Los Trabajos y Los Días de Recabarren. Alejandro Witker
Los Trabajos y Los Días de Recabarren. Alejandro Witker
Los Trabajos y Los Días de Recabarren. Alejandro Witker
Indice
Presentación
Introducción
PRESENTACIÓN
El autor espera encontrar la debida comprensión para esta tarea realizada con todas las limitaciones
del exilio y la premura de poner en circulación un libro básico, que sentimos necesario para satisfacer
los requerimientos del público motivado por los actos y publicaciones realizadas durante 1976, año del
Centenario del nacimiento de Recabarren. Desea también agradecer a los compañeros Francisco
Zapata, Hugo Zemelman, Víctor Barberis y Juan Vargas Puebla sus valiosas observaciones que han
contribuido a mejorar el texto inicial, y a. los compañeros Salvador Ocampo, Alejandro Chelén y Alberto
Mondaca, quienes facilitaron materiales que nos representaron mucha utilidad, finalmente, queremos
dedicar esta modesta tarea del exilio, a la memoria del ilustre Maestro cuya herencia anima y fortalece
nuestra lucha por la patria, la revolución y el socialismo.
A.W.
INDICE
PRESENTACIÓN
INTRODUCCIÓN
PRIMERA PARTE
1. La oligarquía y el imperialismo
SEGUNDA PARTE
5. La Revolución de Octubre
6. Crisis y ebullición social
7. La muerte inverosímil
TERCERA PARTE
5. La ilustración obrera
6. El maestro y el camarada
CUARTA PARTE
3. Un monumento vivo
QUINTA PARTE
2. Cronología
3. Escritos
4. Periódicos
5. Bibliografía
«Es necesario convencer a los trabajadores que son un gran poder, como
no hay otro, pero que la fuerza de su poder sólo reside en la organización.»
Recabarren
INTRODUCCIÓN
La vida del trabajo y las luchas obreras han estado ausentes en la historiografía tradicional de Chile. Nuestra historia
se ha concebido como una apología de las clases dominantes y no como estudio sobre el devenir de la sociedad
chilena en su conjunto:
sólo se ha escrito la historia política, propiamente tal, de nuestro país; la historia de los gobiernos, de
las instituciones, de los hombres notables, de las principales familias (oligarquías), pero no se ha
escrito la historia de las clases populares, de los modestos labriegos, de los artesanos, de los
empleados domésticos, de los obreros, en otros términos, de los que no tienen apellidos, de aquellos
que llevan una vida oscura en la choza campesina, en el conventillo de la ciudad.
Esto es tanto más de extrañar, cuanto que los individuos anónimos, no sólo en nuestra nacionalidad,
sino en todas las nacionalidades, constituyen la mayoría de los habitantes; y, por su obra, callada y
continua, en absoluto, contribuyen más que las personas ilustres a la grandeza o decadencia de un
pueblo [...] En toda nación, grande o pequeña, los hijos del pueblo imprimen carácter a la comarca en
que habitan. Su labor, individual o colectiva, carece de relieve; pero, sin disputa, ejercen una influencia
enorme, aunque invisible. (1)
Lo cierto es que la consideración histórica del movimiento obrero y en general, de las clases populares, depende del
grado de desarrollo político de una sociedad, del nivel de la lucha de clases, que otorga presencia a los trabajadores
en términos de conciencia, organización y voluntad de lucha.
Con sobrada razón, el historiador británico Carr, ha sostenido que: «No hay indicador más importante del carácter de
una sociedad que el tipo de historia que escribe o deja de escribir.» (2)
La conquista del poder de un Estado inmenso por la clase obrera, la asombrosa actividad y madurez
política de ésta, no podían dejar de despertar el interés por su pasado -tan breve desde el punto de
vista histórico- que había culminado en el triunfo de la Revolución [...] El acontecimiento más señalado
e interesante fue la iniciativa de Máximo Gorki. En efecto, en 1931, éste proyectó emprender con el
esfuerzo colectivo de los historiadores y los obreros la elaboración de una historia de las diferentes
fábricas y empresas industriales. Esta hermosa iniciativa, rebosante de sentido histórico, la asumieron
un nutrido grupo de científicos, interesándose por ella los veteranos obreros que durante casi toda su
existencia habían trabajado en sus establecimientos. (3)
La Revolución Cubana ha creado también las condiciones para un redescubrimiento del pasado nacional, en el cual,
la vida del trabajo y las luchas obreras ganaron la categoría de «hechos históricos». (4)
El interés de las revoluciones socialistas triunfantes acerca de los estudios históricos proviene de una razón
fundamental: la transformación conciente de la realidad requiere el conocimiento histórico que permite descubrir y
dominar las leyes que rigen el devenir social. Ese conocimiento necesario para acelerar el proceso revolucionario
sólo es posible cuando han desaparecido los intereses privados que impiden en toda sociedad clasista poner en
descubierto privilegios de minorías oligárquicas y su condición de explotadoras del trabajo de las masas.
En Cuba, ahora se puede investigar en fuentes que antes vedó el imperialismo y que contenían información
fundamental para explicar el vasallaje nacional frente al capital norteamericano. (5)
El avance del movimiento obrero internacional ha generado una nutrida producción bibliográfica que no cesa de
incrementarse. En muchos países se han creado centros especializados en historia del movimiento obrero y publican
libros, folletos, boletines y revistas. (6) La entrada objetiva de la clase obrera en la historia contemporánea explica así
su interés creciente por la ciencia histórica.
El rescate de esta historia viva y fecunda no ha sido tarea fácil. Los pioneros de la historia social en América Latina,
han realizado sus investigaciones con muy precarios recursos y afrontan serias dificultades para trabajar en los
archivos oficiales y empresariales. No es fácil indagar sobre aspectos tan espinosos del orden vigente como aquellos
que se refieren a la vida industrial, las persecuciones y represiones al movimiento obrero, dentro del marco de la
virtual dictadura oligárquica y la dominación imperialista.
En varios de nuestros países, la intervención militar en las organizaciones sindicales, la guerra declarada contra los
movimientos revolucionarios y su secuela de asaltos a locales de partidos y sindicatos, la destrucción de imprentas,
la depuración de todo material «subversivo» en bibliotecas públicas y privadas, incluida la quema de libros, folletos,
periódicos, documentos, etc., ha significado un irreparable daño para las fuentes fundamentales de la investigación
sobre la historia obrera.
El movimiento obrero chileno de larga trayectoria y gravitación en la sociedad global, ha librado una significativa
lucha ideológica en el terreno de la ciencia histórica. Entre los forjadores más destacados de la historiografía
marxista chilena deben mencionarse: Hernán Ramírez Necochea, Julio César Jobet, Marcelo Segall, Jorge Barría y
Luis Vitale. (7)
El golpe fascista, ha tenido un efecto paralizante en la lucha desmistificadora de la historia nacional, como
consecuencia de la grave regresión social que ha traído al país. El fascismo ha oficializado la más grosera
falsificación de la historia bajo el pretexto de descontaminarla de la «nefasta política».
Las bibliotecas han sido «expurgadas» de todas las obras con algún aroma proletario o socialista. (8) Los centros de
investigación en ciencias sociales han sido disueltos o reducidos a simples oficinas burocráticas a cargo de
elementos incondicionales del poder militar.
Los más destacados historiadores y otros científicos sociales, han ido a parar a campos de concentración o han
tenido que salir hacia el exilio. Es de imaginar la situación de quienes, por excepción conservan sus cargos bajo el
imperio de la prohibición absoluta de «hacer política» en el concepto militar del quehacer académico.
En espera de que los «historiadores oficiales» elaboren la versión fascista de la historia de Chile, las autoridades
educacionales han ordenado que la enseñanza de la historia cubra solamente hasta 1891, para así dejar en la
penumbra el despertar del movimiento obrero y su lucha por la democratización del orden oligárquico, contra el
imperialismo y por el progreso social. (9)
Frente a esta dramática realidad, no es posible cruzarse de brazos. Por el contrario, habremos de seguir, en la
clandestinidad o en el exilio, la lucha por rescatar la verdadera historia de Chile, hoy mistificada todavía más que
ayer por las negras fuerzas del fascismo, instaladas transitoriamente en el poder.
El 6 de julio de 1976, se cumplieron cien años del nacimiento del fundador del movimiento obrero chileno, Luis Emilio
Recabarren, cuya lucha pionera se registra también en los albores del movimiento revolucionario argentino y
uruguayo.
Desde una perspectiva latinoamericana, Luis Emilio Recabarren, (1876-1924), José Carlos Mariátegui (1894-1930) y
Julio Antonio Mella (1903-1929), se distinguen como los más notables forjadores del movimiento obrero inspirado en
el socialismo científico.
Recabarren, representa la raíz obrera más auténtica, la obra más colosal de organización, educación y propaganda y
la creación de una verdadera escuela de la lucha de masas.
Mariátegui, la lucidez penetrante en el desarrollo creador de la teoría revolucionaria en el marco de nuestra realidad
continental: «No queremos, ciertamente, decía, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación
heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indoamericano.
He aquí una misión digna de una generación nueva...». (10)
Mella, la visión genial del significado histórico del pensamiento de José Martí (1853-1895), y del entronque del
socialismo en el frustrado proyecto nacional. En esa concepción, la Revolución Cubana descubrió una inagotable
(11)
cantera de energías y motivaciones revolucionarias.
Hace mucho tiempo, escribía, que llevo en el pensamiento un libro sobre José Martí, libro que anhelaría poner en
letras de imprenta... Es imprescindible que una voz de la nueva generación, libre de prejuicios y compenetrada con
la clase revolucionaria de hoy, escriba ese libro. Es necesario dar un alto, y, si no quieren obedecer, un bofetón, a
tanto canalla, tanto mercachifle, tanto patriota, tanto adulón, tanto hipócrita... que escribe o habla sobre José Martí [...]
Martí -su obra- necesita un crítico serio, desvinculado de los intereses de la burguesía cubana, ya retardataria, que
diga el valor de su obra revolucionaria considerándola en el momento histórico en que actuó. Mas hay que decirlo,
no con el fetichismo de quien gusta adorar el pasado estérilmente, sino de quien sabe apreciar los hechos históricos
y su importancia para el porvenir, es decir, para hoy [...] Él, orgánicamente revolucionario, fue el intérprete de una
necesidad social de transformación en un momento dado. Hoy, igualmente revolucionario, habría sido quizás el
intérprete de la necesidad social del momento. ¿Cuál es esta necesidad social? Preguntas tontas no se contestan, a
menos de hacernos tontos. Martí comprendió cuando dijo a uno de sus camaradas de lucha -Baliño- que era
entonces socialista y que murió magníficamente en el Partido Comunista. ¿La Revolución? La revolución no es la
que vamos a iniciar en las maniguas sino la que vamos a desarrollar en la República. (12)
Recabarren, Mariátegui y Mella, representan un salto cualitativo en la gestación y desarrollo del movimiento obrero
latinoamericano. Superan las tendencias reformistas del socialismo rioplatense y se ligan decididamente a la
corriente revolucionaria del movimiento obrero internacional. Sus vidas ejemplares y sus aportes fecundos,
constituyen fuentes de inapreciable significación política y moral para el proceso de la Revolución Latinoamericana.
La madurez alcanzada por el movimiento obrero latinoamericano explica la creciente valoración de sus grandes
forjadores, que durante décadas permanecieron apenas conocidos por las nuevas generaciones. La Revolución
Cubana, al reconocer sus raíces, revivió la vida y el pensamiento de Mella y le dio proyección internacional. El
proceso revolucionario peruano, al propiciar una afirmación nacional fundada en la transformación del orden
oligárquico, descubrió también que Mariátegui era el más grande constructor del pensamiento liberador del Perú. (13)
Ha merecido la reivindicación oficial del Gobierno nacionalista, pero sobre todo, su vida y sus escritos han pasado a
ser elementos pedagógicos insustituibles en la lucha actual de los trabajadores peruanos.
El ascenso de la Unidad Popular al poder en Chile, legitimó la ignorada historia obrera y Recabarren pasó a ser algo
más que un nombre mitológico para alcanzar en la conciencia colectiva un mejor conocimiento y valoración. Se
editaron muchos de sus escritos y los acontecimientos más relevantes de su lucha obrera ganaron un mayor interés
entre los investigadores y artistas.
Este libro ha sido elaborado sin otras pretensiones que la difusión de una gloriosa tradición obrera que merece
conocerse fuera de Chile. No obstante, el libro aspira también a servir como un llamado a la conciencia de los
emigrados chilenos: no olvidar sus raíces y resistir la tentación pequeñoburguesa de sentirse actores principales de
un proceso que no puede tener otra conducción y fuente de inspiración que la lucha que se libra en el interior de
Chile, dirigida por la clase obrera y sus organizaciones. Efectivamente, el exilio siempre fue terreno propicio para el
delirio de la pequeña-burguesía, deseosa de «quemar etapas» para hacer caminar la historia a golpes de voluntad.
Es bueno recordar que la fuerza y potencialidad del movimiento obrero chileno no es el resultado de ningún
ideologismo abstracto, sino producto de la, lucha que durante decenas de años desarrollaron los viejos partidos de la
clase obrera, cuyo liderazgo no podrán sustituir proyectos surgidos de la desesperación ni menos de caudillos sin
raíces en la historia de nuestras luchas sociales.
Recabarren es un producto de nuestra historia, pero también un constructor que supo darle expresión orgánica y
conciencia a una clase para la cual había llegado su tiempo: la clase obrera. Expresión de una clase a la cual
pertenece el destino nacional, Recabarren se alza como uno de los más ilustres hijos de Chile, junto a 0'Higgins,
Balmaceda y Allende, y con ese rango vive en la memoria y la inspiración de nuestra lucha.
Notas:
1. Amunátegui Solar Domingo: Historia social de Chile. «Prólogo». Nascimiento, Santiago, 1932.
2. Carr, Edward Hallet: ¿Qué es la historia?, Seix Barral, Barcelona, 1973, pág. 57.
3. Kula, Witold: Problemas y métodos de la historia económica. Península, Barcelona, págs. 37-38. Investigaciones de Gorki sobre el tema:
«Historia de las fábricas y de las empresas industriales» (1931) y «Sobre el trabajo v sobre la historia de las fábricas v empresas». (1932).
4. La nueva historiografía cubana ha producido obras de calidad excepcional: Moreno Fraginals, Manuel: El Ingenio. El complejo
económico-social cubano del azúcar, 2 tomos; Comisión Nacional Cubana de la UNESCO, La Habana, 1964; además obras testimonios
del mundo laboral: Dechamps Pedro y Juan Pérez de la Riva, Contribución a la historia de la gente sin historia, Ed. Ciencias Sociales, ICL,
La Habana, 1974.
5. V. Kuczynski, Jurgen: «Investigando los archivos de los monopolios norteamericanos en Cuba», en Cuba Socialista, Nº 53, La Habana,
1966.
6. Algunos centros de estudios históricos del movimiento obrero: Instituto del Movimiento Obrero Internacional de la Academia de Ciencias
de la URSS; Sociedad Internacional de Historia Laboral, de Inglaterra; Sociedad Australiana para el Estudio de la Historia Laboral; Instituto
Internacional de Historia Social, Amsterdam Holanda; Fundación Friedrich Ebert, República Federal de Alemania; Instituto de Historia del
Movimiento Comunista y de la Revolución Socialista de Cuba; Centro de Estudios Históricos del Movimiento Obrero Mexicano, México; y
otros.
7. Otros cientistas sociales importantes son: Hugo Zemelman, Francisco Zapata, Osvaldo Arias y Manuel Barrera.
8. Pinochet ordenó eliminar de las bibliotecas la prensa del período de Allende (1970-1973) y destruir todo impreso que tenga alguna
vinculación con términos proscritos como «socialismo», «comunismo», «compañero», etc. En los primeros días del Golpe, declaró en
Concepción que el término «obrero», estaba abolido, «porque divide a los chilenos».
9. En los colegios, los carabineros se encargan de arrancar las páginas de los textos escolares del período posterior a 1891, de acuerdo
con instrucciones del Ministerio de Educación. Particularmente, el nombre de Luis Emilio Recabarren, excita el odio zoológico que el
fascismo tiene por la clase obrera. En el número 32 del periódico clandestino Unidad Antifascista, editado por la Dirección Interior del
Partido Comunista de Chile, se informa que en un liceo de Santiago, una patrulla de carabineros expulsó al profesor y arrestó a seis
alumnos, al observar que trabajaban con el Manual de Historia de Chile, sin que se hubiesen arrancado la página en la que figuraba un
retrato del líder obrero y una reseña de su obra política. Por otra parte, los militares ordenaron quitar el nombre de Recabarren a sindicatos,
barrios y calles de poblaciones obreras; clubes, deportivos, etcétera. Los oficiales de Pinochet estuvieron a punto de destruir el fabuloso
mural que Siqueiros pintó en la Escuela de Chillán, porque en él figuraba Recabarren. El bárbaro atentado se evitó por temor a la reacción
del Gobierno mexicano.
10. «Presentación» de Amauta, cit. por Moretic, Yerko: José Carlos Mariátegui, su vida e ideario. Su concepción del realismo. Universidad
Técnica del Estado, Santiago, 1970, pág. 110. V. además: Carrión, Benjamín: José Carlos Mariátegui. El precursor, el anticipador, el
suscitador, México, 1976; Del Prado, Jorge, «Mariátegui y su obra». Nuevo Horizonte, Lima, 1946; Melis, Antonio: «Mariátegui, primer
marxista de América», Rev. Casa de las Américas, Nº. 48, La Habana, mayo-junio, 1968.
11. V. Castro, Fidel: «En la velada conmemorativa de los cien años de lucha». Discurso en La Demajagua, Manzanillo, Oriente, el 10 de
octubre de 1968, en revista Islas, Nº 4, Universidad Central de las Villas, octubre-diciembre, 1968.
12. «Glosando los pensamientos de José Martí», en: Varios Autores: Pensamiento revolucionario cubano, Ed. de Ciencias Sociales, ICL,
La Habana, 1971, págs. 331-333. V. Pascual, Sarah, «Julio Antonio Mella. Síntesis de su obra». Instituto Julio Antonio Mella, Universidad
de La Habana, 1971; Tibol, Raquel, Julio Antonio Mella en «El Machete». «Antología parcial de un luchador y su momento histórico»,
Fondo de Cultura Popular, México, 1968. Mella, Julio Antonio, Documentos y artículos. Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la
Revolución Socialista de Cuba. Ed. de Ciencias Sociales, ICL, La Habana, 1975.
13. V. Mariátegui, José Carlos: Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. Amauta, Lima, Perú, 1959.
PRIMERA PARTE
Recabarren
1. LA OLIGARQUÍA Y EL IMPERIALISMO
Luis Emilio Recabarren Serrano, nació en Valparaíso, el 6 de julio de 1876. (1) Ese año terminaba el mandato
presidencial de don Federico Errázuris Zañartu, (1871-1876). Su administración, apoyada inicialmente por liberales y
conservadores, había cambiado su rostro tradicional por un matiz modernizante: los radicales sustituyeron a los
conservadores dando origen a la Alianza Liberal. El conflicto político, si bien dejaba incólume las estructuras de
dominación oligárquica, desataba un temporal en la superestructura ideológica: tensiones por la laicización del
Estado, control del omnímodo poder presidencial y la libertad electoral.
Por la sucesión presidencial lucharon el liberal Aníbal Pinto, con apoyo del gobierno, y Benjamín Vicuña Mackenna,
conocido escritor y hombre público, proclamado por la Convención de los Pueblos, en una primera tentativa para
sustraer una elección presidencial de los cerrados círculos oligárquicos. La presión oficial hizo desistir a Vicuña
Mackenna. Pinto (1876-1881) fue elegido sin opositor.
La economía del país era manejada por una trenza oligárquica formada por tres grupos estrechamente vinculados:
los terratenientes del valle central, los mineros del norte y los grandes comerciantes ligados al comercio exterior de
Santiago y Valparaíso. (2) Su significado histórico es explicado por Julio César Jobet del modo siguiente:
En el siglo XIX, en Chile, asistimos a la formación de una vasta burguesía intermediaria, limitada casi exclusivamente
a la esfera de la circulación y al papel de agente comercial del capital foráneo. La burguesía minera es sólo
exportadora de materia prima; la burguesía comercial es únicamente representante del capital extranjero. La
burguesía intermediaria y el capital bancario, usuario, se ensamblaron con los intereses de la oligarquía terrateniente
y ambas se aliaron y se entrelazaron con el capital extranjero. No se formó una burguesía a la europea, con
intereses opuestos a los de la clase terrateniente, cuya misión fuera la de enfrentarse a la aristocracia tradicional.
Por tal motivo no hubo un desarrollo industrial poderoso, amplio, impulsado por una burguesía activa, audaz,
antiaristocrática y antimperialista. Todos los nuevos sectores poseedores estaban comprometidos con la economía
primario-exportadora. No hubo entonces, conflicto entre una clase «feudal», terrateniente, y la clase «capitalista»
burguesa. Hubo solidaridad básica de la clase propietaria de los medios de producción ligada al capitalismo-
imperialismo inglés, fundamentalmente. (3)
De manera que no hubo contradicciones fundamentales entre una supuesta burguesía capitalista y una clase feudal
terrateniente, sino contradicciones secundarias que no alteraron la estructura del orden oligárquico. El capitalismo
chileno se basaba en la producción de materias primas agrícolas y mineras para el mercado internacional, y
conformaba una fisonomía «atrasada» propia de su desarrollo desigual y combinado. Su proceso histórico está
traspasado por el signo de la dependencia de polos de dominación externa que sellaron el destino nacional
republicano.
El período denominado tradicionalmente «liberal», puede ser reconocido con más propiedad como el período del
«ascenso y declinación de la burguesía minera», (4) fracción de la clase hegemónica que desempeñó un papel
relevante, sobre todo, después de la Guerra del Pacífico (1879-1881), que hizo estallar los intereses salitreros en
pugna.
Entre 1861 y 1891, el país experimentó un notorio crecimiento económico fundado primordialmente en la explotación
del salitre y el cobre. Desde 1866, la actividad salitrera en Antofagasta era intensa gracias a la iniciativa de
inversionistas chilenos y peruanos. (5) Los chilenos detentaban el 18% del capital invertido en la región, los peruanos
el 54% y los ingleses sólo el 15%. Sin embargo, en 1882, el capital británico se había apoderado del 34% de las
acciones, en 1890 del 70%. (6) En 1876, las exportaciones de cobre chileno representaban el 62% de las
colocaciones en el mercado mundial. La riqueza del mineral de plata de Caracoles había activado numerosos
negocios. El trigo disfrutaba también de una buena posición en las exportaciones. La producción en general recibía
un fuerte impulso gracias a la instalación de una red ferroviaria de 952 kilómetros.
La ocupación del actual espacio geográfico del país avanzó considerablemente. Como resultado de la Guerra del
Pacífico, se anexaron las ricas provincias mineras del norte, Tarapacá (Perú) y Antofagasta (Bolivia). Se afianzó la
dominación de vastos territorios pertenecientes a los indios mapuches y se colonizaron las provincias de Llanquihue
y Magallanes en el extremo austral. Esta ocupación se tradujo en hechos económicos trascendentes: las provincias
capturadas por las armas triunfantes pasaron a generar más de la mitad de los ingresos fiscales por concepto de
impuestos a las exportaciones; en las tierras mapuches se amplió el cultivo triguero y en Magallanes surgió una
pujante ganadería ovejuna.
Las nuevas realidades de la economía se reflejaron en la declinación de la hegemonía terrateniente en el control del
poder y una presencia activa de nuevos actores vinculados a la minería y al gran comercio. Esas pugnas estarán en
la raíz de los conflictos políticos, además, los efectos de trastornos económicos que vinieron a perturbar el auge: el
broseo de los minerales de plata, la baja de los precios del cobre en el mercado mundial a dos tercios de su
cotización, la declinación de los precios de las exportaciones agropecuarias, el crecimiento de la deuda externa y su
oneroso servicio.
El presidente Pinto se enfrentó a una situación muy seria. Acosado por las dificultades, en 1878, estableció la
inconvertibilidad de los billetes de banco y autorizó emisiones del papel moneda, decisión responsable de una
inflación que adquirió pronto una velocidad galopante. (7)
Por otra parte, la burguesía mostró su absoluta incapacidad para hacer del extraordinario excedente económico que
disfrutó por largo tiempo, un instrumento de desarrollo económico. Lejos de reinvertir y ampliar sus actividades
productivas, hizo época en los salones europeos dilapidando a manos llenas sumas fabulosas de dinero.
Hacia 1880, el carácter nacional del auge económico, comenzó a experimentar un vuelo bajo la presión creciente del
imperialismo británico entronizado en el salitre. El artífice de este proceso habría de ser un aventurero británico
sediento de riqueza y carente de toda reserva moral: John Thomas North.
La carrera de John Thomas North, que iba a convertirse en «Rey del salitre», merece ser contada. Hijo
de un pequeño comerciante de Leeds, titular con un diploma de mecánico, llegó a Valparaíso en 1866,
según su propia confesión, con diez libras en el bolsillo... Primero, crea una empresa encargada de
proveer de agua a Iquique y otras ciudades de la zona norte. Después, cuando estalla la guerra, toma
dinero prestado y se asocia con Harvey (agente industrial sin escrúpulos que será nombrado inspector
general de los salitres por el Gobierno chileno) para comprar tal cantidad de bonos, que con muy poco
gasto, se encuentra situado a la cabeza de los más importantes yacimientos del país. De vuelta a
Londres, funda la Liverpool Nitrate Company. No sólo la demanda de salitre no deja de aumentar por
parte de las regiones agrícolas de Europa, sino que además North sabe utilizar las especulaciones
bursátiles para promover en la City la «fiebre del salitre»; en 1887 y 1888, los dividendos pagados
alcanzan el 40% del capital invertido y North que mientras tanto ha conseguido el monopolio para la
distribución de agua en la zona norte de Chile, que ha construido ferrocarriles y ha comprado minas de
carbón y bancos, hace y deshace en la Bolsa de Londres. Su imperio se extenderá al mundo entero, ya
que compra minas de oro en Australia, cadenas de bares en Francia, etc.
Así, Chile no obtiene el beneficio previsto de la incorporación de las ricas provincias a su territorio. En cambio, de
1881 a 1888, los ingleses habían obtenido 61 081 000 libras sólo con la explotación de salitre. (8)
Contra esta realidad reaccionó con energía el presidente José Manuel Balmaceda (1866-1891).
Es verdad, decía en 1889, que no debemos cerrar la puerta a la libre concurrencia y producción de
salitre de Tarapacá, pero tampoco debemos consentir que aquella vasta y rica región sea convertida en
una simple factoría extranjera. No podrá desconocerse el hecho muy grave y muy real de que la
singularidad de la industria, la manera como se ha producido la constitución de la propiedad salitrera,
la absorción del pequeño capital por el capital extranjero y hasta la índole de las razas que se
disputarán el imperio de aquella vastísima y fecunda explotación, imponen una legislación especial
basada en la naturaleza de las cosas y en las necesidades especiales de nuestra existencia económica
e industrial. (9)
Pero la política nacionalista de Balmaceda se estrelló contra el muro infranqueable de los intereses plutocráticos: el
capital imperialista, aliado a una burguesía incapaz de realizar el proyecto nacional, corrompió políticos y militares y
desató la guerra civil para imponer sus designios.
La soberbia plutocracia recuperó el dominio del poder público para su exclusivo beneficio y desbarató los afanes
nacionalistas y visionarios del presidente Balmaceda. El país quedó prisionero en las manos insaciables de una
oligarquía segura de sí misma: «Los dueños de Chile somos nosotros, decía en 1892, el banquero Eduardo Matte y
agregaba: los dueños del capital y del suelo; lo demás es masa influenciable y vendible; ella no pesa ni como
opinión ni como prestigio.» (10)
Sin embargo, esa masa despreciable era la fuerza generadora de todas las grandes fortunas de una oligarquía, en
cuyas haciendas y minas, laboraba con infinitos riesgos por miserables salarios.
En 1875, el padre del presidente Balmaceda, publicó un Manual del Hacendado, texto que pretendía orientar la
administración agrícola. Su autor había acumulado una vasta experiencia como propietario de 18 latifundios, donde
había practicado la regla de oro de los terratenientes criollos: explotar más al hombre que a la tierra. El mayordomo,
según estipula el Manual, debe entregar las herramientas y aperos «antes que salga el sol» y agrega: «Los peones
se ocuparán desde el amanecer hasta que salga el sol en dar de comer y de beber a los animales con que se va a
trabajar.» Luego de una media hora de pausa para almorzar, dice: las faenas «no se vuelven a suspender hasta que
el sol se haya entrado enteramente». (11)
Inquilinos y peones fueron los esclavos que construyeron las pirámides del poder económico y político de un
poderoso elenco de familias herederas de los encomenderos o beneficiarías, de aquel inaudito despojo de tierras en
la Frontera, que los textos históricos tradicionales, denominan pulcramente como «la pacificación de la Araucanía».
La hacienda era fuente de riqueza y poder. Las cosechas de una siembra barata acrecentaban las fortunas y el
cohecho legitimaba «democráticamente» las decisiones tomadas por la Sociedad Nacional de Agricultura y los
llamados partidos históricos. El universo de la hacienda era ignorado en el mundo exterior. Si bien había un «Estado
en forma», la ley de la hacienda era la palabra del Señor. Jueces y policías entendían que su misión era aplicar las
leyes a los infelices campesinos y tolerar cualquier exceso patronal. (12)
En un informe publicado por la Universidad de Chile, en 1861, se describe así la situación laboral en la minería del
carbón:
Los barreteros y carreros entran al trabajo a las cinco de la mañana en verano y a las seis en invierno;
salen a las cinco y seis de la tarde. En el interior de las minas comen y almuerzan. A horas
determinadas acuden sus camaradas (así llaman ellos a sus mujeres) a la boca del pique con cestos
que contienen los alimentos. Se colocan estos en las jaulas ordenadamente, y un hombre baja con
ellos... (13)
Y allí con el aire rarificado, con la hediondez y la amenaza de los gases que a veces se inflaman, con
luces artificiales sujetas a cada sombrero o gorrilla; allí viven, trabajan, pasan sus días y sus años,
desde la niñez hasta la vejez, seres que pudieran ser racionales, seres que se parecen al que esto
escribe y a los que esto han de leer, hombres, en fin, que si no lo son es porque la sociedad no lo
permite. ¡Gran Dios...! (14)
En la minería de la plata, el cuadro era igualmente deplorable: A la vista de un hombre medio desnudo
que aparece en su bocamina, cargando a la espalda ocho, diez, o doce arrobas de piedras, después
de subir con tan enorme peso por aquella larga sucesión de galerías, de piques y de frontones; al oír el
alarido penoso que lanza cuando llega a respirar el aire puro, nos figuramos que el minero pertenece a
una raza más maldita que la del hombre, nos parece que es un habitante que sale de otro mundo
menos feliz que el nuestro, y que el suspiro tan profundo que arroja al hallarse entre nosotros es una
reconvención amarga dirigida al cielo por haberlo excluido de la especie humana. El espacio que media
entre la bocamina y la cancha donde deposita el minero los metales lo baña con el sudor copioso que
brota por todos sus poros; cada uno de sus acompasados pasos va acompañado de un violento quejido
[...] cuerpo encorvado, su marcha difícil, su respiración apresurada, todo, en fin, demuestra lo mucho
que sufre. Pero apenas tira al suelo la carga, bebe con ansia un vaso de agua y desaparece de nuevo,
entonando un verso obsceno, por el laberinto embovedado de aquellos lugares de tinieblas. (15)
La vida obrera en la explotación del salitre, ha dejado impresionantes testimonios históricos y literarios.
Como es notorio, escribe Domingo Amunátegui Solar, el clima de las provincias de Tarapacá y
Antofagasta es en extremo desigual; así como el termómetro baja en la noche de cero grado en la
mitad del día, marca un calor excesivo. Las habitaciones de calamina en los campamentos de la
pampa eran las menos adecuadas para contrarrestar el hielo nocturno. Pero estos padecimientos
resultaban pequeños con el riesgo a que se exponían los trabajadores en los cachuchos hirviendo,
donde se disolvía el caliche por medio del vapor. Otro cargo formidable dirigieron a menudo los obreros
contra los administradores, y éste consistió en los precios excesivos que aquellos debían pagar en las
pulperías, por los géneros y artículos de consumo. A la vista de este cuadro, puede afirmarse que no
era más miserable la condición de los indígenas, durante la época colonial en los lavaderos de oro. (16)
Donde se ve más palpable la iniquidad de los magnates salitreros es en el desprecio que hay allí por la
vida del trabajador. Hace muchos años que se está sintiendo un continuo clamoreo porque en las
oficinas no se toman ni las más elementales medidas de previsión para evitar los accidentes del
trabajo... Los cachuchos, particularmente han sido la causa de las más vivas protestas por el sinnúmero
de víctimas que han causado; estas protestas justísimas han sido acalladas a cañonazos, y todavía
puede ver quien quiera, como yo lo he visto, a los trabajadores corriendo y empujando una vagoneta
llena de caliche, por un camino de sesenta centímetros de ancho, que va sobre los fondos que hierven
a 115º de calor: un paso mal dado, un pedazo de caliche que caiga y haga trepidar la vagoneta, un riel
que se afloje, serán causa de que el obrero caiga y reciba la muerte más espantosa. ¿Por qué no se
cubren esos fondos con una tapa, como ya se ha pedido hasta el cansancio? Por economía, en
algunas partes y en otras por una indolencia criminal, pues he visto las rejas de madera destinadas a
cubrirlos y no se usan, porque para ello, se requiere tiempo, y el tiempo es oro entre los ingleses y
debe economizarse aunque para conseguirlo, se pierdan anualmente las vidas de algunas docenas de
rotos. (17)
Uno de los mecanismos más descarados de explotación estaba representado por el sistema de pagos en fichas con
las cuales sólo podían adquirir bienes en las «pulperías» que las compañías habían instalado en las oficinas
salitreras y cuyos precios solían exceder hasta más de un 100% de los vigentes en el comercio ordinario. (18)
La explotación capitalista no distinguía, con su insaciable sed de lucro, entre hombres, mujeres y niños; todo era
igualmente aprovechado sin ningún reparo como fuerza de trabajo generador de riqueza, sometida a la voluntad
omnímoda del empresario y sus administradores. En los centros productivos mineros como en las haciendas,
también había una voz y una ley, la del amo, quien fijaba el salario, la jornada y la disciplina laboral. El castigo físico
estaba consagrado entre sus facultades discrecionales:
Tal proceder, denunciaba un periódico en 1856, es bárbaro, inhumano, salvaje; sin embargo, se practica con descaro
y puede decirse que se tolera por el subdelegado. No ha muchos días tuvimos un ejemplo de ello en la pena de
garrote dada por las propias manos de un administrador a un infeliz barretero sobre quien pesaba tan sólo sospecha
del delito de robo. Este hecho puede con justicia ser llamado conato de homicidio... (19)
La explotación inicua a que eran sometidos los trabajadores se traducía en condiciones de vida que en verdad
resultaban ser condiciones de muerte. En torno a los centros productivos y en las periferias urbanas el hacinamiento
era abrumador; el hambre y la desnutrición se reflejaba en los rostros famélicos de una masa físicamente esmirriada;
el estado sanitario era deprimente. Esta realidad era responsable de una mortalidad infantil del 60% antes de los 7
años de edad y de una longevidad media de unos 25 años de edad. Por eso, Venegas, no exageraba cuando decía:
Tal vez en ningún país de la Tierra hay tanta diferencia entre la clase alta y la de los proletarios como
en Chile, ni en ninguna parte el despotismo de los magnates y el despojo de los débiles reviste los
caracteres que aquí. Estas afirmaciones deben ser para vos y para todos aquellos que han nacido en
la opulencia, un poco difíciles de aceptar, porque vivís en un mundo en que nada de esto se ve, y
naturalmente no habéis salido a buscar aquello cuya existencia ignoráis. Y esto no sólo os pasa a vos
y a los magnates, pues todas las personas decentes, cual más cual menos, padecemos la misma
ceguera; y la causa está en que las víctimas no se quejan. Pero es necesario abrir los ojos para
remediar males que de un momento a otro pueden producir una catástrofe. Si vos pudierais dejar por
unos días los palacios y descender a los conventillos de las ciudades, a los ranchos de los inquilinos, a
las viviendas de los mineros a los campamentos de las salitreras, vuestro corazón se enternecería y
vuestro rostro se enrojecería al ver la vida inhumana que llevan las tres cuartas partes de vuestros
conciudadanos.
Sin bajar hasta el simple jornalero, tenéis por todas partes artesanos relativamente cultos, explotados
de una manera inicua: carpinteros, herreros, albañiles, operarios de fábricas a quienes se les exige un
trabajo de 10, 12 y más horas diarias y se les paga un salario que no les alcanza para satisfacer sus
necesidades y las de su familia; para qué hablar de los que se imposibilitan, aun cuando sea en el
trabajo mismo. (20)
Contra ese orden oligárquico y la insoportable situación social de los trabajadores, se venían levantando voces
críticas y articulando organizaciones. En 1850, Santiago Arcos (1822-1874) y Francisco Bilbao (1823-1865), crearon
la Sociedad de la Igualdad, (21) de efímera existencia, pero que marcó la ruptura del monopolio político de los
partidos tradicionales. Los igualitarios demandaron reformas democráticas que fueron inaceptables para los
gobernantes de la época. El gobierno de Manuel Montt (1851-1861), ordenó su disolución, el local fue asaltado y sus
líderes encarcelados, relegados o desterrados.
La Sociedad de la Igualdad reflejó la toma de conciencia de sus líderes acerca de la situación social imperante bajo
la virtual dictadura de la oligarquía. Arcos escribió a Bilbao, desde la cárcel en 1852, una célebre carta desnudando
la realidad que motivaba su rebeldía.
En todas partes hay pobres y ricos, pero no en todas partes hay pobres como en Chile... El pobre no
es ciudadano. Si recibe del subdelegado una calificación para votar -es para que se la entregue a
algún rico, a algún patrón que votará por él [...] La clase pobre en Chile, degradada sin duda por la
miseria, mantenida en el respeto y en la ignorancia, trabajada sin pudor por los capellanes de los ricos,
es más inteligente que lo que se quiere suponer [...] De los ricos es y ha sido desde la independencia
el Gobierno. Los pobres han sido soldados, milicianos nacionales, han votado como su patrón se los ha
mandado, han labrado la tierra, han hecho acequias, han laboreado minas, han acarreado, han
cultivado el país, han permanecido ganando real y medio, los han azotado, acepado cuando se han
desmandado, pero en la República no han contado para nada, han gozado de la gloriosa
independencia tanto como los caballos que en Chacabuco y Maipú cargaron a las tropas del rey [...]
¿Qué hacer? Diré de una vez cuál es mi pensamiento, pensamiento que me traerá el odio de todos los
propietarios, pensamiento por el cual seré perseguido y calumniado, pensamiento que no oculto porque
en él está la salvación del país y porque su realización será la base de la prosperidad de Chile [...] Es
necesario quitar sus tierras a los ricos y distribuirlas entre los pobres... Es necesario quitar sus ganados
a los ricos para distribuirlos entre los pobres [...] Es necesario quitar sus aperos de labranza a los ricos
para distribuirlos entre los pobres [...] Es necesario distribuir el país en suertes de labranza y pastoreo.
(22)
Las necesidades urbanas y mineras estimularon el crecimiento del artesanado, los que hacia 1875 sumaban más de
50 000 entre sastres, sombrereros, talabarteros, herreros, panaderos, etc. La situación social de los artesanos
planteó una problemática específica a la que dieron respuesta a través del mutualismo.
En 1853, surgieron las primeras Sociedades Mutualistas, destinadas a promover la solidaridad entre los artesanos
frente a la creciente deshumanización capitalista. (23) El principal impulsor de este movimiento fue Fermín Vivaceta
Rupio (1829-1890), mueblista, que se elevó, gracias a sus estudios nocturnos, al rango de un verdadero arquitecto
sin título. (24)
Se sucedieron numerosos paros de artesanos, motivados por diversas demandas laborales, huelgas que obviamente
tenían un significado social más limitado que los paros obreros. (25) Pese a las características de las organizaciones
y luchas artesanales, estas cumplieron en su tiempo un papel significativo en el despertar de los trabajadores: en
torno a ellas se agruparon, comenzaron a discutir sus problemas, hicieron las primeras armas de su evolución social
y política.
Las primeras manifestaciones del despertar de los trabajadores chilenos a la lucha social se registra en 1834, en
Chañarcillo, (26) cuando una rebelión obrera fue brutalmente reprimida por el ejército. Pese a la violencia descargada
contra los mineros, el descontento por su situación social volvió a expresarse en fechas posteriores. (27)
Un clima semejante se vivió en años próximos en la región carbonífera de Lota y Coronel, (28) donde las autoridades
públicas debieron establecer un reglamento destinado a terminar con «un mal que interrumpía las labores y que
ponía en conflictos a la autoridad local, débil por sí sola para sobreponerse a los graves desórdenes de los
trabajadores. Heridas y aun asesinatos, insurrección de los trabajadores en contra de los dueños de minas, eran
hechos que se repetían con escándalo y que reclamaban un remedio eficaz... «En este mismo documento se agrega
que el reglamento de policía dictado conduce a... evitar la paralización de las labores y a concluir con la anarquía
que remaba entre los mineros...» (29) Los mineros del carbón tuvieron también una activa participación en la Guerra
Civil de 1859. (30)
Hacia fines del siglo pasado, la clase obrera propiamente tal alcanzaba a unos 150 000 obreros, en una población
de unos 3 000 000 de habitantes. El 65% vivía en el campo y el 35% en las ciudades. El grueso de ese proletariado
se concentraba en los centros mineros del salitre, cobre, plata, etc. en el norte, y de carbón en la región de
Concepción. Otros núcleos proletarios importantes eran los ocupados en las obras de expansión ferroviaria, en las
faenas portuarias, en los incipientes establecimientos fabriles de Santiago y Valparaíso y en la explotación ganadera
de Magallanes.
Entre 1884 y 1890, el país conoció una creciente agitación obrera que anunciaba el despertar de su conciencia y los
primeros atisbos de sus organizaciones de clase. (31)
En 1888, los democráticos convocaron a una manifestación callejera en protesta por las alzas de las tarifas del
transporte urbano, mitin que movilizó a varios miles de trabajadores. Una nueva manifestación de este género
desembocó en violentos incidentes que dejaron la ciudad virtualmente en manos de los protestatarios, hasta que el
ejército intervino y reprimió sin contemplaciones esta primera expresión callejera y masiva de la lucha popular. La
Sucesión de paros del año 90, representó la entrada definitiva de la clase obrera con rango de protagonista en la
lucha social. En este contexto, habrían de surgir las primeras formaciones políticas destinadas a expresar y encauzar
el descontento social.
El 20 de noviembre de 1887, se fundó el Partido Democrático de Chile, (32) que pronto arraigó en sectores de la
pequeña burguesía artesanal y núcleos obreros insatisfechos en el Partido Radical. (33)
Los demócratas, bajo el liderazgo de Malaquías Concha (34) demandaron una educación laica, gratuita y universal;
propiciaron la igualdad jurídica de hombre y mujer y defendieron los derechos sociales de los trabajadores del campo
y la ciudad. Su presencia, en esta etapa del proceso político chileno fue destacada y positiva pese a su reformismo y
a la política conciliadora de su dirigencia. En sus filas se formaron los primeros líderes obreros de tendencia
socialista y su prensa fue la tribuna inicial de los explotados para hablar al país de sus necesidades y aspiraciones.
Pronto fueron surgiendo otras expresiones políticas: pequeños núcleos de tendencia socialista y anarquista. (35) En
1891, elementos provenientes del Partido Democrático de Chile formaron un Partido Proteccionista, llamado a
defender los intereses de los trabajadores. El proyecto no duró ni tres años. Algunos de sus militantes regresaron a
su antigua tienda, otros buscaron aleros socialistas o anarquistas. Los restos del núcleo inicial insistieron en 1899
fundando el Partido Proteccionista Obrero, sobre bases ideológicas y programáticas semejantes con pobres
resultados.
En 1896, nació del interior del Partido Democrático de Chile y con el concurso de trabajadores sin partido, el Centro
Social Obrero de Santiago, de marcada tendencia socialista. El Centro se dio un reglamento y programa y emergió
como un verdadero partido político decidido a postular sus propios candidatos en las elecciones de los poderes
públicos. Su vocero El Grito del Pueblo, (36) se planteó abiertamente su carácter socialista y publicó artículos con el
seudónimo de «Karl Marx».
Ese mismo año, se formó también en Santiago la Agrupación Fraternal Obrera, de signo socialista. Uno de sus
principales dirigentes Luis L. Olea, era un socialista marxista. Entre el Centro Social Obrero y la Agrupación Fraternal
Obrera se produjo una convergencia de propósitos y tareas que condujo a su fusión en octubre de 1897, de la cual
nació la Unión Socialista. (37) En el Programa se expresa que la organización fundada «tiene por objeto implantar el
socialismo en Chile». No obstante, ese Programa tenía un carácter provisional, puesto que «cuando se inaugure
como Partido, habrá de aceptar el programa universal».
De esto se deducen, explica Hernán Ramírez Necochea, dos hechos igualmente valiosos: por un lado,
se expresaba la decisión de llegar a constituir un Partido Socialista sólido y consistente; en segundo
término, se deseaba que tal Partido fuera la rama chilena del movimiento socialista internacional, para
(38)
lo cual se debería aceptar... el programa universal del socialismo.
La Unión Socialista publicó El Proletario, editado con un epígrafe esclarecedor: «La emancipación de los trabajadores
debe ser obra de los trabajadores mismos», y La Tromba, «semanario de sociología, ciencias, arte, filosofía,
socialismo, variedades y actualidades»... (39) Llamó a los trabajadores a conmemorar, por primera vez, el Primero de
Mayo (1898). Reunidos algunos centenares de asistentes a un mitin realizado en una plaza de Santiago. (40)
La reacción no ocultó su preocupación por la actividad de un grupo cuyo radicalismo ideológico marcaba un salto
notorio sobre otras agrupaciones políticas obreras del pasado. El 17 de octubre de ese año, la sede de la Unión
Socialista fue asaltada por la policía por orden del Gobierno. Pese a la violencia el grupo no abandonó su trabajo. El
8 de diciembre acordó constituir formalmente el Partido Socialista de Chile, bajo la presidencia de un joven obrero
José Gregorio Olivares Toledo (1870-1900). (41)
El flamante Partido Socialista de Chile, tuvo una vida efímera: la inexperiencia de su militancia y dirigencia, en su
inmensa mayoría jóvenes inmaduros y su confusión ideológica, en la que no faltaron las influencias anarquistas,
hicieron naufragar el proyecto a poco andar el año 1898. (42)
En 1898, otra escisión del viejo tronco democrático originó un nuevo partido: el Partido Obrero Socialista Francisco
Bilbao, que dos años más tarde se denominó Partido Socialista. Entre sus líderes figuraron: Alejandro Bustamante,
Ricardo Guerrero, Avelino Gonzáles y otros. El partido se basaba en el socialismo científico y logró cierto desarrollo
en Santiago y varios puntos del territorio nacional. En 1902 convocó con escaso éxito a un Congreso a todas las
organizaciones obreras del país. Creó varios órganos de prensa: El Genio, La Nación, El Trabajo, El Socialista, que
tuvo mayor significación: logró editar 28 números entre el 15 de septiembre de 1901 y el 4 de noviembre de 1902.
(43) Se esforzó por establecer relaciones con agrupaciones socialistas América Latina, e incluso, planeó sin éxito
realizar en 1901 un Congreso Internacional de Trabajadores. Hacia 1902, el Partido se desintegró como
consecuencia de las pugnas internas entre sectores reformistas y revolucionarios. Muchos de sus militantes
terminaron regresando al Partido Democrático de Chile.
En 1899, grupos sobrevivientes del Partido Proteccionista, trataron de levantar un Partido Proteccionista Obrero sin
mayores resultados.
En provincia surgieron tres núcleos con aspiraciones a convertirse en organizaciones políticas: en Punta Arenas, bajo
la influencia de inmigrantes europeos, se formó en 1897 una Unión Obrera, que en 1898 se denominó Partido
Socialista de Punta Arenas. (44) Su pensamiento era socialista revolucionario. En Valparaíso, apareció en 1901 un
Partido Demócrata-Socialista, fundado por militantes democráticos en tránsito al socialismo científico. Su periódico
Germinal dio a «conocer valiosos trabajos de orientación marxista». (45) En 1903, la Combinación Mancomunal de
Obreros creada en Iquique en 1900, se transformó en el Partido Obrero Mancomunal, que elaboró un programa de
reivindicaciones inmediatas y decidió levantar candidaturas obreras en las elecciones municipales y parlamentarias,
editó un periódico El Obrero Mancomunal. (46) Estos partidos regionales no prosperaron y terminaron más tarde
integrados a las formaciones de carácter nacional del próximo futuro.
Como queda de manifiesto en la reseña del proceso de politización de la clase obrera, estuvo presente en él la
influencia de las ideas del socialismo utópico, del anarquismo y finalmente, del socialismo marxista. (47)
En la prensa se advierte la preocupación creciente por los problemas ideológicos y las luchas vinculadas al
movimiento obrero internacional. Por otra parte, los nombres de obreros europeos inmigrantes figuran en diversas
manifestaciones del despertar político de los trabajadores chilenos. (48)
Esa influencia exterior llegó también a través de viajeros chilenos como Carlos Jorquera, personaje cuya vida y obra
revolucionaria no ha sido estudiada como la amerita su trayectoria de organizador y orientador de su clase y que
jugó un papel muy importante en la introducción del interés por las ideas de Marx en Chile, a quien citaba a menudo
en sus escritos. (49)
Las vinculaciones del movimiento obrero chileno con las organizaciones internacionales no han sido suficientemente
bien esclarecidas. Existen indicios de que la Primera Internacional, fundada en 1864, mantuvo contacto con
pequeños núcleos marxistas de Santiago y Valparaíso . (50)
En el plano de las reivindicaciones sociales, la lucha de clases fue generando nuevas formas de organización que
superaron el corto alcance del mutualismo. Las principales demandas de los trabajadores podrían resumirse en las
(51)
siguientes: rechazo a la ficha-salario y exigencia del pago en dinero; rechazo a las pulperías y libertad para
abastecerse en el comercio ordinario; derecho de asociación y de reunión; defensa del salario, y gestión por su
incremento y el cese de descuentos ilegales; protección contra accidentes del trabajo; jornada laboral de ocho horas.
La Iglesia Católica se preocupó de la «cuestión social» y en 1878 dio vida a la Asociación Católica de Obreros
destinada a impedir la propagación de las ideas socialistas entre los trabajadores. (53)
Al calor de esas luchas surgieron y se desarrollaron las Sociedades en Resistencia y las Combinaciones
Mancomunales. (54)
Las Sociedades en Resistencia, nacieron como producto de la represión que se descargó contra los primeros grupos
socialistas, como por ejemplo, la Unión Socialista. Se formaron por sitios de trabajo y reivindicaron aumentos de
salarios y jornada de ocho horas. Representaron un avance cualitativo en relación con el mutualismo, y constituyeron
un embrión del futuro sindicalismo chileno. Entre sus dirigentes más destacados figuran Carlos Jorquera, y Alejandro
Escobar Carballo, gran periodista revolucionario cuyo aporte al desarrollo del movimiento obrero chileno tampoco ha
merecido una adecuada atención por parte de los historiadores. (55)
En 1897, se creó la primera Sociedad en Resistencia formada por los trabajadores ferroviarios de la maestranza de
Santiago, dirigida por Manuel Caviede.
En 1888, surgió en Lota la Unión de Obreros en Resistencia del Carbón. En 1899, se organizaron con el mismo
carácter los panificadores en Valparaíso. En 1901, se fundó en Valparaíso la Sociedad de Tripulantes de Vapor y
apareció en Santiago la Federación de Obreros de Imprenta. En 1905, se estableció en Santiago la Unión en
Resistencia de Carpinteros. (56)
Las Combinaciones Mancomunales, surgieron en defensa del trabajo, como respuesta laboral a la unificación
patronal. (57) El significado de estas organizaciones ha sido subrayado por Jobet: "Organización sindical típicamente
chilena... en estas mancomúnales reside gran parte de la base y origen de la agrupación clasista del proletariado
nacional." (58)
Los requisitos para ingresar son: pertenecer a la clase obrera, tener a lo menos 16 años, cumplir los
acuerdos, asistir a reuniones, contribuir con el 5% de su renta mensual para ahorro y pagar una cuota
mensual de 20 centavos. La estructura orgánica de la mancomunal es el gremio, a saber, lancheros,
estibadores, jornaleros, artesanos y mineros. El gremio se subdivide en grupos. Todos estos gremios se
reúnen en un congreso que elige a los dirigentes, los que deben ser «trabajadores en servicio». Los
combinados se deben el tratamiento de «señor en las sesiones, y en los edificios sindicales se iza en
las grandes ocasiones la bandera blanca con un cuadro azul enmarcado en rojo que lleva una estrella
de cinco puntas flanqueadas por dos ramas de laurel. La conciencia clasista de la mancomunal se
expresa en sus estatutos al declarar: «el que contraviniere el estatuto de la organización incurrirá en el
infame delito de traición a la Combinación, será expulsado y se publicará su nombre en los periódicos.
Un consejo de disciplina de tres miembros del gremio a que pertenece lo juzgará». : En suma, la
combinación mancomunal reúne las características de una sociedad de socorros mutuos que cumple
eficientemente esas tareas, con las finalidades de una organización sindical que defiende los intereses
comunes de sus afiliados. En este aspecto su actuación es pasiva, ya que la enorme mayoría de las
huelgas del período : - masivas y agresivas- son espontáneas, y en ellas la participación de la
mancomunal se expresa en la elaboración del pliego de peticiones y en la orientación de los hechos
posteriores al estallido del conflicto social. (59)
En 1900, el 21 de enero, se organizó en Iquique la Mancomunal Obrera de Chile, la primera en su género del país,
(60) dirigida por el lanchero Abdón Díaz y logró agrupar a más de 5 000 trabajadores. Su vocero oficial El Trabajo,
editó 530 números entre el 1º de julio de 1901 y el 26 de agosto de 1908. (61) En sus columnas no se advierte
influencia marxista, pero transcribe artículos de los socialistas argentinos Dickman, Repetto y otros.
En 1902, el 1º de mayo, se creó la Combinación Mancomunal de Obreros de Tocopilla, dirigida por el lanchero,
Gregorio Trincado. El vocero de esta mancomunal también se llamó El Trabajo, dirigido por Luis Emilio Recabarren.
Editó 66 números, entre el 18 de octubre de 1903 y el 3 de septiembre de 1905. Su influencia en el pensamiento de
esta organización fue notoria elevando sus preocupaciones a nivel internacional: el periódico saludó alborozado el
triunfo de la Revolución Rusa en 1905:
En 1904, del 15 al 18 de mayo, se realizó una Convención Nacional Mancomunal en Santiago, con el objeto de
ocuparse de los estudios realizados por una Comisión Consultiva del Norte designada para conocer la situación de
los trabajadores del salitre. (63) Tomaron parte representantes de 15 organizaciones con más de 20 000 afiliados. (64)
El torneo acordó respaldar las demandas de los trabajadores del salitre, impulsar la organización laboral, fomentar la
prensa obrera, convocar a una Convención Industrial trianual, postular la creación de una Cámara del Trabajo que
aglutine al movimiento obrero organizado, demandar leyes protectoras del trabajo y de la actividad de las
mancomúnales.
La agitación obrera y el desarrollo de sus organizaciones gremiales y políticas pusieron sobre la mesa de la
discusión pública la llamada «cuestión social». La miseria ha sido tan antigua como el hombre mismo, sin embargo,
cuando su realidad se traduce en conciencia social, se convierte en un factor explosivo.
El tránsito de la clase en sí a clase para sí, se reflejó también en ciertos observadores del proceso social, que
comenzaron a escribir sobre un tema inédito: las necesidades y anhelos de los trabajadores chilenos; la
responsabilidad de las minorías privilegiadas en la miseria del pueblo; la conspiración del atraso social para el
progreso general del país. Esa inquietud intelectual también tocó a los círculos católicos. Aparecieron llamados de
alarma por la prédica del socialismo considerado como un remedio nefasto para los males sociales y se planteó la
necesidad de introducir reformas para «aliviar los males que afectan al elemento obrero». (65)
Notas:
1. Sus padres: José Agustín Recabarren y Juana Rosa Serrano. Tuvo cinco hermanas y un hermano. Familia de modestos comerciantes.
2. V. Veliz, Claudio: «La mesa de tres patas» en Desarrollo Económico Nº 1-2, Buenos Aires, abril-septiembre, 1963.
3. Jobet, Julio César: «El pensamiento político de Luis Emilio Recabarren, en Obras Selectas de Luis Emilio Recabarren, Quimantú, 1971,
pág. 11.
4. V. Vitale, Luis: Interpretación marxista de la historia de Chile. «Ascenso y declinación de la burguesía minera. De Pérez a Balmaceda ,
(1861-1891)», t. IV. Frankfurt, 1975.
5. Sobre los problemas del salitre, véase, Bermúdez Oscar: Historia del salitre desde sus orígenes hasta la guerra del Pacifico,
Universitaria, Santiago, 1963. Pinochet Le-Brun, Tancredo: El infierno del Dante o la pampa salitrera, Santiago, 1918. Hernández, Roberto:
El salitre, Imp. Fisher Hermanos, Santiago, 1930. Ramírez Necochea, Hernán: Balmaceda y la Contrarrevolución de 1891, Universitaria,
Santiago, 1969; Historia del imperialismo en Chile, Austral, Santiago, 1960. Reyes, Enrique: El desarrollo de la conciencia proletaria en
Chile. El ciclo salitrero. Orbe, Santiago, 1973. Figueroa, Marcial: Tras el espejismo de la pampa, Talleres Gráficos de Chile Film,
Santiago.1931; Cobo, Julián: Yo vi nacer y morir pueblos salitreros, Quimantú, Santiago, 1971. Segall, Marcelo: Desarrollo del capitalismo
en Chile, Pacífico, 1953. Novelas: Teitelboim Volodia: Hijo del salitre, ICL, La Habana, 1972; González, Zenteno, Luis: Caliche, Prensa
Latinoamericana, Santiago, 1954; Sabella, Andrés: Norte Grande, Santiago, 1944.
7. Detrás de esta política estaban los intereses oligárquicos cuyas deudas disminuían de hecho con la des valorización monetaria. V. Pinto,
Aníbal: Chile, un caso de desarrollo frustrado. Editorial Universitaria, Santiago, 1955.
9. Ramírez Necochea, Hernán: Balmaceda y la contrarrevolución de 1891, Universitaria, Santiago, 1969 pág. 95. V. Historia del
Imperialismo en Chile. Austral, Santiago, 1960; Jobet, Julio César: Ensayo critico del desarrollo económico-social de Chile, Universitaria,
Santiago, 1955; Pinto, Aníbal: Chile un ceso de desarrollo frustrado, Universitaria, Santiago, 1962.
10. El Pueblo, 19-III-1892, cit. por Ramírez Necochea, Hernán: Balmaceda y la contrarrevolución de 1891, ed. cit. pág. 220.
12. Barros, Lauro: Ensayo sobre la condición de las clases rurales en Chile, Imprenta Agrícola, Santiago, 1875.
13. García, Leónidas: «Estado actual de las minas de carbón fósil de Lota y Lotilla en la provincia de Concepción.» Anales de la
Universidad de Chile, Tomo XIX, II semestre, 1861, cit. por Ramírez Necochea, Hernán, Historia del movimiento obrero en Chile,
«Antecedentes, Siglo XIX», Austral, Santiago, 1956, pág. 102.
14. Angulo, José P., «Una excursión a Lota», publicado en El Lota, el 9 de septiembre de 1876, cit. por Ramírez Necochea, Hernán:
Historia del movimiento obrero en Chile, ed. cit. págs. 103-104.
15. Vallejos, José Joaquín: «Mineral de Chañarcillo»; en Obras, págs. 66-67, cit. por Ramírez Necochea, Hernán: Historia del movimiento
obrero en Chile, ed. cit. págs. 105-106.
16. Cit. por Ramírez Necochea Hernán: Historia del movimiento obrero en Chile, ed. cit. pág. 275.
17. Venegas, Alejandro: Sinceridad, Chile intimo, 1910, Imprenta Universitaria, Santiago, 1910, págs. 253-234. La obra se editó con el
seudónimo de Julio Valdés Cange
18. V. Segall, Marcelo: «Biografía social de la ficha salario», en revista Mapocho, Tomo II, Nº 2 Biblioteca Nacional, Santiago, 1964.
19. El Copiapino, 26-1-1856, cit. por Ramírez Necochea, Hernán: Historia del movimiento obrero en Chile, ed. cit. pág. 116.
21. V. Jobet, Julio César: Santiago Arcos Arlegui y la Sociedad de la Igualdad. Un socialista, utópico chileno. Imp. Cultura, Santiago, 1942;
Sanhueza, Gabriel, Santiago Arcos. Comunista, millonario y calavera, Del Pacífico, Santiago, 1956; Donoso, Armando: El pensamiento vivo
de Francisco Bilbao. Nacimiento, Santiago, 1940; Ugarte Figueroa, Elías: Francisco Bilbao, agitador y blasfemo, Universitaria, Santiago,
1965.
23. 1853: Sociedad tipográfica de Socorros Mutuos, Santiago, 1855, «Sociedad Unión de Tipógrafos», Valparaíso, 1858, «Sociedad de
Artesanos», Valparaíso 1862, Sociedad de Artesanos «La Unión», Santiago, 1883, «Sociedad Fermín Vivaceta de Carpinteros y Ebanistas»,
Santiago, 1887; «Sociedad de Empleados de Comercio», Santiago; 1894, «Sociedad Igualdad y Trabajo»; 1901, Primer Congreso Obrero
de Sociedades Mutualistas, dirigido por Zenón Torrealba, reúne 169 sociedades y 10,000 socios y apoya postulados del Partido
Democrático de Chile, Parrao, Oscar: Historia de la Mutualidad en Chile, Santiago, 1923.
24. V. Blanco, Arturo: Vida y obra del arquitecto Fermín Vivaceta, Santiago, 1924. Vivaceta, Fermín: Unión y Fraternidad de los
Trabajadores por las Asociaciones Cooperativas, Valparaíso, 1877.
25. Peluqueros en Iquique, 1885, y Santiago, 1888; cocheros de Santiago, 1889, panaderos. Talca, Valparaíso y la Serena, 1888, etc.
26. Rico yacimiento de plata descubierto en 1832 por Juan Godoy; su explotación originó cuantiosas fortunas privadas: Gallo, Matta, Ossa,
Cousiño, Edwards, Subercaseaux, Goyenechea.
27. V. Sayago, Carlos María, Historia de Copiapó, Ed. Francisco de Aguirre, Buenos Aires, 1973; Hernández, Roberto; Juan Godoy o el
descubrimiento de Chañarcillo, Valparaíso, 1932.
28. La explotación del carbón de piedra comenzó en la región de Concepción; Lirquén, 1943; Coronel, 1848 y Lota, 1852, por iniciativa de
Tomás Smith, Jorge Rojas y Matías Cousiño, respectivamente. La actividad minera ha proseguido hasta nuestros días. Los socavones han
penetrado varios kilómetros bajo el mar sometiendo a los trabajadores a condiciones de trabajo extremadamente rudas. V. Figueroa, Pedro:
Historia de la fundación de la industria del carbón de piedra en Chile, Imp. del Comercio, Santiago, 1897; Astorquiza, Octavio: Lota.
Antecedentes históricos de una monografía de la Compañía Carbonífera e Industrial de Lota. Imp. y Litografía Universo. Valparaíso, 1942;
Molina Urra, Silvestre: Condiciones económico-sociales de los mineros en la zona carbonífera. Tesis Escuela de Derecho. Universidad de
Concepción, 1948. Videla Vial Guillermo: El carbón y el desarrollo de la economía chilena. Tesis licenciatura en Ciencias Jurídicas y
Sociales. Universidad de Chile, Santiago de Chile, Ed. Universitaria, 1960. Novelas: Lillo, Baldomero: Sub-terra, Nascimiento Santiago,
1973; Muñoz, Diego: Carbón, Santiago, 1953.
29. Memoria del Intendente de Concepción al Ministerio del Interior, publicada en El Mensajero de la Agricultura, Tomo II, 1857, cit. por
Ramírez Necochea, Hernán: Historia del Movimiento obrero en Chile, ed. cit. pág- 132-133
30. V. Vitale, Luis: Interpretación marxista de la historia de Chile, t. 1º, Prensa Latinoamericana, Santiago págs. 280-282.
31. Huelgas y motines: 1884: Salitre, oficina de Sierra Gorda y Mejillones, Antofagasta; 1885: Lancheros, Pisagua; 1886: Fleteros, Iquique;
1889: Ferroviarios, Caldera, Copiapó, Laraquete, Talca, Constitución, Los Andes, Huasco, Concepción; Salitre, oficina Paruso y oficina
Sierra Gorda, Iquique; Jornaleros, Pisagua; Portuarios, Playa Blanca, Antofagasta; Construcción canalización río Mapocho, Santiago; 1887:
Carbón, Lota y Coronel; Lancheros, Iquique; Jornaleros, Pisagua; Palanqueros, Iquique; Jornaleros, Iquique; 1888: Salitre, oficina Santa
Rosa de Huara, Iquique; Fleteros, Arica; Cobre, Rodeito, Copiapó; Plata, Guayacan, Copiapó; Suplementeros, Iquique; Ferroviarios,
Santiago; Panificadores, Santiago y varias provincias; Tipógrafos, Santiago, Valparaíso; Lancheros, Valparaíso; Carretoneros, Iquique;
Abasteros, Santiago, 1890: Salitre, huelga general; Ferroviarios, Antofagasta; Carbón, Lota y Coronel; Portuarios, Compañía Sudamericana
de Vapores, Valparaíso; Incidentes Callejeros, Santiago.
32. V. De Petris Guiesen, Héctor: Historia del Partido Democrático. Posición dentro de la evolución política nacional, Imp. de la Dirección
General de Prisiones, Santiago, 1942.
33. V. Palma, Luis: Historia del Partido Radical, Andrés Bello, Santiago, 1967.
34. Escritos principales: El Programa de la Democracia, Santiago, 1894; La lucha económica, Imp. Cervantes, Santiago, 1910.
35. También hubo expresiones de socialismo utópico: Ramón Picarte Muñoz trató de crear un falansterio en Chillán entre los años 1866 y
1868; Víctor José Arellano Machuca, autor de «Catolicismo y Socialismo», Valparaíso, 1893.
36. Solamente editó 5 números entre el 22 de noviembre y el 20 de diciembre de 1896. V. Arias, Osvaldo: ob. cit. pág. 86.
37. Elementos de tendencia anarquista del Centro Social Obrero no aceptaron la unidad y conservaron su agrupación sin mayor éxito
38. Ramírez Necochea, Hernán: Historia del movimiento obrero en Chile, ed. cit. pág. 230.
39. El Proletario: 3 números publicados entre el 20 de septiembre y el 17 de octubre de 1897. Entre sus redactores figuraban Alejandro
Escobar Carballo y Magno Espinoza. La Tromba, 2 números. Arias, Osvaldo: ed. cit. pág. 87-89.
40. El 29 de abril de 1893, el líder democrático Luis Peña y Lara publicó en El Obrero de la Serena, el primer manifiesto que se conoce
saludando el Día Internacional de los Trabajadores. V. Ramírez Necochea, Hernán: Historia del movimiento obrero en Chile, ed. cit. págs.
218-219.
41. El Partido creó un nuevo órgano de expresión, El Martillo, un semanario que apenas alcanzó a salir una vez a la circulación.
44. Periódico: El Obrero, 13 números, entre 26 de diciembre de 1897 y 29 de marzo de 1898. Arias, Osvaldo: ed. cit. pág. 88-89.
45. Ramírez Necochea, Hernán: Historia del movimiento obrero en Chile, ed. cit. pág. 246
46. Sólo editó 3 números. V. Arias, Osvaldo: ob. cit. pág. 119.
47. Al promediar el siglo, una nueva literatura reflejaba el advenimiento de la «Cuestión social»; 1844, se editó en Concepción, El libro del
pueblo, de Lamennais F., en 1849, en Valparaíso, El Socialismo. Derecho al trabajo, Louis Blanc; 1858, en Santiago, «El cristianismo
político o reflexiones sobre el hombre y las sociedades» de Martín Palma, redactor de El Mercurio y hombre de convicciones democráticas;
en 1870, sin que exista precisión en la fecha, Zenón Martínez y Toro, un maestro de escuela de Copiapó, escribió República y Socialismo,
en dos volúmenes, que no obstante que permaneció inédita, reflejó la atmósfera mental de la época.
48. Ramírez Necochea registra los siguientes nombres: E. Boergel, E. Haeberle, Avelino Samorsati, Mario Centore, Calé, Rohweder,
Stenwall, Haschel, Rogolini, Berruti, Mangia, Schultz, etcétera. Historia del Movimiento Obrero en Chile, ed. cit. pág 105.
50. V. Segall, Marcelo: «La Commune y los ex-communard en un siglo de América Latina», Boletín de la Universidad de Chile, Nº 109-
110, Santiago, abril, mayo, 1971.
52. Sociedad Unión Republicana del Pueblo, Santiago, 1864; Sociedad Escuela Republicana, Santiago, 1868; Sociedad Republicana
«Francisco Bilbao», Valparaíso, 1873; Club Obrero, Santiago, 1873.
53. V. Silva Vargas, Fernando: «Notas sobre el pensamiento católico a fines del siglo XIX», revista Historia, Nº 4, Instituto de Historia,
Universidad Católica de Chile, Santiago, 1965.
54. V. Ramírez Necochea, Hernán: Historia del movimiento obrero en Chile, ed. cit.; Vítale, Luis, Interpretación marxista de la historia de
Chile, Tomo IV, ed. cit.; Barría, Jorge, El movimiento obrero en Chile, ed. cit.; Ortiz, C. M. y Lujbetic, P. I., Estudio sobre el origen y
desarrollo del proletariado en Chile durante el siglo XIX. Tesis, Instituto Pedagógico, U. de Chile, Santiago, 1954.
55. V. Jobet, Julio César: «Alejandro Escobar Carballo»., .Rev. Arauco, Santiago, enero, 1967.
56. El 1º de mayo de 1901, salió un periódico, El Siglo XX, como «órgano de las Sociedades en Resistencia», destinado a promover ese
tipo de organizaciones entre los trabajadores. No volvió a editarse.
57. Los empresarios del salitre habían formado la Combinación Salitrera para defender sus intereses.
58. Jobet, Julio César, «Movimiento social obrero», en. Desarrollo de Chile en la primera mitad del siglo XX, Universidad de Chile,
Santiago, 1951, pág. 58.
59. Barría, Jorge: El Movimiento Obrero en Chile, Universidad Técnica del Estado, Santiago, 1971, págs. 26-27.
64. Asistieron delegados de: Iquique, Antofagasta, Chañaral, Taltal, Pisagua, Caleta Junin, (Tocopilla no pudo asistir por encontrarse sus
dirigentes afectados por un proceso); la Confederación General de Trabajadores de Chile, que agrupaba varios sindicatos de Valparaíso; la
Federación de Trabajadores de Lota y Coronel, La Mancomunal de Lebu y los marítimos de Coronel
65. Surgió una copiosa producción de ensayos, reportajes periodísticos, incluso tesis de grados universitarios, entre los cuales se puede
mencionar los siguientes: La Cuestión Social, Augusto Orrego Luco, 1884; El Programa de la Democracia, Malaquías Concha, 1887; Los
Pobres, Valentín Letelier, 1896; Cuestiones Obreras, Juan Enrique Concha, 1899; El Catecismo Socialista, Alejandro Bustamante, 1900; La
Cuestión Social, Víctor Soto Román, 1900; El Derecho de los Pobres, Arturo Contreras, 1904; El Problema Social en Chile, Alejandro
Escobar Carvallo, 1907; La Cuestión Social en Chile, Armando Quezada Acharan, 1908; Obreros y Patrones: conflicto entre el capital y el
trabajo en Chile. Su única solución, Juan Rafael Allende, 1909. Sobre la literatura social del período, véase: Jobet, Julio César: «Apuntes
relacionados con los orígenes de la "cuestión social" en Chile» en Temas históricos chilenos, Quimantú, Santiago, 1973; Godoy Urzua,
Hernán, «El ensayo social», «Notas sobre la literatura sociológica en Chile», Anales de la Universidad de Chile, Nº 120, Santiago, 1960;
Iñíguez, Pedro Felipe, «Notas sobre el desarrollo del pensamiento social en Chile, (1901-1906)», Jurídica de Chile, Santiago, 1968.
SEGUNDA PARTE
«¿Dónde está mi patria y dónde mi libertad? ¿La habré tenido allá en mi infancia cuando
en vez de ir a la escuela hube de entrar al taller a vender al capitalismo insaciable mis
escasas fuerzas de niño? ¿La tendré hoy cuando todo el producto de mi trabajo lo
absorbe el capital sin que yo disfrute un átomo de mi producción?»
Recabarren
En el seno de esta sociedad habrían de realizarse los trabajos y los días de Recabarren. Nació en una instancia
caracterizada por la vigorosa penetración imperialista que frustró definitivamente el proyecto de desarrollo nacional
independiente. (1)
Luis Emilio Recabarren Serrano, realizó sus estudios primarios en la Escuela Santo Tomás de Aquino, en Valparaíso,
colegio de los padres Salesianos, donde aprendió el oficio de tipógrafo para ganarse el pan de cada día. Tenía
apenas quince años cuando se produjo el alzamiento reaccionario contra Balmaceda. Luis Emilio tomó las armas sin
comprender las razones del conflicto. Pronto sintió una revelación: la causa del Presidente era la causa de Chile. En
las filas del ejército opositor, se confabuló con otros soldados y editó un modesto periódico en favor de Balmaceda.
Los «facciosos» fueron descubiertos y fusilados. Luis Emilio se salvó por su minoría de edad. Dramático despertar a
la lucha política. (2)
Hijo del pueblo, sometido a la explotación oligárquica e imperialista, el joven Luis Emilio Recabarren habría de
interrogarse sobre las raíces de su situación y de la de sus hermanos de clase. El estudio, la reflexión y la lucha irán
desbrozando el camino hacia su maduración revolucionaria. Y en esa lucha, no estarán ajenas las vicisitudes del
hombre y su universo íntimo. (3)
En 1894, se incorporó a las filas del Partido Democrático de Chile en el que pronto destacó en su prensa, en sus
luchas por reivindicaciones sociales y en sus tareas políticas.
En 1899 salió a la circulación un semanario del partido llamado La Democracia dirigido por Florentino Vivaceta y en
cuya redacción figuró Recabarren, junto a Isaías González como secretario. El periódico se publicó entre 1899 y
1901 y alcanzó a editar 64 números. En 1900, Recabarren asumió la dirección del periódico imprimiéndole de
inmediato un pensamiento más avanzado. (4) Desde sus columnas llamó a la unidad para «aplastar para siempre a
nuestros eternos opresores y al grito de regeneración social hacer efectiva la igualdad ante la ley, proclamando el
comunismo y la fraternidad universal». (5)
En 1903, los demócratas lograron un resonante éxito electoral: eligieron diputados en Valparaíso, Santiago,
Concepción. En Valparaíso, además del diputado Ángel Guarrello (obtuvieron el control de la municipalidad. Para los
reaccionarios, esta victoria resultó inaceptable. Acusaron a Recabarren de realizar fraude electoral y lograron llevarlo
por tres meses a la cárcel, hasta que fue absuelto por la justicia.
Ese mismo año Recabarren presidió la Comisión Organizadora del Congreso Social Obrero, convocado por
entidades mutualistas, que se reunió en Valparaíso. En este torneo, Recabarren fue invitado por Gregorio Trincado,
fundador de la Mancomunal de Tocopilla, para asumir la dirección de un periódico de esa organización obrera. El 18
de octubre, estaba circulando el semanario El Trabajo. El periódico definía así su misión: «propagar la moral y unión
del elemento obrero a fin de mejorar su condición social y económica». Y agregaba: «mi patria es el universo y hacer
el bien mi religión». Editó 66 números hasta su desaparición en 1905. (6)
Las batallas ideológicas y reivindicativas que libró el periódico le costaron el odio de las autoridades y de los
sectores patronales de la región. El director y sus colaboradores fueron arrestados ilegalmente con la complicidad de
la justicia y el gobierno. El periodista obrero permaneció ocho meses encarcelado. (7)
En prisión llevó un Diario en el que escribió:
Soy de los que estiman que para despertar al trabajador del letargo tradicional es necesario una gran
agitación que haga estremecer a los pueblos aún cuando algunos nos veamos expuestos a ser
víctimas escogidas de las ferocidades burguesas. Con este espíritu encarné en El trabajo, todo el fuego
posible y puse en el lenguaje una viveza natural que ya parecía ver desarrollarse un movimiento
revolucionario capaz de trastornar todo el país. (8)
En 1906, Recabarren fue postulado por el Partido Democrático de Chile, candidato a diputado por Antofagasta.
Obtuvo un triunfo inobjetable, pero su cargo le fue arrebatado mediante una despreciable maquinación política. La
incorporación de los parlamentarios electos a la Cámara, exigía que estos juraran por Dios cumplir adecuadamente
su mandato. El juramento de Recabarren dio lugar a un violento incidente que algunos han señalado como la causa
que le impidió convertirse en diputado.
Al ser requerido para jurar, Recabarren dejó constancia de que era improcedente esta exigencia para un hombre que
no creía en Dios ni en los evangelios y cumplió con el juramento impuesto por el reglamento de la Cámara. (9) Luego
de un acalorado debate, la Cámara aprobó el juramento de los diputados obreros por 44 votos contra 32 y 9
abstenciones.
Pero la conjura contra el obrero que rompía la homogeneidad social de la Cámara no se detuvo. En esa época la
propia Cámara era la encargada de sancionar la legalidad de la elección de sus miembros. En este trámite, a pesar
de que Recabarren, tenía 48 votos sobre su adversario más próximo, mediante el subterfugio de repugnante
politiquería, fue despojado de su sillón parlamentario.
La decisión oligárquica fue tomada con inaudito cinismo. Un diputado reaccionario se atrevió a decir:
En vista de todo lo cual yo declaro que si no hubiera estricta justicia para expulsar al señor Recabarren
de la Cámara, ello sería necesario hacerlo por razones de alta moralidad social, y por otras que están
vinculadas a la felicidad y engrandecimiento del pueblo, pues, no es tolerable que en la Cámara
vengan a representarse las ideas de disolución social que sostiene el señor Recabarren. (10)
Al consumarse la maniobra, Recabarren expresó: «No me duele retirarme de este recinto; al fin y al cabo no soy el
ofendido. Es el pueblo que ha elegido el que tendrá que convencerse de que aquí, pasando sobre la Constitución y
las leyes, se ha violado su voluntad claramente manifestada.» (11)
Ese mismo año se realizaron elecciones presidenciales en las que como siempre se disputaron el gobierno facciones
oligárquicas sin contradicciones sustanciales. Postularon Pedro Montt y Fernando Lazcano. El Partido Democrático
de Chile se alió a esta última candidatura. Recabarren se negó a respaldar a un terrateniente del cual nada podían
esperar los trabajadores y rompió la disciplina partidaria. Con un pequeño grupo de partidarios de su posición, fundó
el Partido Demócrata Doctrinario. La nueva agrupación se declaró « demócrata-socialista ».
Recabarren no concebía la lucha política sin un medio de comunicación de masas y pronto dio vida a un periódico,
La Reforma, presentado como «diario demócrata de la mañana». Desde sus columnas fustigó duramente a
Malaquías Concha por su inconsecuente apoyo a Lazcano y sostuvo la necesidad de postular la candidatura obrera
de Zenón Torreblanca, dirigente mutualista organizador del Primer Congreso Obrero de Sociedades Mutualistas,
realizado en Santiago en 1901. (12)
La Reforma, circuló entre 1906 y 1908 y editó 629 números de cuatro páginas. La apertura internacional de
Recabarren como periodista obrero lo llevó a seguir desde sus modestas páginas el curso de los acontecimientos
revolucionarios rusos de 1905. (13) En el número 37, Recabarren dejó la dirección del periódico. En octubre los
Tribunales de Justicia dictaron sentencia en el proceso contra la Mancomunal de Tocopilla: 541 días de cárcel.
Frente a un fallo tan aberrante, optó por cruzar los Andes y radicarse en Argentina. Sin embargo, desde allá no
perdió contacto con su diario y se las ingenió para enviar, regularmente, noticias y comentarios sobre el movimiento
obrero argentino. (14)
En su traslado a la Argentina, contó con una compañía singular: Julio César Muñoz, de oficio zapatero, que llevaba
una misión extraordinaria: trabajar para que Recabarren pudiera dedicarse por tiempo completo a la actividad
política.
Mientras Recabarren se encontraba en Argentina, ocurrió en el movimiento obrero chileno uno de los
acontecimientos más dramáticos de su historia: la masacre de la Escuela Santa María de Iquique, ocurrida el 21 de
diciembre de 1907.
Como se ha descrito, la situación social y económica de los trabajadores del salitre eran deprimentes. Bajo la
presión de una realidad insostenible, los trabajadores de numerosas oficinas paralizaron sus faenas en apoyo a
justas reivindicaciones. El conflicto se prolongaba sin asomo de solución. Los trabajadores decidieron bajar hasta el
puerto de Iquique, capital de la región salitrera, para ejercer presión sobre las autoridades. Se concentraron unas 30
000 personas entre trabajadores y familiares.
La dirección del movimiento mantuvo largas e infructuosas negociaciones con empresarios y autoridades públicas sin
conseguir otra respuesta que la orden de regresar a los centros laborales sin condiciones.
Iquique hervía de tensión, virtualmente ocupada por los trabajadores. El conflicto fue «solucionado» con frío cálculo y
bárbara decisión. Las fuerzas armadas recibieron órdenes de hacer fuego contra la multitud sin contemplación
alguna.
Las cifras de la matanza nunca han sido precisadas y varían notablemente. Sin embargo, se estima entre dos a tres
mil el número de víctimas del fuego ordenado por el «glorioso» general Silva Renard.
Este rudo golpe debilitó notoriamente al movimiento obrero, que entró en un período de serio reflujo. (15)
Entretanto, en Argentina, Recabarren se había incorporado a las filas del Partido Socialista, (16) fundado en 1893, por
el doctor Juan B. Justo (1865-1928), (17) en el que trabajó intensamente: colaboró en la prensa socialista, en las
luchas sindicales y en los actos de masas. El 1º de mayo de 1907, habló junto a Alfredo Palacios en un acto que
llevó al país hermano el saludo y la solidaridad de clase de los trabajadores chilenos.
En marzo de 1907, se realizó un Congreso de Unificación de las Organizaciones Obreras en el que participaron
delegados de la Federación Obrero Regional Argentina (FORA) y de la Unión General de Trabajadores (UGT). En el
torneo, se produjo un intenso debate entre las corrientes anarquistas y socialistas. Entre los delegados, estaba Luis
Emilio Recabarren, en representación de la Unión Gráfica, quien libró una intensa confrontación ideológica con la
tendencia anarquista en defensa de la posición socialista. Su intervención «dada su importancia y claridad» se
reproduce íntegramente en la Historia del Socialismo Argentino de Jacinto Oddone. (18)
Yo sostengo, dijo, que si con vuestra intransigencia de declarar la organización comunista anárquica,
nos alejáis a nosotros, los socialistas, que constituimos un factor, pequeño o grande, pero útil y
necesario en el movimiento obrero, con mayor razón alejaréis a ese inmenso número de desgraciados
obreros que todavía viven en la más grande ignorancia, que se niegan a organizarse por debilidad y
degeneración, que por esa misma ignorancia huyen del socialismo, al que califican de antipatriótico,
antirreligioso, antisocial, etc., y se horrorizan del anarquismo porque gasta en la difusión de sus ideas
una violencia insípida, sin objeto, que los ahuyentara, engendrando en ellos el horror y el pánico [...]
Todos esos obreros que con una táctica más hábil y con mayor perseverancia, usada por todos
nosotros: todos esos obreros que constituyen más del 50% de nuestra clase, no vienen a la
organización, no por culpa nuestra, sino vuestra, sino por vuestras intransigencias sectarias, que
revelan quizás no querer la rehabilitación del proletariado [...]
En marzo de 1908, salió rumbo a Europa. El viejo continente gravitaba sobre el mundo por el peso de su poder
económico, científico y tecnológico. En la cumbre de este poderío se sitúan Inglaterra, Francia y Alemania. Sus
puertos concentran las principales corrientes del comercio internacional y desde sus centros de decisión económica
se controlan las principales inversiones ultramarinas.
El movimiento obrero europeo estaba bajo la influencia de la II Internacional, fundada en París, en 1889. Las figuras
más relevantes de la socialdemocracia europea eran: Augusto Bebel (1840-1913), de Alemania; Víctor Adler (1852-
1918). de Austria; Emile Valdeverde (1866-1940), de Bélgica; Ramsay MacDonald (1866-1937), de Inglaterra; Jean
Jaurés (1859-1914), de Francia; Pablo Iglesias (1850-1925), de España; Jorge Plejanov (1871-1918), de Rusia y
otros. En su interior, las aguas ideológicas eran agitadas por candentes problemas: métodos de lucha, colonialismo,
guerra, etc., tendencias de «izquierda» y «derecha» se disputaban la influencia en todas las esferas.
En España, tuvo ocasión de conocer a Pablo Iglesias a través de Largo Caballero. La recepción fue excelente. El
visitante fue invitado a dar una conferencia sobre el movimiento obrero chileno en la Casa del Pueblo de Madrid.
Iglesias impresionó notablemente al visitante chileno, obrero tipógrafo y autodidacta como él. (19) Uno de sus
biógrafos dice que Iglesias era «director de un periódico sin lectores y presidente de un partido sin partidarios, en un
país sin ciudadanos». (20) Sin embargo, su intensa actividad habría de cambiar esa realidad y generar un vigoroso
movimiento capaz de desafiar el orden tradicional. En 1873, fundó el semanario El Socialista, en 1886 asumió la
presidencia de la Asociación del Arte de Imprimir, en 1880, la Secretaría General del Partido Socialista, (21) en 1891,
concurrió a la fundación de la II Internacional, en la que tuvo una larga y notable ejecutoria; en 1908, inauguró la
Casa del Pueblo, centro de fecunda difusión del pensamiento socialista...
Contactó en Francia con Jean Jaurés (1859-1914 ), (22) una de las personalidades más brillantes del socialismo
europeo. Poseía una vasta cultura con relevante dominio en los campos de la filosofía y la historia. Como periodista
revolucionario, creó una verdadera escuela de educación política de masas (23) en Bélgica con el dirigente socialista
Emile Valdeverde, gran teórico, educador y orador, uno de los líderes más descollantes de la II Internacional.
Regresó enriquecido con estas experiencias, que sin duda fortalecieron su convicción de que la lucha por el
socialismo era inseparable de la lucha por la ilustración obrera.
A fines de 1908 estaba de regreso en Chile. Pensó que podría eludir, de hecho, la sentencia pendiente. Sin
embargo, al finalizar una conferencia en la Sociedad de Artesanos de Santiago, fue apresado y remitido a la cárcel
de los Andes. La reclusión duró alrededor de 18 meses, pero el cautivo no interrumpió allí su oficio de
revolucionario: estudió y escribió con la pasión de siempre. De estas jornadas silenciosas, salieron sus escritos Ricos
y pobres en un siglo de vida republicana; La huelga de Iquique y Mi juramento.
Apenas cruzó la reja hacia la libertad, regresó a su oficio revolucionario. Durante tres meses recorrió el centro y sur
del país en sus tareas habituales; organizar, educar y propagar. En una reunión de tapiceros se produjeron
incidentes y otra vez fue detenido; por fortuna, ahora por breve tiempo.
En 1911, Recabarren se instaló en Iquique. Allí habría de cumplir una de las etapas más fecundas de su titánica
actividad social: Fundó un nuevo periódico: El Grito, de tendencia democrático-socialista. Al año siguiente un
interdiario, El Despertar de los Trabajadores, órgano de la Sociedad Obrero Cooperativa Tipográfica, empresa
donada, posteriormente, por sus sucios, al Partido Obrero Socialista, (24) la más alta expresión del periodismo obrero
hasta esa fecha. Tuvo una vida larga y fecunda; circuló entre 1912 y 1927 y editó 3 384 números de 4 páginas. (25)
La vida de El Despertar de los Trabajadores, ligada a la lucha cotidiana del pueblo, concitó el odio de los
reaccionarios que no podían tolerar, que impunemente, los oprimidos pudiesen disponer de una tribuna periodística
de esa calidad.
Elías Lafferte, recuerda en sus memorias que, el 19 de enero de 1919, durante una huelga de los trabajadores
marítimos de Iquique y mientras algunos obreros se encontraban en el diario entregando noticias sobre el
movimiento, la imprenta sufrió un brutal asalto por parte de un comando militar:
Nos amarraron los brazos a la espalda, a Cruz, a los marítimos y a mí, y después de pegarnos y
patearnos, entraron al taller y oímos cómo empezaban a romper las máquinas, a destruirlo todo, a
empastelar los tipos mientras disparaban al aire, quizá para amedrentarnos, quizá como expresión de
su euforia «patriótica». Logré deslizarme hasta un corredor, por donde salí a un portón vecino a la
puerta de la imprenta. (26)
Afortunadamente, los asaltantes sólo produjeron destrozos en el taller de obras, las máquinas impresoras quedaron
a salvo, seguramente por deficiencias «técnicas» de los ejecutores. Sin embargo, al percatarse de esa situación, los
malhechores volvieron a la carga en altas horas de la noche.
No obstante, la voz de El Despertar de los Trabajadores, volvió a su oficio de informador, organizador y guía de la
lucha:
Otra vez había que empezar de nuevo. Recabarren nos había enseñado que si el enemigo mil veces
nos destruía, nosotros mil veces teníamos que levantarnos para seguir adelante. «Nuestra clase, nos
decía, es la más fuerte. Sólo necesita unirse, organizarse, engrandecerse. Después la burguesía
pasará a segundo término y la clase obrera a dirigir el país y el mundo.»
Promovimos una gran campaña económica destinada a levantar nuestra casa, la casa del Partido
desde las ruinas que nos habían dejado. Todo el mundo contribuyó generosamente: los marítimos, los
empleados de comercio, los panaderos, sindicalmente muy pagados de sí mismos, que se hacían
llamar el «gremio-rey», y sobre todo, los pampinos, los bravos hombres del salitre.
Peso a peso, centavo a centavo, se fue reuniendo la cantidad que necesitábamos, primero para pagar
el embargo y luego para buscar una casa, reparar las máquinas dañadas, reemplazar las herramientas
destruidas, comprar tipos, cancelar deudas. (27)
En la batalla ideológica, Recabarren estuvo atento para aprovechar coyunturas adecuadas y enfrentar a la ideología
dominante. En 1910, cuando la oligarquía se preparaba para celebrar con gran boato su siglo de vida republicana,
expresó por primera vez, una visión obrera de la historia de Chile, sometiendo el orden social a una crítica profunda.
(28)
La atmósfera política del país se caracterizaba por el imperio de un parlamentarismo desenfrenado en el cual
campeaban los turbios manejos de la plutocracia triunfante en la contrarrevolución que derribó al presidente
Balmaceda. La oportunidad era propicia para poner en la discusión pública los grandes problemas nacionales y en
especial, la situación de los trabajadores.
El 5 de septiembre de 1910, en la localidad de Rengo, al sur de Santiago, dictó una conferencia que más tarde se
publicó con el título de «Ricos y pobres a través de un siglo de vida republicana»:
Hoy todo el mundo habla de grandezas y de progreso, señaló, y les pondera y les ensalza
considerando todo esto como propiedad común disfrutable por todos. Yo quiero también hablar de esos
progresos y de esas grandezas, pero me permitiréis, que los coloque en el sitio que corresponde y que
saque a luz todas las miserias que están olvidadas u ocultas o que por ser ya demasiado comunes no
nos preocupamos de ellas. (29)
Entre esas miserias olvidadas, examinó la situación de las clases populares, sumidas en la postración material y
cultural, separadas por un profundo abismo del confort de las minorías privilegiadas.
La última clase de la sociedad que constituye probablemente más de un tercio de la población del país,
es decir, más ce un millón de personas que no ha adquirido ningún progreso evidente, en mi concepto
digno de llamarse progreso. Se me dirá que el número de analfabetos es, en proporción, mucho menor
que el de antes, pero con esta afirmación no se prueba nada que ponga en evidencia un progreso.
Para esta última clase de la sociedad el saber leer y escribir, no es sino un medio de comunicación,
que no le ha producido ningún bienestar social. Es escasísimo ejercicio que de estos conocimientos
hace esta parte del pueblo, le coloca en tal condición que casi es igual si nada supiese. En las
ciudades y en los campos el saber escribir o simplemente firmar, ha sido para los hombres un nuevo
medio de corrupción, pues, la clase gobernante les ha degradado cívicamente enseñándoles a vender
su conciencia, su voluntad, su soberanía.
El pueblo en su ingenua ignorancia aprecia en mucho saber escribir para vender su conciencia. ¿Es
esto un progreso? Haber aprendido a leer y a escribir pésimamente, como pasa con la generalidad del
pueblo que vive en el extremo opuesto de la comodidad, no significa en verdad, el más leve átomo de
progreso.
En la cima de este orden social, cuyo signo dominante era la desigualdad social, operaba una justicia, cuya
independencia y rectitud era pura mitología. El pueblo, brutalmente maltratado, estaba convencido que para él no
existía justicia y que el servicio estatal que con ese nombre se prestaba era un instrumento de opresión en manos de
las clases dominantes.
Yo he llegado a convencerme, afirmaba con seguridad, que la organización judicial sólo existe para
conservar y cuidar los privilegios de los capitalistas. ¡Ojalá, para felicidad social, estuviere equivocado!
La organización judicial es el dique más seguro que la burguesía opone a los que aspiran a las
transformaciones del actual orden social. (30)
El conventillo y los suburbios son la escuela primaria obligada del vicio y del crimen. Los niños se
deleitan en su iniciación viciosa empujados por el delictuoso ejemplo de sus padres cargados de vicios
y de defectos. El conventillo y los suburbios son la antesala del prostíbulo y la taberna. (31)
Más adelante fustigó con energía las prácticas de los comerciantes dominados por un desenfrenado espíritu de lucro:
Frente a esta cruda realidad, recuerda que no fueron las clases populares las fuerzas protagónicas de la
Independencia de 1810, sino la burguesía criolla movilizada por sus intereses particularistas:
¡Celebrar la emancipación política del pueblo! Yo considero un sarcasmo esta expresión. Es quizás una
burla irónica. Es algo así como cuando nuestros burguesitos exclaman: ¡El soberano pueblo...! cuando
ven a hombres que visten andrajos, poncho y chupalla. Que se celebre la emancipación política de la
clase capitalista, que disfruta de las riquezas nacionales, todo esto está muy puesto en razón.
Nosotros, que desde hace tiempo ya estamos convencidos que nada tenemos que ver con esta fecha
que se llama el aniversario de la independencia nacional, creemos necesario indicar al pueblo el
verdadero significado de esta fecha, que en nuestro concepto sólo tienen razón de conmemorarla los
burgueses, porque ellos, sublevados en 1810 contra la corona de España, conquistaron esta patria
para gozarla ellos y para aprovecharse de todas las ventajas que la independencia les proporcionaba;
pero el pueblo, la clase trabajadora, que siempre ha vivido en la miseria, nada pero absolutamente
nada gana ni ha ganado con la independencia de este suelo de la dominación española. (33)
Para el pueblo, la ruptura del orden colonial no significó un salto cualitativo en su mundo de privaciones y miserias:
Yo mismo en torno mío... miro en torno de la gente de mi clase... miro el pasado a través de mis 34
años y no encuentro en toda mi vida una circunstancia que me convenza que he tenido patria y que he
tenido libertad... ¿Dónde está mi patria y dónde mi libertad? ¿La habré tenido allá en mi infancia
cuando en vez de ir a la escuela hube de entrar al taller a vender al capitalista insaciable mis escasas
fuerzas de niño? ¿La tendré hoy cuando todo el producto de mi trabajo lo absorbe el capital sin que yo
disfrute un átomo de mi producción? Yo estimo que la patria es el hogar satisfecho y completo y la
libertad sólo existe cuando existe este hogar. La enorme muchedumbre que puebla campos y ciudades,
¿tiene acaso hogar? ¡No tiene hogar! ¡No tiene hogar...! ¡Y el que no tiene hogar no tiene libertad!
La fecha gloriosa de la emancipación del pueblo no ha sonado aún. Las clases populares viven todavía
esclavas, encadenadas en el orden económico, con la cadena del salario, que es su miseria; en el
orden político, con la cadena del cohecho, del fraude y la intervención, que anula toda acción, toda
expresión popular y en el orden social, con la cadena de su ignorancia y de sus vicios, que le anulan
para ser consideradas útiles a la sociedad en que vivimos. (34)
Hay progresos evidentes en el siglo transcurrido, ello no puede negarse. Pero esos progresos
corresponden a la acción de toda la colectividad y en mayor proporción si se quiere a la clase
proletaria que es el único agente de producción, de creación, de ejecución de las ideas y de los
pensamientos. (35)
Sin embargo, esta crítica despiadada a la patriotería oficial no significaba que Recabarren fuese ajeno al amor
auténtico al terruño y a sus nobles tradiciones. Por el contrario, sus preocupaciones por la suerte de su pueblo
estaban «animadas por un patriotismo concreto afincado en la identificación con el país real, con ese país que ignora
el fariseísmo del patriotismo oligárquico». (36)
En 1914, dictó en Iquique una conferencia para responder a las conocidas acusaciones reaccionarias; «...los
socialistas no aman la patria, ultrajan la bandera, son extraños al alma nacional.» Con palabras categóricas expresó:
El cargo más injusto y falto de verdad el gritarnos que no amamos la patria. Nadie como los socialistas
prueban con los hechos de todos los días su amor a la patria basado en el progreso y
engrandecimiento de sus hijos. Y probaremos cómo trabajamos por ese progreso. El Partido Socialista
en su local efectúa todos los sábados veladas-conferencias en las que realiza la educación gradual,
lenta pero segura de los sentimientos que hoy alientan los pueblos. Esta obra educativa que eleva el
nivel intelectual de la masa popular, con los hechos con los que se prueba amar la patria. Esta labor de
educación sólo la hace el Partido Socialista. Cuando el Partido Socialista con tanta insistencia combate
el alcoholismo, que es la llaga terrible que envenena los pueblos, hace labor patriótica; prueba que
ama la patria porque quiere conservar sanos sus hijos y a su raza. Cuando el Partido Socialista
combate los garitos y el juego es porque quiere alejar del vicio, que consume el pan de los pobres, a
tantos obreros que redimidos darían labor útil a su patria. Cuando el socialismo combate la prostitución,
la más infame de las llagas sociales que mantiene nuestra actual sociedad, hace obra de alto
patriotismo, porque quiere librar a la patria y la familia, que es su base, de esa degradación en la que
caen nuestras mujeres, llamadas a ser las madres de la humanidad. Esa labor la llamamos nosotros
patriótica y trabajando por la desaparición de los vicios es como nosotros damos la mejor prueba de
nuestro verdadero amor patrio quizás silencioso, pero más real y efectivo que los que gritan mucho de
patriotismo. (37)
¿Hay algo más horrible que la guerra? Querer la guerra, ¿a eso llamáis patriotismo?, ¿a eso llamáis
amar la patria?
A nosotros se nos llama antipatriotas porque somos enemigos de la guerra. Lo vamos a probar.
La guerra destruye montones de oro en armamentos que se destrozan y pierden, y balas y pólvora; en
trenes, en equipos. La guerra consume muchos millones que el pueblo con sus miserias paga. La
guerra destroza a los hombres, matándolos, mutilándolos. Con esto priva a muchos hogares del pan
diario y los sume en la miseria y aun los coloca en el camino de todos los vicios o crímenes. Si a esto
llamáis patriotismo, os repito: yo no soy patriota. ¡Porque amamos la patria, no queremos la guerra! (38)
Quisiéramos ver todas las banderas del mundo, formando hermoso conjunto abrazadas con la
internacional, símbolo grandioso de la paz. Opinamos simplemente que, algún día abrazará a los
hombres de la tierra una sola bandera.
Finalizó su conferencia, explicando pedagógicamente, que así como no hay oposición entre amar a la madre, a la
esposa, y a los hijos, tampoco hay oposición entre amar a la patria y a la humanidad:
Es nuestro culto:
La madre, la esposa, la hija... La humanidad, la patria, la familia... Qué hermoso es saber amar a la
humanidad, a la patria, a la familia.
Amar a la patria amando la patria de los otros hombres es amar a la humanidad. Eso es el patriotismo
socialista. Amando las patrias ajenas, sí así podemos hablar, conquistaremos el amor de los patriotas
de los otros países para nuestra patria.
Yo no quiero que nadie odie mí patria, por eso amo las patrias de todos.
Recabarren expuso así brillantemente las concepciones del patriotismo obrero bien diferentes del fraude patriótico de
la burguesía, destinado a manipular la conciencia nacional para ocultar su dominación de clase.
Como se sabe, la burguesía ha transformado los símbolos nacionales en opio del pueblo: himno, bandera y escudo,
han sido biombos alucinantes destinados a ocultar los profundos contrastes sociales y la traición de la burguesía a
los auténticos intereses, nacionales. En cambio, el patriotismo obrero expresa la vinculación real de la clase obrera
con sus raíces nacionales; traduce la conciencia de que es la clase obrera la única fuerza social capaz de acaudillar
a las grandes mayorías para liberar las potencialidades de la nación y ejercer en plenitud la soberanía económica,
política y cultural. Y ese patriotismo no es antagónico del patriotismo de ningún pueblo; por el contrario, es solidario
con la humanidad entera cuyas relaciones siempre envenenan los mezquinos intereses de los negocios privados.
El pensamiento político de Recabarren fue evolucionando progresivamente desde sus concepciones democráticas y
reformistas hacia el socialismo revolucionario. En ese proceso ideológico se observa al influencia de la literatura
socialista, sus contactos con el movimiento obrero internacional y su participación activa en la lucha de clases.
Sus contradicciones con la vieja tienda democrática resultaron insalvables. La vida exigía definiciones que siempre
eludía la dirigencia demócrata, irresistiblemente atraída por las componendas de la politiquería burguesa.
Sobre la decisión de irrumpir con una nueva expresión política, que reflejara los intereses de los trabajadores, tanto
en su lucha por los problemas cotidianos como por un proyecto histórico propio, Elías Lafferte recuerda:
Cuando estimó (Recabarren) que había una conciencia formada y bien definida a este respecto,
conferenció con sus colaboradores más cercanos, entre los que me encontraba yo, y se decidió a dar
vida al partido. Reunidas en el local del diario unas veinte personas, el 6 de julio de 1912, fundamos el
Partido Obrero Socialista POS. Entre los fundadores nos contamos Luis Emilio Recabarren, su medio
hermano, Néstor Recabarren Vial; Julio Arredondo, empleado de una firma embarcadora de salitre;
Enrique Salas, profesional gasfiter; un carretero de apellido García; José del Carmen Aliaga; Teresa
Flores; Ruperto Gil, carpintero mueblista, cuyo hijo, un niño aún, trabajaba como tipógrafo en El
Despertar; Nicolás Aguirre Bretón, y yo. Secretario del Partido fue elegido Néstor Recabarren. No
nombramos para este cargo a nuestro líder indiscutido, para dejarle mayor libertad de movimientos en
las tareas de organización, que debían extenderse a todo el país. (41)
Los primeros pasos del POS no fueron la partida veloz de una organización vigorosa y definitiva en sus
planteamientos ideológicos. Partió ante todo como una voluntad de ser, como una búsqueda que superara los
trillados caminos de la política tradicional. Prosigue Lafferte:
Por las tardes, después que llegaba el tren de la pampa, empezaban a caer al local, obreros, agentes
viajeros, jóvenes, empleados. Allí se leían los diarios de Santiago y no pocos periódicos del extranjero,
de Argentina, de Uruguay, y se vendían también los folletos de Recabarren. Desde Francia llegaba
periódicamente L'Humanité, órgano del entonces Partido Socialista francés, que dirigía Jean Jaurés;
desde España llegaba El Socialista, que hizo muy familiares entre nosotros los nombres de Pablo
Iglesias, Francisco Largo Caballero y otros líderes del socialismo peninsular. El Socialista era el diario
favorito de todos nosotros. Los compañeros se lo arrebataban porque en realidad, aparte de
Recabarren y de Aguirre Bretón, nadie era capaz de leer francés u otros idiomas. Las relaciones que
Recabarren había trabado en Europa, principalmente en Bélgica, con dirigentes de la Segunda
Internacional, representaban una fuente de materiales que se iban acumulando en el local: periódicos,
folletos, libros. También venía material de Buenos Aires y Montevideo, principalmente periódicos de los
anarquistas, que habían constituido importantes núcleos políticos en esas capitales. Así leyendo,
oyendo a Recabarren, que sabía condensar admirablemente las teorías de los filósofos y sociólogos,
íbamos adquiriendo una cultura política y penetrando en las bases del socialismo. En este proceso, uno
de los factores más importantes fue la publicación de un folleto de Recabarren titulado ¿Qué es el
Socialismo?, que aclaró en muchas mentes obreras la cuestión de la propiedad privada y la propiedad
socialista. (42)
Pero nuestra ideología, en aquella época, era muy incipiente. Creo que ninguno de nosotros -salvo
Recabarren- había leído a Marx o a Engels. Los libros de estos pensadores eran escasísimos.
Indudablemente el hombre más capacitado de todos los que formábamos en el movimiento era
Recabarren, pero entre Recabarren y nosotros había una enorme distancia en cuanto a preparación,
madurez política y formación ideológica. No éramos propiamente marxistas. El marxismo llegó al POS
andando en tiempo, a través de los estudios, de los libros que vinieron de Europa, de las relaciones
internacionales, de los viajes de los compañeros y de la cooperación de la Internacional Comunista.
Pero teníamos en nuestro interior, me refiero a los militantes: socialistas, la materia prima para forjar
luchadores: la capacidad de lucha, la resistencia a la injusticia, el espíritu de organización, el
sentimiento de la unidad, el orgullo proletario, y sobre todo, el sentido de clase. (43)
El POS adoptó esa denominación para perfilar una identidad diferente a los partidos socialistas europeos de filiación
socialdemócrata, cuya política reformista no satisfacía los anhelos revolucionarios de sus forjadores. Su fundación
fue recibida jubilosamente en los principales centros laborales del país. El 3 de julio, se constituyó el POS en Punta
Arenas, integrándose de inmediato al Partido de Recabarren. Pronto surgieron núcleos en otras partes del territorio
nacional. (44)
El POS representó la concreción de un proyecto que se había frustrado en más de una oportunidad. En efecto, en
las postrimerías del siglo XIX se había intentado crear un partido de orientación socialista capaz de representar una
alternativa nueva ante el reformismo, la conciliación y el oportunismo del Partido Demócrata.
El nuevo Partido necesitó mejorar y multiplicar su prensa: El Despertar de los Trabajadores, se convirtió en diario.
Surgió un semanario, El Bonete, destinado a la propaganda anticlerical.
Como un medio de ampliar la base social de la actividad del nuevo Partido, Recabarren fundó la Sociedad de
Defensa del Trabajo de Oficios Varios: creó una Cooperativa para la fabricación de pan, para aliviar en parte las
penurias alimenticias de los trabajadores. Arrendó un espléndido y amplio local, en cuyas dependencias instaló un
cine. Siguiendo el ejemplo de los socialistas españoles, abrió una Casa del Pueblo, en la que se realizó una intensa
labor cultural y política. (45)
Entre las figuras intelectuales que se vincularon a esta actividad obrera, estuvo Víctor Domingo Silva, quien dictó
conferencias y contribuyó a dar a conocer las dramáticas condiciones de vida imperantes en la pampa en excelentes
reportajes periodísticos para los diarios El Tarapacá y La Provincia.
Su imaginación creadora no se detenía: planeó editar una revista socialista, de aparición mensual, destinada al arte,
la ciencia y literatura, la que incluiría ilustraciones. El proyecto no prosperó, no obstante, resulta asombrosa su visión
de la importancia que tiene para el movimiento obrero la lucha ideológica en el terreno cultural. (46)
En 1915, fue postulado candidato a diputado por Antofagasta. Su candidatura sucumbió bajo las presiones
gubernamentales y patronales, el cohecho y el fraude organizado de los partidos de la burguesía.
El 1º y 2 de mayo de 1915, el POS realizó su Primer Congreso Nacional en Viña del Mar presidido por Recabarren.
Concurrieron delegados de 16 secciones creadas en diversos puntos del territorio nacional. El Partido resolvió
participar en la vida política del país con absoluta independencia de clase. Reconoció la necesidad del desarrollo del
movimiento sindical separado orgánicamente del Partido, pero concertando una adecuada coordinación. El Congreso
designó Secretario General al zapatero porteño Ramón Sepúlveda Leal (1886P-1970); Recabarren quedó como
integrante del Comité Ejecutivo Nacional. Las necesidades del Partido lo trasladaron a Valparaíso donde dirigió el
semanario El Socialista, órgano central partidario. Editó 127 números entre el 31 de julio de ese año y el 1º de mayo
de 1918. (47)
Pero el oficio de revolucionario de Recabarren requería movilidad: inició un recorrido hacía el sur, dictando
conferencias, animando la actividad artística y cultural, estimulando la prensa, todo en función de la organización
sindical y política de los trabajadores. La gira terminó en Punta Arenas. Desde allí, pasó otra vez a Argentina.
A fines de ese año, asumió el Gobierno, Hipólito Irigoyen (1916-1922 y 1928-1930). caudillo radical que realizó. una
política de signo nacionalista y popular favoreciendo la legislación social. (48) En Buenos Aires, retomó sus contactos
con el Partido Socialista y volvió a participar en sus tareas de difusión como periodista, charlista, etc. (49) En el
socialismo argentino se venía desarrollando una intensa discusión ideológica. Los ecos de la crisis del socialismo
europeo agudizaron las contradicciones al producirse la Revolución Rusa de 1917.
Los días 5 y 6 de enero de 1918, la corriente de inspiración leninista realizó en Buenos Aires el Congreso
Constituyente del Partido Socialista Internacional. (50) Se incorporó activamente a este proceso. El mismo fenómeno
ocurrió en Uruguay. La tendencia internacionalista ganó a partir de 1917, el control del Partido Socialista (51) y logró
en septiembre de 1920, retirar al partido de la Segunda Internacional; allí también participó en la lucha ideológica en
favor de las posiciones revolucionarias.
En 1918, regresó a Chile, se radicó en Antofagasta. De inmediato reasumió sus tareas en todos los frentes de la
lucha obrera. Ese año, el POS realizó, el 30 de agosto, su Segundo Congreso Nacional en Antofagasta. La
Revolución de Octubre estuvo presente en sus deliberaciones y contribuyó a elevar el nivel de sus debates.
El año 1920 fue un año cargado de tensiones políticas y sociales. Alessandri encabezó una ala reformista de la
burguesía y se esforzó por arrastrar a los trabajadores hacia su postulación populista.
En junio de ese año, el POS convocó a una Convención Extraordinaria, en Antofagasta, con el objeto de fijar su
posición frente a la elección presidencial. El torneo proclamó la postulación de Recabarren, no obstante encontrarse
encarcelado. Un periódico obrero explicó así el significado de esta candidatura: «No pretendemos con esto triunfar,
los obreros vencerán con otras armas más eficaces. Sólo queremos evitar que el pueblo acepte silenciosamente los
acuerdos y mandatos de la oligarquía.» (52)
Esa candidatura sólo recogió un puñado de votos en los centros de mayor concentración obrera; pero el hecho se
registra como un signo de la madurez ideológica alcanzada por el Partido. Por primera vez en la política chilena un
obrero fue postulado para la Presidencia de la República.
A lo largo de 1921, el Partido prosiguió su debate ideológico iniciado en el Tercer Congreso y se abocó el examen
de las «21 Condiciones» establecidas por la Tercera Internacional para afiliarse a sus filas. (53)
El 25 de diciembre de 1920, se inauguró en Valparaíso el Tercer Congreso Nacional del POS. El Congreso acordó:
«1) Autorizar al Comité Ejecutivo Nacional para iniciar el trámite de ingreso del Partido a la Tercera Internacional.»
Se adoptó esta resolución a base de las siguientes consideraciones:
En relación con esto, se formuló una declaración de principios en que se dejó establecido que la finalidad del Partido
es la abolición del régimen capitalista en todas sus manifestaciones, razón por la cual procuraría la aplicación y el
perfeccionamiento «de la organización revolucionaria de la clase trabajadora, para capacitarla a que administre por sí
misma iodo el sistema industrial y comercial» [...]
debe estar sujeta a las circunstancias y necesidades del pueblo trabajador en el actual momento de
transición histórica y que su acción en cuanto a la lucha de clases, debe ser cada día más definida,
decidida y constantemente revolucionaria; por tanto, no debe admitirse en sus filas aquellos socialistas
de la antigua escuela democrática, que concretan toda su táctica de acción en una transformación
evolutiva que sólo sirve para desviar a las masas obreras del recto camino de su liberación,
perpetuando el régimen oprobioso e inhumano de explotación capitalista. Por esto, debe ser deber de
preferente atención de todas las secciones del Partido, revisar y purificar sus fijas, en forma que en
cada componente se cristalicen nuestras aspiraciones comunistas y del estricto cumplimiento de nuestro
programa, expulsando sin contemplaciones de nuestras filas a quienes manifiestan dudas sobre la
eficacia de nuestra acción... 3) Como una conclusión de los acuerdos anteriores, se resolvió «que el
nombre de nuestro Partido será simplemente Partido Comunista, el que se adoptará inmediatamente
después que las secciones hayan tomado conocimiento, pronunciándose sobre esta resolución.» (54)
En las elecciones parlamentarias de ese año, el POS logró elegir a dos diputados: Luis Emilio Recabarren y Luis
Víctor Cruz, figura de dilatada trayectoria en la lucha obrera. Por primera vez llegaron al Parlamento,
tradicionalmente dominado por terratenientes, banqueros, mineros, abogados de los grandes negocios, dos
auténticos hijos de la clase obrera.
En enero de 1922, se celebró en Rancagua el Cuarto Congreso Nacional del POS, reconocido como el Primer
Congreso del Partido Comunista de Chile. El evento resolvió declarar que:
Que la sociedad capitalista, por lo mismo que se divide en clases, cimenta su estructura jurídica,
política y económica sobre la explotación del hombre por el hombre; Que en este proceso se ha
llegado al grado máximo de desarrollo, razón por la cual la lucha de clases se hace más intensa;
Que en virtud de este hecho comprobado en todo el mundo sujeto a la dominación del capitalismo, las
clases son cada vez más irreconciliables; Que los componentes de esas clases no sólo se manifiestan
en defensa de sus intereses aisladamente, sino que, por el contrario, tienden a agruparse con directivas
propias, constituyendo organismos especiales con funciones definidas;
Que para que la clase trabajadora pueda encaminarse ventajosamente a la consecución de sus
ideales, que propague la supresión de la explotación del hombre, instaurando en su defecto una
sociedad comunista, es indispensable organizar sus fuerzas, capacitándose para la implantación de una
dictadura en el período de transición;
Por tanto, resuelve: 1. Constituirse en Sección Chilena de la Internacional Comunista, aceptando sus
tesis y luchando por el triunfo de su causa, que es la causa de la clase proletaria... 2. Llamar al
proletariado de todo el país, que forma el nervio de las distintas regiones: carboníferas, salitrera,
minera, agrícola, industrial, etc., para que en completo acuerdo con los fines anteriormente explicados
se incorpore a sus filas; y 3. Desenvolverse paralelamente, con perfecta inteligencia con la organización
sindical revolucionaria, a fin de constituir un lazo indestructible en la lucha final contra el capitalismo.
(55)
No obstante esta decisión del Partido, hubo de transcurrir todavía un tiempo antes de ser reconocido como «la
sección chilena de la Tercera Internacional», rango que logró en 1928.
En materia orgánica, el nuevo Partido conservó la vieja estructura del POS. En 1925, se adopto su actual
organización celular en función de los principios leninistas del centralismo democrático. (56) El proceso de
transformación leninista del Partido no fue fácil y su historia registra instantes críticos que pusieron en tensión toda
su arquitectura, sin embargo, la lucha ideológica permitió derrotar las tendencias negativas y desarrollarse con paso
firme, con creciente arraigo en la clase obrera y la intelectualidad progresista.
Al nacer el Partido Comunista, explica Hernán Ramírez Necochea, estaba provisto de una línea política
marxista-leninista; por eso es que, a pesar de los esfuerzos por evitarlo, prosperaron desviaciones
tanto de izquierda -infantilismo revolucionario- como de derecha -oportunismo contra-revolucionario.
Justamente uno de los rasgos de la historia del Partido en la primera etapa de su existencia está
representado por el incesante y dramático afán de lograr establecer una línea política auténticamente
comunista, esto es, una línea revolucionaria fundamentada en los principios del marxismo y en las
enseñanzas de Lenin, que tuviera como gran objetivo la instauración del socialismo, pero que se
desarrollara tomando en consideración las características que presentaba el país y la necesidad de ir
promoviendo -sin quedarse en ellos- los cambios requeridos para producir, en un determinado
momento, el vuelco revolucionario que habría de dar por resultado la conquista del Poder por la clase
obrera y la abolición del capitalismo. (57)
El Partido fue «haciendo camino al andar», acumulando experiencias de sus aciertos y errores, hasta calar hondo en
la clase obrera y ganar un lugar prestigioso en el movimiento obrero internacional. (58)
La idea de crear en Chile una central obrera de ancha base social, se planteó por primera vez hacia 1892. Ese año,
el gobierno propició una ley contra los paros laborales. La iniciativa reaccionaria movilizó a los trabajadores. En
Valparaíso surgió una Federación de Uniones de Protección del Trabajo de Sudamérica, llamada abreviadamente,
Federación Obrera. Con el auspicio de este organismo, los trabajadores expresaron en variadas formas su rechazo a
la ley anti-paros.
El gran artífice de este audaz proyecto fue Carlos Jorquera, uno de los grandes forjadores del sindicalismo chileno.
Las Uniones de Protección del Trabajo, que ayudó a fundar, constituyen otro embrión del futuro sindicalismo. En
1892 había fundado la Gran Unión Marítima de Valparaíso, «sección chilena de la Liga Marítima Internacional». (59)
Su tentativa de crear una agrupación sindical nacional, con vinculaciones internacionales, define nítidamente la
calidad de su pensamiento. Gracias a su actividad, se formaron filiales en el puerto de Iquique, en el norte chileno y
en el Callao, en el Perú. En Valparaíso, contribuyó a la creación de la Liga de Tipógrafos, que pronto tuvo filiales en
varios puntos del país y que también logró establecer relaciones internacionales. (60)
Esta intensa actividad de promoción sindical tuvo influencias positivas en el resto del territorio nacional. En 1894,
surgió en Santiago una Confederación Obrera de Sociedades Unidas, con la concurrencia de 19 sociedades
mutualistas. La entidad convocó para 1896 a un Congreso destinado a establecer una Confederación Obrera de
Santiago, con la afiliación de organizaciones mutualistas y otras defensoras del trabajo, con la sola exclusión de las
de signo político o religioso. La tentativa fracasó. En 1896, se estableció la Confederación Obrera de Chile, con una
dirección provisional que no logró vitalizar la institución. En 1900 se intentó otra vez, sin éxito, realizar un Congreso
Obrero Nacional.
Entre los factores que conspiraron para que estos proyectos no caminaran, estuvo la inmadurez del movimiento
obrero en general, las disputas entre sus incipientes tendencias, incluidos los «apolíticos» y sin duda también, el
ambiente represivo de la época.
El 18 de septiembre de 1909, se fundó sobre la base de la organización gremial ferroviaria, la Gran Federación
Obrera de Chile, FOCH. La iniciativa provino de un abogado conservador. Pablo Marín Pinuer, que había logrado la
devolución de un descuento de un 10% que el gobierno había ordenado hacer a las remuneraciones de los
ferroviarios «para paliar el déficit fiscal».
El origen de la entidad pone de relieve su carácter de agrupación obrera surgida del paternalismo social de
personeros conservadores que le imprimieron un sello mutualista y conciliador en los conflictos laborales. Propiciaba
armonizar los intereses en pugna. Su primer presidente fue el conservador Emilio Cambié, de 1909 a 1914.
Sin embargo, la FOCH demandó reivindicaciones de indudable significación social: salario mínimo y jornada de 8
horas. Además, se convirtió en un polo aglutinante de una clase obrera que crecía en número y maduraba en su
conciencia de clase. (61)
Un papel importante en el desarrollo de la FOCH fue desempeñado por su prensa. Al año siguiente de la fundación,
inició la edición de un periódico trimensual bajo la dirección de Pablo Marín Pinuer. La Gran Federación Obrera de
Chile, que editó 1 22.5 números entre el 20 de octubre de 1910 y el 22 de agosto de 1924. (62) Desde su número 54
se llamó La Federación Obrera. (63)
De acuerdo con la orientación general de la FOCH, su vocero limitaba su acción a fomentar la vida social de los
obreros, el espíritu de ahorro, la asociación para fines mutualistas, los hábitos de honestidad y moralidad, su repudio
al alcoholismo, etc. En el plano reivindicativo y político, preconizaba un reformismo social paternalista dentro de los
marcos del orden establecido.
La FOCH convocó a convenciones nacionales para discutir su plataforma de lucha y perfeccionar sus estructuras
orgánicas.
A fines de 1911 y comienzos de 1912, se verificó la Primera Convención Nacional en Santiago. El evento contó con
una nutrida representación de provincias al adherir a sus filas las Mancomunales Obreras. Este ingreso habría de
resultar decisivo para su evolución ideológica.
En 1919, la Federación Obrera de Chile, FOCH, realizó su Tercer Congreso en Concepción. Se reunió bajo la
presidencia de Recabarren, quien libró una memorable batalla ideológica destinada a abandonar, definitivamente el
sindicalismo economicista y adoptar una militancia resuelta en un sindicalismo comprometido con un proyecto
político: la revolución socialista. Con el apoyo de los delegados del salitre y carbón, vanguardia obrera del país, sus
tesis revolucionarias se impusieron sobre los planteamientos mutualistas sustentadas por Pablo Marín Pinuer.
En la nueva Declaración de Principios (64) , la FOCH, estableció sus propósitos con absoluta claridad:
La Federación Obrera de Chile se ha fundado para realizar los siguientes propósitos: Defender la vida,
la salud y los intereses morales y materiales de toda clase trabajadora de ambos sexos. Defender a los
trabajadores de ambos sexos de la explotación patronal y comercial, de los abusos de jefes y
autoridades y de toda forma de explotación y de opresión. Proteger a sus afiliados en todos los actos
que establezcan sus estatutos. Fomentar el progreso de la instrucción y cultura de la clase trabajadora
por medio de conferencias, escuelas, bibliotecas, prensa y toda actividad cultural, y conquistar la
libertad efectiva, económica y moral, política y social de la clase trabajadora (obreros y empleados de
ambos sexos), aboliendo el régimen capitalista, con su inaceptable sistema de organización industrial y
comercial, que reduce a la esclavitud a la mayoría de la población. Abolido el sistema capitalista, será
reemplazado por la Federación Obrera, que se hará cargo de la administración de la producción
industrial y de sus consecuencias. Estas aspiraciones serán sustentadas en realidad cuando la
Federación Obrera de Chile por intermedio de todas sus secciones tenga la potencia suficiente para
realizarlas. Para librar a los trabajadores y empleados de ambos sexos de la explotación y opresión en
que viven esclavizados, a medida que el poder de la Federación lo permita, se luchará: Por el
mejoramiento de los salarios, de manera que correspondan a las necesidades de la vida de constante
progreso, hasta producir la transformación del régimen del asalariado por un mejoramiento superior, que
concluya con la esclavitud del salario. Por la reducción de las horas de trabajo, como un medio de
disminuir la desocupación y la fatiga, para darse tiempo a la vida societaria. Por la reglamentación de
las condiciones de trabajo, hasta desaparecer todo vestigio de despotismo y de esclavitud. Por el
abaratamiento de la vida, ya sea por medio de agitaciones, influyendo en la legislación de los
impuestos o creando o protegiendo instituciones cooperativas que tengan por objeto abaratar la vida.
Por desterrar en forma definitiva todos los vicios de la clase trabajadora, y el del alcohol y el de los
juegos de azar. Por el mejoramiento de las habitaciones y su abaratamiento por los medios que la
fuerza creciente de esta Federación le sea permitida. Esta Federación será la escuela donde se
moldee el mejor pensamiento que oriente al proletariado de ambos sexos a la perfección de su
organización social e industrial, hasta obtener su integral emancipación. Todo este programa de
perfección social podrá cumplirse si la clase proletaria de ambos sexos (obreros y empleados) se
apresura a construir la fuerza capaz de realizar este programa, acudiendo a incorporarse previamente a
la Federación Obrera de Chile, en cualquiera de sus secciones sindicatos o federaciones que forman
parte de esta organización, que es la escuela práctica que enseña y dignifica, el más amplio concepto
de la verdad y justicia social. Por lo tanto la Federación Obrera de Chile, levanta su bandera, inspirada
en estas dos profundas sanciones internacionales: «La unión hace la fuera» y «La emancipación de la
clase trabajadora debe ser obra de los trabajos mismos.» (65)
En 1920, la FOCH concibió y trató de materializar un objetivo trascendental: la formación de un Partido único de
clase. Incluso, se acordó realizar en Rancagua, en diciembre de 1921, un Congreso de la central obrera al cual se
invitó a concurrir a los Partidos Obreros Socialistas y Democráticos de Chile, para echar allí las bases del Partido del
Trabajo. Los demócratas, reunidos a pocos días del Congreso en Santiago, prefirieron, por escaso margen de votos,
proseguir en el juego de la política tradicional frustrando así el nacimiento de un gran partido de los trabajadores,
acontecimiento que habría acelerado notablemente el desarrollo del movimiento obrero chileno.
En 1921, la FOCH celebró en Rancagua su Cuarto Congreso Nacional. El proceso de avance ideológico había
madurado a tal punto, que resolvió por 106 votos contra 12 y 19 abstenciones, afiliarse a la Internacional Sindical
Roja. La FOCH contaba con unos 80 000 asociados pertenecientes a 102 organizaciones laborales.
En 1922, decretó un paro nacional en apoyo de los mineros del carbón y contó con el apoyo de los trabajadores
ferroviarios.
En 1923, en su Quinta Convención realizada en Chillan, estudió la realidad económica y social del campo chileno y
convirtió el problema agrario en una bandera de lucha permanente del movimiento obrero. (66)
Hacia 1924, la FOCH se vio arrastrada por la vorágine de los acontecimientos políticos de la época y afectada
también por ciertos errores de conducción que la llevaron a una identificación excesiva con su principal fuente de
inspiración ideológica, el Partido Comunista, hecho que mereció incluso, críticas de la Oficina Internacional del
Comintern. (67) En esas circunstancias, su influencia en el movimiento obrero decayó. En 1925, en su Sexta
Convención realizada en Santiago, incorporó a sus preocupaciones la explotación de las riquezas básicas del país
por capitalistas extranjeros. Así: la clase obrera tomó en sus manos la defensa de la soberanía económica de Chile.
Los restos de la FOCH, concurrieron en 1936 a la segunda tentativa de integrar a los trabajadores chilenos en una
central unitaria: la Confederación de Trabajadores de Chile, CTCH. (68)
5. LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE
La Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la Revolución Socialista de Octubre de 1918, que derrumbó al Imperio de
los Zares, sobre cuyas ruinas se instaló el primer Gobierno de Obreros y Campesinos de la historia, fueron
acontecimientos que provocaron en Chile un impacto extraordinario.
La guerra fue la notificación dramática de que las estructuras del capitalismo comenzaban a ceder ante las
contradicciones surgidas entre las grandes potencias por el reparto del mundo, agudizadas por la vigorosa presencia
del gran protagonista de la historia contemporánea: el proletariado.
El advenimiento del poder soviético fue el anuncio categórico de que la humanidad había entrado en una nueva
época: el socialismo salía de la utopía para ingresar en la historia. Los núcleos obreros más avanzados y la pequeña
burguesía radicalizada, saludaron alborozados la buena nueva: (69)
Es indiscutible, escribía el líder democrático, Juan Pradenas Muñoz, que el triunfo de Lenin sobre
Kerensky es el triunfo del pueblo contra la burguesía, es la victoria del proletariado y la derrota de los
tentadores de la propiedad y de la producción. El primer acto de Lenin, es ordenar la expropiación de
la tierra y su reparto entre los campesinos.
Recabarren, que ya en Argentina se había definido sin vacilaciones junto a los trabajadores soviéticos en su inédita
acción revolucionaria, de regreso en Chile, se transformó en un entusiasta propagandista de la Revolución. Frente a
la campaña de calumnias y difamaciones que organizó la reacción internacional contra el país de Lenin, alzó la voz
de la clase obrera que no se dejó engañar, segura de que con la mentira se trataba de ocultar la llegada de su hora
definitiva. Recabarren, desnudó esa campaña destinada a desprestigiar «lo que mañana el mundo llamaría sublime».
Luego agregaba:
Lleva apenas poco más de un mes el régimen maximalista, y podemos decir que ha avanzado más de
un siglo en tan poco tiempo [...] El sueño, la utopía de esos locos llamados socialistas, pasa a ser hoy
no sólo una realidad, sino que la fuente de todo progreso y felicidad humana; esto era lo más temido
por la clase capitalista de Rusia y de todas partes [...] Rusia obrera ha derrumbado con un poderoso
empuje su clase capitalista. Las tierras con todos sus anexos serán del Estado para trabajarlas en
beneficio de la comunidad. Las industrias, las máquinas, los ferrocarriles, todo, todo será propiedad de
la comunidad. Adiós para siempre la propiedad privada, herencia maldita del pasado [...] La soberanía
verdadera del pueblo por medio del Soviet reemplaza todos los gobiernos. (70)
En las filas del Partido Democrático, los acontecimientos del octubre soviético provocaron tal conmoción que hubo
sectores como el Centro de Propaganda Democrática de Santiago, que se plantearon la necesidad de luchar por la
transformación socialista de la sociedad. En los periódicos demócratas, el tema de la Revolución Rusa, se abordó
con simpatía y dio su aporte al esclarecimiento de sus actos en un medio inundado de groseras y mal intencionadas
deformaciones.
En 1921, en la Convención Nacional del Partido, los elementos más radicalizados, lucharon sin éxito para darle al
Partido un vuelco hacia el socialismo, sin embargo, los intereses políticos vinculados a contubernios con fuerzas
políticas tradicionales, práctica incurable en la organización, el predominio de la ideología pequeñoburguesa,
resultaron vallas infranqueables. No obstante, la confrontación ideológica tuvo un saldo positivo: numerosos
elementos sanos, ansiosos de abrazar la causa del socialismo, siguieron las huellas de Recabarren y se incorporaron
al Partido Comunista.
La política de paz del Estado soviético fue comprendida y valorada como una verdadera contribución a los intereses
estratégicos de la clase obrera, siempre enemiga de las guerras:
La paz, subrayó Recabarren, significará el triunfo de la Revolución Rusa, es decir, la abolición del
régimen burgués capitalista. La paz significará para Rusia, bajo el régimen maximalista, aprovechar la
primera y más certera oportunidad para la abolición del sistema capitalista y el comienzo del régimen
socialista. La paz impuesta por Rusia será la paz impuesta por la clase trabajadora libre de todo el
mundo, y esto es lo que ningún gobierno capitalista quiere aceptar... Si la paz se impone ahora, será el
programa de la revolución, que es el programa de la clase obrera de todos los países.
Rusia maximalista es hoy la antorcha del mundo. Salud a esa Rusia. Rusia revolucionaria, librando al
mundo de la guerra, es el más poderoso baluarte de la verdadera democracia, de la democracia del
pueblo honrado y trabajador. El triunfo del maximalismo en Rusia ha de ser la base inconmovible para
el derrumbe del régimen capitalista, con imperialismo y militarismo en todo el mundo. (71)
Al calor de esa emoción revolucionaria, el movimiento obrero chileno experimentó un fuerte estremecimiento orgánico
e ideológico. Las concepciones anarquistas y el reformismo, que gozaban de cierta audiencia obrera e intelectual
fueron contrastadas con la ideología marxista-leninista que emergía mostrando un camino eficaz para transformar al
mundo.
Un periódico obrero recogía esta voluntad revolucionaria: «El mundo entero marcha hoy a redimirse y no habremos
de ser en Chile los últimos esclavos.» (72)
En noviembre de 1922, Recabarren, viajó a la Unión Soviética como delegado al Cuarto Congreso de la Internacional
Comunista y al Segundo Congreso de la Internacional de los Sindicatos Rojos. (73) A su regreso, de inicio, condensó
sus experiencias en un escrito titulado «Rusia Obrera y Campesina», publicado en marzo de 1823. El testimonio que
Recabarren entregó a los trabajadores chilenos sobre el experimento soviético, que todo el mundo seguía con
esperanza o pavor, según su posición de clase, constituye un texto clásico en la historia del Movimiento Obrero
Internacional.
Se me podrá observar, escribió, que cuarenta y tres días no son suficientes para reconocer e
informarse de todo lo que es necesario en un país que ha cambiado tan fundamentalmente su régimen
social, político y económico. Pero yo responderé a eso que yo no fui a Rusia a buscar detalles, que
para este objetivo no los necesito, fui solamente a constatar lo más fundamental, con lo cual se
construirá el porvenir. Fui a ver si la clase trabajadora tenía en sus manos efectivamente el poder
político, con el cual garantice la conservación en sus manos el poder económico. Fui a ver si la clase
trabajadora tenía en sus manos la dirección del poder económico, con el cual irá construyendo su
bienestar. Fui a ver si la clase trabajadora había abolido ya definitivamente todo el estado de
explotación capitalista y de tiranía. Fui a ver si la expropiación de los explotadores estaba ya
completamente consumada en Rusia. Fui a ver si habría posibilidad de restauración del sistema
capitalista. No fui a buscar de menudencias y detalles. Para recoger lo fundamental me alcanzó el
tiempo. Y pude ver con alegría que los trabajadores de Rusia tenían efectivamente en sus manos toda
la fuerza del poder político y económico, y que parece imposible que haya en el mundo una fuerza
capaz de despojar al proletariado de Rusia de aquel poder ya conquistado. Pude constatar además que
la expropiación de los explotadores es completa, de tal manera que jamás volverá a Rusia un régimen
de explotación y tiranía, como el que todavía soportamos en Chile. (74)
Observador penetrante supo leer la nueva realidad, no en los signos superficiales, sino en los cimientos del nuevo
orden social, señaló:
¡Qué lección más luminosa sobre la toma de posición desde una perspectiva de clase frente al significado histórico
de la Revolución Rusa! (76)
Recabarren no se confundió, como suele ocurrir con tantos doctores «izquierdistas», cuyas elucubraciones
académicas, los llevan a evaluar los avances reales del socialismo, no con los patrones del socialismo científico, sino
con los sueños del socialismo utópico. Su ideologismo exacerbado, trasunto de su cultura burguesa, sustituye lo
concreto por lo abstracto, Olvidan, que el socialismo es un proyecto histórico a realizar por seres humanos, con
grandezas y debilidades que resulta dé una invención colectiva, y que se construye como se puede en un marco de
condiciones objetivas.
El tiempo ha desvanecido, cuantas profecías se hicieron acerca del rumbo final del proceso revolucionario soviético:
La historia ha demostrado la prodigiosa vitalidad de un sistema que se ha construido con un cerco de hostilidad sin
precedentes y que ha sido capaz de rectificar errores y desviaciones, con asombrosa energía. La obra leninista
cambió el curso de la historia, está ahí con sus formidables realizaciones y con sus complejos problemas, como un
desafío permanente a la autocrítica y a la imaginación creadora, pictórica de enseñanzas para el estudio serio y
responsable del movimiento obrero internacional. Siempre, lo fundamental será no perderse en los «detalles» que no
deciden, desde una perspectiva de clase, un proceso histórico. Recabarren permaneció fiel a la causa de los
trabajadores soviéticos y continuó, hasta el fin de sus días, explicando los problemas de la construcción del
socialismo, difundiendo sus realizaciones y combatiendo la incesante mixtificación orquestada pot los reaccionarios
enfurecidos y atemorizados ante la evidencia que efectivamente, un fantasma recorría el mundo, el fantasma del
socialismo. Al conocerse en Chile la muerte de Lenin, en 1924, le rindió en la Cámara de Diputados un vibrante
homenaje y propuso que la Cámara enviara un telegrama de condolencia al Gobierno soviético. (77)
Esa valoración de la URSS, como conquista histórica del movimiento obrero internacional, fue una enseñanza que
nunca olvidó la clase obrera chilena. Por eso, en sus filas pueden haber discrepancias o reservas sobre aspectos
puntuales de la política soviética, pero jamás se aceptará el anti-sovietismo como expresión legítima del movimiento
obrero. Es necesario subrayar, que la solidaridad estratégica con el campo socialista, no implica dependencia sobre
la conducción revolucionaria. Hoy se reconoce y acepta los caminos independientes hacia el socialismo para todos
los partidos obreros de signo marxista-leninista.
La Primera Guerra Mundial (1914-1918), produjo en Chile un fuerte impacto: nuestra dependencia del mercado
internacional cobró dramática significación al desplomarse los precios del principal producto de exportación, el salitre,
como consecuencia de la oferta en el mercado internacional del nitrato sintético.
Los ingresos fiscales sufrieron una disminución considerable obligando al establecimiento de nuevas cargas
tributarias, el cese de faenas mineras incrementó la desocupación y una ola de alzas de precios de los artículos de
consumo popular tornó dramática la situación de los hogares proletarios.
A la guerra debe seguir la revolución sin contemplación ni timideces. El proletariado debe tomar a su
cargo la dirección de los destinos de los pueblos. La burguesía capitalista ha fracasado, ha probado su
absoluta incapacidad y los pueblos no debemos continuar gobernados bajo el imperio de los brutos.
Tan inmenso debemos considerar el crimen presente, que debemos predisponernos a trabajar para
que termine la era de la dominación de la burguesía. Los trabajadores todos y sus familias que han
soportado el martirio de esta guerra, deben preocuparse de trabajar por fomentar el espíritu de
organización hasta constituir un poder inexpugnable capaz de impedir los salvajismos de los reyes y de
los emperadores. La llamada civilización y cultura burguesas han fracasado, han naufragado
miserablemente. Debe seguir ahora triunfante la cultura, la civilización socialista, que debe imponer el
desarme absoluto de las naciones como primera medida para evitar el porvenir de nuevas guerras.
Sólo el socialismo puede imponer la paz al mundo y estamos seguros que tras esta guerra los pueblos
acompañarán al socialismo en sus ideas de paz y amor. (78)
Se abrió en el país un período de ebullición social sin precedente. En el centro de ese proceso ascendente,
estuvieron como expresión consciente y orgánica, la FOCH y el POS, cuya trayectoria ya ha sido reseñada a
grandes trazos en páginas anteriores. Sin embargo, debe subrayarse, que no obstante haber sido la Revolución de
Octubre un factor que aceleró y orientó la ideologización del movimiento obrero chileno, ese proceso se fundió,
indisolublemente en la lucha de clases del país, del cual fueron, en último término, su producto más genuino y
relevante.
Una reseña de ese ascenso de la lucha de clases, registra como hechos sobresalientes los siguientes: (79)
En 1914, los anarquistas crearon en Valparaíso una Liga de Arrendatarios. El problema de la vivienda, denunciado
por Recabarren en 1925, no hacía sino agravarse con el desplazamiento demográfico del campo a la ciudad.
Entre 1911 y 1920, se registró una inusitada ola de huelgas que suman 293. El 70% de estos paros se produjeron
entre enero de 1919 y julio de 1920. (81)
En julio de 1917, los trabajadores marítimos declararon un paro nacional en apoyo de demandas económicas y
sociales.
En octubre de ese año, inició sus labores una Asamblea Obrera de Alimentación Nacional. Participaron en el evento
la Federación Obrera de Chile, los partidos Democrático, Radical y Obrero Socialista y la Federación de Estudiantes
de Chile. La Asamblea, se convirtió en un gran polo de atracción y movilización popular. Sus «Mítines del Hambre»,
se transformaron en focos de intensa agitación obrera en varias ciudades del país, agitación que culminó con una
concentración multitudinaria en Santiago a la que concurrieron cerca de 100 000 trabajadores.
En marzo de 1919, la Asamblea convocó a un Congreso Nacional que trabajó bajo la presidencia de Carlos Alberto
Martínez. El evento tuvo una amplia resonancia en la opinión pública. Entre sus principales resoluciones, figuraron:
salario mínimo, jornada laboral de 8 horas, liberación de cargas impositivas que afectaban al costo de la vida, lucha
contra la desocupación y el alcoholismo, demanda de viviendas,. seguridad social; fomento del cooperativismo,
etcétera.
Un aspecto trascendental del Congreso, fue el debate suscitado en torno a la cuestión agraria. Se denunció con
firmeza que el latifundio era un factor clave para explicar el atraso agrícola y su efecto negativo en el suministro de
alimentos y en las pésimas condiciones de vida de los campesinos. (82) La conclusión fue rotunda: los trabajadores
deberían luchar por la abolición de los latifundios, la redistribución de la tierra y la organización del campesinado. El
Congreso fue clausurado a los compases de La Internacional, hecho que ilustra bien el clima político que dominó
esta gran jornada popular.
En Antofagasta, los trabajadores del ferrocarril internacional a Bolivia permanecieron 20 días en huelga exigiendo
mejores salarios.
En Puerto Natales se ordenó una violenta represión obrera que dejó un saldo de numerosos muertos y heridos.
En Santiago y Antofagasta se acordaron paros generales. que contaron con apoyo masivo de los trabajadores.
En marzo de 1920, se declaró en la región del carbón la llamada «huelga grande», que se prolongó por 83 días. Los
motivos del paro eran principalmente dos: incremento de salarios y reducción de la jornada laboral. Sobre el
ambiente reinante entre los trabajadores del carbón, disponemos. de un ilustrativo texto de procedencia empresarial:
Durante todo el año 1920 y el siguiente, continuaron produciéndose dificultades. Constantemente los
obreros se negaban a trabajar en determinados días, ya con motivo de asuntos en que ellos se
consideraban afectados o con motivo de asuntos ajenos al Establecimiento. No trabajaban para
manifestar su adhesión a movimientos de operarios y otras empresas y localidades para celebrar
acontecimientos o aniversarios relativos a la revolución social, o para asistir a manifestaciones públicas
derivadas de la ardiente lucha política que entonces se desarrollaba con motivo de la designación del
nuevo Presidente de la República. Grandes grupos de obreros recorrían las calles de Lota Bajo y
hacían tumultuosos desfiles. Se reunían frente al local de la Federación Obrera, y allí escuchaban
diariamente discursos que enardecían sus ánimos. Los «comicios» de la Federación Obrera llegaron a
ser el espanto de Lota, porque de ellos salían después hombres y mujeres que, por donde iban, daban
claras muestras de los feroces odios sociales que allí se les inculcaba. Los obreros se dividieron en dos
bandos o partidos: los «rojos», que preconizaban la guerra a muerte entre el capital y el trabajó, y los
«amarillos», que encontraban más fácil el mejoramiento de la situación del pueblo en un ambiente de
armonía entre el capital y el trabajo. La Federación Obrera mantenía una guardia roja para vigilar y
castigar a los que no cumplían sus órdenes, y continuamente esto daba origen a trágicos sucesos. La
región carbonífera, adquirió así, fama de peligrosa. Los numerosos visitantes, que desde antiguo,
venían a Lota, atraídos por las bellezas de sus panoramas, o por conocer el Parque, o pasar una
temporada en las playas de los alrededores se abstuvieron de llegar a una localidad tan agitada. (83)
Este año, los anarquistas dieron vida a la IWW, filial de la Industrial Worker World. Esta tendencia repudiaba la lucha
política y propiciaba la acción directa contra el capitalismo y el Estado. Se caracterizaba además por un violento
anticlericalismo. Entre sus líderes figuraban Juan Gandulfo. Augusto Pinto, Benjamín Piña, Alberto Bañolet y otros.
El Gobierno acentuó la represión, solicitó y obtuvo del Congreso facultades extraordinarias y se dictó una Ley de
Residencia que permitía expulsar del país a extranjeros acusados de intervenir en la agitación social.
La efervescencia estudiantil iba en ascenso; en junio se reunió la Primera Convención Estudiantil Chilena, que
acordó propiciar la sustitución del principio de competencia por el de cooperación, la socialización de los medios de
producción y el reparto equitativo de los frutos del trabajo.
El 21 de julio de 1920, la tensión social se puso al rojo, al producirse el asalto al local de la Federación de
Estudiantes de Chile, FECH. (84)
El 25 de junio, culminó la agitada campaña presidencial en la que disputaron el poder: Luis Barros Borgoño, de
Unión Nacional, y Arturo Alessandri Palma, de la Alianza Liberal, venciendo este último, con el entusiasta apoyo de
los sectores medios en ascenso. (85) Gobernó de 1920 a 1925. La tentativa de oponer a esas opciones una
postulación Independiente de la clase obrera no prosperó. En Antofagasta se proclamó la candidatura presidencial de
Luis Emilio Recabarren, sin lograr una adecuada respuesta popular.
Alessandri, uno de los políticos más astutos y audaces de la burguesía, captó bien la temperatura social reinante y
postuló un programa de inédito contenido social. El político liberal, al que se ha llamado «padre de la legislación
social chilena», supo captar la significación política de la insurgencia obrera y popular y se dispuso darle cauces
institucionales. No obstante su sensibilidad histórica para propiciar reformas sociales, no vacilará un instante ordenar
feroces represiones obreras a la menor señal que su sagrado orden burgués pudiera ser desbordado. (86)
El 20 de julio el gobierno extremó la represión contra el movimiento obrero y dio curso al llamado «proceso de los
subversivos». Durante meses, centenares de líderes sindicales fueron detenidos y procesados. Recabarren fue
relegado tres meses a Lautaro provincia de Cautín.
El 27 de julio de 1920, las fuerzas represivas atacaron en Punta Arenas, a los trabajadores reunidos en el local de la
FOCH. El recinto fue incendiado y la policía disparó sobre los trabajadores que huían de las llamas. La FOCH
paralizó las faenas durante tres días como protesta contra tan bárbaro crimen que costó la vida a varios centenares
de obreros.
El 7 de febrero de 1921, se produjo otra violenta represión en la región del salitre; la masacre de San Gregorio,
oficina salitrera ubicada en Antofagasta. La represión dejó un saldo de más de 500 muertos y numerosos heridos.
En marzo, Recabarren logró alcanzar un sillón parlamentario por la región minera de Antofagasta, expresión notable
de la decisión de los trabajadores de enfrentar la represión. (87) A esta respuesta obrera se sumaba la lucha
decidida de maestros agrupados en la Asociación General de Profesores de Chile creada en 1922, que además de
sus demandas económicas, formulaba serias críticas al sistema educacional y proponía reformas para modernizar y
democratizar la enseñanza.
Entre el 10 y 12 de octubre, se reunió una Convención Provincial Campesina de Santiago, patrocinada por la FOCH.
El torneo debe haber contribuido a cierta agitación campesina que se expresó en la presentación de más de 20
pliegos con exigencias reivindicativas. (88)
El gobierno de Alessandri fue un período de fuertes tensiones entre las facciones conservadora y modernizante de la
burguesía. Los conservadores, atrincherados en el Parlamento se obstinaron en paralizar la acción del Presidente. En
este propósito, estaba también el ejército que inició una febril actividad conspirativa. El 5 de septiembre de 1924, los
militares se alzaron contra el Presidente. En una maniobra desesperada, Alessandri designó Ministro del Interior al
jefe militar Luis Altamirano. El nuevo gobierno impuso al Parlamento un aumento de las rentas a los militares y la
aprobación de un conjunto de leyes sociales que estaban bloqueadas por la oposición. (89)
El Presidente se ausentó del país bajo presión militar, Se disolvió el Parlamento, se declaró el estado de sitio y se
postergó la aplicación de las leyes sociales. El gobierno militar se rodeó de los sectores conservadores derrotados
en 1920.
Surgió un Comité Obrero Nacional, del que formaba parte la FOCH, estudiantes y sectores políticos favorables a
Alessandri, que exigieron su regreso y el dictado de una nueva constitución política que permitiera superar la grave
crisis institucional. En esta ofensiva contra los militares reaccionarios, se concertaron acciones con grupos de
oficiales jóvenes que aparecían dirigidos por Carlos Ibáñez y Marmaduque Grove. El 25 de enero, Ibáñez dio un
nuevo golpe dirigido a restablecer a Alessandri en su cargo y a dictar una nueva constitución política que adoptara la
institucionalidad a las nuevas realidades del país.
Alessandri regresó y quedó bajo la presión de su ministro del Interior, Carlos Ibáñez. El movimiento obrero trató de
influir sobre los acontecimientos convocando a una Asamblea Constituyente de Asalariados, que no encontró eco en
las esferas oficiales.
El 4 de julio de 1925, los obreros salitreros de las oficinas de La Coruña, Pontevedra y Barrenecha, decretaron un
paro. La represión fue brutal: quedaron en la arena cientos de muertos y heridos. El jefe militar que condujo las
tropas recibió calurosas felicitaciones de parte del presidente Alessandri. (90) El movimiento obrero fue golpeado
duramente; ilegalizado y perseguido. Sin embargo, la siembra de Recabarren no pudo ser destruida, sino apenas
paralizada en su proceso ascendente. Los años venideros registrarían notables saltos orgánicos e ideológicos que
abrirían, definitivamente a los trabajadores un camino de creciente influencia en el desarrollo político del país.
En el trasfondo de esta crisis política y ebullición social, en el país se operaba un cambio estructural significativo: el
relevo del imperialismo británico por el imperialismo yanqui.
La carrera impetuosa del imperialismo norteamericano hacia la cumbre del poderío mundial encontró la oportunidad
histórica de cristalizarse con la Primera Guerra Mundial, de la que resultó a la postre su gran vencedor. (91) Para la
expansión del imperialismo norteamericano, América Latina figuró, desde los tiempos de Monroe, en 1823, como un
objetivo estratégico. En el cumplimiento de esta política, jugaron un papel destacado la diplomacia del dólar y la
infantería de marina, elementos decisivos para la penetración económica. Chile no pudo escapar a ese designio
histórico. (92)
La penetración norteamericana en la economía chilena se tornó decisiva en la riqueza que sustituyó al salitre como
principal actividad productiva, el cobre. (93)
En los grandes centros mineros de Chuquicamata, El Teniente y El Salvador se abrió un nuevo capítulo de la
explotación de la clase obrera chilena que Recabarren alcanzó a conocer. En su incansable peregrinar, llegó hasta
Chuquicamata. «Ese centro minero, escribía a un camarada en 1919, es un terrible feudo de los yanquis
democráticos.» (94)
Efectivamente, las minas de cobre fueron convertidas, por la incontenible sed de lucro de los capitalistas
norteamericanos en nuevos infiernos de explotación, abusos, prepotencia e incluso racismo. (95) El ciclo cuprero dejó
testimonios abrumadores como la obra de Ricardo Latcham, aparecida en 1926 en la que el celebrado escritor
chileno difundió sus vivencias recogidas en directas observaciones en el mineral de Chuquicamata . (96)
Latcham, destruyó todos los mitos sobre el carácter benefactor del capital norteamericano. Demostró con
antecedentes irrefutables, las inhumanas condiciones de trabajo y el imperio absoluto de la voluntad, gerencia sobre
las leyes y el decoro de un país independiente. Dejó en evidencia el racismo y la prepotencia del trato dado a los
trabajadores, a quienes se les enrostraban todos los vicios y defectos.
Cuando más, subrayaba, si se les reconoce alguna cualidad, «no pasa de esto: es un buen trabajador, sumiso y
(97)
sobre todo, que es barato».
El libro de Latcham, cuyo título constituía de por sí una denuncia, mereció como otras obras semejantes, la
conspiración del silencio organizado por los poderosos intereses comprometidos en un fabuloso negocio que
evaporaba todo el pudor nacional de gobernantes atrapados en el juego neo-colonial. (98)
Hacia 1900, las inversiones norteamericanas en Chile,, alcanzaban a unos 5 000 000 de dólares; en
1914, habían subido a 200000000 de dólares; en 1930, a 729 000 000 de dólares. Esa cifra
representaba el 5% de las inversiones norteamericanas en el exterior y el 14% de las realizadas en
América Latina. Estas inversiones. se radicaron de preferencia en los minerales, cobre, salitre y hierro.
Señala Hernán Ramírez Necochea: «El gran consorcio Dupont, empieza a actuar en la industria-
salitrera, teniendo por base la oficina Delaware de Taltal; la firma Guggenheim, tomó el control de la
importante fundición Playa Blanca de Antofagasta, que trabajaba minerales de cobre y plata; en
Caldera, tenía, algunos establecimientos la American Smelting and Refining Co.; en Chañaral operaba
la Cooper Corporation of Chile; en Ovalle, La Central Chile Copper Co. explotaba el rico yacimiento de
Panulcillo, y en Potrerillos, tenía intereses la Potrerillo Mining Co. En 1913, The Bethlehem Chile Iron
Mines, Co., subsidiaria de The Bethlehem Steel Corporation adquirió -mediante contrato de
arrendamiento a una compañía francesa- el mineral de hierro de El Tofo. En 1909 se estableció en el
país la United States Steel Company, subsidiaria de The United States Steel Corp., para dedicarse a la
industria mecánica. Entre 1910 y 1911, Albert C. Burrange de Boston, adquirió las minas de cobre de
Chuquicamata, constituyéndose la Chile Exploration Co., que en 1913, después de una serie de
transferencias, quedó en calidad de subsidiaria de la Chile Copper Co., de Delaware, cuyo capital
ascendía en 1913 a 110.000.000 de dólares; en esta empresa, el grupo Guggenheim tuvo importante
participación. El año 1904, William Braden, organizó en Maine la Braden Copper Co., en sociedad con
el grupo Guggenheim y concertado con la American Smelting and Refining Co.; esta empresa,
constituida para explotar el mineral de El Teniente, se instaló legalmente en Chile el año 1905, con un
capital de 2500000 dólares; en 1908, su capital ascendía a unos 5.000.000 de dólares y en 1914, a
unos 25.000.000; en 1918, la Kennecott Copper Cor., compró la empresa en 57.000.000 de dólares. El
año 1913, William Braden adquirió los yacimientos de la Potrerillo Mining Co., en 200000 dólares, y con
ella organizó poco después la Andes Copper Mining, que llegó a ser subsidiaria de la Anaconda
Copper Co. El capital de la Andes era en 1916 de 50.000.000 de dólares.» (99)
Otro aspecto clave de la crisis provenía de la obsoleta , estructura agraria, responsable de una producción
progresivamente deficitaria y del imperio de una virtual servidumbre del campesinado.
En el campo, la hacienda tradicional permanecía incólume. Las sensacionales revelaciones que había hecho algunos
años antes Tancredo Pinochet Le Brun, al reportar, fungiendo como campesino, en la hacienda del presidente Juan
Luis Sanfuente (1915-1920), demostraban que la servidumbre rural se conservaba en plenitud. Los ojos y oídos de
don Tancredo quedaron atónitos cuando estuvo en el fondo de ese cepo terrible que era la hacienda tradicional.
Escribió el testimonio más impresionante de la miseria, el abuso y la humillación en que vivían los «ciudadanos»
rurales de nuestra democracia oligárquica. El sensacional reportaje sobre los «Inquilinos en la Hacienda de su
Excelencia», fue publicado en una sene de artículos en el diario La Opinión, luego reunidos en un libro que
pertenece a los grandes tesoros de la bibliografía social de Chile y que ha dejado una luminosa lección para los
periodistas y sociólogos.
El movimiento obrero visualizó enteramente los obstáculos que había que remover para liberar las fuerzas
productivas y poner en energía y potencialidades del pueblo chileno: la independencia imperialista y el latifundismo.
Las consignas de nacionalización de las riquezas básicas y la reforma agraria se fueron perfilando hasta figurar años
más tarde como banderas de la lucha obrera.
Sin embargo, pese al anillo de opresión imperialista y a la secular estructura agraria, las necesidades creadas por la
Guerra Mundial estimularon cierto desarrollo industrial. De 2 406 establecimientos instalados en 1915, que ocupaban
54 551 obreros, se elevó la cifra a 3 196 establecimientos en 1923, que ocupaban 82 118 obreros. El proceso siguió
esa tendencia ampliando notablemente el contingente proletario en la masa laboral y acentuando su presencia en la
vida social y política del país.
7. LA MUERTE INVEROSÍMIL
El 19 de diciembre de 1924, una noticia increíble recorrió el territorio chileno: Luis Emilio Recabarren había muerto.
Su vida se apagaba cuando su desarrollo ideológico, madurez política y arraigo en las masas populares lo habían
perfilado como el más grande y querido de los líderes obreros del país. Tenía 48 años de edad.
En los centros laborales la noticia pareció increíble. Nadie quería aceptar que habían cesado los trabajos y los días
del gran artífice de la conciencia y la organización obrera. En las salitreras, un duelo colectivo enmudeció los labios y
paralizó todo: el rudo proletariado dejó sus herramientas, invadió los locales sindicales sobrecogido de auténtico
dolor y apretó sus puños para golpearlos contra lo inexplicable. ¿Qué había pasado? Para los trabajadores, que
sabían cómo los oligarcas odiaban a su líder, la respuesta era categórica: lo habían asesinado.
Recabarren murió en su casa. Su compañera, Teresa Flores, estaba realizando en la cocina sus tareas cotidianas
cuando sintió disparos en otras dependencias. Corrió de inmediato en esa dirección y se encontró con un dramático
cuadro: Luis Emilio Recabarren estaba muerto; una mancha de sangre enrojecía sus canas y su huella llegaba hasta
el suelo. ¿Se había suicidado? ¿Por qué? ¿Su firme voluntad se había quebrado bajo las angustias de su avanzada
ceguera o por efecto de las incomprensiones políticas? Efectivamente, en esa época, el Partido Comunista vivía
tiempos difíciles. El Tercer Congreso del Partido, realizado en septiembre de ese año, había generado una Dirección
en la que predominaban elementos inmaduros frente a los cuales Recabarren no oculto sus reservas:
He agitado a las masas obreras de Chile durante más de veinticinco años, excitando a la juventud a
organizarse, a estudiar y a luchar por el derrumbe del oprobioso régimen capitalista, pero jamás he
aceptado que la dirección central de un organismo obrero sea puesta en manos de afiliados nuevos
que carecen totalmente de experiencia, de conciencia y de seriedad. Y la mayoría de los elegidos
carecen de antecedentes y de experiencia en nuestro partido y no pueden exhibirnos pruebas de su
devoción a las ideas comunistas y al sacrificio que ellas exigen, y añadía: este incidente que me he
visto obligado a provocar tiene por objeto defender los intereses del presente y porvenir del Partido
Comunista, amenazado por la vanidad y petulancia de afiliados novicios que ignoran el verdadero
objetivo de nuestro partido. (100)
El ambiente partidario estaba enrarecido. La pasión de algunos no se detuvo ante su venerable figura y luminosa
trayectoria. Pero el tiempo se encargó de dejar las cosas en su lugar: mientras las vidas mínimas de aquellos sólo
dejaron la huella de sus mezquindades; la imagen noble y señera de Recabarren se agiganta sin cesar.
¡Cuánta razón tenía Recabarren para alzar su voz de alerta contra la promoción apresurada de militantes novatos a
las instancias superiores de la dirección partidaria! La experiencia histórica ha demostrado que el ascenso al rango
de dirigente no debe producirse sin antes haberse cumplido con una trayectoria de militancia en la que se temple y
someta a prueba el futuro dirigente. Sólo así se cierran las puertas a los aventureros, a los infiltrados y a los
oportunistas que nunca faltan en las organizaciones revolucionarias. (101)
También otros factores adversos deben haber contribuido a su trágica decisión: el país caía bajo las botas militares
sin una adecuada respuesta popular; por el contrario la F0CH sentía debilitarse sus filas bajo los embates de la
represión; su propia candidatura para un nuevo período parlamentario había fracasado.
En torno a su cuerpo sin vida, los trabajadores realizaron una impresionante demostración de dolor:
La concurrencia, recuerda Lafferte, fue en realidad inmensa. Creo que jamás había visto tanta gente
junta como la que concurrió a los funerales de Recabarren; como Sepúlveda Leal y yo por nuestra
calidad de organizadores teníamos que estar en todas partes, hubo momentos en que debimos abrirnos
pasos a golpes. Pasó el cortejo entre una doble fila de obreros que tomados de la mano formaban dos
cadenas increíblemente largas, pues llegaban desde la Alameda esquina de Bascuñán Guerrero hasta
el propio Cementerio General. Cuadras y cuadras de trabajadores seguían el ataúd por las calles de
Santiago, en una de las demostraciones populares más impresionantes que me ha tocado presenciar.
[...] En la plazuela del Cementerio, comenzaron los discursos. No era cosa de que hablara primero un
orador y luego otro, porque no se habría terminado en todo el día. Simultáneamente, desde las
pequeñas tribunas, hablaron diez o más oradores. Algunos, a falta de tribunas, se subían a los barrotes
de las ventanas de las casas y desde ahí despedían los restos de Recabarren. Hubo un instante en
que conté hasta 1.5 personas hablando simultáneamente a la muchedumbre. (102)
Esa multitud dio a Recabarren una entrada solemne en la historia de Chile. Ese tránsito iluminó como un relámpago
su prodigiosa obra revolucionaria, que más tarde Neruda modeló con el fuego de su poesía al llamarlo con razón,
«hijo de Chile ... padre de Chile»:
Notas:
2. Ocampo, Salvador: «Recuerdos de Recabarren». Conferencia. Casa de Chile. México. Diciembre. 1975.
3. En 1895, casó con Guadalupe del Canto, prima; matrimonio que fracasó por la incomprensión de la esposa a su compromiso político.
Hubo dos hijos: Luis Hermenegildo (1896) y Armando (1897), murió al año. Posteriormente, vivió junto a Teresa Flores, obrera del norte,
que lo acompañó por el resto de su vida, compartiendo decididamente su actividad revolucionaria: formó parte del Comité Ejecutivo
fundador del Partido Obrero Socialista en 1912 y de la dirección nacional de la Federación Obrera de Chile en 1919.
7. Sobre este incidente, Recabarren publicó en 1905, un folleto titulado Proceso oficial contra la Sociedad mancomunal de Tocopilla.
8. Jobet, Julio César: «El Pensamiento Político de Recabarren», en ob. cit. págs. 17-18.
9. El 1º de mayo de 1904, ingresó al Parlamento argentino, el primer diputado socialista doctor Alfredo L. Palacios (1880-1965). Era de
rigor prestar juramento «por Dios y los Santos Evangelios». Palacios, fundamentado en la libertad de conciencia, no aceptó prestar este
juramento provocando un acalorado debate, al término del cual se le permitió jurar «por la patria» y «por su honor», cumplir sus
obligaciones legislativas. A partir de esa fecha, se admitió para la incorporación parlamentaria la opción de dos juramentos, el religioso y el
civil.
10. Recabarren, Luis Emilio: «Mi juramento», en El Pensamiento de Luis Emilio Recabarren, comp. 2 vol., Austral, 1971, pág. 286.
11. Ibid.
15. Sobre la masacre de la Escuela Santa María de Iquique, véase: Teitelboim, Volodia: Hijo del salitre, ICL, La Habana, 1972. La obra
recoge el relato de Elías Lafferte (1896-1961) discípulo de Recabarren, sobreviviente de esos acontecimientos; Barría, Jorge: Los
movimientos sociales de principios del siglo XX (1900-1910). Tesis de grado, Instituto Pedagógico, Universidad de Chile, Santiago, 1953;
Recabarren Rojas F.: Historia del proletariado de Tarapacá y Antofagasta 1884-1913. Tesis de grado, Instituto Pedagógico, Universidad de
Chile, Santiago, 1954.
16. Sobre el socialismo argentino: Oddone, Jacinto: Historia del socialismo argentino, 2 t.. Talleres Gráficos «La Vanguardia», Buenos
Aires, 1934.
17. Juan B, Justo, médico de vasta cultura, realizó la primera traducción al español de El Capital de Marx, sin embargo, su pensamiento no
fue propiamente socialista marxista. Escritos principales: «Teoría y práctica de la historia», «Internacionalismo y Patria», «Realización del
socialismo». La Vanguardia editó sus obras completas en 1931. Sobre Justo: Ghioldi, Américo: Juan B. Justo. Sus ideas históricas, sus
ideas socialistas, sus ideas filosóficas. La Vanguardia, Buenos Aires, 1930; Cuneo, Dardo: Juan B. Justo y las luchas sociales en
Argentina, Alpe, Buenos Aires, 1956.
18. Obra en dos volúmenes editada por Talleres Gráficos «La Vanguardia», Buenos Aires, 1934.
19. Recabarren proyectó una visita de Pablo Iglesias a Chile; formó un comité de auspicios para financiar el viaje y programó una gira que
debía comenzar en Punta Arenas, seguir a Santiago y Valparaíso, para finalizar en Antofagasta e Iquique.
20. Morato, Juan José: Pablo Iglesias, educador de muchedumbres, Ariel, Barcelona, 1968, pág. 82.
21. Fundado en 1879. V. Gómez Llorente, Luis: Aproximación a la historia del socialismo español (hasta 1921), Cuadernos para el diálogo,
Madrid, 1972.
23. «Dirigió L'Humanité tratando de hacer de cada número no sólo un medio de dar las noticias del día, sino también de transmitir un gran
mensaje de emancipación social y cultural. Su primera página era asombrosamente buena, conteniendo especialmente en sus artículos
editoriales, brillantemente concebidos, mucho más que un mensaje políticamente estrecho. Bajo ese control, L'Humanité llegó a ser una
gran fuerza educadora, que influyó sobre todo en maestros y en socialistas militantes, pero escrito con tanta sencillez que le permitía llegar
a un círculo muy amplio de lectores con un atractivo que podrían comprender y aceptar.» Colé, G.D.H.: Historia del pensamiento socialista.
La Segunda Internacional. 1889-1914 Tomo III, Fondo de Cultura Económica, México, 1959, pág. 351.
24. Directores de El Despertar de los Trabajadores: 1912-1914, Luis Emilio Recabarren: 1914, Víctor Ortiz; 1915. Recabarren; 1916,
Mariano Rivas; 1916-1917, Pedro J Sandoval; 1917, Mariano Rivas; 1918, Víctor Cruz. V. Mondaca, Alberto: Historia del movimiento obrero
en Chile. Con reseñas políticas, económicas y sociales, pág. 171. (Inédito).
26. Lafferte Elías: Vida de un Comunista, Austral, Santiago, 1971, pág. 138.
28. El presidente Pedro Montt, falleció pocos días después de la conmemoración histórica, el 16 de agosto, en Bremen, Alemania, donde
se encontraba tratando su salud gravemente quebrantada. Correspondió presidir las fiestas del Centenario al ministro de mayor antigüedad,
Emiliano Figueroa Larraín. Había sucedido al vicepresidente Elías Fernández Albano, fallecido durante su gestión. El mismo año fue
elegido presidente Ramón Barros Luco. (1910-1915).
29. «Ricos y pobres a través de un siglo de vida republicana», en El Pensamiento de Luis Emilio Recabarren, Austral, Santiago, 1971, pág.
166.
36. Obras de crítica social aparecidas en esa época: Venegas, Alejandro (Doctor Julio Valdés Cange): Sinceridad Chile íntimo 1910;
Imprenta Universitaria, Santiago, 1910; Encina, Francisco A. Nuestra Inferioridad Económica, Santiago, 1912; Pinochet, Le Brun, La
Conquista de Chile en el Siglo XX. La Ilustración, Santiago, 1909.
37. «Patria y Patriotismo», en El Pensamiento de Luis Emilio Recabarren, ed. cit. págs. 209-210-211.
41. Ob. cit. pág. 83. El grupo estaba formado por militantes del Partido Democrático de Chile. En reunión celebrada el 21 de mayo de ese
año, ya habían decidido abandonar ese Partido y propiciar la fundación de uno nuevo.
44. Sobre estructura del POS, véase la parte tercera de este libro: «Las tareas esenciales: organizar, educar, propagar».
45. Pablo Iglesias inauguró la Casa del Pueblo en Madrid, el 28 de noviembre de 1908.
46. Es notable que nuestro líder obrero concibiera por esos años un proyecto semejante al que realizaría José Carlos Mariátegui (1894-
1930) con Amauta. Entre 1926 y 1930, Amauta salió 32 veces y sus páginas fueron la más alta tribuna de la intelectualidad avanzada de
América Latina.
47. Arias: ob. cit. pág. 98.
48. Sin embargo, en enero de 1919 el Gobierno reprimió violentamente una manifestación obrera. Saldo: muertos y heridos. V. Godio,
Hugo: La semana trágica de enero de 1919, Garnica, Buenos Aires, 1972.
49. En Argentina editó algunos escritos importantes como «Proyección de la Acción Sindical: 1917»; «La Materia Eterna e Inteligente»,
1917; «Lo que puede hacer la municipalidad en manos del pueblo inteligente», 1917.
50. En abril de 1919, se realizó el Segundo Congreso del Partido Socialista Internacional, que aprobó su incorporación a la III Internacional,
V. Partido Comunista: Esbozo de Historia del Partido Comunista de la Argentina, Anteo, Buenos Aires, 1947.
51. En 1896 existía el Centro Obrero Socialista núcleo inicial del Partido Socialista, transformado en Centro Carlos Marx. El Congreso
Constituyente se realizó en 1912. V. Gómez, Eugenio: Historia del Partido Comunista del Uruguay, Élite, Montevideo, 1951.
52. La Comuna, Viña del Mar, 26 de febrero de 1920. Cit. por Ramírez Necochea, Hernán: Origen y formación del Partido Comunista de
Chile, Austral, Santiago, 1965, pág. 22.
53. Síntesis de las «21 Condiciones»: 1) La propaganda y la agitación cotidiana debe tener carácter comunista. 2) Depuración de los
cargos de responsabilidad en el movimiento obrero, en el que los reformistas, deben ser reemplazados por comunistas. 3) La acción legal
debe combinarse por todas partes con la acción ilegal. 4) Propaganda de las ideas comunistas en el ejército. 5) Propaganda y agitación en
el campo por los obreros comunistas. 6) Denunciar a la vez el social-patriotismo y el social-pacifismo. 7) Ruptura con los reformistas
«acérrimos» como Turati, Kautsky, Hilferding, Hiliquit, Longuet, Mac Donald, Modigliant y otros. 8) Apoyo a los movimientos de
emancipación de las colonias. 9) Formación de núcleos comunistas subordinados al conjunto del partido en los sindicatos. 10) Combatir a la
Internacional sindical «amarilla» de Amsterdam. 11) Depurar la fracción parlamentaria. 12) Establecer la organización de los PC sobre la
base de una «centralización democrática» mediante una «disciplina férrea rayana en la disciplina militar» 13) Depuraciones periódicas de
elementos pequeño-burgueses en los PC legales. 14) Apoyo incondicional a las Repúblicas soviéticas en su lucha contra la
contrarrevolución. 15) Establecer un nuevo programa comunista adaptado a las condiciones especiales del país. 16) Reconocer el carácter
obligatorio de las decisiones de la IC, «partido mundial único». 17) Denominar los partidos «PC» en vez de «PS». 18) Publicar en todos los
órganos de prensa comunista los documentos importantes que emanen del C.E. de la I.C. 19) Convocar un Congreso dentro de los cuatro
meses después del II Congreso de la IC para debatir las condiciones de admisión. 20) Elegir el nuevo CC teniendo en cuenta que las dos
terceras partes de sus miembros deben haber sido anteriormente comunistas. 21) Excluir del Partido a cuantos rechacen las condiciones
de adhesión. Kriegel, Anni: Las internacionales obreras, Martínez Roca, Barcelona, 1968, págs. 88-89.
54. Ramírez Necochea, Hernán, «El movimiento obrero chileno desde 1917 a 1922», Rev. Principios Nº. 65, Santiago, enero, 1965, págs.
30-31.
57. Origen y formación del Partido Comunista de Chile, ed. cit. pág. 256.
58. Después de Recabarren, el Partido reconoce entre sus grandes forjadores a; Elías Lafferte, Carlos Contreras Labarca, Ricardo
Fonseca, Galo González y Luis Corvalán, actual Secretario General, que guardó prisión desde pocos días después del golpe fascista, y fue
liberado a fines de 1976, gracias a la solidaridad internacional.
59. En un periódico de la Unión Marítima, se escribía: «No olvidéis las palabras del gran socialista Karl Marx: la gente de trabajo en todas
partes del mundo debe ser hermana. Ellas deben hacer causa común con los demás. Ellas tienen un mundo que ganar y sólo las cadenas
de la esclavitud que perder». El Pueblo, 31 -VIII-1892.
60. Además, contribuyó a la formación de la Unión de Albañiles, Estucadores, Canteros y Marmolistas, la Unión de Pintores, Doradores,
Empapeladores y Barnizadores; la Unión de Zapateros y de la Unión de Sombrereros.
61. 1908: 29 huelgas, 11 en Santiago, 3 en Antofagasta, 3 en Concepción, 3 en Lota y Coronel y 9 en diversos otros puntos del país.
Jobet, Julio César, Recabarren y los orígenes del movimiento obrero y el socialismo en Chile, ed. cit.
62. A partir de esa fecha fue reemplazado por el periódico justicia, vocero de la FOCH, y del PC.
64. Jobet, Julio César: Recabarren y los orígenes del movimiento obrero y el socialismo chileno, Prensa Latinoamericana, Santiago, 1973,
págs. 171-172-173.
66. En la Junta Ejecutiva fue elegida Teresa Flores, compañera de Recabarren. Por primera vez una mujer ocupó un cargo sindical de nivel
nacional.
67. Angell, Alan: Partidos políticos y movimiento obrero en Chile, Era, México, 1974, pág. 46. Ese año, el periódico de la FOCH, federación
Obrera, fue sustituido por Justicia, como órgano de la FOCH y el PC.
68. El último Secretario General de la FOCH fue Salvador Ocampo de 1931 a 1936. En 1946, la CTCH sufrió una honda crisis: se dividió
en dos fracciones, una bajo influencia socialista y otra bajo influencia comunista. En 1953, se reagruparon obreros y empleados y
campesinos en la actual Central Unica de Trabajadores de Chile, CUT.
69. Otros acontecimientos externos que ejercerán influencia en el proceso político chileno serán los ecos de la Revolución Mexicana
iniciada en 1910 y consagrada en la Constitución de 1917 y el Movimiento de Reforma Universitaria de Córdoba, Argentina, de 1918.
70. Adelante, Talcahuano, 5 y 7 de febrero de 1918,; cit. por Ramírez Necochea, Hernán: Historia del movimiento obrero de Chile, ed. cit.
pág 27.
71. Adelante, Talcahuano, 15 de mayo de 1919, cit. por Ramírez Necochea, Hernán: ob. cit. pág. 27.
72. Adelante, Talcahuano, 28 de marzo de 1919, cit. por Ramírez Necochea, Hernán: ob. cit. pág. 28.
74. «Rusia Obrera y Campesina», en El Pensamiento de Luis Emilio Recabarren; ed. cit. T. 2º, págs. 134-135.
76. En el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, Fidel Castro, subrayó con palabras rotundas, que los cubanos han aprendido a
valorar, en su carne y en sus huesos, el verdadero papel que la URSS desempeña en el proceso revolucionario de nuestro tiempo: «Sin la
ayuda decidida, firme y generosa del pueblo soviético, nuestra país no habría podido sobrevivir al enfrentamiento con el imperialismo [...]
En la solidaridad brindada a Cuba, país situado a miles de millas de distancia de la URSS, se cumplieron los sueños internacionalistas de
Marx, Engels y Lenin y la Revolución inmortal de Octubre se proyectó con invencible fuerza en el destino de este continente.»
77. El cable fue el siguiente: «Cámara de diputados de Chile acordó representar su sincera manifestación de pesar por fallecimiento de
Nicolás Lenin. Luis Salas Romo, Presidente; Alejandro Errázuriz, Secretario.» El texto fue aprobado por 24 votos contra 7. Mondaca: ob.
cit. págs. 231-232.
78. El Despertar de los Trabajadores, Iquique, 30 de agosto de 1914; Cit. por: Ramírez Necochea, Hernán, «El Movimiento Obrero Chileno
desde 1917 a 1922», revista Principios, Nº 65, Santiago, Enero, 1960.
79. V. Barría, Jorge: Chile siglo XX, Ensayo histórico social, Prensa Latinoamericana, Santiago, 1973.
80. En 1922 se fusionó con la Liga del Magisterio Primario de Chile, dando origen a la Asociación General de Profesores de Chile; entidad
que tuvo una destacada actividad en defensa de la educación pública y de la dignificación profesional del magisterio, de la Asociación salió
el destacado luchador social César Godoy Urrutia. La ley de Instrucción Primaria Obligatoria, obtenida en 1920, constituyó una de sus
grandes banderas de lucha.
82. V. Mac Bride, Jorge, «Chile, su tierra y su gente»; Pinochet, Tancredo, «Inquilinos en la hacienda de su Excelencia», en Antología de la
Tierra, ICIRA, Santiago, 1970
83. Astorquiza, Octavio: Lota. Antecedentes históricos, con una monografía de la Compañía Carbonífera e Industrial de Lota, Imp. y Lit.
Universo, Valparaíso, 1942, págs. 85-86.
84. Entre los detenidos, estuvo el poeta anarquista Domingo Gómez Rojas, quien terminó sus días, maltratado y enfermo en la casa de
orates de Santiago el 29 de septiembre de ese año
86. V. Donoso, Ricardo: «Alessandri, agitador y demoledor», Cincuenta años de Historia de Chile, 2 v. Fondo de Cultura Económica,
México, 1956. El caudillo reformista había mostrado su preocupación por la «cuestión social» al escribir su tesis de grado para alcanzar el
título de abogado. «Habitaciones obreras», incluida en Anales de la Universidad de Chile, T. LXXXII, Santiago, 1892, 1893.
87. Inició su gestión parlamentaria pronunciando un vibrante discurso en d que pasó revista a la trayectoria del movimiento obrero chileno.
El texto fue publicado bajo el título «Los albores de la Revolución Social en Chile». La palabra de Recabarren consternaba a los
reaccionarios. Llegó a proponer una censura previa a sus intervenciones calificadas por algunos diputados como «subversivas»
88. En 1923, el Partido Comunista, elaboró el primer programa para la lucha social de los campesinos chilenos.
89. Principales leyes sociales conquistadas hasta entonces por los trabajadores: 1906, Ley sobre habitaciones obreras; 1907, Ley sobre
descanso municipal; 1915, Ley de sillas en establecimientos comerciales; 1916, Ley sobre accidentes del trabajo; 1917, Ley sobre salas
cunas en las fábricas; 1918, Ley de retiro y previsión social de los trabajadores ferroviarios. Las nuevas leyes aprobadas en 1924 fueron:
Contrato de trabajo, (jornada laboral de 8 horas, negociación colectiva, normas sobre trabajo femenino e infantil); Accidentes del trabajo;
Tribunales de Conciliación y Arbitraje; Organización Sindical; Cooperativas, Caja de Empleados Particulares.
90. V. Ocampo, Salvador: «Las compañías y el gobierno tiñen de sangre la pampa». El Siglo. Santiago, 2 de junio 1968.
91. V. Crouset, Maurice: «La época contemporánea. En busca de una nueva civilización.» Historia general de las civilizaciones, tomo VII,
Destino, Barcelona, 1961; Tullen, Claude: El imperio americano, Grijalbo, México, 1969.
92. V. Ramírez Necochea, Hernán: Historia del imperialismo en Chile, Austral, Santiago, 1960.
93. V. Latcham, Ricardo: Chuquicamata Estado Yankee, Nascimiento. Santiago, 1926; Gutiérrez, Eulogio: Chuquicamata, tierras rojas,
Nascimiento, Santiago, 1926; Figueroa, Marcial, Chuquicamata, la tumba del chileno, Renovación, Santiago, 1934; Duran Bernales, Alberto,
El estado libre de El Teniente y la vida obrera de las minas, Imp. Universitaria, Santiago, 1919; Fuenzalida Grandón, Alejandro: El trabajo y
la vida en el mineral de El Teniente, Imp. y Litografía Barcelona, Santiago, 1919; Hiriart, Luis: Braden, Historia de una mina, Andes,
Santiago, 1964; Puga Vega, Mariano: El cobre chileno, Ed. Andrés Bello, Santiago 1965; Vera, Mario: Hacia una política definitiva para
nuestras riquezas básicas, Prensa Latinoamericana, Santiago, 1968; Novoa, Eduardo: La batalla del cobre, Quimantú, Santiago, 1972;
Zapata, Francisco: Los mineros de Chuquicamata, Cuadernos del CES, Nº 13: El Colegio de México, 1975. Novelas: Castro, Baltazar:
Sewell, 1946; Drago, Gonzalo: Cobre, 1941.
94. Carta a Carlos Alberto Martínez, 30 de agosto de 1919, Cit. por Jobet, Julio César: El pensamiento político de Recabarren, Quimantú,
Santiago, 1971, pág. 44.
95. La explotación de El Teniente comenzó en 1905, por la Braden Copper Co., filial de la Kennecott Co.; Chuquicamata, en 1913. la Chile
Exploration Co., filial de Anaconda Mining Co.; Potrerillo, en 1920 por la Andes Cooper Mining Co., también filial de Anaconda.
98. El negocio del cobre resultó colosal para estas empresas imperialistas. Expertos de la Unidad Popular calcularon que, a la fecha. de la
nacionalización de los grandes yacimientos cupreros por el gobierno de Salvador Allende, en 1971, las ganancias totales sobrepasaron los
10.000.000 de dólares, en medio siglo de explotación, cifra semejante al valor de todo el capital nacional acumulado desde la conquista
española. V. Vera, Mario: Hacia una política definitiva para nuestras riquezas básicas, Prensa Latinoamericana, Santiago, 1968.
99. Ramírez Necochea, Hernán: Historia del Imperialismo en Chile. ed. cit. págs. 216-217.
100. Cit. por Jobet, Julio César: El pensamiento político de Recabarren, ed. cit. pág. 54.
101. En la Unidad Popular, a cuyas filas llegó un aluvión de adherentes, luego del triunfo de Salvador Allende, se han registrado no pocos
hechos bochornosos protagonizados por «afiliados novicios». Algunos, que hasta el 4 de septiembre disfrutaron de una vida regalada, bien
sentados y tranquilos en sus cubículos de tecnócratas, tuvieron pronto la «visión de Damasco» y se tornaron febrilmente «revolucionarios».
A corto tiempo, se sintieron llamados por la historia a sustituir liderazgos que calificaron de «tradicionales» y se dispusieron a ofrecer sus
manos limpias del polvo que siempre deja la lucha de clases concreta, para conducir la Revolución. Y claro, su ofrecimiento no deja de ser
cautivante: la Revolución no se hace al estilo leninista, ladrillo a ladrillo, con «ardiente paciencia», sino de una vez, a puro golpe de
voluntad, con la magia de las palabras sonoras nutridas de utopismo y anarquismo. Obviamente, el aluvión trajo a la izquierda también
mucha gente sana, de cuya compañía nos sentimos satisfechos y honrados. Son los nuevos camaradas que han llegado con humildad
dispuestos a asimilar la ideología y los métodos del movimiento obrero; conscientes que la historia no comienza ni terminará con ellos;
decididos a convertir su promesa revolucionaria en hechos revolucionarios; convencidos que los liderazgos surgen de la vida, como
reconocimiento de una trayectoria y no como botín de grupos o caudillos.
TERCERA PARTE
TAREAS ESENCIALES
Organizar, Educar y Propagar
Recabarren
Los escritos de Recabarren consisten en folletos, artículos periodísticos, discursos, conferencias y panfletos: El
rescate completo no ha sido realizado aún. (1) La suerte de la prensa obrera, principal fuente de los escritos de
Recabarren, ha sufrido todas las vicisitudes de su carácter esporádico, marginal y a menudo ilegal. Una cantidad
inapreciable de este material se ha perdido definitivamente y otro permanece en viejas ediciones a la espera de su
salvación. Se sabe que Recabarren escribió en las columnas del periódico socialista argentino La Vanguardia,
artículos que no han sido totalmente recopilados. Existen folletos que hasta la fecha no han sido ubicados, como El
Manual del Propagandista, tal vez su último trabajo.
Estos escritos contribuyeron al desarrollo del movimiento obrero chileno en tres aspectos fundamentales:
organización, educación y propaganda. «Mientras más rápidamente avancemos la cultura y la educación junto con la
organización de los trabajadores, escribía, más cerca, mucho más cerca estaremos del porvenir y por lo tanto del
socialismo.» (2)
Su lectura denota el avance intelectual logrado por esta laborioso autodidacta que cumplía misión de maestro de sus
hermanos de clase convencido de que «saber es poder». Concibió la lucha por el socialismo como una empresa
inseparable a la organización de la clase como un «intelectual colectivo», destinado a ser el cerebro conductor de
las masas lucia su plena liberación. Es necesario subrayar, que no concibió al Partido como una academia que
«ilustrara» des le fuera de la lucha de clases. Por el contrario, comprendió bien que a la clase obrera no se la
«concientiza» sino combinando el estudio con la lucha misma. Estaba muy claro que la educación política no podía
ser obra de doctores en ciencias sociales que conocen la lucha de clases sólo en los textos clásicos o manuales y la
«viven» en la Universidad.
La lectura atenta de sus escritos revela que el autodidacta asimiló importantes técnicas de la investigación social:
recurrió a archivos oficiales, a las actas parlamentarias, a la información de prensa, etc. Comprendió el valor del
análisis cuantitativo para estudiar la situación social de los trabajadores y los negocios de la burguesía. (3)
En la mejor tradición del movimiento obrero internacional, fue un polemista activo, serio y apasionado. No permitía
que impunemente los voceros de la burguesía propagaran su ideología reaccionaria, (4) incluso, sabía valerse de las
propias afirmaciones de autores burgueses para sostener sus tesis en la polémica política. (5)
Los problemas de la mujer y del niño proletario figuraron siempre en sus preocupaciones. La explotación inhumana,
que la sed incontenible de lucro del capitalismo realizaba en mujeres y niños debía interesar a la lucha sindical y
política. En su labor de educación política, empleaba siempre, con pedagógica insistencia, la expresión ambos sexos.
(6)
Su interés intelectual, cubría todos los ámbitos de la sociedad nacional e internacional. Estudiaba y asimilaba las
experiencias de las luchas obreras en otros países. Estaba atento a los avances de la ciencia y de la tecnología en
la industria y en el conocimiento de la naturaleza. Se preocupaba de las corrientes literarias y artísticas, sobre todo
aquellas que reflejaban la vida del trabajo y la lucha social. Resulta admirable comprobar la amplitud y hondura de la
temática que abarcan sus escritos, si se tiene en cuenta su falta de estudios regulares más allá de la enseñanza
básica y su prodigiosa actividad sindical y política. Una exégesis rigurosa de sus textos podrá descubrir resabios de
utopismo, elementos positivistas y otras debilidades ideológicas, sin embargo, lo notable radica en el rico filón de
pensamiento en avance hacia la concepción del mundo y de la sociedad del socialismo científico.
«Sin organización, nada se consigue» (7) , afirmaba en su incansable prédica a los trabajadores. Y agregaba: «Es
necesario convencer a los trabajadores de que son un gran poder, como no hay otro, pero la fuerza de su poder sólo
reside en la organización». (8) Para organizarse, no había que esperar que existiesen condiciones óptimas; la tarea
debía abordarse a partir de una base mínima, pero decidida a multiplicarse como fruto de un trabajo sostenido con
pasión revolucionaria: «No sigamos la rutina de no hacer nada porque somos pocos -recalcaba-, hagamos que en
todas partes haya un pequeño grupo que reúna a todos los asalariados de ambos sexos y con la perseverancia
veremos que en poco tiempo llegarán a ser unidades de la organización más poderosa del mundo. (9) Esa
organización debería comprender tres niveles: sindical, cooperativa y política.
La organización de la clase obrera debería darse también a nivel mundial. Saludó con radiante optimismo, la
creación de la III Internacional, llamada a influir activamente en la sociedad contemporánea. «En la Internacional,
escribía están reunidas todas las nacionalidades del mundo. La inteligencia obrera y socialista de todos los países se
reúne y se refunde en la acción de la Internacional». (10)
Para Recabarren, el sindicato era «el primer eslabón de la organización», que agrupa a los trabajadores por su
oficio. Esta organización debería desarrollarse a nivel regional, nacional e internacional; así lo demostraba la
evolución del movimiento obrero internacional. La organización gremial, tenía para los trabajadores, ventajas muy
concretas:
Capacidad para transformar la sociedad, es decir, para hacer desaparecer la clase patronal explotadora
y opresora. (11)
La organización sindical para ser efectiva debería poseer una fuerza material y moral capaz de defender las
condiciones de vida de los trabajadores y el poder de los sindicatos se revelaba por los siguientes factores:
por las mejores relaciones que tenga con sindicatos de la misma industria en los pueblos vecinos y
lejanos y por sus relaciones con los sindicatos de las otras industrias.
Un sindicato en estas condiciones tiene las probabilidades del éxito a su favor. (12)
Cuando esta clase de sindicato empeñe una reclamación, si es parcial, el patrón afectado, informado
del estado del sindicato, verá frente a él, por pequeño que sea el número de obreros que reclama,
verá, decimos, a todo un poder organizado capaz para la huelga, para el boicot y para la perfecta
solidaridad; si el acto toma el aspecto de una huelga general, la influencia será siempre poderosa. Esto
en cuanto al efecto para la clase patronal; y la clase obrera, a su vez, evidentemente convencida de su
capacidad moral y material, sabe que va a una lucha sostenida por una fuerza irresistible. Eso es lo
que queremos. Ahora veamos: ¿Qué efecto producirá a la clase patronal la fuerza de un sindicato que,
sobre ocho mil obreros, apenas cuenta con mil quinientos cotizantes, y de éstos, apenas el diez por
ciento forma la asistencia ordinaria de las reuniones y toda su marcha no es tan atrayente?; y ¿qué
efecto producirá para los mismos componentes de este sindicato? Cada uno de los afiliados no
reconocerá que tenga una fuerza valiosa y esta verdad influye en su moral.
Pensaba que el sindicato debería ser un adelanto de la vida colectiva del futuro:
¿No debemos hacer que el sindicato desde hoy sea siquiera el comienzo de lo que ha de ser cada
nuevo día hacia el porvenir? ¿No podemos aspirar a que el sindicato inicie los «modismos» de la vida
futura? y para ello, ¿qué hay que hacer? Hacer que todo «sindicato» sea: una escuela cada vez más
perfecta y completa, cuya capacidad colectiva, haciendo ambiente, ayude a cada individuo (hombre o
mujer, niño, joven o anciano) a mejorar sus condiciones intelectuales, morales y su capacidad
productiva con el menor esfuerzo que sea también una universidad popular democrática que proyecte
todos los medios y conocimientos necesarios e indispensables para el desarrollo ilimitado de los
conocimientos y que sea un centro de cultura siempre en marcha a la perfección. (14)
Para Recabarren la lucha sindical debía traspasar las expectativas economicistas de los trabajadores. Era un
decidido partidario de politizar la vida sindical. «No hablar de política, decía, no tocar este tema, calificarlo de
inmundo y no abordar su examen es un proceder poco juicioso y que nos perjudica.» (15)
Criticaba duramente aquellos sindicatos que limitaban su acción al terreno económico dejando a los obreros bajo la
influencia política de los partidos burgueses.
¿Puede callarse la boca, pregunta, cuando ingresa al seno del sindicato un obrero que a la vez viene a
luchar para defenderse de la explotación capitalista y se declara antipolítico o permanece afiliado o da
su voto o su opinión favorable a los partidos amparadores de la explotación capitalista? Es el caso que
hemos dicho: cuando un obrero a la vez, quiere contribuir al progreso del sindicato y sostiene al partido
político de sus supuestas ideas políticas, o sostiene su abstención es lo mismo que si dedicase 10
horas para ayudar a construir o dejar mantenerse la fuerza política de la clase capitalista, que por sus
hechos, por sus costumbres es una fuerza absorbedora, que se opone al desarrollo de la fuerza obrera
y trata de anularla. Y este error o este anacronismo no es posible mirarlo con indiferencia y callarlo a
pretexto de tolerancia o respeto por las ideas de cada cual. Desde que le existencia de la acción
«política» determina el encarecimiento y condiciones de la vida y la restricción de iniciativas,
actividades y libertades, no puede ser, por hoy, la política un asunto que no interese a la clase obrera
y proletaria organizada. Desde que toda la vida económica, así el salario, el costo de la vida
económica, impuestos, resultan establecidos por las fuerzas políticas, al sabor de la clase patronal, no
puede ser la cuestión política un asunto indiferente para el sindicato. (16)
En la lucha sindical, la huelga, afirmaba, ha surgido como un medio de lucha contra la explotación capitalista de
singular importancia:
Los trabajadores tienen a su disposición un arma formidable de un poder casi siempre invencible y esa
arma es la huelga, es decir, la paralización colectiva del trabajo. Pero la huelga no puede hacerla el
trabajador con seguridades de éxito sino cuando es organizada. Por eso después de la organización
gremial de los trabajadores, es cuando se puede emplear la huelga como instrumento favorable a los
intereses del trabajador. Es verdad que la huelga, aunque sea pacífica, es en sí misma un acto de
presión o de violencia, pero, es necesario reconocer que no hay otro medio que resulte eficaz a los
intereses de los trabajadores. La clase capitalista, en 90 casos sobre 100 ha demostrado no tener
conciencia ni corazón y a las peticiones razonables de los trabajadores les ha contestado
negativamente. Hasta el momento presente la huelga ha desempeñado el papel salvador de los
trabajadores y gracias a la huelga los trabajadores disfrutan de algunas ventajas. A medida que los
trabajadores van perfeccionando su organización, la huelga va resultando más perfecta y más eficaz y
se va empleando para la conquista de mejores libertades. Con la huelga el trabajador ha conseguido
mejor salario; menos horas de trabajo; descanso de un día por semana; abolición de trabajos nocturnos
que pueden hacerse en el día; reglamentación nacional de las condiciones de trabajo; modificación del
carácter de los jefes o capataces; perfeccionamiento de los instrumentos de trabajo para evitar
desgracias; indemnizaciones en los accidentes; con la huelga se ha conseguido, en algunas partes,
hasta el abaratamiento de los arriendos de habitaciones. La huelga ha sido un medio de mejoramiento
de los trabajadores siempre que se haya sabido emplearla. (17)
Es evidente que sobrevaloraba las posibilidades liberadoras del cooperativismo en el seno de una sociedad
capitalista: «la cooperativa será el arma más formidable de la gran revolución que el socialismo opera para la
felicidad humana». (19) Otorgaba una posibilidad exagerada al cooperativismo para salir del pozo de la explotación
capitalista, no obstante, esas experiencias organizativas cumplieron en su tiempo con su papel en el despertar de la
conciencia obrera en torno a su realidad.
No escapaba a Recabarren la inseparable vinculación de la esfera de la economía con la esfera de las decisiones
políticas.
Cuando vemos que de los poderes políticos, decía, la clase capitalista hace un poder de opresión para
el pueblo y de beneficio para ella, comprendemos la necesidad de que nosotros recurramos a usar los
poderes políticos para hacerlos servir nuestra doctrina y para eso es preciso conquistarlos. Tal como el
progreso de la maquinaria ha producido un malestar para los trabajadores y éstos en vez de pensar en
destruirla trabajan por conquistarla para someterla a su servicio dentro de la doctrina socialista, así
también los poderes políticos en vez de repudiarlos debemos conquistarlos, porque por ahora no
podemos destruirlos. (20)
El pensamiento político de Recabarren fue evolucionando hacia el socialismo científico. Sus lecturas, sus contactos
con el movimiento obrero internacional, sus reflexiones sobre la lucha concreta en la que participaba
incansablemente, fueron ensanchando su horizonte político y perfilando un programa, concepciones sobre
organización y métodos de lucha, en evolución segura hacia el socialismo marxista.
Para lograr ese objetivo histórico, los trabajadores necesitaban contar con una organización, con una estructura,
ideología y métodos de trabajo. Ese instrumento era un partido de clase. La creación de un partido político por y para
la clase obrera correspondía a una necesidad objetiva de la lucha de clases. La liberación de la clase obrera
requería traspasar el estrecho marco del economicismo para lanzar a la lucha por arrebatar a la burguesía el poder
político, palanca de las decisiones económicas. Para cumplir esa tarea fundó el POS en 1912 y lo transformó en el
PC en 1921.
Socialismo es una doctrina por la cual se aspira a transformar la constitución de la sociedad actual, por
otra más justa e igualitaria.
Consideramos que esta sociedad es injusta desde el momento que está dividida en dos clases; una
capitalista que posee las tierras, las minas, las fábricas, las máquinas, las herramientas de labor, la
moneda y en fin, posee todos los medios de producción; otra, la clase trabajadora, que no posee otra
cosa, más que su fuerza muscular y cerebral, la cual se ve obligada a poner al servicio de la clase
capitalista para asegurar su vida, mediante el pago de una cantidad, denominada salario.
Que este salario no corresponde al producto total del trabajo corporal o mental que el obrero realiza,
sino que es una ínfima parte de este producto y que este obedece únicamente a la necesidad de dotar
de alimento al hombre y cuya cantidad está sujeta a alteraciones según las necesidades de la industria
o la afluencia de productores.
Considerando, además, que esta supremacía no proviene de ningún efecto natural, sino del
acaparamiento violento llevado a cabo por la clase capitalista.
Considerando, también, que el ambiente de vida actual, es defectuoso, corrompido, mísero y lleno de
ignorancia para aquellos que no forman parte de la clase privilegiada.
Que los privilegios de la burguesía están garantizados por el poder político, el que tiene en sus manos
y con el cual dispone de las fuerzas opresoras; ejércitos, policías, justicia, legislatura, etc.
Por otra parte:
Considerando que la necesidad, la razón y la justicia exigen que la desigualdad y el antagonismo entre
una y otra clase desaparezcan, reformando o destruyendo el estado social que los produce.
El Partido Obrero Socialista expone que el fin de sus aspiraciones es la emancipación total de la
Humanidad, aboliendo las diferencias de clases y convirtiendo a todos en una sola clase de
trabajadores, dueños del fruto de su trabajo, libres, iguales, honrados e inteligentes, y la implantación
de un régimen en que la producción sea un factor común y común también el goce de los productos.
Esto es, la transformación de la propiedad individual en propiedad colectiva o común.
Exponemos, también, que para realizar estos fines transformaremos en lo posible el medio ambiente
social salvándole de ignorancia, vicios y prejuicios.
Realizaremos lucha política, para arrebatar a la burguesía el poder político dominante en el actual
estado de cosas; realizaremos obra de saneamiento político, llevando a las diputaciones representantes
de nuestra clase que impongan nuestro programa; invadiremos las municipalidades para hacer obra de
higienización en las poblaciones, abolir los impuestos a los artículos de primera necesidad para la vida
y haciendo que los servicios de utilidad pública general estén en manos de las mismas municipalidades
y no sirvan como objeto de lucro de particulares.
Crearemos, fábricas y almacenes cooperativos de orden general, para evitar la carestía que los
comerciantes particulares tratan de imponer.
Organizaremos a los trabajadores de todos los gremios y oficios en federaciones de defensa con cajas
de fondos dedicadas esencialmente al sostén de las luchas entre el capital y el trabajo.
Todos estos actos se realizarán ciñéndose al siguiente programa mínimo, que serviría para que, dando
mayor facilidad a los explotados para instruirse, regenerarse, dándoles mayor libertad, más comodidad,
mejor alimento, más salud, en fin, vida más humana, transforme su medio de vida y se capacite para
lograr el fin de nuestras aspiraciones. (21)
En el «Programa Mínimo de Mejoramiento Social», se establecieron medidas de orden político y económico entre las
que figuraban:
Creación de una moneda cupón oro y de valor estable. Abolición de los impuestos que encarecen la
vida de los pueblos. Abolición de los impuestos y patentes que gravan la industria y las profesiones
útiles. Impuestos directos y progresivos a la renta y a las propiedades de inmuebles y terrenos.
Impuestos a los legados o donaciones.
Creación de una Cámara del Trabajo en la que estén representados los trabajadores, con oficinas en
toda la República, que estudien las necesidades de la industria y de los productores y se encarguen de
resolver los conflictos suscitados entre el capital y el trabajo. Reglamentación y fiscalización del trabajo,
por obreros nombrados por los distintos gremios. Fijación de la jornada máxima del trabajo y el salario
mínimo.
Responsabilidades de los patrones, garantizados por el Estado, en los accidentes del trabajo, Pensión
a los ancianos o inválidos.
Supresión del trabajo de la mujer durante la noche o en los meses de embarazo y del niño analfabeto.
Creación de casa de maternidad para los niños que tengan que dejarse en abandono por las madres
ya durante las horas de trabajo, o por desgracia.
Supresión total de las pulperías de orden obligatorio. Fiscalización de los objetos de consumo y de las
pesas y medidas.
Medición y examen del caliche por técnicos nombrados de acuerdo con los trabajadores salitreros.
Seguridad en la ejecución de las faenas, adoptando sistemas especiales para evitar los accidentes del
trabajo.
Higienización de las casas de los trabajadores adoptando mejoras materiales, elevando sus techos,
pavimentando sus pisos y ventilando convenientemente las piezas.
La instrucción será laica obligatoria y gratuita para todos los niños hasta los 14 años.
Suministro de alimento gratuito a los niños durante el día, como asimismo, de ropas, libros y útiles
escolares.
Y por fin:
El Partido Obrero Socialista realizará todas aquellas medidas de orden político o económico que la
necesidad y la experiencia aconsejen, mejorando siempre la condición moral y material del proletariado,
elevando su intelectualidad, su nivel moral, corrigiendo sus vicios y aboliendo las fuentes que se lo
proporcionan, organizando especialmente en sociedades de oficio a todos, para que sean capaces de
influir en la evolución del medio ambiente que ha de transformar el actual orden de cosas, en sociedad
de beneficio común. (22)
El Partido se estructuró en base a seccionales, de un número de siete militantes. La Dirección de la seccional quedó
a cargo de un Comité Administrativo, formado por dos secretarios, un tesorero, un bibliotecario y un vocal. (23) Estos
organismos de base dependían de un Consejo Federal establecido por regiones. Sobre esta estructura estaba el
Consejo Nacional. Congresos Regionales y Nacionales periódicos, permitían la expresión democrática de la
militancia.
Es interesante destacar que, pese al retraso ideológico que aún observaba el Partido, se asignó a los Consejos «La
dirección general de la educación en la idea socialista y velar por la uniformidad de la propaganda». (Art. 17.) (24)
Merecen una mención especial las disposiciones concernientes a la educación, a la prensa y a la propaganda:
Art. 25: El partido mantendrá su prensa propia para realizar su misión de educar y de propagar la
doctrina. Art. 26; El rumbo del diario o periódico será dirigido por el Consejo Federal. Todos los
afiliados al partido tienen la obligación de ser suscriptores del periódico, pagando estas suscripciones a
la caja de la agrupación a que pertenezcan la cual se entenderá con la administración de la imprenta.
Art. 27: El partido realizará cuantas conferencias sean posibles y no escatimará los medios de
propaganda. (25)
Los objetivos revolucionarios del partido se fueron clarificando progresivamente. En 1923, en un texto destinado a la
propaganda sobre la lucha socialista, precisó:
Queremos vivir bien, eso es todo. La organización industrial capitalista no nos permite poder vivir bien,
porque nos obliga a soportar un régimen de esclavitud, de explotación y de opresión.
Nosotros sabemos que los pobres somos la mayoría del mundo, la mayoría de cada pueblo y sabemos
que tenemos derecho a disponer, a ordenar, a organizar el mundo en cada pueblo, como sea nuestro
deseo para vivir mejor la vida.
Entonces eso es lo que queremos, organizar la vida industrial, a nuestro gusto, quieran o no quieran
los capitalistas y gobernantes, para darnos el bienestar que queremos y que necesitamos.
Hace siglos que los pueblos vienen luchando contra el hambre, contra el bajo salario, contra la
creciente carestía de la vida, contra la explotación.
Para el mal de la miseria y su correspondiente esclavitud o para la «estrechez económica» como dicen
ciertas clases, no hay sino Un solo y único remedio, que consiste en lo siguiente: Abolir toda propiedad
particular o privada, de la misma manera que una ley anula otra ley, y declarar «propiedad nacional»
todo lo que hay dentro del territorio nacional: tierras, fábricas, talleres, comercios, minas, salitre,
industrias, medios de transportación, habitaciones, etcétera.
Entendemos por ley, la voluntad que se manifieste por el Congreso legislador, como la voluntad que se
resuelva hacer efectiva por la mayoría del pueblo organizado cuyo poder y soberanía es superior al
Congreso puesto que el Congreso no existiría si el pueblo no lo eligiere.
Si las Cámaras no quieren hacer esta ley que el pueblo necesita y reclama, porque las Cámaras están
compuestas de burguesía que vive de la explotación, es entonces el pueblo organizado el que hará
nueva ley y obligará a todos a observarla, imponiendo su observancia por medio de la dictadura
proletaria establecida por la organización.
De la misma manera que con una huelga se impone una ley a una industria, una huelga general
obligará a todos los industriales a someterse a lo que quieren los trabajadores organizados.
Cuando una ley declare propiedad nacional todo cuanto existe, esa misma ley, confiará la
administración de todo cuanto exista, a cada municipalidad de la república, y como cada municipalidad
es elegida por el pueblo en elección que en el futuro cada vez será más libre, más inteligente, más
perfecta y justa, resultará que será el pueblo mismo quien administre la agricultura, las minas, el salitre,
las industrias, el comercio, el transporte, etcétera.
Si hay tierras y propiedades «nacionales», correos, telégrafos, ferrocarriles, minerales, costas, aguas,
etcétera... ¿porqué no puede ser todo propiedad nacional o fiscal? (26)
Frente a los obstáculos que habría que remover en la construcción del nuevo orden socialista, confiaba plenamente
en que ese gobierno centralizado, con amplio poder de decisión, efectivamente del pueblo, por el pueblo y para el
pueblo, tenía todas las posibilidades de salir airoso: «Inteligencia no faltará, porque nunca le faltó a la Humanidad
para coronar sus empresas. La diferencia de administración de un "Estado socialista" a un "Estado burgués" es
fundamental y totalmente diferente. Necesita otro cerebro». (27)
Recabarren comprendía perfectamente, que un partido revolucionario, necesitaba definir y afinar una táctica y unos
medios de lucha:
La táctica, escribe, se desarrollará en cada país, según su ambiente atávico, y según las modalidades
de cada pueblo y las conveniencias locales. Los medios, generalmente, son iguales en todos los
países, pero se destacan dos medios predilectos; la organización de los trabajadores y su educación en
la doctrina. [...] Toda esta acción la realiza actualmente el socialismo usando para ello los medios
legales que cada nación franquea, esto cuando las naciones tienen organización constitucional. En los
países despóticos como Rusia, los socialistas se han visto forzados a una obra violenta para poder
conquistar libertades democráticas que franqueen el progreso de las ideas. (28)
En un áspero debate parlamentario, defendió el derecho de los trabajadores a sobrepasar la legalidad cuando los
obstáculos reaccionarios cerraran el paso a la lucha por el socialismo.
Yo deseo dejar establecido que nosotros creemos tener también del derecho a conquistar el poder
político, a hacer lo mismo que vosotros hacéis. ¿Nadie nos niega ese derecho? ¿Qué es el fraude?
¿Qué es el cohecho? ¿Qué es la falsificación, vicios dominantes en el régimen burgués? Y si vemos
que el fraude y el dolo se ponen en práctica para atentar contra nuestra ascensión al poder político.
¿Qué nos tocará hacer? ¿Cruzarnos de brazos? Al contrario: ante estos delitos, ante estas
iniquidades, nosotros habremos de luchar con firmeza hasta conquistar todos nuestros derechos,
primero por medio de la legalidad; pero cuando veamos que se nos cierra el camino de la legalidad,
iremos si es preciso, y no lo dudéis a la revolución. Y nadie puede negarnos, en esta Cámara, el
derecho de hacer la revolución. ¡Si vosotros mismos la habéis hecho! Si para emancipar a este país de
España se hizo la revolución; si para cambiar el régimen de este país el año 91 también habéis hecho
la revolución. ¿Y si no aceptarais esta doctrina querría decir que el derecho de hacer la revolución es
sólo para una parte de los ciudadanos?... Yo he dicho y predicado siempre que nuestra revolución,
tiene que ser la revolución de los brazos cruzados, del paro general, para obligar a las clases
poderosas a ser morales en sus costumbres, a ser justos, en todos los aspectos de la vida social, con
los hombres que trabajan, con los que van ascendiendo en cultura, con los que quieren ser más útiles,
con los que quieren ser más íntegramente ciudadanos. Yo siempre he predicado doctrinas contrarias a
la revolución sangrienta. (29)
De acuerdo con la concepción marxista, Recabarren no era un propagandista de la violencia, por el contrario,
buscaba honestamente evitarla. (30) Pero, si se cerraban los caminos para la lucha política, estaba dispuesto a hacer
triunfar la Revolución por la fuerza de las masas organizadas.
En ese mismo debate parlamentario, Recabarren citó las palabras de un obrero que condensaban claramente la
concepción de su táctica:
Pese a la claridad de sus planteamientos, la prensa y los políticos de la burguesía, calificaban a la actividad sindical
y política de los trabajadores como una «agitación artificial» sin fundamentos en la estructura de la sociedad.
Recabarren rechazó con energía la acusación reaccionaria que los dirigentes obreros eran difusores de «ideas
extranjeras» entre los trabajadores.
En la Cámara de Diputados al refutar tan miserables aseveraciones, recordó que él y los otros diputados obreros
que habían logrado llegar al Parlamento, Cruz y Praderas, eran como él, auténticos chilenos, hijos del trabajo y
distinguidos por sus compañeros para representarlos en la lucha por sus derechos sociales y aspiraciones políticas.
Enrostró a los parlamentarios oligarcas que, deberían, como chilenos, sentir orgullo ante el desarrollo de la
conciencia obrera, producto de sus propias experiencias y evolución intelectual. Seguramente, sostuvo, la influencia
de elementos extranjeros en vuestras actividades, debe ser infinitamente mayor que en el sector laboral. En efecto,
los graves censores de la «influencia extranjera» en el movimiento obrero eran abogados o socios de negocios
extranjeros que invadían la minería, la banca, el comercio y las altas esferas de las decisiones políticas.
La «agitación social», subrayaba, es el producto de la toma de conciencia del obrero de su condición de explotado:
Nosotros hemos visto la miseria de los trabajadores, y la opresión brutal a que son sometidos, y esto
es lo que ha desarrollado su capacidad y los ha hecho decir: ¿Esta es la vida? ¿Para esto vivimos?
¿Para vivir esclavos eternamente? La sociedad capitalista nos echa a nosotros la culpa del desarrollo
de estas ideas, y la verdad es todo lo contrario. Sois vosotros mismos, es el régimen capitalista el que
ha desarrollado el pensamiento revolucionario de los trabajadores. (32)
Finalmente en su célebre «Proyecto de Constitución de la República de Chile», defendió sin ambages la dictadura
del proletariado:
Actualmente vivimos bajo una permanente y rigurosa dictadura burguesa que nos obliga a vivir
desnudos, hambrientos y esclavizados. La dictadura del proletariado significa obligar a la burguesía a
someterse a la voluntad del pueblo que no admite ser ni explotado ni oprimido. Asegurada una
organización de modo que no puede volver a imperar el régimen de explotación, la dictadura del
proletariado cesará por sí sola. Tenemos el derecho natural de hacer respetar por la fuerza de nuestra
organización nuestro derecho a vivir libre de toda clase de esclavitud. Nadie tiene derecho a
esclavizarnos. (33)
En la actividad del Partido, otorgaba gran importancia a la lucha parlamentaria. Como Lenin, rechazaba la idea de
dejar esa arena exclusivamente a los políticos de la burguesía. Consideraba que el Parlamento era una buena
tribuna de denuncia, fiscalización y politización de las masas.
Pensaba que la lucha en los parlamentos y municipios burgueses se debería librar concertada con una propaganda
general por el socialismo, con la actividad de sindicatos y cooperativas, con la prensa, las conferencias y el teatro. Al
respecto afirmaba:
Uniendo la acción de la mayoría socialista en un Congreso con la acción gremial, cooperativa y educativa, su poder
revolucionario será incontenible y no será obra de muchos años la realización completa de una vida socialista [...]
Cuando llegue el momento en que aparezcan mayorías socialistas en algunos Congresos, la opinión pública de esos
países ya estará altamente preparada por la propaganda que el socialismo haya realizado con los gremios, con las
cooperativas, con la prensa, con las conferencias y con el teatro mismo, aparte de todo el camino de propaganda
que se haya recorrido con las minorías socialistas en Congresos y municipios. (34)
Cuando planteaba la conveniencia de participar en el parlamento burgués, en ningún instante idealizaba las
posibilidades que esa tribuna ofrecía a la lucha obrera; no, en perfecta concordancia con los planteamientos de
Lenin, veía en la política parlamentaria, una oportunidad propicia de hacer agitación de consignar que politizaran a la
clase obrera. (35) En el seno del parlamento no hizo concesiones en la lucha ideológica.
Su posición clasista en su desempeño parlamentario no puede merecer reparo alguno. En una ocasión, dijo en la
propia cara a los legisladores de la oligarquía:
Siempre he hablado con más respeto frente al pueblo, frente a la muchedumbre, porque esa majestad
es la que representa al pueblo. No hay poder más grande fuera de ella, y por eso le debe todo respeto
y consideración; mientras que aquí nos encontramos reunidos, hoy por hoy, representantes de la
banca, de la agricultura, de las industrias, y sólo unos poquitos representantes al electorado de la
República; sólo el 20% representa al pueblo elector, el resto no lo representa, seamos francos en
reconocerlo y tratemos de corregirlo en adelante. Se dice que la culpa la tiene el pueblo, que está
atrasado, que es ignorante; pero entonces démosle la mano, levantémoslo, hagámoslo que se eduque
y que comprenda sus deberes, y entonces se podrá decir que aquí están los representantes del pueblo;
pero mientras esto no se haga yo hablaré con más respeto en el tabladillo que en la Cámara. (36)
Su conducta parlamentaria estuvo marcada por un signo irreductible de clase. Sus penetrantes denuncias de la
podredumbre del orden oligárquico y su orgullosa actitud frente a la menor provocación reaccionaria, producían
desasosiego» en los tribunos que no contenían su odio de clase frente al intruso metido en sus asuntos. La
indignación llegó a tal punto, que un diputado reaccionario se atrevió a sugerir que sus intervenciones deberían
someterse a censura previa para frenar su obra desquiciadora y antipatriótica.
Su firmeza ideológica y su convicción política sobre el sentido propagandístico que tenía su participación en el
Parlamento lo convirtieron en protagonista de serios enfrentamientos, que reflejan nítidamente sus perfiles
revolucionarios:
En una ocasión, relata Hernán Ramírez Necochea, se discutía en la Cámara de Diputados un proyecto
de ley por el que se aumentaban sus pensiones a los veteranos del 79; Recabarren apoyó la iniciativa
pero propuso que ella se financiara con un gravamen a las empresas salitreras, en atención a que ellas
se habían beneficiado directamente con la Guerra del Pacífico. Esta proposición provocó airadas,
ruidosas e impertinentes réplicas desde los bancos reaccionarios; se acusó a Recabarren de
antipatriota, de internacionalista, etcétera. El parlamentario comunista, con toda serenidad, respondió a
sus adversarios y demostró que el internacionalismo proletario no está reñido en modo alguno con el
verdadero patriotismo; recalcó que el internacionalismo reflejaba los más puros anhelos de fraternidad
universal y los intereses de todos los pueblos. Ilustrando sus ideas, explicó que las nobles aspiraciones
de los comunistas se encontraban perfectamente expresadas en las estrofas de La Internacional, el
himno de todos los trabajadores del mundo. Bastó que Recabarren hiciera esta última referencia, para
que un diputado, intentando mofarse, gritara: «No conozco La Internacional; ¿por qué no la canta S.
S.?» Con su aparente tranquilidad de siempre y con la fervorosa convicción que lo animaba,
Recabarren se puso de pie y, en medio del más absoluto silencio de todos los parlamentarios, cantó La
Internacional a la Cámara de Diputados. (37)
El Partido surgía de las profundidades de la sociedad chilena, de la explotación de los trabajadores y de su toma de
conciencia frente a esa realidad. Por lo tanto el Partido no era producto de la «agitación artificial», como decía la
oligarquía. Pero además, ese Partido reconocía otra cantera de luces y experiencias de inapreciable valor para la
lucha revolucionaria: el movimiento obrero internacional. El carácter internacional del movimiento obrero fue
comprendido por Recabarren en toda su dimensión estratégica y forma parte inseparable de su pensamiento sobre el
Partido y el poder político.
5. LA ILUSTRACIÓN OBRERA
Recabarren otorgaba una extraordinaria importancia a la lucha obrera en el terreno de la cultura. Tenía muy claro,
que las transformaciones en la economía y el poder político requerían una ofensiva paralela en el campo de la
conciencia. La actividad política era concebida como una verdadera cruzada ideológica destinada a ilustrar y a
orientar:
Los socialistas, destacaba, actúan en todos los círculos de la sociedad y en cada uno de ellos van
dejando la semilla ya sea con el ejemplo de sus actos, ya sea con su propaganda desde la tribuna
pública o parlamentaria, por la prensa, o la conversación. Toda persona que contemple un momento el
radio de acción que abarca la propaganda socialista, se convencerá que no hay ya un rincón de la
sociedad burguesa donde no penetre por lo menos un débil rayo de luz de la doctrina socialista. (38)
Y agregaba:
El socialismo verdadero será siempre descubierto por sus modales exquisitamente cultos. Muchos de
los que hablan de socialismo poseídos aún de distintas clases de vicios, no son sino aspirantes
socialistas. La cultura de los socialistas, en las sociedades que actúen será, por sí sola, un medio de
propaganda de la doctrina. (39)
Así como el sindicato, dirigido por los socialistas debía aparecer a los ojos de los trabajadores como un virtual
adelanto de la sociedad del futuro; con mayor razón, el Partido debía perfilar esa imagen con su práctica
revolucionaria. La calidad de los cuadros partidarios, su nivel político, cultural y moral debería ser un factor de
irresistible atractivo para las masas populares. Por estas razones, Recabarren exigía al conjunto y a cada militante,
estudiar sin descanso, pero además, imponía una severa vigilancia sobre la vida privada de los compañeros. La
deshonestidad, la holgazanería, el alcoholismo y otras taras sociales fueron declaradas incompatibles con la
militancia socialista. En rigor, Recabarren consideraba que la vida pública y privada de los socialistas constituían, de
hecho, formas de propaganda partidaria. «Si lo que pensamos es bueno, decía, debemos llevarlo a la práctica.
Hablamos de la solidaridad para el futuro y sería mucho mejor practicarla desde el presente.» (40)
La propaganda constituyó para él una preocupación permanente; concebida como factor estratégico de la lucha
revolucionaria, debería ser rigurosamente estudiada en sus contenidos y métodos.
Entre los medios propagandísticos más adecuados para la lucha obrera señalaba:
De ahí la necesidad de afinar los métodos para motivar a los trabajadores y crear en ellos la necesidad de saber,
estudiar, pensar sobre su realidad:
Como el ambiente de la época no es del todo propicio. para que la clase obrera se resigne a lo rígido
de la enseñanza y del progreso de su cultura y de su saber, se hace «preciso» preocuparnos, al
combatir la ignorancia y llevar a la mente obrera conocimientos científicos y filosóficos útiles, mezclar
esta enseñanza lo más continuamente con actos recreativos y alegres que amenicen la severidad de
las ciencias y la austeridad de la filosofía. La enseñanza científica y filosófica, mezclada unas veces
con bailes y fiestas teatrales, con representaciones cómicas o dramáticas, pero instructivas también, y
otras veces con paseos campestres, y siempre reunidas todas las familias, atraerá mayor número de
concurrentes y sus resultados serán mucho más benéficos y más rápidos sus frutos. (42)
Como educador de raigambre obrera, sabía que la politización de los trabajadores no puede lograrse proyectando
hacia ellos el estilo «académico» de la intelectualidad pequeñoburguesa. Sabía que la teoría socialista debe ligarse
al movimiento obrero en el nivel de conciencia y organización en que éste se encuentra y no propagarse con la
clásica pedantería de ciertos intelectuales que «bajan» al pueblo a lucir sus plumas como un pavo real y transforman
las sencillas, verdaderas, del socialismo científico en oscura metafísica envuelta en palabrería tan sofisticada como
vana. Debe subrayarse que esa sencillez postulada por Recabarren y todos los auténticos educadores de la clase
obrera nada tiene en común con la vulgaridad ni la frivolidad intelectual.
Como se ha visto en los Reglamentos del POS, existía en cada organismo de base, un bibliotecario con rango de
dirigente. La lectura era una tarea política insoslayable para el militante revolucionario: «La lectura, escribía, es uno
de los mejores medios de emancipación de las clases trabajadoras. Por eso aconsejamos que lean y que lean
mucho.» (43)
La lectura, pensaba, que debería llegar a convertirse en el pan espiritual del obrero, que debía multiplicarse como en
el relato bíblico:
Después que usted haya leído este folleto y haya considerado bueno o aceptable, ¿Cuál debe ser su
deber? Conservar siempre presentes sus doctrinas y modos de obrar; recomendar su lectura a todos
los asalariados de ambos sexos invitándoles a comprarlo; y conversar siempre sobre lo que debemos
hacer para obrar conforme a estas doctrinas. Si en general, salvo detalles, usted estima útil la lectura
de este folleto, ¿no cree que debiera ser leído por Todos los asalariados de ambos sexos? Y para ello,
¿cree usted que la presente edición será suficiente? Pues bien, si estimamos que un folleto de esta
naturaleza representa un buen alimento intelectual, Todos debemos empeñarnos en que una nueva
edición pueda satisfacer las necesidades de las clases asalariadas, y si sentamos esta necesidad es
preciso franquear los medios para que se realice. Sabemos que en general la mayoría de los
asalariados no saben buscar su mejoramiento pues por eso nuestro deber es invitarles a unirse a
nosotros para obtener ese mejoramiento, y hacerles leer este folleto, ¿no significará una clara
invitación? Si usted estima que este folleto deber ser leído por el mayor número de personas, ¿sería
mucho sacrificio que usted comprara algunos ejemplares para obsequiarlos o revenderlos con el objeto
de hacer nuevos adherentes. (44)
En la historia del movimiento obrero, la prensa ha representado siempre un factor clave en su desarrollo orgánico e
ideológico. Antes que Lenin precisara las características básicas del periodismo obrero como organizador,
propagandista y agitador (45) , la prensa obrera en América Latina ya cumplía, de una y u otra forma ese papel y fue
inseparable de todo proyecto de organización sindical o política. (46)
La prensa obrera debió luchar no solamente contra las limitaciones de orden técnico y económico, dificultades
propias de sus perfiles sociales; también debió defenderse heroicamente de la represión. Los asaltos, destrucciones
de imprenta, procesos y amenazas, fueron el pan cotidiano de estos increíbles pioneros de la prensa obrera chilena.
Entre estos periodistas, sin duda el más destacado fue Luis Emilio Recabarren. (47)
La prensa, decía, es un arma de educación [...] La prensa es un arma poderosa y los socialistas tienen
un gran cariño por la prensa y gastan gran actividad para su progreso. Desde las columnas de la
prensa el socialismo hace notar gráficamente los absurdos y los defectos monstruosos que existen
todavía en el día de hoy amparados por la sociedad burguesa y adoptados como costumbres sociales.
La prensa socialista es actualmente una gran fuerza en todo el mundo, pero de un poder muy superior
en algunos países del norte de Europa.
Subrayaba la trascendencia histórica de que los obreros tuvieran su propia prensa, sin la cual las ideas socialistas
jamás habrían encontrado editores en el seno de la burguesía:
Mientras la imprenta no estuvo en manos de los obreros, no éramos nadie; vivíamos en la oscuridad,
ignorados; no podíamos desarrollar nuestro pensamiento. Pero la creación de la imprenta revela que
ha habido un genio en el pensamiento de los trabajadores. Cuando ellos han dicho: «Tengamos
imprenta, y entonces perfeccionaremos nuestras inteligencias», entonces las cosas han empezado a
cambiar. Yo recuerdo siempre con emoción la vez que llegó a Valparaíso un grupo de obreros de
Tocopilla, y me dijeron: «Compañero, traemos dos mil pesos para comprar una imprenta. La Federación
Obrera de Tocopilla (que en aquel entonces se llamaba la Mancomunal), ha logrado reunir este dinero
para comprar una imprenta. Venimos a que usted nos acompañe a comprar una imprenta». «¿Y qué
van a hacer ustedes con ella?», les pregunté. Me contestaron: «Un periódico.» «¿Y quien se los va a
escribir?». «No tenemos quien nos lo escriba; pero confiamos en que usted nos buscará un tipógrafo
para que lo escriba.» Y concluyeron por decirme: «Esperamos que usted mismo se vaya a Tocopilla y
nos atienda el periódico.» Yo encuentro de una sublimidad majestuosa el pensamiento de estos
obreros -peones, playeros, estibadores, cargadores, lancheros- que soñaban con tener una imprenta
para desarrollar sus facultades mentales, viéndose huérfanos en esta sociedad, que no los ayudaba a
instruirse, a ilustrarse. ¡Ellos mismos, por sí solos, por sus propios esfuerzos juntaron dinero para
comprar una imprenta y publicar un periódico! Y así ha seguido esa cadena de acontecimientos en la
República, hasta el momento actual, en que nos sentimos orgullosos de la prensa que poseemos los
trabajadores de Chile, de la cantidad de imprentas de que disponemos, de norte a sur de la República,
para defender nuestros principios, para levantar nuestra intelectualidad, para no merecer esos
apostrofes que vosotros nos lanzáis, cuando nos decís que somos incapaces, que somos incultos, que
somos ignorantes, y que cuando hayamos progresado lo bastante, cuando nos hayamos instruido e
ilustrado, entonces discutiréis con nosotros. Pero señor presidente, los mismos que nos atacan, los
mismos que nos tildan de incultos e ignorantes, nos han hecho charquicán, muchas veces, nuestras
imprentas. En Iquique nos molieron nuestra imprenta los soldados del Carampangue, al mando del
mayor Parada, que después fue a Punta Arenas a quemar la imprenta de la Federación Obrera de
aquella ciudad. Y así en muchos otros casos, se ha procedido con nosotros. ¿Y qué sacaron con
molernos las imprentas? Pocos meses después se rehicieron esas imprentas, volvieron a iniciar sus
publicaciones y a continuar su labor cultural y de civilización. Esto es lo que hace el pueblo de Chile, lo
que hace la clase genuinamente trabajadora. (49)
Las conferencias sobre variados temas políticos y de cultura general gozaron de mucho aprecio en la tarea
educadora de Recabarren. Sus conferencias eran esperadas con verdadera ansiedad en los centros laborales, ya
fuesen dictadas en locales legales o en medio de la soledad de la pampa, oculto de los ojos y oídos de las
empresas y autoridades. La conferencia, decía,
Es el medio popular de más vasta educación socialista. En el presente se realiza con una profusión
asombrosa y se considera que la acción de la conferencia, ayudada por la prensa, produce muy
rápidas transformaciones en el modo de pensar de los seres humanos. Tan importante es este medio
de propaganda que Alemania ha fundado una escuela con sección exclusiva para la preparación de
sus conferencistas y periodistas. Esta acción está en vías de imitarse por varias otras naciones.
Además en varias naciones se han editado libros especiales para que sirvan de guía a los
conferencistas en la construcción de sus conferencias. (50)
Para Recabarren, el arte era un poderoso instrumento de ilustración popular y promovió con entusiasmo diversas
manifestaciones artísticas entre los trabajadores. Al respecto subrayó: «Consideramos al teatro como una necesidad
educativa y de crítica de los defectos.» (51)
Fiel a su costumbre de traducir sus palabras en hechos y como respuestas a la ausencia de textos adecuados a sus
fines pedagógicos, asumió él mismo la tarea de producir obras de teatro y poesía. Escribió pequeñas obras que
llevaron a la escena auténticos actores obreros sin otras armas que la intuición y el entusiasmo. Entre estos dramas
figuran Desdicha obrera y Redimida, en esta última fue actor Elías Lafferte. (52) Con el mismo propósito cultiva la
poesía, cuyos textos se ofrecían en la prensa obrera como «voces del corazón y del cerebro».
El arte, en sus manos era un instrumento pedagógico destinado a despertar la pasividad secular de los explotados y
movilizarlos a la lucha; sacarlos de la condición de objetos de la historia para convertirlos en protagonistas
concientes de la historia.
El maestro no buscaba sólo crear en la conciencia obrera solamente el deleite intelectual, ni la simple curiosidad por
comprender el mundo, quería cambiar la actitud del obrero frente a su circunstancia, movilizarlo y organizarlo para la
lucha por la transformación del orden existente.
6. EL MAESTRO Y EL CAMARADA
Los contemporáneos de Recabarren y las huellas dejadas por su obra, han perfilado del fundador del movimiento
obrero chileno la imagen de un notable pedagogo social y de un hombre de admirables condiciones humanas.
Hijo de una familia modesta, nacido en el seno de una sociedad oligárquica, debió ganarse el pan desde muy niño y
desarrollar su vida lejos de las aulas universitarias. Sin embargo, supo hacer del libro y del conocimiento directo de
la vida del trabajo una verdadera universidad que lo graduó con la más alta distinción de su tiempo: fue la conciencia
y la acción de un pueblo hasta entonces olvidado en las academias y en los poderes públicos. Honor histórico para
la clase obrera chilena, que haya sido un hijo suyo, hecho así mismo en la fragua del trabajo y la lucha social, uno
de los más lúcidos intelectuales de su tiempo. Efectivamente, mientras muchos doctores universitarios se
engolosinaban en exquisiteces metafísicas, este obrero estudió la realidad concreta de su patria y asumió el
compromiso de luchar por transformar esa realidad de atraso e injusticia. Amaba a su pueblo con una pasión bien
diferente al patriotismo de oropel de las clases dirigentes y tenía una confianza ilimitada en la posibilidad de cambiar
el orden social. Tenía una profunda fe en el hombre, en sus potencialidades transformadoras de la sociedad y de su
ascendente proceso de humanización a través del trabajo y la ilustración: «Si las cosas todas progresan y se
transforman por la voluntad e inteligencia del hombre, es justo creer que el hombre mismo se perfeccionará por la
acción de los hombres que luchan por la perfección de la humanidad toda». (53)
Sus cualidades humanas han sido ponderadas con absoluta justicia. Pocas veces la lucha social chilena y tal vez
universal, ha generado un hombre tan honesto, sincero y abnegado. Se entregó de tiempo completo a la causa de
sus hermanos de clase sin buscar otra compensación que la alegría de sentirse constructor del porvenir. Ajeno a
toda vanidad y ambición, no aspiró a ningún otro liderazgo que a la autoridad que fluía natural de la propia vida.
«Don Reca», como lo llamaban, no era el «jefe» en el sentido burocrático, era el hermano mayor, el consejero, el
amigo, cuya sabiduría, consecuencia y bondad, se imponía espontáneamente.
Recabarren, escribe José Santos González Vera, era bajo, muy cabezón, con el rostro alargado y los
párpados superiores algo caídos. Su mirar era firme y penetrante. A ratos asomaba en él la picardía.
Tenía un vago aire de pastor protestante... Recabarren no se daba otro agrado que hablar, escribir,
organizar y pasarse el día y noche en la imprenta. Además no bebía, no jugaba ni fumaba. Su pasión
era la tipografía y para consagrarle más horas tenía su habitación anexa a la imprenta. (54)
Maestro y camarada, no sólo enseñó a la clase obrera a organizarse, a luchar, a descubrir vetas inéditas en una
existencia que parecía eternamente amarga y gris; le enseñó además que el socialismo es la más alta expresión de
un humanismo superior, fue una prueba inobjetable que un hombre nuevo es posible.
Entre los retratos que han dejado de Recabarren quienes lo conocieron, crecieron y se formaron bajo su influencia
bienhechora, conocemos uno que nos parece digno de reproducirse, pertenece a Salvador Ocampo, líder surgido de
las entrañas de la clase obrera y que aún permanece en el combate revolucionario. (55)
Recabarren, recuerda, tenía particularidades ejemplares de las que muchos de nosotros carecemos. Su
paciencia era ilimitada. Escuchaba más del tiempo necesario a todo compañero que deseara exponerle
sus problemas, algunos de ellos insolubles, infantes e ingenuos; pero siempre él encontraba una
palabra de consuelo, una indicación, un consejo que le enseñara a luchar y a tratar de buscar unidos a
sus compañeros el logro de soluciones. No se impacientaba. Lo que nos preocupaba era saber cómo
se ingeniaba para ejecutar y dirigir tantas cosas a la vez. Nos maravillaba su capacidad y resistencia
inagotable de trabajo. Empezaba temprano y trabajaba hasta altas horas de la noche. Escribía, leía,
contestaba cartas, corregía sus artículos y los de otros; cuando faltaba un cajista, paraba letras ante el
chivalete, ayudaba a arreglar la prensa y a imprimir folletos o el diario; asistía a reuniones y
conferencias, viajaba, escribía obras teatrales. Las ponía a veces en escena, dirigía su representación,
estimulaba los coros. No he conocido líder obrero de tan múltiple actividad.
Uno de los rasgos más impresionantes de su personalidad, estaba en la ejemplar honestidad con que siempre
administró los bienes de los trabajadores.
Salvador Ocampo, que siendo un niño se unió a la lucha de Recabarren, al evocar aquellos años cuando conoció al
maestro, escribe:
Cuando un grupo de muchachos nos decidimos en Antofagasta a entrar al Partido Obrero Socialista,
visitamos a don Reca para manifestarle nuestros deseos, agregándole que estábamos impresionados
por la propaganda que contra su honestidad y rectitud desarrollaba la prensa capitalista. (Se afirmaba
que vivía en palacetes, que tenía haciendas en el sur, que vivía rodeado de mujeres, que se robaba los
fondos de los sindicatos, que recibía oro de Moscú y servía a los intereses del Gobierno peruano.)
Recabarren contestó que encontraba natural la calumniosa actitud de esos periódicos; pero que
nosotros estábamos en libertad de indagar sobre todo aquello que creyéramos conveniente.
«Compañero Recabarren -replicamos- ¿podríamos revisar los libros de la imprenta, saber los fondos
que usted recibe y verifica sus inversiones?» Temíamos una reacción violenta y una despectiva y justa
negativa. ¿Quiénes éramos y con qué títulos nos arrogábamos esa facultad? Tranquilamente nos
contestó: «Allí están los libros de la imprenta. Ustedes entienden de contabilidad, llévenselos y
revísenlos. Los libros del Partido también están a vuestra disposición. Véanlos. En los de la FOCH no
intervengo. Ellos están en el local sindical pero pediré a los camaradas que se los muestren y ustedes
los revisen. Y agregó un poco irónico: Me gustaría que si los encuentran mal, los arreglen y si
encuentran fraudes los publiquen primero y me lo digan después». Quedamos sorprendidos cuando
nos pasó los libros. A pesar de todo partimos con ellos. Cierto, estaban mal llevados. Las entradas y
salidas. Los comprobantes y recibos estaban todos. Había corrección, pero el desorden era enorme, el
que los llevaba ignoraba las reglas de contabilidad. Resolvimos comprar nuevos libros, los abrimos y
pusimos en orden las cuentas de la imprenta del Partido y de la FOCH. En los libros de Recabarren,
aunque mal llevados, estaba la historia completa de los teatros, locales e imprentas que levantó en el
norte. Allí estaban escritos los esfuerzos de un hombre que encauzaba las ansias de educación y
liberación de todo un pueblo que no escatimaba sus centavos para colaborar en las obras que
emprendía Recabarren. Allí había millones de pesos puestos en sus manos por la confianza de los
trabajadores. La burguesía aún no sabe las fuerzas morales incorruptibles que albergan auténticos
dirigentes del pueblo. No lo sabrán nunca. Tenía gran poder de atracción entre los niños. ¡Cómo lo
querían y como él a su vez retribuía ese cariño! En los grandes mítines de las ciudades, de las aldeas
o de la pampa, siempre podía vérsele rodeado de jóvenes y a los niños subidos sobre sus hombros o
recibiendo una caricia de sus manos. Era cordial, cariñoso, expansivo y bromista, pese al malestar que
le producía una enorme hernia. Irónico con los petulantes, seco con los malintencionados. Cuando
algún camarada cometía un error por falta de cuidado o atención en el trabajo y deseaba herirlo,
empleaba como reproche, su máximo insulto: «Guanaco». Incisivo y mordaz con sus adversarios, muy
pocos eran capaces de resistir su cáustica polémica. (56)
Notas:
2. «El Socialismo. ¿Qué es y cómo se realizará?», en El Pensamiento de Luis Emilio Recabarren, ed. cit.
3. «Ricos y pobres a través de un siglo de vida republicana» en Jobet, Julio César: ob. cit.
4. El 1º de mayo de 1910, Francisco Valdés Vergara, dictó una conferencia en el Centro Conservador de Santiago, en la que expresó su
preocupación por la agitación obrera, responsable de los sucesos de la Escuela Santa María de Iquique, fustigó las doctrinas propiciadoras
de la igualdad como utopías irrealizables y bregó por el mejoramiento de las condiciones de vida de la población. Recabarren respondió a
esos planteamientos con un folleto titulado: «La huelga de Iquique en diciembre de 1907». «La teoría de la igualdad». En Obras Selectas,
ed. cit.
5. Así ocurrió con sus comentarios a la obra de Julio Zegers, «Estudios económicos», incluidos en «Ricos y pobres a través de un siglo de
vida republicana».
6. El 8 de junio de 1916, en el local de la Federación obrera de Chile en Punta Arenas, dio una conferencia sobre el tema «La mujer y su
educación»
11. «Lo que da el gremialismo», Obras Selectas de Luis Emilio Recabarren, Quimantú, Santiago, 1971. pág. 113.
12. Recabarren planteó la necesidad de unir en una central sindical a obreros, campesinos y empleados. En 1924, al organizarse la Unión
de Empleados de Chile, planteó la necesidad que ese gremio se uniera a la FOCH, proposición que no prosperó. La CUT inició en 1953, la
unificación de obreros, empleados y campesinos.
13. «Proyecciones de la acción sindical», en El Pensamiento de Luis Emilio Recabarren, ed. cit. págs. 16-17-18.
14. «Proyecciones de la acción sindical», en El Pensamiento de Luis Emilio Recabarren, ed. cit. págs. 12-13.
16. Ibid.
21. «Programa y Reglamento del Partido Obrero Socialista»; Recabarren, Luis Emilio: «El Socialismo, ¿Qué es y cómo se realizará?», en
El Pensamiento de Luis Emilio Recabarren, Tomo I, ed. cit. págs 86-88.
23. Llama la atención que el nuevo Partido estableciera, con el rango de dirigente en sus organismos de base a un bibliotecario, otorgando
así una especial relevancia a la lectura en el trabajo partidario. Este cargo existía también en los Consejos Federales y en el Consejo
Nacional.
26. «¿Qué queremos federados y socialistas?» en El Pensamiento de Luis Emilio Recabarren, Austral, Santiago, 1971, págs. 135-139.
29. «Los albores de la revolución social en Chile», en El Pensamiento de Luis Emilio Recabarren, ed. cit. págs. 109-110.
30. «No son los revolucionarios los inventores de la violencia. Fue la sociedad de clases a lo largo de la historia la que creó, desarrolló e
impuso un sistema siempre mediante la represión y la violencia. Los inventores de la violencia fueron en todas las épocas reaccionarios.»-
V. Fidel Castro: Discurso en el Estadio Nacional de Santiago de Chile, el 2 de diciembre de 1971, en Cuba-Chile, Ediciones Políticas,
Comité Central, Partido Comunista de Cuba, La Habana, 1972, pág. 475.
31. El Trabajo, órgano de la Mancomunal Obrera de Tocopilla, 1903 En una polémica sostenida con Alejandro Escobar Carballo, cuando
todavía era demócrata, ya visualizaba la necesidad de luchar con una láctica flexible: «Soy libre de llevar las armas que a mí me plazca
para hacer la Revolución y libre a la vez de deshacerme de las que vaya estimando inútiles o gastadas o inofensivas, a mi debido tiempo»;
cit. por Jobet, Julio César: El pensamiento político de Recabarren, Obras Selectas, Quimantú, Santiago, 1971, pág. 19.
32. «Los albores de la Revolución Social en Chile», ed. cit. págs. 130-131.
33. Cit. por Recabarren en «Los albores de la Revolución Social en Chile», ed. cit. pág. 112.
34. Ob. cit. págs. 67-68. Sobre el trabajo de los socialistas en los municipios, escribió un texto especial: «Lo que puede hacer la
Municipalidad en manos del pueblo inteligente.»
35. «¿Debemos participar en los parlamentos burgueses?», en Lenin V. I.: El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo, (1920),
Obras Escogidas, Tomo VI, Cartago, Buenos Aires, 1974.
36. «La alborada de la Revolución Social en Chile», en El pensamiento de Luis Emilio Recabarren, ed. cit. pág. 125.
37. «Origen y formación del Partido Comunista de Chile», ed. cit. gs. 197-198.
43. «La huelga de Iquique y la teoría de la igualdad», Obras Selectas, ed. cit. pág. 60.
45. Lenin, V. I., La información de clase, Siglo XXI, Buenos Aires, 1973.
46. V. Arias, Osvaldo: La prensa obrera en Chile, (1900-1930). Universidad de Chile, Chillán 1970; Tibol, Raquel: Julio Antonio Mella en El
Machete, Fondo de Cultura Popular, México, 1968; Cuneo, Dardo: El primer periodismo obrero y socialista en Argentina, Buenos Aires,
1945; Portuondo, José A.: «La Aurora» y los comienzos de la prensa y de la organización obrera en Cuba, Imp. Nacional, La Habana,
1961; León, Emiliano: La prensa obrera y el movimiento sindical, Fondo de Cultura Popular, México, 1975; Bartra, Armando: Regeneración,
1900-1918. La corriente más radical de la Revolución de 1910 a través de su periódico de combate, Hadise, México, 1972.
47. Otros periodistas obreros chilenos: Alejandro Escobar Carballo, Luis Olea, Magno Espinoza, Luis A. Treviño, Manuel J. Montenegro,
Luis Heredia y Alfonso Petaut.
49. «Los albores de la revolución social en Chile», ed, cit. págs, 127-128-129.
51. Citado por, Jobet, Julio César: El pensamiento político de Recabarren, ed. cit. pág. 42.
52. «Estábamos poniendo en escena una obra de Recabarren llamada Redimida, que contaba la historia de una pobre mujer sola y
abandonada, a la cual la revolución ganaba para una vida digna y de lucha. Ilya representaba el papel de Libertad, que en la última escena
termina uniéndose al protagonista masculino, que estaba a mi cargo. Esa noche, un sábado, yo le había dicho a Recabarren que la escena
final de su obra no iba a ser sólo teatral, sino real, pues esa era la forma que Ilya y yo habíamos elegido para unirnos». Vida de un
comunista, ed. cit. pág. 114.
54. Cit. por Jobet, Julio César: Recabarren y los orígenes del movimiento obrero y el socialismo chileno, ed. cit. pág. 100.
55. Antiguo luchador del movimiento obrero chileno: militó en el P.O.S. y en la F.O.CH.; Subsecretario General de la CTCH; Dirigente y
parlamentario del PC; actualmente asilado en México.
56. «De la vida heroica de Recabarren», El Siglo, Santiago de Chile, 21 de diciembre de 1958.
CUARTA PARTE
Recabarren
La obra y la influencia del pensamiento de Luis Emilio Recabarren constituyen una herencia, que el conjunto del
movimiento popular chileno reconoce trascendental:
La Federación Obrera de Chile, FOCH, fundada en 1909 y orientada hacia posiciones clasistas en 1919; la
Confederación de Trabajadores de Chile, CTCH, fundada en 1936; la Central Única de Trabajadores de Chile,
CUTCH, (1) marcan fases ascendentes de cristalización de ciertas características fundamentales del sindicalismo
chileno.
El desarrollo de una efectiva democracia sindical, fundamento de una dirección respetada y respetable. (2)
La lucha por centralizar el movimiento sindical e impedir la proliferación de centrales separadas, cuando no hostiles,
ha calado hondo en la conciencia de los trabajadores chilenos, concientes de que su unidad orgánica representa una
herramienta de valor estratégico en la lucha contra la explotación capitalista y para su liberación definitiva.
En el plano político, la contribución de Recabarren fue igualmente decisiva: del Partido Obrero Socialista, fundado en
1912, surgió en 1921 el Partido Comunista de Chile. (3) En 1933, núcleos de la pequeña burguesía intelectual,
militares nacionalistas y cuadros provenientes del Partido Obrero Socialista, (4) dieron vida a un nuevo partido
vinculado a la clase obrera, el Partido Socialista de Chile. (5)
La convivencia de ambos partidos en el seno de la clase obrera no fue fácil. Las discrepancias ideológicas, tácticas
y estratégicas se tradujeron en tensiones y disputas hegemónicas que más de alguna vez derivaron en crisis que
afectaron al movimiento obrero en su conjunto, e incluso, en violentos enfrentamientos. Pero las raíces obreras de
ambos partidos planteaban en la vida cada día, acciones comunes en la defensa del pan, del trabajo, las libertades
públicas, etc.
En 1936, se logró concertar una alianza socialista-comunista-radical, para enfrentar en Chile a la ola fascista que se
cernía sobre el mundo. El Frente Popular ganó las elecciones presidenciales de 1938 con Pedro Aguirre Cerda. El
período, pese a los avances registrados en la acción del Estado como agente de la industrialización y en la
democratización de la vida nacional resultó frustrante para la clase obrera y sus partidos. (6) En esa experiencia, las
discrepancias de socialistas y comunistas se hicieron más profundas, a tal punto, que rompieron la unidad sindical
fraccionando en dos a la Confederación de Trabajadores de Chile, CTCH, en 1946.
En 1956, socialistas y comunistas dieron vida al Frente de Acción Popular, FRAP, en el que militaron también otros
grupos y personalidades de izquierda. Ambos partidos comprendieron que eran dos brazos de un mismo cuerpo y
que sin su unidad estratégica no sería posible realizar ningún proyecto revolucionario. Desde entonces, esa unidad
se ha fortalecido notablemente, y hoy resulta ejemplar en el contexto de la situación de la izquierda en el mundo.
El triunfo de Salvador Allende en 1970 y los mil días del Gobierno Popular, expresó el más alto nivel de la lucha
obrera en Chile con un Programa que representó las más auténticas aspiraciones de liberación nacional y social del
pueblo chileno.
2. REACCIÓN FASCISTA Y MOVIMIENTO OBRERO
El golpe fascista de 1973, significó por eso la más seria derrota sufrida por los trabajadores chilenos en su larga
historia de lucha. El proyecto revolucionario fue transitoriamente paralizado. Las causas del fracaso están siendo
estudiadas por los partidos revolucionarios. Junto a la reorganización de sus estructuras orgánicas y a la articulación
de la lucha clandestina. Esa autocrítica arrojará sin duda, mucha luz sobre el futuro. Habrá que desterrar
deformaciones y vicios inveterados en el movimiento obrero chileno, que tanto contribuyeron a la derrota de 1973, al
facilitar los planes contrarrevolucionarios del imperialismo: el sectarismo, que genera aislamientos y recelo al interior
del movimiento obrero y de éste, en sus relaciones con otras clases y capas populares; el dogmatismo, que reduce
al marxismo-leninismo a un recetario de fórmulas congeladas y confunde lo abstracto con lo concreto; el reformismo,
que siembra falsas ilusiones sobre las posibilidades de avanzar sin lucha hacia el socialismo olvidando que jamás
una clase dominante abdica de sus privilegios; el infantilismo revolucionario, que se embriaga de fraseología y actúa
bajo los impulsos del voluntarismo sin tener en cuenta la correlación de fuerzas en lucha de clases.
En ese marco histórico la lucha continua: la Resistencia estudia y medita sobre un proyecto político válido y viable,
que permita a los trabajadores retomar el camino hacia el socialismo (7) y llama a fortalecer la unidad con todos los
que estén decididos a luchar contra el fascismo en torno a la clase obrera como polo aglutinante del pueblo,
practicando el arte de sumar fuerzas para aislar al enemigo principal. (8)
La Unidad, ha subrayado Clodomiro Almeyda, debe elevarse ahora en esta crítica circunstancia, a un
nuevo superior nivel político, ideológico y orgánico, que debe superar con mucho el grado a que
alcanzó durante el gobierno de la Unidad Popular, donde todavía era feble e inconsistente para
proponerse derivar en la conformación de una verdadera y homogénea fuerza dirigente de la revolución
chilena, con una sola estrategia y una sola conducción. He ahí el requisito imprescindible, la condición
necesaria para derribar a la junta fascista, lo que unido a un menor espontaneismo anárquico y a una
mayor disciplina conciente y orgánica, a menos improvisación empírica y mayor reflexión teórica,
asegura que podemos proseguir con éxito en su hora, nuestra interrumpida tarea de transformación
revolucionaria de la sociedad chilena. (9)
3. UN MONUMENTO VIVO
En el centro de este drama histórico, Salvador Allende se alzó como el gran heredero de las mejores tradiciones del
movimiento obrero chileno. En la cumbre del heroísmo, cayó por su patria y por los trabajadores con la bandera de
Chile en sus manos. Con su gesto destruyó moralmente al fascismo y también al verbalismo revolucionario. Ese fue
el golpe moral de Allende que demolió falsas imágenes y sometió las palabras a la prueba concluyeme de los
hechos.
El golpe moral de Allende se repitió como eco sucesivo en la Isla Dawson, Estadio Nacional, Estadio Chile, Isla
Quinquina, Tejas Verdes, Chacabuco, y tantos otros campos de concentración donde los fascistas no pudieron, con
todo el horror que brotaba de su odio enfermizo a los trabajadores, vencer la firme voluntad de los revolucionarios.
En estas trincheras donde la muerte puso a prueba todas las convicciones el movimiento obrero chileno se alzó
enérgico y vigoroso: (10)
«Amo la vida pero no temo a la muerte, si fuera necesario caer por mi causa», dijo Luis Corvalán, en Dawson,
cuando tuvo la primera oportunidad de hablar al mundo. (11) Con firmeza y valentía denunció el clima de presión
física y sicológica a que estaban sometidos los prisioneros del fascismo en la Isla Dawson. La fortaleza de Corvalán
llegó a todos los campos de concentración como una ola moral y reiteró ante el mundo la voluntad irrevocable de los
revolucionarios chilenos de enfrentar todos los riesgos en defensa de su causa.
En las minas de carbón, heroicos combatientes enfrentaron el paredón entonando himnos revolucionarios.
En la Fuerza Aérea, un grupo de oficiales condenados a muerte y a cadena perpetua, alzaron sus puños como
respuesta a la sentencia.
En la clandestinidad, las fuerzas populares se reorganizan y luchan; Esa roca que hoy resiste plena de heroísmo,
endurecida con la sangre gloriosa de nuestro pueblo, esos brazos que levantan en las sombras de la noche sus
banderas rotas, pero no vencidas; esos puños numerosos que golpean como martillos sin pausa contra el fascismo;
esa honesta reflexión sobre los errores del pasado; esa irrevocable decisión de separar del camino a los vacilantes y
a los vocingleros, esa confianza absoluta en que volveremos «más temprano que tarde» a transitar por las alamedas
de la libertad, es sin duda, el mejor homenaje que los revolucionarios chilenos rinden hoy al maestro Luis Emilio
Recabarren. La conciencia, organización y unidad combatiente, es el gran monumento que se erige en cada rincón
de Chile y en todos los puntos cardinales del exilio, a su insigne memoria de padre inmortal de nuestro movimiento
obrero.
Notas:
2. En mayo de 1972, la CUTCH eligió sus autoridades máximas en votación directa y universal. La izquierda obtuvo en conjunto el 72,3%
de los votos y los sectores de oposición al Gobierno Popular el 27,7%. Las tres principales fuerzas fueron: comunistas, 31,8%; socialistas,
27,1% y democracia cristiana, 27,0%; ratificando, en consulta directa, la conducción marxista-leninista del sindicalismo chileno
3. Sobre el Partido Comunista de Chile: Ramírez Necochea, Hernán: Origen y formación del Partido Comunista de Chile, Austral, Santiago,
1965. González Díaz, Galo: La lucha por la formación del Partido Comunista de Chile. Santiago, 1958; Lafferte, Elías: Vida de un
comunista. Austral, Santiago, 1971; Corvalán, Luis: Ricardo Fonseca, combatiente ejemplar. Austral, Santiago, 1971; Varas José Miguel:
Chacón, Austral, Santiago, 1968.
4. Llegaron posteriormente al PS: Ramón Sepúlveda Leal, Benjamín Rojas, Onofre González, Manuel Hidalgo y Manuel Leiva, dirigentes
nacionales del POS
5. Sobre el PSCH, V. Jobet, Julio César: El Partido Socialista de Chile, 2 tomos, PLA, Santiago, 1971; Corbalán, Salomón: El Partido
Socialista, Imp. Atenas, Santiago, 1957; Casanueva, Fernando y Manuel Fernández: El Partido Socialista y la lucha de clases en Chile,
Quimantú, Santiago, 1973; Witker, Alejandro: Los socialistas chilenos. Breve historia del PSCH, México, 1975. (Inédito). Witker Alejandro:
«Eugenio González, maestro y militante del Socialismo chileno.» (en preparación).
6. Para el período, Zemelman, Hugo: El movimiento popular chileno y el sistema de alianzas en la década de 1930, inédito; Faleto, Enzo,
Eduardo Ruiz y Hugo Zemelman: Génesis del proceso político actual, Quimantú, Santiago, 1972; Corvalán, Luis: Ricardo Ponseca,
combatiente ejemplar, ed. cit.
7. Altamirano, Carlos: «Reflexiones críticas sobre el proceso revolucionario chileno», Rev. Cuestiones actuales del socialismo, Belgrado,
agosto, 1974; Castell, Manuel, La lucha de clases en Chile, Siglo XXI, Buenos Aires, 1971. Castillo, René: «Chile: enseñanzas y
perspectivas de la revolución»: Paz y Socialismo, Praga, 1974; Debray, Régis: La crítica de las armas, Siglo XXI, México, 1975; Garcés,
Joan: Allende y la experiencia chilena, Ariel-Seix Barral, Barcelona, 1976; Gazmuri, Jaime: «Aprender de las lecciones del pasado para
construir el futuro», Nueva Democracia, Santiago, 1974; Martner, Gonzalo: Chile: los mil días de una economía sitiada, Fac. de Economía,
Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1976; Rodríguez, Aniceto: «Ineludible unidad para la Resistencia Chilena», Caracas, julio-
1976 (roneo); Zemelman, Hugo: El proceso chileno de transformación y los problemas de dirección política (1970-1973), Cuadernos del
CES, nº 7, El Colegio de México, México, 1974.
8. Sobre las perspectivas de la lucha del pueblo chileno contra el fascismo, véase: Unidad Popular: Los planteamientos de la Unidad
Popular frente a la situación actual de Chile, Berlín, 17 de julio, 1975, Universidad Obrera Lombardo Toledano, México, 1975. Unidad
Popular: «Por la unidad antifascista hacia la derrota de la Junta», Declaración, Berlín, septiembre 1976, Cuadernos de Casa de Chile, Nº 3,
México, 1976.
9. Discurso inaugural. Tercera Reunión de la Comisión Investigadora Internacional de los Crímenes de la Junta Militar de Chile, México,
febrero, 1975.
10. Sobre el fascismo chileno: El paso de los gansos. Puelche, Nueva York, 1975; Rojas Rodrigo: Jamás de rodillas. Acusación de un
prisionero de la Junta Fascista de Chile, Ed. Agencia de Prensa Novosti, Moscú, 1974; Witker, Alejandro: Prisión en Chile, Fondo de
Cultura Económica, México, 1975; «El compañero Tohá», Esbozo biográfico, testimonios y documentos. Casa de Chile, México, 1977.
Timossi. Jorge: Grandes alamedas. El combate del Presidente Allende, Ed. de Ciencias Sociales, ICL, La Habana, 1974.
11. Declaraciones al periodista brasileño Antonio Alberto Prado de la revista brasileña Visao, publicada el 21 de febrero de 1974. V.
Labarca, Eduardo: Vida y lucha de Luis Corvalán, Ed. de Cultura Popular, México, 1976.
QUINTA PARTE
ANEXO
"Soy libre de llevar las armas que a mí me plazca para hacer la revolución y libre a la
vez de deshacerme de las que vaya estimando inútiles o gastadas o inofensivas a mi
debido tiempo."
Recabarren
2. CRONOLOGÍA
1876
- Nace en Valparaíso el 6 de julio.
1890
- Se inicia como obrero tipógrafo.
1891
- Escapa del fusilamiento debido a su minoría de edad; hace propaganda en el interior del ejército en favor de
Balmaceda.
1894
- Ingresa en el Partido Demócrata de Chile.
1895
- Contrae matrimonio con Guadalupe del Canto. 1898
- Colabora en el semanario El Martillo de Santiago.
- Realiza un reportaje de la situación obrera en la región salitrera para el periódico La Democracia.
1899
- Secretario de redacción del semanario La Democracia, dirigido por Florentino Vivaceta.
1900
- Asume la dirección del semanario La Democracia.
1901
- Colabora en la fundación de la Mancomunal Obrera de Iquique.
- Participa en movimientos huelguísticos en la región.
1903
- Dirige con éxito trabajos electorales del PDCH. en Valparaíso. Acusado de fraude electoral: 3 meses en prisión.
- Presidente Provincial del PDCH.
- Preside el Congreso Social Obrero realizado en Valparaíso.
- Director de El Trabajo, órgano de la Mancomunal de Tocopilla. Proceso: 8 meses de prisión.
1904
- Dirige, a partir del Nº 36, el periódico El Proletario, de Tocopilla.
1905
- «Proceso oficial contra la Mancomunal de Tocopilla», Imp. Mejía, Santiago, 1905, 64 pág.
- Funda diario La Vanguardia, en Antofagasta.
1906
- Candidato a diputado por Antofagasta; es despojado de su triunfo por maniobras reaccionarias.
- Funda el interdiario La Vanguardia, en Antofagasta.
- Rompe con el PDCH por apoyo al terrateniente Lazcano; forma un efímero Partido Demócrata Doctrinario; propone
postular candidato obrero: Zenón Torralba; fracasa. Apoya a Montt.
- Funda el periódico La Reforma.
- Tribunales dictan sentencia proceso Tocopilla; 541 días prisión. Para evitarla se va a Argentina. Milita en el Partido
Socialista Argentino. Colabora en la prensa y frente sindical.
1907
- Polémica con los anarquistas en el Congreso de Unificación de las Organizaciones Obreras en Argentina.
1908
- Viaja a Europa: España (Pablo Iglesias); Francia (Jean Jaurés); Bélgica (Emile Valdeverde). Conferencia en Casa
del Pueblo de Madrid. Fines de año regresa a Chile. Apresado y remitido a la cárcel de Los Andrés; 18 meses de
prisión (noviembre 1908-agosto 1909). Escribe su Diario.
1909
- Cumple condena hasta agosto de 1909.
- Gira propagandística de tres meses entre San Fernando y Osorno.
- Domicilio en Santiago (hasta febrero de 1911).
1910
- Conferencia en Rengo: Ricos y pobres en un siglo de vida republicana. Imprenta Nueva York, Santiago, 1910, 48
págs.
- Mi juramento. (En la Cámara de Diputados, en la sesión del 5 de junio de 1906), Imprenta Nueva York, Santiago,
1910, 48 págs.
- La huelga de Iquique en diciembre de 1907. La teoría de la igualdad. Imprenta Nueva York, Santiago, 1910, 48
págs.
1911
- Se radica en Iquique. Funda y dirige el diario demócrata socialista. El Grito Popular.
1912
- Funda en Iquique el Partido Obrero Socialista, POS.
- Funda en Iquique El Despertar de los Trabajadores.
- Funda en Iquique El Bonete, semanario anti-clerical.
- El Socialismo (Programas y Estudios del POS), Imprenta El Despertar, Iquique, 1912, 124 págs.
- Funda Sociedad de Defensa del Trabajo de Oficios Diarios.
- Funda una cooperativa.
- Plantea invitar a Chile a Pablo Iglesias.
1913
- Gira de organización y propaganda por provincia de Antofagasta. Visita Tocopilla, Taltal, Chañaral.
1914
- Polémica pública en teatro de Iquique con el director del diario El Nacional, sobre patria y patriotismo. De ahí
surgió el folleto, Patria y patriotismo, Iquique, 1914.
- Se unió a Teresa Flores, con quien vivió hasta su muerte. No tuvo hijos.
1915
- Preside el Primer Congreso del POS. Valparaíso. Integra Comité Ejecutivo.
- Candidato a diputado por Antofagasta, derrotado por fraude y cohecho.
- Se traslada a Valparaíso y permanece en el puerto hasta comienzos de 1916; funda El Socialista, semanario del
POS y organiza la Sociedad de Defensa del Trabajo y la Federación Regional Obrera.
1916
- Realiza gira al sur hasta Punta Arenas: Conferencia: La mujer y su educación. Imprenta el Socialista, Punta Arenas,
1916, 20 págs.
- Pasa a Argentina y se reincorpora al Partido Socialista.
1917
- Saluda triunfo bolchevique; integra ala internacionalista del PS argentino; se vincula a igual tendencia el PS
Uruguayo.
- La materia eterna e inteligente. Imprenta La Vanguardia, Buenos Aires, 1917, 128 págs.
- Lo que puede hacer la Municipalidad en manos del pueblo inteligente. Imprenta La Vanguardia, Buenos Aires
1917, 30 págs.
- Colabora desde Buenos Aires con el periódico Adelante de Talcahuano, órgano de la Gran Federación Obrera de
Chile.
1918
- Participa en fundación del Partido Comunista Argentino; integra su primera Dirección Nacional.
- Regresa a Chile.
- Se radica en Antofagasta.
- Construye un Teatro Obrero y funda el periódico El Socialista.
1919
- Impone en Tercera Convención Nacional de la FOCH en Concepción, línea clasista y revolucionaria.
1920
- Participa en el Tercer Congreso del POS, Valparaíso, acuerda iniciar gestiones para incorporarse a la Tercera
Internacional y cambiar su nombre por Partido Comunista de Chile.
- Designado candidato a la Presidencia de la República. La elección lo sorprende en la cárcel, escasa votación.
1921
- Asume, a partir del 22 de agosto, la dirección y administración del periódico Federación Obrera, órgano de la
FOCH.
- Elegido diputado por Antofagasta.
- Pronuncia su primer discurso parlamentario: «Los albores de la Revolución Social», Imprenta Federación Obrera,
Santiago, 1921, 32 págs.
- «¿Qué es lo que queremos federados y socialistas, y para qué?», Imprenta El Socialista, Antofagasta, 1921, 30
págs.
- «Lo que da el gremialismo», Imprenta El Bonaerense, La Plata, Argentina, 1941, 30 págs.
- «Desdicha obrera. Dramita social en tres cuadros», Imprenta El Socialista, Antofagasta, 1921, 30 págs.
- «Los albores de la revolución social», Imprenta Federación Obrera, Santiago, 1921, 32 págs. Reedición en Obras
Escogidas, 1965.
- «El sembrador de odios», Imprenta Federación Obrera, Santiago, 1921.
1922
- Participa en Cuarto Congreso del POS, Rancagua, adhiere a 21 condiciones de la Tercera Internacional y ratifica
nuevo nombre: Partido Comunista de Chile.
- Denuncias en Cámara de Diputados contra la corrupción administrativa y la politiquería reaccionaria.
- En octubre viaja a la URSS. Corresponsal del diario La Nación.
- Informe sobre el movimiento obrero sindical de Chile a la Internacional Sindical Roja.
1923
- En febrero regresa de la URSS.
- La Rusia obrera y campesina, Imprenta Federación Obrera, Santiago, 1923, 100 págs.
1924
- Presenta en Cámara de Diputados proposición de enviar cable de pésame al Gobierno Soviético por la muerte de
Lenin. Se aprueba su moción 24 votos contra 7.
- Se suicida en Santiago, el 19 de diciembre, a la edad de 48 años.
3. Escritos
3. Ricos y pobres. Conferencia dictada en Rengo, en Septiembre de 1910, con ocasión del Primer Centenario de la
Independencia, Santiago, 1910.
4. La huelga de Iquique. La teoría de la igualdad. (El pensamiento y la acción de los hombres y de las sociedades.
Critica y comentarios a la conferencia dada por el señor don Francisco Valdés Vergara en el Centro Conservador en
la tarde del 1º de mayo de 1910), Santiago, 1910.
6. Patria y patriotismo. (Conferencia dictada en Iquique en mayo de 1914). El Despertar de los Trabajadores, Iquique,
1914 (2ª edición, Santiago, 1921).
10. Lo que puede hacer la municipalidad en manos del pueblo inteligente. Buenos Aires, 1917.
12. Lo que da el gremialismo. Buenos Aires, 1917 (2° edición, La Plata, Argentina, 1941).
13. Lo que da la federación Obrera. Santiago, 1921 (Es reimpresión de Lo que da el gremialismo).
18. Discursos y poesías. (Compilación de Luis Emilio Recabarren y contiene algunos trabajos suyos). Santiago, 1925.
(1)
COMPILACIONES
1. Obras escogidas. (Contiene «Los albores de la revolución social en Chile», «Ricos y Pobres a través de un siglo
de vida republicana» y «La Rusia obrera y campesina». Santiago, 1965. (Recopilación realizada por Julio César
Jobet, Jorge Barría y Luis Vitale). Ed. Quimantú, Santiago, 1971.
2. Obras selectas. (Contiene «La huelga de Iquique», «La teoría de la igualdad», «Lo que da el gremialismo», «El
Socialismo» y «Ricos y Pobres a través de un siglo de vida republicana»). Santiago, 1971. (Recopilación realizada
por Julio César Jobet, Jorge Barría y Luis Vitale). Ed. Quimantú, Santiago, 1971.
3. El pensamiento de Luis Emilio Recabarren. 2 vols, 1971. Editorial Austral. (Contiene «El Socialismo: ¿qué es y
cómo se realizará?», «Los albores de la revolución social en Chile», «¿Qué queremos federados y socialistas»
(Proyecto de Constitución para la República federal socialista de Chile), 1921; «Ricos y pobres», «Patria y
Patriotismo», (Versión tomada del diario El Despertar de los Trabajadores de Iquique); «La Federación Obrera de
Chile y los beneficios inmediatos del gremialismo» (Lo que da la Federación. Lo que dará la Federación), «Mi
juramento», «Proyección de la acción sindical», «Rusia obrera y campesina», «La materia eterna e inteligente»,
«Controversia con los anarquistas», «Lo que puede hacer la Municipalidad en manos del pueblo inteligente».
4. Luis Emilio Recabarren. Obras. Compilación y prólogo: Digna Castañeda Fuertes. Col. Pensamiento de Nuestra
América. Casa de las Américas, La Habana, 1976. Contiene: «Controversia con los anarquistas», «¿Qué queremos
federados y socialistas», «Ricos y Pobres a través de un siglo de vida republicana», «El Socialismo: ¿qué es y cómo
se realizará?», «Proyección de la acción sindical».
5. Escritos de Luis Emilio Recabarren: Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, México, 1976. Contiene:
«Los albores de la revolución social en Chile», «Mi juramento», «Ricos y pobres a través de un siglo de vida
republicana», «Patria y patriotismo», «El Socialismo: ¿qué es y cómo se realizará?», «¿Qué queremos federados y
socialistas?» (Proyecto de Constitución para la República federal socialista de Chile), «La federación; obrera de Chile
y los beneficios inmediatos del gremialismo», (Lo que da la Federación. Lo que dará la Federación), «Proyección de
la acción sindical», y «Rusia obrera y campesina», Edición conmemorativa del Centenario del nacimiento de Luis
Emilio Recabarren. (En preparación.)
4. PERIÓDICOS
6. El Grito Popular. «Diario demócrata-socialista, al servicio de la clase proletaria. La liberación de los trabajadores
debe ser obra de los trabajadores mismos». Iquique, 1911. 75 números.
7. El Despertar de los Trabajadores. «Es propiedad de la Sociedad obrera cooperativa tipográfica organizada entre
los trabajadores del salitre». Iquique, 1912-1927. 3384 números.
8. El Socialista. «Órgano central del Partido Obrero Socialista. Al servicio de los intereses generales de las clases
pobres. La prensa obrera es la voz del pueblo. Publicación semanal». Valparaíso, 1915-1918. 127 números.
10. La Gran federación Obrera de Chile. Publicación trimestral, Santiago, 1910-1924. 1226 números. (2)
5. BIBLIOGRAFÍA
1. Almeyda, Clodomiro: «Mensaje al Comité de Auspicios del Centenario de Luis Emilio Recabarren», Berlín, 6 de
julio, 1976, en Del Gobierno Popular a la Junta Fascista. Discursos Políticos, Casa de Chile, México, 1976.
4. Arias, Osvaldo: Recabarren y la prensa obrera en Chile, Ensayo, inédito. Concepción, 1973.
5. Barría, Jorge: «Legado de Recabarren» en Obras Selectas de Recabarren, edición preparada por Barría, Jorge:
Julio César Jobet y Luis Vitales: Quimantú, Santiago, 1971.
6. ----: «Semblanza biográfica de Recabarren» (ensayo), revista Arauco, Nº 14, Santiago, diciembre, 1960.
7. ----: «Apuntes biográficos sobre Luis Emilio Recabarren», (ensayo), revista Occidente, Nº 163, Santiago,
diciembre, 1964.
9. ---: «Perfil de Recabarren», (artículo), diario Las Noticias de Ultima Hora, Santiago, 19 diciembre, 1964.
10. Chelén Rojas, Alejandro: "Recabarren", (folleto), Ed. Avance, Chañaral, 1939.
11. Céspedes, Mario: «Recabarren, 1917», (artículo), revista Principios, Nº. 119, Santiago, mayo-junio, 1967.
12. Contreras Labarca, Carlos; «Homenaje a Luis Emilio Recabarren», Berlín, 12 de julio de 1976 en Chile
Antifascista, Nº. 7/8, Berlín, julio, 1976.
13. Contreras Lobos, Roberto: Recabarren. Poemario de homenaje al Padre del Movimiento Obrero Chileno en el
Centenario de su nacimiento, Editado por el Comité Chileno de Solidaridad con la resistencia antifascista, La
Habana, 1976.
14. Del Canto, Hernán: «Luis Emilio Recabarren», discurso en acto de homenaje, Potsdam, RDA, 12 de julio, 1976,
en Homenaje y valoración, folleto editado por la Oficina Chile Antifascista, Berlín, RDA, 1976.
15. De La Cruz, Leyton: «Las imprentas de Recabarren», (artículo), El Siglo, Santiago, diciembre 1970.
16. Garrido, Manuel: Recabarren. Un ausente presente, Conferencia en Ciclo Forjadores del Socialismo
Latinoamericano, Casa de Chile, México, 14 de septiembre, 1976 (inédita).
17. González Vera, José: «Luis Emilio Recabarren», (reseña biográfica), revista Babel, Nº 56, Santiago, 1950.
18. Godoy Urrutia, César: «Vida y obra de Luis Emilio Recabarren», (ensayo), rev. Principios, número especial, 50"
aniversario del Partido Comunista de Chile, Santiago, 1971.
19. Jara, Carlos: «Recabarren y la formación del Partido» en Boletín del Exterior, Nº 18, julio-agosto, 1976, Partido
Comunista de Chile.
20. Jobet, Julio César: Recabarren. Los orígenes del movimiento obrero y del socialismo chilenos, Prensa
Latinoamericana, Santiago, 1955.
21. ----: «La trayectoria ejemplar de Recabarren», (ensayo), revista Arauco, Nº 59, Santiago, diciembre, 1964.
22. ----: «El pensamiento político de Recabarren» Revista Casa de las Américas Nº 69, La Habana, noviembre-
diciembre, 1971.
23. Neruda, Pablo: «Recabarren», en Canto general. Losada, Buenos Aires, 1970.
24. Miranda, Hugo: «Conmemoración de Recabarren», discurso en acto de instalación del Comité de Auspicios del
Centenario de Recabarren, México, 3 de diciembre, 1975.
25. Ocampo, Salvador: «De la vida heroica de Recabarren» (artículo), El Siglo, Santiago, 21 de diciembre de 1958.
26. ----: «Recuerdos de Recabarren», Conferencia Casa de Chile, México, diciembre, 1975 (inédita).
27. Ramírez Necochea, Hernán: «Recabarren y la gran revolución socialista de octubre», en Boletín del Exterior, Nº
18, julio-agosto, 1976, Partido Comunista de Chile.
28. ----: Origen y formación del Partido Comunista de Chile (ensayo de historia del Partido), Austral, Santiago, 1965.
29. Sacella, Andrés: Luis Emilio Recabarren, (ensayo), Colecciones Hada, cuadernillo 37, Antofagasta, 1961.
30. Simon, Fanny, S: Recabarren and the Labor Movement in Chile. Trabajo de una distinguida profesora
norteamericana, 312 págs. (inédito).
31. Vargas Puebla Juan: «Recabarren, fundador del Partido». Boletín del Exterior, nº 21 Partido Comunista de Chile,
32. Witker, Alejandro: Los trabajos y los días de Recabarren, México, 1976, (inédito).
33. ----: Recabarren, organizador, educador y propagandista. Conferencia en Ciclo Forjadores del Socialismo
Latinoamericano, Casa de Chile, México, 13 de julio, 1976 (inédita).
34. ----: «Recabarren, hijo de Chile, padre del pueblo», (artículo), revista La Unidad, Nº 7, México, 1976.
36. Zorrilla, Américo: «Recabarren, comunista, patriota, internacionalista», intervención en el Instituto de Marxismo-
Leninismo del PCUS, Moscú, 6 de julio, 1976; en Partido Comunista de Chile, Boletín del Exterior, Nº 19,
septiembre-octubre, 1976.
Notas:
1. Reseña tomada de Jobet, Julio César: Recabarren y los orígenes del movimiento obrero y el socialismo chilenos. Prensa
Latinoamericana, Santiago, 1973.
2. A partir del Nº 54, pasa a denominarse «La Federación Obrera, órgano de la Gran Federación Obrera de Chile».
3. Reseña basada en datos de Arias, Osvaldo: «La prensa obrera en Chile», 1900-1930; Universidad de Chile, Chillán, 1970. Es la única
investigación directa realizada sobre el periodismo obrero en Chile