Tras La Cortina de Banano
Tras La Cortina de Banano
Tras La Cortina de Banano
LA CORTINA
DE BANANO
ISBN: 978-9929-702-07-3
Primera edición, 2016
Colección de Ciencias Sociales
Centro de Estudios Latinoamericanos “Manuel Galich” (CELAT)
Escuela de Ciencia Política
Universidad de San Carlos de Guatemala
TRAS
LA CORTINA
DE BANANO
4
PRÓLOGO
Demetrio Boersner
5
pactos militares, por la competencia en materia de asistencia eco-
nómica, y por la intervención armada en países de Asia, de África
y de América Latina.
***
6
latinoamericana, para llenar el vacío dejado por los abastecedo-
res foráneos tradicionales. De ese modo surgieron y adquirieron
influencia sectores burgueses nacionalistas y modernos, enfrenta-
dos a las viejas oligarquías terratenientes, comerciales y usure-
ras. Asimismo se formaron en todo el subcontinente importantes
núcleos de clase obrera industrial, organizados y disciplinados
para combatir por la liberación social de los explotados. Igual-
mente recibió ímpetu la formación de capas medias profesionales,
intelectuales y técnicas de mentalidad progresista.
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e influía los procesos de toma de decisiones en toda la América
Central y partes de América del Sur. Desde comienzos del siglo,
la United Fruit había hecho y deshecho gobiernos en Guatemala,
había gobernado al país a través de dictadores crueles hacia sus
pueblos pero sumisos ante el amo yanqui. Para dar libertad y
democracia a Guatemala, necesariamente había que afectar los
intereses de la United Fruit.
8
internacional. Pero el bloque norteamericano no admitió “no ali-
neamientos” y resistencias a su dominación, por los menos en el
propio “traspatio” de los Estados Unidos, en el área del Caribe y
Centroamérica. En esa zona, como en Latinoamérica en general,
cualquiera que se les opusiera aunque fuera en parte, tenía que
ser “comunista” y sería tratado como tal.
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Tratábase de una reforma agraria moderada y legalista, que pre-
veía tan sólo la expropiación de latifundios no cultivados, todo
con indemnizaciones justas a los terratenientes afectados. Pero
la United Fruit, máxima latifundista del país, conjuntamente con
la oligarquía terrateniente guatemalteca, puso el grito en el cie-
lo: El país estaba al borde de ser dominado por el “comunismo
internacional”.
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La celebración de la Décima Conferencia en Caracas fue protes-
tada por los demócratas de toda América. En esos momentos, la
dictadura de Pérez Jiménez estaba en una de sus peores etapas
de opresión y de terror. Venezuela era un país sojuzgado y veja-
do, y las fuerzas democráticas del continente pidieron que no se
efectuara en su territorio la conferencia de un organismo que se
decía partidario del “ejercicio efectivo de la democracia repre-
sentativa-. Pero los Estados Unidos y la mayoría de los gobiernos
dictatoriales u oligárquicos mantuvieron la escogencia de Cara-
cas como sede. Mr, Dulles, por cierto, aprovechó su estadía en
la capital venezolana para elogiar al régimen de Pérez Jiménez
como “ejemplar” para la América Latina.
***
11
Pocos meses después, se produjo el atropello ya preparado por
el Dulles de la CIA. El 17 de junio de 1954, desde la vecina Hon-
duras, sometida a una dictadura complaciente, tropas guatemal-
tecas contrarrevolucionarias, armadas y adiestradas por nortea-
mericanos, y dirigidas por el coronel Castillo Armas, invadieron
a Guatemala. Aviones piloteados directamente por pilotos nor-
teamericanos bombardearon objetivos en la ciudad de Guatemala
y en Puerto Barrios. Cuando los mercenarios de Castillo Armas
fracasaron en su empeño de ganar el control del país, un golpe
interno, organizado y dirigido personal y directamente por el em-
bajador norteamericano Peurifoy, derribó al gobierno de Arbenz.
Así, por intervención de la potencia dominante del hemisferio,
se acabó la democracia en Guatemala y quedaron frustradas las
esperanzas de sus mayorías explotadas, oprimidas y marginadas.
***
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En lo económico, han cambiado los mecanismos de la domina-
ción y de la dependencia. Hoy el imperialismo ya no impide que
los países periféricos se industrialicen, sino que promueve -y
controla en su propio beneficio- la sustitución de importaciones.
En algunos países hasta acepta “nacionalizaciones”, con tal que
sean incompletas, dejando la comercialización y la tecnología en
manos de las transnacionales, y que las realicen gobiernos do-
minados por burguesías burocráticas complacientes. (Queda por
verse qué harán cuando tales gobiernos sean sustituidos por otros
más honestos y más nacionalistas).
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comprensión y el respaldo de las fuerzas y corrientes auténtica-
mente democráticas y progresistas en el seno de las propias po-
tencias dominantes. y sobre todo de los Estados Unidos mismos.
Debe solicitarse el importante y decisivo apoyo moral y práctico
del movimiento obrero internacional en sus diversas vertientes. Y
conviene aprovechar además las divergencias y rivalidades que
existen entre las diversas potencias capitalistas do- minantes. De
ese modo, luchando de varias maneras simultáneas, sin dogmatis-
mos, procurando agrupar el mayor número de fuerzas y factores en
torno a la causa de la liberación nacional, se podrá avanzar por lo
menos buena parte del camino, sin olvidar, evidentemente, que las
metas supremas de los pueblos del Tercer Mundo implican la con-
quista de una nueva sociedad, basada en relaciones de igualdad,
solidaridad y participación en todos los aspectos de la vida.
14
TRAS
LA CORTINA
DE BANANO
15
16
Introducción
17
acontecimiento de orden político había sacudido de nuevo, con
tanta hondura y angustia, la conciencia de los pueblos de nuestra
América, como acaeció con el “caso de Guatemala”
Después del zarpazo final, poco a poco fueron conociendo, aún los
más desorientados por la propaganda mentirosa del Departamento
de Estado, que la verdadera finalidad de la infame acometida de los
Estados Unidos contra Guatemala tenía como único objetivo resta-
blecer los viejos sistemas de explotación en el país, los del hombre
por el hombre; reimplantar los abusivos e injustos privilegios de
que gozaban sus empresas monopolistas y, naturalmente, destruir
las modestas reformas revolucionarias económico-sociales que pa-
cíficamente se habían alcanzado en el decenio 1944-1954.
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dar en ambos países, dos movimientos que, aunque de tenden-
cias doctrinarias e ideológicas distintas totalmente (la revolución
guatemalteca era democrático-burguesa y la chilena mostraba más
audacia en su marcha al socialismo) perseguían por caminos dife-
rentes, el mejoramiento integral de sus pueblos y terminar con el
saqueo que los monopolios yanquis perpetraban de las riquezas y
recursos naturales de ambas naciones.
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del yanquimalteco coronel Carlos Castillo Armas, evidenció desde
el primer instante su actitud de sometimiento a los dictados de sus
amos. Fui recabando una fehaciente información acerca de ello y
a mis manos llegaron valiosos documentos que, complementa-
dos con los decretos-leyes expedidos durante los dos primeros
años del gorilato, publicados todos ellos en el Diario Oficial de
la Nación, eran prueba indiscutible de que el mal llamado Movi-
miento de Liberación Nacional no tenía otra finalidad que la de re-
implantar el viejo status quo y acabar con todas aquellas medidas
patrióticas y revolucionarias que, en una u otra forma, afectaban
a los monopolios yanquis y a la oligarquía nacional. Con tales
elementos en mi poder, publiqué también en México, en agosto de
1956, mi segundo libro, titulado: ¿A dónde va Guatemala?
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Era imperativo convertir Guatemala en “una vitrina luminosa”
que resplandeciera en toda América y sirviera de ejemplo de lo
que significa un país “liberado del comunismo internacional” y
protegido por la política caritativa y generosa de los Estados Uni-
dos, defensores del “mundo libre” y la civilización cristiana.
21
quimaltecos” impuestos desde aquella fecha por el Departamento
de Estado. El genocidio de que ha sido víctima durante esas dos
décadas y que los Estados Unidos han tratado de que los medios
de información lo oculten, sobrepasa ya los veinte mil muertos,
sin contar las personas desaparecidas. A pesar de semejante ola
de crímenes perpetrados por los buenos socios de los gobernantes
yanquis, la batalla que sigue dando el pueblo es ejemplar. Tiene
su génesis en la gloriosa vocación libertaria demostrada a través
de los siglos, desde que inició sus luchas contra los conquista-
dores españoles y ahora se acentúa contra el prolongado gori-
lato que los ha privado de todas las satisfacciones materiales y
espirituales que habían logrado alcanzar bajo las banderas de la
Revolución de Octubre de 1944.
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definitivo y la consolidación de una extraordinaria revolución,
ideológicamente distinta de la nuestra: la socialista, a sólo escasos
setenta kilómetros de los gorilas del Pentágono. Desde entonces
Cuba es, como lo dicen con orgullo todos sus valientes habitantes:
territorio libre en América...
23
s años después, el coronel Caamaño Deñó organiza un movimien-
to popular-y se convierte en líder de una revolución.
24
la Revolución de Octubre de 1944. Veamos someramente de que
manara reaccionó el “monstruo imperialista” frente a la acción y
patriótica del gobierno de la Unidad Popular.
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tario de Estado Henry Kissinger y el jefe supremo de la Agencia
Central de Inteligencia (CIA), William E. Colby, no sólo recono-
cieron haber intervenido decisivamente, sino que se jactaron de
ello, aceptando lisa y llanamente su fechoría. (Excélsior, 17 de
septiembre de 1974.)
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Infortunadamente, en el “caso de Guatemala”, a pesar de la ser-
repercusión mundial que desató la agresión estadounidense, las
circunstancias de la guerra fría en que se hallaban envueltos los
pueblos hace veinte años, no lograron desarrollar, esa acción di-
námica de la solidaridad internacional. Por ello, para despertarla
también en favor del pueblo de Guatemala, que desde la interven-
ción yanqui lleva más de dos décadas de heroica batalla contra el
imperialismo, se hace imperativo, de una vez por todas, levantar
el espeso velo que ha ocultado la verdad en los últimos años, no
sólo propiamente del “caso de Guatemala”, sino del festín san-
griento que han estado realizando contra su pueblo los regímenes
“yanquimaltecos” impuestos y sostenidos por el Departamento de
Estado, desde aquella intervención hasta nuestros días. Las nue-
vas generaciones no sólo tienen el derecho, sino la obligación de
conocer los antecedentes, el desarrollo y los hechos más sobresa-
lientes del decenio revolucionario 1944-1954, así como la acción
agresiva e intervencionista cometida por los Estados Unidos con
el fin de acabar con aquel esfuerzo nacionalista que realizaban sus
gobiernos constitucionales, con tanta dignidad y patriotismo. Po-
drá apreciar, entonces, en todas sus dimensiones, la trágica signi-
ficación del guatemalan libereitor sistem, que sostiene el imperia-
lismo en contra del pueblo a base de terror, tortura y muerte. Una
vez enteradas a cabalidad de todos estos pormenores, compren-
derán los motivos que tuvieron todos los pueblos del continente
de llamar a Guatemala revolucionaria y democrática “Símbolo de
América”, por su posición de vanguardia en el proceso de rebelión
de nuestros pueblos contra el imperialismo, colocándola en la his-
toria de Latinoamérica en un sitio de perennidad.
27
el futuro democrático de otros pueblos, dirigen y controlan jerár-
quicamente una buena parte de las fuerzas armadas y aspiran a
usurpar el poder.
28
ADVERTENCIA A LOS LECTORES:
29
30
I. Los Estados Unidos, país intervencionista
31
clase de comportamiento interno, originado por un absurdo senti-
do de superioridad racial “del blanco”, ha influido poderosamente
en sucesivas generaciones, hasta que fue conformando una am-
biciosa política internacional que refleja su inflexible decisión de
dominio mundial y del uso de la fuerza contra el derecho, para el
logro de sus fines imperialistas. Las declaraciones hechas durante
más de una centuria por sus altos representantes oficiales, son una
indiscutible prueba de sus despóticos designios.
La Doctrina Monroe
32
ternacional”, no ha podido o intencionalmente no han querido de-
finir. Lo que la cancillería estadounidense ha llamado la Doctrina
Monroe no fue más que una parte del informe anual que el presi-
dente Monroe presentó al Congreso de los Estados Unidos (2 de
diciembre, 1823), en que expresaba la posición circunstancial que,
en un aspecto de la política exterior, había adoptado su gobierno. Y
ni siquiera fue una posición o una idea original de Monroe.
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El informe de Monroe (en la parte que le han llamado “su doc-
trina”) es una declaración unilateral estadounidense; carece de
generalidad y reciprocidad, invade la jurisdicción soberana de
las repúblicas latinoamericanas al irrogarse los Estados Unidos
el derecho de controlar las relaciones entre ellas y los países eu-
ropeos, y es de un inaceptable carácter proteccionista. No tuvo
nunca el consentimiento de los estados americanos y más bien ha
sido rechazada por varios de ellos. Carece pues de todas las carac-
terísticas de una doctrina; no obliga a nadie, ni al propio gobierno
de los Estados Unidos, y no puede pretenderse, por lo tanto, que
sea norma de derecho internacional. A continuación se citan los
elementos esenciales del informe de Monroe y, con cada uno de
ellos, algunos de los principales casos en que su contenido ha sido
violado o ignorado.
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Establecimientos militares en Inglaterra, Francia, Italia, España,
etc. Para completar la enunciación de principios que iban a ser
más conocidos por su conculación, irrespeto y escarnio, que por
su cumplimiento, Monroe debería haber incluido, en su inservible
y famoso informe: 5. Los Estados Unidos no intervendrán ni vio-
larán la soberanía de las otras repúblicas americanas...
35
tradas contra Guatemala (1954), Cuba (1961), Santo Domingo
(1965) a Chile (1973), también han pretendido fundamentarse,
cínicamente, en la singular Doctrina Monroe. Ahora transcribimos
algunas de las “muy famosas” declaraciones a que me he referido.
36
armas”. 1927: el presidente Calvin Coolidge calificó de “heroica
victoria” la destrucción del Ocotal y la matanza de patriotas a las
órdenes de César Augusto Sandino, en Nicaragua. 1933: el presi-
dente Franklin Delano Roosevelt anuncia a Latinoamérica que ha
llegado una nueva era de relaciones y proclama “la buena vecin-
dad”. 1933: el presidente Franklin Delano Roosevelt promete: “ya
no habrá naciones de primera y de segunda clase...” 1933: el pre-
sidente Franklin Delano Roosevelt, explica: “no podremos limi-
tarnos a tomar, también tenemos que dar... ya no podemos asumir
la actitud de que a donde vaya un dólar debe ir un soldado nortea-
mericano a cuidarlo...” 1953: el presidente Dwight Eisenhower,
declara: “El derecho de cualquier nación a formar un gobierno
y un sistema económico de su propia selección, es inalienable”.
Luego agrega: “El intento de cualquier nación de dictar a otras na-
ciones su forma de gobierno, es indefensible”. (A los pocos meses
ordenaba la agresión contra Guatemala.)
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una guerra nuclear mundial... pero tampoco retrocederemos ante
ese riesgo en cualquier momento que tengamos que correrlo... “
1962: el presidente Lyndon B. Johnson, al enviar un contingente
de soldados yanquis a la injusta guerra desencadenada por ellos en
Vietnam: “Cumplir con el deber al servicio de la libertad, nunca
ha sido fácil... Las esperanzas de numerosas naciones os acompa-
ñan en el campo de batalla.. ¡Qué Dios os bendiga...” * 1970: el
presidente Richard Nixon, en carta al New York Times sobre la
criminal .guerra que los Estados Unidos hacían contra el pueblo
vietnamita: “...la victoria para el Vietcong significaría en última
instancia la destrucción de la libertad de expresión ‘para todos los
‘hombres y para siempre’, no sólo en Asia sino también, en los
Estados Unidos...” * 1973: el canciller Henry Kissinger miente al
asegurar que los Estados Unidos “no han intervenido en Chile”.
(Excélsior, octubre 2 de 1974.) 1973: el canciller Henry Kissin-
ger se ve obligado a reconocer que, en su calidad de presidente
del Consejo Nacional de Seguridad de los Estados Unidos, ese
organismo sí dirigió la intervención en Chile. (Kissinger también
recibió el Premio Nóbel de la Paz.) (Excélsior, septiembre 20 de
1974;.) 1974: el presidente Gerald Ford declara que la CIA sí fi-
nanció a los periódicos y partidos políticamente opuestos al presi-
dente Allende, “en interés de Chile y de nuestro país”. (Excélsior,
septiembre 17 de 1974.) 1975: el presidente Gerald Ford declara:
“nosotros, la mayor potencia industrial de la civilización occiden-
tal, podemos dar al mundo el liderazgo que necesita”. (Excélsior,
12 de enero de 1975.)
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el fundamento ideológico que determina la acción imperialista del
coloso del Norte. Ahora pasemos a los hechos dramáticos.
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concluidos en Washington. 1909: ruptura de relaciones con Ni-
caragua y primera intervención armada de los Estados Unidos en
esa república. (Entre los años 1895 y 1937, sufre dieciséis inter-
venciones y nueve invasiones militares estadounidenses, que de-
jaron un saldo de ruina y muerte, y largos períodos de ocupación
del territorio nacional.) 1912: tercera intervención militar de los
Estados Unidos en Cuba, “para proteger las vidas e intereses nor-
teamericanos”, acción realizada so pretexto de algunos disturbios
políticos y raciales. 1912-1925: refuerzo de la intervención arma-
da en Nicaragua con más barcos de guerra, marinos y soldados de
infantería. 1913: intervención del ministro de los Estados Unidos,
Henry Lane Wilson, en la política interna de México, propiciando
el triunfo del cuartelazo de La Ciudadela durante la Decena Trá-
gica, el asesinato del presidente Madero y del vicepresidente Pino
Suárez, y la llegada al poder de Victoriano Huerta. 1914: impo-
sición a Nicaragua del Tratado Bryan-Chamorro, por el cual los
Estados Unidos obtuvieron “a perpetuidad” la ruta interoceánica
para construir un nuevo canal.
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Guatemala. Honduras y El Salvador. Por haberse negado es nueva
“República federal” a dar las concesiones al monopolio bana-
nero UFCO y oponerse a aceptar tomo legítimo el Tratado Br-
yan-Chamorro. la unidad fue rota ton el derrocamiento de Herrera
en Guatemala y las presiones contra las otras repúblicas. 1923:
imposición por parte del Departamento de Estado, a las repúblicas
centroamericanas de nuevos tratados concluidos en Washington y
llamarlos, también de “paz y amistad” (¡no aprendemos!). 1923-
1933: presión y propaganda en los Estados Unidos contra los go-
biernos revolucionarios de México tildados de comunistas por los
regímenes de Coolidge y Hoover.
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los regímenes de fuerza del continente. 1948 (octubre), en el Perú:
reconocimiento inmediato por los Estados Unidos del cuartelazo
de Odria. 1948 (noviembre), en Venezuela: golpe militar contra el
gobierno constitucional de don Rómulo Gallegos, propiciado por
los Estados Unidos. Les ofrece inmediato respaldo “diplomático”
a los traidores y cooperación técnica para la industria petrolera
venezolana (totalmente en manos de consorcios yanquis). 1949
(enero), en Paraguay: derrocamiento del gobierno constitucional
y reconocimiento diplomático de los Estados Unidos al general
golpista y ministro de la Guerra, Raimundo Rolón. 1950-1953,
en Colombia: el Departamento de Estado apoya el régimen ultra-
montano, neofacista y sanguinario de Laureano Gómez, por haber
enviado éste un batallón de colombianos a la guerra de Corea.
1951, en Bolivia: reconocimiento inmediato del general Hugo
Ballivián y su grupo de militares golpistas, que desconocieron la
elección de Paz Estensoro como Presidente de la República. 1952,
en Cuba: espaldarazo de los Estados Unidos a Fulgencio Batista,
otorgándole inmediato reconocimiento diplomático en cuanto de-
rrocó al gobierno constitucional de Prío Socarrás.
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vadir Cuba por Playa Girón. Sufren una total derrota. El Presiden-
te de los Estados Unidos en esos días, era el demócrata John F.
Kennedy, a quien llamaban “el apóstol de la democracia...” 1965,
operación Santo Domingo: el Presidente de los Estados Unidos,
Lyhdon B. Johnson, otro demócrata, ordena el desembarco de 20
mil marines para aniquilar el movimiento revolucionario que en-
cabezaba el coronel Caamaño Deñó. Después de lograr su objeti-
vo, instala en el poder a Joaquín Balaguer, cómplice de Trujillo y
lacayo del imperialismo. 1973, operación Chile: el Presidente de
los Estados Unidos, Richard Nixon, su canciller y Jefe del Con-
sejo Nacional de Seguridad, Henry Kissinger, el jefe de la CIA,
William F. Colby, y el Pentágono, preparan, financian, asesoran y
dirigen la gran conspiración contra el gobierno constitucional que
presidía el doctor Salvador Allende. Confiesan oficialmente más
tarde haber urdido el plan de ataque y erogado más de once millo-
nes de dólares para propiciar las huelgas, saboteos, infiltraciones,
propaganda y provocaciones. La hazaña culmina con el asesinato
de Allende y la instalación en el poder de un régimen fascista cuya
acción represiva y brutal, en tan poco tiempo, no tiene paralelo en
la historia de América.
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II. Guatemala en el pasado
Panorama político
45
en todas las hermanas naciones de América, ha existido siempre
una vocación democrática definida. Durante más de un siglo de
sucesivas dictaduras, no hubo día en que no se estuviera gestando
la lucha contra la opresión o en que no estuviera empeñada esta
lucha en alguna parte del país; y fueron incontables las ocasiones
en que los patriotas derramaron su sangre y ofrendaron su vida por
el ideal democrático que los animaba.
Panorama social
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Por disposición legal, los dueños de explotaciones agrícolas esta-
ban investidos de facultades extraordinarias que les permitían no
sólo fungir como agentes de orden público sino castigar hasta con
la muerte a las personas que penetraran en sus propiedades, sin
incurrir por ello en responsabilidad alguna. El descanso semanal
obligatorio no estaba asegurado por la ley a los obreros y campe-
sinos, ni tampoco estaba reglamentada la jornada de trabajo.
Panorama cultural
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Panorama económico
Panorama internacional
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III. La Revolución de Octubre (1944-1954)
Advenimiento
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postergables. El ánimo de la ciudadanía estaba en tensión, en es-
pera de la chispa que encendiera la lucha por la libertad.
50
marco a las necesidades y aspiraciones del pueblo y a proveer los
instrumentos jurídicos que permitirían la realización de los objeti-
vos esenciales del movimiento revolucionario.
Acción política
Acción social
51
un gran avance para la nación, el seguro social, desarrollándose
vigorosamente como institución del estado y, ampliando la cober-
tura de riesgos y territorios, se construyeron hospitales, clínicas
y dispensarios por todo el país, para la atención de los trabaja-
dores y la maternidad obrera, su capital y reservas para junio de
1954, alcanzaban más de 5 millones de quetzales, y el valor de sus
prestaciones en ese último año (1953-1954) llegó a 2.365.595,64
millones de quetzales.
Acción cultural
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la creación de las de Humanidades y Agronomía. En Quetzalte-
nango (segunda ciudad de Guatemala) se fundaron facultades de
Derecho y Economía. La ley orgánica estableció el co-gobierno
universitario, con participación del estudiantado, democratizando
la estructura y el funcionamiento de la Universidad. El proceso
de democratización universitaria avanzó apreciablemente, aunque
debe admitirse que no pudo realizarse a plenitud. La composición
de clases del estudiantado fue el obstáculo decisivo que impidió
esa transformación justa y revolucionaria.
53
proporcionados honorarios a su clientela, se tornaron en verdade-
ros enemigos de las nuevas instituciones estatales de beneficencia
y del seguro social, que prestaba servicios médicos gratuitos, pero
si eran llamados a servir en ellos, entonces desaparecían sus ren-
cores. En cuanto a los segundos, si no obtenían algún puesto en las
instituciones del Estado o en otras dependencias semiautónomas,
también tornábanse en detractores de la Revolución y fácilmente
se ponían al servicio de las empresas extranjeras o de la causa
reaccionaria. Naturalmente, como en otros gremios, también hubo
honrosas excepciones, que sirvieron a la Revolución con honesti-
dad y patriotismo.
1943 1953
Maestros 6.619 8.529
Escuelas 2.784 3.788
Alumnos 152.274 212.189
Acción económica
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de Fomento de la Producción, para que proveyera estímulo finan-
ciero y asistencia a la agricultura, como primer paso hacia la tec-
nificación e industrialización de la producción agrícola, ganadera
y forestal. Esta institución tenía invertido, al 30 de junio de 1954,
en préstamos, participación en otras empresas y acreencias varias,
27 millones de quetzales, y su capital ascendía a 9,5 millones de
quetzales. En 1953 se estableció el Banco Agrario Nacional, para
que atendiera los requerimientos crediticios y financieros de la
reforma agraria. Para el mes de junio de 1954, había extendido
préstamos y créditos, y efectuado otras inversiones para el desa-
rrollo agrario, por valor de 8.5 millones de quetzales, y su capital
llegaba a 8 millones de quetzales.*
55
1943 1953
Valores en quetzales
Población (31 de diciembre) 2.368.662 3.092.155
Producto nacional bruto, total 131.613.600 558.281.300
Producto nacional bruto, per-cápita 55.56 180.55
Consumo nacional bruto, total 131.584.700 432.421.600
Consumo nacional bruto, per-cápita 47.95 139.84
Inversión pública, total 2.981.500 29.294.700
Inversión pública, % del consumo
nacional 2.63 6.77
Inversión privada interna 3.931.400 38.669.800
Comercio exterior, total 38.003.783 180.033.800
Comercio exterior, importación 17.849.541 72.239.500
Comercio exterior, exportación 20.15.242 107.794.300
Medio circulante, total (30 junio)
1944 y 30 junio 1954) 45.241.207 85.404.000
Medio circulante, origen interno 6.926.042 43.916.000
Medio circulante, origen externo 38.315.165 41.488.000
Depósitos (30 junio 1944 y 31 mayo
1954) 24.915.567 51.982.000
Gastos del estado 14.671.200 65.266.100
56
características de su política interna: defensa de la democracia re-
presentativa, apoyo irrestricto al principio de autodeterminación
de los pueblos, respeto absoluto al principio de no-intervención,
defensa y práctica del derecho de asilo político, condenación del
totalitarismo en todas sus manifestaciones, promoción de los de-
rechos humanos y de la libertad de información, lucha por la ex-
tinción del coloniaje y adhesión a la causa de la paz mundial. Es
de justicia recordar que, independientemente de los titulares que
ocuparon la Cancillería durante el decenio 1944-1954 todos trata-
ron de mantener una línea política revolucionaria inalterable, sin
solución de continuidad en lo que a las aspiraciones nacionales
correspondía. Señalaremos algunas de las más importantes accio-
nes realizadas en ese decenio: Ruptura de relaciones diplomáticas
con el régimen antidemocrático y fascista del general Francisco
Franco, de España. Ruptura de relaciones diplomáticas con el ré-
gimen tiránico del generalísimo Rafael Leónidas Trujillo, de San-
to Domingo. Declaratoria de caducidad del Tratado de Límites de
1859, sobre nuestro territorio de Belice, suscrito entre el gobierno
conservador de Rafael Carrera 1 el Reino Unido. Establecimiento
de relaciones diplomáticas con la URSS. Efectiva participación
de nuestra Delegación en San Francisco, California, en 1945, en
la discusión y aprobación de la Carta de las Naciones Unidas, ra-
zonando el voto de protesta por el “derecho de veto” concedido
a las cinco grandes potencias: Estados Unidos, China, URSS, In-
glaterra y Francia. Además: efectiva participación de nuestra de-
legación ante la sede de las Naciones Unidas para la creación del
estado de Israel. Lucha permanente en los cónclaves internacio-
nales por la defensa de los derechos humanos e importante apoyo
a la constitución de la Carta de esos derechos, en la Conferencia
de París. Destacada participación en las Naciones Unidas, en la
comisión respectiva, contra la discriminación racial Defensa, en
Caracas, Venezuela, en 1954, en la X Conferencia Interamericana,
del principio de no-intervención y oposición contra la ponencia
de los Estados Unidos (Resolución 93, que vulneró ese principio),
sólo Guatemala votó en contra. Defensa de la soberanía y de la
independencia nacionales. Respeto a las normas, tratados y con-
venios internacionales vigentes.
57
Guatemala persiguió estos objetivos con absoluta independencia
de criterio, con franqueza y lealtad para con todas las naciones
amigas y al margen del alineamiento circunstancial que en cada
caso pudieran adoptar otros países. Esa conducta, digna y cons-
tructiva, expresada y defendida sin desvíos en todas las oportuni-
dades, dio a Guatemala, en el decenio mencionado, un merecido
puesto de honor y de respeto en el concierto de las naciones. Su
voz en los cónclaves adquirió una importancia extraordinaria, por-
que invariablemente se alzó para defender causas universales y
para atacar la injusticia dondequiera que ésta se manifestaba. Mu-
chos pueblos del mundo, en especial los de nuestra América, sen-
tían por esas razones que la voz de Guatemala era su propia voz.
58
IV. La Revolución frente a los monopolios yanquis
59
mo de correos. Se daban así los pasos iniciales que conducirían al
monopolio del comerció marítimo en la zona del Caribe centroa-
mericano por medio de la Gran Flota Blanca, de la propia UFCO.
Este contrato no contenía ninguna cláusula sobre establecimiento
en Guatemala de plantaciones bananeras.
60
a ser la propietaria de las principales vías férreas de Centro Améri-
ca y prácticamente de todas las de Guatemala. Nunca fue realmen-
te independiente; desde su fundación fue ilegal y clandestinamente
controlada por la UFCO para su propio beneficio. Con el tiempo, la
IRCA compró a otras compañías concesionarias en Guatemala el
Ferrocarril Central y el Ferrocarril del Sur, siéndole traspasadas las
concesiones respectivas que, entre otros privilegios, incluían algo
más de 350 mil acres de tierras agrícolas vírgenes regaladas por el
gobierno a aquellas empresas. Una concesión posterior, otorgada
en 1923 (cuyo rechazo por el gobierno de 1921, junto con otras
prebendas similares causó su derrocamiento), permitió a la IRCA
construir un ramal de ferrocarril a la frontera de El Salvador, siem-
pre como de su exclusiva propiedad, a pesar de que el gobierno de
Guatemala le pagaría 7.500 dólares por kilómetro en calidad de
estímulo (!). En el mismo contrato, la IRCA convenía en devolver
al Estado 115 mil acres de tierras, y el gobierno reconocía en favor
de ésta 1.475.000 dólares; pero, eso sí, a cambio de que el gobierno
renunciara al derecho de inspección contable de la empresa y a la
mitad de las utilidades del ramal...
Infiltración de la UFCO
61
pensable de su negocio, proyectó, previo permiso del gobierno,
la construcción de un puerto sobre el Pacífico, para dar salida a
sus productos. Tanto para sus operaciones agrícolas como para la
construcción del puerto, esta empresa no solicitó concesión algu-
na del gobierno. La UFCO tenía planes para esa zona y no podía
ver con buenos ojos la presencia de una empresa competidora. En
convivencia con la dictadura de Jorge Ubico, celebró un contrato
(1930) con el gobierno, por el cual obtenía el derecho exclusivo y
adquiría la obligación de construir un puerto en el Pacífico, preci-
samente en el punto donde la otra compañía proyectaba construir
el suyo, que era el único lugar adecuado en relación a la zona de
sus operaciones. Conociendo de sobra que no podrían luchar ven-
tajosamente contra tan poderosos enemigos (UFCO- gobierno), la
California-Guatemala Fruit Corporation se sintió obligada a ven-
der a la UFCO todas sus propiedades (181.878 acres) e instalacio-
nes por la suma de 269,607,39 dólares. Así se establecía la UFCO
en la costa sur de Guatemala, con central en Tiquisate, Escuintla.
Adquirió después algunas propiedades adicionales, generalmente
a base de extorsión y presión económica, aunque la compra origi-
nal descrita representaba, aún en 1952, dos tercios del total de sus
tierras en la zona del Pacífico.
62
El monopolio de la energía eléctrica
63
bre privilegios onerosos para el país, seguían una ruta común de
explotación inmisericorde de los recursos de la nación y de abso-
luto desprecio a los intereses morales y materiales de las grandes
mayorías; esos gobiernos y esas empresas eran “compañeros de
camino” o, como se dijo durante la administración estadounidense
de Eisenhower, “buenos socios...” Aquella fecha marcó el cruce
de camino. La plataforma de dignificación nacional y de libera-
ción económica que sustentaba la Revolución de Octubre, adopta-
da oficialmente por el estado en ejercicio de la soberanía y dentro
de normas de justicia y equidad, ineludiblemente tenía que incidir
con la posición privilegiada y exclusivista de que gozaban los mo-
nopolios extranjeros.
64
la UFCO, la Tropical Radio & Telegraph Company, tenía el mo-
nopolio de los servicios radiotelefónicos internacionales. Después
de las 20 horas, todo Guatemala, inclusive el gobierno, quedaba
privado de comunicación telefónica internacional porque así lo
disponía la empresa. La Empresa Eléctrica de Guatemala, S. A.,
podía imponer a su antojo las tarifas preferenciales, en violación
de disposiciones legales que lo prohibían. En resumen, el desarro-
llo agrícola e industrial del país se hallaba estancado y frenado por
el monopolio que estas empresas tenían de los ferrocarriles, de los
puertos, de la energía eléctrica, de las comunicaciones, etcétera.
65
beneficencia sobre los pasajes que vendía al público. Jamás entre-
gó a la Tesorería Nacional un solo centavo por este concepto. En
1953, el monto que retenía la empresa por este concepto era de
4.056.273,61 quetzales (o dólares). Las concesiones obtenidas de
los regímenes tiránicos a base de presiones del Departamento de
Estado, no la exoneraron posiblemente por olvido -de un impuesto
muy importante: sobre Beneficios de Ausentes. Sin embargo, la
empresa no lo pagó nunca, adeudando por este concepto al estado,
hasta 1953 inclusive, la suma de 11.989.675,11 dólares. La EE
de GSA dejaba de cumplir constantemente normas legales que la
obligaban en materia de tarifas, de seguridad de las instalaciones
y de aprovechamiento de aguas.
66
política internacional e influido seriamente por los “señores de la
guerra fría” sobre la probabilidad del estallido de una Tercera Gue-
rra Mundial... Esta infame propaganda culminó con la etiqueta de
“comunista”, que se clavó en la espalda del movimiento naciona-
lista; así llamó todas y cada una de las actuaciones y conquistas
de este movimiento patriótico, y “comunista” éramos, según dicha
propaganda, todos los hombres que participábamos en él. La po-
lítica conspirativa y difamatoria de las empresas, en particular la
de la UFCO, no llegó a constituir hasta 1952 amezana seria para
la subsistencia del movimiento revolucionario, como lo evidencia
el fracaso de treinta y tantos conatos de subversión. Sin embargo,
en ese año iban a producirse dos hechos, aparentemente inconexos,
pero que, conjuntamente, fueron decisivos para que se llegara a
consumar, en 1954, la agresión yanqui contra Guatemala. El prime-
ro fue la promulgación de la Ley de Reforma Agraria. El segundo,
la ascensión al poder, en los Estados Unidos, del Partido Republi-
cano, con el general Dwight Eisenhower a la cabeza y con el agrio
secretario de Estado John Foster Dulles y su grupo belicista.
67
blemente tenía que liquidar la modalidad feudal y colonialista de
la explotación de la tierra y terminar con el inhumano sistema de
servidumbre que sojuzgaba a cerca de dos tercios de la población,
llevando a cabo la reforma agraria. Sería, sin duda alguna, el paso
más revolucionario y de mayor trascendencia nacional en la his-
toria del país.
68
proletariado del campo, indispensable para la operación del siste-
ma comunista. Contra todos los obstáculos, el gobierno cumplió
con el histórico deber de llevar a la realidad aquel acto impos-
tergable de justicia social, imperativa constitucional e importante
objetivo de la Revolución.
69
...Son objetivos esenciales que la reforma agraria debe rea-
lizar: a) Desarrollar la economía capitalista campesina y la
economía capitalista de la agricultura en general; b) Dotar de
tierra a los campesinos, mozos colonos y trabajadores agrí-
colas que no la poseen, o que poseen muy poca; c) Facilitar
la inversión de nuevos capitales en la agricultura mediante
el arrendamiento capitalista de la tierra nacionalizada; d) In-
troducir nuevas formas de cultivo, dotando en especial, a los
campesinos menos pudientes, con ganado de laboreo, fertili-
zantes, semillas y asistencia técnica necesaria; y e) Incremen-
tar el crédito agrícola para todos los campesinos y agricultores
capitalistas en general ... El Departamento Agrario Nacional
también podrá otorgar en propiedad parcelas a los campesinos,
mozos colonos y trabajadores agrícolas, hasta extensiones no
mayores de 17.468.460 hectáreas, equivalente a 25 manzanas
(44.3 acres), pero en este caso la expropiación se hará en favor
de los beneficiados y no en beneficio de la nación... La ex-
propiación a que se refiere la presente ley de interés social se
consumará previa indemnización, cuyo importe será cubierto
con Bonos de la Reforma Agraria, redimibles en la forma que
determine la ley ... El monto de la indemnización se fijará con
base en la declaración de la matrícula fiscal de bienes rústicos,
tal como se encuentre al 9 de mayo de 1952, y se pagará pro-
porcionalmente a la extensión de tierra expropiada...”
70
existente en esa época en el campo internacional, para una mejor
comprensión de la lucha desigual a que tuvo que enfrentarse.
71
cendiente en el Congreso de los Estados Unidos y obstaculizaba
la obra del ejecutivo. Ganaron terreno los “grupos de presión”,
dueños de congresistas y manipuladores de influencias. El famo-
so Punto IV, se convirtió en arma de regateo para conseguir alian-
zas. Fieles a su sistema político, era bipartidista la formulación
de la política internacional (John Foster Dulles fungía entonces
como consejero del Departamento de Estado, redactaba tratados e
intervenía en numerosos aspectos de la política exterior). Sin em-
bargo, la actuación del secretario de Estado Dean Acheson llegó a
verse mediatizada por la enconada e injusta campaña enderezaba
contra él por sectores del Partido Republicano. Aún más: el pro-
pio presidente Truman se enfrentaba a una violenta oposición del
Poder Legislativo en la lucha que, con un gran paralelismo con la
que la Revolución de Octubre llevada a cabo en Guatemala, había
emprendido contra el monopolio de energía eléctrica en los Es-
tados Unidos y contra el cartel petrolero internacional. También,
como iba a suceder en Guatemala, llegaría el momento en que el
Partido Republicano lograría nulificar radicalmente la acción anti-
monopolista del presidente Truman, y que tanto su administración
como la de Franklin Delano Roosevelt recibieron la etiqueta de
“comunistas”. Elementos destacados del Partido Republicano se
referían a estas dos administraciones demócratas como las de los
“20 años de traición”, y Mr. Dulles las llamaría la “era de Stalin”...
72
cribía que antes de autorizar la venta o traspaso de material bélico
el gobierno de los Estados Unidos debe asegurarse de que el otro
país participa con aquel en un convenio regional v defensa colec-
tiva. Guatemala no tenía convenio bilateral de defensa con los Es-
tados Unidos, ni formaba parte, ni quiso hacerlo durante la década
revolucionaria, del llamado Tratado de Río. Cuando el 17 de junio
de 1952 el Congreso Nacional aprobó la Ley de Reforma Agraria,
yo me hallaba en Washington y presenté mis cartas credenciales
al presidente Harry Truman. Mis entrevistas con él y otros altos
funcionarios del Departamento de Estado, fueron aún cordiales;
las tierras de la UFCO aún no habían sido expropiadas…
73
Frente a semejante equipo, “Dios los cría y el diablo los jun-
ta...” era muy difícil para la revolución guatemalteca llenar sus
patrióticos objetivos nacionalistas, que estaba empeñada en rea-
lizar: el acrecentamiento y el respeto absoluto de las libertades
democráticas; la elevación del nivel de vida de los guatemaltecos
mediante la transformación de una economía semifeudal y semi-
colonial en una moderna economía capitalista; y llevar adelante
la defensa de la soberanía y la independencia nacionales. Sin
embargo, Guatemala no se arredró y puso en marcha su acción
revolucionaria.
Expropiación de la UFCO
74
aplicación de la compensación ordenada por la reforma agraria.le
pagó aproximadamente 3.21 quetzales (o dólares) por acre, rein-
corporando así al patrimonio nacional esas tierras que un gobier-
no antipatriótico le había regalado a la UFCO años atrás.
¿En qué se basó el gobierno para pagar tan buenos precios por
sus tierras a la UFCO? Sencillamente acató las disposiciones de
la Ley de Reforma Agraria, que prescribía que debía pagarse en
compensación por tierras ociosas expropiadas el mismo valor en
que las propiedades estuvieran declaradas por sus dueños para
el pago del impuesto territorial (del tres por millar anual). Con-
viene tomar muy en cuenta que las declaraciones mencionadas
eran hechas por los causantes del impuesto, a su arbitrio; eran
ellos quienes fijaban el valor declarado de sus bienes. Debe con-
siderarse entonces que la compensación prevista por la Ley de
Reforma Agraria sobre esta base, era equitativa, y que si en algu-
nos casos el declarante había registrado su propiedad a un valor
inferior al real, necesariamente lo había hecho con intenciones
dolosas, y había defraudado al fisco desde la fecha de tal decla-
ración de valor. Así, en estos casos, y sin que se hubiera previsto
expresamente, la aplicación Ley de Reforma Agraria resultaba
una justiciera sanción.
75
de 1953, di en esa oportunidad explicaciones satisfactorias sobre
el asunto, en los siguientes términos:
76
ningún beneficio real a la compañía ni a sus accionistas. En
contraste, ese estado de permanente improductividad estaba
causando hondo perjuicio al pueblo y a la economía nacio-
nal al impedir que la explotación provechosa de esas tierras
contribuyera al incremento de la producción y a la elevación
del nivel de vida de los guatemaltecos.
77
encuentra en igual o mejor situación que todos los demás agri-
cultores nacionales - inclusive los beneficiarios de la reforma
agraria- en cuanto a las consecuencias indirectas que en esta
materia-contingencias y riesgos de cultivo- pudieran derivarse
de la aplicación de la ley. Con referencia específica al problema
del “mal de Panamá”, conviene tener presente que es sabido
que ya se han puesto en práctica procedimientos eficaces para
controlar su propagación y aun para erradicar la enfermedad,
de manera que ésta no tiene al presente la naturaleza y pro-
porciones señaladas en la exposición del secretario de Estado
adjunto. La hipótesis de que ese mal se intensificará, tampoco
podría justificar el mantenimiento de tierras ociosas por más
de veintidós años, como es el caso de las tierras legítimamente
expropiadas a la Compañía Agrícola de Guatemala. En conclu-
sión, la Compañía Agrícola de Guatemala conserva en su poder
extensiones razonablemente suficientes para continuar con pro-
vecho sus actividades agrícolas, aumentar sus cultivos y rotar
tierras en caso o en previsión de enfermedades, sin que pueda
vislumbrarse en este sentido peligro alguno para la continua-
ción de sus operaciones ni para el desarrollo lógico, económico
-y suficiente- de sus negocios. Es la intención del gobierno de
Guatemala al aplicar la Ley de Reforma Agraria, que todo el
pueblo reciba, entre otros muchos beneficios, los que se deri-
van del aumento de la producción agrícola y de la consiguiente
elevación del nivel de vida, y que, al realizarse una más justa
distribución de la tierra laborable, cumpla ésta con la función
social que exige de la propiedad la Constitución de la Repú-
blica. La política del gobierno de Guatemala en esta materia
-efectividad de la función social de la propiedad, aumento de
la producción y elevación del nivel de vida de la población
coincide en un todo con la política declarada de las Naciones
Unidas en lo que atañe al problema de países de economía in-
suficientemente desarrollada.
78
esos mismos países constituye uno de los requisitos funda-
mentales para el fortalecimiento de la paz universal; y afirma
que el derecho de los pueblos a disponer libremente de sus
riquezas y recursos naturales, y a explotarlos, es inherente a
su soberanía y conforme con los propósitos y principios de la
Carta de las Naciones Unidas.
79
Estados Unidos clarificar su criterio, apreciando debidamente
la legitimidad de la conducta del gobierno de Guatemala al ex-
propiar tierras de la Compañía Agrícola de Guatemala y pagar-
le en bonos de indemnización correspondiente, como un acto
de plena soberanía nacional enteramente conforme a la Consti-
tución de la República y demás leyes vigentes en el país.
80
trevista. Cabot intervino para que no fuera así y Mann se disculpó,
pero ya no había más que hablar esa vez.
81
ANEXO 1
Pro-memoria del Ministerio de Relaciones a la Embajada de
los Estados Unidos en Guatemala. 24 mayo, 1954.
82
Las expropiaciones que se han hecho de tierras sin cultivo de la
Compañía Agrícola de Guatemala obedecen a la estricta y legal
aplicación de una ley interna en la República de Guatemala que
afecta por igual a nacionales y extranjeros. Esta ley ha afectado
tierras de la United ruit Company y de la Compañía Agrícola de
Guatemala, que se han mantenido improductivas y ociosas duran-
te muchos años, sin reportar ningún beneficio real a las compañías
ni a sus accionistas. Ese estado permanente de improductividad,
en contraste, ha causado hondos perjuicios al pueblo y a la eco-
nomía nacional, al impedir que la explotación provechosa de esas
tierras contribuya al incremento de la producción y a la elevación
del nivel de vida de los guatemaltecos.
83
muchos millones de dólares anuales en beneficio de accionistas
ausentes, que han gastado en su totalidad esos ingresos fuera del
territorio nacional de Guatemala.
84
ción ni retardo de justicia que pudiera justificar la pretendida recla-
mación diplomática del gobierno de los Estados Unidos en favor de
la United Fruit Company y de la Compañía Agrícola de Guatemala,
ya que éstas han hecho uso, al igual que los ciudadanos guatemaltecos
y de otras nacionalidades, de todos los recursos previstos por la Ley
de Reforma Agraria. Si el gobierno de los Estados Unidos, en tales
circunstancias, continuara actuando en favor de las ilegítimas preten-
siones de esas compañías, el gobierno de Guatemala no podría sino
considerar tal actitud como la persistencia en intervenir en los asuntos
internos de la república de Guatemala, contrariando así los principios
más sólidos de la de convivencia interamericana.
Para la UFCO, todos los demás problemas que había tenido con
el gobierno de Guatemala eran secundarios; pero la expropiación
era imperdonable. No porque su economía sufriera mayor cosa
por la pérdida de tierras ociosas que no le producían ni un racimo
de banano, sino porque este acto de justicia socioeconómica de
Guatemala no debía prevalecer: constituiría un precedente fatal
que se extendería a otras áreas de su vasto imperio del banano en
Honduras, Costa Rica, Panamá, Ecuador, Colombia, Cuba, Haití,
Santo Domingo, Jamaica y Nicaragua.
85
86
V. “Operación Guatemala”, 1
87
años atrás para mirar las democracias latinoamericanas con el fin
de crear en América regímenes congéneres del falangista español,
que le diera a éste algo de apoyo internacional, que tanta falta le
hacía. Esta organización, con abundancia de agentes y recursos,
y secundada por algunos dictadores de América como el tirano
Trujillo, operaba activamente en Guatemala y había enrolado a
su servicio a varios guatemaltecos e invitado a afiliarse a algunos
oficiales del Ejército Nacional. Fuera de su labor eminentemente
conspirativa, algunas de las manifestaciones de las actividades de
esta organización secreta eran de carácter visible: el llamado a la
“Hispanidad”; la explotación maliciosa del sentimiento fanático
religioso de vastos sectores de la población, y la intensificación de
la propaganda falagista por elementos del clero católico y seglar a
su servicio. Finalmente, la fuerza más negativa la constituía la ac-
ción equivocada y funesta de los jerarcas de la propia Iglesia cató-
lica, que se alió con los intereses antinacionales, traicionando así
las verdaderas esencias del cristianismo que falsamente blasonaba
abanderar. Adelante se ampliarán estos conceptos y se ofrecerán
pruebas documentales de su antipatriótica acción.
88
Eso fue precisamente lo que con alguna anterioridad había anun-
ciado en una entrevista confidencial el presidente de la UFCO,
Kenneth Redmond: “De aquí en adelante ya no se tratará del pue-
blo de Guatemala contra la UFCO; la cuestión se convertirá en el
caso del comunismo contra el derecho de propiedad, la vida y la
seguridad del hemisferio occidental”, el entrevistador agrega que
Mr. Redmond, estaba convencido de que iba a cambiar la adminis-
tración de Guatemala, “no pudo precisar exacta• mente la fecha en
que eso ha de suceder -dijo-, pero no está muy lejana” ...
Muy poco tiempo bastó para que fuera notorio que la colación de
fuerzas actuaba y para que fueran haciéndose visibles los linea-
mientos de un Master Plan como resultado lógico de la supedi-
tación del Departamento de Estado a los propósitos de la UFCO
respecto a Guatemala. La “Operación Guatemala”, consecuencia
de ese plan, contaría, además, con la colaboración de la CIA (Cen-
tral Inteligency Agency) cuya jefatura, convenientemente, la des-
empeñaba Allan Dulles, como ya se dijo, hermano del secretario
de Estado.
89
correctísima y noble very fair, actitud hipócrita del Departamento
de Estado. En apoyo de estas acciones, se aumentaría la presión
sobre el país en todas sus relaciones diplomáticas, oficiales y co-
merciales con los Estados Unidos, se boicotearía al gobierno en
sus tratos con otros países dentro de la órbita de influencia del De-
partamento de Estado, y se crearía en América, por medio de una
enorme campaña de propaganda falsa y a base de un monstruoso
espantapájaros comunista, un estado de ánimo que, por cobardía o
servilismo, o por haberse creado una alarma sincera, dejara a los
Estados Unidos “manos libres” para intervenir. En resumen un
proyecto gigante de envergadura adecuada para combatir a una
potencia de primer orden, que tenía como único fin el restableci-
miento de los injustos privilegios del imperio del banano y de las
otras empresas monopolistas yanquis, la vuelta al viejo status quo,
y evitar a toda costa el cambio de lo establecido, del stablisment.
Eso sí: toda esta baja maquinación se disfrazaría con el muy cató-
lico evangélico manto de “una noble empresa contra el comunis-
mo internacional” y una noble cruzada para salvar la “civilización
cristiana” de la amenaza roja.
90
Cancillería, arguyendo ingenuamente que “no representaba peli-
gro”, lo dejó llegar y presentar credenciales. La historia probó que
esta fue una grave equivocación, aunque con Peurifoy o sin él la
intervención ya estaba decidida.
91
Todo el material bélico fue transportado sin disimulos de los Es-
tados Unidos a Honduras y Nicaragua. En la etapa de preparación
y entrenamiento, el cuartel general de las fuerzas mercenarias que
se entregaría de la agresión armada, se emplazó en Nicaragua.
Más tarde el centro de operaciones y los abastecimientos fueron
trasladados a Honduras. Los mercenarios que pagaba la UFCO
vistiendo uniformes, a la vista de todos los transeúntes, recogían
desde el mes de marzo de 1954 -sin el menor recato- camionadas
de armamento en la Embajada de los Estados Unidos en Tegu-
cigalpa, Honduras. Las tropas reclutadas para la futura agresión
circulaban a su entera libertad por toda Honduras, haciendo gala
de la abundancia de dinero de que disponían, en dólares, United
States currency. Esas tropas, oportunamente, se trasladaron a Co-
pán, población hondureña en la frontera con Guatemala, donde se
hallaba el cuartel general de campaña. Llegaban a la luz del día,
portando armas y uniformes. Descendían de sus propios aviones
(los que les habían dado los Estados Unidos), o bien por los trans-
portes aéreos o terrestres de los servicios hondureños.
92
ninguna manera, que en otros sectores del gobierno de los Estados
Unidos no se hubieran producido manifestaciones oficiales que
hacían eco a la propaganda difamatoria de la UFCO. Especial-
mente en el Congreso estadounidense varios senadores represen-
tantes notoriamente vinculados con el imperio del banano o con
intereses afines, habían venido haciendo continuos y antojadizos
ataques contra el gobierno de Guatemala.
Maniobras diplomáticas
93
Americanos (OEA). Para el Departamento de Estado en ésta una
magnífica oportunidad. Conforme a los lineamientos del Master
Plan tenía que actuar en el frente diplomático interamericano, en
general, para crear el ambiente adecuado a la agresión armada
contra Guatemala (que debía aparecer como una lucha entre los
mismos guatemaltecos) ; pero su preocupación mayor era darle
el carácter de un grave problema interamericano a la lucha de la
UFCO contra el pueblo guatemalteco, lo que exigiría nada menos
que la acción colectiva de las naciones del sistema regional.
94
Octubre eran para esa fecha demasiado evidentes como para que
pudiera ocultarse que la propuesta estadounidense era i parte in-
tegrante de dicho plan. El Departamento de Estado, para asegurar
un número suficiente de votos en el Consejo de la OEA, con su
propuesta había presentado sugerencias sobre la acción que es-
peraba que tomara la X Conferencia, calculadamente moderadas
para adormecer los recelos de los representantes.
95
Muchas representaciones tenían comprometidos sus votos con el
Departamento de Estado, pero para salvar el decoro decían sostener
el criterio de que bastaba el interés de un estado miembro (en este
caso los Estados Unidos) en un tema de carácter general para que
éste fuera incluido en la agenda. Aun cuando dieron su voto favo-
rable, algunas se esforzaron en hacer serias advertencias sobre el
peligro que entrañaba la propuesta estadounidense. Documento Ca-
136, Acta de la sesión de 10 de noviembre de 1953, Consejo de la
OEA. Veamos en orden alfabético, algunas de estas observaciones:
96
de situaciones locales que en derecho corresponden y deben
seguir correspondiendo a la sola jurisdicción y a la exclusiva
soberanía de cada estado.
97
A quienes los embajadores latinoamericanos pueden ver fácilmen-
te en Washington, es a empleados de sexta categoría. Estos encar-
gados de las “mesas” de las distintas regiones, así: “Mesa para
Centroamérica” (Desk for Central America), “Mesa para Ecuador,
Venezuela y Colombia”, etc., son llamados en el Departamento
de Estado, “encargados de los escritorios de los distintos países”.
Pero una audiencia con funcionarios de tercera y cuarta catego-
ría, como lo son el secretario ayudante o el secretario ayudante
sustituto para Asuntos Interamericanos, necesita una previa cita,
sujeta a confirmación posterior. Aunque había insinuado en va-
rias ocasiones en el Departamento de Estado mi deseo de hablar
con el presidente Eisenhower, resultaba que desafortunadamente
siempre, según me decían los funcionarios, se encontraba “muy
ocupado”, too busy, you know El boicot era evidente. Seguro que
nunca lograría una entrevista por el conducto convencional, des-
pués de un banquete en la Casa Blanca que el presidente Eisen-
hower ofreció al Cuerpo Diplomático el 15 de diciembre de 1953,
aproveché la oportunidad para pedirle una audiencia. Departía con
un grupo de embajadores y yo me incorporé a ellos. Le pregunté
sobre sus últimas partidas de golf y se entusiasmó contándonos
algunas anécdotas y punteos. Cuando estaba por retirarme, discre-
tamente me acerqué más a él y le expuse mi deseo de obtener una
entrevista y las dificultades que había tenido hasta ahora para lo-
grarlo. Me indicó que daría instrucciones para que la concertaran
cuanto antes, pidiéndome que hiciera los arreglos necesarios con
el subsecretario de Estado, general Walter Bedel¡ Smith, a quien él
le avisaría sobre el particular. A la mañana siguiente me comuni-
qué con este funcionario quien, enterado ya por el presidente, me
indicó que concretaríamos una entrevista en enero siguiente, pues
el señor Eisenhower seguía muy ocupado, too busy know, con sus
vacaciones y otros asuntos importantes.
98
a mi natural impulso de rechazarla, en aras de los altos intereses
que estaban en juego. El 14 de enero me entreviste con Bedel¡
Smith. Cuando llegué a su despacho nunca imaginé sus nexos con
la UFCO y menos que en 1955 asumiría el cargo de presidente
de la misma. Fui introducido por una de sus grandes accionistas,
John Moors Cabot, que como ya se ha dicho ejercía el cargo de
secretario ayudante para Asuntos Interamericanos. Como sabía de
su parcialidad en el “caso Guate- mala”, le pedí que me dejara
conversar a solas con el subsecretario de Estado. Mi propósito era
evitar o Moors Cabot una situación embarazosa cuando yo nece-
sariamente tuviera que aludir a sus conexiones con la UFCO, cosa
que ya le había hecho notar a él en varias veces.
99
tar poco informado sobre la realidad guatemalteca el presidente lo
estaba totalmente. Se veía bien que los personeros de la UFCO lo
habían hecho presa de la maliciosa propaganda. Lo único que sabía
era “el peligro comunista para el continente”, “la amenaza roja”,
que constituía Guatemala. En tales circunstancias logré interesarlo
con el relato que le hice sobre la lucha de superación que realizaba
nuestro gobierno en favor de las grandes mayorías. Le hice histo-
ria, saqué mapas donde previamente había marcado con creyones
de colores las tenencias de la UFCO, puertos, muelles y tierras. Se
sorprendió muchísimo cuando le descubrí el panorama de subyu-
gación económica en que nos tenían los monopolios extranjeros
yanquis y las actividades conspirativas en que estaban empeñados
para aplastar el movimiento democrático, una de cuyas fases era
precisamente la gigantesca campaña de propaganda difamatoria
que nos hacía aparecer, Injustamente, como comunistas.
100
Tuve que expresarle mi radical escepticismo acerca de esa pers-
pectiva, y le vi hondamente desconcertado cuando le hice caber
que tampoco podría haber un leal entendimiento a través del De-
partamento de Estado, puesto que el propio secretario de Estado,
Mr. Dullec, era miembro, nada menos, que de la firma de abo-
gados de la UFCO (Sullivan & Cronwell), y que el señor Moorc
Cabot (allí presente), y su familia, eran accionistas importantes
de la misma compañía. Cabot ce puso lívido y con voz en-
trecortada dijo: “Yo ya no soy accionista pues he pasado todas
mis acciones a mis hijas...”, y yo intervine diciéndole al presidente
que la situación no variaba, pues los intereses del señor Cabot eran
los mismos. Debe haber encontrado lógicas y atendibles mis razo-
nes el presidente, porque propuso que, entonces, se formara una
comisión mixta, imparcial, de guatemaltecos y estadounidenses,
designada por los respectivos gobiernos, para discutir en el más
alto plano el problema de las empresas monopolistas en Guatema-
la y todos los demás asuntos que dieran lugar a fricción entre los
dos países. Le manifesté que en principio estaba de entero acuer-
do con su muy importante proposición y que estaba seguro que
mi gobierno la acogería con en- tusiasmo. Me despedí del señor
presidente; Cabot salió conmigo y me acompañó hasta tomar un
automóvil; nos despedimos fríamente...
101
incluso correspondencia cruzada entre agentes de la conspiración.
El cuartel general, el centro de entrenamiento de mercenarios y el
depósito de armamentos, se encontraban en esa fecha en Nicara-
gua con la ayuda de Somoza. El gobierno de Guatemala denunció
los hechos, de los que se desprendía que se había implementado
ya y que debería estar muy próximo a su consumación el plan
agresivo UFCO-Departamento de Estado-CIA. Discretamente, a
pesar de tener sobrado conocimiento de la realidad de la “Opera-
ción Guatemala” y de sus animadores, el gobierno de Guatemala
no formuló acusación alguna contra el gobierno de Estados Uni-
dos. ¿A qué se debía esta actitud del gobierno de Guatemala? Pues
sencillamente a que ingenuamente esperaba que las promesas de
dialogar del presiden Eisenhower (comisión mixta), e indudable-
mente su conocimiento de los hechos pudieran poner un freno a
los designios turbios del Departamento de Estado. Pero Eisen-
hower se cruzó de brazos...
102
VI. “Operación Guatemala”, II: La diplomacia del
garrote
Guatemala en Caracas
103
sobrevivido, ya que la fiera decisión de los Dulles y sus secuaces
con su dolenda est Guatemala estaba hecha irrevocablemente. Era
muy claro, pues, que lo único que realmente perseguían con su
propaganda difamatoria que acompañaba su postura intransigente,
era el restablecimiento, para los monopolios yanquis y principal-
mente para la UFCO, de la plenitud de privilegios y excepciones
de que gozaban y para lograr esto no cabía en realidad otra alter-
nativa que la destrucción del movimiento político y nacionalista
guatemalteco, para retornar, otra vez, a las obsecuentes dictaduras
del pasado. Ya no que- daba, pues, ni la más tenue esperanza.
104
sotros, que representábamos en esos momentos los ideales de lu-
cha de nuestra América contra las tiranías y el imperialismo. Antes
de partir hacia Venezuela, trabajé varios días en el discurso que
pronunciaría en la sesión plenaria cuando tocara el turno. Ya en
Caracas, conjuntamente con los miembros de la delegación, revi-
samos el texto, haciéndole algunas adiciones y modificaciones, y
se le incorporaron datos estadísticos indispensables para una mejor
comprensión del proceso revolucionario. Los periodistas acosaban
a la delegación para que les entregara la copia del discurso con la
debida anticipación, como lo había hecho en otras representacio-
nes, pero di instrucciones de hacerlo hasta el preciso momento en
que abordara la tribuna. La razón era lógica, teníamos hasta un
sabotaje de la sesión; por otra parte, la sorpresa sería, lo que nadie
imaginaba, la dimensión de la denuncia contra el imperialismo.
Discurso oficial:
105
este continente. Se presenta la delegación de Guatemala con la
frente en alto a expresar las legítimas aspiraciones de nuestro
pueblo y del gobierno de la Revolución, sólidamente unidos en
el anhelo y en el esfuerzo de lograr la efectividad de su inde-
pendencia política y económica mediante el ejercicio de la de-
mocracia, el respeto absoluto a los derechos políticos y sociales
del hombre, y el desarrollo de un programa económico acorde
con las necesidades actuales y futuras de la nación.
106
democracia representativa y tiene tres grandes y fundamenta-
les objetivos: el acrecentamiento y el respeto absoluto de las
libertades democráticas; la elevación del nivel de vida de los
guatemaltecos mediante la transformación de una economía
semifeudal y semicolonial en una economía capitalista; y la
defensa de la soberanía y la independencia nacionales.
107
d) El desarrollo de un mercado interno amplios; el aumento
de la capacidad adquisitiva y los niveles de vida de la po-
blación, mediante las inversiones públicas y el fomento de
la economía campesina, hasta ayer marginal y no monetaria.
108
de fincas poseían en conjunto el 70% de las tierras; y que,
entre ellos, veintidós propietarios latifundistas con más de
9 mil hectáreas cada uno, poseían el 13% del total de las
tierras. Esta dramática e injusta situación se está liquidando
con tenacidad y valentía a través de un sistema cuyas bon-
dades han tenido que reconocer hasta los reaccionarios más
recalcitrantes.
109
otorgados en mala hora por los tiranos, como medio de alcan-
zar impunidad y garantía para mantenerse Inamovible en el
trono de su despotismo; Y esos privilegios son tan importantes
para saciar ambiciones desmedidas, y los privilegiados son tan
poderosos, que, pese a los nobles postulados del panamerica-
nismo han desatado contra Guatemala la más inicua campaña,
y no han tenido vergüenza de recurrir a las armas más cobar-
des para difamar, desviar y desvirtuar uno de los movimientos
más puros que ha habido en este continente; han recurrido a
la enorme maquinaria de los medios de difusión -instituidos
para irradiar la verdad a todos los ámbitos del mundo- y los
han prostituido haciéndolos un instrumento de mentira y de
calumnia, y han pegado a las espaldas de Guatemala la eti-
queta de “comunismo”. Es doloroso que se clasifique así todo
movimiento nacionalista o independentista, lo mismo que toda
acción antiimperialista o antimonopolista de los países que por
mucho tiempo han tenido al cuello la soga de la explotación
económica. Y lo más grave es que, quienes así califican la de-
mocracia, lo hacen para destruir la propia democracia.
110
amenazamos la solidaridad y la seguridad continentales? ¿Por
qué se quiere intervenir en Guatemala? Las respuestas son
sencillas y evidentes: el plan de liberación nacional que está
realizando con firmeza mi gobierno. ha tenido que afectar los
privilegios de las empresas extranjeras que estaban frenando
el progreso y el desarrollo económico .del país. Con la ca-
rretera al Atlántico, ruta que además de comunicar las zonas
importantes de producción que atraviesa, está rompiendo el
monopolio del transporte interior hacia los puertos que aho-
ra tienen los Ferrocarriles Internacionales de Centroamérica
(empresa controlada por la United Fruit Company), para lo-
grar un incremento del intercambio comercial exterior libre
de tarifas gravosas y discriminatorias. Con la construcción de
puertos y muelles nacionales, terminaremos con el monopolio
que tiene la United Fruit Company y facilitaremos así a la
nación acrecentar y diversificar su comercio exterior, a través
del uso de más transportes marítimos distintos a la Flota Blan-
ca, perteneciente también a la United Fruit Company, que por
ahora controla este instrumento esencial de nuestras relacio-
nes comerciales internacionales.
111
guatemalteca no pueden catalogarse dentro de una ideología o
política comunista. Una plataforma político-económica como
la impulsada por el gobierno de Guatemala, que está asentan-
do en el campo a miles de propietarios individuales, campe-
sinos independientes, jamás puede concebirse como un plan
comunista. Lejos de esto, creemos que la elevación del nivel
de vida y de ingreso de los trabajadores del campo y de la ciu-
dad, sólo está impulsando el desarrollo económico capitalista
riel país y las bases sociológicas de una democracia funcional
genuinamente guatemalteca.
112
denunciado por el gobierno guatemalteco. Los documentos
publicados - que el Departamento de Estado de Washignton
se apresuró a calificar como propaganda de Moscú- demues-
tran de manera fehaciente que los conspiradores y los intere-
ses monopolistas extranjeros que los alentaban y financiaban,
pretendían hacer pasar la intervención armada contra nuestro
país como una “noble empresa contra el comunismo”. Subra-
yamos ante esta conferencia la gravedad de estos aconteci-
mientos. La no intervención es una de las conquistas más
preciadas del panamericanismo y fundamento esencial de la
unidad, de la solidaridad y de la cooperación interamericanas.
Ha quedado plenamente consolidada en varios instrumentos
interamericanos y, de manera definitiva, en el artículo 15 de la
Carta de la Organización de los Estados Americanos.
113
Así, el más sólido fundamento de la libertad e independencia
de las naciones débiles se entregaría en un cándido holocausto
a circunstancias transitorias, y los países fuertes e imperia-
listas habrían recuperado, sin ningún esfuerzo, la más pode-
rosa de las armas de opresión que el progreso del derecho
internacional les había arrebatado. Constituiría también una
grieta peligrosa para el principio de la no intervención
el tratar de establecer una distinción entre intervención co-
lectiva e intervención unilateral; para justificar la primera y
mantener la condenación sobre la segunda. El hecho de que
la mayoría de naciones, dentro de un determinado grupo, se
asocie para intervenir en los asuntos internos de un estado,
no garantiza en manera alguna la bondad o rectitud de sus
propósitos. Ninguna ley distinta del interés, individual o co-
lectivo, de los estados, sería aplicable en esa emergencia. Hoy
podría asociarse un grupo de naciones democráticas para des-
truir en un determinando país, por medio de la coacción y la
intervención, una forma de gobierno antidemocrática. Pero,
¿quién garantiza que la coalición de un grupo de gobiernos
antidemocráticos no pueda proceder en idéntica forma contra
un gobierno, regido por las más puras leyes y las más demo-
cráticas ins- tituciones, si lo único que legitima el acto es el
hecho de ser colectivo, es decir, el número de asociados en la
empresa intervencionista?”
114
cualquier decisión contraria a los principios de la Carta de la
Organización, los pueblos del continente habrían de renunciar
por mucho tiempo a toda posibilidad de progreso económico
y social.
115
todo interés por reformas progresistas y liberales. Lo más gra-
ve es que pretenden encontrar el respaldo colectivo de Amé-
rica para violar impunemente el principio de no intervención;
pero nos resistimos a creer que se intenta regresar a las viejas
y desprestigiadas prácticas de antaño, cuando los grandes mo-
nopolios influían predominantemente en la política de algunos
países mediante el terror del big stick y la funesta “política
del dólar”, y era caso corriente el desembarco de marinos es-
tadounidenses en puertos latinoamericanos y la ocupación de
las aduanas “para garantizar inversiones” o para corregir ac-
tuaciones políticas que no coincidían con aquellos intereses.
116
razones políticas, extremo que condenan los principios de de-
recho constitucional e internacional. Ahora bien, si lo que los
Estados Unidos desean decir es que la Unión Soviética está
interviniendo en los asuntos internos de los estados america-
nos, sería conveniente que lo dijera con toda claridad.
117
temalteca. Militan en ese grupo, por oportunismo, los viejos
políticos desplazados que formaron la corte y fueron el sostén
de las dictaduras, los enemigos del Código de Trabajo, los
terratenientes feudales y las compañías extranjeras, a quienes
la legislación laboral y la Ley de Reforma Agraria afectaron
en sus injustos intereses. A este grupo se han sumado también
algunos elementos de buena fe, desorientados por la campaña
calumniosa que se hace contra Guatemala. Todo esto demues-
tra claramente que la Resolución XXXII de Bogotá y la VIII
de Washington, han servido en la práctica para vulnerar la de-
mocracia y se las ha tomado como pretexto para conculcar la
soberanía y la independencia de países que, como Guatemala,
luchan por sus reivindicaciones sociales y económicas.
118
Dentro de esta firme posición, la delegación de Guatemala
se opondrá categóricamente a toda resolución o declaración
que, con el pretexto del comunismo, conculque los principios
fundamentales de la democracia, postule la violación de los
derechos del hombre o vulnere el principio de no interven-
ción, con la tendencia de convertir al panamericanismo en un
instrumento para mantener a los pueblos de la América Latina
en condiciones semicoloniales, en beneficio de los poderosos
intereses de los monopolios extranjeros. Nos oponemos tam-
bién, enfáticamente, a la internacionalización del “macartis-
mo”, a la quema de libros y a la imposición del pensamiento
estereotipado. Y denunciamos ante esta conferencia y ante la
conciencia de América, la agresión política y las amenazas
de agresión económica y de intervención de que es víctima la
República de Guatemala. Hemos creído que la Organización
de los Estados Americanos. como organismo regional de las
Naciones Unidas, debe auspiciar dentro de una sincera coo-
peración internacional la independencia política y económica
de todos los estados, como entidades jurídicamente iguales y
dueñas de su propio destino, así como propiciar los derechos
de los pueblos y de los individuos a vivir con dignidad y a
enaltecer la vida, liberándola del hambre, de la ignorancia,
del temor y de la miseria. Guatemala apoyará con entusiasmo
toda proposición en este sentido. Quienquiera que ponga sus
ojos en los capítulos de la Carta de la Organización de los
Estados Americanos, encontrará en ellos un hermoso código
de garantías a la integridad, a la soberanía y a la independen-
cia de los estados miembros, así como un poderoso valladar
a toda suerte de abusos de parte de los poderosos que durante
mucho tiempo conculcaron esos atributos. Sin embargo, es
doloroso constatar que los pueblos de América muestran poco
entusiasmo en la organización y poco confían en la eficacia de
su obra. Y lo peor es que debemos confesarnos que esa posi-
ción es razonable y se justifica.
119
defraudados. Nada podrá hacer el panamericanismo en bene-
ficio efectivo del hombre americano, mientras no afronte los
verdaderos problemas del continente y la tremenda realidad
de una mayoría de naciones de economía insuficientemente
desarrollada, cuyos pueblos son presa de la ignorancia y de
la miseria, frente a otras naciones altamente industrializadas
respecto de las cuales se mantienen en una situación de depen-
dencia semicolonial como proveedoras de materias primas y
alimentos baratos, y como mercados seguros para sus produc-
tos manufacturados. El panamericanismo no ha encontrado
el equilibrio de esta situación y ni siquiera ha logrado una
correlación adecuada entre los precios que se pagan por las
materias primas y alimentos, y el que se cobra por los produc-
tos manufacturados. Por el contrario, algunas de sus actua-
ciones han servido para consolidar esa situación y, no pocas
veces, aun convenios elaborados con toda buena fe han tenido
la consecuencia de atar las manos de estos países y favorecer
la hegemonía política y económica del más fuerte.
120
supeditada a la de ningún poder extranjero. Guatemala ha co-
brado una voz propia en sus asuntos y ha logrado mantener y
mantendrá siempre la más absoluta independencia de criterio
al expresar su pensamiento en los organismos internacionales,
sin más orientación que el respeto a los principios democráti-
cos y su amor a la justicia.
121
dos son fruto del sudor y la miseria de miles de trabajadores
abrumados por la ignorancia, la enfermedad y el hambre. Es-
tamos convencidos de que los intereses de estos monopolios
son ajenos a los legítimos y verdaderos intereses del pueblo
de que provienen y de su gobierno, y es evidente que cons-
tituyen sólo motivo de fricción innecesaria y peligrosa entre
Estados amigos, cuando indebidamente recurren, no sólo a la
protección diplomática, sino aun a comprometer a funciona-
rios y a entidades oficiales, para mezclar a su gobierno en la
defensa de una causa insostenible.
122
acción de los países libres de este hemisferio habrá de lograr
la liberación definitiva de todos los pueblos americanos suje-
tos aún a la denigrante condición de colonias y América habrá
de ser en su totalidad el continente de la libertad.
123
la democracia dentro de la cual se manifiestan libremente las
ideas más diversas y ejercitan todas las libertades. La lucha que
Guatemala está librando por su recuperación económica y por
la defensa de su soberanía es la misma lucha de millones de la-
tinoamericanos que aspiran a que se realice a plenitud el sueño
bolivariano, para lo cual es indispensable la existencia de la
paz mundial con base en la justicia, en el ejercicio efectivo de
la democracia y en una sincera y leal cooperación económica.
124
ambos totalmente falsos: a) que se había injuriado a los Estados
Unidos, y b) que lo más grave era que Guatemala había declarado
que se opondría a toda resolución o declaración que condenara el
comunismo.
Desde luego, Mr. Dulles había obrado can deliberada mala fe,
cama la había hecha en numerosas ocasiones anteriores, para co-
adyuvar en la campaña de escándalo contra Guatemala. Además,
esta vez perseguía que antes que se plantearan las cuestiones de
fondo en la conferencia, la opinión pública de las Estadas Unidas
y del extranjera (ambas controladas par las monopolios de prensa
yanquis) se predispusiera contra Guatemala, quien, según Mr. Du-
125
lles, había injuriada gratuitamente a su patria, y se creara, además,
la falsa impresión de que nuestra delegación había llegada a Cara-
cas a defender el comunismo, la que era totalmente falsa.
126
todos aquellos países que trataran de librarse del yugo imperial,
la delegación de Guatemala tenía que esforzarse porque desapare-
ciera esa ambigüedad peligrosa y preconcebida, y porque quedara
perfectamente clara y determinada la naturaleza de ese concepto.
Aunque en el discurso de la sesión plenaria había señalado clara-
mente la necesidad de esclarecer este concepto, había un antece-
dente que para la delegación de Guatemala hacía más necesaria
esta definición. Pocos días antes de la conferencia, John Moors
Cabot, miembro de la delegación de los Estados Unidos, declaró
que ésta trataría de obtener en Caracas una proscripción de “toda”
actividad comunista en el continente americano. Este perspecti-
va podría tener implicaciones conflictivas con la ideología de-
mocrática y con las normas constitucionales de Guatemala y de
muchos otros países americanos. Era otra amenaza para vulnerar
los principios fundamentales de derecho. Por ejemplo, actividad
comunista es el llamado arte comunista, con manifestaciones en
la pintura, escultura, música y danza. Así lo son otras actividades
literarias o científicas ejercidas individualmente por personas sin
conexión alguna con organizaciones políticas de tipo nacional o
internacional. En casi todos los países de América sería jurídi-
camente imposible proscribir, por comunistas, estas actividades,
porque la libre expresión del pensamiento, que las comprende así
como las de cualesquiera otras tendencias, está ampliamente ga-
rantizada en las respectivas legislaciones.
127
ella, en vez del “comunismo internacional”, al gobierno, organi-
zación o individuo extracontinental que lo manejaba. El enfoque
impreciso de Mr. Dulles sobre el efecto y no sobre la causa de
todas sus aparentes inquietudes, resultaría en la práctica en que se
preservaría intacto el centro irradiador de pretendidas infecciones
y se aplicaría el cauterio, cuando y según conviniera, sobre cual-
quiera de sus manifestaciones superficiales.
128
ca de los pueblos, las expropiaciones petroleras, la reforma agra-
ria y hasta las más sencillas prácticas de democracia elemental,
cuando así convenía hacerlo. Y finalmente pedí concretamente al
secretario de Estado de los Estados Unidos que se sirviera ilustrar
a la Comisión Política con una definición razonable y precisa de
lo que él entendía por “comunismo internacional”. Por más de un
minuto el silencio en la sala era desconcertante. Mr. Dulles, viva-
mente enojado, cambiaba impresiones con Cabot y otros miembros
de su delegación. De pronto dos voces se alzaron casi al unísono,
pidiendo la palabra: Joaquín Balaguer (ministro de Relaciones de
Trujillo) y Núñez Portuondo (ministro de Relaciones de Batista).
El presidente de la Comisión Política (Sevilla Sacaza, embajador
en Washington de Somoza), para salvar de la situación embarazo-
sa en que habíamos puesto a Mr. Dulles, concedió inmediatamente
la palabra, en su orden, a Balaguer y a Núñez Portuondo. Ambos
manifestaron sorprendidos porque la delegación de Guatemala no
supiera que era, nada menos, el “comunismo internacional”, y se
dedicaron a atacar furiosamente a la URSS y a las naciones del
campo socialista, para concluir haciendo profesión de fe, llegando
al colmo de exaltar a sus respectivos regímenes tiránicos, como
modelos de democracia y libertad.
129
cual por su lado y con el claro propósito de quedar bien con Mr.
Dulles, hacer su propia definición del “comunismo internacional”.
No hubo, siquiera, dos versiones parecidas. La lectura del acta de
esa sesión (Comisión Política, 8 de marzo de 1954) ilustra mejor
de lo que yo pudiera relatar la multiplicidad de puntos de vista tan
diferentes y opuestos. Se repetía literalmente la conocida fábula
de “Los ciegos y el elefante”. . . En lo que sí coincidieron todas las
delegaciones latinoamericanas fue en que, cualquiera que fuera
esa cosa llamada “comunismo internacional”, el factor esencial
de inquietud para todos los pueblos de América no era ninguna
doctrina o consigna extracontinental; era un elemento dramáti-
co y real, de índole perfectamente identificable en sus dos caras:
hambre y miseria. Que la atención colectiva a estos males y su
erradicación acabaría automáticamente con todos los peligros de
agitación en el continente.
130
bertad americana, y resolvieron adoptar, dentro de sus terri-
torios respectivos, las medidas necesarias para desarraigar e
impedir actividades subversivas;
131
consulta para considerar la adopción de las medias proceden-
tes de acuerdo con los tratados existentes; y II
132
delegados de sus puntos de vista generales sobre el problema del
“comunismo”. Varias delegaciones hicieron asimismo profesión
de fe democrática y de su firme adhesión al ejercicio de la demo-
cracia representativa. Fue indignante escuchar a los delegados de
las tiranías más execrables y sanguinarias, como los de Trujillo,
Batista y Somoza, hablar otra vez de sus respectivos sátrapas, po-
niéndolos como paladines de la libertad, la justicia y el derecho...
El día 11 de marzo (1954) se entró de lleno a la discusión for-
mal de la propuesta de Mr. Dulles. En esta fecha la delegación de
Guatemala planteó su firme posición ante el seno de la Comisión
Política, pronunciándose en contra de ella por su imprecisión, por
su tendencia intervencionista, por su esencia destructiva del sis-
tema interamericano y porque pretendía desnaturalizar el Trata-
do de Río (Tratado de Asistencia Reciproca) al darle a través del
proyecto de resolución, el carácter de un instrumento agresivo de
intervención entre estados americanos, en adición inaceptable a su
función legítima de instrumento de defensa de todos y cada uno
de dichos estados, en contra de una real agresión extracontinental.
Pero además de estas razones de defensa de las conquistas esen-
ciales a que había llegado el sistema regional, Guatemala tenía la
certidumbre de que la mencionada propuesta yanqui era sólo una
pieza en el mecanismo de la conspiración contra su movimiento
democrático y revolucionario. Era imperativo hacer una vigorosa
defensa de esa actitud y expresarla en términos que no dieran lu-
gar a dudas, y se hizo así, en los siguientes términos:
133
dad, la paz, la seguridad y la pujanza continentales, las solu-
ciones adecuadas y prontas de los problemas económicos. La
delegación de Guatemala, por su parte, además de insistir en
la necesidad impostergable de impulsar el desarrollo econó-
mico y social de los pueblos, ha señalado que cuando éstos
luchan por dicho desarrollo, fatalmente se ven enfrentados a
intereses poderosos que tienden a detener su progreso.
134
las delegaciones, reiteramos nuestra posición, porque hoy, más
que nunca, estamos convencidos de que existe una tendencia
sumamente peligrosa encaminada a disfrazar el viejo sistema
intervencionista bajo el aspecto de la acción colectiva. Con
asombro hemos escuchado una interpretación hecha en el seno
de esta conferencia sobre los conceptos básicos del Tratado de
Asistencia Recíproca, suscrito en Río de Janeiro. Esa interpre-
tación pretende convertir las medidas, preconizadas en dicho
tratado, en una intervención colectiva en los asuntos internos
de los estados americanos. No podríamos aceptar una inter-
pretación de esta naturaleza, porque en las discusiones de la
Conferencia de Río de Janeiro quedó perfectamente claro en
la conciencia de todos los delegados, así como en la opinión
pública continental, que las medidas de defensa colectiva en
ningún caso y por ningún motivo podrían convertirse en ins-
trumentos de intervención en los asuntos internos de los países
americanos. Más aún, el Congreso de Guatemala y, estoy se-
guro, la mayor parte de los congresos de América, exigieron
a sus gobiernos explicaciones y garantías absolutas de que el
Tratado de Río de Janeiro no podría interpretarse jamás en el
sentido de significar una acción intervencionista y, hasta des-
pués de obtener esas garantías a la luz de los documentos de
la conferencia, sin dudas de ninguna especie, procedieron a la
aprobación indispensable para la ratificación de dicho tratado.
135
Guatemala que el principio de no-intervención y el respeto
irrestricto que esta organización le profese, son condición
sine gua non de la existencia de la Organización de Esta-
dos Americanos. Sin el ejercicio efectivo de ese principio, la
Organización de Estados Americanos se convertiría en una
entidad superestatal peligrosa que podría decidir la indepen-
dencia y la soberanía nacionales. Hasta ahí no llega nuestra
buena fe en el panamericanismo, ni creemos que llegue la
de todo estado latinoamericano que se precie de su dignidad
y su soberanía. La delegación de Guatemala ha observado
con gran preocupación que este principio hasta ahora claro y
preciso, comienza a ser objeto de interpretaciones que ponen
en peligro tan preciada conquista.
136
das, y encontrará a los guatemaltecos defendiendo el territorio
patrio palmo a palmo, y dispuestos a todo sacrificio en defen-
sa de la dignidad nacional”.*
137
Lo que estaba en el pensamiento de todas las delegaciones, lo re-
sumió brillantemente el delegado mexicano, doctor Roberto Cór-
doba, al pronunciar, el 13 de marzo, ante la Comisión Política, las
siguientes palabras:
138
Buenos Aires dividiría el continente en estados acusados y en
estados jueces, en gobiernos víctimas y en gobiernos verdu-
gos; empezaría el reinado de la desconfianza mutua y el temor
de uno a otros, que nos aislaría irremediablemente.
139
lo antes posible, para que “su Señoría” pudiera tomar su avión y
llegar cómodamente a su compromiso... Rechazadas todas las en-
miendas sugeridas por Argentina, México y Uruguay, se procedió
a la votación. Nosotros aún teníamos la esperanza de que des-
pués de la hermosa posición de México, expresada por Córdoba,
y también la gallarda de Argentina, estos países votarían junto con
Guatemala en contra de los Estados Unidos. Pero no fue así. La
famosa propuesta de Mr. Dulles fue aprobada por 17 votos en fa-
vor, 2 abstenciones (Argentina y México) y 1 solo voto en contra,
el de Guatemala. La historia ha comprobado que la única posición
justa fue la nuestra.*
Radiografía de la Resolución 93
140
ción de leyes de carácter general, tanto nacionales como interame-
ricanas, sobre actividades subversivas.
141
tancia la hace fundamentalmente inaceptable. El conflicto entre
la Resolución 93 y las leyes nacionales se pondría de manifiesto
cuando eventualmente se tratara de utilizar las fórmulas impre-
cisas consignadas en la parte 1 de la misma, como lo veremos
posteriormente. Pero donde se presenta de inmediato ese conflicto
y por ende la inaceptabilidad automática de la resolución, es en la
aplicación de las medidas que la parte II recomienda tomar a los
gobiernos americanos. El párrafo 1 de dicha 11 parte está redac-
tado así: “(La X Conferencia Interamericana recomienda que los
gobiernos americanos presten atención especial a las) 1 . medidas
que requieren la declaración de la identidad, actividades y pro-
cedencias de los fondos de que disponen las personas que hagan
propaganda del movimiento comunista internacional o que viajan
en interés de dicho movimiento, y, asimismo, de las personas que
actúen como agentes o en beneficio del mismo movimiento”.
142
Artículo 1’ Guatemala es una república libre, soberana, e in-
dependiente, organizada con el fin primordial de asegurar a
sus habitantes el goce de la libertad, la cultura, el bienestar
económico y la justicia social. Su sistema de gobierno es de-
mocrático y representativo.
Aun cuando violando las garantías que establecen los artículos ci-
tados, se hubieran dictado disposiciones legales indispensables para
cumplir con la recomendación que se analiza, éstas habrían sido nulas
conforme al artículo 50 de la Constitución de la República, que dice:
143
No sale sobrando que se advierta que en la Guatemala de la Re-
volución de Octubre estas normas constitucionales se observaban
plenamente, y que los derechos humanos garantizados por ellas
se ejercían en toda amplitud. De tal manera que el valladar que
ofrecían esas normas a la conculcación de las libertades resguar-
daba por igual a todos los habitantes el país y, en lo político, a
los practicantes de cualquier ideología, desde los propugnadores
del nazismo, falangismo e imperialismo, hasta los seguidores del
comunismo. Dentro de esta situación jurídica, tan inaceptable
resultaba la famosa Resolución 93 como cualquiera otra de esa
conformación que se hubiera propuesto para combatir en forma
antidemocrática la amenaza, digamos, de un “macartismo” inter-
nacional, o bien del neofacismo estadounidense.
Artículo 2do Todas las personas son iguales ante la ley y tie-
nen los derechos y deberes consagrados en esta declaración,
sin distinción de raza, sexo, idioma, credo ni otra alguna.
144
color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquiera
otra índole, origen nacional o social, posición económica, na-
cimiento o cualquiera otra condición.
145
prendido en los propósitos y principios de la Carta de las Naciones
Unidas (párrafo 2, artículo 1) ,2 solemnemente consagrados en la
Carta de la Organización de los Estados Americanos (artículo 5,
inciso b, 9° y 13) y reiterado en la Declaración de Caracas.
146
no desea un gobierno de ese tipo, pero, ¿tendría derecho a dárselo,
si así lo quisiera? Desde luego que sí, y ningún estado o estados
americanos tendrían el menor asomo de derecho para intervenir
por esa causa en Nicaragua. Y si por el mismo procedimiento
democrático, el pueblo nicaragüense se diera un gobierno
comunista, ¿tendría derecho a hacerlo? Desde luego que sí, y el
mismo principio de auto-determinación prohibiría la intervención
de otros Estados en Nicaragua por ese motivo.
147
Llega a tal extremo la eufemística vaguedad que le infundió Mr.
Dulles a la Resolución 93, que podría darse el caso absurdo de que
una reunión de consulta, ciñéndose estrictamente al texto de la par-
te declarativa antes citada, determinara -si algún día existiera el
propósito de intervenir, digamos en Chile o en Uruguay- que “la
extensión hasta el continente americano del sistema político de una
potencia extracontinental” como el de Francia o Suiza, era resulta-
do del “dominio o control de las instituciones políticas de un estado
americano por parte del movimiento comunista internacional” ...
148
6° del Tratado de Río requiere que se presenten a posteriori para
que opere el mecanismo de consulta.*
149
conferencia de plenipotenciarios -lo que nuevamente lo hubiera
dejado abierto a firmas, reservas y ratificaciones-, se logró el mis-
mo objeto con un subterfugio como lo es la Resolución 93, que lo
alteró de hecho.
150
el sistema panamericano, y sólo por esa razón pudieron entregarse
con fe y entusiasmo a su desarrollo y consolidación.
151
principios de cooperación y solidaridad, la “Declaración de Méxi-
co”, cuyo punto 3: dice así: “Cada estado es libre y soberano y nin-
guno podrá intervenir en los asuntos internos o externos de otro”.
152
agredido, se concertasen para prestarle ayuda colectiva conforme
a los tratados existentes (Tratado de Río). No debiendo tal ayuda
ser interpretada como intervención, ni ser obstaculizada por las
estipulaciones contra esta última, se proveyó para este efecto que:
Las medidas que, de acuerdo con los tratados vigentes, se adopten
para el mantenimiento de la paz y la seguridad, no constituyen
violación a los principios enunciados en los artículos 15 y 16”
(Artículo 19).
153
de naciones democráticas para destruir en un determinado país,
por medio de coacción y la intervención, una forma de gobierno
antidemocrática. Pero ¿quién garantiza que la coalición de un gru-
po de gobiernos antidemocráticos no pueda proceder en idéntica
forma contra un gobierno regido por las más puras leyes y las más
democráticas instituciones, si lo único que legitima el acto es el
hecho de ser colectiva, es decir, el número de asociados en la em-
presa intervencionista?”
154
constante, mientras no viniera un cambio radical en el gobierno de
Washington o una rectificación franca y leal de su política hacia la
América Latina”.” En conclusión, hemos visto que la Resolución
93, permitiría a un gobierno americano con suficiente influencia
sobre algunos go-. biernos del continente, el “empleo de la fuerza
armada” contra un tercer gobierno americano. Por consiguiente,
la operación de tal resolución desvirtuaría las finalidades del Tra-
tado de Río, y violaría los principios de autodeterminación de los
pueblos y de no-intervención unilateral o colectiva, infringiendo
así flagrantemente la Carta de las Naciones Unidas, la Carta de
la Organización de los Estados Americanos y la Declaración de
Caracas. Y por esas abundantes razones, la Resolución 93, resulta
inaceptable, perjudicial, peligrosa y jurídicamente inaplicable.
155
ron la jerarquía del órgano más alto de nuestro sistema regional, la
Conferencia Interamericana, y más aún al poner al mismo nivel la
expresión del pensamiento con la trata de blancas y el contrabando
de estupefacientes. Desde luego, esta actitud restrictiva de las li-
bertades, adoptada colectivamente, es esencialmente indeseable no
porque hoy esté dirigida contra determinada ideología sino porque
sienta un precedente antidemocrático y establece un procedimiento
arbitrario por medio del cual, siempre que a un estado poderoso se
le antojara, podrían continuar cercenándose las libertades y dere-
chos ciudadanos en todos los países de América.
156
El “macartismo” dentro de los Estados Unidos ha logrado crear el
cisma dentro de las más altas autoridades y agencias del gobier-
no, y un virtual “terror blanco” en todos los sectores del país. Su
principal arma es la “investigación” por medio de comités sena-
toriales que se irrogan omnímodas facultades para intervenir en
todos los actos de gobierno, violando hasta los más serios secretos
de estado, y para inquirir en la vida privada de cualquier persona.
Estos comités de “investigación” son una réplica “aerodinámica”
de los tenebrosos tribunales de la Inquisición y de los comités de
Salud Pública, con su tinglado repleto de micrófonos, cámaras fo-
tográficas y de televisión. Acusado que pasa por una de estas mo-
dernas salas de tortura, sufre en lo práctico una verdadera muerte
civil, aunque sea inocente. Mr. Dulles, fiel a la tradicional voca-
ción estandarizadora del Departamento de Estado, se ingenió para
trasplantar al campo interamericano la corriente política de mayor
trascendencia que imperaba entonces en su país, patrocinando en
esta forma, en Caracas, el establecimiento del “macartismo” in-
ternacional.
157
El sistema interamericano se ha organizado expresamente en la
convicción “de que la misión histórica de América es ofrecer al
hombre una tierra de libertad y un ámbito favorable para el desa-
rrollo de su personalidad y la realización de sus justas aspiracio-
nes” y en la seguridad “de que el sentido genuino de la solidaridad
americana y de la buena vecindad no puede ser otro que el de
consolidar en este continente dentro del marco de las instituciones
democráticas, un régimen de libertad individual y de justicia so-
cial fundado en el respeto a los derechos esenciales del hombre”.
La introducción en el sistema interamericano del “macartismo”
continental, modalidad política antidemocrática, totalitaria e in-
quisitorial, es incompatible con los sentimientos normativos de
la Organización de Estados Americanos, enunciados en el párrafo
anterior; y como son estos sentimientos los que tienen que preva-
lecer ineludiblemente para que, a su vez, el sistema interamericano
prevalezca, la Resolución 93, introductora de ese ‘macartismo’,
resulta eminentemente indeseable, con la mayor connotación de
repulsa que quepa en ese término. La resolución 93 y la Carta
de las Naciones Unidas. Supongamos -cosa perfectamente posible
como lo evidencia el caso de Guatemala- que a pesar de todas las
tachas de la Resolución 93 el Departamento de Estado la invocara
en conjunción con el Tratado de Río para convocar una reunión de
consulta, y que ésta acordara tomar contra el gobierno de un esta-
do americano cualquiera de las medidas coercitivas previstas en
el artículo 89 del Tratado de Río. Todo parece indicar que, según
el entendimiento del Departamento de Estado, al obtenerse una
decisión de esa clase de parte de la reunión de consulta, ya nada se
interpondría en el camino de la intervención colectiva para aplicar
las medidas de fuerza que se hubieran adoptado. Sin embargo,
olvidaba o pretendía olvidar que sin la autorización previa del
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas resultaban
inaplicables las medidas coercitivas de cualquier naturaleza que
se hubieran decidido en aquella reunión de consulta.
158
Naciones Unidas, el Tratado Río tiene la doble característica de un
acuerdo regional y de un acuerdo para la defensa colectiva. Como
acuerdo regional, el tratado tiene aplicación en todos aquellos
“asuntos relativos al mantenimiento de la paz y la seguridad inter-
nacionales, y susceptibles de acción regional”, y sus signatarios
“harán todos los esfuerzos posibles para lograr el arreglo pacífico
de las controversias de carácter local” (Artículo 52, párrafos 1 y
2). Como acuerdo para la defensa colectiva, se conforma con “el
derecho inmanente de legítima defensa, individual o colectiva, en
caso de ataque armado contra un miembro de las Naciones Uni-
das” (Artículo 51); es decir, que en este carácter sólo puede operar
cuando ocurra “un ataque armado por parte de cualquier estado
contra un estado americano”.
159
un mandato de las Naciones Unidas porque éste determina que
“en caso de conflicto entre las obligaciones de la presente Carta y
sus obligaciones contraídas en virtud de cualquier otro convenio
internacional prevalecerán las obligaciones impuestas por la pre-
sente Carta” (Artículo 103).
Por todas esas razones jurídicas, resulta evidente que sin la autori-
zación del Consejo de Seguridad (prácticamente inobtenible para
fines de tan dudosa legitimidad) la Resolución 93 es inaplicable...
afortunadamente para la preservación de la precaria tranquilidad
de los pueblos de América. En síntesis, el precedente análisis de la
Resolución93 demuestra que:
160
na a la conformación democrática del sistema panamericano. j)
Es inaplicable, porque al utilizarla para atacar determinado estado
americano, se pretendiera aplicar las “medidas procedentes”, esta
acción se detendría en virtud del mandato contenido en el artícu-
lo 53 de la Carta de las Naciones Unidas, que no permite tomar
medida alguna “sin autorización del Consejo de Seguridad”. k)
Es superflua en su finalidad aparente de combatir el comunismo
internacional, como actividad subversiva, por cuanto todo tipo de
subversión está previsto y sancionado por las legislaciones de to-
dos los países americanos. Asimismo el intercambio de informa-
ción sobre delincuentes es una función policíaca que ya existía y
se desenvuelve eficazmente.
Declaración de Caracas
161
Resolución 95. Declaración de Caracas (28 de marzo de
1954). “La X Conferencia Interamericana, reafirma: Los
principios y finalidades fundamentales de la Carta de la Or-
ganización de los Estados Americanos, de la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, de la De-
claración Universal de los Derechos Humanos y de las reso-
luciones de la organización que se refieren a esos principios
y finalidades; reitera: El reconocimiento del derecho inalie-
nable de cada Estado americano de escoger libremente sus
propias instituciones en el ejercicio efectivo de la democracia
representativa, como medio de mantener su soberanía polí-
tica, alcanzar su independencia económica y vivir su propia
vida social y cultural, sin intervenciones, por parte de ningún
Estado o grupo de Estados, directa o indirectamente, en sus
asuntos internos y externos y, en particular, sin intromisión
de cualquier forma de totalitarismo; renueva: La convicción
de los Estados americanos de que uno de los medios más efi-
caces para robustecer sus instituciones democráticas consiste
en fortalecer el respeto a los derechos individuales y sociales
del hombre, sin discriminación alguna, y en mantener y esti-
mular una efectiva política de bienestar económico y justicia
social destinada a elevar el nivel de vida de sus pueblos; re-
suelve: Unir los esfuerzos de todos los Estados americanos, a
fin de aplicar, desarrollar y perfeccionar los principios arriba
enunciados, de manera que constituyan la base de una acción
firme y solidaria encaminada a alcanzar en breve plazo la rea-
lización efectiva del sistema democrático representativo, el
imperio de la justicia y seguridad sociales y de la cooperación
económica y cultural esenciales para el bienestar y la prospe-
ridad comunes de los pueblos del continente; y declara: La
presente resolución será conocida como la “Declaración de
Caracas”. Caracas, 28 de marzo de 1954.
162
autoridad intelectual y moral, vio de esta manera lo acaecido en
Caracas: “Mr. Dulles no iba a negociar, iba a imponer su voluntad
con rigidez absoluta... El llegó a la X Conferencia Internacional
Americana en calidad de vencedor anticipado.
163
La lección de Caracas
164
y útil para vigorizar la solidaridad y la seguridad continental y
nos colocaríamos en una posición más favorable para defen-
der nuestras instituciones.
165
las demandas latinoamericanas eran de interés común para esos
países y, que frente a ellas se alzó el dique antagónico de la oposi-
ción estadounidense. Y conste que no se reflejó plenamente en esa
conferencia el verdadero anhelo de unificación defensiva de los
pueblos de América Latina, porque muchas delegaciones seguían
estando supeditadas a la voluntad del Departamento de Estado,
como voceros de gobiernos que no representan y que más bien
traicionan los intereses de sus pueblos.
No aprendemos
166
mueva y positiva actitud, existe otra completamente censurable e
incomprensible. Se trata de la pertinacia de la mayoría de mues-
tras naciones a seguir vinculadas a la Organización de Estados
Americanos -OEA-, o sea un Ministerio de Colonias, como la de-
signó hace años, con fina ironía, mi ilustre compatriota Luis Car-
doza y Aragón. Hacer la historia del origen espurio de la OEA y
de todos sus fracasos, así como de sus muchas acciones cómplices
con el imperialismo y contrarias a los intereses de muestra Amé-
rica, que primordialmente debería defender, sería motivo de un
ensayo aparte. Pero, sintetizando, digamos que es hija de un pa-
dre desnaturalizado, el “panamericanismo”, término que para sus
aviesos fines aprovechó el Departamento de Estado para tergiver-
sar los ideales unitarios de Simón Bolívar, quien propugnaba por
una anficitiomía latinoamericana alejada de los Estados Unidos.
Esta nación, en nombre del “panamericanismo”, ha cometido los
mayores atropellos, crímenes intervencionistas y brutales agresio-
nes contra las repúblicas americanas. Un ingenioso polí- tico, ante
ese negro historial del término, lo ‘definió así: “... es un Pan que
se van a comer los Americanos...”
167
cuando se logró la incorporación, en su sistema jurídico, del prin-
cipio de no-intervención. Pero desde el momento en que éste que-
dó abolido por la Resolución 93 (aprobada en Caracas, en 1954,
y en que también quedó desvirtuado el Tratado de Río de Janeiro
(TIAR), al convertirlo dicha resolución en arma de intervención
colectiva), la OEA no tiene razón alguna para seguir existiendo.
Hay que aplicarle la “eutanasia” de la dignidad latinoamericana.
168
Ya que se expuso claramente el relato de los sucesos de 1954, en
Caracas, Venezuela, donde Guatemala libró sola la batalla con-
tra el monstruo imperial mientras la mayoría de sus “hermanas
repúblicas” le proporcionaban a éste, las armas para destruirla,
recordemos, más recientemente la condena, bloqueo y ruptura de
relaciones con la Cuba de Martí y de Fidel. Salvo la valiente, justa
y legal posición de México, que se opuso rotundamente a la orden
estadounidense, el resto de naciones se doblegó sin chistar. Des-
pués de haber transcurrido diez años de que “le clavaron el puñal
por la espalda”, ahora, por una nueva orden de los Estados Uni-
dos, piden con gritos destemplados e hipócritas “que se ponga fin
al bloqueo, se le perdone, se establezcan relaciones diplomáticas
y comerciales, y se le admita de nuevo en la OEA... “ Es irritante
y vergonzoso este giro de noventa grados que ni es original ni
espontáneo, y mucho menos sincero. Fue necesario que el amo
les dijera cómo debían actuar para obedecer de inmediato. ¿Por
qué no tomaron cada uno de estos países una decisión propia,
unilateral y digna? ¿Por qué esa falta de gallardía y esa manifiesta
cobardía moral?
169
varla, hacerle “reformas importantes e indispensables” y propug-
nan igual cosa para revitalizar al TIAR (Tratado Interamericano
de Asistencia Recíproca, de Río de Janeiro). En primer término
salta muy claramente a la vista que esta posición obedece a ur-
gentes requerimientos de los Estados Unidos, que a toda costa se
oponen a su desaparición, ya que dentro de ella y con el TIAR
seguirán manejando a su antojo el sistema regional. En segundo
término, además de ese interés yanqui existe otra clase de inte-
reses inconfesables -de la gran burocracia que vive, depende y
vegeta económicamente de la OEA- que ven con terror su posible
fin. Se trata de funcionarios de todo rango incrustados en sus in-
numerables dependencias: embajadores, consejeros, economistas,
técnicos, juristas, sociólogos, secretarios, oficiales, traductores lo-
cutores, etc. Todos ellos se oponen fieramente a esa posibilidad y
gestionan y presionan ante sus respectivos gobiernos para que no
se derrumbe el carcomido edificio.
170
de Estado de los Estados Unidos, Henry Kissinger, tuvo la des-
fachatez de calificar esa admirable demostración de solidaridad
como una expresión de “la tiranía de la mayoría”. Pero el imperio
no quedó satisfecho sólo con esa declaración de su vocero oficial;
tenía que mostrar su enojo de otra manera más dura: el 3 de enero
de 1975 promulgó una nueva ley de Comercio Exterior, a todas lu-
ces discriminatoria y arma poderosa de chantaje económico. Fue
el regalo del “Santa Claus Yanqui” para el Tercer Mundo, y en
especial, para “sus repúblicas hermanas” de este continente.
171
rarse que en aras de ésta, todas las naciones americanas le presten
su decidido apoyo y entren a formar parte de dicho organismo que
por su propia naturaleza (y propósitos de protección), ejercida en
forma solidaria, de los recursos y riquezas naturales de cada una
de las naciones participantes, de la lucha en pro de precios justos
y equitativos de sus materias primas y otros altos fines (fundamen-
talmente el derecho soberano de expropiación y pago según las
leyes internas nacionales), se ajusta en gran parte a lo estatuido en
la Carta de Derechos y Deberes de los Estados, ya aprobada por
las Naciones Unidas.
172
nuevo pacto, también “exclusivamente” latinoamericano de de-
fensa, tanto militar como económico, frente a posibles agresiones,
cometidas estas, ya sea por potencias extracontinentales o en este
hemisferio por los Estados Unidos.
173
nada cambian su estructura de instrumento al servicio del impe-
rialismo, tratado que, reitero, debe ser denunciado por todos los
países de nuestra América.
174
VII. “Operación Guatemala”, III: Los discípulos de
Geobels
Logrado el parapeto de derecho de la resolución intervencionista
de Caracas, el master plan contra Guatemala se fue desarrollando
con mayor rapidez. Dulles seguía atizando el fuego con declara-
ciones mentirosas y con una intensificada simulación de angustia
ante la “amenaza guatemalteca”.
175
Honduras la supresión de esos consulados, que eran un estorbo
para el pacífico desarrollo de los planes de invasión.
Así es que con perfecto conocimiento de que iba a decir una men-
tira, Mr. Dulles afirmaba el 11 de mayo de 1954 que “el gobierno
de Guatemala no es ajeno a los disturbios huelguísticos de Hon-
duras”. Continuaba el secretario de Estado de los Estados Unidos
echándole leña a la hoguera de la propaganda difamatoria contra
Guatemala y habría de seguir haciéndolo, como veremos ense-
guida.
176
DECLARAClON DEL MINISTERIO DE RELACIONES EX-
TERIORES DE GUATEMALA
21 de mayo, 1954
177
para el caso de que se consumara un atentado contra la inviolabili-
dad del territorio guatemalteco y la independencia nacional.
178
Pese a los esfuerzos de Guatemala y de otros estados que hicieron
resaltar la naturaleza intervencionista de la proposición presenta-
da por el señor Foster Dulles, la resolución fue aprobada, con el
agravante de que el Tratado de Río de Janeiro fue objeto de una
interpretación arbitraria e inaceptable, que algunas delegaciones,
y especialmente la de Guatemala, rechazaron terminantemente.
Antes y después de la conferencia no se ha ocultado que la reso-
lución y esa interpretación arbitraria del Tratado de Río tenían por
objeto encauzar y justificar una intervención en Guatemala, todo
lo cual se ha venido a confirmar con las declaraciones de altos
funcionarios norteamericanos en los últimos días.
179
3° El Departamento de Estado ha afirmado que “un importante
embarque de armamento consignado al gobierno de Guatemala,
desde territorio controlado por los soviéticos, constituye un hecho
de gravedad, debido al origen de estos armamentos, su punto de
embarque, su destino y la cantidad de armas comprendidas en él”.
El Departamento de Estado se ha dirigido a todas las cancillerías
del continente para poner en su conocimiento lo que considera un
“hecho grave” y ha promovido, por diversos medios, una reunión
de los estados americanos para que se intervenga en Guatemala, a la
cual se vuelve a calificar de “amenaza a la seguridad continental”.
180
Es importante señalar que, mientras a Guatemala se le negaban los
elementos militares para su defensa y se impedía que los obtuviera
en otros países, en cambio los círculos gobernantes de los Estados
Unidos no sólo proporcionaban armas y municiones a varios go-
biernos que han observado una actitud inamistosa y agresiva contra
el gobierno de Guatemala, sino que se han concluido pactos milita-
res con aquellos gobiernos, produciendo la consecuente y justifica-
da alarma en esta república, dados los esfuerzos públicos y eviden-
tes que se hacen cada día para intervenir en Guatemala y derrocar
por la violencia al gobierno constitucional elegido por el pueblo.
181
actualmente armamento ni equipo militar producido en ninguno
de los países que se mencionan antes. Pero considera necesario
declarar categóricamente que aun cuando así hubiera sido, esta-
ría haciendo uso de su legítimo derecho como país soberano para
comerciar libremente con cualquier país del mundo. Guatemala
no es una colonia norteamericana, ni un estado asociado que re-
quiera permiso del gobierno de los Estados Unidos para adquirir
materiales indispensables a su defensa y seguridad, y repudia la
pretensión de ese gobierno de fiscalizar los actos legítimos de los
gobiernos soberanos.
182
El gobierno de Guatemala, consciente del bloqueo estadouniden-
se, estableció ciertas condiciones para considerar ofertas: a) que
los pedidos deberían ser entregados en territorio guatemalteco, y
b) que el pago se efectuaría contra entrega en esa forma.
Hubo una firma inglesa que aceptó esas condiciones, compró las
armas quién sabe dónde, y se ingenió para transportarlas y en-
tregarlas al gobierno de Guatemala en Puerto Barrios, dentro del
territorio nacional. ¿Quién podría reprochar al gobierno de Gua-
temala, honestamente, que hiciera cualquier esfuerzo posible para
pertrechar a su ejército, precisamente y con mayor razón cuando
tenía pruebas fehacientes de la amenaza inminente de invasión de
su territorio?
183
le costaba en cualquier momento suministrar a sus mercenarios y
a los gobiernos cómplices de Honduras y Nicaragua, una cantidad
diez, cien o mil veces mayor.
184
mamento, poner en evidencia la dolosa calidad de alguno de sus
argumentos. A este respecto el informe citado afirmaba, entre las
conclusiones, “que ponen de ma- nifiesto los medios y tácticas
de que se ha valido el movimiento comunista internacional para
intervenir en Guatemala”:
185
tamento de Estado deliberadamente dejó llegar al armamento del
Alfhem a Guatemala para fines del escándalo y de argumentación
calumniosa, como la que precisamente contiene todo el informe y
que puede apreciarse nítidamente en la conclusión
186
Como se ve, lo que sí encajaba en las calumniosas afirmaciones
del Departamento de Estado, era el método de preparación difa-
matoria como parte del plan conspirativo contra Guatemala.
187
dente que le conste al gobierno de los Estados Unidos. Por otra
parte ¿a qué dirigentes soviéticos se refiere? Y ¿a qué clase de di-
rigentes: políticos, comerciales o administrativos? La precisión,
aquí, era indispensable, aunque desde luego inconveniente para los
fines del Departamento de Estado. En lo que respecta al gobierno
de Guatemala, no tuvo que recabar autorización á de dirigente so-
viético alguno, ni de nadie, puesto que la 1 operación de compra,
como se ha dicho, se celebró con una firma particular inglesa.
188
que el Director de la Administración de Operaciones Extranjeras
de los Estados Unidos abogara ante el Congreso en pro de una
intensificación de dicho intercambio? (17 mayo 1954). ¿Y que el
gobierno de los Estados Unidos estuviera ávido por venderle a la
Unión Soviética mantequilla y medias nylon?
189
nal en Guatemala”. Cualquiera que haya seguido, aun superficial-
mente el desarrollo de la invasión contra Guatemala, tendrá que
convenir que el Departamento de Estado, mintiendo anticipada-
mente, se llevó un tremendo chasco. El armamento del gobierno
de Guatemala, inclusive el llegado en la motonave Alfhem, jamás
salió del control del Ejército Nacional y nunca estuvo a disposi-
ción de elemento civil alguno.
190
Así pues, la la “fuente de abastecimiento de armas”, aun con el hi-
potético “posible”, no existía más que en la perversa imaginación
de Mr. Dulles.
191
ses vecinos y que era responsable por la tensión y la inestabilidad
peligrosa en la región de la América Central, ¿por qué, después
que los Estados Unidos pusieron un gobierno títere en Guatemala,
esa tensión y esa inestabilidad no desaparecieron automáticamen-
te sino que al contrario, se intensificaron?
192
Durante ocho años Guatemala había tratado por todos los medios
conseguir el material militar que necesitaba. Primero, para satisfa-
cer los requerimientos normales de su ejército y, posteriormente,
para proveer a la defensa de la integridad territorial amenazada
por una invasión extranjera. El Departamento de Estado intervino
positivamente para impedir a Guatemala la consumación de las
operaciones de compra de esos elementos militares dentro de Es-
tados Unidos y las concertadas con otros países.
193
la próxima y cristiana “liberación” de Guatemala por las huestes
mercenarias y los bombarderos P-47 del ejército estadounidense.
194
tituciones Políticas de Guatemala: Amenaza a la Paz y Seguridad
de América y a la Soberanía e Independencia Política de Guate-
mala”, que describía pretendidos horrores en la Guatemala “co-
munista”, y que se distribuyó superconfidencialmente a los go-
biernos de América. (Este es el mismo informe que se incluyó más
tarde en buena parte en la publicación 5556 del Departamento de
Estado, Intervention of International Communism in Guatemala.
Quien lo haya leído se habrá dado cuenta de que, al igual que el in-
forme antes mencionado, el efecto impresionante que se pretendía
obtener por su medio, radicaba sustancialmente en apreciaciones
subjetivas o hipotéticas edificadas sobre una porción de hechos
relativamente intrascendentes y que estaban presentándose todos
los días en muchos otros países, sin suscitar, por ello, la santa ira,
la simulación de angustia o el fervor místico de la cruzada por
parte del señor Dulles.)
195
VIII. “Operación Guatemala”, IV
197
con un puñado de jefes de esa nacionalidad y un grueso de mer-
cenarios estadounidenses y centroamericanos. De seguro, no iba a
ser de la Casa Blanca de donde saliera ahora repetido cualquier el
anatema roosellveltiano sobre “el puñal clavado por la espalda”…
198
representante de Francia, agregó a su propuesta la orden de cese
de fuego por el Consejo de Seguridad. En la votación, el veto de la
URSS impidió la realización de la maniobra estadounidense.
Sabotaje “diplomático”
199
el Departamento de Estado se preparaba a aducir en el Consejo
de Seguridad que el caso presentado por Guatemala “ya estaba
en manos de una organización regional” y que, por consiguiente,
invocando el artículo 52 de la Carta de las Naciones Unidas, el
Consejo de Seguridad debía abstenerse de actuar.
200
terminantemente a que fuera oído el representante de Guatemala,
porque el asunto que deseaba exponer “ya estaba en manos de una
organización regional”.
201
del Tratado de Río ni podía invocar las disposiciones de la Carta
con relación al mismo.
202
el informe que elaborara el Comité de Información de la Comisión
Interamericana de Paz, para entonces seguir considerando el caso.
La denuncia de agresión hecha por Guatemala siguió inscrita en la
Agenda del Consejo de Seguridad.
203
que fue rechazado. El 2 de junio (1954), el gobierno de Guatema-
la anunció el descubrimiento y supresión de una quinta columna
preparada para secundar los planes de invasión desde el interior
del país. El 17 de junio (1954), horas antes del ataque, el gobierno
de Guatemala se dirigió nuevamente al de Honduras, después de
haber fracasado insistentes gestiones diplomáticas, instándolo ur-
gentemente a que reconcentrara a las fuerzas mercenarias que ya
se hallaban dispuestas para la invasión a Guatemala en territorio
fronterizo hondureño.
204
acto de agresión el empleo de la violencia (fuerza) en ejercicio
del derecho de legítima defensa, individual o colectiva, reconoci-
do por el Artículo 51 de la Carta o en ejecución de una decisión
adoptada en debida forma por un órgano de las Naciones Unidas.
No podrá servir de excusa o justificación para un acto de agresión
ninguna consideración de orden político, económico, militar o de
otro carácter” (Fórmula propuesta por el miembro de la comisión,
señor Yepe, Colombia).
205
justificado punto de vista de ninguna manera tuvo que ver con la
imposibilidad jurídica, para Guatemala, de recurrir a la Organiza-
ción de los Estados Americanos invocando el Tratado de Río, ni
con su obligada comparecencia ante el Consejo de Seguridad de
las Naciones Unidas, única vía de derecho que le era accesible.
La agresión en la OEA
206
En esta situación, ajena a su voluntad, Guatemala no llenaba la
condición establecida en la parte final del Artículo 13 del Tratado
de Río, y en consecuencia no podía invocarlo. Por esas razones,
se hallaba jurídicamente imposibilitada para hacer que la OEA
conociera del caso de “agresión” de que era víctima. Cuando se
ha mencionado la posibilidad de que Guatemala llevara el caso
de agresión al conocimiento de la OEA, se ha hecho frecuente
referencia a la Comisión Interamericana de Paz como si estuviera
dentro de la OEA o como si fuera un órgano de dicha organización
que hubiera podido conocer de aquel caso.
207
actitud del gobierno de Guatemala en este caso era jurídicamente
correcta y estaba comprendida dentro del marco de sus obliga-
ciones y derechos conforme a la Carta de la Organización de los
Estados Americanos y la Carta de las Naciones Unidas.
El subterfugio regionalista
208
regionales se aplica exclusivamente a casos de controversia de ca-
rácter local, susceptibles de arreglo pacífico, y de ninguna manera
incluye los casos de agresión. Aún más, el párrafo 49 del mismo
Artículo 52 dice que éste “no afecta en manera alguna la aplica-
ción de los Artículos 34 y 35”, es decir, la facultad del Consejo
de Seguridad de “investigar toda controversia, o toda situación
susceptible de conducir a fricción internacional o dar origen a una
controversia’ ; y el derecho de todo miembro para “llevar cual-
quier controversia o cualquier situación de la naturaleza expresa
en el Artículo 34, a la atención del Consejo de Seguridad o de la
Asamblea General”.
209
Mandato a la Comisión Interamericana de Paz
210
Artículo 48. 1. La acción requerida para llevar a cabo las de-
cisiones del Consejo de Seguridad para el mantenimiento de
la paz y la seguridad internacionales será ejercido por todos
los miembros de las Naciones Unidas o por algunos de ellos,
según lo determine el Consejo de Seguridad; 2. Dichas deci-
siones serán llevadas a cabo por los miembros de las Naciones
Unidas directamente y mediante su acción en los organismos
internacionales de que forman parte...
211
Después de cruzar la frontera hondureño-guatemalteca el 17 de
junio, los invasores entraban a territorio guatemalteco a través de
las propiedades de la United Fruit Company (¿pura coincidencia?)
y asaltaban las poblaciones fronterizas de Bananera y Morales.
Otra columna se desviaba hacia el sur, a fin de parapetearse en
Esquipulas, también contiguo a la frontera.
212
En las pocas ocasiones en que los invasores extranjeros pretendie-
ron adentrarse más en territorio guatemalteco, fueron fácilmen-
te rechazados. Después del combate de Gualán, donde perdieron
muchos hombres, vehículos y material bélico, no volvieron a in-
tentar nuevos avances. Se replegaron a la frontera y, en caso de
persecución, la cruzaban, refugiándose en el “santuario privile-
giado” de Honduras.
213
Los agresores cambian de táctica
214
este señor, refiriéndose a la resolución, que “nuestra admonición
no está dirigida a ninguna de las repúblicas occidentales ni a nadie
en este hemisferio”. La propia solicitud de convocatoria se funda-
mentaba en el expediente apriorístico de la Resolución 93 de dar
por un hecho auto-evidente que en Guatemala existía la situación
imprecisamente definida en aquella resolución, lo que automáti-
camente ponía en peligro la paz de América, y permitía invocar el
Tratado de Río (artículo 6° para promover la reunión de consulta.
215
la criminal aventura con Castillo Armas, la enorme maquinaria
variaría el curso, un poco nada más, y seguiría impasiblemente
por el camino de la intervención colectiva, que ya había quedado
libre de obstáculos en Caracas.
Traición en el ejército
Las reuniones del grupo de jefes del ejército que estaban coludi-
dos contra su comandante en jefe y su patria, se celebraban en el
216
seno de la mencionada embajada yanqui. ¿Qué explicación podría
haber dado a esto el Departamento de Estado? El propio jefe de
las fuerzas armadas tuvo conocimiento de tales conciliábulos por
boca tanto de los militares guatemaltecos como del mismo Peu-
rifoy. De ahí salió, primero, la decisión de asesinar a Arbenz, y
después, la de perdonarle la vida si entregaba el poder.
En los últimos días de mayo (1954), el alto mando del ejército so-
licitó audiencia al presidente Arbenz para expresarle gratitud por
el cargamento de armas que llegó en la motonave A/fhem y que
ya les había sido entregado a ellos. La visita tenía otra finalidad:
interrogarlo, con un cuestionario ad hoc (posiblemente preparado
por la CIA, por la índole de las preguntas), sobre diversos temas
de política general. La audiencia se prolongó por casi tres horas.
Arbenz les propuso que le enviasen un pliego donde plantearan
sus otras dudas y que les daría contestación oportuna. Antes del 15
de junio (dos días antes que diera principio la invasión), Arbenz
concurrió al Estado Mayor del Ejército a pronunciar un discurso
donde dio amplia respuesta a los nuevos interrogantes. Es signi-
ficativo que el pliego enviado por el alto mando, en su primer
párrafo principiara de esta manera textual: “...la totalidad de los
jefes y oficiales del Estado Mayor, de la Inspección General y de
la Ayudantía del Ejército, desean hacer saber al señor Presidente
de la República que: cualquiera sea la línea de su política y cual-
quiera que sean los propósitos de la actividad gubernativa que él
dirige como jefe del Ejecutivo, la apoyan y respaldan íntegramen-
te y sin reservas de ninguna clase... “ (entrevista a Jacobo Arbenz
Guzmán por Marta Cehelsky. Suiza, 1968). Después de la sesión,
los jefes y oficiales -grabaron el discurso- se mostraron satisfe-
chos con las explicaciones dadas por el presidente. Los militares
participantes de la conspiración sabían muy bien que Arbenz ya
estaba perdido...
217
armas y exponer la vida en ejercicio de su deber profesional. Aún
más: los acobarda la idea de que un cambio político los halle des-
prevenidos y les haga perder su muelle manera de pasar la vida,
porque se sienten incapaces de ganarse la subsistencia con el su-
dor de la frente. Cuando han perdido el puesto o se presenta un
crisis política, este tipo de militares reacciona ciegamente con un
solo impulso, la ambición, sea para recuperar la posición perdida
o para aprovechar la oportunidad de alcanzar las más altas ca-
nonjías. En esa condición es dócil instrumento de maquinaciones
conspirativas internas o externas, y está espiritualmente preparado
para con- vertirse en traidor cuando sea conveniente para sus mez-
quinos intereses.
218
tución y garante del orden público, y que cancelaría así su antigua
condición de instrumento al servicio de las tiranías y opresor del
pueblo. Con estas finalidades se había proveído para que, junto
con su formación castrense, jefes y oficiales, clases y soldados,
adquirieron plena conciencia de su responsabilidad cívica, de sus
deberes para con la patria y de la naturaleza democrática y nacio-
nalista de las instituciones que debían defender. En otro aspecto,
atendiendo al decoro y dignidad de la institución armada, se elevó
apreciablemente la condición económica de todos los elementos
que la componen, y se modernizaron las instalaciones militares
en toda la república. Y, tendiendo a identificarlo más con su pro-
pio pueblo y a incorporarlo en la lucha común por la superación
nacional, se hizo participar al ejército en algunas de las grandes
obras emprendidas por el Estado.
219
los que más tarde colaborarían con Castillo Armas para convertir
nuevamente al Ejército Nacional, tal como en el pasado, en una
institución pretoriana, enemiga del pueblo y fiel sostén de la tira-
nía. La trascendencia del descuido en que incurrió la Revolución,
al no complementar su programa de transformación del ejército,
se pone de relieve ante el hecho gravísimo de que bastó la acción
traicionera del núcleo militar ya mencionado, para que se invirtie-
ran radicalmente las posiciones relativas de “gobierno versus
agresión”, y para que la “Operación Guatemala”, rotundamente
fracasada en su fase de agresión armada, lograse inesperadamente
el triunfo .
220
de que en la hora decisiva estarían a su lado las fuerzas revolu-
cionarias (como en otra ocasión lo habían hecho), integradas por
miembros de los partidos políticos, los sindicatos obreros y cam-
pesinos, así como grupos de estudiantes, maestros, profesionales
y otros elementos de la pequeña burguesía. Debido a esta convic-
ción, dictó medidas para que se preparara a dichas fuerzas revolu-
cionarias y oportunamente se les proporcionara el correspondiente
armamento, sin imaginar que en lo relativo a armar al pueblo sus
órdenes no serían cumplidas nunca por el grupo de altos jefes mi-
litares, coludidos en el complot, y que tenían el control absoluto
de dichas armas y los puestos claves de las fuerzas armadas.
221
gobierno ordenó su inmediata captura y acordó desterrarlo, para
evitarle un mal mayor. Sin embargo, cuando el grupo destacado
para someterlo (aún cerca de Amatitlán, de donde regresaba con
las armas incautadas en el chalet) se enfrentó a su séquito, se trabó
un breve combate y en la balacera resultó muerto Arana junto con
otros participantes de ambos bandos. Horas más tarde, la Guar-
dia de Honor y otros cuerpos militares que formaban parte del
complot, atacaron el Palacio Nacional con sus tropas, tanques y
artillería.
222
diera el correspondiente armamento. Pero una vez más debe seña-
larse que los jefes militares encargados de cumplir sus órdenes sólo
las obedecieron en cuanto a permitir el entrenamiento matutino de
aquellas fuerzas revolusionarias, pero no en lo relativo a dotarlas
del armamento necesario, ya que dichos jefes eran miembros del
grupo complotista. Por esa misma razón, en ese momento la guerri-
lla no hubiera podido organizarse con éxito.
223
que la invasión tenía que fracasar militarmente, a pesar de que la
aviación pirata sí estaba causando daño en algunas instalaciones
militares y pánico por los ataques a la población civil. Pero a pesar
de esta circunstancia, tales acciones no serían determinantes de
una victoria, sino había un poderoso apoyo de fuerzas terrestres
de ocupación y este apoyo no existía.
224
diciones esenciales: que el Ejército Nacional se comprometiera a
la lucha sin cuartel contra los invasores y que se respetaría la vida,
integridad y dignidad de todos los ciudadanos, y en especial la de
los dirigentes políticos y sindicales, sin discriminación alguna. Se
acordó solemnizar lo pactado por medio del juramento de los altos
jefes del ejército, al día siguiente.
225
queño grupo político comunista en el país, debería haber queda-
do ampliamente satisfecho con la acción realizada por el coronel
Díaz. Entonces, lógicamente, debería haber ordenado la suspen-
sión de las actividades de los agresores y de la aviación mercena-
ria que estaba bajo su mando. Pero eso, desde luego, no le bastaba
al Departamento de Estado; necesitaba la completa subyugación
del país, por otras razones de sobra conocidas.
226
Adueñado Monzón del poder a golpe de traiciones, olvida el jura-
mento solemne que hizo el 27 de junio y se apresta a entenderse con
el enemigo Va a San Salvador y se entrevista con Castillo Armas
(30 de junio) ; pero la humillación que éste quiere imponerle, des-
plazándolo del poder, es tan grande, que Monzón rompe la confe-
rencia y decide regresar a Guatemala sin entenderse con el invasor
pelele. Pero en el aeropuerto de La Aurora (Guatemala), Peurifoy,
en traje de campaña, con pistola 45 bajo el sobaco, inquieto, se ha
mantenido en constante comunicación telefónica con sus agentes
en San Salvador, y al enterarse del fracaso de la entrevista toma
un avión que ha estado listo, calentando sus motores, y se dirige a
San Salvador a arreglar las cosas (1° de julio de 1954). Vini, vidi
vinci, puede clamar después de que, al llegar, impide el regreso de
Monzón y dicta a éste y a Castillo Armas los términos de enten-
dimiento más o menos con el mismo imperio con, que Mr. Dulles
llegó a Caracas a imponer intransigentemente su fórmula. En virtud
de tal arreglo se forma una junta de cinco: Monzón, presidente, y
dos de sus adláteres, con Castillo Armas y otro lugarteniente suyo.
Peurifoy rescató del fracaso a Castillo Armas (destinado de otra
manera a recibir un tiro por la espalda de manos de algún agente de
los conspiradores), y aprovechándose de las rivalidades y ambicio-
nes del grupo que había asaltado el poder, de su ignorancia sobre
los principios y causas en juego, y lanzando a los unos contra los
otros, seduciendo a éstos y engañando a aquéllos, fue logrando por
eliminación la victoria de su caballo favorito, Castillo Armas, en
una carrera aprobiosa contra Los más caros intereses de Guatemala
y contra el ya maltrecho prestigio de los Estados Unidos.
227
Al día siguiente, Castillo Armas, el fracasado y ridículo yanqui-
malteco rescatado por Peurifoy, hacía su entrada triunfal en la ciu-
dad de Guatemala y asumía participación en el más alto cargo
público de la nación que había agredido y desangrado con una
mesnada de mercenarios. Todavía no estaba satisfecho Peurifoy.
Según lo declaró en esos días a periodistas en Miami: “Mi obra
en Guatemala no ha terminado”. Poco a poco iría consolidando a
su favorito, haciéndolo unos días más tarde presidente de la junta;
después (19 de septiembre), Presidente de la República, por eli-
minación de sus colegas Monzón y Oliva; y por último, presiden-
te “Constitucional” (sin Constitución vigente) el 4 de noviembre
de 1954. Castillo Armas, no contó con un partido político que lo
apoyara, carecía de respaldo popular, tenía dentro de su propio
régimen de facto ambiciosos e inescrupulosos enemigos (el 2ó de
julio de 1957 fue asesinado por ellos) ; pero fue el instrumento
visible del Departamento de Estado en Guatemala, y esto bastó
para sostenerlo...
228
la brutalidad de la acción conquistadora impuso a los vencidos,
y luego de la no menos salvaje violencia institucionalizada que
han ejercido hasta la fecha las tiranías que han gobernado el país,
logró inculcar en las masas la más profunda confusión en sus sen-
timientos religiosos. Además, tomando ventaja de la situación de
inseguridad en que viven, y de la miseria, enfermedad e ignoran-
cia en que son mantenidas, las ha orillado al más absurdo y ciego
fanatismo para completar la destrucción de sus conciencias, vol-
viéndolas dóciles instrumentos de sus oscuros designios.
229
beneficio de las clases desposeídas, y cuando la acción justa y
patriótica antimonopolista fue tomando visos de combatividad,
Rosell se sintió profundamente disgustado.
230
... En 1940, en “Carta Colectiva de todo el Episcopado de Gua-
temala”, dimos la voz de alerta de que el comunismo estaba a
las puertas de nuestra patria, y no sólo no se nos quiso oír, sino
que, mientras se cerraban las puertas a los ministros del culto
católico: sacerdotes y religiosos [esto era totalmente falso], se
abrían de par en par nuestras fronteras a una chusma de aven-
tureros internacionales, fogueados en las tácticas comunistas
que impuso la Tercera Internacional, y, violando las leyes de
Guatemala, se dio amplia libertad a quienes, en principio y por
consigna, tienen como misión fundamental atentar contra la
seguridad de las naciones y descristianizar el alma del pueblo.
231
estando; sin embargo, oigamos al arzobispo “frutero” pregonar
sus mentiras:
232
A esta campaña antinacional y antipatriótica se sumaron con ala-
cridad las iglesias protestantes y evangelistas, cuyo número de
templos y fieles ya desde entonces había alcanzado proporciones
alarmantes. Dueños también de estaciones de radio. difusión y de
periódicos, los utilizaban para hacer similares llamamientos a los
de su antigua enemiga, la Iglesia católica, con la cual ahora esta-
ban “a partir un piñón” y compartían un mismo y único propósito:
el derrocamiento del movimiento revolucionario y democrático
que efectivamente le estaba dando al pueblo los bienes y satisfac-
ciones materiales que ellas, las iglesias, siempre les habían esca-
moteado, ofreciéndoles a cambio de su miseria y sufrimiento “una
gloria eterna en el otro mundo”.
233
poder y la riqueza a costa de la miseria, explotación y opresión de
los pueblos.
234
parte de las actuales, han sido convertidas en peones de sus consig-
nas y en instrumentos ciegos de sus fines de autoridad y poder. En el
desarrollo de la intervención yanqui en su fase final (la imposición
de su pelele Castillo Armas como gobernante), volveremos a refe-
rirnos a otra de las traicioneras actitudes del mencionado arzobispo
Rosell Arellano. Los hombres que en una u otra forma compartimos
altas responsabilidades en los gobiernos de la Revolución de Octu-
bre, debemos reconocer, entre otros errores cometidos, que de ellos,
dos fueron muy serios: uno, no haber expulsado del territorio patrio
al arzobispo “frutero” (como lo hicieron los gobiernos liberales con
cuatro arzobispos que en diferentes épocas se inmiscuyeron abusi-
vamente en la política) y, el otro, no haber declarado persona non
grata al embajador yanqui, John E. Peurifoy. Aunque ambas medidas
se pensaron y discutieron no llegaron a realizarse, a pesar de que
eran perfectamente. razonables y revolucionarias, porque se invocó
un equivocado respeto de que debía gozar el más alto jerarca de la
Iglesia en el país, y, en cuanto al embajador, se afirmó que su abusiva
injerencia no haría daño alguno, ya que existía una plena confianza
en el Ejército Nacional...
235
236
IX. Retorno al pasado
Panorama político
237
Defensa contra el Comunismo; establecimiento de la jurisdicción
militar para castigar supuestos delitos de los “comunistas”; su-
presión de todos los partidos políticos; abolición de la autonomía
municipal; proscripción de toda forma de oposición política; su-
presión de los derechos sindicales para los campesinos y obreros,
y tantas otras acciones que serán señaladas en los lugares corres-
pondientes de este capítulo.
238
ción de Octubre, y se trató desde un principio, sin lograrlo nunca,
de doblegar la conciencia cívica que se desarrolló en el pueblo de
Guatemala durante el período de florecimiento de todas las liber-
tades. Veamos ahora cómo la acción fascista del nuevo gobierno,
instigado por el Departamento de Estado, los asesores de la emba-
jada yanqui y los agentes de la CIA desencadenaron la criminal
represión contra el pueblo y los hombres que habíamos participa-
do en el movimiento revolucionario. Tan pronto como se instauró
el régimen mencionado, se decretó la arbitraria confiscación de
todos los bienes, derechos y acciones de los ex funcionarios y lí-
deres políticos; se inició en contra de ellos una verdadera cacería,
la cual se extendió además a toda clase de personas que de una u
otra forma contrariaban o estorbaban los intereses particulares de
los “libertadores”. Pronto las cárceles del país tuvieron diez veces
más presos de los que podían alojar.
239
Revolución de Octubre, considero necesario volver a examinarlas
para demostrar su falsedad y los verdaderos propósitos que tuvie-
ron sus maquinadores.
240
antes, los invasores tuvieron numerosas bajas en los combates de
Gualán, Chiquimula y Puerto Barrios, y en algunos encuentros
secundarios en lugares de la zona fronteriza de Honduras.
241
actos fuera de la ley y. en contra de la seguridad de vida de las
personas. Pero, en conclusión, ¿quién fue el agente provocador
de la situación de grave emergencia nacional? ¿A quién atañe la
responsabilidad directa o indirecta de los hechos condenables que
puedan haber ocurrido dentro de esa situación de profunda anor-
malidad? ¿Quiénes masacraron el 17 y 18 de junio de 1954 en Ba-
nanera y Morales a docenas de inocentes e inermes ciudadanos?
Todo el mundo sabe la respuesta. Los únicos responsables fueron
tanto los directores intelectuales, organizadores y financiadores de
la agresión contra Guatemala: UFCO - Departamento de Estado
- CIA, como los propios autores, Castillo Armas y sus secuaces,
después cínicamente convertidos en acusadores para acuitar con
la calumnia y la mentira su condición de traidores a la patria y
criminales de guerra.
242
modernizadas. Antes se hacían las persecuciones políticas por `or-
den del señor presidente”; después, “por disposición del Comité
de Defensa Nacional contra el Comunismo”. Habiéndose impor-
tado una de las modalidades del american way of livíng (estilo de
vida a lo yanqui), el macartismo estadounidense se creó una nue-
va figura delictiva, la “peligrosidad ideológica”, que se comba-
tía con las medidas más atentatorias a los derechos esenciales del
hombre. Así, el nefasto macartísmo fue elevado virtualmente en
Guatemala a la categoría de un nuevo poder del Estado, con todas
las características de un moderno tribunal de la inquisición, autó-
nomo, con facultades omnímodas y exento de responsabilidad por
el ejercicio de sus funciones. Tal fue la naturaleza del “Comité de
Defensa Nacional contra el Comunismo”, cuya esencia superaba
en mucho a todo lo que pudo lograr, para su subcomité de inves-
tigaciones, el mal recordado creador del “terror blanco” en los
Estados Unidos, senador McCarthy.
Panorama social
243
“...Se declaran disueltas, por ser integrantes del frente comu-
nista, las siguientes organizaciones: Confederación Gene-
ral de Trabajadores de Guatemala, Confederación Nacional
Campesina, Federación Sindical Guatemalteca, Sindicato
de Acción y Mejoramiento Ferrocarrilero, Sindicato de Tra-
bajadores de la Educación, Sindicato de Trabajadores de la
Compañía Agrícola de Tiquisate, Alianza de la Juventud De-
mocrática, Alianza Femenina Guatemalteca, Grupo Saker-
Ti, Frente Universitario Democrático, Partido Guatemalteco
del Trabajo, Partido de la Revolución Guatemalteca, Partido
Acción Revolucionaria, Partido Renovación Nacional, y cua-
lesquiera otros partidos políticos, agrupaciones o asociaciones
que hayan sido inspiración arévalo-arbencista o que hubieran
figurado al servicio de la causa comunista. .. “ (Diario Oficial
El Guatemalteco, N° 14. Vol. 142. 10 de agosto de 1954).
244
más de la mitad de ellos habían sido expulsados en los primeros
seis meses de la nueva tiranía. Al año no quedaba ninguno *en las
parcelas entregadas.
Panorama cultural
245
le educativa y cultural. Leamos rápidamente los motivos políticos
y legales de estas acciones “liberacionistas”.
246
prácticas comunistas incompatibles en todo sentido con el conte-
nido de la auténtica cultura... “ (El Guatemalteco. Núm. 38, vol.
142, 8 de septiembre de 1954.) Con el mismo y sobado 11 caballi-
to de batalla” de “erradicar el comunismo”, fueron prohibidas las
revistas: Alegría, para niños, “...porque se apartó de los fines para
que fue creada, dándole cabida a intereses negativos y tendencio-
sos... “; la Revista de Guatemala, la más importante del país por
la calidad intelectual de sus colaboradores,.. porque se realizaba
bajo el pretexto de llenar un contenido de divulgación cultural,
pero que en realidad fue paulatinamente destacándose por su con-
tenido literario, su aportación científica y sus reproducciones de
obras pictóricas y artistas contemporáneos de reconocida filiación
comunista. .. “ (El Guatemalteco, Núm. 39, 58 y 44, vol. 142, 9 de
septiembre, 5 de octubre y 18 de septiembre de 1954.)
247
con numerosos ejemplares de, la Constitución de 1945, libros de
texto y cartillas escolares de’ las leyes revolucionarias. Se expur-
garon las bibliotecas y de sus anaqueles salieron miles de obras de
“literatura subversiva” para alimentar las fogatas de los “libera-
cionistas”, que se solazaban con la barbarie, al grito de: “muera la
inteligencia”. Esta fiebre anticultural de Castillo Armas y sus se-
cuaces que explica, no tanto por su cretinismo cuanto porque obe-
decía una consigna inconfundible del neofacismo, que normaba
desde entonces al Departamento de Estado de los Estados Unidos.
Panorama económico
248
rápidamente la acción económica de contenido nacionalista que
había realizado la Revolución de Octubre. Fue así que desde su
instalación en el poder, y con la falacia de favorecer el desarro-
llo económico del país, se dedicó a la derogación sistemática dé
la legislación revolucionaria y a emitir decretos que favorecían
exclusivamente a la clase oligárquica nacional y a los poderosos
intereses extranjeros. Veamos algunos ejemplos de esa actuación
contrarrevolucionaria:
249
pectos señalados, entre las causas principales que determinaron un
profundo desajuste económico, debe mencionarse el propio hecho
de la invasión armada. Si a esto se agrega la circunstancia de que,
pasada la emergencia bélica, el régimen impuesto, instrumento de
intereses monopolistas y privilegiados, iba a repudiar en muchos
aspectos la política económica de la Revolución de Octubre, para-
lizando un mecanismo que, pese a sus deficiencias, estaba en mar-
cha, es fácil comprender que la economía nacional haya sufrido
un retroceso desastroso.
250
sido entregadas a parcelarios en aplicación de la citada ley agraria.
Nuevamente, con grave perjuicio para la economía del país, esas
grandes extensiones de tierras cultivables quedaron sustraídas al
esfuerzo de la producción nacional.
251
a país resulta indeseable, porque, quiérase o no, se convierte a la
postre en arma de regateo para obtener ventajas ajenas al supues-
to espíritu del convenio y exclusivamente a favor de los Estados
Unidos o de intereses particulares estadounidenses. Por eso Guate-
mala había sostenido antes, de acuerdo con los puntos de vista del
Consejo Interamericano Económico Social y de la Comisión Eco-
nómica para la América Latina (CEPAL), la necesidad y la con-
veniencia de que todos los fondos disponibles para cooperación
técnica fueran canalizados a través de organismos interamericanos
específicos, como los mencionados, cuya política de cooperación
se desenvuelve al margen de motivaciones o exigencias de un or-
den nacional. Con el derecho que les da su calidad de miembros,
los estados que lo requieran pueden acudir en demanda de ayuda
técnica ante tales organismos con dignidad y decoro, en contraste
con la postura siempre un tanto comprometida, si no humillante,
que implica la recepción de tal ayuda de parte de otro país.
252
dación porque había sido decano de la Universidad de Agricultura
de Texas y no sabía nada de la sucia política de su país. Venía
acompañado de un hombre grande, muy grande, de gruesa cadena
de oro y sombrero de vaquero, fumaba puro y era petrolero. Sí
señor, era tejano y deseaba conocer las condiciones legales en que
se podría explotar el oro negro en Guatemala. Cuando le enteré de
las prescripciones constitucionales sobre la materia, me dijo sen-
cillamente -como si se tratara de cambiar una naranjada por una
Coca-Cola-: “O.K., Mr. Toriello; si ustedes quieren que yo venga
a trabajar petróleo a Guatemala, deben cambiar la Constitución
de la República”. Mi respuesta tajante no lo impresionó en lo más
mínimo y se fue segurísimo de que lo que me había pedido era
una cosa insignificante. Y quizás tenía razón, porque los “libera-
dores” derogaron la Constitución revolucionaria y, por un puñado
de monedas, promulgaron otra ad hoc para ese tejano grande, o
para otros más grandes...
253
ha.del territorio nacional (toda la República de Guatemala tiene
una extensión de 11 millones de hectáreas, aproximadamente). Es
decir, que Guatemala sería convertida en un gigantesco pozo...
254
En resumen, la imposición de la dictadura en Guatemala, con la
consiguiente aplicación de una política regresiva, causó una pro-
funda depresión económica y un obligado viraje hacia la entrega
de los recursos del país al extranjero, con menoscabo de los inte-
reses nacionales.
Panorama internacional
255
El nuevo “presidente”, compareció en una sesión celebrada en
Washington, a prestar testimonio ante una subcomisión macartista
del Senado de los Estados Unidos, sobre asuntos de la exclusiva
jurisdicción de Guatemala (27 de septiembre de 1954; Excélsior,
2ó y 30 de septiembre de 1954; Novedades, 28 de septiembre de
1954). Otros funcionarios que le acompañaban en esa ocasión
también lo hicieron, provocando el natural comentario peyorativo
en todo el mundo. Después de ser homenajeado en un banquete
por Patsy y Richard Nixon, voló a Nueva York, donde, al igual que
meses antes a Trujillo y Somoza, se le hizo un gran recibimien-
to, con serpentinas y confeti. La Universidad de Columbia, de no
muy santa trayectoria, le otorgó el título de Doctor Honoris Causa
(Bohemia, Núm. 43. 1 de noviembre de 1955, La Habana, Cuba).
Fue el profesor Tanenbaum el que impuso, inmerecidamente, toga
y birrete a este nefasto militar. A los pocos días, el ilustre ex pre-
sidente de Venezuela, Rómulo Gallegos, con justificada indigna-
ción, públicamente repudió el doctorado que la misma Universi-
dad le había concedido años atrás. (El Estudiante. Núm. 34, 8 de
diciembre de 1955, Guatemala).
256
pueblos de América Latina. En su lugar volvieron a producirse las
genuflexiones serviles de una dictadura más en la comunidad de
América. Otra vez, como sucedía antes de 1944, la concurrencia
de Guatemala a las reuniones internacionales se volvió a caracte-
rizar por su intrascendencia y por su sometimiento incondicional
a los dictados del Departamento de Estado, en disciplinado alinea-
miento con el rebaño que forman numerosos regímenes antidemo-
cráticos de este continente.
257
la pretensión grotesca del llamado “Movimiento de Liberación”
de ser el sustentador de la “civilización cristiana” y el “venero de
libertad y democracia”, no era otra cosa que una burla penada y
sangrienta.
258
fesionales, y produjo varios brotes de rebeldía que por su misma
espontaneidad no llegaron a prosperar. De esta naturaleza fueron,
por ejemplo, los levantamientos de campesinos que se sucedieron
desde el mes de julio (1954), “la rebelión de los cadetes” (2 de
agosto de 1954), “el complot de los sargentos” (2 de octubre de
1954) y “la doble conspiración” (20 de enero de 1955). La censura
impuesto desde entonces impidió la divulgación de la mayor parte
de estos graves sucesos, razón por la cual sólo se conoció, y en
mínima parte, “la doble conspiración”, las que por su importancia
y por haber ocurrido en la capital, no pudieron ocultarse. Esto
merece una breve reseña.
259
cia de anunciar cínicamente que sus tropas serían inmediatamente
incorporadas al Ejército Nacional. Esa afrentosa perspectiva, unida
a los excesos cometido el día anterior y esa propia mañana por
aquellas tropas, constituyeron el motivo principal, la chispa que
hizo estallar, al día siguiente, el histórico alzamiento militar.
260
Tan pronto como se restableció la tranquilidad a base de aquel
pacto de “caballeros”, se puso en evidencia la técnica de la trai-
ción inspirada por Peurifoy y ejecutada por el arzobispo Rose-
ll, Castillo Armas y Monzón. En efecto: sorpresivamente fueron
capturados los cadetes y jefes militares que habían participado en
el levantamiento. Se cambió la oficialidad y se sustituyó una gran
parte de la tropa de las guarniciones desafectas, por elementos del
“Ejército de Liberación” que se suponía en Chiquimula, pero que
en realidad se quedó sólo a pocos kilómetros de la capital, mien-
tras se llevaba adelante la acción traicionera. Todos los militares
prisioneros fueron sometidos a juicio y por varios años queda-
ron esperando las sentencias, mientras los cadetes más destacados
fueron expatriados a otros países.*
261
y por las armas a quien había recibido en triunfo el pueblo de Is-
rael poquísimos días antes. Prisionero el vitoreado del Domingo de
Ramos, fue atado a una columna, flagelado, escupido, escarneci-
do, enclavado en una cruz y muerto en tan afrentoso patíbulo. Un
Domingo de Ramos y un Viernes de Crucifixión están tan cerca en
la vida humana, que casi no podemos pensar en el uno sin el otro.
262
nismo... Vosotros, sin armas casi, sin municiones, contra enemigo
poderosamente armado, resististeis hasta la muerte el choque de
la destrucción bélica y luego de haberos sometido a la voluntad de
vuestros jefes que os ordenaron, retiraros y entregar las armas, y
de haber soportado los vejámenes de los comunistas que aprove-
charon el momento para haceros salir de la ciudad, entonces, pre-
cisamente cuando estábais desarmados, es cuando ganásteis otra
gran victoria. Los comunistas ya no pudieron engañar al pueblo (y
ante la ignominia cometida con vosotros, los verdugos del Ejér-
cito de Liberación fueron entregados por la mano providencia de
Dios a las autoridades para que pagaran el crimen cometido con-
tra los libertadores de Guatemala. No sólo no fuisteis derrotados,
valientes cruzados de la liberación anticomunista de Guatemala,
sino que vuestra gesta heroica del 2 de agosto ha venido a ser,
gracias a vosotros y a vuestros sufrimientos, el más certero golpe
dado hasta ahora al comunismo. Vuestros sacrificios han salvado
de esta muerte por segunda vez a Guatemala...” (Publicación de la
Acción Católica Guatemalteca.)
263
nio de la situación que tuvo en sus manos. El pueblo experimentó
una sacudida de esperanza cuando supo del triunfo de los alzados,
porque suponía que la siguiente etapa tendría que ser, tal como lo
habían jurado los jefes y oficiales ante Arbenz la noche del 27 de
junio, la expulsión del país de Castillo Armas y de los otros mili-
tares que, traicionando a la patria, habían servido de instrumentos
del Departamento de Estado para la subyugación de Guatemala.
Si los insurgentes hubieran tenido la dirección política indispen-
sable para apreciar las trascendentales posibilidades de su alcance,
seguramente hubieran procedido en ese sentido, con lo cual ha-
brían reivindi- cado definitivamente el decoro y la dignidad de las
fuerzas armadas, y reafirmado su conciencia de hombres libres y
patriotas; pero infortunadamente no fue así.
264
IV. Tras la cortina de banano
Recapitulación e interrogantes
265
Admitamos desde un principio que el gobierno de Guatemala no
era un paradigma de perfección. Compartía en esto las caracterís-
ticas de las instituciones humanas en cualquier parte de la Tierra
en cuanto a vicios y virtudes. Como en todo gobierno, y especial-
mente cuando ocurren movimientos revolucionarios que alteran
profundamente la estructura política y social de un país, elementos
oportunistas o seudo-revolucionarios logran infiltrarse y ocupar
posiciones dentro de la administración. Estos elementos no están
nunca identificados ideológicamente con la política gubernativa y
menos con los postulados revolucionarios; son ellos generalmente
los que utilizan sus posiciones para su propio beneficio personal,
para satisfacer ambiciones de poder y lucro; su presencia y acti-
vidades constituyen una rémora política y administrativa, y dan
pie para que se ataque a toda la administración, identificándola
con ellos.
266
mente sustentadas por las sucesivas administraciones revoluciona-
rias y que, en resumen, se pueden señalar así: 1°) acrecentamiento
y respeto absoluto de las libertades democráticas; 2°) elevación
del nivel de vida del guatemalteco, mediante la transformación de
una economía semifeudal y semicolonial en una economía capita-
lista; y 3°) defensa de la soberanía y la independencia nacionales.
267
Dimensión real del comunismo guatemalteco
268
superinflado, en “amenaza al derecho de propiedad, la vida y la
seguridad del hemisferio occidental”, tal como lo había anunciado
el señor Redmond, presidente de la UFCO. Una vez enarbolada
por los Estados Unidos la bandera del “anticomunismo” y hecho
el ofrecimiento a la clase alta, por la UFCO, de que la administra-
ción revolucionaria no iba a prevalecer, la reacción se dedicó en el
interior de la república a pasearla por todos los ámbitos. El hecho
de que el presidente Arbenz recibiera en la Casa presidencial a los
jefes de los partidos políticos y tuviera amistad con ellos (inclusi-
ve los del PGT), dio pie para aumentar las especies calumniosas
en contra de su gobierno.
269
Guatemala, no era bajo ningún concepto razonable recurrir al uso
de la fuerza y exhibirse como agresores ante el mundo entero para
combatir un fenómeno de carácter ideológico, aun cuando éste
pudiera tener consecuencias subversivas en un hipotético futuro.
El procedimiento eficaz compatible con las normas de derecho
internacional, inobjetable para el mismo gobierno y pueblo de
Guatemala, podría haber sido diametralmente opuesto. El Depar-
tamento de Estado, con todos los recursos y resortes a su disposi-
ción, estaba en una posición ventajosísima para haber enfrentado
aquella situación que lo inquietaba, intensificando al mayor grado
posible la buena voluntad y la buena fe en las relaciones entre
ambos gobiernos (condiciones que el gobierno de Guatemala
mantuvo inalterables hasta su caída) ; apoyando sincera y decidi-
damente, en consonancia con sus pronunciamientos oficiales, las
transformaciones socioeconómicas que efectuaba en Guatemala
un movimiento democrático y nacionalista; y, por último, abste-
niéndose de hacer causa común, para el restablecimiento de sus
injustos privilegios, con los poderosos intereses monopolistas que
operaba en el país y con las fuerzas reaccionarias que en el interior
adversaban las reformas esenciales.
270
nidense. Así se cayó en un círculo vicioso: cada acto hostil del
gobierno de los Estados Unidos contra Guatemala provocaba una
reacción antagónica de la opinión pública guatemalteca, y cada
vez que ocurría una reacción nacionalista de esta clase, el Depar-
tamento de Estado la motejaba de “maniobra comunista” y veía en
ello un nuevo motivo para realizar otro acto hostil o de represalia.
En esta forma, el sentimiento antiyanqui en Guatemala se genera-
lizó y fortaleció por un reflejo de legítima defensa y de dignidad
nacionalista. Nadie colaboró tan eficazmente al desarrollo de ese
sentimiento como el propio Departamento de Estado, por medio
de su política agresiva e imperialista.
271
“diario” previamente elaborado por los autores intelectuales del
homocidio, donde el soldado analfabeto se confesaba agente del
“comunismo internacional”.
272
X. Tras la cortina de banano
Recapitulación e interrogantes
273
Admitamos desde un principio que el gobierno de Guatemala no
era un paradigma de perfección. Compartía en esto las característi-
cas de las instituciones humanas en cualquier parte de la Tierra en
cuanto a vicios y virtudes. Como en todo gobierno, y especialmente
cuando ocurren movimientos revolucionarios que alteran profunda-
mente la estructura política y social de un país, elementos oportu-
nistas o seudo-revolucionarios logran infiltrarse y ocupar posicio-
nes dentro de la administración. Estos elementos no están nunca
identificados ideológicamente con la política gubernativa y menos
con los postulados revolucionarios; son ellos generalmente los que
utilizan sus posiciones para su propio beneficio personal, para sa-
tisfacer ambiciones de poder y lucro; su presencia y actividades
constituyen una rémora política y administrativa, y dan pie para que
se ataque a toda la administración, identificándola con ellos.
274
rias y que, en resumen, se pueden señalar así: 1°) acrecentamiento
y respeto absoluto de las libertades democráticas; 2°) elevación
del nivel de vida del guatemalteco, mediante la transformación de
una economía semifeudal y semicolonial en una economía capita-
lista; y 3°) defensa de la soberanía y la independencia nacionales.
275
miembros, habiendo llegado quizás a alcanzar aproximadamente
el doble de afiliados como máximo (dentro de un electorado de
cerca de 500 mil votantes). De un total de 25 mil empleados y
funcionarios públicos, no más de 17 estaban identificados como
miembros del PGT (es decir, menos de un décimo del 1 %), y 4
más eran diputados al Congreso Nacional (que constaba de un
total de ó2 diputados, de los cuales 3 eran independientes, 17 eran
de la oposición y el resto compuesto por elementos de las fuer-
zas revolucionarias que apoyaban al gobierno) . El PGT se había
sumado a otros partidos políticos que respaldaban la política del
gobierno, aunque ésta estaba orientada hacia la implantación de
un sistema capitalista moderno, contrario, por lógica, a las ban-
deras del marxismo. Este apoyo, tanto del PGT como de los otros
partidos, era de principio, nada más; puesto que en numerosas
ocasiones adversaron manifestaciones de esa política sin que el
punto de vista de los partidos lograra prevalecer sobre la línea gu-
bernamental. La existencia y posición antes descritas del Partido
Guatemalteco del Trabajo, de poca importancia relativa dentro del
panorama político guatemalteco, llegó a ser el punto de apoyo en
que descansaría la pirámide invertida de la “Operación Guatema-
la”, obra del consorcio UFCO - Departamento de Estado - CIA. A
base de una gigantesca propaganda de escándalo y deformación,
se invirtió la relación de posiciones entre el gobierno y el PGT. Ya
no era, según esta propaganda, un partido político muy pequeño
respaldando a un gobierno muy fuerte y popular, sino un gobierno
muy débil al servicio de un partido sumamente poderoso.
276
por los Estados Unidos la bandera del “anticomunismo” y hecho
el ofrecimiento a la clase alta, por la UFCO, de que la administra-
ción revolucionaria no iba a prevalecer, la reacción se dedicó en el
interior de la república a pasearla por todos los ámbitos. El hecho
de que el presidente Arbenz recibiera en la Casa presidencial a los
jefes de los partidos políticos y tuviera amistad con ellos (inclusi-
ve los del PGT), dio pie para aumentar las especies calumniosas
en contra de su gobierno.
277
pudiera tener consecuencias subversivas en un hipotético futuro.
El procedimiento eficaz compatible con las normas de derecho
internacional, inobjetable para el mismo gobierno y pueblo de
Guatemala, podría haber sido diametralmente opuesto. El Depar-
tamento de Estado, con todos los recursos y resortes a su disposi-
ción, estaba en una posición ventajosísima para haber enfrentado
aquella situación que lo inquietaba, intensificando al mayor grado
posible la buena voluntad y la buena fe en las relaciones entre
ambos gobiernos (condiciones que el gobierno de Guatemala
mantuvo inalterables hasta su caída) ; apoyando sincera y decidi-
damente, en consonancia con sus pronunciamientos oficiales, las
transformaciones socioeconómicas que efectuaba en Guatemala
un movimiento democrático y nacionalista; y, por último, abste-
niéndose de hacer causa común, para el restablecimiento de sus
injustos privilegios, con los poderosos intereses monopolistas que
operaba en el país y con las fuerzas reaccionarias que en el interior
adversaban las reformas esenciales.
278
vez que ocurría una reacción nacionalista de esta clase, el Depar-
tamento de Estado la motejaba de “maniobra comunista” y veía en
ello un nuevo motivo para realizar otro acto hostil o de represalia.
En esta forma, el sentimiento antiyanqui en Guatemala se genera-
lizó y fortaleció por un reflejo de legítima defensa y de dignidad
nacionalista. Nadie colaboró tan eficazmente al desarrollo de ese
sentimiento como el propio Departamento de Estado, por medio
de su política agresiva e imperialista.
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Los medios de información nacionales y extranjeros acusaron a
Moscú como responsable de la muerte de aquel “mártir” de la
lucha anticomunista, y el arzobispo Rosell Arellano, experto en
pastorales y sentidas “oraciones fúnebres”, pronunció la corres-
pondiente al “glorioso caudillo de la Liberación”. Y exaltó uno
de los actos más anti-revolucionarios cometidos por el difunto: el
de haber roto la tradición laica de la república, establecida desde
1871 por la Reforma Liberal, revolviéndole ahora a la Iglesia ca-
tólica la facultad de volver a adquirir bienes, equiparando el ma-
trimonio religioso al civil y, lo más grave, permitiéndole impartir
enseñanza religiosa en las escuelas privadas y públicas.
280