Profesora Dexi Tema II

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El Terapeuta Ocupacional forma parte de un equipo interdisciplinar (psicólogo, fisioterapeuta,

logopeda, profesor de pedagogía terapéutica etc.…) y trabaja de forma coordinada para el


apoyo del alumnado con necesidades educativas especiales. Tanto profesores como padres u
otros profesionales implicados pueden solicitar una valoración del niño por parte de Terapia
Ocupacional. Los casos de intervención suelen ser problemas crónicos que interfieren con el
proceso educativo. El terapeuta ocupacional valora tanto de los factores individuales del niño
(movilidad, tono muscular, coordinación, relaciones con otros compañeros, dificultades
perceptivas, etc), como el contexto en el que el niño aprende, juega y se mueve. Las
intervenciones pueden desarrollarse directamente con un alumno o grupo de alumnos de
forma indirecta a través de otros profesionales, y sobre el entorno (colegio, familia).

La Terapia Ocupacional se administra dentro de lo posible en los ambientes típicos del alumno
(clase, comedor, recreo, autobús…) Algunos ejemplos de nuestra intervención son: favorecer la
adquisición de las conductas precursoras del aprendizaje y el afianzamiento de habilidades,
con actividades que promuevan la fuerza, coordinación o planificación de los movimientos;
implantar programas de integración sensorial que potencien el tono muscular y el
procesamiento sensorial (táctil, propioceptivo, vestibular,…) abordando problemas como
inatención o c o n – d u c t a s de autoestimulación; entrenar y asesorar al alumno en sus
habilidades de autocuidado: vestido, alimentación, higiene, arreglo personal, autobús;
proporcionar las adaptaciones y productos de apoyo necesarios para su autocuidado
(cubiertos engrosados, adaptaciones del vestido) y para el uso de materiales y utensilios (de
escritura, de acceso al ordenador,); asesorar en las adaptaciones y reformas necesarias para
una buena accesibilidad del entorno educativo y familiar ( edificio, las zonas comunes como es
el patio, el comedor, el mobiliario de clase); planificar programas orientados a la capacitación
prelaboral y de transición a la vida adulta; asesorar a padres, profesores u otros miembros del
equipo en las diferentes adaptaciones de acceso al currículo en aquellos aspectos relacionados
con el desempeño ocupacional así como en recomendaciones sobre adaptaciones o
modificaciones de tareas.
En el mundo actual, cada vez es más frecuente encontrar aulas donde se concentran grupos de
alumnos con una gran diversidad. Encontramos diferencias por razones étnicas, culturales,
religiosas, geográficas, sociales, de género, alumnos con necesidades educativas especiales,
con altas capacidades, retos cognitivos…todo esto nos lleva a replantearnos cambios
importantes en la educación actual.

La política educativa, debe comenzar a establecer, proyectos curriculares y/o programaciones


específicas, para cubrir necesidades particulares de la diversidad del alumnado. El reto más
grande de los tiempos actuales, es practicar con acciones concretas, el respeto a la dignidad
humana, empezando por reconocer y aceptar las diferencias entre los seres humanos.

Pero, ¿cómo aprovechar esta diferencias como puente a nuevas oportunidades? El fenómeno
de la diversidad cultural en el aula, nos introduce en la ardua tarea de la construcción de un
paradigma de pensamiento sobre la diversidad capaz de considerarla como valor y riqueza.

La diversidad nos permite observar cómo el alumno puede llegar al aprendizaje por diversas
formas. El docente podrá a la vez tener una mayor comprensión, del modo en que sus alumnos
trabajan en función de sus necesidades específicas, sus ritmos de aprendizaje, sus
competencias y distintos dominios, sus diversos tipos de inteligencia y objetivos individuales.

La participación en el aula será más activa, dinámica y responsable. La escuela puede contar
con variedad de profesionales que inciden en la dinámica y funcionamiento del centro
educativo, tomando en cuenta técnicos, rehabilitadores, fisioterapeutas, psicólogos,
neuropsicólogos, terapistas de lenguaje, psicopedagogos, etc.

Los recursos materiales serán variados y adecuados a las características de todo el alumnado.
El currículo amplio y flexible. Dinamiza la renovación pedagógica tanto del centro como la
comunidad educativa.

Se ofrecen mayores oportunidades para descubrir potencial personal, y conquistar poco a


poco, niveles de autonomía y autorregulación, tan necesarios en el diario vivir. La diversidad
nos permite ejercer nuestra libertad, pero con gran responsabilidad.

Las diferencias en el aula nos llevan a respetar, no solo diversos ritmos de aprendizaje y de
funcionamiento, sino también a lograr aceptación, respeto, convivencia e igualdad de
oportunidades en un mundo cada vez más conflictivo. La solidaridad, cooperación y ayuda
mutua, nos hará humanizarnos cada vez más.

Si segregamos desde niños, ¿cómo sería posible la convivencia, aceptación mutua y tolerancia
de los adultos del futuro?

Las diferencias nos llevan a proporcionar oportunidades de aprender comportamientos


altruistas, y aprender nuevas habilidades sociales y/o comunicativas. El convivir con diferencias
nos permite desarrollar actitudes positivas hacia otras personas que sean diferentes de sí
mismos. Uno de los beneficios más importantes es un entorno de aprendizaje auténtico.

El ambiente de aprendizaje debe ser un microcosmos de la sociedad, con todo tipo de


personas representadas. Una de las grandes ventajas del aula abierta a la diversidad, es que
proporciona un espacio social en el que se dan abundantes oportunidades de interacción
social. La tolerancia, el respeto, el acompañamiento, la empatía son valores que enriquecerán
el entorno socioeducativo.

La palabra incluir significa ser parte de algo, formar parte del todo. La educación diversa trata
de acoger a todos los niños comprometiéndose a proporcionar, a cada uno de ellos, el derecho
inalienable de pertenencia a un grupo, a no ser excluido.

Tenemos que asumir, cada vez más, esa diversidad que existe no solo en la educación, sino en
todos los niveles de la sociedad e intentar dar cobertura a todas las situaciones nuevas que
están apareciendo.

Las diferencias deben convivir en las aulas.


La inclusión es un enfoque que responde positivamente a la diversidad de las personas y a las
diferencias individuales, entendiendo que la diversidad no es un problema, sino una
oportunidad para el enriquecimiento de la sociedad, a través de la activa participación en la
vida familiar, en la educación, en el trabajo y en general en todos los procesos sociales,
culturales y en las comunidades (Unesco, 2005)10. La inclusión es un proceso cuyo objetivo es
involucrar oportunamente a todos los alumnos, eliminando cualquier tipo de barrera. Una de
estas barreras puede darse con el propio docente, por lo que es fundamental que él sepa
responder y actuar de manera positiva ante las necesidades de cada niño, entendiendo y
valorando sus intereses, sin hacerlo a un lado por sus diferencias11.

La inclusión es un componente ineludible de una cultura de excelencia. La podemos practicar


desde la Educación Inicial a través del desarrollo de una convivencia sana y mediante la
empatía (“ponerse en los zapatos de la otra persona”), con el respeto y la comprensión de las
diferencias que existen entre los niños. Para esto requerimos de una férrea formación.
Primero, de nosotros mismos, entendiendo bien que el ejercicio legítimo de la labor educativa
va más allá de una tarea profesional: ¡es una verdadera vocación! Un servicio de educación se
podría calificar como “inclusivo” cuando ofrece excelencia tangible a través del respeto, el
procesamiento y la atención a la diversidad, conciliando las expectativas de todos los grupos
de interés de esa entidad: alumnos, profesores, padres de familia, administradores,
proveedores, organismos de control estatal, comunidades circundantes, entre otros12.

La colectividad escolar y los organismos de control estatal deben esforzarse eficazmente por
eliminar las dificultades que obstruyen el aprendizaje y la participación de todos los alumnos, a
quienes se debe facilitar el acceso a una educación apropiada, que les brinde la oportunidad
de descubrir y hacer uso adecuado de su potencial personal y único, y así conquistar poco a
poco su autonomía y ejercer su libertad ¡pero con responsabilidad! Gracias a la inclusión se da
lugar a la diversidad en la clase, en donde el profesor es quien propone varias opciones para
desarrollar las habilidades de cada niño. Debemos tener en cuenta como docentes que es
necesario implementar una variedad de estrategias, con enfoques y tiempos diversos,
adecuados al ritmo de aprendizaje de cada estudiante. Lo que deseamos siempre es alcanzar
objetivos comunes, pero con medios que no son los mismos para todos. Por ejemplo, al
trabajar con los niños en su esquema corporal (un tema ideal para el aprendizaje de
vocabulario, conciencia de los diferentes elementos, de las sensaciones, posiciones,
percepción, control, equilibrio, entre otros) podemos ofrecerles varias opciones. Así, se trabaja
el mismo tema pero con rompecabezas, música, tecnología, imágenes visuales, tabletas,
papelotes, colores, pintura de dedos, balancines y otros recursos13.
Para lograr la integración educativa de todos los alumnos en el aula ordinaria es necesario
promover una educación inclusiva, es decir, un aprendizaje personalizado diseñado a la
medida de un grupo de escolares homogéneos en edad, pero atendiendo a sus necesidades
individuales de aprendizaje, habilidades y niveles de competencia. La integración se
fundamenta en un concepto u objetivo básico: proporcionar el apoyo necesario dentro del
aula ordinaria para educar a cada niño de la manera que éste precisa, atendiendo las
diferencias en el nivel de competencias y necesidades individuales de cada alumno desde la
pluralidad y la diversidad18.

Por otra parte, la integración educativa es un esfuerzo colectivo y de distintos niveles:


gobiernos, autoridades en materia de educación, profesores, alumnos y padres, para generar
las condiciones que posibiliten que todos los alumnos aprendan de acuerdo con sus
potencialidades. Para conseguir esta meta ideal es necesario que se cumplen unos principios
generales basados en tres fundamentos básicos: el respeto a la diferencia, el respeto a los
derechos humanos y la igualdad de oportunidades19.

Ya que estos implica reconocer que todos tenemos necesidades individuales distintas a los
demás pero sin poner etiquetas ni clasificaciones. Es evidente que algunas personas tienen
ciertas limitaciones, pero estas no dependen únicamente del individuo, sino que tiene mucho
que ver con la relación que se establece entre cada persona y su medio ambiente20.
Los Estados deben asegurar que las personas con discapacidad puedan acceder a la educación
primaria y secundaria, la formación profesional, la enseñanza de adultos y el aprendizaje
permanente sin discriminación y en igualdad de condiciones que los demás. La educación debe
hacer los ajustes razonables en función de las necesidades individuales, prestar los apoyos
necesarios y facilitar las medidas personalizadas y efectivas en entornos que fomenten el
máximo desarrollo académico y social, emplear los materiales, las técnicas educativas y los
medios y los formatos de comunicación alternativos y aumentativos para que todo el
alumnado pueda alcanzar el máximo desarrollo académico y social de conformidad con el
objetivo de la plena inclusión. La educación de las personas con discapacidad debe promover
su participación de manera efectiva en la sociedad para desarrollar plenamente el potencial
humano, su personalidad, talento y creatividad22.

Para que las personas con discapacidad logren la máxima independencia y capacidad, los
países deben proporcionar y ampliar servicios de habilitación y rehabilitación en las esferas de
la salud, el empleo, la educación y los servicios sociales23. Asimismo, determina que para la
impartición de las enseñanzas que ofrece el sistema educativo se dispondrá de los recursos
necesarios para garantizar al alumnado con necesidad específica de apoyo educativo, su
acceso, permanencia y progresión en el mismo24.

Por otra parte, se establecen que las administraciones educativas, faciliten la accesibilidad al
currículo, estableciendo los procedimientos oportunos cuando sea necesario realizar
adaptaciones que se aparten significativamente de los contenidos y criterios de

evaluación del currículo, con el fin de atender al alumnado que presenta necesidades
educativas especiales que las precise25.

No se puede olvidar, tampoco, que «centro educativo» además de hacer referencia al edificio
(accesibilidad arquitectónica), también abarca los recursos humanos, materiales técnicos y
didácticos, programas, contenidos, procesos de enseñanza y aprendizaje y de evaluación,
documentación, herramientas y otros elementos necesarios para llevar a cabo la educación y
que, cada día más, se utilizan espacios abiertos y dominios de Internet para la formación en
áreas específicas (actividades o visitas culturales, talleres para la formación práctica, cursos por
Internet, intercambios, etc.) que también deben ser accesibles. En consecuencia, hacer
accesible un centro educativo es conseguir que todas las personas implicadas en este proceso
puedan utilizar de manera autónoma todos y cada uno de los servicios que se ofertan en él y
por ello se deberán considerar las necesidades, comunes y específicas, derivadas de la
diversidad humana26.

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