El Esfuerzo de Mariana 3 Grad

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PROFESORA: Victoria Gamero

Área: Plan lector

EL ESFUERZO DE MARIANA
¡Qué feliz estaba Mariana mientras caminaba por ese enorme prado!
A su lado, gran cantidad de animales la acompañaban. Y qué bien se sintió
cuando se recostó sobre el suave pasto.
Los animales, ovejas, conejos, mansos leones, hermosos perros y hasta
pequeños osos, también se echaron y comenzaron a jugar y revolcarse.
La niña se divertía y reía alegremente al verlos retozar. Solo, de rato en rato, un fastidioso
mono la tomaba por el hombro y la jalaba tercamente.
¡Qué mono tan cargoso! No lo vuelvo a traer pensaba Mariana. Que se distraiga y lo atrapo.
Pero, cada vez que estiraba la mano, el mono escapaba presuroso. La
niña ahora si estaba furiosa.
Decidida, lo esperó y cuando el mono se acercó, velozmente, lo capturó
y no lo soltó.
Pero entonces, se dio cuenta de que no era un mono, sino la mano de su
madre y que el oso que abrazaba no era un oso sino su almohada y que
no había más animales que los que estaban en su frazada y que, como
todos los días, esa mañana también llegaría tarde al colegio.
Nuevamente se había quedado dormida. Su maestra, ya cansada, le volvió a llamar la
atención y le pidió, por favor, que tratase de ser más puntual.
Yo siempre veo a tu hermanito llegar temprano a su salón le dijo su profesora, ¿Y tú
Mariana, que eres más grande, no puedes hacerlo? ¿Por qué no le pides a tu hermano que te
levante? Sino, cuando termine el año, nuevamente vas a ser la más impuntual del salón.
A la niña no le pareció mala la idea. Cuando llegó a su casa buscó a su hermanito: Antonio,
hazme un gran favor. Mañana, cuando te levantes, me pasas la voz. No te olvides.
El pequeño admitió, sonriendo. A la mañana siguiente, muy temprano, le avisó a su hermana
que debía levantarse. Pero la muchacha, tapándose con la frazada hasta la cabeza, dando un
grito, le dijo: ¡Largo de aquí, mono malcriado, y no vuelvas a molestarme más! El pequeño,
entonces, se alejó y se fue al colegio. Esa mañana, Mariana también llegó tarde.
¡No te vuelvo a despertar nunca más! le dijo esa tarde el pequeño Antonio con todas las
fuerzas que tenía Y, todavía, decirme mono malcriado, cuando yo nunca te he insultado.
Discúlpame, hermanito, se excusó Mariana. Tú sabes que cuando duermo, no hay cómo
despertarme. Bueno, te perdono le dijo el pequeño. Pero mañana no vuelvas a decirme
mono. Eso sí, si no te levantas, hasta agua te voy a echar.
Los dos hermanos, riendo, sellaron el trato. Su meta estaba trazada. Al finalizar el año,
Mariana debía convertirse en la niña más puntual de su salón. Los primeros días fueron los
más difíciles, pero luego, con el correr de las semanas, la tarea se fue haciendo más fácil.
Aunque le costaba mucho levantarse y calcular bien el tiempo para llegar puntualmente al
colegio, poco a poco, Mariana lo iba logrando.
La maestra estaba encantada con la fuerza de voluntad de la niña y constantemente la
apoyaba dándole ánimo. Y fue tal su empeño en conseguir lo que se había propuesto, que
casi sin darse cuenta, no necesitó ya que su hermanito la ayudase. Había logrado desarrollar
el importante hábito de la puntualidad.
Meses después, cuando el año escolar finalizaba, la pequeña recibió una gran sorpresa.
Gracias a su esfuerzo y perseverancia, su maestra le entregó el premio que cada año
otorgaba al alumno más puntual de la clase.

AÑO Y SECCIÓN: 3 ABCDE NIVEL: Primaria

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