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La Bandalismo: Transfiguración e hibridación de prácticas tradicionales

y modernas de bandas de bronce del Norte Grande en Valparaíso.

Tesis para optar al grado de Magister en Musicología Latinoamericana

Profesor Guía: Dr. Juan Pablo González


Estudiante: Jaime Ramírez Hernández

Santiago de Chile, enero 2017.


1

ÍNDICE

INDICE………………………………………………….………….…………….....1

AGRADECIMIENTOS……………………………………………………………..3

RESUMEN………………………………………………………….………………4

0. INTRODUCCIÓN……………………………………………………...…….…..5
0.1 Planteamiento del problema………………………………….………….8
0.2 Estado de la cuestión……………………………………………….……11
0.3 Fundamentación ………………………………….……………………..23
0.4 Marco teórico……………………………………………………..….….23
0.5 Aspectos metodológicos…………………………………………………28

1. ANTECEDENTES SOBRE BANDAS DE BRONCE DEL NORTE DE


CHILE…………………………………………………………….………………….34
1.1. Antecedentes de la música militar en el Norte…………………………..35
2.1. Conformación del discurso mestizo……………………………………..37
2.2. El canon y las estructuras identitarias regionales….….…...…….….…..43

2. HISTORIA DE LA BANDALISMO……………………………………………..52
3.1 El origen junto a los gitanos y a San Pedro……………….……….….…53
3.2 Primera conformación: bienvenidas las cañas y todo aquel que
quiera sonar………………………………………………………….…..56
3.3 Reminiscencias de La Tirana: El repertorio y El estilo………..….……..59
3.5 La performance de la música bandálica………………….…….………..63
3.5.1 Los ochenta: de pasacalles, manifestaciones y tambos….….….65
3.5.2 De la peña al tambo…….……..………………...………..…….66
3.6 Los marinos: más tira el terruño que el rango………………..…….….…69
2

3.7 Diez años de música en Valparaíso: el tambo en Avenida


España…………………………...……………………………...……….68

3. RECONFIGURANDO LA BANDA: LA NUEVA ÉPOCA.………….…………77


4.1 Transfiguración e hibridación...……………………….….….……….….77
4.2 El repertorio propio y la revisión del canon tiranero….….…...………...80
4.2.1 Análisis intertextual del repertorio……………………………..….…. 81
4.2.2 De la tradición…....…………………………………….………82
4.2.3 Una mirada hacia el pueblo: “Macaya”….……………….…... 87
4.2.4 La mirada a nuestro pueblo: “Cumbia del Pescador”………… 91
4.3 La identidad, la modernidad, la musicalidad..............................................95

4. CONCLUSIONES…………….….….…………………………………………... 98

6. BIBLIOGRAFÍA…………………….….….……………………………………109

7. FUENTES……...………………………………………………………………...113
3

AGRADECIMIENTOS

A mi madre por su inagotable empeño en educarme y formarme para hacer parte de


la mejor manera de nuestro mundo.
A mi familia en general, a mi abuelo en particular, sin tu música no somos hoy.
A mi pareja por su apoyo y luz en el cotidiano de nuestras vidas.
Al Profesor Juan Pablo González, pues su guía está presente en estas líneas con la
claridad que lo caracteriza.
Por supuesto, a los músicos de La Bandalismo, en particular a Víctor Hugo,
Fernando, Pato y Miguelo, con su relato como esencia de este trabajo.
A todos a los amigos del norte, músicos de lakitas, bandas de bronce y demás
tradiciones musicales que perduran sus costumbres con dedicación y cariño.
A los amigos de Santiago, que me vieron nacer en el Cerro Blanco y que son testigos
de la guía del destino y la pacha en nuestro diario vivir.
¡Que sea en buena hora señores músicos!
4

RESUMEN

Este trabajo constituye una primera aproximación a la investigación en torno a

las bandas de bronce del norte grande chileno. Sin embargo, es abordado desde la

trayectoria de La Bandalismo (1980), agrupación de Valparaíso deslocalizada del

origen de la práctica y por lo tanto factible de ser interrogada bajo distintos enfoques

temáticos y metodológicos. Planteamos así, una investigación con múltiples focos

que nos permiten acceder a las prácticas musicales específicas de esta banda, a su

relación con el entorno social y cultural en el que se desenvuelve y a la importancia

en el ámbito de la discusión sobre construcción identitaria musical. Esto lo logramos

por medio de un análisis meticuloso que logra conectar las prácticas de origen,

imitadas por esta banda, y su desarrollo posterior en el entorno de Valparaíso. Así

también nos permite aproximarnos a los procesos de producción musical que realizan,

considerando su doble propuesta performática: desde la música popular y desde la

música de tradición. Con ello, podemos acceder de igual forma a los medios

instrumentales y formales que interceden en la creación de una música novedosa y

recontextualizada, pero basada en una práctica de larga data conectada con su

contexto original de producción. Forman parte de este análisis, diversos abordajes

metodológicos donde se plantean desde la hibridación de prácticas musicales,

pasando por el análisis sonoro y musical, hasta el análisis lingüístico de letras de

canciones, para otorgar una mirada amplia sobre una trayectoria de treinta y seis años.
5

CAPÍTULO 0

INTRODUCCIÓN

El trabajo que a continuación sigue, es la materialización de diversos

cuestionamientos planteados desde la perspectiva de la investigación musical, que si

bien no representan una respuesta concreta, son un inicio y un incentivo a continuar

el trabajo en torno al cuestionamiento y revaloración de las tradiciones musicales –

como la que versa en el mundo andino– así como también tradiciones modernas

emergentes que se dan al amparo de la urbe en el siglo XXI.

Los planteamientos y proposiciones entregadas, representan el trabajo de

varios años inmerso en estas tradiciones musicales ancestrales, típicamente

relacionadas con pueblos originarios del área norte de Chile, en sus entornos más

rurales pero desde el prisma de la urbe, y la dialéctica multicultural que en ellos

ejerce.

El texto está compuesto por cuatro capítulos de extensión diversa. En ellos se

pretende llevar a cabo una investigación interdisciplinaria que permita conocer, a


6

través de la agrupación musical La Bandalismo (1980) de Valparaíso, las tradiciones

musicales de un territorio cultural específico : el norte de Chile. Intentaremos asimilar

sus imbricaciones en la posmodernidad y, principalmente, las fórmulas de esta

cosmovisión que aun allende sus márgenes originales, perduran en el ámbito de la

música: creencias, formas de hacer y, por supuesto, formas de interpretar prácticas

musicales. Además se intenta sentar un precedente investigativo respecto a esta

agrupación y su notable relación socio-cultural con Valparaíso, cuidad que los vio

nacer y crecer, y hasta el día de hoy los ampara como escenario de la creación

artística nacional.

En esta introducción, se señalan los aspectos metodológicos y problemas de

investigación concernientes a esta tesis. Aquí planteamos los problemas de

investigación, objetivos generales e hipótesis de trabajo, además de generar un corpus

bibliográfico que nos permita conocer el estado del arte en torno a nuestro foco de

interés. Además señalamos cuales son las motivaciones para realizar esta

investigación, las cuales se verán contrapuestas en el marco teórico. Ahí realizamos

una breve discusión en torno al concepto de patrimonio como herramienta

hegemónica e institucional, versus la construcción de tradiciones musicales

implantadas en un entorno ajeno, para refrendar la fundamentación de este trabajo.

En el primer capítulo, Antecedentes sobre bandas de bronce del norte grande

chileno nos acercamos a la indagación propiamente musical, comenzando con un

acercamiento a la práctica y desarrollo de dichas agrupaciones. Como se constata en

el texto, no se pretende conocer o determinar sus orígenes, pero sí acceder a

conceptos, delimitar términos, conocer el canon asociado a ellas y, en general,

acercarse a su relación respecto a la cultura, su función en una comunidad y por


7

supuesto preguntarse de qué modo ésta practica musical es llevada a cabo. Esto tiene

como fin, individualizar una forma de ordenamiento, un repertorio y una forma

interpretativa característica, que nos permitirá referirnos de manera pre-clara durante

el corpus de nuestro trabajo. Para lograr esto se detallará con precisión lo que

entendemos bajo este título, específicamente hablaremos del modelo que es imitado

por La Bandalismo, sujeto de nuestro estudio.

En el segundo capítulo llamado Historia de La Bandalismo, trataremos de

manera precisa pero distendida, todos los niveles de discusión que nos plantea la

extendida trayectoria de esta banda. Conoceremos el trabajo musical desde sus inicios

hasta nuestros días, procurando focalizar principalmente tres elementos: el repertorio,

la performance y el ordenamiento instrumental; todo esto a través de una micro

historia, contextualizada en el entorno histórico cultural, a través del anecdotario

narrado por sus miembros activos y pasados. Desde distintos hitos importantes

conoceremos la relación socio-cultural de este grupo con la ciudad de Valparaíso, la

relación con la comunidad, con sus distintos públicos y cómo ejercen, a través de su

propia construcción identitaria, una propuesta cultural que se apropia de una tradición

proveniente de un entorno totalmente divergente.

El tercer capítulo Reconfigurando la banda: La nueva época, representa la

renovación de este grupo y cómo ella influye en la banda y también en la percepción

respecto a ella. A partir del análisis de canciones por medio de grabaciones en

distintas épocas, se busca revisar los elementos que dan pie a esta hibridación, tanto

en su ámbito musical como desde su letra. De ese modo, se busca entender cómo

nace un formato novedoso que sigue mirando a la tradición, mientras aporta


8

elementos nuevos que ayudan a perdurarla reutilizando formas y conceptos, y

creando nueva música a partir de ella.

Para finalizar , entregamos conclusiones que nos permitan observar de manera

sintética el trabajo realizado, revisando si fue posible su concreción o no, y cuales son

los aportes que esta investigación entrega al campo de la música popular y de

tradición, así como al ámbito de la investigación etnomusicológica en la región.

Planteamiento del problema

Valparaíso recibe el titulo de “Patrimonio de la Humanidad” (2003) declarado

por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la

Cultura, UNESCO , por sus siglas en inglés. También, y desde el ámbito nacional, se

entrega el título de capital cultural de Chile, desde el mismo año y por determinación

parlamentaria. Es decir, Valparaíso ostenta las credenciales de mayor valía como

centro de difusión, creación y discusión respecto a la cultura y el patrimonio, aun

cuando esto no se evidencie.

Ahora bien, se hace necesario conocer cuál es la realidad respecto a lo

entendido por patrimonio, no desde la esfera del poder fáctico estatal, sino más bien

desde la perspectiva cotidiana de quien consume cultura, en este caso música.

Debemos tomar un punto de fuga que nos permita encauzar la discusión en algún

sentido. Es así como emerge La Bandalismo [sic] 1 en esta investigación.

Precisamente como generadora de planteamientos que sean pertinentes, novedosos y

1
El nombre de la agrupación se escribe de ese modo, jugando con las palabras Banda y Vandalismo.
En el contexto de creación de la agrupación y del nombre, evidentemente constituye una posición
política de sus integrantes frente al escenario de la dictadura.
9

aportativos de estudiar y que nos abran caminos hacia nuevas posibilidades incluso en

el entendimiento de algo tan patriarcalmente recalcado, como es el patrimonio.

Ya desde 1980 y totalmente alejado de la institucionalidad nacional e

internacional, al amparo de un baile religioso dedicado a venerar una imagen en la

fiesta de San Pedro de la Caleta el Membrillo, nace una de las bandas de música

“nortina”2 de mayor trascendencia e historia en el centro del país. La Bandalismo se

gesta como una banda de acompañamiento para el baile religioso Gitanos del

Membrillo, ante la necesidad de representar de manera fiel las tradiciones tiraneras


3
que ostentaba el organizador del baile, Juan Olivares.

Desde ahí y hasta el día de hoy, han sido y son el sonido de Valparaíso en

la fiesta de San Pedro, en marchas en distintas épocas y por distintas causas, y por

supuesto en fiestas y tambos 4 en muchos contextos. Sin embargo su presencia

constante y activa no ha sido premiada con el beneplácito de la difusión masiva o el

establecimiento de su empresa como “clásicos” del patrimonio musical ni a nivel de

la ciudad, ni a nivel nacional. Es decir, estamos en deuda respecto a la importancia

histórica y social, apartando lo estrictamente musical, de esta agrupación con una

extendida trayectoria.

La movilidad que ha significado el habitar un ambiente con un tejido cultural

denso y enmarañado, ha significado sin duda un elemento de importancia para la

creación de la propia identidad del grupo. Siendo evidente su origen en las tradiciones

2
En el habla cotidiana del chileno que habita en el centro del país, lo nortino representa a cualquier,
persona, tradición, comida, etc. que provenga de las regiones más al norte de país. Sin embargo
entregaremos un termino más adecuado construido a partir de la revisión bibliográfica.
3
Tiranero o tiranera es el gentilicio para los habitantes del pueblo de La Tirana, ubicado en la comuna
de Pozo al monte en la región de Tarapacá, Chile. Se utiliza también para indicar la música o estilo que
proviene de las bandas de dicho lugar.
4
Para concepto de “tambo” revisar capítulo 1 sobre bandas de bronce en el norte chileno.
10

y religiosidad del norte grande de nuestro país, es también muy sugerente su

organización “con lo que se tenga” para sustentar el discurso musical, identitario y

patrimonial.

En esta investigación nos plantearemos como objetivos, comprender las

imbricaciones que genera la transfiguración y posterior hibridación de una práctica

musical del norte de Chile en un ambiente lejano, geográfica y culturalmente, como

es la ciudad de Valparaíso. Esto lo haremos a través de la agrupación ya mencionada,

intentando conocer su práctica musical histórica y presente, relevando los elementos

musicales y culturales que señalan un diálogo entre patrimonio local y nacional –si es

que esto es posible–; y patrimonio y tradición. En primer lugar, intentaremos

demostrar la mutación y reutilización de formas musicales tradicionales tiraneras en

el repertorio de la agrupación. Además, buscamos analizar la estructuración

instrumental de la banda desde su origen nortino hasta su translación a la urbana

ciudad de Valparaíso. Por otro lado sintetizaremos la relación que existe entre la

banda y la ciudad en el marco de la conceptualización de lo entendido como

patrimonial. Por otro lado, pondremos en discusión las relaciones inter-culturales que

condicionan e influencian las prácticas musicales de la banda. Finalmente, a través de

un análisis intertextual, buscaremos comparar el repertorio tradicional de bandas de

bronce –danzas y formas del repertorio tiranero y surandino principalmente– y el

actual en la creación musical propia de esta banda.

A modo de hipótesis, propondremos que la transposición del formato de banda

de bronce nortina desde su entorno de origen, y su modificación y reconfiguración al

sustituirse el lugar geográfico y por ende el contexto tradicional, pone en evidencia,

por un lado, la maleabilidad de la forma y, más importante aún, la posibilidad de


11

construir una nueva visión identitaria, que proponga inferencias novedosas sobre

concepto de patrimonio.

Estado de la cuestión

Los planteamientos teóricos asociados a la agrupación serán diversos y

múltiples con la intención de construir un estado del arte informado. Debido a que

carecemos de información bibliográfica directamente relacionada a la agrupación es

que debemos contemplar con amplitud el objeto, poniendo atención a su práctica,

incluso desde su origen, así también a la escena y al entorno político, histórico y

cultural en el que se desenvuelve; como también será necesario poner atención a las

problemáticas teóricas que se conjugan en ella desde una perspectiva performático-

musical. Por otro lado, considerando las intenciones investigativas que rodean al

tema, es que delinearemos un marco metodológico que permita o acepte esta

multiplicidad de temas, con base en una perspectiva interdisciplinaria.

En una perspectiva musical e histórica, es interesante evidenciar que la práctica

musical de las bandas de bronce en las fiestas populares y tradicionales del Norte

Grande Chileno (NGCH) han sido escasamente estudiadas, incluso, dejadas de lado,

tanto desde las humanidades, como desde la musicología y la etnomusicología, en

particular. Ahora bien, desde una perspectiva antropológica e histórica, Díaz (2009)

nos entrega una breve construcción del origen de esas agrupaciones en el NGCH,

donde, con abundantes fuentes señala la más que obvia, pero no por ello innecesario

de recalcar, asociación a lo militar. Según Díaz, existiría una notable conexión al

proceso de reinvención de la milicia chilena desde las nuevas prácticas militares y de

conscripción de comienzos del siglo XX. Señala el autor que estas nuevas normas

trajeron consigo la integración del canon prusiano y con ello el ingreso -entre otros
12

elementos- de nuevas prácticas musicales.

Ejemplo de ello son las bandas militares (distinto a las bandas de guerra ya

presentes en el ejército y con otros elementos distintivos en cuanto a instrumentación

y repertorio) que además del repertorio propiamente uniformado, plantean un giro

hacia otra música para integrar estas agrupaciones a la vida civil. Prueba de ello,

serían los conciertos en plazas públicas (Díaz 2009: 378), con repertorio militar y

popular por igual y con una clara intención de divertimento. Esto fue posible gracias a

la introducción de instrumentos diatónicos, principalmente “aerófonos de bronce con

pistones o válvulas, cuya morfología facilitaba la interpretación de música en

movimiento (Díaz 2009: 378-379) además de un abanico de posibilidades tonales.

Por otro lado, la obligatoriedad del nuevo estilo de reclutamiento iba en aras,

principalmente, de construir una idea de nación unificada, sobre todo en el territorio

recientemente anexado tras la Guerra del Pacífico contra Perú y Bolivia. Esto

significaría la integración de estos nuevos chilenos, además de pampinos de las

oficinas salitreras, así como también campesinos del área rural de los valles y del

altiplano , a las fuerzas castrenses y, por ende, a las agrupaciones musicales ya

mencionadas.

Producto de ello, se vivirá un proceso de profesionalización del oficio de

músico por parte de estos personajes, quienes aprovecharán sus conocimientos

musicales y el tocar instrumentos para, con ellos, hacer parte de sus tradiciones

musicales festivas. Díaz indica que fue este proceso el que permitió la construcción

de esta práctica, junto con la progresiva “dada de baja” de instrumentos de los

regimientos, los cuales se transformaron en donaciones para los pueblos y sus

músicos. Con el tiempo y luego de procesos similares pero no idénticos, este estilo
13

musical se habría popularizado en todos los países del área andina, siendo requeridas

las bandas de metal para participar en variadas festividades tradicionales (Díaz 2009:

389).

En otra parte, Romero (2001), ejemplifica este proceso desde la perspectiva de

las Orquestas típicas peruanas en el valle de Mantaro. Como ya señalamos, es posible

observar un proceso parecido de mutación de agrupaciones tradicionales (con

instrumentos de cuerda y vientos propios de la región como zampoñas y quenas) a

conjuntos de instrumentos modernos, específicamente saxofones. Romero destaca

que “el impacto de la modernidad [y quizá también el desconocimiento del origen de

ciertas prácticas] puede notarse en varias leyendas sobre cómo el saxofón fue

introducido en el Valle” (Romero 2001: 67)5. También, entrega información de

interés en su capítulo “Conquistando nuevos espacios” donde señala y pone en

discusión la temática de las identidades, indicando que “hay dos hechos de especial

relevancia; el primero es que la música se alza como arma primaria de resistencia

cultural […] El segundo punto de interés es que a lo largo de este proceso, en Lima la

orquesta típica se transformó, en este nuevo contexto, en la encarnación del estilo de

música Wanka” (Romero, 2001: 91-92). Es decir, sufre una transformación según el

entorno y, además, convierte los cánones establecidos de una práctica.

Ahora bien, para entrar en la discusión de lo “locacional", vale la pena entender

la des-territorialización que aparece en nuestro estudio, y los pormenores de la

reubicación de una práctica cultural. Para ello, revisaremos la conceptualización de

qué entendemos por “banda nortina” o “bronces andinos” o, más genérico aún,

5
Las traducciones del libro, publicado en inglés, son hechas por el autor de esta tesis.
14

“música andina”. Al acceder a la literatura que nos remite a esto, inevitablemente nos

vemos enfrentados a títulos o nominaciones del territorio cultural del que hablamos,

que muchas veces, visto desde una perspectiva extremadamente centralista, no

enuncia con fidelidad la totalidad de lo que implica este territorio. Por ello Guerrero

(2014) a través de la historia, las reflexiones, las letras de canciones y poesía de

Osvaldo Torres, reconocido compositor y cantautor ligado a la música andina y ex

miembro de Illapu, además de una breve reseña de la historia musical ligada a esta

tendencia, señalando las imágenes de Sofanor Tobar y Calatambo Albarracín,

intenta señalar una perspectiva identitaria de lo que llamaremos norte grande Chileno

(NGCH) visto por un “nortino”.

Como ya se ha dicho con anterioridad, la anexión tardía de este territorio

significó, según indica Guerrero, “hacerse cargo de un nuevo territorio absolutamente

desconocido y hostil para las élites santiaguinas” (Guerrero, 2014: 21), punto de

partida para entender la construcción desinformada, y sin conocimiento del territorio

culturalmente hablando. Gráficamente esto se vislumbra desde el desconocimiento

geográfico, donde “visto desde el centro, el norte grande se reduce sólo a dos de sus

cuatro pisos ecológicos: la costa y la pampa. Los valles y quebradas, y el altiplano no

se consideran. [cuestión no menos importante si se piensa que] En estos dos últimos,

sin embargo, radica el sonido que representa a este territorio.” (Guerrero, 2014: 25).

En lo musical, Guerrero destaca la presencia sonora y el imaginario nortino de

Sofanor Tobar a través de su obra más reconocida, “La burrerita”, ganadora de la

competencia folclórica del festival de Viña del Mar en 1966. Pero más trascendente

que ella, es el LP Norte Grande de Los Cantores de Rucamanqui, donde nueve de sus

doce temas, le pertenecen al compositor y donde deja en evidencia su convicción de


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declarar los principios sobre el folclor musical del NGCH.

En otro lado, menciona a Calatambo Albarracín y su aporte al proyecto de

construir la identidad nortina desde su origen y a través de la música “nombrando

lugares y situaciones que brindan una imagen desde dentro acerca de lo que es este

territorio” (Guerrero, 2014: 49). Finalmente, aborda a Osvaldo Torres, donde nos

interesa su concepción de “Lo andino”; aquí el autor se detiene en los intentos

iniciales y naïf, del compositor, por describir poéticamente el entorno, indicando que

no será hasta “Chango Pastor” donde finalmente sufrirá un quiebre composicional en

su búsqueda por entender y hacer entender qué es este territorio (Guerrero, 2014: 84).

En palabras del autor, “ ‘Chango pastor’ es una excelente conjunción entre Osvaldo

Torres y Roberto Márquez, interpretada con fuerza por Illapu; relata el desencuentro

entre dos culturas” (Guerrero, 2014: 85). La despedida, refleja los elementos más

trascendentales del texto que nos retrotrae a nuestro trabajo principal donde el

regionalismo es el hilo conductor:

“Los hombres y mujeres que viven entre el mar y la cordillera de los


andes se han movido sin contradicciones, portando una singular
identidad: ser chilenos y ser nortinos. Identidades largas: andinas,
proletarias, deportivas, religiosas, populares y nacionalistas, se conjugan
para desplegar una única y variada identidad. La música nortina, o el
llamado folklore andino […] expresan lo anterior” (Guerrero, 2014: 95).

También consciente de esta multiplicidad de elementos, ricos en diversidad

cultural, es que Mora (2011) apoya la idea de considerar el término Norte Grande

Chileno, ahora, entendiéndolo como un “lugar proceso”. Si bien Mora toma en cuenta

elementos geográficos que pudiesen no trascender, su aporte emerge al momento de

lograr subrayar la idea de la visión centralista y sesgada. Contrapone la idea de norte


16

grande con variables geográficas, evidenciando que “norte surge de una

territorialización enmarcada, cardinalmente, en un centro; ‘grande’ por el contrario

nace de la comparación con un volumen territorial menor, como el norte chico.”

(Mora, 2011: 168), es decir que la conceptualización tradicional, a demás de

desinformada como ya se mencionaba en Guerrero, surge de la polarización de un

algo vs un otro. Sumado a eso, vuelve a aparecer la temática de la diferenciación

ecológica donde no solo se vislumbra parte de su multiplicidad de pisos sino que

también, sólo la aridez asoma como característica geográfica. Ahora bien, frente a

esto, el autor decide ampliar la percepción, entregando una terminología que permita

abarcar de manera más fluida y consciente la totalidad de elementos presentes, para

ello señalará un término activo: pacha; este le permitirá indicar que el NGCH es

“como una pacha, una unidad dinámica de espacio-tiempo constituida por la

antropología en tanto acto de morar” (Mora, 2011: 169).

Un elemento no menor a la hora de construir el estado del arte en torno a La

Bandalismo , es la escena , el contexto político, histórico y social. Debido a la extensa

carrera de la agrupación es que consideraremos elementos anteriores,

contemporáneos y presentes para designar dicho espacio-tiempo.

Una escena clásicamente asociada a la cultural popular y al folclore, son las

peñas. Ecos del tiempo subterráneo (2009) recoge poco más de diez años de esta

práctica cultural, destacando los primeros años de la dictadura. Ahí, detalla la

construcción del “canon” o de los “cánones” de las peñas en el Santiago,

principalmente, de los años setenta. Aunque nuestro espacio-tiempo se mueve desde

los ochenta y en Valparaíso, estos antecedentes son fundamentales para entender la

existencia de estos lugares de cultura en el entorno que estudiamos.


17

Si bien Bravo y González destacan la variedad de tipos de peña que aparecieron

durante el periodo dictatorial, vale la pena poner el ojo en un tipo en particular y en el

argumento que lo sostenía. El rol de la Peña de tipo político “junto con abrir una

fuente laboral ante la escasez de espacios de expresión para los artistas “negados”,

fue ejercer una acción de oposición a la dictadura” (Bravo. González, 2009: 74).

En cuanto al tipo de repertorio y artistas participantes, los autores son claros y

amplios en detallarlos; bajo el ámbito de la música andina, destaca la participación

de Illapu, pues aunque “la agrupación tenia ‘chipe libre’ para presentarse en

programas televisivos […] esto se combinaba con sus numerosas tocatas en peñas”

(Bravo y González, 2009: 134) cuestión que significaba para la agrupación —y

probablemente caso repetido entre otros artistas— el ser parte de manera solidaria de

esta contracultura, fuera de su presencia mediática.

Por otro lado, la contraposición al régimen –ante el peligro de ser sorprendidos–

constituyó la obligación para estos artistas, participes de la vida pública y clandestina,

modificar sus performances, letras e incluso instrumentos usados, debiendo re-

significar de manera metafórica su proclama anti-dictadura. Esto se encarnó en letras

de “temas que decían muchas cosas, sin decir “Pinochet”, sin decir “dictadura”

(Bravo y González, 2009: 142-143) tendiendo a desaparecer los símbolos asociados a

una política de oposición, y que con el tiempo serían desarrollados en las

performances de distintos artistas, incluso en aquellos ligados al folclore y a la danza.

Así señalan los autores lo que sucede con el espectáculo del grupo Chamal, donde el

coreógrafo Hiranio Chávez, por un lado, “tomó la danza tradicional y la fusionó con

la contemporánea, contribuyendo a la riqueza del lenguaje plástico”, pero además, se

posicionó en la marginalidad que representa el trabajar con danza tradicional (Bravo.


18

González 2009: 147).

El tema de la marginalidad surge constantemente en el período dictatorial, sobre

todo desde el prisma de la cultura “prohibida”. En este sentido entendemos esta

cultura como un ámbito en el que cualquier constructor de resistencia a la dominación

del régimen, se transforma en un medio de crítica contracultural. Lalo Meneses

(2014) presenta un panorama de la marginalidad desde la urbe y, desde el mundo del

break dance y el hip-hop. El fundador de Los Panteras Negras, rememora su paso por

el ambiente rapero, hip-hopero y breaker de fines de los ochenta, desde la

perspectiva de quienes habitan los márgenes en las poblaciones periféricas de

Santiago. Ante ello señala,

“Vivíamos en bloques o en casas muy modestas, lo cual nos da el


derecho a decir que el hip-hop es cultura popular; o, para que quede más
claro, un movimiento que no nació entre quienes entonces iban a la
universidad o participaban en política, sino que de la juventud más
indefensa culturalmente” (Meneses, 2014: 13).

Por un lado, nos interesa la posición de oposición, por medio de una cultura

musical y performática extranjera, la que adaptan a sus propias vivencias

escenificando la discriminación –de negros, latinos, etc. en el bronx neoyorquino– en

el contexto chileno de dictadura. Por otra parte, interesa la situación de múltiple

marginalidad a la que se enfrentaban, al ser juzgados incluso por los partidos y

grupos de la izquierda —también opositores al régimen— como indica el autor

“Siempre tuve diferencias grandes con los comunistas, en parte por mi simpatía por el

Frente, en parte por que los weones nos discriminaban. Nunca cacharon qué era el

hip-hop ni les importó.” (Meneses, 2014: 44) Este argumento se daba bajo la idea de

que era una cultura mediatizada y que hacía parte del imperialismo norteamericano.

Así mismo genera interés el modo de apropiación en lo musical, cuestión


19

relevante pues constata la maleabilidad de la música frente a un nuevo contexto, de

similar forma como acontece con nuestro objeto de estudio. La representación del

canon se ve modificada en la medida en que el nuevo actor propone sus propias

temáticas atinentes a su realidad. Por ello, la aparición de “la pobla”, “los cabros” y

otras conceptualizaciones identitarias locales, serán integradas en la lógica

compositiva —ahora re-ubicada territorialmente— del hip-hop, del rap y de la cultura

marginada de origen. Meneses enuncia que

“la música nos transportaba a las calles de Nueva York llenas de


latinos y de negros con autos, ropa y objetos que nunca íbamos a
tener. Tratábamos de emular lo que veíamos en las portadas de los
discos y casetes de música hip-hop o break que coleccionábamos.”
(Meneses, 2014: 20).

Otro elemento fundamental en el entendimiento de la creación cultural en época

de dictadura, es representado por la multiplicación y difusión de la música tanto

extranjera, como aquella que se creaba localmente en un estado prohibitivo y

peligrosamente sobre-controlado. Al respecto, Jordán (2009) expone los medios por

los cuales la cultura se veía censurada y transformada en una ‘cultura en

clandestinidad’, la cual “al tratarse del ocultamiento en relación a la ley […] la figura

del Estado confiere a la palabra clandestinidad, para este caso particular, una

connotación de oposición.” (Jordán, 2009: 79). Totalmente ligado al relato de

Meneses, y también al de Bravo y González, Jordán nos presenta cómo los

mecanismos de control se hacen presentes en el medio artístico, impidiendo la

realización de ciertas prácticas musicales. Un caso míticamente conocido es la


20

prohibición de instrumentos y música andina por ser relacionados a la canción social6

y panfletaria de la segunda mitad de los sesenta; ahora vista desde una perspectiva

contraria al régimen, la que como conoceremos más adelante, será entendida como

emblema de la liberación cultural, tanto en agrupaciones de gran reconocimiento,

como Illapu, así como en conjuntos menos conocidos pero igualmente ligados a la

acción contracultural. Este proceso de censura será argumentado desde una

perspectiva de limpieza por parte del estado, como enuncia en su “Política Cultural

del Gobierno de Chile”, de 1975. Ésta declara que “el arte no podrá estar más

comprometido con ideologías políticas” (Jordán, 2009: 80).

En contrapartida, señala elementos fundamentales para la promoción de estas

músicas en clandestinidad –más allá de aquellos grupos en cierto modo permitidos

por la oficialidad– como lo fue el casete, vehículo de traspaso de música que cumplía

dos objetivos claros: “la recaudación de ingresos para la “comunidad”, cualquiera sea

su organización específica, y la divulgación del material sonoro considerado, por sus

gestores mismos, como subversivo” (Jordán, 2009: 93). Este último elemento es

evidencia de una constante por mantenerse como fuerza discursiva, y hará parte de

nuestro estudio, en la medida que es un recurso importante de la época, además de

comprender el uso político que pudo atribuírsele.

Desde el lineamiento político que alcanza el boom andino y su alta presencia

mediática en algunos casos, González (2015), detalla la importancia simbólica que

6
Esta información proviene de una cita de González (2015) de una carta de Héctor Pavéz a Farías
sobre reunión con Nouzeilles respecto a las acciones a seguir post golpe, “Algo similar recuerda el
folklorista Héctor Pavéz en una carta enviada al hombre de radio René Largo Farías en relación a una
reunión a fines de 1973 de Rubén Nouzeilles, ejecutivo de EMI Odeón, con el Coronel Ewing y su
equipo, junto a algunos artistas del sello. “Nos dijeron que nada de flauta, ni de quena ni de charango,
porque eran instrumentos identificados con la canción social – escribe Pavéz –; que el folklore del
norte no era chileno…”(González, 2015: s/n)
21

encarna la sonoridad de este conglomerado cultural, por medio de, entre otros, grupos

como Barroco Andino y los ya mencionados Illapu; los que pasaron a formar parte

del ambiente contestatario en la medida en que, estando en Chile, presentaban

elementos que los hacían distintivos de una resistencia cultural post-golpe. Todo esto

no sin antes modificar sus prácticas , llegando a construir sobre “el vacío simbólico

producido por el clima de censura que imperaba en el país, [el cual] fue siendo

llenado con un arte pretérito, sin conflictos, que llegaba con relativa facilidad al gran

público, derramando en él su aura de prestigio.” (González, 2015: s/n)7.

Se repite aquí la idea de lo prohibitivo o censurable de la música andina. En la

medida en que los militares, recientemente ascendidos a todos los cargos de poder

público, manifestaban su

“recelo por esta música debido a su asociación con el gobierno de la


Unidad Popular producida, en parte, por la difusión masiva que había
tenido el tema instrumental “Charagua” de Víctor Jara como cortina
musical de Televisión Nacional de Chile” (González, 2015: s/n).

La intención de emprender una construcción musical más allá de lo prohibido, se ve


reflejada en sus métodos de reapropiación de instrumentos, y sonoridades. Es el caso
de Barroco Andino, quién “logró resignificar el sonido de los instrumentos andinos a
un año del golpe de 1973,[…] gracias a que un grupo de músicos de conservatorio,
liderados por el compositor Jaime Soto León, empezó a experimentar con el uso de
instrumentos andinos para interpretar obras barrocas.” (González 2015, s/n).
Por otro lado, Ilapu,

“firmaba como artista exclusivo de Televisión Nacional, actuando en


forma permanente entre 1976 y 1977 en el programa Dingolondango,
conducido por el popular animador Enrique Maluenda. La popularidad
del programa y la plataforma otorgada por la televisión, contribuyeron
a masificar rápidamente la propuesta del grupo” (González, 2015: s/n).

7
Al tratarse de una revista virtual, no es posible señalar el número de pagina.
22

Esto es evidencia de la permeabilidad de la prohibición. Por tanto, demuestra

lo falso que termina siendo la idea de un oscurantismo total durante la dictadura.

Indica que la prohibición total y absoluta ligada a la cultura y las artes, no era tal.

Sin embargo, más trascendente para este estudio, es señalar cómo las

contraculturas musicales se hicieron parte de la resistencia al régimen desde la

proposición musical no literalmente combativa, sino inteligentemente oculta bajo

lecturas profundas y no puramente panfletarias. Su performance no ponía atención a

la prohibición de los instrumentos andinos como la quena, zampoña o bombos

legüeros, y su contenido lírico –posicionado desde un lenguaje que aludía a un

americanismo o indigenismo despolitizado— y su repertorio, tenían la “intención [de]

revitalizar un pasado cultural común, resaltando su función social y exponiendo la

problemática de la contingencia actual, como el propio grupo se encargaría de

señalar. Quedaba claro, entonces, que el interés de Illapu no era sólo artístico o

antropológico, sino también político.” (González, 2015: s/p). Esta posición de la

música andina nos señala cuestiones importantes en el ámbito de lo performático, de

lo político y de lo prohibitivo, asociado a nuestro sujeto de estudio.

Los elementos entregados más arriba, describen lo que se ha escrito en torno a

temas afines a nuestra investigación, y si bien no representan la totalidad de

elementos necesarios para construir un estado del arte directamente ligado a nuestro

sujeto, sí emplea una amplia panorámica para distinguir los conceptos y temas que

serán usados en nuestro trabajo. Además, nos abre el camino hacia una construcción

teórica interdisciplinaria.
23

Fundamentación

Desde su inicio un 29 de Junio de 1980, La Bandalismo ha participado de la

escena musical porteña concurriendo a múltiples eventos culturales, religiosos y

políticos. Esta participación constante y duradera en el tiempo, le ha permitido

consolidarse como parte de la historia social musical de Valparaíso y como un agente

portador y generador de cultura, sobre todo en la reinterpretación del canon de banda

de bronce nortina y en la creación de un nuevo canon musical donde confluye lo

callejero-urbano con lo religioso de las fiestas patronales. Su pulsión reformadora, de

la mano de la situación histórica en la que se enmarca, representan un ejemplo

vivencial de la vida del porteño, pero también representa una de las temáticas

importantísimas de discutir de manera informada. Esta investigación viene a plantear

esta problemática con el ánimo de ampliar la discusión sobre el patrimonio, allende lo

material o estructural –como se ha llevado a cabo en Valparaíso– y tomando en

consideración tesoros musicales y perfomáticos como lo son ésta y otras

agrupaciones. Además tiene como interés plantear un fenómeno musical de

importancia, poco estudiado, como es el de las bandas de bronce civiles. Este estudio

viene a completar un espacio dejado en blanco por los estudios musicológicos

intentando, a través de esta agrupación, acercarse al reconocimiento y entendimiento

de esta práctica musical.

Marco teórico

El marco teórico relativo a esta investigación ha sido concebido como parte de

los distintos capítulos de este trabajo, por ello no plantearemos todas las discusiones

teóricas al iniciar, sino que se harán presentes en la medida que avanza nuestra

investigación. Sin embargo, consideramos necesario plantear una discusión teórica


24

inicial que de pie para la constitución de este trabajo en su totalidad. Por ello

planteamos la discusión en torno al término patrimonio y a los proceso asociados a el

como la patrimonialización, la gentrificación y el desamparo de los actores de la

cultura en la ciudad de Valparaíso.

El primer impulso que tuvo este trabajo surgió del problema de que

agrupaciones de tal importancia en el ámbito de la escena musical de Valparaíso,

como La Bandalismo, no tuviesen cabida en la agenda del Consejo de la Cultura u

otras instituciones gubernamentales y privadas. La historia extensa y llena de hitos

trascendentes para la historia de la ciudad y la construcción de identidad en torno a

ella, parecían argumentos suficientes para que estos órganos tuviesen alguna

injerencia en su contemporaneidad. Sin embargo, tras proponer esta investigación es

que logramos atender a la real problemática de estos entes. Por un lado la

despreocupación de organismos locales como la municipalidad y por otro, la

construcción de un campo de interés de las instituciones estatales.

Considerando la cronología y el entendimiento del término patrimonio, en

Llul (2005) es que pudimos acceder a una visión más crítica sobre el mismo y

construir un debate en torno a este tipo de manifestaciones patrimoniales pero

populares, de la ciudad y su relación con el patrimonio que se construye desde las

esferas de poder. De ahí la idea de construir un imaginario del patrimonio en

Valparaíso, negativo para la creación y difusión de la cultura y sesgado por

lineamientos de construcción de identidad nacional. Para ello nos referiremos a esta

conceptualización a través del concepto de patrimonio pero tachado: patrimonio.

Según Vila, sería plausible utilizar este termino “a la Dérrida” con la intención de

señalar que “no estamos de acuerdo con el término.”(2014). Esta terminología tiene
25

como origen entender el patrimonio como un concepto desvirtuado y que debe ser

utilizado con estricta cautela para de ese modo posicionarse en una visión, no más

objetiva, pero amplia respecto a los partícipes de lo patrimonial.

Los campos de poder que emergen de esta discusión sobre lo patrimonial,

significan una problemática importante para quienes no se desenvuelven en el ámbito

de lo estrictamente técnico o burocrático. Para el artista en sí mismo, los campos

trabajan sobre su arte y su problemática , construyendo una distancia entre lo que se

hace, artísticamente hablando, y lo que se pretende que se haga. El trabajo en torno al

patrimonio ha quedado estancado en Valparaíso, sobre todo considerando la

magnificencia que ha tenido el trabajo arquitectural y estructural de recuperación y

consolidación en la ciudad, en desmedro de otros elementos de importancia como son

los relacionados al llamado patrimonio inmaterial. El patrimonio inmaterial a pesar

de constituirse como una línea de importancia del proyectado Ministerio de Cultura y

Patrimonio8, sigue estando a la sombra del trabajo patrimonial arquitectónico de las

distintas regiones, y en particular, de Valparaíso. Esto ha significado la preocupación

única en la reconstrucción de sectores adscritos a la decisión de la UNESCO,

privilegiando el ingreso de recursos para esta materia. Sin embargo, todo esto no

puede sino ser relacionado al elemento mercantil que representa.

La ciudad Valparaíso posee también una alta tasa de turismo tanto nacional

como extranjero y por tanto se considera como un bien a ser trabajado

mercantilmente; de ahí la idea de construir una ciudad patrimonial sin considerar los

8
El ministerio de Cultura y patrimonio de la republica de Chile, es una nueva cartera que aun no se ha
constituido de manera total, pues se encuentra en proceso de avance, manteniendo un ministro
encargado, más no la logística institucional en torno a este. Hasta el momento se sigue considerando
como máximo órgano de la cultura el consejo de la cultura y las artes, con sede central en Valparaíso.
26

elementos que realmente identifican a este sector. En lo local, esto se ha traducido

en un proceso de gentrificación en torno a algunos cerros y en la desvalorización de

otros sectores de importancia histórica y cultural. Así mismo, el movimiento cultural

de la ciudad se ha visto reducido en cuanto a espacios de creación y difusión de

cultura, también desde una óptica mercantil. Es decir, el trabajo de creación de un

entorno patrimonial ha decantado en la desvalorización de prácticas, barrios, lugares

de interés y centros de creación y difusión de cultura.

Teniendo en consideración esto, es que debemos poner sobre la mesa nuevas

perspectivas; para de ese modo lograr atender un patrimonio cultural totalmente

desenfocado de la realidad y en pos, no de la creación de un falso constructo cultural,

pero sí del realce de una identidad cultural propia de la región en todos sus ámbitos.

Así nace la idea de constituir una idea de patrimonio no patriarcal –valga la paradoja–

y que sea representado por la utilización del real patrimonio para el habitante de la

ciudad. En ese sentido son necesarios estudios como éste que promueven la

información acabada respecto a una práctica cultural específica para determinar su

importancia o injerencia en la creación de identidad local.

Ahora bien, en este caso se deben considerar otras variables que –pareciera

ser–, no son vistas desde las altas esferas de la cultura institucional. Entre ellas

denotamos la idea de marginalidad como una representación cultural creativa y un

entorno de sociabilidad, y no como una categorización puramente sociológica;

también la cultura religiosa popular como otro espectro de la creación local y,

nuevamente, no como una representación de una institución puramente eclesial. Así

sucesivamente se van constituyendo actores no presentes en la vida cotidiana de lo

estrictamente patrimonial, pero que sin embargo, representan el mayor constructo


27

natural de una sociedad hoy ligada a la cultura de masas. De este modo la influencia

de la cultura marginal, es decir de los márgenes que produce la idea de patrimonio,

sería una respuesta a la hegemonía institucional y construiría el grueso de la

realización político artística de la urbe. A través de esta óptica emerge la importancia

de los colectivos políticos de finales de los ochenta como la agrupación TURVA, o

sea una institucionalidad alternativa, marginal; la creación de agrupaciones religiosas

en torno a una fiesta patronal como Los Gitanos de San Pedro de la Caleta el

Membrillo, y por cierto la creación de música en una amplia esfera de escenarios a

través de una agrupación como La Bandalismo. Todos estos, antecedentes de la

realización artística actual. Así se configura una idea de patrimonio fuera del poder

hegemónico y que se refundan en un marco del quehacer cultural popular.

Así mismo el estudio plantea un análisis de las canciones desde diversas

perspectivas disciplinarias: lingüística, a través del estudio de los pronombres

asociado al trabajo de Benveniste (2007). Además integraremos la mirada hacia los

problemas de identidad y memoria en la creación musical de esta banda, plasmada en

varios discos durante los últimos diez años. Para ello trabajaremos con Hobsbawm y

Ranger (2002) y su concepción respecto a la invención de la tradición. En ello

pondremos especial interés en cómo esta agrupación, en cierto modo, construye

tradición al introducir las costumbres compositivas y prácticas musicales

características del norte grande chileno, en la ciudad de Valparaíso (centro del país),

así como también modifica la creación del repertorio tradicional al versionar

standards de la música andina bajo nuevos parámetros de arreglo.

En un segundo momento, nos valdremos del trabajo de Benedict Anderson

(2000), donde señalaremos la construcción de comunidades en torno a la banda,


28

asociado principalmente a la idea de la sonoridad andina como creadora de un

“ambiente” o escena en la ciudad, que involucra una comunidad basada identitaria e

ideológicamente en la vida andina. La participación en una comunidad más amplia es

constitutiva de una nueva forma de abordar las fiestas tradicionales, pero además

entrega las bases para la creación artística y musicall, desde “lo andino”, novedosa.

Con el trabajo de Garramuño (2007) pondremos en diálogo nuestros objeto de

análisis, en cómo el modo de componer y versionar, está asociado a la idea de poner

en valor y en un contexto moderno los primitivismos que intervienen en torno a la

música de bandas de bronce del NGCH.

Finalmente, y como elemento aglutinador, abordaremos la conceptualización y

puesta en práctica de la hibridación a partir del trabajo de Néstor García (2001), con

ello intentaremos congeniar los análisis con mirada musical y aquellos extra-

musicales, intentando explicar el proceso de hibridación que da vida a esta

agrupación musical y que permite construir un entorno cultural desterritorializado

basado en la creación, práctica y difusión musical.

Aspectos metodológicos

Ahora bien, la investigación, se realizará casi en su totalidad en la ciudad

de Valparaíso. Lugar donde habita la banda, es decir sus músicos actuales y varios de

los que ya han dejado la agrupación. Esta cercanía ha permitido el acceso a fuentes de

diverso tipo que hacen factible la investigación respecto al tema. Encontramos en

Valparaíso prensa de diversa índole donde se puede hallar información respecto a la

banda, aparte de la prensa recopilada y proporcionada por el director musical

Fernando Gajardo, y por su fundador Víctor Hugo Sepúlveda. No se debe dejar de

lado a todos los músicos, acompañantes, ayudantes y demás personajes, que poseen
29

registros en diversas calidades y formatos respecto a La Bandalismo; en distintos

lugares, eventos y contextos y que por supuesto han permitido recabar algunas de las

situaciones o instantes memorables. Cabe destacar que dos actores de importancia

para esta investigación no habitan ni visitan con frecuencia Valparaíso: por un lado

Juan Olivares, fundador del baile de gitanos –que solicitó la creación de la banda– y,

por otro, Víctor Hugo Sepúlveda a quién se le encargó dicha tarea, pues tienen

residencia en Iquique y en Oruro, respectivamente. Afortunadamente esta

investigación se ha permitido realizar trabajo de campo en La Tirana, donde se pudo

acceder al relato de Juan Olivares, y en Oruro, donde se pudo acceder a una segunda

entrevista a Víctor Hugo Sepúlveda además de tener acceso a una amplia variedad de

fuentes, recortes prensa, fotografías, etc. guardadas por el músico en su archivo

personal en Bolivia.

A fin de cuentas, contamos con una suma de elementos bastante amplia para

datar, constatar, analizar y formular un proyecto que permita conocer de manera

profunda la trayectoria del grupo y de ese modo instalar las distintas problemáticas

tanto en el ámbito cultural –hablando genéricamente– como también en la música

pura y dura.

Tomaremos como planteamiento general el área de investigación

etnomusicológica, utilizando métodos de observación, documentación y revisión

ligados a la disciplina de la musicología, sin embargo, con el cierto interés de

presentar un trabajo que desarrolle un estudio sobre música y entorno sociocultural.

El estudio que llevamos a cabo, en razón de su amplitud y de sus ambiciosos

objetivos estará interceptado por diversos caminos de investigación. Ellos estarán

determinados por la variedad de campos en los que el sujeto de estudio emerge,


30

considerando su presencia como ente investigador, de difusión y de creación de

cultura.

En un primer momento, se trabajara de modo paralelo en dos sectores.

El primero tiene que ver con la contextualización teórica, donde es necesario

llevar a cabo un estado de la cuestión acabado y donde urge determinar y acotar los

conceptos que hacen parte del corpus de nuestra investigación. En ese sentido,

deberemos especificar conceptos tan elementales como banda de bronce nortina,

norte grande chileno, ciudad patrimonial, etc; así también debimos adentrarnos en la

definición de Patrimonio el cual puesto en crisis culmina siendo tachado y utilizando

como patrimonio. Revisaremos bibliografía afín a nuestro estudio e intentaremos, con

los antecedentes teóricos que nos convocan , lograr “definiciones, conceptos clave,

modelos y teorías a partir de los cuales construiremos un reticulado categorial para

efectuar el análisis y discusión de nuestro asunto o problema.” (Cuadra, 2009: 12), y

así sentar las bases discursivas sobre lo que estamos tratando en nuestro trabajo. Esta

empresa se realizará fichando diversa bibliografía temática (Eco, 2006),

especialmente aquella que de manera crítica genere propuestas novedosas respecto a

los temas ya mencionados y de otras problemáticas discursivas que puedan aparecer

en el camino.

En segundo lugar, llevaremos a cabo un trabajo de búsqueda, que tendrá que

ver con conocer la historia del sujeto de estudio tanto de manera genérica

(macrofocal), como específica (microfocal). En este caso, este acercamiento lo

haremos por dos vías, la primera será por medio del fichaje de prensa, donde

relevaremos hitos de su historia presentes en periódicos de la ciudad de Valparaíso,


31

poniendo especial énfasis en la fecha en que sabemos que la banda ha participado de

un evento de interés. Consideraremos la semana en torno al 29 de junio, donde se

comenta respecto a la Fiesta de San Pedro en Valparaíso. También se ficharán los

recortes de prensa ofrecidos por el director de la agrupación, y aquellos otorgados por

su fundador, ambos acreedores de una importante documentación periodística sobre

el grupo, los cuales serán cotejados con los periódicos para revisar la fecha precisa

de publicación, además de realizar búsquedas cercanas en otros medios en relación a

la fecha mencionada anteriormente.

En una segunda vía, se llevarán a cabo diversas entrevistas las cuales tendrán

un carácter informativo y donde su temática pretende llegar a conocer sobre la

historia de La Bandalismo así como de las bandas de bronce del norte grande en

general, a partir de las vivencias de algunos músicos. Debido a la gran cantidad de

instrumentistas que han estado de manera formal e informal en la agrupación, se hará

una selección tomando como eje las entrevistas a músicos fundadores, históricos (de

larga presencia en la banda) y contemporáneos, es decir de las ultimas generaciones.

Con esto no sólo se pretende conocer los elementos que la prensa no puede

informarnos, sino también tener una mirada más cercana y amena de la vida como

músico de la banda, es decir una visión más anecdótica. Si bien se buscará realizar

entrevistas controladas, las conversaciones informales serán de importancia para

reconstruir episodios especiales y entender la orgánica interna de la agrupación.

Teniendo ya realizado estos primeros dos trabajos, nos abocaremos a conocer

la siguiente línea que atraviesa esta investigación, y que tiene que ver con la

performance. En este ámbito, asistiremos en calidad de músico y de investigador a

diversas presentaciones de la agrupación, idealmente, en sus distintos formatos:


32

“callejero” o sea pasacalles en movimiento y de escenario, es decir espacio estático

con amplificación. Se privilegiará conocer el repertorio que se presenta, la

performance de la banda, pero también conocer las impresiones y apreciaciones de

quienes van a escucharlos.

Complementariamente se recurrirá a los discos y casetes grabados por la

banda durante toda su trayectoria, exceptuando su ultima producción realizada

durante el año en curso. Revisaremos una serie de piezas de la banda desde una

perspectiva musical (sonido grabado y partitura) así como desde sus letras. Si bien

podríamos pensar que aproximarnos a la partitura podría significar derroche de

tiempo y quizás no entregar muchas aportaciones, lo cierto es que este elemento hace

parte, y es fundamental, en la tradición del músico nortino, siendo las “libretas” el

modo de traspaso de la música, y una herramienta guía para los músicos

participantes, tanto nativos como extranjeros. En esta arista será fundamental conocer

el trabajo de Mantle Hood (2001[1971]) que nos provee un acercamiento al análisis

de escritura musical. Así también consideraremos a Émile Benveniste (2007), quién a

través de su análisis lingüístico nos permitirá acceder a un nuevo enfoque en torno a

la letra de canciones , desde quien enuncia la narración y su importancia para el

patrón cultural en el cual se desenvuelve.

Un último contenido de interés de nuestra investigación, tiene que ver con el

modo en que nuestro sujeto de estudio se plantea en cuanto a su performance . Desde

su inicio la agrupación se presenta como una modificación al “canon” de banda

tiranera, cambiando el uso e instrumentación tradicional. Con el tiempo fue

adquiriendo una representación única que además de ser una novedad, representa un

proceso de hibridación de la práctica musical, esto al ser influenciada por elementos


33

contextuales. Bajo este análisis, nos veremos obligados a consultar a García Canclini

y su Culturas híbridas (2001) para dar con los procesos que acompañan a esta

entrama cultural de la cual somos testigos. De este modo, intentaremos poner en

práctica la proposición del autor y ejemplificar en nuestro sujeto de estudio la entrada

y salida de la modernidad o la construcción de una cultura híbrida en su relato

histórico.
34

CAPÍTULO 1

ANTECEDENTES SOBRE BANDAS DE BRONCE

DEL NORTE DE CHILE

La banda de bronces nortina, conocida también como “tiranera” –por su

reconocida y tradicional participación en la fiesta de la Virgen del Carmen de la

Tirana– constituye una de las más importantes prácticas musicales de carácter

popular y folclórico del norte grande de Chile. Ella trae consigo un canon asociado a

su implementación instrumental, repertorio y lugar en la fiesta patronal –

principalmente– de las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta.

No es el argumento ni interés principal de esta investigación abordar el

problema de los orígenes de estas bandas; sin embargo ante la poca información –que

debe desencadenar mayor preocupación investigativa– y en general el

desconocimiento del tema, consideramos que es fundamental señalar elementos que

nos permitirán sentar conceptos y definiciones y, en general, terminología, estructura

y modelos procesuales asociados a ellas, que ayuden durante el desarrollo de este

trabajo a clarificar la fisonomía de estas agrupaciones y, de ese modo, permitir al

lector abocarse a las reales intenciones de este estudio.


35

Antecedentes de la música militar en el Norte

Es innegable la importancia de la banda militar o de guerra como antecedente

en el proceso de construcción de este tipo de agrupaciones. Por ello es que en el

siguiente apartado, revisamos los elementos que nos darán la base para entender la

dicotomía que se genera entre las bandas de bronce y las militares, así como los

elementos que las reúnen inapelablemente.

Según señala Alberto Díaz (2009), las bandas de bronce nortinas, estarían

fundadas en la participación militar de distintos sujetos sociales asociados al territorio

–tanto locales, como extranjeros al sector del NGCH–. Con la reforma en las leyes de

conscripción de comienzos del siglo XX, estos sujetos habrían ingresado a los

distintos estamentos armados de la nación. Este enrolamiento masivo, promovido por

las fuerzas armadas chilenas, tendría como primer fin, fortalecer la adscripción a la

nación en un sector multiétnico que por la cercanía temporal con la llamada Guerra

del Pacífico , mantendría aun conflictos de filiación cultural; además intentaba

acrecentar la dotación de militares bajo el argumento de la importancia para la

formación ciudadana de participar en las ramas militares.

Así, se llegó a la contratación por el Ejército de Chile de Emilio Körner

(1847-1920), militar prusiano a quién se le solicitó realizar una modernización del

ejercito chileno y que, a raíz de esto, promovió importantes cambios en esta

institución: “en cuanto a su organización, logística y equipamiento, buscaron aplicar

al pie de la letra el modelo prusiano; incluso se reprodujeron los uniformes, los


36

pickelhaube9, las armas, marchas e himnos militares” (Díaz, 2009: 378). Dicha acción

no solo nos permite evidenciar la importancia de lo icónico –como es la vestimenta–

pero también conocer la injerencia en la música que tuvo esta reforma, pues señala

además que a la ya tradicional banda de guerra se sumó un segmento de músicos que

dominaba variados aerófonos cromáticos, y que conformarían la llamada banda

instrumental (Díaz, 2009: 378).

En otro ámbito, la profusa conscripción –tanto voluntaria como obligatoria–

involucró a varios sectores sociales. Fue determinante en la construcción de esta

práctica musical, el hecho de que al alero de las bandas instrumentales, aparecían

razones de peso para la participación. Según indica Díaz, ingresar a las bandas

“fue visto como una atractiva alternativa laboral, que posibilitó en


parte la descompresión económica de algunos segmentos vulnerables
de la sociedad nacional, entre ellos los campesinos andinos, que
buscaban seguridad laboral y estabilidad familiar en sus lugares de
origen, amén de la impronta y del compromiso patriótico.”(2009: 380)

En otras palabras significó la profesionalización de los músicos campesinos,

recibiendo remuneración por su trabajo, y además su legitimación como parte de la

nación.

Por otra parte, la asimilación del canon prusiano se vio representada en la

creación de agrupaciones que tenían como interés, además de engrosar las filas de

músicos militares, el de constituir prácticas musicales que, por un lado, legitimaran el

carácter formador de las ramas militares y, por otro, se relacionaran de manera

efectiva con el territorio nacional en los centros urbanos del norte de Chile. Así, como

9
El pickelhaube es un casco de origen prusiano, característico de las fuerzas armadas, bomberos y
policía creado a fines del siglo XIX y que posee el característico cuerno o pincho en la parte superior
del artilugio.
37

señalan González y Rolle (2005: 273), además de la celebración de efemérides como

las fiestas patrias, la banda constituía un importante medio de reunión ciudadana y,

por ende, de sociabilidad urbana en torno a las retretas. En ellas se integrarán el

repertorio europeo clásico y de moda, así como los géneros asociados a la nación

emergente, como por ejemplo la cueca.

Otro elemento fundamental para comprender la importancia de lo militar en

las bandas de bronce, corresponde al uso de los instrumentos. Según Díaz, avanzado

el siglo XX, la relación directa que se generó entre los pueblos del interior del norte

chileno y la presencia militar, se estrechó a través de la música. Como ya

mencionamos, los mismos comuneros de los distintos poblados eran quienes

participaban de las agrupaciones militares de los distintos regimientos y es a través de

ellos que comenzaron a llegar instrumentos de las fuerzas armadas a los poblados

(Díaz, 2009: 385). La dada de baja de muchos aerófonos de bronce, significó una

dispersión de ellos en variados sectores alejados de las grandes urbes. Con esto,

sumado a la presencia de músicos militares profesionales, es que se comenzó a dar el

proceso de conformación de orfeones, bandas de brigadas y otras agrupaciones, que

en la imitación, desde una perspectiva civil, facilitaron la permeabilidad de otros

repertorios no necesariamente castrenses.

Conformación del discurso mestizo

La creación de agrupaciones civiles en distintos poblados, constituye el punto

de fuga para la conformación de un canon de banda de bronce. Como señala el

músico originario de Humberstone , Guillermo Contreras Marín (1934), fundador de

la Banda Wiracocha, este proceso se vivió durante la primera mitad del siglo XX. En

su caso fue a través de las llamadas “brigadas” –que no eran otra cosa que grupos
38

infantiles y juveniles de scout– a una de las cuales se integró por primera vez con

catorce años a fines de los años cuarenta. Contreras comenta sobre los instrumentos,

que el primero al que accedió fue un contrabajo10, sin embargo por su tamaño y la

incomodidad que le significaba tocarlo con el uniforme de la brigada, decidió

solicitarle a su profesor un cambio, de otro modo decidiría retirarse de la agrupación.

El cambio a la tromba, es prueba de la variedad de instrumentos que aparecían en

aquella época: “Y ahí me pasaron una tromba, es igual que la trompeta, pero se toca

de ladito, [funciona] con cilindro no con émbolo”11; además del instrumento que

comenzó a interpretar su compañero en la banda, un quinto que describe Contreras:12

“es un instrumento chiquito, que le hace la contra al barítono y al contrabajo”13

Según Contreras, estos instrumentos se encontraban en desuso y en malas

condiciones en las oficina salitreras paradas14. Fue gracias a la voluntad del profesor

Rodolfo Garrido, que estos fueron reparados y reutilizados. Estos artefactos, muy

probablemente, constituyen un ejemplo del nivel de dispersión de los instrumentos

dados de baja por los militares y cómo su presencia en el entramado social de los

distintos pueblos podía significar su utilización constante, o su desuso.

Por otro lado, don Guillermo nos guía hacia el repertorio que se interpretaba

en la banda de la brigada de Humberstone:

10
En todo este trabajo, nos estaremos refiriendo a instrumentos de bronce. En su gran variedad de
comienzos de siglo aparecerán distintas versiones de eufonios, barítonos, trompetas, trombas y demás,
que en palabras de sus intérpretes se les denomina de manera abreviada. Como en este caso con el
contrabajo.
11
Entrevista a Guillermo Contreras Marín. 14/07/2016. La Tirana, Chile
12
En esta descripción Contreras relaciona la fisonomía del instrumento a su uso musical. Tararea como
sería el aporte del quinto, en relación al barítono.
13
Entrevista a Guillermo Contreras Marín. 14/07/2016. La Tirana, Chile
14
Entrevista a Guillermo Contreras Marín. 14/07/2016. La Tirana, Chile
39

“Tocábamos marchas. Marchas militares sí. Nos prestaban( las


marchas) y el maestro las arreglaba y empezamos a tocar marchas,
marchas. Y después al maestro le dijeron que si podía hacer algo de
música bailable. Los vals, pero música, unos vals grandes, uno que se
llamaba “Dorita”, que tenía como dos hojas de esas grandes. Y
empezamos, y aprendimos hartas, para poder tocar retreta porque la
retreta no puede ser con puras marchas.”15

Evidentemente la importancia del repertorio militar se va a ver reflejado en las

marchas, así como el repertorio europeizante se refleja en el vals. Como bien relata

Contreras, la motivación principal de este repertorio tiene que ver con su presentación

en un espacio de sociabilidad como es la retreta. Según su hijo, Guillermo Contreras,

la retreta se considera un elemento fundamental para la conformación de un

repertorio y como espacio de performance de la banda. Destaca que en la retreta hay

que tocar marchas “Una marcha militar, digamos, por ejemplo: la que tocan los

norteamericanos son rápidas. Las marchas militares como “Los Nibelungos”,

alemanas, más lentas. Pero en los pueblos en el interior, se toca lento.”16.

Este relato además considera la influencia germánica de las agrupaciones,

indica un modo de tocar más pausado que se empezó a dar en los pueblos del interior,

elementos importantes en la conformación de una identidad musical. Por otro lado,

padre e hijo coinciden en detallar que los valses eran también elementales: “no me

recuerdo el nombre, pero un vals antiguo y que creo que en Bolivia y acá en el norte

siempre lo han tocado”17.

Al año de haber comenzado en la práctica musical Guillermo padre, relata

cómo un baile religioso de la oficina, llamado Los Morenos de Humberstone,

15
Entrevista a Guillermo Contreras Marín. 14/07/2016. La Tirana, Chile.
16
Entrevista a Guillermo Contreras, hijo. 22/02/2016. Iquique, Chile.
17
Entrevista a Guillermo Contreras, hijo. 22/02/2016. Iquique, Chile
40

solicitaron músicos al profesor, para completar la banda que los acompañaría en La

Tirana. De ese modo con dieciséis años, a finales de los cuarenta, Contreras Marín se

enfrentó a su primera Tirana. Asistió junto a otros estudiantes de la banda “más

algunos adultos que eran ya fogueao’s en esta fiesta”18 acompañando a Los Morenos

de Humberstone. La danza de morenos, es una de las más tradicionales de la fiesta de

La Tirana y se acompaña del ritmo de salto de morenos. Este elemento es

fundamental para entender la construcción del canon de repertorio de bandas de

bronces. Por un lado nos remite a la antigüedad y tradición del ritmo de salto, así

como a la cronología de aparición de los distintos ritmos de la actual fiesta de La

Tirana.

Contreras comenta dos cuestiones relativas al repertorio dignas de rescatar. En

primer lugar nos habla del tipo de agrupación que interpretaba estos ritmos en aquella

época, y en segundo lugar , remarca el modo en que la banda de bronces aborda la

interpretación de este ritmo.

El primer elemento nos permite comentar la época de conformación y

aceptación de una agrupación musical novedosa para la fiesta. Como señala el mismo

Contreras, la fiesta antiguamente se realizaba principalmente con agrupaciones

musicales tradicionales como las comparsas de lakitas, sikuris, las agrupaciones de

percusión sola y las agrupaciones de percusión acompañadas por pitos, o flautas de

pequeña envergadura19. Prueba de la persistencia de estas agrupaciones sin bronces,

es el relato de Juan Uribe Echeverría, quien comenta: “Hay algunas compañías

mixtas de chunchos y chunchas. Acompañan sus danzas con bandas compuestas de

18
Entrevista a Guillermo Contreras Marín. 14/07/2016. La Tirana, Chile.
19
Entrevista a Guillermo Contreras Marín. 14/07/2016. La Tirana, Chile.
41

bombo, caja, pitos, flautas y alguna quena.” (1976: 23). Además durante la visita a la

fiesta el año 2016, pude constatar la presencia minoritaria pero trascendental, de

agrupaciones como las ya mencionadas, además de la participación de los bailes de

chinos.

Las bandas, fueron muy posteriores y tuvieron su masificación durante la

segunda mitad del siglo XX. “[antes] éramos como dos o tres nomás. Los otros

tocaban con pito: pitos, […] lakas, bombo y caja nomás, así sin nada. Porque… qué,

me imagino que vendrían unos 15, 20 bailes, y eso, era poquitos no más.”20 Sin

embargo, las bandas tendrán una función y un uso importantísimo que les otorgará la

primacía en las fiestas actuales.

El segundo elemento de importancia tiene que ver con la interpretación de

estos saltos y su uso en el contexto de la fiesta. Durante la celebración, son los bailes

los que realizan el rito de adoración, lo que no impide que la banda también

interceda, sin embargo es el baile el que se dirige literalmente a la imagen a modo de

veneración. Esto lo hacen a través de la mudanza. La mudanza es una coreografía que

llevan a cabo los bailarines, donde ordenadamente y al son de la música saludan cada

uno la imagen de la virgen. Esto supone que cada integrante pase por delante

realizando la coreografía. Por tanto la música debe mantenerse durante todo el tiempo

que el baile realiza el saludo. Por ello, comenta Contreras, antiguamente las

mudanzas eran relativamente cortas, llegando a durar entre quince a veinte minutos,

según la cantidad de integrantes del baile. En estas mudanzas cortas la banda podía

tener un breve repertorio de saltos distintos, interpretados en unísono por todos los

20
Entrevista a Guillermo Contreras Marín. 14/07/2016. La Tirana, Chile.
42

instrumentos que la conforman “Todos tocábamos lo mismo y de pe a pá. Veinte

minutos sin sacar la boquilla del labio.”21. Esto saltos por lo general son melodías

cortas de seis a ocho compases con repeticiones, donde dos frases (A y B) dialogan

entre sí. La primera se le entrega a los Altos y la segunda a los bajos como lo muestra

la imagen 1.

Imagen 1 salto s/t. Recopilado en La Tirana, julio de 2016.

Con la ampliación de los bailes, la mudanza fue tornándose cada vez más

larga, requiriendo por tanto una mayor resistencia de los músicos, que deberán

dividirse en dos voces para turnarse. Contreras relata que debido a lo extensas de las

mudanzas deciden alternar entre los altos –trompetas y en casos aislados clarinetes o

flautas– y los bajos –trombones, barítonos y posteriormente tubas– interpretando cada

sección un pasaje de la música, permitiendo el descanso de una de las secciones y,

por lo tanto, alargando la música por más tiempo. Es decir la banda de bronces fue

modificándose en la medida en que el baile lo fue exigiendo. De este modo podemos

21
Entrevista a Guillermo Contreras Marín. 14/07/2016. La Tirana, Chile.

43

plantear la expresa funcionalidad de la música para el baile, la cual se verá reflejada

en la forma de interpretar la música, así como la constitución de una banda de

bronces tipo, que determine una sonoridad y una intensidad básicas para la

participación del rito de veneración.

El canon y las estructuras de identidad regionales.

La problemática de hablar de canon tiene, a nuestro parecer, dos aristas

principales. Por un lado, nos reduce a un concepto eminentemente occidental, y

ligado en general a la música docta o académica. En segundo término nos señala un

lineamiento casi determinista de cómo es algo, en desmedro de matices de esta

estructura. En el caso de esta propuesta, usaremos canon para señalar los elementos

distintivos que componen una banda de bronces, tanto en su conformación

organológica o instrumental, como en su uso, funcionalidad y significado para su

entorno cultural.

Para esto nos ayudaremos de los niveles fenomenal, ideacional y estructural

propuestos por Martí (2000). Situaremos las distintas características de la banda de

bronces típica del norte grande chileno y veremos cuales son los elementos que la

componen y de qué modo se interrelacionan para formar una práctica musical

específica, socialmente internalizada y fuente de la cual beben otras agrupaciones.

En el nivel fenomenal encontramos elementos observables a simple vista en

nuestro evento musical (Martí, 2000: 57). En este caso destacamos la conformación

instrumental que poseen. Si bien, como detallábamos en la sección precedente, los

instrumentos que dieron origen a las filas de bronces eran múltiples y muy variados,

con el tiempo irán disminuyendo en cuanto a diversidad y se establecerán dos grupos

centrales: los altos y bajos. Dentro de los altos, como hemos visto, corresponderá
44

hablar de las trompetas y para los bajos, los barítonos y trombones. La mayor

presencia de estos grupos instrumentales, según relatan los mismos músicos de

banda, está determinada por la intensidad de volumen que emiten y su flexibilidad en

el ámbito de las figuras rítmicas. Por un lado, son las trompetas y los barítonos los

que emiten mayor cantidad de decibeles, en comparación a saxos, clarinetes, flautas,

etc. Por otro, la ductilidad del sistema de digitación de émbolos, facilita la

interpretación de figuras rítmicas características del repertorio de bandas, como son

las cuartinas de semicorcheas, galopas, saltillos, además de las figuras sincopadas.

Este recurso va en desmedro del trombón de vara, por ejemplo, que requiere mayor

técnica y pericia para la ejecución de estos pasajes rítmico-melódicos, sobre todo en

los tipos de saltos que poseen un tempo más acelerado.

Así también se dejará establecida la relación entre altos y bajos interpretando

una sección melódica de cada pieza musical (sección A o B). Esta característica tiene

importantes influencias en el repertorio musical, pues determina el tipo de

composición que llevan a cabo los músicos. En este sentido, la prevalencia de una

dualidad en la melodía, genera la aparición de un extendido repertorio de todas las

categorías de ritmos, basados en este dialogo entre una frase A, que resulta

interrogativa, y una frase B, que considera una respuesta. Si bien, se ha intentado ir

construyendo un discurso musical con formas estructurales distintas, la

predominancia de la dualidad entre A y B se ha mantenido en el repertorio de bandas

de bronce, principalmente por su aporte en el descanso de los músicos.

Se suma a los altos y bajos la presencia constante y obligatoria de la sección

de percusión. Esta está compuesta por varios bombos, cajas y platillos, elementos que

reflejan dos construcciones simbólicas de interés. En primer lugar representan el


45

aporte de lo militar, ingrediente que se ha mantenido durante muchos años, siendo

modificado solamente en la variedad de instrumentos; y, en segundo lugar, la

representación de un elemento tradicional a la fiesta como son las agrupaciones

exclusivamente de percusión y que, por regla general, en la fiesta de La Tirana está

conformada por gente de los bailes y no por músicos de las bandas.

En un tercer momento, encontramos en este nivel la presencia de un

repertorio específico, determinado por los bailes a los cuales acompañan. En este

repertorio destacaremos los saltos (con toda su variedad), sambo caporal, morenada y

kallahuaya, entre otros. Este repertorio ha servido de ejemplo para una infinidad de

agrupaciones de bronces formadas tanto en los márgenes del norte grande chileno, así

como fuera de ellos en ciudades como Valparaíso y Santiago. Además de permitir

una innovación constante en la construcción melódico-armónica de la música

seleccionada.

Según señala Contreras, la armonía asociada a las bandas de bronces es un

componente relativamente novedoso y en los albores de esta practica no

representaban un problema mayor a ser considerado. Según su relato, la armonía

estaba supeditada, por un lado a la cantidad de músicos que tocasen en la agrupación

–que no era tan abundante como hoy en día– y por otro, a las sonoridades que se

buscaban integrar a la banda. El primer elemento determina el tener pocos músicos,

por ende privilegiar la melodía principal y su volumen. Así solamente se recurrirá a

una segunda voz con un intervalo de tercera por debajo de la melodía principal. Sin

embargo, como el mismo Contreras comenta, con la multiplicación de músicos

además de la competencia entre bandas y la mayor preparación de los integrantes, se

fue poblando de terceras por sobre la melodía principal, además de armonías con
46

mayores accidentes, que permitieron la conformación de una identidad armónica

específica. En conversaciones con músicos de La Tirana, esta ampliación de las

posibilidades armónicas ocurrió a fines de los ochenta y tuvo como principal gestor a

Guillermo Contreras hijo, quién adoptó un sistema armónico con mayor presencia de

disonancias y cadencias con acordes de séptima, además de profundizar en los

aportes tímbricos que otorgaban las notas agudas de trompetas y barítonos.

En este punto es importante señalar que son varios los músicos que, en

conversaciones informales, reconocen este aporte de Guillermo Contreras hijo, quién

implantaría una forma de armonizar las melodías tan distintiva, que generará una ola

de imitaciones en otras bandas. Esta novedad, representa un estilo que se ha asociado

a la ciudad de Iquique y que además, a través de la grabación de la música de la

Banda Wiracocha, ha permitido su dispersión en el resto del país, donde se lleva a

cabo la práctica musical de bandas de bronces. Bajo el concepto de agencia, el trabajo

de Contreras hijo se constituye como un hito del desarrollo musical de las bandas de

bronce y un personaje individualmente trascendental en la reconstrucción de una

tradición.

En el nivel ideacional, propondremos elementos que sean de carácter

simbólico y que representen creencias, ideas y formas de hacer. En palabras del

propio Martí “tendríamos que hablar de la significación, del simbolismo, del conjunto

de normas y valores que configuran el mundo musical” (2000: 62), propio de un

grupo social específico. En este caso tenemos dos características determinantes del

ideal de banda de bronces que nos permitirán acceder a esta categoría.

Primero, es necesario señalar que las bandas tradicionales del NGCH,

representan una musicalidad cotidiana. Desde la visión espiritual, como en lo pagano


47

de la celebración urbana, es decir aparecen tanto en los ritos religiosos ligados a los

santos –en sectores campesinos y urbanos– así como en los espacios de diversión de

la ciudad en discotecas, conciertos y peñas o tambos. Lo mismo sucede con los

ensayos de bandas y de cofradías de danzantes, en lugares públicos, escuelas y

gimnasios. Dicho de otro modo, las bandas corresponden a algo totalmente normal,

cotidiano, y no son para nada excepcionales. De ahí que su presencia, así como la

participación ciudadana represente un elemento aglutinador, desembocando en la

música y sus organizaciones como espacios de sociabilidad y reunión etno-

geográfica.

La interpretación de ritmos de distintos países vecinos y la presencia de

grandes cantidades de migrantes de esos países, se ve reflejado en sus construcciones

culturales regionales como son los bailes y su música, y constituyen también un

evento de importancia para el entendimiento de estos ritmos no como algo exótico y

lejano, sino todo lo contrario. Los hacen propios y asumen su espacio cultural como

un crisol dancístico y musical. Relata Contreras “en ese tiempo no se inventaba tanto

como ahora, antes era muy… partes bolivianas. Así tomábamos partes, aquí de arriba

del interior, los taquirari, los huaynos.“22

Es la presencia constante de agrupaciones la que definirá también estilos y

formas de tocar que representarán lo que Martí califica, a modo de ejemplo, como el

duende en el flamenco; agregaríamos la inspiración de la improvisación, el swing en

el jazz. Y es precisamente este término el que nos permite relacionarnos a las bandas

de bronces .

22
Entrevista a Guillermo Contreras Marín. 14/07/2016. La Tirana, Chile.

48

Algunos músicos al ser consultados, no pueden definir cómo es la forma de

tocar la música de bronces, no tienen conciencia de la forma estricta en que

interpretan su música, pero sí tienen conciencia de que hacen algo distinto, utilizan el

término swing. Esto los reúne, a la vez que los diferencia de los otros lugares del país

donde hay bandas de bronces, y entre ellos, otorgándose identidades interpretativas

variables pero locales.

Esta característica del modo de hacer algo, por un lado justifica la filiación al

nivel ideacional, pero además nos permite poner en evidencia el sentido que tiene

para ellos pertenecer a estos grupos. El hacer parte de un sonido, una identidad, o

una forma de ser y de relacionarse con el resto de la sociedad de la que son partícipes.

Los músicos de estas agrupaciones se conectan a través de gustos, preferencias e

ideales de lo que debe ser la banda de bronces. Esta rigurosidad es plausible de

observar a través de sus relatos sobre bandas extranjeras (que no sean de Chile o del

sector norte de Chile) donde comentan todas sus fallas, pero llegando siempre a la

misma conclusión: “no saben tocar como acá”. Esta aseveración, aunque sectaria y

crítica de la música de colegas de otras latitudes, se corrobora a través de la

observación partícipe del evento musical. El modo de tocar, si bien no es transcribible

o es de difícil detección en una grabación, es claramente especial y si bien los timbres

y armonías entre bandas nativas y externas son asimilables, la forma de interpretar la

percusión y las figuras rítmicas en los bronces es muy particular y representa un

patrimonio sonoro de estas agrupaciones.

En el nivel estructural, como señala Martí, se intentará elaborar las

informaciones conseguidas de los dos primeros niveles y establecer relaciones entre

éstas y el sistema sociocultural general (Martí, 2000: 65). Así estableceremos tres
49

elementos que en nuestra opinión representan las características estructurales de esta

agrupación y nos permitirán completar este desglose, en pos de construir un canon de

lo que son las bandas de bronces.

Por un lado trataremos la relación de las bandas de bronce con su entorno

sociocultural directo. En este entorno, encontraremos los bailes –en fiestas

tradicionales y en ritos urbanos–, la escena musical en la que se desenvuelven –

estrictamente ligada a la performance musical– y las relaciones de poder entre

agrupaciones según su calidad. Por otro lado, revisaremos la composición de un

repertorio clásico y novedoso desde la reconstrucción simbólica de la música popular.

En tercer lugar, pondremos como centro el aprendizaje de este oficio, por un lado a

través de generaciones familiares, por otro, a través del dialogo entre enseñanza y

enculturación para rematar con la adscripción a un entorno musical , que puede ser

institucional –como las fuerzas armadas– o civil –o pueden ser las bandas en sí

mismas–.

Las bandas de bronce constituirán la sonoridad nortina por excelencia. Si bien

no disputan su territorio sonoro con las otras agrupaciones (por una cuestión práctica,

de volumen de intensidad, de cantidad de músicos, etc.) sí disputan sus espacios entre

ellos a través de los tiempos-lugares en que conviven. La fiesta religiosa, representa

el evento musical de mayor difusión, el que da origen a la práctica y, además, el

espacio de competencia. Este rito musical se vislumbra en las fiestas de importancia

según la región –en Tarapacá: La Tirana, San Lorenzo y Tarapacá– y en los espacios

urbanos a través de convites, despedida y recibimiento de pueblo de cada fiesta, y

tambos o peñas en espacios movibles. Si bien, la banda concibe su articulación como

un ente externo al baile, es importante señalar que su construcción simbólica y


50

musical está basada en la existencia de estas agrupaciones devotas y, allende el

interés de desligarse de ellos, las bandas de bronce se encuentran profundamente

constituidas para las danzas. De ahí su repertorio, su forma de tocar, de ordenarse en

el escenario, su intensidad de volumen, etc. La escena que transcurre, permite además

una proliferación de este tipo de agrupaciones, constituyendo una práctica extendida

y que además permitirá generar una identidad local fuerte, tanto desde su relación con

la nación, así como entre distintas localidades. La disputa por calidad entre Iquique y

Arica se vislumbra en los eventos musicales ya mencionados. Y se acrecienta cuando

aparecen bandas de Santiago, Perú o Bolivia.

En cuanto al aprendizaje, debemos recalcar la familia asociada a la banda

Wiracocha de Iquique. Aquí podemos constatar esta práctica tradicional, donde el

oficio de músico prima por sobre otras profesiones. En este caso, la familia de don

Guillermo Contreras Marín, participa in extenso de la música de bandas, comenzando

con él, siguiéndolo su hijo Guillermo Contreras, y sumándose varios nietos, además

de algunos sobrinos-nietos. Esta relación se constituye como un modo de preservar la

conducta, las formas de relación económica de las bandas, pero además la adscripción

a una forma de tocar de la banda Wiracocha. Los mismo sucede con la familia de don

Reinaldo Santibáñez, donde su hijo Tito Santibáñez y sus nietos, participan

activamente de la banda Los Dinos, de Arica.

Estos dos ejemplos nos hablan de un modo de transmitir un oficio, sin

embargo debemos considerar también los elementos de enculturación que se dan en la

actualidad. La influencia de bandas peruanas y bolivianas, poco a poco comenzó a

hacerse más presente en las fiestas chilenas, significó no solo la apertura a ritmos

danzables que traían consigo (Huaylas, cumbias) pero además influyó en la


51

construcción interpretativa de las generaciones más nuevas, modificando el modo en

que estos realizan la practica musical.

Finalmente, no podemos dejar de lado la importancia de estas agrupaciones

como instituciones aglutinadoras de distintos actores sociales, a través de la

adscripción de una idea fuerza común. Las instituciones de fuerzas armadas

continúan con su misión de formación civil y nacional, mientras que las bandas de

bronces, incluyen la formación cultural de estos actores sociales. Es normal, tanto

como en los orígenes de las bandas de bronce, la presencia de militares de todos los

rangos, en las fiestas patronales, en las bandas de bronces. Y como veremos más

adelante en esta investigación, constituirá un modelo estándar, de cómo las bandas de

bronces se nutrirán de músicos de profesión pertenecientes a la armada, para engrosar

sus filas.
52

CAPÍTULO 2

HISTORIA DE LA BANDALISMO

La construcción de un relato histórico sobre La Bandalismo, tendrá

obligatoriedad de realizarse en base a distintos puntos de vista que confluyan en

espacios temporales, políticos y culturales de importancia. En este sentido es

necesario señalar ciertos hitos que marcan la historia de la banda, tanto desde lo

contextual de la época, pasando por elementos que sean importantes desde un prisma

musical y hasta anécdotas que se repitan con frecuencia en cada relato. La necesidad

de este tipo de texto, tiene que ver con el generar un relato histórico asociado, por un

lado, a la memoria colectiva del grupo y su entorno, así como a los hechos

demostrables bajo otras fuentes, tanto periodísticas, como iconográficas.

Especial detención tendrán las entrevistas, que serán por sobre todo una fuente

de gran apoyo para este capítulo. A través de los recuerdos más significativos para los

informantes, relataremos las historias micro y macrofocalizadas, con especial interés

en aquellos relatos que confluyen en varias memorias. Con ello intentaremos

dilucidar procesos significativos en la trayectoria de la banda, visto desde el presente.

Por otro lado, intentaremos sostener de manera más rigurosa las fechas o momentos
53

en que estos recuerdos primordiales sucedieron, esto lo haremos a través de prensa de

la época e iconografía asociada a la banda, como por ejemplo sus afiches, carátulas de

casetes, partituras, etc. El propósito principal es dejar que sea el entramado simbólico

que representa la banda el que hable por sí solo, intentando tomar distancia de los

sucesos, con el interés de generar un discurso con un objetivo pero informado. El

relato estará, porísupuesto, dirigido desde un análisis de fuentes que nos permita

entender la riqueza que representa para el patrimonio intangible de la ciudad de

Valparaíso, la vida y obra de esta agrupación; pero también que nos permita

comprender la identidad construida y cuales son las características de ésta.

Evidentemente, el fin último de este nivel de análisis, intenta dilucidar las hipótesis

planteadas inicialmente en nuestro estudio.

El origen junto a los gitanos y a San Pedro

Víctor Hugo Sepúlveda –saxofonista fundador de la banda– es un personaje

multifacético, que llegó a La Tirana como fotógrafo. Durante los años setenta y

armado de un mini-laboratorio, fotografiaba bailes y músicos, y vendía las imágenes

a sus retratados. Así sustentaba los gastos de viajar al pueblo y disfrutar (y aprender)

de la música, que era su otra pasión. Fotografiando la partitura de un músico fue que

pudo acceder al mundo de los bronces; su interés por llevarse la música que

interpretaban le permitió participar de la fiesta, ya no como fotógrafo, sino como uno

más de la banda. Según cuenta, fue el “Palapa” quien le dijo –al enterarse que Víctor

Hugo era saxofonista– que participara de su banda que “iba a ganar más plata que

sacando fotos”23.

23
Entrevista a Víctor Hugo Sepúlveda, 15/04/2016. Santiago, Chile.
54

Desde entonces, su cariño y aprecio por el mundo andino y, en especial, por

las bandas de bronce se forjó viajando año tras año a participar de la fiesta.

Efectivamente, quienes hemos participado de una fiesta como esa, sabemos que es

imposible no continuar viajando a tocar, al menos una vez al año. Por ello, cuando

Juan Olivares, pampino y pescador que se encontraba en Valparaíso trabajando en

aquella época, le propuso armar una banda que acompañara un baile, no lo pensó dos

veces y sólo con la motivación se lanzó en esa empresa.

Con un simple “¿y por qué no arma usted una banda y yo armo un baile aquí

con los pescadores de la Caleta el Membrillo y bailamos pa’ San Pedro?” nació la

agrupación.

“Esto debe haber sido el ochenta, por ahí, setenta y nueve, ochenta.
Yo me acuerdo que traigo a Alejandro Ibáñez, que era un trompetista,
que le faltaba la mano derecha, que tocaba con un garfio. Que en paz
descanse. Y el Rodrigo trajo al Nino que era un amigo de él, que
tocaba el corno francés, y yo traigo a Alejandro Ibáñez y traigo al
Miguelo. Y esos éramos los cinco vientos. Rodrigo Bermúdez,
Alejandro Ibáñez, Miguelo Castro, Nino –corno francés– y yo. Esos
éramos los cinco músicos que iniciamos.”24

Con más motivación que integrantes, nacía La Bandalismo, aún sin un nombre

que los distinguiera; mas su novedad en la fiesta de San Pedro de la Caleta el

Membrillo, les permitió acceder a los anales de la celebración.

Para ese entonces, la fiesta de San Pedro era celebrada al son de alguna de las

bandas de la armada o de los militares, los bailes chinos y uno que otro danzante de

caletas más al norte de Valparaíso. Los saltos25, no habían inundado aun el trayecto

marítimo tradicional de la fiesta. Miguelo relata que “los temas… Juanito mismo nos

24
Entrevista a Víctor Hugo Sepúlveda, 15/04/2016. Santiago, Chile..
25
Ritmo danzable característico del norte grande chileno.
55

pasó los temas, el bailarín, nos [los] pasó”26; Víctor Hugo agrega que “Lo primero

que ensayamos para atender al baile de los pescadores, fueron cuatro saltos […] y

estudiamos esos cuatro saltos y con eso, los cuatro primeros saltos que tocamos en la

fiesta.”27

Interpretar saltos se debía a que era la música que menos costaba, y donde

tenían más repertorio pues era lo que más se tocaba en la Tirana28. Así es como

además se forjó el repertorio de la agrupación, que con el tiempo se fue ampliando a

waka wakas, sambos caporales, marchas de diablada, tinkus y un largo etcétera. Sin

embargo, siempre mantuvo como hilo conductor el salto como ritmo elemental de un

setlist. Cabe destacar que en la fiesta de La Tirana el ritmo de salto es el más utilizado

por los bailes, este aparece en distintas versiones que se distinguen melódicamente,

pues todos mantienen la base rítmica que suelen llamar dos por tres (Imagen 2)

modificando la melodía y el Tempo según el baile que acompañan. Así aparecen al

menos cuatro tipos de salto distinto: el salto de diablada, el salto de gitanos, el salto

de chunchos, el salto de morenos. En el caso de La Bandalismo queda claro que al

formarse en paralelo al baile de gitanos de Juan Olivares –que por lo demás estaba

conformado por su familia cercana: hijos y esposa29– debieron interpretar este ritmo,

los cuatro saltos que hicieron parte del repertorio durante bastante tiempo y que

incluso luego, como relata el fundador, fueron regalados a una banda que nació

posteriormente.

26
Entrevista a Miguelo Castro, 04/02/2016. Viña del Mar, Chile.
27
Entrevista a Víctor Hugo Sepúlveda, 15/04/2016. Santiago, Chile.
28
Fernando Gajardo, 02/02/ 2016. Valparaíso, Chile.
29
Entrevista a Juan Olivares, 15/07/2016. La Tirana, Chile.
56

Imagen 2: Ritmo base del bombo en el salto.

Primeras conformaciones: bienvenidas las cañas y todo aquel que quiera sonar.

La necesidad de constituir la banda con celeridad y celebrar al año siguiente la

fiesta de San Pedro en la Caleta el Membrillo significó reunir rápidamente a músicos

interesados en participar del proyecto. Como señalamos anteriormente, Víctor Hugo

extendió la invitación a dos amigos cercanos, Rodrigo Bermúdez y Miguelo Castro.

Sobre el primero señala que “era mi amigo y el tocaba flauta traversa en ese tiempo”,

por otro lado indica que “el Rodrigo trajo al Nino que era un amigo de el, que tocaba

el corno francés, y yo traigo a Alejandro Ibáñez y traigo al Miguelo. Y esos éramos

los cinco vientos.”30. Por su parte Miguelo indica que “ahí apareció al tiro el nuevo

integrante. No me acuerdo quién era, parece que era Rodrigo Bermúdez, que era el

hermano del que tocaba la caja. Y ahí apareció otro, rápidamente se fue armando, y

ya aparecieron más trompetas, y más saxos.”31. Con esta conformación participan por

primera vez de la celebración a San Pedro.

Como recalcan los integrantes fundadores, el inicio de la agrupación tuvo un

matiz importante respecto a las conformaciones de banda tradicionales del norte,

“saxos aparecieron muchos, siempre La Bandalismo tuvo muchos saxos. Claro

porque el saxo es de la ciudad, se usa más en la ciudad, acá.32” La instrumentación

era muy distinta, esto se debe, según Sepúlveda, a que eran los instrumentos que

30
Entrevista a Víctor Hugo Sepúlveda. 15/04/2016. Santiago, Chile.
31
Entrevista a Miguelo Castro, 04/02/2016. Viña del Mar, Chile.
32
Entrevista a Miguelo Castro, 04/02/2016 Viña del Mar, Chile.
57

habían, que tenían a la mano33; esto permitió por lo tanto excentricidades como un

corno o una flauta traversa.

Esta característica será importante durante la trayectoria de la banda, pues si

bien se originan con la clara intención de retratar de manera directa las prácticas

musicales respectivas a la fiesta de La Tirana, el saxo, en este caso predomina,

distintamente al norte donde es un instrumento muy poco usado; por el contrario en

La Bandalismo tendrá, al igual que el salto, un rol fundamental.

Esta particularidad decantará en la construcción de un timbre distinto a las

sonoridades imitadas, construyendo una versión desterritorializada y reconstituida

que no pasará desapercibida ni a ojos de otros músicos, ni de sus integrantes:

“La Bandalismo siempre tuvo esa característica de su timbre, que eran


mayoritariamente cañas, entonces eso hacía que tenia un timbre
distinto a las otras bandas; cuando íbamos a La Tirana era bien
escucha’o. Los otros músicos nos iban a escuchar, ahí a los hippies[…]
Imagínate en la banda, el corno es bonito, el corno es un timbre no se
entre saxo y trombón. Y además que este loco nunca estudió música,
entonces tocó el corno como banda, no lo tocaba como orquesta. ¡Lo
reventaba, gritaba el corno!”34

Esta sonoridad que la identifica será complementada con otros instrumentos

que se distinguían de las bandas tradicionales “clarinete hubo siempre, hubo harto

clarinete; hasta flauta traversa, fue una vez también a la Tirana con nosotros, el

Micelli, que partió con eso y después se compró saxo.”35

Por otro lado, la percusión era otro elemento de distinción en esta banda,

como señala su actual director “Siempre tratamos de tocar lo más fiel posible [sin

embargo] yo era el único percusionista que iba al norte, entonces era bien difícil

33
Entrevista a Víctor Hugo Sepúlveda, 15/04/2016. Santiago, Chile.
34
Entrevista a Miguelo Castro, 04/02/2016. Viña del Mar, Chile.
35
Entrevista a Miguelo Castro, 04/02/2016. Viña del Mar, Chile.
58

encontrar bomberos y platilleros que hicieran la rítmica como era [allá].”36 Esta

característica, implicó también una divergencia con los ritmos del norte en especial

por causa de la influencia de la música popular en ellos. “El redoble por ejemplo del

salto, acá siempre estuvimos acostumbrados a escuchar a Congreso, a Los Jaivas, a

tocar esos redobles, que tu ibai al norte y deciai ¿y donde están esos redobles? Nunca

estuvieron.”.37 Esta aseveración señala puntos de gran interés, el primero tiene que

ver con la intención evidente de emular una sonoridad característica de las bandas del

norte; en segundo término el hecho de que el viajar a La Tirana o las fiestas de la

región, significaba un viaje de estudio de la interpretación de esos ritmos,

otorgándoles estatus entre los pares músicos según quien ha vivenciado la

experiencia; en tercer lugar está la importancia que tuvieron grupos de música

popular en el acervo musical de los integrantes, sin embargo destaca también la

intención de diferenciarse de ellos que, bajo sus propios cánones, también

interpretaban ritmos nortinos.

Un proceso que hasta el día de hoy es reconocido por sus integrantes, por sus

ex-integrantes y por distintos personajes ligados a la escena cultural andina es el

haber servido de escuela. Recibir a músicos interesados en aprender significó, por un

lado, ampliar los márgenes donde la cultura musical andina se llevaba a cabo –en

especial el de las bandas de bronce casi desconocido en estas latitudes– y, por otro,

traspasar los conocimientos de interpretación de instrumentos y ritmos a otras

personas. Como señala Castro “varios se formaron en la banda, varios siguen el

camino tradicional que entran “¡no! me gusta la banda” ya toca el bombo, ya “yo toco

36
Entrevista a Fernando Gajardo, 02/02/ 2016. Valparaíso, Chile.
37
Entrevista a Fernando Gajardo, 02/02/ 2016. Valparaíso, Chile.
59

bombo”, y al ratito ya te dan ganas de pasar a la caja, y te pasai a la caja y te pasai al

viento y ese camino lo han seguido varios que llegaron a la banda”38. Así mismo lo

señala Pato Aspé, quién comenzó tocando el bombo, para luego pasar a la caja y

finalmente, y gracias al saxo en desuso de Víctor Hugo, pasar a las cañas39. El sonar

de La Bandalismo, por tanto, estuvo constantemente asociado a un afán de

confraternizar por medio de la música, de instruir respecto a la cultura del norte y, por

sobre todo, reunir gente.

Reminiscencias de La Tirana: el repertorio y el estilo.

Para La Bandalismo actual, el repertorio se compone de una variedad de

ritmos de origen Boliviano, Peruano y Chileno, los que relevan lo más característico

de cada zona, ya sea con repertorio estándar o con creaciones propias, pero siempre

mirando la producción musical de estos países en su diversidad cultural. Sin embargo,

es necesario señalar que cada uno de estos ritmos tiene su importancia. El primer

elemento de trascendencia tiene que ver con el proceso de recopilación de la música.

El primer acercamiento que tienen los integrantes de la banda, Víctor Hugo

principalmente, se hace a través de las llamadas libretas.

Las libretas son pequeños cuadernillos que utilizan las bandas de bronce, que

están compuestos por una serie de temas que serán interpretados en la fiesta, estas

libretas suelen estar rústicamente encuadernadas con corchetes y tienen una o dos

piezas por página. El reducido tamaño permite portarlas en el bolsillo y tomarla con

una sola mano para poder leer mientras se toca o en su defecto ponerlas en una lira o

pequeño atril de sujeción.

38
Entrevista a Miguelo Castro, 04/04/2016. Viña del Mar, Chile.
39
Entrevista a Patricio Aspé 04/02/2016. Viña del Mar, Chile.
60

Imagen 3: Rodrigo Miranda, músico de La Bandalismo sosteniendo una libreta.

Sepúlveda señala que el repertorio de la banda “era la música que yo me traía del

norte, los cuadernos que me regalaban mis amigos de Arica. Al principio eran puros

saltos, después ya cada Tirana o cada fiesta del altiplano que yo iba, yo ahí me

preocupaba de traer partituras, o grabaciones.”40. El contexto en el que estos viajes se

realizaban estaba marcado además por las posibilidades de la época, por ello la

recopilación y multiplicación de esta música se realizaba por medio de copiado de

libretas, como señala Víctor Hugo “en ese tiempo no había fotocopia, había que

copiarlo. Ya, me pasaban el cuaderno, me pasaba tardes enteras copiando.”.41 Así

también como dice Miguelo “cada vez que íbamos a la Tirana, llegábamos llenos de

partituras, porque los músicos son increíblemente solidarios con eso. Les gustaba que

se hiciera la música nortina acá en el sur, entonces nos pasaban muchas partituras,

40
Entrevista a Víctor Hugo Sepúlveda, 15/02/2016. Santiago, Chile.
41
Entrevista a Víctor Hugo Sepúlveda, 15/02/2016. Santiago, Chile.
61

estábamos llenos de partituras, nunca nos falto tema pa’ tocar, pero todo relacionado

con la cosa religiosa”42.

Lo interesante en este proceso de creación de un repertorio, tiene que ver con

que, al ser esencialmente música traída de las fiestas, lo que más interpretaban era

música “religiosa”, así como lo señala Miguelo Castro,

“[tocábamos] pura música de La Tirana, religiosa y la que se mantiene


hasta hoy día, nunca varió su repertorio. […] primero que nada todo lo
de baile: caporales, saltos especialmente, marchas diabladas,
kallahuaya también tocábamos. O sea se tocaban hartos ritmos, porque
como era de repente pa espectáculo, o sea viene una banda de música
religiosa, entonces teníamos waka waka, pero un montón de ritmos,
que ya no se bailan o que no se conocen.”43

Así también se interpretaban los rezos y cantos que se debían tocar dentro del

templo, como señala Aspé, la presencia de los saxos no pasó desapercibida en este

contexto pues su sonoridad suave y menos estridente entregaba de mejor manera el

sentido de recogimiento a los rezos y cantos de iglesia, provocando una sensación

distinta a la potencia que era difícil de disminuir en las trompetas y barítonos44.

Como se comentaba más arriba, el estilo fue un elemento decidor a la hora de

entender la sonoridad de esta banda. En su búsqueda por emular de manera fiel a sus

antecedentes nortinos, sus integrantes realizaban verdaderos viajes de investigación

consistentes en recuperar música y aprender la forma canónica de interpretarla. De

ese modo, hacia finales de los años ochenta el repertorio estará repleto de una lista de

ritmos característicos de La Tirana, pero también de otros pueblos cercanos y otras

celebraciones tradicionales.

42
Entrevista a Miguelo Castro, 04/04/2016. Viña del Mar, Chile.
43
Entrevista a Miguelo Castro, 04/04/2016. Viña del Mar, Chile.
44
Entrevista a Patricio Aspé, 04/02/2016. Viña del Mar, Chile.
62

La imagen 4 es un afiche de finales de los 80, donde confluyen varios

elementos que hacen parte de la construcción de un imaginario de banda distinto al

nortino, pero con una clara raíz en ello. Por un lado, tenemos la imagen de fondo, una

representación del puerto realizada por Víctor Castro, pintor de la región y padre de

Miguelo, que trabajaba con la visualidad arquitectónica de Valparaíso. El dibujo que

figura en el afiche representa un balcón en estilo porteño donde se ve una banda de

músicos tocando, es decir representa en una obra plástica al grupo. Las letras que

invitan a bailar y que señalan el nombre de la banda pertenecen a Miguelo Castro y

son las letras que se utilizan hasta el día de hoy en afiches y merchandising. Esta

tipografía del nombre de la banda –siguiendo una práctica en Chile que se remonta a

los grupos de la nueva canción– ha aportado un elemento fundamental en la

identificación gráfica de La Bandalismo. El gran telón que dice tambo, nos retrotrae a

la búsqueda de una identidad festiva nortina. Este tipo de eventos vino a modificar la

escena de peñas donde la agrupación tuvo su mayor presencia. Se tomará el término

pero se realizará al modo porteño. Es debido a esta mezcla de conceptos

iconográficos y tácitamente sonoros la que nos lleva al siguiente punto. Con una

tipografía semejante a la del grupo, aparecen los datos sobre el lugar, fecha y hora;

pero más importante aún, aparecen los distintos ritmos del repertorio de la banda que

seguramente serán interpretados. Entre ellos se alcanzan a leer cacharpayas,

kallaguayas, cumbias, cuyaguas, caporales, diabladas, saltos y varios más, los que

nos remiten al origen y punto de apoyo musical y cultural de la agrupación, el norte

grande chileno. Será esta mezcla de símbolos las que nos harán comprender la

intencionalidad de la performance de la banda, la que sin duda intenta plantar sus pies
63

en la ciudad y su tradición, a través de la arquitectura propia, pero que invitará al

baile a través de la música y de un entorno escénico claramente asociado a lo nortino.

Imagen 4: Afiche promocional (sin fecha).

La Performance de la música Bandálica

El elemento performático que más arriba tratamos desde la interpretación,

aparecerá en distintos medios. La escena en la que la banda lleva a cabo sus

presentaciones no tendrá un lugar fijo, y por el contrario, será extremadamente

movible y estará directamente relacionada a la causa o motivo de presentación. Como

ya señalamos, serán principalmente dos los espacios de performance que utilizará la

banda: la calle, acompañando la procesión de San Pedro, por un lado, y a los

movimientos sociales contra-dictatoriales, por otro; y el escenario estático en locales,

al amparo del ya mencionado tambo, a modo de reconstrucción de la performance

estática de las peñas, y de fiestas de distinto tipo. Cabe señalar que en ningún caso

estos dos espacios de performance serán excluyentes, por el contrario y con la


64

intención de emular, nuevamente, las prácticas de las bandas nortinas, se suele

intercalar en una misma presentación lo movible (entrar tocando como pasacalles a

un local) con lo estático (presentar un repertorio sobre un escenario). Sin embargo,

durante los ochenta, será mayor la importancia movible de la agrupación y de hecho,

es esta característica la que le significará mayores adeptos, más presencia en la escena

musical porteña y, posteriormente, el reconocimiento y requerimiento constante de

los movimientos sociales respecto a la utilidad de su performance. El mayor ejemplo

fue la participación en la fundación del PPD, como se vislumbra en la imagen (5).

Imagen 5: Nota de prensa marzo de 1988. Archivo de Víctor Hugo Sepúlveda, Oruro,
Bolivia.
65

Los años ochenta: de pasacalles, manifestaciones y tambos

Como señala Castro, en la manifestación social de la época

“tiene que haber música “ah ya pos la banda”; entonces estaba La


Bandalismo ahí adelante; una marcha “La Banda” ahí estaba la banda
en primera fila hueón, arrancando y enfrentando todo lo que
significaba en esa época. Nosotros fuimos todos los años al cementerio
Santa Inés a tocarle a Allende pos, todos los años.”45

Víctor Hugo recuerda los primeros momentos en que la agrupación se hizo

partícipe de las manifestaciones callejeras “Andábamos haciendo campaña para que

la gente se inscribiera en los registros electorales, para votar después en el plebiscito

del Si o el No.” 46 Así mismo, Fernando Gajardo recuerda que esta presencia

constante se hizo patente luego de aportar con música en el proyecto llamado

TURVA, Taller Urbano de Valparaíso, en el cual en conjunto con otras expresiones

artísticas callejeras, ellos aportaban con la música. Esta frecuencia en la movilización

social significó que tuvieran problemas políticos “porque estábamos haciendo

campaña contra la dictadura.”47

La imagen 6, refleja en gran medida cómo la agrupación finalmente

constituyó un elemento principal de la expresión popular tras la victoria del no,

teniendo una mención en El Mercurio luego de la derrota de Pinochet.

45
Entrevista a Miguelo Castro, 04/04/2016. Viña del Mar, Chile.
46
Entrevista a Víctor Hugo Sepúlveda, 15/02/2016. Santiago, Chile.
47
Entrevista a Víctor Hugo Sepúlveda, 15/02/2016. Santiago, Chile.
66

Imagen 6, El Mercurio de Valparaíso, 09/10/1988.

Ahora bien, es necesario señalar que esta constante presencia callejera no sería

posible sin la participación anterior de la banda en la fiesta de San Pedro. Al respecto

todos los integrantes coinciden en que fue la presencia durante todos los años, desde

que se fundó la agrupación, en dicha celebración religiosa, lo que les valió el hacerse

conocidos y hacer parte del imaginario musical y sonoro de la ciudad, a pesar de

convivir con el desconocimiento público de esta práctica musical. Miguelo cuenta

que ante cualquier “actividad medio cultural” en que se necesitase música para

“animar la cosa”, la banda ya estaba en la calle y agrega que siempre les salía algo.48

De la peña al tambo

El tambo es un tipo de fiesta que nace en las ciudades del norte, donde emulan

un lugar de celebración tradicional como eran los tambos andinos; de manera paralela

48
Entrevista a Miguelo Castro, 04/02/2016. Viña del Mar, Chile.
67

se realizan en galpones, casas, centros comunitarios del mismo modo como se daban

con las peñas más hacia el sur. Don Guillermo Contreras Marín, fundador de la

Banda Wiracocha de Iquique, entrega detalles sobre el tambo tradicional y su

recreación durante la segunda mitad del siglo XX:

“el tambo es una parte donde se [juntaban] la gente de acá del interior
de la cordillera, con la gente que iban de aquí, de las oficinas salitreras,
y se encontraban en los medios. Y armaban unas casas así de
calaminas, otra con barro, con pilcas como le llaman, y llegaban ahí y
se hacían los trueques, nosotros o ellos les entregaban azúcar, arroz,
aceite, y los otros les entregan cebolla, papa, etc. y se hacían los
trueques. Y después, según las conversaciones, no faltaba uno que
llevaba un charango una guitarra, y por ahí escondidito. O no
escondido, porque en ese tiempo no se escondían. Y el alcohol, pusi, y
lo mezclaban con bebida o… y se lanzaban a tocar y a tomar. Ese es
un tambo, por eso que después lo trajeron a Iquique, a otros lados. Y
que lo que hacían, la música y tomatera, y bailaban.”49

Así, este espacio de sociabilidad y fiesta, representa un lugar común en el

imaginario nortino, siendo el lugar preferido para escuchar música y bailar, además

de conseguir algo para beber y comer.

Por otro lado, como ya hemos comentado anteriormente, la peña se plantea

como un espacio de sociabilidad donde prima la conversación, con el respeto

silencioso de la música, es decir se va a escuchar. Sin embargo, también representa

un lugar de confluencia de idearios políticos, lo que se verá más fuertemente durante

la época dictatorial.50

De modo paralelo, estas dos escenas convivían sin conocerse, por la distancia

geográfica que existe entre Santiago y Valparaíso, y el norte grande, pero también por

49
Entrevista a Guillermo Contreras Marín, 14/07/2016. La Tirana, Chile.
50
Sobre peñas en Chile ver: González y Bravo (2009); Rodríguez (2015), González y Rolle (2005).
68

lo significativamente distinto que es el contexto de escucha musical51. El primero es

primordialmente para la danza, y el segundo tiene como intención escuchar la letra,

entender un mensaje. Sin embargo se entrelazan en la reunión social, ambos también

durante la dictadura. Guillermo Contreras padre, señala por ejemplo que los tambos

en Iquique, solían ser realizados por el grupo Arak Pacha.

Ahora bien, en Valparaíso la peña también era el lugar predilecto para la

reunión social, política y cultural. Fernando Gajardo destaca la presencia de la peña

“La casa del Folclor”, otra peña en Playa Ancha, así como Miguelo recuerda

vívidamente la “Peña del francés”, en el plan de Valparaíso. Sin embargo, y

considerando que La Bandalismo adscribía a este sentir festivo de las bandas de

bronce, la peña sería un lugar de lucha, en la medida en que debían presentar una

música intrínsecamente bailable, en un lugar donde la circunstancia y austeridad

emocional, se guardaba para oír a los cantautores. Para Víctor Hugo el perfil

tranquilo, sosegado y grave de las peñas fue modificado por la agrupación:

“Terminaba la peña con los cantantes con guitarra, el lloriqueo, el


velorio que le decíamos –porque estaban todas las mesas con velas,
con el vino navegao– y entraba esta banda desde afuera, […] hasta el
escenario, que hasta ese momento, había sido puro llanto, nostálgico.
Y entonces tiraban las mesas para atrás, apagaban las velas y la gente
se ponía a bailar. Nadie sabia bailar [los ritmos nortinos], pero
inventaban como bailar y terminaba la peña con una alegría.”

Esto retrata fielmente la contradicción que significaba el presentar una música

festiva en un contexto donde aun se padecía, en cierto modo, el dolor que significaba

el momento político y social del país. Es por esto mismo, que finalmente deciden

51
Cabe destacar que la peña como práctica musical, paulatinamente fue expandiendo sus fronteras por
todo chile, no así el tambo, que recientemente ha adquirido una mayor dispersión.
69

dejar de lado el término para acuñar el de “tambo”. En adelante, la agrupación

utilizará este término para referirse a las fiestas donde se presentaban. Tambo

altiplánico, tambo nortino, tambo a secas, pero siempre haciendo mención al contexto

cultural y geográfico donde se inspira su música. Esta construcción, se suma al resto

de elementos que aportó la agrupación en una re-constitución de la escena musical

porteña, por un lado, y en una des-territorialización de conceptos profundamente

anclados al norte, como los ya mencionados.

Imagen 7. Volante Celebración 10 años de LaBandalismo Imagen 8. Afiche celebración 10 años


de La Bandalismo.

Los marinos: más tira el terruño que el rango

Como hemos visto, la historia de las bandas de bronce del norte grande, está

inevitablemente ligada al mundo militar, ya por su origen, por su repertorio, pero aun

más importante que eso, por quienes conforman este tipo de agrupaciones. En general

en las bandas del norte encontramos una gran cantidad de músicos de los distintos

destacamentos de la armada y las fuerzas castrenses. Al hacer parte de la vida

cotidiana de una ciudad puerto como Iquique o Arica, la casta militar hace parte

ineludiblemente de las prácticas culturales de dichas ciudades y de sus entornos. Tal


70

como en sus orígenes, las bandas de bronce se pueblan con músicos profesionales de

la armada y los militares, que además de hacer parte de sus correspondientes deberes,

componen estas agrupaciones para las fiestas. Un buen ejemplo de ello es Tito

Santibañez, trompetista y director de Los Dinos de Arica52, quien relata que es

totalmente normal esta situación, pues trabajar como militar es una de las pocas

formas de subsistir como músico profesional53. Es decir dedicarle tiempo exclusivo a

la interpretación.

Testigos de esto fueron también los músicos de La Bandalismo . Miguelo

comenta que : “te encontrai con marinos en el norte po, todos los marinos que están

trabajando en Iquique tocan en las bandas, en el momento de La Tirana salen a

pitutear y ahí tienes contacto”54. De la misma forma fueron fundamentales para la

subsistencia y para el momento de potenciar la banda en presentaciones de mayor

importancia. 55 El ejercicio de la interpretación constante les otorgaba un

profesionalismo y calidad, además del volumen necesario para una agrupación de este

tipo.

“De los primeros, el Maní56 […]pero siempre habían marinos, porque son buenos,

son aperreaos pa tocar los marinos po. Claro no son delicaditos, no son de bandita,

son aperreaos siempre han sido muy buen apoyo los marinos.”57

52
El nombre Los Dinos, corresponde al de la banda de bronces liderada por Héctor Santibáñez y su
nombre proviene de la palabra dinosaurios, pues era el nombre que le asignaban a la banda por estar
compuesta por barios músicos más viejos.
53
Entrevista a Héctor Santibáñez, 17/07/2016. La Tirana, Chile.
54
Entrevista a Miguelo Castro, 04/02/2016. Viña del Mar, Chile.
55
Entrevista a Víctor Hugo Sepúlveda, 15/04/2016. Santiago, Chile.
56
El “Maní” es Sergio Montecinos. Hoy músico de distintas bandas de bronce tanto de Valparaíso
como de
Iquique. Entregó su testimonio de manera informal durante la fiesta de La Tirana en 2016.
57
Entrevista a Miguelo Castro, 04/02/2016. Viña del Mar, Chile.
71

Esta presencia de militares no se daba al azar. Debido a los constantes

traslados a los que debían someterse, sucedía mucho que marinos iquiqueños y de los

pueblos del interior de Iquique, llegaran a trabajar a Valparaíso. Víctor Hugo cuenta

que él, primero los conocía en La Tirana y al saber de su residencia en Valparaíso,

los invitaba, sobre todo cuando era necesario reforzar las filas58. Evidentemente el

interés por tocar en La Bandalismo, se acrecentaba ante la ausencia de su

cotidianeidad como músicos de fiestas patronales. Es interesante que entre los

nombres que durante los ochenta aparecen como músicos de La Bandalismo, nos

encontramos con varios sargentos, otros sub-oficiales de alto rango, que llamados por

la música de bronces nortinos, dejaban sus uniformes para vestirse de blanco y

“callejear” con la banda.

Sin embargo, un elemento importante en este aspecto es el hecho de que la

agrupación solía participar de fiestas de San Pedro, peñas político-culturales y

pasacalles despolitizados, como en la calle de los niños, pero también los

efectivamente políticos con las marchas contra la dictadura y otras consignas.

Miguelo relata un episodio en particular, en que visitando la tumba de Allende para

su cumpleaños, se vieron envueltos en una grave disputa entre los participantes y la

policía. En esa situación se vieron obligados a sugerirles a los marinos, que se habían

hecho presentes para tocar con la banda, que no participaran. Sin embargo, cuenta

Castro, que “algunos se arriesgaban y se iban con su gorrito y todo, y se tapaban acá

atrás pa que no se viera que estaban pelaos. Con su gorro iban a tocar no más”59 a

riesgo de perder su trabajo si eran pillados. La misma situación se vivía en las peñas,

58
Entrevista a Víctor Hugo Sepúlveda, 15/04/2016. Santiago, Chile.
59
Entrevista a Miguelo Castro, 04/02/2016. Viña del Mar, Chile.
72

donde era constante, evidente y notoria la presencia de miembros de la policía

política de la dictadura. Miguelo cuenta cómo los CNI tenían su propia mesa, y eran

conocidos por los organizadores de la Peña del Francés y los asistentes. Fernando

Gajardo, cuenta que para este tipo de eventos, también era frecuente que los marinos

salieran a tocar vestidos de blanco entero, pero cubriendo su identidad con lentes

oscuros, bufandas, y gorros de lana60.

Diez años de música en Valparaíso: el tambo en Avenida España y “Bandalismo

mismo”

La construcción de una identidad musical solicita la presencia de varios

elementos que permitan distinguir tanto en su performance como en el sonido de la

agrupación. En el caso de las bandas de bronce nortinas, los detalles son los que

confluyen para distinguir una banda más moderna, de una con larga trayectoria. Los

finales de melodías personalizados –también llamados repiques– son como una firma

para quienes crean la música. Las armonías más abiertas o más compactas, los toques

de percusión específicos, todo ayuda para diferenciar una banda de la otra

manteniendo una cierta estructura, que les permite ingresar al canon de la banda de

bronce para baile religioso o cultural. Sin embargo, para una agrupación totalmente

desligada de esta cotidianeidad geo-localizada, son otros los elementos que surgen y

que le dan la particularidad. En el caso de la Bandalismo, son dos elementos los que

resaltan: su timbre y su visualidad.

El timbre de La Bandalismo representa un hito importantísimo para la

agrupación y es probablemente determinante de una identidad específica e individual.

60
Entrevista a Fernando Gajardo, 02/02/2016. Valparaíso, Chile.

73

Si bien sus integrantes tienen consideración de este hecho desde el comienzo, no será

hasta la grabación del casete “Bandalismo mismo” a comienzos de los noventa que

podremos establecerlo como tal. El casete, intenta rescatar la primera gran etapa de la

agrupación, fundiendo en una sola cinta los ritmos mas característicos del repertorio

que llevaban tocando durante diez años; en el cual resaltan las características de La

Bandalismo de finales de los ochenta y comienzos de los noventa.

Por un lado la presencia de las cañas como un instrumento más y, por otro, la

rusticidad del sonido. La rusticidad de sonido se debe principalmente al hecho de que

mantenían varias características propias de las bandas de bronces de la época.

Primero, utilizar la percusión por separado, es decir que cada músico usa un

instrumento: caja, platillo o bombo. Segundo, tocar las melodías de altos y bajos

intercaladas ,con una sola voz principal. Este diálogo musical irá cambiando con el

paso de los años, pero sin duda quedará marcado para quienes hicieron parte de la

primera época de la banda, en especial sus integrantes y amigos cercanos. Esta será la

sonoridad recordada por hacer parte de las manifestaciones culturales de fines de los

ochenta , de sus procesos pro-democracia y de su apertura cultural.

Por otro lado, la visualidad de la banda se verá interceptada por dos elementos

figurativos e identificables con la agrupación; el primero tiene que ver con los dibujos

y las tipografías creadas por Víctor y Miguel Castro, respectivamente, y que harán

parte tanto del casete ya mencionado, como de afiches y adornos .


74

Imagen 9. Carátula del Casete “Bandalismo mismo” de 1990.

La calidad técnica y artística de estos elementos le otorgará a la banda un

sustento iconográfico rico, pero además permitirá la construcción de una visualidad

reconocible en torno a la agrupación desde una perspectiva no performática .

En segundo lugar –y ahora desde la performance escénica– la visualidad de la

banda adquirirá características singulares y reconocibles. La ropa blanca, según relata

Fernando Gajardo, tiene dos razones principalmente: por un lado, emula la ropa de

los pampinos, quienes utilizaban ropajes blancos para evitar que se notara la suciedad

de la chuska, que es el polvo del desierto, (por tanto posee un simbolismo intrínseco

de la banda y el lugar social al que adscriben)61; y por otro lado, las primeras

presentaciones de importancia de la banda fueron de la mano de Los Jaivas en una

serie de conciertos que realizaron en Viña del Mar, en el estadio Sausalito, y en

Santiago en el teatro Caupolicán durante el año 81 en el marco de la promoción de

“Alturas de Machu Picchu”. Para congeniar con los celebrados músicos, optaron por

usar ropajes blancos como los que Los Jaivas vestían en las fotos promocionales del

61
Entrevista a Fernando Gajardo 02/02/2016. Valparaíso, Chile.

75

disco y en el video realizado en la ciudadela Inca. Ahora bien, esta decisión

performática no pasará en vano pues, al margen de las bromas que adornan el

anecdotario, este blanco se hará constante y esencial para individualizar a la banda,

más aún cuando de a poco los integrantes iban cambiando; le permitió mantener una

linealidad en su performance.

Mientras la banda disfrutaba de su importancia como agente de reunión

política y manifestación pública, la historia de la agrupación comenzaba a tomar bríos

con la celebración del primer decenio de trayectoria. Con un tambo en el Centro de

eventos Avenida España, la agrupación celebró el mantenerse con vida durante tanto

tiempo y proyectó su futuro repletando un espacio de gran amplitud con gente

interesada en acompañarles en este aniversario. Según señala Pato Aspé, la

celebración coincidió con la visita de una banda de Arica. Además, tuvieron de

invitados al ballet folclórico Tabake, de Playa Ancha. Pero lo más importante, es que

La Bandalismo, estableció su estilo tocando como banda, con percusiones por

separado y con altos y bajos contrapuestos, melódicamente.

Imagen 10. Promoción de prensa para aniversario de los 10 años de La Bandalismo,


1991.
76

Estos dos últimos hitos, marcan profundamente la historia de la agrupación y

determinan características que serán ineludibles en la conformación de una identidad

de La Bandalismo. Si bien el casete no posee una difusión muy amplia, replica lo que

la banda venía realizando hacía más de diez años; y el tambo de aniversario, con la

gente que repletó el local, denota la importancia de esta agrupación para el

patrimonio sonoro de la ciudad, y es la presentación de la agrupación tal cual existe

en la memoria colectiva.
77

CAPÍTULO 3

RECONFIGURANDO LA BANDA: LA NUEVA ÉPOCA

Si bien la nueva época de la banda produjo el rompimiento con algunos

elementos que la habían caracterizado durante los ochenta, implicó también la

posibilidad de integrar la escena musical porteña desde una perspectiva creativa sin

precedentes. La integración de elementos no convencionales a las bandas que

imitaban ,les permitió congeniar con una serie de otros grupos con los que quizá no

tenían tanta relación, pero que ahora con la presencia de instrumentos populares, los

acercará y tenderá puentes entre ellos, entre la música de tradición y la música

popular.

Transfiguración e hibridación

La Bandalismo está conformada bajo el canon de las bandas de bronce

nortinas, donde los instrumentos de metal se dividen en altos y bajos y se suma a ello

una sección de percusión compuesta por bombo, redoble o caja y platillos de choque

,cada uno interpretados de manera individual por un músico. Los altos corresponden a

trompetas (en algunos caso clarinetes y saxos) y los bajos a barítonos y trombones.

Sin embargo, ante la aparición de los saxofones como línea individual, el

ordenamiento instrumental en La Bandalismo se reconfigura en tres secciones: las


78

secciones altos y bajos ya mencionadas, sumado a los saxos que, en algunas

ocasiones participan del contracanto y, en otras, realizan acompañamientos y

ornamentos especiales; luego la sección de percusión, compuesta por la batería62 y

otros instrumentos como platillos de choque, matracas y timbales, todos asociados al

mismo instrumentista, exceptuando los platillos de choque.

Finalmente aparecen otros instrumentos como el charango y el bajo,

instrumentos de cuerdas ajenos a las bandas de bronce tradicionales, pero que en la

Bandalismo tienen un rol si no protagónico, fundamental. Además de ello, aparece la

voz solista como otro elemento novedoso, pero no por ello alejado de la tradición a la

que miran. Estos últimos elementos que hemos mencionado, señalan el proceso de

mutación y reconfiguración musical que ha vivido la agrupación, integrando

elementos excéntricos a la tradición de bandas de bronce, en pos de mantener un peso

sonoro amplio a pesar de la falta de músicos —problemática central detonante de la

aparición de los saxos, de la batería y del bajo— pero también con la intención de

innovar en el género que desarrollan.

Ahora bien, el análisis de canción que presentamos a continuación se

construye entre piezas que tienen relación desde la problemática de las identidades, la

tradición y la reterritorialidad. Estos elementos los pondremos en diálogo,

entretejiendo los conceptos, idealizaciones y perspectivas que cada una de las

canciones proporciona respecto a identidades geográficas, culturales y sociales. Todo

esto, poniendo en crisis la percepción del hablante, del autor o de los personajes

62
Debemos indicar las diferencias instrumentales en la percusión. Cuando hablamos de batería nos
referimos a la batería de percusiones estándar, conocida por las agrupaciones de rock, compuesta por
un bombo apoyado al piso, un redoble, hit-hat, platillos aéreos y tambores de distinto tamaño adosados
al bombo.
79

presentes, entendiéndolos como partes de una territorialidad discursiva que dialoga

con otro espacio cultural-geográfico y que proporciona una visión de él dentro de su

composición musical.

Así, consideraremos “La cumbia del pescador”, canción que refleja la

identidad porteña, evidenciada en una pormenorización de eventos, lugares y

sensaciones de cómo se mira a sí mismo el habitante de esta ciudad puerto. Esto

desde el panorama marino, pasando por la geografía de cerros, hasta los oficios

clásicos de la gente de la costa.

En segundo lugar, analizaremos la canción “Macaya”, que ya desde su

formulación como ritmo de huayno, nos plantea una visualización del territorio que

será descrito y puesto en valor. En este sentido, es importante poner énfasis en el

análisis de los lugares, momentos, formas de hablar y elementos característicos que se

presentan, pues desde la perspectiva de un foráneo sin duda la significación y

valoración han de ser diferentes.

En tercer lugar, analizaremos la versión del tradicional “Huayno del soltero”

hecha por La Bandalismo para el Disco Rojo (2002). Este huayno representa uno de

los “clásicos” de la música andina, es tocado en distintas versiones en los países

andinos (Perú, Bolivia, Ecuador, Chile), con arreglos para agrupaciones de tarkas, de

zampoñas y de bandas de bronce. La revisión de este ultimo tema nos llevará, más

allá de la territorialidad, a la identificación con lo que se entiende comúnmente como

“lo andino”, asociado a una serie de modos de hacer, territorios culturales,

cosmovisión, formas, procesos y entendimientos de un colectivo profundamente

unitario mas no por eso no marginado. Este elemento agregará interés a la discusión

sobre las identidades y la reterritorialidad del discurso expuesto en las distintas


80

canciones analizadas.

Este análisis responde, por un lado, a la necesidad de conjeturar sobre la

construcción de identidad de la banda y su escena, así como también entregar un

análisis no necesario o estrictamente musical en nuestra investigación total, para, de

ese modo construir desde la interdisciplinariedad un discurso sobre un sujeto musical

activo y dialogante.

El repertorio propio y la revisión del canon tiranero

Según lo conversado con los distintos miembros de la agrupación 63, el canon

–o lo que ellos entienden como los ritmo clásicos que se interpretan en la fiesta de la

tirana– está basado en ritmos propiamente nacionales, como el salto, con todas sus

variantes para los distintos bailes, intermediado por otros ritmos de origen extranjero,

como la diablada y el sambo, provenientes de Bolivia64; y por géneros comunes a los

otros países andinos como el huayno. Cuando hablamos de “revisión”

consideraremos cómo La Bandalismo toma estos géneros y los reinterpreta, es decir

reversiona el repertorio clásico y se apropia de formas y estructuras para componer

sus propias canciones bajo la forma aprendida. En este caso, tenemos un largo listado

de saltos que hasta el día de hoy se tocan en La Tirana y que hacen parte del

repertorio de la Bandalismo desde que fueron recopilados en los viajes de los

integrantes en los años ochenta y noventa. Lo mismo sucede con huaynos, sambos e

incluso cumbias.

63
Conversaciones informales con Pato Aspé, Fernando Gajardo y Miguelo Castro.
64
No entraremos en la discusión de los orígenes de estos géneros. Entendemos que constantemente se
discute sobre el origen peruano o boliviano de estos géneros. Sin embargo nos atendremos aquí a lo
señalado por los entrevistados, quienes aseguran el origen boliviano a estos ritmos pues así lo han
aprendido de otros músicos tiraneros.
81

Ahora bien, para nosotros es importante conocer y entender cómo de un

repertorio “recopilatorio”, se pasa a un repertorio propio, donde además de las música

recolectada y versionada, se integran canciones propias de la banda que sacan a

relucir el componente creador de cultura.

Análisis intertextual del repertorio

Todas las grabaciones que utilizaremos como fuente corresponden a la etapa

más contemporánea de la banda, es decir, son la representación más actual y, al

momento de su aparición, cargan con al menos 20 años de trayectoria, cuestión

importante de señalar.

El Disco rojo (2002), intenta sintetizar el repertorio que han reunido durante

su trayectoria, y demuestra la innovación que ha significado la migración de

instrumentos y géneros nortinos en la creación musical del grupo. En primer lugar, se

evidencia la re-creación sonora que han llevado a cabo en lo instrumental, a partir de

modificar la base percusiva de bombo, caja y platillos, por una batería con tambores

de distintas alturas, platillos varios y un timbal para la interpretación de algunos

tracks del disco (todo esto con un único intérprete), junto a la introducción del bajo

eléctrico –en vez de la tuba o varios barítonos– elemento nuevo para la sonoridades

de los bronces del NGCH. Se nota la intención de dar cuenta cómo estas

modificaciones a la instrumentación, han influido en el repertorio tradicional.

Sin Perder el Norte mantiene la idea del Disco rojo, pero está mucho más

abierto a la creación propia y a la experimentación con estos ritmos clásicos de las

fiestas patronales y de las bandas de bronces. Destacan el tinku “Tincusiando”, el

ritmo de salto “Chiquita Morena” y la cumbia “La cumbia del pescador”; junto al

huayno, la cumbia es de los ritmos más tocados en los convites posteriores a los ritos
82

religiosos en las fiestas de pueblo. Pese a lo antes dicho, y con la idea presente y

constante de ser una especie de embajadores musicales del sonido andino, se

presentan temas importantes para la banda como es la territorialidad ligada al puerto

de Valparaíso como lugar de vida y desarrollo musical, así como la fiesta de San

Pedro, como hogar espiritual de la música que interpretan, en contraposición a la vida

campesina, altiplánica o quebradeña del origen geográfico de dichos ritmos.

De la tradición

El “Huayno del soltero”, conocido también como “El solterito”, es una de las

canciones más icónicas del repertorio tradicional de los países ligados por Los Andes.

Representa, por un lado, dos de los temas de interés para esta cultura como son el de

la fiesta y el de las relaciones amorosas. Su breve letra, retrata a un hombre, que

puede ser parte de cualquier comunidad, que goza la vida pasándosela en fiestas,

gastando su dinero y, por cierto, conquistando mujeres, para lo cual se presenta como

un hombre soltero. Gracias a Dios, soy soltero / Mi vida, soy soltero/ Qué les importa

si yo bebo/ Si me emborracho es con mi plata.

Por otro lado, refleja también otro elemento importante de la cultura de la cual

se siente parte, pues en su versión original el texto de la canción nos habla de la

presencia de “bandas”. Si bien no podemos determinar el término como una alusión a

un grupo de amigos o una banda musical, preferimos entender lo segundo, pues la

fiesta andina se vanagloria, por una parte, de la importancia de la música en vivo y,

por otra, de la fama de fiesteros de los mismos músicos. De ahí que la canción

señalaría, que este fiestero empedernido no solo festeja alegremente, sino que además

lo hace en distintos grupos, en una comunidad más amplia que “solo una banda”: En

esta banda, en la otra banda / La alegría es la que manda / Palomita.


83

El narrador de la canción señala en pocas palabras una serie de elementos de

importancia cultural que debemos revisar con atención. En primer lugar el

agradecimiento a Dios, es decir la religiosidad de quién habla y la paradoja de darle

importancia a su soltería por sobre el matrimonio; también señala lo intrascendente

que es para él “el qué dirán”, además nos cuenta cómo ejerce su libertad a través de la

posesión de dinero propio; y finalmente señala la aparición de la fiesta como un

estado de alegría total mediante la música.

Es interesante observar donde el hablante representa su individualidad, pues en

general está refiriéndose a una libertad sin ataduras válida solo en la medida en que lo

suyo le pertenece. Al hablar de la soltería, destaca en su “yo” la importancia de estar

desligado de una esposa para, por un lado festejar, y por otro, quizá conseguir una.

Luego señala una individualidad del grupo que lo observa y juzga al criticar la

importancia que le da al hecho de que consuma alcohol “si yo bebo” y finalmente,

que su libertad la ejerce en la medida en que es dinero propio y no de otra persona. Si

bien al analizar podemos encontrar un panorama bastante menos poético que el de la

letra de la canción, se distinguen elementos importantes etnográficamente hablando,

como el hecho de destacar la comunidad como un elemento enjuiciador de las

conductas, además de la permeabilidad de la propiedad privada como un elemento

negativo en contraposición a lo comunitario. Sin embargo, esta posición quizá

negativa, se ve contrapuesta a la alegría que señalará luego y que puede hacer parte

del paréntesis que significan las distintas fiestas en las culturas en cuestión. El que la

alegría mande entre grupos disímiles, señala que al margen de los juicios de la

comunidad, es el sentido de unidad el que acapara mayor importancia y éste se daría

en el ambiente festivo.
84

Ahora bien, este análisis, cabe señalarlo, no es directamente relativo a la

versión de La Bandalismo, donde en un afán de apropiación de la identidad que

aparece en la canción, cambian la letra y, no sólo hacen aparecer otros conceptos que

la exigua letra original no posee, además integran nuevos personajes, ellos mismos:

(I) Gracias a Dios, soy soltero / mi vida, soy soltero / Qué les importa si me alegro/si

yo me alegro es porque quiero / En esta banda, La Bandalismo / La alegría es la que

manda, palomita.65

También aparecen nuevos versos en la segunda estrofa de la canción: (II) Qué les

importa si me chupo / Si yo me chupo es con mi plata ; o también: (III) Vamos

bailando este huaynito / Este huaynito del soltero.

Todas estas piezas, en reunión con la música, permitirán construir una versión

totalmente novedosa de la canción, que por un lado intentará determinar su innegable

apego a la tradición de música andina, como es el tomar este huayno en particular,

pero además su afán renovador y reconstructivo desde la forma de las prácticas

musicales. Cabe señalar que en general los huaynos más tradicionales tienen tres

versiones obligadas. Entendamos por huayno tradicional aquel que es más reconocido

y tocado por los habitantes, músicos y gente que pertenece o se siente parte del

llamado “mundo andino” –incluyendo a aquellos no necesariamente parte de la

comunidad indígena consanguíneamente– y que, por ello, hace parte de sus

tradiciones o como gustan llamar “sus costumbres”.

Las dos primeras piezas se relacionan al componente cultural elemental de las

culturas quechua y aymara –específicamente de los sectores cercanos al lago Titicaca-

65
Versión de la letra de La Bandalismo, en la canción “Huayno del soltero”, disco rojo.
85

, donde la dualidad se ve reflejada en dos climas contrapuestos como son el de lluvia

y el de sequía. Con ellos los instrumentos tienen una relación espiritual, donde las

cañas (zampoñas, quenas, sikus en su diversidad) son instrumentos de temporada

seca, mientras que las maderas (tarkas o anatas) pertenecen a la temporada de lluvia.

De ahí que la aparición de este huayno en agrupaciones con estos dos tipos de

instrumentos dependan de estas razones culturales. Es decir tendremos,

obligatoriamente, una versión para sikus (independiente el tipo de agrupación:

sikuriada, lakitas, etc.) y otra para tarkas (tarkeadas). La tercera versión, vendrá de

parte de las bandas de bronce, que por integrarse a las costumbres musicales de los

pueblos del mundo andino en la ultima centuria, tienen la licencia de no adscribir a

este proceso dual, siendo una sonoridad presente en ambas temporadas sin distinción.

Ahora bien, más allá de las versiones que la propia cultura andina propone, La

Bandalismo vuelve a darle una vuelta a la canción y entrega una versión musical

muy novedosa e interesante de analizar.

Primero, aparece una introducción donde participan timbres disímiles como

son el del saxo y el charango pulsado. Esta breve melodía inicial, es característica de

los arreglos de la agrupación y propone una sonoridad de inicio a la canción,

relacionada solamente por la tonalidad con el tema principal (esta misma sección

melódica se verá en el final de la canción a modo de coda). Luego de una respiración,

entra el tutti de la banda. Destaca el sonido de las trompetas y la batería. Las primeras

tocan la melodía de la canción mientras que el resto acompaña rítmica y

armónicamente. En esta canción se puede observar el constante diálogo que se genera

entre altos tocando la sección A y bajos interpretando la respuesta o sección B. El

trabajo tímbrico es muy decidor del modo en que se concibe la canción. Mientras
86

sucede este juego entre la parte A y B de la melodía, acompaña el charango

rasgueado. Cuando inicia la voz, solista, todos los instrumentos pasan a acompañarla

con dinámicas tendientes al piano. Luego vuelve a aparecer el tutti con las melodías

A y B; al momento de integrarse la voz, en vez de volver a la parte A, comienza

desde B “En esta banda, La Bandalismo”, este canto da paso a una sección puente

entre la canción como tal y una especie de sección de fuga. Al terminar el puente se

ingresa a una sección donde la voz repite la melodía B cantando la letra inicial (I) y

luego las modificaciones (II y III). Esta especie de sección de coda vocal, en el

huayno suele llamarse “fuga” y es una sección conclusiva de la canción generalmente

presente en el huayno peruano. Terminada la sección vuelve a cerrarse la canción con

una parte instrumental que se inspira en la melodía introductoria, esta es interpretada

por saxos y charango.

El Huayno del soltero, en versión de La Bandalismo, genera mucha mayor

discusión instrumental, por un lado desde el hecho mismo de poseer un mayor

número de instrumentos distintos, pero además tiene que ver con la construcción

musical desde la orquestación de música popular. Por ello, hace mucho sentido tener

en consideración la mano de quienes realizaron los arreglos, por un lado Fernando

Gajardo, músico porteño de amplia trayectoria en la música popular y, por otro lado,

Luis Chino Urquidi (1934-1994), arreglista de excepción en la historia de la música

popular chilena. Estos elementos no son menores cuando consideramos la

importancia de este tipo de reuniones entre lo tradicional y lo popular. La importancia

de la tradición como medio para acceder a paradigmas espirituales y culturales, pero

además para acceder a formas preconcebidas, en el ámbito de la música, que pueden

ser puestas en discusión precisamente desde la creación.


87

La presencia de una condición primitiva, asociada a la interpretación moderna

de una canción entendida como antigua y representativa de una tradición, se ve

contrapuesta al discurso musical exclusivamente modernizador que se da por medio

de instrumentos ajenos a las prácticas musicales de este tipo (Garramuño, 2007). El

bajo y la batería, además de la integración de secciones de paso o puentes que

entregan una forma de canción, conecta este mundo originario dual asociado al

término Yanatin66 (dos secciones que se contraponen para construir la canción) con la

formulación occidental más cercana a la música popular, y por tanto más factible de

entregar como un bien de consumo masivo.

Una mirada hacia el pueblo: Macaya

“Macaya”, es una canción construida a partir de la forma de huayno, y su letra

da cuenta de la intención del hablante de viajar al norte, visitar la fiesta y en ese viaje,

presenciar tanto la fiesta de La Tirana, como la de Macaya, ambos pueblos de la

región de Tarapacá y alejados por pocos kilómetros. Es interesante el hecho de que se

cuente como una narración posterior al retorno, que señala la intención de volver,

quizá tras haber “experimentado” la música –más allá de lo sonoro y muy ligado a la

amplitud de lo sensorial– con nuevos conocimientos, nuevas amistades y una nueva

percepción sobre el norte y su cultura.

La pieza comienza con una introducción del tutti de la banda, señalando la

melodía principal de la canción. A esto se integra la voz cantante, manteniendo los

66
Yanatin es el termino que designa la dualidad complementaria, concepción principal en el mundo
andino asociado a los pueblos aymara y quechua. Esta cosmovisión representa la necesidad de
equiparar o de equilibrar las fuerzas y se ve representada en lo masculino vs lo femenino, no desde una
perspectiva de lucha, sino de reunión. Así se introduce el termino incluso en lo musical, generando
canciones con dos secciones contrapuestas, instrumentos duales como el siku y temas de interés
compositivo como la luna y el sol o la noche y el día.
88

instrumentos como acompañamiento, con intervenciones secundarias de los saxos. Se

mantienen constantes la base rítmico-armónica con la batería, el bajo y el charango

que siguen acompañando el fondo musical, mientras arriba aparecen los instrumentos

de viento.

En esta primera sección se canta toda la letra: Chago pa’l otro año te iremos a

ver / Macaya tierra hermosa voy a visitar / con bombos y platillos, botellitas de

fuerte / nos verán llegar / Desde Valparaíso a saludar al santo, nos verán llegar / Ay!

Palomita mía, volveremos a vernos, qué felicidad / Con matracas y pitos,

charanguitos y saxos, nos verán llegar / Ay palomita mía, volveremos a vernos/Que

felicidad.

La primera parte señala varios símbolos que nos permiten acercarnos a la idea

de identidades que confluyen o divergen. El hecho de interpelar al santo de forma

familiar bajo el seudónimo “Chago” nos remite, primeramente, a la manera de

relacionarse de ese modo que acostumbran los oriundos del sector, pero además de

que el hablante, más que a un hito religioso, se dirige a visitar a un amigo, pariente,

etc. Queda más claro con la continuación de la letra, pues se indica que esta visita

tendrá música, bebida y fiesta, para luego exponer el motivo real del viaje: “a saludar

al santo”.

En esta sección existen dos elementos fundamentales para el análisis, por un

lado tenemos el componente simbólico de la humanización de la divinidad, y por otro

la presentación de un doble hablante. Este doble hablante se ve enunciado en los

pronombres nosotros y yo, donde “te iremos a ver” representa lo común a varios y el

“voy a visitar” representa que, si bien se está hablando de un viaje grupal, es la

memoria individual la que interfiere en la creación. Aun cuando se presenta el


% 30 8 −− œ œ

=œ =œ =œ =œ œ =œ =œ B =œ )
∀10
ω1 υδψ

‰ Ι ‰ Ι 2 −− œ −− 4 (‰ Ι
1 2

2 2 2 4 89

=œ =œ del … ρηµllegar” =œ =œ œ =œ =œ en la medida en


del … ρηµ θδοδσηθ ξ  βρ−1

∀ =œ C− el yo predomina
=œ − =œ aœ ver”,
θδοδσηθ ξ  βρ−1


nosotros, Ι
con “nos
‰ Ι
verán
2 − −
e “iremos
−8 œ
21 2
1

2 2 2 8
que se establece una individualidad desde lo amoroso hacia, quizá, una persona en
∀33 =œ =œ œ =œ =œ − al … ξ ρηφτδ D
≈ 2 el −−amor
œ œ œromántico
œ œ œ œy œque œseœ expresa
œ œ œ œpor œmedio
œ
1 2

particular, −
que representa de “Ay
x2a vez a la 8a y µ


palomita mía, volveremos a vernos”. Solo aquí se evidencia que esta narración
œ œ œ œ œœ œ Œ œ œ œ œ œ œ œ œ œœ œ œ œ œ
42

( )
representa un recuerdo anclado en la memoria de un solo integrante de la comunidad

∀51 viaja desde Valparaíso1a Macaya.


œ œ œ œœ œ œ Œ −− œ œ œ œ œ œ œ =œ − =œ œ =œ 1
2
que
œ œ 3

∀60 1 E œ ∀œ œ œ œ œ ∀œ œ F
−− œ œ œ œ œ œ œ œ œ œ œ
3 5 8

∀65
œ œ œ œ− œ œ œ œ œ œ œ œ œ œ− œ œ œ œ œ œ œ œ œ œ− œ
==
∀70 œ œ œ œ ∀œ œ œ œ œ œ =œ =œ
œ œ œ œ −− œ œ œ œ ∀ œ œ ∀ œ ∀ œ
palmas

œ œ œ
Imagen 11: Partitura de trompetas huayno “Macaya”, sección de fuga y fin.

A continuación, se realiza un intermedio donde participan las trompetas con la

melodía del refrán, nexo que nos lleva a un solo de charango que comienza bastante

libre, pero que luego articula una melodía nueva, F en la imagen 11, la que será

repetida por las trompetas y que será el puente para el fin de la canción, pues es la

melodía que corresponde a lo que se llama Fuga. La fuga, en el huayno tradicional

peruano –principalmente–, es una melodía relacionada con la canción principal, pero

con evidentes variaciones y que aparece hacia el final de la canción. Generalmente

adquiere un ritmo más rápido, además de mucho más cortado o “zapateado” y es el

indicio del fin de la canción. En el caso de Macaya, esta melodía culmina con una
90

fuga67 donde se canta: Para el norte los pasajes sacando / más la verdad nos fue

pillando / pa’ La Tirana vamos tocando / pa’ Macaya vamos bailando.

Esta última sección de la canción es fundamental, pues su musicalidad está

firmemente ligada a su letra. Nos habla del viaje, de la trashumancia que realizan los

narradores de la canción y que, en la música, se expresa primero con la salida abrupta

de los bronces, luego con el paulatino descenso del volumen de los instrumentos

rítmico-armónicos y que culmina con un fade out donde se oye únicamente la voz

cantante -repitiendo la letra de la fuga varias veces-, palmas y el charango junto al set

de batería, donde destacan la caja y los platillos. Este término de la canción rememora

sin duda la despedida de las bandas en la tradición de la cacharpaya, en las fiestas

tradicionales. Esto le entrega una verosimilitud al discurso sonoro, con respecto al

discurso cultural.

El último día de fiesta en las tradiciones del norte grande, se realiza la

cacharpaya que consiste en la despedida de los bailes y de los músicos del santo al

cual vinieron a visitar, ahí se interpretan generalmente huaynos de despedida,

llamados redundantemente, cacharpayas y cuya letra habla de las temáticas de

despedida: el partir, el dejar un amor, el volverse a ver dentro de un año, etc.

“Macaya”, por su parte recrea musicalmente este hito festivo. El enfoque, más bien,

está relacionado al viaje y en particular a la visita a Macaya, y al santo patrón, San

Santiago. Sin embargo es esta relación entre sonido explícito y lenguaje significante

67
La fuga tiene varias conceptualizaciones en el mundo de la música de tradición del área sur andina.
En el Perú, reconocemos la fuga en la marinera y en el huayno. En la primera representa una sección
improvisatoria posterior a la tanda de tres marineras y que da paso a la refalosa, completando así la
estructura de jarana. En el huayno es una sección que diverge melódica y rítmicamente de la pieza
original y se da a modo de coda. En este caso usamos la segunda acepción.
91

lo que nos lleva a realizar este nexo. Es nuestra memoria de sonidos la que nos hace

construir una imagen significante donde los instrumentos se van, no necesariamente

porque se silencien, sino por el gesto expresivo donde se despiden alejándose para

emprender el viaje de retorno.

De comienzo a fin, el relato de la letra evidencia en acciones simples la rotunda

cotidianeidad del viaje rememorado, donde cuestiones como el sacar pasajes para

llegar al destino o incluso el hacerlo sobre la marcha, atrasado: “mas la verdad nos

fue pillando”, induce a pensar en lo cotidiano, en lo natural y simple, aun cuando la

experiencia haya calado hondo en el hablante. Hacia el final, notamos que esta

narración más que una descripción del momento que se está viviendo, refleja el

recuerdo diferido en el tiempo de este lugar sonoro, icónico, humano y divino que

desde el ser desanclado de esta temporalidad se transforma en canción.

La mirada a nuestro pueblo: Cumbia del Pescador

La cumbia del pescador es una canción bastante rapsódica, y que si no fuera

por el contexto del disco y el conocimiento de la agrupación que la interpreta, podría

pasar por una cumbia de cualquier latitud del continente y de cualquier otra

agrupación. Ahora bien, son los elementos secundarios y más profundos,

materializados por ejemplo en la letra, los que la hacen parte de una o varias

identidades locales, y de un intento de construcción sobre el modelo de cumbia

andina. Sin embargo, hacia el final de la canción, se evidencia la influencia

multicultural que significa el estar enmarcados ya no en un pueblo a tres mil metros

de altura en el norte del país, sino en una ciudad cosmopolita constantemente

influenciada desde fuera, como es Valparaíso.

La canción comienza con una introducción de batería y percusión, a la que se


92

integran los altos y bajos proponiendo la melodía principal. Inmediatamente después

entra la voz, que narra la cotidianeidad de una persona que se relaciona con su

entorno geográfico de cerros y mar, y personajes característicos como el pescador. El

hablante realiza acciones que se presentan como típicas del lugar que habita, y donde

demarca varios elementos significativos para entender la canción: A la caleta bajo a

comprar/bien tempranito me voy pa’allá / mientras regresan los pescadores / con

San Pedrito en sus corazones / Bajo los cerros mirando el mar / No me preocupo de

nadie más / Ni de mi suegra, ni de mi novia / Ni del trabajo que es otra historia.

Tras narrar esta situación cotidiana, el hablante interpela al auditor en la

siguiente sección, llamando a que se escuche esta canción pues con ella se podrá tener

sabor en la vida. Este sabor, evidentemente es un juego de significados respecto al

sabor asociado al sentido del gusto, en contraposición al sabor que popularmente se le

imprime a la música bailable. Esta doble significación del sabor invita a bailar y

también a disfrutar con los distintos frutos marinos que va mencionando y que

terminan siendo parte de la construcción memo-icónica: Venga esa cumbia del

pescador / Pa’ que la vida tenga sabor/ Sabor a congrio, jibia, jurel / Sabor a jaiba,

pesca espinel.

Junto a la repetición de esta invitación, se suma definitivamente el lugar al que

se refiere y a la identidad que antes sólo había esbozado con símbolos representativos

de ella. Venga esa cumbia del pescador/ Pa’ que la vida tenga sabor/ Sabor a macha

pesca’o erizo/ Nosotros somos de Valparaíso.

Con esto último, se entienden todas las características que a medida que

avanzaba la canción iban apareciendo y se alude, finalmente, a la construcción de un

imaginario respecto a la ciudad de Valparaíso. Una identidad más que porteña,


93

caletera, donde lo que representa la tradición, está ligado, nuevamente, a una fiesta

patronal como la de San Pedro, a un oficio como el de pescador y a gente común y

corriente que realiza acciones como bajar al “Plan”. Esta construcción identitaria, se

ve ahora adornada por la fiesta donde el grupo que interpreta la canción será el centro

de la alegría, como lo ha sido durante su trayectoria y en relación, precisamente, a

esas características antes mencionadas. Se viene ya, el carnaval/ La Bandalismo,

llega a tocar. Es precisamente en esta última sección donde se comienzan a

presenciar elementos musicales que le dan ese tinte multicultural, con influencias y

citas sonoras muy evidentes y reivindicativas, en cierto modo. El coro recién

transcrito, se realiza con varias voces que lo secundan: tanto acompañamientos de

coro, como un trombón que dibujan la melodía en grupo. El pulso pareciera

modificarse, pero en realidad es un efecto provocado por el matiz rítmico, que pasa

de la tradicional base de cumbia a un redoblar de caja muy similar a lo que suena en

la murga; en ese sentido determina la aparición de la banda, independiente de qué

música o lugar, simboliza la banda que “llega a tocar”.

Repetida esta sección, comienza la parte, quizás, más curiosa de la canción. Es

el final del tema y se presenta como una nostalgia de músicas bailables, donde se pasa

de la oralidad musical a la tímbrica musical. El volumen baja –no así el pulso- y los

instrumentos se vuelven acompañantes de la voz solista que realiza un diálogo con el

coro, donde divide la sección: Venga esa cumbia del pescador / pa’ que la vida tenga

sabor. / Sabor a congrio, jibia, jurel, / sabor a jaiba, pesca espinel, en un pregunta y

respuesta donde la voz solista comienza cada verso, y le responde el coro, que lo

termina, generando así un discurso compartido que recuerda el montuno de las

orquestas tropicales con sus voces nasales y morenas.


∀1Œ œ œ œ Aœ œ œ œ œ œœœ œœ œ œœ
% 3 ≈ −− œ œ ≈ œ œ Œ
=œ =œ œ =œ =œ =œ
94
∀6 œœœ
‰ Ι Œ a ”la ‰ ∀ œ − desde˙
− − Θ B
” Accediendo Œ ≈ ‰ Œ
1 2


partitura, notamos la diferenciación que6 se hace la

del artista, quien le otorga a esta sección el titulo de “salsa”. A ]continuación


] ]] ]
∀ ” œ œ œ œ œ ∀˙ ˙ œ − œ −œ œ œ œ œ Œ
creación
≈ œ œ œ œ Œ ≈ ‰
15

œ
se introduce œlaœtrompeta œ partes, in crescendo, tanto en volumen
en un solo, en dos

C ˙1
∀ en discurso de improvisación, la segunda -llamada en la partituraœ −“mambo”- ˙
−− ” ≈œœœœœ œ œ Œ ≈ œ œ œ œ œ œ ∀˙ ‰ −−
como
24

culmina con un tutti de la banda que le da sentido de término, sin embargo vuelve al

∀ œ − œ œ − entre = == =
œ œ œlaœvoz
œ solista −y el coro,
− œ œ soleando
œ œ œ de
D
œ≈ œ − œ œ œahora
Œ œ œ con un trombón
−‰ Θ Œ ‰ Θ Œ
32 2
pregunta-respuesta

= la
=œ =œ œ =œ =œ (œœ ) D.C.œœœ
fondo. Si bien determina un momento distinto, evidencia la idea de reforzar
2 œ œ œ œ œ
∀ ‰ − œ de œ œ œ œ œ œ
œ œ œ œ Œ por una parte, Œy del
y al

−− lugar
‰ −Θ y el ambiente,
Œ por otra. ≈( ) Β
39 1

Θ la canción,
identidad

∀47 E
Β
salsa
−−
solo Tp x8
−− −−
mambo x8
−− −−
pregon x8
−−
16 2 D Em D Em D Em

∀55 coda ϖ ϖ ϖ ϖ =œ − œ œ =œ =œ =œ =˙
ϖ
final
ϖ −
œ‰ œ Ι‰ Ι ”
Ι Ι
Imagen 12: sección final de “La cumbia del pesca’or” con sus indicaciones originales.

Todo se reúne en la coda final, donde los instrumentos se suman en una

escalada de notas largas y con dinámica de piano a forte. La voz repite seguidamente

“pa’ que la vida tenga sabor” determinando hacia el final, la intención constante de

la canción, como una búsqueda perenne desde la cumbia o como representación de lo

popular en Valparaíso, un estado de algarabía, excepción, felicidad que, ligándolo a

Macaya, se lograría bajo el paréntesis de la fiesta.

En la cumbia del pescador, también podemos apreciar la constante divergencia

de lo común al grupo y lo individual. El relato inicial remite siempre a que el

hablante “baja solo”, no se preocupa de “su” novia, ni de “su” suegra. Sin embargo,

esto se ve contrapuesto a la idea de grupo que generan “los pescadores”, donde todos

ellos llevan a San Pedro en su corazón, lo que los reúne en un ellos que al integrarse
95

La Bandalismo –como el apéndice que llega a tocar– genera un gran todo, donde se

pierde el yo o el tú y crece el nosotros, que finalmente evidencia poéticamente el

estado de felicidad.

La identidad, la modernidad, la musicalidad.

La utilización de la tradición en contraposición a la creatividad asociada a la

novedad de las cosas, podría verse como un diálogo distante y desprovisto de

equidad. Sin embargo vemos que la tendencia hacia lo nuevo, de hecho hace parte de

las costumbres de la gente del norte y parte de las culturas originarias que ahí se ven

reflejadas. El preferir lo novedoso por sobre lo antiguo, pero con la “venia” de la

costumbre, es precisamente lo que genera esta paradoja del concepto de tradición. Si

bien en general en las prácticas musicales llamadas “tradicionales” asociadas al

mundo andino podemos evidenciar un gusto por lo moderno (elegir canciones de

moda para interpretar en bandas de bronce y conjuntos de lakita, por ejemplo o en el

ámbito de los textiles, preferir telas, hilos y materiales modernos con más colores y

texturas) es claro que existe un lineamiento y una conservación de ciertos patrones

que determinan lo que es tradicional. Desde lo musical podemos asociarlo a la

dualidad de las melodías, timbres, ritmos. Sin embargo, es la puesta en crisis de este

tipo de elementos lo que determina la modernidad híbrida que propone La

Bandalismo. Esto se avisora al versionar canciones “tradicionales” o al apoyarse en

prácticas y costumbres propias de la tradición para crear objetos musicales-artísticos

totalmente propios, representativos de su identidad y en general modernos.

Cuando Garramuño señala los planteamientos por los cuales el tango y el samba

son representaciones que evocan un pasado inmemorial, no podemos sino fijar

nuestra atención hacia ese ideal constitutivo de identidad que hace que cada uno de
96

ellos le pertenezca a cada nación. La búsqueda hacia el pasado que reviva los

elementos por los cuales nos sentimos atraídos como grupo humano. El ser humano

por naturaleza busca la reunión con sus pares, así como la distinción de otros grupos

humanos. En este caso el procedimiento creativo de La Bandalismo evidencia esta

paradoja de la identidad. Por un lado intenta recabar información sonora sobre sus

posibles pares ancestrales, y por otro se apoya en la multiplicad de preferencias que

ofrece la música popular para dejar a disposición algo nuevo. Es la intención

ancestral más profunda que se refleja en la recopilación de música de los andes y el

NGCH, la que nos habla de un interés por lo antiguo, por lo épico del pasado común

que pudiese tenerse con estas culturas.

Llama la atención en ese sentido, que el puente hacia lo moderno, sea también

un puente musical. Un elemento que reúne secciones musicales, pero que a la vez

evidencia una separación es, poéticamente, decidor de cómo la construcción de este

recurso musical creador de identidad y tradición pasa a componer los cimientos de

una identidad imaginada. En torno a la música andina mucho se ha presentado, y las

distintas ciudades que se han considerado parte de esta comunidad han vivido

procesos diversos en su trayecto hacia lo que hoy se entiende como tal. Así, La

Bandalismo, ejerció como vocero musical de una tradición asociada a un pueblo

totalmente ajeno, pero que en la medida en que converge desde una perspectiva

espiritual, como lo es la veneración a los santos, se ve relacionada al cosmopolitismo

de un puerto que, según se cuenta, tuvo a comienzos de siglo XX una población de

habla inglesa superior al 10% debido a la colonia que en dicha época dejó su huella.

Por medio de estos micro-relatos sonoros, podemos acceder a una concepción

de la musicalidad de la tradición distinta a la convencional. El comprender la


97

tradición como un ente fijo, estático sin duda representa una contradicción para aquel

que la conoce y la estudia, y esto se refleja en la música cuando encontramos intentos

que, aunque controvertidos, representan la mejor forma de entregar una versión sobre

lo entendido como tradicional. La construcción desde lo primitivo, tanto de la música

como de la comunidad asociada a ella, sin duda hace parte de una búsqueda más

trascendente que la que se preocupa por el mero análisis musical. Tiene que ver con

el comprender las expresiones culturales modernas desde una panóptica cultural. Esa

visión que permite evidenciar en la música de una comunidad, la relación cultural con

su entorno comunitario y por cierto la búsqueda, desde lo ancestral, de una identidad

presente y con visión de futuro. La música que aquí ha sido discutida no es más que

el fiel reflejo de una sociedad moderna, permeada por la globalización y que en la

medida en que se ve desposeída de identidad, busca generar una chispa creadora, un

mini big bang que le permita hacer parte como comunidad más allá de los

documentos que permitan acreditarlos como parte de algo. En este caso, el argumento

musical, refleja dicha apropiación de un discurso constantemente creativo.


98

Conclusiones

El trabajo llevado a cabo en este estudio nos planteó dos grandes líneas en

cuanto a conclusiones se refiere. Por un lado, nos acercó a una serie de respuestas

historiográficas, sociales y musicales que se plantearon en torno al objeto de estudio

en sí mismo, es decir La Bandalismo. Y por otro nos dio luces sobre el tipo de

investigación realizada y los métodos usados para llevarla a cabo.

La Bandalismo se plantea desde su origen como un instrumento por el cual

sus integrantes, principalmente su fundador Víctor Hugo, se acercan a una práctica

musical como las bandas de bronce, desde una perspectiva investigativa a la vez que

experimental. A través de la recopilación se constituyen como una herramienta de

expresión musical que funciona en la medida en que recoge una tradición y la

reinventa a su propio gusto y bajo los cánones de un entorno nuevo. De ese modo

estamos frente a un producto similar al de origen, mediado por las interacciones

tímbricas, performáticas y arreglísticas asociadas a la música popular –alma mater de

sus integrantes–. Por ello la recopilación en terreno logrará frutos interesantes para el

desarrollo del grupo. Constituyendo una vertiente de la cual era necesario apropiarse.

Recuperar esta música les permitió asociarse a una tradición, a un entorno de

creación, a una práctica musical espiritual y con ello ponerla en valor en un momento

en que no era bien vista. Según comenta Víctor Hugo Sepúlveda, durante los años

setenta, cuando él visita por primera vez el norte, la música y tradiciones de la fiesta

de La Tirana, eran muy mal vistas desde el centro del país. Se le consideraba de

pobreza musical y era asociada al bajo pueblo, “a los rotos” y por lo tanto era

desatendido su aporte a la cultura popular nacional.


99

En esta misma línea, la partitura se constituirá como una herramienta

importante, sin ser necesariamente, la única formula de recopilación, pero sí la más

usual.

Como señalamos en nuestro breve acercamiento a la tradición de bandas de

bronce, la partitura constituye una guía para quienes son partícipes de la práctica, para

quienes se acercan a ésta y para quienes deciden hacer parte de ella en un entorno

excéntrico. Este diálogo constante entre partitura y oralidad nos plantea varias

interrogantes, a la vez que vislumbra la dicotomía entre tradición y modernidad. Por

una parte, la partitura se yergue como un elemento característico de la tradición

musical de occidente, haciendo parte por lo tanto de la modernidad, alejando así las

tradiciones musicales de su característica oral. Sin embargo, en el caso de esta

práctica en particular veremos cómo serán ambos elementos los que constituirán un

dialogo constante, pues la oralidad de la tradición se verá refrendada a través de otros

elementos característicos. En este caso será la interpretación, elemento definitorio de

la identidad de las bandas en general y los distintos grupos en particular, la que

permitirá generar identidades locales tanto asociadas a un entorno mayor, como es el

norte grande chileno o el centro del país, como a otros entornos como son otras

ciudades tales como Iquique, Arica, Valparaíso y Santiago. La partitura será, por lo

tanto, un medio para generar una identidad mayor de las bandas de bronce asociada a

los distintos ritmos del repertorio y la interpretación permitirá la independencia de

estos distintos eventos en relación a lo musical, regional, étnico y creativo.

Por esto mismo, es que en La Bandalismo, su construcción de identidad mayor

tendrá que dialogar con su construcción de identidad local. Si bien, esta agrupación

tendrá una mayor tendencia a lo masivo, considerando su participación en un medio


100

ligado a la música como actividad artística y recreativa como es Valparaíso, será su

identidad local constituida a través de una reinterpretación de los ritmos, la

modificación del canon tímbrico y de una creación voluntaria de una espiritualidad en

torno a la fiesta de San Pedro la que le permita a la vez identificarse y hacer parte de

un grupo más amplio, las bandas de bronce.

Es precisamente este diálogo entre tradición y modernidad el que dará pie para

que La Bandalismo se constituya como un ente cultural de importancia en Valparaíso.

Su influencia en varios eventos musicales y performáticos son trascendentales para

comprender el panorama actual de las artes hoy en el puerto. La masificación de la

fiesta de San Pedro como manifestación religiosa popular a través de los bailes y la

música serán los primeros temas.

En torno a la fiesta y la banda , nace en 1980 , el baile religioso Gitanos de

San Pedro de la Caleta el Membrillo, generando una agrupación que perdura hasta el

día de hoy y que fue alimentada por bailarines venidos de la caleta misma, como de

las familias de los músicos de la banda. En los años venideros esta fiesta y estas

agrupaciones serán un polo de cultura dancística y permitirán la llegada de más bailes

religiosos inspirados en la tradición de veneración a los santos del NGCH. Con ello

también entregará la posibilidad a nuevas bandas para participar de esta y otras fiestas

de San Pedro de las caletas de la Quinta región, que al igual que la de El Membrillo

sólo eran musicalizadas por bandas militares y por agrupaciones de chinos.

Por otro lado, la banda aporta para constituir una manifestación política con

performance artística como un medio no violento de generar vox populi sobre

diversos temas de la contingencia. Nuestra investigación destaca la presencia en el

llamado a las inscripciones libres (1986-87), y el plebiscito en sí mismo (1988). Sin


101

embargo existen una serie de otras manifestaciones políticas populares que fueron

apoyadas y visualizadas con la música de La Bandalismo : desde la gestión artística

popular, hasta la participación vecinal. El archivo de la banda, conserva la presencia

en peñas y eventos familiares realizados en varios cerros con motivo de reunir y

motivar a los pobladores en sus demandas sectoriales y de mayor alcance, como las

ya mencionadas.

En un tercer instante, debemos hacer notar la innumerable lista de músicos

que participaron de la banda y que nos habla de una verdadera escuela de bronces de

tradición nortina, en Valparaíso. Los ejemplos más destacables fueron su aportación a

la creación de bandas en Santiago, las que verán la luz en torno al templo votivo de

Maipú para la fiesta de la Virgen del Carmen; la creación de bandas de bronces

escolares como la llevada a cabo en Concón, proyecto realizado en los años noventa

por uno de sus integrantes en colaboración con Víctor Hugo –quién compró los

instrumentos en Oruro– y que el día de hoy mantiene su existencia bajo el nombre de

Banda Remehue; así también como en la actualidad varios ex integrantes de La

Bandalismo formaron la Banda San Pedro. Esta agrupación con pocos años de

existencia, vuelve a tomar en valor la musicalidad del norte grande chileno para

construir una performance local respecto a las bandas de bronce del norte.

Es importante también la modificación consciente que nace de la necesidad de

la búsqueda sonora personal de la agrupación. La presencia de la batería y el bajo no

son simplemente una representación práctica de su presencia en el mundo de la

música popular, sino que son una resignificación de su propia experiencia musical.

Por un lado vinieron a solucionar los problemas de falta de músicos y por otro a

permitir la experimentación en torno a la práctica. Si bien con el tiempo veremos que


102

las bandas de bronces recurrirán a instrumentos mayoritariamente asociados a la

música popular (desde las percusiones latinas asociadas a la salsa, hasta la

implementación de cantantes solistas), La Bandalismo sentará las bases para reunir

estos dos mundos.

Nuevamente planteará su existencia a través de la relación modernidad versus

tradición. La apropiación por un lado del repertorio tradicional y por otro de

instrumentos no relacionados a este tipo de banda, permitirá tener una nueva

propuesta tímbrica, armónica y performática. La versatilidad del bajo eléctrico en

comparación a los barítonos y a la misma tuba, permitirá una movilidad melódica

mayor y una armonía más completa. Así mismo , la batería permitirá disponer de un

sólo músico para la sección percusiva, además de otorgar otra sonoridad y otras

fórmulas posibles solamente con este instrumento. Sin embargo, como ya hemos

señalado con especial interés, será la nueva fila de cañas la que le de a la agrupación

una tímbrica especialmente rica que no solo ampliará el espectro sonoro, sino que

permitirá la modificación de las formas tradicionales para tres timbres instrumentales

distintos. Ya no son solamente altos y bajos, sino también las cañas.

Este no será el único elemento novedoso que aporte a la escena musical. En

otro espectro la reconstrucción de ésta, pondrá a la peña en crisis y dará pie para el,

ahora tradicional, tambo. El tambo emerge como una estrategia de la agrupación para

la presentación de su performance en un estado distinto al de la peña, que como

señalan los integrantes antiguos era aletargado, nostálgico y completamente

preocupado de la música y el mensaje de ella. El tambo por su parte dará la

posibilidad del baile, del disfrute corporal asociado a la música del NGCH y le

otorgará también a la agrupación un publico ávido por este tipo de conciertos. En el


103

sub-capítulo De la peña al tambo planteamos la importancia que tuvo este proceso de

modificación del espacio performático, constituyéndose no solo como una nueva

escena en torno a lo andino, sino también en un nuevo formato en el ámbito musical

en general. Interesante es ver que este mismo proceso se vivió en el NGCH, en el

relato de Guillermo Contreras Marín encontramos indicios de que esta misma

necesidad se dio en la ciudad de Iquique –lo que nos confirma la importancia de las

bandas de bronce en la creación de identidades locales– que, en torno a la música

bailable, generan polos de atracción para el mundo popular en torno a las bandas de

bronce y a los bailes religiosos. Sin embargo, bajo esa misma lógica los tambos

adquirirán diversas identidades locales. En Valparaíso hoy en día podemos

encontrarnos con los tambos producidos por agrupaciones de danza donde además de

una banda ,puede aparecer un conjunto de proyección folclórica y quizá un cantautor.

Podemos encontrar performances de bailes de distinto tipo que aportan a la

realización del evento presentando una breve coreografía. Es decir se construyen a

través de la reciprocidad entre bailes de tipo nortino a modo de varietés temáticas de

lo andino, o de lo nortino. A juicio personal, esto vuelve a poner en crisis el

argumento de la “patrimonialidad”, pues esta variedad de expresiones tensiona la

hegemonía del patrimonio en Valparaíso, destacando la multiculturalidad de la ciudad

y las diversas influencias que circulan en la práctica.

En resumidas cuentas, esta agrupación representa en varios aspectos una

instancia de gran importancia en la construcción del relato artístico-musical de la

ciudad. Su influencia ha sido grande en varios aspectos de éste y las innovaciones que

ha planteado la búsqueda experimental como grupo, ha dado como resultado

argumentos y motivaciones para quienes hoy crean y difunden música en Valparaíso.


104

Como señalé al principio de este apartado, la conclusiones que pudimos

perfilar, sin embargo, no han sido solamente en torno a nuestro objeto de estudio,

sino también respecto a la proyección que éste ha generado en el ámbito de la

investigación en torno a la música de tradición y popular, en referencia a la música de

bronces, perfilándose en una posición etnomusicológica a pesar de la carencia

bibliográfica de esta última. El estudio acucioso de las bandas en su entorno de

origen, como son las grandes fiestas y las grandes ciudades del NGCH es una

necesidad primordial, considerando el enorme aporte que han hecho a la construcción

de identidad local. Así mismo, el trabajo de campo que dio pie para esta afirmación

ha generado una serie de conclusiones metodológicas que, creemos es necesario

exponer de igual manera.

Este estudio se planteó siempre como un puente entre la investigación de

campo, etnográfica, y el estudio musicológico de fuentes clásicas como la prensa, la

historiografía y bibliografía asociada. Sin embargo, avanzado el trabajo fue la

primera línea la que primó y la que dio, en cierto modo, los mejores frutos.

Por una parte las observaciones, los relatos y las opiniones de los

entrevistados fueron fundamentales para entender de mejor manera tanto el entorno

de creación, difusión y diáspora de las bandas de bronce –en general– así como estos

mismos elementos en La Bandalismo, en particular. Estos mismos relatos y opiniones

se convirtieron en trampas para el investigador, que debieron ser solucionadas a

través del análisis crítico de ellas, de la corroboración de informaciones y de la

contraposición entre los distintos relatos de los entrevistados. Todo esto generó una

serie de aprendizajes que paso a detallar en la medida en que consideramos son útiles

para futuros trabajos, así como para el conocimiento de otros estudiantes de grado.
105

La problemática de tratar con fuentes orales vivas, siempre se interpuso en el

análisis de las informaciones. Los distintos recuerdos que cada uno de los

entrevistados conservaba muchas veces no coincidían y, por regla general, y

entendiendo el funcionamiento de la memoria humana, constituían versiones a ratos

totalmente distantes. En este caso en particular, la decisión fue siempre utilizar los

relatos desde una perspectiva no deshumanizada, pero si más aséptica, donde se

corroboraban fechas, hitos importantes, o situaciones documentadas en periódicos,

fotografías y demás, para dar con una reconstrucción histórica que fuera plausible,

coincidente y que aportara en la investigación sin perder el juicio objetivo. Así ,

muchos relatos del anecdotario debieron ser eliminados, otros debieron preguntarse

con especial detalle a los entrevistados y en otros caso se debió, como ya mencioné,

corroborar con otro tipo de fuentes. Gracias a ello pudimos obtener una visión

panóptica informada, sin desnaturalizar el contenido de ella.

Otro elemento, fue el modo de abordar las entrevistas. Al vernos relacionados

de manera directa con los integrantes de la agrupación, debido a que formo parte de

ella desde 2014, fue fundamental presentarse con interés en la historia de la

agrupación como centro y no necesariamente en la historia personal, sin dejar de lado

el espíritu humano que representa el reunirse con alguien a comentar etapas pasadas o

presentes de su vida, tanto personal como musical. Así, por ejemplo es destacable el

trabajo de campo realizado en La Tirana durante julio de 2016 y en Oruro durante

noviembre de 2016. En el primero el participar de la fiesta como músico fue

fundamental para obtener el preciado relato de Guillermo Contreras Marín y de

Reinaldo Santibáñez, entre otros. Así mismo, resultó fundamental acercarse como

uno más a la vida cotidiana de Víctor Hugo Sepúlveda en Oruro, ayudando en


106

materias cotidianas y utilizando ese tiempo para enlazar conversaciones de interés

mutua así como de los intereses de la investigación.

La participación en ensayos, presentaciones en vivo, viajes locales y ch’allas

con los integrantes de La Bandalismo, fueron fundamentales para conocer la

actividad interna del grupo y no solamente apropiarse de información valiosa, sino

que también aportar a la construcción de una memoria colectiva del grupo. Es decir,

el bien más preciado para esta investigación tuvo directa relación con poner especial

énfasis en el concepto de mayor divulgación en el entorno geográfico cultural del

NGCH, el ayni. El ayni o la reciprocidad de los pueblos del tawantinsuyo, se

representó en entregar lo mejor y máximo de uno mismo, para poder recibir como

recompensa la información necesaria para este trabajo.

La etnomusicología se plantea, en este sentido como un medio de acceso a las

prácticas culturales que están asociadas a la práctica musical en sí misma. El evento

musical, que nos señala Martí (2000) se hace valioso en toda su amplitud, en los tres

momentos que él plantea. Tanto desde la perspectiva del investigador, como del

investigado; generando de ese modo una relación personal, característica y donde el

respeto del trabajo por el otro debe ser puesto en ambas orillas. Del mismo modo, el

estudio de las bandas de bronce, se transfigura en una meta parte de un proceso, el

conocer la cultura local.

Ahora bien, otro elemento importante en cuanto a metodología, fue el

conectar la humanidad, que ya mencionamos tiene el trabajo de campo o la etnografía

en sí misma, con la mediación que significa el trabajar con fuentes escritas,

iconográficas o sonoras. El uso de las segundas, fue fundamental en la medida en que

fue puesto en contexto. Tanto la prensa como los discos, fueron complemente
107

necesarios para contraponerlos a los distintos relatos vivenciales que iban

apareciendo. La historia tras la nota en el diario representó un modo de recordar a los

participantes su presencia en el hito y a la vez ayudar a generar un relato más rico.

Así mismo la partitura y la importancia que tiene en el mundo de los bronces, fue un

medio para rememorar épocas y para construir una historia enlazada en los relatos de

sus participantes. Las distintas fuentes, el uso de las formas, el repertorio que estos

documentos nos pueden entregar, generó en gran medida las líneas estructurales que

nuestro trabajo tuvo, por tanto fueron pilares para generar una agenda tanto de temas

de importancia así como de intereses personales de nuestros entrevistados.

Finalmente, debemos señalar los elementos que circundaron nuestra

investigación en una perspectiva más política. El origen de esta investigación tiene su

fuente en la necesidad de poner en valor la cultura musical propia de Valparaíso. De

inmediato nos encontramos con la contradicción de hacerlo por medio de una banda

de bronce. Sin embargo, esta revisión de la trayectoria de esta banda, sumado al

inmenso material aportado sobre las bandas de bronce del NGCH –que se expuso en

parte mientras otra queda en pendiente para futuras búsquedas–, más el trabajo

metodológico llevado a cabo, tiene como principal objetivo aportar a la valoración de

la cultura local. Nada de esto puede ser útil a menos que tenga su continuación a

través de la publicación y difusión de lo aprendido durante esta investigación. En

general el abordaje de prácticas musicales locales y su relación con el entorno en el

que se desarrollan, pero en particular tesoros sonoros que son propios a una ciudad y

que le ayudan a sus habitantes a identificarse no a través de postales estáticas de la

cultura, sino a través de la experiencia vivencial , fueron de gran importancia. El

hacer parte de esta investigación a través de una mirada emic, tiene que ver con las
108

motivaciones específicamente políticas del investigador de buscar el aporte a la

comunidad que integra, tanto la comunidad geográfica, como es la ciudad o el barrio,

así como la comunidad de profesión, como los músicos con los que convive. El

modelo es especialmente engorroso a la hora de abordar otros temas, sin embargo

considera un trabajo extremadamente humano de la mano de una investigación

científica con intereses de objetividad. En ese sentido es un método que puede y debe

ser llevado a cabo nuevamente en otros objetos de estudio, tanto aquellos que

emergen de esta investigación y quedan sin abordar de manera más específica, así

como los que emergen del tipo de trabajo en relación a su entorno de producción.
109

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Entrevistas y conversaciones informales en ensayos, viajes a terreno y otras


actividades.

Entrevistas y conversaciones informales sostenidas por el autor de esta tesis, en forma


personal. Se indica la ciudad, la fecha y el contexto de ser necesario. Todos los
entrevistados son chilenos.

Fernando Gajardo, músico y Director de La Bandalismo, Valparaíso 02/02/2016.


Guillermo Contreras Marín, músico de la Banda Wiracocha, La Tirana, 14/07/2016.
Guillermo Contreras (hijo), músico de la Banda Wiracocha, Iquique 22/02/2016.
Héctor Tito Santibáñez, músico de la Banda Los Dinos, La tirana 17/07/2016.
Juan Olivares, bailarín iquiqueño, La Tirana, 16/07/2016.
Miguelo Castro, músico y Fundador La Bandalismo, Viña del Mar 04/02/2016.
Pato Aspé, músico de La Bandalismo, Viña del Mar 02/02/2016.
Reinaldo Santibáñez, músico de la Banda Los Dinos, La Tirana 17/07/2016.
Ulises Carrero, Dueño de Producciones Carrero, Iquique 23/02/2016.
Víctor Hugo Sepúlveda, fotógrafo, músico y fundador de La Bandalismo, Santiago
15/04/2016.

Antu Castro, músico.


Carlos Briones, músico.
Danilo Echeverría, músico.
Jorge Cepeda, músico militar y de La Bandalismo.
114

Sergio Montecinos, músico militar y de La Bandalismo, La Tirana, 14 al 18/07/2016.


Víctor Hugo Sepúlveda, músico y fundador de La Bandalismo. Oruro, Bolivia 26/11
al 02/12/2016.

Fotografías, portadas de grabaciones, afiches, partituras.


Imagen 1: Partitura recopilada de libreta de la Banda Wiracocha de Iquique, Tirana
julio de 2016.
Imagen 2: Transcripción del ritmo de dos por tres representativo del salto chileno.
2016.
Imagen 3: Fotografía de Rodrigo Miranda sosteniendo una libreta. Por Laura
González, Valparaíso enero de 2016.
Imagen 4: Afiche de La Bandalismo, recopilado el 02/02/2016 del archivo personal
de Fernando Gajardo, Valparaíso. .
Imagen 5: Prensa de marzo de 1988 recopilado del archivo de Víctor Hugo Sepúlveda
entre el 28 de noviembre y 1 de diciembre de 2016 en Oruro, Bolivia.
Imagen 6: Fotocopia de diario El Mercurio de octubre de 1988, recopilado el
02/02/2016 del archivo personal de Fernando Gajardo, Valparaíso.
Imagen 7: Volante de pequeño tamaño de 1991 recopilado el 02/02/2016 del archivo
personal de Fernando Gajardo, Valparaíso.
Imagen 8: Afiche de gran tamaño de 1991, recopilado 02/02/2016 del archivo
personal de Fernando Gajardo, Valparaíso.
Imagen 9: Carátula del Casete “Bandalismo mismo” de 1990, recopilado del archivo
de Víctor Hugo Sepúlveda entre el 28 de noviembre y 1 de diciembre de
2016 en Oruro, Bolivia.
Imagen 10: Recorte de prensa de 1991, recopilado 02/02/2016 del archivo personal
de Fernando Gajardo, Valparaíso.
Imagen 11: Sección de partitura canción “Macaya”, recopilada en PDF en 2015,
Valparaíso.
Imagen 12: Sección de partitura canción “Cumbia del pesca’or”, recopilada en PDF
en 2015, Valparaíso.

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