Ficha Equipo 4
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CITA:
Las emociones básicas son innatas y las compartimos con otros animales. Estas
respuestas espontáneas revelan mucho sobre nuestra relación con el entorno y no
dependen ni de nuestro entorno social en la que vivamos, ni de nuestra cultura o nuestras
experiencias vividas.
El enfado/ira: Respuesta a una situación o hecho que no nos gusta o nos hiere.
El miedo: Sensación desagradable que nos recorre todo el cuerpo y que es la respuesta
ante un peligro.
La felicidad: Cuando estamos gratificados con lo que tenemos y sabemos disfrutarlo. Un
estado de bienestar emocional y sensación de satisfacción.
El amor: Afecto que se siente por una persona, animal o cosa. Cuidado, atención y gusto
que se pone al hacer una cosa.
La tristeza: Sentimiento de melancolía que provoca falta de ánimo y alegría
Las actividades para aprender a notar nuestras emociones son muy sencillas: Reconocer
nuestras emociones pasa por prestarle atención a las sensaciones físicas que provocan
esas emociones. Las emociones son el punto de intersección entre mente y cuerpo, se
experimentan físicamente, pero son el resultado de una actividad mental. El primer paso
es expresar emociones para aprender a actuar sobre ellas. El segundo paso es aprender
a identificar y distinguir unas emociones de otras. El tercer paso es aprender a evaluar su
intensidad. Si sólo notamos las emociones cuando son muy intensas estamos a su merced.
Controlar nuestras emociones siempre es más fácil cuanto menos intensas sean
Controlar nuestros sentimientos implica, una vez que los hemos detectado e identificado,
ser capaces de reflexionar sobre los mismos. Reflexionar sobre lo que estamos sintiendo
no es igual a emitir juicios de valor sobre si nuestros sentimientos son buenos o malos,
deseables o no deseables. Reflexionar sobre nuestras emociones requiere de, determinar
la causa, las alternativas y por último el actuar. Puedo, naturalmente, optar por quedarme
como estoy o puedo optar por cambiar la emoción que estoy sintiendo. No hay reglas que
digan qué es lo que hay que hacer. Tan dañino puede ser intentar no sentir una emoción
como sumergirse en ella.
CITA:
“No somos seres irracionales, somos seres racionales que razonan”. Es frecuente
que alguien elabore una explicación racional sobre una decisión determinada, cuando en
realidad la mayoría de las veces esa decisión es simple y llanamente el resultado del
deseo impulsado por las emociones y los sentimientos más profundos y, en algunos casos,
ocultos en nuestro inconsciente. Las emociones y los sentimientos no solo juegan un papel
relevante en nuestras acciones y decisiones, también son fundamentales para alcanzar
nuestro bienestar subjetivo y nuestra felicidad. En lo absoluto es una exageración. Es
más, toda decisión racional será equivocada si no tiene en cuenta nuestras emociones y
sentimientos. Sin ellos, el resultado de la razón será siempre contrario a las necesidades
básicas de nuestro mundo interior, que es lo esencial a la hora de encontrar paz, serenidad
y certeza en nuestros actos. Un adecuado equilibrio entre la razón y la emoción es la única
alternativa para alcanzar el bienestar personal y un adecuado desempeño en el mundo
social, en el cual convivimos e interactuamos, en ese camino de ida que es la vida.
Las emociones cumplen tres funciones: una función adaptativa, una social y una
motivacional. La función adaptativa es justamente la que, en virtud de la emoción de que
se trate, hace que nos acerquemos o alejemos de una circunstancia. La finalidad es
cuidarse, preservarse, no sufrir. Esta función condiciona la continuidad de las especies. En
cuanto a la función social, digamos que las emociones nos permiten comportarnos en
sintonía con nuestros pares del entorno, condicionar y adecuar nuestras acciones,
entender a los demás, predecir y controlar conductas, comunicar afectos; en definitiva,
promueven relaciones interpersonales. La función motivacional, que es la fuerza
dinámica que nos impulsa a la acción, orienta nuestro comportamiento.
3.- ¿Cómo nos ayudan las emociones y sentimientos a lograr lo que queremos?
En un mismo acontecimiento puede ser valorado de forma distinta según las personas. Un
ejemplo evidente es el de un partido de fútbol. Cuando se marca un gol, la valoración es
diferente por parte de los seguidores de los distintos equipos: unos se alegran y los otros
se entristecen. Ante un suspenso, un alumno puede experimentar rabia, otra tristeza y otra
vergüenza. Esto pone en evidencia como la emoción no depende del acontecimiento en
sí, sino de la forma que tenemos de valorarlo.
Las emociones positivas tienden a potenciar la salud tanto física como mental mientras
que las emociones negativas tienden a disminuirla. A su vez, las personas que gozan de
un buen estado de salud tienden a experimentar más emociones positivas y menos
negativas que quienes han perdido su bienestar. Cuando experimentamos ira, tristeza o
depresión de manera intensa, tienden a producirse cambios de conducta que hace que
abandonemos hábitos saludables como el ejercicio físico o la vida social y los sustituyamos
por otros como alguna adicción al tabaco o al alcohol que ponen en peligro nuestra salud.
En definitiva, existe una relación estrecha entre emociones y salud. Por un lado, cuando
estamos sanos disfrutamos de mayores niveles de bienestar y emocionalidad positiva,
mientras que cuando enfermamos, tendemos a preocuparnos, activarnos y a deprimirnos.
Al evitar nuestras emociones, aumentamos con ello nuestra agresividad. Esto puede
generar muchas enfermedades en el cuerpo y en la mente, causando una gran cantidad
de problemas de salud. Al reprimir las emociones, confundimos y lastimamos a nuestro
cuerpo de una manera profunda. Las emociones afectan a todo nuestro organismo;
nuestro cuerpo lucha por nuestra supervivencia y está tratando de mantenernos seguros
en todo momento. Aunque tendemos a pensar que cuando no enfrentamos una emoción
nos coloca en una posición cómoda, saber reaccionar a una emoción y procesarla puede
protegernos de los peligros, tanto físicos como mentales. La supresión de las emociones
negativas, tristeza, dolor o frustración se ha asociado con enfermedades
cardíacas, úlceras o problemas gastrointestinales.
Cuando reprimimos emociones, cuando nos dejamos llevar por el miedo, cuando no nos
permitimos poder estar tristes, estamos dando paso a un funcionamiento independiente
de las emociones no gestionadas y no manejadas, y será ahí cuando hablen por sí
mismas a través de nuestras acciones. A veces nos enfrentamos a situaciones y
reaccionamos de forma que nos sorprende. Esto ocurre por la memoria de nuestras
experiencias, las cuales integramos a veces de manera consciente y otras de forma
inconsciente. Si no sabemos identificar las emociones, luego no podremos gestionarlas y
manejarlas, por ello el primer paso será atender a las emociones y darle voz cuando
pidan hablar. Si no realizamos este paso, estaremos reprimiendo y dejando que actúen
en forma autónoma. “Cuando conocemos que nos está ocurriendo o porque actuamos de
determinada manera ahí es cuando podemos dar forma y entender que es lo que nos
sucede”