En Busca de La Energía Perdida

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 4

En busca de la energía perdida, ¿qué te tomas?

Las bebidas energetizantes están en auge y en nuestro país, lamentablemente, al alcance de


todos. Su consumo presenta riesgos que necesitamos conocer.Uno de los grandes dilemas de la
sociedad industrializada es elegir la fuente de energía más adecuada de cara al siglo XXI. Vivimos
en un planeta cuyo lado desarrollado consume una barbaridad de recursos energéticos derivados
casi de manera exclusiva del petróleo; mientras que el lado en vías de desarrollo basa su
esperanza en el crecimiento industrial, que también conlleva un aumento en el consumo de
recursos energéticos. Los recursos petroleros prometen agotarse y en un par de décadas el etanol
o el hidrógeno, las biomasas, la energía solar o la eólica, o incluso el regreso a la energía nuclear
será lo que moverá al mundo. O muy probablemente una combinación de todo esto. Como quiera
que sea, debemos reconocer que hemos dañado gravemente el entorno como consecuencia
directa de vivir en una civilización devoradora de energía. Tenemos un conflicto análogo con las
fuentes de energía que hacen funcionar nuestro organismo. Hemos abandonado una parte de las
fuentes tradicionales, los cereales, no porque se hayan agotado, sino porque han pasado de moda.

Tenemos un hambre voraz de fuentes de energía que satisfagan nuestro placer gustativo, que
tengan efectos inmediatos y nos sirvan de “chispa” o “nos pongan alas”. Padecemos de problemas
de obesidad a lo largo y ancho de nuestro esférico planeta, que son resultado, entre otras causas,
de los excesos en el consumo de alimentos que proporcionan energía. La venta de bebidas
energetizantes ha tenido un crecimiento espectacular, equivalente a 500% desde 1998 hasta el
año 2004, cercano a los 1 000 millones de dólares. Este mercado es ya una cuarta parte del
mercado total de bebidas, que incluye las elaboradas a base de todo tipo de lácteos, hierbas,
infusiones y té, frutas y, desde luego, café.

Formas de obtener energía

1) Calorías en forma de adenosina trifosfato (ATP) y creatina fosfato.

2) Glucosa disuelta en la sangre, que se oxida para producir ATP.

3) Calorías almacenadas como glucógeno, que se desdobla en glucosa que a su vez se transforma
en ATP.

4) Grasa, equivalente a 30 000 veces más energía almacenada que la disponible inmediatamente
en forma de ATP.

Comida rápida igual a energía rápida

La maquinaria humana es energéticamente muy costosa: sale caro moverla. Para darles una idea,
con mis 70 kilos de peso requiero unas 1 500 calorías sólo para estarme tumbado en la cama 24
horas. Esta energía permite que respire, piense, mueva la sangre por el cuerpo y la filtre, digiera lo
que coma, reponga mis células muertas, pase saliva, pestañee, etc. Aunque parezca asombroso,
para caminar unos 32 kilómetros a paso moderado necesito consumir otras 1 500 calorías. El
ejemplo no es muy bueno, pues dirán, con razón, que la cantidad de energía que requiero
depende de muchos factores, incluido el clima, la pendiente del terreno, el tipo de vida que llevo;
es decir, mi capacidad respiratoria, etc. Pero la pregunta importante aquí es ¿cómo pago ese costo
energético?
Para responder a esto es necesario recordar que en la célula tenemos diferentes formas de
obtener la energía que exige la vida diaria. La más rápida y sencilla es utilizar adenosina trifosfato
(ATP) y creatina fosfato, que son algo así como el dinero que tenemos en el bolsillo para pagos
inmediatos. Por ejemplo, el necesario para una carrerita a la esquina para ir por las tortillas o una
subida de escaleras en el metro. Este gasto incluye la glucosa que traemos disuelta en la sangre y
que es movilizada a la zona del cuerpo que requiere energía; allí es oxidada para producir ATP. Si
nuestro recorrido es más largo y no nos alcanza esta energía de disposición inmediata, tenemos
100 veces más energía guardada bajo el colchón: las calorías almacenadas como glucógeno, una
forma compleja de empaquetar muchas moléculas de glucosa —la fuente mas barata y abundante
de energía—. El glucógeno se desdobla en glucosa y ésta, en presencia de oxígeno, se transforma
en 32 moléculas de ATP por cada molécula que se oxida. Si falta oxígeno, la glucosa se nos queda a
la mitad del proceso de generación de energía, facilitándonos sólo dos moléculas de ATP y una de
ácido láctico (este último se acumula en los músculos y provoca dolores al día siguiente del
esfuerzo). El glucógeno constituye 1-2% de las células musculares; en el hígado, por ejemplo,
tenemos unos 400 gramos de glucógeno, para que a nuestros cerebros no les falte carburante y
podamos seguir el hilo de este texto. Finalmente, si es domingo, todo está cerrado y tenemos que
caminar un par de horas para conseguir tortillas, disponemos de más energía, que es como el
dinero invertido en el banco, que en nosotros sería equivalente a la grasa. Un individuo no obeso
debe tener en sus células musculares unas 30 000 veces más de energía almacenada en forma de
grasa que la disponible inmediatamente en forma de ATP. La grasa es la forma ideal de almacenar
energía pues rinde 2.25 veces más que los carbohidratos (nueve contra cuatro kilocalorías por
gramo), y además es insoluble; no necesitamos de agua para almacenarla, cosa que sí sucede con
el glucógeno. Si no estamos obesos, entonces 20% de nuestro organismo debe ser grasa.

Y si necesitamos energía, ¿con cuál de estas divisas tenemos que pagar: ATP, creatina fosfato,
glucosa, glucógeno o grasa? La respuesta depende de qué tan extenuante sea el esfuerzo: si
respiramos tranquilos, sin sofocarnos, nuestro ejercicio será aerobio y el oxígeno llegará sin
problemas a las células musculares y podremos echar mano de nuestras reservas de grasa y
glucógeno, pues hay tiempo suficiente para que la grasa se degrade y tengamos la energía
disponible conforme se va necesitando. Si hay que correr para esquivar autos —o ladrones—
nuestra respiración será agitada, estaremos en los límites de nuestra capacidad cardiovascular
máxima (cuando sentimos que se nos sale el corazón y casi sofocados), y consumiremos
rápidamente la glucosa en sangre, y después la almacenada en el colchón de glucógeno. En la
sangre tenemos normalmente un gramo de glucosa por cada litro (100 mg/dL para usar las mismas
unidades de los análisis sanguíneos). Dado que tenemos alrededor de cinco litros de sangre, esto
nos da unos cinco gramos de glucosa en total, que consumidos a razón de dos a tres gramos por
minuto, apenas alcanza para unos cuantos minutos a toda velocidad. Pero si estamos en buena
condición y con suficiente capacidad respiratoria, respirando a un ritmo de entre 65 y 70% de
nuestra capacidad máxima, entonces consumimos grasa, glucógeno y azúcar de la sangre. Entre
estos extremos nos movemos durante el día, aumentando nuestra demanda de energía rápida,
sobre todo cuando hacemos ejercicio.
Agua eres y en agua te convertirás

“Somos polvo de estrellas” dicen algunos científicos haciendo uso de una metáfora poética, “pero
con 70% de agua”, agregarían los nutriólogos. Tenemos agua por todos lados: en las células, en la
sangre, en las secreciones, en la orina, en las lágrimas y, particularmente, en el sudor, que nos
permite regular la temperatura. Éste no es el espacio para extendernos sobre la importancia de
mantener el agua en su nivel óptimo, pero cabe señalar que la deshidratación es uno de los
problemas más frecuentes de quienes hacen ejercicio.

En mis épocas de estudiante se hacía cola en los bebederos al final del recreo para reponer el agua
perdida. Hoy las colas se forman frente a las distribuidoras de refrescos, que es el destino final de
casi la mitad del azúcar que produce la industria cañera mexicana. Para nuestra desgracia, a
alguien se le ocurrió juntar las necesidades de agua con las de energía y los resultados negativos
están a la vista: reponemos el agua que perdemos (de uno a tres litros al día) acompañando buena
parte de ella con azúcar, a través de bebidas carbonatadas o refrescos.

El problema no es la marca, sino que una lata de refresco contiene 355 mililitros con 40 o 50
gramos de azúcar (equivalentes a unas 10 cucharadas), y aporta unas 160-200 calorías. De acuerdo
con una revisión reciente del American Journal of Clinical Nutrition (No. 84), el consumo de
bebidas carbonatadas es un factor clave en los problemas de obesidad en los Estados Unidos y lo
es, sin duda, en México también. En los EUA, el 15.8% de la energía consumida proviene del azúcar
agregada a los alimentos y de ésta el 47% está en los refrescos. Resta mencionar el problema de la
caries dental y, particularmente, la hiperactividad infantil relacionada con altos consumos de
azúcar desde temprana edad.

La única actividad que justifica combinar ambos elementos, agua y azúcar, es aquélla en la que la
deshidratación y el consumo energético van de la mano: un deporte o un ejercicio que demande
un esfuerzo sostenido por más de media hora. La industria no ha dejado escapar tan jugoso
mercado, del cual la marca Gatorade es el líder indiscutible. Este tipo de bebidas, cuyo fin es
aportar energía, se conocen también como isotónicas porque tienen carbohidratos y electrolitos
(sodio, potasio y cloro) similares a los que tenemos en la sangre y por lo mismo se absorben
rápidamente. Están especialmente formuladas para soportar mejor esfuerzos de larga duración,
pues contribuyen a recuperar el azúcar en sangre. Sin embargo, también contienen unos 60
gramos de azúcar por litro, por lo que no parece muy prudente sustituir los refrescos que toman
los niños por estas bebidas para deportistas; a menos de que se trate de niños que no estén
sentados frente al televisor sino haciendo mucho ejercicio.

Un suplemento que al parecer sí funciona es la creatina fosfato, necesaria para una rápida
resíntesis de ATP en ejercicios de alta intensidad. Hay evidencias de que su consumo aumenta la
eficiencia en esfuerzos de corta duración (sprints), aunque no se sabe cuáles puedan ser sus
efectos a largo plazo.
Energía líquida

Renglón aparte merecen las bebidas que tienen como objetivo activar o estimular el sistema
nervioso, conocidas como energetizantes, una versión moderna de los tónicos y elíxires
milagrosos, que hasta la fecha ofrecen los merolicos en los mercados públicos.

Cuidado con la cafeína

Hasta ahora, el único componente en estas bebidas con actividad ergogénica (de activación
energética) es la cafeína, y ésa ya la consumían los aztecas en el chocolate. Otro ingrediente de
estas bebidas, como el guaraná, aunque suene exótico es sólo una de las más de 60 plantas que
contienen cafeína, con la única salvedad, de que ésta se obtiene de semillas provenientes del
Amazonas.La cafeína es un estimulante del sistema nervioso y un diurético; provoca aumento en
el ritmo cardiaco, hipertensión, temblor y eventualmente arritmia. También produce pérdida de
sueño, pues interfiere y bloquea el efecto de la adenosina, nuestra píldora natural para dormir.
Pero es también capaz de despertar a un muchacho que se durmió a las cuatro de la mañana y se
excedió con el alcohol, permitiéndole reanudar la fiesta; también permite que un estudiante
pueda soportar la noche trabajando en el laboratorio. Los estadounidenses gastan 30 millones
dólares al año en tabletas de cafeína y 50 000 millones en bebidas con cafeína. Pero mientras en
los EUA los productos con cafeína están regulados (si un producto contiene más de 150 mg debe
llevar la etiqueta “high caffeine content”, alto contenido de cafeína) en México están al alcance de
todos. El Comité Olímpico Internacional considera ilegales valores mayores a 12 microgramos de
cafeína en un mililitro de orina, lo que se logra bebiendo unas ocho tazas de café durante las dos o
tres horas antes de la competencia o del examen.

No conviene tomar cafeína —la sustancia psicoactiva de mayores ventas en el mundo— con
alcohol.

¿Cuánta cafeína consumimos al día? Pues échenle cuentas: el consenso es que el límite debe estar
por los 300 miligramos al día, lo que se cubre con tres litros de refrescos o siete expresos o 1.5
kilos de chocolate o medio litro de café americano o 1.3 litros de té o entre tres y cuatro latas de
Red Bull. Habrá que considerar también la cafeína de los medicamentos dietéticos, los analgésicos
e incluso los dulces y chicles.La cafeína se ha convertido en la sustancia psicoactiva de mayores
ventas en el mundo y se consigue en cualquier supermercado. No hay duda de que afecta, pues
combate la fatiga y estimula nuestro estado de alerta. El principal problema de consumir cafeína
es que a pesar de ser una práctica común, no es conveniente tomarla con alcohol: su poder
estimulante y efecto diurético se combina con el efecto depresor del alcohol. Muchos jóvenes
incluso beben el Red Bull con vodka, que es como llevar el coche con el freno de mano puesto. Y
sin embargo, ¿cuántas bebidas de éstas se consumen un sábado por la noche en cada una de las
discotecas del país? Tan sólo del Red Bull se venden más de 2 000 millones de latas al año en más
de 200 países.

También podría gustarte

pFad - Phonifier reborn

Pfad - The Proxy pFad of © 2024 Garber Painting. All rights reserved.

Note: This service is not intended for secure transactions such as banking, social media, email, or purchasing. Use at your own risk. We assume no liability whatsoever for broken pages.


Alternative Proxies:

Alternative Proxy

pFad Proxy

pFad v3 Proxy

pFad v4 Proxy