Teología Berkhof. Dios
Teología Berkhof. Dios
Teología Berkhof. Dios
Sistemática
Louis Berkhof
INDICE
CAPITULO 2
DE DIOS. __________________________________________________________________22
CAPITULO 3
EL SER DE DIOS_____________________________________________________________31
CAPITULO 4
CAPITULO 5
CAPITULO 6
LA UNIDAD DE DIOS________________________________________________________57
CAPITULO 7
LA ESPIRITUALIDAD DE DIOS___________________________________________________62
ATRIBUTOS MORALES________________________________________________________68
ATRIBUTOS DE SOBERANÍA____________________________________________________76
CAPITULO 8
CAPITULO 9
La Iglesia Cristiana confiesa, por una parte, que Dios es el Incomprensible, y por la otra
que puede ser conocido, y que conocerlo es un requisito absoluto para ser salvo. Admite la
fuerza de la pregunta de Sofar: "¿Descubrirás tú los secretos de Dios? ¿Llegarás tú a la
perfección del Todopoderoso?", Job 11: 7. Y siente que no encuentra respuesta a la
pregunta de Isaías: "¿A qué, pues haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis?"
Isaías 40: 18.
Pero al mismo tiempo, tiene presente la declaración de Jesús: "Y esta es la vida eterna: Que
te conozcan a ti, El único Dios verdadero y a Jesucristo a quien has enviado". Juan 17: 3.
La Iglesia Cristiana se regocija en el hecho de que "El Hijo de Dios ha venido y nos ha
dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo
Jesucristo". 1 Juan 5: 20.
Las dos ideas reflejadas en estos pasajes se mantuvieron siempre, un aliado de la otra en la
Iglesia Cristiana. Los Padres de la Iglesia primitiv a hablaron del Dios invisible como de un
16
Ser que no fue engendrado, inefable, eterno, incomprensible e inmutable. Habían avanzado
muy poco más allá de la vieja idea griega de que el ser Divino tiene una existencia absoluta
y sin atributos.
Al mismo tiempo también confesaban que Dios se reveló en el Logos, y por lo tanto puede
ser conocido para salvación. En el siglo IV, Eunomio, un arriano, partiendo de que Dios es
un ser (sin composición) simple, arguyó que nada hay en Dios que no pueda el intelecto
humano perfectamente conocer y comprender; pero esta opinión fue rechazada por todos
los que se consideraban dirigentes de la Iglesia.
Los escolásticos distinguieron entre el quid y el qualis (el qué y el cuál) de Dios, y
sostuvieron que no podemos saber lo que es Dios en la esencia de su Ser, pero sí podemos
saber algo de su naturaleza, de lo que El es para nosotros, según se nos revela en sus
divinos atributos. Las mismas ideas generales fueron expresadas por los Reformadores,
aunque no concordaron con los escolásticos en cuanto a la posibilidad de adquirir
verdadero conocimiento de Dios por la revelación general, mediante la mera razón humana,
sin ninguna ayuda más.
Lutero habla repetidamente de Dios como del "Deus Absconditus (el Dios escondido) para
distinguido del Deus Revelatus (el Dios revelado). En algunos pasajes hasta habla del Dios
revelado, como que aún está escondido, en vista del hecho de que no podemos conocerlo
plenamente ni siquiera por medio de su revelación especial.
Calvino consideraba que para el hombre es imposible investigar las profundidades del Ser
de Dios. "Su esencia", dice, "es incomprensible de tal manera que su divinidad escapa
completamente a los sentidos humanos". Los reformadores no negaban que el hombre
puede saber algo de la naturaleza de Dios por medio de la creación, pero afirmaban que el
hombre puede adquirir el verdadero conocimiento de Dios únicamente por la revelación
especial, bajo la iluminadora influencia del Espíritu Santo.
2. En el universo material
3. Sobre todo en Jesucristo, siendo las tres anteriores, otras tantas manifestaciones
externas del Dios inmanente.
Contra esta corriente teológica levantó Barth su voz, indicando que Dios no se ha de hallar
en la naturaleza, ni en la historia, ni en la experiencia humana, sea esta de la clase que sea,
sino tan sólo en la revelación especial que nos ha llegado en la Biblia. En sus enfáticas
afirmaciones respecto al Dios escondido, usa el lenguaje de Lutero más bien que el de
Calvino.
La teología Reformada afirma que Dios puede ser conocido, pero que es imposible que el
hombre alcance un conocimiento exhaustivo y perfecto de Dios en todo sentido. Alcanzar
tal conocimiento equivaldría a comprender a Dios y esto ya queda fuera de nuestro asunto:
"Pinitum non possit capere infinitum".
Además, el hombre en el sentido propio de lo que es definir, no puede dar de Dios una
definición, sino tan sólo una descripción parcial. Una definición lógica es imposible porque
Dios no puede ser clasificado bajo una categoría superior. Al mismo tiempo, la teología
Reformada afirma que el hombre puede obtener un conocimiento perfectamente adecuado
acerca de Dios, para la realización del propósito divino en la vida del hombre.
Sin embargo, el verdadero conocimiento de Dios sólo puede adquirirse mediante la divina
revelación que de sí mismo ha hecho Dios, y lo adquirirá solamente quien acepte esa
revelación con la fe de un niño. La religión necesariamente presupone tal conocimiento.
Constituye la más sagrada relación entre el hombre y su Dios; una relación en la que el
hombre tiene conciencia de la absoluta grandeza y majestad de Dios como el Ser Supremo,
de su propia insignificancia humana, y de su dependencia del Único, Altísimo y Santo.
Huxley fue el primero que aplicó a los que adoptan dicha posición, incluyéndose él entre
ellos, el nombre de "Agnósticos". Se consideran perfectamente alineados con los sofistas de
los primeros siglos de la filosofía griega. Es regla que los agnósticos no quieran ser
marcados como ateos, ya que no niegan en absoluto que haya un Dios; pero declaran que
ellos no saben si existe o no, y que en caso de que existiera no estarían seguros de tener un
conocimiento verdadero acerca de Él, y en muchos casos, hasta niegan que pueda
alcanzarse ese verdadero conocimiento de Él.
A Hume se le llama padre del agnosticismo moderno. No negó la existencia de Dios, pero
afirmaba que no conocemos verdaderamente sus atributos. Todas nuestras ideas de Él, son,
y no pueden ser sino antropomórficas. No podemos estar ciertos de que los atributos que
adjudicamos a Dios correspondan con la realidad.
Su agnosticismo provenía del principio general de que todo conocimiento se basa sobre la
experiencia. Sin embargo, fue Kant quien especialmente estimuló el pensamiento agnóstico
por medio de la perseverante inquisición dentro de los límites del entendimiento y la razón
humanos. Afirmaba que la razón teórica conoce únicamente los fenómenos, y que
necesariamente es ignorante de lo que hay tras ellos la cosa en sí.
Por consiguiente, dedujo de lo anterior que es imposible que tengamos algún conocimiento
teórico de Dios. Pero Lotze ya había indicado que los fenómenos, sean físicos o mentales,
están siempre conectados con alguna sustancia yacente tras ellos, y que conociendo los
fenómenos también conocemos la sustancia subyacente, de la cual son manifestaciones.
El filósofo escocés, Sir William Hamilton, aunque no estuvo en completo acuerdo con
Kant, participaba, sin embargo, de su agnosticismo intelectual. Declara Hamilton que la
mente humana conoce nada más lo que está condicionado, existiendo en diversas relaciones
y que, puesto que el Absoluto e Infinito es totalmente irrelacionado, es decir, existe sin
relaciones, no podemos conocerlo.
19
Pero, en tanto que niega que podemos conocer el Infinito, no niega su existencia. Dice:
"Por medio de la fe entendemos lo que está más allá del conocimiento". En substancia,
Mansel participó de estos conceptos y los popularizó. También a él le pareció abiertamente
imposible concebir un Ser Infinito, aunque sí profesaba fe en su existencia.
5
The Twilight of Christianity, Page. 260.
20
Además de las formas que ya llevamos indicadas, el argumento agnóstico ha asumido otras
varias, de las cuales, algunas de las siguientes son las más importantes:
1. "El hombre conoce solamente por analogías". Conocemos sólo aquello que guarda
alguna analogía con nuestra naturaleza o experiencia: "Similia similibus
percipiuntur". Pero aunque es cierto que aprendemos muchas cosas por analogía,
también aprendemos por contraste. En muchos casos las diferencias son las que
precisamente arrebatan nuestra atención. Los escolásticos hablaron de la via
negationis por medio de la cual eliminaban de su concepto de Dios las
imperfecciones de la criatura. Además, no debiéramos olvidar que el hombre está
hecho a la imagen de Dios y por consiguiente existen importantes analogías entre la
naturaleza divina y la humana.
3. Todas las afirmaciones que se hacen de Dios son negativas y por tanto no
proporcionan un verdadero conocimiento. Hamilton dice que el Absoluto y el
Infinito sólo pueden concebirse como negación de lo concebible; lo que realmente
significaría que no los podemos concebir en forma alguna. Pero aunque es verdad
que mucho de lo que afirmamos de Dios se expresa en forma negativa, eso no
significa que la negación simultáneamente no encierra alguna idea positiva. La
aseidad de Dios incluye las ideas positivas de su propia existencia y de su propia
suficiencia. Además, ideas como el amor, la espiritualidad, y la santidad son
positivas.
4. Todo nuestro conocimiento está relacionado con el sujeto investigador. Se dice que
conocemos las cosas que son susceptibles de ser conocidas, no como las cosas son
en sí, sino solamente en la forma en que se relacionan con nuestros sentidos y
facultades. En el proceso del conocimiento las pervertimos y desfiguramos. En un
21
Algunos tienden a considerar la posición de Barth como una clase de agnosticismo. Zerbe
dice que el agnosticismo práctico domina el pensamiento de Barth y lo convierte en víctima
de la incognoscibilidad de "la cosa en sí" de Kant y cita de él lo siguiente: ((Romanos es
una revelación del Dios no conocido; Dios viene al hombre; no el hombre a Dios. Aun
después de la revelación el hombre no puede conocer a Dios porque Dios siempre es el
incognoscible. Al manifestársenos todavía queda tan lejos como estuvo siempre" (Rbr. p.
53).6 Al mismo tiempo encuentra que tanto Barth como Herbert Spencer son inconsistentes
en su agnosticismo. Dice: "De Herbert Spencer se decía que sabía mucho del
'Incognoscible'; y en cuanto a Barth uno quisiera saber cómo fue que llegó a saber tanto del
'Dios no conocido' ".7 Por el mismo estilo discurre Dickie cuando dice: "Al hablar de Dios
trascendente Barth nos da la impresión a veces, de hablar de un Dios de quien nada
podremos conocer jamás".8 Encuentra, sin embargo, que también en este respecto el énfasis
de Barth ha cambiado. Aunque está perfectamente claro que Barth no pretende ser
agnóstico, no puede negarse que algunas de sus afirmaciones pueden fácilmente
considerarse de sabor agnóstico. Afirma enérgicamente que Dios es el Dios escondido que
no puede ser conocido por medio de la naturaleza, la historia o la experiencia; sino
solamente por medio de la revelación que de sí mismo ha hecho en Cristo, cuando esa
revelación se encuentra con la respuesta de la fe. Pero hasta en esta revelación Dios aparece
solamente como el Dios escondido. Dios se revela exactamente como el Dios escondido y
por medio de su revelación nos hace más conscientes, como nunca antes, de la distancia
que lo separa del hombre. Esto fácilmente puede interpretarse como que significa que lo
que esencialmente aprendemos por medio de la revelación es que Dios no puede ser
conocido, de manera que, después de todo, nos encontramos cara a cara con un Dios
desconocido. Pero en vista de todo lo que Barth ha escrito, esto evidentemente no es lo que
6
The Karl Barth Theology. p. 82.
7
Ibid... p. 84.
8
Revelation and Response. p. 187.
22
quiere decir. Su afirmación de que en la luz de la revelación vemos a Dios como el Dios
escondido, no excluye la idea de que por medio de la revelación también adquirimos grande
y útil conocimiento de Dios, en cuanto a la manera en que se relaciona con su pueblo.
Cuando Barth dice que aún en su revelación Dios permanece todavía como el Dios
desconocido, se refiere en realidad al Dios Incomprensible. El Dios revelado es Dios en
acción. Por medio de su revelación aprendemos a conocerlo en sus obras, pero en realidad
no adquirimos conocimiento de su íntimo ser. El siguiente pasaje de The Doctrine of the
Word of God,9 es muy luminoso. "Sobre esta libertad (la de Dios) descansa lo
incognoscible de Dios, es decir, lo insuficiente de todo conocimiento que podamos tener
del Dios revelado. Aun la tri unidad de Dios se nos ha revelado únicamente en las obras de
Dios. Por lo tanto, también la tri unidad nos resulta incognoscible. Esto explica también lo
inadecuado de todo nuestro conocimiento respecto a una tri unidad. La forma en que nos ha
parecido concebible, primero en la Escritura y luego en la doctrina de la iglesia respecto a
la Trinidad, es lo que para la criatura es concebible. De este concepto relativo, a lo que
llamaríamos "divinamente concebible", que es la Trinidad en que Dios existe, hay una
absoluta y completa separación. Únicamente a la libre gracia de Dios en la revelación se
debe que aquello que la criatura puede concebir, aunque absolutamente separado de su
"objeto", todavía contenga algo de verdad. En este concepto, lo que sabemos de la Trinidad
mediante la operación de Dios en nosotros, es verdadero".
Kuyper llama la atención al hecho de que la teología como el conocimiento de Dios difiere,
en un importante punto, de todo otro conocimiento. En el estudio de todas las otras ciencias
el hombre se coloca por encima del objeto de su investigación y activamente extrae de ella
su conocimiento por medio de cualquier método que le parezca más apropiado; pero en
teología no se coloca por encima, sino bajo el objeto de su conocimiento. En otras palabras,
el hombre puede conocer a Dios únicamente hasta donde Dios se hace conocer. Dios ocupa
el primer lugar entre los seres que le comunican conocimiento al hombre y puede
convertirse en objeto de estudio para el hombre sólo hasta donde éste se apropia y refleja el
conocimiento que se le proporciona por medio de la revelación. Sin la revelación el hombre
9
P. 4 26.
23
jamás habría sido capaz de adquirir el menor conocimiento de Dios. Y no obstante que Dios
se ha revelado objetivamente, no es la razón humana la que descubre a Dios, sino Dios
quien a sí mismo se descubre ante el ojo de la fe. Sin embargo, por la aplicación del
santificada razón humana al estudio de la Palabra de Dios, el hombre puede, bajo la
dirección del Espíritu Santo adquirir un siempre creciente conocimiento de Dios. Barth
también insiste en el hecho de que el hombre puede conocer a Dios. Dios le habla, sea
directamente, o por medio de mensajeros solamente, cuando Dios viene a su encuentro en
un acto de revelación. Insiste también en que no hay caminos del hombre hacia Dios, sino
solamente de Dios hacia el hombre, y declara repetidamente que Dios es siempre el sujeto y
jamás un objeto. La revelación es siempre algo puramente subjetivo y nunca puede
convertirse en algo objetivo como la palabra escrita de la Biblia, y como meramente
subjetiva esa revelación se convierte en un objeto de estudio. Nos fue dada de una vez por
todas en Jesucristo, y en Cristo viene a los hombres en el momento existencial de la vida de
estos. Aunque hay elementos de verdad en lo que dice Barth, su construcción de la doctrina
de la revelación es extraña a la teología reformada.
también es verdadero y es exacto, puesto que es copia del conocimiento original que Dios
tiene de sí mismo.
La semilla de esa doctrina ya se encuentra en la doctrina de las ideas de Platón, en tanto que
en la obra de Cicerón De Natura Deorum, ocurre la misma doctrina en forma más
desarrollada. En la filosofía moderna, el primero que la enseñó fue Descartes, quien
consideró que la idea de Dios es innata. No estimó que fuera necesario considerarla natural
en el sentido de que estuviera presente en la mente humana desde el principio, sino
únicamente en el sentido de que el hombre tiene tendencia a formarse la idea cuando la
mente alcanza la madurez. Finalmente, la doctrina adoptó la forma de que hay ciertas ideas,
de las cuales la más prominente es la idea de Dios, que son innatas y que por lo tanto, desde
que el hombre nace ya las tiene presentes en su conciencia. Desde este mismo punto de
vista, Locke con mucha razón atacó la doctrina de las ideas innatas, en su empirismo
filosófico, aunque se fue al otro extremo. La teología Reformada también rechazó en ese
modo particular la mencionada doctrina. Y en tanto que algunos de sus representantes
retuvieron el nombre "ideas innatas" le dieron otro significado, mientras que otros
prefirieron hablar de ella, llamándola cognitio Dei Insita (conocimiento injertado, de Dios).
Por una parte, este cognitio Dei Insita no consiste en ningunas ideas, o nociones formadas
ya, presentes en el hombre al momento de nacer; y por otra, es más que una mera capacidad
que habilite al hombre para conocer a Dios. Denota un conocimiento que necesariamente
resulta de la constitución de la mente humana y que es innato sólo en el sen tido en que se
adquiere espontáneamente bajo la influencia del semen religionis colocado en el hombre
mediante su creación a la imagen de Dios, y que desde luego no se adquiere por el
laborioso proceso del razonamiento y la argumentación. Es un conocimiento que el hombre,
dada su constitución espiritual, adquiere necesariamente, y como tal se distingue de todo
conocimiento condicionado por la voluntad del hombre. El conocimiento adquirido, por
otra parte, se obtiene mediante el estudio de la revelación de Dios. No brota
espontáneamente en el intelecto humano, sino que se produce mediante el consciente y
sostenido propósito de saber. Puede adquirirse solamente por el agotante proceso de
25
10
Page. 5 y siguientes.
11
Revelation and Inspiration. Page. 6.
27
Cuando los helados vientos del racionalismo barrieron a Europa, se exaltó la revelación
natural a expensas de la sobrenatural. El hombre se intoxicó con un sentido de su propia
28
12
The Doctrine of God. p. 173.
29
1. ¿En qué sentido podemos hablar del Dios escondido o desconocido, a pesar del
hecho de que El mismo se nos. ha revelado?
2. ¿En qué forma difirieron sobre este punto los escolásticos y los reformadores?
3. ¿Cuál es al respecto la posición de la teología moderna?
4. ¿Por qué la revelación es esencial a la religión?
5. ¿En qué forma difieren teóricamente el agnosticismo y el ateísmo?
6. ¿Es alguno de ellos más favorable a la religión que el otro?
7. ¿De qué manera promovió Kant el Agnosticismo?
30
15. Warfield, Calvin and Calvinism (Calvin's Doctrine of the Knowledge of God).
16. Warfield, Revelation and Inspiration. pp. 3 48;
Algunos dogmáticos, antes de entrar a la discusión de los atributos divinos, dedican uno o
varios capítulos para tratar del Ser de Dios. Así lo hicieron en sus trabajos, por ejemplo,
Mastricht, Ebrard, Kuyper y Shedd. Otros prefieren considerar el Ser de Dios en relación
con sus atributos, atendiendo a que en éstos se nos revela El mismo. Este es el método más
común y el que se sigue en la Synopsis Purioris Theologiae, como también en las obras de
Turretin, a Marck, Brakel, Bavinck, Hodge y Honig. La diferencia de trato para el tema no
es indicación de que exista entre esos autores algún grave y fundamental desacuerdo. Todos
ellos coinciden en que los atributos no son meros nombres que no corresponden a la
realidad alguna, ni partes separadas de un Dios compuesto, sino esencialmente cualidades
en las que el Ser de Dios se revela y mediante las cuales puede ser identificado. La única
diferencia podría ser que unos tratan más que otros de distinguir entre el Ser de Dios y sus
atributos.
EL SER DE DIOS
Es del todo evidente que el Ser de Dios no admite definición alguna. Para definir a Dios
lógicamente, tendríamos que comenzar por buscar un elevado concepto bajo el cual Dios
pudiera coordinarse con otros conceptos)' luego señalar las características que fueran
aplicables únicamente a Dios. Semejante definición genético sintética no puede darse de
Dios puesto que Dios no es una de varias especies de dioses que pueda reducirse a un
simple género. Lo que resulta más posible es una definición analítica descriptiva. Tal
definición consiste en enumerar las características de una persona o cosa; pero deja sin
explicar la esencia misma del Ser. Una definición de esta clase no puede ser completa, sino
parcial, puesto que es imposible dar de Dios una descripción exhaustiva y positiva (opuesta
a la negativa). Consistiría en presentar una lista de todos los atributos conocidos de Dios, y
éstos en gran parte son de carácter negativo.
La Biblia nunca presenta un concepto abstracto de Dios, sino que lo describe siempre como
el Dios Viviente, que entra en diversas relaciones con sus criaturas, relaciones que
32
13
De Deo I, p. 28.
33
14
Art I
15
Aquellos que por su esencia santa imponen terror. Conciencia de lo Santo, es decir, la divinidad. (N del
Trad)
34
pregunta tendríamos que ser capaces de comprender a Dios y de poder dar una explicación
de su Ser Divino, y esto es completamente imposible. Lo finito no puede comprender a lo
infinito. La pregunta de Sofar: ¿ Alcanzarás tú el rastro de Dios? ¿ Llegarás tú a la
perfección del Todopoderoso? (Job 11: 7) tiene la fuerza de una poderosa negativa, y si la
segunda de las tres preguntas la consideramos independiente de la tercera, nuestra
contestación negativa se hace mucho más inclusiva. Aparte de la revelación de Dios en sus
atributos no tenemos conocimiento alguno del Ser de Dios. Pero hasta donde Dios se revela
en sus atributos también podemos conocer algo de su Ser Divino, aunque en eso nuestro
conocimiento está sujeto a nuestras limitaciones humanas.
Lutero usa algunas fortísimas expresiones hablando de nuestra incapacidad para conocer
siquiera algo del Ser o de la esencia de Dios. Por una parte hace distinción entre el Defls
absconditus (el Dios escondido) y el Deus revelatus (el Dios revelado); pero por otra parte
también afirma que al conocer al Deus revelatus solamente lo conocemos en su inaccesible
ocultamiento. Con esto da a entender que hasta en su revelación no se ha manifestado
enteramente como es en su esencia, sino que ésta todavía permanece cubierta de
impenetrable oscuridad. Conocemos a Dios solamente hasta donde nos lo permiten sus
relaciones con nosotros. También Calvino se refirió a la divina esencia como
incomprensible. Sostenía que Dios, en la profundidad de su Ser, está fuera de nuestro
alcance. Hablando de lo que podemos saber acerca del quid y del qualis de Dios, decía que
es inútil especular acerca del primero, en tanto que nuestro interés práctico se encuentra en
el segundo. Afirma: "Están únicamente manoseando con frías especulaciones aquellos que
dedican su intelecto a investigar lo que es Dios (quid sit Deus), cuando lo que realmente
nos incumbe es saber qué clase de persona es Dios (qualis sit) y qué es aquello que se
aviene a su naturaleza". 16 Aunque Calvino siente que Dios no puede ser conocido a la
perfección, no niega que podemos conocer algo de su Ser o naturaleza. Pero este
conocimiento no puede obtenerse por métodos a priori, sino solamente por el modo a
posteriori, mediante los atributos a los cuales Calvino reconoce como positivas
confirmaciones de la naturaleza de Dios. Ellos nos proporcionan al menos algún
conocimiento de lo que es Dios, pero muy especialmente de lo que es en relación con
nosotros.
Al tratar de nuestro conocimiento del Ser de Dios debemos procurar evitar la posición de
Cousin, bastante rara en la historia de la filosofía, es a saber, que Dios aun en las honduras
de su Ser nada tiene de incomprensible; sino que es esencialmente inteligible; pero también
debemos distinguir claramente el agnosticismo de Hamilton y Mansel, según el cual, no
podemos tener conocimiento alguno del Ser de Dios. No podemos comprender a Dios, no
16
Institution. l. 2.2.
35
De la simplicidad de Dios se sigue que El y sus atributos son uno solo. Los atributos no
pueden ser considerados como otras tantas partes que entran en la composición de Dios,
porque Dios no está compuesto de varias partes como los hombres. Tampoco pueden
considerarse como algo agregado al Ser de Dios, por más que el vocablo derivado de ad y
tribuere, parecería que apunta en esa dirección; puesto que jamás podría añadirse algo al
Ser de Dios, siendo que es eternamente perfecto. Se acostumbra decir en teología que los
atributos de Dios son Dios mismo según se nos ha revelado. Los escolásticos insistían en el
17
Side-Lights on Christian Doctrine, p. 11.
36
hecho de que Dios es todo lo que tiene. El tiene vida, luz, sabiduría, amor, justicia, y con
base en la Escritura podemos decir que El es vida, luz, sabiduría, amor y justicia. Además,
afirmaban los escolásticos que toda la esencia de Dios es idéntica con cada uno de sus
atributos, de manera que el conocimiento de Dios es Dios, la voluntad de Dios es Dios, etc.
Algunos se aventuraron tanto en esa dirección como para decir que cada atributo es idéntico
con cualquiera de los otros atributos y que en Dios no existen distinciones lógicas. Este
extremo es sumamente peligroso. En tanto que bien puede decirse que hay en los atributos
de Dios una interpenetración de manera que forman en conjunto un todo armonioso, es
tomar la dirección del panteísmo eliminar todas las distinciones en Dios y decir que su
aseidad es su infinidad; su sabiduría es su soberanía, su amor es su justicia y viceversa. Fue
característico de los nominalistas hacer desaparecer toda verdadera distinción en Dios.
Tenían temor de que admitiendo verdaderas distinciones, correspondientes a los atributos
divinos se pusiera en peligro la unidad y simplicidad de Dios, y esto ciertamente constituía
un propósito elevado. Según ellos las perfecciones del Ser divino existen nada más en
nuestro pensamiento, sin ninguna correspondencia real en Dios. Los realistas, por otra
parte, afirmaban la realidad de las perfecciones divinas. Comprendían que la teoría de los
nominalistas llevada hasta su legítima conclusión conduciría hacia una negación panteísta
de un Dios personal, y en consecuencia, consideraron de la mayor importancia sostener la
realidad objetiva de los atributos de Dios. Al mismo tiempo procuraron poner a salvo la
unidad y simplicidad de Dios sosteniendo que toda la esencia de Él se encuentra en cada
atributo suyo. Dios es todo en todos y es todo en cada uno. Tomás de Aquino pensaba esto
mismo cuando afirmaba que los atributos no nos revelan lo que Dios es en sí mismo, en las
profundidades de su Ser, sino solamente lo que El es en relación con sus criaturas.
18
Dogm. Theol. l. Pág. 334.
19
Ibid. Pág. 334.
37
aditivas y accidentales del Ser Divino. Son cualidades esenciales de Dios inherentes a la
esencia de su Ser y que coexisten con El. Estas cualidades no sufrirían alteración sin que
también la sufriera el Ser de Dios. Y siendo todas ellas cualidades esenciales, cada una nos
revela algún aspecto del Ser de Dios.
En tanto que la Biblia registra diversos nombres de Dios, también nos habla del nombre de
Dios, en singular, como por ejemplo, en las siguientes declaraciones. "No tomarás el
nombre del Señor tu Dios en vano", Éxodo 20: 7; "Cuán grande es tu nombre en toda la
tierra", Salmo 8: 1; "Conforme a tu nombre, oh Dios, así es tu loor", Salmo 48: 10; "Su
nombre es grande en Israel", Salmo 76: 1; "Torre fuerte es el nombre de Jehová: a El
correrá el justo y será levantado", Prov. 18: 10. En estos ejemplos "el nombre" da a
entender la plena manifestación de Dios en las relaciones con todo su pueblo, o con una
sola persona, de manera que se convierte en sinónimo de Dios. Este empleo se debe al
hecho de que en el pensamiento oriental, el nombre jamás se consideraba como un mero
vocablo; sino como la definición de la naturaleza de la cosa designada. Conocer el nombre
de una persona era adquirir poder sobre ella, y en los encantamientos los nombres de los
varios dioses se usaban para ejercer poder sobre ellos. Entonces, en el sentido más general
del vocablo, el nombre de Dios es su propia revelación. Se designa El, no como existe en
las profundidades de su Ser divino, sino como se revela en sus relaciones con el hombre.
Para nosotros el único nombre general de Dios se ha dividido en muchos nombres, los
cuales expresan las muchas fases del Ser de Dios. Se debe únicamente al hecho de que Dios
se ha revelado en su nombre (nomen editum) el que podamos ahora designarlo por ese
nombre en sus varias formas (nomina indita). Los nombres de Dios no son de invención
humana, sino de origen divino, aunque los vocablos se han pedido prestados al lenguaje
humano y se derivan de relaciones humanas y terrenales. Son antropomórficos y señalan un
condescendiente acercamiento de Dios al hombre.
39
Los nombres de Dios constituyen una dificultad para el pensamiento humano. Dios es el
Incomprensible, infinitamente superior a todo lo que es temporal; pero en sus nombres
desciende a todo lo que es finito y se hace semejante al hombre. Por una parte no podemos
nombrarle y por la otra tiene muchos nombres. ¿Cómo puede explicarse esto? ¿Sobre qué
base se aplican estos nombres al Dios infinito e incomprensible? Debe recordarse que son
de invención humana y que nada nos descubren del íntimo Ser de Dios. Fueron dados por
Dios mismo con la seguridad de que contienen en cierta medida una revelación del Ser de
Dios. Tal cosa fue posible por el hecho de que el mundo y con él todas sus relaciones fue
ideado para que constituyera una revelación de Dios. Debido a que el Incomprensible se
revela en sus criaturas, resulta posible para el hombre nombrarlo como si se tratara de una
criatura. Para darse a conocer al hombre, Dios ha descendido hasta el nivel del hombre para
acomodarse a su conciencia limitada y finita, y para hablarle en el lenguaje humano. Si
darle a Dios nombres antropomórficos es limitarlo, como algunos dicen, entonces esto tiene
que ser cierto en un grado muy superior cuando se trata de la revelación de Dios en la
creación. Luego, pues, el mundo no revela a Dios, sino que lo esconde; y por tanto, el
hombre no se relaciona con Dios sino que sencillamente forma la antítesis de Él, y
lógicamente quedamos encerrados en un agnosticismo sin esperanza.
De lo que dijimos acerca del nombre de Dios en general, se sigue que podemos incluir bajo
el título de nombre de Dios no solamente los apelativos por medio de los cuales se le señala
como un ser personal e independiente, y con los cuales le invocamos; sino también los
atributos de Dios, y no sólo los meros atributos del Ser divino en general, sino también los
que designan separadamente a cada una de las Personas de la Trinidad. El Dr. Bavinck
funda su división de los nombres de Dios sobre esta amplia concepción; distinguiendo entre
nomina propia (nombres propios), nomina essentialia (nombres esenciales o atributos),
nomina personalia (nombres personales, como Padre, Hijo, y Espíritu Santo). En este
capítulo vamos a limitamos a la discusión de la primera de estas tres clases.
El más sencillo nombre por el que Dios se designa en el Antiguo Testamento es 'El, que
posiblemente se deriva de 'ul, ya tenga el sentido de ser primero, ser señor" o de ser fuerte y
poderoso. El nombre 'Elohim (plural) es 'Eloah (en singular) y probablemente se deriva de
aquella misma raíz, o de 'alah, que significa, ser herido de temor; y por tanto, designa a
40
Dios como el fuerte y poderoso, o como el que debe ser temido. El nombre en su forma
singular casi nunca ocurre, salvo en poesía. La forma plural ('Elohim) se considera como
intensiva, y por lo mismo sirve para indicar plenitud de poder. El nombre 'Elyon se deriva
de 'alah, que significa subir, ser elevado, y designa a Dios como el Alto, el Glorioso, Gen
14: 19, 20; Núm. 24: 16; Isa. 14: 14. Ese nombre se encuentra especialmente en la poesía.
Sin embargo, estos nombres no son nomina propia en el sentido estricto de la palabra,
porque también se usan para los ídolos, Sal 95: 3; 96: 5; para los hombres, Gen 33: 10; Ex
7: 1, y para los gobernantes, Jue. 5: 8; Ex 21: 6; 22: 8 10; y Sal 82: 1.
'ADONAÍ
El significado de este nombre se relaciona con el de los anteriores. Se deriva, bien de dun
(se pronuncia din) o de 'adan, siendo en ambos casos su significado, juzgar, gobernar, y por
eso sirve para designar a Dios, el todopoderoso Regente, a quien están sujetas todas las
cosas y ante quien el hombre se relaciona como siervo. En los tiempos primitivos este era el
nombre con que el pueblo de Israel se dirigía a Dios. Posteriormente lo sustituyó en mucho
el nombre Jehová (Yahweh). Todos los nombres hasta aquí mencionados describen a Dios
como el Alto y Sublime, el Dios trascendente. Los nombres que siguen indican el hecho de
que este Ser sublime condesciende a entrar en relaciones con sus criaturas.
El nombre Shaddai se deriva de "shadad", que significa ser poderoso, y sirve para indicar a
Dios, el poseedor de toda potencia en el cielo y en la tierra. Otros, sin embargo, lo hacen
derivar de shad, que significa señor. En un punto muy importante difiere de 'Elohim, el
Dios de la creación y de la naturaleza. En este nombre vemos a Dios sujetando todos los
poderes de la naturaleza y subordinándolos al programa de la divina gracia. Aunque insiste
en la grandeza de Dios, no lo presenta como al que debe verse con temor y terror, sino
como al que es fuente de bendición y consuelo. Este es el nombre con que Dios aparecería a
Abraham, el padre de los creyentes, Ex 6: 2.
Este nombre Yahweh, es el que especialmente fue desplazando poco a poco a los otros
primeros nombre, pues en éste Dios se reveló como el Dios de gracia. Siempre. Se ha
considerado que este es el más sagrado y el más característico de los nombres de Dios, el
nombre incomunicable. Los judíos tenían temor supersticioso de usado, ya que leían el Lev.
24: 16 como sigue: "Y el que pronunciare el nombre Yahweh, irremisiblemente ha de
morir". De consiguiente al leer la Santa Escritura sustituían este nombre por 'Adonaí o por
Elohim. Y los masoretas, aunque dejaban intactas las consonantes le asignaban las vocales
de estos nombres y más frecuentemente las de 'Adonaí. La verdadera derivación del
nombre, su pronunciación original y su significado, están más o menos perdidos en la
oscuridad. El Pentateuco conecta el nombre con el nombre hebreo hayah, que significa, ser,
Ex 3: 13, 14. La fuerza de este pasaje nos permite creer que el nombre, con toda
probabilidad, se deriva de una forma arcaica de aquel verbo, es decir, hawah. Hasta donde
tiene que ver con la forma puede considerarse como la tercera persona del imperfecto qaj,
o, hiphil. Sin embargo, la semejanza es mayor con la primera. El significado está explicado
2. Las estrellas. Pero hablando del ejército del cielo la Escritura usa el singular y
nunca el plural. Además, en tanto que a las estrellas se les llama el ejército del cielo,
nunca se les designa como el ejército de Dios.
THEOS
El Nuevo Testamento tiene los equivalentes griegos de los nombres del Antiguo
Testamento. Para 'El, 'Elohim y Elyon tiene Theos que es el nombre que más comúnmente
se aplica a Dios. Como ' Elohim, también Theos podía adaptarse para usarse respecto a los
dioses gentiles, aunque estrictamente hablando expresa esencia
traduce Hupsistos Theos, Mar. 5: 7; Luc. 1: 32, 35, 75; Hech. 7: 48; 16: 17; Heb. 7: 1. Los
nombres Shaddai y, El Shaddai se traducen Pantokrato, y Theos Pantokrator, lI Cor. 6: 18;
Apoc. 1: 8; 4: 8; 11: 17; 15: 3; 16: 7, 14. Sin embargo, más generalmente, Theos se
encuentra con genitivo de posesión, como mou, sou, hemon, humon, porque en Cristo, Dios
43
puede ser considerado como el Dios de todos y de cada uno de sus hijos. La idea religiosa
nacional del Antiguo Testamento ha dejado su lugar a la idea individual.
KURIOS
El nombre Yahweh se explica unas cuantas veces por variaciones de carácter descriptivo,
tales como "El Alfa y la Omega", "el que es, el que era y el que ha de venir, "el principio y
fin", "el primero y el último", Apoc. 1: 4, 8, 17; 2: 8; 21: 6; 22: 13. Sin embargo, en lo
demás, el Nuevo Testamento sigue a la Septuaginta, en la que se sustituyó Yahweh por
'Adonaí, traduciendo éste por Kurios, que se deriva de kuros que significa poder. Este
nombre no tiene exactamente la misma connotación que Yahweh; pero designa a Dios
como el Poderoso, el Señor, el Poseedor, el Regente que tiene autoridad y poder legal. N o
se aplica solamente a Dios, sino también a Cristo.
PÁTER
Con frecuencia se dice que el Nuevo Testamento introdujo un nuevo nombre para Dios, es
decir, Páter (Padre). Pero esto difícilmente puede ser correcto. El nombre Padre se usa para
la Deidad aun en las religiones paganas. Se usa repetidamente en el Antiguo Testamento
para designar la relación de Dios con Israel, Deut. 32: 6; Sal 103: 13; Is. 63: 16; 64: 8; Jer.
3:4, 19; 31:9; Mal.1:6; 2: 10; en tanto que a Israel se le llama el hijo de Dios, Ex 4: 22;
Deut. 14: 1; 32: 19; Is. 1: 2; Jer. 31: 20 Oseas 1: 10; 11: 1. En tales casos este nombre
expresa la relación teocrática especial que Dios guarda para con Israel. En el sentido
general de Originador o Creador se usa este nombre en los siguientes pasajes del Nuevo
Testamento: I Cor. 8: 6; Ef. 3: 15; Heb. 12: 9; Sant. 1: 18. En todos los demás lugares en
que se encuentra, sirve para expresar, bien sea la relación que la primera Persona de la
Trinidad guarda con Cristo como Hijo de Dios, o bien el sentido metafísico, o el
medianero; o la relación ética en la que Dios se coloca en cuanto a todos los creyentes
como sus hijos espirituales.
No es ideal el nombre "Atributos", puesto que transfiere la noción de añadir o asignar algo
a uno, y por tanto, se presta para crear la noción de a lgo que se añade al Ser Divino. Sin
duda el término "propiedades" es mejor, sirviendo para señalar algo que es propio de Dios,
y de Dios solamente. Como es natural, hasta donde algunos de los atributos son
comunicables, el carácter absoluto de lo propio se debilita, puesto que hasta esos puntos
algunos de esos atributos dejan de ser propios de Dios en el sentido absoluto de la palabra.
Pero hasta este término contiene la sugerencia de una distinción entre la esencia o
naturaleza de Dios y aquello que le pertenece. Por todo ello, es preferible hablar de las
"perfecciones" o "virtudes" de Dios, entendiendo sin confusión posible, a pesar de todo,
que en este caso el término "virtudes" no se usa en un sentido puramente ético.
1. Haciéndolo así logramos, seguir el uso bíblico en el cual se emplea el vocablo arete,
traducido "Virtuoso" o, "excelencias", en I Pedro 2: 9
2. Y evitamos la sugerencia de que algo sea añadido al Ser Divino. Sus virtudes no son
añadiduras a su Ser; sino que su Ser es la pléroma (plenitud) de sus virtudes y El se
revela en ellas. Pueden definirse como las perfecciones atribuidas al Ser Divino en
la Escritura, o las que son visiblemente ejercitadas por El en las obras de Creación,
Providencia y Redención. Si todavía continuamos usando el nombre "Atributos", se
debe a que es de uso general, y a que ya dejamos explicado que tiene que ser
excluida enérgicamente la idea de que algo se añade al Ser de Dios.
1. Vía Causalitatis
2. Via negationis
3. Via eminentíae
Por la primera, la senda de la causalidad, nos levantamos desde los efectos que vemos en el
mundo que nos rodea, hasta la idea de la primera causa; desde la contemplación de la
creación hasta la idea de un Todopoderoso Creador; y desde la observación del gobierno
moral del mundo hasta la idea de un poderoso y sabio Gobernante. Por la segunda, la senda
45
de la negación, removemos de nuestra idea de Dios todas las imperfecciones que vemos en
sus criaturas como inconsistentes con la idea de un Ser Perfecto y le adscribimos todas las
opuestas perfecciones. Apoyándonos en este principio hablamos de Dios como
independiente, infinito, incorpóreo, inmenso, inmortal e incomprensible. y finalmente, por
la tercera, la senda de la eminencia, adscribimos a Dios, en el más eminente grado, las
relativas perfecciones que descubrimos en el hombre, según el principio de que lo que
existe es un efecto que preexiste en su causa, y todavía más, en el absoluto sentido de la
palabra, en Dios, como el Ser más perfecto. Este método puede apelar a algunos porque
procede de lo conocido a lo desconocido, pero no es el método adecuado para la teología
dogmática. Tiene su punto de partida en el hombre y formula sus conclusiones partiendo de
lo que encuentra en el hombre para llegar a lo que se encuentra en Dios. Y hasta donde lo
hace así, resulta el hombre la medida de Dios. Ciertamente éste no es el procedimiento del
método teológico. Además, basa su conocimiento de Dios en conclusiones humanas más
bien que en la revelación que Dios ha hecho de sí mismo en su Palabra divina, y con todo,
esta es la única fuente adecuada del conocimiento de Dios. Aunque aquel método pudiera
seguirse en una así llamada teología natural, no se adapta a una teología fundada en la
revelación.
Otro tanto puede decirse de los métodos que para la teología experimental han sugerido sus
modernos representativos. Un ejemplo típico de ello se encuentra en la obra de Macintosh,
Theology As An Empirical Science 20 . Este autor menciona tres métodos de procedimiento.
Podemos comenzar
20
Pág. 159 y siguientes
46
3. También es posible seguir un método más pragmático, que descansa sobre este
principio: Podemos saber hasta cierto punto lo que las cosas y las personas son,
sobrepasando nuestras inmediatas percepciones mediante la observación de lo que
esas cosas o personas hacen. Macintosh encuentra que es necesario valerse de los
tres métodos anteriores.
Ritschl quiere que partamos de la idea de que Dios es amor, y nos preguntará lo que se
encierra en este muy característico concepto acerca de Dios. Desde luego que el amor es
personal, implica la personalidad de Dios, y de esta manera nos proporciona un principio
para la interpretación del mundo y de la vida del hombre. El pensamiento de que Dios es
amor trae consigo la convicción de que puede ejecutar su propósito de amor, es decir, que
su voluntad será supremamente efectiva en el mundo. Esto nos trae la idea de un Creador
Todopoderoso. Y en virtud de este pensamiento básico también afirmamos que Dios es
eterno, puesto que para dirigir todas las cosas hacia la realización de su Reino, contempla el
final desde el principio. En un estilo muy semejante dice el Dr. W. A. Brown: "Obtenemos
nuestro conocimiento de los atributos analizando la idea de Dios que ya hemos alcanzado
mediante la revelación en Cristo; y luego ordenamos esos atributos de manera que nos den
los rasgos distintivos de la idea de Dios en su más clara expresión" 21 .
Todos estos métodos tienen su punto de partida en la experiencia humana, más bien que en
la Palabra de Dios. Deliberadamente ignoran la clara y propia revelación de Dios en la
Escritura, exaltando, en cambio, la idea del descubrimiento de Dios por el hombre. Quienes
se apoyan en semejantes métodos tienen una exagerada idea de su propia capacidad para
encontrar a Dios y para determinar su naturaleza inductivamente, por medio de aprobados
"métodos científicos". Al mismo tiempo cierran sus ojos a la única avenida por la cual
podrían obtener verdadero conocimiento de Dios, es decir, su revelación especial,
olvidándose aparentemente del hecho de que solamente el Espíritu de Dios escudriña y
revela las cosas profundas de Dios para dárnoslas a conocer. Este método tan propio de
ellos los obliga a rebajar a Dios hasta el nivel del hombre, a insistir en su inmanencia a
costa de su trascendencia, haciéndolo inseparable del mundo. El resultado final de esta
filosofía nos da un Dios hecho a la imagen del hombre. James condena todo intelectualismo
en religión y sostiene que la filosofía en la forma de teología escolástica falla por completo
cuando trata de definir los atributos de Dios en forma científica, como falla tam bién al
tratar de probar su existencia. Después de apelar al libro de Job dice: "El raciocinio es una
senda relativamente superficial e irreal hacia la deidad". Y concluye James su discusión con
las siguientes significativas palabras: "Con toda sinceridad pienso que debemos llegar a la
conclusión de que carecen absolutamente de esperanza todos los empeños que, valiéndose
21
Crr. Theol. In Outline, pag, 101
47
22
Varieties of Religious Experience. Pág. 455.
23
Ibid, Pág. 5 25.
24
Compárese Baillie, Our Know Jedge of God, Págs. 251 y siguientes.
48
segundos son aquellos que irradian y producen efectos externos de Dios, como la
omnipotencia, la benevolencia, la justicia, etc. Pero si algunos de los atributos
divinos fueran estrictamente inmanentes, todo conocimiento de ellos estaría fuera de
nuestro alcance. H. B. Smith recalcan que cada uno de los atributos debe ser tanto
inmanente como transeúnte.
Sin embargo, se sintió desde muy al principio que esta distinción era insostenible sin
añadirle una calificación más precisa puesto que desde cierto punto de vista todos los
atributos pueden llamarse comunicables. Ninguna de las perfecciones divinas es
comunicable en la infinita perfección con que se encuentra en Dios; pero al mismo tiempo
existen débiles rasgos en el hombre, hasta de aquellos atributos de Dios que llamamos
incomunicables.
Entre los más recientes teólogos reformados hay la tendencia de rechazar esta distinción en
favor de alguna otra división. Dick, Shedd y Vos conservan la antigua división. Kuyper
expresa su desafecto con ella y, sin embargo, la reproduce en sus virtudes per antithesin y
virtudes per synthesin. Bavinck, después de seguir otro orden en su primera edición de su
Dogmática, vuelve al primer orden en la segunda edición.
Honig prefiere seguir la división dada por Bavinck en su primera edición. Y, finalmente
Hodge, H. B. Smith y Thornwell siguen una división sugerida por el Catecismo de
Westminster. Sin embargo, la clasificación de los atributos en dos divisiones principales,
como se encuentran en las clasificaciones que acabamos de presentar, es realmente
característica de todas las otras divisiones, de modo que todas quedan sujetas a la objeción
de que aparentemente dividen el Ser de Dios en dos partes; que la primera que se discute es,
Dios como es en sí mismo, Dios como el Ser Absoluto; y en seguida, Dios como es en
relación con sus criaturas, Dios como un Ser personal.
25
Synopsis Purioris Theologiae.
50
Se dirá, posiblemente, que tal manera de tratar los atributos no proporciona de ellos un
concepto concreto y armonioso. Esta dificultad sin embargo, se hace obvia, si se entiende
con claridad que las dos clases de atributos mencionados no están estrictamente
coordinados; sino que los que pertenecen a la primera clase caracterizan a todos los que
pertenecen a la segunda, de manera que puede afirmarse que Dios es uno, absoluto,
inmutable e infinito en su conocimiento y sabiduría, en su bondad y amor, en su gracia y
misericordia, en su justicia y santidad.
Ha sido muy común en la teología, hablar de Dios como del Ser Absoluto. Al mismo
tiempo resulta que el término "absoluto" es más característico de la filosofía que de la
teología. En la metafísica, el término "el Absoluto" es una designación para la última base
de toda existencia; y se piensa a veces que el Absoluto de la filosofía y el Dios del teísmo
son uno y el mismo. Pero eso, no necesariamente es así. De hecho, resulta imposible igualar
el concepto usual del Absoluto con el Dios de la Biblia y de la Teología Cristiana. El
término "absoluto" se deriva del latín absolutus, vocablo compuesto de ab, (desde) y
'Volveré (soltar), lo que indica una condición de libertad, o libre de limitaciones e
impedimentos. Este pensamiento fundamental se elaboró en diversas maneras, y así fue
como el Absoluto se consideró como aquel que está libre de todas las condiciones (El
Incondicionado, o El que existe por sí mismo); libre de todas las relaciones, (El
Irrelacionado); libre de todas las imperfecciones (El Perfecto); libre de todo fenómeno de
diferencia o distinción, tales como materia y espíritu, Ser y atributos, sujeto y objeto,
apariencia y realidad, (La Realidad, o Ultima Realidad).
entonces no podemos participar con este concepto del Absoluto como Dios. Cuando Hegel
contempla al Absoluto como la unidad del pensamiento y del ser, como la totalidad de
todas las cosas y que incluye todas las relaciones, y en el cual todas las desarmonías del
presente se resuelven en una perfecta unidad, nos vemos otra vez en la imposibilidad de
seguirlo para reconocer a este Absoluto como bios, y cuando Bradley dice que su Absoluto
no tiene relación con nada, y que no puede existir ninguna relación práctica entre el
Absoluto y la voluntad finita, tenemos que estar de acuerdo en que ese Absoluto no puede
ser el Dios de la religión cristiana, puesto que éste sí entra en relaciones con sus criaturas
finitas. Bradley no puede concebir al Dios de la religión sino como finito. En cambio,
cuando al Absoluto se le define como la Primera causa de todas las cosas existentes, o
como la última base de toda realidad, o como el Ser que existe por sí mismo, éste sí puede
ser considerado como idéntico con el Dios de la teología. El es el único Infinito, que no
existe sujeto a ningunas necesarias relaciones, porque se basta por sí mismo, pero al mismo
tiempo puede libremente entrar en diversas relaciones con su creación como un todo, y con
sus criaturas. En tanto que los atributos incomunicables acentúan el Ser Absoluto de Dios,
los atributos comunicables acentúan el hecho de que El entra en diversas relaciones con sus
criaturas. Vamos, en este capítulo, a considerar las siguientes perfecciones de Dios.
Dios existe por sí mismo. La base de su existencia se encuentra en el mismo. A veces, esta
idea se expresa diciendo que El es causa sui (su propia causa); pero esta expresión
difícilmente puede ser acertada, puesto que Dios no tiene causa; El existe por la necesidad
de sí propio y por tanto, necesariamente. El hombre, al contrario, no existe necesariamente,
y tiene la causa de su existencia fuera de sí mismo, La idea de la propia existencia de Dios
se expresaba generalmente por el vocablo aseitas, que significa que tiene su origen en sí
mismo, pero los teólogos reformados casi generalmente sustituyeron esta expresión por el
vocablo in dependen tia (independencia) , que expresa que Dios no es solamente
independiente en su Ser, sino que también lo es en todo posible aspecto: en sus virtudes,
decretos, obras, etc. Podría decirse que existe en la criatura una débil huella de esta
perfección; pero sólo en el sentido de que la criatura, aunque es absolutamente dependiente,
tiene, sin embargo, su propia existencia diferente. Pero naturalmente, esto dista mucho de
lo que es existencia propia. Este atributo de Dios está generalmente reconocido, se da por
entendido en todas las religiones paganas, y en el Absoluto de la filosofía. Cuando se
concibe al Absoluto como existente por sí mismo, y como la última razón de todas las
53
cosas, que voluntariamente entra en variadas relaciones con otros seres, puede identificarse
como el Dios de la teología. Siendo el Dios que existe por sí mismo, no es independiente
sólo en sí mismo, sino que también hace que todas las cosas dependan de Él. Esta propia
existencia de Dios encuentra expresión en el nombre Jehová. Únicamente como existente
por sí mismo, y como el Único Independiente, puede Dios darnos la seguridad de que
eternamente será el mismo en relación con su pueblo. Se encuentran indicaciones
adicionales de lo anterior, en la afirmación de Juan 5: 26, "Porque como el Padre tiene vida
en sí mismo, así dio también al Hijo que tuviese vida en sí mismo"; en la declaración de
que El es independiente de todas las cosas, y que todas las cosas existen solam ente por
causa de Él, Salmo 94: 8 y siguientes; Isa. 40: 18 y siguientes; Hechos 7: 25; Y en
afirmaciones que implican su independencia de pensamiento, Rom. 11: 33, 34, su
independencia de voluntad, Dan 4: 35; Rom. 9: 19; Ef. 1: 5; Apoc. 4: 11; su independencia
de poder, Salmo 115: 3; Y su independencia de designio, Salmo 33: 11.
LA INMUTABILIDAD DE DIOS
movimiento. Hasta se acostumbra en teología hablar de Dios como actus purus, un Dios
que siempre está en acción. La Biblia nos enseña que Dios entra en multiformes relaciones
con el hombre, y como si así fuera, vive la vida humana con los hombres. Todo cambia
alrededor de Dios, cambian las relaciones del hombre para con El; pero no se efectúa
cambio alguno en el Ser Divino, ni en sus atributos, decretos, motivos de acción, ni en sus
promesas. El propósito creativo estuvo eternamente con Él, y no hubo cambio en El cuando
ese propósito se realizó por un sencillo y eterno acto de su voluntad. La encarnación no
ocasionó cambio en el Ser o en las perfecciones de Dios, ni en su propósito, porque fue su
eterno beneplácito enviar al Hijo de su amor al mundo. Y si la Escritura dice que Dios se
arrepiente, que cambia de intención, y que muda sus relaciones con los pecadores cuando
estos se arrepienten, debemos recordar que esta es únicamente una manera antropopática 26
de hablar. En realidad, el cambio no se efectúa en Dios sino en el hombre, y en las
relaciones de éste con Dios. Es importante mantener la inmutabilidad de Dios en contra de
la doctrina de los Pelagianos y de los Arminianos que enseñan que Dios está sujeto a
cambio, ni ciertamente en cuanto a su Ser, pero sí en cuanto a su conocimiento y voluntad,
en forma tal que sus decisiones en gran parte dependen de las acciones del hombre; en
contra también de la idea panteísta de que Dios es un eterno devenir más bien que un Ser
absoluto, y que ese inconsciente gradualmente va desenvolviéndose en consciente
personalidad en el hombre; y además, en contra de la tendencia actual de algunos, de hablar
de un finito, que se debate, y que gradualmente llega a ser Dios.
LA INFINIDAD DE DIOS
La infinidad de Dios es aquella perfección suya por medio de la cual queda libre de todas
las limitaciones. Al atribuirla a Dios negamos que haya o pueda haber algunas limitaciones
para el Ser Divino o para sus atributos. En la infinidad se implica que Dios no puede estar
limitado por el Universo, por el tiempo espacio del mundo, o confinado al Universo. La
infinidad no confunde la identidad de Dios con la suma total de cosas existentes, ni excluye
la coexistencia de las cosas derivadas y finitas con las cuales Dios sostiene relación. La
infinidad de Dios debe concebirse como intensiva, y no debe confundirse con la extensión
ilimitada como si Dios se expandiera por todo el Universo, una parte de su Ser tocándonos
aquí y otra a los de más allá, porque Dios no tiene cuerpo y, por lo tanto, no tiene
extensión. Tampoco debe considerarse la infinidad como un concepto meramente negativo,
aunque es perfectamente cierto que no podemos formamos una idea positiva de ella. En
26
Atribuir a Dios las pasiones del hombre. N. Del T.
55
Dios es una realidad plenamente comprendida sólo por El. Pasemos a distinguir varios
aspectos de la infinidad de Dios.
SU ABSOLUTA PERFECCIÓN
Esta es la infinidad del Ser Divino considerada en sí misma. No debe entenderse en sentido
cuantitativo, sino cualitativo; ella califica todos los atributos comunicables de Dios. El
poder infinito no es un quantum absoluto, sino una inagotable potencia de poder; y la
infinita santidad no es un ilimitado quantum de santidad, sino una santidad que está
cualitativamente libre de toda limitación o defecto. Lo mismo debe decirse del
conocimiento y de la sabiduría infinitos, y del amor y de la justicia infinitos. El Dr. Orr
dice: "Quizá podemos decir que la infinidad en Dios es finalmente: (a) interna y
cualitativamente, ausencia de toda limitación y defecto; (b) ilimitada potencialidad". 27 En
este sentido de la palabra la infinidad de Dios es simplemente idéntica con la perfección del
Ser Divino. La prueba escritural de lo anterior se encuentra en Job 11: 1 10; Sal 145: 3;
Mat. 5: 48.
SU ETERNIDAD
27
Side-Lights on Christian Doctrine. p. 26.
28
Ibid. Pág. 26.
56
eternidad puede definirse como aquella perfección divina por medio de la cual El se eleva
sobre todas las limitaciones temporales) todas las sucesiones de momentos) y goza de la
plenitud de su existencia en un indivisible presente. La relación de Eternidad a tiempo
constituye uno de los más difíciles problemas de la filosofía y de la teología, quizá de
imposible solución en nuestras presentes condiciones.
SU INMENSIDAD
Añadimos y repetimos estas últimas palabras para poner en guardia contra la idea de que
Dios está difuso por todo el espacio, de modo que una parte de su Ser está presente en este
lugar y otra parte en algún otro lugar. Distinguimos tres modos de estar presente en el
espacio. Los cuerpos están en el espacio en forma circunscripta, porque están rodeados por
él; los espíritus finitos están en el espacio en forma conclusiva o fija, puesto que no pueden
estar en todas partes, sino solamente en un lugar definido, y a diferencia de los dos
anteriores, Dios está en el espacio y lo llena en forma plena, porque llena todo sitio o lugar.
No está ausente de ninguna parte del espacio, ni más presente en un lugar que en otro. En
cierto sentido las expresiones "inmensidad" y "omnipresencia" aplicadas a Dios, denotan la
misma cosa y pueden, por tanto, considerarse como sinónimos. Pero hay un punto de
diferencia que debe notarse cuidadosamente. "Inmensidad" señala el hecho de que Dios
trasciende a todo espacio sin quedar sujeto a las limitaciones de éste; en tanto que
"omnipresencia" denota que a pesar de lo anterior, El hinche cada parte del espacio con su
Ser completo.
essentiam et naturam (con su verdadero Ser v naturaleza) y actúa sobre el mundo desde la
distancia.
Aunque Dios es distinto del mundo y no puede ser identificado con él, sin embargo, está
presente en cada sitio de su creación, no solamente per potentiam, sino también per
essentiam. Esto no significa, sin embargo, que esté igualmente presente, ni presente en el
mismo sentido en todas sus criaturas. Naturalmente habita en ellas de acuerdo con la
naturaleza de dichas criaturas.
El cielo y la tierra no le pueden contener. 1 Rey. 8: 27: Isa. 66: 1; Hech. 7: 48 y 49: al
mismo tiempo que El llena cielos y tierra. El está próximo a cada uno de quienes le buscan:
Sal 139: 7 10; Jer. 23: 23 y 24; Hech. 17: 27 y 28.
LA UNIDAD DE DIOS
Salomón suplicaba a Dios que sostuviera la causa de su pueblo "para que todos los pueblos
de la tierra conocieran que solamente Jehová es Dios y que no hay otro", 1 Reyes 8: 60. Y
Pablo escribió a los Corintios, "Pero para nosotros hay solamente un Dios, el Padre, de
quien son todas las cosas, y nosotros para El; y sólo un Señor Jesucristo, por quien son
todas las cosas y nosotros por medio de El." 1 Cor. 8: 6.
58
En forma parecida escribe a Timoteo, "Porque hay un Dios, y asimismo un Mediador entre
Dios y los hombres, Jesucristo hombre" 1 Tim. 2: 5. Otros pasajes no insisten en la unidad
numérica de Dios tanto como insisten en su unicidad. Así acontece en las bien conocidas
palabras de Deut. 6: 4, "Oye, oh Israel, Jehová nuestro Dios, Jehová uno es". El vocablo
hebreo "echad", traducido por "uno" puede también traducirse "solamente uno", lo que es
equivalente al alemán "einig" y al holandés "eenig".
Y parece' ser ésta la mejor traducción. Keil insiste en el hecho de que este pasaje no enseña
la unidad numérica de Dios, sino más bien que Jehová es el único Dios que tiene derecho al
nombre Jehová. Este es también el significado del vocablo en Zacarías 14: 9. La misma
idea está bellamente expresada en la pregunta de estilo retórico en Ex 15: 11, "¿Quién
como Tú, magnífico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?"
Con esto quedan excluidos todos los conceptos politeístas acerca de Dios.
LA UNITAS SIMPLICITATIS
En tanto que la unidad expuesta en el párrafo precedente coloca Dios aparte de los otros
seres, la perfección que ahora vamos a considerar tiene por objeto expresar la unidad
interna y cualitativa de Ser Divino. Cuando hablamos de la simplicidad de Dios queremos
describir con esta expresión el estado o la cualidad de su ser simple, la condición de un ser
libre de toda división en partes, y por tanto libre también de toda composición.
Significa que Dios no está compuesto, y que no es susceptible de división en ningún sentido
de la palabra. Esto implica entre otras cosas que las tres personas de la Deidad no son otras
tantas fracciones que entran en la composición de la esencia divina, que no hay diferencia
entre la esencia de Dios y sus perfecciones, y que sus atributos no son adiciones a su
esencia.
Puesto que tanto la esencia como los atributos son uno, la Biblia puede hablar de Dios
como luz y como vida, como justicia y amor, identificándolo así con sus perfecciones. La
simplicidad de Dios se deduce de algunas de sus otras perfecciones; de su Aseidad, que
excluye la idea de que alguien le precedió, como resulta en el caso de los compuestos; de su
inmutabilidad, la que no podría afirmarse de su naturaleza, si ésta estuviera constituida por
diferentes partes.
Mucho se discutió sobre esta perfección durante la Edad Media, y fue negada por
Socinianos y Arminianos. La Escritura no la afirma explícitamente; pero la implica al
hablar de Dios como justicia, verdad, sabiduría, luz, vida, amor, etc., y de esta manera
59
indica que cada una de las mencionadas propiedades, siendo absolutamente perfecta, resulta
idéntica con el Ser Divino.
29
Syst and polem. Theol, p 43 y siguientes.
60
Si los atributos discutidos en el capítulo anterior señalaron la importancia del Ser absoluto
de Dios, los que ahora tenemos que considerar insisten sobre su naturaleza personal. En los
atributos comunicables, Dios sobresale como un Ser moral, consciente, inteligente, libre; un
Ser personal en el más alto sentido de la palabra. Durante mucho tiempo este asunto ha
cautivado la atención de los filósofos, y todavía es asunto de debate si la idea de una
existencia personal es consistente con la idea de lo absoluto. La respuesta a esta pregunta
depende en gran parte del significado que atribuyamos a la palabra "Absoluto". Este
vocablo ha sido usado en la filosofía con tres diferentes significados que pueden
denominarse así: El agnóstico, el lógico y el causal.
3. El concepto causal del absoluto presenta a éste como el último fundamento de todas
las cosas. De nadie depende, fuera de sí mismo; pero hace que todas las cosas
dependan de él. Todavía más, no está necesaria y completamente ir relacionado,
pero puede entrar en diversas relaciones con criaturas finitas. Semejante concepción
del Absoluto no es inconsistente con la idea de la personalidad. Todavía más,
deberíamos conservar en la mente que en su argumentación los filósofos operaban
siempre con la idea de personalidad tal como ésta se encuentra en el hombre, y
perdieron de vista el hecho de que en Dios la personalidad debe ser algo
infinitamente más perfecto. De hecho, la personalidad perfecta se encuentra en Dios
solamente, y la que vemos en el hombre, es nada más una copia finita del original.
Todavía más, hay en Dios una triple personalidad de la cual no se encuentra
analogía alguna en los seres humanos.
Varias pruebas naturales, muy semejantes a las que ya hemos citado en favor de la
existencia de Dios, se presentan persistentemente para probar la personalidad de Dios.
Pero en tanto que todas estas consideraciones son verdaderas y tienen algún valor como
testimonio, no son, en forma alguna, las pruebas sobre las que apoya la teología su doctrina
de la personalidad de Dios. La teología se remite para pruebas a la revelación del mismo
Dios en la Escritura. El término "persona" no se aplica a Dios en la Biblia, aunque hay
palabras como el hebreo panim, y el griego prósopon, que casi expresan la misma idea. Al
mismo tiempo la Escritura testifica respecto a la personalidad de Dios en más de un modo.
La presencia de Dios tal como se describe por los escritores del Antiguo y del Nuevo
Testamento, es claramente una presencia personal. Y las representaciones de Dios en la
Escritura, antropomórficas y antropopáticas, en tanto que pueden ser interpretadas de
manera que no dañen la espiritualidad pura, y la santidad de Dios, difícilmente pueden
justificarse, excepto sobre la hipótesis de que el Ser a quien se aplican es una persona
verdadera, con atributos personales, aunque claro está, sin las limitaciones humanas. A
Dios se le presenta en toda la Escritura como Dios personal, con quien los hombres pueden
y deben conversar, en quien pueden confiar quien les sostiene en sus adversidades, y llena
sus corazones con el gozo de la libertad y de la victoria. Y finalmente, la más alta
revelación de Dios de la que da testimonio la Biblia es una revelación personal. Jesucristo
revela al Padre en manera tan perfecta que pudo decir a Felipe, "El que me ha visto, ha
visto al Padre", Juan 14: 9. Daremos pruebas más detalladas a medida que prosigamos en la
discusión de los atributos comunicables.
LA ESPIRITUALIDAD DE DIOS
La Biblia no nos proporciona una definición de Dios. La aproximación más cercana a eso,
se encuentra en las palabras de Cristo a la mujer samaritana, "Dios es Espíritu", Juan 4: 24.
Al menos ésta es una declaración encaminada a decirnos en una sola palabra lo que Dios es.
El Señor no dijo simplemente que Dios es un espíritu; sino que es Espíritu. La claridad de
esta afirmación nos hace ver lo adecuado que es comenzar por discutir, primero que todo, la
espiritualidad de Dios. Por medio de la enseñanza de la espiritualidad de Dios, la teología
insiste en el hecho de que Dios tiene un Ser real, enteramente original y distinto del mundo,
y que este Ser, verdadero o real, es inmaterial, invisible, y sin composición o extensión. En
la espiritualidad se incluye el pensamiento de que todas las cualidades esenciales que
pertenecen a la idea perfecta del Espíritu se encuentran en Dios; y que El es un Ser
63
consciente por sí y determinado por sí. Puesto que es Espíritu en el más absoluto y en el
más puro sentido de la palabra, no hay en El composición de partes. La idea de la
espiritualidad necesariamente excluye la adscripción de cualquiera semejanza de
corporeidad a Dios, y de esta manera condena las fantasías de algunos de los primitivos
gnósticos y de los místicos medievales, y de todos aquellos sectarios de la actualidad que
adscriben un cuerpo a Dios. Ciertamente la Biblia habla de las manos, de los pies, de los
ojos, de los oídos, de la boca y la nariz de Dios, pero al hacerlo habla de El antropomórfica
o figurativamente, puesto que El trasciende nuestro conocimiento humano, y de El
solamente podremos hablar en forma de tartamudeos al estilo de los hombres. Al adscribirle
espiritualidad a Dios afirmamos también que El no tiene ninguna de las propiedades que
pertenecen a la materia, y que no puede ser discernido por los sentidos corporales. Pablo
habla de Él, como del "Rey eterno, inmortal, invisible" (1 Tim. 1: 17), y en otra vez como
del "Rey de reyes, y Señor de señores, El único que tiene inmortalidad, que habita en luz
inaccesible, a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el
imperio sempiterno", I Tim. 6: 15 y 16.
ATRIBUTOS INTELECTUALES
Se representa a Dios en la Escritura como Luz y por tanto como Perfecto en su vida
intelectual. Esta categoría abarca dos perfecciones divinas, es decir, el conocimiento y la
sabiduría de Dios.
EL CONOCIMIENTO DE DIOS
El conocimiento que Dios tiene puede definirse como aquella perfección divina por media
de la cual, El, en una manera completamente única, se conoce y conoce todas las cosas
posibles y actuales en un acto sencillísimo y eterno. La Biblia testifica abundantemente del
conocimiento de Dios, por ejemplo en 1 Samuel 2: 3; Job 12: 13; Salmo 94: 9; 147: 4; Isa.
29:15; 40: 27 y 28. En relación con el conocimiento que Dios tiene, hay varios puntos que
reclaman nuestra atención.
leyes espirituales y la Mente Omnisciente las conoce bien. Pero tenemos que
reconocer que todavía queda un elemento de misterio." 30 Los teólogos jesuitas,
luteranos y arminianos sugirieron la llamaban scsentia media, como una solución al
problema. El nombre mismo señala que ocupa una posición media entre ambos
conocimientos de Dios, el necesario y el libre. Difiere del primero en que su objeto
no lo constituyen todas las cosas posibles,, sino una clase especia l de cosas
actualmente futuras; y del segundo, en que su base no es el propósito eterno de
Dios, sino la libre acción de las criaturas, como algo sencillamente ya previsto. 31
Dice Dabney que se le llama mediato "porque se supone que Dios no llega a ella
directamente para realizarla por medio del conocimiento de su propio propósito;
sino indirectamente por medio de su infinito conocimiento de la manera en que
actuarán las contingentes causas segundas bajo determinadas circunstancias
externas, previstas o producidas por Dios." 32 Pero esta scientia media tampoco
soluciona el problema. Intenta reconciliar dos cosas que lógicamente se excluyen
una a la otra, es decir, libertad de acción en el sentido pelagiano, y una cierta
presciencia de tal acción. Las acciones que de ningún modo son determinadas, ni
directa, ni indirectamente por Dios, sino que dependen completamente de la
voluntad arbitraria del hombre, difícilmente pueden ser objeto de la divina
presciencia. Todavía más, resulta objetable, porque hace que el conocimiento divino
dependa de la elección del hombre; tácitamente anula la certidumbre del
conocimiento de los eventos futuros, y de esta manera, implícitamente niega la
omnisciencia de Dios. Contradice, además, pasajes de la Escritura como los
siguientes: Hechos 2: 23; Romanos 9: 16; Efesios 1: 11; Filipenses 2: 13.
LA SABIDURÍA DE DIOS
30
Side Lights on Chr. Doct. p. 30.
31
A. A. Hodge. Outlines of Theology, p. 147.
32
Syst. and Potern. Theol., p. 156.
67
LA VERACIDAD DE DIOS
Hay todavía otro aspecto de esta perfección divina y es uno que siempre se considera como
de la más grande importancia. Generalmente se le llama su fidelidad, en virtud de la cual
siempre tiene presente su pacto y cumple todas las promesas que ha hecho a su pueblo. Esta
fidelidad de Dios es de una importancia práctica extrema para el pueblo de Dios.
Constituye para ellos la base de la confianza en Él, el fundamento de su esperanza y la
causa de su gozo. Ella los salva de la desesperación a la que sus infidelidades fácilmente les
conducirían; les da valor para proseguir no obstante todos sus fracasos, y llena sus
corazones con exultantes anticipaciones, aun cuando sientan profundamente el hecho de
haber perdido cualquier derecho a todas las bendiciones de Dios. Núm. 23 19;
Deuteronomio 7: 9; Salmo 89: 33; Isaías 49: 7; 1 Corintios 1: 9; II Timoteo 2: 13; Hebreos
6: 17 y 18; 10: 23.
ATRIBUTOS MORALES
Los atributos morales de Dios se consideran generalmente como las más gloriosas
perfecciones divinas. Con esto no queremos decir que algunos de los atributos de Dios sean
en sí mismos más gloriosos y más perfectos que otros, sino que en relación con el hombre
las perfecciones morales de Dios brillan con un esplendor inconfundible. Se discuten, por
lo general, bajo los siguientes tres encabezados:
1. La bondad de Dios
2. La santidad de Dios
3. La justicia de Dios.
LA BONDAD DE DIOS
69
Casi siempre se trata como un concepto genérico que incluye algunas variedades y las
cuales se distinguen de acuerdo con el objeto de cada una. La bondad de Dios no debe
confundirse con su ternura, ya que esta expresa un concepto más restringido. Hablamos de
algo como bueno cuando responde en todas sus partes al ideal. De aquí que en nuestra
adscripción de bondad a Dios, la línea fundamental es que El, en todo sentido, es lo que
como Dios debiera ser, y por consiguiente responde perfec tamente es lo que como Dios
debiera ser, y por consiguiente responde perfectamente al ideal expresado en la palabra
sino sólo uno, Dios". Marcos 10: 18. Pero, puesto que Dios es bueno en sí mismo, también
es bueno para con todas sus criaturas, y puede por lo tanto, denominarse: fons omnium
bonorum (La fuente de todo bien). El es fuente de todo bien y así se le representa de
diversos modos en toda la Biblia. El poeta canta: "Porque contigo está la fuente de la vida;
en tu luz veremos la luz". Salmo 36: 9. Todas las cosas buenas que las criaturas gozan en la
presente vida y las que esperan en la futura manan hacia ellos de esta fuente inextinguible.
Y no solamente eso, sino que Dios es también el summum bonum, el supremo bien para
todas sus criaturas, aunque en diferentes grados, y según la medida en la cual pueden
responder al propósito de su existencia. En nuestra presente relación naturalmente
insistimos en la bondad ética de Dios y en los diferentes aspectos de ésta, según son
determinados por la naturaleza de sus objetivos.
general, puede definirse como aquella perfección de Dios que lo impele eternamente
a comunicarse. Pues que Dios es absolutamente bueno en sí mismo, su amor no
puede hallar perfecta satisfacción en ningún objeto que carezca de absoluta
perfección. El ama a sus criaturas racionales a causa de sí mismo, o para expresarlo
en otra forma: Se ama en ellas; las virtudes de Él, las ama en ellas; el trabajo de Él,
lo ama en ellas; los dones de Él, los ama en ellas. Ni siquiera retira completamente
su amor del pecador en su presente estado pecaminoso, aunque el pecado de este es
una abominación delante de Él, puesto que Dios reconoce, aun en el pecador, la
imagen impresa del mismo Dios, Juan 3: 16; Mateo 5: 44 y 45. Al mismo tiempo,
Dios ama a tos creyentes con un amor especial, puesto que los contempla como sus
hijos espirituales en Cristo. A ellos se comunica El, en el sentido más pleno y rico,
con toda la plenitud de su gracia y misericordia. Juan 16: 27; Romanos 5: 8; 1 Juan
3: 1.
LA SANTIDAD DE DIOS
La palabra hebrea para "ser santo", es quadash, derivada de la raíz qad, que significa cortar
o separar. Es una de las más prominentes palabras religiosas del Antiguo Testamento, y se
aplica ante todo a Dios. La misma idea ha sido traída por las palabras que encontramos en
el Nuevo Testamento hagiazo y hagios. Ya se ve por lo anterior que no es correcto pensar
que la santidad fundamentalmente es una cualidad moral o religiosa como generalmente se
hace.
libro Das Heilige33 , reconoce como lo que es más esencial en Dios, designándolo
como "lo numinoso" 34 . Otto reconoce que la santidad de Dios es parte de aquello
que está fuera del alcance de la razón humana, no puede reducirse a conceptos, y
abarca ideas como las de "absoluta imposibilidad de aproximación" y absoluta
"suprema potencia" o "terrible majestad". Esta santidad despierta en el hombre un
sentido de que absolutamente es nada, una "criatura consciente" o "criatura que
siente" y que llega así al conocimiento de su absoluta bajeza. Pero la santidad de
Dios tiene también en las Escrituras un aspecto específicamente ético, y éste, en
nuestra relación con Dios, nos preocupa más directamente. La idea ética de la
santidad divina no debe separarse de la idea de la majestuosa santidad de Dios.
Aquella se origina y se desarrolla de ésta. La idea fundamental de la santidad moral
de Dios es también la de separación, pero en este caso es separación del mal moral,
es decir, del pecado. En virtud de su santidad Dios no tiene comunión con el
pecado, Job 34: 10; Hab. 1: 13. Usándola en este sentido, la palabra "santidad"
apunta a la imponente pureza o majestad moral de Dios. Pero la idea de santidad
moral no es meramente negativa (separación del pecado); sino que también tiene
contenido positivo, es decir, el de excelencia moral o perfección ética. Si el hombre
reacciona hacia la imponente santidad de Dios con un sentido de reconocida
insignificancia y temor, esa reacción hacia la santidad moral se revelará haciéndole
sentir su impureza, y dándole conciencia de su pecado. Is. 6: 5. Otto también
reconoce este elemento en la santidad de Dios, aunque insiste en el otro y describe
la forma en que el hombre reacciona ante ella: El mero terror y la mera necesidad de
esconderse de "lo tremendo" se ha elevado aquí al sentimiento de que el hombre en
su "profanidad" no es digno de estar en la presencia del Santo y de que su completa
indignidad personal podría manchar a la misma santidad. 35 La santidad moral de
Dios puede definirse como ti aquella perfección divina en virtud de la c ual Dios
eternalmente quiere y mantiene su excelencia moral, aborreciendo el pecado y
exigiendo pureza a sus criaturas morales.
33
Eng. Tr. The Idea Of The Holy
34
Véase la Nota 2, de la página 45
35
The idea Of the Holy, p.56
74
de llevar una vida santa. A este propósito sirvieron símbolos y tipos como, la nación
santa, la tierra santa, la ciudad santa; el lugar santo y el sacerdocio santo. Además,
se reveló en el modo en que Dios premió la obediencia a la ley y castigó a los
transgresores con terribles castigos. La más alta revelación de la santidad de Dios
nos ha sido dada en Jesucristo a quien se llama "el santo y el justo", Hech. 3: 14. El
reflejó en su vida la perfecta santidad de Dios. Por último, la santidad de Dios
también está revelada en la Iglesia, como el cuerpo de Cristo. Es un hecho
sorprendente, al que con frecuencia se vuelve la atención, que la santidad con
mucha más frecuencia se, atribuye a Dios en el Antiguo Testamento, que en el
Nuevo, aunque también se le atribuye en el Nuevo Testamento, Juan 17: 11; 1 Pedro
1:16; Apoc. 4: 8 y 6: 10. Esto probablemente se deba a que en el Nuevo Testamento
el término se asigna más particularmente para calificar a la tercera Persona de la
Santísima Trinidad, como quien tiene la especial tarea, en la administración de la
redención, de comunicar santidad a su pueblo.
LA JUSTICIA DE DIOS
Este atributo se relaciona estrechamente con la santidad de Dios. Shedd habla de la justicia
de Dios como de "una forma de su santidad", y Strong la llama simplemente, "santidad
transitiva". Sin embargo, estos términos se aplican solamente a lo que se acostumbra llamar
justicia relativa de Dios, y no a la absoluta.
ATRIBUTOS DE SOBERANÍA
15: 32; Santo 4: 15 y hasta las cosas más pequeñas de la vida, Mat. 10: 29. De aquí
que la teología cristiana siempre ha reconocido que la voluntad de Dios es la causa
última de todas las cosas, aunque la filosofía algunas veces ha mostrado inclinación
a buscar una causa más profunda en el íntimo Ser del Absoluto. Sin embargo, el
empeño de fundar todas las cosas en el mero Ser de Dios casi siempre termina en
panteísmo. La palabra "voluntad" aplicada a Dios, no siempre tiene el mismo
significado en la Escritura.
a. Puede denotar la completa naturaleza moral de Dios incluyendo atributos
tales como el amor, la santidad, la justicia, etc.
b. La facultad de propia determinación, es decir, el poder de determinar uno
mismo su curso de acción, o de formar un plan
c. El producto de esta actividad, en otras palabras, el plan o propósito
predeterminado
d. El poder de ejecutar este plan y de realizar este propósito (la voluntad de
acción u omnipotencia); y
e. El régimen de vida trazado para las criaturas racionales. Lo que ahora vamos
a considerar principalmente es la voluntad de Dios como la facultad de
propia determinación. Esta puede definirse como aquella perfección del Ser
Divino por medio de la cual, El; en un acto por demás sencillo, sale en busca
de sí mismo como el supremo bien (es decir, se deleita en sí mismo, como
Dios) y en busca de sus criaturas por causa de su mismo nombre y así su
voluntad es el fundamento del ser y de la continuada existencia de esas
criatura. Con referencia al universo y a todas las criaturas que hay en El, su
voluntad incluye naturalmente la idea de causación.
segunda es la regla de vida que Dios ha trazado para sus criaturas morales,
indicando los deberes que les impone. La primera siempre se cumple, en
tanto que la segunda es desobedecida con frecuencia.
b. La voluntad' de eudokia y la voluntad de eurestia. Esta división se hizo no
tanto en relación con el propósito que se ha de ejecutar, sino más bien en
relación al placer de hacerlo, o el deseo de ver hecha algunas cosas.
Corresponde con la distinción precedente, en el hecho de que la voluntad de
eudokia como la decretiva comprende lo que inevitablemente se cumplirá;
en tanto que la voluntad de eurestia como la preceptiva abarca simplemente
aquello en que Dios se complace que hagan sus criaturas. La palabra
eudokia no debe conducirnos al error de que tiene referencia solamente al
bien y no al mal. Compárese Mat. 11: 26. Difícilmente resultaría correcto
decir que el elemento de complacencia o deleite está siempre presente en
ella.
c. La voluntad de beneplacitum, y la voluntad de signum. Con frecuencia la
primera designa la voluntad de Dios personificada en su oculto consejo hasta
que la da a conocer por medio de alguna revelación o por el acontecimiento
mismo. Toda voluntad revelada en esta forma se con vierte en signum. Se ha
querido que esta distinción corresponda con la que existe entre la voluntad
decretiva y la preceptiva; pero resulta difícil afirmado. La buena voluntad de
Dios encuentra expresión también en su voluntad preceptiva, y la decretiva
también se dará a conocer algunas veces por un signum.
d. La voluntad secreta y la voluntad revelada de Dios. Esta es la distinción más
común. La primera es la voluntad de Dios decretada que en su mayor parte
está escondida en Dios, en tanto que la segunda es la voluntad de precepto
revelada en la ley y el evangelio. Esta distinción tiene su base en Deut. 29:
29. La voluntad secreta de Dios se menciona en el Sal 115: 3 ; Dan 4: 17, 25,
32 Y 35; Rom. 9: 18 y 19; 11: 33 y 34; Ef. 1: 5, 9 Y 11; Y su voluntad
revelada en Mat. 7:21; 12:50; Juan 4:34; 7: 17; Rom. 12:2. Esta última está
al alcance de todos; pues no está lejos de nosotros, Deut. 30: 14; Rom. 10: 8.
A la voluntad secreta de Dios le pertenecen todas las cosas que El quiere, o
efectuar o permitir, y las cuales, por tanto, son absolutamente fijas. La
voluntad revelada prescribe los deberes del hombre y representa para éste el
sendero en el cual puede gozar de las bendiciones de Dios.
respuesta demanda una cuidadosa diferenciación. Así como hay en Dios una
scientia necessaria y una scientia libera, también hay en Él una voluntas necessaria
(voluntad necesaria) y una voluntas libera (voluntad libre). Dios mismo es el objeto
de la primera. El, necesariamente se quiere, y quiere su santa naturaleza y las
distinciones personales en la Deidad. Lo cual significa que necesariamente se ama y
se deleita en la contemplación de sus propias perfecciones, Y, sin embargo, no está
compelido, sino que actúa de acuerdo con la ley de su Ser, y esto, aunque tenga que
ser necesario es también la más alta libertad. Es de completa evidencia que la idea
de causación está ausente aquí y que el pensamiento de complacencia o de
aprobación propia queda al frente. Las criaturas de Dios son, sin embargo, objetos
de su voluntas libera. Dios determina voluntariamente qué y a quiénes creará, así
como también los tiempos, los lugares y las circunstancias de sus existencias. El
marca la senda de sus criaturas racionales, determina su destino, y los utiliza para
los elevados propósitos de Él. Y aunque los dota con libertad personal, sin embargo,
la voluntad divina domina sus acciones. La Biblia habla de esta libertad de la
voluntad de Dios utilizando los términos más absolutos, Job 11: 10; 33: 13; Sal 115:
3; Prov. 21: 1; Is. 10: 15; 29: 16; 45: 9; Mat. 20: 15; Rom. 9: 15 18 y 20 Y 21; I
Cor. 12: 11; Apoc. 4: 11. La Iglesia siempre defiende esta libertad pero también
insiste en el hecho de que no debe ser considerada como indiferencia absoluta. Duns
Escoto ofreció la idea de una voluntad que en ningún sentido ejerce determinación
alguna .sobre Dios; pero semejante idea de una voluntad ciega que actúa con
perfecta indiferencia fue rechazada por la Ig lesia. La libertad de Dios no es pura
indiferencia, sino racional determinación propia. Dios tiene razones para querer
precisamente lo que hace y eso lo induce a elegir un fin más bien que otro; y
preferir entre muchos media la serie de ellos que llevará al fin propuesto. En cada
caso hay un motivo predominante que hace que el fin elegido y los medios
seleccionados sean en extremo agradables a Él, aunque no seamos capaces de
determinar cuál es ese motivo. En general debe afirmarse que Dios no puede querer
ninguna cosa que sea contraria a su naturaleza, a su sabiduría y amor, a su justicia o
santidad. El Dr. Bavinck señala que rara vez podemos discernir por qué Dios quiso
una cosa más bien que otra y que no es posible, ni siquiera permisible, que
busquemos para las cosas alguna base más profunda que la voluntad divina, porque
toda clase de intentos semejantes resultaría en buscar para la criatura una base
dentro del íntimo Ser de Dios, despojando así a la criatura de su carácter
contingente, y convirtiéndola necesariamente en eterna y divina. 36
36
Geref. Dogm. P. 241
80
La soberanía de Dios encuentra expresión no solamente en; la divina voluntad sino también
en la omnipotencia, es decir, el poder de ejecutar su voluntad. El poder en Dios puede
llamarse la energía efectiva de su naturaleza, o sea, aquella perfección de su Ser por medio
de la cual El es la causalidad más alta y absoluta. Se acostumbra distinguir entre una
potentia Dei absoluta (el absoluto poder de Dios) y una potentia Dei ordinata (el poder
dirigido de Dios). Sin embargo, la teología reformada rechaza esta distinción en el sentido
en que la entendían los escolásticos que decían que Dios en virtud de su absoluto poder,
efectuaría contradicciones, Y aun podría pecar y aniquilarse. Al mismo tiempo esta teología
Reformada adopta la distinción que expresa una verdad actual, aunque no siempre se la
presente de la misma manera. Según Hodge y Shedd el poder absoluto es la eficiencia
divina cuando se ejercita sin la intervención de causas secundarias, en tanto que el poder
dirigido es la eficiencia de Dios, cuando se ejercita mediante la operación ordenada de
causas secundarias. 38 El punto de vista más generalmente aceptado ha sido expresado por
Charnock de la manera siguiente: "absoluto es aquel poder por medio del cual Dios puede
hacer lo que no quiere hacer, pero que sería posible que lo hiciera; dirigido es aquel poder
por medio del cual Dios hace lo que ha decretado hacer, es decir lo que Él ha ordenado o
37
Comparece Bavich, Geref. Dogm. II pp. 246 y siguientes; Dabney, Syst. And Polem Theol., p. 162.
38
Shedd. Dogm. Theol. I, pp. 361 Y siguientes. Hodge. Syst.
82
dispuesto que se haga; y estos no son poderes distintos, sino uno y el mismo poder. El
poder dirigido de Dios es una parte de su poder absoluto porque si no tuviera poder para
hacer lo que quisiera, tampoco lo tendría para hacer lo que quiere. 39 La potentia ordinata
puede definirse como aquella perfección de Dios por medio de la cual El, mediante el mero
ejercicio de su voluntad puede ejecutar todo lo que está presente en su voluntad o consejo.
El poder de Dios en su presente ejercicio se limita a lo que está incluido en su eterno
decreto. Pero el ejercicio presente del poder de Dios no representa todo su alcance. Dios
podría hacer más que eso si lo quisiera. En ese sentido podemos hablar de su potentia
absoluta o poder absoluto de Dios Esta posición debe sostenerse en contra de aquellos que,
como Schleiermacher y Straus, afirman que el poder de Dios está limitado a 10 que
actualmente ejecuta. Pero al hacer nuestra afirmación respecto al poder absoluto de Dios se
hace necesario colocamos en guardia contra errores. La Biblia nos enseña por una parte que
el poder de Dios alcanza mucho más allá de lo que actualmente hace, Gen 18: 14; Jer. 32:
27; Zac. 8: 6; Mat. 3: 9; 26: 53. No podemos decir, por tanto, que lo que Dios no hace, no
lo hace porque no le resulta posible. Pero por otra parte la Biblia también nos indica que
hay muchas cosas que Dios no puede hacer. El no puede ni mentir, ni pecar, ni cambiar, ni
negarse. Núm. 23: 19; I Sam. 15:29; 11 Tim. 2: 13; Heb. 6: 18; Santo 1: 13 y 17. No existe
en Dios un poder absoluto divorciado de sus divinas perfecciones, y en virtud del cual
pueda hacer toda clase de cosas inherentemente contradictorias. La idea de omnipotencia de
Dios está expresada en el nombre 'El Shaddai, y la Biblia habla de ella en términos
precisos, Job 9: 12; Sal 115: 3; Jer. 32: 17; Mat. 19: 26; Luc. 1: 37; Rom. 1: 20; Ef. 1: 19.
Dios manifiesta su poder en la creación. Rom. 4: 17; Is. 44: 24; en las obras de providencia,
Heb. 1: 3, y en la redención de los pecadores, 1 Coro 1: 24; Rom. 1: 16.
39
Existence and Attributes of God. 11, p. 12. Compárese también Bavinck Geref. Dogm. II p. 25 2. Kuyper,
Dict. Dogm. De Deo 1, pp. 412 Y siguientes.
83
6. ¿Que objeción hay a la opinión de que los castigos de Dios simplemente sirven para
reformar al pecador, o para apartar a otros del pecado?
7. ¿Cuál es el concepto de los Socinianos y de los Grocianos acerca de la justicia
retributiva de Dios?
8. ¿Es correcto decir que Dios puede hacer todas las cosas en virtud de su
omnipotencia?
Los judíos de la época de Jesús insistían reciamente en la unidad de Dios, y esta insistencia
se introdujo en la Iglesia cristiana. El resultado fue que algunos borraran por completo las
distinciones personales en la Deidad y que otros dejaran de hacer plena justicia a la
85
dignidad y poder. Una posición algo parecida tomó Samuel Clarke en Inglaterra, y Kahnis,
un teólogo luterano. Otros siguieron el camino trazado por Sabelius, enseñando una especie
de Modalismo, por ejemplo, Emanuel Swedenborg, que sostuvo que el eterno Dios hombre
se hizo carne en el Hijo, y operó por medio del Espíritu Santo; Hegel, que habla del Padre
como Dios en sí mismo, del Hijo como Dios objetivándose (en sí mismo), y del Espíritu
Santo como Dios volviendo a sí mismo; y Schleiermacher, que consideró a las tres personas
simplemente como tres aspectos de Dios: El Padre es Dios como la unidad fundamental de
todas las cosas, el Hijo es Dios que se convierte en consciente personalidad en el hombre, y
el Espíritu Santo es Dios que vive en la Iglesia. Los Socinianos contemporáneos de la
Reforma se movieron siguiendo las ideas arrianas, pero aun fueron más allá de Arria,
haciendo de Cristo nada más que un hombre, y del Espíritu Santo un poder o influencia.
Fueron precursores de los Unitarios y también de los teólogos liberales 40 que hablan de
Jesús como de un maestro divino, e identifican al Espíritu Santo con el Dios inmanente.
Finalmente, hubo algunos que reconociendo la afirmación de la doctrina de una Trinidad
ontológica como ininteligible quisieron alejarse de ella y se sintieron satisfechos con la
doctrina de una Trinidad económica, una Trinidad tal como se revela en la obra de
redención y en la experiencia; de éstos fueron Moisés Stewart, W. L. Alexander y W. A.
Brown. Durante mucho tiempo disminuyó el interés en la doctrina de la Trinidad, y la
discusión teológica se enfocó más particularmente sobre la personalidad de Dios. Brunner y
Barth de nuevo han llamado la atención a su importancia. Este último la coloca en lugar
muy importante, y la discute en relación con la doctrina de la revelación, dedicándole 220
páginas de su Dogmática. Ostensiblemente, deriva de la Escritura su doctrina; pero formal
y lógicamente, encuentra que se halla envuelta en la mera sentencia, "Dios habla". El es el
revelador (Padre), la revelación (Hijo) y la revelacidad (el Espíritu Santo). El se revela, El
es la revelación, y El es también el contenido de la revelación. Dios y su revelación se
identifican. En su revelación también permanece Dios, absolutamente libre y soberano. Esta
idea de Barth no es una especie de Sabelianismo, porque él reconoce tres personas en la
Deidad. Todavía más, Barth no admite ninguna subordinación. Dice: "De esta manera, al
mismo Dios que en sin par unidad es Revelador, Revelación y Revelacidad, se le atribuye
también en una sin par variedad en sí mismo, precisamente este triple modo de ser". 41
40
Liberales, no en el sentido político en que se usa este vocablo en las naciones latinoamericanas, sino en el
dogmático. Mejor sería llamarlos teólogos "anchos" o "largos". N. del T.
41
The doctrine Of The Word Of Good, p. 344
87
La palabra trinidad no solo indica cantidad de tres, sino que también implica la unidad de
los tres. En este concepto se usa como término técnico en la teología. No es necesario
insistir que cuando hablamos de la Trinidad de Dios, nos referimos a una Trinidad en la
Unidad y a una Unidad que es Trina.
Como dejamos sentado en el capítulo anterior, los atributos comunicables de Dios dan
importancia a su personalidad, puesto que lo revelan como un Ser racional y moral. En la
Escritura su vida surge claramente ante nosotros como una vida personal, y por
consiguiente, es de la mayor importancia sostener la personalidad de Dios, porque sin ella
no puede haber religión en el sentido verdadero de la palabra, ni oración, ni comunión
personal, ni segura confianza, ni confiada esperanza. Puesto que el hombre ha sido creado a
la imagen de Dios aprendemos a entender algo de la vida personal de Dios contemplando la
personalidad tal como la conocemos en el hombre. Sin embargo, debemos ser cautos en no
levantar la personalidad del hombre como el modelo por el que se debe medir la
personalidad de Dios. La forma original de la personalidad no está en el hombre, sino en
Dios; su personalidad es arquetípica, en tanto que la del hombre es de alto relieve. Es ta no
es idéntica con aquella, pero tiene débiles rasgos de parecido con el original. No
debiéramos decir que el hombre es personal y que Dios es super personal (expresión muy
desafortunada), puesto que lo que es super personal ya no es personal; sino más bien que la
personalidad que en el hombre aparece como imperfecta, existe en Dios con infinita
perfección. La sobresaliente diferencia entre los dos es que la personalidad del hombre es
unipersonal, mientras que la de Dios es tripersonal, y esta tripersona l existencia es una
necesidad en el Ser Divino, y en ningún sentido es resultado de una elección suya., No
podría Dios existir en ninguna otra forma que la tripersonal. Esto ha sido defendido de
varias maneras. Es muy común defenderlo partiendo de la idea de la personalidad misma.
Shedd funda su argumento sobre el general consciencia de sí mismo que tiene el Dios trino
como diferente de la particular e individual consciencia de sí mismo que tiene cada una de
las Personas de la Deidad, porque en la consciencia de sí mismo el sujeto debe conocerse
como objeto (de conocimiento) y también percibir lo que hace. Esto es posible en Dios a
causa de su existencia trina. Shedd dice que Dios no podría contemplarse, conocerse y
comunicarse consigo si no fuera trino en su constitución. 42 Bartlet presenta de manera muy
interesante una variedad de consideraciones para probar que Dios necesariamente es
42
Dogm. Theol. I, 393 Y siguientes, 251 y siguientes, y 178 Y siguientes.
88
Muy fuera de toda duda la doctrina de la Trinidad es una doctrina revelada. Es cierto que la
razón humana puede sugerir algunos pensamientos para verificar la doctrina y que lo s
hombres algunas veces sobre bases puramente filosóficas abandonaron la idea de la mera
unidad de Dios e introdujeron la de movimiento de vida y auto diferenciación. Y también es
cierto que la experiencia cristiana parecería demandar algo así como una formulación de la
doctrina de Dios. Al mismo tiempo se trata de una doctrina que no habríamos conocido, ni
hubiéramos sido capaces de sostenerla con algún grado de confianza, sobre la sola base de
la experiencia, pues llegó a nuestro conocimiento mediante revelación especial del mismo
Dios. Por tanto es de la mayor importancia que recojamos las pruebas escriturales de ella.
43
The Triune God, Pan Two.
89
44
Págs. 19 y siguientes.
90
Dios que envía a su Hijo al mundo, Juan 3: 16; Gal 4: 4; Heb. 1: 6; I Juan 4: 9; Y los
dos el Padre y el Hijo envían al Espíritu Santo, Juan 14: 26; 15: 26; 16: 7; Gal 4: 6.
Encontramos al Padre dirigiéndose al Hijo, Mar. 1: 11; Luc. 3: 22; al Hijo
comunicándose con el Padre, Mat. 11:25 y 26; 26:39; Juan 11:41; 12:27 y 28; Y al
Espíritu Santo orando a Dios en los corazones de los creyentes, Rom. 8: 26. De esta
manera, las personas de la Trinidad, separadamente, se perfilan con claridad en
nuestro entendimiento. En el bautismo del Hijo, el Padre habla desde el cielo y el
Espíritu Santo desciende en forma de paloma, Mat. 3: 16 y 17. En la gran comisión
Jesús menciona las tres personas: "... bautizándoles en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo", Mat. 28: 19. También se mencionan juntos en I Cor. 12:
4 6; 11 Coro 13: 14, y I Pedro 1: 2. El único pasaje que habla de la tri unidad es 1
Juan 5: 7, pero es de dudosa genuinidad y debido a eso algunas de las últimas
versiones críticas lo han eliminado.
ba
como una traducción de "hupostasis" y también de "ousia", y por lo mismo
resultaba ambigua. Al presente, los dos términos "substancia" y "esencia" se usan
indistintamente. No hay objeción a esto siempre que tengamos en mente que es muy
pequeña la diferencia de su significado. Shedd los distingue de la manera siguiente:
"Esencia es derivado de esse, que significa ser, y denota un ser activo. Substancia es
derivado de substare, y denota la posibilidad latente de poder ser... El término
esencia describe a Dios como una suma total de infinitas perfecciones; el término
substancia lo describe como el fundamento de infinitas actividades. La primera es,
comparativamente, una palabra activa; la segunda es pasiva. La primera es,
comparativamente, una palabra espiritual, la segunda es material. Hablamos de
substancia material; pero no de esencia material". 45 Puesto que la unidad de Dios ya
45
Dogm. Theol., p. 271.
91
46
Inst. I. XIII, 6.
92
sus perfecciones en cada una de las personas, de tal manera que tienen una unidad
numérica de esencia. La naturaleza divina se distingue de la humana en que puede
subsistir completa e individualmente en más de una persona en tanto que tres
personas humanas tienen sólo una unidad específica de naturaleza o esencia, es
decir, participan de la misma clase de naturaleza o esencia; las personas de la
Deidad tienen una unidad numérica de esencia, es decir, poseen idéntica esencia. La
naturaleza o esencia humana puede considerarse como una especie de la cual cada
hombre tiene una parte individual, de manera que hay la unidad específica (derivada
de especie) ; pero la naturaleza divina es indivisible, y por tanto, idéntica en las
personas de la Deidad. Es numéricamente una y la misma, y por tanto, la unidad de
la esencia en las personas es una unidad numérica. De esto se sigue que la esencia
divina no es una existencia independiente que va con las tres personas. N o existe
fuera ni aparte de las tres personas. Si existiera así, no habría verdadera un idad, sino
una división que conduciría al triteísmo. La distinción personal es una dentro de la
esencia divina. Tiene, como acostumbra decirse, tres modos de subsistencia. Otra
conclusión que se deduce de lo anterior, es que no puede haber subordinación
tratándose de la esencia del Ser, de una persona de la Deidad hacia la otra, y por
consiguiente ninguna diferencia en dignidad personal. Esto debe sostenerse en
contra del subordinacionismo de Orígenes y de otros primitivos padres de la Iglesia,
de los arminianos, y de Clarke y otros teólogos anglicanos. La única subordinación
de que podemos hablar es de la que se refiere al orden y a la relación.
Especialmente cuando reflexionamos sobre la relación de las tres personas de la
esencia divina es cuando todas las analogías nos fallan y comprendemos
profundamente el hecho de que la Trinidad es un misterio que está mucho más allá
de nuestra comprensión. Es la incomprensible gloria de la Divinidad. Precisamente
como la naturaleza humana es demasiado rica y demasiado plena para caber en un
único individuo, y sólo halla su adecuada expresión en la humanidad como un todo,
así el Ser Divino se desarrolla en toda su plenitud solamente en la triple subsistencia
de Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Padre, y el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo desde toda eternidad.
Generación y procesión tienen lugar en el Ser divino e implican una cierta
subordinación como el modo de subsistencia personal; pero ninguna subordinación
que tenga que ver con la posesión de la esencia divina. Esta Trinidad ontológica y
su orden inherente es la base metafísica de la Trinidad económica. Luego, pues, no
es sino natural que el orden que existe en la Trinidad de esencia se refleje en la
opera ad extra que más particularmente se atribuyen a cada una de las personas. La
Escritura indica claramente este orden en las que se llaman praepositiones
distinctionales, ek, dia y en que se usan para expresar la idea de que todas las cosas
son originadas del Padre, por medio del Hijo y en el Espíritu Santo.
Desde muy al principio de la era cristiana se hicieron intentos de arrojar luz sobre el trino
Ser de Dios, sobre la Trinidad en la unidad, y la unidad en la Trinidad, por medio de
analogías traídas de diferentes fuentes. Aunque todas resultaron deficientes no puede
negarse que fueron de algún valor en la discusión trinitaria. Esto se aplica particularmente a
aquellas que se derivan de la naturaleza constitucional o de la psicología del hombre.
Atendiendo al hecho de que el hombre fue creado a la imagen de Dios', no es sino natural
aceptar que si hay algunos rasgos de la vida trinitaria en la criatura, los más claros se
hallarán en el hombre.
objeto y sujeto objeto (Olshausen, Shedd). En todas éstas tenemos una cierta
trinidad en unidad; pero no una tripersonalidad en unidad o sustancia.
4. LA DEIDAD DEL HIJO. La deidad del Hijo fue negada en la Iglesia primitiva por
los ebionistas y los alogos, y también por los monarquianos dinamistas y los
arrianos. En la época de la Reforma, siguieron el ejemplo de aquellos los
Socinianos, hablando de Jesús como de un mero hombre. Toman la misma posición
Schleiermacher, Ritschl, una hueste de eruditos anchos (liberales), particularmente
en Alemania; los Unitarios, los Modernistas y los Humanistas de la actualidad. Les
resulta posible hacer tal negación a aquellos que desatienden la Escritura, puesto
que si la atendieran hallarían que la Biblia contiene abundancia de evidencia de la
deidad de Cristo. 47
a. Encontramos que la Escritura explícitamente afirma la deidad del Hijo, en
pasajes como Juan 1:1; 20:28; Rom. 9:5; Fil 2:6; Tit. 2:13; I Juan 5:20
b. Le aplica nombres divinos, Is. 9: 6; 40: 3; Jer. 23: 5 y 6; Joel 3: 32
(compárese Hech. 2:21); I Tim. 3: 16
c. Se le reconocen atributos divinos, como la existencia eterna, Is. 9: 6 ; Juan 1:
1 y 2; Apoc. 1: 8; 22: 13, omnipresencia, Mat. 18: 20; 28: 20; Juan 3: 13,
omnisciencia, Juan 2: 24 y 25; 21: 17; Apoc. 2: 23, omnipotencia, Is. 9: 6;
47
Esto está admirablemente sumariado en obras como las siguientes: Liddon's The Divinity of our Lord,
101
término "Santo Espíritu" únicamente en el Sal 51: 11; Is. 63: 10 y 11, en tanto que
en el Nuevo Testamento ésta se ha convertido ya en una designación muy común
para la tercera persona de la Trinidad. Es un hecho sorprendente que mientras el
Antiguo Testamento repetidamente llama a Dios "el Santo de Israel", Sal 71:22;
89:18; Is. 10:20; 41:14; 43:3; 48:17, el Nuevo Testamento rara vez aplica el adjetivo
"Santo" a Dios en general, sino que lo usa muy seguido para caracterizar al Espíritu.
Esto se debe con toda probabilidad, al hecho de que fue, especialmente, en el
Espíritu y en su obra santificadora en donde Dios se reveló como el Santo. El
Espíritu Santo es el que hace su morada en el corazón de los creyentes, el que los
separa para Dios, y el que los limpia del pecado.
neutros ho y auto en Juan 14: 16 18; pero esto se debe al hecho de que
interviene pneuma.
b. Se adjudican a Ellas características de una persona como la inteligencia,
Juan 14: 26; 15: 26; Rom. 8: 16; la voluntad, Hech. 16: 7; I Cor. 12: 11, y
afectos, Is. 63: 10; Ef. 4 : 30. Además, El realiza actos propios de la
personalidad. Investiga, habla, testifica, ordena, revela, se empeña, crea,
hace, intercede, resucita a los muertos, etc., Gen 1:2; 6:3; Luc. 12:12; Juan
14:26; 15:26; 16:8; Hech. 8:29; 13 : 2; Rom. 8: 11; I Cor. 2: 10 y 11. Quien
hace estas cosas no puede ser un mero poder o influencia; debe ser una
persona.
c. Se le presenta sosteniendo con otras personas tales relaciones que implican
su propia personalidad. Se le coloca en yuxtaposición con los apóstoles en
Hech. 15: 28, con Cristo en Juan 16: 14; y con el Padre y el Hijo en Mat. 2:
19; II Cor. 13: 13; I Pedro 1: 1 y 2; Judas 20 y 21. Una sana exégesis
requiere que en' todos estos pasajes el Espíritu Santo sea considerado como
una persona.
d. Hay también pasajes en los que se distingue entre el Espíritu Santo y su
poder Luc. 1: 35; 4: 14; Hech. 10: 38; Rom. 15: 13; I Cor. 2: 4. Tales pasajes
se convertirían en tautológicos, insulsos, y hasta absurdos si tuvieran que
interpretarse sobre el principio de que el Espíritu Santo poder. Esto puede
demostrarse sustituyendo el nombre por una palabra como "poder" o
"influencia" es meramente un "Espíritu Santo"
4. LA DEIDAD DEL ESPÍRITU SANTO. La deidad del Espíritu Santo debe fundarse
en la Escritura, mediante una serie de pruebas muy parecida a la que empleamos
con respecto al Hijo:
a. Se le dan nombres divinos, Ex 17: 7 (compárese Heb. 3: 7 9); Hech. 5: 3 y 4;
1 Cor. 3: 16; II Tim. 3: 16 (compárese II Pedro 1: 21).
b. Se le adjudican perfecciones divinas, como la omnipresencia, Sal 139: 7 10,
omnisciencia, Is. 40: 13 y 14 (compárese Rom. 11: 34); 1 Cor. 2: 10 y 11,
omnipotencia, 1 Coro 12: 11; Rom. 15: 19, y eternidad, Heb. 9: 14.
c. El hace obras divinas, como la creación, Gen 1: 2; Job 26: 13; 33: 4,
renovación providencial, Sal 104: 30, regeneración, Juan 3: 5 y 6; Tito 3: 5,
y la resurrección de los muertos, Rom. 8: 11.
d. Se le tributan también honores divinos, Mateo 28: 19; Rom. 9: 1; II Cor. 13:
13
Sin embargo, a pesar de este hecho, la teología Reformada se yergue prácticamente solitaria
en su insistencia sobre la doctrina de los decretos. La teología luterana es menos teológica y
más antropológica. Tiene su punto de partida en Dios y considera todas las cosas como
predeterminadas; pero no procede consistentemente, sino que revela una tendencia a
considerarlas desde abajo más bien que desde arriba. Y hasta donde llega su creencia en la
predeterminación, se inclina a limitarla al bien que hay en el mundo, y más particularmente
a las bendiciones de la Salvación. Es un hecho impresionante que muchos teólogos
luteranos enmudecen o casi enmudecen respecto a la doctrina de los decretos de Dios en
general discutiendo nada más la doctrina de la predestinación y considerándola como
condicional más bien que absoluta. En la doctrina de la predestinación la teología luterana
muestra grande afinidad con el arminianismo. Krauth (un influyente director de la Iglesia
Luterana en los EE. UU.) dice: "Los conceptos de Arminio mismo con respecto a los cinco
puntos fueron formados bajo influencias luteranas y no difieren esencialmente de los de la
Iglesia Luterana; pero sobre muchos puntos correspondientes al sistema desarrollado, hoy
conocido como Arminianismo, con ellos la Iglesia Luterana no tiene afinidad ninguna, y en
su manera de considerarlos simpatizaría mucho más con el Calvinismo, aunque la Iglesia
Luterana nunca ha creído que para escapar del Pelagianismo sea necesario refugiarse en la
doctrina de la predestinación absoluta. La "Fórmula de Concordia" toca los cinco puntos
casi nada más en sus aspectos prácticos, y fundándose en ellos se coloca en contra del
Calvinismo, más bien por medio de la negación de las inferencias que resultan lógicamente
de este sistema, que por una expresa condenación de su teoría fundamental en su forma
109
Debemos distinguir las obras enteramente inmanentes de Dios (opera ad intra) de aquellas
que tienen que ver directamente con las criaturas (open. ad extra). Algunos teólogos para
evitar errores prefieren hablar de opera immanentia y opera exeuntia, y subdividen a la
primera en dos clases, opera immanentia per se, que son las opera personalia (generación,
filiación, espiración), y opera immanentia donec exeunt, que son opera essentiala, es decir,
obras del Dios Trino, para distinguirlas de las hechas por alguna de las personas de la
Deidad; pero están inmanentes en Dios hasta que son ejecutadas en las obras de creación,
providencia y redención. Los decretos divinos constituyen esta clase de obras divinas. N o
están descritas en forma abstracta en la Escritura, pero se nos presentan según su
realización histórica. La Escritura usa diversos términos para referirse al decreto eterno de
Dios.
Hay algunos términos que acentúan el elemento intelectual en el decreto, por ejemplo,
'estsah de ya'ats, aconsejar, decir, Job 38: 2; Is. 14: 26; 46: 11; sod de yasad, reunirse para
deliberar (niphal), Jer. 23: 18 y 22; mezimmah de zamam, meditar, tener en mente,
48
The Conservative Reformation and Its Theology, pp. 127 Y sigu ientes.
110
proponerse, Jer. 4: 28; SI: 12; Prov. 30: 32. Además de éstos hay términos que ponen
énfasis sobre el elemento volicional, por ejemplo, chaphets, inclinación, voluntad,
beneplácito, Is. 53: 10; y ratson, agradar, deleitarse, y por eso denota deleite, beneplácito, o
voluntad soberana, Sal 51: 19; Is. 49: 8.
El decreto de Dios puede definirse con el 'Catecismo Menor de Westminster, como: "Su
propósito eterno, según el consejo de su propia voluntad, en virtud del cual ha pre ordenado
para su propia gloria todo lo que sucede.
Aunque con frecuencia usamos el plural para hablar de los decretos de Dios, sin embargo,
en su propia naturaleza, le decreto divino es un acto singular de Dios. Esto ya está sugerido
por el hecho de que la Biblia habla de él como de una prothesis, un propósito o consejo. Lo
mismo se deduce también de la mera naturaleza de Dios. Su conocimiento es todo
inmediato y simultáneo, más bien que sucesivo como el nuestro, y su comprensión de ese
conocimiento siempre está completa. El decreto fundado sobre ese conocimiento es un acto
111
El decreto de Dios guarda la más estrecha relación con el conocimiento divino. Hay en
Dios, como hemos visto, un conocimiento necesario que concluye todas las causas posibles
sus resultados. Este conocimiento proporciona el material para el decreto, y es la fuente de
donde Dios extrajo los pensamientos que deseaba objetivar. De entre este conocimiento de
todas las cosas posibles y mediantes un acto de su perfecta voluntad dirigida por sabias
consideraciones seleccionó lo que quería ejecutar, y de este modo formó su propósito
eterno. El decreto de Dios es consecutivamente el fundamento de su libre conocimiento o
Scientia libera. Es el conocimiento de las cosas tal como se realizan en el curso de la
historia. Mientras que el conocimiento necesario de Dios lógicamente precede al decreto, a
este lo sigue el conocimiento libre. Esto tiene que sostenerse en contra de todos aquellos
que creen en una predestinación condicional (como los semipelagianos y arminianos)
puesto que hacen desprender las predestinaciones de Dios de su presciencia. Algunas de las
palabras que se usan para denotar el decreto divino apuntan a un elemento de deliberación
en el propósito de Dios. Sería un error, sin embargo, inferir de esto que el plan de Dios es el
resultado de alguna deliberación que implique escaso conocimiento o duda, porque
simplemente indica lo contrario, es a saber, que en Dios no hay ningún decreto ciego, antes
únicamente un propósito inteligente y deliberado.
Ante todo, el decreto tiene referencia a las obras de Dios. Sin embargo, está limitado a las
opera ad extra, o actos transitivos de Dios, y no pertenece a la esencia del Ser de Dios ni a
las actividades inmanentes dentro del Ser Divino que desembocan en las distinciones
trinitarias. Dios no decretó ser santo y Justo, ni existir en tres personas y una esencia, o
generar al Hijo. Cosas como estas son necesarias y no depende de la voluntad opcional de
112
Dios. Aquello que es esencial al Ser íntimo de Dios no puede formar parte del contenido
del decreto. Esto incluye solamente la opera ad extra o exeuntia. Pero en tanto que el
decreto pertenece fundamentalmente a los actos de Dios mismo, no está limitado a estos,
sino que también abarca las acciones de sus criaturas libres. Y el hecho de que esas
acciones están incluidas en el decreto las convierte en absolutamente seguras, aunque no
todas se efectúan de la misma manera. Tratándose de algunas de ellas Dios decidió no
solamente que acontecieran; sino que El mismo haría que acontecieran, ya fuera
inmediatamente como en la obra de creación, o por medio de causas secundarias que
continuamente son mantenidas por el poder divino. Dios mismo se hace responsable de que
acontezcan. Sin embargo, hay otras cosas que Dios incluyó en su decreto y por tanto las
convirtió en seguras; pero que no decidió efectuarlas El mismo, como son los actos
pecaminosos de sus criaturas racionales. El decreto donde incluye semejantes actos,
generalmente se llama decreto permisivo de Dios. Este nombre no implica que el futuro de
estos actos no sea seguro para Dios, sino simplemente que El permita que tales actos
acontezcan por medio de la libre agencia de sus criaturas racionales. Dios no se hace
responsable en forma alguna de tales actos pecaminosos.
Los decretos son manifestaciones y ejercicios internos de los atributos divinos, que
convierten en seguro el futuro de las cosas; pero este ejercicio de la volición inteligente de
Dios no debe confundirse con la realización de sus objetos en la creación, providencia y
redención. El decreto para crear, no es la creación misma, ni el decreto para Justificar es la
justificación misma. Se debe hacer distinción entre el decreto y su ejecución. Que Dios esté
ordenando en tal forma el universo que el hombre tenga que seguir determinado curso de
acción, es cosa enteramente distinta de que El le ordene que lo haga así. Los decretos no
están dirigidos al hombre, ni son de la naturaleza de una medida legal, ni tampoco ejercen
compulsión u obligación sobre las voluntades de los hombres.
La palabra "consejo", que es uno de los términos por medio de los cuales se designa el
decreto, sugiere cuidadosa deliberación y consulta. Puede contener una sugerencia respecto
a una intercomunicación entre las tres personas de la Deidad. Hablando de la revelación de
Dios, del misterio que primeramente estuvo escondido con El, Pablo dice que esto fue para
que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los
principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo
en Cristo Jesús, nuestro Señor", Ef. 3: 10 y 11. La sabiduría del decreto se deduce también
de la sabiduría desplegada en la realización del propósito eterno de Dios. El poeta canta en
el Salmo 104: 24, "Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová. Hiciste todas ellas con
sabiduría". La misma idea está expresada en Prov. 3: 19, "Jehová con sabiduría fundó la
tierra; afirmó los cielos con inteligencia". Compárense también Jer. 10: 12; 51: 15. La
sabiduría del consejo de Jehová puede también inferirse del hecho de que permanece firme
para siempre, Sal 33: 11; Prov. 19: 21. Habrá mucho en el decreto que sobrepasa al
entendimiento humano y sea inexplicable para la mente finita; pero nada se hallará en él
que sea irracional o arbitrario. Dios formó su determinación con sabia visión y
conocimiento.
ES ETERNO
ES EFICAZ
Esto no quiere decir que Dios ha determinado hacer El mismo que acontezcan mediante
una aplicación directa de su poder, todas las cosas incluidas en su decreto; sino solamente
114
que El ha decretado que ciertamente acontecerán, es decir, que nada frustrará su propósito.
Dice el Dr. A. A. Hodge: "El decreto mismo previene en cada caso que el evento se
efectuará mediante causas que actúen en una forma perfectamente consistente con la
naturaleza del evento de que se trate.
1. De esta manera, en el caso de cada acto libre de un agente moral el decreto previene
al mismo tiempo que el agente será libre.
2. Que los antecedentes de este y todos los antecedentes del acto de que se trate serán
tal como son.
3. Que todas las condiciones presentes del acto serán tal cual son
5. Y que con toda seguridad el acto será el que tiene que ser, Sal 33: 11; Prov. 19: 21;
Is. 46: 10." 49
ES INMUTABLE
Atendiendo a diversas razones, el hombre puede y con frecuencia altera sus planes.
Posiblemente al planear le faltó seriedad de propósito, o no entendió bien todo lo que el
plan alcanzaba. o le faltaba poder para realizarlo. Pero en Dios nada que se parezca a esto
es concebible. No le falta conocimiento, veracidad, ni poder. Por tanto, Dios no necesita
cambiar su decreto debido a un error motivado por la ignorancia, ni debido a incapacidad
para ejecutarlo. Y tampoco tendrá por qué cambiarlo, puesto que El es Dios inmutable, fiel
y verdadero, Job 23: 13 y 14; Sal 33: 11; Is. 46: 10; Luc. 22: 22; Hech. 2: 23.
ES INCONDICIONAL O ABSOLUTO
Esto significa que no depende en ninguno de sus detalles de ninguna cosa que no sea parte
de él y esté agrupada en el decreto mismo. Los diversos elementos del decreto ciertamente
se sostienen mutuamente, pero nada hay en el plan que esté condicionado por alguna cosa
que no esté incluida en el decreto. La ejecución del plan puede requerir medios, o depender
de ciertas condiciones; pero entonces estos medios o condiciones también han sido
49
Outlines of theology, p. 203
115
determinados en el decreto. Dios no simplemente decretó salvar a los pecadores; sino que
también determinó los medios para efectuar su decreto. Los medios conducentes al fin
predeterminado fueron decretados también, Hech. 2: 23; Ef. 2: 8; I Pedro 1: 2. El carácter
absoluto del decreto se deduce de su eternidad, su inmutabilidad y su exclusiva
dependencia del beneplácito de Dios. Esto lo niegan los semipelagianos y los arminianos.
El decreto incluye todo lo que tiene que suceder en el mundo, sea que corresponda al reino
físico o al moral, sea que se trate del bien o del mal, Ef. 1: 11.
4. Los medios tanto como el fin, Sal 119: 89 91; II Tes. 2: 13; Ef. 1: 4
Se acostumbra hablar del decreto de Dios como permisivo, en cuanto al mal moral se
refiere. Mediante su decreto Dios volvió las acciones malvadas de los hombres en
infaliblemente seguras, sin que decida efectuarlas por medio de acción inmediata sobre y en
la voluntad finita. Esto significa que Dios no obra positivamente "tanto el querer como el
hacer", cuando el hombre va en contra de la divina voluntad revelada. Debería notarse
cuidadosamente, sin embargo, que este decreto permisivo no implica un permiso pasivo de
algo que no está bajo el control de la voluntad divina. Es un decreto que vuelve
absolutamente seguros los futuros actos pecaminosos, pero en los cuales Dios determina:
2. Conducir y sujetar los resultados de esta propia determinación pecaminosa. Sal 78:
29; 106: 15; Hech. 14: 16; 17: 30.
El hombre es un agente libre con poder para hacer sus propias determinaciones racionales.
Puede reflexionar, y en forma inteligente elegir ciertos fines, y también puede determinar
su acción con respecto a ellos. Sin embargo, el decreto de Dios lleva inseparablemente la
imposibilidad de evitarse. Dios ha decretado ejecutar todas las cosas, o si 1o ha decretado
esas cosas, al menos ha determinado que deben acontecer. El ha decidido para el hombre el
curso de su vida. 50 En respuesta a esta objeción puede decirse que la Biblia cie rtamente no
concuerda con la suposición de que el decreto divino es inconsistente con la libre agencia
del hombre. Ella revela claramente que Dios ha decretado los actos libres del hombre; pero
también que los actores, a pesar de eso, son libres y por tanto, responsables de sus actos,
Gen 50: 19 y 20; Hech. 2: 23; 4: 27 y 28. Fue determinado que los judíos crucificaran a
Jesús, y sin embargo fueron perfectamente libres en el curso de su inicua acción, y fueron
tenidos por responsables de este crimen. No hay ni una sola indicación en la Biblia de que
los escritores inspirados se den cuenta de una contradicción, en relación con estos asuntos.
Nunca hacen el intento de armonizar el decreto de Dios con la libertad del hombre. Esto
bien puede refrenamos para no tomar aquí la actitud de contradicción, aun cuando no
podamos reconciliar ambas verdades.
50
Cf. Watson, Theological Institutes, Parte II, Chap. XXVIII; Miley, Systematic Theology II, pp. 271 fl
117
Además, debe conservarse en mente que Dios no ha decretado efectuar por .su propia y
directa acción todo lo que tiene que acontecer. El decreto divino trae únicamente la
seguridad de los acontecimientos; pero ello no implica que Dios prácticamente los
ejecutará; de manera que el problema realmente se reduce a esto: Saber si una previa
seguridad es consistente con un agente libre. Ya la experiencia nos enseña que podemos
estar razonablemente cierto respecto a la conducta que un hombre de carácter seguirá bajo
determinadas circunstancias, sin que se infrinja en lo más mínimo su libertad. El Profeta
Jeremías predijo que los Caldeos tomarían a Jerusalén. El conoció que el evento cercano se
cumpliría, y sin embargo los Caldeos libremente siguieron sus propios deseos al cumplir la
predicción. Semejante certidumbre en verdad es inconsistente con la libertad pelagiana de
indiferencia, según la cual, la libertad del hombre no está determinada en ningún sentido,
antes es completamente indeterminada, de tal modo que en cada volición puede decidirse
en oposición, no sólo a todas nuestras influencias externas, sino también a todas nuestras
íntimas consideraciones y juicios, inclinaciones y deseos y aun en contra de todo nuestro
carácter y de la posición interna del hombre. Pero ahora ya, generalmente, se reconoce que
tal libertad de la voluntad es una ficción psicológica. Sin embargo, el decreto no es
necesariamente inconsistente con la libertad humana en el sentido de la racional
determinación propia según la cual, el hombre actúa libremente en armonía con sus previos
sentimientos y juicios, sus inclinaciones y deseos y todo su carácter. Esta libertad tiene
también sus leyes, y a medida que las conozcamos mejor, estaremos más seguros de lo que
un agente libre hará bajo determinadas circunstancias. Dios mismo ha establecido estas
leyes. Naturalmente, debemos cuidamos de que en nuestros conceptos acerca de la libertad
en el sentido de una propia determinación racional, influyen conceptos deterministas,
materialistas, panteístas y racionalistas.
No puede ser el decreto más inconsistente con el libre agente que con la presciencia, y sin
embargo, los objetores, que son casi siempre del tipo semi pelagiano o arminiano profesan
creer en la divina presciencia. Por su presciencia Dios conoce desde toda la eternidad la
realidad futura de todos los acontecimientos. Está basada en su pre ordenación por medio
de la cual El determina la seguridad futura de esos eventos. El arminiano, de consiguiente
dirá que él no cree en una presciencia basada sobre un decreto que hace que las cosas
resulten seguras, sino en una presciencia de hechos y acontecimientos que actúan
contingentemente sobre la libre voluntad del hombre, y por tanto, indeterminados. Ahora,
semejante presciencia de las libres acciones del hombre puede ser posible si el hombre aun
en su libertad actúa en armonía con leyes divinamente establecidas que una vez más
introducen el elemento de seguridad; pero parecería imposible conocer de antemano los
eventos que dependen enteramente' de la decisión casual de una voluntad sin principios,
que puede en cualquier momento volverse en diferentes direcciones, sin considerar el
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estado del alma, ni las condiciones existentes, ni los motivos que se presentan en la mente.
Semejantes eventos solamente podrían conocerse de antemano como meras posibilidades.
Esta objeción es para hacer que la gente naturalmente diga: Si todas las cosas ya están
ordenadas para que acontezcan como Dios las ha determinado, los hombres no deben
preocuparse acerca del futuro y tampoco necesitan hacer ningunos esfuerzos para obtener
salvación. Decir esto difícilmente puede resultar correcto. Si hay gente que hable de ese
modo, acostumbrarán hacerlo como mera excusa a su indolencia y desobediencia. Los
decretos divinos no están dirigidos a los hombres como una regla de acción, y no pueden
ser una regla tal, puesto que su sustancia solamente se hace conocida por medio de su
realización, y por tanto, después de ella. Hay sin embargo, una regla de acción que ha
tomado cuerpo en la ley y el evangelio, y ésta coloca a los hombres bajo la obligación de
emplear en su salvación los medios ordenados por Dios.
También ignora esta objeción la relación lógica determinada por el decreto de Dios entre
los medios y el fin que se ha de obtener. El decreto incluye no sólo los diversos asuntos de
la vida humana; sino también las libres acciones humanas que lógicamente tienen prioridad
respecto de los resultados y que están destinadas para producirlos. Era absolutamente
seguro que todos aquellos que estaban en el barco con Pablo (Hech. 27) iban a salvarse;
pero era igualmente cierto que para asegurar aquel fin los marineros tenían que permanecer
a bordo. Y puesto que el decreto establece una interrelación entre medios y fines, y los fines
están decretados solamente como resultado de los medios, éstos animan al esfuerzo en lugar
de desalentarlo. La firme creencia en el hecho de que según los decretos divinos el éxito
será la recompensa de la faena, constituye una invitación a valerosos y perseverantes
esfuerzos. Apoyada en la mera base del decreto, la Escritura nos apremia a ser diligentes en
el uso de los medios designados, Fil 2: 13; Ef. 2: 10.
Esto, si fuera verdad, naturalmente, sería una objeción insuperable, porque Dios no puede
ser el autor del pecado. Esto se deduce igualmente de la Escritura, Sal 92: 15; Ec. 7: 29 ;
Santo 1: 13; 1 Juan 1: 5, de la ley de Dios que prohíbe todo pecado, y de la santidad de
119
Dios. Pero el cargo no es verdadero; el decreto solamente hace a Dios el autor de seres
morales libres, mismos que son los autores del pecado. Dios decreta mantener la lib re
agencia de éstos; regular las circunstancias de sus vidas, y permitir que la libre agencia se
ocupe en multitud de actos de los cuales algunos son pecaminosos. Por buenas y santas
razones Dios hace que estos actos pecaminosos acontezcan de seguro; pero El no decreta
producir los malos deseos, ni decreta decidir eficientemente la preferencia en el hombre. El
decreto respecto al pecado no es decreto eficiente sino permisivo, o decreto para permitir, a
diferencia del decreto para producir, y Dios no puede aplicar su divina eficiencia para
producir pecado. Ninguna dificultad compromete a un decreto que además no acompaña a
un mero permiso pasivo de lo que Dios podría muy bien evitar, tal como lo toman los
arminianos que son los que acostumbran levantar esta objeción. El problema de la relación
de Dios con el pecado permanece como un misterio para nosotros, misterio que no somos
capaces de resolver. Puede decirse, sin embargo, que su decreto que permite el pecado, en
tanto que hizo segura la entrada del pecado en el mundo, no significa que Dios se deleite en
la maldad; sino únicamente que El consideró sabio permitir el mal para el propósito de su
propia revelación no obstante lo aborrecible que es el pecado a la naturaleza divina.
SÍLABO
LOUIS BERKHOF, DOCTRINA DE DIOS
Teología Sistemática, Parte 1
(Sílabo por Richard B. Ramsay)
Este curso examina las enseñanzas bíblicas acerca de la naturaleza de Dios. Explica Sus atributosy las
doctrinas de la Trinidad, de la creación, y de la providencia.
Texto
Metas y objetivos
Metas:
2. El alumno aprenderá a amar más a Dios y adorarlo con mayor reverencia, al conocer Sus
atributos más importantes.
Objetivos:
1. En las pruebas, el alumno identificará lo siguiente: los atributos comunicables y los atributos
incomunicables de Dios, la expresión ortodoxa de la Trinidad, la doctrina de la providencia de
Dios, la enseñanza bíblica acerca de la creación.
2. Al escribir respuestas para las preguntas para aplicación personal, el alumno expresará sus
propias convicciones y actitudes acerca de Dios.
GUÍAS DE ESTUDIO
Louis Berkhof, Teología Sistemática
Parte 1, Doctrina de Dios
PREPARACIÓN
1
3. Frecuentemente tendemos a distorsionar la verdadera descripción bíblica de Dios, ya sea al pensar en
Él más como nosotros mismos, más como nuestros padres terrenales, o más como algún concepto de
Dios afectado por la cultura actual. ¿Está dispuesto a dejar que la Biblia cambie la manera en que ve a
Dios?
4. ¿Cómo puede evitar que este estudio acerca de Dios sea solamente un ejercicio intelectual, y hacer
que sea un verdadero acercamiento a Dios?
J. I. Packer dice:
PREGUNTAS DE REPASO
3. ¿Cuáles son las diferentes formas de negar la existencia de Dios mencionadas por Berkhof?
4. ¿Qué término se usa para identificar la creencia de que Dios es identificado con el mundo, no distinto
de la creación, que Él es inmanente, pero impersonal?
7. Los nuevos psicólogos nos informan que la idea de Dios es una proyección de .
El argumento ontológico
El argumento cosmológico
El argumento teleológico
El argumento moral
El argumento histórico o etnológico
9. ¿Qué dice Berkhof sobre la eficacia de los argumentos para la existencia de Dios?
10. ¿Cuál es la actitud general de Berkhof hacia los argumentos para la existencia de Dios? ¿Deberíamos
2
usarlos?
2. ¿Qué opina usted? ¿Deberíamos usar los argumentos para la existencia de Dios cuando hablamos con
un no-creyente? Si es que sí, ¿cuál le parece mejor? Explique su respuesta.
PREGUNTAS DE REPASO
2. Según la teología reformada, ¿cuál es la mejor manera de responder a la pregunta de si Dios puede
ser conocido por el hombre?
7. ¿Cuál es el término que se usa para describir la revelación que se encuentra en la naturaleza, en la
conciencia humana y en el gobierno providencial del mundo de parte de Dios?
8. ¿Cuál es el término que se usa para describir la revelación que se encuentra en la Biblia?
9. ¿Cuál fue la diferencia entre los reformadores y los escolásticos en su enfoque acerca de la capacidad
del hombre para conocer a Dios a través de la revelación natural?
10. Cuando el racionalismo comenzó a dominar Europa, ¿cómo cambió la actitud hacia la revelación
sobrenatural?
11. ¿Cuál es el nombre del teólogo que cambió el énfasis de la revelación objetiva a la "religión"
subjetiva?
1. Piense en la naturaleza. Mencione algunos atributos de Dios que se pueden ver en ciertos aspectos de
la creación. Por ejemplo, ¿qué se puede aprender de Dios del océano, de las estrellas, o de una flor?
3
2. Piense en algunos aspectos de Dios que NO se pueden aprender de la naturaleza.
PREGUNTAS DE REPASO
1. Según Berkhof, ¿en qué sentido el lenguaje de la Iglesia Antigua, de la Edad Media, y de la Reforma
era a veces demasiado fuerte con respecto a la pregunta si el hombre puede conocer a Dios?
PREGUNTAS DE REPASO
Theos
Kurios
Pater
PREGUNTAS DE REPASO
2. ¿Cuál es la diferencia entre los atributos "incomunicables" y los atributos "comunicables" de Dios?
PREGUNTAS DE REPASO
4
PREGUNTAS DE REPASO
1. ¿Qué quiere decir el autor cuando dice que el conocimiento de Dios es "arquetípico"?
2. ¿Qué quiere decir el autor cuando dice que el conocimiento de Dios es "innato e inmediato"?
3. ¿Qué quiere decir el autor cuando dice que el conocimiento de Dios es "simultáneo"?
6. ¿Qué término teológico se usa para expresar el conocimiento perfecto y completo de Dios?
7. ¿Qué dice Berkhof acerca de si el hombre puede reconciliar perfectamente el conocimiento previo de
Dios con la libertad del hombre?
8. ¿Cuál es el enfoque de Berkhof acerca de cómo reconciliar el conocimiento previo de Dios con la
libertad del hombre?
9. Según Berkhof, ¿el previo conocimiento de Dios de las cosas futuras y de los eventos contingentes
depende de Su decreto?
10. ¿Berkhof enseña que Dios ha decretado las decisiones del hombre?
13. ¿Qué término se usa para describir la bondad de Dios mostrada a aquellos que están en la miseria o
angustia, independientemente de lo que merecen?
14. La palabra hebrea para " ser santo ", "quadash", se deriva de la raíz "qad", que significa .
16. ¿Qué palabra se usa en la teología para describir la autoridad absoluta de Dios sobre todas las cosas?
17. ¿Cuál es el término teológico para expresar el poder completo de Dios para ejecutar Su voluntad?
1. ¿Cuáles son algunos de los atributos de Dios que usted aprecia y admira más?
2. ¿Cuáles son algunos de los atributos comunicables de Dios que le gustaría tener más fuertemente
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desarrollados en su propia vida?
3. ¿En qué sentido son atributos tales como la omnisciencia y la soberanía de Dios "comunicables"?
4. ¿Piensa usted que se puede reconciliar la soberanía de Dios y el conocimiento previo de Dios con la
libertad del hombre? ¿Cómo?
5. ¿Cómo le afecta personalmente el hecho de saber que Dios es totalmente soberano y omnisciente?
PREGUNTAS DE REPASO
3. Después de la Reforma, ¿se repitieron los errores anteriores con respecto a la doctrina de la Trinidad?
4. ¿Está de acuerdo Berkhof en que la doctrina de la Trinidad se revela claramente en la forma plural de
Dios ("Elohim") usada en Génesis 1:26?
5. ¿Berkhof piensa que el Antiguo Testamento contiene una revelación completa de la existencia
trinitaria de Dios?
8. Describa las propiedades distintivas de cada una de las tres personas de la Trinidad.
1. ¿Qué diferencia le hace a usted personalmente saber que Dios es una Trinidad? Piense en la
diferencia que haría si NO fuera un Dios triuno.
PREGUNTAS DE REPASO
4. Según el autor, ¿qué tipo de conocimiento proporciona el material para el decreto de Dios?
6
conocimiento ".
6. ¿Está de acuerdo Berkhof en que la predestinación está condicionada por la presciencia de Dios?
7. Según Berkhof, cuando Dios ordena el universo para que el hombre siga un determinado curso de
acción, ¿es lo mismo que ordenarle que lo haga?
10. "Los diversos elementos del decreto ciertamente mutuamente, pero nada hay en el
plan esté por alguna cosa que no esté incluida en el decreto."
11. ¿El autor cree que el decreto de Dios incluye eventos contingentes?
12. ¿Cómo explica Berkhof la relación entre el decreto de Dios y el pecado del hombre?
13. "Se acostumbra hablar del decreto de Dios como , en cuanto al mal moral se refiere."
14. "Mediante su decreto Dios volvió las acciones malvadas de los hombres en infaliblemente seguras,
sin que decida por medio de acción sobre y en la voluntad infinita."
15. ¿El autor cree que Dios ha decretado los actos libres del hombre? Entonces, ¿los actores son
responsables de sus actos?
16. ¿Qué dice el autor acerca de la crucifixión de Jesús y la responsabilidad de los judíos que lo mataron?
17. Según Berkhof, ¿qué es la verdadera libertad humana? ¿Dios estableció leyes con respecto a la
libertad?
18. Según el autor, ¿Dios efectúa por su propia acción directa todo lo que sucede?
19. Según Berkhof, ¿cómo entienden los arminianos la presciencia de Dios y su relación con la libre
voluntad del hombre?
20. Berkhof argumenta que Dios no es el autor del pecado, sino el autor de .
21. Según el autor, ¿Dios decreta producir los malos deseos en el hombre?
22. "El problema de la relación de Dios con el pecado permanece como un para nosotros ..."
1. ¿Cómo entiende usted la relación entre el decreto de Dios y la libertad del hombre?
2. ¿Le afecta sus decisiones diarias el hecho de saber que Dios ha decretado todo lo que sucede?
Explique su respuesta.
7
PREGUNTAS DE REPASO
3. Según Berkhof, ¿la predestinación incluye la predeterminación de Dios de quién será condenado?
1. ¿Cree en la predestinación? ¿Por qué o por qué no? ¿Cómo defendería su respuesta usando las
Escrituras? ¿Qué diferencia hace si cree en la predestinación o no?
4. ¿Cree en la teoría del infralapsarianismo o del supralapsarianismo? ¿Qué diferencia práctica le hace
saber si cree en infralapsarianismo o en supralapsarianismo?
PREGUNTAS DE REPASO
1. ¿Las Escrituras enseñan que la creación es un acto de las tres personas de la Trinidad?
2. Según el autor, ¿cuál es la mejor manera de resolver el problema de cómo Dios podría permanecer
inactivo durante toda la eternidad, antes de crear el universo?
Dualismo
Emanación
Evolución
PREGUNTAS DE REPASO
Querubines
Serafines
Gabriel
Miguel
1. ¿Ha pensado mucho en los ángeles? ¿Qué diferencia hace para usted si existen o no?
PREGUNTAS DE REPASO
2. ¿Cuál es el enfoque de Berkhof acerca de los días de la creación? ¿Eran períodos largos de tiempo?
3. ¿Qué frase apunta a una interpretación literal de los días de la creación en Génesis 1?
5. Describe cada teoría de la armonización de la narrativa de la creación en Génesis con los hallazgos de
la ciencia.
6. ¿Berkhof cree que la teoría de la evolución puede armonizarse con la narración bíblica de la
creación? Explique.
7. ¿Berkhof cree que la teoría darwiniana de la evolución se ajusta a la evidencia científica? Explique.
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PREGUNTAS DE REFLEXIÓN Y APLICACIÓN
1. ¿Cuál es su enfoque acerca de los días de la creación? ¿Qué importancia tiene para usted si los días de
la creación eran literales o no?
2. ¿Qué piensa sobre la teoría de la evolución? ¿Se puede armonizar de alguna manera con el relato
bíblico de la creación? ¿Es científicamente sólido? ¿Qué diferencia práctica hace si cree en la evolución o
no?
3. ¿Cómo piensa que podemos armonizar la evidencia científica que supuestamente apunta a una edad
muy vieja de la tierra con el relato bíblico de la creación?
PREGUNTAS DE REPASO
Preservación
Concurrencia
Gobierno
3. ¿Qué palabra se usa para algo que Dios hace inmediatamente, sin la mediación de segundas causas en
su operación ordinaria, por encima del orden establecido de la naturaleza?
1. ¿Le consuela la doctrina de la providencia de Dios? ¿Cómo le ayuda cuando algo malo le sucede?
2. ¿Qué diferencia práctica hace en su vida saber que Dios gobierna todas las cosas?
3. "El guardagujas"
Juan José Arreola, autor mexicano, ha escrito un relato fascinante llamado "El guardagunas". Un hombre
llega a una estación de tren con su boleto en la mano, con la esperanza de que pronto pueda subir el
tren para ir a "T". Pero no hay nadie excepto un anciano con una linterna, el guardagujas (el que cambia
los rieles para determinar la dirección de los trenes), quien le recomienda alquilar una habitación en el
hotel cercano, ¡mejor para un mes!
Explica que el país es famoso por sus trenes, que han construido muchas pistas, que lo han
promocionado mucho, y que han vendido muchas entradas, pero que no están bien organizados.
Cuando el viajero pregunta si algún tren pasará por la ciudad, el anciano responde que afirmar tal cosa
sería "inexacto". Además, si logras subir un tren, probablemente no llegará al destino correcto. A veces
los trenes tardan años en llegar al destino, y durante el viaje, las personas a menudo se transforman de
maneras inusuales, ... ¡algunos incluso mueren!
Eice que una vez que un tren llegó a un abismo, sin puente. El conductor pidió a los pasajeros que
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desmontaran el tren y llevaran el tren, pieza por pieza, al otro lado, para armarlo de nuevo. ¡Esto
funcionó tan bien que la compañía decidió que no era necesario construir un puente en absoluto!
Finalmente, aparece un tren. Cuando el operador le pide al viajero que le recuerde a dónde va, él dice
que va a "¡X!"
[Juan José Arreola, "El guardagujas," en Cuentos Hispanoamericanos, ed. Mario Rodríguez Fernández
(Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 1998), pp. 235-242]
Si bien no es necesariamente el punto principal del autor, la historia extraña ilustra cómo sería la vida si no
creyéramos en un Dios todopoderoso que nos ama y gobierna todo.
¿Qué piensa? ¿Qué nos enseña la historia sobre cómo es vida para los que no creen en un Dios soberano
que también nos ama y cuida de nosotros? Después de estudiar acerca de Dios en este curso, ¿cómo
describiría la vida de un cristiano, usando la misma ilustración de la estación de tren y el sistema de
trenes? ¿Podemos estar seguros dónde vamos? ¿Quién es nuestro conductor? ¿Nuestro guardagujas?
¿Quién construyó las pistas? ¿Quién construyó el tren? ¿Quién pagó por nuestro boleto?
4. Lea Proverbios 16:1 y 16:33. ¿Qué nos enseñan estos versículos acerca de la soberanía de Dios y
lalibertad del hombre?
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