Sentencia 325 2019 RRC

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TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA


SALA PENAL
AUTO SUPREMO Nº 325/2019-RRC
Sucre, 08 de mayo de 2019

Expediente : Potosí 33/2017


Parte Acusadora : Ministerio Público y otros
Partep Imputada : Pastor Ismael Molina Quintana y otros
Delitos : Prevaricato y otro
Magistrado Relator : Dr. Marco Ernesto Jaimes Molina

RESULTANDO

Por memoriales presentados el 7, 8 y 19 de junio de 2017, Freddy Gilberto Romay Gonzales, de fs.
1200 a 1227, Pastor Ismael Molina Quintana, de fs. 1228 a 1238 vta. y Wilfredo Ramos Quispe, de
fs. 1258 a 1279, interponen recursos de casación impugnando el Auto de Vista 17/17 de 17 de
marzo de 2017, de fs. 1136 a 1152, pronunciado por la Sala Penal Segunda del Tribunal
Departamental de Justicia de Potosí, dentro del proceso penal seguido por el Ministerio Público, así
como por la acusación particular de Luisa Choque Rosas, Aldo Iván Condori Choque, apoderados
Felipe Cupara Avilla, Constancia Mamani Santos de Luna, Gregorio Yebara Callahuara, el Consejo
de la Magistratura, la Alcaldía Municipal y el Gobierno Autónomo Departamental contra los
recurrentes, por la presunta comisión de los delitos de Resoluciones Contrarias a la Constitución y
la Leyes, y Prevaricato, previstos y sancionados por los arts. 153 y 173 del Código Penal (CP),
respectivamente.

I. DE LOS RECURSOS DE CASACIÓN

I.1. Antecedentes.

a) Por Sentencia 33/2016 de 14 de julio (fs. 692 a 752), el Tribunal Segundo de Sentencia del
Tribunal Departamental de Justicia de Potosí, declaró a Freddy Gilberto Romay Gonzales,
Pastor Ismael Molina Quintana y Wilfredo Ramos Quispe, autores y culpables de la comisión
del delito de Prevaricato, previsto y sancionado por el art. 173 del CP, imponiendo la pena de
cinco años de reclusión.

b) Contra la mencionada Sentencia, los imputados Pastor Ismael Molina Quintana (fs. 796 a
810 vta. y 1076 a 1079), Wilfredo Ramos Quispe (fs. 831 a 846 vta. y 1088 y vta.), Freddy
Gilberto Romay Gonzales (fs. 909 a 925 y 180 a 11084 vta.), el Ministerio Público (fs. 822 a
828 vta. y adhesión fs. 998) y el Gobierno Autónomo Departamental de Potosí (fs. 938 a 939
y 1086 y vta.), interpusieron recursos de apelación restringida que previos memoriales de
subsanación, fueron resueltos por Auto de Vista 17/17 de 17 de marzo de 2017, pronunciado
por la Sala Penal Segunda del Tribunal Departamental de Justicia de Potosí, que declaró
improcedentes los recursos planteados; en consecuencia, confirmó la Sentencia apelada,
siendo emitidas las resoluciones de 1, 2 y 6 de junio de 2017, sobre complementación y
enmienda (fs. 1170, 1174 y 1181), motivando la formulación de los recursos de casación
sujetos al presente análisis.

I.1.1. Motivos de los recursos de casación.

De los memoriales de casación y del Auto Supremo 707/2017-RA de 11 de septiembre, se extraen


los siguientes motivos a ser analizados en la presente Resolución, conforme al mandato
establecido en los arts. 398 del Código de Procedimiento Penal (CPP) y 17 de la Ley del Órgano
Judicial (LOJ).

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I.1.1.1. Del recurso de Freddy Gilberto Romay Gonzales.

1) Después de hacer referencia a su recurso de apelación restringida, en el que habría


señalado la falta de fundamentación e inexistencia de la demostración objetiva del elemento
constitutivo del tipo penal, arguyendo que los jueces incurrieron en errónea aplicación de la
ley sustantiva penal, especialmente la prevista en el art. 173 del CP, alegando que no existe
el supuesto objetivo de haber emitido una resolución manifiestamente contraria a las leyes,
situación que emergió del subjetivo de los jueces, además que está ligado a la defectuosa
valoración de la prueba, refiere que el Auto de Vista por el que se le acusa, considerada por
sus “detractores ” como resolución manifiestamente contraria a las leyes, al haber sido
anulada a través de un recurso de casación hasta el auto de admisión de la demanda,
sostiene que jurídicamente todo lo obrado dejó de existir; es decir, no nació a la vida jurídica,
por lo que la mencionada resolución contraria a las leyes, no generó efectos ni consecuencia
legal alguna, menos adquirió la calidad de cosa juzgada, porque la nulidad genera efecto
extintivo.

Después de hacer referencia doctrinaria sobre “dominio y voluntad” “dolo directo”, el


elemento intelectual como el elemento volitivo del dolo, refiere que en el delito de
Prevaricato sólo admite el dolo directo, que se identifica con la intención o propósito, que en
su caso, no se mencionó siquiera el tipo de dolo que se aplicaría en su persona. Alega que no
tenía ningún interés en beneficiar a nadie con la emisión del Auto de Vista; y, que jamás se
acreditó el elemento subjetivo para que su conducta se constituya en delictiva.

Hace alusión al principio de tipicidad y posteriormente refiere que denunció errónea


aplicación de la ley sustantiva, porque durante el juicio no se demostró que dictó
resoluciones manifiestamente contrarias a la ley, por lo que el Tribunal de Sentencia incurrió
en aplicación errónea de la norma sustantiva.

Después de hacer referencia a varias partes de la Resolución impugnada, señala que el


fundamento del Tribunal de alzada, “resulta una verdadera burla” al derecho de toda
persona, a ser debidamente respondida en sus pretensiones, porque pidió que revisen una
cuestión de orden sustantivo y lo que hicieron es una colección de alegatos sobre la prueba y
sobre la fundamentación, menos sobre el objeto del recurso, por lo que el Auto de Vista
incurrió en el vicio vitio infra petita
, que además afectó el principio de congruencia.
Invoca como precedente contradictorio, el Auto Supremo 123/2015-RRC de 24 de febrero,
refiriendo parte del mismo; y, que según el recurrente, es similar al caso de autos, por
cuanto el Tribunal de apelación no se circunscribió a los fundamentos de su recurso de
apelación restringida, no sólo respecto a este punto, sino en general.

2) Después de hacer referencia al motivo del recurso de apelación restringida en sentido de que
la Sentencia se basó en fundamentación insuficiente y contradictoria, describiendo a
continuación el contenido de la fundamentación de la Sentencia, cuestionando la ausencia de
fundamentación jurídica, descriptiva e intelectiva de la prueba, asevera que el Tribunal de
alzada, remitiéndole al punto 3 del Auto de Vista recurrido -que describe ampliamente-,
señaló de manera “absolutamente lacónica” que al haberse realizado una descripción de
cada elemento de prueba incorporado a juicio se cumplió con la valoración reclamada; que
según el recurrente, resulta ininteligible, contradictoria, incongruente y ofensiva, porque se
trata de una plantilla mal elaborada que en nada absuelve los fundamentos de su recurso y
que le pone en estado de indefensión, porque no analizaron sus reclamos respecto al análisis
del tipo penal de prevaricato, tampoco verificó “si el fallo de mérito” realizó alguna
fundamentación sobre los hechos demostrados, menos verificó si el fallo contenía una
verdadera valoración individual e integral de las pruebas de cargo y de descargo y tampoco
realizó el análisis si en la Sentencia se podía verificar la exteriorización del razonamiento de
los jueces sobre el ejercicio de subsunción del hecho al tipo penal acusado. Indica que
consiguientemente concurre un vitio infra petita
, que importa restricción a su derecho a la
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defensa y derecho de acceso a la justicia, que son vertientes del debido proceso que le fue
restringido. Invoca el Auto Supremo 729 de 26 de diciembre de 2004.

Alega que el Tribunal de alzada, soslayó todos los defectos de sentencia dictada en su
contra, omitiendo exigir se haga mención expresa al valor asignado a cada prueba, eludiendo
analizar y absolver su recurso.

3) Denuncia que en su recurso de apelación restringida impugnó defectuosa valoración de la


prueba, en la que mencionó precedentes contradictorios que habría puesto a consideración
del Tribunal de alzada; y, después de hacer referencia al pronunciamiento de la Sala de
apelación, indica que esa instancia no refirió en particular al elemento de prueba, omitiendo
explicar el porqué del resultado al que arribó “el juez de mérito”, le pareció lógico o basado
en las reglas de la experiencia.

Indica que los Vocales, no prestaron la debida y suficiente atención de sus fundamentos y
que se limitaron a manifestar que supuestamente existiría contradicciones en su
fundamentación, lo que no acepta. Invoca como precedente contradictorio el Auto Supremo
14/2013-RRC de 6 de febrero.

Concluye señalando que el Tribunal de alzada, omitió realizar el examen técnico de los jueces
de mérito sobre el sistema empleado para valorar la prueba.

I.1.1.2. Del recurso de Pastor Ismael Molina Quintana.

1) Indica que el Tribunal de alzada al resolver el motivo de apelación, consistente en sentencia


basada en valoración defectuosa de la prueba, lo hizo “en cinco renglones”, alegando que no
explicó de forma alguna cómo llegó a la conclusión de que las pruebas se corroboran y se
complementan, cuestionando qué pruebas y qué elementos de prueba se refiere, como el
razonamiento de que el Tribunal de Sentencia sería racional; cuestiona en qué se basó el
Tribunal de apelación para llegar a esa conclusión, argumentando que incurrió en
incongruencia omisiva. Haciendo referencia al Auto Supremo 28/2014-RRC de 18 de febrero,
refiere que el Auto de Vista impugnado resulta contradictorio, porque carece de
fundamentación y motivación, constituyendo un fallo infra petita
, porque no resolvió el
cuestionamiento del segundo motivo de su recurso de apelación restringida.

2) Argumenta que como tercer motivo de su recurso de apelación, denunció que la Sentencia
incurrió en insuficiente y contradictoria fundamentación; y, que el Tribunal de apelación
habría señalado que el cuestionamiento inherente a establecer elementos de prueba para
determinar la existencia de los elementos de prueba pertinentes que tengan relación con los
tipos penales acusados en esa faceta u operación valorativa de carácter descriptivo, no es
una exigencia cuyo cumplimiento implique una ausencia o insuficiencia de fundamentación
probatoria descriptiva; y, que al respecto, el recurrente, observa que es una “ ABERRACIÓN
JURÍDICA PROCESAL ” (sic) el concluir que la ausencia de descripción de los elementos de
prueba no implique ausencia o insuficiencia de fundamentación probatoria. Alega que se violó
su derecho de conocer a cabalidad en qué pruebas se basó el Tribunal de sentencia para
condenarlo, invocando como precedente contradictorio el Auto Supremo 176/2013-RRC de 24
de junio.

3) Señala que como cuarto motivo de su recurso de apelación restringida, denunció la falta de
congruencia entre la acusación y la Sentencia, alegando que el Tribunal de alzada, no
resolvió el cuestionamiento esencial relativo a la infracción a normas relativas a la coherencia
entre acusación y Sentencia, argumentando que se le condenó por un hecho donde no
existen los elementos objetivos del tipo penal de Prevaricato; y, menos se introdujo un solo
elemento que demuestre que la resolución judicial que emitió el imputado fuera contraria a
alguna norma civil o de otra índole; y menos, que la misma sea manifiestamente contraria a
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la ley. Indica que consiguientemente, se infringieron los arts. 115.II y 117.I de la


Constitución Política del Estado (CPE). Posteriormente señala que el Tribunal de alzada, al no
resolver este motivo, incurrió en incongruencia omisiva, además de que contravino el art. 362
del CPP, argumentando también que le dejó en estado de indefensión, vulnerando su
derecho al debido proceso en su componente de resolución fundamentada.

I.1.1.3. Del recurso de Wilfredo Ramos Quispe.

1) El recurrente después de hacer referencia a derechos y garantías constitucionales, entre las


que alude al derecho al debido proceso; y, señalar parte de la Sentencia, alega que denunció
como vulneración a sus derechos consagrados en el art. 119.II “ Constitucional
” y art. 5 del
CPP, porque no supo exactamente “ qué hechos concretos y su determinación precisa y
circunstanciada” (fs. 1262) se le acusó, de manera que no pudo ejercer su derecho a la
defensa, haciendo alusión al art. 8 del Pacto de San José de Costa Rica.

Mencionando parte de la Resolución ahora impugnada, indica que el Tribunal de apelación no


especificó qué personas hubieran planteado incidente de actividad procesal defectuosa,
porque su persona en ningún momento planteó este incidente; y, que por confusión de este
Tribunal de alzada, expresó que ya habría sido planteado este incidente en anterior
oportunidad, aspecto que no es cierto, por lo que esa resolución carece de la debida
motivación. Refiere que confundió un incidente interpuesto por otro de los coimputados para
no atender su petición y menos responderle en el fondo, por lo que hubo incongruencia
omisiva, haciendo alusión al Auto Supremo 411 de 20 de octubre de 2006.

Indica que otro de los agravios que expresó en su recurso de apelación restringida, fue el
error in iudicando en la Sentencia por falta de elementos constitutivos del tipo penal de
Prevaricato, que después de referir los argumentos que expuso; y, parte de la resolución del
Tribunal de alzada, señala que este Tribunal, no respondió a los argumentos que esgrimió en
este agravio y que sólo le remitió al Auto de Vista que se pronunció respecto al defecto de
sentencia por errónea aplicación de la ley, indicando el recurrente que fue respondida a otro
coimputado, pese a que la “norma”, expresa que cada agravio debe ser respondido a cada
recurso planteado por cada uno de los acusados.

2) Indica que en relación al agravio de que la Sentencia adolece de la debida motivación y


fundamentación, respecto a la valoración de la prueba, después de hacer alusión al art. 365
del CPP, el Tribunal de apelación manifestó que el recurrente debió indicar qué prueba fue
indebidamente valorada y que la Sala no podía atender este agravio porque significaría
revalorizar prueba; sin embargo, lo que denunció fue “la falta de prueba respecto del tipo
penal endilgado”, alegando que no existe prueba alguna que acredite los elementos
constitutivos del tipo penal, argumentando que al no haber sido respondido en la Resolución
impugnada los argumentos de su apelación, hubo vulneración al debido proceso en su
vertiente de motivación y fundamentación de las resoluciones. Asimismo refiere como
precedente respecto a la insuficiencia o ausencia de fundamentación en la valoración de la
prueba, el Auto Supremo 282/2015-RRC-L de 8 de junio, alegando que la contradicción
radica en sentido de que el Tribunal de alzada, no restableció el derecho, por la omisión de
dar una respuesta al agravio advertido en el recurso de apelación, concluyendo que tanto el
Tribunal de Sentencia como el Tribunal de apelación vulneraron su derecho al debido proceso
y a la defensa.

3) Indica que respecto al agravio de falta de motivación y fundamentación de la Sentencia que


vulneró su derecho al debido proceso, haciendo referencia a los arts. 124 y 173 del CPP, art.
115.II de la CPE, al art. 13 del CP y el Auto de Vista 30/2010 de 25 de junio, emitido por la
Sala Penal Primera del Distrito Judicial de Potosí, alegando que este precedente sería
contradictorio al fallo apelado (se entiende la Sentencia); y, que al respecto, el Tribunal de
alzada, hizo una remisión al primer motivo en el que indicó que el delito es instantáneo y que
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independientemente del resultado, se cometió el delito de Prevaricato; que según el


recurrente, no es argumento valedero para que se suponga la concurrencia de los elementos
constitutivos del tipo penal, por lo que se vulneró su derecho al debido proceso en su
vertiente de motivación y fundamentación de las resoluciones.

I.1.2. Petitorios.

Los recurrentes a su turno solicitan se deje sin efecto el Auto de Vista impugnado a los fines de
que el Tribunal de alzada emita nueva resolución.

I.1.3. Admisión del recurso.

Por Auto Supremo 707/2017-RA de 11 de septiembre, cursante de fs. 1321 a 1329, este Tribunal
admitió los recursos de casación para el análisis de fondo de los motivos identificados
precedentemente.

II. ACTUACIONES PROCESALES VINCULADAS AL RECURSO

De la revisión de los antecedentes venidos en casación, se establece lo siguiente:

II.1. De la Sentencia.

El Tribunal Segundo de Sentencia del Tribunal Departamental de Justicia de Potosí, declaró


a los imputados Freddy Gilberto Romay Gonzales, Pastor Ismael Molina Quintana y Wilfredo
Ramos Quispe, autores y culpables de la comisión del delito de Prevaricato, previsto y
sancionado por el art. 173 del CP, imponiendo la pena de cinco años de reclusión, al
establecer la acreditación de los siguientes hechos:

a) Por Sentencia de 7 de octubre de 2011, el Juez de Partido Cuarto en lo Civil de la


Capital, declaró improbada en todas sus partes, con determinación de superficies y
colindancias, la demanda de Usucapión Decenal y Extraordinaria de Bien Inmueble,
interpuesta por Juana Talavera Ari Vda. de Choque, Raúl Choque Talavera y Máxima
Choque Araujo Vda. de Cortés, a través de su apoderado legal, Marco Antonio Cortéz
Choque, aduciendo que por el Testimonio otorgado por Eduardo Choque, debidamente
registrado en Derechos Reales, dejó una suerte de terrenos ubicados en la Comunidad
de Cantumarca de esa ciudad, a sus tres hijos José Santos Choque, Ramón Choque y
Damiana Choque, éstos dos últimos fallecidos sin descendencia alguna; empero, José
Santos Choque, dejó como descendiente a Domingo Choque Charcas, quién también
llegó a fallecer, quedando como únicos y legítimos herederos Nicolás Choque Araujo
(+), Luís Choque Araujo, Natividad Rosas Paco Vda. de Choque, Máxima Choque Araujo
Vda. de Cortés, Bernardina Guerra Quintanilla Vda. de Choque, María Benavídez
Choque, Candelaria Benavidez Choque y Víctor Benavidez Choque, éstos últimos
herederos de Inocencia Choque Araujo; indicando asimismo, que los herederos Nicolás,
Luís y Máxima de apellidos Choque Araujo, tramitaron su respectiva Declaratoria de
Herederos, respecto a la Testamentaria de Eduardo Choque y se encuentran en
posesión libre, voluntaria, continuada y sin ninguna interrupción, indicándose además
que no les reconoce como propietarios de Usucapión de los terrenos de El Calvario, Vila
Paloma y Puca Puca, con las superficies en dicha demanda situados en la Comunidad de
Cantumarca y sin lugar a la matriculación en el Registro de Derechos Reales.

b) La sentencia fue impugnada por los demandantes a través de recurso de apelación


incidental, por lo que la Sala Civil-Comercial y Familiar del Tribunal Departamental de
Justicia, compuesta por los imputados emitió el Auto de Vista 054/2012, que revocó la
Sentencia apelada y declaró probada en todas sus partes la referida Demanda Ordinaria
de Usucapión Extraordinaria, Determinación de Superficies, Colindancias y Matriculación
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en Derechos Reales, disponiendo haber lugar a la Usucapión Extraordinaria y


determinando la superficie y colindancias de cada uno de los terrenos de la siguiente
forma: El Calvario con una superficie de 38.897 Mts 2, Vila Paloma con una superficie
de 90.096 Mts 2 y Puca Puca con una superficie de 79.355,40 Mts 2, además de
disponer se proceda a la matriculación de los tres terrenos demandados en Derechos
Reales, teniendo como antecedente la matrícula madre 5011010011690.

c) Devuelto el proceso al juzgado de origen y emitido el decreto de cúmplase, el


apoderado legal de la parte demandante solicitó la ejecutorial correspondiente, siendo
emitida por auto de 8 de mayo de 2012, así como la Minuta suscrita mediante la cual
solicitó al Notario de Fe Pública insertar entre sus registros de escrituras públicas, la
disposición judicial de los tres predios indicados anteriormente, con sus superficies y
colindancias, teniendo como antecedente la matrícula madre 50110110011690 (PLCM) y
el testimonio 711/12, correspondiente a la Escritura Pública de Disposición Judicial de
Usucapión, otorgada por el Juez de Partido 4to en lo Civil a favor de los demandantes.

d) También se cuenta con el protocolo 572/2013 del Poder Especial y Bastante que
confieren Juana Talavera Ari de Choque y otros, a favor de Martín Choque, adjuntando
las matrículas computarizadas vigentes 5011010020432, 5011010020342 y
5011010020431, de los lotes de terreno de referencia, como efecto del Auto de Vista
054/2012, para realizar los trámites legales respectivos en el G.A.M. y Derechos Reales,
para el logro de títulos de derechos de propiedad, aprobación de lotes etc.

e) En mérito al incidente de nulidad de obrados, opuesto por el Alcalde Subrogante de la


H.A.M. y previos los informes respectivos y el desarchivo de la causa, por Auto
082/2013 de 27 de agosto, la Sala Civil-Comercial declaró probado el incidente y anuló
obrados con reposición, disponiendo se proceda a la nueva notificación con el Auto de
Vista 054/2012 a la Alcaldía Municipal, siendo notificado nuevamente el Alcalde
Subrogante con la referida resolución.

f) El representante legal de la Alcaldía interpuso el recurso de casación contra dicho Auto


de Vista, resuelto por el Auto Supremo 646/2013 de 11 de diciembre emitido por la
Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia, que destacó: “... la extinta Corte Suprema
de Justicia, con la cual el nuevo Tribunal comparte criterio, desarrolló la teoría de la
improponibilidad que orienta a que el juez, no está obligado a admitir toda la demanda,
por el simple hecho de que ésta no cumpla con los requisitos formales, sino que
además debe constatar que cumpla con los requisitos de procedencia o de fondo o de
contenido ( ... ), en ese antecedente la pretensión de usucapión decenal o
extraordinaria a fs 66-68 vta- y subsanada a fs 76 y 77 vta., de obrados, objetivamente
resulta improponible, toda vez que los terrenos pasaron al área urbana (2005) hasta la
fecha de la demanda (2010), no transcurrieron los diez años necesarios para pretender
la usucapión extraordinaria, sin haber cumplido los diez años, así normado en el Art.
138 del C. C. entre otros... ", por lo que al amparo del art. 42 par. 1 num. 1 de la L.O.J.
de 24 de junio de 2010 y en aplicación del art. 292 del Cödigo de Procedimiento Civil
(CPC), anuló obrados hasta la admisión de la demanda, disponiendo que el Juez de
Partido, emita una resolución con base a los fundamentos de dicho auto.

g) Devuelto el expediente al Juzgado de Partido Cuarto en lo Civil, el titular de dicho


Juzgado, dictó el Auto de 15 de enero de 2013, dejando sin efecto la ejecutorial librada
el 8 de junio de 2012 y la minuta de 16 de mayo de 2012, disponiendo se oficie a
Derechos Reales a objeto de que los asentamientos de los terrenos efectuados sean
cancelados.

h) El Auto de Vista 054/2012 -base de la presente acción penal- estuvo vigente durante
casi dos años, por lo que los demandantes del proceso de usucapión, haciendo uso de
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su derecho propietario, tomando en cuenta la ejecutorial emitida por el Juez de Partido


y la protocolización a la Notaría de Fe Pública, registraron los predios de Puca Puca, Vila
Paloma y El Calvario, en la oficina de DD.RR. a nombre de los demandantes, adquiridos
a título de Usucapión, con las matrículas 5.01.1.01.20341, 01.1.01.0020432 y
5.01.1.01.0020382 respectivamente, bajo el Asiento A-2, con el antecedente dominial y
número de matrícula 5.01.1.01.00 11690 y el Testimonio 711 de 2 de junio de 2012;
asimismo se procedió a realizar el trámite correspondiente a través del apoderado legal
Marco Antonio Cortéz, en la oficina del Catastro del H.G.M., donde se advirtió un
impedimento legal, porque no correspondía la superficie, urbanización exacta y
posteriormente se presentó un documento legal que les otorgaba su derecho
propietario (urbanización exacta, superficie correcta, plano topográfico, inscrito en
DD.RR).; sin embargo cuando se realizaba el trámite de Puca Puca había superposición
con la parcela de la Unidad Educativa Evo Morales Ayma y se paralizó el trámite, el
Calvario tenía superposición con la colindante ASCLAPOL y el dique de colas, cuyo
trámite fue paralizado, quedando sólo el de Vila Palo.

i) Por el Acta de Registro se pudo establecer que en el predio de Puca Puca, denominativo
utilizado por los demandantes del proceso de usucapión referido, conocido como Islaón
Punta Cuchu, Islabonerias, Punta Pampa Cuchu ó Patha Khasa, donde se halla la Unidad
Educativa Evo Morales Ayma, construida por el proyecto "Evo Cumple", con recursos del
estado y donado por la familia Choque Araujo en la gestión 2008, aunque los otros
testigos de cargo (comunarios de Cantumarca refieren que fueron donados por ellos);
había otros asentamientos, estaba ocupado por terceras personas y en el predio Vila
Paloma se encontraba el dique de colas y también había superposición con otros
predios y en el Calvario se encontraría la zona de Laguna Pampa, habiéndose
demostrado por la abundante prueba testifical de cargo de los acusadores particulares y
la prueba testifical correspondiente a Aldo Iván Condori Choque, Felipe Cupara Avillo,
Tomás Condori Callahuara, Pedro Alberto Orur, Oscar Rosas Palacios y Julián Puma
Choque, todos ellos comunarios de Cantumarca, quienes manifestaron, que vivieron
desde hace varios años atrás en el lugar, incluso desde su nacimiento como Aldo Iván
Choque, quién tiene sus terrenos que le dejó su abuelo (2.500 Mts 2) y los otros los
adquirieron de los hermanos Jimmy y Walter Ramos Villarroel, en la gestión 2002, lotes
de terreno de aproximadamente 200 mts2 cada uno, en las sumas de Bs. 5000, donde
actualmente cuentan con los servicios básicos, donde hay casas construidas y la escuela
Evo Morales A., donde asisten sus hijos; y apareció Marco Cortéz indicando que esos
terrenos eran suyos, pidiendo se le pague $us 10.000 ó 12.000, motivo por el cual
trataron de hacer aprobar sus planos en la Alcaldía y les dijeron que había
superporsición de sus terrenos con los del mencionado, a quién no lo conocían y nunca
les mostró ningún documento, aunque afirma (Julian Puma Choque), que desconoce de
alguna transferencia que el mismo hubiera realizado.

j) Confirmado lo anterior, por la declaración de Jimmy Ramos V. quién transfirió terrenos


a varias personas (antes Islaón Punta), conforme se evidencia por la abundante prueba
literal incorporada a juicio por los acusadores particulares y que posteriormente lo
urbanizaron y lo rebautizaron con el nombre de Valle Hermoso y estarían ubicados
dichos terrenos, en lo que se denominó por los demandantes del proceso de usucapión
como Puca Puca, indicando además los comunarios, que Marco Antonio Cortéz,
utilizando dicha resolución les vino amenazando pretendiendo arrebatarles sus terrenos,
indicando que eran suyos, pidiéndoles las sumas indicadas, lo cual causó división entre
los comunarios y hasta hubo enfrentamientos, que no fue corroborado por ningún
elemento de juicio y que además nunca los vieron por ahí, ni a los demandantes Juana
Talavera, Máximo y Raúl Choque, a quienes no conocen ni tienen ningún predio por ese
lugar; consecuentemente no se tendría demostrada la quieta, pacífica y continua
posesión, elementos de la usucapión.

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k) Los terrenos de Puca Puca, El Calvario y Vila Paloma, ingresaron a ser parte del Radio
Urbano, desde la puesta en vigencia de la Ordenanza Municipal 0471/2005 de 28 de
agosto, por lo que la demanda resultaba improponible debido a que desde esa fecha,
recién comenzó a correr la posesión establecida para pretender usucapir conforme a lo
normado en la vía civil, que haciendo un cómputo de años, se pudo establecer que
desde que los terrenos agrarios pasaron a ser parte del radio urbano, hasta la fecha de
la pretensión de usucapión decenal o extraordinaria, solamente transcurrieron 4 años de
posesión útil para el régimen ordinario civil, donde ciertamente se aplican las reglas del
C.C. y que la pretensión de usucapión resultaba improponible; toda vez que desde que
los terrenos pasaron al área urbana (2005), hasta la fecha de la demanda (2010), no
transcurrieron los 10 años necesarios, para pretender la usucapión extraordinaria
demandada, conforme el art. 138 del C.C. y por otra parte no se integró al proceso a los
demás coherederos de la testamentaria de Eduardo Choque (herederos de José Santos
Choque).

l) La Usucapión Decenal o Extraordinaria, junto con la determinación de superficies y


colindancias, también demandadas, resulta totalmente contradictoria, debido a que
quién pretende la usucapión de cualquier terreno, conoce de manera exacta la
superficie que posee, así como sus colindancias y demás datos que no pueden ser
averiguados dentro de un proceso de usucapión.

m) Conforme señala en su libro el tratadista Gonzalo Castellanos, la Usucapión Decenal


Extraordinaria prevista en el art. 138 del CC, para la cual rige el principio de la
prescripción adquisitiva, se aplica a petición de parte y no puede declararla el juez de
oficio y de acuerdo a la legislación puede ser intentada a través de una demanda en
proceso ordinario y que para que sea hábil adquirirla, se debe cumplir con algunos
requisitos, entre ellos que la posesión deba ser continua, no interrumpida por más de
diez años y debe estar reconocida judicialmente por sentencia debidamente
ejecutoriada y siendo una pretensión jurídica, en la cual es importante demostrar la
superficie, límites, colindancias y todas las características del bien a usucapir y en
cuanto a los efectos de la sentencia, hace cosa juzgada respecto a las partes, otorgando
título de propiedad sobre el bien objeto del proceso y es registrable en DD.RR., para ser
oponible a terceros y se debe cumplir con los actos administrativos en el G.M., etc.
Aspecto no ocurrente en el caso de autos y que además conforme se señaló en el Auto
Supremo 646/16, la misma era improponible.

n) Si bien la parte imputada, pretendió desvirtuar los hechos acusados en su contra,


aduciendo haberse dejando sin efecto el Auto de Vista, anulándose posteriormente la
inscripción de los tres predios de Puca Puca, El Calvario y Vila Paloma, éstos hechos no
desvirtúan ni enervan la acusación presentada con referencia al delito de Prevaricato,
por cuanto es un delito instantáneo, que no se exige la producción de ningún resultado,
esto es, la causación de un cambio en el mundo exterior, perceptible sensorialmente y
espacial y temporalmente separable de la acción, pues el tipo únicamente requiere
realizar la actividad "dictar una resolución contraria a la ley", que va contra la
administración de justicia, siendo ello suficiente para la consumación del delito, como en
el caso de autos, se materializó con la dictación del Auto de Vista, no habiendo sido
necesario realizar los otros aspectos mencionados anteriormente.

o) Se dice que el prevaricato es un delito instantáneo que se consuma en el momento de


dictarse la resolución con independencia de que si causó daño o sea susceptible de
recurso y la revocatoria en una instancia superior, nada significa para la configuración
del delito, siendo dolosa que está constituido no solamente por el conocimiento que
tiene el juzgador de los hechos sometidos a su jurisdicción, sino también por su propio
conocimiento y la voluntad de obrar en contra de ellas, no eximiéndoles de
responsabilidad lo manifestado por los mismos.
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p) Los imputados en el momento de los hechos, como servidores jurisdiccionales, tenían la


obligación de prestar un eficiente servicio de justicia y dentro de sus atribuciones
previstas en el art. 57 de la Ley Orgánica Judicial, tenían la atribución de conocer en
grado de apelación, las resoluciones dictadas en primera instancia, en materia civil-
comercial y familiar de conformidad a ley, entre otras establecidas por la misma ley,
cuyas funciones están regidas por los principios esenciales y generales del Órgano
Judicial y en general la función judicial es única y como en el caso de autos, donde se
remitió en apelación el proceso de Usucapión Extraordinaria y Decenal, interpuesta por
el apoderado legal Marco Antonio Cortéz Choque, en mérito a la Sentencia que declaró
improbada en todas sus partes, dicha demanda y que al haber sido revocada mediante
el Auto de Vista 056/2012, conforme el art. 8vo de la mencionada Ley Orgánica Judicial,
todas las autoridades servidoras y servidores del órgano Judicial son responsables de
sus decisiones y actos y no observaron el art. 131 de la Ley 2828 que regía en ese
momento, subsumiendo su conducta al delito de Prevaricato, descrito en el art. 173 del
CP, modificado por la Ley 004, que no pudo ser desvirtuado por ningún elemento de
juicio, pues si bien inicialmente fueron sobreseídos el caso fue reabierto por la Fiscal del
Distrito.

II.2. De las apelaciones restringidas y su resolución.

Los imputados Pastor Ismael Molina Quintana, alegando la concurrencia de los defectos
previstos en el art. 370 incs. 1), 5), 6) y 11) del CPP y el rechazo ilegal de prueba pericial;
Wilfredo Ramos Quispe la vulneración de derechos y garantías constitucionales en la
tramitación del juicio, los defectos previstos en el art. 370 incs. 1) y 5) de la norma adjetiva,
así como la vulneración al principio de presunción de inocencia, error iudicando por
vulneración del debido proceso en su vertiente motivación y fundamentación respecto al
dolo y de falta de motivación y fundamentación de la sentencia; y, Freddy Gilberto Romay
Gonzales, los defectos del art. 370 incs. 1), 5) y 6) del CPP, formularon recursos de
apelación restringida, siendo declarados improcedentes a través del Auto de Vista
impugnado.

III. VERIFICACIÓN DE LA EXISTENCIA DE CONTRADICCIÓN CON LOS


PREDECEDENTES INVOCADOS Y DE VULNERACIÓN DE DERECHOS O GARANTÍAS
CONSTITUCIONALES

En el caso presente, los tres imputados dentro de la presente causa formulan recursos de
casación, cuestionando el accionar del Tribunal de alzada respecto a los motivos y defectos
alegados en apelación restringida, por lo que esta Sala a los fines de la resolución de dichos
recursos ve la conveniencia de agrupar sus motivos ante la constatación de que convergen en
determinados defectos denunciados en forma coincidente en alzada en cuanto a la invocación de
la norma procesal habilitante, correspondiendo también destinar el primer acápite a
consideraciones normativas, doctrinales y jurisprudenciales respecto al delito de Prevaricato.

III.1. Sobre el delito de Prevaricato.

De manera general e inicial corresponde señalar que el delito de prevaricato sanciona al


funcionario judicial o administrativo que dicta resoluciones contrarias al texto de la ley y no
sanciona el yerro sino el abuso del derecho; siendo que la palabra prevaricato,
etimológicamente se compone de dos palabras latinas: prae y varus, que quiere decir
huesos de las piernas torcidos, para denotar con dichas términos el asignarle el nombre a
determinados actos, que las personas que los ejecutaban se desviaban de la línea recta y
marchaban de manera torcida u oblicua, de modo que etimológicamente prevaricaría el que
da traspiés, el que va por mal camino, es así, que citando a Ulpiano, señala Fontán
Balestra: “Prevaricar llaman los latinos a una manera especial de andar que tienen las
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personas cuyos huesos de las piernas son largos y al mismo tiempo torcidos; de modo que
al andar producen un curioso movimiento de balanceo, por el cual pueden inclinarse ya al
lado izquierdo ya al lado derecho mientras avanzan. Prevaricar significa caminar torcido,
inclinándose a uno u otro lado”[1] y la acción para Muñoz Conde es “dictar una sentencia o
resolución definitiva injusta y que el resultado solo debe tomarse para efectos de atenuar o
agravar responsabilidad penal. La injusticia de la resolución dictada es un elemento
normativo específico del tipo y ese concepto de injusticia es objetivo independiente de las
concepciones particulares”[2]; además, de tenerse presente que el término resolución, ha de
entenderse en sentido amplio como la decisión, manifestación de voluntad o determinación
con relevancia jurídica, que hace el agente con ocasión del ejercicio de su cargo.
En la legislación boliviana el delito de prevaricato se encuentra previsto en el art. 173 del CP
de la siguiente manera: “La Jueza o el Juez que en el ejercicio de sus funciones dictare
resoluciones manifiestamente contrarias a la Ley, será sancionado con privación de libertad
de cinco (5) a diez (10) años.

Si como resultado del prevaricato en proceso penal se condenare a una persona inocente,
se le impusiere pena más grave que la justificable o se aplicara ilegítimamente la detención
preventiva, la pena será agravada en un tercio al establecido en el párrafo anterior.

Los árbitros o amigables componedores o quien desempeñare funciones análogas de


decisión o resolución y que incurran en este delito, tendrán una pena privativa de libertad
de tres (3) a ocho (8) años.

Si se causare daño económico al Estado será agravada en un tercio.

La pena será agravada en dos tercios en los casos descritos precedentemente cuando se
trate de niñas, niños y adolescentes, conforme la normativa legal vigente”.

Respecto al sujeto activo puede constatarse que el tipo penal, equipara a la condición de
Jueza o Juez a aquellos sujetos que administran justicia en su condición de árbitros y
amigables componedores o quienes desempeñen funciones análogas, pues la condición de
árbitro por ejemplo se adquiere por acuerdo de partes o designación, de conformidad con la
legislación vigente entre la partes conforme a las reglas de constitución del tribunal arbitral,
siendo relevante que el sujeto activo ostente la segunda categoría en tal supuesto, tenga
facultades de orden resolutivo. Con base en lo expuesto, el delito admite en los órganos
colegiados, la co-autoría mas no la participación -complicidad y/o instigación- en sentido
estricto, toda vez que al ser un delito de consumación instantánea conforme se ampliará
más adelante y además de los denominados delitos especiales propios, únicamente el juez o
jueza o los nombrados en la norma sustantiva que concurran funcionalmente al dictado de
la resolución contraria a la ley y en el momento mismo de rubricar dicha resolución, puede
cometer el delito de Prevaricato.

En consecuencia, el autor del delito de Prevaricato es el firmante o los firmantes de la


resolución tratándose de tribunales colegiados en este último caso, de modo que el delito
también puede producirse en la emisión de resoluciones judiciales originadas en las
actuaciones de Tribunales integrados por dos o más miembros y si bien resulta razonable
que el ponente o relator tendría mayor responsabilidad en la comisión del ilícito al presentar
el proyecto de resolución, ello no exime de responsabilidad a los demás firmantes del fallo,
quedando únicamente exonerado quien hubiese emitido un voto disidente. En ese sentido,
Alonso Raúl Peña Cabrera Freyre, sostiene que: “(…) asumir la responsabilidad compartida
de los miembros del Colegiado no es el problema práctico real, sino la responsabilidad que
se puede contraer por parte de los Magistrados que, convencidos de la corrección de los
expuesto por el ponente de una sentencia, la suscriben sin objeción alguna. Exigir que
todos y cada uno de los Magistrados de una sala realicen la misma tarea respecto de la

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totalidad de las causas es exagerado. Pero también es inviable sostener que ha sido el
ponente quien ha `dictado sentencia´ pues lo impide el principio de legalidad”[3], añadiendo
lo siguiente: “En el caso, que uno de sus miembros emita un Voto Singular, apartándose del
sentido de la resolución que finalmente desencadena los efectos jurídicos, lo sustrae del
ámbito de protección de la norma, por ende su conducta es atípica”[4].

En cuanto al bien jurídico protegido, el delito de Prevaricato por su ubicación dentro de la


estructura del Código Penal Boliviano, tiene a la Función Judicial, pues como anota
Fernando Villamor Lucia, se halla incluido en el “grupo de delitos que atentan contra el
normal funcionamiento de la administración de justicia, en cuanto a la actividad judicial y a
la autoridad de la decisiones judiciales”[5], debiendo tenerse presente en consecuencia que
el delito de Prevaricato así definido protege el normal y correcto funcionamiento de la
administración de justicia, entendida ésta como una actividad que engloba ciertos principios
fundamentales como los de legalidad, independencia, imparcialidad e igualdad, sin soslayar
aquellos en los que se fundamenta en particular la jurisdicción ordinaria conforme el detalle
previsto por el art. 180.I de la Constitución Política del Estado, tutelando además el deber
de probidad en la función pública considerando que la conducta típica recae directamente
sobre la legalidad y veracidad de las resoluciones, sentencias, autos, providencias y
decisiones finales que se emitan en la sustanciación de una causa, debiendo tenerse
presente que todo lo que signifique menoscabo grave a la imparcialidad, transparencia y
eficacia de la administración de justicia, debe ser conjurado por el derecho penal a los fines
de su correcto funcionamiento, por ello se considera que el comportamiento prevaricador
involucra un gravísimo menoscabo a la confianza pública en el ejercicio de la potestad
judicial, siendo sancionados en la vía penal aquellos incumplimientos más graves de los
deberes jurisdiccionales de los jueces, como de aquellos que adoptan decisiones en su rol
de árbitros o amigables componedores o de quienes desempeñen funciones análogas de
decisión o resolución.

Como elementos objetivos del delito de prevaricato, se tiene el dictado de resoluciones en el


ejercicio de la función judicial, de árbitros o amigables componedores o funciones análogas
de decisión o resolución, manifiestamente contrarias a la ley, lo que significa que el sujeto
activo es especial, porque el hecho sólo puede ser cometido por un funcionario judicial o
quienes desarrollan las funciones descritas en el tercer parágrafo de la citada norma
sustantiva; y si bien en cuanto a los tipos de prevaricato, la doctrina reconoce “el
prevaricato de derecho” y el “prevaricato de hechos”, siendo que en el primer caso, el
sujeto activo del delito dicta la resolución contraria al texto expreso y claro de la ley o se
apoya en leyes supuestas o derogadas, y en el segundo caso debe entenderse que invoca
hechos falsos cuando ellos no existen exactamente, cuando no aparecen constando en los
autos que resuelve, debe enfatizarse que en el caso de Bolivia sólo se adopta
normativamente el primer supuesto.

En ese sentido, la acción realizada por el sujeto activo es el dictado de una resolución, de
modo que la acción típica consiste en dictar resoluciones contrarias a la ley que pueden
darse cuando se asume fundamentarse en una normativa que en realidad inobserva,
desatiende o no aplica quebrantando su legalidad, debiendo tenerse en cuenta que la
definición de injusto no sólo es aquello contrario al derecho positivo en términos de
cuestionable interpretación de normas, sino lo que se opone frontalmente a la ley y al
derecho de manera que resulta injustificable la aplicación hecha por el juez y conforme lo
estableciera la Corte Suprema de Colombia en el proceso 29382, a través del fallo de 18 de
junio de 2008 seguido contra un magistrado, para evaluar el comportamiento de un
imputado por el delito de prevaricato: “…no es de verificar si el funcionario aplicó o inaplicó
preceptos claros y expresos, sino de examinar si desconoció el claro sentido de una norma
que `por su claridad no podía ser interpretada en más de un sentido´, caso en el cual no
hay duda acerca de la configuración de un prevaricato…”; en ese sentido, debe tenerse

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presente que no es el yerro sino el abuso del derecho lo que se tipifica como delito, pues
siendo una realidad innegable que en el ejercicio de la función judicial, como cualquier
actividad humana el errar es también humano, no resulta razonable que el ordenamiento
jurídico por una parte exija del intérprete precisamente que dé sentido a la ley y por otra le
imponga una sanción por haberlo hecho.

Ampliando dichos criterios, debe señalarse que la resolución dictada debe ser
manifiestamente contraria a la ley; lo que implica, que la conducta no se adecuaría a dicho
elemento objetivo, cuando la resolución esté dentro de los márgenes de interpretación
razonables, pues tratándose de este delito debe considerarse que los alcances y la
interpretación de normas no están contemplados como elementos objetivos de este tipo
penal, es decir no son punibles, pues la doctrina y la jurisprudencia son acordes en cuanto a
que todo aquello que caiga dentro de los límites de la "interpretación de la ley", está fuera
de la figura del prevaricato, excluyéndose así la posibilidad de prevaricación sobre la base
de algún precepto insospechado de derecho, es decir, que cuando la ley no es clara, cuando
ella permite interpretaciones, salvo el caso evidente de malicia, el juez no prevaricaría al
aplicarla, criterio que fuera asumido por la extinta Corte Suprema de Justicia en la Sentencia
pronunciada en un Juicio de Responsabilidades (Caso 380/2009), seguido por el delito de
prevaricato, en el que dejó sentado lo siguiente: “Asumiendo estos criterios básicos,
conforme la descripción del tipo penal prevaricato previsto por el artículo 173 del Código
Penal, el juez prevarica cuando dicta un fallo manifiestamente contrario a la ley, o como
sostiene el autor Luís Carlos Pérez, el juez prevarica cuando existe una disparidad o
contradicción manifiesta entre la resolución y las normas de derecho aplicables en cada
caso.
En ese contexto, el análisis que debe realizar el juez parecería simple, pues estaría limitado
a que el juez que conoce la causa en su análisis determine el contenido exegético de la
disposición legal y su contradicción con la resolución que se impugna, este análisis
presupondría como lo señala el Profesor Manuel Jaén Vallejo, que la norma que se aplica es
una norma clara y terminante, que no requiere para su aplicación sino el mero conocimiento
de las palabras del texto legal, lo que en la actualidad es insostenible, pues como bien
aclara Bacigalupo, `El desarrollo de los conocimientos sobre el lenguaje ha puesto de
manifiesto que todas las palabras en mayor o menor medida son ambiguas, y ello explica
que el mismo texto permita, por regla, más de un entendimiento´. Otro destacado autor,
Karl Larenz, en su obra sobre metodología, se ha referido también a esa inevitable
ambigüedad de muchas normas, señalando que `la exacta significación de un texto legal
será siempre problemática, dado que el lenguaje ordinario, del que se vale la ley, no utiliza
conceptos precisamente definidos –a diferencia de lo que ocurre en la lógica matemática o
en el lenguaje científico-, sino expresiones más o menos flexibles, cuya posible significación
oscila dentro de una amplia banda y puede ser diferente según las circunstancias, su
vinculación con el objeto y el contexto del discurso´.
En la actualidad por lo tanto está fuera de toda duda la necesidad de las teorías jurídicas,
que son las que nos permiten conocer el alcance de la ley y, por lo tanto, su aplicación, por
lo que se puede afirmar que en la labor jurisdiccional no basta conocer el contenido
idiomático de las normas para que éstas puedan ser aplicadas. Es necesario interpretarlas, y
son las distintas teorías las que nos ofrecen esa información, permitiendo así la deseable
comprensión y racionalización en la aplicación de la ley penal (Bacigalupo. E, `La fuerza
vinculante de la jurisprudencia´).
Por lo tanto, en el análisis de la responsabilidad penal que se realice para establecer si un
juez ha cometido el delito de prevaricato, deberá determinarse si la aplicación de la ley no
es sostenible en ningún método jurídico de interpretación. Así el Tribunal Supremo Español
señala que el tipo objetivo del delito de prevaricación se da `cuando el juez toma decisiones
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que no pueden ser derivadas de la ley por ninguno de los métodos de interpretación de la
misma admitidos en la práctica judicial´.
Sobre la misma base la Sala Penal Tercera de la Corte Suprema de Costa Rica ha señalado
que: `Para el efecto sin embargo debe considerarse que la hermenéutica jurídica y los
indeterminismos del lenguaje plasmados en la ley, no sólo autorizan sino que obligan al
juez, a interpretar la ley en procura de una correcta aplicación del derecho, por lo que debe
tenerse presente siempre que no es el yerro sino el abuso del derecho lo que se tipifica
como delito, pues desde luego errare humanum est y por ello, no podría el ordenamiento
jurídico por una parte exigir del intérprete precisamente que dé sentido a la ley y por otra
castigarle por haberlo hecho´.
En consecuencia, puede concluirse señalando que en el tipo penal de prevaricato el
elemento objetivo se produce cuando la resolución no se encuentra dentro de las
opiniones que pueden ser jurídicamente defendibles. En otros términos, asumiendo
lo sostenido respecto a la interpretación, el abandono de la función judicial propia del
Estado de Derecho se da cuando la aplicación del Derecho se ha realizado desconociendo
los medios y métodos de la interpretación del Derecho aceptable en tal Estado de
Derecho”.
De modo que al analizarse la concurrencia de los elementos constitutivos del delito de
Prevaricato, debe considerarse que en el escenario de que exista un marco normativo con
varias opciones de interpretación, queda a criterio del operador judicial el enfoque aplicable
a cada caso, en particular el uso de la independencia de criterio consustancial a la actividad
jurisdiccional, por lo que debido a la situación creada, los jueces no están ante un escenario
normativo claro con una sola solución frente a los casos planteados. En tal sentido, ante la
existencia de una norma que pueda ser interpretada libremente por el juez, en atención a la
independencia en el criterio, no se configura el delito de Prevaricato, máxime si no existe
una interpretación única, que se podría dar mediante un precedente vinculante para poder
establecer la exigencia de un texto expreso y claro de la ley; lo que significa, que el delito
de Prevaricato exige que en la resolución emitida concurra una absoluta oposición y
contrariedad entre lo que se resuelve y lo que la ley declara, y en aquella resolución que
esté guiada por un criterio abiertamente contrario a cualquiera de las posibles
interpretaciones del derecho aplicable, de modo que ninguna decisión judicial que sea
conforme a alguna de las interpretaciones del derecho positivo podrá significar el delito de
Prevaricato, o en los términos señalados por el Tribunal Supremo español en la STS del 24
de junio de 1998, para calificar de injusta una resolución judicial considera que es necesaria
una flagrante ilegalidad, una resolución irracional, pudiendo proceder la injusticia de la falta
absoluta de competencia, por la inobservancia de esenciales normas de procedimiento o por
el propio contenido de la resolución, que suponga una contradicción del ordenamiento
jurídico, tan patente y manifiesta que pueda ser apreciada por cualquiera, esto es que
desde el punto de vista objetivo la resolución no se encuentre dentro de las opiniones que
pueden ser jurídicamente defendibles.

Respecto a los elementos subjetivos del tipo penal, Carlos Creus señala lo siguiente:
“Siendo el prevaricato una falsedad, como toda falsedad (…) tiene que conformarse con un
contenido subjetivo muy determinado: Solo incurre en falsedad el que sabe que invoca algo
falso; lo cual importa reconocer en el tipo -aunque la ley no lo contenga expresamente- un
verdadero elemento subjetivo cognoscitivo: el juez tiene que saber que resuelve contra lo
que dispone la ley que invoca como fundamento de su fallo o que los hechos o las
resoluciones fundamentadores no existieron o no existieron con el significado que él les
otorga; en el prevaricato, pues, a la contradicción objetiva entre lo declarado y lo que se
debió declarar, debe sumarse la contradicción entre lo declarado y lo conocido”[6].

Por lo referido, el Prevaricato, desde el punto de vista subjetivo es un delito esencialmente


doloso que requiere el conocimiento de que la manifestación de voluntad estatal emitida por
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el agente, es contraria ostensiblemente al ordenamiento legal o a alguno de sus preceptos


específicos; también exige la conducción voluntaria de su actuar en dirección a la plena
realización de dicha acción; en ese sentido, la doctrina y la jurisprudencia son unánimes en
exigir una oposición evidente, inequívoca y maliciosa entre la resolución y algún precepto
claro y definido de la Constitución o de la ley -supuesto previsto en la norma sustantiva
nacional-, no pudiendo en ningún caso, conforme se señalara anteriormente, surgir el delito
de la aplicación o interpretación de textos no explícitos hecha con recto propósito y con
ánimo de hacer justa aplicación de ellos en un caso en particular en vista de la equidad y la
justicia; es decir, no prevarica la autoridad judicial, que ante la oscuridad, silencio,
ineficiencia o ambigüedad de la ley, procede a interpretarla, sino cuando consciente del
papel que desempeña en la dictación del fallo inicuo y del carácter agraviante de la
conducta, conoce la antítesis existente entre lo que se reclama y lo que se decide, entre el
derecho invocado y el derecho resuelto, y así, sin atenerse a legalidad alguna y con
evidente mala fe, produce el fallo arbitrario, violando la ley con su resolución, debiendo
reiterarse que ninguna decisión judicial que sea conforme con alguna de las
interpretaciones posibles del derecho positivo podrá integrar el delito de prevaricación
judicial, pues el simple error en la interpretación y aplicación no es punible, pues faltaría el
dolo característico del delito.

En mérito a lo señalado y partiendo del criterio de que en el delito de Prevaricato, la


conducta es de carácter dolosa, lo que supone que el sujeto activo emite con conocimiento
y voluntad una resolución manifiestamente contraria a la ley, que se objetiviza cuando al
resolver el asunto la desatiende y eso resulta evidente en el fallo, supuesto en el cual el
legislador estimó se afecta el deber de probidad en la función judicial y decidió tipificarlo
como delito, debe enfatizarse que el análisis si la normativa utilizada en la resolución era la
correcta o no, ese es un tema del cual se ocupará el procedimiento ordinario respectivo, al
resultar notorio que cotidianamente en ejercicio del principio de impugnación previsto por el
art. 180.II de la Constitución Política del Estado (CPE), que se constituye a su vez en una
garantía judicial conforme lo determinan los arts. 8.2 inc. h) de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos y 14.5 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; las
partes procesales plantean impugnaciones en todo tipo de procesos judiciales en distintas
materias, donde cuestionan precisamente de la normativa aplicada por los juzgadores ya
sea en su corrección, interpretación, aplicación en el tiempo y espacio, entre otros posibles
escenarios, y no por ello, dichas autoridades jurisdiccionales, aún en el caso de ser acogidos
sus reclamos o cuestionamientos, son acusados y sentenciados por la comisión del delito
de Prevaricato, esto obedece a que una cosa es la inconformidad de la parte con lo resuelto
en la causa en la que impugna una resolución respecto a los hechos probados o la ley
aplicada y otra muy distinta, es cuando esa persona juzgadora dolosamente con
conocimiento y voluntad, pese a invocar una legislación, al resolver el asunto la desatiende
y eso resulta evidente en el fallo.

Por último, con relación a su consumación acudiendo a Carlos Creus: “El delito se consuma
con el dictado de la resolución, es decir, con la firma de la pieza escrita por parte del juez o
su pronunciamiento verbal si fue dictada en audiencia; no necesita alcanzar ejecutoriedad,
ni la punibilidad queda descartada por la circunstancia de que la resolución sea revocada o
anulada por otro juez o tribunal; mucho menos requiere que se haya producido algún
resultado dañoso”[7]; en ese sentido, el delito de Prevaricato es un delito formal, siendo el
acto consumativo la acción de dictar la resolución siendo indiferente el efecto logrado,
quedando consumado cuando en las condiciones del tipo se dicta la resolución, debiendo
enfatizarse que la revocatoria del acto manifiestamente ilegal por alguno de los medios
prescritos para tal efecto, no hace desaparecer la infracción y ni siquiera tiene idoneidad
como atenuante especial de punibilidad, tal circunstancia podría únicamente ser apreciada
en referencia a los principios de dosificación punitiva y atenuación genérica, de modo que
en su estructuración puramente objetiva, el delito no exige que el acto produzca o pueda
producir perjuicios a terceros, ni que de manera inmediata quebrante un particular interés
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jurídico, distinto de los relacionados con la administración pública, debiendo añadirse que a
los fines del delito nada importa que el acto producido por el sujeto activo, sea posible o no
de impugnación o que no esté ejecutoriado o que no se haya ejecutado o que el superior lo
haya revocado íntegramente e incluso, que el propio prevaricador lo anule de oficio.

En esa línea de análisis, el prevaricato es un delito instantáneo y la ilicitud de la acción


prevaricadora no desaparece ante la realidad de efectos ulteriores por bien intencionados
que estos aparezcan, aun cuando borren la arbitrariedad objetiva de la resolución contraria
a la ley o anulen legalmente sus efectos, siendo menester traer a colación que de acuerdo a
la doctrina jurisprudencial española contenida en la Sentencia del TS 2/1999 de 15 de
octubre, es irrelevante que otros jueces, relacionados con el proceso en que se comete la
prevaricación, no estimasen que ésta hubiera tenido lugar.

III.2. Con relación a las denuncias referidas al defecto de sentencia previsto en el art.
370.1) del CPP.

Los recurrentes Wilfredo Ramos Quispe y Freddy Gilberto Romay en el primer motivo
de sus recursos de casación denunciaron con relación al defecto previsto por el art. 370.1)
del CPP; el primero, que el Tribunal de alzada respecto a la denuncia de errónea aplicación
de la ley por falta de elementos constitutivos del delito de Prevaricato, no respondió a los
argumentos que esgrimió en apelación y sólo se remitió al Auto de Vista que se pronunció
respecto al citado defecto; y, el segundo imputado, que ante el mismo defecto, la Sala de
apelación no se circunscribió a los fundamentos de la apelación, sino hizo una colección de
alegatos sobre la prueba y la fundamentación, menos sobre el objeto de su recurso.

En ese ámbito a su turno invocan el Auto Supremo 411 de 20 de octubre de 2006,


emitido en un proceso penal seguido por el delito de Malversación y Peculado, por el cual
este Tribunal constató que el Tribunal de alzada no sometió su criterio a las normas legales
adjetivas aplicables, al no haber emitido una resolución conforme las normas previstas, ante
el incumplimiento de los arts. 124 y 398 del CPP, en vulneración al debido proceso y al
derecho a la defensa, garantizado por los arts. 16.2) Constitucional y 169.3) del CPP,
constituyéndose por tanto, el Auto de Vista recurrido en una resolución arbitraria,
emitiéndose la siguiente doctrina legal aplicable: “Al no haberse pronunciado el tribunal a
quo sobre todos los motivos en los que se fundaron el recurso de apelación restringida
deducido por el procesado, sin que del conjunto del Auto de Vista pueda inferirse una
respuesta fáctica a los mismos, hace evidente un vicio de incongruencia omisiva (citra petita
o ex silentio), y en consecuencia la infracción del principio tantum devolutum quantum
apellatum, y al deber de fundamentación.
Esta actividad se constituye en vicio absoluto que atenta contra al derecho a la defensa y al
debido proceso, debiendo la autoridad jurisdiccional dictar sus resoluciones respondiendo
efectivamente a las cuestiones plateadas por los recurrentes, cuya omisión constituye un
defecto de la resolución que no puede convalidarse, correspondiendo en consecuencia dejar
sin efecto el fallo recurrido de casación”.
Así también se invoca en este motivo, el Auto Supremo 123/2015-RRC de 24 de
febrero, pronunciado en una causa tramitada por el delito de Violación Niño, Niña o
Adolescente, en la que se advirtió en casación, que el Tribunal de alzada al pronunciar el
Auto de Vista impugnado, incurrió en el vicio de incongruencia omisiva ( - ex silentio infra
petita), en inobservancia de las exigencias contenidas en los arts. 124 y 398 del CPP,
quebrantando de esa forma los derechos al recurso, defensa y tutela judicial efectiva, así
como al debido proceso, establecidos en los arts. 115 y 119.I de la CPE, por lo que
previamente este Tribunal sentó criterios jurisprudenciales con relación a la obligación de
los Tribunales de impugnación de circunscribir sus pronunciamientos a las cuestiones
planteadas, así como al principio de congruencia y su aplicación en el sistema procesal
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penal vigente, entendido como la concordancia o correspondencia que debe existir entre la
petición formulada por las partes y la decisión que sobre ella tome el juez o tribunal, siendo
que dicho principio se configura en dos modalidades: a) La primera, conocida
como congruencia interna, que obliga a expresar de forma coherente todos los
argumentos considerativos entre sí y de éstos con la parte resolutiva, y; b) La segunda,
conocida como congruencia externa, relativa a la exigencia de correspondencia o
armonía entre la pretensión u objeto del proceso y la decisión judicial. Este tipo de
congruencia queda afectado en los siguientes supuestos: 1) La incongruencia omisiva o ex
silentio
, que se presenta cuando el órgano jurisdiccional omite contestar alguna de las
pretensiones sometidas a su consideración por las partes; 2) La incongruencia por exceso
oextra petita petitum
( ), se produce cuando el pronunciamiento judicial excede las peticiones
realizadas por el recurrente, incluyendo temas no demandados o denunciados, impidiendo a
las partes la posibilidad de efectuar las alegaciones pertinentes en defensa de sus intereses
relacionados con lo decidido; 3) La incongruencia por error, que se da cuando en una sola
resolución se incurre en las dos anteriores clases de incongruencia, entendiéndose por
tanto, que el órgano judicial, por cualquier tipo de error sufrido, no resuelve sobre los
motivos del recurso, sino que equivocadamente lo hace sobre aspectos totalmente ajenos a
los planteados, dejando sin respuesta las pretensiones del recurrente.

Al evidenciarse que los precedentes invocados se generan en situaciones de hecho similares


a la planteada en ambos recursos de casación, en sentido de que el Tribunal de alzada no
hubiese respondido a los argumentos esgrimidos en apelación y no se circunscribió a sus
fundamentos, se pasa a efectuar la labor de contraste, por lo que en principio es necesario
señalar que el imputado Wilfredo Ramos Quispe en su primer motivo de apelación
denunció la existencia de error in iudicando
a tiempo de dictarse la Sentencia por la falta de
los elementos constitutivos del tipo penal de Prevaricato con base al defecto de sentencia
previsto en el art. 370 inc. 1) del CPP, argumentando que fue condenado por el delito de
Prevaricato, relievando a partir de la descripción del tipo y de sus elementos constitutivos
como el tipo subjetivo y objetivo, que la diferencia de criterio o error de una resolución no
es motivo suficiente para estimar que se está frente al citado delito ya que era necesario
que se resuelva dolosamente contra la ley y que en el caso, al emitirse el Auto de Vista
054/2012, que revocó la Sentencia y en el fondo declaró probada la demanda de
Usucapión, sólo respondió a criterios de razonabilidad de la acción como administrador de
justicia, pues tenía la obligación de pronunciarse respecto a los agravios expresados por los
apelantes de acuerdo al art. 236 del CPC, por lo que emitió la resolución sin vulnerar norma
procesal o sustantiva, pues si no se pronunciaba podía dictar una resolución infra o ultra
petita , incumpliendo deberes de comisión por omisión, de modo que no actuó al margen a
la ley, menos vulneró norma procesal alguna y consiguientemente no cometió delito alguno.
Agregó que no debía confundirse con una resolución que podía contener error debido a la
falibilidad humana, pues para ese hecho el legislador impuso el instituto del error in
iudicando in procedendo,
e aspectos que no constituían delito de Prevaricato, a tiempo de
enfatizar con relación a la revocatoria del fallo, que evidenció que el juez de la causa obvió
valorar algunas pruebas producidas, siendo menester que los Vocales velen que el juicio se
lleve sin vicios de nulidad, por ello se valoró esas pruebas y se dictó resolución dentro del
marco previsto por el art. 237 del CPC, quedando demostrado que se resolvió el recurso
dentro de los parámetros establecidos por ley, a tiempo de invocar el art. 90 del CPC.

Por su parte, el imputado Freddy Gilberto Romay en el primer motivo de apelación


denunció la errónea aplicación de la ley sustantiva de acuerdo al art. 370 inc. 1) del CPP,
denunciando la inobservancia al principio de taxatividad de la norma penal, en el contexto
del hecho en análisis, porque de ningún modo se demostró que hubiera dictado
resoluciones manifiestamente contrarias a la ley, pues el Tribunal de Sentencia al emitir el
fallo se apartó ostensiblemente de ese principio general del derecho penal, correspondiendo
anular parcialmente el fallo ante la evidente ausencia de un elemento objetivo del tipo penal
vinculado a la acción positiva de dictar resoluciones manifiestamente contrarias a la ley,
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elemento sustancial del tipo penal de Prevaricato, argumentando que el tipo penal requiere
la demostración suficiente de que el sujeto activo emitió resoluciones manifiestamente
contrarias a la ley, que para sustentar la concurrencia del principal elemento constitutivo del
tipo penal las conclusiones arribadas eran erradas, porque el Tribunal simplemente se limitó
a afirmar y resumir los argumentos de los acusadores y de ninguna manera sustentó o
argumentó respecto de la resolución que en teoría sería manifiestamente contraria a la ley,
que según el tribunal al haberse emitido un auto que posteriormente fue anulado, se
traduciría en un delito de comisión instantánea, lo que evidenciaba la errónea aplicación e
interpretación de la ley sustantiva.

Añadió que debía tomarse en cuenta si la resolución fue manifiestamente contraria a ley,
pero la sentencia no estableció en ninguna de sus partes la fundamentación de dicha
ilegalidad, se limitó a establecer cuáles eran las reglas de la acción de Usucapión y afirmó
erróneamente que el delito de Prevaricato era instantáneo, consumándose al momento de
dictarse la resolución con independencia de que haya causado daño o sea susceptible de
recurso, afirmación que el imputado apelante alegó constituía una aberración jurídica
porque no era concebible que toda resolución emitida por autoridad competente sea
considerada ilegal, citando el efecto el art. 180 de la CPE que establece el derecho a recurrir
que garantiza la seguridad jurídica, lo que no implica que toda resolución que sea revocada
sea ilegal.

Añadió que no se realizó el ejercicio de establecer si el Auto de vista fue manifiestamente


contrario a la ley y cuál ley vinculada a la conducta objetiva de emitir una resolución a
sabiendas de ser ilegal y además demostrable tangiblemente lo supuestamente reñido con
la ley, reclamando la falta de fundamentación a tiempo de acusar la inexistencia de la
demostración objetiva de la concurrencia de ese elemento constitutivo del tipo penal, de
modo que al haberse consentido simple y llanamente que concurrían todos los elementos
objetivos del tipo penal simplemente por haberse emitido un Auto de Vista que fue anulado
por un Auto Supremo, se incurrió en evidente y manifiesta errónea aplicación de la ley
sustantiva contenida en el art. 173 del CP, pues debía considerarse que ante la interposición
del recurso de casación, todo el proceso fue anulado hasta el Auto de admisión,
jurídicamente todo lo obrado dejó de existir, no nació a la vida jurídica, en tal antecedente
el Auto de Vista no generó efecto ni consecuencia legal menos adquirió calidad de cosa
juzgada, generó un efecto extintivo, retrotrayendo el proceso hasta el vicio más antiguo y
sin tomarse en cuenta ese extremo se forzó la interpretación, argumentando que el delito
fue consumado a tiempo de emitirse la resolución, sin establecer las consecuencias jurídicas
de los actos del propio proceso.

En cuanto a la inconcurrencia del elemento subjetivo del tipo penal de Prevaricato, el


imputado señaló que la sentencia no ingresó a analizar la concurrencia del elemento dolo
directo o lo que la doctrina denomina criterios de imputación objetiva, que en el caso del
delito de Prevaricato, debe tenerse acreditada la intención de emitirse una resolución
manifiestamente contraria a la ley y en el caso quedó claro que no buscó ni obtuvo
beneficio con la emisión del Auto de Vista ya que el Vocal relator fue Wilfredo Ramos
Quispe y el Presidente de la Sala Pastor Ismael Molina Quintana y su persona sólo suscribió
el Auto en calidad de Vocal, es decir no tenía el control objetivo de la redacción de la
resolución contraria a la ley; consecuentemente, no se demostró el dolo, lo que no
fundamentó el Tribunal. En referencia al elemento dolo y sus componentes elementos
cognoscitivo y volitivo, argumentó que el delito de Prevaricato sólo admite el dolo directo de
acuerdo al Auto Supremo 018/2014 de 24 de abril, que no se menciona que tipo de dolo se
aplicaría en su caso, pues como se tiene demostrado no tenía ningún interés en beneficiar a
nadie con la emisión del Auto de Vista, porque no tenía el dominio o control para hacerlo,
por no ser Vocal relator ni Presidente de la Sala.

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Por último, argumentó que en el marco del art. 14 del CPP, para que exista la acción penal
debe existir el delito y para que exista el delito debe estar calificado como tal por la ley
penal antes de la comisión del hecho y para que exista hecho delictivo éste debe reunir
todos y cada uno de los elementos que lo constituyen, pues la falta de uno hace atípica
cualquier conducta, habiéndose aplicado erróneamente el tipo penal de prevaricato al no
concurrir el elemento subjetivo dolo directo por lo que correspondía absolverle.

Por otra parte, esta Sala advierte del contenido del Auto de Vista impugnado, que el
Tribunal de alzada al resolver el recurso de apelación restringida de Pastor Ismael Molina
Quintana, específicamente en cuanto a la denuncia de errónea aplicación de la ley
sustantiva de acuerdo al 370 mc. 1) del CPP, destacó que ella se refería a los siguientes
aspectos: a) Inobservancia o errónea aplicación de la ley sustantiva por falta de los
elementos constitutivos del tipo penal de Prevaricato; y, b) Errónea aplicación de ley
sustantiva, dejando constancia que los recursos de apelación de Pastor Ismael Molina,
Wilfredo Ramos y Freddy Romay, no eran incompatibles por lo que fueron objeto de análisis
en ese punto, además de aclarar qué las puntualizaciones que correspondía realizar sobre
algunas particularidades concretas de los recursos que no hubieran sido absueltas en ese
punto, serían tratadas en los puntos pertinentes de los recursos de los últimos nombrados.

Efectuada esa aclaración, el Tribunal de alzada respondió los cuestionamientos a la


sentencia con relación al defecto previsto en el art. 370.1) del CPP, expresando como
marco para el análisis jurídico lo siguiente: “(...) debe tenerse en cuenta que la labor de
subsunción, es una labor lógica del aplicador, para determinar si el hecho específico legal, o
la consecuencia jurídica establecida por la norma coincide o difiere, consecuentemente, lo
que debe hacer el juzgador es encuadrar el hecho específico concreto en el hecho especifico
legal. Por tal razón, toda sentencia condenatoria se compone de dos operaciones, sin
perjuicio de que las mismas se descompongan en otras varias. Una primera operación se
concentra en determinar el hecho probado, y la segunda, una vez conocido el hecho se
ocupa de la labor de subsunción del hecho en alguno o algunos preceptos penales. A la
primera se la llama juicio histórico o fundamentación fáctica y la segunda es conocida como
juicio jurídico o fundamentación jurídica y ambas deben gozar de una adecuada
fundamentación. Esta exigencia de la motivación tiene un fundamento de carácter
constitucional y permite que la sentencia se justifique objetivamente; además, de
exteriorizar una ineludible convicción judicial. Esto implica que la sentencia ha de ser
racional, de manera que la convicción del juez no puede basarse en la intuición o sospecha,
sino que el mismo debe proceder de la prueba practicada en el juicio. Solo una convicción
derivada de la prueba es atendible, por lo que cualquier otra convicción que procede de un
motivo ajeno no es adecuada al razonamiento judicial y es pura arbitrariedad, por lo que la
motivación sirve de control para evitar que se dicten las sentencias basadas únicamente en
certidumbres subjetivas del juez, pero carentes de todo sustento probatorio. En cuanto al
control de la subsunción jurídica, corresponde precisar que la exteriorización del
razonamiento efectuado por el juez o tribunal de sentencia, permite su control al tribunal de
apelación, por ello la motivación de la sentencia debe reflejar el razonamiento encaminado
a la aplicación de la norma general al caso juzgado, trasladando la valoración genérica que
el legislador ha expresado en la norma general a un supuesto de hecho concreto. La
legitimidad de este procedimiento depende de la corrección con la que se haya inferido la
decisión jurídica"(...); en esa línea, también se tiene que "la subsunción de hechos en el
precepto de una norma es lo que conocemos como su calificación jurídica. Sobre el
particular, la doctrina española ha señalado que una vez establecido el marco factico, el
órgano judicial pasará a realizar el juicio jurídico, es decir, a determinar si los hechos tienen
o no calificación posible desde el punto de vista penal. En esa operación el juzgador no
tiene ninguna limitación, pudiendo calificar de modo distinto a como se hizo en la acusación,
siempre que lo haga exclusivamente sobre los hechos objeto de la acusación y no se
vulnere el derecho a la defensa; o incluso considerar que no constituye delito" (Esquiaga
Ganuzas, Francisco. lura novit curia y aplicación judicial del derecho. Lex Nova, 2000).
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En cuanto al delito de Prevaricato, señaló que su descripción constituye el molde legal, al


que debe subsumirse un conducta para que pueda calificarse como prevaricadora en la
dimensión objetiva del tipo, sobre ese delito el Tribunal Constitucional a tiempo de resolver
un recurso de inconstitucionalidad respeto al art. 131 de la Ley 2028, en relación al delito
de Prevaricato, expresó lo siguiente: "si la labor del juez no se ajusta al marco legal
establecido en el país, y llegare a dictar resoluciones manifiestamente contrarias a la ley,
puede ser pasible de un proceso por el delito de prevaricato tipificado en el art. 173 del
Código Penal, sin que para ello sea necesaria la amenaza a través de una norma legal"
(Cfr.S.C.0045/2007).

Respecto a los elementos que configuran el tipo objetivo, el Tribunal de alzada destacó que
sobre la conducta se exigía una acción positiva, dictar, pronunciar una resolución y que esa
sea manifiestamente contraria a la ley, parámetros que determinan que el objeto material
del tipo penal de prevaricato viene a configurarla la resolución emitida, en el caso el Auto de
Vista y que el objeto jurídico viene a ser la administración de justicia, además que el
momento consumativo se configura cuando se pronuncia o se dicta la resolución momento
desde el cual el sujeto activo ya no tiene el control de la situación; en consecuencia, el
delito de Prevaricato se determina también como un delito de mera actividad por lo que no
se exige un resultado.

Sobre el elemento "manifiestamente", asumió que implica determinar valorativamente que


la resolución emitida sea notoria, visible, palpable, ostensible, patente en cuanto a lo que
expresa o determina respecto a lo que faculta o prohíbe realizar determinada norma legal,
lo que podrá advertirse por una simple comparación entre la ley con lo expresado en la
resolución, la cual debe demostrar incuestionablemente la ilegalidad de la resolución, lo que
requiere determinar la existencia objetiva de un texto notoriamente contrario a lo ordenado,
autorizado o prohibido por la ley aplicable al caso concreto, para luego destacar el siguiente
fragmento de la doctrina: "..Respecto a que el pronunciamiento sea manifiestamente
contrario a la ley, esto es, no basta que la providencia sea ilegal (por razones sustanciales,
de procedimiento o de competencia), sino que la disparidad del acto respecto de la
comprensión de los textos o enunciados (contentivos del derecho positivo llamado a
imperar)`no admite justificación razonable alguna"; así también que ”La conceptualización
de la contrariedad manifiesta de la resolución con la ley hace relación entonces a las
decisiones que sin ninguna reflexión o con ellas ofrecen conclusiones opuestas a lo que
muestran las pruebas o al derecho bajo el cual debe resolverse el asunto, de tal suerte que
el reconocimiento que se haga resulta arbitrario...".

En la dimensión valorativa, prosiguió señalando la Sala de apelación que el tipo en cuestión


requiere que se lesione o amenace con lesionar el bien jurídico tutelado, que en este caso
es la función judicial, conforme la sistematización del CP y que en su dimensión subjetiva el
tipo para su encuadre, requiere que se acredite que se actuó con dolo, porque de
determinarse que se actuó con culpa sea consciente o inconsciente no se sanciona el hecho
por prescripción del art 13 quater.
del CP.

Sobre el dolo, previa transcripción del art. 14 del CP, señaló que de lo normado se entendía
que el dolo es conocimiento y voluntad de realizar el hecho típico, que es suficiente que el
sujeto solamente conozca que realiza el tipo objetivo y no la antijuricidad, lo que implica
que los elementos conocimiento (que debe ser actual y no potencial) y voluntad (que no
quiere decir deseo) van dirigidos al tipo objetivo, por lo que desde esa perspectiva el
concepto que se maneja en el sistema penal vigente es la de un dolo neutro, opuesto al
dolo malo que exige no solamente conocer y querer, sino saber que lo que se hace es
antijurídico.

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En consecuencia, en el criterio asumido por la Sala de apelación, de acuerdo a esos


parámetros, para determinar la concurrencia del dolo, bastara establecer que el sujeto
considere posible su realización y acepte esa posibilidad conforme la descripción del art. 14
del CP que se encuentra sustentado expresamente en el sistema penal por la teoría del
consentimiento (Aceptar), categoría incursa como un límite correlativo a las formas
subjetivas culposas que contiene el art. 15 del CP encontrándose normado en el sistema
penal como dolo eventual, sin que implique desconocer de acuerdo a la naturaleza y
estructura de los diferentes tipos penales que se exija el dolo directo, o dolo de
consecuencia necesaria, como por ejemplo en los tipos penales en los que el legislador ha
incluido elementos subjetivos como en el delito de Estafa cuando indica "el que con la
intención de obtener un beneficio", elementos que hacen parte de la faceta subjetiva del
tipo lo que no ocurre con el Prevaricato.

Respecto a la culpabilidad y de acuerdo al art. 13 del CP, puntualizó que como elemento del
delito implica un concepto normativo, lo que significa que culpabilidad es igual a
reprochabilidad, contiene una idea básica la reprochabilidad, respecto a la libertad del
sujeto de poder escoger cómo comportarse (le era exigible comportarse de otra manera),
reproche reservado para determinar la culpabilidad, lo que implica emitir un juicio de valor
objetivo fundado en una norma y sobre su clasificación de acuerdo a lo descrito por el tipo
desde el punto de vista del sujeto activo el mencionado tipo penal, se cataloga como
especial (Intranios) y propio.

Posteriormente y en el análisis mismo de la problemática planteada en apelación, el


Tribunal de alzada precisó que correspondía determinar si la resolución que declaró
procedente la demanda de Usucapión determinando otorgar en propiedad los predios
demandados se configuraba como manifiestamente contraria a la ley; de ese modo y previa
precisión de los hechos acusados de acuerdo a la acusación fiscal y a los hechos
determinados como probados en la sentencia, la Sala de apelación ingresó al análisis
señalando inicialmente y previa glosa del art. 173 del CP, que el defecto denunciado se
generaría porque no concurrían o no existían los elementos objetivos del tipo penal de
prevaricato, es decir que la resolución emitida no podía determinarse como manifiestamente
contraria a la ley, porque no se examinó la resolución emitida, no existía prueba, no
constituía delito, no existía el elemento objetivo y no se acreditó el dolo, porque la
fundamentación era insuficiente, destacando la siguiente consideración respecto al delito de
prevaricato: "la ley nos refiere a resoluciones que contienen interpretaciones contrarias a la
aplicabilidad, sentido y alcance de un texto constitucional o legal examinadas a la luz de las
reglas de una sintaxis y semántica correctas, que para que haya prevaricato, no basta una
interpretación errónea se requiere dolo, es decir la consciencia clara en el agente de que la
versión hermenéutica postulada es ajena o directamente opuesta al sentido y/o alcance del
texto interpretado...", añadiendo el siguiente criterio extractado de la jurisprudencia
comparada: "..La jurisprudencia de la Corte, a propósito del tema, ha sido copiosa en
señalar que cuando se imputa a un funcionario el delito de prevaricato, no es necesario
examinar si la interpretación dada por él a las normas que le sirvieron de sustento a sus
proveídos fueron o no correctamente aplicadas desde el punto de vista de la certeza
jurídica, pues lo que hay que indagar es si el funcionario emite providencias cuya ilegalidad
es manifiesta, o si conculca arbitrariamente el derecho ajeno, o si mañosamente hace decir
a la ley lo que ella no expresa; asimismo, que si el sentido literal de la norma y la específica
finalidad de un texto legal no son suficientemente claros, mientras éste es complejo, o por
su confusa redacción admite interpretaciones discordantes, no es posible hablar de un
comportamiento manifiestamente ilegal; no basta una interpretación normativa diversa de
la predominante para concluir que se está frente al delito; y no constituye prevaricato la
interpretación desafortunada de las normas ni el desacierto de una determinación, pues el
delito implica la existencia objetiva de un texto abiertamente opuesto a lo ordenado o
autorizado por la ley".

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Prosiguió expresando que de acuerdo a la acusación, las normas que hubieran sido
contrariadas manifiestamente con el Auto de Vista fueron el art. 138 del Código Civil
(Usucapión decenal) que tiene normado: “La propiedad de un bien inmueble se adquiere
también por sólo la posesión continuada durante diez años"; y, el art. 339-II de la CPE, que
tiene establecido: "los bienes de patrimonio del Estado y de las entidades públicas
constituyen propiedad del pueblo boliviano inviolable, imprescriptible, inembargable,
imprescriptible e inexpropiable y que no podrán ser en provecho particular alguno.."; lo que
implica, que para vulnerar lo autorizado o prohibido por las mencionadas normas de manera
manifiesta, la resolución emitida debería otorgar el derecho propietario sobre los bienes
demandados injustificadamente, lo cual además debería advertirse a simple vista.

En ese sentido, estableció que del cuadro fáctico acreditado en la sentencia, en lo relevante
se tenía que: "..el Auto de Vista N° 054/2012 en su parte resolutiva declara probada en
todas sus partes la demanda de Usucapión, con Determinación de Superficies, Colindancias
y Matriculación en Derechos Reales REVOCADO la Sentencia (que declaró improbada la
demanda de Usucapión) dictada por el Juez de Partido Cuarto en lo Civil, provocando que el
Juez A quo en estricto cumplimiento del mismo, dispuso se libre la ejecutorial ante la oficina
de Derechos Reales, la matriculación de los terrenos en Derechos Reales y la Minuta de
Disposición Judicial ante el Notario de Fe Pública, entre ellos, de Puca Puca, denominativo
utilizado por los demandantes del proceso de usucapión referido y era conocido como lslaón
Punta Cuchu, Islabonerías, Punta Pampa Cuchuó Patha Khasa, donde se halla la Unidad
Educativa Evo Morales Aymay había otros asentamientos, estaba ocupado por terceras
personas y en el predio Vila Paloma se encontraba el dique de colas y también había
superposición con otros predios y en el Calvario se encontraría la zona de Laguna Pampa.

Que la Usucapión Decenal o Extraordinaria, junto con la determinación de superficies y


colindancias, también demandadas, resulta totalmente contradictoria, debido a que quién
pretende a usucapión de cualquier terreno, conoce de manera exacta la superficie que
posee, así como sus colindancias y demás datos que no pueden ser averiguados dentro de
un proceso de usucapión...”

Añadiendo que esa plataforma fáctica sustento de la sentencia relacionada con los hechos
contenidos en la acusación en la que se sostuvo respecto a la forma comisiva que: 'la
resolución de la forma resuelta fundamentando en el Auto de Vista que se tenía una
posesión presente pacífica, continua durante 10 años", al declarar probada la demanda de
Usucapión respecto a los bienes inmuebles demandados en extensiones que no fueron
precisadas, dentro de las cuales se tenían asentamientos notorios, zonas urbanizadas, un
dique de colas, inmuebles particulares habitados, una Unidad Educativa, todos en posesión
o dominio evidente, notorio, visible por parte del Municipio, personas particulares, de los
que salió en defensa el Municipio generando la nulidad y conforme se concreta en la
acusación, "no correspondía establecer la Usucapión a Favor de Juana Talavera Al¡y otros...
debió ser confirmada la sentencia porque no se cumple por los arts. 87, 88, 138, 1492, del
C.C., por ello esa resolución es manifiestamente contraria la ley..", permitía advertir que la
conducta de los acusados se subsumió al tipo penal en análisis en la dimensión objetiva al
emitir el Auto de Vista.

Por otra parte, el Tribunal de alzada señaló que la sentencia apelada respecto de los hechos
determinados como probados, en respaldo del criterio de un autor sobre la Usucapión
decenal, prevista en el art 138 del C.C., norma legal que contiene presupuestos para hacer
procedente una demanda de esa naturaleza y los efectos que genera entre partes y
terceros una vez otorgado el título de propiedad y registrado en DDRR., en referencia a los
argumentos de las partes relativos a la nulidad generada por el Auto Supremo que anuló el
proceso y dejó sin efecto el Auto de Vista y en la secuencia el registro en DDRR quedando
sin efecto todo lo obrado, estableció que "se trata de una delito instantáneo, que no
requiere un resultado, que solamente requiere dictar una resolución contraria a la ley, que
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se materializa solamente con la dictación del Auto de Vista, no habiendo sido necesario
realizar los otros aspectos mencionados anteriormente (Se entiende Ejecutoriar el Auto de
Vista, ordenar la emisión de Minutas, el registro en DD.RR., que se formule casación por
parte de alguien legitimado como afectado) por el carácter instantáneo del delito ya que en
nada influye el haber sido revocado el Auto de Vista en la instancia superior, siendo doloso
que está constituido no solamente por el conocimiento que tiene el juzgador sino por su
propio conocimiento y la voluntad de obrar en contra de ellas, no eximiéndoles de
responsabilidad lo manifestado por los mismos"; determinando en la secuencia el Tribunal
de Sentencia que "..al haber revocado la sentencia dictada en primera instancia mediante el
Auto de Vista conforme lo expuesto...y no observaron el art 131 de la ley 2028 vigente en
ese momento, han subsumido su conducta en el delito de prevaricato descrito en el art 173
del CP."; toda esa concreción correlativa a lo mencionado y de acuerdo a los parámetros
teóricos, legales, la base fáctica concretada en la sentencia permitía constatar que se
subsumió los hechos en derecho, cuando además el Tribunal de Sentencia concluyó
indicando que los elementos del delito, la conducta típica antijurídica y culpable se dieron
en el presente caso sin ser enervados por la parte imputada, dejando entrever también un
juicio de reproche (culpabilidad), cuando se citó también normativa que rige la actividad
jurisdiccional que no fue observada.

En lo que concierne a la parte subjetiva del tipo, el dolo; conforme la noción y parámetros
citados al respecto, refirió el Tribunal de alzada que de acuerdo a la Sentencia, el elemento
dolo fue determinado y fundamentado indicando “..que el delito es instantáneo, con
independencia si causo daño o sea susceptible de recurso y la revocatoria en una instancia
superior nada significa para la configuración del delito siendo doloso, que esta constituido
no solamente por el conocimiento que tiene el juzgador de los hechos sometidos a su
jurisdicción sino también por su propio conocimiento y la voluntad de obrar en contra de
ellas, no eximiéndoles de responsabilidad lo manifestado por los mismos..", advirtiéndose en
criterio de la Sala de apelación que se consideró en esa labor los conocimientos especiales
de los acusados y los de una persona promedio conociendo los hechos sobre los que se
tenían que pronunciar en el momento de realizarse la acción de emitir la resolución, lo que
el Tribunal de Sentencia advirtió de acuerdo a los elementos extraídos y los criterios y
posición de los recurrentes cuando mencionó "que lo expresado por los acusados no
desvirtúa la acusación", que en lo relevante de acuerdo a los hechos establecidos que
fundamentan la sentencia "niegan que cometieron el delito, que se generó daño, que la H.
Alcaldía, Consejo, Gobernación no son víctimas, que el proceso fue anulado, que no existe
la resolución como efecto de la nulidad, que el Auto supremo no les responsabilizó”, sin que
se advierta el defecto denunciado por los recurrentes.

En cuanto a los argumentos del recurso de Wilfredo Ramos Quispe, el Tribunal de alzada
señaló que los fundamentos esgrimidos que advirtieron que no demostrarían que su
conducta caracterizada de esa forma se subsuma en el tipo penal incurso en el art. 173 del
CP, no son los que se consideraron y determinaron como base fáctica de la sentencia
impugnada para la subsunción de los hechos en derecho, menos se le acusó por
simplemente revocar una resolución, siendo lo alegado una perspectiva de parte que no
demostraba la concurrencia del defecto de sentencia denunciado; en lo demás, respecto a
los elementos constitutivos del tipo penal, el recurrente debía remitirse al primer motivo
resuelto por el Auto de Vista.

Y con referencia al recurso de Freddy Gilberto Romay, expresó que de acuerdo a los
alegatos del recurso sobre el defecto de sentencia incurso en el art. 370 inc. 1) del CPP, al
margen de la ausencia de tipicidad objetiva y subjetiva y la fundamentación jurídica
respecto a uno de los elementos del delito conforme se tenía concretado en el primer
motivo analizado en el Auto de Vista impugando, donde se consideró el análisis de los
motivos de impugnación respecto al defecto de sentencia como causal alegada con base en
el art 370 inc. 1) del CPP, una cuestión que correspondía absolver como una particularidad
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era la inexistencia del elemento objetivo del tipo penal de Prevaricato por efecto de la
nulidad; sobre ese particular, la Sala de apelación señaló que el Tribunal de sentencia de
acuerdo a la dinámica adoptada en cuanto a la valoración de la prueba, pareció haber
asumido ese criterio de que la resolución objeto del tipo no existía como acto o hecho
jurídico, no obstante, ese hecho no impidió demostrar el hecho objeto del juicio que se
hubiera emitido una resolución manifiestamente contraria a la ley con base en indicios
(elementos materiales) reconstruyendo el juicio histórico (el proceso de usucapión donde se
hubiera emitido la resolución cuestionada), sobre el cual determinó la calificación jurídica,
cuyas consideraciones como las que se cuestionó de aberrante como el momento
consumativo, los efectos de la revocatoria y la ausencia de perjuicio, que no era un
elemento que configure el tipo en su dimensión objetiva de acuerdo a la descripción del tipo
que es taxativa, no demostraban el defecto de sentencia denunciado y una revocatoria o
nulidad por un tribunal jerárquico no operaba automáticamente como causas de
justificación, exculpante, etc. y no implicaba que ante la inexistencia del objeto material del
delito no se pueda demostrar que el hecho histórico existió y ocurrió de la forma como se
afirmó; en consecuencia, lo alegado no demostraba el defecto de sentencia denunciado.

En cuanto a la denuncia de inconcurrencia del elemento subjetivo del tipo penal de


Prevaricato, el Tribunal de alzada reiteró que los tres recursos por no ser incompatibles
fueron objeto de análisis, y sobre el elemento subjetivo y su inconcurrencia se tenía
asumida una explicación a la cual debía remitirse el recurrente.

Ahora bien, identificados como se encuentran los precedentes contradictorios, la doctrina


legal aplicable contenida en ellos, así como los antecedentes procesales consistentes en los
argumentos alegados por los dos imputados al amparo del defecto previsto en el art. 370.1)
del CPP y la respuesta brindada por el Tribunal de alzada, es necesario referir de manera
inicial a la posibilidad razonable y entendible de que la Sala de apelación a tiempo de emitir
su resolución pueda por razones metodológicas agrupar los motivos alegados en los
distintos recursos de apelación restringida que pudieran plantearse en la sustanciación de
una causa, cuidando claro está que todos los planteamientos sean analizados y merezcan
una respuesta expresa y concreta; en ese sentido, la remisión que el Tribunal de alzada
haga respecto a algún análisis desarrollado en la resolución a tiempo de pronunciarse sobre
algún otro recurso, no constituye un fallo corto o una incongruencia omisiva, en tanto que
el análisis abarque y se reitera los cuestionamientos de cada uno de los recursos, más
cundo éstos pueden resultar similares; tal como sucede en el caso de autos, al advertirse
que el Tribunal de alzada a tiempo de emitir el Auto de Vista impugnado dejó constancia
que los recursos de los tres imputados en el presente proceso no eran incompatibles, por lo
que fueron sometidos a un análisis conjunto, amén de dejar constancia que realizaría
puntualizaciones sobre algunas particularidades concretas en cada uno de los recursos, por
lo que de inicio se precisa que la sola remisión del Auto de Vista a una parte de su fallo al
resolver alguno de los recursos de apelación intentados, no implica el desconocimiento del
derecho de las partes de acceder a una respuesta fundamentada sobre los agravios
alegados en apelación, correspondiendo en consecuencia a esta Sala en la revisión y
comprensión integral de la resolución recurrida de casación, si el Tribunal de apelación no
respondió ni se circunscribió a los argumentos y fundamentos de las apelaciones formuladas
por los imputados Wilfredo Ramos Quispe y Freddy Gilberto Romay.

En ese sentido, se advierte que el Tribunal de alzada previa precisiones a la labor de


subsunción, a las operaciones que debe resolver el Juez o Tribunal al dictar la sentencia, a
la exigencia de fundamentación del fallo y al control de la subsunción jurídica, de acuerdo a
los entendimientos desarrollados en el acápite III.1. del presente fallo, destacó los
siguientes aspectos que resultan relevantes, el elemento objetivo del tipo penal de
Prevaricato que no es sino el de dictar una resolución manifiestamente contraria a la ley,
que el delito es de mera actividad que no exige resultado, qué debe entenderse como
manifiestamente contraria, la función judicial como bien jurídico protegido, la concurrencia
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de dolo en el ámbito del art. 14 del CP y a la culpabilidad, para luego en atención a todo
ese marco normativo y doctrinal, efectuar un análisis en el ámbito del defecto denunciado a
los fines de determinar si el Auto de Vista emitido por los imputados en su condición de
Vocales de la Sala de apelación en un proceso civil de usucapión era o no manifiestamente
contraria a la ley, estableciendo previa precisión conforme lo hiciera esta Sala en cuanto a la
labor interpretativa de los juzgadores, que las normas que fueron contrariadas
manifiestamente por el Auto de Vista 054/2012 que en su parte resolutiva revocó la
sentencia de primera instancia y declaró no solamente probada la demanda de Usucapión
sino ordenó la determinación de superficies, colindancias y matriculación, eran los arts. 138
del Código Civil, que establece de manera expresa un plazo de posesión continuada para
que prospere la usucapión decenal y el art. 339.II de la Constitución, que precisa las
características de los bienes de patrimonio del Estado y las entidades públicas, cuando no
correspondía dicha usucapión esencialmente por dos motivos de relevancia: la falta de
precisión de las extensiones del inmueble en cuestión, así como la posesión evidente,
notoria y visible por parte del Municipio y de personas particulares; por ende, la
inobservancia de los arts. 87, 88, 138 y 1492 del CC, concurriendo el elemento objetivo del
tipo penal, lo que implica que este análisis ciertamente absolvió los cuestionamientos
planteados por el imputado Freddy Gilberto Romay en cuanto a una alegada inexistencia del
supuesto objetivo del tipo penal por el que fue condenado.

También se advierte que el reclamo fundado en el hecho de que el Auto de Vista 054/2012
fue anulado así como todo el proceso, ciertamente fue abordado por el Tribunal de alzada
con el argumento de que el razonamiento del Tribunal de Sentencia era correcto, en sentido
de que el delito de Prevaricato es instantáneo y que no requiere de resultado, sin que en
nada haya influido el haber sido revocado por la instancia superior, entendimiento que
resulta correcto conforme los aspectos destacados por esta sala en el acápite anterior del
presente Auto Supremo. A lo expresado se agrega, que ante los cuestionamientos
planteados por ambos recurrentes con relación al dolo en su conducta, la Sala de apelación
de manera puntual, concreta y expresa, dejó sentado a partir del carácter instantáneo del
delito de Prevaricato definido por el Tribunal de Sentencia, que se consideró los
conocimientos especiales de los acusados y las de una persona promedio, conociendo los
hechos sobre los que tenían que pronunciarse en el momento de realizarse la acción de
emitir el fallo, lo que implica no ser evidente que el Tribunal de alzada haya incurrido en
incongruencia omisiva conforme se sostiene en los recursos de casación sujetos a análisis,
más cuando se advierte que después de esta puntualización, en el Auto de Vista
impugnado, se constatan respuestas puntuales a los reclamos de los imputados, cuando el
Tribunal de apelación enfatizó que el imputado Wilfredo Ramos Quispe no fue acusado
simplemente por revocar la sentencia civil, así como al recurso del imputado Freddy Gilberto
Romay en cuanto a los efectos de la nulidad decretada en el proceso de usucapión, siendo
menester recalcar conforme se destacara en el acápite anterior de este fallo, que el delito
de Prevaricato se consuma en el momento de la firma del fallo, independientemente quien
haya sido el relator tratándose del caso de los tribunales colegiados.

Consecuentemente, no es evidente que el Tribunal de alzada no haya respondido los


argumentos esgrimidos en la apelación del imputado Wilfredo Ramos Quispe, menos que no
se haya circunscrito a los fundamentos de la apelación del recurrente Freddy Gilberto
Romay; por el contrario, en observancia del art. 398 del CPP, circunscribió su resolución a
los aspectos cuestionados de la apelación, para finalmente declarar la improcedencia de los
recursos, por lo que no se visualiza la existencia de contradicción con los precedentes
invocados, resultando en consecuencia infundado el motivo.

III.3. En cuanto a las denuncias relacionadas al defecto de sentencia establecido en el


art. 370.5) del CPP.

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El imputado Pastor Ismael Molina Quintana en su segundo motivo de casación


denunció en el marco del referido defecto de sentencia, que el Tribunal de alzada incurrió
en una aberración jurídica al concluir que la ausencia de descripción de los elementos de
prueba no implicaba ausencia o insuficiencia de fundamentación probatoria; por su parte, el
imputado Wilfredo Ramos Quispe refirió en su segundo motivo, que pese a denunciar
la falta de prueba respecto del tipo penal atribuido alegando que no existía prueba alguna
que acredite los elementos constitutivos del tipo penal, el Tribunal de apelación asumió que
debió indicar qué prueba fue indebidamente valorada y que no podía atender el agravio
planteado porque implicaba revalorización probatoria, omitiendo dar una respuesta al
agravio planteado y en el tercer motivo de casación reclamó que pese a denunciar la falta
de motivación y fundamentación de la sentencia, el Tribunal de alzada se limitó a remitirse
al primer motivo en el que indicó que el delito de Prevaricato era instantáneo e
independiente de su resultado, no siendo una argumento valedero para que se suponga la
concurrencia de los elementos constitutivos del tipo penal condenado; y el imputado
Freddy Gilberto Romay Gonzales, denunció también en su segundo motivo que
cuestionando la ausencia de fundamentación jurídica, descriptiva e intelectiva, el Tribunal
de alzada no absolvió los fundamentos de su apelación, tampoco verificó si el fallo tenía
fundamentación sobre los hechos demostrados, si hubo valoración individual e integral de
las pruebas, menos verificó la exteriorización del razonamiento sobre el ejercicio de
subsunción de su conducta, incurriendo en . vitio infra petita
En este punto el primero de los nombrados invoca como precedente el Auto Supremo
176/2013-RRC de 24 de junio, emitido en un proceso penal seguido por el delito de
Violación en estado de inconciencia, por el cual la Sala de casación previa referencia a los
criterios jurisprudenciales respecto a la valoración de la prueba según la sana crítica y su
control por el Tribunal de alzada, verificó que el Tribunal de alzada incurrió en revalorización
probatoria al efectuar un análisis de la prueba introducida en el juicio oral, respecto a la
cual no tuvo una relación directa con los beneficios que conlleva el principio de inmediación,
que hace al juicio oral en el actual sistema procesal penal; más aún, cuando examinando la
prueba testifical recibida en el contradictorio, llegó a la conclusión de que existió el delito, y
peor aún, estableció la responsabilidad penal de los tres imputados, lo que indudablemente
vulneró principios elementales del proceso penal, tales como la inmediación, la
contradicción, la legítima defensa y la prohibición de doble instancia, contrariando
groseramente los postulados del proceso penal acusatorio, en los que se sustenta el
procedimiento penal boliviano y también la profusa doctrina legal que insistentemente
estableció cuál la función que debe cumplir el Tribunal de alzada al resolver los recursos de
apelación restringida, así como la prohibición de ingresar a una revalorización de la prueba
judicializada en el acto de juicio, por lo que se dejó sin efecto el Auto de Vista recurrido.

Por su parte, el imputado Freddy Gilberto Romay Gonzáles, invocó como precedente
contradictorio el Auto Supremo 729 de 26 de diciembre de 2004 que estableció la
siguiente doctrina legal aplicable: “De acuerdo a la nueva corriente doctrinal el delito de
transporte de sustancias controladas previsto por el artículo 55 de la Ley del Régimen de la
Coca y Sustancias Controladas es de carácter formal y no de resultado. Por ello, el
transporte de un lugar a otro sin autorización legal por cualquier medio de transporte se
halla penado por ley y queda consumado en el momento en que se descubre e incauta la
droga, siendo indiferente si las sustancias controladas llegaron o no a su destino ni la
distancia recorrida, si de por medio existieron factores preparatorios e inequívocos que
marcaron la relación de causa a efecto. Por consiguiente, es delito consumado cuando el
agente realiza actos previos como adquirir la droga, almacenar la misma, esconderla,
trasladarla de un lugar a otro, pues concentra en si todos los actos ejecutivos precedentes
los cuales se integran y compenetran en aquél para formar un solo ente jurídico. Esta
doctrina legal se halla sustentada por el Supremo Tribunal a partir del Auto Supremo
número 417 de 19 de agosto de 2003, por lo que al ser de carácter vinculante es de
aplicación obligatoria para todos los jueces y Tribunales del país”; siendo menester precisar
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que este Tribunal a tiempo de asumir que los delitos emergentes de la Ley del Régimen de
la Coca y Sustancias Controladas, son de carácter formal y no de resultados, verificó que la
Corte de Alzada no se apartó de las cuestiones de hecho establecidas por el Tribunal de
sentencia, sino que adecuó la conducta del imputado FVV al art. 55 de la Ley 1008 aunque
incorrectamente en grado de tentativa, porque la prueba analizada por el Tribunal
sentenciador demostró que el accionar del imputado se subsumió al delito de Transporte de
Sustancias Controladas, sin que ello signifique revalorizar la prueba, sino que se aplicó la
norma sustantiva, precautelando los derechos y garantías constitucionales y el debido
proceso, haciendo hincapié que el juez o Tribunal tienen facultades para modificar la
tipificación inicial tratándose de delitos que son conexos, porque lo que se juzga son los
hechos antijurídicos y no los delitos.

A partir de la precisiones anteriores, se advierte que las problemáticas que dieron lugar a
los precedentes invocados, estuvieron referidas en el primer caso a la labor de
revalorización probatoria ejercida por el Tribunal de alzada lo que motivó se deje sin efecto
la resolución que fuera impugnada de casación y en el segundo caso a la incorrecta
adecuación de la Sala de apelación de la conducta de la parte imputada en el delito de
tentativa de delitos referidos a sustancias controladas a partir de precisiones de orden
jurisprudencial respecto a los citados tipos penales, distando a las problemáticas formuladas
en los recursos de casación sujetos a análisis, por los cuales a su turno, el recurrente Pastor
Ismael Molina Quintana califica de aberración jurídica la conclusión del Tribunal de alzada
en sentido de que la ausencia de descripción de los elementos de prueba no implica la
ausencia o insuficiencia de fundamentación probatoria, en tanto que el recurrente Freddy
Gilberto Romay Gonzáles denuncia que la sala de apelación no hubiese absuelto los
fundamentos de su apelación relativos a la denuncia de ausencia de fundamentación en la
sentencia incurriendo en un vitio infra petita
; en consecuencia, al detectarse el
incumplimiento de la carga procesal asignada a los recurrentes de asegurarse que los
precedentes sean aplicables a los cuestionamientos efectuados en sus recursos de casación,
por ende inexistiendo una problemática similar con la que resulte viable efectuar la
confrontación del Auto de Vista impugnado, corresponde declarar infundados los reclamos
de los citados imputados, siendo pertinente recordar el razonamiento establecido en el Auto
Supremo 322/2012-RRC de 4 de diciembre, sobre la exigencia procesal de la situación
similar a efectos de realizar la labor de contraste entre el Auto de Vista recurrido y el
precedente invocado, al señalar que el art. 416 del CPP, se refiere a una situación de hecho
similar, en materia sustantiva, exigiendo que el hecho analizado sea similar; y, en materia
procesal, se refiere a una problemática procesal similar, con lo resuelto en el Auto de Vista
recurrido, correspondiéndole al impugnante demostrar la aplicabilidad del razonamiento que
invoca, a efectos de posibilitar la labor de contraste, más si se trae a colación el siguiente
criterio asumido por esta Sala a través del Auto Supremo 396/2014-RRC de 18 de agosto de
2014, respecto a los requisitos que deben cumplir los precedentes contradictorios: “Siendo el
recurso de casación un mecanismo que busca otorgar a los ciudadanos la posibilidad de
cuestionar la inadecuada aplicación o interpretación de las disposiciones legales realizadas
por el Tribunal de apelación, contrarios a otros precedentes, debe señalarse que el
precedente contradictorio en materia penal, constituye una decisión judicial, previa al caso
analizado, que al ser emanado por un Tribunal superior en grado o por uno análogo, debe
ser aplicado a casos que contengan similitud con sus hechos relevantes; al respecto, la
normativa procesal penal en el país, ha otorgado al precedente contradictorio carácter
vinculante (art. 420 del CPP). La importancia de precedente contradictorio, deviene del
objetivo y fin del recurso casacional, toda vez que el más alto Tribunal de Justicia del
Estado, tiene la tarea u objetivo de unificar o uniformar la jurisprudencia nacional, con el fin
de brindar seguridad jurídica a las partes inmersas en un proceso judicial, asegurando la
aplicación uniforme de la ley y por ende la efectivización del principio de igualdad y la tutela
judicial efectiva; atribución, que se encuentra descrita en los arts. 419 del CPP y 42 inc. 3)
de la Ley del Órgano Judicial (LOJ) y que es conocida como función nomofiláctica
(interpretación de la norma en procura de una jurisprudencia uniforme e integrada).
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De lo anterior, se establece que únicamente son recurribles en casación, aquellos Autos de


Vista que resulten indudablemente contrarios a la jurisprudencia establecida en un hecho
similar; por este motivo, para que el planteamiento del recurso casacional sea
certero, el recurrente no debe limitarse únicamente a presentarlo dentro el plazo
dispuesto por ley y señalar la contradicción en la que creyere que incurrió el
Tribunal de alzada respecto al fallo citado, lo que podría derivar en la
admisibilidad del recurso, sino, debe asegurarse que el o los precedentes
invocados, correspondan a situaciones fácticas análogas, como exige el art. 416 del
CPP; lo contrario, por simple lógica, imposibilita a este Tribunal, verificar en el fondo la
denuncia de contradicción por ser inexistente; es decir, que al no tratarse de situaciones
fácticas similares, bajo ningún aspecto podría existir contradicción en la
resolución entre uno y otro fallo”.
Por otra parte, se constata que el imputado Wilfredo Ramos Quispe invocó el Auto
Supremo 282/2015-RRC-L de 8 de junio, pronunciado en una causa seguida por los
delitos de Estelionato y Estafa, por el cual la Sala de casación, previa referencia
jurisprudencial a la labor de subsunción del Juez o Tribunal de Sentencia y a la valoración
de la prueba, verificó que el Tribunal de apelación, advertido del defecto de la Sentencia
ante la denuncia formulada por el imputado en su apelación restringida, debió realizar un
análisis pormenorizado del fallo entonces impugnado, que a todas luces no contenía la
debida fundamentación sobre la labor de subsunción realizada por el Tribunal sentenciador
y no limitarse a señalar que la Sentencia se encontraba debidamente motivada y
fundamentada, estableciéndose que el Tribunal de alzada, no consideró el agravio
denunciado por el imputado referido a la errónea aplicación del art. 337 del CP por
inadecuada subsunción de su conducta al tipo penal de Estelionato, observándose la
existencia de contradicción con el precedente que fue invocado, además de haber asumido
argumentos extrañados que no se traducían en el contenido de la Sentencia, ante la falta
de valoración individual o integral que establezca con precisión el valor otorgado a cada
elemento probatorio, puntualizándose que si bien la apelación restringida no era un medio
que abra la competencia del Tribunal de apelación para la revalorización de las pruebas,
puesto que en el sistema procesal acusatorio vigente, rige el principio de inmediación por el
que los hechos probados en juicio se hallan sujetos al principio de intangibilidad; sin
embargo, corresponde al Tribunal de apelación realizar el control de la valoración efectuada
por el juez o Tribunal de juicio, actividad que debía ceñirse al respeto de las reglas relativas
a la carga de la prueba - onus probandi
-, la legalidad de la prueba practicada y a la
razonabilidad y ausencia de arbitrariedad en las apreciaciones y conclusiones que se extraen
de dichas pruebas, o dicho de otro modo el control de la valoración de la prueba estaba
referido a los vicios de fundamentación, vicios en la sentencia, violación de la sana crítica,
inclusión de prueba no producida, exclusión de prueba producida o valoración de prueba
ilícita, por lo que se dejó sin efecto la resolución recurrida de casación, al concluir que
además la Sala de apelación no realizó un análisis prolijo de la Sentencia apelada que
contenía sustanciales deficiencias en la valoración probatoria.

Ahora bien, al establecerse que el precedente se originó entre otros motivos, en el hecho de
que el Tribunal de alzada se limitó a asumir que la Sentencia se encontraba debidamente
motivada y fundamentada, sin efectuar un análisis de la sentencia y que en el caso presente
el recurrente denuncia que la Sala de apelación omitió dar una respuesta al reclamo de falta
de prueba respecto al tipo penal atribuido y que acredite sus elementos constitutivos y que
ante la denuncia de falta de motivación y fundamentación de la Sentencia, la Sala de
apelación se limitó a remitirse al primer motivo de alzada, corresponde efectuar la labor de
contraste; a cuyo efecto, se hace necesario acudir al contenido del recurso de apelación
restringida formulado por el imputado Wilfredo Ramos Quispe así como del Auto de
Vista impugnado de casación a fin de establecer si lo denunciado por el imputado tiene o no
asidero; en ese sentido, se constata que en el tercer motivo de apelación en el marco
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del defecto de Sentencia previsto por el art 370 inc. 5) del CPP, argumentó que la sentencia
expresó que existía prueba suficiente para llegar a la conclusión de que era responsable por
el hecho acusado, empero de aquello el art. 365 del CPP, preveía que debía existir prueba
suficiente, señalando que sobre el delito de Prevaricato por el que se dictó Sentencia
condenatoria, era deber el realizar un análisis del mismo a los efectos de establecer si
existió una correcta o incorrecta subsunción y aplicación de la ley sustantiva, por
consiguiente si se dictó una resolución condenatoria dentro de los marcos de la citada
norma procesal, siendo que de acuerdo al art. 173 del CP, la consumación del delito
requiere que la resolución sea manifiestamente contraria a la ley, no siendo punible la
conducta cuando por cuestiones de hermenéutica se llegue a una conclusión que sea
errónea, siendo éste último aspecto el que debía considerarse a los efectos de establecer la
existencia o no del tipo penal, es decir diferenciar el error judicial o in ¡udicando in
procedendo de la comisión propia del delito en análisis.

Asimismo en el quinto motivo de alzada denunció la falta de motivación y


fundamentación de la Sentencia, en vulneración al debido proceso en su vertiente
motivación y fundamentación de las resoluciones, refiriendo previa mención a los arts. 124
y 173 del CPP, que la debida fundamentación es un derecho exigible por las partes y que
constituye el límite del poder sancionador y condiciona su validez, pretendiendo evitar la
arbitrariedad y discrecionalidad, habiendo impuesto la jurisprudencia constitucional ciertos
requisitos como: a) determinar con claridad los hechos atribuidos a las partes, b) contener
una exposición clara de los aspectos fácticos pertinentes, c) describir de manera expresa los
supuestos de hecho contenidos en la norma jurídica aplicable al caso concreto, d) Describir
de forma individualizada todos los medios de prueba aportados por las partes, e) Valorar de
manera concreta y explícita todos y cada uno de los medios probatorios producidos
asignándoles un valor probatorio específico a cada uno de ellos en forma motivada, f)
Determinar el nexo de causalidad entre las denuncias o pretensiones de las partes
procesales, el supuesto de hecho inserto en la norma aplicable, la valoración de las pruebas
aportadas y la sanción o consecuencia jurídica emergente de la determinación del nexo
causal antes señalado.

En ese ámbito, el imputado señaló que no podía juzgarse y menos condenar por el
resultado debido a la teoría de la responsabilidad prevista en el art. 13 del CP y que en su
caso al emitirse la Sentencia, no se efectuó el ejercicio intelectivo de establecer en la
fundamentación de la resolución el nexo de causalidad entre la acusación y los medios de
prueba destinados a acreditar una culpabilidad, porque para acreditar ésta se requería la
concurrencia de plena prueba que acredite el delito de Prevaricato con todos sus elementos
constitutivos y en la Sentencia apelada existía sólo una relación de hechos, la mención de la
prueba aportada por las partes y un subtítulo que hizo referencia a la valoración de la
prueba donde ningún medio hizo referencia al elemento dolo.

En cuanto a la fundamentación jurídica reclamó que no existía argumento alguno que


desarrolle la teoría del delito y explique el iter criminis
que hubiera realizado para cometer
el hecho acusado, sólo hizo mención a la síntesis del trámite de Usucapión, a la apelación y
al recurso de casación, extrañándose los últimos requisitos establecidos por la
jurisprudencia constitucional para que las resoluciones se consideren debidamente
motivadas.

Añadió sosteniendo que la valoración de las pruebas y la sanción, eran aspectos que se
extrañaban en la resolución apelada y que eran motivo de impugnación, pidiendo se
restituya los derechos vulnerados a contar con una debida fundamentación, haciendo
mención al Auto de Vista 30/2010 de 25 de junio sobre un caso de Prevaricato que como
efecto de una nulidad, se consideró que nunca nació a la vida jurídica, infiriendo analogía
con el presente caso que en un momento fue el argumento de su sobreseimiento y
posteriormente revocado, argumentando que el Tribunal que emitió sentencia lo hizo
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apartándose de los principios ordenadores del sistema jurídico, razonamientos lógicos que
se desprendían de la ley e inobservando la jurisprudencia aplicable al caso.

En cuanto a estos planteamientos, señaló el Tribunal de alzada que la ausencia de


fundamentación denunciada respecto a la valoración de la prueba, generaría el defecto de
sentencia de acuerdo a lo alegado por el recurrente porque el Tribunal de Sentencia hubiera
concluido que existía prueba suficiente; que el art 365 del CPP, exigía que exista prueba
suficiente para dictar sentencia condenatoria y era deber el analizar el tipo imputado y
establecer si existió una correcta subsunción y por consiguiente si existió prueba suficiente,
ya que no era punible cuando se llegó a una conclusión por cuestiones de hermenéutica
que resultaba errónea. Así precisado el motivo, señaló que lo planteado y pretendido de
manera genérica, no demostraba que se hubiera incurrido en una indebida fundamentación
al valorar la prueba, la operación de valoración de la prueba y su control, requería
determinar qué pruebas fueron indebidamente valoradas; la subsunción o el proceso de
adecuación de los hechos al derecho, era posterior, lo que implicaba que para determinar el
defecto denunciado en los términos planteados, la Sala de apelación debía valorar o
revalorizar la prueba para llegar a la conclusión del recurrente de que solamente se trató de
un error efecto de la hermenéutica empleada, es decir que los hechos no constituyeron
delito, lo que no era factible realizar, en consecuencia lo alegado no demostraba el defecto
de sentencia.

En cuanto a la denuncia de falta de motivación y fundamentación de la Sentencia, en


vulneración al derecho al debido proceso en su vertiente motivación y fundamentación de
las resoluciones, el Tribunal de alzada advirtió que se denunció la vulneración al debido
proceso, por falta de motivación y fundamentación de la sentencia, concretando como
normas vulneradas las incursas en los arts. 124 y 173 del CPP y que respecto a ese margen,
los alegatos hacían referencia de forma relevante a una ausencia de fundamentación
jurídica y probatoria, a una omisión de establecer el nexo causal entre la acusación, a los
medios de prueba para acreditar la culpabilidad, lo cual tendría relación con el decisorio de
la sentencia infiriendo incongruencia; dejando constancia el Tribunal de apelación que del
análisis de la sentencia respecto a las omisiones denunciadas, en lo que se refería a la falta
de fundamentación jurídica, el recurrente debía remitirse al primer motivo analizado en el
Auto de Vista impugnado y sobre la falta de valoración de la prueba de manera
individualizada de todos los elementos de prueba, planteado también de forma general de
igual forma debe remitirse al punto "3.- Que no exista fundamentación en la Sentencia o
que esta sea insuficiente y contradictoria. Art. 370 Inc. 5) del CPP" del recurso de apelación
analizado inicialmente. Con este último antecedente, es necesario acudir a los argumentos
planteados por el imputado Pastor Ismael Molina Quintana que por su cuenta denunció el
defecto previsto por el art. 370 inc. 5) del CPP, por fundamentación insuficiente teniendo
como norma vulnerada el art. 124 del CPP, por insuficiencia de fundamentación probatoria,
descriptiva e intelectiva, sustentando la violación del art 173 del CPP, pues respecto a la
primera si bien se realizó la relación probatoria introducida al juicio, se incurrió en el error
de no establecer los elementos de prueba pertinentes para establecer la existencia de los
elementos de prueba que tengan relación con los tipos penales acusados, refiriendo que
todos los elementos de prueba analizados constituyeron fundamento probatorio para
determinar la procedencia o no de la demanda de Usucapión, conclusión que ya se la
conocía por el fundamento del Auto Supremo. Elementos que debían estar enmarcados en
establecer la existencia de los elementos objetivos y subjetivos de los tipos penales
acusados, incurriéndose en grave error al basarse en pruebas impertinentes para establecer
la existencia del tipo penal de prevaricato, si bien el Tribunal no podía impedir su
introducción de oficio, empero a la hora de valorar los elementos de prueba debía
discriminar las pruebas pertinentes para establecer la concurrencia de los elementos
objetivos y subjetivos.

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Respecto al delito por el que fue condenado, sostuvo que no existió un solo elemento de
prueba que determine cuál fuere la norma legal que sea contraria con la resolución emitida,
de ninguna manera se podía determinar la comisión del delito de Prevaricato, menos que la
resolución emitida sea manifiestamente contraria a alguna norma, no existiendo ningún
elemento probatorio que determine esos dos aspectos, lo lógico y correcto era que se
determine la absolución, pero fue condenado inexplicablemente sin determinar cuáles serían
las pruebas que demostraron la comisión del delito de Prevaricato.

En cuanto a la insuficiente fundamentación probatoria intelectiva, refirió que de la


apreciación de los medios de prueba y de la lectura de la valoración de la prueba fácilmente
podía establecerse que el Tribunal de Sentencia al declararle autor y culpable del delito de
Prevaricato, no realizó la fundamentación probatoria intelectiva porque si lo hubiera hecho,
hubiera determinado la absoluta carencia de elementos probatorios que permitieran
establecer la subsunción del hecho al tipo penal y obligadamente debió dictarse sentencia
absolutoria, pretendiendo la aplicación del art. 124 del CPP, en sentido de que se dicte una
sentencia debidamente fundamentada probatoriamente describiendo el contenido de todos
los medios probatorios vinculados a los tipos penales acusados y no a si procedía o no la
Usucapión, aspecto que fuera juzgado por el Juez de partido en lo civil.

Estos planteamientos fueron resueltos por el Tribunal de alzada que expresó que respecto a
la fundamentación probatoria descriptiva de la sentencia, se cumplía con la descripción o
interpretación de cada uno de los medios probatorios judicializados en la audiencia de juicio
de forma individual, extractando su contenido en lo esencial, si la fundamentación no era
completa, en ese sentido se generaba el defecto de sentencia denunciado; en consecuencia,
el cuestionamiento inherente a seleccionar, establecer elementos de prueba para
determinar la existencia de elementos de prueba pertinentes que tengan relación con los
tipos penales acusados en esa faceta u operación valorativa de carácter descriptivo, no era
una exigencia cuyo incumplimiento implicaba una ausencia o insuficiencia de
fundamentación probatoria descriptiva, menos sin una crítica puntual.

Sobre la denuncia que no se realizó fundamentación intelectiva, porque de haberlo hecho se


hubiera determinado la inexistencia de elementos probatorios que determinen la subsunción
del tipo penal de prevaricato, el Tribunal de apelación señaló que en el aparatado
denominado 'Valoración de la prueba", que constituye la fundamentación probatoria
intelectiva de la sentencia en análisis, el Tribunal de Sentencia a fs. 722 señaló que
conforme establecían los arts. 13, 173, 335 del CPP procedió a la valoración de todas las
pruebas admitidas e introducidas al juicio para posteriormente realizar una reconstrucción
histórica de los hechos con base a los elementos de juicio obtenidos concluyendo en el
punto 96 (fs. 742 Vta) del apartado de la sentencia que "todos los elementos probatorios
fueron confirmados y respaldados por una cadena de indicios precisos suficientes y
concordantes que les llevan a la conclusión de que los acusados son autores del delito de
prevaricato.., confirmado por las declaraciones testificales de cargo producidas en juicio,
pruebas literales ingresadas al juicio por su lectura y la inspección de visu realizada", lo que
implicaba que las pruebas fueron valoradas en su individualidad y conjunto ya que se
mencionó las pruebas y se las vinculó e integró otorgándoles la categoría de indicios que
conformaron una cadena de indicios siendo ese su valor.

Con estos antecedentes y atentos los reclamos de casación que se constituyen el límite del
análisis de fondo, es menester señalar que el defecto de sentencia previsto por el art. 370
inc. 5) del CPP, tiene que ver con dos momentos esenciales como son el juicio histórico y el
juicio jurídico respecto al objeto del proceso, razón por la cual todo fallo debe
ineludiblemente contener la fundamentación descriptiva, la fundamentación fáctica, la
fundamentación analítica o intelectiva y la fundamentación jurídica, respecto a las cuales el
Auto Supremo 065/2012-RA Sucre, 19 de abril, precisó que: “En la fundamentación
descriptiva la autoridad judicial debe proceder a consignar cada elemento probatorio útil,
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mediante una referencia explícita a los aspectos mas sobresalientes de su contenido,


dejando constancia en el caso de la prueba testifical de las ideas principales y pertinentes
que se extraen de la declaración del testigo, procurando no hacer una trascripción literal de
la declaración; siendo también aplicable este criterio con relación a los peritos que puedan
concurrir personalmente a la audiencia de juicio. En el caso de la prueba documental y
pericial, esta fundamentación descriptiva quedará cumplida al dejarse constancia de los
datos más relevantes de esta prueba con mayor énfasis de las conclusiones atinentes o
relevantes del caso.
La fundamentación fáctica es el momento en el cual debe establecerse cuales los hechos
estimados como probados; es decir, el establecimiento de los hechos que positivamente se
tengan por demostrados de conformidad con los elementos probatorios que hayan sido
incorporados legalmente en la audiencia de juicio; esta fundamentación es necesaria, pues
de ella posteriormente se procederá a extraer las consecuencias jurídicas fundamentales y
establecer en su caso la responsabilidad penal del imputado o su absolución; siendo
esencial que en esta fundamentación se proceda a efectuar una descripción clara, precisa y
circunstanciada de los hechos establecidos como verdaderos.
El tercer momento es la fundamentación analítica o intelectiva, en la que no sólo se trata de
apreciar cada elemento de juicio en su individualidad, sino de aplicar conclusiones obtenidas
de un elemento a otro, lo que implica, una apreciación en el conjunto de toda la prueba
judicializada. En este momento, la autoridad judicial competente de emitir una sentencia,
deberá dejar constancia de los aspectos que le permitieron concluir en el caso de las
declaraciones testificales porque consideró coherente, incoherente, consistente o
inconsistente, veraz o falsa la declaración de los testigos, es decir, expresar tanto las
razones que se tiene para creer a alguno o algunos de los testimonios, como las razones
que se tiene para rechazar o desechar otro u otros; similar tarea deberá ser desarrollada
respecto a la prueba documental y pericial, debiendo dejarse constancia sobre el
merecimiento o desmerecimiento de cada prueba así como su relevancia o no.
La fundamentación jurídica, es el momento en el cual el Juez o Tribunal a partir de la
identificación de los aspectos fácticos atribuidos en la acusación y previo análisis de las
distintas posibilidades argumentativas debatidas por las partes, opta racionalmente por una
de ellas, precisando por que considera que los hechos deben ser subsumidos en tal o cual
norma sustantiva; no siendo suficiente la mera enunciación del tipo o tipos penales
atribuidos al imputado, sino a partir de la cita de los preceptos legales a ser aplicados y en
su caso de una somera indicación de los aspectos necesarios relativos a la teoría del delito
que resulten aplicables; el Juez o Tribunal deberá establecer por qué estima que se está
ante una acción típica, lo que importa la concurrencia de los elementos descriptivos y
normativos del tipo penal en cuestión; además, de antijurídica, culpable y finalmente sujeta
a una sanción.
Por último, deberá procederse a la motivación en el momento de la individualización de la
pena precisando las razones que justifican su aplicación al caso concreto.
Además, es necesario destacar que, de acuerdo a lo previsto por el art. 370 inc. 5) del CPP,
constituye defecto de la Sentencia, el hecho de que no exista fundamentación o que ésta
sea insuficiente o contradictoria”.
Ahora bien, con dicha precisión se constata de los actuados del proceso, que el imputado
Wilfredo Ramos Quispe en el tercer motivo de apelación, pese a invocar el art. 370 inc. 5)
del CPP como norma habilitante, dirigió su cuestionamiento a aspectos ajenos del alcance
de dicho defecto, pues si bien hizo referencia a la necesidad de verificarse si existió o no
una correcta o incorrecta subsunción de su conducta a partir de la aplicación de la ley
sustantiva, su planteamiento estaba destinado a plantear su particular teoría sobre el hecho
motivo de juzgamiento, al sostener que su conducta no podía ser punible cuando por
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cuestiones de hermenéutica se llegó a una conclusión errada y no así a una falta de


fundamentación jurídica del fallo, siendo por lo tanto correcta la respuesta del Tribunal de
alzada que previa delimitación de los alcances del defecto alegado, asumió que los
argumentos no demostraban la existencia de una indebida fundamentación y que la
pretensión del recurrente a partir de su teoría implicaba la necesidad de efectuar una labor
de revalorización probatoria que de acuerdo a la basta jurisprudencia de este Tribunal
resulta inviable en el sistema procesal vigente, toda vez que la valoración de la prueba
constituye una facultad privativa del Juez o Tribunal de Sentencia, sin que ello implique una
omisión de respuesta como apunta el recurrente en el segundo motivo de casación que
deviene por lo tanto en infundado.

Con relación al tercer motivo de casación del imputado Wilfredo Ramos Quispe, se evidencia
que ciertamente en el quinto motivo de apelación denunció la falta de motivación y
fundamentación de la sentencia denunciando la vulneración de los arts. 124 y 173 del CPP,
además del art. 13 del CP, enfatizando el razonamiento del Auto de Vista 30/2010 de 25 de
junio emitido por la Sala Penal Primera del Distrito Judicial de Potosí, en sentido de que la
resolución que motivó un proceso por el delito de Prevaricato al haberse anulado el proceso
carecería de valor o eficacia jurídica, planteamiento que fue abordado por el Tribunal de
alzada que de manera expresa y precisa, asumió que con relación a los cuestionamientos
referidos a la falta de fundamentación jurídica debía remitirse al primer motivo analizado en
el Auto de Vista impugnado, esto es a la alegada existencia del defecto de sentencia
previsto en el art. 370.1) del CPP, que conforme el análisis de esta Sala desarrollado en el
acápite III.2. de la presente resolución, fue correctamente desestimada por la Sala de
apelación, pues se reitera en consideración al criterio asumido en el Auto de Vista invocado
en apelación, que el delito de Prevaricato se consuma con la firma de la resolución
manifiestamente contraria a la ley, sin que resulte exigible que alcance su ejecutoria y sin
que la punibilidad de la acción quede descartada por la circunstancia que sea revocada o
anulada por otro tribunal como sucedió en el presente caso, siendo además indiferente el
efecto logrado conforme se destacó en el acápite III.1. de este Auto Supremo, no siendo
por lo tanto evidente que se hayan supuesto los elementos constitutivos del tipo penal
condenado como sostiene el recurrente de casación, sino que se asumió su concurrencia
dada la forma de consumación, por lo que la respuesta aún remisiva del Tribunal de alzada
a la respuesta otorgada al primer motivo de apelación, no implica la existencia de
contradicción con el precedente invocado consistente en el Auto Supremo 282/2015-RRC-L
de 8 de junio.

III.4. Respecto a las denuncias relativas al defecto de sentencia descrito en el art.


370.6) del CPP.

El imputado Pastor Ismael Molina Quintana en su primer motivo de casación,


denunció que pese a alegar en apelación que la sentencia estaba basada en valoración
defectuosa de la prueba, el Tribunal de alzada respondió en cinco renglones sin explicar de
forma alguna como llegó a la conclusión de que las pruebas se corroboraban y se
complementaban, incurriendo en incongruencia omisiva; en tanto que el imputado Freddy
Gualberto Romay Gonzales denunció en su tercer motivo que ante la misma denuncia
de defecto de sentencia, la Sala de apelación no prestó la debida y suficiente atención a sus
fundamentos sin referirse en particular al elemento de prueba, omitiendo explicar el porqué
del resultado al que arribó el Tribunal de Sentencia.

En este motivo se invoca como primer precedente contradictorio el Auto Supremo


28/2014-RRC de 18 de febrero, emitido en un proceso seguido por el delito de
Asesinato, por el cual este Tribunal dejó sin efecto el Auto de Vista impugnado, al constatar
que la Sala de apelación pese al reclamo de la parte recurrente inserto en la apelación
restringida, que en los hechos se trataba de una apelación incidental contra un Auto
interlocutorio y que fue plenamente identificado en el Auto de Vista a tiempo de establecer
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los puntos apelados, no hubo pronunciamiento pese a que el Tribunal tenía la obligación de
pronunciarse en la misma resolución y con carácter previo a los aspectos relativos a la
impugnación contra la Sentencia sobre la apelación incidental, pues de su resultado, es
decir, de la declaratoria de procedencia o improcedencia de la apelación interpuesta por la
parte recurrente, dependía el pronunciamiento o no de los agravios de fondo contra la
Sentencia, pues en caso de haberse establecido la procedencia del reclamo y
consecuentemente la revocatoria de la referida Resolución, como efecto la extinción de la
acción penal, lógicamente resultaba innecesario pronunciarse sobre los puntos de la
apelación restringida, constatándose en consecuencia que con ese actuar, el Tribunal de
alzada no sólo incumplió su deber de fundamentación y la obligación que tenía de
pronunciarse sobre todos y cada uno de los aspectos reclamados o impugnados; sino,
incompresiblemente, omitió fallar sobre los extremos de una apelación incidental,
incurriendo en consecuencia en incongruencia omisiva.

Además se invoca el Auto Supremo 14/2013-RRC de 6 de febrero, dictado en un


proceso seguido por el delito de Violación a Niño, Niña o Adolescente, verificando la Sala de
casación que el Tribunal de apelación, aludió que el Tribunal de Sentencia a momento de
condenar al imputado debió haber corroborado la declaración de la menor-víctima por otros
medios o elementos de prueba, situación que si bien redarguía a la sentencia, no acudía a
su cabal intención, dado que en la lectura de aquella, se evidenció que el Tribunal más allá
de otorgar veracidad a la declaración de la menor-víctima, a partir de un manifiesto
convencimiento sobre su sinceridad y verdad, contrastó aquella deposición con un informe
psicológico y un certificado médico legal, no siendo en consecuencia una exigencia valedera
lo señalado por el recurrido Auto de Vista impugnado, además de haber dispuesto la
anulación de la sentencia pese a que el Tribunal de Sentencia cumplió con la exigencia de
describir el trabajo intelectivo de valoración de la prueba y exponerlo por escrito en el fallo,
de modo que el Tribunal de alzada realizó una labor que distaba de acogerse a la doctrina
sentada y asumida por este máximo tribunal de justicia, habiendo fallado de modo
extralimitado fuera del rango previsto por el art. 407 del CPP, por lo que se estableció la
siguiente doctrina legal aplicable: “Una vez introducida la prueba de cargo y descargo al
proceso, desarrollados los actos y pasos procesales inherentes a la sustanciación del juicio
oral, realizados los actos de cierre por las partes y clausurado el debate, corresponde al
Juez o Tribunal dictar una Sentencia, cimentada en la decisión asumida en la deliberación,
sobre la base de lo visto, oído y percibido en la audiencia de juicio, efectuando la labor de
valoración e interpretación siguiendo las reglas de la sana crítica, apreciando individual e
integralmente las pruebas desfiladas y sometidas a la contradicción ante sus sentidos.
Aquellas expresiones y la exposición de las razones que hacen a la decisión asumida
permitirá al Tribunal de alzada, establecer si la sentencia recurrida responde a cánones de
racionalidad en la decisión sobre los hechos sometidos al debate de juicio, o bien entrar en
la corrección de la aplicación del derecho con el objetivo de que sea posible su control por
los órganos judiciales superiores competentes, para evitar toda posible arbitrariedad en el
ejercicio de la función jurisdiccional y, al mismo tiempo, ofrecer satisfacción al derecho de
los ciudadanos del Estado a la tutela judicial efectiva.
Es así que, el Tribunal de alzada al resolver el recurso de apelación restringida, tiene el
deber, dentro de un juicio de legalidad, de ejercer el control de la valoración de la prueba
realizada por el Juez o Tribunal de Sentencia, a efecto de constatar si se ajusta a las reglas
de la sana crítica y contenga una debida fundamentación; además, que las conclusiones
contenidas en la sentencia no sean contradictorias o conducentes a un absurdo lógico en
desmedro de la parte imputada, no correspondiendo la anulación de la sentencia, por ende
la reposición del juicio, cuando aquella contiene la debida fundamentación fáctica,
descriptiva e intelectiva, conforme las exigencias previstas en el art. 173 del CPP, por tanto
expresa la razonabilidad y motivación de parte del Tribunal o Juez de Sentencia”.
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Estableciéndose que en el caso se denuncia de incongruencia omisiva y la falta de atención


a los fundamentos de la apelación respecto al reclamo de valoración defectuosa de la
prueba, se ingresa a la labor de contraste considerando que los hechos que originaron las
doctrinas legales aplicables contenidas en ellos, estuvieron referidos a la falta de
pronunciamiento sobre todos y cada uno de los aspectos reclamados o impugnados y a la
falta de control de la valoración probatoria.

En el caso presente, se tiene que el imputado Pastor Ismael Molina, en el segundo


motivo de apelación denunció el defecto previsto por el art. 370 inc. 6) del CPP,
refiriendo que el Tribunal de Sentencia al haber valorado todo lo referente a los
antecedentes de cada uno los antecedentes adjuntos a la demanda, sobre todo la
valoración de la Demanda de Usucapión y su procedimiento hasta la emisión del Auto
Supremo, estudio de la Sentencia que declaró improbada la demanda, Auto de Vista con
transcripción de la parte resolutiva, Testimonio 711/2012 de Escritura pública de disposición
judicial de Usucapión de terrenos en ejecución de Sentencia, no estableció de qué forma o
cómo hubiera emitido una resolución judicial contraria a una norma de alguna ley o de la
CPE, denunciando la aplicación errónea del art. 173 del CPP, fundando el defecto en la
ilegal valoración realizada por el Tribunal de Sentencia en relación a los elementos de
prueba puesto que el principio de valoración razonable de la prueba es el límite de libertad
para el juez para apreciar las pruebas, además que el debido proceso como garantía
contiene el principio de libertad y legitimidad probatoria, así como valoración razonable de
la prueba, que no implicaba una reversión de la carga de la prueba ni otorgaba un grado de
discrecionalidad al juzgador.

En ese sentido, denunció que la valoración de la prueba no fue objetiva e individual, sólo
utilizó a esa prueba como irrefutable y referencial, vulnerando no sólo las reglas de la sana
crítica al no contener una correcta fundamentación de dicha prueba, sino también los
principios básicos del debido proceso en su vertiente de fundamentación y motivación y
peor todavía ilegal e inexplicablemente se rechazó la prueba pericial que propuso sin
fundamentación válida.

Recalcó que lo que valoró el Tribunal de Sentencia para establecer el delito de Prevaricato
tuvo como base la relación procesal del proceso civil de Usucapión y todas las resoluciones
emitidas referidas a la procedencia o improcedencia de la Usucapión, cuando el Ministerio
Publico debió introducir prueba que determine que el Auto de Vista que suscribió era
contrario a alguna norma, teniendo la carga probatoria de demostrar que dicha resolución
era manifiestamente contraria a la ley, aspectos omitidos por los acusadores, de modo que
si no se introdujo como prueba ni un solo elemento de prueba respecto a los delitos
acusados, no era posible que sea sancionado por el delito de Prevaricato, por lo que se
incurrió en errónea valoración de la prueba, ya que sin que exista un solo elemento objetivo
y subjetivo del tipo penal de Prevaricato fue declarado autor, aspecto que debía ser
subsanado más cuando por Auto Supremo se anuló obrados hasta la admisión de la
demanda sin responsabilidad por ser excusable.

Por su parte, el imputado Freddy Gilberto Romay en el tercer motivo de su alzada,


también al amparo del art. 370 inc. 6) del CPP, e invocando como norma erróneamente
aplicada el art. 173 del CPP, argumentó que el sistema de la sana crítica exigía que el
razonamiento valorativo sea debidamente exteriorizado en la sentencia, sin que éste exista
en la sentencia, lo cual constituía un motivo de queja, sin embargo manteniéndose en el
análisis de la valoración de la prueba debía considerarse el principio de valoración razonable
de la prueba, por el cual el juzgador tenía la obligación de valorar la prueba conforme las
reglas del raciocinio, las máximas de la experiencia, las cuales podían ser invocadas para
impugnar una sentencia por valoración arbitraria o errónea de la sentencia, principio
previsto en el art 173 del CPP. En ese ámbito, cuestionó la prueba consistente en el Auto
Supremo 646/2013 que anuló obrados hasta el Auto de admisión de la demanda civil por
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ser improbable, sin que exista valoración respecto a todos los medios probatorios, pues si
bien dicha resolución anuló obrados, no resolvió nada con relación al Auto de Vista recurrido
en casación, al contrario se realizó una interpretación jurídica de la Usucapión, motivo por el
que el Auto Supremo en la parte dispositiva estableció sin responsabilidad por ser excusable
el error incurrido y que el error fue cometido en la admisión de la demanda y no
precisamente por los Vocales que resolvieron el recurso de apelación; siendo contradictorio
el atribuirle haber cometido el delito de Prevaricato, cuando la valoración de esa prueba fue
inexistente y de existir rompió las reglas de la lógica, experiencia y ciencia ya que se
entendía que jurídicamente una resolución que establecía la falta de responsabilidad
precisamente no generaba ninguna responsabilidad.

También se verifica de la compulsa de antecedentes, que el Tribunal de alzada resolvió


estos reclamos, relievando respecto al recurso del imputado Pastor Ismael Molina
Quintana que era necesario considerar que en el proceso penal tenía que probarse primero
la existencia de un hecho punible, quién es el que realizó el hecho punible y finalmente la
vinculación del hecho punible con ese sujeto; a ese efecto, y en ese contexto era necesario
considerar que la prueba era todo elemento o dato objetivo que se introducía legalmente en
el proceso y que era susceptible de producir en el ánimo de los sujetos procesales un
conocimiento cierto o probable acerca de los extremos fácticos de la imputación delictiva;
además, que el indicio estaba constituido por elementos generalmente de carácter material
que considerados unilateralmente no llegaban a generar convicción y que la presunción no
era considerada prueba, elemento de convicción, ni indicio era un mandato de la ley y
finalmente que en el sistema penal se valoraba la prueba con base en la sana crítica.

Además la Sala de apelación refirió que de acuerdo al art. 171 del CPP, en el sistema penal
no era admisible la prueba tasada, por lo que no era factible condicionar a determinadas
fuentes o medios de prueba la demostración de la existencia de un hecho histórico, la
autoría, el vínculo y que en el caso de la prueba indiciaria tenía validez, entre tanto que
esos medios probatorios sean legítimos y su análisis se realice respetando las normas del
correcto entendimiento humano de acuerdo al Auto Supremo 068/2015-RRC de 29 de
enero; sin determinarse en alzada que se haya vulnerado derechos o garantías
constitucionales en cuanto a que las pruebas valoradas sean ilegales o ilegítimas, menos en
cuanto a la elección, selección de los medios, fuentes de prueba introducidos al juicio y los
elementos de juicio extraídos por el Tribunal de Sentencia.

Respecto a que la valoración "no fue objetiva e individual, que solo se utilizó la prueba
como irrefutable y referencial sin contener una correcta fundamentación de dicha prueba",
el Tribunal de alzada asumió que existió una valoración de la prueba porque al ser
nombrada y considerada se la valoró, así como al integrarse con otras, advirtiendo que se
corroboraron y complementaron una a la otra siendo ese el fundamento del valor otorgado,
generando una reconstrucción histórica que no se mostraba irracional ni cuestionada en
cuanto a su logicidad, por lo que no se advertía el defecto de sentencia denunciado.

Respecto al recurso del imputado Freddy Gilberto Romay, la Sala de apelación señaló
que de acuerdo a los fundamentos del recurso, se cuestionaba primero una vulneración
relativa a la inexistencia de un razonamiento valorativo exteriorizado de la prueba conforme
a la sana crítica y sobre ese margen el recurrente debía remitirse al punto 2 y en lo que
concernía a la denuncia sobre la prueba cuestionada, en sentido de que no existido
valoración sobre la misma con ausencia de las reglas de la sana crítica e indicando
seguidamente que de existir era contraria a las reglas de la sana crítica, el alegato no tenía
un fundamento debido que demostrara con claridad un agravio en cuanto a la valoración de
la prueba, al no aclararse si la prueba finalmente fue valorada o no, siendo indeterminada la
posición del recurrente.

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A los fines de resolver este motivo al advertirse que se halla vinculado a la labor de
valoración probatoria y al control que le corresponde al tribunal de apelación en la
resolución del recurso de apelación restringida, resulta útil y necesario tener en cuenta que
la doctrina legal de este Tribunal ha establecido que el sistema recursivo contenido en el
Código de Procedimiento Penal, fue establecido con la finalidad de que los sujetos
procesales, que se consideren agraviados con la emisión de un fallo, puedan acudir ante un
Tribunal superior a efectos de hacer valer sus pretensiones, efectivizándose así las garantías
jurisdiccionales, principios y garantías constitucionales contenidas en los arts. 109, 115, 116
y 180.I.II de la CPE, relativos a los arts. 8.2 inc. h) de la Ley 1430 de 11 de febrero de 1993
(Pacto de San José de Costa Rica), y art. 14 núm. 5 de la Ley 2119 de 11 de septiembre de
2000 (Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos), siendo el recurso de apelación
restringida el único medio para impugnar la Sentencia; consecuentemente, el control de la
legalidad ordinaria y logicidad del fallo de mérito, debe ser ejercido por el Tribunal de
apelación de acuerdo a las alegaciones formuladas en el recurso de alzada, que la Sentencia
no haya incurrido en los defectos descritos en alguno de los once incisos previstos en el art.
370 del CPP, que prevén supuestos con naturaleza y alcances diferentes.

De manera particular, la denuncia por defectuosa valoración de la prueba, defecto de


Sentencia descrito en la disposición contenida en el art. 370.6) del CPP como norma
habilitante, debe encontrarse vinculada a la infracción del art. 173 del mismo cuerpo legal;
es decir, a la vulneración de las reglas de la sana crítica, que son aquellas que conoce el
hombre común (sentido común-conocimiento adquirido por cualquier persona de forma
espontánea como verdad irrefutable); las reglas de la ciencia, entre las cuales la más
aplicada es la de la psicología, que en el caso del juzgador requiere conocimientos mínimos
(se aplican cuando el juzgador observa comportamientos); además de las reglas de la lógica
(la lógica de lo razonable); es decir, las reglas de la identidad, de contradicción, de tercero
excluido o de razón suficiente, para crear un razonamiento debidamente estructurado. Lo
que implica, que quien alegue defectuosa valoración de la prueba, debe brindar información
necesaria que posibilite identificar cuál de las reglas del recto entendimiento humano fueron
infringidas o soslayadas, señalando de forma ineludible, cuáles las afirmaciones o hechos
contrarios a la experiencia común, cuáles los hechos no ciertos en los que se sustenta el
fallo, de qué manera los medios de prueba fueron valorados indebidamente, cuáles las
conclusiones que demuestren cosa diferente a la que se tuvo como cierta con base en ellos,
cuál el o los elementos analizados arbitrariamente; únicamente planteado en esos términos
el recurso, es posible el control sobre la valoración de la prueba, control que debe ser
ejercitado sobre la logicidad de la Sentencia, teniendo como circunscripción lo argumentado
en el recurso.

Sobre la temática, el Auto Supremo 214 de 28 de marzo de 2007, estableció como


doctrina fundadora, que: "Los jueces de mérito son soberanos en la valoración de las
pruebas, que las estiman o desestiman, debiendo siempre indicar las razones para admitir o
desestimar determinados elementos probatorios, los razonamientos del fallo deben estar
acordes a las reglas del pensamiento humano, siendo este el iter lógico de una sentencia, el
que debe fundarse en las leyes del pensamiento, las que independientemente de nuestra
experiencia se presentan como necesarias en nuestro raciocinio.
Para que la fundamentación de una sentencia sea válida se requiere no sólo que el Tribunal
de juicio funde sus conclusiones en pruebas de valor decisivo, sino también, que éstas no
sean contradictorias entre sí, ni ilegales y que en su valoración se observen las reglas
fundamentales de la lógica, no puede considerarse motivación legal ni aplicación integral de
las reglas de la sana crítica, a una simple y llana referencia a una prueba por parte del
juzgador y que se formula de un modo general y abstracto, en el que se omite realizar una
exposición razonada de los motivos en los que se funda.
El Tribunal de Sentencia, establece la existencia del hecho y la culpabilidad del procesado,
mientras que los Tribunales de alzada tienen como objetivo verificar si el iter lógico
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expresado en la fundamentación del fallo se encuentra acorde con las reglas del recto
entendimiento humano; analizando si la motivación es expresa, clara, completa y emitida
con arreglo a las normas de la sana crítica, cuales son, la lógica, la experiencia común y la
psicología, controlando si las conclusiones obtenidas responden a las reglas del recto
entendimiento humano, sin que para ello les esté permitido ingresar a una reconsideración
de los hechos o de las pruebas, de ahí que alegar como motivo del recurso de apelación
restringida, la infracción a las reglas de la sana crítica, obliga al impugnante a señalar
cuáles son las normas del correcto entendimiento humano inaplicadas o aplicadas
erróneamente, expresando las partes de la sentencia en las que consta el agravio.
Ante la invocación de la violación de las reglas de la sana crítica el Tribunal de alzada es el
principal llamado a ejercer un control sobre la logicidad que debe imperar en los
razonamientos plasmados en la sentencia, los recurrentes además de expresar las
reglas de la lógica que hubieran sido inobservadas, deben vincular su crítica con
el razonamiento base del fallo, de ahí que si bien los jueces se encuentran
obligados a motivar debidamente sus resoluciones, es obligación de quienes
motivan sus recursos en la inobservancia de las reglas de la sana critica, señalar
las partes del decisorio donde constan los errores lógico-jurídicos,
proporcionando la solución que pretenden en base a un análisis lógico explícito;
será pues obligación del recurrente, al alegar la infracción basada en la
inadecuada aplicación de las reglas de la sana crítica, atacar en sus
argumentaciones el silogismo desarrollado en la sentencia y no referirse ha
actuaciones procesales sin incidencia directa en la resolución de mérito, la
inobservancia de estas reglas emergentes de lo expresamente determinado en la
ley adjetiva penal deberán ser observadas por los Tribunales que conocen el
recurso de apelación restringida previamente ha admitirse los recursos por estos
motivos y en caso de no ser debidamente subsanada la observación referida, los
Tribunales deberán declarar inadmisibles los recursos por este motivo, en cuyo
caso no podrán reiterarse estos argumentos en el recurso de casación.
El recurso basado en errónea apreciación de la prueba, tiene por finalidad examinar la
sentencia impugnada para establecer si al valorar las probanzas, se aplicó adecuadamente
el sistema de la sana crítica o si se transgredieron las reglas del correcto entendimiento
humano.
Resulta deficiente el planteamiento cuando el recurso discurre en torno a las
propias apreciaciones del recurrente en lugar de señalar concretamente las
partes de la sentencia donde se hubieran infringido los principios alegados,
requisitos indispensables cuando se reclama sobre la presunta falta de
coherencia.
Para demostrar la violación a las reglas de la sana crítica es preciso que la
motivación de la sentencia esté fundada por un hecho no cierto, que invoque
afirmaciones imposibles o contrarias a las leyes de la lógica, la ciencia o que se
refiera a un hecho que sea contrario a la experiencia común, que analice
arbitrariamente un elemento de juicio o que el razonamiento se haga sobre
pruebas que demuestren cosa diferente a la que se tiene como cierta con base en
ella, una prueba, de acuerdo a la sana crítica, tiene que referirse a hechos que en
un momento histórico no son imposibles naturalmente, porque no se opone a
ellos ninguna ley científica natural.
Los principios lógicos nos previenen contra el posible error de juicio, pero no nos indican ni
nos enseñan cual es la verdad o cuáles son los pensamientos verdaderos; simplemente nos
suministran un criterio de error, o un criterio aproximado de verdad, sobre el razonamiento
del juez.
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El análisis de las resoluciones a partir de la formulación de una crítica al sistema de


valoración de la prueba, requiere un alto nivel de tecnicidad y fundamentalmente un
adecuado manejo de las leyes del pensamiento; así, los profesionales que asisten en
los procesos donde se pretende criticar la actividad valorativa del titular del
órgano jurisdiccional, requiere un especial manejo de principios tales como el de
razón suficiente, de identidad, contradicción, del tercer excluido, etc.; de igual
manera, las máximas de experiencia que son las obtenidas de la observación de
la realidad, y que comprueban que ciertos hechos o sucesos se comportan
reiteradamente de determinada manera, son parámetros básicos que nos
permiten explicar la ocurrencia de ciertos fenómenos cuya extensión,
notoriedad, regularidad e identidad, han permitido convertirlos en estándares
generales para la comprensión de acontecimientos suscitados a lo largo del
tiempo.” (Las negrillas son nuestras).
En consideración al lineamiento jurisprudencial citado, la Sala advierte del contenido de los
recursos de apelación restringida formulados por los dos imputados, que si bien alegaron la
existencia del defecto de Sentencia previsto por el art. 370.6) del CPP, en el caso del
imputado Pastor Ismael Molina, a más de plantear que el Tribunal de Sentencia no
estableció de qué forma o cómo hubiera emitido una resolución judicial contraria a una
norma, aspecto resuelto en el análisis de otro defecto denunciado, se limitó a plantear de
manera genérica la vulneración de las reglas de la sana crítica al igual que el imputado
Freddy Gilberto Romay que particularizó sus observaciones en la valoración del Auto
Supremo 646/2013 que anuló obrados hasta el auto de admisión de la sentencia civil de
usucapión por resultar improbable, para luego alegar de manera general que se hubiesen
roto las reglas de la lógica, experiencia y ciencia, sin especificar en observancia de la carga
procesal que le corresponde al apelante cuando alega defectuosa valoración probatoria, qué
parte de la sentencia estuvo fundada por un hecho no cierto, que invocó afirmaciones
imposibles o contrarias a las leyes de la lógica, la ciencia o que se refirió a un hecho que
sea contrario a la experiencia común, que haya analizado arbitrariamente un elemento de
juicio o que haya existido algún razonamiento sobre pruebas que hayan demostrado cosa
diferente a la que se tuvo como cierta con base en ella, de modo que resulta insostenible la
denuncia de incongruencia omisiva, habida cuenta que el Tribunal de alzada otorgó una
respuesta que si bien resulta genérica, se halla acorde a un planteamiento también
planteado de similar forma, más cuando se advierte que las observaciones planteadas por el
imputado Freddy Gilberto Romay respecto a la valoración del Auto de Vista también fueron
abordadas por el Tribunal de alzada, no siendo evidente que haya omitido referirse en
particular a dicho elemento de prueba como denuncia el recurrente.

III.5. Sobre la denuncia referida al defecto de sentencia establecido en el art. 370.11)


del CPP.

El imputado Pastor Ismael Molina Quintana, en su tercer motivo de casación,


denunció que pese a acusar la falta de congruencia entre la acusación y la sentencia, el
Tribunal de alzada no resolvió el cuestionamiento esencial relativo a la infracción a las
normas relativas a la coherencia entre la acusación y sentencia, al ser condenado por un
hecho donde no existían los elementos objetivos del tipo penal de Prevaricato, menos se
introdujo un solo elemento que demuestre que la resolución judicial que emitió, fuera
contraria a alguna norma civil o de otra índole y menos que sea manifiestamente contraria a
la ley, correspondiendo el análisis del motivo ante la concurrencia de los presupuestos de
flexibilización conforme lo determinara el Auto de admisión 707/2017-RA de 11 de
septiembre emitido en la presente causa, al identificarse que la denuncia versó sobre una
omisión de pronunciamiento.

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En ese sentido, se tiene de los antecedentes, que en el cuarto motivo de apelación, el


imputado denunció la falta de congruencia entre la acusación y sentencia conforme la
norma habilitante del art. 370 inc. 11) del CPP, denunciando como norma inobservada el
art. 362 del CPP. Argumentó que la acusación fiscal y particular, no contaban con base
fáctica jurídica respecto a los delitos acusados y ante ese error, correspondía una sentencia
absolutamente incongruente, toda vez de que a tiempo de realizar la valoración probatoria y
la contrastación con los aspectos fácticos e intelectivos de la acusación, lo lógico era
declarar la absolución por imposibilidad de subsunción entre el hecho denunciado, la
acusación y las pruebas introducidas respecto a los tipos penales, que la infracción a las
normas relativas a la congruencia, entre la acusación y la sentencia, se manifestó en que se
le acusó por un hecho con ausencia de aspectos básicos que determinen la existencia de los
tipos penales en contravención del art. 362 del CPP, siendo condenado por un hecho donde
no existían los elementos objetivos del tipo penal de Prevaricato y menos se introdujo un
solo elemento que demuestre que la resolución fuere contraria a alguna norma y menos
que la misma sea manifiestamente contraria a la resolución emitida. No existiendo la
descripción de su comportamiento prevaricador, sino la imposibilidad de subsunción por
carencia de elementos de prueba por lo que el tribunal incurrió en incongruencia.

Este planteamiento mereció la respuesta del Tribunal de alzada en sentido de que la norma
denunciada como inobservancia contenía el principio de congruencia referido a la
imprescindible correspondencia que debía existir en materia penal, entre los hechos
acusados por la acusación pública y/o particular, con los hechos por los que se condenó en
Sentencia, estando reconocido en el art. 362 del CPP que guardaba concordancia con el art.
342 del mismo Código y que en ese contexto, la calificación legal de los hechos investigados
precisada en los actos procesales anteriores a la sentencia, tales como imputación formal,
aplicación de medidas cautelares, acusación pública o particular, eran eminentemente
provisionales y susceptibles de modificación, siendo que la facultad de establecer en
definitiva la adecuación penal que correspondía al hecho delictivo, era del Juez o Tribunal
de Sentencia en el fallo final, quien después de establecer el hecho probado, subsumía el
mismo en el tipo penal que correspondía conforme a los presupuestos configurativos
preestablecidos por el Código Penal, para finalmente imponer la sanción prevista de acuerdo
a los Autos Supremos 124 de 10 de mayo de 2013 y 230 de 14 de junio de 2003, de modo
que de acuerdo a esos criterios interpretativos, se establecía que según la norma
denunciada podía configurar el defecto de Sentencia cuando se condenaba a una persona
por un hecho distinto al hecho acusado, por un hecho no acusado o que se encontrara
fuera del cuadro fáctico que sustentaba la acusación, lo que no implicaba que el hecho
acusado no pueda variar en lo absoluto, ya que la vulneración al principio de congruencia
exigía una variación del hecho o hechos acusados en lo sustancial o nuclear y de acuerdo a
los parámetros glosados la correlación o congruencia no implicaba una correlación rígida,
inmutable y hermética, entre la hipótesis acusatoria y la sentencia, para vulnerar el art 362
del CPP; en consecuencia, otras variaciones al margen de lo nuclear respecto al hecho
emergentes del proceso u otro tipo de circunstancias que se podían alegar, no configuraban
el defecto de sentencia denunciado.

Efectuadas estas precisiones, el Tribunal de alzada asumió que desde esa perspectiva y de
acuerdo a lo planteado, un hecho acusado no podía contener aspectos que determinen a
priori la existencia o no de una conducta que se configure como típica, antijurídica y
culpable, por lo que extrañar los elementos que describía el tipo penal para encuadrar una
conducta como el objeto material del delito de prevaricato, la prueba que respalde, o que
los hechos acusados no constituían delito, no permitía advertir la configuración del defecto
de sentencia denunciado, enfatizando que en el caso los hechos acusados fueron
determinados de acuerdo a la acusación postulación base del juicio y correspondía verificar
en la tramitación del juicio si tales hechos concretados en la hipótesis acusatoria adquirían o
no la categoría de delitos, es decir probar la afirmación realizada, con base en elementos de
juicio que demostraban que el hecho denunciado existió, generé efectos, quién o quiénes
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realizaron el mismo, y el vínculo, con absoluta libertad probatoria para posteriormente


otorgar una calificación definitiva o no, lo que únicamente se podía realizar concluido el
juicio en la sentencia, en consecuencia lo alegado no demostraba la vulneración del art 362
del CPP, menos la concurrencia del defecto de sentencia denunciado.

A los fines de resolver el motivo sujeto a análisis, se hace necesario precisar que el principio
de congruencia, es entendido como la concordancia o correspondencia que debe existir
entre la petición formulada por las partes y la decisión que sobre ella tome el juez, siendo
definido por Devis Echandía como: “el principio normativo que delimita el contenido de las
resoluciones judiciales que deben proferirse, de acuerdo con el sentido y alcance de las
peticiones formuladas por las partes (en lo civil, laboral, y contencioso-administrativo) o de
los cargos o imputaciones penales formulados contra el sindicado o imputado, sea de oficio
o por instancia del ministerio público o del denunciante o querellante (en el proceso penal),
para el efecto de que exista identidad jurídica entre lo resuelto y las pretensiones o
imputaciones y excepciones o defensas oportunamente aducidas, a menos que la ley
otorgue facultades especiales para separarse de ellas”.[8]

El principio de congruencia se configura en dos modalidades; la primera, conocida


como congruencia interna, que obliga a expresar de forma coherente todos los
argumentos considerativos entre sí y de éstos con la parte resolutiva, y; la segunda,
conocida como congruencia externa, que es aquella que hace referencia el autor
precitado, relativa a la exigencia de correspondencia o armonía entre la pretensión u objeto
del proceso y la decisión judicial, es decir, a la exigencia de correlación entre la acusación y
la sentencia, siendo necesario precisar que la doctrina moderna, concordante con el sistema
acusatorio, hace la diferencia entre la congruencia jurídica y la congruencia fáctica; la
primera (congruencia jurídica), que consiste en la exigencia de homogeneidad entre los
delitos acusados con los delitos objeto de condena o sanción; en cambio, la segunda
(congruencia fáctica), exige de la Sentencia, que tenga como base el hecho
o factum investigado y acusado, debiendo emitir pronunciamiento concordante con dicho
hecho; lo que significa que el Tribunal sentenciador, pueda otorgar al hecho denunciado
una calificación jurídica diferente a la que conste en la acusación, cuidando de no dejar en
estado de indefensión al imputado, por lo que se encuentra constreñido a no modificar
sustancialmente dicha calificación, teniendo como margen, que la misma se haga dentro la
“misma familia de delitos”, por ello la acusación debe señalar la pretensión jurídica que
servirá para orientar tanto al Tribunal como al imputado para la efectivización de su derecho
a la defensa.

En cuanto al citado principio, el art. 362 del CPP dispone de forma imperativa que ningún
imputado puede ser condenado por un hecho distinto al atribuido en la acusación o en su
ampliación; concordante con la normativa precitada, el inc. 11) del art. 370 del cuerpo legal
precitado, establece que constituye defecto de Sentencia, la inobservancia de las reglas
relativas a la congruencia entre la Sentencia y la acusación; las disposiciones precitadas, a
su vez, guardan coherencia con las siguientes normas legales: El art. 242 del CPP, que en
su primer párrafo señala: "El juicio se podrá abrir sobre la base de la acusación del fiscal o
del querellante, indistintamente. Cuando la acusación fiscal y la acusación particular sean
contradictorias e irreconciliables, el tribunal precisará los hechos sobre los cuales se abre el
juicio. En ningún caso el juez o tribunal podrá incluir hechos no contemplados en alguna de
las acusaciones, producir prueba de oficio ni podrá abrir el juicio si no existe, al menos, una
acusación”; y, el art. 348 del referido Código, que respecto a la ampliación de la acusación
sostiene: "Durante el juicio, el fiscal o el querellante podrán ampliar la acusación por hechos
o circunstancias nuevos que no hayan sido mencionados en la acusación y que modifiquen
la adecuación típica o la pena”, para luego señalar: “Admitida por el juez o tribunal la
ampliación de la acusación, se recibirá nueva declaración al imputado y se pondrá en
conocimiento de las partes el derecho que tienen a pedir la suspensión del juicio para

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ofrecer nuevas pruebas o preparar su intervención, conforme a lo dispuesto en el Artículo


335 de este Código".

De la normativa precitada se evidencia que el sistema procesal penal vigente, de manera


implícita, en cuanto a la redacción de la Sentencia, acoge el principio de congruencia
fáctica; lo que significa, la posibilidad de aplicar el principio iura novit curia,
esto es aplicar
un derecho distinto al invocado en la acusación, cambiando la calificación jurídica, con la
finalidad de adecuar los hechos probados a la normativa legal que corresponda, toda vez
que únicamente establece la prohibición de incluir hechos nuevos que no hayan sido objeto
de la acusación, lo que no compromete, bajo ningún aspecto, la imparcialidad de juzgador
ni soslaya el derecho a la defensa.

Efectuadas las precisiones anteriores, se evidencia que el recurrente a tiempo de sostener la


existencia del defecto previsto por el art. 370.11) del CPP, distante a los alcances y
contenido de dicho defecto, no alegó en su planteamiento la inexistencia de congruencia
entre el hecho atribuido en las acusaciones y el hecho por el que fue juzgado y finalmente
condenado a través de la sentencia emitida en la presente causa, sino que cuestionó
aspectos relativos a la existencia de los tipos penales calificados, a la inexistencia de los
elementos objetivos del tipo penal y a la falta de introducción de elementos que acrediten
que la resolución que emitió en su condición de autoridad judicial sea manifiestamente
contraria a la ley, cuando ellos se inscriben en el ámbito de otros defectos de sentencia
previstos por el legislador en el art. 370 del CPP, razón por la cual el Tribunal de alzada a
tiempo de resolver el planteamiento de alzada, de manera correcta a partir de las
disposiciones contenidas en los arts. 342 y 362 del CPP, correctamente delimitó el alcance
del defecto invocado, para luego de ponderar los argumentos alegados establecer que no
permitían advertir la configuración del defecto denunciado, sin que dicha respuesta pueda
ser catalogada como una omisión de pronunciamiento como denuncia la parte recurrente en
casación, pues por el contrario el Tribunal de alzada a partir del marco normativo desestimó
el motivo de apelación planteado fuera del supuesto previsto por el art. 370.11) del CPP,
como norma habilitante y del art. 363 del mismo cuerpo legal como norma supuestamente
infringida; en cuyo mérito, el presente motivo deviene en infundado.

III.6. Sobre la denuncia de incongruencia omisiva ante la denuncia de vulneración de


derechos y garantías constitucionales.

El imputado Wilfredo Ramos Quispe, denunció también en su primer motivo de


casación que pese a acusar la vulneración de derechos y garantías, porque no supo
exactamente qué hechos concretos y su determinación precisa y circunstanciada, el Tribunal
de apelación no especificó qué personas hubieran planteado incidente de actividad procesal
defectuosa, careciendo el Auto de Vista de debida motivación al no atender y menos
responder en el fondo, incurriendo en incongruencia omisiva.

En este motivo el recurrente invocó el Auto Supremo 411 de 20 de octubre de 2006,


ya relacionado en la presente resolución, verificándose de los antecedentes que el imputado
en el punto I de su apelación restringida bajo el acápite “VULNERACIÓN DE DERECHO Y
GARANTIAS CONSTITUCIONALES EN LA TRAMITACIÓN DEL JUICIO ORAL PUBLICO Y
CONTRADICTORIO” (sic), después de denunciar que la sentencia adolecía de motivación y
fundamentación, de cuestionar el rol de la fiscalía, de que la acusación no cumplía con las
exigencias establecidas en el art. 341 numerales 2) y 3) del CPP, hizo hincapié haber
interpuesto incidente de actividad procesal defectuosa por falta de certeza en la
acusación, siendo desestimado a través de una resolución que no contenía ninguna
motivación y fundamentación, lo que le impidió defenderse en el proceso, generando una
desigualdad evidente de condiciones respecto a la acusación.

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Ahora bien, sobre este particular reclamo es menester señalar que las Resoluciones emitidas
por el Tribunal de alzada sobre mecanismos de defensa relativos a incidentes o
excepciones, no son recurribles en casación por corresponder a un procedimiento incidental;
sin embargo, este Tribunal en su uniforme y reiterada jurisprudencia, ha establecido como
excepción a la regla, la consideración en el fondo de aquellas denuncias en las que se
alegue la existencia de incongruencia omisiva, casos en los cuales de manera excepcional
apertura su competencia a los fines de verificar si evidentemente existe la falta de
pronunciamiento sobre una apelación vinculada a algún tema incidental, siendo que en el
caso de Autos, en el ámbito de un incidente de actividad procesal defectuosa de acuerdo a
los datos proporcionados por el propio recurrente, se denuncia la falta de respuesta en el
fondo por el Tribunal de alzada, correspondiendo ingresar a verificar lo alegado sólo
respecto de este aspecto.

En ese ámbito, se establece que durante la presente causa no sólo se interpusieron


recursos de apelación restringida, sino también apelaciones incidentales respecto a varias
resoluciones emitidas en la tramitación del acto del juicio, conforme se desprende del
contenido del Auto de Vista 29/17 de 17 de marzo de 2017 emitido por el Tribunal de
alzada en forma previa a la resolución ahora impugnada de casación, del cual se advierte
que entre otros recursos, se resolvió la apelación incidental del imputado Wilfredo Ramos
Quispe que denunció la vulneración de derechos y garantías constitucionales en la
tramitación del juicio, cuestionando entre otros aspectos que la acusación no cumplió con el
art. 341.2) y 3) del CPP, lo que le hubiese impedido conocer los hechos concretos acusados,
planteamiento que fue analizado por el Tribunal alzada conforme el contenido del acápite
“CONSIDERACIONES DE LA SALA”, del referido Auto de Vista 29/17 para finalmente
declarar el recurso improcedente; lo que implica, que si bien en la resolución ahora
impugnada de casación el Tribunal de alzada no consideró el reclamo que motiva la
casación, objetivamente queda demostrado que sí lo fue a tiempo de resolverse en forma
previa las apelaciones incidentales, sin que corresponda a esta Sala Penal de casación la
revisión de otros aspectos, teniendo en cuenta que de acuerdo al art. 403 del CPP, las
resoluciones emergentes de la apelación a las decisiones adoptadas respecto a excepciones
o incidentes, sólo son impugnables mediante el recurso de apelación incidental que no
admiten ulterior recurso conforme a lo dispuesto por el art. 394 del CPP y a la doctrina legal
aplicable establecida por este alto Tribunal como la desarrollada en el Auto Supremo 628
de 27 de noviembre de 2007, que precisó: “...el recurso de casación únicamente
procede para impugnar autos de vista dictados por las cortes superiores en ejercicio de la
competencia reconocida por el art. 51 inc. 2) del Código de Procedimiento Penal, es decir,
en la sustanciación y resolución del recurso de apelación restringida que procede
exclusivamente respecto a Sentencias emergentes de juicios sustanciados ante el tribunal
de sentencia y juez de sentencia o como consecuencia de la aplicación del procedimiento
abreviado por parte del juez de instrucción"; en consecuencia al haber existido un
pronunciamiento de parte del Tribunal de alzada respecto al agravio alegado por el
imputado, no se visualiza en el accionar del Tribunal de alzada contradicción alguna con el
precedente invocado, resultando infundado el motivo.
POR TANTO

La Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia, con la facultad conferida por el art. 419 del CPP,
declara INFUNDADOS los recursos de casación interpuestos por los imputados Freddy Gilberto
Romay Gonzales, de fs. 1200 a 1227, Pastor Ismael Molina Quintana, de fs. 1228 a 1238 vta. y
Wilfredo Ramos Quispe, de fs. 1258 a 1279.

Regístrese, hágase saber y devuélvase.

Firmado

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Magistrado Relator Dr. Marco Ernesto Jaime Molina


Magistrado Dr. Olvis Eguez Oliva
Secretario de Sala Dra. Judith Zulema Roque Orihuela

[1]
FONTÁN BALESTRA, Carlos, Derecho Penal, Parte Especial, 10ª Edición, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1985, p. 1.
[2]
MUÑOZ CONDE, Francisco. Derecho Penal Parte Especial. Tirant lo Blanch, Valencia, 1999, p. 792-793.

[3]
PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. Derecho Penal Parte Especial. IDEMSA, Lima Perú, 2011, p. 453.
[4]
Ibidem. p. 454.
[5]
VILLAMOR LUCIA, Fernando. Derecho Penal Boliviano Parte Especial. Tomo II Segunda Edición Actualizada,
La Paz Bolivia, p. 63.

[6]
CREUS, Carlos. Derecho Penal Parte Especial. Tomo II, Editorial ASTREA, Buenos Aires, p. 329.

[7]
Ibidem. p. 329.
[8]
DEVIS ECHANDIA, Hernando, Teoría General del Proceso, Tomo I, Editorial Universidad, Buenos Aires, 1984,
pág. 53).

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