Jornada de Los Abuelos Media Carta
Jornada de Los Abuelos Media Carta
Jornada de Los Abuelos Media Carta
El versículo del salmo 92 «en la vejez seguirán dando frutos» (v. 15) es una
buena noticia, un verdadero “evangelio”, que podemos anunciar al mundo
con ocasión de la segunda Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores.
Esto va a contracorriente respecto a lo que el mundo piensa de esta edad de
la vida; y también con respecto a la actitud resignada de algunos de noso-
tros, ancianos, que siguen adelante con poca esperanza y sin aguardar ya
nada del futuro.
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Pero el mismo salmo —que descubre la presencia del Señor en las diferentes
estaciones de la existencia— nos invita a seguir esperando. Al llegar la vejez
y las canas, Él seguirá dándonos vida y no dejará que seamos derrotados por
el mal. Confiando en Él, encontraremos la fuerza para alabarlo cada vez más
(cf. vv. 14-20) y descubriremos que envejecer no implica solamente el dete-
rioro natural del cuerpo o el ineludible pasar del tiempo, sino el don de una
larga vida. ¡Envejecer no es una condena, es una bendición!
Por ello, debemos vigilar sobre nosotros mismos y aprender a llevar una an-
cianidad activa también desde el punto de vista espiritual, cultivando nuestra
vida interior por medio de la lectura asidua de la Palabra de Dios, la oración
cotidiana, la práctica de los sacramentos y la participación en la liturgia. Y,
junto a la relación con Dios, las relaciones con los demás, sobre todo con la
familia, los hijos, los nietos, a los que podemos ofrecer nuestro afecto lleno
de atenciones; pero también con las personas pobres y afligidas, a las que
podemos acercarnos con la ayuda concreta y con la oración. Todo esto nos
ayudará a no sentirnos meros espectadores en el teatro del mundo, a no li-
mitarnos a “balconear”, a mirar desde la ventana. Afinando, en cambio, nues-
tros sentidos para reconocer la presencia del Señor [2], seremos como
“verdes olivos en la casa de Dios” (cf. Sal 52,10), y podremos ser una bendi-
ción para quienes viven a nuestro lado.
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Uno de los frutos que estamos llamados a dar es el de proteger el mundo.
«Todos hemos pasado por las rodillas de los abuelos, que nos han llevado
en brazos» [5]; pero hoy es el tiempo de tener sobre nuestras rodillas —
con la ayuda concreta o al menos con la oración—, junto con los nuestros,
a todos aquellos nietos atemorizados que aún no hemos conocido y que
quizá huyen de la guerra o sufren por su causa. Llevemos en nuestro cora-
zón —como hacía san José, padre tierno y solícito— a los pequeños de
Ucrania, de Afganistán, de Sudán del Sur.
Es por eso que la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores es una
ocasión para decir una vez más, con alegría, que la Iglesia quiere festejar
con aquellos a los que el Señor —como dice la Biblia— les ha concedido
“una edad avanzada”. ¡Celebrémosla juntos! Los invito a anunciar esta Jor-
nada en sus parroquias y comunidades, a ir a visitar a los ancianos que
están más solos, en sus casas o en las residencias donde viven. Tratemos
que nadie viva este día en soledad. Tener alguien a quien esperar puede
cambiar el sentido de los días de quien ya no aguarda nada bueno del futu-
ro; y de un primer encuentro puede nacer una nueva amistad. La visita a
los ancianos que están solos es una obra de misericordia de nuestro tiem-
po.
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Sin el diálogo entre los jóvenes y los abuelos,
la historia no sigue.
Papa Francisco
25 de Julio 2021
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ESQUEMA PARA TODOS LOS DIAS
oración por las personas mayores
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Primera catequesis
Del ciclo sobre la vejez - síntesis
Las personas mayores, "nunca tan numerosas como ahora", suelen conside-
rarse "una carga", sobre todo cuando prevalece la cultura del descarte y la
productividad. En la dramática primera fase de la pandemia pagaron "el pre-
cio más alto". En los totalitarismos del siglo XX "el icono dominante" era la
exaltación de la juventud, combinada con el desprecio por los ancianos. La
vejez, en realidad, es un regalo "para todas las edades de la vida". En esta
línea, el Papa Francisco abre un itinerario catequético el 23 de febrero de
2022 sobre el significado y el valor de la vejez. Un itinerario marcado por el
ejemplo de las figuras bíblicas, como Moisés, Eleazar y Judit, que dibuja un
perfil de la persona mayor diferente al que suele proponer la cultura domi-
nante. No solo de una persona frágil, a causa de duras pruebas como la de la
enfermedad, sino de un testigo insustituible capaz de transmitir sabiduría,
valores, fe a las nuevas generaciones.
Segunda catequesis
"La vejez, ciertamente, impone ritmos más lentos: pero no son solo
tiempos de inercia. La medida de estos ritmos", explica Francisco,
"abre, para todos, espacios de sentido de la vida desconocidos para la
obsesión de la velocidad”.
Memoria y testimonio
Quinta catequesis
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Séptima catequesis
Octava catequesis
Novena catequesis
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Decima catequesis
La prueba de la fe
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Decima tercera catequesis
Los ancianos caminan hacia lo Eterno
En la catequesis de la audiencia general del 8 de junio de 2022,
el Pontífice, rememorando la figura de Nicodemo, recuerda que la
misión de los ancianos es disipar "la ilusión tecnocrática de una
supervivencia biológica y robótica y abrirse "a la ternura del vien-
tre creador y generador de Dios”. “El anciano camina hacia ade-
lante, el anciano camina hacia el destino, hacia el cielo de Dios, el
anciano camina con su sabiduría vivida durante la vida”.
“La vida del anciano es una despedida, lenta, lenta, pero una despedida
alegre: he vivido la vida, he conservado mi fe. Esto es hermoso, cuando
un anciano puede decir esto: “He vivido la vida, esta es mi familia; he
vivido la vida, he sido un pecador, pero también he hecho el bien”. Y
esta paz que viene, esta es la despedida del anciano”.
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Catequesis sobre la vejez 15. Pedro y Juan
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La sabiduría del seguimiento debe encontrar el camino para permanecer en su
profesión de fe —así responde Pedro: «Señor, tú sabes que te quiero» (vv.
15.16.17)—, también en las condiciones limitadas de la debilidad y de la ve-
jez. A mí me gusta hablar con los ancianos mirándolos a los ojos: tienen esos
ojos brillantes, esos ojos que te hablan más que las palabras, el testimonio de
una vida. Y esto es hermoso, debemos conservarlo hasta el final. Seguir a Je-
sús así, llenos de vida.
Este coloquio entre Jesús y Pedro contiene una enseñanza valiosa para todos
los discípulos, para todos nosotros creyentes. Y también para todos los ancia-
nos. Aprender de nuestra fragilidad y expresar la coherencia de nuestro testi-
monio de vida en las condiciones de una vida ampliamente confiada a otros,
ampliamente dependiente de la iniciativa de otros. Con la enfermedad, con la
vejez la dependencia crece y ya no somos autosuficientes como antes; crece la
dependencia de los otros y también ahí madura la fe, también ahí está Jesús
con nosotros, también ahí brota esa riqueza de la fe bien vivida durante el ca-
mino de la vida.
Pero de nuevo debemos preguntarnos: ¿disponemos de
una espiritualidad realmente capaz de interpretar el período—ahora largo y
extendido—de este tiempo de nuestra debilidad confiada a los demás, más que
al poder de nuestra autonomía? ¿Cómo permanecer fieles al seguimiento vivi-
do, al amor prometido, a la justicia buscada cuando éramos capaces de tomar
iniciativas, en el tiempo de la fragilidad, en el tiempo de la dependencia, de la
despedida, en el tiempo de alejarse del protagonismo de nuestra vida? No es
fácil alejarse del ser protagonista, no es fácil. Este nuevo tiempo es también un
tiempo de prueba, ciertamente. Empezando por la tentación —muy humana,
sin duda, pero también muy insidiosa— de conservar nuestro protagonismo. Y
a veces el protagonismo debe disminuir, debe abajarse, aceptar que la vejez te
disminuye como protagonista. Pero tendrás otra forma de expresarte, otra for-
ma de participar en la familia, en la sociedad, en el grupo de los amigos. Y es
la curiosidad que le viene a Pedro: “¿Y él?”, dice Pedro, viendo al discípulo
amado que los seguía (cf. vv. 20-21). Meter la nariz en la vida de los otros.
Pues, no. Jesús le dice: “¡Cállate!”. ¿Realmente tiene que estar en “mi” segui-
miento? ¿Acaso debe ocupar “mi” espacio? ¿Será mi sucesor? Son preguntas
que no sirven, que no ayudan. ¿Debe durar más que yo y tomar mi lugar? Y la
respuesta de Jesús es franca e incluso áspera: «¿Qué te importa? Tú, sígue-
me» (v. 22). Como diciendo: cuida de tu vida, de tu situación actual y no me-
tas la nariz en la vida de los otros. Tú sígueme. Esto sí, es importante: el se-
guimiento de Jesús, seguir a Jesús en la vida y en la muerte, en la salud y en
la enfermedad, en la vida cuando es próspera con muchos éxitos y también en
la vida difícil con tantos momentos duros de caída. Y cuando queremos meter-
nos en la vida de los otros, Jesús responde: “¿A ti qué te importa? Tú sígue-
me”. Hermoso. Nosotros ancianos no deberíamos tener envidia de los jóvenes
que toman su camino, que ocupan nuestro lugar, que duran más que nosotros.
El honor de nuestra fidelidad al amor jurado, la fidelidad al seguimiento de la
fe que hemos creído, incluso en las condiciones que nos acercan a la despedi-
da de la vida, son nuestro título de admiración para las generaciones venideras
y de reconocimiento agradecido por parte del Señor. Aprender a despedirse:
esta es la sabiduría de los ancianos. Pero despedirse bien, con la sonrisa;
aprender a despedirse en sociedad, a despedirse con los otros. La vida del an-
ciano es una despedida, lenta, lenta, pero una despedida alegre: he vivido la
vida, he conservado mi fe. Esto es hermoso, cuando un anciano puede decir
esto: “He vivido la vida, esta es mi familia; he vivido la vida, he sido un peca-
dor, pero también he hecho el bien”. Y esta paz que viene, esta es la despedi-
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13 da del anciano.
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Incluso el seguimiento forzosamente inactivo, hecho de contemplación
emocionada y de escucha extasiada de la palabra del Señor —como la
de María, hermana de Lázaro— se convertirá en la mejor parte de su
vida, de la vida de nosotros los ancianos. Que nunca esta parte nos se-
rá quitada, nunca (cf. Lc 10,42). Miremos a los ancianos, mirémoslos, y
ayudémosles para que puedan vivir y expresar su sabiduría de vida,
que puedan darnos lo que tienen de hermoso y de bueno. Mirémoslos,
escuchémoslos. Y nosotros ancianos, miremos a los jóvenes siempre
con una sonrisa: ellos seguirán el camino, ellos llevarán adelante lo que
hemos sembrado, también lo que nosotros no hemos sembrado porque
no hemos tenido la valentía o la oportunidad: ellos lo llevarán adelante.
Pero siempre con esta relación de reciprocidad: un anciano no puede
ser feliz sin mirar a los jóvenes y los jóvenes no pueden ir adelante en
la vida sin mirar a los ancianos. Gracias.
Saludos:
LLAMAMIENTO
PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Plaza de San Pedro
Miércoles, 22 de junio de 2022
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Queridos hermanos y hermanas, con el deseo más sincero de
lograr que tomemos conciencia de del don de los abuelos,
los adultos mayores, hemos querido poner a ustedes estas
homilías y catequesis del Papa que son una verdadera herra-
mienta para hacer eco en nuestros corazones y comunidades
del interés y desafío del Papa para impulsar una pastoral
que acompañe y le de su protagonismo al adulto mayor que
en el futuro próximo serán la mayoría de la población por
las políticas de control de natalidad en el mundo. Pero más
allá, la historia de la salvación está enlazada con grandes
ejemplos de abuelos y adultos mayores que fueron hilo con-
ductor de ella.
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