Leydi
Leydi
Leydi
El nombre de Dios
Así también hay que respetar los compromisos contraídos con Dios que
pueden ser de diferentes formas:
- Voto: que es una promesa hecha libremente por la que una persona se
obliga delante de Dios a hacer lo posible y mejor u omitir algo. Esta
promesa tiene que ser formal: es decir el compromiso de cumplirlo se
hace expresamente, considerando que hacemos un voto delante de
Dios y no un mero propósito. Tiene que ser deliberado, no porque se
me ocurrió de repente. También tiene que ser libre, no puede haber
coacción ninguna. Y lo prometido tiene que ser posible y razonable,
tiene que ser algo mejor que lo contrario. Dentro de los votos se
encuentran los votos religiosos
Cuando es costumbre jurar por algo insignificante, hay que eliminar este
vicio, aunque normalmente no pase de pecado venial.
Con este mandamiento, al igual que con el tercero, sucede que no nos damos
cuenta de lo que implican, pero si son mandamientos que poseen muchas
exigencias.
«No tomarás en falso el nombre del Señor tu Dios» (Ex 20, 7; Dt 5, 11).
«Se dijo a los antepasados: “No perjurarás”... Pues yo os digo que no juréis
en modo alguno» (Mt 5, 33-34).
El fiel cristiano debe dar testimonio del nombre del Señor confesando su fe
sin ceder al temor (cf Mt 10, 32; 1 Tm 6, 12). La predicación y la catequesis
deben estar penetradas de adoración y de respeto hacia el nombre de
Nuestro Señor Jesucristo.
Las palabras mal sonantes que emplean el nombre de Dios sin intención de
blasfemar son una falta de respeto hacia el Señor. El segundo mandamiento
prohíbe también el uso mágico del Nombre divino.
«El Nombre de Dios es grande allí donde se pronuncia con el respeto debido
a su grandeza y a su Majestad. El nombre de Dios es santo allí donde se le
nombra con veneración y temor de ofenderle» (San Agustín, De sermone
Domini in monte, 2, 5, 19).
El sacramento del Bautismo es conferido “en el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo” (Mt 28,19). En el bautismo, el nombre del Señor santifica
al hombre, y el cristiano recibe su nombre en la Iglesia. Puede ser el nombre
de un santo, es decir, de un discípulo que vivió una vida de fidelidad ejemplar
a su Señor. Al ser puesto bajo el patrocinio de un santo, se ofrece al cristiano
un modelo de caridad y se le asegura su intercesión. El “nombre de
Bautismo” puede expresar también un misterio cristiano o una virtud
cristiana. “Procuren los padres, los padrinos y el párroco que no se imponga
un nombre ajeno al sentir cristiano” (CIC can. 855).
Dios llama a cada uno por su nombre (cf Is 43, 1; Jn 10, 3). El nombre de todo
hombre es sagrado. El nombre es la imagen de la persona. Exige respeto en
señal de la dignidad del que lo lleva.
RESUMEN
2160 “Señor, Dios Nuestro, ¡qué admirable es tu nombre por toda la tierra!”
(Sal 8, 2).