Charla
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Charla
un poco de como motivar a nuestros hijos por medio del reforzamiento positivo.
¿Qué es? ¿Cómo lo uso? ¿para qué me sirve?
reforzamiento positivo: consiste en presentar estímulos agradables después de la ocurrencia de
la conducta. El refuerzo positivo fortalece la probabilidad de aparición de un comportamiento.
Me explico el reforzamiento positivo se basa en premios o recompensas que emplearemos luego
de una conducta deseada en nuestros niños, estos premios o recompensas pueden ser múltiples
cosas, van desde un halago hasta un pequeño regalo para motivar al niño a volver a repetir la
conducta.
¿Interesante, cierto? ¿Entonces como lo usamos?
popularmente muchos padres y educadores tienen “la costumbre” de utilizar el castigo como
modificador de conducta. Se tiende a regañar al niño cuando se porta mal, a criticar lo que no
hace bien, etc. y, en cambio, cuando muestra el comportamiento deseado, a veces, no
decimos nada, como si asumiéramos que es su obligación.
Por otra parte, cuando un niño obtiene buenas calificaciones y lo recompensamos con palabras
de felicitación o le transmitimos un sentimiento de satisfacción a través de gestos que
demuestran alegría, estamos creando un reforzamiento positivo en su comportamiento, esto
hará que el niño busque en un futuro repetir un buen desempeño en la escuela para tener buenas
calificaciones y conseguir nuevamente ese reconocimiento.
Así, una educación basada en dar reforzamiento más que castigo, no sólo resultará más eficaz
para ir construyendo las conductas que deseamos fomentar, sino que ayudará al niño a
desarrollarse de forma más positiva, con confianza en sus posibilidades, y, en definitiva, a ser
más feliz.
El reforzamiento positivo es uno de los procedimientos clave para aumentar las conductas
que queramos fortalecer.
1. Identificar la conducta que queremos reforzar. Es mejor elegir una o pocas conductas, si
son muy sencillas, e ir poco a poco, que pretender que de golpe nuestro hijo modifique todos los
comportamientos que podría mejorar. La conducta tiene que definirse con precisión. Decir “me
gustaría que mi hijo se portara mejor” no nos permite saber qué hay que hacer. Una formulación
especifica sería “me gustaría que mi hijo hiciera sus deberes antes de jugar”.
2. Elegir reforzadores (premios) que funcionen. Los premios son individualizados, es decir,
los que sirven para un niño pueden no servir para otro. Hay que buscar algo que motive al niño y
desee conseguir (p. ej., pequeños regalos, realizar actividades como ir al cine, invitar amigos a
casa, etc.). Para buscar premios que funcionen tenemos que:
Asegurarnos que el niño está privado del premio y no puede conseguirlo por otros
medios. Si esta saciado (tiene de todo cuando quiere) o al margen de lo que hagamos
nosotros, cuando por ejemplo lleguen los abuelos, lo van a llevar a ver esa peli de todas
formas, el valor reforzante del premio como medio para controlar la conducta no es
suficiente.
Tenemos que disponer de una serie variada de premios para evitar que nosotros mismos
acabemos produciendo saciación. Si siempre que recoge y ordena su cuarto le doy un
chupa Chus de fresa, después de un cierto número de veces puede cansarse. Tengo que
variar el premio antes de que eso suceda.
Bien, entonces luego de esta charla, comenta tu que prefieres, ¿premio o castigo?
Así, una vez empezamos a observar progresos se deben empezar a administrar los premios
según programas de refuerzo intermitente. Es decir, de forma gradual vamos a aumentar el
criterio de respuesta, le vamos a exigir más antes de premiar. Si por ejemplo, antes yo hacía
varios comentarios positivos sobre él una tarde mientras estudiaba tranquilamente, los voy
reduciendo a menos y luego a uno.
Los reforzadores intrínsecos que el propio niño se puede administrar, junto al mío externo,
hacen fuerte la conducta, y son un paso que cada vez ganará más peso a medida que el niño
madure.
Una vez conseguido el objetivo, no dejemos nunca de reforzar ese objetivo en algunas ocasiones,
y seguir reforzando más intensivamente otros nuevos.
El refuerzo ayuda también a mejorar el vínculo afectivo que el niño tiene con quien le
educa, y puesto que el niño disfruta al vernos contentos, hasta puede producirse por un proceso
llamado generalización que por sí mismo introduzca cambios positivos en otros
comportamientos buscando mantener esa buena relación.
Bien, entonces luego de esta charla, comenta tu que prefieres, ¿premio o castigo?