3 Funciones Del AT Flavio Hernandez

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Las funciones del Acompañamiento Terapéutico:

El "lugar” del acompañante terapéutico en el tratamiento


Desarrollo histórico social del Acompañamiento Terapéutico
Flavio Hernández (Operador Psicosocial - Acompañante Terapéutico)
http://www.actiweb.es/area_psicosocial/funciones_del_acompaante_terapeutico.html

El tema de las funciones fue desde los comienzos bibliográficos dedicados al


acompañamiento terapéutico muy significativo, y en ocasiones mostró ruidosos-
silencios, rígidos posicionamientos y discursos. Hoy comprendo las particularidades de
esas bibliografías como uno de los "motores” que permitió y posibilitó el desarrollo
histórico-social del desempeño actual del acompañante terapéutico desde los últimos
10 o 15 años.
Planteando el tema:
En primer lugar quiero citar a G. Pulice Y G. Rossi, quienes se expresan en el
prefacio de su obra Acompañamiento Terapéutico, sobre la función del acompañante
terapéutico de la siguiente forma: "…Desde nuestro criterio, la función del
acompañante terapéutico solo puede definirse en relación a la estrategia de un
tratamiento, e irá cobrando sentido en la medida en que este avance, es decir, en
relación a las particularidades de cada caso. En la dirección de un tratamiento, no hay
un saber previo. Sí hay un saber supuesto que el paciente, en la transferencia, atribuye
al terapeuta… Es necesario aclarar, no obstante, que cuando hablamos de estrategia no
es en sentido de un saber previo puesto del lado de quien conduce un tratamiento,
acerca de cómo intervenir frente a cada entidad clínica, de manera general. Y menos
aún de parte de los distintos profesionales que pudieran participar en ese tratamiento,
incluido el acompañante...” (Pulice y Rossi: 1997:8).
Si bien, respecto de lo leído hasta aquí, se puede pensar la función del
acompañante terapéutico como el "lugar” que tiene éste en un tratamiento, entonces
es necesario que todos los agentes de salud pensemos que no hay sólo un "lugar”
posible para este recurso: desde cada escuela psicológica y psiquiátrica, como desde
cada especialidad médica y asistencial, y según el marco teórico que la sustenta, se le
puede otorgar tácita o explícitamente un "lugar” diverso y válido.
El mismo redundará en una inclinación y fundamentación, en cada caso
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particular, de la nominación de funciones específicas que asumirá el acompañante
terapéutico de cara a su trabajo concreto y que las mismas se particularizarán en la
reflexión sobre y en la práctica que cada área requiera.
Creo que en la apreciación del párrafo citado, los autores se refieren
especialmente al acompañamiento terapéutico en salud mental, y más precisamente
desde una mirada psicoanalítica, lo que algunos, por su especificidad, están
empezando a denominar "acompañante psicoterapéutico”. Aunque es de destacar que
en la actualidad los pedidos de acompañantes terapéuticos no sólo están siendo
formulados por profesionales del ámbito "psi”, sino también desde otras
especialidades, en donde hablar de "saber supuesto del terapeuta” no es operativo, ni
un lugar desde donde "intervenir” y/o ubicarse en un tratamiento.
Los autores también hablan de un "saber previo”, que termina por no ser tal, en
relación a un posicionamiento profesional, que permite no definir una estrategia a
priori frente a determinada entidad clínica en el área de psicopatología o clínica
psicológica. Esto es característico del psicoanálisis, en donde también se dice que: el
"saber” lo tiene el paciente por estar habitado por un síntoma que habla mas allá de él
(también ocurre esto en un sueño, un acto fallido, un lapsus, como lo postuló Freud en
su época).Para mi esto ya es un posicionamiento estratégico.
Desde el punto de vista de los autores, este planteo condiciona tanto al
terapeuta como al acompañante terapéutico, los deja en un "lugar” en el que no
pueden precisar ni sus funciones específicas ni su estrategia de tratamiento a priori.
G. Pulice y G. Rossi hacen una crítica, en la obra mencionada, acerca de
una nominación de funciones específicas que hicieron en una publicación anterior S.
Kuras de Mauer y S. Resnizky. Los autores se expresan así: "…una de estas formas de
plantear una estrategia es pensar que ésta supone un saber previo de parte del
terapeuta acerca de la dirección que dará al tratamiento, al saber la evolución que
tendrá el paciente a partir de determinado diagnóstico. Consecuentemente, desde esta
perspectiva, el acompañante terapéutico también debe tener un saber previo acerca
de cómo intervenir en cada situación, de cómo "manejar” al paciente, el que es puesto
de esta manera en el lugar de objeto. Según este criterio, las funciones del
acompañante terapéutico también pueden ser definidas a priori. Esto es lo que vamos

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a encontrar en el texto de Susana Kuras de Mauer, Acompañantes terapéuticos y
pacientes psicóticos…” (Pulice y Rossi: 1997:22)
Si bien se puede estar de acuerdo con este planteo, para los casos de abordajes
en psicopatología desde la óptica psicoanalítica, es sabido que hoy el acompañamiento
terapéutico trascendió esas primeras intervenciones fundantes para irse definiendo
respecto a las problemáticas que aborda hoy como un recurso más plástico y
multifacético.
En relación al "lugar” del acompañante terapéutico, también en salud mental, S.
Kuras de Mauer y S. Resnizky expresan lo siguiente: "…consecuentemente, lo que aquí
conviene poner en juego es la habilidad personal necesaria para poder establecer un
buen vínculo con el paciente, desde el posicionamiento que se tiene y desde el lugar
que realmente se ocupa, y no desde el lugar en el cual el paciente desea situarnos…”
(S. Kuras de Mauer y S. Resnizky: 2003: 30/31)
Esta última cita es importante para uno de los aspectos que me gustaría poner
de relieve de diversas maneras en este artículo: la capacidad operativa que tiene el
vínculo para intervenir desde el lugar del acompañante terapéutico. Dicho lugar, desde
mi punto de vista, está centrado en la construcción y desarrollo de un vínculo, en este
caso acompañante – acompañado. Además dicho concepto es teorizado desde la
psicología social, a la cual le guardo mucho respeto y la considero pertinente como
práctica psicosocial, significándose desde ese esquema conceptual, al vínculo, como
sumamente operativo y eficaz para producir modificaciones; mientras que para otras
escuelas psicológicas se sostiene que no se debe hacer vínculo o lazo con el paciente.
S. Kuras de Mauer y S. Resnizky ofrecen, en la obra a la que referimos
anteriormente, una nominación de funciones para el acompañante terapéutico en el
área de salud mental y desde un posicionamiento "psiquiátrico”. Para las autoras las
algunas de las funciones son las siguientes:
"…1) Contener al paciente: La contención es fundamental y constituye la
primera función del Acompañante Terapéutico, cualquiera sea el momento del proceso
en que se hallen los pacientes. El Acompañante Terapéutico se ofrece como sostén,
auxiliando al paciente en su imposibilidad de delimitarse a si mismo. Acompaña y
ampara al paciente en su desvalimiento, su angustia, sus miedos, su desesperanza, e

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incluso en aquellos momentos de mayor equilibrio…
2) Ofrecerse como referente: …El Acompañante Terapéutico es para su paciente
un "referente”, incluyéndose como tercero. Cuando hablamos de "terceridad”, lo
hacemos aludiendo a un posicionamiento del Acompañante Terapéutico que opera en
el vínculo a la manera de organizador psíquico que lo ayuda a regularse…
3) Ayudar a "reinvestir”: En virtud del grado de vulnerabilidad del Yo en las
psicosis, el Acompañante Terapéutico se ofrece a la manera de un "organizador
psíquico” capaz de intervenir operativamente y decidir por el paciente en aquellos
ordenes donde éste no es aun capaz de hacerlo por si mismo. Asume por momentos
funciones que "el Yo del paciente”, por estar comprometido y debilitado por la
enfermedad, no puede desarrollar…
4) Registrar y ayudar a desplegar la capacidad creativa del paciente: …La
canalización de las inquietudes del paciente cumple un doble objetivo: sirve para
liberar la capacidad creativa inhibida y tiende a la estructuración de la personalidad
alrededor de un eje organizador. Al proponer y ayudar a investir tareas acordes con los
intereses del paciente, se lo ayuda a reencontrarse con la realidad y se promueve y
refuerza en el la noción de proceso, opuesta a la concepción mágica del tiempo y el
espacio, cuyo rasgo distintivo es la dilución en la inmediatez y la negación de lo
procesual…
5) Aportar una mirada ampliada del mundo objetivo del
paciente: …El Acompañante Terapéutico dispondrá de información ampliada sobre su
modo de discurrir en ámbitos diversos, sobre los vínculos que mantiene con los
miembros de la familia, el tipo de personas con las que prefiere relacionarse, las
emociones que lo dominan. Registrará también conductas llamativas de la vida diaria
en relación a la alimentación, el sueño, higiene personal…todo ello contribuirá a una
mejor evaluación de las alternativas a la hora de trazar una estrategia clínica…” (S.
Kuras de Mauer y S. Resnizky: 2003: 31/34)
Dichas autoras, también incluyen dentro de las funciones: "…Habilitar un
espacio para pensar…, Orientar en el espacio social… e Intervenir en la trama
familiar…” (S. Kuras de Mauer y S. Resnizky: 2003: 34/35)
En mi opinión todo lo mencionado debe hacernos reflexionar sobre si la

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definición de un rol, en este caso el de acompañante terapéutico, y con todo lo que
esto conlleva, consiste en delimitarlo para darle entidad e identidad, lo cual redunda
desde otro punto de vista en un recorte, un encapsulamiento. O bien, si ese rol surgido
de un contexto histórico – social, debe permanecer abierto a las problemáticas que los
diferentes contextos le "adjudiquen” para resolver y/o dar respuesta, problemáticas
que son también de una época.
La opinión anterior se puede plantear también de la siguiente forma: la
teorización, forma, práctica y función del recurso acompañamiento terapéutico va a
remolque de la necesidad social, o el registro de necesidad social produce y
requiere siempre roles ya definidos y cerrados, y de no ser así: ¿porque tendemos a
esto?
Algo similar ocurre cuando se pretende dividir el rol en acompañante
terapéutico y acompañante psicoterapéutico en dos prácticas distintas. En lo personal,
no estoy de acuerdo, creo que se trata de sumar y no de dividir, debemos construir un
rol, que como auxiliar de diversos tratamientos, se pueda ubicar en un lugar de "no
saber a priori sus funciones” y en otros, momentos, casos o aspectos del mismo caso,
permitirse dar ciertas directivas desde un lugar de "saber”, más común del modelo
médico y no me refiero sólo al modelo psiquiátrico.
Como vemos, dentro del mismo campo "psi” hay distintos posicionamientos. Se
observa en esas primeras bibliografías del tema, una polarización de posturas y marcos
teóricos que comunican y ponen el énfasis en "la adhesión y pertinencia a definir a
priori las funciones del acompañante terapéutico” y el intento convencido de no caer
en ese lugar de "saber” a priori sobre dichas funciones. Desde mi esquema referencial
estos dos polos, si bien parten de posicionamientos teóricos distintos en el área de
salud mental, permitieron y posibilitaron el desarrollo dialéctico de dicho rol, que en
una síntesis dialéctica y de cara a la demanda social que sostiene, fue creciendo más
allá de esos intentos por "colonizarlo” y "adjudicárselo” con la inevitable marca que
ello hubiera significado de quedar cerrado de una vez y para siempre.
Para ver este desarrollo y alcance actual del acompañamiento terapéutico
analicemos, por ejemplo, la abundante demanda de este rol que se genera hoy por
hoy desde el área de la geriatría en casos de enfermedades crónico-degenerativas y

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demencias (alzhéimer, párkinson, etc.).
En estos casos se pueden mencionar como funciones a priori y, desde mi punto
de vista esto es bastante atinado, las que detallo a continuación:
 Apoyo en las Actividades de la vida diaria (ABD), que suponen y necesitan un
"saber previo” y no un "saber supuesto al analista” y requieren de otro tipo de
profesional de la salud como puede ser un Terapista Ocupacional.
 Apoyo en Estimulación Cognitiva (en lo cotidiano), que suponen por ejemplo el
alineamiento a las directivas por parte del acompañante de: un Psicopedagogo, un
Terapista Ocupacional, un Neurólogo y/o un Psicólogo.
Es decir, que en estos casos se requieren intervenciones directivas desde un
saber previo y diría técnico, con funciones para el acompañante pautadas a priori y
orientadas hacia un objetivo. No obstante puede suceder que en el marco de
realización de estos apoyos, se deba mantener además una disponibilidad de "no saber
a priori” sobre ciertas funciones, sobre todo si se tiene en cuenta que el acompañante
terapéutico trabaja en lo cotidiano, donde hay por lo general otras personas o
familiares (red de vínculos), cercanos al paciente y que hacen lazo con el acompañante
terapéutico, en donde un terapeuta familiar, de pareja o grupal, según sea el caso,
requiera esta condición en el acompañante terapéutico, para con los vínculos del
paciente, permitiéndole una operatoria particular.
Respecto al desarrollo histórico social del acompañamiento terapéutico, queda
pendiente aclarar que el mismo no se desplegó solamente en un contexto teórico.
Cada acompañante terapéutico construyó en su recorrido profesional, especialmente
en los primeros años de su labor, proyectos de trabajo que incluyeron funciones
definidas a priori, en base a sus conocimientos, y que se plasmaron en su propuesta de
abordaje. Las mismas fueron redefinidas como respuesta a la demanda de
instituciones, profesionales y familias, dando lugar a adaptaciones y nuevas funciones.
Con esto deseo señalar que la ampliación del rol del acompañante terapéutico, tal
como lo concebimos actualmente, fue producto de un proceso que conjugó aspectos
teóricos y prácticos: la teoría configuró la práctica y, a su vez, la práctica generó
desarrollos teóricos sobre nuevas funciones específicas de este recurso. Esto sucedió
como respuesta a los requerimientos que la sociedad efectuó, centrados en la

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resolución de sus problemáticas emergentes, es decir, como parte del devenir de cada
sociedad, modificación que no posee punto de culminación.
Algunas funciones generales del acompañamiento terapéutico
En este apartado deseo compartir algunas de las funciones específicas que
formulé en el transcurso de mi desempeño profesional y que formaron parte de las
propuestas de trabajo que presenté en organizaciones destinadas a la atención de
pacientes.
Cabe destacar que algunas de ellas coinciden con las enunciadas por diversos
autores.
 Motivar la continuidad de los tratamientos.
 Acompasando los vaivenes emocionales del paciente en relación al mismo.
 Haciendo presente la lógica del tratamiento en lo cotidiano del acompañado.
 Promoviendo la resiliencia humana y la planificación de la esperanza.
 Favorecer el intercambio con el medio social, funcionando como un semejante
con quien compartir actividades recreativas, laborales y/o educativas.
 Ofreciendo presencias en los lugares donde el acompañado desarrolla sus
actividades cotidianas.
 Realizando salidas a la vía pública.
 Creando nuevos contextos de desarrollo para el paciente.
 Ofrecer un espacio de diálogo donde lo subjetivo se pueda expresar a través de
la palabra.
 Acompañando con una escucha empática.
 Otorgando una palabra objetivante o continente.
 Acompañar al paciente y a su familia en sus cuadros afectivos.
 Reforzando sus propios esquemas de contención y regulación.
 Mediando en posibles situaciones de conflicto, apuntando a generar
convergencia.
 Promover calidad y estilo de vida.
 Reduciendo factores de riesgo.
 Potenciando factores protectores.
 Fomentar la capacidad creativa del paciente.
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 Favoreciendo una adaptación activa.
 Aportándole una vía de expresión.
 Favorecer el desarrollo de las potencialidades sanas del paciente.
 Potenciando las posibilidades y capacidades del sujeto.
 Apoyando en lo anímico y lo concreto la realización de actividades.
 Cooperar con la construcción de una cotidianidad y un vínculo beneficioso para
el paciente.
 Otorgando un espacio más de producción subjetiva.
 Facilitar las condiciones que le permitan el diseño de hábitos sanos.
 Limitar en situaciones interpersonales en donde el paciente pueda resultar
perjudicado.
 Oficiar de terceridad en los vínculos.

Bibliografía:
Pulice, G y Rossi, G (1997). Acompañamiento Terapéutico. Bs. As. Ed. Polemos
Kuras de Mauer, S y Resnizky, S (2003) Acompañantes Terapéuticos.
Actualización Teórico-Clínica. Bs. As. Ed. Letra Viva.

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