Conceptos Jurídicos Fundamentales: Unidad 3
Conceptos Jurídicos Fundamentales: Unidad 3
Conceptos Jurídicos Fundamentales: Unidad 3
La explicación de los fenómenos jurídicos emplea, por razones de economía y comodidad, una serie
de conceptos que sintetizan predicados; es decir, que resumen ideas sin las cuales resultaría no sólo
difícil sino sumamente engorroso describir y comprender las relaciones a que dan origen los
fenómenos jurídicos. Además, estos conceptos dependen unos de otros para formar un entramado
que sirve para explicar a su vez nuevos conceptos, así como el modo en que funcionan los sistemas
jurídicos. En tal virtud, estos conceptos básicos reciben el nombre de conceptos jurídicos
fundamentales.
Una concepción convencionalista del lenguaje no busca en las palabras o las definiciones “esencias”,
sino que trata de indagar acerca de la forma en que se usan las mismas, pues son precisamente los
usos los que determinan su predicado o significado.
Existe un acuerdo convencional y general sobre cuáles son estos conceptos jurídicos fundamentales, aunque
no existe un criterio absolutamente definido respecto de cómo identificarlos. Se alude, pues, a conceptos
básicos que dan lugar a una terminología que se supone necesaria para la comprensión no sólo de los
modelos teórico-jurídicos sino, sobre todo, de los distintos sistemas de Derecho positivo.
Estos conceptos son, entre otros, el de “persona jurídica”, “capacidad jurídica”, “derecho
subjetivo”, “deber jurídico”, “delito”, “sanción”, “supuesto”, “hecho jurídico” y “acto jurídico”.
Estos conceptos, además, dependen unos de los otros formando un entramado que sirve para explicar otros
conceptos jurídicos, los cuales reciben el nombre de conceptos jurídicos fundamentales, mismos que
también pueden ser denominados, empleando la concepción del lenguaje del segundo Wittgenstein, como el
“juego del lenguaje del Derecho”, es decir, el conjunto de palabras y conceptos usados por los
hablantes en el conjunto de actividades humanas propias de la vida jurídica de las sociedades (“forma
de vida”).
Existe un acuerdo general sobre cuáles son estos conceptos, aunque no hay un criterio definido para
identificarlos.
Se trata, pues, de conceptos básicos, que dan lugar a la terminología jurídica, al lenguaje técnico del
Derecho:
Por mencionar un ejemplo:
DELITO Y SANCIÓN:
La sanción es la pena o el castigo que establece un sistema jurídico para el supuesto de que se
incumpla con lo dispuesto en una norma. Ahora bien, la sanción impuesta por el Derecho es
obligatoria, es vinculante, no es potestativa, por ello puede, si es menester, aplicarse utilizando la
fuerza. Pero, si bien la coacción es un elemento de eficacia con el que cuenta la sanción, pero no es la
sanción misma.
La heteronomía de la sanción, pero, sobre todo, su imposición coactiva por una persona distinta al agente (la
autoridad), es lo que más evidentemente diferencia al sistema jurídico tanto de la moral como de otros
órdenes normativos.
Resulta fácil entender que las normas jurídicas se distinguen de otras porque cuentan con una garantía que
asegura su cumplimiento; esta garantía es la coacción.
Por “coacción” entendemos, a su vez, el empleo de la fuerza legitimada de la autoridad para asegurar el
cumplimiento de las normas jurídicas. Sin embargo, es erróneo pretender identificar la coacción con la
sanción, por más que estén íntimamente unidas.
El ilícito o acto antijurídico tiene una función singular en el Derecho, la de señalar y, en su caso,
sancionar, aquellas conductas sociales que, de acuerdo con cada sistema normativo, obstruyen la
convivencia o cooperación social.
En el Derecho mexicano, el Código Civil Federal en su artículo 1830, establece que un hecho ilícito
es aquel que resulta contrario a las leyes de orden público o las buenas costumbres. Como puede
verse, para el legislador no todos los hechos que van en contra de la ley son ilícitos, sino sólo los que
infringen normas de orden público o las buenas costumbres.
Lo pactado, por ejemplo, contra una disposición no taxativa no es ilícito, pues dicha norma sólo auxilia la
voluntad omisa de las partes en un contrato. El orden público, según la doctrina, es una situación social
derivada del respeto a la legalidad, por lo tanto, las leyes de orden público son las leyes prohibitivas o
preceptivas o taxativas que protegen el interés general; es decir, contra las cuales no puede haber pacto en
contrario o que deben ser observadas siempre.
“Los actos ejecutados contra el tenor de las leyes prohibitivas o de interés público serán nulos, excepto en los
casos en que la ley ordene lo contrario”.
“Si el derecho se presenta como el sistema que tiene por objeto prevenir o solucionar conflictos de intereses,
es claro que el hecho ilícito significa que la situación indebida que en el orden legal se traduce en la violación
de los derechos subjetivos de otro, o de los valores postulados por el derecho como esenciales para lograr la
sinergia social”
Los derechos fundamentales están ligados a la dignidad de la persona, son la proyección positiva,
inmediata y vital de la misma; constituyen la condición de su libertad y autodeterminación.
El desconocimiento o conculcación vulnera la dignidad e impide el desarrollo individual y personal. Por
ello, su disfrute resulta imprescindible; son condición de la democracia como sistema político, la cual
no puede existir sin el reconocimiento y el ejercicio de los derechos fundamentales.
Los preceptos que contienen derechos fundamentales están en la Constitución y son objeto de
protección en sus diversas disciplinas.
Su carácter básico hace que puedan ser empleados en casi todas las explicaciones que se
desarrollan en las distintas ramas del derecho, de ahí que se distingan de expresiones que tienen un
uso restringido, tales como hipoteca, matrimonio, quiebra, etcétera.
Es posible establecer un criterio más o menos cierto de cuáles son los conceptos jurídicos fundamentales,
partiendo del presupuesto de que en el Derecho es posible identificar otros conceptos jurídicos menos
básicos y de uso más específico. Éstos implican a los primeros y su empleo es netamente técnico-jurídico, es
decir, operan en el contexto exclusivo de las distintas ramas del Derecho.
Autores como Genaro R. Carrió señalan que los conceptos jurídicos fundamentales “…poseen una
órbita de aplicación que excede el campo particular de las distintas disciplinas dogmáticas.
Sirven para aislar e identificar situaciones de tipo general que, si cabe el giro, cruzan los límites que
separan, en forma más o menos clara, los dominios adjudicados a aquéllas.” No obstante, lo cual,
como el propio Carrió reconoce, no existe una separación nítida entre estas expresiones y las que,
como antes decíamos, son de uso técnico-jurídico particular de las diversas disciplinas del Derecho.
Con base en esa referencia Rojina Villegas, ante situaciones generales, define los “conceptos
jurídicos fundamentales” como aquellos que “intervienen como elementos constantes y necesarios
en toda relación jurídica”; es decir, en toda forma de conducta jurídica que se produce por la aplicación
de la norma de derecho a los casos concretos. Es en tal virtud —dice el autor— que estos conceptos
son imprescindibles al jurista y al legislador para entender el vocabulario en que se plantean y
comunican los asuntos y problemas del Derecho.
Los conceptos jurídicos fundamentales han sido objeto de diversas formulaciones y definiciones, su
matización depende de la elaboración teórica en que se inscriban y del objetivo de ésta.
Así, por ejemplo, el esquema teórico más acabado en este rubro es quizás el de Hans Kelsen.
Sin embargo, dicho esquema se encuentra condicionado tanto por su idea de la puridad del análisis jurídico
como por su concepción de que el Derecho sólo contiene normas que prescriben prohibiciones. Por ello, no
existe siempre coincidencia en el predicado de los distintos conceptos jurídicos utilizados por otros autores, ni
extraña que algunas de sus formulaciones sean más precisas y aceptables que otras.
No hay consecuencias jurídicas si antes no existe el supuesto de Derecho, pero en enlace se expone de la
siguiente manera:
Así como el Hecho Jurídico, que se entiende como un acontecimiento engendrado por la actividad humana o
puramente material, que el derecho toma en consideración para hacer derivar en él, a cargo o en provecho de
una o varias personas, una situación temporal o permanente o, por el contrario, un efecto del Derecho
limitado.
El Acto Jurídico, que es una manifestación exterior, bilateral o unilateral cuyo fin directo es engendrar con
fundamento en una regla de Derecho o institución jurídica a cargo o en provecho de una o varias personas, un
estado, es decir, una situación jurídica permanente y general, o, por el contrario, un efecto del Derecho
limitado, relativo a la formación, modificación o extinción de una relación jurídica.
Y sus clasificaciones son:
Delito: acción antijurídica, típica, culpable y sancionada por una pena.
Cuasidelito: actos ilícitos que, sin ser un delito, están prohibidos por la ley.
Contrato: supone el consentimiento de las partes que generan derechos y obligaciones.
Cuasicontrato: actos de una persona permitidos por la ley, que se obligan hacia otra persona sin
que entre ambas existan ningún convenio.
Ahora bien, el Derecho Subjetivo es un conjunto de normas que puede usarse para designar tanto un
precepto aislado como un conjunto de normas, o incluso todo un sistema jurídico, se refiere a la facultad
derivada de una norma.
Toda norma jurídica conlleva una facultad a favor de una persona (pretensor). El poder, pretensión, facultad o
autorización que conforme a la norma jurídica tiene un sujeto frente a otro u otros sujetos, ya sea para
desarrollar su propia actividad o determinar la de aquellos.
Cuando la conducta es de hacer algo, se le da el nombre de “faculta agendi”
Cuando es de no hacer algo, se denomina “facultas omitendi”
Cuando se refiere a la conducta de otra persona, se le llama “facultas exigendi”
El Derecho Subjetivo se divide en dos partes, en derechos subjetivos reales, que recaen sobre las cosas; y
derechos subjetivos personales, que recaen sobre las personas.
Acompañados del Deber Jurídico: restricción de la libertad al exterior de una persona, derivada de una
facultad concebida a otra u otras, de exigir de la primera cierta conducta, positiva o negativa.
Sanción Jurídica: consecuencia que atribuye la norma a la observancia e inobservancia de lo preceptuado
por ella.
3.4.1.1. Facultad jurídica.
El concepto facultad proviene del latín "facultas-atis" que significa poder o habilidad para realizar una cosa. El
concepto jurídico presupone la actitud o potestad de una persona para modificar la situación jurídica existente
de uno mismo o de otros. Para los romanos era la capacidad de celebrar un contrato o de llevar a cabo un
acto jurídico válido. Se refiere a algo que se puede hacer u omitir; se trata no sólo de realizar hechos lícitos,
jurídicamente permitidos, sino de producir actos jurídicos válidos. La facultad jurídica no es correlativa de
deber alguno, es decir, que alguien tenga la facultad de contratar no genera deberes en ninguno. La facultad
no se agota en el acto facultado. Cuando alguien no está facultado para celebrar un determinado acto jurídico,
el acto es nulo. Facultad se opone así, a incapacidad como ausencia de potestad y es correlativa de la
responsabilidad. Por ejemplo, en el mandato se confieren al mandatario ciertas facultades para que éste se
encuentre en posibilidad de celebrar ciertos actos jurídicos válidos, que tengan los efectos jurídicos previstos,
actos de los que, en última instancia, el mandante será responsable.
El deber jurídico consiste en la necesidad de observar cierto comportamiento que viene impuesto por las
normas reguladoras de la relación o personas que intervienen en él.
La existencia de un deber jurídico es la validez de una norma de derecho que hace depender una sanción de
la conducta contraria a aquélla que forma el deber jurídico.
Para el jurista Hans Kelsen, el Deber Jurídico es la norma jurídica vista desde el punto del obligado, es decir,
la conducta opuesta al acto antijurídico.
El Deber Jurídico es la única función necesaria del derecho objetivo, por eso desde el punto lógico-normativo,
siempre que exista una norma, aparece un deber jurídico. Pero no siempre se condiciona la aparición de un
deber a la existencia de un derecho subjetivo.
Se distingue del deber moral, ya que, en sí mismo coacción, fuerza institucionalizada y establecida por el
ordenamiento jurídico; es decir, no hay deber jurídico sin que esté prevista una sanción para alguna conducta
contrapuesta.
En principio, podemos afirmar que el fundamento del deber jurídico radica en la “necesidad misma del
derecho”. El derecho subjetivo no puede desligarse del deber jurídico, ya que aparece bajo la forma de la
facultad, cuyo efecto puede ser directa o indirectamente la producción de una norma de derecho. El deber y el
derecho subjetivos se encuentran fundidos recíprocamente, puesto que “no pueden existir el uno sin el otro”
El deber jurídico queda justificado cuando aparece como objeto correlativo del derecho subjetivo, integrando
el concepto de consecuencia de derecho. Por lo tanto, el deber jurídico es aquella acción del sujeto por medio
de la cual y, por virtud de ella, participa en el “proceso creador del derecho”, en razón de la imposición de
deberes de otro sujeto, y la creación de situaciones jurídicas nuevas en beneficio propio o en el de un tercero.
Con ello, el deber jurídico se compone de varios elementos:
Sujeto, objeto y vínculo jurídico.
Por ejemplo, en un contrato de compraventa los elementos serían los siguientes:
Sujetos: el sujeto activo corresponde con el acreedor y el sujeto pasivo corresponde con el deudor
(persona que tiene que cumplir el deber jurídico correspondiente).
El objeto o prestación de la obligación consiste en pagar la cantidad establecida en el contrato.
Vínculo jurídico o causa es el contrato, que es el motivo que ha generado la obligación.
Clasificación de los deberes jurídicos
Aunque existen varios modos de clasificar los deberes jurídicos, la clasificación más habitual es la que los
divide en función de su objeto o prestación.
En este sentido, podemos distinguir entre:
1. Deberes jurídicos positivos: consisten en una obligación de hacer (ejecutar un comportamiento
o prestación concreta, por ejemplo, tener que entregar una cantidad de dinero) o de dar (ceder o
transferir una propiedad).
2. Deberes jurídicos negativos: aquellas obligaciones consistentes en un no hacer (no poder
realizar determinados actos o conductas).
El Deber Jurídico implica siempre la existencia de una norma jurídica.
a. Debe de cumplir con el mandato concreto contenido en la norma
b. No debe obstaculizar su cumplimiento
c. Debe de respetar las situaciones jurídicas creadas por o nacidas al amparo de la norma
d. Debe de cooperar a la realización de la finalidad de la norma
Si un sujeto está obligado jurídicamente a determinado comportamiento, significa que su conducta contraria
es antijurídica y representa una sanción establecida por la norma; es decir, que el sujeto debe ser responsable
de la sanción estipulada.
Es el contenido permanente de una propia norma jurídica, conforme a la distinción que el propio tratadista
hace de tales conceptos, quedan ubicados entre los de carácter material los relativos a: persona jurídica,
sociedad, autoridad, coerción, fines jurídicos y deber de justicia.
1. El de persona jurídica, en el cual quedan comprendidos tanto el concepto de la persona física,
como el de la persona llamada moral o colectiva.
2. El concepto de Estado como organización política soberana de una sociedad humana establecida
en un territorio determinado bajo un régimen jurídico con independencia y autodeterminación, con
órganos de gobierno y de administración que persigue determinados fines mediante actividades
concretas.
Compuesto de los siguientes elementos:
-Territorio: espacio en el que se realiza la actividad estatal para ejercer soberanía.
-Población: totalidad de individuos que habitan en el territorio del Estado.
-Gobierno: función de Estado que es lograr el bien público.
-Soberanía: atributo del Estado y cualidad el poder, que convierte y transforma el poder político en
supremo.
-Identidad: hace alusión a la distinción de características específicas de un grupo.
3. El de coacción: es un delito contra la libertad individual que consiste en utilizar la violencia para
impedir a una persona que haga algo que no está prohibido por la ley o para obligarle a hacer algo que
no quiere, sea justo o injusto. Consiste en el empleo de violencia, sea de carácter físico, intimidatoria o
sobre las cosas, con el fin de impedir al sujeto pasivo hacer lo que la ley no prohíbe, o para obligarle a
hacer lo que no quiere, sea justo o injusto. Se trata de un delito doloso cuya acción debe tener una
intensidad suficiente para provocar el resultado perseguido.
4. El de acción: facultad de pedir de los órganos jurisdiccionales la aplicación de las normas jurídicas a
casos concretos, ya sean con el propósito de esclarecer una situación jurídica dudosa, el de declarar la
existencia de una obligación y, en caso necesario, hacerla efectiva.
3.4.2.1. La persona.
Como sabemos, el Derecho es un instrumento social, cultural y político que sirve para regular la conducta del
hombre en sociedad. Por lo tanto, el creador y protagonista de aquél es el hombre.
«En las consideraciones jurídicas nos referimos al hombre sólo en la medida en que su conducta entra en el
contenido del orden legal». Dado que el ámbito de aplicación del Derecho está sólo referido a ciertos aspectos
y efectos de la conducta humana, el concepto de «hombre» o «persona humana» no coincide con el de
«persona jurídica» cuyo espectro, obviamente, es más reducido.
De allí que, como concluye Kelsen, «hombre» sea un concepto de la biología y la fisiología, mientras que
«persona», uno del Derecho, una noción derivada del análisis de normas jurídicas.
Así, hombre y persona jurídica no son sinónimos, porque las normas jurídicas no ordenan todos los
aspectos de la vida humana, sino sólo sobre aquellos a cuya conducta da relevancia el Derecho. Al
hombre considerado como sujeto individual de derechos y obligaciones se le denomina tradicionalmente
persona física para distinguirlo de otros sujetos de derecho. En contraposición con el concepto de persona
física se utiliza el de persona moral o colectiva para referirse a los grupos de personas que se hallan unidas
para cumplir un determinado fin y que, por lo tanto, pretenden del Derecho el reconocimiento a una
personalidad jurídica diferente a la que ellos mismos poseen considerados en forma individual.
Kelsen parte del presupuesto de que sólo los actos y omisiones pueden darse en relación con los seres
humanos y, en consecuencia, sólo las conductas humanas pueden regular el Derecho. Cuando se alude a
entes jurídicos colectivos se está utilizando una mera figura del lenguaje, es decir, que en realidad de lo que
se habla es de individuos que actúan como órganos de una persona colectiva. En suma, Hans Kelsen
considera que la persona física y la persona jurídica, que es como califica a los «entes jurídicos colectivos»,
poseen el mismo sustrato de personificación. La persona jurídica no es sino la regulación jurídica de varios
individuos, la persona física es la regulación jurídica de la conducta de uno y el mismo individuo.
Dado que el Derecho regula conductas humanas, éstas pueden manifestarse en lo individual o colectivo. Otra
explicación tradicional a la idea de la personalidad jurídica de los entes colectivos es la ofrecida por la teoría
de la ficción cuyo autor es Savigny.
Según este jurista, las personas morales son creaciones artificiales del Derecho con la capacidad de poseer
un patrimonio. Las expresiones como persona jurídica tienen una función especial en los sistemas lingüísticos,
no hacen referencia a ningún ente real o figurado, como propugnan las teorías de Kelsen y Savigny.
Es una figura creada por el Derecho, o sea, una construcción lógica, que, si bien no alude a objetos físicos, sí
es útil para explicar y simplificar situaciones de hecho que de suyo tienen relevancia jurídica, tales como la
asociación de ciertas personas, de modo más o menos permanente, con un fin específico y común en relación
con el que se pretende un reconocimiento jurídico. Es decir, estamos frente a un concepto creado como un
instrumento teórico-jurídico cuyo objeto es regular una forma específica de la conducta humana en sociedad,
no ya la característicamente individual, sino la manifestada colectivamente con un fin común, reconocido
como válido por el Derecho, y que tiene en la realidad una enorme utilidad práctica. Que una de esas
personas jurídicas individuales, la cual funge como socio y apoderado de la sociedad, en nombre de sus
socios y de la empresa misma, adquirió la propiedad de un bien que quedará a nombre de la sociedad, es
decir, que pertenece a todos los socios, pero que no se confunde con el patrimonio individual de cada uno de
éstos. Conviene insistir, aunque sea brevemente, en que el Derecho como instrumento humano busca
convertirse en un elemento que dote de orden y seguridad jurídica a las relaciones sociales.
La figura persona jurídica colectiva, en tal entendido, es una creación instrumental que busca simplificar y
facilitar ciertas acciones humanas.
Es comprensible, entonces, que el Derecho, por razones de practicidad y simplicidad jurídica, dentro del
marco de orden y seguridad que se supone brinda, cree figuras como la de persona jurídica colectiva que,
además, se correspondan con una realidad a la que lo jurídico debe atender y regular, por su trascendencia
en la cooperación social. En suma, el concepto de persona jurídica tanto individual como colectiva hace
alusión a los sujetos de derechos y obligaciones.
En el caso de la persona individual se habla también de persona física, por referirse al ser humano concreto
cuya conducta es relevante para el Derecho.
Para el caso de la persona jurídica colectiva se emplean como sinónimos los términos persona moral
o simplemente persona jurídica.
Ésta no se corresponde, como el primer caso, con un ente concreto, se trata más bien de una construcción
lógica en virtud de la cual el Derecho asigna efectos jurídicos a ciertos hechos, como la voluntad colectiva de
los sujetos individuales que se unen con un fin específico y que, por razones prácticas y de simplificación
jurídica, desean ser considerados como un único sujeto, con una personalidad propia e independiente de la de
cada sujeto individual que lo compone. En ambos casos, es obvio que el Derecho sólo regula la voluntad de
los hombres individual o colectivamente considerados, y únicamente en relación con ciertas acciones u
omisiones que para él son relevantes.
3.4.2.2. Justicia.
Para hablar de la teoría de la justicia, Mario Ignacio Álvarez Ledesma dice que el Derecho cuenta con un
doble estándar valorativo:
Para que una norma sea justa, debe contar tanto con la validez formal como con la validez material.
A contrario sensu, esta doble valoración permite verificar la existencia de leyes injustas, es decir, de normas
jurídicas válidas desde el punto de vista formal, pero substantiva o moralmente incorrectas, al ordenar
conductas que contradicen el sistema de valores contenido en el segundo estándar valorativo o que son
conforme una moral ideal.
Para gozar de plena validez moral o fuerza obligatoria, y ser calificado como justo, el derecho debe cumplir
con valores como son el orden, la seguridad y la igualdad jurídicas. El derecho comparado es la rama de la
Ciencia Jurídica que se ocupa de realizar este análisis a nivel del primer estándar valorativo: la Axiología
jurídica.
La justicia es la realización jurídica de los valores superiores a los que el Derecho sirve en sociedad y
propicia relaciones jurídicas equitativas. Un defecto en la creación y aplicación del Derecho trae como
resultado una situación injusta (falta de adecuación)
La justicia es el valor jurídico por excelencia, pero ésta acompaña otro valor jurídico fundamental: la
equidad.
La justicia concebida como la adecuación de los valores formales o instrumentales del Derecho (primer
estándar valorativo) con los valores superiores (segundo estándar valorativo) que éste debe proteger,
implica la idea de equidad, entendida como la armonización de dichos valores. La justicia debe tener
siempre como punto de referencia al ser humano, su respeto, su mejora y su realización en un plano
de igualdad con sus semejantes.
La historia de la justicia nos habla de la reivindicación del ser humano y de la humanidad como valor central.
Desde tiempos antiguos se hacía mención a la dignidad humana como valor fundamental. Sin embargo, es en
Inglaterra, Francia y Estados Unidos, principalmente entre los siglos XVII y XVIII, donde se concreta un
concepto ético-jurídico comprendido en la mayoría de las formulaciones teóricas sobre la justicia, a saber: el
concepto de “derechos humanos”.
Así, el autor nos expone el concepto de justicia de acuerdo al pensamiento de distintos autores:
1. Sócrates: La justicia es obrar conforme a la Ley. La ley positiva se basa en leyes no escritas fundadas
en la voluntad de la Divinidad, lo que otorga a las leyes humanas carácter sagrado. Es preferible
padecer una injusticia antes que cometerla.
2. Platón: La justicia es una virtud para referirse tanto al Estado como al individuo. La justicia en un
Estado es la relación armónica basada en la prudencia, el valor y la templanza. El hombre justo es el
hombre sabio, templado y valeroso.
3. Aristóteles: La justicia es el justo medio entre el exceso y el defecto. Su esencia es la igualdad.
Menciona los conceptos de justicia distributiva y justicia correctiva o sinalagmática (paridad, entre lo
que se da y se recibe).
4. En Roma: Ulpiano y Cicerón. Ulpiano: La justicia es la voluntad constante y perpetua de dar a cada
uno su derecho. Cicerón: La justicia no se funda en las leyes positivas sino en la ley natural.
5. San Agustín: La justicia es una cualidad que distingue al Estado de cualquier otra asociación de
hombres. Habla de la ley eterna, natural y humana. Eterna: razón o voluntad de Dios, inmutable y
universal; Ley natural: reflejo de la eterna; y Ley humana o temporal: derivada de la eterna a través de
la natural.
6. Santo Tomás: La ley es el principio regulador de las acciones humanas en vista de un bien común en
el cual va implícito el bien individual. La ley es una prescripción de la razón, en vista de un bien común,
promulgada por aquél que tiene a su cargo la comunidad.
7. En la escuela clásica del Derecho Natural: Grocio dice que el Derecho natural es expresión de la
razón y la razón es la que nos dice lo que es justo e injusto. Lo justo es aquello que se demuestra
conforme a la naturaleza social del hombre. Para Hobbes, hasta que surge el Estado puede hablarse
de justicia. Para Spinoza, la razón (en la que se concibe la justicia) es el toque de divinidad que nos
permite ir más allá del mero instinto e impone límites concretos al poder. Locke: La justicia surge en la
constitución de la sociedad civil; el poder nace del pueblo que no cedió todos sus derechos subjetivos
que deben ser protegidos por el Estado. Puffendorf por su parte, señala que el Estado es una persona
moral independiente de aquellos que lo conforman, cuyo fin es procurar la justicia a través de la
seguridad y la paz común; Estado y derecho positivo están subordinados al Derecho natural. Para
Tomás, lo justo es el principio central del Derecho, el ius, que se ocupa de las acciones humanas que
perturban la paz exterior, su exigencia es la de no hacer al otro lo que no se quiere para sí.
8. Para los clásicos españoles del Derecho Natural, la ley natural es fuente y guía de las fuentes
positivas, si éstas son contrarias a aquélla no tienen fuerza de ley por ser injustas (Francisco de
Vitoria). La justicia es una virtud moral especial cuyo fin es practicar lo justo; es un hábito en el que
con voluntad perpetua y firme se da a cada uno lo suyo (Domingo de Soto). La justicia es una
constante afirmación de la superioridad del mundo del espíritu sobre el de la materia, y la
compenetración de la justicia con la caridad. El Derecho está íntimamente ligado a la moral; el orden
jurídico debe mantenerse dentro del orden moral (Francisco Suárez).
9. Hume, Bentham, Mill, respectivamente hablan de la utilidad como justicia. La justicia es una virtud
artificial, inventada por el hombre en función de la utilidad (Hume); La justicia es lograr la felicidad del
mayor número (Bentham). Soberanía del individuo sobre sí mismo. La libertad termina donde la del
otro comienza (Mill).
10. Para Rousseau, las relaciones humanas en sociedad deben basarse en leyes justas y la voluntad
unánime de los ciudadanos; la libertad está sujeta a las leyes.
11. Kant dice que la justicia es libertad, que debe coexistir con la de los demás. El Estado actúa con
justicia si cumple con el contrato social, respetando la libertad negociada. Sus principios son la
libertad, moral y justicia.
12. Para Savigny la justicia es un concepto relativo en términos culturales e históricos.
13. Stammler afirma que el Derecho positivo es un ensayo de lo justo. Un Derecho justo es el que está
internamente fundado.
14. Del Vecchio por su parte, indica que el Derecho natural es el criterio que permite valorar el Derecho
positivo y medir su intrínseca justicia. El Derecho natural es una idea racional que se desarrolla en el
ámbito de los deberes.
15. Radbruch llegó a dos ideas de justicia: La seguridad jurídica se encuentra por encima de la justicia y,
en caso de conflicto radical entre justicia y seguridad jurídica, ésta última cederá en aras de la justicia.
16. Para Kelsen la justicia es posible pero no necesaria; es una exigencia de la moral, no del Derecho. La
justicia es relativa y es la de la libertad, la paz, la democracia y la tolerancia, donde pueda florecer la
ciencia.
17. Hart nos dice que la justicia es la más pública y jurídica de las virtudes. La justicia es un segmento de
la moral, una de las virtudes del Derecho; posee una estructura compleja con un elemento constante y
otro variable. La justicia es el derecho que tienen los individuos, entre sí, a una cierta posición relativa
de igualdad o desigualdad.
18. Rawls afirma que la justicia es la primera virtud de las instituciones sociales; es un elemento
determinante para el funcionamiento de la estructura básica de la sociedad. La justicia no es un asunto
de estricta moralidad sino una actitud que facilita el desempeño de las instituciones sociales que se
basa en principios adoptados voluntariamente por individuos libres y racionales.
La justicia se califica de distributiva cuando aspira a repartir entre las personas los bienes, los
derechos, los deberes y los honores, en función del valor y de las aptitudes de cada uno y de su
función en la sociedad.
La justicia se dice conmutativa para designar la que vela por una igualdad aritmética en los
intercambios.
La palabra justicia designa también la autoridad judicial o el conjunto de las jurisdicciones de
determinado país.
El bien del pueblo debe ser la ley suprema y es representado por el Estado. Se da preferencia al bien común
de todos que al bien exclusivo de algunos individuos. Todo el derecho, incluso el público, se construye en
beneficio de las personas y el bienestar general.
Esta finalidad del Estado le da precisamente su carácter y justifica su existencia. Bien común, por definición,
es poner al alcance de todos los medios de satisfacción materiales y espirituales que el hombre necesita para
su vida y perfección.
Dentro del Estado moderno existen grupos sociales que se constituyen con la finalidad específica de obtener
el bien común, tratando de obtener o de influir en el poder del Estado, por ejemplo, los partidos políticos
El esfuerzo de la comunidad en favor de todos los hombres que la componen, descansa según Santo Tomás,
en la misión natural del Estado, "que los hombres no sólo vivan, sino que vivan bien". Para él, el bien común
dejaría de serlo, si desconociera la primordial validez ética de los derechos fundamentales de dignidad y
libertad de la persona humana.
Para Jacques Maritaín, el bien común es el conjunto de bienes o servicios de utilidad pública o de interés
nacional (caminos, puertos, escuelas, etcétera), las buenas finanzas del Estado, su poderío militar, el conjunto
de leyes, costumbres, instituciones, recuerdos históricos, cultura, etcétera
La Constitución Mexicana establece la garantía de seguridad jurídica que debe observar todo acto de
autoridad. Como, por ejemplo, el derecho de audiencia, exacta aplicación de la ley en materia penal,
irretroactividad de la ley, principio de legalidad para la materia civil (y, por extensión, mercantil, administrativa,
fiscal y laboral), los arraigos, los requisitos de las órdenes de aprehensión, cateos y las visitas domiciliarias a
cargo de autoridades administrativas. A través de los derechos fundamentales, la Constitución protege la
igualdad, la libertad, la propiedad y la seguridad jurídica de los gobernados.
Seguridad jurídica es la certeza o posibilidad de predicción con que cuenta el gobernado para saber
qué conductas son jurídicamente aceptadas y cuáles no. Gracias al Derecho, en las sociedades se
establece claramente el margen entre lo jurídico y lo no jurídico y, por lo tanto, se distingue entre las
acciones u omisiones que pueden ser reprimidas coactivamente de aquellas que no pueden serlo.
La seguridad jurídica es el presupuesto primario de la vida de la comunidad. Garantiza dos situaciones
básicas: un margen de acción a los gobernados y la certidumbre de que la acción de la autoridad
tendrá límites, es decir, qué es lo que un gobernado puede hacer y qué es lo que, a su vez, la
autoridad tiene permitido llevar a cabo.
Su polo opuesto es la arbitrariedad.
FUENTES:
- Álvarez, I. Mario. - Introducción al Derecho. - Editorial Serie Jurídica. - Segunda Edición. - 2000.
- Tamayo y Salmorán, Rolando. El derecho y la ciencia del derecho. Introducción a la ciencia jurídica.
Capítulo IV. México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1984.
Derechos y Normas
5.1 Normas y otras entidades jurídicas.
Eduardo García Máynez, en su libro, Introducción al Estudio del Derecho; distingue la norma en el
siguiente párrafo:
“La palabra que suele usarse en dos sentidos: uno amplio y otro estricto: lato sensu aplicase a toda
regla de comportamiento, obligatoria o no; stricto sensu corresponde a la que impone deberes o
confiere derechos. Las reglas que tienen carácter obligatorio o son atributivas de facultades les
damos el nombre de normas. Estas imponen deberes o conceden derechos…”
En este sentido se habla de los juicios enunciativos que se dividen en verdaderos y falsos. Explica
Máynez que “en relación con las normas no se habla de verdad o falsedad, sino de validez o
invalidez”.
Al referirse a las entidades jurídicas se refiere a las personas quienes participan en el proceso de la
validez o invalidez de la norma, para ejemplo, el siguiente párrafo:
García Máynez menciona que, “la positividad de las normas es por esencia contingente, ya que las
personas cuya conducta rigen, como seres dotados de albedrío, son capaces de violarlas. Si nadie
pudiese dejar de pagar sus deudas, el precepto que ordena la observancia de los contratos
legalmente celebrados se vertiría en un principio necesario, comprobable a las leyes naturales y los
axiomas matemáticos”.
Galindo Garfias afirma que:
“Las personas morales tienen una nacionalidad. Y pues se trata de entidades jurídicas, el criterio
para determinar dicha nacionalidad, es distinto al que sirve de base para conocer la de las personas
físicas. Propiamente, más que la nacionalidad de las personas morales, se trata de determinar el
régimen jurídico nacional o extranjero, conforme al cual están organizadas (artículo 8° de la Ley de
Nacionalidad y Naturalización)”.
Norma. Se refiere a las reglas que tienen carácter obligatorio o son atributivas de facultades.
Las normas jurídicas son de cumplimiento obligatorio. La norma debe de ser general, es decir, que
se debe de dirigir a un número indeterminado de personas y debe ser emitida por quien regula la
norma.
A diferencia de las leyes naturales, que expresan relaciones indefectibles, las normas no se cumplen
de manera ineluctable. Esta característica, no deriva de las normas mismas, sino de la índole de los
sujetos a quienes se encuentran destinadas.
5.2 Normas y normas jurídicas.
La concepción semántica de las normas sostiene que normas son el contenido de enunciados que
expresan lo que es obligatorio, prohibido o permitido, o lo que al menos se puede expresar de esa
manera. Enunciados explícitamente normativos son, por ejemplo, “Es obligatorio pagar sus
impuestos”, “Está prohibido fumar en este lugar”, o “Está permitido expresar su opinión”. Estos
significan, respectivamente, que es obligatorio pagar sus impuestos, que está prohibido fumar en
cierto lugar, o que está permitido expresar su opinión.
Pero las normas también pueden ser expresadas de manera implícita. Así, un enunciado que parece
descriptivo puede expresar una norma, como cuando, por ejemplo, alguien dice “No se fuma aquí”,
para advertir que no se debe fumar en aquel lugar. Incluso un gesto como levantar y mover el dedo
índice de determinada manera puede, en cierto contexto, expresar una prohibición. Pero siempre es
posible expresar la norma de manera lingüística.
Entonces, las normas pueden definirse como los contenidos de enunciados normativos. A cada
norma corresponde al menos un enunciado normativo que la expresa, aunque diversas
formulaciones normativas pueden expresar la misma norma y, además, una norma puede ser
expresada por enunciados no normativos o por otros símbolos. Así, las normas deben ser
distinguidas de su formulación y, además, de los actos de habla en los que se usan los enunciados
normativos.
La norma jurídica puede entenderse como especie de las normas en general, que se caracteriza
sólo por el hecho de que pertenece a un SISTEMA JURÍDICO. Sin embargo, es a veces entendida
como una subclase de normas con propiedades específicas y distintas, en particular, de las normas
morales, o ni siquiera como una subclase de las normas en general, sino de manera específicamente
jurídica.
Según la concepción de las normas, la característica de las normas jurídicas es que pertenecen a un
sistema jurídico, lo que es tema de la teoría de la VALIDEZ JURÍDICA. Así, el concepto de la norma
jurídica combina el concepto de norma en general con la propiedad de tener validez jurídica.
Cualquier tipo de norma podría ser una norma jurídica. No existen delimitaciones desde el concepto
de la norma en este respecto. Así, se distingue normas jurídicas de as normas morales según el
criterio de que el derecho consiste en normas para la conducta exterior, la moral de normas para la
conducta interior.
5.2.2.5. Sanción.
Pérez Nieto menciona que:
o Sanción, en su sentido estricto, proviene del acto solemne del rey por el que otorgaba validez
a una ley: el propio rey la sancionaba; es decir, la aprobaba y ordenaba su publicación.
5.2.2.8 Institucionalidad.
La teoría institucional concibe el derecho como institución. Al abordar la teoría institucional, la
dicotomía clásica se da, o se daba entre el derecho como norma y el derecho como institución. Así lo
veían los primeros teóricos institucionalistas como Romano y Schmitt. Pero hay distintos conceptos
de institución, y además se trata de un concepto bastante complejo.
Cuando se habla de “institución” en el derecho o en las disciplinas dogmáticas normativas
posiblemente se recurre a un concepto distinto del que se usa en ciencias sociales, y ello a pesar de
que el vocablo utilizado coincida: así “familia” es una institución social y también jurídica, pero al ser
concebida como “institución” en el discurso teórico sociológico y en el discurso teórico jurídico cobran
un sentido y un significado o referencia distintos. Las instituciones en el derecho se suelen dividir,
según el ámbito o categoría de derecho, en instituciones de derecho público o privado. Así, las
instituciones de derecho privado son ámbitos conformados por distintos tipos de reglas y que a su
vez generan normas estrictamente privadas cuyo efecto se circunscribe a dichas instituciones, por
ejemplo, la institución del “contrato” o de la “hipoteca” o de la “filiación”, etc.
Las instituciones de derecho público están igualmente conformadas por reglas o normas,
normalmente de rango primario o constitucionalidad, o como desarrollo de éstas, pero además son, a
su vez, generadoras de normas con pretensión de universalidad. Algunas de estas instituciones son
organismos u órganos, por ejemplo, un Parlamento, y otras son conjuntos de normas y principios
normativos pero que no suponen la creación o la existencia de órganos, por ejemplo, la “iniciativa
legislativa popular”.
5.3.2 Elementos.
La norma jurídica según la teoría de Von Wright, se compone de los siguientes elementos
estructurales:
Su carácter: consiste en la clasificación que hace la prescripción de determinadas acciones
como obligatorias, prohibidas, permitidas o facultativas (los factores deónticos).
Su contenido: entraña la acción o acciones afectadas por dicho carácter, es decir, lo
prohibido, lo permitido, etcétera.
La condición de aplicación: son las circunstancias que deben presentarse para que exista la
prohibición, la obligación o permisión de realizar el contenido de la norma.
Los tres anteriores elementos integran el núcleo normativo de las normas. Las normas jurídicas,
además, presentan otros elementos:
La autoridad que dicta la norma.
El sujeto normativo o destinatario.
La ocasión que es el ámbito de validez temporal y espacial de la norma.
La promulgación.
La sanción.
5.3.3. Clasificación.
Las clasificaciones de las normas jurídicas tienen para Máynez, valor únicamente cuando
responden a exigencias de orden práctico o necesidades sistemáticas. al dividir los preceptos
jurídicos tendremos muy presente dicho postulado.
Agruparemos las normas del derecho:
a) Desde el punto de vista del sistema a que pertenecen:
Todo precepto del derecho pertenece a un sistema normativo. Tal pertenencia depende de la
posibilidad de referir directa o indirectamente la norma en cuestión de otra u otras de superior
jerarquía y, en última instancia, a una norma suprema, llamada constitución o ley fundamental.
Todos los preceptos que se hallan mediata o inmediatamente subordinados a la Constitución
Mexicana, por ejemplo, forman parte del sistema jurídico de nuestro país.
Desde el punto de vista de la pertenencia o no pertenencia a un ordenamiento cualquiera, los
preceptos del derecho se dividen en nacionales y extranjeros. Pero puede ocurrir que dos o más
Estados adopten (mediante un tratado) ciertas normas comunes, destinadas a la regulación de
determinadas situaciones jurídicas. A esas normas se les da entonces la denominación de derecho
uniforme.
En principio, las que pertenecen al sistema jurídico de un país se aplican solo en el territorio de éste.
Mas el citado principio posee excepciones. No solamente existe la posibilidad de que las normas
nacionales se apliquen en territorio extranjero, sino la de que las extranjeras tengan aplicación en la
nacional.
Los preceptos del derecho pueden ser formulados por órganos especiales (Poder Legislativo);
provenir de la repetición más o menos reiterada de ciertas maneras de obrar, cuando a éstas se
halla vinculado el convencimiento de que son jurídicamente obligatorias, o derivar de la actividad de
ciertos tribunales. A los creados por órganos especiales, a través de un proceso regulado
formalmente, se les da el nombre de leyes o normas de derecho escrito; a los que derivan de la
costumbre se les denomina de derecho consuetudinario o no escrito; a los que provienen de la
actividad de determinados tribunales —como la Corte Suprema— se les llama, por último, de
derecho jurisprudencial.
El ámbito de validez de las normas del derecho debe ser considerado, según Kelsen, desde cuatro
puntos de vista: el espacial, el temporal, el material y el personal. El ámbito espacial de validez es la
porción del espacio en que un precepto es aplicable; el temporal está constituido por el lapso durante
el cual conserva su vigencia; el material, por la materia que regula, y el personal, por los sujetos a
quienes obliga.
Si nos colocamos en el primero de los cuatro ángulos visuales a que alude Kelsen, descubriremos
que los preceptos del derecho pueden ser generales o locales. Pertenecen al primer grupo los
vigentes en todo el territorio del Estado; al segundo, los que solo tienen aplicación en una parte del
mismo. El Código Federal de Procedimientos Civiles, por ejemplo, está integrado por normas
generales; el Civil del Distrito Federal en cambio, tiene carácter local, como su nombre lo indica. Si
aplicamos el citado criterio al derecho mexicano, descubriremos que en nuestro país existen, desde
ese punto de vista, tres categorías de leyes, a saber: federales, locales y municipales.
Las normas jurídicas pueden ser de vigencia determinada o indeterminada. Podemos definir las
primeras como aquellas cuyo ámbito temporal de validez formal se encuentra establecido de
antemano; las segundas, como aquellas cuyo lapso de vigencia no se ha fijado desde un principio.
Puede darse el caso de que una ley indique, desde el momento de su publicación, la duración de su
obligatoriedad. En esta hipótesis, pertenece a la primera de las dos categorías. En la hipótesis
contraria pertenece a la segunda, y solo pierde su vigencia cuando es abrogada, expresa o
tácitamente.
Los preceptos del derecho pueden también ser clasificados de acuerdo con la índole de la materia
que regulan. Esta clasificación tiene su fundamento en la división del derecho objetivo en una serie
de ramas. Desde este punto de vista, los preceptos jurídicos se agrupan en reglas de derecho
público y de derecho privado. Las primeras se dividen, a su vez, en constitucionales, administrativas,
penales, procesales, e internacionales; las segundas, en civiles y mercantiles. Las que pertenecen a
las llamadas disciplinas de creación reciente (derecho del trabajo, derecho agrario) no siempre son
clasificadas del mismo modo. En nuestro país tienen el carácter de preceptos de derecho público.
Desde el punto de vista de su ámbito personal de validez, las normas del derecho se dividen en
genéricas e individualizadas. Llámense genéricas las que obligan o facultan a todos los
comprometidos dentro de la clase designada por el concepto-sujeto de la disposición normativa;
reciben el nombre de individualizadas las que obligan o facultan a uno o varios miembros de la
misma clase, individualmente determinados.
Por ejemplo: la sentencia que condena a Juan Pérez a veinte años de cárcel, por la comisión de un
homicidio, es una norma individualizada, ya que solamente es aplicable al acusado; pero el
fundamento del fallo reside en una norma genérica, según la cual, quienes den muerte a un
semejante en tales o cuales circunstancias, deberán sufrir tal o cual pena. Mientras la disposición
genérica se refiere a todos los individuos comprendidos dentro de la clase designada por el concepto
jurídico “homicida”, la sentencia judicial solo se aplica a un miembro, individualmente determinado,
de la misma clase.
Los preceptos que pertenecen a un sistema jurídico pueden ser del mismo o de diverso rango. En la
primera hipótesis hay entre ellos una relación de coordinación; en la segunda, un nexo de supra o
subordinación.
La existencia de relaciones de este último tipo permite la ordenación escalonada de aquellos
preceptos y revela, al propio tiempo, el fundamento de su validez.
El orden jurídico es una larga jerarquía de preceptos, cada uno de los cuales desempeña un papel
doble: en relación con los que le estén subordinados, tiene carácter normativo; en relación con los
supra ordinados, es acto de aplicación. Todas las normas (generales o individualizadas) poseen dos
caras. Si se les examina desde arriba, aparecen ante nosotros como actos de aplicación; si desde
abajo, como normas.
La norma suprema no es un acto, pues, como su nombre lo indica, es un principio límite, es decir,
una norma sobre la que no existe ningún precepto superior de categoría. Por su parte, los actos
postreros de aplicación carecen de significación normativa, ya que representan la definitiva
realización de un deber jurídico.
Inspirándose en doctrinas romanas, el jurista ruso, N Korkounov, divide los preceptos del derecho en
cuatro grupos, desde el punto de vista de sus sanciones:
1. Leyes perfectas: son aquellas cuya sanción consiste en la inexistencia o nulidad de los actos
que las vulneran.
2. Leyes más que perfectas: Si la norma sancionadora impone al infractor un castigo y exige,
además una reparación pecuniaria, recibe la denominación de ley más que perfecta.
3. Leyes menos que perfectas: Un tercer grupo de normas está integrado por aquellas cuya
violación no impide que el acto violatorio produzca efectos jurídicos, pero hace al sujeto
acreedor a un castigo. A los preceptos de esta índole se les llama leyes menos que perfectas.
4. Leyes imperfectas: El último grupo de la clasificación está integrado por las leyes
imperfectas, es decir, las que no se encuentran provistas de una sanción.
Desde este punto de vista se dividen en positivas (o permisivas) y negativas (o prohibitivas). Son
positivas las que permiten cierta conducta (acción u omisión); negativas, las que prohíben
determinado comportamiento (acción u omisión). Las positivas atribuyen a un sujeto la facultad de
hace o de omitir algo, en tanto que las prohibitivas le niegan tal facultad. Objeto de las primeras es
una conducta jurídicamente lícita; objeto de las segundas es, en cambio, un proceder jurídicamente
ilícito.
Hay normas jurídicas que tienen por sí mismas sentido pleno, en tanto que otras solo poseen
significación cuando se les relaciona con preceptos del primer tipo. Cuando una regla de derecho
complementa a otra, recibe el calificativo de secundaria. Las complementadas, por su parte, se
llaman primarias. Las secundarias no encierran una significación independiente, y solo podemos
entenderlas en relación con otros preceptos. Son secundarias:
Son taxativas aquellas que obligan en todo caso a los particulares, independientemente de su
voluntad. Las dispositivas son aquellas que pueden dejar de aplicarse, por voluntad expresa de las
partes, a una situación jurídica concreta.
FUENTES:
UNIDAD 8
Para explicar el análisis funcional del derecho, Atienza nos menciona lo siguiente:
“Puede aceptarse que la teoría (y, en general, el estudio) del Derecho ha estado más volcado hacia
los aspectos estructurales que hacia los funcionales, ha tenido un carácter más anatómico que
fisiológico. Bobbio [1980, l], al plantearse esa situación y constatar el interés que en los últimos
tiempos (él escribe a comienzos de los años setenta) parece haberse despertado por el análisis
funcional del Derecho, indica los siguientes factores explicativos: el desarrollo de la sociología del
Derecho, la pérdida de función del Derecho, las funciones negativas del Derecho y la aparición de
nuevas funciones”.
Sin entrar en mayores complejidades, cabe partir de que la expresión "funciones sociales del
Derecho" puede entenderse, básicamente, de dos formas distintas [Ferrari, 1980; 1989] que
resultan de seleccionar uno u otro de los dos significados principales que tienen cada uno de sus
componentes: así, "función" en ciencias sociales puede significar, bien la prestación de un
determinado órgano al organismo (a la totalidad) de la que forma parte (sentido organicista de
función), o bien una relación de dependencia o interdependencia entre dos o más factores variables
(sentido matemático); "sociedad" puede entenderse como el todo social, la sociedad en su
conjunto, o como alguna institución o grupo social en particular; y con "Derecho" puede uno
referirse al conjunto del ordenamiento jurídico o a alguna institución o norma jurídica en particular.
Cuando se afirma, por ejemplo, que el Derecho cumple una función de control social, nos estamos
refiriendo a la función (en sentido organicista) del Derecho (del conjunto del ordenamiento jurídico)
en la sociedad (en el todo social). Pero cuando se sostiene que el divorcio cumple la función de
mantener la institución familiar, lo que se quiere decir es que la pervivencia de la familia (una
determinada institución social) está en función (es una variable dependiente) del reconocimiento del
derecho al divorcio (una determinada institución jurídica que opera como la variable independiente).
En el primero de los sentidos señalados, el estudio de la función social del Derecho tiene un carácter
eminentemente teórico y se conecta con algún tipo de filosofía social, de concepción general de la
sociedad.
En el segundo de los sentidos, la función social del Derecho es un tema de investigación de carácter
eminentemente empírico, referido a la eficacia social del Derecho. Lo que aquí importa no es la
cuestión de si el Derecho (una determinada norma o un conjunto de normas) es o no aplicado u
obedecido en la práctica (ésta sería la noción de eficacia), sino la de qué efectos sociales tiene
(eficacia social). Una lista amplia, pero heterogénea, de funciones sociales del Derecho es la que
suministra el sociólogo alemán Rehbinder, reelaborando las tesis del jurista norteamericano
Llewellyn.
Según Rehbinder, el Derecho cumple fundamentalmente mente las siguientes funciones sociales:
1) Resolución de conflictos actuando, por así decirlo, sobre la patología del sistema, sobre
los casos que llegan hasta los tribunales.
2) Orientación del comportamiento, al dirigir y regular la conducta de los miembros del
grupo.
3) Legitimación y organización del poder social: el Derecho, al determinar las instancias
que deben decidir los casos de conflicto, así como el procedimiento para hacerlo,
convierte el poder en Derecho, lo legitima.
4) Configuración de las condiciones de vida: en el Estado social de Derecho, éste no sólo
cumple un papel de vigilante nocturno, sino que interviene activamente en la vida
social; esta función viene a coincidir ampliamente con las denominadas por Bobbio
"función promocional" y "función distributiva" del Derecho".
5) Cuidado y mejora del Derecho: el propio Derecho cuida de la aplicación de las normas
jurídicas y de la adaptación de los contenidos y de los órganos jurídicos a sus
funciones.
En un sentido muy semejante, Ferrari (19891) ha distinguido tres funciones del Derecho que
tendrían un carácter final: la orientación social, el tratamiento de los conflictos declarados y la
legitimación del poder; y otra serie de funciones subordinadas a las anteriores que básicamente
vienen a ser:
Función de orden:
El nivel del orden significa que el Derecho debe lograr un mínimo de previsibilidad, de saber a qué
atenerse. De no ser así, esto es, si en general las normas no se aplicaran de forma regular a los
supuestos que ellas mismas regulan, entonces ni siquiera tendría sentido decir que existe un sistema
normativo. La producción de un orden, en este sentido mínimo, es una característica que el Derecho
comparte con otros sistemas de control social, como la moral, las costumbres o los usos sociales.
Función de certeza:
La certeza del Derecho es, sin embargo, variable: menor en los sistemas poco evolucionados (que,
en el límite, tienden a confundirse con la moral) y mayor en los sistemas jurídicos desarrollados que
Hart caracterizaba por la presencia en los mismos de normas secundarias. Estas normas
secundarias cumplirían una función de certeza, que se añade a la función de orden de las normas
primarias. Así, la regla de reconocimiento permite saber cuándo una norma pertenece al sistema.
Función de seguridad:
Por seguridad jurídica en sentido estricto habría que entender la capacidad de un determinado
ordenamiento jurídico para hacer previsibles, seguros, los otros valores, esto es, la igualdad y la
libertad. La seguridad jurídica vendría a ser entonces un valor adjetivo con respecto a los otros, de
manera que la justicia podría definirse como la seguridad de que el Derecho nos proporciona un
máximo de libertad y de igualdad. El sentido de los principios de certeza jurídica es precisamente el
de garantizar a todos los individuos (de ahí su carácter igualitario) el goce de las libertades
reconocidas por el Derecho. Así entendida, la seguridad jurídica no es obviamente un valor que
remita a una ideología de tipo conservador.
Eficacia:
La eficacia del Derecho, el logro de los fines
internos del Derecho, no depende
únicamente de que existan sanciones —
negativas y positivas—adecuadas, y ni
siquiera depende
exclusivamente de que los destinatarios de
las normas estén dispuestos — se sientan
motivados— a
cumplirlas.
La eficacia del Derecho, el logro de los fines internos del Derecho, no depende únicamente de que
existan sanciones —negativas y positivas—adecuadas, y ni siquiera depende exclusivamente de que
los destinatarios de las normas estén dispuestos — se sientan motivados— a cumplirlas.
La eficacia social (el que se obtengan los fines sociales previstos) depende de que el contenido de la
nueva regulación jurídica sea eficaz (de que se cumplan las normas), pero también de que se
produzcan ciertas conexiones causales entre ese cumplimiento y los efectos buscados, lo que en
ocasiones puede no suceder. Por ejemplo, una normativa para combatir el desempleo que establece
la obligación de realizar cursos de formación para los desempleados puede no tener los efectos
previstos, simplemente porque la generación de empleo depende, en buena medida, de factores que
no tienen que ver con la capacitación de los trabajadores, sino con el hecho de que las innovaciones
tecnológicas hacen que disminuya el tiempo necesario para la producción de bienes y servicios.
Aunque los hombres elaboran Derecho positivo movidos por el deseo de obtener alguna certeza y
seguridad en determinadas relaciones sociales, lo que les importa no es cualquier certeza y
seguridad, sino precisamente certeza y seguridad en lo que entienden como pautas de. justicia,
libertad y bienestar social.
Aunque el deseo de seguridad es uno de los afanes fundamentales de la vida humana, no- es el
único de éstos, sino que coexiste con otros deseos de tipos contrarios, tales como el anhelo de
cambio, la aspiración de mejora y progreso. Sucede que si bien, por una parte, el Derecho sirve a un
propósito de certeza y seguridad, por otra parte, sirve también a las necesidades suscitadas por el
cambio social y por los deseos de mejora y de progreso. Así, pues, el Derecho, por una parte,
pretende ser estable, pero, por otra parte, no puede permanecer invariable, sino que, por el contrario,
debe ir cambiando al compás de las nuevas circunstancias y necesidades sociales.
A veces, la urgencia de seguridad choca con el deseo de una mejor justicia. Tales conflictos entre
seguridad y justicia se resuelven según las características y condiciones del caso concreto, unas
veces en favor de la seguridad y otras veces, heroicamente, sacrificando la seguridad en aras de la
justicia.
A pesar de esa función esencial, formal, de garantía, hay siempre un margen de incertidumbre y
de inseguridad en el Derecho. Ese margen de incerteza y de inseguridad en el Derecho se
manifiesta en lo que respecta al resultado del proceso judicial o administrativo en cada caso
concreto.
8.5. Los intereses lícitos protegidos o intereses legítimos individuales, sociales y públicos.
Son públicos aquellos intereses que le corresponden al Estado en cuanto tal, esto es, en tanto que
la organización pública pueda tener determinadas necesidades. Los intereses sociales son aquellos
que están residenciados en un tertium genus entre los personales y los públicos; en tales intereses
confluyen intereses como la paz, el orden, la seguridad general (se incluye esta seguridad en la
eficacia de todas las normas jurídicas), el bien común, progreso, cultura, conservación de los
recursos naturales, existencia de un orden social que provea a todos con oportunidad y eficacia de
estos bienes. Por último, serán intereses personales (Individuales), todos aquellos atingentes a la
personalidad, tales como la vida, la integridad corporal, libertad de movimiento, de creencias y de
opinión, libertad de trabajo, etcétera.
En esta clasificación material de los intereses, es menester hacer referencia a la doctrina italiana.
Como ha puesto de relieve Proto Pisani, la única teorización sistemática se debe a Francesco
Carnelutti, Santi Romano y Widar Cesarini Sforza, teorización que se remonta a los años treinta; el
propio autor en cita aclara que es preciso interrogarse en qué medida las aportaciones de aquellos,
son aún utilizables después de la profunda revolución operada en la Constitución de 1948
(particularmente en el caso de Italia y predicable al mundo de derecho escrito), con referencia a la
sustancia de los intereses protegidos en el esquema del derecho subjetivo.
La competencia se parece a la capacidad porque las dos son o entrañan autoridades para dictar
normas. La diferencia está en que la capacidad se refiere a una facultad dirigida a auto – obligarnos,
la capacidad civil se desenvuelve en el ámbito privado y corresponde a las personas; en cambio, la
competencia consiste en una facultad para obligar a otras personas, se manifiesta en el derecho
público y corresponde a las autoridades. Así, la competencia es la capacidad de las autoridades para
obligar jurídicamente a otras personas; o sea, para dictar normas heterónomas. Se es competente
para dictar una ley, una sentencia, un reglamento, que son normas jurídicas que no se refieren,
fundamentalmente, al individuo que las dicta. De esta suerte, la competencia es la facultad para
regular jurídicamente la conducta de los demás.
Para que un individuo tenga competencia para dictar normas válidas, en relación con un sistema
jurídico, debe estar autorizado por una norma válida del sistema, esto es, por una norma dictada por
otro funcionario competente, y así sucesivamente; sin embargo, en el caso de los funcionarios
originarios encontraríamos que no son autorizados por normas previas válidas, tal es el caso del
constituyente originario.
Los valores orientadores son según Peter Häberle, por ejemplo, concepciones morales, son
programas de los partidos políticos o de los sindicatos, los estatutos de una asociación, los modelos
familiares y otros modelos y ejemplos sociales (por ejemplo, los textos clásicos de un F. Schiller o B.
Brecht, J. Locke o Montesquieu, las concepciones de sí mismas y las memorias de las iglesias y las
comunidades religiosas). Éstas son realizadas, desarrolladas, pero también incumplidas, en el
Estado Constitucional por el ciudadano capaz.
Jaime Cárdenas, afirma que entre los principales valores jurídicos que permiten la crítica al
derecho positivo y que orientan la creación, interpretación y aplicación de las normas, podemos
mencionar a:
LA JUSTICIA:
La justicia particular es la virtud que tiende a dar a cada quien lo suyo, sea por parte de la
autoridad (justicia distributiva) o en el seno de las relaciones privadas (justicia comunicativa).
La justicia comunicativa regula relaciones entre personas iguales y establece la proporción entre lo
que se debe dar y recibir en las relaciones entre privados.
Sobre la justicia distributiva, debe señalarse que es la que establece los criterios para repartir los
bienes y cargas públicos entre los miembros de la comunidad. El utilitarismo considera que no son
criterios de justicia distributiva adecuados los que se apoyan en ideales o principios apriorísticos.
La justicia social hace referencia al bienestar económico y social de la sociedad como una
comunidad de trabajo, de orden económico y social del pueblo de un Estado.
LA DIGNIDAD:
La dignidad entraña no sólo la garantía negativa de que la persona no será objeto de ofensas o
humillaciones, sino que supone también la afirmación positiva del pleno desarrollo de la personalidad
de cada individuo. El pleno desarrollo de cada individuo tiene que ver con la total auto disponibilidad
de actuación de cada persona, sin interferencias o impedimentos externos y con la
autodeterminación de los individuos que no están predeterminados previamente por una razón o
naturaleza ajena a ellos.
Debe entenderse a la dignidad humana como un valor básico que fundamenta a los derechos
humanos. La dignidad sirve para expresar el valor intrínseco de la persona, derivado de una serie de
rasgos de identificación que la hacen única e irrepetible.
LA LIBERTAD:
LA IGUALDAD:
Puede ser material o formal. La igualdad material se identifica con la equiparación u el equilibrio de
bienes y situaciones económicas y sociales, con la exigencia de la igualdad del mayor número de
individuos en el mayor número de bienes. La igualdad formal o jurídica supone el respeto al
principio de igualdad ante la ley. Este último principio establece que el reconocimiento del estatuto
jurídico es igual para todos los ciudadanos, lo que entraña paridad de trato en la legislación y
aplicación del derecho.
LA SOLIDARIDAD:
Entraña la cooperación entre los miembros de una sociedad o entre las sociedades. Integra este
valor dos dimensiones:
Por ejemplo, los artículos 2 y 3 de la Constitución italiana estiman que la solidaridad es un sustrato
de los derechos y deberes entre los miembros de la colectividad que dimanan de la igualdad en si
dimensión material o sustancial.
LA SEGURIDAD:
Engloba al menos tres significados: como principio inspirador de todo ordenamiento jurídico; como
sinónimo de certeza y conocimiento de las normas, y como previsibilidad de las consecuencias de
determinada actuación, y como ausencia de riesgo en el ejercicio de las libertades que todo
ciudadano tiene reconocidas por el derecho, es decir, se entiende como protección y seguridad
ciudadana.
El primer concepto alude a un contenido valorativo de todo el ordenamiento jurídico que sustenta la
legitimidad del derecho y del Estado. El segundo concepto de seguridad jurídica es el más
conocido en nuestro país e implica certeza o conocimiento de la legalidad y de la previsibilidad de las
consecuencias jurídicas que se derivan de una determinada conducta. El tercer concepto de
seguridad se refiere a la seguridad o protección personal, tanto respecto a la integridad física y
patrimonial como al mantenimiento del orden público, para que las personas ejerzan y desarrollen los
derechos y libertades reconocidas por el ordenamiento jurídico.
EL BIEN COMÚN:
Del hecho de que los seres humanos tengamos una dimensión social y convivamos colectivamente
surge la pertinencia para que cada sociedad cuente con modelos de convivencia política que
busquen satisfacer las necesidades básicas de todos y la felicidad del ser humano. Estos fines a los
que aspira toda comunidad reciben el nombre de bien común.
los valores son normas de un gran nivel de abstracción y de indeterminación, que requieren de
circunstancias y necesidades específicas para ser definidos y concretados por el legislador, el juez y
el resto de las autoridades. Algunas Constituciones aluden a ellos de manera expresa como la
Constitución Española de 1978 que en su artículo 1 indica que son valores superiores:
Para Rafael Rojina Villegas “la justicia es el valor supremo del derecho”, La justicia es un fin del
derecho y, por lo tanto, no es un elemento de su definición. Así como ver cuál es la finalidad del ojo,
sin que implique un elemento esencial en la definición de dicho órgano, pues el ojo que no ve sigue
siendo ojo, el derecho que no realiza la justicia, sigue siendo derecho, pero ha traicionado su fin.
La Justicia Premial; debe postularse como la manifestación más noble y alta de la justicia.
Desgraciadamente, el Derecho positivo ha pasado por alto esta forma interesantísima de la justicia.
Por una razón de simple defensa o conservación de la colectividad misma y de sus miembros
aparece primero el Derecho Penal, pues la subsistencia misma del grupo dependerá de la existencia
y aplicación de las sanciones.
La Justicia Judicial; constituye la equidad, es decir, es la justicia del caso concreto y lo propiamente
específico del acto de justicia. La interpretación y aplicación de las normas jurídicas por el juez no
constituye la justicia judicial, pues en este caso simplemente se cumple con el Derecho y, por tanto,
se aplican las diferentes manifestaciones de la justicia de relación, compulsiva, premial o social. La
justicia judicial existe cuando el juez tiene que integrar el derecho ante las lagunas de la ley
buscando la solución adecuada al caso concreto.
La Justicia Social; tiene como fin inmediato lograr una distribución equitativa de la riqueza entre las
diferentes clases sociales y un trato humano en las relaciones de los hombres por virtud del trabajo.
No es verdad que la justicia social sea una manifestación simplemente histórica o transitoria en la
evolución del Derecho, producto del capitalismo y de la gran diferenciación entre las clases obrera y
patronal.
La Justicia legal: no es la justicia de la ley a secas en el sentido de que toda solución consagrada
en la misma sea justa por ser decisión de la ley. La justicia legal está fundada en ciertos principios
lógicos u objetivos de validez universal que permiten expresar a través de normas jurídicas
generales tanto las diversas manifestaciones de la justicia (de relación, compulsiva, premial, judicial
y social), cuanto la validez inmanente y la coherencia interna del sistema legislativo.
FUENTES:
- El sentido del derecho. Manuel Atienza. Extraído de: El Sentido Del Derecho-Manuel Atienza.pdf
- SEGUNDA PARTE. Marco conceptual. Capítulo tercero. Prospectiva en torno al interés: Las figuras
jurídicas tradicionales de tutela. *CA3.PDF (unam.mx)
- LA JUSTICIA, VALOR SUPREMO DEL DERECHO. Rafael R. Villegas. Extraído de: Microsoft Word -
REVISTA (unam.mx)
UNIDAD 9
El Ordenamiento Jurídico
9.1. Noción del ordenamiento jurídico.
Cesar Manrique sostiene que; la Noción de Orden Jurídico puede entenderse de diversos modos y
admite varias lecturas.
Algunas de ellas son las siguientes:
Los primeros en ver las deficiencias de las teorías normativistas centradas en la norma individual
fueron los autores institucionalistas del derecho, entre ellos y de manera distinguida el profesor
italiano Santi Romano que tituló uno de sus trabajos de 1917 “El ordenamiento jurídico”, en el
que sostenía que el derecho antes que norma es organización y orden social.
9.1.1. Concepto.
Afirma Jaime:
“Un ordenamiento no es sólo un conjunto de normas, es la estructura, la función y fin formativo que
da sentido a las normas, que permite predicar su validez, su existencia, sus características, jerarquía
y clasificación. Las normas jurídicas sin inscribirse en un ordenamiento no podrían explicarse,
reconocerse como jurídicas, ubicar su jerarquía, su lugar en alguna clasificación, determinar su
validez, existencia y eficacia”.
Los autores normativistas más importantes del siglo XX, Kelsen y Hart, han considerado que no se
puede hablar de un auténtico sistema normativo u ordenamiento sólo con normas que imponen
deberes u obligaciones, sino que se requiere de otro tipo de normas como las que permiten
identificar cuáles son las normas jurídicas del sistema, también llamadas de reconocimiento, y se
necesitan además normas de organización para estructurar el funcionamiento de las autoridades, de
procedimiento para determinar las vías o caminos para reclamar derechos y de adjudicación para
definir controversias jurídicas, entre otros tipos de normas.
Las normas reguladoras de la conducta humana no se encuentran aisladas y en desorden, sino que
constituyen conjuntos orgánicos sistematizados, de preceptos vinculados entre sí, denominados
ordenamientos normativos.
García Maynes dice que la obligación impuesta a los órganos del poder público, de aplicar en caso
de oposición contradictoria la norma superior, no deriva exclusivamente de lo preceptuado por el
artículo 133 constitucional, sino a la estructura misma del Estado mexicano, debe decirse del
principio de supremacía de la constitución y de la subordinación de los órdenes jurídicos locales al
derecho federal. Estos principios obedecen a la forma de los Estados Federales y tendrán validez
para nuestro sistema.
La normatividad local está por debajo del nivel de las normas federales, que se compone tanto de las
leyes federales y tratados como de la constitución nacional, que ocupa un lugar primordial dentro de
tan alto nivel.
De la concepción de las normas locales como inferiores a las federales, se sigue como consecuencia
que, entre la contradicción de estas, la válida será la norma federal.
Una norma es jurídicamente válida con la condición de que pertenezca a un sistema de normas que,
en general, sea eficaz. La validez de una norma depende de la eficacia, pero no de su propia eficacia
lo cual conduciría a afirmar que una norma que no se cumple deja de ser válida, sino a la eficacia del
sistema jurídico donde dicha norma se halla inserta. Un determinado contenido de un ordenamiento
jurídico es considerado normativo, si un sujeto lo considera como una razón válida para la acción.
El objeto exclusivo de la ciencia del derecho, en Kelsen, es el estudio a la norma jurídica. De esta
manera, excede a su ámbito de estudio el análisis de su calidad moral. Como existe una separación
conceptual entre el derecho y la moral, la ciencia jurídica puede describir los sistemas jurídicos
“valorativamente”.
Es aquella que especifica alguna característica o características que han de poseer las demás
normas para ser reglas válidas parte del sistema. En las sociedades primitivas, la regla de
reconocimiento puede consistir en una lista o texto escrito de reglas. En las sociedades más
desarrolladas, las características para identificar las normas válidas son variada: se puede hacer
referencia a un texto revestido de autoridad del que derivan las demás; al hecho de haber sido
sancionada por una autoridad específica; a su larga vigencia consuetudinaria; a su relación con
ciertas decisiones judiciales; a los requisitos para su elaboración, etcétera.
Entre las características de identificación pueden surgir conflictos, por lo que será necesario
jerarquizarlos o escoger uno de ellos como el básico. Hart, sin embargo, no habla de diferentes
reglas de reconocimiento sino de la regla de reconocimiento. Según Hart, la regla de
reconocimiento consiste en el reconocimiento concordante de los tribunales y funcionarios al
identificar el derecho por referencia a ciertos criterios y apreciar críticamente las desviaciones
propias y ajenas. El reconocimiento es entendido como un criterio común y público de decisiones
correctas y que engloba el reconocimiento de los particulares de obedecerlas.
Para Carl Schmitt , la Constitución de un estado contiene dos elementos: la protección a la libertad
individual frente al Estado y un elemento político del que procede la formación del gobierno.
El criterio de identidad de Kelsen presupone que existe una norma que pertenece a la cadena de
validez de toda norma en un sistema jurídico, la norma fundamental es la única que pertenece a toda
cadena de validez y es, por tanto, esencial para el criterio para el éxito del criterio de identidad de
Kelsen.
Los criterios de identidad y membresía están hechos para proporcionar un método por el cual sea
posible determinar para cualquier norma dada si pertenece o no, a un determinado sistema jurídico y
esto puede ser usado para establecer la membresía total e identidades del sistema. Para Kelsen “El
contenido de una norma fundamental es determinado por los hechos a través de los cuales un orden
es creado y aplicado”.
9.3.3.1 Concepción formalista.
Una Constitución pierde su identidad cada vez que se introduce un nuevo elemento o que un
elemento preexistente es eliminado o sustituido.
9.3.3.2 Concepción Sustancialista.
Mediante las revisiones constitucionales es posible modificar el texto constitucional sin afectar la
identidad de la Constitución, siempre que no se afecten los principios constitucionales supremos.
FUENTES:
- CAPÍTULO QUINTO. El ordenamiento jurídico. Introducción al estudio del derecho. Jaime Fernando C.
Gracia. Consultado en: 8.pdf (unam.mx)
- Breve estudio sobre la noción de orden jurídico. Cesas Edmundo M. Zegarra. Tomado de: (Microsoft
Word - Estudio sobre la Noci\363n de Orden Jur\355dico 26 diciembre.doc) (pj.gob.pe)
- Eficacia. Edgar R. Aguilera. Extraído de: Eficacia_de_las_normas_y_de_los_sistemas.pdf
-