Houria Bouteldja - Ustedes, Los Blancos
Houria Bouteldja - Ustedes, Los Blancos
Houria Bouteldja - Ustedes, Los Blancos
Houria Bouteldja1
Instituto para el Diálogo Global, España
houria86@hotmail.fr
Resumen:
Este artículo va dirigido al mundo blanco occidental, en particular, a los blancos
franceses. Se trata de una intervención que hace visible los privilegios de blancura de los
blancos situados en países imperialistas y sus mecanismos de negación y encubrimiento.
Muestra cómo dichos privilegios se montan sobre la miseria del mundo. La invitación es
a descolonizar los privilegios de la blancura hacia otro mundo posible.
Palabras clave: Imperialismo, blancura, indígena, colonial, amor revolucionario
Vocês, os brancos
Resumo:
O artigo é dedicado ao mundo branco ocidental e especialmente aos brancos franceses.
Trata-se de uma intervenção que visibiliza os privilégios da brancura dos brancos
localizados em países imperialistas e seus mecanismos de negação e encobrimento.
Demostra-se como esses privilégios se constroem sobre a miséria do mundo. O convite
consiste em descolonizar os privilégios da brancura para fazer possível outro mundo.
Palavras-chave: Imperialismo, brancura, indígena, colonial, amor revolucionário.
1
Es miembro del Centro de Estudios para el Diálogo Mediterráneo en Granada, España y es la portavoz
del movimiento descolonial en Francia Parti des Indigènes de la République. Este artículo forma parte de la
investigación que realiza acerca del racismo en Francia financiado por el Centro Internacional de Estudios
Descoloniales en Barcelona.
Tabula Rasa. Bogotá - Colombia, No.25: 253-263, julio-diciembre 2016 ISSN 1794-2489
Paris - 2016
Johanna Orduz
TABULA RASA
No.25, julio-diciembre 2016
Epígrafe 1:
Mafalda: «Hoy leí una noticia deprimente en el periódico. «En el mundo hay
43 millones de niños que trabajan en condiciones inaceptables. ¿Te das cuenta?
¡Esa información viene de la Organización Mundial del Trabajo! ¡43 millones
de niños que tienen que trabajar para vivir! »
Susanita: «¿Y qué? ¿Y es culpa nuestra tal vez? ¡No! ¿Hay algo que podamos hacer?
¡No! Lo único que podríamos hacer, sería indignarnos y gritar: «¡¡Es escandaloso!! ¡¡ES
ESCANDALOSO!! Ahí lo tenés, gritá vos también. ¡¡Es escandaloso!! Así, regularán
el asunto y podremos jugar en paz». (Mafalda, Quino)
Epígrafe 2:
Nouvel Observateur: «¿Qué le diría al francés racista que tiene miedo?»
James Baldwin: «Le diría: buenos días».(Entrevista, abril de 1983)
Epígrafe 3:
«Mírenla (a Europa) hoy oscilar entre la desintegración atómica y la
desintegración espiritual».(Frantz Fanon, Les Damnés de la terre)
255
Houria Bouteldja
Ustedes, los blancos
Tabula Rasa. Bogotá - Colombia, No.25: 253-263, julio-diciembre 2016 ISSN 1794-2489
256
TABULA RASA
No.25, julio-diciembre 2016
Tabula Rasa. Bogotá - Colombia, No.25: 253-263, julio-diciembre 2016 ISSN 1794-2489
257
Houria Bouteldja
Ustedes, los blancos
Tabula Rasa. Bogotá - Colombia, No.25: 253-263, julio-diciembre 2016 ISSN 1794-2489
258
TABULA RASA
No.25, julio-diciembre 2016
preciso, la vida. Ella es inestimable. Está protegida por su moral, sus leyes, sus
armas. Su muerte es una fatalidad que lastima su narcisismo. A escala individual,
ustedes no existen. Ustedes son una potencia colectiva. No existen más que
sostenidos por los poderes nacionales o imperiales que garantizan su supremacía.
Ustedes son el absoluto, el centro, lo universal. Cuando usted contempla el mundo,
deplora la distancia que lo relativo, lo periférico, lo particular aún debe recorrer
para alcanzarlo. Ustedes saben que son blancos, cuando se casan con un antillano
cuando comparten un café o estofado con salsa de maní donde su amiga senegalesa
o cuando se pasean por Saint Denis, Bamako o Tánger. Ustedes siempre saben
quién es blanco. Siempre saben quién no es Blanco. Nosotros también estamos
provistos del mismo saber. Paradójicamente, ustedes «descubren» que son blancos
—sobre todo los franceses— cuando nosotros los llamamos «Blancos». De hecho,
ustedes no descubren nada. Les repugna incluso ser nombrados, situados y que de
ese modo se devele su culpabilidad y se haga vulnerable su inmunidad.
La blanquitud es una fortaleza inexpugnable. Sus arquitectos la concibieron para
afrontar toda suerte de desafíos y para resolver toda suerte de contradicciones.
Todo blanco es constructor de esa fortaleza. En ocasiones, es preciso matar y
morir de hambre. En ocasiones, es preciso acariciar. En principio, es preciso
tomar y robar. Al comienzo, a la manera gángster, bruto, rufián. Con el tiempo,
se aprenden los modales. Entre el beneficiario final y el despojado primero, hay
toda una cadena de intermediarios. De eslabón en eslabón, de estrato en estrato,
los modales se afinan. El indígena espoliado es vulgar. El blanco espoliador es
refinado. En un extremo de la cadena, está la barbarie, en el otro, la civilización.
Es bueno ser inocente. Eso les permite hacerse los cándidos. Y estar siempre del
lado bueno. Porque además de ser Inocentes, ustedes son humanistas. Ese no
es el menor de sus talentos. Ese papel, lo interpretan ustedes con un brío y una
maestría que no puedo sino inclinarme.
El humanismo es una de las obras maestras de su sistema inmune. «El sistema
inmune de un organismo es un sistema biológico constituido por un conjunto
coordinado de elementos de reconocimiento y de defensa que discrimina el «sí» del
«no sí». Lo que se reconoce como no sí se destruye». O incluso: «Sistema complejo
de defensa del organismo contra las enfermedades; una de las propiedades del
sistema inmune es su capacidad de reconocer las sustancias extrañas al cuerpo y
activar medidas de defensa».
Atacados desde todas partes, suscitando odios en los cuatro puntos cardinales
del planeta, obligados a justificar sus conquistas, debilitados por las resistencias
multiformes y sobre todo por las luchas de independencia, confrontados con
su fealdad intrínseca y con lo que consideran el paroxismo de su locura —el
nazismo— debieron dotarse de un aparato de defensa global y estructural que
asegurara la prolongación del proyecto imperial, así como la longevidad y la
Tabula Rasa. Bogotá - Colombia, No.25: 253-263, julio-diciembre 2016 ISSN 1794-2489
259
Houria Bouteldja
Ustedes, los blancos
Tabula Rasa. Bogotá - Colombia, No.25: 253-263, julio-diciembre 2016 ISSN 1794-2489
260
TABULA RASA
No.25, julio-diciembre 2016
Se lo concedo con gusto, usted no eligió ser Blanco. Ustedes no son culpables en
realidad. Solo responsables. Si hay un fardo que valga la pena llevarse, es ese. La raza
blanca fue inventada por las necesidades de sus burguesías en ciernes, pues cualquier
alianza entre los esclavos aún no negros y los proletarios aún no blancos se convertía
en amenaza para ellas. En el contexto de la conquista de América, nada predestinaba
a sus ancestros a hacerse Blancos. Por el contrario, todas las condiciones de la alianza
entre esclavos y proletarios confluían. Faltó poco. Ante esa amenaza, quienes iban
a constituir la burguesía estadounidense les propusieron un trato: interesarse en la
trata de negros y así solidarizarse con la explotación de los esclavos. Así fue como la
burguesía inventó una comunidad de intereses entre ella y ustedes, o sus ancestros,
si lo quieren. Es así como de manera progresiva, institucionalizándose, se inventó la
raza blanca. De hecho, la raza, en manos de los burgueses blancos es un instrumento
de gestión, entre sus manos, un salario, una distinción. Después, lo que nos separa
no es ni más ni menos que un conflicto de intereses entre razas tan poderosas y tan
estructuradas como el conflicto de clases.
Lo habrán comprendido, no me dirijo a ustedes de manera indiferenciada.
Ustedes están atravesados por numerosas contradicciones, entre ellas las de
clase. No hablo más que en dos categorías entre ustedes: En principio, los
proletarios, los desempleados, los campesinos, los de clase inferior que renuncian
progresivamente a la política o se deslizan inexorablemente del comunismo
hacia el Frente Nacional, las minorías regionales aplastadas por varios siglos de
furibundo jacobinismo y el conjunto de indeseados, sea que les gustemos o no. En
una palabra, los sacrificados de la Europa de los mercados y del Estado, cada vez
menos providencial y cada vez más cínico. A continuación, a los revolucionarios
que tienen consciencia de la barbarie que viene. Porque ella no está sino a algunos
cables de nosotros. Y va a devorarnos. Tengo la impresión de que la hora ha
llegado. Todo tiene un fin. Su sistema inmune se debilita. El barniz se agrieta.
Su estatus social se degrada. El capitalismo en su forma neoliberal prosigue su
obra implacable. Corroe sus conquistas sociales o por decirlo de una manera
más justa, sus privilegios. Hasta ahí, para salvar la socialdemocracia, es decir, sus
intereses de clase media blanca, ustedes se han valido de nosotros. Ustedes nos
conminaron a dar un voto útil. Nosotros obedecimos. A votar por los socialistas.
Obedecimos. Después, a defender los valores republicanos. Obedecimos. Y sobre
todo, a no seguirle el juego al Frente Nacional. Obedecimos. En otras palabras,
nos hemos sacrificado para salvarlos, a ustedes. Dos guerras mundiales espantosas
les han dejado recuerdos dolorosos. «¡Nunca más!» Ustedes siguen cantando a
voz en grito ese voto pío en modo disco rayado, pero esas salmodias no tienen
más impacto que los gorjeos de las aves. Ustedes no quieren alimentar ya más el
vientre de la bestia inmunda, porque en el pasado ella los devoró a menos que sea
la bestia inmunda la que los alimenta y con la cual ustedes devoran el mundo.
Entonces, ustedes aprueban el statu quo. Nosotros pagamos la cuenta. Mientras
Tabula Rasa. Bogotá - Colombia, No.25: 253-263, julio-diciembre 2016 ISSN 1794-2489
261
Houria Bouteldja
Ustedes, los blancos
que su vientre fofo se aferra a la socialdemocracia, sus raíces se agitan. Una parte
mira hacia el fascismo, otra parte hacia nosotros. Pero esa alianza entre iguales les
repugna. Por lo general, ustedes no nos toleran si no es bajo su custodia. Pero podría
ser que al toque de la campana, se vean obligados a contemplarnos. Desde luego,
siempre tendrán la opción del fascismo, pero como todas las elecciones, no es fatal.
Aprovecho este momento de intimidad para hacerles una confidencia. Desprecio la
izquierda que los desprecia a ustedes seguramente tanto como ustedes a ella —tal
vez más—. La desprecio ferozmente. Al resentimiento de ustedes, a su miedo al
descenso social, a sus frustraciones legítimas o no, ella se ha opuesto a ustedes, a
ustedes que eran «reaccionarios» y prescindibles, la mano amarilla de SOS Racismo,
especie de talismán o tal vez de diente de ajo, ¿quién sabe? ¡Miedosos! Por pereza de
combatirlos, ella los nutrió. En ocasiones, los superó. Ustedes mismos han quedado
paralizados ante su pasión islamófoba. En lo que respecta a la izquierda obrera, ella
renunció a ustedes. Ustedes renunciaron a ella. De eso, no los culpo. De lo demás
tampoco ya, porque no soy moralista. Ustedes encuentran refugio de los brazos de
la santa nación contra esta Europa que los traiciona y que algunos no vacilan en
calificar de «contrarrevolución por anticipación». Pero, ¿cuánto tiempo piensan que
va a protegerlos de los asaltos del Capital? No por mucho.
Si las cosas estuvieran bien hechas, el deber de los más conscientes de ustedes sería
hacernos una propuesta para evitar lo peor. Pero las cosas están mal hechas. Esa tarea
nos incumbe a nosotros. En lugar de una nación blanca, afligida y egoísta, ¿han
pensado en un internacionalismo doméstico, más armado contra los estragos del
neoliberalismo? Por más que me torture el alma, no veo qué oferta sería lo bastante
«generosa» para hacerles considerar esa perspectiva. ¿Qué podría hacerlos renunciar
a la defensa de sus intereses de raza, que los consuelan de su descenso social y gracias
a los cuales tienen la satisfacción de dominar(nos)? Exceptuando la paz, no veo.
Por paz entiendo lo contrario de «guerra», de «sangre», de «odio». Entiendo: vivir
todos juntos de manera pacífica. Por otro lado, recuerdo esa escena surrealista en
la película Brasil. Vemos una familia burguesa, blanca que festeja en un restaurante
muy elegante. A su alrededor, a pocos metros, hay una escena de guerra aterradora,
cuerpos mutilados, despedazados. La familia son ustedes, la guerra son sin duda los
millones de muertos en Iraq, en el Congo y en Ruanda, pero más cerca de nosotros
geográficamente, está el 11 de septiembre, los atentados contra Charlie Hebdo y el
supermercado kosher, el desempleo, el mártir griego. La barbarie que se acerca no
tendrá consideración de nosotros, pero tampoco de ustedes.
Siempre pasan ustedes por nuestro lado y muchas veces no nos ven. Ya no creo que
la sucesión de encuentros fallidos entre ustedes y la inmigración se deba a un simple
azar. Empiezo a entender que el lugar del verdadero encuentro no puede hacerse
más que en el cruce de nuestros intereses comunes: el temor a la guerra civil y el
caos, allí donde podrían aniquilarse las razas o donde podría imaginarse nuestra
Tabula Rasa. Bogotá - Colombia, No.25: 253-263, julio-diciembre 2016 ISSN 1794-2489
262
TABULA RASA
No.25, julio-diciembre 2016
Tabula Rasa. Bogotá - Colombia, No.25: 253-263, julio-diciembre 2016 ISSN 1794-2489
263