Landreani - Sociedad y Educación (Paradigmas) Edit
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Licenciatura
Gestión Educativa
Sociología de la Educación
María Luisa D’Angelo
Directora del proyecto
- 2002 -
Evaluación Pág. 5
Bibliografía Pág. 6
Introducción Pág. 8
Evaluación
Para aprobar el módulo es requisito la aprobación de un Trabajo Final escrito, individual, sobre un tema que integre los
contenidos principales del módulo y haga referencia a casos concretos.
El trabajo tendrá una extensión de 8-10 páginas y constará de:
Introducción
Importancia del tema para el análisis de la organización escolar,
Motivo por el cual seleccionó el tema.
Planteo y descripción del problema.
Desarrollo
Conclusiones
I Sociedad y educación
Portantiero, Juan Carlos (1989) “La sociología clásica: Durkheim y Weber” Centro Editor de América Latina (CEAL)
Ibarrola, María de (1994) “Enfoques sociológicos para el estudio de la educación” en Sociología de la Educación
Corrientes contemporáneas. Coordinadores Carlos Torres y Guillermo González Rivera. Dávila
Rocher, Guy 1980 “Introducción a la sociología” Cap.1, 2 y 5 Editorial Herder. Barcelona. España.
Tadeu Da Silva, Tomaz (1995) “Escuela, conocimiento y currículum” cap.1 Editorial Miño y Dávila.
Giroux, Henry (1992) “Teoría y resistencia en educación” Primera parte Cap. 3 Editorial Siglo Veintiuno
Anderson, Perry (1999) “Neoliberalismo: balance provisorio” en “La trama del neoliberalismo” compilación de Pablo
Gentili y Emir Sader: Editoriales FLACSO/Eudeba. Pág. 15-27
Gentilli, Pablo (1997) “El Consenso de Washington y la crisis de la educación en América Latina”, publicado en Revista
Archipiélago, N° 29 España.
Landreani, Nélida (1998) “Prácticas escolares y exclusión social en la educación neoconservadora” XXII International
Congress of ISA Montreal Canadá
Gentili, Pablo (2003) “Políticas Educativas. Análisis crítico del Neoliberalismo para crear alternativas”. Ponencia en el
marco de la Maestría en Educación. Facultad de Ciencias de la Educación. UNER. Paraná Entre Ríos.
Landreani, Nélida (1997) “Pobreza y exclusión social. Para entender las escuelas urbano marginales”. Cuadernos de
Capacitación Docente. Año II N|° 2. Facultad de Ciencias de la Educación. UNER.
(1998) “La deserción: una manera de nombrar la exclusión social” Revista Crítica Educativa N° 4
Año III.
Tenti Fanfani, Emilio (1997) “La escuela en el círculo vicioso de la pobreza” Compilador Minujín, Alberto en “Cuesta
abajo. Los nuevos pobres: efectos de la crisis en la sociedad argentina” Editorial Losada S.A.
Wacquant, Loic (2001) “Parias urbanos. Marginalidad en la ciudad en el comienzo del milenio”. Editorial Manantial.
Introducción y cap. 4
Gentili, Pablo: “La escuela pública y el desafío de la construcción de una pedagogía de la esperanza” Panel de CLACSO
en el foro Mundial Social. 24/8/2002. CTA –CTERA.
CTERA-CTA IIPMV (Instituto Investigaciones Pedagógicas Marina Vilte) (2003) “Prioridades para la construcción
de políticas educativas públicas”
Este cuaderno se propone brindar algunas herramientas teóricas fundamentales que nos facilitarán el
tratamiento de las problemáticas de este módulo de Sociología de la Educación: la relación del sujeto
con la sociedad, el papel de las instituciones y de la escuela en particular, la acción del estado en el
diseño e implementación de las políticas educativas, los procesos institucionales, los conflictos y
contradicciones de las prácticas diarias, la intervención de los distintos actores en la vida cotidiana
escolar.
No es fácil sintetizar la presentación de tales conceptos, ya que provienen del campo de las ciencias
sociales y por lo tanto son polisémicos, es decir, son términos que pueden ser interpretados de
diferente manera, según su marco de referencia. Con esto queremos decir que no hay una definición
unívoca, certera, de interpretar los fenómenos sociales. Por el contrario, hay distintos marcos teóricos
que lo hacen de manera distinta, conforme a los supuestos de base o a la cosmovisión que tengan de
hombre, de conocimiento y de sociedad. De ahí que sea imprescindible realizar una introducción que
advierta de la naturaleza ideológica de las ciencias sociales y por ende la coexistencia de distintos
modelos de interpretación.
Claro está, el campo científico y más precisamente el campo de las ciencias sociales siempre se ha
investido de un sentido dominante que ha legitimado en determinadas épocas ciertas formas de
interpretación de los fenómenos sociales, declarando no científicos al resto. Durante mucho tiempo,
el paradigma dominante en este campo fue el positivismo, cuyo principal exponente fue el francés
Emilio Durkheim, quien habría de influir fuertemente en el pensamiento pedagógico argentino.
Para aclarar esto, tal vez sea necesario remitirse al origen mismo de las ciencias sociales y recordar
que el derrumbe del mundo feudal no solo dio por tierra las formas de estructuración de la sociedad y
la economía de la época, sino también los sistemas de ideas dominantes. Por lo tanto, el surgimiento
de las ciencias modernas habría de dotar al sistema capitalista de una de las herramientas
fundamentales que le permitió el desarrollo de las fuerzas productivas y al mismo tiempo de la
producción del saber necesario para esa expansión. El enciclopedismo o la Ilustración tuvieron
precisamente esta tarea.
La Ilustración, ese movimiento cultural fenomenal del siglo XVIII “debió su fuerza ante todo al
progreso de la producción y el comercio, y al racionalismo económico y científico, que se creía
asociado a ellos de manera inevitable.” (Hobsbawm). Las ideas de progreso y razón impregnarán el
espíritu científico a tal punto que los conocimientos debían obedecer a estrictos criterios de
objetividad y comprobación para ser considerados científicos. Por supuesto, la enorme expansión de
las ciencias naturales y el desarrollo de la tecnología no es ajena a tales criterios, ya que los
parámetros de cientificidad de las ciencias sociales fueron extraídos precisamente de allí. Las
ciencias duras habrían de imponer el criterio de cientificidad del resto de las ciencias. Por lo tanto la
ciencia de lo social para lograr ser reconocida como científica debía ser neutral, objetiva y basarse en
datos empíricos que pudieran ser traducidos a lenguaje matemático (el lenguaje más apropiado para
neutralizar la injerencia subjetiva y/o política en la recolección de los datos tanto como en los
resultados).
Estos principios que fundamentaron este paradigma, ejercieron una influencia muy negativa en la
transmisión social de las representaciones acerca de lo que es la investigación científica: una
actividad reservada a los eruditos de cada especialidad, basada en un método estricto que escindía el
sujeto del objeto de estudio, que imponía recaudos que garantizaran un conocimiento neutral
Como ustedes se podrán imaginar esta perspectiva dominó el campo de la producción científica
durante buena parte del siglo XX, y se introdujo con facilidad en el campo educativo ya que la
transmisión del saber científico fue una de las misiones para la que fue creada la escuela capitalista,
además de inculcar los valores de la llamada civilización occidental. Así se fue instalando,
trasmitiendo y reproduciendo una manera de entender la ciencia que habría de naturalizar como
“verdadera y legítima” una versión de conocimiento. En cambio se encargó de omitir, ignorar o
censurar otras formas de interpretación de la realidad.
El positivismo operó de manera tan dominante que aún hoy en las escuelas, los colegios, los
institutos de formación docente e inclusive en la universidad, muchos siguen convencidos que hay
una sola manera de definir el conocimiento y que, aunque transitorio es el único verdadero, y por lo
tanto, la educación sistemática solo tiene la función de transmitir ese saber, elaborado por expertos
que diseñan los currículos, y que conocemos habitualmente como contenidos curriculares. Cada uno
de nosotros sabe que esos contenidos son palabras sagradas.
Ese paradigma, claro está, no involucra solo a la elaboración y posterior transmisión de los
contenidos. La propuesta pedagógica positivista estuvo fundamentada en posturas epistemológicas y
psicológicas, que definieron claramente la relación del alumno con el conocimiento al considerar al
niño como una mente en blanco que debía ser llenada con los valores y conocimientos de la sociedad
para su buena inserción en la vida social. También los procesos de aprendizajes fueron
fundamentados psicológicamente, no nos olvidemos que el conductismo fue una corriente que
dominó buena parte de la concepción del aprendizaje escolar durante el siglo XX haciendo énfasis en
el análisis comparativo de las conductas de los niños de acuerdo a parámetros considerados normales
o típicos.
No queremos descartar la existencia del conocimiento científico, sino reconocerlo como una de las
mediaciones culturales posibles, indispensable en nuestra compleja sociedad actual. Esther Díaz nos
propone entender
el conocimiento como “una mediación de la realidad, una manera de relacionarnos con las cosas:
en última instancia, una interpretación” (p.195).
Ello nos lleva a reconocer el valor de otros procesos cognitivos, de las múltiples formas de
producción cultural y a relativizar la validez universal con que ha sido investido el conocimiento
científico.
Esta introducción entonces nos facilita penetrar en el campo mismo de la Sociología de la Educación,
teniendo presente justamente que por formar parte de las ciencias sociales deberemos explicitar las
distintas corrientes que brindan interpretaciones de la educación como fenómeno social. Por ende,
existen distintas teorías que proponen versiones diferentes de la organización escolar, de su
funcionamiento, de sus conflictos y, por supuesto, de la gestión educativa.
En lo que sigue pues, trataremos de desentrañar con brevedad cuáles son las principales corrientes en
este campo, en qué se diferencian y qué implicancias ideológicas y prácticas tienden a adoptar una u
otras. Como no es posible tener una visión neutral de los temas que nos convocan, nuestro cuaderno
expondrá cuidadosamente la perspectiva desde la cual analizamos la realidad educativa. Pero para ser
consecuentes, lo haremos ni bien hayamos expuesto los modelos teóricos más conocidos de la
sociología de la educación.
Antes de comenzar con los distintos marcos teóricos que el campo de la Sociología de la
Educación ofrece, es preciso admitir que la educación es parte indisoluble de la realidad social y
que no debemos analizarla separada o escindida del conjunto de la sociedad y del momento
histórico correspondiente. Es un fenómeno presente en todas las sociedades aunque en cada una de
ellas se presente bajo formas diferentes. Lo cierto es que lo educativo pertenece al orden de lo
humano, a su capacidad de trasmitir el proceso de acumulación de la experiencia social y a la
responsabilidad de los adultos de facilitar el aprendizaje de la cultura a los pequeños. Pero
entonces, para desentrañar a la educación como una categoría social, será preciso brindar algunas
claves.
Cualquiera sea el modelo teórico que escojamos debemos hacer referencia a algunas nociones
básicas, que dan significado preciso a aspectos centrales de la vida social. Esto quiere decir, que
en el mundo social existen más allá de nuestra voluntad e ideología, una realidad social histórica
cuya existencia no puede ignorar ninguna corriente de pensamiento.
Las sociologías de la educación reconocen como conceptos claves que son propios del campo
específico a:
Sociedad – sujeto - cambio social
Podríamos elegir otros conceptos, incluso hay autores que ofrecen otra clasificación para
introducirnos en esta disciplina, pero nosotros hemos seleccionado precisamente éstos porque son
llaves que nos permitirán introducirnos al campo de la gestión educativa. Repasemos brevemente
cada uno de ellos:
Sociedad, este concepto nos proporciona un significado acerca de una porción de la realidad que
explica la naturaleza del conjunto de la vida humana en un espacio y tiempo determinados.
Sujeto, el significado de este término alude a la intervención del individuo en lo social. En el
despliegue de sus prácticas, sus experiencias y sus modos de obrar constituye su subjetividad al
mismo tiempo que construye el mundo.
Cambio social es una categoría importante porque la vida en sociedad se caracteriza
precisamente por estar en permanente cambio, aunque el ritmo y la aceleración de los cambios no
es universal ni constante.
Dado que no pretendemos realizar una presentación exhaustiva de todas las corrientes sociológico
educativas, solo nos referiremos a tres grandes matrices teóricas, que han sido las más difundidas
en América Latina y en nuestro país. Se trata del paradigma dominante que reúne las teorías del
orden o denominadas también teorías no-críticas que incluyen al positivismo y al estructural
funcionalismo; las teorías de la reproducción social y cultural; y por último las teorías criticas
emergentes.
Antes de pasar a cada una de ellas, quisiéramos advertir dos cuestiones. La primera es que, aunque
no es nuestro ánimo escamotear la complejidad de cada una de las propuestas teóricas que aquí se
1. Paradigma dominante
El paradigma dominante1 nos propone un modelo de análisis general, aplicable a cualquier sistema
social. Entiende la estructura social como una totalidad compuesta por partes interrelacionadas entre
sí, cada una de las cuales cumple una función indispensable para la marcha del conjunto. En relación
con las categorías que nos interesa revisar, podemos decir que este paradigma ha desarrollado
algunos tópicos con especial énfasis:
a. El orden social:
Parte del supuesto que la sociedad es un sistema que tiende naturalmente al equilibrio. Los elementos
que configuran la estructura social son funcionales al sistema global y su dinámica obedece
orgánicamente a la totalidad (en este sentido puede decirse que esta teoría es organicista) El orden
social posee un núcleo que actúa como determinante del equilibrio y la cohesión que es el sistema
normativo. Se trata de un sistema ideacional (Durkheim) compuesto por normas y valores que
representan los intereses generales de la sociedad y se anteponen a los de cualquier sector, grupo o
individuo. Los sujetos no poseen un lugar idéntico en este sistema, sino que ocupan espacios sociales
en una escala estratificada donde cada uno cumple una función necesaria para el conjunto. Claro que
es posible la movilidad social, pero como veremos, su ascenso dependerá de cómo cumple con las
expectativas del logro social.
La función trascendente del sistema normativo es garantizar el grado de consenso necesario para una
armoniosa convivencia social (que los funcionalistas denominan sistema de acción social) y efectuar
la orientación normativa de la acción individual y colectiva mediante la socialización y el control
social.
1
Denominamos paradigma dominante al conjunto de teorías que han sido reconocidas como científicas y que establecen los
cánones de legitimidad en las ciencias sociales. Las teorías que no comparten su cosmovisión acerca de lo social, carecen de estatuto
científico, es decir, carecen de reconocimiento de los centros académicos de excelencia y por lo tanto son censuradas y/o
descalificadas.
d. El cambio social:
2
. Para una ampliación de este tema consultar este autor en bibliografía anexa.
El cambio, entendido aquí como un proceso constante de progreso, sin embargo, está sujeto a
regulaciones, que obedecen a leyes de orden natural. Ello quiere decir que existen tendencias que
operan como leyes sociales universales pero que no obedecen a fuerzas externas al sistema mismo, ya
que la noción de totalidad involucra al sistema social como un conjunto que se modifica conforme a
constantes que la sociología debe estudiar.
El positivismo (cuyo exponente principal fue Durkheim) propuso una teoría del progreso social
indefinido que no se correspondía con los acontecimientos sociales de principios de siglo XX. Las
crisis económicas del capitalismo, las protestas sociales que derivaron de la revolución industrial
europea, la revolución socialista rusa, la primera guerra mundial, son algunos de los hechos que
daban por tierra una visión ingenua y lineal del progreso social. El funcionalismo habría de proveer
de nuevas categorías que permitirían analizar estas crisis del sistema a través de una noción de
cambio que incorporara la idea de conflicto a la vida social sin abandonar su perspectiva funcional y
sistémica.
. La modernización exigió cambios sociales notables del mundo occidental, que demostraron que el
progreso no estaba desprovisto de conflictos y desequilibrios. Desde estas corrientes no críticas, el
cambio fue entendido como asincrónico, en el sentido de reconocer la existencia de partes del sistema
social con cambios más acelerados que producían distorsiones o desequilibrios en la totalidad social
imprimiendo un dinamismo que, a pesar de ello, tendía naturalmente al equilibrio del sistema. EL
análisis sistémico deriva de esta perspectiva funcionalista, y considera que al interior del sistema las
partes cumplen una función orgánica y que no sólo es posible la readaptación de los desequilibrios,
sino que se encuentra en la naturaleza misma de la vida social.
Como ustedes pueden apreciar el mundo social es asociado a la idea de un modelo universal cuyos
cambios son graduales aunque fuesen conflictivos y no supone en su cosmovisión una estructura
histórica cuyo modelo de funcionamiento se quiebra, siendo sustituido por otras formas de
organización. La tendencia a la modernización es la manera de entender el cambio, señalando
implícitamente un modelo civilizatorio que bien puede asimilarse a algunas interpretaciones que
afirman tendencias a la globalización Asunto interesante para analizar y sobre el cual volveremos.
Hasta aquí hemos brindado algunas claves acerca de cómo el paradigma dominante entiende la
relación sujeto – sociedad. Veamos ahora cómo es concebida la educación.
“La educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre las que
aún no están maduras para la vida social. Tiene por objeto suscitar y desarrollar
La definición de Emile Durkheim (1858-1917) está aún vigente en el imaginario escolar a pesar de
los cambios sustantivos que las propuestas neoliberales han incorporado al sistema educativo. El
educador tiene un papel predominante en esta perspectiva pues es el responsable de trasmitir la
cultura, los valores, las costumbres, las pautas de conductas que la sociedad espera de los jóvenes.
“El maestro no debe dejarse influir por posiciones partidarias y menos aun imponer sus posiciones
personales, debe en cambio, ser un representante neutral del estado, fiel garante de la moralidad y el
saber, un modelo de conducta intachable”, nos dice este autor.
El estructural funcionalismo refuerza con nuevos elementos esta idea de educación como una fuerza
social adaptadora. Los jóvenes, en la escuela, incorporan las motivaciones apropiadas para que
puedan tener éxito en su vida social y laboral. Como lo afirmó Agulla, principal exponente de esta
corriente en nuestro país, “lo más importante de la educación es aprender los roles para el ejercicio
adecuado en su oportunidad…la comunicación de los patterns (patrones de conducta)
correspondientes a cada rol por parte del educador y el educando en función de una idea de
perfección que no es otra cosa que una idea de funcionalidad a una estructura dada o a un cambio
(real o ideal)”
Como vemos, los docentes representan los valores universalistas y racionales que dirigen el mundo
social entendiendo que todos los alumnos se encuentran en igualdad de condiciones para aprehender
las motivaciones convenientes para la competencia individual y adquirir las habilidades y
capacidades indispensables para tener éxito en la vida social. No nos olvidemos que cada individuo al
nacer es un recipiente a ser llenado. La escuela, pues, cumple un papel socializador de primer orden
ya que cubriría las faltantes o desviaciones de la socialización familiar, siendo principal el rol del
estado en el cumplimiento de esta función integradora. La evaluación, cumple un papel central en
tanto establece una escala de ponderaciones en la escuela, reflejando el grado de internalización de
estas motivaciones de logro, de modo que cada alumno posee una posición en el cuadro académico
que se corresponde con el esfuerzo individual por asimilar como propias las metas que el sistema
educativo le plantea.
A nuestro modo de ver la perspectiva dominante ofrece una teoría explicativa de la vida social, que
describe con bastante precisión los mecanismos de funcionamiento de la sociedad capitalista. La
pretensión de modelo universal omite el carácter histórico de toda sociedad. A pesar de su declarada
neutralidad, ha sido una teoría que ha validado una estructura social basada en la competencia
3
Recordemos el famoso Documento Santa Fe en la época de Reagan, en el que la educación formaba parte de un plan
estratégico de expansión del continente americano con el liderazgo de los EEUU.
El lugar del docente es poco relevante con relación a la función que le es delegada. La posibilidad de
intervención en la estructura escolar está dada en tanto agente socializadora que debe cumplir un rol
primordial en la formación de los jóvenes. El incumplimiento de las metas es siempre entendido
como deficiencias del sistema escolar, para lo cual se recomienda una constante evaluación de
calidad para evitar desviaciones que distorsionen su función social. Se comprende entonces que así
como el sujeto de la acción socializadora es un niño indefenso, recipiente vacío al que hay que
incorporar el contenido de “la” cultura, para integrarlo efectivamente a la sociedad, el docente
también es un sujeto que cumple un papel asignado socialmente, excluido de las decisiones.
Este esquema es básicamente justificador de un estado que decide en nombre del bien común, de la
obediencia a las normas establecidas y amparadas en el control social que define el grado de
aceptación de los sujetos, por tanto de su calificación o descalificación. Esta teoría encubre un
sistema social que no acepta el cuestionamiento, que premia a los más obedientes y censura a quienes
se diferencian de los patrones de conducta declarados como deseables. Una pregunta que esta teoría
no contesta, es quiénes y cómo “la sociedad” logra elaborar un sistema de valores y de ideas que
actúa como la columna vertebral de la armonía social.
Es importante tener en cuenta el grado de penetración que estas teorías no críticas han tenido en el
sistema educativo, y especialmente en la formación y capacitación docente. La naturalización de este
modo de interpretación como la única perspectiva científica suele depositarse en el sentido común:
esa manera habitual de pensar las cosas en la escuela.
Finalmente, la función ideológica 4 que cumple esta teoría se pone de manifiesto en varios sentidos:
propone un modelo a-histórico en el que la escuela aparece como una institución universal
transmisora de una cultura unívoca;
oculta las contradicciones sociales que se introducen en el seno de la escuela;
evita cuestionar o analizar críticamente los intereses que ocultan las políticas educativas,
naturalizando al estado como entidad que representa el bien común;
legitima las conductas individualistas y pasivas;
reduce a la educación a su función conservadora, concibiendo al docente como simple polea
de transmisión de contenidos definidos por expertos, privándolo de la producción del
conocimiento.
Encubre en fin las diferencias sociales, culpabilizando a los sujetos que no cumplen con las metas
preestablecidas, trasladando el problema del fracaso escolar al fracaso individual.
Fue Carlos Marx (1818-1888) quien afirmaría lo contrario, al admitir que la ciencia debía aportar
elementos fundamentales para la transformación social. Su revolución epistemológica, no admitida
por quienes han sostenido los criterios de cientificidad dominantes, implicó una nueva perspectiva en
torno al valor del conocimiento: para cambiar la realidad es preciso conocerla y el conocimiento
científico es una herramienta de transformación social que puede desentrañar mecanismos que en la
vida social cotidiana no son advertidos y que son producto de intereses particulares que tienden a
permanecer ocultos a los ojos del hombre y la mujer común para garantizar su situación de privilegio.
Los temas que la sociología encaró con el objetivo de desentrañar dichos mecanismos y señalar
críticamente su función ocultadora, involucrando a esferas de la vida social tan importantes como el
sistema educativo y los medios de comunicación social fueron:
¿Qué mecanismos o dispositivos sociales producen este efecto de ocultamiento de la
desigualdad, del poder de unos pocos, de la injusticia, de los intereses de clase que dominan el
orden capitalista?
¿Cómo es posible que siendo tan injusto el sistema con algunas regiones del planeta e
inclusive al interior de ellas mismas, esta forma de organización social se mantenga y el
sentido común lo admita como la única forma de vivir en sociedad? (Pensemos en el Tercer
Mundo, los países dependientes o los países pobres)
La teoría crítica nacida en Frankfurt con Theodore Adorno y Herbert Marcuse entre otros, iniciaron
el estudio de la industria cultural abriendo un campo en los estudios culturales que dio sentido a la
crítica.
Las teorías reproductivistas pusieron énfasis en el análisis de los mecanismos de reproducción
de la estructura social y de la cultura dominante señalando el papel fundamental que cumple la
escuela en esos procesos y afirmando el carácter político de la educación en general y de la
escuela en particular.
Advirtieron sobre la falacia de la neutralidad de la escuela, denunciando la complicidad involuntaria
de esta institución en la reproducción de la desigualdad social y en la imposición de una cultura de
clase. Como afirma Henry Giroux estos teóricos dieron por tierra la versión ingenua y romántica de
la educación formal como factor de integración social, para alertar sobre su rol principal en la
reproducción social y cultural de un sistema social injusto.
a. La reproducción de la sociedad:
Los reproductivistas retoman la afirmación que Marx hace en su obra “El Capital” acerca de que:
Todo proceso de producción es simultáneamente un proceso de reproducción.
En este sentido, es que se dice que son relaciones de subordinación, ya que los que poseen la
fuerza de trabajo, deben subordinarse a las condiciones que establecen quienes son los
poseedores de los medios que hacen posible la producción. Y así, se establece la división social
entre los que realizan tareas manuales (los que producen) y los que dirigen o realizan tareas
intelectuales, produciendo un antagonismo entre los intereses de estos sectores.
Para esta corriente, patrones y empleados no son parte de una división del trabajo técnicamente
necesaria,, sino una división social injusta ya que estas posiciones en las clases sociales no son
voluntarias, son relaciones independientes de la voluntad de los hombres y mujeres.
En el marxismo clásico5, el poder de estado, como mediador y legitimador de las relaciones de
dominio, es analizado a partir de su subordinación a la esfera económica de la sociedad, es una
cuestión material traducida en el modo en cómo producen los hombres los bienes necesarios para su
supervivencia. Esto se opone al paradigma dominante, que adjudica el origen de las formas de
organización de la sociedad al sistema de valores y de ideas confiriéndoles la determinación social. .
Para el marxismo cuya teoría social se denomina materialismo histórico, el Estado es patrimonio
de la clase dominante-la burguesía- y emplean su poder de administrador para reproducir las
condiciones de privilegio y con ello mantener la desigualdad social. La lucha de clases entonces se
transforma en el motor de la historia6. En el modo de producción capitalista, basada en la propiedad
privada de los medios de producción, las relaciones son necesariamente relaciones de dominación.
5
El marxismo, como otras tantas teorías no han sido producidas por pensamientos
individuales sino que se trata de producciones históricas, que trasciende sus mismos
autores. El marxismo no es el resultado exclusivamente de la obra de Marx y Engels.
Posteriormente, sobre la base de sus postulados más importantes, otros autores han
aportado otras categorías y análisis que permiten identificar diferentes corrientes que
suelen incluso tener diferencias entre ellas. Tal el caso del historicismo de Antonio
Gramsci, la escuela humanista de Budapest, la escuela cultural inglesa o la misma
teoría crítica de la escuela de Franckurt.
6
.Marx afirma en el Manifiesto comunista: “La historia de todas las sociedades que
han existido hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases,..., en la antigua
Roma hallamos patricios, caballeros , plebeyos y esclavos; en la edad Media , señores
feudales, vasallos, maestros, oficiales y siervos, y, además, en casi todas estas clases
todavía encontramos gradaciones especiales. La moderna sociedad burguesa ha
sustituido las viejas clases, las viejas condiciones de opresión, las viejas formas de
Luis Althusser, en “Ideología y aparatos ideológicos del estado”, plantea que la superestructura se
manifiesta en dos niveles: el jurídico político (el derecho y el estado) y el ideológico (que incluye las
distintas ideologías: religiosa, moral, política, etc.). El aparato del estado cumple la doble función de
administrar y asegurar el proceso de reproducción. Mediante la represión, el estado asegura la
dominación de los sectores que poseen el poder económico. Sin embargo, explica que tal
sometimiento es producto no solo de la fuerza, sino de la acción de los llamados “Aparatos
Ideológicos” que son instituciones que funcionan mediante la ideología, la escuela es uno de ellos.
Superando la dicotomía planteada por Althusser entre la función ideológica y la coercitiva de los
aparatos estatales, Gramsci desde una perspectiva más dialéctica, define al estado como “complejo de
actividades prácticas y teóricas con que la clase dominante no solo justifica y mantiene su dominio,
sino que se las arregla para ganar el consenso activo de aquellos a quienes gobierna”.
La hegemonía, es entonces el proceso por el cual los sectores dominantes logran un consenso de las
clases subordinadas explicando la vinculación estrecha entre la sociedad civil (las distintas
instituciones como la escuela, la familia, la iglesia, etc.) y la sociedad política (el estado)
Desde esta postura, el Estado no es una estructura sino una organización que se constituye mediante
conflictos y contradicciones continuas, ya que las clases sociales no se comportan como grupos
homogéneos sino como sectores que poseen intereses particulares, que por momentos pueden entrar
en contradicción (por ejemplo, el interés por dominar el estado entre los sectores financieros y los
sectores productivos). Sin embargo, cuando el sistema corre riesgo por la intervención de
movimientos sociales contestatarios, estas clases sociales se unen, logrando consolidar su poder. A
este respecto Gramsci analiza las crisis del sistema capitalista, planteando que las crisis son
momentos de gran incertidumbre para el propio poder porque significa que la mayoría de la
población ya no consiente su dominio. En sus propias palabras “Es el momento en el cuál lo viejo
está agonizando o muerto y lo nuevo aún no ha terminado de nacer. Momento, por lo tanto de
incertidumbre (la muerte de lo viejo aniquila también las ya viejas certezas) y de fragmentación (lo
vigente se ha hecho trizas y no se percibe como recomponerlo).”
lucha por otras nuevas.,...,toda la sociedad va dividiéndose cada vez más en dos
grandes campos enemigos, en dos grandes clases, que se enfrentan directamente: la
burguesía y el proletariado”. Pág. 34/35
La concepción del mundo propia de los sectores dominantes no solo legitima su situación de
privilegio con relación a las clases subalternas, sino también es autojustificadora del poder a los ojos
de su misma clase, que cree asumir los intereses de la sociedad en su conjunto. Es por ello que el
sistema educativo está tan estrechamente ligado a esta dimensión de la cultura de nuestro sistema
social. Los modos en que esto se concreta es a través de la formación de habilidades y destrezas y la
transmisión de conocimientos, en donde no son ajenas a la ideología en tanto que deben formar a los
sujetos para que ocupen el lugar que les corresponde en la división del trabajo. Y ello debe efectuarse
con su consentimiento. Así, pues, las formas de producción y distribución del conocimiento en la
sociedad, están ligada a esta función legitimadora del sistema de clases y la ideología es una de sus
herramientas principales.
Pierre Bourdieu (1930-2001) puso énfasis en este proceso de dominación cultural por el cual los
sujetos participan activamente en el proceso de su dominación. Las instituciones reproducen
sutilmente las relaciones de poder mediante la producción y distribución de la cultura dominante,
utilizando mecanismos de violencia simbólica7. Así, la cultura se convierte en intermediaria de los
intereses de clase, legitimando determinadas formas de conocimientos, destrezas, modos de
relacionarse, competencia lingüística, etc., y los sujetos ocupan posiciones de dominación o de poder
en los campos o ámbitos que ocupan en las distintas esferas de lo social. A nuestro entender, los
aportes de Bourdieu han sido notables para analizar el campo educativo, brindando herramientas
teóricas que permiten comprender procesos de discriminación, de imposición o de legitimación de
determinadas habilidades en detrimento de otras.
d. La transformación social:
En realidad, el modelo reproductivista pone el énfasis en los procesos reproductivos, interesado en
desentrañar los mecanismos que el sistema capitalista utiliza para conservarse como modo de
producción, de modo que el tema del cambio no es un tópico que sea encontrado fácilmente.
Althusser fue quien prefiguró el alcance revolucionario del materialismo histórico, al dotarlo de
atributos científicos, esperando que la transmisión de estos conocimientos a la clase obrera
fortalecería el partido revolucionario de los trabajadores. La revolución entonces es la meta de un
partido de vanguardia que tiene como herramienta fundamental los principios de su teoría. Pero su
interpretación del cambio social está ligada a la lucha de clases, de ninguna manera a un cambio al
interior del aparato de estado. El marxismo en general ha propuesto una noción de progreso ligado al
acceso al poder de las clases dominadas y de hecho la revolución rusa llevó a cabo buena parte de sus
anhelos de constituir un sistema socialista y pasando al estado los medios de producción. Es
7
. Violencia simbólica también el autor la define como “aquella forma de violencia que se ejerce sobre un agente social
con la anuencia de éste” Para una ampliación de este concepto ver página25.-
Marxistas como Antonio Gramsci o Georg. Lukács encararon la lucha de clases como sustantiva para
el cambio estructural del sistema. A diferencia de las teorías del orden que no efectuaron un análisis
crítico del sistema social y naturalizaron la manera funcionalista de entender el mundo social como
universal, entendiendo que el cambio era un proceso natural de desarrollo, los materialistas históricos
entendieron el cambio social como una alteración estructural del modo de producción, la única forma
de romper con el poder de la clase dominante y depositaron en la clase trabajadora el rol de llevar
adelante el proceso revolucionario.
Demás está decir, y seguramente ustedes lo estarán pensando, que todos los momentos históricos en
que el sistema capitalista ve peligrar su dominio y que se han extendido movimientos sociales que
intentan una sociedad más justa, estas posturas críticas han sido perseguidas, acusadas de subvertir el
orden. En el plano de lo que denomináramos Aparatos Represivos el terrorismo de estado es, pues,
una salida que el poder capitalista ha utilizado para reducir el pensamiento crítico y anular las teorías
alternativas.
Por esta razón el tema del cambio social no es menor. Por el contrario, es un tema de vital
importancia para analizar desde el campo educativo. Si la educación es un proceso de formación
equivale a decir que es un proceso de transformación que deberá contener un debate acerca de qué
tipo de hombre y de mujer, para qué sociedad estamos formando. Las teorías reproductivistas han
colocado el dedo en la llaga al señalar a la escuela como una institución involucrada estrechamente
con la reproducción social y cultural de un sistema injusto
Louis Althusser, señaló que la escuela es el principal aparato ideológico en tanto es la encargada de
trasmitir la cultura oficial y de inculcar los valores e ideas de la clase dominante, logrando empañar
la conciencia crítica y producir sujetos pasivos que consienten esta situación porque han sido
convencidos que es la única forma posible de vivir en sociedad.
Pierre Bourdieu, ha producido tal vez la teoría más compleja de reproducción cultural en el
capitalismo. No se dedicó especialmente a la escuela pero su obra “La reproducción” escrita
conjuntamente con Jean Claude Passeron, señala con crudeza el involucramiento del sistema escolar
en la reproducción del capital cultural dominante. Las clases sociales producen su propio capital
cultural, producto de las condiciones objetivas de producción, creando esquemas de percepción, de
pensamiento y acción. Pero esta matriz es puesta a prueba en la escuela, que se organiza a partir de
un capital cultural dominante que no todos poseen, consagrando así las diferencias sociales.
f. La reproducción cultural
Bourdieu recurre a dos categorías claves para explicar el complejo proceso de reproducción cultural y
social: campo y habitus. Ambas posibilitan desentrañar la articulación entre: la dimensión objetiva, es
decir, el sistema social, la estructura, el campo; y la dimensión subjetiva, es decir, el sujeto, el
habitus, que suelen ir escindidas. Este hiato fue una de sus preocupaciones, la de encontrar una teoría
que vinculara ambos niveles de lo social.
Si el campo, que se corresponde al plano objetivo, es el espacio social donde los sujetos luchan por
obtener una posición, el habitus es el conjunto de recursos y procedimientos de que dispone cada
actor para desempeñarse en ese campo. Se corresponde con el plano subjetivo en tanto se trata de la
internalización (subjetivación) de lo objetivo. La estructura dispone de espacios de poder que
establece reglas arbitrarias en los distintos campos (el poder de la clase es tal vez el más dominante,
pero no es el único) y el habitus es la encarnación en el sujeto de la cultura de la clase a la que
pertenece. Sin embargo, el habitus no es mecánico ni determinado, sino que se conforma de
Este capital heredado a su vez confirma al agente también como miembro de un determinado grupo,
es decir, de una clase social. El cuerpo, la gestualidad, el habla, los gustos, las disposiciones para el
arte, la música, la vestimenta, la comida, los estudios, la ornamentación de los hogares, el deporte, en
fin, todas la manifestaciones de la práctica social, constituyen sin dudas una muestra del ejercicio del
habitus de clase que constituye a cada sujeto, lo distingue.
La herencia familiar y las experiencias de socialización que conforman el habitus primario, pueden
ser confirmadas por la socialización secundaria (referida sobre todo a la escolaridad pero también a la
socialización que ejercen todas las instituciones sociales) siempre y cuando los instrumentos de
apropiación disponibles en el sistema de disposiciones de los agentes coincidan con las habilidades
exigidas por las reglas de juego establecidas socialmente, claro está que no todos los campos poseen
las mismas reglas. Pongamos algunos ejemplos: pertenecer a un club de barrio o a un colegio de
profesionales, participar de la universidad como estudiante o ser obrero de una fábrica, nos ubica en
campos relativamente autónomos cuyas reglas dependen de la posición de cada campo respecto de la
estructura del poder.
En un campo hay historia y luchas. Es un espacio social que carece de sentido sin sujetos. A su vez el
habitus es un concepto vacío si no es puesto en acción en un campo: en una situación determinada, en
un momento determinado. Dicho en otros términos, los habitus son puestos a jugar en el campo.
“En términos analíticos, un campo puede definirse como una red o configuración de relaciones
objetivas entre posiciones. Estas posiciones se definen objetivamente en su existencia y en las
determinaciones que imponen a sus ocupantes, ya sean agentes o instituciones, por su situación
(sitúes) actual y potencial en la estructura de la distribución de las diferentes especies de poder (o
de capital) –cuya posesión implica el acceso a las ganancias específicas que están en juego dentro
del campo – y de paso, por sus relaciones objetivas con las demás posiciones (dominación,
subordinación, homología, etc.)".
Para realizar el análisis de un campo, Bourdieu propone delimitar el estudio en tres momentos bien
delimitados.
En primer término consiste en analizar la posición del campo elegido con relación al campo
del poder, es decir, la posición que ocupa este campo en particular, en relación con la
estructura del poder del estado;
en segundo término, efectuar un análisis de las posiciones ocupadas por los agentes o
instituciones que compiten al interior de este campo. Esto quiere decir que debemos
reconocer cuál es la estructura de las relaciones que existe entre los que participan en este
campo;
y el tercer momento, requiere del estudio del habitus de los agentes, las habilidades,
destrezas, competencias que configuran la base de las estrategias que los sujetos usan en su
lucha en el campo.
El análisis del campo nos permite entender el sentido del juego establecido que lleva a actuar a los
actores en cada situación mediante estrategias más o menos exitosas en la medida que cada sujeto
Si volvemos al campo educativo, podemos incorporar aún un elemento más que aporta Bourdieu para
describir las maneras sutiles a través de las cuales la socialización secundaria que efectúa la escuela
induce a la incorporación del capital cultural oficial (o capital escolar) como la manera más eficiente
de reproducir el arbitrario cultural. Nos referimos a la violencia simbólica que esconde toda
inculcación pedagógica.
"Todo poder de violencia simbólica, o sea, todo poder que logra imponer significaciones e
imponerlas como legítimas disimulando las relaciones de fuerza en que se funda su propia fuerza,
añade su fuerza propia, es decir, propiamente simbólica, a esas relaciones de fuerza".
La violencia no se ejerce bajo formas identificables fácilmente, opera con gran ductilidad y en todas
las formas de expresión posibles, desde el uso del lenguaje (corporal, gestual, oral) como a través de
la organización del tiempo y del espacio, el currículo, la evaluación, las escalas implícitas de
ponderación, las formas de relación establecidas, el trato, etc. En fin, la cultura institucional funciona
sobre la base de un arbitrario que ejerce una violencia simbólica constante. Aquellos alumnos que
poseen las herramientas de apropiación de tales códigos, sortearán con éxito el proceso pedagógico.
Aquellos, por el contrario, que careciendo de las herramientas de apropiación adecuadas para el
desarrollo de las competencias y habilidades exigidas, se frustrarán en el intento, fracaso que es
entendido, claro está, como producto de carencias personales.
Antes de terminar, creemos importante reconocer que los aportes de Bourdieu para el campo
educativo son de inestimable valor, pensando que nos provee de categorías claves que nos permiten
explicar buena parte de las contradicciones que vivimos en el aula, en la escuela. Los procesos
culturales al interior de la escuela deben ser investigados con mayor profundidad para desentrañar los
mecanismos que se ponen en juego y que nos cuenta a nosotros (docentes, alumnos, padres,
directivos) como protagonistas. El poder que se ejerce a través de la violencia simbólica no es
voluntario ni consciente, sino dispositivos socialmente producidos que nos ubican en procesos que
van allá de las voluntades individuales. Ya veremos mas adelante que estos procesos bien pueden ser
identificados mediante el análisis de la vida cotidiana escolar, desentrañando el sentido de nuestras
prácticas habituales y reconociendo las contradicciones culturales que se desatan en nuestro trabajo
en el aula.
Para los teóricos reproductivistas las escuelas son reproductoras del orden social en varios
sentidos:
* En un sentido económico, proporciona conocimientos y habilidades necesarias para que cada
clase social ocupe su lugar determinado en la división social del trabajo
* En un sentido cultural, distribuye y legitima los valores, normas, costumbres, moral y
conocimientos de la cultura dominante.
* En un sentido ideológico, inculca en los sujetos la concepción del mundo dominante tornando
justo el orden establecido y presentándolo como el único posible.
* Y en un sentido político, porque formando parte del aparato estatal, produce y justifica los
imperativos económicos e ideológicos que subyacen al poder político del estado e inculca la no
politización de las prácticas escolares, en una transmisión neutra del conocimiento científico
g. El currículum oculto:
Uno de los aportes más interesantes que hacen los reproductivistas al estudio de la función
reproductora de la educación, es la noción de currículum oculto. Un pedagogo crítico norteamericano
muy conocido en nuestro país llamado Michel Apple, retoma de Gramsci el concepto de hegemonía
para referirse al carácter complejo y dinámico de la determinación social y la define como conjunto
de significados y prácticas efectivo y dominante que satura la conciencia de los hombres. Esta forma
de entender la hegemonía no solo tiene que ver con los procesos de dominación, también incluyen los
procesos de incorporación de la cultura mediante procesos selectivos muy específicos. Al respecto
Apple menciona:
Las escuelas no procesan solamente personas, procesan conocimientos, actúan como agentes de
tradición selectiva y de incorporación cultural.
Este concepto de hegemonía nos remite a patrones y reglas que en general no son conscientes, porque
son inculcados a través de procesos sutiles de penetración cultural. Esas reglas son parámetros de la
acción, están unidas por suposiciones tácitas. Así, en las escuelas el currículum oculto sirve “para
reforzar las reglas que cercan la naturaleza de los usos del conflicto”… y… “establece una red de
suposiciones que cuando han sido interiorizadas por el alumno, determinan los límites de la
legitimidad”. Este currículum secreto reúne normas y valores que se transmiten cotidianamente, no
son mencionados, se mantiene en el campo de lo implícito.
Los aportes que los teóricos reproductivistas han hecho al respecto han sido muy valiosos porque
han permitido analizar la escuela desde una perspectiva dialéctica que no se detiene en las cuestiones
formales sino en las prácticas cotidianas, en las formas concretas en que se produce el
disciplinamiento de los alumnos y de los mismos docentes. El curriculum oculto permitió observar
que los rituales escolares esconden en su práctica reiteradas formas de transmisión de un poder
autoritario, que reproduce no solo las diferencias de clases sino también las de género y raza,
calificando mediante la aprobación a los que responden a los parámetros idealizados y reprobando
Coincidimos con Giroux cuando dice que el principal aporte de los reproductivistas ha sido el de
despojar a la escuela de su inocencia política y de conectarla a la estructura social y cultural de la
racionalidad capitalista. Esta corriente teórica brinda un análisis histórico del funcionamiento de
nuestra sociedad al desnudar su estructura desigual y la responsabilidad de la educación en su
reproducción. Sin embargo, ha sido un modelo en cierto sentido mecanicista, que no ha sabido captar
la relación dialéctica entre estructura e intervención, ya que los sujetos son concebidos como
manipulados por los poderes. A pesar de ser un modelo crítico, que parte de reconocer las raíces
profundamente injustas del sistema, cae en un análisis funcional, equivalente al que realiza el
paradigma dominante, siendo pesimista en cuanto a las posibilidades de generar propuestas
educativas alternativas.
Elementos comunes en los dos modelos teóricos revisados hasta ahora:
* No dan cuenta de procesos que escapan a la racionalidad del poder, es decir, que se trata en
ambos casos de análisis que parten de una visión determinista en la que el sujeto queda
sometido a la influencia unívoca de la sociedad.
* Presentan a la educación como un fenómeno homogéneo, poniendo énfasis en la realidad
escolar esquemáticamente estructurada y con un funcionamiento orgánico y funcional. En
consecuencia la escuela pasa a ser una entidad abstracta, sin historia ni conflictos.
* El docente es mirado como mero agente transmisor y socializador, de valores universales
para el paradigma dominante, o de la cultura hegemónica para las teorías reproductivistas.
* Por último, a pesar de partir de concepciones tan opuestas sobre la transformación social, en
el que el funcionalismo hace hincapié en un cambio inmanente y el reproductivismo siguiendo
la tradición del materialismo histórico le confiere un carácter estructural, ambos enfoques
coinciden en la determinación social de los cambios en la escuela, adjudicando a maestros y
alumnos un rol pasivo y anónimo.
Vamos a ver ahora una perspectiva emergente, que se interesa por contener la perspectiva de los
actores, compensando la tendencia sociológica hacia los modelos analíticos supraindividuales,
estructurales. Trataremos de mencionar los principales avances de esta interpretación, que nos
permite tener una perspectiva que sin negar los poderosos dispositivos de reproducción que se
a. Vida cotidiana:
Como decíamos antes de penetrar en lo cotidiano, esta es una nueva perspectiva para observar la
realidad social desde los sujetos/actores y no desde el sistema como aparato hegemónico. En lo
cotidiano interactúa lo particular con lo general. Permite una visión particular del movimiento
histórico, justamente porque en lo particular está contenida la historia social. La naturaleza del
hombre es la historia, nos advierte Gramsci. Muchos confunden lo cotidiano con lo situacional, con
los acontecimientos y anécdotas que suceden a diario y es un error, porque la vida cotidiana contiene
la huella de la historia, de lo general. Lo que acontece no es obra circunstancial, fortuita, sino
producto de procesos históricos que se desencadenan y que muchas veces nos cuenta a nosotros como
actores circunstanciales. Esto quiere decir que si analizamos un hecho particular, sucedido en un
grupo, en un espacio determinado, en un momento dado, seguramente encontraremos una explicación
de lo sucedido si lo entendemos como un proceso con historia, de relaciones que se han construido en
determinadas condiciones y cuyas contradicciones son las que se ocultan tras los hechos.
Los conflictos entre alumnos de un curso, el difícil diálogo entre profesores y adolescentes, los
problemas interpersonales en el personal docente, son algunos de los ejemplos que podemos tomar para
esclarecer esta idea. Como veremos luego, cada uno de estos problemas obedece a procesos complejos
que la escuela no toma como objeto de reflexión. En general, la institución escolar prefiere encarar el
conflicto como circunstancia, como situación fortuita o momentánea. En realidad, se están poniendo en
tensión cuestiones como las diferencias culturales entre los grupos, la distribución del poder y la
determinación de las reglas, etc., cuestiones que, como sabemos, son muy complejas y que requieren de
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Se refiere a que el hombre que trabaja por un salario no es dueño de su proceso de trabajo, porque le pertenece a otro y tampoco es
dueño de su producto, es decir, del resultado de su trabajo. Ello produce un extrañamiento (su trabajo le es ajeno). Siendo el trabajo la
principal actividad humana, a través de la cual el hombre y la mujer se desarrollan plenamente, la alienación lo priva justamente de
apropiarse de su propio trabajo que, como dijimos, pasa a ser una mercancía.
c. La práctica escolar:
Esta nueva perspectiva pone el énfasis en el análisis de las prácticas cotidianas escolares. Permite
introducirse en los procesos mismos de apropiación y construcción del ámbito escolar. Se muestra en
ello la diversidad, lo heterogéneo, dando indicios o pistas que permiten construir la lógica de las
prácticas en la escuela.