es clarísimo que aquí se trata de un
problema L; en especial, de un L @: indudablemente el ^ , que es el
que debía plantearse un espíritu que mira las cosas desde un punto de
vista tan vital y concreto como James. Rabier, pues, al hacer esta
cita, piensa el problema de la libertad como un problema L. Lo mis-
mo en este pasaje (página 557): «D>3 hecho, los hombres creen en su
libertad, y se atribuyen, con razón ó sin ella, el poder de elegir en-
tre varias resoluciones, permaneciendo los mismos los antecedentes».
Se ve, por la expresión, que se trata de los antecedentes exteriores
del hombre (puesto que el hombre se ha constituido en sujeto y ya
no se toma en cuenta á él mismo como antecedente de cada acto
suyo); se trata, pues, más ó menos claramente, de un L, ó, lo que es lo
mismo, de un L'. Y" así en muchísimos otros pasajes. En cambio, en
otros, se trata patentemente del o. Y en casi todos, de m i s de uno á
la vez, confusamente. Inútil hacer más citas.

Carlos Va% Ferreira.


(ContimMrá).

53
750 Anales de la Universidad

Sobre Administración y Organización de


Puertos

Resaltados d e ana misión d e l IVIiiiisterio d e Fomento-


desempeñada en 1 9 0 4

E. GARCÍA D E ztíSÍIGA
Decano de la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Montevideo

(Continuación)

SECCIÓN II.—Licyes y reglamentos generales del P u e r t a

A . — LEY GENERAL DEL PUERTO

El Senado de Hamburgo, de acuerdo con la Asamblea popular


(Bürgerschaft), sancionó el 30 de junio de 1897 una ley cuyas
disposiciones principales son las siguientes:

I.-—Límites del Puerto. Autoridades


§ 1.—El territorio al cual se aplica esta ley, comprende el río Elba
desde Kohlbrand, la frontera con Altona, hasta la desembocadura
Anales de la Universidad 751

del Dove-Elbe, incluidos todos los canales y espejos de agua que


comunicando con el Elba dentro de esos límites permiten la entrada
y salida libre del flujo y reflujo,—en cuanto se hallen dentro del terri-
torio de Hamburgo. También se aplica á las superficies de agua en-
tre las esclusas del Alster por un lado y las de Grcskeller, Michaelis-
brücke y Müklenbrücke por el otro.
§ 2.—Todas las embarcaciones y balsas en el puerto de Hamburgo
están sometidas á esta ley y á las ordenanzas que la complementen.
Los patrones y tripulaciones de dichas embarcaciones y balsas están
obligados á obedecer las órdenes de los empleados y Policía del
puerto (véase, sin embargo, § 5, inciso 1.°).
Al pasar los límites aduaneros y mientras se hallen en la parte del
puerto situada dentro de esos límites, dichas embarcaciones están
obligadas á observar los reglamentos aduaneros vigentes y á obede-
cer las órdenes de los empleados de la aduana.
Toda embarcación situada junto á losquais administrados por el Go-
bierno está sujeta á las órdenes de los empleados respectivos, de
acuerdo con las disposiciones relativas al uso de losquais y sus de-
pendencias.
Así también, deberá cumplir estrictamente las disposiciones refe-
rentes al uso de los embarcaderos públicos y las órdenes de los em-
pleados que tienen á su cargo esas instalaciones.
Finalmente, al pasar una esclusa, debe cumplir todas las órde-
nes de los escluseros ó sus asistentes, de acuer do con las disposicio-
nes respectivas.
§ 3.—La vigilancia del tráfico en el puerto depende de la Comisión
de Navegación y Comercio y d é l a autoridad policial. L a Comisión
nombra y toma juramento á las autoridades del puerto, (á saber: al
capitán general del puerto, á los capitanes de puerto, á los asistentes
de los capitanes, á los pilotos del puerto y á los inspectores del mis-
mo). La autoridad policial nombra á los empleados de la policía del
puerto (capitán de la policía del puerto, un primer comandante, co.
mandantes y vigilantes). Cada una de las mencionadas autoridades
imparte á sus empleados las órdenes de servicio necesarias.
Los empleados de la Comisión de Navegación y Comercio y los déla
autoridad policial deben prestarse mutua ayuda para hacer cumplir
las disposiciones de esta ley.
Si los empleados de la Policía del puerto comprobasen infracciones
á los reglamentos náuticos, están obligados (sin perjuicio del derecho
de intervenir directamente cuando así lo exijan razones de urgen-
cia) á comunicar los hechos al empleado competente para que este
funcionario adopte las medidas que el caso requiera.
§ 4—El puerto se dividirá en distritos, cuyo número y límites se-
rán fijados por la Comisión de Navegación y Comercio.
752 Anales de la Universidad

L a vigilancia del puerto se efectúa por su Oficina principal y por


las oficinas de puerto de los diversos distritos.
§ 5.—Todas las embarcaciones de mar cuya capacidad exceda á 150
metros (neto) pueden, á su entrada en el puerto ó al cambiar de sitio
ó al abandonar el puerto, tomar un piloto, pero no están obligadas á
ello. L a dirección del buque, aunque se halle un piloto á bordo, está
siempre á cargo del patrón.
Además de su sueldo fijo, los pilotos del puerto recibirán por su
trabajo compensaciones proporcionadas al número y calado dé-
los buques á que hayan prestai^k» sus servicios. Estas compensacio-
nes se toman de los derechos de capitán de puerto (§ 37), de los cua-
les se pondrá para esto objeto una sexta parte á disposición de la Co-
misión de Navegación y Comercio. Esta Comisión fijará más deta-
lladamente la distribución é importe de estas compensaciones.

IL—Tráfico de los buques

§ 6.—Se prohibe la provisión ó suministro á los tripulantes de las


embarcaciones de mar y á los patrones de las de río, de mercan-
cías ó artículos que no hayan pagado derechos de aduana ó im-
puestos de consumo, y de aquellos artículos ó mercancías que á su
exportación fuera del territorio aduanero son favorecidos con una de.
volución de derechos de aduana ó de impuestos de consumo. La pro-
visión ó suministro de tales mercancías ó artículos, sólo es permitida
á las embarcaciones de mar mediante orden escrita de los armadores
ó del patrón del buque. El portador de esas mercancías ó artículos
deberá ir provisto de dicha orden, como comprobante.
§ 7.—En caso de suministro á un buque en el puerto, de artículos
provenientes de un lugar situado dentro del territorio aduanero ale-
mán, la persona que lo efectúe está obligada á presentar la orden es-
crita á que alude el § 6, ó bien la orden de entrega del vendedor. Esta
última debe indicar la clase y cantidad de los artículos suministrados,
el nombre del buque á cuyo bordo han de entregarse, y los nombres
del vendedor y comprador.
§ 8—Lis disposiciones de los dos parágrafos precedentes no se apli-
can al trasporte á bordo de los buques que se hallan en el puerto, de
artículos de flete ó pertenecientes á los pasajeros.
§ 9.—Se prohibe dentro del territorio en que tiene aplicación
esta ley:

1) Ejercer el comercio de vendedor ambulante de cualquier clase


de artículos. Las autoridades policiales podrán permitir á de-
terminados contratistas la venta de artículos de consumo, pero
este permiso será revocable en cualquier momento.
Anales de la Universidad 753

2) Vender á vendedores de segunda mano ó vendedores ambu-


lantes, utensilios usados de buque, sobras de mercancías, dese-
chos abandonados á bordo, etc.; así como entregar tales so-
brantes ó desechos á los contratistas de la limpieza de los
buques.
3) L a venta de cualquier clase de artículos por parte de los tri-
pulantes. Los patrones de buque son considerados responsa-
bles de todo género de tráfico entre sus buques y los vende-
dores de segunda mano ó ambulantes.

IIL—Fondeadero de los buques. Obligación de dar aviso

§ 10.—A su llegada á Hamburgo, se indicará á cada buque el lugar


que ha de ocupar en el puerto.
§ il.—Sólo en casos de absoluta necesidad, se permitirá á los bu-
ques echar anclas. E n casos excepcionales, el Capitán general del
puerto podrá permitir que los buques permanezcan anclados en lugares
determinados por tiempo considerable.
Se orohibe echar el ancla en los lugares donde haya cables tele-
gráficos ó donde desemboquen cloacas. Estos lugares están indicados
en la costa, por medio de postes con inscripciones apropiadas.
I 12.—Las embarcaciones especiales del tráfico del Elba Superior
{oberlander Kiihm), sólo podrán atracar á las de mar para cargar ó
descargar mercancías, cuando el peso de éstas no sea inferior á 50
toneladas, ó el número de los fardos no sea inferior á 500- De este
hecho deberá suministrarse la suficiente prueba al anotarse aque-
llas embarcaciones en la Oficina del puerto (|§ 13 y 15). Si el espacio
escasea, podrá el Capitán general del puerto negar el permiso corres-
pondient e, ó sólo concederlo á condición de que se pruebe que la can-
tidad de mercancías ó artículos trasbordados llega á un total superior
al indicado antes.
Si se produjera en el puerto una interrupción del tráfico, por haber
demasiadas lanchas, botes ó embarcaciones de río atracadas á los
quais ó á las embarcaciones de mar, los empleados del puerto y los
de la policía del puerto podrán ordenar la remoción de las embarca-
ciones que la causen. L a decisión respecto á cuáles embarcaciones
sean las causantes de dicha interrupción, se deja á las discreción de
aquellos empleados. Sin embargo, éstos deberán tener en cuenta en
lo posible, el orden en que se hayan anotado los buques de mar, así
como también deberán evitar que se produzca un estancamiento del
tráfico.
Después de terminada la carga ó descarga, las pequeñas embarca-
ciones de transbordo dejarán libres los quais y se retirarán de los bu-
754 Anales de la Universidad

<iues á que hayan servido. Igualmente se retirarán de los puestos


aduaneros, luego que hayan sido examinadas por los empleados de
aduana. Si necesitaran remolcadores, deberán pedirlos con la debida
anticipación.
E n caso de que las órdenes de los empleados no fueran inmediata-
mente obedecidas, están autorizados éstos para tomar las medidas ne-
cesarias á costa de los armadores ó propietarios de las mencionadas
embarcaciones. Si hubiera que efectuar maniobras por orden de los
empleados del puerto, los buques objeto de ellas podrán considerar-
se bajo el mando de dichos empleados, si los interesados lo requirie-
sen así.
§ 13.—Todas las embarcaciones, de mar ó de río, de una capacidad
superior á 50 metros (neto), deben dar aviso de su llegada al puerto
y de su partida, y,—mientras se hallen en él,—de todo cambio de
fondeadero. El aviso debe darlo, ó el patrón del buque ó la persona
autorizada por él para hacerlo; á menos que el buque esté eximido
de esta formalidad, de acuerdo con el § 17.
§ 14.—El aviso á que'se refiere el parágrafo anterior, debe darse den-
tro de las 24 horas después de la llegada del buque y ante la Ofici-
na del puerto correspondiente al distrito en el cual ha fondeado.
Al dar el aviso, debe presentarse un documento que acredite: los
nombres de los armadores y del patrón, la señal distintiva según el
Código internacional, el puerto de registro y el tonelaje de registro
neto ó la capacidad de carga del buque. El documento será devuelto
luego de hechas en el registro de la Oficina las anotaciones
correspondientes.
Dé este aviso se entregará un certificado (permiso para permanecer
en el puertol que debe conservarse á bordo del buque y exhibirse á
los empleados del puerto ó de la policía del puerto que lo exijan.
§ 15.—Si se quisiere cambiar el fondeadero del buque, habrá que
obtener previamente la autorización de la Oficina del distrito á que
pertenece el nuevo fondeadero. El correspondiente aviso podrá ser
verbal, exhibiéndose á la vez el certificado á que alude el parágrafo
anterior; ó darse mediante solicitud escrita.
L a autorización puede otorgarse á la vez, cuando se trate de embar-
caciones de río, para los varios puntos en que éstas deban efectuar
operaciones de carga y descarga.
L a autorización así concedida se anotará al dorso del certificado (per-
miso de permanencia en el puerto) ó, en su caso, en la solicitud escrita
indicando en dicha autorización el nuevo fondeadero. L a solicitud es-
crila, provista de la anotación de la Oficina, debe conservarse á bordo
como justificativo, del mismo modo que el certificado.
§ 17.—Están exentos de la obligación de dar aviso:
Anales de la Universidad 755

1) Los buques pertenecientes al Gobierno alemán ó á Gobiernos


extranjeros.
2) Las embarcaciones de placer.
3) Los buques de pasajeros que trafican entre Hamburgo y lu-
gares cualesquiera situados sobre el Elba ó estaciones bal-
nearias del territorio alemán del Mar del Norte.
4) Los remolcadores empleados en el Elba ó frente á su desem-
bocadura.
5) Las lanchas de las embarcaciones de mar fondeadas en el
Elba inferior.
6) Los barcos pescadores, y los empleados en el transporte
de leche, verduras y otros artículos de mercado.
7) Las embarcaciones de río, mientras no permanezcan más de
48 horas.
8) Las embarcaciones del tráfico local (embarcaciones del puerto)
no incluyendo las embarcaciones de río procedentes del inte-
rior; así como las embarcaciones semejantes destinadas al trá-
fico con Altona, Hamburgo y el territorio hamburgués, excep-
ción hecha de Ritzebüttel. La exención para las embarcaciones
mencionadas en los incisos 3 á 8 se aplicará sólo cuando ellas
estén registradas en puertos del río Elba.
9) Los buques de itinerario regular que se han hecho anotar
como tales ante la administración de los quais, que usan siem-
pre los quais, tanto para la carga como para la descarga, y
ocupan un fondeadero fijo; á condición de dar el aviso ordina-
rio una vez por ano.
10) Los remolcadores que trafican regularmente entre Hamburgo
y puntos cualesquiera de la costa alemana; á condición de dar
aviso una vez por año y de comprometerse sus agentes á su-
ministrar al Capitán general del puerto, al fin de cada mes,
una lista de las fechas de llegada y salida durante ese período.
La Comisión de Navegación y Comercio está autorizada para per-
mitir otras exenciones de la obligación de dar aviso. Las ordenanzas
vigentes ó que más adelante se pongan en vigencia, relativas al aviso
que las embarcaciones recién mencionadas deban dar á las inspecto-
res de mercado, á los escluseros ú otros empleados, no perderán nada
de su valor por razón de estar exentas dichas embarcaciones de la
obligación de dar aviso á la Oficina del puerto.
IV.—Buques fondeados en el puerto
§ 18.—El buque que llegue al puerto ó permanezca en él, debe
ponerse y conservarse en condiciones tales que todo objeto que se
756 Anales de la Universidad

proyecte fuera de sus costados sea colocado de modo que ocupe el


menor espacio posible y no constituya un peligro para otros buques.
E l Capitán general del puerto puede permitir á los buques tener
una ancla lista para fondear.
§ 19.—Los buques deben ser fuerte y seguramente amarrados, pero
de tal modo, sin embargo, que las amarras puedan soltarse rápidamente
en caso de necesidad.
Las cadenas y cables sólo podrán fijarse, ó alas anillas empotradas
en los muros de quai, ó por otros modos de conexión segura con los
terraplenes ó embarcaderos, ó á las cadenas sujetas á los duques-de-
alba; pero no deben atarse á sólo uno de los postes de los duques-de-
alba ni á los pilotes de protección colocados á lo largo de los muros
de quai. Las embarcaciones de río y del puerto deben estacionarse de
modo que no ocupen el camino ni los fondeaderos de las embar-
caciones de mar.
Se prohibe aflojar las amarras de un buque sin permiso previo. Si
un buque necesita para sus maniobras que las amarras de otro buque
sean soltadas, éstas deberán ponerse nuevamente en orden una vez
terminadas las maniobras.
§ 20.—En las embarcaciones de mar es permitido extender bota-
lones con el objeto de cargar ó descargar, pero sólojdespués de obte-
nida la autorización del Capitán de puerto del distrito.
§ 21.—Se prohibe extender cables ó cuerdas á través de los caminos
seguidos por el tráfico de las embarcaciones, sin obtener antes permiso
de los empleados del puerto. Se exceptúa el caso en que se trate de
cambiar de fondeadero.
§ 22.—A fin de mantener el orden y la seguridad pública en el
puerto, todas las embarcaciones de mar y las de ríos cuando lleven
carga (exceptuadas las embarcaciones del puerto) deben ser vigiladas
por un guardián, á lo menos, cada una. Para las embarcaciones del
puerto que se hallen cargadas y próximas unas de otras, bastará esta-
blecer una vigilancia común apropiada.
§ 23.—A los buques de mar, movidos por el vapor, les está prohi-
bido, mientras no estén en marcha, accionar las hélices bajo presión.
Podrán excepcionalmente hacerlo, á condición de que el movimiento de
la máquina sea el más lento posible y que la popa del buque se halle
á flote. Si la embarcación está junto á los quais sólo se permitirá
accionar las hélices desde una hora antea hasta una hora después de
la marea alta y siempre á condición de qiip hi popa esté á flote. E n tal
caso, los buques que se hallen cerca ó se aproximen deberán ser
advertidos de esta maniobra con bastante anticipación, mediante
tableros de aviso ó por cualquier otro medio eficaz. Si otros buques
se aproximan, á punto de ofrecer un peligro, debe pararse inmediata-
Anales de la Universidad 757

mente la máquina. Los tableros de avisos serán expuestos sólo


durante el tiempo en que se accione las hélices 6 se efectúe en las
máquinas cualquier trabajo que obligue á poner en movimiento las
hélices.
§ 24.—Al dar escape al vapor por los costados del buque, deben
adoptarse las precauciones necesarias.

V.—Buques en movimiento dentro del puerto

§ 25.—Los patrones de buques de vapor deben cuidar de que la


ola producida por el movimiento no ponga en peligro á otras embar-
caciones. Con ese fin, moderarán la velocidad si es necesario.
E n el distrito del puerto situado al Norte del canal principal del
Elba, no es permitido á los buques de vapor que no llevan á remolque
otros buques, navegar á toda velocidad, excepto en la época de los
hielos.
§ 26.—Dentro del puerto quedan en todo vigor las disposiciones de
las ordenanzas imperiales siguientes:

1) Ordenanza destinada á prevenir las colisiones en el mar, do


fecha 9 de mayo de 1897;
2) Ordenanza relativa á las medidas que deben tomar los patrones
de buques después de una colisión en el mar, de fecha 15 de
agosto de 1876; (1) con las siguientes modificaciones;
Las reglas contenidas en las citadas Ordenanzas imperiales con
relación á buques de vapor, se aplicarán á las lanchas provis-
tas de un motor y á todos los buques en que se emplee un
sistema cualquiera de propulsión mecánica.
Las luces que deben llevar las lanchas cubiertas, las abier-
tas y las canoas, se limitan á las indicadas en el § 33 de la
presente ley.

§ 27.—Todos los patrones de buque deben ordenar las maniobras


de manera que la embarcación que dirigen no ocupe la ruta general
de los buques por más tiempo del indispensable. Los buques han de
mantenerse en lo posible paralelos al río.
Las embarcaciones de mar (con excepción de las de muy pequeñas
dimensiones), así como las grandes embarcaciones de río arriba, no
podrán navegar á vela dentro del puerto.
Las embarcaciones de maf ó de río avr'ihA (oberlcinder-Kühne) así

(1) Véase en el capítulo destínalo al puerto de Bremen, el extracto de estas Ordenanzas.


758 Anales de la Universidad

como los botes remolcadores que arrastren varias lanchas colocadas


una atrás de otra, sólo podrán virar en los extremos interiores de las
dársenas provistas de quais.
§ 28.—Las embarcaciones de poco calado y de fáciles maniobras
rápidas, dejarán en lo posible el eje de la ruta libre para las em-
barcaciones de mar. Los patrones deben asegurarse, antes de cru^
zar la ruta, de que no impedirán la marcha de buques mayores n^
serán causa posible de colisiones. Toda embarcación del puerto ó de
río, con propulsión mecánica, debe, al cruzar la ruta, esquivar los
buques que marchen en dirección paralela al río.
§ 29.—En tiempo de neblina, todos los vapores que se hallen en
marcha darán una vez por minuto, cuando menos, una señal con el
silbato de vapor. Las reglas contenidas en la Ordenanza imperial de
9 de mayo de 1897 (1) se aplicarán en el puerto de Hamburgo á todos
los buques movidos mecánicamente.
§ 30.—A la entrada de las dársenas del puerto y en otros puntos
donde la ruta ó canal se encorva, se navegará á poca velocidad y to-
mando el lado derecho. A la entrada de la dársena ó al llegar á donde
empieza la vuelta, se debe hacer una larga señal con e) silbato.
También se debe pasar á poca velocidad debajo de los puentes, y
siempre á la derecha, ó, si el puente tuviera varias aberturas, por una
de la derecha.
§ 31.—Toda embarcación de río con propulsión mecánica, en mar-
cha dentro del territorio hamburgués del río Elba y canales adya-
centes, estará provista de las siguientes luces:

á) De la linterna de tope, colocada á suficiente altura para que no


la cubran ni otras partes del buque ni las personas que andan
sobre la cubierta, y, en todo caso, á un metro por lo menos so-
bre las luces de costado.
&) E n caso de llevar dicha embarcación otra ú otras á remolque,
de una segunda luz de tope la cual deberá tener la misma visi-
bilidad que la primera y estar colocada por lo menos medio me-
tro más arriba que la otra.
c) La visibilidad de las luces de tope en noche oscura con atmós-
fera despejada, debe ser de 11/2 millas marinas por lo menos,
y la de las luces de costado, de una milla por lo menos.
d) La condición de visibilidad de las luces de costado se aplica
también á las embarcaciones veleras de río no remolcadas. Si
es necesario bajar las luces de tope al pasar bajo un puente,
se las colocará otra vez, inmediatamente, en su lugar.

(l) Véase un extracto de esta Ordenanza en el capítulo consagrado al puerto de


Bremen.
Anales de la Universidad 759

§ 32.—Las embarcaciones de mar ancladas en el canal de ruta (§ 11)


deben llevar las luces de ancla previstas en la ordenanza imperial
de fecha 9 de mayo de 1897 (1). Las embarcaciones de mar que quie-
ran bornear dentro del canal de ruta á fin de conseguir su fondea-
dero (ya visando el ancla ó por medio de remolcadores), deben llevar
las luces prescriptas para los buques en marcha en la ordenanza de
D de mayo de 1897 (§ 28 y siguientes).
Además los buques que borneen en el canal, deben,—en los dos ca-
sos mencionados antes,—mientras dura la maniobra, mover verticalmen-
te una luz cerca de popa, de tal modo que sea siempre visible para
los buques que se acerquen; y al mirimo tiempo harán sonar la campa-
na á cortos intervalos, ó el silbato en una rápida sucesión de sil-
bidos.
Las embarcaciones de mar que quieran bornear en el canal para
llegar á sus fondeaderos, deberán cuidar de que los buques que se les
aproximen no encuentren cropiezo para seguir su marcha, y, en lo
posible, permitirán á éstos que pasen antes de empezar el borneo,
§ 33.—Toda lancha ó canoa no remolcada, y, en un tren de remol-
que, cada una de las lanchas remolcadas (y también el remolcador)
deben llevar desde la puesta hasta la salida del sol una luz blanca
visible de todas las direcciones. Si en el tren de remolque las lanchas
van apareadas, basta que una de las dos lanchas de cada fila lleve la
mencionada luz.
§ 34.—En el canal libre del río, los trenes de remolque no podrán
tener más de 100 metros de longitud; incluyendo los cabos de remol-
que y el remolcador, ni más de 20 m. de ancho.
E n cualquier otra parte del puerto, la longitud total del tren de re-
molque no ha de exceder á 70 m , ni á 10 1/2 m. su ancho, cuando en el
tren haya más de una embarcación remolcada; y no podrán ir más de
dos embarcaciones apareadas por sus costados.
E l cabo de remolque debe ser bastante corto para que el tren de
embarcaciones sólo pueda guiñar sin separarse del remolcador
§ 35.—Toda embarcación llevada á remolque debe tener á bordo
una persona experta. Esa persona debe permanecer—mientras su pre-
sencia en otra parte de la embarcación no sea requerida,—junto al ti-
món, ó á popa ó en el camarote de proa, si la embarcación no tiene
timón.
E s prohibido gafar una embarcación á un vapor ó á un tren de
remolque en marcha, aún en el caso de que la tripulación del vapor ó
del remolcador lo permitiera.

(L) § B9.—Véase en el capítulo dedicado al puerto de Bremen este parágrafo de la ordenanza


imperial, así como los citados más abajo.
760 Anales de la Universidad

§ 36.—Las disposiciones del Código de Comercio alemán, artículos


451, 452 (inciso 3.o) y 736-741, son aplicables (dentro del territorio á
que se refiere la presenta ley) á los propietarios de embarcaciones de
mar, aun cuando ellos no puedan ser considerados como armadores
patentados. (1)

VI.—Cohro de los derechos

§ 37.—Todas las embarcaciones de mar que entren en el puerto


de Hamburgo ya sea con procedencia del mar ó del Elba inferior y
cuya capacidad exceda á 150 m. cb. (neto), deben pagar el derecho de
capitán de puerto. Ese derecho es de 5 marcos para los buques cuyo
calado no exceda á 2 m. Los buques de mayor calado' pagarán por
cada metro adicional ó fracción un derecho adicional de 5 M Las
siguientes embarcaciones están exentas del derecho de capitán de
puerto:

1) Las barcas pescadoras.


2) Los remolcadores registrados en el puerto de Hamburgo.
3) Los vapores empleados exclusivamente en el transporte de
pasajeros entre Hamburgo y los lugares balnearios en la costa
del Mar del Norte,
4) Los vapores de pasajeros empleados en el movimiento local
con los puertos del Elba inferior.
5) Las lanchas que hacen el trasporte de artículos para Hambur-
go desde un buque sujeto al pago de los derechos de capitán de
puerto.

(1) He aquí las disposiciones citadas del Código de Comercio:


451.—El armador es responsable del daño causado por un indÍTiduo de la tripulación
en ejercicio de sus funciones.
452.—El armador no responde personalmente á terceros armadores más que con la nave y
el flete: 1." cunndo el crédito proceda de un acto que el capitán ha practicado como tal
en virtud de una autorización especial; 2.» cuando el crédito proceda de falta de cumpli-
miento, ó de ejecución incompleta ó defectuosa de un contrato celebrado por el armador en
tanto que la ejecución del contrato corresponda al capitán por razón de sus funciones; no im-
porta que la falta de cumplimiento ó ejecución incompleta ó defectuosa provenga ó no de la
culpa de un individuo de la tripulación; 3.» cuando el crédito proceda de la culpa de un indi-
viduo del equipaje.
736.—Cuando dos naves se abordan y de uaa y otra parteó de una tan sólo resultare
avería ó se perdieran ya la nave y el cargamento conjuntamente ó una de las dos cosas,
el armador de una de las naves está obligado, según lo dispuesto en los artículos 451 y 452, á
reparar ei perjuicio causado á la otra nave y su cargamento, si la culpa del abordaje fuera de
algún tripulante de aquélla.
Los propietarios del cargamento de las dos naves no tienen obligación de contribuir á re-
parar el perjuicio.
Anales de la Univirsiiad 7GI

VIL—Penas contra las infracciones de esta ley


§ 38. -Toda persona que infrinja cualquiera de las disposiciones con-
tenidas en esta ley incurre en una multa de hasta 15C M. ó en pena de
prisión por un tiempo no mayor de seis semanas, siempre que el Có-
digo Penal no prescriba una pena mayor. Los infractores pagarán ade-
más todos los daños y perjuicios ocasionados por su infracción y no po-
drán oponerse á que las autoridades manden efectuar, á costa y ries-
go del infractor, los trabajos necesarios para reparar su negligencia.
VIII.—Época en que enira en vigencia esta ley
§ 39.—La presente ley entrará en vigencia el 1.° de julio del co-
rriente año.
Dado en la Sala de Sesiones del Senado, Hamburgo, el 2 de junio
de 1897.

NOTA.—Con fecha 18 de julio de 1902 se declaró aplicable al


puerto de Cuxhaven la ley que antecede.

El 30 de junio de 1897 la Comisión de Navegación y Comer-


cio promulgó el siguiente Reglamento para la aplicación de la ley
de 2 de junio de 1897:

B. -REGLAMENTACIÓN DEL § 4 DE LA LEY DE 2 DE JUNIO DE 1897


§ 1.—De acuerdo con el § 4 de la citada ley se declara dividido el
puerto en los cuatro distritos siguientes:

Este artículo no excluye la obligación parsonal que ticneu los individuos de la tripulación
de responder de las conseenenci.is de su falta.
7 3 7 .—Cuando no hubiere culpa de parte de individuo alguno de los tripulantes de las dos
naves ó cuando el abordaje fuere resultado de una falta comi'm, no puede reclamarse indemni-
zación alguna por el daño causado á una de las naves 6 á, las dos.
738.—Los dos artículos precedentes se aplicarán sin que haya necesidad de distinguirán
ningún caso si las dos naves ó una sola estaban en marcha ó derivaban, ó estaban ancladas 6
amarradas á tierra.
739.—Si una nave deteriorada por el abordaje se va á pique antes de arribar á un puerto,
se debe presumir que la pérdida de la nave es una consecuencia del abordaje.
740.—Cuando la nave se encuentre bajo la dirección obligada de un piloto práctico y los
individuos de la tripulació". hubioren cumplido los deberes que les incumben, no responderá
el armador del daño que resulte del abordaje causado por culpa del piloto.
741.—Ijas prescripciones anteriores sv aplican igualmente cuando el abordaje se ha pro-
ducido entre más de dos naves.
Si, en tal caso, se debiere el abordaje á la falta de algún tripulante de una de las naves, el
armador de ósta responde también del daño que resulte del abordaje de la otra con una tercera.
762 Anales de la Universidad

§ 2. - L a Oficina general del puerto tiene á su cargo el control de


los cuatro distritos del puerto. E l jefe de dicha oficina es el Capitán
general del puerto.
Los jefes de las oficinas de los distritos del puerto son los Capita-
nes de puerto.
L a Oficina general se halla situada en la calle Admiralitát númerO'
56. La oficina del primer distrito se halla á bordo del buque de
guarda «Joñas»; etcétera.

§ 3.—La orden que deben recibir los buques á su llegada al puerto^


de ocupar un fondeadero determinado de acuerdo con el § 10 de la
ley citada, será impartida por la oficina del primer distrito para loa
buques de procedencia del Elba superior. Para los que proceden
del Elba inferior, la orden es impartida por la oficina del tercer dis-
trito.
Los buques de tráfico regular, las embarcaciones de río y las pe-
queñas embarcaciones de mar recibirán una vez por todas un fondea-
dero determinado hasta que se haga necesario un cambio.
Todos los demás buques reciben su fondeadero á cada llegada.
Las embarcaciones de río del Elba inferior deberán, hasta nueva
orden, fondear frente al Maakenwiirder.

Para fijar el fondeadero de cada buque, se atenderá á la regla de


que las embarcaciones de mar y las procedentes del Elba superior,
fondeen en el distrito del puerto franco, y las procedentes del Elba
inferior, en el puerto aduanero. Todo pedido para que se fije el fon-
deadero de un buque sin sujeción á esta regla, deberá formularse
ante la Oficina general del puerto por los representantes de los ar-
madores, y si es posible, antes de su llegada al puerto.
§ á.—Las instrucciones relativas al fondeadero de las embarcacio-
nes de ma,r ó de río que tengan que permanecer algún tiempo sin
ocupación ó ser llevadas á un fondeadero de invierno, las expedi-
rá la oficina de distrito ante la cual se haya presentado la res-
pectiva solicitud. E n el caso en que la embarcación de río haya de
permanecer en el puerto sin tripulación, será necesario poner en dicha.,
solicitud una indicación especial. Además, debe indicarse á la Ofi-
cina de puerto una persona digna de confianza que se comprometa á
mantener la vigilancia á bordo y á tomar á su cargo toda medida que
se haga necesaria con respecto á dicha embarcación.
§ 5.—La indicación de fondeadero para las embarcaciones del
puerto que están esperando órdenes, la hace, á pedido de los intere-
sados, el Capitán general del puerto. Para las siguientes clases de-
embarcaciones del puerto hay fondeaderos reservados que ocuparán
todas las que no hayan recibido indicaciones especiales:
Anales de la Uniíersidad 763

a) Las lanchas carboneras cargadas, á la espera de órdenes, de-


ben fondear—dentro del territorio aduanero,—en el puerto des-
tinado á las lanchas carboneras en Kuhwárder, y,—en el
puerto franco,—dentro de los Schanzengraben y en la ribera
Norte del río Elba entre Kirchenpauerquai y el puente del fe-
rrocarril á través del Elba.
h) Las lanchas vacías deben colocarse en el Grenzkanal, cuanda
el Capitán de puerto no les indique otro sitio.
c) Las embarcaciones de puerto cargadas deben colocarse en las
estaciones de lanchas, durante el tiempo que no se hallen al
costado de un buque ó contra los quais.

§ 6.—Los buques que han pasado por el control de aduana en E n -


tenwárder, destinados á puntos de aguas arriba, y que no continúan
su viaje de inmediato, deben, luego de sometidos á dicho control
de aduana, ser amarrados á los duques-de-alba situados en Kalte-
Hofe y que llevan los números de 1 á 20. Si en este lugar n a
hubieren más fondeaderos disponibles, dichos buques serán emplaza-
dos de acuerdo con las indicaciones de los empleados del puerto, en
los canales de la Peute ó en la caleta de Bellwárder.
Para remontar el río, se podrán atar unos á otros los remolcadores
y lanchas, en la parte sud del corte {Durchstich), situado arriba de
los duques-de-alba indicados, pero no más allá de los postes colocados
en tierra para marcar el límite hasta el cual los buques pueden andar
aguas abajo de los caños de alimentación de las aguas corrientes de
la ciudad.
L a mitad norte del corte debe dejarse libre para el tráfico.
§ 7.—Las embarcaciones de mar que á su llegada quieran pedir un<
piloto de puerto, de conformidad con el § 5 de la ley del puerto, debe-
rán durante el día, cuando se hallen á la vista del buque de guardia,
¡zar los colores nacionales y la bandera de piloto en el palo de trin-
quete, y de noche, una luz blanca á proa.
Todo pedido de pilotos de puerto para cambiar de fondeadero ó
para dejar el puerto, debe formularse ante la Oficina de puerto del dis-
trito en que se halla fondeado el buque ó ante la Oficina general del
Puerto.

Hamburgo, 30 de junio de 1897.

La Comisión de Navegación y Comercio.


7G4 Anales de la Universidad

C.—REGLA.MEÍÍTO DEL PUERTO

Como complemento de la Ley del puerto de 2 de junio de 1897 se


ordena lo siguiente:
§ 1.—Todo buque amarrado á la costa debe hacerse accesible por
medio de un puente, planchada ó escalera; los buques situados en un
fondeadero que no permita la comunicación directa con la costa deben
estar provistos de una escalera ó de una escala de cuerda por cuyo
medio pueda subirse á bordo en cualquier momento. Las planchadas,
puentes ó escaleras han de tener un ancho mínimo de 40 centímetros
y estarán provistas, de un lado por lo menos, de pasamano ó cuerda-
§ 2.—Al pasar junto á una draga á vapor, ó á una campana de
buzo, ó á un martinete, ó á un buque ocupado en trabajos de
salvataje, los vapores deberán reducir su velocidad y tomar por
el lado que indique una esfera roja (de día) ó una luz roja (de noche),
colocada sobre una de las luces blancas que dichas embarcaciones y
aparatos llevan á ambos lados.
§ 3.—Se prohibe estacionarse en las entradas de las dársenas, en
las rutas navegables, junto á las escaleras y puentes y debajo de és-
tos,—á menos, en este último caso, que esos puntos hayan sido expresa-
mente de3Í,q,Miados para fondeaderos de lauchas.
Cuando un buque haya de cruzar las rutas destinadas á la nave
gación dentro de las dársenas ó canales ó á la entrada de los
mismos, lo hará toman lo su rumbo de MT»!"» qi') no resulte en-
torpecimiento para el tráfico de las emb ircaciones de mar movidas á
vapor.
§ 4.—Todos los desechos y basuras de bordo se clasifican en com-
bustibles é incombustibles. Las substancias combustibles deben en-
tregarse á bordo de las lanchas destinadas á la limpieza de los bu-
ques, las cuales se hallan estacionadas en la costa Sud del Norder-
loch. Las substancias incombustibles (como cenizas y escorias) deben
llevarse á tierra, á los lugares fijados para ese objeto cerca de los
fondeaderos mencionados más arriba y depositarse en la forma que
indique el guarda.
Los desechos de los buques.—antes de ser barridos ó removidos,—
deben ser suficientemente mojados, para impedir la formación de
polvo.
§ 5 —Está prohibido arrojar ó dejar caer en el agua cualquier clase
de basuras ó desechos, así como cualquier objeto que pueda contami-
nar el puerto ó crear obstáculos para la navegación.
Al tomar á bordo ó descargar balasto, granos, etc., se ev'tará que
caigan al agua, colocando entre el buque y la ribera ó la lancha, arpi-
lleras o velas de lastrar, ó recurriendo á otros medios apropiados.
Anales de la Universidad 765

§ 6.—Está prohibido contaminar el agua del puerto con residuos de


petróleo ú otras materias semejantes, especialmente lasque provienen
de los tanques de las embarcaciones que transportan petróleo. E n
caso de ser necesario remover tales residuos, deberán éstos colocarse
en envases para su transporte á la dársena del petróleo.
§ 7.—Si dentro del puerto se fueran á pique embarcaciones, ó caye-
ran anclas, cadenas ú otros objetos que puedan constituir un peligro
para los buques, los propietarios ó patrones de dichas embarcaciones
TÍ objetos, ó la persona que hacía uso de estos últimos, están obliga-
dos á dar aviso á la oficina del puerto más próxima, tan pronto como
haya llegado á su conocimiento el accidente. Dichas personas procede-
rán en seguida á colocar en el paraje donde se fué á pique la embarca-
ción, ancla, etc., las señales que el empleado del puerto indique, y
tomarán inmediatamente las medidas necesarias para extraer y remo-
ver el objeto ó embarcación. Si no lo consiguieran, las autoridades
del puerto tomarán el trabajo á su cargo.
§ 8.—Se prohibe dentro del puerto:

a) Producir alborotos ó escándalos;


b) Usar armas de fuego de cualquier clase;
c) Ir en canoas, ú otras pequeñas embarcaciones á lo largo de los
buques que entran en el puerto ó que no han sido aun debi-
damente amarrados. Los armadores ó agentes de buques y sus
empleados quedan exentos de esta disposición, siempre que pue-
dan probar su identidad; así como las personas provistas de un
permiso de la autoridad policial. Las personas empleadas en
amarrar el buque pueden acercarse á él, pero necesitan de un per-
miso de la autoridad policial para subir á bordo.
d) L a pesca debajo de los puentes, á la entrada de las dársenas,
en aquellos puntos del puerto en que hay un tráfico activo y
en los demás sitios que los empleados del puerto indiquen.
e) Abrir agujeros en el suelo.
f) Divigar arena (ex^ieptuadas las dragas del Gobierno).

Queda además en vigor la diposición que prohibe trabajos á bordo


los domingos y días de fiesta, salvo casos de urgencia ó con permiso
especial de la Policía.
§ 9.—A bordo de los buques fondeados en el puerto, sólo podrá
encenderse fuego en sitios seguros y á condición de ser constante-
mente vigilailos. Sólo se permite el uso de luces de llama, en linternas
cerradas ó en lámparas fijas de un modo seguro y provistas de depó-
sito metálico. Sin embargo, se permite el uso de lámparas de aceite
abiertas, en los cuartos de máquina y de caldera de los vapores. Las
54
766 Anales de la Universidad

cenizas y escorias sólo pueden conservarse en baldes metálicos pro-


vistos de tapa, excepto en el cuarto de calderas de los vapores.
§ 10.—No se permite quemar pez, brea, resina ó aceite á bordo de
los buques, sino solamente al costado de los mismos, en embarcacio-
nes apropiadas en las cuales el fuego arda sobre una capa de arena,
piedras ó tierra. Es además obligatoria la vigilancia constante, duran-
te esta quemazón,
§ 11.—La fumigación de los buques con objeto de matar ratas
ú otras alimañas, es sólo permitida durante el día y previo permiso
del Capitán general del puerto. L a fumigación debe llevarse á cabo
bajo la vigilancia de la Policía del puerto.
§ 12.—Todo trabajo en la bodega de un buque durante la noche,
es permitido SÓIJ bajo la vigilancia de la Policía del puerto. E l pedida
para obtener dicha vigilancia, se dirigirá á la más próxima esta-
ción de esta Policía. L a calefacción de las calderas de un vapor que
se prepara á seguir viaje, no se considera comprendida en esta disposi-
ción,
§ 13.—Los buques de las siguientes clases deben estar provistos de
chisperos de tipo aprobado por la Policía:

a) Las grúas ó elevadores flotantes que operen en el puerto.


b) Los vapores que entren en la dársena del petróleo con f uegos^
encendidos.

Además, está prohibido á las lanchas automóviles de bencina


entrar en la dársena del petróleo con lámparas encendidas ó picos de
gas incandescente,
§ 14.—Las calderas de grúas ó elevadores flotantes, y las de otros
aparatos auxiliares para la carga y descarga de buques,—así como las
de martinetes á vapor,—usadas dentro de los límites de la jurisdicción
de la ley del puerto, sólo podrán ser caldeadas con un combustible
que produzca poco humo, y solamente con coke, en los canales de la
ciudad.
Está prohibido cubrir con carbón los fuegos de las calderas de las
embarcaciones de río, mientras éstas pasen ó se hallen á lo largo de
la ribera Norte del Elba.
§ 15.—Tan pronto como un buque que ha cargado cualesquiera ar-
tículos inflamables ó explosivos entre en el puerto, su patrón está
obligado á dar inmediato aviso á la oficina principal del puerto (ya
sea personalmente ó por medio de un representante) de la calidad y
cantidad de tales artículos.
E n caso de que el buque,—de acuerdo con los §§ 13-16 de la ley
del puerto,—deba dar avise de entrada, la calidad y cantidad de tales
artículos ha de indicarse a l a oficina de distrito correspondiente.
Anales de la Universidad 7ó7

Los buques cargados con artículos inflamables ó explosivos, están


suietos á una vigilancia especial de la Policía del puerto.
§ 15 a.—Se consideran inflamables en el sentido del § 15 las siguien-
tes substancias:

1) Petróleo en bruto y sus productos preparados por destilación


(á saber: étheres de petróleo, gasolina, neolina, bencina, ligroina,
nafta, esencia de petróleo, petróleo refinado, aceite para limpiar
metales, etc., y trementina).
2) Las substancias volátiles procedentes del alquitrán de hulla
ó lignita, ó del aceite de alquitrán; siempre que esas substan-
cias desprendan, mediante calefacción á 160'' C , productos de
destilación combustibles (benzol, tolvol, xilol, cumol, aceite so-
lar, aceite fotógeno, nitrobenzol, etc.)
3) Ether sulfúrico, colodión y alcohol sulfúrico (sulfuro de car-
bono).
4) Acido nítrico rojo (que desprende vapores),
5) Fósforo blanco, amarillo y rojo (amorfo).
6) Apagadores de Bucher.

§ 15 b.—La carga ó descarga de cualquiera de los artículos inflama-


bles mencionados en el § 15 a, incisos 1-3, sólo se permitirá fuera de
la dársena del petróleo cuando la cantidad total de los artículos no
exceda á 50 paquetes por cada buque.
El Capitán general del puerto está autorizado para permitir fuera
de la dársena del petróleo, la carga ó descarga de petróleo refinado y
aceite de trementina en cantidades mayores que la indicada.
Cuando un buque llegue al puerto trayendo en su cargamento, ade-
más de las materias mencionadas en el l.^"" acápite de este §, otras
materias inflamables (§ 15 a, incisos á-6), ó substancias de fácil com-
bustión (§ 16), estos artículos serán descargados primero en las lan-
chas del puerto fuera de la dársena del petróleo.
§ 15 c—Antes de empezar la carga ó descargado artículos inflama-
bles, fuera de la dársena del petróleo, debe darse aviso á la más pró-
xima estación de la Policía del puerto.
§ 15 (Z.—Sobre las embarcaciones del puerto que lleven á bordo ma-
terias inflamables de la clase indicada en el § 15 a, incisos 1-3, no
podrá encenderse ningún fuego ni luz, con excepción de las linternas
de posición (§ 33 de la ley del puerto). También está prohibido fu-
mar á bordo de tales embarcaciones.
§ 16.—Las siguientes substancias serán consideradas de fácil com-
bustión;
768 Anales de la Universidad

1) Lana artificial, residuos de lana, residuos de yute, de algodón,


de hilaza de algodón, trapos y desechos de lona.
2) Cabello ó crin, lana ó algodón en bruto, lino, cánamo, estopa
y yute,
3) Heno, paja, junco (exceptuando el de España) y análogos.
4) Envases de madera dentro de los cuales haya sido transpor-
tado cualquiera de los artículos inflamables mencionados en
el § 15 a, incisos 1 y 2.

§ 16 a.—A bordo de las embarcaciones de río ó del puerto carga-


das con artículos de fácil combustión, sólo podrán usarse estufas ó
fogones construidos en el interior de compartimientos cerrados y per-
fectamente separados de la bodega por sólidos tabiques de madera.
E n los casos en que hubiera de encenderse fuego en una de esas
embarcaciones durante la carga ó descarga, será obligatorio el uso
de tubos de chimenea provistos de chisperos.
Toda luz encendida á bordo de embarcaciones de la clase antes
descrita, estará protegida por un farol cerrado. No se permitirá fumar
á bordo de dichas embarcaciones.
§ 16 6.—Los artículos mencionados en el § 16, incisos 1-3, si
no se hallan estivados en bodegas cerradas, estarán á lo menos bien
cubiertos por todos lados con lonas ó encerados, ¡áin embargo, en las
embarcnciones cargadas con heno, paja, etc. (§ 16, inciso 3), no es
obligatorio proteger la carga por los costados.
§ 17.—El uso de la luz eléctrica de arco en el puerto, sólo se permite
cuando ella esté cubierta por una pantalla, de manera que no ilumine
sino la superficie en que se está trabajando y no moleste á la nave-
gación .
§ 18.—Todos los buques de llegada á Hamburgo ó fondeados en
el puerto, están sujetos á la inspección sanitaria de la Policía y á la
vigilancia del médico del puerto,
§ 19.—Las personas atacadas de una enfermedad contagiosa, ó de
fiebre, colerina, erupciones ó escorbuto, sólo podrán abandonar el bu-
que después de haber sido examinadas por el médico del puerto, y con
permiso de este empleado.
§ 20. Debe darse inmediato aviso al médico del puerto, de toda en-
fermedad interna que ocurra á bordo de los buques durante su esta-
día en el puerto. E l patrón del buque ó su representante dará dicho
aviso á la Policía, que lo transmitirá á quien corresponda.
§ 20 a—Cuando se requiera con urgencia asistencia médica ó de
la Policía en casos de enfermedad ó accidentes ocurridos á bordo de
buques en el puerto, se emplearán las siguientes señales:

1.0 Durante el día, la señal ordinaria de auxilio consistente en una


Anales de la Universidad 769

bandera ó un pedazo grande de tela izado sobre una asta vertical y


con su extremo anudado ó atado de manera que no pueda desple-
garse.
2." Después de la puesta del sol, repique de la campana de bordo,
rápido y repetido á cortos intervalos, acompañándolo si es posible de
una señal luminosa consistente en tres luces blancas fijadas una de-
bajo de la otra.

§ 21.—El patrón ó su representante está obligado á suministrar al


empleado de sanidad de visita á bordo, respecto de los hechos que
oficialmente deba averiguar éste, todos los datos pertinentes. Debe es-
pecialmente darse aviso al empleado de sanidad de los casos de muerte
ó enfermedad durante el viaje y de los casos de enfermedades inter-
nas existentes todavía á la llegada del buque al puerto ú ocurridos du-
rante su permanencia en él.
§ 22.—El médico del puerto está autorizado para ordenar á bordo
de los buques, el aislamiento, desinfección, vacunación ú otras me-
didas que considere necesarias en el interés de la salud pública, y
para hacer ejecutar e?as medidas,—con ayuda de la Policía del puerto
si es necesario.
Esta disposición se aplica también á las medidas que exija la
conservación en buen estado, la limpieza, la ventilación y la calefacción
de los camarotes y espacios destinados á la tripulación, así como la
buena calidad de las provisiones y del agua de beber.
§ 23.—Se prohibe usar para la bebida ó para la limpieza de utensi-
lios de cocina y de mesa, el agua del Elba tomada directamente
desde el buque y que no haya sido previamente hervida.
§ 24.—Los W. C. de la tripulación á bordo de buques estacionados
á lo largo de los quais, serán cerrados; la tripulación usará de los
W. C. de tierra.
§ 25.—Está prohibido subir á bordo de buques que lleven bandera
amarilla en el palo de trinquete de acuerdo con la ordenanza sanita-
ria del puerto de Hamburgo de 29 de noviembre de 1895. (1)
§ 26.—Toda infracción á las disposiciones del presente Reglamento
se castigará, de acuerdo con el § 38 de la ley de puerto, con multas
de hasta 150 M., ó con prisión del infractor por un tiempo que no
exceda á seis semanas, siempre que no corresponda por el Código
Penal una pena mayor.
§ 27.—El presente Reglamento entrará en vigencia el I.» de julio
de 1897.

(1) Las disposicioneí? de la policía sanitaria en Hamburgo, no difieren esencialmente de


las de Bremen. Véase el capítulo consagrado al puerto de Bremen.
770 Anales de la Universidad

D.—ORDENANZA RELATIVA Á LA EXPLOTACIÓN Y TARIFA D E


LOS QUAis ( D E 22 D E D I C I E M B R E D E 1 8 9 3 , CON LAS MODIFICA-
CIONES D E 21 DE D I C I E M B R E D E 1 8 9 4 , 1 2 D E J U L I O D E 1895 Y
20 D E A B R I L D E 1893).

Disposiciones generales

Artículo 1.° El personal y las instalaciones de los quais están des-


tinados á recibir los artículos que entran por mar al puerto,—sacán-
dolos de los buques para entregarlos á los destinatarios ó recibidores,—
y á tomar de los cargadores los artículos destinados á salir del puerto
hacia el mar para entregarlos á bordo de los buques que han de tras-
portarlos.
La explotación d e j a s instalaciones de los quais se regirá por esta
ordenanza y dependerá de la Administración de los Quais, la cual fun-
cionará en nombre del Estado y bajo la dirección de la Diputación
de Navegación y Comercio.
Sin embargo, la Diputación de Finanzas podrá arrendar, de acuerdo
con la Diputación de Navegación y Comercio, algunos trozos de
quai á compañías de armadores. Además, la Diputación de Navega-
ción y Comercio podrá arrendar para depósito y manipulación de cier-
tas clases de mercancías, espacios determinados de los quais (previo
arreglo especial en cada caso), por un plazo que no exceda á un
año, y siempre que á su parecer no resulte de ello perjuicio para el fin
principal de las instalaciones de los quais.
L a Diputación de Navegación y Comercio podrá, asimismo, permitir
á los buques destinados al tráfico de pasajeros,—mediante pago de
derechos que se fijarán según las circunstancias de cada caso,—atracar
al quai, aunque no se sirvan de él para cargar ó descargar mercancías.
Art. 2.0 Los buques no podrán atracar al quai sino después de dar
aviso á la Administración de los Quais y haber recibido de ésta la in-
dicación de un fondeadero determinado.
A los quais provistos de galpones, sólo se dejará atracar por regla
general á los buques que hayan de descargar mercancías en los gal-
pones, ó tomarlas de ellos.
Por excepción, y siempre que haya lugar disponible, la Administra-
ción de los Quais podrá, si lo estima conveniente, dejar que atraquen
á los quais mencionados en el párrafo anterior, aquellos buques
que solamente descargan artículos á granel directamente sobre los
vagones de ferrocarril ó los cargan directamente de éstos.
E n los quais provistos de galpones, se dará la preferencia á los vapo-
res sobre los buques de vela; y entre los vapores, á los pertenecien-
Anales de la Universidad 771

tes á las líneas de navegación que hacen viajes regulares desde


Hamburgo y hasta Hamburgo y utilizan regularmente también la^
instalaciones de los quais. A los buques de estas líneas se les desti-
nará constantemente los mismos lugares, en lo posible.
E n los casos del artículo 593 del Código de Comercio (1) puede el
patrón del buque atracar al quai como desembarcadero de uso
local.
Art. 3.0 L a Administración de los Quais procurará en lo posible que
los buques no tengan que cambiar de lugar al cargar y descargar (comp,
artículo 2.°. Sin embargo, los patrones de los buques están obligados
cuando lo ordene la Administración de los Quais, á cambiar sin demo-
ra de fondeadero, así como á separarse de los muros de quai,—al ex-
tender botalones para cargar ó descargar {abbaumen), — á, una distan-
cia que permita embarcar los artículos del galpón en las lanchas ó
pequeñas embarcaciones de río. Al extender ó lanzar botalones, el
patrón del buque tomará las precauciones necesarias.
Art. 4.'^ Las lanchas de río arriba ( oberlcinder Kahne), sólo podrán,
en general, atracar á los quais cuando vengan á cargar ó descargar
más de 500 fardos ó de 50,000 kg. de una sola vez. Sólo excepcional-
mente, podrá la Administración de los Quais permitirles cargar ó des-
cargar cantidades menores. También podrá negárseles permiso para
cargar aún cantidades mayores de 500 fardos ó 50,000 kg. cuando el qua
-esté completamente ocupado por embarcaciones de mar ó del puerto.
E l dinero efectivo, los artículos de valor artístico, los objetos frá-
giles ó expuestos á ser fácilmente destruidos por el fuego, las subs-
tancias peligrosas, los animales en pie y los artículos á granel, sólo
se admitirán en los quais después de un arreglo previo especialmente
<;onvenido con la Administración de los Quais.

Recepción y entrega de los artículos llegados por mar

Artículo 6." Tan pronto como sea posible, después de la llegada de


tin buque al quai, y en todo caso antes de empezar la descarga, habrá
que presentar un manifiesto en el cual se indicarán las mercancías
del cargamento con expresión de la dirección del destinatario, mar-
ca, número, contenido y peso.

(1) 5 9 3 . Para proceder á la descarga, debe el capitán atracar la nave en el punto del
muelle que le designe el consignatario, ó todos los consignatarios si hubiere más de imo
Si no se comunicó el aviso en tiempo oportuno al capitán, ó si los diversos consigna-
tarios no lo designan el mismo lugar, ó si la profundidad junto al muelle, el calado de la
nave, los reglamentos 6 usos locales no le consienten conformarse á las instrucciones que
reciba, debe atracar en el lugar habitual de la descarga.
772 Anales de la Universidad

La Administración de los Quais determinará hasta qué punto puede


considerarse suficiente la indicación del número de bultos, para de-
terminadas mercancías, en vez de su peso.
Cada bulto separado cuyo peso exceda á 1,500 kg. será objeto
de una indicación especial. Los artículos inflamables, y en general
los peligrosos, se indicarán especialmente como tales.
El buque, ó su representante, responden de los daños y perjuicios
que resulten para la Administración ó para otros buques ó mercan-
cías que se hallen en los quais, de la falta de cumplimiento á estas
prescripciones; y pagarán según tarifa el trabajo de pesar las
mercancías con el fin de calcular los derechos de quai, si ese trabajo
resultare necesario para llenar ó corregir deficiencias ó inexactitude
en los datos presentados.
Art. 7.0 La aceptación de las mercancías de parte de la Adminis-
tración de los Quais, tiene lugar después de operado el desembarco so
bre el quai.
E l buque ó su representante responderán délas mercancías aldesti -
natario, hasta que éste las reciba en la forma usual, debiendo indem
nizarlo de todos los daños ó mermas que ellas puedan sufrir, á me-
nos que se demuestre que estos daños ó mermas se produjeron mien-
tras las mercancías estaban sobre el quai.
Art. 8.0 L a entrega de artículos llegados por mar, sólo se efectuará
en cambio del conocimiento, sobre el cual el representante del buque
certificará que por su parte no opone ningún reparo á dicha entrega.
Esta declaración puede hacerse mediante aplicación de un sello.
Sobre el mismo conocimiento el destinatario certificará el recibo. Si
pretende reclamar contra deficiencias ó mal acondicionamiento de
los artículos, podrá diferir la recepción. E n tales casos puede limi-
tarse á dar recibo en el conocimiento por sólo aquellos artículos
cuya recepción acepta.
s L a entrega de artículos que el destinatario sólo acepta con algunas
alvedades, no podrá efectuarse sino en presencia del representante
del buque, ó con su anuencia.
Art. 9.^ L a entrega de los artículos puede también verificarse me-
diante boletos parciales, si así lo solicita el destinatario. Esos boletos
parciales deberán agregarse al conocimiento presentado, de acuerdo
con el artículo 8.o.
En los boletos parciales se hará constar á qué parte se refieren, del
total indicado en el conocimiento, y á quiénes debe ella entregarse.
E l portador del boleto parcial dejará const/mcia sobre el conocimien-
to, de la recepción de las mercancías. Si hubiera que hacer una clasi
ficación de los artículos indicados en los boletos parciales, ésta se
efectuará á expensas del tenedor de los boletos.
Anales de la universidad 773

Becepción y entrega de artículos destinados á salir por mar

Artículo 10. L a recepción de artículos destinados á salir por mar se


verifica por parte de la Administración de los Quais, sólo á condición
de venir acompañados de una cédula de QmbdLvqyiQ {Schiffszetiet) que
indique los artículos por clase, embalaje, marca, numeración y peso ó
número y que exprese en qué buque deberán ser cargados.
Además se harán constar en la cédula de embarque los otros da-
tos especiales indicados en el artículo 6.°, referente al peso mayor de
1,500 kg. de ciertos bultos y á la calidad de inflamables ó peligro-
sas de ciertas substancias.
Del cumplimiento de estas prescripciones responde el cargador, de
acuerdo con las prescripciones,—aplicables por analogía,—del artículo
6.'\ incisos 4 y 5.
L a Administración de ios Quais no está obligada á aceptar mercan-
cías para buques cuyo fondeadero junto al quai no ha sido fijado aún.
L a Administración de los Quais tratará en lo posible de acceder á
los pedidos que le hagan para diferir el embarque de mercancías en-
tregadas. E n tal caso, habrá que pagar el alquiler de depósito por las
mercancías retenidas, de conformidad con el artículo 26, y los dere-
chos fijados eu el artículo 31.
Art. 11. Al hacerse cargo de artículos destinados á salir por mar,
la Administración de los Quais expedirá un certificado de recibo. Los
cargadores quedan responsables de daños y mermas, no sólo cuando
éstos se hacen constar en el certificado de recibo, sino también cuan-
do su existencia se ha comprobado en cualquier momento antes de
entregar las mercancías al buque y se ha demostrado que no
ocurrieron sobre el quai.
Art. 12. L a entrega délos artículos á bordo del buque se efectuará en
el orden determinado por el representante del mismo. L a Administra-
©ión no se responsabiliza de las demoras que de ello resultaren en
el embarque.
L a entrega á bordo se verificará contra recibo. L a Administración de
los Quais se responsabiliza de todos los daños y mermas que puedan
notarse exteriormente y de los cuales no ha quedado responsable
el cargador de acuerdo con el artículo 11.
Si el representante del buque tuviere reparos que oponer respecto
al estado de las mercancías, deberá hacerlo saber inmediatamente
después de su recepción á bordo; en otro caso la responsabilidad de
la Administración de los Quais desaparece.
774 Anales de la Universidad

Carga y descarga de las mercancías

Artículo 13. L a descarga de las mercancías del buque al quai y la


carga-de las mismas del quai al buque, se efectuará, por regla general,
con las grúas del buque y del quai.
L a Administración de los Quais colocará, siempre que le sea posible,
una grúa con el personal necesario para cada escotilla del buque.
Los trabajos que incumben al buque en la descarga, serán con-
tinuados sin interrupciones arbitrarias, y deberán marchar con la
actividad conveniente para que los trabajos del quai no sufran demo-
ras ó interrupciones. Si las instalaciones y personal que, á pedido del
buque, la Administración de los Quais haya puesto á su disposición,
no son utilizados, el buque deberá compensar á dicha Administración
los gastos resultantes. E n caso de no conseguir la prosecución del
trabajo, la Administración de los Quais podrá disponer que el buque
deje libre el sitio que ocupa junto al quai.
Art. 14. E l buque proveerá los cabos y cadenas necesarios para
asegurar los bulto» de mercancías á la cadena de la grúa. Aunque la
Administración suministre por excepción esos materiales, no se res-
ponsabiliza por ellos.
Al descargar, los bultos de mercancías serán colocados por la
gente del buque verticalmente debajo de la cadena de la grúa y
enganchados á ella; al cargar, los peones de la Administración de Jos
Quais harán el enganche sobre el quai. Cada parte será responsable
de los daños que fueren causados por culpa de sus empleados en el
trabajo que á cada una le corresponde.
Cuando se trate de descargar artículos de una embarcación de río
al quai, ó de cargarlos del quai á una embarcación de río, las disposi-
ciones que anteceden recibirán la aplicación correspondiente.
Art. 15. Para artículos que llegan ó salen por ferrocarril, la Admi-
nistración de los Quais se ocupará de la descarga ó carga de los vago-
nes sobre el quai.
E n el Reglamento de Ferrocarriles y Quais de 15 de Agosto de
1888 se hallan otras disposiciones referentes al transporte de las mer-
cancías por ferrocarril á los quais ó desde los quais. íl)
Los artículos que lleguen á los quais ó salgan de ellos en carros,
deberán ser descargados ó cargados en el borde del galpón. En caso
de necesidad, la Administración de los Quais prestará gratuitamente
su ayuda.

(1) véase más adelante.


Anales de la Universidad 775

Art. 16, En los quais pueden cargarse 6 descargarse por medio de


las grúas pesos de hasta 150,000 kg.
Los representantes de buques en los cuales se quieran cargar (ó de
los cuales se quieran descargar) bultos cuyo peso exceda á 2,000 kg.,
antes de hacer atracar con este objeto las embarcaciones al quai,
•deberán entenderse con la Administración.
Por mover estas cargas, se pagará el trabajo de grúa de acuerdo con
el artículo 28.
A los buques que sólo utilicen las instalaciones de los quais para
la carga ó descarga de pesos considerables, no se aplicará el derecho
<le tonelaje (artículo 22 I), sino únicamente el derecho de carga (ar-
tículo 22 II).

Depósito de los ariíndos sohre el quai

Artículo 17. Por depositar artículos en las instalaciones de los quais —


incluidos los galpones de estiva y de clasificación—no se cobrará du-
rante los dos primeros días hábiles, después del día del desembar-
co ó de la entrega, el alquiler de depósito (tarifa del artículo 26),
excepto en los casos mencionados en el último inciso del mismo artí-
culo, casos en los cuales la obligación de pagar alquiler empieza al
tiempo de verificarse el depósito.
La Administración de los Quais no está obligada á dejar los artí-
culos sobre el quai, por más de 48 horas después de su desembarco ó
entrega. Podrá, á las 24 horas de haber dado aviso á los interesa-
dos, hacer depositar en otra parte las mercancías á costa y peligro
del recibidor ó del remitente.

Anexo promulgado por el Senado el 21 de diciembre de 1894

Si los artículos removidos no fueren reclamados dentro del plazo


de dos meses con pago do los impuestos y gastos correspondientes, la
Administración de los Quais tendrá derecho de venderlos en pública
subasta, previo aviso al recibidor ó al remitente. Dicha Administra-
ción tendrá el mismo derecho con respecto á artículos depositados en el
quai, por los cuales no se hayan pagado los impuestos y gastos co-
rrespondientes, á pesar de haber mediado reclamaciones reiteradas.
Para todos los artículos que se hallen en tal caso y cuya permanencia
por más tiempo no juzgue conveniente la Administración, podrá ésta
reducir prudencialmente el mencionado plazo de dos meses, con aviso
al recibidor ó al remitente.
Si el recibidor ó el remitente no tienen su domicilio en Hamburgo ó
no seles encuentra en él, el aviso indicado en el inciso anterior se efec-
776 Anales de la Universidad

tuará mediante notificación publicada dos veces en el Diario Oficial,


con intervalo de una semana por lo menos.
E l producto líquido de la venta en subasta, después de deducidos
los derechos y gastos, se verterá en la caja del Estado si no es recla-
mado por quienes corresponda dentro del plazo de dos años.

Horas de trabajo

Artículo 18. Las horas de trabajo en los quais serán fijadas por la
Administración de éstos. E l trabajo de tarde (después de la puesta del
sol) y de noche podrá tener lugar, dentro de ciertos límites, tanto á
iniciativa de la Administración de los Quais como á pedido de los re-
presentantes de los buques. Los domingos y días de fiesta sólo se tra-
bajará en casos especiales de urgencia. Los domingos y días de fiesta,
durante los cuales se trabaje en la carga ó descarga de los buques,
serán considerados días de permanencia ^artículo 221).
A los trabajos efectuados fuera de las horas hábiles, ó en domin-
gos ó días festivos, se aplicarán los derechos suplementarios que se
fijan en la tarifa (artículo 29).

Responsabilidad de la Administración de los Quais

Artículo 19. L a Administración de los Quais es responsable, fuera de


las excepciones mencionadas en el artículo 14 inciso 1.°, de los daños
que resulten de la ruptura de sus grúas, cadenas y herramientas, aun
cuando no se hubiera descubierto ningún defecto en ellas á pesar de
la más minuciosa vigilancia.
Responde, además, ante los cargadores y recibidores, de los artícu-
los recibidos por ella, á no ser que de acuerdo con disposiciones vigen-
tes, esté libre de esa responsabilidad, y en cuanto el daño ó merma
eventual no sean el natural resultado de la calidad de los artículos
ni se deban á causas de fuerza mayor. Sin embargo, no se responsa-
biliza de los daños causados por el fuego, aun cuando tales daños se
puedan atribuir á culpa de sus empleados.
Para los artículos depositados al aire libre en los trozos de quais
donde no existen galpones, dicha Administración está libre de toda
responsabilidad por robos, ó por deterioros debidos á la intemperie.
L a mencionada Administración no es responsable de las demoras
provenientes de la falta de vagones ó de la tardanza en tenerlos dis-
ponibles, cuando la falta ó tardanza sean imputables á la Administra-
ción de Ferrocarriles.
Anales de la Universidad 777

Prohibición de propinas, regalos, etc.

Artículo 20. Se prohibe á todos los empleados, bajo pena de pérdida


del empleo, aceptar regalos y propinas en cualquier forma que sea,
así como explotar cualquier clase de comercio con mercancías, cajo-
nes vacíos, toneles y sacos, residuos ó desperdicios, etc.

Penas
Artículo 21, Todas las personas que visiten ó utilicen los quais, in-
cluso los patrones y tripulantes délos buques, chatas y embarcaciones
de cualquier clase fondeados junto á loa quais, y los conductores de ca-
rros, deberán observar las indicaciones de los empleados de la Ad-
ministración de los Quais. Las faltas de cumplimiento serán penadas
con multas de hasta cien marcos, «siempre que las leyes penales gene-
rales no impongan una pena mayor. Además, los perjuicios ocasio-
nados por tales faltas, serán debidamente compensados.
Los propietarios y patrones ó conductores de las embarcaciones ó
carros, son responsables de las faltas de sus empleados ó depen-
dientes.
Impuestos
Artículo 22. Por el uso de las instalaciones de los quais (incluyendo
los galpones), se cobrarán los siguientes derechos ó impuestos:
I.—Un derecho de tonelaje (reducido á volumen) de:

a) Por descargar y cargar, así como por descargar


ó cargar en un tiempo máxnno de 120 horas,
por metro cúbico de volumen neto. . . . 15 Pfennig
h) Por cada período entero ó fraccionario de 24
horas de tiempo de permanencia, por metro cú-
bico de volumen neto 3 »
Estos derechos corresponden exclusivamente al buque. (1).

(1) Extracto de la, ivotifieaeión del Senado de 12 de jtdio de 1895

1)
2) Los derechos de tonelaje (rodiieido ú volumen) por uso de las instalaciones y de los
galpones de quai, sufriríin, ü partir del 1.° de julio de 1895, una alteración que con-
siste en elevar esos derechos (indicados en el articulo 22 de la ordenanza relativa á la
explotación y tarifis di lo-i q u i s , de 22 d3 diciembre de 1893, l a , I b y III) á 17.5,
3.5 y 12 Pfennig respectivamente, por metro cúbico de volumen neto.
3) Sin embargo, la tarifa que ha estado en vigencia hasta ahora, seguirá, aplicándose en
lo futuro, á los buques que presenten un certificado de arqueo [Messhrief) expe-
dido por el procedimiento alemán, antes del 1.» de julio de 1895.
778 Anales de la Universidad

II.—Un derecho de carga por las mercancías desembarcadas sobre


el quai ó embarcadas del quai, derecho que será de;

Por cada 100 kilogramos . . 10 Pfennig.


Del derecho de carga corresponderán siete décimos al buque y tres
décimos al cargamento. L a Administración de los Quais cobrará el
total del derecho al representante del buque, quien se encargará de re-
embolsarse cobrando á los interesados en el cargamento, la parte que á
cada uno le corresponda.
L a Administración efectuará, si lo cree conveniente, pesadas de
control; por ellas podrá cobrar el derecho de balanza según tarifa,
cuando haya comprobado un peso mayor, en un 5 % ó más, que el
indicado. Para las mercancías que, de acuerdo con los usos co-
merciales, se hallen indicadas en el manifiesto por número de bultos
de igual peso mediano (barricas de arenques, etc.), la Administración
fijará el peso que ha de servir de base para calcular el derecho de
carga. Si se indicaran en el manifiesto otros artículos sin expresar su
peso, y si no se hubiera efectuado ya para otros fines la pesada de
esos artículos en el quai, la Administración podrá encargarse de pe-
sarlos á costa del buque, según tarifa de derechos de balanza.
E n todos los casos en que se haya efectuado sobre el quai una pe-
sada, el peso obtenido servirá de base á la Administración para cal-
cular el derecho de carga.
III.—Cuando las mercancías desembarcadas de un huque se reem-
barcasen del mismo lugar del quai á otro buque de navegación
marítima,—tal como un buque de cabotaje, lancha de remolque, etc.,
—el derecho de carga para el reembarco será de 5 Pfennig por cada
100 kg. y el derecho de tonelaje para el buque á bordo del cual se
reembarcan las mercancías (siempre que la utilización del quai por
parte del buque se limite á tomar dichas mercancías) se reducirá á
10 Pf. por metro cúbico de volumen neto.
IV.—a) Por la entrega de mercancías entradas, por mar, pagarán
los fletadores á razón de:

1; E n caso de trasporte terrestre que no se verifique


por ferrocarril (V. artículo 25) por 100 kg. . . . 8 Pf.
2) Para trasporte en lanchas libre.
3) Para trasporte en embarcaciones de río, ya sean
del tipo usado en el Elba superior ó del usado en el
Elba inferior, por los 100 kg 5 Pf.

b) Por la recepción de mercancías destinadas á seguir viaje por


mar, pagarán los fletadores:
Anales de la Universidad 779

1) Si las mercancías han llegado por tierra (pero


no en ferrocarril), por los 100 kg 8 Pf.
2) Si han llegado por agua, por los 100 kg 10 »

Art. 23. Si el quai,—en los puntos destinados en general para ese


objeto, ó que han sido especialmente indicados por la Administración
de los Quais para el caso ocurrente,—es utilizado tan sólo para el
trasbordo inmediato de mercancías á granel del buque al ferrocarril,
ó viceversa, sin que las mercancías tengan que ser depositadas en
los galpones del quai, se aplicarán, en vez de los derechos que se es-
tablecen en el artículo 22, los siguientes:

1) Para trasbordo de abonos, quijo, hierro en bruto, nitro, arroz,


cereales en bolsas, asfalto, carbón, plomo, cobre, cemento, pie-
dra, arena, azúcar, sal, pizarra, cainita, baldosas, rieles y bri-
das de ferrocarril, semillas de algodón en harina ó en pasta,
artículos groseros de hierro, hierro en barras, cloruro de mag-
nesio, zinc en bruto (así como otros metales de poco valor), alam-
bre de hierro ó acero (así como alambre de cerco, liso ó de púa)
en rollos y paquetes, ladrillejos de carbón de piedra, blocks de
yeso, hielo en blocks, hierros de perfil laminados, etc.,

5 Pfennig los 100 kg.

2) Para trasbordo de algodón, pieles, residuos de la fabricación


de aceites, lana, yute, arenques, papas, alcornoque, palo de
tinte, palastro, heno en fardos, piezas de máquina, carne, etc.»

7, 5 Píennig los 100 kg.

L a Diputación de ííavegacióu y Comercio podrá incluir en la cate-


goría 1.a ó en la 2.» otras mercancías ó artículos que puedan igualmen-
te considerarse mercancías á granel.
Corresponde pagar de este derecho, la mitad al buque, y la otra mi-
tad al destinatario ó al remitente, según el caso. L a Administración
de los Quais cobrará el total de los derechos al representante del bu-
que, quien se encargará de reembolsarse de la parte que grave á cada
uno de los interesados en la carga.
Por el trasporte sobre las vías férreas de los quais y del puerto, de
los artículos á granel antes mencionados, se cobrará el derecho co-
rrespondiente (véase más abajo la Ordenanza relativa á los ferro-
carriles en conexión con los quais, de 15 de agosto de 1888), pero
reducido á 3 Pf. por los 100 kg. Esta reducción sólo se verificará,
sin embargo, cuando el trasbordo se efectúe directamente d e l quai
780 Anales de la Universidad

al ferrocarril ó viceversa; si al contrario los artículos, después de des-


cargados del buque ó del ferrocarril, fueren colocados sobre el quai
al aire libre, se aplicará la tarifa íntegra, de acuerdo con el artículo
12 de la Ordenanza recién citada, y además el derecho fijado en el in-
ciso 1.0 de dicho artículo, así como el alquiler de depósito (artículo
26) en su caso
Si tales artículos depositados sobre el quai y prjvenientes de un
buque ó del ferrocarril no fueron reembarcados en ferrocarril, ó en
buque respectivamente, por haber los interesados cambiado de idea,
—haciéndolos llevar del muelle ya por carroso por embarcaciones de
río,—se aplicarán, además del derecho fijado en el inciso 1.° de este
artículo y del alquiler de depósito, los derechos establecidos en el
artículo 22 I V , cuyo pago corresponde al representante del buque,
con la salvedad de que en este caso se cobrará además por la en-
trega en lanchas un derecho de 5 Pf. por 100 kg.
Art. 24. Si con la autorización de la Administración de los Quais,
se entregaran en el quai, mercancías destinadas á un buque que no las
toma él mismo sobre el quai, el representante del buque pagará, ade-
más del derecho fijado en el artículo 22 I V , correspondiente á la en-
trega de las mercancías, otro derecho por su trasporte á bordo. Es-
te derecho será:

1) Cuando el buque ya en el mismo viaje


ha utilizado el quai para descargar y
cargar parcialmente y debe por consi-
guiente pagar derecho de tonelaje. . 10 Pf. por los 100 kg.
2) En caso contrario 20 Pf. por los 100 kg.

E n cualquier otro caso en que la Administración de los Quais se


haga cargo excepcionalmente de artículos que no sean descargados de
un buque sobre el quai, ni deban ser cargados del quai á un buque,
se cobrará al interesado por levantar la carga del buque al quai ó por
descenderla del quai al buque 20 Pf. por los 100 kg.
Art. 25. Los derechos por el uso del galpón de estiva ó clasifica-
ción así como los derechos por transporte sobre las vías férreas del
puerto y los quais, se regirán por la Ordenanza relativa á los ferro-
carriles en conexión con los quais, de 15 de agosto de 1858. (Véase
más adelante!.
A las tarifas de dicha Ordenanza se aplicarán, además de la reduc-
ción ya mencionada en el artículo 23 para las mercancías á granel
trasbordadas directamente de un buque al ferrocarril y viceversa, las
reducciones siguientes:
Para carbón de panol trasbordado directamente al buque desde los
vagones de la vía férrea próxima al borde del quai, sin usar las ins-
Anales de la Universidad 781

talaciones ni el personal de los quais, el interesado pagará á razón


de 1 Pf. por los 100 kg., con un mínimum, sin embargo, de 1 marco por
vagón.
La Administración de los Quais determinará en cuál sección de los
quais podrá permitirse el trasbordo directo.
Art. 26. Como alquiler de depósito, se pagará, después de los dos
días hábiles libres de alquiler (artículo 17):

Por cada 100 kg. y día hábil 2 Pf.

Sin embargo, en vez de ese alquiler, pagarán:

1) Lo=> cereales, semillas oleaginosas, harina y legum-


bres: por cada 100 kg. y día hábil 1 Pf.
2) Los toneles, canastos y cajones vacíos: por cada
100 kg. y día hábil 6 Pf.
3) Jjas máquinas que pueden quedar al aire libre:
por cada 100 kg. y fracción 10 Pf.
4i Los artículos á granel depositados en el quai (ar-
tículo 23): por cada 100 kg. y fracción 2 Pf.

Tratándose de l\s mercancías entregadas para su embarcarco


pero que más tarde han sido retiradas (artículo 10, inciso 5.''), así
como de aquellas que de acuerdo con el artículo 24, último inciso, se
hallan sobre el quai pero no provienen de embarcaciones de mar
ni daben ser puestas á bordo de tales embarcaciones, el alquiler del
depósito se cuenta desde el momento de la entrega.
Art. 27. Los derechos de báscula, pagados por el solicitante,
serán:

1) Si se trata de pesar mercancías para


depositarlas ó llevárselas 6 Pf. por los 100 k g .
2) Por pesar y reapilar mercancías . . . 10 » » » » »
3) » » separadamente cada fardo. 12 » » » » »

Pero con un mínimum de 6 Pf por cada fardo.


Cuando la operación se verifica al trasbordar las mercancías al ferro-
carril, con objeto de fijar el flete del ferrocarril, no se cobran de-
rechos de báscula, excepto cuando se trata de mercancías á granel
directamente trasbordadas (artículo 23); si en este último caso se
desea que la Administración de los Quais haga efectuar una pe-
sada, se pagará por este trabajo á razón de 4 Pf. por los 100 kg.
Los derechos establecidos más arriba (números 1 á 3), se aplicarán
55
782 Anales de la Universidad

igualmente cuando se permita á los interesados efectuar la pesada


con báscula de su propiedad y con su personal. E n este caso, sin em-
bargo, podrá la Administración exonerar del derecho, cuando,—con
permiso suyo,—los artículos son pesados por los interesados, con bás-
culas de su propiedad y con su personal, sobre los muros de quai y
después de haber sido dichos artículos entregados por la Administra-
ción.
Art, 28 Por levantar y descender con grúas piezas de más de
2,000 kg.,—incluyendo el uso de las cadenas de amarre,—se cobrará
al que solicite el trabajo lo siguiente:

Por trasbordo de ferrocarril á


Por piezas cuyo peso en kg. embarcaciones de mar y En todos los demás casos
sea de viceversa.

POR LOS 100 Kg.

2,000- 3,000 1 5 Pf. 10 Pf.


3 , 0 0 1 - 5,000 10 » 20
5 , 0 0 1 - 7,5(J0 15 » 25
7 . 5 0 1 - 10,000 20 » 30
10,001- 12,500 25 i> 35
12,501- 15,< 00 30 » 40
15,001— 17,500 35 » 45 »
17,501— 2'ViOO 40 » 50
2iJ,001— 25,000 45 » 55
25,001- 3(1,000 50 » 60
30,001- 35,000 55 » 65
35,001— 40,000 60 » 70
40,001- 50,000 65 » 75
50,001- 60,000 70 » 80
60,001- 70,000 72,5 » 82,5 »
70,001- 80,000 75 » 85
80,001- 90,000 77,5 » 87,5 >
90,001 - 100,000 80 » 90
100,001-110.001» 82.,5 » 92,5 -
110,0Ul-J20.(t00 85 > 95
120,001-130,000 87,5 » 97,5 »
130,001-140,000 90 » 100
140,001-150,000 100 » 100
Si ocurre que los artículos permanecen sobre el quai más tiempo
que el indispensable para hacerles sufrir el trabajo necesario previo
á su entrega, se cobrará, además del alquiler eventual del depósito,
la mitad del derecho de grúa por levantarlos nuevamente.

Derechos suplementarios
Artículo 29. Por trabajo que se efectúe fuera de las horas regla-
mentarias, se cobrará un derecho adicional para cada embarcadero ó
Anales de la Universidad 783

desembarcadero. Ese derecho será—por cada hora ó fracción de hora


—el siguiente:
1) De tarde, hasta las diez de la noche 5 M-
2) Después de las diez de la noche 7.50 »
Por trabajo que se efectúe en domingo ó día de fiesta,
el derecho adicional para cada embarcadero 6 desem-
barcadero será de 15 >
Derecho mínimo
Artículo 30. Por cada sección de la tarifa se cobrará como míni-
mum, 30 Pf.
Las fracciones de la unidad 100 kg. y las fracciones de hora, se
contarán como unidades enteras (100 kg.) y como horas enteras, y
las cuentas se redondearán aumentándolas á múltiplos enteros de
10 Pf.
Disposiciones diversas

Artículo 31. Por cada pedido de certificados, así como por cada
pedido de retención de mercancías, se cobrará 1 M.
Por cada boleto parcial de conocimiento (artículo 9), se cobrará un
derecho de 30 Pf.
Por reparación de embalaje y otros trabajos extraordinarios,—siem-
pre que la Administración de los Quais los tome á su cargo,—se co-
brará el costo y gastos recargados de un 20 Vo.

Disposición transitoria
Esta ordenanza entrará en vigor el 1.» de enero de 1894 [ J.
Dado en la sesión del Senado del 22 de diciembre de 1893.

E.—ORDENANZA RELATIyA. AL PLAZO DE DESEMBARCO EN EL


P U E R T O D E HAMBURGO

§1
Cuándo empieza á contarse el plazo de desembarco
El patrón de un buque con carga completa, tan pronto como esté
listo para desembarcar, deberá anunciárselo al recibidor. El tiempo
de desembarco empezará á contarse al día siguiente.
El anuncio, cuando el recibidor no sea conocido, se publicará en
los diarios: Hamburgische Borsenhalle^ etc.
784 Anales de la Universidad

§ 2

Tanto el patrón del buque como el recibidor de las mercancías, de-


ben proceder al desembarco con la mayor actividad posible; el patrón
deberá no sólo poner á disposición del recibidor el quantum diario
(término medio) que resulta de la tabla que va al final de este §, sino
que deberá también aumentar ese quantum con arreglo á las circuns-
tancias.
Con esa salvedad, servirán de regla páralos buques con carga en-
tera los plazos de desembarco mencionados más abajo.
Para indicar el tonelaje del buque servirá de base el del derecho
de boyas.
Las cifras que constituyen la secunda columna de la siguiente ta-
bla, se aplicarán cuando el plazo de desembarco empiece después
del 31 de octubre y antes del 1.° de marzo.
Anales de la Universidad 785

Buques á vela

Verano Invierno TONELAJE

3 días 3 días hasta 30 toneladas de registro neto


4 )) 4 » » 50 » » » »
5 ^) 5 » » 75 )> » » »
6 )> 6 V » 100 » » » »
7 .) 7 )) )) 125 » » » »
7 » 8 » » 150 » » » ))
8 » 9 » » 200 » » » »
9 » 10 « )) 250 » » )) »
10 » 11 y> » 300 j» )) » ))
11 » 12 » )i 350 )) » » »
12 » 13 » » 400 n » )) »
13 )> 14 » » 450 )) » » »
13 )) 15 )) )) 500 » » » »
14 » 16 )) » 600 » » » >
15 » 17 » )) 700 » » » »
16 » 18 » » 800 » » )) ))
17 )) 19 » » 850 » » » »
17 » 20 )) » 900 » » » »
18 » 21 « » 1,000 » » » »
19 )) 22 ^) )) 1,200 » » )) »
20 » 23 » » 1,300 » » » »
20 » 24 » » 1,400 » » » ))
21 » 25 » » 1,600 » » » »
22 » 26 )) » 1,800 » », )) »
23 » 27 )) » 1,900 » » » »
23 » 28 » » 2,000 » » » »
24 « 29 » » 2.200 » » » »
25 » 30 » » 2,400 » » » »
26 » 31 » » 2,500 )) » » »
26 » 32 » » 2.800 » )J » »
27 » 33 » » 2,800 )^ )) » »
28 « 34 » » 2,950 » » » »
28 » 35 » » 3,100 )) » » »
29 » 36 » » 3,400 )) » » »
30 ^) 37 » )> 3,550 » » » »
30 » 38 » » 3,700 » » )) »
31 » 39 » » 4,000 » » » »
32 >» 40 » » 4,150 » » » »
32 » 41 » » 4,300 » » » >
33 » 42 » » 4,600 )> » » yt
34 )) 43 )) )) 4,800 Tt » » »
34 » 44 » » 5,000 » » » »

y para cada 100 toneladas de registro neto más, se agregará un día.


780 Anales de la Universidad

Buques á vapor

En general Cereales, semillas,


Nitro
Verano Invierno etcétera

TONELADAS D E REGISTRO NETO

3 días 4 días hasta 200 200 200


4 » 5 » 300 300 400
5 » 6 » » 400 400 600
6 » 7 » » 600 600 800
7 » 8 » » 8(i0 800 1,100
8 » 9 » » 1,000 1,000 1,400
9 )) 10 » » 1,300 1,200 1,800
10 » 11 » » 1,600 1,400 2,200
11 » 12 » )) 1,700 1,500 2,400
11 » 13 » » 1,900 1,600 2,700
12 » 14 » » 2,300 1,800 3,200
13 » 15 » » 2,500 1,950 3,500
13 » 16 » » 2,700 2,100 3,800
14 » 17 » )) 3,100 2,400 4,400
15 » 18 )) )) 3,300 2,550 4,700
15 » 19 » « 3,500 2,700 5,000
16 )> 20 » » 4,000 3,000 5,600
17 » 21 » » 4,200 3,150 • 5,900
17 » 22 » » 4,500 3,300 6,200
18 » 23 » » 5,000 3,600 6,800
19 » 24 » )) 5,200 3,800 7,100
19 )) 25 » » 5,500 4,000 7,400
y para cada 600 toneladas más de cereales, semillas, etc., á granel,^
ó 500 toneladas de otras mercancías, 1 día más.
§3
Los plazos fijados en el § anterior se prorrogarán en un día^
cuando el anuncio al recibidor ocurra en un domingo ó día de fies-
ta ó en un día hábil después de las 2 p. m. Esta concesión de pró-
rroga queda sin efecto cuando el anuncio, referente á un recibidor
desconocido, se publique en la edición de la tarde de los diarios.

§4
Cálculo del tiempo de desembarco
Para el cálculo del tiempo de desembarco, no entran en cuenta:
1) Los domingos y días festivos.
2) Las horas durante las cuales la operación de descarga se halla
impedida por tempestades ú otras causas fortuitas.
Anales de ¿a Universidad 787

Por las horas y días que no entran en cuenta en el tiempo de des-


embarco, no se cobrarán derechos.
Respecto á las sobrestadías, se aplicarán las disposiciones de los
artículos 597 y 598 del Código de Comercio. (1)

§5

Desembarco antes de la llegada al puerto

Si antes de la llegada al puerto se han realizado desembarcos


parciales en otros puntos ó en lanchas, el tiempo de desembarco
del buque sufrirá la reducción correspondiente, contándose por
una tonelada de registro neto cada 1,5 ó cada 2 toneladas en peso
desembarcadas antes de llegar al puerto, según se trate de veleros ó
de buques á vapor, respectivamente.

§6

C'uando se haya fletado una parte proporcional ó un espacio deter


minado del buque, cada recibidor de cargamento parcial tiene dere-
cho á una parte del tiempo de desembarco establecido en el § 2 que
guarde proporción con la parte correspondiente del tonelaje total
del buque.
A cada recibidor de cargamento parcial deberá anunciársele el día
en que se procederá al desembarco de la parte de cargamento que
le corresponde. Este anuncio sustituye al mencionado en el § 1, en
cuanto al comienzo del tiempo de desembarco.

(1) 597—Para calcular las estadías y sobrestadías, se contarán los días consecutivamente
y sin interrupción; se tomarán en cuenta los domingos y días feriados así como aquellos en
que, á consecuencia de caso fortuito, el destinatario no haya podido proceder á la des-
carga.
Sin embargo, no entrarán en cuenta los días en que el viento, el mal tiempo ó cualquier
otra causa haya impedido:

1.» no sólo el transporte á tierra de las mercancías que quedaban á bordo del navio,
sino también el transporte á tierra de toda clase de carga,
2.» el embarque del cargamento.

598.—El fletante tiene derecho á la indemnización de sobrestadías por el tiempo en qu&


ha debido prolongar su permanencia y durante el cual el desembarco de toda especi» de
cargamento ha sido imposible, aun cuando el impedimento se haya producido en el curso de
la estadía ordinaria. Pero, al contrario, no tiene derecho á ninguna indemnización, en el
caso en que haya esperado más tiempo, á consecuencia de obstáculo para el desembarco
del cargamento, aun cuando este obstáculo haya sobrevenido en el curso de las sobrestadías.
788 Anales de la Universidad

§7

Mercancías en fardos
Para el desembarco de mercancías en fardos, se aplicará el artí
culo 604 del Código de Comercio (1), debiendo en consecuencia el re-
cibidor retirarlos sin demora, á requerimiento del patrón del buque.
Si el recibidor no es conocido del patrón, el requerimiento será pu-
blicado en los diarios mencionados en el artículo 1.°.
L a prevención del fletador relativa al depósito de las mercancías,
establecida por el artículo 604 con referencia á los artículos 572, 594
y 601 del Código de Comercio (2), puede formularse mediante pu-
blicación en los diarios mencionados en el § 1.

§8

Disposición iraíisitoria
Esta ordenanza se aplica á todos los buques y sus lanchas fondea-
dos en el puerto de Hamburgo que no hayan llenado el requisito, —
antes de entrar en vigencia la ordenanza,—del anuncio á que se refier

§9
Esta ordenanza entra en vigencia el 1.° de enero de 1900,
Hamburgo, 29 de diciembre de 1899.

La Diputación de Navegación y Comercio.

(1) 604.—El destinatario está obligado á hacer sacar sin demora, á requisición del capi-
tán, las mercancías de un cargamento de diferentes pertenencias.
Si «1 destinatario no fuera conocido por el capitán, la requisición será publicada según los
uio» locales.
La» prescripciones del artículo 601 (*) relativas al derecho ó ala obligación del depósito
por parte del capitán, se aplican á este caso. La notificación que debe hacerse al fletador y
que el artículo 601 prevé, puede efectuarse por vía de publicación según los usos locales.
El flatauto tiene derecho á reclamar una indemnización de sobrestadías (artículo 594) (*)
por los días en que, debido á demora del destinatario ó á los trámites para el depósito, haya
•ido excedido el plazo dentro del cual el buque debía ser descargado.

(*) VÍRge la nota siguiente.


(2) B72.—Cuando la indemnización por sobrestadía no haya sido fijada por convenio,
lo gerá equitativamente por arbitros.
Para su determinación se tendrán en cuenta las circunstancias particulares del caso y es-
pecialmente los contratos de soldada y los gastos de manutención de la tripulación, así
como los fletea que pierde el fletante.
Anales de la Universidad 789

F . — O R D E N A N Z A R E L A T I V A Á LOS F E R R O C A R R I L E S Q U E ESTÁN E N
C O N E X I Ó N CON LOS QUAIS ( D E L 1 5 D E AGOSTO DE 1 8 8 8 )

I.—DISPOSICIONES GENERALES

Artículo I."

Objeto de las vías férreas del puerto y de los qxuxis

Los trozos de las vías férreas del Estado, situados en el puerto


y en los quais, dentro del territorio franco, sobre ambas márgenes del
Elba, tienen por objeto efectuar el transporte de las mercancías desde
los embarcaderos y desembarcaderos de los buques hasta las estacio-
nes de los ferrocarriles que desembocan en Hamburgo, y viceversa.
Para lo referente al transporte de las mercancías sobre las vías
férreas mencionadas, hacia y desde los almacenes, depósitos y esta-
blecimientos, véase el artículo 17.

Artículo 2.0

Carga y descarga

L a explotación ferrocarrilera,—viajes y maniobras,—por las vías


del puerto y de los quais, estará á cargo de la Administración de los
Quais, por cuenta del Estado. Dicha Administración hará efectuar
también la carga y descarga de los vagones.

594.—En caso de fletamiento de un navio completo, el capitán tan pronto como se hall*
listo para descargar, deberá advertirlo al destinatario.
Si el capitán no conoce al destinatario, esto aviso será comunicado oficialmente en la forma
usada en el lugar de destino.
La estadía empieza á contarso desde el día que sigue al de esta notificación.
Terminado el plazo de estadía, el fletante no debe esperar más tiempo para desembarcar el
cargamento, á menos que ello esté previsto en el contrato (sobrestadías).
Salvo convenio contrario, no podrá reclamarse nada por la estadía. Por las sobrestadías, al
contrario, se pagará una indemnización.
Esta indemnización se fija de acuerdo con el artículo .572.
601.—Cuando el destinatario declare estar pronto para llevarse las mercancías, pero de-
more en hacerlo más tiempo del fijado, el capitán tiene derecho de hacer depositar las mer-
cancías,—previo aviso al destinatario,—en un almacón pilblico, ó de ponerlas, de cualquier
otro modo en lugar seguro.
El capitán está obligado á proceder de ese modo y á advertírselo inmediatamente al fleta-
dor, cuando el destinatario se niegue á recibir las meicancías, ó cuando, después de publi-
cado el aviso prescripto en el artículo 594, se niegue á pronunciarse respecto de él, ó, final-
mente, cuando no pudiere ser hallado. El fletante tiene derecho á la indemnización de so-
brestadía, prevista por el artículo 594, por los días en que,—á consecuencia del retardo del
deslinatario ó del retardo causado por el depósito,—se ha prolongado el plazo durante el cual
el navio debiera ser descargado, sin menoscabo de la indemnización de todo otro perjuicio.
604.—(Véase la nota precedente).
790 Anales de la Universidad

Artículo 3.»

Objetos transportados

Todo transporte por las vías férreas del puerto y de los quais, su-
pone una orden del recibidor, cuando se lleva á cabo desde las esta-
ciones hasta los quais é instalaciones del puerto; cuando dicho trans-
porte se verifica desde los quais é instalaciones del puerto hasta la»
estaciones de ferrocarril, supone una orden del remitente.
Se aceptarán para el transporte todas las mercancías,—con excep-
ción de las inflamables, y en general peligrosas,—que lleguen por los
ferrocarriles que desembocan en Hamburgo, ó entren al puerto para
ser remitidas por ellos.
Las mercancías en fardos ó piezas, en cantidad menor de 2,000 kg.,
que deban remitirse urgentemente en una ú otra dirección, quedan
excluidas del transporte por las vías férreas del puerto. E l derecho
de 8 Pf. por los 100 kg.,—fijado en el artículo 22 I V , a 1 y b 1, de la
Ordenanza relativa á la Explotación y Tarifa de los Quais, artículo
relativo á las mercancías traídas ó llevadas en carros por camino or-
dinario,—no se cobrará para tales mercancías de remisión urgente al
transportarlas directamente entre el quai y el ferrocarril.
Si la Administración de Ferrocarriles ó la Administración de los
Quais establecen un servicio de acarreo entre los quais y las esta-
ciones, ambas administraciones sólo contarán como costo del acarrea
la remuneración pagada al carrero, según tarifa que se publicará

Artículo 4.°

Entrega de bs vagones y responsabilidad por los mismos

E l lugar y tiempo de la entrega y recepción de los vagones de fe-


rrocarril, se fijarán de acuerdo con los convenios respectivos que se
celebren con la Administración de Ferrocarriles.
Al proceder la Administración de Ferrocarriles á la entrega de los
vagones á la Administración de los Quais y viceversa, harán revisar
estos vagones por un empleado común, con el fin decomprobar la
existencia ó no existencia de averías ó mermas.
De estas averías ó mermas, si existieren, la Administración recibi-
dora deberá dejar constancia ante la Administración entregadora in-
mediatamente después de efectuado el traspaso; de lo contrario, la
primera será responsable de aquéllas.
La Administración de los Quais es responsable ante la Administra-
ción de Ferrocarriles de las averías ó pérdidas de vagones de carga
Anales de la Universidad 791

traídos por cuenta de esta última administración y recibidos por la


primera sobre las vías férreas del puerto y de los quais de Hambur-
go, en cuanto esas averías ó pérdidas no hayan sido causadas por
fuerza mayor. Cada Administración será responsable de las faltas de
sus propios empleados.
L a Administración de los Quais no será responsable de los vago-
nes de ferrocarril que, en virtud del artículo 11 de esta ordenanza,
la Administración de Ferrocarriles haga colocar sobre las vías férreas
de los quais.

Artículo 5.*

Entrega y recepción de las mercancías. Responsabilidad por las mismas

Lia entrega y recepción de las mercancías,—en ambas direcciones —


se efectúa en los galpones del puerto y los quais, y por los em-
pleados encargados de este cometido dependientes de una y otra Ad-
ministración.
L a recepción de las mercancías, verificada sin reparos, libra á la
Administración que las entrega, de toda responsabilidad por pérdidas
ó averías. Pero la Administración de los Quais será, sin embargo, res-
ponsable de las mermas, averías ó pérdidas, siempre que resulte pro-
bado que éstas ocurrieron dentro de las instalaciones del puerto y los
quais, y antes d é l a entrega de los vagones por la Administración de
los Quais á la de Ferrocarriles, ó (en su caso) después de la entrega de
los vagones por esta última Administración á la de los Quais. Esta
responsabilidad de la Administración de los Quais con respecto á
la de Ferrocarriles sólo se hará efectiva en cuanto esta última sea
responsable á su vez ante los interesados.
Los vagones de carga que de los quais llegan á la estación de fe-
rrocarril, listos para el traspaso, serán cerrados con sellos de plomo
por la Administración de los Quais, siempre que no se prevea la
apertura de los mismos en las estaciones principales del trayecto
con el fin de efectuar un trasbordo ó de facilitar el despacho aduane-
ro. Si al abrir los vagones, se encontraren algunos artículos comple-
tamente destruidos,—estando intactos los sellos de plomo,—respon-
derá de estos artículos la Administración de los Quais ante la de Fe-
rrocarriles, que recibió dichos artículos sobre el quai. Tal responsa-
bilidad se extenderá hasta donde llegue la de esta última adminis-
tración,—si ella es la única administración de ferrocarril interesada
en el asunto,—ó hasta donde llegue la parte de responsabilidad que
le corresponda,—-si ésta debe ser coir.partida por otras administracio-
nes de ferrocarriles de empalme.
792 Anales de la Universidad

Sin embargo, la Administración de los Quais está libre de respon-


sabilidad, si demuestra que la pérdida no se produjo dentro de las
instalaciones del puerto y los quais, y que tampoco resultó de haber-
se efectuado en malas condiciones, por culpa suya, el embarque
en el vagón,

I I . — D I S P O S I C I O N E S PARTICULAEE8

Transporte hacia las instalaciones del puerto y los quais

Los trenes que se dirijan hacia las instalaciones del puerto y de


los quais, serán acompañados de una indicación de los vagones que
los forman y de los puntos donde deba ser descargado cada vagón.

Artículo 7.°

L a Administración de los Quais no está obligada á recibir artícu-


los para buques á los cuales no se ha indicado aún su lugar de carga
junto al quai.
A la misma Administración queda reservado el derecho de inte-
rrumpir momentáneamente el tráfico de vagones de ferrocarril, y de-
terminar cuándo deba restablecerse [•...]
L a Administración de Ferrocarriles está autorizada para exigir
—en épocas de tráfico extraordinario, cuando parezca dudosa la des-
carga sin demora de todos los vagones cargados destinados al quai,
—que los boletos de buque relativos á artículos que deban ser trans-
portados á los quais, sean sellados previamente por la Administración
de éstos, en señal de estar pronta para efectuar la descarga; en tanto
que los artículos con respecto á ios cuales dicha Administración no
remita á la de Ferrocarriles,—dentro del plazo fijado por esta última,
—el boleto de buque sellado, serán descargados en los parajes de
descarga ordinarios de la estación.

Artículo 8.°

Plaxo para el uso de los vagones

Los vagones cargados que vayan hacia los quais podrán usarse
por un plazo de cuarenta y ocho horas, á contar del momento de su
entrega. Si este plazo fuera excedido, la Administración de los Quais
deberá pagar á la de Ferrocarriles ün alquiler de tres marcos por
vagón, por cada día ó fracción de día.
Anales de la Universidad 793

No obstante, estos vagones se entregarán á la Administración de-


Ferrocarriles,—inmediatamente después de descargados,—sobre el
trozo de vía férrea destinado á ese objeto (artículo 4.°), á menos que
ellos deban ser nuevamente cargados sobre los quais.

Artículo 9.»

Pedido de vagonet

L a carta de flete para los artículos que deben remitirse sobre lo*^
ferrocarriles que están en conexión con el puerto, será entregada por
el remitente á la Administración de los Quais.
L a Administración de Ferrocarriles decidirá sobre los vagones que
se hayan de emplear.
L a Administración de los Quais presentará á la de Ferrocarriles, en
la forma que ambas convengan, la carta de flete, y se hará indicar lo&
vagones sobre los cuales hayan de cargarse los artículos. Los vago-
nes no podrán usarse más que para el objeto indicado.

Articulo 10

Modo de eftctuar la targa. Plaxo par» Urmmarl»

La carga de los vagones y el modo de cubrirlos, se harán de acuer-


do con las normas á que están sujetos los ferrocarriles, normas qu»
serán comunicadas á la Administración de los Quais, á cuyo cargo es-
tará la operación. Esta se verificará evitando en lo posible que los
artículos cargados tengan que trasbordarse en las estaciones de ferro-
carril.
E l plazo para terminar la carga será de 24 horas á contar desde el
momento en que ésta haya comenzado. L a operación de la carga em-
pezará tan pronto como sea posible.
Si el mencionado plazo fuera excedido, la Administración de los^
Quais pagará á la de Ferrocarriles un alquiler de 3 marcos por cada
día ó fracción.
Este alquiler no será exigible, si la Administración de Ferrocarri-
les no ha suministrado oportunamente á la de los Quais los ence-
rados, cuerdas y ganchos necesarios, según los reglamentos de fe-
rrocarril.
Luego de terminada la carga de los vagones, la carta de flete será
remitida por la Administración de los Quais,—después de inscritos en
ella los derechos por carga y trasporte sobre las vías férreas del puerto
y los quais,—á la agencia de cargas que el ferrocarril correspondien-
te tenga en el puerto franco, para la ordenación y despachos de los
papeles que deban acompañar á los artículos.
794 Anales de la Universidad

La Adminisiración de Ferrocarriles puede, por su parte, mantener


en el territorio del puerto franco empleados que vigilen la operación
de cargar los vagones, á fin de que ésta pe ejecute según las reglas
de la explotación. Los empleados de la Administración de los Quaig
tomarán en cuenta las observaciones que aquéllos les hagan á este
respecto.
Artículo 11

Estacionamienlo de vagotus vados sobre los quais

Se permite á la Administración de Ferrocarriles mantener en los


quais cierto stock de vagones vacíos, á condición, sin embargo, de
que no estorben las maniobras.
A este respecto, la Administración de los Quais decidirá en cada
caso.
Artículo 12

a) Derechos por d trasporte sobre las vías férreas del puerto y bs quais

Por el trasporte sobre las vías férreas del puerto y los quais situa-
dos en la ribera izquierda, ó sobre las vías férreas del puerto y los
quais situados én la ribera derecha del Elba, así como por la opera-
ción de cargar ó de descargar los vagones,—en el tráfico con los
diversos ferrocarriles que desembocan en Hambnrgo.—la Administra-
ción de los Quais cobrará directamente, á la recepción, y, á la remisión,
la Administración de Ferrocarriles, en nombre de la de los Quais,
los siguientes derechos;

1) Por los artículos enumerados á continuación y para remesas


de 5,0G0 kilogramos por lo menos: (1)
Alumbre, asfalto, plomo, cemento, nitro chileno, cloruro de
magnesio, achicoria, coke. abonos artificiales, hielo, hierro
(en bruto ó viejo), rieles, bridas y traviesas de ferrocarril, alam-
bre de hierro en rollos, vigas de hierro, hierro y acero fundidos
en blocks, cereales, yeso, guano, arenques, heno, legumbres,
papas, trébol, huesos, mármol (no trabajado y sin embalar),
harinas de cereales, almidón (de arroz, de papas, etc.), sal,
pizarra, arena, piedra, alambre de púas, carbón de piedra,
lignita, etc. etc.
10 Pfennig por los 103 kg.

(1) Damis la lista en extracto, solamente.


Anales de la Universidad 795

2) Por otros artículos en vagonadas de á lo menos 5,000 kilogra-


mos de peso real ó indicado:
15 Pfennig por los 100 kg.
3t Por toda clase de artículos en cantidades menores de 5,000
kilogramos de peso indicado:
20 Pfennig por los 100 kg.
con un máximum de 5 M. para los artículos del número 1) y
de 7.50 M. para los del número 2).
Artículo 13

b) Uso del galpón de agrupación y distribución

En el tráfico entre el galpón establecido para la agrupación y la


distribución de las mercancías (1), por una parte, y las estaciones de
ferrocarril, por la otra, no se cobrará derecho de transporte.
Pero, por el uso de este galpón,—incluyendo el costo del trabajo de
cargar las mercancías sobre los vagones, ó, en su caso, de descargar-
las de los mismos,-^se cobrarán los siguientes derechos:

. 1) Si se verifica un transporte sobre las vías férreas del puerto


y los quais, entre el galpón y los embarcaderos ó desembarca-
deros de los quais, con el objeto de efectuar la agrupación ó
la distribución de las mercancías:
25 Pfennig por los 100 kg.
2) Si dicho trasporte se hace por agua ó en carros:
15 Pfennig por los 100 kg.

Los derechos por depósito de mercancías en el galpón de agrupa-


ción y distribución serán los indicados en la Ordenanza relativa á la
Explotación y Tarifas de lo3 Qiais (véase más arriba). [ ]
Artículo 14

c) Derecho minimum

El mínimum de derecho que se cobrará por cada remesa (artículos


12 y IB), será de 20 Pfennig.

(l) En virtud d« loi contrato» celebrados entre Pruaia y Hambur go.


79G Anales de la Universidad

Artículo 15

Derechos exigibles á las administraciones de ferrocarril

Las administraciones de ferrocarril pagarán por el uso de las ins-


talaciones del puerto, un derecho á la Administración de los Quais,
fijado en 2, 5 Pfennig por los lÜÜ kilogramos para las mercancías in-
dicadas en el artículo 12 número 1), y para las demás mercancías, en
3 Pfennig por los 100 kilogramos; con la salvedad de que estarán li-
bres de este derecho todas aquellas mercancías que según las tarifas
de ferrocarriles son trasportadas como mercancías en fardos, así como
todas las que deban ser trasbordadas en las estaciones.
El derecho será pagado por aquella de las administraciones de los
ferrocarriles que desembocan en Hamburgo, sobre cuya vía se opere
el trasporte. No podrá ser agregado al flete.

Artículo 16

Arreglo de cuentas

Respecto de los derechos cobrados de acuerdo con los artículos 12


y 13, se arreglarán mensualmente las cuentas entre la Adminis-
tración de Ferrocarril y la de los Quais.
Artículo 17

Depósitos privados

Las vías férreas del puerto y los quais servirán también para efec-
tuar los trasportes de mercancías entre los depósitos y otros estable-
cimientos de propiedad privada, situados dentro del territorio del
puerto franco al Norte y al Sud y provistos de vías de empalme.
Las condiciones bajo las cuales han de llevarse á efecto los tras-
portes, so regularán por convenios especiales con los interesados.
Dado en la sesión del Senado, del 15 de agosto de 1888.

SECCIÓN III.—Organización d e la Compañía d e ios Alma-


cenes del Pnerto franco

A.—CONVENIO DEL 7 DE ENERO DE 1885

Con autorización del Senado de Hamburgo, se ha celebrado el si-


guiente convenio entre la Diputación de las Finanzas, por una parte,
y la Norddeutsche Bank de Hamburgo, por la otra.
Anales de la Universidad 797

§1

L a Norddeutsche Bank de Hamburgo se compromete, bajo las


•condiciones que siguen, á formar una Compañía por acciones con
objeto de instalar y explotar graneros, almacenes, escritorios y otros
establecimientos semejantes destinados al comercio y á la fabricación
•en el territorio franco.

§2

Para este fin, la Diputación de las Finanzas traspasa á la Compa-


ñía, por todo el tiempo que ésta exista y en calidad de arriendo, una
área de 30^000 metros cuadrados del terreno que figura en el plano
adjunto á este contrato. L a situaf/ión de aquella área dentro de este
i;erreno, se fijará antes de establecida la Compañía.

§3

E l capital de fundación (Orundkapital) de la Compañía, se fijará


en 9:000,000 de marcos, dividido en nueve mil acciones de 1,000 mar-
ojos. Resérvase para más tarde la facultad de elevar eventualmente
dicho capital, cuando y en cuanto lo requieran las necesidades de la
edificación y de la explotación.
L a Norddeutsche Bank garante la subscripción y el pago de todo
el capital de acciones de 9:000,000 de marcos.
Luego que—al constituirse la Compañía—se haya efectuado el pflgo
legal del 25 %, se fijará el importe de las cuotas ulteriores de acuerdo
con los presupuestos de las secciones de las obras empezadas (véase
§ 4), no debiendo la cuota exigida en cada caso exceder al importe de
los presupuestos, incluyendo los intereses á pagarse durante la cons-
trucción y una suma prudencial como fondo de gastos corrientes.

§ 4

Establecida que sea la Compañía, se le entregará por secciones de


área y forma convenientes, el terreno mencionado en el § 2, con los
muros de quai correspondientes y listo para la edificación. L a cons-
trucción de calles públicas con sus aceras, alcantarillas, cañerías de
agua y gas, corresponde al Estado. Igualmente serán establecidas por
el Estado las vías férreas en las calles públicas.
Se formará un plano del terreno con las indicaciones generales
necesarias para decidir las cuestiones sobre emplazamiento de alma-
56
798 Anales de la Universidad

cenes, depósitos para mercancías desembaladas, escritorios y otro&^


edificios destinados al comercio y á la fabricación. Las indicaciones
de este plano se harán de acuerdo entre el Senado y la Compañía,
consultando las necesidades reconocidas del gremio comercial. Esas
indicaciones podrán, si las circunstancias lo exigen, someterse á
una revisión por moción del Senado ó á pedido de la Compañía, y en
cuanto no hayan sido todavía ejecutadas. L a opinión del Senado es
laque predominará en tales casos.
Los planos especiales de edificios serán sometidos al Senado para
su aprobación. Luego que esta aprobación haya sido obtenida, y^
tan pronto como estén disponibles las superficies que los edificios de-
ben ocupar, se empezarán las obras proyectadas, sin ninguna demora.
Para la edificación ulterior en el terreno, regirá el principio siguiente:
que el espacio para los depósitos no debe calcularse consultando so-
lamente las necesidades actuales, sino previendo también las necesi-
dades futuras.
L a ejecución de cada edificio se realizará de acuerdo con el plano de
edificación aprobado, y bajo la inspección de la Diputación de Obras-
Públicas.

§5

E l depósito y preparación de las mercancías, así como la cesión en


arriendo de locales enteros, se efectuará de acuerdo con una tarifa
que debe presentarse al Senado para su aprobación.
El Senado podrá exigir en cualquier tiempo, ó la Compañía pro-
poner, la modificación de la tarifa. Su revisión general se efectuará
cada cinco años.
Los precios de la tarifa del)en considerarse sólo como máximum. D e
manera que la Compañía puede, por su cuenta, conceder condiciones
menos onerosas.

§6

L a Compañía tiene el derecho, y á requirimiento del Senado la


obligación, de expedir warrants sobre las mercancías depositadas por
ella, de acuerdo con un reglamento aprobado por el Senado.

§ 7
Anales de la Universidad 799

E l Consejo de Administración (Aufsichtsrath), se compondrá de cin-


co miembros cuando menos, y de nueve cuando más. L a Norddeuts-
cheBank hará valer su influencia para que en la primera elección, los
miembros del Consejo pertenezcan, en cuanto sea posible, al gremio
hamburgués de comerciantes y hombres de negocios en actividad. E n
las discusiones del Consejo tomarán parte tres representantes de los
intereses públicos; elegidos por el Senado entre las autoridades del
Estado. Estos representantes deberán ser convocados á las sesiones,
pero no tendrán el derecho de voto.
Estos representantes, es decir, la mayoría de los que asistan á la
sesión respectiva, tendrán derecho de hacer mociones independientes
y de oponer su veto,—que deberá ser protocolizado, con los fundamen-
tos que lo motivaron,—contra las disposiciones del Consejo. Si los re-
presentantes de las autoridades recurren al veto, la disposición
vetada quedará provisoriamente suspendida, y habrá que consultar á
su respecto al Senado, que tratará de conciliar las opiniones del Con-
sejo y los representantes, y decidirá en definitiva. Del mismo modo
deberá ser sometida al Senado toda moción de los representantes que
fuera rechazada por el Consejo, y aquel cuerpo decidirá igualmente
en definitiva.

§ 9

Las resoluciones de la Asamblea General que se refieran: al au-


mento del capital de acciones, á la contratación de empréstitos con
emisión de obligaciones preferidas, á la chancelación de otros, á la
conclusión de contratos jurídicos que limiten los poderes de la Com-
pañía, á la fijación, modificación ó complementación de los estatutos,
así como á la disolución de la Compañía, están sujetas á la aproba-
ción del Senado.

§ 10

Respecto á la repartición de las ganancias, se establece como prin-


cipio que los accionistas de la Compañía, por una parte, y el Estado^,
por la otra, participarán de la ganancia neta en la proporción de 3 : 5
(tres á cinco).
Sin embargo, de la ganancia neta que resulte del balance anual
practicado según las reglas comerciales, y después de hsiber separado
el 5 o/o para el fondo de reserva limitado al 10 o/o de acciones del
capital (de acuerdo con el artículo 1856 de la ley imperial del 18 de ju-
800 Anales de la Universidad

lio de 1884 relativa á las Compañías en comandita por acciones y á


las Compañías anónimas), los tenedores de acciones obtendrán ante
todo un dividendo de 3 1/2 O/Ü (tres y medio por ciento) al ano sobre
la suma vertida.
Después recibirá el Estado los 5/3 de la suma así distribuida entre
los accionistas.
Del resto de la ganancia neta, el 21/2 "¡o (dos y medio por ciento)
se destina á prorrateo (Tantiemen), el 10 "/o corresponde al Estado,
y el 87 1/2 V» (ochenta y siete y medio por ciento) restante se repar-
tirá de tal manera que, en primer lugar los tenedores de las acciones
obtengan el 1 1/2 °¡o (uno y medio por ciento) de las sumas que ha-
yan vertido, y luego el Estado los 5/3 de la cantidad así repartida
como superdividendo entre los accionistas. E l resto se repartirá igual-
mente entre los accionistas y el Estado en la proporción de 3 : 5.
Durante el tiempo de la construcción de cada sección de las obras,
los pagos correspondientes, cargados á la cuenta de construcciones,
gozarán de un interés de 3 1/2 «/u (tres y medio por ciento) al ano, y
estos intereses, se prorratearán entre los accionistas, de acuerdo con
el artículo 217 inciso 2." de la ley citada.

§ 11
La parte de la ganancia neta que corresponde en primar lugar al
Estado, después de distribuido el 3 1/2 o/o á los accionistas, y que
se eleva á los 5/3 de la suma así distribuida, representa el arriendo
del área de terreno traspasada á la Compañía.
E l 10 o/o del resto de la ganancia neta,—correspondiente también
al Estado (§ 10),—asi como los superdividendos que le toquen, irán á
aumentar el fondo destinado á la compra de las acciones de la Com-
pañía.
Anualmente, después de la distribución del producto anual, se
sortearán para el l.o de julio tantas acciones cuantas permita com-
prar el fondo destinado á ese objeto. Los tenedores de las acciones
sorteadas obtendrán contra entrega de estas acciones y de los certi-
ficados de dividendos correspondientes, el importe nominal de las cuo-
tas pagadas por ellos, sobre dichas acciones, con un aumento de
10 o/o '.diez por ciento) del total de cuotas pagadas y 4 o/o (cuatro por
ciento) de interés por año ó por la fracción de año que termine el
1.0 de julio del nuevo año económico.

§ 12

Las acciones así obtenidas para el fondo de compra de acciones


conservan toda su fuerza legal, que la Diputación de las Finanzas se'
Anales de la Universidad 801

encargará de hacer valer. Los dividendos que correspondan, irán á


aumentar el fondo de compra de acciones.

§ 13

L a Compañía pagará impuestos y derechos de acuerdo con las


leyes.
Respecto al impuesto fundario, se entiende que al calcular el ca-
pital para este impuesto (que la Compañía debe pagar como arrenda"
dora, de acuerdo con el § 4 inciso 2.o de la ley de impuestos funda-
rlos de julio 1881) sólo se considerará, del arriendo real ó presunto
percibido por la Compañía (§ 5 de la ley), la parte que el Estado re-
ciba efectivamente de acuerdo con el § 11, incisos 1.° y 2.o,de este con-
trato.
No se obligará á la Compañía á contribuir al pago de las aceras y
alcantarillado de las calles públicas. Pero, con relación á las co-
nexiones con los colectores públicos, al seguro contra el fuego y
á la distribución de aguas corrientes, tendrá ella los derechos y
deberes fijados por las leyes para los propietarios.

§ U

Terminado el año de 1899, el Estado tendrá derecho en cualquier


tiempo para comprar las acciones, que aun se hallen en poder de par-
ticulares, por un precio igual á veinticinco veces la renta media de
dichas acciones en los cinco últimos años de explotación,—pero nunca
por menos del-110 o/o (ciento diez por ciento) ni por más de 150'/'o
(ciento cincuenta por ciento),—y agregando el 4 Vo anual de intereses
por la fracción del año económico empezado.

§ 15

L a situación de arriendo cesa una vez que el Estado ha entrado en


posesión de todas las acciones.

§ 16

Con respecto al área de 9 ó 10,000 metros cuadrados de la gran frac-


ción restante del terreno del territorio franco figurado en el borrador
adjunto á este contrato,—fracción que no se arrienda á la Compañía,
—el Estado se reserva el derecho de disponer de esa área. Se da, sin
embargo, á la Compañía la seguridad de que si dicha área fuere ce-
dida total ó parcialmente en venta ó arriendo á terceros, no se esta-
blecerá ninguna participación del Estado en la forma de la que ahora
802 Anales de la Universidad

se contrata ni en ninguna otra, sino que la venta ó arrendamiento del


terreno se hará por su valor efectivo, fijado por el Senado.

§ 17

Por la gestión financiera de esta empresa, la Norddeutsche Bank


recibirá de la Diputación de las Finanzas, al empezar la explotación,
una comisión de 150,000 marcos (ciento cincuenta mil marcos).

§ 18

L a Norddeutsche Bank se obliga á constituir la Compañía dentro


del plazo de tres meses; sin embargo, si este banco considerase prefe-
rible postergar dicho plazo, lo podrá hacer con anuencia del Senado.

§ 19

Toda divergencia de opinión entre la Diputación de las Finanzas


y la Compañía sobre los derechos y deberes de las partes contratan-
tes, fijados por este contrato, será sometida á la decisión de arbitros,
—en caso de no llegarse aun arreglo,—de conformidad con el procedi-
miento civil. Si los arbitros nombrados no llegaren á ponerse de
acuerdo, la divergencia de opiniones será definitivamente resuelta
por un tercero en discordia nombrado por el Presidente del Tribunal
Superior Hanseático (en caso de no querer este magistrado actuaren
-calidad de tercero).

§ 20

Este contrato queda exonerado del derecho de timbre.


E n fe de lo cual, etc., etc.
Hamburgo, 7 de enero de 1885.

B . — ESTATUTOS D E LA COMPAÑÍA

TÍTULO I

DISPOSICIONES GENERALES

§ 1

Bajo el nombre de «Compañía de Almacenes del Puerto Franco de


Hamburgo», se constituye por los presentes estatutos una Compañía
con sede en Hamburgo.
Anales de la Universidad 803

§ 2

L a duración de la Compañía no se limita á un tiempo determinado.

§3

E l objeto de la Compañía es, el establecimiento y explotación de gra-


Tieros, almacenes, escritorios y otras construcciones destinadas al co-
mercio y á la fabricación en el territorio del puerto franco de Hambur-
^o, así como la prosecución de negocios anexos, en virtud del contrato
celebrado entre la Diputación de las Finanzas de la ciudad libre y
hanseática de Hamburgo y la Norddeutsche Bank de la misma ciu-
dad, firmado el 7 de enero de 1885, y cuyas cláusulas tienen carácter
obligatorio para la Compañía.
Los edificios que la Compañía debe construir, estarán situados en el
terreno que el Estado de Hamburgo le traspasa ó arrienda.
La Compañía tiene el derecho —y, á instancia del Senado, el deber—
de expedir warrants transferibles, extendidos al portador ó á la orden'
referentes á las mercancías que guarda en sus depósitos.

§4

Las notificaciones de la Compañía serán publicadas en el «Deuts-


cber Anzeiger», en el «Hamburgischer Correspondente, en la «Ham-
•burgische Borsenhalle» y en las «Hamburgische Nachrichten». L a
Asamblea General de la Compañía podrá modificar esta lista de pe-
riódicos, acordándolo así por simple mayoría. Si alguno de estos
periódicos cesa de aparecer, ó no quiere recibir las publicaciones, ó
las demora, bastará publicar las notificaciones en los otros periódicos.

TÍTULO II

CAPITAL D E FUNDACIÓN, ACCIONES, ACCIONISTAS

§5

E l capital de fundación de la Compañía se fija en 9:000,000 de mar-


-cos. dividido en 9iiOOO acciones de 1,000 marcos cada una. E l aumento
-de este capital de fundación, después de íntegramente pagado, podrá
decidirse por simp !e mayoría del capital de acciones representado en
la A samblea General, pero con la anuencia del Senado.
Las nuevas acciones podrán emitirse á un precio mayor que el valor
nominal-
804 Anales de la Universidad

§6

E l capital de fundación se lepartirá en tres series de acciones^


(letras A, B y C); cada serie contiene 3,000 acciones.
Al constituirse la Compañía, se pagará al contado sobre el total del
capital de fundación un 25 "/„ (veinticinco por ciento), es decir, 2:250,000'
marcos (dos millones doscientos cincuenta mil marcos). De este primer
pago se sacará la suma que demanden las primeras construcciones á
emprenderse. Las entregas ulteriores se satisfarán en la proporción
que determine el Consejo de Administración, consultando cada vez la
necesidad de atender á los gastos exigidos por cada sección de obras-
empezada; con la salvedad, no obstante, de que. los primeros de estos
pagos ulteriores no se harán obligatorios sino para las acciones de la
serie A. Sólo después de pagadas íntegramente laá acciones de la se-
rie B, se exigirán cuotas ulteriores de las acciones de la serie C.
Los llamados para el pago de cuotas ulteriores, se publicarán en»
los periódicos de la Compañía, con una anticipación de cuatro sema-
nas por lo menos.

§ 7

Mientras no se haya efectuado el pago íntegro del importe nominal de


las acciones, se expedirán certificados provisorios, que serán inscriptos-
en el registro de acciones de la Compañía con la indicación exacta del
nombre, profesión y domicilio del tenedor. E l traspaso del certificado-
provisorio podrá efectuarse endosando éste á la orden, ó en blanco,—
previo aviso y presentación del certificado para la anotación del tras-
paso en el registro de acciones. Con relación á la Compañía, sólo será
considerado tenedor de un certificado provisorio, el que esté inscripto
como tal en el registro mencionado. Al inscribir los traspasos en dicho-
registro, la Compañía tiene el derecho, pero no el deber, de someter á
prueba la legitimidad del nuevo adquisidor.

Los tenedores,—según el registro de acciones,—de certificados pro.^


visorios, son responsables del pago íntegro del importe nominal de las
mismas; con él son también responsables, de acuerdo con el artículo
220 del Código de Comercio, (1) todos los causantes legales del tenedor

(1) 2 2 0 . Cuando el accionista excluido ne vierta el capital reclamaao, su predecesor


inmediato y cada uno de los otros posesores anteriores inscriptos en el libro de los accionistas
es responsable ante la Compañía, en cuanto el pago no pueda obtenerse del subsiguiente. Esto-
se presume que ha ocurrido cuando el causa-habiente no ha efectuado el pago dentro del plazo»
Anales de ia Universidad 805

actual inscripto en el registro de acciones; y no sólo por el pago total


del importe nominal, sino ta^ibién por el pago de los intereses morato-
rios eventuales de 6 "/o durante un período de dos años contado desde
que se anotó el traspaso en el registro.

§9

Cuando el tenedor de un certificado provisorio, no haya pagado una


ó varias cuotas vencidas, la Compañía podrá exigirle por las vías
legales ordinarias el pago de la suma adeudada y de sus intereses,
pero también tendrá derecho, si así lo resuelve el Consejo de Admi-
nistración, de iniciar el procedimiento establecido en los artículos 218
y 219 del Código de Comercio. W

de un mes contado desde la presentación de una requisición y desde la denuncia de ésta al


poseedor precedente. El nuevo título se entrega á este último contra el pago de ia suma adeu-
dada.
La responsabilidad del poseedor precedente se limita, en lo que atañe á los capitales recla-
mados, ¡I un período de dos aüos; este plazo se cuenta desde el día en que la cesión ha sido
anotada en el registro de las acciones.
Si el pago de la suma adeudada no puede obtenerse de los poseedores precedentes, la Com-
pañía puede hacer vender la parte de interés al tipo de la Bolsa, ó, si el título no se cotiza,
en pública subasta.

(1) 2 1 8 . El accionista que no vierta á su tiempo las sumas reclamadas soV)rc su acción,
adeuda intereses á partir del día en que el pago debió verificarse. Puede también exigírsele
la indemnización de perjuicios mayores.
Podrán inscribirse en los estatutos, cláusulas penales para el caso en que las entregas no se
hicieren en tiempo oportimo.
Salvo otra disposición en los estatutos, la reclamación debe efectuarse en la forma en que
las comunicaciones de la Compañía se publiquen de acuerdo con aquéllos.
2 1 9 . Cuando el pago no se haya efectuado á su tiempo, podrá fijarse un plazo á los accio-
nistas en retardo, con apercibimiento de pérdida de sus pagos anteriores y de su derecho de
participación, si dejan pasar esc plazo sin satisfacer el pago.
El llamado debe aparecer tres veces en los periódicos designados en el inciso 3." del artículo
182. (') La primera vez tres meses por lo menos, la i'iltima vez un mes por lo menos, antes de
expirar el plazo de gracia fijado. Si las partes de interés no son trasmisibles sin consenti-
miento de la Compañía, basta, en lugav de la publicación antedicha, mi requiremiento es-
pecial á los accionistas morosos. Este requerimiento debe acordar un plazo de gra-
cia de un mes por lo menos, á contar de su recibo.

(*) 1 8 2 . (Inciso 3."). Las comunicaciones que deban hacerse llegar á los interesados por
vía de inserción en periódicos, se publicarán en el «Monitor del Imperio» («Reichsanzeiger»).
Los estatutos designarán, además, otios periódicos para el mismo objeto.
Si á pesar de este requerimiento, no paga el accionista la suma que adeuda sobre su acción,
se declararán caducados á favor de la Compañía sus derechos de participación, y sus entregas
anteriores pasarán á ser propiedad de ella. Esta declaración se hará pública mediante un
aviso inserto en los periódicos designados para las publicaciones de la Compañía.
Los títulos emitidos deben ser reemplazados por otros que agreguen á las entregas ante-
riores el capital nuevamente reclamado. El accionista excluido queda responsable del déficit
que s>ifra la Compañía, tanto por esas entregas cuanto por las que ulteriormente sean recla-
madas.
80G Anales de la Universidad

§ 10

Después de efectuado el pago íntegro del importe nominal de las


acciones, se expedirán los títulos definitivos de las mismas. Estos
se extenderán á favor del tenedor.

§ 11

Irán anexos á las acciones, cupones de dividendos por veinte años,


y también un talón. Al cobrarse el último dividendo, se expedirán,
contra entrega del talóu; nuevos cupones de dividendos por veinte
años más, acompañados de un nuevo talón.
L a Compañía no está obligada á someter á prueba la legitimación
del tenedor al recibir los cupones de los dividendos ó los talones.

§ 12

Si las acciones, los cupones de dividendos ó los talones se deterio-


ran volviéndose incómodo su uso, pero de manera, sin embargo, que las
partes esenciales se conserven lo bastante para que no surjan dudas
sobre su validez, el Consejo de Administración (Aufsichtsrath) está
autorizado para entregar, en cambio de los documentos deteriorados,
otros nuevos de igual clase, corriendo por cuenta del interesado el
costo de la renovación. Fuera de este caso, sólo se podrán preparar y
entregar nuevas acciones en cambio de otras deterioradas ó perdidas,
mediante previa declaración judicial de la invalidez de estas últimas.
Si algún certificado provisorio fuera destruido ó quedara inservi-
ble, se deja librado á la decisión del Consejo de Administración el
iniciar el procedimiento judicial para obtener la declaración de inva-
lidez del documento, ó entregar sin esa previa declaración un nuevo
certificado provisorio. Los cupones de dividendos no pueden judicial-
mente ser declarados nulos. Si no son cobrados dentro del plazo de
cuatro años á contar del 31 de diciembre del año de su vencimiento,
pierden su valor, y los dividendos correspondientes pasan á ser pro-
piedad de la Compañía. Sin embargo, se pagará contra recibo el im-
porte dé un cupón perdido, siempre que el interesado dé aviso de la
pérdida,—antes de expirado aquel plazo,—y la explique de una ma-
nera satisfactoria.
Tampoco procederá en ningún caso una declaración judicial de in-
validez de talones deteriorados ó perdidos.
Si el tenedor do una acción solicita que no se entreguen los nuevos
cupones de dividendos á la persona en cuyo poder se halla el talón
correspondiente á su acción, los nuevos cupones de dividendos se le
entregarán á él y no al poseedor del talón.
Anales de la Universidad 807

§ 13

Al subscribir, comprar 6 traspasar acciones ó certificados proviso-


rios, los accionistas se someten,—en caso de cuestiones cualesquiera
con la Compañía,—á lo que sentencie el Tribunal de Comercio de
Hamburgo.

TÍTULO III

ADMINISTRACIÓN D E LA COMPAÑÍA

§ 14

Los órganos de la Compañía son;

1) L a Dirección.
2) E l Consejo de Administración.

3) La Asamblea General.

1) La Dirección

§ lo
L a Dirección de la Compañía se compone de dos ó más m'embros
nombrados por el Consejo de Administración.
Los empleados autorizados para compartir con su firma la respon-
sabilidad de la Compañía, no pueden ser designados sin anuencia
del Consejo de Administración.
Dichos empleados, así como los miembros de la Dirección y los dele-
gados del Consejo, representantes de éste en la Dirección, legitiman su
calidad de tales para ser inscriptos en el Registro de Comercio, me-
diante la presentación de un extracto del acta del Consejo de
Administración referente á su elección, ó mediante la declaración en
otra forma de la mayoría de los miembros del mismo Consejo, y,
para actos ulteriores, acreditan aquella calidad mediante un extracto
de este Registro.
Para hacer válido un acto de la Compañía, así como para la firma
de la misma, se requiere la comün declaración ó la firma de dos miem-
bros de la Dirección, ó de dos miembros del Consejo de Administra-
ción, delegados ante ella, ó de uno de éstos y de un miembro de la
Dirección, ó en fin, de un miembro de la dirección ó del Consejo de
Administración,—autorizado, de acuerdo con lo que precede, para fir-
mar tales actos,—y de un empleado ó representante de la Compañía
inscripto en el Registro de Comercio.
808 Anales de la Universidad

§ 16

L a Dirección, cuyos derechos y deberes se rigen en general por


las prescripciones legales, tendrá á su cargo los negocios de la Com-
pañía, de acuerdo con las disposiciones de los estatutos; debiendo
guiarse en sus gestiones, por las instrucciones que le dé el Consejo de
Administración y por los reglamentos que se promulguen. Las condi-
ciones del nombramiento de los miembros de la Dirección las fija el
Consejo de Administración, que también celebrará con aquéllos los
respectivos contratos, fijará sus sueldos, etc.

2) Ei Consejo de Administración

§17

E l Consejo de Administración se compone de cinco personas elegi-


das por la Asamblea General. Esta puede, á pedido del mismo Con-
sejo, elevar hasta nueve el número de dichos miembros. Los primeros
miembros elegidos por la Asamblea General ocuparán su puesto has-
ta el 31 de diciembre de 1886. E n adelante los electos durarán cuatro
años,—de una á otra Asamblea General Ordinaria,—pero anualmen-
te debe cesar en sus funciones un miembro por lo menos. E l orden en
que cesarán estos miembros se fijará por la antigüedad de cada uno;
en casos de igual antigüedad, por acuerdo entre ellos ó por sorteo.
Los miembros salientes pueden ser reelegidos.
Todo cambio ocurrido en la composición del Consejo deberá hacerse
público en los periódicos de la Compañía, por orden de la Dirección;.
las publicaciones se enviarán al Registro de Comercio.

§ 18

E l Consejo de Administración goza de los derechos y tiene los de-


beres que el Código de Comercio fija para estas corporaciones. Está
autorizado para dar á la Dirección todas las instrucciimes y hacer las
indicaciones que considere convenientes para el mejor manejo de los
negocios de la Compañía. E l Consejo debe, además, formular los re-
glamentos y tarifas, de acuerdo con los cuales ha de verificarse la ex-
plotación general y, eventualmente, la expedición dewarrants.
Con todo, estos reglamentos y tarifas, y las modificaciones que
en ellos se introduzcan, necesitan la aprobación del Senado, que
podrá también ordenar una revisión de los mismos.
Anales de la Universidad 809

§ 19
El Consejo de Administración fija la orden del día de sus sesiones.
P-ira la validez de sus resoluciones basta con la presencia de cuatro
-de sus miembros. A todas las sesiones del Consejo serán convocados
tres representantes de los intereses públicos, elegidos por el Senado,
de entre las autoridades públicas, los cuales tienen voz en las discu-
siones pero no voto en las resoluciones. Estos representantes, es decir,
la mayoría de los presentes en la sesión, tienen derecho de hacer mo-
ciones independientes y de oponer su veto,—que deberá ser protocoli-
zado con los fundamentos que lo motivaron,—contra las disposiciones
•del Consejo. Si los representantes de las autoridades usan del
veto, la disposición vetada quedará suspendida provisoriamente, y ha-
brá que consultar á ese respecto al Senado, que tratará de conciliar
las opiniones del Consejo y de los representantes y decidirá en defi-
nitiva. Del mismo modo, deberá ser sometida al Senado toda moción
de sus representantes que fuera rechazada por el Consejo, y aquel
Cuerpo decidirá igualmente en definitiva.

§20

Los miembros del Consejo de Administración gozarán en conjunto


de una indemnización fija de 4,000 marcos, sobre cuya distribución en-
tre aquéllos, el Consejo mismo decidirá definitivamente. Además
recibirán los miembros del Consejo una compensación por los gastos
que eventualmente hagan en interés de la Compañía.

3) La Asamblea General

§ 21

Las Asambleas Generales se celebrarán en Hamburgo y, sin per-


juicio de lo establecido en el artículo 254 del Código de Comercio, U)

(1) 2 5 4 . La Asamblea General debe ser convoca'la cuando un número de accionistas cu-
yas part(>s de interés reunidas constituyan 1'20 del capital social lo soliciten por escrito, ex-
presando los motivos y objeto de la convocación.
Además, ios accionistas tienen derecho de exigir la notificación de las cuestiones someti-
das á las deliberaciones de la Asamblea.
Si no consiguen que la Dirección ó el Consejo de Administración contesten á su pedido,
c! Tribunal de la sede social podrá dar calidad á los accionistas demandantes ptiva convocar
la Asamblea ó para notificar 'as cuestiones de la orden del día. El Tribunal podrá á la vez
tomar disposiciones respecto á la presidencia de !a Asamblea. La convocación deberá men-
cionar la autorización judicial para convocar la Asamblea ó para notificar la.s cuestiones á
discutir
La Asamblea General decidirá si los gastos de la convocación deberán ó no cargarse á la
Compañía.
810 Anales de la universidad

serán convocadas por el Consejo de Administración ó por la Direc-


ción de la Compañía, ¡áe invitará á Asamblea General por medio de
publicaciones en los periódicos de la Compañía, con dos semanas
por lo menos de anticipación.

§22

E n la orden del día deben figurar todas las comunicaciones y mo-


ciones del Consejo de Administración y de la Dirección, así como to-
das las mociones sobre asuntos de la competencia d é l a Asamblea Ge-
neral que hayan sido presentadas por escrito á la Dirección, por uno
ó varios accionistas que representen más de la veinteava parte do las
acciones de la Compañía, y en tiempo oportuno antes de la fecha fija-
da para la Asamblea General. Sobre mociones que no sean las enume-
radas en la orden del día, no podrán tomarse resoluciones, exceptuan-
do la moción para convocar á Asamblea General Extraordinaria.

§23

Todo accionista puede tomar parte en Ja Asamblea General; cada


acción ó cada certificado provisorio da derecho á un voto.

§ 24

Preside la Asamblea General, un miembro del Consejo de Admi-


nistración. Se labrará acta de cada Asamblea y se harán constar en
dicha acta todas las deliberaciones.

§25
L a Asamblea General Ordinaria se celebra anualmente, en uno
de los cuatro primeros meses del aíío- E n esta Asamblea, la Direc-
ción y el Consejo de Administración informarán sobre la marcha
de los negocios del ano vencido y presentarán las cuentas anuales y
el balance, indicando el dividendo que de esos datos resulte. L a
Asamblea resuelve sobre la aprobación de este balance anual y sobre
el reparto de las utilidades, así como sobre el descargo de la Direc-
ción y del Consejo. E n las Asambleas Generales Ordinarias se veri-
ficarán también las elecciones necesarias de miembros del Consejo de
Administración.

§26

Son de la competencia de la Asamblea General todas aquellas re-


soluciones sobre los asuntos de la Compañía que no hayan sido atri-
Anales de la Universidad 811

buidos á otros órganos; como ser: las resoluciones sobre aumento del
capital de fundación, contratación de empréstitos con emisión de
obligaciones preferidas, chancelación de otros, conclusión de contra-
tos jurídicos que limiten los poderes de la Compañía, fijación, modifi-
cación ó complementación de los estatutos, disolución de la Compa-
ñía. Las resoluciones sobre estos objetos no serán válidas, sin la
aprobación del Senado.

§27

E a las votaciones de la Asamblea General, decide la simple mayo-


ría de votos del capital de acciones representado en ella. Sólo
para resolver sobre alteración del objeto de la Compañía, sobre su
disolución ó sobre su fusión con otra Compañía, se requiere una ma-
yoría de las tres cuartas partes del capital representado.

TÍTULO IV

CÁLCULO Y APLICACIÓN D E LOS BENEFICIOS

§28

E l año económico de la Compañía coincide con el año civiL


Por excepción, el primer año económico se contará desde el día
de la constitución de la Compañía hasta el 31 de diciembre de 1885.

§29

Al fin de cada año económico la Dirección preparará el balance


que será presentado al Consejo de Administración dentro de los tres
primeros meses del año subsiguiente. Este Consejo determina, des-
pués de oída la Dirección, qué alteraciones deben introducirse, y fija
el balance de acuerdo con las prescripciones legales y con los usos del
comercio. Las reglas que deben regir la fijación del balance, son
las siguientes:
Los edificios mandados construir por la Compañía, tales como gra-
neros, depósitos, escritorios, etc., figurarán en el activo del balance, por
su precio de costo, sin variación; no se introducirá ninguna rebaja
respecto de estos edificios, pero en cambio se aplicará anualmente una
suma,—equivalente por lo menos al deterioro sufrido por ellos y cuyo
importe fijará el Consejo de Administración,—para ir formando un
fondo destinado á conservarlos y renovarlos.
Las sumas que la apertura á la explotación demande por concepta
812 Anales de la Universidad

de gastos de escritorio y de viaje, honorarios de los técnicos y otros


desembolsos necesarios para poner en debida forma los edificios
de la Compañía, así como los intereses que deben pagarse á los ac-
cionistas durante la construcción, serán agregados á los otros elemen-
tos del precio de las construcciones, para formar con éste el precio
total de instalación.
Anualmente se introducirán en el inventario rebajas prudenciales,
fijadas por el Consejo de Administración .

§30

Después de deducidos todos los rubros del pasivo, el capital de


acciones, el fondo de reserva, las rebajas mencionadas en el § 29,
los gastos de organización, explotación, administración y otros, el
excedente del activo constituye la ganancia.

§31

Para cubrir cualquiera pérdida que arrojare el balance, se consti-


tuirá un fondo de reserva.

§32

De la ganancia neta que resultare después de pasado el balance, se


tomará, en primer lugar, para el fondo de reserva,—mientras éste no
llegue al 10 % del capital de fundación,—el 5 %, y después un di-
videndo para los accionistas de 3 1/2 % anual, sobre el capital pa-
gado.
Del resto de la ganancia neta, el Estado de Hamburgo obtiene,
ante todo, como compensación por el terreno para las instalaciones
de la Compañía, hasta 5/3 de la suma repartida como dividendo á los
accionistas.
Del resto que aún quedare, retirará el Estado 10 % para constituir
un fondo de compra de acciones de la Compañía. E l 90 % restante se
repartirá de modo que los tenedores de acciones reciban, primero un
superdividendo de hasta 1 1/2 % por año sobre las sumas vertidas, y
después el Estado hasta 5/3 del superdividendo así atribuido á los
accionistas. El excedente será repartido en la misma proporción de
tres á cinco éntrelos accionistas y el Estado.

§33

Durante el tiempo de la construcción de cada sección de los edifi-


cios, los respectivos pagos parciales sobre las acciones que sean car-
Anales de la Universidad 813

gados á la cuenta de construcción, gozarán de un interés de 31/2 V»


anual, y estos intereses, de acuerdo con lo proscripto por el Código
de Comercio, se repartirán entre los accionistas. Sin embargo, dicho
pago de intereses sólo podrá efectuarse hasta el 31 de diciembre
de 1895.

§ 34

E l 10 «/, del resto de la ganancia neta atribuido al Estado, así


como los superdividendos que le correspondan (§ 32, inciso 3.°), serán
entregados á la Diputación de las Finanzas para constituir un fondo
destinado á la adquisición de acciones de la Compañía,
Anualmente, después de liquidados los beneficios anuales, la Di-
putación de las Finanzas, sorteará, para el 1." de julio siguiente,
tantas acciones cuantas permita comprar el fondo destinado á
tal objeto. Los tenedores de las acciones sorteadas obtienen, contra
entrega de estas acciones y de los certificados de dividendos corres-
pondientes, el importe nominal de las cuotas pagadas por ellos sobre
dichas acciones, con un aumento de 10 "¡o del total de las cuotas abo-
nadas y 4 */o de interés anual por la fracción de año que termina el
1.° de julio del nuevo año económico.
Las acciones adquiridas así, para el fondo de compra, conservan
toda su fuerza legal, que la Diputación de las Finanzas se encargará
de hacer valer. Los dividendos que correspondan á estas acciones irún
á aumentar el fondo de compra de acciones.

§35

Terminado el año 1899, el Estado tendrá derecho en cualquier


tiempo para comprar las acciones que aun se hallen en poder de par
ticulares. L a compra se realizará á un precio igual á 25 veces el tér-
mino medio de la renta de los cinco últimos años de explotación, (pero
nunca por menos de ciento diez por ciento, ni por más de ciento cin-
cuenta por ciento), con más el 4 o/o de interés anual por la fracción
del año económico empezado.

TÍTULO V

DISPOSICIONES TRANSITORIAS

§ 36

Para las Asambleas Generales que hayan de celebrarse antes de la


inscripción de la Compañía en el Registro de Comercio, y para las
57
114 Anales de la Universidad

contribuciones que deban pagarse antes de esa inscripción, no será ne-


cesario publicarlas invitaciones; bastará con dirigir éstas por escrito á
los fundadores de la Compañía.

§ 37

E l Consejo de Administración, electo por la Asamblea General


Constituyente, está autorizado para introducir en la redacción de los
estatutos las modificaciones ó adiciones que se estimen necesarias para
la inscripción de la Compañía en el Registro de Comercio. Esas mo-
dificaciones y adiciones obligarán á los accionistas y á la Compañía.
Para testnnoniar tales modificaciones y adiciones, basta la declara-
ción de dos miembros del Consejo de Administración.

§ 38

E n virtud de las propuestas hechas, se declara y resuelve: que to-


das las acciones han sido tomadas por los fundadores de la Compa-
ñía, que el capital de fundación está suscripto en su totalidad y que el
contrato de sociedad queda celebrado entre todos los accionistas. Se
declara también que el pago legal del 25 o/o de cada acción, ya ha
sido efectuado.

C.—REGLAMENTO DE LA COMPAÑÍA ( 1 )

1. — ARRIENDO DE LOCALES CERRADOS

§ 1

Para el arriendo de escritorios y depósitos, servirá de base el for-


mulario anexo ^2), aprobado por el Senado.

§2

Como los locales arrendados están edificados sobre una parte del
territorio del puerto franco, los arrendatarios tienen que someterse
á todas las limitaciones que resultan de tal circunstancia
Por ahora regirán á ese respecto las siguientes prescripciones:

(1) Exclusivamente para los depósitos en los cuales el seguro de las mercancías contra el
fuego lio corre por cuenta de la Compañía.
(2) Véase primer anexo, al final de este Reglamento.
Anales de la Universidad 81b

1) En el territorio del puerto franco está prohibido todo comer-


cio al detalle.
Por comercio al detalle se entiende la venta ó suministro
de mercancías de cualquier clase, en cantidades menores que
50 kg. de peso bruto; y de espirituosas, en cantidades menores
que 36 litros. (U

Se permite la venta en cantidades menores:


a) cuando las mercancías son enviadas por el vendedor ó presen-
tadas por el mismo á uno de los puestos aduaneros, para su
despacho.
El pago de los derechos deberá hacerse constar en los libros
del vendedor. Si no se han pagado derechos por las mercan-
cías, el vendedor hará constar en sus libros qué otro modo de
despacho aduanero fué adoptado, cuál el puesto aduanero
que intervino y, si el caso ocurre, el modo de remisión í^por
correo, con qué buque);
b) cuando las mercancías se destinan al pertrechamiento de una
embarcación de mar, en virtud del pedido escrito de los arma-
dores ó del agente del buque;
c) cuando las mercancías se venden ó suministran al ocupante
de un depósito en el territorio del puerto franco, y este ocu-
pante entrega al vendedor la declaración escrita de que las
mercancías no están destinadas á ser consumidas en el men-
cionado territorio. Esta declaración, en la cual también se hará
constar en qué punto del territorio del puerto franco se en-
cuentra el depósito de la referencia, debe conservarse anexa
á los libros del vendedor;
d) cuando se trata de muestras; •
e) en caso de ventas públicas al mejor postor, de mercancías cua-
lesquiera, con excepción de las espirituosas. Respecto de estas
ventas al mejor postor, se llevará con toda regularidad un
protocolo, que será presentado ante la oficina que el Senado
determine, siempre que ella lo solicite.
2) Está prohibido á los arrendatarios, vender en el territorio
del puerto franco mercancías de cualquier clase y en cual-
quier cantidad, á los tripulantes de buques de mar, á los pa-
trones ó tripulantes de buques de río, á los mercachifles ó
vendedores ambulantes y á los asistentes de establecimientos
comerciales ó industriales (dependientes, capataces, etc.).

(1) También debe considerarse prohibido el regalar mercancías ó residuos de mer-


cancías en pequeñas cantidades á empleados de negocios ó á. otras personas, á menos que
el donante tome también á su cargo el pago de los derechos sobre las mercancías cedidas
(véase más abajo, 1 a). Consentir sin observaciones la apropiación de mercancías ó de resi-
duos de mercancías, será considerado como equivalente i regalarlos.
8lo Anales de la Universidad

E l suministro de mercancías para pertrechamiento de bu-


ques de mar, sólo puede efectuarse á pedido escrito de los
armadores ó del agente del buque. La nota de pedido, sobre
la cnal debe certificarse la recepción, será conservada por el
vendedor anexu á sus libros de comercio
3) Los arrendatarios están obligados ú anotar regularmente en
libros de comercio, las entradas y salidas de las mercancías
depositadas en el territorio del puerto franco. Aquellos
arrendatarios que, de acuerdo con las disposiciones vigentes,
no están obligados á llevar libros de comercio, deberán sin
embargo inscribir regularmente en un libro sus compras y
ventas. Los capataces de depósitos llevarán también un libro
en que anotarán las entradas y salidas de las mercancías en
depósito.
E n caso de ocurrir sospechas fundadas de que se han co-
metido infracciones á las disposiciones presentes, los arrenda-
tarios están obligados á permitir á los empleados que designe
el Senado, la revisión de sus libros y de su depósito.
Aquellas casas de negocio que se ocupan de suministrar á
los buques de mar, provisiones y pertrechos [ship-chandlers],
así como los negocios de relojería, serán sometidos á revisiones
periódicas por empleados que designará el Senado, El Senado
podrá ulteriormente decidir si otros negocios han de ser igual-
mente sometidos á tales revisiones.
4) No se permiten subarriendos de locales, sin previa aprobación
de la Compañía de Almacenes del Puerto Franco. Esta apro-
bación no sólo es requerida para subarrendar locales enteros,
sino también para subarrendar una parte de un local. No es
permitida la subdivisión en pequeños espacios de un local
arrendado, con el fin de subarrendar algunos de ellos. L a
aprobación para subarrendar sólo puede concederse cuando el
subarrendatario se somete á observar el convenio sobre la
incorporación aduanera de Hamburgo. (i) El formulario res-
pectivo, firmado por el subarrendatario, debe ser entregado á
la Compañía.
Los arrendatarios se obligarán bajo su responsabilidad á
que no sea defraudado ningún derecho ni impuesto correspon-
diente á los locales que arrienden, y también á que no se efec-
túe ningún comercio al detalle en dichos locales. Si los arren-
datarios tomaran en sus depósitos mercancías pertenecientes
á proveedores marítimos {ship chandlers), tanto los arrenda-
tarios como los proveedores darán aviso de ello á la Com-
pañía.

(1) Véase 2.0 anexo.


Anales de 1(1 Universidad 8l7

E n caso de que, utilizando un local arrendado, el subarren-


datario de dicho local ó el propietario de las mercancías de-
positadas en él eludieran el pago de derechos ó impuestos, ó
explotaran un comercio al detalle prohibido por esto regla-
mento, el arrendatario estará en el deber, si así se le exigiere,
de hacer desalojar sin demora al subarrendatario el local en
cuestión, ó de hacer remover las mercancías depositadas por
el contraventor.
5) Está prohibido á los arrendatarios celebrar contratos de sub-
arriendo con personas que hubieran sido expulsadas del terri-
torio del puerto franco por la comisión de los delitos ó con-
travenciones á que se refiere el párrafo anterior; así como tam-
bién aceptar en depósito sus mercancías.
Se publicarán los nombres de las personas así cxcli.íJas del
derecho de depositar mercancías en el territorio del puerto
franco.
6) Si un individuo del personal del arrendatario cometiera
una defraudación de impuestos ó derechos ó una contra-
vención á las ordenanzas que reglamenian el convenio re-
lativo á la incorporación de Hamburgo al territorio aduanero
alemán, especialmente en lo que se refiere á la explotación
del comercio al detalle, el arrendatario estará en el deber de
despedir inmediatamente al contraventor, si así se le exigiere.
Al arrendatario ó á sus empleados les está prohibido intro-
ducir en el territorio del puerto franco, para su uso particu-
lar ó para su consumo, otras mercancías que las que hayan
pagado derechos de aduana ó que procedan del libre tráfico
del territorio aduanero sin que se haya pedido para ellas el
reembolso del importe de los derechos ó impuestos. En parti-
cular, está prohibido en el territorio del puerto franco el con-
sumo de cigarros y cigarrillos que no hayan pagado derechos
de aduana. Esta prohibición no se extiende á las pequeñas
cantidades de mercancías consumidas en pruebas ó caladu-
ras.
Los arrendatarios son responsables, por sus empleados,
del cumplimiento de esta obligación.

Si los arrendatarios hicieren ó permitieren hacer algo que estuviera


en contradicción con las ordenanzas mencionadas, ú otras que en cum-
plimiento del convenio de incorporación aduanera de Hamburgo ó
para controlar el pago de derechos é impuestos se promulguen, incu-
rrirán en una multa que se establecerá ya en el contrato de arriendo,
y cuyo importe será de 500 marcos para la primera contravención y de
IjOOO marcos en caso de reincidencia. Esta multa sefá decretada por
ftT8 Anales de la Lniversidad

los miembros del Consejo de Administración que representan los


intereses públicos, bastando para ello la mayoría de votos de estos
miembros, y ejecutada con prescindencia de todo procedimiento
judicial, por las autoridades policiales. Estos representantes de los
intereses públicos en el Consejo de Administración, decidirán en los
casos de los número? 4) y 6 , sobre la oportunidad de retirar á deter-
minadas personas el derecho de depositar mercancías en el territorio
del puerto franco, y sobre si corresponde que un empleado de arren-
datario sea despedido por éste. Si estos representantes decidieran,—
en caso de repetidas contravenciones á las ordenanzas aquí contem-
pladas, ó en caso de defraudación comprobada de derechos é impues-
tos,—la expulsión de un arrendatario fuera del territorio del puerto
franco, este arrendatario está en el deber de desalojar inmediata-
mente los locales arrendados, sin dejar por eso de continuar siendo
responsable del pago del arrendamiento según contrato y de sus otras
obligaciones pecuniarias para con la Compañía hasta el próximo plazo
de aviso, y sin tener á su favor ningún derecho á indemnizaciones.
El Senado decide en última instancia sobre la realidad de las con-
travenciones denunciadas, y sobre el castigo (ó desalojo del local
arrendado, ó destitución del empleado contraventor) que corresponda
aplicarse de acuerdo con el presente Reglamento. Esa decisión del
Senado debe reconocerse como definitiva; los arrendatarios renun-
ciarán á todo procedimiento judicial.

§3

Los arrendatarios están obligados á usar la iluminación eléctrica y


la maquinaria hidráulica existentes, suministradas por la Compañía,
al precio de las tarifas aprobadas por el Senado.

2.—uso D E LOS D E P Ó S I T O S G E N E R A L E S D E LA. COMPAÑÍA

§ 4

El uso de los depósitos generales de la Compañía no está sujeto á


más restricción que la observancia de este Reglamento y de la tarifa
respectiva; la Compañía puede, sin embargo, rechazar las mercancías
que, á su juicio, no tengan las condiciones necesarias para ser deposi-
tadas en sus locales. Están absolutamente excluidas del depósito las
mercancías reconocidamente peligrosas al fuego 6 insalubres, ó que
sean <leclaradas tales por las autoridades.
Si algunas mercancías fueren depositadas con denominación equi-
vocada, el depositante será responsable de los perjuicios que del hecho
regultfiren, además de incurrir en las penas legales correspondientes,
Anales de la universidad 819

§5

L a Compañía toma también á su cargo la preparación de las mer-


cancías que ha de colocar en sus depósitos (ó que ya se hallen en
ellos) asi como el recibo y la entrega, y el trasporte de las mismas
desde los quais ó buques ó hasta los quais ó buques, y,—en cuanto
las circunstancias lo permitan,—desde otros depósitos ó hasta ellos

8 . — A N U N C I O DE LAS MERCANCÍAS

§6

E l anuncio de las mercancías á depositar se hace ante l.i Oficina


de Explotación de la Compañía, llenando el formulario prescripto
para boletos de anuncio. (1)
En este boleto, se indicará el peso bruto total (aproximado, &i no
se conoce exactamente); así como el peso parcial de cada fardo, cuan-
do exceda á 1,000 kg. Si el peso no fuere indicado, ó se indicare me-
nor peso del verdadero, el depositante responderá de los perjuicios
que de ello resultaren.
Además se dará una especificación de las mercancías en forma que
permita depositarlas ordenadamente, y, si se desea que se las someta
á alguna preparación, se harán á este respecto las indicaciones nece-
sarias. De omitirse estos datos, el depositante tendrá que pagar los
gastos que exija cualquier mudanza de depósito ó cambio de clasi-
ficación.

á.—RECEPCIÓN, TRASPORTE Y ALMACENAJE D E LAS MERCANCÍAS

§7

Salvo orden contraria, las mercancías no se pe.=an por regla


general; sin embargo, la Compañía se reserva la libertad de hacer
pesarlas mercancías para controlar la exactitud de los pesos de-
clarados. Si entonces se comprobara que estos pesos son menores que
los verdaderos, todos los derechos correspondientes, según tarifa, se
pagarán de acuerdo con el peso real de las mercancías.
No se procederá tampoco, en general, á la apertura de los far-
dos p£.ra investigar su contenido, á menos que lo solicite el mismo
depositante; sin embargo, la Compañía está autorizada para ha-
cerlo en cualquier momento, si tiene razones para suponer que el
contenido de los fardos no fué indicado correctamente.

(1) Véase 3." ane;?o.


820 Anales de la Universidad

§8

L a ejecución de trasportes que la Compañía tome por su cuenta,


se verifica en el primer día hábil siguiente al de la entrega de los do-
cumentos necesarios (conocimientos, boletos de quai, declaraciones,
etc.), á menos que haya otros convenios ó que circunstancias especia-
les lo impidan.
Los documentos entregados después de las 6 p. m. en la Oficina
de Explotación de la Compañía, se considerarán entregados en el día
hábil siguiente.
Las reparaciones en el embalaje, necesarias para efectuar el tras-
porte desde los quais ó buques, se efectuarán á costa del intere-
sado [ J.

§9

Las mercancías se almacenarán generalmente en el orden en que


lleguen los vehículos que las lleven al depósito respectivo.

§ 10

Los conductores de los vehículos deben ante todo hacer sellar en


la Oficina de Explotación los documentos relativos á la carga que
transportan, y luego entregarlos al respectivo capataz de depósito
cuyas indicaciones pertinentes atenderán.
Después de almacenadas Jas mercancías, el capataz del depósito
entregará un recibo de las mismas.

§ 11

Ni al recibo, ni á la entrega de las mercancías, se respon-


sabiliza la Compañía por indemnizaciones de sobrestadía de los
vehículos.

ó. i CEETinCADOS DE DEPÓSITO

§12

Tan pronto como las mercancías estén debidamente depositadas,


se cxlenderán certificados de depósito sobre las mismas (warrants), de
acuerdo con el formulario anexo. (1)

(1) Véase el 4.» anexo.


Anales de la Universidad 821

E l warrant se extiende á nombre del depositante ó á su orden, y es


transferible por endoso. Contiene el compromiso de la Compañía de
entregar al legítimo tenedor de dicho warrant y de acuerdo con estas
disposiciones, los artículos indicados por número, peso y marca en
aquel documento.

§ 13

El warrant decide de la relación legal entre la Compañía y el legí-


timo tenedor del mismo. E l tenedor, puede exigir en todo tiempo,
previo pedido por escrito, y contra entrega del warrant, las mercan-
cías después de pagados los derechos y otros gastos que graviten subre
ellas.
Si las mercancías fuesen retiradas del depósito por partes, el recibi-
dor deberá pagar inmediatamente, si así lo exige la Compañía,
todos los derechos y gastos correspondientes á la parte de las mer-
cancías que se retire. L a Compañía no está, sin embargo, obligada á
cobrar inmediatamente después del retiro de una parte de las mer-
cancías, los derechos y gastos correspondientes; antes bien, el resto
de las mercancías depositadas responde de todos los derechos y
gastos que afecten al total de las expresadas en el warrant y, por
consiguiente, de lodo saldo atrasado que eventualmente hubiere que-
dado impago.
El retiro parcial se efectúa mediante boletos de entrega (véase el
formulario en el 5 « anexo de este Reglamento) á los cuales deberán
agregarse los warrants respectivos. Sobre estos últimos se ano-
tará el retiro parcial efectuado, en caso de no ser entregados dichos
warrants á cambio de otros nuevos, válidos para el restante de
mercancías en depósito.
L a Compañía tiene el derecho, pero no el deber, de someter á
prueba las firmas escritas sobre los warrants y los boletos de entrega.

§14

Si han de extenderse varios warrants sobre una partida de mercan-


cías que ya fué objeto de un warrant, este primer warrant será de-
vuelto, y se pagará un derecho de 50 Pf. por cada nuevo wairant
además, se reembolsará á la Compañía el costo de una mudan-
danza de depósito ó de una clasificación que eventualmente hu-
biere que hacer entonces. Cuando se expidan varios warrants sobre
una partida de mercancías que fué objeto de un solo boleto de anun-
cio, se cobrará por cada nuevo warrant el mismo derecho de 50 Pf •
lío se expedirán warrants duplicados.
822 Anales de la Universidad

§15

También se extenderán warrants sobre mercancías depositadas en


los almacenes de la Compañía con motivo de un cambio de propie-
tario. Tratándose de pequeñas partidas, podrá, en vez de un warrant,
extenderse un boleto de reserva {Zurücklegeschein) (1)

§ 16

Para las publicaciones relativas á la declaración de invalidez de


warrants perdidos ó destruidos, servirán de norma las disposiciones
del Código de Procedimiento Civil, con la reserva de que la persona
que pretenda haber sido el poseedor del warrant extraviado ó des-
truido, podrá, si presenta una garantía suficiente, hacer valer los de-
rechos que resultaren de dicho warrant, aun antes de pronunciada la
sentencia definitiva. L a persona que pretenda tener derecho á las
mercancías cuyo warrant se extravió ó destruyó, correrá con los gastos
que los procedimientos legales originen.

6.—DEVOLUCIÓN D E LAS MERCANCÍAS

§ 17

A fin de facilitar los trámites para la devolución de mercancías


depositadas, puede consignarse el warrant en la Oficina de Explota-
ción á cambio de un recibo expedido por la Dirección de la Compa-
ñía. Basta entonces para obtener la entrega de las mercancías, un
boleto de entrega extendido por la misma persona que consignó el
warrant en la Oficina de Explotación.
Este boleto dé entrega será sellado en la Oficina de Explotación y
tendrá valor por tres días hábiles (incluyendo el día en que fué se-
llado) Si después de ese plazo se deseara el retiro de las mercancías,
habrá que hacer sellar nuevamente el boleto de entrega.
Al reverso del boleto de entrega se pondrá una declaración respecto
de si las mercancías han de ser inmediatamente cargadas ó conserva-
das en depósito por algún tiempo más; en este último caso se indicará
la marca y el número bajo los cuales se desea que continúen deposi-
tadas las mercancías.

(X) Véase el 6.» anexo


Anales de la Universidad 823

§18

Las notas de envío que sirven para retirar mercancías listas ya


para la remisión á su lugrar de destino, deben igualmente presen-
tarse á la Oficina de Explotación para ser selladas; y en ellas, co-
mo en los boletos de entrega, se indicará el depósito donde se
hallan las mercancías.
También para estas notas, como para los boletos de entrega, el sello
sólo tiene validez por tres días hábiles. Si transcurrido este plazo, no
se han retirado las mercancías, las notas de envío correspondientes
deberán ser nuevamente selladas.

i 19

La Compañía no está obligada á entregar mercancías depositadas


en sus almacenes, antes de que se le paguen los derechos y gastos
que graviten sobre ellas. Puede usar sobre dichas mercancías, de
una acción hipotecaria, así como sobre las sumas consignadas en su
lugar, para cobrarse los derechos y gastos, y para indemnizarse de
los perjuicios que hayan podido causarle el depositario 6 sus emplea-
dos.
L a Compañía hará valer esta acción de acuerdo con los artícu-
los 368 del Código de Comercio í^) y 1233 y siguientes del Código
Civil (2) y observando las disposiciones más detalladas del § 26.

(1) 3 6 8 . En caso de venta de una prenda, cuando el contrato ha constituido un acto de


comercio, tanto de parte del acreedor como de parte del deudor, el plazo de un mes, previsto
por el artículo 1234 del Código Civil, so reducirá A una semana.
Esta disposición se aplica por analogía al derecho legal de prenda del comisionista expe-
didor y del trasportador, cuando el contrato de expedición ó de trasporte sólo ha sido co-
mercial por parte de ellos.
(2) 1 2 3 3 . La venta de la prenda debe realizarse de acuerdo con las disposiciones de los
artículos 1234 á 1240.
Si el acreedor prendario ha adquirido para su df-recho de vender, un título ejecutorio con-
tra el propietario, puode hacer ejecutar la venta según las disposiciones relativas á la venta
de cosas entregadas en prenda.
1234. El acreedor prendario debe ante todo amenazar al propietario con la venta, y no-
tificarle al mismo tiempo la suma de dinero por la cual dicha venta ha de efectuarse. La
amenaza no puede hacerse sino después de la realización del derecho de venta y puede omi-
tirse cuando sea impracticable.
La venta no puede verificarse antes de expirado un mes después de la amenaza. Si ésta es
impracticable, el plazo de un mes so cuenta desde la realización del derecho de venta.
1235. La venta de la prenda debe llevarse & cabo en pública subasta.
Si la prenda se cotiza en la Bolsa ó se tarifa en el mercado, se aplicaiá la disposición del
artículo 1221. (*)

(.*! 1 2 2 1 . Cuando la prenda se cotiza en la Bolsa ó se tarifa on el mercado, el acreedor


prendario puede hacerla vender de mano á mano al precio corriente, por intermedio de un
corredor público de comercio, nombrado para efectuar tales ventas, ó por medio de cualquier
otra persona autorizada para proceder á las ventas en pública subasta.
824 Anales de la Universidad

7.—MUESTRAS

i 20

Para poder sacar muestras de las mercancías depositadas, se re-


quiere la presentación á la Oficina de Explotación de un boleto de
entrega y también, —si así lo exige esta Oficina,—del warrant respec-
tivo. El boleto de entrega debe contener la indicación de la cantidad
de las muestras que se desea sacar, y el nombre de la persona á quien
hayan de entregarse.

8. —BESPONSABILIDAD D E LA COMPAÑÍA

§ 21

La Compañía responde de los perjuicios resultantes de la pér-


dida ó avería de las mercancías desde el momento de su recepción
hasta el de su devolución, siempre que la pérdida ó la avería no se
deba á fuerza mayor ni á la naturaleza misma de las mercancías, es
decir, á su descomposición por agentes internos, á la evaporación ó
volatilización, al rezumo ordinario, etc , ni pueda, en fin, explicarse
por la insuficiencia del embalaje.
Las deficiencias del embalaje que puedan notarse exteriormente,
deberán indicarse en el warrant.

1 2 3 6 . La venta en pública subasta debe ejecutarse en el lugar donde la prenda está de-
positada. Si no puede contarse con un resultado conveniente do dicha venta en el lugar de
depósito, la prenda será vendida, en pública subasta, se entiende, en otro lugar que convenga
más.
1 2 3 7 . La fecha y el lugar de la venta deben publicarse con indicación sumaria déla
prenda. El propietario y los terceros á quienes correspondan derechos sobre la prenda, deben
ser avisados personalmente; el aviso puede omitirse cuando sea impracticable.
1 2 3 8 . La prenda no podrá venderse sino á condición de que el comprador se obligue á
pagar inmediatamente en valores efectivos el precio de venta, y, de no hacerlo así, pierde sus
derechos.
Si la venta ocurre sin esta condición, el precio se reputará recibido por »1 acreedor
prendario; los derechos de éste contra el comprador quedan intactos. Si el pago inmediato del
precio de venta no se lleva á cabo, sucederá lo mismo, á menos que se haya hecho uso de
la reserva de caducidad, antes de expirado el plazo de venta.
1 2 3 9 . El acreedor prendario y el propietario pueden tomar parte en la venta pilblica. Si
el primero llega á ser adjudicatario, el precio de venta se repula recibido ror íl.
La oferta del propietario puede ser rechazada si no paga al contado. Lo mismo debe en-
tenderse de la oferta del deudor cuando la prenda responde de una deuda de otro.
1 2 4 0 . Los objetos de oro ó plata no podrán adjudicarse por un valor interior al del oro 6
plata que contienen.
Si no hay fiuesta suficiente, la venta podrá efectuarse de mano á mano, á un precio igual
al del valor del metal^ por intermedio de una persona autorizada para proceder á las ventas eri
publica subasta.
Anales de la Universidad 82o

L a Compañía sólo responde de las indicaciones relativas á la es-


pecie de las mercancías, cuando ésta ha sido constatada por ella. Con
ese fin, el warrant podrá contener la correspondiente declaración.
La Compañía no toma á su cargo ningán seguro contra incendios,
ni responde de avería causada por el fuego, aun cuando ésta sea im-
putable á sus empleados.
L a responsabilidad de la Compañía cesa completamente, cuando el
recibidor retira las mercancías sin hacer constatar por la Compañía
ninguna avería ó pérdida experimentada por las mismas.

§ 22

La Compañía notificará al depositante y, en cuanto le sea pos-


ble, al tenedor del warrant, fie toda alteración que observe en el
embalaje ó en las mercancías, exhortándolos á tomar las medidas ne-
casarías para precaver de deterioros las mercancías. En caso de ofrecer
peligro la demora, puede laC jnpjiíía tomir por sí misma las medidas
necesarias, á costa de los interesados.
También puede, en casos análogos, de gran urgencia, -especial-
mente cuando las mercancías por su depreciación pudiesen no cubrir
ya los derechos de alquiler y otros gastos que las afecten,—exigir su
inmediato retiro, y, no siendo atendida ó no halLindo al tenedor del
warrant, enajenar las mercancías de acuerdo con las disposiciones de
los artículos .868 del Código de Comercio y 1233 y siguientes del Có-
digo Civil. (1)

9.—ALQUILER DE D E P Ó S I T O S

§ 23

El alquiler de depósito se contará por peso bruto de las mercancías,


á menos de que en la tarifa se establezca otra forma.
Para el cálculo de alquileres se cuenta el tiempo desde el día en que
empieza la colocación de las mercanv:ías en depósito, hasta el día en
que se retiran; ya se trate de mercancías traídas de afuera ó prove-
nientes de otro depósito. El tiempo trauscurrido entre esos días se
contará por meses enteros.
E n el caso de cambio de propietario de las mercancías, el alquiler
de depósito se computará al nuevo propietario por sólo medio mes,
si las mercancías no quedan depositadas por un período mayor. Si
quedan más de medio mes, el alquiler se contará por meses enteros,
como en los casos generales.

U) Citados ya en el § 19,
826 Anales de la ÚniDersidad

§ 24

Si las mercancías han de ser reservadas en depósito, se cobrará so-


lamente medio mes, siempre que se trate de un tiempo de depósi-
to no superior á 15 días. Si el depósito se prolonga por más tiempo, se
contará el alquiler por meses enteros.
Si las mercancías se recibieron para ponerlas en estado de ser expe-
didas, se concederán cuatro días de depósito (sin contar el de la re-
cepción ni el de la entrega); pero, para un plazo más largo, se contará
el tiempo de depósito á partir del día de la recepción.

§ 25

La Compañía presentará cuentas mensuales de alquiler y demás


derechos y gastos, las cuales, en caso de encontrárselas erróneas,
deberán corregirse dentro de los catorce días después de recibidas

E n caso de no constar en el warrant que se ha convenido expresa-


mente otra cosa, la Compañía tiene el derecho de exigir con tres meses
de anticipación el retiro de las mercancías. Este plazo comieza tres
meses después de colocadas las mercancías en depósito. El aviso de
retiro se anotará si es posible sobre el warrant; si no es posible, se
publicará por tres veces, con siete días de intervalo cada vez, en
los periódicos de la Compañía, y además se expondrá ese aviso en
la Oficina de la Compañía y en la Bolsa.
Si expirado el plazo del aviso ó el plazo convencional indicado en
el warrant, las mercancías no son retiradas, la Compañía tendrá de-
recho,—después de prevenir al tenedor del warrant, ó en caso de no
poder encontrársele, después de intimación publicada por tres veces
con intervalos de siete días en los periódicos de la Compañía y ex-
puesta en la Oficina de la Compañía y en la Bolsa, y de aviso al de-
positante,—para vender las mercancías luego de transcurrida una se_
mana á contar del aviso ó de la última intimación. L a venta deberá
efectuarse de acuerdo con las disposiciones de los artículos 368 del
Código de Comercio y 1233 y siguientes del Código Civil, (1) y podrá
aplicarse al total de las mercancías ó sólo á una parte de ellas. Del
producto de la venta, la Compañía se cobrará los gastos que afecten
á las mercancías. El sobrante eventual se entregará á la Caja de
ahorros de los empleados de la Compañía, si no fuera reclamado
dentro del plazo de dos años por el tenedor del warrant.

(1) Citados en el § 19.


Anales de la Universidad 82?

L a Compañía deberá participar al tenedor del warrant, inmedia-


mente si es posible, la venta de las mercancías.

10.—DISPOSICIONES «ENEKALES

§27

Está prohibido á los capataces de depósito atender ninguna clase


de pedidos directos de los interesaloá, ya sean escritos ó verbales.

§ 28

L a entrada á los depósitos sólo es permitida en virtud de una tar-


jeta de legitimación que deberá pedirse en la OHcina de Explotación.
Toda persona que utilice ó visite los depósitos, así como también
los conductores, patrones y tripulantes de las lauchas ú otros vehícu.
los estacionados junto á los depósitos, tendrán que obedecer estric-
tamente las indicaciones de los empleados de éstos. Los propietarios y
conductores de los vehículos son responsables de las faltas de sus
subordinados.

§ 29

No sedarán informes sobre las mercancías depositadas, sino á los


legítimos interesados.
§30

Se prohibe á los empleados y obreros de la Compañía, bajo pena de


inmediata destitución, aceptar regalos ó propinas; así como ocuparse
de comerciar en cualquier forma,—ya sea con mercancías, ya sea con
embalajes, cajones, envases vacíos, residuos, etc.

§31

Tanto en los locales alquilados (§ 1) como en los depósitos genera-


les, deberán observarse exactamente las disposiciones policiales con-
tra incendios. (Véase más adelante).
A los empleados del Cuerpo de Bomberos y á los guardianes se
les permitirá en todo tiempo la entrada á los almacenes y escritorios.

§32

Los patrones de lanchas y conductores de carros, y otros trabajado-


res que se ocupan de cargar y descargar mercancías, no deben esta-
cionarse, durante este trabajo, debajo de las grúas.
»28 Anales de la Universidad

11.—DISPOSICIONES FINALES

§33

La persona que alquila un local á la Compañía ó le entrega mercan-


cías para depositar ó le confía un trabajo, se somete por ese hecho
inmediatamente á todas las disposiciories del Reglamento y Tarifas en
vigencia.

§ 34

La Compañía se reserva el derecho de introducir en cualquier


tiempo, alteraciones en el Reglamento y Tarifa, previa aprobación
del Senado de Hamburgo.

El Reglamento que antecede se aplica solamente á aquellos


locales de la Compañía con respecto á los cuales no toma ésta á
su cargo el seguro contra incendios de las mercancías. Para los
otros locales existe un Reglamento distinto que no difiere del an-
terior sino en algunos detalles que vamos á indicar en seguida.
En el § 24, primer inciso, después de las palabras «se cobrará
solamente medio mes», se lia agregado: «el derecho de se-
guro contra incendio se cobra, sin embargo, por un mes»; y en el
segundo inciso del mismo §, después de las palabras «sin contar el
de la recepción ni el de la entrega», se ha agregado: «y el derecho
de seguros contra incendios no se cobrará por ese tiempo».
El seguro contra incendios, en la forma convenida entre la
Compañía de Almacenes del Puerto Franco y las CJompañías de
seguros, se hace obligatorio para las mercancías depositadas.
Se establecen las siguientes disposiciones especiales referentes
al seguro contra incendios:
La Compañía se encarga del seguro contra incendios sobre la
base de las condiciones generales de la «Unión de las Compañías
particulares de Seguro alemanas» y de las condiciones especia-
les contraídas en la póliza. Sin embargo, la Compañía no es di-
rectamente responsable, y debe ser considerada sólo como inter
mediarla entre el depositante y las Compañías de seguro. En caso
Anales de la Universidad 829

de incendio, no entrega al damnificado más que la compensación


que ella misma recibe, de acuerdo con las condiciones de la pó-
liza. Tampoco es responsable, la Compañía de Almacenes, de la
pérdida que resultare (contra toda previsión) de la quiebra de una
<5ompañía aseguradora. En caso de ocurrir semejante pérdida,
ésta sería repartida entre los depositantes damnificados por el
incendio, en la proporción de sus derechos respectivos al total de
indemnización fijado.
En caso de incendio, la Compañía hace con los aseguradores
€n nombre de los depositantes todos los arreglos necesarios, que
son definitivos. Cada seguro empieza en el momento de la re-
cepción de las mercancías y termina al ser retiradas éstas. Cuando
se efectúan retiros parciales, se hace constar en el boleto de en
trega el valor del seguro correspondiente á las mercancías retira-
das. A falta de esta constancia, se aplica á las mercancías un
valor de seguro aproximado, calculado sobre los datos del bo-
leto de anuncio.
El seguro se computa mensualmente, desde el día de la recep-
ción de las mercancías.
El premio (con la reserva de alteraciones futuras) es de
1/3 °/oo mensual en el depósito del quai A, y de 1/2 °/oo en los
demás depósitos, redondeando la suma por aumento en múltiplos
de o Pf., y con un mínimo de 20 Pf.
El certificado del seguro se reduce á la anotación correspon-
diente sobre el warrant.
Sólo á pedido del interesado, formulado por escrito se admi-
ten alteraciones en el importe de la suma asegurada. Las rebajas
entran en vigor después de terminado el mes corriente del seguro;
pero los aumentos empiezan á contarse sin demora, á condi-
ción empero de que la suma máxima de que puede disponer la
Compañía no sea excedida por el hecho del aumento. Si esa suma
fuera excedida, el aumento pedido para la suma del seguro entra
en vigor tan pronto como la Compañía consigue la ampliación soli-
citada del seguro, respecto de lo cual, informa al depositante á
las 24 horas á más tardar. Si entonces hubiera que pagar premios
mayores, el depositante paga también un premio correspondien-
temente mayor.
830 Anales de la Universidad

Se entrega gratuitamente una copia de la póliza al depositan-


te que la solicite. Las condiciones de esa póliza obligan también
al depositante.
Finalmente, los formularios de Boleto de Anuncio, de Boleto
de Entrada y Warrant sufren pequeñas alteraciones para el casa
del seguro contra incendio tomado por la Compañía: en el
Boleto de Anuncio se agrega una columna para la indicación
de la suma á asegurar, etc.; en el Warrant, la columna de devo-
luciones se sustituye por dos columnas destinadas respectiva-
mente á la indicación de las alteraciones en la suma asegurada y á
las alteraciones en la cantidad de las mercancías depositadas,,
etc. etc.

Anexo 1

COMPAÑÍA DE ALMACENES DEL PUERTO DE HAMBURGO

Contrato de arriendo

Entre la CoMPAfírA DE ALMACENES DEL PUERTO FKANCO DE


HAMBUEGO como arrendadora, por una parte, y el señor _.^
como arrendatario, por otra, se ha celebrado hoy el siguiente contrato
de arrendamiento:

La Compañía de Almacenes del Puerto Franco de Hamburgo


arrienda á los siguientes locales, situados en la man-
zana , á saber:

desde el día (por tiempo indefinido, con aviso anticipado


de meses para desalojo, cuyo aviso no podrá darse sino un primer
día de mes) por el plazo fijo de años, á saber, desde „
hasta y ulteriormente con aviso anticipado de un año, aviso
que se dará en una de estas dos fechas: 1.° de abril, ó 1." de octubre.
El arriendo por es de M. para los escritorios y de
M. para los almacenes-
en total M.
(Con letras) marcos.
Anales de la Universidad 831

Además pagarán los arrendatarios marcos al año, que se


cobrarán con el arriendo, por servicio de aguas corrientes, limpieza y
alumbrado de los corredores, escaleras y water-closets, así como por
calefacción para preservar contra el hielo el agua de las cañerías,

§2

E l arriendo y las compensaciones por los servicios mencionados en


el § 1 se pagarán por cuotas trimestrales de marcos en los si-
guientes días del año: 2 de enero, 1.^ de abril, 1.^ de julio y 1.» de
octubre.
Si no se efectuó el pago puntual del arriendo y demás compensa-
ciones en los plazos indicados, la Compañía tiene derecho,—además
de poder tomar judicialmente otras medidas,—de pedir el desalojo de
los locales arrendados, con cuatro semanas de aviso y en cualquiera
de las fechas mencionadas.

§3

Se prohibe á los arrendatarios depositar en los locales arrendados,


mercancías que por su naturaleza pudieran causar deterioros á otras
mercancías depositadas en las proximidades, ó molestias á los arren-
datarios vecinos. Tampoco se permitirá exceder la carga máxima sobre
el piso, determinada por la Compañía.
Si se cometiera cualquier contravención á estas disposiciones, el
arrendatario responderá de los perjuicios causados; además, la Com-
pañía está autorizada para rescindir en seguida el contrato de arren-
damiento, quedando el arrendatario obligado á pagar el total del
arriendo y de las otras compensaciones enumeradas en el § 1 hasta
el plazo más próximo de los fijados en este contrato para el aviso de
desalojo.
E n caso de que los arrendatarios desearan subarrendar los locales,
en parte ó en totalidad, á terceros, se apliearán las disposiciones del
§ 4 (número 4). Pero la Compañía se reserva el derecho de tomar para sí
los locales en cuestión, por el tiempo que hubiera durado el arrenda-
miento y en las condiciones convenidas con ella en el contrato de arren-
damiento. Los arrendatarios siguen siendo responsables por sus sub-
arrendatarios, del cumplimiento de las condiciones legales ó escritu-
rarias.

§4

Como los locales arrendados están edificados sobre una parte del
territorio del puerto franco, territorio al cual se aplica el tratado adua-
832 Anales de la Universidad

ñero de 25 de mayo de 1831 W> los arrendatarios habrán de confor-


marse con todas las limitaciones que resultan de esa situación.

[Sigue la copia textual de las condiciones fijadas en el Reglamen-


to, § 2J.

§5

La Compañía se obliga á conservar en buen estado,—desde los pun-


tos de vista de la construcción y de la resistencia,—durante todo el
tiempo de este contrato, los locales arrendados, sus puertas, ventanas
y cerraduras, y á entregar los locales para escritorio convenientemente
decorados.

§6

En cambio, los arrendatarios se obligan á usar discretamente duran-


te el tiempo de este contrato de los locales arrendados, cuyas defi-
ciencias eventuales deberán señalar en el acto de ocuparlos. Durante
ese tiempo cuidarán de que las construcciones no sufran dete-
rioros, y darán aviso inmediatamente de los que adviertan, á la Com-
pañía, En caso contrario, se obligan los arrendatarios á reembolsar
á ésta de su peculio, todos los deterioros causados por culpa ó impre-
visión de los mismos arrendatarios ó de sus empleados; así como tam-
bién á no introducir en los locales arrendados ninguna alteración
sin previo permiso de la Compañía y dejar, al tiempo de abando-
narlos, todas las cosas en el mismo estado en que se hallaban al
celebrar el contrato (salvo el desgaste natural). Las construcciones
ó mejoras que realizare en los locales arrendados el arrendatario (ó la
Compañía á costa de éste) quedarán de propiedad de la Compañía,
y sin compensación alguna, al terminarse el arrendamiento; ó serán
retiradas por cuenta del arrendatario,—según lo determine la Direc-
ción de la Compañía. Esta disposición se aplica también á las ce-
rraduras de seguridad y á los buzones.

Los arrendatarios están obligados á utilizar el alumbrado eléctrico


y la maquinaria elevatoria movida á fuerza hidráulica suministrada
por la Compañía, á los precios de las tarifas aprobadas por el Senado.
Toda diferencia que surja entre los arrendatarios respecto al uso de
la maquinaria elevatoria será dirimida por la Dirección de la Compañía-

(1) Véase 2.' anexo.


Anales de la Universidad 833

§8

Donde la Compañía ponga á disposición de los arrendatarios insta-


laciones de calefacción central, cobrará una compensación que deberá
convenirse en cada caso con los mismos arrendatarios.

§9
En los depósitos, está probibido fumar ó deiar pipas ó cigarros en-
cendidos, y emplear fuego ó luz sin la protección necesaria.

§ 10

Sólo con autorización de la Compañía, podrán los arrendatarios co-


locar sus letreros sobre los depósitos. La Compañía hará inscribir
á costa de los arrendatarios, el nombre de éstos sobre las placas co-
locadas á la entrada de los locales arrendados.

§ 11

Al abandonar los locales alquilados, los arrendatarios devolverán


á la Compañía todas las llaves, y le entregarán también, sin compen-
sación, las que correspondan á las cerraduras de seguridad que ellos
hubieren colocado.

§ 12 '

La jurisdicción para este contrato y para todas las cuestiones que él


pudiere motivar, es Hamburgo; y se comprometen ambas partes con-
tratantes, á someterse á la decisión de los tribunales de Hamburga
siempre que las vías judiciales no estén excluidas en virtud del § 4.

§ 13

El arrendatario pagará la mitad de los gastos de sellado para este


contrato.
En fe de lo cual, etc-, etc.

Hamburgo,
834 Anales de la Universidad

Anexo 2

C O N D I C I O N E S E S T A B L E C I D A S E N VIRTUD D E L TRATADO A D U A N E R O
DE 25 D E MAYO D E 1881 Y Á LAS CUALES DEBEN SOMETERSE
LOS S U B A R R E N D A T A R I O S .

Hallándose los locales arrendados, en terrenos que forman parte


del territorio del puerto franco determinado por el tratado aduanero
de 25 de mayo de 1881, los arrendatarios deberán someterse á todas
las restricciones que resultan de esa circunstancia.
A ese respecto regirán, mientras no se provea otra cosa, las si-
guientes disposiciones:

[Sigile la copia textual de las disposicioties contenidas en el


§ 2 del Reglamento, con la sustitucióyi de la palabra «subarreyi-
datario^-> eii vez de la palabra farre7idata?ioy>; con supresión del
pri?7ier inciso del número 4), y agregando antes del último inciso
delmímero 3) lo siguiente: E l subarrendatario no podrá subarren-
dar á su vez los locales que ocupa].

Reconozco , i. i j - •• j. ^ ine
Keconocemos por la presente, las disposiciones que anteceden y nos
-^rn—' á cumplirlas. También —.—¡ estar de acuerdo con
obligamos declaramos
las penas impuestas para el caso de contravenciones.
Hamburgo,

Firma del subarrendatario


Anales de la Universidad 835
La Compañía no toma á su cargo el seguro contra incendio
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Recibido el „ „ Depósito

Observaciones al recibir las mercancías:

I
Anales de la Universidad 837

Anexo 4.
Compañía do A l m a c e n e s del P u e r t o F r a n c o d e H a m b u r g o
N.° DEPÓSITO
Pf^l WARRANT
sobre las mercancías indicadas d continuación
el señor
para -. ^ ó su orden.
los señores

Contenido, según indicación Peso bruto en kilo-


Marca y número Número y clase de
los fardos del depositante gramos

j
i
1
i
Observaciones: ;
1

L a relación legal que emana de este warrant está definida por el


Reglamento de la Compañía, aprobado con fecha 13 de noviembre
de 1900 por el Senado de Hamburgo.
E l § 21 de dicho Reglamento, relativo á la responsabilidad de la
Compañía, dice:
L a Compañía responde de los perjuicios resultantes de la pér-
dida ó avería de las mercancías desde el momento de su recepción
hasta el de su devolución, siempre que la pérdida ó la avería no se
deba á fuerza mayor ni á la naturaleza misma de las mercancías,
es decir, á su descomposición por agentes internos, á la evapora-
ción ó volatilización, al rezumo ordinario, etc., ni pueda en fin ex-
plicarse por la insuficiencia del embalaje. Las deficiencias del
embalaje que puedan notarse exteriormente, deberán indicarse en el
warrant. La Compañía sólo responde de las indicaciones relativas á
la especie de las mercancías, cuando ésta ha sido constatada por ella.
Con ese fin, el warrant podrá contener la correspondiente declaración.
L A COMPAÍÍIA NO TOMA Á SU CARGO NINGÚN SEGURO CONTRA INCEN-
DIOS, NI RESPONDE DE NINGUNA AVERÍA CAUSADA POR EL FUEGO,
AUN CUANDO SEA IMPUTABLE Á SUS EMPLEADOS. L a responsabilidad
de la Compañía cesa completamente cuando el recibidor retira las
mercancías sin hacer constatar por la Compañía ninguna avería ó
pérdida experimentada por líis mismas.
Véas6 al dorso.
838 Anales de la universidad

Endosos: Devoluciones:
Anexo S.

Hamburgo,

BOLETO DE ENTREGA
tu

Warrant N° ;;;..;;;;;;:":'':::::::::Z:::: pesándolas a,ntes


-^^^-^T~,—:J ^ ^ o -••••••••••• ----••••••• 7 b l o c k • •-: ••, se e n t r e g a r á n — —
Boleto de reserva JS. . r:.:.::. L^ sm pesarlas antes
?
á del lote las sigtcienies mer-

cancias 51.

Firmado:
OD
CU

á la Compañía de Almacenes del Puerto Franco de Hamburgo.


Anexo 6 .

Compañía de Almacenes del Puerto Franco de Hambupgo

BOLETO DE RESERVA

Bajo el •^'^ ;Éiz: ••--•--; Z^ en el Depósito N° , Lote,


s
el señor . . |-
quedan reservadas para las siguientes mercancías.
los señores

^
marcadas:

NOTA.—Este boleto no adquiere validez hasta recibir el sello del block.


El alquiler del depósito corre desde la recepción de las mercancías.
00

Véase al dorso.
Deducciones I 00

I
^ 4

a.

NOTA. — Antes de retirar las mercancías ó al solicitar la expedición de un warrant, deberá presentarse este
boleto á la Oficina de Explotación.
Anales de la Universidad 843

í$ecclón IV. —Disposiciones policiales contra incendios

A — O R D E N A N Z A DESTINADA Á P R E V E N I R INCENDIOS EN LOS ALMACE-


NES D E LA P A R T E NORTE D E L T E R R I T O R Í O D E L P U E R T O FRANCO

Habiendo sido aprobadas por el Senado de acuerio con la repre-


sentación popular (Bürgerschafi) las siguientes disposiciones policia-
les para prevenir incendios en los almacenes del distrito Norte del
puerto franco, el Senado las promulga por medio de la presente pu-
blicación:

a) Alumbrado

Como luz fija, sólo podrá usarse la luz eléctrica incandescente ó


el gas conducido por las cañerías de la ciudad.
Para las instalaciones de luz eléctrica incandescente, su modifica-
ción ó ampliación, se observarán las siguientes condiciones generales
de precaución, además de las particulares que pueda dictar para los
casos especiales la Policía de Construcciones.
Todo ocupante de un local arrendado provisto de luz eléctrica está
en el deber de informarse exactamente, antes de empezar á emplear
la luz, de los detalles de la instalación, y especialmente de la posi-
ción de los conductores, conmutadores de seguridad, aparatos de in-
terrupción, etc.
Los alambres conductores colocados libremente sobre los techos ó
paredes, deben ser protegidos contra toda causa exterior de deterioro;
si, con todo, ocurriera alguno en esos conductores, la sección co-
rrespondiente del conductor será en seguida puesta fuera de servi-
cio, mediante la apertura del interruptor ó del conmutador de se-
guridad, y se dará inmediato aviso del hecho á la Administración de
los Almacenes del puerto franco ó á la Guardia de Incendios.
Las alteraciones que se deseen en los conductores ó en las lámparas,
sólo podrán ser llevadas á cabo por los empleados técnicos de la Ad-
ministración de Almacenes exclusivamente: á menos de tratarse de
instalaciones no servidas por la estación central de dicha Adminis-
tración.
Cada noche, después de terminado el tiempo de trabajo en los de-
pósitos arrendados, se cortará la entrada de la corriente eléctrica,
abriendo el interruptor principal, colocado generalmente delante del
contador.
L a aplicación de la corriente eléctrica á otro ob jeto que el de
iluminación por medio de lámparas de incandescencia, está sujeta á
la autorización previa de la Policía de Construcciones. [ ]
844 Anales de la Universidad

Sólo podrán encenderse luces transportables, dentro de los depó-


sitos, á condición de emplear linternas esféricas completamente cerra-
das y protegidas por un tejido de alambre, de acuerdo con el modelo
autorizado por la Policía.
E l uso de luces transportables abiertas, entre las cuales deben in-
cluirse también las lámparas sin cierre de linterna, está prohibido en
los depósitos y talleres, salvo en el caso de permiso especial de la
Policía de Construcciones.
Podrán emplearse como combustibles para el alumbrado (fuera de
donde haya gas y junto con la luz eléctrica) únicamente el aceite ani-
mal y las bujías que consuman completamente el pábilo.
E l petróleo y los productos de su destilación (nafta; éter, bencina,
gasolina, etc.), así como otros materiales análogos fácilmente infla-
mables, no se utilizarán como combustible, ni en los depósitos, ni en
los escritorios.

b) Calefacción

Además de las disposiciones legales á que están sometidas en ge-


neral las instalaciones de calefacción central, regirán para los edifi-
cios de la Compañía las siguientes:
Cuando se proyecte una instalación nueva ó modificaciones en una
instalación ya existente, antes de ejecutar las obras se presentarán
á la Policía de Construcciones los planos del proyecto. Las indicacio-
nes oficiales que se hagan entonces, obligarán á todos los que inter-
vengan en la construcción, vigilancia, uso y conservación de laa
instalaciones.
L a instalación nueva de un hogar, estufa, chimenea, etc., ó el tras-
porte de las ya existentes á otro lugar sin previa autorización de la
Policía de Construcciones, serán castigados, conforme al Código Pe-
nal, con multas de hasta 60 marcos ó prisión de hasta 14 días.
L a construcción de un hogar ó estufa para sustituir á otro hogar ó
estufa más pequeños, así como la sustitución de una instalación de
calefacción ó cocina por otra de diferente clase, será considerada co-
mo construcción nueva, y requerirá por consiguiente la autorización
previa de la Policía de Construcciones. [ ]
E l empleo de estufas de gas trasportables es permitido sólo con
autorización policial, que será solicitada por escrito en cada caso.
L a persona que no toma las precauciones necesarias para con-
servar en condiciones de seguridad los hogares instalados en ellocal
que ocupa (tanto desde el punto de vista de la solidez como de la
inmunidad contra el fuego), ó descuide hacer efectuar eu tiempo
oportuno el deshollinamiento de los cañones de chimenea, incurre,
conforme al Código Penal, en una multa de hasta 60 marcos ó pri-
sión de hasta 14 días. [ ]
Anales de la Universidad 845

L a compuerta de limpieza de las chimeneas ha de ser fácilmente


accesible en todo tiempo; se evitará, por consiguiente, colocar delante
de ella muebles, fardos de mercancías, etc.
Si el hollín que proviene de la limpieza de las chimeneas no se ha-
•ce pasar inmediatamente al alcantarillado, será obligatorio encerrarlo
«n recipientes metálicos, luego de terminada la limpieza, y llevarlo
«en el día fuera del local.
E l combustible no podrá ser depositado en las mansardas, ni tam-
poco en los pisos de los depósitos de mercancías mezclado con és-
tas. Los depósitos para grandes cantidades de combustible serán de
paredes macisas, ó de armazones cubiertos de fábrica y revoque, ó
<le paredes incombustibles (sistema Rabitz), y provistos de techo re-
vocado. Pueden guardarse cantidades pequeñas en recipientes de
hierro. Los materiales empleados para encender el combustible serán
siempre conservados en recipientes de hierro.
Tambiéa se guardarán en recipientes de hierro, herméticamente
cerrados, las cenizas y residuos de la combustión. Estos reci-
pientes se vaciarán diariamente en los carros de limpieza pública.
Se prohibe colocar sobre el piso,—en los depósitos de mercancías ó
en los locales destinados á guardar el combustible,—los recipientes
<ie cenizas no vaciados aún de su contenido.

c) Materias inflamables

Está absolutamente prohibido el uso de los depósitos para guardar


mercancías inflamables ó explosivas, así como petróleo, aguarrás, al-
quitrán, pez, resina, galipodio, azufre y flor de azufre, cal viva, cá-
ñamo, filástica, estopa, lino, yute y algodón en bruto. Si tales mer-
•cancías fueran llevadas á los depósitos bajo falsa denominación, el
depositante será responsable de todos los perjuicios que de ello re-
sultaren.

d) Instalaciones industriales

Toda construcción ó modificación de instalaciones industriales será


objeto de un aviso a l a Policía de Construcciones. Esta, al autori-
zar tal construcción ó modificación, dará las instrucciones necesarias
para que la obra y su explotación estén al abrigo de todo peligro
•de incendio. E n cuanto á las industrias que ofrecen á este respecto
u n peligro especial, su instalación está absolutamente prohibida.

e) Otras disposiciones

E-ítá prohibido afumar en loa depósitos, graneros y talleres, ó andar


con pipas, cigarros 6 cigarrillos encendidos. Sobre cada puerta de
entrada é «3503 lócales, se colocará un cartel con dicha prohibición.
^9
846 Anales de la Lniversidad

Los residuos, basuras, etc., provenientes de la limpieza, no perma-


necerán más de 24 horas dentro de los depósitos; deberán llevarlos-
cada día los carros de limpieza pública.
E l papel, la paja y otros objetos ó substancias combustibles desti-
nados al embalaje de mercancías, no deben depositarse junto con
éstas; sino conservarse en cajones cerrados ó en locales separados.
L a colocación de mercancías en los espacios y locales destinados á,
depósito de las mismas, deberá efectuarse de modo que en la proxi-
midad de las puertas ó ventanas haya siempre un pasaje de O 85 m
de ancho y que dichas aberturas no queden obstruidas por fardos 6
cajones, etc.
Las escaleras y los descansos estarán siempre libres para el trán-
sito; no se colocarán, pues, sobre ellos fardos, sacos, cajones, tone-
les, etc.
La división de los locales por medio de tabiques de madera, n o
podrá realizarse sin permiso especial de las autoridades policiales.
Cualquier deterioro causado á los aparatos contra incendio y espe-
cialmente á los hidrantes de alta presión, á las cañerías ordinarias de
aguas corrientes, á los extinguidores, mangas, telégrafos de incendio,
etc., así como el uso indebido de esos aparatos, eerá castigado d e
acuerdo con el Código Penal.

/) Vigilancia

La vigilancia estará á cargo de un piquete de guardia, formado con


personal del Cuerpo de Bomberos, que recibirá instrucciones del
Jefe de este Cuerpo.
A la vez funcionará una patrulla de vigilantes, especialmente
destinada á los depósitos y almacenes de la Compañía, formada
por ésta é instruida y controlada por la Dirección de la Compañía.
Todos ios arrendatarios y ocupantes de los almacenes situados en
el distrito Norte del puerto franco, están obligados á permitir que el
personal del piquete de guardia del Cuerpo de Bomberos y el per-
sonal de vigilantes particulares de la Compañía, siempre que se trate
de locales pertenecientes á ésta, entren en dichos locales y los ins-
peccionen en cuanto se relacione con la prevención de incendios.

g) Disposición penal general

Toda contravención á estas disposiciones será castigada,—sin per-


juicio de otras responsabilidades civiles ó penales,—con multas de
hasta 60 marcos ó prisión de hasta catorce días.

Dado en la asamblea del Senado de Hamburgo, 4 de enero de 1889,


Anales de la Universidad 847

A los materiales enumerados en la letra c) se han agregado


posteriormente los siguientes:

Cerillas fosfóricas, aun cuando vengan embaladas en cajas


de lata, cartuchos metálicos cargados^ fire crackers, acetileno
líquido; carburo de calcio, perclorato, cola de calafate, etc.

B.—OTRAS DISPOSICIONES POLICIALES PA.RA PREVENIR INCENDIOS

Se prohibe encender cerillas ó pajuelas en el interior de los alma-


cenes. Las luces de linterna sólo podrán encenderse ó apagarse en
las escaleras de aquéllos.
Solamente con previo aviso á la guardia de Bomberos se permitirá
ejecutar trabajos de soldadura.
Las estufas de soldador deben estar encerradas, mientras se em-
plean, en una caja de palastro cuyas paredes no tendrán menos de
30 cm de altura; y serán mantenidas á una distancia mínima de
1 m de las mercancías, cajones, etc. Durante el trabajo, se tendrá á
mano constantemente un balde lleno de agua.
Toda contravención será castigada,—si las leyes vigentes no impo-
nen una pena mayor,—con multas de hasta 36 marcos.

Hamburgo, 20 de diciembre de 1899.

Se prohibe tener en depósito, ó usar, colores que contengan sustan-


cias fácilmente inflamables (alcohol, nafta, bencina, aguarrás, etc.).
L a prohibición anterior no se aplica al caso de empleo de pequeñas
cantidades de estas substancias para pintar parte de los edificios ó de
las instalaciones; pero el guardar en depósito colores que las conten-
gan, aunque sea en pequeña cantidad, sólo será permitido con previa
autorización de la Policía-
Las infracciones se castigarán,—si las leyes vigentes no imponen
penas todavía mayores,—con multas de hasta 36 marcos.

Hamburgo, 21 de septiembre de 1900.


848 Anales de la Universidad

CAPITULO V
PUBRTO Dn HAMBURGO

(CONCLUSIÓN)

Tarifas
Se han indicado ya en las páginas precedentes, algunos de los
derechos que se cobran en el puerto de Hamburgo:

Sobre el derecho de Capitán de puerto, véase § 37 de la Ley


general del Puerto.
Sobre los derechos por el uso de las instalaciones de los quais
(incluyendo galpones, básculas, grúas, etc.), véanse los artículos
22-30 de la Ordenanza relativa á la Explotación y Tarifas de
los quais.
Respecto de los derechos cobrados por el transporte de mer-
cancías sobre las vías férreas del puerto, por carga y descarga
de vagones (en el tráfico con los diversos ferrocarriles que des-
embocan en Hamburgo), así como por el uso del galpón de
agrupación y distribución, véanse los artículos 12, 13 y 14 de la
Ordenanza relativa á los fcrrrocariles en conexión con los
quais.
Finalmente, el artículo Q.*^ de la Ley relativa á las declaracio-
nes para la Estadística de Navegación y Comercio del Puerto
Franco (12 de octubre 1888, 19 de diciembre 1890, 30 de di-
ciembre 1895 y 12 de mayo 1902), fija, como hemos visto, un
pequeño derecho sobre el valor declarado de las mercancías im-
portadas en el puerto franco ó exportadas de él.
Ahora, sólo nos falta indicar los derechos de tonelaje y pilo-
taje para los buques, y las tarifas de estivadores y de depósito
para las principales mercancías.
Anales de la Universidad 849

A . — D E R E C H O S DE TONELAJE

LEY RELATIVA AL COBRO D E UN DERECHO D E TONELAJE EN HAM-


BURGO Y CÜXHAVEN ( D E 1 2 FEBRERO D E 1902)

E l Senado, etc.

§ 1

Se cobrará un derecho de tonelaje á todos los buques de tráfico


marítimo que llegan á Hamburgo ó á Cuxhaven.
Este derecho se contará sobre la capacidad neta del buque. Con la
reserva de las exoneraciones y rebajas establecidas en el § 2, el im-
porte del derecho será de 10 Pf. por metro cúbico para aquellos bu-
ques que se hayan provisto antes del 1 <> de julio de 1895 de un cer-
tificado de arqueo según el sistema alemán, y de 12 Pf. para todos,
los demás buques.

§ 2

Se cobrará la mitad del derecho de tonelaje:

1) á los buques cargados exclusivamente de mercancías pon-


derosas de poco valor (el Senado fijará por decreto las mer-
cancías que eniranenesta categoría); (i^
2) á los buques cuya capacidad neta no exceda á 120 metro»
cúbicos;
3) á los buques que no vienen del mar, cuando salen carga-
dos para hacerse á la mar;
4) á los buques que llegan del mar en lastre, cuando salen
cargados para hacerse á la mar;
5) á los buques que han tomado su cargamento en puerto»
alemanes, cuando descargan en Hamburgo ó Cuxhaven.

§3

Están exonerados del pago de derecho de tonelaje:

1) los buques que no vienen del mar, cuando se hacen á la mar


en lastre, ó cuando no parten en viaje por mar;
2) los buques que llegan del mar en lastre, cuando se hacen á la
mar en lastre también, ó cuando no parten en viaje por mar;:

(1) Véase más adelante el decreto respectivo.


850 Anales de la Universidad

3) los buques que han sido reconstruidos en el territorio de


Hamburgo, para el viaje de vuelta desde el puerto de destino
de su primer viaje de ida;
4) los buques que traen como único cargamento animales de mar
cogidos por la tripulación, ó productos de esos mismos anima-
les, preparados á bordo, siempre que dichos buques hayan sa-
lido expresamente equipados para tal objeto;
o) los buques que entran en el puerto para reparar averías origi-
nadas por los hielos, el mal tiempo ú otra causa de fuerza mayor,
o para completar su provisión de carbón, cuando parten con el
mismo cargamento que traían;
6) los buques que vienen de los baíios de mar del Norte de Ale-
mania y sólo traen á bordo pasajeros y sus equipajes;
7) los buques que,—antes de emprender viaje á su puerto de
destino,—han hecho primero un viaje á otro puerto, para tomar
una parte de su cargamento, y pasan otra vez por Hamburgo
pero sin desembarcar dicha parte de su cargamento;
8) los buques que han pagado el derecho de tonelaje en Ham-
burgo ó Cuxhaven, cuando llegan al otro puerto sin haber es-
tado en el mar en ese intervalo.

§4

E l cobro y control del derecho de tonelaje corresponde á la Dipu-


tación de Impuestos Indirectos.
Las informaciones falsas relativas al cargamento, la procedencia
ó destino del buque,—si ellas pueden tener por resultado una dismi-
nución del derecho de tonelaje,—así como la inobservancia de los
procedimientos establecidos para el control por la Diputación, se cas-
tigarán con multas de hasta 50 marcos.

§5

Esta ley entrará en vigencia en la fecha que el Senado determi-


nará. ^1) Las disposiciones vigentes relativas al derecho de tonelaje
quedarán derogadas en la misma fecha.
Dado en la sesión del Senado, de 12 de febrero de 1902.

(1) Véase el segundo de los decretos que siguen.


Anales de la Universidad 851

D E C R E T O RELATIVO Á LA REDUCCIÓN D E L DERECHO D E T O N E L A J E


PARA LOS BUQUES CUYO CARGAMENTO SE COMPONE D E MERCANCÍAS
PONDEROSAS.

En virtud del §2, inciso 1.", de la ley relativa al cobro de un dere-


<}hodo tonelaje en Hamburgo y Cuxbaven (de 12 de febrero del co-
rriente año), el Senado, de acuerdo con la Comisión de la Asamblea
Popular, ha resuelto que, para los buques que no han cargado más
mercancías que las indicadas á continuación, sólo se cobrará la mitad
del derecho de tonelaje:

Carbón de piedra y de coke;


Madera de construcción ó en rollizos;
Piedra de todas clases, incluyendo también la groseramente traba-
jada, la de construcción y la de pavimentación;
Tejas, baldosas y pizarras;
Cemento, cal, yeso, creta;
Arena, arcilla;
Mineral de hierro;
Hielo;
Ganado para consumo;
Arenques;
Corteza de encina y casca;
Botellas vacías.

L a fecha en que ha de entrar en vigencia la ley citada y el presente


•decreto se fijará más tarde por el Senado y se mandará publicar.

Dado en la sesión del Senado de 12 de marzo de 1902.

DECRETO SOBRE LA VIGENCIA D E LA LEY D E L 1 2 D E F E B R E R O D E


1 9 0 2 , RELATIVA, E T C .

E l Senado resuelve que la ley de 12 de febrero de 1902 relativa al


cobro de un derecho de tonelaje en Hamburgo y Cuxhaven, entrará
•en vigencia el 1." de junio del corriente año.

Dado etc., 14 de mayo de 1902.


852 Anales de la universidad

B . - PILOTAJE

El Estado no cobra impuesto de pilotaje á los buques que sa-


len de Hamburgo ni á los buques qué vienen de mar afuera^
cuando su capacidad es de menos de 135 toneladas de registro
(382,3 metros cúbicos). Todos los otros buques están obligados á
pagar un impuesto de pilotaje, desde que entran en el Elba pa-
sando por frente al pontdn de pilotos que está anclado en el punto
de la desembocadura cuyas coordenadas geográñcas son: latitud,.
53059^42" N. y longitud, 8°23'I2" E. de Greenwich. No están,sin
embargo, obligados á tomar piloto. No siendo, pues, compulso
rio el pilotaje, los armadores del buque son siempre responsables-
de todo perjuicio causado, aun en el caso de ser reconocido cul-
pable de dicho perjuicio el piloto del Estado á cargo del buque.
La señal que debe hacer el buque para obtener piloto con-
siste, si es de noche, en mostrar una linterna debajo del bauprés,.
6 en presentar una luz azul, y, si es de día, en izar una bandera en
el tope del trinquete.
Los pilotos del Estado conducen, pues, las embarcaciones des-
de la desembocadura del Elba; pero abandonan el buque en la
estación de pilotaje llamada Bosch, en la ribera derecha del Elba.
(53"53'29" N., 8 n 4 ' 4 " E . de Greenwich).
Desde la estación Bosch hasta Hamburgo, los buques na
tienen que pagar más impuesto de pilotaje, y si necesitan ó desean
un piloto, lo toman en esa estación y le pagan á precio conven
cional. Como el pilotaje de Bósch á Hamburgo tampoco es obli-
gatorio, los armadores son responsables de todo perjuicio causada
por el buque. En caso de que, por falta del piloto contratado en
Bosch, el buque fuera encallado ó pasara sobre una boya, etc.,
los gastos que ese accidente ocasionare al buque podrán des-
contarse del importe del trabajo del piloto, á menos que
éste demuestre su inculpabilidad en el accidente. El pilotaje d&
Bosch á Hamburgo cuesta aproximadamente 3.60 M. por cada
pie de calado del buque.
El pilotaje de HamburgÓ al mar tampoco está sujeto á tarifa
oficial. Generalmente se cobran,—no habiendo hielo en el río,—
los precios siguientes:
Anales de la Universidad 853

P a r a buques de 500 á 1^000 toneladas de 50 M . á 70 M .


» » » 1,000» 2,000 » » 70 » ? 90 »
» > » 2,000» 4,000 » * 80 í » 100 »
» » » 4,000 » 6,000 » » 100 » » 140 »

Los buques de mayor tonelaje pagan en proporción.


L a tarifa de pilotaje para los pilotos del Estado ha sido esta-
blecida por una Ordenanza del Senado de Hamburgo de 5 de
mayo de 1893.
E s a Ordenanza contiene las siguientes disposiciones princi-
pales:

Todos los buques que se sirven de un piloto del Estado ó que es-
tán obligados á pagar el impuesto de pilotaje, abonan este impuesto
sin distinción del cargamento que llevan.
El impuesto varía, de acuerdo con la tabla anexa, según el calado
en decímetros del buque, y según la época del año (tarifa de verano
y tarifa de invierno); la tarifa de verano se aplica desde el 1.° de
abril hasta el 30 de septiembre; la otra, durante el resto del año.

E l impuesto se calcula de acuerdo con las siguientes reglas:

1) E n el número de decímetros del calado, la última fracción de


decímetro se cuenta por un decímetro entero. El mínimum de
impuesto que se cobra es de 25 M.
2) E n cambio del pago del impuesto, los buques tienen derecho
á ser piloteados desde el lugar de mar afuera ó de la emboca-
dura del Elba en que subió á bordo el piloto, hasta la estación
Bósch ó hasta frente á Glückstadt, ó hasta un puerto situado
sobre el Elba aguas abajo de Glückstadt.
3) Sobre las sumas que resultan de la tabla anexa se hacen en
los siguientes casos las rebajas que á continuación se indican:

25 % cuando los buques van hasta Cuxbaven solamente;


75 % cuando los buques no pueden obtener un piloto sino al
llegar á Cuxhaven;
50 % cuando los buques vienen sin cargamento ó en lastre;
se entiende por lastre: arena, tierra, guijarros, piedras brutas
y agua, en cuanto estas substancias no sirvan más que para
dar al buque la estabilidad necesaria;
1 0 % por cada viaje que el mismo buque, bajo la dirección
de un piloto del Estado de la estación de Cuxhaven, hace des-
pués del duodécimo en el curso del año de calendario;
854 Anales de la Universidad

20 % por cada viaje que el mismo buque, bajo la dirección


de un piloto del Estado de la estación de Cuxhaven, hace des-
pués del vigésimocuarto en el curso del año de calendario;
30 % por cada viaje que el mismo buque, bajo la dirección
de un piloto del Estado de la estación de Cuxhaven, hace des-
pués del trigésimosexto en el curso del año de calendario;

4) Sobre las sumas que resultan de la tabla anexa se hará un


aumento de:

50 '/o cuando se emplee el piloto del Estado para dirigir el


buque hasta un puerto del Elba situado aguas arriba de
Glüekstadt.
5) Los trenes de remolque compuestos de varias embarcaciones
de trasbordo sometidas ai impuesto de pilotaje, sólo necesitan
unpiloto, y pagan el impuesto que corresponda á la embarca-
ción de mayor calado.
6) L a cuenta del impuesto de pdotaje, será preparada en cada
caso por la Inspección de Marina {Marine Inspectorat) y pre-
sentada por ella á la persona que deba pagarla. Esta última
tiene la obligación de solicitar de la Inspección de Marina las
rebajas correspondientes después del duodécimo, vigésimocuarto
y trigésimosexto viaje anual. Las reclamaciones contra la cuenta
presentada sólo pueden tomarse en consideración, cuando se
produzcan antes de transcurridos los primeros catorce días del
mes de calendario que sigue á aquel en que el piloto condujo
el buque en cuestión.
Anales de la Universidad 855

TABLA ANEXA Á LA ORDENANZA DE 5 DE MAYO DE 1893

TARIFA TARIFA TARIFA TARIFA


CALADO CALADO
DE VERANO DE INVIERNO DE VERANO DE INVIERNO

Decirn. M M Decim. M M

10 25 35
11 26 36 51 121 163
12 27 37 52 127 171
13 28 38 53 133 - 179
14 29 39 54 139 187
15 30 40 55 145 195
16 31 41 56 152 204
17 32 42 57 159 213
18 33 43 58 166 222
19 34 44 59 173 231
20 35 45 60 180 240
21 36 47 61 187 250
22 37 49 62 194 260
23 38 51 63 201 270
24 39 53 64 208 280
25 40 55 65 215 290
26 41 57 66 221 298
27 42 59 67 227 306
28 43 61 68 233 314
29 44 63 69 239 322
30 45 65 70 245 330
31 47 68 71 250 337
32 49 71 72 255 344
33 51 74 73 260 351
34 53 77 74 265 357
35 55 80 75 270 364
36 58 84 76 274 370
37 61 88 77 278 376
38 64 92 78 282 382
39 67 96 79 286 388
40 70 100 80 290 394
41 74 105 81 293 399
42 78 110 82 296 404
43 82 115 83 299 409
44 86 120 84 302 414
45 90 125 85 305- 419
46 95 131 86 308 423 .
47 100 137 87 311 427
48 105 143 88 314 431
49 110 149 89 317 435
50 115 155 90 320 439
856 Anales de la Universidad

C — C O S T O DE CARGA Y DESCARGA

Damos á continuación un extracto de la tarifa oficial de la


Unión de Estivadores, tarifa vigente desde enero de 1898:

CARGA

Buques á vela:

M. Pf.
Embarcar y estivar mercancías en general, por
metro cúbico O0 75
Embarcar cargamentos de sal, por 1,000 kg, . 0 65
» ladrillos refractarios, por 1,000 piezas 4 50
» ladrillos ordinarios, por 1,000 piezas 3 50
» tejas, por 1,000 kg 0 90
» recortes de hierro, por 1,000 kg. 0 sa
» rieles, hierro en barras, por 1,000 kg. 0 80

Vapores:

Cargamento para América, por 1,000 kg O 60

DESCARGA

Buques á vela:

Arroz, por 1,C00 kg O OO


Guano, por 1,(00 kg 1 25
Quebracho, por 1,000 kg 1 10
Café, por 1,000 kg O 60
Toda clase de granos y legumbres, por 1,000 kg. . . O 70
Cueros salados y pieles, por 1,000 piezas . . . . 21 00
Ceniza de huesos, por 1,000 kg 1 00
Substancias empleadas en curtiduría, por 1,000 kg. . 1 10
Lana de Australia y del Cabo, por fardo . . . . O 30

NOTA.—Los precios anteriores incluyen el trabajo de poner lista


la bodega para la carga 6 el lastre.
Anales de la Universidad 857

Vapores:
M. Pf.

Granos (con excepción de avena) y legumbres, por


1,000 kg • O 60
Avena, por l,OnO kg O 70
Arroz, por 1,000 O 50
Carga proveniente de América, desembarcada en el
puerto:

a) Mercancías en fardos, por 1,000 kg O 65


h) Tocino, aceite, etc., por 1,000 kg O 75
c) Madera, por 1,000 kg 1 00

Carga proveniente de América, desembarcada en los


quais:
Tocino, aceite, etc., por 1,000 kg O 50
Madera, por 1,000 kg O 70
Fosfatos, etc., por 1,000 kg O 65

Cargas provenientes de Bombay y Calcuta:


Desembarcadas en el puerto, por tonelada de mani-
fiesto O 65
Desembarcadas en los quais, por tonelada de mani-
fiesto O 40
Madera de Suecia, vigas y tablones, por 165 pies cú-
bicos 2 50
Quebracho, por 1,000 kg O 85
Lana de Australia, por cada 5 fardos O 45
Lana del Río de la Plata, por fardo. O 25

NOTA.—Cuando el desembarco se lleva á cabo á lo largo de los


quais, los precios antedichos comprenden todos los recargos por razón
de trabajo á horas extraordinarias ó en días festivos.

Los artículos no mencionados en la tarifa están sujetos á precios


convencionales Se entiende que el buque suministra los cables 6
cuerdas necesarias. La tarifa no comprende el premio del seguro con-
tra accidentes de que fueren víctimas los operarios; seguro que debe
pagarse aparte, é importa 10 M. hasta 1,000 toneladas de registro neto
y 20 M. pasando de 1,000 toneladas.
858 Anales de la Universidad

D . — O T R O S GASTOS

En el cuadro que va á continuación ^^) puede verse una lista


completa de los desembolsos de un buque en el puerto de Ham-
burgo, para los casos siguientes:

A. Vapor de 900 toneladas; desembarca recortes de hierro, em-


barca carga general.
B. » de 950 toneladas; desembarca recortes de hierro^
sale en lastre.
C. » de 1,000 toneladas; desembarca carbón., embarca pun-
tales de mina.
D. •» de 1,050 toneladas; desembarca carbón, sale en lastre.
E. » de 1,400 toneladas; llega en lastre, sale con cirga
general.
F. » de 2,200 toneladas; llega de un punto del Mar Negro^
con granos; sale en lastre.
G. » de 3,200 toneladas; llega de Florida, con fosfatos;
sale en lastre.
H. » de 3,800 toneladas; llega de Azof, con granos; sale
en lastre.
I » de 3,950 toneladas; llega del Golfo de Méjico, con
pino de tea; sale en lastre.
J. » de 4,100 toneladas; llega del Golfo de Méjico, con
pino de tea; sale para Estadc>s Unidos, con cargamento
de sal.
K. » de 4,350 toneladas; llega del Golfo de Méjico, con
pino de tea; sale en lastre.
L. » de 4,800 toneladas; llega de Nueva Escocia, con
granos; sale en lastre.
M. » de 5,500 toneladas; llega del Golfo de Méjico, con
granos; sale en lastre.

(1) Tomado dtíl manual de Urquhart, 11." edición ^1904}.


GASTOS EN EL PUERTO D E HAM BURGO

A. B. C. D. E. F. G. H. I. J. K. L. M.

M . Pf. M . Pf. M . Pf. M . Pf. M . Pf. M . Pf. M . Pf. M . Pf. M . Pf. M. Pf. M . Pf. M . Pf. M. Pf.
Pilotaje do entrada . . . . 187 80 192 70 150 05 162 19 87 05 217 55 27G 80 322 45 287 45 352 10 300 00 292 05 3G4 05
Pilotaje de salida 01) 00 70 00 i;o 00 70 00 71 40 80 00 81 60 106 50 122 40 loo 00 140 00 81 00 153 00 k
S
»
Piloto del puerto y botero. . -- 10 00 10 00 15 00 30 00 20 00 20 00 35 00 20 00 30 00 30 00 30 00
Derecho do Capitán de puerto 25 W 25 tK) 25 00 25 00 25 00 30 00 30 00 30 00 30 00 30 00 30 00 30 00
I
Remolque 40 00 40 00 40 00 40 00 40 00 120 00 81 60 160 00
163 20
122 00 81 60 120 00 163 20
673 12 709 80
Derecho do tonelaje . . . . 87 42 172 57 80 70 82 12 106 14 319 10 547 92 638 85 652 32 660 24 718 56
S=
Tarjeador (medir y pesar la
carga) 114 75 204 75 336 40 358 20 422 00 349 70 236 00 295 10
Estivadores 1,902 80 GIS 00 1,753 42 74C 39 1,409 40 1,233 10 2,393 50 2,576 60 3,104 00 5,210 00 2,574 50 2,916 40 2,705 55 Si-
Inspectores do aduana . . . 20 00 20 00 20 00 20 00 20 00 60 00 20 00
Avisos 7 80 - IG 50 13 30 10 70 27 40 28 80 13 30 37 95
Derechos de consulado . . . 11 20 27 SO 17 Ot 2 GO 12 30 1 25 12 75 137 32 92 12 10 25 12 50 10 25

2,322 02 1,156 07 2,132 23 1,135 70 1,732 19 2,171 80


80 3,687 Í2 4,236 85
3,687 t2 8514,900 59 7,068 74 4,225 09 4,510 41 4,518 90
1
00
NOTA,—Para los buques que descargan cii los quais hay que agregar los derechos de quai.
860 Anales de la Universidad

E.—REGLA.MEÍÍTO Y TARIFA DE LAS GRÚAS Y BALANZAS PER-


TENECIEXTES AL EsTADO ( 2 8 DE OCTÜRRE DE 1 8 9 2 )

La Diputación de Navegación y Comercio fija las horas del


día durante las cuales están disponibles las grúas y balanzas para
el público, así como el máximum de carga para cada grúa y ba-
lanza y todas las demás condiciones de la explotación y empleo
de dichos aparatos.
Para el cálculo de los derechos que deben pagar los interesados
en cada caso, sirve de base la tarifa que va á continuación. El
capataz de la grúa cobra los derechos correspondientes y da el
recibo en duplicado por su importe.
La fuerza motriz, la provee el Estado para las grúas de la clase
B de la tarifa, y, para las otras grúas, el interesado, que
suministrará entonces los obreros necesarios para la provisión de
dicha fuerza. En todos los casos corre por cuenta de los interesa-
dos el descargar los objetos y atarlos á la grúa.
El Estado declina toda responsabilidad por los perjuicios de
cualquier naturaleza que se produzcan, á causa de la ruptura de las
grúas,cadenas, ganchos ú otra parte del mecanismo, ó déla fija
ción imperfecta de la carga, etc. Al contrario, el Estado se reserva
el derecho de exigir de los que usen sus grúas una indemnización
en caso de sufrir las mismas alguna avería, por culpa de ellos.
La indemnización se exigirá especialmente cuando el peso indica-
do no fuera el verdadero, ó cuando la carga haya sido sujetada al
gancho de la grúa sin intervención del capataz ó desoyendo sus
indicaciones.
El uso de las balanzas que se encuentran en la proximidad de
algunas grúas, se limita al fin de obtener del capataz de la grúa la
indicación del peso; todos los demás trabajos necesarios para ese
fin, como el de colocar las mercancías sobre la balanza y retirarlas
después de efectuada la pesada, corresponden al interesado. La
indicación del peso se efectúa con un error máximo de 3 "/o- El ca-
pataz está obligado á expedir un certificado de la pesada, firmado
y sellado, en doble ejemplar.
Toda desobediencia á las órdenes expresas del capataz de grúa
Anales de Ja Universidad 861

•durante el uso de una grúa ó balanza, se castiga con multa de


hasta 60 M., ó prisión equivalente, además del pago de
las indemnizaciones por los perjuicios que tal desobediencia hu-
biere causado.
Estas disposiciones no se aplican á las grúas y balanzas de las
Administraciones de la Aduana, de los Quais, de los Matade •
ros, etc.
862 Anales de la Universidad

TARIFA

pf. pf.
/. Por levantar mer- á I. Sólo se aplica
cancías en cantidad para cantidades de
más de 3,000 kg",
1 Por cada 100 kg . . . '3 7 siempre que no se
halle en el total nin-
guna pieza que pese
más de l,O0O_kg.
Toda fracción de
100 kg. se cuenta
por 100 kg. Derecho
mínimo: 1,50 M pa-
ra la clase A y 3 M
para la B.

II. Por levantar far- á II. Toda fracción


dos separados de 100 kg. se cuenta
por 100 kg. Derecho
2 Para cargas de hasta mínimo para la cla-
5,000 kg., por cada se A: 30 Pf.
100 kg o 10 Cuando se trata d e
3 Para cargas de 5,001 levantar pesos de
á 10,000 kg-, por ca- hasta 1,500 kg. con
da 100 kg — 15 grúas de mano d e
4 Para cargas de 10,001 la clase B de la Ta-
á 15,000 kg., por ca- rifa, para lo cual se
da 100 kg 25 necesita en cada ca-
so el consentimiento
del capataz de grúa,
el derecho mínima
es de 1.50 M.

III. Por uso de la á III. Derecho míni-


balanza mo: 10 Pf.
Por los certificados
5 (Además del derecho de pesada expedidos
de grúa, si ésta se en doble ejemplar^
emplea para la pe- no se cobra derecho
sada) por cada 100 especial.
3 3
6 Por expedición de un
tercer (ó ul t e r i or)
certificado de pesa-
50 50
Anales de la Universidad 863

F . — T A R I F A S D E LA COMPAÑÍA GENERAL DE ALMACENES DE


HAMBURGO

a. D E R E C H O S P O R TOMAR, D E P O S I T A R , E N T R E G A R Y P E S A R
MERCANCÍAS

1) Tomar y depositar; por 100 kg. 8 Pf. Derecho mínimo M, 1.—


2) Entregar . . . . » 100 » 8 > » > > —20
3) Pesar en el momen-
to de la toma ó en-
trega » lOO » 4 » » » » —20
4) Pesar durante el
depósito (incluso el
reestivamiento) , . » 100 » 10 » > » » —20

/S. A L Q U I L E R D E D E P Ó S I T O P O R 100 KG. Y POR MES (^^

{Para las mercancías indicadas con * hay también tarifas especiales)

Acordeones . . . . 20 Pf. Bronces 6 Pf.


Albúmina . . . . 20 » Baldes (estañados). . 12 »
Aluminio 8 » Botellas vacías (en ca-
Anilina 10 » nastos) 10 »
Anís 16 » Botellas vacías (suel-
Antimonio . . . . 6 » tas) 20 »
Albaricoques en cajo- Cerveza (en cajones) . 12 »
nes 20 » Cepillos 20 «
Asbesto 8 » * Cacao 10 »
Algodón (estambre) . 16 » * Café . 10
i (harina de se- Cartonajes 30
milla) 8 » Caviar 20
Algodón (aceite de se- Cemento . 6
milla) 8 » Champaña 24
Algodón (artículos de Cigarros y cigarrillos. 30 »
tejido) 16 » Cochinilla . . . . 24 »
Bálsamo de Copaiva . 20 » Coco (aceite). . . . 10 »
Bitter (en cajones). . 24 » Coñac (en barriles). . 16 »
Bórax 10 » » (en cajones) . 24 »

(1) Extracto de la tarifa.


864 Anales de la Universidad

Conservas • • • . 16 Pf. Frutas (en compota ó


Copal 12 » frescas) . . . . 16 Pf.
Coches (en cajones), se- Frutas Csecas, en barrí
gún superficie. . . — cas)
Colores (en aceite). • 12 » Frutas (secas, en cajo
» (seco?) . . . 12 » nes)
Cereales 6 » Frutas (secas, en bol
Cabello 30 * sas)
Crin 20 » Forrajes . . . .
* Cuernos . . . . 20 » Fósforos . . . .
Caucho - . . . 12 » Grasa
Cadenas (de hierro) . 8 -> Ginebra (en barriles)
Canastos 20 » » (en cajones)
Artículos de cañaste- Glucosa . . . .
ría 20 « Glicerina . . . .
Corchos 30 » Grafito . . . .
Cobre 6 » Goma (artículos h e
Cuerda (alquitranada). 16 » chos de) .
* (de Manila) . 20 ^ Goma (medicinal) .
Cera 12 > Huevos . . . .
Cebollas 16 » Hierro . . . .
Calderas de vapor . . 30 » » (palastro) .
Dátiles (en cajones) . 20 » » (alambre) .
» (en bolsasj. . 12 » » (artículos de)
Damajuanas vacías . 30 » » (fundición) .
Dexirina IC » » (acero) .
Drogas 20 » Higos, en cajones .
Encuadern a c i ó n (a r- » en bolsas .
tículos d e ) . . . . 16 » Huesos, en bolsas .
Esparto 12 » » (harina de).
Esencias 2J: » Harina . . . .
Extracto de carne . . 16 >^ Instrumentos (astronó
Especias 12 » micos, etc.) .
Esteras 12 » Instrumentos de míi
Esponjas 30 » sica
Estearina. . . . 10 » índigo
Estaño . . . . . 6 » Jabón
Flores medicinales. . 20 » Kümmel .
Frazadas 25 » Lata (hoja de) . .
Fibras (en fardos) . . 12 » » (objetos de) .
Anales de la Universidad 865

Limones 16 Pf. Muebles, según super-


» (corteza de) . 16 » ficie —
Lúpulo, prensado . . 20 » Mercurio 10 Pf.
» sin prensar . 30 » Mármol 6 »
Lámparas (piezas de) . 20 » Nueces, avellanas, etc. 16 »
Lino (semilla de) . . 6 » Oro (objetos de), según
Linóleo 12 » valor, 1 o/oo . . —
Lentejas 6 » Ocre 10 »
Laurel (hojas) . . . 20 » Oleína . . . . 10 »
Licopodio 10 » Olivo íaceite de), en
Leche condensada . . 16 >
' barriles 10 »
Latón 6 « Olivo (aceite de), en
)) (objetos de) . . 12 » cajones . . . . 16 »
Lana (en fardos pren- Opio, según valor, 1 '"o-j —
sados) 20 » Peras, en barricas . . 15 »
Lana (en fardos, sin » en cajones . . 20
prensar) . . . . 30 » » en bolsas . . 12 »
Lana (artículos de) . 16 » Plomo 6 »
Manzanas (en barricas) 15 » » (blanco de). . 8 »
» (en cajones). 20 « Productos químicos . 20 »
» (en bolsas). 12 » Pasas, en cajones . . 12 »
Manteca 16 » » en bolsas . . 10 «
Madera, de construc- Plumas, e n f a r d o s
ción, etc 12 X prensados . . . . 30 »
Madera (carbón de) . 10 » Pieles secas (sueltas) 30 »
» (objetos de), or- » en fardos
dinarios . . . . 20 » prensados.... 10 »
Madera de quebracho. 6 » Pieles en cajones . . 30 »
Mercería (artículos de). 16 » » saladas . . . 20 »
Miel 12 » Pescado, seco . . . 20 »
Maíz 6 » » (cola de) . . 16 »
» (harina de) . . 10 » 'y (aceite de) . 10 »
Margarina . . . . 10 » Papas 12 »
Melaza 10 » » (harina y almi-
Máquinas (y piezas de) 30 » dón de) 10 »
» de coser, des Piedras de molino . 6 »
armadas . . . . 20 » Papel 10 » '
Máquinas de coser, ar- » (artículos de) . 16 »
madas, según super- Parafina 10 »
ficie — Pianos 20 »•
•f.^

Anales de la Universidad

Pizarra 6 Pf.
Plata (objetos d e ) . . . Te 20 »
según valor, 1 o/o,, , _ Vinagre, en barriles . 16 »
Quinina 20 » ^) en cajones . 24 »
Rom, en barriles . . 16 » Vino, en barriles . 16 »
Sombreros, en cajones. 30 » » en cajones . 24 »
Sal 5 » )) cuando requie-
Seda y artículos de re ser trabajado . . 30 »
seda 30 » Zapatería (artículos de) 20 »
Tabaco 16 »

7-—CONDICIONES PARA E L SUMINISTRO D E LUZ E L É C T R I C A D E


INCANDESCENCIA

§1
L a Compañía de Almacenes del Puerto Franco de Hamburgo se
obliga á suministrar en los días de trabajo desde las 6 a. m, hasta las
11 p. m , la corriente eléctrica necesaria para el funcionamiento de las
instalaciones de alumbrado. Los domingos y días festivos no la su-
ministra.
Si perturbaciones naturales ú otras causas inevitables hicieren im-
posible el suministro de corriente eléctrica, ó si éste debiere ser inte-
rrumpido para efectuar mediciones, reparaciones, nuevas conexiones,
etc., la Compañía no estará obligada á suministrar corriente eléctrica
-durante el tiempo de la perturbación ó interrupción.

§2

Las instalaciones no pueden ser efectuadas más que por la Com-


pañía ó sus representantes.
Los conductores y conmutadores principales y los contadores, los
coloca la Compañía por su cuenta.
L a colocación de conductores secundarios, dentro de los locales
arrendados, así como la instalación de conmutadores interiores, de
hilos fusibles de seguridad, de armaduras, guarniciones, etc., será
á costa del arrendatario.
El material necesario para la instalación del alumbrado, lo sumi-
nistrará la Compañía por cuenta del arrendatario-
Los pedidos de instalaciones, extensiones ó alteraciones, deben
presentarse por escrito á la Compañía. Recibido el pedido, un em-
pleado técnico de ésta visitará el local, dará al interesado los infor-
mes que él le pida y calculará el presupuesto aproximado del tra-
bajo.
•^

Anales de la Universidad 867

§3

L a corriente eléctrica consumida en instalaciones de más de dos


lámparas se medirá por medio de contadores; para instalaciones de
una ó dos lámparas solamente, se calculará el consumo á destajo,
d e acuerdo con la tarifa del % A d).
Los contadores de electricidad serán suministrados y colocados por
la Compañía, que cobrará alquiler por ellos á los arrendatarios.
Los gastos de cuidado y conservación de los contadores, corren
por cuenta de la Compañía; pero no así las reparaciones de deterio-
ros causados por los arrendatarios ó su personal.
Los contadores pueden también ser adquiridos por los arrendata-
rios. L a conservación incumbe también en este caso á la Compañía,
pero los gastos que ella demande corren por cuenta del adquisidor.
L a Compañía fijará el lugar donde hayan de colocarse los contado-
res, elegirá el sistema que deba aplicarse y determinará el tamaño
y número de estos aparatos.
En los sitios donde el contador pudiera ser deteriorado por las
mercancías que se transportan, etc., el consumidor está obligado á
proveerlo de una caja de madera que lo proteja contra los golpes.
Cuando haya necesidad de retirar por algún tiempo un contador
para repararlo ó regularlo, el consumo de corriente eléctrica durante
ese tiempo se calculará tomando por base el]consumo medio anterior.
U n empleado de la Compañía verificará semanalmente las indica-
ciones del contador y las comunicará al consumidor, si éste lo pide.
Si el local donde se halla el contador no está abierto todos los días
á las horas de costumbre, se convendrá un tiempo durante el cual
pueda el empleado llenar el requisito de la verificación semanal.

§4

a) Por cada lámpara instalada, se pagará M. 1 anualmente. Por


esa retribución, la Compañía se obliga á reponer todas las lámparas
que, á consecuencia del desgaste normal, queden inservibles; consi-
derándose como tales aquellas cuyo poder luminoso haya disminuido
de 1/4. Las lámparas deterioradas por culpa del arrendatario ó de
su personal, serán pagadas separadamente.
b) L a retribución por suministro de corriente eléctrica, es de 8 Pf.
por cada 100 vatios-horas. Por consiguiente, el alumbrado costará por
<3ada lámpara-hora, aproximadamente:

Para lámparas de 16 bujías 4 Pf.


» * > 25 » 6 1/4»
» > » 3 2 » 8 »
868 Anales de la Universidad

Sobre el precio de 8 Pf. por 100 vatios-horas, se harán las siguien-


tes rebajas, según el término medio anual de horas de alumbrado de-
las lámparas correspondientes á cada contador:

Para 500 horas 5 %


.) 750 » 7 1;'2 »
» 1,000 » 10 »
» 1,500 » 15 »
» 2,000 » 20 »
» 2,500 » 25 »
)) 3,000 » 30

Se considera como término medio anual de horas de alumbrado,.


el número de horas que resulta de dividir el total de vatios-ho-
ras que indique el contador, por el consumo en vatios de corrien-
te eléctrica de las lámparas. E n este cálculo se admitirá, mientras no
se disponga otra cosa, que el consumo de corriente eléctrica para una
lámpara de diez y seis bujías nominales es de 50 vatios y, para lám-
paras de otra intensidad luminosa, proporcional á ésta.
Se tomará generalmente por base para establecer la rebaja, el nú-
mero máximo de lámparas empleadas por el consumidor durante el
año de explotación. Sin embargo, cuando la instalación completa de
un consumidor no haya sido conectada hasta después de empezada
el año de explotación, los números de horas indicados más arriba
para las rebajas de precio, serán disminuidos en proporción del menor
tiempo de explotación correspondiente á la instalación considerada-
Si un consumidor tuviera instalados varios contadores, el cálculo de
la rebaja se hará separadamente para el consumo de corriente indi-
cado por cada contador.

c) E l alquiler anual del contador será:

Para 10 lámparas de 16 bujías ó su equivalente M. 15


» 25 » » » » » » » » 20
» 50 » » » » » » » » 30
» 100 » » » » » » » » 35

d) Para instalaciones de alumbrado de 1 ó 2 lámparas, en vez dé-


los precios indicados antes, se calculará á destajo una retribución cuyo-
importe anual según el número de bujías será:
1) Para escritorios y otros locales que reciban bastante luz natural:.
Por 1 lámpara de 16 bujías M. 28
» 2 » » » » » 54
» 1 » » 25 » » 42
» 2 » » » » » 80
Anales de la Universidad 8ó9

2) Para sótanos y otros locales obscuros:

Por 1 lámpara de 16 bujías M. 35


» 2 » » )) )) » 70
» 1 )) » 25 » » 50
)) 2 » » » » )) 96

E n casos especiales podrá también convenirse, para instalaciones de


3 lámparas, un precio anual á destajo.
L a cuenta de consumo de corriente eléctrica, alquiler de contado-
res y lámparas, instalaciones, reparaciones, suministro de repuestos^
etc., se hará al fin de cada trimestre de calendario-
Las rebajas (véase b) se aplican á la última cuenta de consumo-
de corriente eléctrica del año de explotación que termina el 31 de di-
ciembre; y, en caso de que la rebaja fuera superior al importe de esta
cuenta, se devolverá la diferencia al consumidor.

§ 5

Sólo los empleados de la Compañía pueden efectuar reparaciones en


los conductores eléctricos, contadores, etc.; así como colocar lámpa-
ras en las armaduras ó sacarlas de ellas-
Las reparaciones que hayan de llevarse á efecto en las instalaciones
de alumbrado y aparatos anexos, serán costeadas por los arrenda-
tarios.
Tales reparaciones pueden ser ordenadas por la Compañía sin pre-
vio pedido del arrendatario, cuando ella las juzgue necesarias.
Para tal objeto, será permitido en todo tiempo á los empleados
técnicos, controladores y ajustadores de la Compañía, el acceso á las
instalaciones de alumbrado.
Se prohibe por razones técnicas el empleo de otras lámparas que
las suministradas por la Compañía.

§6

Cuando, á pedido de los interesados, se supriman algunas lámpa-


ras de una instalación de alumbrado, ó se retire toda la instalación,
antes de transcurrido un año completo desde que se colocaron aqué-
llas ó se efectuó ésta, el alquiler anual de M. 1 por lámpara, así
como el alquiler anual del contador, deberán ser pagados en totalidad.
Para suprimir algunas lámparas ó toda una instalación de alum-
brado que ya han funcionado durante un año ó más, los arrendata-
rios están obligados á notificar por escrito el propósito á la Compa-
ñía con anticipación • de un mes. El aviso, además, sólo podrá efec-
870 Anales de la Universidad

tuarse el 1." 6 el 15 de un mes. La cuenta eventual de la retribución


<iue ha de pagarse en tal caso á la Compañía por alquiler de lámparas
y contador, se calculará en proporción al tiempo.
Sólo la Compañía ó sus representantes están autorizados para res-
tablecer la corriente eléctrica sobre conductores que hubieren sido
desconectados.
Con la expiración del plazo de arrendamiento, cesan para los arren-
datarios las obligaciones relativas a l a s instalaciones eléctricas.

§7

Deberá alejarse cuidadosamente de los conductores toda influencia


<3apaz de perjudicar la envoltura aisladora de los mismos.
Si hubieran de hacerse en los locales arrendados trabajos que pu-
diesen poner en peligro los conductores, se avisará previamen-
te á la Compañía.
Mientras no se use una instalación de alumbrado, deberá quedar
Interrumpida la corriente eléctrica por medio del conmutador princi-
pal; especialmente deberá interrumpirse la corriente siempre que se
abandone el local; pero antes de cerrar el conmutador principal, se
tendrá la precaución de apagar todas ó casi todas las lámparas por
medio de sus llaves ó con los conmutadores auxiliares.
Si se hiciere notar un calentamiento de los conductores, etc., debe-
rá también interrumpirse la corriente eléctrica por medio del conmu-
tador principal, dando á la estación central aviso inmediato del hecho.

§8

Contra todo consumidor remiso en el pago, ó que hubiere incurrido


en alguna infracción á las presentes disposiciones, la Compañía se
reserva el derecho de interrumpir el suministro de corriente eléctrica*
y de desconectar ó retirar los conductores; cobrándole el costo de es-
te trabajo además de la indemnizaciones que correspondan.

§ 9

Las presentes disposiciones entrarán en vigor á partir del 1." de


abril de 1896.
L a Compañía se reserva el derecho de introducir modificaciones en
ellas, con aprobación del Senado.

Hamburgo, abril de 1896.


Anales de la Universidad 871

CAPITULO V I

PUERTOS DB BR^M^N Y BR:eMERHAVBN

Htí^lo.'la, tlescilpción y datos estadísticos

Bremcn se halla con respecto á Hamburgo en CDiid ('(n


sensiblemente desfavorables. Ha tenido que renunciar á dar
entrada hasta su puerto á los buques de gran calado. El
AVeser, que constituye la vía navegable entre la ciudad y el
Océano, sólo desagua, á pesar de su longitud considerable (710
kilómetros), una cuenca de 45,900 kilómetros cuadrados; de ahí
^ue su caudal de agua sea muy inferior al del Elba, cuya cuenca,
en 1,160 kilómetros de longitud, es de 146,900 kilómetros cua-
drados. Las quejas del comercio de Bremen por la falta de pro •
fundidad de agua en el Weser inferior, obligaron á utilizar desde
el siglo xvri el pequeño puerto de Vegegack, aguas abajo de la
<jiudad, como antepuerto, y más tarde el de Brake, aguas abaj o
de Vegesack. Pero el crecimiento enorme del tráfico trasatlántico
hacia el tercer decenio del sigh) xix, obligó á adoptar dimensio-
nes mucho mayores para los buques, y por consiguiente calados
demasiado grandes para las condiciones naturales del río. En
1827, el Estado de Bremen creyó, pues, necesario,—y el resultado
ba confirmado la prudencia de las previsiones de entonces,— crear
en la desembocadura del Weser un vasto puerto capaz de recibir
los buques más grandes del Océano. Adquirió con ese fin del Es-
tado vecino de Hannover, el territorio de Bremerhaven á 65 kiló-
metros de Bremen.
872 Anales de la universidad

Pero era indispensable también efectuar trabajos de mejora-


miento en la sección del río comprendida entre el territorio ad-
quirido para el nuevo gran puerto y el puerto ya existente^
si no se quería ver declinar rápidamente la importancia de
este último, hasta el punto de que no sirviera ni aún para el trá-
fico marítimo de FJuropa, Para ese fin, Bremen tenía que obtener
ante todo la conformidad de !os Estados vecinos ribereños de
Hannover y Oldemburgo.
Las negociaciones fueron largas, porque ambos Estados,—coma
más tarde Prusia,—temían que estas obras de mejoramiento per-
judicaran á sus pequeños puertos en beneficio de Bremen, y difi-
cultaran á la vez la irrigación de las zonas próximas á las riberas
del Weser. Fué necesaria la intervención del Consejo Federal del
Imperio para que se llegara á un arreglo. Este Consejo nombró,,
por decreto de 15 de febrero de 1874, una Comisión encargada
de formular el plan de corrección del Weser inferior, de Bremen
á Bremerhaven, utilizando la colaboración de los Estados intere-
sados en esa mejora. El 30 de julio de 1881, la Comisión pre-
sentaba el proyecto en sus lineamientos principales. Sin embarga
se necesitaron seis años más para obtener la aprobación definitiva
de los tratados con Oldemburgo (22 de noviembre de 1887), y
con Prusia (18 de marzo de 1888y.
El objeto del proyecto definitivo aprobado en 1888 y ai
cual está ligado íntimamente el nombre del gran ingeniera
L. Franzius, es obtener una canal navegable hasta Bremen, que
aprovechando las corrientes de flujo y reflujo, ofrezca en aguas
altas ordinarias una profundidad de cinco metros, y permita de ese
modo á los buques del tráfico europeo por lo menos, la llegada
hasta Bremen. El costo de las obras, que á esta ciudad exclusiva-
mente incumbía pagar, se presupuestó en 30:000,000 de marcos»
Para poder atender á los intereses y amortización de este capital,,
la ciudad hanseática obtuvo, por ley del Imperio de 5 de abril de
1886, el derecho (contrario quizá á lo establecido en el articula
54 de la (constitución del Imperio) de cobrar impuestos de nave-
gación á los buques provenientes del mar con destino á un puerta
entre Bremerhaven y Bremen, y viceversa. Los trabajos comen-
zaron inmediatamente con gran impulso, y el año 1894 ya se ha-
'Anales de la Universidad 873

bía conseguido el principal objeto^ de excavar una canal con cinco


metros de profundidad en aguas altas ordinarias; gracias á lo cual
•desde el 1.° de abril de 1895 pudo empezarse á cobrar el derecho
de navegación. Los dragados y otras obras de conservación fue-
ron muy limitados desde entonces; ha de atribuirse sólo al trabajo
natural de las corrientes de marea, la circunstancia de que la pro-
fundidad de cinco metros, lejos de disminuir haya ido aumentando
•constantemente. En efecto, he aquí, según Franzius, la profun-
didad utilizable al final de cada uno de los años 1886-900:

1886: 3.0 m. 1891: 4.6 m. 1896: 5.3 m


1887: 3.0 » 1892: 4.8 » 1897: 5.4 »
1888: 3.5 » 1893: 5.0 » 1898: 5,4 »
3 889: 4.0 » 1894: 5.0 » 1899 5 4»
1890: 4.3 » 1895: 5.2 » 1900: 5.5 »

El costo total de la corrección fué, segón Franzius, de


34:255,913 marcos; correspondiendo, de esa suma, 3:106,626
marcos, á adqui-ición de terrenos é indemnizaciones; 18:153,884
marcos á trabajos de excavación; 6:777,737 marcos, á trabajos de
corrección; 576,091 marcos, á obras anexas, 3:218,970 marcos,
á gastos de administración, etc.
Lo desfavorable de las condiciones naturales del Weser, com-
parado con otros ríos,—con el Támesis, por ejemplo,— se eviden-
cia en el hecho de que una suma de tanta consideración haya te-
nido que emplearse para conseguir una vía navegable de sólo
5.5 metros de profundidad eii aguas altas hasta Bremen, cuando
bastaría muy poco más para obtener desde Shoeburyness hasta el
Albert-Dock una profundidad de 9 metros en aguas bajas.
Así, pues, únicamente los buques de navegación europea con-
siguen llegar hasta Bremen aun en aguas altas. Para la gran na-
vegación trasatlántica, Bremerhavcn constituye en general el
punto de partida y de llegada. Y debemos agregar que las mismas
dársenas de Bremerhaven, (que distan todavía 56 kilómetros del
faro flotante exterior del Weser), sólo podrán seguir siendo abor-
dables para los grandes buques trasatlánticos más modernos, pre-
vios costosos trabajos de regularización del llamado Weser ex-
874 Anales de la Universidad

terior. En efecto, aguas abajo de Bremerhaven se extienden á


través del río dos barras, distantes 18 kilómetros una de otra, que
no pueden salvar los grandes paquetes de América sino poca
antes y poco después de la alta marea.
Ya en 1891, Bremen dio el primer paso en el sentido de supri-
mir estos obstáculos, celebrando con Prusia y Oldemburgo un tra-
tado que lo faculta para establecer á su costo una nueva canal en
el Weser exterior, y á cobrar para reembolsarse de los gastos de
la obra, un impuesto sobre todos los buques de ultramar que lle-
guen á Bremerhaven.
Estos trabajos están en curso de ejecución. Cuando se hallen
terminados, la canal navegable ofrecerá á las naves una profun-
didad mínima de 8 metros en aguas bajas, lo que corresponde má&
6 menos á una profundidad de 11.50 metros en aguas altas.

La situación respectiva de Bremen y Bremerhaven tiene, como


se ve, cierta analogía con la de Hamburgo y Cuxhaven. Pero,,
en tanto que éste debe mirarse sólo como un antepuerto de
Hamburgo incomparablemente menos importante por su tráfico
y la amplitud de sus instalaciones, Bremerhaven tiene tráfico pro-
pio, y su entidad como puerto mundial es muy superior á la de
Bremen. Otra diferencia del grupo de puertos Bremerhaven-
Bremen con relación al grupo Cuxhaven-Hamburgo, resulta de la
diversa situación aduanera creada por el Imperio á las dos ciuda-
des hanseáticas.
A diferencia de Hamburgo, Bremen obtuvo como condición de
su anexión al sistema aduanero del Imperio, no un territorio de
puerto franco (Freihafengebiet), sino solamente una zona ó dis-
trito franco (Freibexh'k), es decir, un distrito dentro del cual el
comercio y el tráfico pueden desarrollarse independientes del con-
trol aduanero, pero de donde queda excluida toda industria y todo
trabajo de preparación ó transformación de las mercancías (i).
Para la navegación y para la circulación de las mercancías, había

(1) Más adelante, en la parte consagrada-Xla legislación, precisaremos estas ideas.


Anales de la universidad 875

entretanto que resolver el mismo problema en el Weser que en eí


Elba; había que crear, fuera del territorio aduanero, un puerta
con su distrito anexo y con las instalaciones correspondientes, y
reservar una vía navegable de unión entre las ciudades ribereña»
situadas aguas arriba y aguas abajo del distrito franco. De los gas-
tos que esta transformación había de exigir, el Imperio tomaba á
su cargo, segCín lo dispuesto en la ley de 31 de marzo de 1885,
la mitad, como en el puerto de Hamburgo; pero el máximum de esta
contribución se limitaba á 12:000,000 de marcos, en vez de los
40:000,000 concedidos á Hamburgo.
Ya algunos días antes de la promulgación de esta ley (el 14
de marzo de 1885), el Senado y la Cámara de Diputados de Bre-
men habían acordado el plan general de las nuevas construccio-
nes. Al contrario de lo que pasa en el Elba, el Weser que-
daba, por ese plan, dentro del territorio aduanero; el dis-
trito franco era todo él trasladado á la ribera derecha sobre la
cual se hallan los barrios principales de la ciudad. Tal disposi-
ción obligaba á construir sobre aquella ribera,—en el límite
mismo de la ciudad,—una dársena completamente nueva, cuyas
dimensiones se calcularon previendo ya el aumento probable
de tráfico que se esperaba de los trabajos de corrección proyec-
tados en el Weser inferior. Se creía que esta gran dársena, de
22 hectáreas, resultaría suficiente por mucho tiempo.
Pero en Bremen, como en Hamburgo, el desarrollo comercial
superó á todas las previsiones. El 15 de octubre de 1888, al mis-
mo tiempo que el puerto franco de Hamburgo, se inauguró el dis-
trito franco de Bremen; y ya en 1890 hubo que decidirse á
emprender la construcción de una nueva dársena, la llamada
Holzhafen,— obra terminada en 1891.
Entretanto, las instalaciones portuarias de Bremerhaven, que
después de la anexión de Bremen al sistema aduanero también
habían quedado en la situación de distrito franco, empezaban á
resultar tan deficientes para los paquetes del Atlántico, que,
en el año 1890, el «Norddeutscher Lloyd» se vio en la necesidad
de remover el fondeadero de sus vapores rápidos al muelle de
Nordenham. El Estado de Bremen decidió, pues, tan pronto
como hubo terminado las obras portuarias más urgentes de la
87 G Anales de la Universidad

ciudad; mejorar las condiciones do su antepuerto do Bremerha-


ven; empez(5 por adquirir de Prusia (contrato de 14 de marzo de
1892) una extensión de terreno adyacente por el lado Norte al
Kaiserhafen, y estableció allí, en 1897, un fondeadero para los
buques de mayor calado.
Apenas estaba concluido este trabajo y otros complementarios
en Bremerhaven, cuando se hizo indispensable un ensanche con-
siderable de las instalaciones del puerto de Bremen. En 1897 se
aprobó el plan, que consistía en construir una nueva dársena en-
tre el puerto del distrito franco y el Holzhafen y agrandar el
Holzhafen. Así en Bremen como en Bremerhaven el desarrollo
constante del movimiento comercial ha exigido, como se ve, apli-
cación continua, en los últimos veinte años, de capitales y ener-
gías para mejorar en proporción y hacer cada vez más vastas y
cómodas las instalaciones destinadas á la navegación y el tráfico.
Una descripción detallada de estas instalaciones en la época en
que las visitamos, nos llevaría demasiado lejos. Nos limitaremos á
una brevísima reseña, indispensable para comprender bien cómo
están organizadas las diferentes ramas de la explotación. (^^

A.—BREMEN

La situación del puerto es muy favorable en cuanto á la ubicación


relativa de las dársenas principales y de los barrios de más movi-
miento comercial de la ciudad. Pero la circunstancia de no ser
aquéllas utilizables regularmente sino para buques de un calado
máximo de 5 á 5.5 m.,es un gravísimo inconveniente. Los buques
de mayor calado tienen que fondear en Bremerhaven, á 65 kiló-
metros de la ciudad. Este inconveniente es tan serio, especialmen-
te para un puerto obligado ásostencr la vivísima competencia de
su vecino, Hamburgo, que, actualmente, - después de mejoradas,
es cierto, las condiciones de profundidad del Weser,—algunos ar-
madores deBremen prefieren renunciar al empleo de grandes bu-
ques á trueque de poder llegar sin trasbordo á Bremen con las

(1) En esta resofla haremos caso omiso del pequeño puerto, completamente iiisigiiiíicante,
de Ve¿t}.}aí'k, el c,in,l ta-iibién pertenece al Estndo do Bremen.
Anales de la Universidad 877

mercancías; así el Norddeutscher Lloyd ha hecho construir con


«se objeto vapores de carga de dimensiones moderadas, destina-
dos al tráfico con Norte América. Es una demostración de la
influencia preponderante que tienen las relaciones comerciales
arraigadas y, por decirlo así, inveteradas, el caso de la ciudad
de Bremen que, á pesar de los inconvenientes de su situación so-
bre un río de tan poca profundidad, puede conservar y aun des-
arrollar su tráfico.
Bremen posee,—además del desembarcadero próximo á la es-
tación de ferrocarril del Weser (Weserbahnhof), que es excelente
para trasbordadores de hasta 3.5 m de calado,—tre.s dársenas
abiertas.
La más antigua, llamada Sicherheitshafen, se halla en la mar-
gen izquierda del Weser, y sirve de puerto aduanero desde el 15
de octubre de 1888. El terreno adyacente á esta dársena, eleva-
do á uu nivel superior al de aguas altas, está provisto de vías
férreas. La dársena tiene 70 m de ancho, 370 m de largo y
8 m de profundidad bajo cero. '^^'^ La canal que une esta dársena
con el Weser (Woltinarshauser Kanal) tiene 50 m de ancho y
8 m también de profundidad.
Al tráfico extra-aduanero se ha destinado, en la margen derecha
del Weser, hacia el extremo inferior de la ciudad, una superfi-
<}ie de 90 ha., más ó menos; y en ella se ha construido un nuevo
y amplio puerto para el tráfico marítimo. Este puerto del dis-
trito franco está constituido por una dársena abierta de 2,000 m.
de largo y 120 m de ancho (una de las más grandes que exis-
ten); su profundidad es de 8 m bajo cero. La rodean total-
mente, muros de quai construidos en su mayor extensión so-
bre pilotaje. Estos muros están provistos en toda su longitud
de vías férreas (dos trochas). Detrás de las vías férreas hay diez
galpones de 10 m de ancho, y de largo variable entre 138 m y
275 m, los cuales sirven para el tráfico de tránsito. Los al-
macenes destinados al depósito á largo plazo de las mercancías,

{!] Esta profundidad de S m bajo el cero de Bremen permite contar casi .siempre con
5 m abundantes de agua, á pesar de las variacioaes muy considerables del nivel del río.

6L
878 Anales de la Universidad

están separados de los galpones por dos trochas de ferrocarril


y una calle para vehículos ordinarios. Hay además lugares^
abiertos de depósito, de gran superficie, para las maderas Esta
separación de los galpones y los almacenes ha demostrado ya
sus ventajas en Brenien, y parece preferible al sistema de al-
macenes y galpones reunidos usado en otros puertos, y que pre-
senta el inconveniente de que el almacenamiento suele obstacu-
lizar la carga y descarga de las mercancías de tránsito. El anch0
de 40 m para los galpones es exiguo. Todos los galpones nue-
vos tienen,—ó tendrán, cuando se construyan,—de 50 á 60 m
de ancho.
En la margen derecha, pero fuera del distrito franco, está la
dársena para el tráfico de la madera y las fábricas (Holz und Fa-
briken Hafen); su largo es de unos 1,400 m, su ancho de 60 á
130 m y su profundidad 8 m.
En la parte N. E. del distrito franco, está la dársena de in-
vierno, construida en 1880-18S1, de un largo de 630 m y con
60 m de ancho. Su profundidad es muy inferior á la del rest0
del puerto.
En fin, se está construyendo una ampliación del puerto,^
consistente en una segunda dársena, entre Ja primera y el
Holz und Fabriken Hafen. Su longitud alcanzará á 2,200 m y
su ancho á 100 ó 110 m En la desembocadara de esta segunda
dársena está ya constraído un antepuerto de 350 m de largo
por 240 m de ancho, que sirve también de entrada al Holz und
Fabriken Hafen, y, en la parte N. E. de aquél, un ensancha-
miento destinado al tráfico de buque á buque, y que propor-
ciona espacio suficiente para doce grandes embarcaciones de mar
con sus trasbordadores al costado.
Al antepuerto se une el astillero y el puerto de carena, actual-
mente en construcción, pertenecientes ambos á una compañía
anónima. El dique flotante de este puerto tendrá dos secciones:
la primera de 117 ra de largo por 26 ra de ancho libre, y 10,000
toneladas de capacidad; la segunda, que se instalará más tarde,,
tendrá 70 m de largo y 6,000 toneladas de capacidad; de modo
que, unidas ambas secciones, tendrán cabida en el dique buques
de hasta 16,000 toneladas de desplazamiento.
Anales de la Universidad 879

Se ha puesto especial cuidado en la instalación de la ma-


quinaria elevadora del distrito franco, eligiendo para accio-
narla el sistema hidráulico á presión de 50 atmósferas. Esta ma-
quinaria consiste principalmente en 58 grúas de ribera, de 1,500
kg. de fuerza cada una, 13 de 2,400 kg. y 1 de 4,000 kg., movi-
bles todas ellas sobre rieles; dos grúas fijas de 1,500 kg. cada una,
y una grúa fija también, de 10,000 kg. Para el transporte entre
los galpones y los almacenes hay diez grúas fijas y cinco móviles,
de 1,500 kg. cada una. Hay, también, una grúa flotante á' vapor
de 40,000 kg. de fuerza.
Para el tráfico de cereales se ha instalado en los galpones una
maquinaria especial que permite verificar la carga y descarga á gra-
nel en las mejores condiciones de rapidez y economía; para el
tráfico de carbón hay también dos grúas especiales.
La explotación de esta maquinaria elevatoria, así como la ad-
ministración de los galpones y almacenes, está en manos de una
compañía, la cBremer Lagerhausgesellschaft», que aplica las ta-
rifas fijadas por ley.
El trasbordo de mercancías es de poca importancia relativa en
el puerto de Bremen; prepondera la explotación ¿i qiiai (lo con-
trario pasa en Bremerhaven). La razón de esto estriba en que
la navegación interior en la cuenca del AVeser, es muy limitada;
además, los almacenes se hallan situados en la proximidad de
los quais, ó tierra adentro en la ciudad, lo que hace innev^esario
en un caso é imposible en el otro el empleo de lanchas ó em-
barcaciones para suplir al acarreo. De acuerdo con este modo de
explotación, todos los quais de Bremen están construidos de ma-
nera que ofrecen atracaderos firmes, y han sido provistos de la
abundante maquinaria elevadora antedicha.
El número de embarcaciones de mar llegadas á las dársenas de
Bremen y su tonelaje de registro, han sido, en los últimos seis
años, los siguientes:

1898 1899 1900 1901 1902 1903

Tonela- Tonela- Tonela- Tonela- Tonela- Tonela-


das do
registro o" das de
registro
1 das de
registro 5* das de
registro
3
3
das de
registro
&

das de
registro

2,090 848,924 2,048 829,489 2,018 895,809 2,140 933,298 2,273 1 101,279 2,326 1.114,059
880 Anales de la Universidad

B.—BREMERHAVEN

El territorio de la ciudad y puerto de Bremerhaven, situado


junto á la desembocadura del Geeste, frente á Geestemünde,
ocupa una área de 270 ha en números redondos, adquirida suce-
sivamente en varias fracciones,— de Hannover, primero, y más
tarde, de Prusia.
La ciudad es de 20,000 habitantes; sólo es importante por su
comercio.
Las instalaciones portuarias consisten en tres docks, protegidos
de las olas por medio de diques. Esos tres docks se llaman respecti-
vamente, «AlterHafen», «NeuerHafen*, «Kaiser Hafen». Tienen
una superficie total de agua de 36 ha, y sus quais están ricamente
provistos de vías férreas, grúas, galpones, almacenes, etc. Las vías
férreas del puerto están unidas al ferrocarril del Estado prusiano.
Alter Hafen y la parte Sud de Neuer Hafen caen dentro del te-
rritorio aduanero; mientras que la parte Norte de este último
dock y el Kaiser Hafen, son puerto franco.
La longitud total de los quais en los docks, antepuertos, río
Weser y río Geeste, es de 7,520 m.
La dársena más antigua, Alter Hafen, que fué abierta en
1830, está unida al Weser por una esclusa de cámara. El ancho
de la esclusa es de 11 m, su profundidad en aguas altas ordina-
rias, 5.86 m; la longitud de la cámara de esclusa, 42 m, su an-
cho, 26 m. La dársena misma tiene 750 m de largo, su ancho
varía de 86 m á 115.74; la superficie de agua es de 7.20 ha; la
profundidad en aguas altas ordinarias, 7.06 m.
La segunda dársena, Neuer Hafen, se entregó al tráfico en
1851; se une al Weser por medio de una esclusa de dock,—de 22 m
de ancho y 7.71 de profundidad en aguas altas ordinarias,—que
sólo se abre en los períodos de esclusada. La longitud de la dár-
sena es de 879 lu y su ancho varía de 86.81 m á 115.74 m; la
superficie de agua es de 8.27 ha y la profundidad, en aguas altas
ordinarias, de 8.76 m.
La torcera dársena, el Kaiser Hafen, cuya parte más antigua,
con su esclusa de dock de un ancho de 17 m y una profundidad
Anales de la Universidad &81

de 7.86 m, fué inaugurada en 1876, sufrió de 1892 á 1897


una transformación que, aumentando su superficie, ha permitido á
la vez darle otra conexión con el río, por medio de una esclusa
de cámara cuyo largo entre compuertas es de 223.2 m., con un
ancho de 28 m y profundidad en aguas altas ordinarias d€
10.56 m. L a dársena entera tiene un largo de 1.420 m. E n su
parte Sud mide 115 m de ancho, y este ancho va aumentando hacia
el Norte, de manera que junto á la compuerta de la gran esclusa
podrían virar cómodamente buques de 2f.O m de largo. L a su-
perficie de agua total del Kaiser Hafen alcanza á 20.75 ha L a
profundidad en aguas altas ordinarias es de 9.06 m en la parte
Sud y de 10.56 m en la parte Norte.
Kaiser Hafen y Neuer Hafen están unidos entre sí por una es-
clusa de 16 m de ancho y 7.56 m de profundidad en aguas altas
ordinarias.
Sobre la dársena Neuer Hafen se encuentra el dique seco y
los talleres anexos pertenecientes al «Norddeutscber Lloyd»; sobre
el Kaiser Hafen, la instalación semejante perteneciente al E s t a d o
de Bremen, inaugurada en 1899 y que explota bajo contrato de
arrendamiento el Norddeutscber Lloyd. El dique seco de esta ú l -
tima instalación tiene una longitud utilizable de 226 m y una
profundidad de 10.76 m bajo el nivel de aguas altas ordinarias.
E l ancho medio de su entrada es de 28 m aproximadamente.
Sobre la ribera del Geeste existen también varios diques secos,
d e poca importancia, pertenecientes á particulares.
H a y las siguientes grúas:
E n Alter Hafen, tres de mano de 7.5, de 5 y de 2 tonela-
das de poder.
E n Neuer Hafen, dos de mano, de 12.5 y 8 toneladas; dos
á vapor transportables, de 1.5 toneladas cada una; una de tijera,^
movida á vapor, de 4 5 toneladas y 8.5 m de alcance; una gira-
toria á vapor, de 75 toneladas y 10.20 m de alcance.
E n Kaiser Hafen, una á mano, de 20 toneladas; una á vapor,
transportable, de 1.5 toneladas; una giratoria, de tronco
fijo, de 30 toneladas y de 13 m de alcance, movida por agua á
presión; una giratoria, de tronco fijo, d e 20 toneladas y 13 m d e
alcance, movida á gas.
882 Anales de la Universidad

Hay además en el puerto de Bremerhaven, una grúa titán de


150 toneladas y hasta 14 m de alcance, dos del mismo tipo, de 50
toneladas cada una y de alcance de hasta 7.50 m: todasellas movi-
das por potencia eléctrica.

El ndmero de embarcaciones de mar llegadas á las dársenas de


Bremerhaven y su tonelaje de registro, han sido, en el quinquenio
1898-1902, los siguientes:

1898 1899 1900 1901 1902

Toneladas Toneladas o; Toneladas Toneladas ó Toneladas


3
de registro de registro 2" de legistro 3 de registro 2" de i-egistro
í3 F3

2,179 L.27G.115 l,71!i 1.223,309 1,407 1.271,896 1,534 1 4.50,240 1,577 1.443,7 9

II

Organización y Ailniinistiación

A . — GENERALIDADES. — RÉGIMEN C O Í M P A R Á T Í V O DE HAMBURGO Y


BKEMEN

La organización aduanera alemana es excepcionalmente favo-


rable para los puertos de Hamburgo y Bremen; para estos dos
puertos, puede decirse que el tráfico no encuentra obstáculo de
ninguna especie en la intervención aduanera, puesto que toda la
instalación portuaria se halla fuera de los límites de la jurisdicción
de aduana.
Ya la constitución del Imperio, artículo 34, ^^'> reconocía á am-
bas ciudades hanseáticas el privilegio de permanecer fuera de los
límites aduaneros hasta que ellas mismas solicitaran entrar tam-
bién, en tal sentido, en el sistema general del Imperio.

(í) 3 4 . Las ciudades hanseáticas de Bremen y Hamburgo con la circunscripción necesaria


tomada de su propio territorio ó de los distritos vecinos, siguen considerándose como puertos
francos, con excepción del distrito aduanero, mientras no soliciten ser comprendidas dentro
de la frontera común do aduanas.
Anales de la Universidad 883

Cuando más tarde, cediendo á la presión de Bismarck, Ham •


burgo primero y Bremen después pidieron la anexión al sistema
aduanero, lo hicieron, sin embargo, bajo la reserva de que por lo
menos las zonas inmediatamente adyacentes á cada puerto queda-
rían fuera de los límites de la aduana. A Hamburgo se le conce-
dió esta reserva; la ley de 16 de febrero de 1882 establece que^
«sobre el territorio del puerto franco, al cual no alcanza su pedido
de formar parte del sistema aduanero común, el artículo 34 ^^^ de
la Constitución del Imperio continuará aplicándose». El Estado
de Bremen, por el contrario, habiendo rehusado la propuesta más
conveniente que se le hiciera al principio, tuvo al fin que
aceptar su incorporación aduanera en condiciones menos favora-
bles que Hamburgo, que lo había precedido. La ley de 31 de marzo
de 1885,—la cual autorizaba.-si canciller del Imperio á disponer de
una suma límite de 12:000,000 de marcos para contribuir á los
gastos que originase la transformación del puerto,—no contiene
ninguna reserva semejante á la admitida en favor de Hamburgo;
y en efecto, de acuerdo con el contrato celebrado entre el Impe-
rio y Bremen, sólo se concede á esta ciudad el establecimiento de
un distrito franco de conformidad con el § 107 de la ley de unión
aduanera del 1." de julio de 1869; '•'^^ las instalaciones portuarias
de Bremerhaven quedaban por esa ley fuera de los límites adua-
neros. Por decreto del Consejo del Imperio {Bundesrath) de 17
de abril de 1902, se le acuerda al distrito franco de Bremen la ca-
lidad de extraterritorialidad en el sentido del § 16 de la ley de
unión aduanera í""^'; pero con la limitación de que toda explota-
ción industrial que no tenga por objeto la construcción y repara-
ción de buques, no será permitida en él. Este decreto no modifica
en nada las condiciones del tráfico.
Sin embargo, la inferioridad de Bremen desde el punto de vista
aduanero, no es tan considerable como podría quizá suponerse
por lo que precede. Toda la diferencia entre un puerto franco y un
distrito franco estriba, efectivamente, en que. en éste sólo puede

(1) Véase la nota anterior.


{2) Véase el extracto de esta ley en el capítulo consagrado al puerto de Hamburgo.
884 Anales de la Universidad

efectuarse con prescindencia del control aduanero la carga y des-


carga, así como el reembalaje y la mezcla de mercancías sujetas al
pago de derechos de aduana; mientras que en el puerto franco,
estas mercancías pueden ser preparadas y transformadas de cual-
quier modo. En ambos casos, sólo el personal de vigilancia estric-
tamente necesario puede tener su domicilio en la zona extra-
aduanera. Hamburgo ya no es, pues, en el sentido primitivo de la
palabra, un puerto franco, es decir, una ciudad dotada de un puerto
situado, junto con toda su población, fuera de los límites adua-
neros del territorio circundante, y en la cual la introducción de
mercancías no está gravada por ningún impuesto.
Por otra parte, la distinción entre su situación aduanera y la de
Bremen,—á la cual se dio tanta importancia en un principio,—ha
resultado de escaso valor en la práctica; puesto que, en suma, las
instalaciones industriales que se esperaba ver surgir poderosas en
el territorio franco de Hamburgo, se reducen á muy poco relativa-
mente y están muy lejos de constituir un factor esencial de su des-
arrollo económico. Para el tráfíco marítimo, esa distinción no tie-
ne absolutamente ningún alcance: en el puerto franco de Hambur
go como en el distrito franco de Bremen, la descarga de las mer-
cancías se verifica sin ninguna clase de control aduanero; éste in-
terviene por primera vez al pasar aquéllas sobre los límites adua-
neros, y no obstaculiza por cousiguiente para nada tampoco las
operaciones de carga y trasbordo.

Bremen, como Hamburgo, está situada tierra adentro, y entre


ella y la costa del mar hay territorios que pertenecen al sistema
aduanero; el límite aduanero no corre ya, como sucedía en otros
tiempos, detrás de los puertos solamente . La aduana está por lo
tanto obligada á ejercer su vigilancia para impedir que en aque-
llos territorios se desembarquen clandestinamente mercancías su-
jetas al pago de derechos. Pero aun este problema, ha podido re-
solverse en los dos casos sin inconvenientes para el tráfico: los pi-
lotos,—que los buques qstán obligados de todos modos á tomar á
causa de las dificultades de la navegación fluvial, y que son nom-
brados por el Estado,—tienen además de sus deberes profesiona
Anales de la universidad 885

les, el de velar por los intereses aduaneros, y desempeñan exacta-


mente las funciones de Inspectores de Aduana; pudiendo, entre
otros cometidos análogos, ejercer el control sobre las mercancías
que eventualmente haya que trasbordar en viaje (por insuficiencia
de profundidad de agua en el río, por averías, etc.). Ahora bien,
como el servicio de pilotos no sufre interrupción de día ni de no-
che, esta organización ofrece al tráfico una libertad que no se en-
cuentra en ninguna otra parte: el buque toma á su bordo, viniendo
del mar, al llegar á la desembocadura del Elba ó del Weser, el pilo-
to de río; remonta el río sin tropiezos ni interrupciones basta Ham-
burgo ó Bremen, y puede entonces, sin sujeción á ninguna forma-
lidad aduanera, sin tener siquiera que esperar la venida de un em-
pleado de aduana, desembarcar su cargamento, trabajando día y
noche si le conviene,—para después recorrer en sentido inverso el
mismo trayecto con idéntica libertad, llevando su cargamento de
mercancías exportadas hasta llegar á la desembocadura del río, en
cuyo punto desembarca el piloto.
En Bremen, como en Hamburgo, se ha dejado en manos de
una compañía la explotación de los almacenes ó depósitos. (En
Bremerhaven los grandes almacenes para depósitos de mercan-
cías no existen).
La razón general que se ha hecho valer en favor de este renun-
ciamiento del Estado á la explotación directa de los almacenes,
ha sido formulada por la Compañía de Almacenes de Bremen en
términos que merecen citarse: ^^'
«La recepción, almacenamiento, preparación, reenvío, etc., de
las mercancías, son en conjunto operaciones de un carácter com-
pletamente comercial, que deben responder ante todo al fin de sa-
tisfacer á la clientela. Esto, sólo se consigue efectuando aquellas
operaciones de un modo exclusivamente comercial: la dirección
de la explotación debe adaptarse á la negociación personal con los
comerciantes para obtener su clientela; es preciso que pueda pro-
ceder con un espíritu de fácil avenencia (Kulanz) cuando se trate
de realizar grandes transacciones, de atraer sobre la plaza remesas
de mercancías que podían tomar otros caminos, conciliar las cues-

(l^ En un escrito presentado al Senado de Bremen en 1888.


886 Anales de la Universidad

tiones surgidas con los clientes, reparar descuidos que ocurrieren,


•etc.». Es claro que la explotación oficial, teniendo que moverse
necesariamente en un círculo de reglamentaciones y tarifas in-
flexibles, difícilmente podría llenar estas condiciones.
En cuanto á los almacenes de propiedad particular, y que en
su gran mayoría sirven á la vez para el comercio especial de su
propietario, van desapareciendo,—en Bremen como en todas las
grandes ciudades portuarias,—ante las ventajas que ofrecen los
depósitos públicos. En efecto; la administración de estos últimos
constituye una industria independiente del comercio de mercan-
cías; de donde resulta que los comerciantes, que no pueden gene-
ralmente costearse un vasto depósito, «tienen la facilidad de con-
servar en lugar seguro sus artículos mediante el pago de ciertos
derechos proporcionales á la cantidad y al tiempo del depósito,
sin verse nunca obligados á pagar alquileres por locales más
grandes ó por ma's tiempo de lo indispensable».
Los empleados de estas grandes administraciones se especiali-
zan en su género de trabajo, que acaba por alcanzar un grado de
perfección en rapidez y seguridad muy rara vez conseguido en los
establecimientos particulares, A estas ventajas generales, se agrega
todavía la circunstancia especial de que la utilización délos al-
macenes públicos permite á los propietarios de los artículos depo-
sitados, venderlos ó efectuar con ellos otras operaciones comer-
ciales, sin cambiarlos de lugar; porque es obvio que sólo una
institución independiente de los intereses privados de los comer-
ciantes, puede ofrecerlas garantías necesarias para servir de base
ala expedición y circulación de warrants, por medio de los cuales
el traspaso de la propiedad de las mercancías en depósito, se lleva
á cabo sin más trámite que la transferencia del documento corres-
pondiente expedido por el propietario del almacén.
Por estas razones la Compañía de Almacenes de Bremen ha
monopolizado de hecho la industria del almacenaje de mercan-
cías. No estará pues de más indicar á la ligera el modo de explo-
tación, así como la situación legal y económica de la Compañía.
En el distrito franco, los almacenes generales están dispuestos
paralelamente á la dársena en dos grandes filas detrás de los gal-
pones de carga, y separados de éstos por una calle bastante an-
Anales de la Universidad 887

oha; en tanto que el depósito para cereales del Sicherheitshafen


se halla inmediatamente junto al agua. Esta disposición permite,
en el distrito franco, la rápida descarga de las mercancías en los
galpones y, á la vez, reduce al mínimo la distancia al almacén, de
tal modo que la mercancía desembarcada por de pronto en el
galpón, puede ser trasladada al almacén por un simple movimien-
to de grüa;— ventaja ésta tanto más considerable cuanto que sólo
una parte muy pequeña de las mercancías que llegan á Bremen
son preparadas en la ciudad misma, siendo, al contrario, la mayor
parte depositada* por poco tiempo y reexpedidas nuevamente.—
Los cereales, cu cambio, vienen por g.;andes partidas á granel, de
manera que su clasificación se se lleva á cabo en el galpón.
La Compañía de Almacenes de Bremen se constituyó en 1877.
Empezó por edificar varios grandes depósitos en los terrenos que
arrendó al Estado, contiguos al Sicherheitshafen, y supo en poco
tiempo graugearse á tal punto la confianza del público, que en
1888, con la entusiasta aprobación de la Cámara de Comercio,
<}onsiguió del Estado la concesión para explotar todo el tráfico
del distrito franco. Según el contrato, el Estado se obliga á cons-
truir á su costo las instalaciones y á comprar á la Compañía
los almacenes que ésta había edificado en el Sicherheitshafen,
con el objeto de unificar la gestión financiera; como compen-
sación, obtiene de la ganancia líquida, primero el 4 / ^ de la
suma desembolsada por él, fuera del precio de compra de los t e -
rrenos; del resto hasta r0,000 marcos, el 75 / / ; de 50,000 mar-
cos más de sobrante, el 80 /^, y del excedente, el 85 /^. La
Compañía por su paríe toma á su cargo la administración de las
instalaciones costeadas por el Estado, tanto para la carga y
descarga como para el almacenamiento de las mercancías; reci-
biendo como compensación las sumas de la ganancia líquida
que, de acuerdo con lo recién indicado, resultaren libres. Sin em-
bargo, se le garantiza de hecho el interés de su capital-acciones,
por cuanto la mitad de su capital (que era la parte suscripta y pa-
gada de las acciones cuando se celebró el contrato) pasa como
caución á poder del Estado, quien paga á la Compañía el 4 % de
interés. Cualquier pérdida eventual pesaría toda sobre el Estado,
con la reserva de reembolsarse sobre ganancias ulteriores.
S88 Anales de la Universidad

La única intervención del Estado en los negocios de la Com-


pañía, consiste en que la Diputación de Puertos y Ferrocarri-
les fija las tarifas y aprueba en definitiva las modificaciones que
se propongan en las mismas.
La principal diferencia que existe entre esta situación de la
Compañía de Bremen y la de la Compañía de Hamburgo con res-
pecto al Estado, consiste, como se ve, en que Bremen ha cedido á
la Compañía no sólo el suelo, como Hamburgo, sino á la vez el
conjunto de las instalaciones, y en que, además, la Compañía de
Bremen no explota solamente los almacenes, sino que tiene tam-
bién en sus manos todo el trabajo de carga y descarga de las mer-
cancías en las dos dársenas más importantes del puerto.
El capital-acciones déla Compañía es de 1:000,000 de marcos.
De este capital la suma de 500,000 marcos ha sido suscrita,
como acabamos de decir; la otra mitad puede, en cualquier tiempo,
exigirse á los accionistas para cubrir pérdidas eventuales.
Como capital de explotación hay una suma redonda de 200,000
marcos disponibles.
El resultado financiero ha sido satisfactorio siempre.
Se han podido pagar con toda puntualidad los intereses del ca-
pital invertido por el Estado en los edificios, y éste ha retirado
además una renta para el costo de las expropiaciones. Los accio-
nistas, por su parte, han cobrado dividendos de 7 y 8 ^ .
Véase aquí, el importe de las sumas cobradas por el Estado y
los accionistas, durante el quinquenio de 1897-1901:

1897 1898 1899 1900 1901

Marcos Marcos Marcos Marcos Marcos


M Estado
Intereses 454,886 486,743 493,769 497,799 500,433
Participación en la
ganancia . . . U5,8fi8 171,779 95,998 127,994 92,988

Total . . . . 600,754 658,522 589,766 625,793 593.421


Los accionistas 34,565 39,137 25,764 31,411 25,233
En dividendos. 8»/. 8V. 7% 7»/. 7»/.

En definitiva, la organización del puerto de Bremen es muy


semejante á la de Hamburgo, dentro de un cuadro más pequeño y
con las salvedades que hemos anotado.
Anales de la Universidad 889

B.—PRINCIPALES DISPOSICIONES LEGALES, REGLAMENTARIAS Y


POLICIALES

a) Navegación del Weser superior

1). —SERVICIO DE SEÑALES

Los buques pueden á su entrada ó salida avisar á Bremen ó


Bremerhaven, dirigiéndose por medio de señales á determinados
faros de la costa (Hoheweg, Meyers Legde, etc.). Estos mismos
faros pueden trasmitir telegramas que, de acuerdo con el Código
Internacional de Señales, les hayan sido comunicados por los
buques. Algunos de dichos faros son estaciones del telégrafo ma-
rítimo La tarifa dentro del imperio, es de 5 Pf. por cada palabra
(de 15 letras ó 5 cifras como máximo), con una tasa mínima
deSOPf.
Los faros de Hoheweg, de Bremerhaven, de Geestemünde, etc.,
tienen un servicio de señales de tormenta con los signos conven-
cionales del Observatorio Marítimo Alemán.
Para informar á los buques de vela que se hacen á la mar, acerca
del viento reinante en Helgoland y Borkum, se ha erigido un semá-
foro sobre el muelle del faro de Hoheweg, que indica dos veces
por día,—á las 8 a. m. y á las 2 p. m.,—la fuerza y dirección del
viento en Helgoland y Borkum, conocidas por telegrama. El se-
máforo trae, de un lado, las indicaciones referentes á Helgoland,
y, del otro, las referentes á Borkum.
La dirección del viento se indica por medio de una aguja, mó-
vil sobre un cuadrante; y la intensidad, por el número de bra-
zos levantados del semáforo y de acuerdo con la escala délos
vientos de Beaufort. Cuando no se han recibido los anuncios
telegráficos de Helgoland ó Borkum, ó cuando se ha dado por
inadvertencia una señal equivocada, se iza un globo pintado de
negro, sobre el correspondiente lado del mástil del semáforo.
Las señales de niebla se hacen por medio de campana ó de
bocina, desde varios faros fijos y flotantes, empleándose en algu-
nos de ellos la bocina á vapor de Pieter.
890 Anales de la Universidad

Las señales del tiempo para el arreglo de los cronómetros, se


hacen dos veces por día en Bremerhaven y en Bremen: á O'^ 0"^ 0^ ,•
tiempo del meridiano medio europeo; y á 0*^ O^'^ 0^ , tiempo medio
Greenwich.
Las principales estaciones de señales mareográficas, son las de
Hoheweg (en el faro), Bremerhaven (cerca de la esclusa del Alter
Hafen), Fünfhausen, puerto de Vegesack y puerto franco de Bre-
men. La estación del faro de Hoheweg, indica el niyel del agua en
ese punto, por medio de señales diurnas y nocturnas consistentes
en medias esferas y conos colocados sobre brazos horizontales,
en el número necesario,—según la altura que se desee indicar,—
de O 50 en 0.50 m. Cada semi-esfera representa 1 m; el cono,
0.50 m. En la extremidad del brazo horizontal, hay un índice
articulado que, por su posición hacia arriba, horizontal, ó hacia
abajo, da las indicaciones respectivas de flujo, alta marea, reflujo
De noche, el nivel del agua se indica por medio de luces blancas
rojas y verdes. Cada luz blanca indica un metro sobre el cero
mareográfico local; una luz roja, medio metro. El flujo se indica
por una luz verde; el reflujo, por dos luces verdes colocadas sobre
la misma vertical. Los niveles inferiores á cero se indican con la
señal de reflujo sola; los superiores á 4.50 m, con la señal de
flujo sola. En las otras estaciones el sistema de señales es el
mismo, en principio; en Bremen, sin embargo, las señales mareo-
gráficas sólo indican el flujo, la alta marea y el reflujo; pero en
cambio dan las siguientes indicaciones relativas á Bremerhaven:.
alta marea y nivel sobre el cero de Bremerhaven.

2) —PRESCRIPCIONES REFERENTES ALA NAVEGACIÓN

Ct),—Reglamentación de la navegación en el Weser desde Bremen hasta el faro de Rothesand

Las principales disposiciones que rigen á este respecto, son:


la Ordenanza de Bremen, de 22 de mayo de 1901; el Reglamento
Policial de Prusia, de 25 de mayo del mismo año; la Circular Mi-
nisterial de Oldenburgo, de 8 de junio del mismo año. En ella»
se ástablecen reglas destinadas á garantir la seguridad de la na-
vegación: primero, para las pequeñas embarcaciones de río (incluso
las balsas ó armadías), y luego, en general, para toda clase de na-
vios.
Aciales de la Universidad 891

H e aquí alguaas do las principales obligaciones impuestas á


las embarcaciones de la navegación fluvial:

Toda embarcación debe llevar á ambos lados de proa ó de popa, en


color claro sobre fondo obscuro: el nombre del lugar en que está ins-
cripta, su número de orden y su tonelaje. L a altura de las íetras y
cifras debe ser de seis centímetros, por lo menos. •
Los maquinistas de embarcaciones á vapor, tienen que estar provis-
tos de un certificado de capacidad expedido por la oficina compe-
tente; certificado que llevarán siempre consigo durante el viaje, para
exhibirlo á los empleados que se lo exijan.
Las autoridades respectivas polrán en todo momento ordenar
la revisión de un buque. Cualquier defecto que se notare en él de-
berá ser reparado inmediatamente.
Las embarcaciones estarán provistas á ambos lados de proa y
popa, de la escala de calado en centímetros.
E n to la embarcación de más de 20 toneladas (42-44 metros cúbicos
de capacidad neta), habrá por lo menos un bote en buenas condicio-
nes de construcción y conservación.
Las piezas de madera que constituyen una armadía han de estar li-
gadas entre sí de una manera sólida y durable. Las armadías que na-
veguen sobre el Weser no tendrán más de doce metros de ancho y
estarán provistas de un timón en cada extremo; sin embargo, las lle-
vadas á remolque, sólo necesitarán un timón á popa.
Las reglas que preceden no se aplican á las embarcaciones de ser-
vicio de los empleados oficiales, ni á las de recreo, ni finalmente á.
las pequeñas embarcaciones que verifican el tráfico de mercado en-
tre localidades muy próximas.
Para todas las embarcaciones en general, es obligatoria la obser-
vancia de las prescripciones siguientes—entre otras menos importantes:
E n los buques que naveguen con carga completa, la parte descu-
bierta deberá estar provista de plancha de bordo.
L a altura libre de bjrdo (Freibordi se ceñirá á estas normas:

I. 1) L a altura libre de bordo será: para buques de hasta 10,


hasta 20 y más de 20 toneladas; de 15 centímetros, 20 centí-
metros y 30 centímetros respectivamente, como mínimo.
2) E n las embarcaciones abiertas, la altura libre de bordo se
mide en el me:lio del buque, desde el canto superior de
la regala fija, en su parte más baja.
3) E n los buques con puente fijo, se mide generalmente la al-
tura libre de bordo desde el canto superior del puente fijo
en su parte más baja. E n ciertos casos, sin embargo, podrá
hacerse entrar en cuenta una parte de las falcas, á condi-
ción de que éstas sean fijas y no den paso al agua.
892 Anales de la Universidiid

11- Una oficina especial (Freibordctmt) tien^ á su cargo fijaren


cada caso la altura libre de bordo y hacer colocar sobre los
costados del buque la marca correspondiente.
I I I . E l límite inferior de la altura libre mínima, debe ir señalado
á cada costado del buque por medio de una lista de 30 cen-
tímetros de largo y de 2 centímetros de ancho por lo menos,
pintada de un color que se destaque (Freibordmarke). E l
canto inferior de esta lista indicará la máxima penetración
del buque en el agua.
I V . La oficina mencionada en I I expide los certificados relati-
vos a l a altura libre de bordo {FreibordseheitiK Las señales
de altura libre de bordo deben ser renovadas, ó por lo me-
nos comprobadas nuevamente, después de transcurridos cin-
co años de la expedición del certificado, y también después
de toda transformación importante efectuada en el buque.
V. El certificado de altura libre de bordo, costará tres ó cua-
tro marcos, según se trate de un buque de hasta veinte to-
neladas ó de un buque de mayor tonelaje.

Los buques á vapor al acercarse á embarcaciones pequeñas ó muy


cargadas y con poca altura de bordo, ó á dragas ó balsas, tienen la
obligación de moderar á tiempo su velocidad, á fin de evitar que
la ola que producen ponga en peligro la embarcación á que se
acercan En caso necesario, deben parar la máquina completamente,
hasta que todo peligro haya desaparecido.
E l encallamlento de una embarcación en la canal navegable, ya
ocurra intencionalmente ó por descuido, se considera un hecho pu-
nible.
Las armadías deben procurar mantenerse fuera de la canal na-
vegable, y no p)ii-áa niircharsin) da día,—en'".re la salida y la
puesta del sol.
Toda remoción ó deterioro,—intencional ó casual,—de señales de
navegación, así como la colocación oficiosa de nuevas señales, se
consideran como actos punibles.

ñ^ Prescripeiones dcstinaias á imp&dir las cüisioms dt huquas

N O T A . — L a s prescripciones que sigaca corresponden en orden


y tenor á la «Ordenanza Imperial destinada á prevenir el choque
de las Embarcaciones en el Mar», de 9 de mayo de 1897. L a s adi-
ciones impuestas por el tráfico fluvial van impresas en bastardilla.
Anales de la Universidad fc93

I.—Introducción

§ 1

Las embarcaciones á vapor, mientras naveguen á vela sin usar la


máquina, son consideradas como buques á vela; pero desde el mo-
mento en que usen la máquina, aunque utilicen á la vez el velamen,
se las considera como buques á vapor.
Se incluyen en la categoría de buques á vapor todas las embarca-
ciones movidas por la potencia de una máquina; se consideran inclui-
das en la categoría de buques á vela todas las otras embarcaciones,
especialmente también las lanchas y embarcaciones de remolque y los
gánguiles de draga, que no posean ó no utilicen la potencia mecánica
para su movimiento.
Se considera que una embarcación está en movimiento, cuando no
está ni al ancla, ni amarrada á tierra, ni encallada.
Se equiparan á embarcaciones amarradas á tierra.^ las amarradas á
duques-alba, boyas ó de dragas.

II.—Luces, etc.

§ 2

L a expresión «visible», empleada con referencia á luces, significa


«visible en noche obscura y atmósfera despejada».
Las prescripciones relativas á luces, deben observarse,—en todo
estado del tiempo,—desde la puesta hasta la salida del sol. Durante
esta parte del día no podrán exhibirse luces susceptibles de ser con-
fundidas con las prescriptas en los párrafos que siguen.

§ 3

Todo buque á vapor que se halle en marcha, llevará:

a) en el palo de trinquete ó, si éste no existiere, en la parte ante-


rior de la embarcación, una luz blanca fijada á una altura de
seis metros por lo menos sobre el casco. Si la embarcación tie-
ne más de seis metros de manga, la luz se colocará á una altu-
ra igual á la manga, siu pasar nunca de doce metros sobre el
casco. L a luz estará dispuesta y colocada de modo que ilumine
un arco no interrumpido de horizonte de veinte rumbos ó divi-
894 Anales de la Universidad

siones de la brújula, diez de cada lado; es decir, desde la di-


rección de proa hasta dos divisiones hacia popa, más allá de la
sección transversal de la embarcación. Su intensidad será tal
que resulte visible desde una distancia mínima de cinco millas-
marinas;
b) del lado de estribor, una luz verde. Esta luz deberá estar dis-
puesta y colocada de manera que ilumine un arco no interrum-
pido de horizonte de diez divisiones de brújula, desde la direc-
ción de proa hasta dos divisiones hacia popa más allá de la
sección transversal de la embarcación. Su intensidad será tal
que resulte visible desde una distancia mínima de dos millas-
riñas);
c) del lado de babor, una luz roja, dispuesta y colocada en la
misma forma que la luz de estribor, y de una intensidad tal que
resulte visible desde la misma distancia mínima (2 millas ma-
rinas);
d) las linternas de estas dos luces (de babor y estribor) estarán
provistas, hacia el interior del buque, de pantallas que se pro-
yecten un metro por lo menos delante del foco luminoso, á fin
de que las luces no puedan verse del otro lado por encima de
la proa;
e) las linternas de las luces de babor y estribor deben colocarse en
el tercio de "proa de la embarcación, en cuanto sea compatible
con el m,odo de construcción y demás disposiciones del buque;
f) los buques á vapor pueden también, cuando se hallen en mar-
cha, llevar una segunda luz blanca igual á la prescripta en a).
Ambas luces se fijarán en el plano de quilla, y se colocarán de
modo que la de atrás esté por lo menos cuatro y medio metros
más alta que la de adelante. L a distancia vertical de estas lu-
ces debe ser menor que la horizontal.

§ 4

Todo buque á vapor que remolque otra embarcación, debe llevar


además de las luces de estribor y babor, dos luces blancas colocadas
verticalmente una sobre la otra y separadas entre si por una distan-
cia mínima de un metro. Cuando remolque más de una embarcación,
y todo el tren de remolque,—desde la popa del remolcador hasta
la de la última embarcación remolcada,—tenga más de ciento
ochenta metros de largo, debe llevar una tercera luz blanca, un metra
más arriba ó más abajo que las otras dos. Cada una de estas luces estará
dispuesta y colocada en la forma prescripta en el § 3, letra a); bastará
sin embargo para la tercera luz, una altura de cuatro metros sobre el
casco del buque. E l remolcador á vapor puede llevar detrás de la
Anales de la Universidad 895

chimenea una pequeña luz blanca, para servir de guía á las em-
barcaciones remolcadas. Esta luz estará dispuesta de modo que no
ilumine más adelante del plano transversal del remolcador.

§ 5

Las embarcaciones de mar que, á causa de su calado ó de su eslora,


están obligadas á navegar por la parte más profunda de la canal, po-
drán, siempre que un piloto patentado las conduzca, izar las señales
siguientes, W de acuerdo con las instrucciones del piloto:

a) de día, una bandera roja {guión B del Código Internacional de


Señales) en el tope de trinquete;
b) de noche, una luz roía, visible de todos los puntos del horizonte,
desde una distancia 7nínima de dos millas tnarinas, y colocada
á dos metros á lo menos por encima de una luz blanca [en el caso
de un buque á vapor: por encima de la luz blanca tnencionada
en el § 3).

En los tremsde remolque, sólo el remolcador está obligado á llevar


estas señales.
Las embarcaciones que no sean cnducidas por pilotos patentados
no podrán nunca llevar estas señales.

§ 6

a) Toda embarcación que, á consecuencia de un accidente, no


pueda mmiobrarse, llevará á la altara de la luz blanca mencio-
nada en el § 3, letra a), dos luces rojas, una sobre otra, distantes
entre sí por lo menos dos metros. Si la embarcación es á vapor, la
luz blanca será reemplazada por dichas luces rojas (si la embarca-
ción es á vela, la luz blanca no existe, véase § 8). Estas luces ro-
jas se colocarán en el sitio más á propósito para que se vean bien,
y su disposición será tal, que resulten visibles de todos los puntos
del horizonte, desde una distancia mínima de dos millas marinas. De
día, las luces rojas serán reemplazadas por esteras ó cuerpos de forma
parecida, pintados de negro, y de un diámetro de 65 centímetros.
b) Cuando un buque esté ocupado en colocar ó levantar un cable
de telégrafo ó de lux, eléctrica, llevará en el sitio en que se prescribe
la luz blanca mencionada en el § 3, letra a)—y en vez de dicha luz,
si el buque es á vapor,—tras luces, uolocadas una sobre otra, distan-

(1) Sobre el efecto de estas señales, véase § 23.


896 Anales de la Universidad

ciadas de dos metros por lo menos. L a superior y la mferior serán ro-


jas, la del medio blanca, y todas ellas de tal disposición, que resulten
visibles de todos los puntos del horizonte desde una distancia mínima
de dos millas marinas. De día, estas luces serán reemplazadas por
tres cuerpos: el superior y el inferior, de forma esférica y pintados de
rojo; el intermedio, de forma romboidal y pintado de blanco; todos
ellos de 65 centímetros de dimensión horizontal, por lo menos.
c) Las embarcaciones consideradas en este parágrafo pueden
cuando no están en marcha, prescindir de llevar las luces de estri-
bor y babor.
d) Estas señales deben interpretarse como aviso de que el buque
que las lleva no puede maniobrar, ni por consiguiente dejar expedito
el pasaje á las otras embarcaciones. No deben considerarse como
seiíiles de socDrro en el seatido del § 35 de estas disposiciones.

§ 7

Las dragas á vapor deben llevar,—de noche,—una lux, blanca á ca-


da lado; y además, una luz roja, verticabnente por encima de la luz
blanca, del lado por donde pueden pasar los otros buques. De día,
este lado se indicará por medio de una esfera pintada de rojo. •

§ 8

Toda embarcación á vela que se halJe en marcha y toda embar-


cación remolcada, deben llevar las mismas luces que se prescriben en
el § 3 para los buques á vapor en marcha, con excepción de las
luces blancas allí mencionadas. Los buques á vela sólo podrán llevar
luces blancas en el caso del § 5.
En, caso de embarcaciones apareadas, cada una debe llevar las
luces prescriptas.

§ 9

Cuando las luces verde y roja de los costados, no pueden colocar-


se de firme,—como sucede en embarcaciones pequeñas, en marcha con
mal tiempo,—deberán, no obstante, mantenerse encendidas para le-
vantarlas á mano con bastante anticipación, cada vez que otra em-
barcación se aproxime, á fin de evitar un choque. Esto debe ha-
cerse de manera que la luz verde no sea visible de babor, ni la roja
de estribor y que, en lo posible, ninguna de ellas ilumine hacia atrás
más allá de la segunda división de brújula contada desde la división
transversal de la embarcación.
Anales de la Universidad 8G7

Para asegurar el uso correcto de las luces portátiles, cada linterna


estará pintada del color de la luz que lleva y provista de una pantalla
para limitar la región iluminada.

§10

Las embarcaciones á vapor, de menos de 113 metros cúbicos de ca-


pacidad bruta, y las embarcaciones á vela ó remo, de menos de 57
metros cúbicos, no necesitan, cuando se hallen en marcha, llevar las
luces mencionadas en el § 3, letras a), b) y c); pero si no llevan dichas
luces irán provistas de las siguientes:

1} Embarcaciones á vapor de menos de 113 metros cúbicos,


a) en la parte anterior de la embarcación y á una altura de tres
metros por lo menos sobre las falcas, una luz blanca. L a luz
se colocará en el punto en que pueda verse mejor, y su dis-
posición y colocación responderán á las otras condiciones ex-
presadas en el § 3, letra a). Su intensidad será tal que la luz
resulte visible desde una distancia mínima de dos millas ma-
rinas;
b) luces de costado, verde y roja, dispuestas y colocadas en la
forma que prescribe el § 3, letras b) y c), y de tal intensidad
que sean visibles desde una distancia mínima de una milla ma-
rina; ó, en su lugar, una linterna de dos colores, que ilumine
hacia los lados correspondientes, con luz verde y roja respecti-
vamente, y desde la dirección de proa hasta dos divisiones de
brújula más atrás de la dirección transversal de la embarca-
ción. Esta linterna se colocará un metro por lo menos debajo
de la luz blanca.
2) E n los pequeños botes á vapor, como por ejemplo los que se lle-
van á bordo de las embarcaciones de mar, puede colocarse la luz
blanca á menos de tres metros sobre las falcas, pero siempre
sóbrela linterna bicolor mencionada en T, b).
3) Las embarcaciones á vela ó remo, de menos de 57 metros cú-
bicos de capacidad bruta, deben llevar una linterna siem-
pre lista para ser utilizada, y provista de un vidrio rojo y otro
verde. Esta linterna deberá mostrarse con suficiente anticipa-
ción, cada vez que otra embarcación se aproxime, y de modo
que no pueda verse la luz verde, del lado de babor ni la luz
roja, del lado de estribor.
4) Las embarcaciones abiertas, ya naveguen á vela ó á remo, de-
ben tener á bordo, siempre lista, una linterna de luz blanca,
que se usará con la anticipación necesaria para evitar choques
con otras embarcaciones.
898 Anales de la Universidad

Las embarcaciones designadas en este parágrafo no necesitan lle-


var las luces prescriptas en el § 6, letra a) y en el § 13, último
inciso.

§11

Las e7nharcaciones de piloto que se hallen de servicio en su esta-


ción y ancladas, no necesitan llevar las luces prescriptas para las otras
embarcaciones, sino sola?nente una luz blanca, colocada al tope del
mástil y visible de todos los puntos del horizonte; pero, al aproxi-
marse otra embarcación en busca de piloto, deben mostrar una luz de
antorcha.
Las embarcaciones de piloto que no se hallen en las circunstancias
recién indicadas, llevarán las mismas luces que las otras embarca-
ciones, según su capacidad.

§ 12

Si una embarcación está á punto de ser alcanzada por otra, debe


hacer señales á esa otra desde popa por medio de una luz blanca ó de
una luz de antorcha. Los buques á vela pueden llevar iija la luz blan-
ca, y los buques á vapor deben llevarla así. Esta luz irá dentro de una
linterna provista de pantallas y colocada y dispuesta de modo tal que
la luz ilumine un arco no interrumpido de horizonte de doce divisiones
de brújula, seis de cada lado partiendo de popa. L a luz será visible
desde la distancia de una milla marina por lo menos, y, en lo posi-
ble, se hallará á la misma altura que las luces de estribor y babor.
En los trenes de remolque, sólo la última embarcación está obligada
á llevar la luz de popa.

§ 13

Toda embarcación anclada, cuando su longitud sea inferior á cua-


renta y cinco metros, debe llevar adelante una luz blanca, en el punto
de donde pueda verse mejor, á una altura que no exceda á seis me-
tros desde el casco. Dicha luz irá encerrada en una linterna, dispues-
ta de modo que aquélla pueda verse de todos los puntos del horizon-
te, y será de tal intensidad que resulte visible desde una distancia
mínima de una milla marina.
Toda embarcación cuya longitud iguale.ó exceda á cuarenta y cin-
co metros, debe llevar, mientras esté anclada, dos de estas luces: una
en la parte anterior, á una altura sobre el casco comprendida entre
seis y doce metros, y la otra á popa y á cuatro metros y medio más
abajo que la luz de adelante.
Anales de la Universidad 89?

Como longitud de la embarcación se tomará la que indiquen los


papeles de á bordo (Schiffspapiere).
Toda embarcación encallada en una canal navegable ó en sus pro-
ximidades, está sujeta á las mismas prescripciones; pero, además,
deberá llevar las dos luces rojas de que habla el § 6, letra a).
Las barcas pescadoras y otras embarcaciones abiertas {con excep-
ción de los gánguiles de draga) ancladas fuera de la canal navegable,
no necesitan llevar ninguna luz.
Las armadías, mientras estén ancladas, deben llevar á cada extremo
tina lux blanca.

§14

U n a embarcación puede emplear para llamar la atención de otras


embarcaciones,-además de las luces obligatorias,—señales hechas con
antorchas ó con petardos, á condición de que estas señales no se con-
fundan con las de socorro (véase § 35). También puede, con ese mismo
fin, hacer oir durante ocho segundos el silbato á vapor.

§ 15

Estas disposiciones no modifican las prescripciones especiales rela-


tivas al empleo de luces complementarias en la marina de guerra.
No limitan tampoco el uso de señales de reconocimiento adoptadas
por los armadores con aprobación oficial y dadas á conocer al pú-
blico,

§ 16

Todo buque á vapor que navegue á vela, pero con la chimenea le-
vantada, deberá llevar de día una señal consistente en un cuerpo de
forma redonda, pintado de negro, colocado en la parte delantera del
buque, en el lugar más aparente para que pueda verse bien.
sr

III.—Señales sonoras en tiempo nublado, etc.

§ 17

Los buques en marcha deben emplear señales sonoras:

1) si se trata de buques á vapor, con el silbato ó la sirena;


2) si se trata de buques á vela ó de embarcaciones remolcadas,
con la bocina de niebla.
900 Anales de la Universidad

U n a señal sonora «prolongada» significará en lo que sigue, un sonida


de cuatro á seis segundos de duración.
Todo buque á vapor debe estar provisto de un silbato ó sirena po-
derosos, cuyas vibraciones sonoras sean producidas por el vapor ú
otro agente que lo reemplace, dispuestos de modo que el sonido no
encuentre tropiezos que lo amortigüen. Estará además provisto de
una bocina de niebla, accionada mecánicamente, y, en fin, de una
campana capaz de producir un sonido intenso. Toda embarcación de
57 metros cúbicos ó más, de capacidad bruta, debe estar provista de
una bocina de niebla y de una campana semejantes; las armadías
sólo tendrán que estar provistas de una campana.
E n tiempo de niebla ó cerrazón, de fuerte lluvia ó de nevada, ya
sea de día ó de noche, será obligatorio dar las siguientes señales so-
noras:

a) Toda embarcación á vapor que se halle en marcha y con la


máquina en actividad, debe dar, cada dos minutos á lo sumo,
una señal prolongada.
h) Toda embarcación á vapor que se halle en marcha (véase § l)
pero cuya máquina ha sido parada, debe dar, cada dos minutos
á lo sumo, dos señales prolongadas, con un intervalo entre
ellas de un segundo más ó menos.
c) Toda embarcación á vela, en marcha, debe hacer oir á inter-
valos máximos de un minuto: una señal prolongada, si navega
con amuras de estribor; dos señales prolongadas (una tras otra),
si navega con amuras de babor; y tres señales prolongadas, si
navega con viento que dé una componente de popa.
d) Toda embarcación anclada {sin excluir las armadías), deberá
repicar vivamente la campana por cinco segundos más ó menos,
á intervalos máximos de un minuto.
e) Toda embarcación que WQ'VQ á remolque otra embarcación; to-
da embarcación ocupada en colocar ó levantar un cable de te-
légrafo ó de lux, eléctrica, y en fin, toda embarcación que no
pueda ceder el paso á otra por no hallarse en condiciones de
maniobrar convenientemente, deben hacer oir á intervalos má-
ximos de dos minutos una serie de tres señales: la primera
prolongada y las dos siguientes breves. Una embarcación re-
molcada puede hacer oir estas seriales, pero le está prohibido
hacer oir otras.

L a s embarcaciones á vela y los botes de menos de 57 metros cúbi-


cos de capacidad bruta, no están obligados á dar las señales mencio-
nadas; pero, si no las dan, deben hacer notar su presencia por medio
de otras señales repetidas cada minuto por lo menos.
Anales de la Universidad 901

IV.—Disminución de la velocidad en tiempo nublado, etc.

§ 18

E n tiempo de niebla, cerrazón, lluvia fuerte ó nevada, las embar-


caciones deberán moderar la velocidad de su marcha, teniendo en
cuenta las circunstancias de cada caso.
Las armadías que no son remolcadas, deben en tales casos detener
completamente su marcha y echar ancla fuera de la canal navegable.
Toda embarcación á vapor, al oir una señal de niebla desde la di-
rección de proa ó desde una dirección intermedia entre la de proa y
de costado, sin poder divisar la embarcación de donde proviene la se-
ñal, deberá,—en cuanto lo permitan las circunstancias,—detener su
máquina y maniobrar con precaución hasta que haya pasado todo pe-
ligro de choque.

V.—Desviación de la ruta para evitar colisiones

Cuando lo permitan las circunstancias, puede confirmarse el peligro


de un choque, tomando cuidadosamente el rumbo de una embarcación
que se acerca; si su rumbo no caml)ia sensiblemente, debe admitirse
que hay peligro de choque.

§ 19

Tan pronto como dos embarcaciones á vela se acerquen una á la


otra de tal suerte que pueda temerse un choque, una de ellas deberá
ceder el paso á la otra, en la forma que se indica á continuación:

a) La embarcación que navegue con viento largo deberá ceder el


paso á otra que navegue barloventeando.
b) L a embarcación que barloventee con amuras de babor, deberá
ceder el paso á otra que barloventee con amuras de estribor.
c) Si dos embarcaciones navegan con viento largo de diverso
costado, la que reciba el viento de babor debe ceder el paso á
la que reciba el viento de estribor.
d) Si las dos embarcaciones navegan con viento largo del mismo
costado, la que se encuentre á barlovento deberá ceder el paso
á la que se encuentre á sotavento.
e) Una embarcación que navegue viento en popa deberá ceder el
paso á las otras embarcaciones.
902 Anales de la Universidad

§20

Cuando dos embarcaciones á vapor se aproximen entre sí vinien-


do de direcciones opuestas ó casi opuestas, de modo que pueda te-
merse un choque, cada una de ellas deberá desviarse hacia estribor
á fin de que el cruce se efectúe por babor.
Esta prescripción no es aplicable cuando dos embarcaciones á
vapor puedan cruzarse conservando cada una su ruta. Sólo lo es
pues, cuando cada una de las embarcaciones ve, —si es de día,—los
mástiles de la otra en línea ó casi en línea con los suyos, ó,—si es de
noche,—cuando de cada una de las embarcaciones pueden verse las
dos luces de costado de la otra.
Tampoco es aplicable cuando,—durante el día,—puede conocerse
desde una embarcación que la otra la cruzará delante de proa; ó cuan-
do,—durante la noche,—la luz roja de una de las embarcaciones esté
frente á la luz roja de la otra, ó la luz verde de la una frente á la luz
verde de la otra; ó cuando se ve de una embarcación una sola de las
sucesde costado de la otra, hacia proa,—ó, en fin, cuando se ven las
dos luces de costado de la otra, pero no hacia proa.

§21

Siempre que las rutas de dos embarcaciones á vapor se crucen de


tal modo que, de conservarlas ambas, resultare peligro de choque,
la embarcación que tuviese la otra á estribor estará obligada á des-
viarse convenientemente.

§22

Cuando una embarcación á vapor y otra á vela naveguen en direc-


ciones tales que, de conservarlas, resultare peligro de choque, la em-
barcación á vapor deberá ceder el paso á la embarcación á vela.
En la sección del rio comprendida entre la desembocadura del Lesum
(junto á Vegesack) y Bremen, la embarcación d vela que cruce á una
embarcación á vapor, deberá cederle el paso siempre que ésta última
haga oir con el silbato á vapor la señal indicada en el § 14; la em-
barcación á vapor deberá, al mismo tiempo, disminuir su velocidad.
Esta prescripción no se aplica á los remolcadores que naveguen solos.

§23

A una embarcación que se halle en las circunstancias indicadas


en el § 5, deben cederle el paso todas las otras embarciones no provis-
tas de la misma señal.
Anales de Ja Universidad 903

§24

E n todos los casos en que, de acuerdo con estas prescripciones, una


embarcación haya de ceder el paso á otra, esta última está obligada
á conservar su ruta pero pudiendo disminuir su velocidad.

N. B.—Sin embargo, cuando por estar nublado el tiempo ó por


otra causa, dos embarcaciones se han acercado tanto que el choque de
la una contra la otra no podría ser evitado con la sola maniobra de la
que está obligada á ceder el paso, la otra deberá también desviarse
para evitar la colisión (véase §§ 21 y 33).

§ 25

Toda embarcación que, de acuerdo con estas prescripciones, haya


de ceder el paso á otra, evitará cruzar frente á la proa de esta otra
siempre que lo permitan las circunstancias,

§ 26

Toda embarcación á vapor que se aproxime á otra, de modo tal


que resulte peligro de choque, está obligada, según los casos, ó á dis-
minuir su velocidad, ó á detenerse, ó á retroceder.

§ 27

Sin tomar en cuenta ninguna de las presentes prescripciones, toda


embarcación {exceptuadas las que se indican en el § 5), que siga á
otra acercándose á ella, debe cederle el paso al trasponerla.
Se entiende que una embarcación sigue á otra, cuando se acerca á
ella viniendo de una dirección que forme un ángulo de más de dos
divisiones de brújula hacia popa de la sección transversal de la
segunda embarcación; es decir, cuando las dos embarcaciones mar-
chen en tales direcciones relativas, que una de ellas no vería de no-
che ninguna de las luces de costado de la otra. E l cambio ulterior en
el rumbo relativo de ambas embarcaciones no hará aplicables las
prescripciones referentes á embarcaciones que se cruzan, sino que la
embarcación que seguía á la otra deberá cederle el paso hasta
que la haya traspuesto completamente.
Si durante el día una embarcación que se acerca á otra ocupa una
posición tal con respecto á ésta que resulte dudoso si la sigue ó no
{en el sentido recién definido), deberá considerarse en el peor de los
dos casos y desviarse, en consecuencia, dejando libre la ruta á la
segunda embarcación.
904 Anales de la Universidad

§ 28

Cuando se encuentren dos embarcaciones, provistas amhas de las


señales indicadas en el § 5, ó cuando tena siga á la otra acercándosele,
les son aplicables las prescripciones generales concernientes á la des-
viación de la ruta jjara evitar colisiones.

§29

En las canales navegables muy angostas, las embarcaciones á va-


por deben marchar manteniéndose, en cuanto sea practicable, del
lado de la canal que corresponde al costado de estribor.

§ 30

Las embarcaciones á vela, en marcha, deben desviarse de las em-


barcaciones á vela ó botes que encuentren ocupados en pescar. L a s
barcas pescadoras están obligadas por su parte á no obstruir las ca-
nales navegables que otras embarcaciones podrían utilizar.

§ 31

E n la observancia de estas prescripciones, habrán de tenerse siem-


pre en vista todos los peligros de la navegación, así como aquellas
circunstancias especiales que, para evitar un peligro inmediato, obli-
guen á tomar medidas excepcionales.

V I —Señales sonoras para embarcaciones á la vista

§32

U n sonido «breve» significa en este §, un sonido de un segundo de


duración aproximadamente.
Cuando dos embarcaciones estén á la vista una de otra, si una de
ellas es buque á vapor, hará conocer la marcha que va á seguir, me-
diante estas señales hechas con el silbato ó la sirena:
Un sonido breve significa:
«dirijo mi marcha á estribor».
Dos sonidos breves significan:
«dirijo mi marcha á babor».
Tres sonidos breves significan:
«marcho hacia atrás á toda máquina».
Cuando una embarcación á vapor se encuentre en la imposibili -
Anales de la Universidad 905

dad de maniobrar, lo avisará á otra embarcación cualquiera que esté


á la vista y se le acerque, j)or medio de cuatro sonidos breves de sil-
bato ó sirena.

VII.—Necesidad de otras medidas de precaución

§33

L a observancia de todas estas prescripciones no exonera al arma-


dor, patrón y tripulación de un buque, de su responsabilidad por las
consecuencias de un descuido ú omisión en el empleo de las señales,
en el servicio de vigías y en otras medidas de prudencia que son de
práctica en la navegación ó que exigen las circunstancias especiales
de un caso dado.

VIII.—Reserva relativa á los distritos de los puertos

§ 34

Para los distritos de los puertos, las presentes prescripciones se


aplicándolo en cuanto no se opongan los reglamentos especiales de
•cada puerto.

§ 35

IX.—Señales de socorro

Las embarcaciones que se hallen en peligro y necesiten socorro, de


otras embarcaciones ó de tierra, deben valerse para pedirlo, de una
ó varias de las señales siguientes:

De día:

1) Tiros de cañón ó petardos, disparados á intervalos de un mi-


nuto más ó menos.
2) La señal N . C. del Código Internacional de Señales.
3) La señal de distancia, consistente en una bandera cuadrangu-
lar y encima ó debajo de ella un objeto de forma aproximada-
mente esférica.
4) Cohetes ó balas lucientes, tales como las que se indican más
adelante entre las señales nocturnas.
5) Sonido continuado del aparato que se usa para hacer señales
de neblina.
906 Anales de la Universidad

De noche:

1) Tiros de cañón ó petardos, disparados á intervalos de un mi-


nuto más ó menos.
2) Hogueras encendidas sobre la embarcación, empleándose al
efecto barricas de alquitrán ó aceite, etc.
3) Cohetes ó balas lucientes de cualquier clase y color, lanzados
á cortos intervalos.
4) Sonido prolongado con el aparato que se usa para señales de
neblina.

Sólo podrán emplearse señales de socorro, en caso de peligro 6


cuando, por cualquier razón se necesite auxilio inmediato. Quedan
exceptuados de esta disposición, los buques de guerra.

X.—Responsabilidad de los armadores y patrones

§37

E l armador y el patrón son responsables de toda falta ó deficien-


cia en los aparatos de señales necesarios para cumplir con estas dis-
posiciones. E n lo demás, incumbe al patrón la observancia de la&
mismas.
Las disposiciones especiales en vigor para la marina imperial, na
son derogadas ni modificadas por las presentes.

XI.—Disposiciones finales

§ 38

Todo patrón de embarcación ó armadía, deberá tener á bordo un


ejemplar de esta ordenanza.

§39

Toda contravención á la presente ordenanza será castigada con


multa de hasta 60 marcos, á menos que, de acuerdo con otras dis-
posiciones, corresponda una multa todavía mayor.
Anales de la Universidad 907

La ordenanza que antecede ha sido posteriormente complemen-


tada en algunos puntos por otras especiales, de las que sólo da-
remos los títulos y las fechas de su promulgación:
Ordenanza de 13 de diciembre de 1 895, relativa á los buques
á vapor que se hallen anclados pero con la máquina en marcha.
(Estado de Bremen).
Ordenanza de 25 de octubre de 1896, relativa al trasporte de
materias peligrosas en buques mercantes. (Estado de Bremen).
Ordenanza de 2 de enero de 1901, relativa á la elección de
fondeadero. (Estado de Bremen).
Ordenanza de 3 de marzo de 1903, relativa á las medidas que
han de tomarse en caso de naufragar ó encallar un buque en una
canal navegable del Weser inferior. (Estado de Bremen),
Ordenanza de 10 de mayo de 1897, relativa al uso de luces y
señales en las embarcaciones pescadoras y en las embarcaciones
á vapor de servicio en las estaciones de pilotaje. (Imperio ale-
mán).
Ley de 22 de junio de 1899, relativa al derecho de usar la
bandera nacional en los buques mercantes. (Imperio alemán).
Ordenanza de 16 de octubre de 1900, relativa á la colocación
y disposición de las linternas y pantallas de las luces permanen-
tes de señal; y Circular del Canciller del Imperio, de 8 de diciem-
bre de 1900, relativa al mismo asunto. (Imperio alemán).
Ordenanza de 18 de octubre de 1903, relativa á las voces de
mando para el manejo del timón. (Imperio alemán).

b) Control aduanero en el Weser inferior

El control aduanero en el Weser inferior, se rige por normas ca"


si idénticas á las vigentes en el Elba (véase el capítulo consagrado
al puerto de Hamburgo). El reglamento de control aduanero
para el Weser inferior, fué promulgado por los Estados de Bre-
men y Oldenburgo en I.'' de septiembre de 1888 y en 9 de
agosto del mismo año respectivamente.
908 Anales de la Universidad

c) Leyes y reglamentos de los puertos de Bremen y Bremerhaven

1) B E E M E N . — L E Y K S D E Í 4 D E OCTUBRE DE 1 8 8 8 ( D I S T R I T O FRANCO) Y D E IG DE J U L I O D E
1 8 9 5 (DÁRSENA LLAMADA H O L Z - U N D FABRIKENHAFEN)

§ 1

E l patrón de toda embarcación que entre al puerto está obligado


á presentarse lo más pronto posible,—y á más tardar dentro de las 24
horas de su llegada,—á las autoridades del puerto, ante las cuales
pondrá de manifiesto los papeles de bordo. También está obligado á
anunciar su salida.
De una y otra formalidad están exentos los patrones de remolca-
dores que entren al puerto ó salgan de él con el único objeto de remol-
car á otras embarcaciones.

§ 2

E l patrón y sus representantes están obligados á obedecer en to-


dos los casos á las indicaciones de los empleados del puerto en lo re-
lativo especialmente á la elección de fondeadero. Al ocupar su fon-
deadero, los buques se dispondrán de manera que estén listos para
la salida en cualquier momento. Sólo después de obtenido el permiso
del respectivo empleado del puerto, podrá un buque moverse del
fondeadero que ocupa. Tan pronto como lo exija aquel empleado,
debe conducirse el buque á un nuevo fondeadero ó fuera del puerto-

§3

Para amarrar y fijar los buques, se usarán exclusivamente las


anillas y bolardos. Para amarrar cabos á las tablestacas que sirven
de paragolpes, se requiere el permiso especial del empleado compe-
tente.
Las escaleras y embarcaderos existentes no deben ser ocupados ni
obstruidos con cuerdas ó cables. Las escaleras no deben tampoco uti-
lizarse para amarrar las embarcaciones. Los equipajes y los bultos ó
fardos que contienen provisiones de bordo, deben llevarse á pulso
sobre las escaleras sin arrastrarlos sobre ellas.

§4

Todo patrón de buque está obligado, á requerimiento del empleado


respectivo del puerto, á bracear ó poner á pique las vergas, á izar el
ancla hasta debajo de la serviola ó del escobén, ó á meterla á bordo.
Anales de la Universidad 909

El empleado del puerto puede también en cualquier momento, orde-


nar que se meta á bordo el botalón de proa, las serviolas y las lan-
chas de costado, y que se ponga á pique el bauprés.
Para no molestar el tráfico de ferrocarril sobre las vías dequai del
lado del agua, los patrones de buque evitarán que las escaleras y
planchadas que hagan colocar desde bordo hasta los muros de quai,
avancen ó se eleven más de un metro desde el canto exterior del
muro.

§5

Las embarcaciones cargadas con explosivos, petróleo, nafta ú otras


sustancias fácilmente inflamables, sólo podrán permanecer en el dis-
trito franco después de obtenido un permiso especial del Capitán de
puerto ó su representante, y observando las condiciones que éste im-
ponga para alejar el peligro de incendio. O, si así lo ordena el Capitán
de puerto ó su representante, se mantendrá á bordo de la embarca-
ción una guardia á costo del patrón y en la forma que aquél deter-
mine.
Esto último se aplica igualmente al caso de embarcaciones que se
desee cargar con las sustancias indicadas.

§6

Los buques á vapor, al entrar al puerto ó salir de él. y dentro del


puerto mismo, deben navegar con poca velocidad, y desviarse de los
buques á vela ó contener su marcha al encontrarse con ellos. Los
buques de hélice no usarán ésta en la proximidad de los quais. Al
lanzar vapor ó agua caliente por las aberturas de los costados del
buque, se tomarán las precauciones necesarias para evitar todo peli-
gro á las personas que se hallen en otros buques ó botes.
Al cruzarse en direcciones opuestas dos buques dentro del puerto,
cada uno de ellos pondrá su timón á babor.

§7

Ko podrá empezarse la carga ó descarga de un buque hasta des-


pués de despachada la correspondiente boleta de aviso (Meldeschein)
por el Capitán de puerto.
Ningún buque podrá salir del puerto sin muñirse antes de un pase
(Passiersehein), firmado por el Capitán de puerto. Este pase no será
expedido hasta que se haya demostrado que las prescripciones relati-
vas á la declaración de mercancías y derechos de consumo se han
cumplido, y que los derechos de puerto han sido satisfechos de acuer-
do con la tarifa.
63
910 Anales de la Universidad

§8

El correspondiente empleado del puerto tratará de que la utilización


de los sitios de carga y descarga se lleve á efecto, en lo posible, de
acuerdo con el orden en que se hayan dado los avisos de que habla
e l § 1.
Los buques descargados y que aun no han empezado á cargar, así
como los buques que no tengan todavía en orden los aparejos y ma-
quinaria para la carga y descarga, cederán la preferencia álos que ya
estén listos para emprender estas operaciones.
Todo buque debe llevar, visible y claro, el nombre, las letras ó el
número que lo designan.

§9

E n todo buque habrá la tripulación suficiente para que pueda ser


halado en cualquier tiempo, sin demora, cuando así lo requiera el em-
pleado respectivo del puerto; so pena de mandarse efectuar esta ma-
niobra, si se la juzgare necesaria, á costa del patrón del buque.

§ 10

Cuando se desee cargar lastre, el sitio para el objeto será designado


por el empleado competente. El lastre se embarcará de modo que no
caiga al agua parte de él, á cuyo efecto el patrón está obligado á
tomar las providencias necesarias.
Está prohibido arrojar al agua cenizas, desechos ó residuos de
cualquier clase. Estas materias deberán llevarse á tierra y depositar-
se en el paraje que indique el empleado. A pedido del patrón, se
pondrá á disposición suya, mediante el pago correspondiente, un bote
destinado al transporte de dichos residuos del buque á tierra.

§11

Si se produjere un incendio en el distrito franco ó en sus cercanías,


la tripulación de cada buque fondeado en el puerto, está obligada á
trasladarse á bordo y poner los botes pertenecientes al buque á dis-
posición de las autoridades del puerto.

§ 12

El uso de la luz á bordo, sólo se permite en linternas conveniente-


mente cerradas. E n los compartimientos para carga y provisiones, so-
Anales de la Universidad 911

lamente se podrán encender bujías ó lámparas de aceite vegetal;


y se prohibe por lo tanto para el alumbrado, el petróleo y otros acei-
tes etéricos. L a aplicación de la luz eléctrica á bordo, es permitida.
En los compartimientos de las máquinas y calderas se permite el
uso de luces descubiertas, á condición de emplear como combustible
bujías ó aceite vegetal.
Para conservar á bordo las cenizas y trapos impregnados de aceite
ó grasa que se emplean en la limpieza de los objetos metálicos, habrá
recipientes resistentes al fuego y convenientemente cerrados.

§13

Sólo se permitirá el uso de fuego á bordo para cocina y calefac-


ción, hasta las diez de la noche, y en hogares que no ofrezcan ningún
peligro. Sin embargo, en los buques á vapor se podrá en todo tiempo
emplear el fuego para la calefacción.
E s prohibido fumar á bordo mientras se efectúe la carga ó des-
carga; esta prohibición es absoluta en los compartimientos de carga
del buque.
Podrá emplearse una máquina á vapor sobre cubierta, sólo cuando
se haya obtenido para ello la autorización del respectivo empleado
del puerto, y sometiéndose á todas las indicaciones de este empleado.
L a fumigación, con objeto de exterminar ratas, etc., no podrá lle-
varse á cabo sin previo permiso del empleado competente, quien dará
las instrucciones para el caso.

§14

Está prohibido cocer á bordo substancias fácilmente inflamables,


como aceite, pez, resina, brea, etc ; y en tierra, la operación sólo es per-
mitida en los parajes designados por las autoridades del puerto.

§15

Los tripulantes no pueden bajar á tierra con armas.

§16

Los objetos abandonados en el puerto, como ser maderas, restos de


embarcaciones, etc., serán removidos y conservados en lugar adecuado,
á costa del propietario-

§ 17

Así los patrones de buques, como los cargadores y destinatarios,


deben conformarse estrictamente con las órdenes que, acerca de la
carga y descarga del buque, reciban de los empleados del puerto.
912 Anales de la Universidad

Las quejas contra las órdenes de estos empleados deben presen-


tarse á la Diputación de Puertos y Ferrocarriles, dentro del plazo
máximo de una semana, so pena de no ser tamadas en consideración.

§ 18

Las contravenciones á este Reglamento eerán castigadas con mul-


tas de hasta sesenta marcos ó prisión de hasta quince días.

(Disposición especial para el Holz und Fabrikenhafen, 30 de


enero de 1900).

Se prohibe echar cabos ó cables desde los costados de la dársena


hasta los duques-de-alba ó hasta los buques amarrados á los duques-
de-alba, y también tender cables de un costado á otro de la dársen a
excepto para halar un buque y por el tiempo indispensable que re-
quiera esta operación. (^)

2) BREUaRHAVEN

a) Ley del puerto {30 de marxo de 1884)

§1
L a Dirección del Puerto de Bremerhaven estará formada por el
Director de las construcciones del puerto, el piimer Capitán del
puerto y el representante de la Bailía {Amt) de Bremerhaven. Esta
Dirección constituye la autoridad administrativa encargada de eje-
cutar todas las reglamentaciones y órdenes especiales promulgadas ó
impartidas por el Senado y por la Diputación de Puertos y Ferroca-
rriles, referentes al puerto de Bremerhaven,
Con todo, los cometidos de las autoridades administrativas men-
cionados en los §§ 94-97 de la ley de 25 de junio de 1879 relativa á la
aplicación del Código de Procedimientos del Imperio, serán ejercidos
por la Bailía de Bremerhaven.
Corresponde especialmente á los Capitanes del puerto y á sus su-
balternos la vigilancia del puerto y de los buques que lo visiten.
Las quejas contra los Capitanes del puerto, se presentarán á la
Dirección del puerto; las quejas contra ésta, al Senado.

(1) Las disposiciones legales relativas á la explotación de las instalaciones portuarias en


el distrito franco y eu el Holz und Fabrikenhafen, van más adelante en la sección consagrada
á la Compañía de los Almacenes generales de Bremen, en cuyo poder se halla dicha explo-
tadla.
Anales de la Universidad 913

La Dirección del puerto, con autorización del Senado, emitirá las


reglamentaciones generales de carácter policial, necesarias para el
mantenimiento del orden y la seguridad en el puerto y las zonas
adyacentes.

Todos están obligados á acatar las disposiciones de la Dirección, de


los Capitanes del puerto y de los empleados subalternos, destinadas á
mantener el orden en el puerto. Los funcionarios y empleados de la
Dirección, así como los empleados de la Policía de Bremerhaven, tie-
nen derecho á entrar en todo tiempo en los buques que se hallen en
el puerto,

§4

Todo acto ú omisión contrarios á las reglamentaciones generales de


la Dirección del puerto ó á las disposiciones especiales tomadas por
ésta ó por los empleados del puerto, se castigarán con multas de hasta
150 marcos ó con prisión equivalente, bnjo leserva de otras penas
que pudieren corresponder por las leyes penales generales, y de la
obligación de indemnizar los daños causados. Cuando el actoú omi-
sión sean imputables á alguno ó algunos de los tripulantes ó de los
trabajadores auxiliares ocupados al servicio del buque, y si el culpa-
ble ó los culpables no pudieran ser habidos antes de la partida de
aquél, la pena correspondiente se aplicará al patrón.

§ 5

Cuando un buque sea causa de danos ó deterioros producidos en las


obras de las dársenas, esclusas, quais ú otras instalaciones de propie-
dad pública, el patrón, como representante del buque, estará obligado
á la indemnización correspondiente; á menos que pueda demostrar
ó que resulte de las circunstancias, la verosimilitud sino la certeza, de
que el daño no se produjo por culpa de la tripulación ni de los tra-
bajadores auxiliares, ni á causa de alguna deficiencia del buque, de
sus aparejos, etc.

§6
E n caso de omisión ó demora por parte del patrón de una nave,
en ejecutar cualquiera de los trabajos que le incumben,—de acuerdo
914 Anales de la Universidad

con la reglamentación del puerto,—y particularmente en caso de


ausencia del patrón y de su representante ó apoderado, el Capitán del
puerto podrá mandar que se efectúen dichos trabajos por cuenta del
buque.
Esta atribución se hará valer especialmente cuando un buque se
vaya á pique dentro del puerto y no sean inmediatamente puestos á
flote ó removidos el buque y su cargamento.
El Capitán del puerto está de igual modo autorizado para hacer re-
mover á costa de su propietario cualquier objeto que fuere dejado so-
bre los quais ó en los depósitos públicos sin el correspondiente per-
miso. Si el propietario de tales objetos no se hace cargo de ellos des-
pués de pagar los gastos de la remoción y el alquiler del depósito,—
para lo cual tendrá un plazo de ocho semanas,—los objetos podrán ser
vendidos en pública subasta, por cuenta del propietario, previo aviso á
la persona interesada.
Si esta persona no es conocida, el aviso se podrá publicar en los
diarios.

§7

De las multas establecidas en los § § 4 (2.° inciso), 5 y 6 contra el


patrón, los tripulantes y los trabajadores al servicio de un buque, así
como de los gastos é indemnizaciones, responde el buque mismo y su
cargamento; sin perjuicio del recurso del propietario del buque contra
los culpables.

§8

E l cobro de todos los gastos del puerto, incluyendo alquiler de


grúas, honorarios de pilotos y boteros, y derechos de faros y boyas, (D
lo efectuará la Dirección del puerto, por vía administrativa. No se
permitirá á un buque abandonar el puerto, antes del pagamento de
los gastos, multas, indemnizaciones y derechos que graviten sobre él.

§9

E l Estado de Bremen no responde de los daños y perjuicios que


puedan sufrir los buques en el distrito del puerto: ya sean esos daños
y perjuicios ocasionados por otros buques, ó por personas ocupadas al
servicio de esos buques ó en la carga y descarga de los mismos; ya
sean ellas causadas por defectos de las obras del puerto é instalacio-
nes anexas; ya lo sean, en fin, por cualquier otra circunstancia.

(l) Véase: iii TABJFAS.


Anales de la Universidad 915

§10
La manutención de los tripulantes necesitados de socorro que no
hayan sido recogidos aun por la autoridad á que corresponda ese
deber, está á cargo del propietario del buque.
Sin embargo, cuando los gastos de dicha manutención incumban á
otros particulares ó autoridades, se recabará oficialmente su importe
para resarcir al propietario del buque que lo haya pagado.

Acordado por el tratado de Bremen el 30 de marzo de 1884

ff\ Reglamentación

La reglamentación ^^) de la ley que antecede, no difiere en


el fondo de las reglamentaciones referentes á los puertos de
Hamburgo y Bremen, más que en detalles impuestos por las
condiciones locales. Por esta razón creemos innecesario trans
cribirla.

d) Plaxos para desembarcar las mercancías.— Ley del Estado de


Bremen de 12 de julio de 1901

§ 1
Para las embarcaciones de mar, regirán las presentes disposiciones,
siempre que las partes interesadas no hayan fijado por contrato los
plazos de desembarco.
I 2
Tratándose del cargamento completo de un buque, el plazo de
desembarco será:

1) para buques á vela:


de hasta 50 toneladas de registro neto 2 días
» más de 50 » » » » hasta ICO . 3 »
» » » 100 » > » » » 150 . 4 »
» » » 150 » » » » » 200 . 5 »
» > » 200 » » » > » 250 . 6 »
» » » 250 » > » » » 300 . 7 »

(1) Promulgada el 20 de diciembre de 1890,


916 Anales de la Universidad

de más de 300 toneladas de registro neto hasta 350 8 días


» » » 350 » » » » » 400 9 »
» » » 400 » :» » » » 500 . 10 »
> » » 500 » » » » » 600 11 »
» » » 600 » •» » » » 700 12 »
» » » 700 » » » » » 800 13 »
» » » 800 y » » » » 900 14 »
» * » 900 » » » * » 1,000 15 »
> » » 1,000 » » » » * 1,200 16 »
» » * 1,200 » » » » » 1,400 17 »
» » » 1,400 » » » V » 1,600 18 »
» » » 1,600 * * » » » 1,800 19 »
» * » 1,800 » » » » » 2,000 20 *
» » * 2,000 » » » > » 2,200 21 »
» * > 2,200 » * » » » 2,400 22 »
» » » 2,400 » » » » » 2,600 23 »
» » 2,600 » » » » » 2,800 24 ^
» » » 2,800 » » » » » 3,Í00 25 »
» » » 3,100 » » » » » 3,400 26 »
» » => 3,400 » » » » » 3,700 27 »
» » » 3,700 » » » •. » 4,000 28 »
» » » 4,000 » » * » » 4,300 29 »
» » » 4,300 » » » » » 4,700 30 »
» » » 4,700 » » » » . 5,100 31 »
y en adelante, por cada 400 toneladas, un día más;

2) para buques á vapor:

de hasta 200 ton fila fias d e rficistro nftf.o 2 dí!


» más de . 200 )) » » )) hasta 300 3 ))
» A » 300 » » » « » 400 4 ))
» » » 400 » » » » )) 600 5 y^
» » » 600 » » » » » 800 6 »
» » » 800 » » » )) » 1,000 7 »
» » » 1,000 » » » » » 1,300 8 »
» » » 1,300 » » V )) » 1,600 9 ))
» » » 1,600 » » » » » 1,900 10 »
» » » 1,900 » » )) -> » 2,300 11 )>
» » » 2,300 » » » » » 2.700 12 »
)) » » 2,700 » » » )> )) 3,100 13 »
» » » 3,100 » » » » » 3,500 14 »
» )) » 3,500 » » » » » 4,000 15 »
)) » » 4,000 » )) » » » 4,500 16 »
)) » )) 4,500 » » » » » 5,000 17 »
en adelante. para cada 500 toneladas, un día más.
Anales de la Universidad 917

§3

Para un buque cargado exclusivamente con madera, el plazo para


el desembarque será:

Cuando el desembarco empiece en el


período entre
1) Para buques á vela de un tonelaje
de registro neto de: el 1.° de noviembre
el 1.» de marzo y
y el último
el 31 de octubre
día de febrero

hastaL 100 toneladas 6 días 6 días


de más de 100 » 200 )i 7 )) 7 »
» » » 200 » 300 » 8 )) 8 »
» » » 300 » 400 » 10 » 10 »
» » )) 400 » 500 » 12 » 12 ))
» » » 500 » 600 )) 13 » 14 »
» » » 600 » 700 )) 14 » 15 »
1) » » 700 » 800 » 15 » 16 »
)) » )) 800 1) 900 » 16 » 17 »
)) y> » 900 » l,fOO 1) 17 » 18 »
» » » 1,000 » 1,100 » 18 )) 19 »
» » » 1,100 » 1,200 )) 19 » 20 »
» » )) 1,200 )) 1,300 » 20 » 21 »
» )) » 1,300 » 1,400 )) 21 » 22 »
» )) )) 1,400 » 1,500 » 22 » 23 »
y en adelante, para cada 100 toneladas, un día más-
918 Anales de la Universidad

Cuando el desembarco empiece en el


período comprendí do entre:
2) Para buques á vapor de un to-
• j /

*el 1." de marzo el 1." df noviem-


nelaj e de registro neto de:
y el 31 de octu- bre y el último
bre. día de febrero.

hasta 200 toneladas 3 días 4 días


más de 200 » 300 » 4 » 5 »
» » 300 » 400 » 5 » 6 ))
» » 400 » 600 )) 6 » 7 »
» » 600 » 800 » 7 » 8 »
» » 800 » 1,000 » 8 » 9 »
» )) 1,000 » 1,200 0 9 » 10 »
» » 1,200 » 1,400 » 10 » 11 »
» » 1,400 » 1,600 » 11 » 12 »
» » 1,600 » 1,800 M 12 » 13 »
» » 1,800 » 2,000 » 13 » 14 »

y en adelante, para cada 200 toneladas, un día más.

§4

Para un buque cargado exclusivamente con salitre, el plazo para el


desembarco será, para un tonelaje de registro neto de:
Anales de la Universidad 919

Del !.• de marzo Del l."> de noviem-


al 31 de octu- bre al último día
bre. de febrero.

hasta 300 toneladas 10 días 11 días


más de 300 » 350 » 11 » 12 »
» » 350 » 400 » 12 » 13 »
» )) 400 )) 450 » 13 » 14 »
» » 450 » 500 » 13 » 15 »
» )) 500 » 600 » 14 » 16 »
» » 600 » 700 » 15 » 17 »
» » 700 )) 800 » 16 » 18 »
» » 800 » 850 » 17 » 19 »
» » 850 )) 900 » 17 » 20 »
)) )) 900 » 1,000 » 18 » 21 »
)) » 1,000 » 1,200 » 19 )) 22 »
)) » 1,200 » 1,300 » 20 » 23 y

)) 1) 1,300 » 1,400 w 20 » 24 »
» » 1,400 » 1,600 )) 21 » 25 )••
» » 1,600 » 1,800 » 22 » 26 »
» )•> 1,800 » 1,900 1) 23 » 27 »
» » 1,900 » 2,000 » 23 » 28 »
» )) 2,000 » 2,200 » 24 » 29 »
)) » 2,200 )) 2,400 » 25 » 30 ))
» » 2,400 » 2,500 » 26 » 31 »
» » 2,500 » 2,600 )•> 26 » 32 »
« » 2,600 >•) 2,800 )) 27 » 33 »
)) » 2,800 » 2,950 )) 28 » 34 »
)) » 2,950 » 3,100 » 28 •» 35 »
» )) 3 100 i> 3,400 » 29 » 36 »
» » 3,400 » 3,550 » 30 » 37 »
j) » 3,550 » 3,700 » 30 » 38 »
» » 3,700 » 4,000 » 31 » 39 »
)) » 4,000 )) 4,150 )) 32 » 40 »
» )) 4,150 » 4,300 » 32 » 41 ,)
» » 4,300 » 4,600 » 33 » 42 »
)) )) 4,600 » 4,800 )) 34 » 43 »
» » 4,800 » 5,000 )) 34 » 44 i>

y en adelante, para cada 400 toneladas, un día más.


920 Anales de la Univers'idad

§5
Si en los casos de los § § 2, 3 y 4 un buque ha sido cargado en
parte solamente, ó antes defeullegada al puerto fué descargado en
parte, el peso del cargamento servirá de base,—mediante la regla si-
guiente,—para calcular el tonelaje de registro neto, del cual depende
el plazo de desembarco: se considerará equivalente á una tonelada
de registro neto, cada dos toneladas de carga desembarcada, si se
trata de un buque á vapor; ó cada 1.5 toneladas, si se trata de un bu-
que á vela.
§6

Para buques cargados exclusivamente de arroz, el plazo de desem-


barco se calculará sobre un término medio de cuatrocientas toneladas
de carga desembarcada diariamente.

§7
Para buques á vela cargados exclusivamente de pizarra, el plazo
de desembarco será:
a) Un día por cada veintena de toneladas de carga, ó fracción,
siempre que la capacidad neta del buque no exceda á doscien-
tas toneladas de registro.
h) Un día por cada veinticinco toneladas de carga ó fracción de
veinticinco toneladas, cuando la capacidad del buque sea ma-
yor.
§8
Para determinar el momento á partir del cual debe empezarse el
cómputo del plazo de desembarco, se tendrá en cuenta lo dispuesto por
el artículo 594 del Código de Comercio, (it
Los domingos y días de fiesta no se cuentan en este cómputo.

é) Disposiciones de carácter sanitario

11 CIRCULAR DEL CANCILLER DEL IMPERIO, RELATIVA AL CONTROL D E POLICÍA SANITARIA


APLICABLE Á LOS BOQUES QUE E N T R E N E N UN PUERTO ALEMÁN

Las prescripciones que van á continuación fueron comunica-


das por circular á los Gobiernos de la Confederación alemana

(1) Véase página 789 (capítulo consagrado al puerto de Hamburgo).


Anales de la Universidad 921

con fecha 2 do abril de 1895. Otras circulares de fechas 1."


de febrero y 15 de noviembre ^ie 1897 y 21 de enero de 1898,
modificaron después algunos detalles. Del texto definitivo toma-
mos las principales disposiciones, que son las siguientes:

§1
Todo buque que entre en un puerto alemán estará sujeto al control
de la Policía sanitaria,

1) cuando en el puerto de salida ó durante el viaje hubieren ocu-


rrido á bordo casos de cólera, fiebre amarilla ó peste,
2) cuando venga de un puerto para cuyas procedencias se haya or-
denado el control de Policía sanitaria.

El control de Policía sanitaria previsto en el § 1, cuando se trate


de fiebre amarilla sólo tendrá lugar dentro de la época del año com-
prendida entre el 15 de mayo y el 15 de septiembre.

§3
Todo buque sujeto al control de Policía sanitaria (§ 1) deberá izar
en el palo de trinquete una bandera amarilla tan pronto como entre en
la vía navegable que conduce al puerto, y en todo caso cuando se
acerque hasta hallarse á la vista del puerto, (i)
No podrá comunicar con tierra ni con otros buques (salvo con los de
la aduana) sino para tomar piloto ó hacerse remolcar. Tampoco podrá
arriar la bandera amarilla hasta que, por orden de las autoridades del
puerto, (2) haya sido declarado en libre plática. La prohibición de co-
municar con tierra ó con otros buques, se refiere tanto á la tripu-
lación como á todos los pasajeros.
Está prohibido á los particulares todo tráfico ó comunicación con
un buque que lleve la bandera amarilla. Quienquiera que viole es-
ta prohibición, será tratado como si perteneciese al buque.

§4

Al entrar un buque en el puerto, el piloto y la autoridad del puerto C-^)


se informarán,—interrogando al patrón ó á su representante,—de si

(1) Para los puertos del Weser, tan pronto como aviste el faro de Hoheweg.
(^2) En Bremen, la Oficina de Cuarentenas.
922 Anales de la Universidad

el § 1 tiene aplicación al buque; y en caso afirmativo, cuidarán de que


se cumplan las disposiciones del § 3.

§ 5

§6

Todo buque sujeto al control de Policía sanitaria (§ 1), junto con


las personas que se hallaren en él, serán sometidos,—á la brevedad po-
sible, pero no durante la noche sin embargo,—al examen de un mé
dico oficial, t^) Del resultado de este examen médico, dependerá en
cada caso el tratamiento ulterior del buque.

§7

Si hay cólera á bordo del buque, ó si han ocurrido casos de cólera


dentro de los últimos siete días antes de su llegada al puerto, el bu-
que se considerará infestado y quedará sujeto á las siguientes dispo-
siciones:

1) Los enfermos que se hallen á bordo serán desembarcados y


llevados a u n local aislado, convenientemente dispuesto para
su tratamiento. En esté local deberán estar separados los enfer-
mos en quienes se hubiere comprobado la existencia del cólera,
de aquellos que sólo presenten síntomas sospechosos. Unos y
otros quedarán allí hasta su curación ó hasta que desaparezcan
los síntomas sospechosos.
2) Los cadáveres que se hallen á bordo, serán enterrados inme-
diatamente con todas las precauciones necesarias.
3) Las demás personas (pasajeros y tripulantes) quedarán toda-
vía sometidos á la observación sanitaria, por un tiempo que
dependerá del estado sanitario del buque y del momento en que
tuvo lugar el último caso de enfermedad; pero que no excederá
nunca á un término de cinco días. Para que la observación sani.
taria pueda efectuarse, se prohibirá á aquéllas que abandonen el
buque ó,—si á juicio de la autoridad del puerto W su desembar-
co es posible y conveniente, —se les llevará á tierra, destinán-
doseles un local aislado [ ].
Los pasajeros que demuestren no haber estado en contacto con

(1) El Medico de ciiarenieiias, en Bremen.


Anales de la Universidad 923

enfermos de cólera, pueden ser dispensados de la observación


sanitaria, una vez que el médico oficial compruebe que no
presentan síntomas que hagan temer la presencia de la en-
fermedad. No obstante, en tales casos la autoridad del puerto C^^
avisará sin demora alas autoridades policiales del lugar á don-
de primero se diríjanlos pasajeros, la próxima llegada de éstos;
á fin de que puedan ser sometidos allí á la vigilancia de la
Policía sanitaria.
Si la observación délos tripulantes tiene lugar á bordo, sólo se
les permitirá desembarcar, durante el plazo de la observación,
si el servicio del buque así lo exigiere.
4) Serán desinfectadas toda? las ropas y vestidos y, en general,
todos los efectos de los pasajeros y de la tripulación, que á
juicio del médico oficial hayan de considerarse contaminados
perlas evacuaciones de los coléricos. También se desinfectarán
los compartimientos del buque y todas las partes del mismo que
se hallen en tales condiciones.
5) El agua de quilla (Bilgewasser), cuando pueda suponerse que
contenga gérmenes del cólera, será también desinfectada, y
vaciada luego á bomba, en cuanto sea posible.
6) El agua tomada para lastre en un puerto infestado,—en ca-
so de tener que extraérsela en el puerto de destino,—deberá
ser antes desinfectada. Si la desinfección no es posible, habrá
que proceder á la extracción del agua en alta mar.
7) El agua de beber que se halle á bordo, será desinfectada,
arrojada fuera del buque y reemplazada por buena agua pota-
ble; á menos que haya completa seguridad de que ella no con-
tiene ningún germen morboso.

E n todos los casos, se pondrá el mayor cuidado para impedir que


se arrojen del buque en el puerto, evacuaciones de coléricos ó agua
de calidad sospechosa que no hayan sido previamente desinfectadas.

§8

Si en un buque han ocurrido casos de cólera, pero no en los últi-


mos siete días antes de su llegada, el buque será considerado sospe-
choso. Después del exajnen médico (§ 6), su tripulación será sometida
á la vigilancia sanitaria, siempre que el médico oficial lo considere
necesario, por un plazo que no exceda á cinco días contados desde
la hora de la llegada del buque. Podrá prohibirse que durante cierto

(1) La Ofkdna de Cuarentenas, en Bremen.


924 Anales de la Universidad

plazo la tripulación baje á tierra, en cuanto no se opongan á


esta prohibición necesidades del servicio del buque [ ]. A los pa-
sajeros se les permitirá que continúen su viaje; sin embargo, cuando
el médico oficial considere necesaria la vigilancia sobre ellos por
más tiempo, la autoridad del puerto W dará aviso inmediato de
la próxima llegada de los mismos, á la autoridad competente del lugar
á donde se dirijan primero, á fin de que puedan allí ser sometidos
á la vigilancia de la Policía sanitaria.
Si el resultado del examen médico da fundamento á la sospecha de
que algunas de las personas que viajan en el buque llevan los gér-
menes (Krankheitssioff) del cólera, podrán las mismas, por orden del
médico oficial, ser tratadas como si pertenecieran á un buque infes-
tado (§ 7, números 1 y 3j.
En lo demás, se aplicarán las disposiciones del § 7, números 4 y 7.

§9

U n buque que no haya tenido á bordo, ni antes de su partida, ni du-


rante el viaje, ni á su llegada, ningún caso de enfermedad ó muerte
producida por el cólera, será considerado limpio, aun cuando venga
de un puerto para cuyas procedencias se haya ordenado el control
sanitario; y se le pondrá en libre plática, siempre que el examen mé-
dico (§ 6) dé un resultado satisfactorio, y si fuere necesario, después
de cumplidas las prescripciones del § 7, números 5 y 7.
Si el examen médico da fundamento á la sospecha de que algunos
de los ocupantes del buque llevan los gérmenes del cólera, ó si el
viaje del buque ha durado menos de cinco días, podrán los pasa-
jeros y tripulantes, por orden del mélico oficial, ser sometidos á la
vigilancia sanitaria, de acuerdo con las prescripciones del § 8.

§ 10

Tratándose de buques que traen muchos pasajeros, en particular de


los que conducen emigrantes ó reempatriados, así como de buques
en condiciones sanitarias excepcionalmente malas, podrán las auto-
ridades del puerto (i' tomar medidas más severas que las proscrip-
tas en los § § 7 y 9.

§ 11

L a introducción y tránsito de mercancías y de objetos de uso per-


sonal, provinientes de buques que se hallen en las condiciones in-

(1) Oficina da Cuarentenas, eii Bremeu.


Anales de la Universidad 925

dicadas en los § § 7 y 9, sólo están sometidas á aquellas limitaciones


que establezcan las leyes respecto al tráfico ó comercio de ropas y
vestidos usados, trapos, etc.
Sin embargo, los objetos que á juicio del médico oficial deban con-
siderarse infectados por evacuaciones de coléricos, no podrán sin pre-
via desinfección introducirse ni transportarse por el territorio ale-
mán.

§ 12

Si hallándose un buque en las condiciones de los § § 7 y 9, no quie-


re someterse á las prescripciones que se le impongan, queda libre de
volver á hacerse á la mar. Puede, con todo, obtener permiso, su-
jetándose á las medidas de precaución necesarias (aislamiento del
buque, de la tripulación y de los pasajeros; prohibición de bombear el
agua de quilla sin antes desinfectarla; reemplazo de la provisión de
agua existente á bordo por buena agua potable, y otras semejantes),
para descargar sus mercancías y desembarcar sus pasajeros, siempre
que éstos se conformen con las disposiciones que tome la autoridad
del puerto (i).

13

Si un buque ha tenido durante el viaje casos de fiebre amarilla


después de efectuado el examen médico (§ 6), los atacados que aun
pudiere haber á bordo serán aislados, ya sea en el buque mismo, ya
sea en tierra en un local apropiado. Las personas que hayan esta-
do en contacto con enfermos de fiebre amarilla ó con personas de
quienes se sospeche que están atacadas de esta enfermedad, pueden,
si no han transcurrido todavía siete días desde la manifestación
del último caso, ser sometidas á observación (con ó sin restricciones
respecto á cambio de residencia) por un plazo máximo de cinco días.
Los objetos que hayan sido usados por enfermos de fiebre amarilla,
y los compartimientos del buque donde esos enfermos hayan perma-
necido, serán desinfectados.
Los cadáveres que se hallen á bordo serán enterrados con las pre-
cauciones necesarias.
Los buques provenientes de un puerto infestado, pero que no hayan
tenido á bordo casos de fiebre amarilla, serán puestos en libre plática
inmediatamente después del examen médico (| 6).

(1) Oficina ck Ouarentenas, en Bremen.

6i
926 Anales de la Universidad

§14 a

Si un buque tiene peste W á bordo, ó la ha tenido en los últi-


mos doce días luego de efectuado el examen médico (§ 6), se dará
aviso telegráfico del hecho á la autoridad competente superior del
Estado (2; y al Consejo imperial de Higiene.

§ 14 b

Si un buque tiene peste á bordo, ó si ha habido en él casos de peste


en los últimos doce días que precedieron á su llegada, se le conside-
rará infestado y quedará sometido á las siguientes disposiciones:

1) Los enfermos que se hallen a b o r d o serán desembarcados y


llevados á un local aislado y convenientemente dispuesto para
su tratamiento, separando los enfermos en quienes se ha com-
probado la existencia de la peste, de aquellos que sólo presen-
ten síntomas sospechosos; y permanecerán allí hasta su curación
ó hasta que desaparezcan estos síntomas.
2) Los cadáveres de los fallecidos á bordo, serán enterrados in-
mediatamente, con todas las precauciones necesarias.
3) Los pasajeros y tripulantes quedarán todavía sometidos á la
observación médica, por un tiempo que dependerá del estado
sanitario del buque y del momento en que se produjo el último
caso de peste,—pero que en ningún caso excederá á un plazo
de diez días.—Para que la observación sanitaria pueda efec-
tuarse, se les prohibirá que abandonen el buque ó, si á juicio
de la autoridad del puerto (3) su desembarco es posible y con-
veniente, se les llevará á tierra, destinándoseles un lugar ais-
lado. [....]
Los pasajeros que prueben no haber estado en contacto
con enfermos de peste, pueden ser dispensados de la observa-
ción sanitaria, tan pronto como el médico oficial se cerciore de
qué no hay en ellos síntomas que hagan temer la presencia de la
enfermedad. Sin embargo, en todos los casos, la autoridad del
puerto i3) avisará sin demora á las autoridades policiales del
lugar á donde primero se dirijan los pasajeros, de la próxima
llegada de éstos, á fin de que puedan ser sometidos allí á la
vigilancia de la Policía sanitaria.

(1) P6sí-= tifus oriental, fieb/e adeno-nervosa, peste bubónica.


(2) En Bremen, al Senado.
(3) La Ofmna de Cuarentenas, en Bremen.
Aciales de la Universidad 927

Si la observación de los tripulantes se verifica á bordo, sólo


se les permitirá en cuanto el servicio del buque lo haga indis-
pensable, desembarcar durante el plazo de la observación; —
salvo que mediare permiso del médico oficial.
4) Serán desinfectadas todas las ropas y vestidos, y en general
todos los efectos de los pasajeros y de la tripulación, que, á
juicio del médico oficial, hayan de considerarse contaminados
por gérmenes de peste. Se desinfectarán, asimismo, los compar-
timientos del buque y todas las partes de éste que se hallen
en tales condiciones.
E n caso necesario, también puede ordenar el médico oficial
otras desinfecciones. Las basuras serán incineradas. [. ...J,
Se evitará con el mayor cuidado que la infección se propague
por intermedio de las ratas y ratones que se hallen á bordo.
5) E l agua de quilla, cuando pueda suponerse que contiene
gérmenes de la peste, será también desinfectada, y luego, si
es posible, extraída á bomba.
6) El agua tomada para lastre en un puerto infestado, deberá,
en caso de tener que extraérsela en el puerto de destino, ser
antes desinfectada. Si la desinfección no es posible, se extraerá
el agua en alta mar,
7) El agua de beber y para otros usos personales, que se halle á
bordo, será desinfectada, arrojada fuera del buque y reempla-
zada por agua pura; á menos que haya completa segundad de
que ella no contiene ningún germen de peste.
E n todos los casos, se cuidará de que no se arrojen al
puerto ó al río sin antes desinfectarlas, evacuaciones de los en-
fermos, agua en condiciones sospechosas ó escorias de cual-
quier clase.

§ 14 c

Si en un buque han ocurrido casos de peste á su partida ó durante


el viaje, pero no en los últimos doce días antes de su llegada, el bu-
que será considerado sospechoso. Después del examen médico (§ 6),
su tripulación será sometida á vigilancia en cuanto á su estado sa-
nitario,—siempre que el médico oficial considere necesaria esa vigi-
lancia,—por un plazo que no exceda á diez días contados desde la
hora de la llegada del buque. Podrá durante ese plazo prohibirse á la
tripulación que baje á tierra, á menos que se opongan á esta prohi-
bición necesidades del servicio del buque [ ]. A los pasajeros,
se les permitirá continuar su viaje; sin embargo, cuando el médico
oficial considere necesario mantener la vigilancia sobre ellos por
928 Anales de la Universidad

más tiempo, la autoridad del puerto W dará inmediatamente aviso


de su próxima llegada, á la autoridad correspondiente del lugar á
donde se dirijan primero, á fin de que puedan ser sometidos allí á la
vigilancia de la Policía sanitaria. Si el resultado del examen médico
da fundamento á la sospecha de que algunas de las personas que
viajan en el buque llevan los gérmenes de la peste, podrán apli-
carse á dichas personas, por orden del médico oficial, las mismas me-
didas que á los pasajeros y tripulantes de un buque infestado (§ 14 b,
i)y3).
E n lo demás, siguen siendo aplicables las disposiciones contenidas
en el § 14 b, números 4)—7;.

§ 14 d
Si no se ha producido á bordo del buque ningún caso de peste ú
otra enfermedad,—ni antes de su partida, ni durante el viaje, ni á su
llegada,—el buque será declarado «limpio», aunque venga de un puer-
to para cuyas procedencias se haya ordenado el control sanitario: y
se le pondrá en libre plática, siempre que el examen médico (§ 6) ha-
ya dado un resultado satisfactorio, y después de aplicarse, si el mé-
dico lo juzga necesario, las medidas prescriptas en el § 14 b, número
4). Si el resultado del examen da fundamento á la sospecha de
que algunas de las personas que viajan en el buque llevan los
gérmenes de la peste, ó si el viaje del buque desde que partió de un
puerto que se halle en las condiciones antes indicadas ha durado
más de diez días, podrá todavía,—por orden del médico oficial y de
acuerdo con lo dispuesto en el § 14 c,—someterse á los pasajeros y
tripulantes, á la vigilancia de la Policía sanitaria, por un plazo de
hasta diez días contados desde el de la partida del buque.

§14e

Tratándose de buques que traen muchos pasajeros, en particular de


los que conducen emigrantes ó reempatriados; así como de buques en
condiciones sanitarias excepcionalmente malas, podrán las autorida-
des del puerto i^) tomar medidas más severas que las prescriptas
en los §§ 14 b-U d.

§ U f

L a introducción y tránsito de mercancías y de objetos de uso per-


sonal provenientes de buques que se hallen en las condiciones in-

(1) En Bremen, la Oficina de Cua-renttnas.


(2) Oficina de Citarontenas, en Bremen.
Anales de la Universidad 929

dicadas en los §§ 14 b-14 e, sólo están restringidos por las disposi-


ciones emanadas de las autoridades respectivas del Imperio ó de los
Estados. No obstante, los objetos que á juicio del médico oficial de-
ban considerarse infectados por gérmenes de la peste, no podrán
introducirse ni trasportarse por el territorio alemán, si no son antes
desinfectados.

|14g

Si un buque que esté en las condiciones de los §§ 14 b l 4 e, no


quiere someterse á las prescripciones que se le impongan, queda
libre de volver á hacerse á la mar. Pero puede obtener permiso,—
sujetándose á las medidas de precaución necesarias (aislamiento del
buque, de la tripulación y de los pasajeros, prohibición de bombear
el agua de quilla sin antes desinfectarla, reemplazo de la provisión de
agua existente á bordo por buena agua potable, y otras disposiciones
semejantes),—para descargar sus mercancías y desembarcar sus pasa-
jeros, siempre que éstos se conformen con las disposiciones que tome
la autoridad del puerto, (i)

§ 15

Cuando un buque haya sido sometido al control de la Policía sanita-


ria (|§ 6, 9, 13, 14) en un puerto alemán, y después de declarado en
libre plática vaya directamente á otro puerto alemán, no se le aplicará
en éste nuevo control sanitario; á menos que, después de su partida
del último puerto, hayan ocurrido á bordo casos de cólera, fiebre ama-
rilla ó peste, ó que,—de acuerdo con el § 1, número 2,—se haya orde-
nado con respecto á las procedencias de este puerto el control de Po-
licía sanitaria.

§ 16

Las disposiciones que anteceden, relativas á medidas de desinfec-


ción y restricciones del tráfico, no se aplican al personal de pilotaje,
aduana y sanidad, que tenga que entrar en comunicación con los bu-
ques sometidos al control de Policía sanitaria.

§17

(1) Oficina <ü Cwi,rentenas, en Bremen,


930 Anales de la Universidad

§ 18

Si del resultado del examen médico (§ 6) se desprendiere la necesi-


dad de adoptar, en virtud de las disposiciones contenidas en los
i i 7-14, medidas para cuya realización faltaren en el puerto de llega-
da las instalaciones necesarias, el buque será dirigido á otro puerto
provisto de esas instalaciones.

§ 19

Si un buque sujeto al control de Policía sanitaria (| 1) encallase en


un lugar de la costa alemana, las autoridades respectivas tomarán
las medidas necesarias de acuerdo con el espíritu de esta circular.
Si un buque sujeto al control sanitario quiere utilizar un puerto
alemán como puerto de refugio, podrá fondearen él por todo el tiem-
po necesario para obtener la ayuda que precisa, á condición de izar
la bandera amarilla (§ 3) y de observar las precauciones que le im-
ponga la autoridad del puerto, W á cuya vigilancia quedará sometido
mientras permanezca en el puerto.

§20

Las disposiciones de esta circular no se aplicarán á los buques de


la marina imperial.

2 ) LEY (2) DIRIGIDA Á COMBATIR LAS ENFERMEDADES QUE ENTRAÑAN ÜN P B U G R O COMÚN


(GEMEINGEFAHRLICHE KRANKHEITEN)

1.—Obligación de dar aviso

§ 1

E n los casos de enfermedad ó muerte causadas por lepra, cólera


asiático, fiebre petequial (Flecktypkus), fiebre amarilla, peste bubó^
nica, viruelas; así como en los que hagan sospechar la existencia
de una de las enfermedades nombradas, es obligatorio avisar inme-
diatamente á las respectivas autoridades policiales del lugar donde
se produjo el caso.
Si el enfermo cambia de residencia, se pondrá este hecho inmedia-

[. (1) EnBremen, la Oficina de Cuarentenas.


(2) Del Imperio (80 de junio de 1900).
Anales de la Universidad 931

tamente en conocimiento de las autoridades policiales del lugar de la


antigua y de la nueva residencia.

§2
Las personas á quienes incumbe dar el aviso referido, son:

1) El médico llamado,
2) El jefe de la casa,
3)-5)
Las personas nombradas en los números 2-5 quedan exentas de la
obligación de dar ese aviso, cuando la que en dicha enumeración la
preceda lo baya dado ya.

§3

[ ] Sobre un buque ó armadía, el patrón ó su representan-


te serán considerados en el caso del número 2 del § anterior [ ],

§4
El aviso puede darse verbalmente ó por escrito. Las autoridades
policiales entregarán gratuitamente, á quien lo solicite, formularios
para el aviso escrito.
§5

[ ] Por resolución del Consejo de Estado, pueden las


prescripciones que anteceden hacerse extensivas á otras enfermeda
des trasmisibles {ühertragbare), además de las nombradas en el § 1.

II.—Investigación de la enfermedad
§6

La autoridad policial, tan pronto como tenga conocimiento de la


aparición,—comprobada ó sospechada, —de una de las enfermedades
mencionadas en el § 1, lo comunicará al médico oficial respectivo. Este
se trasladará sin demora al sitio donde se produjo el caso de enfer-
medad ó muerte, á fin de enterarse de la naturaleza y las causas de
la enfermedad, y trasmitirá luego su informe á la autoridad policial;
en él manifestará si está comprobada la aparición del mal ó hay te-
mores fundados de que ella sobrevenga. En caso urgente, puede
el médico practicar la investigación aunque no haya recibido la comuni-
cación de la autoridad policial [ ].
932 Anales de la Universidad

Se permitirá al médico oficial, siempre que él lo considere necesa-


rio y sin inconveniente para el enfermo, el reconocimiento de éste, ó,
—en caso de fallecimiento,—el examen del cadáver; así como efectuar
las demás averiguaciones necesarias para determinar la naturaleza
de la enfermedad. También puede ordenar la autoridad policial, la
autopsia del cadáver en casos sospechosos de cólera, fiebre amarilla y
peste bubónica, cuando el médico oficial lo considere necesario para
fijar el diagnóstico de la enfermedad.
El médico que asiste ó asistía al enfermo, tiene derecho de presen-
ciar el reconocimiento ó la autopsia.
Las personas indicadas en l o s § i 2 y 3 están obligadas á sumi-
nistrar todos los datos importantes que las autoridades respectivas y
el médico oficial soliciten, respecto del origen y marcha de la enfer-
medad.
§8
Si de acuerdo con el informe del médico oficial resultare comproba-
da la existencia, ó fundada la sospecha de la existencia, de la enfer-
medad, la autoridad policial tomará sin demora las medidas de pre-
caución necesarias.
§9

Si hubiere peligro en demorar la aplicación de medidas rápidas, el


médico oficial podrá antes de la intervención policial, disponer las
medidas de precaución necesarias para impedir la propagación de la
enfermedad. La autoridad local superior hará cumplir las medidas
adoptadas por el médico oficial. De estas medidas de urgencia dará
conocimiento por escrito el expresado médico á la Policia, quedando
ellas en vigor hasta que las autoridades competentes dispongan otra
cosa.

§ 10

III.—Medidas de precaución

§11
Para impedir la propagación de las enfermedades que entrañan un
peligro común, podrán ordenarse policialmente y por el tiempo que
Anales de la Universidad 933

dure el peligro, medidas de aislamiento y vigilancia, de acuerdo con


los § § 12-21.
Las protestas contra estas medidas no suspenderán sus efectos.

§12

Las personas atacadas de las enfermedades en cuestión, ó que se


sospeche que lo estén, pueden ser sometidas á la observación sanita-
ria. Con este objeto, sólo se podrá imponer una limitación en la elec-
ción de residencia ó de local de trabajo, á aquellas personas que no
tienen domicilio fijo, ó no lo tienen absolutamente {die obdachlos sind),
ó que, por profesión ó por hábito, viajan con mucha frecuencia.

§ 13

La autoridad superior administrativa puede ordenar que, dentro de


los límites de su jurisdicción ó de una parte de ella, todas las perso-
nas que lleguen con procedencia de una localidad donde reine una
enfermedad de las consideradas en el § 11, den aviso inmediato de su
llegada, á la autoridad policial; siempíe que su partida de aquella lo-
calidad sea posterior á una fecha que se indicará.

§ 14

Puede igualmente ordenarse el aislamiento de los enfermos y de


las personas que presenten síntomas sospechosos.
El aislamiento de los enfermos se realizará de modo que no tengan
éstos contacto con más personas que las encargadas de cuidarlos (mé-
dico ó asistente espiritual), y que la propagación de la enfermedad se
impida en lo posible. Sólo se permitirá el acceso á los parientes del en-
fermo, notario, testigos, etc. (Urkundspersonen), en cuanto sea indis-
pensable para el arreglo de asuntos importantes y urgentes, y obser-
vando las medidas necesarias para evitar que la enfermedad se pro-
pague. Si en opinión del médico oficial, son deficientes las disposicio-
nes tomadas en la habitación del enfermo á requirimiento de la autori-
dad policial para llevar á cabo el aislamiento, se podrá ordenar el
traslado del enfermo á un hospital ú otro local apropiado, siempre
que el médico oficial lo considere indispensable y el que asiste al
enfermo no vea en ello peligro para éste.
Respecto al aislamiento de personas que presenten síntomas sospe-
chosos de enfermedad ó infección, las disposiciones que anteceden se
aplicarán por analogía. Sin embargo, se evitará reunir en el mismo
local á estas personas con las que están atacadas de la enfermedad.
934 Anales de la Umverstdad

Las que sólo presenten síntomas sospechosos de infección no po-


drán ser reunidas en el mismo local con las que presenten síntomas
sospechosos de enfermedad, sino en cuanto el médico oficial lo consi-
dere admisible.
La autoridad policial podrá ordenar que se señalen por medios
ostensibles las casas donde haya personas atacadas de la enfermedad.
Podrán imponerse medidas de relativo aislamiento (Verkershe-
schránkungen) al personal de enfermeros profesionales.

§ 15

Las autoridades de los Estados podrán, con respecto á las localida-


des ó distritos infestados ó amenazados,

l)-3)... . . . . . .
4) someter á la observación sanitaria á las personas ocupadas en
la navegación, balsaje y otras industrias de trasporte, así co-
mo impedir el trasporte de enfermos, de personas que presen-
ten síntomas sospechosos de enfermedad ó infección, y de obje-
tos que puedan considerarse contaminados con gérmenes de la
enfermedad,
5) limitar el tráfico <le buques y balsas á determinadas horas del
día.

§§16-18

§ 19

Podrá ordenarse la desinfección de objetos y locales que haya mo-


tivos de considerar contaminados por gérmenes de la enfermedad.
Tratándose de cólera, fiebre amarilla ó lepra, la desinfección de
quipajes y mercancías sólo podrá ordenarse en el caso en que algunas
circunstancia especial dé fundamento para suponer que esos objetos
estén contaminados por gérmenes de la enfermedad.
Si la desinfección es imposible ó demasiado cara en relación con el
valor de los objetos, podrá ordenarse la aniquilación de éstos.

§ 20

Con el fin de evitar la propagación de la peste, se podrán dictar


medidas para exterminar ó alejar las ratas, ratones y otras alimañas.
Anales de la Universidad 935

§21

Podrán dictarse medidas especiales de precaución, para el transpor-


te é inhumación de los cadáveres de personas cuya muerte haya sido
causada por enfermedades que entrañen un peligro común.

§§ 22-23

§ 24

Para impedir la importación de enfermedades, podrán imponerse


á las embarcaciones de mar que quieran entrar á puertos alemanes ,
condiciones de Policía sanitaria; así como limitar ó prohibir:

1) la entrada de otras embarcaciones dedicadas al trasporte de


pasajeros ó carga,
2) la introducción ó tránsito de mercancías ú objetos de uso per-
sonal,
3) la entrada y trasporte de personas que vengan del país infes-
tado.

E l Consejo federal {Bundesrath) podrá dictar disposiciones espe-


ciales respecto de las medidas limitativas y prohibitivas recién men-
cionadas. E n cuanto esas disposiciones se refieran á la vigilancia sa-
nitaria de las embarcaciones de mar, podrán hacerse extensivas
á la navegación entre puertos alemanes.

§ 25

Cuando en un país extranjero ó en algún puerto del litoral alemán


se declare una de las enfermedades consideradas en esta ley, el Can-
ciller del Imperio, ó,—para el territorio del Estado que resulte ame-
nazado en primer término por la invasión ó propagación de la enfer-
medad, —el Gobierno del Estado, de acuerdo con el Canciller del
Imperio, podrán determinar cuándo y con qué alcance han de poner-
se en vigencia las disposiciones á que se refiere el final del § 24.

§ 26

E l Consejo federal podrá dictar disposiciones relativas á la expe-


dición de pases sanitarios para las embarcaciones de mar que salgan
de puertos alemanes.
936 Anales de la Unwersidad

IV.—Indemnizaciones

§ § 27-34

V.—Disposiciones generales
§ 35

§ 36

[ ] Las funciones de los médicos oficiales pueden ser desempe-


ñadas por otros médicos, en caso de mediar impedimento de aquéllos,
ú otros motivos urgentes. Los médicos no oficiales, en cuanto hagan
las veces de médicos oficiales, tienen el derecho y el deber de des-
empeñar todas las funciones que la presente ley y las reglamenta-
ciones que se dicten en cumplimiento de ella, encomienden á estos
últimos.

i § 37-39

i 40

En lo concerniente al tráfico marítimo efectuado en conexión con


el ferroviario y puesto bajo la superintendencia de la Inspección oficia
de ferrocarriles, las autoridades del Imperio ó del Estado exclusival
mente, cuidarán del fiel cumplimiento de las medidas de precaución
establecidas por esta ley [....].

§§41-43

VI.—Disposiciones penales

§44

Se castigará con pena de prisión por un plazo de hasta tres años:


Anales de la Universidad 937

1) á los que á sabiendas tomen para su uso, entreguen á otros ó


pongan de cualquier modo en circulación, objetos cuya desin-
fección se hubiere ordenado policialmente, antes de que ésta se
haya llevado á cabo;
2) á todos los que á sabiendas tomen para su uso, entreguen á
otros ó pongan de cualquier modo en circulación: ropa inte-
rior, vestidos, sábanas, mantas y, en general, todo objeto que
haya sido usado por personas atacadas de una de las enferme-
dades á que se refiere esta ley ó que haya sido utilizado para
su tratamiento, á menos que dicho objeto hubiera sido ya desin-
fectado en la forma que prescriban los reglamentos;
3) á todos los que á sabiendas utilicen ó entreguen á otros, ve-
hículos de cualquier clase que hubieren usado personas ataca-
das de las enfermedades que se mencionaron en el número
anterior, á menos que esos vehículos hubieren sido ya desin-
fectados en la forma que ordene la Policía sanitaria.
Si ocurrieren circunstancias atenuantes, la pena de prisión
podrá conmutarse por multa de hasta mil quinientos marcos.

i 45

Se castigará con multa variable entre diez y ciento cincuenta mar-


cos ó con prisión de una semana por lo menos:

1) á todos los que omitan dar el aviso á que se refieren los § § 2,


3 y 5, ó lo difieran por más de 24 horas después de tener co-
nocimiento del hecho. L a instancia contra el culpable no ten-
drá lugar si llega á tiempo el aviso, aunque no proceda de la
persona que, por esta ley, estaba obligada á darlo;
2) á todos los que se nieguen, en el caso del § 7, á permitir al
médico oficial el acceso al enfermo ó al cadáver, ó la ejecu-
ción de las investigaciones necesarias;
3) á todos los que, contraviniendo á las disposiciones del § 7, úl •
timo inciso, se nieguen á suministrar al médico oficial ó á las
autoridades competentes los datos allí indicados, ó intencio-
nalmente los suministren falsos;
4) á los contraventores de las ordenanzas previstas en el § 13.

§46

Se castigará con multa de hasta ciento cincuenta miircos ó prisión


equivalente, siempre que no corresponda una pena mayor de acuerdo
con otras leyes vigentes:
9S8 Anales de la Universidad

1) á todos los que contravengan á las ordenanzas provisorias dic-


tadas en el caso del § 9 por el médico oficial ó por la autoridad
local [ ];
2) á todos los que contravengan á las ordenanzas policiales dicta-
das en virtud de los § § 12,14 (inciso 5.» ), 15, 17, 19-22;
3) á todos los que contravengan á las ordenanzas dictadas en
virtud de los § § 24, 26 y 27.

§ 47

VII.—Disposiciones finales

§ 48

Esta ley deja subsistentes, además de las disposiciones nombradas


en el § 1 (primer inciso), las que rigen en los Estados de la Confede-
ración con el objeto de combatir enfermedades trasmisibles.

§49'

Esta ley entrará en vigor el día de su promulgación.

3 ) ORDENANZA D E L ESTADO DE BREMEN RELATIVA AL CONTROL D E POLICÍA SANITARIA


SOBRE LOS BUQUES QUE SE HALLEN E N LOS PUERTOS D E BREMEN Y BRBMBRHAVEN. ( D E 2 1
D E AGOSTO DE 1 9 0 0 ; APLICABLE AL PUERTO DE VEftESACK, SEGÚN ORDENANZA DEL 6 D E
NOVIEMBRE D E 1 9 0 0 ) .

§ 1

Todas las embarcaciones de mar que lleguen á Bremen, Bremerha


ven ó Vegesack, ó que se hallen fondeadas en dichos lugares, estarán
bajo el control de Policía sanitaria ejercido por el respectivo médico
del puerto ó por sus ayudantes.
El médico del puerto está autorizado para hacer aplicar á bordo, todas
las medidas exigidas á juicio suyo por el interés de la salud pública;
y llamará en su auxilio, si fuese necesario, á la Policía del puerto.
Entre estas medidas se mencionan con especialidad las de aisla-
miento, desembarco, desinfección, fumigación é inoculación; así co-
mo todas las referentes á limpieza, ventilación, calefacción de los
locales destinados á la tripulación, á la buena calidad de las provi-
siones y del agua de beber, y á la higiene de los water-closets.
Anales de la Universidad 939

§2

Los patrones de buques y sus representantes, permitirán á los em-


pleados de sanidad el acceso á todos los compartimientos del buque
les suministrarán todas las informaciones que pidan, y les exhibirán
los documentos oficiales que exijan.

§3
A la llegada al puerto, los patrones, oficiales y tripulación no
podrán abandonar su buque hasta que se haya efectuado el control
preliminar de Policía sanitaria; y estarán obligados á dar cumpli-
miento á todas las órdenes de los empleados de dicha Policía.

§4
Las personas atacadas de enfermedades contagiosas, de fiebre, co-
lerina, lepra ó escorbuto, sólo podrán abandonar el buque después
de haber sido examinadas por el médico del puerto, y con permiso de
este funcionario.

§5

E l patrón ó su representante, dará aviso inmediato al médico del


puerto, directamente ó por intermedio de la Policía del puerto, de
todo caso de enfermedad interna que ocurra á bordo durante la esta-
día del buque.

§6
Las contravenciones se castigarán con multas de hasta ciento cin-
cuenta marcos ó con prisión de hasta seis semanas.

§7
Esta ordenanza entra en vigor el 1.° de septiembre de 1900.
Por disposición del Consejo de Higiene, puede hacerse también
extensiva a l a s embarcaciones de río.

4) TAEllíA

Los derechos y gastos de Policía sanitaria están sujetos á la tarifa


siguiente:
940 Anales de la Universidad

1) Por expedir un certificado de libre plática


(§ 3, inciso 2 de la Circular 1), incluyendo el
timbre de 1 á 15 marcos
2) Por el examen médico (§ 6 de la misma Cir-
cular), incluyendo los honorarios del médico,
el transporte en bote, el timbre, etc. . . de 1 á 60 »
3) Los gastos por el cuidado délas personas enfermas y aisladas,
incluyendo el tratamiento médico, son fijados por la Oficina de
Cuarentenas-
4) En fin, se cobran á precio de costo:

a) la desinfección de los buques,


h) el uso de los aparatos de desinfección,
c) la colocación de guardias,
d) todos los demás servicios no indicados en la Tarifa.

La Oficina de Cuarentenas fija los derechos cuyos límites se esta-


blecen en los números 1) y 2), de acuerdo con las circunstancias de
cada caso y, especialmente, tomando en cuenta la capacidad del
buque.
La Oficina de Cuarentenas está autorizada para hacer efectivo el
cobro de los derechos y gastos contra el patrón del buque ó su arma-
dor, exceptuados aquellos gastos que correspondan á los pasajeros.
Estos últimos responderán de los gastos de cuidado y asistencia
médica en el lazareto, así como del costo de la desinfección de sus
efectos.

f) Disposiciones relativas al uso de las Instalaciones para el


Tráfico, y del Depósito de Mercancías de la Compañía de Al-
macenes de Bremen.

1) LEY DE BKEMBN RELATIVA Á CEBTIPiCADOS DE DEPÓSITO Y WAKRANT3


(DE 13 DE MAYO DE 1877)

§1
Los establecimientos autorizados por el Senado para conservar en
depósito mercancías y otros objetos muebles, podrán expedir certifi-
cados de depósito á la orden y warrants, sobre las mercancías y artí-
culos que reciban en depósito, con los efectos legales indicados en
Anales de la Universidad 941

los artículos 302, 303 y 305 del Código de Comercio alemán (í) y en la
presente ley.
Aquella autorización deberá hacerse pública.

§2
El certificado de depósito contiene: el nombre y domicilio del que
entrega en depósito los objetos; la descripción, cantidad y marcas de
los mismos; la fecha de la expedición, y la firma del establecimiento
(depositario).

§3
E l poseedor ó tenedor legal del certificado de depósito, á nombre
del cual se ha extendido el certificado mismo, puede empeñar los ob-
jetos depositados, mediante endoso y entrega de un warranc á la or-
den. E l warrant contiene los mismos datos que el certificado, pero
además debe expresar lo siguiente: el importe de la suma por la que se
han empeñado los objetos depositados (capital é intereses si los hubie-
re), el día del pago y la certificación hecha por el establecimiento que
recibió los objetos en depósito, de que el contrato de prenda (con la in-
dicación de la suma en capital é intereses eventuales y del día del pa-
go) ha sido inscripto en los registros del establecimiento y en el cer-
tificado de depósito.

§4
El endoso y entrega del certificado de depósito tiene los efec-
tos legales que produciría la entrega de los objetos mismos á que se
refiere el certificado. La entrega del warrant endosado equivale, del
punto de vista de la pignoración de los objetos referidos en el wa»

(1) 302.—Seián igualmente transferibles por endoso, si se emitieren á la orden, los cono-
cimientos de los capitanes, los certificados de carga expedidos por ios porteadores, los certifi-
cados de depósito (resguardos y warrants) de mercancías y otros objetos muebles que proce-
dan de establecimientos autorizados por el Estado i ara la custodia de tales objetos, y las
pólizas de préstamos á la gruesa y de seguros marítimos.
303.—El endoso de los efectos á que se refieren ios dos precedentes artículos, trasmitirá
al endosatario todos los derechos que nacieren de semejantes documentos.
No podrá el deudor oponer al endosatario otras excepciones que las que le competan en
virtud del título mismo, ó las que pudiere ejercer directamente contra el tenedor.
El deudor no estará obligado al pago sino previa entrega del documento librado contra él.
305.—Los efectos á la orden, trasmisibles por endoso, á que se refieren los artículos 301
á 304, se regularán en todo lo relativo á la forma del endoso, legitimación del tenedor y obli.
gaciones que se derivan de la posesión del titulo, por los artículos 11, 13, 36 y 74 de la Ley
general alemana sobre el Cambio,
65
942 Anales de la Universidad^

rrant, á la entrega de estos objetos. L a trasmisión del certificado de


depósito provisto de una anotación pignoraticia, no suprime el dere-
cho á la prenda establecido á favor del poseedor del warrant.
El contrato de prenda fundado en el warrant, tiene la preferencia
obre la pignoración efectuada por medio de un certificado de depó-
sito provisto de una anotación pignoraticia-

§5

El poseedor legal del certificado de depósito sin anotación pigno-


aticia (§ 3), y también el poseedor legal del certificado de depósito
con warrant, tienen derecho á exigir del depositario la entrega de los
objetos contra el pago de los gastos acrecidos.

§6
Para ejercer el derecho de venta de los objetos empeñados por
medio del warrant (§ 7), así como el de regreso contra el endosante (§ 9),
es necesario que el warrant haya sido presentado al primer deudor
pignoraticio indicado en el mismo warrant, después de vencido el
plazo de la deuda, y que tanto esta presentación como la falta de
pago se demuestren por un protesto hecho oportunamente. [ . . . ]

§7

Si el pago de la deuda pignoraticia con los costos del protesto, no


tiene lugar dentro de tres días hábiles después de producido dicho pro-
testo, el poseedor legal (por endose) del warrant, tiene derecho á ha-
cer poner en venta pública, por intermedio del depositario, los objetos
empeñados, previo aviso con dos días de anticipación. El deposita-
rio pagará al poseedor del warrant hasta completar el importe de
la deuda con intereses y gastos de protesto, tomando ese importe del
producto de la venta, después de deducidos los gastos originados por
la venta misma, el alquiler de depósito y el costo de la conservación
de los objetos empeñados.
Si hubiere un sobrante, será entregado al poseedor del certificad»
d e depósito.

Igual derecho de venta ( § 7), tiene el primer deudor pignoraticio


que haya redimido el warrant; pudieudo ejercerlo si no ha mediado
protesto, después de transcurridos siete días á contar del del pago.
Anales de la Universidad 943

§9 • ";
El poseedor legal (por endose) del warrant, puede ejercer la acción
de regreso contra el endosante, por la parte de la deuda pignoraticia
(incluidos los gastos de protesto) que no haya sido cubierta con el
producto de la venta.
E l regreso se pierde, en caso de no verificarse la venta (§ 7) den-
tro de los treinta días contados á partir del día del protesto.
Todo endosante tiene derecho á exigir la entrega del warrant y
protesto (§ 6), contra reembolso de la suma de regreso, intereses y
costas.
El poseedor legal del warrant y protesto, podrá iniciar juicio con-
tra todos aquellos á quienes alcance la obligación de regreso, ó con-
tra alguno ó algunos de ellos, sin perder por eso sus derechos contra
los otros. No estará obligado á observar el orden de los endosos.

§'io

Las reclamaciones de regreso se prescriben á los tres meses. L a


prescripción empieza, con respecto al poseedor del warrant que hizo
poner en venta los objetos depositados, desde el día que sigue al de
la venta; con respecto al endosante que pagó antes de que se iniciara
contra él el juicio de regreso, la prescripción empieza desde el día del
pago; en todos los demás casos, desde el día de la presentación de la
demanda.
La prescripción sólo será interrumpida por la presentación de la
demanda, y sólo con respecto á las personas contra quienes va ésta
dirigida. Sin embargo, á tal respecto, la denuncia contra tercero
{Streitverkündigung) interpuesta por el demandado, reemplaza la de-
manda.

§ 11

Los derechos de los poseedores del certificado de depósito y del


warrant sobre los objetos encomendados al depositario, se extienden
también á la indemnización otorgada ó que deba otorgarse en caso de
extravío ó daño, y, en especial, á la del seguro contra incendio.

§ 12

El poseedor del certificado de depósito, puede eii cualquier tiempo,


contra pago de la deuda pignoraticia con sus intereses hasta el día
del vencimiento si loa hubiere estipulados,—é incluyendo las costas,—
exigir del poseedor del warrant la libre disposición de los objeto»
944 Anales de la Universidad

empeñados. Si este poseedor es desconocido ó está ausente ó


elude la aceptación, podrá el poseedor del certificado de depó-
sito obtener la libre disposición délos objetos empeñados, tan pronto
como entregue al depositario el importe de la deuda pignoraticia con
los intereses hasta el día del vencimiento, y, en caso de que la en-
trega se efectuare después del día del vencimiento, dando al deposi-
tario la garantía necesaria por los intereses eventuales que pudieren
corresponder después del día del vencimiento, y por las costas acre-
cidas.

§ 13

Con respecto á los certificados de depósito y á los warrants extra-


viados, rigen las disposiciones legales relativas á la» cambiales U),
con la salvedad de que el propietario puede ejercer los derechos de
poseedor ó tenedor del documento extraviado, dando al depositario la
garantía necesaria hasta completar la amortización.

2 ) REGLAMENTACIÓN D E LA EXPEDICIÓN D E CERTIFICADOS D E DEPÓSITO Y WARRANTS POR


LA COMPAÑÍA D E ALMACENES DE BREMBN

Introducción

La Compañía de Almacenes de Bremen, en virtud de la ley de


Bremen de 13 de mayo de 1877 y del artículo 302 del Código de Co-
mercio alemán (2), ha sido autorizada por el Senado para guardar en
depósito mercancías y otros objetos muebles. Puede, por consiguiente
expedir certificados de depósito y warrants á la orden con los efectos
legales.
Las mercancías tomadas en depósito por la Compañía, pueden, por
trasmisión del certificado de depósito endosado, de la misma manera
qufe los géneros de fletamento por medio del conocimiento, ser tras-
pasadas en propiedad ó en prenda.
Junto con el certificado de depósito, se expide un warrant, que
contiene la certificación (anotada también en el primer documento) de
que las mercancías depositadas fueron empeñadas por una determi-
nada suma á favor del poseedor del warrant. No se entregarán las
mercancías al tenedor de un certificado de depósito provisto de

(1) Lo misino ocurre con respecto al día de pago, preseatación y protesto de los wa-
iTaiits (§ 6).
(2) Véase la nota al § 1 de la ley citada.
Anales de la Universidad 945

esta anotación, hasta que la deuda pignoraticia haya sido


extinguida, ó su importe entregado á la Compañía. Los warrants dan
por consiguiente al prestamista la garantía de adelantos hechos so-
bre las mercancías; y al depositante la posibilidad de vender las
mercancías antes del pago de las deudas que graviten sobre ellas,
mediante el traspaso de la obligación al comprador de las mercan-
cías.

Condiciones

§ 1

E l certificado de depósito contiene los siguientes datos:

nombre y domicilio del depositante;


indicación, cantidad y marcas de las mercancías;
día de la expedición;
número de registro y firma de la Compañía.

Además, cuando se expide un warrant:

el importe del adelanto y sus intereses (en el caso de que éstos


no deban pagarse hasta el vencimiento);
el día del pago;
el local donde se hará el pago {Zahlstelle);
el nombre del prestamista.

E l warrant contiene los mismos datos, y además:

la certificación firmada por el gerente, de que el adelanto ha


sido inscripto en el registro de la Compañía y en el certifi-
cado de depósito.

Ambos documentos pueden también expedirse sin que la Compa-


ñía inscriba el nombre del prestamista.

§2

Cuando el tenedor de un certi ficado de depósito desee la expedi-


ción de un warrant, deberá remitir á la Compañía, junto con la soli-
citud para la expedición del warrant, el certificado de depósito.
946 Anales de la Universidad

§3

Corre por cuenta de la Compañía asegurar contra incendio todas


las mercancías sobre las cuales se han expedido warrants. E l importe
del seguro será por lo menos igual á la suma correspondiente al
warrant.

§4

L a Compañía tiene el derecho, pero no el deber, de incluir en un


certificado de depósito mercancías de géneros diferentes.

§5

Cuando una partida de mercancías sobre la cual se haya expedido


un solo certificado de depósito ha de ser dividida en varios lotes, el
certificado de depósito y el warrant (si se hubiere expedido también
un warrant) serán devueltos á la Compañía, y ésta expedirá entonces
nuevos certificados de depósito y warrants. Por cada certificado de de-
pósito y por cada warrant, se cobrará un derecho de 50 Pf., además
del timbre.

§6

La Compañía inscribe en sus libros la suma correspondiente á ca-


da warrant, y certifica esta inscripción en el respectivo certificado de
depósito y en el warrant mismo.

§7

El traspaso del certificado de depósito endosado, equivale al tras-


paso de las mercancías.

§8

La Compañía considera al tenedor del certificado de depósito como


la única persona facultada (prescindiendo de los derechos del tenedor
del warrant) para disponer de las mercancías; y del mismo modo, al
tenedor del warrant como el único autorizado para hacer valer ante
ella los derechos dimanados del warrant. L a Compañía puede so-
meter á prueba la validez de los endosos y recibos sobre el certift-
cado y el warrant, pero no está obligada á hacerlo.
Anales de la Universidad 947

i9
E l prestamista obtiene su derecho á la prenda, mediante la entrega
del warrant endosado. El título de crédito y el derecho á la prenda
pasan á un tercero, mediante la entrega del warrant endosado.

§ 10

E l tenedor del certificado de depósito, que no sea al mismo tiempo


tenedor del warrant, tiene derecho á redimir este último documento an»
tes de que venza su plazo, mediante el pa?o del adelanto y de los inte-
reses eventuales. E n caso de suministrarse á la Compañía una prueba
suficiente á su juicio, de que el tenedor del warrant no es conocido ó
está ausente, ó de que el deudor no ha podido entenderse con él sobre
el pago, puede el tenedor del certificado entregar á la Compañía el im-
porte del warrant, y obtener en cambio la libre disponibilidad de las
mercancías. Si el plazo del préstamo ha vencido, habrá que entregar
el 6 % de intereses contados desde el día del vencimiento. Si el plazo
no ha vencido aún, el importe se dejará en depósito hasta que se rea-
lice el pago, en un banco ó agencia de cambio que merezcan toia con-
fianza al Consejo de Administración de la Compañía; los intereses así
acumulados corresponderán al depositante.
L a Compañía no está obligada á dar aviso al tenedor del warrant,
de la entrega del importe de éste.

§11

Si el importe del warrant no ha sido pagado ni entregado á la


Compañía el día del vencimiento, el warrant mismo será presentado,
—á más tardar el segundo día hábil después del vencimiento,—al
primer empeñante y en el local designado para el pago. Si no fuere
pagado su importe, será protestado ante notario, en el local refe-
rido.

§ 12

Si antes de transcurridos tres días después del protesto, no ha sido


pagado ó depositado el importe del warrant con los intereses al 6 %
desde el día del vencimiento y con las costas del protesto, el tenedor
del warrant podrá pedir por escrito á la Compañía,—agregando el pro-
testo y el warrant,—la venta de las mercancías. Igual derecho tiene
el primer deudor pignoraticio que haya redimido el warrant, pudiendo
ejercerlo después de transcurridos siete días á contar del del pago,
si no ha mediado protesto. Si el solicitante no determina el día para
948 Anales de la Universidad

la venta y el número de avisos previos, la Compañía los determi-


nará, de acuerdo con las condiciones que siguen.

§ 13

La venta se realiza públicamente, por un empleado de la Compa-


panía ó por un agente ó rematador. Será anunciada, durante dos días»
sin nombrar al solicitante, en los diarios en que la Compañía publica
sus avisos. La Compañía puede hacer extraer muestras de las mercan-
cías y permitir á los interesados la inspección y examen acostumbrados
en las subastas.

§14

Del producto de la venta se dispondrá para los pagos siguien-


tes, en el orden en que se indican:

a) los gastos originados por la venta misma. La Compañía se


atribuye una comisión de 1 % del resultado de la venta;
6) la cuenta de la Compañía por alquiler de depósito y por gas-
tos de conservación de las mercancías, seguro, etc., desde el
día indicado en el warrant;
c) el importe del warrant, con 6 % de intereses desde el día del
vencimiento. Esta suma corresponde al tenedor del warrant;
d) las demás cuentas de la Compañía por gastos extraordinarios
(ünkosten), etc.;
e) el sobrante, para el tenedor del certificado de depósito.

§15

Si el producto de la venta no alcanza á cubrir totalmente el im-


porte del warrant, el tenedor de éste y la Compañía pondrán sobre
él el recibo por el resultado de la venta, y el warrant será devuelto.

§16
Se procederá de acuerdo con las mismas condiciones, cuando el te-
nedor de un certificado de depósito solicite de la Compañía la venta
de las mercancías.

§ 17

Cuando se celebre un contrato pignoraticio, con entrega del certifi-


cado de depósito endosado, se entiende,—como convenio escrito en-
Anales de la Universidad 949

tre las partes, incluido en el endoso,—que el acreedor pignoraticio


(artículo 311 del Código de Comercio) li) tiene autorización para ha-
cer vender por la Compañía las mercancías depositadas, de acuerdo
con las condiciones que anteceden, en ejercicio de su derecho de acree-
dor pignoraticio.

§ 18

Los derechos del tenedor del certificado y del warrant sobre los
objetos entregados en depósito á la Compañía, se extienden también á
la indemnización otorgada ó que deba otorgarse en caso de pérdida
ó daño, y en especial á la de seguro contra incendio.

§ 19

Todo el que entregue mercancías en depósito á la Compañía, ó re-


ciba de ella certificados de depósito ó warrants, queda sometido por ese
hecho á este Reglamento y al de Explotación (con todas las alteracio-
nes que sufran en el futuro), á la ley del Estado de Bremen de 13
de mayo de 1877, referente á certificados de depósito y warrants, y á
las disposiciones aplicables del Código de Comercio alemán.

3) REGLAMENTO DE LA EXPLOTACIÓN DE LA COMPAÑÍA DE ALMACENES DE BREMEN (DE 15 DE


AGOSTO DE 1894) (.2)

Este reglamento servirá de norma para el uso d e las instalaciones


destinadas al tráfico y al depósito de mercancías en el distrito franco
y en la dársena llamada Sicherheitshafen, y que pertenecen á la Com •
pañía de Almacenes de Bremen.

(1) 3 1 1 . Si en un acto de constitución de prenda, que se derive de una operación co-


mercial celebrada entre comerciantes, se hubiere convenido por escrito que el acreedor tenga
derecho A cobrarse de la prenda sin autorización del Tribunal, podrá el acreedor proceder, sin
más requisitos, á la venta pública de la pi-enda, si el deudor se encuentra en descubierto.
Si el precio de venta de los objetos pignorados pudiere fijarse por la cotización en Bolsa ó por
las mercuriales del mercado, entonces puede el acreedor prescindir, para la venta, de los
avisos; siempre que la haga al precio corriente y por medio de corredor ó, en su defecto, del
funcionario público autorizado para las ventas en subasta.
Inmediatamente después de efectuada la venta, y en cuanto sea posible, deberá notificár-
selo el acreedor al deudor, siendo responsable en caso contrario de los daños y perjuicios que
i, éste se le ocasionaren,
(.2) En extracto.
950 Anales de la Univers'idad

Todo el que utilice dichas instalaciones, se somete, por ese hecho,


á las disposiciones de este reglamento.
E l que se considere perjudicado injustamente por medidas ó pro-
cedimientos de la Compañía en ejercicio de la explotación, tiene de-
recho á quejarse ante la Diputación de Puertos y Ferrocarriles, de
cuyas decisiones podrán todavía ambas partes apelar al Senado para
la resolución definitiva.

L a Compañía dirige la explotación de las instalaciones que le ha


confiado el Estado. Está además autorizada para el ejercicio de todos
los negocios correspondientes á la explotación ordinaria de una Com-
pañía de almacenes.
L a Compañía sólo se ocupa de la remisión de mercancías, sobre la
base de convenios especiales y á pedido de personas residentes en
Bremen; sólo acepta las obligaciones de porteador en casos excepcio-
nales y también sobre aquella base.
L a Compañía no concede préstamos ni adelantos sobre las mer-
cancías que se le entreguen en depósito.

§3

Horas de trabajo

Las horas regulares de trabajo en los días hábiles, son, para los
locales de explotación, las siguientes:

j / u -1 ' ir- u ^) de 6 á 12 a. m.
meses de verano (abril a septiembre) \ i •, -,, , n
f y de 1 1/2 a 7 p. m.
, . . , , , ^ de 7 á 12 a. m.
meses de invierno (octubre a marzo) l y ¿ g ] ^ '^h kl n m
L a Compañía puede, sin embargo, cuando le parezca necesario,
permitir ú ordenar trabajos fuera de las horas de servicio. Los capita-
nes de buque y otros interesados, se atendrán á lo que disponga á
ese respecto la Compañía, y desempeñarán el trabajo que les corres-
ponda, en la misma forma que durante las horas de trabajo regulares.
Los domingos y días festivos, no se trabajará sino en casos de es-
pecial urgencia. E n tales casos, el interesado deberá proveerse del
permiso policial.
Se podrán disminuir las horas de trabajo cuando ocurran fuertes y
continuas heladas, ó por otros motivos poderosos.
Anales de la Universidad 951

Las oficinas de la Compañía estarán abiertas:


en los meses de verano de 7 a. m- á 7 p. m.;
en los meses de invierno . . . . de 8 a. m- á 7 p. m.

§4

Comportación de los empleados con el público.—Prohibición de acep-


tar remuneraciones en ninguna forma

§5

Ordenes emanadas de los empleados

Todo el que utilice ó visite las instalaciones de la Compañía, de-


berá obedecer las indicaciones de los empleados de ésta, y someter-
se, si tal se le exigiere, á un registro personal.

§ 6

Prohibición de fumar

§ 7

Limitaciones al uso de las instalaciones

No se admitirán en depósito objetos que, por sus dimensiones ó


peso excesivos, ó por su calidad, presenten peligros ó inconvenientes
tales que motiven su rechazo, á juicio de la Compañía.
Otros objetos sólo serán admitidos bajo ciertas condiciones, las
cuales serán materia de convenios especiales con la Compañía.
L a carga y descarga de objetos cuyo peso por pieza exceda á
1,500 kg., sólo podrán efectLiarse en los sitios destinados ya á ese fin
ó indicados por la Compañía para el caso especial,

§8

Ordenes á la Compañía

Las órdenes deben presentarse por escrito en las oficinas de la


•Compañía. Esta declina toda responsabilidad respecto de la eje-
952 Anales de la Universidad

cución de órdenes trasmitidas verbalmente, ó presentadas directa


mente en los locales de la explotación (galpones, almacenes, etc.).

§9

Responsabilidad de quien da la orden

La persona que da una orden á la Compaíiía, responde de la


exactitud de sus declaraciones, y carga con todos los perjuicios que
pudieren resultar de la inexactitud ó insuficiencia de las mismas.
Responde especialmente de los perjuicios que, en lo relativo á las ins-
talaciones de la Compañía ó á los artículos depositados, pudieren
originarse por lo incompleto ó erróneo de aquellas declaraciones.

§ 10

Datos para el cálculo de los derechos á pagar

La Compañía podrá en cualquier tiempo verificar el peso y cali-


dad de los artículos que se le entreguen, á fin de averiguar si con-
cuerdan con los datos del interesado. Los gastos que demande la
verificación correrán por cuenta de éste, cuando resulten erróneos los
datos que él suministró
Los derechos correspondientes á artículos que se pierdan ó ave-
ríen, serán también cargados en cuenta, á menos que sea la Compañía
la responsable de la pérdida, etc.

§11
Artículos demorados, artículos no admitidos á depósito, etc.

Cuando los interesados demoren por más tiempo que el previsto,


la aceptación ó remoción de artículos que se hallen en manos de la
Compañía, podrá ésta tomar los artículos en depósito á costa de los
interesados. Si se tratare de artículos expuestos á deteriorarse rápi-
damente, ó que no pudieren ser depositados, ó cuyo valor resultare
desproporcionadamente disminuido por los gastos del depósito, la
Compañía podrá venderlos sin más formalidades.
Los artículos que se traigan sin aviso ó contra lo dispuesto en el
§ 7, así como aquellos que al parecer de la Compañía estén averia-
dos, deberán removerse antes de transcurridas 24 horas después
del requerimiento de la Compañía. Transcurrido dicho plazo, ésta
Anales de la Universidad 953

tiene derecho de hacer remover los mencionados artículos, por cuenta


y riesgo de los interesados; ó de hacerlos desaparecer, destruyén-
dolos, si dichos procedimientos fueren considerados impracticables.
D é l a medida adoptada se dará aviso á los interesados, siempre que
sea posible.
El producido de la venta, cuando ésta se haya llevado á efecto,
quedará á disposición de los interesados, previa deducción de los

§ 12
Disposiciones aduaneras.

E l cumplimiento de las disposiciones aduaneras sobre declaración


y despacho de las mercancías, etc., corresponde á los interesados.

§ 13

Verificación de pérdidas y averías

La Compañía, al recibirse de los objetos que se le entreguen, sólo


tomará rota de aquellas averías ó faltas que sean fáciles de re-
conocer exteriormente. E l resultado se hará constar en el mismo bole-
to de la orden, ó de otro modo, pero siempre por escrito; y será comu-
nicado á los interesados que lo soliciten.
Cuando ios interesados hicieren saber á la Compañía que algunos
artículos guardados por ella en depósito han sufrido mermas ó ave-
rías, la Compañía hará verificar sin demora el estado de dichos artí-
culos, y comprobar, si es posible, la causa de las mermas ó averías y
el momento en que se produjeron, comunicando luego el resultado á
los interesados. El examen se dirigirá también á comprobar la mag-
nitud del daño, si así lo pidieren ios interesados ó lo ordenare la
Compañía. L a verificación se efectuará en presencia de dos peri-
tos y también, si fuere posible, del interesado.
Si, en el caso del artículo 610 del Código de Comercio, el recibidor
efectúa por intermedio de la Compañía la verificación, en cuanto al
estado y cantidad de sus artículos,—de acuerdo con lo que precede y
antes de transcurridas 48 horas después del día en que se hizo cargo
de ellos,—el procedimiento tiene el mismo valor legal que la verificación
hecha en la forma proscripta por el artículo 609 del mismo Código. i^>

(1) 609.—Antes de que el recibidor se haga cargo de los artículos, pueden, tanto él como
el capitán del buque, hacer efectuar el reconocimiento de aquéllos, en cuanto á su estado y
cantidad, por intermedio de la autoridad competente (*) ó de los peritos nombrados oficial-
mente para ese objeto.

(*) Por ejemplo, la Cámara da Co«i«rei».


9í)4 Anales de la universidad

Cada interesado puede, sin embargo, exigir que la verificación se


realice de acuerdo con las disposiciones del Código de Comercio.

§ 14

Trabajos para la conservación en buen estado, de los artículos

L a Compañía tiene el derecho, pero no el deber, de tomar á su car-


go, por cuenta de los interesados, las reparaciones que juzgue necesa-
rias en el embalaje de los artículos. Podrá también ejecutar otros
trabajos que considere exigidos por las circunstancias, para conservar
ó mejorar los artículos que le sean confiados.

§ 15

Responsabilidad de la Compañía en general

L a Compañía es responsable,—de acuerdo con las normas precisas


que se dan más adelante,—de los daños que resulten de haber ella
omitido el diligente cuidado que en general ha de suponerse en
un comerciante celoso del cumplimiento de sus obligaciones. L a
Compañía tendrá que demostrar que ha procedido en esta forma.

Responde de sus empleados y otras personas de que se sirva.

§16

Limitaciones de la responsabilidad
L a Compañía declina toda responsabilidad tratándose de mercancías
que, de acuerdo con la costumbre ó con alguna disposición vigente, ó por
haberse convenido así, han sido depositadas al aire libre ó en construc-
ciones abiertas ó incompletamente resguardadas de las influencias at-
mosféricas, ó en locales en que los interesados mismos se encargan de
recibir los artículos, de hacerles sufrir cualquier trabajo ó preparación
y de entregarlos á terceros; siempre que el daño que reciban dichas
mercancías provenga del modo de depósito, y sea causado por las in-
fluencias atmosféricas, ó por ladrones ó malhechores. En tal caso
es indiferente que los locales estén bajo la vigilancia de la Compañía.

A este acto se llamará, siendo posible, la otra parte interesada que se halle en el lugar.
610.—Si el reconociniiento no se ha, practicado antes de hacerse cargo de las mercancías
el recibidoi", deberá éste dentro del plazo de dos días hábiles, hacer efectuar el reconoci-
miento ulterior, de acuerdo con el artículo 609; quedando en caso contrario sin ningún dere-
cho de reclamar de averías 6 pérdidas parciales. No se tomará en cuenta el que las averías 6
pérdidas fueren exteriormente aparentes ó no.
Esta disposición no se aplicará al caso de pérdidas ó averías causadas inteucionalmente ó
por la negligencia grosera de alguna persona perteneciente á la tripulación del buque.
Anales de la Universidad 955

Los daños que se produzcan al elevar, descender ó transportar los


artículos en los lugares de depósito ó de carga, no son de cuenta de
la Compañía; á menos que se pruebe que fueron causados por culpa
de sus empleados, ó por defectos de sus aparatos elevadores 6 de
transporte, que la atención y cuidado ordinarios habrían bastado
para descubrir.

§ 17

Importe de la indemnización

Para fijar el importe de la indemnización que la Compañía, de


acuerdo con lo que precede, tuviese que pagar, se aplicará lo dis-
puesto en el artículo 396 (i) del Código de Comercio alemán.

§ 18

Casos en que no existe responsabilidad

Toda la responsabilidad de la Compañía desaparece con respecto


á objetos excluidos en virtud del § 7, ó sólo condicionalmente ad-
mitidos, ó entregados á la Compañía con indicaciones falsas, inexac-
tas ó insuficientes. Lo mismo ocurre, si alguna de las medidas de se-
guridad usuales ó expresamente prescriptas por la Compañía, no
hubiere sido observada por los interesados.
Tampoco se responsabiliza la Compañía por ningún daño que pu-
diere ocasionar la maquinaria elevadora ó el material de transporte,
cuando esta maquinaria ó este material sean us ados por un tercero
L a Compañía tampoco responde de los daños causados por incen-
dio, aunque la culpa de éste pueda atribuirse á uno de sus em-
pleados.

(1) 396.—Debiendo el porteador satisfacer una indemnización por la pérdida ó avería de


las mercancías, se calculará dicha indemnización tomando por base el valor mercantil corriente
de éstas.
En caso de pérdida, equivaldrá la indemnización ai valor mercantil corriente que una mer-
cancía, de la misma especie y calidad que la perdida, tenga en el lugar y época en que
debió entregarse, pero deduciendo los derecbos y gastos que se hubieren ahorrado por efecto
de la pérdida.
En caso de avería, equivaldrá la indemnización á la diferencia entro el valor de venta de la
mercancía averiada y el valor comercial corriente que ella hubiera tenido en ei lugar y época
de su entrega, pero deduciendo los derechos y gastos ahorrados por efecto de la avería.
Si la mercancía no tuviere valor comercial corriente^ se tomará como base del cálculo el va-
lor común de la misma.
Si se demostrase que el porteador tuvo culpa en la pérdida ó avería, deberá satisfacer ade.
más los daños y perjuicios de todo género que de dicba causa resultaren.
956 Anales de la Universidad

i 19

Término para las reclamaciones

E l derecho de reclamar contra la Compañía, cesa con la aceptación


de la mercancía por el recibidor; á menos que éste haya hecho constar
por escrito el daño, en el momento de la entrega á más tardar, y soli-
citado á la vez la comprobación por la Compañía (§ 13).
Se exceptúan los reclamos por indemnización de daños que no ha-
brían podido reconocerse exteriormente y que sólo hubieren sido des-
cubiertos después de la remoción de los artículos; á condición de que
se haya dado aviso á la Compañía y solicitado la verificación, inmedia-
tamente después de descubierto P1 daño, y, á más tardar, pasadas cua-
tro semanas de la entrega de los artículos. Además, en tal caso, in-
cumbe al interesado probar que el daño se produjo dentro del tiempo
transcurrido entre el momento en que la Compañía recibió las mer-
cancías y el momento en que las entregó.
E l recibidor tiene derecho á demorar la aceptación de los artícu-
los, mientras la Compañía no lleve i cabo la verificación del daño
que á juicio de aquél hayan sufrido.

i 20

Derecho pignoraticio y de retención sobre los artículos depositados

L a Compañía tiene un derecho pignoraticio y de retención sobre


los artículos que se le entreguen en depósito, para asegurarse de lo
que le corresponda reclamar por alquileres, derechos, compensaciones
y gastos con respecto á dichos artículos, ó por otras acciones contra
la persona por cuya cuenta están ellos depositados. Este de-
recho se extiende á las sumas depositadas en reemplazo de los ar-
tículos, así como á las reclamaciones que por indemnización de ave-
rías motivadas por incendio ú otras causas, puedan hacerse valer en
lugar de los artículos.
Cuando se realice una venta de éstos, los créditos de la Compa-
ñía tendrán la preferencia.
Contra el deudor moroso, la Compañía tiene derecho, después de
la primera demanda no atendida, de vender sin más requisitos una
parte de los artículos depositados, suficiente á su juicio, para el reem-
bolso de la suma reclamada. Cuando el deudor no pudiere ser hallado,
la demanda debe hacerse efectiva mediante una intimación publicada
en el periódico «Bremer Nachrichten».
Anales de la Universidad 957

i 21

Indicación de los lugares de carga

Carga y descarga

L a descarga de las mercancías del buque sobre el quai (aufseizen),


y la carga de las mercancías del quai al buque (absetzen), se ope-
ran en general por medio de los aparatos elevadores de la Compañía.
E l buque prestará por su parte, con los aparatos de que disponga, la
ayuda necesaria según las circunstancias.
En la primera operación (aufsetzen), los objetos serán colocados
por la gente del buque, verticalmente debajo del aparato elevador,
atándolos y enganchándolos á él. L a mercancía suelta será introdu
cida á pala en recipientes apropiados, ó llevada junto á la máquina
elevadora especial para granos, etc., si ésta fuere aplicada; ambos tra-
bajos incumben también á la gente del buque. Las cadenas, cabos,
etc., necesarios para atar y enganchar los bultos, serán provistos
por el buque. En caso de emplearse cadenas, cabos, etc., pertene-
cientes á la Compañía, ésta no se responsabiliza por ellos (véase § 18).
Sobre el quai, los objetos serán desenganchados de la máquina ele-
vadora y, si así debe operarse, trasportados á los depósitos por gente
de la Compañía.
Para la segunda operación {absetzen), corre por cuenta de la Com-
pañía colocar, atar y enganchar los bultos de mercancía; proveerá al
efecto los útiles apropiados. En el buque, la gente de bordo tendrá
que desenganchar los bultos y retirarlos del aparato elevador.
La Compañía suministrará en lo posible para cada escotilla del bu-
que, un aparato elevador con el personal requerido. El capitán del
buque efectuará por su parte los trabajos que le incumben, con la
actividad necesaria para que la operación no sufra demoras ni inte-
rrupciones .
La Compañía tiene el derecho de suspender la carga ó descarga, y
de hacer retirar el buque por las autoridades del puerto, cuando á su
juicio el capitán no active regularmente el trabajo, por falta de perso-
nal ó por otras causas. De los perjuicios que eventualmente resulta-
ren de la suspensión, no se podrá en ningún caso reclamar contra la
Compañía; en tanto que el capitán está, al contrario, obligado á re-
sarcirla de los gastos que resulten de que el utilaje de explotación y
66
«

958 Anales de la Universidad

el personal no hayan sido, por culpa de las medidas tomadas por él,
suficientemente aprovechados.

§23

Carga y descarga de vagones y carros

L a responsabilidad de la Compañía por los daños que sufran las


mercancías, se limita á los casos en que pueda probarse que el daño
ocurrió por culpa inexcusable de la Compañía misma, durante la car-
ga ó descarga en ó de los vagones.
Las mercancías que lleguen, ó que deban expedirse en carros, se-
rán llevadas á, ó tomadas de los lugares destinados á ellas; debiendo
á ese respecto seguir el porteador las indicaciones que hagan los em-
pleados de la Compañía.

§24

Formularios para los pedidos ú órdenes

§ 25

Averiguación del peso

L a determinación del peso de las mercancías incumbe al interesado.


Si el interesado no puede indicar dicho peso al mismo tiempo que
presenta á la Compañía el pedido respectivo, deberá hacerlo á más tar-
dar dentro de un plazo de diez días; en caso contrario, la Compañía
aplicará sus tarifas sobre la base del peso que ella considere pruden-
cial.
Si la Compañía exigiere el pago anticipado (véase más adelante la
ordenanza del 1." de julio de 1894, A, 5 c), la determinación del peso
deberá hacerse sin demora.

§ 26

Pedido de vagones vacíos


^^

Anales de la Universidad 959

§ 27

Recepción y entrega de las mercancías

Las solicitudes para la recepción y entrega de mercancías, se pre-


sentarán en las oficinas de la Compañía, donde serán selladas dichas
solicitudes para indicar que las mercancías pueden recibirse ó en-
tregarse.
Las mercancías se llevarán á los locales de la explotación ó se re-
tirarán de ellos, durante las horas reglamentarias de trabajo.
Se considera verificada la recepción de las mercancías, cuando
han llegado en su totalidad al local de la explotación, y en éste
se las ha recibido junto con la solicitud respectiva provista del
sello correspondiente. Para constancia de la recepción, la solicitud
será sellada nuevamente con un sello especial. Este sello se apli-
cará en presencia del solicitante que así lo exigiere.
L a entrega de las mercancías se efectúa contra remisión de las res-
pectivas solicitudes debidamente selladas, á los locales de la explo-
tación de ia Compañía. Si las mercancías no se retiran todas de
una vez, podrán exigirse recibos especiales por cada retiro parcial.
L a entrega al porteador ó á una oficina aduanera, se considera
equivalente á la entrega al legítimo interesado.
Corresponde al porteador informar al recibidor, de la llegada de las
mercancías. L a Compañía, tratándose de mercancías que lleguen
por buques, da en general aviso de la llegada, de acuerdo con los
manifiestos de carga entregados por el capitán. Pero estos avisos no
tienen el carácter de los informes del porteador.
Las mercancías desembarcadas á pedido del capitán, no se entre-
garán sino en presencia de éste ó con su consentimiento, cuando el
recibidor sólo las acepte condicionalmente.
L a entrega de las mercancías destinadas á ser embarcadas, se hará
en el orden que el capitán determine.

§ 28

Derecho de disponer de las mercancías

E l derecho de disponer de las mercancías recibidas en los estable-


cimientos de la Compañía, pertenece al que solicitó su recepción (so-
licitante), hasta que ellas hayan sido entregadas á quienes corres-
ponda.
Las mercancías cuya entrega se haya pedido en forma, se consideran
entregadas tan pronto como la solicitud presentada á las oficinas de
la Compañía y provista del sello de aceptación haya vuelto á manos
del solicitante.
960 Anales de la Universidad

§29

Reembolso

E l solicitante puede autorizar en su solicitud la entrega de las


mercancías á un tercero contra reembolso de los gastos que reclame
la Compañía. Tal autorización debe extenderse á todas las mercan-
cías mencionadas en la solicitud,

§30

Representante del buque

Los convenios celebrados con el representante del buque (Schiffs-


niakler) tienen el mismo valor que si hubieran sido hechos con el ca-
pitán.

§31

Depósito de las mercancías

El depósito de las mercancías solicitado por el interesado, se efectúa,


—de acuerdo con los términos de la solicitud,—en los graneros, almace-
nes, galpones ó locales abiertos; siempre que haya en ellos, á juicio
de la Compañía, espacio suficiente.
Según lo determine el solicitante, se recibirán las mercancías en
las condiciones de los formularios del tipo I, ó en las de los formula-
rios del tipo I I (§ 33).
Se avisará por escrito al solicitante, de la recepción efectuada de
sus mercancías.
Para las mercancías que gozan de depósito libre, de acuerdo con la
Sección B (V) de la ordenanza de 1." de julio de 1894 sobre tarifas
de la Compañía (véase más adelante), así como en los casos indica-
dos en el § 11, el lugar del depósito será fijado por la Compañía.
Si algunas mercancías que hayan sido colocadas ya en depósito por
la Compañía, fueren desestivadas,—con el objeto de inspeccionarlas ó
de someterlas á una manipulación cualquiera,—por la persona á cuya
disposición se encuentren, correrá por su cuenta reestivar dichas
mercancías; ó la Compañía realizará el trabajo á costa de dicha per-
sona.
L a Compañía puede cambiar de lugar las mercancías depositadas,
cuando lo crea conveniente para el buen aprovechamiento de las ins-
talaciones, etc.
E n los casos del § 11, y para mercancías tomadas por la Compañía
Anales de la Universidad 961

en las condiciones de la Sección B (V, c) de la ordenanza de I.» de


julio de 1894 (véase más adelante), el trabajo de cambiar de lugar las
mercancías depositadas, se efectuará por cuenta del interesado; en los
demás casos, á costa de la Compañía.
E l solicitante puede exigir en su solicitud de depósito, que no se
cambie el lugar de depósito de sus mercancías sin darle previo aviso.
En general, la Compañía no intimará el desalojo délas mercancías
tomadas por ella en depósito, sino en los casos previstos en la Sec-
ción B (V, c) de la ordenanza recién citada. L a Compañía se reserva
sin embargo el derecho de exigir, en caso de necesidad, el retiro de
dichas mercancías. E l plazo para el retiro termina entonces con la
expiración del mes de depósito (§ 32) que sigue al de la intimación.
Vencido este plazo, se aplicarán á las mercancías las disposiciones
contenidas en la Sección B (V, c) de la misma ordenanza.

Cálculo de los derechos de depósito

Los derechos de depósito (Ordenanza de l.o de julio'de 1894, sec-


ción B, V, c y sección C, I), se calcularán, para el total de las mer-
cancías á que se refiere la solicitud, á contar del día en que se empe-
%ó á ponerlas en depósito. El cálculo se hará por meses, tomando
como término de cada mes la víspera del día que lleva en el calen-
dario el mismo número que el día en que se empezó á poner en depó-
sito las mercancías, y contando hasta el día en que se concluya de re-
tirar del depósito todas las mercancías á que se refiere la solicitud
de retiro, ó hasta el día en que se anote en los libros de la Compañía
el traspaso de las mercancías á otra persona.
Las mercancías que, de acuerdo con la ordenanza citada (sección
B, V, c), son objeto de una solicitud de depósito por corto plazo, y
cuyo retiro no se haya efectuado totalmente catorce días después de
haber empezado á colocarlas en depósito, serán tomadas en depósito
mensual desde el día siguiente.
Las fracciones de un mes, se contarán por un mes completo; pero
si, en el caso del § 31 (al final), el retiro de las mercancías ocurre en
la primera mitad de un mes empezado, sólo entrará en cuenta la mi-
tad del importe de los derechos correspondientes al depósito mensual

§ 33

Solicitudes de depósito y de retiro de depósito


Las solicitudes para el uso de las instalaciones de depósito, deben
formularse en los casos siguientes de acuerdo con los modelos pres-
criptos:
962 Anales de la Universidad

1) Para las mercancías depositadas ó á depositar en locales


donde su recepción, manipulación y preparación, así como su
entrega, son permitidas á los interesados directamente, el solici-
tante empleará el formulario de solicitud de depósito I (véase
anexo A) ó el de solicitud de retiro / ( a n e x o B;.
2) Para las mercancías depositadas ó á depositar en locales
donde su recepción, manipulación y preparación, así como su
entrega, deben efectuarse exclusivamente por la Compañía, el
solicitante empleará el formulario de solicitud de depósito II
(anexo C) ó el áe solicitud de retiro (anexo D).
3) Cuando las mercancías depositadas en virtud de una solicitud
de depósito, son transferidas á un tercero y deben seguir en
depósito por cuenta del adquisidor, el primer interesado pre-
sentará á la Compañía un boleto de traspaso, según el formula
rio correspondiente (anexo E), y el adquisidor, una solicitud de
depósito según los formularios A ó C.
E l boleto de traspaso tiene á la vez el valor de solicitud de
retiro por parte del primer interesado.
4) Para solicitudes referentes á servicios de los indicados en la
Ordenanza sobre Tarifas (sección C, II?, se emplearán tam-
bién formularios especiales, que pueden obtenerse gratuitamen-
te en las oficinas de la Compañía.

§34

Acarreo á los depósitos y desde los depósitos, y manipulación de las


mercancías

1) E l transporte de las mercancías á los locales de depósito, su pre-


paración, y su transporte desde aquellos locales, estarán á cargo del
solicitante, en cuanto estos trabajos no correspondan, por condición
expresa, á la Compañía. Pero si las mercancías fueron recibidas por
la Compañía en virtud de una solicitud de depósito del tipo II, la
ejecución de los trabajos mencionados,—en la parte que se opera
dentro de los locales de depósito,—queda reservada á la Compa-
ñía.
2) Por lo demás, la Compañía también toma á su cargo trabajos
de tonelería ó embalaje para otras mercancías que le hayan sido en-
tregadas en depósito (compárese § 14). Toma á su cargo especialmen-
te los trabajos de pesar las mercancías, de sacar muestras, y otros
servicios secundarios, así como la carga y descarga de las mercancías
que entran en los depósitos ó salen de ellos por ferrocarril; y se encarga
en fin de hacer asegurar las mercancías contra incendio (véase § 35).
3) L a compensación por los trabajos reservados en virtud del inci
Anales de la Universidad 963

so 1) á la Compañía, 6 por los que tome á su cargo de acuerdo con el


inciso 2), se establece aplicando las disposiciones de la sección A (4 f)
de la Ordenanza sobre Tarifas.
4) Los residuos de mercancías, provenientes del reembalaje ó déla
toma de muestras, se asignarán al interesado en la cuenta de gastos
de reembalaje.
Las barreduras y residuos del embalaje (arcos, raspaduras, cuer-
das, etc.), pertenecen á la Compañía.

§35

Seguro contra incendios

1) E l interesado debe ocuparse él mismo de asegurar sus mercan-


cías contra incendio. L a Compañía procurará, sin embargo, el seguro
para las mercancías que se le entreguen en deposito, cuando así se le
solicite especialmente. En la solicitud, debe indicarse el valor por
el cual se han de asegurar las mercancías, en detalle por número de
bultos y peso, así como el valor por el cual deban ellas asegurarse
en total.
2) La Compañía contrata el seguro á su nombre con las compañías
aseguradoras.
E l solicitante (asegurado) autoriza á la Compañía para convenir to-
das las cláusulas del contrato de seguro con el asegurador, y tratar en
definitiva, del modo que le parezca más conveniente, la regulación de
los daños eventuales causados por incendio.
3) E l seguro solicitado de la Compañía, empieza desde que se acepta
la solicitud y se depositan las mercancías. Si las mercancías que
se hallen en locales de pasaje sobre el quai ó en vagones sobre
las vías férreas del establecimiento, han de ser aseguradas antes de
entrar en depósito, se presentará una solicitud especial para ese obje-
to; en tal caso, el seguro empieza desde la aceptación de la solicitud.
Las mercancías cuya aseguración ha sido aceptada antes de llegar
ellas á las instalaciones de la Compañía, se considerarán aseguradas
desde el momento en que lleguen.
Las solicitudes de seguro deben formularse por escrito. Se comuni-
cará al solicitante la aceptación de su pedido, en caso de que él
mismo no la haya averiguado en las oficinas de la Compañía. Si la
solicitud de seguro no viene acompañada de la de depósito, po-
drá emplearse un formulario en hoja doble (según el modelo que
la Compañía facilitará), del cual se devolverá ó se enviará al solici-
tante una de las hojas, provista de la anotación de aceptación.
E l seguro termina con el retiro de las mercancías, ó bien en el
momento en que se anote en los libros de la Compañía el traspaso
de las mercancías á otra persona.
964 Anales de la Universidad

Para cada retiro parcial de mercancías, se indicará especialmente


la parte del valor asegurado que corresponda á las mercancías cuyo
retiro se solicite, siempre que ello no resulte ya de la solicitud de
seguro, A falta de este dato, se atribuirá á las mercancías retiradas
un valor medio, calculado sobre el total de las mercancías asegura-
das y el del seguro.
E l seguro corre de mes á mes, hasta que por una parte ú otra se
haya prevenido el cese del contrato de seguro. L a prevención deberá
ser por escrito, y su efecto consistirá en hacer terminar el seguro al
tercer día, á más tardar, después de presentada.
4) No se introducirán alteraciones en el importe de la suma asegu-
rada, sino á solicitud de los interesados. L a solicitud se formulará en
las condiciones establecidas en el inciso 3).
5) L a compensación del seguro se calculará por mes y de acuerdo
con las disposiciones del § 32.
6) L a Compañía entrega al asegurado el total de la indemnización
que en caso de incendio pague el asegurador. No se responsabiliza
por las pérdidas que resulten de la insolvencia eventual del asegura-
dor, ó de la demora en la regulación de los perjuicios causados por el
incendio, cuando esa demora se deba á circunstancias que la Compa-
ñía no pudo prever. Tales pérdidas se repartirán entre todos los ase-
gurados, á prorrata de los derechos de cada uno sobre la suma total
de la indemnización fijada. Sin embargo, las pérdidas que ocurran
en la regulación de los perjuicios de incendio, por culpa de al-
guno ó algunos de los asegurados, serán cargadas á éstos exclusiva-
mente. L a Compañía, después de haber oído á dos peritos, resolverá
si las pérdidas deben atribuirse en todo ó en parte á alguno ó algu-
nos de los asegurados.

§ 36

Uso de la maquinaria elevadora de los depósitos

E l uso de la maquinaria elevadora de los depósitos, para todas las


operaciones enumeradas en la Ordenanza sobre Tarifas (sección
C, I I a), se concederá por el orden de las solicitudes y en las horas
del día fijadas por la Compañía para ese objeto.
El solicitante hará llevar por su cuenta las mercancías junto á la
máquina elevadora, ó, en su caso, las hará retirar de junto á ella.
También correrá por su cuenta—si ocurriere,—el enganche y
desenganche de los bultos transportados por la maquinaria ele-
vadora. Estos trabajos serán, sin embargo, hechos por la Com-
pañía, cuando así esté determinado ó cuando así haya sido convenido.
E l solicitante efectuará los trabajos que le incumban, con la activi-
Anales de la UniversicUid 965

dad necesaria para que el funcionamiento de la maquinaria eleva-


dora no sufra retardos ni interrupciones, y tendrá que resarcir á la
Compañía de todos los gastos que provengan del hecho de no haber
sido aprovechados convenientemente, por culpa de él, la maquinaria
y el personal de la Compañía.
Esta tiene derecho de transportar con su maquinaria elevadora,
simultáneamente, mercancías de diversos solicitantes.

§ 37

Recepción y entrega de las mercancías

Para la recepción de las mercancías, se expedirán en las oficinas


de la Compañía,—sobre la base de las solicitudes de depósito,—pape-
letas de entrada á éste, que se entregarán al solicitante.
Se supone efectuada la recepción de las mercancías, cuando su to-
talidad ha llegado al local de la explotación y ha sido recibida en
él, junto con la papeleta de entrada á depósito.
L a entrega de las mercancías se efectúa en los locales de la explo-
tación, contra remisión de papeletas de entrega expedidas en las ofi-
cinas de la Compañía de acuerdo con las solicitudes de depósito pre
sentadas.
La entrega de las mercancías al porteador ó á una oficina adua-
nera, se considera equivalente á la entrega al legítimo interesado.

§38

Derecho de disponer de las mercancías depositadas

E l derecho de disponer de las mercancías que la Compañía ha to-


mado en depósito, corresponde al solicitante, hasta entregarlas al legí-
timo interesado. Las mercancías que son objeto de un certificado de
transferencia, se consideran transferidas, tan pronto como la nueva
solicitud de depósito ha sido aceptada é inscripta en los libros de la
Compañía. Se comunicará al nuevo solicitante la realización de trans-
ferencia, en caso de no haberse él mismo notificado de ella en las ofi-
cinas de la Compañía.

§ 39

Certificados de depósito y warrants

La Compañía expedirá, á pedido de los interesados y de acuerdo


con la ley de warrants y su reglamentación, certificados de depósito
966 Anales de la Universidad

y warrants sobre las mercancías que le han sido confiadas en virtud


de una solicitud de depósito del tipo I I (véase § 33). L a Compañía
tiene el derecho, pero no la obligación, de hacer constar en el certifi-
cado de depósito el mal estado ó mala calidad que eventualmente
hubiere observado en las mercancías ó en su embalaje.
L a Compañía se encarga de asegurar contra incendio las mercan-
cías objeto de un certificado de depósito, á menos que en la solicitud
se diga expresamente que aquéllas no han de ser aseguradas por
la Compañía. E l seguro de mercancías sobre las cuales se ha-
yan expedido warrants, deberá hacerse por intermedio de la Com-
pañía (Reglamentación de la ley de warrants, § 3).
Las mercancías sobre las cuales se haya expedido un certificado
de depósito, sólo serán entregadas ó transferidas contra devolución
del certificado. Si se hubiese expedido un warrant, éste también será
devuelto; pero la Compañía podrá en los casos previstos en el § 10
de la reglamentación de warrants, efectuar la entrega ó transferencia
de los artículos, cuando se deposite en su poder, en vez del warrant,
el importe de la pignoración con los intereses y costos eventuales.
Tratándose de mercancías sobre las cuales se ha expedido un cer-
tificado de depósito pero ningún warrant, pueden efectuarse entregas
parciales contra presentación del certificado. Este será devuelto,
luego de haber hecho en él la deducción de la parte de mercancías
entregadas.
Las comunicaciones á los tenedores de certificados de depósito
ó warrants, se efectuarán por publicaciones insertas en el diario
«Bremer Nachrichten», cuando dichas personas no puedan ser ha-
lladas.
I 40
Arrendamientos
L a Compañía arrienda locales y terrenos de depósito, de acuerdo con
las disposiciones emanadas de la Diputación de Puertos y Ferroca-
rriles y que figuran como anexo á la Ordenanza sobre Tarifas, i.i) y de
acuerdo también con el formulario agregado á este Reglamento
(anexo ...) C2).
Vigen también para el distrito franco las disposiciones desti-
nadas á asegurar el pago de derechos é impuestos, y las disposicio-
nes sobre la clasificación de tabacos (anexos F y G).

Bremen, 10 de Agosto de 1894.

La Compañía de Almacenes de Bremen.

(1) Véase más adelante.


(2) Suprimimos este formulario que no difiere esencialmente del que se emplea en Ham-
burgo.
Número de aceptación: Compañía de Almacenes Generales de Bremen es

SOLICITUD DE DEPOSITO I (*) e

Para los artículos indicados á continuación, solicito, de acuerdo con las Ordenanzas de Explotación y
Tarifas,
almacenes
local abiertoÍ
galpones de quai

Indicación de los valo-


Clase de emba- Peso bruto en kilo- Modo de transporte, indica- res parciales para la so-
Marca y numeración Contenido gramos ción del buque, etc.
laje licitud de seguro.
S^

I
?

I-
1) Declarar si los artículos depositados deben asegurarse por intermedio de la Compañía (§ 35 de la
Ordenanza de Explotación) y por qué suma total: ., ., (Si el seguro debe obtenerse
antes de depositados los artículos, se necesita una solicitud especial).
2) Otras declaraciones sobre las preparaciones ó manipulaciones que se deseen para los artículos.
Bremen,
{Firma del solicitante)
•4
(*) Para artículos á depositar en locales donde la recepción, manipulación y retiro por los interesados, son permitidos.
Número de aceptación: Compañía de Almacenes Generales de Bremen a
9 00
SOLICITUD DE DEPÓSITO I I (*) e
BD
Para los artículos indicados á continuación, solicito, de acuerdo con las Ordenanzas de Explotación y
Tarifas, H^
almacenes •§

Í galpones de quai
Indicación de los valores
S-
Clase do emba- local abierto
Peso bruto en kilo- Modo de transporte, indica- g;
Marca y numeración Número Contenido gramos ción del buque, etc. parciales para la solici-
laje tud de seguro. s

1) Declarar si los artículos depositados deben asegurarse por intermedio de la Compañía (§ 35 de la


Ordenanza de Explotación) y por qué suma total: (Si el seguro debe obtenerse
antes de depositados los artículos, se necesita una solicitud especial).
2) Otras declaraciones sobre las preparaciones ó manipulaciones que se deseen para los artículos.
Bremen,
{Firma del solicitante)
(*) Para artículos depositados en locales donde la recepción, manipulación y retiro por ios interesados, no son permitidos.
Número de aceptación: Compañía do Almacenes Generales de Bremen P

SOLICITUD DE EETIEO I 9

Solicito la entrega, de acuerdo con las Ordenanzas de Explotación y Tarifas, de los ar- ^
tículos indicados á continuación: ^

Indicación del número y Marca y numeración Número Clase de embalaje Peso bruto en kilo-
lugar del depósito Contenido gramos Otras declaraciones
a-
1

Bremen,...

{Firma del soiiátante)-
Número de aceptación: Compañía de Almacenes Generales de Bremen
>
B CD
-J
A O
H
SOLICITUD DE RETIRO I I e
0
Solicito la entrega, de acuerdo con las Ordenanzas de Explotación y Tarifas, de los ar- ''5
^^
.a
tículos indicados á continuación: ^
«>
C5-
a"
§
k
s
o aTO
Indicación del número y Marea y numeración Número Clase de embalaje Contenido Peso bruto en kilo-
lugar del depósito gramos Otras declaraciones KA
Ce
Oi
^
co »
^t^ a"
^s"
«
• ^

C«3
^.
«.,
a
a.

Bremen,

[Firma del solicitante)-


ííúmero de aceptación: Compañía de Almacenes Generales do liremeii
BOLETO DE TRASPASO e

Traspaso, de acuerdo con las Ordenanzas de Explotación y Tarifas, los artículos indicados \
más abajo á 5
Señor

Indicación del número y Peso bruto eu kil 5^


lugar del depósito Marca v numeración Clase del embalaje Contenido gramos Otras declaraciones

Si-
Si
S5,

Bremen,
[Mrma del interesado)-
972 Anales de la Universidad

Ane^o F.

DISPOSICIONES DESTINADAS A ASEGURAR E L PAGO D E DERECHOS É


IMPUESTOS EN E L DISTRITO FRANCO W

La elaboración (Verarheiten) de mercancías, especialmente la fa-


bricación de cigarros, está prohibida en el distrito franco.
Para las mercancías que se hayan depositado en locales ó terrenos
del distrito franco, será obligatorio llevar una contabilidad
ajustada á los usos comerciales, que permita en todo tiempo darse
cuenta del estado de los depósitos, y cuyos libros estarán siempre á
disposición de las autoridades de aduana.
La explotación de negocios de comercio al pormenor, está prohibida
en el distrito franco. Por ahora no serán considerados en esta cate-
goría los negocios en que se vendan artículos destinados á la pro-
visión de los buques, sobre la base de pedidos escritos del capi-
tán ó su representante. Los pedidos,—en los cuales se hará consbar el
recibo de las mercancías,—serán conservados en los libros del arren-
datario.

Las contravenciones se castigarán con multas convencionales, de


un importe máximo de mil marcos, las cuales serán impuestas con
exclusión de todo procedimiento legal por la Diputación de Puertos
y Ferrocarriles y hechas efectivas por la Dirección de Policía; la
reincidencia expondrá á los contraventores al desalojo inmediato de
los locales y terrenos que arriendan. í3i la contravención es imputa-
ble á un empleado del arrendatario, éste podrá ser obligado á des-
pedir al empleado culpable, sin perjuicio del pago de la multa con-
vencional.
Si la contravención ha ocurrido de parte de un arrendatario, ó de
una persona por cuenta de la cual el arrendatario recibió mercancías
para depositar, será obligación de éste hacer que los contraventores
desalojen sin demora el local ó terreno que ocupan; y no podrá ce-
lebrar con ellos un nuevo convenio de subarriendo sin la previa au-
torización de la Compañía.

(1) En extracto.
Anales de la Universidad 973

A n e x o G.

DISPOSICIONES RELATIVAS Á LA CLASIFICACIÓN D E TABACOS EN E L


DISTRITO FRANCO

L a elaboración de mercancías,—especialmente la fabricación de


•cigarros,—está prohibida en el distrito franco.
Para las mercancías que se hayan depositado en los locales
-destinados á la clasificación de tabacos, será obligatorio llevar una
contabilidad ajustada á las indicaciones de las autoridades aduane-
ras, la cu^^l permita en todo tiempo darse cuenta del estado de los
depósitos. Los libros de esta contabilidad estarán siempre á la dis-
posición de las autoridades aduaneras.
L a explotación de negocios de comercio al por menor, está prohi-
bida en el distrito franco.
A los arrendatarios de los locales destinados á la clasificación de
tabacos, les está prohibida toda venta al por menor en el distrito
franco.
Se entiende por vetita al por menor en el sentido de estas disposi-
ciones, la venta de mercancías de una misma especie en cantidad
menor de cincuenta kilogramos ó cincuenta litros. Se consideran
mercancías de la misma especie, las'que llevan el mismo número en
la tarifa de aduana [....]
No se considera venta al por menor la de cantidades aún menores
<iue las indicadas, cuando

a) su entrega se haga sobre la base de pedidos escritos de otro


arrendatario del distrito franco. Los pedidos, en los cuales se
hará constar el recibo de las mercancías, se conservarán en los
libros del vendedor;
h) las mercancías estén destinadas á la provisión de un buque, y
su entrega se haga sobre la base de un pedido escrito del ca-
pitán ó su representante. E l pedido, en el cual se hará constar
oportunamente el recibo de las mercancías, se conservará en
los libros del vendedor;
•c) las mercancías se presenten para su despacho á las oficinas de
aduana del distrito franco. E n los libros del arrendatario de-
berá hacerse constar este hecho. Si las mercancías pagan los
derechos de aduana, el recibo correspondiente se agregará
á los libros; si las mercancías se despachan bajo esiíolta ó se re-
miten por correo, se hará en los libros del arrendatario^
junto con el asiento de la remisión, la anotación: hajo escolta
•ó con declaración postal á (nombre) en (lugar).
67
974 Anales de la Universidad

Tratándose de ventas en cantidades mayores que las indicadas^


más arriba, el vendedor está obligado, cuando así se le pida, á indi-
car á las autoridades aduaneras, de acuerdo con sus libros, el nombre
del comprador.
Toda entrega de mercancías y toda salida de las mismas del local
destinado á la clasificación de tabacos, se considera, del punto de
vista del control á que se refieren estas disposiciones, como equiva-
lente a u n a venta.
Cuando la venta de tabaco á personas que no tienen un depósito
en el distrito franco, se efectuare por cantidades superiores á cin-
cuenta kilogramos, el vendedor sólo podrá entregar la mercancía en
remesas parciales, á condición de agregar á sus libros cada uno d e
los correspondientes recibos de la aduana.
Los arrendatarios deberán someterse á todas las resoluciones del
Consejo Federal y á las limitaciones referentes á los locales y terre-
nos del distrito franco ocupados por los arrendatarios mismos, y
obedecer las disposiciones que se hayan tomado ó se tomaren en
cumplimiento de las resoluciones de aquel Consejo ó para asegurar
la percepción de los derechos é impuestos, y en especial las dis-
posiciones relativas al consumo de .artículos extranjeros que no ha-
yan pagado derechos de aduana. Se dará conocimiento por es-
crito á los arrendatarios, de tales limitaciones, con excepción de
las que se indican ya aquí.
Los contraventores á estas obligaciones, sufrirán una multa con-
vencional de un importe máximo de mil marcos, la cual será impuesta
por la Diputación de Puertos y Ferrocarriles, con exclusión de todo
procedimiento legal, y ejecutada por la Dirección de Policía. L a rein-
cidencia se castigará con el desalojo inmediato.
Si la contravención es imputable á un empleado del arrendatario,
podrá obligarse á éste á despedir al culpable, sin perjuicio del pago
de la multa convencional.
Si los contraventores fueren subarrendatarios, ó personas por
cuenta de las cuales el arrendatario recibió mercancías en depó-
sito, será obligación del arrendatario hacer que los contraventores
desalojen sin demora el terreno que ocupen; y no podrá celebrar
con ellos ningún convenio de subarriendo sin la previa autoriza-
ción de la Compañía.
Si se arrendaren ó subarrendaren locales ó terrenos á personas
que hubieren sido castigadas por contravenir las presentes disposi-
ciones ú otras destinadas al mismo fin ó por eludir el pago de de-
rechos ó impuestos, ó á personas que á juicio de la Diputación de
Puertos y Ferrocarriles no ofrecieren suficientes garantías del punto
de vista de la seguridad de la percepción de los derechos é impues-
tos, la Diputación citada puede, en todo tiempo, exigir el desalojo d e
Anales de la Universidad 975

tales arrendatarios ó subarrendatarios. Será entonces obligación del


arrendatario pagar el arriendo convenido ó las otras compensaciones
acordadas en el contrato de arrendamiento, hasta el más próximo
de los plazos de desalojo con aviso previo, establecido en dicho con-
trato, sin que el arrendatario tenga por su parte derecho á reclamar
indemnizaciones. Respecto al subarrendatario, valdrán los convenios
que él haya celebrado con el arrendatario.
L a Diputación de Puertos y Ferrocarriles, podrá usar del misma
procedimiento contra el arrendatario ó subarrendatario que tenga en-
tre su personal á algún empleado que haya sido castigado por incu-
rrir en alguna de las contravenciones recién indicadas, ó que na
ofrezca, á juicio de la Diputación, suficientes garantías del punto de
vista de la seguridad de la percepción de los derechos é impuestos,,
siempre que el arrendatario ó subarrendatario no acceda inm,; iiata-
mente á la orden dada por la Diputación, de despedir á dicho em-
pleado.
Está prohibido á los arrendatarios tomar en depósito mercancía*
por cuenta de personas á quienes se haya obligado al desalojo en vir-
tud de estas disposiciones Los nombres de dichas personas serán ca-
municados al arrendatario.

III.—Tarifas

A . DERECHOS DE PUERTO

Los derechos de puerto han sido fijados para los puertos de


Bremen y Bremerhaven respectivamente, por las leyes de 14 d e
octubre de 1838 y 3 de julio de 1897.

a) Bremen

1 ) D E R E C H O S D E P U E R T O P K O P I A M E N T É DICHOS

§ 1
Todo buque de procedencia ó destino marítimo, fondeado (con el
objeto de descargar ó cargar) en el distrito franco ó en una de las
dársenas del llamado Sicherkeitshafen W 6 junto al Weserbahnhof^
tiene que pagar derecho de puerto. Se consideran también incluí-

(1) Ley de 16 de julio de 1895.


976 Anales de la Universidad

dos en esta categoría aquellos buques que, á su venida á Bremen ó


después de su salida de Bremen, tocan algún puerto del distrito del
Weser inferior sin descargar ó cargar en él todo su cargamento.

§ 2

E l derecho de puerto para una estadía en fondeadero no prolon-


gada más de quince días, será de cuatro Pfennig, por metro cúbico
de registro neto si se trata de un vapor, y de tres Pfennig si de un
buque á vela; para cada quincena íó fracción) subsiguiente, un Pfennig
por cada metro cúbico de registro neto, ya se trate de vapor ó de
buque á vela.
Los buques que á su venida á Bremen han tocado uno de los puer-
tos del distrito del Weser inferior y han pagado allí derechos de
puerto, no tendrán que pagar en Bremen más que el ex^^edente even-
tual de los derechos que en este último puerto les correspondan, sobre
los ya pagados en los otros puertos W.

§ 3
Serán exonerados de los derechos de puerto:

a) los buques que entren vacíos ó en lastre, siempre que salgan


también vacíos 6 en lastre,
b) los vapores remolcadores y los barcos de pilotos, cuando sólo
presten serv^icio CDmj tale^;
o) los buques pertenecientes al Imperio ó al Estado de Bremen;
di las barca? paleadoras;
e) los vapores de pasajeros destinados al tráfico con las playas
de baños del Mar del Norte;
/) los buques que sólo fondeen en el puerto para sufrir repara-
ciones y por el tiempo que éstas duren.

12, D E R E C H O S DE F O N D E A D E R O D U R A N T E LOS S E M E S T R E S D E I N V I E R N O Y V E R A N O

§ 4

El distrito franco, el Sicherheistshafen, etc., pueden ser utilizados


por los buques pava fondeaderos de invernada ó veraneo, siempre
que á juicio de la Dirección del puerto haya suficiente espacio para
ello.

(1) De acuerdo con disposiciones correlativas para los puertos de Vegesack y Bromerbaven,
ú los buques que balen de Bremen Lacia el inar y que han pagado en Bremen derechos de
puerto, no se les cobra, en caso de tocar aquellos puertos, míís que el excedente sobre lo
que ya hubieren pagado en Bremen por concepto do derechos de puerto.
Anales de la Universidad 9T7

E l semestre de invierno empieza el 1." de noviembre y termina el


31 de marzo; el semestre de verano empieza el 1.° de abiil y termina
el 31 de octubre.

§ o

Por el semestre de invierno, se cobrarán los siguientes derechos de


fondeadero:

a) Para embarcaciones de mar que no paguen derechos


de puerto, por cada metro cúbico de registro neto . . 10 Pf.
b) Para embarcaciones fluviales á vapor, por cada metro
de largo medido sobre cubierta IM

Para vapores con ruedas laterales se aumentarán los


derechos en un 10 /ó-

c) Para otras embarcaciones fluviales, de las que están


obligadas á llevar certificado de arqueo ó patente de
buque, por cada metro ci5bico de registro . . . . 5 Pf.
d) Para las embarcaciones fluviales que no poseen cer-
tificado de arqueo ó patente de buque; de acuerdo
con su tamaño, según apreciación del respectivo em-
pleado del puerto de 1 M. 50 á 5 M-

Los mencionados buques están exonerados de los derechos de


fondeadero, cuando fondeen en el puerto con el objeto de des-
cargar ó cargar ó de sufrir reparaciones, y á condición de que su es-
tadía no se prolongue más de catorce días. Los buques que hayan
pagado los derechos de fondeadero para un semestre de invierno, si
abandonan el puerto durante el semestre y vuelven al puerto antes
de la expiración de éste período, están eximidos de pagar nueva-
mente los derechos de fondeadero.

§ 6

Por el semestre de verano, se cobrarán á los buques que no pa-


guen derechos de puerto los siguientes derechos de fondeadero:

a) Cuando ya se hayan pagado derechos de fondeadero por el


semestre de invierno, por cada mes ulterior de calendario ó
fracción, se abonará una cuarta parte del importe correspon-
diente, según la tarifa anterior, al semestre de invierno.
b) Cuando no se hayan pagado derechos de fondeadero por el se-
978 Anales de la Lniversidad

mestre de invierno, se abonará, por un período de hasta cuatro


meses, la misma cantidad fijada por la tarifa para el semestre
de invierno, y por cada mes ulterior ó fracción, una cuarta
parte más.

Los mencionados buques están exonerados de los derechos de


fondeadero, cuando fondeen en el puerto con el objeto de descar-
gar ó cargar ó de sufrir reparaciones, á condición de que su estadía
no se prolongue más de treinta días.

§ 7

A las embarcaciones de mar que hayan pagado derechos de fondea-


dero por invernada ó veraneo, se les descontará el importe de tales de-
rechos de los de puerto, en caso de tener que pagar estos últimos
al abandonarlo.

4) DISPOSICICKES GENERALES

§ 10

Los buques responden de los derechos que deben aplicárseles.


Antes de saldar la cuenta de estos derechos, no podrán abandonar
«1 puerto.
L a cobranza se hará por vía administrativa.

§ 11

Antes de fondear, habrá que obtener del respectivo empleado del


puerto la autorización correspondiente.

§ 12

L a Diputación de Puertos y Ferrocarriles podrá promulgar regla-


mentaciones especiales sobre las condiciones para utilizar los desem-
barcaderos y taludes del puerto, ó fijar esas condiciones en cada ca-
so particular.
L a misma Diputación podrá ordenar en cualquier tiempo el desalo-
jo de las dársenas del puerto, sin que haya en tales casos lugar á re-
olamo por devolución ó dispensa de derechos
Anales de la Universidad 979

§ 13

Los capitanes y patrones están obligados á obedecer las indicacio-


nes del empleado respectivo del puerto, especialmente las que se re-
íieren al fondeadero que h a d e ocupar cada buque.

§ 14

Las infracciones á las disposiciones de esta ley se castigarán con


multas de hasta ciento cincuenta marcos, ó con prisión de hasta
<iuince días. También podrá el respectivo empleado del puerto, en
-caso necesario, hacer llevar á cabo la ejecución de una orden á costa
del capitán ó patrón remisos.

b) Bremerhaven

§ 1

Derechos de puerto

Por su estadía en una de las dársenas, antepuertos ó quais situados


•en las riberas del Weser, deberán pagar, en caso de no aplicarse el § 2
de esta ley:

1.0 Los vapores de 6,800 metros cúbicos ó más de registro neto:

por una estadía de hasta 30 días, por metro cúbico . 30 Pf.;


por la estadía desde el día trigésimoprimero hasta el
sexagésimo inclusive, por metro cúbico. . . . 7 »
por cada período ulterior de 30 días, ó fracción, por
metro cúbico 2 »

Los vapores de carga de 6,800 metros cúbicos de registro neto ó


más, si dejan las dársenas, antepuertos ó quais de las riberas del
Weser sin llevar cargamento ni pasajeros y sin haber utilizado la
nueva esclusa de la dársena llamada Kaiserhafen, sólo pagan los de-
rechos de puerto fijados en el número 2.".
Los vapores de 6,800 metros cúbicos ó más de reaistro neto, que,
sin descargar ni cargar y sin exigir fondeadero en el puerto, sólo con
el objeto de utilizar el dique llamado Kaiserdock pasen por la nueva
esclusa del mismo nombre, están exonerados de derechos de puerto.

2.0 Los vapores de más de 170 y menos de 6,800 metros cúbicos de


registro neto
980 Anales de la Universidad

para una estadía que no pase de 60 días, por cada


período de 30 días, ó fracción, y por metro cúbico 7 Pf;
por cada período ulterior de 30 días, ó fracción . . 2 » <i)

3." Los buques de vela de más de 170 metros cúbicos de registro


neto

para una estadía de hasta 60 días, porcada período


de 30 días, ó fracción, y por metro cúbico . . . 6 Pf
por cada período ulterior de 30 días, ó fracción, y
por metro cúbico . 1 Pf.

4.0 Los vapores y buques de vela de 40 á 170 metros cúbicos in-


clusive de registro neto

para una estadía de hasta 15 días, por metro cúbico 3 Pf


por cada período ulterior de 15 días, ó fracción, por
metro cúbico 1 »

5 o Los vapores y buques de vela de menos de 60 metros cúbicos-


de registro neto

para una estadía de hasta 15 días, por embarcación 30 Pf


por cada quincena ó fracción ulterior, y por embar-
cación 15 »

6.0 Las armadías

por cada quincena ó fracción, y por m. cuad. . . 3 Pf

7.0 Las dragas, gánguiles, y otras embarcaciones semejantes no-


destinadas al transporte de carga ó pasajeros
por cada período de 30 días de estadía, durante el
cual pueden dichas embarcaciones entrar y sa-
lir más de una vez IC M.

L a estadía se cuenta desde el día subsiguiente al de la entrada á


los antepuertos ó al del atraque á los qunis del Weser.
Las fracciones de 1/2 metro cúbico ó más se contarán como u n i -
dades; las fracciones menores no entrarán en cuenta.

(1) Por una disposición posterior, se establece que estos derechos serán de sólo G Pf y 1 Pf^
como en el puerto de Geestemünde," mientras no so eleven dichos derechos en este último.
Anales de la Universidad 981

Los buques que abandonen una de las dársenas (antepuertos, quais


del Weser) para ir á sufrir reparaciones en uno de los diques del
Weser ó del Geeste, y que vuelvan después de efectuada la repara-
ción, no serán tratados, en cuanto al pago de derechos del puerto, co-
mo buques recién llegados; sino como si su nueva estadía fuera la
continuación inmediata de la primera. Lo mismo vale para los bu-
ques que habiendo dejado el puerto, vuelven á él antes de pasar
frente á la boya exterior del Weser, con el fin de completar su car-
gamento ó por causa de deshielo, tempestad o averías.

§2

Derechos de carga
Los buques de cualquier capacidad, que vienen á descargar á Bre-
merhaven desde un lugar cualquiera del Weser inferior más abajo
de Bremerhaven, ó desde un kigu- cualquiera del Weser superior y
sus afluentes, así como los buques que salen de Bremerhaven con des-
tino á uao de los lagares mencionados, pagarán, siempre que las ta-
rifas del § 1 no les sean más favorables, en vez de los derechos de
puerto allí establecidos: por cada tonelada de artículos desembarca-
dos ó embarcados, 10 Pf.

§ 3

Exoneración de derechos de puerto y de carga

Están exonerados del pago de derechos de puerto y de carga:

1) Los vapores remolcadores, en cuanto no se apliquen al tras-


porte de mercancías ó (fuera del límite marítimo) al trasporte de
pasajeros.
2) Los vapores que se aplican al transporte de pasajeros, de
Bremerhaven aguas abajo, pero sin pasar los límites maríti-
mos.
3) Las lanchas y barcas que navegan entre Bremerhaven y los
límites marítimos, y que no embarcan ni desembarcan mercan-
cías, sino que trasbordan carga de otros buques (que no sean
hulks), 0-1 ó las llevan á ellos.
4) Las embarcaciones que traen á los buques balastro, de un pun-
to de la costa que no esté fuera de los límites marítimos.

(i) Hzitks, buques TÍejos y desmantelados que se empleau como depósitos de carbón y
TÍveres, lazaretos, etc.
982 Anales de la Univeisidad

5) Los buques que llegan vacíos y vuelven á salir vacíos, sin pa-
sar los límites marítimos.
6) Las embarcaciones que sólo se emplean para la pesca.
7) Las embarcaciones de pilotos, que sólo se empleen como tales.
8) Los buques pertenecientes al Estado de Bremen ó al Impe-
rio.

Los derechos de puerto se rebajan á la mitad para los buques que


son conducidos á los diques y otros establecimientos de reparacio-
nes navales situados sobre el Weser ó el Geeste, y que no cargan ni
descargan mercancías antes ni después, ni se detienen más de ocho
días en total.
Lo mismo vale para los buques que, sin descargar ni cargar, visi-
tan una de las dársenas de Bremerhaven sólo para utilizar las insta-
laciones de reparación y la maquinaria elevadora.
Los buques que vienen de Bremen hacia el mar, y que han pa-
gado en aquella ciudad los derechos de puerto de acuerdo con la ley
del 14 de octubre de 1888 (número 1, DERECHOS D E PUERTO), si á
su salida hacia el mar pasan por el puerto de Bremerhaven, no ten-
drán que pagar allí sino el excedente eventual de los derechos que
en este último puerto les correspondan, sobre los ya pagados en
Bremen.

§4

Derechos de esclusa

A cada entrada y salida por las esclusas, deberán pagar:

los buques de menos de 40 m. cúb. de registro neto 1 M.


» * » 40 á 170 (exc.) m. c de reg. neto 3 »
» , . 170 > 250 » » > . * » 8 »
250 » 1,000 » . > » » » 20 »
» 1,000 » 5,000 » » » » » , 40 »
» > » 5,000 ó más » » » » » 60 »

Los vapores de 6,800 ó más metros cúbicos de registro neto, que


pagan los derechos de puerto establecidos en el § 1, número 1.", no
tendrán que abonar derechos de esclusa; sin embargo, los que en vir-
tud del tercer inciso del número 1.°, hayan sido exonerados del pago
de derechos de puerto, abonarán derechos de esclusa, á razón de 6
Pf, por metro cúbico.
Anales de la üniversidiid 983

§5

Derechos de carga en las riberas del Geeste

§6

Pilotaje de puerto

Por conducir un buque á la entrada y á la salida:

Para buques de

menos de 500 m. cub. de registro neto . . . . 6 M.


» 500 á 1,000 m. cáb. (exc) de reg. neto 8 »
* 1,000 » 2,000 » » » » , » 12 *
» 2,000 » 3,000 » » » » » » 18 »
» 3,000 » 5,000 » » > » » » 25 »
» 5,000 » 7,000 * » > » , » 30 »
» 7,000 * 9,000 » » , > » » 35 »
» 9,000 » » ó más » » 40 »

Teniendo en vista el tamaño y modo de construcción de un bu-


•que, así como las circunstancias de ser de noche, reinar tempestad,
etc., podrá el Capitán de puerto ordenar que dicho buque sea ocu-
pado por dos pilotos, y en ese caso la tarifa que precede será aumen-
tada en un 50 %.

Cambio de fondeadero

Por conducir un buque de un fondeadero á otro se cobrará:

Para buques de
menos de 500 m. ciib. de registro neto . . . . 2 M.
» 500 á 1,000 m. cúb. (exc) de reg. neto 4 »
» 1,000 » 2,Li00 » » > » , » 6 »
» 2,000 » 5,000 » » , , > » 8 »
> 5,000 . 9,000 » » » > , » 10 »
» 9,000 m. cúb. ó más » » » 12 »
9S4: Anales de la Universidad

Cuando un buque, durante su estadía en el puerto, ha sido ya tras-


ladado una vez de un fondeadero á otro, por orden del Capitán dfr
puerto,—sin que esta operación haya sido solicitada á la vez por el ca-
pitán del buque ó su representante, —todo otro cambio de fondeadero-
exigido por aquel funcionario, lo efectuarán los pilotos del puerto gra-
tuitamente.

§8

Servicio de botes

Por el servicio de botes ó de sirga á la entrada y salida de los bu-


ques se cobrará:

Para buques de

menos de 500 m. cúb. de registro neto . . . 5 M.


» 600 á 1,003 m. cúb. (exc.) de reg. neto 10 »
» 1,000 » 2,000 » » * » » » 15 ;^
* 2,000 » 3,100 » * » » » * 20 »
» 3,000 » 4,000 * » , » , ^ 30 ^
> 4,000 » 9,000 » » » * * » 40 »
» 9,000 m. cúb., ó más » » » 50 »

§9

Alquiler de depósitos

Para las mercancías que quedan más de quince días sobre los
quais, se cobrará por concepto de alquiler de depósito:

Por día, y por cada 20 metros cuadrados . . . . 5 Pf.

Para las mercancías colocadas en uno de los locales de depósito


que se hallan bajo la administración del Capitán de puerto:

Por cada período de 30 días, ó fracción, y por cada


20 metros cuadrados 1 M.

§ 10

Derechos de limpieza
Anales de la Universidad 985

§11

Uso de las grúas

I.—Los derechos por el uso de las grúas á mano, fijas, ó de las


grúas á vapor trasportables, será de 25 Pf. por cada tonelada levan-
tada, contándose las fracciones de tonelada como unidades.
Además, habrá que pagar los jornales de los hombres ocupados
en las grúas y máquinas anexas.
11-—Sin embargo, cuando las grúas indicadas se usen para el tras-
Taordo directo del buque á vagones de ferrocarril ó viceversa, los de-
rechos de grúa por cargar ó descargar un vagón de hasta 10,000 kilo-
gramos de capacidad, serán de sólo 50 Pf. E n tales casos se contará
•el importe de las jornadas del personal de las grúas á mano, pero no
el importe del personal de las grúas á vapor trasportables.
Para vagones mayores, los derechos sufrirán un aumento propor-
cional.
III.—Si se usa la grúa de tijera ó las grúas de 30 y 20 toneladas
de capacidad, movidas mecánicamente, se aplicará la tarifa que
sigue;

Para pesos de hasta 2,000 kg. inclusive 1 M.


)) » ^ 2,0a0 á 3,000 k. incl. por cada 100 k. 5 Pf.
» » » 3'000 ^) 5,000 » » » » w » 10 «
» » 1) 5,000 » 7,500 » » » » « » 15 »
« » » 7,500 » 10,000 w » » » )) » 20 »
» * )) 10,000 » 12,5'O » )) » » » » 25 »
)) » )) 12,500 » 1 5 , 0 0 0 » » » » » )) 30 »
» » )) 15,000 » 17,500 » » » » » » 35 »
» » » 17,500 » 20,000 )> )) )) » » )) 40 »
)) » » 20,000 » 25,000 » » » » » » 45 »
)) >) » 25,000 )) 30,000 » » » » » » 50 »
» » )) 30,000 » 35,000 » » » » » » 55 »
» » » 35,000 « 40,000 » )) » » » » 60 »
» » » 40,000 » 45,000 » )) » » » » 65 »

Si dentro de un período de dos díai se solicitare el empleo de las


grúas recién mencionadas, para levantar de nuevo objetos á los que
ya hubieren sido aplicadas dichas grúas, los derechos se rebajarán
de un 50 "/o con relación á los cobrados la primera vez.
E l uso de las instalaciones de grúas se efectuará siempre bajo la
vigilancia de la Inspección del Puerto. Las solicitudes para el uso de
estas instalaciones, deben dirigirse por escrito á dicha autoridad, con
986 Anales de la Universidad

indicación de los pesos que se trata de levantar. El solicitante es-


responsable de la exactitud de sus indicaciones. Ninguna instalación
podrá emplearse para levantar pesos mayores que los correspondien-
tes á su capacidad indicada. Para obtener un fondeadero junto á
una instalación de grúas, el capitán del buque deberá dirigirse al Ca-
pitán del puerto.
La operación de enganchar los pesoís á las cadenas de la grúa, co-
rresponde al interesado; así como la provisión de las cuerdas y cade-
nas necesarias para ello.
Los objetos que se han de levantar, serán colocados verticalmente
debajo de las cadenas colgantes de la griia. Está expresamente pro-
hibido arrastrar lateralmente estos objetos por medio de la grúa.
Los derechos de grúa deberán pagarse en la Oficina del Puerto,
dentro del plazo de tres días después de utilizadas las instalaciones,

B.—TARIFAS DE PILOTAJE

Aunque no existe el pilotaje obligatorio en el río Weser, los


buques tienen interés en proveerse de pilotos, que además de sus
funciones profesionales desempeñan, como hemos visto, el papel
de representantes de los intereses aduaneros, de modo que su
presencia á bordo suprime todas las formalidades del control
fiscal durante el viaje. A ese efecto, los pilotos son responsable»
de la exacta observancia de las disposiciones aduaneras por parte
del buque y su tripulación; están siempre provistos de las linter-
nas y banderas de aduana, que ponen á disposición del capitán
y mediante las cuales el buque está libre de las formalidades de
aviso y despacho.

a.—Pilotaje marítimo

Hay tres compañías de pilotos para el servicio del Weser


desde mar afuera hasta Nordenham, cada una de las cuales posee
dos goletas estacionadas en puntos determinados. Desde el 1° de
enero de 1904, estas tres compañías se hallan bajo la dirección
superior del Estado de Bremen.
La ordenanza de 1897 (de Oldenburgo y Bremen) fija la tarifa
de pilotaje del modo siguiente:
Anales de la Universidad 987

§ 25

I Para buques que entran, por cada metro de calado:

a) Durante los meses de verano (de 16 de abril á 15 de septiem-


bre inclusive):

hasta Bremerhaven ó Geestemünde. 23 M. 50 Pf.;


hasta Nordenham 24 » 50 ^)

b) Durante los meses de primavera y otoño (de 16 de febrero á


15 de abril y de 16 de septiembre á 15 de noviembre inclusive):

hasta Bremerhaven ó Geestemünde. 25 M. 40 Pf.;


hasta Nordenham 26 » 80 »

c) Durante los meses de invierno (de 16 de noviembre á 15 de fe-


brero, inclusive):

hasta Bremerhaven ó Geestemünde. 31 M. 20 Pf.;


hasta Nordenham 32 » 70 »

I I Para buques que salen, por cada metro de calado:

a) Durante los meses de verano (de 16 de abril á 15 de septiem-


bre, inclusive):

desde Bremerhaven ó Geestemünde. 16 M. 70 Pf.;


desde Nordenham 20 » 60 »

b) Durante los meses de primavera y otoño (del 1.° de marzo á 15


de abril y de 16 de septiembre á 31 de octubre, inclusive):

desde Bremerhaven ó Geestemünde. 20 M. 10 Pf.;


desde Nordenham 25 » 50 »

c) Durante los meses de invierno (noviembre, diciembre, enero y


febrero):

desde Bremerhaven ó Geestemünde. 26 M. 80 Pf.;


desde Nordenham 32 »
938 Anales de la Universidad

§ 26

Además del honorario que le corresponde según la tarifa anterior,


el piloto tiene derecho á la manutención gratuita mientras permanez-
ca á bordo del buque piloteado.

§ 27

Si un buque tomara dos pilotos, el segundo piloto recibirá la mitad


del honorario de tarifa.

§28

Cuando la embircaclón del piloto tenga que ir navegando delante


del buque, el honorario de tarifa se duplicará para el trayecto recorri-
•do de ese modo.

§29

Si un buque, á su llegada á la desembocadura del Weser, rechazara


el ofrecimiento de un piloto, y más tarde lo pidiera y obtuviese, el
honorario que cobrará este último se calculará á partir del punto en
que se hizo el ofrecimiento del primer piloto. Aquél entregará á éste
la parte correspondiente al trayecto comprendido entre el punto del
ofrecimiento no aceptado y el punto en que el buque pidió y obtu-
vo el piloto.

§30

Cuando un buque para el cual se solicitó el servicio de piloto, no


está listo para partir en el mamanto fijado, ó cuando el viaje se haya
tenido que demorar ó interrumpir por causa de viento contrario ú
otra razón de fuerza mayor, sin que el piloto haya tenido que ver coa
la demora ó interrupción, se pagará una compensación por la estadía,
á razón de 6 M. diarios en los meses de verano (de 16 de abril á 15 de
septiembre), y de 10 M. diarios en los meses de invierno (de 16 de
septiembre á 15 de abril), contándose como unidades las fracciones
de día. Lo mismo ocurre cuando, después de terminado el viaje, á
pedido del capitán, ó como consecuencia de medidas tomadas por las
autoridades de cuarentena, ó por razones de fuerza mayor, el piloto
permanezca á bordo del buque.
Anales de la Universidad 989

§ 31

Si las condiciones meteorológicas obligan á un buque en viaje de


salida á remontar el río,

a) el piloto cobrará la compensación por estadía, de acuerdo con


el § 30, siempre que él no haya abandonado el buque y que
éste no haya vuelto á fondear en el puerto;
b) si el buque ha vuelto á fondear en el puerco ó si el piloto ha si-
do despedido, cobrará éste de nuevo el honorario que le corres-
ponda de acuerdo con la tarifa

'§ 32

Si el piloto se ve obligado á permanecer á bordo de un buque e»


viaje de salida, más allá del punto convenido, tendrá derecho,—du-
rante el tiempo en exceso de su permanencia á bordo,—á manuten-
ción gratuita y á un sueldo de primer timonel; y además podrá recia»
mar el pago del viaje de vuelta á Bremerhaven, incluida también la
manutención.

§ 33

§ 34

Por dirigir las maniobras de un buque para corregir su brújula


corresponderá al piloto una compensación de 15 marcos.

§ 35

E l pago del honorario del piloto para un buque que entra al puer-
to, debe satisfacerse en el momento de despedir al piloto.
Para los buques en viaje de salida, el honorario según tarifa podrá
exigirse antes de empezar el viaje; las compensaciones adicionales que
en virtud de las disposiciones que anteceden, pudieren corresponder al
piloto, le serán entregadas ó aseguradas en el momento de despedirlo

§ 36

Los buques responden de los honorarios del piloto; el cobro de


•estos honorarios puede hacerse efectivo por vía administrativa.
68
990 Anales de la Universidad

h) Pilotaje fluvial

Los pilotos de río pueden obtenerse en la rada de Bremerhaven,


donde se halla estacionada la goleta de los pilotos de la ciudad de
Bremen. Estos pilotos tienen á su cargo el servicio sobre el Weser
entre la ciudad de Bremen y el puerto de Bremerhaven. L a tarifa
que rige para ese servicio, es la siguiente:

Hasta un calado de Adicional por cada


3 m. decímetro

Desde Bremerhaven:
M. M.
hasta Brake . 7.50 0.50
» Vegesack 12.- 0.80
» Bremen. 17.50 1.20
Desde Brake:
hasta Vegesack 8.50 0.60
» Bremen. 12.- 0.90
Desde Vegesack'
hasta Bremen. 7.50 0.60

Cuando un buque para el cual se han pedido los servicios de un


piloto no esté pronto á salir en el tiempo Ajado, ó cuando su viaje se
demore ó interrumpa sin que hayan mediado razones de fuerza ma-
yor ni circunstancias imputables al piloto, éste tendrá derecho á re-
clamar una indemnización de seis marcos por día.
Cuando sea solicitado un piloto para un buque que no se halle en
una de las estaciones indicadas en la tarifa anterior, le serán reembol-
sados al piloto los gastos extraordinarios que eventualmente exija su
trasporte desde la estación más próxima.

C.—IMPUESTO DE B-:)YAS Y SEÑALES, DEL WESER INFERIOR

(Ordenanza de 3 de septiembre de 1896 y de 17 de marzo de 1903),

E l impuesto de boyas y señales importa, por cada metro cúbico


de registro neto que exceda á 200:

a) para los buques á vela 10 Pf.


b) para los buques á vapor 14 »
Anales de la Universidad 991

Disposiciones relativas al cobro del impuesto

1) El impuesto se cobrará por cada entrada en el Weser, sólo una


vez. El cobro se hará efectivo por la Oficina de Boyas y Señales, en
cuyo distrito el buque haga operaciones de carga y descarga, ó eche
anclas ó fondee por primera vez después de su entrada-
2) Los buques que hayan entrado vacíos ó en lastre y sin pasa-
jeros, cuando salgan también vacíos ó en lastro sin pasajeros, pue-
den reclamar la devolución de la mitad del impuesto que hayan pa-
gado. E l mismo tratamiento se aplica á los buques que hayan entrado
vacíos ó en lastre y sin pasajeros, con el objeto de ser desbaratados.
5) E n el cálculo del importe que debe pagar un buque por con-
cepto de impuesto de seríales y boyas, se contarán como unidades
las fracciones de 112 metro cúbico ó más; las fracciones menores no
se tomarán en cuenta.

Exoneraciones

Están exonerados del pago del impuesto de señales y boyas:

1) Los buques de la Marina imperial alemana y los de guerra de


países extranjeros que, de hecho ó en virtud de tratados, usen de re-
ciprocidad.
2) Los buques de propiedad de uno de los Estados contratantes (i)
que se empleen en las obras hidráulicas del río ó de los puertos.
3) TJOS buques que por haber sufrido averías ó accidentes en el
mar, ú obligados por deshielo, tormentas ó vientos contr?.r¡os, entren
al río y salgan después sin haber descargado ni cargado, ó sin haber
enajenado total ó parcialmente su cargamento.
4) Los buques que entren al río para prestar auxilios á otros, en-
callados ó en peligro, ó que vuelvan después de haber salido con ese
objeto; á menos que estén destinados exclusivamente al salvataje 6
desembarque de cargamentos en peligro.
5) Las lanchas, cuando el buque al cual lleven la carga ó del cual
la traigan, haya pigado el impuesto.
6) Las embareaciones de pilotaje y de remolque en cuanto se em-
pleen exclusivamente para esos fines.
7) Las embarcaciones ocupadas exclusivamente en la pesca en
las costas.
8) Los buques que hayan salido sólo para hacer un viaje de prueba,
ó que entren á un puerto del Weser, únicamente para sufrir repara-

(1) Bremen, Oldemburgo y Prusia.


992 Anales de la Universidad

ciones, completar su equipo ó cargar provisiones ó carbón de


uso de la máquina.

D . —TARIFA DEL DIQUE IMPERIAL (KAISERDOCK), EN BRE-


MERHAVEN

Por alquiler del dique y por los diversos trabajos que trae apa-
rejado su uso y que se expresau más abajo, se cobra en total:

para buques de hasta 5,000 toneladas de registro bruto, W

1,500 marcos por el primer día


y 500 » por cada día subsiguiente;

para buques de 5,001 á 6,000 toneladas de registro,

2.000 marcos por el primer día


y 600 » por cada día subsiguiente;

para buques de 6,001 á 7,000 toneladas de registro bruto,

2,500 marcos por el primer día


y 675 » por cada día subsiguiente;

para baius^ de 7,001 á 8,003 toneladas de registro bruto,

3,000 marcos por el primer día


y 750 » porcada día subsiguiente;

para buques de 8,001 á 11,000 toneladas de registro bruto,

3,000 marcos por el primer día


y 1,000 » por cada día subsiguiente;

para buques de más de 11,00D toneladas de registro bruto,

3,000 marcos por el primer día


y 1,203 » por cada día subsiguiente.

(1) Una tonolaia de registro (meJida in^leía) equivale á 0.353 metros cúbicos de regis-
tro. Esta equivalencia ha sido establecida por la ordenanza sobre arqueo de buques (1» de
marzo de 1S33, § 27). qu3 obliga á la inscripaióii de las dos meiidas en los certificados de
arqueo.
Anales de la Universidad 093

E n estas sumas se incluye el costo de las operaciones de meter


el buque en dique, de fijarlo sobre los bloques y apuntalarlo, de ha-
der funcionar las bombas de desagotamiento, y de sacar el buque del
cique. Las fracciones de día se cuentan por días enteros. Por meter
en dique ó sacar del dique un buque, cuando la operación haya d e
hacerse en domingo ó día de fiesta, se cobrará una compensaíjión adi-
cional.
Para la recepción de buques averiados, habrá que celebrar conve-
nios especiales.
Estas disposiciones no se aplican á los buques de la Marina impe-
rial.

E ) ORDENANZA DE 1.° DE JULIO DE 1894 SOBRE LAS TARIFAS DE-


LA COMPAÑÍA DE ALMACENES GENERALES DE BREMEN

Sección A

Disposiciones generales

1) DIRECCIÓN D E LA EXPLOTACIÓN

Las instalaciones serán explotadas por la Compañía de Almace-


nes generales de Bremen y podrán ser utilizadas por cualquiera que
lo desee, de acuerdo con las disposiciones que se citan en seguida.
2 ) DISPOSICIOMES RELATIVAS Á LA UTILIZACIÓN D E LAS INSTALACIONES

El uso de las instalaciones estará sujeto á las leyes y reglamentos-


del puerto de la ciudad de Bremen, á la Ley y Reglamento sobre
warrants, al Reglamento de explotación de la Compañía y en fin, á
las disposiciones de la presente ordenanza.

3J SOLICITUDES PARA EL USO D E LAS INSTALACIONES

Para obtener el permiso de usar las instalaciones, habrá que pre-


sentar á la Compañía una solicitud escrita en la forma establecida
por el Reglamento de explotación.
Si se trata de artículos de tránsito, los datos necesarios referentes-
al destino que se les haya de dar, deben presentarse generalmente al
entregar los artículos, ó dentro de los plazos fijados en la Sec-
ción B, V, si los artículos vinieren por buque.

4 ) CÁLCULO D E LOS DERECHOS

a) Los derechos de la Compañía, se calculan de acuerdo con la»


Secciones B y C.
994 Anales de la Universidad

h) Las tasas unitarias indicadas para los derechos, no podrán


fraccionarse; las fracciones se computan como unidades enteras.
Los derechos por peso se refieren al peso bruto.
E l derecho correspondiente á una tasa, no será nunca me-
nor de 20 Pf. además, las sumas se redondearán aumentándo-
las hasta un múltiplo de 5 Pf.
c) Los derechos adicionales (Sección B, III) se computan jun-
tamente con los derechos ordinarios.
d) Cuado en una solicitud única se relacionan diversas clases de
artículos sin separarlos por cantidades y pesos, se aplicará al
total de los artículos la tasa más alta de las que les corres-
pondan separadamente.
e) Para los artículos que se entreguen sin ,previa solicitud ó con
indicación falsa del contenido, así como para artículos cu-
yo peso verdadero exceda en más de un 10 % al indicado, po-
drán aumentarse los derechos en un 100 %.
E n caso de inexactitud en la indicación del contenido, si la
Compañía no usa del derecho de verificarlo, se admitirá
para el cálculo la tasa más elevada de las que correspondan á
las diversas clases de artículos.
/) Para aquellos trabajos que no estén previstos en la tarifa, y á
falta de convenio previo, la Compañía fijará los derechos según
su criterio, tomando en cuenta l;is tasas correspondientes á
trabajos análogos ó los precios corrientes locales. E n caso de
desacuerdo, la Diputación de Puertos y Ferrocarriles decide en
último término.

5 ) COBRO D E LOS DERECHOS

•a) Los derechos é indemnizaciones serán cobrados al solicitante


por la Compañía, con la sola excepción de los derechos espe-
ciales por uso de las instalaciones del depósito de maderas
(Sección C, I I I ) .
E l derecho por uso del quai (sección B, a), se cobrará al ca-
pitán ó su representante, así como los derechos adicionales
por trabajos efectuados fuera de las horas de servicio (Sección
B, I V a), y por orden de la Compañía.
b) Tratándose de artículos de tránsito, cuando el derecho de dis-
poner de ellos haya sido transferido, el primer solicitante que-
da responsable del pago, á menos que haya establecido expre-
samente en la solicitud que los artículos no han de ser entre-
gados sino contra pago de los derechos adeudados. E n este
último caso, deja de ser responsable del pago, tan pronto co-
mo haya tenido lugar la entrega de los artículos referidos, por
parte de la Compañía.
Anales de la Universidad 995

Tratándose de artículos de depósito, los derechos ó indemni-


zaciones adeudados se pagarán sin demora al pasar los artícu-
los á otras manos; y se pagarán mensualmente, cuando ellos
queden depositados más de un mes.
c) Los derechos é indemnizaciones se cobrarán, en general, men-
sualmente; pero la Compañía podrá exigir el pago adelantado.
Los gastos en dinero que la Compañía tenga que efectuar,
le serán reembolsados inmediatamente.
El 31 de diciembre de cada año, puede la Compañía exigir el
pago de todos los derechos é indemnizaciones vencidos.
6 ) DISPOSICIONES R E F E R E N T E S Á LA FECHA E N QUE H A D E ENTRAK E N VIGOR ESTA O R D E -
NANZA, Y DISPOSICIONES TRANSITORIAS

Esta ordenanza entrará en vigor el 15 de agosto de 1894, quedando


-entonces abolida la tarifa de agosto de 1888.

Sección B

Derechos por uso de las instalaciones del tráfico

•Se cobrará:
a) Un derecho de quai á los buques que descargan ó cargan, cal-
culado á razón de 10 Pf. por cada 1,000 kg. de artículos descar-
gados ó cargados sobre ó de los quais.

Nota.— No se aplicará esta tasa á los objetos destinados al


equipo de los buques ni al carbón para las máquinas, si las
cantidades embarcadas no exceden á lo necesario para
cada viaje y el capitán mismo ha solicitado su embarque.

ñ) Un derecho de explotación de quai, de acuerdo con las dispo-


siciones que siguen:

Derechos de explotación de quai


Para la aplicación de los derechos de explotación de quai, se dis-
tinguen las siguientes clases de artículos:

Artículos generales,
artículos de la primera clase especial (S 1),
artículos de la segunda clase especial (S 2),
y artículos ponderosos (M).
996 Anales de la Universidad

Son artículos generales, todos aquellos cuya admisión al uso-


de las instalaciones no está sujeta á ninguna restricción (réase el
Keglamento de Explotación) y que no figuran en ninguna de laa
Ires últimas clases-
Los artículos de la clase S 1 son: (i)

alumbre, amoníaco, asfalto, alambre de hierro y acero (exceptua-


do el alambre de púas), afrecho, arcilla, barita, bórax, ce-
mento, cereales, carbón de huesos, cocos, durmientes de ferro-
carril (de madera), espato, frutas de hollejo (para forraje),,
harina de semilla de algodón, de coco, de huesos,|de melaza,
kaolín, mineral de cobre, papas, rieles de tranvía, sal, semilla
de lino, soda, trapos en fardos prensados, tiza, yeso.

Nota.—Las tasas relativas á la clase S 1 sólo se aplican a


artículos no embalados^ cuando éstos sean inmediatamente
trasbordados. Se exceptúan sin embargo los cereales, fru-
tos para forraje, durmientes de madera, alambre en rollos,
papas y rieles de tranvía. Estos artículos, aunque no estén
embalados, se considerarán incluidos en la clase S 1.

Los artículos de la clase S 2 son:

arroz en bolsas, azúcar en bolsas, hierro en bruto, harina de


arroz en bolsas, ladrillejos de hulla.

Los artículos de la clase M son:

abonos, arena, cainita, carbón, guijarros, losas de piedra grosera-


mente labradas, mineral de hierro, piedra de cantera (no tra-
bajada), piedra de cal (en bruto), tierra.

ííota.—Las tasas de la clase M se aplican á los artículos


ponderosos que pueden cargarse ó descargarse á pala ó de-
rramándolos, y cuando la cantidad á trasbordar indicada
en una solicitud no es menor de 100 toneladas. Para canti-
dades menores, se aplicarán los derechos correspondientes^
á la clase 8 1.

(1) Indicamos solamente los principales de la lista original.


Anales de la Universidad 997

I . - - D K B K C H O S PARA LOS ARTÍCULOS QUB LLEGAN Ó SALXK POR AOUA

«. Cuando los arlíeulos son trasbordados utiUxándose ¡os galpones 6 locales al air» librt d4l
quai:

Para levantar del buque 6 bajará éste


artículos generales, por cada 100 kg. 8 1/2 Pf.
» de la clase S 1, por cada 100
kilogramo ^ 6 »
» de la clase S 2, por cada 100
kilogramos 5 «

b. Cuando los artículos son trasbordados inmediatamente:

1. Del buque á vagones de ferrocarril, 6 viceversa:

para artículos generales, por cada 100 kg. 5 Pf.


» » de la clase S 1, por cada 100
kilogramos 2 1/2 »
» » de la clase M, por cada 1,000
kilogramos 10 »

2. Del buque á vehículos ordinarios, ó viceversa:

para artículos generales, por cada 100 kg. 6 Pf.


» » de la clase S 1 y S 2, por ca-
da 100 kg 4 »
y> )) de la clase M, por cada 1,000
kilogramos 10 »

c. Cuando los artículos son trasbordados por el nismo solicitante, lo cual piKde ser obligato-
rio (véase h nota siguiente) ó simplemente ptrmitido por la Compañía:

1. De vagones de ferrocarril al buque, 6 vicever-


sa, por cada vagón que llega cargado ó á cargar 1 M.
2. De vehículos ordinarios (ó de almacenes) al bu-
que, 6 viceversa, por cada 1,000 kilogramos . . 30 Pf.

Nota.—El solicitante deberá encargarse él mismo del


trasbordo, cuando los artículos á trasbordar sean: bo-
tellas ó damajuanas vacías, objetos de alfarería ú otros
artículos frágiles, siempre que vengan sin embalar.
I I . — D B K E C H O S P A B A LO.S ARTÍCULOS QUE LLEGAN Y SALEN PÜR TIERRA

Cuando los artículos son llevados de los quais á los galpones ó lo-
cales al aire libre:
998 Anales de la Universidad

Por la recepción
de artículos generales, por cada lOO kg. 10 Pf.
» ^) de la clase S 1, porcada 100
kilogramos 8 »
» » de la clase S 2, por cada 100
kilogramos 7 »
Nota.—Cuando se pueda probar que los artículos habían sido
destinados á salir por agua, pero tuvieron después que ser
retirados, los derechos sufrirán un descuento de 2 Pf. por
cada 100 kg.

i n . — D E R E C H O S ADICIONALES

A los derechos detallados en I y II, hay que agregaren los casos


que se indican á continuación, los siguientes derechos adicio-
nales:

Observación preliminar. Para artículos trasbordados por el


mismo solicitante, no se aplicará ningún derecho adicional.

a) Para artículos de más de 2,000 kilogramos por pieza:

Por levantarlos del buque al quai, descenderlos del quai al


buque, ó trasbordarlos:

1) usando las grúas de ribera,


en piezas de 2.000 (exclusive) á 4,000 kilo-
gramos (inclusive), por cada 100 kilogra-
mos « 10 Pf.
en piezas de 4,000 (exclusive) á 6,000 kilo-
gramos (inclusive), por cada 100 kilogra-
mos 15 »
en piezas de 6,000 (exclusive) á 10,000
kilogramos (inclusive), por cada 100 ki-
logramos 20 »

2) usando la grúa flotante,

en piezas de 10,000 kilogramos, ó de menos, cuando se solicite


especialmente el empleo de la grúa flotante, se agregará
el doble délos derechos recién indicados 1), con un míni-
mum de 30 M. en el total
Anales de la Universidad 999

en piezas de 10,000 (exclusive) á 15,000


kilogramos (inclusive), por cada 100 kilo-
gramos 40 Pf.
en piezas de 15,000 (exclusive) á 20,000 ki-
logramos (inclusive), por cada 100 kilo-
gramos 45 »
en piezas de 20,000 (exclusive) á 25,000
kilogramos (inclusive), por cada 100 kilo-
gramos 50 »
en piezas de 25,000 (exclusive) á 30,000
kilogramos (inclusive), por cada 100 ki-
logramos 60 »
en piezas de 30,000 (exclusive) á 35,000
kilogramos (inclusive), por cada 100 ki-
logramos . . . 70 »
en piezas de 35,000 (exclusive) á 40,000 ki-
logramos (inclusive), por cada 100 kilo-
gramos , . . 80 »

Notas á a, 1) y 2).

1.a Si,—de acuerdo con la solicitud,—los artículos han


de ser trasbordados del buque á vagones de ferroca-
rril ó viceversa, pero dejados por de pronto sobre el
quai; y el segundo trabajo de grúa se verifica dentro
del plazo de retiro (véase más abajo V), se cobrará por
ese servicio la mitad solamente de los derechos que pre-
ceden.
2.3 Si los artículos son transportados dentro del puerto
franco, de un embarcadero á otro, con la grúa flotantOi
se aplicarán á este transporte los derechos que ante-
ceden, reducidos en un 50 «/o.
3,a Si los artículos son transportados del modo que se
indica bajo la letra e, los derechos sufrirán un aumento
de un 100 «/o.

i) Para artículos en fardos ó piezas pequeñas:

1) en piezas parciales de menos de 30 kilo-


gramos, por cada 100 kilogramos. . . . 2 Pf.
2) en piezas parciales de menos de 10 kilogra-
mos, por cada 100 kilogramos 3 »

iVbía.—Si la misma remesa de artículos contiene piezas ó


fardos de pesos diversos, después de separados los fardos
1000 Anales de la Universidad

ó piezas de más de 100 kilogramos, cuando los hubiere,—


páralos cuales se hará una cuenca aparte,—se aplicarán al
total los derechos que correspondan al peso medio.

c) Para artículos de difícil manejo:

por cada 100 kilogramos . . . . 4 Pf.

[Pertenecen á esta categoría, por ejemplo: anclas, tablas, tablo-


nes, plumas (en fardos, sin prensar), cañería de gas, canas-
tería, corchos, cadenas, huesos, trapos (en fardos, sin pren-
sar), esteras, muebles, bastones, caños de barro cocido, cajo-
nes y toneles vacíos, cueros sueltos, hojas sueltas de tabaco,
etc.].

Nota áb) y c).—Si estos artículos llegan ó salen por ferro-


carril, y utilizan los galpones ó locales abiertos de lo»
quais, los derechos indicados sufren un aumento de un.
50 o/o.

d) Para cargas de 10,000 kilogramos ó más en vagones de ferro-


carril:

por cargar lana ó tabaco, cada 100 kilogramos 2 Pf.

e) Para artículos que son transportados por la Compañía desde


el embarcadero hasta el lugar de depósito al aire libre ó vice-
versa, siempre que no se trate de artículos en barriles ó barri-
cas, que puedan hacerse rodar libremente:

por cada transporte, cada 100 kilogramos. . 3 Pf.

f) Para artículos respecto de los cuales no se ha indicado opor-


tunamente lo que haya de hacer la Compañía con ellos, ó para
los cuales se ha dejado pasar el plazo de retiro (véase V):

por cada 100 kilogramos 2 Pf.

IV.—DERECHOS ACCBSOBIOS

a) Por trabajos fuera de las horas de servicio, se agregará á Ios-


derechos indicados en I, en cada embarcadero (grúa):
Anales de la Universidad 1001

1) en días de trabajo;

hasta las 10 p. m., por hora 4 M.


después de las 10 p. m., por hora . . . 6 »
2) los domingos y días de fiesta, por hora . 10 »

Nota.—Si el trabajo se verifica por orden de la Compañía


(sección A, 5 a), los derechos que acaban de indicarse su-
fren una rebaja de 50 «/o.

b) Para trasbordar artículos de un buque á otro por medio de las


grúas de ribera, siempre que la Compañía tome á su cargo este
trabajo, y entendiéndose que corre por cuenta del capitán el
•nganche y desenganche de los fardos, etc.:

para artículos generales, por cada 1,000 ki-


logramos 80 Pi-
para artículos de las clases S 1 y S 2, por
cada 1,000 kilogramos 60 »
para artículos de la clase M., por cada 1,000
kilogramos 40 »

c) Por concepto de derechos de balanza para artículos en fardos


comunes, corriendo por cuenta del solicitante llevar los artícu-
los á la balanza, se cobrará (incluida la expedición de un cer-
tificado de peso) por cada 100 kilogramos, 5. Pf.

d) Por expedición de certificados:

primera expedición 1.—M.


cada expedición ulterior 0. 50 »

€) Por alquiler de útiles de explotación:

1) Balanzas de báscula,

por un día 3. — M.
por medio día 2. — »
por hora 0.50 »

2) Otros útiles de trabajo, como carros, carretillas, etc.,

por hora 0.20 M-

Nota.—La Compaiíía, sólo por excepción alquila útiles de


trabajo.
1002 Anales de la Universidad

V.—PLAZOS D E RETIRO Y OBBECHOS D E DEPÓSITO

a) Plazos de retiro.

Los artículos traídos á los galpones de quai ó á los locales


de depósito al aire libre, gozan de la exención de derechos d e
depósito por los plazos de retiro indicados en seguida. Los do-
mingos y días de fiesta no se cuentan en esos plazos.
Los plazos de retiro contados desde el día subsiguiente a l
del desembarco ó entrega serán:

1. Para artículos que vienen por buque 4 días^

Nota.—Vaxsí artículos que vienen por buque y son luega


reexpedidos por ferrocarril, se concede depósito libre
hasta que son trasbordados, cuando el pedido de vago-
nes y la solicitud de trasbordo sobre ellos han sido pre-
sentados á más tardar á las 4 p. m. del día anterior al
en que expira el plazo de retiro, y cuando además los
artículos están listos para ser trasbordados al día si-
guiente, de mañana.
2. Para artículos que vienen por ferrocarriles del tráfico-
general:

Cuando han sido traídos para embarcarlos y son


efectivamente embarcados 8 días-
Cuando los artículos no son embarcados, ó cuan-
do han sido traídos con el objeto de ser reexpe-
didos por tierra, siempre que para ello se haya
obtenido la autorización de la Compañía . . 2 »
3. Para los artículos que han sido traídos para el
embarque y han llegado al quai utilizando ve-
hículos ordinarios, ó el ferrocarril local, ó las
grúas de los almacenes,—no siendo en tales ca-
sos permitido traer los artículos sino para buques
ya listos para cargar . 2 »

h) Derechos de estadía.

Para artículos que no gozan de la exención de derechos de


depósito (en virtud de las disposiciones contenidas en á)^
ni son admitidos en depósito en virtud de las disposiciones
expresadas en c) (véase más abajo), se cobrará un derecho-
diario de estadía que será de:
Anales de la Universidad 1003

1. Para artículos llegados por ferrocarril del tráfico


general, por cada 100 kilogramos 2 Pf>
2. Para todos los demás artículos, cuando son de-
positados en galpones, por cada 100 kilogramos 4 »
Cuando son depositados al aire libre, por cada
100 kilogramos 2 »

a) Derechos de depósito.

Para artículos que, por excepción y en cuanto la Compañía


juzgue que hay lugar disponible, sean admitidos á depósito en
los galpones de quai ó al aire libre, ó fueren dejados en esa si-
tuación más de diez días después de expirados los plazos de re-
tiro indicados en a), se aplicarán las siguientes disposiciones:

1. Los derechos de depósito se calculan de acuerdo con las


tasas fijadas en la Sección C, I; en general, para artículos
cuyo depósito se solicite por un plazo corto (no menor de 14
días), se cobrará el alquiler mensual simple, y para ar-
tículos recibidos en depósito mensual, se cobrará el alqui-
ler mensual aumentado en un 50 Vo-
2. El costo del trabajo eventual de estivar, reestivar, etc., los
artículos, se fijará de acuerdo con las tasas usuales si no
lo hubiere sido de antemano; en caso de desacuerdo, re-
solverá en definitiva la Diputación de Puertos y Ferroca-
rriles.
Si el propietario de los artículos desea efectuar él misma
aquellos trabajos, deberá anunciarlo con la debida antici-
pación á la Compañía. Está obligado, en tal caso, á llevar
á cabo esos trabajos dentro del plazo que le fije ésta,
y á cumplir las indicaciones que le haga respecto de la
utilización del local de depósito y del modo de apilamiento
de los artículos.
3. L a Compañía podrá exigir en cualquier momento el retiro
de los artículos, con aviso anticipado de una semana. Trans-
currido el plazo del aviso, empezará á aplicarse el derecho
de estadía indicado en b), pero la Compañía podrá también
entonces mandar trasladar á otro local los artículos, á costa
del propietario.
4. E n lo demás, conservan toda'su fuerza las disposicione&
del Reglamento de Explotación de la Compañía.
1004 Anales de la Universidad

Sección C

Derecho por el uso de las instalaciones de depósito

I . — A L Q U I L E R E S D B DEPÓSITO

a) Por conservar artículos depositados en los edificios de la Com-


pañía, se cobrarán los derechos siguientes:
[Los precios son mensuales y se refieren,—cuando están in-
dicados por pieza,—é. envases, pesos y dimensiones ordinarios .
Para otros envases, así como para artículos no indicados, la
Compañía fijará los precios de acuerdo con las circunstancias
de cada caso especial. Las fracciones de un mes valen por un
mes enteroj. (D

Anís, por bolsa. . 3 Pf. Azúcar en bruto y


Asfalto w '1 . . 5 » granulada, por 100
» » cajón. 8 » kg 5 Pf,
» » barrih 15 » Azúcar refinada, por
Algodón indio, por 100 kg 10 »
fardo. . 15 » Cerveza en cajones,
Algodón americano. por cajón 10 »
por fardo . 25 » Cacao, por bolsa. 5 »
Algodón (harina de Café » » 5 »
s e m i l l a de), por Cemento » » 4 »
1,000 kg. . . . 50 » Coco (fibra de), por
Alambre en rollos, fardo 15 »
por 100 kg. . . 15 » Carne, por barril . 15 »
Alcornoque, por far- Cereales, pesados, en
do 15 » bolsas, por 1,000 kg. 40 »
Afrecho, porlUOkg. 6 » Cereales, p e s a d o s ,
Almendras, por far- sueltos, por 1,000 kg 50 »
do 10 )) Cereales, livianos, en
Aceite, por barril. . 20 )) bolsas, por 1,000 kg 50 »
Aceite de oliva, por Cereales, li v i a n o s,
barril chico. 20 y> sueltos, por 1,000 kg 60 »
Aceite de oliva, por Cueros secos, por pieza 2 1/2 »
barril grande . 40 » » » » fardo 75 »
Arenques, por barrica 15 » Cáñamo, por 100 kg. 15 »
Arroz, por bolsa. 5 » Corcho » fardo . 20 »

(1) Damos solamente UQ extracto de la lista original.


Anales de la Universidad 1006

<Jáscara de naran- Semilla de alfalfa,


ja, etc., por fardo 15 Pf. por bolsa . . . Pf.
•Ciruelas » cajón 3 » Semilla de alfalfa,
» » bolsa 5 » por 100 k g .
> » barril 10 » Semilla de lino (en
Frutas {^n conserva), bolsas), por 1,000
por cajón . . . 8 » kilogramos., . 50
Fideos por cajón . 3 » Semilla de lino (suel-
G u i s a n t e s,habas, ta^., por 1,000 kg. 60
etc ,por bolsa. . 5 » Sardinas, por cajón. 8
Grafito, por barril . 30 » Te » » 5
Hierro » 100 kg. 10 Tapioca » bolsa. 5
Higos » bolsa . 5 » Tabaco (Seedleaf),
Harina, por bolsa . 5 » por cajón . 30
» de arroz, por Tabaco (Maryland),
100 k g . . . . 6 por barril . . . 90
Hierro en bruto, por Tabaco (Virginia) ,
1,000 kg . . . 50 100
por barril .
Lúpulo (prensado),
Tabaco 'Kentucky),
por fardo . . . 25 » 120
por barril .
Lana (de Buenos Ai-
res), por fardo. . 40 » Tabaco, por paquete
L a n a (del Cabo ó de hasta 50 kg. .
Australia), por far- Tabaco, por paquete
10
do 30 de 50 á 75 kg. .
Manzanas, por cajón 3 » Tabaco por paquete 12
Manteca, » barril 3 »
de más de 75 kg. 10
:Salmón (en latas),
Vino por cajón. .
por cajón . . . 10 » 60
» » pipa . .

b) Por conservar artículos en depósito al aire libre, se cobrará la


mitad de los derechos que anteceden.

II.—DERECHOS ACCESORIOS'

•a) Uso de la maquinaria elevadora, de los almacenes:

1. Por elevar y descender artículos que han sido traídos á de-


pósito y que deben ser más tarde sacados de él, se co-
brará en el momento de traerlos á depósito, por las dos ope-
raciones en total:

ipor cada 100 kilogramos. 5 Pf.


«9
1006 Anales de la Universidad

2. Por elevar ó por descender, dentro del almacén, de un pisO'


á otro, artículos depositados, se cobrará:

por 100 kilogramos 3 Pf

3. Por trasladar artieulos del galpón del quai al almacén, em-


pleando las gfr¿*íís,—incluyendo el trasporte al galpón y el
enganche á la grúa, así como el trabajo de descender los ar-
tículos cuando llega el momento de retirarlos,—se cobrará,,
en el momento de traerlos,

por cada 100 kilogramos 8 Pf.


4. Por trasladar artmilos del almacén al galpón del quai, em-
pleando las (//-Mas,—incluyendo el desenganche de la grúa y
el trasporte dentro del galpón,—se cobrará:
por cada 100 kilogramos 6 Pf.
Nota á 3 y 4.—Tratándose de artículos que vienen por
agua y que, de acuerdo con la solicitud, son trasporta-
dos inmediatamente del desembarcadero al almacén,—ó
viceversa,—los derechos sufren una rebaja de 3 Pf. por
cada 100 kg.
h) Uso de las instalaciones de alumbrado eléctrico.
Las instalaciones de alumbrado eléctrico podrán utilizarse
en las condiciones del Reglamento de la Explotación, me-
diante el pago de los siguientes derechos:
1. Por la conservación de las conexiones, conductores in-
teriores é instalaciones del alumbrado, se cobrará un dere-
cho de conservación anual, variable según el número de
lámparas:
una lámpara de incandescencia. 4.50 M.
un par de lámparas de arco:
con un consumo de
corriente de hasta 6 amperios 45
con un consumo de
corriente de hasta 8 » 50
con un consumo de
corriente de hasta 10 » 55
con un consumo de
corriente de hasta 12 » 60
Anales de la Universidad 1007

2. Por contadores alquilados, se cobrará un derecho anual,


variable también según el número de lámparas:

contadores de
instalacio-
nes de hasta 24 lámp. de incand. 15.—M.
contadores de
instala c i o-
nes de hasta 36 » » » 16.80 »
contadores de
instala ci o-
nes de hasta 48 » » » 19.20 »
contadores de
instala c i o-
nes de hasta 100 » )> ,» 20.40 «
contadores de
instala c i o-
nes de hasta 200 » » » 22.80 »
contadores de
instala ci o-
nes de hasta 300 » » » 25.20 »
contadores de
instala ci o-
nes de hasta 400 » .) » 28.80 »
contadores de
instala c i o-
nes de hasta 600 » » » 33. — »
contadores de
instalac i o-
nes de hasta 800 » » » 38.40 »
contadores de
instala c i o-
nes de hasta 1,200 » » » 40.80 »

Nota á 1 y 2.—En la indicación de estos derechos, se


supone que las lámparas de incandescencia son de
16 bujías. En el derecho de conservación están in-
cluidos el consumo ordinario de lámparas de incan-
descencia y el de lápices de carbón.
Cada dos conexiones para lámparas de mano
trasportables, valen por una lámpara.
Los trabajos que según contrato deba realizar la
Compañía á costa del consumidor, se cobrarán por
su precio de costo aumentado en un 10 %.
1008 Anales de la Universidad

3. Por suministro de corriente, el derecho se calculará se-


gún la indicación del contador, á razón de:

por cada amperio hora 8 Pf.

Nota á 3.—La Compañía podrá acordar, cuando se


trate de instalaciones de menos de 6 lámparas de
incandescencia, el suministro de corriente sin con-
tador. E n tales casos, se admitirá que el consumo
anual por lámparas es de 200 amperios horas. De
ahí resulta un derecho anual por lámpara, inclu-
yendo conservación y suministro de corriente, de
20.50 M.

I I I . D E R E C H O S E S P E C I A L E S POR USAR D Í L DEPÓSITO DK MADERAS

Apéndice número i

DISPOSICIONES D E LA DIPUTACIÓN' D E P U E R T O S Y F E R R O C A R R I L E S R E L A T I V A S AL ARREN-


DAMIENTO D E LAS I N S T A L A C I O N E S D E DEPÓSITO DEL D I S T R I I O FRANCO

L a Compañía arrendará las instalaciones de depósito, de acuerdo


con las tasas de arriendo que se indican más abajo y en las condi-
ciones fijadas por el Reglamento de la Explotación.
E l arriendo se efectúa en general por uno ó por tres años (excep-
cionalmente por plazos más cortos) y con la condición de desalojo,
previo aviso anticipado de tres meses, para el arriendo anual, y de
seis meseg, para el arriendo trienal. El precio de arriendo se paga
por trimestre ó por semestre adelantado, según el arrendamiento sea
anual ó trienal. L a compañía se encarga, mediante una compensa-
ción proporcionada, del alumbrado y limpieza de los corredores y es-
caleras comunes.
Las disposiciones de la Ordenanza que precede, obligan también
á los arrendatarios. Sin embargo, para los artículos que entren
ó salgan por vagón de ferrocarril y que el arrendatario tras-
borde sobre la vía férrea de los almacenes, no se cobrará ningún
derecha de quai, además del derecho del ferrocarril del puerto (véase
apéndices números 2 y 3).
Anales de la Universidad 1009

a) Almacenes.

Nota previa.—La superficie de piso bajo de un departa-


mento es:

en los almacenes I y V, de 360 metros cuadrados,


en los almacenes I I y I V , de 270 metros cuadrados.

Los departamentos se componen de sótano, piso bajo, dos


á tres pisos altos y bohardilla.
E l almacén I contiene departamentos de 5 á 7 pisos;
E l almacén V contiene departamentos de 6 á 7 pisos;
E n los almacenes I I y I V todos los departamentos tienen
5 pisos.

1. Precio de arriendo para departamentos completo& con plazo


fijo de tres años:

Almacenes Almacenes
I y V II V IV

departamentos de 5 pisos 5,400 M. 4,100 M.


» » 6 » 6,400 » —
» )) 7 » 7.200 » —

con plazo fijo de un año:

departamentos de 5 pisos 5,800 4,400 »


» » 6 » 7,0Ü0
» * 7 » 8,000

2. Precio de arriendo por piso,


(con plazo fijo de un año)

sótano . . 1,500 * 1,140


piso bajo. . . 1,900 » 1,440
l.er piso alto . . 1,500 » 1,140
2 o » • < • . . . 1,040
3.«r » » . . . . . 1,250 » —
4° » » . . . . . 1,050 » —
850 * 440

3. Precio de arriendo por una parte de un piso,


(con plazo fijo de un año).
1010 Anales de la Universidad

Almacenes I, II, IV y V, pa-


ra un espacio mínimo de
100 m cuad. 25 m cuad.

en sótano, por m cuad. . 4.75 M. 5.50 M.


» piso bajo por » » . . 6.— » . 7.— »
» l.er piso alto por m cuad. 4.75 * 5 51 »
> 2." » » > » » . 4.50 » 5.— »
> 3.^'' » » » » ».4.— » 4.50»
» 4.° » » » » ».3.50» 4.— »

b) Galpones y depósitos al aire libre.

1. Los galpones tienen un solo piso y se componen de cierto


número de locales separados, con accesos especiales desde
la calle. No existen en los galpones vías férreas para la car-
ga de las mercancías.
Cada local separado ocupa una superficie de terreno va-
riable entre 25 y 16 m cuad.
El precio de arriendo por año y por m. cuad. es de 5.50 M.
2. El precio de arriendo de los depósitos al aire libre es por
año y por m cuad:

para los espacios pavimentados entre los


galpones de quai 1-20 M
para los demás depósitos 0.60 »
Nota á a) y h). La administración puede excepcionalmente
realizar contratos de arriendo por una duración menor
de un año; pero en todo caso los precios de arriendo in-
dicados sufren un aumento de 10 % para los arriendos
semestrales, y de 25 % para los trimestrales.
Bremen, 1.» de julio de 189i.

Apéndice número 2
L E Y BELATIVA AL COBRO DE F L E T E S DE F E E E O C A R E I L E N E L P U E R T O DE BREMEN

Las mercancías trasportadas sobre las vías férreas del Estado de


Bremen situadas en el distrito franco, en el Holzhafen, etc., pagarán
Anales de la Universidad 1011

-cuando el trasporte se verifique en las condiciones de tráfico común


-con los ferrocarriles que desembarcan en Bremen, los siguientes fletes,
como remuneración por la parte del servicio correspondiente al Es-
tado de Bremen:
I. Cuando la carga ó descarga de los vagones tenga lugar sobre
una vía férrea oficial:

a) para artículos de vagón completo;


1. en el distrito franco y en el Holzhafen. . 4 Pf. por 100 kg.
2

b) para artículos de detalle:

1. en el distrito franco y en el de Holzhafen. 8 Pf. por 100 kg.

II. Cuando la carga ó descarga de los vagones tiene lugar sobre


•vías férreas pertenecientes á particulares:

3 Pf. por 100 kg.


Las fracciones de 100 kg. se cuentan como 100 kg.
Las sumas correspondientes á cada envío separado, se redondea-
•rán, por aumento, en múltiplos de 5 Pf.

§2

Subsiste el derecho de cobrar, junto con el flete del ferrocarril del


puerto, todas las compensaciones correspondientes á otros servicios.

§3

Para artículos remitidos desde el puerto, los fletes indicados en


el § 1 se cobrarán por la Administración de Ferrocarriles; para artí-
culos recibidos en el puerto, los fletes serán cobrados por la Admi-
nistración del Puerto.

§4
La contabilidad délas sumas cobradas en virtud del § 1, se arre-
glará mensualmente entre las dos Administraciones.
Bremen, 1.° de julio de 1894.
1012 Anales de ¡a Universidad

Apéndíee núniero B

DISPOSICIONES RÉGLAMENTAKIAS E E F E E E N T E S A LA LEY QUE ANTECEDE

I
Para el distrito franco, el Holxhafen y anexos.

A.r-Recepción

Los avisos de llegada serán presentados por el recibidor al jefe de-


estación del distrito franco; este jefe aplicará á cada aviso de-
llegada el sello de su oficina, á manera de recibo, luego que haya
sido pagado el flete de ferrocarril, ó acordado un plazo para pagarlo.
La Oficina expedidora del distrito franco, sólo entrega la guía á-
cambio del aviso de llegada sellado por el jefe de estación.
Si el recibidor lo desea, el jefe de estación certificará después so-
bre la guía el recibo del importe del flete. El recibo consistirá, tam-
bién en este caso, en la aplicación del sello.

B.—Envío

La anotación del flete de ferrocarril del puerto, será inscripta so-


bre la guía (sea para reembolso ulterior, sea como recibo de la suma
pagada):

1. para los envíos desde el distrito franco, por la Compañía de


Almacenes generales de Bremen;
2. para los envíos desde el Holzhafen, etc., por el jefe de esta-
ción del distrito franco.

Las oficinas de la Compaííía ó de la estación proveerán la guía


que se les presente, del correspondiente sello. La tramitación ulterior
de la guía, no podrá efectuarse hasta después de provista de dicho sello.
Nota.—El pago anticipado del flete de ferrocarril del puerto, es
obligatorio para los envíos francos de flete; y facultativo, para los en-
víos que no gozan de esa franquicia.

II

Bremen, 5 de agosto de 1904.


Anales de la Universidad 1013

Apéndice número

DISPOSICIONES ACORDADAS POR L A DIPUTACIÓN D E PUERTOS Y FERROCARRILES RELATIVAS


A LOS DERECHOS POR USO D E LAS INSTALACIONES DEL FERROCARRIL DEL PUERTO

II

Se cobrará en los casos siguientes un derecho de maniobras, de


3 M. por cada vagón cargado y de 1.50 M. por cada vagón vacío;
tanto en el distrito franco como en el Holz und Fabrikenhafen,
etcétera:

1. cuando los vagones pedidos hayan de ser transportados del


sitio que se indicó en el pedido á otro lugar, á solicitud del in-
teresado;
2. cuando, por culpa de una deficiencia en la indicación de la
guía, el lugar de carga solicitado no haya sido comunicado á
tiempo por la estación respectiva;
3. cuando los vagones vacíos traídos, no sean usados por el inte-
resado.

III

E n el distrito franco y en el Holz und Fabrikenhafen se pagará


derecho de balanza por utilizar las balanzas del ferrocarril, mediante
autorización de la Administración.
Ese alquiler será, en el primer día de uso, por cada medio día ó
fracción de medio día

1.00 M. por vagón abierto de mercancías de 10 tns. de capacidad,


1.50 » » » » » » » 15 » » » ;

por cada uno de los días subsiguientes ó fracción de día, se cobrará, ade-
más de la tasa del día anterior, un marco de tasa suplementaria; sin
embargo, no se cobrarán más de 5 M. por vagón y por día. Tampoco se
agregará el suplemento, para aquellos días en que el interesado ten-
ga que pngar derechos de maniobra por los vagones respectivos.
1014 Anales de la ürdversidad

Ei alquiler corre á partir del momento en que se entrega, pronta


para funcionar, y en el lugar de carga indicado, la balanza pedida; y
termina en el momento en que se devuelve vacía á los empleados de
estación en servicio y en el trozo de vía fijado al efecto. Las com-
posturas de las balanzas que se devuelvan con averías, las hará
efectivas la Administración, y correrán por cuenta del interesado.

IV

Se cobrará un derecho de báscula en el distrito franco, en ei


Holz-und Fabrikenhafen, etc.. por el uso de las básculas de ferro-
carril.
Ese derecho será de:

1.00 M. por cada pesada de un vagón cargado,


0.50 » » » » » » » vacío.

El pago de este derecho incluye la retribución del trabajo de trans-


portar cada vagón desde el tren de llegada hasta la báscula y desde
ésta hasta el lugar de descarga indicado, ó desde el lugar de carga
hasta la báscula, y desde ésta hasta el tren. Si hay otros transportes
de vagones que efectuar, se cobrará el derecho de maniobras (II).

Estos alquileres y derechos se cobrarán,


para el distrito franco, por el jefe de la estación;

VI

VII

Bremen, 1.° de julio de 1904.

(Contintiará).
Anales de la Universidad 1015

Documentos oficiales

Colocación de la piedra fundamental del Edificio Central delí


Universidad

Discursos pronunciados

PALABRAS D E L RECTOH

Señores:

Es esta la tercera piedra fundamental que colocan las autoridades


universitarias en el corto espacio de un año y medio. E n octubre de
1904, quedaron inauguradas las obras del hermoso edificio de la F a -
cultad de Medicina en la Plaza Sarandí. U n año después, empezó la
construcción de la amplia escuela de enseñanza secundaria en la
manzana que linda con ésta. Ahora nos toca inaugurar las obras del
edificio destinado á las oficinas centrales de la Universidad y las Fa-
cultades de Derecho y de Comercio. Y tengo la fundada esperanza
de que antes de finalizar el corriente aiío, habremos iniciado la cons-
trucción de las Escuelas de Veterinaria y Agronomía en los alrede-
dores de la Estación Sayago, y habremos trasladado la Facultad de
Matemáticas al local de la Escuela de Artes y Oficios.
Cuando yo propuse en los comienzos de mi rectorado la construc-
ción de una modesta escuela de enseñanza secundaria en este mismo
sitio, reanudando una fecunda iniciativa de mi antecesor el doctor
Claudio Williman, no fué rechazado el proyecto por consideraciones
simplemente personales, pero se dijo y se sostuvo en cambio que la
notoria escasez de fondos era valla insalvable á la realización del
pensamiento.
No se había contado con el concurso decidido y entusiasta del Go-
bierno y muy especialmente del Presidente de la República y de sus
1016 Anales de la Universidad

Ministros de Hacienda y Fomento, que en plena guerra civil dicta-


ban un decreto arbitrando los primeros fondos para la construcción d e
las obras, inspirados sin duda alguna en lo que podríamos llamar
una gloriosa tradición universitaria, porque la Universidad surgió en
medio de la guerra y como medio de propender á la extinción de la&
guerras, según lo demostrará dentro de breves instantes el señor De-
cano de Derecho y Ciencias Sociales, á quien he cedido el honor de
llevar la palabra en este acto á nombre de la Universidad.
L a modesta iniciativa se agigantó al pasar al Cuerpo Legislativo, y
en vez de una pequeña escuela de enseñanza secundaria tenemos hoy
en plena ejecución tres edificios verdaderamente monumentales, que
impulsarán de una manera vigorosa el progreso de la intelectualidad
nacional.
Yo deploro vivamente que no se encuentre aquí el primer magistra-
do, porque á él corresponde el honor de esta gran jornada que cons-
tituirá en el porvenir una de las proyecciones más fecundas y sanea*
das de su Gobierno.
Queda inaugurado el acto.

DISCURSO DEL MINISTRO DE FOMENTO

Señores:

E s con verdadera satisfacción que me presento á inaugurar en


nombre del Gobierno, el gran edificio destinado á las Facultades de
Derecho, Comercio y Centros universitarios. No hace mucho tiempo
colocamos en este mismo paraje la piedra fundamental de la gran
obra de la Facultad de Enseñanza Secundaria que está en construc-
ción en este momento.
Se trata en este caso de un edificio grandioso y monumental, que
marcará una época propicia en la historia de la instrucción científica
del país.
E s el sexto edificio que se levanta en el plazo de dos años para la
instrucción superior y secundaria; cuatro de ellos están situados en
la antigua Plaza de Frutos y son: la Facultad de Medicina, la de Hi-
giene, la de Anatomía y la de Fisiología, é inmediato á este el que
inauguramos hace pocos meses, de la Facultad de Enseñanza Secun-
daria.
Dentro de breve plazo se dará principio, bajo los auspicios de la
misma Universidad, á las Escuelas de Veterinaria y Agronomía en el
pueblo de Sayago, habiéndose contratado ya, para su organización,
dos profesores especialistas.
E n su construcción espaciosa y sujeta á las reglas de la ciencia
Anales de la Universidad 1017

moderna, se tendrá en vista que de esas dos enseñanzas depende en


gran parte el porvenir económico del país.
Jamás, señores, la Nación ha presenciado un progreso tan notable
en materia de instrucción superior, y debemos esperar que los resul-
tados corresponderán á los grandes propósitos é ideales que persi-
gue esta generación, inspirada en el más puro patriotismo y en la3
ideas más sanas de adelanto que estriba esencialmente en la instruo-
<;i6n científica.
E s realmente digno de admiración el impulso á que obedece el
país en todas las ramas de la actividad humana, sobre todo si se
tiene en cuenta, que recién ha salido de una época funesta de conmo-
•ciones políticas y de revoluciones, que paralizaron sus iniciativas du-
rante el primer año de esta Administración.
Estos adelantos morales y materiales que se realizan en todos los
ámbitos de la República, son debidos en gran parte á la obra política
•déla consolidación definitiva de la paz, realizada por este Gobierno.
E l esfuerzo para conseguir ese gran bien fué doloroso y prolon-
gado, pero los resultados, como se ve, han sido notables y beneficiosos.
E s una ley de la humanidad y de la filosofía de la historia, que la
organización definitiva y la estabilidad de las sociedades no se con-
sigue sino con esfuerzos supremos y enormes sacrificios de sangre y
-de bienes.
Debemos esperar, pues, que en vista de tanta prosperidad que se
dibuja en el horizonte de la patria, todas las pasiones, resentimientos
y enconos sean olvidados al pie de sus altares y que todos los orien-
tales se unan para contribuirá su felicidad.
Esta administración, cuyo término se acerca, dejará huellas prepara-
das de progreso y de adelantos en la historia de la República, y yode-
claro que me siento muy honrado y orgulloso, al haber podido llevar
-en el desempeño de mi cometido y haciendo parte del Gobierno, un
grano de arena para estimular este gran movimiento de progreso, en
condiciones tales que jamás se habían presentado hasta ahora.
Terminaré felicitando al señor Rector aquí presente y á las autori-
dades universitarias por haber sabido secundar con tanto empeño y
-acierto los propósitos de los altos Poderes del Estado al organizar la
instrucción superior con la reforma de sus programas de estudios y
con el levantamiento de tan notables edificios destinados á su ense-
ñanza.
H e dicho.
1018 Anales de la Universidad

DEL SEÑOR MINISTRO D E GOBIERJifO

Señor Rector.

Señores:

Experimento una verdadera satisfacción, en concurrir á esta inte-


resante ceremonia, no sólo por la honrosa delegación que se ha servi-
do confiarme el señor Presidente de la República, sino también por
la profunda simpatía que me inspira todo acontecimiento, que expresa
un adelanto para nuestra primer institución de Enseñanza Secunda-
ria y Superior.
Ligado durante más de veinticinco años á la enseñanza universita-
ria, que inicié en el ? Ateneo del Uruguay» y en la *Sociedad Universi-
taria», sería una ingratitud de mi parte la indiferencia ajite sus pro-
gresos ó la resistencia en prestarle el modesto concurso de mis ser-
vicios.
Fuera de esta consideración de carácter personal, considero como
un deber moral, cooperar aunque sea con un modesto grano de arena
al engrandecimiento de la enseñanza, desde que nunca son bastantes
los esfuerzos que se realicen, tendientes á mejorar la instrucción se-
cundaria y superior, que difunde ideas fecundas y eleva el nivel in-
telectual de la República.
No sería razonable distraer los recursos del Estado en suntuosos
edificios destinados á la enseñanza superior, si para ello hubiera que
descuidar la educación común del pueblo, que es de primera necesi-
dad; pero esa crítica no podría hacerse con fundamento en el mo-
mento actual, en que se han destinado abultadas sumas para el fo-
mento de la instrucción primaria. Si la iniciativa privada no fuera
desgraciadamente insuficiente entre nosotros, no habría necesidad ni
interés en dar á la instrucción superior, el carácter de una función
pública, pues bastaría dejar librado al esfuerzo popular el cultivo
superior de la inteligencia; pero es notoria que estamos muy distantes
de la realización de ese ideal. Por consiguiente no es posible prescin-
dir de la acción del Estado, si se quiere conservar y hasta levantar
nuestro nivel intelectual.
Con un criterio inspirado en propósitos de progreso, las autoridades
universitarias comprendieron que no es suficiente la exuberancia de
material científico de enseñanza y la existencia de valiosas bibliotecas,
adquiridas con grandes sacrificios durante muchos años. Compren-
dieron que era indispensable también disponer de vastos locales y de
instalaciones apropiadas, atendiendo y con razón preferentemente
esa cuestión de vital interés para la institución universitaria.
Anales de la Universidad 1019

La cuestión de la piedra fundamental de este futuro edificio, des-


tinado á las Facultades de Derecho y Ciencias Sociales y de Comer-
cio, es un nuevo paso en la realización de ese anhelo, que acariciaron
de tiempo atrás las autoridades de nuestro gran centro de enseñanza
y que con encomiable empeño han logrado realizar las actuales, sal-
vando las muchas dificultades, que con frecuencia se han presentado
al quererse llevar á término los proyectos de construcción para las
diversas Facultades que constituyen nuestra Universidad.
F u é en su tiempo un verdadero adelanto, la traslación de la Univer-
sidad al local que todavía ocupa, iniciada y llevada á cabo durante el
período del doctor don Pablo De-María, digno Rector en esa época.
Además de la mayor amplitud que obtuvieron las distintas reparti-
ciones, el aspecto general del edificio condice con su aplicación y
puede presentarse al extranjero sin desdoro.
Hasta su posición y altura, que lo destacan al entrar en la bahía,
han impresionado siempre favorablemente al viajero, que aproximán-
dose á nuestro puerto, ve como palacio culminante el de nuestra pri-
mer institución de enseñanza.
Corresponde ahora á las actuales autoridades superiores de nuestra
Universidad, el honor y la legítima satisfacción, de haber en defini-
tiva resuelto el apremiante problema, presentándonos dentro de po-
cos años, varios grandes locales con destino especial para cada uno
de ellos, y en los cuales se podrá iniciar la nueva enseñanza univer-
sitaria, de acuerdo con los métodos aconsejados por la ciencia.
Debo, pues, como un acto de justicia, rendir homenaje felicitando al
Consejo Universitario y en particular al señor Rector doctor Eduardo
Acevedo y á su digno colaborador el señor Decano de la Facultad de
Derecho y de Comercio, doctor Carlos M. de Pena.

PALABRAS DEL DOCTOR PENA

Señores Ministros,

Señor Rector,

Señores:

E s este un día de expansiones generosas, de alegrías patrióticas, de


nobles fiestas y de conmemoraciones perdurables.
Grande es nuestro regocijo porque rendimos en forma dignísima el
homenaje debido á nuestra gloriosa efeméride.
E s éste un día de júbilo para todos los que amemos el progreso
científico, que es y debe ser á la vez progreso intelectual, progreso
moral, progreso económico para los pueblos.
1020 Anales de la Universidad

Día de júbilo para la República, porque en el dominio de las gran-


des conquistas de que se enorgullecen las naciones, ninguna más du-
radera, ni más brillante, ni más fecunda que la que se simboliza en
la consagración de un hogar para el Derecho y para todas las cien-
cias sociales, en cuyo grupo cabe perfectamente el comercio como una
institución social, como una manifestación de la vida económica, como
un propulsor de vastos progresos en la vida práctica, como un heraldo
de la civilización y de la paz.
Que tome, pues, Mercurio su puesto de honor junto al Derecho y
á la Ciencia: bajo la protección de ese joven gallardo, de aspecto apo-
líneo, pensativo, ágil y enérgico, que es luz, fuerza y escudo, dispuesto
para todas las luchas,—tal como es «Jus» en esa efigie conmemorativa
de hoy.—Que tome su puesto Mercurio recibiendo inspiraciones de
esa Minerva hermosa que observa y escruta con olímpica majestad,
atrayente y subyugadora, como es la «Scientia» en la medalla conme-
morativa de nuestro artista Carlos M. Herrera.
¡Qué mejor manera de honrar el aniversario de la jura de la Consti-
tución, que esta fiesta auspiciosa, rebosante de nobles memorias del
pasado, de halagüeñas promesas para lo futuro y que encierra el fruto
de bendición acariciado por nuestros proceres como el más sólido le-
gado para sus hijos!
Y digo así sin incurrir en el culto supersticioso de la tradición.

La fundación de la Universidad era uno de los propósitos más per-


sistentes en la mente de nuestros hombres consulares.
L a buscaban unos durante la primera Administración Nacional,
como un t>mbre de gloria para la patria. Otros la proclamaban en la
Administración siguiente, como una necesidad para colocar á la ju-
ventud en aptitud de dar mayores testimonios de su ilustración y sus
progresos en el cultivo de los conocimientos humanos; «para dilatar
más su esfera intelectual, suministrándola estudios más conspicuos y
dignos de los servicios que la patria reclamiría de esos jóvenes al-
gún día».
Un ministro genial, don Santiago Vázquez, aprovechaba la extin-
ción de la comunidad de los regulares de San Francisco, y al barrer
«establecimientos improductivos», no hallaba destino más provechoso
y útil, en armonía con las necesidades de la República y con las exi-
gencias de la razón universal, que declarar bienes públicos los de la
extinguida comunidad, destinando, no obstante, la Iglesia del Con-
vento á Capilla ó ayuda de Parroquia y todo «el resto del edificio»
perteneciente á la extinguida comunidad, queda destinado á la Uni-
versidad, cuya creación y demás se reglará también por separado».
Y así encontró su primer hogar la Universidad, asilándose en las
Anales de la Universidad 1021

«alas de refectorio y rezo de los buenos padres, en las celdas ruinosas


•de los conventuales de San Francisco.
U n a sombra de las tradiciones conventuales y del espíritu de la
Escolástica quedó vagando en el ambiente de aquellos claustros. L a
Facultad de Teología instituida en 1837 como Facultad Universitaria,
•mantuvo por algún tiempo encendidas las lámparas sagradas hasta
que se suprimió de suyo por falta de catecúmenos y de oficiantes.
Once años más tarde, en 1849, un estadista ilustre creaba realmente
la Universidad, inaugurándola el 18 de julio. Y la creaba como se
han creado en nuestro país tantas otras instituciones, nacidas en los
más graves momentos de conflicto, entre los dolores y las zozobras de
grandes crisis nacionales; y es de notar que al mismo tiempo que
dentro de los muros de la ciudad sitiada se encendía este faro inex-
tinguible de la Universidad,—en medio del campamento de los sitia-
dores un pensador, un jurisconsulto solitario reconstruía las tablas de
la ley dispersas, hechas trizas por el vendaval de las pasiones desata-
das, y ante el altar de la patria deponía como homenaje el proyecto
de Código Civil,
La Universidad nacía atrayendo á sus aulas aquella falange bri-
llante que se educaba en el Colegio de Humanidades, en el Gimna-
sio, convertido después en Colegio Nacional, en el Colegio de los P a -
dres Escolapios y en la «Escuela Completa» que se anexó á la misma
Universidad. Y encontraba sobre todo su savia nutricia en la «Casa
de Estudios» y en la Academia de Jurisprudencia que fueron el ver-
dadero semillero de donde salió la pléyade de bachilleres, abogados y
jurisconsultos que ilustraron el Foro, la Magistratura, el Parlamento
la Política, y asumien)n figuración descollante en las tareas do la ad-
ministración y del Gobierno.

La Universidad de 1849 no sólo comprendía la enseñanza primaria


bajo la dirección exclusiva del Instituto de Instrucción Pública crea-
do en 1817, sino que principalmente debía consagrarse á la enseñanza
secundaria, á la científica y profesional, repartiendo éstas en las Fa-
cultades de Ciencias Naturales y Matemáticas, en la de Medicina,
Cirujía y Farmacia, en la de Jurisprudencia y en la de Teología.
Los estudios secundarios comprendían un curso de estudios comer-
ciales que duraba dos años y cuyo programa responde hoy mismo á
las exigencias de una escuela superior de enseñanza mercantil.
Iniciáronse entonces en modestas proporciones estos estudios de
tanta utilidad, sobre cuya difusión llamó varias veces la atención el
Rector Herrera y Obes, y llegó á autorizarse en 1854 un curso espe-
cial de Estudios Comerciales y de Derecho Mercantil que propuso el
.doctor Adolfo Pedralbes, nuestro maestro de ayer,—único sobievi-
70
1022 Anales de la Universidad

viente de la colación primera de doctores en ISóO—decano hoy de-


nuestro foro—que conserva aún los ritos y las formas de aquellas jus-
tas caballerescas de la Academia de Jurisprudencia.
H a n vuelto á ingresftr en nuestra Universidad los Estudios Comer-
ciales con los cursos para Contadores, creados por iniciativa del Rec-
tor Vásquez Acevedo, y se han extendido en nuestros días y asumen
la forma de una nueva creación y constituyen la Facultad de Comer-
cio, debida a l a iniciativa del Rector Williman,—el primero también
en gPstionar este emplazamiento para Estudios Secundarios y Escuela-
de Comercio, de lo que le dan testimonio los documentos oficiales.

Quiere decir que se ha necesitado medio siglo para esta encarna-


ción de ideas
Pero, al fin, están ahí todas esas conquistas de medio siglo; como-
esa otra que se transparenta en los pabellones casi concluidos de la
Facultad de Medicina, que no tuvo, felizmente, que esperar tanto
tiempo para su consagración. Y como esa otra, de las Ciencias Mate-
máticas, que tendrá pronto su albergue en la casa de Arles y Oficios
para constituir nuestro gran politécnico. Y esas otras escuelas que ya
se diseñan ante nuestros ojos con los vivos contornos de la realidad y
que son también en parte reflejo de un pasado glorioso: la Escuela de
Agronomía, la Escuela de Veterinaria, con cuyas creaciones volve-
mos á una aspiración de 1849 ó de 1853, de Suárez y Herrera y Obes-
en la Agricultura; de Berro y Flores en la Granja Experimental, y
nos afirmamos resueltamente en el verdadero y comprensivo concep-
to de lo que es, de lo que debe ser la Universidad.
La Universidad de Montevideo, decía su primer Rector el Illmo.
Vicario Apostólico doctor Fernández, «ha nacido en medio de los^
grandes conflictos, y demjuestra que el amor á la patria y el deseo d e
sus progresos no reconocen obstáculos ó que saben sobreponerse á
cuantos se les presenten»,
Y en la primera colación de grados de la Universidad naciente^
el 24 de agosto de 1850 exclamaba su fundador doctor Manuel Herre-
ra y Obes: « . . . deplorando como siempre he deplorado los males y
de-gracias públicas de que he sido testigo; alcanzando á ver que su
origen está en esa úlcera cancerosa que nuestra sociedad lleva en s a
seno como fruto de más de trescientos años de vasallaje colonial y
cuarenta de lamas espantosa y desenfrenada anarquía; ansioso de en-
contrar el medio eficaz de poner término á tanto sufrimiento y tan-
ta calamidad,—toda mi atención se ha concentrado, al fin, sóbrela
educación como el único poder capaz de operar ese fenómeno remo •
viendo el peso inconmensurable de las habitudes y de las costumbres.
L a creación de la Universidad y las demás creaciones á que he pro-
Anales de la Universidad 1023

pendido en el interés de sistemar y difundir la instrucción primaria y


científica, parten de un pensamiento fijo que preside á mis creencias
políticas»,
¿Y cuál era, seííores, ese pensamiento fijo?
Está contenido en la enseña de redención que flamea en el decreta
de 1847 al erearel lostituto de Instrucción Pública.
«La educación del hombre es el germen creador de la prosperidad
de las naciones y déla felicidad de los pueblos, porque en ella reside
el saber, que da las buenas instituciones, y la v¡rtu<l que las consoli-
da y arraiga en las costumbres».
E l ilustre patricio don Joaquín Suárez agitará dos años más tarde
esa misma hermosa bandera en la fiesta de la inauguración de la
Universidad, diciendo con íáu sencillez espartana:
«Este acto, decretado ha más de once a n o s tiene lugar en los más
críticos y solemnes momentos de la República. L a Providencia ha
querido reservarme ese honor y esa satisfacción. Ella es una de las
más gratas á mi corazón. L a posteridad sin duda colocará ese acto
entre los más preciosos momentos del sitio de Montevideo.
«Quiera el Todopoderoso colmar mis más fervientes votos haciendo
que mis esfuerzos contribuyan á que la República asegure y consolide
sus libertades y su existencia en el saber y la virtud».

No se equivocaba el Presidente Suárez en sus clarovidencias La


posteridad ha confirmado el veredicto; y los voló? fervientes del es-
clarecido ciudadano han sido colmados en gran parte.
¡Cuánto se ha ensanchado; cuánto ha cambiado después la institu-
ción, siguiendo la evolución y las necesidades del tiempo, el impulso
de las ideas, las mutaciones y los progresos asombrosos de todas las
ciencias, en las doctrinas y en los métodos escolares! Pero el arqueti-
po, la sublime esencia subsiste todavía.
Podría trazar, siquiera fuese á grandes rasgos, las características
más salientes de algunas épocas universitarias que se ofrecen bien
delineadas á la observación del analista.
Podría indicar que el entusiasmo creador del primer período llega
lozano hasta 1S51. El año 52 es de crisis; pero el desenvolvimiento
posterior asume importancia hasta 1858, 1859 es un año triste; pero
una época de reacción empieza en 1860 y dura hasta el 63. La ense-
ñanza de la Economía Política por el doctor Carlos de Castro (decre-
tada desde 1838 por don Santiago Vázquez) rompe de tal modo la
monotonía de los claustros universitarios y cautiva de tal manera, que
el Rector doctor don Fermín Ferreira, al mismo tiempo que condigna
en su informe á la Sala de Doctores el entusiasta elogio del joven
profesor, proclama el éxito de las interesantes lecciones que atraían á
1024 Anales de la Universidad

la juventud estudiantil y álos del cenáculo universitario de la época.


1864 es un año nefasto en qae queda casi suprimida la institución.
Una nueva época comienza en 1865 y dura hasta 1874, iluminando
ios claustros con los resplandores de una aurora boreal. Carlos Ma-
ría y Gonzalo Ramírez en las cátedras de Derecho Constitucional y
Penal, y Francisco Lavandeira después en la de Economía Política,
proyectan una luz intensa en la Facultad, dan calor y temple á la
mente de la juventud y realce y gloria á la enseñanza universitaria
L a corriente nueva de las ideas se había hecho sentir para no retro-
ceder, ni aun en medio de las angustias, las lobregueces y los des-
varios del atío terrible, cuyas sombras se proyectaron hasta 1877 en
que se suprimen los estudios secundarios en la Universidad.
Una gran reacción comienza poco después Jóvenes catecúmenos
de la ciencia y doctos profesores habían conservado encendidas las
lámparas de las vírgenes pudentes y en 1885 ?e inioirn bravamente
esas fundamentales reformas, cuya primera etapa recorre con brillan-
tez Alfredo Vásquez Acevedo en un largo y fecundo rectorado que
es su blasón, se continúa con Brito del Pino, con De-María, con
Williman; para entrar en la segunda etapa de las grandes refor-
mas abierta por el Rector actual y que se prolongará indefinida-
mente en la sucesión de los tiempos, porque la institución está ya
profundamente arraigada y consolidará su sede dentro de poco, ocu-
pando casa propia secular y tendrá su hogar indestructible, impere-
cedero, progresivo, como la ciencia misma á que da albergue en sus
nunorosas manifestaciones y fuentes dr? vida.

Pe:o, señores, permitidme: he pasado por alto una corriente para-


lela cuyos aluviones contribuyeron á hacer más viables y más fáci-
les las innovaciones de 1885.
L a reforma iniciada en 1868 por José Pedro Viirela en la ense-
ña.iza primaria trasciende á todas las ramas de la enseñanza.
La Universidad, el Instituto do Instrucción Pública, abren sus sa-
las de sesiones para dar nacimiento á la Sociedad de Amigos de
la E lucación Popular. Y aquella simiente poderosa que el ilustre re-
formador de nuestras escuelas traía de los Estados Unidos, esparcida
por la prensa á los cuatro vientos con mano pródigíi, germina por to-
das partes difundiendo su savia nutricia por diferentes canales: el
Ciub Universitario, la Filo-Histórica, el Club Estudiantil, el Club Por"
venir, el Club Platense, el Club Católico, la Sociedad Universitaria,
la Sociedad de Ciencias Naturales, la Sociedad de Estudios Prepara-
torios, el Ateneo del U r u g u a y . . .
Los estudios toman otro carácter y las tareas universitarias cam-
bian de aspecto; el ambiente social se impregna por todas partes de
Anales de la Universidad 1025

un espíritu de novedad, de investigación, de crítica, de disputa, de


lucha; se satura de doctrinas avanzadas, expansivas, altruistas; de
principios y de doctrinas científicas nuevas. Están en todos los la-
bios, en todos los cerebros, en todos los corazones de los estudiosos,
ios nombres, las ideas, los sistemas; la propaganda, los sentimientos»
los ideales de los más notables profesores y maestros del siglo pa-
sado.
Este torbellino, esta avalancha de ideas penetra en la Universidad»
marcando esa época de grandes iniciativas y reforma?, señalando nue-
vos rumbos á la actividad de todos en las conferencias públicas, en
las memorables conferencias del Club Universitario primero, de la
Sociedad Universitaria, del Ateneo del Uruguay que esboza en un
proyecto la organización de los Estudios Secundarios.
Cuando se restablecieron éstos en la Universidad, todo ese caudal
(le fuerzas del pasado fué aprovechado, y los que habían construido
en la Universitaria su nidito de águilas, lo transportaron sin mayor
esfuerzo á la Universidad que recogió la herencia, y que había tenido
que cambiar de local y ensancharlo, invadidas como estaban sus sa-
las por la Facultad de Medicina que había crecido pasmosamente.
L a reacción hacia los grandes ideales y la verdadera autonomía
comienza en verdad con un Rector que abandona el puesto con la
protesta en los labios, poniendo en evidencia la necesidad apremiante
de reorganizarlo y de reconstruirlo todo.
Estas ideas se imponen, y en un ambiente que venía incubándose
de tiempo atrás, aparece el rectorado de Vásquez Acevedo.
No sólo se reforma la ley orgánica como lo pedían los antiguos
rectores, entre otros con insistencia el distinguido doctor don Fermín
Ferreira que menciona los ejemplos de Cambridge y Oxford, aunque
no le seduzcan mucho^ pues él quiere una institución en armonía con
nuestra situación política y social; - n o sólo se refórmala ley orgánica
en la parte que se refiere á la composición de las autoridades admi-
nistrativas, sino que consagra de veras la autonomía universitaria do-
tando á la Universidad con rentas propias y con amplias atribu-
ciones.
Pero no es esta toda la reforma, aunque sea parte muy importante
de ella. No está tampoco en la creación completa y en el funciona-
miento de todas las Facultades; está en los planes de enseñanza, en
los métodos escolares, en la orientación de las ideas madre?; y desde
entonces comienza esa labor intensa, ese trabajo de organización
científica en los más importantes dominios de las Ciencias, en la vasta
esfera de las aplicaciones prácticas, y toda esa inmensa tarea no
tiene más que un sencillísimo y profundo lema: transfigurar el espí-
ritu, sugerir ideales, formar hom.bres de observación y de estudio en
armonía con las necesidades del ambiente; enaltecer el progreso cien-
1026 Anales de la Universidad

tífico sobre toda otra preocupación del espíritu, sin más ambición
que el engrandecimiento de la Patria y el aumento de la felicidad y
del patrimonio común.
Y así fueron legión aquellas tribus antagónicas de la Universidad
y del Ateneo, y así se convirtieron en fuerzas vivas y así han
ido y están hoy tomando posiciones en el Parlamento, en el Foro, en
l a Magistratura, en la Política, en todo el vastísimo escenario de la
actividad nacional.

Perdonad, señores: pero la brevísima sinopsis era necesaria para


conmemorar también dignamente esta colocación de la piedra funda-
mental del edificio de la Universidad y de las Facultades de Derecho
y de Comercio.
Al recibir en la Universidad al actual Rector, auguraba yo el co-
mienzo de una nueva época de grandes reformas universitarias.
Las iniciativas no se han hecho esperar; y, debido á la protección
que los Poderes Ejecutivo y Legislativo han dispensado largamente á
la Universidad, se han convertido en hechos palpitantes las que eran
hasta ayer no más, esperanza de gente soñadora.
Los grandes pensamientos de nuestros proceres y de nuestros
hombres de labor intensa fructifican, al fin, y se exteriorizan en esta
hermosa realidad que j'^a nos circunda, viendo destacarse los muros
y pedestales de la Cíisa de Estudios Secundarios, cuya cúpula se
alzará entre las calles de Lavaileja y Rivera, frente á esta cúpula
que señalará dentro de poco, en esta hermosa Avenida de «18 de Ju-
lio", la floración espléndida de aquellos ideales que surgieron como
sueños de resurrección y de gloria entre el fragor fratricida de comba-
tes legendarios.
Son estas las primeras construcciones monumentales debidas á la
munificencia de los Poderes públicos, y con las cuales va á ataviarse
Montevideo, cuna de la primera Universidad nacional.
Los Poderes públicos, y el señor Presidente y sus Ministros de Fo-
mento y de Hacienda en primer término,—no han economizado es-
fuerzos ni han escatimado recursos para dar asilo secular á la Univer-
sidad y á sus Facultades. Hanse duplicado en menos de un año las
dotaciones del presupuesto universitario, y se ha destinado más de
medio millón de pesos para fundar en seguida las Escuelas de Agro-
nomía y Veterinaria y difundir la enseñanza científica de aplicación,
en todos los departamentos de la República-
Debido á esa elevada protección de los Poderes públicos queda
asegurada la construcción de todos los edificios universitarios.
Estos actos dan la más alta nota de nuestra cultura.
K-ibremos dotado por fin á nuestra Universidad y nuestras Facul-
Anales de la Universidad 1027

tades de las comodidades indispensables para los trabajos de gabinete,


•de museo, de laboratorio, de biblioteca y para todas las tareas de Cá-
tedra y Administración.
Con todo esto, estaremos lejos todavía de aquellos parques univer-
sitarios á la inglesa, ó á la norteamericana, como Oxford ó Toronto;
como Harvard ó Michigan; lejos todavía de los jardines de Academo,
entre los plátanos y los olivos á cuya fresca sombra dialogaba Platón,
y lejos del Liceo de lUico, á cuyas orillas encantadas junto al tem-
plo de Apolo hacía su inmortal paseo el profundo Aristóteles.
Contentémonos con estos recuerdos lejanos, con estas fragancias
de la rica ánfora griega en la que todavía va la humanidad á beber
el néctar de la vida, condensado por Platón en el ideal de la Acade-
mia: Dar al cuerpo y al alma toda la belleza y toda la perfección de
que son capaces.
Señores:
Todos los que amamos el progreso científico y educacional de la
Kepúbiica, todos los que soñamos con los grandes adelantos de la
Universidad, nuestra magna alma mater, podemos decir, desde
aquí, en este día de grandes expansiones, al señor Presidente de la
República, —con el pensamiento bien alto y con el sentimiento de
•nuestra propia dignidad,—la misma frase clásica de nuestras simbóli-
cas colaciones de grados: Recibid nuestro abrazo en señal de frater-
nidad, como signo de nuestra amistad: Accipe amplexum in signun
fraternitatis et amicitioe.

D E L DOCTOR LU18 P I Í Í E Y R O D E L CAMPO

Señor Ministro,

Señor Rector,

Señores:

Una piedra descendida al fondo de los cimientos, un pergamino, un


puñado de medallas y recuerdos que pronto la cal y la piedra sepul-
tarán en la sombra. H e ahí el hecho material.
Pero, si bajo ese cielo transparente y ese sol radiante, que parecen
realzar con su hermosura el recuerdo augusto de este día, se han con-
gregado aquí altas autoridades públicas y las Facultades universita-
rias, y oáa multitud, que se aprieta para oir nuestras palabras, es por-
que ese acto sencillo es un símbolo, vivificado por una idea.
1028 Anales de la Universidad

Es como la toma de posesión, que los antiguos héroes realizabais


clavando una bandera y doblando la rodilla; es como el golpe de^
brazo con que el labrador hunde el arado en la tierra nueva. E l seno
de la tierra despedazado abrigará la simiente y la nutrirá, y, á su
tiempo, el mundo vivirá de sus frutos.
Sobre esas piedras se alzarán las bases y sobre ellas el monumento
á cuyos claustros y á cuyas aulas acudirá la juventud de la Repú-
blica ávida de luz y de verdad, porque en ellas han de vibrar perpe-
tuamente la verdad y la luz. Este es, este debe ser el pensamiento que
al levantarlo nos guíe, este el compromiso que contraemos, esta la
obligación que imponemos á los que desde él, y en la sucesión de Ios-
tiempos, tomen sobre sí la responsabilidad de ser maestros de la ju-
ventud, en que está el germen sagrado de las generaciones del por-
venir.
Altas y nobles son todas las ciencias porque todas son esfuerzos as-
cendentes hacia la verdad: desde la que aspira á sorprender en la cé-
lula el secreto misterioso de la vida, hasta la que, ponderando las moles
luminosas, traza sus órbitas y se apodera de su esencia; hasta la que-
en el átomo, límite ayer de lo idealmente divisible, vislumbra ya par-
tes de seres, agitándose en orden prodigioso, á impulsos de las mis-
mas dos grandes fuerzas que hacen girar los mundos.
Ante ese Cosmos portentoso, en que lo gigantesco y lo invisible so-^
metido á una causa única que gobierna todo lo creado, nace, vibra»
brilla, se desagrega y se extingue, en instantes fugaces ó en períodos-
de siglos, para reaparecer bajo nuevas formas y en distintos espacios,,
perpetuamente incorporado al concierto universal, pareciera empeque-
ñecerse y abismarse el hombre débil y perecedero...
Y sin embargo, toda esa grandeza es su pedestal; y cuanto más la
percibimos, y cuanto más ella crece á nuestra vista asombrada, más
arriba sube y tanto más excelso es el ser, físicamente débil, pero que
por el poder inconmensurable de su inteligencia, penetra esos miste-
rios y comprende esas leyes, y aspira, con audacia admirable, al do-
minio entero de la naturaleza.
¡Del Hombre, es decir, de la Humanidad! Porque parafraseando aL
cantor de «Los Héroes» podemos exclamar: «Toda palabra hablada
es nacida de todos los hombres, desde que el hombre tuvo uso de pa-
labra: todo pensamiento, hasta el del vidente sublime que le da cuer-
po y voz, viene de todos los hombres, desde el primero que tuvo la
facultad de pensar. Porque todo lo pasado, lo presente, lo porvenir,
lo que fué hecho, lo que se está haciendo, lo que habrá de hacerse, la
conjugación al infinito del verb > Hicer, todo está en cada momento
de laexistencia de la Humanidad, que se revuelve y se sucode en co-
munión impenetrable, pero indisoluble; que es á la manera de aquel ár-
bol simbólico de los poemas escandinavos, que hunde sus raíces en.
Anales de la Universidad 1029

los reinos de la Muerte, cuyo tronco toca al cielo, y en cuyas ramas


que se extienden sobre todo el Universo, el roce de cada hoja, el ru*
mor de todas las hojas, producen el ruido inmenso de la humana exis-
tencia, sucediéndose en la inmensidad de los tiempos».
Y bien, señores: el Derecho es la ciencia de ese ser altísimo; es la
ciencia de la Humanidad.
Con el oído atento á las palpitaciones del hombre y de las muche-
dumbres, de la unidad individual y de las unidades colectivas, él
quiere penetrar la causa y buscar el objeto de ese ruido inmenso de
la humana existencia, y fijar en el ser, superior á todos los seres fini-
tos, la ley que ha de regir aquéllo, que es la esencia de su alteza: su
inteligencia y su voluntad.
Y desde que el hombre es ya unidad con facultades y aspiracio-
nes iguales á las de las demás unidades, ya miembro de una sociedad
constituida, que es la Nación, en sus relaciones con la identidad que
representa la unión de todas las voluntades, ya como parte de la Na-
ción frente á otras agrupaciones organizadas en que se condensa la
Humanidad, el Derecho sigue al hombre en todos los momentos de
su existencia; y analizando sus tendencias, estudiando sus necesida-
des, contemplando sus pasiones, afirma en leyes los principios á que
ha de ajustar sus actos para ascender hacia el ideal de su perfeccio-
namiento, que está, como en todo ser, en el más amplio desarrollo de
sus facultades en concierto con las facultades de sus semejaútes: es
decir, en la armonía de su libertad, fuerza expansiva con el orden,
que si es en definitiva también fuerza expansiva, es, ante todo, prin-
cipio de limitación y de abnegación: es fuerza conservadora.
De cuyas dos grandes fuerzas, á semejanza del equilibrio físico que
producen aquellos otros dos que rigen los astros y los átomos, surge
en el mundo de las ideas el equilibrio moral, que es la Justicia.
L a Justicia, de la cual tiene sed la Humanidad, porque sólo por
ella habrá paz en el mundo; que es poder y blandura, que es energía
y suavidad, que es, en fin, bondad, porque aun al reprimir y al con-
denar, condena y hiere en nombre y por amor del Bien Universal.

De este monumento, pues, cuya primera piedra hoy colocamos, han


de salir las ideas que han de gobernar á las multitudes. Del fruto de
las semillas que aquí se arrojen ha de poblársela patria. Desaparecidos
los sembradores, persistirán sus enseñanzas, encarnadas en la vida
nacional. Y así, en el rumor del árbol simbólico, continuará vibrando
la voz de los maestros. ;Q,ue puedan siempre ser benditos, porque di-
jeron la Verdad; y que siempre éáta descienda y llene este monu-
mento, desde sus bases hasta su cúpula, para que en la República,
por obra del Derecho, impere siempre la Justicia!
1030 Anales de la Universidad

Y si algún día esta obra nuestra cede su sitio, ó por los embates
del tiempo ó al impulso renovador del progreso, lo que en el seno dé
esa piedra queda, que es como mensaje y saludo que la generación
presente envía á las generaciones venideras, dirá á éstas que hemos
pensado en ellas, y que el Pueblo y Gobierno, cuantos en este acto
participamos con toda la energía de nuestro espíritu, hemos deseado
que constituyan un pueblo grande y feliz; y entonces nuestros des-
cendientes desconocidos, inclinándose reverentes, honrarán la memo-
ria de sus antepasados.

DISCURSO D E L DOCTOR GABRIEL TERRA

Excmos. señores Ministros:


Señor Kector:
Señores:

Bien elegido está el día de la colocación de la piedra fundamental


de estos dos templos del s a b e r - l a tarea redentora de la enseñanza
debe rendir homenaje en primer término al sentimiento sublime de
la patria, y en nuestras Universidades es menester cultivar por todos
los medios el más noble de los vínculos humanos—la pasión que for-
ja los héroes, que inspira los altruismos admirables que se concretan
en tradiciones de gloria cuyo recuerdo salva á los pueblos en los días
sin sol de tribulación y de peligro.—La exaltación del ideal de la pa-
tria en las universidades de Alemania, explica por sí sola los éxitos
positivos y las expansiones colosales de una raza fuerte, de una aso-
ciación viril, cuyo emblema triunfante es el reflejo de un sentimiento
profundo de solidaridad nacional.—Hace retenta y seis años, señores,
que en un día como el de hoy, nuestros constituyentes, dirigiéndose
á los pueblos, les pedían el solemne juramento de la gran carta que
consideraban destinada á presidir, de inmediato, una era de paz y de
progreso, y así hablaban del abandono que se hacía en las luchas por
la Independencia de los bienes, familias, de los desastres, de las pri-
vaciones, del peligro y de la muerte como de los horrores desapare-
cidos para siempre, merced al mágico conjuro de ese Código sagrado
que constituía los Poderes del Estado y proclamaba para todos los
ciudadanos aquellas mismas libertades que arrancó del cetro y al ca-
pricho de los tiranos la gran Revolución. Error, profundo error gene-
raba aquella ilusión del patriotismo que desconocía la naturaleza
evolutiva délas instituciones humanas, que tenía que decretar fatal-
mente las convulgiones de la anarquía, que las sentimos latentes por-
Anales de la Universidad 1031

que terminó recién ayer la última jornada tan cruel que hace llorar
a ú n á muchos hogares la pérdida de hijos malogrados, víctimas esté-
riles de las pasiones colectivas que arrastran á los campos de batalla
mil veces malditos de la guerra fratricida. Y si todos los esfuerzos
que hizo el pueblo oriental para conquistar su autonomía, no han sido
hasta ahora coronados por una vida de bienestar y de progreso so-
fiada por nuestros mayores, síntomas elocuentes é infalibles de ade-
lanto social nos dicen, bien alto hoy, que se inauguran los días de
•concordia y de engrandecimiento nacional.
Uno de esos síntomas elocuentes lo encontramos, señores, en esta
fiesta, principalmente en la inauguración de la Facultad de Comercio,
que responde á una reforma trascendental en el sistema de enseñan-
za, reforma que se inicia para señalar nuevos rumbos á una juventud
•con e&tudios más en armonía con las realidades de la vida, y que in-
fluirán poderosamente en el porvenir económico y político de la Re-
pública.
Es la reacción salvadora contra aquellas ideas absurdas que hicie-
ron dictar al Senado de un pueblo grande pero guerrero, la ley Fla-
minia, que proclamaba como profesión, innoble, propia de los plebeyos
é indigna de los patricios, la profesión comercial; es la reacción con-
tra esas ideas absurdas y perniciosas que cruzan no obstante el
tiempo, llegan á la edad media y precipitan en el mismo seno de las
sociedades modernas arraigados prejuicios que han sido en gran
parte la causa comprobada de la decadencia de los pueblos de la
raza latiiía. Increible adversidad vencida por la democracia, que no
tributa honores sino á la virtud, al trabajo y al talento, vencida
por el genio en sus personificaciones gigantescas, en Wat, en Volta,
en Edison, que, persiguiendo el bienestar de la humanidad, se han
puesto al servicio del comercio y de la industria, multiplicando al in-
finito el poder de la maquinaria y el intercambio de las mercaderías,
llegando á suprimir las distancias, cuando la onda eléctrica de Hertz
con Marconi, abre paso respetuosa á la marcha veloz del pensa-
miento.
Ningún pueblo puedo vanagloriarse de una superioridad positiva
sobre los demás, y no hay razas superiores ni inferiores en el cuadro
de la civilización europea, pero es lo cierto que la educación influye
como factor que proporciona armas irresistibles para la lucha econó-
mica é industrial que tiende á sustituir á la guerra de los antiguos
tiempos.
Más fuertes cien veces se revelan los yankees al día siguiente de la
victoria, inundando á las islas conquistadas con ingenieros y maes-
tros de escuelas y despertando sus industrias con tari fas diferenciales,
quemando y hundiendo á la distancia y con verdadera alevosía á
las dos flotas, tan heroicas como resignadas, restos de una pasada
1032 Anales de la Universidad

grandeza, de la querida y desventurada madre patria.—Fuertes tam-


bién son los pueblos que al primer grito de alerta, han abandonado-
la instrucción clásica, combatiendo de frente lo que llamaba Bis-
mark, el proletariado de los bachilleres—para hacer verdaderos hom-
bres de acción que no pasen más por las horcas caudinas de las an-^
tésalas de los poderosos, desgracia que sobreviene á los que dedican
sus mejores años á adquirir conocimientos que no se cotizan sino al
precio de humillaciones precedentes, que invalidan el carácter y trans-
forman á elementos altivos y viriles en tributarios del empleo público,,
que es casi siempre el sinónimo de la eterna pobreza y de la eterna
falta de voluntad para toda iniciativa.
Es por esta razón que un sociólogo ha podido sostener con pro-
funda verdad—que la prosperidad de un pueblo depende mucho más
de su sistema de educación que de sus instituciones ó de su gobierno,.
y ya es tiempo que nuestra juventud más selecta siga nuevos rumbos
y dirija sus actividades á la industria, al comercio y á la agricultura,,
que son las fuentes perennes, inagotables, de la riqueza universal y
las verdaderas armas de las naciones modernas.
Y no se tema por el desenvolvimiento progresivo de estas nuevas
energías ni la decadencia de las bellas artes ni el retroceso de las le-
tras uruguayas, porque como lo recuerda un ilustre pensador italiano^
cuando renacieron el tráfico, la navegación y las riquezas—en los
tiempos de las grandes repúblicas—florecieroa también entonces las
inteligencias soberanas de Giotto, el amigo de Dante, cuyo genio ins-
pira estrofas de la Divina Cjinedia; y cuando la Francia llegó á ser
opulenta, fué cuando Colbert, el gran Ministro, hacía de ella una na-
ción industrial y RiqueL la cruzaba de canales, llevaba con su Cid
Corneille al apogeo la gloria del teatro, y Moliere reinaba en los sa-
lones de Luis X I V , que sugestionado por el medio ambiente se con-
vertía en artista inspirado al edificar los palacios y trazar con Man-
sard los sublimes jardines de Versailles.
Nuestra Universidal, surgida como un zigzag de luz en las tinie-
blas, como una sonrisa en el dolor, como una esperanza de vida im-
poniéndose á la muerte de las trincheras, á las tribulaciones de un
sitio troyano, ha cumplido su misión histórica.
H a n salido de ella los que aplican el mandato de la ley con pro-
bidad y administran justicia en todo el territorio; han salido de sus
aulas los que á la altura de su misión defienden el honor, la vida y la
propiedad, hasta en el último pueblo de nuestra campaña, y son un or-
gullo nacional la mayoría de los compatriotas que forman el Cuerpo
Médico, así como los jóvenes ingenieros que encontrarán por mucho
tiempo en las obras públicas que por doquiera se han iniciado, donde
aplicar su inteligencia en beneficio del país.
Pero ya hay bastante,—según la expresión severa del emperador
Anales de ¡a Umversidad 1033

«Guillermo-y el Estado debe preocuparse de desviar la marcha de las


ialanges juveniles hacia las profesiones liberales cuando la gravedad
del mal se hace sentir con cerca de cincuenta abogados, y en el Par-
lamento y con la tarifa médica de $ 0.20 por visita en algunas ciu-
dades del interior.
Abogados y escribanos tenemos de sobra, y nos hacen falta agróno-
mos que sepan colocar la somllla en l i tierra generosa abierta por el
arado y el abono, defender el proceso de la planta y prepararla para
la óptima cosecha—nos hacen falta industriales que tengan cariño á sus
talleres y que corrijan el defecto del motor y desvíen solícitos el
obstáculo que se opone á la marcha regular del engranaje—nos fal-
tan comerciantes que con espíritu amplio sobrepongan al interés
egoísta del propio mostrador, los intereses permanentes y altruistas
de la sociedad en que viven, comerciantes ilustrados que sean facto-
res del progreso y sepan con clarovidencia aprovechar la colocación
privilegiada de nuestro país con puertos de avanzada sobre el Atlán-
tico en esta parte del territorio americano, con ríos navegables, que
permiten implantar el tránsito en gran escala—con ferrocarriles que
por distintas direcciones llegan á lo más lejos de sus confines—que
son los de un rico Estado —de una gran República que por mucho
tiempo, si no para siempre, será el tributario de nuestras vías férreas
y de nuestros puertos.
E s necesario hacer enseiíanza práctica poniendo al discípulo en
contacto con las realidades de la vida, y rápidamente se formarán
los elementos que podrán exponerse á correr el riesgo de la lucha
por la existencia en la seguridad del triunfo contando con sus propias
fuerzas—y, no dudamos, que las Cámaras de Comercio que hasta
ahora se han mantenido indiferentes ante esta iniciativa, reaccionen
en el sentido de proporcionar la fácil colocación á los jóvenes alum-
nos que salgan de la Facultad—porque ese servicio meritorio lo
prestan en todss partes instituciones análoga»—y de esa manera el
esfuerzo de los de abajo uni,lo al esfuerzo de las clases directoras
permitirán en poco tiempo abrir nuevos horizontes á nuestra juventud,
•que es vigorosa y capaz de vencer cualquier obstáculo en la persecu-
ción de una idealidad superior.
Los profesores de la Facultad de Comercio que aceptando el con-
sejo de Adain Smith buscan dominar la ciencia de sus amores, expo-
niendo todos los años sus preceptos, y tratando de penetrar con cons-
tancia en sus arcanos,—los profesores de la Facultad me han encomen-
dado el saludo respetuoso, y la felicitación entusiasta á todos los que
han contribuido á la realización de esta patriótica obra, y me han
-encomendado también que manifieste la esperanza de que, siguién-
dose el ejemplo del ilustre Ministro de Instrucción Pública de Fran-
•cia, Charles Duruz, nuestro gobierno extienda el estudio de las cues-
1034 Anales de la Universidad

tiones comerciales á todas las escuelas del Estado, como un antídoto»


como un seguro que se cootrae contra una posible decadencia de las
energías nacionales.

DISCURSO D E L BACHILLER J U A N A- FORMOSO

Señores:

Solo el cariño indulgente de mis compaííeros de aula, mo ha atri-


buido la representación de la Facultad de Derecho y Ciencias Socia-
les, con motivo de esta ceremonia, tan interesante como solemne. L a
fuerza misma de la convicción que me domina, en cuanto creo que
asistimos á una obra grande, ahuyenta de mi espíritu el torcedor
mordaz de los escrúpulos de principiante de la tribuna pública, y
arroja en mi ánimo la confianza de que la sinceridad de mis expre-
sionas, me ganarán la exquisita benevolencia de este auditorio se-
lecto.
E n el campo de las ideas, la materialidad está muy lejos de ser un
objetivo secundario, puesto que concurre á expandirlas y aún fijar-
las. No es indiferente á la enseñanza científica ó artística, que ella
sólo se realice dentro de la comunidad de los que la cultivan, con
prescindencia absoluta de todos los demás; le es necesaria una gran
popularidad, por cuanto tiende al mejoramiento de la condición hu-
mana, cuya perfección constituye el desiderátum de nuestros esfuer-
zos, y esa popularidad se obtiene únicamente, si logramos arrebatar-
la al campo de su abstracción, concretándola en una realidad suscep-
tible de despertar la curiosidad pública.
H a llegado, señores, la oportunidad de satisfacer esa exigencia del
progreso, en los momentos en que la ciencia del derecho, la más
fecunda, la más vasta y la más compleja de todas, no ha podido sus-
traerse al movimiento de expansión universal que las arrastra á
dominarlo todo, porque todo lo explican: y en nuestra democracia
naciente, hay un interés fundamental é inmediato de dar paso á esa
oleada vivificadora, si se tiene en cuenta el desconocimiento en que
generalmente se vive, no obstante la vida secular de la ciencia jurí-
dica, respecto de su verdadero carácter.
Sé perfectamente, que las arbitrariedades, los abusos y las injusti-
cias, nacidas al calor de la fuerza brutal, son los genios maléficos
derivados de una situación tan precaria como indispensable, que con-
sagra la existencia de gobernantes y gobernados; que ellas han in-
fluido decisivamente, para llevar al ánimo de los más, la creencia
en el convencionalismo de la ley, reflejando la fórmula que sólo pro-
tege á los poderosos contra los débiles, porque nace de las decisio-
Anales de la Universidad 1035

nes de los primeros. Pero los que nos hemo? iniciado en los princi-
pios que constituyen la trama sustancial del espíritu Jiumano, los
que hemos bebido en la ciencia de los filósofos y en la razón prác-
tica de los iurisconsultos, sabemos hasta qué punto el derecho tiene
su germen en la actividad orgánica, y la ley en la necesidad de de-
finirlo.
Estas conclusiones fluyen naturalmente de un estudio rápido de
filosofía histórica Ello me excusa una explicación de cómo las so-
ciedades se forman y se desarrollan modeladas por las dos obreras
intangibles del progreso, que llamamos la herencia y la educación,
en su acción directa sobre la máquina misteriosa y compleja del or-
ganismo humano; ello me excusa exponer el proceso generativo que
ha creado el nexo lógico que une al Estado con los individuos, y á
éstos entre sí, sin cuyo mantenimiento el edificio social se derrumba-
ría con estrépito. Y para guardar incólume esa relación, que concilla
el derecho de cada uno con el derecho de todos, para evitar que bajo
el pretexto de desconocerla se pretenda violarla, nunca serán bastan-
te los esfuerzos tendientes á desarrollar nuestra ciencia bajo la ac-
ción de los principios, para llevarlos á la práctica, modelados lo me-
nos posible en la lógica rigorosa de sus consecuencias, por el estado
transitorio de la sociedad á que se aplican.
La tarea es ardua, porque la ciencia es compleja, y porque aun es
fuerte el sofisma. Traducido el derecho en la ley, arrancado para su
cumplimiento á la majestad serena de la doctrina, sus formas jurí-
dicas se desnaturalizan en el roce continuo que origina el vaivén de
las corrientes políticas y de las miras particulares; y si ha sido re-
producido fielmente, se le inmoviliza en la red poderosa de las argu-
cias y de las sutilezas. Todo esto le crea una atmósfera espesa de
incertidumbre, que los prejuicios agravan con la ignorancia de los
unos ó la mala fe de los otros.
L a enseñanza del derecho, pues, converge especialmente á sus-
traerlo de ese medio de impurezas sociales, desarrollarlo á la luz me-
ridiana de la opinión nacional, exponerlo en el ambiente de imper-
sonalidad que le es propio, cerniéndose sobre los intereses privados
y las ambiciones de círculo. Es menester prestigiarlo ante la confian-
za pública, demostrando que aquellas desviaciones no son de su
esencia, que ellas son el trasunto de los procedimientos más ó me-
nos censurables de que los hombres se valen para justificar su con-
ducta desarrollada en un egoísmo atentatorio del derecho ajeno, y
que nuestra ciencia precisamente combate y pretende desterrar de
la vida social, porque la quebranta, porque la debilita.
L a cuestión se complica con un proceso educativo de la más alta
importancia. Si los hombres no mejoran moralmente, si no hacen de
la verdad un culto, y de la justicia una convicción, vanas serán las
1036 Anales de la Universidad

leyes, cuando los que se encarguen de su cumplimiento, sean negli-


gentes ó pérfidos al aplicarlas. Si la magistratura no elevara su nivel
moral á la altura de la sagrada misión que se le confía, la ley sería
simplemente una pantalla tras de la cual se consumarían los atenta-
dos más inconfesables; nada se opondría á la malicia y á la impuni-
dad para que se la tergiversase, so pretexto de interpretarla.
Ampliando la influencia beneficiosa de la ética, para extraer opi-
mos frutos de una legislación adelantada, debemos esforzarnos en
la conquista de todos los espíritu?, hacia la religión del bien y de la
justicia. No creo, con la escuela kantiana, que triunfemos en esta
tarea cumpliendo el deber por el deber mismo; que el ideal, en ma-
teria de conducta, se funde en alcanzar la victoria tras ardorosa bre-
ga con nuestras pasiones. Sostengo con Spencer que el hombre más
profundamente moral, es el que ha orientado definitivamente sus fa-
cuUades psíquicas hacia el bien, en razón de haberlas organizado en
instinto, sustrayéndose á las contrariedades del combate y á las al-
ternativas del éxito. Es de esa misma manera que la noción de jus-
ticia ha de incorporarse á nuestro espíritu, como una virtualidad, co-
mo una predisposición, inoculada con la experiencia frecuente del
fenómeno y el trabajo subjetivo del razonamiento que consagre su
utilidad.
E s hacia este fin de transformar el sentimiento de justicia en un
verdadero instinto, que ha de desenvolverse la enseñanza jurídica.
Así es cómo los hombres deben comprender, hasta dónde es suicida
la política que persigue las conveniencias particulares á expensas
del bien público; hasta qué punto alcanzaremos con éxito nuestra
propia felicidad, si no sabemos robustecer con la buena fe de nues-
tros procederes, el ente social, por cuyo medio aquélla se desarrolla.
Estoy persuadido, señores, que al destmarse á nuestra Facultad
un edificio propio, al crearle esta autonomía material, se la ha com-
prendido, porque se la ha dignificado; estoy persuadido que entramos
<ie lleno en un vasto plan de educación intelectual del pueblo, pues
de hoy má?, ni á los espíritus incultos, pasará desapercibido, que
hay un templo, accesible á todos, dentro de cuyos muros se elabo-
ran á la luz del razonamiento y de los principios, esas fórmulas de
derecho, que dan el tipo ideal de la ley, lo que contribuirá decidi-
damente á respetarla, y á destruir con la justicia de sus preceptos,
la ma»ia artificiosa, que empina con sus sombras macabras, la luz
prístina del astro, del que el filósofo de la Grecia ha dicho: «ni la
estrella de la mañana, ni la de la tarde, son tan dignas de admira-
ción».
No escatimemos nuestros esfuerzos por extender con la propa-
ganda de las buenas ideas, esa profilaxia jurídico-social, que ase-
gura el imperio de la ley y ampara el desenvolvimiento del progreso.
Anales de la Universidad 103?

A la sombra de una buena legislación y bajo el gobierno de los hom-


bres bien intencionados, nuestra patria, tan bellamente dotada, arro-
jará á la noche del olvido los sinsabores de un pasado triste y he-
roico, á fin de no mirarse sino en sus hijos, cuyo trabajo hourado le
teje la corona de sus triunfos.
H e dicho.

D E L S E S O R EDUARDO VÁZQUEZ (HIJO)

Señores:

Mis compañeros de aula, los estudiantes de la Facultad de Comer-


cio, han querido honrarme designándome para que los represente en
esta fiesta, que para nosotros, señores, tiene doble significado, ya que
tenemos que apreciarla como ciudadanos y como estudiantes. Como
ciudadanos experimentamos la satisfacción de constatar la realización
de una obra más de progreso agregada á las tantas ya realizadas
por esta Administración ejemplar; como estudiantes la satisfacción es
mayor, pues vemos convertido en hermosa realidad lo que hasta este
momento sólo ha sido un deseo, una esperanza. Tener la Facultad,
es ver desaparecer de nuestro camino dificultades sin cuento, es no
tener nada y obtenerlo todo, es el triunfo, al fin, conseguido después
de una lucha si no larga, llena de esfuerzos. Hasta ahora sólo tenía-
mos nuestros generosos profesores,—de hoy más, tendremos cuanto se
necesita para poder proseguir nuestros estudios en la forma debida
Las costumbres antiguas, dice un eminente tratadista, van des-
apareciendo, y una nueva era se señala en la historia del Universo.
L a lucha entre nación y nación afírmase á medida que avanza la ci-
vilización en el terreno del dominio y del desarrollo del comercio; laá
cuestiones económicas, financieras y comerciales preocupan seria-
mente á gabinetes y pensadores; la lucha no es ya por las armas, el
engrandecimiento nacional no se busca ni se obtiene actualmente al
compás del estampido de los cañones y del golpear de los sables j
cada vez demora más el Dios J a n o en abrir las puertas de su templo,
y Minerva y Mercurio extienden su influencia benéfica sobre el Uni-
verso entero.
Tanto más grande será un país, tanto más poderoso, cuanto más
importante sean su comercio y sus industrias; es á este fin al que de-
ben dedicarse todos los esfuerzos. H a y que preparar elementos capa-
ces para la nueva lucha, y todo lo que se haga con ese objeto nunca
será bastante.
A cualquier punto que dirijamos la mirada, veremos la confirma-
71
loas Anales de la Universidad

ción de nuestro aserto; en todas partes, pueblos y gobiernos se halla


empeñados en el perfeccionamiento de sus industrias y en la exten-
sión de su comercio. Si es en Europa, vemos á Alemania triunfante,
que con rumbo fijo y seguro marcha obteniendo el éxito, apoderán-
tdose de todos los mercados, haciendo primar sus productos, adelan-
ando con este objeto día á día sus industrias; y á los demás países
luchando por el mismo fin, y haciendo esfuerzos inauditos para no
ser vencido por el germano. En el Asia se nos presenta el glorioso
Imperio del Sol Levante ya empeñado en la labor, después de haber
derramado á raudales la preciosa sangre de sus hijos en una lucha
colosal, para poder dar expansión á su comercio y sus industrias as-
fixiados por el poderoso moscovita. Norte América nos ciega con el
brillo de su grandeza. Y todo esto, señores, se obtiene por el perfec-
cionamiento común; en esta evolución incesante hacia el progreso se
hace necesario el obrero consciente y preparado; y al decir el obrero,
lo hago en la acepción más amplia de la palabra; hoy no basta ser
fuerte, es necesario ser inteligente; no basta poder, es necesario sa-
ber; el obrero de la actualidad debe ser fuerte é inteligente, debe po-
er y saber, y cuanto más preparados sean dirigidos y directores,
mayor será el resultado, más grande será el éxito,
De esta Facultad de Comercio cuyas obras venimos á iniciar han
de salir hombres realmente útiles, elementos de trabajo y de labor
inapreciables, los obreros de actualidad de que hemos hablado, que
son los portadores del bienestar y la riqueza, y para ellos pido, seño-
res, la protección de los Poderes públicos; es necesario que los jóve-
nes que salgan de estas aulas encuentren quien les dé la mano y los
proteja contra la ignorancia que se revuelve furiosa y potente todavía,
por desgracia; es necesario que esos hombres prácticos no puedan
aplastar, quitando esperanzas y estímulos, áesa juventud generosa é
inteligente que tanto bien puede producir, y que en vez de luchar
contra ella le dé un lugar á su lado para marchar juntos uniendo
esfuerzos y aprovechando aptitudes para luchar por lo que debe ha-
cerlo todo buen ciudadano, por el engrandecimiento de la patria.
Antes de terminar, señores, quiero tener un recuerdo para una mo
desta institución que ha contribuido en gran parte ai establecimiento
de la Facultad de Comercio,— me refiero al Colegio de Contadores:
á él le corresponde el honor de la iniciativa, de allí salió la primera
idea; allí, al calor de la amistad y el compañerismo, se discutió la ne-
cesidad de la creaciÓD de esta clase de estudios, se hicieron progra-
mas y se presentó un proyecto con ese objeto al Poder Ejecutivo;
nada se obtuvo por aquel entonces, pero la semilla quedaba en el
surco y algún día debía germinar; ese día ha llegado al fin, y justo
es que no olvidemos á aquellos que tanta parte tienen en esta fiesta.
Muchos aplausos ha recibido este Gobierno por el mucho bien que
Anotes de la. Universidad 1039

ha hecho; gracias á él el país se encuentra en un estado de prosperi-


dad cual nunca se ha visto; ha dado el ejemplo de un superávit, tie-
ne los presupuestos al día, y gracias á él el himno santo del trabajo
se escucha en pueblos y ciudades, en ríos y cuchillas, y al merecer
bien de la patria podéis creer, señores, que esta es una de sus principa-
Jes causas.

Reglas relativas á la organizacióu, atribuciones y deberes de


la Contaduría y Tesorería de la Universidad

ATRIBUCIONES Y DEBERES D E LA CONTADURÍA

La Contaduría es la repartición que tiene por objeto la escritura-


ción de todas las operaciones de la Universidad, de cualquier natu-
raleza que sean, relacionadas con su Tesoro.

II

Tendrá á su cargo la confección de los presupuestos, liquidación y


verificación de los mismos, así como el control y rendición délas
cuentas de ingresos y egresos que debe pasar la Universidad al Mi-
nisterio de Fomento.

III

Los Estados mensuales de carga y data que se eleven al Superior


Gobierno se asentarán en un libro especial, en forma sinóptica.

IV

La Contaduría recibirá de la Tesorería diariamente los compro-


bantes de ingresos y egresos, los cuales deben condecir con su li-
bro de Control.
Efectuada esta entrega se practicará el último día de cada mes ar-
queo de Caja, cerrando el Tesorero su libro con el saldo que resulte,
y suscribiéndolo con el Contador si estuviere conforme con sus li-
bros. En caso contrario aquél dará cuenta á la Superioridad á su»
efectos.;
iOiO Anales de la Universidad

La Contaduría ejercerá la superintendencia inmediata sobre todo


lo relativo á presupuestos, inventarios, ingresos ó egresos de fondos,
cuentas de inversión, contabilidad y administración económica; y
queda obligada á observar toda orden de pago que fuere de las no
autorizadas por las leyes y disposiciones relativas, estando á lo que
resuelva el Rectorado, ó Consejo, en su caso.

DEL MÉTODO DE CONTABILIDAD

El método de escrituración de la Contabilidad es facultativo de la


Contaduría, la que procurará que llene lo más minuciosamente posi-
ble sus fines, revelando los datos necesarios: debiendo, sin embargo,
ajustarse indispensablemente á las bases siguientes, á fin de armo-
nizar su sistema con las disposiciones que rigen la organización de la
Contabilidad pública.

La escrituración se hará en los siguientes libros:

1. «Registro Diario y Control de Caja».


2. «Mayor» ó Cuentas Corrientes.
3. Inventarios.
4. Copiador de notas.

En el «Registro Diario y Control de Caja», se asentarán día por


día á continuación unas de otras y cronológicamente numeradas, to-
das las operaciones de la Universidad que se refieran á su tesoro,
á cuyo efecto se pasarán á la Contaduría las comunicaciones nece-
sarias. Los asientos se liarán, si son de ingresos, con todos los de-
talles que sirven para determinar el concepto del ingreso y la perso-
na que hizo el pago, en su caso, ó los datos que se requieran para
controlar en cualquier oportunidad la verdad de lo asentado, agru-
pándose todos los que correspondan á un mismo rubro bajo la deter-
minación de éste. Si son de egresos se harán los asientos análoga-
mente á los de ingresos, determinándose á quién se hizo el pago,
número con que el comprobante haya sido señalado por la Tesorería
según su libro de Caja, y todos los datos que sean necesarios para
identificar el pago y determinar el concepto del gasto pagado.
Anales de la Universidad 1041

Las sumas totales de los asientos de ingresos y egresos se lle-


varán á las columnas correspondientes, que se abrirán y destina-
rán especialmente á ese objeto, á fin de que cada una respecti-
vamente sirva para revelar los ingresos y los egresos habidos, deter-
minando á la vez el saldo que debe existir en Caja.

En el Mayor ó de Cuentas Corrientes se abrirá cuenta á cada una


de las personas ó entidades que por cualquier concepto resulten
deudoras ó acreedoras de la Universidad.

Del Libro Diario y Control de Caja se tomarán los datos para el


estado de cuentas que debe pasarse á la Contaduría General- Esos
estados se formarán por rubros que se detallarán en planillas respec-
tivas.

En el Libro de Inventarios se establecerá circunstanciadamente to-


das las propiedades universitarias con el precio de compra, construc-
ción ó avalúo correspondiente.

Cuando se paguen sueldos y otras cuentas con rentas propias, en


que corresponde hacer efectivos los impuestos de 5 y 1 %, se dará sa-
lida por el nominal con cargo al rubro correspondiente y entrada á
las cantidades recaudadas por estos impuestos con abono á las cuen-
tas respectivas, simultáneamente con la operación, es decir, que para
dar entrada á lo recaudado por esos conceptos se estará á la fecha en
que.se hagan los pagos sujetos al impuesto. Dichas cuentas serán
cargadas cuando se vierta lo recaudado en las tesorerías correspon-
dientes, con abono á Caja.
Lo que se cobre y pague por concepto del Presupuesto General se
cargará y abonará por el monto nominal liquidado por la Contaduría
General, debiendo en auxiliar especial llevarse cuenta de la inver-
sión de lo recibido por éste ú otro concepto de Rentas Generales.

Las entregas de fondos al Banco de la República por la Tesorería


de la Institución serán cargcidas á la cuenta del Banco con abono á
1042 Anales de la Universidad

Caja, y de las que se hagan por la Dirección de Impuestos, agencias


de rentas. Oficina de Crédito, etc., por concepto de impuestos que re-
cauden para la Universidad, se dará entrada á Caja con abono á
la cuenta ó impuesto correspondiente, y simultáneamente, salida
con cargo al Banco.

E n cuanto á las cuentas á abrirse se iendrá presente que debe des-


lindarse en primer término las rentas universitarias de los fondos
con que contribuye el Estado al pago del presupuesto de la institu-
ción, y de los que corresponden á cuentas separadas del Tesoro Uni-
versitario por no corresponder á él ó por haberse independizado pro-
visoriamente por afectación especial de fondos á su favor.

Para lo que se recibe de la Tesorería General por liquidación de


presupuestos, se abrirá una sola cuenta que será subdividida en el
auxiliar respectivo en la siguiente forma: Personal presupuestado,
Gastos de oficinas, Anales, etc.; Peones y gastos del Instituto de Hi-
giene, Gastos de laboratorios; limpieza de la Facultad de Medicina,
y demás partidas para que se reciban fondos, á fin de demostrarse
que se les ha dado la aplicación debida. Se abrirá otra para lo que se
reciba por concepto de órdenes á favor de la Universidad con su-
jeción á la misma regla.
La primera se abrirá bajo el título de: Presupuestos que en los in-
gresos indicará lo recibido de Tesorería General por este concepto y
en los egresos la inversión de dicha cantidad en conjunto.
L a segunda bajo el título de órdenes contra Tesorería.
E n cuanto á las cuentas relativas al Tesoro universitario, se abri-
rán,—por concepto de las entradas,—cuantas correspondan á los
distintos conceptos de los ingresos, y en cuanto á las salidas:—á cada
uno de los rubros para que las leyes autorizan la inversión de las
rentas, así como las que resulten de leyes ó disposiciones de la Supe-
rioridad con las subdivisiones que se consideren necesarias.

Al estado á que se refiere la letra D, se agregará la relación del


movimiento y estado de las cuentas de depósito en el Banco, de-
biendo aquél formularse de manera que resulte de él, el saldo gene-
ral efectivo que tenga la Universidad.
Anales de la Universidad 1043

En cuanto á las cuentas de gastos con cargo á Rentas generales, se


establece que podrá la Contaduría aplicar indistintamente las parti-
das que les asigna el presupuesto á cualquiera de ellas, y que el su-
perávit que haya en un mes sobre lo presupuestado para gastos podrá
aplicarse á los déficits de los meses subsiguientes siempre que co-
rrespondan al mismo ejercicio económico, á cuyo efecto deberá reca-
barse en cada caso la correspondiente trasposición del Poder Ejecu-
tivo.

En cuanto á la apertura y cierre de estas cuentas y Balance gene-


ral anual, deberá estarse á lo preceptuado en el decreto del Poder
Ejecutivo, de 13 de junio de 1890.

La Contaduría llevará, además, los auxiliares que exijan las nece-


sidades internas de la dependencia, y sin perjuicio de las bases fun-
damentales ya dadas podrá introducir en la forma variaciones ten-
dientes al fin de su cometido.
DE LA TESORERÍA

VI

Corresponde áesta Sección percibir y custodiar todas las sumas de


dinero y valores que constituyen el Tesoro efectivo de la Universi-
dad.

Hará los pagos que se ordenen por el Rectorado, previa interven-


ción de la Contaduría, la que no intervendrá orden alguna sin veri-
ficar si está debidamente autorizado el gasto por la autoridad que
competa según las leyes que rigen la Universidad.

Los libros que indispensablemente debe llevar son: el de «Caja*


'Copiador denotas» y *Balancetes diarios de Caja»,
1044 Anales de la Universidad

Diariamente presentará á la Contaduría su Balancete, haciendo


constar los ingresos y egresos en esa fecha y el saldo efectivo ó en
valores que pasa al día siguiente. La Contaduría los verificará y ar-
chivará previa visación del Rectorado al efecto de autenticarlos.

En el libro de Caja hará los asientos por orden riguroso de fecha y


pago, debiendo hacer un asiento para cada operación de pago ó in-
greso, en el que sólo se especificará el concepto de dicha operación.
En los documentos de los pagos que haga cuidará de que sean fir-
mados por los interesados, y de que vengan en todos los casos,—me-
nos cuando se trate de sueldos presupuestados,—con su correspon-
diente duplicado, numerando dichos documentos por orden de opera-
ción, seguidamente, desde el primero al fin de mes. Este número de-
berá corresponder al que debe consignarse en el libro de Caja y se
establecerá en el documento por medio de un sello visible que diga:
«número de asiento de Tesorería»... lo cual no impedirá la nueva or-
denación que haga la Contaduría, por rubros, al rendir cuentas al
Superior Gobierno, y la numeración que para este efecto ella haga de
los documentos.

Las entregas para gastos menores las asentará en libreta especial


que mes á mes visará el Rector y se le dará salida por el total con
una constancia del Tesorero, visada.

Los pagos se harán efectivos á los propios interesados ó apodera-


dos previa justificación de la personería correspondiente, exigiendo
el recibo con el timbre é inutilización correspondiente.
Los recibos, en todo caso, se darán por el íntegro, aunque no se
reciba éste por concepto de los descuentos legales ó por retenciones
en sueldos ó créditos, y el Tesorero les dará la salida por esa suma,
debiendo llevar un libro Auxiliar para las retenciones, con prescin-
dencia de la cont9.bilidad general.
Anales de la Universidad 1045

L a Contaduría verificará mensualmente la contabilidad del auxi-


liar de retenciones, al practicar el arqueo de Caja prescripto por el
artículo siguiente.

El último día de cada mes se practicará por la Contaduría Arqueo


de Caja en presencia del Rector ó de un miembro del Consejo. Se
hará, además, cuantas veces aquél lo determine.

Cuando haga entregas de dinero que no importan pagos ó ver-


daderos egresos, ó por tratarse de cantidades que se anticipan con-
forme á las disposiciones reglamentarias, ó que por otra circunstancia
no corresponde asentarla de inmediato,—no dará salida de ellas en
el libro de Caja, salvo los casos de depósitos en el Banco,—custo-
diando los resguardos en Caja, que serán considerados como efecti-
vo, sin perjuicio de establecerse en los estados diarios que debe
pasar á Contaduría, los valores, clasificados por categorías, que cons-
tituyen parte integrante del saldo de Caja.

L a Tesorería, á efecto de que no se acumule dinero en Caja, de-


berá depositar en el Banco de la República, todos los fondos que
reciba, de modo que no podrá tener fondos por más de veinticuatro
horas sino en conformidad á lo dispuesto por el decreto de 28 de di-
ciembre de 1904 en sus artículos 10 y 11 y á lo establecido en el Re-
glamento de Rentas-

Los cheques contra el Banco de la República ó cualquier otra


institución, como los demás documentos que importen una obliga-
ción de la Universidad, deberán contener la firma del Rector. Con-
tador y Tesorero.

D E LA FORMA D E PERCEPCIÓN D E LAS RENTAS UNIVERSITARIAS, D E L


PUNTO D E VISTA D E LA FISCALIZACIÓN

VII

L a recaudación de las rentas universitarias se hará por la Tesore-


ría, otorgando recibos talonarios,
¥ é*

1046 Anales de la Universidad

VIII

Cuando los derechos que recaude sean por concepto de reválidas,


exámenes generales ó expedición de títulos, además del recibo que
otorgará, pondrá constancia en el expediente estableciendo el nú-
mero del recibo otorgadtj. Las autoridades universitarias que hayan
de verificar el pago á efecto de ordenar un trámite ó diligencia, por
haberse establecido que sea aquél previo á éste, deben comprobar
que existe la constancia en el expediente y que viene visada con el
sello de Contaduría, sin el cual se le reputará incurso en la misma
omisión que si se hubiera dispuesto el trámite sin exigir el previo
pago.
Se procederá del mismo modo respecto de lo que se cobre por pro-
ductos del Instituto de Higiene, no pudiendo el Rector mandar archi-
var los Estados respectivos sin la constancia en ellos de la versión.
Esta disposición se extenderá á los demás casos análogos, decla-
rándose como regla general que es á la autoridad encargada de cum-
plir las resoluciones ó trámites á la que incumbe verificar, en su caso,
si han sido previamente pagados los derechos que correspondan.

IX

Las libretas de recibo se entregarán á la Tesorería por intermedio


de la Contaduría, que tomará notas de la entrega, identificándolas
con la rúbrica del Contador y sellándolas. Serán correlativamente
numeradas en molde impreso.

DISPOSICIÓN TRANSITORIA

E l día 30 de junio próximo la Tesorería practicará con la Contadu-


ría, balance general del activo y pasivo, que será asentado en el Libro
de Caja de aquélla, y servirá de antecedente á que deba ajustarse la
Contaduría al iniciar sus libros.

Ampliaciones al R e g l a m e n t o sobre p e r c e p c i ó n y administra-


ción de r e n t a s universitarias

Queda derogado el artículo 9." mientras esté en vigencia la forma


de fiscalización establecida por el Reglamento especial.
Art. 23. E l Rector podrá por sí solo autorizar la inversión de las
partidas asignadas de rentas generales para gastos de oficina, etc.,
en su carácter de jefe superior de la Uniyersidaci.
• ^

Anales de la Universidad 1047

Art. 24. Las rentas universitarias sólo podrán ser gastadas con
autorización del Consejo.
A este fin, los Decanos, el Secretario General y el Director del
Instituto de Higiene, formularán y presentarán dentro de los cinco
días precedentes al principio de cada mes, el presupuesto de los gas-
tos aproximadamente previstos para el entrante, en planillas, que
para uniformidad, se les suministrará impresas. Sin perjuicio de esos
presupuestos, podrán en cualquier momento solicitar autorización pa-
ra un gasto imprevisto ú omitido. No podrán CAUSAR el gasto sin
la PREVIA AUTORIZACIÓN. Al hacer el gasto pedirán al acreedor, du-
plicado de la cuenta, que enviarán inmediatamente á la Contaduría
de la Universidad. Se exceptúa el caso en que por razones de ur-
gencia, á juicio del Rector, éste lo autorice con cargo de dar cuenta.
Art. 25. E l Rector podrá disponer en cualquier momento pequeñas
entregas á los jefes de repartición, para GASTOS MENSUALES UR-
GENTES. Estas entregas, de que darán cuenta, no excederán de cin-
co ^1) pesos. Podrán repetirse siempre que sea necesario á su juicio.
Art. 31 bis.—Los jefes de cada repartición, quedan obligados á
llevar libretas especiales, en que asentarán específicamente, todos
los gastos que hayan ocasionado y el importe de ellos.
Así al recibir útiles, trabajos, etc., los encargados harán el asiento
correspondiente en sus libretas, estableciendo cantidad y acreedor
Del mismo modo procederán cuando hagan un pedido anticipando
el dinero. Recibido el pedido, pondrán constancia. Igual constancia
pondrán al conformar la cuenta respectiva para su pago.
Los días viernes de cada semana, de mañana, presentarán esas li-
bretas en Contaduría para que ésta haga los asientos correspondien-
tes.
El fin de esta disposición es que la Contaduría pueda saber en
todo momento lo que debe la Universidad y á quién.
Artículo adicional. Queda modificado el Reglamento de Rentas
en todo lo que se oponga á la reglamentación especial para Conta-
duría y Tesorería, y en las reglas relativas á la forma de percepción
de las rentas universitarias.

(1) Diez pesos según el informe aprobado.


ÍNDICE
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ÍNDICE 1061

ÍNDICE

ENTREGA I

Página I

Estudio sobre lo contencioso administrativo (continuación),


por el doctor Luis Várela 5
La enseñanza universitaria en 1905.—Informe del señor Rec-
tor de la Universidad, doctor Eduardo Acevedo . . 97
Programa y reglamentación del examen é instrucciones para
la enseñanza de la Gramática (1.° y 2.^ año) 435

ENTREGA II

Estudio sobre lo contencioso administrativo, por el doctor


Luis Várela (conclusión) 441
El Derecho Constitucional en la Universidad y método de
enseñanza, por el doctor Juan Andrés Ramírez. . . . 530
Programa de Derecho Constitucional 580
Programa de Derecho Civil (S.^^ año). , 590,
Programa de Derecho Penal (1.'''' y 2.° curso) 615
Programa de Literatura . . . . . ' 656
Programa de Latín 664
Programa de Procedimientos Judiciales 667
Programa del curso de Economía Política y Finanzas. . . 686
Programa de Filosofía del Derecho 712
Los Problemas de la Libertad, por el doctor Carlos Vaz Fe-
rreira 718
Sobre Administración y Organización de puertos, por el inge-
niero Eduardo García de Zúñiga. . . . . . . . 750
*

lt>52 ^ ÍNMOE ^ ^ I**

n ^
Documentos oficiales:
^''
«.

Colocación de la piedra fundamental del edificio central de ^ 1 ^ fr


la Universidad.—Discursos pronunciados lO^r .
Reglas relativas á la organización, atribuciones y deberes de
la Contaduría y Tesorería de la Universidad 1039
Ampliaciones al Reglamento sobre percepción y Administra-
[&. ción de rentas universitarias 1046

^4"'-:*^^

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