La Revolución Francesa
La Revolución Francesa
La Revolución Francesa
INTRODUCCIÓN:
El final del siglo XVIII fue una época de trastornos en muchas partes de hemisferio
occidental, trastornos que se pueden atribuir, directa o indirectamente, al fermento
de las ideas conocidas como la Ilustración. Estas ideas, reflejo de las necesidades
y tensiones de una sociedad cambiante se basan en el nuevo conocimiento
científico del siglo XVII, que engendró una nueva fe en la razón y en el progreso.
por un lado, esto llevó a un rechazo de la autoridad y a una afirmación de
los Derechos del Hombre, expresados en la famosa declaración de Rousseau de
que el hombre nace libre, pero en todas partes está encadenado. Por otro
lado, las nuevas ideas fueron una inspiración para los monarcas, que , al ternar el
siglo XVII, empezaron a concentrar el poder en sus propias manos y a gobernar
mediante agentes burocráticos nombrados por ellos. Sin embargo, estas
actividades centralizadoras encontraron resistencia en todos aquellos que tenían
intereses creados en el Antiguo régimen, Iglesias, gremios y corporaciones y,
sobre todo, la aristocracia. Sus líderes recurrieron a las teorías de Montesquieu y
Burke para demostrar que la sociedad era una forma orgánica y que sus
agrupaciones tradicionales no sólo conferían derechos inalienables a sus
miembros sino que producían un equilibrio de poder que resguarda los individuos
de la tiranía. Esto junto al deseo de autonomía de la provincias dio origen al
descontento. Quedó muy claro entonces que el fermento no se detendría ahí.
Era más probable que ocurriera una rebelión en las regiones en que la aristocracia
podía contar con el apoyo de los campesinos; pero en Europa Oriental estos
últimos aún eran ciervos, y era poco probable que se revelaran para apoyar a los
terratenientes que eran sus opresores directos. Sin embargo, a los campesinos
también les desagradaban las innovaciones y a veces luchaban tenazmente
por conservar su forma de vida tradicional.
Las revoluciones aparecieron por primera vez en gran escala en las colonias
inglesas de América. Recurriendo a la filosofía de Locke sobre el derecho
natural, los colonizadores se negaron a pagar un impuesto establecido por el
parlamento en Londres, en el que no estaban representados. Para 1775 la disputa
había llegado a una guerra declarada. Los hombres moderados que habrían
mantenido la antigua estructura de la sociedad fueron sustituidos por otros
con objetivos más democráticos y la guerra por la independencia nacional ganó
apoyo en todos los estratos sociales. El ejemplo norteamericano fue una
inspiración para los rebeldes de los países bajos, así como en Francia, cuyas
tropas habían peleado en el lado norteamericano en la guerra.
El proceso
revolucionarios francés es, sin duda, el más importante dentro del agitado
panorama político del siglo XVIII. Es, además, uno de los más polémicos.
La historiografía se ha preocupado constantemente de él y son muchos los
escritos y los libros que presentan la revolución francesa como una gran gesta o,
por el contrario, un acontecimiento perjudicial y hasta innecesario para Francia y la
cultura occidental.
Es difícil tratar de sacar a la luz los motivos que nos llevan a esta pasión por el
tema. Muchos son los factores que se amontonan en torno a Francia y a la
revolución, presentándola como un tema apasionante y tremendamente complejo.
LA VIDA POLÍTICA
La libertad
individual estaba amenazada constantemente por la policía, que podía aprender a
cualquiera con una simple orden del rey, la "carta sellada". No se daba la causa de
la detención porque "tal era la voluntad del rey".
LA VIDA SOCIAL
1) El clero: era la primera de las clases sociales privilegiadas. Conservaba un gran
prestigio e influencia. Además recibía los diezmos de los fieles, poseían extensas
propiedades, que abarcaban la cuarta parte de la superficie de Francia, y como si
fuera poco, no pagaban impuestos.
LA VIDA ECONÓMICA
Más de un siglo antes de que Luis XVI ascendiera al trono (1774), el Estado
francés había sufrido periódicas crisis económicas motivadas por las guerras
emprendidas durante el reinado de Luis XIV, la mala administración de los asuntos
nacionales en el reinado de Luis XV, las cuantiosas pérdidas que acarreó la
Guerra Francesa en India (1754-1763) y el aumento de la deuda generado por los
préstamos a las colonias británicas de Norteamérica durante la guerra de la
Independencia estadounidense (1775-1783). Los defensores de la aplicación de
reformas fiscales, sociales y políticas comenzaron a reclamar con insistencia la
satisfacción de sus reivindicaciones durante el reinado de Luis XVI.
Luis XVI, quién contaba con apenas 20 años de edad carecía de condiciones
como gobernante pues su carácter era débil, su inteligencia era mediana y se dejo
influenciar por su esposa María Antonieta de Austria y por su primo el Duque de
Orleans. Dada la grave crisis financiera el rey se vio obligado a llamar
al gobierno a dos personajes de reconocida honestidad: R. Jaques Turgot, un
hombre de ideas liberales que instituyo una política rigurosa en lo referente a los
gastos del estado, y a Malesherves.
Durante los quince meses que transcurrieron entre la aprobación del primer
borrador constitucional por parte de Luis XVI y la redacción del documento
definitivo, las relaciones entre las fuerzas de la Francia revolucionaria
experimentaron profundas transformaciones. Éstas fueron motivadas, en primer
lugar, por el resentimiento y el descontento del grupo de ciudadanos que había
quedado excluido del electorado. Las clases sociales que carecían de propiedades
deseaban acceder al voto y liberarse de la miseria económica y social, y no
tardaron en adoptar posiciones radicales. Este proceso, que se extendió
rápidamente por toda Francia gracias a los clubes de los jacobinos, y de
los cordeliers, adquirió gran impulso cuando se supo que María
Antonieta estaba en constante comunicación con su hermano Leopoldo II,
emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Al igual que la mayoría de los
monarcas europeos, Leopoldo había dado refugio a gran número
de émigrés y no había ocultado su oposición a los acontecimientos revolucionarios
que se habían producido en Francia. El recelo popular con respecto a las
actividades de la reina y la complicidad de Luis XVI quedó confirmado cuando la
familia real fue detenida mientras intentaba huir de Francia en un carruaje con
destino a Varennes el 21 de junio. El grupo más exaltado de revolucionarios halló
en la traición del rey un argumento decisivo para abolir la esclavitud y establecer la
república, pero la asamblea quiso limitar los poderes del rey sin suprimir la
monarquía.
LA ASAMBLEA LEGISLATIVA
(1791/1792):
En primer término, el propio rey, quien buscó ayuda extranjera para acabar con la
revolución.
En tercer lugar, los católicos, indignados con la constitución civil del clero, se
sublevaron en algunas regiones de Francia.
Por último, los mismos revolucionarios estabandivididos. Los constitucionales
o fudenses, sostenían la aplicación estricta de la constitución y el mantenimiento
integral de los poderes del rey. Los jacobinos buscaron reformar la constitución,
reduciendo los poderes del rey. Entre los jacobinos se destacó un núcleo de
diputados llamados girondinos, que provenían del departamento de la Gironda, y
se convirtieron en dirigentes de la Asamblea Legislativa. Los
llamados cordeleros o
franciscanos, de tendencia republicana, acaudillados por Danton, joven abogado
de gran popularidad, y por el periodista Marat, carecían de influencia en la
asamblea, pero la tenían entre el pueblo de París.
El grupo girondino desarrolló una política cada vez más violenta contra Luis XVI.
Para desenmascarar al rey, y con la ilusión de extender por Europa los principios
revolucionarios, los girondinos propiciaron la guerra, convencidos de que con ella
unificarían a los patriotas frente a enemigos comunes.
4.- Se reconocía la Comuna de París como poder legítimo del estado. Esta
comuna estaba en mano de los jacobinos , dirigidos por Roberspierre y Marat.
LA CONVENCIÓN:
El Reinado del
Terror
La lucha por el
poder
La moral de los
ejércitos franceses permaneció inalterable ante los
acontecimientos ocurridos en el interior. Durante el invierno de
1794-1795, las fuerzas francesas dirigidas por el general Charles
Pichegru invadieron los Países Bajos austríacos,
ocuparon las Provincias Unidas instituyendo la República
Bátava y vencieron a las tropas aliadas del Rin. Esta
sucesión de derrotas provocó la
desintegración de la coalición antifrancesa. Prusia
y varios estados alemanes firmaron la paz con el gobierno
francés en el Tratado de Basilea el 5 de abril de 1795;
España
también se retiró de la guerra el 22 de julio, con
lo que las únicas naciones que seguían en lucha con
Francia eran Gran Bretaña, Cerdeña y Austria. Sin
embargo, no se produjo ningún cambio en los
frentes bélicos durante casi un año. La siguiente
fase de este conflicto se
inició con las Guerras
Napoleónicas.
Se restableció la paz en las fronteras, y un
ejército invasor formado por émigrés
fue derrotado en Bretaña en el mes de julio. La
Convención Nacional finalizó la redacción de una nueva Constitución,
que se aprobó oficialmente el 22 de agosto de 1795. La
nueva legislación confería el poder
ejecutivo a un Directorio, formado por cinco miembros
llamados directores. El poder
legislativo sería ejercido por una asamblea bicameral,
compuesta por el Consejo de Ancianos (250 miembros) y el Consejo
de los Quinientos. El mandato de un director y de un tercio de la
asamblea se renovaría anualmente a partir de mayo de 1797,
y el derecho al sufragio quedaba limitado a los contribuyentes
que pudieran acreditar un año de residencia en su distrito
electoral. La nueva Constitución incluía otras
disposiciones que demostraban el distanciamiento de la democracia
defendida por los jacobinos. Este régimen no
consiguió establecer un medio para impedir que el
órgano ejecutivo entorpeciera el gobierno del ejecutivo y
viceversa, lo que provocó constantes luchas por el poder
entre los miembros del gobierno, sucesivos golpes de Estado y fue
la causa de la ineficacia en la dirección de los asuntos del país.
Sin embargo, la Convención Nacional, que seguía
siendo anticlerical y antimonárquica a pesar de su
oposición a los jacobinos, tomó precauciones para
evitar la restauración de la monarquía.
Promulgó un decreto especial que establecía que los
primeros directores y dos tercios del cuerpo legislativo
habían de ser elegidos entre los miembros de la
Convención. Los monárquicos parisinos reaccionaron
violentamente contra este decreto y organizaron una
insurrección el 5 de octubre de 1795. Este levantamiento
fue reprimido con rapidez por las tropas mandadas por el general
Napoleón Bonaparte, jefe militar de los ejércitos
revolucionarios de escaso renombre, que más tarde
sería emperador de Francia con el nombre de
Napoleón I Bonaparte. El régimen de la
Convención concluyó el 26 de octubre y el nuevo
gobierno formado de acuerdo con la Constitución
entró en funciones el 2 de
noviembre.
El ascenso de Napoleón al
poder
La Revolución también
desempeñó un importante papel en el
campo de la religión. Los
principios de
la libertad de
culto y la libertad de expresión tal y como fueron
enunciados en la Declaración de Derechos del hombre y del
ciudadano, pese a no aplicarse en todo momento en el periodo
revolucionario, condujeron a la concesión de la libertad
de conciencia y de
derechos civiles para los protestantes y los judíos. La
Revolución inició el camino hacia la
separación de la Iglesia y
el
Estado.
Note: This service is not intended for secure transactions such as banking, social media, email, or purchasing. Use at your own risk. We assume no liability whatsoever for broken pages.
Alternative Proxies: