Unidad Iii Función Pública
Unidad Iii Función Pública
Unidad Iii Función Pública
La función pública puede ser definida como el conjunto de relaciones laborales entre
el Estado y sus servidores en donde las funciones desempeñadas son señaladas por
la Constitución, una Ley o un reglamento.
La vida de un país está determinada por esos dos elementos, los dos motores, el de la
actividad privada y el de la actividad pública. Lo ideal es que ambos funcionen de manera
coordinada y sincronizada; caso contrario la distorsión se hace evidente y afecta a todas
las esferas del quehacer nacional y, por ende, a todos los ciudadanos.
Las directrices emanadas de los altos mandos gubernamentales deben ser más claras,
los planes nacionales de trabajo y desarrollo se deben reflejar en toda la organización
estatal y no pueden ser puro discurso, ni letra muerta en fríos tomos.
Teoría Civilista
Las teorías civilistas encajan en mencionar que la Función pública es una relación de
derecho civil, por cuanto la misma exige capacidad, consentimiento entre las partes y
existen prestaciones recíprocas, pues el empleado proporciona sus servicios y a cambio
recibe del Estado la correspondiente remuneración.
c) Por ser una actividad atribuible al Estado, el interés del empleado no tiene importancia
jurídica por cuanto no debe obstruir el interés general
d) Las normas por las cuales se rige la relación son de derecho público, dado que la
actividad es pública, es decir; se realiza en virtud del interés general.
Teoría Publicista:
Contraria a la teoría civilista, la doctrina coincide en afirmar que la función pública atañe al
derecho público por ser el Estado quien ejerce la potestad de vincular personas naturales
o jurídicas al mismo para que ejerzan las funciones atribuibles al Estado y con ello pueda
alcanzar sus fines.
De igual forma el maestro Libardo Rodríguez afirma que la relación entre el Estado y sus
servidores se fundamenta en una nueva rama del derecho denominada Derecho
Administrativo laboral, dado que está sometida a unas normas y principios especiales,
mientras que el régimen aplicable a las relaciones entre particulares es de derecho laboral
común.
Así, por ejemplo, nos encontramos con servicios públicos básicos en las ciudades como
son los medios de transporte, entre los que destacan tanto el autobús como el tranvía o
incluso lo que es el metro. Esos pueden ser utilizados por cualquier persona a través de
los correspondientes billetes simples, pero suele suceder que los habitantes de la ciudad
pueden disfrutar de ciertas reducciones en el precio mediante determinados bonos o
tarjetas.
Otras áreas donde también existen servicios públicos son la postal, la de emergencias,
bomberos, las telecomunicaciones…
Por eso el servicio público suele ser prestado por el Estado como entidad que organiza
los recursos de la comunidad. En el caso de que, por razones de presupuesto o de otro
tipo, el servicio público es ofrecido por una empresa privada, las condiciones de dicho
servicio se encuentran sujetas al control y la regulación de las autoridades estatales.
Aquellos países con un Estado rico y bien administrado suelen contar con mayor amplitud
y calidad de servicios públicos. Así el Estado puede brindar servicios públicos
de salud, educación, telefonía, energía y telecomunicaciones para toda la gente. En
cambio, cuando el Estado tiene un alcance reducido, los servicios públicos suelen ser
deficientes o muy caros, siendo poco accesibles para los habitantes.
Empleado
Funcionario
Alto Funcionario
Empleado de Confianza
Empleado de Base
Es fácil apreciar la relación que guardan las atribuciones con las funciones
legislativa, administrativa y jurisdiccional, estudiando el papel que juega cada una
de las últimas en la realización de las primeras.
Aquí también es la un medio para desarrollar esas atribuciones; ella se encarga
de organizar las empresas que el Estado ha de asumir, la competencia de los
agentes públicos en esas empresas, y la situación de los particulares que se han
de relacionar con ellas.
II.- La es otro de los medios de los que el Estado se vale para realizar las mismas
atribuciones, pues el funcionamiento de las empresas se verifica por actos
materiales y jurídicos de alcance individual.
III.- Por último, como también pueden surgir conflictos con motivo del ejercicio de
estas actividades, en la que la está llamada igualmente a intervenir.
1. Desde el punto de vista del órgano que las realiza, es decir, adoptando un
criterio formal, subjetivo u orgánico, que prescinde de la naturaleza intrínseca de
la actividad, las funciones son formalmente legislativas, administrativas o
judiciales, según que estén atribuidas al Poder Legislativo, al Ejecutivo o al
Judicial, y
Las funciones del Estado, consideradas con independencia del órgano que las
realiza, se exteriorizan por medio de actos de distinta naturaleza que
producen consecuencias de hecho.
Por lo mismo, para poder apreciar la naturaleza intrínseca de los diversos actos
que el Estado realiza, es indispensable partir del estudio de la teoría que se ha
venido elaborando en la doctrina, de los actos jurídicos y de los actos materiales.
Así, por ejemplo, en el delito hay un hecho voluntario, pero la voluntad no persigue
la creación de una situación jurídica, a pesar de lo cual ésta se origina al convertir
a su autor en delincuente sujeto a la ley penal.
Los hechos jurídicos son la concreción fáctica que constituye solamente la
condición para que se apliquen normas jurídicas generales preexistentes,
independientemente de ánimo volitivo.
El acto material, por su parte, esta constituido por hechos naturales o voluntarios
que no trascienden al orden jurídico. En ellos no sólo falta como en los hechos
jurídicos, la intención de engendrar, modificar o extinguir una situación de derecho,
sino que tampoco existe una norma jurídica general cuya aplicación se condicione
por ellos.
De la misma manera que las otras funciones del Estado, la administrativa puede
apreciarse desde el punto de vista formal y desde el punto de vista material.
Sería sumamente difícil poder precisar, aun teóricamente, los casos en que es
posible admitir el otorgamiento de la facultad discrecional y aquellos en que no
deba admitirse.
Esa facultad debe distinguirse del poder arbitrario, pues mientras éste representa
la voluntad personal del titular de un órgano administrativo que obra impulsado por
sus pasiones, sus caprichos o sus preferencias, aquella, aunque constituye la
esfera libre de la actuación de una autoridad, tiene un origen legítimo, como lo es
la autorización legislativa y un límite que en el caso extremo en que no esté
señalado en la misma ley o implícito en el sistema que ésta adopta, existe siempre
en el interés general que constituye la única finalidad que pueden perseguir las
autoridades administrativas. Por esta razón, mientras una orden arbitraria carece
en todo caso de fundamento legal, la orden dictada en uso de la facultad
discrecional podrá satisfacer los requisitos del artículo 16 constitucional de fundar
y motivar la causa legal de un procedimiento.