Interpretación Isaías 5 - 1 - 7
Interpretación Isaías 5 - 1 - 7
Interpretación Isaías 5 - 1 - 7
ISAÍAS 5:1-7
(El texto hace referencia al pueblo de Judá que es descrito como una viña infructuosa, lista para
ser destruida)
Lo que Isaías está tratando de hacer ver y entender a sus lectores es el cuidado del Señor por el
pueblo de Israel (Su pueblo escogido) que está descrito en la administración de una viña. La
plantó con vides escogidas; les dio la ley más excelente, les instituyó las ordenanzas adecuadas.
El templo era una torre donde Dios dio señales de su presencia. Instaló su altar al cual debían
llevar los sacrificios; esto denota todos los medios de la Gracia. Dios esperaba fruto de quienes
disfrutaban de los privilegios que Él dio. A través del mensaje del profeta, Dios estaba mostrando
a Su Pueblo que a pesar de ellos, seguían siendo Su Pueblo. Dios seguía extendiendo Su gracia y
misericordia a un pueblo que era infiel y desobediente a Su Palabra. Dios los sacó de la
esclavitud de Egipto y del yugo de Faraón (Éxodo 12:37-50), les protegió en su travesía por el
desierto y los guió (Éxodo 13:17-22), les hizo pasar en medio del Mar Rojo como en tierra seca
(Éxodo 14), les dio el maná en el desierto (Éxodo 16), les dio agua en el desierto (Éxodo 17), les
condujo a la Tierra prometida y la poseyeron (Deut. 8). Pero aún así, la viña del Señor, Su pueblo
escogido en vez de dar un fruto agradable a Él, produjo uvas silvestres, dio un mal fruto.
Las uvas silvestres son las obras de la naturaleza corrompida, caída y depravada del ser humano.
Donde no obra la Gracia, obra la corrupción. Se pueden tener muy buenas intenciones y muy
buenos deseos pero no son suficientes; debe haber fruto y fruto no silvestre sino el generado por
la viña traducido en pensamientos y afectos, palabras y acciones agradables al Espíritu. Por otro
lado como consecuencia de su falta de obediencia y amor por Aquel que los liberó de la
esclavitud, Dios, les hace ver a los lectores de Isaías que, levanta Su mano de protección y hace
que su amado y escogido pueblo sufra las consecuencias de sus actos. Dios no sólo es un Dios de
Gracia sino también de Justicia. La maldad de los que profesan la fe y disfrutan de los medios de
gracia, debe recaer sobre los mismos pecadores. Ya no serán un pueblo peculiar. Cuando se
desenfrenan o descontrolan, los errores y los vicios, el viñedo no es podado; pronto empiezan a
crecer espinas. Esto se muestra a menudo en el alejamiento del Espíritu de Dios de quienes por
largo tiempo luchan en su contra.
Hay un texto que hace también referencia a este en Ezequiel 15:1-8 en el cual se pude ver con
claridad en lo que Israel se convirtió por su manera caminar delante de Dios. Una vid infructuosa
de tal manera que su madera sólo servía para ser quemada por el fuego.
Hay un gran paralelismo con lo que Dios vino a hacer manifestado en carne en la persona de Su
Hijo, Jesucristo, quien es el Salvador. Habiendo Cristo entrado en escena, quien es el Hijo de
Dios, el Mesías esperado, la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación (Col.
1:15), mostró la Gracia y Amor que habitan en el corazón de Dios. Pero bien cierto es que a lo
suyo vino y los suyos (Su propio pueblo) no le recibieron (Juan 1:11). Al igual que el Padre, el
Hijo, hizo milagros entre Su pueblo, y cuando: “Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el
día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el
libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El
Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y
vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor. Y
enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos
en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros” (Lc. 4:16-
21). Y de la misma manera que el pueblo judío del A.T., el pueblo judío del N.T. rechazó a Aquel
quien podía hacerles verdaderamente libres no sólo del yugo de Roma y del emperador sino de
sus propios corazones arrogantes y obstinados. Al igual que aquellos que rehusaron de la bondad
y el favor del Señor en el A.T. y sufrieron las consecuencias, todos aquellos que rechacen la
Gracia de Dios manifestada en Jesucristo también sufrirán las consecuencias de aquellos. Dios
sigue siendo fiel a sí mismo.
Por otro lado podríamos decir que lo que el pueblo de Dios no hizo, que era permanecer unido su
Dios, nos pude pasar a nosotros también si no permanecemos unidos a la Vid verdadera que es
Cristo. Lo esencial para nuestro caminar cristiano es permanecer unidos a Cristo, quien es la
Verdadera Vid, puesto que separados de Él nada podemos hacer (Juan 15:5)