Mi Nombre Es Jesús (Obra de Teatro) - 055156

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Mi Nombre es Jesús

Texto Dramático de la vida de Jesús de Nazaret


Una adaptación de David Bravo

El telón está cerrado, todo está oscuro, de vez en cuando se


logran percibir algunos destellos de luz, de colores cálidos,
la oscuridad y la música crean un ambiente de
desesperación e incertidumbre, algunas sombras pasean de
lado a lado por el escenario.

La intensidad de la música aumenta y la desesperación


también, de repente un silencio intenso se apodera del
salón, el juego de luces y efectos inicia.

Una voz en off habla de la historia de la salvación.


En el principio era el verbo y el verbo era con Dios y el
verbo era Dios y era con Dios, en el principio.
Estuvo ahí en el jardín del edén con Adán y Eva, estuvo
ahí con Noé en el diluvio universal, estuvo ahí con
Abraham cuando fue elegido. (Abraham te hare el padre
de muchas naciones)
Estuvo ahí cuando Moisés saco a nuestro pueblo de Egipto
(Moisés yo estaré contigo)

En la lucha por la tierra prometida siempre estuvo a


nuestro lado, él era la luz que brillaba en la oscuridad.

Después llego al mundo


El verbo se hizo carne para habitar entre nosotros.
Jesús su nombre es Jesús.

Juan: Mi nombre es Juan y fui uno de sus discípulos y


después de haber visto lo que vi como no serlo
Una secuencia del crecimiento de Jesús aparece en el
escenario

Luego Jesús se acerca a Juan El Bautista y es bautizado

Voz en off: Este es mi hijo amado en quien me complazco

El Espíritu condujo a Jesús al desierto para que fuera tentado por


el diablo, y después de estar sin comer cuarenta días y cuarenta
noches, al final sintió hambre.
El tentador: Si eres Hijo de Dios, ordena que estas piedras se
conviertan en pan.

Jesús: Dice la Escritura: El hombre no vive solamente de pan, sino de


toda palabra que sale de la boca de Dios.

Después el diablo lo llevó a la Ciudad Santa y lo puso en la parte


más alta de la muralla del Templo.
El Diablo: Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, pues la Escritura
dice: Dios dará órdenes a sus ángeles y te llevarán en sus manos para
que tus pies no tropiecen en piedra alguna.

Jesús: Dice también la Escritura: No tentarás al Señor tu Dios.


(Replicando)

A continuación lo llevó el diablo a un monte muy alto y le


mostró todas las naciones del mundo con todas sus grandezas y
maravillas.
EL Diablo: Te daré todo esto si te arrodillas y me adoras.

Jesús: Aléjate, Satanás, porque dice la Escritura: Adorarás al Señor tu


Dios, y a Él solo servirás.

Entonces lo dejó el diablo y se acercaron los ángeles a servirle.


Mientras Jesús caminaba a orillas del mar de Galilea, vio a dos
hermanos: uno era Simón, llamado Pedro, y el otro Andrés. Eran
pescadores y estaban echando la red al mar.
Jesús los llamó: Síganme, y yo los haré pescadores de hombres.

Y así eligió a los 12 discípulos.


Jesús estuvo haciendo prodigios y dando señales del reino cierto
dia:

Le llevaron a un paralítico, tendido en una camilla. Al ver Jesús la


fe de esos hombres,

Jesús: ¡Animo, hijo; tus pecados quedan perdonados!

Maestros de la ley: ¡Qué manera de burlarse de Dios!

Pero Jesús, que conocía sus pensamientos,

Jesús: ¿Por qué piensan mal? ¿Qué es más fácil decir: "Quedan
perdonados tus pecados", o: "Levántate y anda"? sepan, pues, que el
Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados.
Entonces dijo al paralítico: Levántate, toma tu camilla y vete a casa.

Y el paralítico se levantó y se fue a su casa.

La gente, al ver esto, quedó muy impresionada, y alabó a Dios


por haber dado tal poder a los hombres.

En esto se presentó un hombre, llamado Jairo, que era dirigente de


la sinagoga. Cayendo a los pies de Jesús, le suplicaba que fuera a
su casa,

Jairo: Maestro te suplico que vayas a mi casa mi única hija, de doce


años, se está muriendo. Te lo ruego maestro.

Jesús se dirigió a la casa de Jairo, rodeado de un gentío que casi


lo sofocaba. Entonces una mujer, que padecía hemorragias desde
hacía doce años y a la que nadie había podido curar, se acercó por
detrás y tocó el fleco de su manto. Al instante se le detuvo el
derrame.

Jesús: ¿Quién me ha tocado?

Pedro: Maestro, es toda esta multitud que te rodea y te oprime.

Jesús: Alguien me ha tocado, pues he sentido que una fuerza ha


salido de mí.

La mujer del flujo: (al verse descubierta, se presentó temblando y


se echó a los pies de Jesús)

Jesús: Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz.

Estaba aún Jesús hablando, cuando alguien vino a decir al


dirigente de la sinagoga:

Hombre 1: Tu hija ha muerto; no tienes por qué molestar más al


Maestro.

Jesús: Jairo, No temas: basta que creas, y tu hija se salvará.

Al llegar a la casa, no permitió entrar con él más que a Pedro,


Juan y Santiago, y al padre y la madre de la niña. (Algunos lloran)

Jesús: No lloren; la niña no está muerta, sino dormida.

Jesús: (Tomándole la mano) Niña, levántate. (La niña se levanta)

Y todos se admiraban.

Un día Jesús se había apartado un poco para orar, pero sus


discípulos estaban con él.

Jesús: Según el parecer de la gente ¿quién soy yo?

Juan: Unos dicen que eres Juan Bautista, otros que Elías, y otros que
eres alguno de los profetas antiguos que ha resucitado.

Jesús: Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?


Pedro: Tú eres el mesías, el hijo del Dios vivo

Jesús: Bienaventurado eres, Simón, porque esto no te lo ha revelado


la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos. Y ahora yo
te digo: Tú eres Pedro (o sea Piedra), y sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia; los poderes de la muerte jamás la podrán vencer. Yo te daré
las llaves del Reino de los Cielos: lo que ates en la tierra quedará
atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el
Cielo

Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan y subió a un


cerro a orar. Y mientras estaba orando, su cara cambió de aspecto
y su ropa se volvió de una blancura fulgurante. Dos hombres, que
eran Moisés y Elías, conversaban con él. Se veían en un estado de
gloria y hablaban de su partida, que debía cumplirse en Jerusalén.

Un sueño pesado se había apoderado de Pedro y sus compañeros,


pero se despertaron de repente y vieron la gloria de Jesús y a los
dos hombres que estaban con él. Se formó una nube que los
cubrió con su sombra, y al quedar envueltos en la nube se
atemorizaron.

Pero de la nube llegó una voz que decía:

Voz de Dios: Este es mi Hijo, mi Elegido; escúchenlo.

Al día siguiente, cuando bajaban del cerro, les salió al encuentro


un tropel de gente.

De pronto un hombre de entre ellos empezó a gritar:

Padre del paralitico: Maestro, te lo suplico, mira a este muchacho,


el único hijo que tengo. De repente un demonio se apodera de él y
empieza a dar gritos; lo hace retorcerse con violencia y echar
espumarajos, y no lo suelta sino cuando está totalmente molido. He
pedido a tus discípulos que echaran el demonio, pero no han sido
capaces.

Jesús: Gente incrédula y extraviada, ¿hasta cuándo estaré entre


ustedes y tendré que soportarlos? Trae acá a tu hijo.» Cuando el
muchacho se acercaba, el demonio lo arrojó al suelo con violentas
sacudidas.

Jesús: Satanás yo te ordeno que dejes libre a este muchacho (habló


al espíritu malo en tono dominante, curó al muchacho y se lo devolvió
a su padre.)

Sucedió que, al acercarse él a Jericó, estaba un ciego sentado


junto al camino pidiendo limosna; al oír que pasaba gente,
preguntó:

Ciego: qué es lo que sucede? Que pasa?.

Hombre 2: Jesús el Nazareno está pasando por aquí

Ciego: (empezó a gritar) ¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!


Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba
mucho más:

-¡Hijo de David, ten compasión de mí!

Jesús: tráiganlo aquí: ¿Qué quieres que te haga?

Ciego: ¡Señor, que vea!

Jesús: Ve. Tu fe te ha salvado. (Y al instante recobró la vista, y le


seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios.)

Entrando Jesús a Jerusalén venía acompañado de una gran


multitud junto a sus discípulos y todos los que le acompañaban
gritaban
Pueblo:
Hosanna en el cielo

Bendito el que viene en el


Nombre de Dios

Al entrar a la ciudad el sumo sacerdote se acerco junto a los


Demás fariseos y reprendió a Jesús diciendo
Caifás: Di a toda esta gente que se callen pues no soportare una
manifestación de esta magnitud

Jesús: Te aseguro que si toda esta gente se callara hasta las piedras
hablarían

Y prosiguieron su camino
Al llegar al templo de Jerusalén una multitud se encontraba en el
pues este lo habían convertido en un mercado al entrar Jesús
quedo indignado con lo que habían hecho con el templo de Dios.
Algunos trataban de ofrecer mercancías pero Jesús reacciono
tirando al suelo todas las mesas mientras exclamaba
Jesús: Esta escrito mi casa será llamada casa de oración, pero
ustedes la han convertido en una cueva de ladrones.

Los discípulos se acercaban a Jesús pues temían a que los


guardias le agredieran
Estando los sumos sacerdotes reunidos buscaban la manera de
apresar a Jesús sin que el pueblo se diera cuenta de sus
verdaderas intenciones
Caifás: Ya no podemos soportar más a este hombre, debemos
buscar la manera de deshacernos de él.

Fariseo 1. Viste lo que hizo al entrar al pueblo, la gente lo proclamo


rey de los judíos

Fariseo 2: Y el alboroto que ha provocado en el templo


Fariseo 3: Entonces arrestémoslo nuestra ley está en peligro
Caifás: pero debe ser antes del Sabbat así evitamos disturbios
Anas: Conozco a alguien que puede ayudarnos, es uno de sus
seguidores

Caifás: Hazlo pasar…Quien eres, que quieres?


Judas: Mi nombre es judas, judas Iscariote y quiero ayudarles con
Jesús

Anas: Treinta monedas es lo que acordamos verdad?


Judas: (Dudoso) Si eso es (Anas tira las monedas y judas las
recoge.)

Voz en off:
El primer día de la Fiesta en que se comía el pan sin levadura, los
discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: ¿Dónde quieres que
preparemos la comida de la Pascua?
Jesús contestó: «Vayan a la ciudad, a casa de tal hombre, y
díganle: El Maestro te manda decir: Mi hora se acerca y quiero
celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa.»
Los discípulos hicieron tal como Jesús les había ordenado y
prepararon la Pascua.
Música instrumental
(Los discípulos entran preparando la cena de pascua (santa cena))

Llegada la tarde, Jesús se sentó a la mesa con los Doce.


Y mientras comían, les dijo:
Jesús: En verdad les digo: uno de ustedes me va a traicionar.
Discípulos: (sintiéndose profundamente afligidos, y uno a uno
comenzaron a preguntarle) ¿Seré yo, Señor?

Jesús: El que me va a entregar es uno de los que mojan su pan


conmigo en el plato. El Hijo del Hombre se va, como dicen las
Escrituras, pero ¡pobre de aquel que entrega al Hijo del Hombre!
¡Sería mejor para él no haber nacido!

Judas: ¿Seré yo acaso, Maestro?


Jesús: Tú lo has dicho.» Judas ve a hacer lo que tienes que hacer.
Mientras comían, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo
partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Jesús: Tomen y coman; esto es mi cuerpo. Que será entregado por
ustedes para el perdón de los pecados (Después tomó una copa, dio
gracias y se la pasó) diciendo: Beban todos de ella: esto es mi sangre,
la sangre de la Alianza, que será derramada por muchos, para el
perdón de sus pecados. Y les digo que desde ahora no volveré a
beber de la vid, hasta el día en que lo beba de nuevo con ustedes en
el Reino de mi Padre.

Jesús: Todos ustedes caerán esta noche: ya no sabrán qué pensar de


mí. Pues dice la Escritura: Heriré al Pastor y se dispersarán las ovejas.
Pero después de mi resurrección iré delante de ustedes a Galilea.

Pedro: Aunque todos tropiecen, yo nunca dudaré de ti.


Jesús: Yo te aseguro que esta misma noche, antes de que cante el
gallo, me habrás negado tres veces.

Pedro: (insistiendo) Aunque tenga que morir contigo, jamás te


negaré.

(Los demás discípulos le aseguraban lo mismo.)


Luego Jesús se dirigió con ellos a un lugar llamado Getsemaní
(Monte de los olivos)
Jesús: Siéntense aquí, mientras yo voy más allá a orar. (Tomó consigo
a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo y comenzó a sentir tristeza y
angustia) Siento una tristeza de muerte. Quédense aquí conmigo y
permanezcan despiertos.

Fue un poco más adelante y, postrándose hasta tocar la tierra con


su cara, oró
Jesús: Padre, si es posible, que esta copa se aleje de mí. Pero no se
haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú

Volvió donde sus discípulos, y los halló dormidos; y dijo a Pedro


Jesús: ¿De modo que no pudieron permanecer despiertos ni una
hora conmigo? Estén despiertos y recen para que no caigan en la
tentación. El espíritu es animoso, pero la carne es débil.

De nuevo se apartó por segunda vez a orar


Jesús: Padre, si esta copa no puede ser apartada de mí sin que yo la
beba, que se haga tu voluntad

Volvió otra vez donde los discípulos y los encontró dormidos,


pues se les cerraban los ojos de sueño.
Los dejó, pues, y fue de nuevo a orar por tercera vez repitiendo
las mismas palabras.
Entonces volvió donde los discípulos y les dijo:

Jesús: -¡Ahora pueden dormir y descansar! Ha llegado la hora y el


Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. ¡Levántense,
vamos! El traidor ya está por llegar.

(Estaba todavía hablando, cuando llegó Judas, uno de los Doce.


Iba acompañado de una chusma armada con espadas y garrotes,
enviada por los jefes de los sacerdotes y por las autoridades
judías.) Fue directamente donde Jesús
Judas: Buenas noches, Maestro. (Y le dio un beso).
Jesús: Judas, con un beso traicionas al hijo del hombre?
(Entonces se acercaron a Jesús y lo arrestaron) Uno de los que
estaban con Jesús sacó la espada e hirió al sirviente del sumo
sacerdote, cortándole una oreja.
Jesús: «Vuelve la espada a su sitio, pues quien usa la espada,
perecerá por la espada. ¿No sabes que podría invocar a mi Padre y él,
al momento, me mandaría más de doce ejércitos de ángeles? Pero así
había de suceder, y tienen que cumplirse las Escrituras.»

«A lo mejor buscan un ladrón y por eso salieron a detenerme con


espadas y palos. Yo sin embargo me sentaba diariamente entre
ustedes en el Templo para enseñar, y no me detuvieron. (Indignado),
Pero todo ha pasado para que así se cumpliera lo escrito por los
Profetas.

Entonces los discípulos huyeron


Los que tomaron preso a Jesús lo llevaron a casa del sumo
sacerdote Caifás, donde se habían reunido los maestros de la Ley
y las autoridades judías. Pedro lo iba siguiendo de lejos, hasta
llegar al palacio del sumo sacerdote. Entró en el patio y se sentó
con los policías del Templo, para ver en qué terminaba todo.
Mientras los jefes de los sacerdotes y el Consejo Supremo
andaban buscando alguna declaración falsa contra Jesús, para
poderlo condenar a muerte.
Pero pasaban los falsos testigos y no se encontraba nada. Al fin
llegaron dos que declararon:
Fariseo 1: Este hombre dijo: Yo soy capaz de destruir el Templo de
Dios y de reconstruirlo en tres días.

Caifás: (poniéndose de pie dirigiéndose a Jesús) ¿No tienes nada que


responder? ¿Qué es esto que declaran en contra tuya?

Pero Jesús se quedó callado.


Caifás: En el nombre del Dios vivo te ordeno que nos contestes:
¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios?

Jesús: Así es, tú lo has dicho. Y les digo más: a partir de ahora
ustedes contemplarán al Hijo del Hombre sentado a la derecha del
Dios Todopoderoso, y lo verán venir sobre las nubes del cielo.

Caifás: (se rasgó las ropas) ¡Ha blasfemado! ¿Para qué necesitamos
más testigos? Ustedes mismos acaban de oír estas palabras
blasfemas. ¿Qué deciden ustedes?.

Fariseos: ¡Merece la muerte!


Luego comenzaron a escupirle en la cara y a darle bofetadas,
mientras otros lo golpeaban
Mientras, Pedro estaba sentado fuera, en el patio, se le acercó una
sirvienta de la casa y le dijo:
Sirvienta: Tú también estabas con Jesús de Galilea.
Pedro: No sé de qué estás hablando.
Pedro se dirigió hacia la salida, lo vio otra sirvienta, que dijo a los
presentes:

Sirvienta 2: Este hombre andaba con Jesús de Nazaret


Pedro: juro que yo no conozco a ese hombre.
Un poco después se acercaron los que estaban allí

Hombre 3: Sin duda que eres uno de los galileos: se nota por tu
modo de hablar.
Pedro: (empezó proferir maldiciones y a afirmar con juramento que
no conocía a aquel hombre) es que no entiende que no conozco a ese
hombre

Y en aquel mismo momento cantó un gallo. Entonces Pedro se


acordó de las palabras que Jesús le había dicho.
Al amanecer, todos los jefes de los sacerdotes y las autoridades
judías celebraron una reunión para decidir la manera de hacer
morir a Jesús.
 Cuando Judas, el traidor, supo que Jesús había sido condenado,
se llenó de remordimientos y devolvió las treinta monedas de
plata a los jefes de los sacerdotes y a los jefes judíos.
Judas: He pecado: he entregado a la muerte a un inocente.»
Anas: ¿Qué nos importa eso a nosotros? Es asunto tuyo.
Entonces Judas, arrojando las monedas en el Templo, se marchó y
fue a ahorcarse.
Acto II

Jesús ante Pilatos y Herodes


Jesús compareció ante el gobernador, y éste comenzó a
interrogarlo.
Pilatos: Porque siempre castigan a sus prisioneros antes de ser
juzgados

Caifás: Pero Gobernador


Pilatos: Que ha hecho este hombre
Anas: Ha estado seduciendo al pueblo y ha violado nuestras leyes
Pilatos: y porque no lo juzgan según sus leyes
Caifás: Gobernador, sabe usted que no estamos autorizados a dar
muerte a nadie.

Pilatos: Muerte, que ha hecho este hombre para merecer la muerte


Caifás: Entro a Jerusalén desde galilea y desde entonces ha hecho
desastres y ha iniciado una revuelta.

Pilatos: pero este es el hombre que hace tan solo 5 días lo


proclamaron rey, porque ahora quieren matarlo?, que ha hecho este
hombre?

Anas: Excelencia, el sumo sacerdote no ha dicho lo peor, este


hombre dice que no debemos pagar impuestos al cesar

Pilatos: Tráiganlo! Déjenme solo


Pilatos: ¿Eres tú rey de los judíos?
Jesús: Dices esto por ti o porque es lo que te han dicho que soy?
Pilatos: A caso soy yo judío para decir esto, tu pueblo, tus sumos
sacerdotes te han entregado a mí, que has hecho?

Jesús: Este no es mi pueblo si lo fuera crees que mis seguidores


permitirían que me arresten

Pilatos: Entonces eres rey?


Jesús: Para esto he nacido, para dar testimonio de la verdad, todo el
que me escucha a mi escucha la verdad

Pilatos: la verdad? Que es la verdad?


He interrogado a este hombre y no encuentro culpa alguna en él, es
galileo cierto?

Caifás: Si es galileo
Pilatos: Llévenlo a Herodes no es de mi jurisdicción
Caifás: Pero gobernador
Pilatos: Ya he dicho
Entonces Jesús fue llevado a Herodes al llegar al palacio Herodes
estaba ansioso por conocer al famosos Jesús.
Una escena llena de morbo y perversión se vive en casa de
Herodes
Herodes: ¿tú eres Jesús?
Jesús por su parte hacia silencio
Herodes: ¿dicen que puedes hacer milagros? Haz uno para mí,
porque no conviertes esta copa de agua en vino?

Caifás: al entrar a Jerusalén provocaron alborotos en toda la ciudad


además se hace llamar Rey de los Judíos

Herodes: este hombre un rey (burlándose), azótenlo! escupiéndolo


Entonces lo guardias de Herodes empezaron a dale golpes por el
vientre con palos

Herodes: regrésenlo a Pilatos


Entonces Jesús fue devuelto a Pilatos.

Pilatos: ¿otra vez en mi casa? Herodes no encontró culpa en él. que


es lo que quieren

Caifás: (exasperado) Merece la muerte


Pilatos: No, lo castigare y luego le dejare libre
Los fariseos protestan
Pilatos: Bernabé que el castigo sea severo pero no lo mate.
Entonces los guardias de Pilatos llevaron a Jesús al patio y le
flagelaron hasta casi matarle y le colocaron corona de espinas

Bernabé: No di ordenes específicas de cómo tratar a este hombre?


Dije bien claro que lo castigaran y lo han dejado casi muerto…
Levántenlo…levántenlo (Enojado)
Entonces Jesús fue llevado ante Pilatos nuevamente

Pilatos: Aquí tienen al hombre


El pueblo Vocifera

Caifás: Crucifícalo
Pueblo: Crucifícalo, Crucifícalo, Crucifícalo
Pilatos: No es suficiente con esto
El pueblo vocifera

Pilatos: Con ocasión de la Pascua, tenemos la costumbre de dejar en


libertad a un condenado, a elección de la gente. De hecho tenemos a
un detenido famoso, llamado Barrabás. ¿A quién quieren que deje
libre, a Barrabás o a Jesús, llamado el Cristo?

Caifás: Suéltanos a Barrabas


Pueblo: Barrabas, Barrabas, Barrabas
Pilatos: Vuelvo y repito ¿A quién quieren que deje libre, a Barrabás o
a Jesús, llamado el Cristo?

Caifás: Suéltanos a Barrabas


Pueblo: Barrabas, Barrabas, Barrabas
Pilatos: Y que quieren que haga con Jesús de Nazaret

Caifás: Crucifícalo
Pueblo: Crucifícalo, Crucifícalo, Crucifícalo (Vociferando)
Al darse cuenta Pilatos de que no conseguía nada, sino que más
bien aumentaba el alboroto, pidió agua y se lavó las manos
delante del pueblo.
Pilatos: Ustedes responderán por su sangre, yo no tengo la culpa.»
Todo el pueblo: ¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre
nuestros hijos!

 Entonces Pilatos le soltó a Barrabás. Y lo entregó a los que


debían crucificarlo.  
De camino al Gólgota las mujeres de Jerusalén sufrían por lo
ocurrido pues Jesús iba con la cruz a cuesta
1era caída
Una mujer intenta darle agua a Jesús pero los guardias lo impiden

2da caída
Una mujer llamada verónica se acerca a Jesús con un manto en la
mano diciendo

Verónica: Señor permíteme secar tu rostro


3era Caída
Jesús cae a los pies de su madre quien está acompañada de Juan y
María Magdalena

María: Hijo cuando te vas a librar de esto


Jesús: ves madre que yo hago todas las cosas nuevas
Por el camino se encontraron con un hombre de Cirene, llamado
Simón, y le obligaron a que cargara con la cruz de Jesús.
 Cuando llegaron al lugar que se llama Gólgota (o Calvario), o
sea, «calavera»,
Uno de los guardias se acercó a Jesús y pateándolo hizo caer a
Jesús y que la cruz le golpeara
Allí lo crucificaron y después se repartieron entre ellos la ropa de
Jesús, echándola a suertes. Encima de su cabeza habían puesto un
letrero con el motivo de su condena, en el que se leía: «Este es
Jesús, el rey de los judíos.»
 También crucificaron con él a dos ladrones, uno a su derecha y el
otro a su izquierda.
 Los que pasaban por allí lo insultaban; movían la cabeza
Fariseo 1: ¡Vaya! ¡Tú que destruyes el Templo y lo levantas de nuevo
en tres días! Si eres el Hijo de Dios, líbrate del suplicio y baja de la
cruz.

Fariseo 2: Ha salvado a otros y no es capaz de salvarse a sí mismo!


¡Que baje de la cruz y creeremos en él!

Fariseo 3: Ha puesto su confianza en Dios. Si Dios lo ama, que lo


salve, pues él mismo dijo: Soy hijo de Dios.

Jesús: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.


Desde el mediodía hasta las tres de la tarde todo el país se cubrió
de tinieblas.
Jesús: (gritó con fuerza) Elí, Elí, lamá sabactani, que quiere decir:
«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Jesús: tengo sed


Uno de ellos corrió, tomó una esponja, la empapó en vinagre y la
puso en la punta de una caña para darle de beber
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su
madre, María, mujer de Cleofas, y María Magdalena.
 Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien
amaba.
Jesús: Mujer, ahí tienes a tu hijo.  Luego dice al discípulo «Ahí tienes a
tu madre. (Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.)
Al rato entonces Jesús grito muy fuerte diciendo.

Jesús: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y dichas estas


palabras, expiró.

En ese mismo instante la cortina del Santuario se rasgó de arriba


abajo, en dos partes. La tierra tembló, las rocas se partieron y los
sepulcros se abrieron
 El capitán y los soldados que custodiaban a Jesús, al ver el
temblor y todo lo que estaba pasando, se llenaron de terror y
decían:
-Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.

 Siendo ya tarde, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José,


que también se había hecho discípulo de Jesús.
José tomó entonces el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana
limpia y lo colocó en el sepulcro nuevo que se había hecho
excavar en la roca. Después hizo rodar una gran piedra sobre la
entrada del sepulcro y se fue.
 Pasado el sábado, al aclarar el primer día de la semana, fueron
María Magdalena y la otra María a visitar el sepulcro pero lo
encontraron vacío y fueron a contar lo sucedido
Los Once discípulos partieron para Galilea, al monte que Jesús les
había indicado.
 Cuando vieron a Jesús, se postraron ante él, aunque algunos
todavía dudaban.
 Jesús: Me ha sido dada toda autoridad en el Cielo y en la tierra.
Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos.
Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y
enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes. Y
recuerden que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la
historia. Amen
Mientras fue ascendiendo al cielo.

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