LyC. Bajo Sospecha Libro Completo
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Relatos policiales
LIBROS Y CASAS
Este libro pertenece a:
Bajo sospecha
Relatos policiales
Autoridades nacionales
Presidente de la Nación
Dr. Alberto Fernández
Vicepresidenta de la Nación
Dra. Cristina Fernández de Kirchner
Bajo sospecha
Relatos policiales
Coordinación editorial
Bárbara Talazac y Daniela Allerbon
Edición
Pilar Amoia
Asistencia editorial
Bárbara Talazac y Ariadna Castellarnau
Corrección
Gabriela Laster
Diseño de la colección
Bernardo + Celis / Trineo
Diagramación
Jimena Celis y Javier Bernardo
Imagen de tapa
Viviana Blanco / Nombre de la obra:
Crónica de un niño eterno
Digitalización
Biblioteca Nacional
Bajo sospecha : relatos policiales / Roberto Arlt... [et al.] ; adaptado por Bárbara
Talazac ; Ariadna Castellarnau ; Pilar Amoia ; coordinación general de
Bárbara Talazac ; Daniela Allerbon ; fotografías de Viviana Blanco. - 2a ed. -
Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Ministerio de Cultura de la Nación, 2021.
96 p. ; 20 x 14 cm. - (Libros y Casas)
ISBN 978-987-8915-05-0
11. Introducción
14. El crimen casi perfecto / Roberto Arlt
“... la evidencia de que ella estaba distraída leyendo
un periódico cuando la sorprendió la muerte transformaba
en disparatada la prueba mecánica del suicidio”.
Roberto Arlt
Buenos Aires, 1900 - 1942
L
a coartada de los tres hermanos de la
suicida fue verificada. Ellos no habían mentido. El
mayor, Juan, permaneció desde las cinco de la tarde
hasta las doce de la noche (la señora Stevens se suicidó entre
siete y diez de la noche) detenido en una comisaría por su
participación imprudente en un accidente de tránsito. El
segundo hermano, Esteban, se encontraba en el pueblo de
Lister desde las seis de la tarde de aquel día hasta las nueve
del siguiente, y en cuanto al tercero, el doctor Pablo, no se
había apartado ni un momento del laboratorio de análisis
de leche de la Erpa Cía., donde estaba adjunto a la sección
de dosificación de mantecas en las cremas.
Lo más curioso del caso es que aquel día los tres herma-
nos almorzaron con la suicida para festejar su cumpleaños,
y ella, a su vez, en ningún momento dejó
Funesta
traslucir su intención funesta. Comieron to- Dañina, mala,
dos alegremente; luego, a las dos de la tarde, siniestra.
los hombres se retiraron.
Sus declaraciones coincidían en un todo con las de la an-
tigua doméstica que servía hacía muchos años a la señora
16 Roberto Arlt
Si te gustó...
Chicas muertas, cuentos de Selva Almada; Diez cuentos policiales
argentinos, antología de Rodolfo Walsh; La virgen en tus ojos, novela
de Florencia Etcheves; Los muertos de la arena, novela de Elvio
Gandolfo y Gabriel Sosa; La casa del mar, serie dirigida por Juan
Pablo Laplace; El aura, película dirigida por Fabián Bilinsky.
“La historia de este relato ocurrió cerca de mi
pueblo en Entre Ríos, en los años 80 cuando yo
tenía 13 años. Una adolescente asesinada, en su
propia casa, en su cama, mientras dormía, fue una
iniciación brutal al mundo de las mujeres. Aunque
forma parte de esta antología de relato policial, me
gustaría aclarar que los femicidios no son simples
casos policiales: no son equiparables a los asesinatos
que ocurren en situaciones de lo que llamamos
“inseguridad”. Son crímenes de odio y, por lo tanto,
están profundamente entramados con la sociedad
que somos y con la responsabilidad que tenemos
cada une en desmontar la cultura misógina”.
Selva Almada, septiembre 2021
Selva Almada
Entre Ríos, 1973
S
an José es un pueblo chico de la provincia
de Entre Ríos, en la costa del Uruguay. No se levanta
sobre el río, sino a unos pocos kilómetros: es el
pariente pobre de Colón. Fue una de las primeras colonias
agrícolas del país; sus primeros pobladores llegaron de
Piamonte (Italia), Saboya (Francia) y el Cantón de Valais
(Suiza). Tiene un museo histórico bastante importante y
completo, el primer Tiro Federal del país (no sé si esto
signifique algo, pero es un dato que aparece en las guías
de turismo de la región) y todos los años se realiza la Fiesta
de la Colonización con desfile de carrozas y vestidos
típicos, música y comida de las distintas colectividades.
Más allá de su pasado europeo, lo cierto es que la ciu-
dad terminó de construirse alrededor del frigorífico Vi-
zental. Terminó convirtiéndose en un pueblo de obreros.
En las épocas en que el frigorífico funcionaba a pleno,
el olor que envolvía a San José era espantoso. Cuando íba-
mos a visitar a mi tía que vive en Colón y pasábamos por
allí en el colectivo nos tapábamos la nariz y la boca para no
sentirlo. Pese a todo, había algo hermoso en esa enorme
24 Selva Amada
Si te gustó...
Enroque al odio, cuento de María Angélica Bosco; La bolsa de huesos,
cuento de Eduardo Holmberg; Mala leche, novela de Alicia Plante;
Gutiérrez a secas, novela de Vicente Battista; ¿Quién mató al Bebe
Uriarte?, serie dirigida por Gastón del Porto, Juan Pablo Arroyo y
Alejandro Carreras; Carancho, película dirigida por Pablo Trapero.
“Fui leyendo, hasta que un día,
sin dejar de leer, comencé a
escribir y en eso sigo. Considero
que uno escribe siempre, aunque
no esté escribiendo. El placer por
la lectura y por la escritura. Leer
en principio tiene que causar
gozo. Y lo mismo cuando estás
escribiendo. Cuando escribís
estás en el mejor de los mundos”.
Vicente Batistta
Vicente Battista
Buenos Aires, 1940
M
iré una vez más la foto: un rostro
juvenil, de ojos grandes, labios sensuales y
pelo agresivamente negro. Era una belleza
insolente, a mitad de camino entre la inocencia y la
perversidad.
—Se llama Mercedes Gasset y va a estar en el hotel
Los Faraones el sábado al mediodía.
Asentí con un movimiento de cabeza. Me entrega-
ron el cincuenta por ciento de lo pactado y el pasaje de
ida y vuelta. Dijeron que confiaban en mí, que el resto
lo recibiría al final del trabajo. Asentí otra vez y pre-
gunté si habían pensado en un sitio en especial. Uno de
ellos dijo que la Cueva de los Verdes podría ser el lugar
adecuado y agregó que no me costaría mucho llevarla
hasta ahí. Realmente me tenían confianza. Supe que era
hora de despedirse. En un par de días tendría que volar
a Lanzarote para encontrarme con Mercedes Gasset.
El vuelo fue tranquilo, debí soportar un compañero
de asiento que había resuelto mitigar su soledad, o el
miedo a las alturas, contándome el encanto de las Islas
30 Vicente Battista
Si te gustó...
El beguén, cuento de Angélica Gorodischer; La cuestión de la dama
en el Max Lange, cuento de Abelardo Castillo; Catedrales, novela de
Claudia Piñeiro; La pregunta de sus ojos, novela de Eduardo Sacheri;
Tiempo final, serie dirigida por Diego Suárez y Sebastián Borensztein;
Cenizas del paraíso, película dirigida por Marcelo Piñeyro.
“Desde el principio hasta el
penúltimo párrafo está contado
con oficio […] al final desoye
sus propios consejos y concluye
abrupta pero previsiblemente,
con un párrafo corto en que se
descarga todo a través de un
discurso forzado, antinatural”.
Sebastián Lalaurette
L
a niña de nombre triste no se quedaría
nunca a dormir con Lucio. Ella vivía con sus
padres y sus seis hermanos, y no se le permitía
pasar la noche fuera de casa. Sin el contacto de aquella
suave piel, Lucio, desvelado de abstinencia, pronto
debió interrumpir el sueño en mitad de la noche para
salir de la casa y encontrar en los bares del centro
primero, y en los locales de juego después, un modo
curioso de calmar su ansiedad: hablaba de ella, con
amigos y conocidos, de la belleza de sus curvas, de sus
senos redondeados, de su boca fresca, de la forma en
que ella pronunciaba cada palabra de amor.
Era bonita. Su lacio cabello oscuro copiaba, pen-
dular y rítmico, el movimiento de su pollera católica
apostólica romana. Desde la esquina del colegio San
Camilo, Lucio observaba el uniformado conjunto de
muslos, jauría de inocencia, pasearse hasta doblar y
perderse cuando una de todas aquellas adolescentes
anónimas y perfumadas había detenido, por primera
vez, sus oscuros ojos en los ojos de Lucio para reparar
38 Ana Victoria Cecchi
Si te gustó...
Mata a tu Dios, cuento de Romina Doval; Julieta y el mago, cuento
de Manuel Peyrou; Los caimanes, novela de Inés Arteta; The Buenos
Aires affaire, novela de Manuel Puig; Epitafios, serie dirigida por
Alberto Lecchi y Jorge Nisco; Tesis sobre un homicidio, película
dirigida por Hernán Goldfrid.
“En la literatura policial hay
inspectores y periodistas que
tienen su propia saga. Ricardo
Patán Ragendorfer ya puede
compartir esa categoría con
personajes de ficción. Está
considerado como uno de los
mejores cronistas del género
policial de Argentina”.
Revista Anfibia
Ricardo Ragendorfer
La Paz, Bolivia, 1957
L
a m u j e r p e r m a n e c i ó u n b u e n r ato
arrodillada a metros del altar que exhibía una
imagen de San Martín de Tours. Transcurría el
atardecer del 30 de enero de 1919, y en ese momento
no había nadie más que ella en el templo de la calle
Isabel la Católica al 500, en Barracas. Al parecer, En-
riqueta Rocafiguera, nacida en Murcia 35 años antes,
tenía razones secretas para rezar en soledad. Había
sido monja en la congregación de Jesús María y, como
tal, llegó a Buenos Aires en 1912 para impartir cate-
quesis. Lo hizo hasta que, por razones
Liturgia
desconocidas, dejó súbitamente los há- Conjunto de prácti-
bitos. Ese jueves, al concluir su liturgia cas de cada religión.
unipersonal, oyó el zumbido pertinaz
de una nube de moscas que sobrevolaba el órgano.
Apuró sus pasos y, al salir, una corriente de viento se
le estrellaría contra la cara. En la calle vio los pañue-
los que alguien había atado en el enrejado perimetral.
Se sobresaltó, fue como si hubiera visto un fantas-
ma. La percepción, tal vez, haya tenido que ver con
46 Ricardo Ragendorfer
Corazón espinado
Si te gustó...
La valiente Irene, cuento de Patricia Suárez; Zugzwang, cuento
de Rodolfo Walsh; Cupo, novela de María Inés Krimer; Ni el tiro
del final, novela de José Pablo Feimann; Variaciones Walsh, serie
dirigida por Alejandro Maci; Crímenes de familia, película dirigida
por Sebastián Schindel.
“Despedirse de un personaje es
complicado. Me pasó con Ruth
Epelbaum, la detective de la
saga que escribí para la editorial
Negro Absoluto. Espero tener
otra oportunidad con Marcia
Meyer, una periodista separada,
con una hija adolescente y un
jefe que no le perdona una”.
María Inés Krimer
M
arcia sostiene el celular con una mano
mientras con la otra disminuye la velocidad
de la cinta. Mira el reloj. Está atrasada con
la nota que le encargó su jefe, aunque, como siempre,
sabe que es cuestión de aferrarse a la
silla. El número de chicas desaparecidas Trata
aumenta cada día, la mayoría víctimas Tráfico de
de la trata. Algunas, como Lourdes personas.
Martínez, no fueron olvi-dadas, pero a
las otras se las tragó la tierra: ya hay más de cincuenta
casos denunciados. De pronto siente un tirón en el
gemelo. Se inclina para masajearlo. Al incorporarse
ve que un hombre la mira. Pelo gris cortado a cepillo,
cejas pobladas, short y musculosa azules. Nuevo en el
gimnasio, piensa. Al bajar, Marcia tropieza, se le cae el
celular. El hombre se acerca y lo levanta.
Gracias, dice Marcia.
Se dirige a la zona de abdominales. Busca una col-
choneta, se acuesta. Hace tres series de veinte movi-
mientos cada una. Los músculos empiezan a quemar.
54 María Inés Krimer
¿Terminaste?, pregunta.
En eso estoy, dice Marcia.
Estuve averiguando.
Extiende el índice, los otros tres dedos plegados
sobre la palma.
Marcia frunce el ceño.
Te dije que no te metás.
Con vos no se puede hablar.
Marcia mira el ventilador.
Disculpame, dice.
¿Querés contarme?
La noche mantiene el calor de las paredes. Mar-
cia camina cerca del cordón. Unos pasos retumban a
sus espaldas. Se apura, no quiere darse vuelta. Ve un
auto negro en la avenida. Está rígida cuando llega a su
casa. Cuando cierra la puerta, se siente a salvo. Va a
la cocina, abre la heladera y toma agua del pico de la
botella.
Suena el teléfono.
No atiende.
El teléfono vuelve a sonar.
Marcia le pidió a su ex que prolongara sus vacacio-
nes en la playa. Tiene miedo por su hija. Y por ese mail
que recibió cerca del cierre y que eliminó después de
verlo: “Si seguís con eso, la vas a pasar mal”. Marcia
se pone unas pantuflas. Busca la nota, se enrosca en el
sillón. Calcula una vez más las páginas, el tiempo que
le llevará revisarlas. No puede concentrarse. La mano
presiona la rodilla. La abre hasta que los dedos se esti-
ran al máximo y los vuelve a cerrar. Se para, entra a la
Turismo Carretera 63
Si te gustó...
Sobre sus pasos, cuento de Marina Kogan; Boogie, el aceitoso,
historieta de Roberto Fontanarrosa; El petiso orejudo, novela de María
Moreno; Las extranjeras, novela de Sergio Olguín; Historia de un clan,
serie dirigida por Luis Ortega; El caso María Soledad, película dirigida
por Héctor Olivera.
“‘El ciclista serial’ es un
cuento policial, de enigma,
en tono paródico y con una
vuelta de tuerca por el lado
del absurdo. Lo escribí en la
época en que participaba del
taller de Laiseca a partir de
una de sus consignas”.
Marcelo Guerrieri
Marcelo Guerrieri
Buenos Aires, 1973
Y
o, que de pibe miraba las películas de
detectives en el Gran Splendid y soñaba con ser
un gran investigador, hacer grandes deducciones,
estudiar el perfil psicológico del asesino… ¡Qué mierda
de perfil psicológico! Tuve que pasarme veinte mugrosos
años siguiendo pistas truchas. ¡Veinte años como jefe de
investigaciones de la Bonaerense Seccional Lomas de Za-
mora!; persiguiendo a cocainómanos de cuarta, pregun-
tando por bailanteros borrachos a putas y
Escrutando
travestis, escrutando los gestos de noctám-
Verificando,
bulos bebedores de cerveza y aspirando ese examinando.
olor a grasa de paty en las pancherías de
Yrigoyen. Averiguaciones en las remiserías con choferes
que se creen Fangio y si los apurás un poco no saben ni lo
que es un cigüeñal.
Toda esa vulgaridad me tuve que tragar yo, el jefe
de investigaciones Aristóbulo García. Un genio entre
mediocres.
Pero todo empezó a cambiar aquel maravilloso 21 de
octubre del año 1998, miércoles a la tarde, día en que me
68 Marcelo Guerrieri
Si te gustó...
La piel de la serpiente, cuento de Mercedes Giuffré; La marca del
ganado, cuento de Pablo de Santis; Causas urgentes, novela de Paula
Rodríguez; Plata quemada, novela de Ricardo Piglia; Mosca & Smith,
serie dirigida por Diego Kaplan; Todos tenemos un plan, película
dirigida por Anita Piterbarg.
“Una novela negra no es la
historia de una rubia de piernas
hermosas que llega a la oficina
de un detective privado porque
quiere encontrar a su marido. O
no es solo eso. En primer lugar, las
novelas del género colaboran con
la formación política del lector,
cuentan historias que es necesario
leer en relación con el sistema
social en el que vivimos”.
Juan Mattio
Roberto Bardini
Buenos Aires, 1948
-L
o he investigado minuciosamente
y usted es el hombre —fanfarronea el
gordo de sonrisa torcida—. Y espero que
este primer trabajo que voy a encargarle sea el inicio
de una… digamos… fructífera relación de conveniencia
recíproca.
El gordo es ostentoso, desagradable. Hace veinte mi-
nutos que habla sin parar.
Está sentado frente a mi destartalado
Ostentoso
escritorio e intenta imitar los modales y el Que muestra
lenguaje de los hombres de negocios. Viste exageradamente
un traje de seiscientos dólares, la corbata lujos y riquezas.
es de seda y el anillo tiene casi el mismo
tamaño que un escudo medieval. Su reloj
debe costar el equivalente a seis meses de alquiler de mi
oficina en el barrio de Monserrat. Pero a pesar del deco-
rado y la utilería que lleva encima, el tipo es más ordina-
rio que un diente de madera.
Mientras habla, lo he fichado mentalmente.
88 Roberto Bardini
Si te gustó...
La luz negra, novela de María Gainza; Cavar un foso, cuento de
Adolfo Bioy Casares; La reina, novela de Gabriela Saidón; Crímenes
imperceptibles, novela de Guillermo Martínez; Hermanos y
detectives, serie dirigida por Damián Szifrón; El bonaerense,
película dirigida por Pablo Trapero.
Se terminó de imprimir en los meses
de noviembre y diciembre de 2021
en los talleres gráficos de Arcángel Maggio,
calle Lafayette 1695, Ciudad Autónoma
de Buenos Aires, Argentina.
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