SIMON Juicio Al Encarcelamiento Cap1
SIMON Juicio Al Encarcelamiento Cap1
SIMON Juicio Al Encarcelamiento Cap1
son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.
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Incapacitación total
La década de los 70 y el nacimiento
Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines
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Franklin E. Zimring, Gordon Hawkins y Sam Kamin, Punishment and Demo
cracy: Three Strikes and You're Out in California (New York: Oxford University
Press, 2003).
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Tim Newburn, “Diffusion, Differentiation and Resistance in Comparative Pena-
lty”, Criminology & Criminal Justice 10, n° 4 (nov. 2010), 341-352 -fig. 2, 349-.
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Fuente: Paige M. Harrison, Prisoners in Custody of State or Federal Correctional Authorities, 1977-
1998 (Washington, DC: Bureau of Justice Statistics, 2000), www.bjs.gov/index.cfm?ty=pbdetail &
iid=2080 [Ingreso el 19 de nov. 2013]; Office of Justice Programs, Sourcebook of Criminal Justice
Statistics. 1981 y 1984 (Washington, DC: Bureau of Justice Statistics, 1982 and 1985); y Oficina de
Estadísticas. 1980, 1990, 2000, 2010, con datos intercensales estimados por región, 2000-2010, y
estimados para California, 1980-2010
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Zimring, The Great American Crime Decline, op. cit.
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del delito que estableció un sentido común durante la década de los 70.
Muchos factores jugaron un papel en la reestructuración de California
hacia una preferencia extrema por el encarcelamiento, incluyendo el
rol de los tribunales, los sindicatos de oficiales penitenciarios, los polí-
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Jonathan Simon, “Mass Incarceration: From Social Policy, to Politics, to Pro-
blem”, en The Oxford Handbook of Sentencing and Corrections, ed. Kevin Reitz y
Joan Petersilia (New York: Oxford University Press, 2012), 23-52; William A. Fischel.
“Homevoters, Municipal Corporate Governance, and the Benefit View of the Proper-
ty Tax”, National Tax Journal 54, n° 1 (2001).
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Las sugerentes memorias de los años 60 de Todd Gitlin me aportan un con-
trapunto. Véase Todd Gitlin, The 1960s: Years of Hope, Days of Rage (New York:
Bantam, 1993).
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Joan Didion, Where I Was From (New York: Vintage, 2003).
39
Garland, The Culture of Control, op. cit
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Mona Lynch, Sunbelt Justice: Arizona and the Transformation of American
Punishment (Palo Alto, CA. Stanford University Press, 2009); y Joshua Page, The
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Toughest Beat: Politics, Punishment, and the Prison Officers Union in the United
States (New York: Oxford University Press, 2010).
41
Loader y Sparks, Public Criminology?, op. cif, Garland, Culture of Control,
op. cit. y John Pratt, Penal Populism (New York: Routledge, 2007).
42
Zimring et al, Punishment and Democracy, op. cit, Vanessa Barker, The Po-
litics of Imprisonment: How the Democratic Process Shapes the Way America
Punishes Offenders (New York: Oxford University Press, 2009).
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los 80, ya existían prácticas normativas duras a las que recurrir 43. En
consecuencia, los patrones de encarcelamiento de California tienen poca
o nula relación con las tendencias del delito. La delincuencia comenzó a
bajar a principios de la década de los 80, incluso antes de que se adoptase
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Las diferentes causas del crecimiento de la población presa en California des-
de el inicio del encarcelamiento masivo son analizadas por Franklin E. Zimring en
“Penal Policy and Penal Legislation in Recent American Experience”, Stanford Law
Review 58 [2005], 323.
44
Zimring et al., Punishment and Democracy, op. cit.
45
Charles Taylor, Modern Social Imaginarles (Durham, NC: Duke University
Press, 2003), 22.
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46
Ibidem, 24.
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Un ejemplo influyente fue Howard Becker, The Outsiders: Studies in the So-
ciology of Deviance (New York: The Free Press, 1963). Hay traducción al español:
Outsiders: Hacia una Sociología de la desviación (Madrid: Siglo XXI, 2009).
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Gresham Sykes, Society of Captives: A Study of a Máximum Security Prison
(Princeton, NJ: Princeton University Press, 1958). Hay traducción al español: La so-
ciudad de los cautivos: Estudio de una cárcel de máxima seguridad (Buenos Aires,
Siglo XXI, 2017).
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Una muestra de ese apoyo se refleja en la adopción legislativa del Bill of rights
de los presos en 1975; véase “Senate Panel Passes Bill to Repeal Prisioners Bill of
Rights”, Los Angeles Times, 5/4/1994.
50
Eric Cummins, The Rise and Fall of California’s Radical Prison Movement
(Palo Alto, CA: Stanford University Press, 1996).
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año o menos, pero había cumplido más de una década cuando murió
en 1971, como consecuencia de la ley de sentencia indeterminada de
California que permitía que el estado encarcelase a la mayoría de los
delincuentes hasta que se rehabilitasen. Jackson se educó en prisión y
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finalmente llegó a ser un líder de los presos negros y del Partido de las
Panteras Negras a nivel nacional. Se convirtió en un vínculo destacado
entre el movimiento de los presos y los movimientos negros nacionalistas
y radicales. En el exterior, su libro, Soledad Brother: The Prison Letters of
George Jackson, recibió críticas brillantes y se convirtió en un bestseller. Para
los muchos que se impresionaron e inspiraron por George Jackson como
escritor y teórico político, el tratamiento de Jackson revelaba un sistema
jurídico que mantenía a sus presos bajo amenaza de encarcelamiento
permanente, sin importar la gravedad del delito51, lo que demostraba
su totalitarismo y racismo. La descripción que se hacía en el libro de las
regulaciones racistas y arbitrarias dentro de las prisiones de California
resonó en la visión dominante emergente y se difundió mucho más allá
del ámbito de la izquierda radical.
En el interior, Jackson fue acusado por las autoridades penitenciarias
de liderar una campaña de represalia violenta contra los funciona-
rios penitenciarios y los presos blancos. Jackson fue colocado, junto con
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Esa amenaza de perpetuidad era el significado formal de la Ley de Penas In-
determinadas de California, bajo la cual Jackson fue sentenciado, junto con casi
todos los californianos condenados por delitos desde 1944 hasta 1976. Los críme-
nes conllevaban penas de seis meses a prisión perpetua, mientras que la “Autoridad
de Adultos” de carácter administrativo, era la responsable de establecer una fecha
presumible de liberación basada en consideraciones de rehabilitación y sujeta a
una revisión En la práctica, el sistema parece haber operado según unas pautas
generales que prestaban poca atención a los factores individuales, pero que podían
variar fácilmente en un caso como el de Jackson, en que el preso individual era
visto como un enemigo de la autoridad penitenciaria. Veáse Sheldon Messinger y
Philip Johnson, “California’s Determinate Sentencing Statute: History and Issues
en Determinate Sentencing: Reform or Regression? Proceedings of the Special
Conference on Determinate Sentencing, June 2-3, 1977 National Institute of Law
Enforcement and Criminal Justice, Law Enforcement Assistance Administration
(Washington, DC: U.S. Department of justice, 1978), 15-17.
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Spain v. Rushen, 883 F. 2d 712 (1989).
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Para aquellos que se habían apropiado de su mito como propio, para las
[violentas facciones revolucionarias] BGF [Familia de Guerrilla Negra]
y el SLA [Ejército Symbionese de Liberación], Jackson era ahora el Dra-
gón, que les había transmitido el foco táctico para la lucha futura. Para la
Asociación de Funcionarios Penitenciarios de California y otros grupos
de la derecha, por el contrario, la memoria de Jackson se convertiría en un
elemento de movilización a favor de un contraataque (backlash) conserva-
dor contra la reforma de las prisiones”53.
La muerte de Jackson galvanizó la burocracia penitenciaria de Cali-
fornia y reformó el modo de pensar de toda una generación. Pero el
sentido común nacional sobre las cárceles podría haber sobrevivido a su
muerte dramática si sus imágenes más violentas no se hubieran reprodu-
cido de manera aún más espectacular e icónica, apenas un mes después,
en una prisión de otro estado grande y objeto de atención mediática: la
Prisión Estatal de Attica en Nueva York,
En Attica, una alianza bien organizada de prisioneros de todas las
razas había ido ganando fuerza e interés público por su campaña contra
las malas condiciones, especialmente en las instalaciones médicas, de las
cárceles de Nueva York. Movidos por las noticias de la muerte de Jackson
y por las acciones abusivas de los funcionarios penitenciarios, los pre-
sos se apoderaron de la prisión el 9 de septiembre de 1971; tomaron
como rehenes 33 prisioneros y presentaron a las autoridades una lista
de demandas cuyo cumplimiento exigían antes de aceptar la restitución de
la normalidad en la prisión. La mayoría de estas demandas eran mejoras
básicas de las condiciones penitenciarias, y algunas interpretaciones su-
gieren que las autoridades estaban cerca de aceptar prácticamente todas
ellas, excepto la demanda de amnistía para los líderes rebeldes. Pero
con la atención pública nacional centrada en la prisión, el gobernador
Nelson Rockefeller tomó la decisión de cortar las negociaciones y
53
Cummins, The Rise and Fall, op. cit, 213.
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lluvia de balas.
La recuperación innecesariamente letal de la prisión podría haber
terminado impactando contra el gobernador y reivindicando a los presos
que estaban representados por periodistas y abogados respetados. Pero
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Heather Thompson, “The Lingering Injustice of Attica”, New York Times,
8/9/2011, A31.
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De hecho, casi cuarenta años después de su muerte, la imagen de George Jackson
sigue teniendo influencia sobre la organización penitenciaria en California. En 2004,
cuando el ex líder pandillero Stanley “Tookie” Williams, convertido en antipandillas,
se enfrentó a la ejecución en San Quentin y recibió un apoyo inusualmente amplio
por parte de políticos y medios de comunicación a la petición de indulto, la ne-
gativa al indulto por parte del gobernador Schwarzenegger citó específicamente la
identificación de Williams con George Jackson como evidencia de su falta de reforma.
56
Page, The Toughest Beat, op. cit; Katherine Beckett, Making Crime Pay: Law and
Orderin Contemporary American Politics (New York: Oxford University Press, 1997).
57
John Irwin, Prisons in Turmoil (Boston: Little, Brown, 1980).
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como una espada de Damocles sobre toda una generación de grupos y celebridades
liberales que habían defendido los derechos de los presos en la década
de los 60 pero que atemperaron el debate después de la década de los 70.
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James Alan Fox y Jack Levin, Extreme Killing; Understanding Señal and Mass
Murder (Thousand Oaks, CA: Sage, 2005).
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El género de las películas que representan gráficamente asesinos psicópatas
tiene raíces en la década de los 30, pero no se consolidó hasta los años 70, cuando
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La amenaza del asesino en serie era una prueba poderosa para un nuevo
sentido común sobre la prevención del delito. Enseñó a los ciudadanos
un número de “lecciones” que venían a decir que incluso las personas
aparentemente normales son capaces de descender rápidamente hacia
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curre junto con un patrón general de violación de la ley. Una vez que
una persona ha abandonado los limites morales, se suponía, los deseos
menores del yo pueden conducir a la criminalidad del mismo modo que
los más intensos y atroces. Dicha persona no siempre tendrá antecedentes
penales, pues la policía y los tribunales están lejos de ser perfectos. Por
lo tanto, el sistema jurídico debe incapacitar a los autores de todos los
delitos cuando sean detenidos por primera vez, ante la posibilidad de que
se deslicen hacia la violencia letal. Muchos asesinos en serie de California
habían sido confinados anteriormente en cárceles de menores, hospitales
psiquiátricos o prisiones para adultos, y algunos en los tres tipos de insti-
tuciones. Así, junto con la aterradora imagen emblemática del asesino en
serie como una mente criminal, surgió una burocracia estatal desorien-
tada o ingenua que tenía expectativas de proteger a los californianos de los
peores tipos de criminales violentos.
Los presos revolucionarios y los asesinos en serie californianos de
la década de los 70, junto con los entramados políticos y mediáticos,
ayudaron a modelar el sentido común sobre las prisiones, los presos y la
prevención del delito, en dos sentidos. En primer lugar, una concepción
establecida hace tiempo de los presos como desvalidos y cambiantes fue
reemplazada por la imagen de un monstruo, una criatura implacable,
de violencia predadora inmotivada. En segundo lugar, el amplio rango de
medidas penales del siglo XX en respuesta a los delitos graves, incluyendo
la supervisión en la comunidad62, se redujo dramáticamente, de modo que
el aislamiento físico en prisiones orientadas a la segundad llegó a ser la
única forma confiable de control estatal de la delincuencia. Si bien la era del
encarcelamiento masivo supuso el encarcelamiento de una amplia pobla-
ción de delincuentes marginales, los casos más raros, pero emblemáticos
62
Como alternativa al encarcelamiento y como forma de control y tratamiento
administrado por el sistema de salud mental del estado.
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63
Feeley y Rubín, Judicial Policy Making, op. cit.
64
Ewing v. California, 538 U.S. U (2003)
65
Michael Tonry (ed.). Retributivism Has a Past: Has It a Fufare? (New York:
Oxford University Press. 2011).
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Véase American Friends Service Committee, Struggle for Justice: A Report on
Crime and Punishment in America (New York: Farrar, Straus and Giroux 1971);
Andrew von Hirsch, Doing Justice: The Choice of Punishments (New York: Hill &
Wang, 1974).
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Franklin E. Zimring y Gordon Hawkins, Incapacitation: Penal Confinement and
the Restraint of Crime (New York: Oxford University Press. 1995).
68
Ibidem, 4, énfasis en el original.
69
Zimring et al, Punishment and Democracy, op. cit.; Ruth Gilmore, Golden
Gulag: Prisons, Surplus, Casis, and Opposition in Globalizing California (Berkeley;
University of California Press, 2007); Page, The Toughest Beat, op. cit.
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Zimring y Hawkins, Incapacitation, op. cit, 15.
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Como señalan Zimring y Hawkins, la primera es mucho más compatible con una
población penitenciaria estable o que se achica, mientras que la última lleva, casi
inevitablemente, al crecimiento de la población penal. Ibidem, 12.
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Los estudiantes de Derecho aprenden que el encarcelamiento no se relaciona
más que vagamente con las conductas específicas que una persona ha cometido,
porque los códigos penales modernos contienen muchos delitos con niveles muy
distintos de pena y los fiscales tienen discreción para acusar por cualquier delito
cuyos elementos puedan ser probados según la evidencia.
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Zimring et al., Punishment and Democracy, op. cit.
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comportamiento futuro de los delincuentes por sobre los temores por los
daños que sus víctimas han sufrido y podrían sufrir. De hecho, la lógica
de la incapacitación prácticamente garantizaba que ningún crecimiento
carcelario podría drenar la reserva de miedo sobre la cual descansaba el
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Así, la incapacitación como el principal objetivo penal ni siquiera excluía que
otros mensajes de seguridad se convirtieran en parte del sentido común general
de los años 70 en California. Otras características de ese mensaje incluyen co-
munidades cerradas (debes vivir en un ambiente lo más seguro posible); armas de
fuego (debes proteger tu hogar contra aquellos que entran en él); y la pena capital
(cuya existencia ayuda a asegurar que la incapacitación permanente sea la verdade-
ra sanción para los sujetos respecto de los que se haya constatado un alto riesgo de
violencia letal reincidente).
75
Zimring y Hawkins, Incapacitation, op. cit, 16; énfasis en el original.
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para resolverlos. Ante esta parálisis, los tribunales han venido a jugar
un papel especialmente crucial.
A mediados de la década de los 90, Zimring y Hawkins llamaron
la atención, proféticamente. sobre dos factores que podrían detener
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íbídem, 75
77
Gilmore, Gotden Gulag, op. cit.
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Zimring y Hawkins, Incapacitation, op. cit, 172.
79
Probablemente, el principal defensor de los efectos incapacitadores del
encarcelamiento masivo sea el economista Steven Levitt, pero incluso él no nece-
sariamente defiende los niveles actuales de encarcelamiento como óptimos. Véase
Steven D. Levitt y Stephen J. Dubner, Freakonomics: A Rogue Economist Explores
the Hidden Side of Everything (New York; William Morrow, 2009), cap. 3.
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Zimring, Great American Crime Decline, op. cit; ídem, The City That Became
Safe: New York's Lessons for Urban Crime and Its Control (New York; Oxford
University Press, 2011).
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