El Presente Del Pasado

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EL PRESENTE DEL PASADO: LITERATURA, MEMORIA Y TESTIMONIO EN LA ARGENTINA DE LOS 90 (REVISTA AFUERA).

EDGARDO H. BERG (CELEHIS, UNMDP)

1. LAS FUERZAS FICTICIAS

Una sociedad se eleva desde la brutalidad hasta el orden. Ya que la barbarie es la era del hecho, es pues, necesario que la era del orden sea el imperio de las ficciones, pues no hay poder capaz de fundar el orden en la sola coaccin de los cuerpos por los cuerpos. Se hacen necesarias fuerzas ficticias (Paul Valery)

Nuestra historia contempornea puede verse, en muchos casos, como una historia de cuerpos y cadveres insepultos.Cuando no se sepulta a los propios muertos estos reaparecen y los cadveres, fantasmticamente, deambulan y asoman como espectros que agitan el recuerdo tenebroso de los campos de exterminio. Hacen falta fuerzas ficticias, deca Paul Valery (1995:91). El poder fabrica ilusiones y mquinas narrativas capaces de fundamentar la represin ejercida sobre los cuerpos y de excluir en el espacio social los sujetos marcados por el estigma de la diferencia. Sin embargo, mientras quede un hombre vivo para contar la historia, el borrado de las huellas de la memoria y las marcas de las historia inscriptas en los cuerpos de las vctimas estar destinado a fracasar. El superviviente, afirma Giorgio Agamben (2000:26), tiene la vocacin de la memoria, no puede no recordar. El testimonio de lo ocurrido no slo representa un impulso y una liberacin para los que sobrevivieron a la catstrofe del mal sino tambin una obligacin, una deuda con los que murieron. En este sentido, la memoria, como la Antgona de Sfocles, lucha y se rebela contra las disposiciones del olvido. A las razones del Estado, las locas de Plaza de Mayo y luego la agrupacin H.I.J.O.S. impusieron el derecho de la familia;. las leyes eternas de la piedad con los muertos contra la usurpacin represiva y delictiva de la ltima dictadura militar en la Argentina.i Habra que pensar si la cultura y la poltica argentinas desde sus comienzos, no llevan en su seno la consciencia del episodio ms regresivo y barbrico que registra la historia nacional contempornea. La literatura argentina, en este sentido, nunca roz tangencialmente la historia, sino que siempre aconteci en medio de ella. Muchos de los mejores textos nacionales no slo testimoniaron escenas inhumanas y violentas de nuestro acontecer poltico, sino que, en los mejores casos, se adelantaron a su tiempo. Las ficciones de Echeverra, Sarmiento, pasando por los mejores ejemplos de la serie gauchesca; y ms

contemporneamente, Arlt, Martnez Estrada, Walsh, Vias, Saer o Piglia, para citar un puado de nombres propios, son ficciones de piernas largas. Reflejaron, a veces en medio del maniatado control lingstico, la lgica binaria y paranoica del poder; y en algunos casos, como ficciones especulativas y apriorsticas, se movieron en la anticipacin. La historia y los enfrentamientos polticos muchas veces, se condensan en escenas de violencia extrema, donde se amputan y sacrifican cuerpos, o se refractan los mecanismos de humillacin y animalizacin del adversario. En este sentido, la literatura como saber historiogrfico siempre ha perfilado la conciencia paranoica de la poltica, donde siempre se ve al otro como un peligro inminente, un otro amenazante. Interrogarse por la literatura de una poca es tambin interrogarse sobre cmo una sociedad se conoce a s misma. Dentro de la economa global de los discursos sociales, la literatura muchas veces, juega un papel de desplazamiento y de interferencia. En su libro Tres propuestas para el prximo milenio (y cinco dificultades), Ricardo Piglia se interroga sobre el futuro de la literatura y sobre la tensin entre literatura y poltica que podra persistir cuando la funcin del escritor siga siendo la bsqueda de una verdad que el Estado esconde y trata de enterrar (Piglia 2001: 21). La primera propuesta para una literatura futura est relacionada, para Piglia, con la posibilidad de enhebrar relatos alternativos en tensin con ese relato que construye el Estado; relatos que, a su vez, nos permiten entender la forma en que se construyen y actan las narraciones que vienen del poder (Piglia: 22). As es que Piglia analiza el relato que el Estado construy durante la ltima dictadura militar en la Argentina, en donde el cuerpo social dej de ser una metfora jurdica y poltica para comenzar a pensarse desde el horizonte epistemolgico de las ciencias mdicas. A ese relato el autor lo denomina relato quirrgico, un relato que trabaja sobre los cuerpos. Ese relato mdico que circulaba en la poca, no slo conformaba un modo de narrar, sino tambin, una estrategia de legitimacin discursiva sobre la represin clandestina. Los militares, afirma Piglia, hablaban de la Argentina como una suerte de cuerpo enfermo, que tena un tumor o un cncer que prolifera y se identificaba con la subversin y la funcin de los militares era operar, sin anestesia en una sala de operaciones, con cuerpos desnudos, ensangrentados, mutilados. Y en ese relato ficcional que usaba una metfora mdica, se deca la verdad y a la vez, se ocultaba y se encubra, en un relato alegrico, lo que en verdad estaba sucediendo. (Piglia: 23-24). Contra el peligro de la hipercodificacin virtual en la red de redes y la asfixia que provoca el exceso de memoria, como nos advierte Andreas Huyssen (2001: 23) sobre nuestra poca, cabe recordar lo que Sigmund Freud ([1914] 1981: 1683-1688) nos ha enseado a propsito de la dialctica indisoluble entre memoria y olvido, siendo paradjicamente la memoria una forma del olvido y el olvido una forma latente y oculta de la memoria. En este sentido, Slavoj Zizek (1993: 13) afirma que en la rememoracin de antiguos traumas, lo importante no es llegar a la verdad factual de algn conocimiento olvidado desde hace tiempo, sino que en el retorno a ese episodio lo que cuenta es un recuerdo del pasado, es decir la manera en que el recuerdo acta en el sujeto. Voy a referirme a tres textos de los

ltimos noventa que, desde distintas modulaciones discursivas (que van de la novela, pasando por el testimonio periodstico y la entrevista, al ensayo sociolgico y poltico), actualizan la experiencia del pasado, imponiendo una temporalidad que se aparta de la linealidad del relato historiogrfico clsico, configurando discursivamente una trama de remisiones superpuestas. Son textos que vuelven a narrar la experiencia de la ltima dictadura militar en la Argentina (1976-1983) desde un presente que interroga el pasado. Cmo volver a narrar una experiencia lmite?Qu queda de ese pasado en el presente? Cul es el futuro de ese pasado? Las historias y los relatos sociales estn preadas de un pasado inconcluso que nunca termina de decir lo que tiene que decir. Y estos relatos (los textos), bien podran pensarse como actos de redencin poltica: el futuro de un pasado que an no ha terminado.

2. EL RELATO MDICO

Con su memoria, Villa, usted tiene que estudiar medicina (Luis Gusmn)

La cita podra pensarse como un delgado tejido que articula la historia con una prctica y un aprendizaje de un sujeto sobre el cuerpo ajeno. Pero cuando el registro de los acontecimientos (la notacin paciente y temerosa de sucesos ilegales como cmplice silencioso) se anuda con la intervencin poltica y quirrgica sobre cuerpos inocentes, la historia, en tanto prognosis, se transforma en un teatro siniestro de crueldades, donde matar se convierte en un asunto mdico. Podramos afirmar que la novela Villa (1995) de Luis Gusmn representa un punto de viraje en la produccin narrativa del escritor argentino. Si en los comienzos sus textos estaban cercanos a la experimentacin y a los protocolos propios de la vanguardia psicoanlitica, enunciada en los setenta por el grupo Literal (Osvaldo Lamborghini, Germn Garcia, Lorenzo Quinteros y el propio autor, entre otros), donde el pensamiento lacaniano moldeaba la singularidad de los proyectos escriturarios, hacia los noventa Gusmn se aparta visiblemente de la etapa inaugural (El frasquito, Brillos, Cuerpo velado, publicadas en la deada del 70) y trabaja con un verosmil novelesco ms cercano a la gran tradicin realista. Hacia finales de los noventa y comienzos de nuestro siglo, una serie de textos narrativos en la Argentina volvieron a interrogarse sobre la posibilidad de narrar nuestra

historia reciente. Las preguntas propias de los ltimos ochenta de cmo narrar los hechos reales? o cmo narrar despus del horror? se trastoc en otra: cmo narrar los efectos del horror en el presente? O mejor, qu dice la literatura cuando habla de la memoria del presente? Novelas como Villa, Ni muerto has perdido tu nombre (2002) de Luis Gusmn, Los planetas (1999) de Sergio Chejfec o Dos veces junio (2002) de Martn Kohan inician nuevas modulaciones narrativas que, en algunos casos, se distancian de los modelos previos (los ejemplos de Gusmn y Kohan quiz sean los ms evidentes) y postulan una nueva alianza entre poltica y potica.ii Sobre aquello de lo que no se puede hablar, hay que callar, repite una y otra vez Andrei Tardewski, el personaje mulo de Witold Gombrowicz en Respiracin artificial (1980) de Ricardo Piglia; e insistiendo con el martillo robado de Ldwig Wittgenstein enuncia la presencia represiva de lo que no se dice y en ese no dicho, intraducible e inescribible, se articula un vaciado que mina el interior y establece las condiciones de posibilidad de muchos de los textos de los ltimos ochenta. Por el contrario, la nueva narrativa argentina, registrando la herida intempestiva de la historia, explora los lmites de lo enunciable y de lo narrable, experimentando (repitiendo) un pasado inacabado e inconcluso. Escritas y publicadas durante la implantacin y desarrollo del llamado neoliberalismo o capitalismo salvaje durante la presidencia de Carlos Sal Menem, son novelas que emergen luego del hito poltico que signific el Juicio a las Juntas Militares, con respecto a los crmenes de la ltima dictadura militar, la publicacin del Nunca ms y del Diario del Juicio, as como tambin se hacen cargo del impacto jurdico y social que produjeron, a posteriori, las leyes de Punto Final (1986) y de Obediencia Debida (1987) durante el gobierno de Ral Alfonsn y, finalmente, los Indultos (1989-1990) promulgados por el presidente Carlos Menem. Villa fue quiz la novela que cambi el eje de interrogacin y mud la pregunta sobre el pasado inmediato hacia el porvenir. En este sentido, Luis Gusmn pudo resignificar, en los lmites del lenguaje narrativo, el peculiar punto de vista del victimario, al contar otra historia (la misma historia) desde la conciencia perturbada y el punto de vista de un mdico colaborador de la mquina represiva del Estado. iii El narrador de la novela de Gusmn es un mdico que pasa de ser un empleado del Ministerio de Bienestar Social a integrante de los comandos de exterminio del lopezreguismo primero y luego de la ltima dictadura militar en la Argentina. La novela construye el habla de un partcipe civil directo del terror del Estado, y lo hace desde el registro ntimo de la primera persona y de las jergas privadas del aparato estatal genocida. Ambientada en la dcada del 1970, en el catico perodo poltico de la Argentina.que sucede cuando el General Pern muere y los primeros aos del gobierno militar, la novela de Gusmn cuenta centralmente la histria de un subalterno, de un mosca, tal cmo son denominados los servidores de los jugadores de pquer (Un mosca es el que revolotea alrededor de un grande. Si es un dolo, mejor, afirma el texto). Personaje que har de su ofcio un destino y que se constituir en relacin de sumisin y subordinacin con el poder de turno. Villa pasa de mosca a mdico del Ministerio de Bienestar Social y como mdico, no ser otra cosa que un engranaje de una compleja mquina burocrtica de

gobierno. Esa experiencia basta para entrever la compleja interaccin entre subordinacin y complicidad, entre el orgullo conformista del subordinado (un mdico-soldado que cumple rdenes claramente criminales) y el remordimiento que va ahogndolo a medida que transcurren los hechos. Villa nunca es protagonista de su propia historia y siempre es la sombra de alguien. Si la figura del padre, el motivo del doble y el tpico de la muerte aparecen como motivos recurrentes en la literatura de Gusmn, la ausencia de la figura del padre en la vida de Villa es sustituda y desplazada permanentemente por la palabra y el mando de los otros, personajes que siempre ofician como ley(Firpo su jefe, ms tarde Villalba). El autor sumerge al lector a partir de la mirada de Villa en un mundo de violencia, tortura e ilegalidad que circunda la Argentina en esos tiempos Las acciones del protagonista prefijadas por las rdenes y los pactos de las jerarquas se conjugan con un perverso juego de ocultamiento y evidencia de prcticas ilegales, amparadas o solicitadas por el terror del Estado. Si se quiere, la ltima dictadura militar articul un relato mdico para extirpar, sin anestesia, el cncer del cuerpo social. En este sentido, los doctores Villa, Firpo y Villalba no se separan de la solapada complejidad de una trama de intrigas personales, convenciones ruines y miserables que fisuran, aunque sin quebrantar del todo, la convivencia entre mdicos y militares. Los conceptos de lealtad y acatamiento, nitidamente perfilados en el protagonista (aunque es difcil hablar de protagonismo en un personaje que es atravesado por los actos de los otros) son inscriptos sobre una atmsfera de amenaza y paranoia que permiten pensar en la posibilidad de una trampa inminente. Lo pblico y lo privado esconden y condensan la complicidad de la sociedad, la trama secreta de aquellos que habitan sobre una ciudad sitiada y llena de cadveres. Si el Estado se sostiene con prcticas ilegales para sostener un poder totalitario y violento, el punto de anclaje es una comunidad basada en los valores de una doble moral. La apata moral y la ceguera deliberada de su narrador (Villa) desnudan y escenifican los engranajes del Estado, aceitado para producir sujetos cmplices de la persecucin poltica y de los crmenes abyectos; enhebrando una red de complicidades tendientes a encubrir e impedir el acceso a la verdad y distorsionar la memoria pblica. Cuando Villa se interna en los meandros de su memoria y registra en un informe (burocrtico) las atrocidades de las cules fue partcipe, el mundo inmotivado de las casualidades se desmorona y disuelve.iv Los pactos y el sistema de lealtades que tejen su mundo se han resquebrajado para siempre. Villa no muere por no poder olvidar, como Funes el personaje del cuento de Borges, pero su ltimo destino, el traslado a Resistencia prefijado por Villalba, confirman la naturaleza de su eleccin: ser un mosca es tambin saber acatar las rdenes de los superiores, aunque estas estn signados por la traicin y el oprobio. Querer olvidar la radicalidad del mal, como deca Hannah Arendt (1982: 592, vol 3), es pretender obstruir el recuerdo de la inmoralidad absoluta del genocidio. Gusmn, al transitar sobre nuestro pasado reciente, no intenta meramente un camino retrospectivo, sino, ms bien, volver sobre las razones de su engendramiento.

2. LA CONFESIN

Como siempre en la historia humana, los grandes secretos son descubiertos por una conciencia solitaria, en este caso la de alguien que lentamente se desprendi de las servidumbres institucionales. Cuando Scilingo perdi pie y estuvo a punto de caer al mar junto con una de sus vctimas se resquebraj dentro de s el mecanismo militar de despersonalizacin y deshumanizacin .Por primera vez pudo ver al enemigo como un ser humano (Horacio Verbitsky)

El llamado periodismo de investigacin en Latinoamerica se ha desarrollado de manera paralela al nuevo periodismo estadounidense surgido en los aos sesenta del pasado siglo. El nuevo periodismo (The new journalism) habitualmente se refiere a la produccin escrita de una nueva clase de periodistas norteamericanos (Tom Wolfe, Norman Mailer, Truman Capote, etc) que intentaron romper con la prctica periodstica tradicional, asociada a la versin oficial y burocrtica del mundo empresarial, para ejercitar un nuevo estilo de narracin que tiene su antecedente histrico en el movimiento del Muckraking
v

de

comienzos de siglo XX. La radical transformacin del periodismo norteamericano en los aos sesenta se asocia contextualmente con el surgimiento de la beat generation, la cultura hipppie, la msica rock, Vietnam, la rebelda estudiantil, el movimiento de la Nueva Izquierda norteamericana y las Black Panther. La accin sobre material documental, el uso de ciertas tcnicas provenientes de la novela realista (el punto de vista, el monlogo interior, el dilogo), de tcnicas y estrategias propias de las formas de reproduccin mecnica (como la fotografa, el reportaje o la entrevista a personas implicadas como testigos o protagonistas a ciertos eventos histricos), configura de algn modo la nueva prctica periodstica. Como afirma Ana Mara Amar Snchez (1992: 13), cuando se habla de nuevo periodismo y de novela de no ficcin suele pensarse en Truman Capote -el autor que acu el trmino publicitario de "non fiction novel" -, Tom Wolfe o Norman Mailer como los iniciadores del gnero. Pero entre el 27 de Mayo y el 29 de Julio de 1957, Rodolfo Walsh publica una serie de notas periodsticas en la revista Mayora que se transformarn en el mismo ao en Operacin Masacre. Texto que va a definir el inicio de una nueva potica y un punto de viraje en la produccin narrativa del autor. A partir de ah, Walsh comienza a producir relatos testimoniales destinados a la denuncia poltica. Una nueva forma escrituraria donde se encuentran el discurso literario y el periodstico, la investigacin sobre datos y hechos comprobables o verificables combinados con el uso de ciertas estrategias que provienen de la ficcin "pura": construccin de dilogos, de escenas y situaciones narrativas, inscripcin del suspenso, conversin de las vctimas y torturados en protagonistas de la historia. Teniendo en cuenta a la produccin del escritor argentino se podra afirmar que el periodismo de investigacin latinoamericano arraiga ms bien en la tradicin europea de indignacin y

denuncia, en la que se entremezclan recursos propios del periodismo moderno con procedimientos literarios. Las zonas de referencia y el campo de accin del periodismo de investigacin contemporneo ha estado focalizado en algunos tpicos centrales: las violaciones a los derechos humanos, la corrupcin y el saqueo en la gestin pblica, los testimonios histricos. Hacia 1976, los textos annimos producidos por la Agencia Clandestina de Noticias (ANCLA) y Cadena Informativa representan los momentos ms altos en la investigacin periodstica y la denuncia poltica de Walsh. Esos textos mecanografiados y distribudos por correo o de mano en mano, intentan no-velar la historia y poner un lmite a la maquinaria desvastadora y represiva del estado genocida. Cumplido el primer aniversario del golpe de Estado en manos de la Junta Militar, cuando Rodolfo Walsh tena cincuenta aos, distribuye su ltima carta firmada, Carta abierta de un escritor a la Junta Militar (1977). ltimo acto de escritura que, recuperando el sentido del Yo acuso (Jaccuse) de mile Zola, expone una serie de acusaciones sostenidas sobre la estructura argumental de la invectiva latina. As como Zola, hacia 1898, escribe su alegato a favor del capitn Alfred Dreyfuss, en una carta abierta dirigida al presidente de la Repblica de Francia y publicada en el diario LAurore, Walsh hace lo suyo, denunciando la violacin de los derechos humanos de la ltima dictadura militar, a partir de la prctica sistemtica de la tortura, los secuestros clandestinos, la desaparicin de personas, los fusilamientos sin juicio y la aparicin de los campos clandestinos de concentracin. Si se quiere esos cuerpos mutilados y arrojados al mar anticipaba, los vuelos de la muerte que narrara ms tarde Horacio Verbitsky en su libro, justamente, titulado El vuelo (1995):
Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto despus que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a otros pases, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus propias fuerzas. Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las costas uruguayas, pequea parte quizs del cargamento de torturados hasta la muerte en la Escuela Mecnica de la Armada, fondeados en el Ro de la Plata por buques de esa fuerza.... (Walsh 1998: 208).

La contundencia y la eficacia de las palabras de Walsh abrre una grieta entre el antes y el despus de la historia del periodismo argentino. Walsh como nadie (quiz como Arlt) fue capaz de expresar los avatares de la bsqueda de la verdad en la persistencia de una pasin. No-velar la historia en el momento en que no era preciso decir, hasta los propios lmites de lo comunicable, quiz haya sido su mayor apuesta, su compromiso poltico y tico. Su cuerpo, el cuerpo de la escritura arder siempre como faro en la deteccin de la historia argentina. Podra pensarse a Horacio Verbitsky como uno de los continuadores de los surcos trazados por los textos walshianos. Basta pensar en los traslados y similitudes estructurales entre su tercer libro de investigacin Ezeiza (1985) -luego de Prensa y poder en el Per (1974) y La ltima batalla de la Tercera Guerra Mundial (1984)- y Caso Satanowsky (1958) o Quin mato a Rosendo? (1968) de Rodolfo Walsh, para advertir cmo los tics retricos, la acumulacin de documentos, los croquis de reconstruccin de los hechos trgicos del 20 de

junio de 1973, la configuracin de los marcos de lectura, la intriga poltica y la inscripcin del suspenso, son motivos suficientes para reconocer los gestos de escritura deliberados que reenvan al legado de su maestro. Si bien es cierto que no hay otro itinerario posible para el periodista que investiga que el que recorrer los testimonios de los sujetos implicados en la historia, las pericias policiales, los informes y las actas judiciales, lo que en Walsh era una construccin sofisticada a partir de su aprendizaje hecho sobre el gnero policial (en este sentido, Variaciones en rojo [1953] debera pensarse en relacin a Quin mat a Rosendo? o Caso Satanowsky), que reconoca sus antecedentes en ciertos postulados propios de la vanguardia histrica europea (en particular con los modelos de experimentacin con el documento puro reflejado en algunos ejemplos de la literatura rusa y alemana), en Verbitsky la escritura testimonial adscripta todava a cierta ilusin referencial, cede a los imperativos de la (de) mostracin y proliferacin de las pruebas documentales, la exhibicin de los datos histricos y de los marcos de referencia previos.vi El vuelo (1995) de Horacio Verbitsky fue el primer reconocimiento de un oficial de la Escuela Mecnica de la Armada de los crmenes all cometidos y de los vuelos de la muerte que el capitn de corbeta Adolfo Scilingo haba participado. La confesin rompa el mandato del secreto militar y propona una continuidad entre los subordinados y las rdenes ilegales de sus superiores y refutaba la teora de los dos demonios, enunciada por Ernesto Sbato en el prlogo del Nunca ms (1984). Asimismo, el texto marc un punto de inflexin en la investigacin de los crmenes de la dictadura y en su persecucin penal, abriendo paso a los Juicios por la Verdad en distintos tribunales del pas, la autocrtica del general Martn Balza y la actuacin judicial desde Espaa por el juez Baltazar Garzn, acontecimientos que rompieron el cerco de impunidad estatal a partir del promulgamiento de las llamadas leyes del perdn. El libro describe detalladamente los acontecimientos y, en su reedicin del ao 2006, amplifica las repercusiones judiciales y polticas (puntualizando la declaracin de nulidad por el Congreso de las leyes del perdn durante el gobierno del presidente Kirchner en el 2003). El volmen se cierra con una cronologa histrica que va desde 1930 al 2004, una historia que se inicia con el primer golpe militar en la Argentina y culmina en el mismo ao donde se abre en Madrid, el juicio oral y pblico contra Scilingo. Adscripto al llamado periodismo de investigacin, los textos de Verbitsky plantean una serie de interrogantes en su configuracin discursiva, propias del registro de no ficcin. Si se quiere El vuelo, como en sus anteriores textos, exhibe los dilemas de configuracin formal del registro y, por otro lado, establece una zona de control lingstico y de estrategias de legitimacin. Sobre el plano de la enunciacin surgen una serie de dilemas en la constitucin del sujeto del testimonio. Quin habla en el texto de Verbitsky? Quin en el intercambio de las voces locutoras de una entrevista? Quin entre los diversos egos, sujetos de la nominacin? El sujeto de la confesin? o el sujeto que oficia como partera de la historia silenciada? El qu transcribe y da voz al testigo o el que habla mediado por un grabador? El texto exhibe de manera deliberada los avatares de la investigacin y las marcas de la

experiencia "verdadera" (la transcripcin de la voz de Scilingo, los cortes de las cintas grabadas y las negociaciones entre Verbitsky y el ex marino escenificadas en el texto, las hiptesis previas del periodista investigador reactualizadas y confirmadas por nuevos descubrimientos, la impresin de los datos factuales y de los documentos probatorios). El efecto de tensin e intriga que inscribe El vuelo, refiere, si se quiere, al inters por la investigacin y la constitucin del testimonio. Lo que cuenta Scilingo es una historia conocida. La Agencia Clandestina de Noticias creada por Rodolfo Walsh y el relato de algunos sobrevivientes dieron cuenta del asesinato de personas que eran arrojadas al mar desde aviones del Ejrcito. Verbitsky reconstruye la gnesis y los motivos de la confesin del ex represor y victimario, reescribe las notas de investigacin anticipadas en el diario Pgina 12 (aqu como en otros pasajes textuales, el sujeto del testimonio Scilingo se desplaza y cede paso a la entidad locutora del libro que escribe, fragmentariamente, su propia biografa profesional) y contextualiza el lugar de enunciacin. En 1994, el intento de ascenso de los capitanes de fragata Juan Carlos Roln y Antonio Pernas, en pleno gobierno menemista, desata una crisis poltica. El pasado siempre cercano de la ltima dictadura volvi a emerger con dos militares que haban integrado grupos de tareas en la Escuela de Mecnica de la Armada (Esma) e intervenido, entre otros casos, en la desaparicin de dos monjas francesas. La clausura de los juicios a los ex represores, trae aparejado la posibilidad de que las confesiones pblicas no tengan consecuencias penales, y fueron el horizonte de posibilidad de la decisin del ex oficial Adolfo Scilingo de hablar sobre su participacin en la represin ilegal y, en particular, de los "vuelos de la muerte. La serie de entrevistas que Scilingo concedi a Horacio Verbitsky fue el el inicio del libro. Segn el testimonio de Scilingo se afirma que cerca de 2.000 detenidos polticos fueron eliminados mediante ese mtodo y que la eliminacin estuvo avalada por la Iglesia Catlica y las autoridades eclesisticas del momento, argumentando que dicha forma de eliminacin del adversario era una muerte cristiana y humanitaria. Si el relato de Scilingo muestra cmo la ltima dictadura militar apunt a diluir la responsabilidad personal ("era una orden y se cumpla") y de borrar los rastros asesinos (donde las futuras desapariciones eran "trasladados", y "asesinar" era "mandar para arriba"), las palabras, en su envs, tambin quedaron impregnadas por la ptina mortuoria del horror. La culpa, el instinto animal de supervivencia, no deja olvidar las marcas de la historia grabadas en los los cuerpos de las vctimas (No puedo sacarme de encima la imagen de los cuerpos desnudos apilados en el pasillo del avin, como en una pelcula del nazismo, Verbitsky, 54). El presente flota disperso e incierto, en un ir y venir, y es absorbido por el pasado. Verbitsky, en uno de los mejores pasajes del texto, imagina a Scilingo, en su habitacin casi sonmbulo, perdido en la tierra de sombras de su memoria. Su mirada se ha perdido en un pas cubierto de cadveres. La imposibilidad del testimonio en tanto saber de los hechos, como afirma Giorgio Agamben (2000: 153), cobra existencia y se transforma en acto a travs de la posibilidad de hablar. Y si Verbitsky se detiene en el punto ciego y oculto de la experiencia del testigo, es

porque all se encuentra la clave de la reconstruccin. Alguien busca confirmar una verdad e interroga, otro, un personaje tan mediocre y atroz como el Adolf Eichmann de Hannah Arendt, sabe, se quiebra y formula una respuesta.vii Lo que se esconde suele decirse en la confesin. La repeticin de la voz en las sesiones de grabacin da razones al dolor y nombra aquello imposible: el secreto inconfesable.

3. EL MATADERO

Alguien deba sobrevivir para testimoniar y contar; alguien deba construir la memoria de los campos de concentracin (Pilar Calveiro: 114).

En el filme Noche y niebla (1955) de Alan Resnais el recuerdo del pasado es situado fuera de campo. Un narrador impersonal describe la vida en los campos de exterminio y enumera las estadsticas; la voz en off desdobla la escena, contraponiendo las imgenes de la muerte con la desolacin actual de la ciudad de Dachau. Al color de la pelcula de Resnais se interpone las escenas documentales en blanco y negro, como si el presente flotara disperso e incierto, en un ir y venir, absorbido por el pasado. Cmo narrar el horror? Cmo transmitir la experiencia del horror? Todo relato sobre el cautiverio poltico oscila, si se quiere, entre la pesadilla del recuerdo y el acto de fidelidad con las vctimas. Para quien retorn del infierno, para los sobrevivientes el relato en primera persona se presenta como un testimonio que parece pertenecer a otro mundo. Primo Levi, en Si este es un hombre (1947), testimonio de su experiencia en los campos de exterminio nazis, se pregunta cmo puede vivir un hombre al que le han quitado su casa, sus ropas, sus costumbres, sus afectos, su tierra. Su respuesta es definitiva e irreparable: ... ser un hombre vaco, reducido al sufrimiento y a la necesidad, falto de dignidad y de juicio, porque a quien lo ha perdido todo fcilmente le sucede perderse a s mismo (2005:48). En el caso del sobreviviente, se trata de un habitar el presente desde el pasado, un estar atrapado en el tejido de los recuerdos: no ha muerto pero ha estado cerca de morir, ha conocido el mal desde su interior pero le ha sobrevivido; por esta razn su vnculo con el presente se ve atravesado permanentemente por el fantasma de lo vivido y por la culpa de haber sobrevivido. En este sentido, el testimonio de lo ocurrido representa no slo un impulso y una liberacin para los que sobrevivieron a la catstrafe del mal sino tambin una obligacin, una deuda con los que murieron. Giorgio Agamben, en Lo que queda de Auschwitz (2000: 34), reflexiona sobre el testimonio de las vctimas del holocausto haciendo hincapi en el hecho de que el testimonio:

...vale por lo que falta en l; contiene en su centro mismo, algo que es intestimoniable que destruye la autoridad de los supervivientes. Los verdaderos testigos son los que no han testimoniado ni hubieran podido hacerlo. Son los que han tocado fondo...Los que lograron salvarse, como seudotestigos, hablan en su lugar, por delegacin; testimonian de un testimonio que falta...Y eso altera de manera definitiva el valor del testimonio, obliga a buscar su sentido en una zona imprevista.

Basado en testimonios de las vctimas y en su propia experiencia personal como cautiva y sobreviviente, el libro Poder y desaparicin. Los campos de concetracin en Argentina (1998) de Pilar Calveiro (ex militante montonera y ex detenida desaparecida en la Escuela de Mecnica de la Armada) reconstruye los centros clandestinos de detencin y exterminio de la ltima dictadura militar en la Argentina. Si el testimonio, como afirma Gianni Vattimo (1990: 43-59), presupone un compromiso de la persona, una relacin constitutiva del individuo con la verdad, de tal modo que la verdad es la verdad de alguien que la testimonia, Pilar Calveiro decide relegar el yo testifical y adoptar la distancia de una tercera persona para anteponer a las marcas temporales, el rigor crtico de su anlisis poltico. El desplazamiento enunciativo que adopta Calveiro en su libro, es una operacin discursiva que desplaza la primera persona de un eventual testimonio hasta tal punto que la autora llega a poner su nombre entre otros nombres, sin ni siquiera decir yo. Cuando su nombre aparece en el libro, slo sirve para registrar una entre tantas cifras del horror :Pilar Calveiro: 362, el nmero que los represores le adjudicaron en la ESMA.viii Hablar como si uno fuera otro. Ese despojamiento de un sobreviviente de los campos de exterminio de la Escuela de Mecnica de la Armada tiene mucho que ver con una actitud moral. La experiencia del horror, de alguien que estuvo all y sufri los tormentos y los vejmenes en su propio cuerpo, no necesita ser enfatizada ni subrayada. Esa es la eficacia que logra el ensayo de Pilar Calveiro, al contraponer el relato del martirio con el distanciamiento crtico de su escritura. Pilar Calveiro elige alejarse de la espontaneidad y la sinceridad de un relato personal para interrogar sobre la gnesis, naturaleza y modalidad del poder totalitario, fundado en el principio de la desaparicin y la persecucin paranoica del opositor y disidente poltico. Cmo y por qu fueron posibles los campos de concentracin en la Argentina? A qu proyecto poltico responda? Cules fueron los lazos que unan los campos de reclusin y la sociedad? Qu lgica poda tener la presencia de sacerdotes y mdicos en los campos de exterminio? A travs de la experiencia de los campos, la autora analiza el establecimiento de una lgica binaria, de campos ideolgicos enfrentados, por el poder militar (victima/victimario, traidor y hroe), donde lo diferente constituye un peligro inminente. Un plan coherente y consciente para estigmatizar al otro social (el adversario, el opositor, el subversivo), despolitizando la sociedad en su totalidad y engrendrando una lgica de la desaparicin como nueva forma de intervencin poltica. Intentando desentraar el origen del genocidio, Calveiro va a sealar y ligar una serie de episodios polticos que, con avances y retrocesos,

van a ir desarrollando el mecanismo represivo del totalitarismo de Estado y que desembocan de manera abierta en lo que ella denomina el poder desaparecedor. A partir del golpe de Estado del general Uriburu en 1930, las Fuerzas Armadas van a comenzar a funcionar como partido de la clase dominante. En este caso, ms all del uso de ciertas categora tericas provenientes de ciertas corrientes de pensamiento contemporneo (entre otras, la teora foucaultiana del poder y sus hiptesis sobre la gnesis del racismo, la teora del Estado y el anlisis del sistema de pensamiento binario por Gilles Deleuze y Flix Guattari, conjuntamente con las reflexiones sobre los totalitarismos contemporneos en Hannah Arendt emblematizado en el caso Eichmann) , Pilar Calveiro parece retomar la genealoga de la violencia y del poder militar en la Argentina desarrollado en las novelas y ensayos de David Vias.ix Es as que a lo largo de la historia Argentina, civiles y militares han tejido la trama del poder, ya sea como ejecutores de un plan poltico o como cmplices silenciosos del poder econmico. Y si la institucin militar siempre estuvo basada en orden vertical y en los principios internos de orden y obediencia, la sociedad civil a lo largo de los golpes de Estado contemporneos y de la irrupcin del poder militar, comienza a desnatularizarse y tiende por diseminacin a constituirse como una sociedad de control, basada en la disciplina. Si la autora se detiene en particular en los aos sesenta, con el Cordobazo y la irrupcin del amplio movimiento estudiantil y obrero de impugnacin con el orden establecido, es porque sobre esa poca, aparecern las primeras organizaciones guerrilleras urbanas como una forma radical del enfrentamiento poltico. Lo que haba empezado como un cuestionamiento al poder militar establecido, hacia los setenta, la desobediencia armada, se asocia literalmente con la disputa del monopolio de la violencia estatal: Poder y contapoder. La guerrilla haba nacido como forma de resistencia y hostigamiento contra la estructura monoltica militar pero ahora aspiraba aparecerse a ella y disputarle su lugar. Se colocaba as en el lugar ms vulnerable; las Fuerzas Armadas respondieron con todo su potencial de violencia(Pilar Calveiro, 2004: 17). En este contexto, no slo las Fuerzas Armadas y la insurgencia militarizaban lo poltico, sino que tambin Pern desde el exilio agudizaba el enfrentamiento en clave de guerra. Sin embargo, una vez Presidente en 1973, Pern intenta disciplinar a la sociedad con el pacto social; y a las demandas de los trabajadores va a responder con medidas represivas, dndole cada vez ms poder al ala derecha de su movimiento: por un lado, a la burocracia sindical, por otro a la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), regenteada por Lpez Rega. El enfrentamiento poltico de los sectores radicalizados con la derecha del peronismo y el propio lder encontrar su destino el 1 de mayo de 1974, en la Plaza de Mayo. A su muerte y con la asuncin como Presidente de su esposa Isabel Martnez de Pern, el proceso represivo se acelera. No slo por el accionar de las bandas para-policiales (como la ya citada Triple A) que incrementar la represin, sino que desde el Estado se dar luz verde a la intervencin abierta de las Fuerzas Armadas. El Operativo Independencia contra la guerrilla del Ejrcito Revolucionario del Pueblo (ERP) en Tucumn, va a permitir al Ejrcito, en pleno gobierno constitucional, la instalacin de los primeros campos de concentracin.

El reclamo de orden por parte de amplios sectores de la sociedad permiti la vuelta de los militares al poder. La necesidad de una ciruga mayor as llamada por los militaresque extirpara el cncer subversivo conllev la instalacin sistemtica de los campos de exterminio. A partir de ah, la respuesta estatal comenz a concentrarse en el mbito represivo y, si ningn gobierno se priv del uso de la picana a los detenidos polticos, lo novedoso fue el empleo de las tcnicas de fusilamiento y desaparicin de personas como poltica de Estado. Y si bien es cierto que nunca hay poder sin represin (y aqu la autora reproduce las hiptesis centrales de la teora poltica de Michel Foucault), cuando la tortura a prisioneros, el secuestro y el asesinato poltico estn a la orden del da, se eliminan los rastros y no hay cuerpo de la vctima ni del delito, el Estado se transforma en un poder desaparecedor. (Calveiro: 26). Quiz, uno de los mejores captulos del libro es el que se concentra en las relaciones entre los campos de concentracin y la sociedad. Ms que reproducir la lgica binaria entre vctimas y victimarios, entre inocentes y culpables, Calveiro disuelve en su anlisis las dicotomas simplistas para observar los puntos de unin, los lazos y engranajes que unen uno y otro lado; ambos estn estrechamente unidos, se reflejan y se reproducen; y mirar a uno, afirma Calveiro, es mirar al otro. El despliegue del poder desaparecedor solo fue posible en el seno de una sociedad que ya haba sido formada en la disciplina militar. El sistema de servicio militar obligatorio ser un paso ms al diseminar sobre la sociedad el castigo, naturalizando los "bailes "torturas sin tiempo ni fin- como un recuerdo festivo de los aos de la conscripcin. En nuestra contemporaneidad, muchos son los testimonios y las reflexiones escritas que perduran sobre los campos de concentracin, pero ningn autor como Giorgio Agamben pudo dar en el blanco y acertar en la interrogacin sobre el horizonte de posibilidad, la estructura jurdico y poltica de un campo:
La pregunta correcta con respecto a los horrores cometidos en los campos no es, por consiguiente, aquella que inquiere hipcritamente cmo fue posible cometer delitos tan atroces en relacin a seres humanos; sera ms honesto, y sobre todo ms til, indagar atentamente acerca de los procedimientos jurdicos y los dispositivos polticos que hicieron posible llegar a privar tan completamente de sus derechos y de sus prerrogativas a unos seres humanos, hasta el extremo de que llevar a cabo cualquier accin contra ellos no se considerara ya como un delito. (2001: 40)

El establecimiento de los campos de concentracin-exterminio en la Argentina no fue solamente un hecho histrico, sino tambin constituy el espacio negado y silenciado que todava hoy produce efectos de verdad sobre el tejido social y poltico en que vivimos. El decir mudo de los que ya no pueden testimoniar, las voces ausentes establecen las condiciones de posibilidad de su representacin.

i NOTAS Ha mediados de los noventa, un centenar de hijos de desaparecidos forman un nuevo organismo de derechos humanos, el primero que integraban los descendientes de las vctimas de la llamada guerra sucia. ii Dos veces junio (2002) de Martn Kohan, deudora de la novela Villa de Gusmn (marcacin consciente hecha por el autor en el ttulo y en el epgrafe que abre el texto), aborda en la figura de un subalterno, de un conscripto, y en el clima festivo del Mundial de Ftbol de 1978, la compleja interaccin de subordinacin y complicidad con la ltima dictadura militar de los sectores medios de nuestra sociedad civil. iii Salvando, una olvidada novela de Andrs Rivera, Los vencedores no dudan (1989), la literatura argentina hasta ese momento, slo haba contado la historia reciente desde el punto de vista de las vctimas y derrotados. Singular ttulo de la novela de Rivera que preanunciaba ciertos slogans de los cabecillas carapintadas (la duda es la jactancia de los intelectuales) que asediaron a mediados de los ochenta al gobierno constitucional de Ral Alfonsn, hasta conseguir las leyes de perdn y olvido. iv Jorge Panesi en su artculo Villa, el mdico de la memoria (2004), includo en un volumen colectivo dedicado a la produccin de Luis Gusmn (ver referencias bibliogrficas), sostiene que el personaje de la novela est atravesado por el recuerdo mortuorio de los cadveres y afirma: si Gusmn otorga a su personaje el don de la memoria, si le dona la memoria, es para decirnos que Villa no es un personaje o que es ms que un personaje. Villa es la memoria (2004: 147) v La expresin muckrakers refiere literalmente a los rastrilladores de estircol o recolectores de basura y, en el mbito del periodsmo norteamericano, se asocia a un grupo de periodistas y escritores (Upton Sinclair, Burton J. Hendrick, Roy Stannard Baker, etc) que comenzaron a denunciar la corrupcin poltica, la explotacin laboral y la injustica social. Ver Michael L. Johnson (1971). vi Resulta, por dems sugerente, que el libro El vuelo de Verbitsky se abra con un epgrafe del Ulises de Joyce (History is a nightmare from which I am trying to awake). La cita joyceana (La historia es una pesadilla de la que trato de despertar) ya haba aparecido en 1980, trastocada e invertida en su traduccin, en el intercambio epistolar de Emilio Renzi y Marcelo Maggi, dos de los personajes de la novela Respiracin artificial de Ricardo Piglia (La historia es el nico lugar donde consigo aliviarme de esta pesadilla de la que trato de despertar). El desplazamiento y el encubrimiento de la cita en la palabra de Maggi daba comienzo, en el rastreo de los ancestros, al proceso de inteleccin de la historia y la cultura argentinas. Provocar la alteracin y la inversin del orden es la lectura que propone la novela del presente histrico (dictadura militar), al que nunca se nombra: dotarlo de sentido a partir del hallasgo del pasado.. vii Hannah Arendt. Eichmann en Jerusaln. Barcelona: Lumen, [1963] 2001. viii En 1988, el escritor argentino Antonio Marimn public una novela testimonial, El antiguo alimento de los hroes) y quiz constituya un punto extremo de tensin en el arco del registro y un buen ejemplo, del uso y experimentacin del mismo. La alienacin ante lo excesivamente familiar y propio, los desplazamientos constantes a nivel de la enunciacin -las marcas pronominales que van de la tercera a la segunda persona, del t al l- provoca la distancia crtica entre vctima -autor, sujeto emprico-y relator.El narrador relata la experiencia trgica como si fuera la experiencia de un "otro" -Rubn en vez de Marimn en la novela-. La ruptura de la fbula de identidad, escenifica la ambigedad ltima de la autobiografa: ninguna marca pronominal puede asir al sujeto. O mejor, el sujeto "biogrfico" para poder narrar el crculo del infierno, la topologa del terror pblico en la vida privada, se desdobla y exilia, cede al peso (auto)biogrfico y cruza la frontera: del otro lado del testimonio "puro" se puede contar, narrar lo inenarrable: las marcas de la violencia inscriptas en el propio cuerpo. ix Basta pensar en las novelas de David Vias, como Los dueos de la tierra (1958), Los hombres de a caballo (1967), Cuerpo a cuerpo (1980) o en su obra ensaystica, en particular Indios, ejrcito y frontera (1982), para observar como el autor a lo largo de su produccin se plantea el problema de la configuracin poltica en la Argentina y encuentra, en los orgenes de la constitucin del Estado moderno, las races de la violencia y el genocidio contemporneos.

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