Los Sofistas
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PROTÁGORAS
El más célebre, y acaso el más filosófico de los sofistas, fue Protágoras, nacido
en Abdera, y contemporáneo de Sócrates. Después de recorrer varias ciudades
de Italia y Grecia, se fijó en Atenas, probablemente por los años 450 antes de
Jesucristo. A la vuelta de algunos años pereció en un naufragio, huyendo de
Atenas, donde había sido condenado a muerte a causa de sus opiniones
semiateistas. La doctrina de Protágoras se halla suficientemente expuesta, o al
menos indicada, en el siguiente pasaje de Sexto Empírico: «El hombre es la
medida de todas las cosas. Protágoras hace del hombre el criterium, que
aprecia la realidad de los seres, en tanto que existen, y de la nada, en tanto
que no existe. Protágoras no admite más que lo que se manifiesta a los ojos de
cada cual. Tal es, en su teoría, el principio general del conocimiento.... La
materia, según Protágoras, está en continuo flujo o cambio; mientras ella
experimenta adiciones y pérdidas, los sentidos cambian también en relación
con la edad y las demás modificaciones del cuerpo. El fundamento de todo lo
que aparece a los sentidos reside en la materia; de manera que ésta,
considerada en sí misma, puede ser todo lo que a cada cual parece. Por otra
parte, los hombres, en diferentes tiempos, tienen percepciones diferentes, en
relación con las transformaciones que experimentan las cosas percibidas. El
que se encuentra en un estado natural, percibe en la materia las cosas según
pueden aparecer a los que se encuentren en semejante estado; los que se
encuentran en un estado contrario a la naturaleza, perciben las cosas que
pueden aparecer en esta otra condición. El mismo fenómeno tiene lugar en las
diferentes edades, en el sueño, en las vigilias y en las demás disposiciones.
Por lo tanto, el hombre es, según este filósofo, el criterium de lo que es, y todo
lo que aparece tal al hombre, no existe: lo que no aparece o se presenta á los
hombres, no existe: Est ergo, secundum ipsum, homo criterium rerum quae
sunt; omnia enim quae apparent hominibus, etiam sunt, quae autem nulli
hominum apparent, nec sunt quidem.
GORGIAS
Por los años 427 antes de la era cristiana, los habitantes de Leontiun en Sicilia,
enviaron a Atenas, con el carácter de embajador, a su compatriota Gorgias, el
cual, lo mismo que Protágoras, hacía profesión de sofista, llamando igualmente
la atención de los atenienses con sus discursos y elocuencia. Gorgias hacía
profesión de retórico, pero sin perjuicio de incluir en la retórica la ciencia
universal. En el diálogo que lleva el nombre de Gorgias seu de Rethorica,
Platón nos presenta a este sofista gloriándose de haber contestado a cuantas
cuestiones se le habían propuesto, ofreciéndose desde luego a verificar lo
mismo entonces. La doctrina de Gorgias es una especie de escepticismo
nihilista, contenido en las tres proposiciones siguientes:
2.ª En el caso de que existiera alguna cosa, ésta no podría ser conocida por el
hombre.
Dado caso que el hombre pudiera o llegara a conocer alguna cosa, le sería
imposible comunicar a otros este conocimiento; porque el medio de
comunicación que poseemos respecto de los demás hombres es el lenguaje, y
éste no es idéntico a los objetos, o sea a las cosas reales que se suponen
conocidas. Así como lo que es percibido por la vista, como la luz y los colores,
no es percibido por el oído, y viceversa, así también lo que existe fuera de
nosotros es diferente del lenguaje. Nosotros transmitimos a los otros hombres
nuestras propias palabras, pero no las cosas reales: el lenguaje y la realidad
objetiva constituyen dos esferas enteramente diferentes; el dominio de la una
no alcanza a la otra.
OTROS SOFISTAS
b) Pródico de Ceos, el cual, según Sexto Empírico, enseñaba que «el sol, la
luna, los ríos, las fuentes, y, en general, todo lo que es útil a nuestra vida, fue
divinizado por los pueblos antiguos a causa de la utilidad que estas cosas
reportaban»; profesaba la opinión de que el alma humana es el resultado de la
organización. Tanto éste, como Diágoras y algunos otros sofistas, fueron
considerados como ateos, por más que el temor de las leyes los obligaba a
disimular sus opiniones sobre la materia.
c) Critias, uno de los treinta tiranos de Atenas, decía que los dioses y la religión
eran invenciones de la política para tener sujeto al pueblo, y que el alma
humana reside en la sangre y se identifica con ella.
__________
(1) En uno de sus diálogos, Platón nos presenta al sofista Protágoras, poniendo
en conmoción a toda la ciudad con su llegada. Calias, uno de los principales
ciudadanos de Atenas, le recibe y obsequia en su casa, la cual se ve llena de
huéspedes que acompañan al renombrado sofista. Rodéanle y sigílenle a todas
horas y por todas partes otros varios sofistas, y entre ellos Hipias de Elea y
Pródico de Ceos; no pocos extranjeros venidos con él o atraídos por la fama;
multitud de ciudadanos, los más distinguidos de Atenas, entre los cuales se ven
dos hijos de Pericles y el joven Alcibíades. «Detrás de ellos, añade Platón,
marchaba un tropel de gente, cuya mayor parte eran extranjeros que
Protágoras lleva siempre consigo, y que, cual otro Orfeo, arrastra con el
encanto de su voz a su paso por las ciudades. Al divisar aquella muchedumbre,
experimenté especial placer, observando con qué discreción y respeto
marchaba siempre hacia atrás: cuando Protágoras daba la vuelta en el paseo,
veíase a éstos abrirse en ala con religioso silencio, esperando que hubiera
pasado para seguir en pos de él.» Opera Plat. Protag. seu de Soph.