Contreras Gil Francisco Casas Encantadas PDF
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CASAS ENCANTADAS
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A mi abuelo Francisco Contreras López, quien me enseñó los valores más
importantes de esta vida.
«Papaíto», estoy seguro que disfrutarás con este libro desde las estrellas.A Maite,
mi madre, y a Toni, mi hermano,gracias por vuestro cariño, amistad y esfuerzo
ante la adversidad y por creer en mí.
A Mari Sol Montes Morlanes, una persona muy especial que el «destino» cruzó en
mi vida durante un viaje por el mar Rojo y con la que tengo la inmensa suertede
compartir el día a día. Sahms, gracias por ser como eres y por lo que me haces
sentir cuando estoy contigo.
Agradecimientos
Gracias a:
Enrique Muro y Antonio Muro, por todo lo que disfruté y aprendí haciendo
radio con «Diálogos en la Nueva Era», en el ente público Radio Televisión Madrid.
Carlos Soria, José Luis Muñoz, Arturo García Sosa, Rubén Molina Casín y
tantos otros que me han brindado su amistad y apoyo.
Y, por último, a todas aquellas personas que un día me contaron una
experiencia que les ha marcado para el resto de su vida en un gesto de nobleza y
valentía. El testimonio, algunos de ellos señalados por la tragedia, de aquellos que
vieron cómo la armonía y tranquilidad diaria era rota por fenómenos inexplicables.
Sinceramente, gracias por confiar en este periodista en busca del misterio.
Prólogo
Salí de allí como alma que lleva el diablo, atravesando los montes y la noche con un
miedo difícil de describir pero que seguro muchos conocen. Quizá es el mismo que miles de
personas han sentido desde el principio de la Historia al comprobar cómo en sus propios
domicilios lo imposible estaba ocurriendo.
Por eso se publica este libro: para saber más de determinados lugares donde ocurren
cosas inexplicables. Para adentrarnos en la profunda inquietud que provocan.
Desde las crónicas de piedra del Imperio Romano hasta los expedientes policiales de
las comisarías de hoy, se ha dado fe de emplazamientos concretos en los que formas,
sombras y supuestos espectros se presentaban ante los moradores. En las que voces
infantiles surgidas de la nada y poderosas manos invisibles golpeaban objetos y enseres
acosando a quienes osaban adentrarse en ellas. Conscientes de ello publicamos este libro
quizá para comprobar si el avance científico y técnico nos ha permitido descubrir algo más
acerca las extrañas leyes a las que parecen obedecer estos fenómenos. Para saber hasta
donde ha llegado el ser humano en el estudio, experimentación y enfrentamiento con ellos.
El autor de esta obra, reportero de raza, ha vivido el enigma muy de cerca, a pecho
descubierto y sin red, pasando muchas horas dentro de esos lugares y siendo testigo de
fenómenos que tienen difícil explicación. Son incidentes sin solución que acaban sepultados
en lo más profundo de algunos archivos y que Francisco Contreras ha desempolvado
pacientemente. Además, haciendo puente con el presente, ha acudido raudo, grabadora y
cámara fotográfica en ristre, a todos esos enclaves —desde palacios añejos hasta bloques de
casas modestas de obreros— en los que han sucedido nuevos casos en los últimos años. Y
allí, en el epicentro de lo insólito, ha rastreado, entrevistado, observado y buscado
respuestas.
Para sumergirnos en las páginas que vienen a continuación hace falta el acopio de
cierto valor: algunos casos, lo advierto, son francamente desasosegantes; demostrativos de
que algo que se escapa a nuestro conocimiento se manifiesta por alguna razón. Y eso
inquieta.
¡Ah! Por cierto… en aquella cinta se grabaron sonidos. Gritos de mujer audibles y
escalofriantes que nunca he podido olvidar.
IKER JIMÉNEZ
Capítulo 1
RENÉ MAGRITTE
Extrañas visiones como las que tuvo Marco Junio Bruto, uno de los asesinos
del emperador Julio César, a quien, según afirman diversos textos, un espectro le
avisó de su inminente suicidio.
El miedo descendió sobre mí, y el temblor hacía que chocaran mis huesos.
Entonces un espíritu pasó ante mi rostro. Estaba inmóvil, pero no pude discernir
su rostro.
La Iglesia católica puso en práctica estos rituales para exorcizar las casas
infestadas. Los sacerdotes lucharon contra duendes y aparecidos.
Pero fueron los presuntos contactos con espíritus de las hermanas Fox,
acaecidos en la barriada de La Arcadia (Nueva York) en el siglo XIX, los que
propulsaron mundialmente el contacto con el «más allá».
Algo o alguien denominado por los Fox como el «señor pezuñas» estaba
haciendo estragos en la familia. Pero inesperadamente la situación dio un giro de
360 grados. Catherine tuvo una idea brillante. Desarrolló un plan de comunicación,
revolucionario hasta la fecha, con el «señor pezuñas».
—¿Eres un hombre?
En ese preciso momento una repetida retahíla de golpes sacudió los tabiques
del edifico.
Las trascendentales teorías se vieron realzadas unos años más tarde, cuando
se halló un esqueleto debajo del caserón de Hydesville.
A poco más de medio metro los obreros que cavaban han encontrado una
tabla, y después de la tabla, enterrado entre carbón y cal, fragmentos de cabellos y
de huesos que se cree forman parte de un esqueleto humano. Por la tarde se ha
caído parte del muro y un trabajador ha logrado desenterrar un esqueleto humano
casi completo. El hallazgo nos conduce a la teoría de que el asesino, si lo hubo,
primero sepultó el cuerpo en el subsuelo de la casa y luego, temiendo ser
descubierto, lo sacó y lo emparedó entre dos muros.
Fue la edad de oro del mundo espiritual pero pocos meses después se
fraguó el principio del fin. Durante una de las exhibiciones públicas en el
Corinthian Hall, un sacerdote llamado Potts subió al estrado y empezó a imitar la
fenomenología paranormal. El reverendo realizó los supuestos raps con los dedos
de sus pies y explicó a toda la concurrencia que esta era la farsante forma de
contactar con espíritus de las hermanas Fox.
El inusitado interés que despertaban las actuaciones de los médiums hizo que se
tuvieran que realizar invitaciones privadas para las sesiones de espiritismo.
El caso volvió a dar un sorprendente giro de 180 grados doce meses más
tarde. Margaretta se retractaba de lo dicho anteriormente y el 20 de noviembre de
1889 emitía una nueva misiva en los rotativos neoyorquinos, que decía así:
Margaretta Fox reconoció, en octubre de 1888, que todo había sido un fraude. Un
año después se retractaba de lo dicho. Como si de una venganza del más allá se
tratara, fallecía alcoholizada y desamparada en 1892.
Las protagonistas del episodio que marcó el denominado Siglo de las Ciencias
sucumbieron como si de una venganza del más allá se tratase.
Raps: Golpes rítmicos, es decir, de dos en dos, de tres en tres, para ser más
exactos.
Los excelentes trabajos de Rhine, quien se dedicó durante más de treinta años a la
investigación psíquica, basados en la estadística, motivaron que en 1969 la
American Association for Science admitiera a la parapsicología como disciplina
científica.
ALEXIS CARREL
El espiritismo se extiende por el mundo
El primer episodio del pasado siglo pudo ser recogido y estudiado por la
Sociedad Inglesa de Investigaciones Psíquicas[3]. Elincidente ocurrió durante 1903
en Indonesia y su protagonista, el señor Grottendieck, vecino de la localidad
holandesa de Dordecht, explicó de esta forma su aterradora vivencia:
Carlos Franck, vecino del pueblo, le explicó los quiméricos hechos que
mantuvieron en vilo a la ciudadanía:
Hay una solitaria choza, al costado del sendero antes de llegar a Pelechuco.
Estaba ocupada por un funcionario de aduanas que vivía solo, acompañado
únicamente por un sirviente negro. El pongo (sirviente de color) era un maleante y
decidió acabar con su vida. Tres noches después el funcionario estaba sentado en
su cabaña, con las puertas y ventanas cerradas, cuando una piedra golpeó la
muralla detrás de él y cayó al suelo.
Se levantó alarmado y por un instante pensó que alguien había lanzado una
piedra desde afuera contra la cabaña, pero la piedra estaba allí sobre el interior.
¿Cómo pudo haber entrado?
Entonces otra piedra, una grande, cayó con estrépito sobre la mesa, e
inmediatamente se oyó un ruido de cosas que se hacían añicos al caer una tercera
piedra en medio de su terraza.
Pero ¿por qué Fawcett mostró este inusitado interés en estos lances
sobrenaturales? La explicación al enigma la encontramos en su ensayo Exploración.
A principios de 1913, en la aldea boliviana de Santa Cruz de la Sierra, situada en
los alrededores del río Mamoré, Fawlett, que años después desaparecería en el
Matto Grosso, pasó de cronista a testigo de un poltergeist:
Pepita Diego, una de las coristas, vivió aterrada las lluvias insólitas hasta el
punto que denunció las agresiones sobrenaturales a la policía. La pedrea continuó
varios días e incluso diferentes miembros de la compañía teatral, como el señor
Selver o una de las componentes del conjunto La Margual, resultaron heridos.
Los inquilinos del edificio estaban atemorizados. Nadie sabía explicar cuál
podía ser la causa de aquellas ilógicas percusiones.
A las diez de la noche comenzaron los ruidos. Estos eran —dictaminaban los
informes policiales— más perceptibles en los tabiques ligeros que en las paredes
llamadas vulgarmente maestras.
He aquí la causa. Dos camas, un armario que antes no lo era, una pared
mediera —explicó el gobernador civil a la prensa— que divide dos casas, un
tabique vibrante o que debe vibrar. Todo esto produce los ruidos. Lo produce
seguramente.
Las Provincias: «La Casa de los Ruidos: Siguen los ruidos.-Nueva estrategia
de la fuerza pública.-Un reto a los espíritus y una contestación inmediata.-Las
autoridades en ridículo».
Levante: «La Casa Misteriosa: La cosa se pone cada vez más seria.-Los ruidos
siguen en distintos sitios. Una inspección y dos registros sin resultados».
Según diferentes estudios históricos aquel solar había sido durante el siglo
XIII el punto donde se asentaba un convento en el que se produjeron varios
crímenes. El asesinato, más concretamente de una pareja de eclesiásticos, de un
sacerdote del monasterio y una monja del claustro de Bures, situado a 13
kilómetros de distancia, que tras un apasionado romance intentaron huir y dar un
giro de 180 grados a sus vidas.
El equipo técnico con el que contó Harry Price estaba compuesto por cámaras
fotográficas, polvo para impresionar huellas, cámaras cinematográficas de 16mm y
filtros, así como instrumentos para mediciones térmicas, acústicas y lumínicas.
El equipo portátil que siempre llevaba consigo el metódico y esforzado Harry
Price, el primer cazafantasmas científico de la historia.
Durante los 65 años en los que la familia Bull estuvo en la rectoría, desde
1863 hasta 1927, se produjeron una extensa lista de hechos inauditos. Experiencias
y manifestaciones que fueron corroboradas por vecinos de las localidades
colindantes.
Harry Price, a los tres días de su primera visita y desbordado por los
acontecimientos, decidió organizar una sesión de espiritismo para intentar
esclarecer el enigma. En el experimento participaron el reverendo Smith, su esposa,
una médium y el propio investigador. El resultado terminó de sembrar el
desconcierto: el espíritu del sacerdote Henry Bull, antiguo regente y constructor
del edificio, informó sobre el truculento pasado del lugar.
Transcurrió un año hasta que la rectoría fue habitada de nuevo. Esta vez por
el clérigo Lyonel Foyster, primo del fallecido reverendo Bull, y su mujer, Marianne.
Los fenómenos asediaban a una inocente Marianne, que empezó a sufrir una
fuerte alteración psíquica debido a la situación, motivo por el cual el matrimonio
abandonaría la casa definitivamente en 1935.
Harry Price cerró definitivamente el caso tras dar cristiana sepultura a los
macabros restos hallados en el ruinoso sótano. Y todas sus conclusiones fueron
recogidas en dos gruesos libros: el primero publicado en 1940 bajo el título The
most haunted house in England (La casa más encantada de Inglaterra) y el segundo, The
end of Borley rectory (El fin de la rectoría Borley), editado en 1945, tres años después
del fallecimiento de Price.
Tras cinco años de estudio los resultados fueron publicados bajo el titulo The
haunting of Borley rectory (El encantamiento de la rectoría Borley) en 1956.
En opinión de Hope y Douglas, muchos de los fenómenos que se produjeron
en el caserón religioso fueron fraudulentos. Es más, aseguraban que detrás de
muchos de los presuntos incidentes poltergeist se encontraba Price.
Y es que, como afirmó Harry Price, Borley ha sido, es y será el lugar más
encantado de Inglaterra.
El «duende de la hornilla», en Zaragoza
El lance llegó a ser de tal magnitud que el rotativo británico The Times se
hizo eco del mismo. El 27 de noviembre de 1934 publicaba una información que
proyectó el incidente de forma internacional.
DUENDE: No.
DUENDE: No.
Son ya muchos los días que se está tratando la cuestión del duende, sin que
se haya puesto la menor dificultad a la exposición de las más variadas noticias y
comentarios, que no han tenido otra virtualidad que la de colocar a Zaragoza en un
plan de actualidad, no sabemos si beneficioso o perjudicial.
Al objeto, pues, de evitar ridículos y situaciones poco gratas, creo que será
prudente y necesario silenciar el asunto hasta que la policía descubra al que, con
sus espaciadas monosílabas frases, ha llegado a atraer la atención del país y tal vez
preocupar a algunas personas. Confío en que muy pronto hemos de conocer al
chusco y que así desaparecerá la infundada inquietud que este hecho haya podido
despertar, y por ello ruego a la prensa atienda mi indicación.
Sin duda fue el carpetazo definitivo para cerrar el caso por parte de las
autoridades. El segundo expediente forense apuntaba a la sirvienta como
sospechosa de ser responsable de la voz. Pero ¿cómo fue posible que el «duende de
la hornilla» se manifestara en su ausencia y con el edificio desalojado?
Su mujer y sus dos hijos decidían acostarse. Cerca de las once de la noche
unos golpes secos y sordos retumbaban en las paredes del domicilio del hogar de
los Montroig. Enrique, el hijo mayor de la familia, se levantó rápidamente de la
cama para intentar ver que había sucedido en el salón, pensando en la posibilidad
de que les estuvieran robando.
Los dos hijos, Enrique y Juan, salieron en busca del sereno de la zona
pidiendo auxilio. Cuando llegó el vigilante nocturno a la calle Francisco Giner el
resto de los vecinos del edificio se encontraba en la escalera de la casa, pero el
fenómeno paranormal había cesado.
El hijo de Enrique Montroig fue el primer testigo de los extraños fenómenos
acaecidos en la Ciudad Condal.
El hogar de los Montroig se convertía en una locura. Una de las sillas del
comedor se caía dos veces súbitamente al suelo para, posteriormente, volver a su
posición natural. La lámpara empezó a girar frenéticamente. En esa espiral
paranormal surgió una lluvia de piedras insólita en el interior del piso. La tensión
del momento llegó a su máximo apogeo cuando los cristales de las ventanas,
fuertemente aferrados a las maderas, comenzaron a vibrar y retumbar. El reloj,
como un testimonio de lo irracional, se detuvo en el preciso instante en el que los
extraños sucesos comenzaron. Era la primera vez que se materializaba un objeto en
el interior de una casa en nuestro país (definido técnicamente como «aporte» por la
parapsicología).
Ante el miedo de los inquilinos de la calle Francisco Giner, 43, varios agentes de
seguridad cercaron el inmueble encantado para intentar buscar el origen de los
quiméricos sucesos. Jamás encontraron una explicación.
Comedor de la aterrorizada familia Montroig, fotografiado por los rotativos de la
época.
Una semana después, el 24 de junio, en el cortijo de Fuente del Saz tres haces
de cebada y centeno ardían sin causa aparente.
Unas horas más tarde, en los terrenos propiedad de Jesús Martínez Morales,
el techo de sus cuadras caía derribado por el fuego. La misma misteriosa
combustión que consumía la manta con la que se cubría la mujer de Alfredo Rubio
en otro cortijo cercano.
¿Cómo era posible que se generaran llamas sin causa alguna? Los lugareños,
atenazados por el miedo, acudieron al cuartelillo de la Guardia Civil de Purchena-
Macael. Los miembros de la Benemérita, tras la pertinente denuncia, recorrieron
los solitarios y agrestes montes a caballo en busca de una solución. No encontraron
ninguna causa natural que pudiera explicar los incendios. Mientras tanto, las hoy
denominadas por la parapsicología combustiones espontáneas o psicogénesis
seguían asolando los campos en torno al río Laroya.
En resumen, no hay una causa definida a la que puedan achacarse todos los
sucesos ocurridos y debe desecharse, desde el primer momento, toda sospecha de
que hayan sido provocados por la mano del hombre. Se ha producido un
verdadero pánico, obligando a las gentes a tener en las calles sus modestos ajuares
y vituallas. Es de esperar que el suceso no tenga repetición.
Las autoridades ordenaron nuevos estudios. Había que dar una explicación
a la opinión pública, y el precio fue la mentira. Los trabajos fueron encargados a
José Cubillo Fluilers, ingeniero y jefe del Servicio de Magnetismo y Electricidad
Terrestre del Instituto Geográfico y Catastral. Sus conclusiones, publicadas a nivel
nacional, postulaban la existencia de un extraño gas inflamable en la zona de los
incendios y declaraba que no existía peligro alguno para la población. El caso fue
cerrado y por supuesto continúa sin respuesta. Una explicación que tampoco
tienen otros casos de iguales circunstancias que se han desarrollado a lo largo de
los años.
Durante la posterior investigación oficial de los hechos el caso tuvo que ser
cerrado. Los familiares de Sofía declararon que desde hacía varios años estaban
padeciendo toda clase de fenómenos paranormales en su hogar: se encendían y
apagaban las luces, los grifos emanaban agua sin que nadie los tocase y surgían
repentinas llamaradas en diferentes estancias del apartamento. Unos truculentos
incidentes que fueron corroborados por parte del vecindario.
Capítulo 3
Edificios embrujados
un mismo desconcierto».
JULIO CORTÁZAR
¿Cuáles son las factores que hacen desatar los inexplicables incidentes que se
desarrollan en estos lugares? No existe aún una respuesta definitiva al enigma,
pero, a pesar de ello, de lo que no cabe duda es de la realidad de los mismos.
Estos son algunos de los escenarios relacionados con lo insólito.
Los insólitos golpes de San Pascual
Tres golpes, una pausa y otros tres golpes con un ritmo acompasado. Estas
son las insólitas percusiones que suenan presagiando algún desastre o muerte en el
convento de las clarisas en Villarreal (Castellón) desde finales del siglo XV.
La fama del prodigio durante aquellos siglos XVI y XVII motivó que incluso
se hiciera referencia a los sucesos anómalos en la liturgia eclesiástica del santuario:
Custus, beáti córporis auditur púlsibus is sonáre in prosperis rebus, tonáre in trístibus
(«Golpeas en el arca y suenas y en son misterioso auguras, ya desgracias, ya
venturas, y el mundo de asombro llenas»). Al igual que el vulgo que dedicaba
coplas populares al santo:
Con tus golpes admirables celas de Dios los honores de herejes y conviertes
innumerables pecadores, anuncias cosas notables y causas ya horror, ya contento.
Durante los últimos cien años han sido bastantes los incidentes sonoros que
se han producido. La primera acaeció en 1912 cuando un incendio arrasó el cine
Luz de Villarreal. En el accidente, ocurrido el 27 de mayo, murieron 69 personas.
Días antes, como así ha sido reflejado en algunas crónicas, inexplicables golpes
secos y sordos sonaron en el sepulcro del beato.
Sin lugar a dudas es el episodio más importante del pasado siglo XX para la
parapsicología. Todo empezó a suceder en un pequeño bufete de abogados,
propiedad del letrado Herr Adam, situado en el número 13 de la calle Konigtrasse,
en la localidad alemana de Rosenheim.
Los incidentes llegaron a ser tan frecuentes que uno de los encargados del
despacho jurídico, Johannes Engelhard, decidió ponerse en contacto con la
compañía Siemens, la empresa que había instalado la centralita.
Pero a los pocos días comenzaron nuevamente las anomalías con un detalle
que se descubrió a las pocas semanas: las facturas se habían duplicado.
A finales del mes de octubre, concretamente el día 20, Herr Adam descubrió
que algo fuera de lo normal estaba acaeciendo en sus oficinas: los lectores
telefónicos registraron 46 llamadas al número de información horaria entre las 7:42
y las 7:52 de la mañana. Un sorprendente suceso que se repetiría durante los meses
posteriores.
En cinco semanas —explicó Herr Adam— el número del reloj parlante fue
marcado entre quinientas y seiscientas veces. Un día fueron ochenta veces. Yo
estaba furioso con la compañía telefónica. Pensé en fundar una asociación para la
protección de usuarios.
A partir de aquel día los letrados del despacho Adam empezaron a vivir
aterradores lances que no tenían explicación alguna. Extraños ruidos de
procedencia desconocida recorrían en el interior del inmueble.
Las lámparas comenzaron a balancearse solas violentamente en el bufete de
abogados, como demuestra esta imagen.
Pero Herr Adam decidió dar un paso más allá. Acudió en busca de ayuda al
Instituto de Parapsicología dependiente de la Universidad de Friburgo, y solicitó la
ayuda del prestigioso doctor Hans Bender para intentar dar una explicación a los
aterradores incidentes.
Reinaba el caos. Pero Hans Bender, a principios del mes de enero y tras
diferentes pruebas de observación de la casuística, descubrió una intrigante
conexión entre la fenomenología y una de las empleadas: Anne Marie Schnabel. La
auxiliar administrativa siempre se encontraba presente en el despacho cuando se
desarrollaba el poltergeist.
Pero la maldición del museo árabe recobró toda su fuerza durante el mes de
agosto de 1984, cuando José Luis y Ángel fueron protagonistas de un gran número
de sucesos extraños. Los adolescentes pudieron ser testigos de toda una serie de
episodios paranormales que siempre, al igual que antaño, comenzaban a la misma
hora.
El investigador Rafael Rivera coordinó varias investigaciones para buscar una
solución a los quiméricos incidentes que se producían en el museo encantado.
Todo el mundo parece haber admitido esto último. Las leyendas que se
narran sobre este lugar están marcadas por la muerte. Los lugareños afirman que,
en épocas pasadas que no saben precisar, se cometieron allí varios asesinatos y
asocian estos hechos de sangre con los sucesos anómalos.
La casa sangrante de Arroyo de la Luz
Cuando llegó la Benemérita el fenómeno había cesado pero los muros del
edificio se encontraban completamente ensangrentados. Alarmados por la
situación, para la cual no terminaban de hallar ninguna explicación lógica,
decidieron ponerse en contacto con las autoridades políticas de la localidad.
Entre los vecinos existían explicaciones para todos los gustos, si bien unos
afirmaban que todo había sido producto de un aborto de una de las hijas de los
Castaño, y otros comentaban que fuerzas del «más allá» estaban manifestándose en
aquel lugar.
A las pocas horas del lance se borraban todas las pruebas del suceso y
Eleuterio Castaño intentaba zanjar el asunto de forma drástica. Todas menos una:
la propia muestra de sangre que los miembros de las fuerzas de seguridad habían
recogido. Ningún miembro de la familia quería saber nada de lo que sucedió
durante aquella madrugada y negaban por sistema cualquier tipo de declaración a
la prensa.
A las pocas semanas el caso cayó en el olvido. Nadie volvió a comentar los
presuntos fenómenos paranormales que se desarrollaron en la etiquetada «casa
sangrante».
La Diputación de Granada, maldita
Cuando estábamos abriendo el muro para dar acceso a la nueva obra del
edificio colindante nos quedamos estupefactos —afirmó el arquitecto jefe Antonio
Rodríguez—. Aparecieron varios esqueletos de niños recién nacidos junto al de un
adulto. Lo curioso es que antes de introducir los taladros, yo advertí que había
ladrillos que no pertenecían a la construcción original. Los originales habían sido
sustituidos por otros, que, a mi parecer, databan de primeros de siglo.
En mi vida había sentido tanto pánico y visto algo igual —le confesó el jefe
de mantenimiento—. Me hallaba reclinado en un sofá de recepción, pasadas las
doce de la noche, cuando un aura luminosa y chisporreante se posó sobre mí.
Intenté levantarme pero aquello me lo impedía. Creí que había llegado mi fin. Qué
mal lo pasé. Por fin pude levantarme y aquello entonces desapareció. Salí
despavorido a la calle y no regresé hasta que amaneció.
Fuimos todos para arriba. Yo vi luces que iban y venían. Pensé que se
trataba de las luces de los coches de la calle, pero era imposible porque no hay
ventanas —recordaba Pilar Perri—. Tenía una pitillera a mis espaldas que salió
volando por los aires y fue haciendo zigzag hasta que le dio en la cara a nuestro
compañero Juan Burgos.
Los funcionarios granadinos vivieron un rosario de episodios sobrenaturales en
estos despachos.
A pesar de las aterradoras experiencias que pudieron vivir los expertos las
pruebas continuaron y se consiguieron grandes resultados.
Las horas pasaban y el ambiente era de tensa espera entre los expertos.
Todos tenían la extraña sensación de que algo iba a pasar entre aquellos muros. Y
lo imposible se hizo realidad. Juan Burgos Gavilán se topó con un ser fantasmal
que surgió de la pared en la cual, años atrás, se habían encontrado los
mencionados esqueletos humanos. Juan Burgos, al describir su encuentro, declaró:
Será la nueva sede del Servicio de Catastro. Y, sin lugar a dudas, en el futuro
tendremos conocimientos de nuevos sucesos y episodios malditos…
Los espectros de la pinacoteca Reina Sofía
Desde luego el edificio tiene una historia lóbrega y truculenta a sus espaldas.
El inmueble en el cual hoy se encuentra el Centro de Arte Reina Sofía, ubicado en
la madrileña glorieta de Atocha, fue construido a finales del siglo XVIII.
Exclusiva que publicó Diario 16 sobre los espectros del Museo Reina Sofía.
Por último, siempre según el grupo Hepta, alguien se identificó como Ata.
Ata resultó ser un loco furioso, paciente del hospital y sumamente peligroso,
pues según su propia confesión había asesinado a cinco personas […]. No sabía en
qué año había vivido, tan solo sabía que su rey se llamaba Carlos.
En 1998 los espectros del Reina Sofía volvían a ser noticia. Una de las
empleadas de la limpieza del turno de la mañana, que prefiere mantenerse en el
anonimato, solicitaba la baja médica aquejada de estrés y depresión.
Ensimismado con las obras de arte, casi no advertí la presencia de una mujer
de mediana edad: era Ángela, una de las propietarias del comercio.
Este crucifijo estalló de forma súbita. Una «fuerza invisible» partió la madera y
sacó los clavos que lo sujetaban de su sitio.
El estupor de los propietarios les llevó a contar a sus amigos más allegados
lo que estaba ocurriendo.
Había días que cerrábamos la tienda y veníamos a ver qué pasaba. Siempre a
la misma hora se desencadenaban los acontecimientos. Estando con unos amigos
en la salita principal comenzaron a caernos unos trocitos de madera como
carcomida y húmeda.
Las manillas de este reloj funcionan con normalidad periódicamente, a pesar de
que su maquinaria está estropeada.
Pero ¿cuál es la causa? Las hipótesis que se han barajado para intentar dar
una explicación a los incidentes que se viven en la tienda de antigüedades no dejan
de ser eso: hipótesis. Y entre todas ellas cobra fuerza la que algunos de los enseres
que se almacenan en el establecimiento estuviera «maldito».
Llegamos a hacer informes en los que contábamos las cosas que estaban
pasando. Algunos de nosotros pedimos hacer las rondas en pareja por los pasillos,
por si acaso, cuando lo normal es que fuéramos solos. En el vestíbulo principal, el
de la entrada, las macetas se movían solas y algunas puertas se abrían y cerraban
sin que nadie las tocase. Los fenómenos ocurrían por la noche, cuando hacíamos la
ronda.
Más de uno —me asegura A. L.— llegó a pedir el traslado porque no podía
soportar trabajar en estas condiciones. Incluso algunos compañeros míos llegaron a
dejar alguna vez una grabadora encendida y comprobaron luego que habían
quedado registrados aplausos y otros sonidos.
Las mujeres que limpian los largos y anchos pasillos y salones también se
encontraban en la lista de afectados por el poltergeist:
Recuerdo que una de las empleadas, en uno de los cuarto de baño que está a
la izquierda, mirando a la sala sinfónica, se encontró con que no podía abrir una de
las puertas. Decía que una fuerza empujaba hacia fuera mientras ella lo intentaba
hacia dentro.
Los fenómenos son más agresivos en las estancias administrativas del edificio.
La situación llegó a ser tan insostenible para los trabajadores que diferentes
administrativos decidieron contratar los servicios de una vidente para que
realizara varias «limpiezas espirituales» del lugar, aunque sin éxito, puesto que,
según he podido confirmar, los casos inexplicables siguen produciéndose.
A pesar del silencio que rodea a muchos de estos casos podemos afirmar con
datos y documentos que han sido numerosas las intervenciones de los miembros
de las fuerzas de seguridad, de concejales, alcaldes e incluso de sacerdotes ante las
llamadas de auxilio de ciudadanos que eran víctimas de episodios calificados como
sobrenaturales. Y muchos reporteros hemos tenido acceso a estos informes en los
cuales han quedado reflejados diferentes fenómenos paranormales.
Encuentros oficiales con lo absurdo de los que hay testimonio incluso antes
de empezar el pasado siglo, como por ejemplo el que daba a conocer el rotativo
francés Le Detroit, en 1860, bajo el titular «Escena de brujería en el siglo XIX» y en el
que se narraba textualmente:
Siéndole imposible vivir en una casa donde hay que estar siempre en plan
de alerta, el señor Lesage solicitó al propietario del inmueble la anulación del
contrato. Esta petición le fue concedida y para redactar el acta pertinente acudió el
señor Vaillant, alguacil cuyo apellido convenía perfectamente en esta
circunstancia.
Minna no podía creer lo que estaba contemplando mientras los golpes, cada
vez más bruscos, deterioraban aún más su estado físico y mental. Herr Ernst
Saverbery decidió entonces acudir a las fuerzas del orden público.
Cuando llegó al cuartelillo comenzó a relatar uno a uno todos los incidentes
de los que estaba siendo víctima bajo la atenta y sorprendida mirada del comisario
Pfeil. El inspector tomó la decisión de acudir al domicilio del relojero acompañado
de ocho agentes. Al llegar al domicilio el vecindario se agolpaba en la vía pública.
Organizó un cordón de seguridad y entró en la vivienda donde, tras pasar el
vestíbulo de entrada, enmudeció: una silla turca se desplazó de pared a pared, el
sillón fue arrastrado por una fuerza sobrenatural por el pasillo y una vasija
«volaba» por el salón.
Durante dos semanas comparecieron ante los jueces todos los testigos de los
incidentes adimensionales. Tras las primeras audiencias se determinó que los
lances tenían una estrecha relación entre el estado de salud de Minna y la práctica
sugestiva de Otto. El caso tuvo un final feliz cuando el doctor Johannes Khale,
especialista en neurología, realizó nuevas técnicas hipnóticas restableciendo la
salud de Minna.
Lluvia de piedras ante la Benemérita
Tanto Rafael de Juan como sus hijos Francisco y Andrés y José Rubio, así
como su socio Murillo, fueron testigos de lo inexplicable. La pedrea se había
trasladado al interior del local. Mientras los empleados trabajaban los pedruscos
caía y salían volando por el interior de la estancia.
Luego empezaron las de dentro. Estas sí que no las tiraba nadie, porque
salían —afirmaba Juan de Andrés— de donde estábamos nosotros trabajando. No
distinguíamos de dónde salían, solo las veíamos chocar contra los cristales, pero es
seguro que estas piedras, mucho más pequeñas, no venían de fuera, sino de
dentro, porque los cristales rotos salían proyectados hacia la calle.
Vino un viejo con un péndulo, se puso a dar vueltas y, cuando llegó aquí —
recordaba el señor Murillo—, señalando un lugar a dos o tres metros de la puerta,
el péndulo empezaba a girar y al viejo parecía que le daban calambres.
Concepción Lázaro y Máximo Gutiérrez, junto con sus tres hijos, vivieron en
1991 momentos tremendamente dramáticos en su domicilio situado en la calle Luis
Marín, número 8, del madrileño barrio de Vallecas.
Semanas más tarde, la familia Gutiérrez Lázaro veía cómo una de sus hijas
empezaba a sufrir extrañas convulsiones epilépticas. La joven sufría unos
desvanecimientos en los que su cuerpo se convulsionaba como si estuviera poseído
por una desgarradora fuerza. Los músculos mostraban una extremada rigidez y
tensión. Sus extremidades se retorcían con una energía descomunal ante los
atónitos ojos de aquellos que lo contemplaban.
A las 2:40 horas por el canal 7 de H-50 llama el Z-2 y manifiesta, una vez se
ha entrevistado con la familia y observado el interior de la casa, según comunica,
se le ha puesto el vello de punta. Que estando sentados en compañía de toda la
familia, pudieron oír y observar cómo una puerta de un armario perfectamente
cerrada, cosa que comprobaron después, se abrió de forma súbita y totalmente
antinatural.
Que, según manifiesta una de las hijas, tomó el Cristo del suelo y lo adhirió
detrás de la puerta de la habitación junto a un póster, produciéndose también de
forma súbita y extraña tres arañazos sobre el citado póster.
Aquel enfrentamiento entre las fuerzas de seguridad y las del «más allá» fue
el detonante para que el denominado «caso Vallecas» saltara a los medios de
comunicación no especializados.
Todo comenzó la noche del viernes catorce de octubre. Mi mujer estaba sola
aquí en este cuarto, precisamente cuando de repente le cayeron unas gotas de color
amarillo y aspecto de grasa, que no sabía bien de donde venían. Cuando me lo
contó completamente asustada, yo le dije que sería alguna gotera, aunque me
parecía un poco raro, porque acabábamos de arreglar el techo y hacía meses que no
caía una gota de agua en nuestro pueblo. Sin embargo, a la noche siguiente,
cuando estábamos cenando, comenzó a llover dentro de la casa otra vez, pero con
algo más de fuerza según mi mujer, y yo, por supuesto, me di cuenta de que estaba
pasando algo muy raro.
Padre e hijo señalando una de las paredes por donde brota el agua de forma
inexplicable.
Presas del pánico ante los extraños acontecimientos que estaban observando,
llamaron a las autoridades.
Los cuadros se caían de las paredes cuando pasaba cerca de ellos y sombras
errantes se podían observar deambulando cerca del adolescente.
Manuela decidió llamar a sus padres, Luis Ledo y Manuela Bonet; a una
amiga, María Luisa Guerra, y a su cuñado Manolo Herrera. Este último recordaba
alguno de los fenómenos como sigue:
Parecían como si corrieran por el piso de arriba, incluso los extraños golpes
llegaron a desplazarse hasta las persianas de la casa, ocasionando diversos
destrozos en el mecanismo de las mismas. Lo más asombroso que recuerdo fue que
los juguetes de mi sobrino saltaban de las estanterías por sí solos, y las cortinas se
elevaban sin que hubiera corriente alguna producida por puertas o ventanas
abiertas. Incluso las toallas del baño y otros objetos del mismo caían al suelo sin
que nadie los tocase.
Días más tarde, del techo de la habitación del adolescente empezaron a caer
una especie de gotas de agua que tras impactar contra el suelo desaparecían. No
había manchas de humedad en las paredes y tampoco existía tubería alguna que
pudiera ser el origen.
Esta fue la causa por la cual Manuela decidió reclamar la presencia de las
fuerzas de seguridad. Dos agentes de la policía local se personaron en el lugar de
los hechos y se convirtieron en testigos de lo inexplicable. De aquella experiencia
sobrenatural quedó este contundente atestado:
Ayuntamiento de Xirivella
Parte de Intervención.
Tras recorrer las diversas dependencias del domicilio, los agentes locales no
encontraron el detonante de aquel caos, por lo que, después de tranquilizar a los
inquilinos, abandonaron el inmueble y redactaron el consiguiente expediente:
Policía Local.
«A la 1:30 horas del día 24 de marzo del 2000, agentes de la Policía Local
recibieron una llamada telefónica informando sobre supuestos sucesos
paranormales en la calle Valladolid de esta localidad.
Los abuelos, Ramón García y Oscilla Pérez López; sus hijos, Pilar García y
Francisco Javier Moreno, y las niñas, Fe y Verónica García, llevaban más de siete
años sufriendo extraños episodios en su vivienda.
Pero aquella fatídica noche de marzo la situación llegó a ser tan insostenible
que decidieron pedir auxilio a las fuerzas de seguridad locales…
Capítulo 5
El caso, bautizado por la prensa como «La casa de los ruidos», mantuvo en
vilo a toda la barriada de Carabanchel, en Madrid, por espacio de dos meses.
«¡Asesinos, asesinos».
Las supuestas voces del más allá, que posteriormente se demostraron que
eran fraudulentas, fueron el detonante para que cientos de personas se reunieran
por las noches en esta emblemática plazoleta de la capital con intención de dar
caza a los fantasmas.
El bar Picos de Europa, una céntrica cafetería madrileña, era el lugar donde
me había citado con la señora Del Amo, casada y con dos hijas, Ana y Silvia, de
seis y once años, respectivamente. La razón de nuestro encuentro era el que la
señora Del Amo narrase los acontecimientos que habían alterado la tranquilidad
de su hogar.
Sentados en una mesa del local, junto a Ramón García, amigo de la familia y
testigo de los extraños acontecimientos, comenzó a relatar uno a uno todos los
sucesos que, originados a su entender por «fuerzas del más allá», habían acaecido
en las últimas fechas en su domicilio.
Hace quince días estábamos las dos niñas y yo solas en casa por la tarde y el
timbre se volvió loco: din-don, din-don […]. Me empecé a asustar —recordaba con
un exagerado nerviosismo María Ángeles del Amo al narrar los acontecimientos—.
Al principio creíamos que se trataba de una broma pesada de algún vecino…, pero
no.
Una macabra broma que, jornada tras jornada, fue haciendo mella en el
estado físico y psíquico de la familia. Cada vez que se producían los insistentes
aporreos se dirigía hacia la puerta, miraba por la mirilla y nunca había nadie al
otro lado.
Sin embargo, los incidentes más espectaculares estaban por llegar. Ramón
García y su mujer, Rebeca, allegados a la familia Del Amo, se encontraban
montando guardia junto a las vecinas en el rellano de la escalera cuando se
convirtieron en testigos de excepción de la estridencia sonora del timbre eléctrico y
de los golpes en la puerta del domicilio.
«A nosotros todavía nos entran escalofríos cuando subimos por las escaleras
—explicaban— y recordamos aquel día. Estábamos sentados en el rellano cuando
de repente el timbre empezó a sonar y comenzaron a dar golpes en las paredes,
pero allí no había nadie.
Fueron dos horas las que aguardamos a que algo sucediera. Entretanto me
dediqué a inspeccionar los dormitorios, la cocina, el salón, etc. Al poco tiempo
sonó el teléfono del portero electrónico y el sobresalto de María Ángeles fue una
prueba suficiente para avalar la tensión que se respiraba en el ambiente. Eran sus
hijas que regresaban del colegio. Ana, la pequeña, no daba importancia a lo que
sucedía. Se mostraba indiferente, hasta tal punto de no experimentar ningún temor
ante los fenómenos. Silvia, por el contrario, no dormía bien y lloraba por cualquier
motivo. Intuí que algo no encajaba y las charlas que mantuve con las pequeñas me
fueron revelando la realidad del asunto. Tenía ante mí a dos mentes infantiles que
creían en fantasmas y espíritus burlones, que narraban historias de magia y
brujería…
María Ángeles empezó a gritar: «¡Lo ves, lo ves!», y Silvia rompió a llorar,
presa del pánico y la histeria. Acababa de ser testigo de un poltergeist.
Acudí al piso junto con mis compañeros. Los primeros instantes tuvieron un
denominador común: el escepticismo. Hasta que, transcurridos unos minutos, se
desató el poltergeist: golpes en las puertas, movimientos de muebles,
desplazamientos de pequeños enseres, todo un rosario de fenómenos de difícil
explicación. «Esto hasta que no se vaya el duende no terminará», exclamaba la
abuela cada vez que sucedía algo en el interior del piso.
¿Cuáles fueron los motivos de Silvia y Ana para provocar aquella situación?
GREGORIO MARAÑÓN
¿Por qué en la actualidad los fenómenos paranormales se
encuentran tan desacreditados en nuestro país?
La respuesta es otro gran enigma. Quizá sea porque aún no se sabe que la
parapsicología fue aceptada como disciplina académica en 1969 por una de las
instituciones científicas más reputadas: la American Association for the
Advancement of Science (Asociación Americana para el Avance de la Ciencia). Un
detalle muy importante, ya que la mayoría de las instituciones oficiales continúan
entendiendo que la parapsicología es parte del ocultismo. Un grave error que no
hace sino paralizar cualquier tipo de estudio serio y metódico ante determinados
casos.
contrerafgil@hotmail.com
Notas
[1]
El Instituto Metapsíquico de París fue la primera asociación que contó con
ayuda económica del gobierno francés y el reconocimiento de entidad científica<<
[2]
Sería importante matizar en este punto que los estudios psíquicos en
Argentina comienza oficialmente el 30 de abril de 1953, fecha en la que se fusionan
la Sociedad Espirita y la Sociedad Argentina de Parapsicología, y fundan, avalado
por las instituciones universitarias, el Instituto Argentino de Parapsicología<<
[3]
Journal, XII, p. 260.<<