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Revolución francesa (1789-1799)
La Revolución francesa fue un violento conflicto político-social que
derrocó el antiguo sistema monárquico absolutista y feudal, estableció la República y culminó con la dictadura de Napoleón Bonaparte. La revolución alteró el curso de la historia moderna y propagó nuevas formas de pensamiento.
La Revolución francesa fue un violento conflicto entre 1789 y 1799
que sacudió todos los estamentos políticos y sociales que prevalecían en Francia para la época, desencadenando el derrocamiento del antiguo régimen monárquico, la propagación de ideales liberales y el establecimiento de una República. La revolución francesa se inició en 1787, con la convocatoria de los «Estados generales» que luego se autoproclamaron como Asamblea Nacional, y finalizó en 1799, con el Coup d’état de Napoleón Bonaparte. En Francia, al igual que en las Trece Colonias Americanas de Gran Bretaña, una severa crisis financiera precedió a la revolución. Hubo un paralelismo y una conexión directa entre la Revolución Americana de 1776 y la Revolución Francesa de 1789. La participación de los Franceses en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos contribuyó a un enorme incremento en la deuda del gobierno monárquico. El establecimiento de nuevos impuestos (al igual que en Norteamérica) desencadenaron rechazo y revueltas de burgueses, trabajadores urbanos y campesinos.
1.El Antiguo Régimen
El Antiguo régimen (en francés: Ancien régime) es un término
despectivo empleado por los revolucionarios franceses para designar al sistema político previo a la Revolución francesa. La utilización de este término es contemporánea a la Revolución francesa y no era empleado antes de ella. Con Antiguo régimen se suele abarcar tanto a la monarquía absolutista de Luis XVI como al resto de las monarquías francesas y europeas. En el Antiguo régimen, la propiedad de la tierra, principal factor de la producción, se encontraba sometida a permanentes vinculaciones hereditarias o religiosas. Las tierras podían ser parte de mayorazgos en poder de la nobleza, las «manos muertas» en poder de la iglesia y las tierras comunales en poder del ayuntamiento. El capital (propio de la nobleza o el clero) o el trabajo (impropio de los nobles privilegiados) tampoco se encontraban sujetos a las reglas de la oferta y la demanda. El absolutismo centralizado se estaba deshaciendo gradualmente debido a la mala administración. No dejaba de funcionar gracias a algunos administradores capaces, en particular de la provincia. El sistema legal y judicial necesitaba reformas. Las leyes todavía tenían vestigios medievales, con características del sistema legal romano y el sistema feudal. Los jueces y abogados compraban o heredaban sus puestos en el gobierno y los consideraban como un medio para ascender en la jerarquía de la aristocracia.
2.Los tres Estados
En la monarquía francesa o Antiguo régimen la sociedad se dividió en
tres «Estados» o «estamentos» desiguales. El primer Estado era el clero, el segundo Estado estaba conformado por la nobleza y el Tercer Estado por el pueblo llano (campesinado, trabajadores urbanos, plebe urbana, burguesía, comerciantes, mercaderes). El Tercer Estado estaba conformado por más del 97% de la población francesa.
4.La Ilustración
Era de la Ilustración El siglo XVIII vio el ascenso de un importante e
influyente movimiento intelectual en Europa conocido como la Ilustración. Esta corriente del pensamiento, y etapa en la historia de Europa, propagó ideales liberales y republicanos en el continente europeo, así como a Las Américas, donde se gestaron las primeras revoluciones anticoloniales. Las obras de la Ilustración cuestionaron las creencias tradicionales basadas en la fe, el dogma, la religión, la monarquía y el derecho divino de los reyes. En su lugar, se delinearon propuestas basadas en la razón, la ciencia y el progreso. La Ilustración propugnaba el republicanismo (donde la soberanía popular reside en la gente), el liberalismo, y el rechazo a la autoridad religiosa en asuntos políticos y del Estado.
5.Guerra de los Siete Años
Guerra de los Siete Años Entre 1756 y 1763 se llevó a cabo la
«Guerra de los Siete Años» o «Guerra Franco-India», en la que se enfrentaron, por un lado: el Reino de Prusia, el Reino de Hanóver, el Reino de Gran Bretaña (junto a sus colonias americanas) y el Reino de Portugal; y por otro lado: el Reino de Sajonia, el Imperio austríaco, el Reino de Francia, el Imperio ruso, Suecia, y el Reino de España. En este conflicto hubo un cambio de coaliciones en comparación con la previa Guerra de Sucesión Austriaca (1739–1748). La guerra culminó en 1763 con el Tratado de París entre Francia, España y Gran Bretaña; y el Tratado de Hubertusburg entre Sajonia, Austria y Prusia. Gran Bretaña resultó victoriosa en desocupar a los franceses de Norte América. Pero la guerra tuvo un efecto devastador en las economías de todas las monarquías que intervinieron, a tal punto que las crisis económicas que siguieron fueron detonantes directos de insurrecciones y revoluciones internas y en territorios coloniales.
6.Revolución de las Trece Colonias Británicas
Revolución americana Durante la Guerra de los Siete Años, Gran
Bretaña se vio en la necesidad de solicitar fuertes préstamos para financiar el conflicto, e igualmente a emplear a las colonias americanas como base para invadir y ganar territorios franceses. La guerra produjo una crisis financiera en la economía británica, que a su vez debía reforzar sus fuerzas militares en tierra y mar para defender sus numerosas posesiones coloniales en ultramar. En consecuencia, el parlamento británico instauró una serie de impuestos en sus posesiones coloniales en América donde causaron rechazo, debido a que no se encontraron representadas en su discusión y aprobación. Esto desencadenó en la Revolución americana y la guerra de independencia, la primera basada en los ideales de la Ilustración. Fue entonces que los europeos observaron que los ideales ilustrados no eran solo principios plasmados en papel, sino que tenían aplicación práctica. 7.Crecimiento de la población
A partir de 1730 mejoraron los estándares de vida en Francia y se
redujo considerablemente la mortalidad entre adultos. Esto, junto a otros factores, produjo un incremento en la población europea sin precedentes. Entre 1715 y 1800 la población europea se duplicó. En Francia, con 26 millones de habitantes en 1789, era el país más poblado de Europa. Una mayor población produjo también una mayor demanda de alimentos y productos de consumo.